Dios puede sorprendernos y darnos más de lo que podemos imaginar.
H ace años, no pensaba que alguna vez sería misionero en
Mongolia. Para mí estaba claro que tenía que ser
ingeniero o más tarde misionero en la República Checa,
que se puede considerar uno de los países ateos de Europa.
Durante la escuela primaria y secundaria yo era el único
católico en mi clase. No fue fácil dar testimonio de nuestra fe
ante mis compañeros de escuela.
Conocí a los salesianos al comienzo de los estudios técnicos
universitarios en Praga, durante el período del comunismo.
Pronto me uní a las actividades típicas salesianas: pequeños
campamentos de verano “chaloupky”, formación de animado-
res y grupos que comparten la Biblia. Paso a paso, estaba
descubriendo el llamado de Dios a dejar la ingeniería eléctrica
y seguirlo, pues era un deseo escondido pero mucho más
fuerte que la electricidad.
En 1993 me hice salesiano y en 2002 sacerdote. Después de 3
años de servicio en la parroquia salesiana de Zlin, ejercí
nuevas responsabilidades: iniciar el servicio misionero voluntario en nuestra provincia checa, la escuela para
animadores, la animación vocacional y el Movimiento Juvenil Salesiano en Europa. Fueron 11 años completos de
servicio bajo la protección y guía de María Auxiliadora y del descubrimiento del mundo salesiano, que es más
grande de lo que jamás hubiera podido imaginar.
De repente, en 2014, el Papa Francisco me mostró claramente el camino en su primera encíclica Evangelii
Gaudium: "Avancemos, pues, avancemos para ofrecer a todos la vida de Jesucristo". (EG 49). Me tocó mucho
junto con el tema de la Jornada Misionera Salesiana 2015 "Señor, envíame". Cuando lo traduje al idioma checo,
comencé a escuchar una nueva vocación: "Dame más y más". Compartí esto con nuestro provincial y después de 6
meses de discernimiento escribí una carta al Rector Mayor.
¡Hay tantos desafíos en la vida misionera en Mongolia! Me gustaría mencionar solo cuatro: clima, cultura nómada,
idioma y límites personales. En primer lugar, sabía desde Europa, qué es invierno con nieve y hielo, pero cómo
vivir y trabajar a temperaturas que a menudo caen a 40 bajo cero ha sido para mí una nueva experiencia.
En segundo lugar, el modo de vida tradicional de los mongoles es el pastoreo nómada. Se mudan con sus animales
y sus cosas varias veces al año debido a la limitada fertilidad de los pastos. Incluso los establecidos en las
ciudades siguen pensando y actuando de manera nómada. Comprender esto es realmente un desafío.
Además, el idioma mongol es uno de los idiomas más difíciles del mundo. El curso de idioma básico dura 2 años. Y
aún estamos buscando cómo expresar de manera comprensible los conceptos fundamentales de nuestra fe en la
sociedad con la tradición chamánica y budista.
Finalmente, ser misionero en este país significa volver a ser niño y aprender las cosas básicas desde el principio.
Cuántas veces me ha sido preciso tocar mis límites y aprender a crecer en humildad y amor.
Una de las mayores alegrías para mí es ver crecer a la gente. No sucede todos los días, pero hay ocasiones en que
podemos sentir que hemos alcanzado un entendimiento más amplio en la comunidad cuando algunos de los niños
se sienten conmovidos por nuestro servicio a Dios. El Señor tiene su forma de trabajar y su tiempo preparado
para cada persona. Fue agradable que algunos estudiantes se hicieran animadores en el oratorio y muchos más
niños nos buscaran en el Centro Don Bosco. Pero la mayor alegría es estar en la misión de Dios, ser el portador
del tesoro que voy descubriendo cada día más.
"Hoy, si escuchas su voz, no endurezcas tu corazón..." (Heb 3: 7-8). Me gustaría que todos nosotros estemos siem-
pre abiertos al llamado de Dios, que profundicemos nuestra relación con Él, pues Él puede sorprendernos y
darnos más de lo que podemos imaginar.
P. Jaroslav Vracovský— Misionero de la República Checa en Mongolia.
Testimonio de Santidad Misionera Salesiana
P Pierluigi Cameroni SDB, Postulador General para las Causas de los Santos
El Beato Artémides Zatti (1880-1951), hermano salesiano, gracias a la seriedad
de su compromiso espiritual, un camino sincero de discernimiento y el deseo de
servir a Dios y al prójimo, abraza la misión de Don Bosco. Su vocación surge de la
lectura de la vida de Don Bosco y después de hacer amistad con un salesiano, el
párroco Don Cavalli, que lo siguió durante toda su vida. Cuando es golpeado por la
tuberculosis, sus superiores le proponen profesar como coadjutor salesiano. Zatti no
necesita pensar mucho para entender que sacerdote o no, lo que quiere es quedarse
con Don Bosco. Y se queda, viviendo plenamente la vocación original del "coadjutor".
Por la Familia Salesiana
Intención Misionera Salesiana
al servicio de la Comunicación Social
Para que los Salesianos y la Familia Salesiana tengan
el coraje evangelizador en el inmenso areópago de la
Comunicación Social.
Hoy más que nunca las redes sociales y la Comunicación Social en general, son artífices de cultura.
Recemos para que – con creatividad, profesionalidad e inteligencia – consigan influir en la cultura
con el Evangelio y nuestros valores educativos.