LA ALEGRÍA DE VIVIR Y TRABAJAR JUNTOS
E mpecé estudiando en la escuela pública, pero pronto mis padres decidie-
ron llevarnos a todos los hermanos varones a los salesianos. Cuando
tenía 13 años pasó por el colegio un salesiano misionero en Corea, don
Jesús Molero, no sólo habló de sus actividades, sino que hizo una gran campaña
por diferentes parroquias con el fin de encontrar fondos para las obras salesia-
nas en Corea. Fue toda una experiencia y un despertar misionero.
Al terminar el bachillerato en Barakaldo fui al Noviciado, y allí escribí mi prime-
ra carta de petición para ir a misiones. Pasó la formación, me ordené en 1978 y
llegó el proyecto África. Para mi sorpresa llegó mi Inspector de entonces, don y
para gran sorpresa mía me dijo: “como en el noviciado pediste ir a misiones,
supongo que puedo contar contigo para enviarte a Benín”. Y así continuó mi vida misionera.
Salí para Benín con don Jesús Ferrero, y comenzamos la presencia salesiana en ese país el 9 de
agosto de 1980, día de nuestra llegada…. En 2016 volví a España. Treinta y seis años de vida misionera
que agradezco a Dios y a los hermanos salesianos. Y ahora después de pasar por el taller de reparaciones, he escrito mi
segunda carta de petición misionera…para mi sorpresa el rector Mayor la acogió y la bendijo, y ahora me encuentro de
camino hacia Brasil, Mato Grosso. Los primeros desafíos en Benín fueron evidentes… teníamos que estudiar la lengua
hablada por el pueblo, el francés lengua oficial no era la lengua de la calle ni de la liturgia, comprender su cultura y
tradiciones, así como los modos de comportamiento social y familiar, adaptarnos a la climatología y enfermedades
nuevas para nosotros. Teníamos que dar respuesta a lo que nos habían pedido, ser salesianos en Benín, y presentar
posibles respuestas a la situación de pobreza material, cultural, religiosa… en la que se encontraban los jóvenes y
adolescentes.
Nos pusimos a la obra yo creo que con varías constantes que nos acompañaron. Estábamos a la escucha, y así pudimos
acoger las orientaciones y opiniones de todos, autoridades religiosas y civiles, gente del pueblo, los catequistas, los
mismos jóvenes, sobre todo los animadores. Nunca hubo un proyecto personal de ninguno de nosotros, todo se trabaja-
ba en comunidad, y esa fue una de las constantes en el comienzo de todas nuestras obras en Benín. Procuramos man-
tener un clima de cercanía y amistad con los misioneros que trabajaban en la región, así como con el clero diocesano.
Todo ello muy importante para conocer esa realidad tan lejana de todo lo que habíamos vivido hasta entonces. La
cercanía de la gente, sobretodo de los niños y adolescentes y jóvenes nos ayudaba a progresar cada día.
¿Dificultades? Todas las que se fueron generando con la evolución política en Benín y en todos los países que nos
rodeaban. Hubo momentos en que el nivel de pobreza era tal que difícilmente se podía soportar. En Benín por ejemplo
se dijo desde el gobierno que no se pegara ni castigara nunca a un niño en la escuela si se dormía en clase o si no
respondía a nada… la causa era el hambre… y reconocían así que los niños pasaban el día entero sin probar bocado.
Fue una época muy dura para todos.
¿Alegrías? Sin lugar a dudas ver que Dios nos acompañaba en sus obras. Comenzamos de cero, y ahora vemos como la
obra salesiana está asentada en ese país. Peinamos canas, pero vemos decenas de salesianos jóvenes, ya formados que
realizan una labor excelente en medio de los jóvenes, fieles al carisma de don Bosco, viendo cada una de las obras
como proyecto de todos y cada uno.
Mis mejores momentos en Benín, en África, son los vividos en familia con mis hermanos salesianos. Los primeros años
sin electricidad, ni teléfono, ni agua corriente… favorecía mucho eso que en África es tan tradicional… reunirse en
torno al candil y hablar, y escuchar, y reír juntos… y después esos momentos inolvidables con los hermanos jóvenes, de
alegría, de compartir, de proyectar, de vivir para y con los jóvenes de cada presencia.
Es importante tener tiempo para los hermanos de comunidad, recibirlos, acogerlos, quererlos… cada uno tenemos
nuestras riquezas y limitaciones que tenemos que saber compartir. Planificar y actuar con sentido comunitario. Lo que
hago es porque la comunidad me lo ha confiado. Y sobre todo saber presentar juntos a Dios y a Nuestra Madre lo que
somos, lo que vivimos y lo que queremos ser.
Testimonio de Santidad Misionera Salesiana
P Pierluigi Cameroni SDB, Postulador General para las Causas de los Santos
Beata Magdalena Morano (1847-1908) Hija de María Auxiliadora, el 5 de noviembre se celebra el
25 aniversario de la beatificación. Destinada a Sicilia en 1881, comenzó un fructífero trabajo
educativo entre las mujeres jóvenes de las clases populares. Echando constantemente "una mirada a
la tierra y diez al Cielo", abre escuelas, oratorios, internados, talleres en toda la isla. Nombrada
Superiora Provincial, también asume el compromiso formativo de las muchas nuevas vocaciones.
Entre sus pensamientos: "La santidad no se adquiere en pocos días; hay que quererla, hay que pedír-
sela a Dios continuamente, hay que comenzar de inmediato… En el mundo, las mujeres se esfuerzan
para complacer a su esposo terrenal; nosotras, religiosas, esposas del Señor, debemos competir en
amarlo mucho, no con palabras sino con hechos… ¡Jesús no me dejes morir hasta que sea santa!".
Por la
presencia salesiana en Oriente Medio
Intención Misionera Salesiana
Para que el Señor bendiga las nuevas fronteras misioneras
en el Oriente Medio
La La presencia en Oriente Medio es muy variada y rica. La inspectoría vive
en medio de diversos desafíos culturales, religiosos, sociales y politicos,
como en ninguna otra parte en el mundo salesiano. Esta, hoy, busca nuevas
fronteras misioneras. Oremos para que el Señor ilumine sus pasos y conceda
el personal necesario, los medios apropiados y el entusiasmo para la misión.