AMÓ HASTA EL FIN: P. A. CÉSAR FERNÁNDEZ SDB
Es un caluroso día, del 15 de febrero de 2019, en Nohao, provincia
de Boulgou, en Burkina Faso. Llegan al puesto de aduana,
proviniendo de Lomé, Togo, tres salesianos, que se dirigen a la mi-
sión de Uagadugú. También llegan al lugar un grupo que asesinan a
cinco funcionarios del Gobierno. Los agresores, revisan el auto de
los salesianos. Hay un religioso, ya mayor; lo colocan aparte,
mientras los terroristas conversan entre ellos en voz baja.
Conducen al benemérito sacerdote al bosque. Se escuchan tres dis-
paros. Vuelven solo los guerrilleros; hacen en ruido ensordecedor
con sus motociclos, dejando atrás de ellos una nube de polvareda.
Y sobre la tierra de Burkina Faso yace el cuerpo del Salesiano Anto-
nio César Fernández. Es un viernes y es la hora nona (15 horas). Es su Viernes Santo. Como el Salvador, en lugar
de 3 clavos, fueron 3 disparos; no en las manos y en los pies, sino 2 al estómago y uno a la cabeza. Como
Cristo, el Calvario fue el culmen de su itinerario, de su sí al Padre y de su entrega por la humanidad. El P.
Cesar encontró el fin de su peregrinación en tierras africanas, luego de 72 años de vida, 55 de salesiano de Don
Bosco, 46 de sacerdote y 37 de misionero. Es el fin de un caminar en el amor al Señor y a los jóvenes africanos.
Don Bosco decía que cuando un salesiano sucumbe trabajando es un día de gloria para Congregación; cuanto
más, si sucumbe entregando de su vida en el martirio.
El mes de febrero (25) la Iglesia celebra los santos protomártires salesianos: Versiglia y Caravario, que amando
a su pueblo de adopción, entregaron sus vidas; fueron también llevados a un bosque y allí fusilados. P. César es
el sacerdote protomártir del 2019. El pasado 2018 la violencia segó la vida de otros 39 sacerdotes de la Iglesia.
Perteneció al primer grupo de salesianos que fundaron la floreciente presencia de Don Bosco en Togo. Quería
ser el primero; pero con los ojos de Jesús: primero en servir, primero en dar el primer paso, primero en ser el
último. “El que quiera ser el primero se haga siervo de todos. Porque el mismo Hijo del hombre no vino para
ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud».” (Mc 10,44-45).
Lloran la muerte del P. César sus familiares y sus paisanos de Pozoblanco en España; es llorada sus hermanos
salesianos que sienten haber perdido un querido hermano de referencia en la inspectoría que inculturó el caris-
ma de Don Bosco en esas tierras, siendo el maestro de novicios por 10 años. Lo llora el pueblo y los jóvenes de
Burkina, Togo, Benín, Senegal, Mali, Guinea, Costa de Marfil y de demás lugares, por donde pasó haciendo el
bien.
En una entrevista conmovedora al padre Faustino refería del Padre César: “Ha sido el punto final de una vida
dada por amor y con amor… Ha dado tanto fruto en vida que seguirá haciéndolo después de su muerte”. Nos
recuerda las palabras de Jesús: “Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere,
da mucho fruto”(Jn 12,24). Su testimonio será un evangelio permanente proclamado. Su alegre vida salesiana
será una llamada a los jóvenes a vivir una vida plena y feliz amando con todo el corazón.
Es impactante su testimonio de consagrado que nos deja en un pequeño video que circula en la red. Palabras
espontáneas, simples y profundas que resumen toda una vida de entrega:
“Tengo 50 años de salesiano, profeso perpetuo. Lo que puedo deciros es que vivir la vida salesiana, la vocación
salesiana, es una gracia del Señor, una serie de gracias encadenadas. Lo único que puedo decir es que he
recibido muchos beneficios del Señor, justamente en contacto con los jóvenes. Son los jóvenes
en los diferentes lugares donde he estado los que
me han ido enseñando a ser salesiano y a ser lo
que ahora mismo soy. Es una acción de gracias
porque yo no merezco esa vocación, una
vocación que me sobrepasa. Entonces, muchas
gracias al Señor. Aliento a quien siente esta
vocación a que verdaderamente la cumpla. Si
bien no es fácil, es una alegría poder servir a la
Congregación y a los jóvenes. Muchas gracias.”
Desde el cielo estará ahora continua a dar gracias
por su vocación salesiana, por los beneficios que el
Señor le concedió en las Misiones; por la gracia de
vivir con y para los jóvenes,…y ahora estará cantando:
“Gracias por haberme regalado la palma del martirio”.
“¡Gracias!”
P. Martín Lasarte sdb