Nome società
Titolo n otiziario
Boletín para la Animación Misionera Salesiana
Una publicación del Dicasterio para las Misiones para las comunidades salesianas y amigos de la misión salesiana
Q ueridos
hermanos y
amigos de las
misiones salesianas:
Casi en todas las
casas que he
visitado me han
hecho esta
pregunta: ¿Es
posible un
compromiso
misionero temporal
- de tiempo limitado? Mientras el envío
de sacerdotes diocesanos fidei donum a
partir de Pío XII supone un convenio
temporal, en la tradición salesiana un
compromiso misionero salesiano temporal
sólo se prevé en casos excepcionales,
como cuando: (1) un inspector quiere
facilitar el discernimiento de un
hermano, y lo manda por uno o dos años
a las misiones para verificar su vocación
misionera; (2) un hermano de edad
avanzada quiere ir a las misiones de por
vida pero no se siente seguro de sí
mismo; (3) hay necesidad de tareas
específicas y urgentes en las misiones
(campo de la formación o docencia, o
específicas que necesitan un especialista,
etc.) En estos casos se firma un convenio
entre los dos inspectores (Reglamentos
151).
Ciertamente existe el
voluntariado misionero que es un
compromiso por algunos años, pero la
vocación misionera explícita es un don de
sí mismo ad gentes - ad exteros - ad
vitam. Para ser misionero salesiano -
educador y pastor en otra cultura - se
necesita, sin duda, un compromiso de por
vida ya que el camino de inculturación no
se circunscribe a pocos años; pues es un
compromiso de toda la vida.
Oremos por los nuevos misioneros
de la 144ª expedición misionera
salesiana del próximo 29 de septiembre,
que tienen el curso de preparación del 4
al 29 de septiembre!
P. Václav Klement, SDB
Consejero para las Missiones
Con la gente sencilla he aprendido
a ver como Dios actúa en nuestra realidad
L a presentación de los diferentes temas tratados durante el
Curso para los Nuevos Misioneros en Roma y el Piamonte, sobre
todo los relacionados con la cultura, ya habían creado en mí una
actitud justa hacia las culturas y las nuevas realidades. De manera que,
apenas llegado a Guatemala, me puse a la escucha, pues es muy fácil
juzgar con criterios que llevamos encima, tratando de ver la obra que
Dios realiza en esta parte del mundo. De esta manera estoy aprendiendo
a mirar con fe más allá del dato meramente empírico pero que nos abre a
las facultades inmensas inscritas en esta realidad. Con apertura,
hablando con mucha gente, en contacto con su realidad, he
comenzado a crecer como sacerdote y como salesiano.
Tuve la oportunidad de hablar con un muchacho de 15 años que
iba a la escuela, y por consiguiente estaba económicamente bien. Las
cosas que me dijo fueron para mí como una ducha fría: "En Europa
desperdiciáis dinero en tonterías cuando nosotros con esos dineros
podríamos estudiar. Yo me siento afortunado pues en mi casa tengo
alimento y alguien que se preocupa por mí, pero no podré ir a la
universidad a estudiar informática, porque no tenemos suficiente dinero".
Después de esta ducha siguió otra: "... He oído que entre vosotros el maíz
se lo dan a los animales, pero para nosotros es el alimento principal,
incluso único, y para muchos es hasta una fortuna poderlo tener en las
tres comidas diarias. Aquí muchos muchachos mueren de hambre, ¡y
prefieren morir a vivir así!... Decís que en Europa hay crisis; pero, ¿no
será más bien que en realidad vosotros tenéis demasiado, y ahora, que
toca controlar tanto consumismo, os parece algo imposible?"
Aquí he conocido también a gente que a pesar de lo difícil de la
situación sabe construir un mundo mejor. Me impresionó una señora que
recogió en su casa a un niño cuyos padres habían abandonado y lo está
cuidando como si fuera su hijo. Me dijo: "Mi marido me abandonó hace
once años con dos hijos. No tengo ni idea de dónde está ni qué está
haciendo. Sé lo que es el rechazo de quien debería amarte y, cuando la
vecina de casa me pidió que me ocupara de él, pues ellos se iban a
Estados Unidos y no se lo podían llevar, no he dudado ni un instante". Es
el ejemplo de una mujer que sabe compartir a pesar de no tener mucho,
y que no he cerrado el corazón aún con las heridas recibidas.
Gracias al Curso para Nuevos Misioneros voy sabiendo
dejarme impresionar de lo que tengo alrededor de mí, y de esta
manera he aprendido a ver con
los ojos de la fe que Dios actúa en
esta cultura y en esta realidad.
¡Verdaderamente estoy contento
por el don de Dios de hacerme
entender lo importante de nuestro
ministerio y qué grande es el don
que Dios me hizo al llamarme a ser
misionero!
P. Giampiero Denardi
italiano, misionero en Guatemala