HAGAN MUCHOS PLANOS Y PROGRAMAS, PERO NO DEJEN AFUERA JESUCRISTO!
L a humanidad tiene tanta necesidad del Evangelio, fuente de alegría,
esperanza y paz. Tiene prioridad la misión evangelizadora, porque la
actividad misionera es aún hoy el máximo desafío para la Iglesia. Y
“¡cómo quisiera encontrar —también para vosotros— las palabras para
alentar una etapa evangelizadora más fervorosa, alegre, generosa, au-
daz, llena de amor hasta el fin y de vida contagiosa!” (Evangelii Gau-
dium, n.261).
El anuncio del Evangelio es la primera y constante preocupación de la
Iglesia, es su compromiso esencial, su mayor desafío y la fuente de su re-
novación. El beato Pablo vi añadió: “Es su vocación”. En efecto, de la
misión evangelizadora, de su intensidad y eficacia deriva también la ver-
dadera renovación de la Iglesia, de sus estructuras y de su actividad pa-
storal. Sin la inquietud y el anhelo de evangelización no es posible desar-
rollar una pastoral creíble y eficaz, que una anuncio y promoción huma-
na. «La salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia” (EG, n.15).
A vosotros… corresponde una tarea exigente y privilegiada: vuestra mirada y vuestro interés se en-
sanchan hacia los amplios y universales horizontes de la humanidad, hacia sus fronteras geográficas y, so-
bre todo, humanas… Por favor, estad atentos para no caer en la tentación de convertiros en una ONG, una
oficina de distribución de ayudas ordinarias y extraordinarias. El dinero ayuda —¡lo sabemos!—, pero tam-
bién puede convertirse en la ruina de la misión. El funcionalismo, cuando se pone en el centro u ocupa un
espacio grande, casi como si fuera la cosa más importante, os llevará a la ruina; porque el primer modo de
morir es el de dar por descontadas las «fuentes», es decir, Quién mueve la misión. Por favor, con tantos
planes y programas no dejéis a Jesucristo fuera de la Obra misional, que es su obra. Una Iglesia que se re-
duce al eficientismo de los aparatos de partido ya está muerta, aunque las estructuras y los programas en
favor de los clérigos y laicos «auto-ocupados» pudieran durar incluso siglos.
No es posible una verdadera evangelización sino con la energía santificadora del Espíritu Santo, el
único capaz de renovar, sacudir, dar impulso a la Iglesia en una audaz salida fuera de sí para evangelizar a
todos los pueblos (EG, n.261).
Que la Virgen María, Estrella de la evangelización, nos obtenga siempre la pasión por el reino de
Dios, para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra y ninguna periferia esté priva-
da de su luz. Os bendigo con afecto a todos. Y, por favor, no os olvidéis de rezar por mí.
[Estrato del discurso del Papa Francisco a los participantes de la Asamblea General de la Obras Misioneras Pontificias
en el 5 de junio de 2016. Lo colocamos aquí pues subraya importantes puntos que tocan de lleno la animación
misionera salesiana .]
Testimonio de Santidad Misionera Salesiana
P. Pierluigi Cameroni SDB, Postulador General para las Causas de los Santos
Recordamos al Venerable Simón Srugi (1877-1943), coadjutor salesiano, sobre el cual está escrito en su
tumba: “Conciudadano de Cristo; lo veía en todas partes. A todos y en todo donándose para re-copiarlo en
sí, manso y humilde figura del buen samaritano”. De su cuaderno podemos leer: “las obras del religioso, por
más que sean pequeñas y simples, son preciosas e aceptadas por Dios, siempre y cuando sean hechas para
agradarle!”. Y también: “Amar a Dios quiere decir no darle el mínimo disgusto ni con pensamientos, ni con
palabras, ni con los hechos, sino amar mucho a este mi Dios que tanto me ha amado.”
Intención Misionera Salesiana
Para que nuestras escuelas y universidades en América Latina y el Caribe
sean siempre más plataformas de irradiación del Evangelio.
La enorme población escolar y universitaria de nuestros centros salesianos en
América Latina y Caribe son una oportunidad única para facilitar el encuentro de
cada joven con la persona del Señor Jesús resucitado. Tenemos necesidad de pedir
al Espíritu Santo que asista e ilumine nuestras comunidades de consagrados, para
que como núcleos animadores del servicio educativo-pastoral, sepan encontrar y
consolidar los caminos y estrategias más adecuadas y fecundas para el efectivo
anuncio de Jesucristo a nuestros jóvenes, en nuestras escuelas y universidades.