Me hice misionero para dar un sentido completo
a mi vocación Salesiana
N o estoy seguro del
día exacto de mi
vocación salesiana.
Pero sé muy bien cómo se
ha desarrollado en estos
años. Desde niño y
después en el noviciado salesiano siempre me
atrajeron las narraciones de los misioneros que
venían a hablarnos de tierras lejanas de su vida
entre los más pobres. Durante este tiempo esta mi
sensibilidad siempre ha estado presente, pero tal
vez, como el fuego de una hoguera, un poco
escondida como las brasas de tantas actividades y
de mis estudios. En la casa salesiana de Mezzano
he tenido la oportunidad de entrar en contacto
con Brasil, por medio de hermanamientos y viajes
a esta tierra. Y aquí es donde se ha encendido este
fuego. Después fui llamado como Delegado para la
Animación Misionera de la Inspectoría de INE y el
camino con los jóvenes de Escuela de Mundialidad
y la experiencia estiva de Madagascar me han
confirmado en la voluntad de gastar
mi vida entre los jóvenes.
Algunos me dicen: "aquí, en
Italia, necesitamos salesianos, ¿para
qué irte a las misiones?" Esta
objeción podría ser válida, si se
mirase la elección de dejar el propio
país para ser misionero ad gentes
sólo desde el punto de vista
material, numérico y estadístico,
pero quien va a las misiones lo hace
no para escapar de algo sino para dar sentido
completo a la propia vocación, en mi caso a mi
vocación salesiana. Poniendo mi petición de ser
misionero ad gentes directamente en las manos
del Rector Mayor he querido decir que mi vida le
pertenece a Dios y no a mí, y que quisiera de veras
gastarla por los más pobres y lejanos. No será
mucho lo que pueda dar, pero estoy seguro de que
sentir dentro de mí la felicidad por lo que hago por
los más pobres es la mejor respuesta a tantas
dudas del principio.
Ahora estoy en Itajaí, una ciudad portuaria
del sur de Brasil, una ciudad que, en gran parte,
está formada por gente que está bien, que vive de
su trabajo. Pero también en una ciudad como ésta,
hay cientos de personas y niños que viven
marginados, en casas ruinosas, en situación de
violencia, marginación y droga. En estos momentos
estoy aquí sobre todo para ellos, para darles la
esperanza de un futuro, a través de la educación,
la formación personal, el acompañamiento y mi
testimonio personal y de mi comunidad educativa
del Parque Dom Bosco, la obra social donde estoy
trabajando. Claro que a veces me pregunto si
estoy en el lugar apropiado, al ver que gran parte
de la ciudad vive al estilo europeo,
sin tantos problemas. Pero por ahora
aquí estoy, con el sueño, tal vez, de
un día poder dar mi vida incluso en
una situación misionera más radical
y pobre de la que ahora me
encuentro. Siempre ha sido mi
sueño. Pero donde estoy y donde
vaya o pida ir, buscaré siempre vivir
lo mejor que pueda mi vocación
salesiana misionera, dando hasta mi
último aliento por los más pequeños y pobres !
P. Roberto Cappelletti
italiano, misionero en Brasil
Intención Misionera Salesiana
Por el creciemiento y consolidación del volontariado misionero
en todas las Inspectorías salesianas.
Para que los jóvenes de los ambientes salesianos experimentes el gusto de la acción
misionera gracias a los grupos misioneros o la experiencia del voluntariado
misionero (doméstico o internacional).
Desde los tiempos de Don Rinaldi (1920) en casi todas las casas salesianas del mundo había
grupos misioneros. En los años sesenta (después del Concilia Vaticano II) se inició el movi-
miento del voluntariado misionero, conocido ya en todo el mundo. Por el crecimiento de la
cultura misionera - misionera en las inspectorías, el grupo misionero es un instrumento e-
stratégico para despertar no sólo a los jóvenes sino también a los Salesianos.
“Cabe reconocer que ... son muchos los jóvenes que se solidarizan ante los males del mundo y se embarcan en diversas
formas de militancia y voluntariado. Algunos participan en la vida de la Iglesia, integran grupos de servicio y diversas
iniciativas misioneras en sus propias diócesis o en otros lugares. ¡Qué bueno es que los jóvenes sean «callejeros de la
fe», felices de llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada plaza, a cada rincón de la tierra!” (Evangelii Gaudium, 106)!