Buenas Noches de don Francesco Cereda
"Prioridad de la vocación consagrada salesiana"
Turín, 18 de febrero de 2020
Queridos hermanos,
Deseo comunicaros lo que, en los últimos años, he encontrado como exigencia fundamental en la vida de la Congregación, especialmente a través del estudio de los informes de visitas extraordinarias y consultas para el nombramiento de nuevos inspectores, en ocasión de las visitas de conjunto a las Regiones, en las vistas que he hecho a algunas Inspectorías, en las relaciones personales y en la correspondencia con inspectores, vicarios inspectoriales y hermanos.
En la Congregación, noto un vivo deseo y una gran necesidad de asumir, como una prioridad, la vida consagrada salesiana en todas sus dimensiones. Nuestra vocación es la vida consagrada; si no fortalecemos nuestra identidad vocacional, todo se debilita. Numerosos hermanos tienen un vivo deseo de vivir una vida consagrada auténtica; también hay una gran necesidad de vivir la vida consagrada para asegurar la vitalidad del carisma y prevenir numerosas dificultades. Este es el camino que hemos recorrido siguiendo el CG27, pero esto requiere, todavía, más pasos de refuerzo.
La centralidad del amor al Señor Jesús, la amistad con Él, la escucha orante de su palabra, la oración personal y comunitaria, el testimonio profético de seguimiento son el primer aspecto fundamental de nuestra vida consagrada que ejerce un encanto irresistible en nosotros y en quien vive a nuestro lado. Estamos llamados a estar con Jesús, a ser como Jesús, a ser Jesús. Sin amor al Señor Jesús, nuestra vida se apaga y se seca; el amor a Jesús es un fuego que debe alimentarse continuamente. Del "todo para Jesús" se origina el "Jesús para todos".
Además, la fraternidad experimentada en la comunidad es otro aspecto de nuestra vocación; tiene un fuerte impacto en nuestros jóvenes y en los seglares nuestros socios en la misión, en las familias, en la Familia Salesiana, en la iglesia local y en el territorio de esas personas. La profecía de la fraternidad sigue siendo una prioridad; nuestra vida comunitaria es débil. Esto nos pide que tengamos una comunicación auténtica entre los hermanos, para construir relaciones de calidad, para vivir y trabajar juntos, para superar el individualismo.
Nuestra misión para los jóvenes es otro aspecto de nuestra vocación, que requiere cambios profundos. Se necesita mayor pasión y dedicación en el trabajo apostólico: el trabajo incansable por las almas es nuestra característica; corremos el riesgo de perder nuestra dedicación al trabajo, especialmente cuando prevalecen los intereses individuales. Necesitamos estar más con los jóvenes y no solo preocuparnos por la gestión de obras e instituciones. Los jóvenes pobres deben encontrar más atención y espacio en los proyectos inspectoriales. La formación y la misión compartida entre salesianos y seglares todavía tienen mucho camino por recorrer. La apertura a las misiones "ad gentes" es un gran impulso para ser promovido. También hay nuevas exigencias de la misión juvenil que deben abordarse: la protección de los menores, la ciudadanía activa y la formación de líderes, el compromiso con la casa común, el voluntariado... El CG28, sin duda, será un impulso en esta dirección.
Nuestra vocación consagrada requiere la gracia de unidad; estos tres aspectos mencionados anteriormente nos piden armonía y equilibrio en la vida. A menudo todavía experimentamos fragmentación y dispersión en la vivencia de nuestra vocación, que se reflejan en una vida personal estresada y en una vida comunitaria superficial. También debe reforzarse la salesianidad de nuestra vocación, especialmente, en referencia a Don Bosco y a nuestra identidad carismática en la vida espiritual, en la fraternidad y en la misión.
Concluyo haciendo referencia a tres aspectos que en estos seis años he acompañado para ayudar el crecimiento y la significatividad de nuestra vida consagrada. Se trata de condiciones necesarias, pero no suficientes, que han dado inicio a algunos procesos todavía en curso.
Consistencia cuantitativa y cualitativa de las comunidades salesianas. Son varias las causas para la escasa consistencia de las comunidades: el envejecimiento, la disminución de las vocaciones, el mantenimiento de todas las obras sin cambiar el modelo de gestión, el deseo de llegar a los jóvenes pobres, el surgimiento de nuevas prioridades en la misión sin asumir decisiones en obras existentes. Se han dado pasos en esta dirección; sobre todo se ha creado una nueva conciencia, pero el proceso debe continuar.
Rediseño de las presencias salesianas en la Inspectoría. Su propósito es asegurar la vitalidad del carisma en la Inspectoría y no la supervivencia de las obras. Las Inspectorías han hecho los planes de rediseño. En su mayoría, estos planes han establecido tiempos y formas de asegurar la consistencia cuantitativa y cualitativa de las comunidades salesianas y la consistencia cualitativa de las comunidades educativo-pastorales; se han identificado las tareas de responsabilidad que se deben confiar a los salesianos y las de los seglares, especialmente en las áreas administrativas; se han señalado las obras que se encomendarán a la administración seglar bajo responsabilidad inspectorial; se han tomado decisiones sobre cómo concretizar la atención a los jóvenes pobres, inmigrantes; se ha reanudado el compromiso con la animación vocacional inspectorial y, especialmente, local, prestando atención a la vocación consagrada salesiana en sus dos formas; se han identificado opciones para la cualificación de los hermanos; se han indicado intervenciones para fomentar el espíritu misionero y suscitar vocaciones misioneras; se han establecido criterios para garantizar la sostenibilidad de cada obra.
Comunidades internacionales. Hoy vivimos en una era de gran movilidad de personas y de pueblos. Las razones que provocan este fenómeno son varias: pobreza, hambre, guerra, persecución, desertificación, cambios climáticos, globalización y, en consecuencia, la búsqueda de seguridad y de mejores condiciones de vida. El resultado de la movilidad es la mezcla de personas de cada nación, cultura, etnia, religión, lengua; esta situación requiere afrontar problemas de adaptación cultural, convivencia civil e integración social. Muchos jóvenes migrantes están sin trabajo y, por lo tanto, sin futuro, excluidos de la sociedad, expuestos al crimen y la violencia. Para responder a sus necesidades, las comunidades educativo-pastorales se vuelven cada vez más interculturales, incluso con la presencia de voluntarios llegados de varios países; por eso las Inspectorías sienten la necesidad de crear comunidades internacionales. Ya existe un considerable intercambio de hermanos en la Congregación; es necesario aumentar el crecimiento de las vocaciones misioneras y el intercambio temporal de hermanos entre Inspectorías