Sociedad de San Francisco de Sales
29º Capítulo Generale, 2025
APASIONADOS POR CRISTO, DEDICADOS A LOS JÓVENES
Mensaje a los Capitulares
Los discípulos de Emaús: Lc 24, 13-35
13Aquel mismo día, dos de ellos iban caminando a una aldea llamada Emaús, distante de Jerusalén unos sesenta estadios; 14iban conversando entre ellos de todo lo que había sucedido. 15Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. 16Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. 17Él les dijo: «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?». Ellos se detuvieron con aire entristecido. 18Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le respondió: «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?». 19Él les dijo: «¿Qué?». Ellos le contestaron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; 20cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. 21Nosotros esperábamos que él iba a liberar a Israel, pero, con todo esto, ya estamos en el tercer día desde que esto sucedió. 22Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues habiendo ido muy de mañana al sepulcro, 23y no habiendo encontrado su cuerpo, vinieron diciendo que incluso habían visto una aparición de ángeles, que dicen que está vivo. 24Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron». 25Entonces él les dijo: «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que dijeron los profetas! 26¿No era necesario que el Mesías padeciera esto y entrara así en su gloria?». 27Y, comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que se refería a él en todas las Escrituras. 28Llegaron cerca de la aldea adonde iban y él simuló que iba a seguir caminando; 29pero ellos lo apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída». Y entró para quedarse con ellos. 30Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. 31A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista. 32Y se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?». 33Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, 34que estaban diciendo: «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón». 35Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Queridos hermanos, queridas hermanas,
en la apertura del 29º Capítulo General de los Salesianos de Don Bosco propondría que nos dejáramos iluminar por el icono bíblico de los Discípulos de Emaús (Lc 24, 13-35), y que nos dejásemos introducir por él en el arte del discernimiento, que puede transformar en sentido cada vez más evangélico nuestro estilo de vida y que se expresa de manera más evidente e importante en momentos y recorridos de particular relevancia para una familia de consagrados, como el de un Capítulo General.
Antes de ser indicado como paradigma del proceso de la Conversación en el Espíritu, fructífero instrumento metodológico del que se ha servido el Sínodo sobre la Sinodalidad 2021-20241 para el discernimiento común, el pasaje del Evangelio de Lucas ha sido fuente de inspiración e iluminación del Sínodo sobre "Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional", celebrado en 2018. El ejemplo de los Discípulos de Emaús, según Christus vivit, puede ser también modelo de lo que sucede en la pastoral juvenil, como «proceso lento, respetuoso, paciente, esperanzado, incansable, compasivo»2.
La escena nos presenta un caminar juntos. Más bien, dos tipos de caminar juntos, en ese primer día después del sábado3 . Hay un camino que lleva lejos de Jerusalén, lejos de la comunidad, lejos de la experiencia sufrida y agotadora del viernes y del sábado, lejos de la Cruz. Es un camino de descenso geográfico e interior, con las piernas y el corazón pesados de decepción, luto, amargura, derrota, paso marcado por una conversación miope que deja el rostro triste: «esperábamos que él iba a liberar a Israel...»
Y hay otro caminar juntos, el de la vuelta, ya tarde en la noche, hacia Jerusalén, hacia la comunidad, hacia la vida. Oscuridad alrededor, camino cuesta arriba pero piernas que vuelan, ojos centelleantes de alegría y corazones inflamados por un encuentro que libera los sentidos interiores, los abre a la Luz y suscita una incontenible urgencia de comunicarla a los demás.
Entre los dos caminos, precisamente, un encuentro. Los dos viandantes se convierten en tres. El tercero se acerca a los dos, en su diurno avanzar por el camino que lleva lejos de la vida. No impone un cambio de rumbo sino que se hace cercano, baja con ellos y en ellos, escucha, hasta que el espacio relacional se abre a una pregunta: «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?».
Es la posibilidad de liberar el corazón del dolor que lo pesa, que impide verlo aunque sea de día. El camino ahora corre rápido bajo los pies, el camino lejano de Jerusalén llega a su destino pero los corazones, ahora encendidos, disuelven su deseo en una cálida, insistente invitación: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída». Dios entra y se queda. Se queda justo allí, con ellos, lejos de Jerusalén. Y precisamente allí, lejos, los dos discípulos se encuentran alcanzados, buscados, calentados, alimentados, curados por Jesús descendido con ellos en sus angustias, en su aflicción, en sus huidas. Restaurados por el Pan partido, libres de la oscuridad del corazón, ya no tienen ningún miedo de la noche exterior: Jesús está ya en ellos, presencia interior, ¡y la misión urge! Es urgente volver a Jerusalén, a la comunidad de los discípulos. Urge la comunión, urge reunirse, juntarse, encontrarse, caminar juntos y comunicar a todos que la noche es ahora luminosa.
Hay un caminar juntos lejos de Dios, introvertido, autorreferencial, cerrado a la luz, repasando juntos nuestros pesos, nuestras fatigas y nuestras enfermedades, prisioneros de la desolación. Es un caminar juntos que apaga los sentidos interiores, que hace al corazón incapaz de reconocer el bien, oprimido por un dolor que degenera en mal, un mal que contagia, infecta. Sí, existe un caminar juntos, un aliarse, una solidaridad en el mal, una "sinodalidad enferma", replegada sobre sí misma, que produce un movimiento regresivo, lejos de la vida, del Amor, de Dios.
Y existe un caminar juntos hacia Dios, un caminar misionero, en salida, "corazones ardientes y pies en camino"4, que puede ser fatigoso, nocturno, pero está animado por la alegría de un encuentro que pone las alas en los pies y en el corazón, que libera, cura, apasiona, enciende nuestro deseo de estar con Jesús, de acogerlo en nosotros mismos, de ser suyos, de convertirnos también nosotros en pan partido, de comunicarlo a los demás, a todos. Esta es la sinodalidad cristiana, que es misionera.
«Jesús camina con los dos discípulos que no han comprendido el sentido de lo sucedido y se están alejando de Jerusalén y de la comunidad. Para estar en su compañía, recorre el camino con ellos. Los interroga y se dispone a una paciente escucha de su versión de los hechos para ayudarles a reconocer lo que están viviendo. Después, con afecto y energía, les anuncia la Palabra, guiándolos a interpretar a la luz de las Escrituras los acontecimientos que han vivido. Acepta la invitación a quedarse con ellos al atardecer: entra en su noche. En la escucha, su corazón se reconforta y su mente se ilumina, al partir el pan se abren sus ojos. Ellos mismos eligen emprender sin demora el camino en dirección opuesta, para volver a la comunidad y compartir la experiencia del encuentro con Jesús resucitado»5.
Los verbos subrayados por el papa Francisco identifican los principales pasos de un proceso de discernimiento. «El discernimiento compromete a quienes participan en él, a nivel personal y todos juntos a nivel comunitario, pidiéndoles que cultiven las disposiciones de libertad interior, de apertura a la novedad y de abandono confiado a la voluntad de Dios, y que se escuchen unos a otros para oír “lo que el Espíritu dice a las Iglesias” (Ap 2,7)»6 .
A la luz del icono de Emaús, pido con vosotros en oración la gracia de una escucha verdadera, profunda, activa que os lleve a reconocer el movimiento del Espíritu en vuestro corazón, en los Hermanos, en la Asamblea. ¡Que en el Capítulo se desate, viva, luminosa y ardiente, la llama del carisma! Que esta llama caliente vuestros corazones para que podáis revisitar vuestra vivencia vocacional, en fidelidad creativa al don recibido a través de san Juan Bosco, y os haga cada vez más apasionados por Jesucristo, dedicados a los jóvenes.
Sr Simona Brambilla, MC
Turín, 16 de febrero de 2025
1 Cf. XVI Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, Por una Iglesia sinodal: comunión, participación, misión. Instrumentum Laboris para la Primera Sesión, Roma octubre 2023, n. 36.
2 Francisco, Exhortación apostólica postsinodal Christus vivit, Loreto 25 de marzo de 2019, n. 236.
3 Cf. Francisco, Regina Coeli, 26 de abril de 2020.
4 Cf. Francisco, Corazones fervientes, pies en camino, Mensaje para la 97ª Jornada Misionera Mundial 2023, Roma 6 de enero de 2023.
5 Francisco, Exhortación apostólica postsinodal Christus vivit, Loreto 25 de marzo de 2019, n. 237.
6 XVI Asamblea general ordinaria del Sínodo de los Obispos, Cómo se una Iglesia sinodal misionera. Instrumentum Laboris para la segunda sesión, Roma octubre 2024, n. 59.