IV. LA COMUNIDAD SALESIANA, LUGAR PRIVILEGIADO
DE FORMACIÓN Y DE ANIMACIÓN
«Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del mundo» (Hechos.1, 8). «Tened cuidado de vosotros y del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar» (Hechos 20, 28).
A. LA LLAMADA DE DIOS
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Estamos convencidos de que Dios nos llama a vivir en comunidades fraternas, siguiendo el modelo del discipulado vivido por los Doce y animado por Jesús.
Don Bosco es para nosotros padre, modelo y maestro. Con el estudio, la oración y la experiencia concreta, él aprendió a encarar la realidad, a valorarla y a encontrar las respuestas adecuadas para los acontecimientos y las nuevas situaciones. Con sus dotes humanas y espirituales, reunió en torno a sí una comunidad fraterna y apostólica, en continuo crecimiento vocacional.
Las comunidades salesianas de hoy quieren continuar el espíritu de la comunidad de Don Bosco y de los primeros Salesianos. Para nosotros, la comunidad es un verdadero hogar donde, en clima de fraternidad, nos sostenemos los unos a los otros en el camino de crecimiento personal y vocacional, según las distintas etapas y estaciones de la vida. La vida comunitaria es ya, por sí misma, formativa.
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Interpelados por los jóvenes y estimulados por el dinamismo de un mundo en cambio, nos esforzamos por poner al día y dar profundidad a nuestro compromiso vocacional. En este contexto, el diálogo con los seglares y el empeño por el crecimiento de la CEP se convierten para nosotros en un camino de formación y de promoción de nuestro carisma.
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Nuestras comunidades, estimuladas por el vasto movimiento de re-fundación de la vida consagrada y a la escucha de los signos de los tiempos, captan la necesidad de una continua transformación de mentalidad de los estilos de vida, de los criterios y de las metodologías educativo-pastorales; como también de las estructuras, en fidelidad constante al carisma original. Por esto, se sienten llamadas a realizar un esfuerzo solidario de reflexión y de diálogo, de experimentación y de confrontación, de toma de decisiones y de evaluación, que asegure una formación continua.
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El Director, padre, maestro, hermano y amigo, es reconocido y apoyado por los hermanos como el punto de referencia en la vida cotidiana, y animador de su fidelidad y de su crecimiento vocacional. Él une, guía y anima a toda la comunidad a vivir en profundidad la propia vocación a la santidad en el espíritu de Don Bosco16.
B. SITUACIÓN
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La situación se presenta con los siguientes aspectos positivos:
En muchas comunidades, los hermanos se muestran abiertos a la formación y al cambio. El deseo de crecimiento vocacional se realiza:
en el amor fraterno y recíproco, en la comprensión y mutua aceptación, en la oración comunitaria, en la colaboración para elaborar y realizar el proyecto común, en el diálogo;
en la participación en momentos comunitarios particulares, como la asamblea inspectorial y comunitaria, el día de la comunidad, los retiros mensuales y trimestrales, los ejercicios espirituales.
Se subrayan también algunas sensibilidades particulares que contribuyen a la formación:
la responsabilidad por el propio crecimiento humano y espiritual;
la capacidad de compartir con los hermanos la propia vivencia interior;
la atención a la dimensión humana y afectiva de la persona;
el deseo no sólo de educar a los jóvenes, sino también de dejarse educar por ellos;
la mentalidad programática, que lleva a un compromiso cada vez más serio;
el empeño por la inculturación y por la inserción en el contexto social y eclesial.
En diversas partes de la Congregación, se valorapositivamente el ministerio del director y se indicanalgunas condiciones para favorecer su ejercicio:
su papel como hombre de la unidad y de la fraternidad;
la capacidad de conducir la comunidad por líneasde renovación y de respuesta a los problemasdel mundo de hoy, en sintonía con el magisterio dela Iglesia y de la Congregación;
la atención de los Inspectores y de sus Consejos y la participación de los hermanos en el nombramientode los directores;
la preparación del director para su ministerio;
el apoyo personal ofrecido al director por parte del Inspector.
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En algunas comunidades hay que lamentar, sin embargo, dificultades e incertidumbres debidas a:
el influjo de la cultura actual, con sus fenómenos de secularismo, relativismo, hedonismo e individualismo;
la debilitación de la fe, que se manifiesta asimismo en la debilitación de la vida de oración y de la fidelidad a la celebración eucarística diaria y del sacramento de la reconciliación, en la lectura de los acontecimientos de la vida y de la historia con criterios no evangélicos; en la disminución del entusiasmo por la evangelización;
la inmadurez humana, la fragilidad psicológica, la superficialidad en las relaciones personales, la insuficiencia de comunicación y de diálogo;
la insuficiencia numérica y cualitativa, la poca colaboración entre los hermanos, la escasa conexión entre las diversas tareas en la comunidad y en la misión, una distribución inadecuada de responsabilidades, la falta de equilibrio entre trabajo, estudio y oración;
la incapacidad de acompañarse unos a otros en el crecimiento espiritual, de ayudarse en las dificultades, de apoyarse incluso con la corrección fraterna;
la crisis del «coloquio fraterno» con el director;
la insuficiente atención a los hermanos jóvenes y en formación inicial;
la discontinuidad entre formación inicial y permanente;
la multiplicidad de incumbencias del director y la falta de una jerarquízación de las mismas, que limitan la disponibilidad de energías y de tiempo al servicio de los hermanos; la ausencia del director, a veces frecuente, de la comunidad;
la tendencia por parte del director a hacer, más que a hacer hacer;
en algunos casos, su preparación inadecuada.
C. DESAFÍOS Y ORIENTACIONES OPERATIVAS
1. LA COMUNIDAD:
LUGAR DE FORMACIÓN Y DE ANIMACIÓN
DESAFIOS
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El análisis de la situación evidencia la presencia de múltiples desafíos, entre los que parecen prioritarios los siguientes:
¿Qué actitudes hay que favorecer para lograr un cambio efectivo de mentalidad y la apertura a la renovación?
¿Con qué condiciones se puede asegurar y mejorar el compromiso de todos los hermanos en la formación continua?
¿Qué experiencias salesianas se deben privilegiar y promover para enriquecer la formación en la comunidad?
¿Cómo revalorizar la vivencia cotidiana en su dimensiónformativa?
ORIENTACIONES OPERATIVAS
Se indican particularmente las siguientes, como respuesta a los desafíos evidenciados y de cara al futuro:
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Mejorar el compromiso de toda la comunidad en la formación:
habilitando a los hermanos en formación inicial para adquirir las convicciones y las actitudes necesarias para la formación permanente;
implicando a todos los hermanos en los procesos que promueven la evaluación, el diálogo, la búsqueda: programación comunitaria, revisión sistemática de la vida y de la acción de la comunidad;
animando y acompañando a todo hermano en el empeño por su propia formación mediante el proyecto personal de vida.
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Dar mayor importancia a ciertas áreas de formación:
la maduración humana, especialmente la afectiva;
la identidad vocacional, cristiana y salesiana37;
la comprensión y la estima del Sistema Preventivo como camino de santidad salesiana;
la capacitación para trabajar en equipo, también con los seglares, y para formular proyectos e individualizar procesos;
el conocimiento del contexto cultural y de la realidad juvenil, para inculturar en ellos los valores evangélicos y el carisma salesiano.
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Revalorizar la vivencia cotidiana:
animando a la comunidad a vivir una espiritualidad de comunión38, como requisito de toda colaboración y corresponsabilidad;
implicando todos los recursos de la comunidad en la realización de la misión común;
favoreciendo el crecimiento de la identidad religiosa mediante los momentos comunitarios; y, en particular, los encuentros de programación y de evaluación, las asambleas comunitarias, el día de la comunidad;
ayudando a los hermanos a encontrar tiempos y ritmos justos para superar el activismo y la superficialidad, y programando con esmero tiempos para el estudio, la lectura personal, la reflexión comunitaria, la convivencia, la oración, el recreo y el descanso.
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Para poner en práctica estas líneas, se propone:
Ámbito mundial
El Consejero General para la Formación con su equipo:
continúa presentando oportunamente y valorando la nueva Ratio;
coordina y potencia los centros de formación permanente nacionales e internacionales;
promueve la valorización de los lugares salesianos para momentos de formación, teniendo en cuenta los diversos contextos culturales y lingüísticos.
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Ámbito inspectorial
La Comisión inspectorial de Formación elabora el programa anual para la formación permanente, con atención especial al área afectiva y a la capacidad de relaciones interpersonales.
El delegado de formación coordina programas específicos para responder a las necesidades de los distintos grupos de hermanos, sin descuidar a los enfermos y a los ancianos, para ayudarlos a vivir su situación con serenidad y espíritu de fe.
El Inspector con su Consejo prepara el proyecto inspectorial para la cualificación del personal, en coordinación con la Comisión de formación y en diálogo con los hermanos. Se preocupa de dar la importancia debida a los estudios filosóficos, teológicos, salesianos, profesionales y académicos.
Se cuida y se favorece en cada Inspectoría la posibilidad real de acceder a las fuentes de nuestra espiritualidad.
Donde se juzgue conveniente, las casas de formación inicial estén abiertas también al servicio y apoyo de la formación permanente de otros hermanos, de los miembros de la Familia Salesiana y de los colaboradores seglares.
Los hermanos tirocinantes, los coadjutores que acaban de finalizar su formación inicial y los sacerdotes en sus primeros años de ministerio pastoral, sean enviados a comunidades de suficiente consistencia, tanto cualitativa como cuantitativa, y que estén en condiciones de acompañarlos en su crecimiento.
Ofrézcanse a los hermanos períodos oportunos de renovación y experiencias espirituales apropiadas para sostenerlos en las distintas fases de la vida.
Desde el principio de la formación, introdúzcase a los hermanos en las distintas formas de aprendizaje cooperativo (cooperative learning).
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Ámbito comunitario
Fuentes fundamentales de la formación espiritual siguen siendo la celebración diaria de la Eucaristía, el sacramento de la Reconciliación, la Liturgia de las horas, la meditación, la devoción a María Auxiliadora y a los santos de la Familia Salesiana, y otras formas de oración.
Favorézcase la lectio divina, personal y comunitaria, como instrumento de crecimiento de la vida de la comunidad y «escuela de oración» para los hermanos, los seglares y los jóvenes, especialmente en los tiempos fuertes del año litúrgico.
Sean revalorizados el día de la comunidad y los diversos encuentros comunitarios. Estas ocasiones deben estar bien preparadas y programadas, de manera que sean un medio eficaz de crecimiento espiritual y de compartir las propias experiencias personales.
El proyecto comunitario nace de la aportación de todos los hermanos, de modo que resulte verdaderamente compartido y puntualmente evaluado.
Mirando siempre a la formación, cada comunidad tome todas las medidas que considere necesarias y útiles para la conservación, el orden y el enriquecimiento de sus bibliotecas y archivos de documentación.
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Ámbito personal
El hermano dé prioridad a los tiempos de oración,de reflexión personal y de retiro, al día semanal de la comunidad y a las reuniones para la programación y la evaluación.
Valore la dirección espiritual, tanto personal como comunitaria.
Desarrolle, incluso con la ayuda de las ciencias humanas, sus capacidades y actitudes de autoconocimiento y de autoestima.
Su proyecto de vida personal39 puede ser materia del coloquio con el director.
2. EL DIRECTOR:
ANIMADOR DE LA COMUNIDAD
DESAFÍOS
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En la situación actual, varios son los desafíos para el ejercicio adecuado del ministerio del director; entre ellos, éstos parecen los más relevantes:
¿Cómo ayudar al director para que, en la comunidad, pueda ser no solamente hombre de gobierno y último responsable de las actividades, sino, sobre todo, padre, guía, hermano y amigo?
¿Cómo comprobar que se dan las condiciones para que un director pueda desarrollar convenientemente su ministerio?
¿Cómo preparar adecuadamente a un hermano para que asuma el papel de director?
¿Cómo ayudar a los hermanos a reconocer con fe el papel del director y a apoyarlo en su servicio?
ORIENTACIONES OPERATIVAS
El director, según el modelo de Don Bosco, «sea una figura paterna, afectuosa y de autoridad al mismo tiempo….Profundamente marcado por el carácter sacerdotal, lo traduce cotidianamente en el ministerio de la palabra, de la santificación y de la animación40».
La primera incumbencia del director es animar a la comunidad en la caridad («hazte amar»), prestando atención a los hermanos, particularmente a los más frágiles y a los que están en formación inicial. El ejercicio de su ministerio, en la situación actual, exige que tenga en cuenta la importancia jerárquica de sus funciones: servidor de la unidad y de la identidad salesiana, maestro y guía pastoral, orientador de los compromisos educativos, gestor de la obra41.
El director «vive en una visión de fe, que se traduce en la certeza de haber recibido del Señor todo lo que puede ayudar a la comunidad. Por consiguiente, vive en la oferta gozosa de sus propias posibilidades y en la tranquilidad frente a sus límites de temperamento o de capacidad»42. Goza de la confianza de los hermanos de la casa y de la Inspectoría y es aceptado no sólo por lo que hace, sino, sobre todo, por lo que es y representa.
Ante la multiplicidad y delicadeza de los deberes del director, es de importancia fundamental garantizarle una buena preparación previa y continua, mediante metodologías y contenidos útiles a su disposición.
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Se propone:
Ámbito inspectorial
El Inspector asegura encuentros regulares de los directores para la formación, el intercambio de información y para ponerse de acuerdo sobre las actividades y la animación inspectoriales43.
En ámbito inspectorial o regional, se organizan cursos de preparación y de puesta al día para los directores.
Ámbito local
La comunidad, con la coordinación del director, al inicio del año, elabora el proyecto comunitario anual, donde director y hermanos expresan sus propias expectativas, comparten objetivos y criterios de acción y programan los momentos comunes44.
El director, además del apoyo del Inspector, sea ayudado y sostenido por una figura válida de vicario y por la colaboración continua de su Consejo.
El director, sensible a las necesidades de los hermanos y en diálogo con ellos, se compromete a favorecer y promover el modo más oportuno de tener el «coloquio», dispuesto a dar el primer paso.
El director, con la ayuda del Inspector, trata de asegurarse una preparación adecuada, contando también con la ayuda de las ciencias humanas.
V. CONDICIONES ORGANIZATIVAS Y ESTRUCTURALES
PARA VIVIR Y TRABAJAR JUNTOS
«Los Apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los fieles se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón.(...) Crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor» (Hechos 5, 12.14)
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El Señor nos llama a «vivir y trabajar juntos» en las diversas situaciones sociales, culturales y religiosas en que viven los jóvenes; y a ser en ellas, como comunidad salesiana, signos proféticos de su amor y testimonios de los valores del Reino de los Cielos.
Somos conscientes de que Dios nos pide asumir y realizar nuestra misión en primer lugar como comunidad inspectorial y local45.
En la Congregación se han desarrollado diferentes modalidades de vida comunitaria salesiana. Éstas, al mismo tiempo que nos obligan a repensar y renovar las modalidades operativas y organizativas de la comunidad religiosa salesiana, nos invitan a evaluar continuamente las condiciones fundamentales que hacen posible una vida comunitaria significativa en el cumplimiento de nuestra misión.
B. SITUACION
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Las comunidades salesianas experimentan situaciones muy diversas y, en parte, nuevas en lo que se refiere a «vivir y trabajar juntos». Las nuevas situaciones de vida comunitaria salesiana se presentan hoy bajo las siguientes tipologías:
Comunidades con un número reducido de hermanos y comprometidas en la animación de múltiples obras y presencias, tanto en tierra de misión, como en realidades con carencia de personal.
Comunidades insertas en obras complejas, con desproporción entre trabajo y recursos y con la consiguiente fragmentación de los ritmos comunitarios.
Comunidades insertas plenamente en el entramado social, hasta compartir el estilo de vida del pueblo; que trabajan en estrecha colaboración con la Iglesia local; que colaboran con miembros de otras religiones.
Comunidades con presencia de seglares y de jóvenes en el seno de la vida comunitaria.
En muchas comunidades hay experiencias positivas que transparentan una vida fraterna de sabor típicamente evangélico, el compartirlo todo comunitariamente y el sentido de responsabilidad y de participación en la misión.
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Hay algunos aspectos que influyen negativamente en la significatividad de nuestro «vivir y trabajarjuntos». En algunos casos, existe aún un modelo operativo de comunidad que exige una seria reflexión sobre la relación Comunidad-Misión:
Elementos estructurales que influyen en las relaciones comunitarias, como el predominio de las relaciones funcionales sobre las fraternas; el poco valor dado al proyecto común y a los momentos destinados al encuentro fraterno; la falta de organización del trabajo y la división en sectores independientes;
horarios, costumbres, esquemas que hacen que la comunidad permanezca anclada en sus modalidades de acción pastoral y en sus respuestas tradicionales, muy distantes de la realidad y de la cultura de los jóvenes de hoy;
presencias que no suscitan interrogantes, que no generan comunión y colaboración con cuantos comparten el espíritu y la misma misión salesiana;
Dichas condiciones constituyen riesgos concretos y reales para algunos hermanos, pues favorecen el cansancio físico y espiritual, situaciones de malestar psicológico y relacional, independencia en las iniciativas, fragmentación en el ejercicio de la misión, dificultades entre generaciones, acumulación de cargos y de funciones;
El proceso hacia una comunidad de Salesianos religiosos con el cometido de animación en el seno de una realidad más amplia —la Comunidad Educativo Pastoral— es irreversible46. Cada vez más, en el núcleo animador de la CEP participan otros sujetos (jóvenes, seglares, miembros de la Familia Salesiana, representantes de la Iglesia local y de la zona) que comparten nuestra espiritualidad y nuestra misión comprometiéndose en la animación. En él la comunidad salesiana ejerce la función de referencia carismática en la que todos se inspiran.
C. DESAFÍOS
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En respuesta a la voz de Dios y a las situaciones expuestas, son cuatro los desafíos que exigen una forma nueva de organizar nuestro trabajo apostólico y la vida misma de la comunidad salesiana:
¿Cómo superar la tendencia al individualismo, al sectorialismo, a la poca capacidad de participación, que comprometen nuestro vivir y trabajar juntos?
¿Cómo garantizar una consistencia cualitativa y cuantitativa de la comunidad salesiana, como condición previa para la vida fraterna, el testimonio evangélico y la presencia entre los jóvenes?
¿Cómo plantear la relación entre las obras y la comunidad salesiana, con el fin de asegurar a ésta su función de garantía del carisma, de animación, y de implicación de cuantos comparten el espíritu y la misión de Don Bosco?
¿Cómo racionalizar el conjunto de las presencias salesianas en una zona determinada, de modo que se aseguren las condiciones suficientes para una vida comunitaria y fraterna y la animación de la CEP?
D. ORIENTACIONES OPERATIVAS
1. Obrar según un proyecto comunitario
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Cada comunidad comparte y elabora el propio proyecto comunitario y lo evalúa anualmente.
De este modo, se da consistencia a la capacidad de «vivir y trabajar juntos», superando la progresiva dispersión del trabajo individual y el peligro de la fragmentación. Se trata de guiar a los hermanos al convencimiento de la necesidad de trabajar según el mismo proyecto, lo cual no significa necesariamente hacer juntos las mismas cosas.
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La comunidad se capacita para trabajar con mentalidad programática:
Alimentando entre los hermanos una visión compartida del proyecto comunitario, ayudando a cada uno a descubrir y a valorizar dones y cualidades. La comunidad acepta a cada uno con su riqueza y con sus límites y determina funciones de corresponsabilidad para cada uno47.
Viviendo el proyecto como un proceso comunitario, que parte de la vida diaria de los hermanos. El objetivo es no solamente la redacción final del proyecto, sino, sobre todo, el poner por obra un diálogo continuo sobre puntos de vista, valores, expectativas, que lleve a los hermanos a un auténtico «vivir y trabajar juntos».
Promoviendo momentos de diálogo (asamblea de los hermanos, Consejo local), de discernimiento de la voluntad de Dios (momentos de oración, escucha de la Palabra de Dios a través de la lectio divina, de confrontación con el magisterio de la Iglesia y de la Congregación), en sintonía con el Proyecto Orgánico Inspectorial, cada comunidad comparte, elabora y evalúa cada año la marcha del propio proyecto.
Interrogándose, en particular, sobre los aspectos siguientes: ¿Quiénes queremos ser hoy como comunidad local? ¿Cómo podemos, como comunidad local, estar presentes de manera salesiana y religiosa, animar la CEP y dar un testimonio evangélico? ¿Qué consecuencias concretas se derivan de esto para nuestra comunidad? ¿Qué opciones tenemos que hacer? ¿De qué formación personal y comunitaria tenemos necesidad?
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La elaboración del proyecto comunitario compromete a la comunidad en sus diversos componentes:
Implicando a cada hermano, más allá del papel que desempeña, y apelando a su responsabilidad. El diálogo fraterno facilita la participación de todos, armonizando el proyecto personal de vida y el comunitario.
Individualizando, mediante la programación anual, los objetivos, las metas, y las intervenciones que la comunidad misma se compromete a obtener y evaluar.
Organizando, de modo adecuado y coherente, el ritmo de la vida comunitaria: las actividades y los horarios de la vida religiosa y del servicio educativo pastoral, salvaguardando su estilo salesiano.
Garantizando al director, a quien compete animar este proceso con la ayuda de su Consejo, el apoyo necesario por parte del Inspector y de los organismos de animación inspectorial, teniendo en cuenta también las convenientes aportaciones de las ciencias humanas.
Invitando al Inspector con su Consejo a evaluar el camino de realización de los proyectos de cada comunidad y de su conformidad con el inspectorial.
2. Garantizar la consistencia cualitativa y cuantitativa de la comunidad salesiana
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La consistencia cualitativa y cuantitativa de la comunidad salesiana es condición fundamental para que cada comunidad pueda hacer posible la experiencia de vida fraterna, de testimonio evangélico, de presencia animadora entre los jóvenes, de formación permanente, y pueda realizar de manera significativa su cometido animador en la CEP, según el modelo operativo descrito por el CG2448.
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Esto se lleva a cabo:
Cuidando el equilibrio entre las nuevas fronteras de la misión salesiana y la consolidación o el reajuste de las actuales, en ámbito mundial e inspectorial;
promoviendo en la comunidad inspectorial y local la conciencia de una misión común, garantizando su calidad espiritual y educativo-pastoral, mediante la formación permanente y el funcionamiento de los organismos de la comunidad (Consejo de la casa, Asamblea de los hermanos, encuentros fraternos regulares).
Para alcanzar este objetivo:
El Inspector y su Consejo sopesan la consistencia cualitativa y cuantitativa de las comunidades existentes:
a la luz del criterio expuesto en los Reglamentos Generales, artículos 20 y 150;
evaluando las oportunidades concretas de desarrollo que permitan alcanzar, en tiempo razonable, una vida comunitaria significativa;
definiendo, en diálogo con las comunidades que viven situaciones particulares en cuanto a la consistencia cuantitativa, las modalidades relativas al ejercicio de la autoridad y de los organismos de la vida comunitaria.
El Inspector y su Consejo, al iniciar nuevas presencias y al formar nuevas comunidades, garantizan la adecuada consistencia cualitativa y cuantitativa, para hacer posible:
una vida fraterna de calidad, según el estilo del espíritu de familia;
la programación y la evaluación comunitaria de la misión confiada a la comunidad;
la animación de las obras y presencias y de sus respectivas CEP.
El Rector Mayor y su Consejo, durante el sexenio,promueven un proceso de evaluación en las Inspectorías y Regiones que, a causa de las nuevas situaciones, tienen que replantearse la presencia salesiana.
3. Re-definir la relación Comunidad y Obra
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La relación entre Comunidad y Obra debe permitira la Comunidad salesiana vivir y trabajar juntos y ser punto de referencia carismático en el núcleo animador de la CEP. Esto supone que el proyecto comunitario está en línea con el Proyecto Orgánico Inspectorial y con el de toda CEP.
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La Comunidad Salesiana cumple su cometido de animación de la CEP madurando en la convicción:
De que todos los Salesianos religiosos, según sus posibilidades, son miembros del núcleo animador, conscientes de que éste no se reduce a la comunidad SDB. En línea de interpretación del artículo 5 de los Reglamentos Generales y en el espíritu del CG24 y de las sucesivas orientaciones49, se debe impulsar la conciencia de que la responsabilidad de la animación de la CEP debe ser compartida con los seglares, superando resistencias y entrando en la perspectiva de la corresponsabilidad carismática y pastoral.
Que toda la comunidad, aun cuando esté representada por un solo hermano, se siente partícipe del núcleo animador de la obra.
Que el vivir y trabajar juntos, propio de la comunidad, encuentra una perspectiva más amplia, en el terreno de las relaciones personales y de la corresponsabilidad, en el contexto de la CEP.
Que debe armonizarse la relación entre las estructuras de gobierno de la comunidad religiosa y las estructuras de gobierno de la obra, de modo que se eviten las superposiciones.
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La Comunidad salesiana vive su vocación de ser punto de referencia para la identidad carismática del núcleo animador de la CEP, asumiendo el modelo operativo descrito por el CG24. Con tal finalidad, la comunidad salesiana crece:
formando a los jóvenes y seglares en el carisma salesiano;
compartiendo con los seglares la propia misión;
viviendo el espíritu de familia;
promoviendo una verdadera corresponsabilidad en la animación y en el gobierno;
garantizando la fidelidad a la orientación pastoral de todos los aspectos de la vida comunitaria;
haciéndose promotora de paz y de justicia, capaz de dar respuestas concretas a las necesidades de los pobres.
81
La Comunidad salesiana favorece su relación con la CEP:
viviendo con confianza y alegría el diálogo con los jóvenes de la zona;
facilitando la participación de los Salesianos, de los jóvenes y de los seglares, en el trabajo en red, implicándolos en las estructuras locales e inspectoriales;
realizando el discernimiento de los signos de los tiempos;
promoviendo la adquisición de competencias profesionales en la pastoral juvenil, en las dimensiones de la evangelización, de la educación, en el campo social y en el de la pastoral vocacional;
organizando una pastoral capaz de coordinar entre sí la CEP y su Consejo, con la comunidad local y su Consejo50.
4. Elaborar y evaluar el Proyecto OrgánicoInspectorial
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La comunidad inspectorial, mediante sus organismos, estudie, elabore o evalúe, en los tres próximos años, el Proyecto Orgánico Inspectorial.
El Proyecto Orgánico Inspectorial presenta las opciones fundamentales que guían el desarrollo de la Inspectoría, asegurando su continuidad y la coherencia de las decisiones. Abarca los campos de acción prioritarios para los próximos años, los criterios operativos que deben guiar los diversos planes y proyectos, las presencias a las que hay que prestar atención, las líneas generales para la preparación de las personas y el desarrollo económico y estructural, respondiendo a las urgencias actuales y a las previsionesde futuro surgidas del análisis de la zona51.
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El Proyecto Orgánico Inspectorial debe buscar los siguientes objetivos:
reforzar, en cada hermano y en cada comunidad, el sentido de la misión común y de la corresponsabilidad en ella;
re-dimensionar o re-estructurar los frentes de compromiso y de desarrollo de la Inspectoría;
superar situaciones comunitarias de fragmentación, de dispersión y de inconsistencia numérica;
dar realmente prioridad a las presencias más significativas y proféticas y lograr una expresión más auténtica de la misión salesiana en la zona.
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En la elaboración y revisión del Proyecto Orgánico Inspectorial, el Inspector y su Consejo, ayudados por un equipo operativo, evalúan la significatividad de la misión de cada obra / presencia, sobre la base de los siguientes criterios:
la consistencia cualitativa y cuantitativa de la comunidad salesiana;
la posibilidad de una vida religiosa fraterna según el estilo salesiano, legible y significativa para los jóvenes y colaboradores seglares;
la presencia entre los jóvenes, especialmente los más pobres y necesitados, viviendo intensamente el sistema preventivo;
la capacidad de ofrecer respuestas de calidad educativa y evangelizadora a los desafíos que llegan del mundo juvenil y del contexto social;
la capacidad de agregar otras fuerzas (seglares, jóvenes, Familia Salesiana, otras Inspectorías y organizaciones) y de suscitar vocaciones eclesiales, con particular atención para la Familia Salesiana;
la promoción de presencias ágiles y ligeras que permitan una adecuación dinámica al cambio de las realidades;
la capacidad de colaborar y de incidir de manera eficaz y profética en la transformación evangélica de la zona.
CONCLUSIÓN
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Al término de los trabajos capitulares, nos encontramos con la riqueza, no tanto de un texto escrito, cuanto de una experiencia vivida: la de una comunidad fraterna que ha sabido acoger y valorar las diversidades, reavivar y profundizar las razones ideales del vivir y del trabajar, ampliar la escucha del mundo sobre todo juvenil, asumir las alegrías y las preocupaciones de tantos hermanos, trabajar juntos, rezar juntos, partir el pan juntos. Es el don pascual de la comunidad que queremos compartir con todos, renovando nuestra fe.
Creemos que nuestra comunidad
es fruto de la iniciativa gratuita del Padre,
ahonda sus raíces en la Pascua del Señor,
es un don siempre nuevo del Espíritu Santo.
Creemos que estamos llamados
a vivir en comunidad
siguiendo a Jesús obediente, pobre y casto
según el carisma de Don Bosco,
al servicio de los jóvenes,
especialmente los más pobres,
para caminar juntos hacia
la plena madurez de Cristo.
Creemos que la comunidad salesiana,
guiada y sostenida por la presencia
maternal de María Auxiliadora,
se construye en torno a la Palabra de Dios,
al Pan y al Perdón,
y que, mediante el ejercicio de la caridad
y de la corrección fraterna,
llega a ser lugar de misericordia y reconciliación.
Creemos que la práctica del Sistema Preventivo,
como inspiración y método
para vivir y trabajar juntos,
refuerza nuestras relaciones con Dios,
madura nuestras relaciones fraternas
y une en una única experiencia a Salesianos,
jóvenes y seglares,
en un clima de familia, de confianza
y de diálogo.
Creemos que la misión salesiana
está confiada a la comunidad,
por lo que todos somos partícipes
y corresponsables,
con la riqueza de los dones personales
en la complementariedad
de las vocaciones laical y presbiteral,
y en la valoración de competencias,
servicios y funciones.
Creemos que cada comunidad nuestra,
viviendo el espíritu de familia,
estando atenta a las necesidades de la zona,
en unión con toda la Familia Salesiana,
se convierte para los jóvenes y para los hermanos
en ejemplo de vida llena de humanidad
y de gracia,
signo luminoso de amor,
escuela de espiritualidad,
propuesta vocacional
y profecía de comunión.
Ahora, como los discípulos de Emaús, volvemos a nuestros lugares de vida y de acción, sabiendo que encontraremos comunidades de hermanos con los cuales hemos de compartir esta fe. Confortados con el don del Espíritu, responderemos juntos a la invitación del «Duc in altum!» para una misión todavía más valiente, seguros de que la llamada primera y fundamental es la de la santidad: «Queridos Salesianos, ¡sed santos! La santidad es vuestro deber esencial, como – por otra parte – lo es de todos los cristianos»52, y convencidos de que el empeño más urgente es el de vivir y comunicar una espiritualidad de comunión: «hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión: éste es el gran desafío que tenemos ante nosotros si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo»53.
Santidad y comunión: éstos son los dones que queremos compartir con los jóvenes.
37 Cf. FSDB, 26-27
38 Esta espiritualidad de la comunión «significa, ante todo, una mirada del corazón, sobre todo, al misterio de la Trinidad que habita en nosotros... Significa además capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo místico y, por tanto, como ‘uno que me pertenece’, para saber compartir sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad... Espiritualidad de la comunión es saber ‘dar espacio’ al hermano, llevando mutuamente la carga de los otros (cf Gál 6,2) y rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos asechan y engendran competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza y envidias» (NMI 43).
39 FSDB, 277
40 Cf. J.Vecchi, Spiritualità salesiana, ed. SDB IVE-IVO, pp. 129-131.
41 Cf. CG21, 52.
42 Cf. J.Vecchi, Spiritualità salesiana, ed. SDB IVE-IVO, p. 25.
43 Cf. Reg 145.
44 Cf. Const.181
45 Cf. Const. 44 y 49.
46 Relación del Vicario del Rector Mayor al CG25, núm. 321
47 Cf. Const. 52.
48 Cf. CG24 159. 173. 174.
49 «¿Qué entendemos por núcleo animador? Es un grupo de personas que se identifica con la misión, el sistema educativo y la espiritualidad salesiana y asume solidariamente el encargo de convocar, motivar, involucrar a todos los que se interesan por una obra, para formar con ellos la comunidad educativa y poner en práctica un proyecto de evangelización y educación de los jóvenes. El punto de referencia para este grupo es la comunidad salesiana. Lo cual quiere decir que los Salesianos, todos y siempre, son parte del núcleo animador. Cada uno, anciano o joven, directamente empeñado en funciones prácticas o en reposo, da la contribución que consienten su preparación o su situación. (…) Quiere incluso decir que el núcleo local puede estar formado principalmente por laicos, teniendo siempre a las espaldas un apoyo suficiente, en el lugar o en la Inspectoría, por parte de los Salesianos» (don J.E. VECCHI, en ACG 363, pp. 8-9).
50 Cf. CG24, 161.
51 Cf. La pastorale giovanile salesiana. Quadro di riferimento fondamentale, p. 132.
52 JUAN PABLO II, Discurso a los participantes en el Capítulo General, en “L’Osservatore Romano” 13-04-2002, p. 5.
53 NMI 43.