2.2. PISTAS DE REFLEXIÓN Y TRABAJO SOBRE EL TEMA DEL CG27
En estas pistas e ofrecen algunas sugerencias para las Inspectorías. Pueden ser útiles para centrar la atención de los hermanos, de las comunidades locales y de los Capítulos inspectoriales sobre el tema del CG27. Particularmente pueden orientar sus reflexiones y trabajos.
2.2.1. Carta de convocatoria del CG27
Nuestro camino hacia el CG27 comienza con el estudio personal de la carta de convocatoria del Rector Mayor y con la confrontación comunitaria sobre sus contenidos. El tema del CG27 no es habitual; interpela profundamente la vida de cada hermano y de cada comunidad; llama a la raíz evangélica de nuestra vocación; nos pide que testimoniemos lo “mejor” y la “más”.
Quizá este tema puede parecer demasiado difícil y comprometido; pero lo que está en juego es precisamente el futuro de la vida consagrada, su “ser”, su identidad. Aquí se fundamenta la exigencia de enraizarse en Cristo y en el evangelio; de aquí nace la visibilidad y la fecundidad de nuestra vocación. Nos sostiene la convicción de que el testimonio de la radicalidad no es principalmente fruto de nuestro esfuerzo; es más bien sobreabundancia de gracia, exceso de gratuidad, riqueza de don.
A menudo podemos experimentar cansancio, o bien, nos encontramos viviendo en la rutina. No todos se encuentran dispuestos para esta nueva aventura del Espíritu. ¿Logrará este tema del CG27 remover la inercia de nuestra vida? Dejemos actuar al Espíritu; Él sabrá hacer nuevo nuestro corazón, inflamándonos con el amor de Dios y despertando en nosotros “el amor primero” al Señor Jesús.
2.2.2. Proceso de preparación al CG27
El Capítulo General va precedido en todas las Inspectorías por el Capítulo Inspectorial. Esto está explícitamente exigido por las Constituciones (Const. 172). Compete al Capítulo Inspectorial “elegir uno o dos delegados al Capítulo General y a sus suplentes” (Const. 171) y “enviar propuestas al Regulador del Capítulo General” (Reg. 167).
El cumplimiento de estos trámites no agota la naturaleza y las competencias de un Capítulo General, sólo eligiendo los delegados o enviando propuestas al Regulador. Por otra parte, los artículos 171 y 172 de las Constituciones y el art. 167 de los Reglamentos generales enumeran una amplia serie de finalidades y de tareas. Sin embargo, no es necesario realizar siempre todas en cada Capítulo Inspectorial.
La reflexión sobre el tema de la radicalidad evangélica no afecta sólo a los hermanos que participen en el CG27. La carta de convocatoria del CG27 pretende promover una reflexión profunda, orientada a la conversión, en cada hermano, en todas las comunidades, en todas las Inspectorías. Con la publicación de esa carta comienza un amplio proceso, desde la base y prolongado en el tiempo, que compromete a toda la Congregación. Un momento muy importante en este proceso es la “asamblea representativa de los hermanos y de las comunidades locales”, que es el Capítulo Inspectorial.
El tema del CG no pide una reflexión académica o doctrinal, en la que ejercitarse escribiendo consideraciones teológicas, de naturaleza espiritual o pastoral, “para enviar al Regulador”. El tema es una “provocación” para todos. Es voz del Espíritu que fuerza a interrogarse, a “examinar las propias obras”, a “revisar”, a “arrepentirse y convertirse”. “El que tenga oídos escuche lo que dice el Espíritu”. El Espíritu nos habla también a nosotros y nos invita a ponernos a la escucha (cf. Ap. 2,1-29).
El sueño de los diamantes, al que se refiere explícitamente el Rector Mayor en la carta de convocatoria, nos pone frente a un “aut aut”, a una valiente revisión de vida personal y comunitaria. En ese sueño se habla, de forma dramática, de la responsabilidad que cada hermano tiene sobre su propia vida y la contribución que da para hacer luminoso u opaco el rostro de la Congregación. La descripción de la Congregación del futuro “tal como debe ser” (“qualis esse debet”) y (“tal como peligra llegar a ser”) (“qualis esse periclitatur”), ofrece un cuadro de referencia y de confrontación nada rosado, sino claramente inquietante. No hay espacio para un camino de en medio o de compromisos.
Los responsables de estos procesos, por tanto, son variados y todos comprometidos al mismo tiempo. El Capítulo General de desarrollará en Roma en el 2014 y en él participarán más de 200 hermanos; pero más correctamente se debería decir que ya ha comenzado y que en él participan todos los hermanos de la Congregación: cada hermano que se interroga sobre la fidelidad al proyecto apostólico de Don Bosco; la comunidad local que verifica su modo de testimoniar el primado de Dios, la fraternidad, la misión apostólica; el Capítulo Inspectorial que revisa las opciones de fondo, el estilo de vida y de trabajo de las comunidades, su credibilidad y fecundidad, en los contextos en que viven.
La convocatoria del Capítulo Inspectorial por parte de cada Inspector es, pues, una gran oportunidad que se ofrece a cada Inspectoría. Puede resultar un tiempo de profecía, en el cual se vive en clima de oración y de sincera búsqueda del bien común, se llaman los problemas por su nombre, se identifican sus causas, se toman las oportunas decisiones. Este proceso sólo puede resultar si se parte de la implicación de todos, y requiere valor, humildad y voluntad de conversión.
2.2.3. Articulación del tema del CG27
Mediante el estudio de la carta de convocatoria, podremos identificar numerosas articulaciones para desarrollar el tema del testimonio de la radicalidad evangélica. La experiencia de estos años nos mueve a concentrar la atención sobre algunas prioridades y no caer en la dispersión. Por eso hemos señalado tres núcleos temáticos, que proponemos a las comunidades y, sobre todo, a los Capítulos inspectoriales.
Tales núcleos se refieren a aquello que debe caracterizar al salesiano del futuro; como se expresa el Rector Mayor en la carta de convocatoria, el salesiano está llamado a ser místico, profeta, siervo; esto sirve para la comunidad salesiana. En esta carta la mística, la profecía y el servicio están vinculados a los aspectos fundamentales de nuestra consagración apostólica, o sea, a la experiencia espiritual, a la vida fraterna en comunidad, a la misión juvenil.1 Por eso refiriéndose a los salesianos, hablaremos de místicos en el Espíritu, profetas de la fraternidad, siervos de los jóvenes.
Ante todo, al desarrollar cada uno de estos tres núcleos, la perspectiva fundamental que hay que tener presente es la del testimonio de la radicalidad evangélica. Se trata de descubrir los signos que los hacen visibles; debemos ofrecer un hermoso testimonio de nuestra vocación, un testimonio que sea fascinante, atrayente, gozoso, sabiendo que su fascinación es el Señor Jesús. También es importante no perder de vista la “radicalidad evangélica” de estos núcleos; se trata de volver a la raíz de la vocación. La vida consagrada está a la búsqueda de un “más” que vivir, de un “más allá” que expresar, de un “mejor” que proponer. Lo “mejor” no es lo ordinario; lo “mejor” es lo “más”.
Además deberemos tener presente que estos tres núcleos expresan la totalidad de nuestra vocación. Por eso no se puede olvidar que el testimonio de la radicalidad evangélica no es principalmente un esfuerzo nuestro, sino una llamada. Dios mismo nos ha llamado a dar testimonio de la radicalidad evangélica: el testimonio no es un orgullo o un privilegio, no es fruto de nuestro esfuerzo humano y o de una opción nuestra; es principalmente gracia y don; es vocación. Es una vocación que nos pide respuesta fiel, gozo en expresarla, gracia de unidad en la vivencia personal y comunitaria.
Finalmente, es necesario tener cuidado en desarrollar la salesianidad del testimonio de la radicalidad evangélica, es decir, lo que es específico para nosotros salesianos en cuanto a dar testimonio de la radicalidad evangélica, lo que nos distingue de otras formas de vida consagrada. El lema “trabajo y templanza” es una expresión salesiana visible de radicalidad evangélica, como dice el sueño de los diez diamantes. Nos toca a nosotros profundizar los aspectos salesianos de la mística, de la profecía y del servicio.
Místicos en el Espíritu. Nosotros respondemos con entrega total y exclusiva a un Dios que nos ha llamado y nos ha reservado para sí. El primado de Dios, que nace de la libre y amorosa iniciativa de Dios para con nosotros, se traduce en el ofrecimiento incondicional de nosotros mismos. El amor es la medida de nuestro don y la medida del amor es darse sin medida. Inmersos en el trabajo, a menudo corremos el peligro de descuidar a Dios. No somos capaces de equilibrar nuestras ocupaciones. Nos exponemos a que el trabajo nos aleje de Dios. Por vocación estamos “a la búsqueda de Dios” y “en el seguimiento de Jesús”. Nuestra vocación ahonda sus raíces en el evangelio; es el evangelio lo que da fascinación y hermosura a nuestra vocación. Sólo con la fuerza del Espíritu podemos vivir esta llamada; en la historia de la Iglesia es Él quien atrae siempre nuevas personas a percibir la fascinación de una opción tan comprometida; es Él quien suscitó a Don Bosco, a cuyo proyecto apostólico nosotros hemos adherido mediante la profesión religiosa.
Profetas de la fraternidad. La fraternidad vivida en comunidad es una forma alternativa de vida, es propuesta contra-cultural, y por tanto profecía. El individualismo difuso, la exclusión social, la homologación cultural, son desafíos a los que la comunidad salesiana responde demostrando que es posible vivir como hermanos, compartir la vida y comunicar profundamente. Existe el riesgo de vivir en comunidad ignorándonos. Vivir juntos en comunidad es principalmente vocación y no opción o conveniencia: somos convocados por Dios. La fraternidad encuentra formas fecundas de darse;2 exige que se descubra la gratuidad y la capacidad de relación. Los jóvenes que se acercan a la vida consagrada quedan fascinados por el modo de vivir la fraternidad. Esta da testimonio de que también en comunidades internacionales es posible trabajar juntos con un proyecto apostólico compartido. Las diferencias constituyen una riqueza que se debe reconocer y acoger también en las comunidades educativas pastorales, en las que vocaciones diversas viven y trabajan juntas. La fraternidad muestra el rostro de la Iglesia, casa de comunión.
Siervos de los jóvenes. Toda nuestra vida es entrega a los jóvenes, especialmente a los más pobres; es entrega a la causa del evangelio. Nuestra entrega a los jóvenes y al evangelio tiene su raíz en la llamada de Dios y en nuestra entrega total y exclusiva a Él. El don más hermoso que podemos ofrecer a los jóvenes es la posibilidad de encontrar al Señor Jesús; es la propuesta de una educación que se inspire en el evangelio y que abra a los jóvenes “la puerta de la fe”. Existe a veces el peligro de sentirnos más dueños que siervos; que seamos más siervos de las obras que de los jóvenes y del evangelio. Nos dedicamos a la misión “con laboriosidad incansable, procurando hacer bien todas las cosas con sencillez y mesura” (Const. 18), siguiendo el ejemplo del Señor Jesús que “como el Padre trabaja siempre”, e imitando a Don Bosco que se gastó “hasta su último aliento”. El trabajo pastoral requiere a veces renuncias, fatigas y sacrificios, que sólo tienen sentido si van encaminadas a un bien mayor: “la gloria de Dios y la salvación de las almas”.
2.2.4. Metodología del discernimiento comunitario
En el CG25 y en el CG26 adoptamos la metodología del discernimiento comunitario, que dio buenos frutos. Ahora se trata de continuar, mejorar y profundizar esta metodología. Debemos encontrar el modo de hacer verdadero “discernimiento en el Espíritu”. En el proceso de discernimiento se proponen los siguientes pasos: escucha, lectura, camino. Para cada núcleo temático las comunidades locales y los Capítulos inspectoriales son invitados a hacer el discernimiento siguiendo estos tres pasos.
Escucha. En el primer momento se trata de escuchar la situación; mirar valientemente sus aspectos prioritarios; ver cuáles son los mayores retos; escuchar lo que nos interpela con más fuerza: resaltar lo que es más prometedor para los hermanos, las comunidades y la Inspectoría y que pide mayor desarrollo; pero también aquello que es más arriesgado y que pide ser afrontado y superado. Se trata de escuchar los signos y de ver las manifestaciones de radicalidad evangélica ya en acto, como también las manifestaciones de infidelidad a la vocación, antitestimonios y conformismo.
Lectura. A partir de los aspectos evidenciados, se trata en el segundo momento de interpretar la situación y los signos escuchados; señalar las causas profundas de bienestar o de malestar, saber leer los desafíos y los riesgos. La lectura de la situación nos debe conducir a una comprensión profunda, descubriendo las raíces y no deteniéndonos en la superficie y en los efectos descubiertos; podríamos hablar de lectura “radical”. Las claves de comprensión de la situación son el Evangelio, la vida de la Iglesia y las Constituciones; podemos entonces hablar también de lectura “espiritual y pastoral”.
Camino. El tercer paso consiste en descubrir el camino que hay que recorrer; se trata de encontrar lo que nos haga avanzar hacia nuevas expresiones de radicalidad evangélica, que nos permita robustecer aquellas ya presentes pero todavía incompletas, que nos haga superar las formas de infidelidad, debilidad y peligro. El camino requiere una meta, o sea, un objetivo; es oportuno limitarse a uno, o a lo más a dos objetivos para cada núcleo temático. Tales objetivos deberán ser fijados después en etapas o procesos e intervenciones; se refieren a la vida de la Inspectoría, y de toda la Congregación.
El proceso de discernimiento pide concentrarnos en algunas prioridades, tanto en la escucha como en la lectura y en el camino; es necesario ir a la raíz y al fundamento, sin dispersiones. El documento escrito, expresión del discernimiento, indicará el compromiso de la Inspectoría en la realización del tema capitular y constituirá su contribución al CG27.
Para cada núcleo temático es oportuno que el documento escrito que se debe enviar al Regulador como aportación del Capítulo Inspectorial al CG27 no supere las dos páginas, o a lo más las tres.
2.2.5. Aportaciones que hay que enviar al Regulador del CG27
Antes del 15 de julio de 2013 deben llegar al Regulador del CG27 las diversas aportaciones. Pueden ser de tres tipos diferentes:
Aportaciones de los Capítulos inspectoriales sobre el tema de CG27 «Testigos de la radicalidad evangélica»; estas aportaciones se refieren a los tres núcleos temáticos; cada uno de estos núcleos tiene una propia ficha que preparará el Regulador;
Aportaciones de los hermanos individualmente o en grupos, también sobre el tema del CG27: «Testigos de la radicalidad evangélica»; estas aportaciones se refieren a los tres núcleos temáticos y tendrán su propia ficha;
Aportaciones de los Capítulos inspectoriales, de hermanos individualmente o de grupos de hermanos sobre argumentos que se refieran a la vida de la Congregación, las Constituciones o los Reglamentos; también estas aportaciones tendrán su ficha distinta.
1 Aquí conviene recordar que Benedicto XVI, en el Discurso a los participantes en la asamblea general de la Unión de los Superiores Generales y de la Unión Internacional de las Superioras Generales del 26 de noviembre de 2010, ha resaltó estos mismos elementos de identidad de la vida consagrada: la búsqueda de Dios, que induce a desear las realidades definitivas; la fraternidad, que es “confessio Trinitatis” y parábola de la comunión en la Iglesia; la misión, que impulsa a llevar el evangelio a todos. Esto ha sido propuesto de nuevo por el Papa Benedicto durante las Jornadas Mundiales de la Juventud en Madrid en el Discurso a las jóvenes religiosas en el Monasterio de San Lorenzo del Escorial el 19 de Agosto de 2011, en el que habló del modo específico de vivir la radicalidad evangélica por parte de la vida consagrada usando las tres mismas expresiones: la experiencia espiritual, la vida fraterna, la entrega a la misión. Ésta es también la visión fundamental de la vida consagrada presente en la Exhortación apostólica de Juan Pablo II Vita consecrata, donde la identidad de esta vocación se expresa en los tres aspectos esenciales: “mysterium Trinitatis”, “signum fraternitatis”, “servitium caritatis”.
2 Cf. BENEDICTO XVI, Caritas in veritate, 34. El don “por su naturaleza supera el mérito, su regla es la sobreabundancia”