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2. ORIENTACIONES Y DIRECTRICES
2.1 CUIDAR Y PROMOVER LA VOCACIÓN
DEL SALESIANO COADJUTOR
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2 Consejero para la Formación |
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A partir de la beatificación del Señor Artémides Zatti, se puede decir que la Congregación ha vivido de modo notable “un año de celebraciones” recordando al nuevo beato y presentando la vocación del salesiano coadjutor. De las Inspectorías han llegado los ecos de las múltiples iniciativas que se han llevado a cabo. Pensamos, por ejemplo, en las celebraciones litúrgicas y conmemorativas del beato Artémides Zatti, en las figuras de salesianos coadjutores propuestas en los Boletines Salesianos o recordadas en las Inspectorías, en los encuentros inspectoriales o interinspectoriales sobre la vocación del salesiano coadjutor. Pero pensamos también en las particulares iniciativas vocacionales que se han hecho, en los videocassettes que se han producido, en las intervenciones para los jóvenes mantenidas dentro de las Comunidades educativas pastorales, en las reflexiones dialogadas en las Comisiones inspectoriales de formación y en los equipos inspectoriales de pastoral juvenil.
Después de un año de celebraciones, que ha contribuido a crear una fuerte sensibilización y a dar los primeros pasos, ha llegado el momento de que todas las Inspectorías proyecten de forma orgánica y concreta objetivos, procesos e intervenciones, para promover la vocación del salesiano coadjutor durante todo el sexenio. El año de celebraciones debe continuarse en un “sexenio operativo”. De esta forma, se llevarán a la práctica las indicaciones del “Proyecto de animación y de gobierno del Rector Mayor y de su Consejo”, en el que, tomando las palabras de Don Vecchi, se habla de un “compromiso renovado, extraordinario y específico para la vocación del salesiano coadjutor”. Las orientaciones de este escrito quieren ofrecer una ayuda a las Inspectorías para proyectar en los Capítulos inspectoriales, según la reciente carta dirigida por el Vicario, Don Van Looy a los Inspectores, y para tener en cuenta durante el sexenio el cuidado de esta vocación.
1. Recientes reflexiones y orientaciones
En la Congregación tenemos reflexiones y orientaciones de valor y significativas respecto de la vocación del salesiano laico.
Nosotros podemos encontrar el comienzo de la relectura de esta figura en 1975 en el “Congreso Mundial Salesiano Coadjutor” y en 1978 con el documento del CG21 sobre “El Salesiano coadjutor”. En 1980 el Rector Mayor Don Egidio Viganò retomaba la reflexión sobre este tema vital con la carta “El elemento laical de la comunidad salesiana” (ACS 298); en ella profundizaba la originalidad y las implicaciones carismáticas de tal vocación para la comunidad salesiana y para la Congregación. Se puede, pues, recordar el texto: “El Salesiano Coadjutor. Historia, identidad, pastoral vocacional y formación” de 1989; fue fruto del mandato del CG22, que pedía desarrollar “la identidad vocacional del Salesiano laico y su significado esencial para la vida y la misión de la Congregación, teniendo presente la reflexión actual de la Iglesia”. El fundamento para toda reflexión y orientación actual sigue siendo el artículo 45 de las Constituciones con su comentario, presente en el texto “El proyecto de vida de los salesianos de Don Bosco. Guía de lectura de las Constituciones salesianas”, de 1986.
No cabe duda de que el Capítulo General 24, si bien no afrontó sistemáticamente la temática de la figura vocacional del salesiano coadjutor, pidió explícitamente una mejor comprensión de la identidad del componente laical de la comunidad salesiana (CG24, 154), suscitó reflexiones sobre la especificidad de tal vocación en relación con los seglares y sugirió una mejor valorización en las Comunidades educativo-pastorales, al menos a la misma altura de los mismos seglares.
El año 2000 se promulgó la tercera edición de la “Ratio”, que aporta un gran desarrollo al tema de la formación del salesiano coadjutor. Presenta su identidad vocacional (FSDB 40). Desarrolla, además, el tema de su formación inicial, prestando particular atención a las fases del postnoviciado (FSDB 408-409; 420-424) y de la formación específica (FSDB 446-458), para la que propone en apéndice las líneas orientadoras para la ordenación de los estudios (FSDB 596-599). Habla también del “quinquenio” para ellos después de la formación específica (FSDB 248; 532; 534). Pide, finalmente, la aportación del salesiano coadjutor en las comunidades formadoras, posiblemente con funciones de animación o de docencia (FSDB 234 y 284) y sugiere esta presencia expresamente para el noviciado (FSDB 378) y el postnoviciado (FSDB 416).
Recientemente el Rector Mayor Don Juan Vecchi ofrecía a la Congregación nuevas reflexiones con la carta del 31 de mayo de 2001: “Beatificación del Coad. Artémides Zatti: una novedad interpelante” (ACG 376), en la que pedía a cada Inspectoría un compromiso particular a favor de la vocación del salesiano coadjutor. Dicha carta iba acompañada de algunas orientaciones de Don Giuseppe Nicolussi y de Don Antonio Doménech: “Compromiso renovado y extraordinario por la vocación del salesiano coadjutor”, en las que se invitaba a todas las Inspectorías a tomar conciencia de los propios compromisos en la promoción de esta vocación. Afirmaban ambos la necesidad de “una evaluación de la situación y de la animación vocacional” y la exigencia de “una programación extraordinaria” para favorecer el conocimiento y la propuesta de esta vocación.
A esto se deben añadir los compromisos que el CG25 ha querido asumir. Se encuentran en el texto capitular y en el mensaje a los hermanos coadjutores: “Acojamos la gracia que se nos ha dado en la beatificación del salesiano coadjutor Artémides Zatti”. También el Rector Mayor Don Pascual Chávez en el “Discurso de clausura del CG25” subrayaba esta urgencia, pidiendo que “se haga operativo en todas las Inspectorías el compromiso renovado, extraordinario y específico por la vocación del salesiano coadjutor, especialmente en la pastoral vocacional y en la Familia Salesiana”. Finalmente, el “Proyecto de animación y de gobierno del Rector Mayor y de su Consejo” ha propuesto algunos objetivos, estrategias e intervenciones, pidiendo un compromiso específico al sector de la Formación en colaboración con el sector de la Pastoral juvenil.
2. Nuevo contexto actual
Como se ve, en nuestra Congregación no faltan reflexiones ni orientaciones. Hoy estas reflexiones se sitúan en un contexto nuevo que es preciso tener presente y profundizarlo.
La eclesiología conciliar y postconciliar ha acentuado la perspectiva de una Iglesia de comunión, poniendo en evidencia la complementariedad de las diversas vocaciones, la igual dignidad bautismal de todo cristiano, la importancia de todos los carismas, la llamada universal a la santidad. Esto ha llevado a la justa promoción de los seglares dentro de la Iglesia, al reconocimiento de su aportación activa en la acción evangelizadora, a la exigencia de la superación del clericalismo. El compromiso de la promoción del laico consagrado se sitúa en un momento de clara identidad e importancia de los seglares en la Iglesia; mientras, por el contrario, la identidad del religioso hermano es incierta y requiere una específica y urgente profundización. La pregunta queda sin resolver: ¿por qué ser religiosos hermanos cuando se pueden vivir y hacer las mismas cosas como seglares? Es una verdadera crisis de identidad. A veces esto ha creado complejos de inferioridad o de insatisfacciones vocacionales. Esto ha llevado a algunos religiosos hermanos a pedir la ordenación presbiteral como único camino para la propia completa realización y para la superación de la incertidumbre sobre la identidad.
La Iglesia está viviendo una grave crisis de la vida religiosa, en particular de la vida religiosa femenina y de la vocación de los así llamados religiosos hermanos. La vida religiosa, mientras está abandonando viejos modelos de expresión, debe todavía encontrar otros nuevos. La crisis se acentúa en el caso de la vida religiosa apostólica, tocando más de cerca a las Congregaciones que en su historia han tenido y aún tienen hoy un impacto fuertemente social. Además, la centralidad y la visibilidad del presbítero en la vida eclesial, unida al justo énfasis sobre la vida y misión del seglar, no ayudan a esclarecer la vocación religiosa en cuanto tal. La reducción de la vida consagrada a sus aspectos ministeriales y funcionales, como si su misión estuviera limitada solamente a la acción y a las obras, contribuye a oscurecer ulteriormente su identidad. En este contexto la identidad de la figura del laico consagrado es mucho más incierta que la del religioso presbítero.
En nuestra Congregación se asiste a una disminución numérica de la vocación del salesiano coadjutor, que ha pasado de los 4250 hermanos en 1970 a los 2260 de hoy. Ya en 1984 Don Egidio Viganò había lanzado un “grito de alarma”. La imagen del presbítero en ciertos ambientes nuestros parece que prevalece respecto de la del religioso salesiano. También la vida religiosa salesiana es vista muchas veces en términos funcionales, como si la misión salesiana se redujese a funciones y tareas que realizar. Además, la aportación específica de animación de la CEP por parte de la comunidad salesiana, como “testigo de Dios y profecía del dinamismo misionero del ‘Da mihi animas’” (ACG 363, pág. 42), es todavía bastante débil; y, más generalmente, nuestras comunidades no son visibles como comunidades religiosas. En algunas Inspectorías un cierto debilitamiento de la identidad vocacional del salesiano coadjutor se debe también a una persistente mentalidad clerical, o a una reducción de su presencia a las escuelas profesionales o a los ambientes específicamente educativos y seculares de nuestra misión.
El contexto que estamos viviendo nos pide tener presentes estas nuevas situaciones, que pueden suscitar nuevas preguntas. En este momento se trata de asimilar y profundizar las reflexiones que la Congregación ha hecho hasta ahora, pero sobre todo hacerlas operativas. De la asimilación y de la praxis nacerán nuevas exigencias de profundización.
3. Necesidad de organicidad y de concreción en la acción
Según el Proyecto de animación y de gobierno del Rector Mayor y de su Consejo, las líneas fundamentales para la promoción de la vocación del salesiano coadjutor buscan el conocimiento profundizado de su identidad vocacional, la visibilidad de su figura, su formación de calidad y la animación vocacional. Tales aspectos deben ser asumidos simultáneamente; todos ellos se relacionan entre sí y, sólo si se llevan a cabo conjuntamente, pueden tener eficacia.
3.1. Conocimiento de la identidad vocacional
Ante todo, es necesario un decidido cambio de mentalidad acerca del modo de entender nuestra vocación salesiana, profundizando la teología de la vida religiosa, su identidad eclesial, la aportación de la consagración apostólica a nuestra misión y su aportación a la animación de la Comunidad educativa pastoral. En la comunidad salesiana es la consagración apostólica la que une antes de cualquier diferencia vocacional; sólo dentro de la común vida religiosa es posible comprender la identidad de la vocación del salesiano coadjutor.
Es necesaria, además, la promoción de iniciativas de profundización y de participación sobre los contenidos principales de la identidad vocacional del salesiano coadjutor. Se trata de adquirir las reflexiones y las orientaciones propuestos por la Congregación, por medio de un programa de formación permanente en las Inspectorías, que prevea la comunicación, la confrontación y la elaboración comunitaria acerca de la originalidad, las motivaciones y los modelos de tal vocación. Ésta es una tarea de la Comisión inspectorial de formación, que deberá ofrecer estímulos y propuestas al Consejo inspectorial, a la animación inspectorial y a las comunidades.
A veces se ha dado solamente una acogida formal a estos contenidos y, en consecuencia, se ha llevado a cabo una débil estrategia práctica. Probablemente las comunidades salesianas se han adaptado más fácilmente a sustituir la falta de salesianos coadjutores con la inserción de seglares competentes en cuestiones profesionales y educativas, con el peligro de perder así su especificidad carismática.
3.2. Visibilidad de la figura
La visibilidad de la figura del salesiano coadjutor va estrechamente unida a la presencia y visibilidad de la comunidad salesiana en la CEP, precisamente en cuanto comunidad religiosa. Sin una presencia entre los jóvenes de la comunidad salesiana en su conjunto y en todas sus dinámicas de vida fraterna, espiritual y acción evangelizadora, es muy difícil captar la vocación del salesiano laico. Reforzando la visibilidad de la comunidad salesiana, también él queda reforzado.
Es preciso proyectar la presencia de los salesianos laicos de modo que tengan en la CEP funciones educativas; es importante poner a los salesianos coadjutores en contacto directo con muchachos y jóvenes; es necesario superar también la idea de que al salesiano coadjutor sólo se le deben confiar cargos organizativos y administrativos. Es necesario pensar en nuevos modelos de salesianos laicos.
Se trata de valorizar y hacer visible la figura del salesiano laico en las comunidades salesianas y en las comunidades educativo-pastorales, no sólo en “funciones profesionales”; la profesionalidad es necesaria, pero ella sola resulta insuficiente para comunicar la experiencia de una vocación carismática. También los seglares tienen una competencia profesional. La especificidad vocacional del salesiano coadjutor exige que se haga visible la síntesis vital de su competencia profesional, de su experiencia espiritual y de su compromiso educativo pastoral.
En las comunidades y en las Inspectorías ha de robustecerse la presencia de los salesianos coadjutores en las diversas representaciones, en los organismos de animación inspectorial, en la distribución de las funciones de responsabilidad. Hay que pensar también qué hay que hacer con las Inspectorías que no tienen presencias de salesianos coadjutores. En todos estos casos toca a la Comisión inspectorial de formación hacer una evaluación y un proyecto que debe someterse luego al Inspector y al Consejo inspectorial.
3.3. Formación de calidad
Hay numerosos puntos de la formación del salesiano coadjutor que requieren profundización y, sobre todo, experimentaciones. En “Criterios y Normas de discernimiento vocacional salesiano” tenemos algunos criterios vocacionales que nos ayudan a discernir cuáles son los rasgos característicos para distinguir en la única vocación salesiana la vocación del salesiano presbítero y la del salesiano coadjutor (CNDV 84-86); tales criterios deben ser profundizados por parte de las Comisiones inspectoriales de formación y del Dicasterio para la Formación, con el fin de encontrar ulteriores especificaciones.
A todos los que comienzan el prenoviciado, tanto futuros salesianos coadjutores como salesianos presbíteros, hay que garantizarles las mismas condiciones de ingreso desde el punto de vista de los estudios secundarios, exigiendo una “cultura general de base” (FSDB 342). El discernimiento para la vocación de salesiano presbítero y de salesiano coadjutor se hace en el noviciado, antes de la petición de admisión a la profesión, y debe hacerse definitivo antes de la formación específica después del tirocinio (FSDB 323).
El postnoviciado es la fase en la que, en continuidad con el noviciado, se profundiza la común identidad religiosa y en la que se prepara cada uno a ser educador y pastor; para ello la “Ratio” afirma que “se auspicia” que salesianos aspirantes al presbiterado y salesianos coadjutores vivan en la misma comunidad formadora, “donde ven valorizadas las dos formas de la única vocación salesiana” (FSDB 421). Pero en la Congregación hay todavía alguna situación que parece necesitar una experiencia diversa. En el postnoviciado hay que experimentar también el hecho de que el “currículo de nivel paritario” pueda también querer decir la posibilidad de desarrollo del mismo programa de estudios, además de la posibilidad de programas diversos (FSDB 398).
Es necesario introducir en las comunidades formadoras de prenoviciado, noviciado y postnoviciado la figura del salesiano coadjutor con funciones de formación y de docencia. Ciertamente esto vale también para las comunidades de formación específica de los salesianos coadjutores y sería deseable también en las comunidades de formación específica de los salesianos presbíteros. De todos modos, es importante que se aseguren estas presencias en momentos significativos de la vida de las comunidades formadoras.
El punto más innovador de la “Ratio” se refiere a la formación específica del salesiano laico. En este campo se están haciendo tentativas, pero tenemos aún mucho que experimentar y proyectar. Tenemos una tradición para la formación específica del salesiano presbítero, pero no para la del salesiano coadjutor. Sobre esta formación no hay que quedarse cortos, porque se trata de reforzar la identidad vocacional y de ofrecer una formación teológica, espiritual, educativa y pastoral de calidad. Es necesario garantizar tal formación después del tirocinio; “no se le debe identificar con la cualificación profesional” (FSDB 446); ciertamente es necesario pensar también en caminos de cualificación profesional (FSDB 456).
Finalmente, no hay que descuidar la formación permanente de los salesianos coadjutores, para que puedan vivir en plenitud y fidelidad creativa su vocación hoy. Todos estos elementos corresponden a la Comisión inspectorial de formación y al Consejo inspectorial y pueden encontrar orientaciones y opciones en el Proyecto inspectorial de formación.
3.4. Animación vocacional
Junto con la “evaluación y la animación vocacional”, se ha pedido ya a las Inspectorías “la realización de una programación extraordinaria” que favorezca el conocimiento, la propuesta y el acompañamiento de la vocación del salesiano coadjutor (cf. ACG 376, pág. 74). El equipo de pastoral juvenil y la Comisión de animación vocacional tienen esta misión; la promoción de esta vocación específica es posible sólo dentro de una cultura vocacional y de una acción más amplia de animación.
Ante todo, hay que presentar la vocación salesiana como una consagración apostólica, puesta al servicio de la misión. La vida consagrada se entiende muchas veces en términos de prestación de servicios y, en este caso, se la reconoce sobre todo por la función que desarrolla y poco por el testimonio que ofrece. Además, no se aprecia suficientemente la belleza y la necesidad del apostolado de los seglares en campo secular. ¿Cuántos profesores seglares se ven a sí mismos como apóstoles en la escuela? ¿Cuántos médicos consideran el ejercicio de su profesión como un verdadero apostolado? ¿Cuántos encargados del deporte ven en su servicio un campo de apostolado? La mentalidad está todavía lejos del reconocimiento de la importancia del apostolado en el campo secular. Sobre este doble terreno puede brotar más fácilmente la vocación del salesiano coadjutor.
En los casos en que estamos convencidos de la necesidad de promover esta específica vocación salesiana, la animación vocacional no siempre dispone de un programa gradual, sencillo y bien esclarecido, que conduzca a los jóvenes, a lo largo de los años, a conocer la pluralidad de las vocaciones en la Iglesia; que los ayude a ver las diferencias y que, de este modo, los acompañe para comprender y apreciar la vocación del salesiano laico.
Finalmente, no siempre y no muchos salesianos laicos están implicados en la promoción de tal vocación. Se olvida que hoy cuenta mucho para los jóvenes el contacto directo, la experiencia que se hace, el “tocar con la mano”, para comprender y estimar una vocación. La visibilidad de la presencia del salesiano laico en la Comunidad educativo-pastoral tiene también una importancia para la animación vocacional. Las vocaciones de salesianos coadjutores surgen donde hay modelos con los que identificarse, porque es difícil hablar de esta vocación sin disponer de modelos concretos.
Concluyendo, lo que se requiere en la Congregación es una verdadera acción orgánica y concreta, que sacuda a comunidades y a hermanos y los movilice en esta audaz empresa. Tratándose de crear gradualmente una mentalidad más favorable a la vocación del salesiano laico, la acción no puede limitarse a un año, sino que debe durar varios años. Lo mismo debe decirse del compromiso para hacer visible la figura del salesiano laico, para garantizar su formación de calidad y para hacer conocer y proponer esta vocación a los jóvenes.
Tal acción, según el “Proyecto de animación y de gobierno del sexenio”, está motivada, animada y sostenida por el Rector Mayor y por todos los miembros del Consejo, en particular por el Consejero para la Formación y por el Consejero para la Pastoral Juvenil; pero, sobre todo, debe apoyarse en los Inspectores y en la animación de las Inspectorías, en todas las comunidades, en cada hermano; debe, en fin, encontrar apoyo y suscitar colaboración en las Regiones.
Una acción de semejante alcance no podrá iniciarse y sostenerse sino con una oración constante de cada miembro de las Inspectorías y de las comunidades; sólo la oración prepara las conciencias, crea un movimiento espiritual, sostiene la motivación y el compromiso y alcanza de Dios el don que se le pide.
4. Compromiso de cada Inspectoría
La animación inspectorial requiere organicidad para afrontar las cuestiones y ser muy concreta para predisponer las intervenciones. Es importante implicar a todos: salesianos presbíteros y salesianos coadjutores, formación inicial y formación permanente, jóvenes y seglares, nivel inspectorial y nivel local; sin esta acción convergente será difícil el camino. Para mantener el interés y el compromiso de todos en este tema de la vocación del salesiano coadjutor, hace falta que en cada Inspectoría haya un hermano con un equipo, al que se le confíe la tarea de animar esta acción de promoción; también se siente la necesidad de crear una acción unitaria en la animación y en el gobierno.
Se propone para esto que el Delegado inspectorial de formación, junto con la Comisión inspectorial de formación, asuma entre sus funciones principales de este sexenio la finalidad de la promoción de un “compromiso renovado, extraordinario y específico para la vocación del salesiano coadjutor” en toda la Inspectoría, en las comunidades salesianas, en los hermanos. Tal finalidad se articula alrededor de los cuatro núcleos proyectados: la profundización de la identidad vocacional en las comunidades salesianas y en la Familia Salesiana, la oportuna visibilidad del salesiano coadjutor, la calidad de su formación y la colaboración con el equipo de pastoral para la animación vocacional.
El Delegado inspectorial de formación tiene, además, la función de servir de estímulo y de propuesta en la animación inspectorial. En particular, sugiere propuestas y crea relaciones entre las diversas Comisiones y el Consejo inspectorial; mantiene vida la atención de la Inspectoría y de las comunidades; suscita un movimiento de oración; recoge las experiencias de la Congregación sobre el tema de la promoción de esta vocación y las da a conocer. Una función importante le corresponde ciertamente al equipo de Pastoral juvenil, con atención especial a la animación vocacional, al asociacionismo y al MJS, a la comunicación social. Entre los Delegados inspectoriales de formación y de pastoral juvenil es necesario que haya una estrecha colaboración.
Toda esta acción convergente debe encontrar síntesis, apoyo e impulso en el Inspector y en el Consejo, que dan orientaciones y toman decisiones para toda la Inspectoría; ellos son los primeros animadores de semejante compromiso. La Inspectoría cuenta con algunos instrumentos de proyecto y programación, en los que pueden converger sus opciones acerca de la promoción de esta vocación; en particular tiene el Proyecto inspectorial de formación, la programación anual de formación permanente, el Plan inspectorial de animación vocacional.
Durante el año 2003-2004 las Inspectorías, por medio del Capítulo inspectorial, tienen una gran oportunidad para favorecer la profundización de la identidad vocacional, para implicar a todas las comunidades, para proyectar el propio compromiso acerca de la “promoción de la vocación del salesiano coadjutor”. Pero el Capítulo no agota el compromiso de las Inspectorías durante el sexenio.
5. Compromiso de las Regiones
Es importante que, por medio del Delegado inspectorial de formación, cada Inspectoría mantenga relaciones con la propia Región y con el Coordinador regional de formación. En el ámbito de la Región se podrán conocer más fácilmente los objetivos, las estrategias y las intervenciones que cada Inspectoría está poniendo en acto.
En la Región se podrán también realizar algunas iniciativas de colaboración. Hay, de hecho, atenciones específicas o iniciativas que las Regiones pueden favorecer, como por ejemplo encuentros regionales de formación continua para salesianos coadjutores y la propuesta de comunidades formadoras para su formación específica.
Con ocasión de la próxima Visita de conjunto, las Regiones o las Conferencias interinspectoriales podrían hacer una presentación de lo que en cada Inspectoría se ha proyectado y se está haciendo.
6. Compromiso de toda la Congregación
El Rector Mayor y su Consejo quieren motivar a los hermanos y profundizar el compromiso operativo para la promoción de la vocación del salesiano coadjutor, después del impulso inicial que ha sentido la Congregación tras la beatificación del Señor Artémides Zatti. Ellos están llamados a tener presentes los problemas, las exigencias y los desafíos que se presentan hoy acerca de la identidad vocacional.
Los Dicasterios pueden aportar elementos de aspectos diversos. La Formación estará particularmente atenta a la promoción de esta vocación y a la creación de relaciones con los otros dicasterios; mientras la Pastoral juvenil tiene una gran tarea en actualizar su animación vocacional; ambos dicasterios han especificado mejor sus compromisos y su colaboración en el “Proyecto del sexenio”. La Familia Salesiana tiene necesidad de ser implicada sobre todo a nivel de un conocimiento de la originalidad de esta vocación. Las Misiones pueden orientar las opciones de salesianos coadjutores misioneros hacia zonas en que no hay una notable presencia ni conocimiento de esta vocación. La Comunicación social puede seguir su aportación informativa y comunicativa.
Los Consejeros Regionales pueden llevar adelante la animación de las Inspectorías también con esta atención; pienso que pueden, sobre todo, favorecer comunidades para la formación específica del salesiano coadjutor a nivel de Región o de Conferencia de Inspectorías.
Finalmente, sería interesante si se llegase a madurar la exigencia de tratar el tema del salesiano coadjutor en el Capítulo General 26, a los treinta años de la reflexión del CG21.
2.1 Oración |
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Confiamos el don de las vocaciones de salesianos coadjutores para nuestras Inspectorías y para la Congregación a la intercesión del Beato Artémides Zatti, por medio de la oración llena de esperanza de nuestras comunidades. Implicamos en esta oración a los jóvenes, a las Comunidades educativas pastorales, al Movimiento Juvenil Salesiano, a la Familia Salesiana. Confiamos este compromiso también a personas consagradas, que en la Iglesia se dedican a la vida de oración.
“Oh Dios,
que en el Beato Artémides Zatti
nos has dado un modelo de salesiano laico,
ayúdanos a reconocer el don de esta vocación
para toda la Familia Salesiana.
Danos la inteligencia y el valor
para proponer a los jóvenes
esta particular forma de vida evangélica
en seguimiento de Cristo y al servicio de los jóvenes más pobres.
Haz que los jóvenes
estén disponibles a la acción del Espíritu,
para que se dejan fascinar por tu llamada
y acojan generosamente tu invitación.
Enséñanos a acompañar
a los que tú llames por este camino,
con itinerarios formativos de calidad
y con guías expertos y preparados.
Te lo pedimos
por la intercesión del Beato Artémides Zatti
y por la mediación de Cristo Señor.
Amén”.