Cristo sigue llamando


Cristo sigue llamando




Inspectoría Salesiana de “Santiago el Mayor" León , 24 de enero de 2001 nº 5









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1.1 UNA COMUNIDAD POR EL REINO

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Estamos en período capitular. Si la primera fase del Capítulo ha merecido un elogio por parte de todos, debemos seguir mirando hacia el futuro. Nos encontramos trabajando los documentos que las comisiones nos han enviado. ¡Qué duda cabe que es un hermoso trabajo! Todo fundamentalmente para conseguir que nuestras comunidades sean comunidades por el Reino, donde se viven los valores que señalan nuestras Constituciones: comunidades acogedoras (Const. 56), abiertas (Const. 57), presididas por una sincera amistad fraterna (Const. 51).


Dentro del trabajo capitular estamos intentando señalar aspectos positivos y negativos de nuestra vida fraterna, nuestro testimonio evangélico, de nuestra presencia entre los jóvenes. Es un esfuerzo loable e interesante intentar detectar los aspectos que se han de mejorar. Nos urge en este momento dar pasos significativos en la línea de mejora detectada.


Tal vez uno de los aspectos más significativos de la vivencia de nuestro espíritu sea la alegría: “(El salesiano) está siempre alegre, porque anuncia la Buena Noticia. Difunde esa alegría y sabe educar en el gozo de la vida cristiana y en el sentido de la fiesta: Sirvamos al Señor con santa alegría” (Const. 17). Este es uno de los aspectos en que más insiste la literatura sobre vida religiosa. Si queremos tener vocaciones, jóvenes dispuestos a seguir el camino de Don Bosco, es preciso que detecten la “mística” alegre de unos hermanos que son felices y se se sienten realizados en su trabajo y misión. Dice a este respecto Amedeo Cencini: “Este testimonio de alegría suscita un enorme atractivo hacia la vida religiosa, es una fuente de nuevas vocaciones y un apoyo para la perseverancia. Es muy importante cultivar esta alegría en la comunidad religiosa: el exceso de trabajo la puede apagar, el celo exagerado por algunas causas la puede hacer olvidar, el continuo cuestionarse sobre la propia identidad y sobre el propio futuro puede ensombrecerla. Pero saber celebrar fiesta juntos, concederse momentos personales y comunitarios de distensión, tomar distancia de vez en cuando del propio trabajo, gozar de las alegrías del hermano, prestar atención solícita a las necesidades de los hermanos y hermanas, entregarse generosamente al trabajo apostólico, afrontar con misericordia las situaciones, salir al encuentro del futuro con la esperanza de hallar siempre y en todas partes al Señor. Todo esto alimenta la serenidad, la paz y la alegría, y se convierte en fuerza para la acción apostólica” 1. Sigamos construyendo comunidades auténticas, comunidades por el Reino.
















ÍNDICE



  1. Retiro ………………………...3-13

  2. Formación………………….14-18

  3. Comunicación.……..........19-27

  4. El anaquel…………….......28-29




Revista fundada en el 2000


Edita y dirige:

Inspectoría Salesiana "Santiago el Mayor"

Avda. de Antibióticos, 126

Apdo. 425

24080 LEÓN

Tfno.: 987 203712 Fax: 987 259254

e-mail: formacion@salesianos-leon.com


Maqueta y coordina: José Luis Guzón.

Redacción: Segundo Cousido y Mateo González

Depósito Legal: LE 1436-2002

ISSN 1695-3681


RETIRO






VIDA DE COMUNIDAD. LA COMUNIDAD SALESIANA


"Subió al monte y llamó a los que él quiso: y vinieron donde él. Instituyó doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar con el poder de expulsar a los demonios" (Mc 3, 13-15).



VIVIR EN COMUNIDAD LA VOCACIÓN



1. Introducción


Dos de las últimas circulares del Rector Mayor ("Todavía hay buena tierra para la siembra" -ACG 339 (1991)- y "Nuestra oración por las vocaciones" -ACG 341 (1992)-) nos han puesto de manifiesto, de una forma seria y responsable, el tema de las vocaciones en la congregación.


Es un tema que preocupa no solamente en la congregación sino en toda la Iglesia. Pero para nosotros, especialmente a partir del Capítulo General XXIII (CG XXIII), tiene un relieve especial: "La disminución de vocaciones para la vida sacerdotal y religiosa ha estimulado aún más a la Congregación a revisar la calidad de su vida religiosa y la fuerza de nuestra propuesta educativa" (CG XXIII, 249, § 2).


Es en este contexto del último Capítulo General, de las dos circulares de Don Viganò, de la tensa serenidad con que se vive en las comunidades la falta de fuerzas jóvenes que vayan reemplazando a los que van notando el cansancio del camino, del Plan para la animación de la vocación salesiana de nuestro CI 92, donde queremos situar nuestra reflexión.



2. Los retos del Capítulo General XXIII


El CG XXIII, reflexionando sobre cómo educar a los jóvenes en la fe, ha subrayado de un modo interesante algunas cosas en relación con el tema vocacional:


1. La vida como vocación. "En la pedagogía salesiana de la fe la opción vocacional es el fruto maduro e imprescindible de todo crecimiento humano y cristiano. «Educamos a los jóvenes para que desarrollen su propia vocación humana y bautismal, mediante una vida diaria progresivamente inspirada y unificada por el Evangelio» (Const. 37)" (CG XXIII, 149, § 1).


2. Debemos ayudar a los jóvenes a descubrir el propio lugar en la construcción del Reino, su propia vocación. Hacer aflorar todas las cosas positivas de que son portadores y, desde aquí, desde "este descubrimiento gozoso de las propias posibilidades, a pesar de los límites y obstáculos, nace el deseo de hacer fructificar los dones recibidos" (CG XXIII, 151, § 3).


3. Subrayar la alegría que se siente al comunicar los propios dones. "No basta tener dones y posibilidades. Es preciso ser verdaderamente feliz con ellos. Aquí entran las primeras y diversas experiencias de compartir. El joven se entrena a la generosidad y disponibilidad. Son dos actitudes que producen alegría: para tener más vida, hay que darla" (CG XXIII, 152, § 1).


4. Intensificar la propuesta explícita. "La propuesta explícita de quien acompaña al joven le ayudará a vislumbrar posibilidades nuevas para su existencia. Para algunos la llamada procede de la presencia de modelos ricos en significado y cualidades evangélicas. En cambio, otros aseguran que nunca habrían sabido interpretar la llamada, de no haberles hecho invitación explícita a comprometerse en un género de vida como cristianos seglares, religiosos o presbíteros" (CG XXIII, 152, § 3).


5. Debemos cuidar el discernimiento vocacional. "Es un momento delicado. Se trata de todo el universo personal en movimiento, que va organizándose en torno a una opción, que no depende sólo de intereses y cualidades naturales, sino de la disponibilidad a reconocer la presencia de Dios en la propia vida y de una libertad capaz de aceptar la invitación de la gracia.


Todos los elementos de la vida espiritual colaboran al buen resultado del discernimiento. Sin embargo, algunos merecen mayor atención: la oración-meditación (...), la orientación personal o dirección espiritual (...) y el compromiso apostólico" (CG XXIII, 155, §§ 2-3).


6. Invitar a los jóvenes, educarlos para ello, a una primera opción vocacional. "Más que sobre un trabajo que hacer, sea religioso o profano, se concentrará en el sentido singular que debe dar a su existencia: hacer de ella una confesión del valor absoluto de Dios y respuesta a su amor" (CG XXIII, 156, § 3). Después vendrán otro tipo de opciones.


7. Cuidar las experiencias de servicio que muchos de nuestros jóvenes están realizando. "Muchas vocaciones nacen, de hecho, de una experiencia de servicio en un barrio, en arrabales pobres, en una catequesis del oratorio, en la visita a los enfermos, en tareas de voluntariado y de educación. Los jóvenes se preguntan: ¿A qué espacios sociales y eclesiales puedo ir para demostrar mi amor a la vida y al Señor de la vida? Para algunos es cierta la llamada a formar una familia y a ejercer una profesión, como servicio responsable a la Iglesia y a los hombres. Otros tienen cada vez más clara su opción por el sacerdocio y la vida religiosa.


Todos, en uno y otro caso, guiados por el Espíritu del Señor y animados por los valores de la espiritualidad salesiana, acogen y viven la propia existencia como vocación" CG XXIII, 180, §§ 3 y 4).

8. La comunidad debe implicarse muchísimo más en la orientación vocacional. "La reflexión de la Congregación se ha centrado particularmente en la comunidad local como lugar decisivo para cualquier proyecto serio de pastoral vocacional.


En realidad, es en la casa salesiana donde los jóvenes se ponen en contacto con nuestra vocación. La comunidad local es la que tiene capacidad para individuar los signos de la llamada, realizar una orientación seria, hacer una propuesta explícita y acompañar al joven en un camino de discernimiento de la voluntad de Dios hacia la decisión vocacional" (CG XXIII, 250, §§ 1 y 2).


9. La orientación, la propuesta y el acompañamiento vocacional como partes integrantes de los itinerarios de fe de la pastoral juvenil de nuestras comunidades. "Cada comunidad local, exprese, en su proyecto educativo-pastoral, las modalidades con que proveer a orientar a todos los jóvenes hacia el descubrimiento de su vocación en la Iglesia y acompañar a quienes muestren signos de vocación para una consagración especial" (CG XXIII, 252, § 1).


10. El Oratorio-Centro Juvenil tiene que cualificarse vocacionalmente también. "Todo Oratorio-Centro Juvenil, además del aspecto educativo-pastoral, deberá preparar, con propuestas precisas de tiempo y agentes, iniciativas: para ponerse en contacto con los jóvenes, para anunciar la fe, para la catequesis, para formar a quienes estén dispuestos a un camino de fe maduro y a la búsqueda de su vocación".


Hasta aquí los subrayados del Capítulo. Son muchos e interesantes. En ocasiones, sin embargo, quedan relegados a ser papel impreso y no vivifican nuestros ambientes comunitarios. La verdad es que la inercia de la vida de comunidad se ve reforzada por algunas dificultades que encontramos en la sociedad. El Rector Mayor prefiere denominar a estas dificultades retos.



3. Retos del contexto actual


Don Viganò en "Todavía hay buena tierra para la siembra" señala cuáles son a su juicio las mayores dificultades que los salesianos encontramos en nuestra labor vocacional.



3.1. Secularización de la sociedad.


Es cierto, nuestra sociedad continúa su proceso de secularización. Muchas expresiones culturales que antes tenían el márchamo de lo religioso, hoy están exentas de la dimensión religiosa. Esto, parafraseando el contenido de la circular, hace que los ritmos de maduración de nuestros jóvenes en la fe sean mucho más lentos y que en ocasiones la vivencia de los valores religiosos sea postpuesta o venga con notable retraso. Sin negar para nada lo dicho, paralelamente a esta pérdida de relevancia social de la fe, se está dando entre nosotros, en nuestra sociedad, una cierta recuperación del elemento religioso. Peter Berger en su Rumor de ángeles (Herder, Barcelona 1975) ya nos hablaba en las conclusiones de que "queramos o no, estamos en una situación en la que la trascendencia ha sido reducida a mero rumor. Y no podemos escapar a esta situación en la que la trascendencia ha sido reducida a mero rumor. Y no podemos escapar de esta situación, que es la nuestra, con un salto mágico (...)Pero al mismo tiempo he procurado mostrar que nuestra situación nada tiene de fatal e insuperable, y que la conciencia secularizada no es, ni mucho menos, lo absoluta que pretende (...) El redescubrimiento de lo sobrenatural significará, ante todo, una recuperación de la apertura en nuestra percepción de lo real (...) Con esta apertura a los signos de la trascendencia se redescubren las verdaderas proporciones de nuestra experiencia. Éste es el aspecto cómico de la redención; nos permite reír y jugar con una plenitud nueva" (p. 169).


El Rector Mayor nos propone en su carta algunas cosas concretas para ayudar a nuestros jóvenes: "Urge hacer sentir la necesidad de experiencias de silencio y reflexión, de escucha del misterio y de oración, de encuentro con los acontecimientos verdaderamente significativos de la existencia para meditarlos en los estratos profundos del espíritu" (p.13).



3.2. Multiplicidad de los mensajes


Nuestra sociedad es democrática, plural. Nos encontramos ante un elemento positivo, pero la abundancia de propuestas y mensajes, consecuencia de este tipo de civilización en que vivimos, unido a la aceleración y fragmentariedad con que se viven esas propuestas y mensajes, hace que los jóvenes cada vez tengan más dificultad para hacer un discernimiento vocacional.


Los medios de comunicación social, que tendrían que haber contribuido a clarificar la diversidad de mensajes, a hacer más transparente nuestra sociedad, han conseguido prácticamente lo contrario. Esta es una de las tesis que Gianni Vattimo, representante del "pensamiento débil" de matriz italiana, sostiene en La sociedad transparente (Paidós, Barcelona 1991).


La multiplicidad de opciones puede hacer que el joven se ampare en una concepción de la libertad como «posibilidad nunca cerrada de nuevas opciones». Esto, según Don Viganò, desembocaría en una acentuada indecisión para las opciones definitivas, indecisión que podemos ver reflejada en la disuasión generalizada ante las opciones «para siempre».


Ante esta diversidad de opciones, la labor educadora puede consistir en ir valorando los elementos que nos presentan las diversas axiologías. No podemos ser indiferentes, ni fundamentalistas. Puede seguir siendo válido el miedo ante los hombres de un solo libro, o de un exiguo bagaje ideológico.


3.3. Prolongación de la edad juvenil


Algunas decisiones que los jóvenes antes tomaban en la adolescencia o al comenzar su juventud se han desplazado a la tarda-juventud. No es difícil comprobar cómo muchos dejan sus decisiones importantes para los treinta o más años.


Si es verdad que en el pasado las experiencias y contenidos evangélicos de la iniciación cristiana conservaban toda su importancia y acompañaban a los jóvenes en su proceso de crecimiento, hoy hay que decir que importantes etapas de la larga edad juvenil quedan descubiertas.


Por eso, Don Viganò apunta como salida el tema de la orientación vocacional: "El tema de la orientación vocacional debe, pues, ser denso y convincente; el testimonio, más nítido, y las propuestas, más concretas y válidas. Esto ciertamente supone un reto a la capacidad de nuestras comunidades para dialogar con los jóvenes a fin de que su fe madure en proyectos de vida" (p.14).



4. Temas generadores


Hay una serie de temas, que están en boca de todos, que suelen entusiasmar a los jóvenes, pero que requieren discernimiento porque, como todo lo humano, tienen ambigüedades: la paz, la solidaridad, la justicia, la ecología, la mundialidad, la subjetividad, etc.


Abren un horizonte -dice Don Viganò- atractivo, pero pueden quedar focalizados única y exclusivamente desde perspectivas horizontalistas. Se trataría, por tanto, desde la orientación vocacional de abrirles a horizontes más amplios; en ningún caso, esquivarlos. "La orientación vocacional (...) debe saberlos iluminar con el valor supremo y absoluto en el que se basa toda opción de fe. Es preciso vincular dichos temas a la persona de Cristo, el único libertador verdadero: su resurrección, que le hace Señor de la historia, es la mayor novedad de todos los tiempos" (p. 15).



5. Pérdida de aprecio social de las vocaciones eclesiásticas y de la fe


La fe, lo sobrenatural, la mirada transcendente en la historia, no son valores a la alza en nuestra sociedad. Como pudimos comprobar en el punto sobre la secularización de la sociedad, cada vez se hace un poco más difícil afirmar lo religioso en el contexto en el que nos movemos. Cada vez más vamos teniendo conciencia de ser una «minoría cognitiva» (P. Berger), es decir, "un grupo de individuos cuya cosmovisión difiere notablemente de la que la sociedad a la que pertenecen juzga absolutamente válida" (Rumor de ángeles, p. 21).


Esto se puede comprobar fácilmente en nuestras presencias. Con frecuencia son numerosos los jóvenes a los que hay que enseñar lo más elemental de nuestra cultura cristiana: el Padrenuestro, el Credo, etc. No lo saben. Sus padres no se lo han enseñado. Por la catequesis pasaron rápidamente...O ya no tuvieron ni esa oportunidad.


Ciertas causas de esta falta de aprecio hacia lo religioso y, más concretamente, hacia las vocaciones eclesiásticas específicas, residen en la misma crisis sacerdotal y religiosa de los últimos decenios. Las numerosas defecciones y ciertos talantes han creado frialdad y sospecha. "Nuestras mismas comunidades no siempre han ofrecido un semblante atractivo, acogedor y apostólico, ni han proclamado con claridad y entusiasmo la identidad de su proyecto evangélico de vida, ni han sabido ofrecer espacios de protagonismo al compromiso cristiano de los jóvenes" (p. 15).


Hasta aquí los retos que Don Viganò refleja en su circular. Son bastantes. Son serios. Ahora bien, necesitamos individuar alguno y comenzar la tarea de reconstrucción. Se impone dar con el "hilo de Ariadna" que nos permita salir del laberinto.


Cuando se trató en su momento de impulsar la formación permanente en la Inspectoría y de dar a conocer lo que el CG XXIII decía al respecto, se nos insistía en que la comunidad local era "el sujeto" principal de los compromisos del Capítulo:


"El CG XXIII confía a la comunidad local las tareas más numerosas. Ella es como el interlocutor de cuanto se va diciendo, porque en ella se vive concretamente la misión juvenil y popular y porque sólo ella puede comprometer a todos los hermanos en la renovación de la vida y la metodología educativa.


La comunidad es invitada a leer el contexto (15), a recoger los desafíos (89), a pensar el camino de fe que debe proponer a los jóvenes (94-95), a disponerse espiritualmente y a preparar los medios (215-218).


La comunidad está invitada a asumir una forma de vida en relación con lo que sucede en su entorno para acoger los interrogantes, para intervenir evangélicamente y buscar nuevas formas de testimonio y de anuncio". (Anexo I sobre La formación permanente en el CGXXIII).


Después nuestro CI92 también recogió estas ideas y la sensibilidad que subyace al documento del CG XXIII:


"2. Líneas fundamentales:


2.1. La comunidad local toma conciencia de ser el sujeto que promueve y ayuda a madurar toda vocación específica.


2.2. La comunidad local ayuda a los jóvenes a descubrir, acoger y madurar la vocación seglar, consagrada o sacerdotal, para la construcción del Reino en la familia salesiana.


2.3. La comunidad local trabaja en la animación vocacional en coordinación con la comunidad inspectorial y teniendo en cuenta los proyectos vocacionales de la Iglesia local.

3. Propuestas de animación:


3.1. Para lograr una mayor sensibilización:


3.1.1. La comunidad celebra un retiro anual donde examina su identidad como sujeto de animación vocacional y analiza la fuerza "provocadora" de su acción.


3.1.2. La comunidad se cuestiona sobre su talante juvenil y de apertura, analizando si los jóvenes más comprometidos se sienten animados a participar espontáneamente en la vida y oración de la misma.


3.1.3. La comunidad revisa periódicamente las actitudes educativas y el sentido de todo lo que lleva a cabo en la obra.


3.1.4. La comunidad favorece, programa y evalúa la animación vocacional en relación con los demás grupos de la familia salesiana, en orden a la animación vocacional.


3.1.5. La comunidad celebra el día vocacional mensual implicando a los destinatarios".



6. La comunidad salesiana, la mejor propuesta vocacional


En Todavía hay buena tierra para la siembra Don Viganò dedica un epígrafe al tema comunitario. Creo que nos sirve bien de marco a lo que vamos a decir después: "Es una mediación privilegiada: en su vida de cada día ayuda a oír de cerca y a acoger e interpretar la llamada interior del Señor, y ofrece al joven referencias concretas para realizar su deseo de donación. Pone a su disposición un tejido de relaciones, impregnadas de trato familiar y de compromiso, y un ambiente de comunión donde el joven puede vivir y desarrollar mejor su fe y experimentar la atrayente llamada de la misión, llegando incluso a comprender que ni los defectos de los otros ni los propios son obstáculo para realizar un proyecto de vida auténticamente vinculado a Cristo y claramente eficaz en hacer el bien" (p. 19).


Mucho más recientemente, D. Vecchi insiste en lo mismo: “El clima de familia, de acogida y de fe, creado por el testimonio de una comunidad que se da con alegría, es el ambiente más eficaz para el descubrimiento y la orientación de las vocaciones. Tal testimonio suscita en los jóvenes el deseo de conocer y seguir la vocación salesiana. Esto dicen nuestras Constituciones. Es preciso hacer más visible el hecho de ser comunidad religiosa que vive y que trabaja unida. Con frecuencia, los jóvenes no encuentra una comunidad de personas, sino Salesianos que trabajan individualmente.


6.1. Comprender la comunidad


Sigo en este apartado a Raúl Berzosa en su libro El camino de la vocación cristiana.

Existen diversos tipos de comunidad entre nosotros:


-De observancia: el individuo vive para la comunidad; las necesidades de los individuos se deben subordinar y adaptar a las de la comunidad.


-De autorrealización: la comunidad vive para los individuos. El grupo existe para el bien del individuo.


-Para el Reino: comunidad para los valores. Ni la comunidad para las personas, ni las personas para la comunidad. Es una comunidad que sirve a los valores (los interioriza y exterioriza). Es una comunidad de "transcendencia" (lo cual no quiere decir negar el aspecto humano; nadie da lo que no tiene).


Esta comunidad para el Reino no es una utopía, es una realidad "realista" y conflictiva: lucha generacional, de convivencia (unidad-pluralismo), de cambios (estabilidad-cambio)...


La madurez de una comunidad se mide por la manera de afrontar y resolver sus conflictos, teniendo en cuenta las cuatro coordenadas estudiadas (sentido de pertenencia, oración, consagración y misión).


Siempre bien entendido que no es la comunidad la que "crea" la madurez personal, aunque sí puede y debe favorecerla. El grupo puede favorecer el crecimiento de las personas, pero no producirlo.


Esa comunidad por el Reino ofrece estas líneas descriptivas:


-No es un club (de jóvenes o ancianos, da lo mismo), o un albergue, sino una comunidad marcada por valores evangélicos; la comunidad no es nuestra, sino de Jesús que la ha llamado.


-Es oblativa en favor de estos valores.


-No se puede confundir el respeto a las personalidades individuales con el "culto" a las personalidades: quienes nos juzgan son los valores.


-Importancia máxima a la hora de elegir y seleccionar los valores concretos operativos en una comunidad.


-No se puede tomar como "carisma personal" o "profetismo" lo que es sólo una inconsistencia psicológica o emotiva.


-Siempre que una comunidad madura en sus valores ayuda a crecer y es fuente de nuevas vocaciones...



6.2. Vivir la comunidad


En las comunidades no son los conflictos, las tensiones, los que constituyen los verdaderos problemas, sino el modo de afrontarlos (el conflicto puede ser privilegio de conversión y crecimiento comunitario).


Es necesario afrontar con realismo el conflicto. Educarnos para él. No sirve:


-Formar alianzas y coaliciones (unos con el superior; otros con el rebelde; otros indiferentes...).


-Evadir el problema: luchas reiteradas de descarga momentánea (diálogo a voces, que es monólogo).


-Resignación: callar y seguir adelante.


-Doble juego (delante-detrás).


Debemos ir a la raíz del conflicto:


-No tiene sentido asustarse porque se produzcan discusiones(los valores a vivir no son nuestros, y no se trata de saber quién lleva razón).


-La renuncia a confrontar y dialogar puede resolver algunos pequeños problemas pero nunca problemas de fondo.


-La vía del diálogo sincero es siempre la más eficaz.


Para afrontar con realismo los conflictos es necesario hacerse siempre una pregunta: ¿Cómo percibimos a los demás?...


-Es inevitable que poseamos unos esquemas cognoscitivos del otro, pero deben ser siempre abiertos y flexibles, nunca rígidos.


-Sucede que las distorsiones mías respecto al otro provocan en él el actuar delante de mí como yo le veo distorsionado.


-El cambio cognoscitivo mío respecto al otro puede favorecer el cambio del otro.


-Debemos romper los mitos que se repiten una y otra vez en las comunidades: angelismo (si hay problemas es que nos odiamos), el chivo expiatorio (cuando algo no funciona hay que buscar al culpable), providencialismo (todo en la comunidad es cuestión de buena suerte), uniformidad (todos a la misma imagen), pesimismo (no hay nada que pueda cambiar), evasión (cuando hay problemas internos buscar actividad hacia afuera), espiritualismo (rezando se supera todo), "horizontalismo o psicologismo" (psicoanálisis).



6.3. Construir la comunidad


Nuestras comunidades serán auténtica propuesta vocacional si además de comprender y vivir la comunidad sabemos construirla. ¿Cómo?


  • Detectando los roles que existen para purificarlos y que no se "fijen". Que los jóvenes nos vean frescos, no encasillados:

-poderosos (los que dominan),

-gregarios parásitos (se dejan manejar),

-pacifistas apáticos (querámonos sin problemas),

-emparejados (viven el mundo en pareja),

-integrados (viven a gusto con la costumbre, tradición),

-independientes (ni entran ni salen en la comunidad),

-eternos insatisfechos (rebeldes por principio).


  • Educando en la capacidad de diálogo auténtico (entre nosotros y con los jóvenes).

  • Ayudando a construir verdaderas identidades maduras.


  • Revisando nuestra vida desde los valores que intentamos vivir.


  • Favoreciendo los tiempos de silencio y encuentro con el Otro (oración), con el totalmente Otro.


  • Sabiendo que nuestra comunidad no es nuestra (a nuestra imagen) sino que es de Jesús.


6.4. ¿Qué comunidad? Hogar y taller


Si nuestras comunidades quieren ser algún día relevantes y significativas para los jóvenes se me ocurre que tendrán que convertirse en hogar y en taller. Sigo en ésto a José Antonio García, Hogar y taller. Seguimiento de Jesús y comunidad religiosa (Sal Terrae, Santander 1985).


Hogar sugiere el lugar humano del encuentro y la distensión -zona verde de las relaciones humanas-, de la plegaria, de la palabra que todos necesitamos oír, de la resistencia a los ídolos culturales, de la fiesta.


-Se tratará de crear espacios gratuitos donde la gente descanse, se encuentre a gusto, oiga palabras que él mismo no puede decirse (recordad las "caricias" de que nos hablaba Mateo durante la formación permanente a propósito del Análisis transaccional).


-En el hogar se podrá exteriorizar la alegría profunda, el agradecimiento al Señor por habernos llamado a estar con Él.


-También el hogar nos dará la fuerza para superar el desgaste que producen algunas "herejías" de las que vivimos, como la «herejía del celibato», para dar con una «espiritualidad de la resistencia cultural» (J. F. Kavanaugh). Es el lugar del "espíritu de familia": "En un clima de mutua confianza y de perdón diario, se siente la necesidad y la alegría de compartirlo todo, y las relaciones se regulan no tanto recurriendo a la ley, cuanto por el movimiento del corazón y por la fe" (Const. 16). El lugar donde uno se encuentra como en casa, donde su afecto es correspondido y donde reina el optimismo y la alegría.


"En resumen: si la modernidad ha producido una ruptura de las convicciones participadas y un sujeto interior muy curvado sobre sí mismo, con mayor dificultad de lo normal para pasar de la esfera privada a la comunitaria, la comunidad debería esforzarse por favorecer la socialización de sus convicciones y la comunicación y expansión desangustiada entre los miembros que la forman. La metáfora «hogar» sugiere muchas cosas en ambas direcciones" (p.22).


Taller sugiere el lugar de las herramientas, donde se idean proyectos y se construyen cosas...

La comunidad es el lugar del discernimiento apostólico, donde un grupo de hombres, captados por el Espíritu de Jesús, sensibles a la lectura que Don Bosco hizo del Evangelio (Const. 11) nos hacemos la pregunta fundamental que dio sentido a nuestras vidas: ¿Cómo está Dios en el mundo concreto de los jóvenes? ¿Cómo quiere estar en él?


Termino con un párrafo tomado de la otra gran circular de la que ya hemos hablado: Nuestra oración por las vocaciones:



"Cuando en el Padrenuestro, rezamos: "venga a nosotros tu Reino", pedimos al Señor ser colaboradores de sus proyectos, como lo fue en plenitud María. Aprendamos de ella a considerar la vocación como un verdadero tesoro que debemos apreciar, proponer, defender y hacer fructificar en cada uno de los jóvenes que se nos acerquen" (p. 28).


José Luis Guzón








FORMACIÓN



4. La fraternidad, criterio vocacional


El último aspecto de nuestra reflexión, la fraternidad, constituye también un Criterio para el discernimiento vocacional, ya que la auténtica vocación cristiana es llamada a la fraternidad, como hemos puesto de relieve. Y si la comunidad cristiana es regazo materno de toda vocación, la vocación que nace de ella tendrá que reproducir necesariamente su carácter esencial, la fraternidad que le ha dado la vida, del mismo modo que todo hijo expresa a quien le ha engendrado. Pero ¿de qué fraternidad estamos hablando?



4.1. La condición fraterna


Hablábamos al principio de la singular situación sociocultural actual, caracterizada por un sentido creciente de aislamiento recíproco, de extrañamiento interpersonal, de encerramiento progresivo dentro de los propios espacios e intereses, dentro de las propias depresiones y los propios ídolos a veces. No es una situación total y radicalmente nueva. Habría recordar que la llamada <<vocación de consagración especial>> no pocas veces en la historia ha facilitado, a individuos que por diversos motivos temían implicarse en la relación interpersonal, una especie de cobertura social-oficial, como si vivir consagrados a Dios, al Dios Trinidad, al Dios de la relación, pudiera permitir no vivir suficientemente la relación misma, o como si se viera ésta como una amenaza para la propia integridad y perfección privada. E1 daño que estas personas <<single>> (estos <<osos>> o <<lobos>>) han hecho a la vocación consagrada, en el presbiterado y en la vida religiosa, ha sido notable, también en la perspectiva vocacional. Éste es un motivo más para afrontar este punto conclusivo y tratar de esbozar al menos algunas características de la capacidad de relación y comunión, especialmente entre las menos conocidas y consideradas hoy más problemáticas, como ahora haremos. Pero este riesgo es también una razón profunda para que especialmente la comunidad religiosa dé ejemplo de una fraternidad donde la belleza de estar juntos sea más atractiva que todo individualismo salvaje y pueda conjugarse con el esfuerzo de la aportación personal.



4.1.1. Sentido de pertenencia


Es la capacidad de sentirse parte de un grupo de personas con las que se comparte la misma raíz, los mismos valores, el idéntico proyecto del Padre, gracias al cual esas personas se convierten en hermanos y ese grupo en la propia familia. El sentido de pertenencia brota del sentido de identidad, es su elemento esencial. El hombre, en efecto, debe pertenecer a algo o a alguien; está hecho para entregar su vida y su corazón, su llamada y su futuro en las manos (o en el corazón) de otro. Tendrá que elegir a quién, pero no podrá dejar de hacerlo. Sentido de pertenencia quiere decir confianza en el otro y en la vida, hasta el punto de elegir depender del grupo y de sus normas, libertad de convivir con personas que no se han elegido, afecto que no viene de la carne ni de la sangre, pero que no deja de ser humanamente rico.



4.1.2. Sentido de la alteridad y de la diversidad


Se pertenece al grupo en el que se reconoce la propia identidad, pero sin que esto lleve a un acaparamiento del cerebro o a renunciar a la propia originalidad. No es un equilibrio sencillo y al alcance de la mano, pues normalmente pasa a través de un tiempo de preparación, pero lleva a la libertad de aceptar la diversidad de los demás, a permitirles ser ellos mismos, a no convertir en conflicto las diversidades y a descubrir la riqueza de la relación con quien es <<otro>> diferente de <<mí>>. Abunda hoy en día una especie de <<homosexualidad latente>> como tentativa de homologar al otro, de nivelar las diversidades, de hacerle a la fuerza semejante a uno mismo, de establecer la relación sólo con el parecido... que es exactamente lo contrario de la fraternidad humana y evangélica.


<<El camino para encontrar la fraternidad pasa a través del reconocimiento de la diversidad. Si Caín hubiera aceptado ser "diferente" de Abel, no le habría matado, con lo que mató también la propia posibilidad de ser "hermano">> (T. BRIZZOLARA).



4.1.3. Gratitud y gratuidad


La gratitud es una virtud que actualmente está muy poco de moda. A veces se la reduce a un trato de simple buena educación. Y, en cambio, supone un psiquismo sano, capaz de reconocer la verdad de la vida, de la vida como don recibido y totalmente inmerecido, don de Dios que ha llegado a la persona

a través de la mediación de muchas personas, don siempre superior y más significativo que esa dosis de límite y de maldad que también forma parte de la vida.

Quien consigue esta reconciliación con su propia existencia descubre que no hay nada más lógico que... restituir el don, descubre que el don recibido tiende por su propia naturaleza a convertirse en bien que se da, no por elección heroica, sino porque el don está hecho así y porque este mecanismo hace que nos pongamos en movimiento.

Y entonces pasa de la gratitud a la gratuidad, de la certeza de haber sido amado a la certeza de poder y deber amar, poniendo concretamente al servicio de los demás la propia vida. Con sencillez y serenidad, sin creer que hacemos cosas grandiosas, sino al contrario, plenamente convencidos de que, por mucho que uno dé y se dé a la vida y a los demás, no conseguirá nunca igualar la diferencia con lo que ha recibido.




4.1.4. Responsabilidad hacia la comunidad


Existen consumidores de comunidad y constructores de comunidad. Los primeros simplemente se aprovechan de la fraternidad y se lamentan de lo que no funciona en ella; los segundos aportan lo que saben y pueden para corregirla y promoverla, y saben en cualquier caso que la fraternidad será lo que ellos quieran hacer de ella.


Sentido de responsabilidad no significa solamente hacerse cargo de los demás, sino percibir la necesidad de su esperanza, apreciar la personalidad de quien está al lado, sentir al hermano como camino normal del propio encuentro con Dios. Es peligroso quien es consumidor de la comunidad y no se siente responsable de nadie, pero también lo es quien no tiene o cree no tener necesidad de nadie, quien pretende bastarse a sí mismo y no sabe o no quiere recordar cuántas veces él mismo ha sido llevado a hombros de los demás. En el fondo, la responsabilidad hacia los demás nace del grato convencimiento de haber sido generados y de la correspondiente certeza de ser capaces de generar. Más en concreto, vocación religiosa o sacerdotal quiere decir entregarse al instituto o al presbiterio, pero quiere decir también acoger consigo, cargar sobre los propios hombros la carga y la responsabilidad de la comunidad religiosa o presbiteral.



4.2. La fraternidad, lugar de discernimiento vocacional


La fraternidad no es sólo contenido virtuoso, ideal hacia el que tender o modalidad pedagógica con trasfondo vocacional; es también un contexto natural dentro del cual puede y debe tener lugar el discernimiento vocacional.


Ya hemos aludido al valor vocacional de una experiencia de fraternidad. Resaltemos y especifiquemos ahora que sólo en una situación existencial de fraternidad se pueden ordenar, o encontrar, los dos aspectos de un discernimiento vocacional: el realizado por el sujeto y el realizado por la institución.


En primer lugar, un joven de esta generación de relaciones frías, metálicas, sospechosas... y, no obstante, sediento de una relación fresca y transparente, sólo viviendo concretamente una experiencia de fraternidad en el sentido pleno del término puede discernir su vocación; sólo en ese contexto se sentirá capaz de apreciar la fraternidad y percibir la verdad-belleza-bondad de una vida dedicada a

anunciar la paternidad de la que se deriva toda

fraternidad.


Más aún, soy de quienes piensan que si al joven, también en el plano intrapsíquico, no se le expone a un cierto tipo de relaciones basadas en intercambios, reciprocidad, palabras verdaderas, miradas limpias, amistad fiel, perdón dado y recibido, afecto intenso... se queda expuesto a otra terrible posibilidad: la de que en él no salten nunca algunos dinamismos intrapsíquicos ni se plasme una forma especial de apertura hacia el otro, lo que puede hacerle correr el riesgo de seguir siendo toda la vida un ser incompleto, un animal asocial, una isla sin playa, una subespecie humana. No olvidemos que hoy el clima emotivo dentro de las familias no es tan cálido y gratificante como antaño ni transmite aquella certeza fundamental de haber sido intensamente amado y haber sido hecho capaz de amar. Y esto hace que el joven sea débil emotivamente, inseguro, un candidato a convertirse en <<lobo>> o en <<oveja>> (según el... pastor que le toque) y aún más necesitado de hacer experiencia de fraternidad. Es esta experiencia la que hace nacer la vocación a ser plenamente hombre o mujer; y sólo en esta llamada, acogida y vivida, puede insertarse la llamada que viene de arriba, para entrar en relación con Dios, para vivir la otra dimensión de la fraternidad, la de la filiación del Padre.


Está claro, sin embargo, que no basta con que el individuo, el interesado directo, percibiendo la belleza y advirtiendo la atracción de una cierta experiencia, quede encantado inmediatamente ante quién sabe qué luminoso futuro. Sabemos muy bien, desgraciadamente, lo que sucede cuando jóvenes excesivamente seguros de sí mismos imponen o querrían imponer su supuesta vocación. Todos conocemos las nefastas consecuencias de los casos de falso discernimiento vocacional o autocandidatura. Se daban ya en tiempo de san Jerónimo, según el cual...


<<...hay cuatro clases de apóstoles: una es la de los no elegidos por los hombres ni por medio de los hombres, sino directamente por Jesucristo y por Dios Padre; otra, la de quienes Dios elige por medio de los hombres; la tercera, la de los elegidos por los hombres pero no por Dios; y la cuarta, la de quienes no han sido elegidos por Dios ni por los hombres, sino sólo por ellos mismos>> (San Jerónimo).


Es terrible pensar que se pueda tomar tan a la ligera a Dios y a los hombres. Es la degeneración extrema del individualismo de que hablábamos, elegante expresión del hazlo-a-tu-manera incluso en el plano de las relaciones con Dios, e hipócrita como pretensión devota de interpretar su voluntad. Así pues, estemos atentos, ya que, con estos claros de luna (léase crisis de vocaciones), a algún hambriento animador vocacional (o rector de seminario en crisis de abstinencia) no le parece que se puedan encontrar jóvenes superseguros de ser llamados.


Recordemos entonces el precioso principio ya señalado anteriormente y que ahora podríamos reformular así: quien no pasa a través de la criba de la fraternidad, quien no se confronta con ella y con la mediación del juicio o del discernimiento de la fraternidad misma (comunidad parroquial o religiosa, con sus diversas articulaciones, desde el guía espiritual hasta los miembros del grupo), quien se presenta él mismo autoesponsorizándose, no puede ser automáticamente aceptado. ¡No existe autocandidatura en la llamada cristiana!


Tampoco quiere decir esto que haya que rechazarlos en bloque. Démosles la posibilidad de confrontarse con una experiencia verdadera de comunidad, con todas las caras y esquinas de las relaciones humanas, con todas las dinámicas y los retos de la relación interpersonal. Sobre todo, verifiquemos su disponibilidad para la obediencia no sólo en relación con los superiores y la autoridad, sino con los demás, con la fraternidad. Justamente como sugería san Bernardo: <<Fratres sibi invicem oboediant>>...


Y el discernimiento se producirá espontáneamente. Por otra parte, si la fraternidad es sujeto llamante y objeto de la llamada, si es lugar y medio a través del cual Dios llama en su Espíritu, nada más lógico que sea una vez más la fraternidad criterio y sujeto de discernimiento. No por mérito suyo, sino porque tiene la garantía de una Presencia: <<Donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos>> (Mt 18,20).







COMUNICACIÓN




Daniel Martín Mayorga


Arbor CLXVII, 658 (Octubre 2000), 313-323 pp.



1. ¿Qué es Internet?


Como ocurre con cualquier fenómeno complejo, e Internet lo es realmente, una pregunta como ésta puede responderse de múltiples formas, según las facetas que queramos resaltar.


En primer lugar, Internet es una tecnología que ha dado lugar a una red; o, de forma más precisa, a una red de redes -de miles de redes- que conectan millones de ordenadores y dispositivos de todas clases.


Internet utiliza una tecnología básica, la conmutación de paquetes, que permite de una forma muy eficiente la comunicación entre ordenadores. Pero lo que de verdad caracteriza a Internet es su apertura, su accesibilidad desde cualquier tipo de ordenador. El carácter abierto de Internet ha contribuído sustancialmente a establecer su dominio sobre otras tecnologías y redes similares que han seguido modelos más cerrados, de índole propietaria, o bien han permanecido restringidos a algún tipo de comunidad, industria o empresa.


Un conocido ejemplo de red abierta es la red telefónica, y ello es precisamente lo que ha permitido la ubicuidad de este servicio. Sin embargo, Internet representa un cambio de escala: a diferencia de la telefonía, limitada a la comunicación oral entre personas, Internet tiene un carácter multifuncional que permite cualquier forma de comunicación (texto, vídeo, audio, gráficos). Es la apertura completa.


Si la base de Internet es la tecnología y su carácter abierto, hay una definición de Internet, un ser de Internet, que rebasa ampliamente la realidad física de las múltiples redes que forman la Red. Internet es el estímulo y catalizador para un nuevo mundo naciente, es el fermento del gran cambio que se está produciendo en la sociedad.


Alrededor de Internet, desde y a través de la Red, se está cambiando la estructura de los negocios y de las relaciones empresariales; se modifican los vínculos entre las personas, los conceptos de distancia, localidad y globalidad. Y, por supuesto, la interacción de los ciudadanos entre sí y con sus gobiernos. No podemos aventurar el sentido de la evolución de todas estas estructuras y actividades; pero sí sabemos que todo va a variar profundamente, que hasta el momento apenas percibimos la parte visible del iceberg. E identificamos todo este cambio, toda esta revolución, con Internet.

Cuando hablamos de Internet, también queremos decir -<<el tiempo de Internet fluye más rápido>>- actividad constante, nueva y en muchos casos contradictoria, espíritu creativo, protagonismo de las ideas y desdramatización del fracaso, pues en este mundo nuevo se aprende a través de la prueba y del error. Internet, pues, traslada, representa y transmite una serie de valores que van más allá de los dispositivos que la forman. Es el símbolo de una forma de pensar, de vivir, de crear, de trabajar y de ganar dinero.


Internet es un club con más de 250 millones de asociados, que admite 100 millones de nuevos miembros al año. Esta velocidad de crecimiento no tiene equivalente conocido hasta ahora, y queda muy por encima de los tiempos de difusión de la radio, la televisión o el teléfono, por citar algunos ejemplos de fenómenos de rápida aceptación y gran impacto social.


El tráfico, es decir, la cantidad de información que circula por la red, se dobla cada 100 días. Ello refleja no sólo el crecimiento en el número de usuarios; también la extensión de aplicaciones cada vez más sofisticadas con fuerte contenido de gráficos, vídeo y audio. El número de servidores se duplica bimestralmente, siendo en la actualidad de aproximadamente 20 millones. Es decir, 20 millones de lugares en los que se almacena y proporciona acceso a todo tipo de datos, lo que, sin necesidad de cálculos precisos, da rápidamente una idea sobre el ingente volumen de información que existe en la Red.



2 Breve historia de Internet


¿Cómo llegó Internet a ser lo que hoy tanto nos sorprende?. Un fenómeno de tal complejidad y tan largo alcance, no puede obviamente, corresponder a un diseño ni a una planificación. Si Internet se hubiera planteado con el propósito de alcanzar la funcionalidad que hoy tiene, se habría predefinido de otra manera, con más controles y condicionantes, buscando una mayor calidad de servicio... pero limitando, consciente o inconscientemente, sus posibilidades. Y el resultado hubiera sido otra red de comunicaciones, una de tantas, que alcanzaría un

mayor o menor éxito dependiendo de las circunstancias.

Internet surge como una tecnología nueva desde su original entorno reducido de las universidades y laboratorios, en el que había sobrevivido constreñida durante mucho tiempo. Su explosión se debe a la conjunción de una serie de factores, entre los que destacan la caída del precio de los equipos y tarifas de las telecomunicaciones y la disponibilidad de un medio de acceso común, el World Wide Web.

Podemos simplificar esquemáticamente el desarrollo de Internet en tres etapas:



1ªfase: El nacimiento de la tecnología


Las raíces tecnológicas de Internet se desarrollan en los años 60 cuando varios grupos de investigadores trabajaron en paralelo en modelos de comunicación entre ordenadores. De estos estudios surgieron dos conceptos de excepcional importancia: la conmutación de paquetes y las redes distribuidas.

Los primeros avances se desarrollaron en tres lugares: el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y el RAND en Estados Unidos, y el NPL del Reino Unido:

En 1961, Leonard Hleinrock publica <<Information Flow in Large Communication Nets>>, el primer artículo sobre la teoría de la conmutación de paquetes. Hasta 1967, HIeinrock y Larry Roberts junto con otros investigadores sentaron las bases teóricas de la comunicación entre ordenadores.

De manera independiente y en plena guerra fría, Paul Baran, de la RAND Corporation, analizaba los problemas estratégicos derivados de un hipotético conflicto; en concreto, un sistema de comunicaciones que pudiera superar un ataque nuclear de la Unión Soviética. Basándose en trabajos sobre sistemas de ordenadores en paralelo, desarrolló los conceptos de “paquetes", cortos bloques de información en los que se troceaban los mensajes a comunicar, y que eran autosuficientes para viajar por una red, eligiendo el camino más corto o más seguro y recombinándose en el destino para formar el mensaje original. Las redes por las que circularían estos paquetes serían unas redes mucho más descentralizadas que la conocida red telefónica. Y sus nodos tenían suficiente conocimiento de su arquitectura como para tomar autónomamente la mejor decisión a la hora de encaminar los paquetes. Es interesante destacar que el principal interés de estos estudios, las comunicaciones de voz por paquetes, se abandonó después y sólo se ha retomado comercialmente en los años 90. La palabra <<paquete>> se adoptó a partir de los trabajos del NPL en el Reino Unido, el tercer grupo activo en este terreno.

Estas bases teóricas con las que se definieron las primeras redes de ordenadores siguen dando sustento actualmente a Internet, así como a otras redes similares públicas o privadas.

El concepto conmutación de paquetes supone un importante avance sobre la conmutación tradicional de circuitos, orientada a la voz. Esta tecnología hace a la comunicación más eficiente, puesto que sólo se asignan los recursos cuando se van a utilizar, y más flexible, debido a su naturaleza lógica frente a la mayor ligazón de la conmutación de circuitos a los recursos materiales existentes. La conmutación de paquetes y las redes distribuidas están mucho más adaptadas a las comunicaciones entre ordenadores que otras tecnologías tradicionales, por lo que facilitaron un rápido desarrollo teórico y práctico de estas redes.

A finales de los años 50, tras el lanzamiento del Sputnik por la Unión Soviética, el departamento de defensa de los Estados Unidos forma la Advanced Research Projects Agencia (DARPA), para mantener el liderazgo científico y tecnológico en el terreno militar.

DARPA fue primero dirigida por J.C.R. Licklider. Esta circunstancia fue afortunada, ya que este investigador había publicado un artículo precursor describiendo una red de ordenadores interconectados en la que se pudiera acceder desde cualquier sitio a toda la información y programas en ellos almacenados.

En 1966 y 1967 DARPA y Lawrence G. Roberts (MIT) y los otros equipos del MIT, desarrollaron el primer plan para una red de ordenadores, finalmente llamada ARPANET

En 1968 se contrató el desanollo de los nodos (Interface Message Processors) a Bold, Beranek & Newman, que los implementaron a fines de 1969 sobre miniordenadores Honeywell, uniendo los centros de proceso de cuatro universidades: UCLA, Stanford, Santa Bárbara y Utah. En los últimos 60 y primeros 70 se fueron desarrollando los protocolos de la comunicación y añadieron a la red otras universidades. En 1971 ya había un total de 15 nodos interconectados.



2ª fase: El Desarrollo de Internet


Desde la red original ARPANET se fue formando Internet, tanto por el propio crecimiento de aquélls como, y sobre todo, agrupando y federando los cíentos y miles de redes que se desarrollaron en los años 70 y 80, fundamentalmente en el entorno universitario.

Internet se basa en el concepto de <<internetworking>>, de donde procede su nombre: un procedimiento por el que todas las redes se comunican entre sí y cooperan en el trasvase de la información, aunque cada una de ellas sea muy diferente de las demás. Es decir, se trata de conseguir una federación de redes, que, aunque específicas cada una del entorno en el que operan, consigan la comunicación segura y fiable entre dos usuarios cualesquiera conectados a dos entornos diferentes, alejados entre sí y separados por otras tantas redes intermedias.

Tras las dos primeras ideas fundamentales, la conmutación de paquetes y la descentralización de las redes, aparece un tercer pilar de Internet: la arquitectura de red abierta.

La arquitectura de red abierta fue introducida por R. Kahn en 1972, y los protocolos que aplicaba esta arquitectura fueron desarrollados por Kahn y V. Cerf en 1973; dando así origen al lenguaje TCP/IP con el que se comunican las redes que forman Internet.

IP (Internet Protocol) es el protocolo de red que asegura la dirección y el encaminamiento de los paquetes individuales; los cuales, según el concepto de conmutación de paquetes, tienen una vida autónoma en las redes.

TCP (Transmision Control Protocol) es el protocolo de transporte que, mediante el diálogo entre los dos extremos de la comunicación, asegura que ésta es finalmente fiable y se realiza al ritmo adecuado.

Paradójicamente, la clave de lo que es hoy Internet hay que buscarla en estos protocolos que no son demasiado modernos. Las ideas básicas de sencillez de implantación, comunicación <<Best Effort>>, paridad entre redes control de flujo, datagrama y circuito virtual, etc... están en ellos desde el comienzo. Por ejemplo, aparecen ya los <<routers>>, que son los conmutadores que encaminan los paquetes por las redes. Estos routers han de ser muy sencillos, realizando las mínimas tareas necesarias para enviar un paquete por la ruta conecta, sin guardar ninguna memoria respecto a la comunicación completa. Este concepto es en la actualidad el dominante, y es de destacar su tenaz resistencia al paso del tiempo y de la evolución tecnológica frente a otros modelos aparentemente más sólidos y ordenados, sobre los que se basan las grandes centrales telefónicas.

Como ya se había mencionado, en los años 70 se multiplicó el número de redes conectadas a Internet, aunque de manera siempre restringida al ámbito académico. A la vez, se fue produciendo la apertura internacional, mediante la conexión de redes universitarias, especialmente europeas.

A mediados de los 70 se abrieron al servicio Telenet y Tymnet, las primeras redes comerciales de conmutación de paquetes en EE.W. En el resto del mundo, Telefónica fue pionera desarrollando en 1976 una red pública comercial de ordenadores basada en la tecnología de la conmutación de paquetes. También en 1976 se aprobó el primer estándar internacional de comunicación de datos, conocido por las siglas X.25. Finalmente, cabe resaltar que se han seguido desarrollando diversos tipos de protocolos hasta el momento actual, en el que se está produciendo la convergencia hacia IP como lenguaje universal de las redes.

Es interesante reconocer también como un hecho muy característico de Internet el énfasis puesto desde el principio en el desarrollo de aplicaciones para el uso de las redes, más allá del mero diseño de éstas. En los años 70 y 80 se desarrollaron algunas de las más populares: la primera aplicación de correo en 1971; la especificación de acceso remoto (Telnet) al host en 1972; la transferencia de ficheros (FTP) en 1973; las listas y grupos de noticias a partir de 1979, etc..

Esta circunstancia ha sido esencial, pues ha permitido compartir el lenguaje de comunicación desde el principio, extendiendo el concepto de red abierta hasta las aplicaciones. Dichas aplicaciones, las anteriormente mencionadas y alguna otra, han sido y son tremendamente populares y han contribuido en gran medida a que Internet sea en verdad una red de personas que se conectan mediante ordenadores u otros dispositivos.

Por último, en 1984 se introduce el Domain Name System (DNS), sistema que separa los conceptos de dirección de red de la aplicación o de la persona (p.ej.: nombre.apellido@compañía.com), y además define una forma de realizar las traducciones entre ambas direcciones, verdaderamente eficiente y escalable por su naturaleza distribuida. El sistema DNS ha contribuido a guardar un orden en el caos del crecimiento de Internet, manteniendo la unidad de las direcciones de una forma bastante económica.

Un hecho trascendental para la proliferación de los protocolos TCP/IP y, por tanto, de Internet, fue su inclusión en la versión del sistema operativo UNIX desarrollada por la universidad de Berkeley. UNIX y en particular, la versión de Berkeley, se expandió rápidamente como sistema operativo de referencia entre la comunidad académica y con él el uso de TCP/IP como estándar de comunicaciones.



3ª fase: La explosión


En los años 90, Internet había crecido bastante; pero esencialmente seguía siendo un conjunto de redes académicas con algunas incursiones de empresas ligadas a la tecnología. En 1992 había alrededor de 1.000.000 de hosts conectados. Un crecimiento sin duda importante, pero nada asombroso todavía.

En el arranque de los 90 empezaron a aparecer los primeros usos <<comerciales>> de Internet, principalmente correo y transferencia de ficheros entre el personal de grandes empresas. Esto, junto con la política de restringir este tipo de actividades extraacadémicas por la National Science Foundation, responsable en aquel entonces del núcleo de Internet, dio lugar a la aparición de los primeros operadores comerciales de Internet, como PSIU o UUNET, que se reconocieron en el dominio <<.com>>.

Todas estas compañías, conocidas luego como ISPs o Internet Service Providers, surgieron de iniciativas de ingenieros que, en su momento, estuvieron a cargo de ramas locales o regionales de la Internet académica. Estos nuevos empresarios y operadores de redes han dado un carácter muy innovador al desarrollo de Internet, creando una industria que compite activamente con los operadores telefónicos tradicionales y, en muchos casos, fusionándose con ellos y a la postre transmitiéndoles su cultura emprendedora.

A pesar de todo este proceso evolutivo, la Internet anterior a 1994 se mantenía como una <<curiosidad>> académica. Entonces se produjo el gran salto con el World Wide Web, que introdujo la capacidad de acceder de forma sencilla y rápida a toda la información de Internet.

World Wide Web fue creado por Tim Berners-Lee en el Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN). Se trataba de desarrollar un lenguaje y un protocolo que permitiera navegar por la red y encontrar la ingente cantidad de información existente de forma sencilla y eficaz. WWW hacía posible alcanzar diferentes documentos independientemente del ordenador donde estuvieran almacenados con un simple <<click>> en el ratón.

En 1993 se dispuso de la primera versión del navegador para el usuario, MOSAIC, que después se ha convertido en el popular Netscape o en Explorer de Microsoft. Este desarrollo comercial supuso mucho más que una implantación directa del WWW, ya que introdujo dos cambios clave: se añadieron gráficos (el modelo <<académico>> sólo disponía de texto), y se realizó la versión para Windows, con lo que fue puesto al alcance de todos.


La WWW es lo que hace que Internet explote, ya que transforma un sistema complejo en algo extremadamente sencillo y útil para todas las personas. A partir de ese instante comenzó una espiral de crecimiento. Internet, con su gran cantidad de información ordenada y accesible, atrae a miles de usuarios que, a su vez, están también interesados en poner información en la red; con lo que se genera un imparable proceso de realimentación positiva. La ley de las redes (atribuida a Metcalf, el inventor de Ethernet) está operando y se nota: la potencia y la utilidad de una red aumentan según el cuadrado del número de usuarios conectados.



3. ¿Por qué ha triunfado Internet?


Aunque quizá esta pregunta no tenga sentido si lo que se espera es una respuesta concreta y tajante, sí es de interés repasar algunos factores que han contribuido al actual grado de desarrollo de Internet.

Internet, como tecnología, ha seguido un proceso de maduración y desarrollo relativamente largo, sobre todo si consideramos los tiempos a los que ahora se nos está acostumbrando. Más de 25 años han pasado entre los primeros pasos de la Red y el punto en el que alcanzó un cierto tamaño; y que puede situarse alrededor de principios de los 90, cuando el protocolo IP era utilizado masivamente en el ámbito académico y empezaba a ser un recurso apreciado en el mundo empresarial.

Si bien hay elementos que indudablemente han contribuido al despliegue del protocolo IP, como las facilidades dadas por el Gobierno para su implantación como estándar, y su difusión conjunta con el sistema operativo UNIX, se suelen resaltar otras razones para explicar el triunfo tecnológico de Internet frente a otros competidores. Son argumentos que se ligan a la condición de arquitectura abierta, al propio proceso de estandarización, más orientado a la implantación práctica que los modelos habitualmente mastodónticos y complejos de la UIT, y a la disponibilidad de un interfaz sencillo, agradable y gratuito como es el WWW.

Internet es también hijo del desarrollo de la electrónica, del microchip y del ordenador personal. La disponibilidad de equipos a precio asequible es una de las variables relevantes que explican las diferencias de penetración de Internet en distintos países.

Internet está soportada por las infraestructuras existentes, ya que se accede principalmente a través de las redes telefónicas convencionales. Esto, sin duda, ha sido otra gran contribución a su popularidad.



4.¿Por qué Internet es un producto norteamericano, en lugar de europeo?


En una imagen muy celebrada, George Gilder imagina el Web visto desde el espacio como una esfera radiante de luz, correspondiendo las diferentes intensidades y frecuencias de radiáción a los diversos emisores y medios de transporte por los que circula el tráfico de información, desde las pantallas de los ordenadores personales hasta la fibra óptica de las redes troncales, los cables coaxiales o las ondas de las redes celulares.

La luminosidad de esta esfera, que se duplica cada cien días, según el correspondiente crecimiento del tráfico en la red, no es uniforme. La radiación es más fuerte en el primer mundo, y la mayor intensidad corresponde a los Estados Unidos. En concreto, los Estados Unidos irradian la mitad del total; y de esa mitad California se lleva también la mitad; y a su vez el Silicon Valley es la mitad del brillo de California.

Internet es liderada por los Estados Unidos, que la crearon, desarrollaron y extendieron al resto del mundo. Que esto sea así nos parece tan natural que ni se nos pasa por la cabeza considerar siquiera la posibilidad de que la Red pudiera haber tenido diferente origen. Y, sin embargo, no debería ser todo tan obvio. ¿No se produjo, por ejemplo, en Francia, un desarrollo importante del acceso on-line

con Minitel, que presenta algunas características similares a Internet?

Hay varias claves que explican la predominancia del modelo americano. En primer lugar, habría que señalar el clima favorable a la creación de empresas. La explosión de Internet se produce y sostiene mediante la contribución de miles de pequeñas empresas, en su mayor parte de nueva creación. Para que esto ocurra, hace falta un ambiente económico y social que favorezca el espíritu emprendedor, y en esto sí que hay diferencia entre el Viejo y el Nuevo Mundo. En Estados Unidos no se requieren apenas trámites administrativos para constituir una empresa, el capital riesgo es abundante o, al menos, suficiente para cubrir de sobra la demanda, y las start-ups (nuevas empresas) se pueden desarrollar con enorme facilidad y rapidez.

Otro factor relevante es el tamaño del mercado, la disponibilidad de recursos humanos y de infraestructura; y Estados Unidos dispone de indudables ventajas competitivas en este terreno: un mercado uniforme, con casi 300 millones de habitantes que comparten leyes, idiomas y costumbres, y que ha recibido a Internet con una elevada penetración de ordenadores personales en los hogares.

La sociedad norteamericana es también, desde el punto de vista de los recursos humanos, uniforme y sin barreras en lo que respecta a legislación, movilidad y, en general, a los usos y costumbres laborales. Adicionalmente, desarrolla una política de atracción de recursos cualificados de otros países decidida, generosa y exitosa.


Las infraestructuras de partida existentes, acompañan a los mercados, ya que están concebidas para la totalidad de un país, a diferencia de lo que ocurre en Europa, donde el peso de las características de los diferentes Estados es muy importante.

Finalmente, vamos a resaltar un último factor: la iniciativa gubernamental. Internet, aunque ahora vive y prospera en el ambiente libre del mercado, se creó e impulsó desde el gobierno estadounidense, que promovió los estudios de los primeros prototipos y dio soporte a las redes Arpanet y NSFNET. Internet fue desarrollada por las principales universidades norteamericanas, que dispusieron para ello de fondos gubernamentales, de acuerdo con la práctica habitual en la

década de los 60 o 70.

Sin embargo, el período de incubación de Internet, más de 25 años, junto con muchas características de su diseño, invalida cualquier posible argumentación sobre una hipotética planificación para alcanzar lo que hoy es la Red. Ni siquiera se puede pensar en que hubo la intención de crear un estándar universal, ya que en una época tan tardía como 1988, el Departamento de Defensa norteamericano eligió OSI, competidor de Internet, como estándar de comunicaciones, dejando al protocolo TCP/IP como solución de carácter transitorio.

En resumen, Estados Unidos aunó, en una forma que Europa difícilmente hubiera podido, la iniciativa gubernamental para explorar la nueva tecnología de conmutación de paquetes; condiciones socioeconómicas favorecedoras de la innovación, y gran practicidad una fuerte orientación hacia la obtención de productos operativos. E1 resultado fue la exposición a las fuerzas de un mercado muy liberalizado de un producto terminado, probado y barato.



5. Y esto, ¿cómo sigue?


Internet es un crisol, es una red con pretensiones de totalidad que, más allá de conectar ordenadores, comunica entre sí a una ingente multitud de personas que generan, destruyen y depuran millones de ideas. Las iniciativas que surgen en Internet son probadas casi instantáneamente, con una facilidad imposible de obtener en el mundo anterior, hecho de compartimentos estancos. Y aunque el número de ideas que finalmente se concrete sea mínimo relativamente, es alto en términos absolutos, por el enorme volumen de interacciones que la Red facilita.

El desarrollo tecnológico de las comunicaciones y la informática está asegurado en los próximos años, y la razón fundamental es que existe Internet. Internet es el incentivo para acometer las fuertes inversiones necesarias para dar el salto evolutivo que llevará el acceso de banda ancha a los hogares y permitirá la movilidad multimedia.

Por ello es importante asegurar las condiciones que permitan el desarrollo en plenitud de la Red. En nuestro ámbito, que es Europa, eso se traduce en promover la máxima libertad de circulación a las ideas, eliminar las restricciones que limitan el tamaño y funcionamiento de los mercados transnacionales, y de estimular el espíritu emprendedor creando un entorno social que acepte el riesgo y reconozca el éxito.


El ANAQUEL





LA VIDA COMO NEGOCIO

(El País 10.09.2000)


Margarita Rivière


Comprar y vender vida, comerciar con la experiencia y con las emociones es la nueva frontera del mundo de los negocios, que los americanos ya han bautizado como "economía de la experiencia". Ha sido una evolución lógica, paulatina, inevitable: "No se trata de que usted compre una hamburguesa, sino de la experiencia que encierra esa hamburguesa", me dijo hace unos años el director planetario del Hard Rock Café, un joven norteamericano parecido a John Travolta. Más que el producto, lo que importaba, según él, era cómo se vivía la experiencia de comer la hamburguesa. Entonces pensé que se trataba de otra exageración norteamericana. Está claro que me equivocaba. Los que venimos de una cultura en que las experiencias no sólo eran gratis sino que, a menudo, resultaban tan inevitables como agradables o deplorables, nos hemos resistido a creer que tomar un yogur signifique otra cosa más que tomar un yogur y no consideramos muy en serio la promesa de eterna juventud que ofrecen las cremas de belleza. Pues bien, según la economía de la experiencia estas ideas no sólo están anticuadas sino que no tienen ningún futuro porque lo que motiva al nuevo individuo que se perfila en la llamada era de la información, un personaje que trabaja y vive en un territorio tan universal e ilocalizable como el ciberespacio, ya no es acumular cosas o consumir más productos sino acumular consumir experiencias y, encima, hacer negocio en ese trasiego.

Comprar una casa, por ejemplo, ya equivale a adquirir un estilo de vida, y eso parece bastante claro hasta entre nosotros. Pero, según esta nueva forma de ver las cosas cuando lo que verdaderamente importa es el estilo de vida, el negocio está menos en poseer (una casa) que en experimentar (un estilo de vida).

En esta forma de entender la vida, la economía de la experiencia aporta, además de un nuevo tipo de individuo para el cual hasta las relaciones personales son intercambios comerciales, un cambio radical en la idea de propiedad: Y eso sí que sugiere una ruptura con el pasado, con el capitalismo tal como aún lo conocemos.

Esta es la tesis del nuevo libro, “La era del acceso” (Paidós), de MIRIAM BAUER del economista estadounidense Jeremy Rifkin que desde que escribió su famoso libro EI fin del trabajo encadena una serie de avisos: cuidado, dice, que aquí pasan cosas muy gordas que nos están cambiando la vida. La riqueza, según este dibujo hiperrealista de Rifkin, no está pues en la apropiación de bienes, sino en la acumulación de emociones, vivencias, sensaciones y conocimientos. El verdadero negocio, añade, se produce en ese intercambio de experiencias, es decir, en la cultura en su sentido más amplio. Por ello, en los Estados Unidos, esos individuos del futuro que ya existen, no compran sino que alquilan, no producen bienes sino servicios; y ellos mismos alquilan y ponen en venta su propia vida en el escenario del ciberespacio, de los medios de comunicación o en la realidad. Así las relaciones personales de pago se convierten en norma y en una nueva promesa de trabajo. Sin ir más lejos, ese futuro también está ante nuestros atónitos ojos: los chicos de Gran Hermano nos vendieron su intimidad y muchos millones de españoles compraron, compramos, esa mercancía. La gran pregunta económica que Rifkin nos plantea es cuánto vale un ser humano en tanto que producto/estrella de este capitalismo reinventado que gestionan unos hombres de negocios que son, también, guionistas y programadores del negocio de la experiencia. ¿Ciencia-ficción? Cuando conocí a Rifkin, un enfant terrible cincuentón y un gran optimista que cree que hay vida más allá del beneficio económico, no me dio la impresión de que le interesara otra cosa más que la realidad. La economía de la experiencia que escribe es sólo una expresión amable de la última tiranía: el gran negocio de comprar y vender sentimientos, afectos, emociones y en fin, vidas. Rifkin nos pone un espejo ante los ojos. Que cuando nos miremos en ese espejo nos gustemos ya es otra cosa.




1 A. CENCINI, Vida en comunidad: reto y maravilla. La vida fraterna y la nueva evangelización, Atenas, 1998.

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