Inspectoría
Salesiana de “Santiago el Mayor" León , 1 de
noviembre de 2000 nº 2
LA POBREZA NOS INTERPELA
Tradicionalmente
el mes de noviembre lo dedicamos al tema de la pobreza. Antonio
Iglesias nos prepara un retiro que sirve como telón de fondo para la
reflexión comunitaria. Con frecuencia también en este mes hacemos
el llamado “escrutinio de la pobreza”. Siempre es una buena
ocasión para cuestionamos sobre este aspecto tan importante de
nuestra vida. Con todo, de la pobreza sólo hablan los ricos, porque
los pobres lo único que quieren es abandonarla cuanto antes.
L a pobreza hoy en nuestros ambientes reviste caras muy diferentes. Son esos chicos que no se centran en el estudio, que carecen de motivación que tienen un hogar desestructurado que no han gozado de cariño. A ellos tenemos que dedicar una parte importante de nuestras fuerzas para que nuestras obras sean centros acogedores como el Oratorio salesiano de siempre: “casa que acoge, parroquia que evangeliza, escuela que encamina hacia la vida, y patio donde encontrarse como amigos y pasarlo bien” (Const. 40).
Con
el mismo empeño, no olvida remo a esos otros jóvenes que realmente
viven experiencias de vida duras, allende (o aquende) nuestras
fronteras, los chicos de la calle, esos chicos “que no atienden a
razones, que las reflexiones que surten efecto con otros no lo hacen
con estos; que el niño de la calle lo que mejor que entiende es ‘el
palo’, que la amenaza de llamar a sus padres o de expulsarlos del
colegio les deja indiferentes o incluso les alegra; y que las notas,
el aprobar en junio o el repetir curso, les resulta tan lejano que es
lo mismo que hablarle a una pared” (Agustín Bueno Bueno).
Pongamos
en esta reflexión mucha ilusión y mucho cariño,
ÍNDICE
Retiro ………………………....3-6
Formación……………………7-20
Comunicación.……..........21-39
Revista fundada en el 2000
Edita y dirige:
Inspectoría Salesiana "Santiago el Mayor"
Avda. de Antibióticos, 126
Apdo. 425
24080 LEÓN
Tfno.: 987 203712 Fax: 987 259254
e-mail: formacion@salesianos-leon.com
Maqueta y coordina: José Luis Guzón.
Redacción: Segundo Cousido y Mateo González
Depósito Legal: LE 1436-2002
ISSN 1695-3681
RETIRO
Queridos hermanos:
Como
en años anteriores, aprovechamos las fechas del retiro mensual de
noviembre para reflexionar sobre el modo de vivir nuestra pobreza
comunitaria y personal.
Se
sugiere para este año centrar nuestra reflexión en el documento “LA
IGLESIA Y LOS POBRES” DE LA COMISIÓN Episcopal de pastoral social
en su capítulo 5, “La espiritualidad cristiana y
la pobreza”.
El
esquema puede ser similar al de años anteriores:
1.-
Lectura personal del documento.
2.- Reflexión y revisión comunitaria.
3.- Celebración de la palabra o celebración de la Eucaristía.
4.- Compromiso Comunitario.
El
documento puede ser la base de nuestra reflexión personal y
comunitaria.
La pobreza es ante todo una expresión de gracia. No soy nada y sin embargo Dios me ama.. No merezco nada y sin embargo Dios me ha dado su perdón y su esperanza en Jesucristo.
La
pobreza de la vida religiosa ha de volverse compromiso a favor de los
más pobres del mundo. El artículo 79 de nuestras constituciones nos
dice: “El espíritu de pobreza nos lleva a ser solidarios con los
pobres y amarlos en Cristo.”
El
salesiano pobre, sabe desprenderse de todo y pone sus esquemas, sus
horarios, su trabajo y sus bienes al servicio de los jóvenes, sobre
todo los más pobres.
Espero
que este material sirva para la reflexión tanto personal como
comunitaria. Las reflexiones son útiles, nos ayudan a avanzar poco a
poco, pero en definitiva sabemos que el vivir auténticamente la
pobreza evangélica, es cuestión de amor a Cristo, que nos sale al
encuentro no solo en la oración, sino también en las personas,
especialmente en los más pobres.
Un
abrazo,
Antonio
Iglesias.
INTRODUCCIÓN
•
Jesús vive abandonado y confiado en la providencia de su padre, e
impone la misma actitud a sus discípulos.
•
Fiel a Don Bosco, el salesiano que ha elegido ser pobre con Cristo,
ama y sirve a los pobres, opción preferente de la Congregación la
‘juventud pobre, abandonada y en peligro” (Const. 26).
•
El amor preferencial por los pobres está llamado a ser raíz y
fuente inspiradora de nuevas formas de compromiso, de solidaridad y
de justicia que hagan transparente la veracidad del seguimiento de
Jesús en la vida religiosa hoy.
•
La pobreza evangélica es uno de los valores de los que debemos dar
testimonio ante el mundo. Esto supone: Estar convencidos de que la
pobreza es un valor evangélico y vivirla de tal modo que los demás
crean en nuestro testimonio.
Canto
de
entrada. “Danos un
corazón”
Saludo
Hemos entregado por medio de la Consagración Religiosa toda nuestra vida a la juventud pobre y abandonada. Lógicamente hemos entregado también el fruto de nuestro trabajo y nuestras inquietudes. Vamos a pedir a Cristo, durante esta celebración, fuerzas para continuar en nuestra entrega generosa.
ACTO PENiTENCIAL
Por
nuestra falta de confianza en la Providencia.
Señor, ten Piedad.
Por
nuestra falta de atención y amor a los más necesitados.
Cristo, ten Piedad.
Por
nuestra falta de solidaridad con las más pobres.
Señor, ten Piedad.
Oración:
Señor, hazte presente entre nosotros.
Somos reacios a creer y nos cuesta vivir lo que creemos, pero ya que nos escoges para ser tus testigos ante el mundo, aumenta nuestra fe y danos fortaleza para seguirte con autenticidad. Por J.N.S.
LECTURAS:
Primera
Lectura (Hch.
4,32-37)
El
Grupo de los creyentes pensaban y sentían lo mismo, y nadie
consideraba como propio nada de lo que poseía, sino que tenían en
común todas las cosas.
Por
su parte, los apóstoles daban testimonio con gran energía de la
resurrección de Jesús, el Señor, y todos gozaban de gran estima.
No había entre ellos necesitados, porque todos los que tenían
hacienda o casas las vendían, llevaban el precio de lo vendido, lo
ponían a los pies de los apóstoles, y se repartía a cada uno según
su necesidad.
Canto:
Cerca está el Señor
Segunda
Lectura: (Mt. 25, 3 1-46)
Cuando
venga el Hijo del hombre en su gloria con todos sus ángeles, se
sentará en su trono de gloria. Todas las naciones se reunirán
delante de él, y él separará unos de otros, como el pastor separa
a las ovejas de los cabritos, y podrá las ovejas a un lado y los
cabritos al otro. Entonces el rey dirá a los de su lado: “Venid
benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado para
vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me
disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastera, y
me alojasteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me
visitasteis; en la cárcel, y fuisteis a yerme”. Entonces le
responderán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y
te alimentamos; sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos
forastero y te alojamos, o desnudo y te vestimos? ¿ Cuándo te vimos
enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?. Y el rey les responderá:
“Os aseguro que cuando lo hicisteis con uno de estos mis hermanos
más pequeños, conmigo lo hicisteis”.
HOMILÍA
EXAMEN
DE
CONCIENCIA
•
¿Amo sinceramente la pobreza, que hace de mí la prolongación de
Cristo pobre?
• ¿Estoy convencido que vcon la profesión de esta virtud , me he comprometido a ser para los jóvenes signo vivo del amor de Dios?
• ¿Puede decirse que nuestra comunidad es verdaderamente testimonio fehaciente de pobreza colectiva.?
• ¿En nuestra comunidad ¿el dinero se gasta como lo harían los pobres, o por el contrario, debemos lamentar con frecuencia gastos innecesarios, superfluos, no justificados...?
• ¿Se
invita de vez en cuando a todos los hermanos a hacer economía en
general y en particular a practicar las exigencias de la pobreza?
•
¿El uso de nuestras vacaciones y en general del tiempo libre ¿está
en armonía con la profesión de pobreza?
• ¿Qué signos positivos realiza la comunidad para dar testimonio de pobreza?
• ¿Qué retos o interpelaciones más urgentes tiene la comunidad en este campo?
TIEMPO DE CONFESIONES
ORACIÓN
DE LOS FIELES:
C.
Dirijamos nuestra oración
al Padre para que nos haga
dóciles a la voz de su Espíritu
y podamos seguir
a Cristo
por
la senda de una auténtica
pobreza.
L. Oh padre, tú nos has llamado al seguimiento de Cristo por el camino de la pobreza.
T.
Concédenos vivir nuestra elección
en
alegría poner nuestra confianza
en
tu providencia
y
entregarnos totalmente al servicio
del
Evangelio.
L.
Tú
nos has enseñado
que
la pobreza debe ser siempre un acto de amor hacia ti y un verdadero
abandono filial en tu
paternidad.
T.
Oriéntanos
para
no reducirla
a
una pura observancia
jurídica.
L.
Por
medio de Aquel
que
es tu Palabra, has llamado
bienaventurados
a los pobres.
T.
Haz
que, cuando la pobreza real nos cause incomodidades
y
sufrimientos, nos alegremos de participar con los
pobres
en la bienaventuranza que tú has
prometido.
L.
Tú
nos invitas a no acaparar egoístamente lo que nos has
dado
con generosidad.
T.
Haznos
capaces
de compartir todo,
y que nuestra pobreza sea un signo de nuestro amor a nuestros
hermanos y a los
jóvenes.
L.
Tú
nos permites,
Señor,
vivir en nuestro tiempo con el trabajo de nuestras manos.
T.
Concédenos
ocupar siempre nuestro tiempo, en un trabajo asiduo
y sacrificado, para
testimoniar
a los hombres
de hoy
el
sentido humano y cristiano
del
trabajo.
PROPÓSITO COMUNITARIO:
Ofrecemos
aquí, el
compromiso
tomado y pactado en comunidad
CANTO
FINAL:
El
Señor hizo en mí maravillas
(Fiesta n°56).
FORMACIÓN
LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA Y LA POBREZA
Más
de una vez, dentro de la Iglesia, hemos caído en la tentación de
contraponer la vida activa y la contemplativa, el compromiso y la
oración, y más concretamente, hemos considerado la lucha por la
justicia social y la vida espiritual como dos realidades no sólo
diferentes -que sí lo son en cuanto a su objeto inmediato-, sino
independientes y hasta contrarias, cuando no lo son en modo alguno,
sino más bien complementarias y vinculadas entre sí.
Hablando
muy en general, toda la vida cristiana se mueve dentro de la dinámica
del doble mandamiento del amor a Dios y al hombre, de la caridad
afectiva y efectiva con Dios y con el prójimo. Tanto el Nuevo
Testamento como toda la Tradición, coinciden en señalar este
aspecto como el fundamento y la esencia de la vida cristiana, y los
grandes santos no han hecho otra cosa que vivir y predicar esta
verdad central en la Iglesia.
La
caridad universal a los hombres, precisamente para ser afectiva y
efectiva, debe llegar a personas determinadas que viven en unas
circunstancias concretas. De aquí que la forma de ejercer este amor
a los hombres a lo largo de la historia de la Iglesia y a lo ancho de
la geografía del mundo puede ser variable hasta el infinito. Ahora
mismo, como dijimos antes, puede y debe seguir siendo también
individual y ocasional, de persona a persona, pero también
institucional, estructural y política, en el sentido genérico de la
palabra, para aquellos que tengan esta noble vocación.
Por
todo lo que venimos diciendo, la Iglesia en general y cada cristiano
en particular, debemos tener un amor de predilección a los pobres,
como lo tuvo el Señor y como lo encargó a sus seguidores. En
nuestro tiempo, tanto la Jerarquía como los teólogos y
pastoralistas han concretado esta actitud en la llamada “opción
preferencial por los pobres y por los oprimidos”.
Quisiéramos
recordar ahora los estrechos vínculos existentes entre la vida
espiritual y la pobreza. Trataremos en primer lugar del amor a la
pobreza evangélica como ideal de la vida cristiana con valor en sí
mismo, y posteriormente habla remos del amor a los pobres, entendida
aquí la pobreza en el sentido sociológico usual de indigencia,
miseria y marginación.
Amor a la pobreza
Concebimos
ahora la pobreza como una forma de vida modesta y sencilla, pero
digna y honesta; que no busca acaparar riquezas para un mañana
siempre incierto, sino que vive trabajando honestamente para vivir en
el presente; que se muere por la ansiedad de consumir cada vez más
cosas y cada vez más caras, sino que no sabe saborear el valor de lo
que está a su alcance, lo pequeño y lo cercano; que vive en paz
consigo mismo, con la sociedad y con el medio ambiente, sin la mala
conciencia de gastar inútilmente lo que otros hombres necesitan para
no morir de hambre o vivir en la miseria, ni colaborar al deterioro
irreversible del planeta, dejando para las siguientes generaciones un
mundo inhabitable.
Este
ideal de vida ha sido defendido y vivido a lo largo de la historia
por diferentes tendencias humanistas, y aun ahora mismo, cuando el
mundo occidental ha fomentado y sostenido un ritmo de vida hedonista
y consumista que sirve de señuelo también hacia otros pueblos, no
faltan pensadores, grupos y movimientos sociales que comprenden y
defienden que si queremos salvar al hombre, a la sociedad y a la
Tierra es preciso un cambio de mentalidad, una vuelta a la
austeridad, que no es enemiga de la modernidad ni del progreso, pero
sí de un materialismo embrutecedor que deshumaniza, rebaja y frustra
al ser humano.
El
cristiano puede asumir y compartir esta forma de vida, y colaborar a
su implantación y extensión con otros hombres de diversas
religiones y tendencias sociales que busquen también este ideal.
Pero, además, en nuestro caso, tenemos una motivación particular
desde nuestra fe y nuestro seguimiento del Señor. Como recordábamos
anteriormente, la Santa Trinidad eligió para la encarnación del
Verbo una familia trabajadora, una actividad artesana obrera, un
trabajo artesano que les daba para vivir, con modestia y sencillez
pero con dignidad y nobleza, eligiendo además amigos y discípulos
en general de su misma clase social.
Pero,
además el Señor invitó a todos sus seguidores a seguirle también
en esta opción preferencial por la pobreza, y esto por varios
motivos:
Liberar el corazón
Jesús
insiste frecuentemente en su predicación sobre el grave peligro que
para la salvación suponen las riquezas: más difícil que entrar un
camello por el ojo de una aguja. Porque ahogan la semilla del
Evangelio en el corazón del hombre. Por ello, no se puede servir a
Dios y a las riquezas La experiencia de todos los tiempos demuestra
que las riquezas terminan por acaparar y esclavizar el corazón del
hombre, convertido en un servidor dependiente del dios del dinero, al
que sacrifica y se sacrifica constantemente. Ya decía San Pablo que
“los que quieren enriquecerse caen en tentaciones, en lazos y en
muchas codicias locas y perniciosas, que hunden a los hombres en la
perdición y en la ruina, porque la raíz de todos los males es la
avaricia, y muchos, por dejarse llevar de ella, se extravían en la
fe, y así mismo se atormentan con muchos dolores” Y nadie podría
desmentir con hechos la aguda observación de San Ambrosio, válida
para todos los tiempos y acaso para los nuestros de manera especial:
“Cuanto más rico es un hombre, tanto más desea poseer”.
Confiar en la providencia de Dios Padre
Como
Ho de Dios, Jesús vive abandonado y confiado en la providencia de su
Padre, e impone la misma actitud a sus discípulos. No hay que vivir
angustiados por el mañana, diciendo: “¿Qué vamos a comer?, ¿qué
vamos a beber?”, “pues ya sabe vuestro Padre que tenéis
necesidad de todo eso”. El Señor no invita a la pereza o la
desidia. El mismo trabajó en Nazaret, y en diversas parábolas
presupone como un hecho normal la actividad profesional del hombre en
sociedad. Debemos hacer todo lo que esté en nuestras manos para
ganar el pan con el sudor de nuestra frente, pero no para acaparar
muchos panes para muchos días, por si luego nos falta. La oración
del Señor nos invita a pedir “el pan nuestro de cada día dánosle
hoy”, porque “a cada día le basta su afán” -“o su
problema”.
Esta
actitud es fundamental para la espiritualidad cristiana, ya que
supone a la vez el abandono confiado y amoroso en los brazos del
Padre, el seguimiento de Jesucristo como hermanos y discípulos, lo
cual no puede realizarse si no es movidos por el Espíritu Santo. En
la práctica de cada día, esta opción verdaderamente fundamental
podrá y deberá adoptar formas muy variadas. No puede ser la misma
en un monje que en un empresario, en un padre de familia numerosa que
en un célibe, en un científico que en una religiosa. Pero la
pobreza evangélica es una vocación universal para todos los
bautizados, y no solamente para los que asumen con un voto especial
la pobreza de la vida consagrada.
Dentro
de la flexibilidad de cada persona y circunstancias debe mantenerse
siempre el ideal del Sermón de la Montaña, a cuya cumbre no sabemos
cuándo llegaremos si llegamos, pero hacia la cual es necesario
escalar diaria y esforzadamente. Dada la condición humana, con
nuestro corazón herido que tiende hacia la concupiscencia de las
cosas materiales, y la envoltura de una sociedad consumista, que nos
invita constantemente a poner nuestra ilusión en nuevos objetos que
debemos tener para ser felices, podríamos decir: todo aquello que en
mis circunstancias necesito realmente y puedo adquirirlo fácilmente,
debo tenerlo con acción de gracias a Dios y el corazón desprendido.
Aquello que teniendo en cuenta la pobreza evangélica veo claramente
que no me es indispensable, debo renunciarlo tajantemente. En los
casos de duda, que serán muy frecuentes, entre tener o no tener,
siempre será mejor y más seguro renunciar, para una mayor libertad
de corazón. “Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán
a Dios”.
Compartir
con el hombre nuestro hermano
¿Cómo
podríamos concebir la vida de Jesús, viviendo en la abundancia
mientras otros hombres estuvieran en la miseria?. ¿No es una
contradicción flagrante que nos llamemos hijos de Dios si no nos
sentimos hermanos de todos los hombres?. ¿Y cómo podemos decir con
verdad que somos hermanos de los hombres si nosotros acaparamos lo
que nos es innecesario cuando a otros les falta hasta lo más
necesario para poder vivir?. San Pablo nos recuerda cómo el Señor
“siendo rico, se hizo pobre por nosotros”. Todo lo compartió con
nosotros, y a los discípulos les impuso esta norma tajante: “Vended
vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se deterioren, un
tesoro inagotable en los cielos, donde no llega el ladrón ni la
polilla. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también
vuestro corazón”. El libro de los Hechos nos relata la práctica
generalizada de la comunicación de bienes en la primitiva comunidad.
Y san Juan Evangelista, en su 1ª carta, insiste especialmente en el
principio de que “si alguno que posee bienes de la tierra ve a su
hermano padecer necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede
permanecer en él el amor de Dios?. Hijos míos, no amemos de palabra
ni de boca, sino con obras y según la verdad”.
Los
Padres de la Iglesia, los grandes predicadores y teólogos, los
santos y fundadores han insistido unánimemente en esta obligación
de la caridad cristiana hacia los necesitados. Así, decía san Juan
de Ávila: “Harto mal es que entre cristianos se diga que para que
la limosna sea obligatoria ha de ser en extrema necesidad. En negocio
de caridad, no creáis a todos, aunque sean predicadores. Aunque no
sea la necesidad de muerte, si es grande la necesidad somos obligados
a cumplirla”.
Respetar la creación
El
Espíritu de pobreza evangélica favorece una actitud en el hombre
que le lleva a contentarse con lo necesario para su propia
subsistencia, sin malgastar inútilmente las riquezas de la tierra.
En la Sagrada escritura se expresa simbólicamente la vinculación
entre el hombre y nuestro planeta en el relato de la creación
llamado yahvista. Yahveh hizo una figura humana con el barro de la
tierra, de la que toma su nombre: Adán, de la palabra hebrea adamah
(tierra), insuflándole después su aliento, su soplo de vida que le
hace imagen y semejanza de Dios. Luego le entrega el Paraíso para
que lo cuide y lo disfrute como rentero administrador. Y es
significativo que la ocasión escogida para simbolizar el primer
pecado del hombre es el mal uso de un árbol cuyo fruto no debía
tocar ni comer, por orden del propietario. Teniendo tanta abundancia
de árboles frutales de los que podía alimentar, parece que su
orgullo y su voracidad se encendió precisamente hacia la fruta
prohibida, aunque ello supusiera perder el paraíso, convertir el
vergel en estepa.
¿No
es esto lo que hacemos cuando destruimos para siempre tantas especies
de plantas y animales; contaminamos y envenenamos los ríos y los
lagos que podrían darnos de beber; incendiamos o talamos los bosques
que nos darían oxígeno y lluvias, sombra y recreo; convertimos los
mares en basureros industriales y nucleares: agotamos riquezas
irrecuperables como el petróleo por malgastar la gasolina y no
buscar energías alternativas, y agujereamos rápidamente la capa de
ozono que nos protege como una placenta maternal?
Es
también simbólico, entre otras actitudes de Jesús en los
Evangelios, el respeto y amor a la tierra, los animales y las
plantas; el gesto de mandar recoger las sobras de los panes y los
peces, después del milagro para dar de comer a la multitud. Se
podría haber pensado ingenuamente: Si con tanta facilidad puede
multiplicar el pan, ¿para qué molestarse en recoger las sobras?
Jesús nos da una hermosa lección: Aunque Dios sea rico, no quiere
que sus hijos derrochemos y malgastemos. Un mendrugo de pan, venido
de la mano de Dios, todavía es digno de ser comido por sus hijos.
Y es curioso destacar que precisamente los santos más ascetas y austeros, como Francisco de Asís o Juan de la Cruz, Ignacio de Loyola o Teresa de Jesús, han sido los mayores contemplativos de la creación, que se han extasiado con la naturaleza, desde la más humilde hierbecilla hasta los altos cielos estrellados.
Amor a los pobres
“Si
me falta el amor, nada me aprovecha”. Bien podemos recordar aquí
la conocida frase de san Pablo en el himno a la caridad. Si nos falta
el amor, nos sobra burocracia. Podríamos tener una perfecta
organización, abundancia de medios económicos y expertos en
problemas sociales, pero si no tenemos caridad, nuestras
instituciones serán frías, sin alma, y a nuestra acción caritativa
y social le faltará impulso, entusiasmo, entrega, constancia,
paciencia, ternura y generosidad, tan necesarias siempre en este
campo de la atención a la indigencia, la miseria y la marginación.
Es
evidente que la ayuda efectiva al necesitado es absolutamente
indispensable como fruto de la caridad cristiana. Pero caeríamos en
un materialismo y pragmatismo inhumanos si olvidáramos la actitud
afectiva en una acción caritativa y social que pretenda llamarse
realmente cristiana.
Quisiéramos
hablar ahora de la relación existente entre nuestra vida espiritual
y el compromiso de la acción caritativa y social. ¿Son dos campos
separados e independientes? ¿Son opuestos e incompatibles? ¿O se
vinculan entre sí, como los vasos comunicantes, que suben o bajan de
nivel conjuntamente?
Un solo corazón
Cristianamente
hablando, no puede haber más espiritualidad que la que viene del
Espíritu Santo. El formó a Jesús en el seno de María, el día de
la Anunciación; en la primitiva comunidad, el día de Pentecostés,
y en cada uno de nosotros, el día de nuestro bautismo. El es el alma
de la Iglesia, dándole vida y unidad, iluminándola con sus dones y
enriqueciéndola con sus carismas, a fin de que pueda dar testimonio
de Cristo a través de la historia. El es el Amor personificado de
Dios; el que transforma y purifica los corazones de los discípulos,
cambiándolos de egoístas y cobardes en generosos y valientes; de
estrechos y calculadores, en abiertos y desprendidos,; el que con su
fuego encendió en el hogar de la Iglesia la llama del amor a los
necesitados hasta darles la vida.
El
Espíritu Santo no estrecha, sino que dilata; no encierra ni
encapsula, sino que empuja y misiona hacia el servicio del amor. Así,
cuando viene a María para la Encarnación no duda aquélla en
dirigirse presurosa, en un largo y penoso viaje, para alegrarse con
su prima Isabel y ayudarla en aquella situación. Y nada más
recibirlo en el Cenáculo el día de Pentecostés, la primitiva
comunidad, antes escondida y amedrentada, sale a las calles de
Jerusalén y al mundo a dar testimonio del Evangelio de Cristo.
Aunque
parezca débil entre los grandes poderes del mundo, sólo el amor es
fuerte: más fuerte que el olvido, que el odio y que la muerte. No se
trata de un vago sentimiento, ineficaz, ni de frases retóricas
vacías, sino de obras de una caridad creativa, práctica y eficaz
que promovieron los grandes hombres y mujeres del amor que fueron los
santos, como testigos e instrumentos del Espíritu Santo.
Necesitamos
el amor para vivir y para dar vida, en especial para amar y servir a
los olvidados y marginados del mundo. Pero nosotros no podemos
producir ese amor, ni suplirlo con técnicas psicológicas,
ideologías racionalistas o impulsos voluntaristas. Hemos de acudir
con nuestra oración perseverante al Espíritu Santo para que nos
encienda en el fuego de su amor; para que veamos al pobre como Cristo
lo ve, le amemos como Cristo le ama, y le sirvamos como Cristo le
serviría en su tiempo, y quiere seguir haciéndolo en el nuestro,
ahora por medio de nosotros.
Un
solo cuerpo
Si
adoptamos para este caso una de las figuras simbólicas de la
Iglesia, la del Cuerpo de Cristo, de la que tan frecuentemente habla
San Pablo, experimentamos la profunda unidad existente en la vida
cristiana entre la espiritualidad y la acción caritativo-social. El
Verbo de Dios se encarnó en Jesús de Nazaret como cabeza de la
humanidad y señor de la historia, no para un señorío de poder,
sino de servicio; no de violencia, sino de amor; no de opresión,
sino de liberación. Mientras que en su vida histórica tuvo que
limitarse a su propia existencia, hasta que resucitó y se cumplió
la promesa del Espíritu, desde entonces se prolonga en cierta manera
su incardinación a lo largo del tiempo y a lo ancho del mundo,
algunas veces de manera explícita y existencial, en todos los
hombres de buena voluntad.
Así
como nuestra fe descubre a Cristo en la Eucaristía,
que
es su Cuerpo Místico, como lo llamó la Iglesia de los primeros
siglos, o en nuestro corazón por el Espíritu que se nos ha dado,
también debemos despertar nuestra fe para descubrirle en todos los
hombres, en particular en los más necesitados. No podemos afirmar un
aspecto sin el otro, ni negar uno sin negar el otro. La proporción
dependerá de la vocación y de las circunstancias de cada cristiano,
de acuerdo con un constante discernimiento espiritual. No es que
suplantemos la personalidad de cada hombre recubriéndolo con un
imaginario pan-cristismo, sino que reconocemos que el Espíritu de
Dios ha asumido nuestra existencia para unirla en simbiosis perfecta
con el Cuerpo de Cristo que es en simiente y sacramento la Iglesia, y
en potencia y esperanza la humanidad entera.
De
aquí que, en principio y bien entendido, y como lo dijeron algunos
Santos Padres, tenga para nuestra fe el mismo valor arrodillamos en
oración contemplativa ante el sagrario que encierra la Eucaristía,
que arrodillamos junto al lecho del enfermo para curarle o limpiarle.
Más aún: como ya comentaba San Agustín, es Cristo (en nosotros)
quien visita a Cristo (en los otros).
Ahora
bien: la Iglesia y los cristianos de cada época debemos mirar muy
bien cómo fue la vida de Jesús de Nazaret, no para imitarla
miméticamente sino para seguirla fielmente, adaptándola a nuestras
circunstancias. La pregunta que debemos hacernos con sinceridad y con
frecuencia, a la luz de la lectura del Nuevo Testamento, de la
oración y de las mociones del Espíritu Santo, sería ésta: ¿Cómo
se encarnaría el Señor en nuestro tiempo y en nuestra sociedad para
cumplir la misma misión que cumplió en aquella época y en aquel
pueblo?
En
este aspecto, la Iglesia de nuestro tiempo tiene un gran tesoro de
doctrina social que puede y debe servirnos de orientación general en
la adaptación de las exigencias de la caridad cristiana a las
condiciones culturales, sociales y económicas de esta época. De
todo esto venimos hablando ampliamente en este documento, y a ello
nos remitimos. Solamente quisiéramos añadir ahora algunos aspectos
especialmente significativos para nuestro propósito.
a)
Espiritualidad de inserción
Para
salvarnos, Dios se acercó a nosotros, vino a vivir con nosotros y
entre nosotros; “Se despojó de sí mismo, tomando condición de
siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte
como un hombre”. La caridad acerca a los que estaban lejos. La
caridad iguala y comparte. Jesús manifestó una predilección muy
especial a los pobres. Nuestra caridad debe acercarnos a ellos de
todas las maneras posibles, pero especialmente en la convivencia,
situándonos entre ellos para poder analizar las situaciones con
realismo, compartir sus problemas y buscar soluciones, recibir su
amistad y también la amistad especial del Señor con los que sirven
a sus pobres.
b) Espiritualidad de solidaridad
Jesucristo
no solamente se acercó a nosotros, sino que se solidarizó con
nosotros, responsabilizándose de nuestras deudas, curándonos de
nuestras heridas, haciéndonos volver al buen camino para llevarnos
hacia la casa del Padre. “El mismo llevó nuestros pecados”. “Al
que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros”. El ha venido
“a buscar y salvar lo que estaba perdido”. iCuánto más
nosotros, en seguimiento de Jesús, debemos asumir la causa de los
inocentes que sufren del hambre, la miseria, la injusticia y la
opresión!. Los cristianos debemos trabajar y luchar en su defensa,
siendo voz de los sin voz y colaborando con todas nuestras fuerzas en
su liberación. Pidamos al Espíritu Santo que nos dé corazón de
hermano hacia todos los hombres, pero especialmente entrañas de
misericordia para sentir compasión hacia los más necesitados.
c)
Espiritualidad del misterio pascual
Los
discípulos de Jesús no podemos engañarnos. Si seguimos sus pasos,
los que a Elle persiguieron también a nosotros nos perseguirán. Si
luchamos contra las fuerzas de la mentira, la injusticia y la
opresión, poniéndonos de parte de los débiles, los pobres y los
oprimidos, tendremos que compartir también el desprestigio, la
marginación, la persecución y quizá hasta la muerte. Pero nosotros
tenemos confianza en la Palabra del Señor: “En el mundo tendréis
tribulación. Pero ¡ánimo!; yo he vencido al mundo”. Aunque la
experiencia inmediata de la cruz pareció desmentir esta confianza,
la Resurrección vino a confirmarla plenamente y para siempre.
Aún antes de llegar a un momento límite, sabemos que la cruz de cada día es como un sacramento cuando la llevamos por Cristo y con Cristo. En el camino del Calvario, el Cirineo tuvo el honor inmenso de ayudar al Señor a llevar su cruz. También ahora nosotros podemos prestarle este servicio si ayudamos a los más débiles a llevar el peso de una vida tan dura y tan difícil como la que viven tantos hermanos. “Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”. Y san Pablo decía a los Gálatas: Llevad cada uno las cargas de los otros.
Si
ayudamos al hermano a llevar su cruz, estamos ayudando a Cristo, y
entonces la llevamos juntos. De este modo sentiremos que lo que
parecía debilidad se convierte en fortaleza: el dolor y la muerte,
en vida para siempre.
Un solo Dios y Padre
Por
Jesucristo, los cristianos hemos recibido el Espíritu Santo que nos
hace hijos de Dios Padre: “La prueba de que sois hijos es que Dios
ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que dama:
¡Abbá, Padre!”. Así recordamos y actualizamos diariamente en la
oración que nos dejó el Señor: “Padre nuestro”. Al ser
Jesucristo, el Hijo, Cabeza de toda la humanidad, todos los hombres
son en principio hijos de Dios y, por lo mismo, hermanos entre sí.
Los
cristianos, por tanto, nos sentimos hermanos de todos los hombres,
formando una sola familia, aunque sea una familia muy numerosa.
Además, no se trata de ser hermanos de cualquier manera, como tantas
veces por desgracia se comprueba entre los hombres, en cuyas familias
en ocasiones se da el desinterés, la insolidaridad, la envidia y
hasta el odio, la violencia y la división. Nuestro modelo es Jesús,
el hermano de todos, que no solamente nos amo “hasta el extremo”
a todos y cada uno, sino que nos mandó que nos amáramos los unos a
los otros como El nos había amado, hasta la muerte, y que este amor
sería como el distintivo
de los
cristianos.
Aplicándola
al objetivo principal de este documento, la caridad fraternal del
cristiano debe tener, entre otros los siguientes matices:
a) Caridad universal
Debemos
considerar, amar y tratar a todos los hombres como hermanos, ya sean
amigos o enemigos; cercanos o lejanos; ateos o creyentes; buenos o
malos, simpáticos o antipáticos. Más específicamente, habría que
añadir: pobres y ricos, explotadores y explotados; opresores y
oprimidos; torturadores y torturados. Uno de los deberes particulares
del cristiano, por mandato y a imitación de Jesús, es el amor a los
enemigos. Eso no significa en modo alguno aprobar ciertas conductas
insolidarias y asociales, ni ser indiferentes ante la injusticia y la
opresión.
Jesús,
cuyo nombre significa Salvador,
viene
a salvar a todos, como un buen médico quiere curar a todos los
enfermos, pero aplicándoles diferentes remedios según su
enfermedad. El Señor ama a los ricos y a los pobres, a los fariseos
orgullosos y a los humildes pastores, pero se lo manifiesta de
diferente manera. Así, por ejemplo, no tiene escrúpulos en visitar
la casa de Zaqueo, el colaboracionista con el poder opresor y
explotador de sus connacionales, para convertirlo a la solidaridad y
la justicia, devolviendo lo injustamente adquirido y dando sus bienes
a los pobres.
Como
Jesús, los cristianos quisiéramos que todos los hombres se salven.
Pero El mismo nos advirtió que los ricos tienen grave peligro de
perderse, por orgullosos, injustos y adoradores del dios-dinero,
mientras que recomienda a sus discípulos vivir modestamente,
teniendo el corazón desprendido de las riquezas materiales y
compartiendo de nuestros bienes con los que tienen menos.
Mientras
no llegue ese ideal en su plenitud, nosotros debemos trabajar y
luchar incansablemente por acercarnos progresivamente a él, por
todos los medios y caminos que estén a nuestro alcance, siempre
movidos por el amor a todos los hombres, como hos de Dios y hermanos
nuestros. El cristiano nunca puede mo- verse por el odio o la
venganza. El mandato del Señor es tajante: “Amad a vuestros
enemigos, haced bien a los que os odien, bendecid a los que os
maldigan, rogad por los que os difamen”. “Si tu enemigo tiene
hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber”, decía ya el
Antiguo Testamento. Y san Pablo, que reproduce este pasaje en la
epístola a los Romanos, añade: “No te dejes vencer por el mal;
antes bien, vence al mal con el bien”.
b) Caridad liberadora
Como
llamados a ser hijos en el Hijo, Dios hizo al hombre libre. No para
el mal, sino para el bien. No para el pecado, sino para el amor. Sin
embargo, dada nuestra condición, entraba en el concepto de libertad
poder usarla para el mal, a fin de que hiciéramos el bien por amor y
no por necesidad. De hecho, la historia del hombre es una triste
historia de pecado, desde nuestros primeros padres hasta nosotros
mismos. La raíz del pecado es el orgullo frente a Dios, cuyos
caminos y consejos, el hombre pecador rechaza con autosuficiencia,
ingratitud y desamor, buscándose sus propios caminos, por los que no
encuentra más que la perdición. Como el hijo pródigo, cuando cree
encontrar alejándose del Padre la libertad y la felicidad, no
encuentra más que la esclavitud, la miseria y la abyección.
El
pecado repetido y habitual se convierte en vicio, que esclaviza al
hombre a sus propias pasiones, como sucede en los casos más notorios
socialmente del alcoholismo, la ludopatía, o la drogodependencia,
tan unidos además a sicopatías que no se puede saber si la
enfermedad lleva al vicio o el vicio lleva a la enfermedad. Conviene,
sin embargo, advertir que aunque en algunos de estos casos la
compulsividad sea tan fuerte que llegue hasta a anular la
responsabilidad, y siempre generalmente a disminuirla, no obstante el
hombre es más libre y por tanto responsable antes de dejarse caer
por la pendiente resbaladiza del pecado inveterado.
Pero
el pecado del hombre no solamente esclaviza al que lo comete, sino
que en muchas ocasiones produce como efecto la opresión y
manipulación de los demás. Por ceñirnos ahora al objeto de este
momento, la ambición de muchos hombres produce la opresión de
otros, desde los tiempos antiguos, con la esclavitud, hasta nuestros
días, con los regímenes políticos totalitarios y las estructuras
socio- laborales y económicas injustas, tanto en el ámbito nacional
como internacional.
En
este sentido, la teología de la liberación ha sido en la Iglesia
del post- concilio un grito profético en favor de la liberación de
tantos oprimidos por el peso de las estructuras políticas,
culturales, sociales y económicas. El Papa ha invitado a realizar un
discernimiento de dicha teología para mejorarla, potenciando sus
valores y corrigiendo sus posibles defectos, que pueden darse y se
dan como en toda obra humana.
Lo
que debemos evitar siempre es hacer un uso parcial y exclusivista del
concepto de liberación reduciéndolo solamente a lo espiritual o a
lo material, a lo individual o a lo social, a lo eterno o a lo
temporal. Aunque en la actividad concreta podamos acotar objetivos
parciales, la acción caritativa y social debe tener un horizonte
amplio, que abarque conjuntamente la liberación de cada hombre, y
también de las estructuras de la sociedad; la liberación espiritual
del pecado y de la infidelidad, por la conversión a Cristo y al
Evangelio, y la liberación material de la indigencia, la miseria y
la marginación; la liberación aquí y ahora, en nuestro tiempo, y
la liberación futura y para siempre en el Reino de los Cielos Hemos
de ofrecer, simúltaneamente, respuestas llenas de amor al hambre de
pan y al hambre de la Palabra que tienen los pobres del mundo.
Jesús
vino a “anunciar a los cautivos la liberación, a devolver la
libertad a los oprimidos”, y Pablo dice a los Gálatas: “habéis
sido llamados a la libertad”. Y si bien, por las condiciones de la
sociedad de su tiempo y por las circunstancias de la primitiva
comunidad, no se hizo especial hincapié en los efectos sociales
inmediatos de tales principios, no solamente se habían puesto los
fundamentos en esa dirección, sino que no faltaron anticipaciones
prácticas del mensaje fraternal y liberador del Nuevo Testamento:
así son comunitariamente, la solidaridad y caridad afectivas y
efectivas que demuestra la primitiva comunidad, en la que todos se
consideraban hermanos e iguales; e individualmente, el hermoso
episodio del esclavo de Filemón, convertido por san Pablo, que ruega
a su dueño que ya no lo considere como esclavo, sino como hermano en
la fe.
El
ser humano es totalmente libre sólo cuando es él mismo en la
plenitud de sus derechos y deberes: y lo mismo cabe decir de toda la
sociedad. “La libertad con la cual Cristo nos ha liberado nos mueve
a convertirnos en siervos de todos. De esta manera, el proceso del
desarrollo y de la liberación se concreta en el ejercicio de la
solidaridad, es decir, del amor y servicio al prójimo,
particularmente a los más pobres”.
Así
se cierra en la concepción cristiana el círculo de la libertad
liberadora, la libertad no para la insolidaridad y el capricho, sino
para el servicio en el amor. Uno de los males de nuestra época es
haber llegado a confundir lamentablemente libertad con independencia.
Cristo, el hombre más libre de la historia, se autoproclamó el
Siervo de Yahveh, que vino no a ser servido, sino a servir y a dar la
vida por nosotros, y que mandó a sus discípulos que entre ellos el
que sea mayor se haga el servidor de todos.
c)
Caridad escatológica
“Ahora
somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado lo que seremos”,
dice san Juan, con realismo y esperanza al mismo tiempo. Por eso
nosotros, los cristianos “esperamos pacientemente la esperanza de
la justicia”. Como se ha dicho con una frase muy expresiva, la
Iglesia de la historia vive entre el ya sí y el todavía
no. Por
una parte, vive en el gozo y se apoya en la garantía de que en
Cristo Resucitado el Reino de los Cielos ha llegado a nosotros. Por
otra, reconoce que todavía no ha llegado a su plenitud hasta que
Cristo vuelva glorioso en su Parusía. De aquí que la Iglesia del
Concilio haya reconocido con humildad y afirmado con esperanza que la
Iglesia terrena no es ni más ni menos que sacramento del Reino de
Dios, en cuanto “sacramento universal de salvación”.
Nosotros,
los cristianos, podemos ser a la vez realistas y utópicos no
solamente sin contradicción, sino viviendo la mutua implicación
entre ambos aspectos. Vivimos al día apoyados en el ayer, sembrando
para el mañana. Podemos permitirnos el lujo de gastar -no de
malgastar- el tiempo, ya que contamos con la eternidad, sin que ese
aparente fracaso de la experiencia inevitable de la muerte ame- nace
truncar nuestro proyecto. “Porque mil años a tus ojos, son como el
ayer que ya pasó, como una vigilia de la noche”, dice a Dios el
salmista. Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y siempre”. Y El nos
prometió: “El que cree en mí aunque muera, vivirá”.
Nuestra
historia individual es muy corta, en relación con lo mucho que la
humanidad tiene que andar en el camino hacia el ideal de una
“civilización del amor”, como la ha llamado frecuentemente Juan
Pablo II de una sociedad en la que reinen la justicia, la solidaridad
y la fraternidad. La acción caritativa y social de la Iglesia debe
trabajar a largo plazo y, al mismo tiempo, con urgencia; con paz y
con premura,; como dice una frase ya tópica, “sin prisa y sin
pausa”, y con sentido de continuidad, recordando la frase de san
Pablo: “Yo planté, Apolo regó, más fue Dios quien dio el
crecimiento. De modo que ni el que planta es algo, ni el que riega,
sino Dios que hace crecer. Y el que planta y el que riega son una
misma cosa; (...) colaboradores de Dios”.
Esto
exige de la acción caritativo-social una actitud a la vez de
humildad y de esperanza. Por una parte, ante tarea tan ingente nos
sentimos “siervos inútiles”. Por otra, sabiendo que trabajamos
con Dios, por Dios y para el Reino de Dios, “todo lo puedo en Aquel
que me da fuerzas”. Ni podemos establecernos por nuestra
cuenta
en
la acción caritativa y social, independizándonos con
autosuficiencia de la inspiración y la gracia del Señor, ni tampoco
enterrar el talento recibido con pereza y con excusas de falsa
humildad. Cristianos humanamente muy pequeños hicieron obras
gigantescas, movidos por la caridad de Cristo y la luz del Espíritu
Santo para ayudar a los necesitados.
La
caridad escatológica supone también la paz y la paciencia, para dar
tiempo al tiempo, como el sembrador que siembra la semilla contando
con el trabajo de la tierra a lo largo de los días y las noches: “
El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra: ya
duerma o se levante, ya de noche o de día, el grano brota y crece,
sin que él sepa cómo”. ¡Y no se podrá decir por eso que el
Señor no se afanó durante toda su vida para implantar el Reino...!.
Muchas veces, en cambio, podemos echar a perder la siembra con
impaciencias y exigencias prematuras, perdiendo la paz escatológica
y la paciencia histórica, al no tener en cuenta los ritmos vitales
de las personas y los pueblos, ni los tiempos oportunos - kairoi-
de la gracia de Dios, que no siempre siguen el ritmo de nuestro reloj
ni de nuestro calendario. La construcción de la nueva Jerusalén
durará hasta el fin de los tiempos.
Esto
exige además las virtudes también escatológicas de la
perseverancia, la continuidad y la fidelidad, lo que se expresa tan
gráficamente con el conocido refrán popular de “a Dios rogando y
con el mazo dando”. Los que nos dedicamos a construir ese inmenso
edificio que ha de ser la nueva humanidad o, lo que para nosotros es
equivalente, el Reinado de Dios, debemos conservar a la vez la
grandiosa visión de conjunto y los detalles y filigranas de la
pequeña parte que a nosotros nos toca labrar. Debemos ser operarios
metódicos que trabajan a conciencia, sin perdonar esfuerzo, sin
desgana ni desvío, sin abandonos ni excusas, sino con laboriosidad,
responsabilidad y fidelidad.
Por
otra parte, tenemos la certeza y la esperanza de que Dios mismo dará
el último y definitivo remate a nuestra obra al final de los
tiempos. Dice el Concilio: “La Iglesia (...) no alcanzará su
consumada plenitud sino en la gloria celeste, cuando llegue el tiempo
de la restauración de todas las cosas y cuando, junto con el género
humano, también la creación entera, que está íntimamente unida
con el hombre y por él alcanza su fin, será perfectamente renovada
en Cristo.
Aunque
torpes aprendices en el taller de un maestro genial, nosotros
aspiramos a hacer una obra maestra. Ensayamos aquí y ahora una
sociedad y una humanidad cada vez más parecida al modelo de Dios en
Jesucristo. Cuando trabajamos entre los hombres para implantar la
justicia, la solidaridad, la colaboración y la amistad sabemos que
nunca alcanzaremos una perfección absoluta en todo el hombre y para
todos los hombres. Sin embargo, ello no nos desanima, porque sabemos
que el Maestro dará al final unas pinceladas geniales que llevarán
nuestra obra a la perfección.
Ello
no puede justificar en modo alguno la pasividad o el fatalismo. En la
constitución Gaudium
et Spes
advierte
el Concilio: “la espera de una tierra nueva no debe amortiguar,
sino más bien avivar, la preocupación de perfeccionar esta tierra,
donde crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede de
alguna manera anticipar un vislumbre del siglo nuevo”.
Pero
sí puede levantar nuestra esperanza hacia los bienes futuros que nos
aguardan en el Reino, donde Dios será “todo en todos” y así
llenará plenamente esta sed insaciable de bien que mueve el corazón
humano sin descanso; “Hiciste nuestro corazón para tí, y está
inquieto hasta que no descanse en tí”, decía San Agustín. Es
que, como dice san Pablo, “somos ciudadanos del cielo, de donde
esperamos como Salvador al Señor Jesucristo, el cual transfigurará
este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo, en
virtud del poder que tiene de someter a sí todas las cosas”.
Entretanto,
los cristianos “vivificados y reunidos en su Espíritu, caminamos
como peregrinos hacia la consumación de la historia humana, la cual
coincide plenamente con su amoroso designio: “Restaurar en Cristo
todo lo que hay en el cielo y en la tierra” (Ef.1
,1O).
“Ignoramos
el tiempo en que se hará la consumación de la tierra y de la
humanidad. Tampoco conocemos de qué manera se transformará el
universo. La figura de este mundo, afeada por el pecado, pasa; pero
Dios nos enseña que nos prepara una nueva morada y una nueva
tierra”. “Mientras no lleguen los nuevos cielos y la tierra nueva
donde mora la justicia, la Iglesia peregrina lleva en sus sacramentos
e instituciones, pertenecientes a este tiempo, la imagen de este
siglo que pasa, y ella misma vive entre las criaturas que gimen con
dolores de parto al presente en espera de la manifestación de los
hijos de Dios (Cf. Rom. 8,19-n)”.
Sin
embargo, mientras caminamos día a día hacia el Reino de Dios, el
Dios del Reino ya ha venido a nosotros en nuestro corazón: “Si
alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y
vendremos a él, y haremos morada en él!, di6e el Señor en la
última Cena. En el libro del Apocalipsis invita al discípulo: “Mira
que estoy a la puerta y llamo: si alguno oye mi voz y me abre la
puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo”. Y al
final de dicho libro, el discípulo pide al Maestro en un grito de
esperanza: “iAmén! iVen, Señor Jesús!”.
Para
terminar, recordemos que este definitivo encuentro, donde se juega
nuestro destino eterno, estará condicionado por nuestra actitud
afectiva y efectiva hacia los hombres más débiles y necesitados.
Bien podríamos decir, por tanto, teniendo en cuenta la necesaria
adaptación del mensaje cristiano a las condiciones sociales de cada
tiempo y lugar, que el programa de actividades que aquí presentamos
como exigencias de la acción caritativa y social será la piedra de
toque para los cristianos y la Iglesia de nuestro tiempo, para que el
Señor pueda decirnos al fin de nuestra vida terrena y al final de
los tiempos: Venid, benditos de mi Padre, porque estaba parado y me
disteis trabajo; era inmigrante y me acogisteis; estaba hundido en la
droga, el alcoholismo o el juego, y me tendisteis una mano para
levantarme; era un feto y me defendisteis contra el aborto para que
pudiera nacer y vivir; estaba muy anciano, enfermo y solitario, y
vinisteis a limpiarme, hacerme la comida y a darme compañía; era un
niño de la calle, sin familia y sin techo donde cobijarme, y me
buscasteis un hogar donde poder crecer con afecto y con dignidad; era
un campesino en el Tercer Mundo, sin tierras ni trabajo, y luchasteis
para defender mis tierras y mis derechos...etc. conmigo lo hicisteis.
COMUNICACIÓN
Juventud y consumo: la permanente seducción
Destinatarios
de la manipulación publicitaria
A
partir
de las correspondientes estrategias de “medición”, el producto y
sus consumidores son investigados con la mayor eficacia a fin de que,
en el posicionamiento que le corresponde a la empresa, se fijen unos
objetivos de renta destinados a unos públicos específicos en un
tiempo establecido para la campaña la cual deberá disponer de un
presupuesto idóneo para su desarrollo.
En
ese desarrollo se establecerán las actitudes del consumidor bien
para la optimización de las mismas o bien para su modificación,
acercándolas a los intereses comerciales de la campaña. Para
conseguirlo hay que lograr un eje comunicativo
cuyo
contenido llegue a producir los efectos esperados. Para ello es
fundamental que el mensaje y su naturaleza, lleguen a conseguir los
índices máximos de eficacia. Por tanto, el mensaje deberá
instalarse en un argumento, en este caso publicitario, que se
potenciará por medio de una banda sonora, palabras e inclusive
personajes y cuyo resultado final —el producto— se someterá a
las técnicas de investigación al uso.
Centrándonos
en el enunciado objeto del presente trabajo hemos de mencionar que
las técnicas metodológicas consiguen combinaciones de
comportamientos y actitudes basadas en tres parámetros: Económicas
(precio, rentabilidad y duración) referidas a ¡a información
previamente obtenida; personales expresas (confort, mantenimiento y
funcionalidad) y personales
inconscientes,
(factores de gestión social), estas últimas promovidas por acciones
de comunicación y —comportamientos y actitudes— sintetizados en
elementos objetivos y afectivos.
Es
necesario mencionar también las escalas de comportamiento (rechazo,
expectativo, positivo) que no siempre corresponden con las
necesidades de los consumidores mencionadas por Piñuel y
establecidas por Maslow en 1970 (207.1995) que las definió como:
fisiológicas, de seguridad, de pertenencia, de autorrealización y
de estima. Conseguir la relación entre las aspiraciones de los
públicos y las características de los productos, así como los usos
de éstos y las tensiones pulsiones más o menos conscientes de esos
públicos, significa para cualquier experto en la materia, obtener el
óptimo nivel de eficacia en las campañas realizadas.
En
Piñuel hemos encontrado también una tipología de esas
aspiraciones: Corporales, internas e inmediatas que tienen como
efecto el consumo de objetos y se denominan técnicamente de estado;
de
actividades o
ejercicio y de salud-mantenimiento (tendentes
a un estado corporal de bienestar); de
logro inmediato (originadas
por las condiciones del entorno o de logro mediante destrezas
particulares); de logro
de
dominio,
(tendentes
al estado de bienhacer del sujeto) y por último las originadas por
las relaciones con otras
personas
como
el atractivo, los afectos, obligaciones etc., todas ellas referidas a
un estado de “bienactuar”.
-En
relación con las tensiones, los niños y los jóvenes representan
papeles de relación como consumidores, sin embargo difieren en el
personaje con tensiones de estado que en los jóvenes representan el
20% y en los niños el 9%. Los jóvenes representan una actividad
hacia el logro y los niños una estrategia de logro.
Hay
que considerar que los niños y los jóvenes presentan en el producto
publicitario al propio consumidor y los adultos y ancianos presentan
al producto. En cuanto a las metas de los niños, éstos buscan
lograr un objeto, los jóvenes el “atractivo” al igual que los
maduros y los ancianos, siendo logro secundario para jóvenes,
maduros y ancianos la “salud- mantenimiento”. La meta
“placer-estado” es semejante entre los jóvenes y los ancianos
encontrándose ausente en los niños y los maduros.
Jóvenes y consumo
El
público-objetivo determinado por el segmento juvenil es el más
sometido a las técnicas publicitarias y sus correspondientes
presiones o bien el que más reacciona mediante la acción de compra
ante dichas técnicas. Lo hemos comprobado entre otros casos en una
investigación en la que Piñuel analizó el contenido de 30 spots
publicitarios de TV en los que se anunciaban productos para la
juventud, como consecuencia de la cual, sobre las variables de la
función de los personajes en el relato, sus aspiraciones y los
sentimientos con que las envuelven y, tomando en cuenta su edad, se
extrajeron una serie de conclusiones entre ellas “el disfraz
de sí mismo “,
referentes a los comportamientos de los jóvenes en el campo del uso
de la moda.
La
investigación sobre publicidad ha permitido comprobar que los niños,
como consumidores, presentan una aspiración de logro
y
un sentimiento de expansión
emotiva
de relación;
los
jóvenes, en el papel de consumidores, expresan una aspiración de
atractivo y un sentimiento igual que el infantil; los adultos actúan
como presentadores del producto y demuestran una aspiración mixta de
logro
y
atractivo
y
el mismo sentimiento que los jóvenes y los niños y los ancianos,
con la misma aspiración de logro
y atractivo, expresan
un sentimiento de restricción emotiva
de estado junto a una expansión de relación y logro.
Publicidad
y sociedad
La
publicidad es sin duda una de las actividades de carácter artístico
que disfruta de más libertad y por tanto una de las que más
preocupa a las autoridades de los diferentes países, visto el
sometimiento del resto de los sectores culturales a los diferentes
gobiernos que les corresponden.
Al
ser la más temida, es también la más vigilada y por ello sufre un
seguimiento exhaustivo buscando en ella mensajes y figuras
perniciosas que, pretendida-mente, afecten a los públicos de
cualquier segmento, especialmente a los mas débiles,
intelectualmente hablando, como son los jóvenes y los niños. Este
seguimiento resulta cuanto menos extraño si comparamos la vista
gorda de dichas autoridades en el desarrollo de otras actividades
como la cultura de la droga y el alcohol, el entorno discotequero y
las cada día más deficientes políticas del binomio
educación-formación dirigidas a aquéllos que componen el público
de estos segmentos de edad.
Las
sociedades desarrolladas en sus escaladas de producción, requieren
que las empresas exijan a los publicitarios que los contenidos de los
spots resulten altamente impactantes sin reparar en que el impacto
consista en imágenes violentas o de pasividad ante esa violencia.
Otras veces esas imágenes resultan visiblemente marginales o con
efectos refugio de la marginalidad o bien recurren a los dictados de
la última moda consistente en acciones expresivas de valores
violentos, mal entendidas como valentía —irresponsables—
confundiéndolas con la rebeldía. A menudo esos recursos se formulan
de forma inconsciente, pero llegan a ser interpretadas por la
juventud como una de las formas de enfrentamiento a los de valores
que creen les impone la sociedad que les ha correspondido. [Piñuel
Raigada y Gaytán Moya, “Metodología
General Conocimiento Científico de Investigación en la Comunicación
“,
Síntesis, Madrid1955].
Ante
una de estas acciones de consecuencias negativas, no es difícil
escuchar de un jovencito frases similares a la siguiente: “tengo
derecho a equivocarme” con el mismo aplomo que podría haber dicho:
“tengo derecho a la enseñanza”. Nos preguntamos dónde encontrar
bibliografía referente al “Derecho a la equivocación de los
ciudadanos”. El ser humano sea de la edad que sea, tiene muchos
derechos entre los que se encuentra la libertad. Esa libertad es la
que le permite decidir y esa decisión le permitirá a su vez pensar,
reflexionar, acertar o equivocarse. Pero la equivocación no es en
modo alguno un derecho sino la consecuencia de otro derecho como la
libertad de pensamiento.
Aquel
que piensa, raramente se equivoca, excepto si su pensamiento está
sometido a la amplia gama de productos euforizantes en el mercado y a
las múltiples presiones persuasivas que se le ofrecen desde sectores
industriales, políticos, económicos y por supuesto publicitarios.
Este conjunto de reflexiones llegará sin duda a formar parte del
acerbo cultural de nuestra juventud y en general del resto de los
segmentos de nuestra sociedad, a medida que vayan adquiriendo mayores
niveles de espíritu crítico, cualidad que les hará más
impermeables a los efectos negativos de la comunicación de masas.
Fases
de la comunicación persuasiva publicitaria
El
sistema de comunicación publicitaria comercial] social tiene, según
MacGuire, seis fases clásicas:
a)
Presentación del mensaje
b) Valor de la atención
c) Comprensión de contenidos
d) Aceptación de la posición propuesta
e) Memorización del contenido y aceptación
f) Comportamiento
Esta
teoría produjo un notable impacto sobre los psicólogos y fue
formalizada en un modelo matemático que preveía, gracias a las
técnicas del cálculo de probabilidades, el cambio de actitud de los
integrantes de cada segmento de edad, a partir del hecho de que se
lleguen a efectuar las seis fases. Sin embargo presenta serias
dificultades de tipo metodológico y por ello fue posible la
implantación de la teoría de Petty y Cacioppo a finales de la
década de los 70, basada en el modelo de la “probabilidad de
elaboración”, que preveía la modificación de las actitudes a
través de dos recorridos mentales diferentes: el central y el
periférico. La comunicación persuasiva a través de la motivación
y la fiabilidad por la vía central, puede conseguir cambios reales y
duraderos de actitud y por la vía periférica podrá obtener cambios
superficiales y temporales.
El
recorrido central es un proceso de elaboración atenta y de reflexión
esmerada de las argumentaciones contenidas en el mensaje. Es también
un proceso que necesita una determinada cantidad de recursos
cognitivos. El recorrido periférico se refiere a un proceso de
cambio basado en elementos que no pertenecen directamente al tema
como el atractivo de la fuente, el agrado del mensaje y la longitud
del mismo.
La
publicidad utiliza tal refinamiento de las técnicas que llega a
convertir el producto en un verdadero espectáculo que a su vez
facilita diversos modelos de influencia. La reiteración que pretende
convertirlo en completamente familiar, suele ir acompañado de un
aumento de percepción de hechizo del producto, llamado efecto de
mera exposición, además
del contenido del mensaje y sus elementos textuales y plásticos, la
densidad comunicativa de los elementos
periféricos
y
la llamada espiral
de garantía que
consiste en mensajes cada vez más sencillos en contenidos y
espectaculares en el aspecto técnico.
Manipulación
respecto al entorno y los neutrales
Es
inevitable que en los discursos comunicativos recogidos en la
publicidad se produzcan acciones de manipulación cuando las campañas
se concentran en ofrecer productos que aparecen destinados a perfiles
propios de sector juvenil como son, entre otros, los refrescos, las
motocicletas y los productos vaqueros. Sin embargo, el contenido del
mensaje-imagen de otros muchos productos en los actos publicitarios —
automóviles, tabaco, bebidas, etc, especialmente en el medio
prensa—, se insertan en revistas juveniles o de aventuras,
publicaciones especializadas en deportes y juegos de rol, aunque los
personajes que los representan no sean particularmente los jóvenes y
su entorno, sino otros personajes neutrales al ambiente juvenil casi
siempre representativos de alguno de los paradigmas sociales al uso.
Un
ejemplo sería el spot del Ibiza rojo en el que el bailarín Joaquín
Cortés, torea al vehículo en un alarde plástico considerable. Tras
este “spot” no está el paradigma juvenil ya que son muy escasos
los jóvenes que eligen ser bailarines, pero la estética del éxito
y del poder subyace en este y otros muchos personajes, en sus
representaciones de sí mismo,
convirtiendo
en predictores a los más jóvenes sobre la expectativa de compra del
automóvil de la madre —al padre no lo suelen dominar en esa
decisión concreta— ayudados en este caso por el hecho
significativo de que este coche, durante la época de emisión del
spot, era el más barato de esa línea en el mercado.
El
sistema consiste en manipular los códigos y signos específicos del
discurso publicitario desplazando significados, aprovechando la
difusión publicitaria para influir de forma indirecta en sectores de
población habitualmente no predictores para conseguir de ellos un
efecto contundente.
Diferencia entre la manipulación utilizada en propaganda y la utilizada en publicidad
Partiendo
de la base conceptual de que la manipulación es la fase técnica de
todo proceso desinformativo que altera técnica y físicamente el
producto informativo, publicitario, etc., con fines paralelos a la
información
como fin en si misma, en
la propaganda, ahora llamada publicidad política, el producto que se
intenta vender es algo tan intangible como la ideología, tan
intangible ésta y simbólica como la misma información a la hora de
manipular los contenidos textuales y plásticos en los que se
transmite el mensaje. Tanto en el acto de venta de un determinado
partido político como en el de la inducción de los individuos hacía
la obligación de tributar a la Hacienda Pública, las posibilidades
de manipulación son ilimitadas. Basta con recordar dos ejemplos
concretos. El primero fue el vídeo del célebre “dóberman”, de
efectos tan contrapublicitarios como manipuladores, personaje
principal del spot realizado por el PSOE para su emisión durante la
quincena previa de las elecciones de 1996. En él se concitaron
símbolos y síntomas de añejas ideologías y tendencias,
adjudicándolos catastróficamente al partido de la oposición. Su
carácter contrapublicitario radicó en que los efectos obtenidos
fueron muy contrarios a los deseados por el partido cliente de la
agencia que lo realizó.
Otro
modelo de spot, emitido bajo el siogan de “Hacienda somos todos”,
trataba de extender la obligación tributaria a la categoría de
esencial en la mayoría de ciudadanos. Sus efectos tampoco
correspondieron con los deseados debido quizá a su posible
interpretación jocosa: “Hacienda son unos pocos que quieren
fastidiar a muchos” y a la consecuencia general de que de esta
obligación se suelen librar cuantitativa y cualitativamente los más
poderosos.
Siendo
la propaganda —publicidad política— una disciplina que trata de
vender las ideologías o los servicios que éstas prometen a las
sociedades, a la intención manipulativa del emisor le resulta más
difícil obtener los efectos deseados por una razón: los públicos
pueden llegar a desplazar a un determinado gobierno con el ejercicio
del voto y confirmar globalmente las causas por las que lo ha
desplazado.
Otro
caso es el de la manipulación publicitaria en campañas que venden
un producto o servicio concretos. El hecho de manipular en este
proceso puede medirse con la comprobación del cumplimiento o no de
los objetivos previstos, pero dificilmente conseguirá medir el
descenso de las ventas o la estabilidad de las mismas tras una
campaña desconocida por el cliente o usuario. Esta causa y las
técnicas básicas de medición de la eficacia de las campañas
ejercitadas en general, desde las mismas agencias que las realizan,
implican una manipulación habitual, superficial y tácita en la
mayoría de estos procesos.
La
manipulación sin embargo se produce cuando se establecen técnicas
comparativas, — no se tiene en cuenta que la comparación no es una
razón— ambiguas, distractivas y escasamente rigurosas en su
argumentación en las que se introducen símbolos o síntomas de
violencia con intención de vender, por ejemplo, unos pantalones
vaqueros.
Conviene
recordar el “spot” que representa a un quinceañero y su hermano
menor al que lleva de la mano en el escenario de un entierro. El
“flash back” nos muestra a un hombre, el padre, golpeando con
saña a un pequeño, éste que en el mismo acto del entierro se quita
el cinturón y golpea con idéntica saña el ataúd del difunto. En
el plano ultra-rápido de agarrar el cinturón se percibe un pantalón
vaquero. También podemos ver unas ráfagas en las que joven se aleja
de la tumba con el hennano menor de la mano. Es la primera secuencia
en la que ambos parecen en paz. Todo es tan rápido, tan novelado y
tan violento que resulta casi imposible el hecho fundamental de
memorizar la marca, luego es muy dudosa su eficacia. Si analizamos el
producto publicitario como un relato, la consecuencia es nula. Un
personaje de ficción que cuenta una venganza. Estamos de acuerdo con
Juan Bonilla en que solo aquellos
que se reconozcan en esa secuencia pueden sentirse amenazados por
el mensaje y por un eventual cambio de actitud respecto del acto de
compra.
Pero
si el personaje es un joven de normal madurez en el arco de los 13 a
los 18 años, la consecuencia de su interpretación puede ser muy
negativa en el plano moral porque la lectura fina! del anuncio
quedaría en algo parecido al hecho de ejecutar cualquier tipo de
venganza real en la figura paterna de acuerdo con el modelo y, por
supuesto, hacerlo vestido con un pantalón vaquero.
Sectores sobre los que recae la manipulación
El
sector más débil y por tanto más vulnerable es el infantil, pero
dado que la decisión de compra no les corresponde, aun afectados por
la manipulación, el efecto de la misma en las ventas apenas se
percibe. Sin embargo el sector juvenil debido a su cuadro de valores
en el que prima la variable atractivo/logro
y
sentimentalmente la expansión
emotiva de relación (ser
aceptado por el grupo líder), es sin duda el más receptivo ante las
técnicas de manipulación al uso.
Cada
franja de edad es manipulable en los límites de los valores que les
afectan. Así, el sector de los adultos será vulnerable en términos
de la obtención y consolidación de un determinado “status”
considerado individualmente como idóneo y en el sector de los
mayores en el del logro, en salud-mantenimiento y, en esa dirección,
el atractivo que encuentra en ese tipo de productos. Cualquier
producto que cubra esas demandas será bien aceptado por los
consumidores, utilizándolas por los publicitarios para captar
cualquier mercado en la intención manipuladora prevista en la
definición “información manipulada al servicio de ciertos fines.”
Un
ejemplo valioso sobre lo anterior está en las campañas de venta del
producto multipro-piedad,
y
viajes para el sector adultos, en cuyas campañas la publicidad
viene, en general, en soporte impreso e información en “letra
pequeña” situando a los consumidores en la precariedad del espacio
que implica el tiempo escaso, la rapidez de la sociedad moderna, la
vista cansada (necesidad de gafas para leer), etc. Situaciones cuya
confluencia puede llegar a convertirse en una trampa que neutralice
hasta la información más accesible.
Clases
de herramientas manipuladoras en la publicidad
La
omisión de la realidad
Se
trata de una herramienta de discreta utilización y efectos
difícilmente mensurables. Consiste en la omisión reiterada de
situaciones perjudiciales que afectan a las sociedades o a las
empresas, enfatizando en los extremos contrarios a dicha causa. Así
veremos que el paro, la enfermedad o cualquier otro tipo de
marginación, se disimula, se esconde o simplemente se maquilla con
elementos contradictorios y distractivos, excepto en las campañas de
publicidad oficial de prevención de algunas de esas lacras.
El
fantasma del paro se disimula con una serie de spots donde brillan
los grupos juveniles, aventureros y activos, que no sugieren estar
afectados por esa situación laboral. El peligro de la velocidad se
solapa con textos enfáticos basados en las garantías técnicas de
los vehículos (air-bag, ruedas compactas, etc.,) omitiendo toda
información relacionada con la divulgación de las marcas y modelos
con mayor siniestralidad. La inexperiencia en la práctica de la
conducción se enmascara con el énfasis en las nuevas tecnologías
aplicadas al sector y la peligrosidad del tabaco y las bebidas
alcohólicas —profundamente restringidas en la normativa
publicitaria— se solapa bajo figuras de veleros que surcan los
mares azules y en licores que, probados en gmpo, derivan en una
profunda atracción materializada en besos apasionados como son los
casos de FORTUNA y BAILEYS, respectivamente. No hay que olvidar la
inexperiencia sexual y sus consecuencias, escondida entre mensajes
que tratan de evitar la más mínima reflexión en relación con los
embarazos precoces o la propagación del sida, como si tales
preocupaciones sociales fueran meros fuegos de artificio represores,
emitidos machaconamente desde la familia o los estamentos religiosos.
La ocultación de lo no estético: El modelo <guapos forever>
La
práctica principal de esta técnica consiste en ignorar lo que no es
bello y estético. El sector de la moda representa el modelo más
cruel y beligerante ya que, cualquier modelo de marcas punteras en el
mercado, no puede ser adquirido por personas que superen la talla 42.
Igual pasa con las tallas inferiores a 1,60 cm especialmente para los
maduros de esas características, frecuentemente obligados a recurrir
a los departamentos de juventud de los grandes almacenes, para
adquirir su ropa habitual cuando no a establecimientos especializados
tan escasos como pobres de oferta.
La
elección de actores publicitarios está condicionada por premisas
excluyentes como la medida de las caderas, el grosor de los huesos de
muñecas y tobillos, la calidad del cabello y desde luego la
estatura, dándose el caso general de que los que únicamente han
sido favorecidos por la naturaleza con un rostro bonito y no disponen
de esta premisa imprescindible, son contratados para spots en los que
aparecerán únicamente en planos medios, cortos y primeros planos.
Incluso en los casos de productos dirigidos a dolencias menos
estéticas que un dolor de cabeza (hemorroides, dentaduras postizas,
menstruaciones etc.,) se explicitan publicitariamente en
productos-imagen de muy reciente aparición, por medio de esfuerzos
estético visuales considerables a fin de acercarse casi de puntillas
a sus destinatarios finales que son aquellos afectados de alguna de
estas situaciones.
El “timming”
Es
una herramienta específica de la prensa aunque cada vez se utiliza
más en el resto de los medios. Puede ser natural, o creado y
consiste en el primer caso en aprovechar el tirón de un fenómeno
natural para ofrecer cualquier producto milagroso. Así hemos visto
que en épocas de alta incidencia gripal, proliferan los anuncios de
los “frenadoles” y las “couldinas” y durante las etapas
veraniegas se incrementa la oferta de los productos antisolares en
amplísimas gamas numéricas. Se trata de la ley del mercado más o
menos creado y fidelizado, siendo precisamente durante estas épocas
en las que se incrementa la información sobre los problemas
dermatológicos del sol.
El
fenómeno de un eclipse moviliza a los fabricantes del sector de la
óptica en términos apocalípticos para que la gente adquiera
determinados modelos de gafas especiales bajo pena de quedarse ciego
si no lo hacen. No nos consta que los sistemas utilizados
históricamente para disfrutar de un eclipse, uno de los cuales
consiste en observarlo a través de una vasija llena de agua, hayan
producido lesiones en los interesados observadores de este fenómeno
natural. No creemos que se trate de un fenómeno causa-efecto y sí
que los departamentos publicitarios de las fabricas funcionan
estrechamente vinculados a los de Relaciones Públicas. Por no hablar
de los productos anti-acné, dirigidos específicamente a la juventud
en cualquier época del año, en una generalización sistemática de
ese problema típico de un porcentaje no mayritario y en todo caso
transitorio, de personas pertenecientes de la edad adolescente.
En
el segundo caso que se refiere al “timming” creado, hemos visto
cómo en etapas excedentarias de productos tan concretos como los
raticidas o los tomates, se producen fases previas de “creación de
ansiedad” en las que proliferaron reportajes mostrando niñitos
mordidos en las orejas, los labios, los dedos —en muchos casos
taras genéticas— mordiscos adjudicados a los roedores cuando no
reportaj es referidos al número de ratas que corresponden a cada
madrileño, barcelonés, sevillano, etc., sensibilizando a las
audiencias con sucesos no siempre ciertos, pero coincidentes con
situaciones excedentarias en la línea correspondiente de cada sector
de producción.
También
hemos visto reportajes procedentes del mundo científico que trataban
sobre la calidad vitamínica del tomate, la zanahoria, la alcachofa,
etc., sus propiedades saludables y el efecto que estas producen en
los individuos, coincidentes en el tiempo en que los almacenes de
tomate canario etc., mostraban un excedente preocupante en temporadas
determinadas.
El síndrome de Pericles
Es
una herramienta profusamente utilizada para ofrecer los productos
moda y diseño y especialmente el correspondiente al sector de los
vaqueros. Consiste en enfatizar en los medios de prensa periódica
(revistas juveniles y femeninas y TV), sobre las tendencias europeas,
americanas e incluso autóctonas, siempre vanguardistas ajuicio de
los árbitros del sector. Estos árbitros se sirven de publicaciones
de prestigio, con audiencias específicas de estos productos, que
actúan de vehículo para difundir el correspondiente material al que
se rodea de
una filosofia de vida basada en el hiperhedonismo.
Un modelo clásico a pesar de su juventud es la revista semanal
gratuita “M”.
El estilo
de El
Mundo, suplemento
adjunto al bloque de prensa que dicho diario ofrece cada sábado a
sus lectores. En ella se relacionan productos de moda mediante la
correspondiente publicidad, en el propio o en otros países. Lugares
de esparcimiento que no están relacionados con el Caribe, sino
muchas veces bien cercanos, accesibles y gratos; colonias varoniles
fabricadas para príncipes, monarcas y otras figuras famosas en el
panorama de los famosos; nuevas fórmulas que algún día pueden
llegar a incrementar nuestra cultura gastronómica aferrada al
cordero, el cochinillo, el cocido y la paella como si fueran éstos
los únicos manjares posibles de ofrecer a la familia por los siglos
de los siglos; nuevos vinos de esmerada crianza; avisos de añadas
excelentes, disponibles en los establecimientos especializados;
libros de calidad, primorosamente encuadernados y otros tantos
etcéteras, que hasta hace bien poco sólo estaban al alcance de las
minorías de nuestro país.
La simulación subliminal
Es
una herramienta tan extendida como vigilada por la ley. A pesar de
esta vigilancia, se cuelan en todos los medios mensajes claramente
subliminales, muy estudiados por los expertos en comunicación. La
campaña más evidente fue padecida, en los preliminares de las
elecciones generales de 1993, por el público clavado frente al
televisor ante un partido de Liga Madrid-Barça.
Sobre
el espacio verde del terreno de juego se pudo observar/presentir, en
el espacio de menos de un segundo, el logotipo del Partido Socialista
Obrero español. Muchos creyeron haberlo visto, otros tuvieron la
certeza y otros ni siquiera lo vieron pero allí estuvo, ante la
extrañeza de los ingenuos y la indignación de los más avezados.
Otro
ejemplo importante fue la campaña orquestada durante varios meses
después del incendio del Liceo de Barcelona desde una emisora de
cobertura nacional que utilizó el suceso en todas las claves
informativas y manipuladoras del texto, insistiendo sobre las
nefastas consecuencias culturales del mismo. El objetivo no era otro
que conseguir que la restauración del establecimiento, —propiedad
de sus socios— fuera sufragada por las arcas de la Administración
Central liberando a la Generalidad catalana de su responsabilidad
pecuniaria. A los propietarios les salía carísimo emprender la
reforma del Liceo y pretendían que los gastos de renovación del
centro cultural privado, donde las localidades resultan casi
inaccesibles para el público en general, corriera a cargo del erario
público. En definitiva, que todos los españoles del resto de las
autonomías, pagáramos un lujo cuyas expectativas de establecimiento
cultural considerado como bien público, siguen pareciendo muy
remotas.
No
obstante la campaña surtió efectos por debajo de las cifras
pretendidas, debiéndose recurrir al patrocinio de diversas
instituciones culturales y financieras mayoritariamente catalanas. Lo
que aún no se ha conseguido saber es qué grado de control siguen
detentando los socios en la gestión del Liceo una vez que han.
conseguido, como deseaban, derivar gran parte del coste de la
restauración.
El rumor y la noticia contradictoria
Tienen
como investigador fundamental a Jean Nol Kapferer a cuyo libro “El
rumor” debemos remitir a los interesados sobre el tema. Sin embargo
toda persona de cultura media conoce
los efectos del rumor estratégicamente
planificado. La historia nos ha contado varios casos de los cuales el
más indicativo es la estrategia de Rostchild, banquero del siglo XIX
que, conociendo por medio de un sistema de palomas menjaseras la
derrota de Napoleón en Waterloo, hace correr por la capital del
Reino Unido el rumor de que han sido los ingleses los que han perdido
la guerra. Rostchild sabe entonces que la Bolsa inglesa bajará hasta
los mínimos antes de que lleguen los mensajeros convencionales,
obligados a recorrer media Europa a caballo. Con la Bolsa en ese
estado, el banquero compra todo lo comprable. Llegados los correos
del frente, la Bolsa se recupera y el autor del rumor se convierte en
el hombre más rico del continente. Fuera del ámbito histórico,
Kapferer menciona el rumor como un elemento de dominio desde la
dirección de las empresas para conseguir más efectos de poder
dentro de la organización o incluso fuera de ella. En España
conocemos asimismo el rumor lanzado hace años por una empresa
francesa del sector del aguas minerales contra la empresa Solares,
dominante en el mercado español, con pretensiones de comprarla por
el mínimo precio. No obstante aquella campaña no consiguió que
desapareciera esta empresa, puntera en el mercado nacional.
Los
medios de comunicación masiva, especialmente la televisión, se
hacen eco muy a menudo de este sistema a fin de incrementar sus
audiencias. Recordaremos el rumor orquestado por Antena 3, ante la
caída en picado del programa Sorpresa,
Sorpresa, relativo
a una adolescente y sus eventuales prácticas sexuales frente a un
cantante, Ricky Martin, escondido en el armario del dormitorio de la
criatura. La Cadena y su competencia Tele 5,
llenaron
horas enteras de programación con este suceso inexistente.
Somera
referencia al valor de los tópicos, los colores y figuras retóricas,
como elementos de la persuasión ¡manipulación
El
tópico es el “deseo común, el valor aceptado como ideal al que el
producto queda vinculado a través del eslogan” (1993, 114 y ss.) y
por tanto uno de los recursos más comunes en la mayoría de los
mensajes del producto publicitario. La naturaleza,
utilizada
en los anuncios, pretende implicar autenticidad y deseo de huir del
espacio urbano y se representa por paisajes del campo de las costas,
jardines, etc. El dinero
y
todas sus imágenes significa ahorro, administración y buen estatus
económico así como la pertenencia a una determinada élite, lujo,
confort y deseos de superación. Sus objetos iconográficos son los
lugares lujosos, Clubes de campo, de golf, residencias,
coronas y
castillos
etc., que apelan al
carácter esnobista del ser humano.
El
sexo
es
la referencia al cuerpo y sus disfrutes, representado por bellísimos
personajes en gestos y actitudes eróticas e insinuantes. Este tópico
subyace en cientos de anuncios uno de los cuales, quizá el más
reciente es el de Coca-Cola que muestra a un trabajador de espléndida
belleza, consumiendo esta bebida, en un descanso de su trabajo, ante
la mirada admirativa del elenco femenino de una oficina. La amistad
trata
de los contactos afectivos, las relaciones sociales de formas
cuantitativas y cualitativas. Se materializa en grupos de personas,
especialmente juveniles, en discotecas o lugares de diversión, manos
que se estrechan, etc...
El amor referido a la familia, a la pareja y en toda su más amplia dimensión. Significa búsqueda de seguridad, protección y muchas veces placer. Junto a la amistad es una de las carencias más importantes del ser humano actual. La libertad significa evasión, independencia y descanso en una forma de huida de la realidad cotidiana. Su imagen se asocia a playas tropicales, espacios de aventuras y viajes en general.
Los
llamados tópicos fisiológicos
tratan
sobre las necesidades biológicas, el alimento, la salud, y la
seguridad física. Es muy utilizado en anuncios referidos a productos
del ramo alimentario, farmacéuticos y de seguros. La belleza
implica
la necesidad de ser aceptado por los grupos sociales superiores y es
un valor a la hora de “vender” o “venderse”. Materializa la
estética de la imagen propia y ajena y su rentabilidad.
El
tópico cognoscitivo se refiere al deseo de adquirir conocimiento y
sabiduría para obtener el reconocimiento de los demás. Se trata de
un tópico en auge dentro del mensaje publicitario actual porque el
ser humano en las sociedades desarrolladas ha conseguido alcanzar una
vivienda digna, un vehículo propio e incluso representativo y un
determinado estatus especial, pero quizá inconscientemente sabe que
carece de cultura y eso le incomoda por lo que cada vez más los
anuncios ofrecen productos rodeados de eventuales consecuencias
culturales. A menudo el último coche del mercado nacional,
transcurre por parajes que muestran iglesias románicas, o aparecen
en playas donde los acantilados figuran una enorme biblioteca. Cada
día están más en auge productos como la formación, las
enciclopedias, idiomas, Masters, para los consumidores y para sus
hijos etc. Es necesario precisar que todos estos tópicos se pueden
manejar simultáneamente sin que ninguno de ellos contradiga al otro,
sino más bien que se hallen perfectamente delimitadas sus relaciones
lógicas.
El
color
en
cualquier actividad y especialmente en publicidad es “el elemento
plástico de mayor vinculación con las emociones y transmite gran
cantidad de información” (1993,128 y ss.) por ello se utiliza con
profusión en todas sus versiones adecuándolo al producto y a
aquello que el mensaje desea transmitir. [Clemente, M y Santalla, Z:
El
documento persuasivo, Ed.
Deusto. Madrid. 1955.]
El
rojo
según
Bivier es agresivo y sugiere la emoción, acapara la atención y
supera al resto de los colores. Se asocia a la pasión, al peligro,
al triunfo y a la acción. El magenta inspira diversión.
El
azul
sugiere
confianza, placer y descanso. Fabris y Germani lo asocian a la
armonía y la sinceridad. Por esa confianza no es dificil encontrarlo
en los logotipos de las entidades bancarias. Bivier asegura que el
verde
significa
equilibrio emocional. Es apacible, reposado y provocador de emociones
así como evocador de la naturaleza.
El
anaranjado
expresa
seguridad y confort. Moles afirma que es un color estimulante que
atrae a los indecisos. Lo hemos visto en la imagen de una entidad
holandesa de seguros (Nathionalen Nederlander) y últimamente en el
lanzamiento de un nuevo canal de televisión (Quiero poder, lujo y
realeza: Fabris y Germani han demostrado que expresa ausencias de
tensión, calma y autocontrol. No es raro que lleve más de dos
temporadas siendo uno de los colores elegidos por la moda dirigida al
segmento juvenil.
El
amarillo
indica,
según Lüscher, imaginación y frivolidad, TV). El violeta
implica
elegancia, placer, adolescencia y frenesí incontrolado. También muy
presente y consumido en la moda del segmento de edad arriba
mencionado. Lüscher mantiene también que el blanco
significa
refinamiento y delicadeza, tranquilidad y porvenir. Este color está
fuera de las preferencias de las edades más cercanas al exceso de
kilos y no es precisamente el más utilizado por la juventud. Y por
último debemos mencionar el negro
que
significa sofisticación, misterio, fascinación y lujo. Fabris y
Germani lo consideran inductor de lo desconocido y prohibido. Es y
sigue siendo el color rey
del
mercado adolescente.
Todos
los autores mencionados han llevado a cabo múltiples investigaciones
de análisis de contenido textual/visual, que los han situado a la
cabeza del estudio y resultados de la utilización de los colores en
publicidad, fundamental para la aplicación e interpretación de los
mismos y sus significados.
La
figuras
retóricas son
herramientas frecuentemente utilizadas en la publicidad de calidad
porque implican sensibles niveles de conocimiento del lenguaje en los
creativos que las usan en sus campañas, a las que como los tópicos
y
los colores,
sirven
de apoyo en contenido del mensaje. Nacen a la sombra de los tropos
aristotélicos y han venido siendo desarrolladas a través de la
historia por varios investigadores, recogidos por Durand en 1973
(1993, 145
y
ss). Dentro de las comprendidas en la clasificación enfática,
podemos destacar la hipérbole
que
consiste en la exageración de alguno de los elementos del
texto/imagen del anuncio. La macrotipografía
otorga
el máximo tamaño al texto o una de sus partes en el mensaje.
La
metáfora
utiliza
la sustitución de un elemento por otro. El ejemplo clásico es el
anuncio a toda página, que presenta un paisaje natural y en el
faldón inferior derecho aparece un frasco de perfume en pequeño
tamaño y su marca, acompañados del siguiente eslogan: “La
naturaleza ha cambiado de envase “.
La metonimia
se
basa en la sustitución de un elemento por otro en función de su
relación causa-efecto. La hemos visto entre otros en el célebre
anuncio que presenta el dibujo de una botella seguida del signo +, el
dibujo de un automóvil seguido del signo = y finalmente el dibujo de
una ambulancia. El clímax
está
representado por un conjunto secuencial que promueve gradualmente el
aumento de la atención y la podemos ver representada, por varias
páginas de prensa o planos de imagen en los que el producto no
aparece hasta el final, creándose la correspondiente ansiedad en el
destinatario.
La
anfibología
consiste
en la ambigüedad del significado del anuncio y en su
plurinterpretación o polisemia (varios significados). La antipofora
permite
al mensaje anticiparse a las objeciones que se llegan a interpretar
sobre el anuncio. La preterización
se
usa para encubrir con fines altruistas las intenciones meramente
comerciales del emisor del mensaje. Es un modelo profusamente
utilizado por el sector de las telecomunicaciones móviles, el
bancario, de seguros y de la energía. Todas ellas y otras muchas que
hemos dejado en el tintero por razones de espacio, son tema continuo
de estudio por los analistas de contenido y pueden ser utilizadas
individual o simultáneamente con otras siempre que no se contradigan
entre sí.
Problemas
éticos y críticos
Es
muy amplia la investigación sobre los problemas que la publicidad ha
ido magnificando con su práctica a lo largo de los tiempos. Algunos
de esos problemas los hemos analizando al filo de muchos ejemplos
aportados a los seminarios en los que se imparte la técnica de esta
disciplina, pero es conveniente destacar algunos de los más
evidentes en relación con los públicos juveniles. Uno de ellos es
la
falsa necesidad que
una vez creada, a menudo va siendo magnificada progresivamente de
acuerdo con la demanda del producto anunciado. Entre toda clase de
éstos, el más acusado es el de la telefonía móvil que ha
realizado un esfuerzo publicitario importante en los últimos cinco
años. AMENA es un buen ejemplo unido a Telefónica. Juntas han
abierto los mercados juveniles consiguiendo implantarse totalmente en
ellos con anuncios a toda página en colores brillantes (en concreto,
AMENA utiliza el verde) con el que apela al tópico libertad
cuando
no hay producto que más la limite que el teléfono móvil.
Cualquier ser pensante que utilice la lógica puede ver que todos los despliegues publicitarios similares al anterior, corresponden a estrategias previas tendentes a crear un entorno específicamente materialista que afecta a la mayoría de los públicos, porque en este estado general, se produce la situación ideal para las políticas comerciales actuales y el incremento de las ventas. De igual manera existen políticas publicitarias que destacan la marginalidad y sus consecuencias para fijar la actitud de los públicos en términos de huir de la misma o de, a través de ella, mostrar una forma de rebeldía muy propia de la juventud.
Para
ampliar la reflexión sobre el fenómeno publicitario y sus prácticas
es inevitable mencionar las fórmulas que tienden a convertir al
consumo
en fetiche para
obtener la felicidad y el placer. Por desgracia, estas políticas,
sin intenciones fundamentalmente malévolas, han conseguido crear una
estética lúdica que conduce irremisiblemente a deformaciones
enfermizas como la compra
compulsiva, que
conduce al consumidor a adquirir incluso aquello que no necesita para
nada y que muchas veces acaba arrumbado en cualquier armario o dentro
de su envoltorio por tiempo indefinido.
Persuasión:
Manipulación y desinformación: diferencias
Nada
más importante para el análisis de las actitudes de los públicos
entre los que nos encontramos, tipificados por las técnicas de
investigación de mercados, como tener bien claros los conceptos de
los términos lingüísticos al uso. Vamos a clarificar aquellos que
hemos tratado en el presente trabajo y comenzaremos por definir el
término persuasión como la técnica de la psicología que ejercita
“el intento
de provocar cambios en las opiniones y actitudes ajenas y
convencerlas de que realicen lo que deseamos “.
Vemos cómo la publicidad es persuasión puesto que trata de
convencernos lleguemos a perfeccionar el acto de compra.
La
manipulación está centrada en la elaboración y diseño del mensaje
textual/audiovisual utilizando las técnicas que hemos venido
mencionando y consiste en la manipulación ‘fáctica
del mensaje alterando su carácter normal y dotándolo de la
virtualidad que le marcan las técnicas al uso.”
La
desinformación comprende el proceso completo, (intención,
estrategia, manipulación e intoxicación). El diccionario R.A.D.L.E.
en su edición de 1984, recoge la definición de desinformación como
“información
manipulada al servicio de ciertos fines” que
en el caso de la publicidad debe convertir la información como fin
en sí misma, situándola
al servicio de los fines comerciales, políticos, financieros, etc.
Para que exista un proceso desinformativo es necesaria una
intencionalidad concreta: vender, bien sean ideas o productos, ya que
si se realiza sin intención no existe desinformación sino
alteraciones espontáneas o errores del mensaje. Es necesario también
que haya una estrategia previa, bien diseñada, en la que se
establezcan los objetivos a obtener tras de la ejecución de la
campaña.
Junto
a la intoxicación, “conjunto
de efectos
producidos
por el mensaje correspondientes o no a los
objetivos
deseados por el emisor” forman
el proceso desinformativo y sus efectos han sido estudiados por la
autora del presente trabajo en el libro: “Teoría
de la Desinformación “,
editorial Alhambra, Madrid, 1985, publicación en la que se pueden
encontrar todas aquellas dudas y matizaciones sobre esta herramienta
estratégica.
Los valores juveniles actuales
Para
abordar adecuadamente este epígrafe es conveniente marcar las
diferencias entre opinión, actitud y conducta: La opinión, dicen
Piñuel y Raigada “es accidental,
algo aislado que no compromete al individuo sino superficialmente”
(199,
320 y 321) y siguen diciendo que la actitud “es el
resultado de la opinión “.
Ambas se manifiestan en el mismo contexto que surge en el ámbito
psicológico de cada individuo. La conducta sin embargo es la
materialización
de las anteriores y
dispone de unos márgenes de operatividad que muchas veces no
corresponden con los límites de las anteriores. Por eso la conducta
está caracterizada por una independencia extraña a la opinión e
incluso a la actitud. Un ejemplo muy claro de este aserto es el
carácter religioso del individuo o la carencia del mismo.
Es
cada día mas frecuente el caso de personas que durante su infancia y
adolescencia han recibido una educación religiosa convencional,
producto de una sociedad con marcado carácter religioso al menos en
términos políticos y pragmáticos ya que en etapas de la dictadura
los tratados —Concordatos—— firmados con la Santa Sede y la
penuria de los centros de enseñanza pública, fomentaban la elección
de la enseñanza religiosa entonces de mayor calidad que la pública.
Como consecuencia de las técnicas de propaganda al uso de la época,
la opinión y la actitud en relación con la enseñanza era casi
unánime, puesto que los consumidores apenas tenían capacidad de
maniobra al respecto.
En
la actualidad, declarado por la Constitución española el carácter
laico del Estado español, son muy frecuentes los casos de personas
que declaran su carácter de “no practicantes, agnósticos e
incluso ateos”, declaración que lleva implícita la actitud de no
asistencia a los cultos religiosos de cualquier tipo. Puede sin
embargo ocurrir, como es de desear, que éstos desarrollen una
conducta habitual de corte cristiano y defiendan los derechos
humanos, a la vida (anti-abortistas), a un puesto de trabajo, a una
vivienda digna, etc., e incluso que se partan el pecho cuidando
ancianos o ejercitando cualquier forma de ayuda a sus semej antes
necesitados. Puede asimismo que enseñen a sus hijos el respeto hacia
los demás y el amor al prójimo y que cumplan naturalmente los
mandamientos referidos a las relaciones con el resto de sus
semejantes. No obstante, otra manifestación de la conducta es elegir
la enseñanza religiosa —desde dentro de una familia no practicante
etc.,— cuando no elevar al infinito el despliegue económico y
social a efectos de que los hijos reciban la Primera Comunión y el
sacramento del matrimonio, contra todo pronóstico, dadas las
actitudes generales de sus opiniones al respecto.
El
ejemplo anterior es la materialización de otros efectos ya que
también en él se comprende la
puerilización de los hechos bajo planteamientos de consumo. El
consumidor social de extracción media-baja, tiende a recurrir a
estos sacramentos para mostrar su, pretendidamente alto, nivel
social. En el caso de la juventud esa puerilización es muy frecuente
por cuanto que son muchos los jóvenes que acceden a productos de
consumo —como los teléfonos móviles— que creen les otorgan un
estatus superior en edad y recursos ante sus compañeros. También es
muy frecuente que exijan de sus padres formar parte de la liturgia de
sacramentos como la Primera Comunión o el del matrimonio por no
quedarse fuera del ámbito de lo que ellos creen una celebración
importante en el ámbito social. Incluso podemos ver cómo a
instancias de los hijos, los padres en el uso de su “progresía”
organizan fiestas, eufémicamente denominadas de “iniciación”,
que se realizan simultáneamente a las celebraciones religiosas del
resto de sus pequeños compañeros.
Otra
de las manifestaciones de la conducta juvenil mas común es su
participación en las jornadas de fin de semana en las que la
ausencia de autoridad de los padres puede llegar a tener a menudo
tintes dramáticos. Los jóvenes de inteligencia normal tienen muy
claro que ese tipo de ocio, según está planteado es negativo pero
no quieren dejar de participar en sus inercias para no ser rechazados
por el grupo. Dentro de ese grupo, los valores están clasificados en
tres tipos. El primero es el valor
de uso, materializado
en la idealización de las marcas, tan común especialmente en este
segmento de la población. Hemos visto cómo determinados modelos de
zapato deportivo adquieren exorbitantes precios económicos, siendo
precisamente los más caros los elegidos por el público juvenil, que
en el mejor de los casos es capaz de ahorrar durante mes para poder
adquirirlos. La lógica más elemental permite razonar sobre el
precio de este tipo de productos, sensiblemente inflado para cubrir
los costes de tan carísimas como eficaces campañas de marketing,
publicidad e imagen de las marcas correspondientes. Cualquier ser
humano por muy básica que sea su inteligencia es capaz de comprobar
la escasa diferencia de calidad entre un producto muy anunciado y
otro procedente de una marca menos conocida.
El
valor
de cambio lo
hereda el joven de sus propios padres en la elección del centro de
enseñanza donde desean llevar a su hijo. En el pensamiento de que
silos hijos asisten a un colegio prestigioso, automáticamente se les
va a contagiar el supuesto prestigio del colegio, no siempre aciertan
en los recursos infantiles y juveniles de sus infantes, provocando en
ellos muchas veces el conflicto de que éstos lleguen a gustarse lo
suficiente como para adquirir el equilibrio necesario para su normal
evolución. Todos conocemos las dificultades que surgen en los
colegios de alto standing social —que no siempre suele corresponder
con el más alto nivel académico— particularmente en la realidad
sobre las diferencias monetarias de los alumnos y sus capacidades, no
mentales sino adquisitivas, a efectos de viajes, ropa, material de
estudio y vehículos. Los mismos alumnos/hijos establecen ese valor
de cambio incluso inconscientemente, sufriendo la dureza de aquellas
situaciones a las que no pueden acceder y otorgando al consumo un
valor que según ellos, debería lograr automáticamente su
tranquilidad en relación con los parámetros que supone corresponden
al grupo ideal.
El
valor
de signo viene
dado por el ambiente ideológico del entorno y corresponde a sus
mitos característicos. Aprenden de la familia, si algo positivo o
negativo tienen que aprender de ella, y aprenden incluso del
contenido de los mensajes que les llegan desde las letras de las
canciones objeto de su consumo de la radio, los guiones de las series
de televisión y los contenidos de las revistas dirigidas a su
segmento de población, convirtiendo en mitos a los triunfadores de
la sociedad que les ha correspondido vivir. Aún bien reciente está
la época en la que el paradigma del segmento de población
comprendido entre los 18 y los 30 años, tuvo como ejemplo y modelo
la personalidad potente de Mario Conde en su etapa triunfal. Esta
figura social representaba todas las claves del éxito. Muchacho de
clase media, becario en Deusto por buen rendimiento académico y
limitados recursos familiares, que se ganaba la vida con la
comercialización de sus maravillosos apuntes de clase etc., y que
llegó a ser Presidente de uno de los bancos mas importantes de la
nación. Valga el sintético relato de una anécdota sucedida el
verano de 1989 en el Campus de la Universidad de verano del Escorial
cuyos contenidos estaban financiados por el banco propiedad de Mario
Conde. El banquero asistió a la inauguración de los Cursos pero no
vino de manera convencional a bordo de su automóvil conducido por el
inevitable y elegante chofer, sino que bajó literalmente del cielo
en un helicóptero plateado en el que le acompañaban cuatro de sus
gorilas. Resultan muy difícil de explicar las miradas de
embobamiento de los alumnos en aquella jornada memorable.
De
la anécdota anterior podemos también extraer uno de los estilos de
vida considerados emergentes
por
la juventud, espejo como siempre, de la influencia familiar y de las
campañas publicitarias que transcurren en las sociedades
desarrolladas actuales, en las cuales el éxito
está
valorado con la máxima puntuación. También en dicha categoría
podemos incluir el valor emergente del dinero. Tradicionalmente este
factor ha tenido la importancia natural que le corresponde, pero su
formulación, el hecho concreto de hablar de dinero era considerado
como uno de los síntomas del mas acendrado mal gusto. Así, podemos
observar que cualquier joven, en el acto admirativo de la motocicleta
de su compañero de clase, preguntará el precio de ue1 artilugio y
el joven propietario responderá gustoso a la extemporánea cuestión.
Otro
valor emergente
de
la juventud, siempre en función de la información que reciben, es
la tolerancia, que hasta fechas muy recientes ha sido considerada
como pasotismo. Los jóvenes son tolerantes y lo son quizá, entre
otras, cosas por su escasez del sentido de responsabilidad y de
compromiso. No pierden nada con su formulación y ello les hace
sentirse más importantes. El día que su tolerancia pase de la
teoría a la práctica habrán dado un gran paso en su formación
integral.
Entre
los valores descendentes
y
siempre en comparación con las generaciones que les han precedido en
los últimos veinticinco años, está el concepto patria.
Cierto
es que la sociedad ha evolucionado hacia valores más universales y
que por ello la juventud actual se siente ciudadana del mundo y no
suele desentonar en otras culturas donde pueda llegar a establecer-
se, pero aquel valor clásico de la sociedad española ha perdido
gran parte de su importancia, entonces capital, para representarse
únicamente en las competiciones deportivas y en el momento preciso
en que se entonan los acordes del himno nacional.
Otro
de los valores descendentes
es
la solidaridad aunque parezca que dicho valor se contradice con el de
la tolerancia. Lo cierto es que la juventud continúa siendo
permeable a la realidad social de cada país y los jóvenes aunque se
han acostumbrado a caminar por las ciudades evitando a todo tipo de
seres marginales que extienden la mano en súplica de unas monedas
que les ayuden a sobrevivir, están bien conscientes de esa terrible
realidad y les preocupa. También es de destacar el descenso del
valor político
de
la juventud que en etapas anteriores luchaba por una serie de ideales
casi extinguidos a causa del único valor en alza de las sociedades
desarrolladas: el valor económico/financiero,
dueño
y señor de las mismas. Y por último hemos mencionar como valor
descendente la comunicación/información de la juventud,
sistemáticamente aferrada a un silencio persistente en sus
relaciones con la familia. Es una forma inconsciente de
desinformación por omisión a la que someten a sus padres en el
ánimo de que estos no interfieran en su derecho a la libertad. Quizá
ese silencio sea también debido a las inseguridad que demuestran en
el campo del discurso debido al cada día más exiguo conocimiento
del lenguaje y la ausencia de la práctica de la lectura. Son las
excepciones las que confirman una regla que hemos comprobado a lo
largo de muchos años de profesorado en el campo universitario. Son
muchos los jóvenes que escriben poesía, relato o teatro y no han
leído ni un solo libro relacionado con estas artes. Ante el estupor
que esta realidad produce, alegan que para escribir bien no es
necesario tener conocimiento de otros autores. Automáticamente,
pretenden la genialidad y ésta es tan excepcional que por desgracia
no le corresponde a la mayoría de los seres pensantes.
Afortunadamente y con el tiempo suelen comprobar que necesitan de ese
fluido imprescindible para la creación literaria, y en él mercado
están los mejores ejemplos de esa creatividad juvenil, que día a
día son más frecuentes.
Queremos
creer que los jóvenes a pesar de todo tiene sus héroes aunque no
podamos asegurarlo a ciencia cierta. Y no queremos hacerlo a la vista
de aquellos seres sobre los que observamos en ellos determinadas
pulsiones que, en líneas generales nos parecen impresentables. Me
refiero a los integrantes de grupos musicales, cantantes de rango
internacional, o deportistas de alto nivel etc. Por ello hemos
elegido como opción al héroe simbólico que no lo es por su
trayectoria profesional sino por el efecto del contenido de su obra y
lo que ella representa en el ámbito nacional o internacional. En
algunos casos esos héroes
simbólicos lo
son por el papel que representan en el soporte en el que se muestran.
Así hemos visto la aceptación que ha producido en la juventud el
programa de Telecinco “Gran Hermano”, donde un conjunto de
personas del segmento juvenil, elegidos meticulosamente en razón de
su indeficiente nivel mental y culto ilimitado al cuerpo, permanecen
en una urna de cristal como si fueran cobayas de laboratorio a merced
de las miradas de más de diez millones de espectadores y también a
merced de las instrucciones del personal de la cadena que les va
marcando pautas a fin de la consecución objetivo único: el
incremento de la audiencia. El poder del medio televisión, ha
conseguido con el formato de este concurso y sus métodos de
eliminación, convertir a estos seres más o menos amorfos, en héroes
capaces de llegar a la final y conseguir los veinte millones del
premio establecido. Y ello ha sido posible gracias a los mecanismos
inconscientes de la juventud que en el transcurso de las secuencias
continuas del programa, ansían el final liberador que creen está
comprendido en la obtención del premio. Eso sin tener en cuenta la
permanente y tradicional contestación juvenil en relación con la
opiniones paternas sobre cualquier tipo de producto en el mercado
similar a las series “Al salir de clase” y “Compañeros” que
a pesar del esfuerzo de los guionistas no dejan de resultar
inverosímiles, cuando no patéticas como el ya mencionado y de mayor
audiencia de Telecinco.
En
la reflexión final subyace el deseo de que los responsables del
producto publicitario y de la programación audiovisual nacional,
lleguen a ser conscientes de su responsabilidad en la formación de
las audiencias, especialmente la juvenil, estableciendo todos los
mecanismos al servicio del poder que detentan para conseguir que se
incremente el espíritu crítico de las personas que las componen, el
establecimiento de los valores positivos del ser humano y el respeto
hacia los demás seres que comparten el espectro de la sociedad que
les ha correspondido vivir así como el cuidado del medio ambiente,
el amor a los demás y la convivencia creativa y por qué no, lúdica
de sus aspiraciones personales, sin que en ese legítimo ejercicio
agredan la libertad de los que les rodean.
(María
FRAGUAS de PABLO, “Juventud
y consumo: la permanente seducción“,
Revista
de Pastoral
Juvenil 375
(junio
2000) 5-16).