Un clima enrarecido |
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Salesiana “San Juan Bosco” Burgos, 24 de marzo de
2011 nº 96
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Salesiana “San Juan Bosco” Burgos, 24 de diciembre de
2010 nº 93
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Salesiana “San Juan Bosco” Burgos, 24 de enero de
2010 nº 89
Retiro ………………….………..............................3–8
Formación…………….………...........................9- 17
Comunicación…………………………………………18 - 24
Vocaciones…...….…..............................25 - 28
La solana……………………………………………….29 - 32
El anaquel……….…….............................33 - 60
Yemas y cenizas…………………….……………..33
Ser laico………………………………………….34 - 47
Jóvenes 2010..………………………………48 - 51
Bicentenario de san J. Cafasso……52 - 60
Revista
fundada en el año 2000
Segunda
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Dirige:
José Luis Guzón
C\\
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09001
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Legal: LE 1436-2002
ISSN:
1695-3681
Dichosa tú, que has creído (Lc 1, 45)1
Pablo Largo Domínguez, cmf
“Creer o no creer, esa es la cuestión”: así podríamos reformular la conocida alternativa («ser o no ser. esa es la cuestión») que planteaba Hamlet, el personaje de una obra de Shakespeare. A María la saludó su pariente Isabel con un «¡Dichosa tú, que has creído!». Y nosotros, en la letanía, la invocamos como "virgen creyente, o virgen fiel". Y con toda razón.
Parece que nuestra atmósfera cultural en relación con Dios y con la fe en Dios está bastante enturbiada, y también (si se permite el juego de palabras) que no faltan en ella turbulencias. Hace cosa de año y medio circulaban por varias ciudades europeas y de EE.UU. autobuses con este anuncio: «Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida». Tampoco faltó publicidad estática. Por añadidura, las informaciones y comentarios de los medios de comunicación dieron bastante difusión al anuncio. Desde ese punto de vista fue todo un éxito.
La lógica del anuncio no era, ni mucho menos, impecable; dejaba bastante que desear, como pasa con otros mensajes de la publicidad. Pero lo cierto es que sus autores no sólo "te" daban (con un estudiado tuteo, propio de viejos y benévolos camaradas) consignas directas de vida placentera y consignas indirectas de increencia. También han escrito libros y han tratado de argumentar su posición, lo que significa que se están editando "apologéticas ateas". Nos encontramos, pues, no sin más, ante gente con ganas de provocar, o ante meras ocurrencias, sino ante un proyecto de difusión del ateísmo, que cuenta ahora con las técnicas del marketing, y también con la tenacidad de sus promotores.
No es un fenómeno nuevo. Podemos recordar declaraciones ácidas, agresivas, aceradas, como esta, ya algo lejana: «La única excusa de Dios es que no existe» (Stendahl). Y si nos remontamos algo más atrás en el tiempo, podemos recordar una historia tramada por Diderot, uno de los directores de la Enciclopedia, o diccionario razonado de las ciencias, artes y oficios (siglo XVII). Este enciclopedista ideó un relato en que trata de presentar el factor religioso, no como respuesta al problema humano, sino como fuente de graves problemas para los individuos y las colectividades. Dice así:
"Hubo una vez un misántropo que, recluido en una caverna, se pasó años y años tramando males contra una humanidad que vivía feliz. Pero no acababan de satisfacerle las desgracias que ideaba. Al final, dio con la madre de las venganzas. Salió de la cueva y recorrió todos los lugares habitados por la gente pacífica, vociferando: ¡Dios, Dios! Su voz se extendió de un polo a otro, y al conjuro de esta palabra abominable se despertaron las peores pasiones humanas. Comenzó una amarga historia de terrores en las mentes y de horrores las sociedades. Miedos e intolerancias han sido y serán, hasta la consumación de los siglos, la envenenada cosecha que aquella semilla ha producido”.
Un hilo rojo enlaza muchas de estas consignas, historias y argumentos: para ciertos sectores de la cultura, Dios no es buena noticia. No se trata de que Dios sea sólo un espejismo, de suerte que quien acaba reparando su error se lleva un profundo desengaño. Dios es más bien una invención dañosa. Hay que deshacerse de ella para que la atmósfera vuelva a ser limpia, respirable, serena, libre de turbulencias. La gente no ha sido sólo víctima de una ilusión, a la que había de seguir un inevitable desencanto; lo ha sido de una verdadera agresión, que ha tenido como dolorosa secuela pesadillas y desdicha y a la que deberá seguir un mensaje liberador, un “evangelio ateo” si se me permite la expresión.
El contraste entre esta visión de Dios y la felicitación de Isabel a María, la creyente, es especialmente agudo. Y la lectura del canto del magníficat entonado por María lo hace percibir como en sonido estereofónico. Porque el magníficat es un estallido de alegría, un canto al Dios que ha mirado con amor entrañable la humillación, o la condición humilde, de su sierva, y no sólo la suya, sino la de todos los creyentes de generación en generación.
1 El Dios de María |
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2 Un testimonio y un relato |
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3 Materiales |
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4 Cuándo es justa es la desigualdad |
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5 La igualdad de potencialidades |
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6 La igualdad como reconciliación |
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7 Un problema complejo que no admite soluciones simplistas |
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8 No todos los velos tienen el mismo significado |
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9 Asimilación, integración y rechazo |
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10 El velo como signo de identidad cultural |
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11 El velo como signo de identidad religiosa |
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12 Significación ética del velo |
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13 Dimensiones políticas del velo |
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14 LA CARAVANA EN EL DESIERTO |
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15 Yemas y Cenizas |
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