DOS MIRADAS DE D. BOSCO: |
Inspectoría
Salesiana de “Santiago el Mayor" León , 24
diciembre de 2004 nº 40
Hablemos de Don Bosco
Don Bosco siempre está ahí animando nuestro andadura, indicando caminos. Es importante volver a Don Bosco siempre. Nos lo recordaba D. Pascual Chávez en la reciente visita a la Inspectoría: “Conforme conozco más la Congregación, conforme pasa más el tiempo, también como Rector Mayor, me sigo convenciendo que el tesoro más grande que tiene la Congregación es, en primer lugar, Don Bosco. Don Bosco es lo más grande que tiene la Congreación. Os digo que los salesianos sin Don Bosco no se entienden en su pasado, no se entienden en el presente y no se entenderán en el futuro. Y este elemento lo he estado remarcando desde el primer momento en que fui elegido Rector Mayor, cuando dando las buenas noches invité a la Congregación a volver a Don Bosco, y volver a Don Bosco significa, lo he dicho en muchas de las cartas, conocerlo, por lo tanto estudiarlo, significa amarlo y por lo tanto buscar imitarlo y significa llevar adelante su sueño a favor de los jóvenes (…). Don Bosco es lo más grande y por eso os invito a cada uno de vosotros a volver a estudiarlo, a volver a enamorarse de Don Bosco, a intentar asimilar su propia imagen. Hablemos de Don Bosco” (Nos queda su palabra, 55-56).
ÍNDICE
Retiro ……………………..…3-8
Formación………………….9-18
Comunicación.……........19-22
El anaquel……………..........23
Revista fundada en el 2000
Edita y dirige:
Inspectoría Salesiana "Santiago el Mayor"
Avda. de Antibióticos, 126
Apdo. 425
24080 LEÓN
Tfno.: 987 203712 Fax: 987 259254
e-mail: formacion@salesianos-leon.com
Maqueta y coordina: José Luis Guzón.
Redacción: Segundo Cousido y Mateo González
Depósito Legal: LE 1436-2002
ISSN 1695-3681
RETIRO
1 JESUCRISTO Y LOS JÓVENES |
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Manuel Rueda sdb
Queridos hermanos: he aceptado la invitación del delegado inspectorial de formación para aportar unas sencillas palabras en torno a nuestro Padre D. Bosco. De D. Bosco todos sabemos bastante, por no decir mucho... Me atrevo a insinuaros, brevemente, unos puntos que hacen referencia al título.
Recordemos, como punto de apoyo para la reflexión, algunas citas del Nuevo Testamento y otras de nuestras Constituciones.
Nuevo Testamento
A los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogénito entre muchos hermanos (Rom. 8, 29).
Todos los bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo (Gál 3, 27).
Revestíos del Señor Jesús (Rom. 13, 14).
El cristiano está, pues, llamado a crecer progresivamente a imagen de Jesucristo. Convencidos de esta realidad, ¡qué no diremos de la vida consagrada!. Escuchemos lo que nos dice el Sínodo que trató este tema:
La esencia de la vida consagrada por la profesión de los consejos evangélicos consiste en la vida filial en el Hijo único y en la imitación más cercana, de modo estable y radical, de la forma de vida según la cual vivió el mismo Cristo (Sínodo sobre la vida consagrada (octubre 1994, Proposición 3 C).
Constituciones de los SDB
Nuestra regla viviente es Jesucristo, el Salvador anunciado en el Evangelio, que hoy vive en la Iglesia y en el mundo, y a quien nosotros descubrimos presente en D. Bosco, que entregó su vida a los jóvenes ( C 196).
Educamos y evangelizamos siguiendo un proyecto de promoción integral del hombre, orientado hacia Cristo, hombre perfecto ( C 31).
Nuestra ciencia más eminente es conocer a Jesucristo, y nuestra alegría más íntima, revelar a todos las riquezas insondables de su misterio. Caminamos con los jóvenes para llevarlos a la persona del Señor resucitado... (C 34).
Principales rasgos característicos del sacerdocio de D. Bosco
Algunos estudiosos se han atrevido a enumerar, sabiendo de antemano que puede quedar incompleta la enumeración, los siguientes rasgos:
Sacerdote con y para con los jóvenes
Sacerdote educador
Sacerdote con los laicos
Sacerdote evangelizador.
Nos fijamos, por falta de espacio, únicamente en el primer punto.
D. Bosco, sacerdote con y para los jóvenes
San Juan Bosco es universalmente conocido como un gran apóstol de la juventud. Vivió su vocación sacerdotal entre los jóvenes y para los jóvenes. Estos caracterizaron y dieron sentido a su vida sacerdotal.
A los 16 años le dijo a un compañero: “Yo no seré párroco. Voy a estudiar porque quiero consagrar mi vida a los muchachos” (MB I 213) Recordando sus primeras experiencias sacerdotales en Castelnuovo, escribió: “Mi delicia era enseñar catecismo a los niños, entretenerme con ellos, hablar con ellos... Al salir de la casa parroquial iba siempre acompañado de una tropa de chicos, y adondequiera que fuese, marchaba envuelto en una nube de amiguitos la mar de contentos”. En 1862 reveló una profunda convicción: “El Señor me ha mandado para los jóvenes; por eso es necesario que me reserve en otros menesteres ajenos y conserve mi salud para ellos” (MB VII 253).
Nada extraña, pues, que llegara a exclamar: “Aquí con vosotros me encuentro bien; mi vida es precisamente estar con vosotros” (MB IV, 499).
Se puede afirmar, sin miedo a equivocarse, que los jóvenes constituyeron el programa de la vida del sacerdote Juan Bosco, una de sus opciones fundamentales. En esta clave se debe leer lo que escribió en la vida de Miguel Magone: “He decidido emplear todo el tiempo que Dios tenga a bien concederme en este mundo para el bien de la juventud”.
Nuestro Padre supo unir su vocación sacerdotal y su vocación de educador en un solo proyecto de vida y en una característica experiencia vivida. Experiencia que el Rector Mayor, D. Egidio Viganò, condensó en la feliz frase: “Evangelizar educando y educar evangelizando”.
Nuestro buen hermano, José Colomer, dejó escrito hace unos años al escribir sobre D. Bosco sacerdote: Al esbozar la figura sacerdotal de D. Bosco dos cuestiones emergen con fuerza: La primera es la imposibilidad de reproducir hoy con exactitud la vocación sacerdotal tal como él la vivió; la segunda es la necesidad de seguir enriqueciendo a la Iglesia con la vivencia sacerdotal de nuestro Padre y la urgencia de animar la misión salesiana entre los jóvenes con su característica alma sacerdotal.
Lo primero es imposible; lo segundo es necesario porque D. Bosco fue suscitado por el Espíritu Santo para inaugurar en la Iglesia una nueva forma de vivir el Evangelio y de seguir a Jesucristo.
Todos los Rectores Mayores, Sucesores de D. Bosco, han sido fieles al Fundador a la hora de animar a la Familia Salesiana. Todos han desarrollado el tema: Jesucristo y los jóvenes. Como muestra, citamos a los tres últimos.
Breves aportaciones de nuestros tres últimos Rectores Mayores en torno a este tema: Jesucristo y los jóvenes
D. Egidio Viganò: decía así en un mensaje a los jóvenes al inicio de su rectorado. “desearía concentrar vuestra atención sobre el mensaje apostólico de D. Bosco a los jóvenes. No os diré muchas cosas. Os propongo solamente cuatro palabras para ser recordadas, que pasen del corazón a la vida.
Primera palabra: ¡JESUCRISTO!
Segunda palabra: ¡LA VIDA!
Tercera palabra: ¡LA MISIÓN!
Cuarta palabra: LA ESPERANZA!
Recordamos la primera palabra: Jesucristo que ha enseñado D. Bosco a los jóvenes para crecer como esperanza de la sociedad y de la Iglesia. La primera y grandiosa palabra, el primer valor fuerte, el ideal de todo es Jesucristo. Aprender a conocer a Jesucristo, ver en Cristo el destino de la existencia, ver en El la síntesis de todos los valores de la historia humana la metodología del triunfo del bien sobre el mal, ver en El la persona que polariza la vida de quien tiene un poco de amor y encuentra en El motivos de trabajo y de existencia.
Cuántas banderas, cuántas ideologías, cuántos placeres han hecho perder la esperanza a la juventud. Queridos jóvenes: D. Bosco os enseña el gran secreto de vuestro porvenir: conocer, amar y seguir a Jesucristo.
D. Juan Edmundo Vecchi
El año 2000, desde el Colle D. Bosco, dejaba a la juventud salesiana este mensaje: “Desde el Colle donde todo habla de D. Bosco... me dirijo a los jóvenes del MJS del mundo.
La primera palabra que os digo es: “Alegraos siempre en el Señor”
(Fil. 4, 4). Esta invitación que escuchamos cada vez que celebramos la liturgia de D. Bosco resuena hoy más vibrante y persuasiva...
Reunidos aquí como juventud salesiana, recordamos emocionados, con alegría y gratitud, los dos siglos de historia salesiana. Aquí, en 1815, vio la luz Juan Bosco. Y dirigiendo hoy la mirada sobre el mundo, contemplamos la red de obras surgidas en su nombre y la multitud de jóvenes que en ellas encuentran casa, amistad y orientación para la vida...
Pero repasad, aunque sea velozmente, vuestra joven existencia. Alegría y gratitud brotarán como de una fuente interior: porque tenéis vida, porque os ha preparado un encuentro feliz con Jesús... Vosotros sois protagonistas en esta bella historia, grande y personal, cuyo origen es Jesús. ¡Compartid con otros muchos hombres el anhelo por la libertad, por la dignidad humana, por la fraternidad y por la Paz!”...
Con la confianza puesta en Dios e interpretando la consigna de nuestro padre y maestro D. Bosco,... hago una llamada y doy una consigna a los jóvenes del Movimiento Juvenil Salesiano: Id más allá... reconociendo con alegría filial las huellas de Dios Creador, la energía de Cristo Resucitado y la presencia del Espíritu que vivifica”.
D. Pascual Chávez
Tomamos estas palabras del B.S., Julio-Agosto 2004. D. Pascual ha tenido recientemente un encuentro con jóvenes de la Inspectoría Salesiana de Valencia. Reproducimos la nota del Boletín.
“Jóvenes, sed radiografías de Jesucristo”
Con esta sorprendente imagen, el Rector Mayor invitaba a más de 200 jóvenes responsables de los centros y asociaciones juveniles de la Inspectoría a tomarse en serio su voluntariado como animadores y su proyecto vocacional humano y cristiano. El encuentro tuvo lugar en el Colegio Salesiano San Antonio Abad de la capital valenciana.
“Sin una fuerte experiencia espiritual no hay razón para estar donde estamos y hacer y lo que hacemos”. Palabras contundentes del noveno sucesor de D. Bosco durante el coloquio abierto que mantuvo con ellos. En el ir y venir de preguntas y respuestas, D. Pascual afirmó sin titubeos: “Jóvenes, aceptad el reto de darle una oportunidad a Dios”. Durante más de una hora, el Rector Mayor respondió a una gran variedad de asuntos que le propusieron... Sus respuestas fueron directas, atentas y, a veces, apasionadas.
Las Constituciones de los SDB son ricas en citas a la hora de tratar estos temas. Jesucristo se repite al menos 31 veces en sus artículos; Jóvenes llega a salir hasta 46 veces. Está claro, y no sólo por el número de veces, que estos dos vocablos unidos tejen la gran opción de D. Bosco.
En 1982, D. Egidio Viganò, en la carta titulada: Más claridad de Evangelio, escribía así de claro:
“Somos discípulos de Cristo que con la profesión hemos hecho un gesto de libertad muy original: escogimos de forma radical y para siempre al Señor Resucitado. Cristo es nuestra opción fundamental, y ahora condiciona y orienta todas nuestras preferencias. El corazón del salesiano pasa por el misterio pascual antes de lanzarse por cualquier otro camino de la historia. Es un encuentro de amor y una alianza nupcial; sólo a partir de Cristo se explica nuestro género de vida, nuestra pertenencia a la Iglesia, nuestra misión juvenil y popular, nuestro proyecto educativo, nuestra actividad y el estilo con el que la realizamos...
Optamos por Jesucristo de un modo tan fundamental, que hacemos de El el parámetro de todas las restantes preferencias: en nuestro corazón no existe ya ninguna opción que se anteponga a Cristo... lo primero de todo es estar con D. Bosco en su opción básica por Jesucristo... Sólo a través de Él discierne y decide... El corazón del salesiano está ocupado totalmente por Cristo, para amar a los jóvenes como los ama El...
Por eso su entrega a la juventud y a las clases populares resulta más generosa, más perseverante, más genuina y más fecunda...”
Queridos hermanos: he intentado decir algo sobre 2 miradas de D. Bosco, y ahora me da la impresión que ha sido una sola la mirada de la que he hablado. Es una mirada que lleva unidas dos realidades: Jesucristo y los jóvenes.
Decía fray Angélico que quien hace las cosas de Cristo debía estar siempre con Cristo. No tiene nada de extraño que un hijo de D. Bosco, cuando está con Cristo, está con los jóvenes y cuando se encuentre con los jóvenes, se halle también con Cristo.
A modo de conclusión
“La santidad de D. Bosco es una santidad de “siervo bueno y fiel” que ha vivido entre los jóvenes la experiencia de Dios, dando entre ellos testimonio de la primacía absoluta del amor redentor. Quien lo acepta aprende a fijar mente y corazón inseparablemente en estos dos extremos correlativos: el Dios amor, a quien él quiere servir con humildad, y a los jóvenes, a los que ha de salvar en su Nombre con amor de predilección. D. Bosco enseña a su discípulo a superar toda dicotomía entre consagración y misión, entre contemplación y acción, entre oración y trabajo, entre vida religiosa y apostólica, entre unión con Dios y trabajo con los hombres. Le hace incapaz de pensar en Dios sin verlo como salvador de los jóvenes, y de encontrarse entre los jóvenes sin intentar llevarlos a Dios. Les invita a ser, en una armoniosa unidad, un hijo y siervo de Dios enteramente entregado a los jóvenes, y un misionero de los jóvenes enteramente trasparente de Dios”.
(D. Joseph AUBRY, D. Bosco: el santo de los jóvenes, Vida Religiosa, volumen 64,1 marzo1988).
Que María, la Madre de Jesucristo y la Madre de todos los jóvenes, nos siga ayudando a todos a ser contemplativos en la acción – como lo fue Ella – y todos nosotros pongamos en práctica aquella intervención suya en las bodas de Caná: haced lo que Él os diga (Jn 2, 5).
Para reflexionar personal y comunitariamente:
1. ¿Qué lugar ocupa Jesucristo en mi vida?
2. ¿Qué lugar ocupan los jóvenes en mi vida?
3. ¿Qué lugar ocupan Jesucristo y los jóvenes en nuestra vida comunitaria, en nuestra programación y en nuestra oración?
4. ¿Cuáles son las principales alegrías y satisfacciones como educador-pastor salesiano?
5. ¿Qué siento, qué sentimos, sobre nuestra vocación cuando la miramos desde la juventud y la Iglesia hoy?
FORMACIÓN
Calidad y centros educativos1
A lo largo de los últimos veinticinco años es fácil encontrar el término calidad unido al de educación, tanto en los documentos legislativos como en aquellos otros que recogen la experiencia de los profesores. De diez años a esta parte el término ha ido adquiriendo nuevas connotaciones en la medida en la que se ha ido considerando cada vez más el centro educativo como una; empresa y por lo tanto como una organización susceptible de poder ser analizada como tal. El análisis empresarial conocido como «cultura de la calidad» o «calidad total» nació en el entorno de las empresas productivas y ha ido pasando de éstas a las de servicios. Teniendo en cuenta el carácter especial del servicio de la educación, ¿hasta qué punto son válidos los sistemas de análisis que proceden de otro tipo de empresas?
Calidad en la legislación escolar
Los términos calidad y educación no son incompatibles. Una investigación a lo largo de los últimos veinticinco años nos lleva a encontrar que se habla frecuentemente de calidad en las intervenciones del primer ministro de educación del gobierno socialista, el Sr. Maravall. En diversas intervenciones manifiesta el ministro que durante su mandato se ha conseguido por fin el objetivo de tener una plaza escolar para cada uno de los españoles en edad de estar escolarizado en los niveles obligatorios, en aquel entonces entre los 6 y los 14 años. Con ello pretendía transmitir a la opinión pública que por fin se había conseguido el objetivo largamente buscado, desde la República, de una educación para todos. El mismo ministro lanzaba la idea de que, cubierta la fase previa de «una plaza escolar para todos», el objetivo inmediato era que esa plaza escolar fuera de calidad.
De ahí que se inicie toda una serie de reformas legales con el objetivo de conseguir la calidad en la educación. Y así el gobierno socialista pone en marcha tres leyes orgánicas, para la enseñanza no universitaria, que incluyen este concepto en su articulado. La primera, la LODE de 1985, plantea la unidad Centro educativo como una organización en la que la participación de los padres, los profesores y los alumnos se convierte en garantía de calidad. Frente a una concepción anterior de la enseñanza en la que el centro es el lugar en el que se encuentran una serie de profesores especializados, cada uno en su materia, que van pasando manifestando su saber ante un grupo de alumnos que reciben críticamente (¿?) una serie de conceptos, se refuerza legalmente la idea del centro como unidad y la participación como garantía de la calidad. El centro es pues una empresa común a gobernar y su gobierno, dado el tipo de empresa que es, requiere la colaboración de los agentes educativos.
La segunda, la LOGSE de 1990, a la vez que fijaba la ampliación de la enseñanza obligatoria hasta los 16 años, establecía en su título IV una serie de criterios que servirían para valorar la calidad de la educación en su conjunto. Según ella, los criterios eran: (1) la formación del profesorado, (2) la programación docente, (3) los recursos materiales, (4) la investigación, (5) la tutoría y orientación, (6) la función inspectora, y (7) la práctica de la evaluación del sistema. Como se puede observar, algunos de estos criterios, los cinco primeros, son susceptibles de ser analizados en un centro educativo y otros, los dos últimos, tienen más que ver con el conjunto del sistema2.
La tercera, la LOPEG de 1995, a la vez que revisa, tras diez años de experiencia, las formas y modos de participación establecidos en la LODE, refuerza y desarrolla algunos de los elementos que tenían que ver con la evaluación de la calidad del sistema educativo.
Pero la historia no se acaba ahí, y un tiempo después, el otro partido político el PP, tras un periodo de anuncio de reformas parciales, cuando en el segundo mandato consigue la mayoría absoluta, implanta su propia noción de calidad mediante una ley que, curiosamente, bautiza como de calidad, la LOCE de 2002. No hay duda de que hay un cambio de modelo acerca de la calidad en esta ley. Según ella nos encontramos en el título primero con un total de hasta 12 criterios de calidad que nos van a servir de indicadores en el camino de la evaluación de la educación.
El sistema educativo y cada centro será de calidad en la medida en la que: consiga (1) la equidad, (2) la capacidad de transmitir valores, (3) la compensación de las desigualdades, (4) la participación, (5) la formación permanente, (6) el esfuerzo y la responsabilidad, (7) la flexibilidad y capacidad de adecuación al contexto, (8) la formación del profesorado, (9) la capacidad de los alumnos de confiar en sí mismos, (10) la investigación y experimentación educativa, (11) la evaluación que hace la inspección, y (12) una dirección eficaz.
Calidad en los centros educativos
Simultáneamente a los planteamientos legislativos (macroescolares, de sistema) de la calidad en la educación, se van desarrollando otras formas de entender la calidad en los centros escolares por parte del profesorado y de los directivos.
La mayoría de los directores y profesores comparten que la calidad en cada centro pasa por mejoras básicas en las condiciones materiales en las que se imparte la docencia. Mejoras que se reflejan tanto en los medios materiales como en los medios humanos. Con respecto a los primeros, una mejora de locales, clases, laboratorios, instalaciones deportivas, bibliotecas, material de enseñanza, etc. etc., tienen que ver con una mejora de la calidad. Con respecto a los segundos, una clase sin masificar, con menos de 40 alumnos, con profesores especialistas en determinadas materias, cada uno de ellos con menos horas de clase y con más tiempo para poder orientar y corregir el trabajo de los alumnos, etc. etc., tienen que ver, también, con una mejora de la calidad.
Cambios profundos en el entorno
El problema serio se plantea cuando con el paso del tiempo y debido a factores extrínsecos a los centros escolares, tales como movimientos demográficos, caída de la natalidad, etc., movimientos que se han ido dando en casi todos los lugares, aunque pueda haber diferencias en el tiempo, los centros escolares y el conjunto del sistema oferta más plazas que las que demandan los ciudadanos. No se trata ya de conseguir que haya menos de cuarenta alumnos por aula, sino que en menos de quince años el número de aulas no ha crecido y el número de alumnos por aula se ha rebajado, en muchos casos hasta llegar a menos de veinte alumnos.
No hay duda de que esto ofrece grandes ventajas para los profesores y alumnos: se conoce mejor a los alumnos, se les atiende mejor, se les puede orientar... También para los padres: al fin pueden hacer acceder mejor a un puesto escolar en el centro de su elección... Pero a la vez lleva grandes inconvenientes para los profesores que se sienten desmotivados con pocos alumnos, sienten amenazado su futuro laboral...
A la vez, y como efecto de la evolución de la economía, se va explicitando cada vez más entre los ciudadanos la conciencia de que el dinero público con el que se financia el servicio público de la educación de sus hijos proviene de los bolsillos propios y de los demás a través de los impuestos. Esto suele ir unido a menudo a una conciencia creciente de la necesidad de que ese dinero público se gaste cada vez mejor.
Nos son ajenos a estos planteamientos la crítica de la existencia y el mantenimiento de determinados centros más allá de su necesidad. Existen en muchos lugares colegios con un número ridículo de alumnos por aula que difícilmente se justifican. ¿En una sociedad con una pirámide de población invertida en la que hay una demanda muy fuerte de puestos para atender a los ancianos es justificable la existencia de un exceso de oferta de plazas escolares teniendo en cuenta que los recursos necesarios salen de la misma bolsa común? ¿No habrá que replantear a fondo los servicios sociales que se ofrecen a los ciudadanos?
Calidad en la empresa
Dejemos un momento el tema de la escuela y vayamos al tema de la empresa.
En EE UU, en el periodo de entre-guerras y en empresas relacionadas con la fabricación industrial de bienes y que trabajan en cadena, ante una situación de fuerte competencia comercial, algunas empresas, para singularizarse, comenzaron a crear departamentos de calidad. Su fin consiste en satisfacer cada vez más al cliente mediante la elaboración de un producto cada vez mejor. Para ello tratan de controlar cada vez más la cadena adjudicando responsabilidades a cada uno de los miembros que montan el producto, ya que no se puede tolerar el número elevado de devoluciones que tienen que soportar, la literatura de la época llega a hablar de hasta un 40% de devoluciones en determinadas fábricas.
Por efecto de las corrientes imperantes en organización empresarial, en ese momento hay una concepción del trabajo como algo dividido y especializado: la división entre programadores y productores comienza a requerir la existencia de unos terceros que controlen los procesos de producción y sobre todo la mejora del producto final. En definitiva, es una inversión empresarial en una cierta técnica que va a tener como efecto inmediato más ventas en un mercado muy competitivo. Es una manera de incrementar los beneficios empresariales mediante el ahorro cada vez mayor que supone dejar de reponer productos con defectos de fabricación.
Más adelante, tras la Segunda Guerra mundial, con el despegue de Japón como potencia industrial, la investigación acumulada en los departamentos de calidad de EE UU se traslada a la potencia emergente y se adapta a las formas específicas de la producción japonesa. Estas formas específicas están bastante lejos de la cadena en la que cada uno tiene un trabajo especializado diferente del anterior, e incorporan una mayor implicación de los productores en el proceso productivo.
Los primeros investigadores de la calidad tienen que modificar sus teorías en función de las nuevas formas de producción. A los análisis de los procesos de calidad hechos con anterioridad habrá que añadir al menos dos nuevos elementos: el carácter cíclico, no se trata de un hecho puntual, siempre hay procesos que mejorar dentro de una empresa, y la necesidad de incorporar formación a los sujetos.
Con el incremento de la competitividad y con la apertura cada vez mayor de los mercados, lo que nació en EE UUU y se desarrolló en Japón, la cultura de la calidad, retorna a EE UU y comienza a introducirse en las industrias europeas. Por supuesto esto hace que haya nuevas aportaciones y nuevos enriquecimientos. La aportación esencial en este caso es un giro desde el producto al cliente, es decir, el criterio principal de calidad pasa de ser algo objetivo, el producto bien hecho, a ser algo intersubjetivo, la satisfacción del cliente. En este proceso se da una importancia grande también a los cambios que mejoren la organización del proceso productivo.
Si en un primer momento estábamos hablando de departamentos de calidad de grandes empresas, ahora se empieza a hablar de empresas dedicadas a ofrecer a otras empresas auditorías y formación en materia de calidad para especializar en este ámbito a determinados miembros de la empresa. Así van apareciendo empresas u organizaciones que ofrecen sus servicios a otras empresas y organizaciones que quieren introducirse en la mejora de la calidad. Su sistema de trabajo consiste en preparar a especialistas de diversos niveles que a su vez van a constituirse en promotores de equipos de mejora dentro de la propia empresa. El material de trabajo consistirá en documentos, tests, encuestas, etc. que sirvan para objetivar cada vez más las opiniones de los clientes.
Estas empresas que proporcionan estos servicios ofrecerán a sus nuevos clientes alicientes para incentivar a las empresas que entran dentro de este movimiento, tales como premios, diplomas, medallas, etc. Por lo general todas ellas admiten una serie de planteamientos comunes y luego entran en aspectos metodológicos específicos con los que van mejorando los criterios de análisis según correspondan a tipos diferentes de empresas.
El triple salto de la cultura de la calidad
Del ámbito de las empresas productivas de bienes materiales en las que nació, con el paso del tiempo y con la evolución en su idea primera, producto-proceso, la cultura de la calidad poco a poco se va introduciendo en el ámbito de las empresas comerciales y de éstas a las empresas de servicios.
Cuando el producto deja de ser material y pasa a ser inmaterial, se dejan de fabricar alfileres y se empieza a vender servicios, turismo, ocio, cultura.... Si en los análisis industriales y comerciales, en última instancia para analizar la calidad, había siempre delante algo concreto, el producto material, ahora en los análisis de calidad de los servicios falta precisamente ese elemento material que es el producto. De ahí que se insiste más en la relación personal que se da en la prestación de los servicios entre el vendedor y el cliente y se observe de esta manera que hay una forma cada vez más subjetiva de percibir la calidad, cuando entre el vendedor y el cliente no hay una referencia material al producto.
Estos saltos llevan consigo a menudo nuevos criterios de evaluación o ajustes en los criterios ya existentes.
Características especiales del producto «educación obligatoria» y de las empresas de servicios que lo imparten
Si la falta de producto material es algo que complica los análisis de calidad, no es menos complicado que uno de los elementos que les sirven a todas las empresas para evaluar la calidad, que son los resultados económicos positivos, falta cuando hablamos de la venta del servicio educativo. Y además cuando esta venta se imparte en niveles obligatorios y de forma concertada, el criterio acaba desdibujándose completamente. En la educación sin ánimo de lucro, la falta misma de ese lucro, que es siempre un indicador de calidad, deja sin un elemento objetivo de análisis de calidad a los centros educativos que, al considerarse empresas, pretenden usar indicadores estándares de calidad relacionados con el mundo empresarial. Es decir, en términos de calidad, el criterio normalmente llamado resultados, se queda sin un subcriterio básico, el relativo a los resultados económicos.
Ciertos planteamientos de fondo de la cultura de la calidad chocan de frente con concepciones ligadas a las ideas políticas, filosóficas y religiosas, que entienden que los elementos relacionados con los valores son la base y la forma mejor de plantear la educación y por lo tanto se resisten a admitir los sistemas de análisis procedentes del mercado en la educación.
Teniendo en cuenta estas observaciones, cuando en la actualidad algunos tienden cada vez más a asimilar los centros educativos con empresas y por lo tanto a aprovechar los medios de análisis que han tenido éxito en las empresas con el fin de incrementar la calidad de los centros educativos, otros, aún considerando las ventajas, no podemos por menos de dejar de recordar los efectos perversos que puede provocar esta asimilación.
Tampoco podemos dejar de lado otras consideraciones tales como que algunos padres de alumnos que ejercen su trabajo dentro de empresas en las que en un momento determinado se ha introducido algún sistema de análisis de la calidad, entienden que de la misma manera que estos sistemas han introducido o están introduciendo mejoras en el terreno de su actividad profesional también pueden aportar mejoras al centro educativo, y por lo tanto van a elegir antes un centro educativo para sus hijos que se someta a controles que otro que no los haga.
O que si lo están haciendo otros, no me queda más remedio que hacerlo a mí, no sea que me quede en los puestos finales en la carrera por los clientes.
Ante estas perspectivas y, aunque no se vean con claridad los beneficios que puedan surgir de un trabajo en este terreno, algunos centros entienden que un sistema de análisis y mejora de la calidad puede servirles para su permanencia como para avanzar en el hacer las cosas cada vez mejor.
Cuando se trata de implantar un sistema de calidad en un centro educativo surgen, a menudo, algunos problemas que tienen que ver con la especial sensibilidad de los profesores y de los directores que no se acostumbran a la terminología empresarial al uso. Por ejemplo, el que un profesor dentro de este sistema de análisis sea denominado como diente interno y un padre de alumno o el alumno mismo como diente, no sólo choca de lleno con los sistemas lingüísticos habituales en la escuela sino que puede afectar y de hecho afecta a las realidades a las que esa terminología hace referencia, e incluso puede afectar a los valores propios que mueven las instituciones educativas.
Por eso, cuando se aborda la elección del sistema de análisis de la calidad que se va a aplicar a un centro educativo concreto, quien tiene que tomar la decisión debe saber calibrar perfectamente las características del centro que le van a permitir elegir el sistema más adecuado.
Y es que en el ámbito educativo y en un tiempo relativamente corto han aparecido varios sistemas o modelos de calidad aplicables a los centros. Estos modelos, en muy poco tiempo, han ido evolucionando desde los que conservan una gran cercanía con el modelo empresarial del que proceden hasta otros que, relacionados con él, han ido eliminando aquellos elementos que entendían que eran de difícil entendimiento para los directores y en la actualidad se encuentran bastante lejos de los originales empresariales.
Modelos más generalizados en el ámbito educativo
El objetivo de este artículo no es hacer una exposición detallada de todos los modelos y de cada una de sus características, sino simplemente presentar una visión sintética de los más utilizados en la actualidad, de sus elementos comunes y de sus elementos diferenciales.
El punto de partida de todos ellos es, como ya se ha dicho repetidamente, que un centro escolar es básicamente una empresa que imparte un servicio educativo y como tal es susceptible de ser analizado. Los elementos diferencia-dores van en función de los rasgos principales que se atribuyan a esta empresa y por lo tanto los criterios básicos que nos permiten analizarla. En función de esto, sería ridículo que aquellas instituciones que manifiesten un especial rechazo a la consideración de que un centro educativo es ante todo una empresa entren en el proceso de análisis de la calidad. Me voy a limitar a presentar tres modelos diferentes no desde la óptica de lo que dicen los que les ofertan sino desde la experiencia comunicada de algunos de los centros que los están experimentando. Los modelos serán el EFQM, el modelo IDEA y el modelo PCI.
El modelo EFQM
Este es el modelo sin duda más cercano a los modelos empresariales antes descritos, por eso crea determinados problemas de sensibilidad cuando los facilitadores siguen la terminología al pie de la letra. Existen algunas variaciones leves que tienen que ver con aplicaciones concretas que han hecho determinadas instituciones empresariales en el ámbito de la enseñanza y siempre las que pueda introducir el facilitador correspondiente.
El trabajo se desarrolla a base de un grupo de referencia dentro del Centro y otro grupo de referencia exterior. Normalmente el grupo de referencia exterior está compuesto por directores, o encargados, de centros escolares diferentes, que se reúnen periódicamente con el fin de poner en común y contrastar el trabajo elaborado por el grupo de referencia interior. El trabajo se desarrolla en tres fases: una primera que corresponde a la puesta en marcha y en la que el objetivo principal consiste en sensibilizar e informar de los planteamientos básicos a un grupo pequeño de personas, con el fin de que este grupo se convierta en elemento facilitador o equipo de calidad dentro del centro. Este grupo, siguiendo indicaciones estrictas sobre procedimientos, elabora materiales con el fin de identificar los puntos fuertes y débiles del centro escolar, según los distintos grupos del centro. Hecho el diagnóstico, en un tercer momento, se eligen algunos puntos débiles y se establecen estrategias para fortalecer su mejora mediante el trabajo dirigido desde un equipo de calidad creado al respecto.
Este sistema fundamenta la calidad en una serie de principios que tienen que ver con el liderazgo, la gestión mediante datos, la orientación de todo el conjunto en satisfacer al cliente, el trabajo en equipo y la participación voluntaria. Son criterios (1) el liderazgo, (2) la gestión del personal, (3) las estrategias, (4) los recursos, (5) los procesos, (6) la satisfacción de las personas, (7) la satisfacción de los clientes, (8) el impacto social y (9) los resultados. A todos estos criterios se les asigna una puntuación determinada que en total suma 1000 y en la que los 500 primeros puntos se aplican a los agentes facilitadotes, del 1 al 5, y los 500 segundos puntos se aplican a los resultados, del 6 al 9. Estos criterios se desarrollan a su vez mediante subcriterios llegando a formar toda una malla de análisis.
Existen determinadas variantes en función de los grupos de empresas que han desarrollado estos modelos y de los facilitadores que ayudan a un centro, una vez que se contrata la asesoría. Es decir, nos podemos encontrar con determinados sistemas que tienen facilitadores que limitan su trabajo a explicar el manual correspondiente ya elaborado y otros que entienden que es labor propia de cada centro elaborar el propio manual y para ello dan pistas y corrigen en función de ellas los sucesivos borradores de manual que el propio centro elabora. Existe incluso un «curso a distancia» elaborado por una patronal del sector y editado por una conocida editorial.
El modelo IDEA
Es, por así decirlo, el modelo más alejado de los sistemas de evaluación de la calidad de procedencia industrial, por eso resulta muy cercano a los ambientes escolares y ha calado bien en determinados grupos de centros. El principio básico que aporta el modelo al centro es el de ayudarle en la contextualización de la obra educativa mediante la información de datos y procesos. Rompe el planteamiento del modelo EFQM en el sentido de que la mayoría del trabajo corre en base de un grupo de evaluadores externos. Es decir estamos hablando de un grupo de expertos que asesoran al equipo directivo y le informan de una serie de datos que le permiten contextualízar mejor sus planteamientos.
No es el equipo directivo o el equipo de calidad quien hace la evaluación de agentes, procesos y resultados son personas ajenas a la institución las que en su calidad de especialistas, aportan datos en relación con otros centros e informan a la dirección de determinados resultados sugiriendo cambios y transformaciones que pueden incrementar la calidad del centro.
El sistema de análisis es a base de encuestas que se pasan a los profesores, padres y alumnos. En concreto a los alumnos, además de las encuestas, se les pasa una serie de pruebas en materias básicas, lengua, matemáticas, ciencias naturales y sociales y tecnología, siendo los resultados de estas pruebas más fiables cuanto más centros intervengan en este modelo.
Esta forma de trabajar resulta muy compatible con el desarrollo ordinario de la vida del Centro y recuerda fórmulas similares a las que tenían o tienen determinados gabinetes de orientación de determinados centros que utilizan a una empresa externa en el momento de pasar sus baterías psicológicas a los alumnos.
El modelo PCI
Este sistema está a medio camino entre el modelo inicial EFQM y el modelo IDEA, es decir, por una parte el apoyo externo es muy fuerte y no precisa de tanto trabajo por parte del equipo de calidad del centro, pero a la vez se requiere un trabajo y sobre todo una participación importante por parte de los padres y profesores sobre todo.
Se mueve tratando de desarrollar los siguientes principios: (1) satisfacer a las personas, (2) considerar el centro educativo como un lugar en desarrollo y cambio continuo, (3) la orientación de todos hacia el alumno, (4) participación de todos en un contexto de autonomía, (5) toma de decisiones con datos y (6) eficacia y resultados. Un dato básico de este modelo es la necesidad de que se impliquen en él desde el principio el máximo número de personas.
En la implantación la formación se dirige a todo el claustro de profesores de forma voluntaria y no sólo al equipo directivo. Plantean que son elementos básicos del modelo la reflexión personal, la implicación en grupos de trabajo, el debate y la negociación.
Maneja hasta seis ámbitos de análisis: (1) de planteamientos institucionales, (2) de estructuras organizativas, (3) de sistemas de relaciones y convivencia, (4) de orientación y tutoría, (5) de desarrollo curricular y (6) de familia y entorno. A la vez plantea una serie de criterios de calidad para cada ámbito educativo y dentro de cada criterio una serie de indicadores mucho más concretos.
Conclusiones
Finalizada, con mayor o menor éxito, una época en la que los centros educativos estuvieron trabajando básicamente en la elaboración de sus Idearios y Proyectos Educativos, es decir en grandes documentos de gran calado y de fuerte base ideológica, se ha iniciado otra en la que muchos centros van entrando cada vez más en sistemas de análisis de la calidad. La decisión de entrar en estos sistemas de análisis no siempre está motivada por principios serios y en muchas ocasiones se basa simplemente en el mimetismo. A menudo se piensa que como otros centros del entorno ya han entrado en estos sistemas de evaluación, si no entra el propio centro, se va quedar atrasado en la carrera por captar alumnos. Contribuye no poco a tomar estas decisiones el miedo a tener que cerrar por la cada vez mayor falta de alumnado y la consiguiente rivalidad entre los centros a la hora de captar este alumnado. No faltan tampoco aquellos que dicen que dentro de no mucho tiempo «alguien lo va a exigir» (¿?) contribuyendo de esta manera a la extensión de la necesidad de una evaluación externa.
Estos sistemas de análisis ligados a formas de analizar objetivamente los procedimientos, sea cual sea el sistema que se use, pueden producir efectos positivos en los centros, aunque muchos de los actuales protagonistas se quejan del excesivo trabajo que suponen. Crece también una idea y es que a menudo se limitan a lo periférico de la educación, es decir, analizan de forma exhaustiva los contextos que se dan en el centro, sin llegar a entrar en el núcleo del hecho educativo que consiste en la relación profesor-alumnos dentro de la clase.
COMUNICACIÓN
Sociedad de la Información
versus Sociedad del Conocimiento3
El próximo mes de diciembre tendrá lugar, en Ginebra, la primera fase de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información, auspiciada por las Naciones Unidas. Esta es una más de las iniciativas puestas en marcha para alcanzar los objetivos de la Declaración del Milenio. El Banco Mundial, la OCDE, el Fondo Monetario Internacional y la propia ONU han establecido un marco: de trabajo para alcanzar dichos objetivos, delimitado por ocho metas, desglosados en 18 objetivos y cuantificados por 48 indicadores. La octava de estas metas establece la necesidad de una cooperación mundial para el desarrollo y uno de los objetivos que se plantean es «hacer disponible los beneficios de las nuevas: tecnologías, en especial las tecnologías de la información y las comunicaciones, a todos».
Cambio de paradigma
El proyecto de declaración de principios, que se está preparando para esta cumbre mundial sobre la Sociedad de la información, está en fase de borrador. Aún así, sus objetivos apuntan alto, desde lo que podríamos considerar un cambio de paradigma, hasta una solución de conveniencia. Lamentablemente, que el texto completo de este borrador esté entre corchetes, signo que denota la provisionalidad del texto por falta de acuerdo, hace sospechar que las conclusiones finales serán mucho más átonas.
Por «Sociedad de la Información» entendemos la sociedad que emerge de la aplicación y uso de lo que muchos llaman «nuevas tecnologías». Por lo tanto, las nuevas formas de organización, relación y trabajo dentro de nuestra sociedad tradicional, pero aún hay más: los nuevos límites que estas «nuevas tecnologías» aportan al propio concepto de sociedad. Es importante hacer notar que el término «nuevas tecnologías» es vago, confuso y carente de significado; de hecho éste es el primero de una serie de conceptos que nos deslizan por la pendiente de la imprecisión y nos llevan a la vacuidad de las meras palabras huérfanas de significado. En realidad a lo que nos estamos refiriendo es a las nuevas «tecnologías de la información», por tales entendemos la ciencia y la técnica de almacenar y difundir información por medio de ordenadores, Más aún, ya que hemos incorporado el término de origen francés informática, deberíamos emplear el término nuevas «tecnologías informáticas» y por tanto hablar de «Sociedad de la Informática», cuyo sentido es mucho más preciso y más acorde con el del original inglés, aunque de menor similitud morfológica.
De forma paralela, oímos hablar de la «Sociedad del Conocimiento». Esta, al igual que la Sociedad de la Información, tiene su origen en la extraordinaria capacidad de transformación social que poseen las nuevas «tecnologías informáticas»; pero, en este caso, el énfasis se pone no en el tratamiento técnico de la información, sino en el binomio sujeto-información, esto es: el conocimiento. Preguntarnos por la esencia del conocimiento, nos lleva al término conocer, por el cual entendemos el hecho de tener en la mente la representación de algo o alguien (Seco et al.). Muy interesante, aunque ya implícito en la anterior, resulta un añadido que cita explícitamente la definición de la voz inglesa knowledge, conocimiento: información que se ha obtenido por medio del estudio o la experiencia y que se halla bien en la mente de una persona o bien en posesión dé la gente en general (Cambridge Univ. Press).
La contraposición de términos es evidente: la «Sociedad de la Información» es tecnocéntrica; la «Sociedad del Conocimiento», antropocéntrica; la una apunta a la tecnocracia, la otra a la democracia. La primera existe como resultado de un avance tecnológico; la segunda, por el contrario, no tiene lugar si estos beneficios de la técnica informática no se convierten en conocimiento. Es decir, no pasan a ser patrimonio del hombre, mujer o varón, y de toda la humanidad. Los logros de la «Sociedad de la Información» los evaluamos desde una perspectiva tecnológica; los de la «Sociedad del Conocimiento», por el contrario, debemos hacerlo desde la perspectiva del ser humano: hasta qué punto esta información, ahora más accesible gracias a las nuevas «tecnologías informáticas» se convierte en conocimiento para todos, y por tanto permite o ayuda a: mejorar el nivel de vida, el nivel de educación, la salud, la armonía con el medio ambiente, etc.
El proyecto de Declaración de Principios propuesto para la mencionada Cumbre Mundial imagina la sociedad de la información como aquella caracterizada por el acceso universal a la información y la utilización de la información para la creación, la acumulación y la difusión del conocimiento. En este esquema, «Sociedad de la Información» y «Sociedad del Conocimiento» aparecen complementarios, la «Sociedad de la Información», según palabras de Abdul Waheed Khan (UNESCO), proporciona los ladrillos con los que construimos la «Sociedad del Conocimiento».
Como ejemplo de estas nuevas «tecnologías informáticas» podemos pensar en el comercio electrónico. Sólo él ha generado beneficios de miles de millones de euros en los últimos diez años. Sin embargo sabemos que el 80% de la población mundial carece de acceso a servicios básicos de telecomunicaciones, y que menos del 10% de la población mundial tiene acceso a Internet. Sirva como comparación que en España hablamos de un porcentaje de población con acceso a Internet del 7%, 13% y 18% en los años 1999, 2000/2001, respectivamente; que para el conjunto de la UE, los promedios son: 19%, 26% y 32%; y que para América Latina, obtenemos: 1.7%, 3.3% y 4.9% en los mismos años.
Las potencialidades de las nuevas tecnologías informáticas
Es pues evidente, que el paso a la Sociedad del Conocimiento está aún lejos. Que este paso se produzca cuanto antes es de una importancia notable y no sólo por no añadir otro codo al enorme abismo que separa a los enriquecidos de los empobrecidos, y añadir a las diferencias de renta, educación, consumo, esperanza de vida, etc., lo que ya se viene llamando, la «brecha digital»; pues bien, no sólo por eso, que quizás sea lo menor, sino por el considerable potencial que tienen las nuevas «tecnologías informáticas» para erradicar la pobreza y el hambre extrema, convertir la educación primaria universal en un hecho, propiciar la igualdad de género, garantizar condiciones medioambientales sostenibles y crear un marco de cooperación mundial para el desarrollo que permita lograr un mundo mas pacífico, justo y próspero.
Es evidente que la tecnología no nos va arreglar ella sola ningún problema. No es más que una herramienta que nos damos a nosotros mismos, el uso que hagamos de ella depende de nosotros, lo que es necesario es juzgar su efecto desde la perspectiva del ser humano, especialmente, desde la de aquellos más desfavorecidos. Hay que subrayar tres aspectos específicos de las nuevas «tecnologías informáticas» que hacen que esto sea así: su enorme alcance, su capacidad para abrir nuevos cauces para el desarrollo y su capacidad; para llegar a los más marginados.
Es de señalar la capacidad de las nuevas «Tecnologías Informáticas» para reducir las consecuencias de muchos obstáculos tradicionales, especialmente los que suponen el tiempo y la distancia. Esto hace posible, por primera vez en la historia, que el vasto potencial de esta tecnología sea utilizado por millones de personas en todo el mundo y, en beneficio de ellas.
El rápido ritmo de desarrollo de las nuevas «Tecnologías Informáticas», es espectacular. Este no tiene precedente histórico y permite desarrollar aplicaciones que puedan llegar a todo el mundo; es decir, no dejar a nadie a la zaga, especialmente a aquellos que han quedado marginados en los anteriores ciclos de desarrollo. Por tanto, se plantea que tengan la oportunidad de lograr mayores niveles de desarrollo sin necesidad de seguir la senda tradicional del desarrollo seguida por otros países ni tampoco atender a sus requisitos temporales.
Por último, la «Sociedad del Conocimiento» ofrece ingentes posibilidades de desarrollo e integración a los grupos más marginados y vulnerables de nuestra sociedad: mujeres, minorías, inmigrantes, refugiados, población rural, que potencialmente pueden beneficiarse de ellas a pesar de su situación marginal.
Criterios para el devenir de la Sociedad del Conocimiento
Para que esto pueda ser así, es necesario que nos situemos en la lógica de la «Sociedad del Conocimiento», para que sea el bienestar del ser humano y no el progreso de la técnica el que marque las pautas del desarrollo, el que establezca criterios para juzgarlo y el que determine los principios de gestión.
Resulta imprescindible conseguir el acceso universal ubicuo, equitativo y asequible a la infraestructura y los servicios de las «Tecnologías Informáticas». Para esto son necesarias infraestructura de redes y comunicación de amplia cobertura y adaptada a las condiciones locales. Ambas requieren la aplicación de políticas que aseguren la prestación de este servicio público y que atraigan inversiones del sector privado.
Un dominio público rico es un factor esencial para el crecimiento de la «Sociedad del Conocimiento». Se debería poder acceder sin trabas a la información en el dominio público y proteger dicha información frente a toda apropiación indebida. En este sentido, el borrador de la declaración de principios para la Cumbre sobre la Sociedad de la Información apoya el desarrollo de estrategias de fuente abierta para las aplicaciones de programas informáticos, ya que contribuyen a facilitar el acceso y mejorar la diversidad para los usuarios de dichos programas.
Las nuevas tecnologías informáticas deben desarrollarse en un entorno que se viene denominando habilitador. El marco jurídico-político de cada país debe ser transparente, favorable a la competencia y basado en el principio de neutralidad tecnológica. Se debe garantizar la protección de la propiedad intelectual, que es esencial para propiciar la innovación y la creatividad, a la vez que se alcanza un justo equilibrio entre protección por un lado y el uso e intercambio del conocimiento por el otro. Por último, la gestión internacional de Internet debería ser multilateral, transparente, democrática y contar con plena participación de gobiernos, sector privado, sociedad civil y organizaciones internacionales. Esta gestión debe garantizar la distribución equitativa de recursos, el funcionamiento estable y seguro, facilitar el acceso a todos y respetar el multilingüismo.
Es imposible construir la Sociedad del Conocimiento sin respetar el hecho de que la cultura adopta formas diversas en el tiempo y el espacio y que esta diversidad va implícita en la singularidad y la pluralidad de las entidades de los grupos y de las sociedades que constituyen la humanidad. La defensa de la diversidad cultural es un imperativo ético inseparable del respeto a la dignidad humana.
Las nuevas «tecnologías informáticas» ofrecen herramientas muy eficientes para construir un mundo más justo, superando barreras nunca antes superadas y abriendo atajos al desarrollo nunca antes seguidos. Que esto sea así depende de que caigamos en la cuenta de que esto puede ser así, que lo queramos así, y, también, de que con nuestras actitudes y decisiones como miembros de esta sociedad, la llevemos hacia el horizonte de la «Sociedad del Conocimiento».
El
ANAQUEL
BROWN, Dan
CÓDIGO DA VINCI, El
Barcelona, Ediciones Urano, S.A., 2003
Título original: The Code Da Vinci
Traduce: Juanjo Estrella – 557 pp.
La presente novela ha llegado a mis manos gracias a la amable obsequiosidad de Sonia Guerra (APA del Colegio San Juan Bosco de La Coruña). Ha sido todo un éxito editorial y, tal vez lo siga siendo. Leía hace unos días que sólo en USA se han vendido más de seis millones de ejemplares. En España pasan de cien mil. Por conversaciones y alguna crítica sabía de su existencia y del trato nada justo que daba al cristianismo en general y al catolicismo en particular. Es una hora triste para los que creen.
Es una novela que acaba fatigando al lector. Yo no he visto en ella sino una sucesión de mensajes cifrados que indefinidamente conducen al siguiente. Y lo que es peor, después de 557 páginas me pareció estar en el mismo sitio del principio. Dice con descaro la contraportada: Durante siglos la Iglesia ha conseguido mantener oculta la verdad… Pero no hay un solo fundamente histórico que avale esta acusación ni muchas otras con que se despacha el autor. Ningún historiador serio haría suyas las peregrinas teorías de Brown sobre Los templarios, El priorato de Sión y no digamos de esa Dea mater (María Magdalena). Sin ésta pudiera revolverse contra el autor por el rol que le hace representar en su novela no ganaría para contenciosos en los tribunales. En realidad Dan Brown sabe poco sobre la iglesia católica. Puesto a imaginar, pone al Opus Dei en un tris de ser disuelto por una comisión de cardenales.
¡Veamos algunos personajes! Silas es una caricatura, un autómata programado para seguir las órdenes de su protector, el prelado del Opus Dei. Éste sólo es una marioneta en manos de esas fuerzas oscuras que le prometen la seguridad de la Obra. Se sabe, en cuanto aparece, que el refinadísimo y cultísimo Sir Teabing está ideado para traicionar y que en su mayordomo se oculta el traidor del traidor… El autor quiere que sospechemos del capitán de policía… Uno acaba teniendo la sospecha de que todo el mundo esta tras la búsqueda del Santo Grial. Cuando acabé de leer la novela y salí a la calle, vi a una señora de aspecto muy normal. Entonces, yo me pregunté no sin cierto recelo: ¿No estará buscando el Santo Grial? ¿Pertenecerá al Priorato de Sión? Y, como cruzamos nuestras miradas, me dije temeroso: ¿Creerá que yo sé algo?
Dan Brown da cabida a una serie casi interminable de leyendas que nos presenta como hechos históricos irrefutables. Resumiendo: El Código da Vinci pretende estar basado en una sólida investigación histórica, según la cual casi todo lo que saben los cristianos sobre la vida de Jesús está completamente equivocado. Pero Dan Brown no hace sino historia-ficción.
Ildefonso García Nebreda
1 Jesús Sanjosé del Campo, en “Razón y Fe”, marzo de 2004.
2 Estos temas ya han sido tratados ampliamente en SANJOSE, J., serie de artículos publicados bajo el título «Los factores de calidad a análisis», en el Boletín de la FERE, entre septiembre de 1998 y marzo de 1999.
3 Editorial de “Razón y Fe”, noviembre de 2003.