Cristo sigue llamando |
Inspectoría
Salesiana de “Santiago el Mayor" León , 24 octubre
de 2003 nº 29
UNA SANTIDAD SENCILLA. Elogio de la Beata Madre Teresa de Calcuta
Es muy bonito escuchar de una pluma como la de Juan Manuel de Prada lo siguiente: “Mientras retiraba una venda purulenta, mientras limpiaba una pústula, mientras posaba la mirada en unos ojos febriles, esmaltados de agonía, veía camuflado el rostro de Jesucristo; y la certeza de que su Esposo viigilaba su labor y la aprobaba, le infundía una trepidación gozosa, una suerte de entusiamo que no admitía desmayo ni claudicación. Con perplejidad, descubrió que ese entusiasmo era insomne, que no se agotaba nunca, que día tras día se renovaba como el ave Fénix; con alborozo descubrió que era, además, contagioso” (ABC, 20.10.2003, p.7). ¡Feliz mes de todos los Santos!
ÍNDICE
Retiro ………………….3-14
Formación……………15-20
Comunicación.……...21-26
El anaquel……………27-36
El coach………………27-29
Necrologio Salesiano30-36
Revista fundada en el 2000
Edita y dirige:
Inspectoría Salesiana "Santiago el Mayor"
Avda. de Antibióticos, 126
Apdo. 425
24080 LEÓN
Tfno.: 987 203712 Fax: 987 259254
Maqueta y coordina: José Luis Guzón.
Redacción: Segundo Cousido y Mateo González
Depósito Legal: LE 1436-2002
ISSN 1695-3681
RETIRO
LA COMUNIDAD, CASA Y ESCUELA DE COMUNIÓN
AGUSTÍN IGLESIAS
Motivación y objetivos del tema.
Un dato constitutivo del hombre es que es un ser social y hermano. Ser persona le exige convivir, asociarse, formar comunidad. Hoy se ha desvanecido la ilusión de que aisladamente se puede ser más y mejor que en comunidad. “Estamos asistiendo a un proceso de búsqueda de la unidad, de comunión, de integración. es un signo de los tiempos. Basta observar los diversos grupos de países que tratan de crear una casa común.” (Aguinaldo 2003). De hecho hoy son muchas las colectividades que usan la palabra comunidad, (comunidad de vecinos, comunidad autónoma, comunidad europea, comunidad de naciones....) aunque la usen indebidamente, porque:
-no hay comunidad lograda sin sentido de pertenencia, sin relaciones verdaderamente fraternas, sin comunión
-no hay ni comunidad ni es posible la comunión sin una misión común.
*Al comienzo del milenio Juan Pablo II manifestaba el deseo de hacer de la Iglesia “casa y escuela de comunión”, y proponía un programa con las líneas básicas que vertebran la espiritualidad de comunión. (NMI 43)
También la Instrucción “Caminar desde Cristo”, ha propuesto a las comunidades religiosas “la tarea de fomentar la espiritualidad de la comunión: en su interior, en la comunidad eclesial y en el mundo”. (cfr. CdC n. 28; VC 51)
En sintonía con los fenómenos socioculturales y las orientaciones eclesiales este trabajo pretende:
-sensibilizar a las comunidades sobre el programa de la Iglesia propuesto en la carta NMI,
-continuar la reflexión sobre “la comunidad salesiana hoy”, (CGXXV)
-asumir el reto que le llega a la comunidad de ser “casa y escuela de comunión promoviendo la
espiritualidad de comunión”, (CdC; Ag. 2003)
-y contribuir a iluminar el Objetivo General del PAI 2003/04: “Hacer que cada comunidad sea casa y
escuela de comunión”.
1º- Comunidad y comunión
En contraste con la Eclesiología del pasado que presentaba a la Iglesia como sociedad jerárquica, la nueva eclesiología subraya con fuerza el aspecto de la Iglesia-comunión y se inspira en el misterio de comunión de la Trinidad (LG).
Este nuevo modelo de Iglesia y su referencia a la Trinidad comprometen a la comunidad religiosa
-a “ser en la Iglesia y ante el mundo signo elocuente de comunión”
-y a “aparecer como célula de intensa comunión fraterna, estímulo para todos los bautizados”, testimonio cualificado, expresión viva y realización privilegiada de la comunión eclesial y de la gran “koinonía” trinitaria” (VFC 2; cfr. VC 41, 42).
Esto pone de relieve dos cosas:
1ª- el aspecto teologal de la comunidad religiosa que “no puede comprenderse sin partir de que es un misterio que hunde sus raíces en el corazón mismo de la Trinidad que la quiere como parte del misterio de la Iglesia para la vida del mundo” (VFC 8).
2ª- el aspecto humano patente en la imposibilidad de lograr plenamente la comunión con medios humanos; porque, en una comunidad religiosa, ni la presencia física, ni la elección selectiva, ni la mejor programación, ni la disciplina, ni las buenas relaciones, ni el proyecto comunitario son la comunión. Son sólo estructuras de apoyo que pueden darse sin la comunión; pueden, incluso, invocarse para probar la comunión sin que en realidad lo sean.
*La comunión es conversión permanente a Dios y a los hermanos, “una tarea fascinante que exige
-personas espirituales forjadas interiormente por el Dios de la comunión benigna y misericordiosa,
-y comunidades maduras donde la espiritualidad de comunión sea ley de vida” (Ag 2.3; CdC 28).
2º. La comunidad: casa de comunión.
-Tener casa es una de las aspiraciones y necesidades del ser humano.
-Por otra parte, “La vida común en una casa es esencial a la vida religiosa”. (VFC 65, CIC c.
608).
Si la comunidad es casa de comunión, ¿qué es una casa y qué tiene que ver con la comunión?
1-Una casa es:
-un espacio físico donde se satisfacen las necesidades humanas básicas:
-necesidades orgánicas: hambre, sed, sueño, distracciones saludables, tiempo libre.
-necesidades psíquicas: seguridad emocional, participación, aceptación, estima.
-necesidades existenciales: dar sentido a la propia vida.
Esas necesidades responden a la imagen que Dios ha querido para el hombre.
*Dios, que da el ser, es la razón última del deber y el derecho a procurar la satisfacción de lo que el ser necesita para crecer hacia la plenitud, no aisladamente, sino en convivencia, en familia, en casa.
a) El hombre, por naturaleza constructor, maneja en su propia utilidad diferentes elementos naturales, inventa herramientas, planifica y construye la casa con el fin de que, dentro de ella, pueda encontrarse con otros semejantes en un ámbito de intimidad compartida, de interrelación, de comunión.
Tres relaciones fundamentales definen la casa que el hombre edifica:
-en relación con el mundo, la casa es cobijo, lugar de protección y seguridad
-en relación con los hombres, es lugar de familia, ámbito de comunicación y comunión
-en relación con lo existencial es lugar de responsabilidad y de apertura al misterio.
*La casa construida por el hombre queda jurídicamente reconocida en propiedad para siempre.
Sin embargo, la urdimbre del universo relacional que se da en su interior debe ser retejida y cuidada con mimo cada día.
b) De acuerdo con las necesidades elementales, la casa religiosa es:
-lugar de protección frente a “lo que hay en el mundo de avidez de los ojos, concupiscencia de la carne y soberbia de la vida”.(1Jn 2,15-16).
-espacio que permite hacer realidad la familia querida por Jesús, (cfr. Mc 3,35) y el ideal cristiano de comunidad plasmado en Hch 2,42.
-y ámbito privilegiado de comunión con Dios y con los hermanos.
*Por eso y para eso la disposición del CIC: “No se erigirá ninguna casa religiosa si no se prevé prudentemente que podrá atenderse de manera adecuada a las necesidades de sus miembros”. (c. 610).
*Como la casa construida por el hombre, una casa religiosa también se erige jurídicamente de una vez.
Pero la comunión fraterna está en continua construcción, porque no es fácil tejer una red de relaciones sanas entre hermanos de diferentes generaciones y mentalidades, de distintas ideas y sentimientos, de diversas culturas, sin tener bien presente que la comunidad es, ante todo, don de Dios, y que, por tanto, “ha de ser acogida con agradecimiento y con abierta disponibilidad a la conversión de las actitudes que ofenden, desgastan y destruyen la comunión”. (Ag 2.3)
*La comunidad contruye la comunión en la medida en que acepta con realismo:
a) que los hermanos no se eligen, se reciben, (cfr. C 50) y
b) que la diversidad es querida por Dios para enriquecer a la comunidad y potenciar su acción. “Formamos un solo cuerpo, y, respecto a los demás, cada uno es un miembro con dones diferentes”. (cfr. Rm 12, 5-6). “Cada uno recibe de Dios su propio don”. (Ef 4, 7).
*Importa ver a los hermanos bajo la perspectiva de la complementariedad.
c) que, como realidad humana, la comunidad cuenta con valores que estimulan y con defectos que provocan a hacer realidad la comunión. Por eso los hermanos “evitan fáciles culpabilizaciones propias o ajenas cuando la comunidad no alcanza las cotas de perfección que son siempre una meta” (Ag 2.3)
2- Una casa es:
-un espacio ordenado que necesita estructuras y lugares comunes donde expresar la comunión de sus moradores. Por eso,
a) Como lugar ordenado, una casa tiene:
-una sala de estar, lugar de recreo, y espacio donde se tratan los asuntos familiares y se comparten las alegrías y las penas.
-un comedor: lugar donde se parte, se reparte y se comparte el pan familiar.
-ventanas abiertas al entorno, por las que entran en la casa la luz y el aire necesarios para la vida. Las ventanas no permiten ver el mundo en su inmensidad, lo trocean, lo enmarcan, sitúan la casa.
-puertas para salir al mundo exterior, lugar de los compromisos sociales, y para entrar que piden al que llega contribuir a la vida de los que allí moran y dejar fuera lo que podría herir su sensibilidad.
*En la casa tiene que haber un orden respetado y fomentado por todos por ser necesario para el bien común.“Compartir el lugar donde se convive significa aceptar una disciplina, tener algunas atenciones sólo aparentemente poco importantes como, por ejemplo, la puntualidad y el orden”.
b) La comunión no existe en abstracto; necesita lugares y estructuras para expresarse. Por eso, la comunidad, como lugar ordenado, tiene:
-un salón de encuentro: lugar donde se tratan los temas de la vida comunitaria, se planifican las tareas, se evalúan los logros, se estudian comunitariamente los problemas...
-un comedor y una mesa común, expresión de la comunión de bienes y de la celebración de la vida
-habitaciones individuales: lugares de descanso, de estudio, de reflexión, de decisiones íntimas.
-una capilla, espacio que da sentido a la comunidad, lugar donde, al comienzo y al final de la jornada, se hace experiencia de filiación y fraternidad, se reafirma el sentido de pertenencia, se evalúan los proyectos personales, se disciernen las exigencias apostólicas a la luz de la Palabra, y se evalúa el talante cristiano de cada hermano ante el Cristo que se entrega por todos en la Eucaristía
-ventanas, punto de mira necesario que abre la comunidad al mundo para, sabiéndose agraciada, sentirse estimulada, comprometida, agradecida, responsable. Las ventanas recogen sólo aquel espacio de mundo que permite a la comunidad ser lo que es y le recuerda aquello por lo que es y para lo que es.
-puertas abiertas hacia dentro para acoger cordialmente a los que llegan a la comunidad; y puertas abiertas hacia fuera porque, cerrada sobre sí misma, la comunidad se neurotiza; replegada sobre sí, olvidaría el compromiso con una cultura incapaz de trascenderse
*La comunidad religiosa como lugar ordenado necesita unas estructuras de apoyo para expresar la comunión. Para lograrlo la comunidad tiene que ser ámbito de libertad y de holgura, ese lujo en la vida de la comunidad sólo posible si las personas aceptan una disciplina considerada obligatoria por ser necesaria para el crecimiento armónico de cada hermano y para la vida de la comunidad.
3- Una casa es:
a)-un hogar donde se conjugan el dar, el recibir y el compartir.
-El hogar es el ámbito de donación por excelencia, el espacio donde se recibe aún más de lo que se da, el lugar donde a nadie falta lo necesario porque todo se comparte.
-En un hogar se respira el calor de la acogida, de la comprensión, del afecto, del cuidado mutuo, del apoyo estimulante.
-En un hogar se vive en compañía, al abrigo de la soledad, la indiferencia, la competencia, el odio.
-En un hogar las personas no valen por lo que tienen, ni por lo que saben, ni por lo que producen, sino por lo que son: miembros de la familia.
b)-La comunidad hogar es el lugar que permite satisfacer las necesidades psíquicas y espirituales de los hermanos a través de momentos, palabras, gestos, tiempos y actitudes que sacramentalizan la comunión:
-momentos de distensión y de fiesta, intercambio de palabras y gestos de aprecio, de aprobación, de aliento, de reconocimiento incondicionado, momentos de oración compartida cuyo centro es la Eucaristía que afianza la seguridad de que los hermanos no sólo están, sino que están con El, y no para guardar su vida, sino para entregarla, tiempos de silencio, de reflexión, de oración personal que fortalecen la identidad recibida como gracia frente a un modelo de hombre a la contra.
*“La comunidad-hogar sugiere un modelo relacional que se inspira en la confianza, no en el miedo; en la estima del otro, no en la desconfianza; en la capacidad de gozar de su riqueza, no en la envidia; en el deseo de caminar unidos, no en solitario; en la aceptación humilde de sentirse necesitado de los otros, no en la pretensión de autosuficiencia.”
3º. La comunidad, escuela de comunión (Espiritualidad de comunión)
a) Una escuela es un edificio donde se dan o se adquieren conocimientos, un lugar para aprender o enseñar, un espacio que alecciona, y que comunica experiencia. La finalidad de la escuela se sitúa en esa dialéctica del dar y del recibir.
b) El aprender y enseñar, hacer y comunicar experiencia es un dinamismo tan definidor de la comunidad religiosa que implica compromisos hacia dentro y hacia fuera: en la vivencia de la comunión en el ámbito de la comunidad, y en el testimonio de la comunión hacia fuera. Cuando el aprendizaje y la enseñanza no emergen de la comunión -con Dios y con los hermanos-, la comunidad-escuela-de-comunión pierde su finalidad, y la tarea material su proyección apostólica.
En primer lugar, la comunidad es escuela donde se aprende y se vive la comunión con Dios. Es Dios quien convoca para vivir en comunión con Él. Esta realidad ha de tener una comprobación muy clara:
-Dios como explicación convincente y última de la vida en comunidad,
-Dios como fuerza inspiradora y coagulante del vivir en comunión.
“Dios está en el origen como fuente y fundamento de nuestra misión salesiana” (ACG 382, p. 8)
-Esto significa que una comunidad religiosa, comunidad de vida y misión, no encuentra justificación plena en el plano humano; se explica únicamente por ser iniciativa, deseo y gracia de Dios.
-Si se descubrieran explicaciones últimas a un nivel inferior, más al alcance de la mentalidad común, -motivaciones económicas, intelectuales, psicológicas, o de conveniencia-, si la explicación de la comunidad hubiera que buscarla en otra parte que no fuera Dios, la comunidad habría dejado de existir en cuanto realidad de gracia, casa y escuela de comunión.
“La comunidad no es un ideal humano; es una realidad divina, una realidad pneumática, no psíquica. En esto se distingue de las demás comunidades. Fundamento de la realidad pneumática es el deseo de Dios de con-vocación en Cristo. Fundamento de la realidad humana es el deseo del hombre de convivir”. (Bonhoeffer). Partir del ideal humano de comunidad, o de las necesidades psicológicas de compensación o de las necesidades afectivas, es partir del polo opuesto a la realidad de fe. Porque:“antes de ser construcción humana la comunidad religiosa es un don del Espíritu. No se la puede comprender sin partir de que es don de Dios”. (Cfr. VFC 8; Ag 2.3). Por eso, si se doblara la línea vertical para configurarse con un prudente horizonte terreno, sociológico o psicológico, habría en el mundo una fácil explicación más y un signo de Dios menos.
*”Hacer experiencia de Dios no es para nosotros una ocupación intermitente, ni tarea secundaria, sino nuestra razón de ser en la Iglesia y nuestra primera misión” (ACG 382, p.22).
“No es extraño, pues, que se hable de la primacía de Dios que ha entrado en nuestras vidas, nos ha conquistado, y nos ha puesto al servicio de su Reino como signos y portadores de su amor” (Ib. p. 34).
En segundo lugar, la comunidad-escuela se entiende a sí misma como servidora del Reino de Dios. Servir al Reino es su misión.
-Hay una intelección reduccionista de la misión que considera que se sirve mejor al Reino trabajando hasta la extenuación “ad extra” que invirtiendo en la vida comunitaria.
-Hoy, sin embargo, ante la fuerza del lenguaje icónico de la cultura, las comunidades se van entendiendo a sí mismas como llamadas a configurarse con un modo de vida que las haga avanzadillas y signo de la presencia del Reino de Dios. (cfr. LG 44; VFC 58). Para lograrlo, una comunidad-escuela de comunión debe afrontar dos retos:
-1. mostrar cómo el Reino se hace presente en la forma de una familia de hermanos, no nacida de la carne ni de la sangre, sino del querer de Dios,
-2. mostrar cómo el Reino se hará realidad plena en la forma de un banquete de fiesta al que todos son invitados.
Significa que la comunidad, signo del Reino ya presente y profecía del Reino futuro, tiene una potencia evangelizadora indudable. “De la unión fraterna deriva un gran vigor apostólico” (PC 15),.
Comprender esto en profundidad podría ayudar:
1º-a revisar nuestra distribución del tiempo, pues con frecuencia damos a la comunidad las migajas que quedan una vez que se han atendido las tareas “ad extra”.
*-Se pueden hacer signos, sin ser signo.-
2º-a entender que la comunión convierte a la comunidad en foco de irradiación evangelizadora, en *“perfume que de Cristo sube a Dios y que perciben tanto los que se salvan como los que se pierden... Pero, ¿quién está capacitado para una misión así?” (2 Cor 2, 15-16).
*”La vida de comunión representa el primer anuncio de la vida consagrada. La comunión se hace ella misma misión” (ACG 382, p. 24)
3º-a aceptar que la comunión, al tiempo que multiplica las energías de los hermanos, tiene el poder de indicar dónde y cómo se realiza lo que anuncia.
No es admisible proponer y exigir a los demás lo que la comunidad no vive.
* “La misión de la vida religiosa es la de ser signo de la presencia y de la primacía de Dios en el mundo. Es, pues, necesario que demos a Dios la primacía que le corresponde como valor absoluto de nuestra vida personal y comunitaria” (ACG 382, p. 22)
En tercer lugar, la comunidad-escuela tiene la misión específica de aleccionar, de hablar de Dios, de proporcionar indicaciones acerca de Dios: ha de hacer catequesis. Todas las informaciones y lecciones se reducen a un doble mensaje fundamental vivido en la comunidad:
1º- *Dios es comunión y quiere para los hombres, creados a su imagen, la comunión como medio definitivo para alcanzar la plenitud.
2º- *Dios es amor que hermana.
1º- “Creado a imagen de Dios –que es Amor, es Familia, es Comunidad, es Trinidad- el hombre está llamado a ser semejante a Él, amando, creando familia y construyendo comunidad”. (Ag). Por desgracia, la imagen de un Dios-comunión choca con la realidad humana, ( cfr. Ag 1.2), porque:
a) en las relaciones humanas la comunión aparece con frecuencia negada:
-hay demasiadas divisiones, discriminaciones, enfrentamientos
-suele acentuarse lo que separa y excluye.
-Se niega en la práctica la igualdad fundamental de los seres humanos.
-Se establecen diferencias sustantivas por raza, cultura, sexo, religión.
-Con frecuencia se pisotea la dignidad de las personas.
-Se prefiere el bienestar individual al bien común.
-O, en el polo opuesto, los intereses de grupo se anteponen a las personas.
-El poder fácilmente se torna manipulador, despótico, injusto.
b) Ante esa realidad “atea”, la comunidad-escuela de comunión:
-aparece integrada por personas de edades, extracciones sociales y culturales distintas.
-No es excluyente, respeta a cada uno en su singularidad.
-Fomenta lo que aproxima y hermana.
-Rechaza toda forma de discriminación .
-Reconoce la dignidad y los derechos de todos.
-En ella todos se saben corresponsables.
-El poder se ejerce como servicio.
*Y es que el Dios-comunión quiere la comunidad como gracia y no desgracia para el mundo.
2º. La comunidad-escuela instruye a los hombres acerca de un Dios-que-hermana.
Y comunica esta noticia no con palabras, con explicaciones teóricas, sino a través del comportamiento de los hermanos de la comunidad. Viendo cómo vivimos, el mundo debe poder entender quién es Dios y qué es lo que la comunión con El produce.
-Poder decirle a cualquiera: “Ven a nuestra casa. Tenemos algo estupendo que enseñarte; no son las instalaciones, ni los medios materiales. Es algo mucho más interesante; es nuestra especialidad. Ven a ver cómo vivimos, cómo nos tratamos, cómo nos queremos. Así entenderás mejor quién es Dios y cuál es su proyecto sobre la humanidad”. (cfr. NMI 43; CdC 29). “Esta es precisamente la misión salesiana: hacer visible el amor de Dios”. (Ag 3.2)
-En esta perspectiva, hay que decir que una comunidad-escuela de comunión, funciona, no cuando funcionan sus obras, ni cuando se multiplican y prosperan sus actividades, sino cuando funciona y es visible la fraternidad.
-En cambio, si falta la fraternidad, la comunidad fracasa ad intra y ad extra, aún cuando la vida prosiga ordenadamente, aún cuando tenga la ilusión de hacer mucho. Faltando la fraternidad, la comunidad no tiene nada que ofrecer, nada que enseñar. Sin el Amor-que-hermana, la comunidad se reduce a un espejo en el que el mundo ve reflejada su propia imagen.
La relación con Dios no puede ser ni inmediata, ni intimista:
-porque “el que no ama a su hermano a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve” (1 Jn 4,20), y
-porque “el mandato recibido de Dios es que el que ama a Dios, ame también a su hermano” (ib. v.21)
Esta perspectiva es mucho más exigente que la perspectiva humana horizontal, y explica gestos tan anormales como: el beso de Francisco al leproso, la desmesura del amor de D. Bosco a los jóvenes, el arrodillarse de Jesús, ante los discípulos al llegar la hora de manifestar el amor hasta el extremo.
*”La aportación específica que los consagrados ofrecen a la evangelización está, ante todo, en el testimonio de una vida totalmente entregada a Dios ya los hermanos” (ACG 382, p.24)
“Si la vida consagrada no forma hombres de comunión que ven al hermano como uno que me pertenece, no tiene razón de existir, porque la comunión es uno de los elementos que la hacen significativa, luminosa y evangélica” (Ib. p. 30)
___________
Hacer de la comunidad casa-y-escuela de comunión no es nada fácil. Por eso:
-la invitación tan repetida de VFC (23) a “ser constructores, no consumidores de comunidad”,
-y la frase feliz que cierra el Aguinaldo 2003: “La vida de comunidad no se funda sobre la utopía de una comunión perfecta, sino sobre el realismo de una situación de pobreza y, a veces, hasta de escándalo”, revelan que la comunidad-casa-y-escuela de comunión no es una realidad lograda, sino una realidad dinámica, como vida la misma.
*También en esta tensión hacia la comunión la comunidad alecciona y comunica experiencia
4º. La comunidad abierta a la comunión
-1. Comunión con la Iglesia. “Sensus Ecclesiae” (cfr. VC 46-50; CdC 32)
Uno de los frutos de la comprensión de la Iglesia como misterio de comunión, es la toma de conciencia de que los diversos estados que integran el pueblo de Dios deben aunar esfuerzos, en actitud de colaboración e intercambio de dones. La búsqueda de la comunión obliga a la Vida Religiosa a establecer un nuevo tipo de relación con los pastores y con los laicos basado en el mutuo aprecio, el diálogo, la ayuda recíproca y, sobre todo en la preocupación por servir al Reino de Dios.
*Sin negar la contraparte diocesana, se puede afirmar que, en general, a las comunidades religiosas les falta todavía sensibilidad eclesial.
-2. Comunión entre los Institutos religiosos. (cfr. VC 52, 53; CdC 30)
Las diversas formas de Vida Religiosa, están dejando de ser autosuficientes, se les está haciendo muy difícil proveer con sus propios medios, estructuras y efectivos a la formación de sus miembros y a la evangelización. Y, sin embargo, en las relaciones entre los Institutos religiosos se camina de manera dispersa a pesar de los organismos colegiales en funcionamiento: CONFER..., UCESM..., USG, UISG...
*Se va viendo con claridad que el futuro ha de ser de colaboración entre los diversos institutos.
-3. Comunión con los seglares. (cfr. VC 54-56; CdC 31)
La tentación de la Vida Religiosa es a contar con los laicos sin respetar la especificidad de la vocación laical, simplemente porque contribuyen a llevar adelante las obras que las comunidades no pueden atender por la escasez de vocaciones y el envejecimiento de sus miembros.
Los Religiosos deben imaginar un nuevo modo de ser Iglesia y aceptar como signo de los tiempos que la misión compartida con los seglares ofrece un rostro eclesial más fraterno, potencia la labor pastoral y estimula la creatividad que surge de la diversidad de carismas. (Cfr. CG XXIV)
*Son tres grandes desafíos para las comunidades religiosas, al comienzo del tercer milenio.
Agustín Iglesias Agosto 2003
SIGLAS
ACG Actas del Consejo General, 382. (Carta del Rector Mayor: “Tú eres mi Dios...”)
Ag Aguinaldo del Rector Mayor, 2003
CdC Caminar desde Cristo.
CIC Código de Derecho Canónico.
EE Elementos Esenciales de la doctrina de la Iglesia sobre la Vida Religiosa
LG Lumen Gentium
NMI Novo Millenio Ineunte
RPH Religiosos y Promoción Humana
UCESM Unión de Conferencias Europeas de Superiores Mayores
USG Unión de Superiores Generales
UISG Unión Internacional de Superioras Generales.
VC Vita Consecrata.
VFC Vida Fraterna en Comunidad.
BIBLIOGRAFÍA
CENCINI, A., Vida en Comunidad: reto y maravilla. (Madrid: Atenas, 1997)
Relacionarse para compartir. (Santander: Sal Terrae, 2003).
GARCIA, J. Aº., Hogar y Taller. (Santander: Sal terrae, 1985)
LISBOA M. DE OLIVEIRA, J., Vivir los votos en tiempos de posmodernidad. (Madrid. San Pablo, 2003)
PARA LA REFLEXIÓN PERSONAL
(De la carta del Rector Mayor: “Tú eres mi Dios, fuera de Ti no tengo ningún bien,” ACG 382)
1.“Ya en mi primera carta manifestaba el deseo de querer hacer de la santidad un programa de
vida, una opción de gobierno, una propuesta educativa... Aquella primera carta no era una
entre tantas, sino el texto programático para el sexenio” (p. 7),
2.“Dios está en el origen, como fuente y fundamento de nuestra misión salesiana” (p.8).
3.“Visitando la Congregación me ha sucedido encontrar hermanos cargados de energías y de valor apostólico, que trabajan en obras estupendas en favor de los muchachos, pero que no parecen estar sostenidos y apoyados por una pasión semejante por Dios”(p.8).
4.“Puede resultar heroico testimoniar a Dios donde Él no es sentido o donde Él ha sido puesto en silencio” (p. 11).
5.“La misión de la Vida Religiosa es la de ser signo de la presencia y de la primacía de Dios en el mundo. Es, pues, necesario que demos verdaderamente a Dios la primacía que le corresponde, como valor absoluto de nuestra vida personal y comunitaria” (p. 22).
6.“Hacer experiencia de Dios no es para nosotros una ocupación intermitente, ni tarea secundaria, sino nuestra razón de ser en la Iglesia y nuestra primera misión” (p. 22).
7.“La misma vida consagrada se hace misión: misión peculiar es, en efecto, ‘mantener viva en los bautizados la conciencia de los valores fundamentales del Evangelio’” (p. 23).
8.“La aportación específica que los consagrados y consagradas ofrecen a la evangelización ‘está, ante todo, en el testimonio de una vida totalmente entregada a Dios y a los hermanos’” (VC 76; CdC 34) (p. 24).
9. “La vida de comunión representa el primer anuncio de la vida consagrada. La comunión se hace ella misma misión” (p. 24)
10.“Si la vida consagrada cuenta sólo con profesionales de la sanidad, de la educación, de la marginación, se debe admitir que se ha equivocado, cambiando trágicamente el fin por el medio... ¿Es justo privilegiar el trabajo de nuestras manos, más que la voluntad de Dios sobre nosotros?” (p. 24).
“El Evangelio nos des-centra, poniendo en el centro a Dios y al prójimo” (p. 28).
12. “Es un contrasentido que la vida consagrada se aleje de Dios porque no lo frecuenta. ¿Cómo explicar que para un salesiano haya ocupaciones más importantes que Dios? ¿Para qué sirve la sal si se vuelve insípida (Mt 5,13)? (p.29).
13. “Si la vida consagrada no forma hombres de comunión que ven al hermano como ‘uno que me pertenece’ (NMI 43), no tiene razón de existir, porque la comunión es uno de los elementos que la hacen significativa, luminosa y evangélica” (p. 30)
14. “Refundar la vida religiosa no quiere decir otra cosa que volver a lo esencial: lo absoluto de Dios, el Evangelio, las bienaventuranzas, la fuerza de la comunidad, la presencia en medio de los muchachos, como nos exhortaba D. Bosco en la carta de Roma” (p.31)..
15.“No es extraño, pues, que se hable de la primacía de Dios, “que ha entrado en nuestras
vidas, nos ha conquistado y nos ha puesto al servicio de su Reino, como signos y
portadores de su amor” (CG 25, 22) (p.34).
FORMACIÓN
Las Bienaventuranzas
Bienaventurados los misericordiosos1
Ana Rodríguez Laiz2
Hay algo en el conjunto de las bienaventuranzas que llama la atención a primera vista: invitan a adentrarse por «extraños» caminos en los que está latente la plenitud de la dicha del Reino que trae Jesús. La tensión subyace en el fondo de cada expresión que no opone felicidad a sufrimiento ni a conflicto, y sí a cualquier satisfacción con el sistema de este mundo. Por un lado, nos recuerdan que tener este deseo de felicidad o plenitud es condición indispensable para entender en qué consiste el Reino; por otro, no resulta fácil entender la vinculación que existe entre las situaciones que en ellas se describen con el presente/futuro que aguarda a quienes las viven. Por tanto, situarnos ante ellas nos lleva en primer lugar a desmontar el empeño que tenemos en que la felicidad se dé en un inexistente mundo de realidades sin conflictos. Comprenderlo es esencial para poder vivenciar el sentido profundo de lo que ahí se proclama.
Al
mismo tiempo, atrevemos a comprometer activamente nuestra esperanza,
anticipando un Reino que así se expresa como futuro de plenitud,
sólo puede tener un punto de apoyo y una garantía: Jesús. Una a
una, cada bienaventuranza está expresando cuál fue su propia dicha:
la que experimentó de manera personal en su existencia humana, la
que no excluyó la cruz, la que nacía de no haber conocido al Padre
«de oídas» y permitir, con todo ello, que se manifestara su rostro
más auténtico. Las bienaventuranzas evocan un modo de situarse ante
la vida profundamente contracultural, tanto en el tiempo de Jesús
como en el nuestro, y es preciso resituarlas continuamente en el
marco del Reino de Dios y su justicia para no caer en
interpretaciones erróneas que conduzcan a proclamar lo contrario.
En
este contexto, no sorprende encontrarse con una bienaventuranza que
llama dichosos a los que practican la misericordia. Que esta actitud
aparezca presentada como una realidad profundamente vinculada al
Reino, como signo de un gozo llamado a mostrarse y a manifestarse,
nos ayuda a evitar convertirla en un ideal abstracto y a permitir que
cuestione nuestra concepción del Reino y de los signos que le
acompañan.
«Bienaventurados
los que tienen un corazón sensible a la miseria»
Pobres
de espíritu, afligidos, mansos, hambrientos y sedientos de
justicia...: tales son los destinatarios de cada bienaventuranza, que
nos remiten al don gratuito y libre de Dios previo a cualquier acción
humana. Junto a ellos, el evangelio de Mateo nos invita también a
dirigir nuestra mirada a los misericordiosos. Con la inclusión de
esta bienaventuranza, el evangelista no solo pretende señalar quién
es dichoso sino mostrar también «cómo
hay que obrar para participar de esta dicha»3,
es
decir, qué consecuencias tiene entrar en esta dinámica de gratuidad
que conlleva una manera «alternativa» de experimentar la vida. Este
Reino, que llega sin que nadie lo haya merecido de antemano, nos
sitúa directamente ante el amor al prójimo. Su práctica se hace
«condición» para participar de la promesa.
La
bienaventuranza que proclama dichosos a los misericordiosos encuentra
un fuerte sentido en el contexto del evangelio de Mateo, donde ocupa
un lugar central el tema de la justicia referida a los deberes para
con el prójimo, tal como compromete la fidelidad a la Alianza.
Encontramos referida explícitamente la misericordia al perdón en Mt
18,2 1-35.
Allí
se pone en boca de Jesús una parábola que pretende contestar a la
pregunta de Pedro acerca de cuántas veces debe perdonar las
reiteradas ofensas de un hermano. En dicha parábola aparece un rey
que «tuvo
compasión» y
perdonó una deuda a un siervo suyo incapaz, más tarde, de perdonar
una deuda menor a un compañero. La sentencia final de la parábola
es clara: «No
debías haber tenido compasión de tu compañero como yo la tuve de
ti?». Y
la propia conclusión de Jesús suena aún mucho más radical: «Lo
mismo hará con vosotros mi Padre». Se
señala aquí que la práctica de la misericordia es condición para
alcanzarla del Padre, pues a la necesidad de perdonar por haber
experimentado un perdón previo se añade la certeza de que éste
será dado en la medida en que lo hayamos mostrado a los demás.
Especialmente
significativo resulta también en Mateo la claridad con la que busca
concretar la expresión de la misericordia en obras y cómo hace
depender de ello el juicio final: « “Venid,
benditos de mi Padre, tomad posesión del Reino heredado para
vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me
disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber era forastero y me
alojasteis; estaba desnudo y me vestisteis; enfermo, y me
visitasteis, en la cárcel y vinisteis a yerme” Entonces le
responderán los justos: “Señor ¿cuándo te vimos así?” Y el
rey les contestará: “Os aseguro que cuando lo hicisteis con uno de
estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis... Os aseguro
que cuando dejasteis de hacerlo con uno de estos pequeños, también
conmigo dejasteis de hacerlo”» (Mt
25, 31-46).
Otras
expresiones puestas en boca de Jesús y que de igual manera acentúan
la importancia del tema se encuentran en Mt 9,13: «Entended
lo que significa: misericordia quiero y no sacrificios», donde
Jesús, parafraseando al profeta Oseas, afirma la centralidad del
amor sobre cualquier otra prescripción de la ley; y en Mt 23,23 «¡Ay
de vosotros, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que pagáis
el diezmo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más
importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe!». En
esta última se vinculan tres términos fundamentales que no se
pueden entender por separado y que remiten a una única forma de ser
y de actuar.
Además
del trasfondo que nos ofrece el evangelio de Mateo, es importante
tener en cuenta otros aspectos que también nos ayudan a evitar caer
en malas interpretaciones de la palabra «misericordia». En muchas
ocasiones se ha unido excesivamente al simple sentimentalismo
descomprometido o a un cierto paternalismo estéril. Por el
contrario, los términos utilizados en los evangelios sinópticos
para referirse a los misericordiosos subrayan especialmente una
«disposición
objetiva a aliviar el desamparo de otros», es
decir, no se refieren tanto al sentimiento como a la traducción del
mismo en gestos expresos de piedad y de bondad, de «inclinación
hacia» los que se encuentran en la miseria, y todo ello por
fidelidad a la Alianza4.
La misericordia tiene su fuente en las entrañas de cada hombre y
mujer capaz de compasión, y desde ellas surge un sentimiento íntimo,
profundo y amoroso que no está separado de la acción, sino que se
traduce en una reacción consciente ante el sufrimiento ajeno y en el
perdón.
Además,
la intensidad de lo que esto supone nos remite directamente al Dios
«rico en misericordia»5
cuya imagen recorre toda la tradición bíblica y nos evoca un modo
de actuar que no es solo instintivo, pasional o impetuoso, sino
lento, paciente y constante. Jesús es la imagen más nítida de este
Dios. Su vida pública es un despliegue de misericordia frente a
todas las formas de miseria humana: se conmueve ante las necesidades
ajenas, y desde esa experiencia vivida en su profunda interioridad
genera vida, aporta sentido, denuncia los sistemas que crean miseria
y anuncia el amor entrañable del Padre, que se revela en la
inclusión de todos y de todas en el banquete del Reino.
Las
comidas con publicanos y pecadores y las controversias que ello
genera manifiestan también un signo de la misericordia traída por
Jesús: «Muchos
publicanos y pecadores se sentaron con él y sus discípulos a la
mesa. Los maestros de la ley, al ver que Jesús comía con pecadores
y publicanos, decían a sus discípulos: “4Por qué come con
publicanos y pecadores?” Jesús les oyó y les dijo: “No tienen
necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Yo no he venido a
llamar a justos, sino a pecadores”» (Mc
2,15-17)
Ocultar
la mirada
Cuando
el evangelista pone en boca de Jesús el anuncio de felicidad que
aguarda a los que practican la misericordia, está resaltando un
aspecto esencial de la manera de situarse Jesús ante la realidad
sufriente y de «hacerse cargo» de ella. La misericordia se
convierte entonces en «buena noticia» desde la cual se define la
verdad de Dios. Mantenida hasta el final y entretejida por la
fidelidad a lo real, fue también grito profético desde el corazón
de la miseria socioeconómica de la época; gesto salvador para
quienes esperaban una palabra de Yahvé cuando ya no quedaban voces
que clamaran, y a denuncia clara ante minorías que tenían demasiada
voz. Jesús se sostuvo en ella, convencido de su fuerza y sin
preocuparle adónde le llevaría.
Cuando
nosotros/as contemplamos la realidad de nuestro muna do, lo primero
que quizá se nos ocurre pensar es que éste no está para muchos
anuncios de felicidad ni de buena noticia, y que más vale asumirlo
así, pactar con lo posible y quitarnos de la cabeza cualquier otra
idea que suene a utopía ingenua. Sabemos que no podemos justificar
desconocimiento ante las realidades de miseria y dolor que atenazan a
tantas personas e incluso a pueblos enteros. Sin embargo, el mensaje
concreto de esta bienaventuranza se opone a nuestros intentos de
ocultar la mirada y no estar dispuestos a complicarnos la vida más
allá de nosotros mismos y de nuestros intereses.
Cualquier
mínimo signo de satisfacción paralizante ante la realidad presente
y de preocupación casi exclusiva por lo propio, supone alejarnos de
la posibilidad de experimentar lo que significa vivir desde un
corazón misericordioso. La felicidad a que se refieren las
bienaventuranzas
sólo puede ser entendida por quienes desean un mundo diferente del
actual. Acomodamos a la realidad, desentendernos de ella en lo que
tiene de compleja y evitar acercarnos a los umbrales donde se
encuentran «los últimos», las víctimas que hoy demandan
misericordia, nos lleva a acrecentar un sentido latente de
inhumanidad que nos impedirá escuchar en nuestro interior el reclamo
de justicia que surge cuando se conmueven las entrañas.
Junto
a ello, la tentación del «rodeo» suele llamar a nuestra puerta
cuando sentimos, al igual que el levita de la parábola del
samaritano, que practicar la misericordia puede suponer también
enfrentamiento con los «salteadores», con los que han provocado las
heridas o las mantienen. Tememos las reacciones que a veces se te
despiertan al defender la dignidad de cada persona, sobre todo de los
que menos cuentan, y empeñamos en crear relaciones fraternas de
comunión que desestabilizan otras relaciones de poder. Cuando
permitimos que anide el miedo en nosotros de esta manera, lo más
fácil será que terminemos optando por mirar la miseria de lejos,
dar un rodeo y seguir nuestro camino.
Y
existe otra tentación igual de peligrosa que las anteriores y que
nos lleva también lentamente a desentendernos de lo esencial:
consiste en confundir la misericordia con las «prácticas de
misericordia». Si bien es cierto que el amor se concreta, éste no
se justifica con gestos aislados de piedad que no llevan a cuestionar
el porqué de las realidades de miseria que fomentan la exclusión
social de muchos y muchas. Y es preciso que todo ello se realice al
modo «de Jesús»: desde abajo, caminando al lado de quienes viven
situaciones de necesidad extrema, con la conciencia de ser todos
hermanos y hermanas, sin superioridades ni condescendencias. Si no,
puede suceder que aquello que consideramos signo se convierta en lo
contrario: en paternalismo, en autojustificación, en tranquilidad de
conciencia.
El
descentramiento como paradoja cristiana
Por
el contrario, los signos del Reino que trae esta bienaventuranza
comienzan cuando nos atrevemos a experimentar que «perder la vida es
ganarla». Sobre este principio se asienta la práctica de la
misericordia que encontramos reflejada en muchas realidades
cotidianas que no suelen ser noticias que interesen a los grandes
medios de comunicación:
—
En aquellos y aquellas capaces de perdonar y, de este modo,
manifestar un amor que ha sido sometido a prueba y que hace posible
el milagro de la reconciliación.
—
En todo intento de romper dinámicas de exclusión y de
discriminación; en el reconocimiento de que toda persona tiene un
valor inalienable, y nadie puede quedar al margen de la historia; en
el compromiso en proyectos alternativos que poco a poco ponen en
evidencia los mecanismos que generan miseria.
—
En el despertar de conciencias solidarias que, con creatividad,
inviten al compromiso concreto a todos aquellos que deseen
comprometerse en la construcción de un mundo más acorde con el
sentir de Dios.
—
En cualquier gesto que nos saque del ensimismamiento en nosotros
mismos y nuestros pequeños o grandes sufrimientos y nos conduzca a
compartir hasta el fondo el dolor del otro; en la capacidad de
establecer relaciones profundas sin miedo a tocar heridas abiertas;
en la decisión de no permitir que el estrés y las prisas nos hagan
pasar de largo ante el dolor de los más cercanos.
Son algunos de los muchos modos de hacer de la misericordia buena noticia hoy también en medio de tantas realidades que reclaman una mirada humana y misericordiosa.
«Porque alcanzarán misericordia»
Pero
no podemos olvidar que solo Dios es auténticamente misericordioso y
que la compasión cristiana encuentra su fuente en Aquel sobre cuya
misericordia se asienta toda la tradición de Israel, y que encuentra
su más radical manifestación en la Encarnación de su Hijo. Y es
especialmente en contacto con el mal cuando su amor se expresa de
manera indiscutible como misericordia. Trasciende cualquier modelo
humano con el que se le compare: «Puede
acaso una mujer olvidarse de su hijo, no tener compasión del fruto
de sus entrañas? Pues aunque ella se olvidare, yo no me olvidaré de
ti» (Is
49,15). Sólo de él se dice que es eterno6,
que no tiene fronteras de espacio ni de tiempo: «El
Señor Dios, clemente y misericordioso, lento a la ira y rico en
lealtad y fidelidad, que conserva su fidelidad a mil generaciones y
perdona la iniquidad, la infidelidad y el pecado» (Ex
34,6-7). La historia de Israel no es más que la expresión del
despliegue de esta misericordia, ofrecida sobre todo en situaciones
de pecado o de dolor necesitado de consolación: «Consolad,
consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios; gritadle que se ha cumplido
su condena y que está perdonada su culpa» (Is
40,1-2); «Yo
el Seño, tu Dios, soy un dios celoso, que castigo la maldad de los
que me aborrecen en sus hijos hasta la tercera o cuarta generación,
pero soy misericordioso por mil generaciones con los que me aman y
guardan mi mandatos» (Ex
20,5b-6).
En
Jesús, esta misericordia parece estar destinada principalmente a
aquellos sobre quienes la mentalidad de la época hacía recaer las
consecuencias del pecado y eran a menudo excluidos de la salvación:
las multitudes formadas por gentes «sencillas», consideradas
ignorantes y torpes por los maestros de la ley: «Al
ver a la gente, se compadeció de ellos, porque estaban cansados y
abatidos como ovejas sin pastor» (Mt
9,36), leprosos, ciegos, viudas, enfermos... Ellos y ellas son los
destinatarios preferentes de su misericordia, a la cual apelan para
que sea reconocida su necesidad: Al
salir Jesús de allí lo siguieron dos ciegos gritando: “¡Ten
compasión de nosotros, Hijo de David!”» (Mt
9,27); «Seño,
ten compasión de mi hijo, que tiene ataques y está muy mal» (Mt
17,15)...
Sin
embargo, la bienaventuranza aparece expresamente unida a la
misericordia que alcanzarán quienes la practican. Ello nos abre un
camino que nos permite situarnos también como receptores de esta
profunda compasión al adentramos en los mismos sentimientos de Dios
y experimentar así la felicidad de compartir el Reino anunciado por
Jesús. Su seguimiento se hace llamada al compromiso por sostener la
fragilidad de una humanidad continuamente necesitada de recreación
desde la compasión.
COMUNICACIÓN
Educamos con los «medios»
1 La solidaridad se educa con los medios7 |
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1.1 Demetrio González |
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En lugar de una reflexión teórica, en abstracto, quiero partir de la realidad cotidiana, en los Medios de hoy. Al escribir estas notas no pienso en los profesionales de los medios; estoy reflexionando al lado de los educadores, animadores/as de grupo, pastores, catequistas...
Elijo
como camino y cauce de mi reflexión los días de la semana.
Al
plantear un comportamiento ético, me gustaría que no olvidásemos
los valores estéticos, lo bien hecho, la belleza, el arte. La
estética no es camuflar o falsear la realidad.
La
belleza habla, potencia la verdad. Tiene más carga de llamada e
invitación. La belleza no se confunde con lo light, puede ser
fuerte, dura, dolorosa. «Lo cutre» o «la cutrez» es otra cosa.
2 Lunes al sol |
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Empiezo por el lunes y por el cine. Fernando León acaba de ganar la Concha de oro en San Sebastián con este film: «Los lunes al sol». Sobre el drama del paro. Los parados son tratados no sólo con respeto; también con solidaridad. No falta humor en el drama. El resultado es una cinta rebosante de gracia y de verdad. «La película pretende arrojar luz sobre la vida de las personas que están en paro. Es una manera de entrar en el dormitorio y en la casa de las personas que viven esta situación».
Dos
slogans de promoción: «Divierte, emociona, libera, embauca, alcanza
la genialidad» (El País).
El
otro: «Se puede hablar interminablemente de ella con los amigos»
(El Mundo). La película presenta a un grupo de hombres sin trabajo,
«daños colaterales de una economía globalizada, que caminan por
los callejones del sistema buscándole a la vida las salidas de
emergencia». Es una rebelión, un desafío fílmico y moral frente a
la situación. También «un espejo para dar cuenta de los refugios
en los que se recluyen los parados de la historia». (Carlos F.
Heredero, El Cultural).
El
cine, además de ventana sobre una situación iluminada por la
cámara, aporta arrastre emocional.
Soy
solidario/a, voy a ser hermano/a, porque les he visto, he sentido con
ellos, he vivido con ellos.
Quien
pasa 120 minutos, intensos, utópicos, divertidos con Ame-he
(Director, Jean-Pierre Jeunet), saborea lo que es «la solidaridad»:
La muchacha dispuesta a alegrar la vida de los demás. La risueña
camarera de Montmartre que se convierte en samaritana de todos los
que andan por ahí solos, abandonados, con problemas.
Los
valores no se aprenden teóricamente, se viven, se sienten, se
experimentan... Los Medios tienen la ventaja de brindarnos «los
valores encamados» en las personas. Si vivo las andanzas de Erin
Brokovich, sé
lo que es la defensa de los explotados o expoliados... Julia Roberts,
durante un par de horas, nos permite experimentarlo con Erín
Brockovich (Película
de Steven Soderbergh). Un merecido Oscar por la tenacidad y coraje en
la solidaridad y defensa de las víctimas.
Podemos
montar en la segadora con remolque de Alvin Strigh, un viejo
granjero, y recorrer con él un largo viaje de 500 kilómetros para
abrazar al hermano moribundo, pedirle perdón y mirar con él las
estrellas (Una
historia verdadera, de
David Lynch). O podemos viajar con Javier Corcuera a La
espalda del mundo. Con
tres protagonistas que viven donde indica el título: Guinder, el
niño peruano; el exiliado kurdo que espera la liberación de su
mujer parlamentaria, perseguida y encarcelada; Thomas Miller, en el
corredor de la muerte. Testimonio vivo de los olvidados, de los
desheredados de la llena. Otra película reciente: Cadena
de favores de
Mimi Leder, un buen reflejo de fraternidad y solidaridad.
En
martes ni te cases ni te embarques
Día
aciago: «martes y trece». Nada de eso, fuera la superstición. Un
día más, para ver diarios, prensa.
La
primera página de los periódicos es cada día llamada a la
solidaridad porque señala problemas diariamente, porque nos dice
dónde sangra nuestra tierra, porque nos muestra las heridas del
mundo.
La
prensa y otros Medios revitalizan Campañas solidarias: catástrofes,
terremotos, inundaciones, guerras, etc. ¿Por qué respondemos?
Porque hemos percibido un estímulo. Hemos escuchado una llamada de
emergencia. Posiblemente en un primer momento no analizamos la
situación, viendo causas e implicaciones... Eso debe llegar
posteriormente, en un proceso educativo. Análisis estructural, que
no niega el arrastre de lo emotivo. Nos hace solidarios la emoción y
el análisis.
Es
hoy noticia: Arcadi Espada gana el Premio Espasa de Ensayo con
Diarios,
una
reflexión sobre el periodismo. Es periodista de El País y profesor
de periodismo en la Universidad Pompeu Fabra. Su ensayo adquiere la
forma de diario personal. Lo que él hace deberíamos hacerlo los
educadores: reflexionar en grupo sobre las noticias que diariamente
nos brindan los periódicos. Arcadi Espada reflexiona sobre cómo
reflejan los periódicos el tema del terrorismo y concretamente el de
ETA. El autor realiza una «crítica radical a los intentos de
mezclar realidad y ficción, algo que me parece el cáncer del
periodismo». Invitación y reto a los educadores que pretendemos
educar, utilizando los Medios, concretamente la prensa, en vistas a
promover la solidaridad y la fraternidad.
Otro
ejemplo: Se ha celebrado en Johannesburgo la Segunda Cumbre de la
Tierra para tratar los modelos de desarrollo humano, equilibrado y
sostenido a favor de todas las personas y de todos los países de la
tierra. ¿Qué sería de nuestra solidaridad y fraternidad si no
viésemos a tantas personas que sufren la pobreza y el hambre, si no
nos entrase por los ojos el deterioro del medio ambiente, el horror
de la represión y de la guerra? ¡Qué lejanas y desvaídas
quedarían las palabras del correspondiente Informe de la ONU, sin
las imágenes que nos muestra la tele! Muchos, si no saliese en la
tele, creerían que la pobreza no existe ya.
Los
Medios despiertan y avivan la conciencia de que existen los otros.
Diariamente nos llaman a comprometernos y embarcarnos. Martes...
Miércoles, día del espectador
O
del radioyente, o televidente. Todos los días somos radio-escuchas y
televidentes; todos los días respiramos el aire de los Medios.
¿Cómo
voy a ser solidario con... si nunca les he mirado a la cara? ¿Cómo
voy a ser hermano/a si ni siquiera he visto a mis hermanos/as? ¡Ojo!
No quedarnos en meros espectadores.
Canal
Plus: 4 de octubre, 19.45 h. Personajes famosos hablan de
inmigración. Dentro del programa, con título genérico, «Europa en
construcción», nos llegan «Mensajes para la reflexión».
Participan, entre otros, Imanol Uribe, Montxo Armendariz, Sergi
López, Emilio Aragón y Javier Cansado, que hablan de la integración
de los inmigrantes. Importa el testigo, la opinión y toma de postura
de persona líderes. «La emigración no es una película, pero
estamos a tiempo de escribir el guión».
El
espectador se enfrenta a la otra cara, negativa, de la realidad, de
la tele. ¿De quién nos propone que seamos solidarios? ¿Trata de
promover la fraternidad con los pasados y futuros habitantes de la
casa de Gran
Hermano? ¿Nos
invita a entrar en esa casa, para vivir allí la fraternidad? Con el
efecto multiplicador de otros programas y de otras revistas. No es
eso, no, por favor. No hablamos de «los 12 hermanos» de Gran
Hermano, en
«una casa» con 46 cámaras y 60 micrófonos. Nos interesa la
aventura de otros hermanos, de los hombres y mujeres del mundo.
Reflexionemos:
El espectador se puede encontrar ante un mensaje impactante,
sensacionalista. No tiene por qué ser agresivo, aunque llame a las
puertas de la sensibilidad. El espectador expectante percibe una
llamada. El mensaje no es indescifrable. Son códigos conocidos, que
todos aprendemos al abrir los ojos. Percibimos el mensaje. Es más,
algunos, desde su fe, saben quién llama. Es El quien llama al
radioyente, al televidente, al espectador. El que tenga oídos...
¡Ojalá oigáis hoy su voz!
«Los
Medios» son ventanas para ver la realidad.., y no mirar para otro
lado. Abre tu ventana, abre tu balcón. Porque ojos que no ven,
corazón que no siente.
3 No es cosa del otro jueves |
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No es nada extraordinario. No son cosas del otro mundo. Me gustaría llevar la reflexión al terreno de los «medios grupales», los pequeños medios cercanos, los Mini- media o Group-media: Pósters, vídeos, montajes, carteles, etc. Los audiovisuales, por lenguaje, por concepción como «medios de comunicación», son muy aptos para llevarnos al terreno de la solidaridad y la fraternidad. Y, junto a ellos, esas pequeñas ventanas en los Grandes Medios, la viñeta, la tira cómica, el chiste de cada día, Máximo, Forges, el Roto, Gallego y Rey, Mingote...
¡Bien
venidos todos los medios de comunicación que nos llevan de la mano
al bien común, al bien de la comunidad! 1-lacen realidad la aldea
global. ¿Quién, en «la aldea», es ajeno a lo que le pasa al
vecino? ¿Quién, en la aldea, no echa una mano al anciano inválido?
¿Quién, en la aldea, no visita alguna vez al que está solo? ¡Cómo
voy a dejar desangrarse a quien vive al otro lado de la calle, cómo
voy a quedarme sentado, tranquilo, impasible si un vecino se muere de
hambre!
En
este jueves —«no es cosa del otro jueves»— me permito situar en
nuestro contexto, un detalle, el móvil e Internet. Mensajes en el
móvil.., a mi hermano que está lejos. No resulta «caro» —y es
solidaridad y fraternidad— chatear un rato alguna noche con la
hermana Asunción que está perdida en el centro de Africa. No
concebimos «hermanos» que no se hablan; los medios nos permiten
«hablar con los hermanos», verlos, escucharlos, oír sus risas o su
llanto. Así nos hacemos «más hermanos».
El
mensajero en la Edad Media tardaba meses en llegar, con su mensaje,
al destinatario. En el siglo pasado tardaba días. Hoy no tarda nada.
El mensaje llega al instante. La llamada se hace urgente. La
respuesta y solidaridad puede ser inmediata. Leo: «Velocidad récord
en una transmisión de datos entre Eslovenia y Madrid». El 27 de
septiembre 675 megabytes de información salieron de Lubliana con
destino a Madrid, pasando por Viena, Ginebra y Milán. Se quería
batir el récord de velocidad en la transmisión de datos. Lo
lograron: en menos de 12 segundos la información estaba en Madrid.
Con la mejor conexión ADSL, para trasladar esa información de 675 megabytes se necesitaban, como mínimo 2.700 segundos; es decir, 230 veces más de lo que se tardó. La experiencia se llevó a cabo en el contexto de una red de conexión de datos que une las universidades europeas.
4 Viernes de dolores |
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De los Éxodos y otras historias. Para «dolerse con», para com-padecer. Para vivir con la humanidad el camino doloroso, el éxodo permanente, el via-crucis de todos los días. Las estaciones nos las brinda la prensa, los telediarios, los informativos, cada hora. Imágenes que nos brindan los medios. Fotos que nos revelan la siempre cercana realidad. Pateras, en la oscuridad de la noche, cuando cruzan el Estrecho, cadáveres a la luz del día en las costas españolas. Sebastián Salgado lleva sus fotos de «Exodos» a lo largo y ancho del planeta. En libros también. «Este libro cuenta la historia de la humanidad en tránsito... A lo largo de seis años y en 40 países, he trabajado con estos fugitivos, en las carreteras, en los campos de refugiados y en los barrios de chabolas que eran los lugares de destino de casi todos ellos». La gran mayoría estaban asustados, debilitados y humillados, pero Salgado dice que se dejaban fotografiar porque querían denunciar su situación. «Nosotros poseemos la llave de nuestro futuro, pero para acceder a él debemos primero comprender el presente. Estas fotografías muestran una parte de este presente. No podemos permitirnos pasar de largo». Quizás no es suficiente con estar informados. Quizás es necesario ver y sentir. Que la vida por medio de los ojos nos llegue hasta el corazón. Es en ese centro del ser humano donde nace y crece el árbol de la solidaridad y la fraternidad.
En
un volumen más reducido Sebastián Salgado presenta «Retratos de
los niños del Exodo», dedicado a todos los niños que al ver estas
fotografías «se paran a pensar en las vidas que hay detrás de los
rostros». En la cubierta última de ambos libros figuran dos textos.
Uno, de José Saramago, apunta que Dante, hoy, descendería al
infierno con una cámara fotográfica... El otro, de Eduardo Galeano,
dice refiriéndose a Salgado: «El es un artista: un hombre que ve y
viendo nos ayuda a ver».
En esta obra de arte nos describe la gran odisea de nuestro tiempo: «este viaje con más náufragos que navegantes».
Otra
referencia: estos días hay en Madrid una Exposición de Fotografías
de Fernando Moleres, con el significativo título Esclavos
del siglo XX (Sala
Municipal de Exposiciones).
Fotografías:
Huellas de lo real. Memoria viva. Guardar en la memoria. Archivo en
la conciencia, soporte de fraternidad y solidaridad.
5 Sábado de gloria, Domingo fiesta |
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Hay también un lado festivo, la cara buena que nos brindan los Medios, para vivir la solidaridad y la fraternidad. El entretenimiento, la diversión, las imágenes alegres, las noticias esperanzadas, los testimonios interpelantes y «esperanzadores». La música del mundo, las canciones pequeñas, los videoclips que invitan a la danza...
De
pronto un sábado de gloria, un domingo de fiesta, te descubres
solidario y hermano. Y sabes, lo sientes, lo crees, que los gozos y
las alegrías, las tristezas y esperanzas de los hombres y mujeres de
la tierra, son tus gozos y esperanzas, tus tristezas y alegrías.
Gracias a los Medios. Es la música del mundo.
La
FNAC, con su cadena de tiendas de ocio, lanza una serie de discos de
iniciación a las músicas del mundo. Son productos con precio
reducido, que se venden sólo en esas tiendas; junto a cada disco se
brindan textos complementarios a quienes buscan documentarse sobre
esas expresiones culturales del mundo. Cito dos últimas
aportaciones, porque sólo con los títulos se percibe la relación
con el tema que tratamos: La música de los gitanos de Europa, Las
músicas del Japón. Mundos distintos y distantes. En el primero
Macedonia, Grecia, Francia, Turquía; en el segundo, desconocidos y
exóticos sonidos nipones tradicionales y modernos. Esta iniciación
a las distintas músicas es ya, felizmente a nuestro alcance, una
experiencia multicultural y solidaria. La música nos hermana.
Entretenimiento,
diversión, descanso... Que no se identifica con evasión. ¡No
vayamos a buscar en los Medios vacunas, ni anestesias! Por ejemplo,
son divertidas, sin nada de escapismo, Las
noticias del guiñol: los
muñecos que analizan los acontecimientos más importantes de la
actualidad y unen a la mirada ácida y crítica sus gotas de humor.
No falsifican la realidad, aunque nos hagan reír. Humor y fiesta,
canción y música, no están reñidos con la solidaridad.
El
que acude al médico es en este caso un comentarista, con columna
diaria sobre los Medios, en un diario importante. Acude enfermo de
tanta exposición al medio. El médico le invita a mirar el lado
bueno de la vida: «yo no leo los periódicos ni escucho la radio».
¡Estamos listos! «La forma de ver sólo el lado bueno de la vida es
no ver la vida», concluirá Eduardo Haro Tecglen.
«La
bondad y la maldad están diseminadas equitativamente por todo el
mundo» (Ian Mc Ewan). También por los Medios.
El
anaquel
El ‘coach’ está en el videoclub8
Fernando Bayón y José Antonio Sáiz.
Directores de Eurotalent
¿Por que no aprovechar el descanso para mejorar profesional y personalmente? Para los amantes del cine que no han podido visionar algunas de las grandes películas del año, les aconsejamos utilizar el vídeo como un proceso de coaching en el que el entrenador sea la propia narración.
Como
bien sabe, todo proceso de coaching
debe
Incluir un momento de reflexión en el que se recojan los puntos
fuertes y las oportunidades de mejora, un compromiso serio y realista
con un par de objetivos y el seguimiento de un plan de acción para
la consecución de resultados. De entre las películas disponibles en
el videodub, le recomendamos los siguientes estrenos:
Otra terapia peligrosa: Si en la primera parte el psiquiatra se adentraba en el mundo de la mafia, en esta segunda el capo tiene que ganarse la vida en el mundo normal. Una divertida comedia que sirve para desarrollar el conocimiento de uno mismo.
Frida: La trayectoria vital de la pintora Frida Kahlo, una de las mejores pintoras mejicanas. Su lucha contra la adversidad, sus relaciones con Diego Rivera, Trotski, Rockefelier y otros grandes personajes de la primera mitad del siglo XX, sus cualidades personales, su sufrimiento..., son una lección de vida para desarrollar la autoconfianza.
El dragón rojo: La preescuela de El silencio de los corderos, basada en el primer libro de la serie Hannibal de Thomas Harris, puede admirarse como un ejercicio de resolución de problemas. Meticulosidad, lógica e intuición se combinan en este thriller con excelentes interpretaciones que puede servir para desarrollar nuestro autocontrol.
Quiero ser como Beckham: Las reglas del juego han cambiado: el fútbol es femenino y una joven de familia india desea seguir los pasos de la nueva estrella del Real Madrid. Contraste de culturas y de vocaciones. Una película sobre nuestros sueños y las dificultades para alcanzarlos.
Minority Report: ¿Destino marcado o libre albedrío? La película apuesta por un futuro en el que crimen se puede predecir... pero caben los errores. Una cinta de ciencia-ficción, al estilo de Spie1berg que nos hace reflexionar sobre la capacidad de controlar nuestras propias vidas.
El pianista: La historia real de un pianista judío polaco que sobrevivió al holocausto. Polanski nos acerca a una cruda situación en la que la iniciativa y la lucha por la dignidad obtienen su recompensa.
Atrápame si puedes: La vida de Frank Abagnale, tras fingir múltiples actividades, es la prueba de que uno puede cambiar... si quiere. El duelo interpretativo de Leonardo DiCaprio y Tom Hanks es garantía de éxito.
Kamchatka: Tras Nueve reinas, El hijo de la novia o El mismo amor, la misma lluvia,el cine argentino nos regala esta película sobre una familia que huye de la dictadura militar Una historia que nos recuerda las cosas importantes de la vida, los lazos familiares de quienes han de vivir refugiados.
Lugares comunes: Otra argentina, ésta de Federico Luppi, con Héctor Alterio y Mercedes Sampietro. Un profesor es prejubilado para recortar presupuestos y ha de emprender una nueva vida. Decide retomar los lugares comunes de la filosofía: nuestra existencia, el amor, la dignidad...
Los lunes al sol: La película de Fernando León, premiada con cinco Goyas, es una intensa reflexión sobre el paro, la empleabilidad y la amistad como necesidad vital. Tan dura como provocadora de emociones, nos sirve para ponemos en lugar de los más débiles y reflexionar sobre las carencias del sistema.
Gangs of New York: Martin Scorsese cree que América se forjó en las calles -es decir, sobre la violencia-. Durante casi tres horas asistimos a las luchas deban- das rivales en el Nueva York de mediados del siglo XIX Una de las películas del año nos sirve para entender los intereses más oscuros de las personas y de las organizaciones.
Mi gran boda griega: Una comedia sobre las costumbres de los griegos en una comunidad de Norteamérica. Contraste cultural entre los anglosajones individualistas y los familiares grecolatinos, para fomentar la sensibilidad y la orientación hacia la diversidad.
El otro lado de la cama: Un musical a la española, una comedia de enredo fresca y juvenil. Los problemas de comunicación dan lugar a una bola de nieve de complicaciones. Entretenimiento para desarrollar la atención por los demás y la capacidad de comunicar.
Spy game: Robert Redford y Brad Pitt en este juego de espías de la CIA. La educación profesional -y sentimental- de un joven agente, aleccionado por un experimentado profesional. Ritmo trepidante para una de auténtica acción, un modelo de desarrollo profesional.
Un tipo corriente: La colombiana Angie Cepeda se cruza en la vida de un guionista mediocre -el argentino Ricardo Darín- y le cambia la existencia. Espléndido guión para una divertida comedia sobre las relaciones y las emociones.
El americano Impasible: Basada en la novela de Graham Greene, es la historia de dos extranjeros, una belleza exótica y un país a punto de estallar. “Antes o después hay que tomar partido si quieres seguir siendo humano”, se dice en la cinta. Una visión crítica del intervencionismo.
NECROLOGIO SALESIANO DE LA INSPECTORÍA DE SANTIAGO EL MAYOR-LEÓN
NOVIEMBRE
PRESENTACIÓN
«Pues vosotros estad preparados, porque a la hora en que menos peséis vendrá el Hijo del hombre ...» (Lc 12,40)
El mes de noviembre está marcado por el entrañable recuerdo de nuestros difuntos. Litúrgicamente, el mes comienza con una mirada a los santos de la Iglesia y con la jornada en la conmemoración, de recuerdo, de todos aquellos que nos han precedido. Al día uno y dos, con sus múltiples traiciones y costumbres, que verdaderamente vigorizan el significado de esas fechas, les sigue —dentro ya del ritmo litúrgico salesiano— la jornada de recuerdo de los padres difuntos de los salesianos, el día 25. Todos estas celebraciones anuelas sirven para demostrar nuestro «amor y gratitud» a quienes Dios ha llamado a la eternidad (cf. Reglamentos generales, art. 76).
La gratitud y el recuerdo amoroso de nuestros seres queridos tiene múltiples manifestaciones: desde las flores que abarrotan los cementerios en los primeros días del mes hasta los grandes mausoleos de las antiguas civilizaciones. Dentro de estos símbolos, se incluye nuestro recuerdo continuo de quienes siguieron la llamada de Cristo en si vida y más allá, en su muerte.
Desde esta perspectiva, la misma comprensión de la muerte y de nuestro recuerdo toma un contenido, ciertamente, optimista. Podemos comprender las palabras de San Agustín, quien a una desconsolada madre que no se resignaba a perder a su hijo le decía: «No os dejéis abatir por la pena, queridos míos. Mirad más bien la vida que ahora empieza y no la que he concluido».
En este volumen presentamos la selección que hemos preparado de entre los salesianos difuntos fallecidos en el mes de noviembre. De todos los hermanos que aquí constan, queda consignado su nombre completo, el lugar de su fallecimiento, el año y la edad de defunción. Para abreviar la presentación de nuestro trabajo hemos empleado las siguientes abreviaturas antes de cada nombre:
Sac.: Salesiano presbítero.
Coad.: Salesiano coadjutor.
Mons.: Salesiano obispo o arzobispo.
Est.: Salesiano estudiante (clérigo o seminarista)
NOVIEMBRE
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Sac. Cesare Cagliero. Murió en Roma, en 1899, a los 45 años. Este sobrino del Cardenal Giovanni Cagliero, fue inspector durante nueve años y durante 13 postulador general. Sac. Pasquale Richetta. Murió en Castellamare (Italia), en 1956, a los 82 años. Fue inspector durante un año. Sac. José Hernández Andrés. Murió en Sevilla, en 1986, a los 58 años.
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Est. José Artacho. Murió en Salamanca, en 1906, a los 23 años. Sac. Tomás Gutiérrez Cuadrado. Murió en Hinojosa de Duero (Salamanca), en 1971, a los 69 años. Sac. Lucio Sanz Sobrino. Murió en Orense, en 1971, a los 38 años. Natural de un pueblo de Valladolid, cercano al estudiantado filosófico de Medina del Campo, entro en relación con esa comunidad, lo que le llevaría, con 33 años, al noviciado. Tras pasar por varias casas murió finalmente en Orense por una enfermedad cardiaca. Todos han destacado de él que era un alma sencilla, angelical. Sac. Virginio Farronato. Murió en Turín, en 1994, a los 75 años. Fue inspector durante seis años. Mons. Orestes Santiago Nuti Sanguinetti. Murió en Montevideo (Uruguay), en 1999, a los 80 años. Fue obispo de Melo durante dos años y de Cnelonse durante 32.
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Sac. Victoriano Martín Caballero. Murió en Fuentes de Andalucía (Sevilla), en 1931, a los 32 años. Sac. Emile Phalippou. Murió en Toulon (Francia), en 1998, a los 93 años. Fue inspector durante un sexenio. Sac. Anselmo Pérez Salazar. Murió en Arévalo (Ávila), en 2002, a los 79 años.
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Sac. Gioacchino Bressan. Murió en Sevilla, en 1937, a los 67 años. Coad. Rodrigo Rubio Tejero. Murió en Campano (Cádiz), en 1965, a los 69 años. Coad. Ángel Morales García. Murió en Cádiz, en 1975, a los 79 años. Sac. Marcelino Talavera Delgado. Murió en Madrid, en 1986, a los 77 años.
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Sac. Ciriaco Santinelli. Murió en Agua de Dios (Colombia), en 1913, a los 54 años. Fue durante seis años inspector. Sac. José Carrasco Carrasco. Murió en Arcos de la Frontera (Cádiz), en 1845, a los 48 años de edad. Sac. Giovanni Maria Zolin. Murió en Bollengo (Italia), en 1953, a los 81 años. Fue inspector durante siete años. Sac. Victoriano Rodríguez Martín. Murió al poco de ser nombrado director de Villagarcía, en un accidente de tráfico en Vigo, en 1967, a los 38 años. Destacó por ser un hombre creativo y exacto con los jóvenes y con los hermanos. Uno de sus mayores afanes era el servicio de la predicación de la Palabra de Dios.
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Mons. Luigi Lasagna. Murió, en accidente ferroviario, en Juiz de Fora (Brasil), en 1895, a los 45 años. Fue inspector de Uruguay durante 14 años y, durante tres, obispo de los indios de Brasil. Est. Francisco José Peña Fruelba. Murió en Béjar (Salamanca), en 1902, a los 20 años. Sac. Miguel Sánchez Venero. Murió en Vigo, en 1926, a los 66 años. Fue uno de los primeros salesianos españoles. Destaca su presencia en el Colegio San Matías de Vigo, donde fue encargado de la capilla. Allí transmitió a todos su alegría y su devoción por el Santísimo Sacramento y por María Auxiliadora; tal era su exquisitez en el trato para con todos, que era conocido como «el santo Padre Miguel». Sac. Vicente Molina Mas. Murió en Elche (Alicante), en 1994, a los 91 años. Sac. Celestino Rivera Aroca. Fue vicario episcopal de enseñanza en Sevilla, donde fundó el Centro de Estudios Catequísticos y fue inspector durante seis años. Fue también delegado nacional de Antiguos Alumnos. Murió en Sevilla, en 1994, a los 64 años.
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Est. Manuel Martín Pérez. Murió asesinado en Paracuellos del Jarama (Madrid), en 1936, a los 32 años. Está introducida su causa de martirio. Sac. Mateo García Sevillano. Murió en Sevilla, en 1938, a los 42 años. Sac. Giovanni Segala. Murió en Turín, en 1959, a los 88 años. Fue inspector durante seis años. Sac. Esteban Aguilón Aguiano. Murió en 1950, en Valencia, a los 67 años. Sac. Filiberto Peris Muñoz. Murió en Cuenca, en 1983, a los 81 años. Sac. José Antonio Rodríguez Bejarano. Murió en Sevilla, en 1995, a los 41 años. Sac. Demetrio Licciardo. Murió en La Plata (Argentina), en 1999, a los 83 años de edad. Fue inspector durante seis años.
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Sac. Vicenzo di Meo. Murió en Roma, en 1993, a los 67 años. Fue inspector durante un sexenio. Coad. Sixto González Sáez. Murió en Martí-Codolar (Barcelona), en 1995, a los 58 años. Coad. Juan Aranda Sanz. Murió en Mohernando (Guadalajara), en 1999, a los 85 años.
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Sac. Giovanni Tagliabue. Murió en Sarriá (Barcelona), en 1920, a los 61 años. Est. Francisco José Martín López. Murió asesinado en Paracuellos del Jarama (Madrid), en 1936, a los 26 años. Está introducida su causa de martirio. Sac. Federico Jordana Balust. Murió en Barcelona, en 1970, a los 81 años. Sac. Josef Pitzl. Murió en Viena (Austria), en 1980, a los 54 años. Fue inspector durante seis años.
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10 |
Sac. José Ribas Casanova. Murió en Sarriá (Barcelona), en 1928, a los 47 años. Sac. Rafael Flores López. Murió en Mérida (Badajoz), en 1986, a los 85 años.
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Sac. José Carrasco Gallego. Murió en Huesca, en 1944, a los 38 años. Sac. Feliciano Unzu Irisarri. Murió en Alcoy (Alicante), en 1954, a los 71 años. Coad. José Ruiz Cabello. Murió en Sevilla, en 1983, a los 74 años. Mons. Victorio Manuel Bonamin. Murió en Funes (Argentina), en 1991, a los 82 años. Durante 22 años fue obispo auxiliar de Buenos Aires y provicario castrense. Sac. Casto Moro Sandoval. Murió en Madrid, en 2000, a los 75 años.
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12 |
Sac. Antonio Bernard Nicolao. Murió en Palma del Río (Córdoba), en 1977, a los 83 años. Sac. Antonio José de Carvalho. Murió en Recife (Brasil), en 1989, a los 65 años. Fue inspector durante seis años. Sac. Manuel Collado Campos. Murió en Córdoba, en 1990, a los 64 años. Sac. Quirinius Muth. Murió en Nijmegen (Holanda), en 2000, a los 94 años. Fue inspector durante cuatro años. Sac. Germán González Rubio. Murió en Úbeda (Jaén), en 2000, a los 67 años.
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Coad. Fernando Raimundo Peláez Medina. Murió en Sevilla, en 1945, a los 63 años. Sac. José Peiteado Rodríguez. Murió en la casa de Ourense, de la que fue director, en 1960, a los 79 años. Allá por los muchos sitios que pasó, para todos fue un alma candorosa y desbordante de bondad, que se hacía querer de todos por su talante abierto y comunicativo, jovial, inocentón, fácilmente crédulo, un tanto ingenuo, de sencillez encantadora, pero con una pizquita de reserva y pillería. Coad. José Parreño Pomares. Murió en Pamplona, en 1987, a los 90 años.
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Est. Antonio Poch Artizá. Murió en Málaga, en 1897, a los 23 años. Sac. Michele Borghino. Murió en Turín, en 1929, a los 74 años. Fue inspector durante ocho años. Coad. Antonio Gota Ibáñez. Murió en Barcelona, en 1986, a los 89 años. Sac. Victorino Vila Rodicio. Murió a caballo de camino entre Tambacounda y Thiés (Senegal), en 1994, a los 58 años. Este orensano, tras pasar por varias casas de la inspectoría, en 1986 va a Senegal. Su opción misionera la hizo y la llevó a cabo con un «hondo sentido sobrenatural». Se le recordará como un «hombre sencillo, sacerdote servicial, educador, hombre de paz».
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Est. Giovanni Tito Bobbio. Fue el primer salesiano, proveniente de Italia, que murió en España. Fue en Gerona, en 1892, a los 21 años. Sac. Severino Brea Pazos. Murió en La Coruña a los siete meses de ordenarse sacerdote de tuberculosis renal, en 1962, a los 27 años. El dolor y la enfermedad se traducían en su vida diaria en una sonrisa de entrega y disposición a los más necesitados y a los hermanos. Mons. Pietro Carretto. Murió en Banpong (Tailandia), en 1994, a los 82 años. Fue, durante 18 años, vicario apostólico de Ratburi y, durante 25, obispo de Surat Thani. Coad. Matías Antolín Guijas. Murió en León, en 1995, a los 58 años. Su muerte había sido anunciada años antes al habérsele diagnosticado un cáncer de hígado. Siempre mostró su celo y un talante pastoral marcado por la cercanía y el optimismo. Mons. Enzo Ceccarrelli. Murió en Caracas (Venezuela), en 1998, a los 80 años. Fue, durante 15 años, vicario apostólico de Puerto Ayacucho.
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Sac. Lorenzo Civera Freire. Murió en Sarriá (Barcelona), en 1916, a los 60 años. Sac. Erminio Borio. Murió en Sampierdarena (Italia), en 1934, a los 81 años. Fue inspector durante dos años. Sac. Luis Xancó Magriña. Murió en Valencia, en 1952, a los 67 años. Coad. Antonio Otero Fernández. Murió en Sevilla, en 1973, a los 67 años. Sac. Luis Blázquez Solignac. Murió en Campillo (Alicante), en 1980, a los 78 años. Coad. Francisco Callejas Calderón. Murió en Madrid, en 1994, a los 76 años. Sac. Juan Roig Roig. Murió en Valencia, en 1996, a los 82 años.
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Sac. Giovanni Minguzzi. Murió en Castel Gandolfo (Italia), en 1944, a los 76 años. Fue inspector durante 18 años. Sac. José María Izquierdo Pérez. Murió en Linares (Jaén), en 1984, a los 62 años. Sac. Henri Reumers. Murió en Boortmeerbeek (Bélgica), en 1994, a los 77 años. Fue inspector durante seis años.
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Sac. Antonio Panelli. Murió en Sarriá (Barcelona), en 1910, a los 32 años. Sac. Narciso Fernández Gómez. Murió en Madrid, en 1953, a los 74 años. Coad. José Antonio Alcalde García. Murió en Medina del Campo como consecuencia de una intoxicación por una fuga de la calefacción, en 1967, a los 28 años. Pasó toda su vida salesiana en distintas casa de formación con un trabajo constante y humilde. Características fundamentales de su espíritu y carismas salesianos fueron la bondad sencilla, la piedad, el trabajo y la alegría. Sac. Alois Leinfelder. Murió en Bischofswiesen (Alemania), en 1977, a los 81 años. Fue inspector durante nueve años. Mons. José Félix Pintado Blasco. Murió en Cuenca (Ecuador), en 1987, a los 84 años. Fue inspector durante un año y, durante 15, vicario apostólico de Méndez. Sac. Salvatore Isgro. Murió en West Haverstraw (Estados Unidos), en 1990, a los 59 años. Fue inspector durante un sexenio. Mons. Abraham Alangimattathil. Murió en Dimapur (India), en 1997, a los 65 años. Fue obispo de Kohima durante 23 años.
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Sac. Giuseppe Oldani. Murió en La Spezia (Italia), en 1989, a los 81 años. Fue inspector durante seis años.
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Coad. Domingo Anzola Azpiaru. Murió en Santander, en 1908, a los 26 años. Sac. Giuseppe Bertello. Fue inspector durante cuatro años, consejero profesional durante diez y ecónomo general durante dos años. Este prestigioso intelectual del oratorio murió en Turín, en 1910, a los 62 años. Coad. Martín Goicoechea Otamendi. Murió en Rocafort (Barcelona), en 1959, a los 82 años de edad.
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Coad. Ángel Prieto Báez. Murió en Bilbao, en 1994, a los 88 años.
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Sac. Ramón Zabalo Alcaín. Natural de Urnieta (Guipúzcoa), se hizo salesiano tras conocer a don Rinaldi en Zaragoza, donde era agente comercial. Fue el director fundador de Baracaldo y el segundo inspector de Madrid —fue inspector durante seis años—. Murió en Madrid, en 1932, a los 83 años. Mons. Vincenzo Scuderi. Murió en Catania (Italia), en 1982, a los 80 años. Fue, durante siete años, inspector y, durante tres, administrador apostólico de Krishnagar.
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Est. Carlo Agostini. Murió en Rialp (Lérida), en 1895, a los 23 años. Sac. Giovanni Battista Branda. Fue el primer director de Utrera y de Sarriá, así como el testigo de la misteriosa visita de Don Bosco a Barcelona en la noche del cinco de febrero de 1886. Murió en Turín, en 1927, a los 85 años. Sac. Jesús Almazán Cruzado. Murió en Sarriá (Barcelona), en 1950, a los 65 años. Sac. Stefano Giorgi. Murió en Recife (Brasil), en 1966, a los 94 años. Fue inspector durante ocho años. Sac. Filadelfo Arce Díez. «Don Fila», gran corazón oratoriano en Atocha, pasó a dirigir la Universidad Laboral de Zamora y la Fundación Masaveu de Oviedo. Hombre de excepcional gancho vocacional, murió, tras ser intervenido quirúrgicamente, en un sanatorio madrileño. Sus restos fueron inmediatamente trasladados a Vigo, donde era párroco. Era 1976y tenía 66 años. Sac. Luigi Ferrari (Barbieri). Murió en Roma, en 1990, a los 82 años. Fue inspector durante seis años.
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Sac. Giulio Barberis. Primer maestro de novicios de la Congregación durante 25 años, fue también inspector, durante diez, y catequista general, durante 17. Murió en Turín, en 1927, a los 80 años. Sac. José Mondejar Lerma. Murió en Las Palmas, en 1971, a los 59 años. Sac. Vicente Linares Sanz. Murió en León, en 1995, a los 91 años. Si algo parece haber caracterizado a D. Vicente ha sido la bondad de carácter y la sencillez no exenta de una especial sabiduría. Por una de sus hermosas aficiones se identificaba como «jardinero de la vida y jardinero del Señor». Coad. Francisco López López. Murió en Oviedo, en 1995, a los 59 años. Pertenecía, desde principio del curso, a la comunidad del «Santo Ángel» de Avilés. Pero, por todas las comunidades por las que pasó se le recuerda como un salesiano cercano, «hecho a la medida de todos». Cercanía que se traduce en servicio, en alegría y en confianza filial en la presencia constante de María Auxiliadora
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Sac. Felice Vicenza. Murió en Horta (Barcelona), en 1946, a los 64 años. Est. Leopoldo Gil González. Murió en Utrera (Sevilla), en 1949, a los 20 años. Sac. Pietro Ricaldone. Cuarto sucesor de Don Bosco. Vino a España al poco de profesar, donde fue director de la obra de la Trinidad en Sevilla e Inspector de la Bética durante nueve años. Fue también visitador de América, después consejero profesional durante once años, prefecto general durante diez años y, finalmente, Rector Mayor durante 19 años. Algunos hitos de su rectorado son el impulso misionero, la glorificación de nuestros santos, el PAS o la LDC. Murió en Turín, a los 81 años, en 1951. Sac. Enrico Tittarelli. Murió en Castellammare (Italia), en 1971, a los 86 años. Fue inspector durante seis años.
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En 1936 fueron sacrificados dos hermanos en Paracuellos del Jarama (Madrid). De ellos está introducida la causa de martirio. Coad. Valentín Gil Arribas, de 39 años. Est. Justo Juanes Santos, de 24 años. Sac. Emilio Nogués Cabrer. Murió en Utrera (Sevilla), en 1963, a los 83 años. Sac. Juan Gil Pérez. Murió en Salamanca, en 1969, a los 52 años. Sac. Modesto Bellido Iñigo. A este salmantino le toco la recuperación de Sarriá tras la Guerra Civil y el despegue de la inspectoría de Madrid, al frente de la cual estuvo seis años. Después, durante 14 años, fue consejero general para las misiones y, durante seis, catequista general. El resto de su vida la destinó a la Procura de Misiones de Madrid, donde murió, en 1993, a los 91 años. Sac. Julián Ocaña Peña. Murió en Madrid, en 1994, a los 80 años. Mons. Arturo Rivera Damas. Murió en San Salvador (El Salvador), en 1994, a los 71 años. Fue, durante 17 años, obispo auxiliar de San Salvador; durante seis años, obispo de Santiago de María y, durante once, arzobispo de San Salvador. Coad. Tomás Vidondo Sobejano. Murió en Zaragoza, en 2002, a los 78 años.
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Sac. Felipe Castaño Alba. Murió en Carabanchel (Madrid), en 1913, a los 52 años. Sac. José Carrascosa Carbonell. Murió en Valencia, en 1935, a los 36 años. Coad. Fernando Caellas Cantó. Murió en El Royo (Soria), en 1958, a los 67 años. Sac. Ambrogio Tirelli. Murió en Magdalena del Mar (Perú), en 1964, a los 91 años. Fue inspector durante siete años. Sac. Evaristo Francesco Marcoaldi. Murió en Roma, en 1977, a los 79 años. Fue inspector durante un sexenio y procurador general durante un año. Mons. Emilio Vallebuona Merea. Murió en Lima (Perú), en 1991, a los 61 años. Fue inspector durante seis años, durante diez obispo de Huaraz y durante seis arzobispo de Huancayo.
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Coad. Francisco Rafael Díaz Paredes. Murió en Sevilla, en 1960, a los 78 años. Sac. Miguel Rodríguez Fernández. Murió en Algeciras (Cádiz), en 1973, a los 64 años. Sac. Valentín García García. Murió en Madrid, en 1993, a los 78 años. Coad. Demetrio García Torices. Murió en Bilbao, en 1998, a los 72 años.
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Sac. Calogero Gusmano. Murió en Niza (Francia), en 1935, a los 63 años. Fue, durante 23 años, secretario del Capítulo Superior. Coad. Anastasio Garzón González. Murió en Paracuellos del Jarama (Madrid), en 1936, a los 28 años. Está introducida su causa de martirio. Sac. Luigi Achille Pilotto. Murió en Martina Franca (Italia), en 1968, a los 61 años. Fue inspector durante 13 años. Coad. Miguel Martínez Feijó. Murió en Orense, donde permaneció a lo largo de toda su vida salesiana, a los 82 años, en 1974. El trabajo santificado, el aprecio pos los superiores, la sincera devoción eucarística, el amor a María Auxiliadora… son algunos de los rasgos de su perfil salesiano.
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1 En Sal Terrae, nº 91, 2003.
2 Religiosa de la Compañía de Santa Teresa de Jesús, Directora del Colegio «Purísima Concepción». Madrid.
3 DUPONT, Jacques. El mensaje de las Bienaventuranzas (Cuadernos Bíblicos, n. 24), Estella 2002.
4 Cf. P. ROSSANO — O. RAVASI — A. GHIRLANDA, Diccionario de Teología Biblica, Madrid 1990. X. Léon-Dufour, Diccionario del Nuevo Testamento, Madrid 1977.
5 Ef 2,4
6 Sal 100,5; 106,1; 107,1; Jr 33,11; etc.
7 En Cooperador Paulino, nº 116 nov-dic 2002.
8 En Expansión & Empleo, 26 y 27 de julio de 2003.