CONCLUSIÓN |
Inspectoría
Salesiana de “Santiago el Mayor" León , 24 de marzo
de 2003 nº 25
¿Por qué la guerra?
Es una pregunta que Freud se hace repetidamente, y es el nombre que le da a una carta abierta (1933) que le envía a Einstein, otro gran revolucionario de la ciencia que defendía a ultranza su posición de pacifista. Los grandes hombres de la humanidad no podían compartir los ideales bélicos, rechazaban profundamente el sojuzgamiento de un pueblo sobre otro, de una religión sobre otra, de una raza sobre otra. Trataban de responderse sobre las razones que conducen a los hombres a destruir a otros hombres. Freud señala en el ensayo mencionado: "Por cierto, se ha dicho que las guerras no podrán cesar mientras los pueblos vivan en condiciones de existencia tan diversas, mientras difiera tanto el valor que cada uno de ellos atribuye a la vida del individuo y mientras los odios que los dividen sigan siendo unas fuerzas con tanto imperio en lo anímico." Continúa más adelante: "Los pueblos están más o menos representados por los Estados que ellos forman; y estos Estados, por los gobiernos que los rigen. El ciudadano particular puede comprobar con horror en esta guerra algo que en ocasiones ya había creído entrever en épocas de paz: que el Estado prohíbe al individuo recurrir a la injusticia, no porque quiera eliminarla, sino porque pretende monopolizarla como a la sal y al tabaco".
ÍNDICE
Retiro ……………..3-7
Formación………..8-17
Comunicación.…..18-27
El anaquel………..28-37
La ansiedad 3……………...28-35
Revista fundada en el 2000
Edita y dirige:
Inspectoría Salesiana "Santiago el Mayor"
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Apdo. 425
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Tfno.: 987 203712 Fax: 987 259254
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Redacción: Segundo Cousido.
Depósito Legal: LE 1436-2002
ISSN 1695-3681
RETIRO
VOCACIÓN, PROYECTO DE DIOS
Luis Rosón
"Hermanos, poned cada vez más ahínco en ir ratificando vuestro llamamiento y elección. Si lo hacéis así, no fallaréis nunca" (2P 1,10-11).
- El artículo 96 de nuestras constituciones nos recuerda que "Jesús llamó personalmente a sus apóstoles para que estuvieran con Él y para enviarlos a proclamar el Evangelio".
- Desde la fe, todo salesiano, vive convencido de que también él, como los apóstoles ha sido llamado personalmente por Jesús: "Padre, Tú me consagraste a Ti el día de mi Bautismo. Como respuesta al amor de Jesús, tu Hijo, que me llama a seguirlo más de cerca y conducido por el Espíritu Santo... te ofrezco todo mi ser" (C 24).
- Este ofrecimiento total del propio ser nos hace asumir unos compromisos que proclamamos en la misma fórmula de la Profesión y manifiestan la vitalidad de nuestra vocación. ¿Dónde se deja ver la vitalidad de nuestra vocación?:
1. en la entrega total de energías a nuestros destinatarios;
2. en nuestra conciencia de pertenencia a la Congregación que nos acoge;
3. en la comunión fraterna que estrechamos con nuestros hermanos de vocación;
4. en la participación en la vida y en la misión de la Iglesia;
5. en el amor oblativo de los consejos evangélicos vividos a través de los votos;
6. en una vida evangélica propuesta por las Constituciones, como forma específica de seguir a Jesús.
- Todo esto constituye la trama de nuestra existencia, como hombres que se han dejado cautivar y enviar por Dios a descubrir y ayudar a los jóvenes a experimentar su amor a ellos.
- A la base de todos estos compromisos concretos está el compromiso vocacional: compromiso de transformarnos en Cristo configurándonos progresivamente con Él, haciendo de Él nuestra opción fundamental y entregándonos con Él, por Él, como Él, a la misión que tenemos confiada en la Iglesia.
- ¿En qué grado de vitalidad me encuentro en mi experiencia vocacional como hijo de Don Bosco?
- Dos pistas fundamentales para comprender mejor y estimar aún más el don de la vocación.
1. LA VOCACION, UNA LLAMADA AL AMOR
- Pierre Termier definió la vocación como "una pasión de amor". Cuando el amor de verdad se convierte en "pasión" se distingue por:
- totalidad en la entrega;
- cercanía a la persona amada;
- gratuidad en la autodonación.
- Nuestra vida religiosa tiende a una meta bien precisa: la de volver a vivir, perpetuar y representar en la Iglesia y de una manera significativa los valores típicos de la existencia de Jesús: totalmente entregada a Dios y a los hombres, en una misma entrega.
- La respuesta a la llamada de la vocación encuentra su contenido básico en el esfuerzo de la persona llamada por parecerse lo más posible a Cristo que invita a prolongar su misión en atención al Padre y a los hermanos.
- Vivir la vocación significa, por razón de su dinamismo vivir, trabajar, amar, darse y, así, ir transformándose y pareciéndose a Él. El amor, base y culmen de la vocación religiosa, marca la trama, el vigor y la razón de ser de la misma.
2. EL PROYECTO CRISTIANO DE VIDA: SER SEGUIDOR DE JESÚS
* El Proyecto Personal de Vida Salesiana es un medio para ayudarnos a crecer personalmente en el seguimiento de Jesús.
2. 1. Jesús llama a cada uno por su nombre
- Ser cristiano es una respuesta personal a una invitación de Jesús. Jesús toma la iniciativa, no nosotros. Y llama a cada uno por su nombre. Nadie se hubiera planteado ser cristiano si Él no hubiera llamado primero.
- "Veníos conmigo y os haré pescadores de hombres" (Mc 1,16-20). Poco a poco Jesús fue formando un grupo de incondicionales, el de los Doce.
2. 2. Para construir con él el Reinado de Dios
- Jesús no llamó a los discípulos para tener amigos con los que convivir. Tampoco para un negocio. Ni para crear un grupo de activistas. Les invitó a estar con Él y a anunciar el Reinado de Dios (Mc 3, 13-19).
- Les dijo que si querían vivir haciendo la voluntad del Padre. Les invitó a implicarse de lleno en la creación de un mundo de hermanos. Llamó a Pedro, a Juan, a Andrés y a los otros precisamente para compartir juntos la tarea evangelizadora y liberadora que Dios le había encargado (Lc 4, 14-19). Y les prometió su compañía hasta el fin del mundo (Mt 28,20).
- Hoy Jesús nos sigue interpelando. La cruz no pudo con Él. Dios le resucitó. Esta es nuestra esperanza. El Espíritu de su presencia aletea y no ha abandonado la tarea por la que se empeñó: el Reinado de Dios.
- Te pregunta un día y otro, en cada momento de tu vida: "¿con quién te pones? ¿con el Reino o contra el Reino? ¿conmigo o contra mí?". Quiere sacarte de la indiferencia, de la rutina y de la mediocridad.
2. 3. Y ellos dejándolo todo le siguieron
- La respuesta a la llamada de Jesús es el seguimiento. Pedro, Juan, Andrés, Pablo... dejaron todo lo que hacía y le siguieron. Fueron los primeros.
- El seguidor no es un borrego. Tiene personalidad. No es un imitador. Es un nuevo creador. No es un admirador. Es un comprometido.
+ ¿Quien es seguidor de Jesús?:
Aquél que se ha dejado seducir por la persona de Jesucristo
- No puede ser un verdadero seguidor de Jesús una persona que no haya sido atraída, maravillada, encandilada por la persona de Jesucristo. El toca el corazón y se planta en el centro de su vida. Se erige como centro de su atracción y de su amor. Transforma la vida.
- Él es el centro de todo. Todo cambia de valor. Él es el Valor con mayúsculas. Lo demás: dinero, propia felicidad, placer sexual, amor a la familia, trabajo, estatus social, pasión por los ideales... quedan subordinados a la relación fundamental con la personal de Cristo. Así lo cuenta Pablo:
"Por Él perdí todo aquello y lo tengo por basura con tal de ganar a Cristo" (Fil 3,9).
Aquel que convierte en proyecto personal propio el proyecto de Jesucristo: el Reinado de Dios
- El seguidor, que ha hecho experiencia de Jesús, abraza como propio el proyecto de Jesús: el reino de Dios. Lo asume desde su razón y desde su libertad. Pone en juego la inteligencia y la voluntad. Toma la decisión de hacer del proyecto de vida de Jesús su proyecto personal.
- Ha de proponerse un proyecto de amor. No le basta el flechazo inicial. Un compromiso mutuo de quererse que se va a ir desarrollando a lo largo de toda la vida y no sin dificultades.
- Jesús mismo dijo una frase muy clara sobre este punto: "No basta decirme: "¡Señor, Señor!" para entrar en el Reino de Dios; no, hay que poner por obra el designio de mi Padre en el cielo" (Mt 7,21).
2. 4. Bienaventurados... por los caminos del Crucificado
- Jesús nos llama para vivir la vida a tope. El seguimiento de Jesús es un camino de felicidad y de gozo. Lleno de sentido. Intenso y profundo.
- El Señor nos plantea un camino de auténtica bienaventuranza. Nos quiere hombres en plenitud. Pero su felicidad no es de las fáciles. Ni de las baratas. La alegría brota de la confianza en Dios y se realiza en el compromiso solidario con los demás.
"Dichosos los que eligen ser pobres, porque esos tienen a Dios por Rey.
Dichosos los que sufren, porque esos van a recibir el consuelo.
Dichosos los no violentos, porque esos van a heredar la tierra.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque esos van a ser saciados.
Dichosos los que prestan ayuda, porque esos van a recibir ayuda.
Dichosos los limpios de corazón, porque esos van a ver a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz, porque a esos los va a llamar Dios hijos suyos.
Dichosos los que viven perseguidos por su fidelidad, porque ésos tienen a Dios por Rey" (Mt 5, 3-10).
- El seguimiento de Jesús es, para los cristianos, la forma mejor de realización humana. Es una felicidad alternativa a la que se vende en los anuncios. Es más intensa, profunda y duradera y más humanizadora.
- La felicidad cristiana no rehúye el sufrimiento, el sacrifico o la renuncia. No somos "masocas". Seguimos a Jesús y eso no es simplemente seguir a un Dios hecho hombre, sino a un Dios que nació en una familia pobre, que trabajó en una pequeña aldea y que murió en una cruz, precisamente por predicar el Reino de Dios y su justicia.
- A menudo vivimos un cristianismo "light". Nos olvidamos que seguir a Jesús es aceptar su destino de vida. "Quien no carga con su cruz y se viene detrás de mí, no puede ser discípulo mío" (Lc 14, 27). Enseñamos la cara, pero no la cruz. El camino cristiano es un camino de rosas, pero también con espinas...
2. 5. El seguimiento camino de conversión y de unidad interior
- El camino del seguidor de Jesús es un camino de conversión al Reino de Dios. Nos hemos dejado seducir por Jesús y hemos tomado la determinación personal de asumir su proyecto de vida... Todas las dimensiones de nuestra vida van cobrando un nuevo sentido desde Dios.
- Algunas facetas de nuestra vida se dejarán transformar con facilidad. Pero otras se resistirán. Elegir vivir el proyecto de vida cristiano implica una ruptura con otros proyectos y estilos de vida que existen, sobre todo dos: el hedonista y el competitivo.
2. 6. Asumir el proyecto de Jesús... y seguirle
- Los dos proyectos son muy tentadores. Uno tiene como señor al placer. El otro a la ambición. Ambos nacen del egoísmo. Del culto al yo. Todos tenemos un hedonista y un competitivo en nuestro interior.
- El proyecto de vida cristiano es una alternativa a los dos. Frente al placer, el amor. Ante la competición, solidaridad. Este cambio es radical e implica una conversión muy difícil, sólo posible con la constancia y la ayuda de Dios.
- La decisión de hacer de Jesús el centro de nuestra vida y asumir de verdad su proyecto de anunciar y construir el Reino de Dios implica un proceso de unificación interior.
- La unidad interior nos cuesta. Vivimos divididos y con criterios que iluminan nuestra vida y que no son coherentes entre sí. Vivimos fragmentados. Los deseos e intereses que dominan nuestra vida se contradicen. No existe armonía entre lo que pensamos, sentimos y queremos.
- La determinación de seguir a Jesús en la vida religiosa salesiana es un camino de unificación de nuestra persona. El seguidor de Jesús va percibiendo cómo crece en coherencia y armonía. Es un proceso personal que proporciona madurez, paz interior y equilibrio personal.
- Asumir sin ambigüedades el seguimiento de Jesús, con todas nuestras fuerzas, con todo nuestro ser y en toda nuestra vida nos va a dar estos dos frutos: la unidad interior y la fecundidad.
- Vivir la vocación religiosa significa vivir la experiencia del amor siguiendo las huellas de Cristo. Significa, por tanto, vivir su vida, adoptar sus actitudes y tender a sus objetivos. Hacer esto equivale a madurar personalmente al modo de Cristo.
- A esto nos lleva la llamada de la vocación: no se trata tanto de hacer cosas, cuanto de SER otro Cristo.
- No hay que olvidar que cuando Jesús invita a alguien a seguirlo, lo llama a hacer la voluntad del Padre; a compartir su vida y su misión; a vivir con Él y como Él.
- Este retiro nos ofrece una buena ocasión para dar cabida en nuestro corazón a la exhortación de Pablo:
"Os exhorto, pues, yo preso por el Señor, a que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda humildad, mansedumbre y paciencia..." (Ef 4,1).
* PARA LA REFLEXION PERSONAL
- Recogido en tu intimidad, mejor, pasando un rato ante el Señor:
+ Recuerda: los compromisos contenidos en la fórmula de la Profesión (C 24).
+ Pregúntate:
- Cómo estoy viviendo, de hecho, esos compromisos en mi vida y trabajo ordinarios.
- En qué grado de vitalidad se encuentra la respuesta que estoy dando a mi vocación.
- Qué compromisos de mi profesión debería vivir con mayor fuerza y fidelidad.
+ Habla con el Señor:
- Da gracias.
- Pide perdón por los posibles fallos y, también, luz y ayuda para el futuro.
FORMACIÓN
«El Espíritu sopla donde quiere» (Jn 3, 8)
HACIA NUEVOS ESTILOS
DE VIDA CONSAGRADA Y COMUNITARIA1
José M." Guerrero, sj2
El encuentro tenido en México de¡ 10 al 14 abril pasado había sido largamente esperado. ¿El tema? Nuevos estilos de vida consagrada y comunitaria: Comunidades laicales comunidades mixtas (en la que hay laicos y religiosos y/o presbíteros), nuevas congregaciones religiosas y algunas Congregaciones más antiguas también se hicieron presentes, presentando sus nuevas experiencias, como el caso de una comunidad del Paraguay en que conviven Verbitas y Hermanas de la Inmaculada Concepción habían sido convocadas por la CLAR y llegaban a México, D.F. Todas venían con las alforjas, llenas de expectativas y esperanzas.
La iniciativa había Partido de la CLAR. ¿ Qué pretendía la CLAR con este encuentro tan original e inédito? Nunca antes había sucedido algo igual.
Ante todo, escuchar al Espíritu a través de tantas nuevas experiencias que están surgiendo en la Iglesia. La vida religiosa se ha caracterizado a lo largo de la historia por ofrecer en cada época y en cada lugar respuestas nuevas a retos nuevos. Retos inéditos no nos faltan. Pero ¿ y respuestas nuevas? ¿Dónde están? Sin duda que atravesamos un período de dolorosa gestación en espera de un alumbramiento. Vivimos tiempo de ocaso y de amanecer. El atardecer no tiene como objeto sumergirnos en la oscuridad sino permitir el amanecer de algo nuevo. A veces da la impresión que tenemos miedo a un nuevo amanecer. Nos aferramos a nuestras maneras de ser, de vivir aunque ya estén trasnochadas tal vez porque nos parecen más seguras. Pero ¿es esto evangélico? ¿Somos signos proféticos significativos para el mundo al que hemos sido enviados a servir? ¿Somos centinelas alerta que esperan anhelantes la aurora? Oímos con gozo al profeta ¡salas:
«¿No os acordáis de lo pasado,
ni caéis en la cuenta de lo antiguo?
Pues bien, he aquí que yo lo renuevo.
Ya está en marcha, ¿no lo reconocéis"? ( Is. 43,18)
¿No nos estará hablando el Espíritu del Señor Jesús a través de todos estos movimientos nuevos en su Iglesia para hacer nuestra vida religiosa más significativa? ¿No nos estará impulsando a tener mayor creatividad y coraje para emprender nuevas aventuras, al estilo de nuestros Fundadores y Fundadoras? Ellos y ellas, como sismógrafos finísimos, detectaron como nadie las "deshumanizaciones" que sacudían a la humanidad de su tiempo y se esforzaron en darles respuestas con una creatividad e Imaginación que aún hoy día nos admiran y sorprenden.
Por otro lado, desde la línea inspiradora de la Nueva Eclesialidad, sintió la CLAR como exigencia la "necesidad de ver, de escuchar, de sentir nuevos brotes, nuevos caminos, nuevas perspectivas, como respuesta a la llamada del Espíritu a vivir una experiencia cristiana consagrada para estos nuevos tiempos" ( Saludo del Presidente de la CLAR, en la inauguración).
Este encuentro era un espacio fraterno para dialogar, para compartir experiencias de vida con la sencillez y humildad con que nacieron y van creciendo en la Iglesia "como el grano de mostaza". Y se realizó en un tiempo oportuno: para las Congregaciones religiosas que están buscando caminos de refundación es enriquecedor oír lo que el Espíritu dice cuando suscita nuevas formas de vida consagrada y, para las mismas comunidades nuevas que están surgiendo fue alentador tener un espacio de intercambio de experiencias para sentirse fortalecidas por otras que están haciendo caminos semejantes.
Cuatro eran los objetivos que se pretendían:
1 º) Un diálogo franco y abierto entre la Vida Religiosa y los nuevos movimientos comunitarios.
2º) Un Intercambio entre todos sobre la situación eclesial particular
3º) En vistas a refundación de la Vida Religiosa y la búsqueda de nuevos caminos de solidaridad eclesial o de nueva eclesialidad.
4º) Una búsqueda de modalidades eficaces y duraderas de colaboración entre la Vida Religiosa y las nuevas fundaciones.
Los convocados y convocadas venían de las cuatro esquinas de América Latina y el Caribe. Participaron en el Encuentro 44 hermanos y hermanas, incluido el Presidente y la Secretaria de la CLAR (P. Guido Zegarra e Irene Díaz) y tres teólogos asesores (Simón Pedro Arnaold, Victor Codina y José Mª Guerrero).
Los mexicanos, expertos en acoger con un corazón en fiesta, nos abrumaron con mil gestos y detalles que es el lenguaje que todo el mundo entiende. Pronto se fraguó un clima de cordialidad y de gozo, de sencillez para hablar con la libertad de los hijos de Dios y acogida fraterna para escuchar con el corazón. Todos éstos eran signos inequívocos del Espíritu. En efecto, el Señor nos había convocado y sentimos la presencia de su Espíritu. Serían días de gracia. Y nuestra fe no salió defraudada.
Ante todo constatamos con alegría que el Espíritu, siempre libre y creativo, va suscitando en la Iglesia nuevos carismas y recreando los que ya existen y esto se expresa en nuevas experiencias y estilos de vida.
Viviendo la comunión desde la pluralidad, se recogió en Mensaje Fraterno final, elaborado en discernimiento y en fraternidad y aprobado por unanimidad, algunos rasgos comunes que unían a toda la asamblea, ciertas llamadas a seguir creciendo que todos sentían como interpelaciones del Espíritu y finalmente el grupo de participantes se descubrió impulsado a hacer, desde la experiencias de estos días y en comunión con el pueblo de Dios, un compromiso para promover una Iglesia que acoja y exprese mejor los más hondos deseos que la Asamblea sentía que, al parecer de todos, sintonizan con lo que de Ella quiso su Fundador y Señor.
Este breve mensaje de apenas una apretada página es el que quiero comentar, habiendo participado con el corazón en el compartir de todos los días, escuchando mucho más que interviniendo.
I. RASGOS COMUNES.
A lo largo de reflexión de esos días se constataron ciertas constantes que iban resonando una y otra vez como una agradable pero interpelante melodía. Las más comunes fueron las siguientes:
1 º) El cristocentrismo.
Remontándonos aguas arriba, la Asamblea descubrió que todos beben de¡ mismo manantial limpio y cristalino que se convierte en un torrente caudaloso que todo lo invade y lo llena de frescura y fertilidad. Sin esa pasión por Jesucristo y su Proyecto de vida que es el Reino, nada se explica en la existencia de estos hombres y mujeres que quieren "entregar su vida al estilo de Pablo y Bernabé, a la causa de nuestro Señor Jesucristo" ( Hch 15,26).Esta seducción por Jesús es lo que da a sus vidas originalidad, credibilidad y fecundidad y explica el entusiasmo por seguirlo a pleno corazón, a tiempo completo y a pleno riesgo.
Algunos, como Bartimeo, ( cfr. Mc 10,46‑52) se quitaron el manto de la droga y una vida despistada, como el Fundador de alguna de las comunidades allí presentes, para echar a correr en pos de Jesús; otros, se despojaron del acomodo y aburguesamiento porque sentían que ése no era una camino evangélico; finalmente otros, descubrieron que el Espíritu de Jesús los empujaba a salir al encuentro de los más empobrecidos y marginados ‑los privilegiados del Señor‑, dejando atrás instituciones anquilosadas que hacían muy pesado el caminar... Admira y sorprende, como denominador común, la "desmesura" evangélica, la creatividad y coraje con que se embarcaron en esta su aventura sin tener delante el mapa del porvenir.
2º) La Opción por la justicia y el Reino DESDE los pobres.
La opción por la justicia, como exigencia absoluta del servicio de la fe desde los pobres y excluidos de América Latina y el Caribe, es también un punto de convergencia obligado para todos estos movimientos nuevos. Escarbando en estas fundaciones se encuentra uno con una o varias "deshumanizaciones". Estas experiencias no nacen en el centro del poder sino en la marginalidad. Surgen en la frontera "del amor supremo", posible en cada coyuntura histórica. En esto no son muy originales, pero sí, muy radicales. Las familias religiosas saben mucho de esto, porque todas han nacido en la frontera. Esa fue y es su verdad. Y lo seguirá siendo mientras se dejen colocar por el Espíritu en ella, porque "el Dios siempre mayor" revela su grandeza precisamente en su apasionamiento por el hombre u siempre menor".
Tal vez el nacimiento en la periferia de estas fundaciones sea una Interpelación para todos y todas los que nacieron en este fronterismo, signo de que el Espíritu guiador está en acción, pero que, a lo largo del tiempo se han ido desplazando hacia el centro cómodo y seguro, protegiéndose en la retaguardia donde no se arriesga nada ni hay nada que experimentar, renunciando a vivir en la intemperie. Regugiarse en ciertas fortalezas, rodeadas de "fosos de seguridad y de pode?', al abrigo de cualquier riesgo, no calza con el espíritu del Evangelio.
Para estas nuevas fundaciones y movimientos que han irrumpido en la Iglesia, la opción preferencial por lo pobres es solidaridad y modestia, es compromiso con la vida y lucha la promoción y dignidad de la persona, muchas veces, profanada, es caminar sin protagonismos al lado de los empobrecidos y los que no cuentan, es acoger al excluido y devolverle la esperanza..
Esta opción por los pobres no es una moda ni nunca lo fue. Este llamado viene de Jesús y su Evangelio. Y hoy es más válido que nunca. Cada año hay más pobres que son cada vez más pobres. Si esta opción configuró la vida y misión de Jesús (cf. Lc 4,18), debe configurar la de todos sus seguidores porque pertenece al corazón mismo del Evangelio (cf. VC, 82). Si la praxis de Jesús es normativa para todos sus discípulos, entonces hay que reconocer que, sin la opción preferencial por los pobres, sin asumir su causa y comprometerse en su liberación, le faltará algo constitutivo a nuestra pretensión de ser seguidores de Jesús.
Para estas nuevas fundaciones esto no se discute ni se cuestiona. Algunos vienen de la intemperie y la incomprensión como los Hermanos y Hermanas guadalupanos o de comunidades aymaras, cultura¡ y socialmente marginadas. Viven arraigados en la pobreza de sus pueblos de origen, entienden su lenguaje y luchan en cristiano por la liberación de su raza. Otros descubrieron que había que evangelizar desde el pobre si querían su mensaje llegase e interpelara. De ahí el esfuerzo por estar en lugares de frontera donde nadie va.
3º) Minoría simbólica, "pequeño resto" profético.
Se saben y se quieren un "minoría simbólica" sin grandes pretensiones. Y en esto tampoco hay mucha novedad, pero sí, mucha coherencia y autenticidad. No es propia de la vida religiosa ser una "noticia espectacular". Nació como fermento evangélico, descalza, minoritaria impregnada de sencillez. Para ser signo no hace falta ser multitud. Estas nuevas fundaciones pretenden rescatar este filón de vida y compromiso. Sólo así se convertirán en signos de¡ Absoluto de Dios y del Reino que germina en la historia. Vivir de cara al Padre al estilo de Jesús sirviendo a sus hermanos, he aquí la pretensión de muchos de estos hermanos. Se sienten pequeños y desean serio. No saben de privilegios porque lo suyo es servir. Están convencidos que no se puede servir desde arriba porque Jesús hizo el camino inverso.
4º) Lo laical tiene cada vez más peso.
Una buena sorpresa fue la de encontrarnos con un número significativo de grupos de laicos que optan por una vida comunitaria y con una misión asumida en común y con una fuerte vida de oración tanto personal como comunitaria. Algunos miembros de estas comunidades son casados, otros optan por el celibato, pero siempre en un mundo donde lo laical tiene cada vez más peso y protagonismo. Se trata de un auténtico rescate de la dimensión laica¡ de la vida religiosa, revalorizando la consagración bautismal que a todos iguala, que nos es común con todo el pueblo de Dios y que trae consecuencias inevitables para el estilo de presencia y de acción de la vida consagrada en el mundo.
5º) la cuestión de género en la vida consagrada.
Varias comunidades dieron su testimonio de una vida comunitaria mixta entre hombres y mujeres, vivida en transparencia y discreción. Las comunidades laicales tienen casados con sus hijos y miembros célibes, hombres y mujeres, compartiendo techo y mesa pero también experiencia y compromiso religioso como una "comunidad familiar". En los grupos mixtos (laicos y consagrados) existe la misma situación. Y entre las congregaciones mixtas, existen ya experiencias de comunidades compuestos de hombres y mujeres.
6º) Reivindicando la libertad del Espíritu.
Muchas de las experiencias parten de la conversión personal y reivindican modestamente la libertad del Espíritu. Viven sin miedos y sin rigideces, sabiendo que ninguna ley está por encima del Espíritu y sin olvidar que la libertad del Espíritu supera y se extiende más allá de las fronteras que nosotros podríamos fijarle (énfasis en el ecumenismo).
No se sienten atrapados por estructuras que ya no funcionan por obsoletas y no tienen la menor dificultad en cambiarlas. Y esto no precisamente para huir de las exigencias del Evangelio sino para encarnarlas mejor en contextos socio‑culturales tan nuevos y complejos. Aunque no anden obsesionados por la aprobación eclesial (ya llegará a su tiempo y para algunos ya llegó), pero su amor a la Iglesia no puede ponerse en duda y sus ganas de vivir en comunión, tampoco. Esto puede sonar a provocación y cuestionamiento a una vida religiosa demasiado formal y poco creativa. Y lo es sin pretenderlo.
7º) Necesidad de revisar la estructura del poder y la autoridad.
Al Interior de sus comunidades buscan relaciones más igualitarias, horizontales, más equitativas de género y fraternas. Sienten una cierta alergia a una autoridad que puede degenerar ‑y lo ha acontecido con alguna frecuencia a lo largo de la historia‑ en autoritarismo, paternalismo.... por parte de los superiores, y en una "minoría de edad" por parte de los miembros de la comunidad. En todo caso, abiertos al liderazgo, que suele ser el fundador o fundadora, buscan, en discernimiento y en fraternidad, lo que a todos les compete, dejando un amplio margen a la responsabilidad de cada uno. Siento que ciertas caricaturas de la autoridad pesa mucho en esta necesidad de revisar la estructura de¡ poder y la autoridad.
8º) El retorno a una Iglesia plural.
Se descubre en estas experiencias nuevas un retorno a la Iglesia plural ‑su raíz y su tronco es laical‑, menos centrada en las estructuras‑ siempre necesarias cuando encarnan al espíritu y no sofocan‑ y más abierta a la misión que es la razón última Y definitiva de todo lo que viven y hacen.
Por otro lado, no puede ponerse en duda su amor entrañable a la Iglesia. Casi todos ellos han bebido del mismo pozo eclesial y están enraizados en lo profundo de la tradición creyente (franciscana, benedictina, dominicana, jesuítica ... ). Quieren sentirse hijos e hijas de la Iglesia (del Vaticano II, Medellín, Puebla y Sto. Domingo) y son "gente de Iglesia" al estilo de Mons. Oscar Romero, Helder Cámara ... ). Pero su fidelidad a la Iglesia es creativa, a veces, cuestionadora y siempre pretende ser profética.
Esta Iglesia que peregrina en la historia, ligera de equipaje y que, por lo tanto, vive desinstalada y libre, con el bastón en la mano y la alforja al hombro, es una Iglesia una y plural porque diversas son las culturas en las que se tiene que anunciar el Evangelio El cierto que el Evangelio no se identifica con ninguna cultura pero no puede darse sin inculturado. Encarnar el Evangelio en cada una de las culturas de nuestro continente es un imperativo del seguimiento de Jesús que también se inculturó en un pueblo concreto, el israelita. Por eso en un mundo "multiétnico y plural", la Iglesia debe ser una y plural, comunión de comunidades locales diversas. Así fue al comienzo. La unidad no se opone a la pluralidad sino a la uniformidad.
II. CIERTAS LLAMADAS A SEGUIR CRECIENDO
1 º) A la escucha del Espíritu.
Vivir a la escucha del Espíritu, en conversión constante, reconociendo los errores cometidos, experimentando siempre la misericordia de Dios.
Uno de los téologos asesores presentes se encargó de recodar que esta aventura de nuevas experiencias, sin modelos previos ni imágenes que imitar, necesita de tiempo para irse discerniendo y serenando. No todos los Intentos prosperan. Algunos fracasan; otros no perduran más allá de la vida del fundador y finalmente otros se desvían hacia posturas extravagantes y heréticas" (V. Codina). Esta es la lección de la historia.
De ahí que estas experiencias nuevas necesiten de continuo discernimiento para no derivar en algo ajeno a la vida de la Iglesia, para lo cual deben insertarse cada vez más en la Iglesia local.
2º) Una apertura y búsqueda de caminos nuevos.
La asamblea sintió que hacia ahí la empujaba el Espíritu y por eso era necesario discernir en fraternidad.
Otro de los teólogos procuró fundamentar este hondo deseo de todos. "Nuestros fundadores y fundadoras, dijo, se embarcaron en aventuras increíbles, llenas de audacia y creatividad. Ellos hombres y mujeres de su tiempo, débiles y desconocidos, emprendieron la tarea inmensa de instaurar estilos de vida evangélica sin modelos previos. Tuvieron la convicción que Alguien irrumpía en su vida y experimentaron la sensación de ser llevados son saber dónde, ni a qué, ni cómo. Dóciles al Espíritu exploraron caminos nuevos de Evangelio, abrieron nuevas presencias para responder a las 'deshumanizaciones' que registraron en el sensible radar de su conciencia allí donde los demás nada sintieron ni vieron nada o a nada se atrevieron. Así actuaron ellos. ¿Por qué hoy el Espíritu no va a ser capaz de escribir páginas tan bellas si nos dejamos conducir por El?" ( J. Mª Guerrero).
Todo hace suponer que esta apertura y búsqueda de caminos nuevos es una interpelación para todos. Pero es necesario, como hicieron nuestros fundadores, ser dóciles al Espíritu. De ahí la importancia de discernir y discernir bien.
3º) Hacia un compromiso liberador
Todos sintieron una llamada a seguir creciendo en una Iglesia que trabaja por la justicia, la paz, los derechos humanos y la reverencia por la creación. Que reconoce, respeta y valora el papel de la mujer, de los niños, los indígenas, los afro‑americanos, los inmigrantes y otros grupos vulnerables.
La pregunta de fondo era ¿dónde están nuestras prioridades? ¿Estamos de parte de los excluidos o de parte de los que excluyen? Los niños abandonados que vagabundean por las calles sin rumbo y sin esperanza, los refugiados en tierra extraña que arrastran su precariedad hasta límites increíbles, los sin techo, la mujer social y culturalmente marginada, los que han visto conculcados su derechos humanos, todos los que no cuentan por ancianidad, por deterioro físico o psicológico (drogadictos, enfermos de sida), color o raza... ¿nos descubren, de su parte, a su lado, o no sienten lejanos, enredados en una religión de muchos rezos y poco compromiso evangélico?
No olvidemos que estos despreciados y pequeños serán nuestros futuros jueces de la realización del Reino. Los que ahora excluyen será excluidos (cf. Mt 25, 31‑46).
4º) Una búsqueda del rostro femenino de la Iglesia
Era convicción de todos que la mujer es una asignatura pendiente en la sociedad y en la Iglesia. La historia de los pueblos revela la distorsión de los hechos y las conductas, con acentuada predominancia de valores masculinos en detrimento de derechos inviolables e inalienables de la mujer. Derechos y deberes presentes en las primeras páginas de la Biblia donde aparece de modo admirable el proyecto de Dios (cf. Gn 1,26‑29). Los pasos dados en la vida social han sido muy positivos aunque débiles y, muchas veces, marcados por desvíos. Sin embargo, ya no admiten retorno y son un camino abierto, fecundo y prometedor.
Uno de los signos de esperanza en este cambio de época que vivimos, con todas sus incertidumbres e interrogantes, es el fortalecimiento del rol de la mujer en la Iglesia y en la sociedad. La mujer ha irrumpido en la sociedad con una conciencia lúcida de ser sujeto histórico. Y esto constituye un descubrimiento de su propio valor y de los roles sociales y eclesiales que de hecho tiene junto al varón, aunque, con frecuencia, no se reconozcan. En el proyecto de Dios y en la praxis de Jesús, la mujer tiene igual dignidad que el varón y aparece como expresión vital del rostro femenino y materno de la Iglesia.
La Iglesia, una vez más, puede ser señal para el mundo y asegurar la misión profética de vanguardia que debería tener, si da ejemplo del cambio que se hace necesario. Juan Pablo II ha reconocido: "lo fundado de muchas reivindicaciones sobre la posición de la mujer en los diversos ámbitos sociales y eclesiales'' (VC, 57). Algún camino se ha hecho, pero es mucho más lo que queda por hacer. Por ejemplo:
- Es necesario que la Iglesia no vea a las mujeres como espectadoras, sino que reconozca el derecho a participar en todas las esferas de organización y discusión de la Iglesia, incluidos naturalmente "aquello procesos en los asuntos que les conciernen directamente" (VC, 58);
- que les devuelva a las mujeres su papel de primeras misioneras de la Buena Nueva en la Iglesia y en el mundo
- que evite cualquier discurso o conducta que suene a machismo o desconsideración con la mujer;
- que no se rebaje la calidad de formación de las mujeres en la Iglesia;
- y que a nivel social denuncie con fuerza la esclavitud aún vigente de la mujer en diversos campos sociales y culturales, que es absolutamente injustificada.
Era un sentir y deseo general que la Iglesia integre más a la mujer en su seno y que la asuma como don de Dios, gratuidad y ternura divina, porque en esta civilización de la violencia y el individualismo, ella es reserva de humanidad para la cultura de la vida y la solidaridad. Esto le exigirá esforzarse por abandonar su talante milenario de dominación patriarcal que le hace revisar la cuestión "del género" y colocar el "genio de la mujer" al servicio de la fecundidad de la Iglesia.
5º) Una Iglesia abierta al diálogo ecuménico y a la acción conjunta con otros grupos religiosos.
La Iglesia es signo eficaz de la comunión con Dios y la comunión con los hombres, es decir. Sacramento de la unión íntima con Dios y de la unidad del género humano. La humanidad tiene vocación de entendimiento y no enfrentamiento. No está hecha para destruirse, sino construirse en una solidaridad comprometida que es la justicia y amor, es decir, comunión con todos. Pero la Iglesia no sólo debe significar la comunión con toda la humanidad, sino debe, como instrumento, contribuir a fraguarla.
El Espíritu conduce a la Iglesia, por su dinamismo interno, hacia una actitud de amor, de simpatía hacia todo hombre, de diálogo respetuoso y sincero, de búsqueda en común, de responsabilidad y esperanza, sin colocarnos por encima de los hombres que no conocen a la Iglesia o la conocen mal. Las grandes causas de la paz, los derechos humanos, la lucha contra la miseria, la violencia, el narcotráfico y otras pestes que amenazan con exterminarnos, deben encontrarnos a todos en la vanguardia de un gigantesco esfuerzo de diálogo, solidaridad y de comunión, orientado a crear juntos un proyecto colectivo de esperanza y de futuro para toda la humanidad. La Iglesia no conoce fronteras. Quiere dialogar con todos en verdad y respeto.
6º) Un estilo de comunión a través de comunidades en red.
El mejor testimonio profético contra las rivalidades y las violencias que, por doquier, desgarran a la humanidad, es la comunión y fraternidad de personas tan diversas, y, sin embargo, tan unidades en las comunidades cristianas. Por ser y actuar la Iglesia como una profecía vivo en acción, es un signo interpelante y provocador de esperanza en la construcción eclesial. Esto tiene un fuerte y decisor impacto para configurar el rostro de la Iglesia en cuanto comunión universal y para interpelar a un mundo que las injusticias y la Insolidaridad desune y divide y que se nos está convirtiendo en una especie de jaula, cada vez más pequeña, de bestiezuelas que luchan por apropiarse de todo el pequeño botín y que, sin embargo, está llamado a vivir en comunión. Nuestro estilo debe ser de comunión, ajeno a todo Individualismo invasor, a toda competencia destructora, a todo protagonismo vanidoso y a una In‑solidaridad inhumana.
III. NOS COMPROMETEMOS A PROMOVER UNA IGLESIA
1º) Más arraigada en Jesucristo.
Se trata de una Iglesia que viva hondamente arraigada en el encuentro apasionado por Jesucristo y su causa. Sin esta experiencia entusiasta y admirativa de quien se encuentra con Jesús a lo Pablo en el camino de Damasco (cf. Hch 9,1‑17) o como Pedro y Juan a las orillas del lago (cf. Mc 1,17)... jamás nadie podrá ser testigo suyo hasta los confines de la tierra. Por eso el compromiso es promover una Iglesia que abra espacios de acogida para esta experiencia como su primera prioridad y la cuidad como la niña de sus ojos. Que jamás pueda reprocharle su Maestro y Señor. "Te preocupas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor de una sola. María ha elegido la mejor parte..." (cf. Lc 10,41‑42).
2º) Más sierva y pobre y, por lo tanto, profética.
Se sintió un deseo muy vivo entre todos que la Iglesia sea cada vez más pobre y desinstalada al estilo de Jesús, pobre y humilde, siervo y servidor de todos (cf. Mt 12, 18; 20, 26), que anuncie la liberación a los pobres de todas sus esclavitudes, haga suyas sus legítimas causas y luche en cristiano por la promoción de la persona y de todo en ella, y especialmente de las más empobrecidas económicamente y más marginadas racial o culturalmente, y que se siente servidora de todos y desde ahí anuncia el evangelio a todos: a los más desvalidos de la sociedad para que accedan a una vida conforme a la dignidad de los hijos de Dios, y a los ricos de este mundo para liberarlos de la idolatría del dinero y del orgullo que engendra porque así no entrarán en el Reino de los cielos. Se trata de una Iglesia que no sabe de privilegios ni dignidades porque lo suyo es servir a ejemplo de su Maestro (cf. Mc 10, 45).
Se trata de una Iglesia que ante el proyecto liberal que se extiende por el mundo como la única alternativa eficaz posible de crecimiento para los pueblos, pero que, sin embargo, no mejora la calidad de vida de los que menos poseen y que degrada y trivializa la de los que más tienen, siente que el Espíritu la urge a vivir esa opción preferencial por los pobres en la solidaridad y compromiso con la vida, con los derechos humanos, a ser signos de honestidad y fraternidad, a apoyar los proyectos de promoción del hombre y todo en el hombre, sobre todos los marginados y excluidos del sistema. Así incide proféticamente en unas estructuras inhumanas que se convierten una fábrica de hacer pobres, recreando la esperanza en la utopía del Reino.
3º) Ministerial y corresponsable.
Es un anhelo de todos que la Iglesia aparezca cada vez más como una Comunidad (cuerpo comunional "más que" y "antes que" cuerpo jerarquizado), fundada en el idéntica dignidad ‑única a insuperable‑ de hijos de Dios que todos poseemos y que a todos nos iguala. En otras palabras, la relación fundamental entre los miembros de la Iglesia (en una Iglesia viva no puede haber miembros muertos) es la que nos vincula en virtud de ser todos "personas» iguales, y no en virtud de desempeñar "papeles funcionales" diversos.
Tal dignidad implica, como privilegio y responsabilidad, una participación activa de todos en la misión de la Iglesia que debe ejercerse no sólo en la etapa ejecutiva, sino desde la etapa previa y fundamental de¡ discernimiento concreto de as exigencias de la misión.
La misión evangelizadora compete a toda la Iglesia como "cuerpo comunional" es decir con "anterioridad lógica" respecto de la diversificación de los papeles que en ella se dan. Es una función de todos aunque diferenciada y, por tanto, a todos se nos exige participación y corresponsabilidad. Dicho en pocas palabras, toda la Iglesia es ministerial y corresponsable, cada uno según su carisma. Y esto es lo que se sintió con fuerza en el encuentro. Dicho en pocas palabras, la Iglesia es una totalidad ministerial, estructurada y diferenciada, una realidad en comunión.
4º) Una Iglesia, "levadura de Dios para la Historia".
Una y otra vez salió la imagen del fermento, por cierto tan evangélica, para graficar la Iglesia. Ella es como ese puñado "de lavadura que tomó una mujer y los metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo" (Mt 13,33) 0 como ese "grano de mostaza que tomó un hombre o lo sembró en su campo" ( Mt 13,31). Esa es la misión de la Iglesia: sembrar esa Buena Noticia del Reino que no es condenación sino misericordia, no es castigo sino compasión, no es indiferencia sino solidaridad, no es prepotencia sino sencillez, no es esclavitud sino libertad, no es odio sino reconciliación, es decir no es otro mundo sino un mundo otro. Y no es sólo decir sino hacer: "por los caminos proclamad que el Reino de Dios ha llegado: curad enfermos, resucitar muertos, limpiar leprosos, echad demonios..." (Mt 10, 7‑8).
Pero la Iglesia no puede ser una noticia verbal sino una noticia viviente de todo esto como los profetas y los testigos de siempre (dar noticias es un oficio, ser noticia es un modo de ser que involucra a la Iglesia toda: `seréis mis testigos" nos mando el Señor. Se percibía en el ambiente que cada uno de los participantes sentían en carne propia la responsabilidad ineludible de ser fermento, profeta y testigo).
5º) Más tienda de campaña que fortaleza, os decir peregrina.
Todos estaban convencidos que la Iglesia camina en la Iglesia. Como punta de lanza de un mundo peregrino, marcándole la dirección de Dios, una Iglesia que no es fortaleza ni museo sino tienda de campaña, abierta a la escucha de todos, al diálogo ‑también interreligioso‑ mientras camina como el Maestro que enseñaba conversando por el camino (cf. Lc 24, 13‑32). Y porque vive así, camina desinstalada y libre, enraizada en Jesucristo, no tiene miedo a lo diferente ni teme el conflicto que lo mismo le aconteció su Maestro y Fundador
6º) Una Iglesia sin fronteras, "alma del mundo".
El padre Rahner advertía, ya hace mucho tiempo, que existe el peligro de confundir "pequeña grey' con "ghetto". Sin embargo, «cuando más pequeña se haga la grey de Cristo en el pluralismo de la sociedad actual, tanto menos podrá permitirse tener una mentalidad de ghetto o secta, tanto más abierta hacia fuera".
La novedad de Concilio Vaticano II estuvo en proponer grados de pertenencia a la Iglesia (cf. LG 14‑16). Lo más Importante no es marcar fronteras para saber quiénes están dentro y quiénes están fuera, sino levantar puentes que ayuden a las personas a abrirse al misterio de Dios. La levadura de universalismo que Jesús metió en la entraña de la Iglesia y... el Espíritu la impulsar a dialogar con la humanidad entera porque ella es "alma del mundo".
CONCLUSIÓN
La experiencia y el intercambio fue muy enriquecedor para todos, también para los religiosos y religiosas que participábamos.
Descubrimos semillas de la nueva eclesialidad que se va gestando. La interacción eclesial entre laicos y consagrados, jerarquía y pueblo de Dios, carisma y estructuras va formando una nueva conciencia eclesial. Y la refundación pasa también por ahí: re‑pensar y re‑expresar nuestra manera de la Iglesia y en la Iglesia.
Muchos conflictos han surgido de hecho por estar viviendo modelos de Iglesia diferentes a incluso porque muchas estructuras, términos, etc., que no han sido recreados ni alentados por el Espíritu,
Sentimos que a través de estas nuevas experiencias el Espíritu nos impulsa a buscar una "nueva figura histórica" más significativa para el hombre de hoy y nuevas formulaciones de¡ carisma pero en fidelidad creativa, audacia, libertad y discernimiento.
COMUNICACIÓN
MENSAJEROS Y MENSAJES EN LAS PUBLICACIONES
DE LOS INSTITUTOS RELIGIOSOS3
Norberto Alcover, sj4
PLANTEAMIENTO
En el Primer Encuentro Nacional de Responsables de Publicaciones de los Institutos Religiosos, organizado por el Departamento de Medios de Comunicación Social de la CONFER (Madrid, 7 y 8 de abril de 2000), tuve la oportunidad de conferenciar sobre una cuestión muy precisa, dentro de un conjunto de excelentes y plurales exposiciones, a saber: "Publicaciones Religiosas: Relación entre sus mensajes y mensajeros' La experiencia fue grata, pues se trataba de algo que afecta a religiosos y religiosas de forma permanente, tanto en las publicaciones ad intra como en las otras publicaciones ad extra5. De hecho, toda congregación religiosa se Pone al descubierto, intencionadamente, en este conjunto de publicaciones. Y el problema siempre es el mismo: la orientación y la realización de ese conjunto de páginas, mucho más leídas (y sopesadas) de cuanto pensamos.
Con la intención de que el posible resultado feliz de la reunión tenida en torno a esta cuestión, no se diluyera en la cantidad de compromisos que todos tenemos, se me ha pedido poner por escrito aquella conferencia. He aceptado con gusto. Porque las gestiones mediáticas cada vez alcanzan mayor relevancia en nuestra sociedad del intercambio, y porque nuestras instituciones deben de aumentar ‑sobre todo, cualitativa y profesionalmente los productos mediante los que se relacionan entre sí y con la sociedad (cada una de ellas y todas en conjunto). Día llegará, y no está lejos, en que los religiosos y religiosas españoles demos a luz alguna publicación inter‑congregacional, de forma que todos sepamos de todos, podamos participar a la sociedad eclesial nuestras realidades y esperanzas, y, no menos, intentemos conectar, como grupo de ciudadanos con una específica forma de vida, con la sociedad civil. No me estoy refiriendo a la actual revista de la CONFER, que tiene su función específica de reflexión sobre nuestra vida religiosa, sino a un producto complementario mucho más relacionado con nuestras opciones históricas, con nuestras actuaciones societarias, con nuestro pensamiento sobre diferentes interrogantes cotidianos y, en fin, con cuanto escribimos, conferenciamos, hacemos en general, siempre como miembros de la Iglesia y de la sociedad, Quede apuntada esta objetiva posibilidad desde el comienzo de esta colaboración.
Cuanto sigue está mucho más elaborado que lo expresado oralmente en el Encuentro matritense. La revisión de lo ya dicho, siempre conduce, sobre todo por escrito, a ulteriores matices y determinaciones. Así, las páginas propuestas, contienen estos grandes epígrafes:
I. Referencias apriorísticas desde el Vaticano II
II. Publicaciones de unas comunidades para la misión y evangelización.
III. Idoneidad de los mensajeros.
IV. Idoneidad de los mensajes.
V. Sugerencias para Publicaciones concretas.
VI. Conclusión.
Espero que la aportación resulte positiva para todos los que navegamos en la nave de una vida que pretende ser religiosa, y navegamos en esta sociedad nuestra —española, europea y mundial—, donde encontramos tan plurales y excelentes peces que pescar. Junto al Tiberiades, quedó clara la interpretación de esta metáfora.
I. REFERENCIAS APRIORÍSTICAS DESDE EL VATICANO II
Cercano el 35 aniversario de la clausura del Vaticano II, que tendrá lugar el 8 de diciembre del presente 2000, las palabras con que se abre el excelente texto de la Gaudium et Spes, acuden en ayuda nuestra para centrar el conjunto de cuanto exponemos:
"El gozo y la esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de todos los afligidos, son también gozo y esperanza, tristeza y angustia de los discípulos de Cristo y no hay nada verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón. Pues la comunidad que ellos forman está compuesta por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el Reino del Padre y han recibido el mensaje de la salvación para proponérselo a todos. Por ello, se siente verdadera e íntimamente solidaria del género humano y de su historia ".
Estas palabras, que han sido tantísimas veces repetidas y aludidas para establecer el talante de la iglesia en la segunda mitad del siglo XX, nos permiten redactar unos aprioris, extraídos de la experiencia común, mediante los que nos introducimos en nuestro punto de partida. Aprioris que, a su vez, están adecuadamente relacionados con la dinámica general de la misma Vida Religiosa que a todos y a todas nos afecta. Las grandes cuestiones eclesiales acaban por referirse a todos los individuos y grupos creyentes. Helos aquí:
1º. Las dificultades experimentadas por todas las instancias del cuerpo histórico de Jesucristo, que es la Iglesia, pueden llevarla a una búsqueda tan preocupada de las propias identidades que, casi como una consecuencia pedida, se alcance unas vivencias y estructuras ensimismadas, olvidando el contexto histórico circundante, al que deben de servir para desarrollar la salvación liberadora presente en Jesucristo. Un conjunto de realidades eclesiales ensimismadas, producirán la paralización evangelizadora de esas mismas realidades. Una obsesiva búsqueda de la propia identidad, consigue desvirtuar el potencial misional que es sustancial a esa misma identidad.
2º. En esta misma línea, la Vida Religiosa está tentada de la misma obsesiva identificación, que puede paralizar tanto su creatividad innovadora como, precisamente, el hallazgo de su identidad adecuada en el siempre cambiante tiempo y espacio históricos. El Vaticano II promovió profundas y arriesgadas experiencias en religiosos y religiosas, quienes procedieron desde una plausible honradez creyente y carismática, que ha dado la vuelta a muchas instituciones y personas. El cambio de época, la conmoción de la vida espiritual en el Espíritu, nuevas exploraciones evangelizadoras ciertamente innovadoras pero, tal vez, no discernidas del todo, la crudeza de los años sesenta y setenta, cierta perplejidad en los primeros ochenta, pero sobre todo, la presencia de Juan Pablo II en la Iglesia y en la sociedad, todo este conjunto eclesial pero también correspondido por una semejante evolución en la sociedad civil, ha conducido a que las instituciones religiosas se pregunten por su exacta naturaleza y misión en estos momentos históricos. Y como tales momentos han sido y siguen siéndolo de oscilación, de interrogantes y de inquietud, tiene su lógica la presencia de la tentación que bien pudiera llamarse de identificación referente, colocando en el epicentro de¡ proyecto espiritual propio y colectivo, la búsqueda de lo identificativo, con probable perjuicio de lo histórico. Siendo así que, hombres y mujeres temporales y espaciales como somos, solamente nos vamos identificando desde las sugerencias históricas de nuestras vidas dinámicas.
3º. A su vez, hay algo que no ha cambiado en absoluto. No desde el texto citado del Vaticano II, porque forma parte constitutiva de¡ núcleo eclesial permanente: desde la encarnación del Cristo de Dios, quien existe es Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, en quien se citan historia y eternidad, permanencia y dinamicidad, humanidad y divinidad, cielo y tierra. De tal manera que, en Jesucristo, se manifiesta la utopía de la condición humana: ser hijos de¡ Padre mientras somos hijos de la tierra. El cristiano no solamente sabe que el texto de la Gaudium et Spes es cierto; el cristiano desea que ese texto oriente la utopía del conjunto de su vida, de tal forma que nada verdaderamente humano deje de tener resonancia en su corazón.
Esta contextualización humanística de la experiencia cristiana, es la que tantas veces se relega al olvido, tal y como hemos planteado líneas arribas al hablar de la Iglesia y de la Vida Religiosa. Jesucristo no temió las consecuencias de su estancia en la sociedad idolátrica de su momento histórico, y supo moverse dentro de ella con la necesaria estrategia profética pero también con una no menos eficiente presencia social. Si quería derrochar buena noticia, no tenía más remedio que derrochar arriesgada convivencia. No tenía opción, y nada hizo por tenerla. Nació, vivió y murió, para resucitar, en Palestina, sometida al imperio de Roma, baqueteada por revolucionarios, videntes y falseadores de Dios, y solamente en íntimo y casi físico contacto con esas realidades espacio‑temporales, realizó su misión de salvación y de liberación.
Estos tres aprioris, que solicitan permanente profundización, muestran el rostro auténtico de una Iglesia y de una Vida Religiosa que, preocupadas por el contexto sociohistórico, están tentadas de ocultarse en sus propias seguridades, evitando el contacto impactante de la realidad en la que están y en la que son, y a la cual han de ofrecer, sin más, la palabra, el perdón y el cuerpo de Jesucristo en el que creen, Aquí radica el mayor problema de este tiempo nuestro, en el que podemos enredarnos hasta la obcecación, postergando lo sustancial arriesgado en favor de lo accidental, más fácil de realizar.
Pues bien, el conjunto de estos aprioris, era necesario para llegar a este esquema de la materia que nos ocupa, y que es todo el complejísimo asunto de las Publicaciones Religiosas. Porque lo que llevamos escrito incide en tal esquema y explica, con bastante precisión, la dificultad en el planteamiento de las publicaciones que nos afectan como religiosos/as. Exponemos el esquema y a continuación explicaremos sus contenidos, para después pasar al análisis del mensajero y del mensaje en todo lo relativo a las Publicaciones Religiosas.
II.PUBLICACIONES DE UNAS COMUNIDADES PARA LA MISIÓN Y EVANGELIZACIÓN
A partir de una cosmovisión como la anterior, de naturaleza tan encarnacionista como correlativamente pascual, ofrecemos un esquema conjuntivo de la Vida Religiosa, considerada tanto en su dimensión espiritual como en esa otra histórica. Insistimos en la importancia de tener presente la contextualización humanística más arriba expuesta, para asumir en toda su amplitud el esquema.
Explicación del esquema:
2.1. Damos por supuesto, desde la gran teología postconciliar, que las comunidades de vida religiosa son para la misión, es decir, para la evangelización. De contar con un punto de partida más introspectivo, debiera modificarse cuanto sigue. Está claro: una tipología u otra de Vida Religiosa desde parámetros teológicos‑espirituales, es significativa del conjunto.
2.2. Las comunidades para la misión ‑tanto masculinas como femeninas‑ desarrollan su propia esencialidad desde el don/carisma recibido del Santo Espíritu (impulsor vocacional), para, en y desde la sociedad civil, en las que están insertas en un momento dado (impulsor histórico). Sin referencia a su definición mística, se diluyen en lo espacio‑temporal, pero sin referencia espacio‑temporal se diluyen en lo pseudomístico. Esta es la tensión fundamental de toda comunidad cristiana, pero mucho más cuando se trata de comunidades consagradas.
2.3. También resulta evidente que todo carisma es misional, entendiéndose por tal cosa que pretende instaurar una modalidad de vida eclesial que favorezca la salvación y la liberación pascuales ofrecidas, ya definitivamente, por el Padre a la historia humana en Jesucristo por el Espíritu. Ahora bien, so pena de que esa misionalidad se desvirtúe, debe de tener receptores congruentes: y de nuevo nos encontramos con determinaciones históricas, correspondientes a territorios geográficos concretos. Salvar y liberar nunca es una tarea en el vacío: tiene su aquí y su ahora.
2.4. ¿Cómo establecer las oportunas relaciones entre lo carismático espiritual y la misión salvadora y liberadora, ya citadas? Sencillamente, desde una permanente profundización en la Teología de la Vida Religiosa, fundamentada en la Teología en cuanto tal, de forma que lo específico de una determinada institución carismática se enraíce en la visión global de la Iglesia y de la misión de la Iglesia. Plantearse opciones cualesquiera carismáticas de cara al futuro, pasa por planteamientos ulteriores a las estrategias y tácticas de corte humano, empresarial o de gestión, que solamente podrán aplicarse en un momento posterior, cuando lo prioritario aparezca como clarificado. Invertir los términos ‑situación frecuente‑ conduce a soluciones de corte inmanente para realidades de suyo trascendentales. Y no se trata de dicotomías o esquizofrenias, antes bien de que es posible la peligrosa confusión planteada, al no establecer un orden explícito y objetivo de prioridades.
2.5. ¿Cómo concebir una adecuada praxis de la salvación y liberación cristianas, para, en y desde la sociedad civil, en las comunidades para la misión? Recurriendo a una Teología Pastoral consistente, que sea capaz de introducirse en lo carismático en cuanto forma peculiar de proclamar el Reino de Dios. La tarea de traducir pastoralmente el propio carisma en función de la pastoral eclesial, es uno de los mejores retos que tiene la Vida Religiosa en el futuro, ya empezado.
2.6. ¿Y el juicio de valor objetivo y, por lo tanto, fiable, que las comunidades para la misión hagan de su correspondiente sociedad civil, situada en un determinado territorio espacio‑temporal? La mediación de las Ciencias Sociales, en permanente desarrollo, acude para resolver este problema de primer orden, puesto que sin una comprensión y valoración fiable, por objetiva, de los receptores de la misión, se hará imposible emitir palabras precisas y realizar acciones oportunas. Los grandes fundadores de los colectivos religiosos, supieron muy bien la naturaleza de sus sociedades civiles y de sus correspondientes territorios: no se engañaron al respecto.
2.7. ¿Dónde situar las Publicaciones de la Vida Religiosa, tanto ad intra como ad extra? Tras lo que llevamos escrito, resulta de sentido común: tales Publicaciones aparecerán como colaboración al conocimiento y al desarrollo de las comunidades para la misión que las editan, haciéndose cargo tanto de su realidad carismática espiritual como de su referencia historio‑territorial. En la medida que sean conscientes de dónde están situadas, alcanzarán una u otra intencionalidad, y por ello mismo, lo primero que deben preguntarse los colectivos religiosos que las editan, es si ellos mismos saben la trascendencia de esas publicaciones para su funcionalidad comunitaria y misionera. Unos papeles son más que unos simples papeles...
2.8. El conjunto de las relaciones esquematizadas y comentadas, está referido a cuatro documentos conciliares que convendrá recordar: la Constitución Dogmática sobre la Iglesia y el mundo actual Gaudium et Spes; la Constitución Dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium; el Decreto sobre la adecuada revisión de la Vida Religiosa / Pertectae Caritatis; y el Decreto sobre los Medios de Comunicación Social / Inter Mirifica.
Como es lógico, hay muchos más textos susceptibles de ayudarnos en esta tarea de encontrar el lugar de las publicaciones propias en la vida de las comunidades religiosas, pero mantenerse fieles a estos cuatro textos conciliares, puede resultar tan concreto como eficaz a la hora de responderse a tantos interrogantes como, seguramente, surgirán de estas páginas. No en vano, el Vaticano 11 es la última gran referencia de naturaleza eclesial con la que contamos. Convendría no olvidarlo.
2.9. ¿Consecuencias prácticas?
Primera: todo esfuerzo por delimitar lo mejor posible el propio carisma, será bienvenido.
Segunda: toda delimitación de¡ propio carisma que prescinda de lo histórico‑territorial, engendrará confuso idealismo y, probablemente, conservador espiritualismo.
Tercera: el carisma, como su fundador, siempre participa de¡ dinamismo de la historia de salvación, que es la historia trinitaria realizada en la historia humana.
Cuarta: si un grupo carismático en Vida Religiosa, deja de moverse en las específicas peripecias de la historia humana propia, de la que forma parte y para la que está, carece de sentido cristiano, eclesial y hasta humano, porque llegará a constituir una realidad ensimismada, egocéntrica y, en la misma medida, autocomplaciente. En fin, lo contextual es condición de posibilidad para lo carismático.
2.10. Las Publicaciones de unas comunidades para la misión y evangelización, se enraízan en el mismo cuerpo que vive su propio carisma, deben manifestar sus deseos, planes y realizaciones, narrar las vidas de sus mejores protagonistas, proponer planes de futuro, expresar los problemas que surgen en ese cuerpo, y tantas cosas más que expondremos sucintamente en el capítulo final. Pero, sobre todo, esas Publicaciones debieran insistir en las lecturas carismáticas‑eclesiales que su correspondiente cuerpo hace de la realidad histórica contextual y de sus signos discernidos de resurrección y de muerte. Dicho de otra manera, tales Publicaciones debieran constatar dos aspectos elementales: qué datos de la realidad contextual resultan interrogativos para ellas (y citarlos), y qué juicio de valor merecen determinados datos desde su apreciación carismática (y escribirlo).
Recorrido este decálogo explicativo de¡ esquema propuesto, pasamos a analizar los mensajeros y los mensajes de las Publicaciones que acabamos de situar, de forma que, desde ya, se conozca su naturaleza y su intencionalidad fundamentales.
III. IDONEIDAD DE LOS MENSAJEROS: decálogo práctico
3.1. idoneidad como capacidad para comunicarse ad intra y ad extra de su congregación, de forma que su Identidad alcance el oportuno desarrollo Informativo y comunicativo. No toda persona consagrada es idónea desde este punto de vista. Por lo tanto, la tarea pide religiosos/as capaces y, en la medida de lo posible, con un debido margen de profesionalidad.
3.2. La capacidad para informar‑comunicar en todos los sentidos implica sentido de la realidad contextual, para establecer permanentes relaciones entre el colectivo religioso y el campo histórico de su misión: conocimiento de¡ conglomerado político‑económico‑eciesial, de cara a la transformación de la realidad desde la historia de la salvación.
3.3. La capacidad transmisora comentada pasa por tres cualidades evangélicas ineludibles:
a) Servicio radical a la verdad # adulación institucionales.
b) Ejercicio de la admitida sinceridad # exageraciones apostólicas.
c) Culto a la objetividad real # manipulación cualquiera.
No debe utilizarse publicación alguna para hacer propaganda subterránea de la propia congregación, engañando al lector propio o ajeno: responsabilizarse de lo informado y comunicado, corriendo el riesgo de ser conocidos. Acercar nuestra realidad a la realidad del lector. La publicidad congregacional vendrá por ahí.
3.4. Será mejor no trabajar en solitario, antes bien en equipo, evitando la personalización de la publicación, y no perpetuarse en la Redacción el mismo equipo: al final, la publicación se convierte en servidora de tal equipo, dueño, ya, de la misma.
3.5. Tal equipo, que debe de contar, por lo menos, con Director o Directora y Redactor Jefe fijos, en colaboración con los colaboradores oportunos/as, es lógico que transmita un sentido institucional a la publicación, pero nunca debe de trabajar al servicio del superior o superiora de turno: o se les concede margen de libertad, o mejor abdicar.
3.6. Los mensajeros tendrán sentido institucional sereno, convirtiéndose en transmisores del conjunto del cuerpo congregacional sobre el que informan o comuniquen, y no solamente de un grupo de poder y de presión. Conciencia de eventualidad en la gestión.
3.7. Dada una estructura fija de publicación, los mensajeros organizarán una red de colaboradores que represente al conjunto de realidades congregacionales en la dimensión comunitaria, evangelizadora y societaria, con específica atención al grupo de mayor edad en la fraternidad.
3.8. Está claro que todo lo anterior queda subordinado a los datos concretos y a las características carismáticas de cada colectivo religioso. Desde aquí, se exponen rasgos ideales de los encargados o encargadas de las respectivas publicaciones, pero no conviene olvidar que, cada vez más, los carismas se desarrollan en la sociedad homogeneizada de la que hablábamos al comienzo, por lo que determinadas coincidencias en las publicaciones es normal y hasta deseable.
3.9. Los mensajeros de una misma área congregacional (por ejemplo, la estatal o provincial, por no decir continental), debieran reunirse anualmente, para intercambiar puntos de vista y experiencias probablemente variadas, pues, cada vez más, las congregaciones existen en contextos más relacionados entre sí, además que la mundialización es un hecho.
3.10. Todo informador/comunicador religioso es, a la vez, un ciudadano de su propio medio histórico‑político, y no puede ni debe prescindir de tal condición, por exigencias de sus derechos fundamentales y de su lugar en la misión del colectivo al que pertenece.
IV. IDONEIDAD DE LOS MENSAJES: decálogo práctico
4.1. Un buen mensaje no debiera ser aburrido. Esta es la norma fundamental en el periodismo más clásico y, también, más moderno. Se dice porque se nos puede colar el criterio de que lo serio no se conlleva con lo atractivo, error tantas veces cometido en ambientes eclesiales como religiosos. Por el contrario, un buen mensaje siempre es atractivo, legible, cercano, y en nuestro caso, necesariamente con cierto margen de explícita fraternidad. Quiere decirse que el humor, la ironía, cierto desparpajo y, en determinados momentos, hasta una sopesada frivolidad, son necesarios para que el lector se lleve a la boca, mastique y digiera un mensaje que, en sí mismo, es duro, cortante, y puede que agresivo.
4.2. Un buen mensaje, en circunstancias normales, será comprensible para la inmensa mayoría de sus receptores, evitando, así, marginar de la información‑comunicación institucional a un grupo sistemático de personas. Por lo tanto, tener presente la pirámide de edades, que cada vez más, tiende a aumentar en el plano superior a los 60 años. La venta del mensaje pide una estudiada elaboración del mismo, para que produzca un interés proporcional a la comprensión.
4.3. Un buen mensaje habrá sido elaborado desde una óptica preferentemente informativa o comunicativa. Cuando es Informativa, el mensaje será narrativo o descriptivo, sin intención alguna de opinión subjetiva, con una condensación de datos lo más completa posible, situando geográfica y socialmente lo informado y, en todo caso, citando posibles consecuencias del mensaje en cuestión, pero marcando distancias entre contenido objetivo del mensaje y subjetivas consecuencias previstas por la subjetividad del autor Nada hay más útil para la manipulación que, un mensaje informativo/objetivo en el que se ha introducido, de forma subterránea, cualquier otro tipo de realidad.
4.4. Cuando el mensaje, por el contrario, es comunicativo, el mensajero debe elaborarlo desde la mayor objetividad informativa posible, pero formalizándolo de tal manera que, haciéndolo atractivo, conecte con el lector y le produzca un efecto pretendido. En este caso, el mensaje es intencionado, y no podemos objetarle que pretenda producir algún efecto. Estando las cosas así, será preciso titular cada sección de la publicación, con claridad suma, dando a entender el carácter preferentemente informativo o comunicativo de cada una. De otra manera, la información no se discute en cuanto tal, y sin embargo, la comunicación necesita de una descodificación de los elementos que la conforman, de forma que resulte discutible, opinable, puesto que contiene altas dosis de creatividad.
4.5. Atención a un delicado detalle. Aunque en la actualidad, se utilice mucho el seudónimo, en publicaciones religiosas, sobre todo de índole interna, debe evitarse cuanto se pueda para evitar susceptibilidades de individuos o colectivos. Las nuevas informaciones, podrán tan siquiera ir firmadas (en todo caso, indicar, como se hace tan frecuentemente: redacción); en el caso de las comunicaciones intencionales, siempre con firma, a la que cualquier lector pueda remitirse. Seguir al pie de la letra estas normas, evita problemas posteriores.
4.6. En el caso de que una persona con algún tipo de autoridad, escriba algún texto, solicitar siempre que lo firme, Indicando el cargo que ostenta. Si apareciera sin firmar o con seudónimo, la sensación de manipulación es enorme. Lo que perjudicará mucho más al escritor que al lector. En una sociedad donde, cada vez más, las cúpulas gubernamentales escapan hacia lo alto, existe una susceptibilidad a flor de piel respecto de su oculta presencia.
4.7. Todo mensaje que pretenda ser asumido con serenidad, hará bien en excluir datos desconocidos por los lectores (datos que resulten imprescindibles para la oportuna comprensión), pues el lector, casi siempre, interpretará esos datos desconocidos como maniobra subterránea del escritor. Cuando se quiera presentar un dato absolutamente nuevo, expóngase como tal.
4.8. Respecto de personas, colectivos, comunidades, actos públicos e intervenciones, instituciones, Iglesia, autoridades de todo tipo, etc., la publicación deberá cuidar mucho tanto lo que se escribe como la forma en que se escribe, para evitar confrontaciones, puede que duras, con compañeros o compañeras de la propia congregación, con importantes colectivos civiles y religiosos y, en fin, con la personalidad de cualquier ser humano, hijo de Dios e imagen del mismo.
4.9. Un mensaje que surge de las entrañas de un cuerpo, debe tender a reforzar la estructura de ese cuerpo, y pocas cosas sirven más a este efecto que, un texto escrito donde aparecen noticias y comentarios a la actividad corporativa en cuestión. Mensajes, por tanto, positivos, que ayuden a crecer, y nunca mensajes que establezcan malas relaciones en el conjunto.
4.10. El estilo de redacción de este tipo de mensajes será normal, según las reglas del mejor periodismo y ensayo, sin utilizar claves Institucionales que solamente conocen unos pocos. Se escribe para que todos los destinatarios del mensaje, lo conozcan bien y mejor. Los que quieran saber más, pueden preguntar.
V. SUGERENCIAS PARA PUBLICACIONES CONCRETAS
Partimos de un presupuesto que no debiera caer en saco roto: cada Institución religiosa, y en función de su situación actual, verá qué es lo más oportuno para conectarse entre sí, a niveles estrictamente fraternal/intercongregacional, y qué lo, más eficaz a la hora de comunicarse con el exterior, es decir, con la realidad contextual. Será, siempre, una elección de cada institución, pero repetimos que, desde estas propuestas, pretendemos dar pautas generales, suficientemente comprobadas. Sirven, por lo menos, para repensar cuanto se hace y decidirse a dar a luz algo diferente, si fuere el caso.
5. l. Materiales relativos a contenidos:
Materiales institucionales propios (la mayor parte).
Materiales eclesiales (pocos y necesarios).
Materiales relativos a la Vida Religiosa (pocos y necesarios).
Materiales contextuales civiles (pocos y discernidos).
5.2. Recursos de naturaleza formal:
Portada que impacte: sobria pero comunicativa.
Maquetación fija: recurrir a profesionales.
Confección de cada número variada, pero con el mismo estilo: ídem.
Recursos gráficos muy bien seleccionados: acumular material.
Extensión oportuna: según periodicidad.
Distinguir siempre información y opinión: evitar la manipulación.
Pensar despacio la naturaleza de la contraportada: icónica o textual.
5.3. Presencias concretas (publicaciones ad intra)
• ¿En portada, una carta de alguien con autoridad?
• Conviene, siempre, una entrevista a una persona significativa.
• Lo mismo, algún testimonio personal.
• Hacer presentes a los enfermos.
• Hacer presentes a los jubilados.
• Hacer presentes a los estudiantes.
• Obviedades: comunidades, actividades, personas, etc.
• Sugerencias de libros, de videos, de música, etc.
• Índice de cuestiones institucionales inmediatas.
• Material institucional (cita o noticia).
• Material eclesial (cita o noticia).
• Material de Vida Religiosa (cita o noticia).
• Material contextual (cifras y noticias).
5.4. Siempre desde una perspectiva contextual histórica.
Presencias concretas (publicaciones ad extra)
• ¿En portada, una carta o un texto institucional?
• Conviene, siempre, entrevista a religioso o religiosa propios o a seglar colaborador.
• Lo mismo, algún testimonio personal propio o seglar.
• Comentar algún detalle de fallecidos con específico significado.
• Siempre, comentar vida y situación de los estudiantes jóvenes.
• Una sección fija a cargo de un jubilado algo conocido.
• Comentario a un hecho eclesial relevante.
• Listado de cifras y noticias contextuales de especial incidencia.
• No perder de vista la cuestión vocacional desde hoy.
• Contraportada: texto incisivo por actual.
Siempre desde una perspectiva contextual histórica.
5.5. Tener presente los excelentes materiales que publica la misma CONFER, y que sería positivo conocerlos, trabajarlos y conservarlos, inclusive para las propias publicaciones: lo realmente bueno siempre es positivo multiplicarlo.
NB: El hecho de seguir día a día prensa y telediarios, no exime de la presencia de material contextual en las revistas, pues en ellas, se trata de hacer presente la realidad histórica precisamente en relación explícita con la Vida Religiosa.
5.6. A efectos de inspiración, sobre todo formal, revisar:
‑ Dominical EL PAÍS (excelente maquetación y confección).
‑ Revista VIDA NUEVA (buen aprovechamiento del espacio).
- Noticias mensuales de la Provincia de Aragón jesuitas (en su intención, casi perfecta).
‑ Revista CRÍTICA (maquetación páginas culturales).
‑ NOTICIAS DE ESPAÑA (relación calidad‑precio material).
- Revista EL CIERVO (en su tamaño, muy buena maquetación).
Como es lógico, podríamos extendernos mucho más en sugerencias concretas, pero con todo lo escrito ya es suficiente en una colaboración de esta naturaleza. Pero repetimos lo dicho más arriba: cada institución procederá como mejor le parezca según carisma y deseo de relación interior y exterior. Sin embargo, una elección de publicación es de mucha mayor relevancia de lo que solemos pensar, puesto que, queramos o no, difunde lo que nosotros parecemos pretender que sea difundido de nosotros mismos; por lo tanto, son inútiles las excusas a posteriori Mejor pensárselo bien antes.
VI. CONCLUSIÓN
Concluimos como comenzábamos. Para el Vaticano II, lo humano, lo real, lo contextual, merece la específica atención de la Iglesia, pues constituye su referencia evangelizadora. Si religiosos o religiosas descubriéramos con absoluta precisión nuestras diversas identidades e identificaciones, todas ellas nos encaminarían hacia la misión entre la gente que merece nuestra atención porque, previamente, ha merecido la de Jesucristo. Habrá, pues, que sacar estas dos conclusiones finales:
1ª. Dada la diversidad de los receptores, podrá ayudar que aparezca una breve revista mensual, ad intra para la propia institución, y otra más extensa ad extra, para relacionarnos con el mundo circundante. La segunda bien podría ser trimestral.
2ª. Importa que toda revista religiosa incluye cifras o textos referidos a la situación civil contextual, para anclarse aquí y ahora, pero lo más interesante será la mentalidad del informador‑comunicador que elabore dicha revista, es decir, su visión de la Vida Religiosa desde la óptica de la vida y de la historia. Esta mentalidad determinará el conjunto del texto escrito.
Puede resultar un momento, éste, de gran relevancia para las Publicaciones de la Vida Religiosa española. Hay que superar la fijación en lo propio, para darse cuenta de lo que nos rodea y que debemos evangelizar, de forma que lo convirtamos en preocupación permanente. Ojalá, estas páginas hayan ayudado a la transformación deseable.
El
anaquel
Unidad didáctica 3: El estrés y la enfermedad
1El estrés como causa de enfermedad
2La enfermedad como situación estresante
1 3 El estrés laboral de los profesionales sanitarios |
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