Primera tesis


Primera tesis



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Inspectoría Salesiana de “Santiago el Mayor" León , 24 de enero de 2002 nº 14


i el grano de trigo no muere…

In memoriam de D. Vecchi



Acaba de fallecer Don Vecchi, nuestro Rector Mayor. Después de un duro bregar en la Congregación y contra su enfermedad ha regresado a la Casa del Padre. En él -como en todos los hermanos-, aunque tengamos que reconocerlo con dolor, se cumple a la perfección aquello que dicen nuestras Constituciones: "La esperanza de entrar en el gozo de su Señor ilumina la muerte del salesiano. Y cuando un salesiano muere trabajando por las almas, la Congregación alcanza un gran triunfo" (C 54).


Juan Edmundo Vecchi Monti nació en Viedma (Argentina) el 23 junio 1931. Conoció muy pronto a los salesianos y toda su vida ha sido una entrega generosa a la Congregación. De él se ha dicho estos días: "Quien lo ha conocido puede dar testimonio del gran impulso espiritual que lo ha animado y lo ha hecho entusiasta y optimista.


Don Vecchi ha sido, sin duda, el rasgo de unión más sólido y unido entre la espiritualidad convencida y testimoniada, y la acción pastoral entre los jóvenes, coherentemente salesiana, convencido de que solamente se puede transmitir a Cristo a los jóvenes, si uno es místico, si se cree en Aquél que da ánimo e identidad.


Don Vecchi ha añadido siempre al binomio espiritual y pastoral, el testimonio de la vida religiosa y comunitaria salesiana. Comunidades fidedignas, espirituales y comprometidas pastoralmente, son la manifestación fructífera de aquel amor de Dios a los jóvenes del que los salesianos profesan ser "Signos y portadores". Don Vecchi ha creído siempre en esto hasta el punto de que el tema del CG25, por él convocado, ha puesto en estrecha relación los tres componentes: testimonio de la espiritualidad, vida comunitaria y acción entre los jóvenes.


El octavo sucesor de Don Bosco ha sido también hombre de comunicación, ámbito pastoral en el que ha creído fuertemente y al que ha dado un gran impulso. En el programa de su sexenio como Rector Mayor la dimensión de la comunicación ha atravesado transversalmente todos los ambientes y se ha concretado, entre otras cosas, en la renovación y el relanzamiento de las 52 ediciones del Boletín Salesiano.


Don Vecchi fue, sin duda, un gran trabajador, un hombre de fe, espejo fiel de la lectura carismática de Cristo que el Espíritu Santo confió a Don Bosco. Hombre de escucha, atento a la cultura moderna, creyó en la posibilidad del encuentro entre fe y cultura, laicidad y religiosidad. Con gran capacidad de captar el núcleo de las cuestiones, pero respetuoso con los puntos de vista de los demás, fue un animador con ideas claras, abiertas, compartidas, capaz de trazar, con optimismo, nuevos horizontes y de dar impulso a un nuevo proyecto establecido.


Desde la perspectiva de la Cuaresma que se acerca tenemos la firme convicción de el grano de trigo tiene que morir para dar fruto, de que nuestra vida se prolonga más allá del espacio y tiempo humanos y de que la última palabra, sobre todo para aquellos que creemos en la Resurrección de Jesús, la tiene la esperanza, la tiene la alegría y la consumación de nuestras vidas. Descanse en paz Don Vecchi.































ÍNDICE



  1. Retiro……………4-15.

  2. Formación……...16-24.

  3. Comunicación.…25-31.

  4. El anaquel……...32-37.

  • No hay queso...32-34.

  • ¿Será verdad?...35-37.

Maqueta y coordina: José Luis Guzón.























RETIRO






JESÚS de NAZARET, HOMBRE-PARA-LOS-DEMÁS


Agustín Iglesias, sdb

S U M A R IO


Ante la urgencia de una Nueva Evangelización, la llamada a optar preferencialmente por los pobres, la persistencia de estructuras y mecanismos generadores de pobreza y degradación, y la validez de areópagos propios de la acción misionera de algunos carismas, la reflexión tiene como objetivo ampliar horizontes, señalar criterios de fidelidad y abrir a perspectivas de compromiso que den respuesta a los nuevos problemas del mundo de hoy (cf. VC 73).



O.Introducción


Si no conociéramos tan de memoria el Evangelio, si nos acercásemos a él por primera vez, lo que más nos llamaría la atención sería, seguramente, lo siguiente:

el ser Jesús plenamente de Dios y para Dios,

y el ser plenamente de los hombres y para los hombres.


Dos palabras pronunciadas por Jesús arrojan una gran luz sobre su ser y su hacer:

la palabra Abba, que designa el modo típico de relación de Jesús con Dios,

y la palabra Reino, que se refiere al modo de concebir Jesús la vida y la historia de los hombres.


Son dos vocablos íntimamente relacionados, hasta tal punto, que podría afirmarse que

Reino explica la razón de ser Dios Abba,

y el ser Dios Abba explica la razón de ser del Reino.


Los dos vocablos, Abba y Reino, se unen en la expresión Reino de Dios, y responden a la doble pregunta que se plantea desde el seguimiento:


-¿A qué debemos prender el corazón?

-¿Hacia dónde orientar la vida?



  1. La opción fundamental de Jesús



Jesús no fue un teórico. Fue un hombre de acción. No fue simplemente un hombre bueno; fue un hombre comprometido. Los sinópticos lo presentan como un hombre "simbólico": integrado, no "diabólico": disperso. Sus energías físicas, psíquicas, intelectuales y volitivas convergen en un punto, algo que El percibe y vive con la pasión de una causa, tan intensamente, que, en algún momento, sus parientes piensan que no está en sus cabales. (cf. Mc 3,20) En lenguaje psicoantropológico podríamos llamar a la causa de Jesús, su opción fundamental. Y sabemos que la opción fundamental nunca es algo periférico, accidental. Tampoco lo fue para Jesús. En El constituyó un rasgo esencial de su persona; fue como la más honda estructura personal en la cual se articulaban todos los demás rasgos de su personalidad.

¿Qué le pasaba a Jesús para vivir tan apasionadamente?; ¿cuál era su obsesión?

Hacer la voluntad del Padre. "Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra". (Jn 4,34). La obra que Dios quiere, la que Jesús tiene en la mente y en el corazón, lo que constituye su causa, tiene un nombre: Reino o Reinado de Dios, una palabra auténtica de Jesús que, con toda certeza, constituía el núcleo de su obsesión. ”El Reino de Dios fue la causa de la que Jesús habló, con la que Jesús soñó, por la que se expuso, se arriesgó, fue perseguido, condenado y ejecutado”. (L. BOFF, Testigos de Dios en el corazón del mundo.)


Sin la perspectiva del Reino es imposible conocer realmente al Jesús de la historia y la historia de Jesús. En él resulta evidente que la salvación, es “homosalvación”. Por el sacramento de la “humanidad” se revela Dios y se salva el hombre.

¿Qué es lo que Jesús tenía en mente cuando hablaba del Reino de Dios?

Jesús, inmerso en la cultura de su pueblo, no da definiciones; describe utilizando símbolos y parábolas; por lo tanto, dirá:

El Reino de Dios es semejante

a la semilla que cae en tierras diversas,al campo de trigo en el que crece también la cizaña,

a la levadura que hace que la masa fermente,a un banquete al que todos son invitados,a una red barredera que recoge toda clase de peces,

a un tesoro escondido, o una perla de gran valor por los que vale la pena venderlo todo

Intentando definirlo desde nuestra mentalidad grecolatina, podríamos decir que:


El Reino de Dios es la situación de la humanidad en la que la voluntad de Dios no encuentra obstáculo para realizarse, el proyecto de Dios hecho realidad histórica, Dios mismo que se hace presente.


Esta fue la pasión de Jesús, lo que unificaba su vida, el núcleo de su obsesión, su opción fundamental, su causa: que Dios reine.


Y si es verdad que “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo unigénito” (Jn 3,16); también lo es que el Hijo vino al mundo para que todos tengan vida en plenitud. Por eso, Jesús toma partido por los hijos e hijas de Dios en los que ha fracasado el proyecto divino:

los pobres, a quienes bendice en contraposición con los ricos, los hartos y alabados por el mundo, (cf. Lc 6,20-25), y con los que se identifica (cf. Mt 25, 40.45);

  • los arruinados humana y religiosamente: los inobservantes e ignorantes, los etiquetados como pecadores y los publicanos; todos aquellos a los que las barreras religiosas han marginado y llevado a la convicción de que para ellos no hay salvación posible. Para todos ellos tiene Jesús una palabra de consuelo y una acción liberadora;

las mujeres, socialmente excluidas del reconocimiento de su dignidad humana;

los niños a los que Jesús acoge e incluso propone como modelo (cf. Mt 18,2);

los paganos, que oirán de Jesús palabras de elogio (cf Mt 8,10; 15,28) y no son excluidos del Reino (cf Mt 18, 11);

los ricos deshumanizados a los que quiere hacer salir de sus falsas seguridades. (cf. Lc 12, 14) advirtiéndoles que el dinero o es fruto de injusticia, o causa de codicia y nuevas injusticias (cf. Lc 16,9) y lleva, incluso, al olvido de Dios (cf Lc 16,13). Jesús les ofrece la liberación de la esclavitud de las riquezas;

los religiosamente satisfechos, que creen tener méritos ante Dios , y, presumiendo de una santidad falsa, desprecian a los aparentemente pecadores. También a estos intenta Jesús sacarlos de su ceguera.


En todas partes y situaciones, practica la pastoral de la búsqueda de los “extra-viados”, dispuesto a dejar 99 ovejas cuando falte una sola; a todos hay que anunciar el Reino. “Recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando la buena noticia del Reino y curando toda dolencia y toda enfermedad” (Mt 9, 35).


Mientras en tiempo de Jesús se pensaba que la única manera de hacer presente el Reino era a base de excluir, Jesús muestra que el Reino se hace a base de incluir, sin que falte nadie, porque sólo así Dios es Padre de todos.


2.La actuación de Jesús

2.1.Ante la marginación religiosa y social.

En los sinópticos, (Mt 8, 2-4; Mc 1,40-45; Lc 5, 12-16) aparece la figura de un leproso que se acerca a Jesús y le pide que lo limpie. Dice Marcos: "Se le acercó un leproso y le suplicaba de rodillas: 'Si quieres, puedes limpiarme'. Compadecido, Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: 'Quiero, queda limpio ".

En Israel los leprosos eran el caso extremo y el prototipo de la marginación religiosa y social (Lv. 13,45 ss). Apartados del trato humano, arrancados de la propia familia, eran personas aniquiladas a las que se prohibía el contacto humano. Pues, a pesar de eso, el leproso se acerca a Jesús y Jesús se hace próximo al leproso, lo toca, y, actuando así, le devuelve su dignidad de persona.


Es contrario a la voluntad de Dios, marginar a alguien en nombre de una ley.

    1. Ante la muerte

Mateo (9, 18-19. 23-25), Marcos (5, 21-24. 35-42) y Lucas (8, 40-42. 49-55), narran la invitación de Jairo hecha a Jesús para que vaya a curar a su hija gravemente enferma. Jesús accede. Al llegar a la casa la niña ha muerto. La Ley dice: “Quien toque un cadáver cualquiera, así como huesos humanos o un sepulcro, quedará impuro siete días”. ( cf. Nm 19,16) Jesús se acerca a la niña, la toma de la mano y la restituye a la vida, ajeno a las burlas de los pesimistas que, en su papel de llorones, consideraban la situación como irremediable.


La actuación de Jesús invita a poner remedio a situaciones límite, que no hay que dar por definitivas e insuperables.


2.3.Ante una situación desesperada.

En el camino hacia la casa, los sinópticos (Mt 9, 20-22; Mc, 5,25-34, Lc 8, 43-48) relatan el episodio de la hemorroisa. La pérdida de sangre, igual a pérdida de vida, suponía impureza legal que prohibía todo contacto. Sabía muy bien aquella mujer, “que había gastado toda su fortuna intentando su curación”, que la única posibilidad de salir de su situación humillante era aceptar la alternativa que ofrecía Jesús. Por eso, toma la decisión de aproximarse a El y tocarle.

Y, con ese contacto, aireado por Jesús, la mujer se siente corporalmente curada y socialmente rehabilitada.


Cuando fallan los recursos humanos, Jesús es la solución. Pero hay que acercarse a él, hasta tocarle.



2.4.Ante la segregación por el pecado

En tiempo de Jesús se admitía la relación entre pecado y castigo.

  1. Mateo, Marcos y Lucas relatan el caso de un paralítico, un no querido, un castigado por Dios por algún pecado oculto. (cf. Jn 9, 2). ¿Tenía fe en Jesús? Probablemente ni en Dios, al menos en el Dios de los "sabios y entendidos" "Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: 'Confía, hijo. Tus pecados están perdonados”. Es explicable la reacción de los maestros, como lo es también el asombro de todos al ver que el inválido-pecador recobra el movimiento y su dignidad de hijo de Dios a partir de la fe de los que lo habían llevado ante Jesús”.


La fe en Jesús no permite desentenderse de la increencia deshumanizante y paralizante de los demás.

En el mundo en que se mueve Jesús, se llama también pecadores a los que ejercen un oficio o una actividad juzgada pecaminosa. En la tradición evangélica aparece claramente uno de estos oficios, el de recaudador de impuestos (Mt 9,10 y par.) y posiblemente también el de prostituta (Mt 21,31; Lc 15,30).


  1. Jesús llama a Leví (Mc 2, 14-17 y par)

El pasaje de Marcos pone de relieve la conducta escandalosa de Jesús: compartir la mesa es ofrecimiento de paz, de simpatía, de confianza, de fraternidad; se comparte la mesa y se comparte la vida. Y Jesús comparte su vida, come, bebe y hace fiesta con aquellos que la sociedad condena. Le llamarán "comilón" "borracho", y "amigo de pecadores". (cf. Lc 7, 34).


Pero, él “ha venido a llamar a los pecadores”, (cf. Mt 9, 13), y, por eso, no los desprecia, no los humilla, no los condena: les ofrece el Reino. (cf. Jn 8, 3-11).


Jesús deja en claro la gratuidad del amor de Dios, un amor abierto y benevolente.

Una mujer conocida como pecadora por la gente de la ciudad, se acerca a Jesús, invitado a un banquete(Lc 7,36-50).; le lava los pies con sus lágrimas, se los seca con sus cabellos y se los unge con perfume. Dada su condición, aquella mujer contaminaba con sola su presencia. Por eso, el fariseo Simón se decía: "Si éste fuera profeta, conocería qué clase de mujer es la que le está tocando, una pecadora". (v. 39)


Jesús reprocha al puritano Simón y defiende a la mujer; no entra en el juego de los que, teniéndose por justos, intentan sofocar la más noble de las realidades humano-divinas, el amor nacido del dolor.


El Reino de Dios no pasa por la simple adhesión a unas verdades o la observancia puritana e intimista de unas normas; no se mide por la ortodoxia sino por la ortopraxis; se encarna en gestos de amor y servicio.

    1. Ante el rechazo por etnia y sexo

Jesús y la samaritana (Jn 4,5-30).. Sin entrar en el mundo simbólico del evangelista, hay que reconocer que la escena encierra cierta carga dramática: -1° porque la mujer es samaritana y Jesús judío. -2° porque dialogar con una mujer era en cierto modo degradante. -3° porque el diálogo tiene lugar junto a un pozo. Este tipo de escenas junto a un pozo podían acabar en boda. (cf. Gn 24)


Por eso la extrañeza de los apóstoles, reacios a admitir lo que están viendo.(v. 27)Jesús salta toda barrera y habla con la mujer hasta despertar en ella el deseo del “don de Dios” que la convierte en portavoz de le Buena Noticia ante su gente.

La buena noticia del Reino es ofrecida a todos y a todas, en un diálogo de aproximación cordial, sin catalogaciones despectivas y humillantes; sin temeridad ni ingenuidad; con tacto, mente abierta y corazón limpio.

2.7.Ante la situación de riqueza.

Zaqueo, jefe de publicanos y rico (Lc 19, 1-6). Todo el episodio está articulado sobre el ve".

Zaqueo, no consigue ver, pero, es visto por lo otros y es visto también por Jesús.Los otros lo ven mal, antes del encuentro con Jesús e inmeditamente después. "Al ver esto, todos murmuraban” (v. 7)Jesús lo ve de otra manera.Los otros lo ven como avaro, usurero, ladrón, y lo desprecian..La mirada de Jesús es distinta: no se queda en lo superficial del hacer o del tener; penetra en lo profundo del ser, y, donde otros no llegan, descubre a un hijo de Abrahán.

A Zaqueo, prisionero de una estructura que él mismo contribuye a perpetuar, no le preocupaban los pobres; sólo tenía curiosidad por ver a Jesús. Pero, al recibirlo "muy contento" en su casa, quedó ganado por El y decidió “dar la mitad de sus bienes a los pobres y devolver cuatro veces más a los que ha defraudado” (v. 18). En un instante, Zaqueo rompió con el dinero y con todo aquello a lo que estaba tan apegado a favor de los demás. Aprendió lo que todos tenemos que aprender: en cuanto dejamos al Señor entrar en nuestra casa, algo cambia radicalmente a nivel personal y social.La mirada de Jesús, sin prejuicios ni anatemas, su palabra y su trato cercano liquidaron al rico injusto y recrearon al hombre justo y honrado.


Quien opta por la causa de Jesús no es excluyente, no discrimina a las personas por su situación; ve en todos hijos de Dios; sólo desea que le abran las puertas al Señor.


El Reino de Dios resuena para los pobres como Buena Noticia (Lc 4, 18-21) y para los ricos y poderosos como juicio y llamada a la conversión. (Lc 6,24-26). Por eso, la actuación de Jesús no se dirige sólo al necesitado físicamente o psicológicamente; también al necesitado de perdón, al necesitado de Dios.


3.La opción de la vida religiosa

Un religioso es un cristiano que hace una opción de vida personal y carismática. Para que esa opción sea evangélicamente sólida, tiene que ser “seducida por Jesús y su causa”. Quizá tengamos como más tematizada la dimensión voluntarista y menos la dimensión agraciada. Pero el seguimiento de Jesús no es sólo ni primordialmente un asunto de opción personal; tiene, como origen y fundamento permanente, la seducción. Es Jesús, el Señor, quien llama y atrae, quedando el llamado atrapado (cf. Flp 3, 12) por haber sido elegido, (cf Ef 1,4), y habitado por los sentimientos, la mentalidad, la inteligencia. de Cristo.(cf. Flp 2, 5), por lo que relativiza todo lo demás. (cf. Flp 3, 7-8)

Quedarse en la estructura de la opción personal voluntarista puede llevar a elegir las parcelas en las que actuar con desprecio de otros espacios que claman por ser evangelizados.


La Vida Religiosa, es un carisma profético:

Surge de la indignación ante la realidad humana desquiciada y rota,

desencadena mecanismos de sensibilidad y de voluntad,

se hace compromiso por transformar las dolencias y enfermedades históricas.


Pero, debe pasar del nivel indignado-voluntarista, al nivel apostólico-seducido que sabe de abnegación por la que:

no escapa de los lugares de pobreza material, física, psíquica y moral;

pero tampoco se desentiende de los lugares de soberbia o despiste cultural, de hartura de bienes materiales, de increencia en la abundancia.


Lugares todos, en los cuales la opción seducida urge a pronunciar palabras de anuncio y de denuncia, a realizar los signos del Reino, desde el testimonio del hombre nuevo fundado en Cristo.



4.La actuación de los religiosos


La actuación de los Religiosos, coherente con la opción personal seducida, está motivada por “cuatro grandes fidelidades:

fidelidad a Cristo y al Evangelio;

fidelidad a la Iglesia y a su misión en el mundo;

fidelidad a los hombres y ,mujeres de nuestro tiempo:

fidelidad a la vida religiosa y al carisma del propio Instituto”(Cf. R.P.H., 13; VC 110)


4.1.Fidelidad a Cristo y al Evangelio


Que “los pobres son herederos del Reino” es una afirmación que forma parte de la revelación. Por eso, ir a los pobres es ir a la fuente del Evangelio que es la “norma normans”. Y mientras el mundo siga su curso, los Religiosos tendremos que ir siempre a los pobres de cada época y de cada contexto cultural.


Pero la complejidad de la vida moderna nos impide ser simplistas. Y si hemos descubierto a Jesús realizándose desde una opción conscientemente asumida por el Reino de Dios, no podemos interpretar su mensaje, ni leer su actuación, desde un genericismo desencarnado y etéreo, pero tampoco desde un particularismo selectivo y excluyente. “Dios no cambia, como tampoco cambia la figura de Cristo y la esencia de su Buena Noticia. Esta única Palabra resuena- debe resonar-, de una forma siempre nueva, según los tiempos y lugares, según la fisonomía irrepetible de los destinatarios y de su contexto histórico-social1”.


El programa de Cristo es claro: que “los ciegos vean, que los cojos anden, que los sordos oigan, que los leprosos sean limpios, que los muertos resuciten y que los pobres sean evangelizados”. (cf. Mt. 11, 4-5).

Y es claro el encargo confiado a los doce:“anunciar el Reino, curar enfermos, resucitar muertos, limpiar leprosos, expulsar demonios”. (cf. Mt 10, 7-8; Mc 3, 14-15)


El que opta por seguir a Jesús deberá pelear la causa de Jesús en los lugares, situaciones y personas en los que el Reino de Dios no está presente.



    1. Fidelidad a la Iglesia

P.C. (13) declara que "todos los religiosos deben amar a los pobres en el corazón de Cristo".

O.F.I.R. (14) estimula a los religiosos a “un mayor acercamiento a los más empobrecidos y necesitados, a quienes el mismo Jesús ha preferido siempre, a los cuales dijo haber sido enviado y con quienes se ha identificado”.

PUEBLA (31-39) presentó, desde el contexto del tercer mundo, “los rostros de los pobres “en los que deben reconocerse los rasgos sufrientes de Cristo, el Señor, que nos cuestiona e interpela:

rostros de niños, golpeados por la pobreza desde antes de nacer, por obstaculizar sus posibilidades de realizarse a causa de deficiencias mentales y corporales irreparables; los niños vagabundos y muchas veces explotados de nuestras ciudades, fruto de la pobreza y desorganización moral familiar;rostros de jóvenes, desorientados por no encontrar su lugar en la sociedad; frustrados, sobre todo en zonas rurales y urbanas marginales, por falta de oportunidades de capacitación y ocupación;rostros de obreros frecuentemente mal retribuidos y con dificultades para organizarse y defender sus derechos;rostros de subempleados y desempleados, despedidos por las duras exigencias de crisis económicas y muchas veces de modelos de desarrollo que someten a los trabajadores y a sus familias a fríos cálculos económicos;rostros de marginados y hacinados urbanos, con el doble impacto de la carencia de bienes materiales, frente a la ostentación de la riqueza de otros sectores sociales;rostros de ancianos, cada día más numerosos, frecuentemente marginados de la sociedad del progreso que prescinde de las personas que no producen.


El Documento de SANTO DOMINGO, (163-178), añadía nuevos rostros de pobreza. V.C. (75) enumera algunos de ellos:“rostros desfigurados por el hambre, rostros desilusionados por promesas políticas; rostros humillados de quien ve despreciada su propia cultura; rostros aterrorizados por la violencia diaria e indiscriminada; rostros angustiados de menores; rostros de mujeres ofendidas y humilladas; rostros cansados de emigrantes que no encuentran digna acogida; rostros de ancianos sin las mínimas condiciones para una vida digna.


La Exhortación Apostólica V.C. (96-99), bajo el epígrafe “algunos areópagos de la misión”, nos introduce en el ámbito habitual donde algunos carismas de Vida Religiosa desarrollan su acción misionera: el mundo de la educación y de la cultura, con un tercero añadido que incide en los anteriores: el mundo de los medios de comunicación.


O.F.I.R. (14) enumera unas formas de “pobreza a gran escala que afecta a individuos y sociedades enteras”, y denuncia “el hecho de que la sociedad humana esté organizada para producir y reproducir esas formas de pobreza”.

Tal situación "es fruto de mecanismos que, por encontrarse impregnados no de humanismo, sino de materialismo, producen... ricos cada vez más ricos, a costa de pobres cada vez más pobres "(Juan Pablo II, Discurso inaugural de Puebla III, 4).

La Vida Religiosa no puede desentenderse ni de los pobres, ni de las estructuras que generan situaciones de pobreza material y moral.

4.3.Fidelidad a los hombres y mujeres de nuestro tiempo


En el cuarto mundo, producto del primero, resuena la voz de los nuevos pobres: los toxicómanos, los delincuentes, los sin-techo, los enfermos terminales, los alcohólicos, los que viven en soledad, los fracasados, los marcados por experiencias dolorosas o negativas, los menos atrayentes, los inmigrantes, las víctimas de la violencia, las familias rotas, los modernos y los posmodernos en lo que tienen de negativo...

El primer mundo es también el mundo de los "pobres opulentos", ricos de cosas y vacíos de valores evangélicos. En ellos resuena la voz de la increencia traducida en indiferencia o palabra elegante, escéptica; individuos y grupos empeñados en construirse a sí mismos prescindiendo de Dios o contra Dios.


El clamor de estas voces no puede dejar insensibles a los seguidores de Aquel a quien se le “conmovían las entrañas” al contemplar las multitudes que “vagaban como ovejas sin pastor”. (Mc 6,34; Mt 9,36).


La cultura, la ciencia, la tecnología, los medios de comunicación, necesitan también ser iluminados por los valores del Evangelio, por lo que “la vida religiosa no puede hurtarse de esos campos sin revelar una trágica miopía”.(M. Acevedo)

Pablo VI escribió: “Es preciso evangelizar la cultura, no de una manera decorativa, sino en profundidad, hasta sus mismas raíces”(E.N. 20).

"Se evangeliza cuando se transforman, con la fuerza del Evangelio, los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida vigentes que están en contraste con la Palabra de Dios y el designio de salvación ". (E.N., 19)


Una postura de simpatía por el mundo moderno, al que Dios ama y para el cual “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre” (Hb 13,8) prohibe ignorar los ámbitos de degradación cultural y la necesidad de una palabra y una acción evangelizadora, sea o no aceptada. (cf. Hech. 17, 16-34).

4.4.Fidelidad al carisma propio.


Es asombroso contemplar la maravillosa variedad de familias religiosas que enriquecen a la Iglesia y la capacitan para toda obra buena” (PC 1; cf. LG, 46; EN 49; MR 14b; RPH 5-6; VC. 5-12).

"Evidentemente la caridad cristiana no excluye a nadie: pero el carisma de Don Bosco tiene un amor de predilección por los jóvenes y por las clases populares". (D. Viganó en V.R. -Monográfico sobre D. Bosco-, Marzo 1988).


A D. Bosco le horrorizaba el espectáculo de la juventud perdida, instrumentalizada; optó por ellos porque sabía muy bien que, durante la juventud se forma la personalidad y se configuran las actitudes de la vida posterior. Por eso, hizo de los ambientes de su actuación: laboratorios de “honrados ciudadanos y buenos cristianos”.

Para los agraciados con el carisma de D. Bosco, los jóvenes son el gran espacio para proseguir la causa de Jesús. Cerrarse a ellos, cerrarles las puertas, es una forma de suicidio carismático.

Y, con los jóvenes, el pueblo sencillo que necesita ser sostenido en la fe en el contexto de las nuevas idolatrías. El ejemplo de D. Bosco nos habla de abandono de la aristocracia intelectual, y evoca cercanía, respeto, formación en la fe.







5.A modo de conclusión


La misión desgarra.


a)Es, por una lado, un valor por el que se opta sobre todo lo demás: el Reino de Dios. Pero, al mismo tiempo, significa limitación; no se puede encarnar más que dentro de un contexto concreto.


b)Más que con un gesto episódicamente heroico, se realiza con un estilo de vida. No importa si lo que se hace es fácil o difícil. Importa que sea una tarea de la que uno se hace responsable y que se constituye en criterio que juzga la coherencia de una vida entregada a la causa de Jesús dentro de un cuerpo apostólico.

c)Jesús realizó su tarea en circunstancias diversas, siempre concretas, no guardándose para sí, sino dándose. No sólo es importante lo que hace, sino también, inseparablemente, cómo lo hace: en obediencia al Padre; en pobreza, despojado de su yo; en amor virginal, abierto a Dios y a los demás.


Siendo un hombre-para-los-demás “pasó por la vida haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo” (Hch, 10,38).



FORMACIÓN



RELIGIÓN Y FE, EN LOS CIEN AÑOS DE RAZÓN Y FE2

Introducción





El título de estas páginas quiere ser una parodia del nombre con el que nació esta revista hace ahora cien años. La parodia busca insinuar que, si la revista naciera hoy, quizá no se llamaría como se llamó entonces, sino como el presente artículo.

No pretendo con eso abogar por un cambio del nombre de la revista, que no tendría sentido. Sólo quiero poner de relieve que la fe se encuentra muchas veces frente a tareas históricas que van cambiando con los tiempos. Y esas ta­reas adquieren con frecuencia la forma de una dualidad, que parece imposi­ble de armonizar en el momento en que se plantea el problema. La historia de la fe cristiana muestra además cómo esos problemas se han resuelto bien cuando de entrada se apostó por ambos polos del dilema, con el ánimo de no sacrificar ninguno, como en el caso paradigmático de divinidad y humanidad en Jesús.

La fe se ejercita así como seguridad de que la respuesta existe, aunque ahora no la tengamos. Y en apuesta por que podemos encontrarla.

Cuando nació esta revista, la cultura de la Modernidad experimentaba una seria dificultad en los dos miembros «razón y fe», sobre todo si el pri­mero se concretaba en esa provincia de la razón que es la ciencia. Creo que Teilhard de Chardin (al margen de las afirmaciones concretas que se le puedan discutir), fue el verdadero profeta de esa actitud creyente que apues­ta por la existencia de la armonía, y busca luego las formas y caminos que llevarán a esa síntesis. Teilhard puede parecerse al profeta que llevó hasta la tierra prometida, sin entrar él en ella. Hoy nadie cree que razón y fe (ni siquiera ciencia y fe) constituyan un dilema insuperable, salvo algunos pocos ilustrados dieciochescos que, por su historia personal o nacional, acaban de descubrir hace poco la Ilustración, cuando el mundo está ya preocupándose por sus límites y su «dialéctica (3).

Otro ejemplo: hacia los años sesenta, con el descubrimiento cultural del carácter epistemológico de la praxis humana, el dilema «razón y fe» se esco­ró hacia el dilema marxismo y cristianismo. Hubo cristianos que, al margen de sus posibles errores particulares como en el caso de Teilhard, apostaron también por la existencia de una posible armonía y por la necesidad de buscarla (permítaseme citar como profeta el nombre del olvidado Giulio Girardi).

Estos ejemplos sirven para aclarar el título de mi escrito. Derrotada la razón moderna por sus mismas realizaciones y por la muy discutible reapa­rición de «lo sagrado», uno de los grandes problemas del siglo XXI va a ser el de la fe cristiana y las religiones de la tierra. Los ejemplos puestos ayuda­rán a entender que no es pretensión de este artículo dar ya la solución al pro­blema, sino más bien poner en juego esa actitud creyente que apuesta de entrada por la compatibilidad de ambos extremos del problema, sin necesi­dad de sacrificar nada de la identidad de cada uno, como en el caso central de Jesucristo «plenamente Dios, plenamente hombre».

Tal actitud creyente se arriesga como Abraham a «salir de su casa y de su parentela» en busca de esa promesa. Como salía el místico antaño en busca del Dios desaparecido: «salí tras ti corriendo y eras ido»...

Tendrá por eso este artículo la forma de pequeñas tesis o enunciados, que intentan sólo iluminar por donde me parece que discurre el camino bus­cado.





LA primera tesis ha quedado ya formula­da en esta introducción: la necesidad de esa apuesta por una doble fideli­dad (a las religiones de la tierra y al cristianismo), similar a la apuesta que hacía esta revista hace un siglo, de fidelidad a la razón y a la fe.

Debe quedar claro que la distinción entre religiones y fe obedece sólo a la pretensión mimética que he dado a mi título. No presupone (en un senti­do más o menos barthiano) que sólo el cristianismo es fe, y lo demás religio­nes. Al contrario: estoy seguro de que existe auténtica fe en muchas religio­nes no cristianas, y a veces falta en muchos que nos llamamos cristianos. Pero a pesar de eso, a lo largo de este escrito, usaré la palabra fe para referirme al cristianismo, y el término «religiones» para las demás corrientes religiosas del planeta.

Hecha esta aclaración, en el resto del artículo voy a enunciar algunas tesis más.



1 Segunda tesis

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2 Tercera tesis

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3 Cuarta tesis

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4 Quinta tesis

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5 Sexta tesis

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6 Séptima tesis

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7 Lo decisivo para el cristiano

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8 A modo de conclusión

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9 A la busca del tesoro

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10 El retorno al hogar

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11 La fundación de una nueva patria

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12 El intruso benefactor

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13 El intruso destructor

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14 La venganza

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15 La mártir y el tirano

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16 LOS VIEJOS RELATOS QUE SE CUENTAN EN LAS PELÍCULAS

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17 Lo viejo y lo nuevo

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18 El amor voluble y cambiante

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19 El amor redentor

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20 El amor prohibido

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21 La mujer adúltera

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22 El seductor infatigable

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23 El ansia de poder

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24 El pacto con el demonio

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25 El ser desdoblado

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26 El conocimiento de uno mismo

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27 En el interior del laberinto

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28 La creación de vida artificial

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29 El descenso al infierno

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