Memorias Biográficas de San Juan Bosco vol 9
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CAPITULO I 

1868 -DON BOSCO ESCRIBE LA HISTORIA DE UN SANTUARIO DEDICADO A MARIA SANTISIMA EN LA DIOCESIS DE 
ACQUI -CARTA DEL CAPELLAN DE ESTE SANTUARIO A DON BOSCO -DON BOSCO CONFIA A DON JUAN BONETTI LA 
REVISION Y CORRECCION DE SUS MANUSCRITOS DESTINADOS A LA IMPRENTA -DON JUAN BONETTI DOCTO Y 
CASTIZO ESCRITOR; TODOS SUS ESTUDIOS ESTAN INSPIRADOS POR SENTIMIENTOS DE PIEDAD: SU DILIGENCIA 
PARA ANOTAR CUALQUIER PALABRA DE DON BOSCO: PRUEBAS DE SU APRECIO A DOMINGO SAVIO Y MIGUEL 
MAGONE -CONSEJOS Y FLORECILLAS QUE DON BOSCO LE DIO Y QUE LE DIJO EL BUEN PADRE AL DESTINARLE A 
LA CASA DE MIRABELLO -SANTOS PROPOSITOS -NUMERO DE SOCIOS EN LA PIA SOCIEDAD AL ACABAR EL AÑO 
1867 

A fines del año 1867, o principios de 1868, terminaba don Bosco un trabajo que desde hacía tres años atendía en los ratos libres. No sabía 
negarse a nada, cuando se trataba de las glorias de la Santísima Virgen. Su pluma ya había descrito las apariciones, santuarios y gracias 
de la Virgen en La Salette, en Lourdes, en Spoleto y otros lugares; ahora, entregaba sus apuntes históricos sobre un santuario de la 
Santísima Virgen, situado en el término parroquial del pueblecito ((2)) de Ponzone, en la diócesis de Acqui, al sacerdote José Poggio, que 
le había encargado esta obra. 

Trátase de un santuario levantado en tiempos remotos, ciertamente anteriores al año mil de la era vulgar; probablemente se remonta su 
fundación a los primeros siglos de la Iglesia. Lo cual no debe causar asombro, pues se cree, y no sin fundamento, que San Pedro, camino 
de la evangelización de las Galias, anduvo por Acqui y sus alrededores, a cuyos habitantes instruyó en la religión cristiana. Tras él 
anduvo su discípulo San Siro, el cual, al igual de su maestro, acabó de convertir, con la predicación y los milagros, a los pueblos de 
Acqui y Liguria. Los dos taumaturgos misioneros enraizaron ciertamente en aquellas tierras la devoción a la Santísima Madre del 
Salvador, y tal vez no sea muy posterior a aquellos tiempos 
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dicho santuario, de cuyo origen hay una tradición constante y universal. 

Cierta familia de Ponzone tenía una hija muda. Sus padres la enviaban con frecuencia a llevar el ganado a pastar al monte, junto al 
rellano donde se levanta hoy el santuario. Y he aquí que un día se le apareció una Señora de hermosura celestial, magníficamente 
ataviada. Una dulce sonrisa afloraba a sus labios y brotaban de sus ojos bondad y dulzura indescriptibles. Ante aquella aparición, la buena 
niña quedó extasiada y, al contemplarla, sentía que su alma se inundaba en un mar de alegría. Enseguida comprendió que la hermosa 
Señora no podía ser más que la Reina del Cielo. 

-Ve a casa, díjole María Santísima, y di a tus padres que comuniquen a los habitantes del pueblo y de los alrededores que levanten en 
este lugar un templo en mi honor. 

Y desapareció. 

La buena niña bajó corriendo del monte, presentóse a sus padres y, como si nunca hubiera estado muda, empezó a hablar con soltura y a 
contar la aparición de la Virgen ((3)) y las palabras que oyó de sus labios maternales. Los padres quedaron sorprendentemente 
asombrados del evidente milagro de la muda, que había adquirido el habla, y creyeron. Con ellos creyeron todos los habitantes de los 
pueblos vecinos y, en poco tiempo, se levantó el sagrado edificio. Desde entonces hasta nuestros días fueron innumerables las gracias 
espirituales y temporales concedidas por María Santísima a sus devotos. 

Don Bosco buscó documentos, visitó archivos, consultó apuntes eclesiásticos y hasta parece que fue a Ponzano. 

El santuario se levanta al presente en un rellano del monte y está cercado por un fuerte muro, con una alta puerta en arcada para entrar. 
La iglesia es de una sola nave bastante grande, de hermosa y majestuosa traza, enlucida con escayola y pinturas; tiene cinco altares y en el 
mayor una estatua de la Santísima Virgen muy venerada desde tiempo inmemorial. 

Acerca del opúsculo, escrito por don Bosco, tenemos el siguiente documento: 

V.J.M.y J. 
Rvmo. Sr. Don Juan Bosco: 

He recibido el manuscrito con la historia de este santuario. Cumpliendo cuanto su V. S. Rvma. me comunica en su apreciadísima 
última, lo he leído y releído. Me 
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pareció que había algo que cambiar o añadir, y, aunque poco apto para tal fin, confiado en la asistencia de María, asiento de la sabiduría, 
me he puesto a copiarlo, añadiendo las variaciones que, dentro de mis pocos conocimientos, me parecían del caso y dejando así intacto el 
original. 

Esperando tener acabada dentro de pocos días esta copia, un poco distinta del original, he decidido ir yo mismo a presentar una y otra a 

V. S. Rvma. para explicarle de viva voz los motivos de los cambios hechos (dejando sin embargo totalmente la solución a su sabio 
entender) y para oírle acerca de diversas cuestiones relacionadas con dicha historia. 
No obstante, antes de trasladarme ahí, ruégole tenga la bondad de indicarme cuanto antes, si V. S. Rvma. estará en casa a primeros de la 
próxima semana, fecha en la que, si Dios quiere, podría ir; además, si cree conveniente, que yo, para ganar tiempo y evitar mayores 
molestias, presente antes dicha historia al señor Obispo de Acqui para la formalidad de la revisión. 

((4)) Por último, quisiera pedirle que tuviera la bondad de prestarme alojamiento, si le fuera posible, en ese Oratorio, durante el poco 
tiempo que deberé quedarme y así tener mayor facilidad para despachar lo antes posible, tanto por la crítica estación en que estamos, 
como por las ocupaciones que tengo. 

Rogando cordialmente a la Santísima Virgen que se digne premiarle con largueza todo lo que hace por este su Santuario, le saludo con 
toda distinción, profesándome con profundo respeto de V. S. Rvma. 

Santuario de Nuestra Señora de la Parroquia, 13 de noviembre de 1866. 

Su seguro servidor JOSE POGGIO, párroco 

Don Bosco había entregado una copia de dicho manuscrito a don Juan Bonetti, puesto que nosotros la hemos encontrado precisamente 
entre sus cuadernos. Ya antes de que éste fuera sacerdote, le enviaba las obras destinadas a la imprenta para que las revisase y corrigiese 
y, a veces, para que las completase. Y así continuó haciendo durante toda su vida. 

Don Juan Bonetti era para esto su incansable brazo derecho. Como hábil escritor, resultaba minucioso en las correcciones; están tan 
atestados de ellas sus manuscritos, que muchas páginas resultan casi ilegibles. Dejó escritos gran número de sermones y parece que no 
subía jamás al púlpito sin haberlos redactado o al menos ordenado con un amplio esbozo y siempre con abundancia y precisión de 
doctrina. 

Habiendo perdido don Bosco unos cuadernos, como anteriormente se dijo, para una historia universal de la Iglesia, encargó a don Juan 
Bonetti que llenara esta laguna; y comenzó él este trabajo hacia 1862 y lo continuó durante muchos años. Pero no nos queda más que la 
primera época, en dos volúmenes manuscritos, que comprenden 
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mil doscientas sesenta y una páginas, con citas bíblicas, patrísticas y de autores eclesiásticos y profanos sin número. Don Bosco colocaba 
en ellas muchas apostillas de su propia mano. Pero las muchas ocupaciones debieron truncar al fin una obra ((5)) que el mismo Santo 
Padre, según veremos, deseaba fuese acabada, especialmente para defender la infalibilidad del Jefe de la Iglesia. 

Don Juan Bonetti había escrito también, en honor de don Víctor Alasonatti, una biografía del beato Querubín Testa, que no se editó. 
Y más tarde compuso la Vida de María Virgen, y la Vida y doctrina de Jesucristo, narrada y explicada, según el Evangelio, a una familia 
fiel y en defensa contra los ataques de los impíos. 

A su tiempo hablaremos de otros escritos suyos, publicados en las Lecturas Católicas. 

Don Juan Bonetti unía a su ciencia un gran espíritu de piedad, que don Bosco había infundido en su corazón desde 1855, cuando entró 
en el Oratorio. Las frases escritas por él sobre las cubiertas de sus cuadernos escolares son palabras salidas de la boca y de la pluma de 
don Bosco. 

Léese en los del bachillerato: Acudir frecuentemente a María -Rigurosa fuga del ocio -María es tu Madre. En ellos anotó la etimología y 
la explicación de palabras latinas, griegas y alguna hebrea, dada por don Bosco a los jóvenes, en público y en privado y en los sermones 
de 1857. 

En los cuadernos de los cursos de Filosofía aparece escrito: Sedes sapientiae, ora pro me -Da mihi animas, caetera tolle -(Asiento de la 
sabiduría, ruega por mí -Dame almas, llévate lo demás) -Para gozar de plena libertad de espíritu, hay que desligar por completo el 
corazón de las cosas de esta tierra -Quien se aleja de amigos y parientes, se acerca a Dios y a sus ángeles -(Kempis). Y más veces: 
Domingo Savio era mi compañero y condiscipulo, por tanto: Si ille cur non ego? (Si él pudo, »por qué yo no?). 

También le era muy querido e invocaba el nombre de otro santo jovencito, el de Miguel Magone, de quien había sido asistente. 
Conservaba entre sus papeles, como primorosa reliquia, ejercicios suyos de clase, que ahora están archivados. 

Por fin, en los cuadernos de Teología se lee: Viva María; Viva Domingo Savio; Viva don Bosco -Diabolus te semper occupatum 
inveniat (Que el diablo te encuentre siempre ocupado) (San Jerónimo)-Dulcedo multiplicat amicos et mitigat inimicos (La dulzura 
multiplica los amigos y apacigua a los enemigos). 

((6)) En un sobre en el que se lee «Al clérigo Bonetti», con escritura 
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autógrafa de don Bosco, hemos encontrado pequeños recortes de papel, en cada uno de los cuales aparece escrita una florecilla o un 
consejo espiritual. Helos aquí por orden: 

-Rezarás una salve en favor de la obra de la propagación de la fe.
-Oirás una misa por la conversión de los pecadores.
-Rezarás el salmo miserere por la conversión de los escandalosos.
-Rezarás la tercera parte del rosario, con las letanías, por la conversión de los infieles, herejes y cismáticos.
-Harás una mortificación corporal o te privarás de algo en la comida, por los pecadores sin templanza.
-Rezarás un acto de esperanza y una salve por los que están desesperados o atraviesan una gran desventura.
-Ofrecerás tu corazón a Jesús y a María.
-Rezarás los actos de fe, esperanza y caridad, por las necesidades de la santa Iglesia.
-Oirás una misa por la conversión de Inglaterra.
-Harás una visita a Jesús Sacramentado como desagravio de las ofensas que recibe en el divino Sacramento.
-Rezarás ante el altar de María Santísima las letanías de la Virgen y una salve por todos tus compañeros.
-Harás una limosna para la obra de la propagación de la fe.
-Rezarás cinco padrenuestros, avemarías y glorias, en honor de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
-Rezarás los siete gozos de la Virgen María y las letanías, por todos los ministros de Dios.
-Rezarás el Veni Creator para obtener del Espíritu Santo luces y gracias para ti y para todos los pecadores.
-Rezarás siete avemarías en honor de los siete dolores de la Virgen María, para alcanzar su protección durante la vida y principalmente


en el instante de la muerte para ti y para todos tus parientes. 
-En la tentación dirás: Jesús mío, misericordia; María, ayúdame. 
-Harás una comunión en honor de los sagrados corazones de Jesús y de María por todos los socios hermanos, tanto vivos como 

difuntos. 
-Rezarás la tercera parte del rosario por todos tus bienhechores espirituales y temporales. 
-Rezarás tres avemarías para obtener la perseverancia final para ti y para todos tus parientes. 
-Rezarás el Veni Creator para alcanzar los siete dones del Espíritu Santo. 
((7))-Dirás el Ave Maris Stella por cuantos se encuentran en desgracia de Dios. 
-Rezarás a la Santísima Virgen para que te inspire cuál es tu vocación. 
-Pedirás a Jesús y a María estas tres virtudes: humildad, pureza y caridad, recitando tres avemarías y tres gloriapatris. 

Don Juan Bonetti dejó también el recuerdo de dos avisos que le dio don Bosco: 

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«La devoción al Santísimo Sacramento y a la Virgen María serán dos poderosos apoyos para ti y para aquellos a quienes se la 
inculques.» 

«Sea María tu celeste protectora ahora y siempre; yo pongo en sus manos tu alma.» 

Y en otro papel suyo se lee: «El 27 de noviembre de 1863, antes de partir para Mirabello, me dijo don Bosco: 

»Deseabas que te sometiera a prueba y ya lo estás. Ahora podremos ver a qué ocupación te llama el Señor de modo especial. Yo pensé y 
pensaré en ti y, mientras el Señor me dé vida, me afanaré por hacerte feliz, no sólo espiritual, sino también temporalmente. Vive alegre. Y 
si una molestia o pesar, del alma o del cuerpo te sorprendiera, escríbeme y yo te quitaré toda pena. Tu patrimonio está en vías de arreglo; 
te tendré al corriente de cuanto suceda. Te recomiendo ayudes a don Miguel Rúa. Que Dios te bendiga.» 

Y el clérigo Bonetti, generoso seguidor del impulso que don Bosco le daba, escribía con la firmeza de quien quiere mantener sus 
propósitos: 

Mirabello, 25 de abril de 1864 

1.° Quiero entregarme con toda mi alma a alcanzar una íntima unión con Jesús y María, haciendo frecuentes comuniones espirituales y 
recitando fervorosas jacularorias. 

2.° Quiero tener en gran aprecio la más pequeña acción, la más breve oración, animándome a cumplirla bien, con el pensamiento de 
que, haciéndolo así, añado cada vez una hermosa rosa o perla preciosa a mi corona celestial. 

íOh María, sé mi madre! 

((8)) Nosotros anotaremos que la mayor parte de los socios vivían el mismo espíritu de piedad, de trabajo y de sacrificio. Nos hemos 
referido aquí especialmente a él, por haber descubierto recientemente estas y otras notas suyas referentes a los años cuyos 
acontecimientos hemos expuesto en estas Memorias, y para que se conozcan cada vez mejor sus relaciones con don Bosco. 

Los miembros de la Pía Sociedad Salesiana, de muchos de los cuales tendremos ocasión de hablar, eran casi ciento a finales de 1867, 
comprendidos los de los colegios de Mirabello y Lanzo. Los sacerdotes eran catorce, los clérigos estudiantes de teología cuarenta y ocho: 
unos profesos y otros novicios o aspirantes. 
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Algunos, llegados de varias diócesis, estaban deseando volver, y don Bosco mantenía sus estudios y los proveía gratuitamente de todo. 
Veintitrés eran estudiantes de filosofía, doce de los cuales aún no se habían puesto la sotana, ya que don Bosco pensaba fundar en otro 
lugar una escuela para ellos. Finalmente había tres solamente que eran coadjutores profesos. 

Un aviso, que don Bosco daba a todos, es el repetido en una carta a Mirabello: 

Querido Bonetti:
Te mando unas hojas del canónigo Gliemone. He recibido con satisfacción tu carta.
Animo, tus esfuerzos vayan dirigidos a conservar la unidad de sentir entre los superiores, para que todos quieran una sola cosa: salvar


almas y entre ellas la propia. 
Que Dios te bendiga, y considérame siempre tuyo. 
Turín, penúltimo día de 1863. 

Afmo. en J.
C
JUAN BOSCO, Pbro.


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CAPITULO II


INNATO DESEO DEL HOMBRE POR CONOCER EL PORVENIR -LAS PREDICCIONES DE LAS ALMAS PIADOSAS 
CHARLA DE DON BOSCO A LOS MUCHACHOS EL ULTIMO DIA DEL AÑO -SUEÑO: PREDICCIONES PARA 1868; 
MUERTE DE TRES JOVENES: ESTADO DE LAS CONCIENCIAS EN EL ORATORIO: EL AGUINALDO: PESTE, HAMBRE Y 
GUERRA -TESTIMONIOS SOBRE LA EXACTA RELACION DEL SUEÑO Y DEL CUMPLIMIENTO DE LA MUERTE DE TRES 
MUCHACHOS -OTRO ANUNCIO DE MUERTE PARA ESTE AÑO -MOTIVO DE LAS PREDICCIONES DE ESTE SUEÑO 

ESTAMOS exponiendo las Memorias Biográficas de don Bosco a fines del año 1867. Junto con sus constantes hechos maravillosos, 
hemos aportado también los sueños que él nos narró con la revelación del estado de muchas conciencias y la profecía cumplida de 
sucesos particulares y generales. Estaba él persuadido de que cuanto decía era la verdad y estaban convencidos de ello todos los de buena 
voluntad, que eran la mayoría, los cuales no tenían la mente embarazada con prejuicios, ni el corazón turbado por las pasiones. 

Fue incalculable el bien espiritual que sacaron los alumnos, que poseían el privilegio de tener la mente y la fantasía defendidas contra 
pensamientos peligrosos. El anuncio de que don Bosco iba a contar un sueño era un acontecimiento en el Oratorio, y los muchachos, 
impacientes e inquietos, esperaban el momento de oír la narración. 

En efecto, es natural en el hombre el deseo de conocer de algún modo el futuro, especialmente cuando corren tiempos ((10)) aciagos 
para él 1. De ello ofrecen continuo testimonio las historias de todos los pueblos. Nadie debe maravillarse, y mucho menos pueden reírse 

1 Por este instinto de la humana naturaleza hubo varios personajes que habían pedido a don Bosco un juicio sobre ciertas profecías en 
boga, y entre éstos el conde Crotti Imperiali di Costigliole; y don Bosco le había respondido: 

Queridísimo Señor: 

Aquí tiene V. S. carísima la famosa profecía de la monja de Taggia en su original. Las cosas ahí anotadas se van cumpliendo día a día, 
y, si todas se realizan, tendremos un triste porvenir. 
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los que andan a la caza de profecías de adivinos y espiritistas; mientras los buenos cristianos se limitan a escuchar almas piadosas, tenidas 
por amigas de Dios y favorecidas por El con comunicaciones especiales. 

No negamos que es posible, y hasta fácil, el error de los buenos cristianos en este asunto, pero la prudencia nos enseña que hay en ello 
dos extremos a evitar: la absoluta incredulidad de cualquier profecía, excepto las auténticas de la Biblia, excluidos los comentarios; 
y la absoluta credulidad de todas las profecías, que personas, aún probas y de bien, refieren como tales. 

Contra ambos extremos está la amonestación de San Pablo, que exhorta a no despreciar las profecías, sino a probarlas: Prophetias nolite 
spernere; omnia autem probate (No despreciéis las profecías; 
examinadlo todo) (Ts V, 20-21 ), a lo que tanto se opone el que las desprecia, como el que las admite a la ligera y sin examen. Estas 
palabras del Apóstol aseguran que también, fuera de las bíblicas, pueden darse verdaderas profecías. Y esto se confirma con el hecho del 
don profético, el cual, al igual que otros divinos carismas, floreció siempre en la Iglesia y siempre fue reconocido por ella. 

((11)) Por tanto, así como ningún católico puede imponer a los demás una fe más que humana en los vaticinios humanamente 
autorizados y seguros, así tampoco ninguno puede razonablemente imponer una incredulidad absoluta para los que se dicen improbables 
y fantásticos. Allí donde no interviene el juicio de la Iglesia, la creencia de los vaticinios privados es totalmente libre. Más bien que caso 
de fe, ha de decirse caso de sano criterio y buen juicio. 

Hechas estas premisas, volvamos a nuestro Venerable. 

En la noche del 31 de diciembre de 1867, don Bosco reunió a los jóvenes en la iglesia y subiendo al púlpito, después de las oraciones, 
les habló así: 

V. S. me dispensa expresiones que mi pobre persona no merece de ningún modo, pero que demuestran en usted un corazón lleno de 
bondad, que sabe encontrar cosas buenas hasta donde no las hay. Le ruego salude de mi parte a papá y mamá, a la señora Noemí y al 
reverendo Scaglia y, mientras encomiendo a la caridad de sus oraciones mi persona y la de mis pobres muchachos, me profeso con 
agradecimiento y particular aprecio de todo corazón en el Señor, 
De V. S. Carísima 

Turín, 12 de junio de 1859. 

Seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

N. B. Le recomiendo la difusión de las Lecturas Católicas. 
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Suelen, en estos días, los padres dar el aguinaldo a sus hijos; lo mismo hacen los amigos recíprocamente. También yo acostumbro 
hacerlo todos los años, dando en esta noche a mis queridos muchachos un recuerdo que les sirva de aguinaldo para el año próximo. 

Estaba pensando desde hace algunos días qué aguinaldo os daría, mis queridos hijos, y a pesar de mis esfuerzos no encontraba un 
pensamiento a propósito para ello. También la noche pasada, estando ya acostado, pensaba una y otra vez en lo que os debería decir como 
consejo saludable para el 1868, pero no me fue posible concentrarme. Cuando, después de un buen rato, agitado siempre por la más viva 
preocupación me encontré como semidormido, en un duermevela entre el sueño y la vigilia. 

Era un sueño que me permitía darme cuenta de lo que hacía, oyendo lo que se me decía y respondiendo a lo que se me preguntaba. O 
sea, estaba en un estado muy parecido al sueño, pero que no lo era. 

Me parecía hallarme en mi habitación. Hice por salir y, en lugar de la baranda, me encontré delante de un hermoso jardín en el que 
había innumerables rosales; el jardín estaba rodeado de un muro y a la entrada del mismo se veía escrito con caracteres cubitales el 
número 68. 

Un portero me introdujo en aquel vergel y vi en él a nuestros muchachos que se entretenían alegremente, gritando y saltando. Muchos, 
al verme, se apiñaron a mi alrededor hablando conmigo de muchas cosas. Comenzamos a recorrer juntamente el jardín y después de un 
breve trayecto a lo largo del muro, vi a un lado a numerosos muchachos agrupados cantando y rezando en compañía de algunos 
sacerdotes y clérigos. Me acerqué más a ellos; los miré y no los reconocí del todo; gran parte me eran desconocidos; pude darme cuenta 
de que cantaban el Miserere y otras preces de difuntos. Acercándome más aún, le dije: 

-»Qué hacéis aquí? »Por qué rezáis el Miserere? »Cuál es la causa de vuestro luto? »Se ha muerto acaso alguno?
((12)) -íOh! me dijeron, »usted no lo sabe?
-Yo no sé nada.
-Estamos rezando por el alma de un joven que murió tal día y a tal hora.
-Pero, »quién es?
-»Cómo?, replicaron: »no sabe quién es?
-íNo, no!
-»Acaso no le hemos avisado? se dijeron mutuamente.
Y después, dirigiéndose a mí:
-Pues bien, ha de saber que ha muerto fulano.
Y me dijeron el nombre.
-íCómo! »Ha muerto ése?
-Sí; pero ha tenido una buena muerte; una muerte envidiable. Recibió con gran satisfacción, y edificación nuestra, los sacramentos.


Resignado a la voluntad de Dios, dio muestras de los más vivos sentimientos de piedad. Ahora, al acompañarlo a la sepultura, rezamos 
por su alma, pero tenemos la esperanza de que esté ya en el cielo y en él interceda por nosotros. Aún más: estamos seguros de que se 
halla ya en el paraíso. 

-»Tuvo, pues una buena muerte? íQue se cumpla siempre la voluntad de Dios!Imitemos sus virtudes y pidamos al Señor que nos 
conceda también a nosotros la gracia de tener una santa muerte. 

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Y dicho esto me alejé de ellos, rodeado siempre de una gran cantidad de jóvenes. 

Seguimos, pues, paseando por el jardín, y tras haber recorrido un buen trecho de camino, llegamos a un prado bellísimo cubierto de 
verdor. Yo, entretanto, me decía a mí mismo: 

-Pero »cómo es esto? »Ayer noche me acosté en mi cama y ahora me encuentro todos los muchachos esparcidos acá y allá por este 
jardín? 

Cuando he aquí que veo otra numerosa turba de muchachos dispuestos en círculo, en cuyo centro había algo que no podía distinguir 
bien. Me di cuenta, sin embargo, de que estaban arrodillados; unos rezaban y otros cantaban. Me acerqué y pude comprobar que rodeaban 

un ataúd diciendo las preces de difuntos y entonando el Miserere. Entonces les pregunté: 

-»Por quién rezáis? 

Todos ellos, con semblante melancólico, me respondieron: 

-Ha muerto otro joven y ha tenido una buena muerte. Ha recibido con edificante piedad los santos sacramentos y ha dado muestras de 

sólida piedad. Ahora le llevan ya a la sepultura. Estuvo enfermo ocho días y vinieron a verlo sus padres. 

Les pregunté el nombre del difunto y me lo dijeron; me sentí muy apesadumbrado al oírlo y exclamé: 

-íOh, lo lamento! Era uno que me quería mucho y no he podido darle el último adiós... tampoco al otro pude verlo antes de que 

muriese... »Es que ahora se van a morir todos?... Un muerto aquí, otro allá... Pero, »es posible? Ayer uno... y hoy otro... 
-»Qué dice? me respondieron »Un muerto hace poco y otro ahora? »Le parece poco tiempo y han pasado ya tres meses desde que 

falleció el primero, tal día y a tal hora? 

((13)) Al oír esto pensé entre mí: 

-»Sueño o estoy despierto? 

Me parecía no soñar y, por otra parte, no sabía qué pensar de lo que estaba oyendo. 

Comenzamos después a internarnos por aquellos bosquecillos, y tras un buen rato de caminar he aquí que oí cantar de nuevo el 

Miserere. Detuve el paso y se pararon los que me acompañaban; vi otro grupo numeroso de jóvenes que se acercaba. 

Entonces pregunté a los que estaban junto a mí: 

-»Qué hacen estos? »Adónde van? 

Venían de un lugar próximo y estaban todos desconsolados y con los ojos llenos de lágrimas. 

-»Qué tenéis?, les pregunté, saliendo a su encuentro. 

-íAh! Si supiese... 

-»Qué ha sucecido? 

-Ha muerto un joven. 

-»Cómo? »Pero, he de ver muertos por todas partes? »A quién habéis acompañado a la sepultura? 

Y los jóvenes, dando muestras de extrañeza, exclamaron: 

-íCómo! Pero »no sabe nada? »No se ha enterado que ha muerto fulano? 

-»También ése ha muerto? pregunté. 

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-Sí; pobrecillo... Sus padres no han venido a verlo... pero..
.
-»Pero qué? »Acaso no ha tenido una buena muerte?
-No. Ha muerto de forma poco deseable.
-»No recibió los sacramentos?


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-Al principio no quería recibirlos; después accedió a ello, pero de mala gana y sin muestras de arrepentimiento; así que hemos quedado 
poco edificados e incluso dudamos mucho de su eterna salvación; sentimos mucho que un joven del Oratorio haya tenido una muerte tan 
desagradable. 

Entonces yo procuré consolarlos, diciéndoles: 

-Si ha recibido los sacramentos esperemos que se haya salvado. No hay que desesperar de la misericordia de Dios. íEs tan grande! 

Pero no logré consolarles al intentar infundirle esta esperanza. 

Entretanto, lleno de dolor y con la mente turbada, pensaba en las fechas en que aquellos jóvenes habían muerto; cuando apareció un 

personaje, desconocido para mí, el cual acercándose me dijo: 

-Mira: son tres. 

Yo le interrumpí: 

-»Y quién eres tú para hablarme con tanta familiaridad, tuteándome sin haberme visto nunca? 

-Escúchame, respondió; después te diré quién soy. »Quieres que te dé una explicación de cuanto has visto? 

-Sí. »Qué significan estos números? 

-»Has visto, me replicó, el número 68, escrito sobre la puerta del ((14)) jardín? 

Significa el año 1868. Durante él, deberán morir los tres jóvenes que te han sido indicados. Como has visto, los dos primeros están bien 

preparados; al tercero debes prepararlo tú. 

Y pensando si, en efecto, sería cierto que en el año 1868 morirían tres de mis queridos hijos, añadí: 

-Pero »cómo puedes decirme eso? 

-Observa atentamente si se cumple lo que te he dicho y verás, me respondió. 

Ante la seguridad y la amabilidad de sus palabras comprendí que aquel personaje me hablaba como amigo y proseguí con él el camino, 

absorto en las palabras que le había oído decir. 

-»Acaso estoy soñando?, exclamé. Pero aquí no hay nada de sueños, que estoy bien despierto. Veo, oigo, conozco... 

Y mi acompañante me dijo: 

-Sí, sí; esa es la realidad. 

Y yo añadí: 

-»Realidad? Te ruego me atiendas. Me has hablado del porvenir; háblame ahora del presente. Lo que deseo que me digas es algo para 

repetírselo a mis jóvenes como aguinaldo mañana por la noche. 

Y él respondió: 

-Di a tus jóvenes que, así como los dos primeros en morir estaban preparados porque frecuentaban con las debidas disposiciones la 
santa comunión durante la vida, también en punto de muerte la recibieron con edificación de todos. El último, en cambio, no comulgaba 
en vida, cuando gozaba de salud, y por eso en el trance supremo la recibió con poca devoción. Diles que si quieren tener una buena 
muerte, frecuenten la sagrada comunión con las debidas disposiciones, y que la primera de todas, es una confesión bien hecha. El 
aguinaldo sea, pues, éste: La Comunión devota y frecuente es el medio más eficaz para tener una buena muerte y así salvar el alma. Ahora 
sígueme y presta atención. 

Y se adelantó un poco más por un sendero del jardín. 

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Yo le seguía cuando, de pronto, vi concentrados, en un amplio espacio abierto, a 

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mis muchachos. Me detuve a contemplarlos. Los conocía a todos y me parecía que no faltaba ninguno; los veía como tantas veces, sin 
notar en ellos nada de particular. Pero, examinándolos más de cerca, vi algo que me llenó de admiración y de horror. Bajo la gorra de 
muchos, salían de la frente dos cuernos. Unos los tenían largos, otros cortos; éstos enteros, aquéllos partidos; algunos sólo conservaban la 
señal de haberlos tenido porque estaban perfectamente rotos en la misma raíz, y ya no apuntaban ni crecían; otros, no podían impedir que 
continuasen desarrollándose, aunque estaban rotos y seguían creciendo cada vez más gruesos y reproduciéndose siempre. No faltaban 
quienes no sólo tenían cuernos sino que, además, parecía que se sentían orgullosos de tenerlos, y daban continuas cornadas a los 
compañeros. Me llamaron la atención los que tenían un solo cuerno en mitad de la cabeza, ((15)) pero de grosor extraordinario, y que 
eran los más peligrosos. Finalmente vi a unos cuya frente cándida y serena jamás se había visto afeada por semejante deformidad... 

Os quiero hacer presente que podría indicar a cada uno de vosotros en particular el estado en que le vi en el jardín. 

Me alejé un poco de los jóvenes, acompañado solamente por mi guía, y llegué a cierto paraje elevado, donde vi una extensa región 
ocupada por una muchedumbre de gente que guerreaba entre sí: eran militares. 

Durante largo espacio de tiempo combatieron encarnizadamente sin compasión alguna de nadie. Era mucha la sangre vertida. Yo veía a 

los infelices que caían al suelo degollados. 

Entonces pregunté a mi compañero: 

-»Por qué estos hombres se matan de esta manera tan terrible? 

-Gran guerra, exclamó mi guía, en el año 1868, y ésta no terminará sino después de haberse derramado mucha sangre. 

-»La guerra tendrá como escenario nuestro país? »Qué gente es ésta? »Son italianos o extranjeros? 

-Observa a los soldados y por sus uniformes sabrás a qué nación pertenecen. 

Los observé atentamente y comprendí que eran de distintas naciones. La mayor parte no vestían como nuestros soldados, pero también 

había italianos. 

-Esto sígnífica, añadió el personaje, que en esta guerra tomarán parte los italianos. 

Nos retiramos de aquel campo de muerte y caminando por un breve espacio de tiempo llegamos a otra parte del jardín. En aquel 

instante oí gritar a voz en cuello: 

-íHuyamos de aquí! íHuyamos de aquí! Huyamos, de lo contrario moriremos todos. 

Y vi una gran multitud que huía y, en medio de ella, a muchos de complexión sana y robusta que caían muertos por el suelo. 

-»Qué os pasa, por qué huís?, pregunté a uno de ellos. 

-El cólera causa muchas víctimas me respondió; y si no huímos, moriremos también nosotros. 

-Pero »qué es lo que veo?, dije a mi guía. Por todas partes reina la muerte. 

-íGran epidemia en el 1868! exclamó. 

-»Cómo es posible? »El cólera en invierno? »Es posible que mueran del cólera haciendo tanto frío? 

-En Reggio Calabria se cuentan hasta cincuenta defunciones diarias. 

Seguimos más adelante aún, y vimos una inmensa multitud de gente, pálida, abatida, exánime, consumida, con las ropas destrozadas. 

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((16)) Yo no podía explicarme el motivo de aquel decaimiento y del estado miserable de aquella multitud y pregunté a mi amigo:
-»Qué les sucede a éstos? »Qué significa esto?
-Gran carestía en el 1868, me respondió. »No sabes que éstos no tienen con qué saciar su hambre?
-»Cómo?, dije yo. »El estado en que se encuentran es consecuencia del hambre?
-Así es en realidad.
Yo, entretanto, seguía contemplando a aquella multitud que gritaba sin cesar: íHambre, hambre, tenemos hambre!
Buscaban pan para comer y no lo encontraban, buscaban agua para apagar la sed que les abrasaba y no la hallaban.
Entonces, lleno de angustia, dije a mi compañero:
-Pero »es que durante este año lloverán todos los males sobre esta desgraciada tierra? »No habría algún medio para alejar de los


hombres tanta desventura? 
-Sí que lo habría. El remedio sería que todos los hombres se pusiesen de acuerdo para no pecar; que dejasen de blasfemar; que honrasen 

a Jesús Sacramentado; que dirigiesen sus plegarias a la Santísima Virgen, hoy tan ingratamente olvidada por ellos. 
-»Y esa hambre y esa sed, es por falta de alimento material o espiritual? 
El guía me contestó: 
-Lo uno y lo otro. A unos les faltará porque no quieren tenerlo y a otros porque no pueden. 
-»Y el Oratorio, tendrá que padecer también estos males? »Serán mis hijos también víctimas del cólera? 
El guía me miró de pies a cabeza y después me dijo: 
-Según. Es decir; si tus jóvenes se ponen de acuerdo para tener alejada de ellos la ofensa de Dios, honrando al mismo tiempo a Jesús 

Sacramentado y a la Santísima Virgen, se librarán de estos males, pues con semejantes salvaguardias se consigue todo, y sin ellas nada. Si 
proceden de otro modo, también ellos morirán. Ten presente que uno solo que cometiera pecado mortal, sería suficiente para atraer la 
indignación de Dios y el cólera sobre el Oratorio. 

Pregunté aún:
-»Tendrán que padecer también mis hijos la falta de alimentos?
-íSeguro! También ellos tendrán que sufrir los efectos de la carestía.
-A mí me parece que esta calamidad debería caer solamente sobre mí, pues soy yo quien debo proveerles de alimento. Si falta el pan en


casa, no son ellos los que se deben preocupar de remediar este mal... 
-El hambre la sentirás tú y también tus hijos. Sus padres y bienhechores tendrán que sacrificarse mucho para pagar las pensiones y 
suministrarles otras muchas cosas necesarias. Serán numerosos los que no podrán pagar nada y la casa, falta de medios, no podrá 

atenderles en sus necesidades; por tanto, también ellos tendrán que padecer. 
-»Les faltará también el alimento espiritual? 
((17)) -Sí; a unos porque no querrán tenerlo y a otros porque no podrán. 
Y mientras hablábamos seguíamos avanzando por aquel jardín. Pero de pronto observé que el cielo se cubría de negros nubarrones que 

presagiaban una próxima tormenta. Se había levantado un vendaval. Al mirar a mi alrededor, vi a los jóvenes que se habían dado a la 
huida. 

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Abandonando a mi guía, eché a correr tratando de alcanzarlos para 
ponerme a 

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salvo con ellos; pero pronto los perdí de vista. Relámpagos y truenos se sucedían sin cesar. Parecía que de un momento a otro seríamos 
víctimas del rayo. 

Cayó después una lluvia torrencial y violentísima. Jamás había presenciado tan recio temporal. Yo daba vueltas por el jardín buscando a 
mis muchachos y un lugar donde guarecerme, pero no encontraba ni a los unos ni a los otros. Toda aquella región aparecía desierta. 
Busqué la puerta para salir, y a pesar de mis prisas no la encontraba; al contrario, cada vez me alejaba más de ella. Al fin cayó una 
granizada tan espantosa que en mi vida había visto granizo de semejante grosor. Algunos granos que me cayeron sobre la cabeza, lo 
hicieron con tal violencia que me desperté, y me encontré en el lecho. Os aseguro que me hallaba más falto de fuerzas, que cuando me 
retiré a descansar. 

Todas estas cosas las vi, como os he dicho, en sueño, y no os las cuento para que las creáis realidades, sino para que saquéis de ellas 
algún provecho si es posible. Consideremos como sueño lo que no nos interesa, pero aceptemos como realidades lo que nos puede servir 
de alguna utilidad, tanto más que podemos asegurar que así como sucedieron ciertas cosas que anunciamos en otras ocasiones, al presente 
podría ocurrir lo mismo. Aprovechémonos, pues; estemos preparados para la muerte; recemos a la Santísima Virgen y mantengamos el 
pecado alejado de nosotros. 

Os dejo, por último como aguinaldo la siguiente máxima: La confesión y la comunión frecuente y devota, son un gran medio para 
salvar el alma. 

íBuenas noches! 

Don Bosco narró este sueño en dos noches consecutivas. El texto del relato que acabamos de dar procede de la crónica particular del 
estudiante de teología Esteban Bourlot, que dejó copia del mismo firmada por él con fecha del 29 de enero de 1868. 

Y escribió al pie de la página: «Del sueño de Don Bosco hago una sencilla relación tal y como me pareció haberla oído de sus labios, y 
siguiendo el mismo orden; sin repetir exactamente todas sus mismas palabras porque no las recuerdo bien. Pero tengo la certeza de que el 
sentido es el mismo y esto es suficiente.» 

((18)) Para demostrar la importancia de este testimonio y el valor de la capacidad mental del mismo, diremos que Esteban Bourlot, 
ordenado sacerdote, fue enviado por don Bosco como misionero a América, donde le fue confiada la inmensa y turbulenta parroquia de la 
Boca, en Buenos Aires, a la sazón guarida de las sectas anticristianas. Y él, con su actividad, su firmeza de carácter, su palabra franca y 
leal, animada siempre por la fe, y su ardiente caridad, sometió a las más rebeldes voluntades. Logró reformar la población; fue amado por 
los buenos y temido por los adversarios especialmente cuando con su periódico Cristóbal Colón se hizo el árbitro de la opinión pública en 
la Boca, donde levantó un grandioso templo, un colegio para niños, otro para niñas, y estableció Oratorios festivos, asociaciones católicas 
de socorros mutuos y la sociedad de las Conferencias de San Vicente de Paúl. 
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Contaba su parroquia con más de sesenta mil italianos. Aprendió los distintos dialectos y celebraba solemnemente las festividades de 
cada uno de los Patronos de las diversas regiones italianas. Así despertaba entre sus connacionales el entusiasmo patriótico y los atraía a 
la iglesia con procesiones religiosas en las que se desplegaba el mayor esplendor, actos que evocaban las costumbres y tradiciones patrias. 
Fue infatigable en el ejercicio del ministerio parroquial y heroico en la asistencia a los enfermos. 

Don Esteban Bourlot, pues, joven serio y sagaz, hacía poco que había entrado en el Oratorio dispuesto a dar su nombre a la Pía 
Sociedad. Sentía cierta repugnancia en prestar fe a los sueños de don Bosco que le contaron sus compañeros más antiguos y, por tanto, 
con espíritu de crítica estuvo a la espera de lo que sucedería respecto a la desaparición de los tres jóvenes vistos por don Bosco en el 
sueño y a las circunstancias que debían acompañar a estas defunciones. De forma que, con don Joaquín Berto y con don José Bologna, 
comenzó a consignar por escrito los acontecimientos según iban sucediendo y los tres firmaron el acta redactada cuando se cumplieron las 
profecías, quedando maravillados de la admirable precisión con que se llevaba a cabo cuanto don Bosco había anunciado. 

Pero estos testimonios escritos se perdieron en un ((19)) traslado de cartas y documentos, hecho por quien nada entendía sobre el valor 
de los mismos, habiéndose salvado solamente del naufragio una hoja que habla de la muerte del primero de los jóvenes. 

Por suerte, al regresar el padre Bourlot de América por algún tiempo, mientras nos facilitó algunos datos que añadir al sueño, nos dio 
también noticias sobre el fin de los otros dos jóvenes, dejándonos la siguiente declaración, fechada en 12 de octubre de 1889: 

«Puedo asegurar con juramento que la anunciada muerte de los tres chicos, por don Bosco, se cumplió, como también podrían 
testificarlo don Joaquín Berto y don José Bologna.» Y añadía que, si bien no recordaba los apellidos del segundo y del tercero, podía 
asegurar que uno de ellos comenzaba con la letra B, que era cerrajero de oficio y que murió en el hospital asistido por don Bosco, que le 
confesó por última vez. 

No dejaremos de ilustrar el testimonio del P. Bourlot cotejando con él las memorias biográficas del Venerable que nosotros mismos 
hemos reunido, más algunas notas de don Miguel Rúa y los necrologios y presentaremos el resultado de todo ello al lector, narrando los 
sucesos de 1868. 

Hemos de hacer notar cómo el anuncio de la muerte de aquellos 
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tres jóvenes, no excluye el que también otros fuesen llamados a la eternidad aquel mismo año. 
En efecto: nos aseguró Agustín Parigi que don Bosco dijo algunos días después que otros seis jóvenes del Oratorio pasarían de esta vida 

a la eternidad, y que, a un compañero que temía ser del número de éstos, le había dicho el Siervo de Dios: 

-Estáte tranquilo, el Señor no te quiere aún. 

Y así sucedió en efecto: 

Fueron, pues, nueve los que murieron entre las ochocientas y pico personas que se encontraban en la casa. 

Mas, »por qué el sueño hacía referencia solamente a tres? 

La desaparición de éstos en la escena de este mundo había de realizarse en el espacio de casi un año completo, y la de los demás, o sea 

la de los otros seis, a intervalos, ignorándose sus circunstancias, lo que haría como de despertador, obligando a los jóvenes del Oratorio a 
reflexionar frecuentemente sobre el sueño y sobre la descripción hecha por don Bosco respecto al estado de las conciencias. 

El cumplimiento de las tres muertes indicadas en el sueño es motivo suficiente para testimoniar la veracidad y cumplimiento del 
anuncio de los tres flagelos. 

((20)) De forma semejante vaticinaban los profetas de Israel sucesos que se cumplirían después de algún siglo, pero mientras tanto, con 
una segunda profecía de un hecho imprevisto inminente, confirmaban la veracidad de la primera. Pero también volveremos a hablar sobre 
este punto. 
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((21)
)


CAPITULO III 

DON BOSCO RETENIDO EN EL ORATORIO POR LA NIEVE -COLOQUIOS FAMILIARES: NORMAS DE PREDICACION A 
LOS CLERIGOS -LECTURAS CATOLICAS -CARTAS A DOS SACERDOTES DE LUCCA: DON BOSCO RECOMIENDA LAS 
LECTURAS CATOLICAS Y LOS TRABAJOS DE LA IGLESIA DE MARIA AUXILIADORA; PROMETE ORACIONES A UN 
PARROCO NUEVO -CARTA AL CABALLERO OREGLIA -LE DA ENCARGOS PARA VARIAS PERSONAS DE ROMA: EN 
TURIN, SUBE EL PAN, HAY NIEVE Y FRIO; PREVISION DE DESGRACIAS; LA VIRGEN PROVEE A LA IGLESIA Y A LA 
CASA -OTRA CARTA A LA PRESIDENTA DE TOR DE'SPECCHI SOBRE UN ALTAR PARA LA IGLESIA DE MARIA 
AUXILIADORA -AL DIRECTOR DEL COLEGIO DE LANZO; AGRADECE A LOS MUCHACHOS LAS CARTAS DE 
FELICITACION; RECOMIENDA LA CARIDAD MUTUA Y LA VISITA FRECUENTE AL SANTISIMO SACRAMENTO; 
CONSEJOS AL DIRECTOR 

EN los primeros días de enero escribía don Bosco al noble jovencito Octavio Bosco de Ruffino: 

Queridísimo Octavio: 

La nieve caída y la que sigue cayendo copiosamente, me priva de la satisfacción de cenar esta noche en tu compañía. Debo, por tanto, 
limitarme a desearte un buen viaje, y mañana haré una oración especial en la santa misa por ti. 

Os deseo todo bien a ti, a tu señora Maman y a tu hermana Julia. Y, encomendándome a la caridad de vuestras oraciones, me profeso 
muy agradecido en el Señor. 

Turín, 3 del 1868. 

Afmo. amigo
JUAN BOSCO, Pbro.


((22)) La ausencia casi total de visitantes, a causa del mal tiempo, que le obligaba a permanecer en casa, le proporcionaba muchas horas 
tranquilas. El las empleaba para entretenerse hablando en privado 
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con los alumnos sobre las circunstancias del sueño y para dar explicaciones y consejos a cuantos se los pedían. Particularmente los 
sacerdotes y los clérigos gozaban al poder conversar con él, porque siempre tenían algo que aprender. 

Una de aquellas noches hubo quien le preguntó, cómo podía un sacerdote, especialmente si era joven, salir del apuro, si alguna vez 
fuese invitado a hacer un panegírico, casi sin tiempo para prepararlo. 

Don Bosco le respondió: 

-Bueno sería prevenir estos casos, por eso yo te aconsejaría que, desde ahora, empezaras a preparar algunos sermones, que puedan, en 
caso de necesidad, servir para cualquier circunstancia. Por ejemplo: escribe el primer sermón sobre la Virgen empezando por demostrar: 
1.°, que la Virgen es madre de Dios; 2.°, que la Virgen es nuestra madre. Es un tema que vale para todas las fiestas de María. Así 
también, como previsión general para cualquier otro panegírico, toma por tema una virtud, como sería la caridad, o la obediencia, la 
oración, o la pureza, etc., de modo que, con pequeñas añadiduras ocasionales, pueda servir para cualquier santo, presentándolo como 
modelo de esta o de aquella virtud que tú has elegido por tema. 

Otros le pidieron alguna norma sobre el modo de predicar con provecho para las almas y les dijo: 

-No sólo hay que estudiar y ordenar el tema a tratar, sino que se debe tener en cuenta el tiempo en que se sube al púlpito. La misma 
Iglesia nos ordena celebrar las fiestas temporibus suis (en su tiempo) y el predicador debe secundar las intenciones de la Iglesia. Por 
ejemplo, para Adviento y Navidad se deberían preparar temas que puedan disponer a los oyentes para recibir santamente al Niño Jesús. 
Así, en Cuaresma, la predicación debería tener por mira mover a penitencia a los pecadores, por cuya salvación dio Jesús su vida en la 
Cruz. Para Pentecostés, ((23)) se puede tratar de los dones del Espíritu Santo, de la fundación de la Iglesia, de los milagros de los 
Apóstoles, de las victorias de los mártires, de las glorias del Papado, etc., etc. 

Y continuaba: 

-El predicador debe atender a los oyentes, los cuales pueden clasificarse según la edad, la condición social, o la cultura. 

«Si los oyentes son jovencitos, es necesario que el orador se abaje al nivel de su inteligencia y no dé pan a quien no tiene dientes para 
masticarlo, sino leche, como dice San Pablo a los de Corinto. Con esta clase de oyentes busque el predicador introducir en sus mentes la 
verdad, a través de ejemplos, de hechos, de parábolas, y sacará 
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provecho. Para cualquier tema los encontrará. Su libro de texto sea el catecismo, que debe servir como tal para toda clase de personas. 

»Respecto a la condición de sus oyentes debe saber regular su lenguaje con el lugar que ellos ocupan en la sociedad. Ciertamente no se 
debe decir a los pobres lo que es necesario inculcar a los ricos; ni a los criados o dependientes lo que es obligatorio exponer a los señores; 
a más de los mandamientos comunes, Dios ha impuesto variados y diversos deberes a las distintas clases sociales. Pero la miel de la 
caridad debe mitigar el amargor de la reprensión. No hay que ofender a las personas con ironías ni invectivas; en los pueblos pequeños 
especialmente no se deben proferir palabras que puedan ser interpretadas como alusivas a la conducta de ninguno. Hay que evitar también 
toda alusión a la política. Tómense testimonios para lo que se expone, sacados de la Sagrada Escritura y especialmente de los hechos y 
palabras de Nuestro Señor Jesucristo; y así, nadie podrá llevarlo a mal, aunque ciertas verdades parezcan un poco duras. Hablando, por 
ejemplo, a los ricos, de la obligación que tienen de hacer limosna, no se necesita clamar contra la dureza de los corazones, sino que basta 
narrar la parábola del rico Epulón. 

»Respecto a la cultura, el orador sagrado deberá emplear aquel modo de decir que pueda ser entendido sin ((24)) dificultad alguna, si el 
auditorio se compone de personas rudas. Con éstas será preciso adaptarse a su lenguaje, pensar como ellas piensan, transportarse al 
ambiente en que viven: el campo, la oficina, el taller y las distintas profesiones manuales. Así hacía el Divino Salvador cuando predicaba 
a las turbas de Galilea, que se componían de agricultores, pastores y pescadores. Cuando los oyentes son cultos, sin duda que el discurso 
va más adornado pero dentro de los límites prefijados para la palabra evangélica. El mayor ornato ha de ser de una gran claridad en las 
palabras, en los pensamientos y en los razonamientos. 

»El orador sagrado no debe adquirir su elocuencia de la sabiduría del mundo, sino del Espíritu de Dios. Y no andar con polémicas. 
Presentar en el púlpito objeciones doctrinales y después resolverlas, no es método a seguir, ya que un cierto número de oyentes, víctimas 
de cierto espíritu de contradicción, se colocan, aun sin darse cuenta, del lado de las objeciones, y oyen como jueces. Esto impide, a veces, 
que se logre obtener el fruto apetecido, y también hay que advertir que, a veces, las respuestas a las objeciones, no siempre son 
comprendidas, sino con frecuencia entendidas al revés; y en algunas mentes quedan más grabados los errores que las verdades opuestas. 
Estas discusiones hay que dejarlas para los doctores, provistos de ingenio 
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nada común y de ciencia adquirida tras largos años y pacientes estudios. Ellos las tratarán del modo, en el tiempo y lugar convenientes, en 
las grandes ciudades donde se descubra la necesidad y ante un auditorio preparado para seguir largos y sutiles razonamientos. 

»Si en un pueblo hubiera herejes, procure el predicador no exasperar de ningún modo a los equivocados. Sus palabras inspiren siempre 
caridad y bondad. Hay que refutar sus errores y sofismas probando sencillamente con sólidos argumentos las verdades debatidas. 
Adelantándose a las objeciones, se arrancan las armas de las manos de los enemigos. Los textos escriturísticos, que ellos suelen aducir 
falsificados para combatir, expongámoslos en su sentido verdadero y procedamos con éstos a desarrollar nuestra tesis. Las invectivas no 
logran conversiones: el amor propio se subleva. Este era el ((25)) método que empleaba y aconsejaba san Francisco de Sales. Contaba él 
mismo que los protestantes se agolpaban a oírlo y decían que les gustaba porque no le veían encolerizarse como sus ministros». 

Entre tanto se había publicado el número del mes de enero de las Lecturas Católicas, que se titulaba Los Papas desde San Pedro a Pío 
IX -Hechos históricos. 

En este librito aparecen de manifiesto los grandes hechos del papado: el celo y el heroísmo de los papas para aguantar las persecuciones 
de los paganos; la propagación de la luz del Evangelio por el mundo, combatiendo las herejías, deteniendo, calmando, convirtiendo a los 
pueblos bárbaros, e invasores de Italia; defendiendo a los pueblos contra sus opresores; fundando y sosteniendo por todas las partes de la 
tierra infinitas obras de beneficencia para toda clase de miserias; anunciando cruzadas contra los turcos; protegiendo las ciencias, las 
letras, las bellas artes y la industria; luchando contra el espíritu revolucionario que perturba el orden moral, religioso y civil; defendiendo 
la legitimidad e inviolabilidad del poder temporal, cuyas ventajas atestiguan Bossuet, Fleury y Napoleón I. 

Por último, bajo el título, de Variedades cuenta cómo el abad Domingo Sire había presentado al Papa el día del centenario del Príncipe 
de los Apóstoles, encuadernadas en volúmenes ricamente ornamentados con oro, plata, piedras preciosas y muchas miniaturas, tipos y 
caligrafías, trescientas traducciones a lenguas vivas y habladas por toda la superficie de la tierra, de la Bula Ineffabilis Deus acerca de la 
Inmaculada Concepción de María Santísima. 

El Papa era un tema que don Bosco deseaba desarrollar incesantemente, 
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para que la supremacía y la gloria del Vicario de Jesucristo estuviesen siempre en la cumbre de los pensamientos de los fieles. Por esto, 
en sus cartas, aun tratando de muchos asuntos, recomendaba frecuentemente la suscripción a las Lecturas Católicas. 

Así contestaba a una hoja que le había mandado desde Lucca el sacerdote don Rafael Cianetti: 
((26)) 

Queridísimo don Rafael: 

He recibido su apreciada carta y, a la par que expreso mi sentimiento por la pérdida del Rector de San Leonardo, celebro la providencial 
disposición por la que usted le ha reemplazado como párroco y el celoso don Salvador Bertini ha sido elegido nuevo Rector. Espero que 
el bien de las almas no sufra nada sino que, por el contrario, marche cada vez mejor. 

He rezado y haré rezar por la viuda que recomienda a su hijo algo malgastador; espero que la limosna hecha para la iglesia de María 
Auxiliadora, nuestras pobres oraciones, las fervorosas de usted y de la madre contribuirán a mover la bondad del Señor en su favor. 
Ruégole entregue la medalla que incluyo. 

No dejaré de rogar por su señora madre y su hermana enferma. V. S., en fin, tenga en cuenta tres clases de personas: los niños, los 
ancianos y los enfermos; si se cuida de ellos, todo lo demás se lo ganará. 

Le adjunto una nota con los trabajos que faltan por acabar en nuestra iglesia. »Puede encontrar usted medios y personas que quieran 
encargarse de los gastos de alguno de ellos por cuenta propia en honor de María Auxiliadora? Tenga en cuenta que María es una generosa 
pagadora y que los donantes tendrán un poderoso antídoto contra el cólera y contra cualquier otra desgracia. 

Y otra cosa respecto a las Lecturas Católicas. Ahora que está dedicado al Sagrado Ministerio puede propagarlas y recomendarlas más 
fácilmente. 

»Cuándo volverá a pasar algún día entre nosotros? Su habitación está siempre preparada. 

Ruegue por mí y por estos muchachos, y créame siempre en el Señor, de V. S. Carísima, 

Turín, 2 del 1868. 

Afmo. en Cristo
JUAN BOSCO, Pbro.


También envió su felicitación y sus augurios al nuevo Rector de San Leonardo de Lucca, don Salvador Bertini, por haberle elegido el 
Arzobispo para un cargo tan importante. 

Queridísimo don Salvador. 

Con sumo placer he recibido la noticia de su nombramiento de Rector de San Leonardo. Deo gratias. 
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Veo los méritos por una parte y ((27)) por otra la gloria del Señor. Su celo no necesita recomendaciones ni alientos; mas, si nuestras 
pobres oraciones pueden porcionarle algún alivio, le aseguro que las tendrá diariamente. Los tiempos son difíciles, pero Dios estará 
siempre con nosotros. Por mi parte deseo que cumpla su promesa y venga a pasar algún día con nosotros. Hablaremos de muchas cosas. 
Su habitación está preparada. 

Le recomiendo de manera especial las Lecturas Católicas, de las que tanto se preocupó en Lucca: siga apoyándolas. Espero que don 
Rafael Cianetti no dejará de ayudarle. 

Me encomiendo, juntamente con mis pobres muchachos, a la caridad de sus santas oraciones, mientras tengo el gusto de profesarme con 
gratitud, 

De V. S. Carísima. 

Turín, 2 del 1867. 

Afmo. en Jesucristo
JUAN BOSCO, Pbro.


Al día siguiente escribía al caballero Federico Oreglia de San Stéfano, preguntándole si se había terminado en Roma la impresión del 
Centenario de San Pedro, como él había dispuesto, a fin de que el fascículo fuese impreso bajo la mirada de revisores eclesiásticos; y le 
daba noticias de la situación del Oratorio. 

Carísimo Caballero:
Muy bien por su carta; me ocuparé de todo ello.
Mientras tanto, vea si se ha impreso nuestro Centenario de San Pedro y mándeme un ejemplar.
Le envío la carta del conde Bonsiglione, que venía dirigida a mi nombre. Se cumplirá el encargo para la Unitá Cattolica; tengo yo las


ciento cuatro liras. 
Vaya a llevar esta carta al Padre Chemeni, Rector del Colegio Nazareno. Aprecia la casa, déle una copia de los trabajos que todavía 
quedan por hacer, háblele de los libros y de las Lecturas Católicas; él me ha escrito varias veces a este propósito. 
Entregue la carta a la Presidenta de Tor de'Specchi y dígale que el día de la Epifanía nuestros muchachos harán su comunión y yo diré 

la misa, según su piadosa intención. 
El caballero Villanova se encuentra en mi habitación, le saluda y le ruega que venga. 
La escasez de todo aumenta horriblemente: el pan se ha puesto a cincuenta céntimos el kilogramo; casi doce mil liras al mes en total, y 

ya debemos dos meses; hay medio metro de nieve, hace un frío intenso y la mitad de los muchachos van vestidos de verano: recemos. 
Hambre, sed, muerte y probablemente guerra también, serán el programa para este año. 
((28)) Vea si puede enviarme el proyecto con las observaciones sobre Vigna y veremos qué es lo que se puede hacer. 
Pronto le escribiré sobre otras cosas. 

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Gracias por el dinero que nos promete:vendrá como el agua para las fauces resecas; pero siempre será agua, o bien bálsamo.
Todos los de casa están bien y le saludan. La Santísima Virgen es casi la única proveedora que atiende a la iglesia y a la casa.
Le saludo a usted y a todas las personas que me ha nombrado. Que Dios le bendiga y créame, con los saludos del señor Cerato, que está


aquí con nosotros. 
Turín, 3 del 1868. 

Afmo. en Jesucristo 
JUAN BOSCO, Pbro. 
La carta que el Caballero llevó a la reverenda madre Magdalena Galleffi, Presidenta del Monasterio de Tor de'Specchi, decía: 
Turín, 3 del 1868 
Reverenda Madre: 
Me comunica el caballero Oreglia que la persona propuesta para ayudarme a hacer un altar en honor de María Auxiliadora es V. Rvda. 

M. juntamente con sus hijas religiosas. Si puede, cumpla la caritativa obra. María se lo pagará doblemente, porque, a causa del crítico año 
que pasamos, carecemos de pan, y aún tenemos la mitad de los muchachos vestidos de verano en esta cruda estación. Así que 
ayudándonos para la iglesia, ayuda indirectamente a toda la familia; y además, María Auxiliadora es generosa y, entre otras pagas, 
tendrán un poderoso antídoto contra el cólera. 
De todos modos hago la embajada en nombre de María Auxiliadora y ruego de todo corazón a esta celestial Bienhechora que inspire y 
proporcione los medios para cumplir la obra propuesta. 

Dios bendiga a usted y a toda su familia religiosa, conceda a todas una larga serie de años, de salud y vida feliz en la tierra y después el 
Paraíso. Amén. 

Agradecido, me profeso 

Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.


Por aquellos días deseaba también el Venerable responder a las muchas cartas de felicitación que había recibido, con ocasión de las 
Navidades y Año Nuevo, de los Colegios de Mirabello y Lanzo. Escribía a los de Lanzo. 
((29)) 
Muy querido don Juan Bautista Lemoyne: 
A su tiempo recibí tu carta y también las colectivas y particulares de esos nuestros alumnos. Las he leído con la mayor satisfacción y, 
debo decirlo, me conmoví muchas veces ante tan fervientes signos de afecto y benevolencia. 

Fin de Página 38 


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Siento mucho carecer de tiempo para responder uno a uno a todos, mas espero poder hacerlo pronto personalmente. 

Te ruego, entre tanto, les digas tres cosas de mi parte: 

1.° Agradezco a todos vuestra buena voluntad y el cariño que me habéis demostrado sin yo merecerlo. Procuraré recompensároslo 
encomendándoos cada día en la santa misa, como si tuviera a todos alrededor mío. 

2.° Durante este año necesito de todos modos que, desde el primero al último de la casa, reine entre todos la caridad, soportando 
pacientemente las molestias de los demás y dándoos siempre buenos consejos y avisos cuando se presente la ocasión. Esta es la llave que 
abre la puerta de la felicidad para el curso a lo largo de todo el año. 

3.° Promúevase la visita frecuente al Santísimo Sacramento, como medio eficaz, más aún, como único medio para tener alejados los 
muchos azotes que durante este año nos amenazan en público y en privado. 

Explíquese debida y oportunamente todo esto y conviértase en tema de observaciones, cuando lo creas conveniente. 

Este año necesitamos impedir las malas lecturas y promover las buenas, por lo que tendría un verdadero placer, si todos nuestros 
queridos alumnos se suscribieran a las Lecturas Católicas, y Superiores y alumnos procurasen ofrecerlas y propagarlas a todas aquellas 
personas de las que se puede esperar aceptación. Incluyo aquí algunos prospectos. Tú y Sala incluid un prospecto con alguna palabra de 
recomendación en las cartas más importantes. 

Tu vigila, in omnibus labora, opus fac evagelistae, ministerium tuum imple: argue, observa, increpa in omni patientia et doctrina et in 
perdifficilibus rebus dic constanter: Omnia possum in eo qui me confortat. (Tú vela en todo, soporta trabajos, haz obra de evangelista, 
cumple tu ministerio: arguye, enseña, exhorta con toda longanimidad y doctrina y en los momentos más difíciles di constantemente: todo 
lo puedo en aquél que me da fuerza). 

Dios te bendiga a ti y a tus trabajos, a los maestros, a los asistentes y a todos los alumnos: rogad por mí, que seré siempre vuestro. 

Turín, 8 de enero, 1867. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

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((30)
)


CAPITULO IV 

EXTRAÑA PETICION DE DON JUAN BONETTI A DON BOSCO -DON BOSCO ENVIA UN AGUINALDO DE LA VIRGEN 
PARA CADA UNO DE LOS DEL COLEGIO DE MIRABELLO -CARTA DE UN CLERIGO A DON BOSCO AGRADECIENDOLE 
EL AGUINALDO -COMUNICA POR CARTA A LA CONDESA CALLORI QUE HA ESTADO UN POCO ENFERMO; QUE 
VISITO A SU HIJO EN EL COLEGIO DE VALSALICE Y LE DA NOTICIAS DE EL; DISCULPA LA LENTITUD DE LA EDICION 
DE UN LIBRO; SUSPENDE EL PLAN DE LA FUNDACION DE UN COLEGIO; ELEVADO COSTE DEL PAN; NECESIDAD DE 
PRESERVAR DEL FRIO A SUS ALUMNOS; ESPERA VERLA EN CASALE -MANDAN MANTAS AL ORATORIO DESDE EL 
ALMACEN DE INTENDENCIA MILITAR -CARIDAD DE DON BOSCO 

SI la carta de don Bosco a los alumnos del colegio de Lanzo les llenó de alegría y les decidió a hacer buenos propósitos, mucho más 
conmovió a los de Mirabello otra carta suya, que, por circunstancias poco ordinarias, era muy esperada. A finales del mes de noviembre 
había escrito don Juan Bonetti una carta a don Bosco: 

Queridísimo don Bosco: 

Al acercarse la novena de María Inmaculada un extraño pensamiento ha pasado por mi mente. Me lo he adueñado y se lo expongo. 

He pensado, pues, que nosotros llamamos a la Virgen, Madre y en cambio se la dice Reina de los ángeles: por consiguiente nosotros 
somos sus hijos y no súbditos y siervos. En efecto, para nosotros y no para ellos se dijeron aquellas palabras: Ecce filius tuus: ecce mater 
tua (He aquí a tu hijo: he aquí a tu madre). 

Así las cosas, me dije: no hay duda de que el amor de un hijo debe ser mucho más vehemente que el de un súbdito, por fiel que éste 
sea, y, por tanto, nuestro amor a María no debe ser inferior al de los ángeles. Aunque los ángeles ((31 )) al presente puedan amar a María 
más que nosotros, esto sucede porque ya se encuentran en la bienaventuranza; pero, pese a ello, nosotros tenemos, como hijos, más 
derechos, mayores títulos, más fuertes obligaciones que ellos para amarla y venerarla, especialmente por los grandes beneficios que nos 
ha prestado. 

En consecuencia, y aunque a primera vista parezca demasiado atrevido, he propuesto a nuestros hijos de Mirabello desafiar a los 
ángeles a celebrar la novena y fiesta de la Inmaculada Concepción, estimulándoles al mismo tiempo a emplear todas sus fuerzas para 
superar en estos días a los espíritus celestiales en entusiasmo y 
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amor a esta nuestra dulcísima Madre. A la dificultad que me han presentado de que los ángeles vencerían por no tener pasiones ni 
tentaciones, he respondido y demostrado que más bien nuestras pasiones y tentaciones nos pondrían en la costosa necesidad de vencer 
más fácilmente el desafío, porque con la ayuda de Jesús y de María, que no nos falta, las superaríamos; y que Dios, al juzgarnos a 
nosotros y a los ángeles, tendría en cuenta nuestros mayores esfuerzos. 

De cualquier modo que sea, bien o mal, he hecho la propuesta, que ha sido aceptada por los muchachos. Hoy se ha empezado la novena 
con mucho entusiasmo y hay un buen número que me parece dispuesto a vencer o morir. Necesito toda la prudencia de un general para 
moderar o dirigir bien su ardor. 

Pero, ahora me encuentro en un gran lío. Me preguntaron quién sería árbitro del desafío entre nosotros y los ángeles. Y yo, con una 
confianza, quizá demasiado grande, respondí que dejaba a la Virgen el cuidado de dar a conocer de algún modo el resultado del desafío. 
Temo haber tentado a Dios con esto. Por eso me dirijo a usted para que acuda en mi ayuda. »De qué modo? Con uno de sus 
acostumbrados sueños, que rogaré a María se lo mande durante esta novena. 

Sería de desear que en este sueño, o de cualquiera otra forma, viera usted a los muchachos de Mirabello, a todos o en parte, vencedores, 

o bien acariciados por la Virgen que se mostrará satisfecha de ellos por la novena. Al terminarla, o el día de la fiesta, nos haría usted un 
gran servicio y coronaría la obra si, en nombre de María, nos comunicara nuestro triunfo. íAh, don Bosco, por compasión, no me deje en 
el apuro, venga en mi ayuda a tiempo! 
El enfermo que le recomendé sanó enseguida. Se agravó otro (un tal Stella) sobrino del canónigo Manfredi de Voghera. Encomiéndelo. 

Los demás están todos bien. El número exacto de los actuales alumnos, sin contar los que aún esperamos, es de ciento cuarenta y cinco, 
diez menos que el año pasado. Ruegue por nosotros. 

Suyo afectísimo, 

JUAN BONETTI, Pbro. 

((32)) Don Bosco debió sonreír ante esta carta, pero como se trataba de excitar cada vez más la devoción filial de los alumnos a María 
Santísima, después de haberse dirigido ciertamente a Ella con fervorosas oraciones, confió ser oído. Mas no se apresuró a contestar, sino 
que dejó pasar la fiesta de la Inmaculada y pidió a don Juan Bonetti que le mandara la lista con los nombres de todos los alumnos del 
Colegio, de los que estaban adscritos a la casa y de los miembros de la familia Provera. Todos los nombres deberían ser escritos en la 
cabecera de una línea, de modo que él pudiera escribir al lado una palabra, un aviso, una alabanza, o un reproche, en nombre de la 
Virgen. Es de notar que muchos de los alumnos eran nuevos, y sólo los había visto una vez, y otros le eran totalmente desconocidos por 
completo, porque habían entrado después de su visita, hecha en noviembre. Don Juan Bonetti se apresuró a mandarle la lista pedida en 
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folios, cuyo revés debía quedar en blanco. Se repetía el hecho del aguinaldo recibido por los alumnos del Oratorio para el año 1862. 
Don Bosco, después de rellenar de propia mano aquellos folios, los remitió a Mirabello con la siguiente carta: 
Turín, 7 del 1868 
Querido Bonetti: 
He hecho retrasar un poco la respuesta que la Virgen da a los jovencitos de Mirabello, antes de desafiar a los ángeles. 
No ha podido ser hasta ahora; el dictado era algo largo. Verás que hay observaciones muy severas, pero ninguno las tome a mal; si tiene 
algo que observar, hágalo a la misma Virgen. Lo cierto es que nadie puede decir: «Este aguinaldo no me va». 

Nasi, Chicco, Cerruti, Belmonte y alguno más me escribieron cartas que he leído con verdadero gusto; las tengo sobre el escritorio para 
contestarlas. Las respuestas son muy concisas por culpa tuya. »Por qué, al mandarme la lista de los muchachos, no me dejaste más 
espacio entre un nombre y otro? Ayuda, pues, a leer lo escrito; da a cada uno su cartita; cuando yo vaya a Mirabello Procuraré explicar a 
cada cual lo que allí se indica. 

Que Dios mande copiosas bendiciones sobre los alumnos y sobre los queridos ((33)) superiores de Mirabello. Yo no doy aguinaldo 
porque no quiero miscere sacra profanis (mezclar lo sagrado con lo profano). Vale, (pásalo bien). 

Rogad por
Vuestro Afmo.
JUAN BOSCO, Pbro.


P. D. Recomiéndese y propáguense las Lecturas Católicas; y en las cartas, en que parezca oportuno, métase un prospecto. 
Don Juan Bonetti recibió aquellos escritos, los transcribió en un cuaderno suyo, anotando sólo las iniciales de los nombres; cortó 
después el original en tantas tiritas cuantos eran los nombres, y las distribuyó según su dirección a cada uno de los de la casa. Las 
primeras parecen destinadas a los superiores, maestros y asistentes. 

He aquí los avisos enviados por don Bosco: 

-Habla con frecuencia y caridad con tus inferiores. 

-Si quieres volar alto, comienza desde abajo: Humilitas totius aedificii spiritualis fundamentum (La humildad es el fundamento de todo 

el edificio espiritual). 

-Procura siempre practicar con los hechos lo que propones a los demás con las palabras. 

-Quaere primum regnum Dei: sursum corda (Busca primero el reino de Dios: arriba los corazones). 

-In patientia felicitas et salus tua (Tu felicidad y tu salvación están en la paciencia). 

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-Cave ne ponas manum ad aratrum et respicias retro (Guárdate de poner la mano al arado y mirar hacia atrás)
.
-Las pequeñas cruces de la tierra soportadas formarán nuevas coronas de gloria en el cielo.
-Multis modis vocat nos Deus ad se; in patientia tua possidebis animam tuam. (De muchos modos nos llama Dios a El; serás dueño de


tu alma con la paciencia). 

-Placentia superiori, placent Deo tuo. Perge! (Lo que agrada al superior, agrada a tu Dios. íSigue!). 

-Ama nesciri. (Ama ser desconocido). 

-Non multa sed quae Deo non tibi placent, agenda sunt. (No hay que hacer muchas cosas, sino las que agradan a Dios y no a ti). 

-Homines vident quae parent, Deus autem intuetur cor. (Los hombres ven lo que aparece, pero Dios mira al corazón). 

-Nondum coepisti: et quae coepisti Dei non sunt. (Aún no empezaste: y lo que empezaste no es de Dios). 

-An pergis? quid vis? Pete, ora, et operare. (»Acaso caminas? »Qué quieres? Pide, ora y haz). 

-Consagra al Señor tu salud y la tendrás. 

-Excita somnolentos et te ipsum si calumniatus fueris. (Excita a los somnolientos y a ti mismo, si fueres calumniado). 

-La meditación y la comunión serán tus salvadores. 

-Si vinum bonum, opera bona, feceris, laetificabis cor Dei et hominum. (Si haces buen vino y buenas obras, alegrarás el corazón de 

Dios y de los hombres). 

-Si tienes que dar cuenta a Dios de las palabras, de los pensamientos, »qué no será de las obras? 

-Si cum bonis bonus eris, cum perversis perverteris. (Si eres bueno con los buenos, con los malos te pervertirás). 

-Satage ut per bona opera vocationem certiorem facias. (Cuida de que a través de las buenas obras hagas más cierta tu vocación). 

-»Por qué no cumples las promesas? »Dónde están tus propósitos? 

((34)) -Si haces la meditación y la lectura espiritual, vencerás la pereza y aquel vicio que te dije. 

-Empieza: Dios no está contento de ti. 

-Qui dicit bene et male agit, erunt ei mala in interitu. (Quien habla bien y obra mal, recogerá los males a la muerte). 

-La caridad, la humildad, son las alas que te elevarán hacia Dios. 

-No basta empezar; es necesario perseverar aun con sacrificio. 

-Jesucristo sea tu amigo: huye de los compañeros disipados. 

-Tanto los malos consejeros como los aconsejados corren gran peligro de ruina. 

-Desagrada a Dios tu holgazanería. »Por qué no haces bien la meditación y la lectura espiritual? 

-Con los malos consejos te ganas la ira de Dios: cambia de vida, estás a tiempo. 

-Abre tu corazón de par en par al Director y frecuenta la comunión con fervor. 

-Animo, si quieres tener el premio; don Bosco te dirá lo demás. 

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VOLUMEN IX Página: 

-Si no vuelves atrás, te metes por un camino que te conduce a la perdición.
-Deja de ser loco y sé luz de buen ejemplo con tus hechos.
-Por los malos consejeros eres mal aconsejado. Escucha al confesor.
-Si no te pones a practicar la humildad, pierdes la más hermosa de las virtudes.
-El que da o recibe malos consejos, se hace siervo y esclavo del demonio.


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-Los males pasados te sirvan de lección para el porvenir.
-Inchoantibus praemium promittitur, perseverantibus datus. (Se promete el premio a los que empiezan, y se da a los perseverantes)
.
-Te espera un gran premio; no pensar en la fatiga.
-La comunión frecuente y la meditación harán tu dicha.
-La arrogancia y el tiempo perdido serán dos espinas en punto de muerte.
-Vete con los buenos y atente a los consejos del confesor.
-Huye de la vanidad y de la pereza. Haz alguna visita a Jesús Sacramentado.
-Emplea el tiempo; frecuenta la comunión; sé obediente.
-Ten ánimo; haz el bien; no atiendas a nadie.
-Si quieres el premio, sigue comulgando frecuentemente.
.
-El que tiene conversaciones malas, es ministro de Satanás. Corrígete.
-Recurre frecuentemente a María, y adelante.
-Vete con los buenos, frecuenta la comunión y ten ánimo.
-»Por qué piensas tanto en casa? »Por qué no piensas más en el alma?
-Pon en práctica los propósitos de la confesión.
-Atiende a la meditación y a la lectura espiritual. Te son indispensables. Frecuenta la comunión.
-Dios quiere algo más: ámalo; frecuenta la comunión.
-Aún tienes tiempo, pero íay! si lo difieres. Huye del ocio.
-Ama más el alma, menos el cuerpo: ánimo, mientras tienes tiempo.
-El mundo te engaña; escucha a Dios que te tiene preparado un gran premio.
((35)) -Tu tibieza y tu indiferencia te exponen al peligro de perderte.
-Guárdate de los malos consejeros: hazte amigo del Director y de tu maestro.
-Animo, frecuenta la comunión, huye del ocio.
-María te llama, ánimo, escúchala y en guardia con todos.
-Sé humilde, haz mejor la meditación.
-Busca buenos consejeros, de otro modo estás en peligro.
-Lava con frecuencia tu alma y pon en práctica los consejos del confesor.
-No escondas el veneno en el pecho: búscate mejores compañeros.
-Ten más confianza con tus superiores y sigue sus consejos.


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VOLUMEN IX Página: 

-Huye del ocio, haz mejor la meditación.
-Sé menos bufón y más devoto y diligente.
-Haz el bien y no mires a quién; estás a tiempo.
-Tus hermanos esperan de ti buenos ejemplos y buenos consejos.
-La meditación, la lectura espiritual y la comunión frecuente serán tu fortuna si las haces bien.
-Si no abandonas el vicio que tú sabes, te preparas un triste porvenir.
-Confianza con tus superiores: pon en práctica los consejos del confesor.
-El mundo paga mal; frecuenta los buenos compañeros y la comunión.
-»Por qué no corriges el pasado? »Por qué perseverar en el vicio? Recurre a María y te ayudará.
-El mundo engaña, Dios sólo da el premio verdadero: invócale.
-Los consejos de tus superiores sean la norma de tus acciones.
-Una buena enjabonadura del alma y después huye del vicio.
-Da siempre buen ejemplo y frecuenta la comunión.
-Dios no está contento de ti; se requiere un cambio radical.
-La obediencia y la diligencia te aseguran el camino del paraíso.
-No mires el trabajo sino el premio que Dios da a quien le sirve.


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-La mansedumbre y la obediencia son de absoluta necesidad. 
-Vete con los buenos y huye de los compañeros disipados. 
-No haces mal, pero no basta: Dios quiere que obres bien. 
-Abre el corazón a tus superiores y tendrás consejos para poner remedio. 
-Quien juega a capricho, pierde el bolsillo. Sé más obediente. 
-Pon en práctica los propósitos que haces en la confesión. 
-La cólera y el escándalo han hecho temer mucho por ti; enmiéndate. 
-»Por qué piensas en tantas cosas y atiendes tan poco al alma? 
-Das malos consejos y piensas demasiado en el cuerpo; corrígete. 
-»Sabes dónde está el país de las riñas? Paciencia y obediencia. 
-El perezoso de por vida, llorará a la hora de la muerte el tiempo perdido. 
-Un vicio te prepara un gran desastre, si no te corriges. 
-Más sincero; ocupa mejor el tiempo y huye, etc. 
-Las comuniones y las meditaciones serán tu fortuna. 
-No cuidas bastante de tu alma: sé más diligente. 
-Sé más constante en las promesas que haces a Dios. 
((36)) -»La holgazanería y la volubilidad son tus amigos? 
-Ocupa tu tiempo, da mejor ejemplo y Dios te ayudará. 
-Dios quiere de ti más diligencia en tus deberes. 
-Vete con buenos compañeros y huye del ocio: íánimo! 
-Piensa menos en casa; atiende más al alma y a la clase. 
-No hagas caso a nadie; haz el bien, vete con los buenos. 
-Huye de la holgazanería; está más recogido en la iglesia. 
-Huye de los compañeros disipados; sé más diligente. 
-Piensa en tus deberes, pero atiende más a las cosas del alma. 
-Más caridad con los compañeros; combate el vicio que tú sabes. 
-María quiere de ti más diligencia en tus deberes. 
-Sé más devoto en la iglesia y más atento en el estudio. 
-Pon más atención en la meditación y en la lectura espiritual. 

Fin de Página 45 


VOLUMEN IX Página: 

-Respeta a los superiores y frena la cólera.
-María te quiere devoto y obediente.
-O cambiar, o esperar un mal fin; estás a tiempo.
-El tiempo que pierdes te conduce al vicio; y si continúas así »adónde vas?
-La pereza desagrada al Señor. Empieza a ser diligente.
-Las cosas pueden esconderse al mundo, pero no a Dios. Sinceridad.
-Está más atento en la clase, y sé más devoto de María.
-Demasiado disipado; sé más diligente; acude a María.
-La boca que miente, da muerte al alma.
-Olvida el pasado y haz vida nueva en lo sucesivo.
-Sigue los avisos y los consejos de tus superiores.
-Caridad con los compañeros; respeto a los superiores, más atención en la iglesia.
-Si has empezado bien, continúa; obediencia y devoción.
-Procura ir con compañeros amigos de la piedad.
-Frecuenta los sacramentos. Atiende a la lectura espiritual.
-Abre tu corazón al Director y haz lo que te dice.
-La devoción y el estudio te harán feliz.
-Ocupa mejor el tiempo; sé más devoto en la iglesia.
-Si hablas fuera de tiempo, haces daño al alma y al cuerpo.


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Fin de Página 45 


VOLUMEN IX Página: 

-Tu negligencia desagrada a Dios. Ocupa mejor el tiempo.
-La devoción en la iglesia te atraerá muchas bendiciones.
-Escucha a tus superiores y no te equivocarás.
-La lectura espiritual y la obediencia te llevarán por el buen camino.
-»Por qué molestas en la iglesia? Sé más devoto en lo sucesivo.
-Tu disipación desagrada al Señor. »Cuándo cambiarás?
-Las riñas y la negligencia acarrean mucho daño a tu alma.
-Si no acabas con las negligencias y altercados, Dios no te dará la ganancia al fin de la vida.
-Procura ser un poco más obediente y, después, todo irá bien.
-»Qué recompensa se merece el perezoso y negligente?
-Más afecto y más caridad con tus compañeros.
((37)) -Si quieres seguir adelante, ten más caridad con tus compañeros; respeta a los superiores.
-La atención en la clase y la devoción en la iglesia te harán agradable a Dios.
-Piensa en la hormiga y medita el séptimo mandamiento del Decálogo.
-No basta empezar, sino esforzarse para continuar.
-Deja las mentiras; las negligencias desagradan a Dios.
-»Quieres ser bueno? Devoción en la iglesia y atención en clase.
-Con la negligencia y la charlatanería causas daño al alma.
-La obediencia es todo para ti. Recurre a María.
-»Quieres asegurar el buen camino? Sé obediente.
-Si no huyes de la pereza, van mal las cosas del alma y del cuerpo.
-El demonio te quiere llevar a la pereza: no le escuches.
-Vete con los buenos, huye de los disipados y harás bien.
-Si no cambias radicalmente, vas por mal camino.
-Los consejos de tu confesor y de tu maestro serán tu fortuna.
-»Quieres ser bueno? Devoción en la iglesia y atención en clase.
-Si no empiezas ahora, estarás en peligro más adelante.
-Si eres devoto de María, tendrás la salud del alma y del cuerpo.
-Pide consejo al Director y síguelo.


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VOLUMEN IX Página: 

-»Has empezado? Bien está, pero es preciso continuar. 

Los nueve papelitos siguientes parecen estar destinados para el personal de servicio. 

-Da mucha importancia a las cosas de religión.
-Si aguantas a los demás, ellos te aguantarán a ti. Más religión.
-Ahora puedes y no quieres; vendrá un tiempo en que querrás y no podrás.
-Quien piensa mucho en el cuerpo y poco en el alma, cae en el lazo del demonio.
-Con mayor frecuencia de sacramentos puedes asegurarte el camino al cielo.
-En el Evangelio Dios condenó al siervo perezoso. Animo.
-»No quieres que se murmure de ti? No murmures tú de los demás.
-Con el respeto y la obediencia obtendrás un gran bien.
-Sé fiel y trabaja por amor de Dios, que te pagará bien.


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Estos otros estaban destinados a los miembros de la familia Provera, a los que don Bosco, en su agradecimiento, consideraba como 
hijos suyos espirituales. 

-Mucha paciencia con los jóvenes.
((38)) -Soportar los defectos de los demás.
-En el trabajo búsquese la gloria de Dios.
-No dé reprimendas a toda hora; use el garrote cuando haga falta (al anciano padre)
.
-Animo; al fin todo se paga.
-Con hechos, con palabras, enseñe la religión a su familia (a la madre)
.
-Ayude al papá a corregir y avisar, pero no se olvide de sí misma.
-Después de los trabajos y los combates te espera un gran premio.
-Vigila tu salud temporal y espiritual y la de tu familia.


Formó época en Mirabello este reparto y mientras los muchachos meditaban sus papelitos esperando una visita de don Bosco, él recibía 
cartas de agradecimiento, una de las cuales transcribimos por su ingenuidad. 

Mirabello, 15 de enero de 1868 

Rvmo. Sr. don Bosco: 

íCuántos besos doy al querido aguinaldo que salió de las manos de don Bosco y a quien se lo dictó, la Santísima Virgen! 

También yo quisiera darle un aguinaldo, si lo acepta, porque yo se lo doy de corazón. He oído hablar tan bien de la Sociedad de 
clérigos y sacerdotes, que no veo el momento en que tendré la dicha de entrar en ella. Esto puede ser un simple y pasajero ímpetu de mi 
corazón y, si así fuese, usted lo conoce mejor que yo; por esto he pensado ponerme totalmente en sus manos, porque sé en qué manos me 
pondrá. Don Bosco conoce mi interior, sabe de qué soy capaz; disponga, don Bosco. 

Ahora, además, le pido, con lágrimas en los ojos, una satisfacción. Mi corazón, hace tiempo estaba tan contento que hasta estaba 
tentado de soberbia; y, a veces, tan sumamente triste que no podía encontrar la paz. Pero íqué alegría cuando manifesté esto a mi confesor 
y éste me aseguró que nada tenía que temer por el pasado! Cuando, luego, pude ir a confesarme con usted, ya sabe, don Bosco, que me 
hizo ciertas preguntas que me dieron algo que pensar. 

Ahora he oído hace poco al señor Director que, exhortado por don Bosco a avisar a los que hacen confesiones sacrílegas, interrogando 
cómo hacerlo, usted le respondió que cuando niegan al ser preguntados, basta para ellos un aviso general: que lo piensen. Este 
pensamiento me hace temblar. Por caridad, don Bosco, expóngame el estado de mi conciencia; estoy dispuesto a obedecerle en todo. 
Temo que mi don Bosco haya querido avisarme también a mí de ese modo. Por caridad, consuéleme, dígame, dígame todo; yo lo haré, lo 
haré. 

Fin de Página 47 


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((39)) Perdone, querido don Bosco, si le he hecho perder demasiado tiempo; es muy grande el deseo de obtener las referidas gracias. 
Las espero de su dulce corazón y, con esta esperanza, beso su mano con filial afecto. 

Su seguro servidor CARONES, clérigo. 

Cesó la nevada y quedaron practicables las calles. Don Bosco fue al colegio de Valsálice para visitar a un hijo de la condesa Callori, 
que estudiaba allí. Después escribió a la madre, que pasaba parte del invierno en su palacio de Casale, comunicándole otras noticias 
importantes y diciéndole las causas que retrasaban la publicación del libro El católico instruido en las prácticas de piedad. 

Benemérita señora Condesa: 

Infinitas cosas a decir y sin escribir: la costumbre de uno. Pero ahora vamos a tomar las cosas una por una; lo hago tras haber estado 
unas semanas flojo de salud. Esto se lo digo sólo a usted, como madre, porque los de casa no saben nada, pues de otro modo estarían 
inquietos. Ahora marcho bien. 

He estado dos veces en Valsálice; siempre con poca fortuna. La primera no había nadie, porque era tiempo de paseo. Fui otra vez, a 
distinta hora, y aquel día hubo también cambio en la hora de paseo. Sin embargo, he podido hablar con Manuel, a quien he encontrado 
bien de salud, pero no con la acostumbrada tranquilidad. Quería volver después para hablar largo y tendido, mas no he podido. Ahora, si 
usted llevara a cabo lo que indicó por medio de la marquesa Fassati, bien; de otro modo iré, y ahora, teniendo hora y día fijo para hablar, 
estoy seguro de no hacer el viaje en vano. Dígame, si puede, una palabra en este sentido. 

El famoso libro ha dormido largo rato. Monseñor Gastaldi, que es el censor eclesiástico encargado, olvidó el original en Turín y por 
ello no se nos entregó hasta primeros de este mes. Ahora se trabaja a toda prisa y espero que ganaremos parte del tiempo perdido. 

Le diré que el libro llegará a las ochocientas páginas y, si aún se añade la vida de los principales santos, alcanzaremos las novecientas: 
demasiado voluminoso. Por tanto, sería del parecer de omitir las vidas de estos santos, que tal vez podrían imprimirse después aparte, y 
las vísperas y otras cositas a añadir, imprimirlas con caracteres más pequeños con lo que nuestro libro se reduciría a unas setecientas 
cincuenta páginas. Piénselo usted, y yo haré lo que diga la mamá. 

((40)) El pensamiento de un colegio, cuya necesidad tan gravemente se deja sentir, tenemos que abandonarlo por este año. 

Hemos de hacer grandes esfuerzos para ir adelante en estos años tan difíciles. El año pasado por estos días se pagaba el pan a veintiséis 
céntimos el kilogramo; ahora ha subido a cincuenta, así que don Miguel Rúa tiene que pensar cada mes en nueve mil liras en vez de cinco 
mil. Aún más, Lanzo y Mirabello no alcanzan con las pensiones. Y aquí tenemos la mitad de los jóvenes vestidos todavía de verano. 

Esto obliga a suspender todo gasto nuevo. 

Por esto, cuanto usted pueda hacer según su caridad, hágalo para ayudarnos a seguir adelante este año, con la esperanza de tiempos 
mejores para otras empresas. 
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Fin de Página 48 


VOLUMEN IX Página: 49 

Habrá recibido la carta que el conde Borromeo me escribió sobre el exalcalde de Vignale: dejemos que Pilato se lave las manos. 
Hablaremos más tarde. 

El señor Conde o usted harían bien en participarle, para que lo sepa, que ellos hicieron las diligencias para esta condecoración. 

Si usted viniese pronto a Turín ruego me lo diga para que no coincida la época de su ausencia con mi paso por Casale, a principios de 
febrero próximo o tal vez antes. 

Señora Condesa, a diario encomiendo en la santa misa a usted, a su señor marido y a toda la familia. Ruegue también usted por mi 
pobre alma y créame con verdadera gratitud, 

De V.S.B. 

Turín, 10 del 1867.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.


En esta carta don Bosco hace alusión a un colegio. Se trataba de fundar en Turín un nuevo instituto para la educación de la juventud, 
que debía ser destinado a liceo 1 para poner en él a los alumnos estudiantes del Oratorio que, después de acabar los cursos del gimnasio 
(bachillerato) quisieran comenzar los de filosofía, y no sólo ellos, sino también todos los demás que se presentasen. Cierto número sería 
de los pertenecientes a la Pía Sociedad, o de los que hubieran mostrado deseo de pertenecer. El tal liceo habría tenido superiores y 
profesores propios. Para ambientar la cosa y cumplir la obra, habríase añadido una clasecita para alumnos de gramática y algún taller de 
aprendices, entre tanto habría sido casi ((41)) el principio de un noviciado, como después se tuvo en San Benigno Canavese. Y los 
alumnos, sin vestir todavía la sotana, no habrían causado envidia ni oposiciones. 

El Venerable respondía a otra carta de la condesa Callori con una tarjetita: 

Mi buena Mamá: 

También yo diré: paciencia. Deseaba precisamente pasar un rato con el señor Raniero... Lo haré tal vez por carta. 

Esta tarde no puedo ir por estar comprometido. 

Deseo todo bien a la buena Mamá y a toda su familia de parte del pobre, pero agradecidísimo. 

Díscolo (Travieso). 
1 Liceo, nombre que en Italia se daba a los dos cursos de bachillerato superior. (N. del T.) 
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Fin de Página 49 


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Don Bosco escribía también cartas al caballero Oreglia, a la Presidenta de Tor de'Specchi y a la señora Callori diciéndoles que algunos 
de los muchachos estaban todavía vestidos de verano; pero eso no quitaba que él les proveyera de elásticas de lana. A la vez había 
anunciado al Caballero: En casa todos están bien. 

El no descansaba un instante para proveerles de lo que les faltaba, aun supliendo a la despreocupación de ciertos padres que no 
cumplían sus compromisos. 

En septiembre de 1867 había pedido al Ministro de la Guerra que le concediese vestuario y mantas de cama en desuso, existentes en los 
reales almacenes del Estado. El Ministro había aceptado la petición, y como no todos los objetos destinados al Oratorio habían sido 
entregados a don Bosco, éste había solicitado el envío y recibía pronta respuesta. 

Almacén principal de la Administración Militar en el Departamento de Turín.-

Oficina de Contabilidad. 

Turín, 10 de enero de 1868 

Ilmo. y Rvmo. Señor: 

Entre los distintos objetos que el Ministerio de la Guerra, por oficio del 10 de octubre p. p. n.° 7.754, ordenaba fueran entregados al 
Oratorio de San Francisco de Sales, del que V. S. Ilma. es benemérito Director, ((42)) se habían asignado veinte mantas de algodón, de 
las que, en la época del suministro hecho, el almacén estaba, como todavía lo está, literalmente desprovisto. 

Ahora bien, teniendo en existencia algunas mantas de campo de lana, que para la actual estación parece sean más adecuadas que no las 
de algodón, si V. S. las acepta, puede retirar veinte de las mismas como remate de la donación concedida por el mencionado superior. 

Mientras tanto me honro en responder a la carta de esta mañana, manifestándole al mismo tiempo los sentimientos de mi mayor respeto, 
con el que me honro de ser 

De V. S. Ilma y Rvma. 

Su seguro servidor 

A. BACCHINO 
El Venerable pasaba entonces por continuos apuros económicos, pero ellos no empequeñecían su corazón, que se conmovía al ver las 
miserias de los pobrecillos que le tendían su mano. Cuenta don Miguel Rúa en sus memorias: 

«El 10 de enero de 1868 andaba don Bosco por la ciudad al caer de la tarde. Un pobrecito se acercó a pedirle limosna. Había tenido 
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que gastar durante la jornada todo el dinero que poseía y no le quedaba más que una moneda de una lira. Movido a compasión por el 
pobrecito le dijo: 

-No tengo más que esta moneda; tomadla y que el Señor os bendiga. Pero, antes de volver a casa, pasad por el santuario de Nuestra 
Señora de la Consolación a rezar una salve para que la Virgen me mande otros auxilios. 

-Dicho esto se marchó. 

Una hora después, una persona le remitió un paquete procedente de Roma, sin ni siquiera decirle qué contenía. Creyó don Bosco que se 
tratase de estampitas. Pero íqué! 

Desató el paquete, lo abrió y se encontró con mil seiscientas liras en billetes de banco, que le vinieron muy bien para saldar algunas 
partidas de la deuda que tenía». 

El paquete, como se verá, habíaselo mandado el conde de Maistre. 
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((43)
)


CAPITULO V 

CONFIANZA DE LOS FIELES EN LA ORACION Y BENDICION DE DON BOSCO -CARTA DE DON BOSCO AL CABALLERO 
OREGLIA: HA RECIBIDO LOS DONATIVOS DE LOS BIENHECHORES ROMANOS; MUERTE DE VARIOS BIENHECHORES 
DE TURIN; NIEVE Y FRIO EXCESIVOS EN EL PIAMONTE; TRIBUTO DE GRACIAS A LA PRESIDENTA DE TOR 
DE'SPECCHI POR EL GENEROSO OFRECIMIENTO DE UN ALTAR; VARIOS ENCARGOS -CARTA DEL CABALLERO A DON 
BOSCO: GRAVES ENFERMEDADES EN ROMA; EL DUQUE DE SALVIATI Y EL CARDENAL CONSOLINI SE INTERESAN 
POR EL ASUNTO DE VIGNA PIA; MUERTE DEL HERMANO DEL CARDENAL; MEDALLAS DE MARIA AUXILIADORA 
REPARTIDAS A LOS ENFERMOS -DON BOSCO HABLA DE COMO DEBE REGULARSE UN DIRECTOR SALESIANO EN LA 
CASA A ABRIR EN ROMA -DON JUAN FRANCESIA COMUNICA AL CABALLERO NOTICIAS DEL ORATORIO Y LAS 
PREDICCIONES DE DON BOSCO; EL CLERIGO MAZZARELLO SE ENCUENTRA GRAVISIMO; CONFESIONES GENERALES 
-MUERTE DEL CLERIGO MAZZARELLO: ES LA PRIMERA PREDICCION DEL SUEÑO; CIRCUNSTANCIAS 
SORPRENDENTES DE ELLA -DON BOSCO AL CABALLERO: HA RECIBIDO LAS OBSERVACIONES SOBRE EL PROYECTO 
DE VIGNA PIA Y LAS ESTUDIARA; LAS MEDALLAS DE MARIA AUXILIADORA QUE SE ESTAN ACUÑANDO; 
PROPUESTA DE UN PROFESOR PARA UNA FAMILIA NOBLE; INTRODUCIR EN ROMA EL JOVEN CRISTIANO Y LA 
HISTORIA DE ITALIA EN EL COLEGIO ROMANO; ES BASTANTE PROBABLE LA VUELTA DE UN PRINCIPE A SU CASA; 
PEDIR UNA BENDICION AL SANTO PADRE; NOTICIAS DEL ORATORIO; MUERTE DEL ABATE FRASSINETTI, PRIOR DE 
SANTA SABINA EN GENOVA -EL PADRE OREGLIA A DON JUAN BAUTISTA FRANCESIA: OBSERVACIONES SOBRE 
CIERTAS HISTORIAS; EL ASUNTO MARGOTTI; NOTICIAS DEL BIEN QUE HACE EL HERMANO FEDERICO; ROMA SE 
FORTIFICA -DON BOSCO AL CABALLERO: HA MUERTO EL CLERIGO MAZZARELLO; ((44)) EL GRABADO DE MARIA 
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AUXILIADORA PARA UN LIBRO DE ORACIONES; NOTICIAS DE TURIN; LE MANDA UNA CIRCULAR CON UN 
PROSPECTO DE LAS LECTURAS CATOLICAS; LE INVITA PARA LA FIESTA DE SAN FRANCISCO DE SALES -LA 
CIRCULAR -OTRA CARTA AL CABALLERO OREGLIA: LAS DEUDAS GRAVES DEL ORATORIO; DA GRACIAS A LOS 
BIENHECHORES ROMANOS Y ROGARA POR ELLOS; NOTABLE OFRENDA DE UN SEÑOR CURADO POR LA VIRGEN; 
PETICION DE UNA CONDECORACION PARA EL ABATE SOLERI; EL FRIO TRIPLICA LA MORTANDAD EN TURIN; 
NINGUN ENFERMO EN NUESTRAS CASAS -EL CABALLERO OREGLIA ENVIA NOTICIAS DE ROMA A DON JUAN 
BAUTISTA FRANCESIA -DON BOSCO ESCRIBE AL DIRECTOR DE LANZO, QUE SE ENCUENTRA EN GENOVA: LE 
MANDA UNA CARTA PARA ENTREGAR AL ARZOBISPO CHARVAZ CON EL FIN DE OBTENER DE EL UNA CARTA 
COMENDATICIA; RUEGO A UN CANONIGO PARA QUE PROMUEVA LAS LECTURAS CATOLICAS; UNA NOTA CON LOS 
TRABAJOS A REALIZAR EN LA IGLESIA DE MARIA AUXILIADORA PARA PRESENTARLA A QUIEN PUEDA 
ENCARGARSE DE ALGUNO DE ELLOS A SUS EXPENSAS -LECTURAS CATOLICAS: SEVERINO O LAS AVENTURAS DE 
UN JOVEN DE LOS ALPES -APARECE ANUNCIADA EN LA UNIDAD CATOLICA -PALABRAS DE DON BOSCO SOBRE 
ESTE LIBRITO 

SI alguien quisiera llevar cuenta de todas las cartas que poseemos, en las que aparece la veneración a don Bosco como a un santo, la 
confianza ilimitada en sus oraciones, la persuasión de que era uno de los siervos predilectos de María, debería imprimir un epistolario 
interminable. Volvemos de cuando en cuando sobre esta afirmación, porque indica la causa principal de las generosas ofertas que don 
Bosco recibía para sus obras y para la iglesia de María Auxiliadora. Nos agrada espigar algunos párrafos de ciertas cartas. 

El 4 de enero escribía a don Bosco el señor Víctor d'Oncieu, desde Chambéry (Saboya). Encomendaba a sus oraciones a una joven 
gravemente enferma de tuberculosis: 

«He pasado muchas temporadas en Turín; con tal motivo me fue fácil juzgar por mí mismo el gran bien que usted ha hecho. Además, 
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((45)) una de mis parientes, la condesa Melzi, de Milán, me ha hablado de usted y de muchas curaciones milagrosas conseguidas por sus 
fervorosas oraciones. Todo esto me ha decidido a tomarme la libertad de dirigirme a usted en favor de nuestra pobre enferma... Ya le 
hemos puesto al cuello una medalla de la Santísima Virgen Auxiliadora, que nos entregó la señora D'Oncieu, madre de la condesa 
Melzi...». 

Y la señora D'Oncieu escribía, el 20 de febrero de 1868, implorando las oraciones de don Bosco para obtener una gracia 
importantísima: 

«Debo deciros, señor Abate, que las medallas de María Auxiliadora, con la promesa de una limosna para vuestra iglesia, han preservado 
del cólera a muchas personas y a comunidades enteras. Una persona gravemente enferma, y de edad avanzada, se encontró mejor 
inmediatamente después de haberse puesto al cuello la medalla que la condesa Melzi le había llevado el verano pasado, y hoy está 
completamente curada. Ved, pues, Padre mío, que debemos albergar cierta esperanza de ser oídos por intercesión de vuestras fervorosas 
oraciones». 

El 8 de enero de 1868, y desde Carate Brianza, comunicaba la señora Carolina Brambilla Rasini a don Bosco: 

«Le agradezco de corazón la bondad que ha tenido al acordarse de mí y de la pobre alma afligida que le recomendé. Hago lo que usted 
me indicó y tengo en gran aprecio aquella estampita... Confío mucho en la eficacia de sus oraciones... Juan se acuerda siempre de usted, 
le agradece sus recuerdos, le envía un millón de respetuosos saludos, con mil augurios y bendiciones para usted y esa Institución que con 
tanto celo rige... ». 

Y el señor Juan Brambilla añadía una posdata: ...«íOh, cuántas cosas han acontecido este año después de nuestra conversación! íPobre 
Oratorio de San Luis! Dios lo ha permitido, pero yo no desconfío de la justicia de Dios y confío que podré recuperarlo. La perversidad de 
los hombres me lo ha quitado, pero la bondad de Dios me lo dará...». 

Don David Sesia, coadjutor titular, escribía a don Bosco desde Lacchiarella (Milán) el 12 de marzo de 1868: 

((46)) «Nos consideramos muy felices por el éxito de la bendición que usted impartió y las oraciones que recomendó a una señora de 
esta parroquia, que padecía desde hace mucho tiempo una muy grave y peligrosa enfermedad. Después de los seis meses que usted fijó, y 
cumplidas todas las obras que le recomendó, se encontró totalmente 
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curada por lo cual gratias agamus Domino Deo nostro, Immaculatae Virgini Mariae, et Tibi... (damos gracias a Dios Nuestro Señor, a la 
Inmaculada Virgen María y a Ti...)». 

Don Bosco, por su parte, agradecido a la Virgen por todo el bien que hacía en favor de sus devotos, daba noticias del Oratorio al 
caballero Federico Oreglia con la siguiente carta: 

Carísimo caballero Oreglia: 

Le diré las cosas según van viniendo a mi mente. Incluyo una carta que llega desde Módena. 

Hemos recibido mil seiscientas liras del conde de Maistre y mil ochenta y siete del padre Unda, que la caridad de los romanos, a través 
de V. S. carísima, ha enviado a esta casa. Las hemos repartido inmediatamente entre los más apremiantes acreedores, Avvezzana entre 
ellos. Ahora nos queda el agradecimiento a estos caritativos donantes, por quienes rezaremos todos los días a Dios para que desciendan 
sobre ellos abundantes bendiciones del cielo y especialmente para que María Auxiliadora mantenga lejos de sus familias el azote de la 
enfermedad que muchos temen también este año. 

Entre nosotros murieron muchas personas que usted conoce y que eran bienhechores de esta casa. El conde Quaranta, Senador del 
Reino; la condesa Lomellini y su hermana S. E. Gattinara; la condesa Buffa Antonielli, de dieciocho años, casada hacía pocos meses; la 
condesa Mella-Berzetti, sobrina del marqués Fassati: todas ellas eran bienhechoras, que Dios llamó de esta tierra a la bienaventuranza. 
Nosotros hemos hecho en casa las acostumbradas funciones religiosas consistentes en la misa, comunión de los muchachos y el rezo del 
santo rosario. Haga usted ahí su parte. Espero que ellos rogarán desde el cielo para que Dios nos envíe otros bienhechores. 

Seguimos con un frío intensísimo: hoy alcanzó los dieciocho grados 1 ; a pesar del calor de la estufa no pudo derretirse el hielo de mi 
habitación. Se ha retardado la hora de levantarse de los muchachos y, como muchos visten todavía de verano, han tenido que ponerse dos 
camisas, chaleco, chaqueta, dos pares de pantalones y capotes militares: otros llevan sobre sus hombros durante todo el día la manta de la 
cama y parecen verdaderas máscaras de carnaval. A pesar de ello, esta mañana durante el recreo, que suele ser tan animado entre nuestros 
muchachos, no había ((47)) ni uno siquiera en el patio. Hemos dispuesto que los aprendices vayan al taller, los estudiantes al estudio y, el 
que quiera, a nuestro comedor. En medio de tantas calamidades nuestros jóvenes están alegres y contentos y no hay ninguno en la 
enfermería desde hace un mes. íDeo gratias! 

Dé las gracias a la Presidenta de Tor de'Specchi; dígale que yo entiendo que aquella cantidad se emplee para el altar de san José o para 
el de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, como a ella más le agrade. Dejo a María Auxiliadora como buena pagadora; por mi 
parte pienso que, poco a poco, nuestros jóvenes hagan tantas comuniones cuantas son las liras de dos mil escudos y esto para invocar las 
bendiciones del cielo sobre ese santo monasterio de Tor de'Specchi. 

1 Supongo que estos grados serán de la escala Fahrenheit (N. del T.) 
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Escribo una cartita para la marquesa Marini, a quien le ruego se sirva entregar. 

En cuanto a su vuelta, si puede organizar las cosas de la condesa Calderari para quedar libre, venga para san Francisco de Sales, fecha 
en la que me place ver reunida toda nuestra familia. 

En este momento llega medio helado el caballero Villanova, que pregunta por usted y me encarga le salude, etc. 

Haremos en común oraciones especiales por la condesa Melingen, la benemérita María Vitelleschi, el marqués Cavalletti, y los que me 
cita en su carta. 

Hoy trece, el termómetro está a veintiún grados centígrados 1 hay sesenta centímetros de nieve y ningún joven enfermo. Todos le 
saludan. Habrá otra carta enseguida. Dios bendiga sus obras y créame en el Señor. 

Turín, 12 de enero de 1868 2. 

Afmo. amigo
JUAN BOSCO, Pbro.


Probablemente antes de que esta carta llegase a su destino, el caballero Oreglia escribía de nuevo a don Bosco con nuevas peticiones de 
oraciones. íEs admirable la confianza que los romanos tenían en las oraciones del Siervo de Dios! 

Roma, 15 del 1868 

M. R. don Bosco: 
El doctor Tancioni, que, al igual que su familia, se siente interesadísimo por don Bosco, está gravemente enfermo: a la madre 
Presidenta de Tor de'Specchi le han hecho tres sangrías: el marqués Cavalletti está en peligro de muerte. Todas estas personas se 
encomiendan mucho a sus oraciones. Yo aconsejo a todos la novena y alguna limosna... 

((48)) La Duquesa de Sora renueva con muchas prisas su instancia para saber si don Juan Turchi podrá atender a sus hijos... Insiste 
porque ya se ha despedido su preceptor. Espero lograr que se adopte El Joven Cristiano en las escuelas nocturnas de Roma. 

El duque Salviati me dijo que él mismo había mandado a usted una copia de las observaciones para Vigna Pía. 

Estuve hoy con el excelentísimo cardenal Consolini, el cual me habló con mucho interés de don Bosco y de Vigna Pía: yo no me 
declaré en ningún sentido y mientras, para mantener la conversación, emitía mi parecer, dije bien claro que yo no tenía encargo ninguno 
sobre el particular y que usted mismo vería las observaciones hechas por la Comisión y respondería enseguida a las que le comunicara el 
duque Salviati. Me habló mucho de su hermano el Marqués, de su muerte, y siempre llorando como un niño. Al final me entregó diez 
escudos de limosna para la 

1 Sigo en mi opinión de que debían ser grados Fahrenheit, a pesar de que diga el texto grados centígrados: ía 21.° C, señores, no me 
digan que se pasa frío! (N. del T.) 

2 Así consta en el original. 

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casa; me entretuvo más de dos horas y quiso abrazarme cuando me levanté para despedirme. Le digo todo esto para que vea cuánto afecto 
le profesa este Cardenal, pues está claro que estas demostraciones no son para mí, que apenas si me ha visto dos veces. 

Por lo demás, no hago más que visitar enfermos, que me buscan como si yo fuera un médico. Me traje una buena cantidad de medallas 
bendecidas por usted y me he quedado sin ninguna. Si pudiera transmitirme un poco de su habilidad, me parece que se podrían conseguir 
muchas limosnas. El número de enfermos es extraordinario; no hay familia donde no se encuentren dos al menos. Los dueños de la casa, 
los señores Gualdi, me dan alojamiento gratuito; están todos en cama y yo les hago lo que puedo. Esperemos que María Auxiliadora 
bendiga lo poco que hago con el fin de que ayude a la prosperidad del Oratorio. La Presidenta de Tor de'Specchi me prometió, al fin, 
comprometerse a mandar en total dos mil escudos. No lo hará de un golpe, sino en porciones. 

Tenga la bondad de enviarme unas líneas para la marquesa Marini, que me prometió cuatrocientos escudos y ya me entregó ciento. 
Tiene muchas preocupaciones y se encomienda principalmente por la salud y la buena educación de sus hijos. 

Espero alcanzar pronto una audiencia con el Padre Santo. 

El padre Ambrosio, Prior del Hospital de San Galicano, sigue bastante mal: he ido varias veces a verlo, tomó la medalla y se 
encomienda. Este, lo mismo que los arriba citados, hará algo si se cura. 

También la marquesa María Vitelleschi guarda cama: tiene un fuerte resfriado. 

Teme morir: dos palabras suyas de aliento le harían mucho bien. La marquesa Clotilde siempre anda angustiada por sí misma y por su 
familia, pero no olvida el Oratorio, por el que hace cuanto puede para ayudarnos y hacernos ayudar. 

((49)) La condesa Vinci, a quien he visto hoy, le saluda juntamente con su hijo. Y basta por hoy. Ruegue por mí. 

Créame de corazón 

Su afmo. y seguro servidor FEDERICO OREGLIA 

La noticia del interés que había manifestado el cardenal Consolini con el proyecto de llamar a los hijos del Oratorio para la dirección de 
Vigna Pía, había satisfecho a don Bosco. El Venerable deseaba ardientemente tener una residencia fija en Roma para su Pía Sociedad. 

Es cierto que preveía dificultades de varias clases, pero se ilusionaba con poderlas superar. Don Miguel Rúa escribía en sus notas para 
la crónica, en febrero de 1868. 

«Se hablaba un día de aceptar la dirección de una casa en Roma, de donde se habían recibido distintas invitaciones y ofertas. Esta casa 
dependía de otra administración ajena a la Pía Sociedad. Algún salesiano presentaba dificultades, demostrando que había peligro de 
ganarse la envidia, de tener un choque con la administración y hasta 
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de perder la buena reputación que allá gozaba la congregación. Respondió don Bosco que con facilidad se habría conseguido evitar la 
envidia y los otros inconvenientes, no pretendiendo nunca sentar plaza de maestros, sino de alumnos; aceptando con mucho gusto y 
humildad las observaciones que se nos irían haciendo y siguiéndolas en cuanto fueran compatibles con nuestros reglamentos». 

Entre tanto empezaban a cumplirse las profecías de don Bosco. 

20 de enero de 1868 

Muy querido señor Oreglia: 

Su ausencia se deja sentir cada vez más, no sólo entre nosotros, sino también en Turín... »Qué dirían si supieran los méritos alcanzados 
por usted asistiendo a la amputación de tantas piernas a tantos garibaldinos?... 

Las cosas de casa marchan todavía bien, aunque el diablo se mueve de un lado para otro. El aguinaldo para este año ha tenido gran 
importancia al anunciar que pronto tendremos tres muertos. Bonísimo el primero y bastante malo el último. Mientras se habla de ello, y 
puede imaginar con qué ansiedad, ha llegado la noticia ((50)) de que el clérigo Mazzarello, que guardaba cama en Lanzo desde hace unos 
días, se encontraba a punto de muerte. Don Bosco aseguraba que el moribundo no habría hecho el ejercicio de la buena muerte, que tuvo 
lugar el pasado jueves. El miedo era grande lo mismo que la expectación, y este anuncio ha proporcionado una sacudida tan grande a 
nuestros muchachos que se cuentan con los dedos de una mano los que no hicieron el ejercicio. Todos querían hacer confesión general. El 
Señor da siempre fuerza sobrenatural a las palabras de su Siervo. 

El gran frío ha disminuido, pero ha crecido el artículo pan... 

Ahora mismo estuvo aquí monseñor Gastaldi, que pidió noticias de usted, y me encargó le saludara. Visitó la iglesia y quedó muy 
contento... 

FRANCESIA, Pbro. 

El 22 de enero moría en el colegio de Lanzo el clérigo José Mazzarello, natural de Mornese, y con su muerte empezaba a cumplirse el 
sueño. Era el primero de los tres anunciados y es útil recordar algunas circunstancias especiales que acompañaron a su muerte. La primera 
es que murió en Lanzo, donde no todos los alumnos eran conocidos por don Bosco, como indicaba claramente el sueño. La segunda, más 
maravillosa aún, es lo dicho por don Bosco al clérigo Esteban Bourlot, como éste atestigua, antes de conocer la enfermedad de 
Mazzarello, de que era un clérigo el primero que debía morir. La tercera circunstancia es la de que don Bosco había anunciado en 
público, antes que Mazzarello cayera enfermo, que el apellido del primero que iría a la eternidad comenzaba por eme (M). 
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Observa don Miguel Rúa en su crónica: 

«Habiendo caído enfermo el clérigo José Mazzarello, en el colegio de Lanzo, hablóse de ello a don Bosco, y aunque éste no le había 
visto enfermo y el médico mostrase esperanza de curarlo, él habló de tal modo a los presentes que éstos le dieron por deshauciado». 

La víspera de esta muerte respondía don Bosco a la última carta del caballero Oreglia. Estaba decidido que la nueva iglesia se 
consagrase en el año 1868. En consecuencia había ordenado que se acuñasen medallas especiales para la anhelada fiesta: por una cara 
debían llevar la fachada de la ((51)) iglesia, con la inscripción: Iglesia de María Auxiliadora, y en el exergo, Turín; y por la otra, la 
imagen característica de María Auxiliadora con la invocación: María Auxiliadora de los cristianos, rogad por nosotros. Las medallitas 
para distribuir a los fieles, más pequeñas y más delgadas, llevaban por un lado la imagen de María Auxiliadora y por el otro el símbolo 
del Santísimo Sacramento. 

También don Bosco escribía al Caballero sobre esto, a la par que le daba encargos para los señores romanos, con noticias del Oratorio y 
el anuncio de la muerte de algunos bienhechores. 

Muy querido señor Caballero: 

Sirva mi carta de respuesta a algunas cosas contenidas en su última. Diga, pues, a todas las personas que me ha recomendado que 
nuestros muchachos y yo hacemos oraciones especiales para que los enfermos recobren la salud perdida y para que los sanos se conserven 
en tal estado. He recibido las observaciones sobre el proyecto de Vigna Pía; aquí no hay conclusión alguna ni propuestas: lo estudiaremos 
y después veremos. 

Venía también la medalla de María Auxiliadora que he examinado y hecho examinar a muchos. En general pareció bonita, pero casi 
todos observaron: 1.°, que el vástago de la custodia es demasiado pequeño; 2.°, que el cuello de la Virgen debe sobresalir un poquito 
sobre los hombros; 3.°, que la palabra Auxilim es una abreviatura inexacta: por tanto que se ponga Auxilium, o bien se escribe A uxili¹. 
Si no se puede corregir, póngase al menos Auxil¯ m. 

Si, por tanto, está ya en curso la medalla conmemorativa dígame lo que ha dado a la imprenta, para ver si está de acuerdo con lo demás. 

Don Juan Turchi no está libre al presente; yo propondría al reverendo señor Molinari de Brescia, que me parece más apto que el otro. 
Ya le he escrito, pero hablando en general y sin nombrar personas. Creo que mañana tendré respuesta; lo comunicaré enseguida. También 
es un buen preceptor don Francisco Provera, que ya lo fue de los hijos del conde Callori, hasta que entraron en el colegio. Consultaré al 
uno y al otro, pero sin comprometerme. 

Muy bien si se puede introducir el Joven Cristiano en las escuelas nocturnas; »no hay esperanza de que sea adoptada la Historia de 
Italia en el Colegio Romano en lugar de la que fue tan criticada el año pasado por el mismo padre Angelini? 
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Si ve a la duquesa de Sora, dígale que el año pasado hablé con el personaje exiliado en su villa Ludovisi. Se dijo que era difícil que 
pudiera volver a su propia casa, a excepción de un solo caso. Entonces parecía casi imposible aquel caso y aquel hecho. Ahora, merced a 
toda un serie de sucesos, se ha hecho algo probable. 

((52)) Si va a la audiencia del Padre Santo, pida la bendición para nosotros y, al despedirse, como gracia singular, pida su especial 
protección para nuestra Sociedad. 

Y ahora pasemos a lo nuestro. A diario suceden varias cosas especiales que honran muchísimo a María Auxiliadora. En casa no hay 
ningún enfermo; apetito, en grado superlativo; el pan en barritas está a ochenta céntimos el kilo. El frío se ha calmado. Hemos tenido casi 
un metro de nieve, que ya se va derritiendo. 

Los tipógrafos están sin trabajo. No cesan de preguntar por usted; a diario hay un ir y venir de coches, cuya finalidad es saber cuándo 
vuelve usted. Al venir, si puede, pase por Florencia, donde la marquesa Nerli tiene un encargo confidencial que hacerle. Giardino 1 jefe 
de los cajistas, estuvo enfermo muchos días y varias semanas ausente de la imprenta: ya ha vuelto. En Lanzo, Mazzarello quiere irse al 
cielo. En Mirabello, óptima salud; don Juan Bonetti anduvo por aquí y le saluda. Su jefe corrector aún no ha venido; tal vez... 

Aquí va una cartita para la princesa Borghese. Haga usted una copia de la lista de cosas que quedan por terminar, métala con esta cartita 
dentro de un sobre, ponga la di rección y envíela. Deme noticias de casa Grazioli y especialmente del reverendo Ruggeri. Y basta por 
hoy. 

Saludos a todos, sanos y enfermos, y sobre todo a la madre Galeffi, a los de casa Vitelleschi y a su portero, al cual suplico haga un buen 
regalo de mi parte. Ruegue por nosotros y de un modo muy especial por 

Turín, 21 de enero, 1868. 

Su afmo. amigo JUAN BOSCO, Pbro. 

P. S. Ha muerto don José Frassinetti, prior de Santa Sabina. También ha muerto el conde Farcito. Ambos bienhechores de esta Casa. 
1 De este obrero, que fue durante más de cuarenta años tipógrafo externo en el Oratorio, escribía don Bosco un elogio que Jamás fue 
desmentido. 

Al honorable señor Próspero Battú, notrario del Consejo de Estado:
Via Alfieri, 13. Turín.


Honorable Señor: 

El Joven Giardino trabaja en esta imprenta como jefe de cajas; tiene buen sueldo, su conducta fue siempre buena, es muy trabaJador y 
sabe emplear su dinero. 

Tiene también algunas cosas que ganó con sus ahorros. Contento de poderle servir de algún modo, me auguro una nueva ocasión, 
mientras le deseo todo bien del cielo y me profeso, 

Turín, 17 de febrero de 1863. 

Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.


Fin de Página 60 


VOLUMEN IX Página: 61 

((53)) También don Juan Bautista Francesia sostenía correspondiencia por otros motivos con el padre Oreglia. Este le contestaba 
manifestando su opinión sobre ciertas narraciones de autores religiosos; le daba noticias de lo que se pensaba, se hacía y se temía en 
Roma; y le hablaba de La Unidad Católica. Con ocasión de acudir los católicos a las urnas para las elecciones políticas había proclamado 
el teólogo Margotti el principio de: Ni elegidos, ni electores. Pero la Autoridad eclesiástica de Turín no aprobó el celo del periodista 
católico y le aconsejó que detuviera aquel programa. El teólogo Margotti obedeció, pero, pocos días más tarde, llególe un aviso del 
Vaticano, y volvió a sostener su tesis. 

Roma, 24 de enero, 1868 

Muy querido profesor don Juan Bautista Francesia: 

Le agradezco su muy atenta del 20 del corriente mes; cumplí su encargo para el autor de Tigranate y de Don Ciccio y esperamos que se 
enmendará y corregirá. Lo mismo le decían al padre Bresciani. Estos poetas, en prosa y en verso, son todos así; ven las cosas por los aires 
y entre nubes, sin darse cuenta de que las visten con palabras que después producen consecuencias muy distintas a la que ellos quisieran. 
Como ve, yo pienso como usted. Y, hablando en confianza, sepa que también en nuestros internados no todos estos libros están 
permitidos. Estos autores celebérrimos dicen que no escriben para niños. Pero todos somos niños. Sin embargo, en la diversidad de 
pareceres, sin querer imponerse ni avasallar, conviene contentarse con el resultado de las dos fuerzas: literaria intrínseca y censoria 
extrínseca. Y en cuanto a mí, disfruto y agradezco cuando se aumenta la segunda. Lo que usted hizo por su parte. Deo gratias. 

En cuanto al asunto de las elecciones usted sabrá qué es lo que aquí se piensa por los pequeños comentarios del Osservatore Romano y 
del Giornale di Roma. Aunque indignamente yo pienso igual. Y espero que volverá, no digo a pensar (que siempre pensó así), sino a 
escribir el teólogo Santiago Margotti. Aquí estamos persuadidos de que no se conseguirá nada bueno y que se comprometerán más aún 
los católicos. 

Me alegran sus buenas noticias y las de los suyos. Que Dios les bendiga y proteja siempre. 

Por aquí anda Federico siempre con asuntos buenos, bajo todos los aspectos. Habla de marchar. Por lo que a mí toca, contentísimo de 
verle. Todos hablan bien de él y hace mucho bien; hasta ahora ignoro que haya ido a ningún baile en este carnaval. Digo esto porque 
estamos de carnaval y en broma. Ha hecho mucho bien a los garibaldinos y lo sigue haciendo con enfermos y sanos. Y me parece que 
también lo hace con ((54)) sus amigos del Oratorio y nuestros: digo nuestros a los del Oratorio; 
ya que con ellos compartimos el corazón y los triunfos y las penas. 

Por aquí andamos fortificándonos in curribus et in equis (por todos los medios: carros de combate y caballos) y no nos faltará el in 
nomine Domini (en nombre del Señor), sobre todo si don Bosco ruega por nosotros, como ciertamente hace. Los peligros aumentan: esto 
es patente y el mes de octubre no ha sido que un prologuito. 
61 

Fin de Página 61 


VOLUMEN IX Página: 62 

Le agradezco el librito enviado por correo. Nos servirá. Ya tuve, hace algún tiempo, una bonita inscripción suya en el Vallauri. 

Ruégole me encomiende al ilustre don Bosco, cuya pluma me parece ha sido reconocida para poner en claro su carácter, que es por otra 
parte clarísimo. Pero me gozo con su gesto de presencia... 

J. OREGLIA
Esta carta llegaba al Oratorio cruzándose en el camino con otra que don Bosco enviaba a Roma.
Queridísimo señor Caballero:
No sabemos nada de usted; hablemos, pues. Lea la carta del reverendo Molinari y dígame algo; la conducta y el saber quedan
garantizados. 

En Lanzo (22) ha muerto el querido clérigo Mazzarello, una de las más bellas flores de nuestro jardín, que Dios ha querido trasplantar 
al paraíso. También ha muerto el barón Dupré, hermano de nuestro amigo. Le entierran esta mañana. 

Si pudiera lograr que el grabado de María Auxiliadora sirviera para colocarlo en la cubierta del libro de oraciones, que ya está a buen 

punto, sería oportunísimo. 

Recibirá algunas cartas con prospectos de las Lecturas Católicas. Es tarde, pero más vale tarde que nunca. 

Monseñor Galletti predica la novena del beato Sebastián Valfré en San Felipe; muchísimo público, la iglesia llena. El miércoles estará 

de nuevo en Turín monseñor Gastaldi. El señor Anglesio es el prioste de la fiesta de San Francisco de Sales, que celebraremos el 
domingo próximo. »Asistirá usted también? 
El caballero Villanova está en mi habitación y le saluda. Vale in Domino et valedic. (íAdiós!) 
Enero de 1868. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

Las propuestas para la difusión de las Lecturas Católicas, que don Bosco enviaba al Caballero, habían sido ((55)) redactadas por el 
mismo Siervo de Dios, de la forma siguiente, dejando al secretario el cuidado de completarlas con las citas. 

Ilustrísimo Señor: 

Creemos hacer cosa grata a V. S. Ilma. enviándole un prospecto de las Lecturas Católicas para anunciarle la continuación de las mismas 
con algunas mejoras que pueden hacerlas más amenas, populares y de rápida entrega. Están ya en el año XVI de su publicación: su 
dirección ha estado siempre alentada por la Autoridad Eclesiástica con las palabras y los hechos. Entre otros, el Emmo. Cardenal Vicario 
de 
62 

Fin de Página 62 


VOLUMEN IX Página: 63 

Roma escribió una circular a propósito sobre estas Lecturas con fecha 22 de mayo de 1858, en la que dice: La santidad de N.S... 
(Jurisdicción. Véase: Guía). 

El mismo Sumo Pontífice, en una carta dirigida al Director de las Lecturas Católicas, tuvo la alta dignación de expresarse acerca de las 
mismas con las siguientes palabras: Nihil hac agendi, etc. (Véase año 8, f. 2, pág. X). 

Por ello nosotros nos animamos a recomendarlas también encarecidamente a su reconocido celo, a su singular solicitud, con el ruego de 
que las recomiende y difunda por aquellos lugares y entre aquellas personas que en su prudencia, creyese han de redundar a mayor bien 
de nuestra sacrosanta Religión. 

Entre tanto, en nombre de la Dirección, le auguro toda suerte de bendiciones celestiales y, asegurándole mi profundo agradecimiento, 
tengo el honor de poderme profesar, 

De V. S. Ilma. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

El caballero Oreglia recibió el paquete y contestó a don Bosco dándole cuentas de su actuación y exponiendo los motivos que le 
retenían en Roma por algún tiempo más. Don Bosco le respondió: 

Carísimo señor caballero Oreglia: 

A la vista de su carta estoy de acuerdo con la conveniencia de que permanezca en Roma. Haga todo lo que pueda a mayor gloria de 
Dios. Pero sepa que debemos dos meses de pan y que los proveedores de materiales para la iglesia nos mandan las facturas con muchas 
prisas; así que, para norma suya, cuando pueda envíenos el dinero que la caridad de los romanos tan generosamente nos da. Entre tanto dé 
las gracias a todos los que nos han hecho ((56)) caridad, asegúreles que nosotros pedimos por ellos y por los enfermos recomendados; aún 
más, el domingo celebraremos la fiesta de san Francisco de Sales y quiero que las misas, las oraciones y comuniones sean ofrecidas a 
Dios para obtener salud y prosperidad a todos los romanos enfermos que nos hicieron o tienen la intención de hacernos caridad para 
llevar a cabo nuestras empresas. 

He suspendido un momento la escritura para recibir un billete de mil liras. Se trata de un señor que hace un mes vino aquí con muletas 
y sostenido por un criado. Reconoce que su perfecta curación la debe a María Auxiliadora, a quien rezó las acostumbradas oraciones, con 
la promesa de hacer algo por la iglesia. Estas mil liras servirán para acallar mañana a Rusca, que, como sabe, es el principal proveedor de 
piedra para la iglesia. 

Adjunto una cartita para el abate Soleri, antiguo alumno mío de moral. Este otoño nos pagó una deuda de tres mil liras y desearía ahora 
obtener alguna condecoración de Roma: caballero de San Silvestre, de San Gregorio el Grande o parecido. Busque, pues, algún agente de 
asuntos eclesiásticos y dígale que lo mueva y que, si obtiene el Breve, se pagarán las tasas necesarias, aunque fueran cien o más escudos. 

Si, por acaso, surgieran dificultades insuperables, escríbamelo enseguida y buscaré otro camino. 

No hay ningún enfermo en casa; tampoco en Lanzo y en Mirabello. 
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Fin de Página 63 


VOLUMEN IX Página: 64 

El frío volvió hacia atrás y esta mañana se aproximaba a los catorce grados bajo cero. Dicen los médicos que este frío purifica el aire y 
traerá la salud, pero mientras tanto se ha triplicado la mortalidad en Turín. 

Mientras tanto, querido Caballero, esté seguro de que en casa todos nosotros le guardamos un grandísimo amor fraterno y que, desde 
que se marchó a Roma, yo no he dejado de encomendar diariamente en la santa misa su salud y el bien de su alma; así seguiré haciéndolo 
para que Dios nos ayude a ser verdaderos amigos en la tierra y un día compañeros de la verdadera felicidad en el cielo. Usted no se olvide 
de hacer cada día su meditación y su lectura espiritual. Dios nos conserve a todos en su santa gracia. Amén. 

Turín 29, 1868. 

Su afectísimo amigo JUAN BOSCO, Pbro. 

P. S. Creo que las medallas pueden ser más baratas, si se reduce a la mitad el espesor del modelo que me ha mandado. Piénselo. 
Oreglia, al contestar a esta carta, escribía también a don Juan Bautista Francesia, que le había pedido noticias de Roma y comunicado la 
muerte del clérigo Mazzarello. 

((57)) 

Roma, 1 de febrero de 1868
Muy querido don Juan Bautista:


...Por falta de combatientes se acabó la batalla y por falta de sujetos se acabaron las operaciones quirúrgicas de los heridos, porque 
todos se fueron, unos al cementerio, otros al reino de la felicidad. Sin embargo no faltan ocupaciones ya que el invierno fue bastante 
crudo y en cada familia hubo al menos dos o tres enfermos. Habría bonitas gracias para contar de María Auxiliadora, pero espero hasta 
que las cosas sean más seguras y completas. Usted rece y haga rezar a esos buenos muchachos para que yo no sea obstáculo a las gracias 
del Señor. El primero de los tres ya ha muerto: se puede cantar por él el Benedictus. No quisiera ser el tercero... 

Afmo.
FEDERICO


En el entretanto había mandado don Bosco a Génova al director del Colegio de Lanzo para recoger limosnas, y le escribía: 

Carísimo don Juan Bautista Lemoyne: 

Aquí tienes dos paquetes: uno es para el canónigo Fantini. Hay en él cartas dirigidas al Arzobispo de Génova con el fin de alcanzar las 
comendaticias para nuestra Sociedad. 
64 

Fin de Página 64 


VOLUMEN IX Página: 65 

En el otro se incluye un manuscrito y se pide que se continúe la propaganda de las Lecturas Católicas. Habla con don Jacinto Bianchi y 
mira a ver si le puedes convencer para celebrar con nosotros la fiesta de san Francisco de Sales el domingo: pon el pretexto de que 
necesitas que alguien te acompañe, etc. 

Ve a hacer una visita al canónigo Canale y presta atención a lo que te diga; le he enviado una nota (de los trabajos a realizar en la 
iglesia) semejante a la que te adjunto. Verás si manifiesta alguna buena disposición. Mando aquí dos de estas notas. Quién sabe si Guelfi 
padre (vía Fossatello), juntamente con algún otro, no pueda encargarse de alguno de estos trabajos por cuenta propia. Para norma tuya, 
don Jacinto Bianchi ya ha tomado a su costa una lámpara y el presbiterio de un altar. 

Por lo demás cuida mucho tu salud; y si te molesta el andar, manda estos paquetes sin molestia tuya. 

Pregunta a tu señora madre si sabe indicarte alguna persona a quien poder dirigirse con esperanza de buen resultado para estos trabajos. 

((58)) Mil saludos a tus venerados padres y familia. Que Dios les bendiga y guarde ad multos annos y tú créeme siempre, 

Turín, 29 de enero de 1868. 

Afmo. amigo
JUAN BOSCO, Pbro.


Mientras tanto se distribuía para febrero el fascículo de las Lecturas Católicas: Severino, o sea, aventuras de un joven montañés, 
contadas por él mismo y narradas por el sacerdote Juan Bosco. Se trata de un joven que, después de haber frecuentado el Oratorio, se 
inscribe en la secta protestante de los Valdenses y, atormentado por los remordimientos, vuelve al seno de la Iglesia Católica. La trama de 
la narración es una continua refutación de las mentiras de los protestantes. 

La Unidad Católica del 19 de febrero de 1868 anunciaba así este opúsculo. 

LAS LECTURAS CATOLICAS DE TURlN. -La segunda entrega de las Lecturas Católicas de Turín narra las aventuras de un 
jovencito víctima de las maquinaciones de los Valdenses. Es el mismo don Bosco quien narra estos hechos. En medio de sus muchas 
ocupaciones, encuentra tiempo para publicar alguna graciosa e importante narración. Porque él narra, no inventa; cuenta cosas verdaderas 
y de las cuales tiene a mano los documentos auténticos. Hay, pues, en él la forma agradable de la narración y la sustancia instructiva de la 
verdad. Este pequeño volumen, que será un éxito en manos de la juventud, tan ávida de cuentos, sólo cuesta veinticinco céntimos. La 
suscripción anual a las Lecturas Católicas comporta dos liras con veinticinco céntimos. 

Don Bosco, hablando en el año 1876 de una nueva historieta que pensaba escribir para hacer ver los males que las vacaciones acarrean 
65 

Fin de Página 65 


VOLUMEN IX Página: 66 

a los jóvenes incautos y los medios para pasarlas bien, hacía constar la gran utilidad de estos libritos y hacía varias declaraciones sobre 
Severino. Dijo el nombre de los dos ministros que cercaban al pobre joven y afirmó que, exceptuados algunos pequeños detalles que no 
rompen para nada el hilo de la narración, las aventuras de Severino eran rigurosamente históricas. «Yo, añadía, poseo ((59)) además, las 
actas auténticas y los documentos de todo lo referente a un compañero de Severino en la apostasía, el cual murió en el hospital valdense 
de Génova. De vez en cuando viene a verme su hermano y nos hemos entretenido hablando de algunas dolorosas circunstancias de 
entonces». 

Fin de Página 66 


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((60)
)


CAPITULO VI 

DON BOSCO PIDE A LOS OBISPOS CARTAS COMENDATICIAS PARA ALCANZAR DE ROMA LA APROBACION DE LA 
PIA SOCIEDAD -PRESENTA LA SUPLICA AL OBISPO DE CASALE CON UN RESUMEN HISTORICO SOBRE LA SOCIEDAD 
DE SAN FRANCISCO DE SALES -DECRETO DEL OBISPO DE CASALE APROBANDO COMO DIOCESANA LA PIA 
SOCIEDAD -FIESTA DE SAN FRANCISCO DE SALES Y LA CONFERENCIA GENERAL; CADA DIRECTOR DA UN 
INFORME DE SU COLEGIO; DON BOSCO APRUEBA LO QUE HACE DON DOMINGO PESTARINO EN MORNESE; ESTA 
SATISFECHO DE MIRABELLO Y ENSEÑA EL MODO DE CORREGIR A LOS DISCOLOS; INDICA LA MANERA DE 
INTRODUCIR LA COMPAÑIA DE LA INMACULADA EN LANZO; DICE POCAS COSAS DEL ORATORIO, LE PARECE QUE 
MARCHA BIEN Y HACE ALGUNAS OBSERVACIONES RELACIONADAS CON SUS COLABORADORES; RECOMIENDA EL 
ESPIRITU DE SACRIFICIO Y LA OBSERVANCIA DE LAS REGLAS; AFIRMA QUE ES BUENO QUE LOS JOVENES 
CONOZCAN LOS DEBERES QUE LAS REGLAS IMPONEN A LOS SUPERIORES; ANUNCIA QUE EN NOVARA Y EN ROMA 
SE ESPERA A LA PIA SOCIEDAD Y QUE EL OBISPO DE CASALE LA APRUEBA COMO DIOCESANA; RECUERDA EL 
SUEÑO DE LA PERGOLA DE ROSAS Y ESPINAS; EXHORTA A CADA SALESIANO PARA QUE PROCURE GANAR UN 
SOCIO NUEVO PARA LA PIA SOCIEDAD 

LOS Oratorios festivos, el Asilo de Valdocco, los colegios, las Lecturas Católicas, la construcción de la iglesia de María Auxiliadora, 
eran obras de extraordinaria importancia, pero la que más interesaba al Siervo de Dios, y la que consideraba de absoluta necesidad era la 
aprobación de su Pía Sociedad por la Santa Sede. 

((61)) De la estabilidad de ésta dependía la existencia y la prosperidad de las otras ob ras tan bien encaminadas. 

Mas para alcanzar este fin, era necesario, lo mismo que para la aprobación, obtener primeramente cartas de recomendación de los 
obispos. 
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Fin de Página 67 


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En efecto, ya las había pedido y obtenido de los Obispos de Fossano y Alessandria a finales del año anterior; y a principios de 1868 se 
había dirigido al de Casale, a quien enviaba también un resumen histórico de la Pía Sociedad. 

RESUMEN HISTORICO DE LA SOCIEDAD DE
SAN FRANCISCO DE SALES


Esta Sociedad era en sus comienzos una sencilla catequesis que el sacerdote Juan Bosco, con el consentimiento del teólogo Luis Guala 
y José Cafasso, ambos de perpetuo glorioso recuerdo, comenzaba en un lugar adecuado, anejo a la iglesia de San Francisco de Asís. Su 
finalidad era la de reunir a los muchachos más pobres y marginados y entretenerlos en los días festivos con ejercicios de piedad, cánticos 
sagrados y agradables entretenimientos. Se tenía especial consideración con los que salían de las cárceles y se encontraban expuestos a 
mayores peligros. La prueba resultó satisfactoria y asistía un notable número de jóvenes, por cuanto lo permitía la capacidad del lugar. 

El año 1844 tomó el sacerdote Juan Bosco la dirección espiritual del Hospitalillo de Santa Filomena, junto al Refugio, y entonces, con 
el consentimiento del Arzobispo, se dedicó al culto divino una parte de aquel edificio, que sirvió durante algún tiempo para las funciones 
sagradas. Durante dos años no pudo establecerse el Oratorio en un lugar fijo; pero en 1846 se alquiló, y después se compró, el sitio 
donde, con el correr del tiempo, se edificó la actual iglesia y la casa llamada Oratorio de San Francisco de Sales. 

En ella estuvo el arzobispo Fransoni, de grata y feliz memoria, y administró varias veces el sacramento de la Confirmación y presidió 
otras funciones sagradas. Daba también ((62)) permiso para celebrar triduos y novenas, para admitir a la recepción de la Confirmación y 
de la sagrada comunión que valiese para el cumplimiento pascual. Dado el gran número de muchachos que asistía, el A rzobispo 
consintió y aconsejó la apertura de un nuevo Oratorio en Puerta Nueva, dedicado a san Luis, en 1847; otro en Vanchiglia, en 1849, y 
finalmente el de san José en San Salvario, en 1859. En estos locales se fueron estableciendo poco a poco escuelas dominicales, después 
las nocturnas y también las diurnas. Entre los jóvenes que asistían había varios cuya situación no se podía remediar sin darles casa, 
comida y vestido. De aquí nació la casa de San Francisco de Sales, que hoy alberga cerca de ochocientos muchachos. 

La tristeza de los tiempos y la disminución de las vocaciones persuadieron a cultivar jóvenes sin medios o con escasa fortuna para 
seguir la carrera eclesiástica; de aquí la sección de los estudiantes en la casa de Turín, el colegio internado de Lanzo y el Seminario 
Menor de Mirabello, donde reciben instrucción religiosa y científica más de cuatrocientos jóvenes, la mayor parte de los cuales aspira al 
estado sacerdotal. 

El superior de estos Oratorios fue siempre, en cierto modo, el Arzobispo, de cuyo parecer y consejo dependía todo. Por lo demás, los 
sacerdotes que dedicaban decididamente su sagrado ministerio a los oratorios, solían reconocer al sacerdote Juan Bosco como superior, 
sin el vinculo de los votos, pero con la sencilla promesa de ocuparse en aquello que él juzgara para la mayor gloria de Dios. 
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Fin de Página 68 


VOLUMEN IX Página: 69 

Monseñor Fransoni recomendó muchas veces que se estudiase algún medio para asegurar la existencia de los oratorios después de la 
muerte del que esto expone. El año 1852, y por propia iniciativa, el Superior Eclesiástico aprobaba en general los reglamentos que se 
observaban en los oratorios, nombraba al sacerdote Bosco jefe de los mismos y le concedía todas las facultades necesarias y oportunas 
para estas instituciones. 

Las calamidades de los tiempos obligaron al Arzobispo a residir fuera de la diócesis, pero él no cesaba de recomendar una ((63)) 
institución que asegurase la conservación del espíritu y de las costumbres de los oratorios. En 1858 aconsejaba al sacerdote Bosco 
quefuera a Roma para obtener luces especiales del Sumo Pontífice acerca del modo de concebir una institución religiosa ante la Iglesia, 
pero cuyos miembros fueran ciudadanos libres ante las leyes civiles. 

El Sumo Pontífice acogió con bondad y gran atención la proyectada institución y fijó las bases, ayudó a desarrollar cada uno de los 
artículos y, con el auxilio del cardenal Gaude, se adoptó el antiguo reglamento de la sociedad a la forma de la copia adjunta. El mismo 
Pío IX, en varias cartas particulares suyas, daba avisos y consejos para que todo saliera bien, y él mismo pidió que fueran presentadas las 
Reglas a la Santa Sede para su sanción apostólica, no bien se pusieran en práctica por algún tiempo. El arzobispo Fransoni leyó el 
reglamento en Lyón, después escribió una carta en la que anotaba algunas cosas, que se tomaron muy en cuenta. 

Enviaba a continuación las Constituciones, recomendando a su Vicario General que hiciese cuanto era menester para llegar a la normal 
aprobación de las mismas. La muerte del llorado Pastor interrumpió toda negociación al respecto. El Vicario Capitular creyó que era 
mejor aguardar al nuevo Arzobispo para la oportuna aprobación y escribió entre tanto una espléndida carta comendaticia que, unida a las 
de varios otros obispos, fue enviada a Roma el año 1864. 

El Padre Santo recibió todo con paternal atención y mandó las Constituciones, la correspondiente instancia y las cartas comendaticias 
de los obispos a la Congregación de Obispos y Regulares. Pocos meses después, la competente Congregación publicaba un decreto, cuya 
copia se adjunta, con el que se aprobaban y recomendaban las Constituciones y se reservaba de more solito (según costumbre) para 
tiempo más oportuno, dar la sanción apostólica de cada artículo. Pero, atendidas las especiales circunstancias de los tiempos, se constituía 
la Sociedad en la persona del Rector General, que debía permanecer en el cargo durante toda su vida y pasar al sucesor, que debía durar 
en el cargo doce años. 

Esta sociedad quedaba, pues, aprobada en general; ahora la Santa Sede está esperando para verificar si la Sociedad corresponde a ((64)) 
su fin para llegar después a la aprobación definitiva. Monseñor Calabiana, su antecesor, se dignó recomendarla ante la Santa Sede y 
señalaba especialmente el punto de que en esta diócesis de Casale existe un Seminario Menor administrado y dirigido por esta Sociedad. 

Ahora se pediría humildemente que el Obispo de Casale: 

1.° Habida cuenta de que esta Institución tiene una casa en esta diócesis, casa que fue fundada y sostenida por su antecesor que también 
la aprobó y recomendó muchas veces, y que la habría aprobado definitivamente en cada uno de sus artículos, si la divina Providencia no 
lo hubiera llamado a otro lugar; 

2.° Habida cuenta de las distintas cartas comendaticias hechas por otros obispos y de las ventajas que esta diócesis de Casale tuvo desde 
su institución y por los muchos jóvenes recogidos en Turín y adiestrados en las artes o encaminados al Santuario; 
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Fin de Página 69 


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3.° Habida cuenta de la aprobación, recomendación y constitución del Superior General por la Congregación de Obispos y Regulares; 

Quiera dar una nueva señal de benevolencia a la naciente Sociedad, que de este modo allanaría mucho el camino para la definitiva 
aprobación de cada uno de los artículos de las constituciones de la Sociedad, añadiendo su voto para que esta Sociedad sea cuanto antes 
aprobada por la Santa Sede, con las modificaciones que se juzgaren necesarias para la mayor gloria de Dios y salvación de las almas. 

El que suscribe, en nombre de todos los socios, presenta los sentimientos de la más viva gratitud, asegurando a V. E. que mientras dure 
esta Sociedad, no cesarán éstos de invocar las bendiciones del cielo sobre quien ha demostrado ser su tan gran bienhechor. 

En nombre de todos, el que suscribe pide su santa bendición y se profesa con el más profundo respeto. 

De V. E. Rvdma. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

((65)) El Obispo de Casale acogía benignamente la petición y hacía llegar a don Bosco este Decreto Comendaticio, con el que aprobaba 
la Pía. Sociedad como congregación diocesana y la recomendaba a otros obispos y al mismo Sumo Pontífice. 

NOS PETRUS MARIA FERRE
Dei et Apostolicae Sedis gratia
Ecclesiae Casalensis Episcopus et Comes.


Sicuti praecipuum est Episcoporum munus a Vinea Domini totis viribus malas erbas eradicare, ita maxima est eis cura adhibenda ut 
bonae arbores, quae bonos fructus facere pertentant, in eadem Vinea serantur, colantur atque custodiantur. Cum autem Divina Providentia 
factum sit ut Societas a sancto Francisco Salesio dicta, nova plantatio, in Nostra hac Dioecesi constitueretur, eam omni prorsus animi 
favore prosequi Nobis est in consilium. 

Acceptis itaque epistolis supplicatoriis una cum constitutionibus quas Joannes Bosco sacerdos, eiusdem Societatis Superior Generalis, 
Nobis obtulit, optimum in Domino factum Nobis est visum hanc eamdem Societatem rite adprobare. 

Istius enim Societatis Constitutiones quindecim capitibus constant; Capitula autem in articulis dividuntur. Finis est sociorum 
sanctificatio praecipue per exercitium christianae charitatis erga adolescentulos diebus festis derelictos; pauperiores vero quibusdam 
domibus receptos alere; et si bonum Ecclesiae postulaverit, iuniorum seminariorum curam suscipere, quemadmodum in hac Nostra 
Dioecesi, in pago cui est nomen Mirabello iam pridem est factum, ubi centum circiter et quinquaginta parvuli ad scientiam ac pietatem 
informantur, quemadmodum eos decet qui in sortem Domini sunt vocati. Deinde sacris praedicationibus, cathechesi, bonorum librorum 
diffusioni, ut animarum lucrum socii obtineant, operam dabunt. 

Attente igitur hisce Constitutionibus perlectis, fine ac forma memoratae Societatis consideratis, peculiari quoque benevolentia permoti 
erga Domum iam antea in hac 
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Fin de Página 70 


VOLUMEN IX Página: 71 

Dioecesi constitutam, ut ipsa magis atque magis firmetur, eiusdemque fructus uberiores evadant; 

Habita ratione Commendationum Antecessoris Nostri qui eam erigendam curavit et etiam atque etiam commendavit; 

Adhaerentes Sacrae Congregationis Episcoporum et Regularium Decreto, quo hanc Societatem, attentis litteris Commendationis 
plurimorum Episcoporum, Maximus Ecclesiae Pontifex amplissimis verbis laudare et commendare dignatus est uti Congregationem 
Votorum simplicium sub regimine Superioris Generalis. 

((66)) Hisce demum omnibus attente consideratis ac perpensis, Societatem a sancto Francisco Salesio dictam commendandam atque 
adprobandam esse duximus, uti praesenti Decreto commendamus et tamquam Dioecesanam Congregationem adprobamus secundum 
constitutiones Nobis relatas. 

Insuper cum ex memorato Decreto constet Superiorem Generalem eiusdem Societatis esse rite constitutum, Nos benevolenti animo 
parati sumus omnes facultates et privilegia eidem concedere, quae necessaria aut opportuna videbuntur, ad maiorem Dei gloriam et ad 
bonum Societatis promovendum. 

Verumtamen cum supralaudata Sacra Episcoporum et Regularium Congregatio absolutam Constitutionum adprobationem ad 
opportunius tempus distulerit, volumus omnes correctiones ac reformationes, additamenta, quae Sancta Sedes in his Constitutionibus 
inserere iudicaverit, eadem admittantur, in Constitutionibus accomodentur et observentur, sicuti et Nos admittimus et observare 
intendimus. 

Dum autem hanc Societatem apud omnes Catholicos Episcopos commendamus, ut opere ac consilio eam firmiorem reddant eique pro 
viribus faveant, Ecclesiae Antistitem demissis praecibus enixe obsecramus, ut absolutam Apostolicam Constitutionum adprobationem 
huic Societati concedere tandem dignetur. 

Hanc denique probationem esse tantum Dioecesanam declaramus, salva aliorum Episcoporum iurisdictione. 

Datum Casali, in Aedibus Nostris Episcopalibus, die 19 ianuarii, anni 1868. 

» PETRUS MARIA Episc. 

Can. BRIATTA Cancell. Episcopalis. 

(traducción) 

NOS PEDRO MARIA FERRE 

Por la gracia de Dios y de la Sede Apostólica
Obispo y Conde de la iglesia de Casale.


Así como es una obligación extraordinaria de los obispos arrancar con todas sus fuerzas las malas hierbas de la Viña del Señor, así 
también se han de cuidar de plantar, cultivar y guardar en la misma viña árboles buenos que puedan dar buenos frutos. Habiendo, pues, 
hecho la divina Providencia que la llamada Sociedad de San Francisco de Sales constituyese una nueva plantación en esta nuestra 
Diócesis, es nuestro propósito confirmarla con todo nuestro esfuerzo. 

Habiendo recibido las cartas de petición juntamente con las constituciones que el sacerdote Juan Bosco, Superior General de dicha 
Sociedad, nos presentó, nos ha parecido lo mejor ante el Señor aprobar esta Sociedad. 

Fin de Página 71 


VOLUMEN IX Página: 72 

Las Constituciones de esta Sociedad constan de quince capítulos, divididos en artículos. Es su fin la santificación de los socios, 
principalmente a través del ejercicio de la caridad cristiana en favor de los adolescentes abandonados en los días festivos; atender a los 
más pobres recogiéndolos en ciertas casas; y, si lo pidiere el bien de la Iglesia, aceptar el cuidado de los seminaristas jóvenes, como desde 
ya hace tiempo realizó en esta nuestra diócesis, en la población llamada Mirabello, donde se forman en la ciencia y la piedad alrededor de 
ciento cincuenta muchachos, tal y como conviene a los que han sido llamados a la suerte del Señor. Después los socios se dedicarán a la 
sagrada predicación, a la catequesis, a la difusión de la buena prensa, para ganar almas. 

Releídas, por tanto, atentamente estas Constituciones, considerados el fin y la forma de dicha Sociedad, movidos también por una 
peculiar benevolencia hacia la casa ya constituida en esta diócesis, para que ella se afirme más y más y salgan de ella los mejores frutos; 

Teniendo en cuenta las recomendaciones de nuestro antecesor que se cuidó de fundarla y la recomendó una y otra vez; 

Adhiriéndonos al decreto de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, por el que, de acuerdo con las cartas comendaticias de 
muchos obispos, el Pontífice máximo de la Iglesia se dignó alabar y recomendar ampliamente esta Sociedad como una Congregación de 
votos simples bajo el mandato de un Superior General; 

Finalmente, habiendo considerado y examinado atentamente todo esto, hemos llegado a la conclusión de que la Sociedad llamada de 
San Francisco de Sales ha de ser recomendada y aprobada, como por el presente decreto la recomendamos y aprobamos como 
Congregación Diocesana, de acuerdo con las constituciones que nos han sido entregadas. 

Además, como por el nombrado decreto ya consta que está debidamente consti tuido el Superior General de esta Sociedad, nosotros de 
buen grado estamos dispuestos a concederle todas las facultades y privilegios que sean necesarios u oportunos para mayor gloria de Dios 
y para promover el bien de la Sociedad. 

Sin embargo, dado que la nombrada Congregación de Obispos y Regulares ha dejado para tiempo más oportuno la total aprobación de 
las constituciones, queremos que todas las correcciones, reformas y añadiduras que la Santa Sede quisiera introducir en estas 
constituciones sean admitidas, se acomoden y observen en las constituciones, tal y como Nos las admitimos y entendemos observar. 

Mientras encomendamos esta Sociedad a todos los Obispos Católicos, para que la hagan más firme con su actuación y su consejo y la 
favorezcan cuanto les sea posible, con todo interés presentamos nuestras humildes preces al Supremo Pastor de la Iglesia para que se 
digne conceder finalmente a esta Sociedad la aprobación apostólica definitiva de las Constituciones. 

Declaramos finalmente que esta aprobación es solamente diocesana, siempre a salvo la jurisdicción de otros obispos. 

Dado en Casale, en nuestra sede episcopal, a 19 de enero de 1868. 

»PEDRO MARIA, Obispo 
Can. BRIATTA, canciller episcopal. 
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Fin de Página 72 


VOLUMEN IX Página: 73 

Don Bosco iba preparando copias de esta relación histórica para otros obispos, variando los motivos de las súplicas de acuerdo con las 
circunstancias particulares de lugares y personas. El 29 de enero las enviaba al Arzobispo de Génova. 

Preparadas estas diligencias, el día 2 de febrero, fiesta de la Purificación de María Santísima, se celebró, además, en el Oratorio la de 
san Francisco de Sales. Al día siguiente se reunió la Conferencia general de la Pía Sociedad, de la que copiamos a la letra la interesante 
relación. 

«3 de febrero de 1868.-Por la tarde dio don Bosco en su cuarto una conferencia a todos los directores de las diversas casas ((67)) y a los 
hermanos del Oratorio. Cada director, y en primer lugar don Domingo Pestarino, de Mornese, presentó su informe. 

»Don Bosco aprobó todo lo que se hace en Mornese para alejar a la juventud de los peligros de las tertulias carnavalescas; dijo cuánto 
consuelo le había proporcionado la sincera piedad de aquellos campesinos; le agradeció vivamente las limosnas hechas para la nueva 
iglesia y animó a don Domingo Pestarino, celoso amigo de aquellos buenos paisanos, a continuar en la santa empresa. 

»Se mostró satisfecho del celo desplegado por los superiores del seminario de Mirabello y de los útiles medios empleados para atraer a 
los alumnos a la piedad y a las Compañías del Santísimo Sacramento y de la Inmaculada Concepción. Habiendo sido preguntado cómo 
corregir a algunos muchachos díscolos dijo que el Superior les llame a parte a todos, les exponga cariñosamente su pena por la mala 
conducta, les anime al arrepentimiento y al mismo tiempo los recomiende a los cuidados de su profesor, el cual, remachando el clavo, 
verá la manera de apartarlos de sus malas costumbres. 

»Pasando a hablar del Colegio de Lanzo, enseñó la manera de introducir también en él la Compañía de la Inmaculada Concepción. A 
falta de jóvenes aptos para el caso, se forme esta compañía entre los clérigos. Ellos, poco a poco, iniciarán a los alumnos y, con el tiempo, 
podrá subsistir dicha compañía sin ellos. 

»Viniendo por fin al Oratorio de San Francisco de Sales dijo muy poco sobre su marcha. Hizo notar que era muy difícil formarse un 
juicio exacto, porque el número de alumnos es demasiado grande y porque, además de los estudiantes, están los aprendices. No obstante, 
en general, le parecía que todo marchaba bien, teniendo en cuenta, además, el menor número de clérigos asistentes; se debía además 
calcular que, con cierto número de éstos, se podía contar muy poco para la asistencia, por haber llegado recientemente de los 
73 

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seminarios y, ser por tanto inexpertos y poco avezados aún a nuestra vida. 

»Pero también disminuye el número de los buenos hermanos. 

((68)) »Desde la fiesta de San Francisco de Sales del año pasado, se han perdido dos de nuestros grandes campeones, que habrían hecho 
mucho bien, y no sabría decir quién de los dos habrá recibido mayor premio en el cielo. Uno, el clérigo José Mazzarello, que era bueno 
por naturaleza, serio en los propósitos y obediente; el otro, don Enrique Bonetti, que supo vencerse a sí mismo y superar todas las 
dificultades, aunque era de índole fogosa. 

»Por lo tanto, declaró que lo que más importaba era que todos los salesianos se animaran mucho y estuvieran dispuestos a hacer muchos 
sacrificios por amor de Dios. Exhortó a los sacerdotes y a los clérigos a ser los primeros en la observancia de las Reglas de la casa y a que 
todos procurasen tener un conocimiento exacto de las mismas. A tal fin, recomendó al señor Director de estudios que encontrara el modo 
de leer todas las semanas un trozo del reglamento a los sacerdotes, clérigos y alumnos reunidos. Rechazó la proposición, presentada por 
alguno, de ocultar a los muchachos las reglas a que deben sujetarse clérigos y sacerdotes. 

»-Los jóvenes, dijo él, tendrían motivo para quejarse si se vieran obligados ellos solos a reglas y deberes. En público es necesario ser 
reservados al hablar de hechos, cuando éstos sean censurables; 
pero hay que hablar claro a todos frente a las leyes. 

»Pasando a hablar después de nuestra Sociedad, anunció la oferta hecha para dos casas, una en Novara y otra en Roma, cuya apertura 
sería muy conveniente, lo mismo material que moralmente, por la gracia que adquiriríamos ante ciertas personas distinguidas. 

»Después de la lectura del Decreto con el que el señor Obispo de Casale aprobaba nuestra Pía Sociedad en su Diócesis, don Bosco 
relató las felicitaciones de los obispos Galletti y Gastaldi. Este último dijo que tal aprobación era como una chispa la cual, como en un 
inmenso incendio, destruyendo todos los obstáculos que todavía se interponen, hará que nuestra Congregación sea, dentro de poco, 
recibida en todas partes. Monseñor Galletti quiso una copia de aquel Decreto. Se le dio con la esperanza de que otros muchos prelados se 
unieran a él para favorecernos. 

((69)) »Hablando de los obstáculos, don Bosco aludió a un sueño tenido en los primeros tiempos de la Sociedad, en el que vio a los 
miembros de ésta caminando por una larga alameda, cubierta de espinas, 
74 

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cerrada por ambos lados con paredes de rosas y espinas, pero con la bóveda o emparrado entretejido solamente con rosas. Explicó que los 
hermanos no sólo deben caminar sobre las espinas de las privaciones y de las fatigas, sino que son punzados e impedidos en su obrar por 
las espinas de los obstáculos y las contradicciones. El demonio, enemigo de todo bien, suscita cuantos obstáculos puede contra los que 
quieren hacerlo, y lo que es más, ved la malicia infernal, hace que estos obstáculos los pongan personas piadosas y con santas 
intenciones, las cuales, engañadas desgraciadamente, llevan a muchos a engaño. 

»Pero combatamos con fortaleza y constancia, exclamó y, con la gracia del Señor, triunfaremos contra todos y en todo. Sólo con 
grandes trabajos se llevan a cabo las grandes empresas. La pérgola de rosas significa que nuestro premio está en el cielo y que sólo a él 
debemos tender con todas nuestras fuerzas. 

»-Y ahora, continuó, pensemos en aumentar nuestro personal: para obtenerlo es necesario que nos comprometamos a ganar a algún 
hermano nuevo. Esto depende principalmente de los directores de las casas. Es necesario que ellos procuren ganarse y mantener la 
confianza de aquellos jovencitos, que claramente ven que pueden hacer un gran bien en lo sucesivo. Este es el único medio para atraerlos 
a la Sociedad. Os lo digo por experiencia; puedo aseguraros que si un joven, al hacer sus estudios, ha tenido confianza ilimitada con su 
director y superior, fácilmente se llegará a ganarlo. Al ver en su director, no al superior, sino al padre, volcará su corazón en el suyo y 
hará cuanto éste le aconseje hacer. Así cobrará afecto a la casa; sin conocer aún la Sociedad, pondrá en práctica las Reglas, y, apenas la 
conozca, la abrazará para no abandonarla jamás, excluido el caso de que perdiese aquella confianza. Al contrario, hay jóvenes que vienen 
((70)) aquí, acaban sus estudios, no hay nada que tachar en su conducta, son buenos, merecen buenas calificaciones, pero si no tienen esta 
confianza, no se podrán albergar más que dos décimos de esperanza de que se decidan a entrar o quedarse con nosotros. La razón está en 
esto; en que miraron a su director, no como a un padre, sino como a un superior, que vigila su conducta externa y nada más. Tómese nota 
de esto para pensar en la necesidad de inspirar afecto, para conocer las inclinaciones de los alumnos y de los demás subordinados. 

»Al final concluyó: -»Quién sabe si nos encontraremos todos en esta reunión el año que viene o si alguno de nosotros será llamado por 
el Señor a la eternidad? Espero que nos volvamos a encontrar 
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todos, pero esto depende de Dios; nosotros estemos preparados para la muerte.
»Don Bosco levantó la sesión recitando el De profundis por los queridos hermanos difuntos»
.


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((71)
)


CAPITULO VII


DON JUAN BONETTI ESCRIBE AL CABALLERO OREGLIA PARA QUE LE CONSIGA UNA INDULGENCIA Y UNA 
RELIQUIA DE SAN ESTANISLAO; DON BOSCO ES ESPERADO EN MIRABELLO -CARTA DE DON JUAN BAUTISTA 
FRANCESIA AL CABALLERO; DON BOSCO HA IDO A MILAN; SUS ORACIONES CURAN A UNA ENFERMA; OTRAS 
MARAVILLAS; TEATRO PARA LOS EXTERNOS EN EL ORATORIO; LAS OBRAS DE LA NUEVA IGLESIA -CARTA DE DON 
BOSCO AL CABALLERO; LE DA UNOS ENCARGOS; LE DICE QUE LA PIA SOCIEDAD ESTA APROBADA POR EL OBISPO 
DE CASALE COMO DIOCESANA; ASOMBROSAS GRACIAS DE LA VIRGEN; PRECIO DE LAS MEDALLAS DE MARIA 
AUXILIADORA; HA ESCRITO SOBRE VIGNA PIA -VA A MIRABELLO; PREDICE EL DIA EN QUE UN PROFESOR CURARA 
DEL MAL DE GARGANTA -VA A CASALE PARA DAR LAS GRACIAS AL OBISPO POR SU DECRETO -ANECDOTAS EN EL 
FERROCARRIL -INSTANCIA AL MINISTRO DE LA GUERRA PARA OBTENER UN SUBSIDIO -VISITA AL COLEGIO DE 
LANZO -EL CARDENAL CORSI COMUNICA A DON BOSCO QUE ESTA DISPUESTO A HACERLE LA CARTA 
COMENDATICIA; LE ACONSEJA PEDIRLA A LA MAYOR PARTE DE LOS OBISPOS DEL PIAMONTE Y AL ARZOBISPO DE 
FERMO, MUY INFLUYENTE EN ROMA -IMPORTANTE DOCUMENTO SOBRE LA FUNDACION DE LA COMPAÑIA DE SAN 
JOSE -INFLUENCIA DEL SISTEMA EDUCATIVO DE DON BOSCO 

LOS directores habían vuelto a sus casas el día 4 de febrero y don Juan Bonetti, inflamado de fervor por el bien de sus alumnos, escribía 
desde Mirabello al caballero Oreglia: 

Mirabello, 7-2-1868
Apreciado señor Oreglia:


Ruégole me mande algún bonito recuerdo para mí y para estos queridos muchachos. Si va a ver a nuestro amabilísimo Santo Padre, 
((72)) dígale lo mucho que nosotros le queremos. Pídale algo bueno para nosotros, como por ejemplo, una indulgencia 
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que nos ponga en la dulce necesidad de hacer una hermosa fiesta en honor del que tanto amamos. Este año se celebra el centenario de san 
Estanislao. Deseo hacérselo celebrar muy bien a estos muchachos para tener ocasión de enamorarlos de sus virtudes. Así que V. S. me 
haría una gran favor, si me proporcionase una reliquia de este amable santito. Todos estamos bien. Tememos que, según el sueño de don 
Bosco, alguno de nosotros haya de morir. El jueves estará aquí don Bosco... 

JUAN BONETTI, Pbro. 

El sueño de don Bosco para 1868 era conocido y, así como el clérigo Mazzarello había muerto en Lanzo, se temía que pendiese también 
la misma suerte sobre la cabeza de alguno de Mirabello; esto es, que el sueño no se refiriera únicamente a los alumnos del Oratorio. Al 
mismo tiempo se esperaba con ansiedad en Mirabello la llegada de don Bosco para que explicara los aguinaldos. 

Pero él, después de la conferencia a los salesianos, había partido para Milán y don Juan Bautista Francesia comunicaba al caballero 
Oreglia noticias sobre este viaje. 

Turín, 14 de febrero de 1868 

Queridísimo señor Caballero: 

...Don Bosco fue la semana pasada a Milán, donde permaneció del lunes al miércoles. Se alojó en el palacio arzobispal. Fue el suyo un 
verdadero triunfo. El palacio fue invadido continuamente por la multitud. A lo que dicen los de Milán, ha asombrado a muchos que un 
pobre sacerdote despertase al presente tanto entusiasmo. Aconteció, además, algo singular. El jueves por la mañana, casi sin descansar del 
largo viaje, recibió don Bosco un despacho del señor Güenzati, en el que le encargaba celebrase una misa por una pariente suya, ya 
entrada en años y muy enferma. Pues bien, al día siguiente, a la misma hora en que don Bosco celebraba la santa misa, la pobre enferma 
se levantaba de la cama; imagínese la satisfacción y el estupor de todos los parientes. Otra persona, que deseaba y obtuvo casi ipso facto 
una curación semejante, envió quinientas liras de limosna por primera entrega. 

En fin, si yo tuviera que contarle todas las preciosas maravillas que acontecen ante nuestros ojos, no saldría de una para entrar en otra, 
sin acabar jamás. El periódico La Virgen, plaza Poli, núm. 11 de Roma, ha publicado una carta mía en la que se habla de la curación 
verdaderamente prodigiosa de Bonetti, alumno de Lanzo. 

((73)) En la iglesia van avanzando los trabajos, pero tal vez no puedan acabarse hasta el mes de mayo, quizá no del todo y quién sabe... 

El jueves que viene (20 de febrero) se hará una representación teatral para satisfacer los deseos de tantísimos como no pudieron asistir a 
nuestro teatro, por falta de local... 

FRANCESIA, Pbro. 

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Don Bosco, a su vuelta de Milán, escribía a Roma, exaltando la bondad de María Auxiliadora. 

Turín, 11-2-1868 

Carísimo señor Oreglia: 

La princesa Borghese ha respondido negativamente sobre la iglesia. La Duquesa de Sora no escribió nada hasta ahora para el reverendo 
Molinari. Si no se toma una decisión, tal vez él tome otro partido. El conde Scotti ofreció algo a monseñor Manacorda para la iglesia. He 
escrito una notita anónima a monseñor Berardi. 

Las cosas de nuestra sociedad van tomando buen cariz; el Obispo de Casale la aprobó definitivamente como Congregación diocesana. 

Cada día hay cosas, unas más ruidosas que otras, sobre María Auxiliadora y la iglesia. Harían falta volúmenes; hablaremos después de 
todo. »Cuándo vendrá? Las medallas, según el modelo que usted me dio, costarían aquí alrededor de dos céntimos la unidad; no habría 
los gastos de portes y derechos de consumos. 

Saludos de todos los de casa; salude atentamente a la marquesa Villarios y dígale que se ponga buena y ruegue por nosotros. Nosotros 
lo hacemos por ella. 

Que Dios bendiga a usted y sus trabajos. Amén. 

He escrito al duque Salviati sobre Vigna Pía; creo que aceptaremos; nos conviene; vaya a hacerle una visita; escuche atentamente y 
escríbame. Deo gratias! 

Afmo. amigo
JUAN BOSCO, Pbro.


El día 13 llegaba a Mirabello. íEs de imaginar el recibimiento que le hicieron! El Venerable aseguró a todos que el sueño de las muertes 
predichas no se refería de ningún modo a los alumnos del Seminario Menor. La explicación de los aguinaldos y las confesiones le 
tuvieron ocupado de la mañana a la noche. Los muchachos estaban entusiasmados o conmovidos ante la conformidad de sus palabras y el 
estado ((74)) de sus almas. El les recordó las glorias del colegio, los santos compañeros difuntos, les invitó a imitar las virtudes de 
Ernesto Saccardi, de Franciseo Rapetti y de José Allievo, hijo del ilustre profesor de Pedagogía, que murió en Milán a la edad de once 
años el 5 de julio de 1867 y del cual don Juan Bonetti había escrito y pronunciado una magnífica oración fúnebre. 

Por aquellos días sucedió un hecho gracioso, que don Juan Garino nos dejó escrito: 

«Era el año de 1868 y yo me encontraba en el colegio de Mirabello Monferrato, cerca de Casale, como profesor del cuarto curso de 
bachillerato. El tres de febrero por la mañana, día de san Blas, fui como todos a recibir la bendición de la garganta. Al salir de la iglesia 
comencé a sentir un dolor que me molestaba bastante al tragar la saliva. 
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Don Bosco vino a Mirabello unos días después y yo me presenté a él con un compañero (creo que era don Pablo Albera) el cual le dijo a 
don Bosco: 

»-Don Bosco, »sabe la gracia que le ha hecho san Blas a Garino? (era clérigo aún). Fue a recibir la bendición de la garganta sin ningún 
mal y desde entonces le duele. 

»Don Bosco, sonriendo, me dijo que aguantase el mal hasta la Anunciación (25 de marzo). Y así fue. Daba lo mejor que podía un 
poquito de clase, aunque con mucha dificultad; llegó el día 25 de marzo y después de comer, mientras me entretenía con algunos alumnos 
míos en el patio, de repente, me sentí totalmente libre de la molestia que desde san Blas no me había dejado en paz. 

»Entonces me acordé de las palabras de don Bosco y conté el caso a mis alumnos, los cuales, ya llenos de admiración por don Bosco, la 
tuvieron después mayor». 

Desde Mirabello se marchó el Venerable a Casale, tal y como había escrito a la condesa Callori, y fue a dar gracias al Obispo por haber 
aprobado como diocesana la Pía Sociedad de San Francisco de Sales. 

En este viaje le sucedió uno de esos graciosos encuentros que ya hemos recordado otras veces. Es de notar que por la ((75)) región de 
Alessandria, Casale, Vercelli y Novara se celebran grandes mercados, a los que acuden tratantes de ganado y comerciantes de cereales, 
vinos y otros productos agrícolas, gentes muy a menudo materialistas y deslenguadas. 

Don Bosco se encontró en el mismo departamento del tren con uno de ésos que, por haber leído librejos, periódicos impíos, creen poder 
combatir la religión soltando las más disparatadas barbaridades. Niegan los milagros de Jesucristo, explicándolos a su manera y diciendo, 
por ejemplo, que, con un poco de economía, cualquiera podía alimentar muy bien a cinco mil personas con cinco panes y algunos peces. 
Aquel viajero pertenecía, por cierto, a la categoría de tales doctores. En efecto, después de unas palabras sobre temas indiferentes, 
haciendo señas al cura, llevó la conversación, como estaba de moda, a materia de religión y, pasando de una cosa a otra, vino a los 
milagros del Evangelio. Decía que éstos se pueden explicar y, para probarlo, se puso a hablar del milagro de san Pedro, caminando sobre 
las aguas por mandato de Jesucristo; y exclamó: 

-»Qué milagro es éste? Al presente se sabe que las aguas del mar Muerto son tan espesas que las naves no pueden navegar por ellas; y 
por tanto, resulta fácil para un hombre caminar por encima sin milagro, 
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puesto que tal vez se había formado una costra espesa que impedía hundirse. 

Don Bosco, que hasta entonces había callado, le dio una mirada de compasión y, dejando de lado cualquier otra contestación, se limitó 
a decirle: 

-Señor, usted toma el rábano por las hojas. Ha de saber que Jesucristo jamás se encontró con sus discípulos en el mar Muerto. Usted 
confunde el mar Muerto con el mar de Galilea llamado también mar de Tiberíades o lago de Genesaret, que dista del otro unas setenta 

millas. 

A estas palabras lanzaron los viajeros una sonora carcajada y el pobre hombre, confuso y enojado, rezongó: 

-Yo he dicho lo que he leído; pero, si es así, confieso que he sido engañado. 

Y don Bosco replicó: 

((76)) -Permítame una observación. Si en vez de leer ciertos libros, con los que se pretende arrancar la fe del corazón del pueblo, fuera 

usted a escuchar las explicaciones del Evangelio de su párroco, no soltaría ciertos desatinos. 

Otra vez se encontró nuestro buen Padre frente a un viajero que en alta voz comenzó a defender a un sacerdote castigado, injustamente 
por el Obispo, según él, y añadía: 

-Han pasado los tiempos de la Inquisición; también el cura es ahora un ciudadano libre, »quién ha dado derecho al Obispo para 

suspenderlo de decir misa? 

Don Bosco le interrumpió y le dijo: 

-Sepa que Jesucristo en persona ha dado el derecho al Obispo; y si el Obispo ha suspendido a ese tal, habrá tenido sus motivos. »Quién 

le ha nombrado a usted juez de los sucesores de los Apóstoles? 

-Pero me han dicho que ese Obispo no es como los otros; abusa de su poder y es enemigo de la libertad. 

-Respóndame, por favor: »el Obispo ha quitado la misa a muchos? 

-No creo; solamente a ése. 

-Y »sábe decir por qué no se la quita a los otros? 

Aquél no supo qué constestar, farfulló unas cuantas palabras y don Bosco añadió: 

-Porque los demás curas cumplen con su deber. 

Y bajando la voz, de modo que los vecinos no lo oyesen, continuó: 

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-En cuanto a su defendido, sepa que el Obispo le suspendió porque es un sacerdote que no frecuenta la iglesia, no confiesa, jamás 
predica. Si quiere encontrarlo, vaya al café y le verá con alegre compañía; acostumbra vestir de forma indigna de un ministro de Dios. 
Fue avisado muchas veces por su Obispo para que cambiara de modo de proceder, pero no obedeció y empeoró. 

-Y usted señor mío, »defiende a una persona así? »Consentiría usted que este desgraciado subiese al altar para ofrecer el divino 
sacrificio? Si obrara ((77)) así no añadiría una palabra más, porque estaría seguro de no hablar con un católico. 

Aquél quedó en silencio durante un buen rato y después comenzó de nuevo: 

-Yo, en verdad, no conozco a ese cura y sólo he oído a varios amigos míos lo que he dicho. 

-Entonces, concluyó don Bosco, sea usted más cauto al hablar especialmente contra los prelados de la Iglesia, a los cuales debemos la 
mayor reverencia. Sepa que ellos conocen mejor que nosotros su deber y que obran concienzudamente. 

Vuelto de Casale a Turín, con una santa insistencia que sólo Dios sabe cuántos sacrificios exigía a menudo a su amor propio, escribía 
don Bosco a un empleado del Ministerio de la Guerra en demanda de subsidios para unos alumnos, que habían sido recomendados por el 
mismo Ministerio. Siempre hay que advertir la delicadeza de ciertas frases. 

Ilustrísimo Señor: 

Las miserias siempre en aumento entre nosotros durante este año, me animan a recurrir a la probada caridad de V. S. Ilma., que tantas 
veces he experimentado. 

El número de niños pobres recomendados por ese Ministerio es un poco crecido, mas lo que nos pone en verdaderas estrecheces es la 
carestía de víveres. El año pasado, casi por esta misma época, costaba treinta céntimos el kilo de pan, ahora casi se ha duplicado; y lo 
mismo sucede con los demás artículos. 

Por eso me encomiendo vivamente a su reconocida bondad, para que se digne, también este año, ayudar a estos pobres muchachos y 
otorgar la mayor ayuda que pudiere. 

Junto con estos jovencitos no dejaré de profesarles el más sentido agradecimiento e invocar cada día las bendiciones del cielo sobre 

usted, mientras con todo aprecio tengo el alto honor de poderme profesar. 

De V. S. Ilma. 

Turín, 15 de febrero de 1868. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

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Enviada esta instancia, en la semana siguiente al domingo de Sexagésima, fue a visitar el colegio de Lanzo, ((78)) donde se entregó, 
durante tres días sin descanso, al bien espiritual de sus queridos alumnos. De vuelta a Turín, recibía esta contestación del cardenal Corsi, 
Arzobispo de Pisa: 

Muy Reverendo Señor: 

Hace ya unos años que conozco el mucho bien que la Sociedad de San Francisco de Sales hace al pueblo con sus Oratorios; y, al ver sus 
progresos, no ceso de dar gracias al Señor que la bendice y la fecunda, y de admirar el celo de quien es fundador y cabeza de todos sus 
infatigables cooperadores. Por eso nada puede ser para mí más querido que favorecerla del mejor modo posible; y, por eso, estoy 
dispuesto a enviar la carta comendaticia que V. S. Rvma. me pide en su apreciada del 10 de los corrientes. 

Me parece, además, muy conveniente y oportuno que antes de la mía se provea y exhiba V. S. las comendaticias de la mayor parte, ya 
que no de todos, de los venerandos prelados del Piamonte y también la del Exmo. señor Cardenal Deangelis, Arzobispo de Fermo, la cual 
podría ser de gran peso, ya que por la larga estancia de su Eminencia en Turín, se presenta como juez más competente y apreciador más 
acreditado del valor y mérito de la misma. Hay que observar también que, dado que dicho Cardenal debe trasladarse ahora mismo a 
Roma, podría aumentar con su presencia e influencia la eficacia de sus mismas cartas de recomendación. 

Cuando el asunto se haya iniciado de este modo, avíseme de nuevo que yo no tardaré en secundar por mi parte sus santos deseos. 

Estoy realmente contento de saber que usted y los suyos, en su caridad, no han olvidado mi poquedad y siguen encomendándome en sus 
oraciones. Cuanto mayores son las necesidades que me apremian en estos tiempos, tanto más vivo es el sentido del agradecimiento que le 
profeso en el momento en que, con agrado y verdadera estima, me repito 

De V. S. M. Rvda. 

20 de febrero de 1865. 

Afmo. de todo corazón
» C. CORSI, Arz. de Pisa.


Señor don Juan Bosco-Turín. 

Los alumnos estudiantes del Oratorio, entre tanto, habían comenzado a santificar el mes de san José, el gran Santo, en quien don Bosco 
depositaba viva confianza. Los emulaban los aprendices, en especial los congregantes de la Compañía ((79)) del Santo Patriarca, con la 
observancia del reglamento de ésta, aprobado por don Bosco, y con especiales prácticas de piedad. 

Ya se copió dicho reglamento en el VI volumen de estas Memorias, 
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en la página ciento cincuenta y cuatro; pero, como documento histórico es, creemos oportuno conservarlo imprimiendo el primer 
esquema, que nosotros encontramos en 1912, cuando ya se creía perdido. El clérigo Juan Bonetti, a principios de 1859, lo había 
propuesto a una selección de aprendices y, obtenida su aprobación, lo presentó a don Bosco. 

REGLAMENTO DE LA COMPAÑIA DE SAN JOSE 

Los que a continuación se nombran; Juan Bonetti, Fernando Imoda, Carlos Garzena, Juan Giani, Severino Salvi, Antonio Fassino, Luis 
Lachi, Pedro Enría, Luis Tos, Alejandro Doglio, Bartolomé Chiansello, Agustín Bianco, José Perona, Luis Tosi y Esteban Cibrario, 
deseosos de ser cada vez mejores y de animar con el buen ejemplo y las buenas palabras a nuestros compañeros por el camino de la 
virtud, nos unimos voluntariamente en esta Pía Sociedad para satisfacer fácilmente nuestro deseo. Puestos totalmente en las manos de 
nuestra amorosísima Madre María Santísima y de su castísimo esposo San José, nuestro especial patrono, nos proponemos llevar una vida 
del todo ejemplar. Aunque todos estamos ya inscritos en la Compañía de San Luis Gonzaga, tendremos también por finalidad principal la 
exacta observancia del reglamento de esta Compañía, que es como sigue: 

1.° Evitar todo lo que pueda escandalizar, procurar dar buen ejemplo en todas partes y especialmente en la iglesia. 

2.° Acercarse cada quince días a los santos sacramentos de la Confesión y Comunión, y aun con mayor frecuencia, sobre todo en las 
grandes solemnidades del año. 

3.° Huir como de la peste de los malos compañeros y guardarse bien de las malas conversaciones. 

4.° Tener gran caridad con los compañeros perdonando fácilmente cualquier ofensa. 

5.° Apoyar con todo empeño la buena marcha del Oratorio, animando a los demás a practicar la virtud y a inscribirse en la Compañía. 

6.° Cuando un socio se encuentre enfermo, todos se apresurarán a rogar por él y también a ayudarle en las cosas temporales, por cuanto 
fuere posible. 

7.° Demostrar gran amor al trabajo y al cumplimiento de los propios deberes obedeciendo con exactitud a todas las personas mayores. 

Además de dichas reglas, adoptaremos las siguientes: 

((80)) 1.° No se admitirá a nadie en la Compañía, si antes no se ha inscrito en la de San Luis. 

2.° Cuando se vea que un compañero observa buena conducta en el Oratorio, será propuesto para su admisión. Si nadie tiene nada que 
decir en su contra, se le hará la proposición. Si acepta, se le dará a leer el Reglamento o bien será informado detalladamente por el 
Presidente y por algún otro socio. Quince días después será presentado a la reunión. 

3.° El domingo siguiente a la presentación de un socio nuevo, todos harán la sagrada Comunión por él, pidiendo al Señor que le 
conceda la gracia de ser un socio bueno y ejemplar. 
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4.° Todas las semanas buscaremos un cuarto de hora para reunirnos. Al empezar, se invocará al Espíritu Santo con el Veni Creator, etc. 
y la jaculatoria San José, ruega por nosotros. Después de una breve lectura espiritual, se tratará de algo que creamos ser para mayor gloria 
de Dios y provecho de nuestras almas y de las de nuestros compañeros. Se cerrará la reunión con el Agimus y la jaculatoria Jesús, José y 
María, os doy el corazón y el alma mía. 

5.° A la hora establecida nos dirigiremos con solicitud al lugar señalado para la reunión, dejando de corazón el recreo, por amor a María 
Santísima, que ciertamente lo aceptará como un bonito obsequio de sus hijos queridos. Si alguno, por cualquier motivo, no puede asistir, 
será informado por el Presidente o por un socio de lo tratado en la reunión. 

6.° No dejaremos nunca ninguna práctica de piedad ante las críticas o las burlas que pudieran hacer malos compañeros, sino que, 
contentos de hacer algo grato a Dios y a nuestros superiores, seguiremos por el camino del bien. 

7.° Cuando toque la campana para las funciones religiosas, iremos a la iglesia sin que nada nos detenga, arrastrando con simpatía a los 
que estuvieran con nosotros. 

8.° Procuraremos colocarnos en la iglesia en medio de los que hablan o están distraídos, a fin de que, movidos por nuestro porte 
modesto, se animen al recogimiento y a la oración. Tendremos, después, gran cuidado en no salir jamás de la iglesia, a menos que nos 
veamos obligados por alguna grave necesidad. 

9.° El primer domingo de cada mes nos acercaremos a los santos sacramentos para obtener la conversión de aquellos compañeros 
nuestros que por desgracia estuvieran en pecado mortal. 

10.° Si en el trabajo o en la conversación, se presentare la ocasión de impedir un pecado con un buen consejo o con un acto de 
desaprobación, no la dejaremos escapar. 

11.° Si vemos o sabemos que algún socio faltó gravemente contra alguna de nuestras reglas, le avisaremos privadamente, con gran 
caridad, y esto lo haremos mutuamente. 

((81)) 12.° Aceptaremos con sumisión y humildad los avisos que nos dé un socio, sin demostrar jamás el menor disgusto a quien nos 
avisa. 

13.° No despreciaremos jamás a ninguno de nuestros compañeros y mucho menos les dirigiremos palabras impropias u ofensivas. En 
fin, evitaremos entre nosotros toda discusión con la que pudiéramos ofendernos mutuamente, considerándonos todos como verdaderos 
hermanos. 

14.° Finalmente, así como queremos con nuestro buen ejemplo servir de espejo y de modelo a todos nuestros compañeros, así 
observaremos con toda exactitud el reglamento de la casa, sin desaprobar jamás lo que ordenasen los superiores, teniendo siempre muy en 
cuenta que todo lo que nos mandan o prohíben es para nuestro bien. 

De todo corazón rogamos a nuestro Director que examine este reglamento y quite o añada lo que le parezca bien. 

Sea todo para la mayor gloria de Dios. 

íCuánta sabiduría pedagógica se refleja en este reglamento! íParece dictado por el mismo don Bosco! 

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((82)) 

CAPITULO VIII 

EL ARZOBISPO DE TURIN SE MANTIENE EN NEGAR LAS ORDENES A LOS CLERIGOS DEL ORATORIO, SI NO PASAN 
UN AÑO POR LO MENOS EN EL SEMINARIO -MONSEÑOR GASTALDI Y MONSEÑOR GALLETTI LE PERSUADEN PARA 
QUE DESISTA -SE INTENTA HACER SALIR DE LA PIA SOCIEDAD A LOS ORDENANDOS -SAGRADAS ORDENES Y 
QUEJAS DEL ARZOBISPO -NO ES VERDAD QUE LOS CLERIGOS DE DON BOSCO NO ESTUDIEN -SE ULTIMAN LAS 
FORTIFICACIONES EN ROMA; SE CONFIA EN LAS ORACIONES DE DON BOSCO -MUERTE DEL CLERIGO PETIVA 
-CLASE DE MUSICA EN EL ORATORIO -DON JUAN FRANCESIA ESCRIBE A OREGLIA QUE PETIVA NO ES EL SEGUNDO 
DEL SUEÑO Y QUE DON BOSCO HA DICHO QUE HAY UN JOVEN QUE NO HARA MAS EL EJERCICIO DE LA BUENA 
MUERTE -DON BOSCO PREPARA LA PUBLICACION DE LOS CLASICOS ITALIANOS EXPURGADOS -ESCRIBE AL 
CABALLERO OREGLIA QUE SE HAN PAGADO ALGUNAS DEUDAS; LE HABLA DE CARTAS RECIBIDAS O POR 
ESCRIBIR; LE DA NOTICIAS DE SU NOBLE FAMILIA; MUCHAS FACTURAS A PAGAR 

CONTROVERSIAS muy desagradables demostraban la necesidad de que el Instituto de don Bosco obtuviese una aprobación definitiva. 
El Venerable deseaba que este año recibieran las órdenes sagradas tres de sus clérigos, pertenecientes a la diócesis de Turín, Francisco 
Dalmazzo, Santiago Costamagna y Pablo Albera. Por eso, en el mes de enero envió por segunda vez a don Juan Cagliero a visitar al señor 
Arzobispo, para explicarle sus intenciones y conocer las de Su Excelencia. El Arzobispo recibió cortésmente al enviado, pero se mantuvo 
firme en su posición de que los clérigos del Oratorio entraran en el seminario antes de ser ordenados y allí vivieran al menos un año. 

((83)) Era lo mismo que no querer reconocer de ningún modo la Pía Sociedad de San Francisco de Sales, ya aprobada por la Santa 
Sede, y empeñarse en exigir a sus miembros lo que no se exigía a los alumnos seminaristas diocesanos, de familias señoriales, que 
estaban autorizados para hacer sus estudios residiendo en sus propias casas. 
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Don Juan Cagliero repitió al Arzobispo las razones expuestas en la audiencia habida en diciembre y él le respondió:
-Eso no impide mi decreto.
-O sea, que S. E. quiere la destrucción del Oratorio.
-Quiero solamente a mis clérigos.
-Con todo respeto, Excelencia, vuelvo a repetir que esto es lo mismo que destruir el Oratorio, porque no hay escuelas sin maestros, ni


internados sin asistentes. Para nosotros es cuestión de vida o muerte; y es cuestión de existencia, es cuestión de derecho, porque cada uno 
tiene derecho a la propia existencia. Y además, el bien que el Oratorio ha hecho a la diócesis es patente: cuente los sacerdotes instruidos y 
educados en el Oratorio... 

-Os agradezco, respondió el Arzobispo, los beneficios que habéis hecho a la diócesis, pero ahora os quiero deferentes con mi decreto. 
-Entonces, se acabó: vuelvo al Oratorio y diré a don Bosco: tomemos nuestro breviario y entreguemos a Monseñor las llaves del 
Oratorio, dejándole el encargo de llevar adelante nuestra obra. Allí quedan ochocientos jóvenes en los que, de aquí en adelante, tendrá 
que pensar Su Excelencia. 
-Pero »yo... yo...?, respondió turbado el Arzobispo. Me ponéis en una encrucijada... pero con todo... con todo he decretado... y no debo 
volverme atrás. 
Don Juan Cagliero se persuadió de que el Arzobispo estaba instigado por otros e inducido a oponer aquella resistencia y continuó 
diciendo con respeto y firmeza: 
-Excelencia; piense en las consecuencias... en las habladurías que habrá... en los muchachos que tendrá que enviar a sus casas... en los 

que pueden quedar abandonados en medio de la calle... en la desaprobación de los buenos. 
((84)) Y el Arzobispo, cada vez más impresionado, replicó: 
-Pero, en conclusión... en fin... siéntese, se lo ruego. 
Don Juan Cagliero se excusó ante la repetida invitación, pidió permiso para hacer una declaración más explícita y prosiguió: 
-Yo, a la par de otros, me hice sacerdote por consejo de don Bosco; pero, antes de serlo, jamás hubiera pensado que los primeros que se 

opusieran al bien, debían ser aquéllos de quienes esperaba apoyo. íHubiera sido mejor haberme dedicado a manejar la azada! Habría 
trabajado, me las habría apañado de uno u otro modo, pero sin tantas amarguras. »Valía la pena que don Bosco se entregase a una obra de 
tanto provecho para la misma diócesis y verla destruida tan pronto? 
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Y dicho esto, pidió permiso para retirarse. La audiencia había durado casi una hora. Más de cuarenta personas estaban en la antesala y 
esperaban impacientes ser recibidos por el Arzobispo. Al ver salir a don Juan Cagliero hubo un murmullo general: 

-íSu audiencia ha sido demasiado larga! 

Y Cagliero, mirando en derredor, no pudo contenerse y exclamó: 

-íUstedes vienen a hablar por sí mismos; yo he venido a hablar por cuarenta! 

No había tenido éxito la visita de don Juan Cagliero, pero tomaban la defensa de don Bosco los Obispos de Saluzzo y de Alba. 
Monseñor Gastaldi escribía varias veces al Arzobispo recomendándole calurosamente que dejara en paz a don Bosco. Fue a Valdocco 
para informarse del estado de la cuestión y se acercó al Arzobispo para exhortarle a que no pusiera dificultad para las Sagradas Ordenes 
de los clérigos del Oratorio. También se interpuso monseñor Galletti y procuró demostrar que la Pía Sociedad de San Francisco de Sales 
estaba canónicamente constituida y que los votos que los clérigos de don Bosco habían emitido eran válidos. 

El Arzobispo, vencido por estas insistencias, cedió a conferir ((85)) las Sagradas Ordenes a los clérigos Albera, Costamagna y 
Dalmazzo en la segunda mitad de cuaresma. 

Pero no habían acabado las pruebas para ellos. Se retiraron al Seminario para hacer los ejercicios espirituales. Y el teólogo Soldati, que 
era el director espiritual, empleó con ellos, lo mismo que había hecho con otros clérigos del Oratorio, toda suerte de argumentos para 
inducirlos a abandonar la Congregación. Pero estos manejos obtuvieron el efecto contrario. Don Francisco Dalmazzo, que estaba aún 
indeciso en dar o no dar su nombre definitivamente a la Pía Sociedad de don Bosco, disgustado por aquel modo de proceder exclamó: 

-íPrecisamente porque no quieren, me haré salesiano! 

El 25 de marzo recibieron los tres clérigos, de manos del mismo Arzobispo, la tonsura y las cuatro órdenes menores; y él mismo les 
confirió el subdiaconado el 28 del mismo mes, aunque terminada la sagrada ceremonia, no dejó de proferir, en presencia de los clérigos 
del seminario, palabras punzantes contra los nuestros, contra la Pía Sociedad y contra don Bosco, como si quisieran sustraerse 
caprichosamente a su jurisdicción. 

El hecho está ahí y nos duele ponerlo de relieve: monseñor Riccardi era entonces totalmente contrario a que la Pía Sociedad Salesiana 
obtuviese una sanción definitiva de la Santa Sede; y después de 
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tantas conversaciones sobre el particular y de los documentos existentes en la Curia, llegó a afirmar que no sabía nada de la existencia de 
la Pía Sociedad de San Francisco de Sales. 

Con todo, el 6 de junio, sábado de las témporas de la Santísima Trinidad, Su Excelencia promovía al diaconado a los tres nuevos 
subdiáconos y, a continuación, permitía que don Francisco Dalmazzo fuera ordenado sacerdote por monseñor Balma el 19 de julio; don 
Pablo Albera, en Casale, por monseñor Ferré el 2 de agosto, y él mismo promovía al presbiterado a don Santiago Costamagna el 19 de 
septiembre, según veremos. 

Otra prueba por aquel tiempo afligía a los clérigos del Oratorio: corría la voz de que, preocupados por las clases y la asistencia, ((86)) 
no atendían como era debido al estudio de la Teología. La voz, divulgada por quien no veía con buenos ojos a don Bosco, llegó a oídos 
del Arzobispo, quien se lamentó al Venerable. 

Y he aquí que el clérigo Esteban Bourlot, perfecto ejemplar de franqueza y lealtad, se presentó en la Curia pidiendo ser admitido con 
sus compañeros al examen semestral de Teología. El teólogo Gaude, en presencia de otros, le dijo: 

-Vosotros, los de don Bosco, no estudiáis. 

-»Por qué? 

-Porque andáis ocupados con mil otras cosas y no asistís a las clases del seminario. 

-Perdone: se puede atender a lo uno y a lo otro. 

-No es posible. 

-Sin embargo, en los exámenes que hemos dado hasta ahora hemos obtenido buenas calificaciones y nunca inferiores a las de los 
seminaristas. 

-Sí, sí, pero con una preparación apresurada, superficial. 

-Lo cierto es que nosotros contestamos como los clérigos del seminario. 

-»Y qué es lo que habéis estudiado? 

-Los mismos tratados explicados por los profesores del seminario, salvo el de Banaudi sobre la Eucaristía. 

-»Y por qué no seguís también éste? 

-Porque parecieron preferibles otros autores. 

Bourlot presentó la petición al Arzobispo, obtuvo su consentimiento y el 22 de febrero se presentaron a los exámenes en el seminario 
trece clérigos del Oratorio. A la vuelta se encontraron con don Bosco, que los esperaba en la portería dispuesto a salir; apenas los vio, les 
preguntó: 
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-»Cómo han ido los exámenes? 

-Muy bien; casi todos tenemos óptime (excelente), José Cagliero peróptime (excelentísimo) respondió Bourlot; y yo, con Domingo 
Vota y Pedro Norza, egregie cum laude (excelente con alabanza). 

-»Estás seguro de ello? 

((87)) -Segurísimo, he visto la hoja de calificaciones: somos los primeros de todos los clérigos del seminario. 

-íDeo gratias!, respondió el Venerable; voy a llevar al Arzobispo la respuesta a su carta. 

Y se marchó. El mismo Monseñor, que había presidido los exámenes y no conocía personalmente a los clérigos de don Bosco, los había 
elogiado. Creía él que Bourlot, uno de los que habían obtenido el egregie cum laude era el del Seminario, primo de otro Bourlot del 
Oratorio; y debió salir de su error ante la realidad del caso. 

Mientras empezaban a allanarse estas dificultades, escribía, desde Roma, el padre Oreglia a don Juan Francesia: «Se avecinan malos 
tiempos. Las fortificaciones de Roma ya se han terminado. Falta verlas en la prueba. Con las oraciones de don Bosco esperamos que la 
prueba salga bien. Nisi Dominus custodierit civitatem, frustra vigilat qui custodit eam (si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan 
los centinelas). Hasta ahora todo tranquilo. También el carnaval. Demasiados forasteros: poca alegría». 

Pero, si en Roma había poca alegría, sobreabundaba en el Oratorio. El teatro, los juegos, el rompimiento de las ollas tradicionales, las 
rifas, la música tenían entretenidos a todos los muchachos durante los tres últimos días de carnaval. Aquella alegría era un efecto de la 
paz del corazón asegurada con el ejercicio de la buena muerte en el que se habían sufragado las almas del Purgatorio, en especial la del 
clérigo Petiva, fallecido aquellos días en el Hospital de San Luis de Turín. 

Segundo Petiva, que se había educado en el Oratorio, era muy hábil para la música; tanto, que había sido profesor de ella durante varios 
años desde 1858. Era una clase que bien podía ser tenida por una academia musical, ya que, por iniciativa de don Bosco, había producido 
y seguía produciendo distinguidos organistas, compositores de música y cantores para las funciones sagradas, por todas las partes del 
mundo. Destacaron, entre sus primeros alumnos y maestros, don Juan Cagliero, don José Lazzero, don Luis Chiapale, José Buzzetti, 
Santiago Rossi, Juan Turchi, Calixto Cerruti, José Dogliani y Bersano, Tomatis, Reano, Fumero, ((88)) Brunetti, Dassano y cien más, que 
en su día fueron maestros de millares de alumnos. 
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Pero el clérigo Petiva, después de varios años, debido a ciertos planes personales, despidióse de don Bosco y fue a hospedarse por algún 
tiempo en el seminario menor de Mirabello, donde prestó algunos servicios durante varios meses. Finalmente, marchóse también de allí 
después de varias vicisitudes y, habiendo caído enfermo de tuberculosis, entró en el hospital. Escribe don Miguel Rúa en la Crónica: 

«Petiva se había agravado en su larga enfermedad y deseaba que don Bosco lo visitara. El buen padre, pese a sus graves ocupaciones, 
fue a verle dos veces; le confesó y le administró todos los auxilios que necesitaba. Llamó la atención que hasta entonces Petiva siempre 
había tenido la esperanza de curarse y salir del hospital por primavera. Mas, después de la primera visita, cambió radicalmente de modo 
de pensar: tanto, que desde entonces ya no hablaba más que de su próxima muerte y no tenía más pensamiento que el de prepararse a bien 
morir. Don Bosco le había hablado de tal modo que, sin asustarle y sin comunicarle abiertamente la muerte, le había hecho entender que 
eran ilusorios los motivos de su esperanza; y esto lo hizo con tal destreza y unción que el enfermo no se mostró atemorizado ni por un 
momento con la idea de la muerte; más aún, después de la segunda visita de don Bosco, se mostró contento de morir pronto, ya que don 
Bosco le había asegurado que después de su muerte iría enseguida al paraíso. No resultaron falaces las palabras de don Bosco, puesto 
que, pocos días después, con las más hermosas disposiciones, expiró su alma en el beso del Señor». 

Al ser conocida su muerte en el Oratorio, como algunos creían todavía que pertenecía a la Pía Sociedad, supusieron que podía ser uno 
de los tres muertos vistos por don Bosco en el sueño. Mas, don Juan Bautista Francesia escribía a Roma al caballero Oreglia: 

«El pobre Petiva ha muerto con tal resignación que causa envidia a todos. Pero don Bosco asegura que no es el segundo que debía hacer 
el paquete para la eternidad. 

»Dijo, sin embargo, ((89)) que otro hizo ayer el ejercicio de la buena muerte y que sería por última vez. Alégrese, pues, ya que usted no 
será ciertamente el segundo. 

»Entre tanto le comunico que la impresión de la gramática griega del teólogo Pechenino está terminada... Se da nuevo empuje a la 
biblioteca (de la juventud italiana)... Se repartió ya el programa...» 

Don Bosco pensaba en dar vida a la subscripción mensual de Clásicos italianos expurgados para uso de las escuelas. 

Y mandaba más noticias al Caballero, a quien claramente decía 
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que las estrecheces del Oratorio convertían aquel tiempo en oportuno para quien quisiera obtener gracias de la Virgen. 

Muy querido caballero Oreglia: 

Hace un tiempo hermoso, desapareció el frío, estamos en primavera y usted siempre en Roma. Sin embargo no me lamento, porque le 
suple Cantú. He recibido las mil trescientas liras precisamente en el momento en que don Miguel Rúa buscaba abrumado dinero para 
Avvezzana. Dióle mil liras a él y el resto a un picapedrero. íDeo gratias! íEs muy bonito el episodio de aquella visita singular! Si me 
escriben, me las arreglaré como pueda. Escribiré una carta a la condesa Folchi. Quedan anotadas las misas de la condesa Calderari, déle 
las gracias y dígale que aquí rezamos todos los días por ella. He recibido carta de monseñor Fratejacci, a la cual contestaré pronto: 
estamos de acuerdo. Mandaré un anónimo al padre Oreglia, a quien comunicará mis más cordiales saludos. 

Muchos dicen que usted residirá siempre en Roma y yo digo que siempre, no;porque a cada momento preguntan por usted. He visto a 
su madre, que tanto me encomendó a su hermano, por quien hacemos oraciones especiales. Me alegra saber las buenas noticias que me 
promete. 

Yo estoy engolfado en los gastos, las facturas a pagar y los trabajos a continuar. Haga lo que pueda, pero rece con fe; creo que es un 
tiempo oportuno para el que quiera alcanzar gracias de María. Nosotros contemplamos cada día una más conmovedora que otra y con este 
empuje vamos adelante. 

La condesa Digny, la condesa Uguccioni, la marquesa Nerli preguntan por usted y me dicen que, si al volver de Roma, pasará por 
Florencia. 

Todos los de casa están bien de salud y le desean toda clase de bienes. No olvide la meditación de la mañana. En el nombre del Señor 
me profeso 

Turín, 3 de marzo de 1868. 

Afmo. amigo
JUAN BOSCO, Pbro.


((90)) Corría la voz por aquellos días de que el caballero Oreglia no volvería más al Oratorio. Don Bosco, lleno de caridad con todos, 
no ahorró los más delicados cuidados para que su querido hijo espiritual perseverase en la vocación abrazada. Lo verán los lectores a 
través de sus numerosas cartas. 
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((91)
)


CAPITULO IX 

RESPUESTA DE LOS OBISPOS A LAS PETICIONES DE DON BOSCO -CARTA COMENDATICIA DEL VICARIO GENERAL 
CAPITULAR DE ACQUI; DEL OBISPO DE ASTI ACOMPAÑADA DE UNA CARTA SUYA -DEL ARZOBISPO CARDENAL DE 
ANCONA Y DEL ARZOBISPO DE TURIN -CARTA CONFIDENCIAL DE MONSEÑOR RICCARDI AL CARDENAL QUAGLIA 
SOBRE LA COMENDATICIA DIRIGIDA POR EL A DON BOSCO -SUS OBSERVACIONES TRANSMITIDAS AL MISMO 
CARDENAL ACERCA DE LAS CONSTITUCIONES DE LA PIA SOCIEDAD -DON BOSCO PIDE LICENCIA AL ARZOBISPO 
PARA ENVIAR UN SACERDOTE A CELEBRAR LA MISA EN UN INSTITUTO DE RELIGIOSAS 

A medida que los Obispos recibían las peticiones de don Bosco de cartas comendaticias para la aprobación de la Pía Sociedad, le llegaban 
las respuestas, casi todas favorables, que referiremos por orden cronológico. 

El Vicario Capitular de Acqui escribía: 

FRANCISCO CAVALLERI, Doctor en ambos derechos, canónigo párroco de esta iglesia catedral de Acqui, caballero de los santos 
Mauricio y Lázaro, vacante la sede episcopal, Vicario General Capitular. 

Vistas y examinadas las Constituciones de la Sociedad de San Francisco de Sales, cuyo superior general es el celosísimo sacerdote don 
Juan Bosco; 

Informados de que allí donde dicha Sociedad se estableció y puso a prueba, es grandísimo el provecho espiritual y temporal que 
experimentan las parroquias, los hospitales, las cárceles y la tierna juventud, a cuyo bien se dirigen particularmente los esfuerzos de los 
beneméritos y muy laudables miembros de la misma; 

((92)) Considerado el sentido del Decreto de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares del 23 de julio de 1864, por el que el 
Sumo Pontífice Pío IX amplissimis verbis memoratam societatem laudavit atque commendavit (alabó y recomendó a dicha sociedad con 
tanta eficacia); 

Considerando asimismo, que, según dicho Decreto, parecería casi definitivamente constituida dicha Sociedad en la persona del 
mencionado Superior General, que debe durar en el cargo toda su vida; 

Seguros de hacer un gran bien a nuestra santísima Religión no podemos por menos de encomiar también nosotros la diversas veces 
nombrada Sociedad de San Francisco de Sales y hacer votos para que la Santa Sede se digne aprobar definitivamente las Constituciones, 
con lo cual se pueda asegurar su existencia de cara a la 
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Iglesia, conservar la unidad de espíritu y de disciplina y así promover siempre más el mayor bien al cual tiende. 

Acqui, 28 de febrero de 1868. 

CAVALLERI, Vic. Gral. Cap. 

P. BATAAGLIA, Secretario 
El Obispo de Asti: 

Asti, 4 de marzo de 1868 

M. Rvdo. y queridísimo señor don Bosco: 
Aprovecho la amabilidad del Rvmo. señor canónigo Molino para mandar a V. S. Muy Rvda. la Comendaticia pedida y las remisorias 
para los dos clérigos Merlone y Fagnano. Espero que estos dos buenos jóvenes continúen diligentemente en la Congregación de San 
Francisco de Sales; mas, si por circunstancias extraordinarias tuvieran que dejarla y desearan volver a su pueblo, no les será dificil 
obtener del Rvmo. señor Obispo de Casale la autorización. Yo, entre tanto, le auguro de corazón, pueda obtener de Roma lo que 
piadosamente desea en favor de la juventud cristiana; y a los carísimos clérigos Merlone y Fagnano que puedan llegar a ser dos buenos 
ministros del Señor. Y encomendándome a sus oraciones me profeso de corazón. 

Afmo. hermano
» CARLOS, Obispo de Asti


CAROLUS SAVIO, Dei et Apostolicae CARLOS SAVIO, por la gracia de 
Sedis gratia, Episcopus Astensis et Dios y de la Sede Apostólica, 
Princeps, S.S.D.N. Pii Papae IX Obispo de Asti y principe, 
praelatus domesticus ac pontificio prelado doméstico de S.S.N.S. Pío 
solio assistens. Papa IX y asistente al solio 

pontificio. 

Visis Constitutionibus Piae Societatis Vistas las Constituciones de la 
Taurini erectae sub invocatione S. Pía Sociedad erigida en Turín 
Francisci Salesii Nobis oblatis a R. bajo el título de san Francisco 

D. Sacerdote Johanne Bosco, de Sales, que nos ha presentado 
Societatis eiusdem Fundatore ac el reverendo sacerdote don Juan 
Rectore; Bosco, fundador y Rector de esta 
misma Sociedad; 

((93)) Viso item Decreto S. ((93)) Visto también el Decreto 
Congregationis Episcoporum et de la Sagrada Congregación de 
Regularium dato sub die 23 Iulii 1864; Obispos y Regulares, otorgado el 

23 de julio de 1864; 

Quum adolescentes non pauci huius Siendo así que no pocos 
Nostrae Dioecesis praeteritis annis adolescentes de esta nuestra 
et in praesens adhuc apud antedictam Diócesis, fueron educados en años 
Societatem sub disciplina praelaudati pasados y son instruidos todavía 
Sacerdotis Johannis Bosco pie ac al presente piadosa y 
religiose in artibus addiscendis, religiosamente en las artes o 
vel etiam in clericali militia también en el perfeccionamiento 
excolenda, educati sint et edoceantur; de la milicia clerical por esta 

Sociedad, según la disciplina del reglamento del ya nombrado 
sacerdote Juan Bosco; 

Requisitioni Nobis desuper factae Asintiendo de buen grado a la 
libenti animo annuentes, memoratae petición que se nos ha hecho, 

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VOLUMEN IX Página: 94 
Societati concedemos 

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hoc laudis testimonium concedimus este testimonio de alabanza a dicha 
eamque omni quo decet obsequio SS. Sociedad y la recomendamos 
Domino Nostro Papae humiliter humildemente con todo el respeto que 
commendamus. merece a Su Santidad Nuestro Señor y 

Papa. 

Dat. Astae, die 4 martii 1868. Dado en Asti, a 4 de marzo de 1868 
» CAROLUS, Episcopus » CARLOS, Obispo de Asti 

SCOPELLO, Pro-Cancell. Ep. SCOPELLO, pro-canciller episcopal 

El Cardenal Antonucci, Arzobispo-Obispo de Ancona: 

Carísimo don Bosco: 

Con el deseo manifestado en su carta del 10 de febrero p.pdo. he enviado con sumo agrado al Santo Padre la adjunta carta comendaticia 
y se la dirijo a usted sin timbrarla para que, después de leída y cerrada, pueda enviarla a su alto destino. 

Encomiéndeme al Señor y creáme siempre, con verdadero aprecio y particular adhesión. 

Ancona, 6 de marzo de 1868 

Su afmo. de corazón.
» A. B. Cardenal ANTONUCCI, Arz. O.


A SU SANTIDAD NUESTRO SEÑOR PíO IX 

Beatissime Pater, Beatísimo Padre: 
Inter caetera charitatis Entre los demás Institutos de 
Instituta quae extremis hisce Caridad que en estos últimos tiempos 
temporibus ad Dei gloriam aparecieron para gloria y utilidad 
Catholicaeque Ecclesiae de la Iglesia Católica, siempre he 
utilitatem surrexerunt, pensado que era digno de peculiar 

peculiari quadam existimatione reputación la Congregación, que 
dignam sum semper arbitratus lleva el nombre de San Francisco 
Congregationem illam, quae a de Sales, fundada por el sacerdote 
Sancto Francisco Salesio nomen Juan Bosco en Turín. La cual, aunque 
habet, a Sacerdote Joanne Bosco aparecida con pobres inicios, según 
Augustae Taurinorum fundatam. vi por mis propios ojos mientras 
Quae quidem exiguis licet initiis allí moraba por mi cargo de Nuncio 
exorta, quod meis vidi oculis dum de la Santa Sede, en breve intervalo 

S. Sedis Nuntii munere decoratus de tiempo, elevó tan alto sus raíces 
illic immorabar, brevi temporis que creció y se multiplicó 
intervallo adeo altas defixit maravillosamente para el progreso 
radices ut ad spiritualem animarum espiritual de las almas y 
profectum, imprimisque ad principalmente para el desarrollo de 
Christianae adolescentium la educación cristiana de los 
educationis incrementum mirabiliter adolescentes. En efecto, en aquella 
creverit ac pullulaverit. Equidem ea época, era mi delicia ((94)) visitar 
tempestate in deliciis habebam aquellos lugares, a manera de amenos 
((94)) illa loca invisere, y espaciosos bosquecillos en los 
viridariorum ad instar amoena ac vulgarmente llamados Oratorios spatiosa, vulgo Oratori Festivi, Festivos, 
quae summa mei animi laettia veram 
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VOLUMEN IX Página: 

Fin de Página 95 


VOLUMEN IX Página: 

salutis arcam semper reputavi, que, con suma alegría de mi alma, 
quia innumeri adolescentes siempre tuve por verdadera arca de 
derelicti ac pauperes in ea salvación, porque innumerables 
diebus festis collecti, solerti adolescentes abandonados y pobres, 
atque pia Praesidis eiusque reunidos en ellos en los días 
operariorum, qui modo festivos, con la amable y piadosa 
centenarium numerum attingunt, habilidad del Director y de sus 
industria, mane S. Missae colaboradores, llegaban a más de 
Sacrificio aderant, reficiebantur ciento y asistían por la mañana al 
Sacramentis, divinique verbi sacrificio de la santa misa, recibían 
pabulo nutriebantur, dum los sacramentos, se alimentaban con el 
vespertinis horis, persolutis pan de la divina palabra, mientras por 
pietatis exercitiis, ludis la tarde, cumplidos los ejercicios 
oblectamentis sese exhilarabant. piadosos, se entretenían con juegos y 

diversiones. 

Nec inter tam angustos limites Pero no quedaban encerrados en tan 
sese continebant Fundatoris ac estrechos límites el estudio y la 
sacerdotum studium et solicitud del Fundador y de los 
sollicitudo. Eorum enim cura sacerdotes.Con su atención se abrieron 
quaedam Domus seu Hospitia varias casas o asilos en los que 
aperta sunt, in quibus mille fueron recibidos más de mil 
et amplius adolescentes aut adolescentes gratuitamente o con una 
gratuito, aut pertenui mercede ligera cuota, donde no sólo se les 
recepti, non modo scientia et enseña ciencia y religión, sino que 
Religione instituuntur, verum que también se les ejercita en 
etiam in aliquo artis genere otro género de arte: con el fin 
exercentur: eo quidem fine ut de que, además de un camino seguro 
praeter tutum ad pietatem iter para la piedad tengan también con 
habeant etiam quo futuris qué desenvolver honestamente la vida 
annis honeste vitam traducant. en el futuro. 

Inter hos non desunt nonnulli No faltan algunos entre éstos que, 
qui, studiorum curriculo rite después de cumplidos normalmente los 
absoluto, Ecclesiasticam militiam cursos de los estudios, llegan a la 
arripiant. milicia eclesiástica. 

Interea Antistitum desideriis Además, los sacerdotes de esta 
etiam obsequentes Congregationis congregación, complacientes también 
huius Sacerdotes, quocumque con los deseos de los Obispos, 
Christianae Religionis urgeat trabajan sin descanso y con gran fruto 
necessitas, in urbibus, pagis, para las almas, según me consta por 
carceribus et nosocomiis qua documentos indudables, allí donde se 
cathechesibus, qua concionibus, presente una necesidad para la 
qua aliis pietatis exercitiis, religión cristiana, lo mismo en 
prout mihi indubiis constat ciudades, que en pueblos, en cárceles 
documentis, indefesso zelo, u hospitales, con catequesis, sermones 
summoque animarum lucro y otros ejercicios de piedad. 
adlaborant. Memorata enim Dicha Sociedad, igual que profesa 
Societas sicut singularem singular sujeción y obediencia al 
Episcopis subiectionem et Obispo, ensalza con devotísima 
reverentiam profitetur, sic sumisión y observancia al Sumo 
Summum Pontificem et Sedem Pontífice y a la Sede Apostólica. 
Apostolicam devotissimo obsequio 

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VOLUMEN IX Página: 

ac observantia prosequitur. 

Nec minori laude digna est haec Y no es menos digna de alabanza esta 
Societas, quod sua cura aliquot Sociedad, por cuanto desde hace 
abhinc annis ad hunc usque diem algunos años hasta el presente publica 
sanae doctrinae libritos de sana doctrina, como 

antídoto 

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VOLUMEN IX Página: 

libelli in lucem prodeant tamquam contra la maraña de nefastos 
antidotum adversus nefariorum escritos, que a diario se difunden 
scriptorum colluviem, quae singulis impunemente entre los ignorantes. 
horis in rudes ac idiotas impune 
diffunduntur. 

Nec mirum si hanc Congregationem Y no resulta extraño que muchos 
tam bene de Christiana Republica Obispos quieran consigo y ya hayan 
meritam complures Episcopi apud se recibido en su seno a esta 
desideraverint, suumque iam in sinum Congregación tan benemérita de la 
receperint. República Cristiana. 

Tot uberes ac praeclari fructus Parece que tan abundantes y 
nulla ex alia ratione videntur esse preclaros frutos no se pueden 
repetendi quam ex directionis repetir con ninguna otra razón que 
unitate ac ab unione illa, quae no sea la unidad de dirección y 
mirum in modum elucet inter ea aquella unidad que de un modo 
membra, quibus ipsa constat admirable brilla entre sus 
Societas, quaeque in unum veluti miembros, los cuales según consta 
corpus colligata sub por la misma sociedad, unida como 
Constitutionibus reguntur magnam en un solo cuerpo por las 
prudentiam ac pietatem Constituciones, se rigen exhalando 
redolentibus. el perfume de una gran prudencia y piedad. 

Ideo non sine animi mei consolatione Por eso, con satisfacción de mi 
percepi vigore Decreti S. espíritu, contemplé cómo en fuerza 
Congregationis Episcoporum et del Decreto de la Sagrada 
Regularium sub die 23 Iulii 1864 a Congregación de Obispos y 
Sanctitate Vestra praefatam Regulares del 21 de julio de 1864, 
Societatem uti Congregationem era alabada y recomendada con 
Votorum Simplicium sub regimine amplísimas palabras por Vuestra 
Moderatoris Generalis amplissimis Santidad dicha Sociedad como 
verbis fuisse laudatam ac Congregación de Votos Simples bajo 
commendatam. la dirección de un Superior General. 

Quamobrem maioris Dei gloriae Por lo cual, excitado por el deseo 
incensus desiderio, animarumque de la mayor gloria de Dios y 
utilitate extimulatus, ac etiam in estimulado por el bien de las 
grati animi mei argumentum erga piam almas, y también como argumento de 
hanc Societatem, quae modo non paucos mi ánimo reconocido a esta Pía 
huius civitatis ac Dioecesis ((95)) Sociedad, que de un modo tan 
infortunatos adolescentes orphanos liberal y caritativo educa e 
propter ultimam Choleramorbi instruye a no pocos desgraciados 
tristissimam invasionem tam adolescentes de esta ciudad y 
liberaliter ac peramanter alit et diócesis, ((95)) huérfanos a causa 
instituit, humillimis precibus de la última y tristísima invasión 
Sanctitatem Vestram exoro, ut del cólera, ruego con humildes 
praefatae Societatis Regulas a me preces a Vuestra Santidad que se 
attente perlectas dignetur approbare, digne aprobar las Reglas de dicha 
quae per Apostolicam Auctoritatem Sociedad, atentamente releídas por 
veluti super firmissimo erecta mí,la cual erigida por la 
fundamento, iuxta propositum sibi Autoridad Apostólica como sobre 
finem ad Ecclesiae Catholicae firmísimo fundamento, pueda 
emolumentum valeat perdurare. perdurar, según el fin propuesto, 

para utilidad de la Iglesia Católica. 

Interim Apostolicam benedictionem Entre tanto, implorando la 
adprecatus, Vestros SS. Pedes bendición apostólica, beso 
humiliter deosculor. humildemente vuestros santos pies. 

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VOLUMEN IX Página: 

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Dat. Anconae, Pridie Nonas Martii Dado en Ancona, la víspera de las 
MDCCCLXVIII. nonas de marzo 1868. 

nonas de marzo 1868. 

Humillimus, Obsequentissimus Muy humilde, muy obediente,
et Addictissimus muy adicto servidor,
Famulus Subditus et Creatura súbdito y criatura


» ANTONIUS BENEDICTUS Cardinalis » ANTONIO BENEDICTO Cardenal 

ANTONUCCI, Arhiepiscopus ANTONUCCI, Arzobispo, 
Episcopus Anconitanus et Humanensis. Obispo de Ancona 

El Arzobispo de Turín: 

ALEJANDRO OCTAVIANO RICCARDI, DE LOS CONDES DE NETRO, POR LA GRACIA DE DIOS Y DE LA SEDE 
APOSTOLICA, ARZOBISPO DE TURIN, ETC. 

Deseando vivamente promover la gloria de Dios y la salvación del prójimo, con todas nuestras fuerzas, nos resultó muy grato recibir del 
sacerdote don Juan Bosco vivas instancias, para que recomendáramos ante la Santa Sede a la Pía Sociedad de San Francisco de Sales, de 
la que él es Rector Mayor, para la definitiva erección de la misma en Congregación Religiosa. 

Considerando, por tanto, el fin que la Pía Sociedad se propone, y viendo el bien que ella hace, principalmente recogiendo y 
adoctrinando en la Santa Ley de Dios a tantos pobres jovencitos, que de otro modo quedarían abandonados y en peligro de correr por el 
camino de la perdición; 

Vistos los decretos de aprobación de la misma, emanados de nuestro predecesor monseñor Fransoni, de grata memoria, los cuales aun 
refiriéndose a la Sociedad cuando no se proponía más que catequizar a los niños en los días festivos y recogerlos para iniciarlos en un arte 
u oficio, resultan sin embargo de gran alabanza para la misma; 

Considerando que el Padre Santo por el órgano de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, se dignaba dedicar halagüeñas 
palabras a la Pía Sociedad y la daba casi un principio de aprobación, nombrando superior general para toda la vida al sacerdote don Juan 
Bosco y reconociéndola como Congregación con votos simples, bajo la jurisdicción de los Ordinarios Diocesanos, aplazando para tiempo 
más oportuno la aprobación de las constituciones entonces presentadas: 

((96)) Considerando que muchos Obispos se dignaban ya aprobar ante la Santa Sede la petición a ella enviada por el sacerdote don 
Bosco para la aprobación de la Sociedad, en vista del bien que hace y del mayor que podría hacer, si fuera aprobada por la Santa Sede 
Apostólica; queriendo dar una prueba de nuestra benevolencia al sacerdote Bosco y a la Sociedad de la que es cabeza, aprobamos también 
nosotros cuanto por nuestro antecesor de feliz memoria se hizo en antención a la misma e instamos vivamente a la Santa Sede para que, 
examinadas y corregidas las Constituciones presentadas por el sacerdote don Bosco, superior general, y que forman hoy día la base de la 
Sociedad, se digne aprobarlas y dar así estable y definitiva existencia, 
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por parte de la Iglesia, a dicha Congregación, en el modo y forma que la Santa Sede estimare oportuno, pareciéndonos que esto no puede 
resultar más que de ventaja para la Iglesia y el bien del prójimo. 

Dado en Turin, en nuestro Palacio Arzobispal, a 7 de marzo de 1868. 

» ALEJANDRO, Arzobispo. 

ANDRES ASTENGO, Secr. 

Una vez entregada a don Bosco esta carta comendaticia, en la que claramente aparecían algunas reservas, escribía confidencialmente el 
Arzobispo de Turín al Cardenal Prefecto de la Congregación de Obispos y Regulares, que lo era el Eminentísimo Cardenal Angel 
Quaglia: 

Eminencia Reverendísima: 

El sacerdote don Juan Bosco, fundador y rector de la Pía Sociedad de San Francisco de Sales, me insta vivamente a que le expida una 
carta comendaticia para obtener de la Santa Sede que dicha Sociedad sea aprobada como Congregación religiosa, de acuerdo con las 
Constituciones por él presentadas. 

Queriendo por cuanto de mí depende favorecerle en este su deseo, sólo en la parte en que yo creo que su institución es beneficiosa para 
la Iglesia, le entregué la carta de recomendación, cuya copia adjunto. Por ella, puede Vuestra Eminencia Reverendísima advertir que mi 
aprobación se refiere a la Sociedad, cuando no se proponía más finalidad que la de recoger y catequizar a los niños y adiestrarlos en algún 
arte u oficio y que, si suplico la erección en Congregación religiosa, subordino esta petición a que la Santa Sede haga una sabia revisión y 
corrección de las Constituciones. Y si verdaderamente yo no estuviera convencido de que esta sagrada Congregación modificara 
esencialmente las constituciones presentadas, no me habría decidido jamás a este paso, por cuanto mi oposición hubiera podido 
acarrearme graves disgustos, ya que creería traicionar a mi obligación ((97)) de Obispo, si yo me hiciera protector de una Congregación, 
que si fuere aprobada tal cual se propone, no podría sino acarrear un gravísimo daño a la Iglesia, a la Diócesis y al Clero. 

En beneficio, por tanto, de la misma Congregación, y más aún para utilidad de la Iglesia, creí acertado hacer aparte las observaciones 
presentadas, notando asimismo, al margen, algunos artículos que me parece necesitan ser reformados. 

Temiendo después que mi razón hubiera podido engañarme, quise someter las Constituciones en cuestión al examen de don Antonio 
María Durando, Visitador de la Misión, hombre experimentado y docto, estimado y apreciado por todos, el cual encontró también que 
merecían reforma. 

Someto, por tanto, todas estas observaciones a la sabia consideración 
de Vuestra Eminencia Reverendísima, para que se digne tenerlas presentes cuando esa Sagrada Congregación sea llamada a examinar las 
Constituciones de que se trata. 

Bien quisiera que la Pía Sociedad encontrara el modo de perpetuarse y extenderse, pero quisiera también se limitase al fin para el que 
fue instituida y que se procurase eliminar cualquier inconveniente que de su erección en Congregación Religiosa 
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pueda seguirse. Más aún, quisiera hacer un ruego a esta Sagrada Congregación y sería que, antes de dar cualquier aprobación, se dignara 
encargar a una persona ajena, pía, docta, experimentada y práctica en la educación de la juventud, para que sobre el lugar, examinara las 
cosas y diera cuenta de las mismas. Esta inspección, hecha sin estar nadie previamente informado de su fin, tal vez podría revelar muchos 
inconvenientes que escapan a mis observaciones e iluminar a la Sagrada Congregación, que así podría, con mayor conocimiento de causa, 
enmendar y rehacer las Constituciones, adaptándolas a las necesidades de las mismas y a los tiempos en que vivimos. 

Y en la confianza de que, lo mismo Vuestra Eminencia Reverendísima que esta Sagrada Congregación, tomarán en cuenta lo que he 
tenido el honor de presentarle para los intereses de la Iglesia y de la Pía Sociedad, aprovecho gustoso la favorable ocasión de tener el 
honor de suscribirme, con profundo respeto e igual consideración. 

De Vuestra Eminencia Reverendísima 

Humildísimo, devotísimo 
y
seguro servidor
» ALEJANDRO, Arzobispo de Turín.


Turín, 14 de marzo de 1868. 

Observaciones a las Constituciones presentadas por el sacerdote don Juan Bosco para la Congregación de San Francisco de Sales. 

I. La aprobación dada por el Arzobispo de Turín y por quien tenía la administración de la Diócesis (Const. pág. 3 y 4) no guardaba 
relación ((98)) más que con los dos primeros fines propuestos por la Pía Sociedad: el de la instrucción religiosa de los muchachos del 
Oratorio en los días festivos y el de albergar a los muchachos abandonados para adiestrarlos en un arte u oficio. Y íojalá hubiera 
continuado siempre de la misma manera! Queriendo ahora la Sociedad transformarse en Congregación y ampliar su campo de acción, es 
necesario tener en cuenta tanto su intrínseco modo de ser, cuanto el fin que se quiere proponer, examinando atentamente las 
Constituciones para ver si corresponden a este fin, sin tener en cuenta las aprobaciones anteriores. 
A mí me parece que sería mucho mejor que la Congregación eliminase la finalidad, en la que parece tiene preferencia, de educar al 
clero joven, sustituyendo, por así decir, a los Obispos y se restringiese: 1.° a los oratorios dominicales; 2.° a recoger a los muchachos 
abandonados, etc., para adiestrarlos en un arte u oficio; 3.° a suministrar a los que muestran mayor aptitud los medios necesarios para 
poderse instruir; 4.° a poner los socios a disposición de los Obispos respectivos para catequizar a las poblaciones campesinas y ayudar a 
los párrocos; 5.° a divulgar buenos libros a precios bajísimos. 

II. La Congregación, según el artículo 1.° del número 3, consta de sacerdotes, clérigos y laicos. 
No se dice que estos laicos sean oblatos, esto es conversos, o bien una clase de socios perfectamente iguales a los otros, posesores de 
los mismos derechos y que podrían, por consiguiente, llegar a la dirección de la Sociedad, por no estar excluida de las Constituciones. No 
se dice si pueden continuar en el estado laical, aun cuando sean definitivamente profesos o sean elegidos para cualquier cargo. En una 
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palabra, un laico puede llegar a Superior General y puede elegir a otros laicos para el gobierno de la Congregación. 

III. Los laicos deben, según las Constituciones, scientiarum studio se ipsos perficere (perfeccionarse a sí mismos con el estudio de las 
ciencias) antes de atender al cuidado de los demás. Mas no se da a entender, ni siquiera de paso, qué estudios deberán hacer los laicos y 
cuáles los clérigos. Todo, por tanto, quedará sometido al arbitrio del Superior, a quien atribuyen las Constituciones una autoridad 
demasiado extensa y arbitraria, el cual podría, en caso de necesidad, presentar para las Sagradas Ordenes a clérigos que no hubieran 
hecho los estudios necesarios de la carrera eclesiástica y sin la debida vocación y educación. Dependerá además de él solo prescribir los 
años de dedicación a los estudios eclesiásticos, cómo deberán hacerse, si en los seminarios episcopales o con profesores especiales, si 
cada alumno en particular o todos juntos. No está previsto en las Constituciones, si los alumnos de la Sociedad deben estar libres de 
atender a la instrucción de otros, durante los años de estudios, o si están obligados a prestar servicio como los socios no estudiantes y no 
clérigos. La costumbre actual es que muchos clérigos hacen de prefectos o maestros de los muchachos internos y no pueden dedicarse, 
por tanto, a los estudios eclesiásticos, hacen estos estudios en privado y sin profesores especiales. Una parte de ellos asiste a las clases del 
seminario ((99)) porque les obliga el Ordinario de Turín, pero hay que admitir que, libres de su dependencia, harán como los demás y 
como parece ser el espíritu del Instituto. Este sistema tiene que ser de grave daño para la Iglesia y para el clero. Dado que, en efecto, los 
socios clérigos están obligados por un trienio, pueden abandonar libremente la Congregación, y se tendrá de este modo un clero sin la 
instrucción y educación convenientes. 
IV. En el artículo 4.° del número 4 se dice que los clérigos y los sacerdotes que poseen patrimonio o beneficios simples, lo retendrán 
aun después de los votos. Mientras se provee con estas disposiciones al bien material de la Congregación y de los socios, se perjudica 
grandemente a la diócesis, porque el clero está investido de ellos con el único fin de tener ministros que puedan servir a la diócesis, y al 
dar su nombre a la Congregación ya no están al servicio de aquélla y, sin embargo, continúan gozando de los beneficios, con lo que 
quitan a los obispos los medios de proveerse de otros en su lugar. 
V. No parece conveniente que la Congregación asuma el encargo de tener jóvenes que aspiran al ministerio eclesiástico, como parece es 
la intención del artículo 5.° del número 3, cuando por otra parte no sean alumnos de la misma. Los clérigos no pertenecientes a la 
Congregación deberían depender exclusivamente de los Ordinarios. Establecer seminarios de esta índole sólo puede perjudicar a la 
autoridad episcopal, fomentar la división entre el clero, rebajar la disciplina y dañar los estudios. Se debería, por tanto, remitir los 
jóvenes, que aspiran al ministerio eclesiástico, a los respectivos Obispos, en cuanto visten el hábito clerical, a fin de que sean educados 
por ellos de acuerdo con el espíritu de las respectivas diócesis. La Congregación debería conformarse con prepararlos para el seminario, 
salvo que el Obispo creyere conveniente confiarle el seminario episcopal. 
VI. No está previsto que los clérigos de la Congregación tengan patrimonio eclesiástico para la sagrada Ordenación, puesto que según 
el artículo 4.° del número 8, se quisiera ordenarlos de acuerdo con los privilegios de las Ordenes Regulares. Es, pues, necesario que sean 
provistos de él, ya que pueden salir cuando gusten o pueden ser despedidos. Mientras, en fin, se otorga a los superiores la facultad de 
expulsarlos, y a los socios la de salir, no se dispone nada sobre los Ordinarios que 
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deben aceptarlos, los cuales podrán así encontrarse en el caso de tener que aceptar en su clero a sujetos que no habrían, tal vez, admitido 
jamás para formar parte del mismo, etc. etc., y que, por añadidura, estarán sin patrimonio. 

VII. En el artículo 3 número 13 se dice que para ser admitido en la Congregación se deberá hacer un año de noviciado, pero no se dice 
dónde, ni cómo. Por tanto el noviciado será común para los alumnos clérigos y los laicos con la misma educación dada a todos, y los 
alumnos clérigos estarán mezclados, no sólo con los socios laicos, sino con los muchachos, con los cuales conviven hoy día los socios. 
VIII. Del artículo 7.° del mismo número se deduce que también formarán ((100)) parte de la Congregación, los que quieran entrar en 
ella sólo por razón de estudios. Al no tener éstos más intención que la de cursar sus estudios, no podrán ciertamente poseer el espíritu que 
se requiere en los clérigos y, sin embargo, formarán un solo cuerpo con ellos. 
IX. No se puede comprender a dónde pueda llegar una Congregación compuesta de elementos tan dispares y que no pueden tener una 
misma finalidad. El colegio de Turín ya es un caos, ahora mismo, pues andan mezclados aprendices, estudiantes, laicos, clérigos y 
sacerdotes. Y este caos se hará cada vez mayor, al extender su campo de acción. 
Para las otras observaciones véanse las anotaciones puestas al margen de los respectivos artículos en la copia de las Constituciones que 
se adjunta. 
Turín, Arzobispado, 1.° de marzo de 1868. 
» ALEJANDRO, Arzobispo. 
Las anotaciones del Arzobispo estaban hechas sobre el margen del librito de las Reglas, impresas en 1864, que nosotros hemos incluido 
en el apéndice núm. 7 del volumen VIII, pág. 895: y eran las siguientes: 
Pág. 3 (núm. 2) Ejusdem Societatis Origo (Origen de la misma Sociedad).-Ver observaciones aparte. 
Pág. 4 (núm. 3 ) -Ver observaciones aparte. 
Pág. 6 (núm. 3) Artículo 1 y 3 -Ver observaciones aparte. 
Pág. 7 (Al fin) -No todos se dedican a los estudios clásicos. 
Pág. 7 (Al fin) -No todos se dedican a los estudios clásicos. 
Pág. 9 (núm. 4) Artículo 4 -Ver observaciones aparte. 
Pág. 9 (núm. 4) Artículo 5 -»No sería conveniente que el Superior General rindiera cuentas anualmente al Capítulo, para evitar 
cualquier fraude? 
Pág. 10 (núm. 4) Artículo 9 -Ver observaciones aparte. 
Pág. 11 (núm. 5) Artículo 6 -»No es demasiado? Me parece que una obligación de tal naturaleza sobrepasa los límites de lo justo. La 
conciencia se abre al confesor. 
Pág. 12 (núm. 6) Artículo 2 -Todavía no existen celdas, sino que los socios hacen vida común con los muchachos. 
Pág. 15 (núm. 8) Artículo 3 -Las últimas palabras de este artículo hacen ilusoria la jurisdicción episcopal. 
Pág. 15 (núm. 8) Artículo 4 -Ver observaciones aparte. 
Pág. 16 (núm. 9) Artículo 2 -Contrario al artículo 10 del núm. 11. 

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Pág. 16 (núm. 9) Artículo 4 -De ejecución casi imposible.
Pág. 17 (núm. 9) Artículo 7 -Los artículos a añadir podrían lesionar los derechos de los Obispos; no deberían, por tanto, tener valor sin


la aprobación de la Santa Sede. 

((101)) Pág. 17 (núm 9) Artículo 8 -»No sería mejor que le sucediese por derecho el Prefecto, ya al tanto de los asuntos? 

Pág. 18 (núm. 10) Artículo 1 -Ver observaciones aparte. 

Pág. 19 (núm 10) Artículo 3 -Ultima parte.-Ver observaciones aparte. 

Pág. 19 (núm. 10) Artículo 5 -Hacia el fin. En el caso en que, después de la segunda y tercera votación, no se obtuvieren las dos 

terceras partes de los votos, quid agendum? (»qué hacer?) La Regla no prevé este caso. 

Pág. 23 (núm. 12) Artículo 2 -No se entiende qué concierne al Ordinario diocesano y qué al Rector. 

Pág. 25 (núm. 13) Artículo 3 -Ver las observaciones aparte. 

Pág. 25 (núm. 13) Artículo 4 -Y después el tercer trienio. 

Pág. 26 (núm. 13) Artículo 5 -Sería contrario al artículo que incluye a los laicos como socios. 

Pág. 26 (núm. 13) Artículo 7 -Ver observaciones aparte. 

Pág. 27 (núm. 13) Artículo 10 -No se dice qué votos, si perpetuos o temporales. Sin embargo es de gran importancia declararlo. 

Pág. 28 (núm. 14) Artículo 2 -La restricción parece demasiado extendida y puede dar ocasión a graves desórdenes. Además, no se dice 

si el confesor debe ser socio o si debe ser aprobado por el Ordinario. 

Pág. 33 (núm. 16) Appendix de externis. (Apéndice sobre los externos). Artículo 1 -Ver si estos afiliados convienen en nuestros 
tiempos. 

Este documento fue enviado a la Sagrada Congregación de Obispos, sin que don Bosco lo supiera. 

La falta de conocimiento de la verdadera situación de las cosas, las sospechas sobre las intenciones de don Bosco, los prejuicios y 
temores de peligros inexistentes, las falsas interpretaciones de los artículos, las exigencias que, de momento, no se podían satisfacer, los 
juicios atrevidos habían inspirado aquellas observaciones. Pero el Arzobispo (hemos de repetirlo) no obraba con mala intención, sino por 
informes inexactos y comentarios de ciertos doctores anticuados y hostiles a don Bosco. 

Cierto es que la Pía Sociedad no estaba todavía totalmente formada, es cierto también que alguna de sus reglas necesitaba algún 
retoque, pero el gran bien que ya había producido manifestaba evidentemente, a quien quería verlo, que estaba inspirada por el Señor. 

Y don Bosco, por aquellos días, lo mismo que había hecho siempre, ((102)) daba una prueba de obligada deferencia al Superior 
Eclesiástico. 

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Rvdo. señor don Bosco: 

Me dice Sor Clarac, de las Hijas de la Caridad, que V. S. M. R. deseaba mi consentimiento para que un sacerdote suyo fuera al 
Oratorio, abierto por la misma, para celebrar y dar alguna plática. No teniendo motivo para discrepar, accedo plenamente a la petición 
hecha. 

El Señor le conceda toda clase de bendiciones y créame de Vd. 

Turín, 16 de marzo de 1868. 

Su seguro servidor » ALEJANDRO, Arzobispo. 

Sor Luisa Clarac había fundado en Turín el Instituto de Santa María. 
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((103)) 

CAPITULO X 

LECTURAS CATOLICAS: LAS MARAVILLAS DE LA MADRE DE DIOS INVOCADA CON EL TITULO DE MARIA 
AUXILIADORA -PROLOGO DEL OPUSCULO -CARTA DE DON JUAN BAUTISTA FRANCESIA AL CABALLERO: EL 
FASCICULO SEVERINO ES UN EXITO; LAS OBRAS EN LA IGLESIA; LAS GRACIAS DE MARIA SANTISIMA; LAS 
MEDALLAS; 
PREPARATIVOS PARA LA GRAN FIESTA; CONSECUENCIAS DEL VIAJE DE DON BOSCO A MORNESE EL AÑO PASADO 
NOMBRAMIENTO DE CARDENALES: MONSEÑOR EUSTAQUIO GONELLA -DON BOSCO ESCRIBE AL CABALLERO 
PARA QUE PRESENTE LOS RESPETOS DE TODA LA PIA SOCIEDAD AL CARDENAL GONELLA Y A LOS OTROS NUEVOS 
CARDENALES; LE PIDE NOTICIAS DE SUS AMIGOS DE ROMA; LE RECUERDA LA FIESTA DEL TERCER CENTENARIO 
DEL NACIMIENTO DE SAN LUIS -OTRA CARTA A MONSEÑOR RICCI, A QUIEN FELICITA POR EL NUEVO HONOR AL 
QUE HA SIDO ELEVADO POR EL PAPA -DON JUAN B. FRANCESIA AL CABALLERO: LE DA NOTICIAS DEL ORATORIO; 
DON BOSCO EXCLUIDO DE UN REPARTO BENEFICO PARA OBRAS PIAS, RECIBE UNA IMPORTANTE SUMA DESDE 
MILAN; NUMEROSAS OFRENDAS DE LOS FIELES EN ESTOS DIAS; LAS OBRAS DE LA IGLESIA MARCHAN BIEN; DON 
BOSCO ES LLAMADO AL LECHO DE MUCHOS ENFERMOS -CIRCUNSTANCIA EXTRA ORDINARIA EN LA MUERTE 
REPENTINA DE ESPIRITU ROSSI, PREDICHA POR DON BOSCO -NO ES EL SEGUNDO DEL SUEÑO -DON JUAN B. 
FRANCESIA ANUNCIA ESTA MUERTE AL CABALLERO -LA MARQUESA DE VILLARIOS ESCRIBE A DON JUAN B. 
FRANCESIA SOBRE ESTE HECHO -EL PADRE OREGLIA ESCRIBE A DON JUAN B. FRANCESIA: ACONSEJA ACEPTAR 
VIGNA PIA AUNQUE SEA UNA OBRA HUMILDE Y DIFICIL; TEME UN OCTUBRE COMO EL DEL AÑO ((104)) PASADO; 
ESPERA CARTA DE DON BOSCO; VIAJE A ROMA DEL TEOLOGO MARGOTTI 
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PARA el mes de marzo se había distribuido a los suscriptores de las Lecturas Católicas un fascículo titulado Vuelo de un Angel, original 
de Humberto Le Bon, traducido al italiano por el sacerdote Pedro Bazetti. Trataba de la eficacia de la oración para alcanzar del Señor el 
triunfo de la Iglesia y cualquiera otra gracia, con hermosas citas de autores religiosos, parábolas, leyendas y hechos históricos. 

El fascículo que preparaba la imprenta para el mes de abril se titulaba: Pensamientos y dichos sobre los quehaceres diarios, con u n 
apéndice sobre la vida de familia, por Santiago Bonomo. Eran dos opusculitos juntos. El primero demostraba que el buen sentido se altera 
en el pueblo, especialmente en cuestiones religiosas, por la ignorancia y por la dañosa influencia de los periódicos malos; el segundo 
trataba de la felicidad que se encuentra en la familia cristiana y de los medios para conservar la alegría en casa. 

Para el mes de mayo, reservaba don Bosco un librito suyo de unas ciento ochenta y cuatro páginas, que acababa de escribir, en honor de 
María Santísima: Maravillas de la Madre de Dios, invocada con el título de María Auxiliadora, recopiladas por el sacerdote Juan Bosco. 
En la portada se leían las palabras: Aedificavit sibi domum (Prov. IX-1 ). María se edificó ella misma una casa. 

Decía el prólogo: 

El título de Auxilium Chrislianorum, atribuido a la augusta Madre del Salvador, no es nuevo en la iglesia de Jesucristo. En los mismos 
libros santos del Antiguo Testamento se llama a María Reina, que está a la diestra de su Divino Hijo, vestida de oro y rodeada de 
variedad: Adstitit Regina a dextris tuis in vestitu deaurato, circundata varietate (Salmo 44). (Se presenta la Reina a tu derecha, con 
vestidos recamados en oro, rodeada de brocados). Este manto dorado y rodeado de brocados son otras tantas piedras preciosas y 
diamantes o bien títulos con los que se acostumbra llamar a María. Así, pues, cuando llamamos a la Santísima Virgen auxilio de los 
cristianos, no hacemos más que elegir un título especial, que le conviene a María como un diamante sobre sus vestidos dorados. En este 
sentido ((105)) María fue saludada como auxilio de los cristianos desde los primeros tiempos del Cristianismo. 

Una razón, por otra parte muy especial, por la que quiere la Iglesia en los últimos tiempos señalar el título de Auxilium Christianorum 
es la que aduce monseñor Parisis con estas palabras: «Casi siempre, cuando el género humano se ha encontrado en crisis extraordinarias 
logró salir de ellas, haciéndose digno de reconocer y bendecir una nueva perfección en esta admirable criatura, María Santísima, que es 
aquí abajo el más maravilloso reflejo de las perfecciones del Creador» (Nicolás, pág. 121). 

La necesidad, hoy día universalmente sentida, de invocar a María no es particular sino general; ya no hay hombres tibios que 
enfervorizar, pecadores que convertir, inocentes que conservar. Estas cosas son siempre útiles en todo lugar y para 
106 

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cualquier persona. Pero se ataca a la misma Iglesia Católica. Se la ataca en sus actos religiosos, en sus instituciones, en su cabeza, en su 
doctrina, en su disciplina; se la ataca como Iglesia Católica, como centro de la verdad, como maestra de todos los fieles. 

Y precisamente, para merecer una especial protección del cielo, íse recurre a María, como Madre común, como Auxiliadora especial de 
los reyes y de los pueblos católicos de todo el mundo! 

Así el verdadero Dios era invocado como Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, y esta denominación se dirigía para impetrar 
la divina misericordia en favor de todo Israel y Dios gozaba al ser invocado de esta manera y prestaba pronto socorro a su pueblo en las 
afliciones. En el curso de este librito veremos cómo María ha sido verdaderamente elegida por Dios como auxilio de los cristianos; y 
cómo en todo tiempo así lo ha demostrado en las calamidades públicas, en especial en favor de aquellos pueblos, aquellos soberanos, 
aquellos ejércitos que sufrían o combatían por la fe. 

La Iglesia, pues, después de haber honrado a la Virgen durante muchos siglos con el título de Auxilium Christianorum, al fin instituyó 
una solemnidad especial en la que todos los católicos se unen para repetir a una sola voz las bellas palabras con las que es saludada esta 
augusta Madre del Salvador: Terribilis ut castrorum acies ordinata, tu cunctas haereses interemisti in universo mundo. (Terrible como 
tropa formada en orden de batalla, tú quitaste de en medio todas las herejías en el universo). 

La Santísima Virgen nos ayude a todos a vivir fieles a la doctrina y a la fe, cuya cabeza es el Romano Pontífice, Vicario de Jesucristo, y 
nos obtenga la gracia de perseverar en el divino servicio en la tierra para poderla contemplar un día en el reino de la gloria en el cielo. 

Por lo tanto, con los símbolos del Antiguo Testamento, con los hechos del Santo Evangelio, con los gloriosos monumentos históricos 
de todos los tiempos, con la devoción y reconocimiento de los pueblos agraciados, el Venerable razona primeramente lo mucho que a la 
Virgen le conviene el ((106)) título de Auxiliadora de la Iglesia y de los fieles. 

Después habla del proyecto y de los primeros trabajos de una iglesia nueva en Turín, en honor de María Auxilium Christianorum: 
describe la colocación de la primera piedra y la continuación y el final del sagrado edificio, los medios portentosos con los que se 
construyó, su imponente conjunto, la imagen en él colocada a la veneración de los fieles y todo el conjunto interior del nuevo templo. 
Finalmente explica las principales ceremonias que se usan para la consagración de las iglesias, comenta los dos himnos litúrgicos para las 
fiestas que se celebrarán y termina narrando algunas gracias obtenidas por intercesión de María Auxiliadora. 

Este opúsculo, como preparación a la dedicación de la iglesia, 
107 

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debía resultar agradable a los suscriptores, que siempre habían acogido con alegría los escritos de don Bosco. 

Mientras tanto, los obreros se apresuraban para llevar a cabo en la iglesia los trabajos de mayor urgencia. Escribía don Juan B. 
Francesia al caballero Oreglia y le hacía observar, en primer lugar, los naturales comentarios que corrían, ante su prolongada permanencia 
en Roma. 

Turín, 5 de marzo de 1868 

Muy querido caballero Oreglia: 

No dijo usted ningún disparate, cuando escribió que alguno teme que usted haya abandonado nuestra causa. En honor de la verdad, yo 
fui siempre de parecer contrario. Pero »qué quiere? Usted mismo es ciertamente un poco el causante de estas extrañas voces. Todos sus 
amigos externos, que frecuentan la casa, cuando vienen a nosotros, piden noticias suyas y, después de tres, cuatro o más veces, se 
extrañan al oír siempre que V. S. está en Roma. Y es entonces cuando sacan la consecuencia de la que usted se nos quejaba... 

El opúsculo Severino sigue siendo un éxito y hace que crezca cada día el número de suscriptores. Tenga en cuenta que el mismísimo 
Aristarco, profesor Vallauri, me llegó a decir que Severino tal vez sea lo mejor de cuanto ha salido de la pluma de don Bosco y que él lo 
había leído de un tirón. Tanto le había apasionado la manera de escribir de don Bosco... 

Volviendo a la iglesia, le diré que los trabajos adelantan mucho y al presente parece que no cabe la menor duda de que para mayo se 
podrá abrir al público. íNos maravilló oír que V. S. ha encargado ya treinta mil medallas! íSerá una verdadera lluvia! Tengo ante mí 
muchas otras gracias de personas que alcanzaron la curación por intercesión ((107)) de María Auxiliadora. Para disponerlo todo para el 
solemne de la inauguración, no sólo creo útil sino necesaria su presencia. Usted nos conoce y sabe que nuestra habilidad es grande en 
estos quehaceres. 

Habría que proveer ahora muchas cosas en la imprenta. Don Bosco prepara el opúsculo, pero habría que pensar en el número de 
ejemplares encuadernados y en lujo, porque creo yo que hay que dejar de ser pobres en tal ocasión. Están las inscripciones latinas e 
italianas, etc., etc., y mil cosas más que no escaparían a su mirada. Por lo demás, mientras todos le esperamos ansiosamente, sabemos que 
usted emplea muy bien el tiempo en favor de la casa, y le alabamos y se lo agradecemos. 

Nos congratulamos con usted por las graciosas aventuras y le auguramos muchas y muchas más, de modo que las bendiciones de los 
romanos sean iguales a los deseos de los turineses. 

La salud de nuestros muchachos sigue bien y, salvo alguna pequeña indisposición, fruto del tiempo, la situación higiénica no presenta 
ningún temor. 

En cuanto a la situación política, también marcha bien. Don Bosco no ha querido decirme todavía nada de cuanto deseaba en nombre 
del padre José: tal vez conteste él mismo directamente. 

Ya sabe que don Bosco fue a Mornese y el recibimiento que tuvo. Mas ahora el pleito que se armó sobre lo que dijo e hizo sigue 
adelante. Pero el pueblo no podía 
108 

Fin de Página 108 


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estar más indignado y unánime y el Alcalde y la Corporación Municipal y el mismo Gobernador dieron remate. Seguramente se echará 
tierra encima y como si tal cosa... 

Querido Caballero, bendígale Dios mucho, mucho, mucho; y al presentarle los particulares saludos de don Miguel Rúa y de don Angel 
Savio y de todos en general, reciba los verdaderos sentimientos de cristiano afecto. 

De su afectísimo, como hermano FRANCESIA, Pbro. 

Por aquellos días había decretado Pío IX conceder la sagrada púrpura a monseñor Aníbal Capalti, secretario de la Sagrada 
Congregación de Propaganda de la Fe, nacido en Roma en 1811; a monseñor Eduardo Borromeo, mayordomo de Su Santidad, nacido en 
Milán en 1822; a monseñor Luciano, príncipe Bonaparte, protonotario apostólico, nacido en Roma en 1820; a monseñor Inocencio 
Ferrieri, Arzobispo de Sida, Nuncio Apostólico ante Su Fidelísima Majestad, nacido en Fano en 1810; a monseñor Rafael Mónaco La 
Valletta, Asesor de la S. Romana y Universal Inquisición, oriundo de Chieti y nacido en Aquila en 1827; a monseñor Lorenzo Barili, 
Arzobispo de Tiana, Nuncio Apostólico ante su Majestad Católica, nacido en Ancona en 1801; ((108)) a monserior José Berardi, 
Arzobispo de Nicea, Sustituto de la Secretaría de Estado y Secretario de la Cifra, nacido en Ceccano en 1810; a monseñor Eustaquio 
Gonella, Arzobispo-Obispo de Viterbo y Toscanella, nacido en Turín en 1811. 

Los nuevos cardenales serían preconizados en el Consistorio secreto del 13 de marzo, y en el Consistorio público de 16 de marzo el 
Pontífice les impondría el capelo cardenalicio 1. 

1 La familia Gonella, que era de siempre bienhechora insigne de don Bosco, le había recomendado así a un amigo suyo la primera vez 
que fue a Roma. 

Al Ilmo. señor Vicente Cavassi, copista en la Secretariá de Breves Pontificios. 

Roma, Palacio Cleto, junto a San Nicolás de los Prefectos, núm. 46. 

Turín, 17 de febrero de 1858
Ilustrísimo y carísimo Señor:


Mañana por la mañana sale para Roma el sacerdote don Bosco, portador de la presente; le recomiendo, como persona a quien conozco y 
aprecio, a V. S. Carísima, tanto más cuanto que se trata de un celoso sacerdote, que se ocupa de hacer el bien casi prodigiosamente, 
habiendo recogido una gran cantidad de muchachos díscolos que instruye, más de unos sesenta que 
109 

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En cuanto don Bosco tuvo noticia del nombramiento de dichos Cardenales, escribía al caballero Oreglia. 

Muy querido caballero Oreglia: 

El conde Fresia va a Roma y me dice que si puede dejar aquí de cuatrocientas a quinientas liras, para requerirlas después a su llegada a 
esa ciudad. Le he dicho que le escribiría a usted y que obraría en conformidad con la respuesta. Me parece persona muy buena y 
caritativa. También está en Roma el conde Soranzo que desea verle, si aún no se han encontrado. 

((109)) No sé dónde para, mas los domésticos del cardenal Consolini lo saben. 

El caballero Marco, con su hermano el caballero Juan Bautista Gonella, y sus respectivas familias, están en Roma con motivo de que su 
hermano, el Arzobispo de Viterbo, será proclamado Cardenal. Haga usted por acercarse directa o indirectamente, en nombre de todos 
nuestros sacerdotes, clérigos y casas y preséntele nuestros parabienes y felicitaciones. Haga lo mismo con los otros noveles cardenales y 
preséntese como enviado para ello. 

Diga a la condesa Calderari que celebro la mejoría de sus niños; seguiremos rezando y esperamos que cuanto antes estén todos 
totalmente restablecidos para su consuelo y el de sus amigos. Hacemos lo mismo con la madre, pidiendo a Dios que un día, lo más tarde 
que a El plazca, la haga feliz en su gloriosa eternidad.Deseo asimismo tener noticias de los condes Bentivoglio, a quienes deseo escribir, 
si no he de causarles molestia. Déme también noticias del conde Vimercati; desde Navidad no he vuelto a saber nada. 

»Están mejor de salud el padre Vasco, el padre Delorenzi, la marquesa Villarios, los de casa Vitelleschi? 

Afectuosos saludos para todos de parte de todos y créame en el Señor, 

Turín, 9 de marzo de 1868. 

Afectísimo amigo
JUAN BOSCO, Pbro.


P. D. Hemos celebrado una novena solemne y hoy la gran fiesta, por el tercer centenario del nacimiento de San Luis, acaecido el 9 de 
marzo de 1568. 
mantiene en una especie de colegio. Puede decirse que se ha dedicado a la instrucción de muchachos de la clase obrera de nuestra ciudad 
de Turín con mucho provecho material y religioso. Va a Roma también con el fin de estudiar cosas de la antigüedad que tiene el gusto de 
conocer (es apoyado por la casa De Maistre), tal vez para completar alguna de sus obras históricas, parte de las cuales ya ha publicado; 
verá que es muy humilde, pero muy instruido, de modo que cuanto le he dicho debe también animar a V. S. a conocer a esta persona 
apreciadísima, y estoy persuadido de que, aunque le cause alguna molestia, estará contento de haberlo conocido. Yo, que conozco su 
amabilidad, no tengo nada más que añadir. 

Créame con muy distinguido aprecio y afecto, 

Su seguro servidor J. B. GONELLA 

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Envió a Roma otra carta por medio del conde Fresia. Estaba, como siempre, exquisitamente escrita bajo todos los aspectos e iba 
dirigida a su Excelencia Rvma. monseñor Ricci, nombrado Camarero Secreto de Su Santidad. 

Rvmo. Monseñor: 

Entre las muchas personas que grandemente gozan del nuevo honor al que Su Santidad acaba de elevar a V. S. Rvma. dígnese contar 
también al pobre don Bosco, que conserva de usted el más grato recuerdo. Concédale Dios llegar hasta las más altas dignidades de la 
tierra, pero de tal manera que pueda después alcanzar la felicidad del cielo. 

El portador de esta carta es el señor conde Fresia, que va a Roma por devoción. Es un buen cristiano y fervoroso católico. Si puede 
darle alguna dirección para satisfacer mejor su piadosa curiosidad, me dará también un gran placer a mí mismo. 

((110)) Dios le bendiga; ruegue por mí y por mi familia y créame con el más profundo agradecimiento. 

Turín, 26 de marzo de 1868. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Antes de que saliera para Roma el conde Fresia, había escrito don Juan B. Francesia al caballero Oreglia el 15 de marzo. 

A mitad de Cuaresma de 1868. 

Mi querido caballero Oreglia: 

Puesto que usted sigue todavía en Roma, resígnese a leer esta mi nueva carta. De la tipografía pocas noticias y casi todas buenas. De la 
casa, no podemos quejarnos; nuestros muchachos gozan de bonísima salud y especialmente los clérigos, que están todos en plena 
actividad. Para Pascua se ordenará don Luis Chiapale y quién sabe si usted oirá su primera misa: después serán ordenados sacerdotes 
Merlone y Dalmazzo, justamente para cuando se inaugure la iglesia. 

Hace días se lamentaba don Bosco en voz baja, a la dirección de la sociedad de Gianduya, que de nuevo le había dejado a un lado en la 
limosna, como si don Bosco no se ocupara del bien público y no la necesitara. Hicieron su efecto los lamentos, puesto que el Señor, 
apenas anunciaron los periódicos que el Cottolengo y los Artesanitos habían recibido cada uno su cuota de dos mil trescientas liras, el 
Señor, digo, enviaba a don Bosco el doble, con beneficio e intereses, con una suma de seis mil liras por medio de una piadosa persona 
milanesa. Don Bosco da gracias de todo corazón al Señor y a la piadosa limosnera pero no desea que se publique la cosa para impedir yo 
no sé qué. íY no acaba aquí la cosa! Quizá en todo el año no hubo tanto fervor para mandarnos limosnas como ahora, cuando los 
filántropos mundanos mueven cielos y tierra para poner de relieve una pequeña cantidad. Don Bosco está verdaderamente asombrado de 
ello; advierta que, sólo durante la semana pasada, 
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hemos recogido en limosnas extraordinarias cerca de diez mil liras. Así irá adelante la iglesia. 

Ayer, jueves, vino a visitarle un tal Fino, hermano del comerciante de l, que prometió su colaboración para decorar con pinturas al 
fresco una capilla, que se dedicaría a los Santos Protectores de Turín. Otra persona se encarga de pagar un pavimento elegante para una 
de las sacristías. Entre tanto, llegan personas de una y otra parte a tomar medidas del altar, de la balaustrada, de las gradas, para hacer, a 
lo que parece, un tapete o alfombra. 

((111)) El próximo lunes empezarán a hacer los confesonarios, pues ya están terminadas todas las puertas. 

Si tuviera que describirle el verdadero entusiasmo que reina en Turín por nuestra iglesia entre los buenos, usted se alegraría mucho de 
ello. Algo singular que hoy se observa es la veneración cada vez mayor de la nobleza por don Bosco. No cae uno enfermo que no le 
llame, casi diría antes que al médico; y en esto, se lo aseguro, no tiene poco que hacer para poder contentar a todos. La prueba es que 
raramente está con nosotros. 

Don Santiago Margotti se prepara para ir a Roma y pasar ahí la Semana Santa... Teme que haya todavía alguien mal impresionado por 
su famoso Quién sabe más que nosotros respecto a las elecciones políticas, que tanto ruido armó en el mundo. Pero todos saben que él 
escribió aquello para obedecer a quien debía... 

FRANCESIA, Pbro. 

Por aquellos días ocurrió en el Oratorio un hecho estruendoso. Don Bosco había afirmado que Petiva no era el segundo del sueño, pero 
había añadido que otro pasaría a la eternidad antes del siguiente ejercicio de la buena muerte. Corrían los últimos días de febrero y, según 
la costumbre, un mes después se repetiría el ejercicio. Y he aquí que, con sorpresa de todos (nos contó monseñor Pascual Morganti, 
Arzobispo de Rávena y alumno entonces del Oratorio), don Bosco anunciaba en público que el siguiente ejercicio de la buena muerte se 
anticiparía quince días y se haría precisamente el 19 de marzo, fiesta de san José. El motivo de esta disposición era que antes de aquella 
fecha debía morir un joven de la casa, el cual, no obstante, comulgaría la misma mañana de su muerte: y recomendaba a todos que 
estuvieran preparados e hicieran una buena confesión. 

Como el día 18 por la tarde no había ningún enfermo en casa, corrían grandes rumores especialmente entre los alumnos. Estos, en voz 
baja, para no ser oídos por los superiores, decían: 

-Esta vez se ha equivocado don Bosco, estamos en el ejercicio de la buena muerte y todos estamos bien de salud: ífracasa la profecía! 

((112)) A las seis de la tarde estaban los confesores en la iglesia en 
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su puesto y los alumnos, cosa insólita, salían del estudio y de los talleres, poco dispuestos a confesarse, y se dispersaban por los patios en 
vez de ir a prepararse para la confesión. Don Juan B. Francesia procuraba mandarlos a la iglesia, pero veía en la cara de muchos cierta 
sonrisa maligna, que no sabía explicar. Algunos, a su invitación, entraban por una puerta de la iglesia y salían por la otra. Volvía a 
llamarlos y de un patio se iban al otro. Nunca se habían manifestado tan reacios como aquella tarde. 

Cuando supo la causa procuró persuadirlos, hacerles entrar en razón, pero él mismo se armaba un lío. En efecto, la profecía de don 
Bosco no daba señales de cumplirse y algunos, que habían entrado hacía unas semanas en el Oratorio, encontraban pretexto para reírse de 
todo cuanto de admirable habían oído sobre don Bosco. Aquellas habladurías causaban mal efecto particularmente entre los aprendices. 

Llegó la hora de la cena. Los del primer turno acudieron al comedor y lo encontraron sin preparar. Faltaba el vino. Buscan a Espíritu 
Rossi, cantinero y refitolero y no le encuentran; no se sabe por dónde anda; de la cocina avisan al Prefecto; don Miguel Rúa pregunta 
quién ha visto últimamente a Rossi y Cipriano Audisio responde que a las dos de la tarde ha estado con él en la cantina lavando los 
toneles y que allí lo había dejado. 

Van a la cantina: cerrada. Le llaman, golpean la puerta, la fuerzan, entran, miran por todas partes y, por fin, ven por el suelo los zapatos 
de Rossi. Se registran entonces los toneles vacíos. El pobrecito estaba en el fondo de uno de ellos, a donde imprudentemente había 
bajado, asfixiado, muerto. Caliente todavía, sacáronle y lleváronle fuera. La voz corrió como una centella. Los muchachos se agolparon 
para contemplar el doloroso espectáculo, los murmuradores enmudecieron avergonzados, todos eran presa de un misterioso temor y 
corrían a confesarse, de tal modo que don Bosco tuvo que estar confesando casi hasta media noche. Hasta los más incrédulos se 
convencieron del espíritu profético del Venerable. 

Citamos entre los testigos del hecho al cardenal Cagliero. 

((113)) Don Miguel Rúa escribió en el Necrologio: 

« 18 de marzo. -Muere Espíritu Rossi, de Saliceto, de 26 años de edad. Obediencia y piedad eran sus rasgos característicos: Quiso ser 
sacerdote; mas, por carecer de memoria e inteligencia suficientes, hubo de abandonar los estudios. En casa de sus padres resultó 
monomaníaco. Tuvo la fortuna de volver a entrar en el Oratorio y, sin más remedio que una ciega obediencia a su Director, curó del todo. 
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Murió de repente pero no improvisamente, ya que el mismo día comulgó y siempre estaba bien preparado». 

Pero tampoco era éste el segundo del sueño. Habiendo preguntado a don Bosco, poco después de la muerte del clérigo Mazzarello, 
contestó que el segundo no haría más de tres veces el ejercicio de la buena muerte, que su enfermedad duraría de ocho a diez días, que sus 
padres irían a verlo, pero que él no le asistiría en los últimos momentos. Así lo escribió don Esteban Bourlot. Y la muerte de Rossi había 
sido repentina. 

He aquí cómo informaba don Juan Francesia del suceso al caballero Oreglia: 

19 de marzo de 1868 

Muy querido señor Oreglia: 

De nuevo le doy noticias de muerte. Espíritu Rossi estaba vivo ayer a estas horas y hoy está muerto. Fue a la cantina con intención de 
lavar una cuba vacía, pero se rompió una duela, cayó dentro y se asfixió. Después de tres horas de inútiles pesquisas, finalmente se le 
pudo encontrar, todavía caliente. Advierta que ayer era el último día fijado por don Bosco para una muerte y, como se cumplía con tan 
terrible exactitud, la consternación fue inmensa. Precisamente hoy se hacía el ejercicio de la buena muerte; uno no debía hacerlo más y 
verdaderamente no lo hizo. Pero ya sabe usted lo bueno que era Espíritu Rossi y por la mañana había recibido su comunión. Así que no 
hay nada que temer por su alma; esta muerte ha sido un aviso saludable para nosotros. Esta mañana ha habido prácticamente comunión 
general. Se pudo contar que uno o dos, a lo sumo, no se acercaron a los sacramentos, los otros hicieron todos un buen lavado. Don Bosco 
recibió esta dolorosa noticia con mucho sentimiento y se le ve muy abatido... 

((114)) Escribiré a la señora Villarios un hecho singular acaecido a primeros de esta semana. 

Monseñor Gastaldi promete trabajos para la imprenta... Vale, o dulcissime caput. (Adios, muy amado jefe). 

FRANCESIA, Pbro. 

Al enterarse la marquesa de Villarios de esta muerte, escribió a don Juan B. Francesia: 

Roma, 23 de marzo de 1868 

M. Rvdo. P. Francesia: 
Nuestro Caballero me ha hecho saber el nuevo prodigio obrado en estos días con el anuncio de la muerte de ese pobre joven, acaecida 
de manera tan inesperada... 

Verdaderamente que ellos tienen la suerte de vivir en medio de prodigios y cosas extraordinarias; las continuas gracias obtenidas de 
María Auxiliadora y las limosnas 
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colosales que reciben son cosas y hechos nunca vistos y nunca entendidos. íQué suerte la suya! 

íQué feliz sería si, en el hermoso mes de mayo, se me concediera la gracia de dar una vuelta por Turín para la inauguración de la nueva 
iglesia! íMas veo que es ciertamente imposible! 

El bonísimo del Caballero parece que, después de Pascua, se dispone a marchar, si no surgen nuevas dificultades... 

Parece imposible todo lo que hace y obtiene. 

VILLARIOS 

Nuevas cartas de Roma traían al Oratorio noticias referentes a Vigna Pía y requerían otras importantes de Turín. 

Roma, 18 de marzo de 1868 

Rvdo. y carísimo P. Francesia: 

Sabrá que Federico está en San Eusebio haciendo ejercicios espirituales durante ocho días, juntamente con muchos otros. Me encargó 
que recogiera su correo. Llegó, pues, la carta que V. S. le envió ayer: se la llevé a San Eusebio. La abrió y apareció dirigida a mí. La leí 
delante de Federico, hablé con él del tema principal y me pareció que es muy contrario al proyecto de Vigna Pía. Pero usted sabrá o podrá 
saber sus razones si, como usted desea, le digo lo que pienso. 

En primer lugar no me parece dificultad el miedo a celos o envidias. Estas acompañan siempre a todo, sea bueno o malo. Y también 
algo de ello sabe don Bosco en Turín. Mas, no por eso, dejaría sus obras pías de Turín. Por tanto, esto no debe crear dificultades. 

((115)) Además, en la ciudad santa de Roma los celos y las envidias del bien serán, siempre caeteris paribus (análogamente) menores 
que en cualquier otra parte. En número y peso son siempre más aquí que en ninguna otra parte los que se preocupan por el bien. Además, 
la naturaleza de la obra de Vigna Pía es tal que admite poco las envidias. El emplazamiento está distante de la ciudad, el aire no es muy 
bueno. El conjunto es muy modesto. Creo que usted conoce bien la situación de las cosas, de la casa, de los ocupantes. Poco o nada hay 
allí que pueda suscitar envidias. Más aún, pienso que los que allí se encuentran procuran abandonar aquel lugar y los que vayan, si no 
tienen mucho celo y muy buen espíritu, no durarán mucho. No creo, pues, que la razón del temor de celos y envidias pueda tener 
fundamento. 

Añado que, tratándose de Vigna Pía, me parece difícil que la proposición de transferir el cuidado a don Bosco haya llegado sin previo 
entendimiento con Pío. Esto debe animar, confortar y, por lo menos, eliminar demasiados temores. 

Supuesto, además, que don Bosco, como usted me escribe, está firme en el sí, yo no vacilaría en unirme al sí. El fundador tiene las 
luces necesarias para el buen éxito de su obra inspirada por el Señor. 

Además, en el caso de que la cosa no resultara, siempre habría tiempo y modo para retirarse de ella, como ahora se retiran los que la 
tienen. 

Es necesario persuadirse de que este si, no es una obra gloriosa, ni cómoda, sino humilde, dura y difícil. Está en el campo y es una 
campiña insalubre; estarán como 

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en el desierto; no en Roma, sino como fuera de todo lugar habitado. Valdocco es un palacio real en comparación. Pero, a mi parecer, esto 
no debe ser una dificultad. Al contrario, lo consideraría dificultad si fuera de distinto modo. Las encinas hay que plantarlas muy 
profundas. Este ofrecimiento de Vigna Pía es el ofrecimiento de un sacrificio, de un trabajo duro, casi de un destierro. Tal vez exagero, 
pero es mejor esperar lo peor y encontrar lo mejor, que no al revés. Termino diciendo que, según mi opinión, no hay que esperar envidias 
y que en todo caso, en la duda, estaría por el parecer de don Bosco a priori y sin más averiguaciones. 

Me reservo, no obstante, escribirle si logro saber algo mejor. Si no escribo más, es que persevero en el juicio dicho. 

Gracias por las noticias. Dígame su parecer sobre el artículo de Enseñanza en la Civiltá Cattolica. 

Encomiéndeme a San José. 

Su seguro servidor 

JOSE OREGLIA 

Roma, 23 de marzo de 1868 

Rvmo. y carísimo P. Francesia: 

Doy gracias anticipadas a don Bosco por cuanto usted me dice que me escribirá sobre las Logias y le digo que cuento con esa carta, y 
((116)) como usted es suyo, así, si él falla, fallará también usted. Por tanto, escriba sin más. Aquí les esperamos para hacer una segunda 
edición, con la añadidura de octubre pasado. Estamos seguros del éxito triunfal. Pero »cuántos se quedarán por el camino? Basta; sea lo 
que Dios quiera. Espero carta de don Bosco. 

Federico acabó bien sus ejercicios, y piensa en la vuelta. Le creo en plena regla. Esperamos al teólogo Margotti y creo será muy bien 
recibido. Cierto, que su vuelo fue muy alto, pero el descenso estuvo muy bien hecho; el uno y el otro meritorios. Por tanto, Deo gratias et 
post factum lauda (gracias a Dios y alaba después del hecho). Pienso que el hecho fue muy útil y Margotti debe estar satisfecho de que, 
cuando parece equivocarse, hace un bien. 

De nuevo le recuerdo su carta de don Bosco. La espero, usted la prometió: haga que la mande... 

OREGLIA
Don Bosco satisfizo sus deseos.
El padre Oreglia escribía otra cartita a don Juan B. Francesia el 2 de abril.
«Le agradezco su última del 30 de marzo y la anterior del 25 con la Logia, por lo que le doy gracias.
»Siga escribiendo así. Ayuda mucho. -Nota manus. (Mano conocida)»
.


116 

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((117)) 

CAPITULO XI 

PACIENCIA CON LOS ENEMIGOS -EL ARZOBISPO EN EL ORATORIO -MONSEÑOR GALLETI Y MONSEÑOR GASTALDI 
ESTUDIAN EL MODO DE APROBAR LA PIA SOCIEDAD -FAVORES ESPIRITUALES CONCEDIDOS POR EL OBISPO DE 
CASALE A DON BOSCO, A LOS SUPERIORES DEL COLEGIO DE MIRABELLO; PERMISOS CONCEDIDOS A LOS 
CLERIGOS PARA LOS ESTUDIOS Y PARA LOS EXAMENES -CARTA DE DON BOSCO AL CABALLERO OREGLIA; LE 
ENVIARA UNA PETICION FORMAL DE INDULGENCIAS PARA PRESENTARLA AL SANTO PADRE; ESPERA NOTICIAS DE 
UNA OFERTA PROMETIDA PARA UN ALTAR; 
LA CONSAGRACION DE LA IGLESIA SE CELEBRARA EN JUNIO; INVITA A MONSEÑOR VITELLESCHI PARA TAL 
FIESTA; LA PRESENCIA DEL CABALLERO ES NECESARIA EN EL ORATORIO; DA NOTICIAS DE LOS ORDENANDOS 
PARA SACERDOTES -APOSTILLA DE DON JUAN B. FRANCESIA ANUNCIANDO LA MUERTE DEL JOVEN CROCI 
-TAMPOCO ES EL SEGUNDO DEL SUEÑO -DON BOSCO AL CABALLERO OREGLIA: ENVIA PALABRAS DE CONSUELO Y 
DE AGRADECIMIENTO PARA VARIAS PERSONAS; APENAS CONSIGA LAS INDULGENCIAS, QUE MANDE EL 
RESCRIPTO; SE PREPARAN MARAVILLOSAS FIESTAS PARA LA CONSAGRACION DE LA IGLESIA -AGRADECIMIENTO 
A UNA CONDESA DE MILAN POR LAS LIMOSNAS -DON BOSCO SUPRIME LAS VACACIONES DE PASCUA DE LOS 
ALUMNOS Y REDUCE A UN MES LAS OTOÑALES -DON JUAN B. FRANCESIA AL CABALLERO: HA ESCRITO AL CONDE 
VIMERCATI CON OCASION DE LA VISITA QUE LE HIZO EL SANTO PADRE: ELEGANTE MENSAJE QUE PRESENTA EL 
ORATORIO AL CARDENAL GONELLA: ENFERMEDAD DE UNA BIENHECHORA; EL MARQUES DE VILLARIOS VISITA EL 
ORATORIO; LA PASCUA DE LOS APRENDICES Y ADMIRABLES EFECTOS DE UNA PLATICA DE DON BOSCO: EL JOVEN 
CRISTIANO PARA LAS PRACTICAS DE PIEDAD -CONTESTACION DEL CONDE VIMERCATI A DON JUAN B. FRANCESIA: 
TUVO UNA GRAN SATISFACCION CON LA VISITA DEL ((118)) PAPA; PRESIENTE 
117 

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CERCANA LA MUERTE; CONFIA EN LAS ORACIONES DE DON BOSCO -DON BOSCO AL CABALLERO: LE AGRADECE 
LA FELICITACION DE PASCUA; QUE PROCURE CONCEDAN LAS INDULGENCIAS A PERPETUIDAD, CON LOS 
RESCRIPTOS FIRMADOS POR EL SANTO PADRE; CELEBRA MISAS POR DOS EXIMIAS BIENHECHORAS; ENCARGOS 
PARA FLORENCIA; LA CARESTIA DE LOS VIVERES LE CAUSA AFLICCION: ENORMES GASTOS PARA LA IGLESIA, 
PERO LA VIRGEN SIGUE CONCEDIENDO GRACIAS -UNA CURACION MARAVILLOSA: UN PLEITO GANADO; 
PERSUASION DE LOS FIELES DE QUE LA VIRGEN NO NIEGA NADA A LAS ORACIONES DE DON BOSCO 

EL padre Oreglia no ignoraba en Roma la oposición de algún obispo a la Pía Sociedad; por eso escribía el 2 de abril a don Juan B. 
Francesia: «Paciencia con los enemigos que son ciertamente putantes obsequium se praestare Deo (que pretenden servir a Dios); y nos 
benefician cuando son movidos, como siempre lo son, o permitidos desde lo alto. Por lo tanto alegría y valor; y especialmente oremus ad 
invicem (oremos mutuamente)». 

Esta era la norma que guiaba a don Bosco en medio de las tribulaciones, la causa constante de su tranquilidad; y el Dios de los 
consuelos se los concedía con prodigalidad. 

Monseñor Riccardi, frecuentemente invitado, iba a presidir las funciones religiosas del Oratorio. El 29 de marzo, domingo de Pasión, 
administraba el sacramento de la Confirmación en la iglesita de San Francisco de Sales. Los confirmados eran casi todos muchachos 
externos que iban al catecismo cuaresmal; su compostura y la multitud de compañeros que asistió, alegró al Arzobispo. 

Después de la función don Bosco le acompañó, siempre descubierto, a tomar un café; y, después, hasta la carroza, sin cubrirse ni por un 
momento, a pesar del frío viento que corría. 

El 20 de marzo escribía monseñor Galletti, Obispo de Alba, a don Miguel Rúa encomendándole en nombre de la pobre madre, al 
alumno Tomás Cagliano, piadoso y aplicado jovencito, para que lo tuviera gratuitamente hasta el final de sus estudios. Y terminaba así: 

((119)) «Ruégole presente al venerando don Bosco mis cordialísimos saludos y bese su mano en mi nombre, asegurándole que estoy 
estudiando, con el Obispo de Saluzzo, la manera de ponernos de 
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acuerdo para dar una plena aprobación uniforme a su benemérita Sociedad». 

El Obispo de Casale daba a don Bosco una nueva prueba de su benevolencia, otorgando varias facultades a don Bosco y a los 
superiores del Seminario menor de Mirabello, y autorizando a los clérigos estudiantes de teología y filosofía para realizar los estudios y 
examinarse dentro del instituto. 

Nos PETRUS MARIA FERRE, Dei et Nos PEDRO MARIA FERRE, por la gracia Sedis Apostolicae gratia de Dios y de la
Sede Apostólica,
Ecclesiae Casalensis Episcopus obispo y conde de Casale.
et Comes.


Rev. mo. D. no Ioanni Bosco Al Rvmo. señor don Juan Bosco,
Fundatori ac Generali Superiori Fundador y Superior General de la
Societatis S. Francisci Salesii, Sociedad de San Francisco de Sales,
cuius institutum in oppido huius cuyo instituto declaramos erigido
Dioecesis Casalensis nomine como Seminario Diocesano en la
Mirabello erectum veluti población denominada Mirabello de
Seminarium Dioecesanum Decreto esta diócesis de Casale, por nuestro
Nostro diei 7 mensis ultimo elapsi Decreto del 7 del próximo pasado mes,
declaravimus, favere summopere queriendo favorecerle con el mayor
volentes, praesentibus litteris ad cuidado, por el presente documento
Beneplacitum Nostrum auctoritate y con nuestro beneplácito, según
Nostra ordinaria: nuestra autoridad ordinaria:


1. Facultatem eidem facimus 1. Le facultamos para absolver de 
absolvendi ab onmibus peccatis et todos los pecados y censuras 
censuris in hac dioecesi reservadas en esta Diócesis, sin 
reservatis, non exceptis iis quae exceptuar aquellas que, si no se 
si non exprimantur non censentur manifiestan, no quedan comprendidas 
sub generali facultate comprehendi. dentro de la facultad general. 
2. Concedimus ut ipse vel per se 2. Concedemos que, por sí mismo o 
vel per Moderatores Seminarii Loci por medio de los maestros del 
Mirabello queat Confessarios extra Seminario de la población de 
Dioecesanos ab eorum Ordinariis Mirabello, pueda llamar a confesores 
adprobatos vocare, ut personis in extradiocesanos, aprobados por sus 
dicto Seminario degentibus et ab Ordinarios, para administrar el 
externo quoque ibi advenientibus Sacramento de la Penitencia a las 
Sacramentum Poenitentiae personas que moran en dicho 
administrent. Seminario y a las que allí llegaren de fuera. 
3. Consentimus ut Clerici 3. Consentimos que los clérigos de 
repetiti Seminarii, Philosophiae dicho Seminario, estudiantes de 
atque Theologiae operam dantes, Filosofía y de Teología, hagan allí 
quotannis ibi sub eorum sus estudios y pasen sus exámenes 
institutoribus experimenta ac bajo la dirección de sus maestros, 
pericula subeant, neque teneantur sin tener que acomodarse al orden de 
ordini se accomodare Tractationum, los tratados, que se observan en el 
qui in maiori Dioecesis Seminario Seminario mayor de la Diócesis. 
observatur. 
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VOLUMEN IX Página: 119 

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VOLUMEN IX Página: 120 

Casali, in Palatio Episcopali, En Casale, Palacio episcopal, a 
die 4 mensis aprilis 1868. 4 del mes de abril de 1868. 

» PETRUS MARIA, Episc. » PEDRO MARIA, Obispo 

Can. BRIATTA Cancell. Episc. Can. BRIATTA, Secr. Episc. 

Otra satisfacción para don Bosco era que se acercaba la fecha de la consagración de la iglesia de María Auxiliadora. Escribía al 
caballero Oreglia: 

((120)) Muy querido Caballero: 

He recibido la carta, fechada en octubre o diciembre de 1867, que mandó junto con las escritas antes y después de los ejercicios 
espirituales. Y todo cuanto me escribe me parece bien. En cuanto a las indulgencias, recibirá una petición formal para el Padre Santo. La 
presidenta Galeffi me ha escrito que está dispuesta a hacer, según parece, además del altar, algo más. »Está ya decidido qué dará, o ha 
dado ya algo a cuenta de los dos mil escudos que había prometido? Ella anhela una carta mía; pero, antes de escribirla, necesitaría se me 
aclarara esto. 

Me ha gustado que la condesa Calderari me haya escrito; dígale que no dejaré de encomendarla diariamente en la santa misa, junto con 
toda su familia, pero que ella tenga mucha fe y confíe en la bondad del Señor. 
Usted, por su parte, vea si puede señalar una fecha para su regreso. El Arzobispo ha fijado la consagración de la iglesia para la primera 
quincena de junio. La fiesta durará nueve días: un obispo predicará todos los días, otro celebrará la función religiosa. íPiense cuántas 
cosas hay que hacer! Por ello, le necesito mucho a usted. Después, si es necesario, puede volver a Roma. 

Monseñor Vitelleschi me dio el año pasado alguna esperanza de venir a visitarnos en esta ocasión. Haga el favor de ir a rogarle, de parte 
de todos nosotros, que venga a hacer la consagración y, si fuera demasiado larga dicha función, celebrarnos solamente un pontifical y 
predicarnos. Se lo ruegue e invite también de parte del Arzobispo de Turín. 

Pero advierta que es de gran urgencia su regreso y por tanto me basta, como ha escrito, que para Pascua esté en Turín o de camino. 

Dado que nosotros hemos de pensar en pagar a Osdá 1, dígame con toda confianza, cuánto dejó ya escapar bromeando; es decir, si tiene 
dinero depositado en algún sitio con el que calcular, o bien si debemos ver el modo de proveer. 

Salude a cuantos, sanos o enfermos, se encomendaron a nuestras pobres oraciones; asegúreles que les encomendamos todos los días al 
Señor. 

En las casas gozamos de buena salud. Tenemos a los clérigos Dalmazzo, Albera, Costamagna, Fagnano y Merlone que se preparan para 
la misa. 

Que Dios bendiga a usted, sus trabajos y sus intenciones. 

Ruegue por 

Turín. 25 de marzo de 1868. 

Su afectísimo amigo in Christo JUAN BOSCO, Pbro. 

1 Osdá: Nadie sabe de qué ni de quién se trata (N. del T.). 

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VOLUMEN IX Página: 121 

P. D.: Haga el favor de pasar por el Banco Nicoletti; pregunte al señor Nicoletti, óptimo amigo, la manera de hacer llegar un bonito 
cuadro regalado para la nueva iglesia. 
((121)) La carta de don Bosco tenía esta coletilla: 

Don Bosco deja una página en blanco con autorización para llenarla... 

El alumno Croci de Suiza, que era tan bueno y alegre, ha muerto la otra tarde en su casa. Había estado enfermo en Turín; apenas 
repuesto, quiso su padre llevárselo a la fuerza y... tal vez el viaje... tal vez que era llamado por Dios... 

Las noticias políticas sobre R. aumentan y a este propósito escribiré al P. G. íQué huida! 

J. B. FRANCESIA, Pbro. 
Tampoco el jovencito Croci era el segundo del sueño, según afirmó don Bosco, que andaba muy atareado para resolver mil encargos y 
preparar las fiestas de la consagración de la nueva iglesia. Volvía a escribir al caballero Oreglia: 

Muy querido Caballero: 

Tomo nota de su vuelta para el primero de mayo. Diga a la señora condesa Calderari que siento mucho que Dios le mande tantas 
tribulaciones de orden físico y económico; pero que todo es para mayor gloria de Dios y que yo no dejaré de rezar especialmente por ella 
y por toda su familia. No deje de ir a saludar de mi parte al droguero Carlos Cinti, cuya carta me envió. Salúdelo y manifiéstele mi 
agradecimiento. 

Adjunta verá la memoria a presentar al Padre Santo el día de su audiencia. 

En cuanto a la venta de su granja, haga lo que más convenga; no estamos necesitados y, por tanto, esa venta sólo debe hacerse cuando 
usted lo juzgue oportuno en razón del precio. 

Apenas haya obtenido las indulgencias, saque copia del Rescripto y después mande enseguida el original por correo para hacerlo 
imprimir en el librito expresamente preparado. No puede usted darse una idea de la fiesta que haremos, si Dios quiere, con ocasión de la 
consagración. Ya lo verá. Entregue las tarjetas adjuntas a la marquesa de Villarios y a la presidenta Galeffi. 

Hoy he visto al conde de la Margherita con la Condesa y después encontré a la señora Audisio: todos murmuran por su demora en 
volver; yo les aseguré que sería para el primero de mayo próximo. Los mencionados señores le saludan con todos los de casa. Yo no 
dejaré de rezar por todos y por los asuntos que me recomienda. 

Don Sabino Buchi me escribe que ha entregado veinte escudos al conde Vimercati ((122)) y otros, algunas pequeñas cantidades. »Se las 
dieron a usted o tal vez se olvidaron? 
121 

Fin de Página 121 


VOLUMEN IX Página: 122 

Dios le bendiga, señor Caballero, y con usted a todos nuestros bienhechores. 

Ruegue por mí, 

Turín, 3 de abril de 1868. 

Suyo 
JUAN BOSCO, Pbro. 
Al día siguiente mandaba su carta de agradecimiento, con promesa de oraciones en favor de un enfermo, a la condesa Caccia Dominioni 
de Milán, la cual le había enviado unas limosnas para la iglesia. 
Benemérita señora Condesa: 
Recibí a su tiempo las ciento quince liras y algo más que me mandó para la iglesia y espero le haya llegado el recibo. Le agradezco todo 
en el Señor. 

También he recibido la carta en la que me comunica la enfermedad del reverendo padre Tersi. He dispuesto que se hicieran y se siguen 
haciendo oraciones especiales en nuestra Comunidad. Espero que Dios haya oído nuestra oración y otra mucho más fervorosa, y que el 
padre Tersi, si aún no está totalmente curado, lo esté cuanto antes. 

Le agradezco muy especialmente la colecta hecha y que continúa haciendo en favor de la iglesia. Anímese; los trabajos progresan 
rápidamente y cuanto antes tendrá el programa de la consagración y del solemne octavario de la hermosa solemnidad. 
Que Dios bendiga a usted y a toda su familia en estos santos días y le colme de sus gracias. Ruegue por mí, que me profeso con 
gratitud. 
Turín, 4 de abril de 1868. 
Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 
Aquel mismo mes había una importante novedad en las casas de la Pía Sociedad. 

Hasta este año, al llegar las fiestas de Pascua, se concedían a los alumnos casi ocho días de vacaciones, durante los cuales podían ir a 
sus casas. Las grandes vacaciones de otoño se interrumpían con un mes de clase y se invitaba a los alumnos a volver al Oratorio o a los 
otros colegios. 

Habiendo observado don Bosco algunos serios desórdenes, producto de este sistema, avisó quince días antes de las ((123)) fiestas 
pascuales que, a partir de aquel año, quedaban suprimidas las vacaciones de Pascua y que, por tanto, se pasaría la Semana Santa en el 
colegio. 

Así que, durante aquellos ocho días, todos los alumnos quedaron a su cargo; también los que pagaban pensión, ya que él no reparaba 
122 

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VOLUMEN IX Página: 123 

en gastos cuando se trataba del bien moral. Y los alumnos, aunque habían deseado vivamente las vacaciones, se resignaron con facilidad 
al querer del Superior. Tan vivo era el sentimiento de la obediencia. Y hasta transcurrieron aquellas fiestas pascuales con gran alegría, 
porque, sin menoscabo de los divinos oficios, hubo muchas diversiones, mesa más surtida que de costumbre y un paseo largo con la 
banda de música, que, sin embargo, no se repitió en los años siguientes. 

Visto el feliz éxito de aquella disposición, casi un mes después cursaba la siguiente circular a través de cada uno de los directores: 

Tras las repetidas instancias de muchos respetables padres de familia y las múltiples invitaciones de hombres experimentados en la 
educación de la juventud, he creído oportuno tomar la siguiente determinación. Las vacaciones de todo el año quedarán reducidas a un 
solo mes: del 15 de septiembre al 15 de octubre. Esta determinación ha sido tomada por los siguientes motivos: 

1.° Los colegios más apreciados de Italia y más afanados por los estudios sólo conceden un mes de vacaciones a los alumnos. 

2.° La experiencia de muchos años de que los alumnos, al pasar tres meses sin clase, pierden gran parte del progreso hecho durante el 

curso escolar. 

3.° La ganancia de tiempo para los que por su edad necesitaran hacer más deprisa los estudios. 

Espero que V. S. vea con agrado este cambio, hecho únicamente con miras al mayor provecho que podrán alcanzar los jóvenes, a 

quienes dedicamos todo nuestro afecto en el Señor, a cuyo honor y gloria hemos dedicado y dedicamos nuestro humilde trabajo. 

Durante los meses más calurosos se procurará alargar los recreos y que haya paseos más frecuentes para mantener la salud corporal 
necesaria de los jóvenes para que puedan atender con todo tesón a sus estudios. 

Y esto, además, para alivio de los padres. 

Su seguro servidor 
EL DIRECTOR 
((124)) Don Juan B. Francesia informaba al caballero Oreglia sobre las vacaciones pascuales suprimidas y otras novedades, así como de 
un triduo predicado por don Bosco a sus muchachos en preparación al cumplimiento pascual. 
8 de abril de 1868 
Muy querido señor Caballero: 
He escrito al señor conde Vimercati después de la nueva visita que le ha hecho el Padre Santo... 
Hemos impreso y encuadernado con cierta elegancia un mensaje para el cardenal 
123 

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VOLUMEN IX Página: 124 

Gonella. El trabajo está realmente bien hecho; será expuesto aquí en Turín, en la iglesia de San Felipe, y después saldrá para Roma el 
lunes próximo. Será presentado, según dicen, por el teólogo Margotti, por el barón Bianco y por algún otro turinés de ahí. Sepa que el 
importe corre a cuenta de nuestra casa. Don Bosco quiso manifestar su gratitud a casa Gonella y no reparó en gastos. 

El material empleado sobrepasa las cincuenta liras más el trabajo de algunos días. No digo nada sobre la impresión, que imagino supera 
a la encuadernación. 

Ha sido muy dolorosa para don Bosco y para mí la noticia de la recaída de la pobre condesa Calderari. El habló de ciertas promesas no 
cumplidas, a las que atribuyó la causa de la enfermedad. »Cómo hacérselo saber ahora? A la Condesa no le falta buena voluntad; pero »y 
si se hubiese olvidado de ello? 

Ya estuvo dos veces por aquí el marqués de Villarios con todo un séquito de Damas de casa Riccardi. Visitó la casa, la iglesia, con todo 
detalle y admiración. En la primera ocasión estaba don Bosco; la segunda, yo solo, que me esforcé por tributarle los honores debidos, 
Dígaselo a la Marquesa, su hermana, que temía no viniera. Esto la convencerá de que su pesar lo convirtió el Señor en alegría. Aquel día 
estuvo aquí hora y media, observándolo todo con suma curiosidad. Prometió volver el domingo de Pascua para asistir a nuestro teatro. De 
todos modos ya ha venido a ver el Oratorio, que tanto deseaba la Marquesa; que vuelva o no, poco importa. 

He escrito hace unos días a la Presidenta, Sor Galeffi, agradeciéndole su constante caridad con el Oratorio. 

Los muchachos no fueron a su casa durante las vacaciones de Pascua; las pasaron con nosotros. Ayer, 7, cumplieron con Pascua los 
aprendices, y con fruto. El fruto, hay que decirlo, se debe, después de la gracia de Dios, a los devotos y conmovedores sermones de don 
Bosco. El lunes por la tarde predicó sobre el juicio particular y, después de haber sacudido fuertemente los ánimos con vivas imágenes de 
aquel fatal instante, se conmovió él de tal modo que tuvo que interrumpir el sermón. Fue un momento solemne. Lloraba don Bosco y 
lloraban todos los jóvenes; 
así que aquella tarde, víspera de la ((125)) Pascua, fue realmente una tarde de limpieza general. Los peces más gordos de los aprendices 
quisieron confesarse con don Bosco, quien, después del sermón, estuvo confesando hasta las once, y por la mañana, desde las seis hasta 
las nueve, solamente a los aprendices. íOjalá continúe este fervor! 

Aún no tenemos las litografías del cuadro, por lo que debemos suspender el libro de oraciones, que finalmente se titulará EL Católico 
Instruido. 

FRANCESIA, Pbro. 

El mismo don Juan B. Francesia había enviado sus parabienes al conde Vimercati por la visita que el Padre Santo le había hecho a su 
palacio, junto a San Pedro ad Víncula, y el noble señor le contestaba: 

Roma, 11 de abril de 1868 

Muy reverendo y apreciado en Jesucristo: 

Respondo con unas líneas a su preciosa carta, que tanto agradezco. Es cierto: la visita del Padre Santo me ha producido suma 
satisfacción. íBendito y alabado sea 
124 

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VOLUMEN IX Página: 125 

Dios! Parece ser que quiere llamarme pronto al Vaticano. Estuvo aquí conmigo más de tres cuartos de hora. Admitió para besar su pie a 
todos los de la familia religiosa y de mi casa. 

Pero mi salud no mejora; al contrario, sigo sufriendo molestias nerviosas y quedo cada vez más bajo de fuerzas físicas y también de 
espíritu. íBendito sea Dios! Veo claro que la muerte no anda lejos. íHágase la santísima voluntad de Dios! Por tanto, aumente cada vez 
más su caridad, la del respetabilísimo don Bosco y de todos sus muchachos en pro de mi pobre alma. Confío mucho en las oraciones de 
don Bosco. 

Que me escriba y me anime, porque tengo gran necesidad de ello. 

Todo suyo en Jesucristo. 

Afmo. y seguro servidor
JUAN VIMERCATI


P.S.: Todos los de casa besan su mano y se encomiendan a usted. 

También don Bosco continuaba su correspondencia epistolar con Roma. Urgían los últimos preparativos para la gran fiesta y se deseaba 
estuviera presente en el Oratorio el caballero Oreglia. El Venerable volvía a recordárselo con mucha delicadeza, junto con nuevos 
encargos para realizar en Roma y otros para Florencia. 

((126)) Muy querido señor Caballero: 

Sus felicitaciones agradaron mucho a todos y las intercambiamos con todo afecto. En estos días no hemos dejado de hacer una oración 
especial por usted, para que Dios le conserve la salud y una férrea voluntad de hacerse santo. 

Comenzamos por las indulgencias. Si es posible que sean firmadas por el Padre Santo, hágase cuanto se pueda para que las conceda a 
perpetuidad, dado que las oficinas ordinariamente las conceden ad tempus. Esas indulgencias son todas de la clase que acostumbra a 
firmar el Padre Santo. Ahora se tendría un motivo porque las oficinas están cerradas. 

Desde hace muchos días celebro la santa misa por la Duquesa de Sora y por la señora Condesa Calderari: espero que Dios oiga nuestras 
plegarias. Hasta el presente, María Auxiliadora nunca nos dejó con las manos vacías. Salude a las dos y anímelas a que tengan fe. 

Lea las dos cartas adjuntas, después franquéelas y hágalas llegar a su destino. 

Al volver de Roma vea si puede quedarse al menos un par de días en Florencia para visitar al Arzobispo, a la señora Digny, a la 
marquesa Nerli, a la señora Uguccioni, al padre Bianchi, etc., que le esperan. Yo voy disponiendo las cosas desde aquí; tal vez le hagan 
alguna entrega. Para su norma sepa que la señora Digny ya ha recaudado y enviado más de dos mil liras para una capilla en honor de 
santa Ana. La marquesa Nerli Michelagnolo mandó seis mil liras para un altar, pero quiere se guarde secreto. Los Uguccioni han 
mandado varias veces cantidades de cien liras. Esto para su norma. La marquesa Gerini hace mucho tiempo que no da nada: dice que no 
puede; ya lo ha hecho. 

Fin de Página 125 


VOLUMEN IX Página: 126 

Tengo muchos asuntos que requieren su presencia; espero que Dios le envíe de nuevo con buena salud y podremos trabajar. 

La carestía del pan nos aflige. Entre Lanzo, Mirabello, y Turín, sólo el pan importa cada mes doce mil liras. 

Tenemos enormes gastos con la iglesia; mas, para esto, la Virgen sigue concediendo gracias abundantemente a los donantes y así 
podemos continuar. 

»Ha respondido algo monseñor Vitelleschi? Presente mis humildes saludos a la marquesa Villarios y a toda la familia Vitelleschi; 
dígales que el día de Pascua nuestros muchachos harán su comunión, con oraciones particulares, para obtener a estos nuestros insignes 
bienhechores salud y perseverancia en el bien. 

Ruegue también por mi pobre alma y créame en el Señor. 

Turín, 10 de abril de 1868. 

Afmo. amigo
JUAN BOSCO, Pbro.


((127)) Por aquellos días consignaba don Miguel Rúa en la Crónica varios hechos, que demostraban cómo cooperaba la Virgen para la 
terminación de su iglesia. 

«Alrededor de las fiestas de Pascua encontrábase el caballero Bertagna, de Casteliuovo de Asti, en las últimas. Desde hacía tiempo 
empeoraba, llevaba varias semanas inmóvil en la cama y le habían desahuciado los médicos que le atendían. Ante la inutilidad de los 
remedios humanos, se acudió a los sobrenaturales. Mandó una limosna para celebrar misas en honor de María Auxiliadora y se 
encomendó a las oraciones de don Bosco y de sus hijos, prometiendo un donativo si obtenía la salud. Inmediatamente empezó a mejorar, 
tan sensiblemente que todos se extrañaron. Agradecido, mandó telas preciosísimas para ornamentar la nueva iglesia. Ahora sigue 
mejorando de día en día; y veremos si se cumplirán los pronósticos de los médicos, quienes, persuadidos de que no podía sanar, dicen que 
tal mejoría es sólo un pequeño remiendo, pero que en breve debe sucumbir. 

»Por aquellos mismos días vi aparecer en el Oratorio una gran caja con diversas flores bellísimas para la iglesia; me informé de dónde 
venían y supe que eran regaladas por una persona que hacía varios años sostenía un pleito sin poder llegar jamás a ninguna solución a 
pesar de haber hecho grandes gastos. Encomendándose a María Auxiliadora y a las oraciones de don Bosco, consiguió, en pocos días, su 
deseo, e hizo su donativo por la favorable conclusión del pleito. 

»30 de abril. -He recibido una carta de cierta persona, perteneciente a nobilísima y alta familia, en la que me ruega recomiende a 
126 

Fin de Página 126 


VOLUMEN IX Página: 127 

don Bosco haga alguna oración especial para obtener la curación de una niña suya enferma, con la que los médicos no saben qué hacer. 
La persona que escribe confía tanto en las oraciones de don Bosco que dice expresamente tener por cierto, por experiencia, que cualquier 
cosa que don Bosco pida a la Virgen María es seguro que la obtiene». 

Fin de Página 127 


VOLUMEN IX Página: 128 

((128)) 

CAPITULO XII 

DON BOSCO SUEÑA CON UN COLEGIO PARA LOS ESTUDIANTES DE FILOSOFIA -PROYECTO PARA ESTE NUEVO 
COLEGIO, ACEPTADO POR UNA BIENHECHORA, DISPUESTA A CEDER UNA CASA DE SU PROPIEDAD EN TURIN 
-CARTA DE DON BOSCO A LA CONDESA CALLORI: PRONTO LE ENVIARA UN EJEMPLAR DEL CATOLICO INSTRUIDO; 
SE ESTA IMPRIMIENDO LA VIDA DE SANTA PAULA; LE AGRADECE SU DONATIVO; MODIFICACION DEL PROYECTO 
DEL COLEGIO; PIENSA EN UN EDIFICIO JUNTO AL ORATORIO; SU MAYOR CONSUELO, LA BENEVOLENCIA DEL 
OBISPO DE CASALE: EL DOMINGO IN ALBIS, LOS ALUMNOS COMULGARAN POR EL -EL CARDENAL GONELLA 
AGRADECE A DON BOSCO LAS FELICITACIONES RECIBIDAS -DON BOSCO VA A LANZO: NOCHES AGITADAS -SUEÑO: 
LOS JOVENES QUE SALTAN UN TORRENTE CON DIVERSAS SUERTES Y LAS FIERAS EN UN PRADO ENTRE LOS 
ALUMNOS -PREPARATIVOS EN TURIN PARA EL MATRIMONIO DEL PRINCIPE HUMBERTO -DON JUAN B. FRANCESIA 
COMUNICA ESTO AL CABALLERO: LOS TRABAJOS DE LA IGLESIA AVANZAN -LA BODA DEL PRINCIPE HEREDERO: 
EXPOSICION DE LA SABANA SANTA; FIESTAS POPULARES -EL SECRETO DE CONFESION -UNA DAMA, CORTESANA 
DE LA REINA DE PORTUGAL, VISITA A DON BOSCO, QUIEN LE REGALA UNA ESTAMPITA: LA REINA DESEA OTRA 
SEMEJANTE -UNA CARTITA DE DICHA DAMA RECOMENDANDO A DON BOSCO UNA SEÑORA PORTUGUESA 
ENFERMA -BUENAS NOCHES DE DON BOSCO: COMO CELEBRAR EL MES DE MAYO; INVITA A LOS MUCHACHOS A 
CONTARSE MUTUAMENTE HECHOS EDIFICANTES O MILAGROS DE LA VIRGEN; LAS COMUNIONES Y LAS 
FLORECILLAS -SU CARTA A LA CONDESA CALLORI: LE ENVIA EL CATOLICO INSTRUIDO Y DOS ESTAMPITAS; ((129)) 
CADA DIA DEL MES HARAN LA COMUNION POR ELLA CUATRO JOVENCITOS 

EL 10 de enero había escrito don Bosco a la Condesa Callori. 

«El pensamiento de un colegio para los estudiantes de filosofía, cuya necesidad parece tan grande, hemos de suspenderlo 
128 

Fin de Página 128 


VOLUMEN IX Página: 129 

por este año». Sin embargo tenía mucho interés por este proyecto, con el que soñaba hacía tiempo, y no dejaba de estudiar la manera de 
llevarlo a cabo. 

Dos insignes bienhechores le aseguraban su apoyo. La Condesa Callori estaba decidida a prestar su ayuda; y la señora Angela Chirio a 
regalar un edificio. Ya hacía meses que don Bosco había escrito un esquema de convenio, aprobado por la donante. 

PROYECTO PARA EL INSTITUTO CHIRIO 

La señora Angela Giaume, viuda de Chirio, deseando fundar una obra duradera, que pueda redundar a mayor gloria de Dios y bien de 
las almas, y que sirva, al mismo tiempo, de utilidad para su alma y de sufragio para el alma de su llorado esposo, libremente y de acuerdo 
con los deseos de su corazón, ha resuelto donar una casa de su propiedad, sita en la avenida de la Reina, valorada en cinco mil liras de 
renta anual, con las siguientes cláusulas: 

1.ª La donación de esta casa no tiene más condición que la de que el nuevo Instituto se llame Instituto Chirio, para recordar el nombre 
de la familia de su marido, tan de grato recuerdo. No pone más condiciones para evitar las dificultades y complicaciones que pudieran 
surgir ante las leyes civiles y especialmente ante la autoridad eclesiástica. 

2.ª Para que los alumnos puedan disponer de espacio suficiente para un patio de recreo y de gimnasia, dicha señora Chirio dará una 
parte del jardín posterior a la casa, pero en la medida y momento que estimare oportuno la señora donante. 

3.ª El donatario asume todos los gastos que sean necesarios para levantar, ampliar, adaptar locales y proveer de mobiliario; pagará los 
impuestos de toda clase y correrán a su cargo la manutención, uso y conservación del edificio. 

4.ª También serán de cuenta del donatario los gastos de alimentación, vestido y todo lo necesario para la buena marcha del Instituto, 
((130)) el mobiliario escolar, el sueldo del personal de servicio, tanto para la instalación del presente, como para el porvenir. 

5.ª El donatario proveerá y pagará al director, al ecónomo, a los maestros, a los asistentes y a todo el personal necesario para la buena 
organización y funcionamiento de un Instituto científico, como éste debe ser. 

6.ª Todos los requisitos a cumplir para la legalización del personal docente, las relaciones con las autoridades escolásticas, civiles y 
religiosas y los gastos anejos, serán a cargo de quien adquiere la donación. 

7.ª Aunque la piadosa donante no pretenda poner condición alguna, sin embargo, con el deseo de que el Instituto cumpla su finalidad, 
en el caso de que algún día el local cambiase de fin y no fuera destinado al bien de la juventud, entiende que su propiedad vuelva plena y 
absolutamente a la donante. En cuyo caso, sin embargo, no queriendo haya nada que resulte gravoso para otro, indemnizará al donatario 
de todos los gastos que a este fin hubiese hecho. 

8.ª La misma señora donante no entiende obligarse a gasto alguno que pueda ser necesario para la conservación de los locales y 
sostenimiento del Colegio; con todo, al hacer sus obras de caridad, procurará extenderlas también al nuevo Instituto que siempre 
considerará como obra suya propia. 
129 

Fin de Página 129 


VOLUMEN IX Página: 130 

9.ª Entiende también que los alumnos recen a perpetuidad, mañana y tarde, un padrenuestro, avemaría y gloria según su intención y 
celebren un modesto funeral, tanto en el día de la muerte de su marido, como aquél en el que, lo más tarde que a Dios plazca, fuese 
llamada la donante a la vida eterna para gozar del fruto de su caridad. 

En folio aparte añadió la eximia señora las siguientes condiciones. 

1.ª La nueva fundación se llamará Instituto Chirio, en recuerdo perenne de la querida memoria del marido difunto, y se pondrá bajo la 
especial protección de san Benito y de san Miguel Arcángel. 

2.ª La señora Angela Chirio pretende adquirir el derecho de presentar a su gusto cuatro jovencitos gratuitos en el nuevo Instituto o bien 
en el Oratorio de San Francisco de Sales. Estos jovencitos deben tener la edad y el grado de instrucción prescritos para ingresar, como 
aprendices o como estudiantes, y podrán permanecer internados hasta acabar el bachillerato, si son estudiantes, o hasta haber aprendido 
un oficio, si son aprendices. 

3.ª El derecho de presentación será ejercido por la misma señora Chirio durante su vida natural; después pasará al sacerdote Juan Bosco 
y a sus herederos. La elección deberá hacerse con preferencia entre sus parientes y, de no haberlos, serán ((131)) elegidos entre los más 
necesitaoos de Torre Pellice, puesto que ella pretende hacer un bien a su pueblo natal, al que siempre ha tenido gran afecto. 

4.ª El sacerdote Juan Bosco será, no obstante, el verdadero y absoluto dueño del Instituto y jamás estará obligado a dar cuenta a nadie 
en lo tocante a su administración, ni a la elección de los que hay que admitir y de todo lo relativo a este asunto. 

Entre tanto surgieron graves dificultades que habrían ocasionado largas demoras y daños al proyecto. En efecto, el 12 de abril escribía 
don Bosco con filial confianza a la condesa Callori y, entre otras cosas, le manifestaba un nuevo proyecto sobre el particular, hecho con 
el asentimiento de la señora Chirio. 

Benemérita señora Condesa: 

Hoy es Pascua y aprovecho un momento libre, después de las funciones sagradas, para ajustar mis cuentas con V. S. B. 

Veo que no puedo lograr la liquidación de cuentas, pero al menos suplicaré una benigna condonación, o bien otro remedio, que usted 
ciertamente no me querrá negar en estos días. 

1.° Perdón por la respuesta que debo y que he descuidado aun en cosas de interés. 

2.° Perdón por el retraso del libro, que finalmente se concluyó; se está encuadernando y tendrá un ejemplar cuanto antes. 

Cuando vea el volumen, se dará cuenta de que en verdad requería tiempo y paciencia. 

3.° Santa Paula se imprime con rapidez y, a medida que la piadosa literata nos manda el original, se entrega a los cajistas. 
130 

Fin de Página 130 


VOLUMEN IX Página: 131 

4.° Don Juan Cagliero trajo de su parte mil liras como un rasgo más de su acostumbrada caridad. A este respecto será bueno tenga la 
bondad de decirme si debo anotar esta cantidad entre las que prometió, o mejor dicho, me hizo abrigar esperanza para los dos ángeles a 
colocar sobre los campanarios, uno de los cuales ya está terminado y el otro en construcción; o bien para la otra finalidad del Liceo. 

5.° A propósito del mismo, me encuentro en el caso de efectuar una modificación. Hay una señora que daría un local cerca de la Gran 
Madre de Dios, pero está alquilado para varios años y había que dar una fuerte indemnización a los inquilinos, lo cual, unido al gasto de 
instalación, nos acarrearía un verdadero quebranto económico. 

Yo hubiera tomado la decisión de adaptar una parte del edficio, aquí cercano, y destinarle a esto. Disminuirían los gastos, el personal 
estaría en un momento allí y aquí, y todo se realizaría ante mis ojos. He hecho ya una prueba este año y tengo unos veinticinco filósofos 
que estudian y me dan gran satisfacción con su ((132)) conducta. Modificadas así las cosas, »no hacen cambiar el fin de su beneficencia y 
la voluntad de hacerla? 

6.° Dígame usted lo que quiere, como madre prudente a un hijo atolondrado; yo lo tomaré en buen sentido, más aún, pretendo que haga 
usted lo que pueda y quiera, con derecho a venir y dejarlo en suspenso cuando inesperadas razones así lo aconsejaren. 

En cuanto a la tardanza en los pagos, todo quedaría como ha escrito; es decir, en mayo, julio, noviembre y aún con otras variantes que 
los hicieran más cómodos. 

7.° El Obispo de Casale es afabilísimo con nuestras casas y nos hace todo el bien que puede; es ésta la mayor satisfacción que tengo en 
estos momentos. 

8.° Para darle una sencilla prueba de nuestro agradecimiento, el domingo in albis celebraré la santa misa y nuestros jovencitos harán su 
comunión con oraciones particulares según su pía intención. 

Dios bendiga a usted, benemérita señora Condesa, a toda su familia y, entre otras cosas, le conceda gracia y paciencia para leer esta 
pesada carta. Mientras, me encomiendo a la caridad de sus oraciones y me profeso con profunda gratitud. 

De V.S.B. 

Turin, 12 de abril de 1868. 

Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.


El día 13, lunes después de Pascua, fue don Bosco a Lanzo, a donde le había llegado una preciosa respuesta. 

Reverendo Señor: 

Las atentas felicitaciones que V. S. me ha presentado en nombre propio y en el de los muchos sacerdotes y clérigos del Oratorio de 
Valdocco, de San Luis, de Lanzo y de Mirabello, me resultaron agradabilísimas y me siento contento al dar a usted, y a todos por su 
medio, mis más sinceras gracias. Ruégole, de modo particular, se las presente a los clérigos del seminario menor de Mirabello, de donde 
llegóme también el último día del mes pasado una afectuosísima carta. Me encomiendo a las oraciones de todos para mejor poder 
corresponder a mis nuevos deberes y espero que no dejará de hacerlo su atenta caridad. 

Fin de Página 131 


VOLUMEN IX Página: 132 

Renovando, pues, mi agradecimiento con los sentimientos del más alto aprecio y de afecto verdadero, me honro al suscribirme, 

De usted, Rvmo. Señor, 

Roma. 13 de abril de 1868. 

Su atento y seguro servidor EUSTAQUIO GONELLA, Cardenal 

((133)) Don Bosco estaba en Lanzo para descansar un poco. Se encontraba muy quebrantado de salud y esto le impedía estar en 
comunicación directa con los muchachos. Por la noche no podía descansar, pues una serie ininterrumpida de sueños desde hacía unos 
diez días, no le daba punto de reposo. Se retiraba a las once de la noche con la esperanza de poder dormir profundamente después de una 
prolongada vigilia, pero de nada servía tal precaución. Uno de dichos sueños referíase al Colegio de Lanzo y lo contó al Director de dicho 
centro la mañana de su partida, que fue el día 17, encargándole que él, a su vez, lo contase a la comunidad. 

El Director le acompañó hasta Turín, pues tenía que ir a predicar ejercicios espirituales a Mirabello, y desde allí envió a sus alumnos la 
relación de cuanto don Bosco le había dicho: 

18 de abril de 1868 

Mis queridos hijos del Colegio de Lanzo: 

Por lo apresurado de mi marcha no me pude despedir de vosotros como hubiera sido mi deseo, pero os escribo desde Turín lo que me 
hubiera gustado deciros. Escuchadme, pues, con atención porque os habla el Señor por boca de don Bosco. 

La última noche que don Bosco estuvo en Lanzo pasé horas de verdadera inquietud durante el descanso. Vosotros sabéis que mi 
habitación está próxima a la suya; pues bien, dos veces me desperté sobresaltado sin saber el motivo; me parecía haber oído un grito 
prolongado que infundía pavor. Me senté en la cama, presté atención y me di cuenta de que aquel ruido procedía de la habitación de don 
Bosco. Por la mañana, pensando en lo que había oído, decidí hablar de ello a nuestro padre. 

-Es cierto, me respondió; esta noche he tenido unos sueños que me causaron profunda tristeza. 

Me pareció encontrarme a orillas de un torrente no muy ancho, pero sí de aguas turbias y espumosas. Todos los alumnos del Colegio de 
Lanzo me rodeaban e intentaban pasar a la orilla opuesta. 

Muchos tomaban carrerilla, saltaban y conseguían caer de pie en la parte seca de la otra orilla íqué magníficos gimnastas! Pero otros 
fracasaban: quién caía de pie al borde mismo del torrente y, perdiendo el equilibrio, se precipitaba de espaldas dentro del agua; quién caía 
con ruido en el centro del torrente y desaparecía; alguno se golpeaba en el pecho o en la cabeza contra las piedras que sobresalían de las 
aguas y se rompía el cráneo o le manaba sangre de la boca. 
132 

Fin de Página 132 


VOLUMEN IX Página: 133 

Don Bosco contemplaba esta dolorosa escena, gritaba y advertía a los muchachos que fuesen prudentes, pero todo era inútil. El torrente 
estaba sembrado de cuerpos que, precipitándose de catarata en catarata, terminaban por estrellarse contra una roca que se alzaba en un 
recodo del ((134)) río, donde el agua era más profunda, y ahí desaparecían tragados por un remolino. Abyssus abyssum invocat. (Un 
abismo llama a otro abismo). . 

íCuántos pobres hijos míos, que escuchan ahora la lectura de mi carta, se encuentran sumergidos en el agua con peligro de perderse 
para siempre! Pero »cómo jóvenes tan listos, tan alegres, tan valientes y decididos al saltar, fracasaban en su intento? 

Porque al hacerlo tenían detrás algún compañero mal intencionado que les echaba la zancadilla o les tiraba de la ropa, o, les daba un 
empujón con lo que, al perder el ímpetu, fallaban el salto. 

Y esos pobres desgraciados, pocos afortunadamente, que hacen el oficio del diablo y buscan la ruina de sus compañeros, también están 
escuchando en estos momentos la lectura de mi carta. Les diré a éstos las mismas palabras de don Bosco: »Por qué buscáis encender con 
vuestras malas conversaciones en el corazón de vuestros compañeros la llama de las pasiones que después los han de consumir 
eternamente? »Por qué enseñáis el mal a algunos que a lo mejor son todavía inocentes? »Por qué con vuestras burlas y con ciertos pactos 
hechos entre vosotros os apartáis de los santos Sacramentos negándoos a escuchar las palabras de quienes os quieren poner en el camino 
de la salvación? Lo único que conseguiréis es la maldición de Dios. Recordad las amenazas fulminadas por Jesucristo que tantas veces os 
he recordado. Mis queridos hijos, escuchad: también vosotros, los que sois causa del mal de los demás, sois mis queridos amigos. Incluso 
os aseguro que tenéis en mi corazón un puesto de preferencia, porque sois los más necesitados de ello. Dejad el pecado, salvad vuestra 
alma. Si yo supiera que uno de vosotros llegaría a perderse, no encontraría un momento de paz en todo el resto de mi vida. Pues mi único 
pensamiento es vuestra salvación, como el único afecto de mi corazón y el afán exclusivo de mis días, hacer de vosotros buenos 
cristianos. Ayudaros a ganar el Paraíso. Tengo la seguridad de que me escucharéis, »no es cierto? 

No es necesario que os explique el sueño. Ya lo habéis entendido. La orilla sobre la cual se encuentra don Bosco es la vida perdurable. 
La orilla opuesta la eternidad, el paraíso. El agua del torrente que envuelve y causa la muerte a los jóvenes, es el pecado que conduce al 
infierno. 

Don Bosco, pues, al contemplar semejante espectáculo, vencido por la angustia, gesticuló, gritó y, al fin, se despertó pensando para sí: 

-íOh! si pudiera avisar a algunos a los cuales conocí, ícuán de buena gana lo haría!, pero mañana tengo que marchar. 

Y diciendo estas palabras se volvió a dormir. 

Y le pareció encontrarse en un gran prado donde estabais todos vosotros, entretenidos en jugar y saltar; pero íqué horrible espectáculo! 
Por el mismo prado andaban y corrían animales feroces de toda clase, leones de ojos encendidos como brasas, tigres que afilaban sus 
garras en el suelo, lobos que rondaban taimados alrededor de los grupos de jóvenes, osos de aspecto repugnante que, sentados sobre las 
patas traseras, abrían las delanteras para abrazarlos. 

íQué terrible compañía la vuestra! Más aún. íQué inicuo proceder el de aquellos animales! 

((135)) Aquellas alimañas se arrojaban sobre vosotros furiosamente. Algunos estabais 
133 

Fin de Página 133 


VOLUMEN IX Página: 134 

tendidos en el suelo teniendo encima a aquellos monstruos, que con las uñas os arañaban y os destrozaban las carnes a mordiscos 
causándoos la muerte. Otros corrían desesperadamente perseguidos por tales alimañas y acudían a don Bosco en demanda de auxilio. 
Ante él las bestias feroces retrocedían. No faltaban quienes pretendían valerse por sí solos, pero no lo conseguían, pues la fuerza de los 
animales era enorme, y los despedazaban entre sus garras. Otros, mirad qué insensatos, en vez de huir se detenían a contemplar a aquellos 
monstruos y les sonreían, y hasta pretendían jugar con ellos, como si les gustara ser destrozados por los osos. El pobre don Bosco corría 
de un lado para otro, se esforzaba en llamar a unos y a otros para que se acercasen a él, gritaba hasta enronquecer. Pero en vano: mientras 
algunos le obedecían, otros no le hacían caso. 

El prado estaba sembrado de cadáveres de los pobres jovencitos, víctimas de aquellos animales, y de cuerpos heridos. Los gemidos de 
éstos, los rugidos y los gritos de los animales feroces, las voces que daba don Bosco, se mezclaban de una manera extraña. Y en medio de 
aquella tremenda barahúnda, don Bosco se despertó por segunda vez. 

Este fue el sueño y vosotros sabéis qué clase de sueños son los de don Bosco. Os podéis imaginar la angustia de mi corazón al escuchar 
semejante relato. Si antes sentía mucho separarme de vosotros, al escuchar este sueño, habría vuelto al instante sobre mis pasos, si la 
obediencia no me lo hubiese impedido. íSi no os quisiera tanto estaría más tranquilo! 

»Qué representan estos leones, tigres y osos? Son las diversas tentaciones del demonio. Algunos las vencen porque recurren al guía; 
otros terminan por ser víctimas de ellas, porque condescienden con las malignas sugestiones de Satanás; otros aman al demonio y al 
pecado y se ofrecen insensatamente como blanco de sus asaltos. íHijos míos! »Obraréis como valientes? »Recordaréis siempre que tenéis 
una alma que salvar? 

Don Bosco me dijo también: 

-Yo vi a todos esos jóvenes: íhe conocido a ciertos zorros! Pero conservaré el secreto para mí y a nadie lo manifestaré. La primera 
ocasión en que vuelva a Lanzo diré a cada uno lo que le interesa. Esta vez el dolor de muelas no me ha permitido hablar con todos: 
cuando vuelva otra vez amonestaré a los que deben ser amonestados. 

Por tanto, mis queridos hijos, yo nada sé porque don Bosco nada me ha dicho. Pero, si ahora no sé nada, llegará un día en que lo sabré. 
Este será el día del juicio. Será muy doloroso para mí después de haber trabajado tanto, después de haber consumido mi juventud en 
favor vuestro, después de haberos amado con todo mi corazón, tener que vivir, tal vez, separado de alguno de vosotros por toda la 
eternidad. Si ahora no comenzáis a amar al Señor, ciertamente que cuando seáis mayores no le amaréis: Adolescens iuxta viam suam, 
etiam cum senuerit, non recedet ab ea. (El adolescente que va por su camino, no se separa de él, en su ancianidad). 

Hijitos míos, no despreciéis mis palabras, que son las del querido don Bosco. Emplead los pocos días que dura la vida ganándoos el 
Paraíso. 

((136)) Rezad para que mis ejercicios resulten bien y las pláticas reporten mucho fruto. 

Vuestro afmo. en Jesucristo J. B. LEMOYNE, Pbro. 

Fin de Página 134 


VOLUMEN IX Página: 135 

Don Bosco volvía al Oratorio. En Turín andaban ocupados, Gobierno y Ayuntamiento, en la preparación de las fiestas para la boda de 

S. A. R. el príncipe Humberto, primogénito de S. M. el rey Víctor Manuel II, con S. A. R. la princesa Margarita, hija del difunto duque 
de Génova, hermano del mismo Rey. El 20 de abril llegó de Berlín, para asistir a la boda, el Príncipe heredero de Prusia. El mismo día 
vino de París el príncipe Napoleón, que había sido precedido por su esposa, la princesa Clotilde, y por la reina de Portugal, María Pía, 
hermanas ambas del esposo. 
Don Juan B. Francesia notificaba al Caballero estos preparativos y lo que acontecía en el Oratorio. 

Turín, 18 de abril de 1868 

Carísimo caballero Oreglia: 

Don Bosco ha estado bastante mal de salud durante los pasados días y fue a Lanzo para reponerse. El estado general de la casa no es 
malo, sino al contrario, bueno; hay algunos con mal a los ojos, et hic finis (y es todo). Ayer llegó Su Majestad María Pía de Portugal, que 
fue recibida con bastante frialdad por la población... 

El trabajo para el librito sobre María Auxiliadora ya está compuesto, aunque todavía no se ha empezado a imprimir. íCuántas 
complicaciones! íCuántos revisores eclesiásticos lentos, lentísimos, pese a haber sido revisado el trabajo precisamente por monseñor 
Galletti! 

Los trabajos de la iglesia marchan bien. El pavimento del presbiterio ha resultado precioso y ya está acabado. Esta semana se colocan 
los dos altares laterales y dentro del mes se podrán poner en su sitio algunos confesonarios... 

No he vuelto a ver al marqués Villarios que seguramente se ha marchado. 

FRANCESIA, Pbro. 

El 19 de abril comenzaron los festejos principescos con una representación de gala benéfica en un teatro. El 21 se firmó el ((137)) 
contrato nupcial, con asistencia de príncipes extranjeros, cuerpo diplomático y grandes dignatarios del Estado y de la Corte. El 22 se 
celebró, primero, el matrimonio civil en el gran salón regio, y después el matrimonio eclesiástico en la catedral, por el Arzobispo de 
Turín, asistido por el de Milán y los Obispos de Udine, Mantua y Savona. El Arzobispo había logrado, aunque con dificultades, que se 
mostrara al pueblo la Sábana Santa con toda la antigua solemnidad, invitando a los obispos del Piamonte y dando ocasión a los fieles para 
acudir a Venerarla, dejándola expuesta durante tres días en la Catedral. También fueron llevados hasta allí los alumnos del Oratorio. 
135 

Fin de Página 135 


VOLUMEN IX Página: 136 

Al mismo tiempo se divertían los ciudadanos con carreras de caballos, conciertos musicales ante el palacio real, torneos, tómbolas 
populares, espléndidas iluminaciones y resplandecientes fuegos artificiales en la plaza de armas. Las novedades de estos espectáculos se 
comentaban en el Oratorio y daban ocasión a don Bosco para mostrar una vez más su ejemplar prudencia. Un distinguido eclesiástico, 
alumno entonces del Oratorio, así lo atestigua bajo juramento: 

«El año 1868, en la época del matrimonio del príncipe heredero Humberto de Saboya, yo, con otros dos compañeros, burlando la 
vigilancia de los superiores, salimos del Oratorio a altas horas de la noche para contemplar la iluminación de la ciudad. Uno de mis 
compañeros dormía encima de la sacristía de la antigua iglesia y tenía una ventana que daba a la parte de atrás del patio. Atravesando la 
reja estropeada de esta ventana, pudimos descolgarnos y fugarnos. El sábado siguiente, al confesarme con don Bosco, le expuse con 
ingenuidad mi falta, con todas sus circunstancias. El se limitó a una buena reprimenda, haciéndome comprender el mal que había 
cometido con aquella grave desobediencia, y añadió al final: 

»-íPiensa un poco en el peligro a que te expusiste...! Si los superiores llegaran a saberlo, serías expulsado. 

»Mas jamás se sirvió de lo que había sabido en confesión a este respecto. Mi compañero siguió durmiendo en el mismo sitio; la verja de 
la ((138)) ventana siguió siempre como estaba y yo no recibí más riñas. 

»íPero la falta tampoco se volvió a repetir! Tal era la persuasión que los jóvenes tenían de su prudencia y de su delicadeza en todo 
cuanto se refería a la confesión, que con plena confianza confesábanle a él los secretos de sus faltas, antes que a otros». 

Aún no se habían terminado las fiestas oficiales, cuando se presentó a don Bosco doña Eugenia Telles de Gama, dama de la Corte de Su 
Majestad la Reina de Portugal, deseosa de conocer al sacerdote de quien tanto había oído hablar en su patria. Se entretuvo largo tiempo 
con él y, de vuelta en el palacio real, mostró a la Reina la estampita de la Virgen que le había regalado el siervo de Dios y le habló de él 
con el mismo entusiasmo que se habla de un santo. María Pía contempló con todo respeto la estampa y exclamó: -íQué suerte! íSi yo 
tuviera valor para pasar por encima de las normas de la Corte, también quisiera ir a ver a don Bosco y pedirle una estampa! 

Antes de salir de Turín, aquella dama mandó a don Bosco su tarjeta de visita con el siguiente escrito en francés: «No tengo tiempo para 
escribirle con tranquilidad, pero su bondad es tan grande, que 
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Fin de Página 136 


VOLUMEN IX Página: 137 

me tomo la libertad de enviarle esta tarjetita y pedirle un gran favor. 
Estoy segura de que la dama enferma, de quien le hablé, se sentiría feliz si usted le regalara una estampa con una inscripción, como ha 
hecho conmigo. Su dirección es: Señora condesa de Murca, vía Formosa, 139, Lisboa (Portugal). Si prefiriera dirigírmela a mí, al Palacio 
Real de Turín, es necesario que la reciba antes del viernes, porque, según creo, saldremos el 26 a las cuatro y media de la mañana. Mil 
gracias por todo». 

Acabadas las clamorosas fiestas de la ciudad, don Bosco disponía los ánimos de sus alumnos para las grandes fiestas religiosas que 
preparaba para María Auxiliadora. 

El 29 de abril, por la noche, decía bajo los pórticos: 

((139)) «Mañana por la tarde empieza el mes de mayo, dedicado a María. Durante este mes, procure cada uno contar a sus compañeros 
un ejemplo; si es de la Virgen, mejor; si no se sabe uno sobre Ella, cuéntese otro que estimule al bien; si no se recuerda ninguno, pídase a 
un compañero que lo cuente él y, si el compañero dijese que no recuerda ninguno, entonces se le pregunte: -»Qué flor dieron para hoy? 
»La has cumplido ya? 

»Y todos reciban la comunión, si les es posible; si no, hagan por lo menos una comunión espiritual, porque al Señor también le agrada 
mucho. Pero desearía que, quien recibe la comunión por la mañana, no ande disipado durante el día. Como veis, no os pido cosas 
difíciles. Haga cada uno lo que pueda para cumplir con diligencia sus deberes en el estudio y en la piedad. Y cumpla también las 
florecillas que cada noche se os den». 

Al mismo tiempo enviaba a la condesa Callori uno de los primeros ejemplares del Católico Instruido. 

Benemérita señora Condesa: 

He aquí el libro; perdone el retraso. Reciba también la carta con una estampita del Niño Jesús. La otra estampita es para la señorita 
Gloria, a quien saludará de mi parte. 

Animo, señora Condesa. Durante todo el mes de María tendré un memento especial por usted en la santa misa y cuatro muchachos 
harán alternativamente cuatro comuniones cada mañana. 

Mucha fe y esperanza. 

Dios bendiga a usted, a su marido y a toda la familia; ruegue por mí que soy en el Señor. 

Turín, 30 de abril de 1868. 

Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.


Fin de Página 137 


VOLUMEN IX Página: 138 

((140)) 

CAPITULO XIII 

DON BOSCO SIGUE PIDIENDO A LOS OBISPOS CARTAS COMENDATICIAS PARA LA PIA SOCIEDAD -ESCRIBE POR 
DOS VECES AL OBISPO DE IVREA, PERO NO OBTIENE CONTESTACION -RECIBE LAS COMENDATICIAS DE LOS 
OBISPOS DE PARMA, NOVARA, REGGIO EMILIA, MONDOVI Y ALESSANDRIA; DEL ARZOBISPO DE LUCCA, CON UNA 
CARTA DE AGRADECIMIENTO POR LAS NOTICIAS QUE DON BOSCO LE HABIA DADO DE TRES JOVENES DE LUCCA 
ALUMNOS SUYOS; DEL CARDENAL ARZOBISPO DE FERMO Y DEL VICARIO CAPITULAR DE SUSA; DEL OBISPO DE 
GUASTALLA Y DEL DE ALBENGA -DON BOSCO HACE SACAR COPIA DEL DECRETO DE MONSEÑOR FRANSONI, EN 
EL QUE LE NOMBRA DIRECTOR ESPIRITUAL DE LOS TRES ORATORIOS FESTIVOS DE TURIN 

DON Bosco continuó durante el mes de abril solicitando las cartas comendaticias episcopales para la aprobación de la Pía Sociedad. 

Con tal propósito escribió también a monseñor Moreno, Obispo de Ivrea, testimoniándole su aprecio y respeto e intentando 
reconciliarlo con el Oratorio. 

Excelencia Reverendísima: 

Ruego a V. E. Rvma. olvide por un momento disgustos pasados, ocasionados por motivos materiales, y atienda mi petición, si lo cree 
útil para la mayor gloria de Dios. 

Se trata del mismo asunto del que en algún tiempo he hablado con V. E. y le mando copia de las materias principales para que vea el 
motivo por el que le escribo. La Sociedad de San Francisco de Sales ya ha sido alabada por la Santa Sede y ahora me ayudaría muchísimo 
una carta comendaticia de los Obispos de nuestra Provincia Eclesiástica, en la que cada uno escribiese lo que juzga más recomendable, 
((141)) a fin de que se obtenga la aprobación definitiva. Por eso, con todo respeto, calurosamente ruego a V. E. que, como favor especial, 
quiera unir también su carta comendaticia para enviarla a la Congregación de Obispos y Regulares. 

Si por cualquier motivo de prudencia, que siempre respetaré, no juzgase oportuno condescender a mi petición, le rogaría solamente 
tuviese conmigo la cortesía de hacerme escribir, a su comodidad, una palabra para mi norma. 
138 

Fin de Página 138 


VOLUMEN IX Página: 139 

Lo mismo que en el pasado, no dejaré en lo venidero de rogar al Señor le dé salud y vida feliz ad multos annos, mientras con el más 
profundo agradecimiento me cabe el honor de profesarme, 

De V. E. Rvma. 

Turín, 15 de abril de 1868. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Pasado un mes, y no habiendo tenido respuesta alguna, el Venerable renovó sus instancias al Obispo de Ivrea. 

Excelencia Reverendísima: 

Hace algún tiempo dirigí a V. E. Rvma. una carta que, entre otras cosas, contenía una petición en favor de una Sociedad religiosa bajo 
el título de San Francisco de Sales. Ahora, teniendo que empezar a dar los primeros pasos para tal fin, ruégole respetuosamente me haga 
escribir una sola palabra sobre el particular, únicamente para mi norma; esto es, si debo esperar todavía o, si por razonables motivos 
suyos, piensa no hacerlo. 

Como quiera que sea, ruégole tenga a bien aceptar los augurios de todas las bendiciones celestiales y créame con la mayor veneración 
de V. E. Rvma. 

Turín, 28 de mayo de 1868. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

También esta carta quedó sin respuesta. Aquel silencio debió ser doloroso para don Bosco; pero los otros obispos seguían consolándole 
y animándole al enviarle magníficas cartas comendaticias, que a continuación referimos, por orden de fecha. 

Primero la del Obispo de Parma: 

((142)) Fr. FELIX CANTIMORRI, ((142)) Fray FELIX CANTIMORRI, de la 
ordinis capuccinorum, SS. D. N. Orden de los Capuchinos, prelado 
Pii PP. IX praelatus domesticus doméstico y asistente al solio 
ac pontificio solio assistens, pontificio de S. S. N. Señor Pío IX, 
Dei et Apostolicae Sedis gratia por la gracia de Dios y de la Sede 
Episcopus Parmae et comes, Apostólica Obispo y conde de Parma, e 
eidemque Sanctae Sedi immediate inmediatamente sujeto a la misma Santa 
subiectus, S. A.I. ORD. Sede, prior mayor de S. A. I. de la 
Constantiniani S. Georgii Magnus orden Constantiniana de San Jorge. 
Prior. 

Sacrosancta Ecclesia, Quam La Iglesia Sacrosanta, que Nuestro 
Dominus Noster Iesus Christus Señor Jesucristo adquirió con su 

sibi acquisivit sanguine suo, sangre, es el cuerpo místico, en el 
est illud mysticum corpus, que el mismo 
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Fin de Página 139 


VOLUMEN IX Página: 140 

in quod, omnibus gratiarum ac Divino Redentor, constituido por 

virtutum thesauris, perenniter el Padre como cabeza, influye 

influit Divinus ipse Redemptor, perennemente con todos los 

constitutus a Patre eiusdem Caput, tesoros de gracias y virtudes 

ut de plenitudine eius omnes para que todos reciban de su 

accipiant, estque ager uberrimus plenitud, y es campo ubérrimo 

ad quodlibet pretiosum semen aptísimo para recibir cualquier 

recipiendum maxime aptus, ubi preciosa simiente, donde crecen 

germinant flores et fructus flores y frutos gratísimos a Dios 

ingenita suavitate Deo et y a los hombres por su singular 

hominibus gratissimi. suavidad. 
In hoc vastissimo campo, El Espíritu Paráclito siembra 

Spiritus Paraclitus, cuius en este vastísimo campo, cuya 

custodiae ac gubernationi illum custodia gobierno le entregó 

tradidit Jesus, novos fructus, Jesús, frutos nuevos y nuevas 

novosque flores serit, atque flores, y cultiva según los 

educat, iuxta temporum, ut ita tiempos, por así decir, diversas 

dicam, varietates: hoc est iuxta variedades: esto es, de acuerdo 

varias humanae Societatis con las diversas condiciones de 

conditiones, quae in diuturno la sociedad humana que con el 

saeculorum ausu, in bonas vel continuo crecer de los siglos, se 

malas vicissim immutantur. Dominus convierten, según los casos, en 

iste Spiritus, variis Ecclesiae buenas o malas. 

saeculis viros suscitavit zelo ac Este Espíritu Santo suscitó, a 

virtutibus praecellentes, qui ad se través de los siglos de la 

innumeros pertraxerunt asseclas, et Iglesia, varones eminentes por su 

strenua ex iis composita phalange, celo y virtudes, que ganaron 

ita eos consociato foedere sibi inmemorables secuaces y formaron 

devinxerunt, ut semper Ecclesiae in con ellos esforzada falange, y de 

variis necessitatibus laboranti tal modo los unieron a sí con 

succurrerent, nunc profligando íntima alianza, que siempre 

perduelles hereticos, nunc redimendo socorrieran a la Iglesia que 

captivos; modo paternis curis et pasaba por diversas necesidades, 

officiis orphanos sublevando, modo ya desbaratando a herejes 

vero iuvenes erudiendo, et nobiliores enemigos, ya redimiendo cautivos; 

conditionis in collegiis, vel tenuis ora apoyando a los huérfanos con 

fortunae pueros in popularibus scholis cuidados y servicios paternos, 

instruendo. ora enseñando en colegios a los jóvenes de más noble condición o 

instruyendo en escuelas populares a los niños más necesitados. 

Hoc saeculo sub variis civilis La impiedad, fuera de sí en grado 
regiminis moderatoribus longe lateque sumo y ampliamente, se atrevió en 
furens impietas, ausa est contra este siglo, al amparo de diversos 
Regulares ordines arcum tendere, ac dirigentes del régimen civil, a 
telo emisso, ipsis infigere aculeum, tender el arco contra las órdenes 
eorumque iuribus civilibus bene valere regulares y, lanzada la flecha, 
iussis, omnibus bonis suis expoliavit clavarles el aguijón y, 
ac adminicula eripuit, quibus pia prevaliéndose de sus derechos 
eorum congregatio et venerabilis civiles, les expolió de todos sus 
coetus servaretur. Contra hosce bienes y arrebató los apoyos con 
satanicos impetus passim ubique que conservar su pía congregación 
erumpentes, Spiritus Sanctus novos y venerable celo. El Espíritu 
ordines excitavit, qui sanctae vitae Santo suscitó contra estos 
regulis optime constitutis, exigunt, satánicos movimientos, violenta y 
ut quilibet suorum membrorum desordenadamente manifestados por 
semetipsum propria expoliet bonorum todas partes, nuevas órdenes, que 
administratione, et ita muy bien organizadas con reglas de una vida santa, exigen que 
cada uno de 

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VOLUMEN IX Página: 140 

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a se abiiciat temporalium bonorum sus miembros se libere a sí mismo de 
sollicitudinem, ut eam totaliter la propia administración y de tal 
transferat in Superiores personam; forma abandone todo cuidado de los 
simulque ex alio capite cuilibet bienes temporales, que la transfiera 
gregali suo ius proprietatis totalmente a la persona del Superior; 
relinquant in faciem civilis y al mismo tiempo, dejen por otra 
auctoritatis et hoc modo vindicant parte a otro compañero suyo el 
Instituto bonorum temporalium derecho de propiedad de cara a la 
possessionem, quae ad religiosam autoridad civil y de este modo 
Societatem, cui feliciter nomen otorgan al Instituto la posesión de 
dederunt, valeat sustentadam. los bienes temporales, que sirve para 

abastecer a la sociedad religiosa a 

Porro inter eiusmodi Instituta Finalmente, figura principalmente 
praecipue recensetur illud quod entre estos Institutos el 
noviter fundavit Augustae recientemente fundado en Turín, con 
Taurinorum, sub titulo Societatis el título de Sociedad de San 

S. Francisci Salesii, spectabilis Francisco de Sales, por el conocido 
Sacerdos Ioannes Bosco. Hoc in sacerdote Juan Bosco. Este, en el 
Cap. 4 suarum Constitutionum, capítulo cuarto de sus Constituciones 
membrasua propriorum bonorum libra a sus miembros de la 
administra ((143)) tione exuit, administración de los propios bienes 
eaque privat peculiari usu, sive ((143)) y les priva de su uso 
pecuniae, sive aliarum mobilium particular, ya sea dinero, ya sean 
rerum, sed ipsis ius proprietatis bienes muebles, pero les deja el 
integrum relinquit, quod provide derecho íntegro de propiedad, que 
inservit ad ea bona conservanda previsoramente sirve para conservar 
in utilitatem et commodum esos bienes en provecho y comodidad 
possidentis, et ad ea sarta del posesor y guardarlos en buen 
tectaque tuenda adversus leges estado frente a las leyes civiles. 
civiles. 
Hisce attentis inauditae ac novae Vistos estos preclaros ejemplos de 
virtutis praeclaris exemplis, quum inaudita y nueva virtud, sabiendo 
praeterea compertum sit nobis, además ciertamente que la Santa Sede 
Sanctam Apostolicam Sedem, ad quam Apostólica, a quien únicamente 
unice spectat religiosorum ordinum corresponde la aprobación de las 
approbatio, praefatam Institutionem órdenes religiosas, ha recomendado 
amplissimis verbis commendasse, dicha institución con generosas 
Decreto diei 23 iulii anno 1864, palabras, por decreto del 23 de julio 
votis plurium Sacrorum Antistitum de 1864, uniendo nuestros votos a los 
vota nostra coniungendo, audemus de muchos sagrados obispos, nos 
enixas et humillimas preces atrevemos a presentar nuestras 
porrigere Sanctissimo Domino Nostro humildes preces a Nuestro Santísimo 
Pio IX, ut pro sua benignitate, Señor Pío IX,para que benignamente se 
firmitatem ac stabilitatem huic digne conceder firmeza y estabilidad 
Societati a S. Francisco Salesio a esta Sociedad, llamada de San 
dictae tribuere dignetur, eam Francisco de Sales, aprobándola 
solemniter approbando: qua solemnemente: para que, apoyada con 
approbatione suffulta, in tam esta aprobación en medio de tan 
luctuosa antiquorum Ordinum lamentable dispersión de las 
dispersione,possit ipsis succedere órdenes antiguas, pueda sucederlas 
ad bonum spirituale in fideli para promover el bien espiritual en 
populo promovendum, Parochos el pueblo fiel, ayudando a los 
adiuvando in salutari eorum párrocos en su ministerio salvador, 
ministerio, iuventutem maxime enseñando rectamente a la juventud, 
inopem ad cultutm ingenii et principalmente 
ad studium pietatis 

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la que felizmente dieron su nombre. 

141



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recte informando, eamque sibi pobre, el cultivo del ingenio y el 
relictam et in via pereuntem, ad estudio de la piedad, llamando a sí 
se convocando, eiusque duris a la abandonada y en peligro, y 
necessitatibus etiam temporalibus proveyendo a sus duras necesidades 
subsidiis providendo. Quod quidem aun con subsidios materiales. Lo 
nobis constat de nonnullis cual ciertamente nos consta sobre 
adolescentulis pauperibus huius algunos adolescentes pobres de esta 
Instituto per summam charitatem nuestra diócesis que han sido 
providentissime excepti sunt, acogidos providencialmente en dicho 
simulque ad honestam vitae Instituto con suma caridad, y 
professionem et ad Christianam elevados y educados en una honesta 
virtutem alti ac enutriti. profesión de fe y de vida cristiana. 

Datum Parmae, die 9 aprilis 1868. Dado en Parma, a 9 de abril de 1868. 

» Fr. FELIX Episc. » Fr. FELIX, Obispo 

El obispo de Novara: 

JACOBUS PHILIPPUS GENTILE, SANTIAGO FELIPE GENTILE, patricio 
patritius genuensis, Dei et genovés, por la gracia de Dios y 
Apostolicae Sedis gratia, de la Sede Apostólica obispo de 
Episcopus Novariensis, SS. Novara, prelado doméstico de S. 

D. N. Pii IX P. M. Praelatus S. N. S. Pío IX P. M. y asistente 
domesticus et solio pontificio al solio pontificio, limosnero de 
assistens, regis nostri nuestro muy augusto Rey, príncipe 
augustissimi ab eleemosynis, de San Julio, de Horta y Vespolato, 
princeps S.Iulii, Hortae et caballero condecorado con las 
Vespolati, eques maioribus grandes cruces de San Mauricio y 
insignibus SS. Mauritii et San Lázaro. 
Lazari decoratus. 
Beatissime Pater, Beatísimo Padre: 

In tanta rerum calamitate, En medio de tan grandes 
quae ubique locorum disperdit calamidades, como por todas partes 
lapides Sanctuarii, Sacra Ephebe destruyen las piedras del santuario, 
clauduntur, omnibus demum datur cierran los colegios religiosos y 
pessum, quae ad virtutem et ad finalmente derriban todo lo que 
Religionem faciunt, nihil potius, sirve para la virtud y la religión, 
nihil optatius esse debet, quam ut nada mejor, nada más deseable, que 
illud contingat, quod nonnunquam lo que a veces oímos realizado por 
summa Dei misericordia factitatum la infinita misericordia de Dios, a 
vidimus, nempe ut aliquis exurgat, saber, que surja alguien que recoja 
qui veluti naufragii colligat las piedras dispersadas por el 
lapides disiectos. naufragio. 

Iam vero quae mens et quis Ya llegó a tus oídos, Beatísimo 
animus sit Theologi Bosco Padre, el espíritu y el ánimo del 
Taurinensis Tibi, B. P., ad aures teólogo Bosco de Turín, que muy bien 
sane est perlatum, quinimo probe conociste ((144)) pues tan finamente 
novisti ((144)) cum tam humaniter le has exhortado. Muchos jóvenes de 
eum es allocutus. Ex hac Dioecesi esta diócesis acudieron a él con 
saepe multi iuvenes sese ad eum frecuencia y él se convirtió en su 

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VOLUMEN IX Página: 142 

contulerunt, et Ipse illis extitit Padre y los elevó con su doctrina y 
ceu Pater, eosque auxit doctrina virtud y con las demás artes 
et virtute, ceterisque 

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artibus quae dignum efficiunt que dignifican al sacerdote o al 
Sacerdotem, aut Civem, qui ciudadano, para que en cualquier 
quavis rerum et temporum dificultad de cosas y tiempos no 
acerbitate a Christiana se aparten de la profesión 
professione non abhorreat. Quae cristiana. Lo cual hace tiempo 
res iamdudum mihi iniecit infundió en mí el deseo de que,si 
desiderium, ut hic, si fieri fuera posible, se erigiese aquí, 
possit, nova erigatur domus, et más cerca, una nueva casa para 
hac de re iam cum Theologo egi, que se desarrollen y perciban en 
ut ex fonte Taurinensi rivulus esta diócesis sus muchos frutos. 
deducatur, qui propius hic fluat, Lo cual, si un día me tocare en 
et plures in hac Dioecesi hauriant suerte, lo consideraré como un 
haustus. Quod si mihi olim suceso excelente. Ahora, sin 
contingerit, praeclare actum putabo. embargo, en lo único que puedo, 
Nunc tamen, quod unum queo, tanto me adhiero a tan gran varón, y 
viro adhaereo, eoque flagitante, a pidiendo con él insistentemente 
Te, Pater Sancte, qui vere es Pastor a Tí, Padre Santo, que eres 
bonus, enixis precibus deprecor, verdaderamente Pastor bueno, con 
licet omnibus Viris Ordinis mei esforzadas preces suplico, aunque 
Minimus, ut ejus sententia Tui sit el menor de todos los varones de 
compos voti. Deus, cuius manus non mi orden, que su idea merezca tu 
deficit, et ignem Charitatis in terras voto. Dios, cuya mano no falta y 
detulit, mentem acuit Theologi Bosco, trae a la tierra el fuego de la 
et eum, in re veluti conclamata, caridad, estimuló la mente del 
inflammavit, ut juvenum praeat teólogo Bosco y le inflamó, en 
cohorti, qui ad bonos mores et ad un asunto tan trascendental, 
Sanctuarium aluntur id temporis quum para que presida una multitud 
Viae Sion lugent. Quare humillimas de jóvenes, educados en las 
preces Sanctitati Tuae interum buenas costumbres y enviados al 
admoveo, ut precanti morem geras. Tuo Santuario en esta época, cuando 
enim numine Tuaque auctoritate están de luto los caminos de Sión 
suffultus illud, perfociet, uti reor, Por ello presento de nuevo a Su 
quod olim Ecclesiae Sanctae, cuius Tu, santidad las más humildes preces, 
Beatissime Pater, clavim geris, para que complazcas al que 
utilitati erit et decori pergrandi. implora. Sostenido por tu 

Ante te provolutus humiliter consentimiento y tu autoridad 

Sanctissimos deosculor Pedes, cumplirá, según creo, lo que un 
día será de utilidad y gran 
decoro para la Santa Iglesia, 
cuyas llaves tienes Tú, Beatísimo 
Padre. 

Humildemente postrado ante ti, beso los santísimos pies. 

Dabam, die solemni Paschatis, anno En la solemnidad de la Pascua, 1868, del año 1868. 

» Iac. PHILIPPUS GENTILE »SANTIAGO FELIPE GENTILE
Ep. Novariensis Obispo de Novara


El Obispo de Reggio Emilia escribía: 

CAROLUS MACCHI, Dei et Apostolicae CARLOS MACCHI, por la gracia 
Sedis gratia, episcopus Regii et de Dios y de la Sede Apostólica. 
princeps, SS. D. N. Papae Pii IX Obispo y principe de Reggio, 
Praelatus Domesticus et pontificio Prelado Doméstico de S.S.N. 
solio assistens. Señor y Papa Pío IX y 

Fin de Página 143 


VOLUMEN IX Página: 143 

asistente al Solio Pontificio. 

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VOLUMEN IX Página: 144 

In nomine Domini Jesu Christi En el nombre de Jesucristo 
Salvatoris Nostri ad peculiarem Nuestro Señor y Salvador, aunque 
Eius gregis partem pascendum indignamente elegidos para 
quamvis indigne electi, recte apacentar una parte especial de 
intelleximus, Nostri esse muneris su grey,rectamente entendimos que 
omnia ad omnes fieri, ut omne toca a nuestro cargo hacernos todo 
Christi lucri faceremus. Sed a todos, para convertirlo todo en 
praecipue in tanta temporum ganancia de Cristo. Pero 
iniquitate et pravorum hominum principalmente, en medio de tan 
pessima insolentia, Nobis cordi gran iniquidad de los tiempos y de 
fuit quomodo juventuti providere la pésima insolencia de los 
possemus. Ista enim quum in quadam hombres depravados, pusimos el 
scandalorum atmosphera se habeat, mayor empeño en ver cómo podíamos 
in maximo aeternae salutis periculo atender a la juventud. Dado que 
versatur, Nobisque mentem ésta se encuentra en una pésima 
intendentibus ad ea comparanda, atmósfera de escándalos, que se 
quae juventuti prodesse poterint, halla en gravísimo peligro de su 
perjucundum fuit cognoscere quanta eterna salvación, y poniendo 
sapientia a Joanne Bosco Taurinensis nuestra atención para enfrentarnos 
Dioeceseos Sacerdote inita fueris a eso,en lo que pudiera aprovechar 
quaedam clericorum et laicorum a la juventud, nos resultó muy 
Societas, cuius officium juvenibus agradable conocer con cuánta 
praesertim omnimode auxilium praebere. sabiduría ha sido emprendida por 
Per eam vocationes aluntur ad el sacerdote Juan Bosco, de la 
Sacerdotale ministerirum, et hoc diócesis de Turín, cierta 
maxime opportunum nunc temporis, Sociedad de sacerdotes y laicos, 
((145)) dum scientiarum ac litterarum cuya finalidad es prestar 
disciplinae a plerisque ita traduntur particularmente a los jóvenes 
ut iuvenes a tali sublimi vocatione toda suerte de auxilio. En ella se 
arceantur.Per eam iuvenes bonis imbuti promueven las vocaciones para el 
moribus et zelo Catholicae Fidei ministerio sacerdotal, lo cual 
repleti instituuntur, in iuvamen resulta muy oportuno ahora en 
Societatis nostrae quae maximo estos tiempos ((145)) en los que 
infirmitatis et vilitatis morbo la disciplina de las ciencias y 
laborat; per eam typis editae et las letras de tal modo es 
evulgatae optimae quaeque et perutiles traicionada por algunos que los 
lucubrationes quae Catholicae Fidei et jóvenes son apartados de tan 
Christianae virtutis amoren in omnium sublime vocación. Por su medio los 
animos ingerunt.Talem autem Societatem jóvenes, imbuidos de buenas 
nemo inficiabitur omnem ostendere spem costumbres y llenos de celo por la 
optimi fructus, quum sapienter et fe católica, se disponen a ayudar 
diligenter redactae fuerint leges a nuestra sociedad que padece de 
quibus regatur. Tantam porro in illis grave enfermedad de debilidad y 
opportunitatem cognovit omnium envilecimiento; por medio de ella, 
fidelium in terris Pastor S. Pontifex ediciones y publicaciones óptimas 
Papa Pius IX ut amplissimis verbis y también utilísimos trabajos 
Societatem de qua loquimur,laudaverit infunden amor a la fe católica y 
et commendaverit, sicut constat ex a la virtud cristiana en el ánimo 
Decreto Sacrae Congregationis de todos. Nadie negará que esta 
Episcoporum et Regularium die 23 Sociedad presenta toda esperanza 
iulii 1864. de óptimo fruto, una vez que se 

redacten sapiente y diligentemente las reglas por las que ha de 

regirse. El Sumo Pontífice Papa Pío IX, Pastor de todos los fieles en la tierra, reconoció 
finalmente en ellos tan gran oportunidad que, con magníficas palabras, alabó y 
encomendó la Sociedad de que tratamos, 
144 

Fin de Página 144 


VOLUMEN IX Página: 145 

Quum vero optandum sit ut in según consta por decreto de la 
ipsa Societate unitas servetur Sagrada Congregación de Obispos y 
spiritus et disciplinae et maius Regulares del 23 de julio de 1864. 
per ipsam evadat in dies bonum Siendo de desear que en dicha 
animarum, idcirco precibus Sociedad se conserve la unidad de 
praestantissimorum in Episcopatu espíritu y de disciplina,y que por 
Confratrum, etiam nostras addere su medio aumente de día en día el 
duximus, ut Sanctitas Sua dignetur bien de las almas, dispusimos por Constitutionibus Societatis huius esto añadir nuestras preces a 
las 
adprobationem et sanctionem praebere. de eminentes hermanos en el 

Utinam possimus et nos deinde talis Episcopado, para que Su Santidad Societatis a Sancta Sede adprobatae se digne aprobar y 
sancionar las 
in Nostra Dioecesi uberrimos experiri Constituciones de esta Sociedad. 
fructus! et per eam iuvenes praesertim íOjalá podamos después nosotros 
quae Nostram incolunt Regiensem experimentar en nuestra diócesis 
Civitatem, ad illud pietatis et los ubérrimos frutos de tal 
virtutis gradum ducerentur per quod Sociedad, aprobada por la Santa 
ad coelestia erigerentur. Sede! Y por su medio sean 

Talia a Domino Nostro Iesu Christo, conducidos principalmente los 
qui parvulis, quos ad se venire jóvenes que habitan en nuestra 
cupiebat, benedictionem suam ciudad de Reggio, a aquel grado de 
impertitus est, petimus, quam etiam piedad y de virtud que les 
benedictionem ex toto animo super dispongan a subir al cielo. 
Societatem istam et eius Superiorem Esto pedimos por Nuestro Señor 
Sacerdotem Ioannem Bosco ab Ipso Jesucristo, que impartió su 
enixis precibus semper orabimus. bendición a los niños que deseaba 

tener a su lado, bendición que
siempre pediremos con ardientes
preces y con toda nuestra alma en
favor de esta Sociedad y de su
Superior el sacerdote Juan Bosco.


Datum Regii in Aemilia, ex Dado en Reggio Emilia, en nuestro Episcopali Nostro Patio, hac die 14 Palacio Episcopal, a 14 del 
mes 
mensis aprilis 1868, Indict. de abril de 1868. 
Rom. XI. 

» CAROLUS, Episcopus. » CARLOS, Obispo 

D. CAROLUS LOCATELLI a secretis. CARLOS LOCATELLI, Secretario 
El Obispo de Mondoví: 

Fray JUAN TOMAS GHILARDI, de la Orden de Predicadores, por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica, Obispo y Conde de 
Mondoví, Abad comendatario perpetuo de San Dalmacio, Prelado Doméstico de Su Santidad y Asistente al Solio Pontificio. 

Conocedores del grandísimo bien que a la Iglesia, no menos que a la Sociedad, se deriva de los centros fundados en Turín, bajo el 
nombre de Oratorios, por el venerando sacerdote don Juan Bosco, desde el mes de febrero de 1864, nos hemos dispuesto con agradable 
atención ((146)) a recomendar calurosamente a la Santa Sede que fuera aprobada, con las modificaciones que juzgara conveniente, la 
ación 

Fin de Página 145 


VOLUMEN IX Página: 146 

de sacerdotes que se encarga con apropiado reglamento de la dirección de dichos centros. Con la más viva satisfacción de nuestra alma 
hemos sabido que el Padre Santo ya ha secundado, en parte, nuestros deseos y los manifestados con el mismo objeto por otros Obispos, 
alabando y recomendando, por decreto de la Sagrada Congregación, y confirmando para mientras viva al Rector Mayor, en la persona del 
benemérito Fundador y aplazando solamente para tiempo más oportuno la aprobación de las Constituciones. 

Considerando que se enviarán a la Santa Sede nuevas instancias a este propósito, renovamos con tanto más agrado nuestras 
recomendaciones para su buen resultado por cuanto nos consta que, desde entonces, la obra del sacerdote Juan Bosco fue siempre 
creciendo y dando los mejores frutos que se pueden desear, de tal modo que estamos persuadidos de que la implorada aprobación, si 
pluguiere al Santo Padre otorgarla, consolidaría su marcha y perpetuaría la Congregación de que se trata, para ventaja espiritual y 
temporal del prójimo y para mayor gloria de la Religión y honor del Clero. 

Mondoví 15 de abril de 1868. 

» Fr. JUAN, Obispo 

C. JOSE MARTINI, Secretario 
El Obispo de Alessandria: 

IACOBUS ANTONIUS COLLI, Dei et SANTIAGO ANTONIO COLLI, por la 
Sanctae Apostolicae Sedis gratia, gracia de Dios y de la Santa Sede 
Epicopus Alexandrinus et comes, Apostólica, Obispo y conde de 
augustissimi regis N. ab Alessandria, limosnero de nuestro 
eleemosynis, abbas SS. Petri et augustísimo Rey, Abad de San 
Dalmatii. Pedro y San Dalmacio. 

Quum nobis, tum e propria scientia, Conocida profundamente, por mi 
tum ex assumptis informationibus, propio saber y por informaciones 
perspecta penitus sit Societas seu obtenidas, la Sociedad o 
Congregatio sub titulo S. Francisci Congregación llamada de San 
Salesii, iam inde ab anno 1841 a Francisco de Sales, fundada ya en 
Sacerdote Joanne Bosco Taurini 1841 por el sacerdote don Juan 
fundata, haec quae sequuntur de Bosco, atestiguamos con mucho 
eaden quam libentissime testamur. gusto sobre ella lo que sigue. 

Memorata Congregatio centum Dicha Congregación consta de casi 
circiter Sociis constat, qui operam cien socios, que loablemente 
suam laudabiliter conferunt in tribus desarrollan su trabajo en tres 
recreationis areis, seu Oratoriis campos de labor, en Oratorios 
Festivis, ubi complura millia festivos, donde reunidos varios 
pauperum adolescentulorum collecta, millares de muchachos pobres, son 
sacris Cathechesibus, Missae educados con la catequesis sagrada 
celebratione, Verbi Dei predicatione, la celebración de la misa, la 
aliisque pietatis exercitiis invicta predicación de la palabra de Dios 
patientia y otros ejercicios de piedad, con 

paciencia incansable y gran 

Fin de Página 146 


VOLUMEN IX Página: 147 
et magno cum fructu excoluntur, fruto, como nosotros mismos hemos 
quemadmodum nos ipsi testes oculares podido contemplar. 
fuimus. 
Tres sunt domus hospitales, una Son tres las casas internado, una 
Taurini, altera apud Lanceum, et en Turín, otra en Lanzo y la 
tertia in pago Mirabello in agro tercera en la villa de Mirabello, 
Monferratensi, in quibus mille et en la comarca de Monferrato, que 
((147)) amplius adolescentes albergan ((147)) más de mil 
enumerantur, qui nulla aut modica jóvenes, que son mantenidos gratis 
pensione aluntur. Huiuscemodi iuvenes o por una módica pensión. Los 
scientia, religione instituuntur, et jóvenes son preparados de este 
artibus exercentur, ut valeant modo en ciencia y religión y se 
progressu temporis victum sibi honeste ejercitan en las artes para poder 
comparare. Nonnulli ex ipsis rite con el tiempo procurarse el 
studiis, ut ita dicunt, classicis sustento honestamente. Algunos se 
incumbunt, et sacrae militiae dedican a los así llamados 
tirocinium percurrunt. estudios clásicos y siguen el 
curso de la sagrada milicia. 
Praeter curam et educationem Los socios de esta Congregación, 
iuventutis, huius Congregationis además del cuidado y educación de 
Socii strenuam et perutilem operam la juventud, prestaron y prestan 
praebuerunt et praebent in Ecclesia un servicio activo y utilísimo a 
Dei, in Sacro Ministerio, in la Iglesia de Dios, con el sagrado 
Paroeciis, Carceribus, Xenodochiis ministerio en parroquias, 
per Missae celebrationem et Verbi cárceles, manicomios, con la 
Dei praedicationem, tum in celebración de la misa, y la 
triduanis, tum in novendialibus predicación de la Palabra de Dios, 
supplicationibus, tum in ya con triduos, ya con novenas, ya 
spiritualibus praesertim principalmente con ejercicios 
exercitationibus ad populum espirituales al pueblo tenidos 
frequenter et magno animarum fructu frecuentemente y con gran fruto 
habitis: ipsi quoque de Christiana para las almas; han adquirido 
Republica optime sunt meriti ob también grandes méritos ante la 
operam datam in evulgandis libris, Iglesia Cristiana por su labor en 
qui ad fidem Catholicam tuendam et la divulgación de libros, que 
bonos mores tutandos quam maxime ayudan muchísimo a conservar la fe 
iuvant. católica y las buenas costumbres. Hinc quum dicta 
Congregatio huic De aquí que, dado que dicha 
quoque Nostrae Alexandrinae Dioecesi Congregación frecuentemente 
fuerit saepe maximo adiumento, también ha prestado máxima ayuda a 
praesertim ob non paucos adolescentes nuestra diócesis de Alessandria, 
pauperes in eiusdem Congregation is principalmente con los muchos 
hospitio receptos; perlectis ipsius adolescentes pobres asilados por 
Societatis constitutionibus, et dicha Congregación, releídas las 
considerato tenore Decreti S. Constituciones de la misma 
Congregationis Episcoporum et sociedad, y considerado el tono 
Regularium diei 23 iulii 1864: quo del Decreto de la Sagrada 
Summus Pontifex Pius Divina Congregación de Obispos y 
Providentia Papa IX amplissimis Regulares del 23 de julio de 
verbis memoratam Societatem laudavit 1864, en el que el Sumo Pontífice, 
atque commendavit uti Congregationem por la divina Providencia Papa Pío 
votorum simplicium sub regimine IX, con elogiosas palabras alabó 
Moderatoris Generalis; -attento quod y encomendó dicha Sociedad como 
ex laudato Decreto Congregatio ipsa Congregación de votos simples bajo 
appareat iam partim constituta in la dirección de un Superior 
persona Superioris, qui permanere General; teniendo en cuenta que, 
Fin de Página 147 


VOLUMEN IX Página: 147 
debet in suo munere, según el estimado Decreto, la 
misma Congregación aparece ya en 
parte constituida en 
147 

Fin de Página 147 


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quoad vixerit, quamvis statutum la persona del Superior, que debe 
sit ut ejusdem Societatis Superior permanecer en su cargo mientras 
Generalis duodecim tantum annis viviere, aunque esté establecido 
officium su u m exerceat; que el Superior General de la misma 

Sociedad permanezca en su cargo
solamente doce años.


Cum nobis sit persuasum id nos Persuadidos de que contribuímos a 
praestare quod ad maiorem Dei la mayor gloria de Dios y hacemos 
gloriam conferat, remque summo algo muy grato al Sumo Pontífice, 
Pontifici pergratam faciat, immo más aún, interpretando fielmente su 
venerandam eiusdem voluntatem in veneranda voluntad expresada en el 
praed. Decreto expressam nos antedicho Decreto, presentamos 
fideliter interpretario, suplices humildemente a Su Santidad nuestras 
preces Sanctitati Suae humiliter súplicas para que se digne aprobar 
porrigimus, ut Auctoritate para siempre las Constituciones de 
Apostolica istius Societatis esta Sociedad con la Autoridad 
Constitutiones perpetuo adprobare Apostólica; hecho lo cual, sucederá 
dignetur; quo profecto continget, que su existencia será firme y 
ut eius existentia sit firma ac estable ante la Iglesia, y con la 
stabilis coram Ecclesia, et unitae unidad de espíritu y el 
spiritus ac disciplina servata, cumplimiento disciplinar, se 
animarum bonum magis magisque promoverá más y más el bien de las 
promoveatur, quae omnia eadem almas al que sobre todo mira la 
Pia Societas potissimum spectat. misma Pía Sociedad. 

Dat. Alexandriae, ex Epicopali Dado en el Palacio Episcopal de 
Palatio, die 17 abril, 1868, Alessandria, el 17 de abril de 1868. 

» ANTONIUS COLLI, Episcopus. » ANTONIO COLLI, Obispo 

El Arzobispo de Lucca escribía: 

Muy Ilustre y Reverendo Señor: 

Tengo el honor de enviarle la carta Comendaticia que V. S. M. R. se ha dignado pedirme para obtener de la Santa Sede la definitiva 
((148)) aprobación de esa su Sociedad de San Francisco de Sales tan benemérita en la educación de la juventud. 

Le agradezco las noticias que me da sobre los tres jovencitos de esta mi diócesis, y recomendándolos de nuevo a su caridad, me profeso 
con sentimientos de reconocimiento y particular aprecio y consideración, 

De V.S.M.I.y M.R. 

Lucca, 24 de abril de 1868, 

Afectísimo en el Señor » Fray JULIO, Arzobispo de Lucca 

Fin de Página 148 


VOLUMEN IX Página: 149 

La carta comendaticia decía así: 

F. IULIUS ARRIGONIUS, ordinis Fray JULIO ARRIGONIUS, de la orden 
Minorum strictioris observantiae de Menores de la estricta 
divi Francisci, Dei et Apostolicae observancia del divino Francisco, 
Sedis gratia archiepiscopus Lucanus por gracia de Dios v de la Sede 
et comes, SS. D. N. Papae Praelatus Apostólica, arzobispo y conde de 
domesticus et Pontificio solio Lucca, prelado doméstico de S. 
assistens, eques torquatus ordinis S. N. Señor Papa y asistente al 
iosephiani. solio pontificio, caballero con collar de la orden Josefina. 
Pauperiorum adolescentulorum Ya desde el año 1841, el sacerdote 
miserans conditionem Sacerdos Juan Bosco,de la diócesis de Turín, 
Joannes Bosco e Dioecesi Taurinensi, compadecido por la situación de 
iam ab anno 1841 aliorum los muchachos pobres, contando 
Presbyterorum etiam auxilio fretus, también con el auxilio de otros 
illos in unum colligere, Catholicae presbíteros, determinó reunirles, 
Fidei rudimenta edocere et enseñarles los rudimentos de la Fe 
temporalibus subsidiis levare Católica y dotarles de medios 
instituit. Hinc ortum habuit pia temporales. De aquí nació la Pía 
Societas quae a S. Francisco Salesio Sociedad que se llama de San 
nomen habet, cuiusque Socii, praeter Francisco de Sales, cuyos socios, 
propriam sanctificationem, además de la propia santificación, 
praecipuum hunc habent finem, ut cum tienen como fin principal, servir 
temporalibus, tum spiritualibus de provecho a los más desgraciados, 
praesertim miserabilium commodis lo mismo en lo material que en lo 
inserviant. Jam inde a piae espiritual. Ya, pues, desde el 
Congregationis principio, quae ad principio de la Pía Congregación, 
huiusmodi consilii rationem pertinere quienes determinaron entregarse a 
arbitrati sunt,tum pius Fundator tum esta labor, lo mismo el piadoso 
Socii adeo studiose diligenterque Fundador que los socios, 
curarunt, ut maximum ex eorum procuraron con entrega y 
laboribus Christianae Reipublicae diligencia, que el mayor fruto a 
fructum accepisse exploratum omnibus recibir de sus trabajos fuese 
sit, ipsaque Congregatio nedum a reconocido por todos en la 
pluribus Sacrorum Antistibus, verum República Cristiana, y la misma 
etiam a SS. Domino Nostro Pio P. IX Congregación con mayor motivo 
per Decretum S.Congregationis mereció de muchos Obispos y 
Episcoporum et Regularium editum die también de S. S. N. S. Pío, Papa IX 
23 Julii 1864 amplissimis verbis amplia alabanza y recomendación en 
laudationem et commendationem Decreto de la Sagrada Congregación 
meruerit. Cum autem praenominato Ven. de Obispos y Regulares, dado el 23 
Sacerdoti J. Bosco multum sibi de julio de 1864.Habiendo parecido, 
suisque Sociis deesse visum sit,nisi sin embargo, que al nombrado y 
eidem Societati, cuius Fundator venerando sacerdote Juan Bosco y a 
simulque Superior Generalis existit, sus socios les faltaba mucho, si no 
Apostolica accedat confirmatio, le llegaba la confirmación 
idcirco ad eam impetrandam et plurium apostólica a la misma Sociedad, 
Sacrorum Antistitum commendationes cuyo Fundador y a la par Superior 
expostulavit. General vive todavía, por eso y para alcanzarla pidió las 
recomendaciones de muchos sagrados Obispos. 
Et Nos igitur, qui eiusdem Y por eso Nos, que hemos visto Societatis algunas 

Fin de Página 149 


VOLUMEN IX Página: 150 

apostolicum spiritum, pietatem, veces con nuestros propios ojos 
charitatem et zelum in Dei el espíritu apostólico de dicha 
gloriam, iuvenum institutionem Sociedad, la piedad, la caridad 
animarumque salutem oculis y el celo por la gloria de Dios, 
Nostris aliquando inspeximus, la institución juvenil y la 
illius pii Fundatoris preces quam salvación de las almas, 
libenti animo excipientes, testamur recibidas de buen grado las 
eam sancto consilio sibi proposito preces de aquel piadoso Fundador, 
optime respondere, huius etiam aseguramos que responde muy bien 
Nostrae Dioeceseos adolescentulos al santo consejo propuesto, de 
aliquot pie alere atque instituere; alimentar y educar también 
magnoque tum Ecclesiae tum piadosamente a algunos jóvenes 
Christianae Reipublicae auxilio de nuestra Diócesis; y 
futuram, si eam ((149)) qua modo conservará la unidad de espíritu 
floret, spiritus disciplinaeque y de disciplina futura en favor 
unitatem servet, viribusque in dies de la Iglesia y de la República 
augeatur. Ad haec autem praestanda Cristiana, si de ((149)) algún 
cum prae caeteris conferre arbitremur modo florece y aumenta sus 
Apostolicae sedis confirmationem, hinc fuerzas con el tiempo. Para 
SS. Dominum Nostrum humiliter lograr todo esto, como juzgamos 
praecamur ut eiusdem Congregationis por encima de todo la 
constitutiones, si ita Ei videbitur, confirmación de la Sede 
Apostolica sua Auctoritate adprobare Apostólica, consecuentemente 
et confirmare dignetur. In quorum rogamos humildemente a Su 
fidem, etc. Santidad y Señor nuestro, se 

digne aprobar y confirmar con su
Apostólica Autoridad las
Constituciones de su
Congregación, si así lo estimare.
En fe de todo lo cual, etc.


Dat. Lucae, ex Nostro Archiep. Dado en nuestro palacio 
Palatio, die 24 aprilis 1868. arzobispal de Lucca, a 24 de abril de 1868. 

» Fr. IULIUS Archiep. » Fray JULIO, Arzobispo 

Can. RAPHAEL MEZZETTI Secr. Can. RAFAEL MEZZETTI, Secretario 

El cardenal De Angelis, Arzobispo y Príncipe de Fermo, escribe: 

FELIPE, con el título de San Lorenzo en Lucina, presbítero Cardenal De Angelis, por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica, 
Arzobispo y Príncipe de Fermo, Camarlengo de la Santa Iglesia Romana. 

Damos fe de que durante nuestra residencia por más de seis años en la casa de los Señores de la Misión en Turín, con particular 
satisfacción del alma pudimos conocer, merced al testimonio de muchísimas personas, tanto eclesiásticas como seglares, cómo la Pía 
Sociedad denominada de San Francisco de Sales, instituida y dirigida por el eximio sacerdote don Juan Bosco, con la ayuda de celosos 
sacerdotes y clérigos bajo su dirección, correspondiese con público provecho para la religión y la sociedad civil a su finalidad, que es la 
de atender e instruir en la Religión y en las artes mecánicas y liberales a los jovencitos pobres y abandonados. Declaramos, además, que 
antes de salir de Turín, en noviembre de 1866, habiendo ido a visitar el mencionado Oratorio, nos alegramos mucho en el Señor al ver 
con nuestros ojos el inmenso número de jovencitos allí educados, apartados del ocio y de la miseria por 

Fin de Página 150 


VOLUMEN IX Página: 151 

la fecunda caridad del digno sacerdote, que es jefe y director supremo; el celo vivo e incansable para hacerlos crecer en la piedad, en los 
oficios, según su aptitud y condición y el fruto nada común que se observa en los mismos jóvenes y las esperanzas que se conciben para 
el porvenir, con tal de que le sea concedida la canónica aprobación por la Santa Sede al Pío Instituto, conforme a los deseos expresados 
por el Ilmo. y Rvmo. Arzobispo de Turín y otros Obispos del Piamonte. Por eso, alabamos de todo corazón, de palabra y por escrito, esta 
obra de pública beneficencia, exhortando al susodicho don Juan Bosco y a sus dignos cooperadores a que continúen con ardor en ella para 
mayor gloria de Dios y en pro de la educación cristiana. 

Y en señal de nuestra estima y benevolencia hacia el benéfico Instituto y hacia la obra de su sacerdotal caridad, expedimos ((150)) el 
presente testimonio, que firmamos y sellamos con nuestro sello. 

Dado en Fermo, en nuestra Residencia Arzobispal, el día 26 de abril de 1868. 

» FELIPE, Card. Arzobispo 

Can. FELIPE ZALLOCCO, Secretario 

El Vicario General Capitular de Susa: 

IOSEPH SCIANDRA, Sacrae Teologiae et JOSE SCIANDRA, doctor en Sagrada 
iuris utriusque doctor, eques ordinis Teología y en ambos derechos, 
SS. Mauritii et Lazari, canonicus caballero de la orden de los 
archidiaconus Segusiensis ecclesiae, Santos Mauricio y Lázaro, 
ac sede episcopali vacante vicarius canónigo archidiacono de la 
generalis capitularis. iglesia de Seguria y vicario 

general capitular por sede
episcopal vacante.


Quum Nobis abunde constet, zelo et Constándonos suficientemente que, 
opera adm. Rev. D. Joannis Bosco, por celo y obra del admirable 
Sacerdotis de christiana republica reverendo don Juan Bosco, 
optime meriti, pluribus ab hinc annis sacerdote de muchos merecimientos 
Augustae Tarinorum excitatam fuisse en la república cristiana, se 
Societatem Presbyterorum, Clericorum, constituyó hace muchos años en 
Laicorum, a Sancto Francisco Salesio Turín una Sociedad de sacerdotes, 
nuncupatam, quae eo praecipue spectat, clérigos y laicos, designada de 
ut illius Socii -ad Christianam San Francisco de Sales, que 
perfectionem nitantur -quaevis principalmente mira a que sus 
pietatis officia spiritualia ac socios -tiendan a la perfección 
temporalia erga adolescentulos, cristiana-se ejerciten en ciertos 
pauperes potissimum, exerceant in oficios espirituales y temporales 
ipsam iuniorum Clericorum educationem de piedad en favor de los jóvenes 
incumbant verbis et scriptis impietati especialmente pobres -se dediquen 
atque haeresi quae omnia pertentant a la educación de los 
aversentur -utillimos libros, Letture seminaristas jóvenes -se opongan 
Cattoliche inscriptos, ad pietatem de palabra y por escrito a la 
fovendam propria officina evulgent, impiedad y a la herejía que todo 

lo inunda -publiquen en talleres 
propios utilisimos libros -, llamados Lecturas Católicas 

Fin de Página 151 


VOLUMEN IX Página: 152 

aliaque laudabilia praestent, bonis para fomentar la piedad y realicen 
omnibus plaudentibus. otras plausibles alabadas por todos 
los buenos. 

Grati animi sensus recolentes, eo Y recordando el agradecimiento 
quod plures juvenes pauperculi et porque muchos jóvenes menesterosos 
pauperes vacantis huiusce Dioeceseos y pobres de esta diócesis vacante 
fuerint recepti in Asceteria, in fueron admitidos en internados, en 
quibus laudatae Societatis adscripti los cuales los inscritos en dicha 
pietatis et charitatis operibus Sociedad se dedican a obras de 
vacant: lectis attente praefatae piedad y caridad: leídas 
Societatis Constitutionibus, ac prae atentamente las Constituciones de 
oculis habito Decreto S. dicha Sociedad y teniendo a la 
Congregationis Eminentissimorum S. R. vista el Decreto emitido por la 

E. Cardinalium Negotiis et Sagrada Congregación de 
Consultationibus Episcoporum et Eminentísimos S. R. E. Cardenales 
regularium praepositae, Romae dato para los Asuntos y Consultas de 
sub die 23 julii 1864, quo Sanctitas Obispos y Regulares y dado en Roma 
Sua, immortalis Pontifex Pius IX, el día 23 de julio de 1864, en el 
amplissimis verbis laudavit et que Su Santidad, inmortal Pontífice 
commendavit memoratam Societatem uti Pío IX, alabó y encomendó con 
Congregationem votorum simplicium sub notabilísimas palabras la nombrada 
Moderatoris Generalis regimine, salva Sociedad como Congregación de votos 
ordinariorum iurisdictione ad simples bajo el gobierno de un 
Sacrorum Canonum praescriptum. Superior General, a salvo la 
jurisdicción de los Ordinarios, prescrita por los Sagrados Cánones. 

Haud dubii, quin definitiva No dudando, que la definitiva 
probatio Constitutionum istius aprobación de las Constituciones de 
Societatis in maiorem Dei gloriam, esta Sociedad sirva para mayor 
animarumque bonum sit cessura, gloria de Dios y salvación de las 
humillimas preces damus Beatissimo almas, presentamos humildes preces 
Patri ac Pontifici Maximo Pio Nono, al Beatísimo Padre y Pontífice 
qua dicta Constitutiones, quas Nos máximo Pío Nono, para que dichas 
in quantum possumus plenimode Constituciones, que, por cuanto 
probamus, Supremo Suo Oraculo podemos aprobamos totalmente, se 
confirmare dignetur. digne confirmarlas con su supremo oráculo. 

Dat. Segusii, die 28 aprilis, anno Dado en Seguria, a 28 de abril de 
1868, 1868. 

C. SCIANDRA, C. SCIANDRA,
Vic. Gen. Cap. Vic. Gen. Cap.
IOANNES CARELLO Pro-Cancell. Cap. JUAN CARELLO, Pro-Can. Cap. 

((151)) El Obispo de Guastalla: 

PETRUS ROTA, Dei et Apostolicae PEDRO ROTA, por la gracia de Dios 
Sedis gratia, Episcopus Guastallae. y de la Sede Apostólica, Obispo de Guastalla. 

Fin de Página 152 


VOLUMEN IX Página: 153 

Cum propter rerum civilium Cuando, a causa de los desórdenes 
perturbationes a Sede Nostra civiles de los tiempos, fuimos 
anno 1866 abacti Augustam expulsado de nuestra diócesis el 
Taurinorum confugerimus, Divina año 1866 y nos refugiamos en 
Providentia ducti hospitio Turín, conducido por la divina 
feliciter excepti fuimus ab Providencia, fuimos albergado 
egregio illo viro Sacerdote felizmente por un egregio varón, 
Joanne Bosco, cuius nomen in el sacerdote Juan Bosco, cuyo 
tota Italia iam sonat, et apud nombre resuena por toda Italia y, 
illum in eius piorum Sacerdotum aunque nuestro destierro se 
Collegio per sex menses, quamdiu prorrogó por seis meses, junto a 
exilium nostrum perduravit, in él, en su colegio de piadosos 
tranquilla pace, magna animi sacerdotes, estuvimos atendido 
Nostri consolatione, omnimodis con todos los cuidados y 
curis levati et recreati, atenciones en tranquila paz, con 
diversati sumus; exinde factum gran consuelo de nuestra alma; de 
est ut et Sacerdotis illius et ello nació que pudiéramos 
Societatis ab illo institutae adquirir un mayor conocimiento de 
pleniorem notitiam Nobis comparare aquel Sacerdote y de la Sociedad 
potuerimus. Quare ex certa por él fundada. Por eso afirmamos 
scientia haec quae subiungimus, lo que con este seguro 
non ex aliorum dictis, sed ex conocimiento adquirimos, hijo de 
experientia propria, ad Dei la propia experiencia y no de lo 
laudem et ad Religionis que otros digan, y ante todo 
incrementum affirmamus. Et in tranquilizó mucho nuestra alma 
primis Nos valde animum Nostrum el deseo del sacerdote Juan 
recreavit Sacerdotis Joannis Bosco, de establecer una 
Bosco consilium, Societatem Sociedad de sacerdotes y laicos 
Sacerdotum et laicorum instituendi, que pudieran suplir la extinción 
quae posset Ordinum Religiosorum, de las Ordenes Religiosas, a las 
quibus nunc iniquum et implacabile que hoy se declara implacable e 
bellum indicitur, extintionem inicua guerra, alentando con su 
supplere, in interiori sua Constitución interna el espíritu 
Constitutione spiritum et virtutes y las virtudes monásticas, y no 
monasticas alendo, et in relationibus distinguiéndose,en las relaciones 
cum externa Civili Societate nihil con la sociedad civil externa, de 
differendo a laicis Congregationibus, las congregaciones laicales, de 
ita ut leges, quae Religiosos Ordines forma que las leyes, que atacan 
percellunt, hanc Societatem non las Ordenes Religiosas, no puedan 
possent ullo unquam casu perimere. en ningún caso destruir esta 
Quod Nos quum pluries in mente Sociedad. Lo cual Nos, habiéndolo 
cogitaverimus et optaverimus, iam pensado y deseado muchas veces, 
perfectum vidimus et probavimus in ya lo vimos perfecto y 
Societate S. Francisci Salesii, a quo experimentamos en la Sociedad de 
illam nomen habere voluit praedictus San Francisco de Sales, de quien 
optimus Sacerdos. Socii enim illius el antedicho óptimo Sacerdote 
Congregationis tribus consuetis voti quiso tomar el nombre. Los socios 
se obstringunt, et vitam ducunt de esa Congregación se obligan a 
religiosam austeriorem etiam quam los tres votos de costumbre, y 
in usu sit apud nonnullas alias llevan una vida religiosa más 
Regularium Familias; in caeteris austera que la que se practica 
autem a sacerdotibus saecularibus en algunas otras familias de 
minime differunt, ut facilius saltem regulares; por lo demás, en nada 
uti Sacerdotes saeculares tolerari difieren de los sacerdotes 
possint. seculares, para que, al menos, 

puedan ser tolerados más 
fácilmente como sacerdotes 
seculares. 

Fin de Página 

153



VOLUMEN IX Página: 153 

Ne autem bonis, quae vel actu Para que nunca sean expoliados 
possident vel illis obvenire possunt, de los bienes que en la 
unquam sub praetextu quod Religiosam actualidad poseen o que puedan 
Familiam caberles en suerte, so pretexto 

Fin de Página 153 


VOLUMEN IX Página: 154 

seu ens morale, ut aiunt,constituant de constituir una Familia Religiosa 
expolientur, prudenter cautum est ut o ente moral, como dicen, 
unusquisque, licet voto paupertati prudentemente se ha garantizado 
obstringatur et in Societate omnia que cada uno, aunque sujeto por el 
sint communia, tamen quoad Forum voto de obediencia, y en la 
externum bonorum suorum proprietatem Sociedad todas las cosas sean 
retineat,et illa,quae de iure ad comunes, conserve, sin embargo, 
universam pertinent Societatem, la propiedad de sus bienes ante el 
unius Socii nomine possideantur et foro externo y, aunque por derecho 
privata extrinsecus appareant: uti pertenecen a toda la Sociedad, se 
in aliis regionibus, in quibus posean en nombre de un solo socio 
Societates religiosae civilem et y aparezcan por fuera como bienes 
legalem existentiam non habent, privados, como sucede en otras 
est in usu. regiones, en las que las 

Sociedades Religiosas no tienen 
existencia civil y legal. 

Quum autem nacesse sit omnibus Siendo necesario aconsejarse en 
Ecclesiae et Fidelium necessitatibus todo lo que se refierea las 
quibus Ordines Regulares necesidades de la Iglesia y de los 
opitulabantur, consulere, recte fieles a los que se 
dictus Sacerdos suae Congregationi consagran las Ordenes religiosas, 
omnia illa Apostolica munia rectamente dicho sacerdote propuso 
proposuit, quibus animarum salus a su Congregación todos aquellos 
curari potest: et quia puerorum apostólicos deberes, con los que 
institutio maxime interest puede cuidarse la salud de las 
Christianae et Civili Reipublicae, almas; y como la instrucción de 
ideo sapientissime officium hoc sibi los niños interesa muchísimo a 
assumere voluit Sacerdos Bosco, et la República cristiana y civil, 
((152)) Congregationem ad hoc por eso sapientísimamente quiso 
praecipue curas suas et studium el sacerdote Bosco asumir para 
omne intendere. Etiam in ipsa sí este oficio y ((152)) que la 
civitate Taurini collegium Congregación dirigiera 
septingentorum et amplius principalmente a esto todos sus 
adolescentulorum, qui maiori ex cuidados y trabajo. También en la 
parte pio Sacerdote, undique misma ciudad de Turín florece 
collectis eleemosynis aluntur, a prósperamente, desde hace muchos 
plurimis annis prospere floret, ubi años, un colegio con más de 
pueri, praeter Christianam setecientos adolescentes, los 
institutionem, in literis et artibus cuales en su mayoría son 
erudiuntur; et insuper, tres aliae mantenidos por el piadoso 
adsunt congregationes, quae Sacerdote con limosnas recogidas 
innumeros pueros per Urbem vagantes por todas partes; en él, los 
diebus festis in unum colligunt, et muchachos, con la cristiana 
religiosis exercitiis, catechesibus, educación, son instruidos en las 
nec non honestis recreationibus toto letras y las artes; y hay, además, 
die festo illos occupatos detinentes otros tres centros donde se reúnen 
a corruptionis periculis sedulo en los días festivos innumerables 
subducunt. In hoc autem Taurinensi muchachos que vagan por la ciudad, 
collegio, quod est prima Sedes y allí permanecen durante todo el 
Societatis et domus Fundationis, día ocupados en ejercicios 
pietatem, sui abnegationem, vitae piadosos, catequesis, honestas 
austeritatem, laborem indefessum, diversiones y al seguro de los 
erga Moderatorem obedientiam et peligros del mundo. En este 
amorem singularem, dexteritatem Colegio de Turín, primera sede de 
autem peculiarem in pueris ad la Sociedad y casa matriz, admiré 
pietatem et ad studia suaviter su piedad, su abnegación, la 
adducendis, miratus sum; in pueris austeridad de vida, el trabajo 

Fin de Página 

154



VOLUMEN IX Página: 154 

autem incansable, la obediencia y amor 

singular al Superior, la habilidad 
peculiar para educar suavemente a 

Fin de Página 154 


VOLUMEN IX Página: 155 

docilitatem, pietatis cultum, los jóvenes en la piedad y la ciencia; 

multumque in studiis profectum. y en los alumnos la docilidad, la 
piedad y el adelantamiento en los 
estudios. 

Cum autem sapiens Institutor Como quiera que el sapiente Maestro 
utilitatem praesertim Ecclesiae siempre tiene ante sus ojos el 
prae oculis semper habuerit, ideo provecho de la Iglesia, se preocupa, 
iuvenes illos prae aliis excipere sobre todo, de aquellos jóvenes que 
curat, qui ingenio praestent et tienen talento y pretenden abrazar 
ad Sacerdotium amplectendum sint el sacerdocio. Y así resulta útil 
propensi. Et sic multis para muchas diócesis, puesto que 
Dioecesibus est utilis, cum non algunos de los diseminados de otras 
pauci ex dissitis etiam regiones fueron aquí recibidos y 
regionibus ibi excepti, quolibet hacen cada año el curso de estudios 
anno ex studiis Philosophicis ad filosóficos y teológicos y resultan 
Theologica gradum faciant, et luego óptimos sacerdotes. 
postea optimi evadant Sacerdotes. 

Quare hanc Congregationem, quae Por lo que esta Congregación, que 
duas alias domus habet in duabus tiene otras dos casas, en dos 
civitatibus, quas Lanzum et ciudades que se llaman Lanzo y 
Mirabellum vocant, in quibus Mirabello, en las que se instruye 
plusquam biscentum pueros eadem y educa a más de doscientos 
pietate et iisdem disciplinis muchachos en la misma piedad y 
erudit et instituit, maiora las mismas disciplinas, obtendrá 
incrementa obtinere, et amplius mayor incremento y yo desearía que 
diffundi ego valde optarem, ratus se difundiera más ampliamente 
quod hoc in magnum Religionis convencido de que esto ciertamente 
bonum certissime cederet. Quod ut haría un gran bien a la Religión. 
fiat cum necessaria sit Summi Para que ello sea así, siendo 
Pontificis approbatio, qua inter necesaria la aprobación del Sumo 
Ordines Regulares solemniter Pontífice, para que sea enumerada 
adnumeretur, Ego preces meas entre las Ordenes Regulares, uno 
urgentesque supplicationes mis preces y urgentes súplicas a 
supplicationibus aliorum las de otros Obispos, rogando 
Episcoporum coniungo, humildemente y con empeño al 
Beatissimum Patrem Pium IX Beatísimo Padre Pío IX, que, 
humiliter et enixe rogans, ut debidamente examinadas las 
Constitutionibus huiusmodi Constituciones de esta Sociedad, 
Societatis rite examinatis, se digne aprobar solemnemente esta 
Societatem ipsam solemniter misma Sociedad y comunicar y 
adprobare et iura et privilegia, conceder los derechos y 
aliis Religiosis Ordinibus privilegios, otorgados a las demás 
concessa, eidem indulgere et Ordenes Religiosas. 
impertire dignetur. 

Quod faxit Deus. Que Dios lo haga. 

Datum Guastallae, die 29 Dado en Guastalla, a 29 de abril 
aprilis, anni 1868. de 1868. 

» PETRUS Episcopus. » PEDRO, Obispo 

SAC. MAXIMILIANUS FRANZINI, MAXIMILIANO FRANZINI, 
a Secretis. Secretario 

Fin de Página 

155



VOLUMEN IX Página: 155 

El Obispo de Albenga: 

NOS RAPHAEL BIALE, Dei et S. NOS RAFAEL BIALE, por la gracia de 
Sedis Apostolicae gratia, Dios y de la Sede Apostólica, Obispo 
ecclesiae albinganensis de la iglesia de Albenga, abad 
Episcopus, S. Mariae et S. comendatario 

Fin de Página 155 


VOLUMEN IX Página: 156 

Martini ad insulam gallinariam de Santa María y San Martín en 
abbas commendatarius. la isla galinaria. 

Moderna Societas S. Francisci Lo mucho que la moderna Sociedad de 
Salesii pro adolescentulis San Francisco de Sales, fundada hace 
pauperibus ac derelictis unos años para recoger a los 
colligendis atque in pietate ac muchachos pobres y abandonados e 
religione instruendis ab ((153)) instruirlos en la piedad y la 
eximio sacerdote Joanne Bosco religión ((153)) por el eximio 
Augustae Taurinorum nonnullis sacerdote de Turín Juan Bosco puede 
abbinc annis erecta, quanti hacer para congregar a muchachos 
facienda sit dilucide ostendunt pobres y abandonados e instruirlos 
tum nobilis scopus quem eius Socii en la piedad y la religión, 
sibi proponunt, tum uberes fructus claramente lo muestran tanto la 
religionis ac moralitatis, qui ab noble finalidad que sus socios se 
ea dimanare iam nunc dignoscuntur; proponen, como los abundantes 
atque utinam in cunctis Italiae frutos de religiosidad y moralidad, 
nostrae Dioecesibus utilissimum hoc que ya hoy se aprecian; y ojalá 
christianae philantropiae que este utilísimo instituto de 
Institutum erigi cerneretur! Nihil cristiana filantropía se 
enim illo opportunius, nihil estableciera en todas las diócesis 
efficacius ad effrenem ac in dies de nuestra Italia. Nada más oportuno 
errumpentem incredulitatis ac que él, nada más eficaz para 
vitiorum colluviem, aliqua saltem reprimir, al menos en parte, el 
ex parte compescendam. Interim dum desenfreno y el creciente e 
Nos Deo Optimo Maximo preces impetuoso caos de incredulidad y de 
fundimus ut in hac quoque Nostra vicio. Mientras todos elevamos 
Dioecesi piam hanc Societatem nuestras preces a Dios Todopoderoso 
erigere ac constabilire concedat, para que conceda se instale y 
vota Nostra Nostrasque establezca esta piadosa Sociedad en 
supplicationes iungimus iis quas nuestra diócesis, unimos nuestros 
alii Venerabiles Antistites ea votos y nuestras súplicas a las que 
super emiserunt, humiliter enixeque otros venerables Obispos ya 
implorantes ut S. Apostolica Sedes presentaron, pidiendo humilde y 
constitutiones ac regulas (quae a denodadamente que la Santa Sede 
Nobis perlectae ac consideratae Apostólica no rehúse conceder la 
singulari prudentia ac consilio definitiva aprobación de las 
digestae visae sunt) definitiva Constituciones y Reglamentos (que 
approbatione munire non dedignetur: hemos releído y considerado con 
ex quo sane haud modicum singular prudencia y Nos parecieron 
incrementum ac firmitatem Pio llenas de sabiduría); con ello 
Sodalitio allaturum fore confiamos que sobrevendrá un notable 
confidiums. incremento y fortaleza para la Pía 

Sociedad. 

Dat. Albing., die 2 maji 1868 En Albenga, a 2 de mayo de 1868 

» RAPHAEL, Episcopus » RAFAEL, Obispo 

Don Bosco unía a estas cartas comendaticias, que debía presentar a la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, una copia 
auténtica de la patente de Director Espiritual de los Oratorios de San 

Fin de Página 156 


VOLUMEN IX Página: 157 

Francisco de Sales, del Santo Angel Custodio y de San Luis de Turín, otorgada por monseñor Fransoni el 31 de marzo de 1852, firmada 
por Felipe Ravina, vicario general y por Balladore, canciller. Esta copia se la había entregado la Curia Arzobispal el 12 de mayo de 1868, 
debidamente legalizada por el teólogo Gaude, pro-canciller. 

Fin de Página 157 


VOLUMEN IX Página: 158 

((154)) 

CAPITULO XIV 

DON BOSCO ANUNCIA A LOS MUCHACHOS QUE DEBE MANIFESTAR ALGO MUY SERIO -PRIMERA CHARLA:DICE 
QUE HA TENIDO UN SUEÑO, QUE ESTABA DECIDIDO A NO CONTAR; LA APARICION DE UN MONSTRUO HORRIBLE Y 
UNA VOZ MISTERIOSA LE OBLIGAN A HABLAR;RUEGA A LOS MUCHACHOS QUE NO PROPAGUEN FUERA DEL 
ORATORIO LO QUE VA A CONTAR; SUEÑOS PRELIMINARES; SU MUERTE, EL JUICIO DE DIOS, EL PARAISO -TIENE 
UN NUEVO SUEÑO: UNA GRAN PARRA EN EL PATIO DEL ORATORIO; LOS RACIMOS SE TRANSFORMAN EN JOVENES; 
DISTINTOS ASPECTOS DE LA PARRA: CON HOJAS SOLAMENTE, CON RACIMOS PODRIDOS: SIN HOJAS, CON RACIMOS 
DE UVA EXCELENTE; SON LOS TRES ESTADOS DE ESPIRITU EN LOS QUE SE ENCUENTRAN LOS JOVENES DELANTE 
DE DIOS. LE PARECE OIR EL TAÑIDO DE UNA CAMPANA Y SE DESPIERTA UNOS INSTANTES -SEGUNDA CHARLA: SE 
VUELVE A DORMIR; VE LEVANTARSE EN EL PATIO OTRA PARRA COMO LA PRIMERA, DE HERMOSISIMO ASPECTO, 
CON ENORMES RACIMOS, UVAS GORDAS Y MADURAS, PERO DE SABER NAUSEABUNDO; TODA UVA LLEVA 
ESCRITO EL NOMBRE DE UN JOVEN Y SU PECADO; APARECE UN PERSONAJE QUE LLEVA UNOS PALOS Y ORDENA 
QUE GOLPEEN LOS SARMIENTOS Y RACIMOS; UN TEMPORAL DE MIEDO AZOTA LA PARRA: GRANIZADA EXTRAÑA 
FUGA DE DON BOSCO Y SU DESPERTAR 

EL 29 de abril anunciaba don Bosco a los muchachos: 

-Mañana por la noche y el viernes y el domingo, tengo que deciros, pues si no lo hiciese, creo que moriría antes de tiempo. Tengo algo 
desagradable que comunicaros. Y deseo que estén presentes también los aprendices. 

((155)) En la noche del 30 de abril, jueves, después de las oraciones, los aprendices dejaron el pórtico, donde solían hablarles don 
Miguel Rúa o don Juan B. Francesia, y fueron a unirse a sus compañeros los estudiantes. Les dijo don Bosco: 
158 

Fin de Página 158 


VOLUMEN IX Página: 159 

-Mis queridos jóvenes: ayer noche os dije que tenía algo desagradable que contaros. He soñado y estaba decidido a no deciros nada, ya 
fuera porque dudaba si se trataba de un simple sueño, ya fuera porque siempre que conté alguno, hubo algo que objetar o que observar 
por parte de alguien. Pero, otro sueño me obliga a hablaros del primero, sobre todo porque, desde hace unos días, he vuelto a ser 
molestado de nuevo con ciertos fantasmas, especialmente hace tres noches. Sabéis que marché a Lanzo en busca de un poco de 
tranquilidad. Pues bien, la última noche que pasé en aquel Colegio, me acosté y, cuando comenzaba a dormirme, vino a mi fantasía 
cuanto voy a deciros: 

Me pareció ver entrar en mi habitación un gran monstruo que, adelantándose, fue a colocarse a los pies de la cama. Tenía una forma 
asquerosísima de sapo y era grueso como un buey. 

Yo lo miraba fijamente, conteniendo la respiración. El monstruo poco a poco iba aumentando de volumen; le crecían las patas, le crecía 
el cuerpo, le crecía la cabeza y cuanto más aumentaba su grosor más horrible resultaba. Era de color verde con una línea roja alrededor de 
la boca y del pescuezo que le hacían aún más terriblemente espantoso. Sus ojos eran de fuego y sus orejas huesudas muy pequeñas. Yo 
decía entre mí mientras lo observaba: -íPero si el sapo no tiene orejas! 

Encima de su nariz salían dos cuernos y por sus costados apuntaban dos grandes alas verduscas. Sus patas se parecían a las del león y 
por detrás tenía una larga cola que terminaba en dos puntas. 

En aquel momento me pareció no tener miedo, pero aquel monstruo comenzó a acercarse cada vez más a mí, alargando su amplia boca 
guarnecida de fuertes dientes. Yo entonces me sentí invadido de indecible terror. Lo creí un demonio del infierno, pues tenía todas las 
trazas de tal. Hice entonces la señal de la cruz, pero de nada sirvió; toqué la campanilla, mas a aquella hora nadie acudió, nadie la oyó; 
comencé a gritar, pero todo fue en vano; el monstruo permanecía impasible. 

-»Qué quieres de mí, dije entonces, infernal demonio? 

Pero él se acercaba cada vez más enderezando y alargando las orejas. Después puso las patas delanteras sobre el borde ((156)) de mi 
lecho y, aferrándose con las patas traseras a los barrotes, permaneció inmóvil un momento con su mirada fija en mí. Después, alargando 
el cuerpo hacia adelante, puso su hocico cerca de mi cara. Yo sentí tal escalofrío, que de un salto me senté en la cama dispuesto a 
arrojarme al suelo; pero el monstruo abrió toda la boca. Hubiera querido defenderme, apartarlo de mí, pero era tan asqueroso que ni en 
aquellas circunstancias me atreví a tocarlo. Comencé a gritar, eché la mano hacia atrás buscando la pileta del agua bendita, pero sólo 
tocaba la pared sin encontrarla y el monstruo me mordió por la cabeza de tal forma que durante unos instantes la mitad de mi cuerpo 
permaneció dentro de aquellas horribles fauces. 

Entonces grité: 

-En el nombre de Dios: »por qué me haces esto? 

El sapo, al oír mi voz, se retiró un poco, dejando libre mi cabeza. 

Hice de nuevo la señal de la santa cruz y, habiendo logrado meter los dedos en la benditera,eché un poco de agua bendita al monstruo. 
Entonces, aquel demonio lanzó 
159 

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un grito terrible, saltó hacia atrás y desapareció; pero, mientras lo hacía, pude oír una voz que desde lo alto pronunció claramente estas 
palabras: 

-»Por qué no hablas? 

El Director de Lanzo, don Juan Bautista Lemoyne, se despertó aquella noche con mis ayes prolongados y oyó cómo golpeaba la pared 
con las manos. Por la mañana me preguntó: 

-Don Bosco, »ha soñado esta noche? 

-»Por qué me lo preguntas? 

-Porque he oído sus gritos. 

De esta manera entendí que era voluntad de Dios que os contara lo que había visto, por lo que he determinado narraros todo el sueño; 
de lo contrario traicionaría a mi conciencia; de esta forma creo también que me veré libre de la presencia de estos fantasmas. 

Demos gracias al Señor por su misericordia y procuremos poner en práctica los avisos que se nos den y servirnos de los medios que nos 
sean sugeridos para ayudarnos a conseguir la salvación de nuestras almas. En esta ocasión pude conocer el estado de la conciencia de 
cada uno de vosotros. 

Pero deseo que cuanto os voy a decir quede entre nosotros. Os ruego que no escribáis ni habléis de ello fuera de casa pues no son cosas 
que se han de tomar a broma, como algunos podrían hacer, y para que no puedan originarse inconvenientes que sirvieran de disgusto a 
don Bosco. A vosotros os las cuento con toda confianza porque sois mis queridos hijos y por eso las debéis escuchar como dichas por un 
padre. 

He aquí los sueños que yo quería pasar por alto y que me veo obligado a contaros. 

Desde los primeros días de la semana santa (5 de abril) comencé a tener unos sueños que ocuparon mi imaginación y me molestaron 
durante varias noches. Estos sueños me producían además un gran cansancio, de forma que a la mañana siguiente de haber soñado me 
sentía tan falto de fuerzas como si hubiera pasado trabajando las horas del descanso, sintiéndome al mismo tiempo turbado e inquieto. 

La primera noche soñé que había muerto. La segunda que estaba en el juicio de Dios, ((157)) dispuesto a dar cuenta de mis obras al 
Señor; pero en el momento me desperté y comprobé que estaba aún vivo en la cama y que, por tanto, disponía todavía de tiempo para 
prepararme mejor a una santa muerte. La tercera noche soñé que me encontraba en el paraíso, donde me pareció estar muy bien y gozando 
mucho. Al despertarme por la mañana desapareció tan agradable ilusión; pero me sentía resuelto a ganarme, a costa de cualquier 
sacrificio, el reino eterno que había vislumbrado. 

Hasta aquí se trataba de cosas que no tienen importancia para vosotros y carecen de todo significado. Se va uno a descansar preocupado 
por una idea, y es natural que, durante el sueño, se reproduzcan escenas relacionadas con las cosas en las cuales se ha estado pensando. 

Era la noche del jueves santo (9 de abril). Apenas comenzó a invadirme un leve sopor, cuando me pareció encontrarme bajo estos 
mismos pórticos, rodeado de nuestros sacerdotes, clérigos, asistentes y alumnos. Parecióme después, mientras vosotros desaparecíais, que 
yo avanzaba un poco hacia el patio. 

Estaban conmigo don Miguel Rúa, don Juan Cagliero, don Juan Bautista Francesia, don Angel Savio y el jovencito Preti; y un poco 
apartados José Buzzetti y don Esteban Rumi, del Seminario de Génova y gran amigo nuestro. 

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De pronto vi que el Oratorio actual cambió de aspecto, asemejándose a nuestra casa tal como era en los primeros tiempos, cuando 
estaban en ella casi solamente los citados. 

Tened presente que el patio confinaba con amplios campos sin cultivar, completamente deshabitados, que se extendían hasta los prados 
de la ciudadela, donde los primeros muchachos retozaban alegremente. 

Yo estaba bajo las ventanas de mi habitación en el mismo lugar ocupado hoy por el taller de carpintería y que antaño fue un huerto. 

Mientras estábamos sentados hablando de nuestras cosas y de la conducta de los jóvenes, he aquí que delante de esta pilastra (donde 
estaba apoyada la tribuna desde la que él hablaba) que sostiene la bomba, y junto a la cual estaba la puerta de la casa Pinardi, vimos 
brotar de la tierra una hermosísima vid, la misma que durante mucho tiempo estuvo en este mismo lugar. Estábamos maravillados de la 
aparición de la vid después de tantos años y nos preguntábamos recíprocamente qué clase de fenómeno sería aquél. 

La planta crecía a ojos vistas y se elevó sobre el suelo casi a la altura de un hombre. Cuando he aquí que comienzan a brotar sarmientos 
en número extraordinario, por una y otra parte y a cubrirse de pámpanos. En poco tiempo creció tanto que llegó a ocupar todo nuestro 
patio y mucho más. Lo más admirable era que sus sarmientos no apuntaban hacia arriba, sino que seguían una dirección paralela a la del 
suelo formando un inmenso emparrado, que se sostenía sin ningún apoyo visible. Sus hojas, acabadas de salir, eran verdes y hermosas; y 
sus largos sarmientos, de un vigor y lozanía sorprendentes; pronto aparecieron también hermosos racimos, engordaron los granos y la uva 
adquirió su color. 

Don Bosco y los que estaban con él contemplaban maravillados aquello y decían: 

-»Cómo ha podido crecer esta vid tan deprisa? »Qué será? 

((158)) Y dijo don Bosco a los demás: 

-Esperemos a ver qué pasa. 

Yo seguía mirando con los ojos abiertos y sin pestañear, cuando de pronto todos los granos de uva cayeron al suelo y se convirtieron en 
otros tantos muchachos vivarachos y alegres, que llenaron en un momento todo el patio del Oratorio y todo el espacio sombreado por la 
vid: saltaban, jugaban, gritaban, corrían bajo aquel singular emparrado y daba gusto verlos. Allí se hallaban todos los muchachos que 
estuvieron, están y estarán en el Oratorio y en los demás colegios, pues a muchísimos no los conocía. 

Entonces, un personaje, que al principio no conocí quién fuese, y vosotros sabéis que don Bosco tiene siempre en sus sueños un guía, 
apareció a mi lado contemplando él también a los muchachos. Pero de pronto un velo misterioso se extendió ante nosotros y cubrió el 
agradable espectáculo. 

Aquel largo velo, no mucho más alto que la viña, parecía pegado a los sarmientos de la vid en toda su longitud y bajaba hasta el suelo a 
guisa de telón. Sólo se veía la parte superior de la viña, que parecía un amplio tapete verde. 

Toda la alegría de los jóvenes había desaparecido en un momento para trocarse en melancólico silencio. 

-íMira! me dijo el guía señalándome la vid. 

Me acerqué y vi que aquella hermosa vid, que parecía cargada de uva, no tenía más que hojas, sobre las cuales aparecían escritas las 
palabras del Evangelio: Nihil invenit in ea! (No halló nada en ella). 

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Yo no sabía explicarme el significado de aquello y dije al personaje: 

-»Quién eres tú? »Qué significa esta vid? 

Quitó el velo que había delante de la vid y apareció solamente cierto número de los muchísimos jóvenes que había visto antes, en gran 

parte desconocidos por mí. 

-Estos son, añadió, los que teniendo mucha facilidad para hacer el bien no se proponen como fin agradar al Señor. Son los que hacen el 
bien sólo para no desmerecer delante de sus compañeros. Los que observan con exactitud el reglamento de la casa, para librarse de las 
reprimendas y para no perder la estima de los superiores, con los cuales se muestran deferentes, pero sin sacar fruto alguno de sus 
exhortaciones y de los estímulos y cuidados de que son objeto en esta casa. Su ideal es procurarse una posición honrosa y lucrativa en el 
mundo. No se preocupan de estudiar la propia vocación, desoyen la voz del Señor si les llama y al mismo tiempo disimulan sus 
intenciones temiendo algún daño. Son, en suma, los que hacen las cosas como a la fuerza, por eso sus obras de nada les sirven para la 

eternidad. 

Eso dijo. íOh, cuánto me disgustó ver entre ellos a algunos que yo creía muy buenos, encariñados y sinceros! 

Y el amigo añadió: 

-El mal no está todo aquí. 

Y dejó caer el velo dejando al descubierto la parte superior de toda la vid. 

((159)) -Mira ahora de nuevo, me dijo. 

Miré aquellos sarmientos; entre las hojas veíanse muchos racimos que, a primera vista, me pareció presagiaban una rica vendimia. Yo 
me alegraba, pero al acercarme vi que los racimos eran raquíticos y podridos; unos estaban enmohecidos, otros cubiertos de gusanos y de 
insectos que los devoraban; éstos, picoteados por los pájaros y las avispas; aquéllos podridos y secos. Fijándome mucho me convencí de 
que nada bueno se podía sacar de aquellos racimos, que no hacían más que apestar el aire con el hedor que de ellos emanaba. 

Entonces el personaje levantó de nuevo el velo y exclamó: 

-íMira! 

-Y debajo apareció, ya no el número incontable de jóvenes que había visto al principio del sueño, sino muchísimos de ellos. Sus 
rostros, antes tan hermosos, se habían tornado feos, sombríos, cubiertos de asquerosas llagas. Paseaban encorvados, encogidos y 
melancólicos. Ninguno hablaba. Había entre ellos algunos de los que estuvieron en esta casa y en los colegios, otros que actualmente 
están aquí presentes y muchísimos a los cuales yo no conocía. Todos estaban avergonzados y no osaban levantar la mirada. 

Yo mismo, los sacerdotes y algunos de los que me rodeaban, estábamos espantados y sin poder pronunciar palabra. Por fin pregunté a 
mi guía: 

-»Cómo es esto? »Por qué estos jóvenes estaban al principio tan contentos y tenían un aspecto tan agradable, y ahora están tristes y 
feos? 

El guía contestó: 

-íEstas son las consecuencias del pecado! 

Los muchachos pasaban entretanto delante de mí y el guía me dijo: 

-íObsérvalos detenidamente! 

Miré atentamente y vi que todos llevaban escrito en la frente y en la mano su pecado. Reconocí a algunos de ellos que me llenaron de 
estupor. Siempre había creído que eran verdaderas flores de virtud y, en cambio, al presente veía que tenían el alma manchada con culpas 
gravísimas. 

Mientras los jóvenes desfilaban, yo leía en su frente: Inmodestia, escándalo, malicia, 

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soberbia, ocio, gula, envidia, ira, espíritu de venganza, blasfemia, gión, desobediencia, sacrilegio, hurto. 

El guía me hizo observar: 

-No todos están ahora como los ves, pero llegarán a estarlo si no cambian de conducta. Muchos de estos pecados no son graves de por 
sí, pero son causa y principio de caídas terribles y de eterna perdición. Qui spernit modica, paulatim decidet. (Quien desprecia lo 
pequeño, poco a poco sucumbe). La gula engendra la impureza; el desprecio a los superiores conduce al menosprecio de los sacerdotes y 
de la Iglesia; y así sucesivamente. 

Desconsolado a la vista de aquel espectáculo tomé la libreta, saqué el lápiz para anotar los nombres de los jóvenes que me eran 
conocidos y sus pecados o al menos la pasión dominante de cada uno, para avisarles e inducirles a que se corrigiesen. Pero el guía me 
tomó por el brazo y me preguntó: 

-»Qué haces? 

((160)) -Voy a anotar lo que veo escrito en su frente, para poderles avisar y que se corrijan. 

-Eso no te está permitido, respondió el amigo. 

-»Por qué? 

-No faltan los medios para verse libres de estas enfermedades. Tienen el reglamento: que lo observen; tienen a los superiores: que les 
obedezcan; tienen los Sacramentos: que los frecuenten. Tienen la confesión: que no la profanen callando pecados. Tienen la Sagrada 
Comunión: que no la reciban con el alma manchada por el pecado mortal. Que vigilen sus miradas, que huyan de los malos compañeros, 
que se abstengan de las malas lecturas y de las conversaciones inconvenientes, etc. Están en esta casa y el reglamento los puede salvar. 
Cuando oigan la campana, que obedezcan prontamente. Que no se valgan de subterfugios para engañar a los maestros y entregarse al 
ocio. Que no sacudan el yugo de los superiores, considerándolos como vigilantes importunos, como consejeros interesados, como 
enemigos, y que no canten victoria cuando consiguen encubrir sus faltas consiguiendo la impunidad de las mismas. Que sean respetuosos 
y que recen de buena gana en la iglesia y en los demás lugares destinados a la oración sin distraer a los demás ni charlar. Que estudien en 
el estudio; que trabajen en el taller y que observen una compostura decente. Estudio, trabajo y oración; he aquí lo que les conservará 
buenos, etc. 

A pesar de la negativa, continué rogando insistentemente a mi guía que me dejase escribir los nombres. Entonces él me arrebató 
resueltamente el cuaderno de las manos y lo arrojó al suelo diciendo: 

-Te digo que no hace falta que los escribas. Tus jóvenes, pueden saber lo que deben hacer y evitar con la gracia de Dios y la voz de la 
conciencia. 

-Entonces, dije, »no puedo manifestarles nada de todo esto? Dime al menos lo que les debo decir; qué avisos he de darles. 

Podrás decirles lo que recuerdes y desees. 

Y dejó caer el velo. Nuevamente apareció ante nuestros ojos la vid, cuyos sarmientos, casi desprovistos de hojas, ofrecían una hermosa 
uva rubicunda y madura. Me acerqué, observé atentamente los racimos y vi que en realidad eran como me habían parecido a distancia. 
Daba gusto contemplarlos, causaban verdadero placer a la vista. Esparcían alrededor una fragancia exquisita. 

El amigo levantó inmediatamente el velo. Bajo el extenso emparrado había muchos de los jóvenes que estuvieron, están y estarán con 
nosotros. Sus rostros eran muy bellos y estaban radiantes de felicidad. 

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-Estos, me dijo el guía, son y serán aquellos que, mediante tus solícitos cuidados, producen y producirán buenos frutos, los que 
practican la virtud y te proporcionarán muchos consuelos. 

Yo me alegré, pero al mismo tiempo me sentí un poco afligido, porque dichos jóvenes no eran tantos como yo esperaba. 

Mientras los contemplaba sonó la campana para el almuerzo y los muchachos se marcharon. También los clérigos se fueron a su lugar. 
Miré ((161)) a mi alrededor y no vi a nadie. Hasta la vid con sus sarmientos y con sus racimos había desaparecido. Busqué al guía y no lo 
encontré. Entonces me desperté y pude descansar algo. 

El viernes, 1.° de mayo, continuó don Bosco el relato: 

-Como os dije ayer, me desperté pareciéndome haber oído el sonido de la campana, pero volví a amodorrarme; descansaba 
tranquilamente, cuando me sentí sacudido por segunda vez y me pareció encontrarme en mi habitación, en actitud de despachar mi 
correspondencia. Salí al balcón y durante un rato estuve contemplando la gigantesca cúpula de la nueva iglesia y seguidamente bajé a los 
pórticos. Poco a poco regresaban de sus ocupaciones los sacerdotes y los clérigos que me rodearon. Entre ellos estaban presentes don 
Miguel Rúa, don Juan Cagliero, don Juan B. Francesia y don Angel Savio. Hablaba con ellos de cosas diversas, cuando la escena cambió 
por completo. Desapareció la iglesia de María Auxiliadora, desaparecieron todos los edificios actuales del Oratorio y nos encontramos 
ante la antigua casa Pinardi. Y he aquí que de nuevo comienza a brotar del suelo y en el mismo lugar que la anterior, una vid que parecía 
salir de las raíces de la otra, y a elevarse a igual altura, a producir numerosos sarmientos horizontales, que se extendieron por un amplio 
espacio y después se cubrieron de hojas, de racimos y finalmente de uva madura. Pero no apareció la turba de jóvenes. Los racimos eran 
tran grandes como los de la tierra prometida. Habría sido necesaria la fuerza de un hombre para levantar uno solo. Los granos eran 
extraordinariamente gruesos, de forma oblonga y de un color amarillo oro; parecían muy maduros. Uno solo de ellos hubiera sido 
suficiente para llenar la boca. Su aspecto era tan agradable que la boca se hacía agua y parecía que estaban diciendo: 

-íCómeme! 

También don Juan Cagliero con don Bosco y sus compañeros contemplaba maravillado aquel espectáculo. Don Bosco esclamó: 

-íQué uva tan estupenda! 

Y don Juan Cagliero, sin más cumplidos, se acercó a la vid, arrancó unos granos, se echó uno a la boca y comenzó a masticarlo; pero 
sintió náuseas y lo arrojó con tal fuerza, que parecía vomitar. La uva tenía un sabor desagradable, como el de un huevo podrido. 

-íCaramba! exclamó don Juan Cagliero después de escupir varias veces; esto es veneno, es capaz de causar la muerte a un cristiano. 

Todos miraban y ninguno hablaba, cuando salió por la puerta de la sacristía de la antigua capilla un hombre de aspecto serio y resuelto, 
que se acercó a nosotros y se paró junto a don Bosco. Don Bosco le preguntó: 

-»Cómo se entiende que una uva tan hermosa tenga un gusto tan malo? 

Aquel hombre no contestó, sino que, sin decir palabra, fue a cortar un haz ((162)) de varas, eligió una nudosa, se presentó a don Angel 
Savio y se la ofreció diciendo: 

-íToma y golpea esos sarmientos! 

Don Angel se negó a hacerlo y dio un paso hacia atrás. 

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Entonces aquel hombre se volvió a don Juan B. Francesia, le ofreció la vara y le dijo:
-íToma y golpea!
Y, lo mismo que a don Angel Savio, le indicó el lugar donde tenía que hacerlo. Francesia se encogió de hombros, adelantó la barbilla 
y


movió un poco la cabeza, diciendo que no. 

Aquel hombre se dirigió entonces a don Juan Cagliero y, tomándolo de un brazo, le presentó el bastón y le dijo: 

-íToma y golpea; apalea y abate! 

Y al mismo tiempo le indicaba el lugar donde debía hacerlo. Cagliero, amilanado, dio un salto atrás y batiendo el dorso de una mano 

sobre la otra exclamó:-íLo que faltaba! 

El guía le reiteró la misma invitación, repitiendo: 

-íToma y golpea! 

Pero Cagliero, como puesto en el disparador, comenzó a decir: 

-Yo no; yo, no. 

Y lleno de miedo corrió a esconderse tras de mí. 

Al ver esto aquel personaje, sin inmutarse, se presentó de la misma manera a don Miguel Rúa y le dijo: 

-Toma y golpea. 

Pero Rúa, al igual que Cagliero, vino a ocultarse tras de mí. 

Entonces me encontré frente a aquel hombre singular que, deteniéndose ante mí, me dijo: 

-Toma y golpea tú esos sarmientos. 

Yo hice un gran esfuerzo para comprobar si estaba soñando o en mi pleno conocimiento y, pareciéndome que todo cuanto sucedía era 

real, dije a aquel personaje: 
-»Quién eres tú que me hablas de esta manera? Dime: »por qué he de golpear esos sarmientos, por qué he de echarlos abajo? »Es esto 

un sueño, una ilusión? »Qué significa esto? »En nombre de quién me hablas? »Acaso lo haces en nombre del Señor? 

-Acércate a la vid, me respondió, y lee lo que hay escrito sobre las hojas. 

Me acerqué. Observé con atención las hojas y leí estas palabras: Ut quid terram occupat? (»Para qué ocupa la tierra?) 

-íSon palabras del Evangelio!, exclamó mi guía. 

Lo había comprendido todo, pero me atreví a objetar: 

-Antes de golpear, recuerda que en el Evangelio también se lee cómo el Señor, a los ruegos del labrador, permitió que abonase la planta 

inútil y cavase a su alrededor, reservándose el arrancarla hasta haber empleado todos los medios para hacerla fructificar. 

-Bien; se podrá conceder una tregua al castigo, mas entretanto mira, y después veras. 

Y me señaló la vid. Yo miraba, pero no entendía nada. 

-Ven y observa, replicóme; lee: »qué hay escrito en los granos de uva? 

Don Bosco se acercó y vio que todos los granos tenían escrito el nombre de uno de los alumnos y el de su culpa. 

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Yo leí, y entre tan múltiples imputaciones recuerdo con horror las siguientes: Soberbio -Infiel a sus promesas -Incontinente -Hipócrita 
-Descuidado en todos sus deberes -Calumniador -Vengativo -Despiadado, ((163)) Sacrílego -Despreciador de la autoridad de los 
superiores -Piedra de escándalo -Seguidor de falsas 

Fin de Página 165 


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doctrinas. Vi el nombre de aquellos quorum Deus venter est (cuyo Dios es el vientre); de otros a los cuales scientia inflat (la ciencia 
hincha); de los que quaerunt quae sua sunt, non quae Jesu Christi (buscan lo suyo, no lo de Jesucristo); de los que critican al reglamento y 
a los superiores. Vi también los nombres de ciertos desgraciados que estuvieron o que están actualmente con nosotros; y un gran número 
de nombres nuevos para mí, o sea, los que, con el tiempo, estarán con nosotros. 

-He aquí los frutos que produce esta viña, dijo el personaje con continente serio; son frutos amargos, malos, nocivos para la eterna 
salvación. 

Sin más saqué el cuaderno, tomé el lápiz y quise escribir los nombres de algunos, pero el guía me tomó del brazo como la vez anterior y 
me dijo: 

-»Qué haces? 

-Déjame tomar nota de los que conozco, a fin de poderles avisar en privado para que se corrijan. 

Fue inútil mi ruego. El guía no me lo consintió, y yo añadí: 

-Pero si yo les digo la situación y estado en que se encuentran, reaccionarán. 

Y él me replicó: 

-Si no creen al Evangelio, tampoco te creerán a ti. 

Continué insistiendo porque quería tomar nota y disponer de algunas normas para el porvenir; pero aquel hombre no añadió palabra, y 
se puso ante don Miguel Rúa con el haz de bastones y le invitó a que tomara uno: 

-íToma y golpea! 

Rúa, cruzando los brazos, bajó la cabeza y exclamó: 

-íPaciencia! 

Y después dirigió una mirada a don Bosco. Éste hizo una señal de asentimiento y don Miguel Rúa, tomando una vara en sus manos, se 
acercó a la vid y comenzó a golpear en el lugar indicado. Pero, apenas había dado los primeros golpes, cuando el guía le hizo señas de 
que se detuviese, y gritó a todos: 

-íRetiraos! 

Entonces nos alejamos todos. Observábamos y veíamos que los granos de uva se hinchaban, se hacían cada vez más gruesos y se 

tornaban repugnantes. Parecían caracoles sin concha, siempre de color amarillo y sin perder la forma de la uva. 

El guía gritó nuevamente: 

-íMirad! íDejad que el Señor descargue su venganza! 

Y he aquí que el cielo comenzó a nublarse y se formó una niebla tan densa que no se veía a poca distancia y dejó cubierta la vid por 
completo. Todo se hacía oscuro, brillaron relámpagos, retumbaron los truenos y empezaron a caer tantos rayos por todo el patio, que 
infundían terror. Se doblaban los sarmientos al impulso de un viento huracanado y volaban las hojas por los aires. Finalmente comenzó a 
azotar la vid una horrible tempestad. Yo quise huir pero el guía me detuvo diciendo:-íMira el granizo! 

Miré y vi que los granos, del grosor de un huevo, unos eran negros y otros rojos; por un lado eran puntiagudos y por el otro achatados 
en forma de maza. El granizo negro caía con violencia cerca de donde yo estaba y más atrás caía el granizo rojo. 

-»Cómo es esto?, decía yo; en mi vida he visto un granizo parecido a éste. 

((164)) -Acércate, me dijo el desconocido y verás. 

Me acerqué un poco al granizo negro, pero despedía un hedor tan nauseabundo, que poco faltó para que no me cayera de espaldas. El 

Fin de Página 166 


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guía insistía cada vez más para que me acercara. Entonces agarré un grano de los negros para examinarlo, pero tuve que arrojarlo 
enseguida al suelo porque repugnaba mucho aquel olor pestilente. 

Fin de Página 166 


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Y dije: 

-íNo me es posible ver nada! 

Y dijo el otro: 

-Mira bien y verás. 

Y yo, haciéndome mayor violencia, vi escrito sobre cada uno de aquellos pedazos negros de hielo: Inmodestia. Me dirigí entonces al 
granizo rojo, que a pesar de su frialdad quemaba cuanto tocaba. Tomé en mis manos un grano que hedía como el otro y pude leer un poco 
más fácilmente lo que sobre él estaba escrito: Soberbia. A la vista de esto exclamé lleno de vergüenza: 

-»Son, pues, éstos los dos vicios principales que amenazan a esta casa? 

-Estos son los dos vicios capitales que arruinan mayor número de almas, no sólo en tu casa, sino en todo el mundo. A su tiempo verás 
cuántos caerán en el infierno impulsados por estos dos vicios. 

-»Qué he de decir, pues, a mis hijos para que los aborrezcan? 

-Lo que has de decirles lo sabrás en breve. 

Y al decir esto se alejó de mí. 

Entretanto, el granizo continuaba asolando furiosamente la vid al resplandor de los relámpagos y de los rayos. Los racimos quedaban 
machacados como si hubieran estado en el lagar bajo los pies de los pisadores, y soltaban todo su jugo. Un hedor terrible se esparció por 
el aire haciéndolo irrespirable. De cada grano salía un olor diferente, pero uno era más soportable que el otro, según la diversidad y el 
número de los pecados. Como no podía resistir más, me puse el pañuelo en la nariz. Seguidamente me volví atrás para dirigirme a mi 
habitación, pero no vi a ninguno de mis compañeros, ni a Francesia, ni a Rúa, ni a Cagliero. Habían huido dejándome solo. Todo estaba 
desierto y silencioso. Me entró entonces tal espanto, que me di a la fuga y me desperté. 

Como veis, este sueño es en extremo desagradable, pero lo que sucedió la tarde y la noche posteriores a la aparición del sapo, lo 
diremos pasado mañana domingo, 3 de mayo, y aún será más desagradable. Ahora no podéis conocer las consecuencias, pero como no 
hay tiempo para hablar de ellas, para no quitaros más tiempo de descanso, os dejo que vayáis a dormir, reservándome el comunicároslas 
en otra ocasión. 

Hay que tener presente que las graves faltas reveladas a don Bosco no todas se referían a aquellos tiempos, sino que se relacionaban 
((165)) escalonadamente con una serie de años futuros. En efecto, el siervo de Dios vio, no solamente a los alumnos que habían estado y 
que estaban en la actualidad en el Oratorio, sino también a una infinidad de ellos, cuya fisonomía le era completamente desconocida y 
que pertenecerían a sus Institutos diseminados por todo el mundo. La parábola de la viña estéril que se lee en el libro de Isaías, abarca 
muchos siglos de historia. 

Además no conviene y no sería justo echar en olvido lo que dijo el guía a Don Bosco: No todos estos jóvenes están ahora en el estado 
en que los ves, pero un día lo estarán si no cambian de conducta. Por la senda del mal se llega al precipicio. 
167 

Fin de Página 167 


VOLUMEN IX Página: 168 

Notemos, además cómo, ante la vid, apareció un personaje del que el Siervo de Dios aseguró que le era desconocido, pero que después 
se convirtió en su guía e intérprete. En el relato de este sueño, como en el de otros muchos, don Bosco solía darle a veces el nombre de 
desconocido para ocultar, tal vez, la parte más grandiosa de cuanto había contemplado y diremos también, lo que indicaba claramente la 
intervención sobrenatural en estos sueños. 

Como le preguntásemos en distintas ocasiones, valiéndonos de la confianza íntima con que nos distinguía, sobre la naturaleza de este 
desconocido, aunque sus respuestas no fuesen explícitas, pudimos deducir por ciertos indicios que el guía no era siempre el mismo, y 
que, a lo mejor, unas veces era un Angel del Señor, otras un alumno difunto, bien San Francisco de Sales, bien San José u otros santos... 

En algunas ocasiones dijo de una manera concreta que había sido acompañado por Luis Comollo, por Domingo Savio o por Luis Colle. 
Alguna vez, además, la escena se alargaba en derredor de estos personajes con apariciones simultáneas que le hacían cortejo o compañía. 

Fin de Página 168 


VOLUMEN IX Página: 169 

((166)
)


CAPITULO XV 

TERCERA CHARLA DE DON BOSCO: OTRO SUEÑO; EL CAMINO DE LA PERDICION; LOS LAZOS DEL DEMONIO; LA 
BAJADA AL INFIERNO; LOS JOVENES QUE ALLI SE PRECIPITAN; LA ENTRADA EN LA CARCEL ETERNA; UNA 
INMENSA CAVERNA DE FUEGO Y CASTIGO DE LOS SENTIDOS; DESVARIOS DEL ALMA, FURORES, ODIOS, GRlTOS 
DESESPERADOS; LOS GUSANOS DEL REMORDIMIENTO; LA SALA DE LOS JUICIOS DE DIOS; LAS AMENAZAS DE LA 
JUSTICIA ABREN EL CAMINO DEL ARREPENTIMIENTO Y DE LA MISERICORDIA; DON BOSCO ES LLEVADO AL 
ULTIMO RECINTO JUNTO A LA PUERTA; EL GUIA LE OBLIGA A TOCAR AQUEL MURO Y EL SE DESPIERTA POR LA 
HORRIBLE QUEMADURA SENTIDA -DON BOSCO PROMETE A LOS JOVENES QUE EXPLICARA Y DARA 
INSTRUCCIONES SOBRE LOS TEMAS MORALES DEL SUEÑO -ALGUNAS NOTAS 

EN la noche del domingo 3 de mayo, festividad del Patrocinio de San José, don Bosco prosiguió el relato de cuanto había visto en los 
sueños: 

-Debo contaros otra cosa, comenzó diciendo, que puede considerarse como consecuencia de cuanto os referí en las noches del jueves y 
del viernes, que me dejó tan quebrantado que apenas si me podía tener en pie. Vosotros lo podéis llamar sueño o como queráis; en suma, 
le podéis dar el nombre que os parezca. 

Os hablé de un sapo espantoso que en la noche del 17 de abril amenazaba tragarme y cómo al desaparecer, una voz me dijo: 

-»Por qué no hablas? 

Yo me volví hacia el lugar de donde había partido la voz y vi junto a mi lecho un personaje distinguido. 

Como hubiese entendido el motivo de aquel reproche, le pregunté: 

((167)) -»Qué debo decir a nuestros jóvenes? 

-Lo que has visto y cuanto se te ha indicado en los últimos sueños y lo que deseabas conocer, y que te será revelado la noche próxima. 

Y se retiró. 
169 

Fin de Página 169 


VOLUMEN IX Página: 170 

Yo, pues, al día siguiente pensaba continuamente en la mala noche que tendría que pasar y, al llegar la hora, no me determinaba a irme 
a acostar. Y así estuve en mi mesa de trabajo hojeando libros hasta medianoche. Me llenaba de terror la idea de tener que contemplar 
todavía nuevos espectáculos espantosos. Al fin, haciéndome violencia, me acosté. Y continuó así la narración: 

Para no dormirme tan pronto, y por temor a que la imaginación me enfrascara en los sueños acostumbrados, dispuse la almohada de tal 
forma que estaba en el lecho casi sentado. Pero pronto, como estaba cansado, me dormí sin darme cuenta. 

Y he aquí que de improviso vi en la habitación, junto a la cama, al hombre de la noche anterior (llamado por él varias veces el hombre 
del bonete, o del gorro), el cual me dijo: 

-íLevántate y ven conmigo! 

Yo le contesté: 

-Te lo pido por caridad. Déjame tranquilo, estoy cansado. íMira! Hace varios días que sufro de dolor de muelas. Déjame descansar. He 
tenido unos sueños espantosos y estoy verdaderamente agotado. 

Y decía esto porque la aparición de este hombre es siempre indicio de grandes agitaciones, de cansancio y de terror. 

El me respondió: 

-íLevántate, que no hay tiempo que perder! 

Entonces me levanté y le seguí. Mientras caminábamos le pregunté: 

-»Adónde quieres llevarme ahora? 

-Ven y verás. 

Y me condujo a un lugar donde se extendía una amplia llanura. 

Dirigí la mirada a mi alrededor, pero aquella región era tan grande que no se distinguían los confines de la misma. Era un verdadero 
desierto. No se veía alma viviente. Ni una planta, ni un riachuelo; la yerba seca y amarillenta ofrecía un aspecto de tristeza. No sabía 
dónde me encontraba, ni qué iba a hacer. Durante unos instantes no vi a mi guía. Temí haberme perdido. No estaban conmigo ni don 
Miguel Rúa, ni don Juan B. Francesia, ni ningún otro. Cuando he aquí que divisé al amigo que salía a mi encuentro. Respiré y le dije: 

-»Dónde estoy? 

((168)) -Ven conmigo y lo verás. 

-Bien; iré contigo. 

Iba él delante y yo le seguía sin chistar. Después de un largo y triste viaje, pensando don Bosco que tenía que atravesar tan dilatada 

llanura se decía para sí: 

-íAy mis pobres muelas! íPobre de mí, con las piernas tan hinchadas...! 

Pero de pronto se abrió ante mí un camino. 

Entonces interrumpí el silencio y pregunté al guía: 

-»Adónde, debemos ir ahora? 

-Por aquí, respondió. 

Y tomamos aquel camino. Era hermoso, ancho, espacioso y bien pavimentado (Via peccantium complanata lapidibus, et in fine illorum 
inferi, et et poenae, Eclesiástico XXI, 10) (El camino de los pecadores está bien enlosado, pero a su término está la fosa del seol). A un 
lado y otro de las orillas del foso flanqueaban dos magníficos setos verdes, cubiertos de lindas flores. En especial despuntaban las rosas, 

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entre las hojas, por todas partes, Aquel camino, a primera vista, parecía llano y cómodo y yo me eché a andar por él sin sospechar nada. 
Pero después de caminar un trecho, me di cuenta de que insensiblemente se iba haciendo cuesta abajo y, aunque la marcha no parecía 
precipitada, yo corría con tanta facilidad que me parecía ser llevado por el aire. Incluso noté que avanzaba, casi sin mover los pies. 
Nuestra carrera era, pues, veloz. Pensando entonces que la vuelta atrás por un camino tan largo hubiera sido fatigosa y cansada, dije al 
amigo: 

-Cómo haremos para regresar al Oratorio? 

-No te preocupes, me respondió, el Señor es omnipotente y quiere que camines. El que te conduce y te enseña a proseguir adelante, 
sabrá también llevarte hacia atrás. 

El camino descendía cada vez más. Proseguíamos la marcha entre flores y rosas, cuando vi que por el mismo sendero me seguían todos 
los jóvenes del Oratorio, con numerosísimos compañeros a los que yo jamás había visto. Pronto me encontré en medio de ellos. Mientras 
los observaba vi de repente que, ora uno ora otro, caían al suelo y eran arrastrados por una fuerza invisible hacia una horrible pendiente, 
que se veía aún en lontananza, y que luego los metía de cabeza en un horno. 

-»Qué es lo que hace caer a estos muchachos?, pregunté al guía. (Funes extenderunt in laqueum; juxta iter scandalum posuerunt, Salm. 

139. Cuerdas han tendido como red; trampas junto al sendero me han situado). 
-Acércate un poco más, me respondió. 
Me acerqué y pude comprobar que los jóvenes pasaban entre muchos lazos, algunos de los cuales estaban a ras del suelo y otros a la 
altura de la cabeza: estos lazos no se veían. Por tanto, muchos de los jóvenes, al andar, quedaban presos por ellos, sin darse cuenta del 
peligro; en el momento de caer daban un salto y después rodaban por el suelo con las piernas en alto y, cuando se levantaban, corrían 
precipitadamente hacia el abismo. Unos quedaban presos por la cabeza, otros por el cuello, quién por las manos, quién por un brazo, éste 
por una pierna, aquél por la cintura, e inmediatamente eran lanzados abajo. 

((169)) Los lazos colocados en el suelo parecían de estopa, apenas visibles, semejantes a los hilos de una tela de araña y, al parecer, 
inofensivos. Y con todo, pude observar que los jóvenes presos en ellos, caían a tierra. 

Yo estaba atónito, y me dijo el guía: 

-»Sabes qué es esto? 

-Un poco de estopa, respondí. 

-Te diría que no es nada, añadió; no es más que el respeto humano. 

Entretanto, al ver que eran muchos los que seguían cayendo en los lazos, pregunté: 

-»Cómo se entiende que sean tantos los que quedan prendidos en esos hilos?»Quién es el que los arrastra de esa manera? 

Y él replicó: 

-Acércate más; observa y lo verás. 

Miré un poco y después dije: 

-Yo no veo nada. 

-Mira mejor, repitió. 

Tomé, en efecto, uno de los lazos, tiré hacia mí y pude comprobar que venía el otro extremo; tiré aún un poco más y no pude ver dónde 
acababa aquel hilo, pero me di cuenta de que yo también era arrastrado por él. Entonces seguí la dirección del hilo y llegué a la boca de 
una espantosa caverna. Me detuve, porque no quería 

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penetrar en aquella vorágine, tiré hacia mí de aquel hilo y noté que cedía un poco, pero había que hacer mucha fuerza. Y he aquí que, 
después de haber tirado mucho, salió fuera, poco a poco, un horrible monstruo que infundía espanto, el cual mantenía fuertemente 
agarrado con sus garras la extremidad de una cuerda a la que estaban ligados todos aquellos hilos. Era éste quien, apenas caía uno en 
aquellas redes, lo arrastraba inmediatamente hacia sí. 

Entonces me dije: 

-Es inútil intentar hacer frente a la fuerza de este animal, pues no lograré vencerlo; será mejor combatirlo con la señal de la santa cruz y 
con jaculatorias. 

Me volví, por tanto, junto a mi guía, el cual me dijo: 

-»Sabes ya quién es? 

-íSí que lo sé! Es el demonio quien tiende estos lazos para hacer caer a mis jóvenes en el infierno. 

Examiné con atención los lazos y vi que cada uno llevaba escrito su propio título: el lazo de la soberbia, de la desobediencia, de la 
envidia, del sexto mandaniento, del hurto, de la gula, de la pereza, de la ira, etc. Hecho esto, me eché un poco hacia atrás para ver cuál de 
aquellos lazos era el que causaba mayor número de víctimas entre los jóvenes, y pude comprobar que eran los de la deshonestidad, la 
desobediencia y la soberbia. A este último iban atados otros dos. Después de esto vi otros lazos que causaban grandes estragos, pero no 
tanto como los dos primeros. Desde mi puesto de observación, vi a muchos jóvenes que corrían a mayor velocidad que los demás. 

Y pregunté: 

-»Por qué esta diferencia? 

-Porque son arrastrados por los lazos del respeto humano, me fue respondido. 

Mirando aún con mayor atención vi que entre los lazos había esparcidos muchos cuchillos que, manejados por una mano providencial, 
cortaban o rompían los hilos. El cuchillo más grande procedía contra el lazo de la soberbia y simbolizaba la meditación. Otro cuchillo 
((170)), también muy grande, pero no tanto como el primero, significaba la lectura espiritual bien hecha. Había además dos espadas. Una 
de ellas indicaba la devoción al Santísimo Sacramento, especialmente mediante la comunión frecuente; otra, la devoción a la Virgen. 
Había también un martillo: la confesión, y había otros cuchillos símbolos de las varias devociones a san José, a san Luis, etc. 

Muchos rompían con estas armas los lazos al quedar prendidos o se defendían para no caer en ellos. 

En efecto, vi a dos jóvenes que pasaban entre los lazos de manera que nunca quedaban presos; pasaban antes de que el lazo estuviese 
tendido y, si lo hacían cuando éste estaba ya preparado, sabían sortearlo de forma que les caía sobre los hombros, o sobre las espaldas, o 
en otro lado, sin lograr atraparlos. 

Cuando el guía se dio cuenta de que lo había observado todo, me hizo continuar el camino flanqueado de rosas; pero, a medida que 
avanzaba, las rosas de los linderos eran cada vez más raras, y empezaban a aparecer punzantes espinas. Luego, por mucho que me fijé, no 
se descubría ni una rosa y, en el último tramo, el seto se había tornado completamente espinoso, quemado por el sol y desprovisto de 
hojas; después de los matorrales ralos y secos, partían ramas que se tendían por el suelo, impedían el paso y lo sembraban de espinas de 
tal forma que dificilmente se podía caminar. 

Habíamos llegado a una hondonada, cuyos ribazos ocultaban las regiones vecinas, 

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y el camino, que descendía cada vez más, se hacía espantoso, poco firme y eno de baches, de salientes, de guijarros y de cantos rodados. 

Había perdido ya de vista a todos mis jóvenes, muchísimos de los cuales habían logrado salir de aquella senda engañosa y tomaban 
otros senderos. 

Yo continué adelante. Cuanto más avanzaba, más áspera y más pronunciada era la bajada, de forma que algunas veces me resbalaba y 
caía al suelo, donde permanecía sentado un rato para tomar un poco de aliento. De cuando en cuando el guía acudía en mi auxilio y me 

ayudaba a levantarme. A cada paso se me plegaban las articulaciones y parecía que se me iban a descoyuntar los huesos. 

Jadeando, dije a mi guía: 

-Amigo, no puedo con mis piernas. Me encuentro tan falto de fuerzas, que no es posible continuar el viaje. 

El guía no me contestó, sino que, animándome, prosiguió su marcha; 
hasta que, al verme cubierto de sudor y víctima de un cansancio mortal, me llevó a un pequeño promontorio que se alzaba en el mismo 
camino. 

Me senté, lancé un hondo suspiro y me pareció quedar un poco descansado. Entretanto observaba desde arriba el camino que había 
recorrido; parecía cortado a pico, cubierto de guijarros y de piedras puntiagudas. Miré lo que me quedaba por andar, cerré los ojos de 
pavor y exclamé: 

-íPor favor, volvamos atrás! Si seguimos adelante, »cómo haremos para volver al Oratorio? íEs imposible que yo pueda subir ahora esta 
cuesta! 

((171)) Y el guía me contestó resueltamente: 

-Ahora que hemos llegado aquí, »quieres quedarte solo? 

Ante esta amenaza repliqué en tono suplicante: 

-Sin ti, »cómo podría volver atrás o continuar el viaje? 

-Pues bien, sígueme, añadió el guía. 

Me levanté y continuamos bajando. El camino se hacía cada vez más horriblemente abrupto, de forma que apenas si podía permanecer 
de pie. 

Y he aquí que al fondo de este precipicio, que terminaba en un oscuro valle, apareció ante nuestros ojos un edificio inmenso que tenía 
una puerta altísima y cerrada. Llegamos al fondo del precipicio. Un calor sofocante me oprimía y una espesa humareda, de color verdoso, 
surcada por el brillo de sanguinolentas llamas, se elevaba sobre aquellos murallones. Levanté mis ojos a aquellas murallas: eran más altas 
que una montaña. 

Don Bosco preguntó al guía: 

-»Dónde nos encontramos? »Qué es esto? 

-Lee lo que hay escrito sobre aquella puerta, me respondió; por la inscripción sabrás donde estamos. 

Miré y leí sobre la puerta: Ubi non est redemptio (Aquí no hay redención).Me di cuenta de que estábamos ante las puertas del infierno. 

El guía me acompañó a dar una vuelta alrededor de los muros de aquella horrible ciudad. De cuando en cuando, a una distancia regular, 

se veía una puerta de bronce, como la primera, al pie de una peligrosa bajada, y cada una de ellas tenía encima una inscripción diferente. 

Discedite, maledicti, in ignem aeternum, qui paratus est diabolo et angelis eius... Omnis arbor quae non facit fructum bonum excidetur 
et in ignem mittetur (Alejaos, malditos, al fuego eterno que está preparado para el diablo y para sus ángeles... Todo árbol que no da 
buenos frutos, será cortado y echado al fuego). 

Saqué la libreta para anotar aquellas inscripciones, pero el guía me dijo: 

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-íDetente! »Qué haces? 

-Tomo nota de estas inscripciones. 

-No hace falta; las tienes todas en la Sagrada Escritura; incluso tú has hecho grabar algunas bajo los pórticos. 

Ante semejante espectáculo habría preferido volver atrás y encaminarme 

al Oratorio; pero el guía no se volvió, a pesar de que yo había dado ya algunos pasos. 

Recorrimos un inmenso y profundísimo barranco y nos encontramos nuevamente al pie del camino pendiente que habíamos recorrido y 
delante de la puerta que vimos en primer lugar. De pronto el guía se volvió hacia atrás y con el rostro demudado y sombrío, me indicó 

con la mano que me retirara, diciendo: 

-íObserva! 

Tembloroso, alcé los ojos hacia arriba y, a una gran distancia, vi que por aquel camino en declive, bajaba uno a toda velocidad. 
Conforme se iba acercando intenté identificarlo y finalmente pude reconocer en él a uno de mis jóvenes. Llevaba los cabellos 
desgreñados, en parte erizados sobre la cabeza y en parte echados hacia atrás por efecto del viento, y los brazos tendidos hacia adelante, 
en actitud de quien nada para salvarse del naufragio. Quería detenerse y no podía. Tropezaba continuamente con los guijarros salientes 
del camino y aquellas piedras servían para darle mayor ((172)) impulso en la carrera. 

Corramos, detengámosle, ayudémosle, gritaba yo tendiendo las manos hacía él. 

Y el guía replicaba: 

-No; déjalo. 

-»Y por qué no puedo detenerlo? 

-»No sabes lo tremenda que es la venganza de Dios? »Crees que podrías detener a uno que huye de la ira encendida del Señor? 

Entretanto aquel joven, volviendo la cabeza hacia atrás y mirando con los ojos encendidos si la ira de Dios le seguía siempre, corría 

precipitadamente hacia el fondo del camino, como si no hubiese encontrado en su huida más solución que ir a dar contra la puerta de 
bronce. 

-»Y por qué mira hacia atrás con esa cara de espanto?, pregunté yo. 

-Porque la ira de Dios traspasa todas las puertas del infierno y va a atormentarle aun en medio del fuego. 

En efecto, como consecuencia de aquel choque, entre un ruido de cadenas, la puerta se abrió de par en par. Y tras ella se abrieron al 
mismo tiempo, haciendo un horrible fragor, dos, diez, ciento, y mil más impulsadas por el choque del joven, que era arrastrado por un 
torbellino invisible, irresistible, velocísimo. 

Todas aquellas puertas de bronce, que estaban una enfrente de otra, aunque a gran distancia, permanecieron abiertas por un instante y 
yo vi, allá a lo lejos, muy lejos, como la boca de un horno, y mientras el joven se precipitaba en aquella vorágine pude observar que de 
ella se alzaban numerosos globos de fuego. Y las puertas volvieron a cerrarse con la misma rapidez con que se habían abierto. Entonces 
yo tomé la libreta para apuntar el nombre y el apellido de aquel infeliz, pero el guía me agarró del brazo y me dijo: 

-Detente y observa de nuevo. 

Lo hice y pude ver un nuevo espectáculo. Vi bajar precipitadamente por la misma senda a otros tres jóvenes de nuestras casas que en 
forma de peñascos rodaban rapidísimamente uno tras otro. Iban con los brazos abiertos y gritaban de espanto. Llegaron al fondo y fueron 
a chocar con la primera puerta. En aquel instante conocí a los tres. La puerta se abrió y, después de ella, las otras mil; los jóvenes fueron 
empujados 

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por aquel larguísimo corredor, se oyó un prolongado ruido infernal que se alejaba cada vez mas, aquéllos desaparecieron y las puertas se 
cerraron. Muchos otros cayeron después de éstos de cuando en cuando... Vi precipitarse allí a un pobrecillo, impulsado por los empujones 
de un malvado compañero. Otros caían solos, algunos acompañados; unos agarrados del brazo, otros separados, pero próximos. Todos 
llevaban escrito en la frente el propio pecado. Yo los llamaba afanosamente mientras caían en aquel lugar. Pero ellos no me oían, 
retumbaban las puertas infernales al abrirse y al cerrarse se hacía un silencio de muerte. 

-He aquí la causa principal de tantas condenas, exclamó mi guía: los compañeros malos, las malas lecturas y las perversas costumbres. 

((173)) Los lazos que habíamos visto al principio eran los que arrastraban a los jóvenes al precipicio. Al ver caer a tantos de ellos, dije 
con acento de desesperación: 

-Entonces es inútil que trabajemos en nuestros colegios, si son tantos los jóvenes que tienen este fin. »No habrá manera de remediar la 

ruina de estas almas? 

Y el guía me contestó: 

Este es el estado en que actualmente se encuentran y, si muriesen en él, vendrían a parar aquí sin remedio. 

Déjame, pues, anotar los nombres para que yo pueda avisarles y ponerlos en la senda que conduce al Paraíso. 

-»Y, crees tú que algunos se corregirían si les avisases? Al principio el aviso les impresionará; después no harán caso, diciendo: se trata 
de un sueño. Y se tornarán peores que antes. Otros, al verse descubiertos, frecuentarán los Sacramentos, pero no de una manera 
espontánea y meritoria, porque no proceden rectamente. Algunos se confesarán por un temor pasajero a caer en el infierno, pero seguirán 
con el corazón apegado al pecado. 

-»Entonces, no hay remisión para estos desgraciados? Dame un remedio para que puedan salvarse. 

-Helo aquí: tienen los superiores, que los obedezcan; tienen el reglamento, que lo observen; tienen los Sacramentos, que los reciban. 

Mientras tanto, un nuevo grupo de jóvenes se precipitaba en el abismo y las puertas permanecieron abiertas durante un instante. 

-Entra tú también, me dijo el guía. 

Me eché atrás horrorizado. Estaba impaciente por regresar al Oratorio, para avisar a los jóvenes y detenerles a fin de que no se perdiera 

ninguno más. Pero el guía me volvió a insistir: 

-Ven, que aprenderás más de una cosa. Pero antes dime: »quieres 
proseguir solo o acompañado? 

Me dijo esto para que reconociese la insuficiencia de mis fuerzas y, al mismo tiempo, la necesidad de su benévola asistencia; por lo que 

contesté: 

-Quita allá: »solo en ese lugar de horror? »Sin la ayuda de tu bondad? »Y quién me enseñará el camino de vuelta? 

Y de pronto me sentí lleno de valor pensando para mí: 

-Antes de ir al infierno hay que pasar por el juicio y yo no me he presentado todavía ante el Juez Supremo. 

Así que exclamé resueltamente: 

-íEntremos, pues! 

Y penetramos en aquel estrecho y horrible corredor. Corríamos con la velocidad del rayo. Sobre cada una de las puertas del interior 

lucía con la luz velada una inscripción amenazadora. Cuando terminamos de recorrerlo desembocamos en un 

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amplio y tétrico patio, al fondo del cual se veía una portezuela fea, gruesa, la peor que había visto jamás y encima de la cual se leía esta 
inscripción: Ibunt impii in ignem aeternum (Los impíos irán al fuego eterno). Los muros estaban cubiertos de inscripciones en todo su 
perímetro. Pedí permiso a mi guía para leerlas y me contestó: 

-Haz como te plazca. 

((174)) Entonces miré por todas partes. En un sitio vi escrito: Dabo ignem in carnes eorum ut comburantur in sempiternum (Pondré 
fuego en su carne para que ardan para siempre) -Cruciabantur die ac nocte in saecula saeculorum (Eran atormentados día y noche por los 
siglos de los siglos) -Y en otro lugar: Hic universitas malorum per omnia saecula saeculorum (Aquí todos los males, por los siglos de los 
siglos). En otros: Nullus est hic ordo, sed horror sempiternus inhabitat (Aquí no hay ningún orden, sino que impera un horror sempiterno) 
-Fumus tormentorum suorum in aeternum ascendit (El humo de sus tormentos sube eternamente) -Non est pax impiis (No hay paz para 
los impíos) -Clamor et stridor dentium (Clamor y rechinar de dientes). 

Mientras iba alrededor de los muros leyendo aquellas inscripciones, el guía que se había quedado en el centro del patio, se acercó y me 
dijo: 

-Desde ahora en adelante nadie podrá tener un compañero que le ayude, un amigo que le consuele, un corazón que le ame, una mirada 
compasiva, una palabra benévola; hemos pasado la línea. »Tú quieres ver o probar? 

-Quiero ver solamente, respondí. 

-Ven, pues, conmigo, añadió el amigo. 

Y tomándome de la mano me condujo ante aquella puertecilla y la abrió. Esta ponía en comunicación con un corredor, en cuyo fondo 
había una gran cueva cerrada por una ancha ventana con un solo cristal, que llegaba del suelo a la bóveda, y a través del cual se podía 
contemplar el interior. Crucé el umbral y me detuve presa de terror indescriptible. 

Apareció ante mis ojos una especie de inmensa caverna, que se perdía en las profundidades excavadas en las entrañas de los montes, 
todas llenas de fuego, pero no como el que vemos en la tierra con sus llamas en movimiento, sino de una forma tal que todo lo dejaba 
incandescente y blanco a causa de la elevada temperatura. uros, bóvedas, pavimento, hierros, piedras, madera, carbón, todo estaba blanco 
y brillante. Aquel fuego sobrepasaba en calor millares y millares de veces al fuego de la tierra, sin consumir ni reducir a cenizas nada de 
cuanto tocaba. No puedo describir esta caverna en toda su espantosa realidad. Praeparata est enim ab heri Thopheth, a rege praeparata, 
profunda et dilatata. Nutrimenta eius, ignis et ligna multa: flatus Domini sicut torrens sulphuris succedens eam. -Isaías XXX, 33. 
(Preparado está desde hace tiempo un Tófet, también para Mélek un foso profundo y ancho; hay paja y madera en abundancia. El aliento 
de Yahvéh, cual torrente de azufre lo enciende). 

Mientras miraba atónito todo aquello, llegó por un pasaje, con gran violencia, un joven que, como si no se diera cuenta de nada, lanzó 
un grito agudísimo, como quien está para caer en un lago de bronce hecho líquido y se precipitó en el medio, se tornó blanco como toda 
la caverna y quedó inmóvil, mientras por un momento resonaba el eco de su voz moribunda. 

Horrorizado contemplé un instante a aquel joven y me pareció uno del Oratorio, uno de mis hijos. 

-Pero »éste no es uno de mis jóvenes?, pregunté al guía; »no es fulano? 
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-Sí, sí, me respondió. 

-»Y por qué no cambia de posición? »Por qué está incandescente sin consumirse? 

Y me dijo: 

-Tú elegiste ver y por tanto ahora no debes hablar; observa y verás. Por lo demás omnis enim igne salietur et omnis victima sale salietur 
(todo fuego será salado y toda víctima será salada con sal). 

((175)) Apenas si había vuelto de nuevo la mirada, cuando otro joven, con furor desesperado y a grandísima velocidad, corría y se 
precipitaba en la misma caverna. Este pertenecía también al Oratorio. Apenas cayó no se movió más. Lanzó un grito lastimero y su voz se 
confundió con el último eco del grito del que había caído antes. Después de éste llegaron otros con la misma precipitación y su número 
fue en aumento: todos lanzaban el mismo grito y quedaban inmóviles, incandescentes, como los que les habían precedido. Yo observé 
que el primero había quedado con una mano en el aire y un pie igualmente suspendido en alto. El segundo quedó como encorvado hacia 
la tierra. Unos tenían los pies en alto, otros el rostro pegado al suelo. 

Algunos estaban casi suspendidos sosteniéndose con un solo pie y una sola mano; otros estaban sentados y tirados; los unos apoyados 
sobre un lado, los otros de pie o de rodillas, con las manos entre los cabellos. Había, en suma, una larga fila de muchachos, como estatuas 
en distintas posiciones, unas más dolorosas que otras. Aún vinieron otros a aquel horno; en parte me eran conocidos y en parte 
desconocidos. Me acordé entonces de lo que dice la Biblia, que según se cae por vez primera en el infierno así se permanecerá para 
siempre: Lignum, in quocumque loco ceciderit, ibi erit (El tronco se quedará allí, en cualquier lugar que cayere). 

Como aumentaba mi espanto, pregunté al guía: 

-»Pero éstos, al correr con tanta velocidad, no se dan cuenta de que vienen a parar aquí? 

-íOh!, sí saben que van al fuego; fueron avisados mil veces; pero siguen corriendo voluntariamente, por no detestar el pecado y no 
quererlo abandonar, por despreciar y rechazar la misericordia de Dios que incesantemente los llama a penitencia; y, por tanto, la justicia 
divina, provocada por ellos, los empuja, les insta, los persigue y no pueden parar hasta llegar a este lugar. 

-íOh, qué terrible debe de ser la desesperación de estos desgraciados que no tienen ya esperanza de salir de aquí!, exclamé. 

-»Quieres conocer la íntima agitación y el frenesí de sus almas? Pues acércate un poco más, me dijo el guía. 

Di unos pasos adelante hacia la ventana y vi que muchos de aquellos desdichados se propinaban mutuamente tremendos golpes, 
causándose terribles heridas, y se mordían como perros rabiosos; otros se arañaban el rostro, se destrozaban las manos, se arrancaban las 
carnes y las arrojaban con despecho por el aire. En aquel momento toda la cobertura de aquella cueva se había trocado como de cristal a 
través del cual se divisaba un trozo de cielo y las figuras luminosas de los compañeros que se habían salvado para siempre. 

Y aquellos condenados rechinaban los dientes con envidia feroz, y respiraban afanosamente, porque en vida habían hecho a los justos 
blanco de sus burlas. (Peccator videbit et irascetur: dentibus suis fremet et tabescet) (El pecador verá y se irritará: dentellará y se deshará). 

Pregunté al guía: 
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((176)) -Dime, »por qué no oigo ni una voz? 

-Acércate más, me gritó. 

Me aproximé al cristal de la ventana y oí cómo unos gritaban y lloraban entre horribles contorsiones; otros blasfemaban e imprecaban a 
los santos. Era un tumulto de voces y gritos estridentes y confusos, por lo que pregunté a mi amigo: 

-»Qué es lo que dicen? »Qué es lo que gritan? 

Y él añadió: 

-Al recordar la suerte de sus buenos compañeros se ven obligados a confesar: Nos insensati! Vitam illorum aestimabamus insaniam et 
finem illorum sine honore. Ecce quomodo computati sunt inter filios Dei et inter sanctos sors illorum est. Ergo erravimus a via veritatis 
(íInsensatos de nosotros! Teníamos su vida por locura y sin honor su fin, y he aquí que fueron contados entre los hijos de Dios y su suerte 
está entre los santos. Luego nos desviamos del camino de la verdad). 

Por eso gritan: Lassati sumus in via iniquitatis et perditionis. Erravimus per vias difficiles, viam autem Domini ignoravimus. Quid 
nobis profuit superbia? Transierunt omnia illa tamquam umbra (Hemos sido dejados en el camino de la iniquidad y la perdición. 
Caminamos por caminos difíciles pero ignoramos el camino del Señor. »De qué nos aprovechó la soberbia? Todo aquello pasó como una 
sombra). 

Estos son los cánticos lúgubres que resonarán aquí por toda la eternidad. Pero son gritos inútiles, esfuerzos inútiles, llantos inútiles. 
Omnis dolor irruet super eos! (íTodo dolor caerá sobre ellos). Aquí no cuenta el tiempo, aquí sólo impera la eternidad. 

Mientras lleno de horror contemplaba el estado de muchos de mis jóvenes, de pronto floreció una idea en mi mente. 

-»Cómo es posible, dije, que los que se encuentran aquí estén todos condenados? Esos jóvenes estaban aún vivos en el Oratorio ayer 
por la noche. 

Y el guía me contestó: 

-Todos los que ves aquí, están muertos a la gracia de Dios y si ahora les sorprendiera la muerte y continuasen obrando como al 
presente, se condenarían. Pero no perdamos tiempo: prosigamos adelante. 

Y me alejó de aquel lugar por un corredor que descendía a un profundo subterráneo conduciéndome a otro aún más bajo, en cuya 
entrada se leían estas palabras: Vermis eorum non moritur, et ignis non extinguitur... Dabit Dominus omnipotens ignem et vermes in 
carnes eorum, ut urantur et sentiant usque in sempiternum (Judit, XVI, 21 ). (Su gusano no muere y el fuego no se apaga... Meterá el 
Señor omnipotente fuego y gusanos en sus carnes, y llorarán penando eternamente). Aquí se veían los atroces remordimientos de los que 
fueron educados en nuestras casas. 

El recuerdo de todos y cada uno de los pecados no perdonados y de la justa condenación; de haber tenido mil medios, y aun 
extraordinarios, para convertirse al Señor, para perseverar en el bien, para ganarse el Paraíso. El recuerdo de tas gracias prometidas, 
ofrecidas y hechas por María Santísima y no correspondidas. íEl haberse podido salvar a costa de un pequeño sacrificio y, en cambio, 
estar condenado para siempre! íRecordar tantos buenos propósitos hechos y no mantenidos! íAh! 
De buenas intenciones ineficaces está lleno el infierno, dice el proverbio. 

Y allí volví a contemplar a todos los jóvenes del Oratorio que había visto poco antes en el horno, algunos de los cuales me están 
escuchando ahora, otros que estuvieron aquí con nosotros y otros muchos que yo no conocía. Me adelanté y observé que todos estaban 
cubiertos de gusanos y asquerosos insectos que les ((177)) devoraban y consumían el corazón, los ojos, las manos, las piernas, los brazos, 
todo, y tan 

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lastimosamente que no hay palabras para explicarlo. Permanecían inmóviles, expuestos a toda suerte de molestias, sin poderse librar de 
ellas en modo alguno. Yo avancé un poco más y me acerqué para que me viesen, con la esperanza de poderles hablar y de que me dijesen 
algo, pero ninguno me dirigía la palabra ni me miraba. Pregunté entonces al guía la causa de esto y me respondió que en el otro mundo no 
hay libertad para los condenados; cada uno soporta el castigo que Dios le impone sin variación alguna y no puede ser de otra manera. Y 
añadió: 

-Ahora es necesario que vayas a esa región de fuego que acabas de contemplar. 

-íNo, no!, repliqué aterrado. Para ir al infierno es necesario pasar antes por el juicio, y yo no he sido juzgado aún. íPor tanto no quiero 
ir al infierno! 

-Dime, observó mi amigo; »qué te parece mejor: ir al infierno y libertar a tus jóvenes o permanecer fuera de él abandonándolos en 
medio de tantos tormentos? 

Desconcertado ante aquella propuesta, respondí: 

-íOh, yo quiero mucho a mis jóvenes y deseo que todos se salven! »Pero, no podríamos hacer de manera que no tuviésemos que ir ahí 
dentro ni yo ni los demás? 

-Bien, contestó mi amigo, aún estás a tiempo, como también lo están ellos, con tal de que tú hagas cuanto puedas. 

Mi corazón se ensanchó y dije para mí: no me importa el trabajo, con tal de que pueda librar a mis queridos hijos de tantos tormentos. 

-Ven, pues, adentro; continuó el guía, y observa la bondad y la omnipotencia de Dios, que amorosamente pone en juego mil medios 
para inducir a penitencia a tus jóvenes y salvarlos de la muerte eterna. 

Y tomándome de la mano me introdujo en la caverna. Apenas puse el pie en ella me encontré de improviso transportado a una sala 
magnífica con puertas de cristal. Sobre éstas, a regular distancia, pendían unos largos velos que cubrían otros tantos huecos que 
comunicaban con la caverna. 

El guía me señaló uno de aquellos velos sobre el cual se veía escrito: Sexto Mandamiento y exclamó: 

-La falta contra este Mandamiento: he aquí la causa de la ruina eterna de tantos muchachos. 

-Pero »no se han confesado? 

-Se han confesado, pero las culpas contra la bella virtud las han confesado mal o las han callado a propósito. Por ejemplo: uno que 
cometió cuatro o cinco pecados de esta clase, dijo que sólo había faltado dos o tres veces. Hay algunos que cometieron un pecado impuro 
en la niñez y sintieron siempre vergüenza de confesarlo, o lo confesaron mal y no lo dijeron todo. Otros no tuvieron el dolor y el 
propósito. Algunos incluso, en lugar de hacer el examen, estudiaron la manera de engañar al confesor. Y el que muere con tal resolución 
lo único que consigue es contarse ((178)) en el número de los réprobos para toda la eternidad. Solamente los que, arrepentidos de 
corazón, mueren con la esperanza de la eterna salvación, serán eternamente felices. »Quieres ver ahora por qué te ha conducido hasta aquí 
la misericordia de Dios? 

Levantó el velo y vi un grupo de jóvenes del Oratorio a todos los cuales conocía, condenados por esta culpa. Entre ellos había algunos 
que ahora, en apariencia, observan buena conducta. 

-Al menos ahora, le supliqué, »me dejarás escribir los nombres de esos jóvenes para poder avisarles en particular? 

-No hace falta, me respondió. 

-Entonces, »qué les debo decir? 

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-Predica en todas partes contra la inmodestia. Basta avisarles de una manera general y no olvides que, aunque lo hicieras 
particularmente, te harían mil promesas, pero no siempre sinceramente. Para conseguir un propósito decidido se necesita la gracia de 
Dios, la cual no faltará nunca a tus jóvenes si ellos se la piden. Dios es tan bueno que manifiesta especialmente su poder en compadecer y 
en perdonar. Oración y sacrificio, pues, por tu parte. Y los jóvenes, que escuchen tus amonestaciones, que pregunten a su conciencia y 
ella les sugerirá lo que deben hacer. 

Y seguidamente hablamos por espacio de casi media hora sobre las condiciones necesarias para hacer una buena confesión.
El guía repitió después varias veces en voz alta:
-Avertere!... Avertere! (íApartar!... íApartar!
)
-»Qué quieres decir con esa exclamación?
-íQue cambien de vida!... íQue cambien de vida!
Yo, confundido ante aquella revelación, incliné la cabeza y estaba para retirarme, cuando él me volvió a llamar y me dijo:
-Todavía no lo has visto todo.
Y, volviéndose hacia otra parte, levantó otro gran velo sobre el cual estaba escrito: Qui volunt divites fieri, incidunt in tentationem et


laqueum diaboli. (Los que quieren hacerse ricos, caen en la tentación y en el lazo del demonio). 
Lo leí y dije: 
-Esto no interesa a mis jóvenes, porque son pobres, como yo; nosotros no somos ricos ni buscamos las riquezas. íNi siquiera nos pasan 

por la imaginación! 
Al correr el velo vi al fondo cierto número de jóvenes, todos conocidos, que sufrían como los primeros que contemplé, y el guía, 

señalándolos, me respondió: 
-Sí, también interesa esa inscripción a tus muchachos. 
-Explícame entonces el significado del término divites (ricos). 
Y siguió él diciendo: 
-Por ejemplo, algunos de tus jóvenes tienen el corazón apegado a un objeto material, de forma que este afecto desordenado les aparta 

del amor a Dios, faltando, por tanto, a la piedad y a la mansedumbre. No sólo se puede pervertir el corazón con el uso de las riquezas, 
sino también con el deseo de las mismas, tanto más si este deseo va contra la justicia. Tus jóvenes son pobres; pero has de saber que la 
gula y el ocio son malos consejeros. Hay algunos que en el propio pueblo se hicieron culpables de hurtos considerables y, a pesar de que 
pueden hacerlo, no piensan en restituir. ((179)) Hay quien piensa abrir la despensa con ganzúas; y quien intenta penetrar en las 
dependencias del Prefecto o del Ecónomo; quien registra los es de los compañeros para apoderarse de comestibles, dinero u otros objetos; 
quien hace acopio de cuadernos y de libros para su uso... 

Me dijo el nombre de éstos y de otros más, y continuó: 
-Algunos se encuentran aquí por haberse apropiado prendas de vestir, ropa blanca, cubrecamas y capas que pertenecían al Oratorio, para 
enviarlas a sus casas. Algunos, por algún otro daño grave, ocasionado voluntariamente y no reparado.Otros, por no haber restituido 

objetos y cosas que les habían prestado, y alguno por haber retenido dinero que se le había confiado para que lo entregase al Superior: 
Y concluyó diciendo: 
-Y puesto que te fueron indicados estos tales, avísales, diles que desechen los deseos inútiles y nocivos; que sean obedientes a la ley de 

Dios y celosos del propio honor; de otra forma la codicia los llevará a mayores excesos, que les sumergirán en el dolor, la muerte y la 
perdición. 

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Yo no me explicaba cómo por ciertas cosas, a las que nuestros jóvenes daban tan poca importancia, tuviesen aparejados castigos tan 
terribles. Pero el amigo interrumpió mis reflexiones, diciéndome: 

-Recuerda lo que se te dijo cuando contemplabas aquellos racimos de la vid echados a perder. 

Y levantó otro velo que ocultaba a muchos otros de nuestros jóvenes, a los que conocí inmediatamente y que están en el Oratorio. 

Sobre aquel velo estaba escrito: Radix omnium malorum (Raíz de todos los males). 

E inmediatamente me preguntó: 

-»Sabés qué significa esto? »Cuál es el pecado designado con esta inscripción? 

-Me parece que debe ser la soberbia. 

-No, me respondió. 

-Pues yo siempre he oído decir que la soberbia es la raíz de todos los pecados. 

-Sí; en general se dice que es la soberbia; pero en particular, »sabes qué fue lo que hizo caer a Adán y Eva en el primer pecado, por el 
que fueron arrojados del Paraíso terrenal? 

-La desobediencia. 

-Cierto; la desobediencia es la raíz de todos los males. 

-»Qué debo decir a mis jóvenes sobre esto? 

-Presta atención. Esos jóvenes que ves aquí, son los desobedientes que se están preparando un fin tan lastimoso. Esos tales y esos 
cuales que tú crees se han ido a descansar y, en cambio, de noche se bajan a pasear por el patio, sin preocuparse de las prohibiciones del 
reglamento; van a lugares peligrosos, suben por los andamios de las obras en construcción poniendo en peligro incluso la propia vida. 
Algunos, pese a las normas de los reglamentos, van a la iglesia, pero no están en ella como deben; en vez de rezar, están pensando en 
otras cosas y se entretienen en fabricar castillos en el aire; otros estorban a los demás. Hay quienes sólo se preocupan de apoyarse y 
buscar una posición cómoda para poder dormir durante el tiempo de las ((180)) funciones sagradas; otros, tú crees que van a la iglesia y, 
en cambio, no aparecen por ella. íAy del que descuida la oración! íEl que no reza se condena! Hay aquí algunos que, en vez de cantar las 
divinas alabanzas y el oficio de la Virgen María, se entretienen en leer libros nada piadosos y otros, cosa verdaderamente vergonzosa, 
hasta leen libros prohibidos. 

Y siguió enumerando otras faltas contra el reglamento, origen de graves desórdenes. 

Cuando hubo terminado, le miré conmovido a la cara; él clavó sus ojos en mí y yo le dije: 

-»Puedo referir todas estas cosas a mis muchachos? 

-Sí, puedes decirles cuanto recuerdes. 

-»Y qué consejo he de darles para que no les sucedan tan grandes desgracias? 

-Debes insistir en que la obediencia a Dios, a la Iglesia, a los padres y a los superiores, aún en las cosas pequeñas, los salvará. 

-»Y qué más? 

-Les dirás que eviten el ocio, que fue el origen del pecado de David: incúlcales que estén siempre ocupados, pues así el demonio no 

tendrá tiempo para tentarlos. 

Incliné la cabeza y se lo prometí. Me encontraba tan turbado que dije al amigo: 

-Te agradezco la caridad que has tenido conmigo y te ruego que me hagas salir de aquí. 

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Y entonces él dijo: 

-íVen conmigo! 

Y animándome, me tomó de la mano y me sostuvo en pie, porque me encontraba agotado. Al salir de la sala, y después de atravesar en 
un momento el hórrido patio y el largo corredor de entrada, antes de trasponer el umbral de la última puerta de bronce, se volvió de nuevo 
a mí y exclamó: 

-Ahora que has visto los tormentos de los demás, es necesario que pruebes un poco lo que se sufre en el infierno. 

-íNo, no!, grité horrorizado. 

El insistía y yo me negaba siempre. 

-No temas, me dijo; prueba solamente, toca este muro. 

Me faltaba valor para hacerlo y quería alejarme, pero él me detuvo 
insistiendo: 

-A pesar de todo, es necesario que lo pruebes. 

Y, aferrándome resueltamente por un brazo, me acercó al muro mientras decía: 

-Tócalo una vez al menos, para que puedas decir que estuviste visitando las murallas de los suplicios eternos y para que puedas 
comprender cuán terrible será la última, si así es la primera. »Ves esa muralla? 

Me fijé atentamente y pude comprobar que aquel muro era de espesor colosal. 

El guía prosiguió: 

-Es el milésimo primero antes de llegar adonde está el verdadero fuego del infierno. Mil muros más lo rodean. Cada uno tiene mil 
medidas de espesor y de distancia del uno al otro, y cada medida es de mil millas; éste está a un millón ((181)) de millas del verdadero 
fuego del infierno y por eso apenas es un mínimo principio del infierno mismo. 

Al decir esto, y como yo me echase atrás para no tocar, me agarró la mano, me la abrió con fuerza y me hizo golpear sobre la piedra de 
aquel milésimo muro. En aquel instante sentí una quemadura tan intensa y dolorosa que, saltando hacia atrás y lanzando un grito 
agudísimo, me desperté. 

Me encontré sentado en la cama y me parecía que me ardía la mano. La restregaba contra la otra para aliviarme de aquella sensación. Al 
hacerse de día, pude comprobar que mi mano, en realidad, estaba hinchada, y la impresión imaginaria de aquel fuego me afectó tanto que 
cambié la piel de la palma de la mano derecha. 

Tened presente que no os he contado las cosas con toda su horrible crueldad, ni tal como las vi y de la forma que me impresionaron, 
para no causar en vosotros demasiado espanto. Nosotros sabemos que el Señor no nombró jamás el infierno sino valiéndose de símbolos, 
porque aunque nos lo hubiera descrito como es, nada hubiéramos entendido. Ningún mortal puede comprender estas cosas. El Señor las 
conoce y las puede manifestar a quien quiere. 

Durante muchas noches consecutivas, y siempre presa de la mayor turbación, no pude dormir a causa del espanto que se había 
apoderado de mi ánimo. Os he contado solamente el resumen de lo que he visto en sueños de mucha duración; puede decirse que de todos 
ellos os he hecho un breve compendio. Más adelante os hablaré sobre el respeto humano, y de cuanto se relaciona con el sexto y séptimo 
Mandamiento y con la soberbia. No haré otra cosa más que explicar estos sueños, pues están de acuerdo con la Sagrada Escritura, aún 
más, no son más que un simple comentario de cuanto en ella se lee respecto a esta materia. Durante estas noches os he contado ya algo, 
pero, de cuando en cuando, vendré a hablaros y os narraré lo que falta, dándoos la explicación consiguiente. 

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Tal como lo prometió, lo hizo. Seguidamente expuso este mismo sueño a los jóvenes de Mirabello y de Lanzo, pero resumiendo la 
narración. 

Repitió cuanto había visto sin hacer cambios notables, aunque no faltaban algunas variantes. Al narrarlo privadamente a sus sacerdotes 
y clérigos de más confianza, añadía algún detalle más. En ocasiones omitía algunas cosas y ponía de manifiesto otras. En la descripción 
de los lazos introdujo una nueva idea sobre la argucia del demonio y su manera de arrastrar a los jóvenes hacia el infierno, hablando de 
las malas costumbres. De muchas escenas no dio explicación: por ejemplo, de los personajes de agradable aspecto que se encontraban en 
la sala magnífica y que nosotros nos atreveríamos a decir que ((182)) simbolizan: El tesoro de la misericordia de Dios para salvar a los 
jóvenes, que de otra manera habrían perecido. Tal vez eran los principales ministros de innumerables gracias. 

Ciertas variantes provenían de la multiplicidad de las cosas vistas al mismo tiempo, las cuales, al reproducirse en su imaginación, le 
hacían escoger lo que el siervo de Dios juzgaba más oportuno para sus oyentes. 
Por lo demás, la meditación de los novísimos era algo familiar en don Bosco, y, como fruto de ella, su corazón se encendía en una 
vivísima compasión hacia los pobres pecadores amenazados por el peligro de una eternidad tan horrible. Este sentimiento de caridad le 
hacía sobreponerse al respeto humano, invitando a la penitencia con una prudente franqueza incluso a personajes distinguidos, siendo de 
tal eficacia sus palabras que conseguía numerosas conversiones. 

Nosotros hemos ofrecido fielmente aquí cuanto escuchamos de labios del mismo Siervo de Dios y cuanto nos refirieron de viva voz o 
por escrito numerosos testigos sacerdotes, formando con el conjunto una sola narración. Ha sido un trabajo arduo, porque deseábamos 
reproducir con exactitud matemática cada una de las palabras, cada unión de una escena con otra, el orden de los diferentes hechos, 
avisos, reproches, y todas las ideas expuestas y no explicadas, entre las cuales no faltará alguna de las que se dejan sobreentender. 
»Hemos conseguido nuestro propósito? 

Podemos asegurar a los lectores que hemos buscado un sola cosa con la mayor diligencia, a saber: la de exponer con toda la fidelidad 
posible las largas charlas de don Bosco. 
183 

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((183)) 

CAPITULO XVI 

EL CARDENAL JERONIMO DE ANDREA SE MARCHA DE ROMA Y DE SU DIOCESIS DE SABINA Y SE RETIRA A 
NAPOLES A PESAR DE LA PROHIBICION DEL PAPA -ES RECIBIDO FESTIVAMENTE POR LAS AUTORIDADES 
ITALIANAS -SUS CARTAS, EN DEFENSA DE SU CONDUCTA, A LOS DIOCESANOS, AL CARDENAL MARIO MATTEI Y A 
TODOS LOS CARDENALES Y OBISPOS CON GRANDES ELOGIOS AL GOBIERNO ITALIANO -INTERVIENE EN LAS 
FIESTAS DE LA CORTE REAL Y DEL GOBERNADOR GUALTERIO -HUMANIDAD DEL PAPA AL COMPADECERLE 
-CARTAS DEL CARDENAL CONTRA LA UNIDAD CATOLICA, QUE LE RECONVENIA POR LAS FRASES INJURIOSAS 
ESCRITAS REFERENTES AL PAPA Y A VARIOS PRELADOS -EL CARDENAL REHUSA REPETIDAMENTE OBEDECER AL 
PAPA, Y SE LE QUITA LA DIOCESIS DE SABINA Y LA ABADIA DE SUBIACO -SU APELACION: DEL PAPA MAL 
INFORMADO AL PAPA MEJOR INFORMADO -PENA DE DON BOSCO POR ESTE ESCANDALO -DON JUAN BONETTI 
INVITA A DOS PERIODISTAS A REFUTAR LAS INDIGNAS ACUSACIONES DE AQUELLA APELACION -EL MISMO 
ESCRIBE DOS CARTAS AL CARDENAL SUPLICANDOLE OBEDECER Y CONSOLAR AL PAPA -ULTIMA INTIMACION DEL 
PAPA AL CARDENAL, EL CUAL VA A ROMA Y SE SOMETE -DON JUAN BONETTI LE ENVIA UNA CARTA DE 
ALABANZA Y ALIENTO -MUERTE REPENTINA DEL CARDENAL DE ANDREA 

A finales de 1867 cesaba un gravísimo escándalo que afligía a los católicos desde hacía tres años. El cardenal Jerónimo De Andrea, 
hombre de amplia cultura, desmedido orgullo e íntima relación con Pantaleone y Passaglia 1, hacía mucho tiempo que sentía aversión, no 
tanto contra Pío IX, de cuyo misticismo se burlaba muchas veces ((184)), cuanto hacia el cardenal Antonelli, cuya 

1 Panialeone, probablemente se refiere a Juan Pantaleone, exfranciscano garibaldino, muerto en 1869 sin reconciliarse con la Iglesia. 
Carlos Passaglia (1812-87), teólogo italiano; ingresó en la Compañía de Jesús (1827); fue defensor del dogma de la Inmaculada 
Concepción; atacó el poder de los Papas y tuvo que salirse de la Compañía; al final de su vida se reconcilió con Roma. (N. del T.) 
184 

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política no aprobaba y cuyo cargo envidiaba. Aturdido por las adulaciones, en junio de 1864 fue a Nápoles contra la voluntad del Padre 
Santo, so pretexto de restablecer su quebrantada salud. Fue recibido en la frontera con grandes honores y los diarios liberales propalaron 
que De Andrea, patriota y partidario del progreso, rompía con Antonelli y con los jesuitas. 

El Cardenal escribía desde Nápoles una carta en su defensa el 28 de diciembre de 1864 al director del Conciliatore. La Unidad Catolica 
la publicó en su número 6 de enero de 1865. Dicha carta terminaba así: De hoy en adelante me mantendré en silencio. Porque es cierto 
que no todos emplean con rectitud la mente y la lengua. Era una acusación desleal y mentirosa, porque el cardenal Antonelli era el mejor 
de sus amigos y el más apasionado de sus defensores. 

De Andrea era obispo de la diócesis de Sabina y Abad Comendatario de Subiaco; como Sabina estaba aneja al reino de Italia, el 
Gobierno de Florencia tomaba a su favor el embargo puesto sobre las rentas del Obispado, pero no hacía lo mismo con las de otros 
cardenales. Y Su Eminencia, en la carta pastoral de Cuaresma, con fecha del 15 de febrero de 1865, anunciaba a sus diocesanos que su 
delicada salud le obligaba a prolongar su estancia en Nápoles; y recordaba cómo, por la defensa y esplendor del Pontificado Romano y de 
la Religión Católica, había sufrido estrecheces y peligros en su Legación Suiza y en los tumultos republicanos de Roma, en 1848, cuando, 
apenas salvado el Pontífice, la vio abandonada por aquéllos que tenían gravísima obligación de defenderla con su propio pecho. 

Al ver que el Cardenal se obstinaba, el Papa, con un Breve del mismo mes, le quitó la remuneración cardenalicia, por no residir en la 
diócesis y él, en el mes de mayo, hizo imprimir una carta en Nápoles dirigida al cardenal Mario Mattei, decano del Sacro Colegio, 
protestanto contra aquel decreto. 

((185)) Los periódicos la reprodujeron y los más libertinos hicieron con ella picantes comentarios contra el Cardenal que la había 
escrito y contra los otros Cardenales atacados en su carta. Esta acompañaba, al final de la misma, unos certificados médicos declarando 
que De Andrea estaba verdaderamente enfermo. 

íY ciertamente debía estarlo! 

El 8 de junio, ofendido por dos artículos del teólogo Margotti (uno del 23 de abril y otro del 20 de mayo), el Eminentísimo apercibía 
con insultos, de acuerdo con la ley, a la Unidad Católica, por haber publicado su carta al Cardenal Decano y su intimación, haciendo 
notar que el Eminentísimo Antonelli abusaba del poder 
185 

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otorgado por benignidad del Padre Santo, que con tan buena fe se le entregaba. 

El Papa le había invitado a volver a Roma, y él, en vez de someterse, escribía en Nápoles, con fecha 10 de septiembre de 1865, una 
carta A sus respetables hermanos Cardenales y Obispos, en la que decía en primer lugar: 

Nos hallamos ahora ante una serie de hechos consumados, a los que no es prudente oponerse con el desprecio. Yo veo el nuevo reino de 
Italia reconocido por todas las potencias: veo un gran soberano, cuya superioridad como hombre de Estado no hay quien la discuta, que 
nos ofrece, en nombre de la gran nación francesa, como tabla de salvación en el naufragio de las anteriores ilusiones, la convención del 
15 de septiembre lealmente cumplida; veo al Rey Víctor Manuel prestarse hace poco a gestiones, no llevadas a efecto por desgracia, que 
dan un alto testimonio de sus sentimientos religiosos; y a la vista de tales circunstancias y de las reflexiones que sugieren: »cómo ha de 
conducirse el Papado ante este nuevo rumbo? »Qué concesiones puede otorgar a las necesidades del momento? »Con qué base puede 
conseguirse su reconciliación con Italia? Estos son precisamente los puntos sobre los que no debo manifestar mi pensamiento. Quizás 
llegue la hora en que pueda pronunciarme sobre ello, pero no creo haya llegado todavía. 

Luego hablaba de sí mismo y terminaba: 

Yo volveré a Roma apenas mi salud, en vías de mejoría, me lo permita; pero no de manera que se crea que me someto a una honrosa 
enmienda que nadie, ni razonable, ni canónicamente ((186)) tiene derecho a pedirme, sino por mi propia voluntad, cuando crea haber 
adquirido las fuerzas necesarias para reemprender mis funciones. Es sólo un deseo de que ese día sea mañana. Tal es, Monseñor, en su 
cruda realidad, la cuestión habida entre mí y la Secretaría de Estado; cuestión que no se habría dado, de haber estado al frente cardenales 
como Consalvi o Pacca: mi causa se defiende por sí misma, estoy seguro de ello y apelo al corazón de todos los buenos. Espero que el 
Padre Santo abrirá los ojos ante las intrigas forzadas contra mí y que su justicia vea la necesidad de acabar con ellas. 

Acepte, Monseñor, la expresión de mi alta consideración... 

El cardenal De Andrea había redactado esta carta con excesivo ardor contra el cardenal Antonelli y volvía a hablar sobre la 
remuneración cardenalicia. 

El que recibió la carta no le contestó o se hizo eco de la respuesta del Cardenal Arzobispo de Chambéry: 

«Hago votos para que os sometáis con humildad y docilidad a la voluntad de nuestro Santo Padre Pío IX, de lo contrario os abriréis el 
camino, que en otras ocasiones recorrieron Lamennais, Gioberti y Passaglia». 
186 

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Mientras tanto obtuvo del Príncipe heredero una audiencia, que casi duró una hora, recibió visitas del mismo y del Duque de Aosta; y, 
vestido de la púrpura cardenalicia, acudía a las fiestas de la corte y a los bailes organizados en casa del gobernador Gualterio, enemigo 
declarado del Gobierno Pontificio. 

El Papa se había portado muy indulgentemente y hasta le había defendido. En 1865, al oír nuevas quejas de él, tuvo que decir: 

-Vosotros os informáis en fuentes turbias. Este Cardenal me proporcionó muchos disgustos, con su debilidad; pero no creo que en el 
fondo, in intimo corde, sea malo. No puedo suponer que quien comió en el mismo plato conmigo, pretenda ahora traicionarme. Dadle 
tiempo para pensar y hacer penitencia; no le insistáis; los peores son los hipócritas. 

«... No deis crédito a cuanto escriben los diarios perversos. Pero creed que cuanto más alto está el hombre, ((187)) tanto más bajo cae, 
si no le sostiene la gracia de Dios. Roguemos por el cardenal De Andrea y confiemos, pero no me volváis a hablar de él mientras no 
sepáis algo consolador». 

En vano esperaba el Pontífice tal consuelo. 

El 23 de marzo de 1866 publicaba el periódico Lo Stivale de Nápoles otra carta del cardenal De Andrea al cardenal Mattei, Decano del 
Sacro Colegio, en la que decía atrocidades contra los cardenales Antonelli y Caterini, y contra los prelados Giannelli, Berardi, Svegliati y 
Quaglia, lanzando cerisuras a manos llenas sobre la Curia Romana. 

El marqués Francisco Javier De Andrea, hermano del Cardenal, publicó dos dignísimas cartas dirigidas, una al Papa y otra al Prepósito 
General de los padres Jesuitas, con fecha del 23 y del 24 de abril, pidiendo perdón por su hermano, «cuya conducta reprochaba y creía 
que no era libre su querer, ni gozaba de serenidad para escribir». 

La Unidad Católica reprodujo estas cartas y el 7 de mayo recibió el agradecimiento del Marqués, que el mismo diario publicaba el día 

13. Entonces el Cardenal intimó al teólogo Margotti, en términos legales, a que publicara una extensa respuesta suya a las cartas 
publicadas por su hermano. Decía en ella: que el Marqués era un misántropo, que dos o tres granujas se habían apoderado de su 
conciencia y le habían obligado a escribir las citadas cartas; que los Jesuitas habían logrado crear la desaveniencia entre los hermanos; 
que el Papa se hallaba bajo el pesado yugo jesuístico, etc. 
No satisfecho con esto, había publicado en el Diario de Nápoles 
187 

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otra carta, con fecha 9 de mayo, en la que declaraba que las cartas de su hermano, publicadas por la Unidad Católica, pidiendo perdón al 
Papa y al Prepósito General de los Jesuitas, habían sido escritas sin su consentimiento y, por tanto, entendía llamarlo a responder ante la 
ley. 

En fin, el Padre Santo pidió su parecer al Sacro Colegio respecto a las medidas a tomar en tan doloroso trance. Y el Sacro Colegio 
respondió que se debía privar al Cardenal de su Obispado, si no volvía cuanto antes ((188)) a su diócesis, en la que no había puesto los 
pies hacía dos años. 

En consecuencia, el Papa, con un Breve del 12 de junio de 1866, relevaba a De Andrea del obispado de Sabina y de la Abadía de 
Subiaco, y nombraba Administrador Apostólico de Sabina al obispo monseñor Pettinari; reprendía al Cardenal por su comportamiento, la 
obstinada desobediencia, las injurias contra Eminentísimos Colegas y contra Obispos dignos de todo respeto; se dolía de que no hubiera 
hecho caso de las paternales cartas que le había escrito de su puño y letra para inducirle a volver sobre sí mismo y arrepentirse del 
escándalo dado a la Iglesia, y le ordenaba, finalmente, que no se atreviera, ni privada ni públicamente, a ejercer la mínima parte de su 
ministerio y de su administración en la diócesis de Sabina y en la Abadía de Subiaco. 

El 28 de junio protestaba el Cardenal contra el Breve Pontificio con cartas sediciosas a sus diocesanos, declarando que consideraba 
nulo aquel Breve, totalmente nulo e inválido a todo efecto canónico, y que apelaba «del Papa mal informado, al Papa mejor informado». 
El Gobierno, por su lado, decidía no otorgar, por cuanto a él tocaba, el Exequatur al antedicho Breve. 

Y caía De Andrea en peores excesos. 

El 22 de julio anunciaba la Unidad Católica una carta suya de apelación al Papa, fechada el 6 de julio, publicada sin pie de imprenta. 
Era una carta larguísima, plagada de los grandes elogios que De Andrea hacía de sí mismo y de su administración, de vulgares insultos 
contra el episcopado y especialmente contra el Sacro Colegio y de injurias gravísimas al Papa, mezcladas con protestas de respeto. El 
teólogo Margotti daba una breve noticia de ella con mordaces comentarios y el Cardenal le iritimaba el 24 de julio a que publicase íntegra 
su Apelación al Papa, en nombre de la ley; así que Margotti tuvo que obedecer, mientras la Autoridad Civil la fijaba en la pared en 
Magliano y el Ministerio negaba el Exequatur al Administrador Apostólico de Sabina. 
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((189)) Las noticias de la rebelión de un miembro del Sacro Colegio, que producían grave escándalo, habían llegado a conocimiento de 
don Bosco, no sólo a través de la Unidad Católica, sino también por cartas privadas venidas de Roma. Su corazón sangraba por las 
ofensas que recibía el angélico Pío IX, a quien hubiera debido proporcionarle consuelos en medio de tantas angustias religiosas y 
políticas; y estudiaba la manera de acabar con tan grave desorden. 

Su nombre, demasiado conocido, y su prudencia no le aconsejaban entrometerse en ello personalmente, hasta por el peligro de entrar en 
polémicas; pero halló la persona a quien confiar el delicado encargo y que lo cumpliese en nombre propio. Esta fue don Juan Bonetti. 
Hemos encontrado entre sus cartas algunos documentos que se refieren al enojoso asunto. Se trata del borrador de dos cartas para 
periodistas y de tres más para el mismo De Andrea. No es posible que en aquel momento se atreviera don Juan Bonetti, por iniciativa 
propia, a amonestar a un cardenal y tampoco nos parecen suyos la esencia y el estilo de las tres cartas dirigidas al Eminentísimo. Ellas 
manifiestan quién fue el inspirador de los escritos, y declaran el carácter predominante de don Bosco: franco, conciliador, respetuoso, 
ponderado, que buscaba los caminos del corazón. Sin duda que él dio a don Juan Bonetti amplias instrucciones a este respecto y no nos 
parece gratuito afirmar que examinara y corrigiera las cartas enviadas al Cardenal. A nuestro parecer, don Juan Bonetti no hizo más que 
seguir fielmente un mandato. 

Don Juan Bonetti escribió a monseñor Nardi: 

Reverendísimo Monseñor: 

Con el corazón lleno de aflicción por las injurias lanzadas a Nuestro Padre Santo por un ingrato hijo suyo, el cardenal De Andrea, 
postrado espiritualmente a vuestros pies os suplico, Reverendísimo Monseñor, que, inspirado por vuestra prudencia y ardiente celo, 
empuñéis la pluma, descubráis los sofismas, demostréis al mundo escandalizado las insidias ((190)), que el desgraciado escrito esconde. 
Devolved, en nombre de todos los católicos, una compensación a nuestro óptimo Padre Pío IX, tan vilmente tratado por quien menos 
debería hacerlo; apartad a tantos incautos del peligro de ser ofuscados. Demostrad que ese infeliz sigue las huellas de los enemigos de la 
Iglesia y de la autoridad papal; poned en claro que esa soberbia Eminencia, como un nuevo Lucifer, se precipitó en el fango desde las 
estrellas. Esta afrenta inferida a la Iglesia y al Pontífice no puede quedar impune ante los fieles. Tampoco san Pedro tuvo deferencia con 
el traidor y dijo en plena reunión que suspensus crepuit medius (cayó de cabeza y se reventó por medio), etc. 

Monseñor, vuestra pluma es para esto; que el Señor, ultrajado en su Vicario, le inspire, le conceda gracia y tiempo para llevar a cabo 
esta labor tan digna de la Iglesia y tan provechosa para los fieles. 
189 

Fin de Página 189 


VOLUMEN IX Página: 190 

Mientras tanto, ya que yo no pueda, ni con mi pluma ni con mi ingenio, defender a nuestro amadísimo Padre Pío IX, me conformo 
defendiéndole por ahora con mis oraciones y mis lágrimas. 

Le ofrezco mis humildes saludos y con la más profunda veneración, celebro suscribirme, etc. 

JUAN BONETTI, Pbro. 

Nuestro queridísimo hermano escribió también una carta a otro periodista, que nosotros creemos fuera el teólogo Margotti; en el 
borrador no consta ningún nombre. 

...Seré breve para no robar su tiempo. Vuestra Señoría haga de esta mía el caso que le plazca en el Señor. Creo yo que haría V. S. una 
obra santa si reuniese en un artículo a propósito todas las culpas y delitos del cardenal Jerónimo De Andrea y los comparase con las 
defensas que él intentó hacer sofisticadamente en su insidiosa y muy injuriosa Apelación al Papa, poco ha publicada en su prestigioso 
diario. De este modo el lector podría rápidamente, y casi en un abrir y cerrar de ojos, advertir las ofensas de esa desgraciada Eminencia, 
que cual nuevo Lucifer cayó desde las estrellas y de modo tan escandaloso se deshonró a sí mismo y a la Iglesia en estos días ya tan 
desgraciados para él. Si aún viviera san Juan, no dudaría en llamarlo primogénito de Satanás. 

Bien es verdad que se puede recurrir al Breve del 12 de junio, pero no todos pueden hacerlo; hay, pues, peligro de que en la mente de 
algún incauto queden algunas malas impresiones producidas por la lectura de esas cartas escandalosas. 

íQué amargado debe estar el Santo Padre! íEs lo que le faltaba para convertirse en el hombre de los dolores! Por eso, cuánto agradecerá 
todo corazón bien nacido que se le proporcione, en estos días, una reparación digna por parte de aquellos sus queridos hijos que detestan 
la impía ((191)) ingratitud de ese traidor. »No sería lo más propio una carta muy afectuosa, en forma de mensaje, firmada por el Clero 
Italiano? Piénselo V. S. y haga según su prudencia y el celo intrépido que tanto le distingue actualmente en defensa de la Iglesia y del 
Santo Padre. Por lo demás, yo quedo satisfecho por haber expuesto en esta mía un piadoso deseo y por haber desahogado un poco el vivo 
dolor que sentí al leer las injurias lanzadas contra el Padre Santo a quien tanto quiero. No Pudiendo, como V. S., defenderle con la pluma, 
le defiendo como puedo con las oraciones. Perdone mi molestia. 

En el mes de septiembre de 1866 dirigió una tercera carta al mismo cardenal De Andrea. 

Eminencia: 

Levantad los ojos al cielo, alegrad vuestro corazón. íAh, sí! Las delicias, las alegrías purísimas de la bienaventuranza os decidan a 
poner bajo vuestros pies la gloria fugaz de este mundo. 

Eminencia, yo os quiero y este corazón mío me hace temer que hayáis ofendido 
190 

Fin de Página 190 


VOLUMEN IX Página: 191 

a Dios, me hace temer que hayáis de expatriaros de la patria de los bienaventurados. Poned una mano sobre vuestro pecho y en el silencio 
de la noche, en el secreto de vuestras habitaciones, preguntad a vuestro corazón, que os responderá si es vano mi temor. Quizá os 
equivocáis Vos, Eminencia. Y, si así fuese, no os ilusionéis pensando reparar el mal en los últimos días de vuestra vida. No hay que 
olvidar que mors non tardat (la muerte no tarda). Retractaos ahora: en punto de muerte os hallaréis contento. 

(Creedlo: vuestra retractación os procurará, también aquí abajo, mayor gloria que la que os pueden dar en estos días los que parecen 
vuestros admiradores. Vuestro ejemplo será, tal vez, en este siglo, como un relámpago que iluminará a muchos ciegos, que en estos días 
van andando a tientas por las vías del error, sacudirá fuertemente a muchos infelices, que, por debilidad o por engaño, alejados de la 
Iglesia Católica, duermen el sueño de la muerte en el seno del error) 1. 

Vuestra retractación hará un bien inmenso a las almas, la Santa Iglesia os lo agradecerá, los católicos os admirarán y aplaudirán vuestro 
valor. Y el mismo Jesús os lo pagará con largueza. Poned en paz vuestro corazón, consolad a Pío IX, edificad a la Iglesia, alegrad a los 
ángeles. Recordad, en fin, que si vos tardáis, quizás no tarde la muerte y pudiera, tal vez, suceder que no ande lejos de vuestra puerta. Sí, 
os lo repito, alzad los ojos al cielo, elevad al cielo vuestro corazón, perdedlo todo, pero no perdáis el paraíso. 

((191)) Besando la sagrada púrpura con profunda veneración, me profeso 

De Vuestra Eminencia, 

Mirabello Monferrato (septiembre 1866) 

Humildísimo y respetuoso servidor JUAN BONETTI, Pbro. 

Por toda respuesta recibió don Juan Bonetti un ejemplar de la autodefensa del Cardenal, impresa; tal vez la Apelación al Papa. Bonetti, 
a su vez, replicaba: 

Eminencia: 

He recibido, poco ha, vuestro escrito. Si sois Vos quien me lo enviáis, os agradezco la molestia que os habéis tomado; no merezco 
tanto. Y puesto que se me presenta una ocasión propicia; permitidme algunas observaciones, que me parecen sugeridas por el gran afecto 
que profeso a la Santa Sede, al Vicario de Cristo, así como a V. E. 

Vos os llamáis inocente, y llamáis culpable al Padre Santo. Otros dicen lo contrario. Por tanto, la cosa es, por lo menos, dudosa. Sed, 
pues, inocente, Eminencia, quiero concedéroslo; pero, en tal caso, Vos, en vuestros escritos, me ofrecéis el aspecto de un hijo que, para 
librarse a sí mismo de la infamia, se la arroja a su propio padre. Y si así fuera, Eminencia, »qué se debería decir de vuestro corazón? Vos, 
a mi entender, os habríais portado más laudablemente y con mayor bien para la Iglesia 

1 Este párrafo, que nosotros ponemos entre paréntesis, está tachado en el manuscrito con una raya de lápiz. 
191 

Fin de Página 191 


VOLUMEN IX Página: 192 

si, como un san Francisco de Sales, satisfecho de exponer con sencillez vuestras razones, os hubierais guardado de enviar a las cinco 
partes del mundo ciertos escritos en los cuales se encuentran expresiones que, mientras dan mayor pábulo a los enemigos de la Iglesia, no 
os hacen conseguir, en modo alguno, el fin que os habíais propuesto. Porque »queréis justificaros ante los buenos o ante los malos? 

De cara a los buenos, creedlo, os será imposible, porque éstos, en la cuestión debatida, siempre creerán más al Papa que no a un 
Cardenal. Algunos de ellos saben también que grandes testigos en el pasado pudieron equivocarse y creen posible todavía que otros, 
aunque de noble ingenio, como el vuestro, puedan al presente andar equivocados; tanto más que en vuestros escritos se encuentran 
algunas palabras poco respetuosas para el gran Personaje a quien van dirigidas. 

Si, en cambio, quisierais justificaros ante los malos, no lo creo, puesto que yo no puedo suponer que V. Eminencia pueda temer los 
juicios de éstos. »Qué os pueden importar sus juicios? Vos habríais podido repetir: Quid mihi de iis qui foris sunt? (»qué me importan los 
que están fuera?). Nada conseguiríais, además, para vuestro fin. Estos, con su indiferencia, se burlan del Papa y del Cardenal, pisotean las 
protestas del uno ((193)) y de los otros y no sacan ningún bien de sus escritos. En cambio Vos produjisteis un gran mal. Vos ayudasteis a 
los enemigos de la Iglesia; y a más de uno de ellos se le ha oído repetir: -Si un Cardenal obra así con el Papa, »no podremos nosotros 
hacer otro tanto? 

Eminencia, francamente lo digo: hubiera preferido mil veces vivir oprimido por una persecución, fuese justa o injusta, antes de dar 
ocasión de escándalo a nuestros enemigos y más aún al ceto eclesiástico. Tal vez hicisteis, a pesar vuestro, un señalado servicio a los 
enemigos de la Iglesia. Ellos, en efecto, se glorían y enorgullecen de ello. Si pueden valer algo ante Vos mis ruegos, cese Vuestra 
Eminencia de difundir ciertos escritos, que no hacen más que cooperar a la ruina de las almas, esas almas por las que Jesús no sólo se 
humilló tanto, sino que vertió toda su preciosísima Sangre. Este Jesús os pedirá cuenta un día de si habéis cooperado a la salvación de 
estas almas; y, si acaso Vuestra Eminencia hubiera escandalizado alguna, piense que le amenaza un juicio tremendo. Temo por su estado. 
Ponga Vuestra Eminencia mente y corazón para impedir en parte el daño que sigue propagándose a cuenta de esos escritos. 

Me encomiendo a sus oraciones y espero que Dios nos consuele en esta aflicción... 

29 de septiembre de 1866. 

JUAN BONETTI, Pbro. 

Después de las cartas de Bonetti pareció que el Cardenal se hubiera calmado un poco. Dejó de publicar sus invectivas; pero se obstinó 
en permanecer en Nápoles. Las amonestaciones y castigos no obtuvieron por el momento más efecto y el Papa se vio obligado a 
suspenderlo, en fuerza de la Constitución de Inocencio X (Cum juxta... del 19 de febrero de 1646) de todos los honores, insignias y 
derechos cardenalicios, comprendida la privación de voz activa y 
192 

Fin de Página 192 


VOLUMEN IX Página: 193 

pasiva en la elección del Papa. Al mismo tiempo le fijó un plazo perentorio de tres meses para presentarse a él y recibir humildemente 
órdenes: transcurrido inútilmente este tiempo, De Andrea sería privado del Cardenalato y de los demás beneficios. La carta apostólica 
llevaba fecha del 29 de septiembre de 1867 (un año después de la última de las referidas cartas de don Juan Bonetti) y le fue entregada al 
Cardenal el 12 de octubre. 

De Andrea, tras diferir un tanto la cosa, llegaba ((194)) a Roma, con acompañamiento especial, el 16 de diciembre; pero no fue recibido 
en el Vaticano hasta que hubo firmado, el 26 de diciembre, una declaración, en la que leía: 

1.° Que pedía perdón al Padre Santo por la desobediencia cometida. 

2.° Que le pesaba el escándalo dado con sus escritos, la relación tenida con el Esaminatore de Florencia y que condenaba las doctrinas 
de este periódico. 

3.° Que se unía totalmente al mensaje de los Obispos de 1867. 

4.° Que declaraba inválidas sus protestas contra el Breve pontificio del 12 de junio de 1866. 

5.° Que imploraba humildemente perdón al Papa, a sus colegas y a cuantos hubiera podido ofender. 

Dos días antes de que firmara esta declaración, le enviaba don Juan Bonetti la siguiente carta: 

í Viva el Niño Jesús! 

Eminencia Reverendísima: 

Hace poco más de un año que yo, angustiado por la desgracia que os sucedió, os enviaba una dolorosa carta, rogándoos, en mi humilde 
pequeñez, que volvierais al Santo Padre, y le consolarais, y edificarais al mundo. Me respondisteis entonces enviándome una carta poco 
antes publicada, que leí entre lágrimas. Pero, bendito sea Dios; ha pasado el tiempo malo, ha amanecido el día suspirado. Vuelvo, pues, a 
escribiros, Eminencia, con el corazón rebosante de la más pura alegría. Os agradezco el valor demostrado al despreciar el respeto humano 
y someteros a nuestro amabilísimo Padre Santo. Ahora aparecéis a mis ojos como verdaderamente grande. Satanás no pude gloriarse de 
haberos vencido y abatido, porque con vuestro resurgir ha perdido más de lo que había ganado con vuestra caída. Proseguid, pues, 
Eminencia, con la fortaleza de espíritu con que habéis empezado. Dios, la Virgen y los Santos os miran con ojos de complacencia. No lo 
dudéis: Jesucristo hará que el mundo católico olvide el doloroso fallo y no recuerde más que el glorioso arrepentimiento, el ilustre 
ejemplo. No os dejéis abatir, si en el camino emprendido encontráis punzantes espinas; si hubierais de probar alguna amargura, Jesucristo 
os ha 
193 

Fin de Página 193 


VOLUMEN IX Página: 194 

precedido en el camino del dolor y en la Cruz. Acordaos del ((195)) fallo y os resultará dulce la pena. Que el Niño Jesús y su dulcísima 
Madre María os envíen toda clase de bendiciones. 

Aceptad finalmente, Eminencia Reverendísima, los humildes saludos de quien, con la más alta estima y profunda veneración, goza en 
besaros la sagrada púrpura y declararse 

De V. E. Rvma. 

Mirabello Monferrato, 24 de diciembre de 1867. 

Afmo. y S. S.
JUAN BONETTI, Pbro.


Y el Papa, con Breve del 14 de enero de 1868, restituía al arrepentido todas las dignidades y cargos, a excepción del Obispado de 
Sabina y de la Abadía de Subiaco. En efecto, el 18 de enero, el Eminentísimo tomó parte en la Capilla Papal en San Pedro. A 
continuación decidió trasladarse a los Pirineos para una cura de aguas, pero sorprendido por una parálisis, moría repentinamente la noche 
del 14 de mayo de 1868, a la edad de cincuenta y siete años 1. 

1 Véase PELCZAR, Pío Nono y su Pontificado -La UNIDAD CATOLICA de los años 1864-65-67-68, etc. 
194 

Fin de Página 194 


VOLUMEN IX Página: 195 

((196)) 

CAPITULO XVII 

NOTICIAS DE ROMA: PALABRAS DE PIO IX A LA GENDARMERIA Y A LOS ZUAVOS EN LA ENTREGA DE BANDERAS: 
SU CONFIANZA EN LA VIRGEN -LOS DESTINOS DE LA IGLESIA DE VALDOCCO -EL INTERIOR DE LA IGLESIA -LOS 
CUADROS DE MARIA AUXILIADORA Y DE SAN JOSE -NINGUN ACCIDENTE DE TRABAJO DURANTE EL TIEMPO DE 
LAS OBRAS -CONSTANTES GRACIAS DE LA VIRGEN A QUIENES AYUDABAN A LA CONSTRUCCION DE LA IGLESIA 
ESTUPOR DE LOS QUE NO CREIAN O DUDABAN DEL EXITO DE DON BOSCO EN ESTA EMPRESA -PALABRAS DEL 
TEOLOGO MARGOTTI -LAS GRACIAS DIVINAS HAY QUE MERECERLAS -DON BOSCO ENSEÑA A LOS MUCHACHOS 
COMO DEBEN PORTARSE DURANTE LA NOVENA DE MARIA AUXILIADORA -BENDICION DE LAS CAMPANAS: SUS 
INSCRIPCIONES; SE COLOCAN EN LA TORRE -EL CANCEL DE HIERRO ANTE LA IGLESIA -LA PLAZA DE MARIA 
AUXILIADORA Y UN MONUMENTO -COMPRA DE TERRENOS -RESPUESTA DE DON BOSCO AL RECTOR DEL 
SEMINARIO: LE EXPONE EL MOTIVO POR EL CUAL NO PUDO PAGAR AL SEMINARIO LA ANUALIDAD QUE DEBIA Y 
QUE SERA PAGADA LO ANTES POSIBLE; LE AGRADECE UNA OFRENDA; LE RUEGA QUE MIRE TAMBIEN COMO 
SUYOS A LOS CLERIGOS DEL ORATORIO; LE PIDE POR FAVOR LE AVISE FRANCAMENTE CUANDO TUVIERA 
OBSERVACIONES QUE HACERLE -EL PAPA CONCEDE INDULGENCIA PLENARIA A LOS FIELES QUE VISITEN LA 
IGLESIA DE MARIA AUXILIADORA EN LA FIESTA DE SU CONSAGRACION O EN UNO DE LOS SIETE DIAS SIGUIENTES; 
Y AD SEPTENNIUM, INDULGENCIA PLENARIA CON OCASION DE LA FIESTA TITULAR O EN UNO DE LOS DIAS DE LA 
NOVENA 

((197)) 

EN el mes de mayo llegaban cartas de Roma anunciando al Oratorio lo que sucedía en la ciudad santa. 

«Aquí estamos tranquilísimos, por el momento. Ahora 
195 

Fin de Página 195 


VOLUMEN IX Página: 196 

son imposibles los motines garibaldinos; guerra en serio, sí. Pero se ve que no se atreven a empezar. Los franceses parece que siempre 
están viniendo, mas no llegan nunca. Lo cierto es que ya hay preparado alojamiento con camas para cinco mil. El Padre Santo está muy 
bien. El 5 de mayo bendijo con gran solemnidad, en el jardín pontifício vaticano, dos magníficas banderas que entregó a la gendarmería y 
al cuerpo de zuavos. Habían sido bordadas por las Damas de los Estados Unidos de América una y la otra por las de Barcelona. Después 
dirigió la palabra a las milicias. 

»Recordó que aquel día estaba consagrado a la memoria de Pío V, y remarcó cómo los soldados, armados por él contra los musulmanes, 
habían humillado su orgullo con estrepitosa victoria, alejando de Europa el yugo que pretendían imponer. 

»Declaró que era su deber defender los derechos de la Iglesia y tener guardada en el corazón plena confianza en el valor de sus 
soldados. A éstos les recordó la gloria de haber sostenido la causa de la religión y del derecho y el galardón que por ello recibirían de 
Dios en la otra vida. Aludiendo a los hechos guerreros del año anterior, exclamó: 

»-Lo pasado no ha sido más que un preludio, un principio; 
pero no perdamos el ánimo; como siempre la Iglesia triunfará: y con la Iglesia, el Estado. Como Pío V, también yo soy príncipe de la paz, 
pero, a la vez guerrero». 

Así escribía el Conde Connestabile della Staffa el 8 de mayo al caballero Oreglia, que ya había vuelto al Oratorio. 

Pío IX ponía toda su esperanza en la Virgen, la cual en el tiempo establecido por voluntad de Dios, infaliblemente acudiría en ayuda del 
Vicario de su Divino Hijo: Terribilis ut castrorum acies ordinata (Terrible como tropa formada en orden de batalla). 

Por aquellos días se acababan en Turín los trabajos en la iglesia de María Auxilium Christianorum, destinada a alcanzar fama mundial y 
a propagar dicho título y devoción ((198)) por todas las naciones de la tierra y, de la que brotarían innumerables fuentes de gracias. Era 
un monumento preparado para el día de los triunfos. Inde gloria mea! (de aquí, mi gloria) había leído don Bosco sobre sus muros en una 
memorable visión. El Sumo Pontífice, conocedor de la oportunidad de esta obra, se había apresurado a concurrir a ella con favores 
materiales y espirituales. 

En los volúmenes anteriores hemos hablado del exterior de esta iglesia; ahora lo haremos del interior, tal como era en aquellos tiempos, 
y como fue entonces descrito por don Bosco. 
196 

Fin de Página 196 


VOLUMEN IX Página: 197 

Entrando por la puerta principal, obra maestra del artista turinés Ottone, diseñada por el caballero Antonio Spezia, se ven dos columnas 
de mármol, cuyo pedestal está labrado de tal forma que sirve de pila para el agua bendita. Ellas sostienen un coro con capacidad para 
trescientos cantores, divididos en dos planos o doble piso: uno para el conjunto principal de cantores y otro como para hacer el eco de los 
mismos. Era regalo y trabajo del maestro carpintero José Gabotti de Locarno, residente en Turín. 

Las paredes están sencillamente blanqueadas, aún sin pintar, por miedo a que la reciente construcción pueda estropear la naturaleza de 
los colores. El basamento, el alero corrido y las cornisas son de granito. Sobre éstas, todo alrededor, y sobre la base de la cúpula, corren 
barandillas de hierro, para seguridad de quienes debieran realizar allí algún trabajo. 

El púlpito, de nogal, muy majestuoso, dibujo del caballero Spezia, está colocado en el gran pilar de la derecha junto a la balaustrada del 
altar mayor, de modo que se puede ver al predicador desde todos los ángulos de la iglesia. 

La parte escultural y todos los demás trabajos fueron obra de los 
alumnos del Oratorio de San Francisco de Sales, por cuenta de una señora noble turinesa, que quiso se callara su nombre, pero deseaba 
supieran todos que era regalo por una gracia recibida, y por eso se lee allí con caracteres de oro: «Ofrenda a María Auxiliadora por una 
gracia recibida». 

Todo el pavimento es al uso de Venecia, y los del presbiterio de cada altar parecen otros tantos mosaicos. El ((199)) del altar mayor no 
necesitaría alfombra para adornarlo en las más grandes solemnidades. 

Hay cinco altares: todos en mármol labrado, y cuatro con dibujos y adornos diversos del caballero turinés Gussone que también hizo en 
mármol las balaustradas. El quinto altar, colocado en la primera capilla lateral según se entra a la derecha, destaca sobre los otros por la 
preciosidad de mármoles, en verde viejo, rojo de España, alabastro oriental y malaquita. Estará dedicado a santa Ana y es un trabajo del 
artista Luis Médici, a expensas de un noble boloñés. 

En cada uno de los dos extremos del crucero hay dos puertas, de modo que en las grandes concurrencias de fieles puede ser fácil la 
entrada y la salida; y desde dos de ellas hay acceso a dos sacristías que flanquean por los dos lados el presbiterio del altar mayor. 

El altar de la derecha del crucero se dedicará a san Pedro, como ofrecimiento a María Santísima de una señora romana, agradecida. 
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Fin de Página 197 


VOLUMEN IX Página: 198 

El altar de la izquierda del crucero será dedicado a san José; pero el cuadro aún no está en su sitio; el artista Tomás Lorenzone estaba 
pintándolo. Este representaría a la Sagrada Familia. La composición era simbólica y con este dibujo: san José está de pie sobre una nube 
y lleva en el brazo izquierdo al Niño Jesús, el cual tiene sobre las rodillas un cestillo lleno de rosas. El Niño toma las rosas, se las da a san 
José y éste las va dejando caer, poco a poco, en forma de lluvia sobre la iglesia de María Auxiliadora, que se ve debajo y tiene al fondo 
las colinas de Superga. El aspecto del Niño tiene una gracia singular, porque, vuelto a su querido padre putativo, le sonríe con infinita 
dulzura. Ante aquella divina sonrisa parece extasiarse el Santo Patriarca y diríase que la celeste alegría del Divino Infante se redobla al 
reflejarse en el amado rostro. Como complemento de este delicioso grupo está al lado del Niño Jesús en pie, con hermoso garbo y las 
manos juntas, su Santísima Madre, María, la cual, en actitud devota y totalmente absorta ((200)) en la contemplación de aquel dulce 
trueque de inefable cariño entre su divino Hijo y su castísimo Esposo, parece fuera de sí por la alegría infinita que le inunda el corazón. 

Tres ángeles, con las manos juntas, están a los lados de la Sagrada Familia, suspendidos sobre sus alas. Uno de ellos lleva la vara 
florida. En la parte alta del cuadro, otros dos angelitos sostienen por los extremos una cinta en la que está escrito: Ite ad Joseph (Id a 
José). 

El cuadro mide cuatro metros de alto por dos de ancho. El ángel de la vara tiene las facciones de una niña, hija de la marquesa Fassati, 
que murió abrasada unos años antes. Era una delicada idea de don Bosco, que conmovió profundamente a la mamá. 

De esta manera describió el cuadro el mismo don Bosco, que había sugerido el proyecto. 

Pero lo más notable de esta iglesia era el retablo o lienzo pintado que domina el altar mayor, con más de siete metros de alto y cuatro de 
ancho, encuadrado en un magnífico marco dorado. Lorenzone podía estar satisfecho de su obra. 

Resalta la Virgen en medio de un mar de luz y majestad, sobre un trono de nubes. Cuelga de sus hombros un manto real que la 
envuelve. Tiene la cabeza coronada de estrellas y de una diadema con la que se proclama reina de cielos y tierra. Aprieta su derecha un 
cetro, símbolo de su poder, como aludiendo a las palabras que Ella profirió en casa de Santa Isabel. Fecit mihi magna qui potens est (Me 
hizo grande el Poderoso). En la izquierda sostiene al Niño, coronado 
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Fin de Página 198 


VOLUMEN IX Página: 199 

también, con los brazos abiertos, como ofreciendo sus gracias y su misericordia a quien recurre a su augusta Madre. Tras Ella se abre 
como un rincón del cielo, alrededor del cual se ven coros de angelitos, que le rinden pleitesía como a su reina. 

En la parte superior del cuadro está representado Dios Padre, con el ojo simbólico, y un poco más abajo el Espíritu Santo en forma de 
paloma; desde allí llueven rayos de luz que van a posarse sobre la cabeza y alrededor de la Virgen, como para decirle: Ave, María; virtus 
Altissimi obumbravit tibi (la virtud del Altísimo te cubrió con su sombra). 

((201)) Abajo, divididos en dos alas, aparecen gradualmente colocados, apóstoles y evangelistas en tamaño un poco mayor que el 
natural. Arrobados en dulce éxtasis, contemplan atónitos a su Reina: Regina Apostolorum, ora pro nobis. San Pedro y San Pablo resaltan 
en el medio. Entre ellos se abre un paso desde el cual se ve al fondo el Santuario de Valdocco y el Oratorio, con los caseríos que lo 
rodeaban en aquel tiempo, y las colinas de Superga. 

Es el punto desde donde los devotos dan gracias a la Santísima Virgen por los favores recibidos y la su plican siga mostrándose Madre 
de misericordia en los graves peligros de la vida presente. 

Mérito singular del cuadro es la idea religiosa que produce una devota impresión en el corazón de quien lo contempla. 

Llamó la atención que no hubiera habido ninguna desgracia entre los obreros durante el tiempo que duró la construcción de esta iglesia 
y se dijo que era un milagro. Sólo don Angel Savio, que vigilaba la fiel ejecución de los planos, estando en los andamios a la altura de la 
cúpula, puso los pies en el extremo de un tablón que se levantó, pero él no cayó, porque pudo agarrarse a un madero. Esto no debe 
maravillar, ya que cada ladrillo del sagrado edificio recuerda una gracia obtenida de la Augusta Reina del Cielo. 

Una sexta parte del coste, casi de un millón, fue cubierta por los generosos donativos de personas devotas; el resto procedía de 
pequeñas limosnas de los que habían sido beneficiados por María en la salud, en los bienes, en la familia o de otra manera. Así consta en 
un registro que se llevó regularmente, y así lo afirmó don Bosco. 

Apareció con evidencia la protección de María Santísima durante la época de los estragos del cólera. Don Bosco escribía de «una madre 
que al ver a su único hijo destrozado por la violencia del mal, le invitó a recurrir a María Santísima Auxiliadora de los Cristianos. En el 
colmo del dolor, profirió él estas palabras: María Auxilium Christianorum, ora pro nobis. Con el más vivo afecto del corazón repitió 
199 

Fin de Página 199 


VOLUMEN IX Página: 200 

la madre la misma jaculatoria. En aquel momento cedió la violencia del cólera ((202)), el enfermo comenzó a sudar copiosamente, y en 
pocas horas quedó fuera de todo peligro y casi totalmente curado. La noticia de este hecho se difundió, y unos tras otros se encomendaron 
con fe a Dios Omnipotente y al poder de María Auxiliadora, con la promesa de hacer algún donativo para continuar la construcción de su 
iglesia. No se conoce que ninguno haya acudido de esta manera a María sin haber sido escuchado. Verificándose así el dicho de san 
Bernardo, que no se ha oído en el mundo que nadie haya acudido en vano con fe a María. Mientras escribo (mayo de 1868), recibo un 
donativo con la relación de una persona de mucha autoridad, que me anuncia cómo un pueblo entero fue librado de un modo 
extraordinario del estrago del cólera debido a la medalla, al recurso y a la oración hecha a María Auxiliadora. De este modo abundaron 
donativos de todas partes; donativos, de escasa monta, es verdad, pero que juntos fueron bastante para sufragar la obra». 

Turín se asombraba al ver acabado el sagrado edificio, especialmente los que habían recordado, con un poco de ironía, las palabras del 
Evangelio: 

-»Quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos y ver si tiene para acabarla? No sea que 
habiendo puesto los cimientos, y no pudiendo terminar, todos los que lo vean empiecen a burlarse de él diciendo: «-Este comenzó a 
edificar y no pudo terminar» (Luc. XIV). 

Y don Bosco había empezado, no sólo sin echar cuentas, sino sin tener medios; y era natural que más de uno lo acusase de imprudente. 
Un sacerdote le había dicho, mientras se abrían los cimientos de la iglesia, que estaba dispuesto a comerse un perro vivo, si llegaba a 
verla llegar al tejado. Pues bien, por aquellos días se acercó a visitar al Siervo de Dios y a llevarle un donativo, pidiéndole, sonriente, que 
lo dispensase de la promesa que había hecho. 

El teólogo Santiago Margotti, sentado a la mesa del Oratorio con otros invitados, pronunció este brindis a don Bosco: 

((203)) -Dicen que don Bosco posee ciencia y me tiene sin cuidado, más aún, se la echo en cara. Afirman que don Bosco es un santo y 
yo me río de ello. Dicen que don Bosco hace milagros, y yo no lo discuto. Pero hay un milagro que desafío a todos a negarlo: y es esta 
iglesia de María Auxiliadora, construida en tres años y sin medios: íuna iglesia que cuesta un millón! 

Pero este milagro y muchos otros que forman el complejo de las instituciones de don Bosco y las gracias que le concedió la Virgen, 
200 

Fin de Página 200 


VOLUMEN IX Página: 201 

son argumentos que prueban la santidad del Siervo de Dios y demuestran que había en él la fe capaz de transportar las montañas, unida a 
un espíritu de sacrificio sin condiciones para obedecer a la voluntad del Señor. 

En efecto, la divina Providencia está dispuesta a ofrecer la ayuda necesaria, a condición de que el hombre emplee todos los medios, 
pidiendo consejo, implorando la ayuda de los demás, empleando como mejor pueda sus pensamientos, su vigilancia, su trabajo. La 
Providencia no es para holgazanes. Los Santos estaban seguros de que Dios velaba junto a ellos y por ellos; no obstante, actuaron siempre 
con tal cautela, con tales medidas, con tal atención que no hubieran hecho nada, si Dios los hubiera abandonado a sus solas fuerzas. Pero 
no hubo nada, por arduo, difícil y trabajoso que fuera, que no lo emprendieran, cuando se trataba de la gloria del Señor. Confiaban que él, 
una vez agotados los medios humanos, acudiría en su socorro: Ayúdate, que yo te ayudaré. Así hizo don Bosco. No ahorró viajes, 
vigilias, fatigas, sudores, penurias, diligencias, afrentas, persecuciones y humillaciones para socorrer a los muchachos pobres, como si 
tuviera que esperar el feliz resultado de sus heroicas empresas, de su industria y no de la protección divina. Estaba persuadido de que era 
necesario merecer con los propios sacrificios la protección del cielo: Dominus regit me et nihil mihi deerit (Yavéh es mi pastor, nada me 
falta) (Sal. XXII, vers. 1 ). 

Mientras tanto don Bosco repartía entre personajes distinguidos muchos ejemplares del librito titulado: Maravillas de la ((204)) Madre 
de Dios, invocada con el título de María Auxiliadora; y nosotros hemos encontrado, entre las cartas de agradecimiento, la siguiente tarjeta 
de visita: «Monseñor Luis Marchese di Canossa, Obispo de Verona, muy agradecido también por el reciente obsequio del hermoso librito 
de María Auxiliadora». 

No pasaba día sin que el Siervo de Dios no escribiese una línea, en las cartas o en las estampas, en honor de la bienaventurada Virgen 
María para inspirar devoción hacia Ella, y conservaba las narraciones de gracias obtenidas por su mediación para formar con ellas libritos 
a fin de que María fuese cada vez más honrada y amada. 

El 14 de mayo enseñaba a los alumnos cómo debían hacer la novena de María Auxiliadora. 

Tengo que daros una buena noticia: mañana empieza la novena de María Auxiliadora. Este año no podremos celebrarla todavía en la 
iglesia nueva, pero esperamos 
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hacerlo el próximo con gran solemnidad. En esta novena no haremos más que lo que se hacía en el mes de mayo los pasados años, pero 
debemos hacerlo bien. Cumplir bien las flores que se leen por la noche. Durante el día haga cada uno alguna práctica de piedad. Rece 
cada cual tres padrenuestros, avemarías y glorias a Jesús Sacramentado y tres salves a la Virgen. Ella quiere concedernos favores. Pida 
cada cual a la Virgen la gracia que más necesite. Para uno será necesaria la gracia de vencer ciertas tentaciones contra la pureza, para otro 
poder enmendarse de un defecto, como la ira, el decir palabras duras, la holgazanería, etc. En fin, cada uno ponga gran empeño en el 
cumplimiento de los propios deberes. Si lo hacemos así, tendremos novecientos noventa y nueve grados de probabilidad sobre mil, de que 
la Santísima Virgen nos concederá la gracia que necesitamos. Y para mí, »qué gracia pediré? Para mí pediré que pueda salvar todas 
vuestras almas. 

El día 21 de mayo, a las tres de la tarde, fueron bendecidas solemnemente las cinco campanas para colocarlas en la torre. Estaban 
colgadas con maromas en fuertes caballetes de madera, en medio del nuevo santuario. Formaban simultáneamente un acorde en mi 
bemol. Era el primer caso en la ciudad de Turín. Habían sido fabricadas en la angitua fundición G. B. Mazzola e hijos, de Valduggia 
(Valsesia). 

((205)) Algunos beneméritos devotos con sus donativos habían promovido la fundición y pagado el bronce de las campanas. En cada 
una se grabaron adornos e imágenes, con dos inscripciones análogas, dictadas por don Bosco, una en la parte superior, obra en el borde. 

En la primera campana se leía: Uni trinoque Domino sit sempiterna gloria MDCCCLXVIII.-Dirigat Dominus familiam 
Viancino.-Auxilium Christianorum, ora pro ea (Gloria eterna al Señor, uno y trino 1868.-Dirija el Señor a la familia Viancino.-Auxilio de 
los Cristianos, ruega por ella). 

En la segunda: Deo provido benedictio et gratiarum actio: MDCCCLXIII.-Cristina Celebrini y su hijo José obsequian a María 
Auxiliadora en honor del Beato Odino (Bendición y acción de gracias a Dios providente. 1868). 

En la tercera: Qui timetis Dominum benedicite eum, MDCCCLXVIII.-O rosa mistica, tu nos ab hoste protege et mortis hora suscipe. 
Familia Mercurelli de Roma (Bendecid al Señor los que le teméis. 1868.-Oh rosa mística, protégenos contra el enemigo y en la hora de la 
muerte defiéndenos). 

En la cuarta: Ab omni malo libera nos Domine, MDCCCLXVIII.-Laudo Deum, plebem voco, defunctos ploro, festa decoro. Cambone 
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y su familia (Líbranos Señor, de todo mal. 1868. Alabo a Dios, llamo al pueblo, lloro a los difuntos, alegro las fiestas). 

En la quinta: Sit nomen Domini benedictum, MDVCCCLXVIII.-Cuando María pide, todo se obtiene, nada se niega. Totum nos Deus 
habere voluit per Mariam (Bendito sea el nombre del Señor, 1868. Dios quiso dárnoslo todo por medio de María). 

Una de ellas fue dedicada al Supremo Jerarca de la Iglesia, Pío IX, cuya imagen se grabó; otra al arzobispo monseñor Riccardi, también 
con la figura y el escudo del venerado Pastor. En otras dos, el fundidor bosquejó la efigie de don Bosco. 

La iglesia estaba llena de jóvenes y de señores invitados. La banda de música, los cantores y numeroso clero formaban un gran círculo 
en derredor de las campanas. Monseñor Balma, terminada la ceremonia, pronunció un interesante discurso acerca del empleo de las 
campanas y lo que pretende la Iglesia al bendecirlas, al consagrarlas y al tocarlas para reunir a los fieles en el templo o para invitarles a 
rezar en sus casas. 

Tenemos todavía una breve relación de aquel suceso. 

((206)) En el año del Señor 1868, el día 21 de mayo, fiesta de la Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo, reinando en la Sede Pontifícia 

S. S. Pío IX y siendo Arzobispo de Turín S. E. Monseñor Alejandro dei Conti Riccardi di Netro, fueron consagradas por S. E. Rvma. 
Monseñor Balma, Obispo de Tolemaida, cinco campanas para colocarlas en el campanario de la nueva iglesia dedicada a María 
Auxiliadora, en el barrio de Turín, denominado Valdocco. 
La mayor, que pesaba ... Mg; recibió los nombres de Carolina, Francisca. Fue padrino el señor conde de Viancino y madrina la señora 
condesa de Viancino. 

La segunda, que pesaba... Mg; recibió los nombres de Dominga, María. Fue padrino el señor marqués de Fassati y madrina la señora 
marquesa de Fassati. 

La tercera, que pesaba ... Mg; recibió los nombres de Teresa, María Asela. Fue padrino el marqués de Fassati y madrina la señora 
marquesa De Maistre. 

La cuarta, que pesaba ... Mg; recibió los nombres de Delfina, Eugenia. Fue padrino el conde Luis Ricardo de Castelvecchio y madrina 
la señora condesa Delfina Viancino Malaspina. 

La quinta, que pesaba... Mg; recibió los nombres de Angela, Juana. Fue padrino el señor comendador Dupraz y madrina la señora 
Dupraz. 

El peso de las campanas era: ochocientos setenta y cinco kilogramos la primera, setecientos cincuenta la segunda, cuatrocientos 
cuarenta la tercera, trescientos setenta y cinco la cuarta y doscientos cincuenta la quinta. 

Después de la ceremonia litúrgica, se hizo un ensayo armónico de las nuevas campanas, e inmediatamente fueron transportadas a 
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los pies del campanario y elevadas con el montacargas al puesto destinado. Mientras subían, tocaba la banda y aplaudía la multitud. 
Para no cargar su gran peso sobre las columnas de la torre, se había hecho un andamio de hierro que se apoyaba en el rellano de las 
ventanas y debía sostenerlas. Para facilitar su volteo, en lugar de las acostumbradas gruesas mazas de madera con un largo brazo, estaban 
provistas de pequeñas mazas de hierro fundido y una ancha rueda. 

Para tocarlas durante aquellos días de fiesta llegó de Strevi el señor Porta, maestro en el arte de las campanas, el cual ya las había 
probado en la iglesia. 

Otras ideas preocupaban a don Bosco para arreglar los ((207)) terrenos adquiridos delante de la iglesia. Al salir de la misma se bajaba a 
una explanada ya arreglada, de cuarenta y nueve metros de larga por dieciséis de ancha. Debía estar separada por una hermosa verja de 
hierro, y el Ayuntamiento daba permiso, el 7 de mayo, para que fuera puesta en su sitio. Rozaba ésta con la calle Cottolengo y de la otra 
parte había sido trazada la plaza hasta el paseo hoy llamado Reina Margarita, aún sin nivelar y llena de ramblas. 

Por aquí atravesaba a veces don Bosco para ir a la ciudad. Salió un día, acompañado de don Juan Garino y, mirando con viva 
complacencia la fachada de la iglesia, le dijo: 

-Aquí, en medio, me gustaría levantar un monumento que representara a Moisés en actitud de golpear la roca y hacer brotar de ella unos 
chorros de agua que fueran recogidos en un estanque. 

Y volviendo los ojos en derredor añadió que, en aquella plaza tenía intención de construir un gran edificio que sirviese para hospedar 
sacerdotes, bienhechores, bienhechoras y padres de alumnos, que viniesen a Turín para visitar la iglesia y asistir a las funciones solemnes. 

Pero, antes de ver cumplidos sus proyectos, era necesario comprar unos trozos de tierra que pertenecían a diversos propietarios. El 5 de 
mayo de 1868, con escritura otorgada por Zerboglio, compró un terreno de 0,00,47 hectáreas de la señora C. Polissena Pullini, viuda de 
Rocci, a su hija Clementina y los cuñados Rocci. Y andaba en tratos de compra, que terminaron el 29 de junio de 1868, según escritura 
otorgada por Pavesio, con el caballero Tomás Gamacchio, que le vendía treinta y tres áreas y noventa centiáreas con derecho a riego, por 
cinco mil setecientas ochenta y cinco liras. Este terreno, que pertenecía al Seminario Arzobispal de Turín, había pasado, por ley del 15 de 
agosto de 1867, N.° 3848, al patrimonio del Estado, y 
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en subasta del 5 de noviembre de 1867, escriturada por Daneo, había pasado a propiedad del citado Gamacchio. 

Pero pesaba alguna deuda sobre el terreno anteriormente comprado, y don Bosco contestaba a una demanda de pago del canónigo 
Vogliotti: 

((208)) Ilmo. y M. R. Señor Rector: 

Crea, señor Rector, que el único motivo por el que se ha diferido pagar la anualidad de los intereses debidos al Seminario, procede de la 
nueva forma de administración de los bienes administrados hasta ahora por la autoridad eclesiástica. Ya he pasado por el Seminario, y un 
día esperé largo rato en la Curia para hablar con usted sobre el particular, pero unas reuniones, a las que usted debía asistir, me lo 
impidieron. Ahora, que sé por su carta cómo y dónde debo pagar, me daré prisa, y en la próxima semana serán ajustadas todas las 
partidas, incluidos los gastos de los ejercicios espirituales hechos y por hacer. 

Ruégole, señor Rector, se convenza de que también nosotros nos encontramos en gravísimos apuros, pero en el caso de que yo hubiera 
tenido intención de pedir una condonación, lo habría hecho, no interpretando su caridad, sino suplicando su piadosa voluntad, como lo he 
hecho en otras ocasiones. Sin embargo, acepto con el más sentido agradecimiento la reducción de las ciento cincuenta liras que paga de 
su bolsillo, y ruego a Dios le recompense dignamente, concediéndole, sobre todo, salud estable y duradera. 

Si me lo permite, le hago una observación, o mejor, un ruego. Cuando habla de nuestros clérigos siempre dice sus clérigos, clérigos del 
Oratorio. Me haría un favor si quisiera llamarlos también suyos, puesto que usted sabe que son pocos y estos pocos, una vez sacerdotes, 
van a la diócesis, como Reviglio, Rocchetti, Leggero, Rovetti, etc. Los mismos que se quedan aquí puede decirse que trabajan 
incesantemente en la preparación de clérigos para el seminario diocesano, o ayudan de otra manera predicando, enseñando catecismo o 
cosas semejantes. 

Todavía le pido otro favor, y es que, cuando tenga algo que observar o notar sobre mí, sobre los clérigos o sobre la marcha del Oratorio, 
me lo diga siempre sin rodeos o bien me avise por medio de algún seminarista y yo acudiré enseguida a usted. 

Ofreciéndole nuestro servicio para todo aquello que yo mismo o esta casa seamos capaces, le auguro toda clase de bendiciones 
celestiales y me profeso, con todo aprecio y veneración 

De V.S.llma. y M.R. 

Turín, 22 de mayo de 1868. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Aquel mismo día abría el Sumo Pontífice los tesoros de la Iglesia para animar a los fieles a participar en la solemne consagración del 
templo de María Santísima Auxiliadora y concedía una indulgencia plenaria especial con el Breve siguiente: 
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((209)) PIO PAPA IX 

A todos los fieles cristianos que lean las presentes letras, salud y bendición apostólica. 

Dispuestos con piadoso celo a promover la religión en los fieles y el bien de las almas con los celestes tesoros de la Iglesia, a todos los 
fieles de ambos sexos que, sinceramente arrepentidos y confesados y alimentados con la comunión, visiten religiosamente la iglesia 
dedicada en Turín a la Virgen María Inmaculada, bajo el título de Auxilio de los Cristianos, en el día que la iglesia sea consagrada o en 
uno de los siete siguientes, a elección y gusto de cada cual, y pidan allí a Dios por la concordia entre los príncipes cristianos, por la 
extirpación de las herejías y por la exaltación de la Santa Madre Iglesia, en el día de los antedichos que haga esto, concedemos por la 
misericordia de Dios, la Indulgencia Plenaria y la remisión de todos sus pecados, la cual podrán aplicar a modo de sufragio por las almas 
de aquellos fieles que, unidas a Dios en caridad, pasaron de esta vida. 

La presente vale sólo para una vez. 

Dado en Roma, en San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el día 22 de mayo de 1868. Vigésimo segundo año de nuestro Pontificado. 

Por el Eminentísimo PARACCIANI CARELLI J. B. BRANCALEONI, Canciller sustituto 1 

(L. » S.) 
Concedía también otra indulgencia plenaria, por siete años, con ocasión de la fiesta titular de la iglesia, el 24 de mayo. 

1 PIUS PP. IX. Universis Christi fidelibus praesentes litteras inspecturis salutem et Apostolicam Benedictionem. 

Ad augendam fidelium religionem et animarum salutem, coelestibus Ecclesiae thesauris pro charitate intenti, omnibus utriusque sexus 
Christi fidelibus vere poenitentibus et confessis ac Sacra Communione refectis, qui Ecclesiam B. M. V. I. dicatam sub titulo Auxilium 
Christianorum Civitatis Taurin., die quo dicta Ecclesia rite consecratur, vel in uno ex septem diebus continuis inmediate subsequentibus, 
uniuscuiusque Christi fidelis arbitrio sibi eligendo, devote visitaverint et ibi pro Christianorum principum concordia, haeresum 
extirpatione ac S. Matris Ecclesiae exaltatione pias ad Deum preces effuderint, quo die prefatorum id egerint, plenariam omnium 
peccatorum suorum indulgentiam et remissionem, quam etiam animabus Christi fidelium, quae Deo in charitate conjunctae ab hac luce 
migraverint, per modum suffragii applicari possint, misericorditer in Domino concedimus. Praesentibus pro hac vice tantum valituris. 

Datum Romae, apud S. Petrum, sub annulo Piscatoris, die XXII Maii MDCCCLXVIII, Pontificatus nostri anno vigesimo secundo. 

Pro D.no PARACCIANI CLARELLI Jo. B. BRANCALEONI, Cancell. Subst. 

El Provicario General, Monseñor Vogliotti, autorizaba la difusión e impresión con fecha 28 de mayo de 1868. 
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((210)) PIO PAPA IX 

A todos los fieles cristianos que lean la presente, salud y Bendición apostólica. 

Dispuestos con piadoso celo a promover la religión entre los fieles y el bien de las almas con los celestiales tesoros de la Iglesia, a todos 
los fieles de uno y otro sexo que, verdaderamente arrepentidos, confesados y alimentados con la sagrada comunión, visiten con 
religiosidad la iglesia dedicada a la Bienaventurada Virgen María Inmaculada, bajo el título de Auxilio de los Cristianos, en el día de la 
fiesta titular o en uno de los nueve días precedentes, a elegir a gusto de cada uno, y en ella pidan a Dios por la concordia entre los 
príncipes cristianos, por la extirpación de las herejías y por la exaltación de la Santa Madre Iglesia, en un día de los antedichos que tal 
haga, concedemos por la misericordia de Dios Indulgencia Plenaria y remisión de todos los pecados, que podrán también aplicar, a modo 
de sufragio, por las almas de aquellos fieles que, unidos a Dios en caridad, salieron de esta vida. 

La presente vale solamente para siete años. 

Dado en Roma, junto a San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el día 22 de mayo de 1868. Vigésimo segundo de nuestro Pontificado. 

Por el Eminentísimo Card. PARACCIANI CLARELLI J. B. BRANCALEONI, Canciller sustituto 1 

(L. » S.) 
1 PIUS PP. IX. Universis Christi fidelibus praesentes litteras inspecturis salutem et Apostolicam Benedictionem. 

Ad augendam fidelium Religionem et animarum salutem, coelestibus thesauris pia charitate intenti, omnibus utriusque sexus fidelibus 
vere poenitentibus et confessis ac sacra Communione refectis, qui Ecclesiam B. M. V. I. dicatam sub titulo Auxilium Christianorum 
Civitatis Taurin. die festo Titulari eiusdem Ecclesiae, vel in uno ex novem diebus praecedentibus, uniuscuisque Christi fidelis arbitrio sibi 
eligendo, devote visitaverint, et ibi pro Christianorum Principum concordia, haeresum extirpatione ac Sanctae Matris Ecclesiae 
exaltatione pias ad Deum preces effuderint, quo die prefatorum id egerint, plenariam omnium suorum peccatorum indulgentiam et 
remissionem, quam etiam animabus Christi fidelium quae in Dei charitate coniuncti ab hac luce migraverint per modum suffragii 
applicare possint, misericorditer in Domino concedimus. Praesentibus tantum ad septennium valituris. 

Datum Romae apud S. Petrum, sub annulo Piscatoris, die XXII Maii MDCCCLXVIII, Pontificatus nostri anno vigesimo secundo. 

Pro D.no Card. PARACCIANI CLARELLI J. B. BRANCALEONI, Cancell. Subst. 

El Vicario General Monseñor Zappata, permitió su publicación el 8 de junio. 
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((211)) 

CAPITULO XVIII 

LA MUERTE DEL SEGUNDO JOVEN INDICADA EN EL SUEÑO -SE CUMPLEN TODAS LAS CIRCUNSTANCIAS DICHAS 
DON BOSCO ESCRIBE EL PANEGIRICO DE SAN FELIPE NERI -MARCHA A ALBA, DONDE DEBE PRONUNCIARLO ANTE 
LA CONGREGACION SACERDOTAL -COMO DE COSTUMBRE, NO TIENE UN MOMENTO DE TRANQUILIDAD PARA UNA 
PREPARACION PROXIMA -IMPROVISA UN NUEVO SERMON -EL PANEGIRICO QUE HABIA ESCRITO -VA A BAROLO 
PRIVILEGIO CONCEDIDO POR PIO IX PARA SIETE AÑOS DE UN ALTAR PRIVILEGIADO EN LA IGLESIA DE MARIA 
AUXILIADORA -EL JOVEN INSTRUIDO (EL JOVEN CRISTIANO): ELOGIO DE LA UNIDAD CATOLICA 

PASABAN los meses y los alumnos del Oratorio esperaban con viva curiosidad el cumplimiento de la segunda muerte indicada en el 
sueño. Hechos los cálculos, parecía que tenía que suceder en mayo lo más tarde. Y he aquí que muere en el Oratorio el joven Corecchio, 
tras unos pocos días de enfermedad. La Unidad Católica del 26 de mayo de 1868 publicaba en sus notas necrológicas: «Difuntos del 
24-5-1868... Pedro Corecchio, de dieciséis años, natural de Santhià, estudiante». 

Los padres del joven habían ido a visitarlo, cumpliéndose así una de las circunstancias predichas. Don Bosco, en cambio, como también 
había anunciado, no pudo darle el último adiós; estaba, como diremos, fuera de Turín. Otros detalles que identificaban a Corecchio como 
el segundo del sueño, fueron la piedad con que recibió los últimos sacramentos y su muerte edificante. A don Bosco se le había dicho: 
«Estuvo enfermo ocho días». 

((212)) Don Miguel Rúa escribió en el registro de los difuntos: 

Mayo, 1868 -«Muere Pedro Corecchio, de San Damián (Santhià), nacido el 25 de noviembre de 1852. Su asiduidad a las sagradas 
funciones y su buena disposición para los estudios le agenciaron la protección de su párroco, que consiguió internarlo en el Oratorio. Fue 
juicioso y de pocas palabras: sin embargo, no le faltaba la necesaria apertura de corazón con los superiores. Sobresalía en clase por su 
diligencia y capacidad, y se podía esperar de él excelente 
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resultado. Una violenta enfermedad, que soportó con toda paciencia, le arrancó al cariño de sus padres, superiores y compañeros; pero lo 
llevó al cielo». 

Nótese, además, una circunstancia del sueño. Don Bosco había visto solamente el féretro de este difunto, porque fue el único de los tres 
que murió en el Oratorio. No vio el de los otros dos, pues el primero murió en el colegio de Lanzo, y el tercero, como veremos, moriría 
en el hospital. 

El Siervo de Dios había ido aquellos días a Alba, donde le habían invitado a predicar el panegírico de san Felipe Neri. Dado que era la 
fiesta de la Congregación Sacerdotal, había escrito su sermón, y como no le gustara su primer trabajo, lo volvió a hacer. 

Después se lo entregó a don Juan Bonetti, para que lo examinara y lo corrigiera, pero éste lo examinó y lo dejó casi como había sido 
escrito. Resulta difícil explicar cómo se las arreglaba don Bosco para mantener lúcida y vigorosa su mente, ya que no tenía nunca un 
momento de reposo. Para recorrer un trecho de camino que no necesitaba más de media hora, él empleaba dos o tres, pues eran muchos 
los que le paraban o le acompañaban para tratar con él algún asunto del alma. En los vagones del ferrocarril, en las estaciones siempre se 
encontraba con alguien que deseaba hablarle. No había pueblo ni ciudad donde no tuviese bienhechores, amigos, conocidos o jóvenes 
educados por él. 

-El único sitio, decía, adonde nadie va a molestarme, es el púlpito y por eso resulta un descanso para mí subir a él. 

((213)) Así le sucedió al ir a Alba, donde le esperaba el obispo, monseñor Eugenio Galletti, con el afecto de un santo deseoso de 
conversar con otro santo. No sabía decir cuán grande era su aprecio por don Bosco y cuántas veces hablaba de él a sus seminaristas, a 
quienes iba a visitar todas las tardes. 

Don Bosco se llevó consigo el panegírico, pero las continuas visitas hasta el último instante no le permitieron darle una ojeada. Así que, 
cuando se halló en el púlpito, no se atuvo a lo que había escrito y se lanzó ex abrupto sobre el tema de un modo poético: lo hemos 
señalado ya en el segundo volumen de estas Memorias 1, pero aquí no podemos por menos de recordarlo nuevamente. 

Imaginó hallarse sobre una de las colinas de Roma, con la ciudad tendida ante sus ojos y contemplando a un joven que subía hacia él. 
Describió minuciosamente su rostro, su mirada, su porte y a continuación 

1 Véase la pág. 46 del II volumen. 
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se puso a dialogar con él. Preguntó al desconocido de dónde venía, qué hacía, por qué iba tan solo y abatido; cuáles eran sus 
pensamientos, sus proyectos, su vida pasada; si amaba al Señor, cuál era su patria; y a cada pregunta daba la respuesta del jovencito. 
Terminó preguntándole: 

-»Amas a la Virgen? 

Al llegar a este punto, suspendió el diálogo, describió el semblante del joven, el brillo de sus ojos al oír esta pregunta, su sonrisa, su 
respuesta, y siguió interrogándole: 

-»Quién eres, cómo te llamas? 

-Felipe Neri, respondió el joven. 

Dicho esto, entró en el tema diciendo: 

-Vengo, queridos oyentes, a deciros cuál será el porvenir de este joven. 

No se puede describir la impresión que produjo este sermón; 
aunque las palabras de don Bosco originaran en toda ocasión maravillosos efectos. Esta puede deducirse del sermón que había escrito y 
que no pronunció, y que ((214)) aún se conserva. Aunque improvisó, no cambió la esencia, sino que expuso al auditorio todos aquellos 
pensamientos. 

Lo presentamos por entero, para que se conozca cómo hacía don Bosco los panegíricos. Popular en las ideas, sencillo en el lenguaje, 
afectuoso en la expresión, puede servir de modelo al predicador evangélico, que no mirá más que la salvación de las almas. 

PANEGIRICO
DE
SAN FELIPE NERI


Aunque las virtudes y las actuaciones de los santos vayan dirigidas todas al mismo fin, que es la mayor gloria de Dios y la salvación de 
las almas, no obstante es diverso el camino seguido para alcanzar el más alto grado de santidad al que Dios los llamaba. La razón parece 
ser ésta: en la maravillosa distribución de sus bienes, suele Dios llamarnos a sí de varias maneras y por distintos caminos, a fin de que las 
diversas virtudes, contribuyendo todas a adornar y embellecer nuestra Santa Religión, cubran, por así decirlo, a la Santa Iglesia con un 
variado manto que lo haga aparecer a los ojos del Celeste Esposo como una reina sentada sobre un trono de gloria y majestad. 

En efecto, nosotros admiramos el fervor de muchos solitarios que, desconfiando de sí mismos en tiempo de persecuciones o por miedo 
a naufragar en el siglo, dejaron casa, parientes, amigos y todo lo suyo para marchar a áridos desiertos, apenas habitados por las fieras. 
Otros, como aguerridos soldados del Rey de los cielos, afrontaron todo peligro y despreciando el hierro, el fuego y la misma muerte, 
ofrendaron con alegría la vida, confesando a Jesucristo y sellando con su propia sangre 
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las verdades que proclamaban en alta voz. Así, todo un ejército, movido por el deseo de salvar almas, parte a países lejanos, mientras 
otros añaden entre nosotros esplendor y brillo a la Iglesia de Jesucristo con el estudio, la predicación, el recogimiento y la práctica de 
otras virtudes. Hay además algunos, hechos según el corazón de Dios, los cuales reúnen tal complejo de virtudes, de ciencia, de valor y de 
heroicos trabajos, que hacen bien patente cuán maravilloso es Dios en sus santos. 
Mirabilis Deus in sanctis suis. Todas las épocas de la Iglesia son enaltecidas por alguno de estos héroes de la Fe. El siglo decimosexto 
tiene, entre otros, a un san Felipe Neri, cuyas virtudes son el objeto de esta respetable asamblea y de este nuestro discursito. 

Pero »qué puede decirse en un discursito sobre un santo, cuyos hechos resumidos forman gruesos volúmenes? »Hechos que bastan por 
sí mismos para presentar un perfecto modelo de virtud al sencillo ((215)) cristiano, al miembro fervoroso del claustro, al más laborioso 
eclesiástico? Por estas razones, no pretendo exponeros ampliamente todas las acciones y todas las virtudes de Felipe, puesto que vosotros, 
mejor que yo, las habéis leído, meditado e imitado; me limitaré solamente a daros una breve noticia de lo que forma como el eje en cuyo 
derredor se perfeccionaron, por así decir, todas las demás virtudes; esto es, el celo por la salvación de las almas. 

Este es el celo recomendado por el Divino Salvador cuando dijo: He venido a traer fuego a la tierra y »qué más deseo sino que se 
encienda? Ignem veni mittere in terram et quid volo nisi ut accendatur? Celo que haría exclamar al apóstol Pablo que deseaba ser anatema 
de Jesucristo por sus hermanos: Optabam me esse anatema pro fratribus meis. 

Pero íen qué crítica situación me he metido, señores! Yo, que apenas si puedo ser vuestro alumno, »dármelas ahora de maestro? Es 
verdad, y precisamente para que no se me tache de temerario, pido previamente benévola compasión, por si en mi poquedad no puedo 
corresponder a vuestras esperanzas. Por lo demás, todo lo espero de la gracia del Señor y de la protección de nuestro Santo. 

Para abrirme camino al tema propuesto oíd un curioso episodio. Se trata de un joven de apenas veinte años. Movido por el deseo de la 
gloria de Dios, abandona a sus padres, de los que era hijo único; renuncia a la notable fortuna del padre y de un tío rico, que le quiere por 
heredero; y solo, sin saberlo nadie, sin ningún miedo, apoyado únicamente en la divina Providencia, deja Florencia y va a Roma. Miradlo 
ahora: es recibido caritativamente por un paisano suyo (Galeoto Caccia); él se detiene en un ángulo del zaguán de la casa; está con la 
mirada puesta en la ciudad, absorto en graves pensamientos. 

Acerquémonos a él y preguntémosle: 

-Joven, »quién sois vos y qué miráis con tanta ansiedad? 

-Soy un pobre joven forastero; miro y vuelvo a mirar esta gran ciudad y un pensamiento llena mi mente; pero temo sea locura y 
temeridad. 

-»Cuál es? 

-Consagrarme al bien de tantas pobres almas, de tantos pobres niños que, faltos de instrucción religiosa, van por el camino de la 
perdición. 

-»Tenéis cultura? 

-Apenas si he pasado la escuela primaria. 

-»Contáis con medios materiales? 

-Nada, no tengo ni un pedazo de pan, fuera del que caritativamente me da cada día mi patrón. 

-»Tenéis iglesias, tenéis casas? 

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-No tengo más que una habitación baja y estrecha, que me han dejado ((216)) por caridad. Mi ropero es una sencilla cuerda de una a 
otra pared, en la que cuelgo mi ropa y todo mi ajuar. 

-»Cómo queréis, pues, sin un nombre, sin ciencia, sin bienes y sin asiento, acometer una empresa tan gigantesca? 

-Es verdad; precisamente la falta de medios y de méritos me preocupa. Pero Dios me da ánimos. Dios que suscita de las piedras hijos de 
Abrahán, es el mismo Dios que... 

Este pobre joven, señores, es Felipe Neri, que está meditando la reforma de las costumbres de Roma. Es él quien mira aquella ciudad; 
pero íay! cómo la ve. La ve esclava de los extranjeros desde hace tantos años; la ve horriblemente atormentada por pestes y miseria; la ve 
después de haber estado por tres meses asediada, combatida, vencida, saqueada y, puede decirse, destruida. 

Esta ciudad debe ser el campo donde el joven Felipe recoja copiosos frutos. Veamos cómo se dispone a la obra. Sin más ayuda que la 
de la divina Providencia, reanuda el curso de sus estudios: estudia filosofía, teología y, siguiendo el consejo de su director, se consagra a 
Dios en el estado sacerdotal. Con la sagrada ordenación se redobla su celo por la gloria de Dios. Una vez ordenado sacerdote se persuade 
con san Ambrosio de que: con el celo se adquiere la fe, y con el celo es conducido el hombre a la posesión de la justicia. Zelo fides 
acquiritur, zelo justitia possidetur (san Ambrosio, salmo 118). 

Felipe está persuadido de que ningún sacrificio es tan grato a Dios como el celo por la salvación de las almas. Nullum Deo gratius 
sacrificium offerri potest quam zelus animarum (Greg. M. in Ez.) Movido por estos pensamientos, parecíale que multitud de cristianos, 
especialmente de muchachos pobres gritaban continuamente con el profeta en contra suya: Parvulí petierunt panem et non erat qui 
frangeret eis (Los niños pidieron pan, y no había quien se lo partiese). Mas, cuando pudo entrar en las oficinas públicas, en los hospitales 
y en las cárceles, y ver gente de toda edad y condición dada a reyertas, blasfemias, robos y esclava del pecado, entonces comenzó a 
reflexionar cómo muchos ultrajaban a Dios casi sin conocerlo, no observaban la ley divina porque la ignoraban; entonces vinieron a su 
mente los suspiros de Oseas cuando dice: (IV-1-2) Porque el pueblo desconoce las cosas de la eterna salvación, han inundado la tierra los 
más grandes, los más abominables delitos. Pero, ícómo se afligió su inocente corazón, cuando advirtió que gran parte de aquellas pobres 
almas andaban perdidas miserablemente porque no estaban instruidas en las verdades de la fe! Este pueblo, exclamaba con Isaías, no ha 
conocido las cosas de la salvación, por ello el infierno ha dilatado su seno, ha abierto sus descomunales abismos y allí caerán los 
campeones, el pueblo, los grandes y los poderosos: Populus meus quia non habuit scientiam, propterea... infernus aperuit os suum, 
absque ullo termino ((217)) et descendent fortes ejus, et populis ejus, et sublimes, gloriosique ejus ad eum (Is. V, 13-14) (Por eso fue 
deportado mi pueblo sin sentirlo..., por eso el infierno dilató su boca sin medida, y a él baja su nobleza y su plebe). 

A la vista de aquellos males, siempre crecientes, Felipe, a ejemplo del Divino Redentor que, cuando comenzó su predicación, no poseía 
en el mundo más que el gran fuego de la divina caridad que le impulsó a bajar del cielo a la tierra; a ejemplo de los apóstoles, que estaban 
faltos de todo medio humano cuando fueron invitados a predicar el evangelio a las naciones de la tierra, engolfadas todas en la idolatría, 
en todos los vicios o, según la frase de la Biblia, sepultadas en tinieblas de muerte, Felipe se hace todo para todos por calles, plazas y 
oficinas públicas; se insinúa en los 
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establecimientos públicos y privados y, con los modales agradables, dulces, amenos, que sugiere la verdadera caridad hacia el prójimo, 
empieza a hablar de virtud y religión a quien nada quiere saber de lo uno ni de lo otro. íFácil es imaginar las habladurías que correrían a 
su cuenta! Unos dicen que es un tonto, otros que es un ignorante, hay algunos que le llaman borracho y no faltan quienes le tildan de 
loco. 

El animoso Felipe deja que cada cual opine a su gusto; más aún, por las críticas del mundo él se convence de que sus obras dan gloria a 
Dios, porque lo que llama el mundo sabiduría, es necedad ante Dios; por eso caminaba intrépido en la santa empresa. Pero, »quién puede 
jamás resistir la terrible espada de dos filos de la Palabra de Dios, a un sacerdote que corresponde a la santidad de su ministerio? 

En breve tiempo las personas de toda edad y condición, ricos y pobres, doctos e ignorantes, eclesiásticos y seglares, de la más alta clase 
social hasta los aprendices, los barrenderos, los criados, el peón y el maestro de obras comienzan a admirar el celo del Siervo de Dios; 
van a oírle; la ciencia de la fe se abre camino en sus corazones: convierten el desprecio en admiración, la admiración en respeto; y 
después ya no se ve en Felipe más que al amigo verdadero del pueblo, al ministro celoso de Jesucristo, que todo lo logra, todo lo vence 
como señal de que todos son víctimas afortunadas de la caridad del novel apóstol. Roma cambia de aspecto, todos se profesan amigos de 
Felipe, alaban a Felipe, hablan de Felipe, quieren ver a Felipe. Así empiezan las conversaciones maravillosas, las conquistas clamorosas 
de tantos pecadores obstinados, según cuenta el biógrafo del Santo (V. Bacci). 

Pero Dios había enviado a Felipe especialmente para la juventud, y por eso hacia ella dirigió sus esfuerzos. 

El género humano era para él como un gran campo de cultivo. Si en su día se echa buena simiente, se alcanza abundante cosecha; mas 
si se hace la siembra fuera de la estación, no se recogerá más que paja y cascabillo. Sabía también que en este campo místico hay un gran 
tesoro escondido, o lo que es lo mismo, las almas de muchos jovencitos generalmente inocentes y a menudo malos sin saberlo. Este 
tesoro, decía Felipe ((218)) en su corazón, está totalmente confiado a los sacerdotes y, de ordinario, de ellos depende su salvación o su 
perdición. 

No ignoraba Felipe que corresponde a los padres el cuidado de sus hijos y toca a los amos atender a sus criados; pero cuando éstos no 
pueden, o no son capaces de ello, o bien no quieren, »habrá que dejar que estas almas se pierdan? Sobre todo teniendo en cuenta que los 
labios del sacerdote deben ser guardianes de la ciencia y los pueblos tienen derecho a buscarla en su boca y no en la de otros. 

Hubo algo al principio que pareció desalentar a Felipe en el cuidado de los muchachos pobres y era su inconstancia, sus recaídas en el 
mismo mal o en otro todavía peor. Pero se rehízo de este temor excesivo, al considerar que muchos preservaban en el bien, que no era 
extraordinario el número de los reincidentes y que éstos mismos terminaban generalmente por ponerse en el buen camino, con paciencia, 
caridad y gracia del Señor, y que por esto la palabra de Dios era como una simiente que, más pronto o más tarde, producía el fruto 
suspirado. Así, pues, él, siguiendo el ejemplo del Salvador, que continuamente enseñaba al pueblo: erat quotidie docens in templo 
llamaba con premura a los muchachos más díscolos, exclamando por doquiera: Hijitos, venid a mí, yo os indicaré el medio para haceros 
ricos, pero con riquezas verdaderas, que jamás se malograrán; yo os enseñaré el santo temor de Dios: Venite, filii, audite me, timorem 
Domini docebo vos. 

Estas palabras, acompañadas de su gran caridad y de una vida que era el complejo de todas las virtudes, lograban que grupos de 
muchachos de todas partes 
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corriesen hacia nuestro Santo. El dirigía la palabra ora a uno, ora a otro; era estudiante con el letrado, herrero con el herrero, maestro 
carpintero con el carpintero, barbero con el barbero, maestro de obras con el albañil, maestro zapatero con el remendón. Así, haciéndose 
todo para todos, ganaba a todos para Jesucristo. Porque aquellos jovencitos, seducidos por sus caritativas maneras, sus edificantes 
palabras, sentíanse arrastrados a donde Felipe quería. De modo que se daba el inaudito espectáculo de que por las calles, por las plazas, 
en las iglesias, las sacristías, en su misma habitación, durante la misa y hasta en el tiempo de oración, iba precedido, seguido, rodeado de 
niños pendientes de sus labios, escuchando los ejemplos que contaba, los principios del catecismo que les iba explicando. »Y después? 
Escuchad. 

Aquella turba de muchachos indisciplinados e ignorantes, a medida que se instruían en el catecismo, pedían acercarse al sacramento de 
la confesión y de la comunión, querían asistir a la santa misa, oír sermones, y poco a poco dejaban la blasfemia, la insubordinación y 
finalmente abandonaban los vicios, mejoraban las costumbres de tal manera que millares de muchachos desventurados que, caminando 
por la vía del deshonor, habrían tal vez acabado su vida en las cárceles o en el cadalso, con su eterna perdición, gracias al celo de Felipe 
volvieron a sus padres ((219)) dóciles, obedientes, buenos cristianos, encaminados por la senda del cielo. íQué maravillas obra siempre la 
Santa Religión Católica! íQué portentos obtiene la Palabra de Dios por medio del ministro que conoce y cumple los deberes de su 
vocación! 

Alguno dirá: Felipe obtuvo estas maravillas porque era un santo, y yo digo: Felipe obró estas maravillas porque era un sacerdote que 
correspondía al espíritu de su vocación. Estoy persuadido de que, si animados por un espíritu de celo, de confianza en Dios nos 
entregásemos también nosotros de veras a imitar a este Santo, obtendríamos ciertamente un gran resultado en la conquista de las almas. 
»Quién de nosotros no puede reunir unos muchachos, darles un poco de catecismo en una casa o en una iglesia y, si fuera menester, hasta 
en la esquina de una plaza o de una calle e instruirlos en la fe, animarlos a confesarse y, cuando es necesario, oírlos en confesión? »No 
podemos nosotros repetir con san Felipe: -Muchachos, venid a confesaros cada ocho días y comulgad según el consejo del confesor? 

Que »cómo poder someter a las cosas de la Iglesia y de la piedad a muchachos disipados, amigos de comer, beber y divertirse? Felipe 
encontró este secreto. 

Vedlo: imitando la dulzura y la mansedumbre del Salvador. 

Felipe los recibía amablemente, los acariciaba, a unos les regalaba un caramelo, a otros una medalla, una estampa, un libro y cosas 
parecidas. A los más díscolos y a los más ignorantes, que no estaban en disposición de apreciar aquellos sublimes tratos de paternal 
benevolencia, les preparaba algo más adaptado a ellos. Apenas lograba tenerlos a su alrededor, se disponía enseguida a contarles amenas 
historietas, les invitaba a cantar, a tocar, a representar obras teatrales, a saltar, a pasatiempos de todo género. Finalmente los más reacios, 
los más presumidos eran, por decirlo así, arrastrados a parques de recreo con los instrumentos musicales, las bochas, los zancos, los tejos, 
el regalo de frutas y pequeñas comidas, desayunos, meriendas. Todo gasto, decía Felipe, toda fatiga, toda molestia, todo sacrificio es 
poco, cuando contribuye a ganar almas para Dios. 

Así la habitación de Felipe parecía el almacén de un comerciante, un lugar de espectáculo público, pero al mismo tiempo se convertía 
en casa de oración y de lugar de santificación. Así Roma vio a un hombre solo, sin títulos, sin medios y sin autoridad, sin más armas que 
la coraza de la caridad, combatir el fraude, el engaño, 
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la desvergüenza y toda clase de vicios y superarlo todo hasta lograr que muchos, a quienes la voz pública apodaba lobos rapaces, se 
convirtieron en mansos corderillos. Esas pesadas fatigas, ese griterío y alboroto, que a nosotros nos parecen casi insoportables un 
momento, fueron la delicia y el trabajo de san Felipe por espacio de más de sesenta años, es decir, durante toda su vida sacerdotal, hasta 
la más avanzada vejez, hasta tanto que Dios le llamó a gozar el fruto de tantas y tan prolongadas fatigas. 

Respetables señores: »hay algo en este siervo fiel ((220)) que no pueda ser imitado por nosotros? Claro que no. Cada uno de nosotros, 
dentro de su condición, está lo bastante instruido, es lo bastante rico para imitarlo, si no en todo, al menos en parte. No nos dejemos 
engañar por el vano pretexto, que a veces nos toca escuchar: Yo no estoy obligado; piense en ello quien tiene ese deber. Cuando decían a 
Felipe que, dado que no tenía cura de almas, no estaba obligado a trabajar tanto, respondía: 

-»Y tenía Jesús, tal vez, obligación de derramar toda su sangre por mí? El muere en la cruz para salvar almas y yo, su ministro, »me 
negaré a sufrir alguna molestia, alguna fatiga para corresponderle? 

Sacerdotes, manos a la obra. Hay almas en peligro y nosotros debemos salvarlas. Estamos obligados a ello como simples cristianos a 
quienes Dios mandó cuidar del prójimo. Et mandavit illis unicuique de proximo suo. Estamos obligados porque se trata de las almas de 
nuestros hermanos, puesto que todos nosotros somos hijos del mismo Padre Celeste. Debemos también sentirnos estimulados a trabajar 
por la salvación de las almas de modo excepcional, porque ésta es la obra más santa de las santas. Divinorum divinissimum est cooperari 
Deo in salutem animarum (Areopagita) (Lo más divino de lo divino es cooperar con Dios a la salvación de las almas). 

Pero lo que nos debe absolutamente empujar a cumplir con celo este oficio, es la cuenta estrechísima que nosotros, como ministros de 
Jesucristo, debemos rendir en su tribunal divino de las almas confiadas a nosotros. 

íOh, qué gran cuenta, qué cuenta más terrible deberán rendir los padres, los patronos, los directores y en general todos los sacerdotes 
ante el tribunal de Cristo, de las almas que les fueron confiadas! Ese momento supremo llegará para todos los cristianos, mas no nos 
hagamos ilusiones, llegará también para nosotros sacerdotes. Apenas seamos liberados de los lazos del cuerpo y comparezcamos ante el 
Juez Divino, veremos claramente cuáles eran las obligaciones de nuestro estado y cuál ha sido nuestra negligencia. Ante nuestros ojos 
aparecerá la inmensa gloria de Dios, preparada para sus fieles y veremos las almas... sí, muchas almas que debían ir a gozarla y que, por 
nuestro descuido en instruírlas en la fe, se han perdido. 

íQué terrible situación para un sacerdote cuando comparezca ante el Juez Divino, que le dirá: -Mira abajo al mundo; cuántas almas van 
por el camino de la iniquidad y surcan la vía de la perdición! Se hallan en ese mal camino por tu culpa; tú no te dedicaste a hacer oír la 
voz del deber, no las has buscado, no las has salvado. Otros por ignorancia, caminando de pecado en pecado, son ahora precipitados al 
infierno. íOh, mira cuán grande es su número! Esas almas claman venganza contra ti. Ahora, siervo infiel, serve nequam, dame cuenta. 
Dame cuenta del tesoro precioso que te confié, tesoro que costó mi pasión, mi sangre, mi muerte. Sea tu alma a cambio de la de aquél 
que, por tu culpa, se ha perdido: Erit anima tua pro anima illius. 

Pero no, mi buen Jesús, nosotros confiamos que por vuestra gracia y ((221)) vuestra infinita misericordia, este reproche no será para 
nosotros. Nosotros estamos íntimamente persuadidos del gran deber que nos apremia de instruir a las almas 
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para que no se pierdan miserablemente por culpa nuestra. Por eso, en lo porvenir, durante toda nuestra vida mortal, emplearemos toda 
solicitud para que no tenga que perderse ninguna alma por nuestra culpa. 

»Tendremos que soportar fatigas, trabajos, pobreza, disgustos, persecuciones y hasta la muerte? 

Lo haremos con gusto, porque Vos nos disteis luminoso ejemplo. Mas Vos, oh Dios bondadoso y clemente, infundid en nuestros 
corazones el verdadero celo sacerdotal y haced que seamos constantes imitadores del Santo, que hoy tomamos por modelo. Y cuando 
llegue el gran día en que tengamos que presentarnos a vuestro divino tribunal para ser juzgados, podamos recibir, no ya un reproche de 
desaprobación, sino una palabra de alivio y consuelo. Y vos, oh glorioso san Felipe, dignaos interceder por mí, vuestro indigno devoto, 
interceded por todos estos celosos sacerdotes que tuvieron la bondad de escucharme y haced que al fin de la vida todos podamos oír 
aquellas palabras consoladoras: Animam salvasti, animam tuam predestinasti (Salvaste una alma, predestinaste la tuya). 

Mientras el Siervo de Dios predicaba, muchos que conocian y admiraban su celo por la salvación de las almas, especialmente de la 
juventud, vieron en sus palabras su retrato, de modo que, de cuando en cuando, mientras él señalaba las santas industrias de san Felipe, 
iban repitiendo en voz baja: 

-íDon Boso! íDon Bosco! 

Cuando terminó el sermón, partió para Barolo, y después volvió a Turín, donde seguían sin descanso los preparativos para la 
consagración de la iglesia. 

Con un nuevo Breve, del 25 de mayo, el Sumo Pontífice concedía a la iglesia de María Auxiliadora, por siete años, la gracia insigne de 
tener el altar mayor privilegiado 1. 

1 PIUS PP. IX. Adfuturam rei memoriam. 1 PIO PP. IX. Para recuerdo del 
Omnium saluti paterna charitate porvenir. Mirando con claridad 
intenti, sacra interdum loca patema a la salvación de todos, 
spiritualibus Indulgentiarum muneribus adornamos de vez en cuando los 
decoramus, ut inde fidelium defunctorum lugares sacros con los regalos 
animae Domini nostri Jesu Christi, espirituales de las 
eiusque sanctorum suffragia meritorum indulgencias para que con ellos 
consequi, et illis adiutae ex Purgatorii puedan las almas de los fieles 
poenis ad aeternam salutem per Dei difuntos conseguir los 
misericordiam perduci valeant. Volentes sufragios de los méritos de 
igitur ecclesiam B. M. V. Inmaculatae Nuestro Señor Jesucristo y de 
dicatam sub titulo Auxilium Christianorum sus santos,y ayudados por ellos 
Civitatis Taurinensis, et in ea situm ser llevadas desde las penas al 
altare in quo sanctissimum Eucharistiae Purgatorio a la etema salvación 
Sacramentum diu noctuque asservatur, por la misericordia de Dios. 
dummodo nullum aliud inibi priviliegiatum Queriendo, pues, dotar a la 
altare reperiatur concessum, hoc speciali iglesia de la Bienaventurada 
dono illustrare, de Omnipotentis Virgen María Inmaculada, de la 

ciudad de Turín, bajo el título
de Auxilio de los Cristianos, 
y
al altar en ella situado donde
día y noche se guarda el
Santísimo Sacramento de la
Eucaristía, mientras no se


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((222)) Por aquellos días la librería del Oratorio había puesto a la venta el libro, en el que don Bosco, ayudado por don Juan Bonetti, 
había trabajado varios años. Lo había deseado ardientemente la condesa Callori, quien había ayudado con largueza a su publicación, y a 
la cual, como ya hemos visto, había enviado don Bosco el primer ejemplar. Era el mismo libro que ha aparecido varias veces citado en las 
cartas a ella dirigidas por el Siervo de Dios. Se titulaba: El Católico Instruido en las prácticas de piedad con instrucciones apropiadas a las 
necesidades de los tiempos. Constaba de setecientas sesenta y seis páginas. La obra estaba dedicada a María Santísima, con el entusiasmo 
y afecto de un hijo, que ve acercarse el cumplimiento de un deseo ardentísimo de dar gloria a su Madre Celestial; la dedicatoria lleva la 
fecha del 24 de mayo. 

A la Augusta Reina del Cielo -A la gloriosa siempre Virgen María -Concebida sin mancha original -Llena de gracia y bendita entre 
todas las mujeres -Hija del Eterno Padre -Madre del Verbo Encarnado -Esposa del Espíritu Santo -Delicia de la Santísima 

Dei misericordia ac BB. Petri et encuentre en ella ningún otro altar 
Pauli App. eius auctoritate confisi, privilegiado,con este don especial, 
ut quandocumque Sacerdos aliquis confiados en la misericordia de 
saecularis vel cuiusvis ordinis, Dios omnipotente y la autoridad de 
Congregationis et Instituti los bienaventurados apóstoles Pedro 
Regularis Missam pro anima y Pablo, concedemos y otorgamos que 
cuiuscumque Christifidelis, quae siempre que algún sacerdote secular 
Deo in charitate coniuncta ab hac o de cualquier orden, congregación 
luce migraverit ad praedictum altare e instituto regular, celebre la 
celebrabit, anima ipsa de Thesauro misa en dicho altar en favor del 
Ecclesiae, per modum suffragii, alma de cualquier cristiano que 
indulgentiam consequatur, ita ut haya pasado de esta vida unida en 
eiusdem D. N. Jesu Christi ac caridad a Dios,consiga dicha alma 
Beatissimae Virginis Mariae indulgencia del Tesoro de la 
Immaculatae, Sanctorumque Omnium Iglesia a modo de sufragio para 
meritis sibi sufragantibus, a ella, de tal modo que, por los 
Purgatorii poenis, si ita Deo méritos de Nuestro Señor 
placuerit, liberetur, concedimus et Jesucristo y de la Bienaventurada 
indulgemus. In contrarium facientibus Virgen María Inmaculada y de todos 
non obstantibus quibuscumque, los santos, sea liberada, si a 
Praesentibus ad septennium tantum Dios pluguiere, de las penas del 
valituris. Purgatorio. Sin que nada obste en 

contrario, concedemos las presentes 

con valor ad septennium (para siete 

años). 

Datum Romae, apud S. Petrum, sub Dado en Roma, junto a San Pedro, 
anulo Piscatoris, die XXV Maii bajo el anillo del Pescador, a 25 
MDCCCLXVIII, Pontificatus Nostri de mayo de 1868, vigésimo segundo 
anno vigesimo secundo. de nuestro Pontificado. 

Pro. D.no Card. PARACCIANI CLARELLI Por el Señor Card.PARACCIANI 

J. B. BRANCALEONI, Subst. CLARELLI 
J. B. BRANCALEONI, Sustituto 
V. publicari permittimus. V. Permitimos sea publicado.
Taurini, die 8 Junii 1868. Turín, 8 de junio de 1868.
Ioseph Zappata, Vic. Gen. José Zappata, Vic, Gen. 

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Trinidad -Fuente inagotable de fe, de esperanza y de caridad -Abogada de los abandonados -Sostén y defensa de los débiles -Ancora de 
confianza -Madre de misericordia -Refugio de los pecadores -Consuelo de los afligidos -Salud de los enfermos -Fortaleza de los 
moribundos -Esperanza en ((223)) los males que oprimen al mundo -Excelsa bienhechora del género humano -A Vos, que en este día 
La Iglesia Católica proclama -Auxilio de los Cristianos -Un indigno siervo vuestro, no pudiendo hacer otra cosa -Dedica humildemente 
este libro -24 de mayo de 1868. 

El Prólogo decía: 

Al Lector 

En este libro, católico lector, encontrarás una abundante colección de prácticas de piedad, sacadas de los más acreditados autores. Dos 
cosas se tuvieron muy en cuenta: guiar al cristiano a las fuentes del origen de tales prácticas, observando cómo éstas se apoyan en la 
Biblia y en instituciones eclesiásticas, totalmente conformes con cuanto está revelado en los libros santos. 

En segundo lugar se prefieren las oraciones y ejercicios devotos que llevan anejas santas indulgencias, porque, a la par que ellas llevan 
la aprobación eclesiástica, sirven, además, para dar a conocer los tesoros inagotables que la divina misericordia ha confiado al magisterio 
infalible de la Iglesia para bien de los fieles. 

Además, se eligieron preferentemente las oraciones compuestas, empleadas o aprobadas por los santos, o bien usadas en la liturgia de la 
Iglesia. 

Espero que tú, lector, si no quedas totalmente satisfecho, te dignes, al menos, compadecer benignamente la buena voluntad del pobre 
recopilador que te desea todas las bendiciones del cielo y se encomienda a la caridad de tus valiosas oraciones. 

JUAN BOSCO, Pbro. 

La Unidad Católica del 30 de diciembre de 1868 presentaba así este libro: 

Entre las muchas obritas que el sacerdote Juan Bosco va publicando para provecho de la piedad y de la religión, anunciamos con mucho 
gusto El Católico instruido en las prácticas de piedad con instrucciones apropiadas. 

Lo hemos leído atentamente del principio al fin y, sin hablar del mérito literario, de la claridad de los pensamientos y de la unción 
moral, méritos del autor ya muy conocido por muchas otras publicaciones, nos limitamos hoy a asegurar al lector, que encontrará en él, 
no una simple colección de oraciones, sino el relato bíblico y eclesiástico en que está basada cada práctica. Así que, mientras el corazón 
encuentra alimento para la piedad, se ilumina y consolida la inteligencia en los cimientos de la religión. 

Es un volumen en dieciseisavo, con setecientas sesenta y seis páginas. Se vende a dos liras y media, encuadernado en rústica en la 
tipografía del establecimiento de San Francisco de Sales. 
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((224)) 

CAPITULO XIX 

PERSONAS PIADOSAS PROVEEN DE LOS OBJETOS NECESARIOS PARA EL CULTO EN LA NUEVA IGLESIA, COMO 
FRUTO DE PROMESAS HECHAS, DE GRACIAS RECIBIDAS, O POR DEVOCION -GRANDES PROVISIONES DE CERA: LAS 
VELAS DEL MARQUES UGUCCIONI Y UN CIRIO DE PIO IX -OFRENDAS EN DINERO: CARTA DEL CONDE DE CALLORI 
-LOS BIENHECHORES ENVIAN A DON BOSCO ABUNDANTES Y VARIADOS COMESTIBLES PARA ALUMNOS, 
HUESPEDES Y PERSONAS INVITADAS A LAS FIESTAS -INSCRIPCIONES DEL PROFESOR VALLAURI EN LA IGLESIA 
-PREPARATIVOS EN CASA: CLASE DE CEREMONIAS; ENSAYOS DE CANTO Y DE MUSICA; BANDERAS POR LOS 
PATIOS; ILUMINACION, BANCOS PARA LA FERIA; EL AMBIGU -DON BOSCO ENVIA INVITACIONES A MUCHOS 
SEÑORES Y AL DUQUE DE AOSTA -ESTAMPAS Y MEDALLAS DE MARIA AUXILIADORA -SEÑORES DE LA NOBLEZA 
DE TURIN ACEPTAN LA INVITACION PARA HACER LA CUESTACION A LA PUERTA DE LA IGLESIA -NOTA 
DISCORDANTE EN MEDIO DE LA ARMONIA; EL OBISPO DE PINEROLO ESCRIBE A DON BOSCO EXPONIENDOLE LOS 
MOTIVOS POR LOS CUALES NO PUEDE CONCEDERLE LA CARTA COMENDATICIA PARA LA APROBACION DE LA PIA 
SOCIEDAD; Y EXPONE EN UNA CARTA AL CARDENAL QUAGLIA LAS RAZONES DE SU NEGATIVA -CARTAS 
COMENDATICIAS DEL OBISPO DE SALUZZO Y DEL ARZOBISPO DE PISA 

LOS preparativos del interior del sagrado edificio estaban terminados. Le faltaban todavía a don Bosco casi todos los objetos necesarios 
para el culto. Pero Dios, dueño del corazón de los hombres, inspiraba a muchas personas para que fueran entregando cuanto se 
necesitaba, sin que nadie se lo pidiera. De Roma llegó un cáliz precioso. Su ((225)) copa era de plata y el pie de bronce dorado, bastante 
alto y con trabajos de mucho valor. Lo regalaba el doctor Tancioni, profesor de medicina y cirugía en la Universidad de Roma. Se había 
encontrado en peligro de muerte, a causa de una grave enfermedad y, perdida toda esperanza en los medios 
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humanos, le habían animado unos amigos a hacer una novena a María Auxiliadora con la promesa de entregar un regalo a la iglesia de 
Valdocco, si se curaba. Desde que hizo la promesa hasta que se vio fuera de peligro, apenas si pasó la mitad de la novena. Cumplió 
fielmente su promesa y quiso que en el cáliz se recordara el favor celeste recibido, con estas palabras: Familiae Tancioni Romanae votum 
MDCCCLXVIII (Promesa de la familia romana Tancioni). Sobre el cáliz había una preciosa y rica palia, con la imagen del Redentor, 
trabajo de las monjas del Niño Jesús de Aix-la-Chapelle, ciudad de Prusia, a expensas de la condesa Stolberg, esposa del famoso luterano 
y después fervoroso católico conde Stolberg Vernigerode, miembro heredero de la Cámara de los Señores en Prusia. 

El señor M. Luis Borgognoni, curado de un pertinaz mal de estómago, después de haber invocado a María, cumplía la promesa hecha y 
enviaba desde Roma dos cálices de metal dorado. Sobre el pie de uno había tres estatuitas que representaban la fe, la esperanza y la 
caridad; en el otro estaban las figuras de Moisés, Aarón y Melquisedec. 

También desde Roma, la señora Francisca Giustiniani, agradecida a una importantísima gracia recibida, de la cual se derivó la fortuna y 
felicidad de toda su familia, mandó a don Bosco un relicario de metal dorado que encerraba una partícula del sacratísimo leño de la Cruz 
del Salvador, con la auténtica correspondiente. 

Parecía en verdad que alguien iba indicando a cada una de las caritativas personas, movidas por gracias recibidas o por devoción, 
cuanto se necesitaba para aquella solemnidad. Una señora francesa de alto linaje, la duquesa Laval de Montmorency, envió bastantes 
albas, roquetas, amitos, palias, corporales, manteles, sabanillas y algunas casullas. Una señora de Florencia ((226)) ofreció un elegante 
incensario con naveta. Un señor de Turín proveyó de candeleros, crucifijos y sacras para todos los altares. 

En poco tiempo llegó de todo: capas pluviales, dalmáticas, casullas, misales, copones, lámparas para las solemnidades, lámparas 
ordinarias, aceite para las mismas, campanillas para la sacristía, y para cada altar, custodias, manteles de distintas clases, vinajeras y hasta 
cuerda para las campanas. De todo, pero de tal modo y medida que ni un solo objeto resultó duplicado y quedaron cubiertas todas las 
necesidades. Respecto a la campanilla de la sacristía aconteció lo siguiente. 

Cierto señor de Turín, atormentado por un dolor de cabeza que se extendía hasta la nuca con amenaza de la misma espina dorsal, 
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fue por aquellos días a la nueva iglesia para pedir a la augusta Reina de los cielos se dignara demostrar su auxilio ante Dios. Pasaba junto 
a la sacristía y oyó, entre otras cosas, que faltaba todavía una campanilla para la puerta de la sacristía. «Si obtengo algún alivio en mis 
males, dijo él, proveeré inmediatamente tal objeto». Dicho esto se internó en la iglesia, hizo una breve oración y con gran satisfacción se 
encontró totalmente curado. Con transportes de alegría cumplió al instante la promesa. 

Faltaban velas para el enorme consumo que se esperaba. Don Bosco había escrito tiempo atrás al cerero, señor Gambone, para que 
regalase cera a la iglesia de María Auxiliadora, y había recibido la siguiente respuesta: 

Turín, 16 de abril de 1868
Rvdo. Señor:


Como ya le advertí, en años tan desgraciados como los presentes, un padre de familia no puede hacer regalos a las iglesias, como se 
hizo en años pasados. 

Se cerraron muchas iglesias, se suprimieron corporaciones religiosas, se quitaron las rentas a los capítulos; todo se conjuró para arruinar 
a los fabricantes ((227)) de cera; de la cobranza no se ha sacado más que una verdadera miseria y, en efecto, mi hijo, llegado ayer 
precisamente, no trajo de su viaje ni diez liras, y no sé cómo acabará el viaje por la Lomellina 1. 

Así las cosas, me encuentro con el disgusto de no poder ayudar a su Pía Sociedad como sería mi deseo, pero tampoco quiero quedarme 
al margen sin concurrir con lo que buenamente puedo. Por tanto, queda establecido que, durante cinco años consecutivos usted tendrá el 
diez por ciento de descuento sobre mis facturas, a título de limosna, lo mismo sobre la cera que sobre las velas de estearina (sebo) para la 
iglesia y para la casa. 

Reciba, querido don Bosco, el testimonio de mi distinguido aprecio. 

Su atento y seguro servidor GAMBONE 

Pero no faltaron los donantes. El caballero Oreglia recibía la siguiente carta de Florencia: 

Florencia, 29 de mayo de 1868 

Muy apreciado amigo: 

En la carta de mi mujer añadí una pregunta para don Bosco, el cual tuvo a bien contestar, es verdad, con un consejo que no satisfizo mi 
deseo, ya que, como fabricante de cera que soy para las iglesias, quería que alguna antorcha de mi taller luciera en la fiesta de la nueva 
iglesia. 

1 Lomellina: Es una zona de Lombardía, próxima a la ciudad de Pavía. (N. del T.) 
221 

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Deseoso, pues, de que ello se realice, le adelanto que hoy mismo he expedido a la dirección de don Bosco una discreta cantidad de 
velas y hachas, que aquí empleamos para adorno de los altares y especialmente para las lámparas de pared que rodean las imágenes, las 
reliquias y también el Sagrado Sacramento. Le comunico, pues, este envío por si, con las muchas preocupaciones de estos días, olvidase 
este digno sacerdote retirar la caja enviada a su nombre. 

Mientras tanto le doy, como de costumbre, discretas y satisfactorias noticias de Moma y bastante mejores de la nietecita Montauto que 
indica estar próxima a la convalecencia de la fiebre miliar que le aqueja desde hace unos veinte días y, llegado el momento, espero que 
podremos realizar nuestro viajecito ahí para las fiestas con nuestra entera recíproca satisfacción. 

Reciba los saludos de Moma, la cual, juntamente conmigo, cuenta con sus oraciones y las de don Bosco. 

GERARDO UGUCCIONI 

Otro bienhechor mandó cirios para los altares. Faltaban las velas pequeñas para las misas y una señora de Turín las envió. Hubo 
también un hermoso regalo de blandones. 

((228)) El mismo Sumo Pontífice había regalado su estupendo cirio elaborado con gran maestría, que le había ofrecido la Basílica 
Lateranense, con estas palabras, escritas en el mismo cirio: S. Basilica Lateranensis caput et mater omnium ecclesiarum (S. Basílica 
Lateranense cabeza y madre de todas las iglesias), que forman la inscripción colocada sobre la puerta principal de la venerada Basílica. 

De este modo, comentaba don Bosco, los salesianos y sus alumnos tenían en cierta manera al Vicario de Cristo ante el altar mayor con 
una tea encendida para recordarles que su fe debe estar siempre iluminada y dirigida por el Vicario de Cristo, para que viva y dé fruto. 

Otros bienhechores mandaban o prometían obsequios en dinero para la nueva iglesia. 

Casale, 3 de junio de 1868 

M. R. y Venerable don Bosco: 
Dentro de pocos días se consagrará y abrirá al culto público la nueva iglesia, que el, celo y la piedad de V. S. M. R. ha sabido levantar a 
la gran Madre de Dios, María Auxilium Christianorum. 

En esta ocasión encomiendo a sus oraciones a mi querida esposa, para que Dios, por intercesión de su gloriosa Madre, la cure 
totalmente de las enfermedades que desde hace varios años le atormentan dolorosamente. También hoy está enferma.Hace ocho días que 
se ve obligada a guardar cama y se encuentra muy postrada de fuerzas. La Virgen Santísima no puede negar la curación pedida a usted, 
que con tanto afecto y actividad promueve su culto y veneración. 
222 

Fin de Página 222 


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Todo lo espero de sus oraciones, sometiéndome siempre a la voluntad de Dios. 

Por mi parte ofrezco a la nueva iglesia y pongo a los pies de la Virgen la cantidad de cinco mil liras (5.000) que entregaré a V. S. M. R. 
en cinco plazos anuales, el primero de los cuales dentro del corriente año, y los otros en años sucesivos. 

Dígnese, entre tanto, aceptar los sentimientos de mi profunda estima y veneración, y permítame besar respetuosamente su mano, 
profesándome, 

De V.S.M.R. 

Muy atto. y seguro servidor FEDERICO CALLORI 

((229)) Las maravillas de la Virgen al proveer de cuanto se necesitaba para el culto divino, se mostraron hasta en lo que era necesario 
para la honesta manutención de aquellos días. 

Había muchos personajes, procedentes unos de lejanos pueblos, ocupados otros en el servicio religioso, como por ejemplo los Obispos 
y los que les asistían, que no podían alejarse del Oratorio sin grandes molestias; y la pobre condición de don Bosco le incapacitaba para 
proveer de lo necesario para atender a tantos ilustres invitados; mas he aquí que un acomodado señor puso a su disposición cubiertos, 
vajilla, cristalería y todo lo necesario para el servicio de la mesa. 

Además de esto, había que preparar comida abundante para todos; para el personal del Oratorio y el de los dos colegios de Mirabello y 
Lanzo; para los párrocos y demás sacerdotes que acudieron en buen número desde sus pueblos; para los músicos de fuera: más de 
quinientas personas. Al mismo tiempo convenía tratar convenientemente a los mil doscientos alumnos asistentes a las fiestas. 

»Cómo proveer de todo? Los bienhechores enviaron vino en barriles y cajas de botellas del más exquisito, desde pueblos diversos y 
lejanos, famosos por sus viñedos. Otros enviaron gran cantidad de mortadela de Bolonia y embutidos de Parma. De Lombardía llegó toda 
clase de queso y salchichón, frutos tempranos y elaborados, pollos, huevos, carne, café, chocolate, azúcar, galletas y pan de varias clases, 
que fueron la providencia cotidiana de ocho días. En un solo día llegaron de Milán, de Génova y de Turín tres bonitas y grandes hogazas, 
Un confitero de la ciudad quiso suministrar gratuitamente durante el octavario caramelos y dulces de toda clase. A medida que iban 
llegando los regalos se colocaban ordenadamente en almacenes destinados a ello. Los testigos de tantas provisiones no podían entender lo 
que pasaba, porque no se había pedido nada. En efecto, muchos donantes eran desconocidos del todo y no habían tenido nunca relación 
alguna con el Oratorio. 
223 

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VOLUMEN IX Página: 224 

Un venerando prelado al observar la procedencia de tan ((230)) variados donativos, exclamó conmovido: 

-Si alguien dijese que los donantes no han sido movidos por el espíritu del Señor, negaría la luz del sol en pleno día. 

Mientras se bendecían y ordenaban en las sacristías los ornamentos regalados, colocábanse en la iglesia, en el lugar designado, las 
siguientes inscripciones latinas del profesor Tomás Vallauri: 

II 

Maria Augusta -cuius adumbratam María Augusta Virgen -cuya velada 
imaginem -illustriores quaedam imagen -anunciaron muchas ilustres 
feminae apud hebraeos retulerunt damas hebreas -Madre providentísima 
-Mater christianorum indulgentissima de los cristianos -repartió entre 
divinae benignitatis thesaurum -in sus hijos -los tesoros de la bondad 
liberos suos effudit. divina. 

II II 

Mariae patrocinio -saepe hoste Con el patrocinio de María -fueron 
christiani nominis sunt profligati desbaratados con frecuencia los 
-sed praesens eius auxilium -in enemigos -de la cristiandad -mas su 
navali certamine ad Naupactum maxime ayuda poderosa -resplandeció sobre 
eluxit -quum per hispanos allobroges todo-en la batalla naval de Lepanto 
venetos -Turcarum copiis disiectis -cuando dispersa la armada turca 
-Pius V Pont. Max. victoriae auspex -por los españoles, saboyanos y 
-Mariam Auxilium Christianorum venecianos -Pío V Pontífice Máximo, 
-iussit appellari. patrocinador de la victoria -aclamó 

a María Auxilio de los Cristianos. 

III III 

Ad delendam maculam -navali pugna Para borrar la ignominia de la 
susceptam -infesto exercitu derrota naval -los turcos asedian 
Vindobonam Turcae obsident -an. ferozmente a Viena -el año 
MDCLXXXIII -christiani principes MDCLXXXIII -Los príncipes 
-auctore Innocentio XI Pont. Max. cristianos exhortados por el 
-socia arma iungunt -ceteris potior Pontífice Inocencio XI -forman una 
insperato adest Ioannes Sobieskius alianza -siendo el primero, Juan 
-Polonorum rex -commisso proelio Sobieski, rey de Polonia -En la 
barbari fugantur funduntur -magna lucha los bárbaros son dispersados 
pars vulneribus confecti procumbunt -muchos caen heridos en el campo 
-ferociam in vultu adhuc retinentes. -mostrando en sus rostros la crueldad. 

IV IV 

Eius victoriae ergo -et Augustae A cuenta de esta victoria -se forman 
Taurinorum et Monachi in Vindelicis en Turín y en Mucnich de Baviera -sodales creati Mariae Adiutricis -asociaciones de María 
Auxiliadora-inter En 

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quos viri ex omni ordine spectatissimi ellas se inscriben a porfía
-certatim student referri. -hombres dignísimos de toda condición.


VV 

Pius VII Pont. Max. -ad propagandam Pío VII Pontífice Máximo -para 
memoriam diei VIII cal. junias -quo conmemorar la memoria del XXIV de 
Virginis Matris Auxilio -ex Savonensi mayo -día en que con la ayuda de 
captivitate est liberatus -diem festum María-se vio libre de la prisión 
instituit nomini recolendo -Mariae de Savona-instituyó la fiesta-de 
Sanctae Adiutricis Christianorum. María Auxilio de los Cristianos. 

VI VI 

In sacrario apud Spoletinos -iam inde ((232)) En una ermita cerca de 
ab ann. MDLXX -imago Mariae opiferae Spoleto -desde el año MDLXX -había 
fuerat depicta -post diuturnam sido pintada una imagen de María 
oblivionem -puer quinquennis visu -Después de larguísimo olvido -un 
admonitus -XIV cal. apriles an. niño de cinco años,tras una visión 
MDCCCLXII-aediculam rimis fatiscentem celestial -el día XIX de marzo de 
-in hominum memoriam revocat -exinde MDCCCLXII -trae a los hombres el 
((231)) innumera prodigia -vim Mariae recuerdo -de la ermita en ruinas 
numenque declarant-maximum templum ab -Enseguida gracias innumerables 
inchoato excitatum -ad quod magnus -manifiestan el gran poder de 
undique adorantium numerus -quotidie María -y se alza un magnifico 
confluit. templo -al que acuden en gran 

número cada día -devotos de todo el mundo. 

VII VII 

Heic ubi martyrium fecerunt -seculo Aquí donde fueron martirizados 
III christiano -Octavius et Adventor -en el siglo tercero -los soldados 
milites legionis Thebaeorum -de la legión tebea Octavio y 
Taurinenses divino tantum numine et Adventor -nosotros los turineses 
auxilio confisi -templum confiados tan sólo -en el poder y 
difficillimis temporibus extruendum ayuda del Señor -hemos levantado 
curavimus -in honorem Mariae un templo en tiempos muy difíciles 
Adiutricis Christianorum -quod iacto -en honor de María Auxilio de los 
lapide auspicali -inchoatum V cal. Cristianos -Colocada la primera 
maias an. MDCCCLXV -solemnibus piedra -el día XXVII de abril del 
caeremoniis rite consecratum est año MDCCCLXV -fue consagrado 
-VII idus iunias an. MDCCCLXVIII solemnemente con toda pompa el día 
-XXII sacri principatus Pii IX Pont. IX de junio de MDCCCLXVIII -año 
Max. vigésimo segundo del pontificado 

de Pío IX. 

Y no se crea que don Bosco se preocupase sólo de los preparativos materiales; se esforzaba sobre todo para que las fiestas se celebrasen 
con el mayor esplendor de las ceremonias sagradas, de modo que el pueblo quedase bien impresionado. Encargó de ello a los maestros de 
ceremonias, ya que el Oratorio tenía varios y muy competentes. Por este motivo la numerosa Compañía del Clero infantil, los clérigos y 
también los sacerdotes, ensayaban las sagradas ceremonias 

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de las funciones solemnes y especialmente las de los pontificales. Estas ceremonias les eran familiares, porque todos los jueves del año se 
tenía esta clase, para la cual había dado don Bosco sus reglas prácticas: 

«1.° Tenga cada uno su libro de ceremonias; 

»2.° Se avise ocho días antes qué oficio debe prepararse para los ensayos de clase. 

»3.° A este fin, de 9,30 a 10 de la mañana, haya estudio también para los clérigos. 

»Para ayudar a las misas solemnes: 

» 1.° Se avise a cada uno, la víspera, el oficio que debe prepararse. 

»2.° Se determine la hora exacta para estar en la sacristía». 

((233)) Con el mismo fin más de cuatrocientos cantores ensayaban durante gran parte del día los distintos números de música, junto con 
muchos maestros de canto y distinguidos aficionados de la ciudad; espontáneamente asistían a los ensayos generales hasta los más 
célebres músicos de Turín. La banda de la Guardia Nacional, con generosidad verdaderamente digna de corazones desinteresados, ofreció 
su colaboración para la misa solemne del miércoles 10 de junio y para otras funciones. En consecuencia pidió al Ayuntamiento, y 
benévolamente lo obtuvo, que les fueran cambiados el día y la hora del servicio público ordinario. 

En el patio se preparaban las banderas y gallardetes que debían ondear al viento en las ventanas; las lamparillas para la iluminación 
general; los tenderetes adornados para la feria, en la que se pondrían a la venta libros, lindos objetos de quincalla y papelería, objetos de 
devoción y corbatas, cuellos y cosas por el estilo; todo un bazar de cuanto podía agradar a los jóvenes compradores. También se 
preparaba un local destinado a ambigú para la venta de café, agua, gaseosa y cerveza, en favor de los alumnos y sus padres. 

Don Bosco había enviado cartas de invitación a monseñor Riccardi de Turín, monseñor Ghilardi de Mondoví, monseñor Formica de 
Cúneo, monseñor Rota de Guastalla, monseñor Galletti de Alba, monseñor Jans de Aosta, monseñor Gastaldi de Saluzzo, monseñor Ferré 
de Casale, monseñor Balma, Obispo de Tolemaida; a todos los bienhechores y amigos que tenía y a personajes notables de la ciudad y del 
Estado. 

Seleccionamos sólo una carta de respuesta a estas invitaciones. 
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CASA DE S. A. R. EL DUQUE DE AOSTA 
OFICINA DEL GRAN MAESTRE 

Turín, 8 de junio de 1868 

M. R. Señor Teólogo: 
La noticia de la consagración de la nueva iglesia levantada en Valdocco, cuya primera piedra colocó S. A. R. el duque de Aosta, causó 
a S. A. la más grata impresión. 

((234)) Me encarga el Augusto Príncipe presente a usted que, con tanto celo y rapidez llevó a cabo una obra tan hermosa, sus más 
sinceras felicitaciones y, al mismo tiempo, le agradezca la delicada atención habida de comunicarle esta consagración. 

S. A. R. procurará ciertamente hallar un momento para acudir uno de estos días, en forma enteramente privada a visitar su iglesia y, por 
cuanto le sea posible, no dejaré de advertírselo con tiempo a V. M. R. S. 
Acepte entre tanto la expresión de los respetuosos sentimientos con los que me profeso. 

De V.S. 

Su seguro servidor 

R. MORRA 
Primer ayudante de campo de S. A. R. 

A la par de las invitaciones, el Siervo de Dios seguía repartiendo estampas en negro y en colores del cuadro de Lorenzone, lo mismo 
que medallas, acuñadas en Roma y bendecidas por él, con la efigie de María Auxiliadora. Los efectos maravillosos de éstas pueden 
calcularse por las peticiones que los fieles hacían de las mismas. Enseguida se distribuyeron muchos millares; y muy pronto llegaron a 
centenares de millar cada año. Después de la muerte de don Bosco, se repartió anualmente un millón de ellas: una vez bendecidas, las 
enviaba el jefe de almacén, José Rossi, como él mismo nos lo aseguraba en 1904, mientras seguían llegando incesantemente pedidos. 

En fin, el Venerable rogó a señores de la más alta sociedad de Turín 
que se prestaran para hacer la cuestación a la puerta de la iglesia: y ellos aceptaron de mil amores. Así escribía al Conde de Viancino: 

Turín, 6 de junio de 1868 

Carísimo señor Conde: 

Creo que ya habrá recibido el programa para la consagración de la iglesia. Del 9 al 17 del corriente, usted será el dueño de nuestra casa, 
rogándole se quede a comer 
227 

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VOLUMEN IX Página: 228 

con nosotros el mayor número de días que pueda. Siento que, por nuestra condición, no me atrevo a ((235)) invitar también a la señora 
Condesa, su esposa; pero espero que, ya que no sea a una comida, acepte al menos el desayuno de la mañana. Pero usted tendrá su 
trabajo; el barón Bianco cuenta con usted para que le reemplace algunos momentos para hacer la cuestación a la puerta de la iglesia. »Qué 
le parece? 

Nos diremos más cosas de palabra. 

Dios les bendiga, mi querido señor Conde, a usted y a su señora esposa; haga prosperar sus campos y les acompañe a los dos siempre 
por el camino del cielo. Amén. 

Ruegue por mi pobre alma y créame en el Señor, 

Su seguro servidor 

JUAN BOSCO, Pbro. 

En medio de tantos preparativos para la fiesta, mientras una suave alegría inundaba todos los corazones del Oratorio y la Virgen 
Santísima derramaba mil gracias a sus devotos, llególe a don Bosco una carta de monseñor Lorenzo Renaldi, obispo de Pinerolo. Decíale 
en ella que no podía escribir la carta comendaticia para la aprobación de la Pía Sociedad. A la par que anunciaba al Siervo de Dios su 
negativa, enviaba otra carta al cardenal Angel Quaglia, Prefecto de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares. 

Pinerolo, 6 de junio de 1868 

Eminentísimo Señor: 

El ilustre sacerdote don Juan Bosco, Rector del Oratorio de San Francisco de Sales, bienhechor de los pobres jovencitos en Turín, me 
ha pedido una carta comendaticia para la Santa Sede a fin de obtener la aprobación de la Sociedad de San Francisco de Sales, de acuerdo 
con los estatutos presentados. 

Contesté que no estaba en situación de satisfacer su deseo, exponiendo los motivos de mi disentimiento, que juzgo oportuno explicar 
también en esta mi carta, que someto a Vuestra Eminencia Reverendísima. 

Me adhiero a todos cuantos alaban la beneficencia del activo e infatigable sacerdote don Juan Bosco. La atención que presta a tantos 
pobres niños abandonados, el alimento que les procura, la educación cristiana que les da son méritos superiores a todo encomio, sobre 
todo cuando la sinceridad y franqueza en la fe se juntan a la provechosa enseñanza de las artes y oficios en que esos jóvenes se ejercitan 
para su propio bien y el de sus familias, sin aumentar el número de tantos pobres desgraciados ((236)) que, al no poder aguantar su 
condición, sin las prendas que se requieren, se lanzan ávidamente con pretensiones tenaces, intolerantes y temerarias lejos de su propio 
estado. En esto, pues, la obra del sacerdote don Bosco merece todo apoyo y toda alabanza. 

Sin embargo, respecto a la educación e instrucción de los clérigos y a hacer de su casa y del Oratorio, llamado de San Francisco de 
Sales, un seminario de sacerdotes 
228 

Fin de Página 228 


VOLUMEN IX Página: 229 

para Turín y las otras diócesis, al menos por ahora, del antiguo Piamonte, en general soy de parecer totalmente contrario y, respetando el 
de mis colegas que consintieren, yo no consentiré jamás. 

No entro en las condiciones especiales de tal educación, aun cuando estos jóvenes, para prepararse al sacerdocio, pudieran ser educados 
en las más sinceras y hermosas virtudes sacerdotales, y aun cuando también pudieran progresar debidamente en los estudios; sino que yo 
miro a la obligación que tiene el Obispo, conforme a las sapientísimas prescripciones del Concilio Tridentino, de atender por sí mismo y 
por medio de personas por él elegidas, y que puede cambiar en toda ocasión, a la educación de su clero; e informarse debidamente en 
todo momento y proveer con perfecto conocimiento de causa para aceptar o desechar a los candidatos, para diferir o no las órdenes 
sagradas y para emitir, según los cánones y las circunstancias, las necesarias disposiciones. 

Una dolorosa experiencia demuestra constantemente que los sacerdotes no educados por el propio obispo obedecen a otra autoridad que 
no es la suya y se burlan de mil formas de la debida sumisión, o, si no se oponen abiertamente, lo hacen a escondidas. 

No hablo de patrimonios eclesiásticos, no hablo de la continua limitación, consignada en las Reglas propuestas, de obedecer al Obispo, 
prout Regulae Societatis patientur (en cuanto las Reglas de la Sociedad lo consienten); no hablo de los exámenes, de la dirección, de la 
ingerencia de que debería despojarse todo Obispo para ponerse en manos de otros; no hablo de otras innumerables consecuencias, poco 
satisfactorias para un Obispo deseoso de cumplir su deber y de ejercer su dignidad, consecuencias que resultarían de la aplicación de las 
Reglas y que ya habrán sido advertidas por otros; me basta haber indicado esto sumaria y rápidamente para concluir que, alabando en 
todo lo demás la caridad ejercida por el laborioso sacerdote don Bosco al dar asilo a tantos y tantos infelices, no pude suscribir el deseo 
de poner también en sus manos la educación del clero joven. 

Es verdad que cada día resultan más graves nuestras condiciones, pero pondremos en ello nuestro posible esfuerzo y la gracia del Señor 
nos ayudará. Iremos a vivir, si es preciso, en los seminarios con nuestros seminaristas; convertiremos en seminario nuestro palacios 
episcopales, pero no nos desprenderemos jamás de este derecho paterno de educar a nuestro clero joven, derecho y deber concedido y 
sabia y repetidamente prescrito ((237)) por los Pontífices, por los Concilios, por sus decretos y cánones, compendiados en sublimes y 
vivas palabras por el Concilio Tridentino. 

Ya sea que directa o indirectamente se pretenda quitar o menguar al Episcopado esta su importantísima obligación, cree se debe resistir 
siempre quien tiene el honor de profesarse con el más profundo respeto y con toda veneración. 

De V. Eminencia Rvma. 

Humilde y seguro servidor
» LORENZO, Obispo de Pinerolo


Evidentemente el Obispo de Pinerolo no había comprendido nuestras Reglas: puesto que, cuando éstas hablaban de la educación del 
clero joven, querían significar que también era objeto de la Pía 
229 

Fin de Página 229 


VOLUMEN IX Página: 230 

Sociedad Salesiana, a la par de la educación de los jóvenes pobres y abandonados en los Oratorios Festivos y en las escuelas de Artes y 
Oficios, el preparar nuevos reclutas para los seminarios en nuestros colegios, con escuelas de bachillerato; pero don Bosco no pensó 
jamás en suplantar a los seminarios. Sin embargo, algunos interpretaban mal esta su caridad providencial, la cual, en aquellos años, se 
extendió también por su celo, al tiempo de los estudios filosóficos y teológicos, a fin de que las diócesis del Piamonte estuviesen 
provistas de clero instruido y ejemplar, cuando los seminarios diocesanos estaban cerrados. 

Muy distinto era, sin embargo, el juicio que daba de don Bosco y de la Pía Sociedad Salesiana quien como monseñor Lorenzo Gastaldi, 
Obispo de Saluzzo, estaba más al corriente de su espíritu. 

A su Eminencia Reverendísima el Cardenal Prefecto de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares. 

Saluzzo, 25 de mayo de 1868 

Eminentísimo Señor: 

Yo, el abajo firmante, declaro tener pleno conocimiento del Instituto fundado y dirigido por el M. R. señor don Juan Bosco, natural de 
Castelnuovo, diócesis de Turín, porque yo mismo he visto con mis ojos nacer y progresar este Instituto y he contemplado sus preciosos 
frutos de doctrina y virtudes cristianas. 

Dicho Instituto, en su casa principal de Turín y en los ((238)) Oratorios por él fundados y dirigidos, representa literalmente el mismo 
espectáculo de piedad que ofrecían en Roma los oratorios abiertos por San Felipe. 

El número prodigioso de muchachos que acuden a estos oratorios, la actitud y disposición que en ellos adquieren para la piedad y todas 
las prácticas cristianas, la perseverancia en el espíritu cristiano, que los muchachos conservan después de salidos, el afecto singular que 
demuestran y guardan a don Bosco y a sus compañeros en el sacerdocio, después de mucho tiempo de haber dejado los oratorios, 
demuestran y prueban hasta la evidencia, que Dios misericordioso derrama en ellos sobreabundantemente sus bendiciones, y que allí hay 
una misión particular de provecho para la juventud. 

Esta bendición es evidente también por las vocaciones al estado eclesiástico que allí se han despertado; lo cual ha dado lugar a que 
desde el 1848 a 1863, tiempo en el que el seminario arzobispal de Turín estuvo cerrado, el Oratorio de don Bosco, que en su colegio 
internado cuenta cerca de ochocientos alumnos, atendió y educó a los seminaristas de la diócesis de Turín; por lo que S. E. Monseñor 
Fransoni manifestaba al abajo firmante sus complacencias, mientras gemía en su exilio de Lyon donde era visitado por el que suscribe. 

Mas don Bosco no hubiera podido hacer más que una mínima parte de tanto bien, de no haberse asociado a tiempo con unos 
compañeros, y si no hubiera formado una sociedad de clérigos y sacerdotes que, bajo su dirección, ejercitaran la caridad con los 
muchachos arriba mencionados. 
230 

Fin de Página 230 


VOLUMEN IX Página: 231 

Ahora bien, el que sucribe declara que personalmente vio crecer y formarse esta Sociedad, vio las Reglas y vio el resultado. Vio que 
con la observancia de estas Reglas se mantuvo constantemente en ella el espíritu de obediencia, sumisión, humildad, piedad, concordia, 
paz y caridad. Encontró siempre en los miembros que forman esta Sociedad una sola mente y un solo corazón. Vio, como por milagro, 
surgir en el seno de la misma una iglesia colosal, maravilla de quien la contempla, y que, edificada con el coste de más de medio millón 
de liras por unos sacerdotes que nada poseen, es un milagro que demuestra cómo Dios bendice esta Sociedad. 

Por tanto, lo menos que puede hacer el que suscribe es desear que esta Sociedad, junto con sus Reglas, sea aprobada por su Santidad y 
elevada al rango de Orden Religiosa, confiando que de ello nacerá un gran bien para las almas, el clero, la Iglesia en general, y más 
especialmente para la juventud, la cual necesita, hoy más que nunca, óptimos educadores; y por consiguiente, Ordenes religiosas que se 
cuiden de ello, con el espíritu de caridad, discreción y paciencia con el que, desde hace muchos años, se cuida la Sociedad fundada y 
dirigida por dicho señor don Juan Bosco. 

((239)) El que suscribe pasa a declararse con el más profundo respeto y besando humildemente su sagrada púrpura. 

De V. E. Rvma. 

Atento y seguro servidor
» LORENZO, Obispo de Saluzzo


También el Arzobispo de Pisa envió su carta Comendaticia directamente a Roma; pero no hemos podido encontrar copia de ella. 
231 

Fin de Página 231 


VOLUMEN IX Página: 232 

((240)) 

CAPITULO XX 

PRELUDIO DE LAS FIESTAS -LLEGAN AL ORATORIO LOS ALUMNOS DEL COLEGIO DE LANZO -AL DIA SIGUIENTE, 
DOMINGO DE LA SANTISIMA TRINIDAD, ENSAYO GENERAL DE LA ANTIFONA SANCTA MARIA -ARTICULO EN LA 
UNIDAD CATOLICA SOBRE LA CONSAGRACION DE LA NUEVA IGLESIA -LLEGADA DE LOS ALUMNOS DEL COLEGIO 
DE MIRABELLO: ENSAYO GENERAL DE LA NUEVA Y GRANDIOSA MISA DEL MAESTRO DE-VECCHI -EL ARZOBISPO 
EXPONE POR LA TARDE, EN LA PEQUEÑA IGLESIA DE SAN FRANCISCO, LAS RELIQUIAS DE LOS SANTOS MARTIRES; 
UN HURACAN; LA SAGRADA VIGILIA DURANTE TODA LA NOCHE -CONSAGRACION DE LA IGLESIA -DON BOSCO 
CELEBRA POR PRIMERA VEZ EN LA NUEVA IGLESIA -UNA PROFECIA -HUMILDES PALABRAS DEL SIERVO DE DIOS 
EN RESPUESTA A LAS ALABANZAS QUE SE LE TRIBUTAN -GENTIO EXTRAORDINARIO EN LAS FUNCIONES -LAS 
VISPERAS Y LA EJECUCION DE LA ANTIFONA SANCTA MARIA -EMOCION DE DON BOSCO -ELOCUENTE SERMON 
DEL OBISPO DE CASALE: TERMINA ENCOMENDANDO A DON BOSCO A LA SANTISIMA VIRGEN -EL TANTUM ERGO 
DE CAGLIERO -LA ILUMINACION DE LA CUPULA -POR LA NOCHE HABLA DON BOSCO A LOS ALUMNOS DE LAS 
TRES CASAS, REUNIDOS EN EL PATIO -LA UNIDAD CATOLICA DESCRIBE LAS IMPRESIONES DEL PRIMER DIA DEL 
OCTAVARIO -LAS MULTITUDES SE AGOLPAN EN TORNO A DON BOSCO -CURACIONES INSTANTANEAS 
-ENTUSIASMO INDESCRIPTIBLE 

EL portón de entrada al Oratorio, que daba a la calle Cottolengo, estaba todavía aquel año en un extremo al este del edificio, construido 
sobre los cimientos del antiguo cobertizo del señor Visca. Esta esquina fue derribada en 1914 y se levantó el nuevo edificio destinado 
((241)) a las oficinas del Capítulo Superior. Allí, el día 6 de junio, hacia el mediodía, la banda de música y todos los alumnos esperaban a 
los muchachos del Colegio de Lanzo, para tributarles un alegre recibimiento. No se hicieron esperar los gritos 
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entusiastas de íVivan los de Lanzo, Vivan los de Turín!; y los recién llegados, precedidos por la banda, se dirigieron ordenadamente hasta 
los pórticos. 

Aquello fue un interminable agitar de gorras y gritar í Viva don Bosco! cuando el Siervo de Dios salió de su habitación y les dio la 
bienvenida desde el balcón. 

Después de comer se acompañó a los recién llegados a visitar los monumentos de la ciudad. 

El día 7, festividad de la Santísima Trinidad, a la hora acostumbrada, 
apretados en la pequeña iglesia de San Francisco de Sales, los alumnos de Turín y Lanzo oyeron la santa misa y comulgaron muchísimos. 

Para desayunar recibieron todos abundante condumio, que don Bosco quiso se diera por igual todas las mañanas del sacro octavario. A 
las diez hubo ensayo general de la antífona Sancta María, succurre miseris de Cagliero. A las cinco y media de la tarde, se cantaron 
vísperas en la misma iglesia, hubo sermón y bendición con el Santísimo. 

La Unidad Católica decía aquel día: 

Queremos dedicar toda la crónica de hoy a una gran solemnidad religiosa, que comenzará el próximo martes. Todos entienden que 
queremos hablar de la solemne consagración de la nueva iglesia de don Bosco, dedicada a María Auxiliadora. 

En estos tiempos de incredulidad y escepticismo, resulta fácil ver dibujarse en los labios de algunos una sonrisa de indiferencia, al oír 
hablar de consagraciones de iglesias. Sin embargo, hace ya cuarenta siglos que los incrédulos ríen et periit memoria eorum cum sonitu (y 
desapareció su recuerdo con el sonido); pero las iglesias consagradas siguen en pie después de cuarenta siglos y el pueblo fiel celebra en 
ellas sin interrupción y con alegría los misterios de Dios. En realidad el rito de consagrar las iglesias es antiquísimo y está lleno de graves 
misterios, cuyo origen se remonta a la misma erección de los templos, puesto que Jacob, al levantar un altar, también lo consagró. 
Moisés, al erigir un tabernáculo, por expreso mandato de Dios, quiso también consagrarlo, y Salomón, que recibió de las mismas manos 
de Dios el plano para la construcción del famoso templo ((242)) de Jerusalén, obtuvo tambíén el oráculo de celebrar la consagración: 
Dedicavit domum Dei rex, et universus populus (el rey dedicó la casa de Dios, y con él todo el pueblo), y en el tiempo de tal dedicación 
sacrificó veintidós mil bueyes y veintiséis mil carneros. También sabemos que Judas Macabeo, habiendo purificado el templo de 
Jerusalén de sus profanaciones e inmundicias y construido un nuevo altar de piedra, celebró las «encenias» 1 y ordenó que se celebraran 
cada año. 

La Iglesia Católica conservó celosamente esta misteriosa tradición y opina que el Niño Jesús consagró el establo donde nació y que con 
la ofrenda de los Reyes Magos 

1 Encenias: Así se llamaron las fiestas de la Dedicación del Templo de Jerusalén. (N. del T.) 
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el Pesebre se convirtió en templo. San Cirilo nos informa que los Apóstoles consagraron en iglesia el cenáculo donde habían recibido el 
Espíritu Santo, sala que simbolizó también a la Iglesia Universal. Y hay más, según Calixto Nicéforo (Hist. lib. 2, cap. 33) fue tal la 
solicitud de los Apóstoles, que doquiera predicaban el Evangelio, consagraban una iglesia u oratorio y por esto el Pontífice San Clemente 
I, nombrado el año 93, sucesor a más de discípulo de San Pedro, entre otras ordenanzas, decretó que todos los lugares de oración fueran 
consagrados a Dios. 
Ciertamente en tiempo de San Pablo se consagraban las iglesias, a lo cual alude él, como quieren algunos doctores, cuando escribe a los 
Corintios, en el capítulo 11: Aut Ecclesiam Dei contemnitis? (»O es que despreciáis a la Iglesia de Dios?) San Urbano I, elegido el año 
226, consagró en iglesia la casa de Santa Cecilia, según cuenta Metafraste; San Marcelo I, elegido el año 304, consagró la iglesia de Santa 
Lucina, según cuenta el Papa San Dámaso I (cp. 21); y así por el estilo mil otros lugares y templos. 

No se trata, pues, de una simple fiesta religiosa ésta a la que asistiremos pasado mañana; es un sagrado anillo de signos sensibles que 
Dios da a los hombres de que quiere estar en medio de ellos y con ellos. 

No cause asombro, por tanto, la descripción de las solemnidades religiosas con las que se procederá a dicha consagración, cuyo 
programa damos resumido: 

«Martes, 9, a las cinco y media: consagración de la iglesia por S. E. Rvma. nuestro venerado Arzobispo. A las seis de la tarde: vísperas 
pontificales solemnes, sermón y bendición. En las vísperas se cantará la antífona Sancta Maria, succurre miseris por más de trescientas 
voces, a tres coros formados por los alumnos del oratorio de San Francisco de Sales y de los Colegios de Lanzo y Mirabello y por muchos 
maestros y distinguidos aficionados al canto de esta ciudad, imitando los famosos coros cantados en San Pedro, en las fiestas del 
centenario de los apóstoles Pedro y Pablo. El Tantum Ergo, armonizado para gran orquesta, será interpretado por más de doscientas 
voces. Composiciones del sacerdote Juan Cagliero. 

El miércoles, 10, a las siete de la mañana: plática, comunión general y oraciones para pedir especiales bendiciones en favor de los 
beneméritos donantes que contribuyeron a levantar la iglesia. A las diez de la mañana: misa solemne a gran orquesta para tenores, bajos y 
coros, expresamente escrita por el maestro Juan De-Vecchi. A las seis de la tarde: vísperas solemnes, sermón ((243)) y bendición. 

Jueves, 11: La misa solemne se omitirá, por la procesión del Corpus Christi que tiene lugar en la catedral. A las seis de la tarde, 
vísperas solemnes, sermón y bendición. 

Viernes, 12, y sábado, 13: Todo como el miércoles. 

Domingo, 14: A las diez de la mañana, misa solemne y sermón. A las cuatro de la tarde, vísperas solemnes, predicación y bendición. En 
las vísperas, se repetirá el concierto a tres coros de la antífona Sancta Maria, succurre miseris y en la bendición el Tantum Ergo a gran 
orquesta, como el martes. 

Lunes, 15, y martes, 16: Por la mañana, como de costumbre. A las seis de la tarde: vísperas solemnes, predicación, Te Deum en acción 
de gracias por los beneficios recibidos. Bendición. 

Miércoles 17, a las siete de la mañana: funeral en sufragio de los bienhechores difuntos de la iglesia y del Oratorio». 

Además, durante los ocho días, habrá misas rezadas y comodidad para recibir los santos sacramentos. Y siempre, de seis a siete, 
comunión general con breve plática por un Prelado. En efecto, muchos obispos aceptaron el encargo de predicar por 
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la mañana y por la tarde. Y para que nada faltase al brillo de tanta solemnidad, Su Santidad, el Sumo Pontífice reinante, Pío IX, siempre 
dispuesto a otorgar los favores espirituales que tienden a promover la mayor gloria de Dios y el bien de las almas, y así animar a los fieles 
a honrar a la augusta Madre del Salvador, se ha dignado conceder, con Breve del 22 de mayo de 1868, indulgencia plenaria, le a las almas 
del purgatorio, a todos los que en el día de dicha consagración y durante el siguiente octavario, esto es, del 9 al 16 de junio próximo, 
confesados y comulgados, visitaren esta iglesia y rezaren en ella según la intención del Sumo Pontífice. 

Con las fiestas religiosas se intercalarán algunos pasatiempos, de acuerdo con la costumbre del Oratorio y la índole de los jóvenes que 
allí se educan. He aquí brevemente el programa: 

Jueves, 11, a las tres de la tarde: Certamen músico-literario en honor de María Auxiliadora; distribución de premios a los alumnos del 
Oratorio. -Sábado, 13, a las tres de la tarde: entretenimientos variados. -Domingo, 14, a las siete de la tarde: ejercicios gimnásticos y otros 
juegos. -Lunes, 15, a las tres de la tarde: comedia en latín. -Martes, 16, a las tres de la tarde: entretenimientos diversos y concierto por la 
banda de música. 

Finalmente el martes: Attolite portas, principes, vestras, et elevamini portae aeternales, et introibit rex gloriae! (Príncipes, levantad 
vuestras puertas y elevad las puertas eternales y entrará el rey de la gloria). 

El lunes, 8, vigilia de la consagración, después de las acostumbradas prácticas de piedad, los cantores estuvieron ocupados, mañana y 
tarde, en ensayos musicales de la grandiosa misa del maestro Juan De-Vecchi, compuesta expresamente para la solemne ocasión, que 
duraron dos horas. En el Oratorio todo era movimiento; llegaban ((244)) a Turín nobles señores de todas partes. De Roma, el conde 
Bentivoglio; de Venecia, la princesa Elena Vidoni Soranzo, con dos sobrinitos; de Milán, la condesa Teresa Dal-Verme. Muy de mañana 
llegaron también los sacerdotes, clérigos y alumnos del seminario menor de Mirabello para engrosar aquella especie de ejército con sus 
compañeros de Turín y Lanzo; fueron recibidos con música, aplausos y cariño fraterno. También ellos debían participar en el canto, la 
música, las funciones religiosas y académicas y estaban todos ansiosos, casi impacientes, por realizar con el mayor entusiasmo la parte 
que les correspondía. 

En el mismo tren y a la misma hora que los alumnos de Mirabello llegó también monseñor Pedro María Ferré, obispo de Casale, con su 
secretario el canónigo Masnini, para participar en las funciones sagradas. 

A las seis de la tarde se presentaba el arzobispo de Turín, monseñor Alejandro Riccardi, con el teólogo Caviassi, su maestro de 
ceremonias, y el canónigo Astengo, su secretario, para empezar la 
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función. En el mismo momento estalló un huracán con viento, truenos, relámpagos y granizo, que parecía querer estorbar nuestra 
solemnidad. Mas, por fortuna, sólo fue un violento aguacero, con la inundación consiguiente y, luego, quedó el cielo sereno. Mientras 
tanto, el mencionado Arzobispo exponía, en la capilla de San Luis de la pequeña iglesia de San Francisco, las Santas Reliquias que 
debían servir para la consagración de los altares al día siguiente. Las reliquias, colocadas en una urna dorada, eran de San Mauricio y San 
Segundo, dos de los patronos principales de la diócesis de Turín. Después de la exposición, se empezó el canto de los oficios divinos que, 
según las prescripciones de la Iglesia, duró toda la noche, o sea, hasta las cinco y media del día 9, en el cual empezó la solemne 
consagración. 

Aquella mañana, primer día del octavario, a las cinco y cuarto, volvía al Oratorio Su Excelencia el Arzobispo. Al bajar de la carroza, se 
encontró, colocados en dos largas filas, a los mil doscientos ((245)) alumnos de las tres casas salesianas. La música le dio el primer 
saludo. Su Excelencia bendijo varias veces a los jóvenes, mientras pasaba por medio de ellos, y fue a la iglesia de San Francisco a 
revestirse de los ornamentos sagrados. Allí lo esperaba un clero numeroso, el coro de cantores para el canto gregoriano, y el canónigo 
Ramón Olivieri, párroco de la catedral de Acqui, más el director del colegio de Lanzo, que le asistirían de diácono y subdiácono 
respectivamente. Salido el sacro cortejo, entraron los alumnos y el Obispo de Casale celebró la misa de comunidad, a las seis, en la cual 
hubo un gran número de comuniones. 

Entre tanto, el Arzobispo con todo el clero, daba las tres vueltas rituales alrededor de la iglesia y al fin se paraba ante la puerta principal 
de la fachada que estaba cerrada, lo mismo que las laterales. 
En este momento se sumaron al clero los canónigos de la Catedral, Luis Nasi, Celestino Fissore, el abad Gazzelli, el abad Morozzo, y el 
canónigo penitenciario Chicco. 

Había dos coros, uno en la escalinata de la iglesia y otro dentro de la misma. El Arzobispo golpeó tres veces la puerta con el báculo y el 
coro que le rodeaba empezó a cantar: 

-Attolite portas, principes, vestras, et elevamini portae aeternales, et introibit Rex gloriae. 

-Quis est iste Rex gloriae? (»Quién es este rey de la gloria?) respondió el coro de la iglesia. 

Y el coro de fuera replicó: 

-Dominus fortis et potens, Dominus potens in proelio. Attolite 
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portas... (El Señor fuerte y poderoso, el Señor poderoso en la batalla. 
Abrid las puertas...) 

Y la puerta se abrió de par en par, para volver a cerrarse, apenas entró el clero. Nadie podía penetrar todavía en el santuario. 

Una gran cruz en forma de equis, X, hecha con ceniza, se extendía por todo el pavimento. El Arzobispo comenzó a escribir con la punta 
del báculo sobre uno de los palos de la misma el alfabeto griego y sobre el otro el alfabeto latino. Después, por una escalerilla movible, 
subió sucesivamente a ungir las doce crucecitas distribuidas alrededor sobre las paredes del edificio y se encendió una vela delante de 
cada una de ellas. Terminada la consagración del templo, Monseñor cumplió el rito sagrado de la ((246)) consagración de los altares, 
cerrando en sus sepulcros las reliquias de los mártires, trasladadas desde la iglesia pequeña. A las diez y media terminaba la ceremonia y 
se abrían las puertas de par en par al público. 

Su Excelencia celebraba la primera misa en la nueva iglesia e, inmediatamente después, el Siervo de Dios, que había asistido también 
con alegría inefable a todo el sacro rito, subía también al altar mayor para celebrar el Santo Sacrificio a los pies de María Auxiliadora. 
Tuvieron la satisfacción de ayudar la misa don Juan Bautista Francesia y don Juan Bautista Lemoyne. 

Don Bosco volvió a la sacristía, dio gracias durante mucho tiempo y luego se entretuvo un ratito con una señora que ya conocía, que 
había ido a Turín para la fiesta, y le había sido presentada por su hijo salesiano. Díjole al sacerdote: 

-íNo serás el único salesiano de tu familia! 

Era una singular predicción: había todavía en la familia cuatro hermanos, con inclinación a cualquier cosa menos a la vida religiosa, y 
una hermana todavía pequeña. Y he aquí que, catorce años después, en 1882, de modo inexplicable, entraba la hermana en las Hijas de 
María Auxiliadora, y veinticinco años más tarde de la profecía, uno de los hermanos se hacía también salesiano por circunstancias no 
previsibles. De este último había dicho claramente don Bosco a nuestro hermano, en 1886, indicando nominalmente la futura conquista: 

-Quiero robarlo para mí. 

Cuando el Venerable salió de la sacristía subió al comedor preparado en la biblioteca, donde le esperaban varios obispos y muchos 
otros ilustres invitados. 

Antes de levantar los manteles, hubo varios oradores que ensalzaron las grandes obras realizadas por don Bosco y la construcción 
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de aquella iglesia colosal, fruto de su extraordinario y constante valor. Pero él, sin la menor señal de complacencia ante tantos elogios, 
respondió con su acostumbrada sencillez y humildad: 

-No soy yo el autor de esas grandes cosas que decís, es el Señor, es María Santísima; ellos se han dignado servirse de un ((247)) pobre 
sacerdote para llevar a cabo esas obras. Mío, no hay nada. Aedificavit sibi domum Maria (María se edificó su casa). Cada piedra, cada 
adorno manifiesta una gracia suya. 

Estas palabras las oía José Reano, que estaba presente al final de la comida, durante la cual, junto con varios compañeros, había 
ejecutado una pieza de música. 

A las cinco y media empezaron solemnemente las vísperas pontificales del Arzobispo. Al final de las mismas era tal la concurrencia de 
fieles que los que estaban en la iglesia no podían moverse y con los esfuerzos que hacían, unos para entrar y otros para salir, se producía 
cierto murmullo en las puertas. 

Hasta que las primeras notas del Sancta Maria impusieron silencio y reclamaron la atención de todos. Eran tres coros. Uno ante el altar 
de San José, formado por ciento cincuenta tenores y bajos, que representaba la Iglesia militante; otro, en la cúpula, con doscientos 
sopranos y contraltos, que figuraba los ángeles, o sea la Iglesia triunfante; y el tercero, de otros cien tenores y bajos en el coro, 
simbolizaba la Iglesia purgante. 

Una de las grandes dificultades era la de regular el tiempo musical a tanta distancia, ya que muchos no podían ver al maestro director 
que debía marcarlo con la batuta y guiar a todos los cantores. Mas esta dificultad se superó felizmente con un aparato eléctrico. Un largo 
cable, conectado a los polos de una pila, se unía a unas campanillas eléctricas colocadas en el centro de cada coro y cerrando el circuito 
terminaba con sus extremos en una especie de manipulador o tecla construido al efecto. El director de la música, que sostenía el 
manipulador con la izquierda, podía con la derecha actuar con la batuta como si nada tuviera en las manos mientras las campanillas, todas 
a la vez, marcaban una sola señal de acuerdo con la batuta del director. De este modo quedaban los coros unidos y regulados con toda 
precisión, lo mismo que si estuvieran agrupados en un solo coro y dirigidos por un solo maestro. 

«La divina Providencia, escribió don Bosco, dispuso que la expectación quedara cumplida. Todos los maestros que habían acudido de 
varios ((248)) pueblos para oír, lo mismo que los que tomaron parte activa, quedaron plenamente satisfechos. 
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»El momento en que los coros se unieron armónicamente fue encantador. Las voces se acordaron totalmente y el eco las enviaba por 
todas direcciones de modo que el oyente se sentía envuelto en un mar de voces sin que pudiera discernir cómo y de dónde procedían. Un 
respetable personaje, conmovido ante aquel mágico efecto, exclamó: 

»-Verdaderamente me parece encontrarme en el Vaticano. 

»Otro hiperbólicamente dijo: 

»-Solamente en el paraíso puede haber un canto más hermoso». 

El canónigo Juan Anfossi estaba junto a don Bosco, detrás del altar mayor, mientras se ejecutaba la antífona. No recordaba haberlo 
visto jamás moverse o decir una palabra en la iglesia, durante la oración, pero esta vez, de rodillas y mirándole con los ojos húmedos por 
las lágrimas, hijas de la alegría: 

-Querido Anfossi, le dijo en voz baja: »no te parece estar en el paraíso? 

Después de la antífona subió el Obispo de Casale al púlpito de la nueva iglesia y habló elocuentemente de la majestad del culto externo, 
no en atención a Dios, sino en atención a los hombres. 

Hacia el final pronunció con todo énfasis estas palabras: 

«Este templo, en fin, de cuya presente consagración nos alegramos, es de un modo particular un tesoro de gracias celestiales, porque 
está dedicado expresamente a honrar a María Auxiliadora, y por eso Ella lo mira con ojos de especialísima predilección. La gran Reina ya 
demostró cuánto agradece la construcción de este magnífico templo, puesto que Ella misma atendió, con la abundancia y magnificencia 
de sus favores, a los ingentes gastos de su edificación y ornamentación. íOh María, estamos seguros de que, al igual que promoviste y 
condujiste con toda suerte de gracias a buen término el levantamiento de esta nobilísima ((249)) mole, también ahora, cuando ya está 
solemnemente dedicada a vuestro honor, haréis resplandecer en ella más que nunca vuestra clemencia; tomaréis, aún más, bajo vuestra 
protección a vuestro piadosísimo Siervo, que inspirado por Vos se aprestó a la gran empresa de edificar esta iglesia sin ahorrar cuidados y 
fatigas, hasta verla terminada con grandísima alegría suya; asistiréis con maternal ternura a los numerosos jóvenes que, recogidos por 
vuestro mismo siervo con sentimiento de caridad en colegios, seminarios y oratorios, sabiamente dirigidos por él mismo, se dedican a los 
estudios, a las artes y a las prácticas de nuestra sacrosanta religión; acogeréis benignamente a todos los que vendrán a este templo, ante 
vuestro altar a honraros con confianza, a rogaros, a 
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ponerse bajo el manto de vuestra omnipotente protección; concederéis en fin, tras las muchas y graves calamidades públicas y privadas la 
tranquilidad del orden doméstico, social y religioso». 

El Tantum Ergo, otra meritísima pieza musical de Cagliero, cantado por un centenar de voces blancas desde la barandilla de la cúpula y 
por los cantores en el coro, produjo una conmoción indescriptible en todos. El Obispo de Saluzzo y el de Alba estaban de rodillas detrás 
del altar, junto a don Bosco. Monseñor Gastaldi, entusiasmado, abrazaba y sacudía su reclinatorio; monseñor Galetti, sereno e inmóvil, 
repetía de cuando en cuando: 

-íParaíso, paraíso! 

Al salir de la iglesia los fieles contemplaron el espectáculo de la cúpula iluminada con gas. Las estrellas que coronaban la cabeza de la 
estatua de María, el pedestal de ésta, una eme (M) colocada sobre la última cornisa, y la barandilla brillaban con centenares de llamitas. 
Esta iluminación se repitió todas las noches del octavario. 

Después de cenar, reunidos los alumnos de las tres casas, a la luz de millares de lamparillas, les habló don Bosco cantando, como 
escribió después en la narración que hizo de estas fiestas, un himno de reconocimiento a María: Almae Dei genitrici ((250)) Mariae, 
amantissimae nostre ac potentissimae Auxiliatrici, perennes cum laudibus preces! (Diríjanse plegarias incesantes, entre alabanzas a 
María, madre generosa de Dios, nuestra amantísima y poderosa Auxiliadora). 

La Unidad Católica, del 11 de junio de 1868, describía así este primer día del octavario: 

Consagración de la iglesia de María Auxiliadora. 

El pasado martes, 9 de junio, su Excelencia Rvma. nuestro Arzobispo, consagraba la nueva iglesia levantada en Turín por obra de don 
Bosco y dedicada a María Santísima Auxilio de los Cristianos. A esta iglesia, abierta ayer, no le falta nada; en ella todo es grande como la 
idea que la concibió y la caridad que la fabricó. Comenzando por el bellísimo cuadro del altar mayor, obra maestra del caballero 
Lorenzone, uno de nuestros más insignes pintores, volviendo los ojos de uno a otro lado se admira por todas partes riqueza de mármoles y 
preciosidad de trabajos. La iglesia ha sido construida por los pobres y para los pobres, pero ellos han querido que la casa de nuestra gran 
Madre resultase lo más hermosa y rica posible y María Santísima les ayudó en su noble y filial deseo. 

Una multitud de turineses acudió el martes a la nueva iglesia, principalmente por la tarde, cuando el Arzobispo de Turín pontificó las 
vísperas e impartió la bendición con el Santísimo Sacramento. El Obispo de Casale pronunció una estupenda homilía, explicando la 
liturgia católica para la consagración de una iglesia y la armonía entre el Antiguo y el Nuevo Testamento; haciendo ver cómo uno copia al 
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otro y la Iglesia Católica, donde está la presencia real del hombre Dios, es la perfección del templo antiguo. Acompañó estas 
consideraciones con piadosos y elocuentes afectos que enternecían al atentísimo auditorio. 

La música estuvo en consonancia con la gran solemnidad. El sacerdote Cagliero, crecido y educado en el instituto de don Bosco, había 
compuesto un oratorio musical sobre la antífona Sancta Maria, succurre miseris, imitando el Tu es Petrus del Centenario. La estupenda 
composición fue interpretada maravillosamente por trescientas voces, que entonaban en la nueva iglesia el primer himno a María. 

El ilustre Maestro, que lo es por méritos, si no por título, ha sentido el primero, y lo ha hecho experimentar a todos, el significado de un 
pueblo que suplica en estos momentos a la gran Madre de Dios que socorra a los míseros y ayude a los pusilánimes, enardezca a los 
débiles e interceda por el clero, los religiosos, los monasterios, las ciudades, por Italia y por todos. 

Hermosísimo fue también el Tantum Ergo cantado por dos coros; uno de ellos parecía el coro de los ángeles, que, a manera de 
estribillo, añadía siempre el Veneremur a cada verso del Tantum Ergo y después el Jubilatio a cada verso del Genitori. En fin, el martes 
fue una grande y hermosa jornada para Turín y esperamos sea el principio de los nuevos y singulares favores que la Santísima Virgen 
prestará a la Iglesia y al Estado en la afligida Italia. 

((251)) »Y qué más hizo don Bosco aquel día? Todo para todos, en los intervalos en que se vio libre de imprescindibles obligaciones, 
estuvo continuamente rodeado por los muchos forasteros que querían hablarle. Antes de vísperas permaneció en la escalinata que da a la 
puerta próxima a la sacristía para pasar a la capilla de san Pedro. Un gran gentío de devotos le rodeó durante largo tiempo. Había 
enfermos que pedían curación, devotos que querían besar su mano, curiosos que admiraban el espectáculo de un hombre admirado por 
todo el mundo. Y don Bosco bendecía a todos. Uno de los presentes dijo que había venido para obtener el alivio de un gran dolor de 
muelas. Don Bosco le sugirió que rezase una Avemaría y quedó curado al momento. Otro, ciego desde hacía años, recobró 
instantáneamente la vista. Era un estremecimiento de conmoción y de alegría universal; era una poderosa manifestación de la Virgen. 

Veremos cómo fue creciendo el entusiasmo religioso durante los días siguientes. 
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((252)) 

CAPITULO XXI 

SEGUNDO DIA DEL OCTAVARIO -DISPOSICION PERPETUA DE ORACIONES Y DE UNA MISA DIARIA POR LOS 
BIENHECHORES -LA COMUNION GENERAL Y UN FERVORIN DEL OBISPO DE CASALE -UN PADRE CUMPLE SU 
PROMESA POR LA CURACION OBTENIDA DE SU UNICO HIJO -CURACION DE UNA GRAVISIMA ENFERMEDAD EN LOS 
OJOS -DON BOSCO DISPONE QUE LOS MUCHACHOS SE ENTRETENGAN DESPUES DE COMER CON PASEOS O CON 
VARIADAS DISTRACCIONES -PONTIFICA EN LAS VISPERAS EL OBISPO DE MONDOVI: PREDICA EL OBISPO DE 
CASALE, QUIEN DIRIGE UNA PLEGARIA A MARIA SANTISIMA PIDIENDO QUE DERRAME LAS MAS RICAS 
BENDICIONES SOBRE DON BOSCO -TERCER DIA DEL OCTAVARIO -CONTINUA AFLUENCIA DE FIELES A LA 
SACRISTIA: TODOS QUIEREN CONTAR LAS GRACIAS OBTENIDAS DE MARIA AUXILIADORA -UNA CURACION 
PRODIGIOSA -UNA VELADA EN HONOR DE MARIA SANTISIMA: MARCHA TRIUNFAL, CANTADA CON MUSICA DE 
DE-VECCHI; CANCION RECITADA POR EL SACERDOTE JOSE ELICE DE LOANO: DISTRIBUCION DE PREMIOS A LOS 
ALUMNOS QUE SE HAN DISTINGUIDO POR SU BUENA CONDUCTA: ALGUNAS PIEZAS COMICAS MUSICALES -EL 
OBISPO DE MONDOVI PONTIFICA EN LAS VISPERAS: 
PREDICA MONSEÑOR BALMA 

EL miércoles 10 de junio, segundo día del octavario, a las seis y media de la mañana entraron los alumnos en la iglesia nueva y, 
acompañados por los numerosos fieles, que habían acudido con presteza, recitaron las oraciones de costumbre y el santo rosario por todos 
los beneméritos donantes del sagrado edificio y del Oratorio. La piadosa práctica, comenzada entonces, continúa ininterrumpidamente 
cada día ((253)) por disposición del mismo don Bosco. 

«Yo, escribía a los donantes, guardaré de vosotros indeleble gratitud y, mientras viva, no dejaré de invocar las bendiciones del cielo 
sobre vosotros, sobre vuestros parientes y amigos. Lo haré cada día, especialmente en el sacrificio de la santa misa. Que Dios os colme de 
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sus tesoros celestiales, respetables donantes, y os dé largos años de vida feliz; que El os conceda el precioso don de la perseverancia en el 
bien y os reciba a todos un día en la feliz eternidad. Para que estos augurios sean acogidos por la misericordia del Señor, se estableció un 
servicio religioso para todos los días del año en favor de cuantos, de cualquier modo que sea, han contribuido o contribuirán a ayudar a la 
iglesia o al establecimiento anejo. Este ejercicio se compone de una serie de oraciones, el rosario de la Virgen María, comunión 
sacramental o espiritual, de acuerdo con la voluntad de cada uno, celebración y aplicación de la santa misa. Esto tendrá lugar todas las 
mañanas en la nueva iglesia con todos los alumnos del establecimiento y con todos los fieles que quieran tomar parte en ello» 1. 

Aquella mañana celebró la santa misa monseñor Tomás Ghilardi, obispo de Mondoví, que había llegado la tarde anterior y había sido 
recibido con toda solemnidad. Predicó desde el púlpito un devoto fervorín como preparación a la comunión, y demostrando la necesidad 
de la comunión frecuente, como homenaje a Jesucristo en la Eucaristía y como medio para mantener viva nuestra fe en Jesucristo, como 
el más sólido sostén contra los enemigos de Dios y de la Iglesia, y el más dulce de los consuelos en los días de dolor. 

Celebró después la santa misa; el clero infantil le asistía en el presbiterio y los cantores al son del armonio ejecutaban religiosos 
motetes de autores célebres. Infra missam (durante la misa) hubo ((254)) abundantes comuniones. Don Bosco confesaba en la sacristía y 
otros sacerdotes en los confesonarios de la iglesia. 

Así discurrió la primera función matutina durante todos los días del octavario, predicado siempre por monseñor Ghilardi. El número de 
sacerdotes que durante la semana acudió a celebrar fue tal que, desde las cuatro hasta las once, estuvieron continuamente ocupados los 
altares laterales. 

A las diez pontificó el Obispo de Casale, asistido por los canónigos de la Santísima Trinidad, representados por los canónigos 
Marchisio, Giustetti, Talucchi, Berteu, y por el director del Colegio de Lanzo que suplía al canónigo Zorniotti. Los cantores interpretaron 
la partitura de Juan De-Vecchi, maestro de música instrumental en el Oratorio. Había más de treinta violines en la orquesta. La 
composición y la ejecución de aquella misa fue en verdad una obra maestra. 

1 Recuerdo de una solemnidad en honor de María Auxiliadora, por el sacerdote Juan Bosco, Turín 1868, pag. 93-94. 
243 

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VOLUMEN IX Página: 244 

Al mediodía ocurrió un hecho digno de contarse. Llegó en una carroza un hombre de aspecto señorial que pidio confesarse; después, 
muy conmovido y con recogimiento ejemplar, se acercó a la sagrada comunión. Terminada la oportuna acción de gracias, fue a la 
sacristía y entregó una limosna diciendo: 

-Rogad por mí y pregonad por todo el mundo las maravillas del Señor por la intercesión de la Santísima Virgen. 

-»Puede saberse quién es usted y por qué ha venido hasta aquí? 
dijo don Bosco, que le escuchaba. 

-Yo, respondió, vengo de Faenza; tenía un hijo único, objeto de mis ilusiones. Cayó enfermo a los cuatro años de edad, no había 
ninguna esperanza de curación y lloraba por él sin consuelo, como si estuviera muerto. Un amigo, para consolarme, me sugirió que 
hiciera una novena a María Auxiliadora de los Cristianos, con la promesa de entregar un donativo para esta iglesia. Lo prometí y añadí 
que vendría personalmente a cumplir mi promesa y recibir aquí los santos sacramentos, si conseguía la gracia. Dios me escuchó. A mitad 
de la novena mi hijo estaba fuera de peligro y ahora goza de óptima salud. El ((255)) no será ya mío, sino que siempre le llamaré hijo de 
María. He viajado dos días: ahora que ya he cumplido mi obligación, me vuelvo satisfecho y siempre bendeciré a la madre misericordiosa 
María Auxiliadora. 

En aquel mismo momento llegó una señora con su hija, de unos trece años. 

-Aquí estoy, comenzó a decir; he venido para cumplir mi obligación. 

-»Quién es usted?, preguntóle don Bosco. 

-Soy Teresa Gambone, madre de esta niña que se llama Rosa. 

-»De dónde viene? 

-Venimos de Loggia de Carignano. 

-»Por qué han venido aquí y por qué está tan alegre su hija? 

-»Es que ya no se acuerda? Hace poco tiempo la trajimos aquí, casi totalmente ciega. Padecía una enfermedad en los ojos hacía cuatro 
años. Los médicos la daban por ciega y ella apenas si distinguía la luz de las tinieblas. Usted la bendijo, recitó las oraciones que usted 
sugirió en honor de María durante el tiempo establecido, esto es, desde Pascua hasta la Ascensión del Señor. Aquel día mi Rosa quedó 
perfectamente curada. Ahora hemos venido a dar gracias y entregar una pequeña limosna. Somos pobres jornaleros del campo y no 
podemos hacer más; pero conservaremos siempre el recuerdo de esta gracia tan grande. 
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VOLUMEN IX Página: 245 

A las cinco de la tarde volvían los alumnos al Oratorio de un hermoso paseo. Don Bosco había determinado que durante aquellos días 
salieran a pasear, si no había una razón especial que los retuviera en casa, para darles una distracción y apartarles de aquella confusión de 
gente que iba y venía, y para informarse de ellos reuniéndoles bajo la mirada de los asistentes. Unos subían a las colinas, otros iban a 
visitar la ciudad y el magnífico cementerio, éstos por los paseos fuera de las murallas, aquéllos a recorrer ((256)) las orillas del Po. Los 
mayores del colegio de Lanzo pidieron y consiguieron permiso para recorrer en barca el río. 

Don Bosco había dispuesto también que, durante los días siguientes, se les alegrara el tiempo no ocupado por las sagradas funciones, 
con entretenimientos académicos, gimnásticos, musicales y teatrales. 

A las seis de la tarde pontificó monseñor Ghilardi las vísperas, cantadas con música. Después de las mismas subió al púlpito el Obispo 
de Casale y pronunció su segundo discurso sobre la necesidad de la enseñanza católica en las escuelas. Demostró cómo tal enseñanza 
debe tener por base la dependencia del infalible magisterio de la Iglesia; y también esta vez acabó dirigiendo una conmovedora plegaria a 
María Santísima: 

«Bondadosos oyentes, roguemos fervorosamente a María Auxiliadora, en cuyo honor se ha levantado este nuevo y magnífico templo, 
que nos obtenga del Señor tan gran beneficio. 

»Sí, Virgen María, implorad las más ricas bendiciones para el reverendo fundador de la Pía Sociedad del Oratorio de San Francisco de 
Sales, que ha trabajado incansablemente en la construcción de este solemne monumento de religión, para aumentar el honor y dar mayor 
vida a su instituto, todo él dirigido a la cristiana instrucción y santa educación de la juventud católica. 

»Haced, oh gloriosa Madre de la Sabiduría, que su ejemplo sea lección saludable y poderoso estímulo para todos los maestros y 
educadores públicos y privados a fin de que, abandonadas las falsas máximas del siglo, ofrezcan una instrucción y una educación 
informada en la verdad y en el espíritu de nuestra sacrosanta religión. 

»Oh Reina Celestial amadísima Auxiliadora nuestra, sed generosa, socorriendo a maestros y discípulos, para que, ellos impartiendo y 
éstos recibiendo una instrucción y educación verdaderamente católica, formen juntos en la tierra el templo vivo del Espíritu Santo. Oh 
Inmaculada Madre de Dios y Madre nuestra, protegednos a todos, para que, adhiriéndonos constantemente a las máximas aprendidas 
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VOLUMEN IX Página: 246 

en la enseñanza católica y correspondiendo ((257)) siempre a las mismas con el afecto y las obras, podamos, después de acabar la mortal 
carrera, ser admitidos y formar parte con Vos en la feliz y gloriosa Jerusalén, por los siglos de los siglos. Así sea». 

Gracias sin cuento había ya concedido María a sus devotos y a los donantes para la construcción de su iglesia en Valdocco, y en 
aquellos días no sólo derramaba más abundantemente sus tesoros inagotables, sino que evidentemente, como madre ternísima, quiso 
glorificar a su Siervo de modo más claro y unir su nombre al suyo; los fieles adivinaron este misterio y llamaron a María Auxiliadora, la 
Virgen de don Bosco. 

Entró una paralítica en un carro, tirado por un borrico. Gritaba el carretero para lograr paso y acercarse a don Bosco. La gente no le 
dejaba avanzar y empujaba hacia atrás al borriquillo. Estaban ya a punto de llegar a las manos con el carretero. La enferma, que no podía 
moverse desde hacía mucho tiempo, impaciente por la tardanza, y viendo que era imposible adelantar, sin darse cuenta de ello, saltó del 
carro, se acercó a don Bosco entre la gente, y sólo cuando estuvo en su presencia advirtió que estaba curada. Sus gritos de maravilla eran 
repetidos por todos. Los padres, llorando de emoción, querían sacarla de allí. 

-íEstoy curada, estoy curada!, repetía ella sin cesar. 

-Ya lo vemos, le respondían; ívamos a casa! 

-No, replicaba la hija; antes quiero ir a dar gracias a la Virgen. 

Y entró en la iglesia. 

Escenas parecidas se renovaron durante los días siguientes y muchas otras veces en el transcurso de la vida del Venerable. 

El jueves, 11 de junio, tercer día del octavario y fiesta del Corpus, hubo desde la madrugada una gran afluencia de forasteros. 

El señor Obispo de Mondoví presidió la acostumbrada función de la 
mañana y dio su platiquita demostrando que la comunión frecuente es manantial inagotable de gracias celestiales. Después de ((258)) 
muchas razones presentó el ejemplo de Santa Catalina de Siena, la cual, sin saber leer ni escribir, sacó del Santísimo Sacramento una 
ciencia extraordinaria divulgada en cuatro gruesos volúmenes de sus obras. 

«La santa Eucaristía, dijo entre otras cosas, iluminó la mente de muchos sacerdotes e infundió valor en sus corazones para afrontar los 
más graves peligros en medio del mundo; prestó fuerza a los mártires en sus tormentos; dio constancia en el servicio divino a muchas 
vírgenes, que, renunciando al mundo, fueron a encerrarse en el claustro para consagrarse totalmente al Señor». 
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Las comuniones fueron aún más numerosas que en los días anteriores. En la comunión general participaron más de mil fieles. 

Por causa de la procesión solemne en la catedral, no hubo aquel día ninguna función religiosa desde las nueve de la mañana hasta las 
seis de la tarde. Gracias a ello, don Bosco tuvo comodidad para hablar con diversos forasteros, llegados a dar gracias a Dios por los 
beneficios recibidos o para suplicar a la Santísima Virgen que les auxiliase en las aflicciones que les atormentaban. La sacristía estuvo 
constantemente abarrotada de personas. Narraremos algunos de los muchos hechos que condujeron a los devotos a aquella solemnidad. 

A las diez de la mañana se presentó en la sacristía Luis Costamagna, hermano de don Santiago. 

-íHola, amigo! díjole don Bosco; »qué hay? 

-Vengo de Caramagna con mi esposa, para dar gracias a María Auxiliadora por un singular favor, debido a su intercesión. 

-»Y se puede saber cuál ha sido? 

-Claro que se puede saber; se lo cuento enseguida. Mi esposa estaba enferma hacía mucho tiempo y, pese a los cuidados de los médicos, 
se encontraba a punto de morir. Una noche, cerca de las once, parecía que iba a dar el último suspiro. Como ya no sabía qué hacer, le 
((259)) dirigí estas palabras: -«Anímate, encomendémonos a María. Si te curas, iremos a dar gracias a la iglesia nueva que se construye en 
Turín y llevaremos una limosna». Sin decir palabra, la enferma inclinó la cabeza indicando que aprobaba mi proposición. íQué maravilla! 
Pocos minutos después, mi esposa recobró el habla, comenzó a mejorar, y en pocos días se encontró perfectamente curada. Ahora hemos 
venido a Turín para cumplir nuestra obligación, es decir, para recibir la sagrada comunión en la nueva iglesia y hacer un donativo según 
nuestra condición. 

-»Podréis darme por escrito lo que me habéis contado? 

-Aquí está, lo tenía preparado. En él están expuestos los detalles de la enfermedad; puede publicarlo, si a usted le place, para gloria de 
Dios y honra de la bienaventurada Virgen María. 

Mientras hablaba Costamagna con don Bosco, presentóse ante el Venerable un pobre hombre que llevaba a un niño de la mano y, sin 
más preámbulos, le dijo: 

-Vengo de Bra para dar gracias a la Virgen Auxiliadora. Mi hijo casi había perdido la vista. Los más famosos médicos no sabían qué 
sugerirme; he hecho la novena con promesa de venir a cumplir mis devociones en esta iglesia y aquí estoy para ello, puesto que mi hijo 
curó del todo. íMírelo, qué bien está y qué limpios tiene los ojos! 
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VOLUMEN IX Página: 248 

Una señora de Milán le interrumpió diciendo: 

-íAlabado sea Dios y bendita la Santísima Virgen! Mi hijo sufría, hace años, una gangrena atroz en una mano y se ha curado. Los 
médicos tenían pocas esperanzas de curación, ni con la amputación del brazo. Usted le bendijo, hicimos la novena a María Auxiliadora y 
mírelo ahora. Aún se ven las profundas cicatrices que certifican ((260)) la gravedad del caso, pero está perfectamente curado. Conmigo 
han venido otras personas para manifestar nuestro agradecimiento a la bienaventurada Virgen María. 

En aquel instante se armó cierto alboroto. Querían hablar a la vez desde varios sitios, y don Bosco sólo pudo recoger las afirmaciones 
de algunos. 

-Yo, decía uno que se llamaba Fea..., vengo de Carignano para dar gracias por la inesperada curación de mi madre. 

Otra, Lucía Berruto, le interrumpió diciendo: 

-Yo vengo de Chieri y traigo conmigo una relación escrita con pequeñas limosnas de varias personas, que agradecen a María 
Auxiliadora la curación de los males que sufrían. Yo padecía una peligrosa hinchazón en los pies, hice la novena a María Auxiliadora y 
estoy perfectamente curada. 

-Yo también, añadió otra joven, he venido de Chieri por el mismo motivo. Me llamo Adelaida y me he curado de agudos dolores de 
cabeza y de estómago, que me pusieron al borde de la tumba; viví quince días sin tomar más que agua. María Auxiliadora me ha obtenido 
la curación. 

Mientras sucedía todo esto, ocurrió un hecho que interrumpió toda conversación. Una desdichada joven, de unos veinte años, había sido 
conducida hasta allí con la esperanza de que curara de una parálisis, por la que tenía como muerto un brazo y la mitad del cuerpo. Entre 
un hermano y su madre la llevaron a una habitación cercana, donde, como pudo, se arrodilló invocando entre lágrimas la ayuda de la que 
la Iglesia proclama Auxilio de los Cristianos. Rezaron unas oraciones los circunstantes, don Bosco la bendijo y se renovaron las 
plegarias. Mientras todos, llenos de fe, pedían gracia y misericordia, la paralítica empezó a mover la mano y después el brazo. De tal 
suerte se conmovió que gritando: -íEstoy curada!-cayó por tierra desvanecida. La madre y el hermano la sostuvieron, la animaron y le 
ofrecieron una bebida. La paralítica recobró el uso de los sentidos y quedó perfectamente ((261)) curada del mal que desde hacía cuatro 
años la tenía inmóvil. Resulta fácil imaginar las voces de admiración y agradecimiento que se elevaban por todas partes. 
248 

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VOLUMEN IX Página: 249 

Sin decir una palabra más, los parientes de la enferma entraron en la iglesia y, después de algunas oraciones, salieron; la afortunada 
joven, llena de alegría, subió por sí misma al cochecito y partió con sus parientes. 

En aquel instante aumentó la confusión: por todas partes se pedía a don Bosco una bendición especial, mientras otros le querían contar 
lo que les había sucedido y hacer donativos por gracias recibidas. 

Por esta razón no se pudo tomar nota de muchos hechos y ni siquiera apuntar el nombre de las personas a quienes se referían. 

A las cuatro de la tarde se celebró una academia músico-literaria en honor de María Auxiliadora. Asistían muchísimos invitados. 
Abrióse el acto con una marcha triunfal, compuesta por el maestro De-Vecchi, con la letra de un himno titulado: Recuerdo de la victoria 
de Lepanto, que cantaron con entusiasmo los alumnos de los colegios de Mirabello y Lanzo. Después del himno, se leyeron y declamaron 
unas composiciones de ocasión, que se conservan en los archivos, dignas de ser impresas, y nos duele no poderlas reproducir para no 
resultar demasiado prolijos. Nos limitamos a presentar a los lectores la canción recitada por el sacerdote José Elice de Loano, famoso 
improvisador. 

A MARIA AUXILIADORA 

I 

A Ti, Reina del Cielo, que del pueblo
cristiano eres potente
Auxiliadora, y fundamento firme
de la Iglesia de Dios, este preclaro
monumento por su arte y su estructura,
a Ti va a dedicarse:
y hoy, que al culto divino y los Misterios
((262)) de la Fe se inaugura, entre devotos
himnos sagrados, cánticos y ofrendas
sinceras y piadosas,
en un rito solemne y majestuoso
que, oficiado por el Pastor y Padre,
es más augusto y santo,
íoh, cuán dulce resuena
tu Nombre, y con guirnaldas
de alabanzas se ciñe y se corona!


II 

Con alma agradecida se te rinde
obligado tributo:


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VOLUMEN IX Página: 250 

pues, si aquí se alza la admirable mole
que el pueblo de Turín feliz aplaude,
a sólo Aquel que puede cuanto quiere
y a Ti, María, se debe.
Tú, en la idea del Hijo omnipotente,
descubriste el proyecto y lo copiaste
fielmente, y por un ángel luego hiciste
esculpir en la mente de tu apóstol,
y tiene tal deseo de ensalzarte
que él, amado, te ama;
en cuyo corazón arde la llama
del amor más sincero.
Mas sólo al clero hostil
admira el grupo de los descontentos.


III 

Todo el que ignora tu poder, María, 
pensó que era locura 
esta empresa ciclópea que exigía 
un inmenso caudal de plata y oro; 
y hubo almas pías que hasta la tacharon 
de inútil osadía; 
en tan míseros tiempos de angustiosa 
necesidad, cuando arde contra Cristo 
y su Iglesia implacable y dura guerra, 
»cómo llevar a cabo 
empresa tan grandiosa? »Lo podrá 
un pobre sacerdote? 
»De qué sirve tener una alma grande 
cuando los medios faltan? 
Sin un milagro auténtico 
imposible llegar a feliz término. 

((263)) IV 

Y Tú, a quien Dios su omnipotencia dio,
Inmaculada Madre,
hiciste el gran prodigio, y lo vocean
tanto el creyente fiel como el profano,
que sólo cree en el hombre y en las obras
de su trabajo y ciencia.
Del más seco peñasco brotó un día
la más preciosa y límpida corriente,
y se cubrió de flores la infecunda
tierra de áridos troncos.
Pues este augusto Templo ahora renueva
el antiguo milagro;
nacido de la nada, he ahí sus torres
cual de un palacio regio


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VOLUMEN IX Página: 251 

mostrando la sublime
concepción de tu siervo bueno y fiel.


Quien en el Vaticano el solio tiene,
Maestro de la Fe,
de caridad portento y fortaleza,
tendió la sacra y poderosa mano
pronta a ser liberal y a bendecir,
pues comprendió tu anhelo.
De tu gloria el amor lo convenció
de tal manera que para aumentarla
y hacerla más radiante, la más bella
gema engastó en tu fúlgida corona
al anunciar al mundo
tu Inmaculada Concepción, y el gozo
más alto lo embargaba
al oír el aplauso universal
por el dogma que el Cielo le dictó.


VI 

Este Templo a tu Nombre dedicado,
oh Inmaculada Madre,
él promovió y bendijo: -y fue la chispa,
que prendió el vasto incendio del amor.
Pródigas almas inflamó este fuego
de Fe sólida y viva;
corazones de Dios enamorados
((264)) abrieron sus escriños generosos
y a manos llenas su oro Te ofrecieron.
Anotadas por ángeles
en inmortales páginas sus dádivas
sagradas, oh María, Tú proteges
a tus fieles fervientes amadores,
y en tu materno corazón grabado
tienes su nombre y su encendido amor.


VII 

Faltar no pudo al óbolo del pobre
que en su rincón humilde,
cual si fuera un palacio de oro regio,
entró el anuncio del proyecto santo.
Y, en porfía de amor desenfrenada,
todos a una acudieron.
Y a sentirse llegó como vergüenza
que se dijera: «íCuando todo el mundo
aportó su ladrillo, yo no quise


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VOLUMEN IX Página: 252 
llevar el mío al Templo de María!» 
íQué milagro de unión de sentimientos! 
Asombradas las gentes 
gritaban por doquier: íAún está viva 
la Fe de nuestro pueblo 
que se burla de la ira del infierno 
y crece y se hace cada vez más fuerte! 

VIII 

Oh Señora divina,»no es acaso éste el triunfo evidente de tu poder, que aplasta la cabeza 
a la antigua serpiente, y a sus hijos, 
que a Cristo y al Eterno desafían 
en combate feroz? 
La misión celestial prosigue, oh Madre; 
pues el Reino de Dios, única fuente 
del verdadero bien, tendrá su imperio . 
siempre envidiado en ésta 
tu tierra predilecta; y cual se aplaude 
con himnos y alabanzas 
hoy a tu Nombre en este lugar santo, 
así se eleve el canto 
magnífico y solemne 
y perdure en tu honor sacro y perenne. 

((265)) IX 

Pues Tú en el Cielo aún eres propicia 
al que te invoca y honra; 
que «en Ti misericordia, en Ti piedad, 
»en Ti magnificencia, en Ti se junta 
»cuanto hay en lo creado de bondad», 
y jamás quedará sin tus favores 
el alma a la que cubra 
la sombra de tu manto, y la cobije 
hasta arribar a la eternal orilla 
y a tu lado, oh María, esté segura; 
oh, derrama tus dones más preciados 
sobre los corazones generosos 
que han fomentado esta gloriosa obra; 
vean cumplidos todos 
sus deseos, que tienden 
al verdadero bien, a Dios, al Cielo. 

X 

Extiende, pues, tu manto protector 
sobre estos venerandos 
prelados, inflamados en el celo 

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de tu gloria y a quienes
se debe el brillo y esplendente luz
de esta solemnidad.
Tú contra el cruel odio,
que al ministerio episcopal execra
y se mofa el mordaz siglo malvado
del Señor su enemigo y de su Cristo,
hazlos firmes cual torre
que nunca agita el vendaval furioso.
Renueva los antiguos
portentos, Madre, y sé también en esta
época en que la fe se ve atacada
el auxilio y la ayuda
de tu pueblo cristiano y de la Iglesia.


XI 

Y al que con tanto amor se estima y se le aprecia donde haya un corazón
que palpite en el pecho, a quien se debe
la mayor alabanza, pues que vemos
crecer la juventud que en una edad
tan frágil aún cree y reza;
a él, que ideó el bellísimo proyecto
((266)) del sacro monumento, y tan solícitos
cuidados lo ocuparon que hoy
perfectamente el fin contemplamos,
bendícelo, Piadosa, y guíalo;
manantial de favores,
por Ti alcance merced y bendición
su sociedad cual prenda
que le preparas en el Reino eterno. 
1


Después de estas lecturas, para mayor estímulo y emulación, hubo solemne distribución de premios para los alumnos del Oratorio de 
Turín y de los colegios de Lanzo y Mirabello, que más se habían distinguido por su buena conducta. Cerróse el acto con unas amenas 
representaciones musicales y teatrales, compuestas por don Santiago Costamagna. 

A las seis, el Obispo de Mondoví pontificó en las vísperas, y monseñor Balma, Obispo de Tolemaida, pronunció un docto, interesante y 
conmovedor discurso sobre María Santísima. Habló de su 

1 Hizo la traducción el poeta Rafael Alfaro SdB. (N. del T.) 
253 

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grandeza, adornada con muchísimas figuras del Antiguo Testamento y narró cómo, a lo largo de los siglos, fue siempre entre los 
cristianos razón de consuelo y veneración. Monseñor Ghilardi impartió la bendición con el Santísimo. 

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((267)) 

CAPITULO XXII 

CUARTO DIA DEL OCTAVARIO -MONSEÑOR BALMA PONTIFICA LA MISA SOLEMNE -DONATIVO DE UN MENDIGO 
UN CORAZON DE PLATA POR UNA GRACIA RECIBIDA -OTRA CURACION -MONSEÑOR ROTA ESCRIBE A DON BOSCO 
QUE NO PUEDE IR A LA FIESTA POR HABER LLEGADO A GUASTALLA EL HEREJE GAVAZZI CON LA IDEA DE 
PREDICAR -EL OBISPO DE SALUZZO OFICIA DE PONTIFICAL EN LAS VISPERAS: PREDICA EL OBISPO DE MONDOVI 
QUINTO DIA DEL OCTAVARIO -LLEGADA AL ORATORIO DE LOS CABEZAS DE FAMILIA DE MORNESE Y RELACION 
DE LAS GRACIAS QUE LES HA CONCEDIDO MARIA AUXILIADORA -MONSEÑOR GASTALDI CELEBRA LA MISA 
PONTIFICAL -REPRESENTACION TEATRAL POR LOS ALUMNOS -EL OBISPO DE MONDOVI OFICIA LAS VISPERAS DE 
PONTIFICAL: PREDICA MONSEÑOR GASTALDI -IMPRESIONES EXPERIMENTADAS POR UNA NOBLE DAMA -DON 
BOSCO DISTRIBUYE MEDALLAS CONMEMORATIVAS; NOMBRES DE BIENHECHORES A QUIENES SE LES DIERON; 
AGRADECIMIENTO DEL CARDENAL ANTONUCCI -SEXTO DIA DEL OCTAVARIO -MONSEÑOR GALLETTI CELEBRA 
LA MISA SOLEMNE CON LA IGLESIA COMPLETAMENTE LLENA: SUBE AL PULPITO EL OBISPO DE MONDOVI 
CAUSAS DE LA EXTRAORDINARIA CONCURRENCIA -ALGUNAS RELACIONES DE GRACIAS OBTENIDAS -EN LAS 
VISPERAS PONTIFICA MONSEÑOR GALLETTI; PREDICA MONSEÑOR GASTALDI -EJERCICIOS GIMNASTICOS EN EL 
PATIO 

EL día 12 de junio fue el cuarto del octavario; como era viernes, hubo más calma y se pudieron celebrar las funciones con más 
regularidad. El Obispo de Mondoví dio la comunión general, a la hora acostumbrada. Pronunció antes una tierna plática, demostrando la 
gran ((268)) satisfacción que deben experimentar los cristianos cuando se reúnen para recibir el divino cuerpo del Señor. 

La misa solemne fue oficiada pontificalmente por monseñor Balma, asistido por los párracos de la ciudad, representados por el teólogo 
Gattino, párroco de Borgo Dora; el teólogo Ponzati, párroco 
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de San Agustín; el teólogo Bruno, párroco de los Santos Mártires; el padre Carpignano, párroco y superior de San Felipe, y el teólogo 
Trucchi, párroco de la Anunciación. 

Fue también un día memorable, dados los muchos sucesos particulares que vamos a exponer brevemente. Entre otros, está el de un 
mendigo. Vino a la iglesia, recibió los santos sacramentos y asistió a las funciones sagradas; pero se le veía muy angustiado por no 
hallarse en condiciones de entregar un donativo para la nueva iglesia. Inspiróle el Señor un medio y lo aceptó. Salió de la iglesia, fue de 
puerta en puerta pidiendo y logró reunir diez céntimos. Volvió a la iglesia, rezó y después, muy conmovido, entró en la sacristía, 
diciendo: 

-He juntado estos diez céntimos que constituyen todo mi haber. Los entrego para la iglesia. No puedo hacer más, pero vuelvo de nuevo 
a ella para pedir a Dios que inspire a otros para que hagan donativos mayores. 

Pocos momentos después llegó una señora con un corazón de plata. 

-He prometido, dijo, un corazón de plata a María Auxiliadora, si obtenía la gracia y la he conseguido plenamente. 

-»Y qué gracia ha sido? 

-Me caí hace poco en una calle de la ciudad, me pasó un coche por encima y me destrozó las piernas. Los médicos me atendieron 
mucho; pero, al cabo de unas semanas, unánimemente me dijeron que, dada mi edad de setenta y seis años, no podían asegurarme la 
curación. «»No hay ningún remedio?», pregunté al doctor. «No hay más remedio que un milagro del Señor», respondió. Entonces me 
encomendé con fe a María Auxiliadora; hice una ((269)) novena y en poco tiempo quedé perfectamente curada: la Virgen ha obrado un 
verdadero milagro. Ahora camino libremente y, agradecida, cumplo mi obligación. Quien desee saber mi nombre que lo lea detrás del 
corazón que ofrezco: Ana Caniparo, de setenta y seis años. 

Telegrafiaba al mediodía a don Bosco monseñor Pedro Rota, que debía llegar para tomar parte en las funciones sagradas: 

«El hereje Gavazzi ha llegado a Guastalla para predicar la impiedad; queda suspendido mi viaje; rogad a María Auxiliadora que nos 
libre de esta desgracia». 

Ante esta noticia se hicieron públicas plegarias en la nueva iglesia y la Santísima Virgen las oyó. Gavazzi intentó predicar, pero no 
pudo. Desafió al Obispo y a otros para una discusión, que aceptaron. Pero él, temiendo fracasar públicamente, buscó pretextos para 
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renunciar a ella. El público se indignó y el famoso Gavazzi tuvo que escapar a toda prisa de la ciudad, sin que hubiera que deplorar las 
tristes consecuencias y los graves daños por él ocasionados en otras localidades. De este modo se confirmaba con los hechos lo que canta 
la Iglesia Católica en honor de la Santísima Virgen: Cunctas haereses sola interemisti in universo mundo! (Tú sola destruíste todas las 
herejías en el mundo) 

Después de la comida, para variar el recreo de los muchachos, se rompieron ollas llenas de golosinas y los alumnos de retórica fueron a 
visitar el museo de Historia Natural, el Egipcio y el de Armas antiguas. 

Entre los muchos que acudieron aquel día a dar gracias a la Virgen por favores recibidos estuvo un tal Juan Pinelli, de Avigliana. 

-Mi hijo, dijo, fue atacado por una tos pertinaz, que parecía amenazar su vida. Después de unos meses, creyeron los médicos que le 
afectaba a los pulmones y, por tanto, que era propenso a una verdadera tisis. Sin esperanza en la ciencia humana, acudí a la que cada día 
llamamos Auxilio de los Cristianos y, a ejemplo de algunos paisanos míos, hice una novena con una promesa. Aún no había terminado la 
novena ((270)) y mi hijo estaba curado. Nótese, además, que padecía otras incomodidades y todas desaparecieron durante la afortunada 
novena. 

A las seis de la tarde, pontificó monseñor Lorenzo Gastaldi en las vísperas y en la bendición, y predicó el Obispo de Mondoví, quien 
habló en términos adecuados de los grandes tesoros que se hallan en la Iglesia de Jesucristo y de los estrepitosos milagros que 
continuamente se realizan. 

«En la Iglesia Católica, dijo, se han renovado de forma mucho más perfecta y sublime los milagros obrados por Dios en los lugares más 
célebres del Antiguo y del Nuevo Testamento, como son el Paraíso terrenal, el arca de Noé, el templo de Salomón y toda Palestina, 
especialmente en los tiempos del Salvador. Pero, »qué son estas maravillas comparadas con las que nosotros vemos cumplirse cada día en 
la Iglesia de Jesucristo y especialmente en la administración de los santos sacramentos?». 

Concluía animando al fiel cristiano a mantenerse valerosamente, a costa de cualquier sacrificio, en el regazo de esta santa Madre 
Iglesia, mientras viva sobre la tierra, como único medio para asegurarse la suma felicidad preparada en el cielo. 

Las funciones del sábado 13 de junio, quinto día del octavario, las inició el Obispo de Mondoví, que celebró la misa de comunión 
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general e hizo una corta plática en la que demostró cómo los hombres poseen un medio eficacísimo para aplacar a Dios con la ofrenda de 
Jesús Sacramentado. 

«El corazón de Jesús, decía, es mucho más querido por el Eterno Padre, que el corazón de todos los hombres juntos. Esta ofrenda es tan 
grande, que el Eterno Padre no podría exigir una mayor». Desarrolló estos pensamientos apoyándose en la autoridad de los libros 
sagrados y de los santos Padres, con semejanzas y ejemplos análogos. 

Por la mañana llegaron, procedentes de Mornese, cuarenta padres de familia, con el Alcalde a la cabeza y don Domingo Pestarino, en 
representación del párroco; venían como delegados para presentar los obsequios del pueblo y dar gracias a María por los beneficios 
((271)) recibidos de Ella. Su aparición en el Oratorio sorprendió a todos. Unos llevaban una gran gorra encarnada a la cabeza; otros, un 
sombrero de ala muy ancha; algunos vestían calzón corto y jubón y otras prendas a la antigua usanza; pero todos, amables y garbosos. 

Se presentaron a don Bosco. Don Domingo Pestarino, intérprete del pensamiento de todos, pronunció este discurso ante respetables y 
autorizados personajes: 

«No os asombréis, señores, al ver aquí reunidos a estos representantes del pueblo de Mornese. Si no lo hubieran impedido las faenas del 
campo, probablemente habrían venido todos sus habitantes. Estos, pues, representan a cuantos se quedaron en sus casas. Nuestro objeto 
es dar gracias a la Virgen Auxiliadora por los beneficios recibidos. María es para nosotros un nombre grande. Oíd: hace dos años, muchos 
jóvenes de nuestro pueblo, que debían partir para la guerra, se pusieron bajo la protección de la Santísima Virgen y se colgaron al cuello 
la medalla de María Auxiliadora. Fueron, afrontaron valerosamente toda suerte de peligros, y ni uno solo cayó víctima de aquel azote del 
Señor. Además, los pueblos vecinos sufrieron los estragos del pedrisco, la sequía y el cólera, y nosotros quedamos indemnes. Bendecidos 
por Dios y protegidos por la Santísima Virgen, hemos tenido el año pasado tan abundante vendimia como no se había visto en muchos 
años. Este año sucedió algo que parece increíble a los mismos que fueron testigos. Cayó una granizada espesa y gorda por todo nuestro 
término y pensábamos que la cosecha había sido destruida por completo. En todas las casas, se invocaba el nombre de María Auxiliadora; 
como la granizada duró más de quince minutos, quedó el terreno blanco, como cuando nieva mucho en el invierno. 
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»Encontrábanse allí por casualidad unos forasteros y, al ver la consternación reflejada en todos los rostros, decían con malicia: 

»-Id a María Auxiliadora y que os devuelva lo que se ha llevado el pedrisco. 

»-No habléis así, respondióles uno seriamente: María nos ayudó el año pasado, y ((272)) le estamos agradecidos por ello; si este año 
continúa favoreciéndonos, habrá un motivo más para nuestro agradecimiento. Mas, si Dios nos creyera dignos de castigo, diremos con el 
santo Job: Dios nos lo ha dado, Dios nos lo ha quitado, bendito sea siempre su santo nombre». 

«Mientras así hablaban en la plaza del pueblo, apenas pasada la granizada, llegó uno de los principales terratenientes del pueblo 
jadeando y gritando en alta voz: 

»-Amigos, hermanos, no os acongojéis; el granizo cubrió nuestros campos, pero no hizo ningún daño. Venid a ver cuán grande es la 
bondad del Señor. 

»Imaginad lo aprisa que corrieron para ver sus tierras, sus prados, sus viñas, que encerraban los tesoros y recursos de cada familia. 
Vieron que era cierto lo que había dicho el amigo, y todos ensalzaban el nombre de la Santísima Virgen Auxilio de los Cristianos...» 

«-Yo mismo, interrumpió uno al buen sacerdote, yo mismo, en una tierra mía, vi el granizo alrededor de los tallos de maíz haciendo una 
especie de círculo; pero las plantas no habían sufrido ningún daño. 

«Es voz común, continuó diciendo el mencionado sacerdote, que la granizada no sólo causó daño al campo, sino que lo benefició, 
puesto que nos libró de la sequía que amenazaba nuestras tierras. Después de tantas pruebas de bendición, »puede haber un mornesino 
que no busque el modo de profesar el más profundo reconocimiento a María? Mientras vivamos, recordaremos tan grandes favores y 
tendremos una gran satisfacción siempre que podamos venir a esta iglesia a traer la ofrenda del agradecimiento y elevar una oración de 
gratitud a la bondad divina». 

Aquéllos devotos embajadores cumplieron su misión de forma edificante. Confesaron, comulgaron y asistieron a los actos religiosos del 
sábado, domingo y lunes hasta mediodía. A esta hora se reunieron, y ((273)) dejando en el Oratorio un luminoso ejemplo de religiosidad 
y buena educación, con la alegría en el corazón y la sonrisa en los labios, volvieron al seno de sus familias. 

A las diez, celebró monseñor Gastaldi la misa pontifical, asistido por el canónigo None, párroco del Corpus Christi; el teólogo Peirani, 
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párroco de la Gran Madre de Dios; el teólogo Arpino, párroco de San Pedro y San Pablo; el teólogo Lotteri, párroco de Santa María de la 
Plaza; y el sacerdote Juan Bonetti, director del seminario menor de Mirabello, que sustituía al párroco de Santa Teresa. 

Después del recreo del mediodía, hubo teatro con gran satisfacción para los alumnos. Se representó la comedia El ratero y hubo en los 
entreactos canciones y declamación de amenas poesías piamontesas. 

A las seis de la tarde, pontificó las vísperas el Obispo de Mondoví y predicó monseñor Gastaldi. Comenzó éste exponiendo su asombro 
al contemplar la nueva iglesia dedicada a la gran Madre de Dios, en aquel lugar antes baldío. Contó después brevemente la historia de los 
oratorios festivos y de la casa de Valdocco, que él mismo vio nacer y crecer ante sus ojos. Describió a continuación la finalidad de los 
oratorios y de la casa aneja y habló luego de la necesidad de educar religiosamente a la juventud, educación que sólo puede dar la Iglesia 
Católica. Finalmente alentó a los colaboradores a continuar su obra y animó a la extraordinaria muchedumbre de oyentes a sostener y 
promover esta institución que les acarrearía la bendición de Dios y la gratuidad de los hombres. 

Se terminó la jornada con la bendición del Santísimo Sacramento, impartida solemnemente por el Obispo de Mondoví. 

Entre tanto, aquellos señores que, después de haber asistido algún día a las fiestas, habían vuelto a sus ciudades, no salían de su 
admiración por cuanto habían visto y por las atenciones de don Bosco. 

Desde Milán escribían al caballero Oreglia la siguiente carta: 

((274)) Milán, 13 de junio de 1868 

Muy apreciado Caballero: 

Apenas llegada a Milán, me siento en la obligación de dirigirle estas líneas para agradecer de corazón, tanto a usted como al M. R. don 
Bosco, su bondad y las atenciones que me dispensaron. 

Le aseguro que conservaré siempre el más grato recuerdo de los hermosos días ahí pasados, en la bonita ocasión de la inauguración del 
magnífico templo dedicado a María Auxiliadora. Me haría un gran favor, si pudiera enviarme, por medio de don Pablo Brambilla, 
portador de la presente, una medalla conmemorativa de la fiesta, de las que tienen grabada la fecha de la inauguración y la fachada de la 
iglesia, ya que me he dado cuenta de que las medallas que ayer me regaló don Bosco, no son de éstas, sino sencillamente de la Virgen. 

Le incluyo dos liras para la celebración de una misa, según la intención de mi hijo, que se encomienda particularmente a sus oraciones 
y a las de don Bosco. Lo 
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que también hago yo nuevamente para mí y para toda mi familia, según nuestras intenciones. 

Presente los más respetuosos saludos a don Bosco, a quien nuevamente ofrezco siempre y para todo mis servicios, feliz si pudieran serle 
de alguna utilidad... 

Condesa TERESA BOLOGNINI DAL-VERME 

La medalla conmemorativa de la gran solemnidad medía más de cinco centímetros de diámetro. Llevaba en una cara la imagen de María 
Auxiliadora, con la inscripción Maria Auxilium Christianorum, ora pro nobis -Turín año MDCCCLXVIII; y en la otra, muy bien 
grabada, la fachada del nuevo templo. Ya antes había dicho don Bosco a don Pablo Albera: 

-Acuñaremos una medalla conmemorativa de la consagración del santuario y pienso escribir en ella: Totum nos Deus habere voluit per 
Mariam! (Dios quiso dárnoslo todo por medio de María). 

Tenemos una lista, escrita por el mismo don Bosco, de aquellos a quienes entregó o envió dicha medalla. Los nombres están 
seguramente por orden de entrega o de envío. 

Canónigo Bermudi, Vicario General de Fossano -Canónigo Oreglia -Doña Cristina Pittatore -Señorita Celebrini -Condesa Camburzano 
-Abad Bernardi, Pinerolo -Don Bourlot y sus compañeros, Fenestrelle -((275)) Rector del Seminario de Novara -Señor Obispo de Novara 
-Obispo de Casale -Condesa Callori -Monseñor Gastaldi -Monseñor Galletti -Monseñor Ghilardi -Monseñor Rota -Monseñor Balma 
-Señorita Prato -Señorita Teresa Vallauri -Don Pedro Vallauri -Duquesa Melzi-Sardi -Duque Scotti-Melzi -Duque Tomás Scotti -Conde 
Juan Melzi -Condesa Teresa Dalverme -Bianchi Ghinsalvi -Princesa Viano -Princesa Aldobrandini -Cardenal Consolini -Monseñor 
Roncetti -Comendador Angelini -Monseñor Cretoni -Cardenal Berardi -Cardenal Bernabó -Marquesa Baviera -Padre Abad de los 
Antonianos -Pardini -Monseñor Ricci -P. Passeri -Tancioni, hermano Rector Propaganda -Monseñor Anivitti, Director del periódico La 
Virgen -Don Pedro Avanzini -Cardenal Antonucci Ancona -Monseñor Asinari, Arzobispo -Cardenal Amat -Condesa Antonelli Folchi 
-Señores hermanos Aicardi -Princesa Borghese -Príncipe y Princesa Barberini -Monseñor Bartolini -Monseñor Badía -Señora Busiri 
-Abogado Bertinelli -Canónigo Bertinelli -Cardenal Bofondi -Cardenal Bizzarri -Cardenal Borromeo -Cardenal Billio -Condesa 
Connestabile -Marquesa Cavalletti -Baronesa Cappelletti -Cardenal Clarelli -Monseñor Carones -Monseñor Colombo -Droguero Centi 
-Monseñor de Merode -Cardenal Di Pietro -Condesa De Maistre -Duquesa Sora -Condesa Folchi Cavalletti -Señora Fattori -Monseñor 
Frateiacci -Monseñor Folicaldi -Sor Galeffi -Cardenal Guidi -Monseñor Greol-Delveata -Caballero G. Ughi -Señora Lunati -Señor 
caballero Focardi -Condesa Melingen -Marquesa Marini -Monseñor Herby -Conde Macchi -Cardenal Milesi -Monasterio Filipenses 
-Monasterio Trinidad de los Montes -Monasterio de Santa Rufina -Sor G. Vitelleschi -Monseñor Negrotto -Princesa Orsini -Princesa 
Odescalchi -Marqués Juan 
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Patrizi -Monseñor Pacca -Cardenal Roberti -D. Roggeri -Príncipe Ruspoli -Príncipe Falconieri -Duque Salviati -Monseñor Svegliati 
-Cardenal Sacconi -Condesa Vinci -Marquesa María Vitelleschi -Marquesa Clotilde Vitelleschi señor Salvador Vitelleschi -Señora Rosa 
Mercurelli -Padre Dominico Mercurelli -Padre General de los Dominicos. 

Tenemos una carta de respuesta al obsequio de don Bosco: 

Muy querido don Bosco: 

Le agradezco de todo corazón la medalla que ha tenido a bien enviarme, en su carta del 16 del corriente, como recuerdo de la nueva 
iglesia que nuestra madre María Auxiliadora ha hecho construir en su honor casi milagrosamente, merced a su celo por la mayor gloria de 
Dios. 

La fachada, que presenta la medalla, es muy hermosa y el interior será ciertamente mejor; si las circunstancias de los tiempos y las mías 
particulares lo permitieran, haré con gusto una visita. 

((276)) Me encomiendo a sus fervorosas oraciones y créame siempre con sincero cariño y adhesión. 

De usted, queridísimo don Bosco, 

Ancona, 27 de agosto de 1868. 

Afmo. de todo corazón
» A. B. Cardenal ANTONUCCI, Arzob.


El domingo 15 de junio, sexto día del octavario, apenas se abrió la iglesia, se llenó de fieles. A las seis empezó la misa monseñor 
Ghilardi y pronunció en ella la acostumbrada plática. 

«En la santa misa, dijo, se ofrece al Eterno Padre en todas las partes del mundo y a todas las horas del día, la Sangre de Jesucristo, 
sangre que solamente vale para mitigar su justo enojo y resarcirle de todas las injurias y ultrajes que causan los hombres a la Suprema 
Divina Majestad». 

Concluyó, después, animando a todos a renovar frecuentemente la intención de participar en las misas que se celebran en toda la 
cristianidad. Finalmente, distribuyó la sagrada comunión durante más de una hora. 

A las diez y media celebró la misa solemne monseñor Galletti, asistido por los Rectores de Obras Pías, representados por los sacerdotes 
Santiago Bosco, Rector del Monasterio de las Religiosas de San José; teólogo Fissore, Rector de la Obra de San Miguel, llamada 
Maternidad; José Sierra, Director del Monasterio de las Adoratrices Perpetuas; teólogo Rondo, Rector del Asilo de Virtudes; don Juan 
Giacomelli, Rector del Hospitalillo de Santa Filomena. 
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Terminada la misa, la iglesia siguió aún más repleta de gente que antes. Entonces el Obispo de Mondoví subió de nuevo al púlpito y 
pronunció una emocionante y fervorosa plática. 

«No me maravillo, comenzó diciendo, de que tan gran multitud, de toda edad, sexo y condición, se detenga en esta iglesia como si no 
acertara a alejarse de su Madre María». 

Y pasó a tejer la historia de la ((277)) gran devoción que en todos los tiempos profesaron los turineses a María y cómo esta madre, por 
su parte, correspondió con una serie ininterrumpida de gracias espirituales y materiales. Siguió después hablando de las grandezas de 
María, como madre del Verbo Divino, como hija del Eterno Padre, como esposa del Espíritu Santo y concluyó diciendo que podemos 
recurrir a ella como a madre que puede y quiere conceder abundantemente sus divinos tesoros. 

Añadió finalmente el modo con que los hijos de María pueden asegurarse la continuación de los mismos beneficios tan necesarios para 
la vida presente y la futura. 

La razón de tan extraordinaria concurrencia a una iglesia recientemente consagrada al culto divino era múltiple. Las funciones y 
sermones de obispos conocidos y renombrados por la predicación; ser día festivo, que permitía asistir a obreros y agricultores; la 
repetición que se hacía aquel día de la música a toda orquesta y coros de la antífona Sancta María y del Tantum Ergo, habían estimulado 
el deseo general. 

Añádase la voz, cada día más difundida, de que la Santísima Virgen, en una solemnidad tan grande, concedía gracias especiales, como 
en realidad muchos andaban contando. No pocos iban para agradecer a Dios las gracias recibidas y generalmente procuraban llevar con 
ellos a otros parientes o amigos. Por estas razones, veíanse reunidos diversos personajes ilustres, procedentes de Turín, Milán, Venecia, 
Bolonia, Florencia, Roma, Nápoles y otras ciudades. La iglesia quedó literalmente abarrotada de gente durante todo el día. Hubo un 
momento en el que los de dentro no podían salir y los de fuera no podían entrar. 

Hubo muchos hechos aquel día que se atribuyeron a gracias recibidas; mas, como la mayor parte eran de orden espiritual, no fueron 
publicados; otros eran de orden material, pero las personas interesadas deseaban, por justos motivos, que no se hablara de ellas. 

Creemos, conveniente sin embargo transcribir aquí algunos relatos. 

((278)) Una persona de Chieri, muy respetable y digna de fe, hizo 
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unos donativos y expuso ampliamente lo que nosotros reducimos a unas líneas. 

Vicente Destefanis, de Chieri, atormentado durante siete meses por una fuerte enfermedad a los ojos, tenía ya tan disminuida la visión 
que temía perderla y quedarse ciego. Iba de mal en peor, cuando una persona le aconsejó que se encomendara a la Virgen Auxiliadora de 
los Cristianos. Al mismo tiempo le indicaron unas oraciones para recitar todos los días durante determinado tiempo. Lleno de confianza, 
empezó a hacerlo con toda el alma y enseguida advirtió que disminuía notablemente su mal, tanto que, aún no había terminado el día 
señalado, cuando podía decirse que estaba completamente restablecido. 

Una viuda de Chieri, Josefa Vitrotti, hacía varios meses que tenía una especie de tumor en un carrillo. Muchos médicos, después de 
haber probado todos los medios que conocían, declararon que el mal era incurable. Su sobrina, Josefa Gastaldi, sufría también varios 
males en su cuerpo, sin que nada le valieran los descubrimientos de la ciencia; hasta cuando permanecía inmóvil en la cama, la violencia 
del mal encogía y retorcía su cuerpo. Así las cosas, como una y otra perdían toda esperanza de curación, se les propuso hacer una novena 
a la Virgen venerada con el título de María Auxiliadora. De buena gana aceptaron el consejo y empezaron con gran fe la novena recitando 
las oraciones que les indicaron. Aún no habían terminado la novena y la viuda se encontraba curada de su tumor. Del mismo modo, la 
sobrina pudo también levantarse de la cama al mismo tiempo, andar y quedar libre de sus males. 

Un jovencito de Chieri estaba atormentado por una llaga en un brazo, que le producía agudísimos dolores. El padre ya no sabía qué 
hacer, por lo que le encomendó a María Auxiliadora y le llevó a la nueva iglesia. Invocaron juntos ((279)) la protección de la que es 
Auxilio de los Cristianos y el brazo enfermo quedó completamente sano. El padre se marchó contento refiriendo lo sucedido a su hijo y lo 
contó como una bendición de Dios sobre toda la familia. 

«Son ya continuas, escribieron a don Bosco desde Carignano, y muy diversas las gracias y los favores que María Auxiliadora concede a 
sus devotos. Una prueba más es, sin lugar a dudas, la de la jovencita de esta ciudad Carolina Brusa. 

»Se encontraba hacía casi cuatro años con una mano enferma por una tenaz y descuidada inflamación, que le incapacitaba hasta para 
comer con ayuda de sus manos. Su madre había puesto en juego todos los remedios de la ciencia para curarla, pero en vano. Un 
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día vino a mí y me contó el doloroso estado de su hijita. Yo pensé invitarla a ir hasta Turín y dirigirse a la iglesia de María Auxiliadora. 
Obedeció la piadosa mujer, y en pocos días se cumplieron en ella los prodigios de la fe puesta en María. Yo mismo vi a la joven 
(entonces mi inquilina), que, loca de alegría, me tendió su mano ya curada y, al mismo tiempo, juntamente con sus padres, bendecía de 
corazón a la Santísima Virgen y recordaba agradecida el nombre de María Auxiliadora, a quien atribuía el señalado favor. 

»Como devoto de María y solamente para su honor y gloria, acepté gustoso la cortés invitación de escribir brevemente la presente 
relación concerniente a la jovencita Carolina Brusa, de Carignano. En el altar de María hay una mano tallada en plata, como 
imperecedero recuerdo de la gracia recibida». 

Así lo manifiesta Domingo Fea, testigo ocular del hecho de Carignano, en nombre de la familia y de todo el vecindario. 

A las cuatro de la tarde monseñor Galletti pontificó en las vísperas y predicó monseñor Gastaldi. Comenzó éste con las palabras de san 
Bernardo: Totum nos (Deus) habere voluit per Mariam (Dios quiso dárnoslo todo por medio de María). Recordó algunos de los más 
célebres monumentos que atestiguan la ininterrumpida serie de gracias que en todo tiempo alcanzó María en las diversas ((280)) partes 
del mundo para sus devotos; habló de Turín y de la nueva iglesia, que de modo providencial pudo construirse en tan corto espacio de 
tiempo. 

No sabemos los miles de personas que oirían el sermón; pero era mayor el número de los que esperaban fuera, para poder entrar de 
alguna manera en el sagrado recinto. 

Ciertamente se debe atribuir a una especial protección de la Virgen María que, en medio de tanta gente, no hubiera que lamentar el más 
mínimo desorden en la iglesia, ni fuera de ella. Todos buscaban con paciencia satisfacer su propia devoción y nada más. 

Después de la plática, monseñor Galletti impartió la bendición con el Santísimo Sacramento. 

A las siete hubo festival gimnástico en el patio, ante un público numerosísimo. Lo dirigían Anfossi y Villanis. Además de los alumnos, 
asistían muchos forasteros. Entraron primero en el campo los muchachos de Lanzo y se colocaron en fila divididos por compañías. Sus 
ejercicios consistieron en variadísimas evoluciones. Era admirable la perfecta y exacta obediencia a la voz del que ordenaba los 
movimientos. Después de los de Lanzo se presentaron los gimnastas del Oratorio, que hicieron ejercicios acrobáticos, con elegancia, 
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sin movimientos groseros, contrarios a la compostura cristiana. A continuación, montados en el pasavolante, y armados de un florete, 
lograban enfilar y llevarse los anillos que colgaban a conveniente altura, cuando más rápido era el movimiento. Finalmente se puso como 
blanco de sus golpes una especie de globo de papel; la máquina (el pasavolante) siguió girando y los floretes rasgaron el blanco, de donde 
salió volando una bandada de pajaritos. Así concluyó el espectáculo. 

Don Bosco había contemplado todo desde la barandilla del primer piso, sin decir palabra, ni dar muestra de aprobación. Satisfecho de 
ver cómo se divertían sus hijos, había querido hacer más agradable su diversión con su presencia, pero su mente andaba con otros 
cuidados. 

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((281)) 

CAPITULO XXIII 

SEPTIMO DIA DEL OCTAVARIO -MONSEÑOR GASTALDI CELEBRA LA MISA DE COMUNION GENERAL Y HACE UNA 
PLATIQUITA -MISA PONTIFICAL DEL OBISPO DE MONDOVI -RELACION DE UNA GRACIA -REPRESENTACION 
TEATRAL DE UNA COMEDIA LATINA ANTE MUCHOS ESPECTADORES ILUSTRES -JUEGOS DE PRESTIDIGITACION 
PARA LOS ALUMNOS EN EL PATIO -EL OBISPO DE MONDOVI PONTIFICA EN LAS VISPERAS -PREDICA MONSEÑOR 
GALLETTI -ULTIMO DIA DEL OCTAVARIO -EL OBISPO DE ALBA CELEBRA EL PONTIFICAL -UN SAINETE Y POESIAS 
HUMORISTICAS ENTRETIENEN A LOS ALUMNOS EN EL TEATRO -MONSEÑOR GALLETTI PONTIFICA EN LAS 
VISPERAS Y MONSEÑOR GHILARDI PRONUNCIA EL ULTIMO SERMON -SOLEMNE TEDEUM -SUFRAGIOS POR LAS 
ALMAS DE LOS BIENHECHORES DE LA IGLESIA DIFUNTOS -MONSEÑOR GALLETTI CELEBRA LA MISA DE 
COMUNION, PREDICA SOBRE LAS ALMAS DEL PURGATORIO E IMPARTE LA BENDICION CON EL SANTISIMO 
ARTICULO DE LA UNIDAD CATOLICA SOBRE LAS SOLEMNISIMAS FIESTAS -LOS ALUMNOS DE MIRABELLO Y DE 
LANZO VUELVEN A SUS COLEGIOS -PRECIOSA MUERTE DE DON JOSE BONGIOVANNI, DIRECTOR DEL CLERO 
INFANTIL Y DE LA COMPAÑIA DEL SANTISIMO SACRAMENTO -DON BOSCO ATRIBUYE A LA VIRGEN Y NO A SI 
MISMO EL BIEN QUE HACE, Y A SU CONDICION SACERDOTAL LAS DEMOSTRACIONES DE APRECIO QUE LE 
DEDICAN -CINCO CARTAS DE DON BOSCO A LA MARQUESA FASSATI 

DURANTE el lunes, 15 de junio, séptimo día del octavario, continuó la gran afluencia de fieles. A la hora ordinaria, monseñor Gastaldi 
celebró la misa de comunión general e hizo una sencilla, pero muy conmovedora ((282)) plática. Demostró el inmenso amor de Jesucristo 
al dársenos como alimento en la sagrada eucaristía; e indicó también cómo cada uno debe acercarse a este sacramento de amor y consuelo 
con todo afecto. 

A las diez, pontificó la misa solemne el Obispo de Mondoví, asistido 
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por los rectores de las iglesias particulares y de las Obras de Beneficencia, representados por el teólogo Montá, Rector del Real 
Manicomio; el reverendo Bono, Rector de la iglesia de la Santísima Trinidad; el teólogo Roberto Murialdo; el teólogo Leonardo 
Murialdo, Rector del Colegio de los Artesanitos; el teólogo Bertoglio, Rector de la capilla real de la Sábana Santa; el teólogo Gaudi, 
Canciller de la Curia Arzobispal. 

Hacia el mediodía la señora María Casati, de Milán, hacía una ofrenda y presentaba el siguiente relato: 

«Un ataque de parálisis me dejó impedida de medio cuerpo, con amago de ulteriores acometidas. Quedé así reducida al último extremo. 
Mis padres, animados por otros hechos que habían oído contar, y ya sin esperanza de mejoría por medios humanos, recurrieron al auxilio 
del cielo, a la protección de María Auxiliadora. Se pidió la bendición, se comenzó la novena y se determinó que se celebrara la santa 
misa, mientras los míos rezaban alrededor de mi cama. A las siete y media de la mañana, hacia la mitad de la misa, que se celebraba en 
honor de María Auxiliadora, de repente volví sobre mí misma, recuperé el habla, los miembros paralíticos recobraron su ordinario 
movimiento y yo me sentí y me encuentro completamente sana. Deseo se dé a este hecho la mayor publicidad posible, para que todo el 
mundo conozca la gracia que obtuve de María Auxiliadora y así sea invocado y bendecido siempre su santo nombre». 

A las tres de la tarde se representó una comedia latina. Le gustaba a don Bosco que se tuvieran de vez en cuando estas funciones 
teatrales para ejercitar a los alumnos en la vocalización, y la lectura e inteligencia de este antiguo y majestuoso lenguaje, la lengua de 
Roma y de la Iglesia. Con ello demostraba que la ((283)) religión no es, ni mucho menos, enemiga de la ciencia y de las letras. Los 
invitados eran nobles, respetables y doctos. Estaban, además de los Prelados, muchos otros personajes de la ciudad y forasteros, lo cual 
aumentó el entusiasmo de los actores y el deseo de representar bien su papel. 

La comedia elegida para aquel día se titulaba: Fasmatónices, palabra griega que quiere decir: Vencedor de los fantasmas y de los 
espectros. Es una de las muchas obras del célebre monseñor Rossini, obispo de Pozzuoli, famoso por sus producciones teatrales latinas. 
Está escrita en verso con metro y locución plautinas, lo que produce una amena novedad en el oyente. El argumento es éste: 

Un padre tiene que ir a Atenas para sus negocios y deja a un amigo 
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encargado de guardar y educar a su único hijo. El amigo, flojo y descuidado, no observa que el muchacho trata con malos compañeros, 
que le seducen y hacen perder el dinero en juego y francachelas; y que finalmente, guiado por la astucia de un criado y de un estafador, se 
determina a vender la casa para pagar las deudas y tener más dinero para derrochar. Cuando el asunto está a punto de resolverse, llega de 
repente el padre, que ahuyenta a los malos compañeros, castiga al criado y reprende severamente al hijo, haciéndole ver a qué extremos 
conduce la vida desordenada. 

Antes de empezar, en los entreactos y al final de la representación, se interpretaron números de música instrumental y vocal con coros y 
solos. Todo resultó muy del gusto del auditorio, que aplaudió la comedia y el desparpajo, la vivacidad y espontaneidad de los actores. 

Entretanto, los alumnos asistían en el patio a unos juegos de prestidigitación. 

A las seis de la tarde, ofició las vísperas, de pontifical, el señor Obispo de Mondoví y predicó monseñor Galletti. Con su maravillosa 
sencillez, pero con gran fervor, habló de las glorias de María Auxiliadora glorificada en todo tiempo y lugar. Marcó cómo el culto de 
María Santísima crece y se conserva, se ((284)) consolida y se dilata por doquier con la fe en Jesucristo; y cómo la experiencia demuestra 
que, cuando desgraciadamente uno se aleja de la fe, primero se aleja de la devoción a María; y quien se enfría en la devoción a María, se 
enfría igualmente en la fe. De modo que la devoción a María es una garantía de vida cristiana, de perseverancia en el bien y de una 
muerte feliz. La razón de esta maravilla está en que María es auxilio de los cristianos. 

El martes, 16 de junio, último día del octavario, a la hora de costumbre, el Obispo de Mondoví celebró la misa de comunión general. 
Antes, pronunció según costumbre, una muy conmovedora plática, en la que demostró que Jesús en la Eucaristía es maestro de humildad, 
de paciencia y de obediencia. 

En la misa solemne pontificó monseñor Galletti, asistido por el teólogo Genta, párroco de San Francisco de Paula; el reverendo Griva, 
párroco de San Donato; el teólogo Cora, párroco de la Crocetta; 
el reverendo Ferrero, párroco de Santo Tomás y don Juan Bonetti, director del seminario menor de Mirabello. 

A las tres de la tarde, hubo otra vez un poco de teatro para los alumnos. Se representó el sainete La herencia de Córcega y se 
declamaron varias poesías jocosas en dialecto. 
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A las seis, pontificó en las vísperas solemnes monseñor Galletti, asistido por los presbíteros de la mañana a los que se sumó el teólogo 
Gaudi, Canciller del Arzobispado. También estaba presente el canónigo Vogliotti, provicario general. Debía haber asistido el canónigo 
Zappata, vicario general, mas no pudo, impedido por motivos de salud, como se dignó comunicar expresamente por medio de una carta. 

Monseñor Ghilardi predicó su último sermón. Demostró en él cómo la Iglesia Católica es un verdadero paraíso en la tierra, por la 
presencia real de Cristo en la sagrada eucaristía, que basta ella solamente para colmarnos de gozo y de delicias. Después, con maravillosa 
maestría, desarrolló el pensamiento de que, recibiendo la eucaristía, satisface el hombre plenamente los tres deseos que suelen inquietar a 
los hombres, a saber: riquezas, honores y placeres. ((285)) Añadió que nosotros no podemos ofrecer al Eterno Padre ningún don mayor 
que el corazón de su Divino Hijo. 

Después de cantar solemnemente el Tedéum, con música del maestro Blanchi, monseñor Galletti impartió la bendición con el Santísimo 
Sacramento a la inmensa multitud. 

Durante todo el octavario se celebraron cada día, como ya hemos dicho, prácticas de piedad especiales para impetrar las celestes 
bendiciones sobre los beneméritos donantes a quienes Dios llamó a mejor vida antes de que fuese abierta al culto divino la nueva iglesia. 
Consistían éstas en oraciones diversas, como el santo rosario, la comunión general, y la aplicación del sacrificio de la misa. Pero el 17 de 
junio, a las siete de la mañana, se reunieron los alumnos de las casas de Turín, Lanzo y Mirabello con muchos otros fieles para un funeral 
a propósito. 

Se recitaron oraciones especiales y el rosario por los difuntos; 
monseñor Galletti celebró la santa misa, distribuyó la sagrada comunión a la multitud y finalmente pronunció una plática apropiada. 

En ella comenzó por señalar el deber de gratitud con quienes nos han hecho algún bien. «Esta gratitud, dijo, es laudable en todos y con 
todos, pero especialmente con los que, llamados por Dios a la vida bienaventurada, esperan todavía la ayuda de aquellos a quiénes 
beneficiaron durante su vida mortal». 

Desarrolló después las palabras de Judas Macabeo: Sancta ergo et salubris es cogitatio pro defunctis exorare ut a peccatis solvantur 
(Santo y saludable es el pensamiento de orar por los difuntos, para que sean absueltos de sus pecados). 
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«Lo mismo que nosotros, dijo entre otras cosas, llamamos santo al que está desprendido de las cosas del mundo y se consagra por 
entero a Dios, así se debe llamar santo el pensamiento de rezar por los difuntos; porque, levantándonos por encima de las cosas de la 
tierra, nos lleva a meditar en la situación de aquellos queridos hermanos y bienhechores nuestros, a los que el fuego del Purgatorio limpia 
y embellece. Por eso, con ((286)) fervientes oraciones y buenas obras, pedimos al Señor que acelere su liberación de las llamas del 
purgatorio». 

Resaltó lo saludable que es este pensamiento para las almas purgantes, para nosotros mismos y lo sumamente grato que le resulta a la 
Santísima Virgen, la cual ciertamente muestra el más vivo interés por aquellas queridas almas que también son sus hijas, y ansía y celebra 
que alguno se dedique a acelerar su futura felicidad celestial. 

Cerróse la sagrada función con la bendición del Santísimo Sacramento. Con este funeral terminaron las gratas funciones de la 
consagración y del octavario de la iglesia de María Auxiliadora. 

La Unidad Católica del 21 de junio hacía este resumen: 

En la mañana del pasado miércoles se acabó el octavario por la solemne consagración de la nueva iglesia erigida en Turín a María 
Auxiliadora. Todo lo anunciado en el programa se cumplió con la mayor exactitud y grandiosidad. La concurrencia fue más que 
extraordinaria, la iglesia estuvo siempre repleta de gente, especialmente el día del Corpus y el domingo siguiente: parecía que toda la 
ciudad se hubiera volcado sobre Valdocco; con dificultad podían circular los carruajes por las calles que conducen a la iglesia; tan 
ocupadas estaban continuamente por la devota población que acudía a la iglesia en bandadas. 

Y no sólo los turineses quisieron tomar parte en tan gran solemnidad, sino que concurrieron de los pueblos vecinos y también de los 
lejanos; insignes personajes de Génova, Milán, Florencia, Bolonia y hasta de Roma llegaron a Turín para asistir a la consagración de la 
nueva iglesia. Y no era sólo la solemnidad lo que atraía a tanta gente, ya que el espíritu de devoción se reflejaba en todos los rostros; por 
la mañana en particular se veía la devoción de los turineses a María Auxiliadora, porque, de la aurora al mediodía, era continua la 
recepción de los santos sacramentos; por lo que se ha podido calcular, sin peligro de exageración, que las comuniones repartidas en la 
nueva iglesia durante dicho octavario, pasaron de doce mil. 

Además, todas las funciones sagradas resultaron espléndidas... 

Y después de citar los Obispos que tomaron parte en ellas, añadía el mismo periódico: 

((287)) Solemnizaba muchísimo los pontificales la música instrumental 
y vocal, que no faltó en ninguna función de la mañana, ni de la tarde; de modo que nada más se pudo desear para engrandecer y dar realce 
y decoro a las sagradas funciones de todo el octavario. 

Ha sido admirable también que, en medio de tan gran concurso de gente, no 
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haya habido el más mínimo desorden: todo se realizó con la mayor tranquilidad. Es justo, pues, que se alabe al sacerdote don Bosco y a 
todos los que le ayudaron a levantar tan magnífico templo. La mayor alabanza se debe a María que, en tiempos tan tristes y malos, quiso 
darnos a conocer más clara y sensiblemente su protección y su auxilio. 

El día 17 fue también día de alegría hasta el momento, en que debieron marchar los colegiales de Mirabello y Lanzo. A las dos de la 
tarde formaron filas ante las habitaciones de don Bosco y el Siervo de Dios apareció en el mirador para despedirles de palabra y con la 
mano. Fueron después acompañados hasta la puerta por la banda de música y los cordiales saludos de los compañeros del Oratorio. 

Hasta entonces nada había entristecido aquellos días; pero, una hora después de haber salido los alumnos de los dos colegios, moría en 
la casa el virtuoso sacerdote salesiano don José Bongiovanni. 

Resumamos brevemente lo que de él se ha dicho. 

Desde que empezó la carrera eclesiástica siempre se distinguió por su piedad y fiel observancia de las reglas y por su celo para el bien 
de los compañeros. Una vez ordenado sacerdote, en 1863, no hay que decir con qué ardor se entregó al ejercicio del sagrado ministerio; 
no le favorecía mucho la voz, pero sus pláticas eran muy agradables por la hermosura de sus temas y la devoción de su exposición; se le 
oía con gusto y conseguía abundantes frutos. 

Ayudó a Domingo Savio, con quien sostuvo santa amistad, a fundar la compañía de la Inmaculada y a redactar el reglamento, cuando 
era solamente clérigo; después fundó, con permiso del Superior, otra compañía en honor del Santísimo Sacramento, que tenía por fin 
promover el culto entre la juventud y adiestrar ((288)) a los alumnos más distinguidos por su virtud, en el servicio de las funciones 
sagradas, con lo que formó el clero infantil, para aumentar su solemnidad y esplendor. Siguió cultivando esta Compañía con más 
actividad y con los mejores resultados cuando fue sacerdote. Puede muy bien decirse que, si la Congregación de San Francisco de Sales 
pudo dar a la Iglesia un buen número de ministros del altar, en gran parte se debe a las santas atenciones del sacerdote José Bongiovanni 
con el clero infantil. 

Al acercarse la fecha de la consagración de la iglesia, levantada en Valdocco en honor a María Auxiliadora, don José Bongiovanni se 
industrió con todo su empeño en la preparación de lo necesario para tal función y especialmente para preparar el clero infantil a fin de que 
cumpliera con edificación su parte el día de la fiesta y en la octava siguiente. 
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Llevado de su ardiente amor a María Santísima, no ahorró cuidados, fatigas y sudores, particularmente la víspera. María Auxiliadora, 
agradecida a su fervorosa devoción y obsequio, le otorgó muy pronto el premio. Pero antes, le quiso someter a una prueba que, soportada 
con resignación, ganó ciertamente muchos méritos al buen sacerdote. Aquella noche se acostó y dejó abierta la ventana de la habitación. 
Sopló un viento frío, cayó un fuerte chubasco; y él, profundamente dormido, no se dio cuenta de nada; pero, se despertó por la mañana 
oprimido por un mal al pecho; le costaba respirar, y él, que tanto había trabajado para el éxito de las fiestas, el 9 de junio no pudo 
levantarse de la cama. Continuó enfermo los días siguientes. Atendido diligentemente por varios doctores y sobre todo por el médico del 
Oratorio, el doctor Gribaudi, velado con gran caridad por los hermanos, estuvo fluctuando, unos ratos mejor, otros peor, hasta el 
miércoles, 10 de junio. El virtuoso sacerdote, deseoso de poder celebrar los divinos misterios al menos una vez en la nueva iglesia, 
suplicó a la Santísima Virgen con fervorosas instancias que le obtuviera la gracia. Fue escuchado. 

((289)) El domingo dentro de la octava se encontró tan mejorado, que pudo, con la debida preparación, subir al altar y celebrar la santa 
misa con inmensa satisfacción de corazón. Después de la misa dijo a uno de sus amigos que estaba tan contento que ya podía entonar el 
Nunc dimittis. Y así fue, puesto que, viendo que le faltaban las fuerzas, volvió a la cama para no levantarse más. El miércoles siguiente 
por la mañana, pareció que mejoraba pero, después del mediodía, terminadas todas las solemnidades, hacia las tres, empezó a empeorar. 
Una hora más tarde, José Bongiovanni, confortado con los auxilios de la religión, asistido por su amado director, don Bosco, rodeado de 
sus mejores amigos y hermanos, entregó su hermosa alma al Señor marchando, como firmemente se espera, a ver cómo se festeja en el 
cielo a la que formaba el objeto de su más tierna devoción. 1 

Don José Bongiovanni no era el tercero del sueño; su muerte fue envidiable. 

Se había terminado el octavario, del que se dijo había sido un triunfo para la Iglesia Católica. Semejantes fueron después todas las 
fiestas anuales de María Auxiliadora. Este triunfo estaba preparado también por un número infinito de gracias portentosas, espirituales y 
temporales, concedidas continuamente por la Virgen, que el pueblo 

1 Véase también la Vida de Domingo Savio, escrita por don Bosco, Cap. XVII, en la nota. 
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estaba empeñado en creer que don Bosco mismo las obtenía de Ella. De aquí las cartas incesantes de los que se encomendaban a él y su 
reconocimiento al ver satisfechos sus deseos; de aquí las muchas señales de aprecio que le tributaban los fieles y que don Bosco no 
apetecía, pero las soportaba con la sencilla dignidad de quien se sabía ministro de la Reina del Cielo y ejecutor de su querer. En su 
humildad, jamás se atribuía a sí mismo el más mínimo mérito de aquellos portentos, sino que, al aconsejar, al contestar las cartas y en las 
conferencias, decía: «Si ((290)) queréis obtener gracias de la Santísima Virgen, haced una novena; rezad todos los días tres padrenuestros, 
avemarías y glorias a Jesús Sacramentado, tres salves a María Auxiliadora y las dos jaculatorias: Alabado sea en todo momento el 
santísimo y divinísimo sacramento; María, Auxilium Christianorum, ora pro nobis y recibid, al menos una vez, los santos sacramentos». 

Por lo demás, cuando en casa y fuera de ella, se veía agasajado y aplaudido; cuando, con frecuencia, se veía recibido en las poblaciones 
con señales de la mayor veneración, puesto que pedían multitudinariamente que les bendijera; cuando, en las fiestas de María Auxiliadora 
de cada año, era objeto de grandiosas demostraciones; y cuando, como veremos, en sus viajes por Italia, Francia y España, tuvo 
recibimientos imposibles de describir, después de haber predicado continuamente la confianza sin límites en María, no opinaba que tales 
honras y aplausos fueran hechos a su persona, sino que decía iban dirigidos a su condición sacerdotal, a la Iglesia Católica de la que era 
hijo, y a la fe y piedad del pueblo. Con frecuencia repetía: 

-íDemos gracias al Señor, porque todavía hay mucha fe en el pueblo! 

Y otras veces: 

-íCuánta fe hay en los pueblos y cómo respetan el carácter sacerdotal! 

O bien: 

-Si don Bosco no fuera católico, »quién pensaría en él? Se le trata así, porque es sacerdote, no por otra cosa. 

Son testimonios de don Juan Bonetti. 

«Me contó la marquesa Fassati, afirmaba don Miguel Rúa, que un día, al verse don Bosco tan alabado por su familia, replicó: 

»-Me alegra mucho que se aprecie tanto el carácter sacerdotal; 
por mucho que se diga de su dignidad y del conjunto de virtudes que deben adornarle, nunca se dirá bastante». 

La marquesa María Fassati, dama de la corte, conocía y admiraba 

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la profunda humildad de don Bosco, el cual fue ((291)) siempre amigo íntimo y bendecido por su familia. De esta intimidad, de la que ya 
hemos hablado muchas veces, traemos como prueba cinco cartas de años pasados, que nos fueron entregadas hace poco y que también 
merecen ser conocidas, al igual que todas las cartas de don Bosco. 

Benemérita señora Marquesa: 
He aquí, señora Marquesa, unas invitaciones para obtener ladrillos con los que seguir los trabajos de nuestra iglesia. No soy yo, sino la 
Santísima Virgen quien se encomienda a usted para que le ayude a terminar su casa, y así aumentar también el número de sus devotos. 

Usted, sin embargo, las distribuya a quien y cuando mejor lo creyere, según su buen hacer. 
Los trabajos marchan a gran velocidad y me gustaría mucho que viniera a verlos. 
Creo que la señora Duquesa está todavía en Montemagno, por lo que le ruego la envíe el sobre adjunto con los más respetuosos 

sentimientos de gratitud. 
Recomiende al querido Manuel que se libre de profanar las vacaciones con el estudio. Auguro abundantes bendiciones del cielo para 

usted, el señor Marqués y toda su familia. La Santísima Virgen nos conserve a todos en el santo temor de Dios. Amén. 
Con todo mi aprecio me profeso respetuosamente, 
De V.S.B. 
Turín, 13 de septiembre de 1864. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Turín, 1 de noviembre de 1865
Benemérita señora Marquesa:
Hasta ahora no he enviado a V. S. B. boletos para la Tómbola porque, como ya coopera con abundancia en favor de nuestras


necesidades, no me pareció oportuno. 
Pero ahora, pensando que en esta ocasión pueda entregar algunos a los reales personajes que moran actualmente entre nosotros, le 

mando treinta decenas y los encomiendo a su caridad y a la de aquéllos con quienes juzgue usted conveniente hablar. 
Como sabe, hay tiempo para ello y lo que no se coloca se devuelve al final a la Tómbola. 
Todas las misas de difuntos y oraciones que tengan lugar mañana por la mañana en esta casa, serán según su piadosa intención y ((292)) 

la del señor Marqués. 
Aplíquenlas como mejor les parezca en el Señor. 
Que todos los santos del cielo hagan descender una bendición especial sobre usted y sobre toda su respetable familia, mientras tengo el 

honor de profesarme con gratitud, 
De V.S.B. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

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Benemérita señora Marquesa: 

He aquí, señora Marquesa, tres paquetes de boletos: quizás hubiera podido hacer uno solo, pero he pensado hacer tres para que María 
Auxiliadora uniera a cada uno las gracias más necesarias para aquél a quien van dirigidos. 

Necesito mucho sus oraciones y su ayuda. Los trabajos de la iglesia continúan y parece probable que para la fiesta de la Inmaculada 
Concepción pueda celebrarse en ella la primera misa. Pero se requiere mucho dinero: »de dónde sacarlo? Señora Marquesa, ayúdeme a 
pedir y tener fe viva en María, a quien está dedicada la iglesia. 

Dios bendiga a usted y a toda su familia y créame con toda gratitud 

Turín, 3 de febrero de 1866. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Benemérita señora Marquesa: 

María Auxiliadora se encomienda a usted, señora Marquesa; los trabajos de la iglesia marchan bastante bien, mas, por falta de medios, 
sólo tengo ocho albañiles en vez de treinta. 

Precisamente en el tiempo más oportuno para trabajar. Tengo muchas promesas y fundadas esperanzas, pero todo va despacio. 

Si puede hacer un préstamo a la Virgen, sería el tiempo más propicio para ello y creo que obtendría un interés muy superior al cinco por 
ciento legal. 

Hable de ello con el señor Marqués, y, luego, haga lo que pueda a mayor gloria de Dios. 

El lunes estaré en casa hasta las diez de la mañana, y también de la una a las tres. Dios bendiga a usted y a toda su familia, y créame 
como me profeso. 

De V.S.B. 

Turín, 21 de abril de 1866. 

Su seguro servidor 

JUAN BOSCO, Pbro. 

((293)) Benemérita señora Marquesa: 

He recibido carta del Obispo de Casale, quien me dice ha recibido las cartas del caso para admitir a las órdenes al clérigo Cerruti y me 
pregunta si se puede esperar de algún modo el correspondiente patrimonio. Aunque yo he recibido reiteradas promesas del Economato, 
sin embargo, viendo que este Clérigo perdería tiempo, me dirijo a usted para que, si puede y lo juzga oportuno, tenga a bien proveer este 
título eclesiástico. Se requiere una renta anual de doscientas cuarenta liras, la cual redundaría en su favor, en cuanto se haya recibido del 
Economato, como ya se ha hecho con otros. 

Ayer hablé de nuevo con el señor Marqués y me dijo que le expusiera todo a usted y que usted lo arreglaría. Pero, como tengo presentes 
los muchos favores ya hechos a esta casa, si acaso no lo juzgare conveniente o bien tuviere otros compromisos, no por ello quedaría 
menos agradecido y, lo mismo yo que, Cerruti, aun buscando otro camino, no dejaremos de invocar sobre usted y sobre toda su familia 
las bendiciones del Señor. 

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Con mis más sentido agradecimiento y encomendándome a la caridad de sus santas oraciones, tengo el honor de poderme profesar.
De V.S.B.
Turín, 4 de julio de 1866.


Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

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((294)) 

CAPITULO XXIV 

MONSEÑOR ROTA, OBISPO DE GUASTALLA, EN EL ORATORIO -FIESTA DE SAN JUAN Y PALABRAS DE DON BOSCO A 
LOS MUCHACHOS -LECTURAS CATOLICAS -CARTA DEL ARZOBISPO DE MODENA A MONSEÑOR ROTA PARA SABER 
CUAL ERA LA IDEA DE LOS PRELA -DOS PIAMONTESES, CON RELACION A LAS CARTAS COMENDATICIAS PEDIDAS 
POR DON BOSCO -GRACIAS DE MARIA SANTISIMA A UN MONASTERIO POR VOLVER LAS RELIGIOSAS AL FERVOR 
PRIMITIVO -CAUSAS DE LA FRIALDAD -DOLOROSO DESAPEGO DE UNA SEÑORA DE LAS COSAS DE ESTE MUNDO, 
EN PUNTO DE MUERTE -DOS NIÑOS TENIDOS GRACIAS A LA VIRGEN, MUEREN POR LA AVARICIA DE SUS PADRES, 
QUE NO CUMPLEN SUS PROMESAS -LA FIESTA DE SAN LUIS Y LA DEL DIA ONOMASTICO DE MONSEÑOR PEDRO 
ROTA -SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y PANEGIRICO LEIDO POR EL OBISPO DE GUASTALLA: ELOGIO DE LAS OBRAS 
DE DON BOSCO -CONVOCATORIA DEL CONCILIO ECUMENICO VATICANO -CARTA DEL PRINCIPE DE SANGUZKO A 
DON BOSCO, CON QUIEN HABIA TRABADO AMISTAD EN ROMA -MUERE EL CONDE VIMERCATI -MONSEÑOR ROTA 
SALE DE TURIN -CARTA DE DON BOSCO A DON JUAN BONETTI PARA QUE REMEDIE UN INCONVENIENTE; LE HACE 
UNAS OBSERVACIONES SOBRE LA BIOGRAFIA DE SACCARDI -LOS OBISPOS DE CASALE Y GUASTALLA ASISTEN A 
LA FIESTA DE SAN LUIS, EN MIRABELLO 

DE acuerdo con su promesa, llegaba al Oratorio el 19 de junio monseñor Pedro Rota, obispo de Guastalla. Iba a visitar la nueva iglesia, a 
presidir diversas funciones sagradas y dar gracias a María Auxiliadora por haber librado a su diócesis de la herética peste de Gavazzi. 

((295)) El 24 de junio se celebraba la fiesta onomástica de don Bosco, en presencia de monseñor Rota. Al fin de la velada, el Siervo de 
Dios agradeció la intervención de músicos y lectores de composiciones, pero se lamentó de que algunos jóvenes, hacía ya tiempo, no le 
hubiesen abierto el corazón, y otros no se hubieran dejado ver por 
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él. Recomendó la perseverancia en el bien y animó a poner en ello gran empeño. Prometió echar un velo sobre el pasado, con tal de que 
se viera un cambio de conducta; recordó que los jóvenes que miran hacia atrás, se pierden. 

Animó a todos a salvar el alma y a rogar por él, para que no olvidara la suya. Terminó diciendo que «la única finalidad del Oratorio era 
salvar almas». 

Las Lecturas Católicas habían publicado el mes de junio la Vida de san Juan Bautista, como un homenaje a don Bosco. 

El día 26 recibía monseñor Rota una carta del arzobispo de Módena, cuyo contenido nos da a entender cómo don Bosco, aún en medio 
del fervor de las pasadas fiestas, seguía trabajando para alcanzar las cartas comendaticias que debían abrirle el camino para la deseada 
aprobación de la Pía Sociedad Salesiana. 

Módena, 5 de junio de 1868 

Ilmo. y Rvmo. Señor Obispo: 

Cuando el reverendo don Bosco me escribió, lo mismo que había escrito a V. S. Ilma. y Rvma., para que se le enviase una carta 
comendaticia al Padre Santo, para la nueva orden que él quiere fundar, usted sabe que suspendí hacerlo hasta saber cuál era el parecer de 
los prelados del Piamonte, ya que ellos son los mejores jueces sobre esto. 

También usted era de la misma opinión. Pero, no habiendo podido saber todavía nada, no contesté a ese excelente sacerdote, a quien 
tanto admiro y aprecio. Recibo ahora una nueva carta en la que repite su petición y me pide una respuesta. Me avergüenzo de veras de 
tanto retraso, y estoy dispuesto a hacer cuanto desea. 

Quisiera por tanto que, encontrándose usted ahí, tuviera a bien presentar a don Bosco mis excusas, y le asegurara que haré cuanto antes 
todo lo que pueda agradarle; y usted, por su parte, logre que no quede descontento de mí, ya que me gustaría mucho no perder el aprecio 
de este hombre único y, diría, providencial. 

((296)) Además, puesto que está ahí y podrá enterarse mejor, hágame el favor de informarme cómo se ha conducido el episcopado 
piamontés en este asunto y qué ha hecho o piensa hacer usted mismo. 

Necesitaría también que, por favor, me enviase copia de los documentos remitidos por don Bosco, pues se me han extraviado, entre 
otros papeles, los que yo recibí, y no sé cuándo podré encontrarlos. 

Disculpe le persiga hasta Turín con mis pretensiones; pero este asunto me interesa mucho y hay que reparar el descuido pasado. 

Hace unos días he tenido aquí a su Santiaguito y lo entretuve charlando extensamente sobre lo sucedido con la disputa rehusada por 
Gavazzi: de veras que el Señor le ha iluminado y guiado para llevar a tan feliz término este difícil y peligroso asunto. Beso su mano y me 
profeso con todo respeto y aprecio 

De V. S. Ilma. y Rvma. 

Afmo. y seguro servidor » FRANCISCO EMILIO, Arzobispo 

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Ciertamente, monseñor Rota le contestó sobre cómo pensaba la mayoría de los obispos subalpinos y cómo él también había 
condescendido con la petición del Siervo de Dios. 

El 27 de junio, sábado, después de las confesiones, bajó don Bosco al comedor y leyó una carta de don Miguel Rúa, al clérigo Berto y a 
varios otros salesianos. 

Unas monjas del sur de Italia le enviaban un donativo por cierta gracia recibida. Como estaba relajada la Comunidad en la observancia 
de las Reglas, algunas religiosas se habían encomendado a María Auxiliadora y no tardaron en enfervorizarse todas en sus deberes 
religiosos. 

Hablóse luego de las causas que enfrían el espíritu de piedad y de obediencia. Se puso de manifiesto cuán pernicioso es el apego a las 
propias comodidades; el no querer renunciar a ciertos objetos, a ciertas costumbres, no conformes con el espíritu de las Reglas; se 
observó que la ruina de muchas órdenes religiosas fueron las riquezas. El afecto a la tierra disminuye y, con frecuencia, apaga el deseo de 
las cosas del cielo. Y don Bosco demostraba qué tiranía ejerce en el corazón de las personas, aun las buenas, el excesivo afecto a las 
riquezas. 

La marquesa X..., que vivía en Turín, era ya vieja ((297)) decrépita y cayó gravemente enferma. Llamaron a don Bosco. Era una de las 
primeras bienhechoras de la casa, a la que todos conocían. Después de confesarse, dijo a don Bosco: 

-He llegado, pues, al fin de mi vida. 

Y fijaba los ojos asustados en su cara. Don Bosco le contestó que sólo Dios conoce el final de nuestros días y que hemos de descansar 
tranquilos en sus brazos, dejando que él disponga de nosotros como le plazca. 

-Entonces, »tengo que dejar este mundo? »Las riquezas de mi casa? »Se me quitará cuanto poseo?, continuó diciendo la pobre señora, 
agitada por la fiebre, que le ocasionaba un principio de delirio. 

El Venerable le dirigió unas palabras sobre los bienes mayores que el Señor ha preparado para quienes le aman, en comparación de los 
cuales los bienes terrenos son más despreciables que el fango. 

La señora, sin prestar atención, exclamaba: 

-»Dejar este palacio, mis habitaciones, mi bonito salón? Me parecía estar tan bien en este mundo... »Y tengo que abandonarlo? 

Dicho esto, hizo llamar a unos sirvientes y ordenó que la llevaran al 
salón. No se atrevían éstos a obedecerla, por miedo a que se les muriera en el traslado. Pero ella insistía y don Bosco creyó oportuno 
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que se le concediera aquel capricho, ya que, contradecirla podría ocasionarle mayor daño. Entonces los empleados tomaron la cama y, a 
través de las espaciosas habitaciones, la llevaron al salón, donde tenía acumuladas muchas preciosas curiosidades. Había en medio una 
mesa, cubierta con un tapiz persa. Quiso la señora que colocaran su cama junto a ella, agarró con su mano el borde del tapete. Lo tocaba, 
lo palpaba, lo miraba y exclamaba de cuando en cuando: 

-íQué bonito! »...Y es la última vez que lo veo? »Sabe lo que me costó, don Bosco? Cuarenta mil liras... íY ya no será mío! 

Y se volvía de una a otra parte de la magnífica estancia, como para dar el adiós a todo. íPoco después, exhalaba el último suspiro en 
aquel mismo salón! 

íQué difícil les es a los ricos despegar el corazón de las cosas ((298)) de esta tierra, y qué doloroso es este desasimiento, cuando llega la 
muerte a arrancarlos! 

Narró después otro hecho que no hay que confundirlo con uno semejante, que hemos narrado anteriormente. Respondemos de ello por 
haberlo oído de labios del mismo don Bosco. 

Habitaban en Turín, marido y mujer, con una fortuna de muchos millones. Después de casi veinticinco años de matrimonio, no habían 
tenido ningún hijo. Angustiados por verse obligados a dejar la herencia a personas ajenas a la familia, habían pedido, en vano, al Señor 
aquella gracia con plegarias y peregrinaciones. Presentáronse finalmente a don Bosco, rogándole les diera la bendición y prometiendo 
que, si fueren escuchados, entregarían al Oratorio y a la iglesia una cantidad respetable. Don Bosco les animó a tener como concedida la 
gracia y, en efecto, les nació un niño robusto y sano, que era una delicia contemplar. Fueron a visitar a don Bosco, se deshicieron en 
agradecimientos, pero no dijeron nada acerca del cumplimiento de la promesa. Don Bosco no dejó de recordársela más tarde, pero 
aquellos señores se excusaron de la obligación, aduciendo pretextos. 

-Yo no tengo nada que ver con eso, concluyó don Bosco; su ingratitud recibirá digna recompensa. Tengan en cuenta que quien les dio el 
hijo, se lo podrá quitar. 

En efecto, al cabo de unos meses, el niño moría, víctima de misteriosa enfermedad. 

Los padres, deshechos por el dolor, estuvieron casi un año sin ver a don Bosco, pero finalmente volvieron a él: confesaron su culpa, 
suplicaron una nueva bendición y renovaron las promesas. 
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Don Bosco se conmovió ante sus lágrimas, les dió unas saludables instrucciones, les prometió que rezaría, los bendijo y les aseguró la 
gracia. Tuvieron, en efecto, un segundo hijo. Esta vez no se tomaron la molestia de ir al Oratorio y olvidaron del todo a los muchachos de 
Valdocco. 

Don Bosco esperó más de un año y después volvió a visitarlos. Le recibieron un poco avergonzados y, cuando comenzó a decir que con 
la ((299)) Virgen no se juega, declararon que las malas cosechas, los ingentes impuestos, los gastos extraordinarios y algunas pérdidas 
sufridas habían disminuido sus entradas; por consiguiente, no podían dar nada. 

Don Bosco salió convencido de que no quedaría sin castigo tan vergonzosa avaricia. Y he aquí que el niño se puso malo. Corrieron a 
llamar a don Bosco, pero él no quiso volver a aquella casa. El niño murió y la colosal herencia pasó a quienes los padres no hubieran 
querido dejarla. 

Don Bosco acostumbraba a repetir que la generosidad y el desinterés de los pobres generalmente es tal, que les obtiene las gracias más 
llamativas, mientras se requieren esfuerzos extraordinarios para inducir a ciertos ricos a un sacrificio notable. 

El 28 de junio, domingo, se celebró la fiesta de san Luis Gonzaga, con misa solemne, panegírico, procesión y fuegos artificiales. 

Aquella noche, víspera de la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo y de la fiesta onomástica de S. E. monseñor Pedro Rota, 
los alumnos del Oratorio quisieron demostrarle, lo mejor que ellos podían, la gratitud que le profesaban. Y hubo música vocal e 
instrumental, poesías, iluminación y fuertes y repetidos vítores espontáneos y cordiales. 

Un poeta recordó cómo Monseñor había estado otra vez en el Oratorio, donde tanto había trabajado por el bien de los alumnos, y lo 
alabó por haber vuelto superando muchos inconvenientes. Después dirigió sus versos a una golondrina, que sólo él vio y oyó. Monseñor, 
como era de esperar, lo agradeció y el poema fue impreso para que los trinos y el charloteo de la golondrina fantástica llegasen desde el 
recinto del Oratorio hasta Guastalla y se oyera allí el eco del cordialísimo reconocimiento que los hijos de don Bosco profesaban al ángel 
de aquella afortunada diócesis. 

El día 29 fue solemnísimo en honor de los Príncipes de los Apóstoles. El altar de la izquierda del crucero en la nueva iglesia, dedicado 
a san Pedro, estaba cubierto de antorchas y ((300)) flores. El cuadro, con un gran marco dorado, y con las llaves y la tiara papal 
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encima, representa a Jesucristo en el momento de entregar las llaves del reino de los cielos al primer Sumo Pontífice, su Vicario. Es obra 
del acreditado artista milanés Carcano. 

Don Bosco había dejado comprender, repetidas veces, que no se trasladara la fiesta de san Luis al día 29, como con frecuencia se había 
hecho. Quería que este día fuera sólo san Pedro el objeto del culto solemne. 

Monseñor Rota ofició de pontifical en la misa de las diez y, después de las vísperas, leyó una magnífica homilía que más tarde se 
publicó. Su tema fue el texto: Tu es Petrus, et super hanc petram aedificabo Ecclesiam meam, et portae inferi non praevalebunt adversus 
eam (Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella). 

Al hablar de la vida y del progreso de la Iglesia exclamó: 

«Las órdenes religiosas cambian de forma, de reglas, de ministerio, pero siempre existieron y existirán también en el porvenir. Podrán 
ser dispersados los hijos de Benito, de Francisco de Asís, de Domingo, de Ignacio; pero otros vendrán a llenar las diezmadas filas y 
sustituir a los perdidos adalides. A los hijos de Calasanz y de Emiliani sucederán los hijos de... »quiénes? Helos aquí, he aquí quiénes les 
sucederán, éstos a los que ya vemos prepararse para ocupar los puestos vacíos, helos aquí cercados de numerosas filas de afortunados 
jóvenes, helos aquí en este templo, en esta casa, obra de la divina Providencia, que sigue dando testimonio del cumplimiento de la 
promesa divina: portae inferi non praevalebunt; omnia traham ad me ipsum (las puertas del infierno no prevalecerán; todo lo atraeré a 
mí). 

»Veía con dolor, ese celoso sacerdote, cuyo corazón y ardoroso fuego de caridad todos vosotros conocéis, veía con dolor, decía, a los 
muchachos vagando por las calles, sicut oves non habentes pastorem (Mat. IX, 36), como ovejitas descarriadas sin pastor que las 
conduzca, en peligro continuo de caer en las fauces de los lobos rapaces, los miraba y sentía resonar, más en su corazón que en sus oídos, 
aquellas tiernas palabras: ((301)) Tibi derelictus est pauper, tu eris adjutor (El desvalido se abandona a ti, tú socorres al huérfano) (Sal. 
X-14) »Qué haces tú, sacerdote? A ti se te ha confiado la tarea de amparar a estos jovencitos abandonados, instruirlos, educarlos, 
repartirles, no sólo el pan espiritual de la palabra divina, sino también el material para que non deficiant in via (no desfallezcan en el 
camino) (Mat. XV-32), no mueran de hambre. El sacerdote lo entendió y, sin amedrentarse ante la dificultad de la empresa, la falta de 
medios, la 
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perversión de los tiempos y el enfriamiento general de la caridad, puso manos a la obra y, no voy a recordaros, queridos y respetables 
turineses, que lo sabéis mejor que yo, ni tampoco a los forasteros que estén aquí presentes, lo que ha hecho, cómo lo ha logrado, qué 
frutos ha recogido en este campo estéril e inculto, qué triunfos ha alcanzado. Me conformo con deciros: mirad y ved con vuestros ojos, 
tocad con vuestras manos. 

»Para dilatar y acrecentar esta obra, digna de los Loyola, los Calasanz, los Emiliani, los La Salle, veis aquí reunido un selecto batallón 
de sacerdotes que, sacrificando todas las ambiciones humanas de cargos y triunfos, renunciando a las comodidades de una vida más 
tranquila, se impusieron la trabajosa, y no siempre agradable, misión, de atender a estos jovencitos, haciéndose pequeños con los 
pequeños, humildes y pobres con los pobres y los humildes, para conducirlos por el camino de la virtud, sin más recompensa que la 
esperanza de tener un día una turba numerosa haciéndoles corona en el cielo. 

»»Y quién tuvo la fuerza de alcanzar de ellos tantos sacrificios? 
Sólo aquel que dijo: Omnia traham ad me ipsum, y les atrajo con aquellas dulces y consoladoras palabras: todo lo que hiciereis al más 
pequeño de mis hijos, lo consideraré como hecho a mí mismo (Mat. XVIII-5). Y así como estas palabras, que contienen una profecía y 
una promesa, nunca dejarán de cumplirse, tampoco faltará en la Iglesia quien las aprecie y aproveche para sí y para otros. Y, al igual que 
un día la sangre de los mártires, en el decir de Tertuliano, fue semilla fecunda de cristianos, así también, al presente, sucederán a los 
extinguidos otros institutos, distintos en hábitos, en formas, en leyes, pero siempre rigurosos observantes ((302)) de los consejos 
evangélicos y sostenedores de la más generosa caridad fraterna; y la Iglesia perseguida, empobrecida, oprimida, saldrá más pura y más 
hermosa del crisol de las tribulaciones para perpetuo testimonio de la profética sentencia: Portae inferi non praevalebunt...». 

Expuesta finalmente la profecía: Beatam me dicent omnes generationes (Me llamarán bienaventurada todas las generaciones), 
terminaba así: 

«Pero, »qué significa este magnífico templo? »Quién lo levantó y a quién fue dedicado? Vosotros mismos me tomáis la delantera y, 
mientras yo admiro el cumplimiento de tan extraña e increíble palabra, me señaláis una nueva prueba en el templo, que la piedad mariana 
y el amor a esta extraordinaria creatura lo ha levantado, y con los encendidos afectos que brotan de vuestro corazón, con la 
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alegría que brilla en vuestro rostro, con las alabanzas e invocaciones que salen de vuestros labios en medio de una borrachera de alegría 
santa y divina que, a la vista de la magnificencia de esta casa, dedicada a la Señora, os inunda, vosotros, vosotros mismos seguís, 
perpetuáis, aumentáis la verdad, la certidumbre, la evidencia de la sentencia profética: Beatam me dicent omnes generationes. 

»Pero si María, admirando las grandes cosas que había realizado el Omnipotente, colmada de confusión por su humildad, mas llena de 
gratitud hacia quien la había enriquecido con tan grandes dones, exclamó que todas las generaciones la bendecirían, su profunda 
humildad no la dejó entrever que sería invocada por todas las generaciones... 

»Sería demasiado largo tejer la infinita serie de gracias que, por intercesión de María, llovieron en todo tiempo sobre la Iglesia. Pero 
»qué necesidad hay de acudir a la historia de siglos pasados, si tenemos aquí, ante los ojos, este magnífico monumento de la protección 
de María, invocada con el título que le es tan grato de Auxilio de los Cristianos, que se ha hecho sentir en esta hora a quien con fe la 
invoca? Este templo, más que una invitación para recurrir a María en busca de gracias, es un himno de agradecimiento por los favores 
recibidos. Cada piedra, cada ladrillo, cada uno de los adornos que lo decoran, es un monumento de gratitud ((303)) por un favor recibido 
con la simple invocación de María Auxiliadora, de modo que muy bien podemos decir que María inspiró la idea, dirigió la obra, la 
promovió, la alentó, la quiso y la edificó. Aedificavit sibi domum (Edificó su casa) (Prov. IX-1 ). Admiro la suntuosidad del edificio, la 
riqueza de mármoles, la preciosidad de objetos que lo adornan, pero más aún el prodigioso número de milagros con los que María lo 
edificó. 

»Vengan el incrédulo y el sofista, contemplen esta mole y nieguen, si pueden, que es un prodigio de María. Prodigio de María, obrado 
en estos desgraciados tiempos en los que la navecilla de Pedro está tan agitada, los fieles atemorizados cuando no descorazonados, la 
Iglesia en aflicción y angustia, y obrado a propósito para presentarse en la mayor necesidad, como Auxilio de los cristianos, María 
Auxiliadora. Animo, pues, queridos oyentes. Este templo es una prueba evidente de las proféticas palabras divinas. »Y quién no vuelve a 
animarse, quién no descansa más tranquilamente con la promesa divina de que portae inferi non praevalebunt, al ver que, para vergüenza 
de tantas guerras, la Iglesia triunfa y levanta magníficos trofeos por sus victorias y los fieles se enfervorizan para honrar a 
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su Madre que demuestra siempre que le gusta ser invocada con el dulcísimo nombre de María Auxiliadora? 

»Oh María, sed siempre Auxiliadora de los Cristianos, derramad continuamente sobre ellos vuestras bendiciones. Proteged a la Iglesia y 
haced que salga siempre vencedora de las guerras que contra ella mueven los poderes terrenos e infernales. Proteged a su Augusto 
Pontífice, el afligido y siempre valeroso Pío IX, y haced que, por muchos años aún, pueda gobernar con mano firme el timón de la nave 
entre los peligrosos escollos de un mar infiel. Proteged esta ciudad católica, virtuosa, caritativa y haced que en ella aumente cada vez más 
la fe, la piedad, la generosidad, para ayudar y sostener las innumerables ((304)) obras, que la religión y la caridad emprenden aquí 
valientemente y las terminan felizmente. Proteged a ese venerando sacerdote que, confiado únicamente en la Providencia, os levantó tan 
admirable monumento y proporciona tantos devotos para Vos y tantos fieles servidores para vuestro Hijo en cuantos niños da asilo en 
este lugar, para educarlos en la religión y en la piedad. Proteged a estos generosos sacerdotes, que comparten con él sacrificios, trabajos y 
fatigas para arrancar almas al infierno y conducirlas a vuestro Hijo. Proteged a estos jovencitos para que correspondan siempre a los 
cuidados de su padre común, de modo que la fortuna de ser acogidos por la caridad sacerdotal sea garantía de la suerte feliz de ser un día 
recibidos por vos misma en el cielo. Bendecid a esta ciudad del Sacramento y a todos los que vengan a veneraros e invocaros en esta 
vuestra magnífica casa, para que todos experimenten que no sois venerada, invocada y amada en vano, como Auxilio de los Cristianos y 
que sois en verdad, María Auxiliadora». 

Por la tarde llegaba a Turín la noticia de que el Papa había publicado aquel mismo día una Bula convocando el Concilio Ecuménico 
Vaticano, y anunciando que el Concilio se abriría el año próximo 1869, el día 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción de 
María Santísima. 

Para recalcar la necesidad del mismo describía el Pontífice, en su inmortal documento, las tristísimas condiciones de la sociedad, el 
desprecio de muchos por la autoridad y doctrina de la Iglesia, la profanación de las cosas santas, la dispersión de las órdenes religiosas, el 
robo de los bienes eclesiásticos, los atropellos causados al clero, la preponderancia de las sectas, la corrupción producida por la prensa 
malvada, el daño de la educación laica, y declaraba su voluntad de poner remedio a tantos males con este concilio. 
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La Bula suscitó una gran conmoción por todas partes. La invitación, amablemente dirigida por Pío IX a los protestantes, ((305)) sirvió 
para provocar en ellos general irritación. La invitación a los obispos cismáticos despertó los antiguos antagonismos, los prejuicios, la 
soberbia; y fueron rechazadas las cartas del Papa. 

Sin embargo, antes del fin del Concilio, Dios llamaba a su tribunal a los Patriarcas griego y armenio de Constantinopla, al griego de 
Alejandría y al copto. Pero todos los sinceros católicos se regocijaban convencidos de que el Espíritu Santo, a través del Concilio, 
condenaría los errores del siglo, y muchos obispos alimentaban y manifestaban la esperanza de que el Concilio definiría el dogma de la 
infalibilidad pontificia. El Papa, sin embargo, aún no había expresado su pensamiento sobre esta definición. 

Al término de aquel mes recibía don Bosco dos tristes noticias. El joven príncipe Pablo Sanguzko, a quien había conocido en Roma el 
año anterior y le había dado pruebas de gran amistad, comunicábale desde Parnou (Austria), que había muerto de repente su esposa el 18 
de junio, sin poder recibir los santos sacramentos. Recomendaba vivamente la querida difunta a sus oraciones, le preguntaba el medio 
más seguro para mandarle un donativo y manifestaba la esperanza de verle en Turín para septiembre u octubre. 

El caballero Oreglia le comunicaba otra noticia. Le había escrito la madre Magdalena Galleffi: 

Roma, 30 de junio de 1868
Muy apreciado Señor:


El conde Vimercati, después de haber estado conmigo el día 23 último y en la iglesia de Jesús, el 27 por la mañana, después de haber 
comido como de costumbre, al subir las escaleras del segundo piso, sufrió uno de sus acostumbrados desvanecimientos y cayó, pero con 
una caída mortal; ya no dio más señales de vida; se llamó al médico que lo sangró, y también se llamó al padre Vasco. Se le administró la 
Unción de los Enfermos y, a las nueve y media de la noche, pasó a mejor vida. Después de la virtuosa y edificante vida llevada aquí 
abajo, »no deberemos creerle ya en posesión del Sumo Bien? 

A las once se leyó el testamento, que hizo cinco años antes. Todos ((306)) ansiosos por saber y oír, quedaron sorprendidos al escuchar 
que todo lo dejaba al sobrino; a Pardini cien escudos, al portero veinte por una sola vez; al ayuda de cámara diez escudos mensuales. Y 
nada más. No hay legados ni recuerdos, para los amigos; nada, nada para nadie. Quizá por ello o por lo que fuere, el buen difunto fue 
tratado peor que un mendigo. Murió, como he dicho, en la noche del sábado a las nueve; le llevaron a la iglesia el domingo a las seis de la 
tarde, con el ataúd cerrado, lo que ha horrorizado a toda Roma. íQué meditación! Cuénteselo todo a don Bosco y salúdele... 

M. MAGDALENA GALLEFFI 
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La condesa Cornelia V. Mellingen daba al caballero Oreglia otras noticias sobre esta muerte, el 15 de octubre: 

«El jueves, 23 de junio, fui a visitar al conde Vimercati y me dijo: 

»-Menos mal que ha venido, porque ha llegado a tiempo. 

»Le pregunté si aquel día salía de casa tan pronto, y me dijo: 

»-No, pero me marcho. 

»E hizo una señal de que se iba a la eternidad... 

»El viernes se confesó y comulgó el sábado. Siempre había deseado morir en este día, especialmente dedicado a María Santísima, y Ella 
se lo concedió. Me dijo el padre Vasco que, cuando él llegó, el Conde entendía todavía, pero ya no hablaba. Recibió todos los auxilios de 
nuestra Santa Religión y la bendición Papal, que le dio el Padre General de la Compañía de Jesús. Después expiró plácidamente... 
Dichoso él que supo sensatamente enviar por delante su beneficencia y buenas obras. Pues me parece que éstas deban darse sinceramente, 
ya que lo que se deja, se dejare bien o mal, es por necesidad, mientras que lo que se da en vida a los pobres y para obras de caridad, se da 
sin ser obligados por la muerte. 

»Por desgracia han protestado contra el pobre Conde, pero hay que reconocer que cuanto pudo hacer, lo hizo mientras estuvo en sus 
cabales; y lo que no hizo fue a consecuencia del estado a que quedó reducido. De otra suerte es seguro que, si aún tenía algunos ahorros, 
habría pensado en dar mayor compensación a sus familiares por la asistencia que le habían prestado y dejar un pequeño recuerdo a los 
amigos... Usted sabe las lamentables condiciones en que se hallaba durante los últimos meses... 

»Me apena lo que dicen del pobre Conde, olvidándose de todo el bien que ha hecho. Esperamos, mientras tanto, que él esté gozando el 
premio de tantas virtudes y beneficencia. 

»Estoy segura de que usted y don Bosco habrán sentido esta pérdida como la de un buen amigo. Roguemos siempre por él... 

»Devuelvo a usted y a don Bosco muchos saludos del cardenal Patrizi, de los Connestabili y de todos». 

((307)) El 30 de junio, se despedía con pena de don Bosco el buen Obispo de Guastalla y, de acuerdo con la invitación que le hicieron, 
fue a visitar el seminario menor de Mirabello, antes de volver a su diócesis. Precedióle don Juan Cagliero, para que le preparasen un 
recibimiento digno y para predicar a los alumnos un triduo de preparación a la fiesta de san Luis que celebraban el jueves día 2 de julio. 

Pero surgió un pequeño inconveniente en Turín. Por una equivocación no fue a la estación el encargado de sacar los billetes de primera 
clase para el señor Obispo y su secretario; y don Bosco, tan delicado en guardar las conveniencias sociales, escribió enseguida al Director 
de Mirabello a quien daba también su juicio sobre la biografía, por él escrita, del piadoso Saccardi. 
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Carísimo Bonetti: 

En cuanto llegue monseñor Rota, dile que el caballero Oreglia sufrió la confusión de ir a sacar los billetes a la estación de Porta Nuova 
en vez de ir a Porta Susa. Procura, además, entregar al Secretario lo que ha gastado de Turín a Mirabello. Entiéndete para esto con don 
Juan Cagliero. 

He leído tu trabajo y me ha gustado mucho: ya lo he entregado a la imprenta y a su tiempo verás las pruebas. 

Me ha parecido oportuno quitar lo que pueda servir de pretexto para acusarnos de que vamos más allá de lo debido en las prácticas de 
piedad; o que Saccardi haya sufrido la falta de recreo. He quitado también la Corona quotidiana (rosario diario). Es algo estupendo, pero, 
junto a todo lo demás, podría dar pie para decir que es demasiado. 

Tú veras y corregirás. 

Felices fiestas para ti y para toda esa querida compañía. Créeme en el Señor, 

Turín, 1 de julio de 1868. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

Monseñor Rota había ido a Casale para saludar a monseñor Ferré, pastor de aquella diócesis, y los dos se encontraron en la fiesta de 
Mirabello. Resultó conmovedora la comunión general, distribuida por el Obispo de Guastalla, y solemne la misa cantada ((308)) por el 
Obispo de Casale. En la comida dirigió don Juan Bonetti el siguiente brindis a los obispos: 

«Si los excelentísimos y reverendísimos señores obispos me lo permiten, brindaré, mas no en verso, que no soy poeta, sino en prosa, 
pero de corazón. íUna ovación, pues, a monseñor Ferré que, por su nombre y su vida tanto se parece al Vicario de Cristo, al amable, al 
inmortal Pío IX! íOtra para monseñor Rota, cuyo celo y doctrina tanto alientan a los débiles y aterran y atormentan a los soberbios 
apóstatas! Que el cielo benigno, venerados monseñores, os guarde todavía sin inquietudes muchos años para nuestro amor y el de todos 
vuestros hijos, junto con el de nuestro amado padre don Bosco». 

Monseñor Ferré dio las gracias y auguró prosperidad para el seminario menor y para que sus alumnos dóciles, obedientes, y 
esperanzados pudieran ser siempre el consuelo de sus celosos Superiores, y de este modo la gloria de Dios y el bien de las almas podrían 
ir extendiéndose para utilidad de la Iglesia, la familia y la sociedad. 

Salieron después de comer a los pórticos, sentáronse los dos Prelados bajo un elegante dosel y les cantaron un himno que manifestaba 
la alegría de todos y les declamaron unas cuantas composiciones. 

Monseñor Rota, apoyándose en las palabras de uno de los poetas, 
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el cual había dicho que, dada la lejanía, quizás no volverían a verse hasta el valle de Josafat, exhortó a todos a rogar ad invicem para 
encontrarse juntos en el paraíso. Añadió que aquellos cordiales agasajos, aquellos rostros ingenuos, satisfechos, risueños, le alegraban, 
pero hacían que se marchara con envidia en el corazón, por no tener él todavía en su diócesis una casa y un grupo semejante de jóvenes 
escogidos. «Continuad, prosiguió, continuad, queridos jóvenes, siendo dóciles y piadosos: vosotros tenéis la suerte de encontraros en este 
lugar bajo la dirección de tan buenos y celosos Superiores, que os dan sana instrucción y verdadera educación. Imitad a san Luis, cuya 
fiesta hoy celebramos, mirad ((309)) lo que él hizo e imitadle. íQuién sabe si alguno de vosotros no llegará a parecérsele en todo y ser 
otro san Luis! Veo que algunos se sonríen: eso prueba que están contentos y quieren conseguirlo decididamente. »No es cierto? Os doy, 
pues, las gracias de todo corazón. Me acordaré siempre de vosotros; rogad por mí». 

Por la tarde predicó espléndidamente monseñor Ferré. Empezó hablando de la utilidad de festejar a los santos. Luis llegó a santo 
haciendo todo lo contrario de lo que hace el mundo. Tres son los vicios principales del mundo: la soberbia, la avaricia o sea el amor a las 
riquezas, y la concupiscencia de los placeres. Y Luis se hizo santo con la humildad, con la obediencia, con la pobreza religiosa y con la 
mortificación y la renuncia a todos los placeres. 

Hubo luego procesión, en la que tomó parte el Obispo, y dio la bendición. Fue llevado después a la conferencia de los congregantes de 
la Compañía de san Luis y les dirigió unas palabras de estímulo diciendo: 

-Sea Luis vuestro modelo, ayuda y aliciente para la práctica de la virtud. 

Un niño saludó así a monseñor Ferré antes de que partiera: 

Querido señor Obispo: 

Me han dicho que sois un ángel. Yo no he visto nunca ángeles; por eso os agradezco que os hayáis dejado ver por nosotros. Os repito la 
plegaria que mi mamá me enseñó a decir al ángel. Oídla: 

-Angel de Dios que sois mi custodio, guardadme en este día, iluminad mi entendimiento, dirigid mis afectos y gobernad mis 
sentimientos para que no ofenda jamás al Señor mi Dios. Así sea. 

Mi querido ángel, os pido todavía una gracia: como sois muy bueno yo la espero; quedaos siempre con nosotros. Os haremos una 
hermosa iglesia, os dedicaremos todos los días bonitas fiestas y os querremos mucho, mucho; »estáis contento? Decid que sí; porque si 
no, os agarraremos por las alas y no os dejaremos volar. 
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Por lo demás, si no queréis quedaros para siempre, íay! venid al menos a visitarnos en persona con más frecuencia, a decirnos bonitas 
palabras, para que podamos ((310)) hacernos muy buenos, llegar a ser ángeles nosotros también y después volar con vos al paraíso. 

Os saludamos, querido ángel. íAdiós, adiós! 

Hemos querido consignar estos detalles para que se comprenda mejor la veneración que don Bosco tenía y sabía inculcar en sus hijos 
por los sagrados Pastores de la Iglesia. 

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((311)) 

CAPITULO XXV 

EL CABALLERO OREGLIA COMPRA UNA NUEVA MAQUINA TIPOGRAFICA EN NOMBRE DE DON BOSCO -LECTURAS 
CATOLICAS -DON BOSCO COMUNICA A LOS MUCHACHOS LA SOLEMNE EXPOSICION DE LAS CUARENTA HORAS EN 
LA IGLESIA DE MARIA AUXILIADORA -SU RESPUESTA AL CABALLERO JAVIER COLLEGNO DE PROVANA, QUIEN LE 
INVITA PARA QUE VAYA A CUMIANA A EXAMINAR A SUS HIJOS -CHARLAS DE LA NOCHE A LOS ALUMNOS DEL 
ORATORIO, DADAS POR UN SUPERIOR EN AUSENCIA DE DON BOSCO -ANUNCIO DE UNA BUENA LIMOSNA POR UNA 
GRACIA RECIBIDA DE MARIA -LLEGAN A ROMA LAS NOTICIAS DEL OCTAVARIO DE VALDOCCO Y A TURIN LAS DE 
ROMA -INVITACION PARA LAS CUARENTA HORAS: PREDICA MONSEÑOR GALLETTI -EL OBISPO DE CASALE DA LAS 
GRACIAS A DON BOSCO POR EL REGALO DE UNA COLECCION COMPLETA DE LAS LECTURAS CATOLICAS Y OTROS 
LIBROS -DON BOSCO ACEPTA A DOS MUCHACHOS RECOMENDADOS POR LA DIRECCION DE FERROCARRILES -NO 
QUIERE QUE EN EL ORATORIO HAYA PLAZAS LIBRES SIN CUBRIR -MARCHA A CUMIANA -SIGUE EL CONCURSO DE 
GENTE EN LA NUEVA IGLESIA -GRACIAS PEDIDAS Y RECIBIDAS -DON BOSCO VA A FENESTRELLE PARA BENDECIR 
AL PARROCO DE RUA, MORDIDO POR UN PERRO -PREDICA EN LA CAPILLA DEL PUY LAS GLORIAS DE SANTA ANA 
-VA A USSEAUX: SU ENCUENTRO CON EL JOVEN JOSE RONCHAIL, QUE DECIDE HACERSE SALESIANO -DON BOSCO 
DEVUELVE LA VISTA A DOS HERMANAS DEL JOVEN, VENCE LA OPOSICION DEL ABUELO QUE PRETENDIA HACER 
DEL NIETO UN COMERCIANTE -MONSEÑOR RICCI Y EL PADRE GUGLIELMOTTI EN EL ORATORIO -CARTA DE DON 
BOSCO A MONSEÑOR RICCI; LE AGRADECE LA VISITA; PIDE EXCUSAS POR SI NO HA TENIDO CON EL LOS DEBIDOS 
MIRAMIENTOS; SOLICITA UNA CONDECORACION PONTIFICIA ((312)) PARA UN BIENHECHOR -GRAVISIMA 
ENFERMEDAD DE DON MIGUEL RUA: AGRADABLES PREDICCIONES DE DON BOSCO; A SU BENDICION 
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SIGUE LA CURACION -ANTIGUA PROFECIA DE DON BOSCO SOBRE LA VIDA DE DON MIGUEL RUA 

LOS mecánicos se preparaban para montar en el Oratorio una nueva máquina tipográfica. El caballero Oreglia había comprado el 3 de 
julio al abogado Domingo Fissore un taller de imprenta y encuadernación por la cantidad de ocho mil quinientas liras. Se trataba de las 
máquinas, tipos y demás accesorios; bancos, estanterías y todos los demás enseres y muebles depositados por el propietario en el Refugio 
de la Mendicidad. Había hecho este gasto porque, como crecía el trabajo en la imprenta, no quería que se retrasara la publicación de las 
Lecturas Católicas. Estas, en realidad, salían con regularidad. 

El mes de julio los abonados recibían el opúsculo Historia de algunas conversiones célebres, en el cual se señala que sólo en la Iglesia 
Católica abundan los milagros. En un apéndice se narra una gracia recibida por intercensión de María Auxiliadora. 

Para el mes de agosto se estaba imprimiendo: El gran tesoro: íay de quien lo pierde! Consideraciones populares, por el sacerdote Pedro 
Boccalandro, rector de San Marcos en Génova. Se refiere al tesoro de la fe, tan necesario para todos y especialmente para cuantos 
trabajan y sufren. La obrita describe la hermosura de la fe, su certeza, los bienes que reporta, el daño de su pérdida, las cualidades que la 
fe debe poseer, las causas por las que se pierde y los medios para conservarla. 

Para el mes de septiembre don Bosco había preparado la Vida del jovencito florentino Ernesto Saccardi, escrita por el sacerdote Juan 
Bonetti, director del Seminario de Mirabello. Saccardi fue un alumno angelical de aquel seminario menor, cuyo programa se adjunta, 
como apéndice del opúsculo. 

Ya hemos visto en la carta escrita a don Juan Bonetti que el Venerable había leído atentamente y hecho correcciones a esta biografía. El 
sometía al examen de una seria crítica ((313)) los escritos de los suyos, destinados a la imprenta, lo mismo que quería que sus obras 
fueran examinadas por sus hijos. 

El 5 de julio, por la noche, reunidos todos los alumnos estudiantes y aprendices, les decía: 

-El día 15 tendremos grandes fiestas. Comenzarán las Cuarenta Horas y vendrá a predicar el obispo monseñor Galletti. Como 
preparación procuremos no pensar más que en lo tocante a nuestros deberes de piedad, estudio o trabajo, según el estado de cada cual. 
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Por aquellos días, fue invitado por el caballero Javier Collegno de Provana, para ir a su quinta de Cumiana a examinar a dos hijos suyos 
y ver su aprovechamiento en los estudios. Don Bosco le contestaba: 

Muy apreciado Señor: 

Iremos a hacer de profesor. La tarde del 19, a eso de las cinco, llegaré con don Juan Bautista Francesia a Cumiana, si Dominus placuerit 
(si a Dios place). Si le parece bien invito al profesor Bacchialoni, mas sólo si le parece bien; dígamelo. 

Pero usted tiene una cuenta que saldar. Venir a Turín con Luis y Manuel; y el no venir los tres a comer con nosotros y así gozar de la 
providencia de María Auxiliadora, es un yerro que difícilmente se perdona. Me dice el barón Bianco que se merece una multa de cien 
napoleones; piénselo; yo voy a apresarlos. 

Dios bendiga a usted y a toda su familia. Salude, sin olvidar al reverendo Susino, a todos cariñosamente en el Señor, y créame 
agradecido. 

Turín, 10 de julio de 1868. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Hemos de repetir aquí que, cuando don Bosco se hallaba fuera del Oratorio o estaba ocupado, le sustituían don Miguel Rúa, don Juan 
Bautista Francesia y a veces cualquier otro sacerdote, para hablar por la noche a los estudiantes y a los aprendices, que rezaban las 
oraciones en sitios distintos. Sus charlas trataban sobre la disciplina, la limpieza, la observancia de las normas de la buena educación, de 
la aplicación en clase y en el estudio, de la compostura ((314)) en la iglesia, de los avisos para el día siguiente, e, imitando a don Bosco, 
no dejaban de hablar con frecuencia de la Virgen. 

Se lee en la crónica: 

« 11 de julio, sábado. -Después de las oraciones, en los pórticos, dijo don Juan Bautista Francesia: -Hace pocos días, los médicos 
habían declarado incurable a una pobre enferma. La ciencia no podía hacer nada más. La mujer, enterada de ello dijo: 

-Don Bosco ha hecho construir una iglesia en Valdocco. Allí se han obtenido muchas gracias extraordinarias. Así, pues, encomiéndese 
mi familia conmigo a María Auxiliadora y yo prometo hacer una limosna para la iglesia, apenas esté curada. 

Pocos días después, la gracia se obtuvo y el marido vino hoy a entregar una limosna de diez billetes de cien liras». 

Don Juan Bautista Francesia escribió a Roma contando las fiestas de Turín y las gracias de la Virgen, y, a la par, daba también noticias 
del caballero Federico Oreglia de S. Stéfano, el cual, después 
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de asistir a las fiestas de la consagración de la iglesia, había vuelto a salir de Turín, una vez terminado el octavario. El padre Oreglia 
escribía a don Juan Bautista Francesia el 14 de julio y le decía: 

«Mil gracias. Prosit (que descanse) por las hermosas fiestas, las bendiciones que reciben todos los días y el mucho bien que hacen; 
imagino tendrán molestias y disgustos en proporción al bien que hacen... 

»Aquí, por ahora, no se teme ninguna irregularidad, pero es probable la gran guerra y nosotros también podemos ser envueltos en ella. 
Mas Dios nos ayudará. Roma está ahora desierta, calurosa y sin novedades. 

»Ha terminado la cuestión de las elecciones. Aquí, todos están ahora contentos con Margotti. Este incidente ha servido para hacer 
comprender mejor lo que se piensa... A Federico no le veo hace ya varios días; le mandé enseguida la adjunta. 

»Mis saludos para don Bosco». 

Y don Bosco recibía nuevos consuelos por su celo para la casa de Dios. La Unidad Católica del 14 de julio escribía: 

Las Cuarenta Horas en la iglesia de Valdocco. 

Con ocasión de las primeras Cuarenta Horas en la iglesia de María Auxiliadora en Valdocco (Turín), el Sumo Pontífice concede 
indulgencia plenaria a todos los que, habiéndose confesado y comulgado los días 15, 16 y 17, visiten esta iglesia y recen según la 
intención del mismo Sumo Pontífice. Por la tarde predicará el Excelentísimo señor Obispo de Alba. 

((315)) Durante los tres días se celebraron las funciones sagradas como en las fiestas más solemnes. El clero infantil, los clérigos y los 
sacerdotes se turnaron, revestidos con roquete, a los pies del altar en continua adoración; mientras los alumnos estudiantes y los 
aprendices de los talleres rendían el mismo homenaje ante la balaustrada. Acudió muchísimo público atraído también por la oratoria del 
seráfico monseñor Galletti. 

El tercer día recibió don Bosco una carta del Obispo de Casale, a quien, en agradecimiento por la parte que había tomado en las 
funciones del octavario, había enviado como regalo una colección completa y muchos números sueltos de las Lecturas Católicas. 

Rvmo. Señor: 

He recibido el gran paquete de libros edificantes que V. S. Rvma. tuvo a bien regalarme. Al ver la variada cantidad de tan preciosas 
obritas, me pareció hallarme en 
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un rico y hermosísimo jardín, donde crecen las flores más bonitas y olorosas y extienden por doquier sus preciosas ramas cargadas de 
suavísimos frutos. 

Me congratulo, pues, con usted porque una gran parte de esos libritos, cuanto más pequeños de tamaño más cargados de sanas y útiles 
enseñanzas, son hijos del saber y del celo que tanto le distinguen. Me serviré de ellos para mi instrucción y para bien de mis diocesanos, a 
quienes me gustará distribuirlos. 

Con la más sentida gratitud y la mayor veneración, me profeso 

Casale, 16 de julio de 1868. 

Su att. ° y seguro servidor » PEDRO MARIA, Obispo 

Con la misma fecha llegábale a don Bosco una carta de la dirección de ferrocarriles. 

Turín, 16 de julio de 1868 

El que suscribe tiene el honor de acompañar, para lo que usted crea conveniente, la adjunta instancia de Juan Cordero, hijo de un obrero 
de estos talleres, que desea ser internado en el Oratorio de San Francisco de Sales, y para tal fin se ha dirigido al que suscribe en busca de 
recomendación. 

Con el más distinguido aprecio 

El Director de Explotación P. ARMILHAU 

((316)) El mismo señor recomendaba el 4 de septiembre de 1868, con carta N.° 8656, la aceptación del jovencito Ellena, hijo de un 
obrero difunto de la Compañía de ferrocarriles. 

Cada año le llegaban a don Bosco millares de peticiones de todas partes para la aceptación de muchachos pobres. A él le hubiera 
gustado recibir a todos. Es conocida la frase, repetida a otros superiores y que nosotros oímos muchas veces: «Aceptad cuantos más 
podáis. Llenad la casa y las buhardillas; si no hay plazas suficientes, ponedlos en las habitaciones más pequeñas; y si éstas están también 
ocupadas, colocadlos en mi habitación y bajo mi cama». 

Experimentaba siempre verdadera alegría cuando podía recibir a un nuevo muchacho, y vivo dolor cuando se veía obligado a dar una 
negativa. Recordaba las palabras del Divino Maestro: Qui susceperit unum parvulum talem in nomine meo, me suscipit -Non est voluntas 
ante Patrem vestrum qui in coelis est, ut pereat unus de pusillis istis (Quien recibiere a un niño de ésos en mi nombre a mí me recibe -No 
es voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que perezca uno sólo de estos pequeños). El veía en todo muchacho una alma que 
salvar, y no ahorraba las más arduas fatigas para salvarla. 
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Por la tarde del domingo 19 de julio, fiesta de san Vicente de Paúl, llegaba don Bosco a Cumiana, donde pasó un día entero con aquella 
apreciada familia y con los profesores que le habían acompañado. íCuántas glorias de María tuvo que contar allí! 

Don Miguel Rúa escribía en la crónica el día 20 de julio: «Una multitud de gente sigue viniendo a visitar la nueva iglesia y a pedir 
gracias a María Auxiliadora. Puede decirse que no pasa día sin recibir cartas de personas de lejos que se encomiendan a María, 
especialmente a través de las oraciones de don Bosco y de sus hijos; y tampoco pasa día sin que se reciban otras de agradecimiento por 
gracias obtenidas». 

Una de estas procedía de Austria: 

Reverendísimo Señor: 

Hace unos días, agobiada de terror, invocaba el valimiento de las oraciones de V. S. en favor de mi yerno Carlos Lutzow, y hoy ((317)) 
no sé con qué palabras darle gracias. Escuche: mi Carlos, después de una grave enfermedad, estaba, como se dice, a punto de muerte. Con 
toda ejemplaridad recibió los santos sacramentos y demostraba la resignación y fortaleza de un verdadero cristiano agonizante. Pero yo, 
mi hija y todos los de la familia, estábamos aterrados ante el pensamiento de su pérdida. Llegó a tiempo su carta invitándome a empezar 
una novena en honor de María Auxiliadora, nuestra única esperanza en aquella terrible situación. El 18 empezamos la memorable novena 
y puse al cuello del enfermo la prodigiosa medalla de María Auxiliadora, que usted me había regalado a mi paso por Turín. íFue cosa de 
maravilla! Aquel mismo día aumentaron tanto las fuerzas del enfermo, disminuyó tanto el mal, que los médicos declararon al día 
siguiente que estaba fuera de peligro. 

Dé gracias conmigo al Señor y a la Santísima Virgen María. Doy también gracias a usted y a todos esos buenos muchachos que, 
fervorosamente reunidos en la nueva iglesia, imploraron el auxilio de la que siempre oye las oraciones de los que con labios devotos e 
inocentes invocan su auxilio poderoso. 

Hoy (26 de julio) mi Carlos habla, ríe, bromea y ya ha podido restablecerse con distintas bebidas y comestibles. 

Sea, pues, ahora y siempre y en cualquier lugar, bendecido, alabado e invocado por todos el nombre de María Auxiliadora. En breve 
recibirá algún dinero para sus pobres muchachos. 

Con sincero y permanente agradecimiento me profeso 

Krawska (Austria), 20 de julio de 1868. 

Su segura servidora Baronesa LUISA GUDNAU 

Mientras la Baronesa escribía esta carta, don Bosco se encontraba en los Alpes, en Fenestrelle, adonde había llegado el sábado 25 de 
julio. Un perro, que los médicos creyeron rabioso, había mordido al párroco de Ruá, junto a Fenestrelle. Estaba el enfermo tan fuera de sí 
por el susto, que a toda costa quería fuera don Bosco a bendecirlo. 
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El Siervo de Dios se conmovió con las peticiones de los amigos que le esperaban en Pinerolo y fue a Ruá, bendijo al pobre cura, que se 
calmó, curó, y vivió aún muchos años. 

Al día siguiente, 26, era domingo, y la fiesta de santa Ana. El Venerable predicó en la capilla del Puy, parroquia de Fenestrelle. 

((318)) El lunes marchó a Usseaux, pueblo de José Ronchail, que había terminado entonces los estudios de filosofía y pensaba seguir la 
carrera eclesiástica. Pero estaba bajo la tutela del abuelo, el cual había determinado dedicarle al comercio y ya le había encontrado 
colocación en una casa de Lyon; más aún, había fijado su partida para el sábado siguiente y él no se atrevía a oponerse. 

Al llegar al pueblo, don Bosco fue a hospedarse en casa del Párroco. Dos seminaristas estudiantes de teología y compatriotas de José 
que lo supieron, fueron en busca del amigo y empezaron a hablar de don Bosco. Ronchail no conocía a don Bosco, y ni le había oído 
nombrar. Los seminaristas, en cambio, que deseaban con ardor verle porque habían oído hablar mucho y muy bien de él, le propusieron 
que los acompañara a la visita que pretendían hacer al Siervo de Dios aquel mismo día, y él, para complacer a los amigos, los siguió. 

El Venerable, apenas vio entrar a los tres jóvenes, sin atender a los dos seminaristas, se dirigió inmediatamente al mozo encaminado 
para el comercio, le agasajó con cariño y tomándole por una mano, le dijo: 

-He aquí un bonito mirlo al que han puesto en la jaula. 

Estas palabras hicieron mella en el corazón de José; su vocación adormecida durante un tiempo, se reanimó; pidió al Venerable una 
entrevista particular y su determinación de consagrarse al Señor se hizo sólida e irreversible; más aún, se decidió a ir con don Bosco a 
Turín. 

Faltaba disuadir al abuelo de su decisión cuando un suceso extraordinario quitó toda dificultad. He aquí cómo lo contaba don Carlos 
Gros, párroco de Pomaretto, el año 1904, a sus ochenta y dos años cumplidos, a don Pedro Pestarino de Rossiglione, para que nos 
transmitiera su testimonio. 

Resulta que don Carlos Gros, capellán por aquellos lugares en 1868, se encontró, un día que soplaba un viento muy fuerte, cerca de 
Fenestrelle con don Bosco en un carruaje con el reverendo Bourlot, que volvía de ((319)) Laux. Y he aquí que se le presentó José 
Ronchail con su madre y dos hermanas pequeñas. Bourlot paró el caballo y la buena madre rogó a don Bosco que bendijera a sus hijas. 
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La mayorcita, próxima a los catorce años de edad, había perdido casi instantáneamente la vista y apenas distinguía el día de la noche. La 
otra, con una inflamación crónica de los ojos, tenía que sostener los párpados cerrados porque no podía sufrir la luz. Don Bosco les 
aconsejó una novena a María Auxiliadora, consistente en rezar tres padrenuestros, avemarías y glorias y una salve cada día, encargó al 
joven José que acompañara a su madre y a las dos hermanas en estas plegarias y acabó dándoles la bendición pedida. La primera hermana 
curó del todo instantáneamente y nunca más tuvo molestias en los ojos; la segunda no cambió hasta el último día de la novena: aquel día, 
apenas terminó las oraciones prescritas, le desapareció la inflamación y recuperó totalmente la vista. No le quedó más que una manchita 
en los ojos, casi como un recuerdo del antiguo mal. 

El hermano, testigo de tales prodigios, se aferró más a las palabras del Siervo de Dios, en la persuasión de que había tenido luces 
especiales sobre su vocación. 

El 1.° de octubre de aquel año entraba en el Oratorio y ya veremos la importante misión que el Señor le reservaba en Francia. 

El mismo Ronchail nos expuso también esta narración. 

El 27 de julio, dice la crónica, don Bosco dejaba Fenestrelle. Al caer de la tarde se presentaron en el Oratorio dos sacerdotes 
desconocidos que querían hablar con el Siervo de Dios. Como aún no había vuelto a casa, le esperaron hasta la noche, sin querer decir su 
nombre. Cuando don Bosco llegó les tributó mil agasajos. 

-Soy monseñor Ricci, díjole uno, Maestro de Cámara de Su Santidad. 

El otro era el padre Guglielmotti, dominico, famoso historiador de la Marina Pontificia. Aceptaron satisfechos la hospitalidad que don 
Bosco les ofrecía y al día siguiente, después de visitar la casa, acompañados por don Celestino Durando fueron al colegio de Lanzo. El 
((320)) día 29 por la mañana marcharon hacia Roma. Parece que llevaban alguna misión especial. Esta visita prestó ocasión a don Bosco 
para escribir una carta a aquel Monseñor, ya que un encargo dado al caballero Oreglia no había sido cumplido. 

A S. E. Rvma. Monseñor Francisco Ricci, Maestro de Cámara de Su Santidad -Roma. 

Excelencia Rvma.: 

Cumplo un poco tarde con mi deber de agradecer a V. E. Rvma. la bondad que tuvo al venir a hospedarse en nuestra pobre casa. 
Guardaremos de ello el más caro y grato recuerdo. 
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Pero hay otro motivo que me mueve a escribirle y es pedirle benigna indulgencia por la falta de atenciones a que nos vimos obligados 
por las condiciones de nuestra casa. Dígnese cubrir con un velo todo ello y recuerde solamente la gran satisfacción que nos ha dado y 
nuestra buena voluntad de presentarle con nuestra actuación las más profundas muestras de aprecio y gratitud. 

Bondadosamente me aseguró al marchar que se interesaría por esta casa y he aquí una ocasión en la que verdaderamente necesito de 
usted. 

El abate Soleri es un insigne bienhechor de esta casa y hace poco nos hizo un importante donativo en circunstancias excepcionales. 
Quisiera él algún título honorífico del Padre Santo, canónigo, protonotario, camarero o algo así, y que yo no sé, como signo de 
benevolencia de la Santa Sede. Es un buen eclesiástico, como puede verse por la carta de presentación del Arzobispo; es rico y generoso. 
Disponga V. E. 

Esperamos la indulgencia plenaria que nos prometiera. Dios le bendiga. Denos su santa bendición y créame con todo mi aprecio de V. 

E. 
Turín, 27 de septiembre de 1868. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

El día 28 de julio, no sin antes pedir permiso a sus ilustres huéspedes, por compromisos anteriormente contraídos, salió de nuevo fuera 
de la ciudad para dos días, tal vez a Borgo Cornalense. Durante esta breve ausencia, el 29 de julio, cayó gravemente enfermo de 
peritonitis aguda don Miguel Rúa. Llevaba ya unos meses con dolencias ocasionadas por el excesivo trabajo que le proporcionaban la 
((321)) dirección interna del Oratorio, el despacho de los asuntos materiales y su extrema y habitual debilidad por el insuficiente descanso 
de sólo cuatro horas de sueño. 

Piadosísimo como era, pidió inmediatamente los auxilios de la religión, y se le llevó el santo Viático. Acudieron los médicos y lo 
desahuciaron. El doctor Fissore, que fue el primero en visitarle, afirmó, más tarde, que su enfermedad era de las que apenas uno o dos 
enfermos sobre ciento suelen curar. 

Es de imaginar la ansiedad de todos los de casa. Se mandó llamar a don Bosco, el cual llegó al anochecer. Apenas puso los pies en el 
umbral de la portería, superiores y alumnos del Oratorio acudieron más deprisa y en mayor número que de costumbre a rodearle y 
hablarle de la enfermedad de don Miguel Rúa y su gravedad. Todos le rogaban que fuera enseguida a visitarle para darle la bendición de 
María Auxiliadora. 

-íDeprisa! repetían; ívaya a verlo porque puede faltar de un momento a otro! 
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Y don Bosco, sin deconcertarse, sin acelerar el paso, respondió sonriendo: 

-Tranquilos, tranquilos: conozco a don Miguel Rúa y íno se marchará sin mi permiso! 

Aquella noche había confesiones, porque a la mañana siguiente, jueves, se hacía el ejercicio de la buena muerte, y el Siervo de Dios se 

fue enseguida al confesonario, donde estuvo ocupado durante bastante tiempo. 
Cuando salió de la iglesia, insistió su secretario, don Joaquín Berto, para que subiera rápidamente a ver al enfermo, pero don Bosco, sin 

la menor preocupación fue a cenar, diciendo: 

-Sí, sí, iremos a verle. 

Cuando hubo cenado, con la acostumbrada tranquilidad, subió a su habitación para dejar sus papeles y después bajó al primer piso para 

visitar a don Miguel Rúa. Se entretuvo un ratito con el enfermo, el cual le dijo, con un hilillo de voz: 

-Don Bosco: si es mi última hora, dígamelo tranquilamente, porque estoy dispuesto a todo. 

Y don Bosco respondió: 

((322)) -Mi querido Rúa, no quiero que mueras. Tienes que ayudarme todavía en muchas cosas... 

Díjole aún unas palabras de consuelo y le bendijo. 

A la mañana siguiente, después de celebrar la misa, subió de nuevo a ver al enfermo, con quien se encontraba el doctor Gribaudo. 

Hízole éste notar la gravedad del caso, añadiendo que tenía poca esperanza de que curara. 

-Sea lo grave que se quiera, respondió el Venerable, pero mi Rúa debe sanar, porque aún le queda mucho que hacer. 

Se había determinado administrarle la unción de los enfermos y el Siervo de Dios, que vio sobre la mesita de noche la bolsa de los 

santos óleos, pregunto: 

-»Qué hacen aquí los santos óleos? 

-Se han traído para administrárselos a don Miguel Rúa. 

-»Y a quién se le ha ocurrido traerlos aquí? 

-A mí, respondió don Angel Savio. Si usted hubiera visto lo mal que estaba ayer tarde... Daba miedo... Los mismos médicos... 

-En verdad que sois gente de poca fe, le interrumpió don Bosco... 

Y añadió, sonriendo y bromeando: 

-Animo, Rúa; mira: aunque te echases por la ventana abajo, ahora no morirás. 

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En efecto, desde el momento en que don Bosco le bendijo, el enfermo empezó a mejorar y unos días después, contra toda esperanza, 
estaba fuera de peligro. Fue llevado a respirar aires puros en Trofarello y, al cabo de dos meses, estaba perfectamente restablecido y libre, 
además, de los dolores de cabeza que antes le atormentaban tanto y con tanta frecuencia. 

Otra profecía antigua aseguraba a don Miguel Rúa que su vida duraría al menos treinta y cinco años. El mismo lo atestiguaba. 

«El año 1853, cuando se organizaban en Turín los grandes festejos con motivo del centenario del milagro del Santísimo Sacramento, 
nuestro buen padre don Bosco escribió un opusculito para preparar al pueblo al solemne acontecimiento. Tenía yo entonces dieciséis años 
((323)) y le hacía de amanuense. Algún mes después de las fiestas, volvíamos un día de la quinta de nuestro excelente amigo, el profesor 
don Mateo Picco, adonde solía don Bosco retirarse todos los años unos días para revisar en la quietud del campo sus publicaciones, 
aprovechando los amplios conocimientos literarios, históricos y científicos del excelente profesor. Al llegar al poblado, que se llamaba 
San Albino y San Evasio, poco distante de la Gran Madre de Dios, cayó la conversación sobre las fiestas centenarias de Turín y la 
aceptación y gran difusión de su opúsculo. Don Bosco lanzó su pensamiento hacia el futuro y me dijo: 

-Cuando el 1903 se celebre el cincuentenario, yo ya no existiré pero tú vivirás todavía: desde ahora te encargo que vuelvas a editarlo. 

«-Con mucho gusto, contesté, aceptando tan agradable encargo; 
pero »y si la muerte me gastara alguna broma y me sacase de este mundo antes de la fecha? 

»-Tranquilo, tranquilo; la muerte no te hará ninguna broma y tú podrás cumplir el encargo que ahora te hago. 

»Como le oí hablar con tanta seguridad, desde entonces puse a parte un ejemplar de aquel opúsculo, para publicarlo cuando hubiera que 
hacer la edición en 1903». 

Y la hizo, poniendo como prólogo una declaración como la expuesta y en la que, además, hacía referencia a su enfermedad y curación 
en 1868. 
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((324)) 

CAPITULO XXVI 

DON BOSCO VA A SAN IGNACIO -ACONSEJA A UN JOVEN QUE PEDIA HACERSE SALESIANO QUE ENTRE EN LA 
COMPAÑIA DE JESUS -LA BENDICION DE DON BOSCO A LOS ENFERMOS: SU EVIDENTE HUMILDAD; EL TEOLOGO 
BERTAGNA RECONOCE EN EL, EL DON DE LAS CURACIONES -COLECTA EN SAN IGNACIO PARA EL ORATORIO DE 
SAN LUIS -SISTEMA DE DON BOSCO: EL NO TERMINAR DE UNA VEZ UNA OBRA, PARA DAR OCASION A SUCESIVAS 
PETICIONES DE LIMOSNAS A LOS BIENHECHORES -SU CIRCULAR PIDIENDO ORNAMENTOS SAGRADOS PARA LA 
NUEVA IGLESIA -CUMPLIMIENTO DE UNA PREVISION -CARTA DE LA PRESIDENTA DE TOR DE'SPECCHI PIDIENDOLE 
CONSEJO PARA LA ACEPTACION DE UNA POSTULANTE -DON BOSCO VISITA AL CONDE DE LA MARGHERITA 
GRAVEMENTE ENFERMO -PREVE EL EFECTO DE UNA BENDICION -REVELA COSAS OCULTAS -PREDICE LA MUERTE 
DE DOS JOVENES -EL VENERABLE COOPERA AL EXITO DE LA EDUCACION DE LOS HIJOS DE UNA FAMILIA NOBLE: 
SU AFECTO A ESTOS MUCHACHOS -UN METEORITO 

EN el mes de agosto, se trasladó el Venerable al Santuario de San Ignacio en Lanzo, para los ejercicios espirituales. Allí le esperaban 
todos los años muchos seglares para confesarse con él y pedirle consejos. Estuvo entre ellos un buen joven, que, tiempo atrás, le había 
sido presentado por un bienhechor, para que lo aceptara entre los alumnos del Oratorio. Don Bosco, que estaba en la sacristía, lo había 
recibido con cariño, pero después de preguntarle algunas cosas, le miró al rostro fijamente y exclamó: 

-No está destinado ((325)) para nosotros; vaya a otros. 

El joven quedó algo mortificado por la respuesta y se retiró. 

Habiéndose trasladado él también a San Ignacio, se encontró de nuevo con don Bosco, le eligió para confesarse y le expuso el deseo de 
hacerse salesiano. Don Bosco no aprobó, ni desaprobó; pero un día, mientras el joven le hablaba entusiasmado de la vida de san 
Estanislao de Kostka, suavemente le amonestó sonriendo: 
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-Pues ve tú también con esos religiosos donde san Estanislao se hizo santo. 

Así le daba a entender por segunda vez que no era llamado al Oratorio. 
El joven, siguiendo su consejo, entró en la Compañía de Jesús. 

Este es el padre Sasia, que fue mandado como provincial a California y de allí volvió a Turín, en 1894, para desempeñar el mismo 
cargo, y nos contaba cómo había conocido a don Bosco. 

Mas si don Bosco daba consejos a los demás, también sabía pedirlos para sí mismo. Como veía que sus bendiciones devolvían la salud 
hasta a los enfermos más graves, reconocía en María la causa de tales gracias; y estaba en guardia para que el veneno sutil de la 
vanagloria no perturbara su corazón. Su oración, su firme propósito era: «Non nobis, Domine, non nobis, sed nomini tuo de gloriam» (No 
a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da la gloria). 

Tenía tan bajo concepto de sí mismo que muchas veces pedía consejo, para saber regularse, a personajes eclesiásticos doctos y santos. 
He aquí el juicio que daba de él monseñor Juan Bertagna, antaño maestro de moral en la Residencia Sacerdotal de Turín, en el Proceso 
Diocesano para la Causa de Beatificación de don Bosco. Se diría que habla la fría razón: 

«Creo sinceramente que don Bosco poseía el don sobrenatural de sanar a los enfermos. Se lo oí decir a él mismo hallándonos los dos de 
ejercicios espirituales en el santuario de San Ignacio, en Lanzo. Me lo decía para que le aconsejara si debía continuar bendiciendo a los 
enfermos con las medallas de María Auxiliadora y del Salvador, porque ((326)) decía que se levantaba mucho revuelo con las curaciones 
que ocurrían y que tenían aire de prodigiosas, como consecuencia de las bendiciones por él impartidas. Y yo opino que don Bosco decía 
la verdad. Bien o mal, yo aconsejé a don Bosco que continuara con sus bendiciones». 

Y la humildad sabía sugerirle el modo de esconderse aun cuando, conocida la eficacia de sus bendiciones, afluían a él las multitudes de 
tal modo que le impedían cualquier otro quehacer. Para que no sucediera nada sorprendente, sugería con mucha frecuencia a las personas 
que acudían, que hicieran una novena, o bien recitaran ciertas oraciones cada día durante un tiempo más o menos largo, fijando así el día 
en el que la Virgen haría la gracia. 

Lo hacía así por dos motivos: primero para causar menor impresión con sus afirmaciones; segundo, para obtener que las gracias 
acontecieran en lugares distintos y lejanos. Pero también esto es algo 
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admirable porque los peticionarios conseguían las gracias pedidas en el mes y el día fijado. La Virgen lo dejaba a su albedrío. 

El mismo efecto producían las cartas que él mandaba con una estampita de María Auxiliadora. En efecto, de todas partes le llegaban 
testimonios de agradecimiento, mas él atribuía el mérito a las oraciones y a las fervorosas comuniones de los buenos alumnos del 
Oratorio, y nunca dejó de manifestarles el afecto y agradecimiento de los agraciados. 

Don Bosco salió de San Ignacio, después de haber hecho una colecta para el Oratorio de San Luis en Puerta Nueva, y volvió de nuevo a 
Valdocco. En la iglesia nueva faltaban todavía muchos objetos necesarios o convenientes para el ejercicio decoroso del culto, y él 
iniciaba para todo ello colectas especiales, una tras otra, porque, decía, si uno se apresura a terminar de golpe una obra, con todos los 
accesorios, haciendo deudas, muchísimos bienhechores, al verla acabada, fácilmente creen que no es necesario su concurso y se enfrían. 

Comenzó, pues, a escribir, hizo imprimir una carta dirigida a los bienhechores de la iglesia, y mandó un millar de ellas con laborioso y 
cuidadoso trabajo. Era una carta de agradecimiento, ((327)) de homenaje y, a la vez, una promesa y una oración. El homenaje consistía en 
la medalla conmemorativa de la inauguración del Santuario; la promesa se refería a la oración diaria establecida, como se ha dicho, en 
favor de todos los bienhechores. 

Benemérito Señor: 

Con la mayor satisfacción tengo el honor de poder participar a V. S. B. que la iglesia dedicada a María Auxiliadora, cuya construcción 
fue tantas veces objeto de su caridad, ha sido solemnemente consagrada al culto divino. 

La función comenzó el 9 del pasado junio y terminó el 17 del mismo mes por la mañana. Apenas se acabe de imprimir la relación de 
este glorioso octavario, tendré sumo gusto en enviarle un ejemplar. Ahora, mientras le manifiesto por mi parte, la más profunda gratitud, 
ruégole acepte una medalla conmemorativa que lleva en el anverso la imagen de Maria Auxiliadora de los Cristianos y en el reverso la 
fachada de la nueva iglesia. Espero que sea para su familia un grato recuerdo y fuente de perennes bendiciones, que la augusta Reina del 
cielo hará descender sobre usted y sobre todas las personas que componen su respetable familia. 

Creo que también le satisfará saber que se ha establecido un servicio religioso diario en la nueva iglesia en favor de todos los 
beneméritos donantes, que con sus limosnas han promovido en cierto modo esta obra de pública beneficencia. Consiste este ejercicio en 
oraciones comunitarias, el rezo del rosario, comuniones y celebración de la santa misa. 

Y ahora que la construcción está acabada en la parte material, se la presento a usted como un mendigo que necesita ser vestido y 
alimentado; quiero decir, que la iglesia necesita ser provista de ornamentos y vasos sagrados y de cuanto se precisa 
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para la celebración de misas, catecismos, predicación y demás. Por esto, respetuosamente le suplico que en sus obras de caridad quiera 
incluir ésta, que usted ya empezó a proteger. 

Por mi parte, y mientras viva, no dejaré de invocar cada día las bendiciones del cielo sobre usted y sobre las personas que se relacionan 
con usted. Y con la dulce esperanza de que nos encontraremos un día juntos en la patria de los bienaventurados, con profundísima estima 
y gratitud, me cabe el honor de poderme profesar 

De V.S.B. 

Turín, agosto de 1868. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

P. S. Por si acaso llegase a su conocimiento que alguno de los que contribuyeron a la construcción de esta iglesia no hubiera recibido la 
medalla conmemorativa, ((328)) ruégole me lo indique y haré todo lo posible para cumplir con tal deber de gratitud. 
Desde Roma se dirigía a él para que le aconsejara, la veneranda Madre Presidenta de Tor de'Specchi. Recordamos que don Bosco le 
había prometido que su monasterio, después de algunas dificultades, volvería a florecer. Y así fue. En julio de 1869 la Presidenta 
anunciaba al caballero Oreglia que aquel año había tenido cinco nuevas novicias a las que se añadieron más tarde otras. 

Pero aquellos días la buena Madre estaba aún angustiada por el número tan pequeño de su familia religiosa y dudaba antes de aceptar 
una nueva postulante. Escribía a don Juan Bautista Francesia: 

3 de agosto de 1868 J.M.J. 

Rvdo. Señor: 

El buen caballero Oreglia, antes de marchar de este querido retiro, me dijo que, durante su ausencia, me dirigiese a usted y lo hago con 
agrado. Más aún; antes lo hubiera hecho, de no habérmelo impedido la triste circunstancia de una hermana religiosa que murió tras breve 
enfermedad. Bendito sea Dios; pero puede imaginar la pena que me da ver disminuir el número, ya pequeño, de esta comunidad. Somos 
nueve; si el número correspondiese a la fuerza de los miembros, menos mal, pero no es así; no sabemos cómo atender a los oficios y a los 
actos comunes; necesitamos sin falta alguna ayuda. 

Hay una y hábil joven fuera de Roma; no es de familia distinguida más que en su pueblo, pero vive con decoro y honestamente aunque, 
por la mala administración, su familia no es hoy rica como lo era. Su madre, que está viuda, es una santa mujer; por todo esto que le 
expongo me disuaden de aceptarla, diciéndome que nuestro instituto fue fundado para señoras de la nobleza y que, si recibiera a ésta, 
perjudicaría a la institución. 
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»Es acaso mejor que se deshaga por falta de sujetos? 

Mis religiosas estarían contentas con dicha joven, por las noticias recibidas. 

Tenga la bondad de informar de todo esto a don Bosco, oiga su parecer, y me lo comunique lo antes posible. 

Besa su mano, etc. 

M. MAGDALENA GALLEFFI 
((329)) íEra muy grande la confianza que se tenía en la palabra del Venerable! Una comunidad religiosa de Turín, afligida por la 
enfermedad mortal del conde la Margarita 1, su principal bienhechor, se dirigía al caballero Oreglia (ignorando que se encontraba 
ausente) para saber qué pensaba de ello don Bosco. 

íViva Jesús Sacramentado! 

Ilmo. Señor: 

Desgraciadamente V. S. Ilma. sabrá ya en qué estado se encuentra el señor conde de la Margarita. 

Aunque las últimas noticias recibidas esta mañana no eran peores, puesto que se hablaba de una ligera mejoría, con todo nosotras 
vivimos con el miedo a perder, de un momento a otro, al que después de Dios, lo es todo para nosotras, y lo veneramos y consideramos 
como al mejor de los padres. No dejamos de rezar para que el Señor nos lo conserve, pero se lo confieso, la angustia nos oprime. 

Estoy persuadida de que la señora Condesa y la señora Baronesa ya le habrán encomendado a las santas oraciones de don Bosco: me 
uno a sus ruegos para alcanzar de la Santísima Virgen una gracia tan valiosa. Con la pena en que se halla sumida toda la Comunidad, que 
todo lo pierde con el Conde, pensé decir a la bondad de V. S. Ilma. también en nombre de sor María Verónica, el valioso favor de que 
tenga a bien decirme qué piensa y dice don Bosco sobre el estado de S. E. 

íCómo agradecería a V. S. Ilma. quisiera ser mi intérprete ante esta alma santa y contarme después sus sentimientos! Perdóneme si, 
movida por la aflicción, soy, a lo mejor, demasiado atrevida, pero es que usted, mejor que nadie, puede comprender cuán justa es nuestra 
consternación. 

No es necesario, bien lo sabe, que yo encomiende a sus oraciones al queridísimo y venerado enfermo; sólo lo hago a impulso de mi 
corazón sumamente afligido. 

Acepte por anticipado mis gracias, unidas a las de sor María Verónica, y permítame declararme con el más distinguido aprecio en J. M. 

J. 
De usted, Ilmo. Señor, 

atenta y segura servidora
SOR MARIA DE JESUS, Superiora


Turín, 6 de agosto de 1868, Monasterio del Santísimo Sacramento. 

1 Margarita. -Es el nombre de una población de la provincia de Cúneo (Piamonte). El conde en cuestión, lo era de este lugar. (N. del T.) 

Fin de Página 307 


VOLUMEN IX Página: 308 

El conde Clemente Solaro de la Margherita era ferviente católico y uno de los grandes hombres de Estado en el Piamonte. ((330)) 
Gozaba de gran fama como diplomático experimentado en Nápoles y en España, como ministro habilísimo de Asuntos Exteriores durante 
la mayor parte del reinado de Carlos Alberto, como orador elocuente y denodado en la Cámara Subalpina, como historiador y publicista 
insigne en el Memorandum, en los A vvedimenti politici (Notas políticas) y en el Uomo di stato (Hombre de estado). 

El Memorandum, publicado cuando la revolución le obligó a dimitir de Ministro, y que tuvo después tantas ediciones y traducciones, 
había arrancado una palabra de aplauso hasta al mismo Máximo D'Azeglio, contra quien había sido escrito. En medio de los modernos 
enredos sobresalía por su franqueza admirable y su constancia inquebrantable en las propias opiniones; y hasta los enemigos tenían que 
admirarlo. Siempre sintió un amor filial por la Casa de Saboya. 

Don Bosco fue a visitar al ilustre enfermo, con quien sostenía amistad, le bendijo e hizo rezar a sus muchachos por él. 

«Hay que notar, decía don Bosco, que a veces las curaciones no son concedidas porque son contrarias al bien del alma, y se obtienen 
sólo en parte para que el enfermo gane más méritos». 

Esto queda comprobado con la siguiente relación: 

El año 1868 me presenté a don Bosco en compañía de mi madre, rogándole me bendijera, porque yo, a mis veinticinco años, me sentía 
extenuada por una fiebrecilla continua que me consumía y era rebelde a todo remedio. El santo varón me sugirió una simple decocción 
depurativa y además me mandó rezar durante casi un mes cinco padrenuestros, avemarías y glorias, hasta el día de la Asunción. Por el 
modo sonriente y seguro con que hablaba, creí que me restablecería; me regaló un librito y una medalla y, antes de despedirme, me hizo 
arrodillar para rezar con él tres avemarías. 

El estaba de pie y, mientras rezábamos, puso su mano sobre mi cabeza. Yo sentía que apretaba fuertemente. Cuando me levanté, su 
aspecto era triste y me dijo: 

-No te extrañe, si no te curas del todo y si durante toda la vida tienes algún achaque; la bendición que te he dado te ayudará para el 
alma, si no te sirve para el cuerpo; sin embargo, haz lo que te he dicho. 

Me marché un poco desanimada y no dejé de tomar la infusión y de recitar las oraciones. 

El día de la Asunción tuve más dolor que de costumbre, y después, poco a poco se calmó el mal y, aunque la fiebrecilla ya no ((331)) es 
continua, la tengo con muchísima frecuencia y, a decir verdad, no he pasado desde entonces un solo día en perfecta salud. Estoy 
convencida de que, mientras rezaba aquellas tres avemarías, el santo varón vio que debía renunciar a la salud del cuerpo por la de mi 
alma. 

DELFINA MARENGO 

Fin de Página 308 


VOLUMEN IX Página: 309 

Recordamos aquí que don Bosco seguía manifestando cosas humanamente ocultas. Declara don Joaquín Berto: 

«Era el año 1868; una mañana se me presentaron dos señoras desconocidas para hablar con don Bosco. Entraron en su habitación y, 

apenas las vio, sin dejarlas hablar, dijo a una de ellas sonriendo: 

«-Hágase monja, y esté tranquila porque ésta es la voluntad del Señor. 

»Poco después, al verlas salir con las lágrimas en los ojos, pregunté la razón a don Bosco y él me contestó confidencialmente: 

»-Mira, esas señoras son hermanas, una de ellas quería hacerse religiosa y la otra se oponía. Se pusieron de acuerdo para venir a 

consultar a don Bosco. 

»Yo añadí: 

»-»Y por qué lloraban? 

»-Porque, sin dejarlas hablar, les adiviné el motivo de su visita y se conmovieron. 

»-Pero »cómo se las ha arreglado usted para saberlo? 

»-íQué curioso eres! Mira, esta noche soñé que venían estas dos personas a pedir mi parecer; y ahora, apenas las vi, las reconocí y por 

eso no hice más que repetir el consejo que les di soñando». 

Hay otros hechos semejantes, registrados en nuestras crónicas. 

Era admirable y habitual en el Siervo de Dios el espíritu profético del que ya había muchas pruebas. 

Una tarde, después de las confesiones, mientras cenaba, contó este sueño a algunos que le rodeaban; estaba entre ellos el citado don 

Joaquín Berto. 
«He visto un muchacho del Oratorio tendido por el suelo en medio de un dormitorio. A su alrededor había cuchillos despuntados, 

pistolas, carabinas y miembros ((332)) humanos despedazados. Parecía agonizante. Le pregunté: 

»-»Por qué te encuentras en estado tan lastimoso? 

»-»No lo conoce, me respondió, por los instrumentos que me rodean? Me he vuelto un asesino y dentro de pocas horas seré condenado 

a muerte. 

»Después añadió: 

»-Yo conozco a ese muchacho: procuraré corregirle de sus defectos e infundirle sentimientos de piedad y de bondad; pero tiene tan mal 

carácter que mucho me temo acabe mal». 

Era éste un muchacho que, mientras hacía el servicio militar, fue fusilado por haber matado a su propio oficial. Por fortuna, antes de 
morir, cumplió con edificación todos los deberes de un buen cristiano. 

Fin de Página 309 


VOLUMEN IX Página: 310 

El Venerable predijo también, muchos años antes, que otro muchacho se suicidaría. En efecto, era entonces bueno y piadoso, pero 
después de algún tiempo de haber salido del Oratorio, viéndose traicionado por un pérfido compañero, perdidas su fortuna, su familia y su 
honor, se quitó la vida de un pistoletazo. Los dos nombres se conservan en las crónicas. Fueron muchos los testigos de estas predicciones 
y de su cumplimiento. Uno de ellos, don Miguel Rúa. 

Así que don Bosco, por sus virtudes y el don de penetración de los corazones, se ganaba el aprecio y la confianza de todos, 
comprendida la Nobleza de Turín y de otras ciudades, y era llamado para cooperar al éxito de la educación de los hijos. Cuando alguno 
de ellos parecía que empezaba a descarriarse, la última áncora de salvación era don Bosco, que se ganaba la cordial amistad de aquellos 
muchachos. Por eso se los enviaban a él o les procuraban una charla con el Siervo de Dios en su propia casa. La palabra de don Bosco 
resultaba eficaz, y muchos señoritos cambiaron de conducta y fueron la gloria de sus propias familias. No es conveniente traer las pruebas 
de nuestro aserto, ni publicar cartas confidenciales; presentaremos sólo una cartita de don Bosco, contestando a la hermana de un joven 
que le había escrito por encargo de sus padres. 

((333)) Turín, 10 de agosto de 1868 

Ilma. Señora: 

Su deseo y el de mamá serán satisfechos: se celebrarán las tres misas y a mis pobres oraciones se unirán las de nuestros muchachos 
durante los tres días ientes a hoy. 

El señorito puede venir cualquier día de esta semana por la mañana hasta las dos de la tarde y procuraré servirle con la galantería que se 
merece. 

Le ruego entregue la carta adjunta a papá con mis saludos para él y mamá. Dios la bendiga. Ruegue por mí que, agradecido, me profeso 

De V. S. Ilma. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Don Bosco quería mucho a los hijos de sus bienhechores, como lo demuestra la respuesta a una carta que le había escrito el marquesito 
Fassati, desde Montemagno: 

Querido Manuel: 

Me ha gustado tu carta y no he dejado de aplicar mis pobres oraciones, según tu intención. No sé si Dios nos habrá escuchado, o no; tú 
lo sabrás. Pero te aseguro 
310 

Fin de Página 310 


VOLUMEN IX Página: 311 

que, si la petición es de cosas útiles para el alma y si sigues pidiendo con fe, puedes estar seguro de que serás escuchado. 

Hazme el favor de presentar mis cordiales saludos a toda la familia con los deseos de salud, alegría y largos años felices para todos. Di 
a la bonne maman, la señora condesa de Maistre, que, si pasa por Turín, tendré mucho gusto en saludarla y, si tú sabes con anticipación el 
día de su paso, me harás otro gran favor comunicándomelo con un par de líneas. 

Carísimo Manuel, estás viviendo ahora la edad más peligrosa, pero la más hermosa de la vida. Sé valiente. Los más pequeños 

sacrificios de la juventud, obtienen tesoros de gloria en el cielo. 

Ruega por la pobre alma de quien siempre se profesa 

Turín, 14 de septiembre de 1868. 

Tu afmo. amigo 
JUAN BOSCO, Pbro. 
Con el mismo, si no mayor afecto, atendía a sus muchachos del Oratorio. Al aproximarse las vacaciones otoñales, no dejaba de darles 
útiles consejos. Escribió don Juan Bonetti: 
((334)) Recuerdos dados por don Bosco a los jóvenes el 18 de agosto de 1868. 
1.° Ir a casa con ganas de seguir siendo buenos y no hacerse peores. 
2.° Procuren todos, al volver al Oratorio, traer consigo jóvenes buenos, como los desea don Bosco. 
3.° Dar buen ejemplo como reparación de los escándalos que, tal vez, uno dio cuando estaba en casa, a los hermanos, a las hermanas, 
con palabras, blasfemias o faltas parecidas. 
4.° Antes de marchar, no desperdiciar los jarros del agua, ni los libros usados, rompiéndolos o destrozándolos como acostumbran 
algunos alocados de espíritu destructor. Mejor es dejarlos para que sirvan a otros compañeros más pobres que se quedan o que vendrán. 

5.° Mostrar buena educación al hablar, al alternar con los padres, con los maestros y con los párrocos. Si sois invitados a comer, 
guardaos de la glotonería, servíos con moderación, observando cómo hacen las personas serias; no sentarse a la mesa o levantarse antes 
que los demás, sino esperar la señal del dueño de la casa o jefe de la mesa. 

El 30 de agosto, domingo, empezó la novena de la Natividad de María; durante los primeros días, hubo un raro fenómeno que ofreció 
un hermoso espectáculo y alegró el Oratorio, como presagio de satisfacción. Lo registramos simplemente porque habla de él una memoria 
de don Joaquín Berto y porque demuestra la diligencia de este buen hermano para registrar todo suceso. 

«Después de la cena, escribe, me encontraba yo con unos muchachos junto a la pared de la encuadernación, cuando con gran sorpresa 
mía, otros grupos, próximos a mí, empezaron a gritar: 
311 

Fin de Página 311 


VOLUMEN IX Página: 312 

»-»Qué es eso? »Qué es eso? 

»Miré y vi en el cielo un globo redondo más grande que una bocha. 

»Marchaba al principio a la altura de tres o cuatro metros sobre el tejado de las escuelas. Avanzaba en línea recta serpenteando y 
bamboleándose un poco, sin perder su perfecta redondez, y a una velocidad semejante a la de un gorrión que vuela al oscurecer de una a 
otra casa, buscando donde pasar la noche. Voló por encima del salón de estudio, por encima de la habitación de don ((335)) Bosco, sobre 
el tejado del resto de la casa hasta el campanario de la iglesia antigua, y continuó su vuelo hasta el ferrocarril. Dejaba señalado su camino 
con una línea de luz blanca, a manera de cola, muy gruesa inmediatamente detrás del globo y que se hacía más pequeña a medida que se 
alejaba, hasta verse finalmente como un humo blanco. Los muchachos estaban todos en el patio y muchos, que observaron tal fenómeno, 
volvieron hacia él sus ojos llenos de asombro. 

Fin de Página 312 


VOLUMEN IX Página: 313 

((336)) 

CAPITULO XXVII 

NOVENA DE LA NATIVIDAD DE MARIA SANTISIMA -ALGUNAS CHARLAS DE DON BOSCO: UN ALUMNO DESPEDIDO 
DE CASA; PARABOLA OSUEÑO; UNA SEÑORA ENTREGA A DON BOSCO UN LIBRO DONDE ESTAN ANOTADOS LOS 
JOVENES QUE HACEN BIEN LA NOVENA: LA FLOR -UNA MUJER MORIBUNDA SE CONFIESA DE UN PECADO 
CALLADO: SINCERIDAD EN LA CONFESION; TRANQUILIZARSE CON LA PALABRA DEL CONFESOR -OTRA PERSONA 
ENFERMA, PERSUADIDA POR DON BOSCO PARA RECIBIR LOS SACRAMENTOS DESPUES DE ACEPTAR LA MEDALLA 
DE MARIA AUXILIADORA; CONFIANZA EN MARIA Y LLEVAR SU MEDALLA AL CUELLO: FLOR -FIN DE CURSO: 
SOLEMNE REPARTO DE PREMIOS; HIMNO DE ACCION DE GRACIAS A DIOS; LAS VACACIONES OTOÑALES -DON 
BOSCO ESCRIBE A DON FRANCISCO PROVERA PARA ENCARGAR ORACIONES A ALGUNAS ENFERMAS: A EL NO LE 
FALTAN DISGUSTOS -CARTAS DESDE FLORENCIA A DON BOSCO POR LA NOTABLE MEJORIA DE UN ENFERMO 
-CURACION DE UN EPILEPTICO -EL ARZOBISPO QUIERE QUE LOS ORDENANDOS DEL ORATORIO ASISTAN A LOS 
EJERCICIOS ESPIRITUALES EN EL SEMINARIO O EN LOS PAULES, PERO NO INSISTE POR LAS RECOMENDACIONES DE 
MONSEÑOR GASTALDI -LA PRIMERA TANDA DE EJERCICIOS ESPIRITUALES EN TROFARELLO -CARTA DE DON 
BOSCO AL CABALLERO OREGLIA INVITANDOLE A LA SEGUNDA TANDA DE EJERCICIOS -OTRA A LA MARQUESA 
FASSATI -BOSQUEJO DE LOS SERMONES DE DON BOSCO -EL ARZOBISPO CONFIERE LAS ORDENES; SUS PALABRAS 
A DON SANTIAGO COSTAMAGNA 

HABIA empezado en la nueva iglesia la novena de la Natividad de María. La Crónica del Oratorio, que no alude a muchísimas charlas de 
la noche dadas por don Bosco a los muchachos, nos recuerda algunas de las de estos días. 

((337)) Nos atenemos a la Crónica: 
313 

Fin de Página 313 


VOLUMEN IX Página: 314 

2 de septiembre de 1868 

Dijo don Bosco aquella noche después de las oraciones: 

«Parece imposible. Cuando empezamos una novena siempre hay jóvenes que quieren irse de casa, o quieren ser despedidos. Había uno, 
responsable de ciertos desórdenes, al que, por motivos diversos no se quería despedir, pero él, como empujado por una fuerza misteriosa, 
se marchó. 

»Pasemos a otra cosa. Suponed que entra don Bosco en casa por la portería, que viene hasta aquí bajo los pórticos, y se encuentra con 
una gran señora, que tiene un cuaderno en la mano. Sin que don Bosco abra la boca, se lo entrega, diciendo: 

»-Toma y lee. 

»Yo, lo tomé y leí sobre su cubierta: Novena de la Natividad de María. Abrí la primera página y vi escritos los nombres de unos pocos 
jóvenes con letras de oro. Pasé la hoja y vi un número mayor escrito con tinta corriente; pasé el resto de las hojas del cuaderno y estaba 
todo en blanco hasta el final. Ahora pregunto a cualquiera de vosotros qué quiere decir esto. 

»Y pidió la explicación a un joven, al que ayudó a responder diciendo: 

»-En aquel libro estaban escritos los nombres de los que hacen la novena. Los poquísimos escritos en oro son los que la hacen bien y 
con fervor. La otra parte es la de los que la hacen, pero con menos fervor. Y »por qué no están escritos todos los demás? »Quién sabe por 
qué? Yo creo que han sido los paseos largos, que han distraído tanto a los jóvenes, que ahora no son capaces de recogerse. Si vinieran por 
aquí Domingo Savio, Besucco, Magone o Saccardi: »qué nos dirían? Exclamarían:ícómo ha cambiado el Oratorio! 

»Así, pues, para contentar a la Virgen hagamos todo lo que podamos recibiendo los santos sacramentos y practicando las florecillas que 
don Juan Bautista Francesia y yo os daremos. La flor para mañana será ésta: 

-Hacerlo todo con diligencia». 

3 de septiembre de 1868 
Por la noche habló don Bosco de una mujer que llegó al fin de sus días y ni siquiera entonces se atrevió a confesar un pecado cometido 

a los nueve años. Pero, en el ardor de la fiebre, dijo: 

-íAy, que me voy al infierno! 

-»Por qué?, le preguntó el confesor que la asistía. 

-Porque tengo un pecado, que jamás me he atrevido a confesar. 

Animóle el sacerdote y la pobrecita se confesó bien. Es una lección para nosotros, mis queridos hijos; no hay que esperar a aquel 

momento peligroso para arreglar las cuentas de nuestra alma. Quien ((338)) lo necesitase, prepare bien su conciencia con una confesión 
general, pero si el confesor dijese: 

-Quédate tranquilo, no lo necesitas, siga ese tal adelante y deje toda responsabilidad al padre de su alma. 

4 de septiembre de 1868 
Hoy habló don Bosco así a los muchachos: 
«Hace pocos días había en el hospital una mujer gravemente enferma que no quería confesarse. Aumentaba el peligro de muerte y le 

propusieron que se llamara a don Bosco. Ella contestó: 

Fin de Página 314 


VOLUMEN IX Página: 315 

»-Venga el que quiera; no me confesaré. 

»Fue don Bosco y en cuanto llegó, dijeron a la enferma: 

»-Ha llegado don Bosco. 

»-Cuando esté curada me confesaré. 

»-Es que don Bosco te hará sanar. 

»-Que me cure y entonces me confesaré. 

»Como yo tenía en la mano una medalla de María Auxiliadora con un cordoncito, se la presenté. La enferma la tomó, la besó y se la 

puso al cuello. Los presentes lloraban de emoción. Hice que salieran aquellas personas; la bendije y ella se santiguó; le pregunté cuánto 
tiempo hacía que no se confesaba y se confesó. Cuando terminó me dijo: 

»-»Qué le parece? Hace poco no quería confesarme y me he confesado. 

»Estaba contenta. 

»-Pues yo no sé qué decir, le respondí: mire, es la Santísima Virgen, que quiere que se salve. 

»Y la dejé con los sentimientos de una buena cristiana. 

»Pongamos, pues, toda nuestra confianza en María, y quien no lleve aún su medalla al cuello póngasela; y por la noche, y en las 
tentaciones, besémosla y experimentaremos una gran ayuda para nuestra alma. 

»Hoy se ha encontrado una cartera, con algunos billetes de banco dentro y dos medallas envueltas en un papel. Quien la haya perdido 
que pase a recogerla. Se le devolverá como premio a su devoción a la Virgen. 

»La flor para mañana es hacer una mortificación: por ejemplo, perder un minuto de recreo para hacer una visita a Jesús Sacramentado o 
algo semejante». 

6 de septiembre 

Flor: Devoción en la iglesia. 

El 8 de septiembre, a las seis de la tarde, después de los actos religiosos en la iglesia, se leyeron las calificaciones de los exámenes y se 
hizo el solemne reparto de premios a los estudiantes que se habían distinguido por su ((339)) aplicación y conducta. Aquel día, 
impregnado con el recuerdo de las bondades de don Bosco para con sus queridos hijos, terminó, como de costumbre, con un variado 
entretenimiento de música, cantos, poesías serias y cómicas que hicieron muy agradable la fiesta. Cada año comenzaba ésta con el 
discurso de un profesor y la cerraba don Bosco, con una charla siempre digna de consideración. 

El 9 por la mañana, después de la santa misa, dio don Bosco una plática con los avisos para las vacaciones, tejió un himno de acción de 
gracias y una gran parte de los estudiantes marchó a su casa. El Siervo de Dios les había recomendado calurosamente la devoción a la 
Virgen y plena confianza en ella en las necesidades espirituales y temporales: la misma confianza que llevaba multitudes a la iglesia 

Fin de Página 315 


VOLUMEN IX Página: 316 

de María Auxiliadora y les animaba a escribir cartas para encomendarse a las oraciones de la casa; y obtenían las gracias deseadas. 

Por aquellos días había recibido don Bosco una de estas peticiones y contestaba al prefecto del colegio de Mirabello, dándole a la vez 
noticias del Oratorio. 

Muy querido Provera: 

Escribe al reverendo Rolandi diciéndole que las enfermas por él recomendadas recen, durante el mes de septiembre, tres padrenuestros, 
avemarías y glorias al Santísimo Sacramento, más tres salves a la Virgen. Nosotros rezamos públicamente en la iglesia nueva. Manda una 
medalla para cada una. 

Eres muy generoso pero me envías dinero malo, puesto que no ha parado un instante en casa. Necesitaría un Provera en cada una de 
nuestras casas. 

Aquí todos gozamos de buena salud, pero no faltan adversidades. En este momento están en mi habitación agentes de Policía Superior 

con el Procurador del Rey. 

Quiéreme en el Señor y ruega para que en todo podamos hacer su santa voluntad. 

Que Dios te bendiga, junto con tu familia y todo el seminario. Amén. 

Turín, 9 de septiembre de 1868. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

Por el mismo motivo había escrito otra carta ((340)) a Florencia, calle Ginori, N.° 9, al conde Juan Barbolani Montauto, pariente de la 
marquesa Uguccioni, que se había encomendado para la curación de un hermano. 

El Conde le respondía el 14 de septiembre: 

«No puede expresar mi corazón la satisfacción que me ha proporcionado su muy apreciada carta. 

»Gracias por las alentadoras palabras que se ha dignado dirigirme; antes de que termine el presente año, realizaré el donativo que me ha 
propuesto para la Virgen Auxiliadora, a la que invoqué religiosamente en el momento de peligro y a la que hoy debo dar gracias con toda 
mi alma. 

»Sí, ha sido la Virgen quien ha hecho mejorar notablemente a mi hermano y Ella será quien le cure del todo y le conserve todavía largos 
años al vivísimo afecto de nuestra familia... íHa sido un milagro! 

»Cumplí su encargo con mi esposa, la cual me dice le manifieste su agradecimiento por la diligencia con que le ha atendido. Confía 
mucho en sus oraciones... Siga, por caridad, pidiendo al Altísimo y a la Bienaventurada Virgen María por mi familia...». 
316 

Fin de Página 316 


VOLUMEN IX Página: 317 

He aquí otra gracia que el Siervo de Dios obtenía de la Virgen con la bendición sacerdotal, como se ve por la siguiente declaración: 

En otoño de 1868 José Fassio, hermano de don Miguel, padecía de epilepsia. Dado que no mejoraba con los remedios de la ciencia, 
intentó la curación con los sobrenaturales. Su hermano Santiago, entonces aprendiz en la escuela de don Bosco, dijo a José: 

-Ven a Turín: que te bendiga don Bosco y sanarás. 

Hizo enseguida el viaje a pie, desde Revigliasco a Turín, con la fe de que la incomodidad del viaje le ayudaría a alcanzar más 
fácilmente la gracia. Llegó a Turín y se presentó a don Bosco, que le recibió en su habitación. Preguntóle éste por su conducta, si recibía 
los sacramentos, etc. Después, le hizo arrodillarse y le bendijo. La bendición produjo su efecto. Allí se acabó la enfermedad. Tiene ahora 
cuarenta y ocho años, no siente la menor incomodidad y por eso dice que es don Bosco quien le ha curado. 

Revigliasco de Asti (Alessandria), 3 de enero de 1899. 

Su seguro servidor SEGUNDO NAVONE, Párroco 

((341)) Mientras acontecían los hechos narrados en los capítulos precedentes, algunos consejeros habían sugerido al Arzobispo, tal vez 
con buen fin, que no diera por válidos los ejercicios espirituales que los clérigos del Oratorio harían en Trofarello como preparación a las 
órdenes de las témporas de otoño. Se quería que fueran a hacerlos en el seminario o en la casa de los Sacerdotes de la Misión (Paúles), 
con los demás clérigos de la diócesis. Se comunicó la decisión al Siervo de Dios. Y don Bosco envió a don Juan Cagliero al Arzobispo, 
que se encontraba en Carmagnola, para que le persuadiera de que revocara la orden. Por razones que no podían exponerse a cualquiera, 
pretendía también el Venerable remover aquel obstáculo. En realidad, durante los últimos ejercicios hechos en el seminario, alguno había 
intentado, con viva insistencia, promover deserciones de la Pía Sociedad. 

El Arzobispo escuchó a don Juan Cagliero y, ante la simultánea intromisión de monseñor Gastaldi, Obispo de Saluzzo, y haber sabido 
que el Obispo de Asti permitía al diácono Fagnano prepararse en Trofarello a la ordenación sacerdotal, consintió. 

Así que don Bosco, el 12 de septiembre, fiesta del Dulcísimo Nombre de María, convocaba en la casa de Trofarello a la mitad de sus 
salesianos, comprendidos los ordenandos, para la primera tanda de ejercicios espirituales. El mismo Venerable predicó las instrucciones y 
don José Bona, de Brescia, las meditaciones. 
317 

Fin de Página 317 


VOLUMEN IX Página: 318 

Con el ardiente deseo de que todos los salesianos tomaran parte en este retiro anual, escribía al caballero Oreglia, que había vuelto de 
Roma y se encontraba en Guenzate: 

Carísimo caballero Oreglia: 
Estamos en Trofarello, haciendo la primera tanda de ejercicios espirituales. El lunes 21 empieza la segunda y me parecería excelente 
que usted pudiera venir, porque hay muchas cosas que tratar, y sería muy importante que usted estuviera presente. Si es necesario, podría 

volver después a Milán. 
Le envío la carta de la marquesa Villarios sobre la muerte de Alberto: nosotros hemos rezado por él y seguiremos haciéndolo. 
((342)) »Quién sabe si la condesa Calderari se dejará ver dar a María Auxiliadora? 
Para todos mis saludos y deseos de las bendiciones del cielo. Créame en el Señor. 
Trofarello, 16 de septiembre de 1868. 

Afectísimo amigo JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. -Don Miguel Rúa está aquí; aunque despacio, va mejorando. El viernes enviaba a Montemagno otra carta para la marquesa 
Fassati. íSiempre admirables su celo y su delicadeza! 
Turín, 18 de septiembre de 1868
Benemérita Señora:
El lunes próximo (21) empezamos la segunda tanda de ejercicios para nuestros sacerdotes, maestros y asistentes y me gustaría que


también viniera don Celestino Durando. Como no sé si esto puede perturbar las clases de Manuel, le escribo a usted para que, si le parece 
conveniente, se lo diga. 
El lunes por la mañana puede todavía dar la clase y el sábado puede encontrarse de nuevo ahí, puesto que el sábado temprano se 
marchan todos para poder atender las obligaciones del domingo. 
Le ruego salude a la señora Duquesa y a su señora madre, que supongo están todavía en Montemagno. Espero poderlas visitar el lunes 

28. Ignoro si el ómnibus, que llega a Asti a las nueve de la mañana, coincide con el de ésa. Le agradeceré me lo comunique. 
Que Dios le bendiga a usted y a toda su noble compañía. Ruegue por mí y créame con agradecimiento. 
De V.S.B. 
Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Fin de Página 318 


VOLUMEN IX Página: 319 

Entretanto predicaba; sus pláticas obtenían admirable eficacia, porque estaban impregnadas de doctrina y unción espiritual, basadas en 
la Sagrada Escritura y en los Santos Padres, ilustradas con la historia eclesiástica, la vida de los santos, hechos contemporáneos, 
semejanzas y parábolas, que cautivaban la atención de los oyentes, les convencían, encendían sus afectos, ((343)) y movían su voluntad 
para abrazar el estado al que Dios les había destinado. No tenía tiempo para escribir aquellas instrucciones ordenadamente y sólo dejó 
sencillos apuntes en alguna hoja de papel; pero, quienes pendían de sus labios, acababan diciendo: 

-íQué bien! Ex abundantia cordis os loquitur (de la abundancia del corazón habla la boca). 

Hemos transcrito el resumen de algunas. Son proposiciones sueltas, como naturalmente le sucede a quien toma apuntes deprisa y 
corriendo, pero podemos asegurar que son auténticas. 

I 

Et ducam eum in solitudinem et loquar ad cor ejus (Y le llevaré a un lugar solitario y hablaré a su corazón). 

Nuestro divino Salvador, después de haber enviado a sus apóstoles a uno y otro lado para predicar el reino de Dios que se acercaba, los 
llamó, los reunió y los condujo a un lugar desierto, para que descansaran, estuvieran solos en su compañía y escucharan, alejados de las 
turbas, sus confidencias y avisos. 

Así nos ha llamado a nosotros a Trofarello, lejos de los estudios, de los trabajos, de las clases, de los colegios y de toda otra ocupación, 
al retiro, porque el Señor no habla nunca en medio del ruido; el Señor habla solamente a los que se apartan de los asuntos mundanos. 

Sólo en el silencio concede el Señor sus gracias, por esto cada uno de nosotros tiene que procurar aprovechar estos santos ejercicios. 
íNo estamos todos seguros de poder hacerlos el año que viene! 

Pensemos durante estos ejercicios en lo que tenemos que evitar, adquirir, o practicar en adelante. 

Procuremos guardar el silencio en todo tiempo, salvo después de comer y de cenar. 

II 

Hoy os hablaré de lo que hemos de hacer como sacerdotes o como aspirantes al sacerdocio; os diré qué es el sacerdote y qué debe ser. 

El sacerdocio es la más alta dignidad a la que puede ser elevado un hombre. A él, y no a los ángeles, se le ha concedido la potestad de 
convertir el pan y el vino en la sustancia del Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo; a él, y no a los ángeles, se le ha dado 
facultad para perdonar los pecados. 

Es el ministro de Dios tres veces Santo... 

Entonces, »cuál debe ser la santidad de un sacerdote o de un aspirante al estado 
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sacerdotal? Tiene que ser un ángel, es decir, un hombre ((344)) celestial: debe poseer todas las virtudes requeridas en este estado y sobre 
todo mucha caridad, mucha humildad y mucha castidad. 

El sacerdote es luz del mundo y sal de la tierra. Los labios del sacerdote deben guardar la ciencia y, por consiguiente, su principal 
obligación es la de dedicarse a los estudios sacros. 

Examinémonos y veamos si poseemos las virtudes necesarias para ser buenos sacerdotes y, si todavía no las poseemos, armémonos al 
menos de valor para adquirirlas y practicarlas. 

Apartemos al mismo tiempo de nosotros todo interés particular o deseo no conforme con la voluntad de Dios, porque es el Señor quien 
debe elegirnos: Non vos me elegistis, sed ego elegi vos (No me elegisteis vosotros; yo os elegí). 

El sacerdote ha de tener fe y caridad ardentísimas; las cuales, sin embargo, a veces no se encuentran en algún que otro clérigo, por no 
decir en un sacerdote; y, en cambio, aparecen llenas de vida en un campesino, en un barrendero, en un criado; se hallan en un alumno, y 
el maestro que las enseña y las debería poseer en grado mucho mayor, a veces está privado de ellas. 

íLa fuerza del buen ejemplo! Recordemos que el sacerdote no va nunca solo al infierno ni al paraíso; va siempre acompañado. 

III 

Hay dos clases de sacerdotes: los del clero secular y los del regular. Los sacerdotes que viven en el mundo necesitan haber adquirido 
una gran perfección, antes de ser destinados al gobierno de las almas. El estado religioso, es decir el de los que viven alejados de las 
cosas del mundo, es para los que aspiran a la perfección. Los primeros deben ser más fuertes y más perfectos que los otros, por las 
grandes obligaciones que les incumben, por la responsabilidad de centenares y millares de almas, y por los grandes peligros en que se 
encuentran. 

Andan preocupados con las atenciones materiales, la propia familia y muchas otras molestias que les hacen más pesado el ejercicio del 
sagrado ministerio. Además, para tener libertad de voluntad, aun cuando hagan lo posible por llevar una vida mortificada, de auténtico 
sacerdote, resulta que, a veces, se presenta un amigo que no les deja estudiar o hacer la visita al Santísimo Sacramento; otras les invitan a 
un banquete, al que no pueden renunciar, y les rompen las ocupaciones de toda una jornada; en ocasiones, hay litigios molestos para 
defender los derechos de la parroquia, o luchas de partidos diversos, que les perturban y roban la paz. 

Y los que no son perfectos, cuántas veces se ganan el desprecio y son la ignominia de todos: se hallan expuestos en todo momento a 
perder la virtud de la castidad, apegan su corazón a los bienes de este mundo, ahorran para sí mismos y para sus parientes, buscan sus 
intereses y descuidan los de las almas. 

El religioso, en cambio, con menos virtud que un sacerdote secular ((345)) si es fiel a la Regla, recorre con más seguridad su camino 
libre de graves obstáculos. El Superior le asigna ocupaciones adaptadas a su carácter, a sus limitaciones, a sus fuerzas intelectuales y 
físicas, porque sabe quid valeant humeri, quidve ferre recusent (hasta donde llegan sus fuerzas, qué es lo que no pueden llevar). Las 
mismas paredes de la casa son una gran defensa contra las asechanzas del mundo... 

El que vive en la Congregación rompe las luchas externas que debería sostener con sus parientes y amigos, con los bienes temporales; 
las internas son la soberbia, 

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la vanagloria, las tentaciones de la carne, y del demonio. El las vence con los tres votos de castidad, pobreza y obediencia. 

Con la castidad ofrecemos a Dios todo nuestro cuerpo; el mundo y sus satisfacciones ya no son para nosotros. 

Con la pobreza renunciamos a los parientes, a los amigos, a las riquezas y ponemos en práctica lo que dice el Señor: Vade, vende quae 

habes et da pauperibus et veni, sequere me (Ve, vende lo que tienes, dáselo a los pobres y ven, sígueme). 

Con la obediencia renunciamos a nuestra voluntad, a nuestra libertad, y el Espíritu Santo enseña que la obediencia da la victoria. 

Puede que alguno diga: 

-»Entonces el que entra en la Congregación está obligado a renunciar a la libertad? 

Y yo le respondo: 

-Nadie le obliga a hacer los votos; se trata de un consejo y no de un mandato. Cada uno los hace por propia y libre voluntad, para 

agradar al Señor. 

Nuestros votos son simples. 

En 1858, preguntado por Pío IX que dijera mi parecer sobre la conveniencia de hacer o no hacer los votos religiosos, yo dije que, al 

comienzo de nuestra institución, me inclinaba a no hacer votos, sino una simple promesa. 

-íOh, no! contestó el Papa, porque esta promesa tendría la misma importancia que el voto, pero no tendría el mismo mérito ante Dios. 

Y yo, pensaba como él... 

Los votos vinculan la libertad, pero en ciertos casos pueden ser anulados: están reservados a la Santa Sede, si son perpetuos, y al Rector 

Mayor, si son trienales. Debiendo recurrir a la Santa Sede, se verá mejor si hay motivos suficientes para ser dispensados. 

IV 

Dicen algunos que los institutos religiosos son cosa de nuestros días, es decir, que han sido instituidos con el cristianismo, pero se 
engañan de medio a medio. Ya empezaron a manifestarse en los primeros tiempos. Era una necesidad del alma... Adán, arrojado del 
paraíso terrenal, se retiraba por la noche a un lugar solitario, junto a aquel jardín de delicias, y con la penitencia y la educación de sus 
hijos en el santo temor de Dios, suspiraba por la venida del prometido Redentor. 

Este era el suspiro de todos los justos, la finalidad de los sacrificios de todos los jefes de familia. 

Para mantener viva esta espera, Dios escogió de entre los descendientes ((346)) de Jacob, a la tribu de Leví y la encargó del culto y de 
enseñar la ley; una verdadera sociedad presidida por el Pontífice Máximo. Muchas madres entregaban sus hijos al Señor y los 
presentaban a los sacerdotes para que fueran educados en la piedad y en la práctica de las virtudes, mientras servían en el tabernáculo; así 
nacieron los nazarenos. 

Samuel fue el jefe de un grupo de profetas que, llenos del espíritu divino, se dedicaban a cantar las alabanzas del Señor. 

La idolatría y las discordias dividieron los reinos de Judá e Israel. El profeta Elías reunió un gran número de jóvenes en el desierto para 
instruirlos en la ley del Señor y para que se dedicaran a la oración, al trabajo e hiciesen vida común. 

A Elías le sucedió el profeta Eliseo, y el Señor premió la virtud de ambos con ruidosos milagros, transmitiendo su misión a otros 
profetas. 

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Tiempo después, Recab, descendiente de Jetró, suegro de Moisés, fue fundador y jefe de la sociedad de los recabitas. Estos vivían en el 
campo con sus familias bajo las tiendas, y llevaban una vida pastoril como los santos patriarcas. Se abstenían del vino, no construían 
casas, no poseían tierras y se entregaban al estudio y a la meditación de la palabra divina y a cantar las alabanzas del Señor. Mérito suyo 
fue la fidelidad a estas reglas y, con Elías, Eliseo y los hijos de los profetas, sirvieron de modelo para los monjes de la Iglesia de 
Jesucristo. 

Pero los institutos religiosos de la Ley Antigua dan paso a los de la Nueva, los cuales, como los primeros, son inspirados por el Señor. 
Aparece sobre la tierra el Mesías prometido, que dice: Non veni solvere legem sed adimplere (no vine para anular la ley sino para 
cumplirla). Y empieza a fundar, con sus doce apóstoles y los setenta y dos discípulos, la primera congregación religiosa del Nuevo 
Testamento ya que, como sabemos por el Evangelio y por la tradición, se obligaban bajo voto a la pobreza, la obediencia y la castidad, 
aunque no expresados en la forma que hoy usamos nosotros. Jesús les había dicho: Sequere me (seguidme) y ellos, sin más, aceptaron 
cumplir su voluntad y, con la obediencia, aceptaron la pobreza: Reliquimus omnia et secuti sumus te (Todo lo hemos dejado y te 
seguimos a ti). Jesús decía de ellos: «Hay algunos que se han hecho eunucos a sí mismos, por amor del reino de los cielos. El que pueda 
entender que entienda». 

Y una vez que ascendió al cielo, sus apóstoles y sus discípulos difundieron por doquier los consejos evangélicos y así se poblaron de 
monjes los desiertos de Egipto y Palestina y se añadieron después los seguidores de las Reglas de san Agustín, los Basilios, los 
Benedictinos y demás órdenes religiosas, que Dios suscitó según las necesidades de su Iglesia. A ellos debe el mundo la conversión de 
los pueblos, el incremento de la agricultura y de las artes, de las ciencias y de la civilización. 

A las Ordenes se unieron las Congregaciones, formadas también por millones de almas generosas, que se retiraban del mundo a 
innumerables conventos para poder llevar una vida más perfecta y más pura, y para ((347)) ser luz del mundo y sal de la tierra, consuelo y 
ayuda de los pobres en sus desgracias. 

Nuestra Pía Sociedad es una de las últimas congregaciones religiosas aparecidas, y, al igual de las otras, fue suscitada por la bondad de 
María Santísima, que se puede llamar fundadora y madre de todas, desde el Cenáculo hasta nuestros días. No tiene más finalidad que la 
de preparar buenos sacerdotes y buenos seglares para cumplir la misión que les fue confiada. Debemos, por tanto, buscar primero la 
santificación de la propia alma y después la de los demás. 

»De qué modo? Poniendo en práctica los consejos evangélicos... 

Nuestra Congregación tiene por fin la salvación de las almas, que es lo más noble que imaginarse pueda, pero es preciso empezar por 
nosotros mismos, por nuestra alma... Hemos de llegar a ser tales que tengamos capacidad para desempeñar con fruto nuestro ministerio. 

Antes de enviar a uno a predicar, a enseñar, a dirigir, el superior mide sus fuerzas, como hace la madre de un pajarito en el nido. No lo 
lanza a volar hasta que no le ve dotado de alas fuertes, porque teme que no pueda escapar de las garras del halcón o bien que caiga al 
suelo por falta de fuerzas. Así el superior no da a nadie una misión, si no lo ve provisto de plumas robustas para no perderse a sí mismo y 
a los demás. 

Así, pues, por ejemplo, antes de ir a predicar a los otros la modestia de los ojos, es menester que él la posea en grado eminente; de lo 
contrario no solamente no será escuchado, sino que se le echará en cara este defecto, diciéndole: Medice, cura te ipsum 
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(Médico, cúrate a ti mismo). Quita la viga de tus ojos, antes de quitar la pajita de los ojos de los demás. 

»Cómo podría un predicador recomendar a los demás la confesión frecuente, si antes no la practica él? Y así por el estilo. 

Es, además, indispensable el conocimiento de cuanto se requiere para el cumplimiento del propio deber. Por ejemplo, del mismo modo 
que necesitan conocer las ciencias de la escuela los que deben dar clase, así también deben instruirse en las ciencias sagradas aquellos a 
quienes se les encomienda el sagrado ministerio de la predicación: el Dogma, la Moral, la Hermenéutica, la Ascética, la Historia 
Eclesiástica... 

No nos cansemos de cumplir todos nuestros deberes. Los que se consagran por entero a la salvación de las almas, tendrán en el cielo el 
premio que obtuvieron ya los apóstoles, a los que Jesús había dicho: «En el día del juicio os sentaréis conmigo y juzgaréis a las doce 
tribus de Israel...». 

Recordad que todos los que salvan una alma, aseguran la salvación de la propia. 

A los que no son sacerdotes les digo: «No corresponde solamente a los sacerdotes salvar las almas sino a todos, desde el último de los 
artesanos hasta el más célebre de los oradores sagrados. »De qué modo? Orando por la conversión de los pobres pecadores, cumpliendo 
ejemplarmente las propias ((348)) obligaciones, asistiendo bien en el patio y en la iglesia, usando caridad con quien la necesita, 
perdonando las ofensas. íCuánto bien pueden hacer todos! íCuántas almas se puede salvar con el buen ejemplo!». 

V 

Advertencias. -Procurad sacar fruto de estos santos ejercicios aceptando siempre todas las correcciones, todos los avisos que os den los 
superiores, los iguales o los inferiores, para ejercitar así la virtud de la paciencia y de la resignación. 

Poneos todos en manos de la Virgen, para conservar siempre la hermosa virtud de la modestia... 

Encomendaos a san Luis, para que podáis imitarle en el respeto y confianza con los Superiores, en la paciencia y amor a los demás, y en 
todas sus virtudes. 

El sábado de témporas, 19 de septiembre, terminó la primera tanda de ejercicios espirituales. Aquella mañana hizo los votos perpetuos 
don Pablo Albera, que ya había renovado los trienales el 11 de enero de 1866, y los clérigos Luis Lasagna y José Bologna hicieron los 
trienales. 

El Arzobispo confirió órdenes sagradas en la capilla del palacio episcopal, a las que se presentó el diácono Santiago Costamagna, para 
recibir el presbiterado. Después de la función de los recién ordenados, lo mismo del seminario que de otros institutos, esperaban para 
besar la mano al señor Arzobispo. Cuando le tocó la vez a don Santiago Costamagna, el Prelado, a modo de caricia, le dio un pequeño 
cachete, diciéndo le: 

-íHe aquí uno de los que no quieren reconocer a su Arzobispo! 
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-Excelencia, replicó Costamagna, yo respeto y quiero a mi Arzobispo, pero quiero también a don Bosco, a quien considero como padre. 

El Prelado volvióse entonces a hablar con los demás. Esto fue una auténtica humillación para Costamagna. Los clérigos se asombraron, 
especialmente los del seminario de Susa. Había entre ellos algunos que anteriormente habían sido alumnos del Oratorio, del todo 
ignorantes de las divergencias entre monseñor Riccardi y don Bosco. 

El mismo día, ordenó monseñor Ferré a don José Fagnano, en Casale. 

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((349)) 

CAPITULO XXVIII 

DON BOSCO CAMINO DE VILLASTELLONE: PIERDE EL VAPORCITO Y VA A PIE CORRIGIENDO PRUEBAS DE 
IMPRENTA -SE LARGA A SALUZZO, DONDE YACE GRAVEMENTE ENFERMA LA MADRE DE MONSEÑOR 
GASTALDIVA A VISITAR A UN SACERDOTE ENFERMO Y NO LE PUEDE PERSUADIR A CONFIAR EN MARIA 
SANTISIMA -MUERTE DEL TERCER JOVEN DEL SUEÑO -LA SEGUNDA TANDA DE EJERCICIOS ESPIRITUALES EN 
TROFARELLO -DOS PLATICAS DE DON BOSCO -RESPUESTA DEL PAPA AL SIERVO DE DIOS POR LA RELACION 
ENVIADA SOBRE LAS FIESTAS DE LA CONSAGRACION DE LA IGLESIA DE MARIA AUXILIADORA -NEGOCIACIONES 
CON LAS AUTORIDADES ESCOLASTICAS PARA LA AUTORIZACION DE UN PROFESOR DIPLOMADO EN 
BACHILLERATO ELEMENTAL PARA DAR CLASE EN LOS CURSOS SUPERIORES DEL BACHILLERATO EN LANZO Y 
PARA EL RECONOCIMIENTO DE DICHO BACHILLERATO -CARTA DE DON BOSCO AL ALCALDE DE TURIN PARA 
RESOLVER CIERTAS DIFICULTADES QUE IMPIDEN LA CONSTRUCCION DE UNA CERCA EN EL ORATORIO -DON 
BOSCO VA A PARMA -ESCRIBE AL CONDE VIANCINO QUE LE INVITABA A VOL VER A BRICHERASIO: LO PROMETE, 
PERO SIN FIJAR FECHA -LECTURAS CATOLICAS 

TERMINADA la primera tanda de ejercicios espirituales, cuenta don Miguel Rúa en su crónica, aconteció que, debiendo ir don Bosco de 
Trofarello a Villastellone con un compañero, para pasar un día con su maestro, el teólogo Appendini, no llegó a tiempo para tomar el 
vaporcito. «Sin inmutarse lo más mínimo, sacó del bolso un grueso manuscrito que había de imprimirse y, sin proferir palabra, fue 
leyendo y corrigiendo durante todo el camino, que hizo a pie, lo mismo que si hubiera estado ((350)) sentado escribiendo. Al llegar al 
final del viaje, levantó los ojos de los papeles y exclamó: 

»-íCiertamente es verdad que hasta las desgracias sirven para algo! Ni en casa hubiera podido hacer el trabajo que he hecho hoy, gracias 
al contratiempo del vapor. 

»Hizo otra excursión hasta Saluzzo para visitar y consolar a la 
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señora Gastaldi, madre del Obispo de aquella ciudad, gravemente enferma, y dar así un desahogo a su corazón agradecido a aquella buena 
señora, que tanto se había afanado por el Oratorio. Su visita proporcionó inmensa alegría a la madre y al hijo; pero él se conmovió al 
contemplar los dolores que padecía la enferma y ver que, en breve, tendría que dejar este mundo... 

»En aquellos mismos días se acercó también a visitar a un antiguo amigo suyo sacerdote, compañero del seminario, que hacía varios 
años se encontraba achacoso. 

»Se saludaron cordialmente, pusiéronse a charlar sobre su enfermedad y enseguida advirtió que, además del mal físico, sufría 
moralmente puesto que, después de haber consultado a muchos médicos y haber probado muchas clases de remedios, sin experimentar 
ningún provecho, había perdido el ánimo y la esperanza de curar. Intentó don Bosco reanimarlo, exhortándole a confiar en María 
Auxiliadora, que tantas gracias había ya derramado en favor de otros; le aseguró que con una fe viva en Ella, dentro de unos quince días 
podría empezar a celebrar la santa misa. Pero, por más que le dijo, no logró reavivar en él la confianza en la Madre celestial. Al separarse 
de él, deploraba la suerte de algunos sacerdotes que, aunque no eran de malas costumbres, sin embargo, por encontrarse en medio del 
mundo cercados solamente de seglares, no oyen hablar más que de negocios mundanos y materiales, pierden el espíritu de fe y devoción y 
resulta más difícil excitar en ellos estos sentimientos tan consoladores y saludables para el cristiano, que en los mismos laicos». 

((351)) También se detuvo un poco en Turín. El clérigo Esteban Bourlot, que anotaba con esmero el desarrollo de las predicciones 
oídas al principio del año, preguntó a don Bosco hacia la mitad de agosto: 

-»Y qué me dice del tercero que, según el sueño, debe morir? 

-El tercero, le respondió, hará una vez más el ejercicio de la buena muerte y espero salvarlo, aunque ahora todavía no está preparado 
para el gran paso. 

En efecto, en la primera semana de septiembre se hizo el ejercicio de la buena muerte y el día 9, víctima de una grave enfermedad, 
llevaron al Hospital de los Caballeros, o de San Mauricio y San Lázaro, el aprendiz de cerrajero Juan Bautista Bonenti, de dieciocho 
años, natural de Carpignano Novarese. 

El Hospital de los Caballeros se hallaba entonces a poca distancia del Oratorio, junto a la plaza de Manuel Filiberto, y precisamente en 
Puerta Palacio. 
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Era, pues, Bonenti el tercero del sueño, que debía morir en un lugar cercano. Muchos años después nos decía de él don Esteban Bourlot 
que había olvidado su nombre, pero que recordaba la letra inicial, que era la B, y que pertenecía a la clase de aprendices cerrajeros. Mas 
su condiscípulo, monseñor Pascual Morganti, Arzobispo de Rávena, recordó siempre el nombre, el pueblo, el oficio, la figura y nos lo 
describió como un joven bastante grueso, de carnes fofas, como las de un hidrópico. El físico debió influir en su natural, haciéndole 
apático y por lo mismo indiferente también a las cosas del espíritu. 

Apenas ingresó en el hospital, los médicos le declararon deshauciado. Recibió los sacramentos con indiferencia, sin estar persuadido 
del peligro que corría. Pero don Bosco, que le había dado en los meses anteriores consejos saludables, fue avisado enseguida y, siguiendo 
el mandato recibido en el sueño, se acercó a su cama, le animó, le conmovió, le preparó y hasta le confesó. 

Al día siguiente por la mañana fue de nuevo a verle. Estaba ((352)) triste, y don Bosco se acercó a la cama para consolarlo. El joven 
lloraba. 

-»Por qué lloras?, le preguntó. 

Y él respondió: 

-Si hubiera muerto esta noche, estaba seguro de ir al cielo; me había confesado bien, había recibido la absolución y la bendición papal... 
Ahora, en cambio, puedo cometer otros pecados. 

Y lloraba. 

Don Bosco le calmó, le sugirió las invocaciones de costumbre a Jesús, María, y José y, viendo que casi estaba agonizando, de nuevo le 
administró la absolución. El pobrecito moría a la una y media del 22 de septiembre. 

Era huérfano de padre y madre, y nadie fue a visitarlo. Las circunstancias del sueño se habían cumplido. 

Entre tanto empezaba la segunda tanda de ejercicios en Trofarello el 21 de septiembre. Don Bosco predicó las instrucciones, pero sólo 
tenemos el recuerdo de dos de ellas. Trató en una de la mortificación de los sentidos; y con la otra cerró los ejercicios el día 26. 

I 

Tenemos todos un gran enemigo, que no nos abandona ni de día ni de noche; este gran enemigo es nuestro cuerpo. Hemos de 
combatirlo, si no queremos que se rebele contra el espíritu; debemos mortificarlo para que se someta a éste. Nuestro 
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Señor Jesucristo nos dio admirable ejemplo de ello durante toda su vida, que fue una continua mortificación de su carne. Por más de 
veinte años se ganó el pan con el sudor de su frente. Empezó su predicación con un ayuno continuo de cuarenta días y cuarenta noches. 
Sufrió el cansancio de muchos viajes siempre a pie, la sed, el hambre, el insomnio de largas noches pasadas en oración, su dolorosa 
pasión, etc. 

Robaba el descanso al cuerpo y oraba: así enseñaba los dos medios con los que debemos combatir nuestro cuerpo... Quien no lo 
mortifica, tampoco es capaz de rezar bien. 

Todos los santos que están en el cielo, todos los buenos eclesiásticos y buenos sacerdotes imitaron o imitan a Jesucristo, y son nuestros 
modelos... 

Nuestro cuerpo es el opresor del alma: Corpus enim, quod corrumpitur, aggravat animam, et terrena inhabitatio deprimit sensum multa 
cogitantem (Un cuerpo corruptible hace pesada el alma y esta tienda de tierra oprime el espíritu fecundo en pensamientos) (Sb. IX, 15 ). 

((353)) El cuerpo oprime a la mente y la doblega con multitud de pensamientos y cuidados terrenos, de los que estamos siempre llenos. 

El alma de Adán, escribe san Bernardo, estuvo libre de este peso, mientras tuvo un cuerpo incorruptible. Dios le había constituido con 
una libertad tal para que, puesto en medio de las cosas más altas y más bajas, subiese a aquéllas sin dificultad y bajase a éstas sin pasión o 
necesidad: penetrase en las alturas con natural ardor y pureza de mente, y juzgase del resto con autoridad de amo. 

Mas el pecado de Adán echó a perder la magnífica armonía entre cuerpo y alma y produjo en el hombre ese desconcierto, del que dice 
san Pablo en la carta a los Romanos: 

-Condelector... legi Dei secundum interiorem hominem; video autem aliam legem in membris meis, repugnantem legi mentis meae, et 
captivantem me in lege peccati, quae est in membris meis. Infelix ego homo! Quis me liberavit de corpore mortis hujus? (Me deleito en la 
ley de Dios según el hombre interior, esto es, según la mente y la razón iluminada por la gracia y fortificada por el Espíritu del Señor, 
pero siento otra ley en mis miembros, que repugna a la ley de mi mente y me encadena a la ley del pecado que está en mis miembros. 
íDesdichado de mí! »Quién me librará de este cuerpo de muerte? (VII-22). 

San Agustín explica esta rebelión: Haec est enim poena inobedienti homini in semetipso, ut ei vicissim non obediatur neque in 
semetipso (Esta es la pena para el hombre desobediente en sí mismo, que en desquite no se obedezca ni a sí mismo). 

Pero el alma debe volver a tomar su dominio y el cuerpo ser esclavo. Si le deja libre, abandonado a la intemperie y a los otros vicios, 
convierte al hombre en un jumento que ni siente, ni gusta ya las cosas de Dios, sino que sólo sigue sus torpes apetitos: Homo cum in 
honore esset non intellexit; comparatus est jumentis insipientibus et similis factus est illis (El hombre, aun puesto en suma dignidad, no 
entiende; es semejante a los animales, perecedero (Sal. XLVIII-21 ). Ni que decir tiene lo nocivo de un estado semejante para un 
eclesiástico, ya que él debería ser de buen ejemplo para los demás. 

Incrassatus est dilectus, et recalcitravit; incrassatus, impinguatus, dilatatus, dereliquit Deum factorem suum, et recessit a Deo salutari 
suo (El amado se ha engordado y recalcitrado; cebado, relleno, orondo, abandonó a Dios su Creador y se alejó de Dios (Deut. XXXII-15). 

Hay, por tanto, que domar a este jumento: Cibaria et virga, et onus asino; panis et disciplina, et opus servo (Heno, palo y carga al asno; 
pan, látigo y trabajo al esclavo) 
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(Ecl. XXXIII-25). Y añade: el yugo y el ronzal doblegan el cuello duro, y el trabajo asiduo amansa al esclavo. 

Ese es el modo de tratar al cuerpo. La mortificación. Así lo trataba san Pablo, que escribía: Castigo corpus meum et in servitutem 
redigo (Castigo mi cuerpo y lo reduzco a la esclavitud). Y entre sus muchos trabajos apostólicos, trabajaba para ganarse la comida para sí 
y para los suyos. 

((354)) Jesucristo proclamaba: Nisi poenitentiam egeritis, omnes similiter peribitis (Si no hiciereis penitencia, todos pereceréis 
igualmente). 

Para domar a este enemigo, repetía a todos el Divino Salvador: Si quis vull post me venire, abneget semetipsum et tollat crucem suam 
quotidie, et sequatur me (Si alguien, quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame) (Luc. IX-23). 

Y »hasta cuándo? Usque ad mortem (Hasta la muerte) y con la amenaza de que qui non vult pati cum Christo non potest gaudere cum 
Christo (quien no quiere padecer con Cristo, no puede gozar con Cristo). 

Y añadía Jesús: Qui enim voluerit animam suam salvam facere perdet illam; nam qui perdiderit animam suam propter me, salvam faciet 
illam. Quid enim proficit homo, si lucretur universum mundum, se autem ipsum perdat et detrimentum sui faciat? (Quien quiera salvar su 
vida la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues »de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él 
mismo se pierde o se arruina?) (Luc. IX-24). 

Estas palabras indican hasta qué punto, en ciertos casos, debe llegar la guerra a nuestro cuerpo, antes que perder la gracia de Dios. Los 
apóstoles, desde el principio de su misión, azotados por mandato de la Sinagoga: Ibant gaudentes a conspectu Concilii quoniam digni 
habiti sunt pro nomine Jesu contumelian pati (Marcharon de la presencia del Sanedrín contentos, por haber sido considerados dignos de 
sufrir ultrajes por el nombre de Jesús). Y con ellos, y después de ellos hasta nuestros días, mártires sin cuento abandonaron su cuerpo a 
los más atroces y espantosos tormentos... Son innumerables los fieles, monjes, religiosos, seglares que domaron y doman sus pasiones 
con ayunos, vigilias, disciplinas y otras penitencias que dan miedo a los mundanos y a las almas débiles... 

Ciertamente no estamos nosotros obligados a sacrificar el cuerpo de este modo, y, si por azar fuera necesario, Dios nos ayudará con su 
gracia. Mas lo que no debemos hacer es ceder a las asechanzas de los sentidos, sino reprimirlas y prevenirlas. Nos debe animar a esta 
lucha aquel gran pensamiento: Memorare novissima tua et in aeternum non peccabis (Acuérdate de tus postrimerías y no pecarás más). 

La consideración de lo que será nuestro cuerpo después de la muerte, sacude a quien está apegado a la tierra, a las comodidades de la 
vida, a las riquezas. Este cuerpo, al que tanto mimamos, será muy pronto pasto de los gusanos más asquerosos. Hagamos con gran fe el 
ejercicio de la buena muerte.... Lejos de nosotros toda vanidad, toda ambición, todo refinamiento. Fuera demasías en la cama, en los 
vestidos, en los libros. Suframos los efectos, las incomodidades de la pobreza que hemos profesado o queremos profesar. Seamos 
ambiciosos, sí, pero de salvar almas con nuestros sacrificios. 

Mortificación de los sentidos... De los ojos: al mirar, al leer. Contentarnos con la comida que se nos da en casa. Ninguna bebida en la 
habitación. Nada fuera de lo ordinario. Saber tolerar e invitar a otros a hacerlo. Soportarse mutuamente. Perdonar de corazón. Puntualidad 
en los propios deberes. 

((355)) Los maestros, los asistentes sean delicados con sus subordinados; no ponerles 
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jamás las manos encima; no introducirlos en la propia habitación, nada de amistades particulares. 

El ayuno de los viernes. Soportar el calor, el frío, las incomodidades en la salud, la falta de cualquier cosa. No viajar sin necesidad. 

Con estas pequeñas mortificaciones se tendrá fervor en la oración, se vencerán las asechanzas del cuerpo, triunfará la virtud y la 
Congregación se convertirá en un paraíso terrestre. 

En estos días hubiera querido hablaros también de las prácticas de piedad de nuestra casa, pero nos ha faltado tiempo. Había mucho que 
decir sobre los votos y la vida religiosa. Sin embargo, recordaré al menos algunas cosas. Las prácticas diarias son la meditación, la lectura 
espiritual, la visita al Santísimo Sacramento y el examen de conciencia. 

La meditación es la oración mental. Nostra conversatio in coelis est (Nuestra conversación está en los cielos), dice san Pablo; y se 
podría hacer de esta manera: escoger el tema sobre el que se quiere meditar, poniéndose antes en la presencia de Dios. Después 
reflexionar atentamente sobre lo que meditamos y aplicárnoslo a nosotros. Sacar la conclusión de dejar ciertos defectos y ejercitarnos en 
ciertas virtudes, y después poner en práctica, a lo largo del día, las resoluciones tomadas por la mañana. Debemos también excitar ein 
nosotros afectos de amor, de reconocimiento y de humildad ante Dios, pedirle las gracias que necesitamos y rogarle, arrepentidos, el 
perdón de nuestros pecados. Recordemos siempre que Dios es nuestro Padre y nosotros sus hijos... Recomiendo, pues, la oración mental. 

Quien no pudiere hacer la meditación reglamentaria, por razón de viajes, de cualquier ocupación o asunto que no permita dilación, haga 
al menos la meditación que yo llamo de los comerciantes. Estos piensan siempre en sus negocios, doquiera se encuentran. Piensan en 
comprar mercancías, en venderlas con ganancia, en las pérdidas que podrían sufrir, en las ya tenidas y cómo arreglarlas con las ganancias 
obtenidas o con las que podrían conseguir, y así sucesivamente... Tal meditación es también el examen de conciencia. Por la noche, antes 
de acostarnos, examinarnos de si hemos cumplido los propósitos tomados sobre cualquier defecto determinado:si hemos adelantado o 
retrocedido. Hay que hacer una especie de balance espiritual;si vemos que hemos faltado a los propósitos, repitámoslos para el día 
siguiente, hasta llegar a adquirir aquella virtud y a apartarse o huir de cierto vicio o de determinado defecto. 

Os recomiendo también la visita a Jesús Sacramentado. «Nuestro dulcísimo Señor Jesucristo está allí en persona», exclamaba el cura de 
Ars; váyase a los pies del tabernáculo, al menos para rezar un padrenuestro, avemaría y gloria, cuando no se pueda más. Basta esto para 
robustecernos ((356)) frente a las tentaciones. Uno que tenga fe, que haga la visita a Jesús Sacramentado y la meditación todos los días, 
salvo que sea por un fin mundano, ése, digo yo, es imposible que peque. 

Recomiendo también la lectura espiritual, especialmente a quien no sea capaz de hacer la meditación sin libro. En consecuencia, leer 
algún trozo, reflexionar sobre lo leído, para saber lo que debemos corregir en nuestra conducta. Esto servirá para enamorarnos cada vez 
más del Señor y cobrar aliento para salvar el alma. 

Si fuera posible, haga la lectura y la visita en común; el que no pueda, hágala en privado. La meditación puede hacerla también en la 
habitación. 
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Recordad que cada uno está obligado también por las reglas a rezar el rosario cada día. íCuánto debemos agradecer a María Santísima y 
cuántas gracias nos tiene preparadas! 

Confesaos cada ocho días, aun sin tener nada grave de qué acusaros. Es un acto de humildad de los más gratos al Señor, ya sea porque 
se renueva el dolor de los pecados perdonados, ya sea porque se reconoce la propia indignidad con los defectos ligeros en los que se cae 
cada día. 

Sepa cada uno aprovechar todo espiritualmente: lo que ve, lo que oye, lo que hace, lo que estudia, lo que lee, hasta en autores profanos. 
Por ejemplo, si uno explica en clase un autor pagano y encuentra una máxima bonita, aprovéchela, reclame la atención de los alumnos 
sobre ella y saque consecuencias útiles para sí y para los demás. Mirad lo que hace la abeja. Marcha lejos, hasta alguna milla de distancia 
para libar la miel, y sabe separar la miel de la cera y dejar en la florecilla un jugo venenoso que podría matarla a ella y a sus compañeras. 

Así tenemos que hacer nosotros; seleccionar lo que puede ayudar; librarse de los defectos y del pecado. De este modo podemos 
aprender algo de todos y de todo. 

También habría querido hablar de nuestra forma de vida, que debe ser activa y por tanto debemos trabajar cuanto podamos. 

Me limitaré a alguna recomendación. 

En primer lugar, practiquemos la caridad entre nosotros los salesianos, soportemos los defectos de los demás, compadezcámonos 
mutuamente. Animémonos a hacer el bien, a practicar las reglas, a querernos y apreciarnos como hermanos. Recemos para que podamos 
formar todos un solo corazón y una sola alma, para amar y servir al Señor... Recomiendo a los directores de cada casa que reúnan a los 
Socios lo más frecuentemente posible, para tratar de las cosas propias y de los muchachos... 

Recordemos que en el Evangelio se lee que Nuestro Señor coepit facere et docere: antes de enseñar practicó él mismo lo que enseñaba... 

Después de haber practicado los reglamentos de la casa, procurar que los cumplan los muchachos... Al mismo tiempo, tratadlos ((357)) 
con toda caridad al avisarles, pero no os permitáis, ni les permitáis un acto, una palabra que pueda suscitar alguna mala imaginación. Id 
siempre con los necesitados de consuelo, con los enfermos, y alentadles, animadles a que tengan paciencia... Haced esto no sólo con los 
que os agradan, con los buenos, con los inteligentes, sino también con los que son poco virtuosos, torpes, y hasta con los malos. »No está 
escrito en el Evangelio de Jesús que los sanos no tienen necesidad del médico? 

Que nunca un castigo pueda parecer venganza... ni se eche en cara, ni se recuerde a nadie que nos ofendió en tiempos pasados, 
especialmente si se le perdonó. Más aún, procurad demostrarle más amor que antes y olvidadlo todo... 

Estudiemos bien su carácter, démosles buenos consejos, edifiquémosles con nuestras buenas palabras, con nuestros ejemplos, con 
nuestro porte. Con los quisquillosos, que fácilmente se ofenden, sed aún más benignos, y rogad por ellos...Procurad por todos los medios 
infundirles respeto a los superiores. 

Os dejo, por fin, con este pensamiento. Quizá estos santos ejercicios sean los últimos para alguno. Esté, pues, cada uno preparado de 
modo que, en cualquier momento que venga la muerte, se halle dispuesto y tenga preparados los asuntos de su alma. 
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VOLUMEN IX Página: 332 

Con el canto del himno de acción de gracias y la renovación de los votos de los profesos, terminaron los ejercicios el 26 de septiembre. 
El 25 habían emitido los votos perpetuos el clérigo José Bertello y José Rossi. El 25 de diciembre de 1868, tres novicios, dos clérigos y 
un coadjutor emitían en Lanzo los votos trienales. Los nuevos novicios se habían inscrito en la primera tanda de ejercicios. 

Durante la segunda don Bosco recibió una agradable carta del Sumo Pontífice, a quien él había informado de la solemne consagración 
de la nueva iglesia, acompañando el relato con algunas medallas conmemorativas. 

PIO PP. IX. 

Al amado Hijo, salud y Bendición apostólica 

Nos, hemos tenido casi la misma alegría que tú y tus celosos seguidores habéis experimentado, cuando, a través de tu carta, hemos 
sabido que se había terminado en esa nobilísima ciudad y ya estaba consagrado a Dios el nuevo templo ((358)) dedicado a la Beatísima 
Virgen Auxilio de los Cristianos. Aunque Nos, no hayamos podido asistir a ese festivo espectáculo, sin embargo casi has sabido 
hábilmente poner ante nuestros ojos la fachada de la iglesia, con las medallas tan bien cinceladas, que nos mandaste, y contemplar la 
imagen de la Madre de Dios. Ayudará, en adelante, muchísimo a aumentar nuestra confianza la vista de esta imagen, ya que somos del 
parecer que no sucedió sin un divino designio, que, mientras los impíos renovaron cruel guerra contra la Iglesia Católica, se honraba con 
nuevos honores a la celestial Patrona con el título de Auxilio de los Cristianos. En efecto, Nos, bajo su protección nutrimos la confianza 
de que, protegidos por la divina providencia, nos veremos libres de los males presentes y que saldremos, de nuevo, sanos y salvos de 
nuestros enemigos. Entre tanto, para testificar nuestra gratitud y benevolencia, impartimos de todo corazón para ti, para los piadosos 
sacerdotes que trabajan contigo y para los muchachos, confiados a tus cuidados, la Bendición apostólica, como prenda de nuestro gran 
afecto. 

Dado en Roma, a 23 de septiembre de 1868, vigésimo tercero de nuestro pontificado. 

PIO P.P. IX 1. 

1 PIUS P.P. X.-Dilecte Fili, Salutem et Ap. Bened. Eadem ferme laetitia, quae te, tuique zeli imitatores perfudit, Nos etiam affecti 
sumus agnoscentes ex litteris tuis perductum fuisse ad exitum in isthac urbe praenobili, Deoque dicatum novum templum, quod nomine 
Beatissimae Virginis Auxilii Christianorum nuncupatur. Nam quamvis iucundo rei praesentis adspectu frui nequivimus, tua tamen 
industria assequuti sumus, ut oculis pene subiectam extimam templi faciem haberemus in numismatibus, quae misisti, affabre caelatam, 
et ipsam Deiparae imaginem intueremur. Huius autem sacrae Iconis adspectus ad augendam fiduciam nostram valebit plurimum: non 
enim sine divino consilio credimus obtigisse, ut, bello acriter instaurato ab impiis contra catholicum nomen, Patrona Caelestis sub 
appellatione Auxilii Christianorum 
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VOLUMEN IX Página: 333 

El Pontífice agradeció mucho el relato de don Bosco, porque había esperado vivamente tener noticias de aquel memorable octavario. 
Amaba al Siervo de Dios y a sus cosas. Cuando recibía visitas de ciudadanos de Turín, solía decir: 

((359)) -La ciudad de Turín es muy afortunada, porque tiene a don Bosco. 

Y llamaba al Oratorio de San Francisco de Sales: La casa milagrosa. 

Así lo escribió don Juan Bonetti. 

El canónigo Anfossi atestiguaba por su parte: «Habiendo ido a Roma y pedido audiencia al Pontífice Pío IX, mediante la presentación 
de una carta de don Bosco, fui admitido y sostuve un coloquio de veintidós largos minutos, durante el cual el Padre Santo expresó sus 
sentimientos de particular aprecio por las obras de caridad y el gran amor que don Bosco sentía hacia la Santa Sede». 

Por aquel otoño, secundando el deseo del Ayuntamiento y de varias personas influyentes que le ofrecían apoyo, don Bosco se disponía 
a defender el reconocimiento del bachillerato en su colegio de Lanzo, y previamente pedía autorización al Delegado Provincial de 
Enseñanza para que el profesor don José Fagnano diera clase en el bachillerato superior. 

Ilmo. señor Delegado: 

El sacerdote Juan Bosco respetuosamente expone a V. S. Ilma. que, con el vo deseo de promover la enseñanza primaria y media entre 
los muchachos pertenecientes a la clase menos acomodada del pueblo, el Ayuntamiento de Lanzo Canavese acordó, hace cuatro años, 
abrir un Colegio internado en esa población con la autorización de la autoridad escolástica en forma de instituto privado. 

Todo ha procedido hasta ahora con recíproca satisfacción y las autoridades locales dieron siempre las más halagüeñas pruebas de 
estímulo. Comenzóse entonces solamente el bachillerato, y hasta el presente no hubo más que los tres primeros cursos. Se trataría este 
año de empezar las clases del bachillerato superior para algunos alumnos. Pero, falto de recursos para disponer de un profesor licenciado, 
se haría una instancia para obtener permiso provisional para el profesor José Fagnano. 

novis augeretur honoribus. Sane Nos, Ipsa auspice et adiutrice, superno communiri praesidio, ab impendentibus eripi malis, et ab inimicis 
nostris incolumes evadere confidimus. Interim gratum ac benevolum animum Nostrum ultro testantes tibi piisque presbyteris, qui tecum 
operam conferunt, nec non iuvenibus tuae institutioni commissis, Apostolicam benedictionem praecipuae dilectionis indicium peramanter 
impertimur. 

Datum Romae apud S. Petrum, die 23 septembris 1868, Pontificatus Nostris Anno Vigesimo rertio. 

PIUS P. P. IX. 

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Posee éste el diploma para los tres primeros cursos y hace cuatro años que da clase con éxito en los mismos. La idoneidad demostrada, 
el provecho obtenido por los alumnos, permiten esperar con fundamento su éxito en los cursos superiores. 

Basándome, pues, en la idoneidad del profesor Fagnano, en su diploma para el tercer curso de bachiller, en los cuatro años de 
experiencia, en el corto número de alumnos del momento y en razón de que se concedió el mismo favor a otros colegios y también a 
individuos privados, ((360)) espera el recurrente por estos títulos, que sea benévolamente atendida y concedida la implorada autorización 
provisional para el bachillerato superior al profesor José Fagnano. 

Gracia que espera obtener de su reconocida bondad 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Le fue concedida a don José Fagnano la autorización para regentar el cuarto curso de bachiller, y don Bosco escribió otra carta al 
Delegado: 

Ilmo. señor Delegado: 

Hace cinco años que el sacerdote Juan Bosco, previo acuerdo con el Ayuntamiento de Lanzo y con aprobación de la autoridad escolar, 
abrió el antiguo colegio internado de Lanzo. Sea por el emplazamiento y salubridad del lugar, sea por la solicitud del Ayuntamiento y del 
profesorado, goza tanto del aplauso de la opinión pública que el número de internos creció hasta ciento veinticuatro, que es cuantos 
permite la capacidad del edificio, mientras los externos sobrepasan los doscientos. 

Ahora bien, tanto el Ayuntamiento como el Consejo Provincial han manifestado repetidamente el deseo de que este colegio sea 
reconocido; más aún, el mismo Consejo Provincial asignó un subsidio especial para dicho Colegio, con la expresa condición del 
reconocimiento. 

Por tanto, el que suscribe, para satisfacer estos comunes deseos, y persuadido de proporcionar un favor a la provincia de Turín, suplica 
a V. S. Ilma. tome en benévola consideración esta propuesta de reconocer el Colegio-Internado de Lanzo con el siguiente personal: 

Director: don Juan Lemoyne, sacerdote, actual director, que inauguró la reapertura del Colegio y lo elevó brillantemente a la situación 
en que se encuentra. 

V curso: don Celestino Durando, sacerdote, con diploma de profesor para el bachillerato superior y profesor hace muchos años de 

quinto curso en el Oratorio de San Francisco de Sales. 

IV curso: don José Fagnano, sacerdote, con diploma para el bachillerato elemental y autorizado para cuarto curso. 

III curso: profesor Pedro Guidazio, con el oportuno diploma. 

II curso: don Bartolomé Fusero, sacerdote, ídem. 

I curso: don Félix Alessio, ídem. 

Aritmética: don Francisco Bodratto, con título de la Escuela Superior Normal y, hace muchos años, maestro de la IV elemental. 

Si, por acaso, fueran necesarias otras formalidades, se ruega a la reconocida 

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bondad ((361)) del señor Delegado que simplemente lo indique y con mucho gusto será atendido. 

Con el mayor aprecio tengo el honor de profesarme. 

De V. S. Ilma. 

Turín, 28 de septiembre de 1868. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Surgieron dificultades para el reconocimiento y se interrumpieron las negociaciones. Don Bosco, sin embargo, quedó muy satisfecho de 
la aprobación conseguida para don José Fagnano, sobre todo porque preveía la salida de un clérigo, ya adeiantado en la carrera de 
literatura en la Universidad. 

Al mismo tiempo andaba en tratos con el Ayuntamiento de Turín para obtener el permiso de terminar la cerca del Oratorio festivo, al 
oeste de la nueva iglesia. 

Ilmo. señor Comendador: 

Son muchas las veces que V. S. Ilma. ha favorecido a nuestros muchachos y por ello confío hallar benevolencia en el asunto que voy a 
exponerle. 

Hace ya cuatro meses pedí permiso al Ayuntamiento para construir una cerca y así recoger, especialmente en los días festivos, a los 
muchachos más abandonados de la ciudad. 

Se concedió el oportuno permiso y se presentó un agente municipal para trazar la línea de confín. 

Surgió una dificultad por la que se suspendieron los trabajos; mas, vista la inexistencia del motivo, se volvió a confirmar el permiso, y 
la cerca casi se terminó. 

Después de la consagración de la nueva iglesia, se pidió permiso para poder levantar regularmente la cerca y así tener los convenientes 
locales de las clases y los pórticos en los días de lluvia o nieve. Pasó más de un mes y, por toda respuesta, se hicieron unas observaciones, 
a las que contesté con el parecer de dos ilustres peritos, los cuales comprobaron las observaciones hechas y encontraron que se apoyaban 
en razones inexistentes. Admitiéronse las aclaraciones, pero el permiso no se pudo conseguir. 

Corre ya el tercer mes, desde que empezamos los trámites, y entretanto los materiales de construcción se deshacen, las paredes 
empezadas se estropean, las puertas provisionales permiten la fuga de los muchachos de la casa con graves inconvenientes para la 
disciplina y moralidad de internos y externos; pero hasta ahora no he podido conseguir el suspirado permiso, ni saber alguna razón 
positiva de que se me haya negado. 

((362)) Por todo ello, humildemente, mas con férvida instancia, recurro a su bondad. Usted sabe que esta casa siempre estuvo abierta a 
la beneficencia pública: y, lo mismo en tiempos de epidemia que en tiempos normales, dio y sigue dando albergue a muchos jovencitos 
abandonados que la autoridad municipal me encomendó; 

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usted sabe también que siempre tuve en usted y en todo el Ayuntamiento un poderoso apoyo. Por todo esto, confío plenamente en su 
ayuda para este caso excepcional, dándome a conocer y ayudándome a allanar las dificultades, si las hubiere; por mi parte estoy dispuesto 
a ayudar como ya he escrito, a dar cualquier recompensa, garantía, indemnización, si fuese necesario, con tal de que pueda continuar los 
trabajos, que la actual estación no permite dilatar más. 

No tengo tribunal al que recurrir; pero acudo a su conocida y experimentada bondad, y a la equidad del responsable de los edificios que 
han de construirse. 

Con todo aprecio, 

De V. S. Ilma. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Por entonces hizo don Bosco un corto viaje del que, como de tantos otros, no hacen mención las crónicas. Se deduce de una carta que la 
condesa Calvi escribió al caballero Oreglia, el 30 de septiembre: 

«Siento muchísimo que don Bosco haya pasado por Parma y que, habiendo tenido la bondad de buscarme, no haya podido encontrarme 
por hallarme yo en el campo. De haberlo sabido, habría anticipado mi vuelta a la ciudad para verle y recibir su bendición con mi marido y 
mis hijos. 

Ruéguele que me la envíe». 

Entre tanto, habiendo sabido el conde de Viancino que el Siervo de Dios estaba extenuado de fuerzas, invitóle a volver a su quinta de 
Bricherasio para descansar. Don Bosco le respondió, dándole noticias de un muchacho por él recomendado. 

Carísimo Conde: 

Cuando Cinzano fue a Bricherasio, quise contestar a su apreciada carta, y a la de su señora esposa. No pude entonces porque, como 
usted sabe, la enfermedad de don Miguel Rúa duplicó mis ocupaciones ordinarias. Ahora, gracias a Dios, ((363)) está fuera de todo 
peligro y creo que cuanto antes podrá reemprender sus trabajos normales. 

Le agradezco, pues, la bondad con que me renueva su amable invitación para ir a pasar unos días de asueto. Ese es mi deseo, pero 
todavía no puedo precisar en qué semana, lo que espero hacer cuando vuelva de Castelnuovo de Asti con los muchachos. 

Entretanto he rezado y continuaré rezando por usted y por la señora Condesa, su esposa, para que Dios, en su gran misericordia, les 
consuele con una larga serie de días felices en la tierra y con la verdadera recompensa del cielo. 

Le advierto que Cinzano sigue siendo un modelo por su aplicación en los estudios y por su piedad; esperamos, con el tiempo, hacer de 
él un buen clérigo y un sacerdote que conquiste almas para el Señor. 
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VOLUMEN IX Página: 337 

Me encomiendo a la caridad de sus santas oraciones, y con el mayor agradecimiento me profeso. 

De vuestra queridísima Señoría. 

Turín, 30 de septiembre de 1868. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Por aquellos mismos días la administración de las Lecturas Católicas remitía a los suscriptores el número correspondiente a octubre: 
Novena para ayuda de las benditas almas del purgatorio, por un sacerdote de Alguer 1. El librito presentaba magistralmente el dogma de 
la pena de daño y de sentido, e invitaba con afectuosas exhortaciones a los fieles a socorrer a sus queridos difuntos. 

1 Alguer: En italiano Alghero; población al NO de Cerdeña, provincia de Sássari. Se habla el catalán. (N. del T.) 
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((364)) 

CAPITULO XXIX 

DON BOSCO RENUEVA LAS INSTANCIAS ANTE LA SANTA SEDE PARA OBTENER LA APROBACION DE LAS 
CONSTITUCIONES DE LA PIA SOCIEDAD -HACE IMPRIMIR UN BREVE INFORME EN LATIN SOBRE EL DESARROLLO 
DE LA PIA SOCIEDAD Y SU ESTADO ACTUAL; PRESENTA UNAS NOTAS SOBRE LAS TRECE OBSERVACIONES -
MONSEÑOR SVEGLIATI, EN NOMBRE DEL PAPA, PIDE A MONSEÑOR TORTONE NOTICIAS CONFIDENCIALES SOBRE 
LA INSTITUCION DE DON BOSCO, DE SUS CLERIGOS Y DE SUS ESTUDIOS -MALOS INFORMES DE MONSEÑOR 
TORTONE -DON BOSCO NO GUARDA RENCOR A SUS DETRACTORES -PIDE CONSEJO SOBRE COMO OBTENER LAS 
DIMISORIAS -RESPUESTA DEL PADRE OREGLIA Y DEL CARDENAL PATRIZI -MONSEÑOR SVEGLIATI PRESENTA AL 
PAPA SU OPINION SOBRE LA PETICION DE DON BOSCO -SE TRATA EL ASUNTO EN SESION PLENARIA DE LA 
CONGREGACION -EL CONSULTOR OPINA QUE SE DEBE RESPONDER NEGATIVAMENTE A LA PETICION DE DON 
BOSCO -LA SAGRADA CONGREGACION HACE SUYA LA CONCLUSION -MONSEÑOR SVEGLIATI COMUNICA LA 
SENTENCIA A DON BOSCO -ALGUNAS DIFICULTADES PARA LA APROBACION DE LA INSTITUCION SALESIANA 

HACIA cuatro años que don Bosco andaba preocupado con algo más importante que lo expuesto hasta ahora. Había renovado al Sumo 
Pontífice la petición para la aprobación de las Constituciones de la Pía Sociedad de San Francisco de Sales, o, al menos, la concesión de 
poder otorgar las dimisorias para las órdenes de sus alumnos, la facultad para ellos de ser promovidos a las órdenes a título de mensa 
comunis, y para sí, la de poder dispensar a los socios de los votos trienales. 

((365)) A tal fin había publicado un breve informe en latín sobre la Pía Sociedad, con algunos decretos referentes a la misma 1. 

1 Notitia brevis Societatis Sancti Francisci Salesii et nonnulla decreta ad eamdem spectantia.-Folleto de dieciséis páginas, impreso en el 
Oratorio de San Francisco de Sales. 
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En él se presenta una rápida relación de su desarrollo desde 1841 a 1852; contiene el texto del título concedido por monseñor Franzoni 
de Director de los tres Oratorios; recuerda los alientos y consejos de Pío IX en 1858; refiere el decreto de aprobación del 23 de julio de 
1864; en cuanto a las trece Observaciones 1, advierte que «libenti animo fuerunt admissae atque in Constitutionibus accomodatae prout 
finis et regulae societatis patiuntur. Nonnulla observantur in animadversione super litteras dimissoriales; sed de hoc adest particula 
separatim exposita» (se admitieron de buen grado y se adaptaron a las Constituciones de acuerdo con la finalidad y las reglas de la 
sociedad. Algo se observa en ellas sobre las dimisorias; pero hay aparte algún inciso sobre el particular); copia el decreto del Obispo de 
Casale que en 1868 aprobaba como diocesana la Pía Sociedad y otro decreto del mismo concediendo facultades especiales a los 
sacerdotes y clérigos del seminario menor de Mirabello; presenta el elenco de las casas salesianas y añade a las de Turín, Mirabello y 
Lanzo una cuarta cerca de Trofarello, destinada a ejercicios espirituales y a reposo de convalecientes; dice que los socios son casi ciento. 

El informe terminaba así: «Ad operis complementum nihil aliud deest quam Apostolica rite Constitutionum approbatio. Hanc socii 
singuli humillime, sed toto corde, coram Deo et hominibus exoptant, a Supremo Ecclesiae Antistite enixe deprecantur. Hanc Episcopi 
Provinciae ecclesiasticae Taurinensis, hanc alii complures qui Societatem noscunt inter quos Eminentissimi: 

Cardenalis Philippus de Angelis, Archiepiscopus Firmanus, Camerlingus, etc. 

Cardinalis Joannes Maria Antonucci, Archiepiscopus Anconitanus. 

Cardinalis Cosimus Corsi, Archiepiscopus Pisanus, etc.». (Como complemento de la obra sólo falta la aprobación apostólica de las 
Constituciones. Humildemente, pero de todo corazón, la desean todos los socios, ante Dios y ante los hombres, y la piden insistentemente 
al Supremo Jerarca de la Iglesia. La conocen los obispos de la provincia eclesiástica de Turín y otros más, entre los cuales están: 

El cardenal Felipe de Angelis, arzobispo de Firmo, Camarlengo, etc. 

Cardenal Juan María Antonucci, arzobispo de Ancona. 

Cardenal Cosme Corsi, arzobispo de Pisa, etc.). 

1 Pueden verse en el vol. VII, pág. 598. (N. del T.) 
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((366)) Este informe (Notitia brevis) con los demás documentos, fue remitido a la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, y 
monseñor Svegliati, Secretario de la misma, enviaba una nota a monseñor Cayetano Tortone, residente en Turín y encargado oficioso de 
la Santa Sede ante el Gobierno, en la que, sobre todo, le pedía informes acerca de los clérigos de don Bosco. 

Turín, 28 de julio de 1868 

El reverendo sacerdote don Juan Bosco, fundador y rector de la Pía Sociedad de San Francisco de Sales, se ha dirigido a Su Santidad, 
para obtener el decreto de aprobación de su Instituto. Ha adjuntado a su petición los informes de varios obispos que le recomiendan a la 
Benignidad del Padre Santo. Como el examen de tales asuntos está confiado a la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, de la 
que me honro en ser secretario, resulta que, cuando he presentado la relación del asunto, Su Santidad me ordenó dirigirme 
reservadamente a V. S. Rvma., para pedirle una exacta información sobre la marcha del Instituto en cuestión, y especialmente por lo que 
respecta a los estudios y a la formación eclesiástica de los clérigos pertenecientes al mismo Instituto, puesto que no debo dejar de 
prevenirle, siempre con la máxima reserva, que mientras algunos Obispos recomiendan a don Bosco y elogian su Institución, lamentan, 
en escritos reservados, la formación del clero joven perteneciente a ese establecimiento, tanto por lo que mira a los estudios, como por lo 
que se refiere al espíritu, puesto que, estando esos clérigos dedicados a la vigilancia de los alumnos del colegio, no pueden formarse con 
el espíritu eclesiástico necesario para un joven, que quiere llegar al sacerdocio. 

Debo añadirle, además, que el mismo piadoso Fundador, además de pedir retener consigo a los clérigos e instruirlos en su instituto, pide 
también la facultad de concederles las dimisorias para las sagradas órdenes, como hacen los superiores de las congregaciones religiosas 
exentas de la jurisdicción de los Obispos, a lo que se oponen varios ordinarios y principalmente ese Arzobispo. V. S. Ilma..y Rvma., que 
se encuentra en el lugar y que ya tendrá pleno conocimiento del Instituto fundado por el benemérito sacerdote Juan Bosco, podrá tener 
ocasión de informar plenamente sobre todo ello y especialmente de lo tocante a los clérigos, para que yo pueda presentar una nueva 
relación sobre el particular a Su Santidad supeditada a las observaciones que usted en su prudencia juzgue hacer. 

Cumplido así el honroso encargo dado por el Padre Santo, sólo me resta rogarle quiera manifestarme su parecer sobre la cuestión para 
someterlo a Su Santidad y, al mismo tiempo, aprovechando ((367)) esta oportunidad me es grato manifestarle los sentimientos de mi 
distinguida estima, con la que me declaro etc. 

12417 

9 

El interpelado contestó al Secretario de la Sagrada Congregación: 

Ilmo. y Rvmo. Monseñor: 

A pesar del conocimiento, ya bastante amplio que tenía sobre el Instituto del óptimo sacerdote don Juan Bosco, he querido adquirir 
otros informes precisos del 
340 

Fin de Página 340 


VOLUMEN IX Página: 341 

mismo, para suministrar a V. S. Rvma. materia suficiente con la que formarse un criterio equilibrado del exacto estado de las cosas. 
Solamente me duele que, habiendo debido ir un poco despacio para tomar estos informes, a fin de que no se llegase a conocer la 
verdadera finalidad de mis indagaciones, no he podido contestar su estimadísima carta del 28 p. p., número 12417/9, con la urgencia que 
deseaba. He aquí ahora lo que concienzudamente me apresuro a comunicarle sobre la cuestión. 

El Instituto, fundado y dirigido por el presbítero don Juan Bosco, se compone de clérigos y jóvenes laicos, los cuales estudian o 
aprenden allí mismo un oficio. Al principio de la fundación sólo admitían, y gratuitamente, a muchachos abandonados por sus padres, o 
sin medios de fortuna; ahora, en cambio, no admiten más que muchachos de la más baja clase social, cuyos padres o algún piadoso 
bienhechor se comprometen a pagarles una pensión mensual. Con todo hay que confesar, en honor de la verdad, que es grandísimo el bien 
que ha hecho y sigue haciendo todavía el bonísimo don Bosco a tantos pobres muchachos, educándolos cristianamente y capacitándolos 
para algún oficio. 

Pero, si esta finalidad primaria de su Institución ha tenido tanto éxito, resulta que no puede decirse lo mismo de los estudios y del 
espíritu eclesiástico de los clérigos que se encuentran en el citado Instituto. Parece que la primera idea de don Bosco había sido formar en 
su Instituto un clero separado del de la diócesis. Me consta, en efecto, que desde el principio intentó conseguir, y lo obtuvo después, que 
sus clérigos estudiasen en su Instituto la Filosofía y la Teología. Así anduvieron las cosas por algunos años, pero como sus clérigos no se 
presentaban al examen, o tenían un mediano resultado, entonces se prescribió por esta Curia Arzobispal, que también los clérigos de don 
Bosco debían ir a clase de Filosofía y Teología al seminario. 

Algunos de estos clérigos, que disponían de medios suficientes, fueron admitidos en el seminario de Chieri y se les encontró tan flojos 
en los estudios, que el mismo Rector del seminario hubo de confesar que no entendían el latín. 

((368)) Desde que asisten a las clases de este seminario, el resultado en los estudios parece que ha mejorado bastante; no todos ellos se 
presentan a exámenes: algunos se abstienen porque se les considera incapaces de someterse a ellos. 

Por lo demás, no debe extrañar que el resultado de tales estudios sea tan mediocre, si se piensa que don Bosco confía a sus clérigos 
diversas incumbencias en el Instituto, como por ejemplo, dar clase a los niños, asistirlos, etc., cargos que les obligan a ocupar en otras 
cosas el tiempo que deberían dedicar a los estudios. 

Si en este Instituto hay tantas dificultades para que los clérigos sigan regularmente los estudios normales, debo además añadir que son 
mayores las existentes para poder infundir en los mismos el verdadero espíritu eclesiástico y los principios de la buena educación tan 
necesarios para un sacerdote. El continuo trato de aquellos clérigos con los otros jóvenes laicos del Instituto, la excesiva familiaridad y 
amistad con que mutuamente se tratan, según mi pobre parecer, no las creo muy aptas para formar un buen clero. 

Me aconteció bastantes veces visitar este Instituto durante las horas de recreo y le confieso que siempre experimenté una impresión muy 
triste al ver a los clérigos mezclados con jóvenes que aprenden el oficio de sastre, carpintero, zapatero, etc. Corrían con ellos, jugaban, 
saltaban y hasta se propinaban más de un pescozón, con poco decoro por parte de unos y con poco o ningún respeto por parte de los otros. 

El bueno de don Bosco, satisfecho con que sus clérigos estén devotamente en la iglesia, no se preocupa de formar su corazón en el 
verdadero espíritu eclesiástico y 
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de infundir con ellos los sentimientos de dignidad del estado que quieren abrazar. Desgraciadamente muchos de ellos que saben mostrarse 
mansos y humildes ante don Bosco, luego, como me consta, son soberbios, tercos, vanidosos, y todo por falta de una prudente dirección. 

Me permito, por tanto, repetirle que don Bosco ha hecho y continúa haciendo mucho bien, pero hubiera sido mucho mejor que se 
hubiera atenido a la primera finalidad de su fundación y no hubiese pensado en formar casi un seminario de clérigos, para quienes ni 
siquiera ha hecho aún un reglamento. El Instituto, por tanto, tal y como ahora se encuentra, no está de ningún modo apto para ellos, y no 
se podrá esperar nunca de él un buen resultado para la Iglesia, salvo que los clérigos estén totalmente separados de los jóvenes aprendices 
de oficios profesionales, y que sean dirigidos por un docto director espiritual, para juzgar si dan muestras de verdadera vocación y si están 
provistos del espíritu que deben tener los eclesiásticos. 

Me indica también V. S. Ilma. y Rvma. que el sacerdote don Bosco implora así mismo a Su Santidad la importantísima facultad de 
otorgar las dimisorias a los clérigos de su Instituto para las sagradas órdenes: confío ((369)) que me perdonará si, movido como estoy por 
el verdadero bien de la Iglesia, me tomo la libertad de presentarle mi manera de ver en tal caso y es que, si don Bosco llegara a conseguir 
tal gracia, causaría aquí muy desagradable impresión entre el clero y señaladamente entre el Capítulo Diocesano, uno de cuyos miembros, 
muy poderoso y celosísimo, que prudentemente acaba de ser nombrado prefecto y director del clero de esta ciudad, se lamentó muchas 
veces conmigo de los abusos de los clérigos del Instituto de don Bosco, indicándome, además, el grave daño que ocasionarían, si los 
mismos fueran librados de la autoridad del Ordinario. 

Por cuanto he tenido el honor de exponerle, puede formarse una idea de los abusos existentes en estos clérigos, ya sea en cuanto a los 
estudios, ya sea en el descuido del verdadero espíritu eclesiástico. 

Ahora bien: »qué funestas consecuencias no habría que deplorar, con el tiempo, si se diera a don Bosco la facultad de conceder las 
dimisorias para las órdenes y se apartase a esos clérigos de la vigilancia y jurisdicción del Ordinario? Esto acarrearía inevitablemente una 
división entre el clero, perjudicaría la disciplina eclesiástica, abriría el camino para los abusos, además del daño que causaría a la 
autoridad episcopal. 

Y con respecto a este último punto no creo poderme dispensar de señalarle que este señor Arzobispo, conociendo el poco progreso en 
los estudios y en la disciplina eclesiástica de los clérigos de este Instituto, les obligó, para los exámenes y para las órdenes, a las mismas 
normas de los clérigos de la diócesis, disponiendo muy sabiamente, y con la aprobación de todos los buenos, que antes de ser admitidos a 
las sagradas órdenes se les obligara a pasar un año en el seminario diocesano. Estas disposiciones del Arzobispo no tuvieron la 
aprobación de don Bosco, el cual sigue todavía lamentándose de que el Arzobispo es poco favorable a su Instituto, que sus clérigos son 
objeto de discriminación por parte de profesores y examinadores y que, si esto sigue así, se verá obligado a cerrar el Instituto por culpa 
del Arzobispo. 

Estas quejas me las manifestó don Bosco a mí mismo, hace unos meses, pero pudo convencerse de que yo no era de la misma opinión. 

Además de esto, me tomo la libertad de indicarle otra circunstancia, y será la última para no abusar de la bondad de V. S. Ilma. y 
Rvma., pero me parece que será oportuna para poner más luz en el hecho y darle a conocer cómo van aquí las cosas. 

A la vuelta de su último viaje a Roma, que tuvo lugar, si no me equivoco, en la 
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primavera de 1867, anduvo contando don Bosco (quiero creer que más por ingenuidad que por presunción), a ciertas distinguidas 
personas, conocidas suyas, y también a los sacerdotes y clérigos de su Instituto, que había recibido en esa Capital los más grandes 
agasajos y había encontrado altas y excelentes protecciones, que había sido buscado y ((370)) visitado por Prelados y Cardenales y que 
algunos de ellos hasta se arrodillaban ante él pidiéndole su bendición. Esto último me lo contó a mí mismo un sacerdote del Instituto de 
don Bosco haciéndose maravillas de él; por toda respuesta le hice observar que ello probaba cuánta y cuán grande era la piedad y 
humildad del Sacro Colegio y de la Prelatura Romana. 

Y como don Bosco tiene muchas amistades entre el señorío turinés, que con sus generosos donativos concurre admirablemente al 
sostenimiento del Instituto, estas noticias corrieron pronto por la ciudad, y, si valieron para hacer de don Bosco un hombre de suma 
importancia ante algunos, alcanzaron poco crédito ante otros. Por tanto, si el alabado don Bosco consiguiera la facultad de que se trata, en 
las actuales contingencias, persuadiría una vez más a sus protectores partidarios de la infundada opinión en que ya están, a saber, que don 
Bosco, apoyado por el alto concepto de que es tenido en Roma, obtiene allí todo lo que quiere: y, en los días que corren, eso se 
consideraría por muchos como una victoria alcanzada por él mismo sobre el Arzobispo. 

Me duele mucho haber tenido que señalar ciertos hechos y circunstancias poco favorables al citado don Bosco, a quien aprecio y quiero 
mucho, pero la estima y afecto que siento por este dignísimo sacerdote, como por cualquier otro, jamás podré con la gracia de Dios, 
anteponerlos a la verdad, la justicia y los deberes sacrosantos que me ligan a esa Santa Sede, a la que, desde hace más de veinte años, 
tengo el honor de prestar mis pobres servicios. 

En fin, mientras doy a V. S. Ilma. mis más sinceras gracias por el honroso encargo que se ha dignado confiarme, quedaría muy 
satisfecho si este humildísimo informe fuera reconocido por V. S. Ilma., de algún modo suficiente para su fin y, al ofrecerle mis humildes 
servicios, aprovecho esta propicia oportunidad para profesarme, con los sentimientos de mi más distinguido respeto, 

De V. S. Ilma. y Rvma. 

Turín, 6 de agosto de 1868. 

Su seguro servídor CAYETANO TORTONE, teólogo 

«íPobre don Bosco! De no haber estado Dios con él, hubiera quedado en la estacada». Así escribía don Juan Bonetti en el mismo 
margen de este documento cuando lo tuvo en sus manos. 

En realidad, el informe es un tejido de errores y falsas apreciaciones del principio al fin. No dudamos en admitir la buena fe de 
monseñor Tortone, pero hay que decir que don Bosco ((371)) era mal juzgado por muchos. Quien así le juzgaba no había comprendido 
nada de su sistema educativo, nada de la misión apostólica del Siervo de Dios, nada de la Pía Sociedad Salesiana, alabada ya por la Santa 
Sede; pero, obcecado por prevenciones, recibía cualquier acusación de los perversos como verdad incontestable. La refutación 
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concluyente de estas acusaciones aparece elocuentemente en nuestros volúmenes. Sin embargo, no podemos dejar de hacer alguna 
reflexión. 

Los clérigos de don Bosco, desde el principio del Oratorio, fueron siempre a clase al seminario y la mayor parte de ellos pasó los 
exámenes con elogio, mientras con privaciones, incomodidades y sacrificios enviaban centenares de alumnos a los seminarios; de modo 
que muchas diócesis, que carecían de sacerdotes, pudieron adquirir un clero numeroso. »Y se puede suponer que no tenían espíritu 
eclesiástico? 

El Oratorio había empezado con una sencilla catequesis. Al catecismo se añadieron los entretenimientos, las escuelas nocturnas y 
dominicales; después el internado para muchachos pobres abandonados, las escuelas de artes y oficios y los mismos colegios de 
bachillerato. La obra de Dios se fue desarrollando gradualmente y, junto con los pobres, acudían también al Oratorio muchachos de 
familias de clase media que deseaban ponerlos bajo la dirección de don Bosco. »Cómo iba don Bosco a rechazarlos o no exigirles la 
módica pensión que podían pagar? Por lo demás, él continuó recibiendo gratuitamente a muchos niños necesitados. 

Otra observación sobre la crítica más maliciosa contra la persona de don Bosco. Nosotros podemos y debemos declarar explícitamente 
que jamás le oímos vanagloriarse de las recepciones tenidas en Roma y en otros lugares: raras veces aludió a ellas en las conferencias 
privadas a sus hijos; siempre atribuía a la Pía Sociedad Salesiana, de la que era cabeza, los honores tributados a su persona, para animar a 
sus hijos acometidos de tantos modos y ípara entonar un himno de humilde acción de gracias a la Virgen! Por lo demás en el caso 
específico a que se refiere »no había estado ((372)) con él don Juan Bautista Francesia? »Y quién podía impedir a tal hijo narrar las 
glorias del amadísimo padre? 

Resulta por demás ingenua la opinión del desacuerdo con la familiaridad de clérigos y muchachos, ya fueran éstos aprendices o 
estudiantes, como lo eran en su mayoría. Lo que escandalizaba a los espectadores superficiales, encantaba a don Bosco, quien estaba 
seguro de que así se impedía todo mal moral y a la par estudiaba también las energías físicas y los modos de cada uno. Un día el clérigo 
Luis Lasagna, que ya era profesor, jugaba con sus alumnos a la pelota, pues era buen pelotari. Entró don Bosco en el patio en aquel 
momento y después de contemplarle un momento, dijo a Don Juan Garino que estaba a su lado: 
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-»Ves a Lasagna? íQué buena madera para hacer con él un misionero! 

Y fue misionero y obispo. 

El Venerable no tardó en enterarse del informe y manifestó al Capítulo de la Pía Sociedad el disgusto que experimentaba por la funesta 
impresión que había podido causar en el ánimo de los cardenales; pero no guardó rencor contra el que lo había redactado. Escribió don 
Joaquín Berto: «Un día observé al Siervo de Dios recibiendo en audiencia privada a monseñor Tortone con tantas y tales atenciones de 
aprecio y afecto, como si fuera uno de sus mayores y más sinceros amigos». 

Esto sucedió muchas veces; y más todavía, tuvo ocasión de ayudarle y lo hizo con gusto. En 1869 estaba Monseñor en cama, con un 
ataque de artritis, y, aunque mal de su grado, mandó a su hermano a suplicar al Venerable que fuera a darle su bendición. El hermano, que 
era un verdadero bienhechor del Oratorio, y gran amigo de don Bosco, iba con frecuencia a visitarle y se complacía en observar el espíritu 
que lo animaba, el candor de los jóvenes y gozaba asistiendo a todas las fiestas de Valdocco. Cumplió, pues, el encargo. Don Bosco le 
atendió enseguida y el enfermo, apenas recibió la bendición, se sintió libre de sus dolores, se levantó y desde aquel día se convirtió en un 
gran protector del Oratorio. 

Así lo cuenta don Pablo Albera. 

Con todo esto, en agosto de 1868, esperaba el Venerable ((373)) obtener la aprobación de su Instituto; desconfiaba solamente de 
alcanzar la facultad de las dimisorias. Pero las pedía con insistencia, aun previendo, tal vez, las tribulaciones que le sobrevendrían durante 
años y años. Por eso no cesaba de recomendarse al consejo de personas influyentes y benévolas, y enviaba también al padre Oreglia los 
documentos para esta diligencia, rogándole se interesara personalmente por ella. 

El padre Oreglia le contestaba: 

Roma, 16 de agosto de 1868 

Reverendísimo y apreciadísimo don Bosco: 

He recibido a su tiempo su envío del 7 del corriente. Muy agradecido a la confianza que me dispensa y siempre dispuesto a servirle, lo 
mejor posible, por tantísimas razones. Me aconsejé antes con uno de nuestros padres, Consultor de los Obispos y Regulares, muy 
encariñado con V. S. y todo lo suyo. Me dijo que no creía prudente de ningún modo que yo fuera al cardenal Berardi; que no sacaría nada 
en limpio y, en cambio, le desagradaría se entrometiera en asuntos secretos una persona 
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extraña. Me dijo, sin embargo, que, según él, lo mejor era que usted mismo escribiera al Cardenal y le pidiese, no a través del organismo 
de la Congregación, sino por intercesión privada del Cardenal al Padre Santo directamente la gracia de poder presentar sus clérigos para 
ordenarse a los Obispos que prefiriera. De este modo, el Cardenal, si abriga esperanza, puede fácilmente obtenerlo para un número o 
tiempo determinado. Esta concesión ha de ser pedida de viva voz y comunicada a usted por carta diciendo: ex audientia SS diei etc. 
Sanctissimus concesit etc. (en audiencia del día, etc. Su Santidad concedió, etc.) Este rescripto se obtendrá fácilmente del Pontífice, se 
podrá confirmar año tras año y servirá de título latente para la aprobación regular de la Congregación. 

Advierta que la Congregación concede, primero la aprobación, después la facultad de las dimisorias y éstas nunca se conceden si no es 
por dispensa papal; y si esta dispensa es pedida por medio del cardenal Berardi u otra persona adicta, se alcanzará; pero la Congregación 
se opondría mucho, si la cuestión tuviera que pasar por sus manos. 

Tomando de este modo el asunto y pidiendo al cardenal Berardi el favor de que interceda ante el Padre Santo para que usted pueda 
presentar los clérigos, en número y en tiempo determinado, parece que todo se arreglará por ahora; y se tendrá además un título para 
obtener más en lo sucesivo. 

((374)) Le agradezco las noticias de Federico. Tengo mejores informes del conde de la Margherita. Los Padres de la Civiltá Cattolica le 
saludan; están bien y muy esperanzados. Nos encomiende al Señor y créame 

Su seguro servidor P. J. OREGLIA 

También el cardenal Patrizi le informaba de sus gestiones ante el Santo Padre: 

Reverendo Señor: 

Recibí puntualmente, por manos de monseñor Manacorda, el libro enviado por usted y las medallas conmemorativas de la nueva iglesia 
ahí levantada; le doy las más rendidas gracias y ruego al Señor que bendiga y acreciente cuanto usted hace para su mayor gloria y bien de 
las almas. 

De acuerdo con sus prisas he procurado conversar con el Padre Santo sobre el asunto que tanto le preocupa y que menciona en la carta a 
Su Santidad, cuya copia incluye en la mía. Sobre la respuesta que me dio el Padre Santo, veo que la gracia implorada encuentra 
dificultades por parte de los Obispos que no entienden consentir las ordenaciones de sus clérigos, sin que se observe cuanto prescriben los 
sagrados cánones. Ese es, en efecto, el estilo constante de la Santa Sede, que sólo permite tales ordenaciones cuando el Instituto Regular, 
al que pertenecen los ordenandos, esté debidamente aprobado, confirmado y reconocido a todos los efectos de derecho, como Orden y 
Congregación Regular. 

Así las cosas, no sabría indicar qué medio hallar para arreglar el asunto, que, como indicaba, está todavía algo embrollado. Advierta, sin 
embargo, que cuanto escribo aquí lo he dicho, en parte, por cuanto indicó el Padre Santo, y en parte, por noticias tenidas de personas que 
conocen la instancia por usted presentada, pero todo por vía privada, y no oficialmente. 
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Basta; confíe en el Señor que sabe arreglar en un momento los asuntos más espinosos, si ello está de acuerdo con su voluntad. Ruegue 
por mí y considéreme con sincero aprecio 

Roma, 30 de agosto de 1868. 

Su afectísimo 

P. Cardenal PATRIZI 
Monseñor Svegliati presentaba entretanto al Sumo Pontífice, en una relación a propósito, su opinión o deseo. 

((375)) 

SOBRE LA PIA SOCIEDAD DE SAN FRANCISCO DE SALES 

En la audiencia del 1.° de julio de 1864, V. S. se dignó publicar un decreto de alabanza, relativo a la Pía Sociedad de San Francisco de 
Sales, fundada en Turín por el benemérito sacerdote Juan Bosco, dejando para tiempo más oportuno la aprobación de las 
correspondientes Constituciones, que debían, entre tanto, corregirse y modificarse, de acuerdo con las trece observaciones tenidas como 
necesarias u oportunas para el caso. 

Vuelve de nuevo el antes citado Fundador a implorar de V. S. la aprobación del Instituto y de las Constituciones, o al menos la facultad 
de expedir las dimisorias para las ordenaciones de sus miembros, los cuales puedan además ser promovidos a las órdenes a título de mesa 
común; y finalmente poder dispensar de los votos simples trienales que se emiten por los socios durante el primer sexenio de su 
inscripción en la Sociedad. 

Acerca de la aprobación de los Estatutos, sin embargo, es necesario observar que en el nuevo texto latino de los mismos no aparecen 
seis de las trece observaciones hechas anteriormente; a saber, la cuarta, en la cual se prescribía pedir las dimisorias al Obispo diocesano; 
la quinta, con el deber de conseguir el beneplácito apostólico para contraer deudas o enajenar; la séptima, para no fundar nuevas casas o 
aceptar la dirección de seminarios sin permiso de la Santa Sede; la novena, para no admitir seglares en el Instituto; la undécima, con la 
obligación de presentar a la Sagrada Congregación relación trienal del estado moral, religioso y económico de la Sociedad; la 
decimotercera, señalando que el mandato del Superior no obligue bajo pena de culpa. De estas observaciones, la undécima se asegura que 
fue acogida con júbilo, porque va dirigida a estrechar los vínculos de la Sociedad con la Santa Sede; pero no aparece en la nueva versión 
latina de los estatutos. Las otras se quisieran excluir por fútiles motivos. 

Se juzgaría, pues, sumisamente prescribir la reforma exacta y literal del esquema-estatuto, de acuerdo con las observaciones arriba 
indicadas, por donde en lo sucesivo, cuando V. S. lo juzgue oportuno, pueda merecer aprobación el mismo Estatuto. 

Con relación a la aprobación del Instituto, parece se debe reflexionar que éste cuenta todavía con pocos años de existencia y hasta el 
presente no ha redactado sus Constituciones según las correcciones impuestas por la Santa Sede a través de esta Sagrada Congregación. 
Por esto, parece que se debe aplazar. 

Pertenecerá después a la iluminada sabiduría de V. S. deliberar si conviene dar consentimiento a las preces sobre las facultades que 
desea el Superior, de expedir las dimisorias para las ordenaciones de los socios y de dispensar de los votos simples 

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trienales; así como sobre el indulto en favor de los socios para poder ordenarse a título de mesa común. 

Al pie de este escrito, añadió el Pontífice las siguientes palabras: 

N. B.-Llévese al pleno de la Congregación. 
((376)) Reunidos los cardenales de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, siendo Prefecto el cardenal Angel Quaglia, el 
consultor padre Savini, carmelita, leyó su voto acerca de la aprobación de la Pía Sociedad Salesiana. Apelando al Reglamento en uso de 
la Sagrada Congregación y declarando insuficientes las constituciones presentadas y con algún artículo contrario a los sagrados Cánones, 
falló que, en su opinión, debía responderse negative. He aquí su informe: 

INFORME DEL CONSULTOR, PADRE SAVINI,
SOBRE LA PIA SOCIEDAD DE SAN FRANCISCO DE SALES:


1.° El Instituto denominado Sociedad de San Francisco de Sales, aparecido en Turín, hace ahora diez años, con la intención de atender a 
la juventud, principalmente pobre, ayudándola espiritual y materialmente, se compone de sacerdotes, clérigos y seglares ligados con votos 
simples de pobreza, castidad y obediencia, primero temporales, perpetuos después; regido por un Superior Mayor, asistido por 
Consejeros. Hace ahora cuatro años que dicho Instituto pidió a esta Santa Sede la aprobación y, a la vista de las cartas comendaticias de 
cuatro obispos, obtuvo del Solio Apostólico un decreto de alabanza y las observaciones sobre varios artículos de los correspondientes 
Estatutos. 

2.° Ahora, el benemérito fundador, abate Bosco, ha presentado nuevas instancias para conseguir la aprobación del Instituto, de las así 
llamadas Constituciones, o por lo menos la facultad de expedir las dimisorias para la ordenación de los socios, aun in sacris, título 
mensae comunis (en las órdenes sagradas, a título de mesa común) y de poder dispensar de los votos simples trienales que emitan los 
socios durante el primer sexenio. 

3.° Se opinaría negativamente, puesto que el Reglamento en uso de esta Sagrada Congregación exige que, desde el decreto de alabanza 
concedido a favor de un determinado Instituto, debe transcurrir un tiempo conveniente (post congruum tempus), hasta conceder la 
aprobación. 

En el caso presente, han transcurrido cuatro años desde que el Instituto de San Francisco de Sales obtuvo un decreto de alabanza, 
período de tiempo no muy largo, ni suficiente para verificar las otras condiciones exigidas por el citado reglamento en los casos de 
aprobación. 

4.° Ya que está prescrito por el mismo que el Instituto a aprobar goce de una discreta difusión (si institutum satis diffusum fuerit); 
difusión que, de ordinario, no se realiza en el curso de unos pocos años. Además, por la situación actual, resulta que la Sociedad del abate 
Bosco no ha mejorado mucho, lo mismo en cuanto a lo personal que en cuanto a lo ((377)) material de nuevas fundaciones. Tenía cuatro 
casas hace cuatro años y no sabemos que haya aumentado su número; y, considerando los calamitosos tiempos que atraviesa Italia, es de 
temer que se haya visto reducido a Turín y lugares adyacentes. 
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5.° Mas, si al menos en esta situación hubiera testimonios de óptimos resultados y abundantes frutos recolectados por estos nuevos 
obreros (si uberes fructus retulerint): pero la documentación presentada no aporta nada positivo a favor del Instituto. No hay en ella 
nuevas cartas comendaticias de obispos, ni informes de vicarios capitulares o de otros personajes distinguidos que pongan en claro la 
abundancia de la mies recogida por estos diligentes operarios. 

6.° Ultima condición requerida también por el Methodus etc., es que el Instituto tenga un cuerpo de Constituciones completas y 
acabadas de modo de que no presenten graves dificultades (Si Constitutiones efformatae fuerint, nec in sustantialibus graves difficultates 
praeseferant). La Sociedad de San Francisco de Sales no tiene ese cuerpo de Constituciones completas, pues no merecen tal nombre los 
pocos artículos presentados a la Sagrada Congregación, que, a lo sumo, pueden tomarse como base y esencia de Constituciones a redactar 
y no como un cuerpo compacto y completo de Constituciones como las que se requieren para regir un Instituto, que tiende a actuar en 
infinidad de cosas que exigen las necesidades espirituales y materiales de la juventud pobre. 

7.° Los pocos Estatutos orgánicos presentados no están exentos de graves dificultades, como dan fe de ello las observaciones por ellos 
provocadas. Observaciones que, si remedian mucho, no quitan, sin embargo, todo el inconveniente que podría temerse. A modo de 
ejemplo: 

-Se dispone en dichos Estatutos que los socios acepten la dirección de Seminarios episcopales, y no es éste el último campo de su celo. 
Las observaciones se limitan a corregir tal prescripción, exigiendo que no se lleve a cabo, sino después de un Rescripto de esta Sagrada 
Congregación. El remedio es bueno pero insuficiente, porque la dirección de los seminarios corresponde al Obispo, de los sacerdotes 
seculares, como atestigua con acierto san Carlos Borromeo en sus áureos escritos y lo rubricó con el ejemplo. Aunque aquel glorioso 
santo estuviera acostumbrado a servirse de Regulares para los asuntos de su iglesia, no juzgó oportuno servirse de los mismos para la 
dirección de sus seminarios y, apenas tuvo sujetos idóneos en el clero secular, se despidió de los Regulares, empleados antes para dicha 
dirección. Y se tuvo esta determinación del Santo por tan justa y conforme con las reglas de la disciplina eclesiástica, que cooperó a ello 
la misma voluntad de los Regulares, antes ocupados, más amantes del bien de la Iglesia, que de las comodidades privadas, como asegura 
Giussano, apreciadísimo biógrafo de san Carlos Borromeo. 

Se dan casos en los que falta el sacerdote secular preparado para regir el seminario, y, entonces, el Obispo diocesano, juez competente, 
debe recurrir a la ayuda de un regular, monje, fraile dotado de prudencia y capacidad para regir y hacer florecer un colegio. Pero 
terminada ((378)) la urgencia temporal, el hombre del claustro debe tornar a su convento y el Seminario debe ser regido por sacerdotes. 
No hay, pues, necesidad de que surjan Institutos con la finalidad de dirigir seminarios, ni bajo tal punto de vista merecen la aprobación de 
esta Sagrada Congregación. Ruego, no obstante, que sea bajo censura etc. 

Convento de Traspontina, 22 de septiembre de 1868. 

Fray ANGEL SAVINI C.C. 

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Después de esta relación, el voto de la Sagrada Congregación fue también negativo. Monseñor Svegliati se lo comunicaba así a don 
Bosco. 

Ilmo. y M. R. Señor: 

Siento comunicarle que todavía no se puedan aprobar las Constituciones de su Instituto, ya que convendría modificar sustancialmente 
dos de los artículos principales. El primero es el de las dimisorias para la ordenación de los clérigos. El segundo se refiere a los estudios 
de los mismos clérigos, que el Arzobispo exige se hagan en el seminario diocesano. 

En cuanto a las dimisorias, ninguno de los Institutos, recientemente aprobados, goza del privilegio de permitir las ordenaciones por la 
sencilla razón de que, pudiendo los ordenados ser fácilmente expulsados por su Superior, o sobrantes en el Instituto, los Obispos se 
verían obligados, a pesar suyo, a retenerlos en las respectivas diócesis, sin haber tomado parte alguna en la ordenación de los mismos. 

Y en cuanto a las clases tenidas por los clérigos dentro del mismo Instituto, éstas no siempre pueden presentar las garantías de los 
seminarios, que son vigilados por los Obispos. Mientras V. S. se halle al frente de la dirección del Instituto, estoy seguro de que la 
enseñanza será tal y como puede desearse; pero, como una vez que sean aprobadas las Constituciones, deben servir de norma para sus 
sucesores, es necesario adoptar las reglas que valgan para regular el Instituto, sea quien fuere el Director del mismo. 

Por tanto, las clases para los clérigos no pueden admitirse si no es bajo la exclusiva dependencia del Obispo. No puedo ocultarle que 
varios obispos se han dirigido directamente a la Sagrada Congregación, para que no fueran aprobados los artículos a que me refiero; dado 
que los clérigos pertenecientes a su Instituto no siempre alcanzan la suficiente instrucción, ya sea porque no disfrutan del tiempo 
necesario para los estudios, por estar ocupados en la asistencia de los muchachos que se encuentran en el establecimiento, ya sea también 
porque los maestros no siempre responden a las necesidades de los artículos señalados. 

Lo demás puede ser aprobado con ligeras modificaciones, si bien se hubiera deseado que todas las observaciones hechas en otra 
circunstancia hubieran sido incluidas en las citadas Constituciones. 

((379)) No puedo cerrar la presente sin indicarle brevemente que los mismos Obispos, que se oponen a los artículos relativos a los 
clérigos, alaban muchísimo su celo por todo lo demás y elogian la Institución. 

Sin necesidad de indicarlo, V. S. comprenderá fácilmente que cuanto hasta aquí he escrito me ha sido mandado por quien puede darme 
disposiciones para ello y por eso no debe tomar mis palabras como expresión de una opinión particular. 

Aprovecho esta ocasión para animarle a no dejar de hacer el mayor bien que pueda a la juventud, que tanto necesita de instrucción 
cristiana, y al mismo tiempo me profeso con sincero aprecio. 

2 de octubre de 1868. 

Su seguro servidor Monseñor SVEGLIATI, Secretario 

Al M. R. señor don Juan Bosco,
Superior del Instituto de San Francisco de Sales


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Las dificultades con que don Bosco tropezaba para que la Santa Sede aprobara su Pía Sociedad nacían de las mismas Constituciones 
que, bajo cierto punto de vista, parecían una novedad, porque estaban adaptadas a los dificilísimos tiempos que corrían, como ya hemos 
observado en otra parte; nacían de la oposición de quien habría preferido que el Oratorio fuese un Instituto diocesano nada más y, por 
consiguiente, se espantaba de todo lo que el Venerable se veía obligado a hacer como fundador de una nueva sociedad eclesiástica; nacían 
de una equivocada interpretación del artículo primero de las Reglas «sobre el fin de la Pía Sociedad» en el que se leía que también era su 
finalidad la educación del clero joven o sea, la formación de muchos jovencitos recogidos en nuestras casas para los estudios, con la idea 
principal de prepararlos para la carrera eclesiástica, puesto que las Reglas no indicaban, sino en segundo lugar, los seminarios 
dependientes de los Obispos. 

El Venerable no se amedrentó por esta negativa: y ante las modificaciones propuestas, que no estaban de acuerdo con sus ideas sobre el 
fin que quería dar al Instituto, aunque dispuesto a la obediencia cuando le fuera impuesta, no desistió de dar explicaciones y de 
intensificar las gestiones para ((380)) conseguir su intento, siempre con una calma imperturbable y respetuosa. Sabía que Pío IX estaba 
muy a favor, que hasta él mismo en persona había dado explicaciones sobre tales dudas al prefecto de la Sagrada Congregación. Pero era 
una prudente norma del Pontífice que toda cuestión eclesiástica fuera presentada, discutida y definida regularmente por las Sagradas 
Congregaciones; y sólo en ciertos casos, y por favor, hacía uso de la suprema autoridad. En los momentos más difíciles fueron, sin duda, 
los consejos de Pío IX los que permitieron al Siervo de Dios superar gravísimos obstáculos, como veremos. 
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((381)) 

CAPITULO XXX 

EL MINISTERIO DE OBRAS PUBLICAS SUBVENCIONA AL ORATORIO -GENEROSA LIMOSNA DE UNA ANCIANA 
SALVADA DE UN INCENDIO POR INTERCESION DE MARIA AUXILIADORA -DON BOSCO PROMETE ORACIONES 
ESPECIALES A UNA CONDESA DE MILAN PARA SU HIJO ENFERMO -VA A I BECCHI PARA LA FIESTA DEL ROSARIO 
CARTA AL CABALLERO OREGLIA: LE RECOMIENDA LA NUEVA OBRA DE LA BIBLIOTECA PARA LA JUVENTUD 
ITALIANA; LE DA NOTICIAS DE LA FIESTA Y DE LOS MUCHACHOS QUE TRABAJAN CON EL -OTRA CARTA AL 
DIRECTOR DE LANZO: LE PIDE UNA RELACION DE LOS ALUMNOS DE LA DIOCESIS DE GENOVA; AVISOS 
IMPORTANTES: RECOMIENDA LA DIFUSION DE LAS LECTURAS CATOLICAS -DON BOSCO ESCRIBE AL PREFECTO DE 
MIRABELLO: AVISOS PARA LOS SUPERIORES DE AQUEL COLEGIO; TOMA DE SOTANA DE UN CLERIGO; 
CONDICIONES PARA ACEPTAR EN EL ORATORIO A UN MUCHACHO RECOMENDADO; QUIERE A TODA COSTA QUE 
EL COLEGIO SE LLENE DE ALUMNOS -UN ARTICULO DE LA UNIDAD CATOLICA EN ALABANZA DE AQUEL COLEGIO 
-DON BOSCO VUELVE AL ORATORIO: SUS PRIMERAS PALABRAS A LOS MUCHACHOS SON PARA EXHORTARLES A 
ROGAR A LA VIRGEN QUE LES MANTENGA ALEJADOS DEL PECADO -MAESTRO Y MODELO DE LA VIRTUD 
ANGELICA CON LA PALABRA Y EL EJEMPLO -ALGUNOS TESTIMONIOS -INFORME SOBRE LA ESCUELA DEL ORA 
TORIO DE SAN LUIS -CARTA DE DON BOSCO A DON JUAN BONETTI: ESPERA QUE EL DELEGADO PROVINCIAL DE 
ESTUDIOS RECONOZCA EL COLEGIO DE MIRABELLO COMO SEMINARIO MENOR; QUE DIGA AL OBISPO QUE 
CONFIRME POR ESCRITO LA VERDAD DE SU AFIRMACION -CARTA DE DON BOSCO A LA CONDESA CALLORI: EL 
EDIFICIO DESTINADO A LICEO SE CUBRIRA ESTE AÑO; BUENAS NOTICIAS DE SU HIJO -SE EMPIEZA A HACER EL 
PAN EN EL ORATORIO -DON BOSCO ESCRIBE A UN SACERDOTE DE LUCCA: LE AGRADECE UNA LIMOSNA Y LE 
((382)) INVITA A IR A TURIN; LE ENVIA UNAS 
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MEDALLAS PARA VARIAS PERSONAS -DON ALMERICO GUERRA OFRECE A DON BOSCO UN LIBRO DE NOVENAS EN 
HONOR DE MARIA SANTISIMA -LOS MUCHACHOS VUELVEN DE VACACIONES -MUERTE DEL JOVEN VENERANDO 
CASTELLI -BREVE CHARLA DE DON BOSCO -OBTIENE DEL MINISTERIO DE LA GUERRA PRENDAS MILITARES EN 
DESUSO -ESPANTOSAS INUNDACIONES EN EL NORTE DE ITALIA: DON BOSCO OFRECE ALBERGUE PARA DOS NIÑOS 
DE FAMILIAS PERJUDICADAS 

SE preparaba don Bosco para ir a I Becchi con sus muchachos a la fiesta del Santo Rosario cuando recibió del Ministerio de Obras 
Públicas la siguiente carta: 

Florencia, octubre de 1868 

La contabilidad de los recursos del Capítulo correspondiente a subvenciones del Balance del año corriente, nos permitió otorgar al 
Instituto dirigido por V. S. una subvención superior a trescientas liras, por cuyo importe se ha extendido a su favor el correspondiente 
mandamiento de pago, exigible en esta Pagaduría Provincial. 

Al hacer sabedor de ello a V. S. para su norma, desagrada al que esto escribe tener que añadir que, al renovar dicha subvención el 
próximo año, experimentará la mayor reducción que se ha debido introducir en esta sección de gastos en el proyecto del Balance de 1869, 
como consecuencia de las deliberaciones tomadas por el Parlamento en la discusión de dicho Balance. 

El Comisario General BELLA 

Era éste el momento en que más falto andaba el Oratorio de socorros, puesto que todos los señores estaban en sus casas de campo lejos 
de la ciudad, en la montaña o en la playa. Esta falta de ayudas, a lo mejor prometidas y esperadas, ponía a don Bosco en graves aprietos 
para hacer gastos y pagar alguna deuda. Acababa de leer la carta ministerial y de dar gracias a la Virgen por aquel socorro, cuando vio 
«entrar en su habitación una buena viejecita que le dijo la mar de satisfecha: 

((383)) »-Mire usted, don Bosco: aquí tiene a esta pobre mujer viva por un milagro de María Auxiliadora. Estaba yo en casa, cuando un 
incendio repentino y violento me cerró toda salida. Las llamas me asaltaban y bloqueaban, y empezaron a arder mis vestidos. Sentía ya la 
quemazón del fuego en mi cuerpo, cuando me acordé de María Auxiliadora y dije: «María Auxiliadora, no permitáis que tenga 
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una muerte tan desgraciada». Apenas dije esto, se apagaron las llamas a mi alrededor y desaparecieron hasta las señales de las 
quemaduras que tenía por el cuerpo y en las manos. Otros me ayudaron a salir de aquel lugar, pero mientras yo estuve allí las llamas no 
avanzaron. 

»Y dicho esto, entregó a don Bosco para la Virgen una limosna de tres mil liras, fruto de los ahorros de toda la vida, pues era una pobre 
obrera». 

Esta narración está escrita por el caballero Oreglia a la reverenda madre Galeffi. 

Por aquellos días llegáronle a don Bosco otras cartas de personas que se encomendaban a sus oraciones. Por la mañana del 3 de octubre, 
antes de salir para I Becchi, respondía a la condesa Caccia Dominioni, de Milán. 

Turín, 3 de octubre de 1868 

Benemérita señora Condesa: 

No tenía idea clara de las incomodidades por las que pasa su hijo. Creía yo que se trataba de cansancio; ahora no dejaré de elevar 
oraciones especiales por él. A mediados del corriente mes, espero hacer un viaje a Milán y, en el caso de que ya hubieran vuelto del 
campo, le daré una bendición especial; si no estuviere todavía en Milán, se la mandaré desde la tumba de san Carlos, adonde espero ir a 
celebrar la santa misa. 

Tenga por cierto, señora Condesa, que todos los días la encomiendo en la santa misa y en nuestras oraciones de comunidad, y con usted 
a toda su familia. La vida del cristiano es vida de fe: esperémoslo todo de la bondad del Señor. Me encuentro en Castelnuovo de Asti con 
parte de mi familia; dentro de pocos días estaré de nuevo en Turín. 

((384)) Que Dios bendiga a usted y a toda su familia y les dé a todos salud y largos años de vida feliz. 

Ruegue por mí, que agradecido me profeso 

Su afmo. y seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

El 4 de octubre, no acudió mucha gente a las funciones religiosas de I Becchi, a causa del mal tiempo. Desde allí escribió don Bosco a 
Turín, Lanzo y Mirabello, dando encargos y consejos. 

Castelnuovo, 5 de octubre de 1868 

Queridísimo caballero Oreglia: 

Observe si ya se respondió sobre el joven recomendado por don Jacinto Bianchi. Espero que sea admitido; tuve carta y no sé dónde ha 
ido a parar. 

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No deje dormir la obra de la Biblioteca para la Juventud Italiana. El viernes por la noche estaré en Turín; el sábado y el domingo puedo 
ocuparme de ello; el lunes, de nuevo, saldré de casa. 

Ayer llovió todo el día; hoy tenemos sol; los muchachos gozan todos de buena salud y salen en este momento para ir a comer la polenta 
en casa del párroco de Castelnuovo. El conde y la condesa Arnaud fueron ayer a Turín. Alberto estuvo aquí y me encargó le saludara en 
su nombre. 

Animo, querido Caballero, luchemos, no estamos solos, Dios está con nosotros; la vida es breve, las espinas del tiempo son flores para 
la eternidad. 

Dios nos bendiga a todos. Amén. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

Castelnuovo, 5 de octubre de 1868 

Carísimo Lemoyne:
Espero que trabajarás para llenar el Colegio de Lanzo hasta los topes.
Envíame una lista de los muchachos pertenecientes a la diócesis de Génova, que fueron o son alumnos del colegio de Lanzo.
Estoy en Castelnuovo; el viernes por la noche espero estar en Turín.
A Demagistris: Esto vir (sé valiente)
.
Saluda a todos de mi parte y créeme


Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. Recuerdos importantísimos para el director de una casa:
1.° Observa todo.
2.° Vete por todas partes.
((385)) 3.° Habla con todos.
4.° Confianza con los superiores subalternos.
Aconséjate a menudo con don Francisco Bodratto. Te recomiendo totis viribus (con todas mis fuerzas) la difusión del plan de
suscripción a las Lecturas Católicas. 

Queridísimo Provera: 

Había pensado hacer un viajecito a Mirabello, pero el barullo de estos días me lo ha impedido; es más, me hizo interrumpir la ruta y 
volveré a Turín. Escríbeme qué te sucede y te contestaré, a tono. Entre tanto, procura hablar con frecuencia con don Francisco Cerruti y 
don Juan Bonetti; avisaos y aconsejaos: alter alterius onera portate, et sic adimplebitis legem Christi (llevad los unos las cargas de los 
otros y así cumpliréis la ley de Cristo). 

Dirás a Bussi, de Giarole, que si la delegación para la imposición de sotana está hecha a nombre de su párroco, debe imponérsela en la 
parroquia. Pero si, después, la delegación se hace a mi nombre, se le impondrá en el Oratorio. Pero ésta debe hacerse por el mismo que ha 

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sido delegado para ello por el Obispo. Llama un momento a M... (un joven), y dile que estoy dispuesto a recibirle, a condición de que me 
prometa: 1.°, no dar escándalo con palabras ni con obras a sus compañeros; 2.°, al 

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menor escándalo de algo contra la modestia, yo estoy obligado a mandarlo inmediatamente a casa. 

»Cuántos alumnos nuevos aceptados para este año? Ya te habrá dicho don Juan Bonetti que quiero que lleguemos a ciento setenta; de 
otro modo, os mandaré algunos de Turín gratis hasta que lleguemos a ese número, así que procurad encontrarlos en otro sitio 1. 

»Están bien don Francisco Cerruti y don Juan Bonetti? 

Salúdame a tus padres y a todos los del seminario. 

Que Dios nos ayude a perseverar en el bien; créeme siempre en el Señor 

Castelnuovo, 5 de octubre de 1868. 

Afmo.amigo JUAN BOSCO, Pbro. 

((386)) Don Bosco volvía de Castelnuovo a Turín el día 9, viernes, y el domingo por la noche, después de las oraciones, invitaba a 
todos los muchachos a pasar bien las fiestas de la Virgen que se celebran en este mes: les dijo que rogasen a la Virgen para que les 
ayudara a tener lejos el pecado, especialmente contra la bella virtud de la pureza. 

Aquella charla era como la introducción a tantos avisos como les daría a lo largo del año. Le hemos oído con frecuencia repetir desde el 
púlpito la amonestación de san Pablo a los Corintios: Corrumpunt mores bonos colloquia mala (las malas conversaciones corrompen las 
buenas costumbres). Bajo los pórticos, por la noche, explicó el versículo del Eclesiástico, capítulo XXVIII: «Cerca tu hacienda con 
espinos, no escuches la mala lengua y pon puerta y cerrojo a tu boca». 

Cuando hablaba de la huida de los malos compañeros, hacía suyas las palabras del Apóstol de las gentes: «Si hay alguno entre vosotros, 
que, a pesar de llamarse hermano, es desvergonzado... escandaloso... maldiciente, no debéis acercaros a él y ni siquiera comer con él». 

1 La Unidad Católica, del 7 de octubre, publicaba estas líneas sobre el Colegio-internado de Mirabello: -Entre los centros de educación 
que con gusto recomendamos a los padres católicos nos es grato señalar el colegio-internado, llamado Seminario Menor de San Carlos en 
Mirabello, cerca de Casale. La amenidad del lugar, la dedicación de los superiores, la asistencia del celoso Obispo de la diócesis y el 
buen resultado obtenido durante muchos años con los alumnos, son garantía de que nada falta de cuanto puede contribuir al provecho 
científico, moral y sanitario de los alumnos. La enseñanza está de acuerdo con los programas oficiales y comprende los cuatro cursos 
elementales y los cinco de bachillerato. Hay dos tipos de pensión: una de veinticuatro liras mensuales y otra de treinta y cinco. Las 
peticiones se dirigen a S. E. el Obispo de Casale, o bien al Director del Colegio arriba nombrado. A este pueblo se va por el ferrocarril 
Alessandria-Vercelli, hasta Giarole. Aquí hay un ómnibus que, en menos de un cuarto de hora, traslada regularmente viajeros y equipajes 
a su destino. 
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Procuraba inculcar la bella virtud en el corazón de los jóvenes con palabras y formas delicadísimas. En lo concerniente a la compostura 
exterior, prohibía a menudo la excesiva familiaridad en razón de la buena educación, la urbanidad y el respeto mutuo. 

Don Bosco era un modelo de compostura. Cuenta don Francisco Dalmazzo: «Desde que conocí a don Bosco, quedé impresionado por 
la modestia con que hablaba a los muchachos. Jamás se permitía con ellos esas familiaridades que ciertamente no desdicen de un 
sacerdote en medio de los muchachos. Ordinariamente tenía los ojos bajos, cuando hablaba, aunque los alumnos se percataran por alguna 
rápida mirada de que poseía una vista finísima y escrutadora». 

Su hablar era limpísimo. 

Pudimos advertir muchas veces su discreción. Si oía a alguien hablar del vicio opuesto a la virtud de la castidad ((387)) con alguna 

frase imprudente, decía: 

-San Pablo no quiere que se hable de estas cosas entre cristianos. 

Y añadía: 

-»Por qué no podéis encomiar la virtud angélica en vez de mancharos la boca con esas palabras? 

Si sucedía que se aludía en su presencia, a un hecho escandaloso del que hablaban los periódicos, se ponía serio de pronto y, después, 

imponía silencio, mostrando claramente que no podía soportar tales conversaciones. 

Y en cambio, brotaban jaculatorias de su corazón para que el Señor le preservara del pecado. 

Acompañábale un día al Refugio el reverendo Merlone, y le oyó exclamar en voz baja, antes de entrar: 

-Fac, Domine, ut servem cor et corpus meum inmaculatum tibi ut non confundar (Haz, Señor, que guarde mi corazón y mi cuerpo 

inmaculado para Ti, para no ser confundido). 

Y volviéndose a él añadió: 

-Mira, amigo mío, un sacerdote fiel a su vocación es un ángel; y quien no es así, »qué resulta? Se convierte en objeto de compasión y 

de desprecio para el mundo. 

Todos veían un ángel en don Bosco. 

Atestiguó don Francisco Dalmazzo que, un día del año 1868, le acompañó al Instituto de las Huerfanitas de Turín, donde residían más 
de cien doncellas. Con gran maravilla suya vio que todas las religiosas y las jóvenes estaban de rodillas a sus pies, con tal veneración 
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como no lo hubieran hecho ante un santo. Al salir preguntó por qué guardaban aquel ademán ante él y respondió: 

-Todo procede del concepto que esta casa tiene de la castidad sacerdotal. 

Y añadió don Bosco para su enseñanza: 

-Cuando un sacerdote vive puro y casto, se convierte en dueño de los corazones y obtiene la veneración de los fieles. 

Era muy circunspecto en el trato con las personas de otro sexo, de la nobleza o del pueblo que, desde 1865 hasta el fin de sus días, 
acudieron en número incalculable a visitarle, por razón de su ministerio, para acudir a María Santísima o para recomendar muchachos; 
((388)) nunca clavaba los ojos en su rostro y jamás les estrechaba la mano; sólo permitía, y no siempre, que le besaran la suya. En la 
habitación se sentaba a cierta distancia de ellas. Procuraba, dentro de lo posible, ser breve y, si alguna vez se alargaba la conversación, 
decía para excusarse, con san Francisco de Sales: 

-»Acaso no es una gran caridad dejarles hablar? íLo necesitan mucho las pobrecitas! 

Y todos admiraban su compostura. Aunque, con ocasión de fiestas, había muchas que se agolpaban en su derredor, en la sacristía o en 
el patio, para conseguir su bendición, se veía en ellas un profundo sentimiento de respeto y de veneración hacia él. Nunca se oyó a 
ninguno de los espectadores hacer la más mínima recriminación sobre su conducta. 

Monseñor Galletti, obispo de Alba, le apreciaba tanto que, habiendo ido a visitar a don Bosco, entró en su habitación, sin estar él 
presente, y dijo: 

-íQué suave perfume de santidad hay aquí dentro! 

Era la habitación de la oración, de las vigilias, del trabajo, de la mortificación y hasta de las más pequeñas cosas; en suma era la 
habitación de una alma pura. 

«La castidad, atestiguó el canónigo Berrone que fue alumno aquel año, se leía en su mirada, en su compostura, en las palabras, en todos 
sus actos; bastaba mirarle para sentir el perfume de su virtud: estoy plenamente convencido de que llevó a la tumba la estola de la 
inocencia bautismal.-Y, como fruto de sus santas máximas y de sus buenos ejemplos, recuerdo con agrado que en el Oratorio florecía esta 
bella virtud». 

Apenas volvió de Castelnuovo, don Bosco empezó a examinar las relaciones escritas que, al terminar cada año escolástico, debían 
enviarle los di rectores acerca de la marcha y estado de cada una de 
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las casas y de los Oratorios festivos. Para él, hombre de experiencia, era el modo de remediar al año siguiente los inconvenientes que 
hubiere habido. 

Se conserva la siguiente relación de la escuela aneja al Oratorio de San Luis en Puerta Nueva: 

((389)) Resumen de cuentas de la escuela de San Luis durante el año escolar de 1867-68. 

Entradas 

Liras Por subscripciones y limosnas.. . . . . . . . . . . . . . . . 665 Cuestación hecha en los 
ejerciciosenS.Ignacio.. ....215 Eventuales ..........................14,30 

Total .. . .. . .. . .. . .. . .. 894,30 

Gastos 

Liras Sueldodelmaestro. ....................600 Premios....................
.
......168,30 Leñaparalachimenea.....................10,80 Materialescolar. ......................66,75
Reparaciones.........................36,45 Alportero..........................10


Total . .. . .. . .. . .. . .. 892,301 

Observaciones 

El número de alumnos matriculados llegó a ciento veintidós. Algunos abandonaron la escuela al abrirse las de los Hermanos de las 
Escuelas Cristianas, o las municipales, a las cuales se envió el mayor número posible, a fin de que pudieran tener buenos maestros. Como 
unos diez salieron a lo largo del año de la escuela de los protestantes para acudir a ésta. Se organizó con algunos una especie de 
patronato, procurando colocarlos a trabajar con patronos honrados y religiosos. Aunque no ha habido en general una asistencia muy 
regular, sin embargo, se presentaron setenta y cinco al examen de mitad de año y sesenta a fin de curso. El aprovechamiento en los 
estudios de algunos alumnos ha sido discretamente satisfactorio, principalmente en Catecismo e Historia Sagrada. Pero el de la mayor 
parte ha sido bastante escaso; ello debe atribuirse a las siguientes razones: 

1.° Benignidad del maestro para mantener la disciplina, y por tanto: 

2.° Asistencia irregular y tardanza para entrar en clase. 

3.ª Negligencia de los padres. 

4.ª Número demasiado crecido de alumnos. 

1 En un afán contable (digo yo), iguala el original entradas y gastos, por un total de 894,30 liras. Se ve que erró alguna partida, o dejó 
de añadir esa diferencia a nivelar existente, de 2 liras. (N. del T.) 

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5.ª Las muchas secciones en que hubo que dividir la clase. 

6.ª Local no apto. 

7.ª Economía observada para proveer de libros y cuadernos. 

N. B. Se tuvo el ofrecimiento de material escolar por valor de cincuenta liras aproximadamente. 
Al mismo tiempo, designado ya el personal docente para las escuelas, había que asegurar la aprobación ((390)) de la Autoridad 
académica y del colegio de Mirabello, que no necesitaba los diplomas legales, si el Delegado de estudios de Alessandria seguía 
reconociendo el colegio como seminario menor de la diócesis. 

Don Bosco le había escrito en este sentido e informaba de la respuesta al Director.. 

Carísimo Bonetti: 

Te acompaño la carta que me ha escrito el Delegado. De ésta se deduce que no tendremos dificultades y, en el caso de que también 
debiéramos presentar la lista de los maestros, no por eso seremos molestados. Pero pienso que pasaremos sin ello. 

Yo creo que el Obispo podría escribirme una carta a propósito de cuanto te indico aquí. Después provea él como mejor le parezca, con 

tal que sigamos el camino que el mismo Delegado parece querer trazarnos para sostener la autonomía del Seminario Menor. 

Presenta mis atentos y humildes saludos a Monseñor, a quien espero poder saludar de palabra muy pronto. 

Dios os bendiga a todos y rogad siempre por mí. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

También andaba ocupado el Venerable con el acabado de algunas construcciones.. Ya hemos dicho que abrigaba la idea de fundar un 
liceo en Turín. Como no pudo aceptar el ofrecimiento hecho por la señora Chirio, había determinado construir para tal fin un edificio en 
el Oratorio, a la parte del mediodía, y, en efecto, había abierto los cimientos a lo largo de la calle Cottolengo, hasta casi los dos tercios de 
la cerca del patio, llamado más tarde de María Auxiliadora. El espacio comprendido entre este edificio de dos plantas con pórticos y la 
iglesia, estaba ocupado por una casita propiedad de un tal Coriasco, carpintero. 

Pues bien, escribía la siguiente carta a la Condesa Callori, sobre sus proyectos para el liceo y otras cosas: 
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Benemérita señora Condesa: 

Esté tranquila V. S., que no debe nada a nuestra tipografía por los ejemplares de El Católico Instruido; aún deben enviarle más a su 
simple petición. 

((391)) En cuanto al local para el liceo, sigo adelante a toda prisa y, aunque he debido superar muchas dificultades, espero en el Señor 
que este año se cubrirá, y que en la próxima primavera será terminado rápidamente. 

Mas, para evitar rivalidades y enemistades, he de continuar con cl método seguido hasta ahora: hacer sin hablar. En efecto, el año 
pasado teníamos veinticinco filósofos y este año tenemos treinta y cinco. Estudian, se examinan, pero nadie sabe nada de ello. 

En cuanto al dinero que usted dice, si puede dármelo en noviembre, o diciembre, como me indicaba en otra ocasión, será muy oportuno; 
de otro modo haga como le convenga, que nosotros lo aceptaremos siempre con el mayor agradecimiento, en cualquier tiempo y medida. 

No dejaré, señora Condesa, de rogar cada día en la santa misa por usted y toda su respetable familia, a la que indistintamente ofrezco 
los sentimientos de mi más ferviente gratitud. 

El domingo vino Bimbo al Oratorio con sus compañeros y un asistente. Pude hablar con él libremente. Está muy bien y muy contento; 
me encargó dijera a todos los de casa que todo lo suyo va bien. 

Dios bendiga a usted y a toda su familia, ruegue por mi pobre alma y créame profundamente agradecido. 

De V.S.B. 

Turín, 14 de octubre de 1868. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

En esta carta incluyó don Bosco un programa de suscripción a las Lecturas Católicas, sobre el que escribió de su puño y letra: Se 
recomienda encarecidamente su difusión. 

La crónica de don Miguel Rúa dice: Don Bosco pensó también instalar un horno para cocer el pan en casa y no tener que servirse de los 
panaderos de la calle. Tomó a algunos conocedores del oficio, contentos de vivir con él, y construyó el horno en los sótanos de la iglesia 
de María Auxiliadora. Se inauguró el 19 de noviembre, víspera de los santos mártires Solutor, Adventor y Octavio, venerados en la 
iglesia, y se puso bajo su patrocinio. Al día siguiente se anunciaba su fiesta con el toque de campanas, al Ave María de la mañana, con el 
adorno de su altar, con las comuniones más numerosas, según se había recomendado, y con la bendición solemne del Santísimo ((392)) 
por la tarde. 

Y con la protección de los mártires, aquel horno debía prosperar. A partir de aquel día (19) se empezó a hacer el pan. Diariamente había 
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que cocer de seiscientos a setecientos kilogramos. Hace treinta y nueve años que constantemente se realiza tan maravillosa producción, 
facilitada hoy en día con el horno a vapor y la amasadora mecánica. Durante algún tiempo se añadió, además, una máquina para fabricar 
fideos y pasta de sopa. 

En medio de tantas ocupaciones y de la continua petición de sus oraciones ante María Auxiliadora, no olvidaba el Venerable su pobre 
alma. Así nos lo demuestran dos cartas escritas por aquellos días a don Salvador Bertini, de Lucca. 

Queridísimo don Salvador: 

He recibido su apreciada carta con la limosna que me envía de parte de la familia Catturegli; se lo agradezco de todo corazón. Hice las 
oraciones que me indicaba; y seguiré encomendando todos los días en la santa misa a ese jefe, que no hace de tal en la familia. 

Querido don Salvador, pido al Señor que le dé caridad y paciencia y un poco de ánimo para venir a Turín, ver la iglesia de María 

Auxiliadora y celebrarnos una misa. Tenemos una habitación a su disposición. 

Dios le bendiga a usted y sus trabajos y créame con todo afecto, 

De V. S. carísima, 

Turín, 14 de octubre de 1868. 

Afmo. amigo JUAN BOSCO, Pbro. 
Queridísimo don Salvador: 
Espero que, detrás de la carta, llegará también su persona. Le envío unas cuantas medallas para entregar a las personas que necesitan 

gracias de María Auxiliadora. Que las lleven con fe y espero que obtendrán los maravillosos efectos que tantos otros han obtenido y que 
todos los días se obtienen. 

Querido don Salvador, esté seguro de que, en mi poquedad, le encomiendo cada día en la santa misa; rogaré también por las personas 
que me recomienda. 

((393)) Que rueguen igualmente ellas por mi pobre alma. Dios nos ayude a perseverar en el camino del cielo. Amén. 

Turín, 28 de octubre de 1868. 

Su afmo. amigo JUAN BOSCO, Pbro. 

Había también en Lucca otro sacerdote y distinguido escritor, don Almerico Guerra, que era amigo de don Bosco. Había impreso un 
libro: Novenas de preparación a las principales fiestas de María Santísima, con un septenario en honor de sus dolores; y envió un 
ejemplar a don Bosco con esta notita: 

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M. R. señor don Juan Bosco: 
Me atrevo a enviarle este librito rogando a V. S. M. R., por caridad, me encomiende encarecidamente a la Bienaventurada Virgen María 
Auxiliadora a fin de que se digne obtenerme los auxilios divinos que necesita mi alma y, si a Dios place, también un poco de salud para 
ayudar al prójimo, especialmente con los oficios del ministerio sacerdotal. 

Lucca, 19 de octubre de 1868. 

Su afmo. y seguro servidor en Cristo ALMERICO GUERRA, Pbro. 

Entre tanto volvían de vacaciones los muchachos y fraternizaban con otro centenar de alumnos nuevos, admitidos por don Bosco y 
recibidos con alegría por los que no se habían movido del Oratorio. Naturalmente las primeras conversaciones eran sobre el Siervo de 
Dios. Los que volvían estaban persuadidos de que, desde la mitad de junio, no hubiese muerto ninguno en el Oratorio, y las fiestas 
extraordinarias de la iglesia de María Auxiliadora, la preparación a los exámenes del mes de julio y de agosto, que absorbían sus 
pensamientos, las vacaciones con sus entretenimientos debieron hacer olvidar o debilitar el recuerdo del aguinaldo del Año Nuevo a 
muchos. Es de imaginar, pues, su sorpresa al enterarse de la muerte de Bonenti. Todos recordaron entonces las palabras de don Bosco, 
comprobaron las circunstancias, y se persuadieron de que concordaban con las señaladas para la muerte del tercero del sueño. No se 
habría ((394)) encontrado convenientemente preparado para presentarse tranquilo al tribunal de Dios: don Bosco le prepararía a bien 
morir; los padres no le habrían visitado; los jóvenes que habrían dado la noticia de su muerte, habrían venido de un lugar próximo al 
jardín, o sea del Oratorio. 

Este suceso despertó una curiosidad más aguda por comprobar la otra predicción de los seis, que en aquel año, además de los tres 
dichos, debían pasar a la eternidad. Habían muerto ya Petiva, Rossi, Croci, Bongiovanni. Y el registro de la Casa dice: «En la segunda 
mitad de octubre muere en el Oratorio el buen joven carpintero Venerando Castelli, de Felice, turinés». 

Era el quinto. 

El 19 de octubre, lunes, hablaba don Bosco así a los alumnos: 

19 de octubre de 1868 

Tengo el gusto de volver a veros y no os digo más que lo que dice san Pablo: Qui stat, videat ne cadat (el que está en gracia de Dios esté 
alegre, pero procure no caer). 
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El que cayere statim resurgat, levántese enseguida y póngase en gracia de Dios con la santa confesión. Mañana comulguen los que puedan 
y recen para obtener una gracia singular de mucha importancia, pero que redundará casi toda ella en beneficio nuestro. Yo también lo 
pediré en la santa misa. 

El Venerable hablaba a los jóvenes del alma, pero atento como siempre a su bienestar corporal, les procuraba también los medios para 
defenderse de los rigores del invierno inminente. 

MINISTERIO DE LA GUERRA 

Florencia, 25 de octubre de 1868 

De acuerdo con su petición del 15 del corriente, este Ministerio ha ordenado a la Dirección de los Almacenes del material para los 
servicios administrativos de esta Ciudad, que se pongan a disposición de la persona que V. S. Rvda. encargue de retirarlas, las siguientes 
prendas fuera de uso, para ser empleadas por los internados en esa casa de Beneficencia, durante el invierno actual. 

((395)) N.° 50 Gorras de paño. 

N.° 100 Camisas de algodón. 

N.° 400 Mantas de lana. 

N.° 50 Sábanas de algodón. 

N.° 30 Pantalones de paño. 

Por el Ministro LERICI
Era Ministro Bertolé Viale.


Lo mismo que proveía a los muchachos del Oratorio, el corazón de don Bosco se llenaba de compasión ante las calamidades públicas. 

A finales de septiembre y principio de octubre cayeron abundantísimas lluvias en los Alpes, en Saboya, en Suiza y en provincias enteras 
del norte de Italia. Ocasionaron tales desbordamientos de ríos y torrentes que nadie recordaba algo semejante. Las inundaciones 
acarrearon grandes ruinas en muchos pueblos y hubo también víctimas humanas. Las aguas anegaron ciudades enteras. No podía darse 
mayor desolación. 

El Papa no pudo por menos de conmoverse al conocer aquellas dolorosas noticias y envió mil liras a cada uno de los obispos de Parma, 
Mantua, Verona, Novara y al Vicario Capitular de Como. 

La Unidad Católica, por expreso deseo del Pontífice, abrió una suscripción en favor de los anegados, que alcanzó la suma de once mil 
doscientas liras en el mes de octubre. El Siervo de Dios se suscribió con estas palabras: 
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«El sacerdote Juan Bosco ofrece plaza en su establecimiento para dos jovencitos de familias damnificadas por la inundación». 
Así consta en la Unidad Católica del 6 de octubre de 1868. 

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((396)) 

CAPITULO XXXI 

APERTURA DE CURSO EN EL ORATORIO -REVISION DE LOS LIBROS QUE LEEN LOS ALUMNOS -CHARLAS DE DON 
BOSCO: SUEÑO; LOS SEPULTUREROS Y UN FERETRO; LA LUNA QUE ANUNCIA LA MUERTE DE UN JOVEN PARA 
DENTRO DE DOS MESES Y MEDIO -POR QUE NO SE CUMPLIO UNA PREDICCION -PLEGARIAS POR LOS DIFUNTOS: 
VISITA AL CAMPOSANTO -LA PEREZA Y LA DESIDIA: NO SE ESPANTEN LOS BUENOS DE LAS BURLAS DE LOS 
MALOS; DESE CUENTA A DON BOSCO DE LOS BURLONES -CONSTANCIA EN EL ESTUDIO -NO HACER DISTINCIONES 
DE TRATO CON LOS COMPAÑEROS -NAPOLEON Y LA PRESENCIA REAL DE JESUCRISTO EN LA EUCARISTIA 
-EXPLICACION DE LAS ORDENES SAGRADAS, LA JERARQUIA Y CIERTOS RITOS DE LA IGLESIA -CONDUCTA QUE 
DEBE OBSERVAR UN CLERIGO: CONSERVAR CELOSAMENTE LA BELLA VIRTUD; BUEN EJEMPLO A LOS ALUMNOS 
-EL TEMOR DE DIOS Y LA SOBERBIA -ANUNCIA EL EJERCICIO DE LA BUENA MUERTE Y LA PROXIMA PARTIDA DE 
OTRO JOVEN PARA LA ETERNIDAD -ATENCION A LAS RUBRICAS AL AYUDAR A LA SANTA MISA: PRACTICA DE 
ALGUNAS VIRTUDES -LECTURAS CATOLICAS: RECUERDO DE UNA SOLEMNIDAD EN HONOR DE MARIA 
AUXILIADORA -DON BOSCO ENCOMIENDA A UN ILUSTRE SEÑOR LA TRADUCCION DE UN OPUSCULO EN FRANCES 
-CARTITA PARA OTRA TRADUCCION DEL ITALIANO -REGALO A UN PROFESOR EN SU DIA ONOMASTICO -CARTA A 
LA CONDESA CALLORI SOBRE UN ENCARGO CUMPLIDO, CON NOTICIAS DE UN MUCHACHO Y LA INVITACION A LA 
FIESTA DE SAN CARLOS EN MIRABELLO -CONSTANTES SERVICIOS DE ((397)) DON BOSCO A LOS BIENHECHORES -SU 
INTIMIDAD CON ALGUNOS MINISTROS DE LA CASA REAL 

PARA la apertura del curso 1868-69 asistió don Bosco con todos los superiores a la lectura del Reglamento en presencia de toda la 
Comunidad. Estaba alegre, confiado y hacía buenos 
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augurios ante la relación de las señaladísimas gracias que numerosos fieles continuaban obteniendo al invocar a María Auxiliadora. 

Las clases del bachillerato habían empezado y, después de la fiesta de Todos los Santos, los clérigos estudiantes de teología empezarían 
regularmente en el Oratorio las clases de Dogmática, Moral y Sagrada Escritura, impartidas respectivamente por el canónigo Marengo 
profesor del seminario, don Juan Cagliero, y don Miguel Rúa. 

Así lo había propuesto el Arzobispo, con lo que permitía que los clérigos del Oratorio no estuvieran obligados a ir a clase al Seminario. 
No obstante, continuaron presentándose a los exámenes del Seminario como antes, y más tarde buscó don Bosco examinadores entre los 
mismos que examinaban a los seminaristas, disponiendo también que tuvieran que desarrollar poco más o menos los mismos programas 
que hacían los clérigos de la diócesis y sobre los mismos textos que ellos tenían. 

El canónigo Marengo dirigía los estudios teológicos y filosóficos y, cuando él murió, suplióle el teólogo Molinari, profesor también en 
el seminario. Estos Venerandos amigos de don Bosco daban clase gratuitamente en nuestra casa, a unas horas no muy cómodas para ellos, 
coincidiendo con las que los clérigos tenían libres de sus clases y asistencia a los muchachos. 

Al mismo tiempo los alumnos cumplían una norma importantísima establecida para que no entraran en el Oratorio libros malos, o, si 
casualmente entraban, fueran retirados cuanto antes. 

((398)) Ya se ha dicho en otro lugar, cómo desde que empezó a tener estudiantes, había prescrito el Venerable que, al ingresar en la 
casa y al comienzo del curso, se presentase al Superior la lista completa de los libros que cada uno tenía, y que, si a lo largo del año, 
recibieren otros de casa o de cualquier otro sitio, estaban obligados a presentarlos para su examen al Director de estudios. Si éste opinaba 
que eran malos, se destruían; si no eran aptos para su condición, edad o índole, los guardaba y devolvía a su tiempo. Entre éstos se 
encontraban novelas, con las que don Bosco era muy riguroso y cuya lectura, aun de las que comúnmente se tenían por buenas, prohibía a 
los jóvenes. Repetía que estos libros fomentan las pasiones, hacen perder tiempo y las ganas de estudios serios. 

Ni siquiera aconsejó nunca la lectura de I Promessi sposi (Los Novios) pues decía que no era un libro para poner en manos de los 
muchachos, y repitió muchas veces: 

-Creed en mi experiencia; la lectura de este libro de Manzoni, ocasionó la pérdida de muchas vocaciones. 
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Solamente lo toleró cuando fue impuesto por el Ministerio de Instrucción Pública en las escuelas. 

Mientras todo se organizaba para el curso 1868-69 seguía don Bosco hablando, siempre que podía, para dar avisos a los muchachos. 

Las Crónicas recuerdan algunas de sus charlas. 

La noche del 30 de octubre contó un sueño: 

El motivo de haberos reunido a todos aquí es porque quiero contaros alguna cosilla, tanto a los estudiantes como a los aprendices. 

Imaginaos ver a todos los alumnos en el Patio divirtiéndose. De Pronto comienza a oscurecer, cesan los juegos y los gritos; se forman 
numerosos corrillos esperando que la campana dé la señal para ir al estudio; todavía hay algunos paseando; entretanto la noche avanza y 
apenas se puede distinguir a un muchacho de otro salvo que uno se acerque mucho. Y he aquí que entran por la portería dos sepultureros 
que, caminando acompasadamente, llevan a hombros un ataúd. Los muchachos, al verlos pasar, se retiran. Los dos hombres prosiguen 
adelante ((399)) y colocan el ataúd en el suelo en medio del patio que está ante la Administración interna del Oratorio. Los muchachos se 
colocan alrededor en círculo, pero todos tienen miedo de hablar. 

Los sepultureros levantan la tapa del ataúd. 

En aquel momento aparece la luna con su luz clara y penetrante, da una vuelta lentamente alrededor de la cúpula de la iglesia de María 
Auxiliadora, da una segunda vuelta y después comienza una tercera, pero no la llega a terminar y se detiene sobre la iglesia, como si 
estuviera para caer. 

Entretanto, apenas la luna comenzó a iluminar el patio, uno de los sepultureros dio una vuelta, después otra ante las filas de los 
alumnos, mirando fijamente el rostro de cada uno, hasta que, al ver a uno en cuya frente estaba escrita la palabra: Morieris (morirás), lo 

tomó para meterlo en la caja. 

-A ti te toca, le dijo. 

Pero el muchacho comenzó a gritar: 

-Soy muy joven; querría prepararme, hacer las obras buenas que aún no he hecho. 

-Yo no debo contestar a esto. 

-Al menos déjeme que pueda ir a ver a mis padres. 

-No puedo responder a esto. »Ves allí la luna? Pues ya ha dado una vuelta, y después otra y luego un poco más de media. Apenas 

desaparezca, tendrás que venir conmigo. 
Poco después, la luna desapareció en el horizonte y el sepulturero tomó al muchacho por la cintura, lo tendió en la caja, puso la tapa y, 

sin más, se la llevó con ayuda del compañero. 

Ya habéis oído mi relato; ahora tomadlo como si fuera una fábula o cosa semejante, o bien un sueño; lo que queráis. 

En una ocasión conté un sueño en el que había visto el ataúd de un joven colocado allá, bajo los pórticos. Aquel muchacho murió y se 
observó que, a pesar de que se les había advertido a los sepultureros que tenían que pasar por cierta parte, éstos, al bajar al patio, dijeron 
que les faltaba algo y, para no dejar la caja en medio del patio, la colocaron bajo los pórticos, en el mismo lugar en que yo la vi durante el 
sueño. 

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Que cada uno se pregunte a sí mismo: -»No seré yo? Y que viva contento y alegre. Pero estemos todos preparados, para que después de 
las dos vueltas y media de la luna, esto es, cuando pasen dos meses y un poco más de medio, aquél a quien le toque morir esté preparado. 
Recordad que la muerte se acerca como un ladrón nocturno. Y por eso aprovechémonos de este aviso celebrando bien la festividad de 
Todos los Santos. Se puede ganar indulgencia plenaria y, para lograrla, no es necesario confesarse el domingo, con tal de que uno haya 
recibido este sacramento dentro de los ocho días. Después de ganar la indulgencia plenaria, se está delante del Señor como si se acabara 
de recibir el Bautismo. 

Mañana es también ayuno; haced alguna mortificación. 

De este sueño nos dejó testimonio don Joaquín Berto. 

((400)) Esta predicción debería haberse cumplido hacia la mitad de enero de 1869. Los alumnos, en su inmensa mayoría, así lo creían. 
Nosotros añadiremos aquí una observación, que hace el mismo Joaquín Berto, y es la siguiente: «Nosotros estábamos ya acostumbrados a 
comprobar el cumplimiento de tales predicciones, de forma que nos habría causado estupor, considerándolo como una excepción de la 
regla, el ver que alguna no se realizaba. Me acuerdo de un solo caso en el que sucedió esto y fue en relación con el joven C..., el cual cayó 
gravemente enfermo, pero después de haber recibido el Santo Viático y quizás también la Extremaunción, mejoró; vive todavía y es 
sacerdote. El Siervo de Dios me dijo entonces que el tal era uno de los que debían morir, pero añadió: 

»-El Señor ha sido misericordioso con él, debido a las oraciones que se han rezado según su intención y tal vez también porque no 
estaba preparado». 

Continúan nuestras memorias: 

1 de noviembre de 1868 

Por la noche, después de las oraciones, dijo don Bosco a los muchachos: 

-Todo lo que se haga mañana, hágase en favor de nuestros parientes difuntos. Haga cada uno una oración particular por aquel de 
nosotros que haya de morir primero. Al ir a visitar el camposanto, mire las fosas ya abiertas y preparadas, y elija aquélla en la que 
quisiera se le enterrara después de su muerte. 

Desde la festividad de los Santos del año pasado hasta ésta de 1868, han sido llevadas al cementerio cinco mil personas; otro año tal 
vez sean más; pero, poco más o menos, otras cinco mil serán llevadas durante los doce meses venideros. El cuerpo se quedará allí para 
pudrirse y el alma irá a su destino, que es la eternidad. 

2 de noviembre de 1868 

Los muchachos fueron a visitar el camposanto. Por la noche les habló de esta manera: 
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-Dos sencillas palabras. Estamos a principios del curso: guardémonos bien de dos defectos que se oponen al cumplimiento de nuestros 
deberes. Frente a la ciencia, está doña Pereza, la cual hace que uno no estudie. Y está doña Desidia, la cual procura que uno haga con 
desgana las prácticas de piedad. 

Anímense mientras tanto los buenos y no se dejen amedrentar por lo que dicen los malos, y los malos guárdense de no burlarse de los 
que practican la religión. Sé, por ejemplo, que el año pasado se llamaba ((401)) Bongiovannistas a los muchachos piadosos: no puedo oír 
esta palabra más que con pena, porque trae el recuerdo de un sacerdote, don José Bongiovanni, que dejó tras sí fama de buen clérigo y 
buen sacerdote. Recomiendo, pues, a los maestros, a los asistentes, a todos los clérigos que vigilen. Y si oyen todavía a alguno proferir 
esta palabra me lo digan: lo mismo de cualquier otro que se burle de un compañero porque practica la religión. No se tolere de ningún 
modo lo que acarrea desprecio a la religión y la piedad. Algunos de estos burlones vinieron de casa con un aire despectivo y altanero, y 
demuestran creerse quién sabe qué cosa. íPobrecitos! 

»Habrá que rebajar luego la pensión, a ellos o a los otros, que son buenos? Hoy mismo me han dado una nota de estos amos del mundo, 
que no son pocos. También de los que piden rebaja de pensión y de los que están aquí a prueba. 

Hagamos así: pongámonos todos a practicar la virtud y de este modo haremos algo grato a Dios, primero, y después, también a los 
superiores. 

3 de noviembre de 1868 

Don Bosco recomendó a los jóvenes que empezaran a estudiar con ahínco. No perder tiempo con la ociosidad y las lecturas inútiles. 
Prestar la máxima atención a las explicaciones de los maestros. Cuando no se entienda algo, pídanse explicaciones. No descorazonarse 
frente a las dificultades. San Jerónimo nos da ejemplo de constancia en el estudio de las Sagradas Escrituras. Tomó a su cargo la 
traducción de la Biblia del hebreo al latín, y se retiró para ello a una cueva. Después de haber dedicado largo tiempo a su estudio, no 
lograba resolver algunas dificultades. Tomó entonces la determinación de suspender el trabajo. Pero un día salió de la cueva y vio una 
roca en la que había un agujero excavado. Se paró a pensar cómo se había podido producir aquel agujero y dedujo que se había hecho, 
con el andar del tiempo, al caer en el mismo punto las continuas gotas de agua de una gotera. Y dijo para sí: 

-Quién sabe si no es esto un aviso de Dios, para que no me desanime, y prosiga mi intento. Si una gota de agua pudo con el tiempo 
horadar esta piedra, también yo podré sacar provecho de mi estudio con la constancia. 

Y a continuación fue a clase con un doctísimo rabino y terminó su magnífica empresa con incalculable provecho para toda la 
cristiandad. Gutta cavat lapidem (Una gota horada la piedra). 

4 de noviembre de 1868 

Don Bosco habló de la atención, del respeto, de la caridad que en toda circunstancia debe prestar un alumno a sus compañeros, sin 
excluir a ninguno y sin acepción de personas. Por tanto, hay que tratar lo mismo al que es amable que al que es vulgar; al elegante en su 
persona que al deforme y ((402)) feo; al que es rico y va bien vestido y al que es pobrecito y va cubierto de andrajos; al de brillante 
talento y al necio; al iracundo y perverso y al amable y cortés; etcétera. »Y por qué? 
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Imaginad una procesión solemne; por ejemplo la del Corpus. En medio de una multitud espectadora y devota, avanzan las filas 
ordenadas de cofradías, órdenes religiosas y clero secular. Aparece una cruz procesional, sencillamente plateada, y el pueblo le hace una 
reverencia; lo mismo sucede con la segunda cruz, adornada con flores y de la que pende un precioso estandarte. Pasa después un crucifijo 
alto, con la imagen del Salvador, obra insigne de arte, con la madera decorada de perlas y de nácar, con cercos de plata y las extremidades 
refulgentes de metales preciosos; viene detrás otro crucifijo, tallado toscamente, con el madero, al que va clavada la imagen, pintado de 
azul y amarillo, y el pueblo rinde honor, sin distinción al uno del otro. Se adelanta la cruz negra de los capuchinos, con una sábana blanca 
pendiente del madero transversal; y después, cruces procesionales de plata, de oro, adornadas con piedras preciosas, y la gente inclina la 
cabeza a todas, sin hacer ninguna distinción. 

En estas cruces no ve más que la imagen del Salvador: así debemos nosotros mirar, sin distinción, a todo compañero. Cada uno de ellos 
lleva consigo la imagen y semejanza de Dios. Es cuerpo de Jesucristo, miembro unido a miembro. Todos somos ciudadanos del cielo, 
donde esperamos a nuestro Salvador Jesucristo, el cual vendrá un día a transformar nuestro cuerpo, vil y abyecto, en un cuerpo 
incorruptible, libre de miserias y enfermedades, de las que somos objeto en la vida presente. 
El, con su divino poder, convertirá nuestro cuerpo en glorioso como el suyo. 

He aquí los motivos del respeto y de la caridad recíproca. La cruz de Jesús es siempre cruz, aun sin adornos; desde ella se nos repite: 
Hoc est praeceptum meum, ut diligatis invicem, sicut dilexi vos (Este es mi precepto, que os améis unos a otros, como yo os he amado). 

5 de noviembre de 1868 

Habló don Bosco de la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía y dijo cómo Napoleón, desterrado en la isla de Santa Elena, dio 
solemne testimonio de esta verdad católica. Le gustaba a Napoleón en aquella soledad, entretenerse hablando de religión con algunos de 
sus oficiales, allí deportados también por los ingleses. Un día cayó la conversación sobre la presencia real de Jesucristo en la Santísima 
Eucaristía. Uno de los que escuchaban se mostraba reacio a aceptar el dogma y se inclinaba a tener por verdadera la herética opinión de 
Calvino, a saber, que la Eucaristía no es más que un símbolo del Cuerpo de Jesucristo; y Napoleón le contestó: 

-No es posible que Jesucristo nos haya dado solamente una figura, una señal, un recuerdo de su cuerpo en aquel solemne momento. Un 
hombre cualquiera, yo, por ejemplo, si me viera morir y quisiera dejar ((403)) a mis más queridos amigos un recuerdo, dejaría lo más 
valioso que me perteneciera. Ahora bien, como vosotros sabéis, Jesucristo era Dios y ciertamente podía dejar a sus files algo más valioso 
que lo que yo pueda dejar. Por tanto, El nos ha dejado realmente su cuerpo, porque de otro modo no nos habría dejado nada 
extraordinario, si hubiera dado a sus queridos discípulos lo que vosotros decís. Debía dejar un don real, divino, como lo expresan sus 
palabras, con las que lo había prometido, y realmente nos lo dejó. 

6 de noviembre de 1868 

Después de las oraciones de la noche dijo don Bosco a los sacerdotes, clérigos y jóvenes que iban a vestir la sotana, reunidos en el 
comedor. 
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-Os comunico que el curso escolar ha comenzado: y recuerdo a los clérigos que deben ir al seminario y, a los que van a serlo, que el 
hábito no hace al monje. Debemos ser lux mundi (luz del mundo), o lucerna ardens in domo Dei (lámpara refulgente en la casa de Dios), 
porque un clérigo es observado por miles y miles y íay de él, si no brilla! Y una de las cosas en la que debemos brillar, creedlo, es en la 
virtud de la modestia. 

Para conservar esta virtud sugieren los maestros de espíritu hacer bien la meditación, la visita a Jesús Sacramentado, la lectura 
espiritual, rezar jaculatorias, examinar la conciencia, etc. Y esto está bien, pero no es todo. Hay que recurrir a los remedios para prevenir 
las caídas: no poner a nadie las manos encima, no pasear de bracete, no besarse por ningún motivo, no echar las manos al cuello, ser 
cincunspecto en las miradas, guardarse, por ejemplo, de hacer regalitos a uno más simpático que otro, huir de los apretones de manos. 
Esto, sin embargo, está tolerado a uno que se va a casa o vuelve de ella; y se permite. Otro medio es no introducir jamás a persona alguna 
en la propia habitación o dormitorio, no hacer comilonas o meriendas juntos, etc. Todas estas cosas no son faltas por sí mismas, pero, 
cuando menos, dan motivo a los maliciosos para hablar e interpretar mal esas acciones, que ciertamente son peligrosas para el alma y para 
la virtud de la modestia. 

Yo desearía, además, que las celdas de los asistentes se redujesen simplemente a la cama, una silla y nada más. Y esto, porque las 
celdas un poco amplias ya fueron causa de muchos males y poco faltó, también entre nosotros, de no haber sido circunspectos, para haber 
tenido que deplorar desórdenes graves. 

Igualmente, ninguno admita encargos para comprar en la ciudad objetos, libros, comestibles para otros: no reciba nadie dinero de los 
jóvenes para guardarlo: y, lo mismo que ellos, también vosotros entregad al prefecto el dinero que tengáis. 

»Qué diríais, si viérais a un clérigo que está mal compuesto en la iglesia, que hace mal la genuflexión, que bosteza durante la lectura 
espiritual y, en cambio, un jovencito que guarda buena compostura y modestia en la iglesia, que corta el recreo para hacer la visita? 
Tendríais que llamar a este jovencito y ((404)) decirle: Quítate esa ropa y cámbiala por la sotana del clérigo, hasta que él sea mejor que 
tú. 

Os digo esto a vosotros, para que después lo enseñéis a los muchachos. 

Domingo, 8 de noviembre de 1868 

Dijo don Bosco: -El principio de la sabiduría es el temor de Dios; el principio del vicio es la soberbia. -Y esto lo fue repitiendo a todos 
los que le rodeaban después de la cena. 

10 de noviembre de 1868 Palabras de don Bosco: -Mañana por la tarde habrá confesiones y el jueves se hará el ejercicio de la buena 
muerte. Procuremos hacerlo bien porque uno de nosotros hará éste, y no podrá volver a hacer otro. 

El 22 de noviembre, habló don Bosco sobre algunos defectos en los que suelen incurrir los muchachos cuando ayudan a misa. Entre 
otras cosas recomendó no cerrar el misal al cambiarlo de lugar y que, al decir el suscipiat, hay que estar de rodillas en las gradas del altar, 
en el lugar propio; y, si se estuviera todavía en la credencia, 
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cuando el sacerdote dice el Orate fratres, al responderle, se ponga de rodillas vuelto hacia el altar 1. Recomendó también la caridad al 
alternar con todos, abstenerse de hurtos y evitar todo trato y cualquier cosa menos decente. 

Don Bosco recomendaba en muchas ocasiones a los alumnos la exacta observancia de las ceremonias al ayudar a la santa misa y, en 
años anteriores, había expuesto la importancia de honrar a Dios con el culto externo. Pretendía con ello enamorarlos de la vocación 
sacerdotal. Una noche dijo: 

-De aquí en adelante, cuando no tenga un aviso, una noticia o una orden que daros, me contentaré con explicaros alguna palabra. 

Y tomaba esta palabra de las órdenes sagradas: -Tonsura -Ostiario -Exorcista -Lector -Acólito -Subdiácono -Diácono -Sacerdote 
-Obispo. 

Describía el oficio, la importancia, la dignidad, los ornamentos que distinguen a cada orden, su relación con la sagrada Eucaristía y con 
los fieles. 

((405)) Otras veces la tomaba de la jerarquía eclesiástica: -Párroco -Arcipreste -Canónigo -Obispo -Arzobispo -Cardenal; o de la 
liturgia: las velas, los candeleros, los manteles y demás enseres del altar; la casulla, la estola, el manípulo y otros ornamentos 
sacerdotales; la ceniza, las palmas, la bendición de la fuente bautismal, el cirio pascual, etc. Eran descripciones breves pero vivas, unidas 
a un recuerdo histórico o ejemplito que cautivaba la atención de los muchachos, de tal forma que, con frecuencia, apenas don Bosco 
aparecía en el púlpito, aquel viejo púlpito que hoy se debería guardar como una reliquia, prorrumpían ellos en un grito: 

-íLa palabra, la palabra! 

Para los meses de noviembre y diciembre había preparado para las Lecturas Católicas un opúsculo que trataba de una de las más 
queridas glorias del Oratorio. Se titulaba: RECUERDO DE UNA SOLEMNIDAD EN HONOR DE MARIA AUXILIADORA, POR EL 
PRESBITERO JUAN BOSCO. 

En la portada manifestaba su amor a la humildad con esta oración: 

íJesús, manso y humilde de corazón, haced mi corazón semejante al vuestro!. -Trescientos días de indulgencia. -Pío IX, 25 de enero de 
1868. 

1 Eran ceremonias de la antigua liturgia para la celebración de los oficios divinos. Credencia, era la mesita o repisa, inmediata al altar, 
en la que se colocaba lo necesario para la celebración. (N. del T.) 
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El librito estaba dedicado también al Sumo Pontífice. 

«A Vos -supremo Jerarca de la Iglesia Católica -celoso promotor de las glorias -de la augusta Reina del Cielo -que, con palabras y con 
hechos, -cooperasteis eficazmente -a la construcción de la iglesia -de María Auxiliadora de los cristianos -hace poco consagrada; a Vos, 
veneradísimo Arzobispo -de la diócesis de Turín, -que, venciendo toda dificultad, -la consagrasteis al culto divino; a vosotros, venerandos 
Prelados, -que, con la predicación, -con las funciones sagradas, y largas fatigas -prestasteis majestad al octavario -con solemnidad, más 
rara que única entre nosotros; a todos vosotros, beneméritos donantes, -que, con mirada placentera, -contempláis el fruto de vuestra 
caridad -convertido en decoro de la gran Madre del Salvador ((406))-para provecho de sus hijos devotos; a vosotros este recuerdo -como 
prueba humilde, -de grande e incalculable gratitud, -que, no pudiendo más, ofrezco y dedico -rogando a Dios piadoso -os recompense 
dignamente -en el cielo y en la eternidad. 

Después de la dedicatoria había una palabra para el lector. 

La consagración, recientemente hecha, de la iglesia dedicada a María Auxiliadora en esta ciudad fue tema de muchas reflexiones e 
indagaciones. »Quién pudo conducir a tantas personas de toda edad, lugar y condición, para tomar parte en las funciones de una iglesia 
que apenas nadie había oído nombrar? Muchos hicieron personalmente esta pregunta, otros por carta. No pudiendo responder de otra 
manera, he decidido satisfacer los deseos de todos, publicando una breve relación de cuanto sucedió en aquella fausta ocasión. 

Por los hechos que se expondrán podrá cada cual comprender la razón del concurso habido en esta consagración, tan grande como 
nunca lo hubo entre nosotros, ni esperamos se renueve en los tiempos futuros. 

Por tanto, expondré ordenadamente, día por día, las funciones sagradas y narraré aparte los hechos que suelen interesar más a la piadosa 
curiosidad de los lectores. 

Seguirá al final un apéndice, con varios documentos, precedidos de dos comentarios de monseñor Ferré, obispo de Casale, que tuvo la 
bondad de querérnoslos dar. 

No señalo las fuentes de donde saco las noticias, porque escribo cosas sucedidas en presencia de numeroso público que ampliamente 
puede atestiguar la veracidad de cuanto se expone. 

Al final de la crónica de las grandiosas fiestas, y antes de narrar en el apéndice algunas gracias obtenidas por intercesión de María 
Santísima, el Venerable dirige la palabra a los beneméritos donantes y anuncia, como ya se dijo 1, la aplicación de una misa diaria en el 
Santuario, acompañada de otras oraciones y obras pías, en favor y 

1 Véase la pág. 242 de este volumen. (N. del T.) 
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según la intención de todos los que de uno u otro modo habían concurrido a levantar la iglesia y sostener el establecimiento anejo. A 
continuación añadía una palabra para los que habían obtenido ((407)) gracias de María Auxiliadora y un ruego a los bienhechores para 
que continuaran su caridad. 

Una palabra para los beneméritos bienhechores 

»Qué debo deciros a vosotros, beneméritos bienhechores, para agradecer vuestra caridad? Sé que os basta la recompensa del cristiano, 
esto es la satisfacción que experimenta quien ha hecho una obra buena. Sé igualmente que vuestros deseos están satisfechos porque 
vuestra caridad alcanzó el efecto deseado al ver acabado el sagrado edificio. Edificio consagrado al culto divino, donde todos los días se 
elevan alabanzas al Señor; edificio, donde con la ayuda de Dios, se predicará, se enseñará el catecismo, se celebrarán misas, se oirán las 
confesiones de los fieles. Todo esto llenará vuestro corazón de los más grandes consuelos. 

Debo, todavía, por mi parte agradeceros con toda el alma la confianza que pusisteis en mí y la eficaz ayuda que prestasteis, merced a la 
cual se pudo llevar a cabo la obra del Señor. Os guardaré imborrable gratitud y, mientras viva, no dejaré de invocar las bendiciones del 
cielo sobre vosotros, sobre vuestros parientes y amigos. Lo haré todos los días, especialmente en el sacrificio de la santa misa. Dios os 
colme con sus tesoros celestiales, apreciados bienhechores, y os conceda largos años de vida feliz; os otorgue el precioso don de la 
perseverancia en el bien y os reciba a todos un día en la bienaventurada eternidad. 

A fin de que estos augurios sean acogidos por la misericordia del Señor, se ha establecido un servicio religioso para todos los días del 
año, en favor de cuantos, de algún modo, prestaron su ayuda o la prestarán para beneficio de la iglesia o del establecimiento anejo... 

A los que han obtenido gracias de María Auxiliadora 

Muchos de los que han obtenido gracias particulares de María Auxiliadora, no desean por justos motivos que su nombre sea conocido, 
especialmente cuando se trata de gracias espirituales, que son las más numerosas. Pero ninguno debe negarse al deber de gratitud con su 
celestial Bienhechora. Este deber se puede cumplir de dos maneras: contando a otros la gracia obtenida, o promoviendo por otro medio la 
devoción a esta nuestra Madre. Esto servirá a los demás de estímulo para recurrir a María en sus necesidades, a la par que abrirá para sí 
mismos el camino para conseguir nuevos favores, gracias aún más distinguidas. Pero a todos recomiendo vivamente cumplir las promesas 
hechas. Las oraciones, las mortificaciones, las confesiones y las comuniones, las obras de caridad prometidas cúmplanse 
puntualmente:displicet, dice el Espíritu Santo, displicet enim Deo infidelis et stulta promissio (desagrada a Dios la promesa infiel y 
necia). 

((408)) Se ha cumplido muchas veces lo de que la falta de fidelidad a las promesas hechas se convirtió en impedimento para alcanzar la 
gracia suspirada, y alguna vez fue derogado el favor ya obtenido. Dos honorables familias deseaban tener hijos que les alegrasen y 
heredaran los bienes paternos. Dios les oyó, pero con la alegría olvidaron las oraciones, las prácticas religiosas y una obra de caridad que 
habían prometido. Dios quiso demostrar de una manera terrible lo mucho que le desagrada 
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la promesa infiel. Los dos niños murieron antes de los doce meses, dejando a aquellas familias en la mayor consternación. Otras 
volvieron a padecer las mismas desgracias y aun peores. Buscaron la razón y vieron que no habían cumplido lo prometido. 

Conviene también recordar aquí que Dios concede las gracias pedidas de diversos modos. A veces es necesario pedir durante largo 
tiempo y la perseverancia lo alcanza. Otras, se obtiene la liberación total de un mal; en ocasiones el mal no aumenta, sino que cesa del 
todo, o disminuye la intensidad. Hay casos en los que da la resignación al divino querer, nos libra Dios de otros males o nos cambia el 
favor temporal por otro espiritual que sirve para el bien eterno del alma. En todos estos casos nuestra oración, presentada por la Santísima 
Virgen ante el trono del Altísimo, fue escuchada, y nosotros le debemos profesar el más vivo agradecimiento y cumplir las promesas 
hechas. Obrando así, estamos seguros, como nos lo afirma el Evangelio, de ser oídos: Qui petit, accipit; (el que pide, recibe); nuestras 
oraciones no quedarán jamás sin fruto. 

Una petición 

A vosotros, piadosos bienhechores de esta iglesia y del asilo anejo, a todos los que leáis este recuerdo, me atrevo a dirigiros 
respetuosamente una súplica. Oíd: puede decirse que esta iglesia se ha terminado, pero aún quedan muchas cosas por hacer y pagar. 
Faltan muchas obras, muchos objetos y paramentos sacerdotales. Son necesarias, además, cosas y personas para desempeñar los distintos 
oficios del sagrado ministerio, por lo que os suplico continuéis vuestra beneficencia y hagáis llegar vuestras obras de caridad a la iglesia 
de María Auxiliadora y a los pobres muchachos del Oratorio de San Francisco de Sales. Nosotros, por nuestra parte, no dejaremos de 
invocar las bendiciones del cielo sobre nuestros bienhechores para que Dios, rico en gracias, os haga a todos felices en la tierra y en la 
eterna bienaventuranza. 

Se enviaba a los suscriptores dicho opúsculo, a finales de octubre, y ya el Venerable encargaba a personas instruidas y versadas en 
varias lenguas, especialmente en francés, ((409)) otros opúsculos interesantes para la buena prensa, que los tradujeran al italiano o 
redactaran otros nuevos. El pensamiento de las Lecturas Católicas y la difusión de la buena prensa lo tenía siempre fijo en la mente. 

Escribía al noble señor Abel de Collegno: 

Queridísimo Señor: 

Hace ya mucho tiempo que deseaba encomendarle un trabajo, y por descuido lo he diferido hasta hoy. 

Aquí le presento dos biografías de santa María Magdalena. Haga una solamente con las dos: 

1.° Suprimiendo las oraciones y reflexiones que no guardan relación con la narración. 

2.° Omitiendo las descripciones francesas y conservando las de los santos lugares. 
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3.° Uniendo unas cosas y quitando otras, haga una sola composición. 

Sigo esperando siempre su visita a la nueva iglesia, pero no dejamos de encomendarle a Dios todos los días en nuestras pobres 

oraciones. 

Ruegue usted también por nosotros y acepte los sentimientos de mi gratitud, con los que me profeso, 

DeV. S. 

Turín, 2 de noviembre de 1868 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Un editor le había escrito manifestándole el proyecto de traducir al francés las Memorias históricas de César Balbo y pedía a don Bosco 
que lo recomendara al propietario literario. 

Don Bosco escribió una carta al hijo del conocido autor, con estas palabras: 

Ruego al señor conde Próspero Balbo tenga la bondad de leer la presente y responda después, si no le es molesto. 

Deseándole todo bien para usted y su familia. 

JUAN BOSCO, Pbro. 

Hay otra carta, hija de un afectuoso reconocimiento. 

Atestigua don Juan Bautista Garino: 

((410)) El día 4 de noviembre de 1868, día onomástico del caballero Carlos Bacchialoni, don Bosco le envió como regalo El Católico 
Instruido, incluyendo una cartita de su puño y letra en la primera página del libro. Yo vi el libro y la carta en casa de la viuda 
Bacchialoni, y me autorizó para copiar dicha carta, que me pareció graciosísima. Hela aquí: 

4 de noviembre de 1868 
En marcha, libro; preséntate lleno de júbilo al intrépido, al docto, al cristiano literato caballero Carlos Bacchialoni y dile que en este 
hermoso día le auguro a él y a toda su familia, largos años de vida feliz. Te quedarás en rehenes con él y cada vez que se complazca en 
abrirte, asegúrale que tu permanencia es una pequeña demostración de mi grande e imborrable agradecimiento. 

EL RECOPILADOR 

Escribía también a la noble condesa Carlota Callori, agradeciendo su inagotable caridad, invitándola para la fiesta de san Carlos en 
Mirabello y para otros asuntos. 

Fin de Página 377 


VOLUMEN IX Página: 378 

Benemérita Condesa: 

He hablado con el posible portero: se llama Juan Roselli Batta; es casado, sin hijos, tiene treinta y dos años y su mujer veinticuatro. 
Está libre y aceptaría con mucho gusto el puesto de portero. Podemos estar tranquilos de su fidelidad. Mañana va de cocinero con una 
familia, pero sin comprometerse a nada para poder quedar libre cuando quiera. En cuanto me ordene algo sobre el particular, lo cumpliré. 

He visto a Peracchio dispuesto a ir al servicio militar, si el Obispo no pudiera reclamarlo. Le he dicho si no creía oportuno buscar el 
medio de recibir las órdenes lo antes posible; me contestó que, por ahora, no estaba dispuesto; que antaño estaba totalmente decidido a su 
vocación; y que ahora necesita tiempo para pensarlo y resolverlo. Así las cosas, le aconsejé que fuera cuanto antes a su Obispo; y dado el 
caso de que, por él o quizá por algún fallo, fuera reclamado y estuviera verdaderamente decidido por el estado eclesiástico, que me lo 
dijera y entonces estudiaríamos el modo de ordenarle. Pero él se mostró muy vacilante respecto a su vocación, y partió. 

Le renuevo las gracias más expresivas por la protección y ayuda que me presta en nuestras actuales estrecheces. Si Dios me diera a 
conocer media docena de condesas Callori, mal las iban a pasar los protestantes. Bendita sea nuestra santa Religión y quien la profesa 
luminosamente con los hechos. 

((411)) Bendiga el Señor a usted y a toda su familia. Don Juan Bonetti escribirá al señor conde Callori para que vaya un día a 
Mirabello. Si usted no padece por comer al mediodía »no podría acompañarle? Esto sería ciertamente en honor de san Carlos. 

Cuénteme siempre para todo entre los que con la más sentida gratitud se profesan, 

De V.S.B. 

Turín, 9 de noviembre de 1868. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Por esta carta, las anteriormente presentadas y las que más adelante citaremos, se ve que su agradecimiento no se limitaba a palabras. A 
más de las continuas oraciones, las bendiciones, las curaciones, las visitas a los enfermos, estaba siempre dispuesto a atender las 
peticiones y deseos de los bienhechores en sus diversas necesidades. A veces se las ingeniaba para que cesaran discordias familiares, se 
reconciliaran personas enemistadas; para proveer de preceptores o maestros, para buscar buenas personas de servicio, para facilitar la 
venta de una finca, para obtener un préstamo en buenas condiciones; otras veces para dar consejos sobre economía doméstica, hacer una 
recomendación para conseguir empleo, o una petición para obtener el indulto de un condenado. Sería demasiado largo señalar los 
variadísimos servicios que prestó a sus bienhechores. 
378 

Fin de Página 378 


VOLUMEN IX Página: 379 

He aquí una respuesta del Ministerio de la Casa Real, que revela una afectuosa petición suya: 

MINISTERIO DE LA CASA DE SU MAJESTAD 

Florencia, 9 de noviembre de 1868 

Este Ministerio ha tomado en cuenta la instancia de V. S. Rvma. para que la Real Munificencia conceda una plaza gratuita en el 
Colegio Carlos Alberto de Moncalieri a un hijo del caballero Comacchio, tesorero real de la Provincia de Génova. 

El que suscribe, a la par que considera los diversos títulos en que se apoya su carta de recomendación, debe, a pesar suyo, hacerle 
observar que la casa de Su Majestad no dispone de ninguna plaza gratuita en dicho Instituto, ni en ningún otro colegio del Reino, sino 
que las pensiones concedidas por soberana generosidad son pagadas con fondos de la caja privada del Rey. 

((412)) Quien esto escribe debe también añadir que, a causa de las numerosas concesiones hechas por Su Majestad, no sólo no queda 
ninguna cantidad disponible, sino que falta aún proveer a varias peticiones ya anotadas por orden de Su Majestad, para tenerlas en cuenta 
en la primera ocasión. 

Y esto sin contar las variadas condiciones de la lista civil que ya no permitiría los actos de simple liberalidad Soberana, que eran 
posibles antes de la generosa renuncia del Rey a cuatro millones de la dotación de la Corona. 

Ya ve, por tanto, V. S. que no es posible condescender con sus deseos, que hubieran sido recomendación suficiente, sin que este 
Ministerio necesitase más informes sobre los méritos del caballero Comacchio. 

El Ministro
GUALTIERI


Don Bosco remitía copia de esta carta al señor Comacchio, con la siguiente nota. 

He hecho cuanto he podido, pero no lo he logrado. Paciencia. Si puede servirle en otra cosa, mándeme y créame 

De V.S. 

Turín, 12 de noviembre de 1868. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Este convertir en propios los intereses de los demás, redoblaba los vínculos de la caridad y quedaban al mismo tiempo conquistadas dos 
personas: beneficiado y bienhechor. De aquí el delicado afecto que se trasluce de su correspondencia. El comendador Visone, 
superintendente general del patrimonio particular de Su Majestad, Diputado en el Parlamento nacional y más tarde Senador del Reino, 
escribía a don Bosco: 

Fin de Página 379 


VOLUMEN IX Página: 380 

Turín, 13 de noviembre de 1868 

Apreciadísimo Señor: 

Hace ya algún tiempo fui a visitar a V. S. apreciadísima para rogarle admitiera en su internado al joven Luis Pescarmona, natural de 
Costigliole de Asti, de dieciséis años, quien desea aprender un oficio; no tuve la suerte de encontrarle, pero hablé con uno de sus 
secretarios, que estuvo atentísimo y me dijo que, si el tal Pescarmona, huérfano, pero propietario, se comprometía a pagar durante un 
trimestre veinticuatro liras al mes, además de la cama, y la ropa, sería admitido, salvo que se le dieran mayores ((413)) facilidades de 
acuerdo con su comportamiento, una vez pasado el primer trimestre. 

Dicho joven está ahora aquí en Turín y, como yo no puedo ir personalmente, me permito presentarlo con la presente a V. S., rogándole 
lo acepte con dichas condiciones, persuadido de que dará buen resultado. Le acompaña Forno, cuñado suyo, e hijo de su tutor. Me 
reservo el ir a agradecérselo y, entre tanto, ruégole acepte los sentimientos de todo mi aprecio. 

DeV. S. 

Su seguro servidor VISONE 

El comendador Visone, bienhechor del Oratorio, había recomendado otros muchachos a don Bosco e iba con frecuencia a visitarle en su 
humilde habitación, donde pasaba con él largas horas. 

El comendador Cova, primer oficial de la Secretaría Real del Gran Maestrazgo de la Orden de San Mauricio y miembro de la 
Audiencia, tenía con él íntima amistad. Habiendo ido a Lanzo para la inauguración de unas nuevas salas en el Hospital Mauriciano, quiso 
manifestar públicamente el aprecio que sentía por don Bosco: y así, al marcharse, camino de la estación, cercado y seguido por todas las 
autoridades del pueblo y muchos miembros de la Orden, colocó a su derecha al Director del Colegio, que había ido a saludarle. Aquel 
honor iba dirigido al Padre en la persona de uno de sus hijos. 

Cuando el caballero Bartolomé Bona fue Ministro de Obras Públicas, presentóse un día don Bosco pidiendo audiencia y el ujier 
retardaba introducirle con varios pretextos. Pasó en esto cierto señor, el cual le saludó cordialmente y, visto aquel inconveniente, le 
introdujo y contó a S. E. el trato que don Bosco había recibido en la sala de espera. 

Bona, amigo y bienhechor, recibió a don Bosco con gran cordialidad, se entretuvo largamente con él y le rogó aceptara un sobre que 
contenía mil liras. Don Bosco agradeció su generosidad, tan oportuna para las necesidades del Oratorio, pero Bona le respondió: 
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((414)) -íDon Bosco no necesita del Gobierno! íPero el Gobierno necesita de don Bosco!
Después se levantó diciendo:
-Y ahora se requiere una reparación por la afrenta que le ha hecho el ujier.
Le tomó de la mano, atravesó con él la sala de espera y le acompañó hasta la primera grada de la escalinata, con asombro de todos los


presentes. 

Fin de Página 381 


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((415)) 

CAPITULO XXXII 

PROYECTO DE DON BOSCO PARA OBTENER DEL GOBIERNO ITALIANO LA IGLESIA DEL SANTO SUDARIO EN ROMA 
Y LAS HABITACIONES ANEXAS -FINALIDAD DE DON BOSCO -CUAL ERA SU POLITICA -DATOS HISTORICOS DE LA 
IGLESIA DEL SANTO SUDARIO -CONSTANCIA DE DON BOSCO PARA PEDIR LA APROBACION DE LA PIA SOCIEDAD 
-CARTA COMENDATICIA DE MONSEÑOR GALLETTI -OBISPOS QUE LE MANDARON CARTAS COMENDATICIAS -DON 
BOSCO SUPLICA A LOS OBISPOS DE LA PROVINCIA ECLESIASTICA DE TURIN, REUNIDOS EN CONFERENCIA, QUE LE 
AYUDEN CON SU VOTO FAVORABLE PARA OBTENER LA APROBACION DEFINITIVA DE LA PIA SOCIEDAD -EL 
OBISPO DE IVREA NO RESPONDE -MONSEÑOR RICCARDI SE DECLARA CONTRARIO A LA PETICION 

ESTABA muy interesado el Venerable en la educación de los muchachos pobres de Roma. Perdida la esperanza de establecerse en Vigna 
Pía, empezaba a meditar un audaz proyecto para conseguir de otro modo su intento. Lo dejaba, sin embargo, subordinado a cualquiera 
otra proposición que le pudiera hacer el Sumo Pontífice, en cuyo caso se proponía proceder sin prisa y con madurez de consejo. 

En 1867 había visitado la iglesia del Santo Sudario, en la cual habían fundado, ya en 1597, algunos piadosos súbditos de los Estados 
Sardos, con aprobación de la Santa Sede, una cofradía, cuyo fin principal era la educación moral de la juventud de aquel barrio. A 
primeros del siglo XIX la cofradía había cesado en el señorío y ((416)) administración de la iglesia y el cumplimiento de las cargas 
anejas. Pero estos derechos y deberes, tras una serie de años (1831) habíanse confiado a la Legación Sarda, que residía en Roma, puesto 
que los reyes de Saboya habían tenido siempre bajo su especial protección aquella cofradía. En 1868 se cerró el templo, porque había que 
realizar urgentes reparaciones. 

Don Bosco había pensado poder tener una casa de vecindad pegada a la iglesia, fácilmente adaptable para albergar caritativamente a los 
muchachos. Su plan era éste: proponer al Gobierno que le cediera 
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Fin de Página 382 


VOLUMEN IX Página: 383 

el uso y administración de la iglesia y de la casa, ofreciéndole la propia cooperación en dinero para llevar a término rápidamente la 
proyectada restauración de la iglesia, a fin de que pudiera volverse a abrir al culto lo antes posible. 

Probablemente don Bosco tenía otro motivo para acelerar la apertura de una casa salesiana en Roma. Preveía la inevitable entrada de las 
tropas italianas en la ciudad y quería estar situado con los suyos junto a la iglesia del Santo Sudario antes de este acontecimiento. Así, 
ninguno habría encontrado digna de crítica su posición frente a la Santa Sede y, además, el nuevo Gobierno naturalmente respetaría a los 
que hubiera reconocido como súbditos suyos por doble razón, con los cuales habría ajustado contrato normal, y por tanto, no habría 
dejado de protegerlos y defenderlos contra los partidos extremistas: y no le hubiera afectado una ley de incautación. 

Esta es una suposición nuestra, pero es una realidad que don Bosco con su ingenio y su perspicacia estudiaba todos los aspectos de un 
proyecto y preveía sus dificultades y consecuencias. Porque »cuál era el fin que el Venerable quería alcanzar? 

He aquí el programa, que él explicaba y recomendaba a todos se diera a conocer: 

«Hacer el bien a cuantos se pueda y mal a ninguno. Déjenme hacer el bien a los muchachos pobres ((417)) y abandonados a fin de que 
no acaben en la cárcel. Esta es mi única política. Yo respeto a todas las autoridades constituidas como ciudadano, y como católico y 
sacerdote dependo del Sumo Pontífice». 

Y esta política, que no era más que la prudencia de la serpiente unida a la candidez de la paloma, es la que le hizo tan glorioso a los 
ojos de Dios y de los hombres. 

Así, pues, escribió sobre dicho proyecto a un gran amigo suyo, el caballero Carlos Cantón, Director y Jefe de Sección de segunda clase 
en el Ministerio de Asuntos Exteriores, en Florencia, y éste le contestó aprobando, animando y asegurando que le advertiría en el 
momento oportuno para empezar las gestiones. 

Mientras tanto don Bosco hizo copiar en los archivos del Estado un amplio documento, que sirve para aclarar los trámites que duraron 
varios años y que él presentó en el ministerio de la Gobernación con los demás papeles referentes al asunto. Se trataba de una 
comunicación de la Real Legación de los Estados Sardos ante la Santa Sede con fecha del 10 de abril de 1851, que contenía extensos 
datos históricos acerca de la iglesia del Santo Sudario. Esta comenzó con una cofradía homónima compuesta por antiguos súbditos de los 
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duques de Saboya, piamonteses, nizardos y saboyanos, a fines del siglo XVI 1. 

Este proyecto no impedía al Venerable llevar adelante otros urgentísimos, y, en primer lugar, el de la aprobación de la Pía Sociedad. No 
se había desalentado ante la repulsa de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares; al contrario, estaba siempre a la espera de 
renovar su petición. Había pedido más cartas comendaticias y había hecho copiar algunas para enviar a Roma los originales. De éstas, la 
última que había recibido era la de monseñor Galletti. 

((418)) EUGENIUS GALLETTI, Dei et EUGENIO GALLETTI, por la gracia de 
Apostolicae Sedis Gratia, Episcopus Dios y de la Sede Apostólica, obispo 

Albensis et comes. y conde de Alba. 
Si semper animus gaudet Si goza el espíritu siempre que 
quotiescumque revelanda et hay que revelar y encomendar lo que 

commendanda sunt quae ad maiorem conduce a mayor gloria de Dios;
Dei gloriam conferunt: eo magis cum mucho más, cuando hay que hablar de
de iis quae vidimus et audivimus lo que vimos y oímos, como nos
verba sunt facienda, sicuti nunc acontece con la Sociedad llamada de
nobis contingit de Societate a San Francisco de Sales.
Sancto Francisco Salesio dicta.


Haec itaque Societas initium duxit Esta Sociedad comenzó en la ciudad
Augustae Taurinorum in Asceterio de Turín, en la Casa Salesiana,
Salesiano, cuius pars saepe saepius donde estuvimos con frecuencia. De
et nos fuimus. Ex hoc Asceterio, esta casa, como los ríos del
tamquam rivuli a fonte,tria alia in manantial, salieron otras tres en
eadem urbe asceteria emanarunt. Hic la misma ciudad. Se acostumbraron 
a
iuvenes pauperiores et derelictores reunir aquí centenares, y a veces
qui diebus festis et profestis per millares, de muchachos pobres 
y
vicos et plateas plerumque vagantur, abandonados que, en los días
aliquando centenos, aliquando festivos y no festivos, vagaban 
a
millenos colligere assuetum est. menudo por calles y plazas. En ella,
Ibi Cathechesi, sacris canticis, apartados del mal camino, con la
verbi Dei praedicatione, catequesis, los cánticos sagrados,
sacramentorum administratione, ibi la predicación de la palabra de
parvis minusculis, refectiunculis, Dios, la recepción de los
aliisque diversis oblectationibus a sacramentos y con regalitos,
malis semitis amoti,per viam salutis meriendillas y otros atractivos,
incedere coeperunt. Inde necessitas empezaron a entrar por el camino de
prodiit ut viri Ecclesiastici et la salvación. De ahí nació la
laici in unum collecti, junctis necesidad de que varios eclesiásticos
simul conatibus, tot variisque y seglares colaborasen, aunando
officiis operam darent: qui unice esfuerzos y distintos servicios:ellos
Dei gloriam et animarum lucrum buscando únicamente la gloria de Dios
quaerentes ad.um Rev.um Sacerdotem y la salvación de las almas,siguiendo
Ioannem Bosco veluti superiorem ac al reverendo sacerdote Juan Bosco,
Patrem prosecuti, Salesianae como Superior y Padre, pusieron los
Societatis fundamenta iecerunt. fundamentos de la Sociedad Salesiana.
Hanc vero Congregationem Contemplando favorablemente


1 Existe copia del documento en nuestro Archivo. 

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VOLUMEN IX Página: 385 

benigno animo prospiciens Ex. mus esta Congregación el Exmo.Luis, del 
Archiepiscopus Taurinensis felicis Marquesado de Fransoni, Arzobispo de 
recordationis, Aloysius ex March.us Turín, de grata memoria, mientras 
Fransoni, dum eiusdem dux et fue cabeza y consiliario de la 
consiliarius semper extitit, merito diócesis, con razón y laudablemente 
et laudabiliter illi praeposuit le puso como primer Director 
Rectorem primarium nuper nominatum recientemente ordenado sacerdote, 
sacerdotem, quemadmodum patet ex como consta por decreto, que tenemos 
decreto, quod prae oculis habemus a la vista del día 31 de marzo de 
sub die 31 martii 1852. 1852. 

Interea sensim sine sensu Mientras tanto, irremisiblemente, 
adapertae sunt hae pietatis domus casi sin darse cuenta, se abrieron 
Taurini, Lancei,Mirabelli,in quibus estas casas de piedad en Turín, 
circiter ducenti supra mille Lanzo y Mirabello, en las que 
iuvenes, gratis aut permodica aproximadamente más de mil 
excipiuntur mercede, atque ad artes doscientos jóvenes son instruidos, 
vulgares vel ad scientiam gratuitamente o pagando una módica 
instruuntur. Ex his non pauci pensión, en las artes o en las 
(testes sunt Dioecaesani nostri ciencias. No pocos de ellos (son 
plures) singulis annis in albo muchos los testigos diocesanos 
Clericorum apud proprios loci nuestros) se inscriben cada año en 
Episcopos inscribuntur. Nobis la lista de los clérigos de los 
itaque multis abhinc annis obispos del lugar. Desde hace ya 
Congregatio Salesiana nota est muchos años nos es conocida la 
sive ob uberes fructus quos refert Congregación Salesiana, ya sea por 
in recolendis iuvenibus los abundantes frutos que produce 
pauperioribus, sive ob verbi Dei con la educación de los muchachos 
praedicationem,sive ob multitudinem más,pobres,ya sea con la predicación 
librorum ad catholicam religionem de la palabra de Dios, ya sea con la 
spectantium, qui vario modo et multitud de libros referentes a la 
tempore exarantur, typis mandantur religión católica, que de distinto 
et evulgantur. Quapropter magno modo y ocasión aparecen, imprimen y 
gaudio adfecti fuimus quum Supremus divulgan. Por ello tuvimos una gran 
Catholicae Ecclesiae Antistes D. N. satisfacción cuando el Supremo 
Pius Papa IX, quem Deus tamquam Pastor de la Iglesia Católica y 
solem lucentem in tenebris Señor Nuestro, el Papa Pío IX, a 
diutissime sospitem servet, Decreto quien Dios guarde largos años como 
Sacrae Congregationis Episcoporum et el sol que alumbra las tinieblas, 
Regularium, Salesianam Societatem se dignó alabar y recomendar a la 
laudare et commendare dignatus est, Sociedad Salesiana, por decreto de 
ad instar Congregationis votorum la Sagrada Congregación de Obispos y 
simplicium.Imo,eadem Sanctitas Sua, Regulares, a la manera de 
eodemque Decreto, attentis Congregación de votos simples. Por 
peculiaribus temporum et locorum cierto, en el mismo decreto Su 
circumstantiis, ipsam Societatem Santidad atendiendo a las peculiares 
solidabat, dum supralaudatum circunstancias de tiempo y lugar, 
sacerdotem dignissimum, Ioannem daba solidez a la misma Sociedad, al 
Bosco,Superiorem Generalem ad vitam referirse al antes alabado dignísimo 
elegit,vocavitque licet statutum sit sacerdote diciendo: que eligió y 
eius successorum, duodecim tantum nombró a Juan Bosco,Superior General 
annos in officio suo permanere. para toda su vida, ((419)) aunque 

Quae cum ita sint, aequo ac grato esté establecido que sus sucesores 
animo Societatem hanc prosequentes, permanezcan en el cargo solamente quantum in Nobis est, humillime doce años. 
laudamus, commendamus: atque enixis Así las cosas, por cuanto a Nos 
precibus toca, humildemente alabamos y 

encomendamos 

Fin de Página 385 


VOLUMEN IX Página: 385 

Fin de Página 385 


VOLUMEN IX Página: 386 

deprecamur ut definitivam a los que prosiguen esta Sociedad 

adprobationem consequatur. con ánimo sereno y alegre, y 
suplicamos por las preces 
presentadas que se consiga la 
definitiva aprobación. 

Duplici praesertim ratione hoc votum Con mucho gusto presentamos este 
libentissime vovimus: tum quia deseo por dos razones 
Societas eiusmodi constituta est, ut principalmente: porque la Sociedad 
neque statuta, neque Socii aut eorum está así constituida, para que ni 
substantiae legibus civilibus los estatutos, ni los socios o sus 
exceptionalibus nunquam subiaceant: propiedades caigan nunca bajo 
tum etiam quia per definitivam leyes civiles excepcionales; y 
adprobationem, cum provisum fuerit también porque, a través de la 
eius immobilitati ac constantiae, et aprobación definitiva, como ha 
spiritus et disciplinae unitas sido provista su inmovilidad y 
secundum constitutiones in praesenti constancia, se conservarán la 
et in futuro sub infallibili unidad de espíritu y disciplina 
tutamento conservabuntur. con infalible defensa, de 

acuerdo con las constituciones 
en el presente y en el futuro. 

Spiritus autem Dei, qui ubi vult El Espíritu de Dios, que inspira 
spirat, nunc et semper loquatur in donde quiere,hable ahora y siempre 
corde sanctissimi et recolendissimi en el corazón del santísimo y 
Supremi Ecclesiae Antistitis, ut si reverendísimo Supremo Jerarca de 
quae forsan in quibusdam laudatae la Iglesia, para que, si acaso 
Congregationis Constitutionibus, hubiera todavía que completar o 
complenda et perficienda adhuc perfeccionar algo en las 
essent, omnia compleat atque constituciones de la alabada 
perficiat quae magis magisque Congregación, lo deje todo acabado 
conferre iudicaverit ad maiorem Dei y lleve a término lo que juzgare 
gloriam, in consummationem sanctorum, que es más conveniente para la 
et in aedificationem Corporis mayor gloria de Dios,la exaltación 
Christi. Nobis autem magna erit de los santos y edificación del 
remuneratio, si paterna benevolentia Cuerpo de Cristo.Será para Nos una 
verba nostra exceperit, suamque gran recompensa, si con paternal 
Apostolicam Benedictionem super nos benevolencia aceptase nuestras 
et super Dioecaesanos nostros palabras, y se dignase impartir su 
impertiri dignatus fuerit. Apostólica Bendición sobre Nos y 

sobre nuestros diocesanos. 

Datum Albae Pompeiae, XII Dado en Alba de Pompeya, 12 de 
kalendas novembris MDCCCLXVIII. las calendas de noviembre de 1868 

» EUGENIUS, Episcopus » EUGENIO, Obispo 

Felix I. Allaria a Secretis Félix I. Allaria, secretario 

Fin de Página 

386



VOLUMEN IX Página: 386 

Don Bosco había, pues, recibido las cartas comendaticias de los Ordinarios de Casale, Alba, Saluzzo, Aosta, Novara, Turín, Fermo, 
Génova, Pisa, Vigévano, Alessandria, Parma, Reggio Emilia, Ancona, 

Fin de Página 386 


VOLUMEN IX Página: 387 

Guastalla, Lucca, Albenga, Mondoví, Asti, y de los Vicarios Capitulares de Acqui y Susa. 

No respondieron los Ordinarios de Milán, Cúneo, Bérgamo, Piacenza, Módena, Florencia e Ivrea. El de Pinerolo dio voto desfavorable. 

No contento con las cartas comendaticias individuales, intentó el Venerable obtener una aprobación colectiva de los Obispos de la 
Provincia Eclesiástica de Turín. 

El Arzobispo había convocado a sus sufragáneos para tratar de los temas a proponer al Concilio Ecuménico y de otros asuntos ((420)) 
para utilidad de sus diócesis. Eran estos los Obispos de Alba, Asti, Cúneo, Ivrea, Mondoví, Pinerolo, Saluzzo y los Vicarios Capitulares 
de Acqui, Fossano y Susa. Y don Bosco, después de haber hablado con el Arzobispo monseñor Riccardi, envió a la asamblea de dichos 
prelados la siguiente humildísima súplica. 

Excelencias Reverendísimas: 

Persuadido de que sus Excelencias Reverendísimas quieran bondadosamente escuchar mis pobres expresiones, me animo a indicar 
enseguida mi finalidad, que se refiere a la Institución comúnmente llamada Oratorio de San Francisco de Sales. Creo que Sus Excelencias 
ya se han dignado tomar parte en alguna función sagrada, o al menos visitado o de otro cualquier modo beneficiado a los pobres 
muchachos, que acostumbran reunirse en los locales, llamados Oratorios Festivos y Asilos de la Juventud. 

Para poder tener en ellos catequistas, maestros y asistentes, se comenzó una especie de Congregación, de la que ya hay una relación en 
la Notitia Brevis, una copia de la cual me he permitido enviar a cada una de Sus Excelencias. 

Todo ha procedido siempre bajo la guía y con el consejo de monseñor Fransoni, de feliz memoria. Este benemérito y llorado Prelado 
instaba constantemente a que se estudiara un medio para dar forma estable a esta Institución, para que pudiera existir tras la muerte del 
que esto escribe. Con trato de singular clemencia me constituyó a tal fin Director Jefe de los Oratorios Masculinos. 

Además, con una carta de recomendación, me envió a Roma el año 1858. El Padre Santo, después de examinarlo todo, terminó con 
estas palabras: «Para que tal Institución pueda subsistir con cierto buen resultado después de vuestra muerte, es necesaria una 
Congregación: pero tal, que sus miembros sean verdaderos religiosos de cara a la Iglesia y unos ciudadanos más ante las leyes civiles». 

En audiencias posteriores el mismo Padre Santo me expuso el proyecto de un reglamento, que yo procuré redactar y formar con trece 
capítulos, divididos en muchos artículos breves. 

Este reglamento fue presentado al loado monseñor Fransoni, quien me dijo personalmente que lo había leído y hecho leer a una persona 
experta, y que lo volvía a enviar con algún detalle práctico que inmediatamente fue introducido en las proyectadas Constituciones. 

Después de cinco años de prueba, se presentaron estas Constituciones a la Santa 
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Sede, acompañadas de la carta comendaticia del Superior Eclesiástico de esta Archidiócesis y de otros beneméritos Obispos, como base 
para una Congregación con el nombre de Sociedad de San Francisco de Sales. 

La Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, después de examinarlos, publicaba un Decreto con el que alababa y recomendaba 
esta ((421)) Sociedad como Congregación de votos simples, difiriendo, sin embargo, para tiempo más oportuno la definitiva aprobación 
de cada uno de los artículos. 

Entretanto, como garantía de la existencia de la Sociedad, constituía al Superior de por vida y daba normas para la elección del Sucesor. 

A este decreto se añadían trece observaciones que se adaptaron a las Constituciones. Entre otras, la de que los votos debían ser 
reservados a la Santa Sede. 

Las Constituciones, cuya copia tuve el honor de presentar a Sus Excelencias, son las alabadas y recomendadas por el citado decreto, 
con la inserción de las observaciones hechas. 

A principios del corriente año, el Obispo de Casale aprobó esta Congregación como diocesana con el Decreto y las gracias, cuya copia 
también me he permitido presentar a Sus Excelencias. 

Así las cosas, y viendo que cada día se acerca más el fin de mi vida, con el temor de que se puedan presentar serios inconvenientes al 
porvenir de esta Institución, si yo muriera antes de que esté definitivamente aprobada, he presentado de nuevo humildemente a Su 
Santidad el Papa Pío IX las Constituciones con las cartas comendaticias de más de veinte Obispos, entre los cuales tengo la satisfacción 
de poder contar con Sus Excelencias. 

El Santo Padre se dignó comunicarme, por medio del Secretario de la arriba mencionada Congregación de Obispos y Regulares, que no 
hubo dificultad acerca de la definitiva aprobación de las Constituciones; pero me advierte que algunos Obispos, de la Provincia 
Eclesiástica de Turín, han hecho observaciones con respecto a los clérigos que tuvieren intención de ingresar en esta Congregación. 

Ahora bien, ante la propicia ocasión de hallarse congregadas Sus Excelencias para el bien de sus diócesis, me he atrevido a exponerles 
el estado de esta Institución y rogarles, por cuanto sé y puedo, se dignen ayudarme y aconsejarme respecto a algunos puntos de suma 
importancia: 

1.° Si puedo esperar un voto favorable, tal como está anotado en la Notitia Brevis, a la que hemos aludido arriba, esto es: Episcopi 
Provinciae Ecclesiaticae Taurinensis definitivam approbationem Societatis Sancti Francisci Salesii postulant (Los Obispos de la 
Provincia Eclesiástica Turinesa, piden la aprobación definitiva de la Sociedad de San Francisco de Sales). 

Creo que no obste a ello la pregunta que se dice haber hecho la Santa Sede para el futuro Concilio Ecuménico: «Si conviene aprobar 
nuevas instituciones religiosas», ya que aquí se trata únicamente de cumplir una obra alabada y recomendada por el Padre Santo, cuyo 
Superior y Sucesor están regularmente establecidos y que entre los argumentos de su existencia cuenta ya con la aprobación definitiva del 
Obispo de Casale. 

2.° Supuesto este voto favorable, establecer una fórmula para presentar a la Santa Sede con la cual, salvando la jurisdicción de los 
Obispos, se diga cómo el Superior de esta Congregación puede administrar, regular a los individuos que pertenecen a varias casas 
existentes en diversas ((422)) diócesis. Para la aceptación, instrucción de los miembros y para la presentación de los mismos a las 
sagradas órdenes, se siguen las costumbres de nuestros pueblos en las Congregaciones hasta ahora aprobadas. 
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Las últimas son los Oblatos de María y el Instituto de la Caridad. (V. Statuta n. 8 ad. 12). Téngase presente aquí, que según las 
Constituciones de esta Congregación, los miembros se pueden considerar otros tantos sacerdotes ad nutum Episcopi (a la orden del 
Obispo) en todo lo que toca al sagrado ministerio. Hay que notar igualmente que no se consideran miembros de la Congregación los 
jóvenes acogidos que hacen sus estudios secundarios, ni tampoco los clérigos caritativamente acogidos o recomendados por los Obispos a 
nuestras casas. Estos están totalmente ad nutum proprii Episcopi. Yo solamente me refiero a los normalmente inscritos en la 
Congregación y que han emitido los votos, los cuales, según lo ordenado por la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, serían 
reservados a la Santa Sede. 

Obsérvese, además, que, por vía ordinaria, estos clérigos son jóvenes pobres, a los que hubo que proveer desde la escuela elemental de 
alimento, libros y ropa, durante todo el tiempo de sus estudios. Muchos de ellos pertenecen a zonas tan alejadas, como Milán, Génova, 
Sicilia, Inglaterra y América. Estos, aunque son libres de volver cuando quieran a los propios obispos, puede decirse que se encuentran en 
la imposibilidad de ir a clase a los seminarios diocesanos. 

No ignoro la observación escrita por alguno a la antes nombrada Congregación de Obispos y Regulares, diciendo: Esos clérigos no 
estudian bastante. Se tendrá sumo cuidado en lo sucesivo para que no tengan que hacer este reproche. En cuanto al pasado, sin embargo, 
hay que distinguir entre clérigos acogidos o enviados a nosotros para prueba y los de la Congregación. De los primeros no me puedo 
hacer responsable, porque moran en forma anormal y transitoria en el centro. De los que realmente son miembros de la Congregación 
creo que no se puede hablar así. 

Podría citar a los que ocupan cargos en las diócesis y ejercen de coadjutores, párrocos, arciprestes, profesores en los mismos seminarios 
diocesanos. Pero pienso que basta cuanto puede afirmar S. E. Rvma. nuestro veneradísimo Arzobispo, el cual, si lo juzgase conveniente 
podría examinar a todos los que pertenecen a esta Congregación en el espacio de veinte años, y no encontraría ni un voto deficiente. 

Otra dificultad suele hacerse para el caso en que alguno saliera de la Congregación. Observo que estos casos pueden darse en cualquier 
congregación religiosa. Los Obispos los habrían examinado de scientia et moribus (sobre saber y costumbres) antes de ordenarles. Y en el 
caso de salir de la Congregación, el Obispo ordenante los podría recibir o no en su diócesis, según lo juzgara oportuno. 

En fin, omitiendo toda reflexión y observación, respetuosamente elevo a Sus Excelencias el siguiente fervoroso ruego. 

((423)) Nuestros centros de educación, escuelas y oratorios festivos fueron creados para favorecer a los muchachos más pobres y 
abandonados de diversas diócesis.Cada una de Sus Excelencias ha tenido, y quizá tiene todavía, clérigos y niños pobres de su diócesis 
que disfrutan de esta Institución. Estoy por ello íntimamente persuadido de que su común deseo es que ésta continúe. 

Por mi parte deseo ardientemente estar en buenas relaciones y con plena sumisión a los Obispos, especialmente de la provincia de 
Turín, por lo que ruego y suplico a Sus Excelencias quieran ayudarme, con su acción y su consejo, para que esta Institución se consolide 
con garantía moral de existencia después de mi muerte, esto es, que sea aprobada definitivamente por la Santa Sede. 
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Agradezco de corazón su bondad por escuchar esta humilde relación y ruego al Señor les conserve a todos muchos años para el bien de 
la Iglesia. Con el máximo agradecimiento tengo el alto honor de poderme profesar 

De Sus Excelencias 

Atento y seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Después de presentar esta petición, pensó escribir personalmente al Obispo de Ivrea con el vivo deseo de restablecer con él una 
benévola relación y disipar todo mal humor, o al menos provocar una respuesta que abriera el camino de posibles explicaciones. 

Excelencia Reverendísima: 

Nuestro veneradísimo Arzobispo se ha comprometido, a mis ruegos, a leer un breve informe sobre el estado actual de los Oratorios para 
la juventud pobre y sobre la Congregación de San Francisco de Sales. La protección que Su Excelencia les prestó en el pasado, me hace 
esperar su palabra de favor, por lo que le adjunto algunos impresos con datos sobre el particular. 

»Puedo esperar que S. E., otorgando benigna indulgencia sobre el pasado, venga a hacer una visita a la iglesia nueva de María 

Auxiliadora? En todo caso, ruégole acepte los sentimientos de mi sincera gratitud, con la que me profeso, 

De V. E. Rvma. 

Turín, 11 de noviembre de 1868. 

Su seguro servidor 
JUAN BOSCO, Pbro. 
Monseñor Moreno no contestó. 
((424)) Reunidos los Obispos, se leyó la súplica de don Bosco. Monseñor Ghilardi se declaró inmediatamente favorable, y con él otros. 
Hubo quien puso objeciones y se manifestó contrario. Surgió una ligera discusión. Al final, el Obispo de Ivrea exclamó: 
-Tenemos aquí al Arzobispo, decida él. 
El Arzobispo concluyó diciendo: 
-No se haga caso de ella y acábese la cuestión. Tenemos otras muchas proposiciones que discutir. 
Y el canónigo Berardo, secretario, escribió a don Bosco una respuesta cortés pero evasiva. 
-Paciencia, dijo don Bosco; sea todo por el amor de Dios y de la Santísima Virgen. Procuraremos arreglar las cosas en Roma. 
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((425)) 

CAPITULO XXXIII 

DON BOSCO HACE IMPRIMIR EN FOLLETOS UNA SELECCION DE CLASICOS LATINOS EXPURGADOS -DICCIONARIOS 
GRIEGOS Y LATINOS SIN FRASES Y PALABRAS OBSCENAS -EDICION DE LAS OBRAS DE LOS SANTOS PADRES Y, 
ENTRE LAS PRIMERAS, ALGUNAS DE SAN JERONIMO -NUEVO DICCIONARIO ITALIANO -PELIGRO PARA LA 
JUVENTUD DE LOS CLASICOS ITALIANOS NO EXPURGADOS -DON BOSCO SE DISPONE A EVITAR ESTOS PELIGROS 
CON UNA BIBLIOTECA PARA LA JUVENTUD -SUS COLABORADORES EN LA EMPRESA -LA UNIDAD CATOLICA LO 
ANUNCIA -DON BOSCO PUBLICA EL PLAN -COMO ES RECIBIDO POR UN AMIGO -LA SUPERIORA DE TOR DE'SPECCHI 
DIFUNDE LOS LIBROS IMPRESOS EN EL ORATORIO -OTRAS NOBLES SEÑORAS PROMUEVEN LAS SUSCRIPCIONES A 
LA BIBLIOTECA -NUMEROSOS SUSCRIPTORES: GRAN VENTA DE ESTOS LIBROS -PROLOGO DEL HOMBRE DE BIEN 

PROFUNDO conocedor de sus tiempos, don Bosco había visto aumentar la ruina de mentes y corazones con la influencia sectaria y 
herética de la prensa libre y había provisto con las Lecturas Católicas a una saludable y amplia labor de restauración, en medio del 
pueblo. Con amplitud de miras, sabía verter en aquellos opúsculos todo lo que de espléndido, conmovedor y edificante se encontraba 
difundido en la historia de la Iglesia y de las naciones, en las biografías de los santos y de los grandes hombres; y las encantadoras y 
humildes virtudes de que era testigo en la vida de sus muchachos. 

((426)) El espíritu volteriano del siglo lanzaba desprecio y burlas contra los principios dogmáticos y morales, y él, por sí mismo o por 
otros escritores populares, se levantaba a defenderlos y disipaba el inmenso montón de calumnias y prejuicios, insinuados en las almas 
para daño de la Iglesia y de la sociedad. 

Además de las Lecturas Católicas, en cuanto tuvo una tipografía provista de todo lo necesario, hasta de caracteres griegos, decidió 
proveer a la grave necesidad de impedir el estrago que producían en los cursos de bachillerato, oficiales y privados, la traducción y el 
estudio de los autores clásicos latinos, cuyas obras completas, conforme 
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al original, se ponían en manos de los alumnos. Encargó a don Juan Bautista Francesia y a otros doctores en Letras expurgar los libros 
paganos más usados, quitando lo que contenían de impúdico, e hizo imprimir una copiosa colección de folletos titulados: Selecta ex 
latinis scriptoribus (Selecciones de escritores latinos). 

Al mismo tiempo, dado que los diccionarios estaban llenos de palabras y frases obscenas, pensó en hacer compilar otros nuevos, 
limpios de cuanto podía perjudicar a las buenas costumbres. Asignó el largo y pesado trabajo de un diccionario griego-italiano e 
italiano-griego al profesor Marcos Pechenino, teólogo, y le dio como amanuense un clérigo del Oratorio. Al mismo tiempo encargó los 
diccionarios latino-italiano e italiano-latino al profesor don Celestino Durando, el cual sacó después de su obra mayor otro diccionario 
abreviado para los cursos inferiores del bachillerato. Ambos realizaron con gran amor y diligencia su cometido. 

Pero esto no le bastaba a don Bosco. Quería a toda costa corregir y compensar las ideas paganas con las cristianas y pensaba, por eso, 
en la publicación de los clásicos latino-cristianos, es decir, de los santos padres y otros escritores de la Iglesia, reivindicando la belleza de 
la lengua y la magnificencia del estilo de muchas de sus páginas, por muchos conceptos no inferiores a las de la edad de oro de los 
escritores paganos. Los adoptaría en sus escuelas, estableciendo una lección semanal; y ((427)) empezó por las obras de san Jerónimo, 
como veremos. De este modo pensaba promover la exaltación de la Iglesia Católica y lograr, al mismo tiempo, que la juventud estudiantil 
tuviera también en los textos algún tema de vida cristiana. 

Todos estos planes acarrearon al Venerable unos gastos editoriales considerables. Pero, cuando se trataba de preservar las almas del 
pecado e impedir que se posaran en sus corazones falsas máximas, él se sometía a toda suerte de sacrificios. 

Mas el trabajo de expurgar los libros de la literatura latina hubiera resultado incompleto, de no haber pensado don Bosco en ampliarlo a 
los clásicos italianos. Y, a fines de 1868, encargó al doctor Francisco Cerruti que compusiera un diccionario italiano, eliminando todas las 
expresiones menos delicadas en punto a honestidad; don Francisco Cerruti obedeció y logro realizar un trabajo apreciadísimo bajo todos 
los aspectos. 

Ciertamente el peligro de corrupción más grave es el de los clásicos latinos, porque desgraciadamente entre nuestros más celebrados 
escritores hubo algunos que, olvidándose a veces de los preceptos de la moral, pusieron en peligro de hacer perder el mayor de los bienes 
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a muchos jóvenes incautos. Por eso, ya hacía tiempo que don Bosco pensaba en la publicación de una biblioteca para los estudiantes, 
suprimiendo en los libros cualquier pasaje que pudiera perjudicar la santidad de pensamientos y costumbres, imitando en esto al jardinero 
prudente que, antes de meter a un niño en un jardín florido, arranca de él los yerbajos venenosos. 

Sabía que algunos profesores, so pretexto del arte, gritarían contra esta bárbara mutilación, según ellos, y conservarían en la escuela los 
textos no expurgados; pero a don Bosco no le preocupaban las críticas, que una vez más demostraban cuán prudente y necesaria era 
semejante revisión de los clásicos. 

Así que, después de consultar varias veces al profesor don Mateo Picco, había comenzado él mismo, meses atrás, a seleccionar ((428)) 
autores y a distribuirlos entre diversos profesores de institutos, liceos estatales y municipales y hasta de la universidad, para que los 
corrigieran y comentaran. Y muy pronto tuvo en torno a sí un grupo de hombres de talento, dispuestos a colaborar en aquella prudente 
empresa. 

Don Bosco les apreciaba muchísimo; y todos trabaron con él una verdadera amistad. Asistían a las fiestas de familia y de vez en cuando 
se reunían para deliberar sobre la selección de los libros. El Venerable no habría querido publicar clásicos, como Maquiavelo y Leopardi, 
porque eran muy difíciles de corregir y por tanto siempre peligrosos, pero, dado que los programas oficiales lo exigían, recomendó que se 
escogieran los pasajes menos peligrosos de estos autores y fueran diligentemente expurgados. Sugirió, además, normas para que, al 
explicarlos, se eliminase todo peligro y se pusiera siempre a plena luz la verdad, a la que se oponían sus errores. Inculcaba sin descanso, 
que se explicaran los clásicos según el concepto cristiano. 

Los primeros beneméritos colaboradores del Venerable en este trabajo fueron el caballero Carlos Bacchialoni, doctor en Letras, el 
teólogo y caballero Juan Bosco, doctor en Filosofía y Letras, el sacerdote Celestino Durando, profesor, el sacerdote Juan Francesia, 
doctor en Letras, el caballero Agustín Lace, profesor, el señor Carlos Enrique Melanotte, doctor, el teólogo Marcos Pechenino, profesor, 
el sacerdote Pedro Peinetti, Teólogo Colegiado por la Real Universidad, y el sacerdote Mateo Picco, profesor. 

Cuando tuvieron preparado material suficiente, la Unidad Católica del 18 de noviembre de 1868 anunciaba la aparición de la nueva 
publicación periódica. 
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BIBLIOTECA PARA LA JUVENTUD ITALIANA 

La tipografía editorial de don Bosco, en el Oratorio de San Francisco de Sales, dará comienzo a la publicación de una Biblioteca para la 
Juventud Italiana, destinada a reunir, en casi un centenar de volúmenes, los mejores clásicos italianos, con ortografía moderna y 
expurgados para uso de la juventud. 

((429)) Cada volumen de doscientas cincuenta páginas vale cincuenta céntimos para los socios. Sale uno al mes: la suscripción es 
obligatoria para un año. 

Don Bosco, a su vez, publicaba el siguiente programa de su plan: 

BIBLIOTECA PARA LA JUVENTUD ITALIANA 

La necesidad universalmente reconocida de instruir a los estudiantes en la lengua italiana, debe estimular a cuantos cultivan este nuestro 
noble idioma a usar todos los medios posibles para facilitar su estudio y conocimiento. 

Con esta intención se ha ideado la biblioteca para la juventud italiana. Su finalidad es publicar aquellos textos de la lengua, antiguos y 
modernos, que más de cerca pueden interesar a la juventud. Para triunfar en esta empresa se ha organizado una sociedad de beneméritos y 
célebres profesores, a más de doctores en letras, los cuales se proponen: 

1.° Recoger y publicar los mejores clásicos de nuestra lengua italiana, escritos con la ortografía moderna, para que se puedan leer y 
comprender mejor por el lector joven. 

2.° Escoger aquellos que, por la amenidad de materia y la pureza de esti lo, ayuden mejor a este fin. 

3.° Para los comentarios, donde sea preciso, se harán solamente breves anotaciones para aclarar el sentido literal; para ello se seguirán 
las interpretaciones de los más acreditados comentaristas. 

4.° Juzgamos oportuno omitir en parte, y también del todo, aquellos autores, tal vez acreditados, que contienen materias ofensivas para 
la religión o la moral. 

5.° Se pondrá el máximo cuidado para que la parte tipográfica no deje nada que desear por la nitidez de los caracteres, la calidad del 
papel y el esmero en la impresión. 

Comenzamos el trabajo encomendando su éxito a los educadores de la juventud y a todos los amantes de la gloria del idioma italiano y 
el mayor bien de la juventud. 

Condiciones para la suscripción 

1.ª La Biblioteca para la Juventud contará cerca de cien volúmenes, con un total de doscientas páginas cada uno. 

2.ª La suscripción es obligatoria para un año y se publicará un volumen cada mes; pero de modo que en cada año se tengan las obras 
completas. 

3.ª El precio de la suscripción es de seis liras al año, a pagar anticipadamente. El envío de los volúmenes es gratuito para el correo 
interior. Para el exterior tiene el cargo correspondiente. 

((430)) 4.ª El que lograre diez suscriptores obtendrá un ejemplar gratuito. Los centros de educación u otros que se suscriban a cincuenta 
ejemplares recibirán sesenta. 

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5.ª Los pagos se harán a los mismos con quienes se ha hecho la suscripción personalmente o por giro postal y también con sellos de 
correo. 

6.ª La oficina central está en Turín; los paquetes, cartas o cualquier otro envío deben remitirse a portes pagados. 

La dirección es: 

Director de la Biblioteca para la Juventud Italiana. 

Oratorio San Francisco de Sales 

Turín. 

Los amigos respondieron enseguida a la llamada de don Bosco. Uno de ellos escribía al caballero Oreglia: 

Roma, 15 de noviembre de 1868 

Apreciadísimo Conde y amigo: 

...Besamos la mano de don Bosco, imploramos su bendición y la ayuda de sus oraciones. La laboriosidad de este sacerdote, y de 
quienes le ayudan, es verdaderamente evangélica y admirable, porque contribuye al bien de la juventud, evita su ruina y perdición, a la 
que tienden sobre todo los asaltos enemigos. Y lo mismo con los colegios abiertos, sobre los cuales es visible la mano de la Providencia, 
que con la publicación de las obras, hace verdaderamente todo lo posible para alcanzar la finalidad. He buscado y buscaré, por cuanto me 
es posible, suscriptores para la Biblioteca de clásicos italianos... 

ESCIPION CONNESTABILE DELLA STAFFA 

En una segunda carta manifestaba su mismo gran cariño por el Oratorio. 

Roma, 21 de diciembre de 1868 

Apreciadísimo Conde y amigo: 

...Acepto con toda la efusión de mi alma el pensamiento y las expresiones usadas por usted, en nombre propio, del respetable don 
Bosco y de todos los alumnos de la casa; agradezco e intercambio centuplicados sus deseos, sus augurios y felicitaciones; deseo a todos 
salud, continuo desarrollo de su instituto, toda suerte de bienes espirituales y materiales; mientras me confío a sus oraciones deseando que 
continúen... No puede imaginar la tranquilidad interior que me producen sus palabras y las de don Bosco y les ruego que no me priven de 
ellas, sino que me procuren con frecuencia esta ayuda, que es un lenitivo ((431)) necesario e indispensable para mis afanes. Pido a don 
Bosco su bendición sacerdotal, beso su mano y ofrezco y manifiesto estos sentimientos, como los parabienes arriba enunciados, en mi 
propio nombre, el de mi esposa e hijos, por los cuales suplico recen mucho... 

ESCIPION CONNESTABILE DELLA STAFFA 

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Llegábanle cada día a don Bosco cartas impregnadas de afecto y de promesas. Una de ellas estaba escrita por Galleffi, la Presidenta de 
Tor de' Specchi. Sostenía ella muchísimas relaciones con todos los institutos religiosos de Roma y con las casas nobles; hacía tiempo que 
tenía en su monasterio un depósito de todos los libros que se imprimían en el Oratorio; añadiría ahora a éstos la Biblioteca para la 
Juventud y divulgaría su plan. 

Libros, medallas y fotografías de María Auxiliadora, rosarios, crucifijos y otros diversos objetos de piedad estaban expuestos en una 
sala, donde los presentaba a sus muchos visitantes y les invitaba a comprar para mandar luego su importe al Oratorio. Esta generosa 
señora, modelo de las cooperadoras salesianas, que se dedicó a estas ventas mientras vivió, se había dado a sí misma el nombre de 
mercantina (la pequeña mercader). 

El caballero Oreglia le escribía el 23 de noviembre de 1868: 

Aprovecho la ocasión de que está usted recién salida de los ejercicios y por tanto hirviendo en amor de Dios y del prójimo, para dar una 
sorpresa mayúscula a nuestra buena mercantina. 

íA saber cuál es la sorpresa! Diga, pues, que es superlativa. 

Aquí está: dentro de poco le llegará por correo un gran paquete con libros de distintas materias, volumen y encuadernación, pero todos 
elegantes y dignos de ser presentados a quienquiera que los vea. Cuando llegue este paquete, tenga la santa paciencia de exponer todos 
los libros bien ordenados sobre la mesa de la sala donde recibe las visitas y luego procure que el señor Guidi escriba con grandes 
caracteres un cartel con estas palabras: Regalos para Año Nuevo, Reyes y fechas semejantes; 
venta a favor de una obra pía. Le adjunto nota de estos libros con el precio de cada uno y ya verá cómo haremos grandes negocios... 

Además de la presidenta Galleffi eran propagandistas de la Biblioteca para la Juventud Italiana, la marquesa Villarios en Roma, la 
marquesa Uguccioni en Florencia y otras nobles damas en diversas ciudades. 

((432)) El 9 de enero de 1869 se publicó el primer volumen de la Biblioteca para la juventud. Contenía la Historia de la Literatura 
italiana de Maffei. Esta colección de obras literarias terminó el año 1885 después de haber publicado en doscientos cuatro volúmenes 
pequeños, las mejores obras de los clásicos italianos. Casi llegaron a tres mil los suscriptores anuales; y además de los ejemplares que se 
enviaron a éstos, se despacharon, en vida de don Bosco, más de quinientos setenta mil por toda Italia, en escuelas y colegios, con mucho 
provecho moral para la juventud. Después de la muerte de don Bosco, se siguieron imprimiendo todos los años varios millares 
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de ejemplares. El marqués Santiago della Chiesa, hoy Papa Benedicto XV, fue, como él mismo dijo a don Francisco Cerruti, uno de los 
suscriptores. 

Cerramos este capítulo en el que, con la elocuencia de los hechos, se pone de manifiesto el celo de don Bosco por la buena prensa, 
copiando el prólogo del almanaque El Hombre de Bien para el año 1869 destinado a los suscriptores de las Lecturas Católicas. Es una 
prueba más del amor que don Bosco tenía a la Iglesia Católica y a la ortodoxia de la fe. 

Queridos lectores: 

Soy el Hombre de Bien: este año voy a charlar menos que en los anteriores y dejaré hablar a los demás. Os narraré cuentos que he 
copiado, poesías que no son mías, y sentencias morales que he sacado de libros viejos y nuevos. Como creo haber tenido buen sentido en 
la recopilación, espero también que me lo agradezcáis y que me hagáis leer por muchos, muchísimos. Hubiera querido echar una ojeada a 
las cosas del día, narrar los acontecimientos del año 1867 y 68, pero me falta valor para ello y quizás no podría exponerlos con la calma 
que me es familiar y que tanto aprecio. De esto, pues, silencio sepulcral, ni una palabra. 

Todos hemos sido testigos de las astucias de los protestantes para arrebatar la fe a los católicos y de las humillaciones por las que 
pasaron varias ciudades de Italia, durante el año de gracia de 1868; espero que alguno de mis hermanos, que tiene esta misión especial, no 
se olvide de ello. Alabemos a los valerosos defensores de la fe y demos gracias a Dios por haber humillado a los enemigos de su Iglesia. 

Diré a quienes buscan sembrar el protestantismo en Italia que un hombre, que marchó de este mundo herido por la justicia de Dios de 
un modo espantoso, había escrito una bonita sentencia que les va muy bien a ellos. Os la imprimo aquí ((433)) por entero, para nuestro 
consuelo y para la aflicción de los tristes. Es una necedad histórica y política, es una locura infantil destruir el catolicismo en Italia. Italia, 
lo repito, es católica y no hay más catolicismo que el Romano. 

Así lo escribió el ministro Luis Farini, quien sufrió después la terrible desgracia de perder el juicio. 

Otro dijo: Tendría como la mayor desgracia de Italia que se llegara a turbar la unidad religiosa que le ha quedado. 

Y un tercero: El cielo de Italia no tolera el crepúsculo de la Reforma Protestante. 

Me parece que el tiempo esperado por la Iglesia ya ha empezado y en breve lo veremos realizado. Roguemos y esperemos. Recibid el 
acostumbrado y cordialísimo saludo. 

de vuestro amigo EL HOMBRE DE BIEN 

El trifundo de la Iglesia debía ser el Concilio Vaticano y la proclamación dogmática de la Infalibilidad Pontificia. 
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((434)) 

CAPITULO XXXIV 

EL MINISTRO MENABREA INVITA A DON BOSCO PARA QUE VAYA A FLORENCIA -DON BOSCO ESCRIBE AL 
CABALLERO CANTON, JEFE DE SECCION EN EL MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES, ENCARGANDOLE 
ENTREGUE A MENABREA UNA CARTA SUYA CONFIDENCIAL -VA A LANZO Y ANUNCIA QUE, DURANTE EL CURSO 
ESCOLAR, PASARA A LA ETERNIDAD UNO DE LOS ALUMNOS -CHARLAS DE DON BOSCO A LOS ALUMNOS DEL 
ORATORIO: EL TEMOR DE DIOS; IGNORANCIA Y SOBERBIA; IMPORTANCIA DE LA HUMILDAD, LA SOBERBIA Y LA 
DESHONESTIDAD; LA MEDALLA DE LA VIRGEN Y LAS JACULATORIAS; NARRACION DE BUENOS EJEMPLOS A LOS 
COMPAÑEROS; LOS ALUMNOS QUE VIVEN ALEJA -DOS DE DON BOSCO; ORDENAR LOS ASUNTOS DEL ALMA; 
ASEGURAR LA VOCACION; AHUYENTAR AL LOBO -DON BOSCO FELICITA POR CARTA A UN BIENHECHOR -SUS 
CARTAS AL OBISPO DE MONDOVI POR ASUNTOS DE LA PIA SOCIEDAD -ANUNCIA AL CABALLERO CANTON SU 
LLEGADA A FLORENCIA -GRAVISIMA ENFERMEDAD Y PREVISTA CURACION DEL NIETO DEL CONDE CAYS 
-CUMPLIMIENTO DE UNA PREDICCION DE DON BOSCO -ENVIA SUS FELICITACIONES A LA PRESIDENTA DE TOR 
DE'SPECCHI -SU PREDICCION CONSOLADORA A UNA MADRE -GENEROSA OFRENDA AL ORATORIO DEL DUQUE DE 
AOSTA -AGRADECIMIENTO DE LOS ALUMNOS AL PRINCIPE 

LEESE una noticia extraordinaria en la crónica de don Miguel Rúa: 

-«Noviembre de 1868 -Don Bosco recibió una invitación del ministro Menabrea para ir a Florencia por asuntos de importancia». Pero 
don Miguel Rúa no añade explicación alguna a tan lacónica nota. Por el mismo don Bosco ((435)) hemos sabido después que, ya 
anteriormente, por graves razones y para que no se notase su ausencia del Oratorio, había ido de Turín a Florencia en el primer tren 
directo de la mañana y, después de pocas horas de estancia, había vuelto. Pero no añadió ninguna explicación. 
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Esta invitación había sido precedida de cierto carteo entre el Ministro y el Venerable, como se deduce de una carta suya al caballero 
Cantón, jefe de sección en el Ministerio de Asuntos Exteriores, en Florencia. 

Queridísimo Caballero: 

Mil gracias por todo; por las cien liras que recibí y ya gasté, y por las prendas de vestir que, merced a su recomendación, fueron mucho 
más abundantes este año que en los pasados. Dios se lo pague. 

Siento que Enrique Betti se haya empeñado en volver a Florencia. Se condescendió en todo y no se le pudo contentar. Si al menos 
correspondiera a nuestros avisos y a los consejos aquí prodigados... 

Ruégole haga llegar la carta de agradecimiento adjunta a Su Excelencia Menabrea. Hay en ella algo confidencial, de lo que tal vez 
encargue a V. S. me conteste, si es el caso; por lo demás, no se hable de ello. 

Tenemos en esta casa algunos sellos de correo timbrados que aquí ya no tienen curso; no sé si todavía pueden cambiarse en Florencia: 
si no es así puede usted servirse de ellos al menos para encender un cigarro. 

Perdone la confianza con que le escribo; y sírvase usted de mí y de esta su casa para todo aquello en lo que podamos ayudar. Entretanto 
le auguro copiosas bendiciones del cielo para usted y toda su respetable familia. Créame con profundo agradecimiento, 

De V. S. carísima y benemérita 

Turín, 2 de noviembre de 1868. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Sabemos, pues, de un acto de gratitud al Ministro y de una carta confidencial al mismo, con deseo expreso de que quedase en secreto. 

Por aquellos días, después de la señalada invitación del Presidente del Consejo de Ministros, debió contestar que iría ((436)) a 
Florencia lo antes posible, pero que, por el momento, no podía. En efecto, lo dilató casi un mes. 

El 1.° de diciembre, miércoles, fue a Lanzo para visitar el colegio. 
Una noche habló a los alumnos y les recomendó que estuvieran preparados, porque durante el curso escolar uno de ellos sería llamado al 
tribunal de Dios. Añadió después en privado a un Superior que el que debía morir a a la clase segunda elemental y que la inicial de su 
nombre era la uve (V). Es de advertir que don Bosco aún no conocía a los alumnos nuevos admitidos en las vacaciones. 

A su vuelta de Lanzo, el viernes por la tarde, día 3 del mes, habló después de las oraciones a los alumnos del Oratorio, reunidos en el 
salón de estudios y les dio la flor, puesto que celebraban la novena de la Inmaculada. 
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Está escrito: Initium sapientiae timor Domini (principio de la sabiduría es el temor de Dios); y también es palabra del Señor: Superbus 
et arrogans vocatur indoctus (el soberbio y presuntuoso se llama ignorante). Me habéis entendido bien. Quiero decir que no os creáis ser 
algo grande. Sed dóciles a los avisos de vuestros superiores, maestros y asistentes y no los echéis a mala parte. Así progresaréis en la 
ciencia. 

Como flor para mañana recomiendo la virtud de la modestia, porque la humildad, la caridad y la modestia no pueden estar la una sin la 
otra. 

Otra noche dijo: 

A veces me preguntan algunos: 

-»Cómo es que don Bosco llega a descubrir cosas que parecía no pudieran saberse nunca? »Está inspirado por Dios? 

-No, señores míos, sino que basta saber, por ejemplo, que uno es soberbio, para conocer que también es deshonesto. Lo sé por los libros 
que he leído y por mi experiencia de treinta y cinco años. 

Para conservar la virtud de la modestia y ofrecérsela a la Virgen en el día de su fiesta, hay que llevar su medalla al cuello y repetir la 
jaculatoria: Oh María concebida sin pecado, rogad por nosotros; o bien: Bendita sea la Santa e Inmaculada Concepción de la 
bienaventurada Virgen María; o también: María, Auxiliadora de los Cristianos, rogad por nosotros. 

Como flor para mañana cuente cada uno a su compañero un buen ejemplo: no es preciso que se refiera a la Virgen. El que no supiese 
ninguno, exponga una máxima bonita, o bien venga a mí y yo le contaré uno. 

((437)) Y continuó sus charlas de la noche durante la novena de María Inmaculada y aun después de la fiesta. La crónica recuerda la del 
día 13 de diciembre. 

13 de diciembre de 1868, domingo.
Buenas noches de don Bosco a todos los alumnos


Como aún no es muy tarde podemos hablar de algunas cosas. 

»Cómo se entiende que yo esté siempre rodeado de muchachos nuevos y no vea en torno a mí a muchos de los antiguos? No es que 
todos estén alejados, puesto que la mayor parte tienen confianza conmigo y se dejan ver por don Bosco, pero hay un grupo que anda lejos 
de mí. 

El otro día me presentaron los ejercicios escritos de una clase; miré los nombres y a la mitad de ellos, antiguos se entiende, aún no los 
había visto nunca. Pero, »cómo quieren lograr éstos después conocer su vocación, si no se dejan ver por los superiores, si les tienen 
cerradas las puertas de su corazón? Me decía un muchacho, al que yo había preguntado por qué andaban tan lejos de mí muchos antiguos: 

-Yo creo que es porque son responsables de alguna falta, porque tienen la conciencia enredada y les da miedo ser conocidos. 

-Pero a éstos, ya adelantados en los estudios, es precisamente a los que yo querría hablar más a menudo. No es que no me guste que 
vengan también los nuevos con frecuencia a mi alrededor; pero son los más antiguos los que constituyen mi esperanza. 

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VOLUMEN IX Página: 401 

Por tanto, sed valientes para ordenar los asuntos de vuestra alma: esto es necesario también para vuestro futuro. No querría yo que 
alguien dijese: «Yo quiero hacerme sacerdote»; o bien: «Yo no quiero serlo»; porque de una u otra resolución para uno de estos dos 
estados puede depender la salvación o la condenación del alma. Por consiguiente, haga primero cada uno lo que debe para organizarse 
bien; 
abra el corazón a su superior y dígale: «Yo haré lo que Dios quiera, lo que sea mejor para mi alma». Aconséjese con los superiores y haga 
después como dice san Pedro: Satagite ut, per bona opera, certam vestram vocationem et electionem faciatis (Cuidaos de que, a través de 
las buenas obras, aseguréis vuestra vocación y elección). Los superiores hacen lo que pueden, pero necesitan que correspondáis a sus 
cuidados, que practiquéis sus advertencias. 

Pensando yo después en los diversos motivos por los que algunos no se acercan a don Bosco, he creído que fuera por el temor de que 
algún compañero les acusara de soplones. Esto está totalmente prohibido: quien todavía lo dijera y no se corrigiera, después de avisado, 
será expulsado de la casa. Imaginad, por un momento, que un lobo rapaz entrase en el patio y se colocara en medio de los muchachos; y 
que mientras se acerca a uno para despedazarlo, un compañero se pusiese a gritar: 

-íSocorro! íAl lobo! íAl lobo! íHuid, que es un lobo! 

Y que otro muchacho le dijese a éste: 

-A callar, soplón. 

-Pero, »no ves que en cuanto haya despedazado al compañero, vendrá a despedazarnos a nosotros? 

((438)) -A callar, soplón, acusón. 

»Qué diremos de ésos que querrían que los lobos devorasen a todos por miedo a que les llamen acusicas? Gritad, señalad el lobo a los 
superiores, a los maestros, a los asistentes, a los clérigos, para que ninguno sea devorado. 

Desde la última vez que nos hemos hablado, habéis visto desaparecer a ciertos compañeros vuestros. Algunos fueron echados por razón 
de hurto, y los otros, casi todos, por haber sostenido malas conversaciones, por haber menospreciado las prácticas de piedad y a los que 
las practicaban. 

Y a este propósito hay algunos que querrían apartar con burlas y críticas a los que pertenecen a la Compañía de San Vicente de Paúl, a 
los que ingresan en la del Santísimo Sacramento y a los que no se avergüenzan de pertenecer al clero infantil y aparecer en público 
revestidos de sotana. Pues bien, yo no aprecio nada a estos burlones; en cambio aprecio mucho a los otros, muchísimo, los quiero mucho. 
Por tanto, guardaos todos de despreciar estas cosas y otras semejantes. Buenas noches. 

El día antes había escrito al caballero Javier Provana de Collegno recordando a sus nobles hijos. 

Muy apreciado Señor: 

Durante los años pasados acostumbraba ir por estos días a visitar a usted y a su familia para felicitarles las pascuas. No puedo hacerlo 
este año en persona, pero he pensado suplir de algún modo: he aquí cómo. El primer día de la novena de Navidad pienso ofrecer la santa 
misa, la comunión y el rosario de nuestros muchachos al Niño Jesús según sus intenciones. Por mi lado añado la de obtener de Dios, Bien 
Máximo, que Luis y Manuel crezcan en piedad, en la verdadera ciencia, que es el santo temor de Dios, y que sus vidas sean 
constantemente satisfactorias para su padre. 

Fin de Página 401 


VOLUMEN IX Página: 402 

Tenga usted también la bondad de rogar por mi pobre alma y por toda esta mi familia.
Ruégole dé mis saludos a los hijos y a su señora hermana, mi traductora de francés, y con mis saludos reciban también los del caballero


Oreglia, don Juan Cagliero, don Juan Francesia, don Miguel Rúa y otros, ya que todos les saludan y se encomiendan a sus oraciones. 
Espero poder visitarle personalmente en Roma, durante el próximo enero. 
Créame, con la más sincera gratitud, 
DeV. S. 
Turín, 12 de diciembre de 1868. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro.
((439)) Escribía también otra carta al caballero Cantón, anunciándole su llegada a Florencia.


Turín, 16 de diciembre de 1868
Apreciadísimo y benemérito Caballero:
Por correo aparte, recibirá unos programas de la nueva Biblioteca: le agradezco su interés por ella. También le agradezco su


ofrecimiento en favor de esta pobre casa. Por mi parte, procuraré corresponder con la gratitud y buscando alguna honesta ocupación para 
sus horas libres; esto lo haré especialmente durante los primeros días de enero en Florencia. Espero, en esta ocasión, poderle rendir 
homenaje personalmente. 

Tenga, como hecho, el encargo del que me habla para Roma.
Que Dios le bendiga, y con usted a toda su familia, mientras me encomiendo a sus oraciones y me profeso,
De V.S.


Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. -Tengo el billete para viajar gratuitamente en los ferrocarriles del norte y del sur de Italia; »tendría usted algún medio de 
alcanzármelo para los ferrocarriles Romanos, aunque sólo fuera para dos meses? 
Antes de salir para Florencia, se las ingenió para asegurar el éxito de sus asuntos en Roma. Perdida la esperanza de obtener el apoyo del 
Colegio Episcopal de la provincia eclesiástica de Turín, escribía al Obispo de Mondoví, monseñor Ghilardi, para que le ayudase a vencer 
las dificultades y oposiciones. 

Excelentísimo Monseñor:
Por fin recibí en estos días carta del abogado Berardi sobre el conocido asunto, y procuré ir enseguida a nuestro Arzobispo.


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Este me entretuvo bastante repitiendo cosas, ya tratadas muchas veces: adujo la imposición de sotana del clérigo Alessio, de Pinerolo, 
como concedida por mi autoridad; le hice ver inmediatamente la delegación y carta que le adjunto; me dio la misma queja sobre algunos 
de sus clérigos. Respondí que había recibido facultad para ello con el adecuado decreto de la Curia Arzobispal, pero que nunca me había 
servido de él, ni podía nadie presentar ningún caso al respecto. Tras unos vagos razonamientos, reclamó estas mismas cosas y acabó sin 
concluir nada; es decir, que hay que rezar ((440)) y esperar; que los que han hablado a mi favor en la Conferencia no saben ni entienden 
nada de ello y el Obispo, que estaba ausente, hubiese entendido menos que nadie de haber estado presente. Se ofreció como protector de 
la casa y de la Congregación, y fue todo. Encontrándose las cosas en este punto, he pensado referirme sin más a la carta de monseñor 
Svegliati y dejar que la Sagrada Congregación incluya en el decreto una fórmula que haga posible la existencia de la Congregación y 
salve la jurisdicción de los Ordinarios. A tal fin, a primeros del próximo enero, he pensado ir a Roma, persuadido de que las aclaraciones 
dadas de palabra pueden ayudar más que por escrito. 

Mucho me gustaría y me ayudaría en esta ocasión una carta suya particular, dirigida al Padre Santo, en la que dijera: «que el sacerdote 
Bosco va a Roma para suplicar al Padre Santo se digne otorgarle un modo de existencia para su Congregación; recomendarle se digne 
favorecerle cuanto juzgue en su sabiduría, especialmente teniendo en cuenta las dificultades de los tiempos y la necesidad en que vive el 
pobre don Bosco para consolidar su Congregación». Estas y otras cosas parecidas las llevaré yo personalmente al Pontífice y haré también 
algunas otras diligencias. 

Que Dios le bendiga, reverendísimo Monseñor, y le conceda unas buenas fiestas y largos años de vida feliz: y, si de algún modo puedo 
servirle, cuente conmigo como uno de los suyos. 

Turín, 19 de diciembre de 1868. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. -El reverendo Boetti sigue aquí. Nada malo; bueno satis (bastante). »Le gustaría probar o que yo pruebe dirigirle una tanda normal 
de ejercicios espirituales y, después, rehabilitarlo para celebrar? Se hará todo como usted diga. 
Tenía don Bosco extraordinaria y cordial confianza con monseñor Ghilardi, que era como el depositario paterno de sus gravísimas y 
delicadas penas. Entre las muchas pruebas de lo que aseguramos hay una carta en la que el Venerable le pedía su apoyo ante la Sagrada 
Congregación del Indice y la de los Obispos y Regulares. Parece que en aquel momento monseñor Ghilardi se encontraba en Roma o 
debía ir allí 1. 

1 La carta es del 1867. Llegó a nosotros, juntamente con otras, después de la publicación del octavo volumen. 
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((441)) Reverendísimo y Excelentísimo Señor: 

Aquí me tiene con el saco de las principales miserias de don Bosco. Es preciso que V. E. Rvma. vea el modo de cumplirlo todo, y yo le 
aseguro que, mientras viva, procuraré tener siempre el pan de cada día para usted en María Auxiliadora. 

El asunto del Centenario está en sus manos; el padre Oreglia le dirá todo lo que ha hecho; recibo carta en la que se me asegura que el 
Padre Santo se ha disgustado porque este asunto ha sido llevado con rigor, mientras millares de libros impíos, y más o menos cubiertos de 
errores sobre religión, corren por todas partes, sin que nadie se ocupe de ellos para llevarlos al Indice. 

Nuestra Congregación ya ha tenido el Decreto de alabanza y recomendación con aprobación del Superior y del sucesor. Ahora se ha 
presentado la solicitud para obtener la aprobación definitiva. Se me ha dicho que no hay dificultad sobre cada uno de los artículos. 
Alguno querría que se dependiera del Obispo para las dimisorias. En tal caso habría que rehacerlo todo, porque entonces ya no habría 
comunidad de casas, lo cual es indispensable para nosotros. Además, a nuestra Sociedad, que tiene socios procedentes de todas las partes 
del mundo, le resulta casi imposible obtener las dimisoras de los respectivos Obispos. Otros querrían que las dimisorias fueran del 
Superior, pero ad tempus vel ad numerum (para un tiempo o para un número determinado). Pero entre nosotros nunca hubo 
Congregaciones religiosas, con comunidad de casas, sin que el Superior general haya tenido la facultad de conceder tales dimisorias. 

Hágame, pues, de protector. Recomiende la casa, tal y como siempre la conoció, como la conoce, como casa de la que salieron 
bastantes clérigos para su seminario y donde todavía hay muchos acogidos como aprendices y como estudiantes. 

El Cardenal Vicario es muy benévolo. Si necesitara algo, aunque fuese un viaje mío a Roma, dígamelo, o mejor, comuníquemelo por 
medio del reverendo Monetti y yo obedeceré. 

Tenga la bondad de entregar las reglas adjuntas a monseñor Fratejacci, auditor del Cardenal Vicario, el cual está informado de todo y se 
presta con mucho gusto para nuestro bien. 

Cada día oraremos en casa por usted hasta su vuelta a la Patria. Que Dios le guarde. Amén. 

Déme su santa bendición para mí y para estos muchachos, y créame, 

De V. E. Rvma. 

Turín, 1 de junio de 1867. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Al empezar la novena de Navidad, don Bosco se hallaba fuera de Turín, como se lee en una ((442)) carta de don Juan Bautista 
Francesia, fechada el 18 de diciembre y dirigida a la Madre Galleffi. 

Don Bosco está fuera de casa, y corren voces, que parecen ciertas, de que el Oratorio ha obtenido una gracia de la Virgen, que llama 
poderosamente la atención. 

Todavía no puedo decirle en qué consiste; para cosas más claras, mayores explicaciones... 

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»En qué consistía aquella gracia?
Se alude, tal vez, al siguiente hecho.
Había sido invitado don Bosco a bendecir a un niño gravemente enfermo. La esposa del conde Luis Cays, hijo del gran bienhechor del


Oratorio, y ella de la familia Garofoli, soñó una noche que su hijo Carlos estaba gravemente enfermo. Un grandísimo dolor la abrumaba, 
por ser su primogénito, nacido en septiembre de 1865. Siempre en el sueño, mandó llamar al médico de cabecera José Timmermans. Le 
pareció que entraba en la iglesia de María Auxiliadora, que veía a la Virgen en persona, tal y como está pintada en el cuadro del altar 
mayor, y que una voz le decía: 

-Ve a tomar el objeto más precioso que tienes, tráelo a mi iglesia y tu hijo sanará.
Oídas estas palabras, se encontró de nuevo junto a la cama del hijo, cada vez más grave, que decía:
-Mamá, dame de comer, porque me muero de hambre.
Diole ella de comer y el hijo se curó.
Así el sueño.
Transcurrieron varios meses y el recuerdo del sueño casi había desaparecido de la mente de la Condesa, cuando un día el parvulito, que


se encontraba muy bien, empezó a languidecer y cayó enfermo con el tifus y la fiebre miliar. 
Llamóse enseguida al médico de cabecera; acudió, le visitó y diagnosticó que su estado era muy grave; se excusó de no poder asistirle 
por diversos asuntos y dijo a los padres que le supliría el médico de Rívoli, joven expertísimo, que haría cuanto convenía. Llegó el 
médico de Rívoli, y se quedó durante una semana en el palacio del Conde, pero seguía el empeoramiento. 
((443)) De pronto se acordó la Condesa del sueño, rezó y prometió ofrecer a la iglesia de María Auxiliadora el brazalete más rico que 
poseía. 
Apenas hizo la promesa, cuando el niño, que desde hacía varios días, estaba casi siempre adormecido y no probaba bocado, de repente 

se rebulló y dijo a su madre: 
-Mamá, dame té con una tostada. 
Como el niño no había tomado nunca té, parecióle extraña su petición. Así que la Condesa preguntó al médico si podía darle aquel 

gusto. El médico, que pensaba era desesperado el caso, respondió: 
-Tal y como se encuentra, déle lo que quiera. 
La Condesa hizo preparar el té y se lo dio, acompañado de alguna otra cosilla. A partir de aquel momento, el niño empezó a 

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mejorar y, al cabo de muy pocos días, estaba perfectamente sano.
Mas no acaba todo aquí. La primera vez que fue a la mesa con sus padres, se presentó con el brazalete de la mamá en la mano y preguntó:


-»Cuándo lo llevaremos a la Virgen? 

Y la Condesa, acompañada de su hijo, llevó el brazalete a don Bosco, el cual lo aceptó y, después de oír el relato del sueño, dijo: 

-Señora Condesa, no crea fácilmente en los sueños. 

Era un aviso, por ciertas ilusiones suyas. 

Oímos contar este hecho muchos años después de la muerte de don Bosco, en presencia de todos los miembros del Capítulo Superior, al 
mismo conde Luis, que añadía: 

-Estaba mi esposa en aquel momento tan contenta que, si don Bosco, cuya bendición había implorado en aquel instante, le hubiera 
pedido veinticinco mil liras para el Oratorio inmediatamente se las hubiera entregado. El veía que pedir y alcanzar hubiera sido la misma 
cosa y yo hubiera estado de acuerdo, pero no pidió nada. He contado repetidas veces el hecho en el café, en tertulias, en conversaciones, 
para refutar a los que maliciosamente decían que don Bosco codiciaba el dinero, que buscaba herencias, etc. Yo hablaba así, sobre todo 
cuando se me repetía: 

((444)) -Seguramente que usted no ha ganado nada al hacerse salesiano su padre. 

Y yo podía protestar con orgullo que, a la muerte de mi padre, ocurrida en el Oratorio, no hube de experimentar el más mínimo 
perjuicio en mi herencia. 

Entre tanto, en el Oratorio se aguardaba el cumplimiento de la predicción hecha por don Bosco el 10 de noviembre de 1868: que un 
alumno haría sólo una vez más el ejercicio de la buena muerte. Este se hizo el 12 del mismo mes; pocos días después cayó enfermo el 
estudiante Pablo Vacchetta, que murió el 21 de diciembre en el Oratorio. De él escribió don Miguel Rúa en el necrologio. 

Pablo Vacchetta, hijo de Juan, natural de Lequio Tanaro, murió el 21 de diciembre a los trece años. Era un muchacho de buenas 
costumbres. Al parecer fue víctima de una indigestión de saracche 1, conseguidas a hurtadillas. Pagó con su vida la pena de una 
desobediencia que, sin ser grave, seguramente fue una de las mayores de su vida, puesto que, por todo lo demás era recomendable. Hay 
que esperar que la larga enfermedad, pacientemente soportada, le haya servido para escalar el paraíso. 
Murió confortado con todos los auxilios espirituales. 

1 Saracche. -Es un vocablo de Liguria y Piamonte, con el que se denomina cierto pescado salado o escabechado, algo parecido a las 
anchoas, según he podido averiguar (N. del T.) 
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Además de los tres alumnos del sueño, habían muerto también aquel año otros seis. Y llegaba el mes de diciembre a su término, cuando 
don Bosco se encontraba atareado con las cartas de felicitación para sus principales bienhechores. El 22 escribía a la Madre Galleffi, 
Presidenta de Tor de'Specchi. 

Benemérita Madre: 

Aunque durante todo el año hacemos cada mañana oraciones especiales por usted y toda esa familia ante el altar de María Auxiliadora, 
sin embargo, quiero destinar un servicio especial, según su santa intención, el día de Navidad. Por tanto, celebraremos una misa con la 
santa comunión de los muchachos y otras oraciones especiales con el fin de invocar las celestes bendiciones sobre usted y sus hijas 
espirituales, para que el Señor multiplique su número y sus virtudes y les conceda a todas largos años de vida feliz. 

Entre tanto, le participo que espero poder ((445)) saludarla personalmente en Tor de'Specchi el próximo enero y agradecerle la caridad 
con que hasta el presente nos ha atendido. 

Créame en el Señor 

De V.S. 

Turín, 22 de diciembre de 1868. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. -El caballero Oreglia y don Juan Bautista Francesia le saludan y se encomiendan a sus oraciones. 
Bienhechores y bienhechoras respondían a sus felicitaciones y con frecuencia agradecían los prodigiosos efectos de sus bendiciones. 

Entre otros doña Cristina Celebrini, de Pittatore, señora de la nobleza, que edificaba a la población de Fossano con sus buenos ejemplos 
y su religiosa piedad con Dios y con los pobres, estaba llena de agradecimiento. El Señor había probado su virtud con la muerte de varios 
de sus hijos. Al llegar a cierta edad quedó viuda con un solo hijo, que se llamaba José, y temía que también éste corriese la mala suerte de 
los demás. Se había presentado por ello a don Bosco y le había expuesto sus temores, rogándole bendijera a su hijo para que Dios se lo 
conservara. Alimentaba grandes esperanzas de que abrazase el estado eclesiástico. Don Bosco sonrió y le dijo: 

-No tema; este hijo vivirá y, para su consuelo, será bueno; pero no será sacerdote, como usted desea. 

Confirmamos enseguida que la profecía se cumplió del todo. Doña Cristina murió en Fossano en diciembre de 1909, a la edad de 
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ochenta y cuatro años, asistida finalmente por José, ilustre magistrado, que había hecho feliz a la santa madre con su familia. 

Esta señora envió su respuesta a don Bosco en diciembre de 1868, por medio del hijo, el cual iba con frecuencia al Oratorio para oír los 
consejos de don Bosco y del caballero Oreglia. 

El Venerable, que quería mucho a este buenísimo jovencito, hizo que se quedara en el Oratorio, todo el día. Cuando volvió a casa, su 
madre escribió al caballero Oreglia estas líneas: 

((446)) 

1.° del 1869 

Ilmo. Caballero: 

...Pinotto (Pepito) es feliz por haber estado hablando hoy con don Bosco; »quién se separa de él sin quedar satisfecho? »Quién no desea 
ver y escuchar a este santo hombre? Su suerte, buen Caballero, es semejante a la de María. Dichoso usted que ha sabido elegir tan lindo 
lugar. El Señor se lo guarde por muchos años. 

Reciba la felicitación de 

Su atta. s. s. 

CRISTINA PITTATORE 

El 24 de diciembre recibió don Bosco una delicada sorpresa. 

CASA DE S.A.R.
EL DUQUE AMADEO


Génova, 24 de diciembre de 1868 

Por orden de S.A.R. el Duque de Aosta me cabe el honor de transmitir a V. S. Ilma., la cantidad de doscientas liras que S. A., muy 
interesado por el desarrollo y bienestar de los institutos píos, sacó de su caja privada para que fuesen suministradas a su instituto, tan 
sabiamente dirigido por V. S. 

Rogándole me devuelva, debidamente firmado, el adjunto recibo, para justificación de contabilidad, tengo el gusto de profesarme con 
todo aprecio, 

En funciones de suplente del primer Ayudante de Campo 

P. BALBO 
El Venerable, no satisfecho con darle las gracias por carta, manifestaba públicamente al Duque su agradecimiento, haciendo insertar 
este articulito en la Unidad Católica del 30 de diciembre: 

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BENEFICENCIA


Su Alteza, el Príncipe Amadeo, duque de Aosta, informado de los grandes apuros económicos en que se encuentran los pobres internos 
del establecimiento de San Francisco de Sales, ha enviado amablemente la limosna de doscientas liras de su caja particular. Por este 
beneficio y muchos otros anteriormente concedidos, con el alma llena de gratitud, le dan los beneficiados las más cordiales gracias e 
invocan copiosas bendiciones del cielo sobre él sobre su augusta esposa. 

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((447)) 

CAPITULO XXXV 

LAS NAVIDADES -DON BOSCO COMUNICA A LA CONDESA CALLORI QUE ESPERA IR A VISITARLA EN CASALE, 
ANTES DE PARTIR PARA ROMA -EN CASALE CURA A UNA MUCHACHA SORDA -CURACION DEL CONDE SOLARO DE 
LA MARGHERITA -SERMON DE DON BOSCO EN LA IGLESIA DE MARIA AUXILIADORA -LA IGLESIA DE LA 
INMACULADA EN GENOVA -DON BOSCO FELICITA Y DA GRACIAS A LA SUPERIORA DE LAS FIELES COMPAÑERAS 
-SU CARTA AL ARZOBISPO CON SU OPUSCULO CORREGIDO: EL CENTENARIO DE SAN PEDRO -CHARLA DE DON 
BOSCO A LOS SOCIOS: NO HACER NADA PERJUDICIAL A UN CLERIGO; CUMPLIR LOS PROPIOS DEBERES; PEDIR 
PERMISO PARA COMPRAR LIBROS; NO DESACREDITAR LAS COMPAÑIAS PIADOSAS ANTE LOS MUCHACHOS -CARTA 
DE DON BOSCO A MONSEÑOR RICCI: PROMETE ORACIONES POR EL PAPA Y POR EL FUTURO CONCILIO -MUERTE 
DEL BANQUERO COMENDADOR COTTA -CARTA DE DON BOSCO AL DIRECTOR DE MIRABELLO: AGUINALDO PARA 
LOS SUPERIORES Y PARA LOS ALUMNOS; PROMUEVANSE LAS SUSCRIPCIONES A LA BIBLIOTECA DE CLASICOS 
ITALIANOS -AGUINALDO PARA EL COLEGIO DE LANZO: HAGANSE ORACIONES DEL 7 DE ENERO AL 7 DE MARZO; 
TEMAS DE PREDICACION -CHARLA DE DON BOSCO A LOS ALUMNOS DEL ORATORIO: AGUINALDO; ENCARGA 
ORACIONES ESPECIALES PARA DOS MESES; ANUNCIA QUE DURANTE EL 1869 SERAN LLAMADOS A LA ETERNIDAD 
SEIS MUCHACHOS; ANUNCIA ((448)) QUE LOS ASUNTOS DEL ORATORIO SE DESARROLLARAN MUY BIEN DURANTE 
EL AÑO PROXIMO; RECOMIENDA QUE SE RECE POR LOS PADRES Y POR LOS DIFUNTOS 

EL 24 de diciembre, escribe don Miguel Rúa en la crónica, «se hizo una solemne fiesta de Navidad. A la misa de medianoche acudió 
mucha gente, hubo numerosas comuniones, se cantó un motete a tres voces en el que llamaba la atención el bonito coro de pastores, que 
alternaba una melodía sencilla y pastoril 
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con los sublimes acentos de los ángeles, situados alrededor de la cúpula». 

Aquel mismo día escribía don Bosco a la condesa Callori: 

Benemérita Señora: 

He recibido con verdadera satisfacción sus cristianos augurios; se los agradezco de corazón. En recompensa, el último día del año 
celebraré la santa misa y nuestros muchachos comulgarán en el altar de María Auxiliadora, según su pía intención y señaladamente para 
pedir salud y perseverancia en el bien para usted, su Victoria y toda la familia. 

Dentro de poco debo hacer un viaje a Roma, pero antes espero poder ir a pasar un día en Casale y ya hablaremos. íEs terrible el caso de 
Montiglio! Esperamos que haya hallado misericordia ante el Señor. Hemos rezado y seguiremos rezando por él. 

Dios la bendiga, señora Condesa, y con usted a su familia y todas sus obras de caridad. Recuerdos de don Juan Cagliero; esta noche ha 
habido una gran fiesta y se cantaron los villancicos de ángeles y pastores. Hubo las tres misas, con la iglesia a rebosar de gente, y 
numerosísimas comuniones. Deo gratias! 

Ruegue por mi pobre alma y créame, con el mayor agradecimiento, 

De V.S. 

Turín, 25 de diciembre de 1868. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

La carta iba dirigida a Casale con el ruego de remitirla al señor Federico. 

La Condesa había terminado por aquellos días su veraneo en Vignale y se había trasladado al palacio de Casale, para pasar en él una 
parte del invierno. 

((449)) Allí fue a visitarla don Bosco, tal y como le había prometido, y acaeció un hecho digno de notar. He aquí la relación: 

Era el año de 1868. Tenía yo diez años. Iba en coche descubierto con mi padre (administrador a la sazón de la Casa Callori) 
acompañando, de Casale a Mirabello, a un hermano que volvía al colegio. Cayó un enorme aguacero y agarré un fuerte constipado, que 
me dejó sorda. 

No es para contar la pena de mis padres al verme en aquel estado: pusieron en juego todos los medios para que recobrara perfectamente 
el oído. Al cabo de varios meses, gracias a los remedios que me aplicaron, pude oír, pero con los cambios de temperatura volvía siempre 
a mi sordera. 

Encontrándome yo en tal estado vino don Bosco a Casale Monferrato. Ya entonces gozaba de fama de santo. Mi madre, que, tenía la 
suerte de conocerlo, al saber que iría a comer con la ilustrísima señora condesa Carlota Sambuy de Callori, pidió permiso para 
presentarme a don Bosco en su palacio, a fin de que me 

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bendijera en nombre de María Auxiliadora. La buena señora accedió enseguida; me llevaron con mi madre a un salón, donde se hallaba 
presente toda la noble familia Callori y otras personas que pueden atestiguar el hecho. Don Bosco, que ya había sido avisado antes y 
había aceptado con gusto la petición, se volvió hacia un cuadro de la Santísima Virgen y recitó varias oraciones, a las que nos unimos 
todos. Después me bendijo, me regaló una medallita de María Auxiliadora y me mandó recitar una oración. Mi madre le dio las gracias y 
le entregó una pequeña limosna para su iglesia. 

Nuestra vivienda estaba en la planta baja del palacio. Al bajar la escalinata, acompañada por la condesita María Concepción Callori, 
hoy condesa De Viry, volvióse ésta de repente hacia atrás y corrió hacia mi madre gritando: 

-íSerafina ya no está sorda, Serafina oye! 

Mi madre ya se había dado cuenta de ello, pero no se atrevía a decirlo temiendo fuera una ilusión. Pero aquel grito la sacó de dudas y 
estalló en manifestaciones de alegría y agradecimiento a María Santísima. 

En aquel instante, dada mi edad, yo no fui capaz de advertir la rápida curación, obtenida por mediación de don Bosco, pero recuerdo 
muy bien el mal sufrido, las curas que me prestaron, la bendición de don Bosco y cómo, a partir de aquel instante hasta hoy, no he tenido 
que recurrir jamás a los médicos por causa de la sordera, aunque me haya expuesto al frío y al mal tiempo sin el menor cuidado. 

4 de septiembre de 1895. 

Sor SERAFINA OSELLA Hija de María Auxiliadora 

((450)) El sacerdote Domingo Osella, hermano de sor Serafina, nos escribió también una relación similar. 

Otra bendición había manifestado el poder de María Santísima. 

Ya hemos dicho que, por agosto de aquel año, estuvo gravemente enfermo el conde Solaro de la Margherita. Pues bien, después de 
algunos altibajos de la enfermedad, curó. El 26 de diciembre, por la noche, contaba don Juan Bautista Francesia a los muchachos: 

El conde de la Margherita sufría hacia tiempo tales desmayos, tres o cuatro veces al día, que hacían temer por su vida de un momento a 
otro. Don Bosco fue a visitarle, le bendijo y la Condesa prometió dos mil liras para la iglesia, si el Conde sanaba. Aquel día cesaron los 
desvanecimientos; pero la Condesa, llegado el tiempo de entregar las dos mil liras, dijo a don Bosco: 

-Pero yo entendía que el Conde se pusiera como antaño y quedara verdaderamente en perfecta salud. 

Don Bosco le contestó: 

-Perdone, pero esto es retirar la palabra con la que usted se expresó; yo entendí que su deseo era que cesaran los desvanecimientos; y no 
se podía entender de otro modo. Por lo demás, piénselo usted y entiéndaselas con el Señor. 

Hacía ya varios días que el Conde no sufría más desfallecimientos de aquéllos, pero desde aquel mismo momento volvieron de nuevo a 
repetirse los desmayos, más 

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seguidos y más fuertes, de modo que los de la familia creían que iban a perderlo muy pronto. Mandaron llamar a don Bosco; la Condesa 
protestaba que daría enseguida las dos mil liras sin poner más condiciones y que reconocía la gracia por la intervención de la Virgen, con 
tal de que cesaran aquellos desvanecimientos. Entregó las dos mil liras y al momento cesó el mal. Ahora disfruta el Conde de una salud 
como hacía mucho tiempo no había gozado, aun antes de la enfermedad. 

Don Joaquín Berto dio testimonio de la narración de don Juan Bautista Francesia, escribiendo: «Este hecho se lo oí narrar yo mismo a 
don Bosco y no una, sino varias veces». 

Esta fausta noticia se divulgó rápidamente por las casas de la nobleza del Piamonte y la condesa de Camburzano, viuda desde hacía 
poco tiempo, escribía al caballero Oreglia: 

((451)) 

Fossano, 27 de diciembre de 1868 

Apreciadisimo caballero Oreglia: 

No puedo expresarle la satisfacción que experimenté al leer las milagrosas noticias del conde Solaro. 

Gozo enormemente por la confianza que esta curación despertará en todos los corazones católicos, en todas las almas que sienten amor 
por María Auxiliadora: gozo, además, y mucho por mis sentimientos especiales de admiración y aprecio al conde Solaro. La Condesa 
debe estar loca de alegría: que piense en mí esa buena señora, para sentir más profundamente aún los favores celestes que recibe... 

Permítame recordar, después de esa gracia insigne, una más pequeña que recibí ayer, y no la confío más que a don Bosco y a usted. 

Por la tarde me anunciaron la visita del señor T... No había tiempo más que para elevar el corazón a la Santísima Virgen. Temía yo una 
discusión o cuando menos la explicación que se me había pedido sobre el asunto del nombre. Prometí incontinenti encargar una misa de 
cinco liras para conjurar el peligro. 

Entró, se desarrolló la visita cortésmente y no hubo la menor cuestión sobre aquel asunto. Ya ve usted, Caballero, que en mi viaje a 
Turín parece haya llevado conmigo una pizquita, o mejor diría, como una centella de las espléndidas gracias con las que María Santísima 
se complace colmar a los devotos de su bellísima iglesia. Me parece un justo deber de gratitud no pedir por el momento más gracias 
temporales,teniendo como obtenida del poderoso patrocinio de la Inmaculada Virgen María esta última del nombre. 

Pídale para mí espíritu de oración y resignación por la amarga separación de mi Victorio. En estos días solemnes de fin de año, he 
sentido más acerbamente la amarga partida, el aislamiento del corazón, que sólo una fe más viva podría mitigar... 

Condesa de CAMBURZANO 

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También la Unidad Católica del 30 de diciembre dio la noticia de la referida curación. 

El Conde Solaro de la Margherita. -Tenemos la satisfacción de anunciar el casi total restablecimiento de la salud del conde Solaro de la 
Margherita. Dios ha escuchado las oraciones de los católicos y quiere conservar un esforzado defensor de la Iglesia y del Papado, una 
gloria de Italia y una esperanza del Piamonte. 

Pero la gracia, fue concedida para poco tiempo. El Conde estaba maduro para el cielo y Dios le llamó a sí el 12 de noviembre de 1869, 
después de una vida plena de trabajo, virtud y gloria. 

((452)) El domingo 27 de diciembre, fiesta de san Juan Evangelista, predicó don Bosco en la iglesia de María Auxiliadora y desarrolló 
los dos puntos siguientes: 

-Hay que evitar con toda diligencia dar escándalo y no hay que esperar a repararlo en punto de muerte. Puso de relieve la predilección 
de Jesús por san Juan, modelo de pureza, y el enojo y las amenazas del Salvador contra los escandalosos. 

Hasta este día había dirigido él las instrucciones dominicales, empezadas en el púlpito de la capilla-cobertizo y continuadas en la iglesia 
de san Francisco de Sales. No dejó de predicarlas, por algún tiempo, en la nueva iglesia: llegaba en ella su clara voz argentina a todos los 
rincones; pero, finalmente, le sucedió don Miguel Rúa quien, durante muchos años, desarrolló y comentó, por la mañana, la historia 
universal de la Iglesia Católica comenzando por la del Antiguo Testamento. 

El marqués Mario Cambiaso, secretario de la Comisión para la construcción de la Iglesia de la Inmaculada Concepción en Génova, en 
la calle Assarotti, se dirigía el 26 de diciembre a don Bosco rogándole se asociara a la Comisión para poder terminar aquella iglesia. Se 
trataba de distribuir entre los devotos y ricos turineses unas obligaciones gratuitas para pagar treinta mil liras de deudas atrasadas y lograr 
cubrir el sagrado edificio. El Venerable escribió sobre el papel; «Ocúpese de ello el Caballero», o sea, el caballero Oreglia. 

El 28 de diciembre escribía a la reverenda Madre Eudoxia, Superiora del Instituto de las Fieles Compañeras de Jesús, en Turín, situado 
detrás de la Gran Madre de Dios. 

Reverenda Madre: 

Gracias por su limosna en honor de María Auxiliadora. Que esta Madre celeste recompense generosamente a usted, a la madre General 
y a todas sus hijas con muchos años de vida feliz y la perseverancia en el bien. Sea todo, como me dice, por la 
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gracia que piden. Pero yo quiero rezar y hacer rezar tanto que serán recibidas todas las gracias, a excepción de las que fueren contrarias a 
la mayor gloria de Dios. 

((453)) Que Dios bendiga a usted y sus trabajos y a toda su numerosa familia. Ruegue por mi pobre alma y créame con toda gratitud, 

De V. S. Rvda. 

Turín, 28 de diciembre de 1868. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Aquel mismo día enviaba una carta al Arzobispo de Turín y a su Vicario General con un ejemplar de la tercera edición del folleto El 
Centenario de San Pedro. Es una prueba de su humildad y filial devoción a la Santa Sede. 

Excelencia Reverendísima: 

Con fecha 27 de abril de 1867, enviaba el Secretario de la Sagrada ción del Indice a V. E. Rvma. una carta sobre un librito publicado 
por mí, que se titula El Centenario de San Pedro, con la vida del mismo Príncipe de los Apóstoles. En la carta incluía el voto de un 
Consultor, al que añadía varias observaciones, y terminaba aconsejando algunas correcciones para la futura edición del libro. 

La carta y el voto del Consultor requerían, en cierto modo, unas aclaraciones que, previa la aprobación de V. E. se hicieron y enviaron a 
Roma. Tras el intercambio de algunas cartas, el mismo Secretario, desde Roma y con fecha del 15 de julio de 1867, dejando intacta la 
narración de la vida del santo Apóstol, me aconsejaba solamente omitiera un período en el Apéndice sobre la venida de San Pedro a 
Roma, en el que se decía que este punto histórico era ajeno a la fe; y también otro período, del triduo colocado al final del libro, como 
preparación a la fiesta de los santos apóstoles Pedro y Pablo. Allí no estaba bastante explicado el caso en el cual, cuando se infringe un 
artículo de la ley, el cristiano se hace culpable de todos los demás artículos. Estos dos períodos fueron quitados fielmente. 

Ahora le envío un ejemplar de la nueva edición del mismo libro, en el cual, además de las dos citadas correcciones, he hecho preceder 
unas aclaraciones sobre las fuentes de las que fueron tomadas las noticias contenidas en el librito. 

Como seguramente se conservan en esa Curia Arzobispal, la carta y el voto del Prelado consultor de la Sagrada Congregación, ruégole, 
si le parece bien, se una un ejemplar del librito y la presente carta, como documento del cumplimiento de los consejos recibidos y de la 
entera y total sumisión del pobre autor, que pretende y protesta querer ahora y siempre, en ésta y en cualquier otra ocasión, someterse a 
cualquier orden, aviso o consejo, que provenga de la Santa Sede o de V. E. Reverendísima. 

((454)) Agradezco entretanto de todo corazón la grave molestia que ha debido aguantar por este asunto y suplico tenga a bien avisarme, 
corregirme y aconsejarme en lo sucesivo, sin reserva alguna, en todo lo que juzgue para mayor gloria de Dios. 

Le auguro todas las celestes bendiciones y me proceso con la más profunda gratitud, 

De V. E. Rvma. 

Turín, 28 de diciembre de 1868. 

Su atento y seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

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El libro se titulaba: VIDA DE SAN PEDRO PRINCIPE DE LOS APOSTOLES y triduo de preparación a la fiesta de los Santos 
Apóstoles Pedro y Pablo, por el presbítero Juan Bosco. Turín, Tipografía del Oratorio de San Francisco de Sales, 1869. 

Dice en el prólogo que, habiendo pretendido, en cierto modo, escribir un tratadito popular de religión con la vida de estos santos «había 
creído oportuno omitir las citas que no parecieran absolutamente necesarias y esto únicamente para no atiborrar la mente de los lectores 
con demasiadas y frecuentes citas. Pero como algunos tuvieron dudas y también equivocaciones sobre la autenticidad de algunos hechos, 
he creído oportuno satisfacer a todos con alguna aclaración sobre los principales autores, de los que me he servido en la presente 
compilación». 

Después de una amplia relación de las fuentes, continúa el Venerable: «En esta misma edición me he esmerado también en rectificar las 
expresiones que alguien hubiera podido tomar en sentido menos recto, de cuanto yo ciertamente pretendía expresar». 

Por la noche del 28 de diciembre dio el Venerable una conferencia en el comedor a los Hermanos y a los clérigos de la casa: 

Nuestro Divino Salvador dijo, en cierta ocasión, a sus discípulos:
-Y vosotros »me queréis?
-Sí que os queremos, respondieron.
Pues bien, si me queréis, haced lo que yo os digo.
Si yo también os preguntase, me responderíais con más o menos fuerza de afecto:
-Sí que le queremos.
-Pues he aquí algunas cosas que quería exponeros y, si me queréis, haced lo que voy a deciros:
((455)) Hay algunos de vosotros que salen de casa y van a vagabundear por los pórticos del Po, donde se exponen grabados que dan


asco, y van a los cafés. Personas serias y de autoridad me hicieron el otro día este reproche: 
-Pero »cómo es eso? »Sus clérigos van a los figones? 
Os recomiendo, pues, que si uno quiere ir de paseo, si necesita dar una vuelta, pase antes a decírselo al Prefecto; pero no se vaya nunca 

por Turín sin una urgente necesidad. Para tomar un desahogo, váyase fuera de la ciudad, a la plaza de armas, por la calle de Rívoli y de la 
otra parte del puente de Moscú. 

Y luego póngase cada cual a cumplir con esmero su propio deber. Desde la hora de levantarse por la mañana, hasta la de acostarse por 
la noche, hay que estar al toque de la campana. Quien dijere que no tiene ningún trabajo entre manos, venga a mí, que yo se lo daré. Por 
lo demás, hay muchas Historias Eclesiásticas esperando que alguno vaya a quitarlas el polvo de encima. Huyamos del ocio, queridos 
hijos míos. 

No vaya nadie a comprar libros, ni siquiera con la excusa de necesitarlos; mire 

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antes a ver si están en la biblioteca; luego, si no puede tener el volumen que desea, pídalo porque el encargado de ello lo comprará. 

Desearía también que se insinuaran estas cosas a los alumnos y no querría se oyeran nunca palabras de desprecio a ninguno; como por 
ejemplo Bongiovanista 1, porque va contra las prácticas de piedad y las pone en ridículo. Si un socio de estas Compañías tiene algún 
defecto, no se lo reprochéis nunca, echándole en cara la compañía piadosa a la que pertenece, como título de afrenta. Por el contrario, 
animad a los muchachos a inscribirse en ellas y a promover así las prácticas de piedad. Por ejemplo, si se oyera que un joven dice: -Soy 
de la Compañía de San Luis, espóndasele: -Muy bien, íbravo! Continúa en ella, haces muy bien. 

Pero no se desacrediten jamás estas cosas entre los muchachos diciendo: -íNo vayas con esa gentuza! 

Y cuando hubiere inconvenientes que corregir, no se critique, sino póngase remedio a través de los superiores y, entretanto, respétese y 
alábese la buena voluntad. 

El 29 de diciembre, como se ve por el matasellos de correos, el Siervo de Dios escribió a S. E. Rvma. monseñor F. Ricci, Maestro de 
Cámara de Su Santidad, agradeciéndole el favor de una indulgencia plenaria especial, concedida a toda la Pía Sociedad. 

Excelencia Reverendísima: 

A su vuelta a Roma se dignó V. E. Rvma. mandarme la bendición del Padre Santo, con una indulgencia plenaria para ((456)) lucrarla en 
día a determinar. Le renuevo aquí las más expresivas gracias. El primer día del 1869 es el establecido para ello: pero deseo que el mismo 
Padre Santo tenga parte en ella. 

Por eso aquel día todos nosotros, con más de tres mil muchachos, los sacerdotes celebraremos la misa, ellos recibirán la santa comunión 
y rezarán el rosario y otras plegarias, según la pía intención de Su Santidad. Por nuestra parte pediremos unánimemente a la Santísima 
Virgen Auxiliadora, que quite cualquier obstáculo que pueda turbar de algún modo el tiempo, las cosas y las personas, que deberán tomar 
parte en el futuro Concilio Ecuménico. 

No dejaremos, además, de hacer oraciones especiales por S. E. A mediados del próximo mes de enero espero ir a Roma y poderle 
saludar personalmente. Nos encomendamos todos a sus santas oraciones y me profeso, 

De V. S. Rvma. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Aquel mismo día por la noche perdía el Venerable un insigne bienhechor. Copiamos de la Unidad Católica del 31 de diciembre: 

En la noche del martes, 29 del corriente, moría en Turín el comendador José Antonio Cotta, senador del Reino y banquero, a la 
avanzada edad de ochenta y cuatro 

1 Recordar: vol. VIII, págs. 300 y 301. (N. del T.) 

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años. Era verdaderamente el banquero de la Divina Providencia para los pobres, pues no hay en Turín un centro benéfico, una iglesia, una 
obra pía de cualquier clase que no haya recibido de este piadoso bienhechor grandes ayudas. Sabemos de alguno de estos centros que 
recibió varias decenas de miles de liras. De pocos se podrá decir, como del banquero Cotta, con toda verdad que transiit benefaciendo 
(pasó haciendo el bien). Por lo demás, sus buenas obras no se limitaron a la beneficencia, pues es sabido que muchos, por un motivo o 
por otro, se prodigan socorriendo las miserias del prójimo, pero no se preocupan tanto de la e integridad de costumbres y de los deberes 
religiosos. 

El banquero Cotta, como buen cristiano, unía la limosna a los ejercicios de piedad cristiana y la práctica de las virtudes evangélicas. 
Muere, pues, llorado por los pobres, cuyo padre era pater pauperum, y por todos los que le conocieron como hombre provisto de las más 
bellas dotes, adornadas con su sencillez y modestia. Y en una ciudad como Turín, donde, gracias a Dios, abundan los acaudalados que 
dividen generosamente sus haberes con los pobres, el banquero limosnero dejará de sí memoria imperecedera. 

((457)) El mismo periódico escribía el martes, 19 de enero de 1869: 

EL COMENDADOR COTTA 

He aquí las palabras con las que el presidente del Senado, Gabriel Casati, elogió al comendador Cotta: «Al anunciaros la pérdida del 
senador comendador José Cotta, no puedo dejar de sumarme al eco de las múltiples bendiciones que su ciudad nativa, la población de sus 
posesiones, todos los institutos benéficos de una y de otra, y la masa de los pobres dedican a su nombre. Era un hombre caritativo por 
excelencia, el consuelo de los desgraciados. Nació en Turín el 3 de abril de 1785. Desde su juventud se dedicó al comercio en el que fue 
muy prudente y honradísimo. 
Por eso gozaba de ilimitada confianza y particular respeto. Fue durante muchos años cónsul en la Cámara de Comercio de Turín y 
desempeñó este cargo de tal modo que se ganó el aprecio de cuantos tuvieron que rozarse con él. Su nombramiento de Senador data de la 
primera institución del Senado. Mientras éste residió en Turín fue muy asiduo a las sesiones y, sólo después de su traslado no pudo asistir 
a nuestras reuniones, dado que la edad y su delicada salud se lo impidieron, de lo que se dolía manifestándome su sincero pesar. Las 
ganancias de su banco eran repartidas, en gran parte, en limosnas; ningún director o encargado de un establecimiento benéfico recurría a 
él y salía con las manos vacías, sino todo lo contrario, a veces con sumas considerables. Y completó su obra en este punto con sus 
disposiciones testamentarias». (Actas Oficiales, número 322, pág. 1149). 

Don Bosco aplicó sufragios por la bendita alma de su amigo al que no cesó de proponer como modelo de sus bienhechores. 

Por fin envió a cada casa el aguinaldo esperado. Al comunicarlo a Mirabello, agradecía al Director la generosa cantidad que le había 
mandado. 
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Carísimo Bonetti: 

Gracias por el buen principio de año. Me va a las mil maravillas para pagar las deudas de la casa. Gracias también a don Francisco 

Provera. 

Ahora vamos al aguinaldo. 

Para ti y Provera: Corregíos mutuamente los defectos sin molestaros nunca por ello. 

Para la Sociedad: Ahorrar viajes, y por cuanto se pueda no se vaya a casa de los parientes. El padre Rodríguez trata este tema con 

superabundancia. 

Para los muchachos: Que fomenten de obra y de palabra la comunión frecuente y la devoción a la Santísima Virgen. 

((458)) Tres argumentos para el que predica: 

1.° Evitar las malas conversaciones y las malas lecturas. 

2.° Evitar los compañeros disipados o que dan malos ejemplos. 

3.° Huir del ocio y practicar todo lo que puede ayudar a conservar la santa virtud de la modestia. 

Tú, además, observa todo, habla con todos; lo demás lo hará la bondad del Señor. 

Todo bien para ti y para toda esa familia de Mirabello. Amén. 

Turín, 30 de diciembre de 1868. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. -El Director de las escuelas promueva las suscripciones a la Biblioteca Italiana. 
Al día siguiente escribía a los de Lanzo: 

Turín, 31 de diciembre de 1868 

Queridísimo don Juan Bautista Lemoyne: 

Me ha producido una gran satisfacción tu carta y la de tus muchachos y míos que se dignaron escribirme con las más afectuosas 
expresiones. Las he releído de cabo a rabo y, con gusto respondería a cada uno, de no impedírmelo materialmente la falta de tiempo. 
Diles, por tanto, de mi parte que me han causado verdadero placer, que les doy gracias de todo corazón, que me interesaré por ellos todo 
lo que pueda, para bien de su alma y de su cuerpo. Y como deseo que durante este año se promueva de un modo particular la devoción a 
la bienaventurada Virgen María, te envío algunas estampas para distribuirlas a internos y externos. Me gustaría que todos se 
acostumbraran a recitar la oración que hay al pie de la misma, compuesta por el Padre Santo. 

A propósito del Papa, di a todos los muchachos que él les envía su santa bendición, acompañada de indulgencia plenaria para el día que 
tú fijes, previa confesión y comunion. 

Y vamos ahora al aguinaldo. 

A ti y para ti: Cuida tu salud; para los maestros y asistentes, para el prefecto, el ecónomo, el director de estudios, etc., hablarles con 

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frecuencia y decirles siempre todo lo que sucede; para todos: usarás suma paciencia y vigilancia. 

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Para los de la Sociedad: Ahorrar viajes en lo posible y, por cuanto se pueda, no ir a la casa paterna. Léase el padre Rodríguez ad hoc. 

Para los muchachos: Fomenten la comunión frecuente y la devoción a María Santísima. 

Para el Director de estudios: Muchos suscriptores a las Lecturas Católicas y a la Biblioteca Italiana. 

Para Sala y Bodratto: Que ahorren mucho dinero. 

((459)) Para mi tengo que pedirte un favor, que es éste. A partir del 7 de enero hasta el 7 de marzo próximo, rezad cada día un 

padrenuestro, avemaría y gloria al Santísimo Sacramento y una salve a la Virgen. Los que puedan, añadan una santa comunión según mi 
intención por una gran necesidad. Yo procuraré, mis queridos jóvenes, recompensaros con un regalo que os va a gustar mucho. 

Te encomiendo además a ti, carísimo Lemoyne, que trates estos tres temas principalmente, a lo largo del curso: 

1.° Evitar las malas conversaciones y a quienes las sostienen, haciendo notar el escándalo que de ellas se deriva. 

2.° Fuga del ocio y de los ociosos. 

3.° Hermosura de la virtud de la modestia y medios para guardarla. 

Por mi cuenta no dejaré de encomendaros cada día en el sacrificio de la santa misa, pidiendo por mí y por vosotros, para que 
perseveremos todos en el bien hasta el fin de la vida, podamos vernos a menudo en este mundo y, después, un día, Dios lo quiera, nos 
reunamos en torno a María Auxiliadora en la eternidad feliz. Amén. 

Afmo. en Cristo JUAN BOSCO, Pbro. 

A los alumnos del Oratorio les dio el aguinaldo de palabra. Se lee en la Crónica: 

31 de diciembre de 1868 

El último día del año 1868 se reunieron en el salón de estudio todos los alumnos, estudiantes y aprendices, sacerdotes y clérigos, 
maestros y asistentes para recibir el acostumbrado aguinaldo de don Bosco. Después de las oraciones habló y dijo: 

-Esta noche, a las doce, acaba el año 1868 y empezamos el 1869. Es ésta una gran noche, mis queridos hijos. Este año termina para 
siempre y no volverá más. Viene el 1869 y detrás el 1870, 71, 72, etc. y esperamos verlos, si el Señor nos concede vivir; pero el 1868 no 
volverá jamás. Desapareció un año de nuestra vida. 

Durante este curso, como visteis, tuvimos que despedir a varios alumnos, a unos por tener malas conversaciones, a otros por tocar el 
arpa sin haber aprendido música. Haced de modo que don Bosco no se vea obligado a renovar semejante disgusto. 

Este año tendremos diversos sucesos. Hay que distinguir entre los de fuera y los de dentro. Los de fuera los dejamos en manos de Dios. 
Los de dentro los preveo buenos, preveo mucho bien en nuestra casa. Sin embargo hay seis de vosotros que deben ir a la eternidad, al 
paraíso. Estad preparados. 

»Y qué aguinaldo dará don Bosco? 

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((460)) Para don Bosco: Que mientras se ocupa del bien del alma de los demás, no se olvide de la suya. Para el Prefecto: Paciencia con 
todos. Para todos los demás sacerdotes, clérigos, asistentes y maestros, en general: Que vigilen. A los asistentes: Puntualidad en sus 
propios deberes. A los maestros: Que impidan las malas conversaciones, que hagan bien a todos y no hagan mal a nadie, que pregunten 
con frecuencia a sus alumnos en clase. A todos en fin: Que hagan todo para dar gloria a Dios. A los empleados en trabajos materiales: 
Haga cada uno lo que pueda para ser diligente en el desempeño de sus propias obligaciones y oficios. A todos los alumnos, estudiantes y 
aprendices del primero al último: Evitar las malas conversaciones contra las costumbres, contra la religión o contra las prácticas de 
piedad. 

»Por qué, diréis vosotros, insiste tanto don Bosco en que se alejen las malas conversaciones? »Por qué? Corrumpunt bonos mores 
colloquia mala. Las conversaciones malas son la causa desastrosa de la ruina de las almas. Lo dice san Pablo. Yo ya preveo que algunos 
de vosotros serán expulsados del Oratorio porque tendrán malas conversaciones. Estos están aquí ahora, me oyen y aún tienen tiempo 
para enmendarse. Sed agradecidos a don Bosco y a todos los demás que se ocupan de vuestro bien. »De qué manera? Dejen los malos de 
escandalizar, pongan buena voluntad para enmendarse, porque de otro modo tendrán que ser enviados a su casa. 

Debo, sin embargo, decir que preveo mucho bien para este curso. 

Entre tanto os digo que llevo entre manos un asunto de gran importancia y deseo que, del 7 de enero al 7 de marzo, se rece cada día un 
padrenuestro, avemaría y gloria a Jesús Sacramentado y una salve a María Auxiliadora. El que comulgare con este fin, hará algo muy 
bueno. 

Por lo demás, os recomiendo que recéis y comulguéis por vuestros padres, hermanos, hermanas y bienhechores que se ocupan de 
vuestro bien y se sacrifican por vosotros. Sed agradecidos. Haced también alguna mortificación para aliviar a los propios padres difuntos 
de las penas del purgatorio. »Quién, de vosotros, no tendrá entre los difuntos un hermano o una hermana, un amigo, un bienhechor? Pues 
bien; haced algo por ellos, como por ejemplo una comunión, una oración, una visita, etc. Todos ellos nos han favorecido de alguna 
manera. Hacer un bien a un desagradecido es hacer un mal, dice un poeta profano. Sed, pues, agradecidos a los beneficios y a vuestros 
superiores, a vuestros maestros y a todos los que colaboran para vuestro bien. 

No sabemos si acabaremos todos este año, pero, ante esta incertidumbre, estemos todos preparados. Yo encomendaré vuestras almas al 
Señor y vosotros rogad por mí, para que, al llegar la muerte, nos encuentre a todos bien preparados. 

Una cosa más: acordaos de entregar el dinero al Prefecto. Nadie haga compras fuera de la casa. 

((461)) Ahora digamos dos padrenuestros y avemarías: uno, con el gloria, por nuestros padres y bienhechores, y otro, con el requiem, 
por nuestros compañeros difuntos: más una salve a la Virgen. 

Las exhortaciones de don Bosco a los alumnos del Oratorio y las cartas a los de Mirabello y Lanzo, pretendían alejar el pecado, 
promover las vocaciones al estado eclesiástico y religioso y obtener de Dios que la Iglesia aprobara la Pía Sociedad. La bondad divina le 
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inspiraba y sostenía, demostrando su influencia sobre los grupos de alumnos y muchas veces sobre cada uno de los individuos. 

Era alumno aquel año en el colegio de Lanzo, Antonio Varaia, natural de Leyný (Turín), huérfano de padre y madre, paupérrimo; había 
perdido la ayuda de dos almas generosas: la de don Angel Savio, profesor de retórica, retirado, y la de sor Atanasia, Superiora de las 
Hijas de la Caridad, cambiada después de más de veinte años del Hospital de Lanzo al de Mirabello. Como el muchacho no podía pagar 
la pensión pensaba volver a Mathi, con una hermana suya, e ir a apacentar los ganados durante el invierno. Pero la última noche que 
pernoctó en el Colegio, apenas se durmió, le pareció que se hallaba en el patio interior y que iba al locutorio, junto al cual había un 
pequeño columpio, donde distraer su aflicción. Con maravilla y temor, vio en la sala a Nuestro Señor Jesucristo y, oprimido por el brillo 
de su majestad, le pareció que caía desvanecido por tierra. El Divino Salvador le tomó de la mano y amablemente le dijo: 

-No temas; yo te haré de padre, ya que los hombres te abandonan. Confía en mí. 

Y el muchacho, de rodillas junto a él, exclamó: 

-Señor, concédeme la gracia de ser sacerdote misionero. 

Jesús le miró, con aire de inefable bondad, y sonriendo le respondió: 

((462)) -Lo uno y lo otro. 

-Sí, Señor, replicó el muchacho, hacedme sacerdote y misionero. 

Y Jesús repitió con la misma dulcísima sonrisa: 

-íLo uno y lo otro! 

Entretanto le pareció a Varaia contemplar una tierra lejana, habitada por enemigos del nombre de Cristo. Transportado allí, después de 
diversos episodios de persecucción, le pareció que moría crucificado y que recitaba con afecto el avemaría. Presentósele entonces la 
Virgen, resplandeciente, causándole con su mirada una alegría celestial, pero un misterioso velo rojo se extendió entre él y la Santísima 
Virgen, como si quisiera impedirle la visión. La Virgen apartó el velo con su misma mano y de nuevo se dejó ver. Estaba él que le parecía 
morir y al mismo tiempo continuaba de rodillas, en el locutorio a los pies de Jesús, hasta que, siempre en sueños, oyó la campana que 
llamaba a los alumnos del colegio a la iglesia para oír la santa misa. 

-Señor, dijo el joven, la campana me llama a la santa misa, y, si me lo permitís, me voy. 
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-íVete, en buena hora!, le contestó el Señor. 

En aquel momento se despertó y, en efecto, sonaba la campanilla para ir a la iglesia. 

Varaia quedó tranquilizado con el sueño. Fue a Mathi con su hermana y, a menudo, volvía al Colegio donde pasaba un rato. Un día se 
encontró con el Director, quien tomó nota de lo que había soñado y, dos años más tarde, volvía al Colegio, admitido gratuitamente por 
don Bosco que le proveyó de todo. 

Hizo en Lanzo sus estudios medios, en el Oratorio de Turín los cursos de filosofía y teología, profesó en la Pía Sociedad y fue ordenado 
sacerdote en 1877. Era un modelo de santas costumbres, de sencillez, humildad y celo apostólico por la salvación de las almas. Estuvo al 
frente ((463)) de la dirección en la Casa de la fábrica de papel en Mathi y en la Colonia de Saint-Cyr en Francia, y en diciembre de 1891 
era enviado por los superiores a las misiones de Palestina. Infatigable en el sagrado ministerio, hizo mucho bien a los jóvenes recogidos 
en las casas de Cremisán, Beitgemal, Belén y Nazaret, hasta que murió en Jerusalén en nuestra escuela italiana, el 19 de octubre de 1913, 
a los sesenta y cuatro años, después de haber sido director en varias casas durante catorce años. 
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((464)) 

CAPITULO XXXVI 

LOS TRES AZOTES PREDICHOS POR DON BOSCO -LOS TRES CUADROS QUE DE ORDINARIO SE PRESENTABAN AL 
VENERABLE EN SUS SUEÑOS -ALGUNAS PALABRAS SUYAS -PRIMER AZOTE: LA PESTE -SEGUNDO AZOTE: LA 
GUERRA -TERCER AZOTE: EL HAMBRE -ESTOS AZOTES NO SE REFERIAN SOLAMENTE A ITALIA -UNA MIRADA A 
ARGELIA -DON BOSCO Y MONSEÑOR LAVIGERIE 

DON Bosco cerró su última charla a los muchachos al acabarse el 1868 con una predicción. Lo mismo que se había cumplido la parte del 
sueño, que contó el 31 de diciembre de 1867, referente al número de los que morirían aquel año, así también, debía cumplirse esta 
predicción. 

Conviene repetir en cuanto a ella que, generalmente, iban apareciendo ante la mente del Venerable en la visión del futuro tres amplios 
cuadros contemporáneos, principales. La Iglesia Católica, la Pía Sociedad de San Francisco de Sales y los muchachos del Oratorio. 
Hablando de ello en alguna ocasión, trató del primero por su carácter más amplio, omitiendo el tercero; pero las más de las veces no 
hablaba del primero, o bien, solamente lo indicaba y se entretenía exponiendo el tercero por ser más útil para sus muchachos, renunciando 
en muchas ocasiones a la claridad para cubrir cuanto podía redundar en su honor. 

Así en la narración del 31 de diciembre de 1867, además de lo que se refería a los muchachos, había contemplado sucesos públicos que 
habrían ocasionado grandes males para muchos años, como la peste, el hambre y la guerra, y el espectáculo fue ((465)) tan vivo que el 
Venerable lo recordaba diecisiete años después. Decía en 1884: 

-El principio de los hechos soñados data de 1868, y no acabarán de realizarse hasta 1888, época de grandes acontecimientos para la 
Iglesia, salvo que se retarden, lo cual depende de causas libres. 

Y después, como distraído, pensando tal vez en otra cosa, aún repetía: 

-íQué sucesos los del 1888 y los de 1891! 

Seguimos para más exactitud de nuestra narración. 
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El primer azote predicho por don Bosco fue la peste. La terrible mortandad parecía acabada por completo a finales de 1867 y se 
empezaba a creer que había desaparecido todo peligro. Por eso el anuncio de una peste en aquellas circunstancias podía parecer una 
profecía fácil. Pero don Bosco, sin preocuparse ni un ápice de lo que se hubiera podido decir, se sintió obligado a anunciar lo que había 
visto en un sueño, cuya importancia él conocía. El azote había quedado en suspenso, pero no extinguido, mientras Dios esperaba que los 
hombres hicieran penitencia; y don Bosco advertía a sus muchachos que estuvieran alerta y no le ofendieran. 

En 1868, y en los cuatro años siguientes, se dieron casos de cólera en diversos lugares, pero no se manifestaron focos de infección. Sin 
embargo don Bosco, cuando tuvo conocimiento de ello, se lo comunicaba a menudo a los muchachos y les repetía con seguridad que el 
escudo contra el contagio era la medalla de María Auxiliadora. Se lo había asegurado el único que podía hacerlo y se cumplió de manera 
portentosa, como veremos. 

En el 1873 con una siniestra llamarada presentóse la epidemia en Treviso y Venecia. Invadió también las provincias de Padua, Brescia 
y Parma. Fue más mortífera en unos sitios que en otros, pero siempre terrible. En estas provincias, según el Boletín de la Gaceta Oficial, 
hubo por término medio un centenar de casos diarios de apestados, durante tres meses, y dos tercios de ellos murieron en pocas horas. 

((466)) En 1874 quedó el mal como escondido y permaneció casi endémico sin notable mortandad, mientras otras desgracias oprimían a 
la pobre Italia durante bastantes años. 

En el verano de 1883 la peste estaba en Egipto y se asomaba a las puertas de Italia con espanto de las ciudades marítimas. Los 
habitantes de Bríndisi se alborotaron y se opusieron al desembarco de pasajeros del correo de la India, porque las autoridades hacían 
algunas excepciones con ellos en cuanto a la cuarentena establecida. 

En 1884 estallaba el cólera en Tolón, por navíos infectados, procedentes de Tonquín (Indochina), y después en Marsella. Italia se 
inundó con millares de obreros que escapaban aterrorizados y volvían a la patria, llevando consigo el germen de la enfermedad. Esta se 
fue extendiendo por el Piamonte, Bérgamo, Liguria, Emilia, Toscana y Nápoles. En agosto estaban infectadas veinticuatro provincias y 
ochocientos cincuenta y ocho municipios. 

En la provincia de Cúneo hubo tres mil trescientos cuarenta y cuatro casos y mil seiscientos cincuenta y cinco muertos. 
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En la de Génova, dos mil seiscientos diecinueve casos y mil cuatrocientos treinta y ocho muertos. 

En La Spezia, mil trescientos ochenta y ocho casos y seiscientos diez muertos. 

Sólo en la ciudad de Nápoles llegaron a catorce mil doscientos treinta y tres los casos y a siete mil los muertos. 

En Nápoles y provincia se dieron quince mil novecientos setenta y siete casos y hubo siete mil novecientos cuarenta y cuatro muertos. 

Por consiguiente hubo en Italia muchos casos y muchos muertos: 
y es fácil que las cifras sean inferiores a las verdaderas. 

En 1885 aparecía el cólera en Marsella, y segaba innumerables víctimas en España durante cerca de seis meses. Los periódicos 
españoles afirmaban que hacía medio siglo no se recordaba mortandad como aquélla. En el interior de Italia, la epidemia invadió 
veinticinco provincias y ciento cincuenta y dos poblaciones; la más castigada fue la provincia de Parma. En Sicilia, solamente en 
Palermo, se dieron cuatro mil setecientos sesenta y siete casos con dos mil quinientos sesenta y ocho muertos, y en la provincia de 
Trápani desaparecieron centenares de familias. Las estadísticas registraron tres mil cuatrocientos cincuenta y nueve muertos, sobre seis 
mil trescientos noventa y siete casos, acaecidos en Italia. 

En 1886 aparecía la peste violenta y repentinamente en Bríndisi, ((467)) en Bari y en la provincia de Lecce. Parecía que el cólera se 
hubiera instalado en pueblos y ciudades del Véneto, donde duraba hacía un año, aunque sin intensidad; en Venecia se contaron cuarenta 
casos por día. En cambio se extendía por tierras de Nápoles, Toscana y Piamonte. En Asti, Cúneo y muchos otros pueblos hubo víctimas. 
En Bolonia se unió la viruela al cólera y llenó de terror a la población, porque el número de vidas que segaba no era inferior. 

Finalmente, en 1887 hubo casos en Siracusa, Caltanisetta, Trápani y Palermo, pero la peste se quedó estacionaria. En cambio causó 
estragos en Catania, donde hubo seiscientos cuatro muertos en julio, según la relación médica. También Mesina fue azotada con gran 
estrago: en un solo día hubo más de doscientos casos. Las provincias de estas dos ciudades fueron atormentadas con la peste, y Nápoles 
tampoco se libró. 

Otro suceso previsto fue la guerra. 

Napoleón III había cooperado a aumentar el poderío de Prusia, su terrible rival, al declararse neutral en la guerra de 1866; y Prusia no 
esperaba más que el momento oportuno para invadir Francia y aplastarla. Su rey, Guillermo I, respondía en Kiel, el 11 de septiembre 
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de 1868, al Rector de aquella Universidad, el cual había aludido en su mensaje al común deseo de paz, que también él la deseaba, pero 
que la garantía de ésta era su ejército, que ya había probado cómo él no temía aceptar y llevar a buen término una lucha que se le había 
impuesto. Todos vieron en estas palabras un guante de desafío arrojado al rostro de Francia. 

Y he aquí que el 19 de septiembre de 1868 el almirante español Topete enarbolaba en Cádiz la bandera de la rebelión y con él se 
alzaron la flota y el ejército. En diez días fue expulsada de España la dinastía reinante. La reina Isabel II se refugió en Francia; y, con 
derramamiento de sangre por la resistencia de algún regimiento fiel a su deber, los rebeldes entraron triunfantes en Madrid, entregaron 
treinta mil ((468)) fusiles a la plebe y formaron un gobierno provisional. Con Topete, los generales Serrano y Prim quedaron dueños de la 
situación. 

Pesaba sobre Prim la acusación de no ser más que un instrumento asalariado de Prusia, la cual se aprovecharía de él para imponer el 
desorden en España, con la intención de crear estorbos a Francia y hacer imposible a Napoleón III toda alianza. Más aún, con este fin 
había recibido de Prusia seiscientos mil táleros 1 en préstamo. Prim desmintió a la Presse de París, que había manifestado abiertamente 
estas noticias el 10 de octubre. 

Sea como fuere, España caminaba a tumbos. Sin hablar de los caudales dilapidados, de las leyes sectarias emanadas contra la Iglesia, 
del templo protestante levantado en Madrid, diremos que el 1868 y 1869 fueron años de horrenda vejación para España. 

Cuba se sublevó al ver lesionados sus intereses, y hubo que enviar muchas tropas para frenar la situación con sangrientos combates. 
Las Canarias se opusieron a las leyes del Gobierno con motines audaces. Los republicanos y la chusma armada querían la república. 
Cádiz, Málaga, Sevilla y Jerez, en Andalucía; Tarragona, Zaragoza, Balaguer, Barcelona, Valencia donde aquéllos se atrincheraban, 
fueron bombardeadas y reconquistadas en diversos momentos, después de muchos días de grandes estragos. 

La idea republicana iba prendiendo en muchas otras ciudades, y en su nombre, centenares de cuadrillas de asesinos a sueldo cometían 
horribles delitos, y se cargaba de impuestos a la población de los pequeños centros, ya oprimidos por enormes contribuciones. En varias 
provincias, una gran incitación a la rebelión hacía temer al 

1 Tálero o táler. -Moneda antigua alemana de plata, equivalente a cinco pesetas. (N. del T.) 
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Gobierno nuevos motines para proclamar rey al Duque de Madrid, don Carlos de Borbón y de Este. Numerosas bandas de guerrilleros 
empezaron a alistarse, pese a los arrestos, fusilamientos y decapitaciones. 

El ejército, cansado de acudir de una a otra parte para dominar las sediciones, se alborotaba; y en Cuba las tropas habían rehusado 
obediencia ((469)) a los mandos. El desastre del edificio revolucionario era completo. 

El Gobierno Provisional, sintiéndose incapaz para restablecer el orden, promulgó una Constitución el 6 de junio de 1869, compuesta 
por las Cortes, en la que se establecía que el Gobierno de la Nación fuese monárquico constitucional. Dirigióse, después, a varios 
príncipes de familias extranjeras ofreciéndoles la difícil corona, pero todos la rechazaron. Entonces se presentó la candidatura del príncipe 
Leopoldo Hohenzollern-Sigmaringen, pariente del rey de Prusia y católico de religión. Autorizado por Guillermo I, el príncipe aceptó. 

Pero el emperador Napoleón declaró que no admitiría un príncipe extranjero en el trono de España, por ser un peligro para el honor y la 
dignidad de Francia, y el príncipe Leopoldo renunció. Quiso todavía Napoleón exigir que el Rey de Prusia declarase que ni entonces ni 
después permitiría a ninguno de su familia que aceptara la corona de España. El Rey se negó a tal pretensión, y el Emperador le declaró la 
guerra el 19 de julio de 1870. 

Los prusianos cruzaron la frontera con sus aliados de los Estados Germánicos y es ya bien conocida la terrible guerra que se armó, la 
caída del imperio francés, la proclamación de la república, la ayuda prestada por Garibaldi con sus voluntarios italianos. Los hechos 
dejaron atrás los horrores y estragos de la Comuna de París durante la revolución, y la marcha del ejército de Víctor Manuel en la 
conquista de Roma. En fin, por lo que toca a Italia, en 1888 se pueden recordar los hechos de Africa. 

El tercer azote, predicho por don Bosco fue el del hambre, y los periódicos de 1868 están plagados de dolorosas noticias y de la penuria 
que se dejó sentir en muchos municipios del sur de Italia por las escasas cosechas y la falta de trabajo. Sicilia, en especial, fue asolada por 
el hambre; jamás se había experimentado una miseria tan general y tan atroz. Millares de isleños sin pan. Por falta de alimentos, veíase a 
los desgraciados ir en tropel por campos y barrancos ((470)) arrancando raíces y hierbas para engañar el hambre y calmar los tormentos 
del estómago, a causa de los cuales muchos enfermaban y morían. 
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A últimos de septiembre y primeros de octubre las copiosas lluvias, caídas en los Alpes, ocasionaron graves daños en Saboya, Suiza y 
el norte de Italia. Las inundaciones arrollaron innumerables haciendas campesinas con sus mercancías ya cosechadas y almacenadas, y 
gran número de rebaños. Quedaron asoladas grandes extensiones de tierra fértil, cubiertas de arena y piedras, y en muchos lugares 
reducidas a dilatadas lagunas. Los daños de Italia subieron, según los cálculos, a casi trescientos millones. 

Aumentaban las angustias con la nueva ley de contribuciones, firmada por el Rey, el 7 de julio, sobre la molienda por cada quintal de 
trigo, maíz, centeno, avena, legumbres secas y castañas. El cliente debía pagar en manos del molinero, convertido en recaudador, antes de 
la exportación de las harinas: y prohibía la ley, bajo multa, toda suerte de molino a mano, en casa de los particulares. De aquí el alza de 
precio de los víveres, y el aumento del hambre de los pobres que no podían llevarse a la boca ni siquiera una pizca de cualquier clase de 
harina, sin tener que pagar el diezmo al Gobierno, que esperaba sacar de ello hasta sesenta millones. Hubo por toda Italia tumultos que 
fueron sofocados por las tropas y con las cárceles. Añádase que aumentaron la penuria de aquellos años las nuevas inundaciones del Po y 
del Ticino, el cólera, que mantenía lejos a los forasteros ricos e impedía el comercio en los puertos de mar, la erupción del Etna, los 
huracanes, los terremotos, las quiebras bancarias; el terremono de Liguria en 1884, y el de Calabria en 1888. Y encima cayeron aquel año 
abundantes nevadas que produjeron muchísimos daños en el norte de Italia. 

De esta triste penuria de pan, anunciada por don Bosco a los muchachos, él no había hecho una descripción detallada en el sueño. 
Habló, en cambio, de las estrecheces en que se iban a encontrar sus familias y también el Oratorio. Aquí, en efecto, a causa de la merma 
de la beneficencia, a causa de las desgracias públicas, ((471)) por los enormes impuestos aumentados, y especialmente por la tasa de la 
molienda, verdaderamente había que vivir angustiosamente. 

Lo que dijo haber visto en el sueño evidentemente no se refería solamente a Italia. Su mirada alcanzaba mucho más lejos. « Veremos, 
dijo, una multitud incontable de gente pálida, triste, demacrada, consumida, con ropas andrajosas... que gritando: íhambre, hambre! 
buscaban pan con qué comer y no lo hallaban; querían apagar la sed que abrasaba susfauces y no encontraban agua». 

Ahora bien, si tomamos el Correo de Argelia de 1868, leeremos las siguientes noticias. Toda Argelia, debido a las inclemencias del 
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verano, quedaba reducida en 1867 a tal extremo de penuria de los artículos de primera necesidad, que en mayo de 1868 se calculaba que 
habían muerto de hambre y sed al menos doscientos mil árabes. Sus cadáveres permanecían esparcidos e insepultos en los campos, a lo 
largo de los caminos por las cercanías de la ciudad y las aldeas, adonde corrían los hambrientos en busca de alimento. Los que pudieron 
llegar a lugares donde había europeos, obtuvieron del gobierno y de la caridad de los colonos, abundantes socorros. Pero las tribus que 
vagaban por la inmensidad de los desiertos, habituadas a vivir del producto de los pastos y de los cereales totalmente malogrados por la 
excesiva sequía, se vieron obligadas a vivir de hierbas silvestres, raíces y cortezas de arbustos, en espera de la muerte. 

En medio de tantos horrores brilló la caridad de monseñor Lavigerie, arzobispo de Argel. 

Los beduinos se vieron obligados a recurrir a Monseñor. Todos los días, sobre mulos y carros del ejército, llegaban niños escoltados a 
la casa del Arzobispo; aumentaba siempre el número, muy pronto sumaron mil ochocientos. Pero muchos estaban tan sumamente débiles 
que, a pesar de los más solícitos cuidados que se les prodigaron, murieron más de quinientos. Frente a los inmensos beneficios 
dispensados por el gran apóstol, la autoridad militar argelina terminó por pretender que cerrase el asilo donde eran recogidos los hijos de 
los que habían muerto víctimas ((472)) de la peste, y que fueran devueltos a sus tribus. Lavigerie no admitió freno alguno; había recibido 
el mandato de Dios y de su Vicario y voló a París, pidió audiencia a Napoleón III y le expuso con claridad la enorme injusticia que allá, 
en Argel, se cometía contra los apóstoles de Cristo. La firmeza del Obispo católico impresionó al Emperador que, con benévola sonrisa, 
atendió sus peticiones. 

-Majestad, dijo el Prelado, Francia ha añadido a la madre patria con las armas y el sacrificio de miles de sus hijos casi 670.000 
kilómetros cuadrados y más de 3.400.000 habitantes, desparramados por sus 1.400 aldeas; pero »de qué valdrán estas conquistas, si se 
tiene alejada la fe y el trabajo del sacerdote católico? íSir! Os pido permiso para evangelizar libremente toda Argelia, abrir allí escuelas, 
fundar colegios para niñas, asilos para huérfanos, iglesias, todo lo que, en fin, me sugiera la fe y la civilización cristiana. 

El Emperador se lo concedió y Lavigerie volvió triunfante a Argel para realizar su vasto proyecto. De este modo pudo Monseñor 
retener, albergar, educar cristianamente a todos los huerfanitos salvados y mantenerlos con los socorros abundantísimos que le enviaban 
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desde Francia. Como llegó a no tener personal suficiente para la dirección, aún después de elevado al cardenalato, instó muchas veces a 
don Bosco para que le enviara un grupo de sus salesianos. Pero el Venerable, porque no podía o porque reconocía que por el momento no 
era aquélla la voluntad de Dios, difirió el proyecto para otro tiempo. Y Monseñor le enviaba desde Argel algunos huérfanos de las tribus 
de los bereberes, para que les educara e instruyera y después se los devolviera al Africa. Don Bosco los recibió alegremente y les contó 
entre sus alumnos. 

Más tarde los Salesianos se instalaron en la costa africana; en 1891 en Argelia, Orán y Eckmülh; en 1896 en Túnez; el mismo año en 
Alejandría de Egipto y en el Cabo de Buena Esperanza. Después surgieron los colegios, asilos, oratorios festivos y escuelas de artes y 
oficios. 

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((473)) 

CAPITULO XXXVII 

1869 -PERSONAL DE LA PIA SOCIEDAD -LA PROVIDENCIA SOCORRE AL ORATORIO -UNA VALIOSA HERENCIA -UNA
CAUSA DEL AFECTO DE LOS BIENHECHORES A DON BOSCO -UNA CARTITA SUYA PARA UN CLERIGO -LECTURAS
CATOLICAS: LA IGLESIA CATOLICA Y SU JERARQUIA -UN REGALO DEL REY A DON BOSCO Y NUEVA INVITACION
PARA QUE VAYA A FLORENCIA -EXTRAORDINARIA CONVERSION EN LA IGLESIA DE MARIA AUXILIADORA -DON
BOSCO SE PREPARA PARA IR A FLORENCIA Y A ROMA -SE DESPIDE DE SUS ALUMNOS -EL ROSARIO DIARIO
PRESCRITO PARA TODOS EN LA PIA SOCIEDAD -LA SALIDA DE DON BOSCO HACIA FLORENCIA -CARTA DE
MONSEÑOR L. GASTALDI PARA EL CARDENAL PREFECTO DE LA SAGRADA CONGREGACION DE OBISPOS 
Y
REGULARES EN FAVOR DE DON BOSCO -ESTE ES ESPERADO EN FLORENCIA -EL PADRE VERDA Y SU DESEO DE UNA
CASA SALESIANA EN FLORENCIA


AL comenzar el 1869 eran veintidós los sacerdotes salesianos:
todos, menos uno, y con ellos veintiséis miembros más de la Sociedad hicieron los votos perpetuos. Había treinta y tres ligados solamente
con los votos trienales; y eran treinta y uno los aspirantes. En total noventa y tres 1.


«Los alumnos internos de la Casa pasaban de ochocientos, escribe don Miguel Rúa en su crónica, y el Oratorio vivía totalmente 
abandonado en los brazos amorosos de la Divina Providencia. Hay que notar que, al principio de este año, había que pagar numerosas y 
grandes deudas. El banquero comendador ((474)) José Cotta había prometido para primeros de enero de 1869 la cantidad de diez mil 
liras: pero murió a fines de 1868 y en su testamento no apareció nada para el Oratorio. Sin embargo, dispuso el Señor que en aquella 
ocasión, nos llegaran por otra parte ayudas extraordinarias, con las 

1 93. -No, señor; no salen en las cuentas. Si no se suman los aspirantes, como es lógico, son 81 en total, y no 93. Y en el caso de que se 
quisiera contar con éstos, el total llegaría a 112. »Error de suma? »Error de imprenta? (N. del T.) 
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VOLUMEN IX Página: 433 

cuales se pudo hacer frente cómodamente a todas las deudas y a otros gastos importantes. 

«Al acabar el 1868 fallecía el señor Carlos Bertinetti, en Chieri, y a primeros del 1869 moría también su mujer: dejaron en testamento a 
don Bosco, cuyas obras admiraban, todos sus bienes. Pero esto no pudo aliviar de ningún modo las urgentes necesidades de aquellos días, 
puesto que, en el primer momento después de haber recibido la herencia, no hubo más remedio que hacer gastos para cubrir el pasivo y 
las costas que en tales circunstancias se presentan». 

Sin embargo fue de gran alivio. Se trataba de un regalo espléndido y hasta precioso, ya que algunas de las estancias de la casa de 
Bertinetti habían pertenecido al antiguo palacio de los De la Róvere; 
y precisamente aquella en la que se hospedó San Luis Gonzaga con ocasión del viaje que hizo a Chieri para visitar a aquellos nobles 
señores, parientes de su madre, la Marquesa. 

Esta herencia y la continua generosidad de los bienhechores que socorrían a don Bosco fue una prueba constante y admirable del total 
desapego del corazón del Siervo de Dios de todas las cosas de la tierra. El Venerable Beda, al comentar la promesa del Divino Salvador, 
de que el que dejare por su amor familia, casa, campos, recibirá el céntuplo aun en este mundo, se explica así: Qui enim terrenis 
affectibus sive possessionibus pro Christi discipulatu renuntiaverit, quo plus in ejus amorem profecerit, eo plures inveniet qui se interno 
suscipere affectu et suis gaudeant sustentare substantiis 1. (Quien renunciare a todos los afectos o bienes de la tierra para ser discípulo de 
Cristo, con lo que progresar más en su amor, hallará en ello más para sustentar su afecto interior y gozar de sus bienes). 

Don Bosco gozaba, a su vez, agradeciéndoselo. Escribía al clérigo Bartolomé Giuganino, de Villastellone, ((475)) sobrino del teólogo 
Appendino, enviándole una estampa de san Luis Gonzaga. 

Muy querido Giuganino: 

Te doy gracias a ti y a la piadosa persona que envía su cuarta limosna de treinta liras para María Auxiliadora. Dile que María es 
poderosa y rica y que ciertamente no se dejará ganar en generosidad por su devota. 

Saluda en mi nombre a tu señor tío, a tu hermana y a tus padres; ruega por mí que de corazón me profeso tuyo. 

Turín, 2 de 1869. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

1 De la homilía con motivo del nacimiento de san Benito. 
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Al dorso de la estampita de san Luis había escrito: 

Si le imitas en la tierra, ciertamente él te ayudará a ser después su compañero en la gloria del cielo. 

El Venerable, en razón de su firme adhesión al Papa, fue tildado, por ciertos diarios enemigos de la Iglesia, de Garibaldi del Vaticano y 
de los clericales. Daba prueba de esta franqueza a fines del 1868. Las Lecturas Católicas presentaban a los suscriptores, en enero de 1869, 
el fascículo: Dominio temporal del Papa; conversaciones entre un estudiante y un profesor, por el sacerdote Pedro Boccalandro. 

En el fascículo refutaba a los que querían ver al Papa despojado de sus dominios y pretendían que estaba obligado a renunciar a ellos, y 
que era culpable si intentaba resistir con las armas para conservarlos. 

Al fin del mismo, se leía el plan de la Biblioteca para la Juventud Italiana. 

Además había terminado de corregir por aquellos días el número correspondiente a febrero: LA IGLESIA CATOLICA Y SU 
JERARQUIA, por el sacerdote Juan Bosco. 

Comenzaba así: 

Al atento Lector 

Pretendemos presentar brevemente en este número una idea cabal de la Iglesia de Jesucristo, explicando los principales grados de la 
Jerarquía Eclesiástica y la relación especial que guarda la Iglesia Católica con su Jerarquía. Muchos, al no tener ((476)) idea clara de estos 
vocablos, e ignorando la sapiente institución de los mismos, permanecen en la ignorancia o interpretan mal cosas muy necesarias para un 
cristiano fiel. Para obviar estos defectos, damos en este librito una breve explicación de estas cosas contando su origen y significado 
moral, por cuanto es posible y lo admite la brevedad, apoyándonos en la autoridad de los libros santos, de los santos Padres o de otros 
acreditados autores. A lo largo del libro hay diseminadas algunas de las citas más necesarias... Quiera Dios conceder a nuestros lectores 
sus mejores bendiciones, a fin de que podamos vivir como fieles cumplidores de los mandamientos de la piadosa madre, la Iglesia 
Católica, única maestra y centro único de unidad, fuera de la cual no hay salvación. 

Las páginas más hermosas están dedicadas al Papa, con alusiones a su poder temporal, y datos históricos de todos sus ornamentos 
pontificales y reales, y con las razones por las que, en determinadas ocasiones, es llevado en la silla gestatoria. Narra también brevemente 
el origen de los cismas y herejías en el transcurso de los siglos, especialmente de los protestantes. 
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Don Bosco era querido por el Pontífice a causa de esta su ilimitada devoción. Y también le apreciaban el Rey y el Gobierno, por su 
respeto cordial a todas las autoridades. 

Escribe don Miguel Rúa en su crónica: « 1 de enero de 1869. Don Bosco recibió como regalo de S. M. el Rey dos venados, tras haber 
recibido poco tiempo antes otra invitación, de parte del Soberano, para que se trasladase a Florencia». 

Estas pocas palabras no tienen ninguna explicación, pero la invitación del Rey, después de la del Ministro, daba a entender que se 
trataba de asuntos serios y urgentes. 

La Crónica sigue narrando un triunfo más de la misericordia de Dios. 

2 de enero de 1869. 

Hoy vino una persona a visitar la iglesia de María Auxiliadora, y, sin muestras de devoción ni menosprecio, dio una vuelta alrededor de 
la iglesia junto a las paredes, observándolo todo; después se detuvo a contemplar el altar mayor. Tras haber mirado durante largo rato el 
cuadro de la Virgen, volvió hasta el fondo de la iglesia. Desde allí se adelantó nuevamente poco a poco hacia el altar mayor, por el pasillo 
de en medio. La iglesia estaba desierta en aquel momento. 

((477)) Parecía que una fuerza misteriosa y extraña le atrajese. Al llegar bajo la cúpula, vio en el suelo un papelito que se le había caído 
a un muchacho. Aquella misma mañana se había barrido la iglesia y el sacristán no había visto el papel. Miró el señor en derredor, 
inclinóse, tomó el papelito y leyó lo que decía: «El día tantos de diciembre murió un compañero tuyo, joven como tú. Si a ti te 
sorprendiese la muerte, »qué sería de tu alma? »Y si tuvieses que comparecer ahora mismo ante el Juez Supremo, cuál sería tu suerte? 
»Qué sería de ti? Feliz para siempre en el paraíso, o condenado para siempre en el infierno». 

Al leer aquellas líneas el señor quedó como fulminado por un rayo. Su conciencia estaba enredada. Encendióse en su interior una lucha 
vivísima, que intentaba resistir, mas no podía. La voz de María prevaleció. Entró en la sacristía, con la cara contrahecha, los cabellos 
revueltos, de tal modo que causaba miedo. Había metido el papelito en su cartera. Se dirigió al sacristán, pero la conmoción no le dejaba 
hablar. Se paseó de un lado a otro como un loco, pidió un sacerdote, se arrodilló y se confesó. Levantóse después, radiante de alegría, y, 
sacando el papelito, lo presentó al confesor y le dijo: 

-»Sabe usted quién ha escrito este papelito? 

-Conozco la letra: es de un muchacho muy inteligente. 

-Pues bien; dígale para su satisfacción que María se ha servido de estas líneas para salvar una alma. Soy abogado y hace veinte años que 
no había recibido los sacramentos. Pero, de hoy en adelante, prometo vivir como buen cristiano. Diga a ese muchacho que me gustaría 
ponerme de rodillas ante él para agradecerle el bien que me ha hecho y que guardaré su papel mientras viva, como recuerdo de las 
misericordias de María. 
435 

Fin de Página 435 


VOLUMEN IX Página: 436 

El 7 de enero pidió don Bosco al Vicario General, monseñor José Zappata, el permiso y una carta de recomendación, para permanecer 
tres meses fuera de la diócesis. 

Escribe don Miguel Rúa en la crónica: 

7 de enero de 1869. 

Palabras de don Bosco, después de las oraciones de la noche, con las que se despidió de todos los muchachos de la casa, reunidos en el 
salón de estudio, antes de salir para Roma: 

«Quería marcharme a escondidas, dijo, pero, de ayer a hoy se ha divulgado de tal modo la noticia de mi viaje, que, yendo hoy por la 
calle, me dijo una persona: 

-Espere, tengo un encargo que darle. 

»Y queréis saber, queridos míos, adónde voy? Voy a Roma, tengo allí asuntos de mucha importancia y voy por vosotros en busca de 
dinero, si lo encuentro, y además para otra cosa que os diré en su día y que ((478)) os gustará mucho, porque será muy provechosa para el 
Oratorio. Estaré en Roma, a lo más, hasta el primero de febrero, por lo que deseo que la fiesta de san Francisco se traslade a la mitad de 
febrero. Si todo marcha bien, estaré más tiempo; y si no, volveré antes. Rogad por mí, haced la comunión por mí, sed buenos y observad 
buena conducta. 

Quiero que este año hagamos una fiesta de san Francisco preciosa, como nunca la hemos hecho, ni quizás la hagamos. Rogad mucho 
por mí. Ayudadme con vuestras oraciones. Os exhorto cariñosamente a que recéis hasta el día 7 de marzo un padrenuestro y una salve 
según mis intenciones. Adiós; hasta la vista». 

Iba a Roma el Venerable, sobre todo, para obtener la aprobación de la Pía Sociedad y quería, además, obtener del Sumo Pontífice 
indulgencias especiales para una Asociación de devotos de María Santísima. Desde que se empezó la construcción de la iglesia de 
Valdocco, habían pedido repetidamente los fieles que se organizase una Asociación de devotos, los cuales, unidos por el mismo espíritu 
de oración y piedad, honrasen a la Madre del Salvador, invocada bajo el título de María Auxiliadora. Después de la consagración del 
templo, mientras muchos acudían a la sacristía para inscribir su nombre en el registro, habían multiplicado estas peticiones personas de 
toda edad y condición procedentes de todas partes. Y el Venerable, como veremos, ya pensaba darles gusto. 

Estaba siempre vivo en don Bosco el deseo de honrar a María Santísima y otro signo de su gran amor era ése. En el ejemplar de las 
Reglas, que llevaba consigo a Roma, para presentarlo a la Sagrada Congregación, había añadido (lo que por otra parte era ya costumbre) 
que también sus sacerdotes y sus clérigos deberían rezar cada día el santo rosario, mientras en el manuscrito de las Reglas de 1864 se 
decía esto sólo para los coadjutores laicos. 
436 

Fin de Página 436 


VOLUMEN IX Página: 437 

Así las cosas, don Bosco salió, sin compañía, el día 8 de enero hacia Florencia. 

Aquel mismo día escribía monseñor Lorenzo Gastaldi ((479)) a Roma a Su Eminencia el Cardenal Prefecto de la Sagrada Congregación 
de Obispos y Regulares: 

Saluzzo, 8 de enero de 1869 

Eminencia Reverendísima: 

Va de viaje para Roma el muy reverendo señor don Juan Bosco, sacerdote de Turín, que abrió alrededor de 1845 en esta ciudad un 
Oratorio para educar en él cristianamente a la juventud; fue éste tan bendecido por la Providencia, que tiene ahora alrededor de 
ochocientos muchachos internos, además de varios centenares que acuden a él solamente los días festivos. La magnífica iglesia dedicada 
a María Auxiliadora, levantada por dicho sacerdote junto a este Oratorio, por la enorme cantidad de más de medio millón de liras, más 
otros tres Oratorios festivos para atender a la juventud, a los que acuden domingos y fiestas alrededor de dos mil muchachos, y otros dos 
colegios internados abiertos y mantenidos para el mismo fin en Lanzo Torinese y en Mirabello, diócesis de Casale, tan solicitados que no 
bastan sus locales para atender las peticiones, demuestran claramente que la Obra de este sacerdote está protegida por la mano de Dios, y 
que beneficia a la religión. 

Es patente, por sí misma, que para conservarse y seguir adelante esta Obra necesita muchos coadjutores, los cuales no pueden convivir 
juntos y estar unidos por un mismo fin y animados por el celo y el espíritu de sacrificio que ella requiere, sin estar ligados a la vez por los 
votos religiosos y formando una sociedad religiosa. 

Por esto, el arriba dicho, don Bosco, fue formando desde el principio clérigos y sacerdotes, a los que comunicó su espíritu, y con cuya 
ayuda ha dirigido y conducido felizmente sus instituciones; y esos clérigos y sacerdotes empiezan ya a componer la Sociedad que hará 
duradera una Obra tan bien encaminada. 

El que suscribe vio nacer y crecer esta Sociedad, conoció y conoce a todos ellos, y se ve obligado a elogiarlos y desearles un 
afianzamiento seguro. 

A tal fin es totalmente necesario que esta Obra obtenga de la Santa Sede Apostólica la sanción, sin la cual no podrá jamás tener 
estabilidad. El reverendo don Bosco ya presentó a la Santa Sede las Reglas de su Sociedad y suplicó a la misma que le concediera las 
gracias y exenciones necesarias para toda sociedad religiosa. 

El que suscribe recomienda calurosamente a V. E. este deseo del reverendo don Bosco y ruega se le atienda, a fin de que consiga de la 
Santa Sede lo que necesita para que su Sociedad quede bien formada y establecida: ella promoverá, fuera de toda duda, como lo ha 
promovido y promueve, lo que es más urgente en estos días, esto es, la educación cristiana de la juventud. 

((480)) El que suscribe besa su sagrada púrpura y con profundo respeto se profesa. 

De V. E. Rvma. 

Su atento y seguro servidor
» LORENZO, Obispo de Saluzzo


A S. Em.ª el Card. Prefecto 
de la S. C. de Obispos y Regulares 

Fin de Página 437 


VOLUMEN IX Página: 438 

Don Bosco era esperado en Florencia, con verdaderas ansias, por el padre Domingo Verda, de la Orden de Predicadores, celosísimo 
promotor de suscripciones para las Lecturas Católicas. Este buen religioso se había encomendado a don Bosco, en 1866, para que la Ley 
de cierre de conventos no le echase del suyo, y en 1869 aún vivía en San Marcos. Visitó por vez primera el Oratorio en 1868: quedó 
maravillado de todo cuanto vio y del recibimiento que don Bosco y sus hijos le hicieron. Por recomendación del Siervo de Dios, marchó 
de Turín a Milán, donde se hospedó un día en casa del señor José Güenzati, el cual le trató con un sinfín de cortesías. 

Durante este viaje aumentó su esperanza de ver en Florencia una escuela salesiana como la de Turín, por lo que escribió al caballero 
Oreglia. 

Florencia, San Marcos, 24-11-1868 

Querido caballero Oreglia: 

...Otro pensamiento o sueño, si así se le quiere llamar, sería que hiciese escribir por algún inglés al señor Sloan, comunicándole que don 
Bosco tiene ese centro benéfico y que podría fundar uno similar en Florencia con su nombre; me expreso así, porque los hombres quieren 
ser tomados por su lado débil. He dicho un sueño, porque soñé que usted y don Juan Bautista Francesia se habían convertido en dos 
apóstoles de Florencia y que fundaban un magnífico centro sobre una de estas lindas colinas en los alrededores de la ciudad. Verdad es 
que no hay que dar crédito a los sueños, pero pensar en ellos no es malo, ni tampoco que yo lo escriba. 

Me encomiendo a las oraciones de don Bosco, porque la necesidad es grande. 

P. DOMINGO VERDA 
Fin de Página 438 


VOLUMEN IX Página: 439 

((481)) 

CAPITULO XXXVIII 

LLEGAN NOTICIAS AL ORATORIO SOBRE LA LLEGADA DE DON BOSCO A FLORENCIA -HUESPED DEL ARZOBISPO 
-SUS PRIMERAS VISITAS -CON EL MINISTRO MENABREA -CON EL CABALLERO CANTON -PROYECTOS PARA LA 
IGLESIA DEL SANTO SUDARIO EN ROMA -EN VARIOS MINISTERIOS HABLA DE LAS DIOCESIS VACANTES Y 
DEFIENDE LA CAUSA DE LOS SEMINARISTAS, A QUIENES SE QUERIA QUITAR TODA EXENCION DEL SERVICIO 
MILITAR -OTRAS NOTICIAS DE DON BOSCO ENVIADAS AL ORATORIO -LAS MEDALLAS PRODIGIOSAS DE MARIA 
AUXILIADORA -UN DIA EN CASA DE LOS UGUCCIONI -ULTIMAS VISITAS -CARTA DE DON BOSCO A DON MIGUEL 
RUA: BUENAS NOTICIAS; DEUDA A SALDAR; ESPERA OBTENER UNA REBAJA DE LA TASA PARA LA MOLIENDA; 
IMPRESION DE UN LIBRO; EN CUANTO A LA BIBLIOTECA DE LA JUVENTUD, SE SOMETE A LA OPINION DEL 
ARZOBISPO SOBRE LOS PARRAFOS SELECCIONADOS DE OBRAS PROHIBIDAS; RECOMIENDA ORACIONES EN FAVOR 
DE LA GENEROSA FAMILIA UGUCCIONI; ORDENA QUE, DURANTE SU AUSENCIA, SE LEA LOS DOMINGOS A LOS 
SALESIANOS DE TODAS LAS CASAS, UN CAPITULO DEL LIBRO: AVISOS A LOS ECLESIASTICOS -SUBSIDIOS PARA EL 
ORATORIO DEL ECONOMATO REAL Y DE LA BANCA NACIONAL -EL MINISTRO DE OBRAS PUBLICAS CONCEDE A 
DON BOSCO BILLETE GRATUITO PARA LOS FERROCARRILES DEL SUR -DON BOSCO SALE HACIA ROMA -CARTAS 
DESDE FLORENCIA MANIFESTANDO EL DESEO DE VOLVER A VER PRONTO AL SIERVO DE DIOS 

AL llegar don Bosco a Florencia, fue inmediatamente acompañado al palacio Uguccioni y la Marquesa se encargó de escribir al Oratorio 
aquella misma noche. Gracias a las cartas que siguieron a ésta, podemos seguir el rastro de sus pasos durante su estancia en la capital 
provisional del Reino. 
439 

Fin de Página 439 


VOLUMEN IX Página: 440 

((482)) Apreciadísimo caballero Oreglia: 

Tengo la satisfacción de comunicarle la feliz llegada de nuestro querido don Bosco. 

Le he tenido a comer en casa, se lo digo con verdadera alegría. Me dijo le contara que se encuentran aquí todas las personas a las que 
don Bosco tiene que ver. 

Me encarga le envíe por correo las pruebas de imprenta por él revisadas. Y me ruega, además, le mande alguno de estos libritos: 
Recuerdo de una solemnidad etcétera..., con programas de las fiestas y los de las Lecturas Católicas. 

Le incluyo también el nombre de dos suscriptores para la Biblioteca para la Juventud Italiana... 

8 de enero a las 10,30 de la noche 

JERONIMA UGUCCIONI GHERARDI 

El caballero recibía otra carta de la Marquesa, fechada el día nueve. 

Apreciadísimo Caballero: 

Le comunico más noticias de nuestro queridísimo don Bosco, de su encargo y de mi satisfacción. Le adjunto una nota de su puño y 
letra. Dice que ha pasado bien el día; yo añoro siempre su ausencia. Mi marido le saluda: yo le ruego me encomiende al Señor junto con 
mi familia... 

Suya
JERONIMA UGUCCIONI GHERARDI


Más detalladas eran las noticias que enviaba el padre Verda. 

Apreciadísimo Caballero: 

Tenemos con nosotros al santo varón don Bosco, llegado el viernes por la tarde. Está bien. Salieron a recibirle y agasajarle en la 
estación el caballero Uguccioni y el caballero Carlos Cantón, jefe de sección en el Ministerio de Asuntos Exteriores. El señor Uguccioni 
le acompañó a cenar y luego él mismo se fue al Arzobispado, después de las diez de la noche. 

El sábado por la mañana estaba yo preocupado por saber dónde se había alojado: me dijeron que en el Arzobispado. Fui allá corriendo 
y ya había salido él solo. Era entre las nueve y las diez. Me marché a buscar al señor Cantón y no lo hallé:bajé al patio y me encontré con 
don Bosco preocupado buscando a Cantón. No puede usted imaginar qué sorpresa al verme. Le tomé de la mano y le acompañé hasta 
Cantón, con quien ha arreglado varias cosas. Desde allí le acompañé hasta el padre Julio (Metti) y le llevé de nuevo al Ministerio para 
hablar con Menabrea. 

((483)) Ayer, después de las tres, volví a visitarle, pero, tras larga espera, no pude hablar con él. Estaban allí las señoras Uguccioni y 
Digny, quienes le acompañaron después a casa de Enriqueta (Nerli). 

De hoy, no sé nada. 

Fin de Página 440 


VOLUMEN IX Página: 441 

Mañana, lunes, va a celebrar misa en casa Uguccioni y por la tarde, después de las cinco, iremos los dos a cenar en casa de Cantón. 
Cantón se ha ofrecido para acompañar a don Bosco a varios sitios. 

Querido Federico: me ha venido una gran tentación. He escrito a la buena Fanny para que me obtenga de nuestro Padre General el 
permiso de poder ir a Roma acompañando a don Bosco. El se hospedaría en casa Marietti y yo iría a San Quirico. Si lo logra, será algo 
muy hermoso. He sabido que don Bosco puede llevar consigo, a quien quiera, gratis. 

Se habrá enterado ya de la muerte de la madre de Enriqueta Nerli. 
Ayer fue don Bosco a San Juan con la señora Uguccioni. Hoy come con el señor Arzobispo. Está bien y contento y da vueltas por los 
Ministerios. 

Florencia, San Marcos, 10 de enero de 1869. 

P. DOMINGO VERDA 
Don Bosco se había presentado al ministro Menabrea, que le esperaba con impaciencia, y le dijo cortéstemente apenas le vio: 

-íSepa, Excelencia, que yo estoy con el Papa para todo! 

Después sostuvo con él varios coloquios. 

»Qué dijeron? »De qué trataron? Don Miguel Rúa, refiriéndose en su crónica a este viaje de don Bosco a Florencia, escribe: 

«No se supo nada en concreto de lo que allí hizo don Bosco». 

Examinados todos los documentos de los archivos, no hemos podido encontrar nada más. Es cierto, sin embargo, que aquellas llamadas 
urgentes tenían por objeto asuntos de innegable importancia. Creemos nosotros que se le invitó para que llevara a cabo algunos encargos 
oficiosos ante el Gobierno Pontificio, en favor del Gobierno italiano. Diremos mejor lo que pensamos, si damos una mirada a la historia 
de aquellos días. 

El 24 de noviembre de 1868, los albañiles Monti y Tognetti, que habían volado con pólvora, el 22 de octubre de 1867, una parte del 
cuartel Serristori de Roma matando a veintisiete zuavos, aunque sinceramente arrepentidos, fueron guillotinados. Víctor Manuel fue 
impulsado por los sectarios para interponerse ((484)) en su favor, pero la gravedad del delito y la seguridad pública exigían que se diera 
curso a la justicia para evitar que se repitieran los atentados. Por eso el Tribunal Supremo había confirmado la sentencia de muerte, la 
cual, sin embargo, no fue firmada por el Papa, ya que nunca se había realizado esto. 

No es posible describir la excitación que se originó por toda Italia. Las más horribles blasfemias contra la religión y las injurias más 
ignominiosas contra el Papa, no solamente llenaban los periódicos y 
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Fin de Página 441 


VOLUMEN IX Página: 442 

se repetían en las tertulias, sino que resonaban en el Parlamento, donde el diputado Ferrari, llamando mártires a Monti y Tognetti, 
reclamaba, junto con muchos otros, que se asignase una pensión a su familia. 

Mientras tanto Mazzini abrigaba otro plan muy distinto. Era su ideal preparar la revolución en Italia y en Francia, destronar a Víctor 
Manuel y a Napoleón III, apoderarse de Roma y proclamar en ella la república democrática. Nuevas sociedades secretas trabajaban 
activamente para realizar tales proyectos. La revolución estallaría contemporáneamente en Milán, Turín, Génova, Nápoles y por toda la 
Romaña. Participaban en la conjuración los militares, especialmente suboficiales, y, en efecto, el 27 de marzo de 1869 estallaba la 
insurrección en Nápoles y en Faenza, al grito de: íMuera el Rey! Pero algunas cartas, interceptadas en correos, descubrieron la trama, de 
manera que se sofocó el movimiento al nacer. 

El rey Víctor Manuel, en medio de tantas complicaciones, se adhería a veces a Garibaldi y al Partido Radical, otras se acercaba a los 
Conservadores de la Permanente y otras intentaba reconciliarse con el Papa 1. 

Mientras Víctor Manuel se debatía en tales angustias había hecho saber repetidas veces a don Bosco que deseaba verlo en Florencia. En 
Roma había comenzado el proceso de Ajani, Lussi y sus veintidós cómplices en la resistencia ((485)) a mano armada y con 
derramamiento de sangre en octubre de 1867, junto al puente de Trastévere, con la muerte alevosa de algunos soldados. Eran delitos de 
alta traición, que la ley castigaba con la pena de muerte. El Rey temía el éxito del proceso y el furor de las sectas que querían la libertad 
de los inculpados. Por eso se había decidido de nuevo a pedir gracia para ellos, enviando expresamente a Roma al general Marozzo de la 
Rocca. El Padre Santo le recibió afectuosamente y tomó la carta del Rey, pero la dejó sobre la mesa y comenzó a hablar del cardenal 
Marozzo de la Rocca y del cardenal De Gregorio, con tal desenvoltura que el General se quedó desconcertado y no supo despegar los 
labios. Al despedirse, el Papa le hizo notar que ciertamente el rey Víctor Manuel debía tener mucho dinero, puesto que había mandado 
cinco mil liras a la viuda de Monti, mientras había en Italia muchísimos infelices, perjudicados por las inundaciones, con los que hubiera 
podido ejercer mucho mejor su real generosidad. 

Al Rey le contestó después a su carta por escrito. 

1 PELEZAR: Pío IX y su Pontificado. Vol. II. Cap. XXI. 
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Fin de Página 442 


VOLUMEN IX Página: 443 

Fue en estas circunstancias cuando don Bosco se presentó varias veces en el palacio Pitti para ser recibido por el Rey, mas no le fue 
posible encontrarlo. Le dijeron que se hallaba fuera de Florencia. El mismo habló un día en Francia después de la comida en casa de una 
noble señora donde se hospedaba, de aquellos sus inútiles viajes al palacio real en Florencia, y en presencia del arquitecto Domingo del 
Piano, salesiano, sin hacer la menor referencia a los motivos que allí le habían llevado. 

Cuando él llegó a Roma se terminaba el proceso. Los acusados eran súbditos pontificios, sus delitos estaban probados y se podía prever 
cuál sería la sentencia de acuerdo con el código penal. El Gobierno Italiano temía verse obligado a actos violentos para acallar a las sectas 
que metían ruido por toda Italia, con insultos a la Casa Real, en defensa de los reos. 

Instantáneamente hubo en Roma quien, por medio de Cardenales influyentes, dio a conocer lo peligrosa que era una sentencia ((486)) 
capital en aquellos tiempos tan turbulentos. El dulce ánimo del Pontífice se inclinaba de suyo a la clemencia; y la sentencia en segunda 
instancia, emitida en marzo de 1869, condenaba a Ajani y Lussi a cadena perpetua y a los demás a galeras. 

El Gobierno Italiano respiró. 

El 11 de abril celebraba el Pontífice el quincuagésimo aniversario de su primera misa y las Administraciones de Ferrocarriles de las 
líneas de Ancona y de Nápoles concedían por aquellos días una rebaja casi del 50 por 100 y ponían trenes extraordinarios. 

Pero don Bosco había ido también a Florencia para sus cosas. 
Conversó extensamente con el caballero Cantón sobre el modo de llegar a tener una casa en Roma junto a la iglesia del Santo Sudario y le 
habló del documento al que ya nos hemos referido. Cantón presentó a don Bosco algunos altos empleados, amigos suyos y buenos 
católicos, que a su debido tiempo le podrían ayudar ante el Gobierno. Por ahora tan sólo se debía estudiar el proyecto: y don Bosco 
exponía, para su norma, algunos preliminares de convenio que él ya había meditado y desarrollado en varios artículos. 

LA IGLESIA Y LA ASOCIACION DEL SANTO SUDARIO EN ROMA 

1.° El sacerdote Juan Bosco, con el mismo espíritu del Instituto de Turín, titulado Oratorio de San Francisco de Sales, reemplazaría a la 
desaparecida sociedad o asociación del Santo Sudario que, de acuerdo con las cartas de fundación, además de las prácticas religiosas, 
tenía también la finalidad de hospedar a los peregrinos, 
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VOLUMEN IX Página: 444 

visitar a los presos y enfermos, guiar a los niños por el camino de la salvación y otras obras de caridad similares. 

2.° Se obliga a pagar los impuestos de toda clase, a hacer a su costa las reparaciones ordinarias en la iglesia y en los edificios anejos, a 
cuidar la limpieza del templo, proveer y reparar los ornamentos, bancos, sillas, candeleros, cera, vino y todo lo necesario para el culto 
divino. 

3.° Proporciona seis personas, por lo menos, para la administración del instituto, de la iglesia y de los edificios; lo mismo para lo 
referente a los inquilinos, que para la conservación de los edificios; dos de ellas serán sacerdotes, uno como Rector y el otro como 
Vicerrector, más un sacristán y dos clérigos para ayudar a las funciones sagradas en los días ordinarios y sobre todo en los festivos. 

((487)) 4.° Se celebrarán todos los días dos misas al menos, con obligación de atender a las confesiones, visitar a los enfermos y, si lo 
autorizaran, también a los presos. 

5.° En los días festivos se explicará el evangelio a los adultos, se enseñará el catecismo a los niños más abandonados, y se impartirá la 
bendición con el Santísimo Sacramento. 

6.° Cumplirá los legados piadosos anejos de misas rezadas o cantadas, triduos, novenas, cuarenta horas y demás solemnidades que se 
presentan a lo largo del año. 

Parece que por entonces no se habló de los derechos que tocaban a la Casa Real. 

Don Bosco se quedó en Florencia una semana, yendo de uno a otro Ministerio, sosteniendo conversaciones particulares con algún 
Ministro y con personajes de alta jerarquía. Doquiera se presentaba, era bien recibido y se ganó con su comportamiento que le calificaran 
de: Cortesía y afabilidad personificadas. En sus conversaciones privadas con los Jefes del Gobierno se lamentó de que en 1867 se 
hubieran roto las gestiones para el nombramiento de Obispos, por lo que en el Piamonte se hallaban todavía vacantes las sedes de Acqui, 
Fossano y Susa. Oído con deferencia, delineó entonces las bases de un acuerdo que, según él, podía tener éxito, pero siempre, repetía, y 
en todo con el Papa. Tuvo por esto una viva controversia, la cual por el momento no importó nada, pero al fin se puso sobre el tapete. Ya 
veremos cómo se las arregló para resolverla. 

Al mismo tiempo procuró defender la causa de los seminaristas, a quienes se les quería quitar toda exención del servicio militar, 
exención de la que todavía gozaban en número reducidísimo varias diócesis. En realidad el Ministro de la guerra, Bertolé Viale, que 
quería ganarse a los partidarios de Mazzini, había presentado al Parlamento el 18 de noviembre de 1868 un proyecto de ley para abolir tal 
inmunidad y quitar así a la Iglesia todo medio para abastecerse de jóvenes eclesiásticos con quienes sustituir a los que morían. 
444 

Fin de Página 444 


VOLUMEN IX Página: 445 

Sus instancias y evidentes razones obtuvieron corteses seguridades de que, con toda probabilidad, no sería aprobada la ley; ((488)) 
aunque había poco que esperar, si se tenía en cuenta el ánimo de los legisladores. 

Y seguían llegando cartas de Florencia a Turín, portadoras de noticias de don Bosco. 

Caballero Oreglia: 

He aquí las óptimas novedades de nuestro amadísimo don Bosco, que me encarga le dé mil cordiales saludos. Temo, sin embargo, que 
su viajecito por aquí, esté resultando infructuoso para sus jóvenes, pero hágase la voluntad de Dios. Para nosotros, y singularmente para 
mí, ha sido un verdadero placer. Bendito sea Dios. Yo me esmero cuanto puedo, pero no soy la marquesa Villarios. Don Bosco le ruega 
que le envíe veinte ejemplares de El Católico Instruido, tres de ellos encuadernados; 
doscientas medallas del Santísimo Sacramento y María Auxiliadora: cien con la oración impresa. 

11-1869. 

JERONIMA UGUCCIONI 

De todas partes pedían medallas al Oratorio. Por ejemplo, la princesa Elena de Soresina Vidoni escribía desde Cremona al Caballero, el 
12 de enero: «Nos piden medallas de la Virgen de don Bosco, medallas que son verdaderamente prodigiosas y quisiera tener cierto 
número de ellas para repartirlas; de las de latón con el Santísimo Sacramento por una parte y por la otra la Virgen Auxiliadora... Las 
esperan en muchas casas religiosas». 

María Auxiliadora ya era llamada: La Virgen de don Bosco. 

Le llegaba otra carta al Caballero: 

Señor Oreglia: 

He pasado una jornada deliciosa, casi toda en compañía de nuestro don Bosco, quien le saluda y dice que ha comprendido todo lo que 
usted pone en su carta y que le contestará extensamente antes de salir de Florencia, si puede; de otra suerte, en llegando a Roma donde, 
según parece, estará el viernes por la mañana, 15. 

12-1869. 

JERONIMA UGUCCIONI 

Este día, que don Bosco pasó por entero en casa de los Uguccioni, constituyó un apreciadísimo regalo para aquellos nobles señores, que 
sabían el poco tiempo de que disponía. 

Fin de Página 445 


VOLUMEN IX Página: 446 

((489)) Sólo por la noche y a hora avanzada podía entretenerse con el Arzobispo, puesto que durante el día visitaba a los bienhechores y 
a muchas otras personas distinguidas. El profesor Felipe Parlatore, Director del Museo Real de Física e Historia Natural, le envió después 
una tarjeta, manifestando su reconocimiento por la visita que le había hecho, ofreciéndole un libro escrito por él, en el cual describía su 
viaje a Laponia y agradeciendo la parte activa que había tomado mientras escuchaba sus narraciones. 

Don Bosco visitó también alguna iglesia o casa religiosa. Celebró la santa misa en San Marcos, mientras el padre Verda recibía de su 
Superior General el permiso para acompañar a Roma al Siervo de Dios. 

Queridísimo caballero Oreglia: 

Don Bosco le saluda, está muy bien. íQué satisfacción para mí! Salimos mañana por la noche. 

Esta mañana don Bosco ha celebrado la santa misa en el altar de San Antonino, después ha ido a visitar a la señora Carolina Sorelli en 
la calle de los Siervos, n.° 15. 

Mañana parece ser que va a Santa Florentina. 

San Marcos, 13 de enero de 1869. 

P. DOMINGO VERDA 
Don Bosco mismo, antes de partir, escribía a don Miguel Rúa: 

Florencia, las 6 del 14, 1869 

Queridísimo Rúa: 

Hasta ahora todo marcha bien. Gracias a Dios, la salud me acompaña; esta noche, a las nueve, saldré para Roma. Redoblad vuestras 
plegarias. Entre tanto: 

1.° Di al Caballero que espero poder reunir las cinco mil liras para pagar el resto de la deuda a Filippi: por ahora recibirás casi mil liras 
por medio de la marquesa Uguccioni. Aquí tengo muchas cosas a la vista, pero hay que dejar que Dios guíe el corazón de las personas 
caritativas. 

2.° Que él mismo escriba al T. Rovetti, diciéndole que se tendrán en cuenta sus observaciones: que no se quiso retocar más el libro de 
Cotrona para evitar lamentos, puesto que ya se utiliza en las escuelas; pero las publicaciones siguientes serán de acuerdo con su deseo. 

((490)) 3.° Que don Angel Savio no deje de darme su parecer sobre la conocida cuestión. Además, que me diga cuánto aumentarán los 
gastos de la molienda para todas nuestras casas y me lo indique con rapidez: es posible que obtengamos alguna rebaja. 

4.° Más aún para el Caballero. Que haga leer y corregir a don Mateo Picco, si ello es posible, el folleto del que habla y después que lo 
imprima. 

Fin de Página 446 


VOLUMEN IX Página: 447 

5.° Además, respecto a la facultad para imprimir trozos selectos de autores prohibidos, conviene que él mismo se presente al Arzobispo 
con quien, antes que con ningún otro, se proyectó la Biblioteca y la finalidad de la misma, y, si es necesario, él mismo hará escribir a 
quien corresponda. Por otra parte, si él juzgare que sean totalmente pasados por alto esos autores, hágase así. 

6.° Envíese a la marquesa Uguccioni unos veinte ejemplares de La llave del Paraíso y de El Joven Instruido; seis de la Historia de Italia, 
seis de la Historia Sagrada y además un catálogo de libros, pero no se guarde nota de ello en la oficina. 

7.° Rezad el domingo el santo rosario y comulgad, según la intención del caballero Tomás y la marquesa Uguccioni, que son para 
nosotros dos tesoros de beneficencia y de bendición. 

8.° Busca por mi mesa y en ella, seguramente, encontrarás la carta comendaticia de monseñor Galletti. 

9.° No he recibido ningún programa de la Biblioteca y ya no me quedan. 

10.° Item toma el librito del padre Teppa: Avisos a los eclesiásticos: envía uno a Lanzo, otro a Mirabello, en donde, reunidos clérigos y 
sacerdotes, se lea cada domingo un capítulo del mismo, durante mi ausencia. Hágase lo mismo en Turín. 

Dios os bendiga a todos y os guarde por el camino del cielo. Amén. 

Un cariñoso saludo para todos 

Afectísimo en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D.: Mil noventa y ocho liras de las que se ruega acusar recibo a Florencia, Uguccioni Gherardi, n.° 4, Vía Avelli. 
Escribió la posdata la misma marquesa Uguccioni. 

Estaba don Bosco con el pie en el estribo para salir de Florencia cuando llegó al Oratorio la siguiente comunicación: 

Al reverendo Juan Bosco-Turín 

Economato Real de los beneficios eclesiásticos de Turín. N. 217. 

El que suscribe, Ecónomo General, atentamente comunica a V. S. que el Gobierno de S. M. se ha dignado concederle, con cargo a la 
Tesorería de este Economato General, la cantidad de cuatrocientas liras. 

((491)) Tal cantidad será entregada en esta Pagaduría General a V. S. o a quien debidamente se encargue para recibirla, con tal de que 
sea persona conocida y provista de un recibo normal sobre papel timbrado, debidamente legalizado, y de acuerdo con el módulo que se 
acompaña. 

Turín, 14 de enero de 1869. 

El Ecónomo General
REALIS


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Cuatro días más tarde se anunciaba otro agradable donativo. 

Banca Nacional-Sucursal de Turín-N.° 28 

Turín, 18 de enero de 1869 

El Consejo de Regencia de esta sucursal de la Banca Nacional en su sesión de hoy, al repartir el fondo asignado a obras de 
beneficencia, decidió entregar a ese Oratorio de San Francisco de Sales en Puerta Nueva, Vanchiglia y Valdocco, 250 liras. 

Tengo, pues, el honor de enviar a V. S. Ilma. con la presente un Mandamiento de Pago por esa suma, N.° 59, a nombre de V. S. para 
presentar en la Caja de este establecimiento. 

Con el más profundo respeto, 

El Director de la sucursal FONTANA 

También el Ministerio de Obras Públicas había dispuesto que se entregase a don Bosco y a una persona que le acompañase, un billete 
gratuito de primera clase para toda la red de ferrocarriles del sur, valedero hasta el 31 de diciembre de 1869. 

Y don Bosco, acompañado por el padre Verda, salió de Florencia dejando en el corazón de muchos florentinos el deseo de volver a 
verle pronto. 

Después de la partida del Siervo de Dios, recibió el caballero Oreglia una carta a la que siguieron otras más. 

Florencia, 14 de enero de 1869 

Muy apreciado caballero Oreglia: 

...He tenido la suerte de ver a don Bosco al día siguiente de su llegada y de oír el lunes la santa misa que celebró en la capilla de mi 
amiga Uguccioni. Siento que haya sido tan corta su estancia aquí, pero espero que, a su vuelta de Roma, pueda detenerse ((492)) por más 
tiempo y que tendré el placer de volverle a ver y oír sus preciosas palabras. 

VIRGINIA DE CAMBRAY DIGNY
Florencia, 21 de enero de 1869


Muy apreciado amigo: 

...Vi sólo un momento a don Bosco, quien me dejó la esperanza de permanecer unos pocos días más en Florencia a su vuelta de Roma: 
le encontré muy bien de salud y estuvo conmigo, según su costumbre, atento y alegre. La buena marquesa 

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Nerli, aunque muy afligida por la muerte de su madre, se encuentra bastante bien y busca alivio a su dolor en las obras de piedad y 
caridad. 

L. MANUELLI GALILEI 
28 del 1869 

Muy apreciado caballero Oreglia: 

Verdaderamente no sé cómo arreglármelas para pedirle excusas por no haberle dado todavía las gracias de lo mucho que usted hizo y 
mandó hacer cuando le anuncié telegráficamente la nueva desgracia que había sufrido juntamente con toda mi familia. De palabra busqué 
la forma de demostrar a don Bosco mi gratitud. 

Veo también en esta ocasión una asistencia particular del cielo, puesto que he podido aguantar dolor tan extraordinario sin que se 
resintiese mi salud, lo cual ciertamente es debido a mi padre y a María, que tanto ha sentido la pérdida de su abuela... 

Don Bosco tuvo la atención de venir a verme apenas llegó a ésta; ya puede imaginar lo mucho que me satisfizo su visita. Después volví 
a verle dos veces, pero ciertamente no pude atenderle por mi circunstancia particular. 

Florencia 

T. NERLI 
Muy apreciado Caballero: 

...Tuve la satisfacción de acompañar en Florencia durante muchas horas a don Bosco, que me pagó con su inmensa bondad. Ya le he 
escrito a Roma, pero necesito con toda mi alma que vuelva pronto a Florencia. 

El conde almirante Serra, que suscribió a su hijo a la Biblioteca para la Juventud Italiana, me encarga le diga que hasta ahora no ha 
recibido ningún folleto. Podría usted enviarlos al Ministerio de Marina, donde dicho Conde es Presidente del Consejo del Almirantazgo. 

15 de febrero de 1869. 

CANTËN 

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((493)) 

CAPITULO XXXIX 

GRAN EXPECTACION DE LAS FAMILIAS DE LA NOBLEZA ROMANA -LLEGADA DE DON BOSCO -RECIBIMIENTO EN 
LA ESTACION -CELEBRA LA MISA EN SAN BERNARDO -VISITA AL CARDENAL VICARIO Y SE HOSPEDA EN CASA DEL 
TIPOGRAFO MARIETTI -DIFICULTADES DE DON BOSCO PARA LLEVAR UNA VIDA RETIRADA -REEMPRENDE LAS 
DILIGENCIAS PARA OBTENER LA APROBACION DE LA PIA SOCIEDAD Y LAS DIMISORIAS -SERIOS OBSTACULOS 
PARA CONSEGUIR LAS DIMISORIAS -EL TEOLOGO MARGOTTI, INTERROGADO POR LA SAGRADA CONGREGACION, 
EN VIA UN INFORME SOBRE EL ORATORIO A LA SAGRADA CONGREGACION Y A MONSEÑOR RICCARDI 
-CONFIANZA DE DON BOSCO EN LA VIRGEN -SUS MUCHACHOS REZAN EN TURIN POR EL -DON BOSCO BENDICE AL 
SOBRINO DEL CARDENAL BERARDI GRAVEMENTE ENFERMO, Y EL NIÑO SE CURA -OBJECIONES SOBRE EL VOTO DE 
POBREZA, EN TENDIDO SEGUN LAS REGLAS DE LA PIA SOCIEDAD -EL CARDENAL ANTONELLI, LIBRE DE LOS 
DOLORES DE GOTA, POR INVOCACION Y BENDICION DE MARIA AUXILIADORA, VE AL PAPA PARA RECOMENDARLE 
LA CAUSA DE DON BOSCO 

CON la mente llena de proyectos, y acompañado por el padre Verda, se acercaba don Bosco a Roma. 

Las principales señoras de esta ciudad y sus familias gozaban inmensamente pensando que, también este año, verían a don Bosco. 
Fueron siempre las mujeres quienes promovieron, por todos los medios, las obras de fe y de caridad en todas las partes de la tierra, como 
atestiguan las historias eclesiásticas. Hacía ya dos meses que las mujeres romanas esperaban al Siervo de Dios. 

((494)) La marquesa Vitelleschi escribía el 11 de noviembre de 1868 al caballero Oreglia: 

«Ayer por la tarde se hablaba en el salón de nuestro tan agradable y simpático tema: don Bosco y su Compañero. Qué hermoso tener la 
suerte de volver a ver en enero a este hombre de Dios; temo 
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siempre cualquier nuevo retraso, porque ansío hablarle. Lo necesito tanto...». 

Otra señora, que se firma María X..., decía con fecha 2 de enero de 1869: 

«Recibo en este momento el tesoro de una carta de nuestro don Bosco. Le escribo a usted para que se lo agradezca de mi parte. Llevo 
esta carta en el bolso para poderla leer de vez en cuando y hallar alivio. Me la habían anunciado hace algunos días y yo la esperaba, como 
puede imaginarse, con viva impaciencia... Imagínese cómo deseo la llegada de don Bosco». 

Cornelia Von Millingen, con fecha 10 de 1869 escribe: 

«Tengo un gran placer pensando que don Bosco viene pronto y espero que querrá celebrar la misa en mi capillita: cuento con ello». 

Isabel C. dice el 13 de enero: 

«Puede creer la gran alegría que experimenté al saber la venida de don Bosco que, por la gracia de Dios, llega esta tarde. Ahora pondré 
todo mi empeño para encontrar la manera de poder acercarme a él». 

La Madre Magdalena Galleffi comunicaba el 14 del 1869, a las nueve de la mañana: 

«He hecho saber al padre Ambrosio (inmovilizado por una parálisis en las piernas) que llegaba don Bosco a Roma. El le estima 
muchísimo, pero no ha podido todavía conocerle personalmente. Espera lograrlo en esta ocasión. Yo espero algo más, si Dios quiere... 

«Después de comer, me llega la noticia de que esta tarde llega don Bosco y he sabido la casa en donde se aloja. Siempre lejos de Tor 
de'Specchi». 

Estas noticias no eran exactas. Don Bosco llegó el día 15 viernes por la mañana. Le esperaban en el andén de la estación el marqués 
Angel Vitelleschi, con su esposa, el marqués Villarios, el conde Calderari y monseñor ((495)) Emiliano Manacorda, el cual entregó al 
Siervo de Dios el permiso para celebrar en todas las iglesias de Roma durante dos meses, firmado aquel mismo día por el cardenal 
Vicario. 

Tres carrozas principescas esperaban ante la salida de la estación. Dos pertenecían al caballero Felipe, hermano del cardenal Berardi y 
la tercera a otro noble personaje. Habían penetrado dentro del recinto de la estación aunque estaba prohibida la entrada de carruajes a 
aquel lugar, salvo cuando se trataba de un gran personaje religioso o político. En consecuencia, se había despertado la curiosidad de los 
empleados, de los guardias de la estación y de los que pasaban; muchos se habían parado para ver quién llegaba. 
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Don Bosco fue invitado por el mayordomo del Cardenal a subir a la primera de las carrozas.
-»Para quién son?
-Para don Bosco y sus acompañantes.
-»Y qué necesidad hay de esto?
-El cardenal Berardi lo ha querido así; y es más, pone una carroza a su disposición para todo el tiempo que esté en Roma.
-Eso sí que no; don Bosco no está acostumbrado a tales lujos.
-Pero permita al menos..
.
-No, no; perdonadme... don Bosco va a pie.
Le repugnaba entrar en Roma poco menos que en plan regio.
Ante su resuelta respuesta, el mayordomo no osó insistir más y dijo:
-Entonces oiga: Su Eminencia el Cardenal le rogaría tuviera la bondad de visitar lo antes posible a un sobrinito suyo, gravemente


enfermo; desearía que le encomendase a María Auxiliadora, que le bendijera y le hiciera sanar. 
Don Bosco prometió que iría a ver al niño, pero en el momento en que se despedía, monseñor Manacorda le hizo observar que estaba 
cansado del viaje, que ((496)) el Cardenal se disgustaría de que don Bosco no hubiera aceptado aquel acto de cortesía y, por tanto, le 
aconsejaba que usara la carroza por aquella vez. 
Don Bosco cedió al ruego de Monseñor y las dos carrozas de sus nobles amigos se dirigieron hacia la cercana iglesia de San Bernardo 
de las Termas, donde don Bosco celebró la santa misa. El padre Verda fue, en la tercera carroza, a hospedarse en el convento de su 
Orden. 
Mientras estaba el Siervo de Dios en el altar, entró en la iglesia un señor enviado por el caballero Felipe Berardi, el cual no había 
podido estar en la estación por negocios urgentes. Aquel señor rogó a monseñor Manacorda que dijera a don Bosco se dignase tener un 
memento por el enfermito que estaba a la muerte. Monseñor pasó enseguida el recado al Venerable quien escuchó, hizo señal de 
asentimiento con la cabeza y continuó, como siempre, absorto en Dios, la santa misa. 
El Procurador General de los monjes Cistercienses, el abad Bottino, contentísimo del honor que le había proporcionado el Venerable, 
celebró su buena suerte al poder ofrecerle un café. 
Desde San Bernardo acompañaron al Venerable a saludar al cardenal Vicario y después al domicilio del tipógrafo Pedro Marietti, donde 
había establecido fijar su residencia. 
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Estas noticias nos las dio monseñor Manacorda. 

Don Bosco había resuelto llevar vida retirada para gozar de mayor libertad y dedicar todo el tiempo al despacho de sus asuntos, pero a 
duras penas lo consiguió. 

Apenas se supo en Roma su llegada, muchos romanos y forasteros empezaron a agolparse alrededor de la casa del caballero Marietti 
intentando ser recibidos por el Venerable; y el Caballero, de acuerdo con los deseos de don Bosco, los despedía con cualquier pretexto. 
Pero ellos protestaban: 

-Es usted quien nos quiere impedir que tratemos con don Bosco nuestros asuntos. Usted quiere tener a don Bosco sólo para sí. »Acaso 
nuestros asuntos no valen tanto como los suyos? Si don ((497)) Bosco supiera que deseamos hablarle, nos recibiría con sumo gusto. 

El pobre Marietti tenía que arreglárselas para salir airoso. Con todo, algunos privilegiados lograban llegar hasta el Siervo de Dios o 
conseguían encontrarlo por la calle y a la puerta de los sacros palacios, donde lo esperaban. 

Era enorme el aprecio que toda suerte de personas profesaba a don Bosco. El reverendo padre dominico Jandel le consideraba modelo 
de santidad y prudencia: Nos escribía el reverendísimo padre F. Jacinto María Cormier, que fue más tarde Ministro General de los padres 
Dominicos, desde el convento de Bor. p. Nasac (Aveyron) 1, en julio de 1888, que él, al ordenar los documentos que se referían al P. 
Jandel había encontrado pruebas de su aprecio por el fundador de los Salesianos y de que en aquellos años dicho padre le había visitado 
con mucho gusto en Roma. 

Don Bosco, como hemos dicho, había ido a la ciudad eterna para varios asuntos, sin excluir los encargos recibidos en Florencia; pero lo 
que más le importaba era la aprobación de la Pía Sociedad y la facultad de conceder las dimisorias para las sagradas órdenes. Las 
negativas no habían logrado desalentar su heroica fortaleza. Había dado tiempo al tiempo, y volvía a suplicarlo, por escrito y de palabra, 
las más de las veces en vano; pero él, contento de poder presentar, aunque no fuera más que una pequeña razón cada vez, esperaba 
confiado. 

Pues bien, pese a las numerosas cartas comendaticias presentadas, enseguida se encontró con las incertidumbres y dificultades. 

1 Bor. p. Nasac-Caserío de Najac (Aveyron). Después de muchas consultas, persona autorizadísima concluyó que: Bor. era Borde; p., 
près, y Nasac, Najac; es decir Borde près Najac, a lo que nos atenemos, diciendo en castellano: Caserío de Najac. (N. del T.) 
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Conservamos en unos apuntes personales propios sus mismas palabras: 

«En cuanto llegué a Roma empecé a sondear el terreno, mas por desgracia era cierto que pocos Prelados me ayudarían: todos eran 
indiferentes, no creían en el éxito, y las personas más influyentes se oponían. Habían llegado a Roma cartas muy en contra de la Pía 
Sociedad en las que se alababa a don Bosco, sus intenciones, el Oratorio, el bien que allí se hacía a la juventud; pero se oponían a la 
Congregación, sobre todo por la razon de que habría sustraído a los clérigos de la jurisdicción de los ((498)) Obispos. En tal sentido se 
citaban solicitudes y rescriptos. El mismo cardenal De Angelis, amigo personal de don Bosco, no aprobaba que se le concediera tal favor. 

»Yo les ponía de relieve que la facultad de las dimisorias es parte fundamental de las congregaciones eclesiásticas; y que, salvo las 
congregaciones diocesanas, todas las demás con casas en diversas diócesis, gozan entre nosotros de este privilegio. Añadía que muchos 
obispos, como se lee en las cartas comendaticias, deseaban cooperar a la consolidación de la Sociedad Salesiana y favorecerla en todo lo 
que se juzgaba útil y conveniente. Se me respondía que, si se concediera la facultad de las dimisorias, habría sido incluida en la 
aprobación de las constituciones; pero que, por el momento, solamente trataría de la aprobación de la Sociedad en general y ni siquiera 
eso era nada fácil». 

El mismo teólogo Santiago Margotti, tan encariñado con don Bosco, era del parecer del cardenal De Angelis y de otros prelados. La 
Santa Sede, no satisfecha con los informes de monseñor Tortone y del Arzobispo de Turín, había pedido confidencialmente al Teólogo 
que diera un informe prolijo sobre las divergencias entre monseñor Riccardi y don Bosco y sobre los estudios que se impartían en el 
seminario arzobispal. El teólogo Margotti respondió así a monseñor Svegliati: 

Turín, fiesta de san Fransico de Sales de 1869 

Reverendísimo Monseñor: 

Para cumplir lo mejor posible el delicado encargo, he debido consultar a personas pías, doctas y bien informadas de todo, sin faltar, 
claro está, a la reserva impuesta. Y he aquí, Monseñor, el resultado de mis indagaciones. 

1.° La instrucción eclesiástica del Oratorio de don Bosco es laudabilísima en todo. Sus clérigos poseen una sólida cultura unida a una 
profunda piedad y, por eso, el Oratorio de don Bosco ha producido y sigue produciendo señalados servicios a la Iglesia en general y en 
particular a la diócesis de Turín. 
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2.° La enseñanza en el seminario arzobispal está tomando ((499)) un incremento extraordinario. Uno de los tres profesores nombrados, 
Barone, puede, quizá, infundir algún temor y ya en un principio hubo algún clérigo que se lamentó de su enseñanza. Pero hace un año que 
cesaron estas quejas y no se han vuelto a oír tampoco de los otros dos profesores, Barbero y Testa. Particularmente el último es un 
hombre de buen espíritu y profunda doctrina. 

3.° Una enseñanza independiente del Arzobispo de Turín podría producir graves consecuencias y engendrar dos partidos, no sólo en el 
clero joven, sino también en los sacerdotes entrados en años, y el mal sería mucho mayor que el que actualmente se deplora. 

4.° La enseñanza del seminario debe ser vigilada, y cuando dé lugar a alguna queja, se puede estar seguro de que, si el Arzobispo se 
entera de ello, pondrá remedio. Importa mucho que conozca la necesidad de vigilar. 

5.° El Oratorio de don Bosco merece toda suerte de favores, pero el principio de independencia, repito, sería un germen fatal de 
desaveniencias y de cismas. Recomendar el Oratorio al Arzobispo, de suerte que obtuviese de él lo que necesita para prosperar cada vez 
más, parece el mejor partido a juicio de personas prácticas, que sólo miran la gloria de Dios y las ventajas de la Iglesia. 

Y lo mismo que en verdad le escribo esto in Domino (en el Señor), así no tengo temor alguno de profesarme con profundo respeto 

De V. S. Rvma. 

Su atento y seguro servidor T. SANTIAGO MARGOTTI 

«Vi, continúa don Bosco en la citada memoria, que era de todo punto necesario un milagro para cambiar los corazones; de otro modo, 
hubiera sido imposible llegar a una conclusión favorable a mis deseos. En cada palabra de nuestras pobres reglas encontraban una 
dificultad insuperable. Los que más habrían podido hacer a mi favor, eran los que más resueltamente se manifestaban de parecer 
contrario. Sin embargo, confiando en la Virgen y en las oraciones que se hacían en el Oratorio, yo tenía la esperanza de que todo sería 
superado». 

Don Miguel Rúa escribía, a su vez, en la crónica: 

«Durante el tiempo que don Bosco permaneció en la ciudad eterna, no cesaron los alumnos del Oratorio de recitar las oraciones 
prescritas. Más aún, muchos formaron grupos para comulgar por él un día, a su propia elección, ((500)) de manera que cada día de la 
semana hubiese cierto número de comuniones para cumplir este acto de gratitud por su buen padre». 

Y las oraciones de los hijos fueron atendidas. 

Habían pasado ya algunos días desde la llegada de don Bosco a Roma y parecía que se hubiera olvidado de la recomendación que le 
había hecho el cardenal Berardi. El sobrino era un muchacho de casi 
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once años, único vástago de una rica y muy noble familia, heredero por tanto de un extraordinario patrimonio: sobre él debían revertir 
también los bienes de algunas otras casas y, por consiguiente, se habían colocado en él muchas esperanzas. Como es fácil imaginar, era el 
predilecto, la delicia, lo más querido de los padres y del tío. Hacía quince días que se consumía con una fiebre tifoidea maligna de modo 
que, falto de fuerzas, sin poderse mover de la cama, ya se creían inútiles los remedios de la medicina y se le daba por perdido. 

El Cardenal había hecho llamar muchas veces a don Bosco durante aquellos días, mas éste, por un motivo o por otro, no había podido 
ir. Finalmente, con angustiosa impaciencia, mandó a decirle: 

-Venga, por caridad, venga a ver si todavía hay esperanza de vida para este niño. 

Y don Bosco fue. Entró en la casa, le rodearon todos y le dijeron: 
-íDon Bosco cúrelo, cúrelo! 

Y el Siervo de Dios, sin nombrar al sobrino, se volvió al Cardenal y le dijo: 

-He venido para que Su Eminencia me ayude ante el Padre Santo a obtener la aprobación de la Sociedad de San Francisco de Sales. 

-Cure a mi sobrino, respondió el Cardenal, y luego yo hablaré en favor de su Sociedad al Papa. 

Acompañaron entonces a don Bosco a la habitación del enfermito. Se acercó el Venerable a la cama y dijo a los padres: 

((501)) -Tengan fe, rueguen a María Auxiliadora, empiecen una novena; y usted, señor Cardenal, cuídese de la Sociedad de San 
Francisco de Sales. 

Y dijo dentro de sí: 

-Dejemos a la Virgen que empiece. 

Después rezó unas oraciones y bendijo al enfermo. La fiebre le desapareció al momento, et reliquit eum febris. El Cardenal repitió la 
promesa de hacer cuanto pudiera en favor de la Pía Sociedad, hasta superar las dificultades, si el sobrino sanaba. Se empezó la novena y 
tres días después volvió don Bosco a visitar al querido enfermo. El muchachito estaba sentado en la cama y, apenas le vio dijo: 

-Don Bosco, estoy mejor »sabe? Ya he comido cosas cocidas y fritas. 

No era nada más que el tercer día de la novena y había mejorado tanto que se encontraba fuera de peligro. Y pronto se repuso del todo. 

El extraordinario suceso conmovió a toda la familia; la gracia de 

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María Santísima era evidente. El cardenal Berardi, estallando de alegría, fue a visitar al Siervo de Dios y le dijo: 

-Don Bosco, estoy dispuesto a hacer lo que de mí quiera; íno tiene más que mandar! 

-Ya sabe lo que deseo; interésese por mi Sociedad, hable de ella al Padre Santo, procure arreglar las cosas de modo que pueda 
conseguir lo que deseo. 

-Lo haré, iré a ver enseguida a Su Santidad y le hablaré, esté seguro. 

Pidió audiencia al Papa y le habló. Entusiasmado con don Bosco, le narró lo acaecido y le recomendó con vivas instancias la Pía 
Sociedad de San Francisco de Sales. El santo Pontífice quedó sorprendido y deseó ver cuanto antes al Venerable. 

En el intervalo, la Sagrada Congregación había celebrado ya alguna reunión y examinado las Constituciones: la mayor objeción que 
quedaba era el encontrar una contradicción entre el voto de pobreza y la propiedad; cómo un individuo ((502)) podía ser miembro de la 
Congregación, profesando pobreza y conservando la posesión de los propios bienes. Es algo absurdo, repetían, que uno pueda llamarse 
pobre y posea a la vez casas y fincas y tenga derecho a disponer por testamento de sus riquezas. 

Don Bosco acudía inútilmente a unos y a otros, demostrando cómo la práctica de la pobreza evangélica expresada en sus Reglas no se 
oponía a la naturaleza de este voto y que era la única manera de salvar los bienes de las Ordenes religiosas de las confiscaciones de la 
revolución. 

Sin embargo aquellos teólogos, que quizá no conocían la aprobación dada por la Iglesia a la Congregación de los Rosminianos, sólo 
después de haber examinado atentamente la cuestión, se pusieron de acuerdo por fin, con la idea de don Bosco. Vieron también ellos que, 
en estos tiempos, el único medio de subsistencia para un religioso debía ser el propio patrimonio. 

Se supo en los conventos de Roma la tesis sostenida por don Bosco y los Superiores de los dominicos y de los franciscanos acudieron a 
él para consultarle acerca del modo de entender el voto de pobreza, pidiéronle copia de su reglamento y declararon que, si la Iglesia lo 
aprobaba, retocarían el suyo en la forma que él lo presentaba y explicaba. Y, en efecto, unos años después, lo adoptaron todas las Ordenes 
de la antigua observancia. Y desde entonces, algún Cardenal aseguraba a don Bosco que el Concilio Ecuménico tomaría como base la 
misma regla para proveer a la existencia de todas las Ordenes Religiosas. 
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VOLUMEN IX Página: 458 

-De este modo, exclamaba el Siervo de Dios en una conferencia a los Salesianos, el Señor se ha servido de nosotros para proponer un 
nuevo modelo respecto al voto de pobreza, según las necesidades de los tiempos. Sea todo para la gloria de Dios, que es quien lo ha 
querido así. 

Sin embargo, como algunos de los más influyentes en la Congregación tenían por imposible aquella aprobación, él, para cumplimentar 
los encargos oficiosos aceptados en Florencia, y para asegurarse un protector, fue a visitar al cardenal Antonelli, ((503)) a quien también 
le parecía imposible aprobar en aquellos tiempos nuestra Sociedad, principalmente porque le parecía encontrar en nuestras reglas algunas 
contradicciones. Y el éxito del asunto dependía en parte de él. Estaba el Cardenal sentado en un sofá, atormentado fuertemente por la 
gota. 

-Adelante, querido don Bosco, pase.
-Eminencia, »cómo se encuentra?
-íMire como estoy! Aquí clavado en un sillón hace varios días. Ha vuelto la gota. Me había dejado libre después de su última visita.


Hice entonces que me encomendaran a María Auxiliadora y me sentí aliviado; pero, ahora, de nuevo sufro dolores agudísimos. 
-Eminencia, ayúdeme en mis asuntos y le garantizo que se pondrá mejor. 
-»Qué desea de mí? 
-He venido aquí para encomendar a Su Eminencia que se ocupe de la Sociedad de San Francisco de Sales. 
-íEh!, dijo él; eso me parece demasiado difícil. Pero en fin, le prometo recomendarla al Padre Santo, apenas pueda ir a una audiencia 

con él. 
-Necesitaría que fuese enseguida. 
-Pero ya ve usted cómo me encuentro; no puedo moverme. El Papa suele venir a verme cuando no puedo ir yo a su despacho, entonces 

le hablaré. 
-Tenga fe en María Auxiliadora y vaya pronto. Prometa solamente empeñarse en que la Sociedad de San Francisco de Sales sea 

aprobada. 
El Cardenal le miraba y callaba. 
-Procure ir pronto a ver al Padre Santo, replicó don Bosco. 
-»Cuándo...?, exclamó el Cardenal sorprendido y clavando los ojos en su cara. 
-íMañana! 
-»Quiere decir que ciertamente podré ir? 

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Fin de Página 458 


VOLUMEN IX Página: 459 

((504)) -íSí, mañana!
-Pero »cómo podría ser eso?
-Tenga fe, fe viva en María Auxiliadora, porque de otro modo no haremos nada.
-Está bien, iré mañana; »y si luego me pongo peor?
-Seré yo el responsable: mañana estará mejor. Déjelo en manos de María. Ella se las apañará.
-Bueno, iré mañana; y si se cumple lo que me promete, haré cuanto pueda para promover su Congregación.
Al día siguiente, por la mañana, el cardenal Antonelli se encontraba notablemente mejor: los dolores agudos habían cesado, fue a la


audiencia del Papa y le contó su conversación con don Bosco y su curación. 

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Fin de Página 459 


VOLUMEN IX Página: 460 

((505)) 

CAPITULO XL 

EL PROCURADOR GENERAL DE LOS LAZARISTAS AYUDA A DON BOSCO CON SUS CONSEJOS -DON BOSCO DA 
EXPLICACIONES AL CARDENAL QUAGLIA Y A OTROS CARDENALES SOBRE LA PIA SOCIEDAD Y SUS 
CONSTITUCIONES -LLEGAN NOTICIAS DE DON BOSCO AL ORATORIO: CELEBRA EN TOR DE'SPECHI Y EN EL JESUS: 
VA A FRASCATI, A MONDRAGONE Y LA CAMALDULA: CELEBRA LA SANTA MISA EN LA CAPILLA DE LA CONDESA 
MILLINGEN -DON BOSCO ES ADMITIDO A LA AUDIENCIA DEL PAPA -DON BOSCO Y LOS COLECTORES 
PIAMONTESES DEL DINERO DE SAN PEDRO -POR QUE EL PAPA HABLABA A GUSTO CON DON BOSCO SOBRE 
CIERTOS ASUNTOS -CURIOSO EPISODIO ENTRE PIO IX Y UN IMPORTUNO, INTRODUCIDO POR DON BOSCO A LA 
AUDIENCIA -PIO IX RECIBE AFECTUOSAMENTE A DON BOSCO -SE EXAMINAN LAS DIFICULTADES NACIDAS SOBRE 
LAS OBSERVACIONES Y LAS DIMISORIAS: EL PAPA ACEPTA UNA PROPOSICION DE DON BOSCO -ALGUNAS 
CONCESIONES IMPORTANTISIMAS DEL PONTIFICE, EL CUAL AUTORIZA LAS NEGOCIACIONES PARA LA IGLESIA 
DEL SANTO SUDARIO -CONCEDE POR ESCRITO SU INDULGENCIA Y SU BENDICION A LOS ALUMNOS DEL 
VENERABLE QUE LE HAN DIRIGIDO UNA CARTA CON SU OBOLO PARA EL DINERO DE SAN PEDRO -DON BOSCO 
COMUNICA A DON MIGUEL RUA LAS INDULGENCIAS CONCEDIDAS POR EL PAPA -UNA LIMOSNA QUE ENTREGA EL 
CONDE CIBRARIO Y LA CONVENIENCIA DE DIFERIR LA FIESTA DE SAN FRANCISCO: DA VARIOS ENCARGOS Y DICE 
QUE SUS COSAS MARCHAN BASTANTE BIEN, PERO QUE HAY SERIAS DIFICULTADES QUE VENCER -PIO IX 
ENCOMIENDA A VARIOS PRELADOS QUE VEAN LA MANERA DE CONTENTAR A DON BOSCO -DON BOSCO VA A 
VISITAR A SU MAYOR OPOSITOR Y LE ENCUENTRA ENFERMO: LE CURA Y LE MANDA IR INMEDIATAMENTE AL 
((506)) PAPA Y ASI CESA AQUELLA OPOSICION -MONSEÑOR MANACORDA PRESTA TESTIMONIO DE CURACIONES 
PRODIGIOSAS OBRADAS POR DON BOSCO EN ROMA -TESTIMONIO DE DON MIGUEL RUA 
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Fin de Página 460 


VOLUMEN IX Página: 461 

AUNQUE don Bosco tenía confianza plena en la ayuda final de la Virgen, no había dejado de apoyarse en todo cuanto le sugería la virtud 
de la prudencia. Aún no conocía él ciertas disposiciones que precisaba tomar, determinadas gestiones que hacer, algunas costumbres y 
procedimientos que seguir. Ya en Turín había recurrido en busca de consejo a algunos miembros de órdenes religiosas, mas éstos, por un 
motivo o por otro, habían declarado que no le podían ayudar. Apenas llegó a Roma, se dirigió al reverendo Borgogno, procurador general 
de los Lazaristas. Este le recibió con verdaderas demostraciones de afecto, le entregó un ejemplar de las reglas de su Congregación para 
su gobierno, le sugirió buenos consejos para conseguir su finalidad, le indicó varios documentos y cómo debía presentarlos, le animó, se 
ofreció para ayudarle con todas sus fuerzas, y le invitó para que acudiese a él siempre que se encontrase en apuro. Su consejo le valió para 
vencer muchas dificultades; don Bosco recordaba siempre con gran agradecimiento a este su bienhechor. 

De acuerdo con las normas recibidas, siguió el Venerable visitando a Cardenales y Monseñores pertenecientes a la Congregación de 
Obispos y Regulares, entre los que se hallaban el Prefecto cardenal Quaglia y el Secretario monseñor Svegliati. Sostuvo con ellos largas 
conversaciones en las que le pidieron explicaciones sobre la Pía Sociedad, que presentaba en sus Constituciones unas bases algo 
diferentes a las de las congregaciones ya existentes. Cuando en 1874 se discutía sobre la aprobación definitiva de las Constituciones de la 
Pía Sociedad, el Venerable, en su afán de difundir cada vez mejor sus ideas y ganarse el apoyo de personas autorizadas, escribió e hizo 
imprimir en la Tipografía Políglota de la Sagrada Congregación de Propaganda una Relación histórica sobre la Congregación de San 
Francisco de Sales y aclaraciones sobre la misma. Se trataba de un opúsculo de veinte páginas. En ((507)) la página diez, dice que ya 
expuso sus ideas en 1869 a monseñor Svegliati, al cardenal Quaglia, al mismo Pontífice y al benemérito cardenal Berardi. Y añade: 

«Las aclaraciones y observaciones, puesto que fueron casi idénticas, las expongo aquí en forma de diálogo para mayor claridad del 
lector. 

P.-»Qué buscáis en esta Sociedad, el bien del prójimo o el de los socios? 

R.-La finalidad de esta Sociedad es el bien espiritual de los socios, mediante el ejercicio de la caridad con el prójimo y especialmente 
con los muchachos pobres. 

P.-»Qué es lo que más miráis para aceptar a los socios? 
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R.-Para la aceptación de los socios se mira de un modo especial la virtud de los mismos; y eso, porque nuestra Congregación no está 
destinada a admitir convertidos que deseen dedicarse a la oración, a la penitencia, al retiro, sino a reunir individuos de vida honesta, que, 
basados en la virtud y en la religión, deseen dedicarse al bien de la juventud, sobre todo de los muchachos pobres y en peligro. Por esta 
razón hasta ahora solamente hemos aceptado jóvenes conocidos de muchos años antes y que han estado viviendo en nuestras casas con 
una conducta ejemplar en todos sus aspectos. 

P.-»Tenéis noviciado? 

R.-Tenemos noviciado, pero las leyes públicas, los lugares donde vivimos, no permiten tener una casa separada, destinada 
exclusivamente a esta finalidad. El Noviciado, que nosotros llamamos tiempo de prueba, se hace en una sección de la casa principal que 
está en Turín. 

P.-»En qué consiste esa prueba? 

R.-Esta prueba se divide en tres períodos. El primero es el de los aspirantes, que debe preceder al Noviciado. El segundo es el 
Noviciado propiamente dicho, que dura un año por lo menos. El tercero es el de los votos trienales. Hasta ahora solamente hemos 
aceptado a los que estuvieron en nuestras casas durante cuatro, cinco y hasta siete años y llevaron una vida ejemplar, lo mismo en los 
estudios que en los ejercicios de piedad cristiana. Con esto por delante, el aspirante es admitido a la segunda prueba, esto es a la práctica 
exacta de las Reglas de la Sociedad, al menos por un año, a veces por dos y hasta más. 

P.-»Qué prácticas religiosas realizan los novicios? 

R.-Los novicios se dedican normalmente al estudio y a la práctica de las Reglas de la Congregación. Cada mañana hacen oración vocal 
y meditación, rezan la tercera parte del rosario y comulgan varias veces a la semana. Durante el día tienen la lectura espiritual, la visita al 
Santísimo Sacramento con la lectura sobre una materia ascética, examen ((508)) de conciencia y comunión espiritual. Todas las tardes del 
año se reúnen a una hora determinada en la iglesia, cantan una loa religiosa, leen después la vida del santo de aquel día, cantan las 
letanías de la Virgen y asisten a la bendición con el Santísimo Sacramento. Además de estas cosas especiales, los novicios asisten 
también a todas las prácticas de piedad comunitarias de los demás jóvenes de la casa, como son las oraciones de la mañana y de la noche, 
con una platiquita a propósito, las funciones sagradas de los días festivos, a saber: dos misas, maitines y laudes de la Virgen, explicación 
del Evangelio por la mañana; asisten por la tarde al catecismo o bien lo enseñan a los niños; intervienen en la instrucción comunitaria con 
plática, vísperas, bendición, etc. 

P.-»Con qué frecuencia se confiesan? 

R.-De acuerdo con nuestras Reglas, se confiesan cada semana con confesores designados por el Superior. 

P.-»Qué instrucciones ascéticas especiales dais a los que están en prueba? 

R.-Además de cuanto se ha expuesto, cada semana les da el maestro de novicios una conferencia moral sobre las virtudes que hay que 
practicar y los defectos que hay que evitar, tomando generalmente como tema un artículo de las Constituciones. 

P.-»En qué más se ocupan? 

R.-Los novicios enseñan el catecismo siempre que hay necesidad de ello, asisten a los niños del establecimiento y, a veces, también dan 
alguna clase diurna o nocturna, preparan a los más atrasados para la confirmación, la comunión, ayudar 

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la Santa misa y cosas por el estilo. En esto consiste la parte más importante de la prueba. El que no tuviere aptitud para esta clase de 
ocupaciones, no es aceptado en la Congregación. 

P.-»Cuáles son los resultados morales? 

R.-Hasta ahora los resultados morales han sido satisfactorios. Los que salen bien de estas pruebas son buenos socios, se aficionan al 
trabajo, huyen del ocio y como les resultan necesarias las ocupaciones se prestan gustosos en toda ocasión a lo que pueda redundar a 
mayor gloria de Dios. Los que no tienen aptitudes para este género de vida quedan en libertad para seguir de otro modo su vocación. 

P.-»Qué plan seguís para los estudios? 

R.-No se acepta a ninguno para clérigo de la Congregación si no ha aprobado el bachillerato hasta el curso de retórica. Después son 
admitidos a los cursos de Filosofía; se reúnen todos en la casa de Turín y se dedican a estos estudios por lo menos durante dos años. Los 
que han de prepararse para exámenes oficiales cursan el liceo de tres años. Digo exámenes oficiales porque la enseñanza oficial y privada 
está regulada por leyes, que excluyen de la misma a todos los que no poseen un título oficial, y es preciso que nuestros maestros posean 

un título o diploma. 

((509)) P.-»Tenéis profesores idóneos para la Congregación? 

R.-Entre los muchos que se someten a los exámenes oficiales, tenemos un número suficiente. Cuando es menester, nos ayudan algunos 

de nuestros ex alumnos, hoy profesores oficiales, que de muy buen grado vienen a ayudar siempre que son llamados. 

P.-»Cómo estudiáis la Teología? 

R.-Tenemos los cursos normalmente establecidos en el Oratorio de San Francisco de Sales. 

P.-»Qué partes teológicas son las que especialmente se enseñan? 

R.-Estudiamos normalmente Hermenéutica bíblica, Historia eclesiástica, Teología moral, dogmática y especulativa. 

R.-»Qué profesores tenéis? 

R.-Tenemos varios miembros de la Sociedad, que han obtenido cum laude el doctorado en esta facultad con exámenes públicos. Hasta 

ahora hemos tenido siempre uno de los más célebres profesores del Seminario Arzobispal, que todavía acude puntualmente a clase 
durante todo el año y preside los exámenes en su momento. Pertenece a la Congregación como externo. 

P.-»Qué autores empleáis? »Y cuántos cursos hacéis? 

R.-Por lo general nuestro maestro es santo Tomás de Aquino; y durante los cursos nos atenemos a las obras de San Alfonso, según los 
tratados de monseñor Scavini para la moral y los del padre Perrone para la teología dogmática y especulativa. Nuestro curso teológico 
dura cinco años. Cuando interviene la edad y alguna otra razón grave se presentan a las órdenes en el cuarto año, pero se continúa 
haciendo el quinto curso de teología después del sacerdocio. 

P.-»Cómo hacéis para el estudio de la moral? 

R.-Para el estudio de la moral tenemos el curso normal en la Congregación.Pero antes de presentarse al examen final de confesión, 
además del quinquenio, asisten durante dos años más a las conferencias que, bajo la inmediata dirección del Arzobispo, se dan en la 

Residencia Sacerdotal... 

P.-Se dice que usted ocupa en otras cosas a sus clérigos: »es verdad? 

R.-Nuestros clérigos, aunque no por regla ordinaria, sino cuando se debe hacer alguna prueba o hay una necesidad particular, se dedican 

también a asistir en el salón 

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de estudio, donde ellos pueden estudiar; son asistentes en los dormitorios, en los recreos, en los paseos, en la iglesia y en casos 
semejantes. Pero solamente hacen esto durante el tiempo libre, sin que les impida el ir a clase y estudiar. En caso de necesidad, se dedican 
temporalmente a las escuelas diurnas y nocturnas. Pero estas distintas ocupaciones se ajustan a su estado y son el fin fundamental de 
nuestra Sociedad. A este respecto, es bueno notar que estas ocupaciones preparan a los socios ((510)) a trabajar para el bien de las almas; 
trabajan, pero es un trabajo organizado, de modo que queda tiempo más que suficiente para atender a los estudios y a la piedad. Más aún, 
la experiencia de treinta y tres años nos enseña que estas ocupaciones asiduas constituyen un baluarte inexpugnable para la moralidad. Y 
he observado que los más ocupados y los más trabajadores recuerdan mucho mejor su antigua condición, disfrutan de buena salud, se 
conservan más virtuosos y, cuando llegan a sacerdotes, logran abundante fruto en el sagrado ministerio. 

P.-»No sería mejor que vuestros clérigos fueran al Seminario? 

R.-Mientras no se pudo hacer de otro modo, nuestros clérigos fueron a clase al Seminario. Pero, apenas fue posible, aun con grandes 
sacrificios, hubo que hacer de otro modo. Los programas son distintos de los de nuestra Congregación y con frecuencia se cambian, 
puesto que cada profesor explica y sigue su propio programa. Además, los días y horas señalados para las clases en el Seminario no 
coinciden con el horario de nuestra Casa. Deberían recorrer unos seis kilómetros diarios, lo que supone un tiempo bastante notable. 
Añádase a esto que para ir al Seminario, hay que cruzar los sitios más poblados y frecuentados de la ciudad, donde las extrañas modas de 
vestir y de hablar, los saltimbanquis, los periódicos, los libros, las fotografías obscenas y frecuentemente las bromas y las burlas 
comprometerían, como de hecho ya ha sucedido muchas veces, la moralidad y la misma vocación de los alumnos. 

«Así expuestas literalmente las cosas que se referían a los estudios -terminaba don Bosco-, al Noviciado y a la observancia práctica de 
las Reglas, todos los personajes anteriormente mencionados quedaron satisfechos». Mientras tanto llegábanle al Caballero, desde Roma, 
noticias del Venerable. Por los fragmentos de varias cartas puede el lector reconstruir el diario de sus ocupaciones. 

Roma, 16 de enero de 1869 

...Ante todo le diré que, hoy, después de comer, he tenido la satisfacción de ver a don Bosco. Le he encontrado bien y me ha prometido 
que vendrá a celebrar la misa. Le he recomendado que rece por la ovejita a él confiada... 

CORNELIA VON MILLINGEN 

Roma, 19 de enero de 1869 

...Ha venido el bonísimo don Bosco y se hospeda en casa del caballero Marietti, poco distante de la mía. Me propongo saludarle, recibir 
su bendición sacerdotal y 
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una palabra de consuelo. Escogeré el tiempo oportuno, ((511)) o con menos gente, si me fuere posible, previendo que son los primeros 
momentos los de mayores cuidados y preocupaciones... 

Don Bosco ha dicho al Eminentísimo Cardenal Vicario que se detendría tres semanas, pero el Cardenal le ha entregado el célebret para 
dos meses y creo que se quedará todo ese tiempo. Así se decía ayer en casa de la condesa Millingen...Estamos en el año en que tendrá 
lugar el Concilio Ecuménico Vaticano, del que hemos de esperar grandes resultados y el triunfo completo de la religión y de la Iglesia. 

ESCIPION CONESTABILE DELLA STAFFA 

Roma, 20-1-1869 

He visto esta mañana a don Bosco, que está muy bien... Celebró la santa misa el sábado (16) en Tor de'Specchi y el domingo en «el 
Jesús». 

Permítame que, al presentarle los respetos de la Madre Presidenta, me declare su atenta servidora... 

BETTINA PONZIANI TARABINI, Secretaria 

21 de enero de 1869 

...Con las prisas, don Bosco ni siquiera visitó mi tienda con sus libros y el precioso cartelón que tiene encima. Espero, sin embargo, que 
podré verle más despacio según me ha prometido. Hoy ha ido a Frascati y mañana se quedará en casa para recibir visitas desde las dos 
hasta las cinco. Por el momento, son pocos los que saben de su estancia en Roma, por lo que todavía no está tan asediado. 

M. MAGDALENA GALLEFFI 
Roma, 22 de enero de 1869 

...Tenemos a don Bosco con nosotros, pero desgraciadamente aún no he podido hablarle a mi gusto y contarle mis penas espirituales y 
temporales; espero, sin embargo, que podré lograrlo, si bien resulta muy difícil este año por no obtener el favor de las personas que le 
rodean, las cuales siempre me hacen misterio de todo... 

Ayer por la tarde fue don Bosco con Julio Giovannino Calderari a Mondragone; hoy ha celebrado allí la santa misa; después ha ido a la 
Camáldula y han vuelto a comer a Mondragone. Me ha proporcionado una gran alegría que haya dado la comunión y su bendición a mi 
Pedro. Espero que ahora estudie y se porte bien y que esta bendición le ayude, especialmente para el alma. 

CLOTILDE G. V. 

26 de enero de 1869 

Ayer recibí la segunda visita de nuestro don Bosco, quien se entretuvo conmigo en la salita que usted conoce, donde se encuentra la 
tienda de libros del Oratorio, ((512)) aquí depositados, y me dijo muchas cosas agradables que yo no merezco. 

M. MAGDALENA GALLEFFI 
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Roma, 29 de enero de 1869 

... La condesa Millingen me encarga le diga que espera de María Santísima que cumpla la gracia para el joven Rey y le notifica que don 
Bosco celebró la santa misa en su capilla el día 27 del corriente. 

ESCIPION CONESTABILE DELLA STAFFA 

Roma, 29 de enero de 1869 
...Espero que dentro de poco me lleguen los libros que don Bosco encargó para mí, pero no sé si la venta prosperará, porque la Epifanía 
pasó y ahora la gente piensa en gastos distintos de los piadosos o útiles y, por tanto, los bolsillos están vacíos... 

Oí a la marquesa Villarios que en estos últimos días de Carnaval estaría usted ocupado con los carnavales y por eso me apresuro a 
repetirle los encargos de los libros y de las oraciones y novenas... 

No he vuelto a ver a don Bosco, pero tendremos la satisfacción de que venga el jueves próximo a celebrar en nuestra iglesia. El 
miércoles estuvo en casa de la condesa Millingen, pero no he visto a ninguno que pudiera darme detalles de él, porque mi secretaria, que 
estaba invitada, se encontraba también comprometida a la misma hora con la Congregación de las Hijas de María. Créame, ambas 
estamos disgustadísimas al vernos privadas de todos los medios para satisfacer nuestros buenos deseos y solamente nos vamos 
ilusionando con que la marquesa de Villarios pueda suplirnos, porque se encuentra más próxima a las personas que probablemente 
pueden ser visitadas por don Bosco. 

M. MAGDALENA GALLEFFI 
En estas cartas falta la noticia más importante. Don Bosco había recibido tarjeta de invitación para la audiencia pontificia el día 23 de 
enero. 

Pío IX le esperaba conmovido por los hechos que le habían contado los dos cardenales. Le quería por sus virtudes y por su afecto 
generoso a la Santa Sede. Un día había dicho: 

-Tengo tres amigos desinteresados y los tres son piamonteses: monseñor Oreglia, el teólogo Margotti... Uno me envía desde Bélgica el 
dinero de San Pedro, sin quedarse nada para sí. ((513)) Margotti paga de su bolsillo los gastos de correo y honorarios; los demás 
colectores, en cambio, se quedan con el seis por ciento a cuenta del franqueo y de su trabajo... El tercero es don Bosco. 

Este, en efecto, siempre que iba a Roma llevaba consigo notables ofertas de los fieles, recogidas con esmero y consignadas 
íntegramente en Roma, aunque él viviese de limosnas. 

Le gustaba a Pío IX entretenerse con don Bosco, sobre todo porque le tenía por santo. Por su parte, don Bosco también se hacía querer 
por sus hermosas virtudes externas. Habiéndole preguntado 
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don Julio Barberis cómo le trataba el Padre Santo y por qué le recibía siempre de buena gana, respondió el Venerable: 

-Busco siempre la manera de despachar deprisa. Hay que llevar preparado todo lo que se quiere pedir. Algunos, para hacer una petición 
al Papa, quieren estar allí contándole toda la historia y dicen y vuelven a decir y van alargando. Generalmente el Papa les interrumpe y les 

pregunta: 

-En conclusión, »qué pedís? 

Yo voy siempre allí con un fárrago de cosas que pedir; pero tomo nota precisa de ellas y me preparo. En cuanto llego ante el Papa, 

expongo mi petición en dos palabras; si son cosas especiales, como me sucede bastantes veces, recuerdo también: tal Papa, con tal bula y 
en tal circunstancia, concedió esto y lo otro; y él en dos palabras despacha todo. Después se ríe y dice: 

-Vos empleáis pocas palabras para no cansarme, pero yo empleo menos que vos. 

Otras veces llevo un papelito en la mano y él me pregunta: 

-»En qué número estáis? 

-Es la duodécima petición que quiero hacer a Vuestra Santidad. 

-»Y cuántas traéis apuntadas? 

-íDieciocho, Santidad! 

-Ea, pronto llegamos a lo mejor. 

«Aquella vez creo que las dieciocho peticiones importantes que tenía, las cuales requerían tiempo y reflexión, y que otro quizás hubiera 
empleado diez minutos para cada una, yo las despaché todas en diez o doce minutos a lo más. A veces, cuando yo he terminado, empieza 
el Padre Santo y me pregunta ((514)) por esto y por aquello; y entonces las cosas van un poco más despacio. 

»Pero lo que más le gusta al Papa, cuando yo voy, es que nunca me opongo a nada, ni insisto. Que le parece bien conceder algo, en hora 
buena. Que no lo cree conveniente, yo no replico. Si se requieren simples aclaraciones, las expongo; por lo demás, aunque me pareciere 
óptima mi petición, yo no replico, si él se muestra poco propenso. Algunos van a él e insisten una y otra vez. Son audiencias que se 
alargan, le cansan y le disgustan. Yo, en cuanto hago mi exposición, me propongo no añadir una palabra.» 

Estaba, pues, fijado el día 23 para la audiencia. El caballero Pedro Marietti recomendó a don Bosco al abogado Tancredo Canónico, 
piamontés, que se había dirigido a él, asegurándole que se trataba de una buena persona, que deseaba una audiencia privada 
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del Papa. Y le fue concedida para el mismo día. Era partidario de los errores secretamente propagados por un visionario fanático, el 
polaco Andrés Towianski, precursor de los modernistas, que se creía un profeta elegido por Dios para reformar la Iglesia. Probablemente 
el abogado le seguía de buena fe, o más bien con la ceguera de una ilusión, aunque sin culpa, puesto que, si hubiera consultado a 
eclesiásticos, no sólo doctos, sino piadosos, equilibrados y no fáciles a seguirle por debilidad de entendimiento o ansias de popularidad, 
habría hallado medios para volver a la integridad de la fe y de la profesión católica. Pero era muy reservado para abrirse a los demás; por 
eso gozaba ante muchos de reputación de piedad y de doctrina y había traducido al italiano la Imitación de Cristo. 

Había llegado a Roma como portador de un escrito o mensaje para el Papa, que le había enviado Towianski desde Zurich. Leíase en él 
cómo el Papado se había salido del camino y lo que debía hacer para volver a entrar y conducir a la Iglesia por la vía de su vocación. Y 
pedía reformas radicales de la ((515)) Iglesia en el dogma, en la disciplina, en la institución y en el gobierno. Este escrito fue después 
editado por él y distribuido a los cardenales en el Cónclave de 1878. 

El abogado se lisonjeaba de que podría arreglar las gestiones entre la Santa Sede y el Gobierno de Italia. Y en 1903 publicaba una 
relación de su visita al Papa, que empezaba así: 

«El día 23 de enero de 1869, subí las escaleras del Vaticano, fui recibido por Pío IX, en audiencia privada, y presenté un escrito de 
Towianski. Le dije: 

»-Santidad, por medio de este hombre he recibido de Dios beneficios espirituales que no se olvidan jamás. Tuve una juventud dolorosa: 
había perdido la fe. La Providencia me acercó a este hombre. Si he recuperado la fe, si ahora tengo una base, si amo a Jesucristo y a su 
Iglesia, si mi alma está alegre, a él principalmente se lo debo.» 

No negamos que Tancredo Canónico hiciera tal panegírico de Towianski, pero es falso el diálogo que sigue y que Pío IX haya asentido 
de algún modo a los despropósitos del abogado. Don Bosco narró el hecho de muy distinto modo, según lo confirmó la noble familia 
Ricci y especialmente el caballero Roberto, quien lo refirió a don Joaquín Berto. 

Apenas llegó el abogado ante el Papa, se postró a sus pies y le dijo: 

-Padre Santo, hace mucho tiempo que deseaba hablaros; por fin 
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he podido llegar hasta Vos. Oíd: tengo diversas cosas que proponeros; Vos sois una persona santa, pero engañada por los que os rodean. 

Y empezó a exponer sus opiniones y a aconsejar a Pío IX cómo debía gobernar la Iglesia. 

El Papa le escuchó un momento; después le interrumpió indignado: 

-íSalid de aquí, no necesito vuestros consejos! 

Y dijo el otro: 

-Ya preveía yo que no podría decirlo todo, así que dejo este escrito. 

Y lo colocó sobre la mesa. 

Apenas salió, tocó el Papa la campanilla y preguntó al Monseñor de la antesala: 

((516)) -»Cómo habéis dejado pasar a ese señor? 

-íEra recomendado por don Bosco! 

Don Bosco esperaba junto a la puerta abierta de la antesala: por alguna palabra que dijo el Papa en voz más alta, por el aspecto turbado 

del abogado, cazó al vuelo de qué se trataba, e invitado a entrar, oyó que el Papa decía: 

-O éste es un gran bribón o don Bosco es muy bonachón. 

Don Bosco sonrió. Y el Pontífice preguntó: 

-»Por qué me habéis hecho pasar a ese hombre? »Y aún os reís de mi enojo? 

-Me río, respondió don Bosco, porque es la indignación de un padre siempre amoroso. He aquí, Padre Santo, cómo ha sido. El caballero 

Marietti me lo recomendó, asegurándome que era una buena persona; yo no inquirí más y me atuve a su palabra. 

A estas palabras rióse también Pío IX, que se entretuvo durante una hora y media con don Bosco, tratándole con indescriptible bondad. 

El Padre Santo se mostró muy a favor de la Pía Sociedad de San Francisco de Sales, le prometió que haría por contentarlo y le aseguró 
que todo acabaría bien. Se examinaron las dificultades que eran graves, y se estudió el modo de resolverlas. Eran complicadas, porque 
sólo se quería co ceder la aprobación definitiva de la Pía Sociedad de San Francisco, aplazando la aprobación de las reglas para tiempo 
más oportuno. 

En cuanto a las reprobaciones, dijo al Papa que había procurado acomodarlas a las Constituciones por cuanto pudo. Hízole entonces 
una exposición de las que había insertado en los artículos y de las 
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que había modificado ligeramente, dispuesto a someterse al juicio de Su Santidad. Y declaró la imposibilidad de actuar durante varios 
años sobre algunas, singularmente las referentes a la hacienda material, porque la Sociedad no poseía rentas de calidad y vivía con las 
limosnas de los fieles. 

((517)) Pío IX examinó sus razones, convino confidencialmente con ciertas disposiciones que se hubieran podido suavizar, y le enseñó 
la manera de regularse para poder obrar en conciencia, si llegara el caso. 

En lo referente a las dimisorias, demostró don Bosco que era inútil pedir a los obispos las testimoniales de los jovencitos internados en 
sus casas antes de los catorce años, puesto que los prelados ignoraban totalmente su condición y conducta y no podrían recibir más 
informes que los de él y de los suyos, que son quienes los tienen a la vista por lo menos desde hace cuatro o cinco años. El Papa acogió 
favorablemente estas observaciones y aprobó que esos jóvenes ingresaran en la Congregación sin testimoniales y, por consiguiente, 
fueran admitidos a las órdenes sagradas. Añadió también que no tenía dificultad en darle por escrito su parecer, para que tuviera un 
documento con que justificar la cuestión ante la Sagrada Congregación. 

En cuanto a las dimisorias de los que hubieran entrado en las casas o colegios de la Pía Sociedad, cumplidos ya los catorce años, Pío IX 
le aconsejó que hiciera petición especial para un número determinado, cada vez que fuera menester. 

Después de estas consoladoras palabras, añadió el Papa: 

-Demos un pasito cada vez; el que va despacio, va seguro. Cuando las cosas van bien, la Santa Sede suele añadir y no quitar. 

En cuanto a los decretos de 1848 sobre la forma para ingresar en el noviciado y hacer la profesión religiosa, díjole el Padre Santo: 

-Empiécense a cumplir aquellas prescripciones por cuanto se pueda. Por lo demás os doy todas las facultades necesarias y oportunas. 

Al mismo tiempo le dispensaba de la lectura pública de los decretos Romani Pontifices y Regulari disciplinae. 

Don Bosco pasó luego a otros temas: habló de las gestiones que pensaba iniciar con el Gobierno de Italia para la iglesia del Santo 
Sudario, gestiones que, según preveía, serían largas y que, por tanto, se prestaban a tenerle en directa comunicación con el Ministerio, y 
Pío IX aprobó. 

((518)) En fin, después de haber pedido y obtenido indulgencias 
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para varias personas, le presentó el siguiente afectuoso saludo de los alumnos de sus institutos, rogándole les diera una bendición especial 
y escribiera una frase de su propia mano al pie del mismo, como recuerdo precioso de su paternal bondad. 

Beatísimo Padre: 

Los alumnos del Oratorio de San Francisco de Sales de Turín, del colegio internado de Lanzo y del seminario menor de Mirabello, 
representados por su Superior, se postran humildemente a los pies de Vuestra Santidad, suplicándole quiera, en un rasgo de su bondad, 
recibir el modestísimo signo de su gran veneración al Vicario de Jesús, aceptando el óbolo que se atreven a ofrecer como dinero de San 
Pedro. Tómelo como prenda de su inquebrantable adhesión al Supremo Jerarca de la Iglesia, añadiendo el máximo favor que ellos 
suplican: su santa bendición. 

El Papa lo leyó y después escribió: 

Día 23 de enero de 1869 

Dominus vos benedicat et dirigat vos in semitis suis (Que os bendiga el Señor y os dirija por sus caminos). 

PIUS PP. IX 

Al día siguiente, escribía don Bosco al Oratorio: 

Queridísimo Rúa: 

1.° Rezo y quiero que recéis por la señora Bertinetti; el Padre Santo le envía la Apostólica bendición con indulgencia plenaria. Procurad 
asistirla y que no le falte nada de cuanto le sea necesario. 

2.° Lo de Bodratto está arreglado con el Obispo de Casale y su Vicario General. Que vaya a Turín y le presente don Celestino Durando 
al comendador Dupraz, quien le adscribirá el patrimonio legal, tal y como hemos quedado. 

3.° Comunica a don Francisco Cerruti que suspenda su trabajo sobre la Historia Eclesiástica, hasta que podamos hablar y, entre tanto, 

que cuide su salud. 

4.° Envía veinte liras al padre de Chiapale. 

5.° Arreglaos e imprimid el artículo del que habla el caballero Gautier. 

6.° En cuanto a Riberi, aceptado; pero procura hablar antes con el señor Tortone para saber qué pretende hacer. 

((519)) 7.° Creo que a estas horas habrás recibido mil liras del reverendo Campolmi de Florencia, limosna del conde Cibrario, a quien 

he escrito. 
8.° »Por qué no me envías el nombre de pila de los canónigos Casalegno y Millione y el del abad Solari? Tricerri debe saberlos, y, 

además, constan en el Calendario Eclesiástico. 

9.° Si ves al doctor Musso y al señor Anglesio, diles que les llevaré una imagencita. 

10.° Comunica al conde Viancino, prioste de la fiesta de San Francisco de Sales, que tendremos que diferirla un poco para que sea más 

solemne. 
11.° Las cosas marchan muy bien, pero hay graves dificultades que vencer; demos 

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gracias al Señor, pues tenemos muchos motivos para estar contentos. Por ahora seguid rezando; pronto podré fijar el día de mi salida de 
Roma. 
12.° El Padre Santo envía la bendición con indulgencia plenaria a todos nuestros jóvenes, a los señores Fossati y a los señores Dupraz. 
Estad alegres, buscad dinero, que el Caballero haga negocios y Buzzetti le ayude. Yo hago desde aquí lo que puedo. Dios os bendiga a 
todos y os conserve en su santa gracia. Amén. 
Siempre tuyo en el Señor. 
Roma, 24 de enero de 1869 
Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

Pero la Congregación de Obispos y Regulares seguía poniendo dificultades. No quería ninguna exención en la jurisdicción de los 
Obispos. Observaba al Padre Santo que, hacía muchos años, no se aprobaba ninguna congregación de la forma que ésta, cuya aprobación 
se pedía; que había, además, decretos que se oponían a estas aprobaciones; que, por consiguiente, no se debía quitar a los Obispos el 
derecho de las dimisorias para remitirlo al Superior de la nueva Sociedad. Pío IX había tomado por su cuenta la defensa de don Bosco y 
decía: 

-Pero no me pongáis dificultades.
-Vuestra Santidad ha dado un decreto a este propósito y no es preciso que se vuelva atrás.
-Sin embargo no he renunciado al poder de dar otro decreto en contrario.
-Pero vea que esta excepción podría abrir paso a otras.
((520)) -Pensad en lo que se debe hacer ahora; ya pensaré yo en lo que se deba hacer después.
Monseñor Svegliati seguía colocando siempre frente a don Bosco que el voto de los Obispos era contrario; y que el otorgarle ciertos


privilegios, era demasiado. 
El Papa estaba decidido a aprobar la Sociedad, y el cardenal Berardi se dirigió a monseñor Svegliati y le dijo: 
-Monseñor, el Papa no quiere que se pongan más dificultades; 

quiere que se resuelva la cuestión. Es el Papa quien lo quiere así. 
»Entiende?... El Papa lo quiere y parece que esto basta. 
El mismo Pío IX mandó llamar a varios monseñores y les dijo: 
-No quiero más dificultades; estúdiese el modo de superarlas y no el de inventarlas. 
Y dijo a monseñor Jacobini: 
-Contentad al pobre don Bosco en todo lo que podáis. 

Fin de Página 472 


VOLUMEN IX Página: 473 

A don Bosco le había dicho:
-Ganaos a monseñor Svegliati: es el que más se opone, si lo lográis, todo está allanado.
El mismo consejo le habían repetido los cardenales Antonelli y Berardi. Y don Bosco se decidió a ir a visitarlo a su casa. Este prelado,


por su mismo cargo, se había opuesto siempre a la aprobación de la Pía Sociedad, siguiendo el querer de un alto personaje superior suyo. 
Pero todo dependía de él, que debía formular el voto, y él estaba firme en que ninguna sociedad religiosa pudiese ser aprobada con los 
privilegios que se pedían. 

Don Bosco le encontró sufriendo los primeros accesos de una seria pulmonía, de modo que no podía salir de casa y estaba echado en un 
sofá. 

-Necesito su ayuda, díjole don Bosco, apenas entró. He venido para el asunto que Vos sabéis; desearía que me allanase las dificultades 
que surgen contra la ((521)) aprobación de la Sociedad de San Francisco de Sales y, por tanto, que fuese al Padre Santo y mediase en mi 
favor. 

-Don Bosco, es algo muy serio y grave; además no sé cuándo podré ir a la audiencia, encontrándome como usted me ve.
-Sin embargo, yo necesito que Vos vayáis enseguida a ver a Su Santidad.
-»Y cómo quiere que vaya con esta tos tan violenta?
-Se lo suplico, haga este esfuerzo.
-Bueno, procuraré ir el sábado en coche.
-Ah, no; vaya mañana, y a pie.
Sorprendido Monseñor, miróle fijamente y dijo:
-Sí; pero... es demasiado pronto.
-Encomiéndese a la Virgen; prometa interesarse por la Pía Sociedad de San Francisco de Sales y hablar en favor de su aprobación, y yo


le prometo que sanará. 
-Pero... »y si me pongo peor? 
-Vaya, tenga fe viva en María Auxiliadora y curará. 
-Si me lo asegura, voy. 
-»Cuándo? 
-Dentro de tres días. 
-No, mañana. 
-Don Bosco, exclamó en un arranque; si yo puedo ir mañana a ver al Papa, le aseguro que hablaré de modo que todo marchará bien para 

usted. 
Al día siguiente había desaparecido la tos y se encontraba totalmente 

Fin de Página 473 


VOLUMEN IX Página: 474 

curado. Se presentó al Padre Santo, le contó la visita que le había hecho don Bosco y se declaró favorable a la concesión de los favores 
pedidos por el Siervo de Dios, dispuesto a secundar las intenciones del Pontífice, sin preocuparse de otras opiniones. Por la tarde fue a 
visitar a don Bosco, le prometió su ayuda y añadió que le tendría al corriente de las dificultades ((522)) que pudieran surgir contra la 
aprobación de su Instituto, y que él haría todo lo necesario para superarlas. 

Las gracias que María Auxiliadora concedió a los cardenales Berardi y Antonelli y a monseñor Svegliati reconciliaron a don Bosco con 
sus adversarios, enfervorizaron a los amigos tibios y confirmaron en su resolución al Sumo Pontífice, que veía en el Venerable al enviado 
de Dios, al ejecutor de sus designios, al realizador de sus prodigios. 

Monseñor Manacorda notificaba el 31 de enero, algunos de éstos al Profesor don Juan Bonetti, Director del seminario menor de 
Mirabello. 

Hubiera yo escrito antes alguna carta a los queridos hijos de don Bosco en Mirabello, dándoles noticias de la venida y estancia de su 
Padre en Roma; mas no lo quiso así nuestro Padre Celeste: ésta fue la única y más que suficiente razón por la que me abstuve. Heme 
ahora aquí ante los hechos. 

Y después de describir la llegada de don Bosco a Roma, el recibimiento, la invitación del cardenal Berardi para ir a visitar al hijo único 
de su hermano, el muchachito enfermo de quien ya hemos hablado, proseguía: 

Mientras el cardenal Berardi estaba impaciente por ver en su casa a nuestro bienvenido don Bosco y ponerlo ante su sobrino casi 
moribundo... ídon Bosco no fue hasta dos días después! Le encontró muy mal y a toda la familia desolada. 

-Parece ser, dijo don Bosco, que todo remedio humano resultaría inútil para este muchachito; pero no así la protección de la Santísima 
Virgen Auxiliadora. íHagamos una novena! 

Puede usted comprender, querido padre Bonetti, que hablar de una novena junto al lecho de uno, casi deshauciado por todos, es algo 
que ensancha un poco el corazón. Rezaron todos con don Bosco, el cual terminó dando la bendición al jovencito, y con unas palabras, 
que animaron la esperanza de toda la familia y causaron gran alegría, díjole: 

-Quiero que hagamos un pacto entre los dos: cuando hayas curado, me llevarás de paseo en tu coche lejos de casa. Ya fijaremos el día. 

Al día siguiente estaba el muchacho sin fiebre y, al terminar la novena, salía de casa sano y salvo. 

Otro hecho. El abogado Ignacio Bertarello deseaba grandemente ((523)) conocer a don Bosco y confiaba en que una visita suya curaría 
a su único nieto, que sobrevivía 
474 

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a varios de sus hijos y nietos fallecidos. Acompañé a don Bosco a celebrar la misa en casa de este señor. El chico estaba en cama. 
Después de la misa se acercó don Bosco al niño, Carlitos, y pidió detalles de la enfermedad. 

-Don Bosco, dijeron la madre, el tío y la tía; ísi al menos pudiéramos quedarnos con éste!... 

-Recemos a María Auxiliadora, contestó don Bosco; que Carlitos sea bueno y esté seguro de que se salvará. 

Luego le dio la bendición, le impuso las manos, le entregó una medalla y marchamos. 

Al día siguiente Carlitos estaba muy bien y sigue estándolo. Deo gratias. 

Tendría otros hechos, amigo mío, pero apenas si puedo escribir; he estado en cama toda la semana pasada. Espero escribir mejor otra 
vez. Ruegue por mí. Le saludo mucho, mucho, de todo corazón y también en nombre de don Bosco. Salude a los padres Provera y Cerruti 
y a todos esos queridos y buenos sacerdotes, clérigos y jóvenes, etc. 

Los mayores detalles de los prodigiosos sucesos referidos están sacados de memorias contemporáneas, o sea, de los amplios resúmenes 
que algunos hermanos tomaron de la conferencia que el mismo don Bosco les dio a su vuelta. Es increíble la íntima familiaridad paterna 
con la que el Venerable hablaba a los primeros reclutas de su Pía Sociedad, que necesitaban ser estimulados fuertemente. 

También don Miguel Rúa escribía, con fecha 7 de marzo, en su crónica: 

Aquella noche reunió don Bosco a los miembros de la Sociedad y les contó el éxito del viaje a Roma, favorable por encima de toda 
esperanza. Había ido allí contra el parecer de varios personajes que le apreciaban y creían que no resolvería nada. Sin embargo, confiado 
en María Auxiliadora y respetando sus consejos, él no dejó de hacer cuanto le parecía sugerido por el Señor. 

Llegado allí, fue recibido por diversas personas de mucha importancia, entre otras por el conde Berardi, sobrino del Cardenal. Este tenía 
un hijo enfermo con fiebres tifoideas y sin ninguna esperanza de salvación. Al saber que tenía que llegar don Bosco salió a su encuentro 
para que fuera enseguida a visitar al niño y le bendijese encomendándole a María Auxiliadora. Así lo hizo don Bosco y sugirió a la 
familia que empezase una novena a María Auxiliadora. Al tercer ((524)) día de la novena mejoró tanto el niño que se encontraba fuera de 
peligro. Y rápidamente se repuso por completo. En cuanto supo esto el Cardenal, dio las gracias a don Bosco y se sintió tan bien 
dispuesto en su favor que prometió hacer cuanto pudiera para la Congregación. El éxito de los asuntos dependía, en gran parte, del 
cardenal Antonelli: fue don Bosco a visitarle y le encontró víctima de un ataque de gota: 

-La última vez que os vi, queridísimo don Bosco, dijo el Cardenal, hice que encomendarais a María Auxiliadora y me sentí aliviado; 
ahora estoy de nuevo atormentado por mi enfermedad. 

-Eminencia, ayúdeme en mis asuntos y yo le garantizo que, desde mañana, estará mejor y podrá ir a ver al Pontífice para promover mi 
causa. 

-»Pero cómo podrá ser eso? 
475 

Fin de Página 475 


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-Confío en María Auxiliadora, ella sabrá cómo hacerlo.
-Haré cuanto esté de mi parte para promover vuestra Congregación, si me lo prometéis.
Al día siguiente se encontraba mucho mejor y pudo ir, según lo prometido, a promover la causa de la Congregación.
Igualmente, un secretario, que podía influir mucho en estos asuntos, se encontraba molestado por una ligera pulmonía; y también él se


empeñó en trabajar en favor de don Bosco después de su promesa de que María Auxiliadora le haría mejorar... 

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((525)) 

CAPITULO XLI 

LAS FIESTAS DE CARNAVAL -TRES CARTAS DE DON BOSCO A DON MIGUEL RUA: 1) NO PERMITO QUE SE IMPRIMA 
NADA SIN PERMISO; CUIDE LA SALUD; 2) EMPLEE TODA CONSIDERACION CON UNA BIENHECHORA: LAS FIESTAS 
HAN INTERRUMPIDO LOS NEGOCIOS; DIOS NOS AYUDARA EN LOS APUROS ECONOMICOS; 3) SE HAN ALLANADO 
LAS DIFICULTADES PARA LA APROBACION DE LA PIA SOCIEDAD: LE GARANTIZA QUE UN CLERIGO, GRAVEMENTE 
ENFERMO, CURARA -VISITA LA TUMBA DE SAN PEDRO -RESPONDE A UN SEÑOR OFENDIDO PORQUE SU CURACION, 
OBTENIDA GRACIAS A LA VIRGEN, NO SE ATRIBUYE A SU MEDICO -NO ENCUENTRA CONFESORES UN DIA FESTIVO 
EN UNA IGLESIA Y REPROCHA AL SUPERIOR SU INOPORTUNA RESPUESTA -PREDICE LA ENTRADA DE LOS 
ITALIANOS EN ROMA Y LA LONGEVIDAD DE PIO IX -CELEBRA EN SANTA RUFINA -EL PAPA LE CONCEDE UNA 
SEGUNDA AUDIENCIA Y LE ENVIA SU CARROZA: LE OFRECE LA CASA DE SAN CAYO EN ROMA PARA UN CENTRO 
DE ESTUDIOS ECLESIASTICOS: LE PROMETE INDULGENCIAS PARA LA ASOCIACION DE DEVOTOS DE MARIA 
AUXILIADORA; LE CONCEDE CONDECORACIONES PARA ALGUNOS ECLESIASTICOS -EL CARNAVAL DE TURIN Y LA 
FERIA DE GIANDUYA; LOS MUCHACHOS DEL ORATORIO TOMAN PARTE EN ELLA -EL CARNAVAL EN VALDOCCO 
-LOS DOS PRIMEROS DIFUNTOS PREDICHOS POR DON BOSCO -LA CONDESA DE CAMBURZANO APLAUDE LA FERIA 
DE GIANDUYA -DON JUAN FRANCESIA INFORMA SOBRE EL CARNAVAL A LA PRESIDENTA DE TOR DE'SPECCHI 

LLEGARON las fiestas de Carnaval: se cerraron las oficinas eclesiásticas y civiles, y don Bosco pudo respirar un poco y dedicarse con 
más comodidad a los asuntos del Oratorio, que jamás perdía de vista. Escribía más ((526)) cartas a don Miguel Rúa, el cual le informaba 
continuamente sobre la marcha de las casas. 
477 

Fin de Página 477 


VOLUMEN IX Página: 478 

Muy querido Rúa: 

Por motivos particulares ordena que se suspenda la impresión del vocabulario latino hasta mi vuelta. Di a Buzzetti, y a los que 
intervienen en la imprenta, que en lo sucesivo no quiero que se imprima nada sin mi consentimiento, salvo que tú hayas recibido facultad 
ad hoc para ello. 

Creo, sin embargo, que, si te es posible, des tú una conferencia insistiendo en la necesidad de la obediencia de hecho y no de palabra, y 
advirtiendo que nunca será bueno para mandar quien no es capaz de obedecer. 

Cuida tu salud, descansa tranquilamente, no tomes alimentos que te puedan hacer daño; suspende el rezo de maitines hasta mediados de 
febrero y limítate a las horas, vísperas y completas, pero repartidas. 

Roma, 31 de enero de 1869 

Tu afmo. amigo JUAN BOSCO, Pbro. 

II 

Muy querido Rúa: 

No sé si la difunta Bertinetti era la hermana o la esposa de Carlos; en cualquier caso, di a la señorita Braia que tenga paciencia, que se 
ponga al frente de los negocios y haga de modo que no falte nada a la que vive. En cuanto al personal de servicio que provea cuanto sea 
necesario. Las vacaciones han interrumpido los quehaceres y yo tengo que prorrogar mi demora en Roma. Pronto os mandaré algún 
dinero. Seguid rezando. 

Afmo. en el Señor JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. Vaya don Miguel Rúa a mi habitación, abra el cajón de mi mesa y encontrará un sobre con mi dirección en el que hay unas 
libranzas de los títulos pontificios, que llevó el padre Gregorio de Santa Teresa. 
Ruegue a la marquesa Fassati que entregue ese sobre a la duquesa de Montmorency para que me lo traiga. Si hay dificultades para ello, 
que lo envíe por correo a Roma. 

III 

((527)) 

Muy querido Rúa: 

Tengamos valor, Dios nos ayudará. Ya habrás recibido carta para que vayas a cobrar dos mil liras y veré qué más puedo hacer: espero 
no volver a casa con las manos vacías. 

Sala me había prometido desde Lanzo tres mil liras para mitad de este mes; además deben llegar dos mil de Milán; habla de ello a don 
Angel Savio. 

Fin de Página 478 


VOLUMEN IX Página: 479 

Las fiestas de Carnaval han interrumpido mis trabajos; el viernes (21) todo estará de nuevo en marcha. Tal vez haya graves dificultades, 
pero puede decirse que todas quedarán arregladas mejor de lo que esperábamos. Mas, silencio y oración. Hasta la época señalada, no 
puedo fijar el día de mi vuelta a casa. 

Sé que tenéis mucho que hacer, pero cuida ante todo tu salud y la de los demás. 

Di a Magna, a Nona y a la señora Gianelli, que el Padre Santo les manda una bendición especial con indulgencia plenaria. 

Di al conde Viancino que deseo, y se lo ruego, prorrogue la fiesta de san Francisco de Sales hasta mi vuelta y que en breve le escribiré. 
El último día de carnaval aplicaré la misa por el clérigo Barberis, le daré la bendición y numerosos alumnos de una casa de educación 
harán la comunión por él; que tenga fe y después, velit, nolit (quiera o no quiera) tendrá que sanar. 

En cuanto a las cosas de Chieri, hágase lo que se pueda para dejarlas en paz con la secretaria señorita Braja. Cuando llegue a Turín 
trataremos todo eso. 

Dile a don Joaquín Berto, que tendrá mucho que escribir, y que si no estuviera ocupado, yo le daría trabajo. 

Saluda a todos; rezo y trabajo para todos ellos. Dios os bendiga y os ayude a hacer en todo y por todo la santa voluntad del Señor. 
Amén. 

Roma, Morlupo, 3 de febrero de 1869 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. Pronto escribiré a don Juan Bautista Francesia. 
Por aquellos días fue a celebrar y a rezar, como lo hacía siempre que iba a Roma, a la tumba de san Pedro a la que se sentía atraído por 
un afecto ardentísimo. En nuestra crónica sólo se hace una pequeña alusión, pero, como hemos tenido, no hace mucho, un precioso 
documento acerca de este su acto de devoción a los Príncipes de los Apóstoles, ((528)) si bien se refiere a 1867, no habiéndolo sabido 
entonces, lo transcribimos con gusto aquí, como una prueba más de la fama que ya gozaba el Siervo de Dios. 

En el Diario de la Basílica Vaticana de 1866 a 1869 (Archivo de la misma Basílica) se encuentra registrado lo siguiente: 

Martes, 22 de enero de 1867. El reverendo señor don Juan Bosco, sacerdote de Turín, venido hace poco a Roma, celebró la santa misa 
en la Santa Cripta, en el altar de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo. A este sacerdote, fundador en su tierra de un piadoso instituto de 
caridad, que se rige y gobierna con las espontáneas limosnas de los fieles, el cual goza universalmente de fama y de probada santidad, no 
ajena a veces, según se dice, a prodigios y predicciones sobre el porvenir, se presentaron tres individuos de la Basílica, a saber, Lucas 
Bassi, clérigo acólito de la sacristía, Felipe Boccanera Sampietrino, guardián de la misma sacristía, y Mariano Bissi, guardián de la 
iglesia, para que los curara de epilepsia, dolores reumáticos y fiebres inveteradas; hizo oración por ellos en la capilla de la sacristía de los 
canónigos, exhortándolos 

Fin de Página 479 


VOLUMEN IX Página: 480 

a confiar en Dios por medio de la oración y a conformarse con su santísima voluntad. 

Ita est: Mons. G. CASCIOLI Guardián del Archivo 

Cierto noble señor quedó curado en 1867 por mediación de María Auxiliadora. Don Bosco hizo publicar una relación del caso y aquél 
quedó ofendido. Decía: 

-Mi médico había adquirido fama inmortal y con vuestra publicación le habéis perjudicado. 

Y la tomó con don Bosco, de quien hablaba de un modo airado. Don Bosco y éste fueron invitados a comer por otro señor, el cual, tal y 
como lo había combinado antes, los colocó en la mesa juntos. El amigo se mostraba resentido. Uno de los convidados, de intento, 
comenzó a preguntar a don Bosco acerca de las curaciones obtenidas por intercesión de María Auxiliadora. El Siervo de Dios respondió 
que era grande, en verdad, la bondad de la Virgen y grande el reconocimiento de los agraciados; pero que también había algunos que, 
mientras estaban enfermos, prometían mil cosas y, luego, una vez curados, encontraban mil pretextos para liberarse de la obligación, 
diciendo que había sido el médico, la medicina... la constitución...una crisis... todo, menos la Virgen. Y ((529)) terminó: 

-»Acaso no están también en las manos de Dios el médico, las medicinas, las causas físicas y todo? 

El otro escuchaba sin parpadear. Al fin empezó a hablar con don Bosco y se hizo tan amigo, que no dejaba de charlar ni acertaba a 
separarse de él. 

El 2 de febrero fue invitado don Bosco por el Superior de una Orden insigne a la fiesta solemne y a la comida. Entró en la iglesia ya 

avanzada la mañana, fue a la sacristía y, como deseaba reconciliarse antes de celebrar la misa, preguntó al sacristán: 

-»Habría algún sacerdote: 

-No lo hay, le respondió. 

-»No se confiesa hoy? »No está el Superior? 

-Sí, está. 

Pidió hablar con él, y le acompañaron hasta una sala que conducía a una estancia, donde el reverendísimo Padre jugaba al billar con 

algunos amigos. Al saber que le llamaban, hizo preguntar qué querían. 

Y don Bosco dijo: 

-Decidle que quisiera reconciliarme. 

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VOLUMEN IX Página: 481 

Y aquél, abriendo un poco la puerta, se asomó, miró al sacerdote y con voz alterada respondió: 

-Pero »usted no sabe que yo no confieso? 

-Entonces, »quién confiesa? 

-Entre nosotros solamente confiesan los que no pueden hacer otra cosa. 

Volvió don Bosco a la sacristía donde se encontró con un religioso, gran amigo suyo, que era quien le había invitado, y el único a quien 
conocía en aquel lugar. Este le atendió amablemente y don Bosco pudo confesarse. 

Después de celebrar la santa misa fue presentado al Superior, que no le conocía personalmente; el Siervo de Dios se dio a conocer y, 
quejándose amablemente con él, le dijo: 

-Señor Abad, »es posible? Un pobre cura quería confesarse y no podía encontrar un confesor en una de las grandes solemnidades. En la 
iglesia no había ninguno; pregunté por el Abad, y me contestaron que el Abad no confiesa. ((530)) Entonces »quién confiesa?, pregunté 
yo; y oí estas palabras verdaderamente extrañas: -Entre nosotros solamente confiesan ílos que no pueden hacer otra cosa! 

-Ah, don Bosco, disculpe por favor; no le conocía. Yo tengo la culpa; únicamente le ruego que no se lo diga al Padre Santo. 

-No le diré nada, pero usted no repita esas palabras: Entre nosotros solamente confiesan los que no pueden hacer otra cosa. Es más, le 
diré que elija para confesar a los religiosos más instruidos, personas de experiencia, porque ésta es la parte más delicada del sagrado 
ministerio. 

Más de uno de sus muchos confidentes deseaba conocer el futuro destino de Roma y de Pío IX y la suerte del poder temporal de los 
Papas. Don Bosco dijo que en 1871 Pío IX celebraría su jubileo pontifical y aseguró que sobrepasaría los años de san Pedro: Interrogado 
sobre los sucesos políticos, se excusó de responder directamente, pero indicó que Napoleón abandonaría Roma, retirando la guarnición 
francesa, y predijo con toda claridad la ocupación de la ciudad. 

El 9 de enero de 1874 don Joaquín Berto le acompañaba por Roma, y se encontraron con un buen señor que, entre otras cosas, dijo a 
don Bosco: 

-Yo no quería creer que los italianos habrían entrado en Roma. El padre Verda era de mi parecer. Pero apenas entró en 1870 el ejército 
de Víctor Manuel recordé las palabras que usted me había dicho un año antes: o sea, que los italianos ciertamente entrarían. 
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VOLUMEN IX Página: 482 

Don Bosco visitó también algún otro instituto. 

Muy apreciado caballero Oreglia: 

...Le doy muy buenas noticias de nuestro don Bosco. Esta mañana he ido a buscarle y le he acompañado a Santa Rufina, donde ha 
celebrado misa a las Hijas de María y ha predicado un precioso fervorín antes de la comunión, que ha sido muy numerosa. Después del 
desayuno hemos ido todas a besarle la mano y entonces ha dirigido un bonito discurso a las educandas. Hemos pasado una mañana 
agradabilísima y don Bosco ha dicho que le ha satisfecho... 

CORNELIA V. MILLINGEN 

((531)) Pero seguía firme en su propósito de permanecer lo más oculto posible. El conde Escipión Conestabile della Staffa escribía al 
mismo, el 7 de febrero, quejándose: «La condesa Millingen le saluda. Don Bosco está bien: no le he visto más que íuna vez!». 
Aquel día, domingo de quincuagésima, don Bosco era esperado en el Vaticano a donde fue con toda pompa. El mismo, paternalmente y 
para demostrar la bondad de Pío IX, contó el bonito episodio en la citada conferencia a los Salesianos del Oratorio. 
«Ya próxima la hora fijada para la audiencia, Pío IX llamó a los sirvientes y les dijo: 
»-Don Bosco no tiene carruaje, id a buscarle con mi carroza. 

»Y la carroza del Papa salió. Los sirvientes del Papa se detuvieron en la casa donde yo me hospedaba y me invitaron a montar. Subí. 
Imaginaos. Era una carroza donde podían caber muy bien catorce personas, toda ella forrada de seda, galones, cordones y flecos. íY 
dentro don Bosco! Fui a la audiencia y, una vez terminada ésta, me esperaba la misma carroza... Me preguntaron adónde quería ir. 

»-A casa de Vitelleschi.
»-Es orden del Papa que lo llevemos allí.
»Subí al carruaje, y al llegar, dijeron:
»-Tenemos orden del Papa de esperarle y llevarle a casa.
»Pero cuando les dije que debía quedarme allí mucho tiempo, cedieron a volver atrás.
»
Esta audiencia satisfizo mucho a don Bosco. Apenas le vio Pío IX le dijo:
-Don Bosco, os pediría un favor. »Querríais abrir en Roma un centro de estudios y un Oratorio como en Turín?
-Padre Santo: esta era precisamente mi idea; me ha quitado la palabra de la boca.
-Pues bien, id a San Cayo; allí, junto al Monasterio de la Encarnación,


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hay un local: mirad si os conviene y ved, entre tanto, si es cosa fácil poneros de acuerdo con el propietario. 

Y con diligente bondad continuó diciéndole el Padre Santo que si se podía resolver esta compra, deseaba que aquel mismo año se 
establecieran allí algunos sacerdotes y clérigos salesianos enviados desde Turín, para estudiar Filosofía y Teología en la Minerva ((532)) 
y en la Gregoriana. Una vez obtenido el doctorado, volverían al Oratorio para dar clase. Cesarían así las exigencias del Arzobispo de 
Turín y íel mismo Papa, por medio de su Vicario, conferiría las órdenes sagradas a los hijos de don Bosco! 

El Venerable aceptó con gratitud la proposición y, después de una larga exposición sobre el estado de la Pía Sociedad, presentó al Padre 
Santo el vivo deseo de muchos fieles de que se erigiera canónicamente una Cofradía en la iglesia de María Auxiliadora. Le dijo que 
presentara los estatutos al Arzobispo de Turín y solicitara la erección canónica: y a continuación suplicaba al Padre Santo que 
enriqueciera aquella obra con algunas indulgencias. El Papa asintió complacido. 

Le presentó aún una petición de condecoraciones para algunos insignes eclesiásticos y el Papa acogió también benévolamente la 
súplica. 

Al fin Pío IX le regaló una cajita llena de crucifijos, enriquecidos con cuatrocientos días de indulgencia cada vez que se besaran, o se 
diesen a besar a otros. 

Don Bosco subió al Quirinal para visitar San Cayo. El lugar indicado por el Papa pertenecía al Monasterio de la Encarnación, llamado 
de las Barberinas, por ser fundación de la excelentísima casa Barberini, que tenía el Patronato. Comprendía dos grandes cuerpos de 
edificios: uno de ellos, vacío desde hacía tiempo, era adecuado para la obra de don Bosco. Tenía aneja la iglesia y un amplísimo solar, 
donde se podían levantar otros edificios. 

Por aquellos días había permitido el Ayuntamiento de Turín a los centros benéficos poner en la plaza del Castillo una especie de feria 
para vender, durante los últimos días de Carnaval, cuanto creyeren oportuno en favor de sus asilados. 

Había sido don Bosco el inspirador de la idea. Era el carnaval de Turín de aquellos tiempos el más decoroso, tranquilo y divertido de 
toda Italia. Existía una Comisión a propósito con plenos poderes y guardias a sus órdenes para velar ((533)) por el orden, la moral y el 
respeto a toda clase de personas. 

Ya antes de salir para Roma, don Bosco había dicho a los de 
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casa, ante necesidades particulares del Oratorio, que estaba estudiando la manera de tomar parte en las fiestas de Carnaval. Soltaron todos 
un íoh! de asombro, y dijeron casi escandalizados: 

-»En el Carnaval los hijos del Oratorio? 

-Sí, sí; iremos, mas no para adquirir las locas costumbres. Iremos según nuestra condición, para obligarle a él a ir adonde estamos 
nosotros. 

Se tenían guardados todavía muchos objetos de la última tómbola y había pensado el Venerable hacer algo con ellos. Invitados los 
buenos turineses anduvieron a porfía para enviarle más. Encargó al caballero Oreglia de este asunto y él salió para Roma. 

Preparó el Caballero su feria. Se componía de varias mesas decorosamente adornadas sobre un amplio palco detrás de las torres de la 
plaza del Castillo, mirando a la calle del Po. Envió al mismo tiempo unos graciosos versos en piamontés a sus conocidos y amigos, para 
que acudieran a admirar su feria y a comprar. 

Envió también varias de estas invitaciones a Roma. 

Roma, 1 de febrero de 1869 

Muy apreciado caballero Oreglia: 

Puede usted imaginar más que yo describir la ilusión que me hace su invitación. íQué no pagaría yo por verle a usted en la feria 
vendiendo y derrochando alegría! Pero es menester hacer una florecilla a la Santísima Virgen con esto. Don Bosco nos explicó, en casa 
de Isabel, su preciosa invitación, ya que, al ser en piamontés, no entendíamos nada: también el se reía al leerla... 

Don Bosco ha ido a celebrar la misa en la capilla de Mamá; yo he tenido una conversación con él en casa de Isabel. Esperamos que la 
Santísima Virgen se compadezca de nosotros y especialmente ilumine a mis hermanos... 

CLOTILDE 

La feria del Caballero resultó una de las más bonitas y más abastecidas, especialmente en libros. La banda de música del Oratorio, para 
la cual ((534)) había escrito el maestro De Vecchi expresamente una polka fantástica, titulada La feria de Gianduya atraía a mucho 
personal. Los jóvenes músicos iban vestidos con un traje amarillo de máscaras y sobresalía entre ellos el caballero Oreglia que, vestido de 
Gianduya 1, representaba magníficamente su papel, atraía a la gente 

1 Gianduya: Como ya se dijo en una nota de la página 215 (Volumen VI), se trata de un personaje cómico, especie de arlequín, del 
antiguo teatro piamontés, que se convirtió en máscara popular. (N. del T.) 
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a sus mesas con versos en dialecto, chistosos, ingeniosos y correctos.
Toda la nobleza de Turín acudía para oírle y él despachaba a buen precio sus mercancías.


Acudió allí hasta el Príncipe Amadeo, el cual, después de estrechar amablemente la mano a Gianduya, dejóle la bonita suma de cien 
liras. 

-»Y qué vas a hacer con ellas, Gianduya?, preguntó el Príncipe. 

-Alteza, las repartiré entre mis amigos, que son los pobres, y después todos juntos rezaremos por la salud de Vuestra Alteza. 

-íBravo, Gianduya! 

Cuando el Caballero, después de haber contado las cosas más amenas de este mundo, dejaba descansar sus pulmones, soplaban los 
músicos sus instrumentos, en buena parte improvisados para aquella ocasión y de extrañas formas, que producían agradable efecto. La 
misma composición apareció desde entonces impresa en todo repertorio musical. 

Durante tres días la feria entusiasmó hasta a los sacerdotes y religiosos que acudían allí en gran número. Fueron días de diversión 
honesta, benéfica y cristiana. Una vez más se cumplió lo que frecuentemente decía don Bosco: 

-He hecho siempre de todo, para demostrar que uno puede divertirse sin ofender la ley de Dios. 

Mientras se agitaba la ciudad con el gran alboroto del Carnaval otras diversiones alegres y variadas animaban a los ((535)) muchachos 
en el Oratorio. El último día hubo comunión general en sufragio de las almas del Purgatorio y se rezó por los compañeros llamados por 
Dios a la eternidad. A dos especialmente ayudaron estas oraciones. 

Se lee en una memoria nuestra y en un registro del Oratorio: 

«Bartolomé Ferrero, hijo de Miguel, natural de Villafranca (Piamonte), alumno del tercer curso de bachillerato, salió del Oratorio 
gravemente enfermo el 1 de enero de 1869, y murió en su casa.» No se indica el lugar ni el día de la muerte. Con toda probabilidad se 
trata de aquél soñado por don Bosco el 30 de octubre de 1868. 

Del segundo dice: «Angel Oriali, hijo de Tomás, natural de Castelletto Ticino, salió convaleciente el 8 de febrero de 1869 y murió en su 

casa». 

Son los dos primeros de los seis predichos por don Bosco. 

La participación de los muchachos del Oratorio en el Carnaval motivó la siguiente carta dirigida al Caballero, en la que se puede decir 
queda patente la opinión de los turineses. 
485 

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Fossano, 12 de febrero de 1869 

Señor Caballero: 

...Una señora que venía de Turín me ha contado un nuevo prodigio de caridad, una de esas invenciones de las que los siervos de Dios 
como los Belzunce de Marsella y los don Bosco de Turín, saben ser autores. Ya me ha entendido. Sería cosa difícil decirle mi admiración 
por este invento de Gianduya y su comparsa. 

Me parece que un rasgo de este género es más elocuente que muchas páginas morales, para hacer conocer y amar una religión que sabe 
adaptarse tan bien al hombre, hacerse amable y humilde para grandes y pequeños y que acepta todo lo que puede ayudar al pobre y 
socorrer sus necesidades. 

Condesa ALESSI di CAMBURZANO 

En Roma querían noticias y las pedía la Presidenta de Tor de'Specchi. 

((536)) 

15 de febrero de 1869 

Señor Caballero: 

Vino ayer don Bosco a visitarme y le encontré muy bien y contento. Mañana, martes, vendrá a celebrar la misa de la Comunidad, nos 
predicará un fervorín y nos dará la comunión. Imagínese mi satisfacción y la de todas. 

He sabido que la semana pasada estuvo don Bosco de nuevo con Su Santidad por espacio de dos horas y que le dio pruebas de estima y 
de afecto. 

»Cuándo nos escribirá usted sobre la feria? Ayer decía don Bosco: 

-No se sabe nada hasta ahora de la feria, a pesar de que hace ya varios días que terminó el Carnaval. 

Yo salí en su defensa diciendo que, además de un poco de reposo, le tocaba a usted levantar la feria y poner todo en su lugar. Escriba, 
pues, pronto. Mi negocio marcha bien. 

M. MAGDALENA GALLEFFI 
Don Juan Bautista Francesia enviaba noticias de la feria a la Madre Galleffi. 

...El caballero Oreglia ha ido a descansar de su feria, que tuvo un éxito maravilloso. Se sacaron dos mil liras, aparte gastos, que fueron 
muy poca cosa, pero en comparación de los otros fue mucho. Nuestros objetos eran muy bonitos y preciosos, mas no de carnaval, y se 
vendió poco. Pero se hizo una bonita presencia. Puede decirse que toda la fiesta rodaba alrededor de nuestra feria, y que la música y 
Gianduya eran el motivo de un agradable pasatiempo. Más aún, creían muchos, y todavía lo creen, que el Caballero era un cura, por la 
moderación, el acierto y la 

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VOLUMEN IX Página: 487 

bondad de sus bromas. Hubo quien tuvo la paciencia de escucharle desde las once de la mañana hasta medianoche. En Turín no se 
hablaba más que de la feria de don Bosco, por lo que algunos que no le conocen más que de nombre, pensaban que era él quien hacía de 
Gianduya. Bien puede decirse que siempre queda un san Antonio de esta suerte. La verdad es que el Gianduya de don Bosco ha marcado 
época, ha predicado la moral en día de impiedad y ha enseñado que se puede estar alegres sin ofender al Señor. Vino a nuestra feria hasta 
el Príncipe Amadeo, que oyó la música y dejó cien liras para la casa... 

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VOLUMEN IX Página: 488 

((537)) 

CAPITULO XLII 

LA SAGRADA CONGREGACION DE OBISPOS Y REGULARES REANUDA LAS SESIONES -DON BOSCO ESTA CANSADO Y 
DESEA SOLEDAD -LA PIA SOCIEDAD QUEDA APROBADA -DON BOSCO HACE LA VISITA DE DESPEDIDA AL PAPA, 
QUIEN LE ANIMA A APREMIAR LA APROBACION DE LAS REGLAS: EL VENERABLE LE ANUNCIA QUE SU 
PONTIFICADO SERA MAS LARGO QUE EL DE SAN PEDRO -EMILIANO MANACORDA ANUNCIA AL CABALLERO 
OREGLIA LA APROBACION DE LA PIA SOCIEDAD Y LA PROPOSICION SOBRE SAN CAYO -TRAMITES PARA LA 
ADQUISICION DE ESTA CASA -EL CARDENAL ANTONELLI OFRECE EL DINERO PARA LOS GASTOS DEL CONTRATO 
-CARTAS Y PETICIONES DE DON BOSCO PARA REUNIR DINERO PARA ESA COMPRA -UN ABOGADO, QUE OBTIENE 
LA CURACION DE SU HIJO GRAVISIMAMENTE ENFERMO, SE ENCARGA DE LAS INCUMBENCIAS LEGALES -OTROS 
DONATIVOS PARA LA DESEADA ADQUISICION -ALGUNAS CARTAS AL CABALLERO: DON BOSCO VISITA A LA 
FAMILIA MARINI: CELEBRA LA MISA EN EL PALACIO BARBERINI: MONSEÑOR MANACORDA ES NOMBRADO 
PRELADO DOMESTICO: DON BOSCO VA A FRASCATI: EN CASA DE LOS VITELLESCHI: CIEN MIL MEDALLAS DE 
MARIA AUXILIADORA: VISITA DE DON BOSCO A UNA SEÑORA DE LA NOBLEZA, ENFERMA -CARTA DE LA 
MARQUESA DE VILLARIOS A DON MIGUEL RUA -CARTA DE DON BOSCO AL MISMO: QUE SE PREPARE UNA BONITA 
FIESTA DE SAN FRANCISCO: CONDECORACION DESTINADA AL ABAD SOLARI: LA CONGREGACION Y SAN CAYO: 
VISITARA MIRABELLO; UNA BENDICION DEL PAPA PARA EL TEOLOGO BOREL -DON MIGUEL RUA COMUNICA ESTA 
CARTA A LOS COLEGIOS 

HABIA empezado la cuaresma y las instancias de don Bosco habían seguido por fin hacia adelante en la Congregación de Obispos y 
Regulares. Se examinaron separadamente los artículos de las Constituciones y se ponderaron ((538)) las observaciones de algunos 
obispos. Hubo varias sesiones. Monseñor Svegliati expuso 
488 

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VOLUMEN IX Página: 489 

a la comisión de Cardenales el parecer del Papa. Don Bosco fue llamado de nuevo para dar alguna explicación, Hacía casi un mes, 
narraba el padre Verda, que las gravísimas gestiones cansaban su mente por lo que, a veces, salía de casa y se iba a pasear a solas con sus 
pensamientos, por lugares fuera de la población. 

Un día deseaba el cardenal Mónaco La Valleta que le acompañara después de una sesión y le invitó a subir a su carroza; pero él 
necesitaba templar el ardor febril de sus pulmones al aire libre y no tenía fuerzas para nuevos razonamientos; así que humildemente se 
excusó, aduciendo el motivo de que no podía, muy a su pesar, aceptar tanto honor en aquel momento. Y el Cardenal asintió mostrando su 
sentimiento. 

Caminando a solas, se tropezó casualmente con cierto Monseñor conocido, que le preguntó:
-»Cómo es eso? »Usted a pie?
-Sí, Monseñor.
-»Y por qué tan solo? íYo le acompañaré!
-No, Monseñor; perdone, necesito estar solo.
-»No se perderá por el camino?
-No, ya voy bien así: necesito descansar.
Y se despidió.
íDebía estar muy cansado y en malas condiciones para responder de aquel modo!
Cuando supo el día en que la Sagrada Congregación iba a celebrar la reunión definitiva sobre la Pía Sociedad, hizo escribir al Oratorio


que aquel día se hiciera de manera que algunos muchachos estuvieran, por turno, en adoración continua ante el Santísimo Sacramento 
para conseguir el éxito del asunto. Y hubo muchos estudiantes y aprendices, a los que no se les había fijado tiempo de adoración, que 
fueron a la iglesia privándose de ((539)) un largo rato de recreo. Tan gran piedad agradó al Señor. 

El 19 de febrero era aprobada la Pía Sociedad de San Francisco de Sales por la Sagrada Congregación y el Sumo Pontífice ratificó con 
alegría la aprobación. 
Aquella tarde volvió don Bosco al Vaticano y dijo al Papa, al darle las gracias: 
-Durante esta semana sufrían todos mis muchachos por mí e importunaban al cielo con sus plegarias por el éxito de mi misión. 
A estas palabras corrieron unas lágrimas por las mejillas del Sumo Pontífice y, razonando sobre la aprobación, dijo al Siervo de Dios: 
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VOLUMEN IX Página: 490 

-Señor Abate, es necesario que os apresuréis para alcanzar también la aprobación de las Constituciones; estoy informado de todo, 
conozco vuestro y os ampararé de todas maneras. Pero ya soy viejo, de un momento a otro puedo faltar, y a saber quién será elegido Papa 
después de mí y cómo se prorrogarán las cosas. 

-Padre Santo, respondió don Bosco con su tranquilidad habitual; el Señor os reserva todavía para grandes cosas; tenéis que hacer mucho 
bien a su Iglesia. 

-íEh!, respondió Pío IX, sólo falta un año y medio para los veinticinco y no hay que olvidar el non videbis dies Petri (no verás los días 
de Pedro). 

-íNo es verdad de fe! 

-Cierto, no es de fe; pero es una sentencia que aún no han desmentido los siglos. 

-Escuche, Santidad, prosiguió sonriendo don Bosco; ante todo hay que deducir año y medio durante el cual Su Santidad estuvo en 
Gaeta y no en Roma. Además, san Pedro, encima de los veinticinco años de Roma, estuvo siete en Antioquía y dos en Jerusalén: por eso 
digo a Su Santidad, que no só lo videbis dies Petri, sino todavía más. 

-Pues bien; cuando lleguemos a aquel punto, entonces tendré en cuenta lo que me habéis dicho y celebraré vuestra predicción. 

((540)) Finalmente el Padre Santo le dio unas sabias normas para que la Pía Sociedad se fundamentase cada vez más en la vida religiosa 

y le encargó se las recomendara como guía práctica a los socios. También le dio consejos y recomendaciones para los jóvenes alumnos. 

La audiencia duró una hora. 

Aquella misma tarde escribía monseñor Manacorda a don Miguel Rúa: 

Queridísimo Padre: 

Don Bosco ha recibido su carta, pocas horas después de haber enviado yo mi anterior. 

Ahora, que acabó lo relativo a la Congregación de San Francisco de Sales, da vueltas para encontrar con qué pagar la nueva casa de 
Roma. Parece que los primeros pasos van bien. Espero que, tampoco en esto, abandone el Señor a su fiel siervo. Tal vez el lunes o el 
martes se haga el acta notarial y así don Bosco volverá a Turín llevándose dos escrituras de la máxima importancia. La de la compra de 
una casa y la de la aprobación de la Pía Sociedad. Bendito sea Dios y bendita sea la Santísima Virgen Auxiliadora de los Cristianos. 

Don Angel Savio está autorizado por don Bosco para cerrar el contrato de venta del inmueble que usted sabe: firmará la escritura don 
Bosco apenas llegado a ésa. 
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VOLUMEN IX Página: 491 

Termínense también las cosas, como mejor parezca, con el reverendo Bongiovanni. Así don Bosco... 

Roma, 19 de febrero de 1869. 

EMILIANO MANACORDA 
Don Bosco se despidió del Papa, pero aún se quedó unos días más en Roma, a la espera de la firma de algunos Breves, del decreto de 
aprobación de la Pía Sociedad y para llevar a término la adquisición de la casa de San Cayo. Durante casi dos semanas dedicó su 

actividad a este fin. 

Fue a visitar a las Religiosas dueñas del edificio, que habían abandonado, y acogieron con gusto la propuesta. 

Fue también a hablar con el príncipe Barberini, que ya debía conocer las intenciones del Papa y, entonces, de común acuerdo, se 

convino el contrato en cincuenta mil liras. La Providencia dispuso que también se encontrase el dinero para el compromiso. El cardenal 
Antonelli, apenas supo que se habían cerrado tratos, le envió enseguida dos mil liras con estas palabras: 

((541)) -Este es el primer donativo por la gracia obtenida de María Auxiliadora; y no será el único, haré otros. 

Le faltaba todavía a don Bosco una persona para que se ocupase del contrato, puesto que no podía distraerse de otros asuntos. Y la tuvo 
enseguida a sus órdenes, en la persona del abogado Ignacio Bertarello, cuyo hijo único había curado el Venerable, según hemos visto en 
una carta de monseñor Manacorda. Con la alegría del agradecimiento había dicho el abogado: 

-íDon Bosco, mándeme lo que quiera y se hará! 

Y apenas don Bosco se lo rogó, se comprometió a preparar lo necesario para concluir el contrato. 

Don Bosco seguía por su cuenta buscando medios para el pago de la casa y le ayudaban sus bienhechores, porque sus cartas llegaban al 

alma. He aquí una de las primeras, dirigida a la Madre Galleffi. 

Benemérita Madre Presidenta: 

En años pasados, acudió usted muchas veces con su caridad, en ayuda de la iglesia y de los pobres jovencitos que viven en Turín. 

Ya no le recomiendo a los de Turín sino a los de Roma. Se trata de iniciar en Roma una casita con el beneplácito del Padre Santo, 
semejante al Oratorio de San Francisco de Sales. Hay un local anejo a San Cayo, llamado de las Barberinas, que 
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VOLUMEN IX Página: 492 

sería a propósito, puesto que es un lugar de aires saludables y fácil acceso para que los muchachos, que viven entre este sitio y la Trinidad 
de los Montes, puedan ir al catecismo y a la escuela. 

Existe la dificultad de los primeros gastos de adquisición, que ascienden a nueve mil cuatrocientos escudos. 

Ya he tenido algún donativo; necesito también que usted, por amor de Dios y de la Santísima Virgen, haga lo que pueda en su situación, 
entre sus caritativas religiosas y las personas con quienes tiene alguna relación. 

Otra dificultad es la de las prisas por cerrar el contrato, porque hay quien está sobre aviso para iniciar gestiones, si se interrumpen las 
nuestras. 

La señora Merolli parece muy dispuesta a ayudarnos y quiere interesar también a otras piadosas personas; ella hablará con usted; 
anímela y prométale la bendición de Dios y la de los ((542)) pobres muchachos que, a salvo, gracias a su caridad, invocarán siempre las 
gracias del cielo sobre sus bienhechores. 

Que Dios bendiga a usted y a quienes de un modo particular trabajan por el bien de los muchachos abandonados. 

Encomendándome a la caridad de sus santas oraciones, tengo el honor de profesarme con la más profunda gratitud, 

De V. S. Benemérita. 

Roma, 17 de febrero de 1869. 

Afmo. servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Unos días después contestaba a una cartita de esta santa religiosa: 

Roma, 20 de febrero de 1869 

Benemérita Madre: 

Diga a la persona que entregó las treinta liras que mañana, lunes, tendré mucho gusto en recordarla en el memento de la santa misa que, 
si Dios quiere, espero celebrar en la capilla del Beato Labre. 

El asunto marcha bien, pero todavía estamos lejos de la cantidad necesaria; por tanto, ánimo para buscar y para rezar. Yo confío mucho 

en su caridad: espero que usted ayudará eficazmente a conseguir este milagro. 

Dios bendiga a usted y a todas sus hijas religiosas y les otorgue a todas el céntuplo de la caridad que me hacen. 

A usted en particular le conceda una bellísima guirnalda de flores en el cielo. Amén. 

Con gratitud, me profeso, 

Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.


Fin de Página 492 


VOLUMEN IX Página: 493 

Las visitas se alternaban con las cartas y los amigos comunicaban al caballero Oreglia tantas noticias sobre don Bosco, que casi 
podemos seguir sus últimos pasos por la ciudad eterna. 

Roma, 18 de febrero de 1869. 

...Don Bosco está animado a aumentar sus grandes obras de beneficencia. Se afana buscando dinero; cierto es que siempre le acompaña 
el milagro. Lo que me satisface es que así le tendremos con frecuencia en Roma. El está muy satisfecho de sus audiencias con el Papa, 
que son muy largas. Empujado por la Voluntad Soberana, este santo varón ha puesto manos a la obra... 

MARIA V. 

((543)) Roma, 21 de febrero de 1869. 

Hemos tenido todos los de la familia el gusto de volver a ver al reverendo don Bosco. Hemos celebrado con él su buena salud y nos ha 
parecido a todos que se ha restablecido bastante. Nos dijo que su permanencia no sería muy larga y ya me imagino con cuánta ansiedad le 
espera usted en Turín... 

MARIANA MARINI 

Roma, 23 de febrero de 1869. 

...Tenemos plena confianza en sus oraciones, y en las de los muchachos del Oratorio que se asociarán a usted para alcanzar el efecto 
deseado. Esta mañana el bonísimo don Bosco ha celebrado la misa en la capilla del palacio Barberini. Gracias a la invitación recibida, 
hemos asistido todos. Así pudimos pasar un rato con nuestro respetable y querido sacerdote don Bosco. Nos dijo le hiciéramos saber que 
está bien y contento, que piensa salir de Roma la próxima semana y que dispongan todo para solemnizar la fiesta de San Francisco de 
Sales el primer domingo de marzo. 

ESCIPION CONESTABILE DELLA STAFFA 

Roma, 24-2-1869. 

Tenemos en Roma a don Bosco, pero aún no he logrado oír una misa suya; sin embargo lo espero. Se lo pediré al excelentísimo 
monseñor Manacorda a quien quiero visitar para felicitarle por haber sido elevado, como usted sabrá, a la dignidad de Prelado Doméstico 
de Su Santidad. 

C. GUALDI 
Florencia, 24 de febrero de 1869. 

...Siento que don Bosco está a punto de marcha y sé que ha ido a visitar a mis Padres al santo eremitorio de Frascati con el Conde 
Calderari, etc. Estoy muy contento. »Pasará por Florencia? Así lo espero... 

D. JOSE EMILIANO NERI 
Fin de Página 493 


VOLUMEN IX Página: 494 

Roma, 25 de febrero de 1869. 

...La carta de Gianduya ha sido leída en presencia de Fanny y de la condesa Calderari entre las risas y aplausos de los oyentes. Ahora se 
acerca el tiempo en que nuestro queridísimo don Bosco se marchará de Roma. Anteayer comió con nosotros. María invitó expresamente a 
un hermano suyo con su esposa, que está aquí en Roma, para que conociera a este santo Varón y gozara de su benéfica influencia. 

El asunto de la apertura de la casa en Roma marcha bien; la Providencia arreglará todo poquito a poco, aunque por el momento, tal vez, 
no se vea la abundancia de donativos que sería de desear; pero nuestro querido don Bosco, con su santa calma, asegura que se encontrará 
el dinero necesario. A veces causa maravilla que familias riquísimas respondan que, por el momento, no les es posible dar dinero. 

((544)) Si ahora que nadan en la abundancia no les es posible, no sé que fenómeno podrá moverles. 

La duquesa de Sora ha estado y sigue todavía enferma. Dice Guidi que pronto se acabarán las medallas pero, en la casa de la moneda, la 
palabra pronto equivale a despacio; él me dijo que, como tienen que acuñar monedas y otras medallas con las mismas máquinas, se 
requiere un poco de tiempo. 

Termino mi carta con mil saludos de María y de todos los de la familia. En sus oraciones a la Santísima Virgen acuérdese de su 
servidor... 

ANGEL VITELLESCHI 

El Caballero había dado orden de que se preparasen lo antes posible cincuenta mil, o mejor cien mil medallas de María Auxiliadora, 
porque ya no le quedaban. 

Roma, 27 de febrero de 1869. 

...Me alegro del bien realizado aun moralmente con su feria, pero lo siento por su salud, que creo ha descuidado en exceso... 

Siento que dentro de pocos días nos dejará nuestro don Bosco. Usted estará contentísimo, no así nosotros... pero esperemos. Necesito 
un Católico Instruido, con cantos dorados: he privado de él a una persona que lo había adquirido, para hacer un regalo, según el deseo de 
don Bosco... 

M. MAGDALENA GALLEFFI 
Roma, 28 de febrero de 1869. 

Por mediación de don Bosco, que desdichadamente nos deja, respondo a la suya y de nuevo le agradezco mucho la caridad tenida con el 
pobre R.: espero que no haya sido en balde y que pronto o tarde fructificará en aquella alma; el pobre joven está muy enfermo. íCuánto 
siento que se marche don Bosco! Pero usted me perdonará esta expresión, »no es así? Así pues, diré que me alegro por ustedes de que 
vuelva ahí... 

Fin de Página 494 


VOLUMEN IX Página: 495 

Espero mañana a mi nieta y creo que aún podrá ver a don Bosco... Dénos noticias de su llegada. 

CORNELIA V. M. 

Roma, 10 de marzo de 1869. 

María ha estado afligida estos días con la muerte de una amiga suya muy querida. Es la condesa Du Chastel, madre de aquel jovencito 
que acompaña a mi Juanito a pasear. Era una santa mujer y como tal ha muerto. Al bendecir a su hijo en los últimos momentos, le dijo: 
Sois un saint garþon: pense à Dieu et à l'éternité (que seas un muchacho santo; piensa en Dios y en la eternidad). Don Bosco la visitó 
durante su estancia en Roma y también a él le pareció una mujer de fe ardiente y perfecta resignación... 

ANGEL VITELLESCHI 

También la marquesa Fanny Amati de Villarios escribía el 2 3 de febrero a don Miguel Rúa: «Don Bosco, gracias a Dios, se encuentra 
((545)) bien y está muy contento. Todos quieren verle y goza de aprecio universal; es admirable su calma singular que sólo puede venir 
del cielo. Aunque este año no le hemos tenido mucho a nuestro lado, le aseguro que sentimos de veras que se vaya y de ello deduzco su 
satisfacción, pensando en su próxima vuelta... Rece, se lo ruego, una salve según mi intención, a los pies de la querida imagen de María 
Auxiliadora, que me parece tener siempre ante mis ojos». 

Don Miguel Rúa había recibido noticias del mismo don Bosco: 

Mi querido Rúa: 

Todavía no puedo fijar el día de mi partida; tal vez el lunes o martes próximos. Pero el viernes que viene, si Dios quiere, estaré en el 
Oratorio: te avisaré desde Florencia. Entre tanto, prepara todo para celebrar una hermosa fiesta de san Francisco de Sales el domingo, 7 
de marzo. Avisa al conde Viancino, que es el mayordomo, y dile que nos conceda pasar todo el día con nosotros. Di al abad Solari que 
tengo una estampita de su gusto para darle. 

Nuestras cosas están así: la Congregación definitivamente aprobada, con la facultad de ordenar título mensae communis, y la facultad 
de las dimisorias anejas a la Congregación y no al individuo. 

Además se ha concluido el contrato para la adquisición de la iglesia y el local anejo (San Cayo) en uno de los lugares más bellos, quizá 
el más bonito de Roma. Sobre el Quirinal, desde las cuatro fontanas hacia Porta Pía está el monasterio de las Barberinas, al que está 
pegado nuestro futuro centro de estudios... y lo que a Dios plazca. La primera adquisición cuesta cincuenta mil liras; veré lo que puedo 
pagar enseguida; pero espero ajustar bien las cosas y no volver a casa con los bolsillos totalmente vacíos. Muchas cosas, que son de suma 
importancia, las sabrás de palabra. 
495 

Fin de Página 495 


VOLUMEN IX Página: 496 

Estas puedes comunicárselas a los de la Congregación. Pero recomiéndales que queden dentro de casa. En todo, prudencia y oración. 
Comunica todo esto a Lanzo y a Mirabello. Dirás además a don Juan Bonetti que la segunda semana, después de mi llegada, iré a 
visitarle. 

La gracia de Nuestro Señor Jesucristo sea siempre con nosotros. Sea alabado y reverenciado en todo momento el santísimo y divinísimo 
Sacramento. Así sea. 

Considérame en todo, 

Roma, 26 de febrero de 1869. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

((546)) P. D. -Di al teólogo Borel que en una audiencia el Padre Santo me dio una bendición para él y una medalla que le entregaré. 
Bendijo también a todas sus comunidades. 

Estoy bastante cansado física y mentalmente, así que necesitaría que, a mi llegada, no se hiciera ninguna demostración. No más que si 
volviera de la ciudad de Turín: esto me aliviaría mucho. 

Don Miguel Rúa, después de leer esta carta, hizo sacar copias a don Joaquín Berto, omitiendo las frases que se referían a personas en 
particular y las mandó a Mirabello y a Lanzo. 
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Fin de Página 496 


VOLUMEN IX Página: 497 

((547)) 

CAPITULO XLIII 

EL DUQUE Y LA DUQUESA DE SORA -RELACIONES DE ESTOS SEÑORES CON DON BOSCO -DOS MEMORIAS SUYAS 
ESCRITAS SOBRE LA VISITA DE DON BOSCO A VILLA LUDOVISI EN 1867 -DOS CARTAS DEL VENERABLE DE AQUEL 
MISMO AÑO, A ESTOS BIENHECHORES -DON BOSCO EN ROMA DURANTE 1869: CARTAS Y VISITAS: RUEGA AL 
DUQUE LE AYUDE PARA LA COMPRA DEL LOCAL EN SAN CAYO 

UNO de los muchos amigos de don Bosco entre la nobleza de Roma era don Rodolfo Boncompagni Ludovisi, Duque de Sora, más tarde 
Príncipe de Piombino. El caballero Oreglia di San Stefano se lo había dado a conocer a don Bosco y ya hacía muchos años, antes de 
1869, mantenía con el Siervo de Dios cordiales relaciones, que duraron hasta 1888. En 1867 contaba el Príncipe treinta y cinco años y no 
murió hasta el 12 de diciembre de 1911. 

Su noble esposa doña Inés, hija del Príncipe Borghese Boncompagni, Princesa de Piombino y, en tiempo del Venerable, Duquesa de 
Sora, clasificó las cartas de su difunto marido y encontró cinco de don Bosco, más algunos folletos de recuerdos sobre la visita de éste a 
Villa Ludovisi. Ella sacó copia de todo, la legalizó en la Curia Episcopal de Foligno y la envió al Oratorio de Turín, lamentándose de que 
el Príncipe debió haber recibido muchas más cartas de don Bosco, pero que, desgraciadamente, se debieron romper o perder antes de la 
muerte del Venerable. 

((548)) La carta con la que acompañó los documentos lleva esta fecha: La Quiete, Foligno, 3 de septiembre de 1912. -«Diga al 
Venerable, entre otras cosas, que me obtenga la salvación, para así volver a encontrar a mi piadosísimo esposo, que espero esté en el 
paraíso.» 

A los folletos del marido añadió también por escrito sus recuerdos, que se refieren a las relaciones que don Bosco tuvo con ellos en 
1867. Ya hemos escrito algo sobre ellas en el volumen VIII de nuestras Memorias y queremos completar aquella narración. 

Primeramente exponemos la nota de la Princesa, y añadimos a la narración las anotaciones explicativas, añadidas por ella misma años 
después. 
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Fin de Página 497 


VOLUMEN IX Página: 498 

Hoy 12 de enero, sábado, viene don Juan Bosco a celebrar la santa misa 1, después de la cual habla sobre el sacrificio de la misa y de 
Jesús Sacramentado; luego sube y desayuna con nosotros. 

Bendice a los cinco niños, habla a Hugo 2 de su primera comunión. Luis se impresiona con su buen carácter. Yo le entrego, por encargo 
de Papá 3, un paquetito de billetes, sobre el que él había escrito a don Bosco, p. g. r. (por gracia recibida) y don Bosco, que quizás había 
olvidado lo que escribió y la promesa hecha, me dijo tener interés particular por aquellas tres cartas. 

He aquí el motivo de esta limosna. En el mes de mayo, cuando el caballero Oreglia estuvo aquí, Papá andaba muy preocupado con 
Pablo. Me encargó escribir que, si se concertaba un buen matrimonio, él daría, en seis meses, mil liras para la obra de don Bosco. 

Sabemos ahora que, al cabo de seis meses y pocos días, no sólo estaba concertado el matrimonio, sino cumplido 4. 

16 -Me confieso con don Bosco. 

El 17 viene a verme el príncipe Pignatelli y me pide en ((549)) nombre del Rey 5 que prepare una cita para él. Escribo con este fin a 
don Bosco. 

El 18 otra petición de la Duquesa de San Cesario con el mismo fin 6. 

Y he aquí ahora el manuscrito del Príncipe: 

Sábado, 11 de mayo de 1867 

El 12 de enero de este año vino don Bosco a celebrar la misa en la capilla de la Villa. Distribuyó algunas comuniones y, acabada la 
misa, a ruegos de don César 7 volvió a subir al altar para dirigirnos unas palabras. Considerando que los sacerdotes tienen que celebrar la 
santa misa con verdadero espíritu, nos exhortó a todos a acostumbrarnos a oír la misa diariamente, después nos inculcó la hermosa 
devoción de orar ante el Santísimo Sacramento con gran fervor, puesto que debemos pedir a Jesús todas las gracias y ofrecerle todas 
nuestras inquietudes, orar por el Papa y por la extirpación de las herejías que invaden hoy nuestra Italia. Lleno de fervor añadió después: 
«Fe, fe, debemos tener siempre fe, y especialmente en estos tristísimos tiempos». Subió al salón, habló uno a uno con todos nosotros; 
hizo a todos alguna advertencia y habló también con Bertelli 8, todavía convaleciente. 

También a mí me llegó el turno y comencé por recomendarle a P... y su pronta conversión. Por eso, yo le prometí un donativo para su 
iglesia y él me prometió que le escribiría apenas llegase a Turín, encomendándole a sus muchachos y a su iglesia. Le hablé de mí y de mi 
poco fervor y me dijo que estuviera tranquilo... Fui luego a confesarme con él y quise hacer confesión general. Me acusé de mis faltas, y 
me 

Teníamos, por gracia singularísima, permiso para conservar el Santísimo Sacramento en nuestra capilla de Villa Ludovisi. 

El mayor, que aún no había cumplido once años. 

Príncipe M. A. Borghese. 

Y se alcanzó el deseo y continúa feliz. 

Francisco II de Nápoles, con quien teníamos mucho trato. 

Era, ya entonces entrada en años, Dama de la corte de la reina Sofía, esposa del Rey. 

Don César Calandrelli, preceptor de nuestros hijos. 

Doméstico. 

Fin de Página 498 


VOLUMEN IX Página: 499 

dijo que me reconciliaba con Dios y me absolvía de todo... Me exhortó a mejorarme, a vencer la pereza en la oración, me prometió que 
rogaría ((550)) por mí y por los míos. Como me acometieran algunas dudas, volví dos horas después a exponérselas... Me dijo: «Quedad 
tranquilo; de los pecados que habéis cometido hasta las diez y cuarto del 19 de enero de 1867, respondo yo y no penséis más en ellos...» 

De vuelta a Turín, escribía don Bosco en 1867 estas cartas al Duque y a la Duquesa: 

Excelentísimo y muy apreciado señor Duque: 

He tenido un gran placer al recibir su carta y agradezco su caridad por acordarse todavía del pobre don Bosco, como él recuerda a usted 
y a toda su familia todos los días en la santa misa. A partir de mañana, domingo, haré una novena, en la que yo celebraré todos los días la 
misa y algunos de mis buenos muchachos harán la comunión por su señora esposa; anímela, oremos con fe y esperemos. No dejaré de 
encomendar a nuestro querido Hugo en la santa misa; indíqueme el día de su primera comunión y aquel día yo celebraré la santa misa por 
él. 

Siento haber enviado un paquete de cartitas con mil encargos para la señora Duquesa, su esposa, que ella ciertamente no podrá 
cumplimentar; tenga usted la bondad de ayudarla. Además de las personas allí indicadas, puede llevar algunas cartitas a la señora princesa 
Altieri para quien adjunto allí una carta, que usted puede incluir con un paquete de trescientas cartitas y mandárselo de mi parte. Dice 
usted que sigue siendo un picarón y yo estoy contento de que se lo crea, porque esto es señal de que no lo es, pero yo quiero rezar mucho 
por usted, no sólo para que sea bueno, sino para que se haga un santo, como ciertamente se harán su señora esposa, sus hijos y toda su 
familia. 

Que Dios bendiga a usted y a todos los de su casa y que la Santísima Virgen nos ayude a todos a caminar por la vía del Paraíso. Amén. 

Con el más profundo agradecimiento me encomiendo a sus oraciones y me profeso, 

DeV. E. 

Turín, 29 de marzo de 1867. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. Mis saludos para el reverendo don César. 
Benemérita señora Duquesa: 

Con gran placer he recibido los cristianos augurios que, por su gran caridad, ha tenido la delicadeza de enviarme. Que Dios le 
recompense y centuplique ((551)) a usted y a toda su familia las bendiciones que se dignó invocar para mí el día de san Juan. 

Deseaba saber noticias suyas y ya había escrito a Roma para pedir la dirección, cuando me llegó su carta. Diga a su señor marido que he 
rogado por su salud y seguiré haciéndolo en la santa misa y confío plenamente en el poder de María Auxiliadora que en su estado actual 
no le sucederá ningún contratiempo. 

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Diga al querido Hugo que, con mucho gusto, pediré al Señor para él la virtud de la humildad y de la caridad, tal y como me ha escrito; y 
añadiré mi plegaria a la bienaventurada Virgen Auxiliadora para que haga de él un modelo de virtud para sus hermanos y el consuelo de 
sus padres. 

A don César, que le agradezco las bonitas frases que añadió en la misma carta. Le encomendaré de un modo especial al Señor, para que 
Dios le inspire las palabras y pensamientos que sirvan para hacer un nuevo san Luis de cada uno de los hijos de ustedes. 

Le doy también noticias nuestras. Nosotros gozamos de óptima salud, pero el cólera hace estragos por los pueblos cercanos. Recibo 
carta de Roma en la que me dicen que se ha presentado el mal negro, que ignoro cuál es. Tenemos plena confianza en María Auxiliadora. 
íTambién usted y su familia vivan tranquilos! Ninguno de los que ayudan a la construcción de la iglesia en honor de María Auxiliadora 
será víctima de estas calamidades, con tal de que ponga su confianza en Ella. 

A propósito de la iglesia le diré que se trabaja activamente; María continúa haciendo de limosnera y esperamos que, con el año, estén 
acabadas las obras. »Quién sabe si usted o la familia vendrán a hacer una visita? 

»Quién sabe si don Bosco pasará por Senigallia? Ya veremos. Que Dios le bendiga, señora Duquesa, y con usted a toda su familia y me 
dé a mí, y a todos ustedes, la gracia de perseverar en la santa vía del cielo hasta el fin de la vida. 

Me encomiendo finalmente, junto con mis pobres muchachos, a la caridad de sus santas oraciones y me profeso con profunda gratitud 
deV. E. 

Turín, 30-7-67. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Cuando don Bosco volvió a Roma en 1869, siguieron las cartas y Se renovaron las visitas. 

Benemérito y muy apreciado señor Duque: 

He sentido no hallarme en casa cuando usted se dignó venir aquí, y me envió otra persona de su parte. 

Mañana, hacia las nueve, iré a su casa y, si no hay inconveniente, celebraré la santa misa y, luego, tendré el honor de salud a usted y 
((552)) a su respetable familia. Que Dios les bendiga, a usted, a la señora Duquesa, a todos sus hijos, y les conceda a todos salud y 
bendición, mientras con profunda gratitud tengo el honor de profesarme, 

DeV. E. 

Roma, 28-69 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Excelentísimo y muy apreciado señor Duque: 

Recibo la agradable cantidad de cien liras, que la caridad de V. E. ofrece para pagar las deudas contraídas en la construcción de la 
iglesia de María Auxiliadora, y 

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enseguida he puesto una intención particular a fin de que el padrenuestro, que nuestros muchachos rezan cada tarde antes de la bendición 
con el Santísimo Sacramento, sea según la intención que me indica; es decir, para que Dios ayude a la señora Duquesa en el estado 
interesante en que se encuentra. Fe, serenidad y no teman nada. 

Necesitaría ahora que entre usted y la señora Duquesa hiciesen un milagro, pero un milagro grande. De acuerdo con el Padre Santo, se 
juzgó conveniente la compra de la iglesia de San Cayo, llamada de las Barberinas, con el local anejo. En ella podremos hacer o, lo que es 
lo mismo, iniciar una casa, enseñar catecismo y dar clase a los muchachos pobres del Quirinal a la Trinidad de los Montes. 

Mas, para firmar la escritura, se requiere la pequeña cantidad de cincuenta mil liras. No digo que la prepare toda usted o su señora 
esposa, porque ya tengo algo. Ingéniese para buscarme, al menos, una partecita y así el año del Concilio Ecuménico sería señalado, entre 
otras cosas, por la fundación de una casa nuestra en Roma. Hará este milagro, »verdad? 

Que Dios bendiga a usted, a la señora Duquesa y a toda su respetable familia. Encomendándome a la caridad de sus santas oraciones, 
me profeso de V. S. 

Roma, 15 de febrero del 69. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Roma, 20 de febrero del 69 

Muy apreciado señor Duque: 

V. E. mandó aquí para obtener de mí una respuesta, que pensaba haber hecho ya, el recibo de cien liras, que usted ofrecía para que se 
rezase de modo particular a la Santísima Virgen por la señora Duquesa, su esposa. Su voluntad fue fielmente cumplida y, en mi 
poquedad, continúo teniendo todos los días un memento especial en la santa misa. 
((553)) Experimento gran pena por las angustias que sufre su señora, pero tengo plena confianza de que solamente será ejercicio de 
paciencia y que no habrá malas consecuencias. 

Que Dios bendiga a usted y a toda su familia, y créame con gratitud. 

De V.E. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. »Se cumple el milagro para la casa de San Cayo? 
Al transcribir estas páginas pensamos... en el gran tesoro de cartas y memorias que queda escondido, porque estamos seguros de que 
son muchas las casas señoriales, no sólo en Roma, sino en otras ciudades de Italia, Francia y España, que mantuvieron correspondencia 
con nuestro Fundador, recibieron sus visitas y tuvieron también la suerte de hospedarle. 

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((554)) 

CAPITULO XLIV 

LECTURAS CATOLICAS -ULTIMA MISA DE DON BOSCO EN ROMA -SALIDA DE ROMA Y LLEGADA A FLORENCIA -EN 
TURIN -RECEPCION TRIUNFAL EN EL ORATORIO -AFECTO DEL TEOLOGO BOREL A DON BOSCO -DON BOSCO 
PRESENTA AL ARZOBISPO DE TURIN EL DECRETO DE APROBACION Y UNA CARTA DE MONSEÑOR SVEGLIATI 
-CONTENIDO DE LOS DOS DOCUMENTOS -PROFECIA DE DON BOSCO A UNA ENFERMA -SOLEMNIDAD DE SAN 
FRANCISCO DE SALES -HOMENAJE ACADEMICO A DON BOSCO Y SUS PALABRAS DE AGRADECIMIENTO 
-CONFERENCIA DE DON BOSCO A TODOS LOS SALESIANOS SOBRE EL EXITO DE SU VIAJE A ROMA; PALABRAS DEL 
PAPA PARA LOS SALESIANOS -FLORECILLAS PARA LA NOVENA DE SAN JOSE -EL CABALLERO OREGLIA DESCRIBE 
A LA PRESIDENTA DE TOR DE'SPECCHI LA ALEGRIA DE LOS ALUMNOS A LA LLEGADA DE DON BOSCO -CARTA DE 
DON BOSCO A LA MISMA AGRADECIENDOLE LA CARIDAD PRESTADA DURANTE SU ESTANCIA EN ROMA 

FINALMENTE el 1.° de marzo escribía la madre Magdalena Galleffi al caballero Oreglia anunciándole que don Bosco salía de Roma: 
«Unas líneas solamente a vuela pluma... Esta mañana recibiré a don Bosco que está a punto de partir. Ha manifestado estar muy 
satisfecho de lo poco que yo me he dedicado a sus asuntos y me ha prometido oraciones y bendiciones. Espero las Lecturas Católicas de 
marzo...» 

Estas se titulaban: Valentina o una digna hija de María. Traducción por el sacerdote Pedro Bazetti. La obrita pone de relieve la bondad 
de la divina Providencia que socorre a una pobrecita; ((555)) las cruces que santifican a una joven, a pesar de sus grandes riquezas; el 
premio y el consuelo, en esta vida, del alma inflamada de amor a Dios y al prójimo. 

Don Bosco no pudo ir a Tor de'Specchi, y la buena religiosa escribía al Caballero: «Gozo pensando en su lógica satisfacción al volver a 
ver a don Bosco; pero eso no disminuye mi pena al verle lejos 
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de Roma. Me prometió venir el último día de su estancia, mas no vino». 

El día 2 de marzo celebró la santa misa en San Pedro ad Víncula, donde le esperaban muchas personas; el marqués Angel Vitelleschi 
informaba de ello al Caballero de este modo: 

«Hoy nos deja el amadísimo don Bosco con inmensa pena de nuestra parte. Ayer por la tarde, le entregó Guidi mil medallas de plata, 
que don Bosco llevará consigo a Turín; las demás parece que pronto estarán terminadas; es más, prometió mandarme hoy cinco mil de 
san José». 

Aquella misma mañana le llevaron a don Bosco un paquete, con el sello de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, para 
entregar a S. E. Monseñor Riccardi. Contenía el decreto de aprobación de la Pía Sociedad Salesiana y una carta para el Arzobispo. 

Gran parte de aquel día la pasó don Bosco con su huésped, el tipógrafo Marietti: y hacia medianoche se dirigió a la estación, 
acompañado por el padre Verda. El cardenal Berardi y las familias Vitelleschi y Villarios enviaron sus coches para acompañarle. 

Muchos amigos le esperaban para despedirse. En cuanto llegó a Florencia, la marquesa Uguccioni escribía a Turín: 

Caballero Oreglia: 

Le comunico, con verdadero placer, que esta mañana, a las nueve aproximadamente, llegó don Bosco a Florencia. Tuve la satisfacción 
de que viniera a celebrar la santa misa en mi capillita. Le anuncio también, con sumo pesar, que el viernes por la mañana, a eso de las 
diez, piensa estar en Turín. Ya ve ((556)) lo egoísta que soy. Don Bosco me encarga le diga, aunque me parece inútil, que procure esté 
alguno en la estación. 

3 de marzo de 1869. 

JERONIMA UGUCCIONI GHERARDI 

Don Bosco se hospedó en Florencia en el palacio arzobispal y se entrevistó con el caballero Cantón, a quien contó que las 
negociaciones para conseguir la casa de San Cayo, propuesta por el Papa, estaban ya adelantadas, sin renunciar a las gestiones para la 
iglesia del Santo Sudario. 

Se marchó de Florencia el día 4, a las once de la noche, y le seguía una carta de la señora Uguccioni para el caballero Oreglia: 

Me tomo la libertad de pedirle nuevos libros, porque me los han reclamado las señoras de Rípoli y creo cumplir una orden de don 
Bosco, procurando su envío. Me 
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dice el padre Verda que nuestro Santo ha causado mucha impresión en Roma.
íRoma, la ciudad de los Santos! íSin embargo es necesario que sea santo de verdad! ííPero se va!! Si usted pudiera decirme algo de él, me
haría un gran favor.


Don Miguel Rúa describe en su Crónica la llegada de don Bosco al Oratorio: 

«25 de marzo, viernes.-A eso de las siete y media de la tarde llegó a Turín acompañado por uno de los hijos del caballero Marietti. La 
banda de música esperaba en la portería. De la portería hasta los pórticos había dos hileras de mástiles que, alternando, tenían en la punta, 
unos un globo de cristal con una luz dentro, y los otros una gran llama. A un lado y otro estaban alineados en dos filas, estudiantes y 
aprendices, dejando paso libre. Don Bosco, precedido de la música, pasó por medio, entre las más vivas aclamaciones. La iluminación de 
las ventanas permitía que toda la familia le viera y podíanse leer claramente las inscripciones preparadas para el caso. Entró en la sala de 
espera de la prefectura, descansó allí un poco y tomó un ligero refrigerio, mientras contaba algunos casos de su estancia en Roma. Se 
detuvo especialmente mostrando el plano de la nueva casa, allí adquirida, con la iglesia, ((557)) valorada ella sola en ciento cincuenta mil 
liras. Mientras tanto, se ejecutaban en el patio diversas piezas de música y el himno. Fue un continuo vitorear y una constante 
manifestación de júbilo». 

Aquella tarde tuvo lugar una escena que conmovió a todos los salesianos y alumnos que la presenciaron. 

El teólogo Borel se encontraba en cama, gravemente enfermo en el cercano Hospital del Refugio. Al oír los sones de la banda, los 
vítores y los aplausos del Oratorio, comprendió que había llegado don Bosco y, aprovechando que se encontraba solo, puesto que nadie le 
cuidaba en aquel momento, se levantó y se vistió. Apoyándose contra las paredes y en un bastoncito, bajó las escaleras, salió del Refugio, 
recorrió el trecho de la calle Cottolengo y entró en el Oratorio. A duras penas y tambaleándose, cruzó el patio, llegó a los pórticos 
mientras don Bosco, rodeado de todos los muchachos, estaba al pie de la escalera que sube a sus habitaciones; más aún, había puesto ya 
el pie sobre el primer peldaño. 

-íDon Bosco, don Bosco!..., se esforzaba por gritar el Teólogo con débil voz. 

Los muchachos le abrieron paso. 

-íOh, Teólogo!, respondió don Bosco, volviéndose rápidamente. 
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-»Está aprobada la Pía Sociedad?, siguió diciendo el venerando sacerdote. 

-íSí, está aprobada! 

-Deo gratias! íAhora, muero contento! 

Y sin añadir nada más, dio la vuelta, volvió al Hospital y se metió en cama. 

íQué amor y qué aprecio profesaba a don Bosco el teólogo Borel! 

Hacia 1870, repuesto un tanto de sus males, se encontró un día por Turín con don Pablo Albera y le dijo: 

-Vosotros, los del Oratorio, creéis conocer a don Bosco: pero no sabéis nada. íOh, si yo tuviera tiempo para contaros las maravillas que 
sé acerca de él, quedaríais estupefactos! 

((558)) El Teólogo conocía íntimamente las cosas del Oratorio y sabía muy bien el inmenso cariño que los muchachos profesaban al 
Venerable, a quien tenían por un santo extraordinario. 

Don Bosco no tardó en ir al Arzobispado. Dice la Crónica de don Miguel Rúa: 

«6 de marzo. Don Bosco presenta a nuestro señor Arzobispo el decreto de aprobación de la Congregación o Sociedad de San Francisco 
de Sales, con una carta de acompañamiento expedida en Roma». 

El Decreto decía: 

DECRETO 1 

La salvación de las almas, confiadas a los cuidados de Nuestro Santísimo ñor Papa Pío IX por el Príncipe de los Pastores, le convierte 
en vigilante continuo a fin de que no deje nada por probar, para que la Sacrosanta Fe Católica, sin la cual es imposible agradar a Dios, 
florezca siempre y se extienda por todas las partes de la tierra. Por eso distingue con su singular benevolencia Apostólica a aquellos 
eclesiásticos que, reunidos en sociedad, atienden a la juventud, la instruyen en el espíritu de la ciencia y de la piedad y con toda solicitud 
((559)) y esmero procuran alcanzar abundantes frutos de virtud y honradez en la viña del Señor. En cuanto Su Santidad conoció que entre 
semejantes Sociedades se hallaba la Pía Congregación de religiosos, que, con el nombre de San Francisco de Sales, fue erigida en Turín 
en 1841 por 

1 DECRETUM.-Salus animarum, quarum curam a Principe Pastorum accepit SS. D. nus N. Pius PP. IX, continuo Eum vigilem reddit, 
ut nihil inexpertum relinquat, quo sacrosanta Catholica Fides, sine qua impossibile est placere Deo, ubique terrarum vigeat semper, atque 
augeatur. Quocirca singulari sua Apostolica benevolentia eos potissimum ecclesiasticos viros prosequitur, qui in Societatem adunati, 
iuventutis curam suscipiunt, eam spiritu intelligentiae ac pietatis imbuunt, omnique studio et contentione, uberes in vinea Domini fructus 
virtutis et honestatis afferre conantur. Quum Sanctitas Sua inter huiusmodi Societates accenseri noverit Piam Ecclesiasticorum Virorum 
Congregationem, quae a S. Francisco Salesio nuncupata, anno 1841, a sacerdote Ioanne Bosco, Augustae Taurinorum erecta fuit, illam 
sub die prima 

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el sacerdote Juan Bosco, la honró con un decreto de alabanza apostólica el 1 de julio de 1864. Pero dicho sacerdote Fundador, venido 
personalmente a Roma, insistió ante la Santa Sede, para que se dignase aprobar la referida Congregación y sus Constituciones. Por tanto, 
el Sumo Pontífice, en la audiencia concedida al suscrito Monseñor Secretario de esta Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, con 
fecha 19 de febrero de 1869, tenidas en cuenta las cartas comendaticias de muchísimos obispos, aprobó y confirmó dicha Congregación 
bajo el gobierno del Superior General, a salvo la jurisdicción de los Ordinarios, según la forma de los Sagrados Cánones y de las 
Constituciones Apostólicas, como la aprueba y confirma de acuerdo con el presente Decreto, dejando para tiempo más oportuno la 
aprobación de las Constituciones, que habrán de corregirse de acuerdo con las observaciones ya comunicadas otras veces por Su 
Santidad, excepto la cuarta, que deberá modificarse como sigue: Su Santidad, condescendiendo benignamente con los ruegos del 
sacerdote Juan Bosco, concedió al mismo, como Superior General de la Pía ((560)) Congregación, la facultad, valedera para todo el 
decenio próximo, de otorgar las dimisorias para recibir la tonsura y las órdenes menores y mayores, a los alumnos que, antes de los 14 
años, fueron admitidos en algún colegio o internado de la misma Congregación, o que serán admitidos en adelante, y que a su tiempo 
dieron su nombre a dicha Pía Congregación o lo darán más tarde; pero de forma que, si por cualquier motivo fueren despedidos de la Pía 
Congregación, deben quedar suspendidos del ejercicio de las órdenes recibidas, hasta que, provistos del cóngruo Patrimonio Sacro, si 
recibieron las órdenes sagradas, no encuentren Obispo benévolo que los acoja. 

No obstante cualquier otra disposición en contrario. 

Dado en Roma, por la Secretaría de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, el 1. ° de marzo de 1869. 

A. Card. QUAGLlA, Prefecto 
S. SVEGLIATI, Secretario. 
Iulii 1864 Apostolicae Laudis decreto condecoravit. Ast memoratus Fundator nuperrime Urbem petiit, atque penes Sanctam Sedem enixe 
postulavit, ut praefatam Congregationem eiusque Constitutiones approbare dignaretur. Summus vero Pontifex in audientia habita ab 
infrascripto D. Secretario huius Sacrae Congregationis Episcoporum et Regularium, sub die 19 Februarii 1869, attentis Litteris 
Commendatiis plurimorum Antistitum, enunciatam Piam Congregationem, uti Societatem votorum simplicium, sub regimine Moderatoris 
Generalis, salva Ordinariorum iurisdictione, ad formam sacrorum Canonum ((559)) et Apostolicarum Constitutionum, approbavit, et 
confirmavit, uti praesentis Decreti tenore approbat, atque confirmat, dilata ad opportunius tempus approbatione Constitutionum, quae 
emendandae erunt iuxta animadversiones ex mandato Sanctitatis Suae iam alias communicatas, excepta quarta, quae modificanda erit 
prout sequitur; nempe Sanctitas Sua, supplicationibus sacerdotis Ioannis Bosco benigne annuens, eidem, tamquam enunciatae Piae 
Congregationis Moderatori Generali, facultatem tribuit, ad decennium proximum tantum duraturam, alumnis, qui in eiusdem 
Congregationis aliquo collegio, vel convictu, ante aetatem annorum quatuordecim excepti fuerunt, vel in posterum exipientur, ac nomen 
praefatae Piae Congregationi suo tempore dederunt vel in posterum dabunt, relaxandi Litteras Dimissoriales ad Tonsuram et Ordines tam 
Minores, quam Maiores recipiendos; ita tamen ut, si a Pia Congregatione quavis de causa dimittantur, suspensi maneant ab exercitio 
susceptorum Ordinum, donec de sufficienti Sacro Patrimonio provisi, si in Sacris Ordinibus sint constituti, benevolum Episcopum 
receptorem inveniant. Contrariis quibuscumque non obstantibus. 

Datum Romae. ex Secretaria Sacrae Congregationis Episcoporum et Regularium, sub die 1.ª Martii 1869. A. Card. QUAGLIA, 
Praefectus. S. SVEGLIATI, Secretarius. 
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Acompañaba al decreto una nota de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares dirigida a monseñor Riccardi Arzobispo de Turín, 
la cual, al tiempo que anunciaba la aprobación de la Sociedad de San Francisco de Sales, decía: 

3 de marzo de 1869 

La Santidad de Nuestro Señor, habiéndose dignado aprobar el Instituto fundado en esa ciudad por el benemérito sacerdote don Juan 
Bosco, como V. S. verá por el adjunto decreto, ha ordenado al mismo tiempo que los clérigos alumnos de dicho Instituto sigan asistiendo 
a las clases de Teología en el Seminario Arzobispal hasta nueva disposición de la Santa Sede, si bien pueda el Superior expedir a los 
mismos las dimisorias para las sagradas órdenes, en el caso de que hayan entrado en dicho instituto, antes de haber cumplido los catorce 
años de edad. Y esto considerando que antes de dicha edad puede también omitirse la fe de soltería. 

Dicho Instituto, al dispensar sus mejoras morales sobre todo a la ciudad y diócesis de Turín, no puede por menos de interesar al celo de 

V. E. para que le dispense todo cuidado, de suerte que pueda conseguir más fácilmente ((561)) el fin para el que fue fundado. Y, si bien 
es cierto que él se recomienda por mismo, sin embargo esta Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, que tiene la tutela y cuidado 
de tales piadosas fundaciones, no puede dispensarse de urgir a V. S. para que siga protegiendo una obra tan buena, nacida bajo el 
patrocinio de San Francisco de Sales. Con esta esperanza le auguro del Señor la más amplia felicidad, etc. 
El día 6 de marzo, sábado, estuvo don Bosco confesando hasta cerca de las diez de la mañana; y, por la tarde, confesó desde las seis 
hasta medianoche. 

Se presentaron en la sacristía varias personas que deseaban su bendición. Una de ellas fue la señora Lucía Perlo, de Caramagna 
(Piamonte), con una hija de dieciocho años, llamada Magdalena, que estaba muy enferma. Dado que los médicos decían que su mal se 
convertía en tuberculosis, la llevó a Turín y la presentó a don Bosco. El Siervo de Dios la bendijo y dijo a su madre: 

-En el mes de mayo vuestra hija recobrará la salud. 

Y así fue; la hija sanó y entró en las religiosas Josefinas de Turín. 
Don Bartolomé Marchisio, paisano de la joven, nos contó el hecho. 

Don Miguel Rúa describe así, en la Crónica, la fiesta celebrada el día siguiente. 

«7 de marzo, domingo -Fiesta de San Francisco de Sales, en la nueva iglesia, actuando de prioste el conde Viancino. Fue solemnísima y 
se celebró con santa alegría por toda la Comunidad. Don Bosco confesó, por la mañana, desde las seis y media hasta las nueve, al pie del 
púlpito. El teólogo Leonardo Murialdo vino a cantar 
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la misa y pronunciar el panegírico y monseñor Balma a dar la bendición. Para estos personajes y algunos más se preparó comedor aparte. 

»Lo extraordinario de la fiesta fue que el conde Viancino cumplió la promesa por una gracia recibida. Una semana antes había venido a 
encomendarse a las oraciones del Oratorio para poder cobrar un crédito considerable, ((562)) que ya daba casi por perdido, prometiendo 
la décima parte a María Auxiliadora, si lo lograba. Al día siguiente de la promesa recibió aviso para ir a correos. Allí se encontró con una 
carta atentísima de su deudor, en la que incluía el total de la deuda más los intereses que hacía algunos años no había pagado, y todo 
acompañado de expresiones de la más sincera amistad y agradecimiento». 

Después de la comida, alrededor de las dos y media, se reunieron los alumnos en el salón de estudio, muy adornado, para celebrar la 
llegada de don Bosco. A la derecha de nuestro buen Padre, sentóse monseñor Balma; a la izquierda, algunos sacerdotes de la casa y 
forasteros, don Mateo Picco, el reverendo Pechenino y varios clérigos. A la derecha de monseñor Balma, el barón Bianco de Barbania, el 
conde Viancino y otros ilustres personajes. El acto duró una hora y media. Se cantó un himno con música de don Juan Cagliero, 
acompañado por la banda; se leyeron varias composiciones de ocasión en prosa y en verso, en piamontés y en italiano, se representó un 
diálogo y Gastini interpretó su número cómico. Seis muchachos, vestidos al estilo calabrés, cantaron la canción napolitana Nuia 
portammo la musica bella, que fue muy aplaudida. 

Terminado el acto, habló don Bosco: 

-Todo lo que habéis manifestado no me pertenece a mí, sino a monseñor Balma, aquí presente, y a los demás bienhechores. Yo debería 
ser el último, porque son ellos los que concurrieron con sus limosnas, y al intervenir con su presencia hicieron más brillante esta fiesta. 
Os agradezco las oraciones que habéis hecho durante mi ausencia; Dios las escuchó, y gracias a ellas se han obtenido muchos favores, 
como después os diré. Ahora demos muchas gracias a Jesús Sacramentado. 

Y de allí fueron a la iglesia, donde cantaron los alumnos las vísperas solemnes. El maestro Beatrice cantó el Avemaría antes de la 
bendición. 

Por la noche, hubo rifa e iluminación. En todas las ventanas interiores de la casa y sobre las barandillas brillaban luces formando 
dibujos e inscripciones en honor de San Francisco de Sales ((563)) y 
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alusivas a la llegada de don Bosco. Las oraciones se rezaron en el salón de estudio. 

Aquella noche habló don Bosco a los miembros de la Congregación reunidos en el refectorio, adonde acudieron también los que 
aspiraban a pertenecer a la Pía Sociedad de San Francisco de Sales. Estaban presentes los directores de las otras casas y don Domingo 
Pestarino de Mornese. Poseemos varios resúmenes de esta conferencia, a la que ya hemos aludido. Según el más amplio, don Bosco 
comenzó así: 

Es vuestro mayor deseo en este momento saber el resultado de mi viaje a Roma y qué es lo que se ha obtenido con respecto a nuestra 
Sociedad. Y yo experimento una gran satisfacción al narraros el éxito de mis trabajos, porque es evidente que el Señor quería que lo 
nuestro quedara bien asegurado. Este viaje ha dado unos sultados más favorables de lo que yo esperaba. 

Todos sabéis que esta nuestra casa, o mejor esta nuestra Sociedad, iba adelante hasta ahora sin un fundamento seguro de su existencia: 
tenía reglas, pero como no estaban aprobadas, se limitaban a ligar individuos en derredor de una persona para un fin determinado. Y, por 
tanto, muerto don Bosco, podía también morir su Sociedad. 

Ya el año 1864 la Sociedad fue alabada, y don Bosco fue constituido Superior, pero nada más; después, en 1867, fue encomendada y 
recomendada por varios Obispos. Pero ahora se trataba de llegar a una conclusión definitiva, de aprobación o de disolución. Nuestra vida 
era precaria. Y en todo momento podían los Obispos reclamar a sus clérigos, porque estaban sujetos a su jurisdicción; y entonces la 
Sociedad quedaba disuelta de hecho. Era necesario que sus miembros quedaran libres y exentos de la jurisdicción episcopal. Por eso 
determiné ir a Roma. 

Se interponían muchos obstáculos. El Consejo diocesano, al que se pidió una fórmula, que salvase al mismo tiempo la autoridad 
episcopal y la existencia de la Sociedad, había dejado la cosa en suspenso. Muchos obispos y otras personas, por cierto piadosísimas y 
muy a mi favor, quisieron persuadirme de lo inútil de mi viaje, porque no lograría que se aprobaran mis reglas y, por consiguiente, la 
Sociedad; tanto más que en Roma se debía pensar en el concilio ecuménico. Aducían muchísimas razones e invencibles dificultades. Me 
escribían de Roma y también me ponían en guardia, asegurándome que era totalmente inútil y tiempo perdido ir allí, porque no 
concederían jamás lo que pedía y era imposible la aprobación de las Reglas. 

Entonces yo pensé: -Todo me va en contra; sin embargo el corazón me dice ((564)) que, si voy a Roma, el Señor, en cuyas manos está 
el corazón de los hombres, querrá ayudarme. Por tanto íiré a Roma!-.Y, lleno de confianza, partí. Estaba íntimamente persuadido de que 
la Virgen me ayudaría y dispondría todo a mi favor;nadie me habría quitado esta persuasión. Respetaba los consejos de mis amigos, pero 
no quería dejar de hacer lo que me parecía sugerido por el Señor. Partí, pues, confiando únicamente en el Señor y en la Virgen. 

Describió después, con el auditorio pendiente de sus labios, cuanto ya hemos narrado en capítulos anteriores sobre las diligencias 
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llevadas a cabo, para obtener la suspirada aprobación. Enumeró las dificultades encontradas, que parecían insuperables; reveló y describió 
la intervención de la Santísima Virgen para persuadir a los Prelados que opinaban no se podía consentir en ciertas peticiones. Dijo cómo 
aquella intervención valió más que todas las razones. Recordó el paternal afecto con que le recibió el Papa. Agradeció a Dios la 
aprobación concedida por la Iglesia a la Pía Sociedad. Especificó los favores e indulgencias otorgadas por el Sumo Pontífice. Y, 
resaltando la importancia del decreto de 1.° de marzo, observó: 

El Padre Santo aprobó, pues, la Congregación, no sólo como yo esperaba, sino que, puedo decir que si esperaba uno, conseguí diez. He 
aquí el resultado principal: 

1.° La Sociedad de San Francisco de Sales está definitivamente aprobada. 

2.° Los jóvenes, ingresados antes de los catorce años en el colegio de Turín o en otros dependientes del Superior de la Sociedad de San 
Francisco de Sales, están libres de la jurisdicción episcopal, y el Superior General podrá darles las dimisorias. Para éstos, pues, no 
tenemos ya necesidad de pedir licencia a los Obispos para poderlos ordenar... Los jóvenes ingresados después de los catorce años, y que 
pertenecen a la Sociedad, según lista enviada a Roma, serán provistos de las dimisorias por la Santa Sede. 

3.° Se podrán ordenar sin necesidad de patrimonio, pero sólo a título mensae communis. 

Entre tanto os digo que abrigo la firme esperanza de que la ley sobre los clérigos no pasará, y que María Auxiliadora nos ayudará. 

Hay otras cosas que serán explicadas después... 

Lo que tiene de particular nuestra Sociedad es que se puede adaptar a cualquier forma de gobierno, sea republicano o monárquico, 
((565)) absoluto o constitucional; porque sus miembros son considerados como ciudadanos libres de cara a la sociedad civil y pueden 
poseer y disponer por testamento. 

Pasó a continuación (según otras memorias), a hablar extensamente de la casa adquirida en el Quirinal, por sugerencia de Su Santidad, 
para fundar allí un centro de estudios. Y, dando gracias al Señor, añadió: 

Tuve, después, dos larguísimas conferencias con el Padre Santo Pío IX y en ellas me dio muchos consejos para contaros, que dijo eran 
de mucha importancia. Yo me los he anotado y os los iré exponiendo poquito a poco. Mostró su gran complacencia con nosotros, puesto 
que él siempre fue y es muy favorable a la aprobación de la Pía Sociedad. 

Así pues, me dijo: 

En primer lugar, estote prudentes sicut serpentes et simplices sicut columbae (sed sagaces como las serpientes y sencillos como las 
palomas). Observad e imitad a los jesuitas en el espíritu y en la unión. Ellos, ante todo, no manifiestan a nadie lo que se refiere al orden y 
marcha interna de sus casas. Así no dan motivo a la gente para entrometerse en sus asuntos. »Quién puede decir lo que hacen, tratan y 
disponen los 
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jesuitas en sus casas? Así vosotros, hablad de vuestra Sociedad lo menos que podáis; si os preguntan, responded con pocas palabras, 
cambiad de tema; y si tenéis que hablar, hablad siempre bien. Que nadie conozca lo que hacéis dentro, quién va, quién viene, qué órdenes 
dan los Superiores, si habrá cambios de personal, etc. Ocultad los defectos de la Comunidad. Si sucede algo que puede, de algún modo, 
manchar o menoscabar el nombre o la reputación de la Sociedad, haced que permanezca sepultado para todo extraño. 

En segundo lugar, jamás oiréis a un padre de la Compañía hablar mal de uno de ellos. Al contrario, cuando se habla con ellos de algún 
hermano, responden con grandes elogios del mismo. Su caridad es ingeniosa para encontrar siempre una razón de alabanza. Del mismo 
modo saben sostener y dar a conocer los méritos de todo lo que ellos publican o hacen en favor de la Iglesia, de los pueblos, de las 
misiones y de la juventud; uno para todos y todos Para uno, es su contraseña. Así vosotros, defendeos mutuamente en toda ocasión: no se 
manifiesten los males de un miembro de la Sociedad, por muchos defectos que tenga. Todo socio esté dispuesto a sacrificarse a sí mismo 
para salvar a la Sociedad: y animaos unos a otros al bien. 

En tercer lugar, recordad que no es el número lo que hace una casa, sino el espíritu. Haya un solo espíritu para alcanzar un único fin; así 
habrá Sociedad, aunque seáis dos o tres solamente, pero buenos. ((566)) Muchos y malos lo embrollan todo. Guardaos de recibir en 
vuestra Sociedad con demasiada facilidad a un individuo, sin haberlo probado bien. Bricchetti alla prova 1. El que quiera entrar en la 
Sociedad sométase antes a una prueba para ver si resiste. Si le veis dudoso, no lo recibáis. 

En cuarto lugar, vuestra Congregación florecerá si se observan las reglas, mientras no entren nobles o ricos, porque con ellos empezarán 
a introducirse las comodidades, las parcialidades y más tarde la relajación. 

Procurad dedicaros siempre a los pobres hijos del pueblo. No falléis a vuestro primer fin y que vuestra Sociedad lo tenga siempre ante 
los ojos: no se aspire a cosas mayores. Es mejor hacer el bien sobre estas primeras bases, que hacerlo inmejorablemente en otra esfera que 
no es la suya. Educad a los jóvenes pobres, no tengáis nunca colegios para los ricos y para los nobles. Mientras os ocupéis de la juventud 
pobre y de los huérfanos, siempre con el fin de proporcionar miembros al clero, vuestra Sociedad irá adelante; pero si os preocupareis de 
abrir colegios e institutos para nobles, entonces la Sociedad decaerá. Poned pensiones módicas. No las aumentéis nunca 2. No toméis la 
administración de casas ricas. Manteneos ocultos, escondeos para no ser vistos. Si educáis a los pobres, si sois pobres, si no armáis ruido, 
nadie os envidiará, nadie os buscará, os dejarán tranquilos y haréis el bien. Todos los colegios atacados hoy en día, lo han sido por haber 
hablado mucho de sí mismos, con lo que crearon envidias. Haced hablar de vosotros lo menos posible: y además, si os atenéis a vuestras 
Reglas, no faltaréis a esta prudencia. 

En quinto lugar, si alguien posee algunas propiedades, revise su testamento cada año, y sepa el Superior a quién se quiere dejar como 
heredero, para que también él pueda disponer. Así obraréis con seguridad y no surgirán protestas o pérdidas. Principalmente cuando los 
bienes se dejan a un individuo, para la casa. 

1 Bricchetti alla prova.-Fósforos a prueba, dice al pie de la letra; se comprende que, con esta frase italiana, quiere indicar que es bueno 
probar a todos, antes de admitirlos en la Sociedad. (N. del T.) 

2 Ya se ve que, en aquellos tiempos, el valor adquisitivo de la moneda era constante: hoy no se hubiera podido decir lo mismo. (N. del 
T.) 
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El Santo Pontífice me decía también: 

-Pienso que está en mejores condiciones una casa religiosa donde se reza poco, pero se trabaja mucho, que otra en la que se rece mucho 
y se trabaje poco o nada. 

Y me recomendó que nos libráramos de confiar a religiosos jóvenes el cuidado de las sacristías en las iglesias públicas, porque, decía, 
en ellas se lleva normalmente una vida ociosa, en la que se encuentran más peligros de los que se cree, y la experiencia enseña que esto es 
causa de deplorables caídas. 

El Papa terminó animándonos a seguir adelante para llevar almas al Señor. Estaba profundamente conmovido por las maravillas que el 
Señor obra en nuestro favor y por las gracias que derrama sobre nosotros. Por eso su Vicario nos acompaña con sus bendiciones. 

Don Bosco cerró así la conferencia: 

((567)) He aquí brevemente el motivo de mi viaje a Roma y en general lo que he hecho allí. Hemos obtenido exenciones y privilegios, 
pero seremos siempre obedientísimos a los Obispos y a los párrocos y no nos serviremos de nuestras facultades, sin antes agotar los 
demás medios, hasta por humilde deferencia. 

Por lo demás, sean dadas gracias de todo corazón a Dios y haga ahora que nuestra Congregación se purifique en su cuerpo entero y en 
sus miembros y que pueda aportar dignos frutos para su gloria y bien de las almas. De este modo nos haremos querer y en el nombre del 
Señor haremos grandes cosas. 

Dicho esto, don Bosco disolvió la asamblea. Repitió y explicó muchas veces, en privado y en conferencias, los avisos de Pío IX. Al día 
siguiente se despedían los directores del querido Padre, llevando consigo las florecillas para la novena de san José. 

Florecillas para la novena de San José. Marzo de 1869. 

1. ° Padecer, y antes morir que pecar. 
2. ° »De qué me servirán las riquezas, los honores y los placeres a la hora de la muerte? 
3. ° Tarde o temprano he de presentarme al tribunal de Dios. 
4. ° Es una locura buscar la felicidad lejos de Dios. 
5. ° íQué larga será la eternidad! 
6. ° Tal y como se vive, se muere. 
7. ° Dios no abandona al joven virtuoso. 
8. ° íQué dulce placer descansar en paz con Dios! 
9. ° íQué hermoso debe ser el paraíso! Quiero alcanzarlo. 
10. ° En honor de San José, no mancharé jamás mi lengua con palabras indecentes. 
Al día siguiente escribía el caballero Oreglia a la presidenta Galleffi: 

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En el Oratorio parece que todos se hayan vuelto locos. Uno canta, otro toca, aquél grita, todos están tan alegres que no caben en el 
pellejo. Ni siquiera las campanas están quietas un momento, por lo que obligamos a los vecinos a alegrarse con nosotros. Don Bosco ha 
llegado y por tanto no es ((568)) posible tener quietos a los chicos, ni tampoco a los grandes. Poco puedo contarle detalladamente, usted 
comprende lo que pueden hacer novecientos muchachos cuando están contentos. Si estuviese aquí, quedaría aturdida para un mes. 
Gracias a Dios, don Bosco se encuentra bien y está alegre y contento... Ya me ha hablado de usted... y espero haya quedado satisfecha de 
don Bosco, aunque, por cierto, él no pudo hacer ni la milésima parte de cuanto usted hace por nosotros... Pero ahora se trata de asuntos 
grandes. Es verdaderamente necesario que logre vender muchos libros, para procurarnos los medios con qué construir la casa en Roma... 

También don Bosco escribía días después a la misma religiosa: 

Benemérita señora Presidenta: 

Aunque el caballero Oreglia y otros la escriban de vez en cuando en mi nombre, creo que es mi deber manifestarle hoy al menos mis 
pensamientos de gratitud. Por tanto le agradezco, y en su persona a todas sus hijas religiosas, la bondad y la caridad con que me ha 
tratado durante mi estancia en Roma y en tantas otras ocasiones. 

Quiero encomendar todos los días en la santa misa a usted y a todas sus hijas, para que Dios les conceda el céntuplo de cuanto hacen 
por estos pobres muchachos; la Santísima Virgen pagará a todas su parte. 

No pude hablar con el padre Ambrosio antes de salir de Roma, pero no ha pasado ningún día sin encomendarlo al Señor y hacer 
particulares oraciones por él. 

El caballero Oreglia sale para Roma la semana próxima y asistirá a la misa cincuentenaria del Padre Santo. El le contará muchas cosas. 
El y don Juan Bautista Francesia le saludan por mi medio. Si ve a la señora Merolli salúdela atentamente de mi parte y dígale que 
encomiendo a usted y a las personas que vi en su casa a las oraciones que se hacen cada día ante el altar de María Auxiliadora. 

Si, en fin, viera a la princesa Orsini, ruégole le diga que, en nombre de María Auxiliadora, se acuerde de mi encargo. 

Mi felicitación de pascuas para las marquesas Villarios, Vitelleschi, Calderari, etc. 

Dios nos conserve a todos el don de la perseverancia. Así sea. 

Turín, 25 de marzo de 1869. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

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((569)) 

CAPITULO XLV 

CHARLA DE DON BOSCO A LOS MUCHACHOS: CUENTA LO QUE HA HECHO EN ROMA; EFICACIA DE SUS 
ORACIONES; COMO LES QUIERE EL PAPA; COMPRA DE UNA CASA EN ROMA; BENDICIONES DEL PADRE SANTO, 
CRUCIFIJOS INDULGENCIADOS Y OTRAS INDULGENCIAS -EL CAPITULO ACEPTA NUEVOS SOCIOS -LAS PRIMERAS 
DIMISORIAS -CONFERENCIA DE DON BOSCO A LOS SALESIANOS: CUMPLASE CON EXACTITUD EL REGLAMENTO; EL 
PRESTA A LA CONGREGACION UNIDAD DE CUERPO, DE ESPIRITU, DE QUERER Y DE OBEDIENCIA; NO SE ROMPA 
NUNCA ESTA UNIDAD: LA VISITA COTIDIANA AL SANTISIMO SACRAMENTO 

FUE una práctica constante de don Bosco la de interesar a sus alumnos por todo lo referente al Oratorio. Deseaba que lo considerasen 
como su propia casa; por eso les tenía informados de cuanto guardaba relación con él y creía conveniente que ellos conocieran. Una vez 
que quedó constituida la Pía Sociedad de San Francisco de Sales, siguió haciendo lo mismo: él quería que, para muchos alumnos, se 
convirtiera en ideal de vida cristiana, en finalidad de sus estudios, puerto seguro de su vocación, participación en las obras y en los 
gloriosos destinos prometidos por la Virgen. 

Por tanto, el 8 de marzo, lunes, después de las oraciones de la noche, fue a hablar a todos los alumnos de la casa, estudiantes y 
aprendices, reunidos en el salón de estudio. Les expuso el motivo de su viaje a Roma, y les dijo que el Oratorio no se sostenía en el aire, 
sino que existía una Congregación que era su apoyo. 

((570)) Y prosiguió: 

Fui a Roma contra el parecer de todos. Aquí me decían que era inútil ir, que no lograría nada; allá repetían que, aunque hiciera el viaje, 
volvería con las manos vacías. Pero yo me sentía incitado a ir, porque deseaba vivamente la aprobación de nuestra Pía Sociedad; y los 
mismos que me desaconsejaban el viaje, fueron los que me ayudaron para que fuera definitivamente aprobada. Ahora, pues, nuestra 
Sociedad está definitivamente aprobada por el Papa. Vuestras plegarias fueron atendidas, el Señor cambió en un momento los corazones 
de todos y dispuso, además, que ellos mismos necesitaran de don Bosco. Ya don Juan Bautista Francesia os contará mañana por la noche 
lo sucedido. Por fin se obtuvo de la Virgen, gracias a la oración, lo que se deseaba. 
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La Congregación fue aprobada con las dimisorias: es decir, que un joven que quiera pertenecer a esta Congregación, si ha entrado en 
nuestras casas antes de los catorce años, puede hacerse sacerdote sin necesidad de patrimonio. 

El Padre Santo cree que sois otros tantos san Luis, tan buena es la opinión que tiene de vosotros. Yo le respondí que sí, que todos erais 
otros tantos san Luis, pero con los dedos bajo el manteo, decía que no. Mas él no lo veía. 

-Espero ver alguno de vuestros hijitos, me decía el Padre Santo, y, si no puedo verles en este mundo, les veré después en el paraíso, a 
donde espero ir de aquí a poco. 

Y yo le dije: 

-Padre Santo, ítenemos que hacer todavía muchas cosas antes de ir al paraíso! 

Otra cosa que tengo que deciros es que, inmediatamente después de la aprobación de nuestra Sociedad, el Padre Santo me sugirió que 
comprara una casa en Roma y yo, que precisamente quería exponerle este proyecto, le dije: 

-»Sabe que me lo ha quitado de la boca? 

-Bien, se ve que el Señor nos ha inspirado. Id enseguida a ver en tal sitio. 

Fui, se habló, se trató y se acordó; la casa es nuestra y se puede decir que ya está pagada. Y »queréis que os lo diga? No he vuelto a casa 
sin dinero; si ayer hicimos una bonita fiesta, ha sido gracias a los dineros que he traído, los cuales han ayudado. 

El Padre Santo me autorizó a deciros estas palabras: Dominus vos benedicat et dirigat vos in semitis suis (El Señor os bendiga y os 
lleve por sus sendas). Concedió después trescientos días de indulgencia cada vez que se diga: Maria, Auxilium Christianorum, ora pro 
nobis. 

He traído también un paquete de crucifijos para distribuíroslos uno a cada uno y con los mismos privilegios de la otra vez, o sea, 
cuatrocientos días de indulgenicia cada vez que se besan o se dan a besar; y el que lo bese todos los días ganará, al fin del mes, 
indulgencia plenaria; lo mismo que dándolo a besar in articulo mortis. 

((571)) El Papa concedió, además, indulgencias para los devotos de María Auxiliadora que después veréis, y otras que conoceréis a 
medida que vayan llegando. 

Entre tanto seguid rezando por mí, que yo también rezaré por vosotros. Estoy contento porque, en general, durante mi ausencia os 
habéis portado muy bien. 

Sé que se ha rezado mucho, no sólo aquí, sino en todas nuestras casas, en Lanzo, en Mirabello; y que se continúa haciéndolo. Damos 
gracias al Señor, que nos ha concedido tantos beneficios. Esto ha sido verdaderamente un milagro, obtenido por vuestras oraciones. El 
Señor es muy bueno, y no ha podido resistir a vuestras súplicas. Démosle, pues, gracias con filial ternura, porque es él quien nos ha 
concedido todo. 

Allí en Roma pondremos un centro de estudios para sacerdotes y clérigos; y también para jóvenes que, bajo su dirección, quieran llegar 
a ser doctos. Enviaremos allí a los mejores en conducta y aplicación. 

Todavía una cosa. 

El Padre Santo me aconsejó os dijera que quien tenga bienes, haga pronto testamento para no tener ya que pensar en ello y preocuparse 
en punto de muerte (risas generales). íBuenas noches! 

El 8 y el 9 de marzo reunió don Bosco el Capítulo para examinar la situación de los miembros de la Sociedad y ver si había otros que 

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deseaban ingresar en la misma; y, en efecto, se aceptaron algunos para la prueba. El día 8 fue un día memorable, porque don Bosco 
despachó las primeras dimisorias para el clérigo José Monateri, del colegio de Mirabello. 

El 11 de marzo, jueves, reunió el Venerable, después de las oraciones de la noche en el comedor de los clérigos, a todos los miembros 
de la Sociedad, profesos y aspirantes, y, según copiamos de nuestras memorias, les dijo: 

El domingo por la noche vimos el éxito del viaje a Roma y cómo ha sido definitivamente aprobada por la Iglesia nuestra Sociedad con 
el privilegio de las dimisorias. 

Ahora celebro poder comunicaros que dos de nuestros hermanos podrán aprovecharse muy pronto de los favores concedidos por la 
Santa Sede, y se presentarán a las órdenes sin más título que el de pertenecer a la Sociedad de San Francisco de Sales. Son José Monateri 
y Augusto Croserio. Damos gracias al Señor que se quiere servir de instrumentos como nosotros, para procurar su gloria y la salvación de 
las almas. Y ciertamente tenemos en esto una señal de su amor especial por nosotros, que jamás ninguno de nuestros clérigos ha tenido 
que interrumpir ((572)) sus estudios, diferir la imposición de sotana o la recepción de las sagradas órdenes por falta de medios materiales. 
Siempre se ha visto en esto a la Providencia de un modo maravilloso. Es una garantía de que nos asistirá mucho más ahora que 
verdaderamente nos hemos ofrecido a El en cuerpo y alma. 

Por eso conviene que vayamos explicando poco a poco todo lo que hay que hacer y sistematizándolo con reglamentos. 

Como todos vosotros sabéis, nuestra Sociedad no tenía unas reglas bien determinadas hasta ahora. Ibamos adelante sin haber precisado 
nuestras obligaciones. Como no existía todavía la aprobación de la Iglesia, estaba la Sociedad como en el aire y, de un día a otro, podía 
derrumbarse; estábamos en dudas, si esta nuestra casa debía continuar con su finalidad o si podía ser cerrada sin más, y por tanto, al no 
poder establecer nada a buen seguro, era inevitable un poco de relajación. 

Queridos míos, en este momento las cosas ya no son así. Nuestra Congregación está aprobada: estamos vinculados unos con otros. Yo 
estoy ligado a vosotros, vosotros a mí y todos juntos estamos ligados a Dios. La Iglesia ha hablado, Dios ha aceptado nuestros servicios, 
nosotros estamos obligados a cumplir nuestras promesas. Ya no somos personas privadas, sino que formamos una Sociedad, un cuerpo 
visible; gozamos de privilegios: todo el mundo nos observa y la Iglesia tiene derecho a nuestro trabajo. Es necesario, pues, que de ahora 
en adelante cada artículo de nuestro reglamento se cumpla puntualmente. No pretendo desde luego que, de repente, cambiemos la cara del 
Oratorio; esto acarrearía desórdenes y, por otra parte, sería imposible. Procuremos hacerlo todo, una cosa tras otra. Hay muchas cosas que 
ordenar y arreglar; por eso necesito hablaros con más frecuencia para íroslas explicando. Esta noche os digo unas pocas, que no hay que 
olvidar, porque son como el basamento de nuestra Sociedad. Nos toca a nosotros echar los cimientos de estos principios sobre bases 
firmes, a fin de que los que vengan detrás, no tengan más que seguirnos. 

Recordemos siempre que hemos elegido vivir en Sociedad. O quam bonum et 
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quam jucundum habitare fratres in unum, exclamaba el santo profeta David, divinamente inspirado, hablando de las Congregaciones 
religiosas. íOh, qué bello y dulce es vivir como hermanos en sociedad! 

Es hermoso vivir unidos con el vínculo de un amor fraternal, confortándose mutuamente en la prosperidad y en las estrecheces, en la 
alegría y en las aflicciones, prestándose mutua ayuda con obras y consejos; es hermoso vivir libres de todo estorbo terreno, caminando 
derechos hacia el cielo bajo la guía del Superior. Pero, si queremos que se deriven estos bienes de nuestra Sociedad, es necesario que viva 
y prospere. O quam jucundum... Y para que, juntos, sea dulce este vivir, hay que apartar toda envidia, toda rivalidad; hemos de amarnos 
como hermanos, soportarnos unos a otros, ayudarnos, socorrernos, apreciarnos, compadecernos. Todos deben guardarse atentamente de 
hablar mal de la Congregación, más aún, deben ((573)) procurar hacerla estimar por todos. Hemos elegido habitar in unum. »Qué quiere 
decir habitar in unum? Quiere decir in unum locum, in unum spiritum, in unum agendifinem. Helo aquí en pocas palabras. 

Debemos, ante todo, y ésta es la primera condición de una sociedad religiosa, habitar in unum (en grupo) con el cuerpo. 

Una congregación religiosa debe constar, al igual que el cuerpo humano, de cabeza y de miembros, subordinados unos a otros y todos 
subordinados a la cabeza. Suponed que se expusiera una cabeza separada del tronco; podría ser bella y artística; pero ella sola, sin el 
tronco, sería algo monstruoso. Así, yo no puedo estar sin vosotros que formáis el cuerpo. Así, los miembros no pueden estar sin la 
cabeza. Se requiere una sola cabeza, puesto que siendo como un cuerpo, si a este cuerpo se le ponen dos o más cabezas, se convierte en 
un monstruo y se acaba la uniformidad. Así que ha de haber una sola cabeza, con sus miembros correspondientes. Después los miembros 
subordinados a la cabeza, deben tener un oficio propio distinto del de los otros; cada uno tiene que cumplir diversas funciones, según su 
diversa condición. Así, por ejemplo, si los brazos dijeran: 

-Nosotros queremos obrar por nuestra cuenta; queremos hacer lo que nos gusta; queremos hacer de cabeza: harían reír. 

Si el estómago dijera: 

-Yo quiero caminar. 

-No, se le respondería; tú tienes que recibir por la boca el alimento que te ofrecen las manos. 

Y si las piernas dijeran: 

-Nosotras queremos comer; replicaríais: 

-No; vosotras tenéis que llevar el cuerpo de un lugar a otro. 

Para que una Sociedad como la nuestra prospere, es necesario que esté bien organizada; que haya quien mande y quien obedezca, quien 
haga una cosa y quien haga otra, de acuerdo con la propia capacidad. El que obedece no debe envidiar al que manda; ni el que trabaja, al 
que estudia o cosa parecida; porque unos y otros son necesarios, y donde todos estudiaran o todos mandaran, no podría jamás haber 
variedad. 

Suponed que en el cuerpo todo fueran ojos, todo orejas, o todo manos, etc., »habría un cuerpo vivo? Sería un monstruo. Si todo el 
cuerpo fuera pies, »quién le serviría de guía? Así, lo mismo que todo miembro debe tener su propio oficio, cada individuo debe hacer en 
la Congregación lo que se le ordena y no otra cosa. 

Por tanto, en nuestra Sociedad debe haber quien predique, quien confiese, quien estudie, quien enseñe, quien atienda a las necesidades 
materiales y a las espirituales. 

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Así las cosas, se requiere obediencia a la cabeza, que colocará a éste en un oficio y a aquél en otro. Y esto es como el gozne sobre el que 
gira toda nuestra Sociedad, porque si falta la obediencia, todo será desorden. Si, en cambio, reina la obediencia, entonces se formará un 
solo cuerpo y una alma sola para amar y servir al Señor. 

Por tanto, sean todos obedientes; no piense nadie en hacer esto o aquello. Que nadie diga: -Yo quiero tener este o aquel empleo; -sino 
((574)) esté pronto a cumplir cualquier obligación que se le confíe, esté donde el Superior le coloca y cumpla exactamente su oficio; 
procure cada uno de vosotros acostumbrarse a ver en la voluntad del Superior la voluntad de Dios. Ocúpese y trabaje cada cual lo que su 
salud y su capacidad le permitan. 

Que uno llega a ser un buen predicador, cumpla bien y con celo su ministerio; que otro es buen profesor o maestro, dé bien la clase y 
enseñe. El buen administrador, administre; el que pueda ser buen cocinero, ejerza su profesión; el barrendero, cumpla también con su 
deber. Tal vez diga alguno que pierde el tiempo ejerciendo cierto oficio, que no es aquélla su inclinación, que se siente llamado a hacer 
más bien en otro sitio. No; sujétese cada uno a lo que se le encomienda, desempeñe aquel quehacer y siga adelante tranquilo. 

»Y el fruto? El fruto es la gran utilidad de la vida en común, el fruto es siempre igual para todos, lo mismo para el que desempeña un 
alto cargo, que para el que trabaja en el más humilde: así que, tanto mérito tendrá el que predica, el que confiesa, el que enseña, el que 
estudia, como el que trabaja en la cocina, friega los platos o barre. En la Sociedad el bien de uno se divide entre todos, igual que el mal 
es, en cierto modo, el mal de todos. Por eso, sea el que fuere el empleo que uno tiene, cúmplalo. Todos tienen el mismo mérito ante Dios, 
por la obediencia. Pero advertidlo: si se hace el bien, se tiene igual mérito ante Dios; si se hace el mal, toda la Congregación pierde. Se 
trabaja en común y se goza en común. Haya, pues, unidad de cuerpo. 

En segundo lugar debe haber unidad de espíritu y de querer. »Qué espíritu ha de animar este cuerpo? Queridos míos, la caridad. Haya 
caridad para tolerarnos y corregirnos los unos a los otros; no quejarse jamás uno de otro; caridad para soportarnos; caridad especialmente 
no murmurando nunca de los miembros del cuerpo. Esto es algo esencialísimo para nuestra Sociedad; porque, si queremos hacer el bien 
en el mundo, es necesario que estemos unidos entre nosotros y gocemos con la reputación de los demás. Sería éste el mayor mal que 
pudiera darse en la Sociedad. Por consiguiente, no se vean jamás corrillos de clérigos y de otras personas que cortan un sayo a cualquiera, 
mucho más cuando esto se hiciere contra un superior. Defendámonos mutuamente; tengamos por nuestro el honor y el bien de la 
Sociedad: y tengamos por cierto que no es un buen miembro el que no está dispuesto a sacrificarse a sí mismo para salvar el cuerpo. 

Estén todos dispuestos a compartir su alegría con la de los demás, y también a asumir la parte del dolor de otro; de modo que, si uno 
recibiera un gran favor, sea éste también de satisfacción para sus hermanos. Si uno está afligido, estudien sus hermanos cómo aliviarle en 
su pena. Si alguno incurriera en una falta corríjasele, compadézcasele, pero no se desprecie nunca a nadie por defectos físicos o morales. 
Amémonos siempre como verdaderos hermanos, pues eso somos, dice David. 

((575)) Finalmente debe haber unidad de obediencia. En todo cuerpo debe haber una mente que rija sus movimientos y tanto más activo 
y trabajador será el cuerpo, cuando más dispuestos estén los miembros a sus órdenes. 

También en nuestra Sociedad será preciso que uno mande y los demás obedezcan. Podrá suceder, a veces, que quien manda sea el 
menos digno; »se deberá por eso 
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negarle obediencia: No, porque obrando así el cuerpo quedará desorganizado e incapaz para todo. Téngase siempre presente que el 
Superior es el representante de Dios y quien le obedece a él, obedece al mismo Dios. »Qué importa que sea en muchas cosas inferior a 
mí? Más mérito habrá en mi sumisión. Por otra parte piénsese que el mando es un peso enorme, y que el pobre Superior con gusto se 
libraría de él, si no le obligara a mantenerlo vuestro propio bien. Procurad, por tanto, aligerárselo mostrándoos dispuestos a la obediencia 
y sobre todo aceptad de buen grado cualquiera de sus mandatos y amonestaciones, porque él hace un esfuerzo para mandaros: y, si viera 
que sus palabras os disgustan y os inquietan, quizá no osaría amonestaros más y entonces el mal sería para vosotros y para él. 

Si nosotros, considerándonos como miembros de este cuerpo, que es nuestra Sociedad, nos conformamos con cualquier función que nos 
toque desempeñar, si este cuerpo está animado por el espíritu de caridad, y guiado por la obediencia, tendrá en sí mismo el principio de la 
propia subsistencia y la energía para realizar grandes cosas para gloria de Dios, bien del prójimo y salvación de sus miembros. 

No se pretende, sin embargo, decir con esto que uno esté obligado a cargarse con pesos que no puede soportar. Cuando alguien no se 
sienta con fuerzas para cumplir el cargo que se le ha confiado, dígalo y se le quitará. Lo que se requiere es que cada uno esté dispuesto a 
hacer lo que pueda cuando le fuere impuesto, de modo que si también un sacerdote se viera en la necesidad de fregar platos, lo haga, tanto 
más cuanto que tenemos el ejemplo de algunos que dejaron de dar clase para trabajar en la cocina. 

Hemos de tener siempre ante los ojos el fin de la Sociedad, que es la educación moral y científica de los muchachos pobres 
abandonados, con los medios que la divina Providencia nos proporciona. 

Además, siguiendo la comparación del cuerpo, si la cabeza debe dirigir todos los miembros, hay algunos miembros subordinados a la 
cabeza que presiden y dirigen los movimientos y los oficios de otros miembros. Quiero decir con ello que esta Sociedad consta de un 
Capítulo Superior, cuyos miembros hacen las veces de don Bosco y hay que obedecerles como al mismo don Bosco. 

Y, a fin de que todos sepan cómo regularse, es necesario también que todos conozcan a los que deben obedecer. Se entiende que el 
Prefecto es don Miguel Rúa; el Director espiritual de los clérigos, don Juan Cagliero; el Director de las enseñanzas científicas, don Juan 
Bautista Francesia, y así los demás que ya se conocen. De este modo se viene a formar el unum (grupo). 

((576)) Ahora que nuestra Congregación se arraiga, es necesario que nos reunamos con frecuencia para explicar lo más esencial, y luego 
lo demás, a medida que nos lo permita el tiempo. Los privilegios concedidos a nuestra Congregación pueden ayudarnos ya desde ahora, y 
dentro de pocos días mandaremos dos de los ya admitidos a ordenarse, sin más título que el de miembros de la Sociedad de San Francisco 
de Sales. 

Esto en general; en particular os doy dos consejos. Mucho cuidado, para no romper esta unidad. He observado una cosa que no me 
gusta. Es el ver que haya dos, tres, cuatro o cinco hermanos siempre juntos, siempre los mismos y casi siempre separados de los demás. 
No sé qué hacen; no quiero pensar mal, diciendo que no hablen bien, según nuestro fin, se entiende. »Qué significa este formar grupo 
aparte? »Tienen, acaso, distintos intereses que los compañeros? 

Deseo que estéis siempre con los muchachos durante el recreo, conversad con ellos, jugad con ellos, dadles buenos consejos. 
Vigiladles. Cuando no podáis mezclaros 
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en sus diversiones, asistidles al menos, dad vueltas por los rincones más apartados de la casa y procurad impedir el mal. No podéis 
imaginar el bien que se puede hacer subiendo por una escalera, pasando por un corredor, dando una vuelta por aquí y por allá en el patio. 

En segundo lugar, procúrese hacer todos los días la visita al Santísimo Sacramento, prescrita por nuestras reglas. De este modo, 
santificándonos primero nosotros mismos, procuraremos santificar a los demás. Cuántas gracias recibiréis para vosotros y para los que 
han sido confiados a vuestros cuidados. 

Por lo demás, sabed que, de ahora en adelante, cuando haya que enviar un clérigo a ordenarse, el Superior está obligado en conciencia a 
juzgar si el sujeto tiene la piedad y la ciencia requeridas. 

Por fin os diré que es necesario confiaren la divina Providencia. Si en el pasado hemos caminado sin que nos faltara nada, es una prueba 
de que hemos de tener una confiada esperanza para el porvenir. 
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((577)) 

CAPITULO XLVI 

DON BOSCO ES ESPERADO EN MILAN; SUS CHARLAS FAMILIARES: GRACIAS NO OBTENIDAS DE MARIA POR LA 
INFIDELIDAD DE LAS PROMESAS, POR CAUSA DEL APEGO AL DINERO -LA MARQUESA RADICATI Y EL BRINDIS DE 
DON BOSCO EN UN BANQUETE DIPLOMATICO -DON BOSCO EN MIRABELLO; SUEÑA LOS AÑOS DE VIDA QUE LE 
QUEDAN A CADA ALUMNO -EJERCICIOS ESPIRITUALES DE LOS MUCHACHOS EXTERNOS DEL ORATORIO COMO 
PREPARACION A LA PASCUA -COLOCACION DE DOS ESTATUAS DE ANGELES, EN BRONCE DORADO, SOBRE LOS 
CAMPANARIOS DE LA IGLESIA NUEVA -CONTRATO PARA LA CONSTRUCCION DEL ORGANO: GENEROSIDAD DEL 
FABRICANTE -DON BOSCO ESCRIBE A MONSEÑOR RICCI SOBRE LA EXPEDICION DEL BREVE DE LAS 
INDULGENCIAS CONCEDIDAS A LA COFRADIA DE MARIA AUXILIADORA -EL BREVE -EFICAZ INTERCESION DE 
DOMINGO SAVIO ANTE EL SEÑOR 

APENAS llegó el Venerable al Oratorio cuando el señor José Güenzati le escribía recordándole que le esperaban en Milán, tal y como lo 
había prometido. 

Los clérigos sentían sus continuas ausencias, puesto que cuando le veían libre, le rodeaban con gusto para escuchar su palabra. El 13 de 
marzo, sábado, después de las confesiones, mientras cenaba contó cómo había muerto una persona y por qué no había sido escuchada la 
novena con la que había sido encomendada a la Virgen. 

-Yo fui a verla, decía, le di la bendición y encomendé a los familiares que hicieran una novena a María Auxiliadora. Hacía varios días 
que la enferma se hallaba en agonía; los parientes me prometieron ((578)) tres mil liras para el Oratorio. Y he aquí que enseguida empezó 
la enferma a encontrarse mejor y a comer. En vista de ello, dijeron los parientes que sólo entregarían quinientas liras; pero la enferma se 
puso de nuevo, como antes, en peligro de muerte. Prometieron por segunda vez que entregarían las tres mil liras y la enferma mejoró con 
la esperanza de una completa curación. Mas, 
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cuando los parientes vieron cumplidos sus deseos, mandaron decir a don Bosco: 
-Le ofrecemos las tres mil liras; pero, para don Bosco sólo mil; 

las otras dos mil queremos que se repartan entre el óbolo de san Pedro y tal obra de caridad. 

La enferma empeoró nuevamente. 

-Y íahora está muerta!, añadió el caballero Oreglia que se hallaba presente. 

Esta narración recordó otro hecho acaecido algún año antes. 

El amor al dinero está más arraigado en el corazón de los ricos que en el de los pobres. Una señora de ochenta años, riquísima, enferma, 

confortada ya con los Sacramentos, llena de miedo, al verse próxima a la muerte, mandó llamar a don Bosco, pidiéndole, con vivas 
instancias, la gracia de la curación. 

-Sí, contestó don Bosco, la Virgen le concederá la gracia, con tal de que esté usted dispuesta a hacer una limosna abundante para la 
iglesia, que se construye en su honor en Valdocco. 

-»Y cuánto tengo que dar? 

-Lo que quiera; usted verá. Yo no puedo fijar la cantidad. Dé lo que, sin grave incomodidad, sea realmente proporcionado a sus bienes, 
y de manera que pueda llamarse sacrificio. 

-Indíquemelo usted. 

-Le repito lo que he dicho. Haga de modo que la Virgen conozca que usted hace un donativo con amor y desinterés. Comprenda que, en 
este estado, no habiendo ya nada que esperar de los hombres, todo se debe esperar de Dios. Considere la gravedad de su mal y su 
avanzada edad. ((579)) Piense que, estando a punto de dejarlo todo para siempre, para conservarlo se puede sacrificar alguna cosa que 
tenga un valor no despreciable. 

-Pero yo no sé qué hacer por su iglesia. 

-Ya que quiere un consejo, le diré que podría encargarse de la construcción de un altar para las capillas laterales. 

-»Y cuánto costaría este altar? 

-No sé decirle con precisión. De seis a ocho mil liras. 

-»Ocho mil liras? Es demasiado; no puedo. 

-He dicho lo que me parecía, porque me lo ha preguntado. Yo no conozco su fortuna. Haga lo que pueda. Aunque no diera más que un 

centavo, si eso está de acuerdo con sus posibles, la Virgen le concederá la gracia. 

-Bueno, lo pensaré. 

Don Bosco salió de aquella casa, harto de tanta avaricia. Entre 

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tanto la enfermedad de la vieja se precipitaba hacia su fin, y he aquí que dos primos suyos fueron a visitar a don Bosco. La enferma no 
tenía hijos, ni sobrinos, a quienes dejar la herencia. Después de los primeros saludos dijeron aquéllos: 

-Perdone, don Bosco; la cantidad propuesta de ocho mil liras resulta un poco elevada. 

-»Qué quieren decir ustedes? 

-Le rogamos, en -nombre de la señora, que haga el favor de rebajar hasta una cantidad... un poco más razonable. 

-Buena gente: »acaso soy yo quien concede la gracia o es la Virgen? Yo no propongo nada; ni ocho mil, ni cien mil. Solamente he 
dicho una palabra por decir, después de habérmelo pedido. »Pero, qué son ocho o cien mil liras para una rica de esa clase? »Y queréis que 
oiga la Virgen a un corazón tan mezquino concediéndole una gracia tan portentosa? Haga esa señora lo que guste. Yo no tengo nada que 
ver. 

-Es que... es que... 

Querían todavía replicar los enviados, pero don Bosco se despidió de ellos amablemente. 

((580)) Al día siguiente moría aquella señora por no saberse decidir: tan apegada estaba al dinero. 

El 14 de marzo era el aniversario del nacimiento del rey Víctor Manuel. Citamos esta fecha porque don Bosco en este día, como en 
otras ocasiones de fiestas patrióticas, acudía al banquete diplomático servido por el conde Radicati, gobernador de Turín. Todos los 
comensales eran hombres de la política constituidos en dignidad. El Gobernador invitaba al Siervo de Dios para complacer a su 
piadosísima esposa que, por desgracia, había quedado ciega. Ella, delicadísima de conciencia, presentaba a don Bosco sus instancias 
unidas a las de su marido, deseosa de tenerlo en la mesa, para impedir con su presencia conversaciones contra la religión. 

Narramos un hecho que pinta el carácter profundamente cristiano de esta noble señora, a la que todos respetaban por sus finos modales, 
su vasta cultura y su gran bondad. 

Cayó uno de aquellos grandes banquetes en día de vigilia y no quería de ningún modo la Condesa que se sirviera carne en la comida. 
Fue el Conde a hablar con el señor Durando, sacerdote de la Misión, el cual le aconsejó que preparara platos de carne y de pescado, de 
modo que cada invitado pudiera servirse a su gusto. Cuando la Condesa supo la respuesta, exclamó con energía: 

-No, íno quiero que en mi casa se cometan pecados! 
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Fue entonces el Conde a don Bosco, y éste le dijo que no había más remedio que acudir al Papa: y, como urgía la cosa, él mismo 
telegrafió. Desde Roma respondieron a don Bosco: 

-Permitida la comida de carne, con tal de que se comunique a los convidados el permiso obtenido. 

Cuando todos estuvieron sentados a la mesa, dijo la Condesa al señor que tenía al lado: 

-Lea, por favor, en alta voz este telegrama. 

Y así se hizo. 

Esta noble dama quería que, en las grandes ocasiones, estuviera presente don Bosco porque se comportaba con la perfección de una 
persona distinguida y era admirable cómo sabía conquistarse hasta a las ((581)) de principios contrarios, sin disimular jamás la verdad. 
Había entre los invitados personajes de todos los partidos y colores: liberales, demócratas, racionalistas y también algún católico. Al 
llegar el banquete a los brindis, uno ensalzaba a la Unidad Italiana, otro a la libertad, éste a Cavour, aquél al Rey, alguno a Garibaldi... 

Al final fue invitado también don Bosco a hablar. El Siervo de Dios se levantó sin desconcertarse y, alzando la copa, dijo: 

-Yo brindo y digo: íque vivan Su Majestad Víctor Manuel, Cavour, Garibaldi y todos los ministros, alineados bajo la bandera del Papa, 
para que todos puedan salvar su alma! 

Una salva de aplausos acogió con la mayor hilaridad sus palabras, y muchos repetían: 

-íDon Bosco no quiere la muerte de nadie! 

A mitad del mes, cumplió su palabra de ir a Mirabello. El joven Evasio Rabagliati, que había ingresado en el colegio el 8 de enero, se 
encontró por vez primera con el Siervo de Dios y le oyó contar por la noche este sueño. 

Había soñado, en la primera noche de su llegada, que se hallaba en el salón en que se celebraban los exámenes y vio presentarse ante él 
a dos personas. Una sostenía, colgando de una caña, un farol y la otra llevaba un cartapacio bajo el brazo. Le invitaron a subir a los 
dormitorios y le acompañaron. Se detenían a los pies de cada cama. Uno bajaba la luz para que don Bosco pudiera reconocer el rostro del 
que dormía y el otro sacaba una hoja del cartapacio y la colocaba sobre la colcha. En aquel papel estaba escrito el número de años que a 
cada uno de los durmientes le quedaba de vida. 

El relato de este sueño causó una enorme impresión. El mismo Rabagliati fue a preguntar a don Bosco qué tiempo le quedaba de vida. 
Don Bosco le dijo sonriendo: 
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-»Sabes aritmética? 

-Sí, le contestó el muchacho. 

Y con los dedos de la mano le hizo sumar, restar y barajar una gran cantidad de números ((582)) hasta que salió el número veintisiete. 
Rabagliati no se olvidó de este número. Veintisiete años más tarde estaba él como misionero en América y aquel mismo año sufrió una 
enfermedad gravísima en Buenos Aires; todos creían que no saldría de ella. Por la noche no podía dormir, porque, presa de un continuo 
ataque de nervios, iba empeorando cada vez más: el último mes ya no podía resistir. Don Santiago Costamagna, que conocía el secreto, 
invitó a todas las casas salesianas a que rezasen por él y el enfermo sanó. 

Ya él había pedido a don Bosco, antes de partir para las misiones, una explicación sobre aquel sueño y, una de las veces, le respondió: 

-No creas en agüeros. 

Y en otra ocasión: 

-Pero »qué importa? Los años pueden empezar a contarse, no sólo desde la época del sueño, sino también desde el día en que te hiciste 
salesiano o también desde que has emitido los votos. 

Don Bosco contestó de esta forma porque le vio demasiado preocupado con esta idea. Por lo demás, todos quedaron persuadidos de que 
fueron las oraciones de los compañeros las que le prolongaron la vida. 

Don Evasio Rabagliati fue apóstol y padre de los leprosos en Colombia y ahora está de misionero en Chile. Da testimonio de nuestro 
relato juntamente con monseñor Costamagna 1. 

Tuvo don Bosco varios sueños por los dormitorios. En uno vio una espada pendiente de un hilo sobre ciertas camas, en otro un cartel a 
la cabecera de cada cama, en donde estaban escritos los pecados de cada muchacho, o bien una palabra sobre la frente de cada uno 
señalando sus faltas. 

Mientras tanto, llegaba a su fin el catecismo cuaresmal en Valdocco y en los otros dos oratorios festivos, y don Bosco enviaba un 
impreso a los padres de los muchachos, a los jefes de taller, a los dueños de tiendas, semejantes al que se repartió en 1849 para los 
ejercicios predicados en la iglesia de la Misericordia de Turín. 

((583)) Santificábanse las almas y se iban realizando nuevos trabajos 

1 Don Evasio Rabagliati murió en Santiago de Chile el 2 de mayo de 1920, a los sesenta y seis años (N. del T.). 
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en la iglesia de María Auxiliadora. Cada uno de los dos campanarios, que flanquean la fachada, debía ir coronado por un ángel en bronce 
dorado, de dos metros y medio de altura. Don Bosco había dado el croquis y aún hoy se contemplan. El ángel de la derecha lleva en la 
mano izquierda una bandera, sobre la que está escrito con gruesos caracteres perforados en el metal: «Lepanto». El de la izquierda está en 
actitud de ofrecer con la mano derecha una corona de laurel a la Santísima Virgen, que domina la cúpula. 

En un primer dibujo, que nosotros hemos visto, también el segundo ángel sostenía una bandera en la que se leía perforado el número 
diecinueve... seguido de dos agujeros. Indicaba una nueva fecha, es decir, el mil novecientos, omitidas las cifras de las decenas y 
unidades de años. Después se puso, como ya se ha dicho, una corona en la mano del ángel; pero nosotros no hemos olvidado nunca la 
fecha misteriosa, que, a nuestro parecer, indicaba un nuevo triunfo de la Virgen. íQue venga pronto y atraiga a las gentes bajo el manto de 
María! 

La ejecución de estos ángeles se encargó a los hermanos Broggi de Milán por tres mil trescientas liras; y las estatutas resultaron 
decorosas y de mucho efecto. 

Don Bosco recibió la noticia de que estaban terminados con la siguiente carta. 

Milán, 24 de marzo de 1869 

Muy Rvdo. señor don Juan Bosco: 

De parte del dorador José Grassi, le comunico que acepta la ejecución del trabajo en tratos por la cantidad de setecientas liras, en vez de 
las ochocientas pedidas primeramente, con las condiciones indicadas en la carta escrita por el caballero Oreglia. 

Debo también indicarle que Broggi mandará un obrero a Turín el martes o el miércoles próximo, para abrir la caja ya enviada con el 
ángel y se quedará para realizar el trabajo necesario para acoplarlo como se debe y, mientras tanto, hará devolver a Milán la caja vacía 
para remitirle el otro ángel a enviar a Turín, ya que no se convino hacer otra caja, la cual cuesta dieciséis liras. 

Si V. S. Rvma. quisiera cambiar en algo dichas ((584)) disposiciones haga el favor de avisarme. 

Entre tanto, siempre dispuesto a sus estimados encargos, tengo el honor de saludarle con todo el aprecio del corazón. 

Atto. y seguro servidor JOS» G\_ENZATl DE AG.° 

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P. D. Cuando pase por aquí el caballero Oreglia espero se dirija antes que a nadie a mi casa, para todo lo que sea, como si fuera V. S. 
misma. Tengo a bien saludarle de nuevo juntamente con el señor Caballero. 
El señor Broggi había enviado también dos grandes lámparas plateadas, con adornos dorados, para el altar mayor, por quinientas liras. 

Otra idea de don Bosco era la construcción del órgano. Anduvo en tratos con Lingiardi de Pavía, y al presente los había llevado a 
término. Don Juan Bautista Francesia escribía a la Madre Galleffi. 

...La Virgen hizo ayer otra que la honrará. Se trataba de cerrar las condiciones para la construcción del órgano y el precio era más bien 
alto, por el deseo de que resultase hermoso y acertado para la iglesia. 

El importe se aproximaba a las veinte mil liras. El fabricante ya lo había rebajado a quince mil y por fin, ayer, como conmovido por la 
satisfacción de hacer un órgano para la iglesia de María, rebajó todavía otras tres mil liras. Lloraba de alegría, porque así podía contribuir 
al decoro del templo; y decía que su familia experimentaría gran gozo cuando supiera que se había cerrado el contrato y disminuido el 
precio. El órgano será único en Turín, y llegará a ser la cuarta o quinta maravilla de Valdocco. Esta semana ha quedado colocado en lo 
alto del campanario el primer ángel, que ha sido hecho en Milán, y pronto se colocará también el segundo. 

Mientras atendía a la terminación de las obras materiales del Santuario, no olvidaba el Siervo de Dios la muchedumbre de almas que se 
pondrían, en todas las partes del mundo, bajo el manto de María Auxiliadora; y, por ello, escribía a S. E. monseñor Ricci, Maestro de 
Cámara de Su Santidad. 

Excelencia Reverendísima: 

Nuestros insignes bienhechores, los señores condes de Viancino, van de viaje a Roma para la fiesta del 11 de abril. Será difícil que 
puedan tener el honor de recibir la bendición del ((585)) Padre Santo. Si no pueden obtener tanto, vea si, al menos, puede procurarles una 
entrada para los puestos reservados; son personas acomodadas y muy caritativas. 

Tuve que salir sin tener el honor de poderme despedir: renuevo ahora mi agradecimiento por tantas muestras de bondad como tuvo 
conmigo durante mi estancia en Roma. 

Ahora le pediría todavía un favor. La última vez que fui recibido en audiencia por Su Santidad llevaba una petición de indulgencias 
para una asociación en honor de María Auxiliadora, requisito que me había indicado el mismo Padre Santo. Se la quedó sobre la mesa y 
no he podido saber más de ella. »Podría V. E. hacerme este favor y ver si la puede encontrar o, al menos, si se debe renovar la petición? 
Sería una gracia señalada, si pudiera alcanzarla pronto, porque tengo un librito para imprimir, que se refiere a ella, y formaría parte de su 
contenido. Si no pudiere, tenga la bondad de comunicármelo por medio de su secretario, a quien deseo todo bien. 
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Que Dios bendiga a V. E. y a toda su familia. Considéreme, con el más profundo agradecimiento, 

De V. E. Rvma. 

Turín, 31 de marzo de 1869. 

JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. Don Juan Bautista Francesia y los demás sacerdotes le saludan y el caballero Oreglia le llevará personalmente los saludos de 
todos para el 11 de abril. 
Y llegó el esperado decreto en favor de la Asociación de devotos de María Auxiliadora, del que había hablado el Venerable y para el 
que había entregado una instancia al Padre Santo. 

PIO PP. IX 

PARA PERPETUA MEMORIA DEL ACONTECIMIENTO 

Nuestro amado hijo Juan Bosco, sacerdote turinés, nos expuso que quería, para excitar y aumentar la devoción de los fieles a la santa 
Madre de Dios y al augusto Sacramento de la Eucaristía, instituir, con licencia del Ordinario, en la iglesia dedicada a María Santísima 
Auxiliadora, en la ciudad de Turín, una Pía Sociedad con el nombre de Asociación de devotos de María Auxiliadora, cuyos socios tengan 
por fin principal promover el culto de la Inmaculada Madre de Dios y del Augusto Sacramento. 

((586)) A fin de que después, proponiéndoles mayores auxilios para llegar a la celeste bienaventuranza, se inscriban los fieles con 
mayor empeño en esta Asociación y cumplan las obras prescritas de piedad, Nos hizo humilde súplica para que, a este fin, quisiéramos 
por Nuestra benignidad abrir los tesoros de la Iglesia, cuya distribución nos recomendó el Dios Altísimo. 

En consecuencia Nos, encomiando los saludables y provechosos cuidados de dicho amado hijo nuestro, para que con el auxilio divino 
tome mayor incremento de día en día esta Asociación, apoyados en la misericordia de Dios y en la autoridad de los bienaventurados 
apóstoles Pedro y Pablo, misericordiosamente concedemos en el Señor Indulgencia Plenaria y remisión de todos sus pecados a todos y 
cada uno de los fieles cristianos, de uno y otro sexo, que, ahora y en lo sucesivo, sean inscritos en la Pía Sociedad llamada Asociación de 
devotos de María Auxiliadora, canónicamente erigida en la iglesia dedicada a María Auxiliadora en la ciudad de Turín y que, 
verdaderamente arrepentidos, confesados y comulgados, hayan visitado devotamente erigida en la iglesia dedicada a María Auxiliadora 
en la ciudad de Turín y vísperas hasta la puesta del sol, en las fiestas de Navidad, Circuncisión, Epifanía y Ascensión de Nuestro Señor 
Jesucristo, en el domingo de Pentecostés, en la solemnidad del Corpus e igualmente en las siete principales fiestas de la Inmaculada 
Virgen Madre de Dios y que hayan rezado por la concordia de los Príncipes Cristianos, extirpación de las herejías y exaltación de la 
Santa Madre Iglesia, en cualquiera de los arriba citados días que lo hagan. 

Concedemos, además, siete años de Indulgencia y otras tantas cuarentenas a los mismos socios que, al menos con corazón contrito, 
cumplan las obras de piedad 

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arriba dichas en cada día de las novenas y triduos que se suelen celebrar solemnemente en dicha iglesia en honor de la Madre de Dios; y 
cien días de indulgencia siempre que intervengan en el devoto Ejercicio que, con licencia del Ordinario, se celebra todas las mañanas en 
dicha iglesia e igualmente reciten con corazón arrepentido las acostumbradas oraciones y otras por la concordia ((587)) entre los príncipes 
cristianos, la extirpación de las herejías y la exaltación de la Santa Madre Iglesia. 

Concedemos misericordiosamente en el Señor, que cada una de estas indulgencias, remisión de los pecados y condonación de las penas, 
se puedan también aplicar, a modo de sufragio, por las almas de los fieles cristianos, que, unidos a Dios en caridad, pasaron de esta vida. 

Valederas las presentes solamente por diez años. 

Dado en Roma, junto a San Pedro, bajo el anillo del Pescador, el día 16 de marzo de 1869, año 23 de nuestro Pontificado. 

N. Cardenal PARACCIANI CLARELLI 1 
1 PIUS PP. IX. Ad futuram rei memoriam. Exponendum cutavit Nobis dilectus filius Ioannes Bosco, presbyter Taurinensis, sibi ad 
fovendam augendamque fidelium erga Sanctam Dei Matrem, Augustumque Eucharistiae Sacramentum religionem, in animo esse, Piam 
Sodalitatem in Ecclesia sub invocatione Immaculatae Virginis Auxiliatricis civitatis Taurinensis de Ordinarii licentia instituere, cui vulgo 
-Associazione dei Divoti di Maria Ausiliatrice-nomen sit, et cuius Sodales praecipue in promovendum Deiparae Immaculatae Augustique 
Sacramenti cultum intendant animum. 

Quo vero, propositis uberioribus ad coelestem beatitatem potiundam praesidiis, maiori studio fideles Sodalitati isti nomem dent, atque 
in praescripta pietatis opera incumbant, enixas Nobis preces adhibuit humiliter, ut Ecclesiae thesauros, quorum dispensationem Nobis 
commisit Altissimus; idcirco reserare de benignitate Nostra dignaremur. 

Nos igitur salubres has frugiferasque memorati dilecti filii curas plurimum commendantes, quo Sodalitas ista maiora in dies, Deo 
iuvante, suscipiat incrementa, de Omnipotentis Dei misericordia, ac 88. Petri et Pauli App. eius auctoritate confisi, omnibus et singulis 
utriusque sexus Christifidelibus e Pia Sodalitate, vulgo -Associazione de'Divoti di Maria Ausiliatrice-in cognominata Ecclesia civitatis 
Taurinensis canonice instituta, nunc et pro tempore existentibus, vere poenitentibus, et confessis, ac Sacra Communione refectis, qui 
eamdem Ecclesiam, et Sodalitatis Oratorium vel Altare, Nativitatis, Circumcisionis, Epiphaniae, et Ascensionis D. N. J. C. festivitatibus, 
Dominica Pentecostes, Solemnitate SS. Corporis Christi, itemque septem potioribus Immaculatae Virginis Deiparae festis, a primis 
vesperis usque ad occasum solis dierum huiusmodi, singulis annis devote visitaverint, ibique pro Christianorum Principum concordia, 
haeresum extirpatione, ac S. Matris Ecclesiae exaltatione, pias ad Deum preces effuderint, quo die ex recensitis id egerint, Plenariam 
omnium peccatorum suorum Indulgentiam et remissionem misericorditer in Domino concedimus. 

Praeterea eisdem Sodalibus, qui quolibet die solemnium supplicationum, quae in honorem Sanctae De Matris dicta in Ecclesia per tres 
aut novem dies continuos fieri solent, ea, quae descripsimus, pietatis opera corde saltem contriti peregerint, septem annos totidemque 
quadragenas: quotiescumque vero rite devoto interfuerint. Exercitio cuiusvis diei mane de Ordinarii licentia ((588)) praefata in Ecclesia 
habendo, et corde pariter contriti consuetas preces, ut supra, pro Christianorum Principum concordia, haeresum extirpatione, ac S. Matris 
Ecclesiae exaltatione recitaverint, centum dies de iniunctis eis, seu alias quomodolibet debitis poenitentiis in forma Ecclesiae consueta 
relaxamus. 

Quae omnes et singulae Indulgentiae, peccatorum remissiones, ac poenitentiarum relaxationes, ut etiam animabus Christifidelium, quae 
Deo in charitate coniunctae ab hac luce migraverint, per modum suffragii applicari possint, misericorditer in Domino elargimur. 

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((588)) Don Bosco experimentaba otra satisfacción al recordar a muchos jóvenes en cuyos corazones había encendido el más cálido 
amor a María Santísima y a quienes, ya muertos, creía en el paraíso intercediendo continuamente por él, ante el trono de la Madre celeste. 
Con sobrada frecuencia, vivía con el pensamiento en medio de ellos y exclamaba conmovido: Benedictus Deus in sanctis suis (Bendito 
sea Dios en sus santos). Tenía las pruebas de su santidad en las gracias que decían haber conseguido los que habían recurrido, ora a uno, 
ora a otro de sus jóvenes, especialmente a Domingo Savio. Desde 1868 a 1885, llegaron informes de estas gracias a don Bosco. 

Una, que se refiere al fin de marzo de 1869, es la siguiente: 

Era el año 1869, a finales de marzo, cuando fui sorprendida por dolores agudísimos, ocasionados por la rotura de una víscera orgánica; 
el exceso de éstos me obligó a ponerme en cama. Por casualidad, mientras estaba en cama oprimida por los dolores, pude tener la 
biografía del joven Domingo Savio, que leí en tres días. Después de éstos se habían amortiguado un poco los dolores y me levanté de la 
cama para recobrar fuerzas, con la esperanza de descansar mejor después de alguna hora. Pero fue al contrario, porque, acostada de 
nuevo, me sorprendieron de repente unos dolores tan fuertes que no podía estar acostada, ni tenía fuerza para levantarme. Estaba 
sufriendo así cuando, por cuatro veces, me vino el pensamiento de consagrarme a Domingo Savio; tres veces me resistí, pero a la cuarta 
me decidí y dije al joven santito: 

-Si es verdad que estás ya en el cielo, haz que se calmen estos dolores, si ésa es la voluntad de Dios. 

((589)) Dicho esto, prometí hacer una novena de tres padrenuestros, avemarías y glorias en su honor: y enseguida empecé a rezar los 
tres padrenuestros. íFue algo admirable! Terminaba el tercero cuando me invadió un dulce sopor que, como un bálsamo, calmó mis 
dolores e instantáneamente me dormí. Media hora después desperté totalmente libre de dolores. 

JUANA QUARATI
de Bergamasco de Alessandria


Praesentibus ad decennium tantum valituris. 

Datum Romae, apud S. Petrum, sub annulo Piscatoris, die XVI Martii MDCCCLXIX, Pontificatus Nostri Anno vigesimotertio. 

N. Card. PARACCIANI CLARELLI 
N. B. Estas indulgencias fueron confirmadas in perpétuum por breve del 1 1 de marzo de 1870. 
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((590)) 

CAPITULO XLVII 

LECTURAS CATOLICAS -DON BOSCO VISITA EL COLEGIO DE LANZO -DA A LOS ALUMNOS ALGUNAS NOTICIAS 
SOBRE EL PAPA -DOS CARTAS DE DON BOSCO AL ALCALDE DE LANZO PARA LA AMPLIACION DEL COLEGIO -EL 
MUNICIPIO NO ACEPTA SU PROPUESTA -DON BOSCO AMPLIA EL LOCAL A SUS EXPENSAS -SUEÑO: LOS JOVENES 
CONFESANDOSE Y LOS LAZOS DEL DEMONIO -ALBUM CON LA FIRMA DE TODOS LOS SALESIANOS Y ALUMNOS DE 
LAS CASAS DE DON BOSCO PARA PRESENTARLO AL PAPA, CON MOTIVO DEL QUINCUAGESIMO ANIVERSARIO DE 
SU PRIMERA MISA -DON BOSCO DA UNA CONFERENCIA A LOS SALESIANOS: EMISION DE VOTOS; NO PROPALAR LO 
QUE SE HACE ENTRE NOSOTROS; MORTIFICACION: HAY QUE ELEGIR LOS MIEMBROS DEL CAPITULO; PROCUREMOS 
SER DIGNOS FUNDADORES DE LA PIA SOCIEDAD -SACERDOTE INGLES EN EL ORATORIO, PORTADOR DE UNA 
PRECIOSA MEDALLA DE ORO PARA EL PAPA EN NOMBRE DE SUS COMPATRIOTAS -SOLEMNISIMAS FIESTAS AL 
PADRE SANTO EN SUS BODAS DE ORO SACERDOTALES -CARTA DE DON BOSCO A UNA SEÑORA 

MIENTRAS los alumnos de Lanzo, suscritos en gran número a las Lecturas Católicas, leían con gran interés El Valle de Almería, 
novelita reeditada en el número de abril, don Bosco se presentaba en el colegio. Era el miércoles, 31 de marzo, al atardecer. 

Después de las oraciones, les habló de las audiencias que le había concedido el Sumo Pontífice; describió su próspera salud, su 
maravillosa inteligencia y el gran ((591)) afecto que sentía por los jóvenes. 
Después refirió los consejos que el Papa les mandaba, los mismos ya comunicados a los alumnos del Oratorio; y les anunciaba la 
Bendición Apostólica. 

Durante todo aquel año no había habido hasta entonces en el colegio la más ligera enfermedad. Todos gozaban de buena salud y nadie 
se acordaba ya del anuncio de don Bosco en diciembre del curso 
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pasado. Sólo alguno de los confidentes del secreto esperaba y callaba. 

El Siervo de Dios, aunque anduvo muy ocupado con las confesiones, no dejó de inspeccionar la casa, de dar conferencias, de hablar con 
superiores y alumnos, de dar audiencia a quien la pedía; y, resultado de sus diligencias, fue también una proposición al Municipio. 

Ilmo. señor Alcalde: 

Con motivo de la visita que estoy haciendo a las escuelas del municipio de Lanzo, confiadas a nuestros cuidados, he quedado muy 
satisfecho de la disciplina, la aplicación y la moral que advierto en sus alumnos, tanto internos como externos. 

Pero he observado, con verdadera pena, la aglomeración de los alumnos, que ciertamente son más de los que caben en sus locales. Me 
desagradaron sobre todo los dormitorios, el estudio, y el refectorio, tan abarrotados que no cabe uno más, mientras son continuas las 
peticiones de admisión que se nos hacen desde diversos pueblos. 

Para atender a estas necesidades ya traté otras veces con el Municipio, que tomó todo con la debida consideración y sólo adujo la falta 
de medios materiales que no permitían por entonces tomar las medidas oportunas. Aunque sea muy limitada la situación de mis recursos, 
sin embargo, por el deseo de proveer al bien de la juventud estudiantil y dar solidez y prosperidad al floreciente colegio de Lanzo estaría 
decidido a realizar algunos trabajos por mi cuenta, de acuerdo con los principios manifestados, esto es: 

1.° El sacerdote Juan Bosco asumiría por su cuenta la ampliación de los actuales locales del colegio para uso de clases, según planos y 
lindes a someter al beneplácito del Ayuntamiento. 

2.° El Ayuntamiento no hace ningún préstamo monetario, pero entiende compensar los gastos hechos por el sacerdote Bosco en el caso 
presente, dejando el nuevo local para libre uso del mismo por espacio de cuarenta años, con tal que continúe atendiendo a la pública 
instrucción científica de la juventud. 

((592)) 3.° Pasados cuarenta años, los nuevos locales pasarán total y absolutamente a propiedad del Ayuntamiento. 

Me parece bien hacer presente que, con este contrato, no ocasiona el Ayuntamiento ningún gravamen a sus sucesores en la pública 
administración del pueblo, porque con poca extensión de terreno ganaría un edificio sin coste alguno, que serviría para las escuelas 
públicas, remediaría un defecto del actual edificio del colegio, y que, mientras se deja a otros el uso, tiene que servir para continuar 
siendo empleado en beneficio del pueblo. 

No creo de ningún modo que se hayan de encontrar dificultades ante el Consejo Provincial, ya que no sería un contrato gravoso para el 
Ayuntamiento, pues quedaría cubierto con la misma convención de quien permite edificar en el propio suelo, a condición de que, 
transcurrido aquel número de años, el edificio pasa a propiedad del dueño del terreno. 

Ni tampoco puede engendrar dificultades el caso en que fueran cambiados los programas por parte del Gobierno, porque, sean ellos los 
que fueren, siempre deberán 
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emplearse en las escuelas públicas, tal y como fue convenido en la apertura del Colegio el año 1864. 

Estoy persuadido, Ilmo. señor Alcalde, de que usted comprenderá fácilmente que con esta proposición, por la cual deberé estar sujeto a 
no pequeños sacrificios, no tengo más finalidad que el bien de la juventud, a la que en mi poquedad estoy totalmente consagrado, y 

rogándole manifieste estos mis sentimientos a los otros señores del Ayuntamiento, tengo el honor de poderme profesar con todo afecto, 

De V. S. Ilma. 

Colegio-internado de Lanzo, 2 de abril de 1869. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

La respuesta del Ayuntamiento fue tal que cargó sobre don Bosco la mayor parte de los gravámenes que importaba el proyecto, y don 
Bosco, algún tiempo después, replicó: 

Ilmo. señor Alcalde: 

He recibido el acta que V. S. ha tenido a bien comunicarme con relación a la propuesta presentada para obtener los medios oportunos 
para la ampliación del Colegio de Lanzo. 

La he leído atentamente, pero he visto con pesar que las condiciones puestas hacen imposible la ejecución del proyecto. Entre otras, no 
puedo entender las condiciones 1.ª, 2.ª y 5.ª, que serían de un gran dispendio para mí, sin contrapartida alguna por otra parte. 

((593)) Por tanto, al no poderse realizar mi proyecto, ruégole se interese para que se provea de local oportuno para los dos cursos de 
Retórica y para la 1.ª elemental, si juzga que siga dividida en dos, como hasta ahora se ha hecho, aunque no existe obligación en el 
convenio. 

Espero que esto no le resultará difícil al Ayuntamiento, en caso de que quiera dedicar a este fin el subsidio que recibe del Consejo 

Provincial para la manutención del colegio de Lanzo. 

Con todo mi aprecio, tengo el honor de profesarme 

De V. S. Ilma. 

Turín, 12 de mayo de 1869. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

No fue posible llegar a un acuerdo. A pesar de ello, don Bosco agrandó algún local de las clases y construyó un nuevo dormitorio, con 
un gasto de casi veinte mil liras. 

Salió de Lanzo el sábado 3 de abril, después de haber contado a los muchachos un sueño que había tenido pocos días antes en Turín, 
del que no había hecho mención todavía en el Oratorio y donde repetía la descripción el domingo 4 de abril. 

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Leemos en nuestra memorias: 

«El día 4 de abril don Bosco contó el siguiente sueño a todos los jóvenes reunidos en el salón de estudio después de las oraciones de la 
noche: 

«Me encontraba cerca de la puerta de mi habitación, y al salir miré a mi alrededor y me vi en la iglesia, en medio de una muchedumbre 
tal de jóvenes, que el templo parecía completamente abarrotado. Estaban allí los alumnos del Oratorio de Turín, los de Lanzo, los de 
Mirabello y otros muchos a los cuales no conocía. No rezaban, sino que parecía que se estaban preparando para confesar. Una cantidad 
inmensa de ellos asediaba mi confesonario, esperándome, debajo del púlpito. Yo, después de haber observado un poco, me puse a 
considerar cómo conseguiría confesar a tantos muchachos. Pero después temí estar dormido, soñando, y, para cerciorarme de que no lo 
estaba, comencé a palmotear y sentía el ruido; y, para asegurarme aún más, alargué el brazo y toqué la pared, que está detrás de mi 
pequeño confesonario. Seguro ya de que estaba despierto, me dije: 

-Ya que estoy aquí, confesemos. 

Y comencé a confesar. 

Pero pronto, al ver a tantos jóvenes, me levanté para ver si había otros confesores que me ayudasen; y, no encontrando ninguno, me 
dirigí a la sacristía en busca de algún sacerdote que quisiese escuchar confesiones. Y he aquí que ((594)) vi por una parte y por otra a 
algunos jóvenes que llevaban al cuello una cuerda que les apretaba la garganta. 

-»Por qué tenéis esa cuerda al cuello? Quitáosla, les dije. 

Pero no me respondían y se quedaban mirándome con fijeza. 

-Vamos, repetí a alguno; quítate esa cuerda. 

El joven, al cual yo había dado esta orden, se avino a ello, pero me dijo: 

-No me la puedo quitar; hay uno detrás que la sujeta. Venga a ver. 

Volví entonces la mirada con mayor atención hacia aquella multitud de muchachos y me pareció ver sobresalir por detrás de las 
espaldas de muchos de ellos dos larguísimos cuernos. Me acerqué un poco más para ver mejor, y, dando la vuelta por detrás del que tenía 
más cerca, vi un horrible animal, de hocico monstruoso, forma de gatazo y largos cuernos, que apretaba aquel lazo. La bestia aquella 
bajaba el hocico, lo escondía entre las patas delanteras, y se encogía como para que no le viesen. Yo me dirigí a aquel joven víctima del 
monstruo y a algunos otros preguntándoles sus nombres, pero no me quisieron responder; al preguntarle a aquel feo animal se encogió 
aún más. Entonces dije a un joven: 

-Mira, ve a la sacristía y dile al P. Merlone que te dé el acetre del agua bendita. 

El muchacho volvió pronto con lo que yo le había pedido, pero entretanto yo había descubierto que cada uno de los jóvenes tenía a sus 
espaldas un servidor tan poco agraciado como el primero y que, éste, también se agazapaba. 

Yo temía estar aún dormido. Tomé entonces el hisopo y pregunté a uno de aquellos gatazos: 

-Dime: »quién eres? 

El animal, que no dejaba de mirarme, alargó el hocico, sacó la lengua y después se puso a rechinar los dientes como en actitud de 
arrojarse sobre mí. 

-Dime inmediatamente qué es lo que haces aquí íbestia horrible! Ya puedes enfurecerte 

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todo lo que quieras, que no te temo. »Ves? Con esta agua te voy a dar un buen baño. 

El monstruo siempre agazapado me miraba; después comenzó a hacer contorsiones con el cuerpo de tal forma, que las patas de atrás le 
llegaban a tocar los hombros por delante. Y de nuevo quería arrojarse sobre mí. Al mirarlo detenidamente vi que tenía en la mano varios 

lazos. 

-íVamos! Dime: »qué haces aquí? 

Y al decir esto, levanté el hisopo. Hizo él unas contorsiones y quería huir. 

-No te escaparás, continué diciendo; te ordeno que te quedes aquí. 

Lanzó una serie de gruñidos y me dijo: 

-íMira! 

Y me enseñó los lazos. 

-Dime qué son esos tres lazos, añadí; »qué significan? 

-»No lo sabes? Desde aquí, me dijo, con estos tres lazos obligo a los jóvenes a que se confiesen mal: de esta manera llevo conmigo a la 

perdición a la décima parte del género humano. 

-»Cómo? »De qué manera? 

-íOh! No te lo diré porque tú se lo descubrirás. 

((595)) -íVamos! Quiero saber qué significan estos tres lazos. íHabla! De lo contrario te echaré encima el agua bendita. 

-Por favor, envíame al infierno pero no me eches esa agua. 

-En nombre de Jesucristo, pues. 

El monstruo, contorsionándose espantosamente, respondió: 

-El primer modo con que aprieto este lazo es haciendo callar a los jóvenes los pecados en la confesión. 

-»Y el segundo? 

-El segundo, incitándoles a que se confiesen sin dolor. 

-»Y el tercero: 

-El tercero no te lo quiero decir. 

-»Cómo? »Que no me lo quieres decir? Entonces te rociaré con agua bendita. 

-No; no hablaré; y comenzó a gritar desaforadamente: »Es que no te basta? íYa he dicho demasiado! 

Y tornó a enfurecerse. 

-Quiero que me lo digas para comunicárselo a los Directores. 

Y repitiendo la amenaza levanté el brazo. Entonces comenzó a despedir llamas por sus ojos, después unas gotas de sangre y dijo: 

-El tercero es no hacer propósito firme y no seguir los consejos del confesor. 

-íBestia horrible!, grité por segunda vez. 

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Y mientras quería preguntarle otras cosas e intimarle a que me descubriese la manera de remediar un mal tan grande y hacer vanas sus 
artimañas, todos los otros horribles gatazos, que hasta entonces habían procurado pasar desapercibidos, comenzaron a producir un sordo 
murmullo, después prorrumpieron en lamentos y gritos contra el que había hablado provocando una sublevación general. 

Yo, al contemplar aquella revuelta, y convencido de que no sacaría ya ventaja alguna de aquellos animales, levanté el hisopo y 
arrojando el agua bendita sobre el gatazo que había hablado, le dije: 

-íAhora, vete! 

Y desapareció. 

Después eché agua bendita por todas partes. Entonces, haciendo un grandísimo 
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estrépito, todos aquellos monstruos se dieron a una precipitada fuga, unos por una parte, otros por otra. Y al producirse aquel ruido me 
desperté y me encontré en mi lecho. 

íOh, queridos jóvenes, cuántos de los que yo jamás habría sospechado, tenían el lazo al cuello y el gatazo a las espaldas! Ya sabéis qué 
simbolizan esos tres lazos. El primero, que sujeta a los jóvenes por el cuello, simboliza el callar pecados en la confesión. El lazo les 
obliga a cerrar la boca para que no se confiesen del todo: o bien para que digan de ciertos pecados que cometieron cuatro veces que 
solamente incurrieron en ellos tres. El que tal hace, falta contra la sinceridad de la misma manera que el que calla pecados. El segundo 
lazo es la falta de dolor; y el tercero la falta de propósito. Por tanto, si queremos romper estos lazos y arrebatarlos de las manos del 
demonio, confesemos todos nuestros pecados y procuremos sentir un verdadero dolor de ellos y hagamos un firme propósito de obedecer 
al confesor. 

((596)) Aquel monstruo, poco antes de montar en cólera, me dijo también: 

-Observa el fruto que los jóvenes sacan de las confesiones. El fruto principal de ellas debe ser la enmienda; si quieres conocer si yo 
tengo a los jóvenes sujetos con los lazos, observa si se encomiendan o no. 

Debo añadir que quise también que el demonio me dijera por qué se ponía detrás, a las espaldas de los jóvenes, y me respondió: 

-Para que no me vean y poderlos arrastrar más fácilmente a mi reino. 

Pude comprobar que eran muchísimos los que tenían a las espaldas aquellos monstruos, más de los que yo hubiera sospechado. 

Dad a este sueño el alcance que queráis; lo cierto es que he querido observar y comprobar si era cierto cuanto he soñado y he sacado 
como consecuencia que se nos ofrece una verdadera realidad. Aprovechemos, pues, la ocasión que se nos ofrece de ganar la indulgencia 
plenaria, haciendo una buena confesión y una santa comunión. Hagamos lo posible por vernos libres de estos lazos del demonio. 

El Padre Santo concede indulgencia plenaria a todos los que, el día del quincuagésimo aniversario de su primera misa, el próximo 
domingo, día 11 de abril, confesados y comulgados, rueguen según la intención de la Santa Iglesia. El sábado tendrá una audiencia 
privada del Padre Santo el caballero Oreglia, el cual le ofrecerá el Album con la firma de todos los alumnos del Oratorio y de las demás 
casas. 

Mientras tanto mirad si, tiempo atrás, habéis cumplido las condiciones necesarias para hacer una buena confesión: yo os encomendaré a 
todos el domingo en la santa misa.» 

El Album, a que se refería don Bosco, era un elegante cuaderno de gran formato con cuarenta y ocho páginas. En la portada se leían 
solamente estas palabras: ONCE DE ABRIL DE 1869. En las otras páginas seguía una inscripción latina y una dedicatoria en italiano. 

La inscripción latina era ésta: 

Laetitia. Maxima. Gestientes -Et Ante. Pedes. Tuos. Sanctissimos. Provoluti -Tibi -O. PIE. IX. Pontifex. Maxime -Iam. Inde. A. 
Quinquaginta. Annis -Sacra. Deo. Facienti -Mente. Et. Corde. Gratulantes -Sacerdotes. Alumni. Sacrorum. Et Iuvenes -Asceteriorum. 
Taurinensium -Quibus. A. S. Francisco. Salesio. Aloysio. Et Iosepho -Nomina. Sunt. Facta -Et Ephebeorum. A. S. Philippo. 
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Apud. Lanceum -A. S. Carolo -Apud. Mirabellum -Plurimos. Adhuc. Annos -A. Deo. Optimo. Maximo -((597)) Praecantur -Ut. Tute. 
Ipse. Aliquando. Videas -Integrum. Christiani. Nominis. Triumphum. 

TRADUCCION: 

Con la máxima alegría y postrados ante tus santísimos pies, a Tí, oh Pío IX, Pontífice Máximo, que desde hace cincuenta años, ofreces 
sacrificios a Dios, te felicitan, con la mente y el corazón, los sacerdotes, clérigos y jóvenes de los colegios turineses, que llevan los 
nombres de los santos Francisco de Sales, Luis y José y de los adolescentes de san Felipe en Lanzo, san Carlos en Mirabello, y piden a 
Dios, bueno y poderoso, muchos años todavía para que Tu mismo veas por fin el triunfo total del nombre cristiano. 

Y la dedicatoria en italiano, decía así: 

Beatísimo Padre: 

Somos unos pobres muchachos que deseamos oigáis una palabra, que os demuestre el gran amor que os tenemos a Vos, oh Beatísimo 
Padre, en este día de universal alegría. Nuestros Superiores nos contaron las continuas pruebas de afecto que Vos dais en general a los 
jóvenes y especialmente a los que acuden a los Oratorios y colegios dirigidos por nuestro amado Padre don Bosco. íOh, cómo nos 
conmovió ese tierno afecto! Os lo agradecemos infinitamente y hemos pedido y seguimos pidiendo al Señor una recompensa para Vos, 
como premio a vuestros méritos. 

En este día en que todo el mundo envía regalos y augurios a Vuestra Veneradísima Persona, nosotros no hemos podido callar y, aunque 
los últimos por méritos, mas no por afecto, nos atrevemos a acercarnos ante Vuestra amadísima presencia y deciros que hoy quisiéramos 
poseer todas las riquezas de este mundo para ofrecéroslas a vuestro paternal corazón y la sabiduría de Salomón para saber exaltar 
merecidamente vuestras glorias. Pero somos pobrecitos, y no tenemos aún a nuestra edad la ciencia necesaria para hablaros y alabaros, oh 
Vicario de Cristo. 

Pero todos queremos desde ahora ofreceros nuestros afectos, nuestros pensamientos, nuestro ingenio y nuestro corazón. En el día 
faustísimo en que se cumple vuestro cincuentenario sacerdotal, os recomendamos vivamente que os dignéis incluirnos entre aquéllos por 
los cuales eleváis vuestras preces en el Divino Sacrificio, y nosotros, reunidos ante el altar de Jesús Sacramentado, uniremos a las 
oraciones especiales nuestra santa comunión según Vuestra intención y unidos a nuestros buenos directores, que aplicarán la misa por 
Vos, Os auguramos de Dios muchos años aún de vida gloriosa en la tierra. íOh, la gloria no os falta; al presente todo el mundo os admira, 
y os bendice; pero tampoco os faltan las espinas! íCuanto nos duele, Veneradísimo Padre! ((598)) Que en tan gran fiesta para todos los 
buenos, haga el Señor que también los hijitos, que se alejaron de Vos, os bendigan y vuelvan a vuestros pies. Nosotros pedimos también 
por esto, porque sabemos que también es ésta vuestra intención y deseo, para que os conozca el mundo y os ame. Nosotros os querremos 
siempre y reconoceremos siempre la Sede de Roma, como áncora de salvación, como arca de Noé, donde podremos cobijarnos en los días 
del diluvio. 
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Aceptad, Veneradísimo Padre, estas pobres, pero sinceras, manifestaciones de fe y de afecto y dignaos bendecirnos a todos nosotros, 
que espiritualmente nos postramos devotamente a vuestros pies santísimos. 

(Seguían las firmas de treinta y dos sacerdotes, setenta y tres clérigos y tres mil cuatrocientos treinta alumnos.) 

Mas para don Bosco el homenaje más hermoso al Pontífice era formar a los Salesianos según el espíritu querido por él: por eso no 
cejaba de exhortarlos a la vida de perfectos religiosos. Lástima que se hayan conservado pocas conferencias en las crónicas y, aun esas 
pocas, más bien en resumen. Mas no queremos omitir lo que se ha conservado. 

6 de abril de 1869 

En la biblioteca del Oratorio y por la noche, después de las oraciones, se celebró la conferencia de san Francisco de Sales. Se recitó 
alternativamente el Veni Creator Spiritus, y don Bosco, revestido de roquete, se sentó: los dos sacerdotes, don Juan Garino y don 
Francisco Dalmazzo, pronunciaron, uno tras otro, sus votos ad triennium, asistidos por don Miguel Rúa y don Juan Cagliero. Después se 
recitó el Tedéum. A continuación don Bosco nos dijo cosas adaptadas a esta circunstancia. 

-Cuando uno hace los votos, acostumbramos dar alguna norma esencial a este respecto. Deseo ante todo que nadie diga nada a los 
extraños de lo que aquí se hace. Si alguien de fuera nos preguntase algo sobre nosotros, respóndase con alguna vaguedad, por ejemplo: 
que nuestra Sociedad está aprobada, pero no se diga nada de lo que se hace y dice en el interior de la casa, como serían los consejos de un 
superior, una divergencia entre los hermanos, cualquier desorden o dificultad. Los del mundo, como no entienden estas ((599)) cosas nos 
compadecen. Nolite projicere margaritas vestras ante porcos (No lancéis margaritas a los cerdos). Los del mundo no sabrán decir otra 
cosa, sino que somos tontos al querer abandonar el mundo. Si sucede alguna cosa desagradable, bebamos de este cáliz nosotros solos y 
que nadie sepa nada. Es un dictamen de prudencia cristiana. Esté cada uno satisfecho con lo que le encomiendan los superiores; no 
busque tener esto o aquello. Procuremos estar unidos en un solo espíritu. Recomiendo que todos juntos queramos lo que quieren los 
superiores. Con respecto a la mesa, estén todos contentos con lo que la Providencia nos envía; haya lo necesario, y eso basta. Otia, vina, 
dapes, son la ruina de la castidad. 

Otia (ocio). Tenemos la carne que es un enemigo formidable y para combatirlo debemos huir del ocio: otia... Impongámonos la 
obligación de observar el horario de la Casa: a la hora del trabajo que no se vea a nadie paseando, salvo por motivo de salud. Trabaje 
cada uno en lo que debe trabajar y no en otra cosa... Hágase la visita al Santísimo Sacramento. Hágase la confesión y la comunión con 
regularidad. Comprometámonos a cumplir las reglas de la congregación. Por la mañana, al toque para levantarse, que nadie, a no ser por 
motivos de salud, se quede en la cama, sino vaya a la iglesia a hacer con los demás sus oraciones; y, si no puede hacer con los demás 
estos ejercicios de piedad, hágalos él solo y no los abandone. 

Vina (vino). No tenemos por qué observar lo que hacen los otros, mas si presenciamos algo que no marcha bien, naturalmente lo hemos 
de ver. En efecto, vemos a 
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algún pobre sacerdote secular dado al vicio de la bebida. Sale de casa, va a las tabernas, se emborracha y cae en un estado triste y 
deplorable. Y »cómo guardar la castidad en tales condiciones? íAh! Si no se pierde, es un verdadero milagro. 

Dapes (manjares). Templanza en el comer. Para nosotros, en casa no hay peligro porque tenemos sólo lo necesario, pero obsérvese el 
ayuno del viernes por cuanto se pueda. 

Ahora habrá crisis, porque es cierto que la Sociedad está aprobada, pero todavía no basta: hay que reorganizarla, establecerla; hay que 
examinar quiénes son los que no sirven para la Sociedad y despedirlos; hay otros indecisos, que deben determinarse; cada uno debe tomar 
sus decisiones, porque el Superior está obligado en conciencia a obrar así. 

Habrá diversos religiosos y párrocos rurales que pedirán entrar en la Congregación: hay que ir muy despacio en aceptarlos, porque 
querrían venir aquí a mandar, aun con buen espíritu; pero nos estorbarían o difícilmente se podrían acomodar a nuestro estilo de vida. 

Estemos atentos a no cambiar las tradiciones, porque, de lo contrario, sera muy difícil volver al antiguo fervor. 

Os contaré un hecho. 

Había un padre rector en un convento que quería poner remedio a los desórdenes que en él se daban; quería reformarlo. ((600)) Veía 
salir libremente a los frailes, con la falsa excusa de no poder vivir sin darse mañana y tarde un paseito para distraerse un poco. El había 
pensado reducir la comida a dos platos diciendo que así los religiosos podrían hacer la digestión más fácilmente. 

Lo pensó y lo hizo; pero los religiosos se lamentaron de ello al Padre Provincial diciendo que su superior los mataba de hambre. El 
Rector dijo al Provincial, en defensa propia, que las rentas del convento no podían aguantar tanto gasto para comer. El Provincial le 
respondió: 

-Mirad; vuestros religiosos aguantarán las disciplinas, las penitencias más rígidas, pero si les tocáis el vientre, no podréis reducirlos a la 
obediencia y se os largarán. 

-No puedo hacer de otro modo, replicó el Rector. Escribiré al Padre General. 

-No, porque entonces vuestro convento será destruido por los Superiores. 

Así quedaron las cosas y es una verdad que en aquel convento se habría economizado y no hubiera sido suprimido por la autoridad 
civil; mas, por haber sido tocado en el vientre, se disolvió por sí mismo. Se dispersaron los frailes antes de que llegase la orden de 
abandonarlo. »Habéis entendido? 

En otra ocasión determinaremos el personal del Capítulo. Están para terminar los que lo formaban. 

Trataremos de cómo se hará la elección y quiénes serán los electores. Después se hará la votación. Tal vez los votantes serán solamente 
los profesos perpetuos. Hay que pensar, además, en un local y en un oratorio privado para reunirnos. 

Cuidémonos de ser realmente dignos fundadores de la Sociedad de San Francisco de Sales, a fin de que los que leyeren nuestra historia 

puedan encontrar en nosotros otros tantos modelos y no tengan en cambio que exclamar: 

-íQué tipo de fundadores eran aquéllos! 

Ayudadme con vuestra buena voluntad y obediencia en esta gran empresa. Toca a vosotros hacerme fácil la tarea. 

Es muy bonito decir: íponeos al frente de una Congregación! Hay que someterse a la prueba. La diversidad de sentimientos y de ideas y 

el trabajo de aunar a muchos 

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en un solo espíritu y una sola alma, es algo muy difícil. Pero con vuestra filial ayuda todo me resultará fácil. 

Por aquellos días pasaban por Turín muchos católicos extranjeros camino de Roma para asistir a las fiestas jubilares de las bodas de oro 
sacerdotales de Pío IX, e iban a visitar la iglesia de María Auxiliadora y a ver a don Bosco. Llegó entre éstos, acompañado por el 
caballero Faá de Bruno, un sacerdote, procedente ((601)) de Inglaterra, que llevaba al Papa una medalla de oro, valorada en quinientas 
libras esterlinas, con más de dieciséis centímetros de diámetro, regalo de los fieles de aquella isla. Por una cara tenía un estupendo retrato 
del Padre Santo con un montón de figuras que ensalzaban la definición de la Inmaculada Concepción; por la otra, la Virgen, embellecida 
con la confrontación de Adán y Eva dirigiéndose a Ella con afecto dulcísimo, mientras una paloma misteriosa les enviaba desde lo alto un 
haz de rayos. Era un trabajo de Vechte, artista francés, comparado con Cellini. 

Don Bosco y don Carlos Ghivarello se admiraron ante aquel milagro del arte. 

Era como la primicia de una infinidad de donativos preciosísimos, de objetos sagrados y profanos, mientras el óbolo de San Pedro 
llegaba al millón. El teólogo Margotti de Turín, por medio de la Unidad Católica, había recogido él solo trescientas mil liras, la mayor 
parte en oro. 

El caballero Oreglia, que se había trasladado a Roma, fue recibido en audiencia privada por el Papa el día 10 de abril. Le presentó el 
Album del Oratorio, y el 11 asistió a la misa del cincuentenario, celebrada por el Pontífice en San Pedro, de las ocho a las nueve. Casi 
cien mil personas abarrotaban la Basílica, incluido el pasadizo de la gran nave central, que en semejantes casos solía mantenerse libre por 
las filas de las milicias, y hasta los atrios, formando una masa unida y compacta. 

A la misma hora se reunía en más de cien mil templos del mundo una multitud en cuya comparación los congregados en San Pedro no 
eran más que unos pocos, que asistían a los sagrados misterios, rodeando en espíritu el altar de Pío IX. Los peregrinos, llegados a Roma 
de todas partes, duplicaron la población de la ciudad y muchos tuvieron que dormir en los atrios de las iglesias y bajo los pórticos. Las 
fiestas religiosas, civiles y militares duraron tres días, con máxima brillantez, con afectuoso e inenarrable regocijo de la gente. 
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También los colegios de don Bosco participaron en la gran alegría filial, con comuniones generales, músicas e iluminaciones. 

((602)) Así ofrecía don Bosco a Pío IX el tributo de su ardentísimo afecto con el que abrazaba en su corazón a toda la Iglesia Católica. 
Y no era el tributo de un día o de una solemnidad especial, sino el de cada uno de los instantes de su vida laboriosa, impregnada de celo, 
dispuesta a los más arduos sacrificios. Y este afectuoso homenaje era ilimitado, porque se extendía a cada uno de los hijos del Sumo 
Pontífice, con quien convivía, se avenía, se entretenía y se escribía. En todos veneraba la imagen de Dios, el carácter del cristiano sin 
preocupación de la clase social a que pertenecieran. 

Cerramos este capítulo con una carta que escribía a la señora Rosa Gnecco, calle Julia, 21 -Génova. 

Apreciadísima Señora: 

Bendito sea siempre el Señor, cuando nos da consuelos y cuando nos envía aflicciones. Recemos con fe y esperemos. Si no es contra el 
bien del alma, Dios nos concederá cuanto pedimos. 

Rece cada día: tres padrenuestros, avemarías y glorias al Santísimo Sacramento y una salve a la Virgen. Yo pediré también en la santa 
misa; Dios es un buen Padre. 

Dios ha concedido ya muchos favores a los que prometen hacer una limosna para continuar los trabajos de la iglesia aquí dedicada a 

María Auxiliadora. 

Descienda todo bien sobre usted y sobre las personas que me recomienda. Ruegue también por mí, que me profeso de V. S. 

Turín, 14 de abril de 1869. 

Afmo. y seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

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((603)) 

CAPITULO XLVIII 

FUNDACION CANONICA DE LA ASOCIACION DE DEVOTOS DE MARIA AUXILIADORA -LOS ESTATUTOS -EL DECRETO 
-LECTURAS CATOLICAS: ASOCIACION DE DEVOTOS DE MARIA AUXILIADORA CANONICAMENTE ESTABLECIDA EN 
LA IGLESIA A ELLA DEDICADA EN TURIN -NUMERO DE ASOCIADOS -DON BOSCO VA A MORNESE: DURANTE EL 
VIAJE HACE CALLAR A UN MALDICIENTE -PROYECTOS DE DON BOSCO SOBRE LAS HIJAS DE MARIA INMACULADA 
-QUIEN ERA MARIA MAZZARELLO -CARTA DE DON BOSCO A DON MIGUEL RUA: DEJA PARA OTRA OCASION SU 
ASISTENCIA A UN BANQUETE; MANDA VISITAR UN LOCAL, EN LA AVENIDA DEL REY; REPRENSION A UN 
SACERDOTE DE LA CASA; EL CUADRO DE SAN PEDRO; QUE SE BUSQUE SU HISTORIA ECLESIASTICA PREPARADA 
PARA LA IMPRENTA; AVISOS QUE HAY QUE REPETIR A LOS APRENDICES 

EL 18 de abril de 1869 aprobaba el Arzobispo de Turín los estatutos de la Asociación de devotos de María Auxiliadora, presentados por 
el Venerable, y declaraba canónicamente establecida la Asociación en el Santuario de Valdocco, de modo que, como dice el decreto, los 
fieles de uno y otro sexo que se inscribieren en ella y cumplieren las obras prescritas, podrían participar de los Tesoros de la Iglesia, 
concedidos anteriormente por el Padre Santo Pío IX. 

He aquí los documentos: súplica de don Bosco 1. 

((604)) Excelencia Reverendísima: 

El que suscribe expone humildemente a V. E. Rvma. que, únicamente con el deseo de promover la gloria de Dios y el bien de las almas, 
desearía que en la iglesia de María Auxiliadora, hace ahora un año consagrada por V. E. al culto divino, se iniciara una piadosa unión de 
fieles bajo el nombre de Asociación de Devotos de María Auxiliadora. Su primordial finalidad sería la de promover la veneración al 
Santísimo Sacramento y la devoción a María Auxilium Christianorum, título que parece resultar del más vivo agrado a la Augusta Reina 
del cielo. 

A tal efecto se ha redactado un reglamento, moldeado y casi copiado de los Estatutos 

1 Estos documentos se conservan en el Archivo de la Curia Arzobispal de Turín: año 1869, vol. 2.°, págs. 17 y sig. 
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de la célebre Cofradía de María Auxiliadora, erigida en Munich de Baviera, para que estos ejercicios de piedad tengan forma estable y 
conforme al espíritu de la Santa Iglesia. 

El humilde exponente suplica a V. E. quiera tomar en benigna consideración este piadoso proyecto, rogando respetuosamente examine 
tales estatutos y añada, quite, cambie cuanto juzgue oportuno y, después, como modestamente suplica, los apruebe, con todas las 
cláusulas que V. E. juzgue conveniente, para promover la gloria de la Augusta Reina del cielo y el bien de las almas. 

El altar de la Asociación sería el altar mayor de dicha iglesia, por ser privilegiado y porque en él se celebran ya la mayor parte de los 
ejercicios de piedad que constituyen el fin de esta asociación. 

Con la esperanza de conseguir este favor implora Su Santa Bendición con la más profunda gratitud y se profesa 

Humildísimo Suplicante JUAN BOSCO, Pbro. 

El reglamento era el siguiente: 

ASOCIACION DE DEVOTOS DE MARIA AUXILIADORA 

1.° En la iglesia de Turín, dedicada a María Auxiliadora, con autorización de Su Excelencia Rvma. el Arzobispo de Turín, se ha 
establecido canónicamente una Asociación de devotos suyos, que se proponen promover las glorias de la divina Madre del Salvador para 
ganarse su protección durante la vida y particularmente en la hora de la muerte. 

2.° Se proponen dos medios principales: difundir la devoción a la Bienaventurada Virgen María y la veneración a Jesús Sacramentado. 

3.° A tal fin se ingeniarán para promnover con la palabra, el consejo, la acción y la autoridad, el decoro y la devoción en las novenas, 
fiestas y solemnidades que, a lo largo del año, se celebran en honor de la Bienaventurada Virgen María y del Santísimo Sacramento. 

((605)) 4.° Los asociados se proponen, por todos los medios compatibles con su estado, promover la difusión de buenos libros, 
estampas, medallas y folletos, asistir y recomendar la asistencia a las procesiones en honor de la Santísima Virgen y del Santísimo 
Sacramento, la comunión frecuente, la asistencia a la santa misa, el acompañamiento del Viático. 

5.° Los asociados pondrán el mayor cuidado, por sí mismos y a través de las personas que de ellos dependen, para impedir la blasfemia 
y cualquier conversación contra la religión y, por cuanto estuviere a su alcance, quitar todo obstáculo que pueda impedir la santificación 
de los días festivos. 

6.° Se aconseja a todo asociado, de acuerdo con las normas del catecismo y de los maestros de espíritu, que se confiese y comulgue 
cada quince días o una vez al mes y que oiga diariamente la santa misa, siempre que las obligaciones del propio estado se lo permitan. 

7.° Todos los días, después de las oraciones de la mañana y de la noche, los asociados recitarán en honor de Jesús Sacramentado la 
jaculatoria: Sea alabado y reverenciado en todo momento el Santísimo y Divinísimo Sacramento; y en honor 
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de la Santísima Virgen: María Auxilium Christianorum, ora pro nobis. Los sacerdotes, basta que pongan la intención en la misa de rogar 
por todos los socios de esta piadosa Asociación. Estas oraciones servirán de vínculo para unir a todos los asociados en un solo corazón y 
una sola alma, para rendir el honor debido a Jesús, oculto en la Sagrada Eucaristía, y a su augusta Madre, y para participar en todas las 
obras de piedad que hagan los asociados. 

Ventajas espirituales de los Asociados 

1.° Todos los asociados, para ayudarse mutuamente a caminar por la senda de la salvación, entienden unir todas las obras buenas que 
hace cada uno en privado, en la iglesia de María Auxiliadora, o en cualquier otra parte. 

2.° Participarán, además, de las prácticas de piedad que se celebran en el altar de la Asociación, que es el Altar Mayor de esta iglesia; 
altar privilegiado cotidiano, según decreto de la Sagrada Congregación con fecha 22 de marzo de 1868. En este altar, entre otras cosas, 
todas las mañanas, hacia las seis en los días ordinarios, y hacia las siete en los festivos, se celebrará una misa, con el rezo de la tercera 
parte del santo rosario, con oraciones particulares y con la comunión de todos los que pueden intervenir. 

El Papa reinante Pío IX benignamente concede cien días de indulgencia a todos y cada vez que se toma parte en este ejercicio de 
piedad. 

Todas las tardes habrá canto de loas sagradas, lectura espiritual, oraciones, bendición con el Santísimo Sacramento y después el rezo 
del santo rosario, como por la mañana. 

((606)) 3.° Todo asociado puede lucrar indulgencia plenaria en las fiestas de Navidad, Circuncisión, Epifanía y Ascensión del Señor; el 
domingo de Pentecostés y el día del Corpus Christi. 

4.° Indulgencia plenaria también en las fiestas de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María, de su Natividad, 
Presentación al Templo, Anunciación, Purificación, Visitación y Asunción al Cielo. 

5.° Podrán ganar la misma indulgencia plenaria en cualquier día de la novena o en la fiesta de María Auxilium Christianorum; en las 
fiestas de san Francisco de Sales, de san Luis Gonzaga y en el día de cada mes, que escojan para hacer el ejercicio de la buena muerte. 

Las indulgencias anotadas en este número pueden también lucrarlas los no inscritos en esta Asociación piadosa. 

6.° Todo asociado que asista a las prácticas de piedad que se hacen en esta iglesia durante el año con motivo de triduos o novenas, 
puede, una vez al día, ganar indulgencia de siete años y siete cuarentenas. Será bueno recordar aquí que, para ganar estas indulgencias 
plenarias, siempre está prescrita la confesión sacramental y la comunión, a menos que el asociado tenga la laudable costumbre de 
confesarse semanalmente. En tal caso basta solamente el estado de gracia. 

7.° Todos los años, en el primer día litúrgicamente libre después de la fiesta de María Auxiliadora, se canta una misa de Réquiem con 
otros sufragios por las almas de los Hermanos difuntos en general y particularmente por los que hubieren sido llamados por Dios a la vida 
eterna en el curso de aquel año. 

8.° Cuando un Hermano o Hermana cayera enfermo, o bien pluguiese a Dios llamarlo a mejor vida, será encomendado de un modo 
especial en las oraciones que cada día se hacen en el altar de María Auxiliadora, con tal de que se dé aviso de ello al Rector de la iglesia. 
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Aceptación 

1.° Quien desee pertenecer a esta pía Asociación hará inscribir su nombre y apellido, y su domicilio, en el registro a propósito que se 
conserva en la sacristía de María Auxiliadora. En tal ocasión, si lo desea, se le entregará una estampa y una medalla con el librito de la 
Asociación. 

2.° Los párrocos y cualquier sacerdote con cura de almas, los directores de colegios, centros de educación o institutos de beneficencia 
pueden inscribir a cualquiera de sus dependientes, con tal de que manden los nombres de los asociados al Rector de la iglesia, que es a la 
vez el Director de la piadosa Asociación. 

3.° No hay ninguna cuota impuesta: cada cual, si quiere, puede ((607)) hacer cada año un donativo para sostener los gastos que 
ocasionan la novena y la fiesta de María Auxiliadora y para las otras funciones sagradas que se tienen en las varias ocasiones del año en 
la iglesia de la Asociación. 

Examinados los anteriores estatutos o capítulos, los firmamos y aprobamos como adaptados a la piadosa Sociedad y a la piedad de los 
fieles, reservándonos la facultad de variarlos, de acuerdo con los cambios de las cosas y los tiempos. 

Dado en Turín, el día 18 de abril de 1869. 

» ALEJANDRO, Arzobispo 

T. GAUDE, Pro canciller. 
He aquí, finalmente, el decreto de erección: 

ALEJANDRO OCTAVIANO RICCARDI 

DE LOS CONDES DE NETRO -CABALLERO DE LA ORDEN SUPREMA DE LA ANUNCIACION, ETC, ETC. -POR LA 
GRACIA DE DIOS Y DE LA SANTA SEDE APOSTOLICA ARZOBISPO DE TURIN -PRELADO DOMESTICO DE SU 
SANTIDAD EL PAPA PIO IX Y ASISTENTE AL SOLIO PONTIFICIO 1. 

1 ALEXANDER OCTAVIANUS RICCARDI, ex comitibus a Netro, supremi ordinis SS. Annuntiationis eques torquatus etc. etc. Dei 
et Sanctae Sedis Apostolicae gratia Archiepiscopus Taurinensis, SS. D. N. D. Pii Papae IX praelatus domesticus ac pontificio solio 
adsistens.-Viso memoriali Nobis exhibito ab adm. Rev. Dom. Ioanne Bosco, Ecclesiae sub invocatione Immaculatae Virginis 
Auxiliatricis nuper erectae in hac civitate Rectore, eiusque tenore considerato, piis Oratoris votis libenter annuentes, ad fovendam 
augendamque fidelium erga Sanctam Dei Matrem, Augustumque Eucharistiae Sacramentum religionem, Piam Sodalitatem, cui nomem 
erit: Associazione dei Divoti di Maria Ausiliatrice, ad Altare Maius praedictae Ecclesiae, praesentium tenore erigimus ac canonice 
erectam declaramus pro utriusque sexus fidelibus, ut omnes eidem adscribendi de Ecclesiae Thesauris, praescripta opera adimplendo, 
participare valeant; quoniam vero Statuta Nobis pariter exhibita, ac per Nos firmata, Piae Societatis regimini et incremento accommodata 
novimus, eadem approbamus, reservata Nobis facultate ea addendi vel variandi, quae magis pro dictae Piae Sodalitatis utilitate expedire 
iudicabimus. Hoc nostrum Decretum, una cum memoratis precibus ac Statutis in Registris Curiae Nostrae referri iubemus, ac per 
authenticum exemplar D. Oratori exhiberi. 

Datum Taurini, die decima octava Aprilis, anno millesimo octingentesimo sexagesimo nono. 

»ALEXANDER Archiep.
Th. GAUDE pro cancell.


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Vista la solicitud presentada por el Muy Rvdo. Juan Bosco, Rector de la iglesia recientemente ((608)) levantada en nuestra ciudad bajo 
la invocación de la Inmaculada Virgen Auxiliadora, y considerado su contenido, autorizamos con gusto los piadosos deseos del orador 
para alimentar y aumentar la devoción de los fieles a la Santa Madre de Dios y al Augusto Sacramento de la Eucaristía y, de acuerdo con 
el presente decreto, erigimos y declaramos canónicamente erigida para los fieles de uno y otro sexo, en el altar mayor de dicha iglesia, la 
piadosa Sociedad que llevará por nombre Asociación de devotos de María Auxiliadora, de modo que todos los que se inscriban en ella, y 
cumplan las obras prescritas, puedan participar en los Tesoros de la Iglesia. Y puesto que hemos conocido que los Estatutos igualmente 
presentados a Nos y por Nos firmados son a propósito para el gobierno e incremento de la piadosa Asociación, Nos la aprobamos, 
reservándonos la facultad de añadir o variar las cosas que juzguemos ser de mayor utilidad para dicha piadosa Asociación. 

Queremos que este nuestro decreto, con la solicitud arriba mencionada y con los Estatutos, sea consignado en los Registros de nuestra 
Curia y que se entregue al Orador un auténtico ejemplar del mismo. 

Dado en Turín, el día 18 de abril de 1869. 

» ALEJANDRO, Arzobispo 

Teól. GAUDE, Pro-canciller. 

El Siervo de Dios bendijo por ello al Señor y completó enseguida el folleto ya preparado para las Lecturas Católicas de mayo: 
Asociación de devotos de María Auxiliadora, canónicamente erigida en la iglesia a ella dedicada en Turín, con un informe histórico sobre 
este título, por el sacerdote Juan Bosco. 

El Venerable expone así en el prólogo el sumario de la materia, contenida en el librito. 

Al lector 

Se empezaba la construcción de la iglesia dedicada a María Auxiliadora en Turín y ya se hacían reiteradas peticiones para que se 
fundara una piadosa asociación de devotos que, unidos por el mismo espíritu de oración y de piedad, honraran a la Madre del Salvador, 
invocada con el honroso título de Auxilio de los Cristianos. 

((609)) Después de la consagración del sagrado edificio, se multiplicaron tales peticiones por todas partes y por personas de toda clase y 
condición. Para secundar este piadoso y general deseo se organizó la Asociación, cuyo reglamento se expone brevemente a continuación. 

Precede un relato histórico sobre el título María, Auxilium Christianorum; sigue después el decreto de la erección canónica de la 
Asociación, con las indulgencias concedidas y algunas oraciones para comodidad de quien quisiere servirse de ellas para dirigir los 
afectos de su corazón a esta gran bienhechora de los míseros mortales. 
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La Santísima Virgen María, que de tantos modos ha bendecido y favorecido a cuantos le han suplicado con el precioso título de 
Auxiliadora, continúe derramando copiosos tesoros celestiales, no sólo sobre los inscritos en esta piadosa Asociación, sino sobre todos 
los que la invoquen en sus necesidades espirituales y temporales, de modo que todos tengan motivo para bendecirla en la tierra e ir 
después un día a alabarla y darle gracias eternamente en el cielo. Así sea. 

Como queda indicado, este librito contiene una serie de oraciones, jaculatorias y prácticas de piedad indulgenciadas y un tratadito sobre 
las indulgencias. Se hicieron muchas ediciones, en las que, uno tras otro, se registraron los nuevos favores concedidos a la Asociación y 
al Santuario por los Sumos Pontífices. 

Don Bosco, después de haber dispuesto que el folleto se enviara antes del fin de abril, invitado por don Domingo Pestarino, partió para 
Mornese. 

Todos sus viajes estaban señalados con alguna anécdota singular. 
Referimos aquí una, de la que no recordamos con precisión el tiempo en que sucedió; pero ciertamente fue después de abierta al culto la 
iglesia de María Auxiliadora. Declaramos también que no hay que confundirla con otras semejantes. 

Viajaba, pues, don Bosco en un vagón de segunda clase con varias personas. Iba entre ellas un señor bien vestido, que empezó a hablar 
mal del Arzobispo, después del marqués Fassati y de muchos centros de beneficencia. Luego, se puso a criticar la dirección de la Obra del 
Cottolengo y, por fin, al mismo don Bosco, con las palabras más injuriosas, porque, ((610)) según decía, había despilfarrado mucho 
dinero para edificar una iglesia en vez de socorrer a los pobres. 

Don Bosco no había resollado, cuando he aquí que una mujer, que llevaba consigo a su hijito, dijo a aquel señor: 

-Perdone, señor; sin duda, usted habrá dado mucho dinero a don Bosco para exigir que no lo malgastara en esa iglesia. 

-»Cómo?, respondió aquél; »dar dinero a don Bosco? Antes lo tiro a la calle. 

-Entonces no tiene motivo para quejarse, añadió la señora. 

Un judío, que no conocía personalmente a don Bosco, pero éste sí que le conocía a él, empezó a defenderlo, diciendo que era una 
persona honrada y que él le había mandado cincuenta liras para la iglesia. 

Enfadado por aquella oposición, el malhablado sujeto empezó a despotricar contra el Oratorio con palabras y frases tan indecentes y 
desvergonzadas, que aquella buena señora hizo levantar a su hijo y, 
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poniéndole la cabeza sobre sus rodillas, lo tapaba como jugando con el mantón, y cubría por último con las manos sus oídos. 

Aquel hombre, al ver esto, le dijo: 

-»Qué hace usted, señora, no ve que acabará por ahogar al niño: 

-Prefiero que quede ahogado aquí, respondió la mujer, a que tenga que oír palabras como las suyas. 

Aquel señor soltó una carcajada descarada, exclamando: 

-íYa! íLa gente educada por los curas se escandaliza de todo! »A qué tanta delicadeza? Al fin y al cabo son cosas de este mundo. 

Y seguía riendo a carcajadas, compadeciendo la ingenuidad, decía él, de aquella señora, y usando frases indecentes. 

La buena madre estaba roja de vergüenza; y don Bosco, que hasta entonces había callado, salió en su defensa y exclamó: 

((611)) -íBasta ya! Es hora de acabar. 

-»A quién se refiere? 

-A usted; sus palabras no son dignas de personas civilizadas y mucho menos ante señoras. 

-No necesito que me dé lecciones. 

-Pues buena falta le hacen. 

-Soy capaz de hacerle tragar las palabras que ha dicho. 

-»Cree usted que me da miedo? Ni usted, ni ciento como usted. 

-»Qué quiere decir con que no tiene miedo? Haga la prueba... 

-Sí, digo y repito que no le tengo miedo. Si tuviera que vérmelas con un villano y mal educado, entonces sí; pero, tratándose de una 

persona de buena familia, que goza de buena posición en sociedad, instruida, cabal, no temo que llegue a las manos y estoy seguro de que 
las cuestiones se arreglarán razonando. 

Ante réplica tan imprevista, aquel señor quedó perplejo y, calmándose un tanto, preguntó: 

-»Es que usted me conoce? 

-Ciertamente. El comendador B...... 

Este llevaba los asuntos del marqués Fassati y también había hablado de su Jefe de la forma más deshonrosa. 

Al verse derrotado por un cura y sin saber quién era, después de un corto silencio, deseando tomar la revancha de algún modo, volvió a 
decir: 

-Pero »y ese perillán de don Bosco que sabe engañar tan bien a la gente? Amontona dinero, so pretexto de mantener a sus muchachos, y 
después compra campos y viñas en Castelnuovo y enriquece a sus hermanos que tienen caballos y coche. 

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-Perdone, señor; usted está mal informado; don Bosco no tiene hermanos. 

-»Usted qué sabe? Yo le conozco bastante. 

-Y yo vuelvo a repetirle que don Bosco no tiene hermanos, ((612)) y, por consiguiente, no pueden tener caballos ni coche, y, si va a 
Castelnuovo, todos le podrán decir que los sobrinos de don Bosco son unos campesinos como lo era su padre. Vea, pues, cómo hablando 
de lo que no se sabe, se corre el riesgo de pasar por mentiroso. Y, además; »cree prudente hablar mal públicamente de una persona de la 
que puede recibir un perjuicio? Por ejemplo, »si el marqués de Fassati llegara a saber lo que ha dicho de él, estaría contento? 

-Lo que he dicho ha sido a modo de conversación. 

-»Y llama usted conversación denigrar de ese modo a un personaje, cuya ejemplar caridad todos conocen? »Cree usted que eso no es 

nada? »No piensa que alguien pueda referir al Marqués, que le da el pan, lo que usted se permite decir en su contra? 

-No creo haya aquí quien pueda decírselo, a no ser que vaya usted a contárselo. 

-»Y si yo fuera? 

-No creo que usted lo haga. 

-Sin embargo le aseguro que la primera vez que yo me entere de que usted ha sostenido conversaciones inmorales y escandalosas, iré 

enseguida a contárselo al Marqués. Que le sirva esto de norma, porque yo cumplo lo que prometo. 
-Le aseguro, dijo aquél tartamudeando... y declaro que jamás tendré semejantes conversaciones... para darle gusto, imagínese... pero 

»quién es usted? 

-Yo soy... íel sacristán de don Bosco! 

Miró aquel señor a don Bosco y enmudeció. Estaba tan humillado que los demás viajeros contenían con dificultad la risa. Aquella 
buena madre, que ya había sacado del mantón la cabeza de su hijo, se volvió agradecida hacia el que la había defendido tan 
victoriosamente. El deslenguado empezaba a dudar quién fuera aquél con quien había discutido y se quedó cabizbajo hasta el fin del 
viaje. 

Cuando don Bosco bajó del vagón, acudieron a su alrededor varias personas, que le saludaron por su nombre. El Comendador..., ((613)) 
que también se había apeado, se acercó humildemente y le preguntó: 

-»Es usted don Bosco? 

-»Y pues? 

-Dispénseme, por favor... 
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-Escuche, le respondió con dignidad el Venerable; lo mismo que usted se ha permitido criticar a hombres inocentes y beneméritos, en 
presencia de tantas personas, creo que también yo podré referir a esos mismos hombres, en privado, lo que usted no temió decir de ellos 
públicamente. 

-Le ruego no diga nada; sería mi ruina. 

-Debemos ser justos; por lo mismo le respondo francamente; no puedo asegurarle nada. 

Insistía el Comendador con sus ruegos, pero don Bosco se mantuvo firme y no quiso prometer nada; aquél se retiró muy 
apesadumbrado. 

El 19 de abril, al atardecer, llegó a Mornese. Fue recibido con alegría por sus muchos amigos y, según su costumbre cuando iba a 
cualquier población, predicó, confesó y visitó a los enfermos. Visitó también el amplio colegio en construcción, destinado en el primer 
momento a los jóvenes estudiantes, lejos todavía de estar acabado, aunque ya hubiera muchas dependencias habitables. Don Carlos 
Ghivarello había hecho los planos y vigilaba la construcción. Los mornesinos querían ver pronto cumplidos sus deseos, y seguían 
prestando gratuitamente el transporte de materiales en los días festivos. Don Domingo Pestarino daba vino y merienda a los transportistas 
y pienso a los borricos y a los bueyes. Las hijas de María se desparramaban por los viñedos y recogían piedras, que arrimaban hasta el 
camino, adonde iban los carros a cargarlas. 

Don Bosco habló con don Domingo Pestarino sobre el modo de acabar lo antes posible la grandiosa construcción; la manera de superar 
alguna dificultad financiera; de encargar a los aprendices del Oratorio puertas, ventanas, pupitres y herrajes; ((614)) y de mandar a su 
tiempo algún carpintero del Oratorio. 

Parecía totalmente preocupado por la educación de la juventud masculina; pero el conjunto de acontecimientos que se siguió deja 
entender que en su mente ya se maduraba el proyecto de reunir un nuevo grupo de almas escogidas bajo el manto de María Auxiliadora, 
que se ocuparan de las niñas. Sabía la necesidad que había de ello. Eran continuas las instancias, también de familias buenas, que le 
pedían colocara a las muchachas en algún instituto. 

A tal fin había escrito, pocos días antes, una carta a la Rvda. Madre Eudoxia, Superiora de las Fieles Compañeras de Jesús, en Turín. 
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Rvda. Madre Superiora: 

Me acaban de enviar esta carta, por lo que ruego a usted tenga la bondad de mandar a quien me escribe un prospecto de su colegio con 
las indicaciones que juzgue convenientes. 

Con esta oportunidad le auguro todas las bendiciones del cielo para usted y toda su comunidad, mientras con gratitud me profeso, 

Turín, 13 de abril de 1869. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Y no era simplemente un proyecto suyo, sino una verdadera inspiración de María Santísima, que quería recoger también a sus hijas bajo 
su manto de Auxiliadora. »Y dónde establecer el primer colegio? En Mornese, lejos de los centros comerciales, de los ferrocarriles y sin 
facilidad de coches. »Cuándo y con qué medios? Dios lo sabía y eso le bastaba. »Buscaría don Bosco las primeras profesoras, educadoras 
y maestras entre las diversas órdenes ya aprobadas? íNo! Las escogería entre las Hijas de la Inmaculada de Mornese, entre aquellas 
pobres campesinas, sin instrucción, casi todas analfabetas, que no sabían pedagogía, pero a las que el Dios de las ciencias había 
predestinado. 

Ellas abrirían la primera casa de la nueva institución, recogerían las primeras alumnas y su ((615)) Comunidad llegaría a ser una 
Congregación religiosa que se formaría con maestras tituladas para la enseñanza, y reuniría millares de niñas en colegios florecientes, 
esparcidos por todo el mundo, con el nombre y la protección de María Auxiliadora. Y »a quién pondría don Bosco al frente de tan gran 
empresa? A una santa joven que, sin tener en cuenta dificultades, soportando fatigas, privaciones y sacrificios, había conseguido con viva 
caridad llevar al Señor a todas las chicas del pueblo natal. El Venerable sabía, hacía años, que era un verdadero tesoro. Bueno será 
recoger aquí algunos datos. 

Hacia el año 1862, don Bosco asistió en Acqui a una fiesta y conferencia, en la que tomaba parte el Clero, presidido por el Obispo 
monseñor Contratto. Allí se encontró con don Domingo Pestarino. Después de la fiesta, viajaron juntos, de Acqui a Alessandria, y se 
comunicaron sus ocupaciones en favor de las almas. Don Domingo Pestarino le habló de la Pía Unión de las Hijas de la Inmaculada, de 
las que era Director en Mornese, y cómo algunas de ellas habían empezado a ocuparse de las muchachas. Al llegar a Alessandria, como 
ambos debían tomar distinto camino para volver a su residencia, 
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don Bosco invitó a don Domingo Pestarino a que le visitara en Valdocco y éste, algún mes más tarde, se presentó en el Oratorio: se 
enamoró del espíritu de la Pía Sociedad y rogó a don Bosco que le aceptara entre sus hijos, ofreciéndose a sí mismo con todos sus bienes. 
Don Bosco le aceptó, pero como ya hemos dicho, quiso que continuase su apostolado en el pueblo. 

En abril de 1869 se habló positivamente de las Hijas y de su santa vida y, también sin duda, de la que precedía a todas por su buen 
ejemplo, es decir, de María Mazzarello. 

Esta admirable joven había nacido en mayo de 1837 de padres campesinos, verdaderos modelos de vida cristiana, profundamente 
convencidos de sus deberes con la prole. Con ellos creció, hecha un modelo de obediencia filial. Su padre se llamaba José y su madre 
María Magdalena Calcagno, de la vecina parroquia de Tramontana. 

((616)) Los primeros años de la niña transcurrieron dentro de la sencillez y el trabajo de los campos. Cuando cumplió los diez años, don 
Domingo Pestarino la admitió a la primera comunión, y poco tiempo después la autorizó para que comulgara todos los domingos y 
después todos los días. 

Hacia los quince años hizo voto de perpetua virginidad y, aunque habitaba en una alquería apartada, lo mismo en verano que en 
invierno, hiciera el tiempo que hiciera, ella no dejaba de asistir a la primera misa de la parroquia, y volvía a casa a tiempo para empezar 
con los demás las labores del campo. Tenía un brazo de hierro para trabajar con la azada, y era incansable. Acudía también a todas las 
tareas domésticas. 

Rezaba siempre: le gustaban las lecturas espirituales, la mortificación y el ayuno; era de conciencia delicadísima. Encontraba sus 
delicias en ir, cuando podía, a visitar a Jesús Sacramentado. 

A los diecisiete años entró a formar parte de las Hijas de la Inmaculada; aún más, fue de las cinco primeras que se adhirieron a la 
proposición de la directora, Angela Maccagno, quien más tarde vio aumentar el número hasta diecisiete. 

En 1860, apareció el tifus en Mornese y toda la familia de un tío de María cayó gravemente enferma. Ella acudió en su ayuda y fue su 
asidua enfermera durante un mes, con tanto celo que se ganó el apodo de hermana de la caridad. Sus enfermos curaron, pero al fin 
contrajo ella la enfermedad y, casi durante dos meses, estuvo en peligro de muerte. Su abandono en Dios edificó a todo el pueblo. 

Una vez curada, advirtió que había perdido sus antiguas fuerzas y que no podía resistir el trabajo en las viñas, por lo que, con permiso 
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de sus padres, y de don Domingo Pestarino, se decidió a aprender el oficio de modista. Una idea sublime la animaba: la misma que había 
movido al pastorcillo Juan Bosco a aprender los juegos de prestidigitación: poder ayudar a sus compañeras a ser buenas. 

María Mazzarello quería servirse del oficio como de un medio para salvar las almas de las muchachas. Con frecuencia le había parecido 
en sueños encontrarse ((617)) en medio de una numerosa muchedumbre de éstas. Era una idea insistente en ella. Comunicó sus proyectos 
a Petronila Mazzarello, su excelente e íntima amiga, que los aprobó y se ofreció a ser su compañera. Era el año 1861; María contaba 
entonces veintitrés años. 

Con su fiel amiga fue al sastre del pueblo, Valentín Campi, con quien aprendió a coser y a conocer las telas. La modista Antonia Barco 
la enseñó a cortar vestidos de mujer. Unos meses después, Antonia Barco salió de Mornese para ir con su marido a otro pueblo y las 
mujeres empezaron a acudir a María y a Petronila. Algunas madres de familia, al ver los trabajos bien acabados, les pidieron que 
enseñaran a sus hijas, y ellas aceptaron a dos o tres muchachas, a las que enseñaban a coser y cortar, y un poco de doctrina cristiana. 

Tenían su taller en una pequeña y oscura habitación, donde estaban incómodas; alquilaron luego un local con dos ventanas, cerca de la 
iglesia, donde pudieron admitir alguna alumna más y continuaban siendo de buen ejemplo para todas. Su celo les llevaba a dar avisos 
cristianos a las muchachas mayores y a las mismas madres, que iban a encargarles trabajos. 

Albergaban también algunas niñas necesitadas. Un comerciante se quedó viudo con dos hijas, y pidió a las dos amigas que las tuviesen 
con ellas, día y noche, porque él andaba siempre fuera de casa y no podía atenderlas. María las aceptó y tomó enseguida en arriendo dos 
habitaciones en la otra parte de la calle, frente a su taller; había sitio para cinco camas en cada una y acogió a cinco niñas. Petronila iba a 
dormir con ellas y les hacía de madre, cuidándolas y enseñándoles el temor y el amor de Dios y las prácticas de piedad. 

Las familias mandaban la comida para las niñas, ya que María y Petronila iban a comer y a cenar con sus padres, a distinta hora, para no 
dejar nunca solas a las alumnas. 

((618)) Así estaban las cosas cuando don Domingo Pestarino fue al Oratorio por vez primera. Don Bosco oyó con gusto el relato de la 
vida ejemplar de las dos campesinas y don Domingo, a su vuelta, llevó dos medallas de la Virgen, una para María y otra para Petronila, y 
les dijo: 
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-Os las manda don Bosco, y me ha encargado os diga en su nombre, que las llevéis con devoción, porque os librarán de muchos males y 
os ayudarán en todas las vicisitudes de la vida. Me ha dicho también que os recomiende que recéis mucho, pero que sobre todo procuréis 
impedir la ofensa de Dios, aunque sólo fuera un pecado venial. 

Las dos jóvenes no conocían a don Bosco, pero supieron por don Domingo que era un santo sacerdote que trabajaba en favor de la 
juventud. El Venerable quizá vio ya en María Mazzarello la piedra fundamental del instituto que él fundaría para las niñas; sin embargo, 
guardó sobre este proyecto una prudente reserva. 

La medalla regalada fue como un premio a la labor que desarrollaban: y las recomendaciones, la primera prueba de los paternales 
cuidados que el Venerable dispensaría al nuevo Instituto. 

María y Petronila, sin ni siquiera imaginar lo que el cielo dispondría un día, continuaban con su taller lo mejor que podían, sin ninguna 
clase de reglamento. Pero don Domingo Pestarino, que fue a Turín para la fiesta de san Francisco de Sales de 1863, les llevó un horario, 
que dijo estaba escrito por el mismo don Bosco, se lo explicó, de acuerdo con las ideas que el Venerable le había expuesto, y les 
recomendó que lo observaran. Era, con alguna variante, el mismo del Oratorio, y resultaba como un primer paso para infundir en ellas el 
mismo espíritu. 

María, que ya llevaba con las más santas industrias a sus alumnas por las sendas del bien y la frecuencia de los sacramentos, empezó 
también un poco de oratorio en un patio pequeño, contiguo a las ventanas del taller. Invitó, las primeras, a sus alumnas, las cuales, el 
domingo siguiente llevaron a otras y después más, de modo que, al poco tiempo, se reunían allí todas las chicas del pueblo. 

((619)) Como era muy reducido el lugar, después de comer salían al descampado e iban hasta una capilla, que distaba un cuarto de hora 
del pueblo. Allí se divertían hasta que sonaba la campana de la parroquia para el catecismo. Acudían a la iglesia, asistían a las funciones 
parroquiales y se marchaban luego a sus casas. En el buen tiempo volvían hasta la capilla de San Silvestre, donde reemprendían sus 
cantos y sus juegos. María Mazzarello siempre estaba con ellas; inventaba cada vez nuevos entretenimientos, les contaba hechos 
edificantes y daba sinceros y prudentes consejos y avisos a las que los necesitaban. Quería que venciesen el respeto humano, que huyesen 
del pecado y fueran cristianas fervorosas. Y lo lograba, porque todas la querían y obedecían, y era tal su influencia que ya ninguna joven 
iba a los bailes. 
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En octubre de 1864, fue don Bosco a Mornese con un centenar de sus muchachos. Ya describimos en otro lugar este paseo. María y las 
demás Hijas de la Inmaculada se encargaron, por orden de don Domingo Pestarino, del alojamiento, la cocina y la preparación de las 
mesas. El día de la llegada, don Domingo presentó a don Bosco las Hijas de la Inmaculada y le rogó que las bendijera. El Siervo de Dios 
accedió y les dirigió unas palabras, animándolas a ser constantes en la práctica de la virtud y de la vida que habían abrazado. Su palabra 
sencilla, pero ardiente como el corazón de donde brotaba, resultó eficaz, porque estaba animada del espíritu de Dios. Aquellas buenas 
muchachas quedaron santamente impresionadas y sintieron aumentado su fervor. 

María experimentó dentro de sí algo extraordinario, que no sabía explicar. Las palabras del Siervo de Dios respondían plenamente a los 
deseos y afectos de su corazón; habría querido que no cesara de hablar y se habría estado escuchándolo siempre. Cuando les dijo don 
Bosco que podían ir a sus ocupaciones, ella partió contenta de haberle visto de cerca, pero ardiendo en deseos de volver a verle y oírle. 
Pudo ((620)) apagar su deseo durante las tardes que don Bosco permaneció en Mornese. Daba éste una charla a los muchachos, y ella 
despachaba deprisa o suspendía sus quehaceres y volaba a escucharlo. Se colocaba lo más adelante que podía, en medio de aquella 
muchedumbre. No es posible describir la expresión de su rostro y la atención con que escuchaba. Petronila y las compañeras le decían: 

-»De dónde sacas valor para meterte en medio de tantos hombres y jóvenes? 

Y ella respondía: 

-íDon Bosco es un santo, un santo... y yo así lo siento! 

Y se alegraba del aprecio en que era tenido el Venerable. Llegó al colmo su entusiasmo con el sermón que pronunció don Bosco en la 
parroquia sobre la eficacia de la protección de María Santísima. 

De este modo hacía Dios que María Mazzarello conociese al Venerable y la preparaba poco a poco, sin que ella se diera cuenta, para 
cooperar en su gran obra de salvación de la juventud. 

Don Domingo Pestarino, que tenía casa propia en el centro del pueblo, se había construido una casita junto a la iglesia parroquial, con 
cinco habitaciones en la planta baja y cuatro en el piso superior. Vivía en ella él solo, especialmente en el invierno, porque quería estar 
muy temprano en la iglesia para la misa y las confesiones. Todos los del pueblo eran sus penitentes, salvo una docena. Tenía la intención 
de ceder, con el tiempo, aquella casita a las Hijas de la 
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Inmaculada, no sólo para sus reuniones, sino también para vivienda de las que quedaran huérfanas y no pudieran o no quisieran vivir con 
sus hermanos o hermanas. 

En 1865 fue don Domingo Pestarino a Turín, como cada año, para la fiesta y conferencia de San Francisco de Sales y, de acuerdo con 
don Bosco, se determinó que era mejor que cediera enseguida su casa para el fin indicado. Volvió a Mornese y, en secreto y con 
prudencia, preguntó una a una a las Hijas de la Inmaculada, quién deseaba entrar en su casa y quién no. Fueron varias las que declararon 
que querían vivir en familia. María no sólo se declaró dispuesta a pasar ((621)) a la nueva vivienda, sino que, radiante de alegría, 
exhortaba a otras a seguirla. Se consideraba feliz de poder realizar su idea de dedicar, sin trabas, toda la vida en favor de las niñas. 

Cinco Hijas de la Inmaculada se aposentaron en ella con tres alumnas, a las que después se añadieron algunas más. La casa se tituló 
Casa de la Inmaculada. Don Bosco les envió una maestra de Fontanile, pero poco tiempo después se marchó. 

Aquellas jóvenes no tenían intención de formar una Congregación, ni tampoco don Domingo Pestarino. El, de acuerdo con el consejo 
de don Bosco, les había dicho prudentemente: 

-Viviréis aquí a prueba; seguiréis haciendo lo que hacíais en el taller de antes y, luego, ya veremos. Si alguna quiere volver a su casa 
siempre podrá hacerlo libremente. 

En 1867 volvió don Bosco a Mornese, como ya se ha dicho, para asistir a la bendición de la capilla del colegio en construcción. En 
aquella ocasión visitó la Casa de la Inmaculada y dio una conferencia a las Hijas de María, pero ni siquiera entonces dejó traslucir sus 
proyectos, pues estaba acostumbrado a no adelantarse, sino a seguir las órdenes de la divina Providencia. 

Y tampoco en 1869, cuando su decisión estaba ya cerca, dijo la finalidad que tendría el nuevo colegio en construcción. Se limitó a 
solicitar la conclusión, demostrando que había concebido grandes cosas para la inauguración de aquel edificio. 

Desde Mornese escribió a don Miguel Rúa sobre otros asuntos. 

Queridísimo Rúa: 

Mientras voy ajustando algunas cosas, te escribo sobre otras que tú podrás arreglar en mi lugar: 

1.° Había dicho que el próximo domingo iría a comer en casa del caballero Archini; pero, como me han salido diversos compromisos 
para ese día, conviene le avises que tenga la bondad de aplazar para cualquier otro día su ((622)) invitación. Así podré entretenerme más 
tranquilamente con su familia. 
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2.° Di a don Angel Savio, que no deje de pasar esta semana por casa del caballero Turvano, o bien que vaya a ver el otro local que está 
frente a la alameda y que linda con la nueva compra del conde Tornielli. 

3.° Di a don Ch..... que el domingo pasado le mandé a buscar y no me fue posible dar con él: le dirás si las Reglas permiten ir a donde 
se quiera sin permiso, y que me parece que ya es tiempo de acabar. 

4.° Se solicite la moldura para el cuadro de san Pedro. 

5.° Busca un poco o haz buscar a ver si es posible encontrar mi Historia Eclesiástica, ya en folios y con correcciones, y preparada para 
la imprenta. 

6.° Lleva o haz llevar la carta adjunta al abogado Boghino para el fin que en ella se indica. 

Saluda a Goffi y a don Juan Cagliero y a toda esa noble compañía. Dios nos bendiga a todos. Amén. 

Créeme siempre, 

Mornese, 21 de abril de 1869. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

P. S. -Estaré en casa el jueves por la tarde. Alguna noche remacha la cuestión de las malas conversaciones entre los aprendices. 
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((623)) 

CAPITULO XLIX 

DON BOSCO VUELVE A TURIN -CONVENIO DE MISAS Y SUFRAGIOS CON UNA BIENHECHORA -NUEVA EDICION DE 
LA HISTORIA ECLESIASTICA -GRAN CONCURSO DE GENTE EN TORNO A DON BOSCO -CIRCULAR A LOS PADRES 
MOROSOS EN EL PAGO DE LA PENSION, AMENAZANDO CON DESPEDIR A SUS HIJOS -MOTIVOS Y EFECTOS DE ESTA 
CIRCULAR; CARIDAD DE DON BOSCO CON LOS MUCHACHOS BUENOS -DESAGRADABLE ENCUENTRO DE DON 
PABLO ALBERA CON EL ARZOBISPO -DON BOSCO SIEMPRE RESPETUOSO Y AMABLE CON MONSEÑOR -CARTA DE 
DON BOSCO AL RECTOR DEL SEMINARIO CON RELACION A SUS CLERIGOS 

DE vuelta a Turín, fue don Bosco a comer en casa del caballero Félix Archini, con quien, lo mismo que con toda su familia, tenía gran 
amistad. Como este nombre aparecerá más de una vez en estas páginas, diremos, ya ahora, lo de su convenio sobre misas y sufragios. 

Solía el Venerable recordar con frecuencia a los alumnos internos el nombre y los méritos de sus bienhechores y la obligación perpetua 
del agradecimiento. Pocos días antes había hecho el siguiente convenio con la familia Archini. 

Convenio entre la noble señora doña Serafina Archini Cauvin, de Niza Marítima, hija del difunto Santiago y esposa del noble caballero 
Félix, coronel retirado, y el muy reverendo don Juan Bosco, director del Oratorio de San Francisco de Sales de Valdocco, o quien le 
represente. De acuerdo con su amado consorte, el caballero Félix, la señora Archini ((624)) entrega al mencionado don Juan Bosco la 
renta de cien liras anuales con las siguientes condiciones: 

1.ª Que mientras viva doña Serafina Archini, hasta el día de su muerte, se celebrarán cada año algunas misas, una de ellas de réquiem 
con asistencia y comunión de los muchachos del Oratorio y oraciones en sufragio del alma del difunto Barón y amigo, caballero 
Francisco Bozzi, el 27 de mayo día de su aniversario. 

2.ª A la muerte de doña Serafina Archini se suspenderá dicha misa por el Barón, caballero Francisco Bozzi,y se cambiará para siempre 
por una misa también de réquiem y oraciones por el alma de dicha doña Serafina Archini. 

3.ª Se celebrarán, además, otras tres misas rezadas anuales, como sigue: una, en honor de la Santísima Virgen Dolorosa, el viernes de 
Pasión; otra, el día 4 de mayo, en sufragio de la difunta Margarita (Milita) Castelli Cauvin, y la tercera, el 7 de septiembre, en sufragio 
del difunto Santiago Cauvin. 
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4.ª Después de la muerte del caballero Félix Archini, las tres misas rezadas se cambiarán por una misa de réquiem con asistencia, 
comunión y oraciones de los muchachos del Oratorio en el día de su aniversario. 

El que suscribe, don Juan Bosco, director del Oratorio de San Francisco de Sales, o quien le represente, se obliga a cumplir cuanto en el 
presente convenio se contiene. 

Turín, 17 de abril de 1869. 

JUAN BOSCO, Pbro.
Dña. SERAFINA ARCHINI CAUVIN MIGUEL RUA, Pbro.
Prefecto del Oratorio de
San Francisco de Sales


Momentos de apuro muy especiales obligaron a don Bosco a hacer otros convenios similares, pero después determinó no aceptar por 
vía ordinaria ninguno más, especialmente con carácter perpetuo: 1.°, porque se consumen los capitales y quedan las cargas a los 
sucesores; 2.°, porque la asistencia de los muchachos a estas misas cantadas resulta con frecuencia un desorden para el horario de la casa. 

Mientras tanto él había reemprendido su trabajo para una nueva edición de la Historia Eclesiástica, muy enriquecida y corregida. Quitó 
la forma de diálogo y en cierto modo resultó una obra nueva. Entre los muchos avisos que daba a los jóvenes, añadió uno para ponerlos 
en guardia contra las Sociedades Secretas. 

((625)) Molestábanle mucho durante estos trabajos las visitas de los fieles. 

El 24 de abril escribía don Juan Bautista Francesia a la Madre Galleffi: 

«Don Bosco está bien, realmente asediado por miles de personas. Nos preparamos para el mes de mayo y la novena de María 
Auxiliadora. Se esperan muchas cosas para aquel día y muchas gracias que María seguramente concederá». 

Contemporáneamente, y para remediar un grave desorden en la administración del Oratorio, al acabarse el segundo trimestre del curso 
escolar, el Venerable hacía enviar una circular a los padres y bienhechores de los alumnos estudiantes, que habían prometido pagar una 
cuota mensual de cinco, diez, doce, quince y hasta veinticuatro liras el primer trimestre y que, después, no se preocupaban, 
deliberadamente o por negligencia, de cumplir su deber. 

Eran miles y miles de liras que anualmente el Prefecto no podía 
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exigir; una grave deficiencia para los pagos de quien tenía que mantener gratuitamente otros centenares de alumnos. 

Decía la circular: 

...Señor: 

Me apresuro a comunicar a V. S. que, de acuerdo con el reglamento de esta Casa, la pensión o cuota establecida al aceptar a los 
alumnos, debe pagarse por trimestres adelantados, y que, el incumplimiento de este artículo, presupone la llamada del jovencito junto a 
sus padres. 

Si, por tanto, no cumple V. S. este artículo del reglamento dentro de quince días, deberemos, muy a pesar nuestro, enviar a V. S. al 
alumno mismo, para solicitar lo que se debe. 

Acepte los sentimientos de aprecio y respeto con que celebro profesarme, 

De V.S. 

Seguro servidor
MIGUEL RUA, Pbro.
Prefecto del Ortorio


Esta disposición no era en verdad una simple cuestión económica. Era un medio oportuno para alejar del Oratorio a los indignos y 
holgazanes, para reivindicar los derechos de la justicia, puesto que ciertas personas pudientes, con engaños y por sórdida avaricia, hacían 
mantener e instruir por la ((626)) caridad pública a sus hijos; era un medio para recordar la beneficencia prestada a los internos del 
Oratorio. 

Don Miguel Rúa, fiel ejecutor de las órdenes de don Bosco, era ejemplar en los deberes de su oficio. Logró cobrar algunas cantidades, 
envió alguno a sus padres y don Bosco, a quien recurrían los más invocando caridad, tenía que contestar benignamente concediendo 
demora de pago a unos y hasta perdón de la deuda a otros. Este favor lo alcanzaron muchos jóvenes verdaderamente buenos, que don 
Bosco se quedó consigo, sin preocuparse de las ideas y condiciones de sus familias. Era siempre el triunfo de la caridad. 

Entre las numerosas y conmovedoras anécdotas que tuvieron lugar contaremos solamente dos. 

Erase un muchacho bonísimo cuyos padres, pobres, no podían pagar la exigua pensión prometida. Habiéndose enterado de la 
intimación enviada a sus padres, presentóse conmovido a don Bosco, suplicándole que no le mandaran a casa. 

-Tranquilo, le respondió el Siervo de Dios. 

-Sí, pero entre tanto... 

-Si te hacen salir por la puerta de Oratorio, vuelve a entrar por la de la iglesia de María Auxiliadora, y nadie te molestará. 
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El corazón del joven quedó ligado para siempre a don Bosco, y se ratificó en él la vocación al estado religioso. 

Otro hecho, que demuestra la caridad de don Bosco, nos los cuenta el salesiano don Antonio Aime: 

Era el año 1877. En el Oratorio se celebraba con gran fervor el mes de marzo en honor del Patriarca San José. A mediados de dicho mes 
recibí una carta de mi hermana en la que me decía que no podía seguir pagando mi pensión y mis gastos en el Oratorio y, por tanto, que 
debía volver al pueblo para empezar otra carrera; tanto más que el Prefecto le había escrito diciendo que, si no pagaba, me enviaría a casa. 
No puedo explicar la angustia que experimentó mi corazón todo aquel día, por la noche y a la mañana siguiente. Lloré y recé para que el 
Señor me inspirase lo que debía hacer. Al día siguiente me sentí inspirado para recurrir a san ((627)) José; acudí a él, me postré a los pies 
de su altar, le ofrecí las oraciones de mis compañeros tan buenos y fervorosos y permanecí durante largo tiempo, como esperando una 
respuesta. Me levanté y salí de la iglesia con los párpados enrojecidos de tanto llorar. 

A la puerta de la sacristía me encontré con el sacerdote don Joaquín Berto, quien, al verme tan triste y desconsolado, quiso a toda costa 
que le dijera la causa. Como no me dejaba hablar la emoción, le entregué la carta de mi hermana, la factura y la carta del Prefecto. La 
leyó don Joaquín y me dijo: 

-Tranquilo, tranquilo, ven conmigo; don Bosco lo arreglará todo. 

Me llevó a la habitación del amado Padre y le entregó los documentos indicados. Don Bosco los leyó atentamente, después, sonriendo, 
me mandó sentar en el sofá junto a su mesa y, sacando del cajón una tabaquera de rapé, quiso que tomara un poquito. Cuando me vio 
estornudar estrepitosamente se echó a reír de tal modo que también yo me puse a reír con él. Entonces, el buen Padre me dijo: 

-Ahora estoy contento, porque te veo alegre. Vete enseguida al señor Prefecto y dile que don Bosco se encarga de pagar tus deudas 
pasadas, presentes y futuras y, por tanto, que, de ahora en adelante, me presente siempre a mí tus cuentas. 

Dejo... que imagine cada cual mi alegría y el agradecimiento que a partir de aquel momento sentí en mi corazón al gran Patriarca San 
Jose y a nuestro amado Padre don Bosco. 

Desde aquel día me sentí salesiano y con la gracia de Dios espero morir en nuestra amada Congregación. 

A fines de abril aconteció un hecho desagradable que nos parece no debemos pasar en silencio. No se podría tener una idea justa de la 
lucha sostenida por la naciente Pía Sociedad, si se callaran ciertos episodios. 

Había ido el arzobispo monseñor Riccardi a administrar la Confimación en None, patria chica de don Pablo Albera. El párroco, teólogo 
Abrate, había reunido a los sacerdotes de su parroquia y a muchos párrocos circunvecinos: y con ellos al teólogo Borel y a don Pablo 
Albera, salesiano, a quien él había ayudado. Don Pablo Albera, para dar gusto al Párroco, que agradeció mucho la idea, leyó una poesía al 
Arzobispo, el cual ni siquiera le dirigió la mirada, de 
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modo que el mismo familiar de Su Excelencia rezongaba lamentándose de aquella desatención. 

Al final de la comida, don Pablo Albera fue presentado al Arzobispo. Tomóle éste de la mano, le echó un brazo al cuello y, apretándole 
la cabeza contra su pecho, empezó a decirle: ((628)) -Vosotros no sabéis quién es vuestro Arzobispo, no le queréis, sólo queréis a don 

Bosco: don Bosco lo es todo para vosotros y no pensáis más que en él. 

Don Pablo Albera contestó: 

-Yo quiero a mi Arzobispo, pero si soy sacerdote se lo debo... 

El Arzobispo le interrumpió diciendo: 

-Callad, callad. No puedo explicarme cómo queréis tanto a don Bosco. »Qué santidad es la suya? Un sacerdote que se atreve a escribir a 
su Obispo diciendo: que se extraña, porque le he mandado que envíe a sus clérigos a estudiar el cuarto año de Teología en el Seminario. 
Es un soberbio, que no quiere estar sujeto. Quiere fundar una Congregación para sustraerse a la autoridad del Arzobispo. Si es santo, 
demuéstrelo siendo obsequioso con su Superior. 

A don Pablo Albera se le saltaron las lágrimas; quería hablar, quería defender a don Bosco y empezó a decir: 

-Monseñor... 

Pero el Arzobispo, atajándole, siguió diciendo: 

-Callad, callad: he sabido por Roma que han aprobado vuestra, así llamada, Congregación; pero »qué es esa vuestra Congregación? Es 

una miseria y estoy convencido de que de aquí a diez años no se hablará más de ella; no puede ser de otro modo. íVeremos, veremos! 

Y siguió voceando contra don Bosco. 

Casi todos los presentes aprobaban lo que decía el Arzobispo. 

Don Pablo Albera, triste y dolorido, se encontraba ante una nueva aflicción. Trató de soltarse, pero no pudo; el brazo del Arzobispo lo 
tuvo apretado durante los diez minutos que duró el coloquio. 

Después, salió el Arzobispo hacia el coche, acompañado por el clero, pero no dijo una palabra a don Pablo Albera que le seguía 
respetuosamente. 

Al informarse de lo sucedido, el Párroco, que había estado ausente durante el coloquio, exclamó: 

-Siento no haber estado presente, porque yo le habría contestado y le habría dicho que don Bosco, después ((629)) de mi 
recomendación, aún ahora mantiene, instruye y educa en su Oratorio una decena de alumnos de mi parroquia, los cuales dan esperanzas 
de llegar a ser piadosos y celosos sacerdotes. 
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El Siervo de Dios, que no esperaba ayuda y premio de los hombres, sino de Dios, no se desconcertaba por esto y decía a don Pablo 
Albera, cuando le contó lo que había sucedido en None: 

-Monseñor Riccardi no tiene nada contra don Bosco y los suyos: lo que, tal vez, le mueve a hablar, diría yo que es el celo exagerado por 
su diócesis o el efecto de un informe malévolo de alguno que está en contra nuestra. 

Otros salesianos oyeron frases semejantes varias veces de labios de don Bosco. 

Por su parte, el Venerable fue siempre respetuoso y afectuoso con Monseñor y buscó siempre el evitar todo mal entendido. Una carta, 
escrita por él al canónigo Vogliotti, Rector del Seminario y Provicario General, decía: 

Rvmo. Señor Rector: 

He aquí la lista de los clérigos de la Diócesis de Turín que quieren formar parte de la Congregación de San Francisco de Sales, que 
ingresaron en esta casa antes de los catorce años. Dos pasaban de la edad; uno de ellos es Mussetti, que está aquí probablemente sin una 
firme resolución de quedarse del todo. De momento no tiene con qué vestirse, ni casa, ni con qué mantenerse, por lo que creo que no es el 
caso de consultarle por miedo a que la necesidad le estimule a decir de palabra lo contrario de lo que siente en su corazón. Por lo demás, 
su conducta es buena. En las próximas vacaciones de otoño, pienso que haga cada uno una tanda de ejercicios normales y en esa ocasión 
examine bien su vocación para que se ponga en las debidas relaciones con su Superior Eclesiástico, en el caso de que no se manifestaran 
claramente los signos de vocación religiosa. 

Le pido, como un verdadero favor, tenga a bien darme los avisos y consejos que usted juzgue son para mayor gloria de Dios. Y con la 
más profunda gratitud, le auguro todas las bendiciones celestiales y me profeso, 

De V. S. Rvma. 

Turín, 20 de mayo de 1869. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D.: Será para mí un verdadero placer se sirva de nosotros y de esta su casa para todo lo que seamos capaces. 
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((630)
)


CAPITULO L 

DON BOSCO, DON JUAN BONETTI Y LOS VALDENSES -DOS RESPUESTAS DE DON JUAN BONETTI A LAS OBJECIONES 
DE UN PASTOR PROTESTANTE -CARTA DE DON BOSCO PIDIENDO AYUDA PARA LA COMPRA DE UN TERRENO 
JUNTO AL ORATORIO DE SAN LUIS EN PUERTA NUEVA -CONMOVEDORAS CIRCUNSTANCIAS DE LA MUERTE DE UN 
MUCHACHO Y LA MISERICORDIA DE DIOS -UNA RECOMENDACION INEFICAZ -LA LEY QUITA A LOS CLERIGOS 
TODA EXENCION DEL SERVICIO MILITAR -DON BOSCO PROMETE A SUS CLERIGOS QUE NINGUNO IRA A PRESTAR 
EL SERVICIO MILITAR -CARTA DE UN CLERIGO AL VENERABLE -ESTE SE ACONSEJA CON EL CABALLERO CANTON 
PARA OBTENER DEL GOBIERNO ITALIANO LA IGLESIA DEL SANTO SUDARIO -PETICION DEL SIERVO DE DIOS AL 
MINISTRO MENABREA -EL CABALLERO CANTON AVISA A DON BOSCO QUE HAY OTRO SACERDOTE QUE PRETENDE 
LA DIRECCION DE LA IGLESIA DEL SANTO SUDARIO 

VOLVEMOS sobre las huellas de los pasos continuos de don Bosco y sus colaboradores para arrancar de los lazos del protestantismo a 
los que habían sido atrapados y para librar de los mismos a muchos otros, especialmente a los jóvenes. No ahorraba ningún medio: 
opúsculos, cartas, conversaciones, escuelas católicas, conferencias. Toda suerte de ideas y trabajos eran poco para él con tal de cumplir 
esta su misión sacerdotal. 

Don Juan Bonetti, director del seminario menor de Mirabello, había sido adiestrado por él para combatir la herejía. Había aprendido 
perfectamente los métodos de don Bosco, había asistido a alguno de sus diálogos con los Valdenses, ((631)) sabía de memoria todos sus 
folletos de discusión, poseía, como ya hemos dicho, amplios y profundos conocimientos de historia eclesiástica y teología. El Venerable 
se servía a veces de él para contestar a los enemigos de la Iglesia, y don Juan Bonetti no hacía ni escribía nada sin su consejo. Los herejes 
se dieron cuenta del nuevo y valiente adversario, quizá con motivo de algún sermón por la zona de Casale; y un pastor protestante de la 
provincia de Alessandria le escribió presentándole las 
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acostumbradas objeciones contra la Iglesia Católica. Don Juan Bonetti le respondió así: 

Muy señor mío: 

A través del señor Arcipreste de Pietra Marazzi he recibido el reciente 6 de abril su nuevo escrito. Lo he leído y, a la vista de las 
cuestiones que usted propone, será difícil agotarlas, si no es con muchos y grandes volúmenes. Para evitar confusiones y discutir dentro 
de unos límites razonables, de los que se puedan obtener lógicas y útiles consecuencias, conviene que nos atengamos a unos principios de 
donde parta la discusión. A mi parecer, todas las culpas que usted achaca a la Iglesia Romana se pueden reducir esencialmente a ésta. Que 
ella ha añadido a la palabra de Dios, que según usted mismo está contenida totalmente en la Biblia, tradiciones humanas, invenciones 
humanas; ha rechazado, en resumidas cuentas, esta máxima: que la Sagrada Escritura es la única regla de fe y de moral. Para concretar los 
términos de semejante discusión ante todo debemos examinar: 

1.° »De qué Biblia se sirve usted? »Del texto original en que se escribieron los libros santos o bien de una traducción de los mismos? Y 
en tal caso »de cuál y sobre qué texto se hizo? 

2.° »Cómo me demuestra la autenticidad de la Biblia, y que, por ejemplo, Mateo, Marcos, Lucas, Juan son los autores de los cuatro 
evangelios y no otros? 

3.° Una vez me haya contestado, si le parece bien, hablaremos sobre la inspiración divina y sobre la interpretación de la Sagrada 
Escritura. 

Me ha inducido a proponerle este método de discusión, el haberme recordado usted al infeliz De-Sanctis, de quien se dice amigo 
íntimo. Sepa que el tal De-Sanctis sostuvo, después de su apostasía, varias conferencias religiosas con un sacerdote católico que vive 
todavía, muy conocido en toda Italia por su doctrina y su caridad, el cual recibió pruebas de particular aprecio de los Protestantes. En 
dichas conferencias se comenzó por la Biblia, como yo propongo, y terminó De-Sanctis dándose por convencido y dispuesto a volver a la 
Iglesia Católica; pero, únicamente por el triste motivo de la familia, no mantuvo su palabra. »Quién sabe si ((632)) una discusión lógica, 
imparcial sobre el mismo principio, pese a la firmeza con que usted se manifiesta que quiere perseverar en la secta evangélica, no termine 
por volverle a la Iglesia Católica, Apostólica, Romana de la que usted se ha alejado? 

Y, puesto que le escribo en el mes de mayo, cuando nosotros los católicos honramos especialmente a la augusta Madre del Salvador, le 
añado un consejo, una oración. íCuántas veces, también usted, habrá invocado a María sobre las rodillas de su madre! Pues bien, repita, 
una vez más, las palabras del ángel dirigidas a María: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las 
mujeres. Son palabras de un espíritu celestial y registradas en el evangelio, por el que profesa tanta veneración. 

Yo, entre tanto, aborreciendo sus errores, pero amando a su persona, no cesaré de rezar a Dios, para que le ilumine, y termino 
expresando mis deseos de que llegue un día en el que usted, en vez de repetir el apóstrofe del pobre De-Sanctis a Roma, con el que acaba 
su escrito, se goce exclamando con el gran Bossuet: «íOh Iglesia Romana, santa Iglesia Romana, madre de todas las iglesias y madre de 
todos los fieles, nosotros estaremos siempre adheridos a tu unidad en lo más íntimo de nuestro corazón! Que se seque mi lengua y se 
quede inmóvil en mi boca, si no ocupas siempre 
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el primer puesto en mi memoria, si no te pongo siempre en el principio de mis cantos de alegría». 

Su seguro servidor JUAN BONETTl, Pbro. 

Los protestantes se habían instalado en Pietra Marazzi hacía varios años. El Pastor respondió muy difusamente a Bonetti, y éste replicó: 

Muy apreciado Señor: 

Las muchas ocupaciones que me han tenido sujeto durante los días pasados, ocasionaron el retraso del debido encuentro, tanto más que 
hube de leer atentamente su respetable cuaderno. Yo pensaba hallar en él una respuesta clara a mis preguntas, pero usted presenta 
cuestiones que no tienen nada que ver con las nuestras. Sin embargo yo no quiero detenerme en la cuestión literaria, señalando los errores 
gramaticales de su escrito, ni tampoco emplear palabras vulgares para responder a las calumniosas expresiones en él usadas; dejemos 
aparte ruindades e insultos y contésteme claramente a las preguntas ya formuladas: 

1.° »De qué Biblia pretende servirse? Dice usted que Diodati hizo su traducción sobre el texto original griego y hebreo. Pero »quién le 
asegura que Juan Diodati ha sido fiel en su traducción? ((633)) Y cuando pueda asegurarlo, »quién le garantiza que el Evangelio de San 
Lucas, San Mateo y otros no son obra de Tito Livio, de Salustio, de Séneca, de Flavio Josefo, de Filón Hebreo o de otro escritor antiguo? 

Me indica que lea un autor católico, pero, si usted admite la creencia de estos autores, toda cuestión queda resuelta, puesto que usted, 
Dios lo quiera, vuelve al Catolicismo. 

Por tanto, si usted desea ser consecuente con usted mismo, debe seguir los principios protestantes y atenerse sólo a la Biblia. 

2.° Resuelto este primer punto, podemos pasar a otro, expresado así: 

»Cree usted que un buen católico se puede salvar en la propia religión? Los antiguos pastores valdenses Maston y Malones, el moderno 
Amadeo Bert, los anglicanos Milnes, Vatson y Gatzan dicen que sí. 
Si usted es del mismo parecer que ellos, yo no añado más que las palabras de Enrique IV rey de Francia. 

Este monarca, invitado por un congreso de pastores protestantes a seguir su secta, les hizo esta pregunta: 

-»Creéis que los católicos se pueden salvar en su religión? 

-Sí, respondieron. 

Repuso cuerdamente el Rey: 

-Si el católico puede salvarse en su religión, »por qué la habéis abandonado vosotros? Vosotros decís que el católico puede salvarse en 
su religión; los católicos, por el contrario, aseguran que los protestantes están fuera de la verdadera fe; por consiguiente es razonable que 
yo siga la religión en la que, por consenso de católicos y protestantes, puedo salvarme. 

Resueltas estas dos preguntas pasaremos a otras no menos importantes. Pero es preciso que seamos claros, positivos y que no pasemos 
a una nueva cuestión hasta que esté agotada la primera y que las partes hayan convenido en ella. Créame, señor, 

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tratándose de cosas de las que depende la futura felicidad del hombre, es necesario sentar principios claros, positivos, de los que se 
puedan luego sacar consecuencias prácticas; porque, si divagamos de uno a otro argumento, perdemos el tiempo y construimos torres de 
Babel. 

El deseo de la verdad, la caridad de Nuestro Señor Jesucristo acompañe s nuestras palabras, cualquier concepto nuestro. Yo haré de 
modo que no se me escape una palabra contra el respeto que le debo; si involuntariamente se me escapase alguna cosa inoportuna, le 
ruego me llame la atención y la retiraré con el mayor agrado. 

Ruego a Dios que le haga feliz, mientras con el debido aprecio tengo el honor de profesarme, 

Su seguro servidor JUAN BONETTI, Pbro. 

Falta la fecha de estas cartas: y, por tanto, no podemos precisar el año en que fueron escritas. Sin embargo, no podíamos ((634)) 
pasarlas por alto. »No reflejan la exquisita caridad, el celo ardiente y el amable buen gusto de las de don Bosco? 

Pero las atenciones de don Bosco se dirigían especialmente a los hijos del pueblo de Turín, contra los cuales tendían muchas insidias 
los herejes, especialmente en las escuelas. No les faltaba dinero a aquellos señores y su propaganda no les costaba ningún trabajo. 

El Venerable llamaba en su ayuda a las almas buenas porque el Oratorio de San Luis Gonzaga y sus escuelas corrían peligro de ser 
barridos. 

En la ciudad de Turín, desde 1848, contiguo al paseo de los Plátanos y gracias a un ventajoso alquiler, se abrió un Oratorio festivo con 
patio adjunto para recreo y escuelas para niños de la clase pobre o menos acomodada del pueblo, los cuales generalmente vagan por calles 
y plazas en los días festivos con gran riesgo de su quebranto espiritual. 

Aumentó la importancia de esta institución en 1850, cuando los protestantes construyeron muy cerca una iglesia con hospicio y 
escuelas. Porque, gracias a Dios, que bendijo la labor, hubo siempre gran afluencia de niños y también de mayores, al extremo de que se 
deseaba ampliar el espacio. Todo funcionaba satisfactoriamente: catequesis, pláticas, misa, confesiones, escuelas, juegos de toda clase, 
hasta que un día un incidente inesperado puso en peligro el trabajo y las esperanzas de todos. Porque con la prolongación de una calle, 
llamada de San Pío V, quedó dividido aquel lugar en dos partes, con la escuela a un lado y la iglesia a otro. 

De este modo el edificio y el patio de recreo quedaron inservibles para nuestro objeto, y se presentó la absoluta necesidad de proveer a 
aquellas pobladísimas manzanas de casas, en cuyo centro estaba la iglesia de los protestantes, de otro local para los pobres muchachos 
expuestos constantemente al peligro de la inmoralidad y de la herejía. Se encontró un local tal y como se deseaba, próximo al que 
habíamos usado 
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hasta entonces, propiedad del señor Falchero, con fachada por levante al paseo citado, poco distante de la iglesia y de las escuelas de los 
protestantes, y limitando a poniente con la calle de San Pío V. 

Tiene una superficie de casi veinticinco áreas, con alguna construcción. La superficie sería suficiente para construir una iglesia, 
escuelas y patio para recreo. Los primeros gastos ascenderían a un total de dieciséis mil liras. 

Urgiría adquirir el terreno; el resto de los gastos para la construcción correspondiente quedaría en manos de la divina Providencia que 
no faltará, pues ya tenemos pruebas de casos similares anteriores. 

((635)) Precisamente para lograr también esta suma se recurre a la caridad de las personas que la divina Providencia suscitó en tiempos 
excepcionales para ayudar a las obras que buscan el bien del prójimo y la gloria de nuestra santa Religión Católica. 

Envió una de las primeras copias de esta llamada manuscrita al conde Eugenio De Maistre. 

Oratorio de San Francisco de Sales. Turín-Valdocco, 5 de mayo de 1869. 

Muy apreciado señor conde Eugenio: 

La misma bondad con que tantas veces me ayudó debiera hacerme decir basta y no renovar mis peticiones; pero el estado miserando de 
esta ciudad y el caso excepcional de que se trata, me impelen a recurrir también a usted en este caso. 

Por el folio adjunto verá de qué se trata y cuál es la necesidad que se querría cubrir, que es como decir: arrancar a la pobre juventud de 
las fauces de la herejía. 

Le soy deudor por muchas razones y por tanto, sea cual fuere su decisión, yo no disminuiré mi celo por rogar y hacer rogar todos los 
días al Señor por usted y por toda su familia. 

No sé si su señor hermano Francisco puede también hacer algo; si cree oportuno hablarle de ello, lo confío a su prudencia. 

Le ruego presente mis humildes saludos a todos los de su familia y, augurando para cada uno de ellos copiosas bendiciones del cielo, 
tengo el honor de profesarme con la más sincera y profunda gratitud, 

De V.S. 

Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.


Aquel mismo día moría en el Oratorio un alumno, aprendiz de encuadernación: era el tercero de los profetizados por don Bosco. 
Leemos en las memorias necrológicas del Oratorio: 

5 de mayo de 1869. 

Adolfo Ciocca, natural de Giaveno, de diecisiete años de edad, murió el 5 de mayo de 1869 en el Oratorio. Era un joven de muy buenas 
esperanzas, pero, descarriado 

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por los malos compañeros, no produjo los frutos que de él se espera ban. A pesar de ello fue singular el reconocimiento que siempre 
profesó a las personas, que trabajaron para colocarle en el Oratorio. Un sueño tenido al principio de su enfermedad le hizo volver sobre sí 
mismo, se arrepintió del pasado, pidió perdón de él a Dios y al Superior y, fortalecido con los santos sacramentos, pasó a la otra vida en 
el ósculo del Señor. 

((636)) Sucedió lo siguiente. Estaba en el Oratorio este joven aprendiz. Tenía diecisiete años. Una lenta enfermedad minaba su cuerpo. 
El día 3 de mayo por la mañana tenían que ir los músicos a un pueblecito algo distante de Turín, para cantar en las funciones religiosas 
del mismo. Como Adolfo era muy experto en música y buen pianista, convenía que no faltara. Dado que su enfermedad no estaba aún 
muy avanzada, pidiéronle sus compañeros que les acompañara y él condescendió. Se levantó de la cama y fue a la estación. A la media 
hora de viaje, atacóle el mal de tal modo que, al llegar al pueblo, no se podía tener en pie. Algunos compañeros le llevaron a una posada 
que encontraron, donde le atendieron con esmero. Los jóvenes cantaron, almorzaron, pero su alegría estaba mermada por el pensamiento 
del compañero que sufría. Al atardecer fue don Juan Cagliero a pagar al posadero, hizo llevar al enfermo hasta el tren y, casi una hora 
después, llegó a Turín. Fue conducido en coche al Oratorio. De la portería a la enfermería subió en brazos de sus compañeros. Se metió 
en cama, llamaron al médico y él pidió que rogaran a don Bosco que fuera a su lado, porque tenía algo que decirle. 

Fue don Bosco enseguida y, cuando estuvo junto a él, díjole el joven: 

-íDon Bosco, perdóneme! Se lo pido de corazón, estoy arrepentido de veras. 

-Bien, bien, Adolfo, respondióle don Bosco afectuosamente; tranquilo, yo te perdono. 

-Don Bosco, replicó el enfermo por segunda vez; perdóneme, por favor. 

-Sí, Adolfo, te lo repito, te perdono; pero habla, di lo que quieras decirme. 

-La otra noche, antes de partir para la fiesta, tuve un sueño, que temo mucho va a cumplirse. Me parecía ((637)) estar a su lado con 
muchos otros compañeros. Pero yo, poquito a poco, empezaba a separarme de usted y, cuanto más me alejaba, he aquí que un perro feroz 
y rabioso, que me observaba de lejos, se acercaba cada vez más 
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a mí. Parecía que me iba a matar de un momento a otro. Me paré, pero empecé de nuevo a alejarme de su lado y el perro cada vez más 
feroz, estaba más cerca todavía. Al cabo de un rato, totalmente lejos de usted, el perro se abalanzó sobre mí, me tiró al suelo, me 
mordisqueó y me desgarraba. Súbitamente llamé a don Bosco para que viniera a ayudarme. Usted oyó mis gritos, corrió enseguida, me 
libró de las fauces del perro, me trajo aquí a la enfermería, curó y vendó mis heridas y yo me sentí curado. Aquel perro feroz era el 
demonio, lo reconocí, quería arrastrarme a la eterna perdición. 

Don Bosco le calmó y le ayudó a hacer una buena confesión. Adolfo quedó tranquilo y decía después a don Bosco: 

-Los compañeros malos con quienes he alternado son fulano, zutano y mengano. Le ruego, por tanto, que les avise y les diga de mi 
parte que hubiera preferido que me hubiesen envenenado, que me hubiesen matado, antes que sufrir las amarguras del alma que ahora 
experimento. Pida perdón de mi parte a los condiscípulos a quienes he escandalizado con mis malas conversaciones. 

Don Bosco se lo prometió, y con suaves palabras infundió en su corazón plena confianza en la misericordia de Dios. 

Después de unas horas Adolfo expiraba plácidamente. 

Por este hecho se puede colegir cuán doloroso sea en punto de muerte haber escandalizado en vida a los compañeros con 
conversaciones obscenas y amistando con los malos: mientras por nuestra parte encontramos una razón en las últimas palabras que don 
Bosco había escrito desde Mornese a don Miguel Rúa: «Remacha alguna noche la cuestión de las malas ((638)) conversaciones entre los 
aprendices». De hecho se vio a los aprendices acercarse a los sacramentos con mayor fervor y frecuencia y asistir a las prácticas de piedad 
durante el mes de mayo. 

Entre otras obras buenas, se dedicaba don Bosco, por aquellos días, a lograr sacar de la cárcel de Civita-Castellana a Bartolomé 
Vaschetti alumno suyo, allí detenido hacía cinco meses. Desertó del ejército italiano y se refugió en los Estados Pontificios, donde, como 
medida prudencial, todos los desertores extranjeros pasaban a la prisión de la que no salían hasta que una persona del Estado se hiciera 
responsable ante las autoridades. El testimonio de don Bosco liberó al encarcelado. 

Pero, en cambio, no lograba conseguir un favor para el benemérito profesor José Bonzanino quien, en los principios del Oratorio, 
admitió durante años, gratuitamente, en sus escuelas privadas de bachillerato elemental, a nuestros alumnos estudiantes. 
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9-5-69


Muy querido Profesor:
Nuestras esperanzas se han desvanecido totalmente, como verá por la carta del marqués Gualterio a la condesa Digny. Paciencia.
Si le parece que se puede intentar otro camino, haré cuanto me diga. 
.
Dios les bendiga, a usted y a toda su familia, y créame con gratitud,


De V.S. 

Afmo. amigo
JUAN BOSCO, Pbro.


No sabemos de qué se trataba. Pero también en otra grave circunstancia vio don Bosco fallidas sus esperanzas. El parlamento, contra la 
previsión de muchos, votó una ley que quitaba a los clérigos la exención del servicio militar. 

Esta ley se promulgó el 27 de mayo, y don Bosco mandó comunicación de la misma a los Directores de los colegios de Mirabello y de 
Lanzo, por medio de don José Lazzero. 

((639)) Muy apreciado en Jesús y María:
Como sabrás, ha sido válida y aprobada la ley sobre los clérigos. A tal propósito me encarga don Bosco te advierta que animes a tus


clérigos en peligro... porque no será afectado ninguno de la Sociedad. Es palabra de don Bosco y eso basta. 
Mis saludos y respetos para ti, como padre, y lo que digo al padre entiéndase para los hijos. 
Espero volverte a ver pronto, y contigo a una porción de tu familia. 
Quiéreme siempre bien, como a ti te quiere, 

Tu afmo.
JOS» LAZZERO


Los clérigos experimentaron un gran alivio con la promesa de don Bosco. Tenemos esta bonita carta de agradecimiento de uno de ellos. 

Reverendísimo señor don Bosco: 

Al mismo tiempo que supe se había aprobado la ley, que yo tengo por injustísima, contra los clérigos, tuve una nueva prueba de la 
paternal y amabilísima solicitud que usted se toma por sus queridos hijos. Cuanto más graves son los peligros, tanto más trabaja usted 
para su consuelo. En cuanto a mí, llamado a los estudios de un modo extraordinario, conducido a don Bosco por caminos jamás previstos 

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por mí, de la próvida mano del Señor, que parece haberse tomado cuidado especialísimo por mí, aunque siempre tan indigno, desde el día 
en que conocí esta amada Sociedad; desde entonces la quise y no he cesado ni un instante de estar contentísimo de mi estado y de los 
votos perpetuos que he hecho. Son tantas y tan grandes las pruebas de afecto y del cuidado que de continuo se toma usted por mí, que no 
puedo expresarle suficientemente con palabras, el deber que siento de agradecérselo y las obligaciones que he contraído con usted. 
íCuántos bienes espirituales y corporales he experimentado yo en esta sociedad que ciertamente no habría tenido jamás en otra parte! 

Pero en esta ocasión acabo de compartir otra prueba todavía mayor de su gran solicitud paternal. Quién sabe los peligros de alma y 
cuerpo a los que yo estaría expuesto con el servicio militar por tan rigurosa ley. Pero el Señor sabrá sacar mucho bien de tanto mal para la 
Sociedad y para toda la Iglesia; yo así lo espero. 

Ya me había prometido usted muchas veces librarme del servicio militar a toda costa: por eso yo, apoyándome totalmente en su palabra, 
no me preocupé lo más mínimo con la noticia de esa ley en cuanto a mí; pero, reflexionando en el gran beneficio que se me hacía, me 
sentí obligado a manifestarle mis más vivos sentimientos de gratitud y ((640)) reconocimiento. Quiera Dios que esto me mantenga cada 
vez más ligado con mi amor a la Sociedad y a mis superiores y que nunca, en lo sucesivo, pueda llegar a ser mínimamente ingrato. 

íY de cuántas gracias no soy deudor a mi Señor! »Cómo agradecerle dignamente tan singular y afectuosa protección? 

Ayúdeme usted mismo y concédame el Señor, al fin y pronto, el paraíso, para prorrogar allí mi agradecimiento por toda la eternidad. 

Don Bosco, soy todo suyo por tantas y tan grandes atenciones; y lo era antes, pero ahora lo soy doblemente. Disponga de mí a su gusto, 
quiero ser como una pelota en su mano, emplee mis débiles fuerzas donde mejor le parezca, si entiende que puedo ser útil en algo a la 
Sociedad o a las almas redimidas con la Sangre preciosísima del divino Salvador. Disculpe mi expresión, pero acepte los más vivos 
sentimientos del amor, el reconocimiento y la gratitud que le tengo. Le deseo de todo corazón unas buenas fiestas de María Auxiliadora y, 
ya que no puedo estar presente en tan gran solemnidad, me encomiendo mucho a sus oraciones. 

Concédame, querido don Bosco, su paternal bendición, mientras beso reverentemente su mano y tengo la gran satisfacción de 
profesarme siempre, 

Lanzo Torinese, 29 de mayo de 1869. 

Su afmo. hijo espiritual JOS» DAGHERO, Clér. 

La verdad es que aquella ley no alcanzó por entonces y durante varios años más, a ningún salesiano. La protección de la Santísima 
Virgen, la caridad incansable de don Bosco, la generosidad y la habilidad de los bienhechores supieron realizar prodigios de salvación. 
Mientras se permitió, se pagó el rescate a todos. 

Don Bosco no había abandonado entretanto el plan de obtener del Gobierno la iglesia del Santo Sudario en Roma y pedía informes y 
consejos a los amigos de Florencia, rogándoles se interesasen eficazmente ante el Ministerio. 
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Turín, 8-5-69 

Muy apreciado y benemérito Caballero: 

He recibido su carta con el memorándum. Me atendré a las sugerencias que tiene a bien darme. Reciba mi más vivo agradecimiento, 
pero aún necesito alguna aclaración ((641)) a propósito, antes de formular una petición a Florencia, y saber: 

1.° Si desde 1851, año al que alcanza el memorándum, no cambiaron las personas y las condiciones de la administración. 

2.° »Existe todavía la Cofradía del Santo Sudario y ejerce alguna autoridad sobre la propiedad, los frutos o la administración de las 
casas y de la iglesia? 

Sería estupendo que pudiera darme aclaraciones ad hoc; de otro modo me atendré simplemente a la solicitud. No sé, sin embargo, si he 
de dirigirla al conde Gualtiero o al conde Menabrea. En cuanto pueda obtener el nombramiento de nuestro Gobierno no tendré ninguna 
dificultad, por lo que toca a Roma. Quedaría el gasto de la restauración de la iglesia, que es enorme, pero esto se podrá alcanzar también, 
apenas se confíe la administración a una persona determinada. Siga usted dándome sus preciosos consejos, que yo cumpliré con la debida 
prudencia y con la gratitud que el favor se merece. 

Que Dios bendiga a usted y a su familia y créame con todo aprecio 

Su afmo. y seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

El caballero Cantón le contestaba: 

Reverendísmo y queridísimo Señor: 

Con retraso respondo a su apreciadísima carta del 8 del corriente mes. Perdóneme, no ha sido por falta de ganas; varias causas me 
imposibilitaron contestarla. 

He de comunicarle: 

1.° Que desde 1851 hubo pocos cambios en las personas administradoras de la iglesia y rentas del Santo Sudario de Roma; sólo se 
sucedieron nuestros Ministros en la ciudad eterna, aunque no se ocupasen mucho de la iglesia y de su conservación. Precisamente por 
eso, al no haberse hecho a tiempo las reparaciones, casi hubo que cerrar la iglesia ante la imposibilidad de celebrar decentemente las 
funciones en ella. Sin embargo los fondos no sufrieron deterioro, por lo que estoy seguro de que usted no tendría que atender pagos o 
deudas notables. 

2.° La Cofradía del Santo Sudario ha desaparecido. El Ministerio de Asuntos Exteriores, encargado en base de una simple delegación 
del Gobierno Pontificio en la Delegación Sarda, que antes existía, continúa su administración cumpliendo escrupulosamente todas las 
obligaciones espirituales y temporales a través de cierto caballero Bernetti, que es también administrador de un palacio que tiene nuestro 
Gobierno en Roma, conocido con el nombre de Palacio de Florencia en el Campo de Marte. Supe también que el Secretario ha muerto. 

((642)) Envíe V. S. enseguida su solicitud al conde de Menabrea, formulada en el sentido de que usted pide hacerfuncionar la iglesia 
del Santo Sudario en Roma, que usted está seguro de que el Gobierno Pontificio vera con agrado tal acto y concesión 

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y que entretanto pide saber cuáles son los tratos que se harán con el eclesiástico que se dedicase a atender la iglesia. 

Mándeme su solicitud y yo la pasaré a S. E. Sé que él está bien dispuesto y que de veras se desearía que la iglesia del Santo Sudario 
volviera a funcionar. 

No sé si le satisfará mi respuesta. En todo caso estoy dispuesto a darle aún todas las aclaraciones que desee. 

Con todo respeto y de corazón, 

17 de mayo de 1869. 

Su atento y afmo. s. s.
CANTON


El Venerable se apresuró a cumplir las indicaciones del señor Cantón, a quien envió su instancia para que la presentase al Ministro. 

Al Excelentísimo señor Ministro Menabrea. 

Excelencia: 

El que suscribe recurre respetuosamente a V. E. para pedir un favor que, a la par, resultaría muy provechoso para una obra de 
beneficencia, de gloria para el Gobierno y sumamente apreciada por la opinión pública de los buenos. 

Se manifiesta a V. E. que en el establecimiento, llamado Oratorio de San Francisco de Sales, están internados más de ochocientos 
muchachos pobres, algunos de los cuales, con evidentes señales de vocación, abrazan el estado eclesiástico; resultaría de gran utilidad una 
iglesia donde podrían ocuparse uno o más sacerdotes con algunos seminaristas, que al mismo tiempo que trabajaran para promover el 
decoro de las funciones sagradas, tendrían un medio material para proseguir sus estudios. 

Por otra parte, la iglesia del Santo Sudario se halla en el sitio más céntrico de Roma; mas, por estar cerrada desde hace años, no ha 
funcionado y va perdiendo su antiguo y monumental esplendor hasta amenazar ruina, si no se la restaura cuanto antes y se la pone en 
situación de que pueda servir para el culto divino. Así las cosas, el que suscribe se atreve a suplicar a V. E. quiera concederle a él o en su 
lugar a un sacerdote del mencionado establecimiento, la iglesia del Santo Sudario en Roma. A tal propósito se obligaría al culto 
ordinario, al cumplimiento de todas las cargas, a su mantenimiento y a cuanto concierne al decoro de las funciones sagradas. 

((643)) En lo que al Gobierno Pontificio se refiere, el recurrente se obliga al cumplimiento de las incumbencias correspondientes en la 
seguridad de no hallar dificultad, tratándose de cosas de utilidad pública, civil y religiosa. 

En cuanto a los gastos a hacer para la restauración, podría el Gobierno, si lo juzga oportuno, ejecutar los trabajos por su cuenta, o bien 
ceder el patronato, con los demás derechos, a quien quisiera hacer el gasto correspondiente a esta restauración. Pero como esto es algo 
accesorio, se deja totalmente a la buena voluntad de V. E. 

Esta es la obra que se propone a V. E. Desaparecería así el motivo del gran disgusto que experimentan todos los italianos al ver una 
majestuosa basílica, situada en el lugar más propicio de la ciudad, cerrada y amenazando ruina. 

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Espero que sea tomado en benigna consideración lo expuesto y por ello, augurando a V. E. abundantes bendiciones del cielo, se profesa 
humildemente y con profundo agradecimiento, 

De V.E. 

Mayo, 1869. 

Atento y seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Y el caballero Cantón comunicaba a don Bosco a vuelta de correo que había cumplido su encargo. 

Ilmo. y Rvmo. Señor: 

Su instancia para el funcionamiento de la iglesia del Santo Sudario de Roma, que recibí ayer, está en manos de su Excelencia el conde 
Menabrea. Hago votos para que V. S. sea preferido a los demás, y le sea confiado el encargo. 

Supe, no obstante, de fuente autorizada, que S. E. tiene ya puestos los ojos desde hace algún tiempo en un sacerdote saboyano para este 
fin. Le escribiré apenas sepa algo sobre ello. Si usted puede hacer apoyar su instancia por alguno de los parientes en Turín de Casa 

Menabrea, o también de los Digny, estaría bien. 

Siempre dispuesto a sus órdenes y recomendándome a sus oraciones, me profeso, 

De V. S. Rvma. 

20 de mayo de 1869. 

Su afmo. s. s.
CANTON


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((644)) 

CAPITULO Ll 

EL PUEBLO APRECIA CADA DIA MAS EL DON DE DON BOSCO PARA CURAR -NOVENA DE MARIA AUXILIADORA: 
CURACION INSTANTANEA DE UNA NIÑA CIEGA -LA VISPERA DE LA FIESTA: UN GENERAL MORIBUNDO RECOBRA 
LA SALUD DE UNA FORMA ADMIRABLE -RECUERDOS DE LA FIESTA: UNA CURACION PROMETIDA Y OBTENIDA -UN 
MEDICO INCREDULO SE CONVIERTE Y RECOBRA LA SALUD -DON BOSCO VA A LANZO PARA LA FIESTA DE SAN 
FELIPE NERI: SUCESOS MILAGROSOS -CARTA DE DON BOSCO AL CANONIGO ALMERICO GUERRA, AGRADECIENDO 
UN LIBRO -LECTURAS CATOLICAS 

DON Bosco, escribe don Juan Bonetti en sus memorias, poseyó superabundantemente el don de obrar curaciones, lo mismo de cerca que 
desde lejos; y era un don, tan manifiesto y comprobado, que en Turín acudían a diario al Siervo de Dios muchísimos enfermos o sus 
parientes, hasta de pueblos lejanos, para implorar sus oraciones y su bendición. 

Por eso, a cualquier sitio que fuera, acudían a él de todas partes; 
y le llegaban por correo constantemente numerosísimas cartas, incluso telegramas, del extranjero. Los moribundos, las más de las veces 
obtenían mejoría y después la curación de manera extraordinaria; o bien, si no tenían la disposición de ánimo conveniente para la muerte, 
cambiaban y se preparaban a ella con los mejores sentimientos de piedad y religión. 

((645)) Como testimonio de los hechos, anduvieron siempre unidos por los pueblos los nombres de María Auxiliadora y de don Bosco; 
y era opinión común que la Virgen concedía muchas gracias por las oraciones de su Siervo; y, si el consenso universal constituye una 
prueba para demostrar una verdad, esta prueba existe indudablemente con respecto a don Bosco. 

Durante el mes de mayo, y especialmente en la novena y fiesta de María Auxiliadora, el Oratorio empezó a ser testigo de semejantes 
maravillas. He aquí algunas de 1869. 

Cuenta don Francisco Dalmazzo: 
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«Era la víspera de una fiesta (Pentecostés, 16 de mayo). Por la tarde, hacia las cinco, fueron algunos muchachos a la sacristía de la 
iglesia de María Auxiliadora para confesarse y estaban esperando a que don Bosco bajase de su habitación. Mientras yo atravesaba la 
sacristía para ir a la iglesia, vi entrar a una mujer de edad avanzada, que llevaba de la mano a una niña de diez o doce años, con los ojos 
vendados y totalmente ciega. Era ésta de Vinovo y se llamaba María Stardero; la acompañaba para que la bendijera don Bosco. Me 
detuve, dije unas palabras a la anciana, la cual me enseñó los ojos de la pobre enferma. Vi y observé, con mucha pena, que les faltaba la 
córnea de la pupila y que estaban blancos del todo. 

»De haberme quedado allí, hubiera podido contemplar el hecho prodigioso que aconteció con todas sus circunstancias; pero me lo 
contaron todo unos instantes después los muchachos que estuvieron presentes. 

»Bajó don Bosco a la sacristía, y aquella anciana, que era tía de la niña, le presentó a la pobre ciega para que la bendijera. 

»-»Cuánto tiempo hace que tienes malos los ojos?, preguntó a la niña. 

»-Hace mucho que sufro, pero que no veo hará unos dos años. 

»-»Habéis consultado a los médicos? »Qué dicen? »Has usado los remedios que te han mandado? 

»-»Remedios? Imagínese, respondió la tía, si habremos ((646)) empleado remedios. Pero ninguno ha sido eficaz. Dicen los médicos que 
los ojos están destrozados y no dan ninguna esperanza. 

»La pobrecita niña lloraba y don Bosco le dijo: 

»-»Distingues los objetos grandes de los pequeños? 

»-No distingo nada, absolutamente nada, contestó María. 

»-Quitadle esa venda, dijo el Siervo de Dios. 

»Hizo que llevaran a la niña junto a una ventana muy iluminada y le preguntó: 

»-»Ves la luz de esa ventana? 

»-íPobre de mí! íNo veo nada! 

»-»Quieres ver? 

»-»Ver? Lo deseo más que nada de este mundo... íQué triste es mi suerte! 

»Y sollozaba. 

»-»Te servirás de los ojos para bien del alma y no para ofender a Dios? 

»-Se lo prometo con todo mi corazón. 

»-Tú volverás a ver. 

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»Preguntó entonces don Bosco a la tía y a la sobrina, si tenían devoción y confianza en María Santísima y, a su respuesta afirmativa, 
acompañó a las dos hasta un reclinatorio e hizo que se arrodillasen. 
Preguntó a la niña si sabía rezar bien el Avemaría, y al oír que sí, mandó que la recitara: él y la buena anciana se asociaron a la plegaria. 
Como oyera después que también sabía la Salve, se la hizo recitar. Luego don Bosco, animando a las dos a poner confianza grande y 
absoluta en la Virgen, dio a la niña su bendición y, sacando del bolsillo una medalla de María Auxiliadora, se la presentó diciendo: 

»-»Qué tengo en la mano?
»La tía se levantó enseguida y dijo a don Bosco:
»-Es ciega, »sabe? íNo ve nada!
»Don Bosco, sin hacerle caso, repitió a la niña:
»-Mira bien; »qué tengo en la mano?
((647)) »Hizo la niña un esfuerzo y, de repente, abriendo de par en par los ojos, se fijó en aquel objeto, alzó las manos y gritó:
»-íYa veo!
»-»Qué ves?
»-íUna medalla, la medalla de la Virgen!
»-»Y qué hay del otro lado?
»-San José con una vara florida en la mano.
»-íVirgen Santísima!, exclamó la tía; sí que ve.
»-Sí que veo. La Santísima Virgen me ha hecho la gracia.
»Y así diciendo, tendió la mano para asir la medalla que don Bosco le alargaba, pero se le cayó en un rincón oscuro de la sacristía. La


tía se inclinó para recogerla, mas don Bosco se opuso diciéndole: 
»-Deje que lo haga ella; veremos si la Santísima Virgen le ha concedido perfectamente la vista. 
»Y la jovencita encontró enseguida la medalla. La tía conmovida se echó a llorar. Dio las gracias a don Bosco y a la Virgen y, siempre 

llorando, se marchó. La jovencita, fuera de sí, gritando de alegría, había salido antes que ella y, sin decir una palabra a nadie, se iba a toda 
prisa hacia Vinovo, dejando muy atrás a la tía y a otra señora que les había acompañado. 
»Hubo muchos alumnos que presenciaron el milagro y con ellos el sacerdote Alfonso Scaravelli, Francisco Genta, de Chieri, y María 
Artero, maestra de escuela». 
La niña curada, volvió poco después al Oratorio para dar gracias a la Santísima Virgen por la recuperación de la vista y regalar a su 
iglesia la mejor ofrenda que los medios familiares le permitían. Desde entonces no experimentó la menor molestia en los ojos y, aún 

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hoy (1916), los tiene sanísimos, y la tía que la acompañó no sufrió más en los días de su vida los grandes dolores reumáticos, de la 
espalda y el brazo derecho, que le imposibilitaban, hacía mucho tiempo, para cualquier trabajo serio, especialmente en el campo. 

((648)) El mes de mayo de aquel año quedó señalado con otro milagro de la Virgen. 

«Entre los muchos que acudieron a dar gracias a la Santísima Virgen por los favores recibidos, se presentó cierto patricio turinés, 
escribía don Juan Bautista Francesia a la Presidenta de Tor de'Specchi, el cual, después de haber recibido los santos óleos, tuvo la 
promesa de don Bosco de que se recuperaría y podría volver a ver la fiesta de María Auxiliadora. Y vino y la vio con admiración y 
devoción de todos.» 

He aquí más detalles. 

Un general, residente en Turín, reducido a los últimos extremos, por una gravísima enfermedad, el 22, sábado, se confesó con el Siervo 
de Dios, el cual, con asombro de toda la familia, no creyó oportuno administrarle los otros sacramentos, aunque los médicos declaraban 
que el peligro de muerte era inminente. Don Bosco había dicho al enfermo: 

-General, pasado mañana celebramos la fiesta de María Auxiliadora; récela de corazón y, agradecido a su curación, venga ese día a 
comulgar allí. 

Como al día siguiente el enfermo empeoró, al extremo de que se temía muriese de un momento a otro, la familia quería administrarle 
los últimos sacramentos; pero, puesto que don Bosco había recomendado que no le dieran los Santos Oleos, si no se encontraba él 
presente, a las ocho de la noche mandaron corriendo a advertirle el gravísimo peligro en que se hallaba el general y el temor que los 
médicos habían manifestado de no encontrarlo vivo a la mañana siguiente. 

Como aquel día era la víspera de una fiesta tan querida para la familia salesiana, don Bosco había estado en el confesonario desde el 
alba y volvía a él hacia las seis de la tarde. Cuando fueron a llamarle estaba todavía rodeado de una turba de muchachos, que esperaban 
turno para confesarse. 

-Venga pronto, le dijeron; el general se muere y tal vez no llegue usted a tiempo. 

-Pero ved, contestó él, que estoy confesando y no puedo dejar sin más a estos pobres niños; cuando termine, iré. 
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Y siguió confesando ((649)) hasta las once. El coche lo esperaba hacía tres horas.
-Dése prisa, por favor, le dijo el que había ido a buscarle.
Pero don Bosco le contestó que no podía más y necesitaba tomar algo, pues no había tomado nada desde el mediodía.
-Venga, venga; en casa del general tendrá de todo. Suba, pues, al carruaje y en dos minutos estamos en casa del general.
-Pronto, pronto, le dicen los de la familia; tal vez ya no haya tiempo, el pobre general ha empeorado mucho.
-Hombres de poca fe, replicaba él, »no os he dicho que el general comulgará mañana en la iglesia de María Auxiliadora? Es casi media


noche y necesito comer, tanto más que mañana he de estar en el confesonario a las cinco: denme algo de comer. 
Don Bosco se sentó entonces con toda calma a la mesa, tomó un refrigerio, bendijo después al enfermo y, sin decir nada de los Santos 
Oleos, montó otra vez en el coche y volvió al Oratorio. 
El general, a quien creían muerto, se encontraba, en cambio, en un estado de inmovilidad inexplicable para los mismos peritos de la 
ciencia, pero era un simple sueño; y es el hecho que, a la mañana siguiente, de madrugada, dice a su hijo que le prepare la ropa, porque 

tiene que ir, según lo convenido, a recibir la comunión de manos de don Bosco. 
Hacia las ocho, mientras el Siervo de Dios se preparaba para salir al altar, se le presenta un señor, paliducho, que le dice: 
-Don Bosco ya he venido; heme aquí. 
-Mucho gusto; pero »con quién tengo el honor de hablar? 
-íCómo! »No reconoce al general? 
-íAh! Bendita sea María Auxiliadora. Ya le dije bien claro, que hoy vendría usted a este santuario dedicado a nuestra buena Madre... 
-Perdóneme, señor; desearía que me confesase, porque quiero, de acuerdo con su consejo, comulgar en su misa. 
-»No se confesó anteayer? 
-Sí, señor; pero quiero, al menos, acusarme de haber faltado a la fe, porque me reconozco culpable. 
((650)) Entonces el sacerdote le reconcilió, diole después la comunión y el general volvió a su casa en perfecta salud 1. 
El 23, domingo, terminaba la hermosa y santa novena de María 

1 Este hecho se lee también en Don Bosco del Dr. D'Espiney, traducción italiana, editada en San Pier d'Arena. 
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Auxiliadora con mucha asistencia de forasteros. La Unidad Católica escribía el 26 de mayo: 

Se celebró por segunda vez entre nosotros la apreciada fiesta, con más pompa y magnificencia que el año pasado. Es increíble la 
concurrencia de fieles a la nueva iglesia, a pesar del tiempo lluvioso. Las comuniones llegaron a varios millares. Pontificó en las segundas 
Vísperas monseñor Gastaldi, obispo de Saluzzo, e impartió la bendición con el Santísimo, el Arzobispo de Turín. El canónigo Nasi habló 
al inmenso auditorio del poder y de la bondad de María y habló más con el corazón que con las palabras, como habla un hijo amante de la 
más grande y afectuosa de las madres. Cuatrocientas voces cantaron el Sancta María, succurre miseris y la antífona, con música 
sabiamente compuesta por el sacerdote Cagliero, resultaba mucho más sublime que nunca en los tiempos actuales. Era un pueblo de 
cantores que atraía la intervención maternal de la poderosa Virgen María en favor de la Iglesia y del Clero: interveni pro clero. Fue un 
verdadero triunfo de María que en tiempos tan tristes se haya podido celebrar la fiesta con tanta tranquilidad y devoción. 

La Virgen seguía dando más pruebas de su bondad en aquel tiempo.
Un médico, muy apreciado en el ejercicio de su profesión, se presentó un día en el Oratorio y pidió hablar con don Bosco.
Cuando estuvo ante él, tras las primeras palabras, prorrumpió:
-Dicen que usted cura todas las enfermedades: »es verdad?
-»Yo? De ninguna manera, exclamó el Venerable.
-Pues me lo han asegurado. Y hasta me han dicho las personas y la clase de enfermedades.
-Verá usted. Muchos vienen aquí a pedir gracias por intercesión de María Auxiliadora. Si después de un triduo o una novena, obtienen


cuanto desean y ((651)) curan, no soy yo; sólo es un favor de la Santísima Virgen. 
-Pues bien, que María me cure a mí y creeré en esos milagros. 
-»Cuál es su enfermedad? 
Contó el médico que padecía de epilepsia y que, especialmente desde un año a aquella parte, se habían hecho los ataques tan violentos 
que no podía salir a la calle sin ir acompañado, por miedo a un accidente. Terminó diciendo que ningún remedio le había ayudado, y que 
en la desesperación había ido al santuario de María Auxiliadora en busca de salud como muchos otros. 
-Entonces, haga como los demás; arrodíllese para rezar conmigo alguna oración, dispóngase a purificar y alimentar su alma con la 

confesión y comunión, si quiere que la Virgen le consuele. 
-Mándeme otra cosa, porque eso no lo puedo hacer. 
-»Por qué? 

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-Sería una hipocresía, pues yo no creo en Dios, ni en la Virgen, ni en la oración, ni en los milagros. 

El Venerable quedó un poco espantado ante aquel acto de incredulidad y después, con la ayuda divina, encontró palabras tan 
penetrantes, que el médico se arrodilló y se santiguó. 

-Me extraña, dijo, saber hacer todavía la señal de la cruz; hace cuarenta años que no me había santiguado. 

Rezó, se confesó y, cuando se levantó, dijo que se sentía cambiado interiormente y lleno de una alegría como no se hubiera esperado. 
También recuperó su salud externa y no tuvo que lamentar ni un solo ataque de su mal, de modo que pudo volver con frecuencia a dar 
gracias a María Auxiliadora, que le había sanado de alma y cuerpo. 

Acabadas las fiestas de María Auxiliadora, el día 30 de mayo debía celebrarse en el colegio de Lanzo la solemnidad de su patrono, san 
Felipe Neri. La iglesia y el patio estaban engalanados espléndidamente a la espera de don Bosco, que debía ((652)) llegar el día 29 por la 
mañana. Por la tarde llegarían también los cantores del Oratorio y la banda de música. Los alumnos de Lanzo les esperaban con 
entusiasmo indescriptible. 

Pero no todos, con harta pena, podían participar de la común alegría. Siete alumnos estaban enfermos con viruelas; empezaba la 
erupción de pústulas en algunos y en otros ya estaban desarrolladas. Uno de ellos se acercó imprudentemente al balcón, a pleno aire, 
cuando las pústulas aún no estaban maduras, se desvaneció la erupción y a fuerza de sudoríferos se iba logrando hacerlas reaparecer. Los 
enfermos, por orden del doctor Magnetti, estaban separados de los compañeros, en una habitación caliente, cuya puerta y ventanas se 
cerraban, además, con doble cortina. Pero los enfermos, impacientes con el encierro, habían trazado un plan: 

-Don Bosco viene; ínos bendice, nos curamos y disfrutaremos de la fiesta! 

Y sin más, llamaron al Director y le pidieron que acompañara a don Bosco hasta su habitación, apenas llegara. Mientras tanto hicieron 
que trajeran su ropa al pie de la cama. 

Llegó don Bosco. Todos los alumnos salieron a su encuentro aclamándolo. El Director tardó una media hora en poder llevarlo hasta la 
enfermería. Los enfermos enviaron un recado con urgente insistencia. Don Bosco fue a visitarlos; y ellos, tan pronto como le vieron, 
gritaron a una voz. 

-íDon Bosco! Bendíganos, cúrenos. 
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Don Bosco sonrió ante aquella petición y les preguntó si tenían fe en la Virgen. Respondieron que sí. Entonces él les dijo:
-Recitemos, pues, todos juntos el avemaría.
Y después los bendijo.
Inmediatamente, los muchachos, sentados en la cama, con las manos tendidas hacia su ropa, le preguntaron:
-»Podemos levantarnos?
-Pero »tenéis verdadera fe en la Virgen?
-Sí... sí..
.
-Pues bien; ílevantaos!, dijo don Bosco.
Y se retiró.
Los muchachos empezaron a vestirse a toda prisa. El ((653)) Director acompañó a don Bosco a su habitación y volvió enseguida a la


enfermería para cerciorarse de la eficacia de la bendición. Seis ya habían bajado al patio a jugar. Sólo uno se había quedado en cama, un 
tal Juan Baravalle, el cual preguntó si no se pondría peor levantándose. El director, al ver que le faltaba la fe que creía necesaria para 
poder curar de repente, dada la gravedad de la enfermedad, por lo demás no mayor que la de los otros, le mandó que no se levantara. Y 
bajó al patio. 

Soplaba en aquella cumbre alpina un viento húmedo y frío y andaba él pensativo y angustiado por su responsabilidad y por las órdenes 
del médico que había recomendado muchas precauciones, sobre todo que los enfermos no se expusieran de ningún modo al aire. Fue a 
buscar a los enfermos en medio del tumulto de los juegos. Examinó uno a uno su cara, el cuello y los brazos y vio que pústulas y granos 
habían desaparecido. 

Estaban entre los curados los alumnos José Demagistris, más tarde profesor en el Real Liceo de Turín y Carlos Passerini, profesor de 
los cursos técnicos en esta misma ciudad. Ambos están dispuestos a corroborar el hecho bajo juramento. 

Al día siguiente, 30 de mayo, hubo en el colegio una gran fiesta, que terminó por la tarde con la solemne entrega del premio de buena 
conducta a seis internos con el aplauso de todos los compañeros. 
Asistía un gran número de invitados. 

Fue nombrado el primero para recibir el premio, precisamente Demagistris..
.
El doctor Magnetti se levantó y respondió por él a la llamada:
-íEsta enfermo!
Pero, con harta sorpresa, le oyó contestar:
-íPresente!


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Y le vio adelantarse,
El segundo en ser llamado fue Passerini, y el médico repitió:
-íEnfermo!
Mas Passerini respondió:
-íPresente!
Y se plantó ante don Bosco.
El médico no pudo contener su indignación: llamó aparte a los dos alumnos, los miró de arriba abajo, dijo que las pústulas habían


desaparecido y que eso era algo serio, que los superiores eran los responsables de cuanto pudiera suceder. Después ((654)) subió a la 
enfermería y, como no encontró allí más que a Baravalle, salió indignado. 

En efecto, sin la intervención de una ayuda sobrenatural, aquellos muchachos no habrían podido, sin grave peligro, pasar de un 
ambiente caliente al aire frío del patio y permanecer allí tanto tiempo sin riesgo. En cambio estaban curados del todo, excepto Baravalle 
que siguió el curso normal de la enfermedad y, merced a los cuidados del doctor Magnetti, pudo dejar la cama unos veinte días después. 

Desde Turín, escribía don Bosco al Rvmo. señor don Almerico Guerra, en Lucca. Este le había enviado su libro Vocaciones al estado 
eclesiástico como regalo. En él mencionaba varias veces al Venerable, con palabras muy laudatorias, y elogiaba su celo por las 
vocaciones eclesiásticas; recomendaba varias de sus obras y la edición de los clásicos latinos expurgados, y denominaba a los colegios y 
escuelas de don Bosco «verdaderos seminarios de virtud» que «suministran bonísimos seminaristas y óptimos sacerdotes». 

Muy apreciado en el Señor: Turín -Valdocco, 6-6-69 
He recibido su libro Vocaciones al estado eclesiástico y se lo agradezco de corazón. Está todo él según mi espíritu y deseo vivamente 
que corra por las manos de los educadores de la juventud. Lo que me desagrada es el galante recuerdo que dedica a mi pobre persona, sin 
mérito alguno para ello. Sin embargo, agradezco cordialmente su bondad. 
Entretanto, si es usted el editor, le ruego me envíe de momento diez ejemplares: más adelante le pediré otros. Mande el importe a 
nuestro común amigo P. Bertini con quien tengo cuenta abierta. 
Si pensara en la reedición, le mandaría con gusto algunas notas. Resultarían lecciones a Minerva; pero siempre serán una prueba de 

buen querer con un amigo. 
Que Dios le bendiga a usted y sus trabajos. Ruegue por mi pobre alma y créame con gratitud y afecto, 
De V. S. Rvma. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

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((655)) Bertini enviaba al sacerdote Almerico Guerra los folletos de las Lecturas Católicas. También éstas, en los números 
correspondientes a junio y julio de aquel año, trataban de un modo general el tema de la vocación con el título de La entrada en el mundo: 
consejos a un joven que sale de la escuela para abrazar un estado. 

Era una obrita excelente para los muchachos de la clase obrera. 
Comenzaba el prólogo con el pasaje bíblico: «Practicad lo que habéis aprendido y el Dios de la paz será con vosotros (Flp. IV-9)». 
Muchas de las amonestaciones están sacadas de la Sagrada Escritura. Avisa a los jóvenes de los peligros que encontrarán en el mundo, y 
les enseña la manera de vencerlos. Sugiere los medios para perseverar en el camino recto. Demuestra la importancia de seguir la propia 
vocación, de estudiarse a sí mismo para conocerla y la obligación de seguirla, sea para el estado eclesiástico, el religioso o el secular. 
Observa que el estado que más conviene a la mayor parte de los jóvenes es seguir el del propio padre, abrazando su arte u oficio, sin 
ambicionar cambios de fortuna, entregándose a los estudios o buscando empleos en la ciudad, lejos de sus padres. 

Es un folleto que, retocado, debería ser reeditado y puesto en manos de cuantos terminan su aprendizaje en nuestras Escuelas 
Profesionales. 
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Fin de Página 585 


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((656)
)


CAPITULO LII


EL PROCURADOR GENERAL DEL REY EN TURIN EXIGE A DON BOSCO QUE PIDA EL EXEQUATUR REGIO PARA EL 
DECRETO PONTIFICIO DEL 1. º DE MARZO -DON BOSCO ACCEDE A HACER LA PETICION -EL CONSEJO DE ESTADO LA 
DENIEGA -CAUSAS DE LA NEGATIVA -PACIFICA SOLUCION DE LA CUESTION -DOCUMENTOS 

EN 1867, el Ministro de Gobernación, Urbano Rattazzi, que se había enterado del decreto del 23 de julio de 1864, por el que la Santa 
Sede había aprobado la Pía Sociedad de San Francisco de Sales, pidió a don Bosco que le enseñara el documento pontificio. Don Bosco 
se lo envió para demostrar que no había hecho nada a espaldas del Gobierno. Fue una simple curiosidad de Rattazzi. En efecto, no se 
habló del Exequátur Regio ni se produjo la menor molestia. Ya se ha dicho anteriormente cómo las modalidades de la parte legal de las 
Constituciones de la Pía Sociedad Salesiana se las había aconsejado a don Bosco dicho Ministro. 

Pero el decreto del 1.º de marzo de 1869, que aprobaba la Pía Sociedad, interesó un poco más al Procurador del Rey en Turín, quien 
intimó a don Bosco, hasta con amenazas, que le presentara el decreto en que se declaraba exento de la jurisdicción del Ordinario el 
establecimiento por él dirigido, o sea, el Oratorio, y que elevara instancia para obtener el Exequátur Regio. 

»Por qué se interesaba tanto la autoridad política de una cuestión estrictamente eclesiástica? 

((657)) No tardó don Bosco en satisfacer el querer del Procurador del Rey, declarando que, aunque no había creído necesario enviarle 
con anterioridad el decreto, sin embargo, si era menester, él no tenía inconveniente en que se diligenciara el Regio Exequátur, y, más aún, 
le rogaba lo hiciera. Y, a continuación, le enviaba una instancia con este motivo. 

Casi un mes y medio después le contestaba que, antes de dar curso a la instancia, era necesario que presentase también el decreto del 19 
de febrero señalado en el decreto del 1.º de marzo de 1869. 

El Siervo de Dios respondió que no había ningún decreto papal 
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VOLUMEN IX Página: 587 

con fecha 19 de febrero, referente a la Pía Sociedad de San Francisco de Sales; sino que la fecha señalada solamente indicaba el día en 
que la causa de la aprobación de la Sociedad de San Francisco de Sales había sido discutida y aprobada por la Sagrada Congregación y 
por el Padre Santo, como se dice claramente en el decreto del 1.º de marzo. 

Siguieron las diligencias, y acabaron con la devolución de la instancia a don Bosco, con la siguiente nota al pie de la misma. 

N. º 40 V. º. No ha lugar al Exequátur pedido.
Turín, 23 de noviembre de 1869
El Procurador General EULA 

Al mismo tiempo el Procurador retuvo y no restituyó el decreto de aprobación de la Pía Sociedad. 

Pero ni siquiera esta especie de secuestro tuvo la menor consecuencia desagradable, porque el Procurador, por mediación de persona 
acreditada, desistió de sus pretensiones y don Bosco pudo gozar libremente del privilegio que le había sido otorgado. 

He aquí, en orden, los documentos que poseemos, con respecto a esta cuestión. 

((658)) 

GABINETE DEL PROCURADOR GENERAL 
ANTE LA AUDIENCIA SUPERIOR DE 
TURIN Turín, 8 de junio de 1869 N. ° 2032. 

Ilmo. y Rvmo. señor don Juan Bosco: 

Por diversas fuentes se nos ha asegurado, que V. S. Ilma. y Rvma. ha obtenido hace varios meses de la Santa Sede un Breve, por el que 
el Establecimiento por V. S. dirigido ha sido declarado exento de la jurisdicción del Ordinario Diocesano, y que V. S. ya ha puesto en 
marcha dicho Breve. 

Como tal providencia no ha sido presentada al Regio Exequátur podría promover, sin más, un procedimiento penal por violación de las 
disposiciones que regulan el Regio Exequátur. 

Pero quiero antes dirigirme a V. S. Ilma. y Rvma. invitándole a presentar en esta Procuraduría General, sin mayor dilación, el Breve de 
que se trata, junto con la correspondiente solicitud del Exequátur. 

En todo caso, espero tenga a bien acusar recibo de ésta. 

El Procurador General EULA 

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10 de junio de 1869 

Ilmo. señor Procurador General: 

Mientras agradezco de todo corazón a V. S. Ilma. la bondad que me ha dispensado, me apresuro a enviarle, no el Breve, sino el Decreto 
de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares que aprueba la Pía Sociedad de San Francisco de Sales. 

Debo, sin embargo, advertir que apenas recibí tal decreto, creí oportuno consultar a un acreditado abogado, para que me dijera si debía 
presentarlo al Regio Exequátur. Me respondió que a él le parecía que no, porque todas las Congregaciones Religiosas, cuyos socios 
conservan los derechos civiles, ejercen alguna jurisdicción sin que tengan ninguna aprobación gubernativa al efecto. Tanto menos en mi 
caso, agregó, en el que no se ejerce jurisdicción alguna. Me hizo las siguientes observaciones, que servirán también para hacer notorio 
que las fuentes de donde salieron las noticias llegadas a V. S. Ilma. eran inexactas. 

Este decreto no se refiere para nada al Oratorio de San Francisco de Sales, sino a una Pía Sociedad de individuos que tienen la piadosa 
finalidad de conservar el espíritu y las normas que la experiencia da a conocer como convenientes para la formación de los muchachos 
pobres y abandonados a cuya ((659)) educación están totalmente dedicados los que desean inscribirse en la misma. Sus miembros, si 
quieren, pueden estar en sus casas y prestar su labor para apartar de calles y plazas a los pobres muchachos, a fin de encauzarlos 
moralmente y prepararles para un arte u oficio. 

Esta Pía Sociedad no está exenta de la jurisdicción del Ordinario, sino que depende totalmente: salva Ordinariorum jurisdictione, dice 
el decreto. 

Las reglas, además, han sido alabadas, pero no aprobadas, tal como rezan las mismas palabras del Decreto: Ditata ad oportunius tempus 
constitutionum approbatione, quae emendandae erunt, etc. (Dejando para más adelante la aprobación de las constituciones, que deberán 
corregirse, etc.). 

Hay la facultad de conceder las dimisorias a los que entraren en nuestras casas antes de los catorce años y quisieran después formar 
parte de la Sociedad, pero estas dimisorias no encierran ninguna jurisdicción. Cuando se diera el caso, que hasta ahora todavía no se ha 
dado, en esta archidiócesis, el Superior de la Sociedad declara simplemente que el candidato N... N... le parece instruido, de buenas 
costumbres, libre de los defectos de irregularidad, y que, por tanto, puede ser admitido a las Sagradas Ordenes. Con esta declaración él se 
presenta a su Ordinario, el cual, después de asegurarse de la ciencia, moralidad y cuanto se exige al que quiere ser admitido a todos los 
grados, lo admite o no lo admite, según lo crea oportuno. 

Me parece que el Superior de esta Sociedad, en semejantes casos, no ejerce ninguna jurisdicción, puesto que ella queda totalmente en 
manos del Ordinario. 

Sin embargo, con el deseo de atenerme a cualquier prescripción legal, si V. S. Ilma. creyere que este Decreto debe sujetarse al Regio 
Exequátur ruégole hacer cuanto sea preciso a este respecto, puesto que, por mi parte, no me niego a los impuestos, formalidades y 
prescripciones de las leyes vigentes. 

Muy agradecido a las atenciones que V. S. Ilma. se digna dispensarme, confiando siempre en su bondad, tengo el alto honor de 
profesarme, 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

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PROCURADORIA GENERAL 
AUDIENCIA SUPERIOR DE 
TURIN Turín, 3 de junio de 1869 N.°2076. 
Regio Exequátur 

Ilmo. y Rvmo. señor don Juan Bosco: 

Habiendo examinado el decreto de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares, que V. S. Ilma. y Rvma. me transmitió con su 
apreciada ((660)) carta del 10 del corriente mes, me he convencido de que tal disposición está sujeta al Regio Exequátur. 

Ruégole, por tanto, tenga a bien hacer la correspondiente instancia en papel timbrado de cincuenta céntimos, para presentarla en esta 
Procuradoría General, y yo me cuidaré después de tomar las disposiciones del caso. 

El Procurador General EULA 

Turín, 16 de junio de 1869 

Muy honorable señor Procurador General: 

El que suscribe, respetuosamente expone a Vuestra muy Honorable Señoría que, en su deseo de promover el bien de la juventud pobre 
y en peligro, abrió, con permiso de las autoridades eclesiásticas, varios oratorios con patios y escuelas anejas. Y después, para proveer de 
educadores y maestros que adquirieran y conservaran el espíritu y las normas que el estudio y la experiencia reconocen como más 
oportunas, formó una Asociación de caritativos y celosos individuos con el nombre de Pía Sociedad de San Francisco de Sales. 
Recientemente, el día 1.° de marzo del corriente año, se consiguió un Decreto de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares en 
favor de esta Asociación. Suplico a V. S. quiera examinarlo y, si lo cree conveniente, lo someta al Regio Exequátur en conformidad con 
las leyes vigentes. 

Agradecido tengo el honor de profesarme de, 

Vuestra muy Honorable Señoría 

Humilde Recurrente JUAN BOSCO, Pbro. 

PROCURADORIA GENERAL Turín, 2 de agosto de 1869 AUDIENCIA SUPERIOR DE 
TURIN 

N. ° 40 
Ilmo. y M. Rvdo. señor don Juan Bosco: 

Antes de responder a la instancia cursada por V. S. Ilma. y Rma. para obtener que sea concedido el Regio Exequátur al Rescripto 
Pontificio del 1.° de marzo p. p., relativo a la Congregación de Sacerdotes instituida bajo el título de San Francisco de 

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Sales, necesitaría ver el Decreto del 19 de febrero p. p. indicado en el mismo Rescripto. 

Por ello me dirijo a V. S. Ilma. rogándole tenga la bondad de hacer que dicho decreto llege a esta Procuradoría General 

El Procurador General EULA 

((661)) 
REINO DE ITALIA 
MINISTERIO DE GRACIA, JUSTICIA Y CULTOS 

3. ª División -Sección 1. ª,N. ° 13258 
Negociado de Cultos 
Florencia, 3 de octubre de 1869 

ASUNTO 
Congregación Religiosa Secular 

A S. E. el Presidente del Consejo de Estado 

Relación Ministerial 

El Procurador General de Turín llegó a saber que, en esta ciudad, se había fundado una Pía Congregación de Sacerdotes, Clérigos y 
Laicos, unidos por los acostumbrados tres votos simples de pobreza, castidad y obediencia, bajo un General o Rector Mayor, con la 
finalidad de atender a la propia santificación y a la educación cívica y espiritual de los adolescentes pobres. En fin, era una Congregación 
regular, con vida común y caracteres eclesiásticos. 

La Santa Sede, a la que se recurrió para la aprobación de la nueva fundación, en un Rescripto del 23 de julio de 1864, dijo: «Attentis 
litteris commendatitiis praedictorum antistitum, uti congregationem votorum simplicium sub regimine Moderatoris Generalis, salva 
Ordinariorum jurisdictione ad prescriptum sacrorum canonum et Apostolicarum Constitutionum amplissimis verbis laudavit atque 
commendavit... dilata ad oportunius tempus Constitutionum aprobatione». (Atendidas las cartas comendaticias de los referidos Obispos, 
la alabó y recomendó con el presente Decreto como Congregación de votos simples, bajo la dirección del Superior General, salva la 
jurisdicción de los Ordinarios, según lo prescrito por los cánones constitucionales apostólicos... dejando para tiempo más oportuno la 
aprobación de las Constituciones). 

Fue un Decreto que aprobó la finalidad de la unión, alabó la misma unión, mas no quiso por entonces aprobar las Constituciones, tal 
vez para que no pareciera que se quería dar vida a un ente moral eclesiástico, esquivando así los efectos de la ley de supresión; dejó, sin 
embargo, diferida la aprobación para tiempo más oportuno, esperando tal vez que haya de llegar un tiempo en el que puedan volver a ser 
readmitidas en el Reino las Ordenes Religiosas. 

El Arzobispo de Turín alabó la obra de don Bosco; pero éste, que quería extender enseguida la jurisdicción, propia del general, a los 
sacerdotes y clérigos de su 

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Congregación, se resistió cuando el Arzobispo le mandó enviar a sus clérigos al seminario, de acuerdo con los Cánones del Concilio de 
Trento. 

Entonces, pidió y obtuvo de la Santa Sede un Rescripto, con fecha del 1.° de marzo último, por el cual fue declarada esta Congregación 
exenta de la jurisdicción del Ordinario Diocesano: mas, después de todo esto, el Procurador General hizo saber al tal Bosco, que dicho 
Rescripto debía ser presentado, según las leyes del Reino, a la Autoridad Gubernativa para obtener el Regio Exequátur. 

Aunque no de buen grado, don Bosco cedió, sin embargo, al aviso recibido y presentó el Rescripto al Procurador General. 

Por dicho Rescripto, verá V. E. que don Bosco fue revestido de ((662)) jurisdicción, quasi vescovile (casi episcopal) sobre los 
miembros de su Sociedad, en detrimento de la jurisdicción del Ordinario diocesano, creando con ello una nueva situación de cosas, con 
perjuicio de las disposiciones jurisdiccionales del Reino en materia eclesiástica y absolutamente contraria al art. 14.° de las instrucciones 
emanadas del Pontífice Benedicto XIV para la aplicación del Concordato firmado con el Papa Benedicto XIII, instrucciones y concordato 
vigentes aún en el Reino. 

El Procurador General, por diversas y graves razones, opina que debe negarse el Exequátur a tal Rescripto, porque, aun queriendo 
considerar esa Congregación como una simple y libre unión de ciudadanos, al constituirse en Sociedad Religiosa con todas las formas 
eclesiásticas y con vida común, no es más que una verdadera reproducción de las congregaciones abolidas por ley de 7 de junio de 1866; 
y en otro aspecto, la misma finalidad que se propone, a saber, la educación de la juventud, podría ser falseada, dado que los individuos de 
que se compone la Congregación, son conocidos por sus sentimientos rebeldes y decididamente opuestos al Gobierno. 

El que suscribe, sin disentir del parecer del Procurador General de que haya de negarse el Regio Exequátur, tiene el honor de enviar a 

V. E. las actas correspondientes para las deliberaciones del Consejo de Estado, según decreto de 5 de marzo de 1863. 
Por el Ministro
FERRERI


Turín -Congregación Religiosa de San 
Francisco de Sales -Sacerdote Juan Bosco 

Sesión del 8 de octubre de 1869. Núm. 793-5568. 

Exequátur al Rescripto Pontificio del 1.° de marzo de 1869, por el que se faculta a don Juan Bosco, Jefe y Rector de la Congregación, 
arriba indicada, para conceder las cartas dimisorias para recibir la tonsura y las órdenes menores y mayores. 

SECCION DE GRACIA, JUSTICIA Y CULTOS 

La Sección, 

Vista la nota del Ministerio de Gracia y Justicia y Cultos del 3 de octubre de 1869, 3.ª División, 1.ª Sección, Núm. 13258, por la que se 
requiere el aviso del Consejo de Estado sobre una petición del Rvdo. teólogo Juan Bosco para conseguir el Regio Exequátur de una 
Disposición Pontificia, con fecha 1.° de marzo de este año, merced a la cual, como director de una Pía Congregación por él fundada en 
Turín, con el título de San Francisco de Sales, para la educación cívica y espiritual 

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de los adolescentes, es autorizado por un decenio para otorgar ((663)) las cartas dimisorias a los alumnos que han ingresado o ingresaren 
en algún colegio o internado de dicha Congregación antes de los catorce años de edad y, si en adelante se inscriben a su debido tiempo en 
la Congregación, a fin de que puedan recibir la tonsura y las órdenes menores y mayores; 

Visto el parecer del Procurador General ante la Audiencia Superior de Turín, según documentos que se acompañan; 

Oído el Relator, considerando que, como aparece por un certificado del Canciller de la Audiencia Superior de Turín, no hay decreto, 
disposición u otro documento por el que se pueda argüir que la Pía Congregación, fundada por el presbítero teólogo Juan Bosco, haya 
sido considerada de algún modo como posesora de personalidad jurídica y que, por tanto, no es el caso de tenerla en cuenta a los efectos 
de la ley de 7 de julio de 1866; 

Considerando que la disposición, de que se trata, concede al presbítero teólogo Juan Bosco una facultad que es exclusiva de los 
Ordinarios, y sustrae a la legítima jurisdicción de éstos a los alumnos de los colegios e internados de la Pía Congregación de San 
Francisco de Sales por él mismo fundada y dirigida; 

Que con esto se perturba el normal ejercicio de los Ordinarios, a cuya Diócesis pertenecen los alumnos de dichos colegios e internados 
y se infringen los estatutos canónicos, cuya rigurosa observancia es obligación y derecho de la potestad civil promover y amparar; 

Por dichos motivos cree que no se debe conceder el solicitado Regio Exequátur. 

Una vez visto el contenido de la Resolución Ministerial, que por no querer «a don Bosco revestido de Jurisdicción quasi vescovile (casi 
episcopal) sobre los miembros de su Sociedad en detrimento de la jurisdicción del Ordinario Diocesano, etc, etc.», insinúa que la Pía 
Sociedad Salesiana «es una verdadera reproducción de las congregaciones abolidas por ley de 7 de julio de 1866», no se puede dudar de 
que una mano perversa conspiraba contra don Bosco y se servía de todos los medios para hundir su institución. Resulta fácil calcular de 
dónde procedía, quizá con alguna ligereza, esta maniobra, y no hace falta que demos el nombre. Baste ponerlo de relieve para dar una 
idea cada vez mejor de las dificultades y luchas que debió superar y sostener el Venerable para fundar la Pía Sociedad Salesiana, y para 
comprender mejor la asistencia especial que en todo momento le otorgaba María Auxiliadora. 
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((664)) 

CAPITULO LIII 

DON BOSCO EN BRICHERASIO -CARTA DE FLORENCIA CON NOTICIAS SOBRE LA CUESTION DE LA IGLESIA DEL 
SANTO SUDARIO -LAS FIESTAS EN LOS ORATORIOS DE SAN LUIS Y SAN JUAN BAUTISTA -CARTA DE PIO IX A DON 
BOSCO SOBRE LOS GESTOS DE REVERENCIA DEL 11 DE ABRIL -DISGUSTOS DE DON BOSCO POR LAS HERENCIAS 
-PRETENSIONES DE ALGUNOS PARIENTES SOBRE LA HERENCIA BERTINETTI: CARTA DEL GOBERNADOR DE TURIN 
A DON BOSCO Y SU RESPUESTA -DON BOSCO ESCRIBE A UNA SEÑORA GENOVESA PARA QUE LE AYUDE A 
COMPRAR UN TERRENO JUNTO AL ORATORIO DE SAN LUIS -ACEPTA EL COLEGIO DE CHERASCO -DELICADEZA DE 
DON BOSCO PARA PROPONER A LOS SALESIANOS EL CAMBIO DE CASA -DOS CARTAS DE DON BOSCO, RESPECTO 
AL NUEVO COLEGIO -DON BOSCO VA A SAN IGNACIO: EL AVISO DE COSTUMBRE A ALGUNOS ALUMNOS DEL 
ORATORIO QUE VAN AL RIO DORA -ULTIMA Y MEMORABLE CONVERSACION CON EL CONDE CIBRARIO 

MIENTRAS tenían lugar las molestas cuestiones sobre el Exequatur, don Bosco escribía y recibía cartas que nos señalan otros asuntos 
que ocupaban su vida. 

El 14 de junio lo encontramos en Bricherasio, en la quinta del conde Viancino. Había escrito a la señora Condesa: 

((665)) Oratorio de San Francisco de Sales 

Turín-Valdocco, 14 de junio de 1869 

Ilma. señora Condesa: 

Para no confiar al papel asuntos importantes, he pensado enviar un plenipotenciario en la persona de don Bosco, para que él los trate 
personalmente. 

Así que, en el tren que llega a Pinerolo a las seis, el miércoles por la tarde, se trasladará a ésa el encargado. Se recomienda tan sólo a la 
señora Madre que haga algún ahorro más, dando al tonto de su hijo porciones más pequeñas. 

Llevaré los libros que indica el señor Conde. íQuién sabe si no irá también conmigo el caballero Villanova! 

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Desciendan abundantes las bendiciones del cielo sobre usted y su querido esposo y conceda a ambos toda suerte de bienes espirituales y 
temporales. 

Ruegue por mi pobre alma y considéreme con agradecimiento, 

De V. S. Ilma. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

En Turín le esperaban cartas procedentes del Ministerio de Asuntos Exteriores, en donde contaba con otros dos amigos, además del 
abogado Carlos Cantón: el abogado Juan Bautista Gal, jefe de Sección de primera clase, y el barón Vito D'Ondes Reggio, oficial de la 
orden de San Mauricio, profesor, diputado, miembro del Consejo del Tribunal Diplomático. 

Florencia, 16 de junio de 1869 

Rvmo. Señor: 

Estaba a punto de escribirle, cuando me llegó su apreciadísima carta para Franceschini, a quien se la pasaré. 

La razón por la que escribía es ésta. El conde Gal, compañero y amigo queridísimo, al ausentarse de esta ciudad por asuntos 
particulares, me dejó el encargo, que con sumo gusto he aceptado, de leer las cartas a él dirigidas y concernientes a nuestra Santa Iglesia, 
y daros noticias como mejor pueda. Así pues, tengo en mis manos la carta que V. Reverencia escribe al mismo para alcanzar del 
Gobierno la cesión de la iglesia en Roma, y he hablado de ello eficazmente con el Secretario General del Ministerio de Asuntos 
Exteriores, Comendador Blanc. Esperamos tener una resolución favorable. 

((666)) Le agradezco de corazón sus augurios por mi bien: yo no merezco nada por lo poco que hago en defensa de nuestra Santa Madre 
Iglesia. Es un deber riguroso que cumplo como cristiano católico. 

Mándeme en cuanto pueda servirle. 

Servidor D'ONDES REGGIO 

Ni siquiera las inminentes solemnidades interrumpieron el continuo laborío de la mente de don Bosco, aun cuando tomase parte viva en 
ellas. Le gustaban por la gloria que daban a Dios y el gran bien que proporcionaban a los jóvenes, especialmente con los Sacramentos. 

En aquellos días su corazón de padre descansaba participando en la alegría de todos. Le era natural gaudere cum gaudentibus (gozar con 
los que gozan). Su rostro sereno y radiante y su amabilísima 
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sonrisa redoblaban la alegría, el entusiasmo y el reconocimiento de los que se consideraban sus hijos. Así sucedió también aquel año en la 
fiesta de San Juan Bautista, celebrada con la pompa de costumbre, y en la de San Luis Gonzaga. 

Por aquellos días debió acarrearle una gran satisfacción la carta de cierto antiguo colaborador suyo, recordándole tiempos pasados y 
dedicándole la traducción del Belén del célebre padre filipense de Londres, Guillermo Fáber. 

Querido don Bosco: 

Han transcurrido ya más de veinte años desde que yo iba cada domingo a enseñar catecismo a sus pilluelos en los principios del futuro 
Oratorio. Un barracón, con el cielo raso entablado, apuntalado con una viga vertical en medio, que hacía las veces de columna, cuya tosca 
forma quedaba disimulada bajo una envoltura empapelada, en un lugar apartado, deshabitado, salvo su casucha, casi fuera de la ciudad. 
En aquella tierra buena cayó la semilla que creció hasta convertirse en árbol, en cuyas ramas buscarían refugio miles de pájaros. 

íCuántas cosas han pasado desde entonces! Una que yo no puedo olvidar jamás es la pérdida de aquella alma tan hermosa, don José 
Cafasso. Otra, que también me conmueve vivamente, es el ver en su trono, próspero como entonces y más glorioso todavía aunque 
desmembrado, al mismo Pontífice reinante, que lo mismo entonces que ahora, era elevado a los cielos por los buenos, mientras 
maquinaban los malos ((667)) contra él en las sombras; y contemplarlo, mientras muchos, que entonaban a menudo sus exequias, yacen 
con su cuerpo en la tumba y con el alma donde el Juez Supremo les haya colocado. 

Y aún hay otra, que es ver ya próximo un Concilio Ecuménico convocado por el Papa, mientras estamos acostumbrados a considerar la 
convocatoria de tal Concilio como algo imposible de cumplir en el futuro, después del Concilio de Trento. íQué grandes han de ser los 
efectos del nuevo Concilio! 

Aquel barracón que servía de capilla, adonde los hijos de Dios acudían para oír las enseñanzas de la Iglesia, por medio de la cual habla 
el mismo Cristo, me recordaba a Belén y Nazaret, donde la santa infancia de Jesús tenía por templo una escuálida cueva y una pobre casa. 
Y puesto que agradó a nuestro querido Jesús considerar como hecho a El mismo lo que hacemos a sus pobrecitos, me parecía hacer, como 
los pastores de Belén, alguna cosa por él, hablando de Dios a aquellos niños atraídos por su Santo Nombre. Y no para aquí la semejanza 
que pasa por mi mente. 

Busco hoy en vano la pobre barraca que hacía de capilla; encuentro, en su lugar, un templo magnífico, uno de los más bellos de Turín, 
que, a semejanza del pobre Belén de Jesús, se transformó en el estupendo y divino edificio de la Iglesia Universal. 

Al traducir al italiano este libro sobre Belén, del renombrado P. Fáber, no he podido evitar el sentir más vivamente presentes en mi 
mente aquellos dulces recuerdos, y, al presentarlo al público, me parece natural el colocarlo bajo los auspicios de un nombre oportuno y 
muy querido por mí, como es el de Vuestra Reverencia. No pretendo con ello dar fama al tema del libro, ni a V. R., pues tanto uno como 
otro tienen más de la que yo pueda darles con mi esfuerzo; pero sí que 
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valdrá para refrescar los tiernos y afectuosos sentimientos que nunca se apagaron entre nosotros y para que V. R. no olvide, sobre todo 
cuando reza, la pobre alma de su afectísimo. 

Mondonio, fiesta de San Luis, 1869. 

LUIS MUSSA 

Si esta carta le agradó al Venerable, mil veces más debió alegrarle y satisfacerle una del Romano Pontífice, con firma autógrafa, que 
llevaba la fecha del nacimiento de San Juan Bautista. 

PIO PAPA IX 

Al amado Hijo, Salud y Apostólica Bendición. 

Las múltiples pruebas de fe y devoción que tú Nos has dado, tendían sin lugar a dudas, a darnos a conocer tu gran ((668)) cariño a la 
Sede Apostólica y a Nos mismo. Más aún, ellas Nos manifestaban tu diligencia y dedicación a infundir también en los demás el amor que 
sientes por esta Cátedra Suprema y que tienen muchos seguidores de tu amor. Y tenemos de ello otra prueba espléndida en la 
afectuosísima carta que Nos has enviado en tu nombre y en el de los Oratorios y Colegios que diriges al conmemorar, después de 
cincuenta años, Nuestra Primera Misa. Es casi inútil que Nos te digamos lo gratísimas que Nos han parecido tales pruebas de atenta 
felicitación, y por ello Nos harás cosa gratísima, si así lo comunicas a los sacerdotes, a los alumnos y a los jóvenes de quienes cuidas. 
Puedes además añadir que Nos, al celebrar la Santa Misa, como ellos deseaban, los hemos recordado al Señor en nuestra plegaria, 
recomendando particularmente al Señor a todos los que, a su vez, hayan rezado por Nos. Por lo demás todos tendrán Nuestro 
reconocimiento, si continúan rezando, como lo harán, por la conversión de los que se taron del recto sendero, a fin de que todos conozcan 
y amen al Padre Celestial y a Jesucristo, del que, aunque indigno, hacemos las veces en la tierra. Y mientras tanto, en prenda de nuestra 
particular benevolencia y de la gracia divina, impartimos con sumo afecto para ti y para tus mencionados amados hijos, confiados a tus 
cuidados, la Bendición Apostólica. 

Dado en Roma, junto a San Pedro, el 23 de junio de 1869, año 24 de Nuestro Pontificado. 

PIO PP. IX 

Al amado Hijo Don Juan Bosco-Turín 1. 

1 PIUS PP. IX.-Dilecte Fili, Salutem et Apostolicam Benedictionem. -Complura quae iam praebuisti tuae fidei et devotionis indicia eo 
profecto valebant ut te Sedis Apostolicae et Nostri Studiosissimum agnosceremos. Imo per illa compertur fiebat te sedulo contendere ut 
obsequio quo colis hanc Supremam Cathedram aliorum etiam animos imbueres, et multos pietatis tuae imitatores haberes. lamvero huius 
rei aliud illustre argumentum supperditarunt Nobis literae officiosissimae quae nomine tuo, nec non Asceteriorum et Ephebeorum quibus 
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((669)) Esta carta, que se conserva religiosamente junto con su sobre, en nuestros archivos, llevaba por fuera la dirección: Al Ilmo. 
señor don Juan Bosco, Turín. 

Pero las alegrías y, si no siempre los dolores, al menos los disgustos, se alternan sin cesar en este pícaro mundo. Los más enojosos para 
don Bosco procedían de ciertas herencias, que algunos admiradores y amigos, sin herederos forzosos, le dejaban para que las empleara en 
sus obras de beneficencia. Casi cada una de ellas llevaba consigo su secuela de molestias gravísimas, de enemistades y pleitos, con 
frecuencia sin fin, por causa de los que se veían excluidos por el testador e impugnaban sus últimas voluntades. Por eso insistía siempre 
don Bosco: -El que quiera hacer caridad, hágala mientras goza de salud y no espere al punto de muerte. 

La última herencia (otras habían sido de escasa importancia) fue la del señor Bertinetti, de Chieri, que don Bosco, muerta la 
usufructuaria, destinaría a una obra en favor de aquella ciudad. Y he aquí que le llegó el siguiente oficio: 

GOBIERNO CIVIL 
DE LA PROVINCIA DE TURIN 
Div. 2.ª-Sec. 2.ª 
N.° 12916 

Turín, 28 de junio de 1869 
Asunto: 
Herencia de Carlos Bertinetti 

Por orden del Ministerio de Gobernación, tengo el gusto de comunicar a V. S. Rvma., el adjunto recurso por el que unos parientes del 
difunto Carlos Bertinetti, 

praees ad Nos datae sunt, quum sacri a Nobis primum litati post annum quinquagesimum memoriam ageremus. Vix est ut oporteat te 
docere periucunda Nobis ea testimonia observantiae et gratulationis ((669)) fuisse, quocirca desideriis Nostris satisfacies si hoc ipsum 
sacerdotibus, alumnis cererisque iuvenibus quorum curam geris, Nostro Nomine renunciaveris. Quin etiam licebit adiicere, illos in 
precibus Nostris, quas sacrum facientes obtulimus, partem prout optaverunt habuisse, namque eos omnes praesertim Deo 
commendavimus, qui vicissim pro Nobis illum essent adprecati. Ceterum Nos egregie demerebuntur si instent, uti facient, orantes pro 
conversione illorum qui a recto tramite deflexerunt, ut agnoscant omnes et diligant Coelestem Patrem et quem misit Iesum Christum, 
cuius vice, licet immerentes, in terris fungimur. Interea signum praecipuae dilectionis Nostrae et divini favoris auspicem Apostolicam 
benedictionem tibi ac memoratis dilectis filiis tuae sollicitudini demandatis peramanter impertimus. 

Datum Romae, apud Sanctum Petrum, die 23 Iunii 1869, Pontificatus Nostri anno vigesimo quarto. 

PIUS PP. IX 

Dilecto Filio Presbytero Ioanni Bosco, Augustam Taurinorum. 
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((670)) presentan instancia a fin de que, al superior otorgamiento en favor de la Pía Obra de San Francisco de Sales para poder aceptar la 
herencia que le dejara el mismo Bertinetti en testamento secreto del 15 de octubre de 1868, se imponga a la Obra Pía heredera la 
obligación de pagar un subsidio anual a los recurrentes. 

El Gobernador RADICATI 

Don Bosco respondió: 

Ilmo. señor Gobernador: 

Como respuesta a la carta del 28 del corriente, referente a la herencia Bertinetti, me apresuro a dar las siguientes aclaraciones: 

1.ª La institución, conocida en Turín con el título de Pía Obra de San Francisco de Sales, no tiene ninguna relación con la que dirige el 
sacerdote don Bosco, con el nombre de Oratorio de San Francisco de Sales. 

2.ª Desde el momento en que el testador no ha nombrado para nada a los pretendientes de su herencia, es patente que él entendía 
disponer de otro modo de sus bienes. 

3.ª Esta herencia está totalmente en manos de su hermana, la señorita Jacinta Bertinetti, que goza del usufructo completo mientras viva. 

4.ª El testador no ha constituido heredero a ningún cuerpo moral que necesite ser autorizado para recibir la herencia, sino que ha testado 
en favor y a nombre del que se manifiesta con las disposiciones y cláusulas expresadas en el testamento. Dispuesto a aclarar con gusto 
cuanto fuere menester, tengo el honor de profesarme, 

Atento y seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Turín, 30 de junio de 1869. 

Mientras buscaba cómo librarse de estas cuestiones, no perdía de vista la compra del terreno necesario para desarrollar su obra en el 
Oratorio de San Luis, en la avenida del Rey, en Turín. Tenemos otras copias de la Circular enviada por aquellos días al conde De Maistre 
y a una señora de Génova, a quien escribía esta carta: 

Turín, 3-7-69 

Muy estimada Señorita: 

Con mucho gusto me asocio a las oraciones de su señora madre para implorar la gracia que tanto desea. 

((671)) Hagamos, pues, así: a partir del día 4 del corriente (domingo) recen durante nueve días tres padrenuestros, avemarías y glorias al 
Santísimo Sacramento y tres salves a la B. V. María. Nosotros impartiremos aquí todas las tardes la bendición 
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con el Santísimo Sacramento y haremos oraciones especiales en el altar de la Santísima Virgen con todos nuestros muchachos reunidos. 
Además, por mi parte, en mi pequeñez, tendré cada día un memento en la Santa Misa. Esperemos. 

Le agradezco la lismosna que promete para la iglesia de María Auxiliadora que, en verdad, está todavía desnuda, y para nuestros pobres 
muchachos, que ciertamente no dejarán de invocar las bendiciones del cielo sobre usted y sobre todos los bienhechores que les 
suministran el pan cotidiano. 

Llevo entre manos un problema muy urgente, como verá por la hojita que le adjunto. Quién sabe si usted no podrá recomendarlo a 
alguna piadosa persona y cooperar de este modo a librar las almas de esos pobres muchachos de las fauces de la herejía. De todos modos, 
dispense mi atrevimiento. Dios les bendiga a usted, a su señora madre y hermano y a toda la familia Cataldi. La santísima Virgen obtenga 
de su Divino Hijo que todos tengan largos años de vida feliz y el precioso don de la perseverancia en el bien. Amén. 

Me encomiendo a sus oraciones y me profeso agradecido, 

De V. S. muy estimada 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Al pie de la circular, incluida en la carta, se lee esta apostilla: 
«Recomiendo respetuosamente a la señora Carolina Cataldi la cuestión arriba indicada, con el ruego de que tenga a bien interceder ante 
personas caritativas, del modo que crea oportuno según su prudencia. Turín, 3 de julio de 1869. JUAN BOSCO, pbro.». 

Otro pensamiento preocupaba a don Bosco por aquellos meses. El Ayuntamiento de Cherasco se había dirigido a él para abrir un 
colegio internado en aquella ciudad y los tratos estaban ya en un buen momento. 

Las condiciones del contrato fueron, esencialmente, las mismas del Ayuntamiento de Cavour; y fueron aceptadas. El local destinado a 
colegio era el magnífico convento de Nuestra Señora del Pópolo, que, antes de la supresión de las órdenes religiosas, perteneció a los 
Somascos, quienes regentaban, además, la parroquia aneja y dirigían las ((672)) escuelas públicas y enseñaban en las mismas. Monseñor 
Galletti, Obispo de Alba, aprobó el convenio y, una vez muerto el religioso que administraba la parroquia, determinó que el párroco de la 
iglesia sería el Director de la escuela, nombrado por don Bosco. 

La iglesia de nuestra señora del Pópolo es considerada como uno de los templos más majestuosos del Piamonte por su magnífica 
fachada, su recinto interior casi octogonal, su amplia y elevada cúpula y sus muy notables adornos de estuco. 

Sería la cuarta casa salesiana, sin contar la de Trofarello; y don Bosco tenía que pensar en el personal dirigente y docente. Era necesario 
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hacer algún cambio, por lo que escribió a algunos de los que tenía en lista. No puede menos de admirar el lector la delicadeza de sus 
frases. 

Le escribía a don Antonio Sala, Prefecto del Colegio de Lanzo. 

Turín, 3-7-69 

Queridísimo don Antonio: 

Nos encontramos en la absoluta necesidad de un ecónomo, puesto que don Angel Savio ya no puede ocuparse de la Casa de Turín. 
Dime si podrías adelantar tu venida sin desconcertar tu despacho. Quizá podría llevarlo Bodratto, ayudado por don Santiago Costamagna. 
Tú podrías venir, no definitivamente, pero sí para ayudarme, y en la época de exámenes podrías volver a Lanzo algunos días y aun 
semanas. Para tu norma te digo que nadie sabe que te escriba esta carta; dime por tanto tranquilamente tu parecer. 

Dios te bendiga a ti y tus trabajos; ruega por éste tu 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

Más tarde enviaba otra carta a don Francisco Provera, Prefecto del Colegio de Mirabello. 

Queridísimo don Francisco Provera: 

Voy siempre de cabeza con un sinfín de proyectos, y entre ellos anda éste. 

Si Bodratto fuera a Cherasco y tú a Lanzo »qué pensarías para tus adentros? Yo pienso hacerlo así, pero siempre que: 1.°, sea de tu 
agrado; ((673)) 2.°, que no tengas que hacer, aun de la forma más confidencial, ninguna observación en contrario. Quisiera hacer este 
cambio, porque Bodratto tiene práctica en el cultivo del campo y en dar las clases elementales; las clases elementales de Cherasco, al 
menos por este curso, están en manos de maestros externos y nosotros no tenemos ninguno que pueda estar al frente. 

Bien entendido que, por ahora, sólo nosotros dos lo sabemos; escríbeme a Trofarello a vuelta de correo. Dios nos bendiga. Amén. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

A propósito de las gestiones con el Ayuntamiento de Cherasco, tenemos dos cartas dirigidas a personajes que habían contribuido 
mucho para la apertura de aquella casa. La primera está dirigida a un Teólogo, cuya dirección ignoramos, en la que se menciona al 
caballero Lissone y al hermano, párroco de la iglesia principal. 
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Turín-Valdocco, 26-7-69 

Queridísimo señor Teólogo: 

Su carta me llegó tarde y no pude responderle a tiempo; pero hubo pleno acuerdo con el Ayuntamiento en lo tratado. Le mando el 
programa del colegio; necesitaría que lo leyese atentamente el caballero Lissone y quien se creyere oportuno; que me pusieran los más 
pequeños reparos y me lo enviaran para preparar la edición. El mismo caballero sabrá también decir si, por cuanto se refiere al internado, 
dado que es una especie de continuación del anteriormente existente, es necesario pedir permiso al Jefe Superior de estudios y si él 
asumiría esta negociación; o si juzga que ponga yo manos a la obra. Pero sería mejor, si yo quedo por detrás. 

Le ruego salude a dicho señor y a su hermano el Abad, y encomendándome a sus oraciones me profeso con afecto. 

De V. S. Rvma. 

Afmo. amigo
JUAN BOSCO, Pbro.


La segunda carta, sin fecha, va dirigida al caballero Lissone. 

Ilmo. señor Doctor: 

Me parece oportuno dirigir estas líneas a V. S. para ver si se pueden empezar las gestiones para el reconocimiento del Colegio lo antes 
posible. Creo que el Jefe Superior de estudios no exigirá copia del convenio con el Ayuntamiento, porque los acuerdos económicos son 
totalmente ajenos a la enseñanza. ((674)) Para Lanzo no se presentó; de todos modos se puede empezar presentando la solicitud, 
acompañada del programa, el plano topográfico, la certificación higiénica; y, si después piden algo más, ya se enviará. 

Creo que es mejor haga la solicitud el Ayuntamiento, como propietario, ya que yo no soy más que administrador y director, dependiente 
del municipio. Se podría decir, por ejemplo, que el Ayuntamiento ya tenía la enseñanza reconocida desde hace mucho tiempo; y que, casi 
como una prueba, pidió que dicho reconocimiento fuera extendido al bachillerato superior; pero que el corto número de alumnos 
convenció que se volviera al bachillerato elemental para el que se pide la confirmación del reconocimiento, en la persona de los 
profesores titulares, etc. Tal vez estoy dando lecciones a Minerva, pero de esta forma tiene mi pensamiento. Por lo demas, ruégole tenga 
la bondad de escribir dos líneas y yo haré anticipadamente un viajecito a Cherasco cuando convenga. 

Dado que el Colegio ya estuvo reconocido, quizás podría pasarse sin el plano y el certificado de higiene; pero en esto es mejor abundar. 

Dios le conceda todo bien y créame, con la más sentida gratitud, 

De V. S. Ilma. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

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Entre tanto, antes de finalizar el mes de julio, fue don Bosco a San Ignacio para los ejercicios espirituales. En aquellos días hubo tres 
muchachos que salieron a escondidas del Oratorio para ir a bañarse en el río Dora, y he aquí que una mano misteriosa les golpeó repetidas 
veces en la espalda; se asustaron, salieron del agua, volvieron al Oratorio y contaron a los compañeros lo sucedido, con lo que quedó 
confirmado un aviso que don Bosco había mandado. Don Luis Rocca, Ecónomo General de la Pía Sociedad, que estudiaba aquel año el 
quinto curso, nos afirmaba muchas veces que todos los alumnos eran sabedores de aquel hecho y que él conocía a los que habían sido 
golpeados. 

Al bajar de San Ignacio, fue el Venerable a Lanzo, al colegio de San Felipe, donde supo que el conde Cibrario había llegado allí, 
camino de Usseglio, en los Alpes, para pasar unos días de campo. Se hospedaba en el Cappel Verde. Don Bosco fue a visitarle en 
compañía del Director del Colegio. El noble señor estaba aquellos días algo disgustado ((675)) porque uno de nuestros Directores había 
despedido a un alumno recomendado por él. Don Bosco, que preveía una discusión acalorada, quiso afrontarla para evitar toda 
tergiversación. Admitido a la audiencia, entró en la sala y dejó a su compañero fuera. El coloquio duró más de una hora. Contó el 
Venerable que el Conde le recibió algo alborotado. Pero que se calmó muy pronto, salió de la habitación e invitó a entrar al que estaba en 
la antesala. Don Bosco estaba sentado a la derecha. El Ministro comenzó a hablar del ansia que tenían los americanos por los títulos 
honoríficos, a pesar de que, por ley, no pueden hacer ostentación en público y cómo estaban dispuestos a pagar treinta mil liras para obras 
pías, a cambio de una simple cruz colocada en su gabinete. 

El Siervo de Dios recordó, con agradecimiento, el mucho bien que el señor Conde había hecho, especialmente en favor del Oratorio. 

Este se lo agradeció, afirmando que siempre ayudaría a don Bosco con todas sus fuerzas. 

Entonces el Venerable añadió que el señor Conde le podría ayudar también de otra forma. 

-Yo no sé que le haya ayudado, si no ha sido procurándole alguna limosna a través de las condecoraciones, observó el noble señor. 

-Sin embargo, Su Excelencia me ha ayudado de otras formas. No puede imaginarse cuánto me ha ayudado la lectura de sus obras 
históricas. Mire, gracias a sus páginas, comprendí la solución natural, 
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evidente, de ciertas cuestiones intrincadas que jamás había comprendido. 
Y siguió elogiando mucho otros escritos del Conde y su mérito, y el continuo trabajo del hombre, admirado como escritor, pese a tantas 

otras ocupaciones. 
El Conde, que sonreía satisfecho, dijo: 
-La verdad es que yo nunca he perdido el tiempo. Por la mañana, indefectiblemente, me levanto hacia las cuatro, me siento a la mesa y 

trabajo ((676)) hasta las nueve, cuando empiezan las visitas. A veces, ya de noche, vuelvo de nuevo a mis papeles, hasta medianoche. 
-Por tanto, tenemos motivo para alegrarnos aún más, sabiendo que la Patria será honrada por usted con nuevos escritos. 
-En efecto, tengo varias cosas entre manos, pero ya soy viejo; 

me acerco a los setenta. 
-»Viejo usted? Viejo es el que vive agobiado por la enfermedad. Pero usted está sano, fuerte, tiene la mente clara como un joven. 

Esperemos, esperemos... 
-Eso es, esperemos; pero el hombre es siempre hombre, y quiera o no quiera, seguramente tendré ya para poco. 
-Yo le deseo una vida muy larga. Mas, si me lo permite, quisiera decirle una osa, señor Conde. 
-Diga, diga, don Bosco. 
-Sabe lo mucho que le quiero. Ahora bien, por si su vida no hubiera de ser muy larga, recuerde antes de morir que tiene alguna partida 

que ajustar con la Iglesia. 
Ante la imprevista salida de don Bosco, el Conde se puso serio, bajó la cabeza, estuvo un instante pensativo, tomó después la mano de 
don Bosco y estrechándosela, dijo: 
-Tiene razón, lo he pensado ya... Lo haré, ciertamente lo haré... 
y pronto. 
Así acabó aquella visita. Fue la última vez que don Bosco vio al conde Cibrario. 
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((677)) 

CAPITULO LIV 

GESTIONES EN ROMA PARA LA COMPRA DE LA CASA Y TERRENO JUNTO A SAN CAYO -TEMORES Y OPOSICION DE 
LAS RELIGIOSAS BARBERINAS -CARTA DE DON BOSCO A SU CARDENAL PROTECTOR -EL PRINCIPE BARBERINI 
HACE RESCINDIR EL CONTRATO -DOLOROSAS CONSECUENCIAS PARA LAS MONJAS -EL ECONOMATO REAL AYUDA 
A DON BOSCO -CARTA DE AGRADECIMIENTO A UN BIENHECHOR -DON BOSCO COMPRA EN VALDOCCO LA CASA 
DEMARIA -LECTURAS CATOLICAS: LOS CONCILIOS GENERALES Y LA IGLESIA -SUPLICA AL PADRE SANTO PARA 
OBTENER LA FACULTAD DE LAS DIMISORIAS PARA ALGUNOS CLERIGOS QUE ENTRARON EN EL ORATORIO, 
DESPUES DE HABER CUMPLIDO LOS CATORCE AÑOS -INCARDINACION DE UN FRANCISCANO EN LA PIA SOCIEDAD 

CONTINUABA el Venerable en Florencia sus diligencias para conseguir del Gobierno Italiano la iglesia del Santo Sudario en Roma, 
mas no abandonaba las de la Casa de las Monjas Barberinas junto a San Cayo. Había concedido a monseñor Manacorda poderes 
generales para firmar el contrato. Durante la estancia de don Bosco en Roma pareció resuelto el asunto; pero las propietarias temieron que 
un instituto al lado les acarrearía serias molestias para sus devociones y su tranquilidad, y empezaron a arrepentirse de la venta prometida. 
No faltaban quienes las confirmaban en sus temores. La cosa llegó a oídos del Papa, el cual mandó decirles: 

((678)) -O hacéis vosotras el contrato o lo hacemos nosotros absque consensu Capituli (sin consentimiento del Capítulo). 

La graciosa frase indicaba a las claras el augusto deseo. 

Por el momento parecieron conformarse con el manifiesto querer, pero luego hubo quien se encargó de instigarlas diciendo que el 
precio ofrecido era inferior al valor del terreno, que se habían encontrado compradores, que hubieran ofrecido ícien y hasta ciento 
cincuenta mil liras! El hecho es que los tratos se prorrogaron. 

El mismo príncipe Barberini, que al principio era favorable a don Bosco, constante en su patronato de familia sobre aquel Convento, 
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se empeñó en romper el contrato, y el Cardenal Protector de las Barberinas amparaba las razones con que las monjas se oponían a la 
venta. 

El Venerable, informado de todo, escribió al Cardenal esta atentísima carta: 

Eminentísimo Señor: 

Ruego a V. E. Rvma. que generosamente me perdone, si añado una nueva molestia a sus muchas ocupaciones. Léame con bondad y 
dignese luego darme el consejo que a V. E. parezca mejor para gloria de Dios, respecto a la proyectada adquisición del local de San Cayo, 
junto al venerando Monasterio, llamado de las Barberinas. 

El pasado mes de enero exponía yo al Padre Santo el deseo de abrir un centro de estudios en Roma para los clérigos de nuestra 
Congregación. El Padre Santo mostró su agrado por ello, me sugirió dicho local y encargó a monseñor Franchi que se ocupara de la 
venta. Antes de dar un solo paso me presenté a las monjas, pidiéndoles su parecer. Respondieron que, aunque sentían hacer aquella venta, 
se veían obligadas a el lo por las dificultades económicas que atravesaban y que, a la vista del destino totalmente religioso que se iba a 
dar a la iglesia y a la casa aneja, me preferían a mí a cualquier otro que se presentara. 

Acudí entonces al citado monseñor Franchi y le pregunté si realmente estaba en venta aquel local, si no había aún gestiones pendientes. 
Respondió que se había tomado la decisión de efectuar aquella venta, y que no había compromiso con nadie. Preguntado si bastaba tratar 
con él, añadió que él era el encargado de ello y que, a su tiempo, él mismo hablaría con el Cardenal Protector. 

Con tarjeta de este prelado visité el local, se habló del precio, la última petición fue de cincuenta mil liras, que yo acepté, y en ((679)) 
señal de cierre del contrato, me dieron los planos del local; se establecieron los plazos y épocas de pago y se dio por definitivamente 
cerrado el contrato. De boca del mismo monseñor Franchi supe entonces que V. E. era el Cardenal Protector; de acuerdo con él quise 
hablar con V. E. Rvma. y, a tal fin, me trasladé varias veces a su respetable casa. Pero las muchas ocupaciones de V. E. y mi ignorancia 
de las horas más oportunas para ello, impidieron el deseado coloquio. 

Entre tanto, como quiera que algunos asuntos urgentes me reclamaban en Turín, firmé unos poderes a monseñor Manacorda para cuanto 
hubiera que hacer en el contrato de San Cayo. 

Además, contando con las ofertas de algunos caritativos señores y un poco más de dinero allegado de otro modo, se podía pagar la 
escritura en cualquier momento. 

Así las cosas, parecía que el contrato estaba definitivamente cerrado y yo me creí hasta la fecha legalmente vinculado. Algunas voces 
indeterminadas me hicieron suponer que las monjas temieran el griterío de los muchachos, pero no había que temer eso de los clérigos 
estudiantes. Se adujo el protectorado del príncipe Barberini; pero, con el traspaso de la propiedad, igualmente se hubieran podido 
conservar ilesos los derechos de ese excelente y caritativo señor. 

Hubo quien dijo que V. E. se había disgustado con este contrato porque no se le había comunicado a su tiempo, como se debía; y esto 
me desagrada porque habría sucedido sin quererlo, y contra mi buena voluntad, que deseaba ardientemente complacer 
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a V. E. a quien hace mucho tiempo conozco de nombre y siempre he tenido en veneracion. 

No hablo del consentimiento del Padre Santo, el cual, por cuanto a él se refiere, es totalmente favorable. Por eso, yo me atrevo a rogar a 

V. E. que acepte hacer de consejero, no sólo de las monjas sino también de mi pobre persona, y que, por amor de Nuestro Señor, me 
comunique, de la forma que menos molestias cause: si todavía persiste el contrato tal y como se había resuelto y qué incumbencias 
quedan por cumplir para llegar al otorgamiento de la escritura. 
O bien, si hay que tener por definitivamente roto el contrato y, en tal caso, aunque con verdadero y grave daño para mí y con disgusto 
para quienes ya lo dieron por concluido, yo me resignaré a enviarle los planos del local y quedaré libre para dirigir hacia otra parte mis 
particulares investigaciones. 

Ruego a su gran bondad que sea indulgente con la extensión de esta carta, como lo pedía el tema de la misma, y rogando de corazón a 
Dios se digne concederle largos años de vida feliz, tengo el alto honor de poderme profesar, 

De V. E. Rvma. 

Turín, 21 de julio de 1869. 

JUAN BOSCO, Pbro. 

((680)) No nos consta que el Cardenal contestara; pero el Padre Santo cedió ante las instancias del príncipe Barberini; y don Bosco, 
advertido, abandonó el proyecto, con disgusto, pero humildemente y sin llamar la atención. Las monjas, sin embargo, no tardaron en 
arrepentirse. Al entrar el Gobierno Italiano en Roma, suprimió monasterios y otras casas religiosas y se apoderó de sus bienes. Las 
monjas barberinas fueron las primeras echadas y desposeídas de cuanto tenían en octubre de 1871. Nos decía monseñor Fratejacci: «Si 
don Bosco hubiera ocupado aquel amplísimo local, el Monasterio y todo aquel sitio habría sido respetado y cuidado, y los sacerdotes 
salesianos les habrían prestado el servicio religioso. Tampoco otros pudieron alegrarse de ello». 

El Venerable, por su parte, no dejó inactivo el dinero que tenía preparado para la adquisición de San Cayo. Extractamos del archivo de 
las Escrituras del Oratorio: 

«Por escritura del 30 de julio de 1869, firmada por Cassinis, el señor Carlos Demaría vende a don Bosco 1. 1. 10.9 jornales de terreno 1 
equivalentes a 0,38,72 hectáreas de terreno y edificios situados en Valdocco, por cuarenta y cuatro mil liras. Esta casa existe en la avenida 
Reina Margarita, a la derecha, en la esquina de quien entra en la Plaza de María Auxiliadora. Don Bosco la compró para rectificar la 
plaza con sus aledaños. Era entonces una posada. 

1 Jornal: medida superficial agraria, de extensión varia. No sabe el traductor explicar la relación de los números 1. 1. 10.9 con que se 
expresan tales jornales, pero ya está indicada su equivalencia (N. del T.) 
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Y la Providencia seguía prestándole su ayuda. Escribía al comendador Juan Bautista Dupraz: 

Muy apreciado señor Comendador: 

Ha querido en su gran caridad dar, antes de partir, una limosna de cincuenta liras a esta iglesia. Esa cantidad tiene, en la actualidad, un 
gran valor por la diaria merma de bienhechores que Dios nos hace al llamarlos al paraíso, y por la multitud de gastos que debemos 
atender. 

Yo le confieso mi agradecimiento, haciendo rezar a mis muchachos todas las tardes un padrenuestro, avemaría y gloria al Santísimo 
Sacramento en la bendición ante el altar de María Auxiliadora, y lo haremos cada día a fin de que usted y su señora esposa vuelvan sanos 
y salvos a nosotros. 

((681)) Dios bendiga a los dos; rueguen por mí, que con verdadero agradecimiento me profeso, 

De V.S. 

Turín, 26 de julio de 1869. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

El Administrador General de los Beneficios Eclesiásticos de Turín le anunciaba un donativo mayor. 

REGIO ECONOMATO GENERAL 
DE LOS BENEFICIOS ECLESIASTICOS-TURIN 
N.° 7504 

Rvdo. señor don Juan Bosco: 

El Administrador General que suscribe anuncia con urgencia a V. S. que el Gobierno de S. M. se ha dignado concederle, con cargo a la 
Tesorería de este Economato General, la cantidad de cuatrocientas liras para ayudarle a proveer a los gastos del culto, que se realiza en 
los días festivos en los tres Oratorios fundados por usted. 

Esta cantidad le será pagada en este Despacho General a usted o a la persona encargada para cobrarla, con tal que sea conocida y venga 
provista de un recibo debidamente legalizado, según el modelo abajo extendido. 

Turín, 27 de julio de 1869. 

El Ecónomo General 

V. REALIS 
El Venerable enviaba a los suscriptores de las Lecturas Católicas el folleto correspondiente al mes de agosto. Hacía tiempo que 
trabajaba en él, en sus escasos momentos libres. 

Se titulaba: LOS CONCILIOS Y LA IGLESIA CATOLICA, 

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conversaciones entre un párroco y un joven feligrés, por el sacerdote Juan Bosco. 

La introducción dice así: 

Viven todavía en una aldea del Piamonte dos hermanos jóvenes, pertenecientes a una familia acomodada. El mayor se llama Enrique, y 
Tomás el menor. El primero estuvo algún tiempo en la ciudad y tuvo la desgracia de aficionarse a las malas lecturas y contraer perversas 
amistades. Volvió al seno de la familia, donde pretendía ser un sabio y algo grande. De todo quería hablar, con ((682)) todos entablaba 
disputas. Pero, como toda su sabiduría procedía de periódicos seductores y novelas, resultaba que en sus conversaciones, sobre todo en 
materia de religión, soltaba a cada momento los más descomunales disparates. Le gustaba sostener acaloradas disputas con su hermano 
Tomás, joven de unos dieciocho años, de carácter alegre y que, si bien no había hecho tantos estudios como Enrique, sin embargo, 
conocía mejor que él los temas religiosos. Con el estudio del catecismo, la lectura de libros buenos, que le gustaban muchísimo, y la 
asiduidad a las instrucciones parroquiales, Tomas se había capacitado para responder a diversas preguntas y resolver con desenvoltura y 
claridad muchas de las dificultades que le presentaba su hermano, a quien, con frecuencia, tapaba la boca y le hacía sonrojarse. Pero un 
día del pasado invierno, Enrique llevó la conversación a la Iglesia y al próximo concilio ecuménico, y empezó a disparatar horriblemente. 
Tomás supo, al principio, responderle a tono; pero, luego, mal de su grado, arrollado por un montón de preguntas nunca oídas e 
insidiosas, se vio acorralado. Por la tarde de aquel mismo día acudió el buen muchacho, como oveja que busca buenos pastos, a casa de 
su querido párroco, con quien sostuvo las siguientes conversaciones. 

Sólo a manera de índice, diremos unas palabras sobre el desarrollo de las mismas. Tratan los temas siguientes: 

Qué son los Concilios y su utilidad.-Quién puede convocarlos.-El Papa es superior al Concilio: en los temas de fe y de moral es 
infalible por sí mismo.-Infalibilidad y autoridad del Concilio general si está unido al Papa.-Las definiciones y leyes de un Concilio 
obligan por sí mismas a los cristianos.-Breve relación histórica de los distintos Concilios Ecuménicos.-El Concilio Vaticano I y las graves 
razones que movieron al Papa a convocarlo. 

En estas páginas resplandece el ardiente amor que don Bosco profesaba al Papa y a la Iglesia. El hace votos para que la infalibilidad 
doctrinal del Romano Pontífice, si bien conocida y certísima, sea declarada dogma de fe en el próximo Concilio para gloria de Dios y de 
su Iglesia, seguridad y consuelo de los buenos, y para ornamento, de la veneranda frente del sucesor de san Pedro, con una nueva y más 
hermosa joya. 

Propone oraciones particulares con la invocación de María Auxiliadora, aconsejando a los fieles que las reciten a diario, ((683)) hasta 
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el fin del Concilio, para que éste no sea impedido ni molestado por los enemigos de Dios y de la Iglesia y para que se unan todos los 
cismáticos a la Iglesia Católica, y los protestantes, especialmente los de Inglaterra, vuelvan a la unidad de la fe. A este fin sugería dos 
medios que juzgaba muy eficaces para alcanzar el suspirado propósito. 

Sería algo laudabilísimo que -para las arriba citadas oraciones se formaran entre todos los fieles, especialmente los chicos y las chicas, 
asociaciones entre ellos divididos en grupos de diez y doce cada uno. Así se daría un testimonio de de esperanza y de amor al glorioso y 
magnánimo Pontífice, y a la santa Iglesia, nuestra dulcísima madre. 

A este fin nos encomendamos a nuestros lectores, rogándoles se asocien. Los párrocos lo inculquen a sus feligreses; los superiores de 
centros a las personas a ellos subordinadas. Los padres y madres de familia a sus dependientes. De esta forma, además del buen efecto de 
la oración y de la recepción de los santos sacramentos, se obtendrá otra ventaja y es la de despertar y mantener viva en el pueblo cristiano 
la fe en el próximo Concilio, dispuestos los ánimos para recibir después con docilidad los estatutos y observar fielmente las leyes. (Véase 
pág. 164). 

Hace ya casi dos años que se invitó a los católicos a que hicieran el voto de querer profesar, defender con palabras y escritos, y si fuere 
preciso con la misma vida, la infalibilidad personal del Papa, aun cuando no haya sido declarada verdad de fe, lo mismo que solían hacer 
los buenos católicos respecto a la Inmaculada Concepción de María, antes de la solemne definición, realizada por el reinante e inmortal 
Pío IX el 8 de diciembre de 1854. Aprovechamos con gusto esta propicia ocasión para dirigir a nuestros lectores esta invitación; más aún, 
les animamos cordialmente a hacer este voto, en honor de Jesucristo y de su Vicario en la tierra, para conseguir mayores méritos en el 
cielo, rogando al mismo tiempo a Dios misericordioso que haga de modo que pronto sea declarada solemnemente tan hermosa verdad 
como dogma de fe. (Véase pág. 59). 

Creemos que don Bosco hizo estos votos. 

Al final del folleto citaba don Bosco las palabras del Cardenal Arzobispo de Dublín: «Si dirigimos la mirada a toda la tierra, íqué 
lastimoso espectáculo se ofrece a nuestros ojos! Por todas partes revoluciones, rebeliones, discordias civiles y amenazas de guerra». 

Y después de haber reseñado las desgracias, los desórdenes de las diversas ((684)) partes del mundo, se detiene en Italia y continúa: 

«Fijamos nuestros ojos en Italia y »qué vemos?... Por todas partes reina la confusión. Sólo un rincón de las tierras itálicas se ve libre de 
tanta calamidad. En este rincón reina un venerando anciano (el Papa), no quebrantado todavía por los años, ni debilitado por angustias y 
dolores; un anciano, que en su estrecho y empobrecido reino sabe ciertamente mantener la paz; sabe dar al mundo un ejemplo de 
invencible constancia y defender los derechos de la sociedad y de la 
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autoridad. Teme tan poco a las conjuraciones y amenazas, que ha convocado a concilio en Roma a todos los Obispos de la tierra. La 
causa de la justicia y del orden será protegida y defendida por este Concilio ecuménico, y los Obispos, que no se reúnen más que para 
trabajar por la salvación de la humanidad, vencerán ciertamente todos los obstáculos. »Y no es éste un espectáculo digno del 
Omnipotente?». 

El que reflexiona sobre la vida de don Bosco no puede comprender cómo pudiera dedicarse a un mismo tiempo a tantos asuntos. 

El mismo atendía a todos y escribía por su mano cuanto se refería a sus clérigos, toma de sotana, patrimonio, ordenaciones y dimisorias. 
En nuestras memorias tenemos este párrafo: 

«El 13 de agosto de 1869 entrega Pío IX, por medio de un Rescripto, la implorada facultad de las dimisorias para un ordenando que 
había ingresado en la Sociedad después de los catorce años». 

Por aquellos días había él preparado una súplica a la Santa Sede para obtener las letras remisorias 1 para el clérigo Bodratto, que 
después renovó, haciéndola extensiva a todos los Salesianos entrados en el Oratorio después de los catorce años, y ya inscritos entre los 
clérigos. 

Beatísimo Padre: 

El presbítero Juan Bosco humildemente postrado a los pies de V. B. con el máximo respeto expone que, por delegación del Obispo de 
Acqui de santa memoria, impuso el hábito eclesiástico al clérigo Francisco Bodratto, su diocesano. Mas por su edad ya algo avanzada, no 
pudiendo hacer los estudios en el Seminario, puso como condición que, dado que el candidato lo deseaba, perteneciese a la Congregación 
de San Francisco de Sales, por él muy querida y beneficiada. A tal efecto ((685)) se disponía a otorgar las oportunas letras remisorias al 
Obispo de Casale, donde esta Sociedad está aprobada como Congregación Diocesana. 

El Obispo de Casale aceptaba al candidato, pero mientras se realizaban las diligencias, la divina Providencia llamó al eterno decanso a 
aquel venerando Prelado. Como en la actualidad, por la sede vacante de aquella Diócesis, no se pueden conceder las oportunas letras 
remisorias, por consejo del Obispo de Casale y con el beneplácito del mismo Vicario General Capitular de Acqui, con toda humildad y 
respeto suplica a V. B. tenga a bien conceder las imploradas letras remisorias en favor del mencionado clérigo, para que de este modo 
pueda ser ordenado por el Obispo de la diócesis de Casale, una vez dadas pruebas de studio, de vita et moribus (estudio, vida y 
costumbres). Al presente está estudiando el quinquenio de teología. 

Con la más profunda gratitud y la más alta veneración se postra a los pies 

De Vuestra Beatitud, 

Humilde recurrente 

1 Letra remisoria.-Despacho con que una autoridad remite la causa a otro tribunal. (N. del T.) 
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N. B.-La copia que tenemos está así, sin firma. 
Beatísimo Padre: 

El presbítero Juan Bosco postrado a los pies de V. B. humildemente expone que, con fecha del 1.° de marzo del corriente año (1869), 
Vuestra Santidad se dignó benignamente aprobar definitivamente la Pía Sociedad de San Francisco de Sales, como Congregación 
Religiosa de votos simples, concediéndole al Superior de la misma la facultad de dar las Cartas Dimisorias a los que, ingresados en sus 
Casas para hacer sus estudios antes de los catorce años de edad, habían abrazado a su tiempo esta Congregación. 

Ha surgido ahora una dificultad para los que se inscribieron en la misma Congregación, hicieron sus estudios, cumplieron el tiempo de 
novicidado, emitieron los votos prescritos por las Constituciones de la Sociedad, pero entraron en el colegio pocos meses después de la 
edad mencionada. Estos no serían reconocidos como clérigos por sus obispos, porque no tienen constancia de la carrera clerical cumplida 
por los mismos, ni de los estudios hechos, y aun cuando constase, tal vez no serían reconocidos y por tanto deberían volverlos a empezar. 
A fin de obviar esta dificultad y poner en situación normal el estado y la conciencia de estos clérigos, con el máximo respeto suplican, 
juntamente con el exponente, que V. S. se digne conceder, para este solo caso, la facultad de otorgar las Dimisorias también a éstos, aun 
cuando hayan sido admitidos en esta Casa para hacer sus estudios, pocos meses después de la edad de catorce años. 

He aquí sus nombres: 

1. Domingo Belmonte, de Gerola, diócesis de Fossano. 
2. José Bertello, de Castagnole de Pinerolo, diócesis de Turín. 
3. Joaquín Berto, de Villar-Almese, diócesis de Susa.
((686)) 4. Francisco Bodratto, de Mornese, diócesis de Acqui.
5. Juan Bodratto, de Mornese, diócesis de Acqui. 
6. José Daghero, de Cumiana, diócesis de Turín. 
7. Pedro Guidazio, de Verolengo, diócesis de Ivrea. 
8. Angel Nasi, de San Benigno, diócesis de Ivrea. 
9. Francisco Paglia, de Rivarolo, diócesis de Ivrea. 
10. Chiaffredo Ricciardi, de Villafalletto, diócesis de Fossano. 
11. Nepomuceno Turco, de Cremolino, diócesis de Acqui. 
Estos son los clérigos que, entre los casi ciento, de que se compone la Congregación de San Francisco de Sales, fueron recibidos en 
nuestras escuelas después de los catorce años de edad; pero fueron y todavía son atendidos por el Orador, humilde exponente, de cuanto 
fue preciso para el estudio, vestido y alimentación. 

Gracia que... 

El Padre Santo acogió benévolamente la súplica. Don Bosco le presentó también humildemente una instancia para la incardinación en 
la Pía Sociedad de un fraile de los Menores Reformados. Damos constancia de ella porque nos muestra una vez más cómo el Venerable 
se entregaba con toda solicitud a levantar los obstáculos que aparecían en el camino vocacional de sus hijos espirituales. 
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Beatissime Pater, Beatísimo Padre,


Ioannes Bosco sacerdos, ad pedes El presbítero Juan Bosco humildemente
Beatitudinis tuae provolutus, postrado a los pies de Vuestra
humillime exponit quae sequuntur: Beatitud, expone cuanto sigue:


Clericus Rochus Damus,loci Idoli El clérigo Roque Damus, de Edolo,
(vulgo Edolo),Dioecesis Brixiensis, diócesis Brixiense,ingresó en la quindecim annos natus religionem religión de los Hermanos
Menores
Fratrum Minorum Reformatorum Reformados de la estricta observancia
strictioris observatiae ingressus a los quince años,el día 28 de agosto est a die 28 augusti 1862. de 1862. El día 30 de agosto de
1863
Die vero 30 augusti 1863 eamdem profesó en dicha religión emitiendo
religionem professus est emittens los votos simples para un
vota simplicia ad triennium, quae trienio y los renovó en el año 1866.
complementum habuerunt anno 1866. Finalmente el 17 de junio de 1868
Tandem die 17 Junii 1868,ob civilem tuvo que abandonar la religión de San
abrogationem sui Ordinis in nostris Francisco, por la supresión civil de
regionibus,sancti Francisci su Orden en esta región.
religionem derelinquere debuit.


Nunc vero post annum approbationis, Ahora, después de un año de prueba,
iam Societatem seu Congregationem deseando profesar en la Sociedad 
o
Salesianam profiteri desiderans, Congregación Salesiana, pide,
a Sanctitate tua humili precatione humildemente postrado,
postulat, ut huic Congregationi a V. S. poder ser inscrito en esta adscribi eamdemque profiteri et in Congregación y profesar en la
misma,
eadem sacros ordines suo tempore y a su tiempo recibir en ella las suscipere possit et valeat. órdenes sagradas.


Haec facultas ideo necessaria est, Esta facultad es necesaria,por cuanto
quia,ex huius Societatis por el decreto de aprobación de esta
approbationis Decreto, Superior Sociedad, el Superior General sólo
generalis litteras dimissoriales puede extender las cartas dimisorias
eis tantum relaxare potest, a los que hayan sido recibidos antes
qui ante annum decimun quartum in de los catorce años en un internado
aliquo hospitio vel convictu ad o un colegio perteneciente a la
Salesianam Congregationem Congregación Salesiana, como consta
pertinentibus, recepti fuerint. en el Decreto del 1.º de marzo de
Ita in Decreto diei 1. ° martii 1869.
1869.


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Fin de Página 612 


VOLUMEN IX Página: 613 

((687)) 

CAPITULO LV 

CIRCULAR DE DON BOSCO A LOS SALESIANOS: CONFIANZA CON EL SUPERIOR: CONSECUENCIAS PRACTICAS DE 
ESTE ARTICULO DEL REGLAMENTO -DON BOSCO SALE PARA MONTEMAGNO: LE DETIENEN EN ASTI: VISITA EL 
ORATORIO FESTIVO DE LA LOCALIDAD: CONFIESA A ANTIGUOS ALUMNOS: LLEGA CON RETRASO A 
MONTEMAGNO: EL MARQUES FASSATI RECONOCE QUE DON BOSCO «ACIERTA HASTA CUANDO YERRA» -MUERTE 
DE DOS ALUMNOS DEL ORATORIO -LECTURAS CATOLICAS -FIN DE CURSO EN EL ORATORIO Y REPARTO DE 
PREMIOS 

DON Bosco encontraba su descanso cuando podía estar con sus hijos, los salesianos, y entretenerse con alguno de ellos, con todos 
reunidos, o en la calma de la noche cuando pasaba a todos por su mente meditando la manera de atender a sus necesidades. En aquel 
momento gozaba su corazón pensando que, dentro de pocas semanas, tendría los ejercicios espirituales en la casa de Trofarello. El amor 
santificado de la familia lo podía todo en su corazón. Le encantaba el espectáculo del salmo cuando dice: Fili tui, sicut novellae olivarum 
in circuitu mensae tuae. (Tus hijos, en derredor de tu mesa como renuevos de olivo). 

En agosto, para promover el espíritu de familia, enviaba esta circular a todas sus casas. 

((688)) Amadísimos hijos: 

La divina Providencia dispuso que nuestra Pía Sociedad fuera definitivamente aprobada por la Santa Sede, y nosotros, a la par que, en 
la humildad de nuestro corazón, damos gracias a la bondad del Señor, debemos darnos maña con todo esmero para corresponder al fin 
que nos hemos propuesto al ingresar en la Congregación y mantener la exacta observancia de las reglas. 

Entre los artículos de las mismas está el que se refiere a la confianza que debe reinar entre Superiores e inferiores: «Todos tengan, dice 
en el capítulo 5, artículo 6.°, gran confianza con su Superior; no haya ningún secreto del corazón con él». 
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Este artículo es muy importante, y se ha observado que los coloquios del Superior con sus subalternos dieron muy buenos resultados, 
porque así, éstos pueden exponer con toda libertad sus necesidades y pedir oportunos consejos, y el Superior mismo estará en condiciones 
de conocer el estado de sus hermanos, proveer a sus necesidades y tomar decisiones que facilitan la observancia de las reglas y el 
provecho de toda la sociedad. Parece que esto es lo que quiere indicar el Espíritu Santo, cuando dice: Vae soli, quia quum ceciderit, non 
habet sublevantem se (Ecl. IV-10) íAy del solo, que si cae, no tiene quien le levante! Después añade: Para el que vive en sociedad, si uno 
cae o se encuentra en peligro de caer, el otro le levanta y en cierto modo queda apuntalado en su caída. Si unus ceciderit, ab altero 
fulcietur (Idem). 

De este modo, dice santo Tomás, el religioso consigue su fin, es avisado en los peligros y tiene quien le ayude en caso de caída. Juvatur 
a sociis ad resurgendum (Es ayudado por los hermanos para levantarse). 

Para que se pueda lograr esta ventaja en nuestra Sociedad se determinó establecer algunas cosas que se pueden llamar consecuencias 
prácticas del artículo arriba citado. 

((689)) 1.° Todos los meses se darán dos conferencias, una de ellas para leer y explicar sencillamente las reglas de la Congregación; la 
otra sobre materias morales, pero de un modo práctico y adaptado a las personas a quienes se habla. 

2.° Todo socio se presentará una vez al mes al Director de la casa y, si tiene alguna duda en cuanto a la observancia de las reglas, lo 
expondrá, pidiendo los consejos que le parezcan para su provecho espiritual y material. 

El Director, por su parte, oirá todo con la debida caridad, durante un tiempo prudencial; aún más, procurará interrogar separadamente a 
cada socio sobre la salud, los deberes que tiene, la observancia religiosa, los estudios o trabajo que debe atender. En fin, procurará 
animarle, ayudarle de obra y de palabra para ponerse en situación de poder gozar de la paz del corazón con la tranquilidad de conciencia, 
que debe ser el fin principal de todos los que forman parte de esta Pía Sociedad. 

3.° Por regla ordinaria el Director de cada casa dará cuenta exacta una vez al mes al Rector Mayor del estado moral o sanitario de los 
hermanos y presentará una relación sobre la marcha material de la casa que le ha sido confiada. 

Hay que notar una pequeña excepción para la casa Madre. Los 
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que componen en ella el Capítulo y los sacerdotes que lo pidan, pueden presentarse al Rector Mayor a exponerle cuanto es del caso. 

El dar cuenta de sí mismo al propio Superior es práctica generalmente establecida en todas las casas religiosas y resulta muy ventajosa; 
por eso yo también espero de ella un gran bien para nosotros, sobre todo para alcanzar la tan necesaria paz del corazón y la tranquilidad 
de conciencia. 

Hay muchas cosas que decir a este respecto. Se hará con otras circulares, con adecuadas conferencias y especialmente en los próximos 
ejercicios espirituales de Trofarello, si Dios misericordioso ((690)) nos conserva, como espero, y nos ayuda a podernos reunir todos allí 
en el próximo mes de septiembre. 

íAnimo, mis queridos hijos! Tenemos una gran empresa entre manos. Muchas almas esperan de nosotros la salvación; entre estas almas 
la primera debe ser la nuestra, después la de nuestros socios y la de todo fiel cristiano a quien podamos aportar cualquier ventaja. Dios 
está con nosotros. Trabajemos para corresponder a los celestes favores que nos ha concedido y que esperamos quiera seguir 
concediéndonos abundantamente en lo porvenir. 

La gracia de Nuestro Señor Jesucristo sea siempre con nosotros y nos conceda el espíritu del fervor y el precioso don de la 
perseverancia en la sociedad. Amén. 

Día solemne de la Asunción de la Santísima Virgen 1869. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D.: Esta carta circular será leída a todos los socios de nuestra Pía Sociedad 1. 
El sábado, día 14 de agosto, don Bosco partía del Oratorio para Montemagno, donde se celebraba solemnemente al día siguiente la 
fiesta de la Asunción. 

Era esperado en Montemagno por el marqués Fassati, quien había preparado para aquel día un gran banquete con invitados en su honor. 
Don Juan Bautista Francesia había ido un día antes que el Venerable. Cuando llegó el coche, el Marqués montó en cólera al ver que 
llegaba sin don Bosco, ya que tenía en mucho su presencia y, dirigiéndose a don Juan Bautista Francesia, dijo: 

1 En la primera edición de la Vida de don Bosco en dos volúmenes, esta carta fue asignada a la Anunciación de 1869, pero la fecha 
verdadera, como consta en varios documentos auténticos es la fiesta de la Asunción, o sea, el 15 de agosto del mismo año. 
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-Usted, que sale siempre en defensa de don Bosco: me gustaría ((691)) saber qué excusa tendrá el valor de aducir en su disculpa, por 
habernos engañado de este modo. 

Francesia tranquilamente observó: 

-Yo, en mi larga experiencia, he visto que don Bosco acierta hasta cuando yerra. 

Hacia las cinco de la tarde los invitados se sentaron a la mesa, el Marqués estaba de mal humor. 

»Cuál era la causa del retraso de don Bosco? 

Al llegar a Asti, fue a visitar a la familia Cerrato, la cual le hizo perder el ómnibus adrede, entreteniéndole demasiado con continuas 
visitas de amigos y conversaciones interesantes. Don Bosco se dio cuenta ya tarde de que pasaba la hora; pero, quiso a toda costa ir al 
lugar de la salida de los coches: el suyo había partido hacía media hora. Mientras pensaba si debía o no volver atrás, el señor Cerrato, 
satisfecho en su corazón de su victoria, le invitó a ir al Oratorio festivo del canónigo penitenciario, Juan Cerrutti. Aquella era la finalidad 
de la pequeña trama. Don Bosco aceptó y predicó, confesó, dio la bendición y luego se dirigió a casa de Cerrato para pasar allí la noche. 

Anochecía ya cuando, a espaldas de don Bosco, resonó una voz que decía: 

-íCaramba! íEste cura se parece en todo a don Bosco! 

Al oír el Venerable pronunciar su nombre, se volvió. Un hombre de barba espesa se acercó a él, le tomó de la mano y, besándosela 

calurosamente, dijo: 

-íEs él, es don Bosco de veras! »Cómo está? 

-»Y cómo está usted? 

-Pero íqué usted ni qué...! Tutéeme como hace años. íO no me conoce! 

-Sí hombre... sí; ítú eres... Santiago! 

-íVeo que aún me conoce! Sí, soy Santiago. Siempre he dicho que don Bosco me quería. íMe conoce después de catorce años que no 

me ve! íCuántas chiquilladas le hacía entonces, cuántos disgustos le di, pobre don Bosco! 

((692)) -Estoy muy contento de verte y de que me quieras... ya sabes que también don Bosco te ha querido siempre. »Y qué haces aquí? 

-Soy comerciante; mis negocios no van mal y no puedo quejarme. 

-»Y sigues siendo bueno? 

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-Bueno, sí, pero no como usted quiere.
-»Qué quieres decir?
-íVaya! No quiero hablar más... no quiero decir disparates...íAh! íNo hay más que un don Bosco! Con los demás no me gusta ni quiero


ir a confesarme... por nada del mundo. 
-»Y con don Bosco? 
-A don Bosco no puedo decirle que no; siempre que él quiera estoy dispuesto a ello. 
-Pero aquí en Asti, habrá otros amigos míos; »no es así? 
-Sí, somos varios; siempre hablamos de don Bosco y del Oratorio; y desde que salimos de él no hemos vuelto a confesarnos. 
-Entonces, entendidos; venid mañana por la mañana. 
-Yo sí que vendré. 
-»Me das tu palabra? 
-A lo mejor no seré capaz de perseverar, pero siempre cumpliré lo prometido a don Bosco. Dígame dónde va a celebrar la misa mañana 

y yo iré y llevaré también a los otros. 
Antes de que volviera a casa ya se habían acercado a don Bosco algunos exalumnos más. Y al día siguiente, quince mocetones y padres 
de familia se confesaban con él y recibían de sus manos la santa comunión. Después le acompañaron hasta el coche y se agolparon 
alrededor. Lloraban de alegría y repetían besándole la mano: 
-Gracias, gracias por el bien que nos ha hecho y la alegría que nos ha dado. No sólo le quieren los señores, sino que también le quieren 
los pobres; todos le queremos. 
((693)) Los hombres del pueblo, que holgaban en la plaza, miraban asombrados a aquel cura, rodeado de tantos hombres y convertido 

en centro de tantas demostraciones de afecto. 
Cuando don Bosco llegó a Montemagno, el Marqués y la Marquesa Fassati le recibieron con un amable reproche: 
-íDon Bosco promete, pero no cumple! 
Y don Bosco, como si no recordase la invitación para el día anterior, dijo: 
-»Y por qué me dicen eso? 
-»Por qué no vino ayer?, prorrumpió el Marqués. 
-Es verdad, tiene razón; se lo diré. 
Y empezó a contarles lo que le había sucedido en Asti. El Marqués no pudo contener las lágrimas y exclamó: 
-Siendo así, le deseo que se encuentre con los mismos inconvenientes siempre que le invite a mi casa. 
Intervino don Juan Bautista Francesia y díjole al Marqués: 

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-Bueno, señor Marqués, »no es verdad que don Bosco acierta hasta cuando yerra? 

-No sé qué decir, concluyó el Marqués; tiene usted razón. 

Entre tanto se cumplía la predicción hecha por don Bosco en Lanzo a fines de 1868. Había dicho que aquel curso moriría uno, que 
pertenecía a la clase segunda elemental, cuyo apellido empezaba por uve (V). Era ya el mes de julio de 1869 y no había muerto nadie en 
el colegio. Cuando he aquí que el muchacho Ulderico Valagossa, robusto y sanísimo, alumno de la segunda elemental, cayó gravemente 
enfermo. Un mes duró la enfermedad, y el abogado Luis Andreis, que conocía la predicción, se informaba curiosamente de la 
enfermedad, y repetía a quien le manifestaba la esperanza de que el chico curaría: 

-Valagossa morirá: lo dijo don Bosco. 

El muchacho empezó a convalecer; tanto, que el padre, que había ido a visitarlo, como le encontró ya curado y jugando ((694)) con los 
demás, no quiso llevárselo a casa. Pero he aquí que, al cabo de una semana, recayó y murió. 

-íDon Bosco lo había predicho!, exclamó el abogado y con él todo el colegio. 

Valagossa murió un domingo, tras ocho días de agonía. Mientras se cantaban las vísperas en la iglesia del colegio, resonaban por 
doquiera las consoladoras palabras: Et misericordia ejus, a progenie in progenie, timentibus eum (Y su misericordia llega a sus fieles de 
generación en generación). Era un muchacho estupendo. 

En los registros del Ayuntamiento de Lanzo se lee: Ulderico Valagossa murió en Lanzo el 22 de agosto a las cuatro de la tarde de 1869. 
Tenía once años. Había nacido en Biassono (Monza), de Félix Valagossa y Francisca Bismara. 

El mismo mes llegaban al Oratorio las noticias de la muerte del cuarto y del quinto de los seis predichos por don Bosco. Se lee en los 
Registros: 

Fernando Boggiatto, hijo de José, natural de Testona, estudiante de 2.° de bachillerato, murió en su propia casa en julio de 1869. 

El clérigo Carlos Giacchetti, hijo de Lorenzo, natural de Lessone, estudiante de 1.° de Teología, salió del Oratorio el 17 de julio de 
1869, et requievit in Domino (y descansó en el Señor). 

Las Lecturas Católicas traían a la mente de los jovencitos el recuerdo de la otra vida con el número de septiembre y octubre: El mes de 
noviembre santificado, o sea, la devoción a las almas del purgatorio, 
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presentada a través de breves consideraciones y ejemplos escogidos, con el modo de oir la santa misa en sufragio de las almas del 
purgatorio. 

Y así, de este modo, terminaba el curso, y el Venerable invitaba a los personajes más relevantes de Turín al reparto de premios en el 
Oratorio, con la siguiente tarjeta: 

ORATORIO DE 
SAN FRANCISCO DE SALES 
TURIN 

El miercoles, 8 de septiembre, a las seis de la tarde, se celebrará la solemne distribución de premios a los alumnos de los cursos de 
bachillerato. Ruego a V. S. tenga a bien honrarnos con su presencia para solemnizar nuestra fiesta y animar a nuestros alumnos. 

Turín, 6 de septiembre de 1869 

JUAN BOSCO, Pbro. 

((695)) La fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María se celebró lo más solemnemente que se pudo, porque también se 
esperaba para honrar la fiesta a los miembros del quinto Congreso Pedagógico que precisamente se celebraba por aquellos días en Turín. 

Por la tarde, después de las funciones religiosas en la iglesia de María Auxiliadora, empezó la fiesta, que resultó brillantísima por los 
muchos invitados que respondieron personalmente a la invitación y por los padres de los alumnos que asistieron para compartir la alegría 
de sus hijos. 

La música vocal e instrumental de los muchachos alegró la fiesta en los intervalos de la distribución de premios y de las menciones 
honoríficas. 

Cantó el coro un himno, compuesto por don Juan Cagliero, director del mismo; e interpretó la banda varias sinfonías del maestro Juan 
De-Vecchi, que gustaron mucho. 

Llamó la atención, por encima de todos los números del programa, una sinfonía fantástica, adaptada a la circunstancia, que evocaba la 
partida de los jóvenes hacia la casa paterna, en la cual, con arte y maestría, se imitaba la salida del tren, su marcha sobre los carriles y la 
llegada a la estación, seguida del repique festivo de campanas, estampidos de petardos y armoniosas melodías de la banda de un pueblo 
en fiesta. 

Coronó el acto el formidable discurso que pronunció en aquella 
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circunstancia el docto y católico profesor, caballero Carlos Bacchialoni, doctor en filosofía y letras, que arrancó universales aplausos. 
Este discurso fue impreso y se conserva en los archivos. 
Terminado el curso, don Bosco anunció dos tandas de ejercicios espirituales para los salesianos en la casa de Trofarello, a fin de que 

todos pudieran asistir sin dejar solos a los muchachos que se quedaban en el Oratorio y en los colegios. 

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((696)) 

CAPITULO LVI 

PRIMERA TANDA DE EJERCICIOS ESPIRITUALES EN TROFARELLO -INSTRUCCIONES DE DON BOSCO -ALGUNAS 
REUNIONES: OBEDIENCIA -POBREZA -VOTO DE POBREZA -LOS PADRES -ELOGIO DE LA CASTIDAD Y MEDIOS 
POSITIVOS Y NEGATIVOS PARA CONSERVARLA -CHARLAS DE DON BOSCO, DESPUES DE LAS ORACIONES DE LA 
NOCHE, A LOS EJERCITANTES EN TROFARELLO -SE ANUNCIA QUE MONSEÑOR COMBONI PREPARA UNA CASA EN 
EGIPTO PARA LOS SALESIANOS -EMISION DE VOTOS -ULTIMA PLATICA Y CLAUSURA DE LOS EJERCICIOS -CARIÑO 
DE DON BOSCO A LOS ALUMNOS QUE NO TIENEN INTENCION DE FORMAR PARTE DE LA PIA SOCIEDAD -EL 
CABALLERO FEDERICO OREGLIA DI SANTO STEFANO SE INSCRIBE EN LA COMPAÑIA DE JESUS: SU CARTA A DON 
BOSCO Y A VARIOS SALESIANOS, DESPIDIENDOSE -SEGUNDA TANDA DE EJERCICIOS -«íSI YO NO FUERA 
SALESIANO, ME HARIA SALESIANO!» 

LA primera tanda de ejercicios espirituales empezó el lunes, 13 de septiembre. El Venerable predicó las instrucciones y don Miguel Rúa 
las meditaciones. Eran ejercitantes algunos sacerdotes, numerosos clérigos, coadjutores seglares y jóvenes estudiantes y aprendices, que 
aspiraban a ingresar en la Pía Sociedad. 

En la primera instrucción don Bosco presentó un informe histórico del origen y desarrollo de los Oratorios festivos y de la Pía Sociedad 
de San Francisco de Sales, desde 1841 hasta 1869. Su voz, sus sentimientos, sus palabras eran la manifestación de su inmensa gratitud a 
la Madre celestial. 

Afortunadamente conservamos el resumen de todas las instrucciones ((697)) de don Bosco en un cuadernito, junto con otras, solamente 
esbozadas y escritas, en parte en hojas sueltas, que probablemente predicó el Venerable en los Ejercicios de 1870, en Lanzo. Las 
publicamos todas íntegramente en el apéndice del presente volumen 1. Aquí nos limitamos a indicar los temas que don Bosco desarrolló 

1 Véase APENDICE «A». 
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en esta primera tanda de ejercicios tenidos en 1869, que son los primeros anotados en el citado manuscrito, como resulta de la 
confrontación hecha con los apuntes tomados por quien oyó al Venerable. 

Los temas fueron los siguientes: 

13 de septiembre, lunes, por la tarde: Introducción, informe histórico sobre la fundación de la Pía Sociedad. 

14 de septiembre, martes, por la mañana: Ventajas de quien vive en Congregación. -Por la tarde: Idem. 

15 de septiembre, miércoles, por la mañana: Voto de obediencia. -Por la tarde: Obediencia a los Superiores. 

16 de septiembre, jueves, por la mañana: Voto de pobreza. -Por la tarde: Los padres. 

17 de septiembre, viernes por la mañana: Castidad: medios positivos para conservarla. -Por la tarde: Medios negativos. 

18 de septiembre, sábado, por la mañana: Recuerdos. Trabajemos con fe esperanza y caridad con Dios, los superiores, los hermanos y 
los inferiores. 

De algunas instrucciones del Venerable podemos ofrecer a los hermanos un resumen algo difuso, con la ayuda de las notas de varios. 

I
OBEDIENCIA


De la instrucción de don Bosco sobre la obediencia tenemos esta nota. 

Don Bosco hizo notar en primer lugar que, bajo el voto de obediencia caen todas las prescripciones dadas por el Superior con la 
manifiesta intención ((698)) de obligar en fuerza del voto, con tal de que no sean contrarias o realmente ajenas al espíritu de las 
constituciones. 

Después explicó que el voto de obediencia limita la obligación bajo pena de pecado, más o menos grave, según la materia, y con 
respecto a que lo mandado por el Superior esté prescrito por los mandamientos de Dios y de la Iglesia. El cuarto mandamiento comprende 
también con el nombre de padre y madre a los que hacen sus veces con nosotros y que hemos aceptado de Dios por tales con nuestro 
voto. 

Sólo el Rector Mayor y el Director pueden mandar a sus súbditos, en virtud de santa obediencia y entonces puede darse el caso de culpa 
grave. No así cuando el mandato procede de otros superiores, salvo que tal desobediencia escandalizase y produjera daño al súbdito o a 
otros. 

Por lo demás, nuestras reglas no obligan bajo pena de pecado. Si uno no hiciese la meditación, la lectura espiritual, el examen de 
conciencia, la visita a Jesús Sacramentado, si no ayunase el viernes, si no rezara el rosario, si no se confesase cada ocho días, quedaría sin 
mérito, mas no pecaría, a menos que, con su mal ejemplo, fuera ocasión de relajación en la Comunidad. Y si el escándalo y el daño 
producido fuera grave, también sería grave la transgresión. 

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II 
POBREZA 
Para la mayor parte de los hombres, las riquezas se convierten en espinas por las angustias y fatigas que requiere su adquisición y 
conservación. Son lazos por las injusticias que hacen cometer, por la avaricia, por la dureza de corazón con el prójimo; son un yugo que 
mantiene al alma curvada hacia la tierra, le impide aspirar a las cosas del cielo y no le deja para sí más que el barro. La pobreza honesta 
no tiene preocupaciones que la turben, no tiene remordimientos que la angustien, está al seguro de muchas tentaciones del demonio, es 

madre de todas las virtudes, aspira al cielo y confía en el amor del Señor que ha dicho: 

-No podéis servir a Dios y a las riquezas. 

Pero no os angustiéis diciendo: qué vamos a comer, qué vamos a beber o con qué nos vamos a vestir... Vuestro Padre celestial ya sabe 
que necesitáis todo eso. Buscad primero su reino y su justicia y todas esas cosas se os darán por añadidura. Así que no os preocupéis del 
mañana (Mat. VI-31, 34). 

La grandeza del valor de la pobreza la mostró el Divino Salvador con su ejemplo: Paupertas non inveniebatur in coelis, in terris 
abundabat; et nesciebat homo pretium ejus. Hanc itaque Dei Filius concupiscens, descendit ut eam eligat sibi, et nobis faciat pretiosam. 
(No existía la pobreza en el cielo, abundaba en la tierra y el hombre no conocía su valor. Como el Hijo de Dios la deseaba, descendió, la 
eligió para sí mismo y la hizo preciosa para nosotros) (San Bernardo). 

((699)) Jesucristo nació, vivió, habitó, se alimentó y murió pobre; in laboribus a juventute sua (en el trabajo desde su juventud). 

Y esta santa pobreza era tema continuo de la doctrina que predicaba. Anunciaba a las multitudes la necesidad de despegar el corazón de 
las cosas de la tierra y se la imponía a los que invitaba a ser sus apóstoles; y a los que le pedían que les aceptara como discípulos para ir 

en su compañía, les exigía que renunciaran a cuanto poseían, hasta a sus familias. 

Se presentó cierto día a Jesús un joven que, arrodillándose, le preguntó: 

-Maestro bueno, »qué tengo que hacer para alcanzar la vida eterna? 

Y Jesús le respondió: 

-Ya sabes los mandamientos: guárdalos. 

-Maestro, los he guardado desde mi juventud. 

Ante tal respuesta, Jesús le dio muestras de gran afecto y le dijo: 

-Sólo te falta una cosa, si quieres ser perfecto: ve, vende cuanto tienes, dalo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; ven y sígueme. 

A estas palabras se entristeció el joven y se marchó desconsolado; porque tenía muchas posesiones. Y Jesús, mirando a su alrededor, 

dijo a sus discípulos: 

-íQué difícil es que los ricos entren en el reino de Dios! 

Y añadió, al verlos estupefactos por sus palabras: 

-íQué difícil es que entren en el Reino de los cielos los que ponen su confianza en las riquezas! (Marc. X y sig.). Es más fácil que un 

camello pase por el ojo de la aguja, que el que un rico entre en el Reino de Dios. 

Oído esto, los discípulos quedaron sorprendidos y decíanse los unos a los otros: 

-Pues, »quién se podrá salvar? 

Jesús, mirándolos fijamente, les dijo: 

-Para los hombres es imposible, mas no para Dios, porque todo es posible para Dios. 

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Dificilísimo es que el hombre carnal despegue el corazón de las riquezas, mas, con la gracia de Dios, muchos las emplean para socorrer 
generosamente a los pobres y a la Iglesia y muchos se despojan de todo para dedicarse al servicio divino. 

A la respuesta del Salvador, Pedro tomó la palabra, en nombre de los demás apóstoles, y le dijo: 

-Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido: »qué será, pues, de nosotros? 

Y Jesús respondió: 

-En verdad os digo, que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre esté sentado en el trono de su 
majestad, os sentaréis también vosotros en doce tronos y juzgaréis a las doce tribus de Israel. En verdad os digo, que nadie que haya 
dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno, ahora al 
presente, con casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el tiempo venidero, la vida eterna. 

((700)) »No parece ésta la historia de todas las Congregaciones religiosas y también de la nuestra? 

Después de haber narrado la parábola del banquete al que rehusaron asistir los invitados, Jesús se puso en camino y, volviéndose a la 
gran turba de gente que lo seguía, les dijo: 

-El que viene a mí y ama a su padre y a su madre más que a mí, no es digno de mí. El que no odia hasta su propia vida no puede ser mi 

discípulo. 

Y repetía en alta voz: 

-Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. 

Estas palabras contenían tal vez también un aviso para los padres de los discípulos que lo rodeaban, a quienes recomendaba la 

perseverancia para seguirlo valientemente y llevar la cruz. No se trataba de confiar en recursos y fuerzas humanas. 

Dios sostendrá con su gracia a los que quieren llegar con fatiga y sudor a obtener el premio de su vocación. Decía: 

-»Quién de vosotros, si quiere edificar una torre, no echa primero cuentas de los gastos que se necesitan y si tiene con qué acabarla, 
para que, si después de echar los cimientos, no puede terminarla, no empiecen a burlarse de él todos los que lo ven diciendo: -Este 
comenzó a edificar y no ha podido terminar? 

Quería deciros que vosotros, que habéis venido tras de mí, seáis constantes en edificar la torre de la perfección cristiana. Si os 
desanimáis, será muy grande vuestra vergüenza y vuestro daño. Los mundanos necesitan echar sus cuentas para no dejar una empresa a la 
mitad. Pero vosotros no debéis temer. Poned en las cuentas de los gastos la ayuda implorada al Señor, que no os faltará. Omnia possibilia 
sunt credenti (Todo es posible para el que cree). 

Surgirán persecuciones y tentaciones, y el Divino Salvador prosigue con otra parábola: 

»Qué rey, que sale a enfrentarse contra otro rey, no se sienta antes y delibera si con diez mil puede salir al paso del que viene contra él 
con veinte mil? Y si no, cuando está todavía lejos, envía una embajada para pedir condiciones de paz (Luc. XIV, 31-33). 

Hemos de sostener la guerra contra el demonio, contra el mundo y contra nosotros mismos, y si hiciésemos pactos con nuestros 
enemigos sería una eterna ignominia y una irreparable desgracia. No debemos temer las armas de nuestros enemigos, porque Dios nos 
concede sus armas espirituales. Cadent a latere tuo mille, et 

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decem millia a dextris tuis, ad te autem non appropinquabit (Caerán a tu lado mil y diez mil a tu derecha, pero a ti no se acercará). Y el 
arma poderosa es el voto de pobreza, con la renuncia de corazón y Dios os lo dará todo: Apud Deum autem omnia possibilia sunt (Con 
Dios todo es posible). 

Y como conclusión de las dos parábolas exclamaba Jesucristo: 

-De igual manera, cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo (Lc XIV, 33). 

((701)) III 

VOTO DE POBREZA 

Algunos de vosotros ya están ligados con los votos, otros están dispuestos a hacer el sacrificio de sí mismos y de sus cosas al Señor. 
Diré, pues, cuál es el alcance de nuestro voto de pobreza. 

El voto de pobreza entre nosotros mira a la administración y no a la posesión de cualquier cosa: por eso los profesos pueden retener el 
dominio radical, como se dice, de sus bienes; pero les está totalmente prohibida la administración, lo mismo que la distribución y el 
empleo de las rentas, sin el consentimiento del Superior. 

-Todos los socios deben hacer su testamento antes de la emisión de los votos. -Podrán disponer libremente del dominio, ya sea por 
testamento, ya sea per actus inter vivos, pero con el permiso del Rector Mayor. -Todos los donativos que se les hagan o los frutos de 
cualquier industria, trabajo material o intelectual pertenecen a la Sociedad. -Todo lo que los profesos adquieran en consideración a la 
Sociedad, deberán fundirlo con los bienes de la comunidad, para común utilidad de la Sociedad. -Ninguno tendrá dinero consigo o en otra 
parte. 

Nuestro voto es éste: Observantia voti paupertatis, in hoc praecipue consistit, ut animum ab omnibus terrestribus alienum habeat; quod 
nos vita quoqueversu communi ad victum et vestimentum consequi curabimus, nec quidpiam, nisi peculiari Superioris permissione, pro 
nobis retinentes 1 (La observancia del voto de pobreza consiste esencialmente en el desprendimiento de todos los bienes de la tierra, lo 
cual lo practicaremos con la vida común en cuanto al alimento y vestido, no reservando nada para el propio uso, sin especial permiso del 
Superior). 

Que era la regla de los apóstoles: Habentes autem alimenta, et quibus tegamur, his contenti simus (Mientras tengamos comida y vestido 
estemos contentos con eso) (I Tim VI, 8). El apósotol san Pablo escribía a los Filipenses: Omnia... arbitror ut stercora, ut Christum 
lucrifaciam (Todas las cosas las tengo por basura para ganar a Cristo) (III, 8). Y Jesús había prometido un gran premio a esta pureza de 
intención: Beati pauperes spiritu, quoniam ipsorum est regnum coelorum (Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el 
Reino de los cielos) (Mat. V, 3). No dice en el futuro, como en las obras bienaventuranzas, sino que dice es. 

Nuestra pobreza debe ser real y no de nombre. Gloriantur de nomine paupertatis, et socios paupertatis fugiunt (Se glorían del nombre de 
la pobreza pero huyen de los socios de la pobreza) (San Bernardo). Socios de la pobreza son las privaciones, la penuria, el trabajo, etc. 

En la celda, en los vestidos, en la mesa, en los libros, en los viajes, etc. Pauperes esse volunt, eo tamen pactu ut nihil eis desit (Quieren 
ser pobres a condición de que nada les falte) (San Bernardo de Adv. Dom.). 

1 Véase: Vol. VIII, pág. 899 -N. 6 -1.°. 

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Por tanto, reflexionemos: 

1.° Que un religioso debe poseer lo que tenía Jesucristo: Propter vos egenus factus est, cum esset dives ut illius inopia vos divites 
essetis (Siendo rico, por vosotros se hizo pobre, a fin de que os enriquecierais con su pobreza) (II Cor VIII, 9). Nuestro divino Maestro 
era tal, que ninguno de nosotros puede superarlo en la pobreza. No poseía nada en este mundo, sólo la túnica que llevaba para 
resguardarse de la intemperie ((702)) podía decir que era suya y los verdugos se la jugaron a los dados, delante de sus ojos, mientras 
moría en la cruz. 

2.° Recordemos que qui volunt divitesfieri incidunt in laqueum diaboli (los que quieren enriquecerse caen en el lazo del diablo) (I Tim 
VI, 9). El dinero hizo cometer muchas culpas al apóstol Judas, lo indujo al más horrible de los delitos y lo empujó hasta acabar sus días 
con una muerte espantosa. 

3.° No se olvide nuestra antigua condición, sobre la cual escribe san Jerónimo a Nepociano 1 hablándole de ciertos monjes: 

-Nec plus habeas quam cum clericus esse cepisti. -Natus in paupere domo, et in tugurio rusticano, qui vix milio et cibario pane 
rugientem saturare ventrem poteram, nunc similam et mella fastidio (No tengas más que cuando empezaste a ser clérigo. -Nacido en 
pobre casa, y en choza campesina, apenas podía saciar el vientre con mijo y pan de salvado y ahora siento aversión de la flor de harina y 
la miel). 

4.° Santo Tomás de Villanueva, y muchos más, miraban a Jesús crucificado y resolvían todas las dificultades en la vida religiosa. íQué 
pensamientos más consoladores tendrán en punto de muerte los que se hicieron pobres por Jesucristo! 

Individualmente, pues, no debemos tener nada propio; poseemos sin embargo algunas cosas en común; pero al menos con el afecto es 
menester que renunciemos también a todos los bienes presentes, a toda suerte de ataduras y a todo lo que se ama en el mundo; por donde 
el religioso esté dispuesto a perderlo todo, antes que faltar a su santa profesión y a Dios. 

Si nos mantenemos fieles al voto de pobreza, seremos casi mendigos, pero a cuántos hacemos ricos (de los dones del E. Santo): casi 
desposeídos de todo y poseedores de todo (porque la pobreza es nuestra verdadera riqueza) (II Cor VI, 10). 

Y yo añado: nihil habentes et omnia possidentes (sin nada y dueños de todo), hasta en los bienes temporales. Jesús lo ha prometido: 
Nemo est qui reliquerit domum... aut agros propter me... qui non accipiat centies tantum nunc in tempore hoc, domos... et agros. (No hay 
nadie que si deja la casa... o las propiedades por mí... no reciba ya ahora cien casas... y propiedades). 

Y esto para la habitación, el sostenimiento y para las variadísimas obras de caridad espirituales y materiales que confiaría a las 
congregaciones de estos pobrecitos. El Corazón de Jesús derrocha ternura indescriptible para los que fueron obedientes a su invitación. Se 
puede decir que en todo el mundo no hubo monte o llanura sin un convento, monasterio o colegio, en los que no faltaba nada de lo 
necesario. 

Pero íay de las casas religiosas donde se empezó a vivir ricamente! Ya lo decían san Jerónimo y san Agustín en su tiempo. En efecto, 
muchos conventos cayeron, 

1 Nepociano. -San Nepociano, primero soldado y luego sacerdote, murió en el año 309. San Jerónimo fue historiador y panegirista de 
tan esclarecido varón. Hace mención de él en una carta a Teodoro y a él se refiere cuando escribe su incomparable carta sobre las 
obligaciones del clero. Su festividad está señalada el 11 de mayo, día de su glorioso tránsito al cielo (N. del T.). 

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gloriosamente, cum persecutionibus, odiados porque defendían la causa de la fe y los derechos de la Iglesia. Pero la rutina de muchísimas 
y famosas Ordenes antiguas y la dispersión de sus bienes, son una prueba de cómo la ira de Dios ha permitido esas desgracias en castigo 
del voto emitido y descuidado. 

Tras aquellas órdenes surgieron nuevas congregaciones, numerosas como las antiguas, y cosa admirable cum persecutionibus; y Jesús 
fue inmediatamente generoso con ellas y seguirá siéndolo mientras no se apeguen a las riquezas. íOh santa y bendita pobreza! 

((703)) Deus meus et omnia (Dios mío y mi todo), exclamaba san Francisco de Asís. Soy pobre, pero omnia possum in eo qui me 
confortat (todo lo puedo en aquel que me conforta), diremos con san Pablo. Y por esto, los verdaderos pobres por amor de Jesucristo, 
hicieron milagros. Por esto un religioso alza la mano con fe y cura a los enfermos. Hay que ponerse en brazos de la divina Providencia, 
que nunca nos faltará. Por esto, los setenta y dos discípulos enviados de dos en dos por Jesús a todas las ciudades y lugares a donde él 
tenía que ir, tuvieron el poder de hacer milagros y también ellos tuvieron ciertamente la promesa hecha a los apóstoles (Luc X). 

El Divino Salvador cuando enviaba sus apóstoles a predicar su venida les decía: 

-Id por los caminos, y decid: el Reino de los Cielos está cerca. Sanad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, expulsad 
demonios. De balde lo recibisteis; dadlo de balde. No toméis oro, ni plata, ni cobre en vuestras fajas, ni alforjas para el camino, ni dos 

túnicas, ni sandalias, ni bastón. 

-Señor, pensarían los apóstoles, y »cómo proveer a nuestras necesidades? 

Jesús continuó: 

-Porque el obrero merece su sustento. En la ciudad o pueblo en que entréis, informaos de quién hay digno de ello y quedaos allí hasta 

que salgáis. Al entrar en la casa, saludadla diciendo: -íPaz a esta casa! 

Marcharon los apóstoles y, de vuelta de su misión, Jesús les dijo: 

-Cuando os envié sin bolsa, sin alforjas y sin sandalias, »os faltó algo? 

-Ellos dijeron: 

-íNada! 

Pues también nosotros podemos responder a Jesús: 

-Somos pobres, pero nunca nos faltó nada! (Mat X, 7-12. Luc XXII, 35-56). 

IV
LOS PADRES


Dijo Dios a Abrahán: Egredere de terra tua et de cognatione tua, et de domo patris tui, et veni in terram quam monstravero tibi (Vete de 
tu tierra y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré) (Gen XII, 1 ). 

Melchisedech, sacerdote del Dios Sumo, sine patre, sine matre, sine genealogía (sin padre, ni madre, ni genealogía) (San Pablo a los 
Hebreos VIII, 3). 

Los ministros de Dios deben alejarse de la patria y los parientes, si quieren hacer el bien. -Nemo propheta acceptus est in patria sua 
(Ningún profeta es bien recibido en su tierra) (Luc IV, 24). 

Es doctrina de Jesucristo: El, todo corazón, que mandaba honrar al padre y a la madre, que consoló a tantas familias sanando y 
resucitando a sus seres queridos, habló así al tratar de fe y de vocación: Si quis venit ad me et non odit patrem suum et matrem suam, etc., 
non potest meus esse discipulus (Si alguno viene donde mí y no odia a su padre, a su madre... no puede ser discípulo mío) (Luc XIV, 26). 

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((704)) Veni enim separare hominem adversus patrem suum, et filiam adversus matrem suam (He venido a enfrentar el hombre con su 
padre, a la hija con su madre) (Mat X, 35), porque inimici hominis, domestici ejus (sus propios familiares serán los enemigos de cada 
cual). 

Ya que frequenter amici carnales aversantur profectui spirituali: propinqui enim carnis in hoc negotio amici non sunt, sed inimici 
(frecuentemente los amigos carnales se apartan del progreso espiritual; los próximos según la carne no son amigos en este asunto, sino 
enemigos) (Santo Tomás). 

Moisés, estando ya para morir, dijo casi lo mismo de los levitas que habían obedecido el mandato del Señor: Qui dixit patri suo et matri 
suae: nescio vos; et fratribus suis: ignoro vos... hi custodierunt eloquium tuum et pactum servaverunt (El que dijo de su padre y de su 
madre: «No los he visto». El que no reconoce a sus hermanos y a sus hijos ignora. Pues han guardado tu palabra y conservarán tu alianza) 
(Deut XXXIII, 9). 

Es un sacrificio, pero Dios lo quiere y será divinamente recompensado. 

Tenemos la promesa del céntuplo en este mundo de cuanto hayamos 
abandonado, y de la vida eterna. La promesa es a quien reliquerit omnia (dejare todo). 

Mas quien tiene padres pobres, en la miseria, no entre en religión; quédese para ayudarles. Quien quisiera ayudarlos nunca podrá vivir 
con el corazón contento en la Congregación. 

Si los padres no son pobres, el religioso que se consagra por entero a Dios y posee algo, abandone la casa, el campo, la viña, el prado, 
todo lo que tiene, como quiere el Divino Maestro: Vendite quae possidetis et date eleemosynam (Vended lo que poseéis y dadlo en 
limosna). Y Jesús nos dio el ejemplo de esta pobreza. No tenía más que su pobre casa de Nazaret y la abandonó. Así que pudo decir: las 
zorras tienen su cubil, los pájaros su nido, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar su cabeza. 

Y si aún nos quedase alguna cosa: Quod superest, date eleemosynam (Lo que sobra, dadlo de limosna). Y entre los pobres »no podría 
incluir a su Comunidad? Sit haeres, sed mater filiorum, id est gregis sui, Ecclesia, quae illos genuit, nutrivit et pavit (Sea heredero, pero 
madre de los hijos, esto es de su grey, la Iglesia, que los engendró, alimentó y educó) (San Juan Crisóstomo). 

Hay algunos que, movidos por las insinuaciones de los padres, olvidan las promesas hechas a Dios, y la finalidad de sus estudios es 
llegar al sacerdocio para procurar mayor desahogo a su familia. Dice san Jerónimo a Nepociano: Obsecro itaque te, et repetens iterumque 
monebo, ne officium clericatus antiquae militiae putes: idest no lucra saeculi in Christi quaeras militia (Vivamente te pido, y de nuevo te 
aviso repitiendo no creas que el ministerio de clérigo es el de la antigua milicia: es decir, no busques las ganancias del siglo en la milicia 
de Cristo). 

»Les será fácil encontrar los medios? »Estarán vivos para el tiempo calculado? »No se encontrarán en necesidad? 

Mas »por qué desconfiar de la Providencia? íRecemos! 

Cuando un hijo abandona a los padres para seguir la vocación, Jesucristo ocupa su lugar en la familia. 

Jesús nos da ejemplo del desapego que iba predicando. 

Y así responde a las dulces quejas de su santísima Madre, que lo había perdido: Quid est quod me quaerebatis? Nesciebatis quia in his 
quae Patris mei sunt oportet me esse? (»Y por qué me buscabais? »No sabíais que yo debía estar en las cosas de mi Padre? (Luc II, 49). 

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Cuando una buena mujer llamó bienaventurada a su Madre, El dijo: Quinimmo beati, qui audiunt verbum Dei et custodiunt illud 
(Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan) (Luc XI, 28). 

Fueron a encontrarlo su madre y sus hermanos y no podían acercarse ((705)) a El por la mucha gente que le rodeaba. Alguien le dijo: 

-Tu madre y tus hermanos están ahí fuera y desean verte. 

El respondió: 

-»Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? 

Y extendiendo la mano hacia sus discípulos dijo: 

-Estos son mi madre y mis hermanos. Mater mea et frates mei hi sunt, qui verbum Dei audiunt et faciunt (Mi madre y mis hermanos son 
éstos que oyen y cumplen la palabra de Dios) (Luc VIII, 19-21. Mat XII, 46-50). 

Labora, sicut bonus miles Christi Jesu (Soporta las fatigas, como un buen soldado de Cristo Jesús) (II Tim II, 3). 

No vayáis a la casa propia, a no ser por causas graves y aconsejados por los superiores, como hizo san Luis. Id cuando los padres estén 
gravemente enfermos. Ir a casa en vacaciones o de visita con ocasión de fiestas ruidosas, es lo mismo que decir: voy para enfriarme en la 
piedad. Uno de los discípulos dijo a Jesús: 

-Domine, permitte me primum ire et sepelire patrem meum. Jesus autem ait illi: Sequere me et dimitte mortuos sepelire mortuos suos 
(Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre. Díjole Jesús: sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos) (Mat VIII, 21-22) 
Tu vade et annuntia regnum Dei (Tú vete a anunciar el Reino de Dios (Luc IX, 60). Jesús no quería prohibir este deber de piedad y de 
caridad, sino que señalaba un peligro, y la obligación de seguirlo sin demora. Otro le dijo: Sequar te, Domine; sed permitte mihi primum 
renuntiare his quae domi sunt (Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa, para decirles adiós). Y Jesús 
respondió: Nemo mittens manum suam ad aratrum et respiciens retro, aptus est regno Dei (Nadie que pone la mano en el arado y mira 
hacia atrás es apto para el Reino de Dios) (Luc IX, 61-62). 

Cuanto más se desentiende y se despega uno de las relaciones con los padres y con los demás del mundo más virtud y perfección 
adquiere. San Antonio ermitaño echó al fuego un paquete de cartas de su familia, sin leerlas. íPrivaciones generosamente recompensadas! 

Mucho menos aún mezclarse en asuntos temporales y encargos de los padres y de los demás. Nemo, militans Deo, implicat se negotiis 
secularibus, ut ei placeat, cui se probavit (Nadie que se dedica a la milicia de Dios, se enreda en los negocios de la vida, si quiere 
complacer al que le ha alistado (Tim II, 4). Romper, por tanto, toda relación que pueda tenerse con el mundo. 

Nosotros hemos de decir: -Mundo, para ti no soy y para mí no eres tú, pues todo mi corazón se lo he entregado a Jesús. 

V
ELOGIO DE LA CASTIDAD
Y MEDIOS NEGATIVOS PARA CONSERVARLA


La castidad es necesaria para todos, y singularmente para quienes se dedican a la educación de la juventud. Virtud grande que eleva al 
hombre al nivel de los ángeles: Erunt sicut angeli Dei in coelo (Serán como los ángeles de Dios en el cielo). Era conocida en el Antiguo 
Testamento. José, Elías, Daniel, Susana. 

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En el Nuevo Testamento se une la castidad con la virginidad y el Profeta anunciaba: Ecce Virgo concipiet et pariet filium (He aquí que 
una virgen concebirá y dará a luz un hijo). 

Elogios que basten para ponderar dignamente la virtud de la castidad, solamente se pueden oír de boca de los ángeles. Jesús quiso nacer 
((706)) de una Virgen y fue Rey de Vírgenes. Su discípulo predilecto fue el apóstol Juan por ser virgen; al morir, le entregó a él su madre. 
En Roma Juan fue librado de la caldera de aceite hirviendo como premio a su virginidad. Y por ese motivo contempló en visión, en la isla 
de Patmos, el triunfo de la virginidad en el paraíso. 

Esta virtud convierte en otros tantos ángeles a los hombres que la practican. 

Mas íay de quien la pierde! La caridad, la castidad y la humildad son tres reinas que van siempre juntas: no puede existir una sin las 
otras. Mientras uno es casto, tiene viva la fe, firme la esperanza y ardiente la caridad, pero cuando se abandona al vicio, empieza a dudar 
de las verdades de la fe. La incredulidad, la herejía, no tuvieron ni tienen otro principio. 

Para guardar esta virtud hay medios positivos y negativos. Los negativos son la fuga de las ocasiones. Por tanto, hay que cerrar las 
ventanas por donde entra el demonio a robarnos esta virtud. Ventanas son los ojos, cuya curiosidad debemos frenar, porque lo que se ve, 
si es ilícito, deja mala impresión. Pepigi foedus cum oculis meis ut ne cogitarem quidem de virgine (Había yo hecho un pacto con mis 
ojos, y no miraba a ninguna doncella) (Job XXXI, I ). 

Por tanto los que, al ir a su pueblo, toman parte en alguna fiestecita, no podrán librarse de ver ciertas cosas que pondrán en gran peligro 
esta virtud. Oculus meus depraedatus est animam meam (Me hacen daño mis ojos) (Lm III, 51). 

No fijar la vista en el rostro de las personas de otro sexo y ni siquiera en el de los jóvenes más agraciados. La misma precaución hay 
que tener al enseñar el catecismo a las niñas o a los niños. Tratar con recato a los familiares y con afectuosa reverencia a la propia madre. 
No olvidar el comportamiento de san Luis en muchas circunstancias de su vida: no podría sufrir que nadie viera sus pies desnudos. 

No leer jamás libros inmorales, novelas, comedias, relatos sentimentales, o profanos. Hay que exceptuar entre éstos los que hay que 
estudiar o enseñar por obligación: íhay tantos libros buenos e instructivos para leer en toda clase de encias! 

Cerrar ambos oídos, porque causa daño incalculable oír una conversación y hasta una sola palabra maliciosa. Huir de lugares peligrosos 
ante la presencia de ciertos deslenguados. Evitar las conversaciones con personas mundanas y los centros de diversiones. 

No aceptar invitaciones para convites mundanos. Y si uno está obligado a ir, saber callar, dar muestras de disgusto, cerrar los oídos 
cuando se oyen malas conversaciones e invocar el auxilio de Dios, hacer o decir lo que el Señor inspira o alejarse con cualquier pretexto. 

También hay pelígros de este género, y aún mayores, en ciertas familias. Por esto os aconsejo que no vayáis a casa, si no estáis 
obligados a ello por un estricto deber. 

Para que no entre el demonio, cerrad la puerta, que es la boca; ((707)) porque con la lengua se tienen las malas conversaciones, y no me 
refiero a las que ofenden directamente la bella virtud, sino más bien a ciertas formas de hablar que parecen indiferentes; a ciertos cuentos, 
fábulas, historietas que no son malas por sí mismas, sino por ciertas circunstancias; a chistes poco correctos; bastan a veces para despertar 
malos pensamientos en los jóvenes, que ya fueron víctimas de ciertas debilidades, 
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o bien inducen a otros a interpretarlos mal, ocasionando menosprecio hacia quien ha hablado. En tales casos, los buenos se alejan si 
pueden. Por tanto, no hablar más de lo necesario y siempre de algo útil para el alma. 
Por la boca entra el alimento... No hay que comer cosas fuertes, picantes, rebuscadas, de difícil digestión, demasiado abundantes o 
sabrosas, como son los dulces, las confituras. No hay que beber vinos exquisitos o licores embriagadores y mucho menos sin medida, 
porque, obrando así, resulta un doble milagro conservar la bella virtud. Cuando menos se espera se presentan los pensamientos o deseos 
ilícitos deliberadamente, con peligro de acciones abominables. 

Por la noche no quedarse totalmente en ayunas; pero cuanto más ligera sea la cena, tanto más seguros estaremos. Añado las 
mortificaciones, no sólo no buscando alimentos que halagan la gula, sino frenando estos deseos. 

Estemos contentos con lo que la Providencia nos suministra. 

En cuanto a las ocasiones peligrosas os diré que evitéis estar a solas con personas de otro sexo. Cuando debáis tratar con ellas sed lo 
más breves que podáis y, después de una mirada indiferente al principio, hablad con la cara vuelta a un lado, volviendo los ojos de acá 
para allá sin afectación. No vayáis acompañados de ellas por la calle. Absteneos de estrecharles la mano, aunque sean vuestras hermanas, 
de mirarlas afectuosamente, de hacerles regalos, escribirles cartas demasiado tiernas, hacerles confidencias demasiado exageradas, dar 
preferencia a una más que a otra. Qui familiaritatem non vult vitare suspectam, cito labitur in ruinam (El que no quiere evitar una 
familiaridad sospechosa, pronto cae en la ruina). Somos cristianos, somos religiosos y no debemos dejarnos seducir por las cosas de la 
tierra. Por eso hay que huir tamquam a facie colubri (como de una serpiente) y cortar toda relación. 

También hay que usar grandes cuidados en el trato con personas religiosas: Hospitiolum tuum aut raro, aut nunquam mulieris pedes 
terant. Omnes puellas aut virgines Christi, aut aequaliter ignora, aut aequaliter dilige. Nec sub eodem tecto mansites: nec in praeterita 
castitate confidas (Que los pies de la mujer no pisen tu albergue nunca o rara vez. Desconoce o ama por igual a todas las hijas o doncellas 
de Cristo. Y no habites bajo el mismo techo: ni te fíes de la pasada castidad) (San Jerónimo a Nepociano) Si propter officium clericatus, 
aut vidua visitatur, aut virgo, numquam solus domum introducas (id) (Si por ministerio clerical, visitas a una viuda o a una doncella, 
nunca entres solo en casa). 

Huir también de las amistades particulares con los jóvenes, porque tienen atractivos que se hacen querer. Abstenerse de los besos, de 
tomarlos por la mano, ponerles las manos en la cara, acariciarlos, sea como sea, de manera afectuosa; no os permitáis gestos o palabras 
que puedan despertar en ellos un mal pensamiento, un afecto sensible; y peor aún entretenerse con ellos a solas. Jamás los metáis en la 
propia celda. Esto acarrea envidias, sospechas, maledicencias y escándalo. 

Procurad también inculcar prudentemente estos cuidados a los ((708)) alumnos. No os ilusionéis con las victorias pasadas, porque se 
vence una, dos, tres veces, pero después, a la cuarta se cae. Apprehende fugam, si vis referre victoriam (Huye si quieres triunfar). 

Nadie crea que está seguro por su edad avanzada; nada de eso; porque »quién es más fuerte que Sansón, más santo que David, más 
sabio que Salomón? Pues, pese a tantas virtudes, cayeron desgraciadamente. No olvidemos que habemus thesaurum in vasis fictilibus 
(llevamos un tesoro en vasijas de barro). 
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VI
MEDIOS POSITIVOS
PARA CONSERVAR LA CASTIDAD


Para conservar la virtud de la castidad hay medios positivos y negativos. Hemos reducido los medios negativos a la fuga de las 
ocasiones y de todo lo que puede ocasionar un mal pensamiento o una mala impresión. 

Los medios positivos se reducen a cuatro: Oración -Fuga del ocio -Frecuencia de los Santos Sacramentos -Huir de las ocasiones. 

Salomón escribió en el capítulo VIII, 19 del libro de la Sabiduría: 

«Era yo un muchacho de buen natural, me cupo en suerte una alma buena, o más bien, siendo bueno, vine a un cuerpo incontaminado; 
pero comprendiendo que no podría poseer la sabiduría si Dios no me la daba (y ya era un fruto de la prudencia saber de quién procedía 
esta gracia) me dirigí al Señor y se la pedí; le ije con todo mi corazón: 

»-...Dame la sabiduría que se sienta junto a tu trono, y no me excluyas del número de tus hijos...». 

El primer medio es, pues, la oración. 

Se entiende por oración todo lo que eleva nuestros afectos a Dios. La meditación de la mañana es la primera. Hacedla todos siempre, 
pero descendiendo a la práctica, acabadla siempre con la resolución de sacar fruto de ella, de evitar un defecto, de practicar alguna virtud. 
Hay que rezar, si se quiere alcanzar. Después, las oraciones que se hacen en común, por la mañana y por la noche, deben servir para 
impetrar de Dios lo que se necesita para el alma y para el cuerpo. Récense bien y siempre. 
Récelas cada uno, si puede junto con los demás. Si no puede, paciencia, pero no deje nunca de rezarlas... No las olvide... récese cada día 
el Rosario, asístase a la santa misa y léase algún libro devoto. 

La oración debe ser manifestación de fe, que invita a los presentes a alabar a Dios. Nosotros los Salesianos comenzamos por oír bien la 
santa misa. Los sacerdotes celébrenla con gravedad reverente, edificante, cumpliendo con exactitud las ceremonias. Ellos y los que ya 
están próximos a las órdenes, estudien bien las rúbricas. Hay que enseñárselas también a los alumnos, e inculcarles la debida compostura 
en esta santa acción. Hace tanto bien ver a un muchacho ayudando con devoción la santa misa. Se ha convertido ya en un proverbio en los 
pueblos: 

-Ese chico ayuda tan ((709)) bien a misa, porque es alumno de don Bosco. 

Y vosotros, sacerdotes, rezad el breviario digne, attente ac devote (digna, atenta y devotamente) y si podéis, ante el sagrario. Hay que 
hacer bien la genuflexión y la señal de la cruz, para animarse a la oración. 

Repartid estampas, libritos, medallas que recuerden la bondad de María Santísima. Animad a los alumnos a cantar sus alabanzas, a 
celebrar sus novenas y sus fiestas, sus sábados, y decidles las indulgencias concedidas por la Santa Sede en tales ocasiones. Tened una 
ardiente devoción a esta Madre Santísima: Sileat misericordia tua, Virgo Beata, si quis est qui te invocatam in necessitatibus meminerit 
defuisse (No se hable de tu misericordia, Bienaventurada Virgen, si hay alguno que, habiéndote invocado en sus necesidades, recordase 
que le ha fallado) (San Bernardo, 4.° sermón sobre la Asunción). 

Aquí tenéis lo que quería deciros sobre la oración; acerca de ella debo notar que la mayor parte de vosotros hace lo que os he 
recomendado y yo estoy contento de ello. 

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El segundo medio es la fuga del ocio. 

Vult et non vult piger. Desideria occidunt pigrum (El perezoso quiere y no quiere. Los deseos matan al perezoso) (Prov XIII, 4 -XXI, 
25). In desideriis est omnis otiosus (Todo ocioso vive de deseos) (San Jerónimo ad Rusticum). Omnem malitiam docuit otiositas (La 
ociosidad enseña todos los males). Y san Jerónimo ad Rusticum, añade: Facito aliquid operis ut te diabolus semper occupatum inveniat. 
Nunquam de manu et oculis recedat liber (Haz algún trabajo para que el diablo te encuentre siempre ocupado. No caiga nunca el libro de 
tu mano y de tus ojos). 

Si estamos ocupados, el demonio no podrá vencernos jamás. Espera siempre a asaltarnos cuando estamos ociosos. Hay que levantarse 
por la mañana enseguida, cuando nos llaman. No ir a descansar en tiempo indebido. Durante el día, al acabar los propios deberes, ponerse 
a leer algún libro que trate de cosas espirituales. Habría que leer también la Historia Eclesiástica, pero sólo los trozos que el tiempo nos 
permite. Tenemos las obras de Calmet, Bercastel, Rohrbacher. La traducción de la Biblia de Martini, con el texto y notas que es uno de 
los más bellos estudios sobre la Biblia. Divinas scripturas saepius lege, immo nunquam de manibus tuis sacra lectio deponatur (Lee a 
menudo las Sagradas Escrituras, y nunca apartes de tu mano la lectura sagrada (San Jerónimo a Nepociano). 

Cuando la mente cansada no resiste una ocupación determinada y necesita descanso, es preferible no hacer nada: pasead, jugad, saltad, 
entregaos a cualquier trabajo material. Así aconsejaba san Felipe Neri. No estéis nunca un minuto ociosos. En fin, no hay que dar 
descanso al cuerpo y concederle sólo lo indispensable para su conservación. 

El tercer medio positivo para conservar la virtud de la pureza es la frecuencia de los sacramentos. El Concilio de Trento expresó su vivo 
deseo de que se recibiese la comunión siempre que se asiste a la santa misa. Es alimento que da fuerza, alimento de vida. Qui manducat 
hunc panem, vivet in aeternum (Quien come de este pan, vivirá eternamente) (Juan VI, 59). 

En cuanto a la confesión, el que tiene la conciencia tranquila puede esperar ocho días y hasta quince; pero el que fuere tentado puede 
confesarse aún con más frecuencia durante la semana. Así daría un golpe con seguridad de éxito contra el tentador y con gran ventaja para 
su alma. Confiésese de las faltas escabrosas y aun dudosas; de las faltas pequeñas y de las ((710)) circunstancias para tener un consejo 
seguro. Necesitamos un guía. Nec ipse te doceas, et absque doctore ingrediaris viam quam numquam ingresus es (No te fíes de ti mismo y 
te metas, sin maestro, por un camino que nunca debías haber tomado) (ad Rusticum). 

El que no pueda comulgar sacramentalmente cada día, no deje nunca de hacer la comunión espiritual y recomiéndela a los demás. 

Hágase todos los días la visita a Jesús Sacramentado, en común por cuanto se pueda y a la hora establecida: y el que no pudiera ir a la 
iglesia con los hermanos, hágala a otra hora, pero no la deje nunca. Al hacer la visita, recítese alguna jaculatoria, por ejemplo: Sea 
alabado y reverenciado en todo momento, el santísimo y divinísimo Sacramento. 

El cuarto medio es huir de las ocasiones y tentaciones. Si vis magnus esse, a minimo incipe. Principiis obsta (Si quieres ser grande, 
empieza por lo más pequeño. Oponte al principio) (San Agustín). Hay que ponerse enseguida en guardia, al ser tentados; ponerse a hacer 
cualquier cosa, mudar de posición, pasear, distraerse con cualquier fantasía o recuerdo agradable, cambiar de ocupación o cosas 
semejantes. Al empezar la tentación, es fácil vencerla, pero si se espera a combatirla, ello es difícil, 
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porque uno resulta más débil, cuanto más fuerte se hace el enemigo. 

Rechazad enseguida el asalto alejándoos del peligro, pero enseguida, enseguida, porque en las cuestiones contra la modestia, si 
consentís, no hay parvedad de materia. Hay que suspender, por el momento, hasta la lectura de un libro bueno, si nos impresiona 
demasiado una descripción. 

Cuando vemos una litografía, un cuadro, una figura que nos perturba, aunque no sea mala, un muchacho o una muchacha que no van 
vestidos muy decentemente, hagamos enseguida una mortificación volviendo la vista a otra parte. Recordemos que qui spernit modica 
paulatim decidet (quien desprecia lo pequeño, poco a poco caerá); y que qui amat Deum, nihil negligit (quien ama a Dios, no descuida 
nada). Y entre tanto, respetarnos mucho a nosotros mismos, caminar modestamente por las calles, sentarse, conversar, bromear, 
divertirse, etcétera, de modo que en nuestra compostura se refleje la bella virtud. 

Pongamos, pues, en práctica todos los medios para vencer, más aún, para prevenir las tentaciones. 

No acostarse después de comer. A la hora del descanso, acostarse con las manos sobre el pecho. Rezar hasta dormirse y, si durante la 
noche nos despertamos, volver a rezar; decir jaculatorias, besar el escapulario, el crucifijo o la medalla que se lleva al pecho. Tener en la 
celda agua bendita; hacer la señal de la cruz con fe. 

Si cumplimos estos avisos, también nosotros podremos cantar, como esperamos, el himno que cantan los que vestidos de blanca túnica 
sequuntur Agnum quocumque ierit (siguen al Cordero adonde vaya). Honrad los sábados a la Vi rgen con alguna práctica de piedad; 
inculcádselo a los jóvenes, pero empezad vosotros dando ejemplo. 

Todas las noches, después de las oraciones, decía don Bosco unas palabritas a los ejercitantes, en la capilla. Fue ésta su costumbre 
((711)) mientras pudo. He aquí el resumen de lo que dijo aquel año. 

13 de septiembre. -Hemos aludido a las señales de la vocación religiosa. Para nosotros y para la vida salesiana añadiré otras dos de 
suma importancia: estar a gusto con los muchachos; desear trabajar para que abracen el estado eclesiástico. 

14 de septiembre. -Detestar el mal hecho en el pasado, corregir el presente: tener disgusto por el bien abandonado, proponerse 
firmemente cooperar con cualquier sacrificio a la salvación del prójimo. 

15 de septiembre. -Avisó a los que estuvieran decididos a emitir los votos que dieran su nombre a don Miguel Rúa o a don Juan 
Cagliero; y exhortó a todos a que hicieran testamento. 

16 de septiembre. -Hicieron los votos perpetuos cuatro socios. Entre ellos: don Angel Savio y don Julio Barberis. Cinco más emitieron 
los votos trienales. 

Por la noche dijo don Bosco que, por motivos urgentes de familia, o por grave enfermedad de algún pariente, se podía y se debía 
permitir a algunos miembros de la Pía Sociedad que fueran a su pueblo, 
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sin que por ello se violasen las constituciones; pero que, para el que necesitara tomar vacaciones, cuidar una enfermedad o cambiar de 
aires, estaban las casas de Chieri, Lanzo, Mirabello, Trofarello y la nueva de Cherasco, que se abriría pronto, provistas de todo lo 
necesario. Hizo notar después que, de haber podido, habría prohibido la lectura de periódicos: toleraba que se leyeran los buenos, en 
privado, pero jamás en público, delante de los muchachos. 

El 17 de septiembre. -Se leyó en la mesa una larga carta escrita a don Bosco por el padre misionero Comboni, que preparaba local en El 
Cairo para un colegio que debían establecer los salesianos en Egipto, para las misiones de Africa. 

Por la noche, hicieron los votos trienales cuatro socios y, antes de ir a acostarse, habló así don Bosco: 

«El otro día hemos hablado del voto de castidad y ((712)) alguno de vosotros se desasosegó un poco. Decía: 

»-»Cómo se entiende que, debiendo tratar con los muchachos, no podamos tomar nunca a ninguno de la mano, no tenerles ninguna 
simpatía? »Que si nos asalta una mala imaginación, tenemos que escapar y encerrarnos en la habitación? 

»Y seguía exponiendo otras objeciones por el estilo. 

»Pero yo, mientras repito y confirmo lo que he indicado como causa de graves peligros, y que vosotros debéis evitar, observaré que allí 
donde de por sí no hay culpa, no deben tener lugar las exageraciones. Yo no he querido decir que un apretón de manos, una amistad 
honesta, una palabra afectuosa, aun cuando a veces produzcan algún mal pensamiento, si éste no se consiente, sean pecado; digo 
solamente que no hay que ponerse en ocasiones que sean tales para un espíritu débil. Añado, además, que se tengan ciertos 
comportamientos de fraterna benevolencia, cuando sean necesarios, pero siempre con cautela y que no sean cosa continua. 

»La recta intención, la gracia de Dios, el trabajo constante, la oración, los sacramentos, la obediencia a las reglas, forman una especie 
de armadura que difícilmente puede deshacer el demonio. Y son una espléndida prueba de ello todos estos nuestros campeones que 
trabajan con nuestros muchachos. 

»Por lo demás, yo aconsejo que no entre en nuestra Pía Sociedad a quien no se sintiere con ánimos para conservar esta virtud estando 
entre los jóvenes.» 

El 18 de septiembre dio don Bosco la plática de conclusión, de la que podemos extractar algunos pensamientos. 
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No hay que amar por fines humanos a las criaturas, a los amigos, a los parientes, a los superiores, a los compañeros, sino a Dios sobre 
todas las cosas y al prójimo por amor de Dios. Qui manet in charitate, in Deo manet et Deus in eo (Quien permanece en el amor, 
permanece en Dios y Dios en él) (I Juan IV, 16) Si Dios está con nosotros lo podemos todo. Omnia possum in eo qui me confortat (Todo 
lo puedo en Aquel que me conforta) (Filp IV, 13). 

Trabajad con fe, esperanza y caridad. 

Trabajad con fe aspirando al premio que nos aguarda en el cielo. No hagamos las cosas para que el superior nos diga íbravo íbien!, o 
para ser aplaudidos por los que nos conocen. No, no trabajemos por estas mezquindades, sino para agradar al Señor. 

((713)) Trabajad con esperanza. Cuando estemos cansados, atribulados, levantemos los ojos al cielo; nos espera una gran merced en la 
vida, en la muerte, en la eternidad; allá nos espera el premio. 

Hagamos como aquel solitario que se animaba contemplando un trocito de cielo a través de las rendijas de su estrecha y oscura cueva. 
Qui confidit in illo, non minorabitur (El que tiene confianza en el Señor, no sufre daño) (Ecl XXXII, 24). 

Trabajad por amor a Dios. Sólo El es digno de ser amado y servido, verdadero remunerador de lo más insignificante que hagamos por 
él. El nos ama, como un padre afectuosísimo. Charitate perpetua dilexi te... (Con amor eterno te quise). 

También es un deber nuestro emplear modos caritativos con los inferiores y ayudarlos. No decir nunca con aire autoritario: Haz esto, 
haz eso, sino usar modos corteses, suaves, amables. No decir jamás a un coadjutor o a un empleado, cuando sucede alguna protesta, y es 
algo que me desagrada mucho: 

-Basta, obedece; »quién eres tú? Un simple criado. 

En nuestra casa no hay ningún criado. Todos somos iguales ante el Señor. Jesús mismo no quiso que le llamaran señor, sino padre, 
maestro, y siempre repetía que había venido a la tierra para servir y no para ser servido. Es tan señor, en nuestra Comunidad, el Superior, 
como el último barrendero... 

El Superior debe estudiar la índole de sus subordinados, su carácter, sus inclinaciones, sus habilidades, su modo de pensar, para saber 
mandar, de forma que resulte fácil la obediencia, recordando que no sabe mandar quien no sabe obedecer. No debe mandar nunca cosas 
demasiado difíciles o que repugnen... 

Si para atraer a uno al bien o para ganar una alma, sirviese una estampa, un folleto, un libro, etc. regálese con gusto; mas no para otro 
fin... 

Es también misión nuestra difundir buenos libros. Hagamos lo posible por realizarlo en los lugares y en el momento oportuno. 

Paciencia para aguantar los defectos ajenos, como dice san Pablo: Alter alterius onera portate (Lleve uno el peso del otro). Procuremos 
querernos como hermanos, ayudarnos, compadecernos, defender el honor ajeno, sin ásperas riñas o burlas, sino avisándonos 
caritativamente. Desterremos toda palabra grosera, tratémonos siempre con buen talante, cortésmente y con caridad. 

Caridad con los superiores, soportando sus defectos... Practiquemos lo que decimos a los demás. Seamos celosos cumplidores de las 
reglas, aun de las más pequeñas y especialmente de los votos. 

Un espectáculo lastimoso es ver a tantos muchachos en el mundo, que necesitarían educación e instrucción y nadie piensa en ellos. A 
veces, hasta en medio de los que se reúnen en un Oratorio, hay sacerdotes, clérigos, que parece no se preocupan más que de divertirse 
ellos mismos y no piensan en dar instrucción religiosa a los que la misericordia de Dios les ha encomendado. 

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((714)) Enseñad con gusto el catecismo, contad los ejemplos de caridad dados por los santos, ejemplos que demuestran la misericordia 
y la justicia de Dios, y que serán escuchados con avidez... íCuántos muchachos esperan instrucción religiosa, explicaciones de la santa ley 
de Dios! Preparadlos para recibir con frecuencia los santos sacramentos... Parvuli petierunt panem, et non erat qui frangeret eis (Los 
pequeñuelos piden pan: no hay quien se lo reparta) (Lm IV, 4). 

Nosotros hemos elegido en este mundo lo mejor: salvar las almas. Verdad es que no somos suficientes para la necesidad, porque son 
muchos los que necesitanayuda para salvarse. Pero hagamos lo que podamos. El campo está abierto. Desde el Imperio Birmano, desde 
Africa, desde América, de Génova, de Roma, nos escriben reclamando nuestra acción. Rogad al Señor que mande obreros: Messis... 
multa... operarii autem pauci. Rogate ergo Dominum messis, ut mittat operarios in messem suam (La mies es mucha y los obreros pocos. 
Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies) (Luc X, 2). 

íAnimo! Salvad las almas, lo más divino entre las cosas divinas. Digan los hombres del mundo que ya ha pasado el tiempo de los 
religiosos, que los conventos se hunden por todas partes; nosotros, a cualquier costo, queremos cooperar con el Señor a la salvación de las 
almas... 

El mundo no piensa en el alma. En el Parlamento de París se discute, se estudia, y lo mismo en las Cámaras de Florencia, de San 
Petersburgo, de Berlín, de Londres, en todas se trata de finanzas, de armamento, de guerra y de conquista; pero nadie piensa en el alma, 
como si no se tuviese. Propterea dilatavit infernus animam suam et aperuit os suum absque ullo termino, et descendent fortes ejus, et 
populus ejus, et sublimes, gloriosique ejus ad eum (Por eso ensanchó el infierno su seno, dilató su boca sin medida y a él baja su nobleza 
y su plebe y su turba gozosa) (Isaías V, 14). 

Se cantó el Tedéum, y después de la comida de despedida, los hermanos tornaron a su propia residencia. Todos estaban contentos, lo 
mismo los que habían hecho su profesión que los que la habían dejado para más tarde; los que se habían inscrito, como los que se 
conformaban con ser aspirantes, o que esperaban incardinarse en alguna diócesis. Don Bosco no presionaba para la elección de estado y, 
con tal de que observaran buena conducta, les prestaba su cariño paternal, hasta acabar los estudios. Su palabra prudente, afectuosa con 
todos, sin excepción, producía admirables efectos en las almas. He aquí una prueba. 

El reverendo Merlone hacía más de doce años que estaba en el Oratorio, pero nunca había demostrado voluntad de quedarse en la 
Congregación. Y ya era sacerdote. Finalmente, decidido a marcharse, salió un día a la calle con don Bosco y pudo hablar extensamente 
con él: ((715)) Al volver a casa, le vio don Julio Barberis y le pareció que estaba fuera de sí. 

-Yo tenía a don Bosco por un santo, decía Merlone, pero hoy me he persuadido de ello. Me ha resuelto todas las dificultades que le 
presentaba: me ha devuelto la paz al corazón. Está visto que los 
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santos no piensan sólo en ellos. íQué corazón más grande tiene don Bosco! No limita su pensamiento a su Congregación; le basta que se 
haga el bien, sea donde sea. Me hizo ver qué es lo que puede hacer un sacerdote, que vive fuera de la Congregación, me describió el 
amplio campo que fuera de ella existe por cultivar. Yo estaba decidido a marcharme y, aunque él no me ha dicho que me quede, ahora yo 
no quiero salir del Oratorio. Quiero esperar y ver si mi vocación puede ser la de quedarme aquí. 

Y estuvo todavía dos años en el Oratorio; después se fue a una parroquia como vicario. Don Julio Barberis escribía en su crónica: «Me 
quedó tan impreso este hecho que, aunque han pasado seis años, lo tengo muy presente; tan grande era el entusiasmo con que hablaba el 
reverendo Merlone». 

Los que habían asistido a los ejercicios, volvieron todos a sus residencias, pero un dolor, con anticipación previsto, afligía aquellos días 
a don Bosco. El caballero Federico Oreglia di Santo Stefano, después de nueve años pasados en la Pía Sociedad, dejaba el Oratorio para 
entrar en la Compañía de Jesús. Conocido como salesiano en gran parte de Italia, apreciado por muchísimas familias de la Península, 
trabajador incansable en las obras de don Bosco, religioso edificante por su fidelidad en el cumplimiento de sus deberes, podía despertar 
con su salida asombro y habladurías en el mundo, y una desagradable impresión en el Oratorio. 

El Caballero escribía humildemente a don Bosco. 

V.J.M.J. 
Turín, 19 de septiembre de 1869 

Muy reverendo don Bosco: 

Dentro de esta semana he de partir definitivamente para mi nuevo destino: si es ilusión, o si es verdad, creo que debo ((716)) al menos 
probarlo. Usted que creyó no podía aprobar mi decisión, al menos tendrá que perdonarla y considerarla simplemente como un acto que yo 
cumplo para tranquilidad y descanso de mi conciencia. 

Me voy del Oratorio, donde he gozado, durante más de nueve años, de su afecto y confianza, por lo que puede estar bien seguro que 
siento toda la amargura de la separación. 

No me avergüenzo de decir, y me honraré repitiéndolo siempre, que durante nueve años he comido el pan de su caridad; que es muy 
poco lo que he hecho para corresponder a su gran bondad conmigo. Nunca fue por falta de voluntad. 

Al dejar esa casa me voy con el peso, siempre dulcísimo, de mis infinitas obligaciones con usted y con todos los que fueron mis 
superiores y compañeros. Ya que no puedo de otro modo ayudarle, al menos me será grato reconocerme y manifestarme 
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su deudor y deudor insolvente. Cuente conmigo para todo lo que pueda hacer en favor de usted, de la casa, de la Congregación o de 
cualquiera de sus; ruégole me considere siempre como su servidor, amigo y hermano. 

Como deuda de gratitud y de justicia, no dejaré nunca de pedir al Señor por usted y por toda su familia. 

Espero de usted y de los suyos, y se lo pido a título de caridad, algún memento y alguna aplicación de la salve que se reza al final del 
santo rosario. 

Creo oportuno recordar aquí lo que, según su encargo, me indicaba en su nombre el padre Vasco, a saber, que usted deseaba que saliera 
sin que, ni en casa ni fuera, se supiese la verdadera razón de mi partida. Yo, contento de poderle demostrar de algún modo mi 
agradecimiento, le diré que ni siquiera mis más próximos parientes, como mi madre y mis hermanos, saben nada y aquí lo hablé con 
Buzzetti, a quien usted se lo dijo, y con don Antonio Sala, que vi se había dado cuenta por mis preparativos. 

Esto para su norma y para justificar lo que usted no creyó oportuno comunicarme directamente. 

Encontrará tres cartas iguales que escribí con el fin de disipar las habladurías, que personas malévolas de fuera pudieran hacer, con 
perjuicio para la casa o la Congregación, por mi marcha. Usted puede darlas, retenerlas o anularlas, como mejor le plazca o juzgue. Si en 
adelante necesitare cualquier testimonio mío, cuente con mi buena disposición, siempre que mis superiores me lo permitan. 

Siento muchísimo marcharme sin poder despedirme y dar las gracias a cada uno de los que forman la Congregación y la familia. Pero, 
dado que una partida cal lada y secreta puede servir mejor a sus planes, me someto gustoso a este verdadero sacrificio y le ruego que 
cuando usted lo crea, dé a conocer este mi deseo y mi pena, al menos a quien después pueda manifestarlo a los demás. 

((717)) Le pido perdón por las molestias y disgustos que le he dado en todo momento y tiempo y le ruego perdone el mal que de 
cualquier manera haya podido causar a usted, a la Congregación, a la Casa o a los hermanos con mi mal ejemplo, lo mismo de palabra 
que con hechos. 

Ruégole también perdone el bien que no he hecho, con lo que pueda haber perjudicado a la Casa. 

Por fin, le ruego crea que salgo de esta casa con el corazón totalmente pegado a ella, y, si ello fuera posible, aún con más afecto que 
antes. 

El Señor sabe las obligaciones de gratitud y reconocimiento que me llevo para su persona y familia; por lo cual, aunque me separo de su 
obediencia, no por ello renuncio a librarme cuanto antes y mejor pueda de las muchas deudas que a usted me ligan. Quiera el Señor 
permitir que se me presenten muchas y frecuentes ocasiones para ello. 

Aunque de ahora en adelante no tengo ya derecho a llamarme su hijo, seré siempre muy feliz, si me cree, como me es grato repetirme 
ahora y siempre, con la más sincera gratitud y respeto, 

De usted, M. Rvdo. don Bosco, 

Su seguro servidor FEDERICO OREGLIA 

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Las tres cartas iguales estaban dirigidas a don Miguel Rúa, a don Celestino Durando y a don Juan Bautista Lemoyne. Sacamos de ellas 
la parte principal. 

El Señor me llama a una vida, sin duda, de mayor rigor, al inspirarme que entre en la Compañía de Jesús. No es una decisión tomada a 
la ligera, sino madurada con los consejos de personas muy respetadas y experimentadas por su piedad, su ciencia y su conocimiento de 
las almas. Por ello nació en mí la absoluta convicción de que ésta era la voluntad del Señor; si bien no quiero ocultarle que por parte del 
amadísimo padre común, don Bosco, no he recibido más que una simple adhesión, pero no la aprobacion de este mi propósito. 

No interesa exponer aquí los motivos por los cuales otros me dieron una opinión contraria y por qué ésta ha prevalecido: lo que 
importa, y que yo deseo se conozca por mi expresa declaración, es que el único motivo de mi resolución fue la convicción nacida en mí 
de que ésta es la voluntad de Dios. Por tanto, conste que ningún motivo de descontento o malhumor por la observancia de las reglas, por 
órdenes de los superiores, por cuestiones o frialdades de cualquier género, dio origen o me confirmó en este pensamiento. Si hay algún 
motivo que pueda haber causado este paso, ciertamente sensible y doloroso para mí, hay que deducirlo únicamente de mis pecados los 
cuales, sin lugar a dudas, me han hecho indigno de seguir perteneciendo a esta nueva falange de Jesucristo, quien, por su misericordia, 
lejos de abandonarme a mí mismo, ha querido inspirarme ((718)) la necesidad de una yida más austera y apartarme de los peligros que la 
prevención sobre mí mismo me haría quizá insuperables en una Congregación inspirada en tanta dulzura que hace que todo vínculo y 
atadura resulten tan fáciles y sencillos como si no existieran. El prevenir posiblemente toda duda y responder a cualquier pregunta sobre 
la verdadera razón de mi marcha del Oratorio y de mi salida de la Congregación, lo creí útil, para que no sirva de escándalo a los 
Hermanos existentes, ni de incitación a imitarme, basándola en causas falsas, y también para quien quisiera servi rse de mi partida en 
busca de un argumento y de una arma para fomentar una guerra injusta y desleal, como desde hace mucho tiempo se promueve contra don 
Bosco y su Congregación... 

Cumplido de este modo el deber que me impone el conocimiento que tengo de la malicia humana, que de modo desleal persigue las 
obras del querido don Bosco y principalmente su Congregación, termino pidiendo a Dios y a usted, y por su medio a todos los que 
pertenecen a la Congregación, perdón por todo disgusto, falta de respeto u ofensa que voluntaria o involuntariamente les hubiera hecho... 

El caballero Oreglia marchó a Roma el 20 de septiembre, día que empezaba en Trofarello la segunda tanda de ejercicios espirituales. 

El Venerable, al ver alejarse a un hermano que había prestado grandes servicios a su naciente instituto, no podía dejar de sentir pesar. Y 
no por el pensamiento de la ayuda que iba a faltarle, puesto que estaba acostumbrado a repetir: las obras de Dios no necesitan de la ayuda 
de los hombres. La causa de su disgusto hay que buscarla en su corazón de padre y en el alto aprecio que tenía puesto en la nueva obra 
del Señor. Un día en que se hablaba entre varios hermanos 
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con gran admiración de diversas órdenes religiosas, realzando los méridos de cada una, hubo alguien que, elogiando las hazañas valerosas 
y el celo invicto de una de ellas, terminó diciendo que él habría ingresado con gusto en aquel instituto, de no haberse hecho salesiano. 
Don Bosco, que había participado, con toda su alma, en aquellas alabanzas, al oír la conclusión, exclamó con calma cortante: 
-íAh, no; si yo no fuera salesiano, me haría salesiano! 

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((719)) 

CAPITULO LVII 

DON BOSCO ESCRIBE A LA SUPERIORA DE LAS FIELES COMPAÑERAS AGRADECIENDO SUS LIMOSNAS Y LA 
CARIDAD TENIDA CON LOS MUCHACHOS DEL ORATORIO; Y HACE ELOGIOS DE SU INSTITUTO -ESCRIBE A DON 
DOMINGO BELMONTE DICIENDOLE QUE SUS PADRES QUERRIAN QUE FUERA A CASA: LE ENCARGA DE LA 
ADMINISTRACION EN MIRABELLO Y LE DA ALGUNOS AVISOS -DON JUAN BONETTI SE ENCARGA DE LA NOVENA 
DEL ROSARIO EN I BECCHI -PROFESIONES RELIGIOSAS EN TROFARELLO -CARTA DE DON BOSCO A DON DOMINGO 
CURTI: LE PROMETE ORACIONES PARA UNA ENFERMA; LAMENTA LAS CONDICIONES EN QUE SE PIDE LA GRACIA 
AL SEÑOR -SE ANUNCIA LA APERTURA DEL COLEGIO DE CHERASCO -AVISO A LOS PADRES DE LOS ALUMNOS DEL 
ORATORIO QUE PAGAN PENSION; UNA MOLESTA CUESTION RESUELTA EN PERJUICIO DE DON BOSCO, EL CUAL NO 
GUARDA RENCOR -LA VIRTUD DE LA JUSTICIA EJERCITADA POR EL VENERABLE 

DON Bosco dedicaba al despacho el tiempo libre del sagrado ministerio. Una carta suya, dirigida a sor Eudoxia, Superiora del Instituto 
de las Fieles Compañeras de Jesús en Turín, demuestra su humilde y profundo reconocimiento para quien favorecía a sus alumnos y el 
espíritu de Dios que le inundaba. 

Reverenda Madre: 

Es un retraso indiscreto, pero es un deber y hay que cumplirlo. 

Dígole, pues, que a su tiempo recibí ciento treinta liras, de las cuales ciento ((720)) proceden de la Casa de Turín, confiada a sus 
cuidados y se ofrecen en honor de María Auxiliadora, y las otras treinta son en acción de gracias por dos personas, cuya salud interesa 
mucho a la piadosa y celosa Madre Superiora General. 

Le agradezco todo el bien que a lo largo del año nos hace, especialmente remendando la ropa de nuestros pobres muchachos. Crea, 
Madre, que estas obras de caridad son celosamente registradas por Dios en el libro de la vida eterna; y que, como estas obras tienen 
prometido el céntuplo aun en esta vida, no dejarán de merecer especiales favores del cielo sobre usted y sobre la venturosa familia que la 
divina Providencia le ha confiado. 
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También le agradezco el dinero que me ha enviado, que servirá para adquirir alguna de las muchas cosas que todavía hacen falta en la 
iglesia de María Auxiliadora. 

Si tuviere ocasión de escribir a la Madre General, dígale que todos los días la encomiendo a ella y a todas sus casas en la santa misa; 
que las gracias pedidas serán concedidas totalmente, con la única diferencia de que Dios le cambie, a lo mejor, una cosa por otra y le 
conceda la que El juzgue para su mayor gloria. Ya le fue concedida una gracia muy especial a sus familias, que se mantuvieron en la 
observancia religiosa, ganando mucho en fervor y celo por las almas. La Casa de Turín tiene eso de extraordinario que, mientras los 
colegios, unos son cerrados en fuerza de la ley y otros se ven vacíos por falta de alumnas, esta Casa podría servir de modelo para la casa 
de educación más exigente, por su moralidad, su perfecta salud, su saber y tranquilidad. 

Mientras tanto ruego al Señor que bendiga a usted y al Instituto, a fin de que todo resulte a mayor gloria de Dios y provecho de las 
almas. Amén. 

Créame agradecido a V. S. Rvda. 

Turín, 21 de septiembre de 1869. 

Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.


El 22 del mismo mes escribía, como un buen padre, una carta a don Domingo Belmonte, sugiriéndole la manera de responder a sus 
padres que le invitaban a ir a su casa, y al mismo tiempo le manifestaba su intención de nombrarle Prefecto de Mirabello. 

Mi querido Belmonte: 

Dijo uno al Salvador: Domine, sequar te quoqumque ieris, sed permitte me primum ire et sepelire patrem meum. Jesus ait: Sequere 
((721)) me, et dimitte mortuos sepelire mortuos suos (Señor, te seguiré adonde quiera que vayas, pero déjame ir primero a enterrar a mi 
padre. Dícele Jesús: sígueme y deja que los muertos entierren a sus muertos) (Mat VIII, 21). Tu vade, annuntia Regnum Dei (Tú vete a 
anunciar el Reino de Dios) (Luc IX, 60). Alius ait: Domine, sequar te quoqumque ieris, sed permitte mihi, renuntiare his quae domi sunt. 
Ait ad illum Jesus: Nemo mittens manum, etc. (Otro le dijo: te seguiré Señor, pero déjame antes despedirme de los de mi casa. Le dijo 
Jesús: Nadie que pone la mano...). Por tanto, escribe una carta y reza; yo también lo haré. Ahora pasemos a otra cosa. 

Tú me añades unas palabras que me demuestran, o mejor me confirman, el filial cariño que siempre me has tenido, y que yo te he 
tenido a ti aún más intensamente. Siempre he procurado colocarte en lo que me parecía más conforme con tu carácter y según la mayor 
gloria de Dios. Con este pensamiento, he pensado confiarte el cargo de Prefecto en Mirabello. Como ves, se trata de un paso gigantesco: 
de simple súbdito hoy, pasas mañana a Superior y árbitro de un Colegio, donde se albergan casi doscientas personas. Pero creo que tú lo 
desempeñarás bien: 

1º Buscando la gloria de Dios en lo que hagas. Haz el bien a todo el que puedas y no hagas daño a nadie. Vigilancia en todo. 

2º Dependencia filial del Director, procurando seguir sus instrucciones y ayudándole en sus trabajos. Muchas cosas son superiores a tus 
fuerzas, por lo que algunas incumbencias quedarán reservadas al Director. 

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3º Guarde el dinero el Director, háganse a él los pagos o con su consentimiento.
4º Procura conciliar la economía de la Casa con la alegría de los subalternos. Dése lo necesario a todos: pero sé fuerte para oponerte 
a


los abusos y despilfarros. 
Te aconsejaría para tu tranquilidad que enviases a tu hermano a Turín. Así te librarías de compromisos y quizás de disgustos. 
Por lo demás, pongámonos en las santas manos del Señor: El está con nosotros y diremos con San Pablo: Omnia possum in eo qui me 

confortat (Todo lo puedo en Aquel que me da fuerzas). 
Que Dios te bendiga a ti y a tus trabajos; saluda a don Francisco Provera y a todos los demás hermanos nuestros y créeme siempre 
Trofarello, 22 de septiembre de 1869. 

Afmo. en Jesucristo
JUAN BOSCO, Pbro.


El mismo día organizaba la novena y fiesta del Santo Rosario en I Becchi y escribía otra carta al Vicario General. Necesitaba dar 
distracción a don Juan Bonetti. 

Rvmo. Mons. Vicario: 
Necesitaría enviar a Castelnuovo de Asti al sacerdote Juan Bonetti, Rector del Seminario Menor de Mirabello, para predicar la novena 
de preparación a la fiesta de Nuestra Señora del Rosario que suele celebrarse allí. 
Mas, como quiera que aún no ha renovado las licencias para confesar ((722)) en esta Diócesis, y no teniéndolas consigo aquí en 

Trofarello, pide por mi medio a S. V. Rvma. sea autorizado en esta ocasión para oír las confesiones de los fieles que se lo pidieren. 
Persuadido del favor, considero un honor poderme profesar con profunda gratitud, 
De V. S. Rvma. 
Trofarello, 22 de septiembre de 1869. 

Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.


El Vicario añadía a la petición la siguiente nota: 

V.º Con mucho gusto se concede lo que arriba se pide, cum insuper facultate ad omnia in Dioecesi Taurinensi reservata (con facultad 
además para todos los reservados en la diócesis de Turín). 

Turín, 22 de septiembre de 1869. 

ZAPPATA, Vic. Gen. 

El día 23 presidía don bosco la emotiva ceremonia de la profesión religiosa. Siete socios emitían los votos trienales y dos los perpetuos. 
Así que, en los ejercicios de aquel año, eran seis los que 

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habían profesado los votos perpetuos y diceséis los trienales. A éstos deben añadirse el sacerdote Francisco Dalmazzo y don Juan Garino 

que profesaron para tres años el 15 de abril. 

El mismo día escribía el Venerable al canónigo Curti. 

Trofarello, 23 de septiembre de 1869 

Rvmo. Sr. Canónigo: 

Su carta me llegó a Trofarello, donde me encuentro con mis sacerdotes y maestros haciendo los ejercicios espirituales, y le agradezco 
de corazón el interés que por mí se toma. Asegure a la señora Celeste Benedetti que siempre la he encomendado al Señor en la santa misa 
y espero que Dios, en su gran misericordia, le conceda la curación perfecta o le dé al menos la paciencia necesaria para aguantar, con 
provecho para su alma. 

Por lo demás no olvide usted que, cuando estaba gravemente enferma, hemos limitado nuestro ruego a Dios para obtener que se pudiera 
ocupar de las cosas más necesarias para la familia. De todas formas seguiré recomendándola cada día en el altar de María Auxiliadora, y 
le agradezco las cincuenta liras que me envía y que iré a retirar del caballero San Marzano apenas llegue a Turín. 

((723)) Que Dios le bendiga a usted y a sus trabajos; ruegue por mí, que profundamente agradecido tengo el honor de profesarme, 

De V. S. Rvma. 

Afmo. en Jesucristo
JUAN BOSCO, Pbro.


El domingo 26 de septiembre, anunciaba la Unidad Católica, que don Bosco abría un nuevo colegio en Cherasco. 

Colegio-Internado en Cherasco 

El próximo curso escolástico se abrirá en la ciudad de Cherasco un colegio internado para la juventud estudiantil, con cuatro clases 
elementales y cinco cursos de bachillerato. La enseñanza está reconocida; por lo que los profesores, la disciplina, los programas están de 
acuerdo con los centros estatales. La dirección y la administración están confiadas al sacerdote Juan Bosco, representado por el sacerdote 
Juan Francesia, doctor en letras, que es el director local. El éxito tenido en las otras escuelas dirigidas por don Bosco es una amplia 
garantía de que en el nuevo colegio no faltará nada de cuanto puede contribuir a la moralidad, la salud y el aprovechamiento científico de 
los alumnos. Hay dos tipos de pensión: uno de veinticuatro liras y otro de treinta y cinco. La estación de ferrocarril más próxima es la de 
Bra, desde donde existe un servicio público que, en menos de media hora, transporta a los viajeros al colegio. Las peticiones se hacen al 
Director del colegio o al Delegado escolar de Cherasco. 

Así terminaba el mes de septiembre. En el Oratorio se esperaba la vuelta de los estudiantes que habían ido de vacaciones, de acuerdo 
con la siguiente circular: 

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Oratorio de San Francisco de Sales -Turín -Valdocco 

Septiembre de 1869 

Respetable Señor: 

Me creo en el deber de comunicar a V. S. que nuestras escuelas comienzan este año el curso regular el 18 del próximo octubre y que, a 
partir de ese día, se empieza a computar la pensión para todos los alumnos que vuelvan. 

Quien tuviese alguna deuda con el Centro deberá traer a la vuelta el saldo, juntamente con la anticipación de un trimestre por la pensión 
fijada. 

((724)) A la par de estas comunicaciones, ruégole acepte los sentimientos de profundo aprecio con que me gozo en profesarme, 

DeV. S. 

Su atto. y S. S.
EL DIRECTOR


P. D.-El tiempo establecido para hablar con los alumnos es de la una a las dos de la tarde, todos los días de trabajo de la semana. 
Claro que éste y otros documentos semejantes parecerá que carecen de importancia para nuestras Memorias: pero nosotros no queremos 
dejarlos a un lado para que lo que hacían nuestros mayores sirva de experiencia y norma a los que vengan tras nosotros. 

Entre tanto se acababa en Turín una cuestión que había costado graves disgustos a don Bosco. César y Domingo Bongiovanni quedaron 
huérfanos en su infancia. Cierta señora tía suya, Dominga Bonngiovanni, viuda de Musso, se cuidó de ellos, y como conocía a don 
Bosco, a quien apreciaba mucho, quiso confiárselos a él, a fin de que les enseñara un oficio, con el que pudieran en su día cubrir las 
necesidades de la vida honradamente y como buenos cristianos. 

Dicha tía, al morir, dejaba un testamento, en el que nombraba a don Bosco heredero universal de todos sus bienes, con la obligación de 
«enseñar a sus sobrinos un oficio, así escribía ella, para que puedan atender en su día las necesidades de la vida honradamente y como 
buenos cristianos, recomendando encarecidamente a los mismos que le respetaran y amaran y que estuvieran en su Instituto el mayor 
tiempo posible, o al menos hasta la edad de veinticinco años. Sin embargo (añadía ella), si al llegar a la mayoría de edad, no quisieran de 
ningún modo seguir allí, entonces don Bosco estará obligado a ayudarles en la nueva situación, con la pensión de cien liras (100) anuales, 
pagaderas por semestres. Cuando llegaren a la edad de veinticinco años, pagará ((725)) a los mismos la cantidad de dos mil liras a cada 
uno y, con ello se dará por terminada la pensión. También 
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podrá don Bosco pagar anticipadamente dichas dos mil liras o retardarlas hasta la edad de los treinta años, siempre que en su prudencia 
crea que esto pueda resultar útil o conveniente a mis dos dichos sobrinos». 

Don Bosco se cuidó de los huérfanos y, como les viera dotados de ingenio despejado y de buenas cualidades morales, y también para 
secundar sus deseos, les dedicó a los estudios de la carrera eclesiástica, a la que mostraban inclinación. Domingo hizo petición formal a 
don Bosco para estudiar, diciendo que renunciaba a toda futura compensación que pudiera exigir. 

Así que el Venerable mantuvo a los dos hermanos durante todos los estudios de latín, filosofía y teología, sin percibir de ellos ninguna 
ganancia. Llegaron a sacerdotes y el hermano mayor, César, se quedó con nosotros hasta la muerte. El más joven, Domingo, se 
insubordinó y quiso salir. Don Bosco, que había logrado dotarle, antes de la ordenación, de una patrimonio eclesiástico, le permitió que 
se agregara al clero diocesano. 

Domingo, que salió pocos días antes de cumplir los veinticinco años, exigió las cien liras de pensión anual y las otras dos mil, pero don 
Bosco no cedió a la petición, esperando que se aviniera a mejores razones. 

Hay que notar que los bienes dejados en la herencia a don Bosco consistían en unas humildes casitas, cuyo valor en conjunto no pasaba 
de las cincuenta mil liras, aun cuando muchos años después se hayan vendido a un precio discreto, al ser expropiadas por el Gobierno 
para la construcción de un parque de artillería. Pero era una realidad que el Venerable había gastado bastante más para la educación de los 
dos hermanos, y aunque no fuera más que por eso, juzgaba exorbitantes aquellas pretensiones. 

Todos cuantos conocían bien el asunto condividían cordialmente el disgusto por el modo de proceder de don Domingo Bongiovanni. 
((726)) Así monseñor Gastaldi, en una carta al teólogo Golzio, Rector de la Residencia Sacerdotal de San Francisco de Asís, donde don 
Domingo se encontraba estudiando la Moral práctica, protestó seriamente de que se hubiera permitido un pleito contra persona tan 
respetable como era don Bosco. 

El Venerable defendió, a través de procurador, lo que estaba persuadido que era su derecho, sobre todo porque Buzzetti, tutor de los 
huérfanos, conocía y había indicado claramente las intenciones de la testadora; y, acabada la cuestión, con su ánimo suave y sereno, 
perdonó de corazón a quien le había ocasionado daños y disgustos. 
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Bongiovanni no se satisfizo obligando al Venerable a entregarle dos mil liras, sino que pretendía por vía legal otras dos mil, como 
herencia de su piadosísimo hermano don César José, que murió como salesiano en el Oratorio, según hemos narrado en el capítulo XXIII 
de este volumen. Se interpuso al generoso comendador Dupraz, amigo de don Bosco, y acalló a Bongiovanni con mil cuatrocientas liras. 

«Después de este pleito, atestiguó bajo juramento el mismo litigante, don Bosco me trató siempre bien, casi diría afablemente, y yo le 
traté también con mucho respeto y veneración y tomé siempre parte en la demostración filial que cada año se hacía y se hace en honor de 
don Bosco, concurriendo también al donativo para un regalo a don Bosco y asistiendo a la comida que él daba a sus antiguos alumnos. De 
lo cual puedo argüir que don Bosco no conservó ningún rencor o frialdad contra mí, lo cual, por debilidad yo no he hecho». 

Don Pablo Albera nos aseguraba que don Domingo Bongiovanni manifestó varias veces en sus últimos años su gran pena por haber 
disgustado de aquel modo a don Bosco y que, al recordar este hecho, solía repetir: 

-»Quién sabe, si yo me salvaré? 

Pero, aún después de la muerte, don Bosco dio pruebas de su perdón a este su exalumno, que fue el primer párroco de San Alfonso en 
Turín, porque hallándose en una situación económica desesperada ((727)) para construir la nueva iglesia parroquial de San Alfonso, 
acudió a rezar muchas veces ante la tumba del Siervo de Dios en Valsálice y no tardó en encontrar el dinero necesario. El mismo nos 
contaba, primero, sus apuros y, luego, la gracia alcanzada. 

Nos complace hacer constar aquí que don Bosco practicaba la justicia en grado heroico y con el orden requerido hacia el prójimo, 
dando uniquique suum. Omnibus omnia factus (a cada uno lo suyo. Hecho todo para todos), no tenía para sí mismo necesidad alguna y 
todo le sobraba, porque huía de que se le tuviera ningún miramiento. No podía ser injusto quien se consumía totalmente a sí mismo en 
favor de los demás. 

A pesar de su pobreza y de las dificultades que tuvo que superar para tantas obras suyas, el Venerable pagó siempre a los obreros y 
proveedores, y no oyó nunca decir que nadie sufriera daño por su causa. Esto está comprobado por muchos, por ejemplo, por los 
hermanos Buzzetti, maestros de obras y empresarios, quienes comenzaron a hacer su fortuna con los trabajos que les encargó don Bosco. 
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Carlos Buzzetti, que trabajó durante muchos años para don Bosco y construyó el Santuario de María Auxiliadora, y atendió después a 
la construcción de otra iglesia en Turín, quejándose de las dificultades que encontraba en esta última, recordaba con placer a don Bosco y 
exclamaba: 

-íUna sola palabra de don Bosco vale para mí más que una letra de cambio! íYo estaría dispuesto, por él, a encargarme de la 
construcción de diez iglesias a la vez! 

Cuando el Venerable organizaba trabajos o suministros, avisaba que probablemente no podría pagar enseguida, porque, como vivía de 
la caridad, le tocaba también a él esperarla de la Providencia; pero, a medida que se hallaba en condiciones de hacerlo, pagaba sin ser 
requerido, y, si no podía hacerlo de una sola vez, iba pagando por entregas. A veces, ante deudas elevadas, se humillaba, pidiendo si se le 
podía condonar una parte a título de caridad en favor de sus muchachos. Si no ((728)) lo lograba, pagaba hasta el último céntimo. Del 
mismo modo cuando tenía que pagar a diversos acreedores, si no podía cumplir con todos, prefería a los que sabía que se encontraban en 
mayor necesidad y tenían más derecho. 

En fin, siempre hizo frente a sus compromisos, aun cuando a pesar suyo, no pudiese a veces cumplir con las fechas de vencimiento, y 
otras tuviese que pedir nueva moratoria para cumplir con el pago. 

Pero la Virgen no dejaba de ayudarle. Llegaban los donativos; venía el cartero y decía luego a don Miguel Rúa: 

-Qué admirable es la divina Providencia: casi todos los donantes son personas que no nos conocen, no nos han visto nunca y el Señor 
les inspira que nos socorran: aquí tienes billetes de Francia, de Bélgica, de Austria, de Alemania, de Rusia. íQué reconocidos debemos 
estar a la divina Providencia! 

Todo lo esperaba de ella. Cuando estaba privado de todo medio material, seguía tranquilo sin recurrir a cálculo ninguno. El señor Bisio 
le propuso un día cierto negocio ventajoso de compra y venta, mas él lo rechazó, asegurándole que la Providencia le ayudaría de otro 
modo. 

Cuando podía, cumplía escrupulosamente con los pagos, por miedo a que alguno tuviera que sufrir un perjuicio por su retraso. Una vez 
le dijo José Rossi que había llegado una cantidad y que se debían pagar las provisiones hechas para el Oratorio: 

-Muy bien, le respondió don Bosco; vete enseguida a pagar la deuda con ese dinero, porque no es nuestro, sino de quien nos hizo las 
provisiones. 
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Otras veces, después de haber recibido algún donativo al anochecer, díjole al mismo: 

-Si fuese conveniente ir a llamar a esta hora a la puerta de los acreedores, me desharía de este dinero esta misma noche. 

«Era tal su desprendimiento de las cosas terrenas, confirma el ((729)) citado José Rossi, que estaba tan contento cuando tenía dinero, 

como cuando no lo tenía. Me preguntaba una vez: 

»-»A cuánto ascienden tus deudas? 

»Y al responderle yo que llegaban a centenares y millares de liras, me dijo: 

»-íYa pagaremos, ya pagaremos! He hecho muchos cálculos y todo se pagará». 

Nosotros mismos hemos admirado después muchas veces su solicitud al recomendar a sus subordinados que ejercieran con el máximo 

escrúpulo de conciencia la virtud de la justicia: y eso lo repetía continuamente en los sermones. 
Precisamente por esta virtud y constante atención y premura para pagar las deudas, sus proveedores o empresarios estaban dispuestos a 

suministrarle cualquier mercancía, o a hacerle cualquier trabajo. Muchos le decían: 

-Estamos más seguros de lo nuestro trabajando y vendiéndole a usted que no a ningún otro, por muy comerciante que sea. 

Y repetían a José Rossi: 

-íAh, si todos hicieran lo mismo que se hace en el Oratorio, daría gusto servir! Cuando venimos al Oratorio, nunca volvemos a casa sin 

recibir alguna cantidad a cuenta, y pronto o tarde el saldo. 

Otros atestiguaban: 

-Don Bosco paga bien. Ojalá tuviéramos muchos clientes, de quienes pudiéramos estar tan seguros como de él. A veces, tarda en pagar, 

pero, paciencia: estamos seguros de que seremos pagados. 

Hasta los judíos tenían plena confianza de ser pagados por don Bosco a su debido tiempo, y con gusto le abrían cuentas corrientes y 
hacían contratos con él, sin más fianza que su palabra. 

Por fin, era tan grande la fama de su justicia que muchos de sus acreedores recurrían también a él para resolver pacíficamente sus 
cuestiones y siempre recibían consejos de éxito para la paz y concordia de las familias. 

Esta confianza era también recompensada de otro modo. Parecía que el Señor se complaciera en bendecir de ((730)) manera muy 
particular a los que prestaban fe a su Siervo. Consta que ellos mismos 
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atribuían su prosperidad o la buena marcha de sus negocios a los servicios que prestaban al Siervo de Dios. 
Del mismo modo el Señor bendecía muy particularmente a todos sus bienhechores. Hemos oído a muchos esta misma declaración: 
-Cuanto más doy a don Bosco, más prosperan mis negocios. 

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((731)) 

CAPITULO LVIII 

CARTA DE DON BOSCO AL OBISPO DE ALBA Y SUPLICA A LA SAGRADA CONGREGACION PARA LA APERTURA DE 
LA CASA DE CHERASCO -ROMA RESPONDE FAVORABLEMENTE A LA SUPLICA -DON BOSCO EN I BECCHI PARA LA 
FIESTA DEL SANTO ROSARIO -MONSEÑOR LAVIGERIE ENVIA A DON BOSCO DESDE ARGEL DOS HUERFANOS 
ARABES -DON BOSCO EN VILLASTELLONE Y EN CALLIANO -ESCRIBE A UN JOVEN ALABANDO SUS PROPOSITOS Y 
ACONSEJANDOLE PRUDENTEMENTE -AGRADECE A UNA SEÑORA SU GENEROSA LIMOSNA: CONSEJOS PARA 
SOPORTAR UNA TRIBULACION FAMILIAR -ASEGURA A UNA SUPERIORA QUE CUMPLE LA VOLUNTAD DE DIOS 
FUNDANDO UNA CASA EN VILLALVERNIA -APERTURA DE LA CASA DE CHERASCO -LA UNIDAD CATOLICA ALABA 
EL COLEGIO DE LANZO -EL ORATORIO FESTIVO EN UNA SACRISTIA DE LA IGLESIA DE MARIA AUXILIADORA -DON 
BOSCO RECIBE DEL MINISTERIO DE LA GUERRA PRENDAS MILITARES EN DESUSO -LECTURAS CATOLICAS: 
ANGELINA O LA HUERFANA DE LOS APENINOS -DON BOSCO CORRIGE LAS COMPOSICIONES LITERARIAS DE SUS 
SACERDOTES -SIGUEN LLEGANDO AL ORATORIO TESTIMONIOS DE LA SANTIDAD DEL SIERVO DE DIOS -LOS 
MEJORES ALUMNOS DE LAS CLASES Y TALLERES COMEN POR TURNO CON DON BOSCO LOS DOMINGOS 

PENSABA el Venerable ultimar las diligencias para la apertura de la nueva casa de Cherasco. Y así escribía al Obispo de Alba, 
monseñor Eugenio Galletti. 

((732)) Turín-Valdocco, 2, octubre, 1869 

Rvmo. Monseñor: 

Envío a V. S. Rvma. la súplica para presentar a la Congregación de Obispos y Regulares o a la Congregación del Concilio. Yo he hecho 
lo fácil, toca a Su Excelencia el resto, especialmente para hacer presente que todo se ha hecho con su consentimiento 
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y que no se mira en esta obra más que la mayor gloria de Dios, como en mi pequeñez confío que sea. 

Don Juan Bautista Francesia se examinará de confesión el día 8 del corriente y le comunicaremos el resultado para que resuelva lo que 
mejor parezca. 

Tosellini sigue rozagante de entusiasmo: esperamos que siga así. 

Con la más profunda gratitud tengo el honor de profesarme, 

De V. S. Rvma. 

Su seguro servidor, JUAN BOSCO, Pbro. 

La súplica a la que don Bosco se refiere, era para el nuevo colegio de Cherasco. Se trataba de una súplica a la Santa Sede para que 

concediese su licencia y las facultades oportunas. Monseñor la examinó y la envió a Roma con una carta suya en la que atestiguaba su 

plena aprobación para aquella fundación. 

La súplica era ésta: 

Beatissime Pater, Beatísimo Padre: 

Ioannes Bosco Sacerdos, Superior El sacerdote Juan Bosco, Superior 

generalis Piae Societatis a Sancto General de la llamada Pía Sociedad de 

Francisco Salesio dictae, San Francisco de Sales,postrado a los 

Beatitudinis Tuae ad pedes pies de Tu Beatitud,humildemente provolutus,humillime exponit, expone, que , ha querido la Divina 

divina Providentia factum esse, ut Providencia, queen la ciudad llamada 

in urbevulgo Cherasco nuncupata, Cherasco, en la diócesis de Alba 

Dioeceseos Albensis Pedemontis, Pedemonte, pidieran a dicha Sociedad 

collegium convictusque la administración de un colegio e 

adolescentulorum studio deditorum, internado para jóvenes dedicados a 

nec non ecclesiae parochialis los estudios y de una iglesia 

administratio eidem Societati parroquial. Los pasos dados hasta el 

demandata essent. Omnia quae presente, se han hecho siempre con el 

hucusque facta sunt, semper de consentimiento y consejo del Obispo. 

Episcopi consensu et consilio Pero en el decreto de alabanza y 

peracta sunt. At decreto aprobación de dicha Sociedad, aparece 

laudationis et approbationis entre otras la observación de que: « 

ejusdem Societatis, inter alias se habrá de recurrir en cada cao a la 

haec adnimadversio adnectebatur Santa Sede para la fundación de 

«pro fundatione novarum domorum, nuevas casas y recibir de los 

et pro suscipienda in posterum Ordinarios en lo porvenir la 

ab Ordinariis directione dirección de Seminarios». Aunque en 

Seminariorum, recurrendum erit in verdad, extrictamente hablando, se 

singulis casibus ad Sanctam Sedem». trata más bien de una administración 

Licet vero stricte loquendo haec temporal que de la fundación de una 

potius temporaria administratio, casa nueva, sin embargo, para 

quam novae domus fundatio sit eliminar dudas y prestar el debido 

appellanda, tamen ad dubia obsequio a la Santa Sede, con eliminanda et ad debitum Sanctae humilde súplica, se piden las 

Sedis obsequium praestandum, facultades que se entienden son 

facultates quae ad majorem Dei necesarias para promover 

gloriam promovendam necessariae 

censentur, humili precatione 

expostulantur. Insuper hoc 

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colegium(quod in potestatem Municipii la mayor gloria de Dios.Además 
Clarascensis nunc cecidit) et((733)) este colegio (que ahora pasó a 
parochialis Ecclesiae cura ad fratres poder del municipio de Cherasco) 
Congregationis Somascae spectabant y ((733)) el cuidado de la 
ante promulgationem novissimarum iglesia parroquial, pertenecían a 
Italici Gubernii legum dispersionis los hermanos de la Congregación 
Religiosorum. Hoc etiam in casu, et Somasca, antes de la promulgación 
hac potissimum causa opportunas de las últimas leyes del gobierno 
facultates humillime petuntur. Hisce italiano sobre la dispersión de 
praemissis, orator, latis verbis, los Religiosos. Por esta 
declarat in omnibus et per omnia circunstancia y principalmente 
paratum esse stare omnibus Sanctae por esta causa, se piden 
Sedis mandatis, et si tempus erit quo humildemente las oportunas 
supra memoratum Institutum Somascae facultades. Así las cosas,declara 
Congregationis, obmissam el orador, por la presente, que 
administrationem denuo suscipere está siempre dispuesto en todo a 
valeat, libentissimo animo restituere, las órdenes de la Santa Sede, y, 
jura, loca, administrationes, quae si llegare un tiempo en que la 
quocumque titulo ei competere nombrada institución de la 
poterunt. Congregación Somasca quisiera de nuevo tomar la perdida 
administración, restituirá con mucho gusto, derechos,lugares y administraciones que, 
por cualquier título le correspondieren. 

Y se obtuvo respuesta favorable. 

Ex audientia SS. mi, habita ab 

infrascripto Domino Secr.o Sacrae Congregationis por el infrascrito Secretario de la Sagrada 

Episcoporum et Regularium, Congregación de Obispos y Regulares, 

sub die 19 novembris 1869, el día 19 de noviembre de 1869, Su 

Sanctitas sua, attentis peculiaribus circumstantiis, Santidad, tenidas en cuenta las peculiares 

et audita relatione Episcopi circunstancias, y oída la relación del 

Albensis, benigne annuit ac propterea Obispo de Alba, benignamente acordó y 

mandavit, eidem Episcopo committi, ut con ello mandó se comunicara al mismo 

veris existentibus narratis, enunciatam Obispo que, de acuerdo con las verdaderas 

cessionem dictae domus et ecclesiae in circunstancias expuestas, se apruebe 

omnibus juxta preces, Sacerdoti Ioanni y confirme, según su arbitrio y conciencia, 

Bosco, donec memoratum Institutum la enunciada cesión de dicha casa e 

Congregationi Somascae restituatur, iglesia, en todo según las preces, al 

pro suo arbitrio et conscientia approbet sacerdote Juan Bosco hasta que se devuelva 

atque confirmet. Contrariis quibuscumque al nombrado Instituto de la Congregación 

non obstantibus. Somasca. Sin que nada obste 
en contrario. 

Card. QUAGLIA Praef. Card. QUAGLIA, Pref. 

(L. S.) S. Svegliati Secr. ius. (L. S.) S. Svegliati, Secr. 
Don Bosco, después de iniciar este trámite, fue a I Becchi el 3 de octubre, con la comitiva de costumbre, para la fiesta del Santo Rosario. 
Durante aquellos días de tranquilidad hablaba con gusto del 

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Concilio Ecuménico y manifestaba su vivo deseo de que se proclamase el dogma de la infalibilidad del Papa, por los inmensos bienes que 
produciría esa definición. No perdía ocasión para enseñar a los sacerdotes, clérigos y jóvenes que le acompañaban durante aquellos días, 
y así discurría con ellos sobre los dogmas en general. Don Juan Bonetti, allí presente, tomó nota de sus palabras. 

«-»Qué es un dogma?, había enunciado don Bosco. 

»El dogma es una verdad sobrenatural, que explícita o implícitamente se encuentra en las Sagradas Escrituras, y está confirmada con la 
definición de la Iglesia, reunida en Concilio o dispersa por el orbe. El dogma se predica. Fue materia principal de la predicación de los 
Santos Padres: es la esencia ((734)) de nuestra Religión y, por tanto, es necesario que los fieles estén instruidos sobre él y lo conozcan: 
guarda íntima relación con la moral. Debe, pues, ser predicado convenientemente, con exactitud, para que no resulte perjudicial a los 
fieles en vez de hacerles bien. 

»Da la impresión de que ahora está un poco abandonada por algunos la predicación del dogma: es preciso hacerla resurgir: la dificultad 
para realizarla no debe espantarnos, siempre que nosotros procuremos prepararnos bien. 

»Se predica el dogma: 

»1.° Porque es la parte más noble y vital de la Religión; 

»2.° El dogma es la señal, el carácter con que un fiel se distingue de un infiel. 

»3.° El dogma es germen de las virtudes sobrenaturales. 

»4.° El dogma es la materia de nuestra fe: porque fides est sperandarum substantia rerum argumentum, dice San Pablo, non 
apparentium (la fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven): y debe ser conocido por los fieles a fin de 
que pueda ser ejercitada su fe. 

»5.° El dogma demuestra la relación existente entre las verdades naturales y las sobrenaturales. Supera la fuerza de la razón, pero nunca 
se opone a ella. Hay tal nexo entre las verdades dogmáticas, que, negada una, lógicamente se deberían negar todas. 

»6.° Se predica el dogma porque sustenta la humildad que es el fundamento de la vida moral. Es la sumisión de la inteligencia a Dios 
revelante y a la Iglesia docente». 

Ya de vuelta en Turín, esperaba don Bosco la llegada de Argel de dos muchachos árabes, pertenecientes a la tribu de los Kábilas, que 
habían quedado huérfanos durante el tiempo del hambre causada por la sequía, que había dejado sin padres a millares de pobres chiquitos. 
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El arzobispo monseñor Lavigerie había recogido centenares de ellos, hasta comprándolos en los mercados de esclavos y proveyendo a su 
cristiana educación. 

El mismo Prelado había propuesto a don Bosco que aceptase ((735)) en su casa a algunos que hasta entonces habían resultado rebeldes 
a toda suerte de educación. Don Bosco accedió y Monseñor envió a Italia los dos primeros. Aún no estaban bautizados. Uno se llamaba 
Alí y el otro Carubí. Tenían doce años. 

Desembarcaron en Génova el 7 de octubre. Les acompañaron a la estación y se los encargaron al jefe de tren. Al llegar a la estación de 
Turín se encontraron solos, pero no se perdieron. Vestidos con su uniforme nacional, el blanco manto flotando el aire y el fez rojo con su 
borla azul turquí a la cabeza, con su cara imperturbable repetían la única palabra que sabían decir en italiano: -íDon Bosco! 

Y les indicaron la calle más derecha para ir al Oratorio. En cada esquina repetían a cualquier ciudadano: «íDon Bosco!», hasta que 
llegaron al Oratorio. 

Terminaba precisamente don Bosco de comer, cuando le presentaron los dos hijos del desierto. Tomóles él cariñosamente de la mano, y 
con su sonrisa, unas caricias y alguna palabra en francés, trató de hacerles comprender que los recibía con gusto y que sería su amigo. Y 
se los entregó a un asistente, que sabía unas frases en árabe por haber estado en Palestina, para que atendiese a sus necesidades y 
procurara instruirlos. 

El 8 de octubre iba don Bosco a Villastellone, según se desprende de esta carta de don Miguel Rúa al teólogo Appendino: 

Rvmo. señor Teólogo: 

Hablé con don Bosco del encargo que me dio ayer; y me dijo le presentara sus excusas por no haber ido ahí; muy a pesar suyo hubo de 
privarse de tal gusto por algunas incumbencias que se le presentaron; pero que, como quod differtur non aufertur (lo que se aplaza no se 
quita), me encarga le notifique que irá a su casa el viernes, 8 del corriente, en el segundo tren. De este modo podrán hablar sobre la 
comisión de Margarita Assom y los demás asuntos y arreglar tantas otras cosas para mayor gloria de Dios. 

Su atto. y s. s.
RUA, Prefecto


Octubre 1869. 
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VOLUMEN IX Página: 657 

Al domingo siguiente se encontraba don Bosco en Calliano; desde allí respondía a la carta de un alumno clérigo: 

((736)) Querido Garino: 

He recibido con satisfacción tu carta y celebro tu tesonera voluntad de hacerte bueno para llegar a ser un sacerdote óptimo. Por mi parte 
haré todo lo posible; pero necesito también algo de la tuya. »De qué? De confianza ilimitada en todo lo que toca al bien de tu alma. 

Necesitaría hacerte cazador de almas, mas por miedo a que seas tú cazado por otros, te propongo solamente que seas modelo de tus 
compañeros en el bien obrar. 

Además siempre será para ti una gran fortuna que puedas promover el bien o impedir el mal entre tus compañeros. 

Quiéreme como yo te quiero en el Señor y ruega además por mí, que soy de corazón tu 

Calliano, 10 de octubre de 1869. 

Afmo.
JUAN BOSCO, Pbro.


Al volver a Turín, daba las gracias a una bienhechora, y le transmitía los consejos pedidos. 

Turín, 11-9-69 

Benemérita Señora: 

Por manos de la diligente Sor Filomena recibí la respetable cantidad de mil liras, que en su caridad ofrece en honor de María 
Auxiliadora, y para atender las diversas y graves necesidades de este nuevo edificio. No pude hablar con esta rel igiosa más que al vuelo, 
por lo que tampoco me fue posible transmitirle mis más rendidas gracias, como yo hubiera querido. 

Ahora, mientras cumplo mi deber de gratitud, le aseguro que seguiré haciendo en común diariamente oraciones especiales ante el altar 
de María Auxiliadora, y espero que la gracia que pide le será concedida sin falta. 

Dice usted que hasta ahora todavía no la ha obtenido, y que es una tribulación familiar. Aunque ignoro cuál sea, he aquí lo que le puedo 
decir de positivo: siga rezando y resígnese a la voluntad divina. La tribulación llega a su fin. Hay cosas que ahora parecen espinas y que 
Dios trocará en flores. Una mirada al crucifijo y un fiat voluntas tua (hágase tu voluntad); esto es lo que Dios quiere de usted. 

Mientras tanto, acepte este consejo: las llagas de familia hay que curarlas, sin amputar. Disimular lo que desagrada, hablar con todos y 
aconsejar con caridad y firmeza, es el remedio con que usted lo curará todo. 

((737)) Perdóneme esta libertad; estoy dando clases a Minerva; compadézcame. Mañana (12) celebraré la santa misa y mis muchachos 
comulgarán según su piadosa intención. Dios le bendiga, a usted y a toda su familia, y conceda a todos muchos años de vida feliz con el 
precioso don de la perseverancia final. 

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Acepte los profundos sentimientos de mi sincera gratitud, con la que tengo el honor de profesarme, 

De V.S.B. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Tenemos otra carta que don Bosco envió aquel mismo mes al Monasterio de la Visitación de Pinerolo. Iba dirigida a una Superiora que 
fundaba una casa en Villalvernia. 

Reverenda Madre: 

No haga caso a nadie y esté segura de la voluntad del Señor respecto a cuanto se ha hecho para la casa de Villalvernia. Lo que dicen los 
demás, acéptese con respeto y servirá de norma para lo sucesivo. Después del temporal será más agradable la aparición del sol. Las coles 
trasplantadas crecen más y se multiplican. Animo, pues, y fe en la divina Providencia. Dios bendiga a usted y sus trabajos y a todas sus 
hijas. Ruegue por mí y por mis pobres muchachos y créame, 

De V. Rvda. Señoría 

Turín, 27 de octubre del 69. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Mientras tanto había salido para Cherasco don Juan Bautista Francesia, doctor en Letras, como director y el personal asignado para el 
colegio, que estaba abierto. Aquel mes envió el Siervo de Dios un articulito a la Unidad Católica sobre el Colegio de Lanzo, con un breve 
informe de su programa. Empezaba así el articulito 1: 

Sigue abierto también este colegio tan acreditado en estudios y moralidad. Nos complace manifestar que los cursos elementales y 
medios, a más de seguir los ((738)) programas oficiales están tan bien atendidos por la dedicación de su profesorado, que en el curso 
anterior todos los alumnos presentados en el Instituto Cavour, para el examen de bachillerato, fueron aprobados y bastantes obtuvieron 
sobresalientes. 

En cuanto a la Casa de Valdocco había encargado don Bosco a don Carlos Ghivarello que preparara un plano para las oficinas. 

Tomaba las medidas oportunas para que el Oratorio festivo de Valdocco volviera a producir abundantísimos frutos. Hacía algunos años 
que los externos se habían reducido a un pequeño número, ya 

1 Unidad Católica del 13 de octubre de 1869. 

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fuera por la multitud de internos, que llenaban los patios y la iglesia de San Francisco, ya fuera porque muchos patronos habían impuesto 
la obligación de trabajar por la mañana de los días festivos a los muchachos aprendices, ya fuera, en fin, porque al inaugurar la iglesia de 
María Auxiliadora, la de San Francisco se empleaba temporalmente para usos diversos, por falta de espacio en la casa y para reuniones 
que eran indispensables. 

Sólo la catequesis cuaresmal hacía revivir y recordar la antigua afluencia. Después de Pascua volvía a ser muy pequeño el número de 
los que asistían a las funciones de la nueva iglesia. 

Pero no era el ocaso de una obra, sino un eclipse parcial. 

Para aumentar el número, don Bosco les destinó la amplia sacristía, situada al oeste del nuevo templo y encargó al clérigo Julio 
Barberis del Oratorio festivo. Se les invitó y acudieron enseguida los primeros muchachos. Después vinieron más, cuantos cabían en 
aquel lugar. Allí se daba la instrucción religiosa, mañana y tarde, a los asistentes y desde allí mismo, abiertas las puertas que dan al 
presbiterio, oían la santa misa y asistían a la bendición con el Santísimo Sacramento. Para sus juegos tenían el largo y estrecho patio al 
oeste de la iglesia de María Auxiliadora. 

Las preocupaciones del Venerable por los internos eran constantes. Nuevamente recurrió al Ministerio de la Guerra para resguardar del 
frío a sus muchachos y recibía, como siempre, una cortés respuesta. 

((739))MINISTERIO DE LA GUERRA 
N.° 5.811 

Florencia, 16, noviembre, 1869 

Como socorro para los pobres muchachos albergados en esa Pía Casa dirigida por V. S., ha dispuesto el Ministerio que la Jefatura de 
los Almacenes de Intendencia para los Servicios Administrativos en esta Ciudad, ponga a disposición de quien V. S. encargue retirarlas, 
las siguientes prendas fuera de servicio, dejando el recibo oportuno: 

N. 200 mantas de lana de campaña. 
N. 100 fundas de almohada. 
N. 113 fundas de lienzo. 
N. 15 fundas de jergón. 
N. 28 sábanas de cama. 
El que suscribe tiene el honor de hacérselo saber a V. R. S. como respuesta a la suya del 10 del corriente. 

Por el Ministro LERICI 

Al señor don Juan Bosco. 
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Al mismo tiempo atendía a las Lecturas Católicas. En el mes de noviembre éstas regalaban a los abonados un folleto escrito por el 
Venerable en 1869: ANGELINA O LA HUERFANITA DE LOS APENINOS, por el sacerdote Juan Bosco. 

Y decía al lector: «Durante el pasado otoño, por razón del ministerio sacerdotal, he estado en una población donde oí contar cosas, que 
me parecieron muy interesantes, sobre una jovencita. Aunque murió a principios de siglo, se conserva aún tan vivo su recuerdo, como si 
hubiese acabado de morir recientemente allí. El párroco del lugar me contó muchos detalles y además me entregó copia de un manuscrito, 
cuyo original se conserva en el archivo parroquial. He tomado de los relatos y del manuscrito lo que me ha parecido más curioso, ameno 
e importante para nuestros lectores. Yo no soy más que un simple relator y será una gran merced para mí, si alguien saca algún fruto de la 
lectura o al menos nos perdona benignamente en lo que no le hubiere ((740)) complacido. Dios nos conceda a todos sus celestiales 
favores y muchos años de vida feliz». 

Se trata de la vida de una señorita noble y rica la cual, no habiendo podido hacerse religiosa, enamorada de la pobreza evangélica, se 
marcha del palacio paterno, huye a un pueblo remoto y se pone a servir en una casa de campesinos donde no llega a ser descubierta en 
toda la vida. Con las vicisitudes de esta buena joven se demuestra cómo han de emplear los ricos sus riquezas y se exponen las razones 
que inducen a un luterano a morir reconciliándose con la Iglesia. 

A más de escribir y publicar sus propios libros, don Bosco corregía, casi palabra por palabra, los manuscritos de sus hijos, cuando 
debían ser impresos. 

Así, encomendó a don Juan Bautista Lemoyne que escribiera la biografía del clérigo Mazzarello y, después de haber examinado 
atentamente su trabajo, le escribía: 

Queridísimo Lemoyne: 

Tu trabajo está muy bien, pero hay que hacer notar su conveniencia y finalidad. A este respecto es necesario: 

1.° Quitar o, al menos, moderar los ímpetus poéticos; por tanto, hay que eliminar lo que es meramente descriptivo. 

2.° Pensar que se escribe en prosa histórica y, por consiguiente, la moral debe ir mezclada con la narración y no como algo distinto. 

3.° Muchas cosas no corren, como verás, al compás de la política; por ejemplo, la expulsión de los jesuitas de Génova. 

4.° Así las cosas, hay que reducir el capítulo Mornese y exponer, a manera de prólogo, lo referente a la localidad, historia e índole, 
según Casalis; después, hay 
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que indicar las fuentes de donde se han sacado las noticias de las que te sirves; y, luego, pasarás al comienzo del relato. 

5.° He llamado la atención sobre algunas cosas, subrayándolas a lápiz, para que tú veas el sentido y la conexión de las mismas. Aquí 
tienes dos cuadernos; te mandaré los otros dos, apenas los haya podido leer, que espero sea en breve. Dado que éste es el primer trabajo, 
se requiere un poco de paciencia. No será así después de modificar y corregir atentamente algunos cuadernos. 

Animo y confianza en el Señor. Dios te bendiga a ti y a tus trabajos, 

Creéme 

Turín, 3 de noviembre de 1869. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 1. 

((741)) Mientras despachaba todos estos asuntos, el Oratorio se había llenado de alumnos, que serían testigos de sus maravillosas 
virtudes. Varios dejaron memorias escritas de ellas. Narramos una a continuación para que se vea cómo el Siervo de Dios proseguía en su 
misión y cómo crecía cada vez más la fama de su santidad. 

Por la fiesta de Todos los Santos ingresó aquel año, en la sección de estudiantes, José Bernardo Corno. Su madre se lo había presentado 
a don Bosco en la aldea de I Becchi. Hizo en cuatro años los cursos del bachillerato. Durante el primer curso de filosofía debió dejar a 
don Bosco por motivos de salud. Pero mantuvo siempre con él buenas relaciones fruto de su reconocimiento y veneración. Este alumno 
llegó a sacerdote, fue doctor en Sagrada Teología, Notario Apostólico, Canciller de la Curia de Turín, Maestro de Ceremonias del 
Arzobispado y Prelado Doméstico de Su Santidad. Habiendo sido llamado como testigo para el proceso diocesano sobre la vida y 
virtudes de don Bosco, expuso así sus impresiones de los cinco años que permaneció en el Oratorio. 

«Era voz común que don Bosco poseía dones sobrenaturales. Anunció muchas veces la muerte de diversos muchachos. Descubría el 
interior de los corazones de los demás y oí a alguno que realmente había leído en su conciencia. Se verificó que algunas veces vio desde 
lejos lo que acontecía en el Oratorio. Confirmó que algunos de sus muchachos responsables de alguna falta no querían dejarse ver por él, 
por miedo a que se la leyese en su frente. Era grande la fama de su santidad, fuera de casa. Don Bosco tenía mucho cuidado de sus 
muchachos; 

1 Se le ocurre a uno pensar, después de leer esta cartita magistral: «»Sabía o adivinaba ya don Bosco que don Juan Bautista Lemoyne 
iba a ser el maravilloso biógrafo de estas Memorias?». (N. del T.) 
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los instruía él mismo o por medio de sus ayudantes. En los días festivos predicaba las verdades de la fe y promovía por todos los medios 
la piedad. Todas las noches, antes de ir a dormir, nos hacía una plática. Su método de educación era totalmente paternal, atraía a los 
jóvenes con agradables modales, por lo que le querían mucho.Les inculcaba la frecuencia de los Sacramentos, que para muchos alumnos 
era semanal y para muchos ((742)) otros aún más frecuente; en las fiestas y en el ejercicio de la buena muerte, se convertía en comunión 
general. Confesaba mucho y asiduamente y había además otros sacerdotes confesores que le ayudaban, porque daba a los penitentes plena 
libertad de elección. Estaba dotado de singular prudencia, puesto que entre tantos muchachos, llegados de todas partes, no hubo jamás un 
desorden de importancia». 

Así reza el testigo. Y nosotros añadimos: 

Don Bosco hizo revivir una costumbre que poco a poco había desaparecido. 

Para que sus queridos muchachos, tuvieran un aliciente más que les estimulase a observar buena conducta, quiso que algunos alumnos 
fueran invitados a comer con él en determinadas circunstancias. La causa principal de la interrupción de la costumbre había sido el 
número siempre creciente de Salesianos y lo reducido del espacio del refectorio de los superiores, situado en los sótanos junto a la cocina. 
Aquel año se convirtió en comedor la sala a nivel de los pórticos, correspondiente a la superficie del primer cobertizo, adaptado por don 
Bosco para capilla en 1846. Entonces estableció el Venerable que volvieran a comer con él por turno, todos los domingos, los mejores de 
cada clase y de cada taller. Esto servía para animar al bien a la clase entera. El buen Padre gozaba mucho cuando veía a estos alumnos, 
los deseaba; y mantuvo la costumbre, aun cuando surgió alguna dificultad por parte de ciertos metodistas. Daba él mucha importancia a 
que los alumnos más distinguidos tuvieran ocasión de acercarse a los Superiores y habría querido que se diera este premio muchas veces 
al año. 

Su puesto en la mesa no era, sin embargo, junto a don Bosco. Este privilegio estaba reservado, desde antiguo, a los muchachos elegidos 
para el lavatorio de los pies del jueves santo, que realizaba el mismo Rector Mayor. 

Era grande la satisfacción de los alumnos premiados. Infatigablemente, después de la comida, pasaban a saludar a don Bosco y él 
dirigía a cada uno una palabra que producía siempre gran bien. A veces, con una frase que parecía dicha ((743)) al acaso, daba a entender 
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a un alumno el género de vida que debía abrazar. Otras ayudaba a hacer brotar una vocación, a asegurarla y también a seguirla. En ciertas 
ocasiones daba un dulce a cada uno. 

La espera de este deseado premio ocasionaba muchas charlas entre los muchachos; días antes hacían sus cuentas sobre ello y 
recordaban todos, durante años enteros, la fortuna de haber comido con don Bosco. 

Los que no tenían esta suerte no esperaban invitaciones especiales para acercarse a don Bosco. Las alegres y conmovedoras escenas por 
nosotros descritas ampliamente en otro lugar, que desde 1850 habían alegrado los distintos refectorios donde don Bosco solía comer, 
continuaron también este año de 1869. Apenas salían los salesianos del comedor, una turba de muchachos irrumpía corriendo a donde 
estaba don Bosco y ocupaban todos los sitios, de modo que había que levantar a toda prisa los manteles de las mesas. Esto acontecía 
especialmente después de la cena. 

Pero no pasó mucho tiempo sin que los jóvenes tuvieran que contentarse con ver a su amado don Bosco solamente en el patio. Las 
visitas, que recibía en el mismo refectorio, y los comensales invitados que con frecuencia llegaban, acabaron por romper aquellas gratas y 
familiares demostraciones de afecto. íCuántos recuerdos! 

Continuaron, no obstante, las invitaciones a comer para los alumnos mejores, hasta el fin de la vida del Siervo de Dios, y aún se 
conservan los nombres de muchos que tuvieron este premio. 
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((744)) 

CAPITULO LIX 

DE NUEVO RETIRAN A LOS ALUMNOS DEL ORATORIO EL BILLETE DE FAVOR PARA LOS FERROCARRILES DEL 
NORTE DE ITALIA -DILIGENCIAS DE DON BOSCO ANTE LA DIRECCION GENERAL DE FERROCARRILES PARA 
OBTENER DE NUEVO LA REDUCCION DE TARIFA -EL GO BERNADOR DE TURIN SE INTERESA EN FAVOR DE DON 
BOSCO, PERO NO ALCANZA NADA -EL ARZOBISPO INVITA AL VICARIO DE LANZO PARA UN EXAMEN SOBRE LA 
VOCACION DE LOS SALESIANOS DEL COLEGIO -ENTERADO DE ELLO DON BOSCO, ENVIA AL VICARIO LA 
RESPUESTA PARA EL ARZOBISPO -ANUNCIA SU VISITA AL COLEGIO DE LANZO -EL ARZOBISPO SE LAMENTA DE 
QUE UN CLERIGO SALESIANO DE SU DIOCESIS HAYA SIDO ORDENADO POR EL OBISPO DE CASALE; CAUSAS DE 
ESTA ORDENACION -CARTA DE MONSEÑOR A DON BOSCO REPROCHANDOLE QUE HA VIOLADO LOS SAGRADOS 
CANONES -HUMILDE RESPUESTA DE DON BOSCO EXPONIENDO SUS RAZONES -LE CONTESTA EL ARZOBISPO QUE 
NO ACEPTA SUS RAZONES Y EXCUSAS -DON BOSCO SE ACONSEJA CON EL CANONIGO FISSORE -EL OBISPO DE 
CASALE DEFIENDE SU ACTUACION -MONSEÑOR FISSORE DECLARA EL APRECIO QUE SIEMPRE HA PROFESADO A 
DON BOSCO 

LA constancia de don Bosco para alcanzar y conservar favores para sus alumnos fue siempre digna de alabanza. Era su corazón el de un 
buen padre de familia. La Dirección de Ferrocarriles del Norte de Italia había retirado de nuevo a sus muchachos el billete de favor a 
primeros de año. Y don Bosco, al acercarse ((745)) el tiempo en que muchos de sus alumnos volverían a sus casas y otros partirían de sus 
pueblos para ingresar en el Oratorio, elevaba una nueva solicitud a la Dirección General de Ferrocarriles. La carta está sin fecha. 
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Ilmo. Señor Director General: 

Con el ánimo de evitar en lo posible molestias a V. S. Ilma., me atrevo a presentarle por escrito cuanto quisiera exponerle de viva voz 
rogándole lo lea con su acostumbrada bondad. 

Mientras los Ferrocarriles fueron administrados por el Gobierno, los alumnos de este Centro tratados siempre como pobres y, como 
tales, gozaban de transporte gratuito, y cada uno de los superiores de las diversas casas obtenía billete de favor para él y para un 
acompañante. Estos favores fueron también concedidos por la Administración de Ferrocarriles del Sur y Provincias romanas. 

Cuando los Ferrocarriles del Estado pasaron a la Sociedad del Norte de Italia se nos acordó casi el mismo beneficio, es decir, la 
reducción del 75 por 100 en favor de los indigentes. 

Velaba la Administración para que no se abusase de tal favor y para ello se obtenía el billete en cada caso de salida en las mismas 
estaciones de Turín. Pero sucedió que alguien persuadió a un joven que debía venir de Saluzzo al Colegio, y se sirvió del billete ajeno. 
Como consecuencia de este hecho, según carta del 20 de junio de 1867, se redujo el billete a la mitad del precio. 

Otros malintencionados engañaron a cierto muchacho en la estación de Biella, cambiando el número escrito en el billete de concesión, y 
por tal hecho, totalmente ajeno a la voluntad de la dirección de esta casa, se suspendió definitivamente el favor, según carta del 15 de 
febrero de 1869. 

Se nos negaron hasta las reducciones que suelen concederse a todos los centros de educación, cuando los alumnos alcanzan un número 
determinado. Así las cosas, elevo respetuosamente mi ruego a V. S. Ilma. para que se digne considerar: 

1.° Que la dirección de este establecimiento no es en ninguno de los casos culpable de los hechos por los que se quitó el favor; es más, 
ha vigilado siempre y recomendado vigilar y castigar a los culpables cada vez que fueran descubiertos. Nunca ha habido ningún desorden 
en la estación de salida. 

2.° Que esta casa vive de la providencia cotidiana y que se ha prestado siempre a recibir a los muchachos pobres, hijos de empleados en 
los ferrocarriles o recomendados de algún modo por la Dirección de los mismos, y que siempre fue considerada ((746)) como pobre, tal y 
como lo es por la Sociedad de Ferrocarriles del Sur y Provincias romanas, que siguen todavía favoreciéndola. 

3.° Que la Administración de los Ferrocarriles del Norte de Italia no obtiene ningún beneficio negando el favor, porque cuando 
concedía el 75 por 100, el gasto anual subía casi a cuatro mil liras; y cuando se redujo a la mitad, se gastaron sólo dos mil. Este año, en 
fin, en el que se suspendió el favor, apenas si se han gastado ciento cincuenta liras. Todo en razón de que, cuando faltan los medios, los 
viajes se hacen, las más de las veces, a pie, en carro o por el estilo. 

4.° Se suplica por tanto que, en el caso de que no se pueda conceder el 7 5 por 100 que se concede a otras casas de beneficencia, se 
otorgue al menos a los superiores de estos establecimientos y se permita que los alumnos puedan gozar del favor general que se concede a 
todos los centros de educación, cuando se llega al número de doce... 

JUAN BOSCO, Pbro. 

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No dejó de presentarse en varios despachos, pero no consiguió nada. Le recibían con exquisita cortesía y respeto, escuchaban sus 
razones, exponían los criterios generales que habían sugerido esta deliberación y le prometían que con el tiempo no sería difícil obtener la 
solicitada reducción. 

Cuando, por fin, vio don Bosco que no podía esperar nada, se dirigió al Gobernador de la Ciudad, el conde Radicati. 

Ilmo. Sr. Gobernador: 

Ya en tiempos pasados fue siempre V. S. Ilma. insigne bienhechor de los muchachos pobres internados en el Oratorio de San Francisco 
de Sales, lo cual me hace esperar que también al presente se digne recomendarme para la finalidad que brevemente le expongo. 

Mientras los Ferrocarriles fueron administrados por el Gobierno, nuestros alumnos y sus superiores gozaron siempre de transporte 
gratuito, como siguen gozándolo en los Ferrocarriles Romanos y del Sur. Cuando pasaron a manos de la nueva Administración, 
denominada del Norte de Italia, se nos concedió el insigne favor de una reducción del 75 por 100, como suele concederse a los 
necesitados. 

Pero, después de casi dos años, con motivo de que uno de nuestros muchachos, al volver a Turín, se dejó persuadir para ceder a otros su 
propio billete, se redujo el favor a mitad de precio, según carta del mes de abril de 1867, hasta que otro muchacho corrigió el número de 
uno de los billetes en la estación de Puerta Susa, y entonces se quitó todo el favor al establecimiento, pese a que él no tenía ninguna 
culpa, ya que ((747)) siempre se había empleado toda la vigilancia posible para evitar cualquier desorden entre nuestros alumnos en el 
uso de los billetes. 

Pero después de este suceso, no sólo se nos quitó el favor individual, sino incluso el que se suele conceder indistintamente y por regla 
general a todos los centros de educación, cuando los alumnos viajeros alcanzan el número de doce. 

Añadióse después un nuevo disgusto al quitar también esta facilidad a otras casas, aduciendo como motivo que dependían del que esto 
escribe. Por ejemplo, en el pasado septiembre, el Seminario Menor de Mirabello, cuya administración nada tiene que ver con el que esto 
expone, pidió el acostumbrado descuento para doce alumnos. Se les respondió que tenían que presentar la instancia del Alcalde del 
pueblo. Hízose esto, con pérdida de tiempo y de dinero, y se les respondió que no se podía conceder aquel favor, por cuanto el 
establecimiento dependía de mí, como arriba indico. 

Con estos antecedentes, ruego a V. S. Ilma. se digne recomendarme bondadosamente a la Dirección de Ferrocarriles del Norte de Italia, 
a fin de que me conceda, no ya los primeros favores, sino solamente los beneficios que conceden a todos los centros educativos. 

Puede V. S. manifestar que este nuestro Establecimiento, siempre recibió a los muchachos que por orfandad u otras desgracias 
ocurridas en los ferrocarriles, nos fueron enviados por la Dirección de los mismos. En la actualidad llegan éstos casi a veinte. 
Continuarán en el internado y, de no suceder nada en contrario, no se rechazará ninguna nueva recomendación; pero pido, al menos, no 
ser excluido de los favores comunes. Si V. S., señor Gobernador, me hiciere esta recomendación tendrá 
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Fin de Página 666 


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un motivo más para nuestra gratitud. Y ofreciéndole esta Casa para cuando pudiera serle útil, tengo el honor de profesarme, 

De V. S. Ilma. 

JUAN BOSCO, Pbro. 

(18-octubre-1869). 

Pero, ni siquiera la intervención del Gobernador consiguió el intento. 

GOBIERNO CIVIL 
DE LA PROVINCIA DE TURIN 
División 2. Sec. Obras Pías Turín, 9 de noviembre de 1869 N.° Prot. 22053 

Reg. 1034 

Respuesta a la nota del 18 de octubre de 1869.
ASUNTO
Transporte Ferrocarriles Norte de Italia.


Como continuación a la nota de V. R. S., con fecha 18 del pasado octubre, he rogado encarecidamente a la Dirección de los 
Ferrocarriles del Norte ((748)) de Italia que se dignase volver a conceder a ese Pío Instituto el favor del precio reducido, en el caso del 
transporte por el Ferrocarril de su explotación, a los alumnos del Oratorio de San Francisco de Sales. 

Siento no haber podido conseguir nada, como V. S. advertirá por la Nota adjunta de la mencionada. Dirección de Ferrocarriles, que con 
la presente le envío. 

Por el Gobernador MASCARETI 

Al señor Director del Oratorio de San Francisco de Sales en Valdocco-Turín. 

Don Bosco se resignó esperando a que cambiaran las circunstancias y los hombres, mientras nuevas cuestiones venían a ocuparle. 

Monseñor Riccardi di Netro había encargado al teólogo Albert, Vicario de Lanzo, que hiciera una especie de examen sobre la vocación 
a cada uno de los clérigos del Colegio Salesiano. El Director, 

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don Juan Bautista Lemoyne, escribió a don Bosco por indicación del mismo Vicario, que deseaba saber de él la norma a seguir. Don 
Bosco respondió: 

Querido Lemoyne: 

He aquí la respuesta que el señor Vicario puede dar: que la modifique como crea oportuno. 

El próximo jueves nosotros hacemos el ejercicio de la buena muerte; por la tarde pienso ir a Lanzo, si te parece que los alumnos habrán 
llegado ya todos. 

Di a Bodratto, padre, que me las arreglaré para cuidar a su mirlo, porque si no, se escapará de mis manos. 

Que Dios te bendiga juntamente con toda esa tu familia de Lanzo. Amén. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D.: »Qué hace Guidazio? 
La respuesta, en hoja aparte, decía así: 

El Vicario T. Albert podría responder: 

Los sacerdotes Pablo Albera, Francisco Dalmazzo y Pedro Racca residen en el Oratorio de Turín, por lo que no pudieron ser 
interrogados. 

El sacerdote Santiago Costamagna y los clérigos José Daghero y Modesto Davico, interrogados de parte de V. Exc.ª Rvma. si son 
novicios ((749)) y si piensan ingresar en la Congregación de San Francisco de Sales, respondieron afirmativamente; más aún, que ya 
habían emitido los votos. Abrazaron esta Congregación, porque era su único medio para hacer los estudios, ya que no tenían bienes de 
fortuna; que juzgaron que éste era su camino, abierto por la divina Providencia para alcanzar la salvación del alma y hacer el bien a los 
demás. 

Al ser preguntados si pensaban desligarse de la sumisión a V. E. me respondieron unánimemente que nunca había pasado por sus 
mentes apartarse de ella; y que, si hasta ahora se dedicaron a dar clase, a enseñar catecismo y a prestar asistencia a los muchachos, lo 
hicieron con la íntima persuasión de encontrar en ello su plena satisfacción. 

Asegúrole, además, que siempre han entendido en este sentido sus Reglas, las cuales, en el ejemplar que me han mostrado, dicen en el 
capítulo 8, art. 3.°: Tamquam Superiori subiicientur Episcopo illius dioecesis, ubi domus est ad quam pertinent (Reconocerán también 
como a su superior, al Obispo de la Diócesis, en donde radica la Casa a la que ellos pertenecen). En el art. 1.° del mismo capítulo se dice: 
Post Romanum Pontificem, etc. (Después del Romano Pontífice, etc.)... (Se puede copiar todo el número). 

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VOLUMEN IX Página: 669 

Estos tienen además una firmísima voluntad de pertenecer a la Congregación Salesiana, pero sin hacer jamás nada que desdiga de la 
más escrupulosa sumisión a V. E., y protestan que así han entendido siempre el número arriba citado, tal y como les fue constantemente 
explicado; que ellos entienden dedicarse por cuanto les fuere posible a enseñar catecismo, dar clase, cumplir los oficios de la Iglesia, sin 
más finalidad que agradarle y hacer todo el bien que puedan bajo las órdenes y la más respetuosa obediencia a V. E., tal como lo mandan 
las Reglas Salesianas. 

Estos son sus comunes pensamientos. Por mi parte, y haciendo honor a la verdad, he de decir que mi parroquia, especialmente los 
muchachos, desde que vinieron a Lanzo los sacerdotes y clérigos Salesianos... (Añada el señor Vicario cuanto in Domino judicaverit, 
juzgare en el Señor). 

Aquel examen, da pena decirlo, era una prueba más de las dificultades que se querían poner a don Bosco. El Arzobispo llegó al punto 
de amenazar con la suspensión a los sacerdotes que vivieran en el Oratorio sin pertenecer a la Congregación, cuando no había ninguno 
que no fuese profeso, novicio o aspirante. 

El diácono José Cagliero de Castelnuovo de Asti, novicio de la Pía Sociedad de San Francisco de Sales, no había emitido todavía los 
votos. Había entrado como alumno en el Oratorio, antes de cumplir los catorce años de edad. Al acercarse el momento de las 
ordenaciones sagradas, don Bosco le envió al arzobispo Riccardi para rogarle si quería ((750)) admitirle al Presbiterado. Monseñor le 
invitó a declarar si quería pertenecer al clero de la Diócesis o bien a la Congregación y, después de exponer sus razones, concluyó: 

-Os ordenaré, si me prometéis por escrito salir del Oratorio.
Cagliero había escuchado en silencio; y el Arzobispo tomando una pluma, se la puso entre los dedos y le dijo:
-íEscribid!
El Diácono, que era de un natural algo brusco, hombre de pocas palabras y resuelto, dejó caer la pluma y respondió:
-No quiero.
Y replicó el Arzobispo:
-Entonces, si es así, resignaos a no recibir la ordenación.
Y el Diácono replicó:
-íPaciencia: esperaré!
-Pero vamos a ver, replicó el Arzobispo al verle impertérrito en su propósito; »por qué queréis estar con don Bosco? Además »qué es


vuestra Congregación? »Quiénes forman parte de la misma? »Cuántos sois? 
-No lo sé. 
-Escribid el nombre de todos sus miembros en este pliego. 

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-Excelencia, no los conozco a todos; diríjase a don Bosco; yo no escribo. 

-íEntonces escribiré yo! 

Y tomó la pluma esperando a que Cagliero le dictase; pero Cagliero siguió mudo como un tumba. El Arzobispo insistía; escribió el 

nombre de don Bosco y, mirando al Diácono, exclamó: 

-Don Bosco... »y después?.. 

Cagliero seguía en silencio. Entonces Monseñor reemprendió la escritura exclamando: 

-Don Pablo Albera... que es de don Bosco, más que don Bosco mismo. 

Pero, al ver que Cagliero seguía siempre en silencio, se levantó y le dijo: 

-Bueno, si es así, ímarchaos! 

El Diácono se despidió del Arzobispo, volvió al Oratorio y habló con don Bosco, quien escribió la siguiente carta, que él copió. 

((751)) Excelencia Reverendísima: 

La reverencia y el respeto debidos a V. E. me impidieron ayer por la tarde expresar lo que me dictaba el corazón; sobre todo porque se 
trataba de una deliberación sobre algo en lo que se me había aconsejado proceder despacio antes de atarme con vínculos definitivos. 

Llegado a casa, después de haber rezado, me pongo a la mesa y escribo lo que nace de mi corazón, lo mismo que diría si me encontrara 
en punto de muerte. 

Digo, pues, que es mi deseo y determinación pertenecer a la Congregación de San Francisco de Sales. 

Aquí vine de muchacho y, de no haber hallado ayuda moral y material, ciertamente no habría podido cursar los estudios y, en 
consecuencia, no tendría este gran afecto al lugar y a las personas de las que recibí el pan de la ciencia y de la moralidad. Don Bosco me 
ha dejado siempre en libertad y yo, aunque pertenezco en cuerpo y alma a la mencionada Congregación, sin embargo, nunca me había 
pronunciado definitivamente, como quiero hacerlo con el presente escrito. 

Le suplico solamente que me permita unas palabras. V. E. me repitió varias veces: Si yo quería pertenecer a V. E., o al Oratorio. A este 
propósito debo decirle que don Bosco, al explicar las reglas de esta Congregación, constantemente nos ha dicho que siempre fue guiado 
en todo por el Arzobispo. En las Constituciones se dice que el legítimo Superior es el Obispo de la Diócesis. Yo mismo, en mi poquedad 
no he atendido más que a la catequesis, a la escuela y al servicio de la Iglesia; pero en todo siempre he creído que estas obras eran 
bendecidas y aprobadas por V. E. En efecto, en las últimas órdenes tuve la satisfacción de ver que, de los veinticinco ordenandos, más de 
veinte habían sido alumnos míos en esta casa. 

Por eso ruego a V. E. crea que siempre fue y es todavía mi firme voluntad obedecer y someterme a su plena voluntad y entregarme, por 
cuanto me sea posible, al bien de la Diócesis, según las Reglas de la Congregación Salesiana, que precisamente mandan esto en los 
artículos 1.° y 3.° del capítulo 8. 

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Tenga ahora la bondad de perdonar esta mi humilde carta; he hablado con el lenguaje del corazón. Por lo demás no dejaré de rezar, 
como lo he hecho hasta ahora, por la conservación de su preciosa salud, mientras tengo el alto honor de profesarme, 

De V. E. Rvma. 

Turín, 6 de noviembre de 1869. 

Su seguro servidor JOSE CAGLIERO, Clér. 

Estas dificultades y las repetidas lisonjas de un porvenir ventajoso y honorífico no tardaron en hacer más firme y resuelta ((752)) la 
voluntad del estupendo discípulo de don Bosco. En efecto, superada toda incertidumbre, el 12 de noviembre, hizo su profesión según las 
reglas de la humilde y contrariada Pía Sociedad de San Francisco de Sales. 

A continuación, y por sugerencia de varios miembros del Capítulo Superior de la Pía Sociedad, el nuevo profeso fue destinado al día 
siguiente por el Capítulo, en ausencia de don Bosco, a la casa filial de Mirabello y el Obispo de Casale, monseñor Ferré, que confería 
órdenes sagradas, extra tempus, el día 14, conocedor como era del espíritu de don Bosco y de la Pía Sociedad, que él había aprobado 
como instituto diocesano, y de las dificultades que se promovían contra el Siervo de Dios y sus hijos, se alegró de conferir el presbiterado 
al pobre diácono, sin dilación alguna. 

No tardó en llegar a oídos del Arzobispo la noticia. Y escribió a don Bosco: 

Curia Arzobispal de Turín 

Turín, 26 de noviembre de 1869 

Muy Rvdo. Señor: 

Con gran sorpresa de mi parte he sabido que el diácono José Cagliero, inscrito en la Congregación Salesiana, erigida en esta ciudad y 
dirigida por V. S. M. Rvda., ha sido ordenado sacerdote el 14 del corriente mes por el señor Obispo de Casale, don Pedro María Ferré, sin 
yo saber nada. 

V. S., y también el diácono Cagliero, estaban bien informados de que yo conferiría órdenes en el mes corriente. Ciertamente V. S. tiene, 
de acuerdo con el Decreto de Obispos y Regulares del 1.° de marzo de 1869, la facultad de conceder a sus súbditos las cartas dimisorias 
para recibir la tonsura y las órdenes menores y mayores, pero éstas debe dirigirlas a mí, en calidad de Obispo Diocesano, a menos que yo 
estuviese ausente, o no quisiera tener ordenaciones. 
Pero ahora, al haber hecho V. S. ordenar de sacerdote a su súbdito el diácono 
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Cagliero, por el señor Obispo de Casale, sin que concurriese ninguna de las circunstancias que pueden justificar un proceder como el 
suyo, violó las prescripciones de los Sagrados Cánones y los derechos que a tal propósito me competen como Obispo Diocesano, 
derechos que tengo la obligación de guardar y tutelar religiosamente. 

Por tanto, la ordenación del diácono Cagliero, considerada como debe considerarse frente al citado Decreto del 1.° de marzo de 1869, 
no puedo por menos de considerarla como totalmente ilícita. 

((753)) Mientras cumplo el desagradable deber de hacerle esto presente, le advierto también que V. S., don José Cagliero y monseñor 
Ferré, Obispo de Casale, por haber tomado parte en dicha ordenación ilícita, a tenor del Decreto del Papa Clemente VIII, del 15 de marzo 
de 1596, y de la Bula de Benedicto XIV, 27 de febrero de 1747, han incurrido en las penas con que allí se les amenaza, a saber, V. S. 
incurre en la pena de la pérdida sui officii ac dignitatis et vocis activae et passivae (de su cargo y dignidad y de voz activa y pasiva), don 
José Cagliero en la pena suspensionis, atque etiam si in suscepto ordine ministraverit, irregularitatem incurrit (de suspensión y también de 
irregularidad, si ejerciere la orden recibida), y el señor Obispo de Casale non facile effugit poenas canonicas adversus eos propositas, qui 
altenum subditum, absque sufficientibus dimisoriis ordenare praesumunt (no escapa fácilmente a las penas canónicas propuestas contra 
los que se atreven a ordenar al que no es súbdito suyo, sin las suficientes dimisorias). 

Advirtiendo de todo a V. S., y por su medio a don José Cagliero, para su norma y gobierno, me profeso con distinguida estima, 

De V. S. M. Rvda. 

Su seguro servidor » ALEJANDRO, Arzobispo 

Al M. R. S. D. Juan Bosco, Superior de la Congregación Salesiana. 

Don Bosco respondía humildemente: 

Excelencia Reverendísima: 

No puede imaginar V. E. el pesar y la dolorosa aflicción que me ha ocasionado su carta con relación a la ordenación del clérigo José 
Cagliero. Siempre, pero especialmente después de la aprobación de nuestra pobre Congregación, he recomendado y repetido a los 
miembros de la misma que anduviéramos todos de acuerdo para evitar la más mínima ocasión que pudiera molestar y oponerse a la 
voluntad de los Obispos, particularmente de V. E.; así lo mandan precisamente nuestras Reglas. Espero, sin embargo, que la sincera 
narración del hecho pueda, si no justificar del todo lo sucedido, al menos concederle alguna indulgencia. 

Legalmente recordará V. E. que hace poco tiempo creyó oportuno intimar la suspensión de los sacerdotes diocesanos no inscritos que 
hubieran pretendido continuar ocupándose de las cosas de nuestra Congregación; los pobres ordenandos temblaban por tales modos. Esta 
es la razón por la que el citado clérico Cagliero, cuando se presentó a V. E. no supo casi ni hablar, ni escribir. Como se trataba de la 
ordenación de presbítero del mismo, me he apresurado a ir varias veces, por la mañana y por la tarde, a ver a V. E. para hablarle sobre el 
particular y también de otras 
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cosas que entiendo no conviene sean escritas. Mas, ora porque estaba ausente, ora porque no era día de audiencia, no me fue posible 
llegar a V. E. Entonces me decidí a enviar al clérigo a Mirabello para que fuera ordenado ((754)) por el Obispo de aquella casa, que había 
concedido un Extra tempus (fuera de tiempo), tanto más que por entonces V. E. no tenía ordenaciones, aunque, en efecto las tuvo unas 
semanas más tarde. 

Creí que podía hacerlo con ánimo del todo ajeno a herir en lo más mínimo los derechos del Arzobispo Ordinario, sino únicamente en 
conformidad con el Decreto del Tridentino, citado por Benedicto XIV De Ordinatione Regularium (27 de febrero de 1747). En él se lee: 
Congregatio Concilii censuit superiores regulares posse suo subdito itidem regulari, qui praeditus qualitatibus requisitis ordines suscipere 
voluerit, liberas dimissorias concedere, ad Episcopum tamen Diocesanum, nempe illus monasterii in cuius familia ab iis, ad quos pertinet 
regularis positus sit (La Congregación del Concilio decretó que los superiores regulares podían conceder las cartas dimisorias a un 
súbdito religioso también, que, dotado de las cualidades requeridas, quisiera recibir las órdenes, de mano del Obispo diocesano, es decir, 
del monasterio en que se encuentre el religioso de quien se trate). Hice petición y quería también hacerla a V. E., si este decreto era 
interpretado y practicado en el sentido que yo le daba, y obtuve respuesta afirmativa. Apoyado en las razones arriba mencionadas, juzgué 
de acuerdo con el Obispo de Casale, que el candidato podía acercarse a recibir la ordenación del Ordinario de aquella casa, donde de 
hecho vivía el interesado. 

Otro motivo que me movió a ello eran los ejercicios espirituales. V. E. no estimó suficientes los ejercicios que nosotros hacemos aquí 
en Turín y en Trofarello, como ya sucedió con algunos en el pasado septiembre, y esto era otra razón, por las serias estreches de tener que 
estar sujetos a los gastos del viaje y estancias que hubieran sido necesarios para ir al lugar de los ejercitantes diocesanos. 

A pesar de esta mi buena voluntad y convicción, si yo no hubiera captado el verdadero sentido de cuanto he expuesto, suplico quiera 
concederme benigna indulgencia, en la seguridad de que esta su voluntad será fielmente cumplida en lo porvenir. Más aún, con las 
palabras del antedicho Pontífice, le suplico, por la misericordia del Señor y por la caridad del Espíritu Santo, que a cada cual estrecha en 
la unidad de la fe para cultivar la viña del Señor, se digne pasar por alto cuanto pueda haberle causado disgusto en este asunto. 

Sabe V. E. que, pese a mi poquedad, hace treinta años que hago cuanto puedo por esta Diócesis. Muchos seminaristas, vicepárrocos y 
párrocos de la misma fueron alumnos nuestros. Nunca he pedido estipendio ni empleos. La única merced que siempre he pedido, y que 
con toda humildad de corazón pido, es compasión y consejo para todo lo que V. E. juzgue ser para la mayor gloria de Dios. 

Por las razones expuestas y por la total ignorancia y exención de culpa del sacerdote José Cagliero no me he atrevido a comunicarle la 
parte de la carta que a él se refiere, a menos que V. E. me diga que ésa es su voluntad. 

Siempre dispuesto a hacer cuanto pueda en el sagrado ministerio, permita que, con la máxima veneración, tenga el honor de poderme 
profesar, 

De V. E. Rvma. 

Turín, 28 de noviembre de 1869. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

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((755)) Después de aquella fecha, el señor Arzobispo, encargada la Diócesis al Vicario General monseñor Zappata y celebrada una 
función solemne en San Juan, salió para Roma, adonde ya le habían precedido algunos sufragáneos, con los que se hospedó en la 
Residencia canonical del Vaticano. Desde allí escribió una segunda carta a don Bosco. 

Oficina particular del Arzobispo 

Roma, 8 de diciembre de 1869 

Ilmo. y M. Rvdo. Señor: 

Ya veo el disgusto y la pena que mi carta ha ocasionado a V. S. Ilma. y M. Rvda.; y tanto más sinceramente lo creo cuanto más 
persuadido estoy de que el hecho que lamento, no fue hijo de mala intención, sino de ignorancia. Pero, como no dependía de mí poner 
remedio, me vi obligado a escribirle de aquel modo para que pudiera proveer al respecto. No fue sólo para quejarme del modo de tratarme 

V. S., don José Cagliero y el señor Obispo de Casale, sino también para que acudan a la Santa Sede para la oportuna absolución. 
Así las cosas, creo necesario responder categóricamente a su carta para rectificar lo que en ella se afirma y evitar equívocos. En primer 
lugar, si impuse la suspensión a los sacerdotes jóvenes diocesanos, que sin estar inscritos quisieran continuar trabajando en las casas de 
su Congregación, fui obligado a ello para conocer quiénes eran sus alumnos y quiénes los míos, puesto que mientras usted me escribía de 
una manera, Cagliero protestaba en la Curia de otra. 

No comprendo, en segundo lugar, por qué sus alumnos tuvieran nada que temer, puesto que mis instancias no iban dirigidas a ellos, 
sino a saber quién quería y quién no quería estar sujeto al Arzobispo, sin ni siquiera haber dicho una palabra que pudiera manifestar el 
deseo de quitar a la Congregación aquellos a los que les hubiera gustado pertenecer a ella. 

No sé, en verdad, qué valor pueda tener la excusa de haber acudido varias veces, por la mañana y por la tarde, para hablarme de la 
ordenación del clérigo Cagliero, puesto que yo siempre he tenido audiencia y nunca he rehusado recibir a nadie. Además, usted, podía, 
mejor aún, debía dirigirse para ello a la Curia en la que hay un empleado a propósito que usted conoce, por haber tenido trato con él otras 
veces. 

Así que la resolución, tomada por usted, de mandar a Cagliero a Mirabello no puede proceder de no haber podido hablar conmigo. 

Yo no niego que usted podía enviar al clérigo Cagliero a Mirabello, pero con las cartas requeridas por los sagrados Cánones y no antes 
de haber recurrido a mi Curia para la dispensa de edad. Mas estando inminentes las sagradas ordenaciones enviarlo la víspera, como 
puede decirse, de la ordenación, era contravenir las leyes de la Iglesia y burlarse del Obispo, a quien se le quita in fraudem legis 
(eludiendo la ley), un clérigo ((756)) que le estaba sujeto hasta pocos días antes, y sobre todo cuando el retraso de las órdenes en la 
Diócesis no era más que de una semana. Y es tanta verdad que fue enviado in fraudem legis, que inmediatamente después de la 
ordenación, volvió a Turín. De ello puede deducir lo mal aconsejado que ha sido en la interpretación del Decreto de la Sagrada 
Congregación, por usted citado, puesto que ese Decreto 
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requiere manifiestamente que el Religioso deba ser presentado al Obispo de la casa en la que está viviendo y no al de la Diócesis en que 
está la casa adonde se le envía para recibir las órdenes, pues resultaría que, de otro modo, sería del todo inútil. Y es bien cierto que, si 
usted hubiera conversado conmigo o con el empleado de la Curia encargado de las ordenaciones, no hubiéramos dejado de advertirle 
cuanto queda dicho y de manifestarle que ésta ha sido siempre la interpretación dada al Decreto arriba indicado. 

Y en cuanto a los ejercicios espirituales le advierto que cuando dije a Cagliero que los hiciese, yo estaba persuadido de que no 
pertenecía a la Congregación. En tales condiciones era muy justo que yo se lo requiriera, para no hacer distinciones, ni otorgar 
privilegios, y porque los ejercicios para los ordenandos son muy distintos de los que comúnmente se hacen, pues se dan pláticas 
especiales. Esta persuasión, en fin, había nacido de mí, no sólo por lo que me había dicho Cagliero, sino más aún por haber acudido él 
mismo a mi Curia para obtener la dispensa de edad, lo que no hubiera debido hacer en caso contrario, puesto que toca a los Superiores 
Regulares recurrir para sus súbditos y concederles las cartas comendaticias. 

Por cuanto le indiqué me parece que hay en este asunto una intriga que yo no sabría explicarme, pero que deploro mucho y no querría 
se repitiese. Por lo demás, le repito que no le escribí sólo para quejarme, sino para que pudieran proveerse de la absolución de las 
censuras en que incurrieron. En cuanto a mí, tengo la satisfacción de perdonarlo todo y de esperar que en lo sucesivo no habrá nuevos 
desarreglos. Y con esta confianza me suscribo con toda estima, 

De V. S. Ilma. y Rvma. 

Su seguro y atento servidor » ALEJANDRO, Arzobispo de Turín 

Cuando el Siervo de Dios recibió esta segunda carta, se dirigió en demanda de consejo al canónigo Celestino Fissore. 

Ilmo. Señor Canónigo: 

íCuántas desdichas hay en este mundo y a cuántas tribulaciones ha de someterse el pobre don Bosco! 

Un clérigo de nuestra Congregación fue en mi ausencia a recibir las órdenes a Casale, donde tenemos una casa aprobada como 
Congregación Diocesana. Nuestro Arzobispo, quizá alguien se lo sugirió, ((757)) tomó la cosa como algo que iba contra su autoridad, aun 
cuando era muy otra mi intención. Me escribió una carta, a la que respondí, e inmediatamente me ha replicado con otra. 

Le rogaría la leyera y me dijera si hay alguna disposición reciente ad hoc. El Decreto de la Sagrada Congregación del Concilio es 
comúnmente entendido así por las Ordenes Religiosas a las que he preguntado y, por tanto, deberían incurrir todas en las penas 
anunciadas. 

Benedicto XIV señala y reprueba el caso en que un Superior falsis de causis (por causas falsas) hiciera cambiar de domicilio a un 
súbdito para la ordenación y lo reclamase enseguida a la primera casa, pero no establece pena alguna. 

Aquí las razones son gravísimas, como espero podérselas exponer de palabra. 

Note, además, que las órdenes se dieron en esta Diócesis quince días después y no ocho. 
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Se podría preguntar también: si un Superior puede disponer de sus súbditos, »no podrá hacerlos cambiar de domicilio para la 
ordenación, si hay causa grave? 

Hágame esta obra de caridad, considere el caso: dígame después la hora en que menos le estorbe e iré a su casa, salvo que V. S. prefiera 
venir aquí al Oratorio. 

Creo que tendrá la Bula de Regularium Ordinatione, que le he citado: si la necesitase, se la mando enseguida. 

Lo encomiendo todo a sus oraciones y, dándole desde ahora las gracias, tengo el honor de profesarme agradecido, de V. S. Ilma. 

Turín, 18 de diciembre de 1869 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D.-Un detalle a tener en cuenta es que el Obispo de Casale es persona muy instruida. 
El Canónigo respondió prontamente a don Bosco. 

Muy Rvdo. Señor Don Juan Bosco: 

Con sumo gusto me ocuparé de la conocida cuestión, mas para formarme un juicio exacto he de consultar necesariamente el Decreto del 
1 de marzo del corriente año, que no conozco aún. Le ruego me lo envíe y así el martes, de las ocho y media a las diez y media de la 
mañana, estaré a su disposición en mi casa. Tomo parte de corazón en sus disgustos y ruego al Señor que le bendiga. Me es grato 
profesarme con toda mi consideración. 

Turín, 17 de diciembre de 1869 1 

Su seguro servidor CELESTINO FISSORE, Can. 

((758)) La razón que había movido al Capítulo Superior de la Pía Sociedad Salesiana a enviar al diácono Cagliero a Mirabello, para ser 
ordenado en Casale, se apoyaba en el hecho de que en Turín habría tenido nuevas insinuaciones para salir del Oratorio. 

Pero la cuestión no fue más adelante. 

Don Juan Cagliero que en todas las cuestiones de este género, estaba muy informado por la parte que en ellas tomaba como Director 
Espiritual de la Pía Sociedad, certificó que el Arzobispo escribió también sus quejas al Obispo de Casale y que monseñor Ferré le 
respondió de un modo inatacable. Y añadía: 

«Estas desavenencias con el Arzobispo no fueron conocidas más que por don Bosco, los pocos interesados y los miembros del Capítulo. 
Después, que yo sepa, reinó la tranquilidad hasta finales de 1870, 

1 17 de diciembre: Debe ser un error de imprenta, ya que la anterior carta de don Bosco está fechada el 18 de diciembre. íPeccata 
minuta! (N. del T.). 

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año en que murió el Arzobispo, y se dejó a don Bosco en paz. Durante el año en que estuvo vacante la Diócesis, no me consta que 
hubiera habido ningún mal entendido con el Vicario Capitular». 

Creemos oportuno recordar aquí cómo el canónigo Fissore, Arzobispo de Vercelli años más tarde, escribió después de la muerte de don 
Bosco, a su sucesor don Miguel Rúa: 

«Fui uno de los primeros en conocer las muestras de sólida virtud sacerdotal que dio el finado desde que estudiaba en la Residencia 
Sacerdotal de San Francisco de Asís. Tuve ocasión de contemplar día tras día su desarrollo en la vida pública y privada y me atrevo a 
ponerme también entre los primeros para deplorar el vacío que deja en la tierra, y para creerlo premiado ya por el Señor». 

Tal fue el aprecio que una persona tan autorizada, que estuvo al corriente de otras cuestiones, más largas y espinosas, surgidas en los 
años siguientes entre la autoridad diocesana y el Venerable, tuvo siempre de nuestro Siervo de Dios. 
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((759)) 

CAPITULO LX 

DON BOSCO EN LANZO -LECTURAS CATOLICAS -DON BOSCO EN MIRABELLO: SU CARTA A LA CONDESA CALLORI 
PARA LA DIFUSION DEL OPUSCULO SOBRE EL JUBILEO; LA FIESTA DE SAN CARLOS: LOS AUGURIOS PARA SU 
PROXIMO VIAJE A ROMA -DON BOSCO EN CHERASCO -EN BUSCA DE DINERO PARA PAGAR EL TERRENO 
COLINDANTE CON EL ORATORIO DE SAN LUIS Y CONSTRUIR UNA CAPILLA O IGLESIA: PROPONE UNA ESPECIE DE 
TITULOS DE VALOR COMERCIAL -APERTURA DEL CONCILIO ECUMENICO VATICANO -HIMNO Y CANTICOS EN EL 
ORATORIO -CONVERSION DE UN SACERDOTE APOSTATA -CONFERENCIA DE DON BOSCO A LOS MIEMBROS DE LA 
CONGREGACION PARA LA REELECCION DEL CAPITULO SUPERIOR -ACTA DE ESTA REUNION -CAIDA DEL 
MINISTERIO MENABREA Y SUSPENSION DE GESTIONES PARA LA IGLESIA DEL SANTO SUDARIO -MUERE EL ULTIMO 
DE LOS SEIS PREDICHOS POR DON BOSCO -SUS FELICITACIONES EN VERSO PARA LAS NAVIDADES -DIFICIL 
EDUCACION LOGRADA -BAUTISMO DE DOS MUCHACHOS ARGELINOS -DONATIVO DE LOS ALUMNOS DEL 
ORATORIO AL PAPA -EL HOMBRE DE BIEN PARA 1870 Y SU PROLOGO 

LOS dos últimos meses de 1869 tuvieron a don Bosco metido en las controversias que acabamos de exponer pero fueron tan ricos como 
los anteriores en obras santas. El jueves de la segunda semana de noviembre, tal y como había prometido, fue a visitar el Colegio de 
Lanzo. Cada una de sus visitas producía tanto bien como una misión apostólica. 

((760)) En el Oratorio se imprimía mientras tanto el número de las Lecturas Católicas, para el mes de diciembre. Era un librito de 
actualidad: El Jubileo para el Concilio Vaticano: Instrucción del P. 
Segundo Franco. Demostraba el autor qué es un jubileo y la finalidad particular del mismo, de dónde saca la Iglesia, y con qué autoridad, 
las indulgencias que aplica a los fieles; los bienes, que se contienen en el Jubielo, para justos y pecadores; la facilidad y el modo práctico 
para ganar el Jubileo. En el apéndice había dos anuncios: 
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el de la Biblioteca para la Juventud Italiana y el de las Lecturas Católicas. 

La segunda visita de don Bosco fue al seminario menor de Mirabello, como se desprende de una carta a la condesa Callori. 

Benemérita Sra. Condesa: 

Monseñor Manacorda incluyó, en una carta para don Juan Cagliero, el adjunto sobre. Lo abrí inadvertidamente, pero no leí nada, por 
tanto no han sido violados los secretos. 

Me ha dicho usted repetidas veces que es señora 1 y esto me anima a pedir. 

El señor Cura de Vignale desearía repartir, para el Jubileo, dos mil quinientos libritos del Jubileo del P. Franco; pero, al hablar del 
precio, pidió que se le ayudara y luego se echó a llorar. Yo le prometí que confidencialmente invitaría a usted para ayudarlo. Hagamos, 
pues, así: el folleto cuesta quince céntimos. Repartamos: cinco para don Bosco, cinco para el Párroco y cinco para usted. De este modo 
usted contraería la enorme deuda de ciento veinticinco liras a pagar sin intereses antes de que acabe el año 1870 en la administración de 
las Lecturas Católicas. Repare lo bien que hago yo los cálculos con el dinero ajeno. Pero usted responda como quiera. 

Hemos celebrado en Mirabello una fiesta que resultó maravillosa. El Obispo se conmovió hasta las lágrimas. He encargado a don Juan 
Bonetti que le envíe a usted una breve relación, únicamente para que se alegre ante el Señor por el fruto de su caridad. 

Si puede comunicarme el día de su partida para Roma, haremos una oración especial para que todos tengan un buen viaje. Por mi parte 
dedicaré un memento particular cada mañana en la santa misa, hasta su vuelta feliz, o al menos hasta la visita que espero hacerle en 
Roma. 

No olvide el asunto del querido Bimbo. La presidenta Galleffi, Superiora de las Oblatas de Tor de'Specchi, está ya avisada de su visita; 
((761)) verá muchas virtudes escondidas bajo las apariencias de una sirvienta, si bien pertenece a una de las principales familias. 

Dios les conceda todo bien a usted y a toda su familia. Ruegue por mí, que con la más profunda gratitud me profeso, 

De V.S.B. 

Turín, 27-11-1869. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

La tercera visita del Venerable estaba reservada para el nuevo colegio de Cherasco. 

1 Señora.-Bromea don Bosco y juega con las acepciones de la palabra: «señora o mujer casada» y «ama, dueña o mujer rica» (N. del 
T.). 
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Oratorio de San Francisco de Sales 

Turín -Valdocco 

8 de noviembre de 1869 

Queridísimo Francesia: 

Te acompaño la respuesta que creo que puede darse a los requerimientos del Delegado Provincial de estudios. Preséntasela al señor 
Alcalde, a quien saludarás de mi parte. 

Si no acontece nada urgente, iré a Cherasco del lunes próximo en ocho días, que es el 22 del corriente, y me quedaré unos días. Podría 

ir antes, pero sólo en un vuelo, y no quiero hacerlo así. 

Te recomiendo cuides mucho tu salud, la de don Francisco Provera y la de todos los demás. 

Si Ottonello está contento con el piano, deseo que lo toque de manera que pueda tocarlo después en el Paraíso. 

Francesia, ánimo en el Señor. Que Dios os bendiga a ti y a toda esa querida familia. Salúdalos a todos de mi parte. Amén. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

Y entre tanto buscaba dinero para comprar el terreno colindante con el Oratorio de San Luis, en Puerta Nueva. Escribía al abogado 
Galvagno, en Fossano, por Marene. 

Turín, 24 de noviembre de 1869 

Muy ilustre Señor: 

Ya en otras ocasiones V. S. Ilma., movido sólo por el espíritu de caridad, vino en ayuda de nuestras caritativas empresas, que pasaban 
mayores apuros de los que tal vez V. S. imaginaba. Tenemos ahora una obra excepcional que realizar, como puede ver por la adjunta 
((762)) hojita y por eso me he atrevido a recurrir a su caridad para la ayuda que el amor de su corazón le inspire. 

No quiero escribir mucho. Le digo solamente que, como la necesidad es urgente, se acepta con el mayor agradecimiento lo que en su 
bondad pueda ofrecer. 

Por mi cuenta no dejaré de rogar al Señor que le conceda buena salud por largos años de vida feliz, mientras con profunda gratitud me 
profeso 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Y no faltaron los donativos. Tenemos nota del que hicieron los condes de Viancino. 

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Oratorio de San Francisco de Sales
Turín-Valdocco


He recibido el generoso donativo de mil doscientas liras del señor conde de Viancino y tres mil trescientas de la señora Condesa para la 
compra de un terreno para el Oratorio de San Luis en Puerta Nueva y les doy las debidas gracias. El Señor recompense a los beneméritos 
donantes. 

Turín, 29 de noviembre de 1869 

Por don Bosco PABLO ALBERA, Pbro. 

En el terreno comprado debía levantarse una nueva iglesia. Don Bosco había hablado con varios distinguidos señores sobre la 
importancia y necesidad de esta construcción. En la fiesta de la Inmaculada, le entregó el barón Ricci el siguiente certificado en papel 
sellado. Era el primer donativo para la futura iglesia de San Juan Evangelista, con la que don Bosco quería honrar el nombre de Pío IX. 

El que suscribe, a fin de facilitar la construcción de una nueva iglesia, en las cercanías del templo valdense, o cuando menos de un 
oratorio público bajo la dirección del Rvdo. don Bosco, se obliga por el presente documento a entregarle la cantidad del uno por ciento 
sobre los gastos habidos en la construcción de la iglesia, incluído el precio del terreno adquirido. Declara, sin embargo, que su oferta se 
limita a 1.000 (mil) liras. Si, por feliz acaso, se llegare a una cantidad superior a las 100.000 (cien mil) liras, limita a tal extremo su 
ayuda; pero la reduce, si en la construcción de la iglesia se empleara una cantidad menor. 

((763)) Los pagos se efectuarán en tres plazos: 

El primero apenas se empiecen las obras de la construcción. 

Los otros dos en años sucesivos, a pagar anticipadamente. 

Doy fe, firmando el presente documento. 

Turín, 8 de diciembre de 1869 

Vía Bogino N.° 12, 2.° -casa Fassati 

El barón FELICIANO RICCI DES FERRES 

El mismo 8 de diciembre de 1869, abrióse en Roma con esplendorosas ceremonias, en la Basílica Vaticana, el vigésimo Concilio 
Ecuménico. Intervinieron casi setecientos obispos de todas partes del mundo. Sólo el gobierno ruso prohibió a los obispos católicos ir a 
Roma. Puede cada cual imaginar el efecto que debía producir el desfile de la interminable procesión de sacerdotes, superiores y generales 
de órdenes, prelados, abades, obispos, patriarcas y miembros del Sacro Colegio, a cuya cabeza estaba el Sumo Pontífice, con la 
espléndida corte que acostumbraba tener cuando aparecía con toda la magnificencia de soberano. Después de celebrar la misa pontifical 
en el lado del crucero, a la derecha de la confesión de San Pedro y 

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cantar el Veni Creator, Pío IX declaró abierto el Concilio y el Arzobispo de Iconio, monseñor Passavalle, leyó el discurso de 
inauguración. Cerca de cincuenta mil personas llenaban la Basílica. 

Don Bosco y sus muchachos se regocijaron extraordinariamente. El clérigo Albéra escribió un himno. Don Juan Cagliero lo puso en 
música y se cantó en el Oratorio en todas las fiestas durante todo el año siguiente, y se repitió el año 1916 a la llegada del cardenal 
Cagliero. El himno era en honor de Pío IX y del Concilio. 

Hubo también una gran alegría en el Oratorio por la conversión de un sacerdote que hacía varios meses convivía con don Bosco y que 
había sido enviado por su Ordinario, para que se rehabilitase. 

La Unidad Católica daba la noticia el 12 de diciembre. 

Honrosa retractación.-Nos envía el muy reverendo sacerdote Carlos Morandi, de diócesis de Cremona, una honrosa retractación ((764)) 
hecha por él mismo el 8 de diciembre, en honor de María Inmaculada y del Concilio Ecuménico. 

El óptimo ministro del Señor nos anuncia, a la vez, la próxima publicación de un folleto en las Lecturas Católicas de Turín, con el 
título: Un ritorno nell'arca santa (Retorno a la Iglesia) para reparar el escándalo de apostasía dado por él, durante quince meses. Nos duele 
no poder reproducir, por su extensión, dicha retractación, impregnada de los preciosos sentimientos católicos que honran al convertido y 
sobre todo a nuestra santísima religión, que sabe inspirar arrepentimiento por el error, dar fuerza para confesarlo y proveer de los medios 
para repararlo. 

Por aquellos días había dado don Bosco una conferencia. Léese en el antiguo registro de Actas del Capítulo, la siguiente página: 

« 1869. El 10 de diciembre, reunidos todos los miembros de la Sociedad de San Francisco de Sales, se eligieron los miembros del 
Capítulo por haber terminado el tiempo de su cargo. El Rector, sacerdote Juan Bosco, después del rezo del Veni Creator con su versículo 
y Oremus empezó, según el Reglamento, por elegir él mismo como Prefecto al sacerdote Miguel Rúa, ya que lo era antes y como Director 
Espiritual al sacerdote Juan Cagliero. Distribuidas después las papeletas a los profesos absolutos 1, dio cada uno su voto en secreto para 
el Ecónomo y tres Consejeros. Hecho el escrutinio, resultaron elegidos: Ecónomo, Angel Savio; Consejeros, Carlos Ghivarello, Celestino 
Durando, que ya desempeñaban el mismo cargo y Pablo Albera, que ocupó el puesto vacante desde que el sacerdote Juan Francesia fue 
enviado como Director al nuevo Colegio de Cherasco». 

Además de esta nota oficial de la reunión, tenemos otras privadas. Por ellas vemos que don Bosco habló así: 

1 Absolutos.-Se recoge este mismo vocablo del original, por el de perpetuos (N. del T.). 
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«-Nos hemos reunido esta noche para reelegir nuestro Capítulo. Los miembros del Capítulo, según nuestras reglas, cesan en su cargo a 
los tres años de su elección: Y como hace ya tres años que fueron elegidos, es necesario que se haga una nueva elección. El Capítulo 
consta de Prefecto, de Director Espiritual, de Ecónomo y de tres Consejeros. ((765)) Los dos primeros, es decir el Prefecto y el Director 
Espiritual, son elegidos según las Reglas por el Director General y los demás por mayoría de votos. Pueden votar todos los que han 
emitido los votos perpetuos y no pueden hacerlo los que sólo emitieron los votos temporales. Esto está claramente establecido en las 
Reglas, y por consiguiente no se puede cambiar. Queda todavía indecisa la cuestión de si pueden ser elegidos miembros del Capítulo los 
que aún no han pronunciado los votos perpetuos, y por esta vez dejaremos intacta la cuestión y haremos como se ha hecho hasta ahora. 
Adviértase que pueden ser reelegidos miembros del Capítulo los que ya lo fueron o lo son. Hasta ahora formaron el Capítulo: don Miguel 
Rúa, Prefecto, don Juan Cagliero, Director Espiritual, don Angel Savio, Ecónomo, y Consejeros, don Carlos Ghivarello, don Celestino 
Durando y don Juan Bautista Francesia, el cual debe ser ahora sustituido, porque está lejos. 

»Al llegar aquí se preguntó si había que elegir dos Ecónomos; puesto que uno no puede atender a todo, o sea a las necesidades de la 
Casa y a las de la Sociedad; si por ecónomo del Capítulo se debe entender también el que vigila las necesidades de la Casa. Y don Bosco 
continuó: 

»-Cuando decimos Ecónomo de la Sociedad no debemos nunca confundirlo con el Ecónomo de la Casa, porque el Ecónomo de la Casa 
puede muy bien ser distinto del Ecónomo de la Congregación. Por tanto, cuando decimos Ecónomo de la Sociedad, o sea el que se elige 
en el Capítulo, no debemos confundirlo con el Ecónomo de la Casa. El Ecónomo de la Casa es una especie de Vice-Ecónomo o ayudante, 
como el Prefecto tiene un ayudante en el Vice-Prefecto. Todo esto sirva para norma de los votantes y también de los demás, a fin de que 
conozcan quiénes son sus superiores. 

»Dicho esto se contó el número de los que habían hecho los votos perpetuos, que fueron catorce. Serían elegidos los que obtuvieran 
mayoría de votos. Entonces don Bosco, después de rezar el Veni Creator con el versículo, el Oremus y las demás oraciones prescritas 
empezó, según el reglamento, por elegir ((766)) él mismo al Prefecto, confirmando en el cargo a don Miguel Rúa, y nombrando al 
sacerdote Juan Cagliero para Director Espiritual. Distribuidas luego las 
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papeletas en blanco a los profesos perpetuos, cada uno de ellos dio en secreto el voto para el Ecónomo y los tres Consejeros. Hecho el 
escrutinio (por don Miguel Rúa y don Juan Cagliero), resultaron elegidos: Ecónomo, el sacerdote Angel Savio; Consejeros, el sacerdote 
Carlos Ghivarello y el sacerdote Celestino Durando, que ya tenían antes el mismo cargo. El sacerdote Pablo Albera ocupó el puesto 
vacante del sacerdote Juan Francesia, nombrado Director del nuevo Colegio de Cherasco. 

»Fueron elegidos por unanimidad Ghivarello y Durando; obtuvo también varios votos para Ecónomo don Antonio Sala, que ocupaba 
este cargo en el Oratorio. Don José Lazzero obtuvo un voto menos que don Pablo Albera, que alcanzó ocho. 

»El Director General, don Bosco, leyó en alta voz el nombre de los elegidos y después siguió hablando. 

»-He aquí, pues, reelegido nuestro Capítulo, el cual debe representar siempre a los superiores de la Sociedad. Esto no es algo que sólo 
suceda entre nosotros, sino que en todas las sociedades religiosas existe este Capítulo, que es muy distinto de los otros, y resulta fácil 
conocer sus miembros. Así sucede en los Dominicos, los Barnabitas y tantas otras órdenes; y en estas Congregaciones el Capítulo tiene 
hasta mesa separada, cosa que con el tiempo realizaremos también nosotros. 

»Estos, una vez que son elegidos, deben pensar que el cargo que tienen requiere paciencia y sacrificio y no se les promete más premio 
que el que nos dará el Señor. 

»Lo que no puedo disimularos es que nos encontramos en un camino cubierto de espinas y que tendremos que sufrir mucho por causa 
de los hombres y por muchas otras. Nosotros somos los primeros que hemos de pisar sobre estas espinas porque estamos en los principios 
de la Sociedad. Pero debemos consolarnos, porque no estamos solos, ya que tenemos por un lado a nuestro Divino Salvador ((767)) y por 
otro a la Santísima Virgen. Ellos caminan con nosotros, nos enseñan la senda, nos consuelan y nos sostienen. 

»Lo que más ha querido señalar el Señor es que, tras las espinas, llegarán las rosas y en abundancia. El nos promete grandes ayudas, 
muchas bendiciones espirituales y temporales. Creceremos mucho y él nos mandará también lo necesario para lo temporal en abundancia, 
con tal de que todo se haga servir para mayor gloria de Dios. 

»Lo que me consuela, y lo digo con cierta complacencia, es que este año veo que nuestra Congregación está muy bien encaminada y 
que todos están empeñados en que las cosas marchen bien. Parece 
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que nuestra situación es mucho mejor que la del año pasado. Quiero también que, antes de comenzar el año, se imprima un registro o 
catálogo, con el nombre de todos los que componen nuestra congregación y así, teniendo cada uno este registro o catálogo, podrá 
fácilmente conocer a todos los que son de la Sociedad. Este catálogo lo tendrán todos consigo y no lo pasarán a otras manos. 

»Deseo además que al pie de esta lista se deje un espacio, en donde, al fin del año, se escribirán aquéllos a los que el Señor llame a la 
eternidad durante el mismo. Cada año se guardará uno de estos catálogos y se añadirá una monografía de los que pasaron a la otra vida. 
En esa monografía se señalarán las virtudes principales que distinguieron al difunto. De este modo, se podrá, por ejemplo después de 
ochenta años, conocer a los miembros de la Sociedad y el aumento o disminución de la misma. El catálogo se renovará cada año. Cada 
casa en particular, tendrá la lista de los que entonces se encuentren en ella». 

En esta conferencia no habló don Bosco, como lo había hecho en otras, de la importancia de poseer una casa en Roma. No era el caso 
de mantener esperanzas sobre la de San Cayo; ((767)) y los trámites sobre la iglesia del Santo Sudario, por motivos relacionados con el 
Ministro de Francia (tal vez por intereses de una casa religiosa saboyana), aún no habían llegado a su término por entonces. 

Sin embargo se habrían podido reemprender, ya que el ministro Menabrea se había mostrado bastante benévolo con las propuestas de 
don Bosco. Pero este Ministro, combatido por la Cámara de Diputados, había presentado su dimisión, junto con la de todos sus colegas, y 
el 14 de diciembre abandonaba el poder. 

Le sucedía el día 15 en el nuevo ministerio el doctor Lanza, el cual, como ya hemos visto, conocía y apreciaba a don Bosco. 

Mientras el Siervo de Dios estaba pensando pedirle ayuda, expiraba en el Oratorio el último de los seis, predichos al fin de 1868, 
pertenecientes a la Casa. Se lee en el necrologio escrito por don Miguel Rúa: 

«Juan Bonelli, hijo del difunto Lucas, natural de Vico Mondoví, moría en el Oratorio el 19 de diciembre de 1869. Hombre sencillo y 
tímido. Fue Franciscano y, al suprimir las órdenes religiosas, ingresó en el Oratorio, donde prestó a gusto su primera labor como portero, 
después como sacristán, desempeñando satisfactoriamente lo que sus achaques le permitían. Fue singular en él la observancia del 
silencio; se puede afirmar, con seguridad, que en el tiempo que estuvo en el Oratorio no dijo ni una palabra de más». 
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Esta muerte consoladora aumentaba, si ello era posible, el prestigio de que gozaba el Venerable en la opinión de los jóvenes. 

El, entre tanto, al acercarse las Navidades, enviaba sus felicitaciones a los amigos y bienhechores. 

Al barón Bianco de Barbania le escribió estos pareados: 

Visitarlo yo quería 

al buen Barón cada día. 

Pero siempre era un proyecto 

que nunca llegaba a efecto. 

Por pereza u otro mal 

siempre me sucede igual: 

((769)) Como y duermo y se dirá 

que vivo como un rajá. 

Mas para que no se diga 

que yo al Barón contradiga, 

hoy mi corazón se presta 

a augurarle buena fiesta. 

Aunque me ha salido mal 

pues se expresa esto en plural: 

Que pase en felicidad 

las Pascuas de Navidad. 

Que, aunque razones de estado 

tantas cosas han cambiado, 

tenemos que conformarnos 

y, al menos, felicitarnos. 

Porque, »acaso nuestra crítica 

puede cambiar la política? 

Mientras el Po corra al mar 

yo lo he de felicitar. 

Y a mi buen amigo anhelo 

pies y piernas para el vuelo, 

de Matusalén la edad, 

de David la santidad. 

Sea un Sansón en poder 

y un Salomón en saber. 

Con su grata compañía 

viva feliz cada día. 

»Qué diré a su cocinero 

si no llego cuando quiero? 

»Si al acabar la comida 

me presento de corrida? 

Pediré a la Providencia 

no nos deje en abstinencia, 

y nos prepare otro plato, 

aunque sea más barato. 

Nada más, mi buen Barón, 

y acabe aquí la canción. 

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Si desea complacerme
venga cualquier día a verme.


A las felicitaciones siguieron las solemnísimas fiestas de Navidad. Aquel día fueron regenerados con las aguas bautismales los dos 
muchachos argelinos. No fue fácil educarlos e instruirlos en la religión cristiana, como aconteció también con algún otro africano enviado 
a Turín ((770)) en 1870. Monseñor Lavigerie había escrito a don Bosco diciendo que eran intratables y cuando el Venerable los tuvo a 
prueba, hubo de reconocer que la realidad era superior a lo que él esperaba. 

«Estos árabes se asemejaban menos a los seres humanos que a las bestias salvajes. Con la agilidad del tigre se lanzaban a morder y 
arañar a los que no congeniaban con ellos. Mas don Bosco tuvo la ventaja de que, al presentarse a él, se les impuso con su presencia y 
también se dio cuenta de que él no les resultaba antipático. Entonces puso todo su empeño para sacar partido del amor propio de su raza. 

»Encargó a los mejores del Oratorio para que tuvieran con ellos todos los cuidados y miramientos que se pudiera. Muy pronto la 
ejemplar conducta de aquellos jóvenes influyó profundamente en el ánimo de los árabes; quedaron éstos humillados al reconocer la 
distancia moral que les separaba de sus compañeros y, por el honor de su Patria, se aplicaron a corregir su inferioridad. 

»Pocos meses después de su ingreso en el Oratorio, los hijos del desierto habían transformado modos y costumbres y hasta 
pensamientos y sentimientos. Una dulce sonrisa había sustituido la feroz expresión de su rostro; en sus ojos vivos, que antes despedían 
chispas de cólera y de odio, veíanse brillar la satisfacción y la paz. La luz del Cristianismo había penetrado, con su dulce calor, en 
aquellos seres rebeldes, que nunca se habían inclinado ante la fuerza y que ya doblaban libremente las rodillas ante Jesucristo y su Ley». 

Así escribe el conde Carlos Conestabile en su libro: Obras religiosas y morales en Italia. 

Estaban, pues, preparados para recibir el Bautismo. Vestidos al estilo árabe, con su color trigueño y sus encrespados y rizados cabellos, 
produjeron la más viva emoción entre la inmensa multitud que abarrotaba la iglesia de María Auxiliadora. A Alí se le puso el nombre de 
Esteban y a Carubi el de Pedro. Fueron ((771)) padrinos el abogado León Fontana, posteriormente alcalde de Turín durante muchos años, 
y la señora Oriola, su madre, destacados entre el público turinés por sus muchas obras de caridad cristiana. 
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En aquellos días los alumnos del Oratorio manifestaban su grande y generoso afecto al Vicario de Jesucristo. Escribe la Unidad 
Católica del 28 de diciembre: 

«Donativos a S. S. Pío IX, como ofrenda y ayuda para el Concilio Ecuménico: Turín-Valdocco. Don Miguel Rúa, prefecto del Oratorio 
de San Francisco de Sales, presenta la lista de los donativos hechos por los alumnos con ocasión del Concilio: doscientas cinco liras con 
quince céntimos». 

Con un acto de homenaje al Vicario de Nuestro Señor Jesucristo terminaba el año 1869. En nuestras memorias no se menciona el 
aguinaldo de don Bosco a los alumnos; pero creemos que les hablaría de las oraciones que había que hacer para el triunfo del Concilio 
Vaticano. Mas, si no tenemos el aguinaldo para los muchachos, conocemos en cambio las sentidas felicitaciones dirigidas de un modo 
popular y alegre a los suscriptores de las Lecturas Católicas en el Hombre de Bien, almanaque para el año 1870. 

Yo lo había dicho muchas veces: que el mundo estaba enfermo y necesitaba un buen médico para curar. Enfermedades en los pobres, 
que quieren a toda costa llegar a ricos; enfermedades en los ricos, que, hartos de tanta fortuna, envidian la suerte de los pobres y hacen lo 
posible para llegar a serlo; enfermedades en los escolares, que quieren saber más que sus maestros, y, por eso, faltan a la escuela y dejan 
que los libros estudien por sí mismos; enfermedades también en los maestros, que no saben ya cómo frenar a los muchachos apenas 
llegan a los doce años; enfermedades arriba, enfermedades abajo, enfermedades por todas partes. Casi, casi diría que donde mejor se está 
es en los hospitales. Con tantos males era necesario que los médicos se reunieran en consulta para encontrar el modo de curar a todo el 
mundo, poco menos que en las últimas. Y he aquí que el gran médico de las almas, el glorioso Papa Pío IX, apesadumbrado por los 
gravísimos males con que está afligida la triste humanidad, convoca un gran consejo, invitando a todos los obispos de la cristiandad a 
reunirse en Roma, para buscar un remedio apropiado. 

Ciertamente será un gran espectáculo contemplar a tantos y tantos Pastores, animados todos por un mismo sentimiento, llegar a Roma, 
como los apóstoles cuando se reunieron en Jerusalén invitados por san Pedro, e invocar ((772)) al Padre de las luces y restituir otra vida al 
mundo. Serán días felices para nuestro consuelo y el de nuestros hijos. Viejo como soy, quisiera correr a la nueva Jerusalén para dar 
gracias al afortunado Pontífice por la grande y piadosa idea y agradecer también a los obispos, sus hermanos, que partieron obedientes a 
su invitación. 

Algunos han debido viajar durante tres meses seguidos por caminos difíciles, pero así como el árabe en el gran desierto tiene siempre 
los ojos vueltos al monte Oreb, y lo saluda con transportes de alegría, al verlo desde lejos, así ellos, no pensando más que en Roma, 
soportaron con alegría los embates de los mares y los barcos y las incomodidades de los transportes lejanos; y como el viajero que, si 
finalmente llega a la meta deseada, 

...olvida
el hastío y los males de la pasada vida,


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VOLUMEN IX Página: 689 

así los Obispos, cargados de años, se dirigieron a la Ciudad eterna. Que Dios les consuele, les conforte en sus empresas y les bendiga en 
sus santos anhelos. Quisiera tener quince años menos y, también yo iría a Roma, para unirme a los supremos pastores del pueblo cristiano 
e implorar de Dios la salud temporal y espiritual. Mas, como no puedo ir con el cuerpo, iré sin duda con el espíritu y rogaré mucho y haré 
rogar a fin de que todo sea para la mayor gloria de Dios, el triunfo de la Iglesia y la salvación de las almas. 

Entre tanto, nosotros pobres enfermos, que vivimos en este gran hospital, que con soberbia se llama mundo, y que hemos caído en un 
gran abismo del que no podemos salir, damos gracias a Dios por tal beneficio y hacemos el firme propósito de querer tomar, aun antes de 
que se proponga, el remedio que nos sea impuesto. El Espíritu Santo es quien lo inspirará y de su mente no podrá salir más que un santo, 
útil y prodigioso remedio. Y así también en estos días que vivimos, veremos al mundo entero maravillarse de las grandes curaciones de la 
Iglesia y aplaudir con palmadas de júbilo su triunfo. Termino deseando un buen viaje a los augustos personajes que se dirigen a Roma, 
feliz estancia en ella y gloriosa vuelta a sus sedes. 

Vosotros, mis queridos lectores, rogad a Dios con el mismo fin y esperemos con seguridad ser oídos. 
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((773)) 

CAPITULO LXI 

1870 -CATALOGO IMPRESO CON EL NUMERO Y NOMBRES DE LOS SALESIANOS Y SUS CASAS -DON BOSCO PIDE AL 
ECONOMATO REAL UN DONATIVO PARA SUS CLERIGOS -LECTURAS CATOLICAS -LA REDENCION DE LOS 
ESCLAVOS -LOS SALESIANOS IRAN A LEJANAS TIERRAS -CORTESIA PROVERBIAL DEL VENRABLE Y UNA SEÑORA 
DE BERGAMO -DON BOSCO DEFENSOR DE LA INFALIBILIDAD PERSONAL DEL PAPA -SUPLICAS DEL MUNDO 
CATOLICO AL CONCILIO PARA QUE ESTA VERDAD SEA DEFINIDA DOGMA DE FE -MONSEÑOR DUPANLOUP, OBISPO 
DE ORLEANS, INTENTA PERSUADIR A LOS PRELADOS PIAMONTESES DE LA INOPORTUNIDAD DE LA DEFINICION: 
DON BOSCO PIENSA AL CONTRARIO -DÍLLINGER, LOS HEREJES Y LAS SECTAS SE AMOTINAN CONTRA LA 
CREENCIA UNIVERSAL DE LOS CATOLICOS -EL OBISPO DE MALINAS PROPONE QUE SEA DEFINIDO EL DOGMA 
-SOLEMNE PROFECIA: EL PORVENIR DE PARIS, DE ROMA Y DE LA IGLESIA; AVISO Y ALIENTOS AL SUMO PONTIFICE 
-DON BOSCO ESCRIBE Y MANDA COPIAR SU PREDICCION -DOCUMENTOS Y COMENTARIOS DE LA MISMA 
-RENDICION DE CUENTAS DE LA PIA SOCIEDAD PARA PRESENTAR AL PAPA -DON BOSCO PIDE AL RECTOR DEL 
SEMINARIO DE TURIN QUE SUS CLERIGOS SEAN ADMITIDOS AL EXAMEN DE FILOSOFIA 

EN la conferencia que dio don Bosco a los salesianos el 10 de diciembre de 1869, les anunció que, a partir de 1870, se imprimiría cada 
año el catálogo de todos los que componían la Pía Sociedad. Así se hizo. ((774)) Y según el primero, resulta que la Congregación contaba 
con ciento dos socios en 1870, de los cuales veintiocho eran profesos perpetuos, treinta y tres temporales y cuarenta y uno novicios. No 
hace mención de los veintidós aspirantes. Las casas abiertas como centros de educación para la juventud eran cuatro: Turín, Mirabello, 
Lanzo y Cherasco. 

En los primeros días de 1870 presentó una instancia al Economato Real General de los Beneficios Eclesiásticos para obtener una ayuda 
en favor de los clérigos. 
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Turín, 1870 

Ilmo. Sr. Ecónomo General: 

Los clérigos, cuya lista se adjunta, suelen prestar caritativo servicio en las escuelas o en la vigilancia de los niños pobres, que acuden a 
los Oratorios o campos de recreo de esta Ciudad. Tiempo atrás, recibían éstos, individual o colectivamente, un caritativo subsidio del 
Economato Real con el que podían proveerse, al menos en parte, de su equipo y otros gastos más urgentes. 

Habiendo cesado esta beneficencia hace algún tiempo, el que suscribe se atreve con toda humildad y encarecimiento a renovar la 
súplica a V. S. Ilma. para que estos beneméritos clérigos sean tenidos en benévola consideración y se les conceda la caritativa ayuda que 
la bondad de V. S. creyere oportuna. 

Incluyo la lista de los solicitantes, a cuyo nombre se puede conceder un subsidio personal, o de conjunto, a nombre del abajo firmante. 

Con profunda gratitud se profesa 

De V. S. Ilma. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Mientras tanto parece que la llegada de los dos primeros árabes al Oratorio y el anuncio de que serían enviados algunos más por 
monseñor Lavigerie, inspiró la idea del folleto de las Lecturas Católicas para enero de 1870. Se titulaba: Nicolás Olivieri y el rescate de 
las niñas árabes: Rasgos históricos por Santiago Bernardi. 

Es el comentario de una gloria italiana. Con anterioridad al 1400 se había fundado en Génova la Magistratura para el rescate de 
esclavos, singularmente de Túnez. Además de la Cofradía, denominada de la Muerte, con sede junto a la ((775)) iglesia canonical de San 
Donato, asociada a la de Roma, tenía como fin primordial dicha redención. Según un libro impreso en 1679, resulta que por medio de 
esta Cofradía se habían rescatado más de doscientos cincuenta mil esclavos, sin contar los que habían obtenido semejante favor a través 
de personas privadas, y de los cinco hospitales fundados con este fin en la ciudad de Argel, protegidos por los cónsules de la República, a 
quienes la constante caridad enviaba dinero, medicinas, sábanas y otras cosas, que servían para las curas especiales de los enfermos. 

Más tarde, el sacerdote Nicolás Olivieri, natural de Voltaggio, inflamado con el ejemplo caritativo de los antepasados, fundó en 1838 la 
piadosa obra del rescate de niñas moras. Hizo continuos viajes al Africa para la compra de aquellas pobres criaturas y por Europa en 
busca de limosnas. Los sufrimientos de todo género y la santidad 
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de su vida presentan cuadros encantadores. Murió en Marsella el 25 de octubre de 1864, después de haber rescatado y colocado en 
muchos institutos de Italia, Francia y Alemania ochocientas diez moritas y algunos moritos. Y tuvo la satisfacción de ver cómo sus 
pequeñas esclavas redimidas crecían en las más sublimes virtudes y muchas alcanzaban una muerte envidiable. Intrépidos continuadores 
de su misión fueron don Blas Verri, don Daniel Comboni y el venerable Ludovico de Casoria. 

Aquel opúsculo despertó entre los nuestros la idea de las misiones, ya que don Bosco, desde los principios del Oratorio, había hablado 
de vez en cuando de establecer sus casas en Africa, en América y en Asia; y don Francisco Dalmazzo había oído muchas veces de sus 
labios, que los Salesianos irían pronto a regiones lejanas. 

En los primeros días de enero el Venerable tuvo ocasión de ganar para sus obras una bienhechora, por medio de don Antonio Sala. Su 
exquisita benevolencia le ganaba un corazón a cada paso. La misma señora describe su encuentro con el Siervo de Dios. 

((776)) Era el año 1870: iba yo camino de Roma con dos sobrinas mías. Desde Milán a Turín, viajaba en nuestro departamento un 
sacerdote, que bondadosamente entabló conversación con nosotras. Hablando de diversas cosas, se dio a conocer como sacerdote del 
Instituto Bosco. Al apearnos en la estación de Turín y despedirse, nos dijo: -«Mañana, a las nueve, les espero en la iglesia de María 
Auxiliadora para oír misa y después las presentaré a don Bosco». 

Como nuestra parada en Turín era para un día y no entero, la invitación casi me molestó, puesto que habría querido estar libre para ir de 
un lado a otro, según el itinerario preestablecido. Con todo, por no parecer descortés, convencí a mis sobrinas para asistir a la misa, que a 
la vez serviría como buen principio de la jornada. En efecto, por la mañana, a la hora señalada, estuvimos en la iglesia, donde el sacerdote 
nos esperaba, y, apenas nos vio, fue a la sacristía a revestirse. Celebró la santa misa, y se plantó a nuestro lado, ofreciéndose como guía. 
Confieso que habría renunciado a la visita, puesto que me urgía más marcharme que presentarme a persona hacia la cual me sentía 
cohibida. Entramos en una antesala donde varias personas, de distinguido aspecto, esperaban audiencia. En un abrir y cerrar de ojos 
nuestro guía se escabulló y nos dejó plantadas. Me volví a mis sobrinas y les dije: 

-íA saber cuánto nos tocará esperar! 

Terminar de decirlo, abrirse una puerta y aparecer nuestro sacerdote haciéndonos señas para avanzar, fue lo mismo. Estábamos ante el 
mismo don Bosco. 

Su aspecto venerando y la impresión de santo, que se traslucía en su rostro, ganó de tal modo nuestros ánimos que, sin previo acuerdo, 
nos arrodillamos las tres a sus pies. Nos hizo sentar y nos entretuvo como un cuarto de hora. Como su afabilidad nos había quitado toda 
suerte de reparos, le explicamos el plan de nuestro viaje, para el que nos dio óptimas normas. Llevaba yo un paquete de cartas de 
recomendación a las que él quiso añadir una suya, diciéndome que me sería útil. Nos bendijo y nos dijo: 
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-Dentro de quince días, también yo estaré en Roma; quién sabe si las veré de nuevo. 

Conmovidas, nos alejamos felices por no haber rechazado inconsideradamente el inesperado favor. En cuanto a la carta, confieso que la 
guardé con indiferencia, convencida de no tener que usarla. 

Nos detuvimos en Génova, Bolonia y Florencia y, ocho días más tarde, llegamos a Roma. Nos había reservado alojamiento un 
sacerdote recientemente vuelto a la patria. Cansada de haber viajado durante toda la noche, con un dolor de cabeza que me pedía 
descanso, tomé un coche de alquiler que nos llevó a la casa que nos habían señalado. 

Entré, la habitación era tal y como se nos había indicado, pero íay! había que cruzar una antesala ocupada por un señor, que nos 
obligaba a nosotras, mujeres, a tenerlo como centinela. Aboné una cantidad a la hospedera exponiéndole el inconveniente de que mis 
jóvenes sobrinas tuvieran que atravesar aquella sala y, sin más, ordené al cochero que nos llevara a la calle ((777)) Graziosa, a las Hijas 
del Sagrado Corazón. De camino pensaba: »dónde vamos a hospedarnos? 

Las cartas que yo llevaba eran para obispos bergamascos, reunidos en Concilio, una para monseñor Cenni en el Vaticano, otras para 
religiosos y religiosas a fin de que se encargaran de cuestiones muy distintas de la de buscarme alojamiento. Piensa que pensarás, me 
acordé de la tarjeta de don Bosco. Dejé las maletas y a mis sobrinas con las monjas y dije al cochero que me llevara a la calle de los 
Coronari (Rosarieros). El que me indicaba en la tarjeta era rosariero del Papa, todo un caballero, muy amigo de don Bosco. Apenas supo 
mi necesidad se dio a buscar, por medio de un cuñado suyo, una habitación. Era el año del Concilio Vaticano y Roma rebosaba de 
forasteros. Después de muchas idas y venidas me alojé en la Residencia Tenerani de la plaza Barberini. Dirigían la pensión unos jóvenes 
esposos que alojaban familias extranjeras. Estuvimos treinta días en Roma con el auxilio providencial y la notable ayuda del Angel que 
nos había bendecido en Turín: no acabaría nunca, si quisiera repetir las alegres casualidades que se derivaron de ella. Basten las dos 
audiencias de Pío IX, una privada y la otra en grupo con cuatro señoras conocidas. Aquel señor nos ayudó tal y como nos lo había 
pronosticado don Bosco, para visitar fácilmente los diversos monumentos de Roma. 

CLEMENTINA DALM 

También don Bosco estaba decidido a ir a Roma. Su mente y su corazón estaban en el Concilio Vaticano. La infalibilidad personal del 
Papa en materia de fe y costumbres, cuando habla ex cáthedra era creencia antigua y universal en la misma Iglesia: y las súplicas de 
muchos obispos y el deseo del pueblo cristiano pedían que esta verdad fuese definida dogmáticamente. Don Bosco había tenido siempre 
en singular aprecio esta prerrogativa del Romano Pontífice por lo que celebraba aquellas manifestaciones de fe, y se persuadía cada vez 
más de la necesidad de esta definición. 

Pero, desde que apareció la Bula de la convocación del Concilio en 1868, y empezaron los Obispos y el pueblo católico a manifestar 
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sus deseos, empezó también, y aún seguía, una excitación hostil entre los enemigos de la Iglesia. Los periódicos católicos liberales de 
Francia se alinearon decididamente con galicanos y jansenistas, contra la definición de la infalibilidad. Las desafortunadas publicaciones 
de Janus, Gratry, monseñor Maret y Dupanloup hacían lo demás. 

((778)) Lo mismo acontecía en Alemania. El teólogo Juan Döllinger la combatía en el Allgemeine Zeitung y difundía además por todas 
partes, durante el Concilio, libelos llenos de observaciones falsas, heréticas y calumniosas. Le hacían eco periódicos, folletos, opúsculos e 
innumerables mamotretos que atizaban el fuego por Alemania y Suiza con extraños cuentos. Católicos indignos amenazaban con su 
separación de Roma. 

El hecho se repetía en Austria, en Hungría y en Inglaterra; y, en vez de disminuir, la agitación iba en aumento. Los políticos excitaban 
las Cortes y los Ministerios, por miedo a que se reafirmara la autoridad de la Iglesia sin dependencia del Estado: y llegó al Vaticano 
alguna nota diplomática. 

Sin embargo, pese a que antes del Concilio se hubiera hablado y escrito tanto, en defensa de la infalibilidad, el Papa no había hecho 
incluir todavía este asunto en los esquemas de la constitución de Ecclesia, o sea en los temas que se debían tratar por los Padres. 

Mas los incrédulos y masones, devorados por la exasperación y la inquietud, al ver que la Iglesia seguía llena de vida después de tantas 
persecuciones, convocaron un Conciliábulo anticatólico en Nápoles, en nombre del libre pensamiento, para organizar una guerra a muerte 
contra el Papa y el Papado. Resonaban en él las más horrendas blasfemias. José Carducci publicaba un himno a Satanás. El mundo 
protestante, cismático y sectario metía ruido agitado por pasiones anticristianas. 

Entre tanto, se decretaba en las logias masónicas emplear todos los medios para sembrar la discordia entre el episcopado y las 
sociedades católicas, y lo lograron en parte. Don Bosco se dio cuenta de ello y se afligió mucho al saber que varios obispos se declararon 
contra la oportunidad de la definición. Antes de la apertura del Concilio, llegó al Piamonte monseñor Dupanloup, obispo de Orleáns, no 
sólo acérrimo defensor de la inoportunidad de la definición, sino más bien ((779)) contrario, en este punto, a toda la doctrina católica. 
Visitó a varios obispos para ganarlos como aliados en sus planes de oposición, y estuvieron entre ellos monseñor Sola, obispo de Niza, 
monseñor Losana, obispo de Biella, monseñor Moreno, obispo de Ivrea, monseñor Renaldi, obispo de Pinerolo, monseñor Gastaldi, 
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obispo de Saluzzo y monseñor Riccardi di Netro, arzobispo de Turín. 

Don Bosco por su parte, junto con otros obispos, prelados y teólogos, sostenía calurosamente tal oportunidad, señalando que la 
definición dogmática acabaría con los errores del Galicanismo, difundido por Francia y con el Febronianismo de Alemania; y señalaba, 
además, que era necesaria para las misiones y en el caso de que el Sumo Pontífice se volviera a encontrar en los dolorosos apuros de Pío 

VII. 
Monseñor Gastaldi, obispo de Saluzzo, había quedado dudoso ante las razones de Dupanloup, que le invitaba a aumentar el partido de 
la oposición; antes de salir para Roma, pasó por el Oratorio y sostuvo una larga conversación con don Bosco sobre el tema, según afirma 
don Miguel Rúa. Así que el Venerable, no sin motivo, vivía con cierta inquietud y por ello rezaba y hacía rezar por la Iglesia. 

Tampoco en Roma se dejaba de discutir sobre la infalibilidad; 
ciertamente él debió experimentar un gran alivio al saber que el 25 de diciembre de 1869 el Arzobispo de Malinas había adelantado la 
proposición de definirla como artículo de fe. Desde aquel momento se convirtió en el tema más importante del Concilio. 

El 6 de enero, fiesta de la Epifanía o de la manifestación del Señor, se celebró la segunda sesión del Concilio Vaticano, en la cual los 
Padres, según el rito, hicieron, uno después de otro, comenzando por el Sumo Pontífice, la solemne profesión de fe. 

La víspera de aquella memorable solemnidad don Bosco vio en sueño cuanto vamos a exponer a continuación: fue el mismo Siervo de 
Dios quien escribió lo que vio y oyó. 

«Sólo Dios lo puede todo, lo conoce todo y lo ve todo. Dios no tiene pasado ni futuro; para Dios no hay nada oculto; todas las cosas le 
son presentes. 

»((780)) Para El no hay distancia de lugar o de persona. Sólo El en su infinita misericordia y para su gloria puede manifestar las cosas 
futuras a los hombres. 

»La víspera de la Epifanía del corriente año de 1870 desaparecieron todos los objetos materiales de mi habitación y me encontré ante la 
consideración de cosas sobrenaturales. Fue algo que duró breves instantes, pero fueron muchas las cosas que vi. Aunque de forma y 
apariencias sensibles, no se pueden comunicar a los demás sino con mucha dificultad con signos exteriores o sensibles. Cuanto sigue 
podrá dar una idea de ello. En todo esto se encuentra la palabra de Dios acomodada a la palabra del hombre. 
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»Del Sur viene la guerra, del Norte viene la paz. 

»Las leyes de Francia no reconocen ya al Creador y el Creador se hará conocer y la visitará tres veces con la vara de su furor. 

»La primera abatirá su soberbia, con las derrotas, el saqueo y los estragos en las cosechas, los animales y los hombres. 

»En la segunda, la gran prostituta de Babilonia, la que los buenos llaman, suspirando, el prostíbulo de Europa, será privada del jefe y 
entregada al desorden. 

»íParís! íParís! En vez de armarte con el nombre del Señor, te rodeas de casas de inmoralidad. Estas serán destruidas por ti misma: tu 
ídolo, el Panteón, será reducido a cenizas, para que se cumpla lo que está escrito: mentita est iniquitas sibi (la iniquidad se engañó a sí 
misma). Tus enemigos te colmarán de angustias, de hambre, de espanto y te convertirán en la abominación de las naciones. Pero íay de ti 
si no reconoces la mano que te hiere! Quiero castigar la inmoralidad, el abandono, el desprecio de mi ley, dice el Señor. 

»En la tercera, caerás bajo una mano extranjera: tus enemigos verán desde lejos tus palacios incendiados, tus casas convertidas en 
montones de ruinas, bañadas en la sangre de tus héroes, que ya no existen. 

»Pero he aquí que un gran guerrero del Norte lleva un estandarte; ((781)) sobre la diestra que lo sustenta está escrito: "Irresistible es la 
mano del Señor''. En aquel instante el Venerando Anciano del Lacio le salió al encuentro flameando una antorcha de luz vivísima. 
Entonces el estandarte se extendió y de negro que era se trocó blanco como la nieve. En el centro del estandarte estaba escrito con 
caracteres de oro el nombre de Quien todo lo puede. 

»El guerrero y los suyos hicieron una profunda inclinación al Anciano y se estrecharon la mano. 

»Ahora la voz del cielo se dirige al Pastor de los pastores. Tú ahora estás en la gran conferencia con tus asesores; pero el enemigo del 
bien no guarda un momento de reposo; estudia y practica toda clase de argucias contra ti. Sembrará la discordia entre tus asesores; 
suscitará enemigos entre mis hijos. Las potencias del siglo vomitarán fuego y querrían que las palabras fuesen ahogadas en las gargantas 
de los guardianes de mi ley. Pero esto no sucederá. Harán el mal, pero en perjuicio de sí mismos. Tú date prisa; si las dificultades no se 
resuelven, corta por lo sano. Si te sientes angustiado, no te detengas, sino al contrario, continúa adelante hasta que le sea cercenada la 
cabeza a la hidra del error. Este golpe hará temblar a la tierra y al infierno, pero el mundo recobrará la seguridad y todos los buenos se 
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alegrarán. Conserva, pues, junto a ti aunque solamente sean dos asesores, pero a cualquier parte que vayas, continúa y termina la obra que 
te fue confiada. 

»Los días corren velozmente y tus años se acercan al número establecido; pero la gran Reina será siempre tu auxilio y como en los 
tiempos pasados, también en el porvenir será siempre magnum et singulare in Ecclesia praesidium (grande y singular ayuda de la Iglesia). 

»Y a ti, Italia, tierra de bendiciones, »quién te ha sumergido en la desolación?... No digas que tus enemigos, sino tus amigos. »No oyes 
a tus hijos que piden el pan de la fe y no encuentran quien se lo parta? »Qué haré? Heriré a los pastores, ahuyentaré el rebaño, a fin de 
que los que se sientan en la cátedra de Moisés busquen buenos pastos y la grey escuche dócilmente y se alimente. 

»Pero sobre la grey y sobre los pastores caerá mi mano; la carestía, la peste, la guerra, harán de manera que las ((782)) madres lloren la 
sangre de los hijos y de los esposos muertos en tierra enemiga. 

»»Y de ti, Roma, qué será? íRoma ingrata, Roma afeminada, Roma soberbia! Has llegado a tal punto de insensatez que no buscas y no 
admiras otra cosa en tu Soberano, más que el lujo, olvidando que tu gloria y la suya están en el Gólgota. Ahora él es anciano, decrépito, 
inerme, despojado; mas con su palabra esclavizada hace temblar todavía a todo el mundo. 

»íRoma... yo vendré cuatro veces sobre ti! 

»En la primera heriré tus tierras y sus habitantes. 

»En la segunda llevaré el estrago y el exterminio hasta tus murallas. 

»»No abrirás aún los ojos? 

»Vendré por tercera vez, abatiré defensas y defensores y al mandato del Padre comenzará el reinado del terror, del espanto y de la 
desolación. 

»Pero mis sabios huyen, mi ley sigue todavía conculcada; por eso haré una cuarta visita. íAy de ti, si mi ley continúa siendo letra 
muerta para ti! Habrá prevaricaciones entre los doctos y entre los ignorantes. Tu sangre y la de tus hijos lavarán las manchas que has 
echado sobre la ley de tu Dios. 

»La guerra, la peste, el hambre son los flagelos con que será castigada la soberbia y la malicia de los hombres. »Dónde están, oh ricos, 
vuestras magnificencias, vuestras villas, vuestros palacios? Se han convertido en basura de plazas y calles. 

»Pero vosotros, sacerdotes, »por qué no corréis a llorar entre el 
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vestíbulo y el altar, invocando la suspensión de los flagelos? »Por qué no tomáis el escudo de la fe y no subís a los tejados, y en las casas, 
en las calles, en las plazas, incluso en los lugares inaccesibles, no desparramáis la semilla de mi palabra? »Ignoráis que ésta es la terrible 
espada de dos filos que abate a mis enemigos y que deshace la ira de Dios y de los hombres? 

»Estas cosas tendrán que suceder inexorablemente, una después de otra. 

»Las cosas proceden demasiado lentamente. 

»Pero la Augusta Reina del Cielo está presente. 

((783)) »El poder de Dios está en sus manos; disipa como la niebla a sus enemigos. Reviste al Venerando Anciano de todos sus 

antiguos hábitos. 

»Se producirá además un violento huracán. 

»La iniquidad se ha consumado, el pecado tendrá fin y, antes de que transcurran dos plenilunios del mes de las flores, el iris de la paz 

aparecerá sobre la tierra. 

»El gran Ministro verá a la esposa de su Rey vestida de fiesta. 

»En todo el mundo aparecerá un sol, tan luminoso, como jamás existió desde las llamas del Cenáculo hasta hoy, ni se volverá a ver 

hasta el fin de los días». 

Don Bosco hizo sacar una copia de este escrito a don Julio Barberis, y fue la que se llevó consigo a Roma. 

Hizo hacer otra copia, algunas semanas después, a don Joaquín Berto, el cual dejó consignado en su cuaderno de recuerdos: 

«Don Bosco me comunicó una profecía escrita, que comenzaba con estas precisas palabras: Dios lo puede todo, lo conoce todo, etc., 
recomendándome el más riguroso secreto y que no descubriese a nadie quién era el autor. Entre otras cosas se refería a la desolación que 
amenazaba a Italia, como me explicó a mí al preguntarle sobre el particular. El me hizo sacar una copia para enviarla a Roma a cierto 
prelado». 

La Civiltá Cattolica, año XXIII, volumen VI, serie octava, año 1872, en las páginas 299 y 303, hace referencia a este vaticinio y 
trascribe algunos párrafos del texto del mismo, haciéndolos preceder de estas autorizadas palabras: «Nos complace recordar un 
recentísimo vaticinio, nunca impreso y desconocido para el público, que fue comunicado desde una ciudad del norte de Italia a un 
personaje de Roma el 12 de febrero de 1870. 

»Ignoramos su procedencia. Pero podemos dar fe de que lo hemos tenido en nuestras manos, antes de que París fuese bombardeada por 
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los alemanes e incendiada por los comunistas. Y añadiremos que nos causó maravilla ver anunciada en él también la caída de Roma, 
cuando no se creía próxima ni probable». 

((784)) Se conservan varias copias de esta profecía. La más autorizada es un manuscrito de don Joaquín Berto. Lleva al principio la 
siguiente nota: «Fue comunicada el 12 de febrero de 1870 al Padre Santo». Al margen se leen algunas notas autógrafas del mismo don 
Bosco y al final algunas aclaraciones, evidentemente escritas o dictadas con anterioridad a los hechos y revisadas nuevamente después 
por el Siervo de Dios. Dichas notas y aclaraciones explicaban y determinaban los acontecimientos predichos, los cuales, como veremos, 
se cumplieron en gran parte poco después, y parte de ellos, al menos hasta hoy, no se cumplirían. Estos, según don Bosco, parecía que 
habían de suceder hacia 1874 «con tal de que -son sus propias palabras-no vengan nuevas iniquidades a oponerse al querer divino». 

Es de notarse que, interrogado inmediatamente sobre el cumplimiento de dichos hechos, don Bosco contestó claramente que tal vez no 
se llegaran a realizar jamás, porque el Señor, en su misericordia, suele a veces indicar simplemente a los hombres el camino que podrían 
seguir en tal y en tal circunstancia para vencer ciertas dificultades y nada más; por tanto, cuando no se sigan las directrices trazadas, es 
evidente que no puede verificarse lo que ha sido indicado 1. 

Entre tanto, don Bosco preparaba el siguiente Estado o situación de la Pía Sociedad Salesiana para presentar al Sumo Pontífice. 

ESTADO RELIGIOSO -MATERIAL DE LA SOCIEDAD
DE SAN FRANCISCO DE SALES A PRINCIPIOS DE 1870


Esta Sociedad, a principios de 1870, sostiene la administración de cuatro centros de educación para la juventud: 

1.° S. Francisco de Sales, en Valdocco -Turín. 

((785)) 2.° Seminario Menor de S. Carlos, en Mirabello. 

3.° Colegio -Internado de S. Felipe Neri, en Lanzo. 

1 El manuscrito mencionado contiene una segunda profecía (cuyo texto original también poseemos) con la fecha «24 de mayo -24 de 
junio de 1873», y además una carta profética con la fecha «24 de mayo de 1873 -24 de junio de 1873» y algunos consejos que comunicó 
don Bosco en el 1878 al Papa León XIII, como «Principio de las cosas más necesarias para la Iglesia». 

Al final del presente volumen referimos la segunda profecía, para legítima satisfacción de los lectores, ya que ésta guarda relación con 
la primera, respecto al contenido. -Véase Apéndice B. 
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4.° Colegio -Internado de N.ª Señora del Pópolo, en la ciudad de Cherasco. 

Se añade la casa de salud en Trofarello. 

Casa de San Francisco de Sales 

Esta es la Casa principal, que comenzó así: 

1841 -Se empieza la Catequesis con un grupo de muchachos pobres y abandonados el día de la Inmaculada Concepción de María. 

1843 -El número de alumnos crece maravillosamente. 

1844 -Con autorización de S. E. monseñor Luis Fransoni, también en el día de la Inmaculada Concepción, se bendice la primera capilla, 
dedicada exclusivamente a la instrucción religiosa de la juventud. 

1846 -Comienzan las escuelas nocturnas y dominicales para los mayorcitos con buen resultado. Al final del mismo año se proporciona 
albergue a algunos muchachos más pobres y abandonados y así empieza el Asilo de Caridad. 

1847 -Como crece sin medida el número de muchachos, con autorización del Superior Eclesiástico, el día consagrado a María 
Inmaculada, se bendice y se abre una iglesia, escuela y patio, con el nombre de Oratorio de San Luis, en Puerta Nueva. 

1848 -Se abre otro Oratorio como el anterior, cerca del Po, con el título del Santo Angel Custodio. 

1851 -Se empieza y se termina la construcción de una iglesia en honor de San Francisco de Sales. 

1852 -Ya antes había concedido el Superior Eclesiástico varias facultades particulares. Este año, con decreto del 31 de marzo, aprueba 
la obra de los Oratorios, constituye director jefe al sacerdote Juan Bosco, concediéndole todas las facultades necesarias y oportunas para 
esta institución. 

1853 -1857 -Durante este quinquenio aumenta más allá de lo creíble el número de muchachos en los Oratorios y en los Internados. -Se 
organizan los cursos de bachillerato y varios muchachos se preparan para seguir la carrera eclesiástica. 

1858 -El Arzobispo de Turín, después de haber aconsejado muchas veces la fundación de una Congregación, envía al sacerdote Bosco a 
Roma con su carta de recomendación, a fin de que pida a Pío IX, felizmente reinante, consejo y normas para una Congregación que pueda 
conservar el espíritu y la existencia de los Oratorios. El Padre Santo traza el plan de una congregación, cuyos socios sean verdaderos 
religiosos de cara a la Iglesia, y ciudadanos libres de cara a la sociedad civil. 

1863 -Formuladas y puestas en práctica las constituciones de una sociedad religiosa, con las cartas comendaticias de muchos obispos 
son presentadas al Padre Santo, quien se digna transmitirlas a la ((786)) autorizada Congregación de Obispos y Regulares. -Ese mismo 
año se emprende la dirección del Oratorio de San José en la parroquia de San Pedro y San Pablo. 

1864 -La siempre benemérita Congregación arriba mencionada, con decreto del 1.° de julio, expone que el Padre Santo, con especial 
bondad, alaba la Congregación Salesiana, nombra al sacerdote Bosco Superior de la misma mientras viva, si bien se establece que el 
sucesor deba durar solamente doce años en el cargo. 

1868 -El Obispo de Casale aprueba la Sociedad de San Francisco como congregación diocesana, y concede al Superior de la misma 
muchas facultades espirituales. 

1869 -Con las cartas comendaticias de 24 Obispos se presentan de nuevo las constituciones con algunas modificaciones a la Sagrada 
Congregación de Obispos y 

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Regulares. Con decreto del 1.° de marzo es definitivamente aprobada la Congregación, con la facultad limitada a otorgar las dimisorias a 
los ordenandos. Los alumnos internos en la Casa de Valdocco son en este momento casi ochocientos, más de la mitad de los cuales son 
instruidos y educados para la carrera eclesiástica. Los asistentes a los Oratorios durante los días festivos, son cerca de tres mil. La casa, el 
terreno, la iglesia con sus muebles y enseres, pertenecen a la Sociedad Salesiana, representada por la persona del Rector Mayor. 

Seminario Menor de Mirabello 

Es un Colegio-internado con los cursos elementales y de bachillerato. Su finalidad es la de educar muchachos para encaminarlos al 
estado eclesiástico. Se llama Seminario Menor Episcopal, porque la enseñanza, disciplina e instrucción religiosa dependen del Obispo de 
Casale, en cuya diócesis se encuentra. 

Esta casa se abrió en 1863; tiene al presente cerca de doscientos alumnos y es propiedad de la Sociedad, lo mismo que la de Turín. 

El Obispo de Casale, con decreto del 13 de enero de 1868, aprobó esta casa como Congregación Diocesana, y con otro decreto del 4 de 
abril del mismo año le concedió muchas facultades para la dirección y administración de la misma. 

Ha sido establecida como casa de prueba para los que aspiran a entrar en la Congregación Salesiana. 

Colegio-Internado de San Felipe Neri 

Esta casa está situada en Lanzo, población de la diócesis de Turín. Se abrió en 1864 para atender las incesantes peticiones de 
muchachos, que no podían ser admitidos en las otras casas. Hay en ella estudios elementales y medios, lo mismo que en Mirabello. El 
número de alumnos internos es de ciento cincuenta, más otros tantos externos; en total trescientos. 

((787)) Colegio de N.ª Señora del Pópolo 

Esta casa se abrió en la ciudad de Cherasco en octubre de 1869. Lleva aneja una pequeña parroquia con el mismo nombre. Hasta el 
presente no tiene capítulo, ni nada concertado. La administración y dirección son provisionales, mientras no se obtenga la autorización de 
la Santa Sede, de acuerdo con la súplica elevada al Padre Santo, a fines del pasado septiembre de 1869. La ciudad de Cherasco pertenece 
a la diócesis de Alba. 

Todo ha sido aconsejado y dirigido por el Obispo de aquella diócesis, que puede decirse es más el padre, que el superior de todos. 

Tiene por el momento sesenta muchachos internos y cuatrocientos externos. 

Casa de Trofarello 

La casa de Trofarello, diócesis de Turín, está especialmente destinada a ejercicios espirituales, que cada año hacen, regularmente 
durante las vacaciones, todos los miembros de la Sociedad. Sirve también para reposo de convalecientes y de salud delicada o bien para 
los que necesitan tranquilidad para dedicarse a estudios o trabajos serios. 

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Miembros de la Sociedad Salesiana 

Los miembros que actualmente componen la Sociedad Salesiana son ciento veinticuatro, de los cuales sesenta son profesos. Admitidos 
a prueba, o en el noviciado, cuarenta y dos, y postulantes veintidós. 

Situación económica 

Esta Sociedad no tiene ninguna renta fija. Los internos en la casa de Valdocco viven de la beneficencia. En las otras casas se paga una 
pequeña pensión, aunque algunos son gratuitos o pagan la mitad del coste. La administración de las iglesias y la de las casas no está 
gravada por más deudas que las ocasionadas por las obras en construcción. Se puede calcular que en ellas los gastos están igualados con 
los créditos pendientes de cobro. 

Situación moral 

Gracias a la bondad del Señor, la situación moral de esta Congregación es satisfactoria, se observan las Reglas y el espíritu de piedad 
corresponde hasta ahora a lo esperado. Puede decirse, por término medio, que dos tercios de los estudiantes piden abrazar el estado 
eclesiástico. 

Hay otras veinticinco peticiones para abrir nuevas casas. Pero no hay personal suficiente más que para las necesidades actuales. 

Tal vez en el próximo octubre haya socios para abrir otra ((788)) casa en la ciudad de Alassio, diócesis de Albenga, donde parece existe 
bastante grave necesidad. Las autoridades civiles y eclesiásticas están en pleno acuerdo. 

Obras especiales 

De conformidad con el fin de la Congregación, los sacerdotes se prestan, por cuanto es posible, a predicar ejercicios espirituales, 
triduos, novenas, y a suplir a los párrocos en caso de necesidad. 

Las Lecturas Católicas. Esta publicación bendecida por el Padre Santo prosperó mucho, está en su décimo octavo año y, por término 
medio, se reparten cada mes más de doce mil ejemplares de ciento ocho páginas cada uno. 

La Biblioteca de Clásicos Italianos, expurgados para uso de la juventud, está en su segundo año y por el número de suscriptores cabe 
esperar buen resultado. 

Se prestan servicios religiosos a tres casas de muchachas que están en peligro, salidas del correccional; a la llamada Taller de San José, 
que recoge jóvenes durante la semana para trabajar y los días festivos para cumplir con las prácticas religiosas; a la llamada de San Pío V, 
que es albergue y además lugar de reuniones festivas para las jóvenes más abandonadas de la ciudad. 

Cualquier observación o consejo que la autorizada Congregación de Obispos y Regulares creyere oportuno darnos para mayor gloria de 
Dios, se recibiría como un tesoro por parte de todos los socios de la Congregación de San Francisco de Sales. 

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Resumen 

Miembros de la Congregación: ciento veinticuatro.
Alumnos internos en las cuatro casas de la Congregación: mil doscientos diez.
Muchachos externos que acuden a las escuelas o a los Oratorios festivos: alrededor de tres mil quinientos.
Total de muchachos confiados por la Divina Providencia a los Socios de la Congregación Salesiana: cuatro mil setecientos diez.


Le apremiaba también a don Bosco hacer saber a la Autoridad Eclesiástica Diocesana que sus clérigos, inscritos en el curso de 
Filosofía, estudiaban. 

El curso anterior los examinadores habían tratado con mucha severidad a los del Oratorio y, naturalmente, éstos se quejaron; pero no 
quiso don Bosco que en los exámenes semestrales se retiraran de la nueva prueba. Verdad es que el texto adoptado en el Seminario y en 
otras diócesis era de una filosofía vaporosa, no exenta de algún ((789)) error, pero había que estudiarlo porque los profesores preguntarían 
sobre él. 

Entonces don Bosco escribió al canónigo Vogliotti, Rector del Seminario y Provicario de la Archidiócesis. 

Ilmo. y Rvmo. Señor Rector: 

El día antes de que nuestro señor Arzobispo saliera para Roma, le pedí permiso para que algunos clérigos, pertenecientes a la 
Congregación de San Francisco de Sales, pudieran examinarse con los demás del Seminario. 

También he advertido que el señor Vicario General no creyó oportuno concederlo en el pasado, sin permiso concreto del propio señor 
Obispo con alguna otra condición. 

S. E. contestó benignamente que, si se hubiera tratado de dispensa de exámenes, habría sopesado más los motivos de la petición, pero 
que, tratándose solamente de admitir a exámenes, no veía ninguna dificultad, y que, por tanto, se presentaran en el tiempo establecido y 
se propusiera en adelante una norma para ellos. 
Si, por consiguiente, no hubiera dificultad por parte de V. S. Ilma.. el sábado mandaré los siete filósofos que este año han estudiado 
aquí en casa, bajo la dirección del teólogo Bracco, ayudado por otros de esta casa. 

Tenga a bien aceptar los sentimientos de mi continua gratitud, con la que me cabe el honor de profesarme, 

De V. S. Ilma. y Rvma. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

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((790)) 

CAPITULO LXII 

POR QUE DON BOSCO CARECE SIEMPRE DE TODO -CAMINO DE FLORENCIA -ESCRIBE A DON MIGUEL RUA DESDE 
LA ESTACION -CONVENCE A UNOS COMPAÑEROS DE VIAJE, CASADOS SOLO CIVILMENTE, PARA QUE SE 
PRESENTEN AL ARZOBISPO DE BOLONIA -OTRA CARTA A DON MIGUEL RUA DESDE FLORENCIA -EN ROMA SE 
HOSPEDA CON MONSEÑOR MANACORDA -VISITA AL CARDENAL QUAGLIA Y AL ARZOBISPO DE TURIN -SE 
INFORMA DE LA SITUACION DE LA INFALIBILIDAD EN EL CONCILIO -TENDENCIAS DE LOS OBISPOS: LA MAYORIA 
SE INCLINA POR LA DEFINICION DOGMATICA: LA MINORIA ES DE PARECER CONTRARIO -LA CONGREGACION DE 
LOS POSTULADOS RECOMIENDA AL PAPA QUE ACEPTE LAS SUPLICAS DE LA MAYORIA -DON BOSCO DEFENSOR DE 
LA INFALIBILIDAD PONTIFICIA -PERSUADE A MONSEÑOR GASTALDI A QUE SEA DEFENSOR DE LA OPORTUNIDAD 
DE PROCLAMAR LA INFALIBILIDAD PONTIFICIA COMO ARTICULO DE FE -CARTA DE DON BOSCO A DON MIGUEL 
RUA: LE PIDE DOS OBRAS DE MONSEÑOR GASTALDI: LECTURAS CATOLICAS PARA EL PAPA, Y MUSICA PARA DOS 
CARDENALES -OBISPOS PIAMONTESES QUE SOSTIENEN LA INOPORTUNIDAD DE LA PROCLAMACION DEL DOGMA 
-CONVERSACION DE DON BOSCO CON CIERTO MONSEÑOR SOBRE EL TEMA -DISPUTA CON EL CANONIGO AUDISIO 
-RECUERDO DE MONSEÑOR SCALABRINI -POR QUE VA EL PAPA A LAS FUNCIONES EN LA SILLA GESTATORIA 

FINALMENTE don Bosco se decidió a partir para llevar al Papa La voz del cielo al Pastor de los pastores. A última hora se encontró 
desprovisto de todo, y hubo que correr por la casa en busca de lo necesario. 

((791)) En efecto, cuando los bienhechores le regalaban sotanas, calcetines, pañuelos, camisas u otras prendas de ropa lo entregaba todo 
para la ropería común de la casa, y no quería nada para sí. Deseaba don Joaquín Berto guardarle en la habitación lo más necesario 
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para no tener que ir a buscarlo a la ropería común; pero don Bosco exclamaba: 

-íDe ningún modo! »No sabéis que, si yo me guardo estas prendas, el Señor no me envía más? He podido comprobar que, si me 
desprendo enseguida de todo, la Providencia me provee de nuevo continuamente. Y así, hay para mí y para los demás. 

El 20 de enero, pues, salió hacia la estación totalmente solo y desde allí escribió a lápiz una tarjeta a don Miguel Rúa. 

Muy querido Rúa: 

Envíame a Florencia una parte de los papeles del Dr. Lissone de Cherasco. 

Y, además, los cuadernos de Historia Eclesiástica que ha terminado Berto. 

Que Berto conserve el borrador de cuanto transcribe. 

Rezad. Dios os bendiga a todos. 

Afmo.
JUAN BOSCO, Pbro.


Mientras corría el tren hacia Bolonia, subieron en cierta estación al compartimiento donde estaba don Bosco, dos jóvenes esposos, 
acompañados de un viejo y otras personas. En cuanto vieron al sacerdote, hicieron un gesto como si se hubieran topado con algo de mal 
agüero y anduvieron indecisos en si tomaban asiento allí o no. Pero se quedaron. Por la cara no parecían mala gente y enemiga de los 
curas. 

Don Bosco les dijo enseguida: 

-Siéntense, no se apuren por este encuentro. Ya veo que son dos recién casados. El cura no debe incomodarles con su presencia: 
representa al Sacramento que hace poco han recibido. También yo les deseo toda suerte de bendiciones. ((792)) Se han presentado hace 

poco a un sacerdote y de nuevo están en compañía de otro. 

Los nuevos viajeros se miraron a la cara algo extrañados, mas no parecían contrariados por encontrarse con aquel compañero de viaje. 

Don Bosco continuó: 

-Estoy seguro de que habrán ido a la iglesia a celebrar su boda, »no es cierto? 

Ninguno respondió, pero dijo uno al otro en voz baja: 

-Responde tú; habla tú... 

El viejecito tomó por fin la palabra: 

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-Pero, dígame: »de veras es necesario ir a la iglesia? »No basta ir al Alcalde?
-El Matrimonio es un Sacramento: »corresponde al Alcalde o a la Iglesia administrar los Sacramentos?
-Ya... no lo habíamos pensado... creíamos que bastaba la celebración civil.
-Ya saben que no basta.
-»Y cómo hacemos ahora?
-Van al párroco y todo se arregla.
-Pero... no tenemos confianza con el párroco..
.
-Bueno; id a vuestro Obispo o al Vicario General y se arreglarán todas las dificultades.
Los esposos hablaban entre ellos, de si era necesario volver atrás sin más cuestiones y hacer lo que don Bosco les había indicado. Eran


personas con las que se podía razonar. Y dijo el esposo a don Bosco: 
-»Y, si al llegar a Bolonia, nos presentáramos al Obispo? 
-Muy bien; pero háganlo enseguida; en cuanto lleguen, vayan al Arzobispado y cumplan lo que allí les indiquen. 
-Haremos como usted dice, exclamaron los esposos. 
Y quedaron de acuerdo. El Venerable, con la dulce franqueza de sus palabras, siempre encontraba el modo de hacer el bien a cuantos se 

acercaban a él, aunque no fuera más que un instante. 
((793)) En Florencia se quedó varios días. Desde allí mandó otra tarjeta al Oratorio. 

Carísimo Rúa: 
Otro paquete. Vea don Joaquín Berto dónde puede colocar el folleto. He recibido los papeles enviados. Estoy a punto de partir. Te 
escribiré desde Roma. Recemos y esperemos. Dios nos bendiga a todos y creedme, 
24 del 1870. 

afmo.
JUAN BOSCO, Pbro.


La compañía italiana de los Ferrocarriles del Sur, le había concedido, para él y un acompañante, billete gratuito de primera clase por 
toda la red, valedero desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre de 1870. El billete iba firmado por el Director General Bona. 

Don Bosco tomó de nuevo el tren. Llegó a Roma el 24 por la noche. 

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Se hospedó con monseñor Manacorda, que vivía en la calle Pedacchia a los pies del Capitolio, en casa de la señora Rosa Mercurelli, 
rosariera. 

Usando las mismas palabras que don Bosco profirió en la reunión de los salesianos el 9 de marzo, las cartas que envió desde Roma a 
los del Oratorio y el testimonio jurado de personas competentes, diremos lo que hizo en Roma. 

«Apenas llegué a Roma, contó él, lo primero que hice fue presentarme al cardenal Quaglia y rendirle cuentas de la Sociedad, como se 
hace cada tres años. Se expone en ellas el crecimiento o disminución de la Sociedad, las adquisiciones y pérdidas materiales, los trabajos, 
las casas nuevas abiertas, el estado moral de los socios y sus estudios. 

»Dicho Cardenal quedó altamente sorprendido, al oír el aumento extraordinario y la buena marcha de la Sociedad, y exclamó: 

»-Si esta Sociedad siguiera a este ritmo durante cincuenta años, sus miembros pasarían de dos mil. 

»Yo entonces le contesté bromeando: 

»-Sí, Eminencia, si dentro de cincuenta años le interesa este cálculo, yo le presentaré el número de socios. 

((794)) »-Para entonces, ni usted ni yo, contestó el Cardenal, estaremos para hacer estos cálculos. 

»Alabó a continuación, con muestras de verdadera complacencia, la Sociedad y escribió una relación detallada, que presentó después al 
Padre Santo». 

Hizo también la visita obligada al Arzobispo de Turín, que le recibió con toda cortesía, aunque no exenta de cierta frialdad. Y observó 
enseguida cómo marchaba el Concilio. Supo que los obispos belgas y cien más se habían adherido a la propuesta del Arzobispo de 
Malinas, de que la infalibilidad del Papa fuera definida dogma. La mayor parte de los Padres deseaba la definición. 

Sin embargo, en el Concilio había dos corrientes, la de la mayoría y la de una minoría que se limitaba a combatir la oportunidad de la 
definición. Cincuenta obispos franceses la fomentaban; se oponían casi veinticinco, pero sus pueblos y el clero la deseaban con moral 
unanimidad y, con vivas instancias a favor, desaprobaban la postura de los reacios, causándoles no leves molestias. 

Monseñor Dupanloup, que había extendido su sospechosa influencia hasta Oriente, desarrollaba una actividad increíble para impedir la 
definición y sostenía frecuente correspondencia epistolar con Döllinger; e informaba minuciosamente a los enemigos del Concilio 
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en París de cuanto sucedía en la ciudad eterna. Monseñor Darboy, primer jefe de la minoría, rogaba al emperador Napoleón que 
interviniera contra el Concilio, en favor de su partido. 

Los obispos alemanes y austríacos, aunque pertenecían a la minoría, cumpliendo con su deber, escribieron cartas pastorales a su clero y 
a su pueblo para que apartándose de toda agitación, promovida por disidentes y herejes contra el Concilio, esperasen con toda confianza 
sus decretos, seguros de que el Espíritu Santo no abandonaría nunca a su Iglesia. Eran excepción monseñor Aynal, obispo de Kalocsa, 
((795)) y monseñor Strossmayer, Obispo de Diakovar, que se adherían a los obispos franceses más resueltos de la minoría. 

Entre tanto el cardenal Rauscher escribió una súplica al Padre Santo, contra la definición, y fue firmada por los obispos alemanes, 
austríacos y húngaros. Compusieron otra en el mismo sentido los franceses; una más los norteamericanos; presentaron la suya los 
orientales, y apareció la quinta de varios obispos del norte de Italia. Entre todos firmaban unos ciento treinta y seis y en las súplicas se 
señalaban las diversas dificultades y la inoportunidad de la definición según su punto de vista. El cardenal Schwarzenberg presentó las 
cinco peticiones acompañadas de una carta a la Congregación de los postulados, pero no al Papa. 

Esta recibió las súplicas y, por unanimidad, salvo el propio Rauscher, resolvió, el 9 de febrero, recomendar a Pío IX la aceptación de las 
peticiones para la definición dogmática, firmadas por más de cuatrocientos Padres. Los monseñores Manning y Senestrey habían 
trabajado incansablemente para preparar la definición. 

Don Bosco ardía en el mismo celo. Había decidido estar retirado lo más posible para evitar toda demostración de afecto y reverencia 
por parte de sus amigos; no aceptar invitaciones para visitas a comunidades o para predicar; excusarse, por cuanto podía, de ir a bendecir 
enfermos. Decía que todo esto era un verdadero obstáculo en aquellas circunstancias, en las que todos estaban ocupados en el Concilio. 
Sugeríale también aquella reserva el interés de la Iglesia Católica, pues quería dedicar su actividad al triunfo de un dogma querido por el 
Señor. 

Apenas llegó a Roma se enteró por monseñor Manacorda de que el Sumo Pontífice había manifestado su disgusto porque monseñor 
Gastaldi se había declarado en favor de las opiniones de Dupanloup, especialmente respeto a la inoportunidad de la definición. El Obispo 
de Orleáns había expuesto al Obispo de Saluzzo, fácil a las fuertes impresiones, las dolorosas ((796)) consecuencias religiosas y políticas 
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que, según él, habrían surgido infaliblemente de tal definición. Por eso se decía en Roma que monseñor Gastaldi preparaba un documento 
para combatir la oportunidad. 

Don Bosco, sin pérdida de tiempo, fue a visitarle para disuadirle de que diera aquel paso: razonó largo y tendido con él para que no 
pusiera obstáculos a los designios de Dios, le hizo notar que ciertos miedos le parecían exagerados, que no era el momento de retroceder 
y de callar, tratándose de una verdad fundamental, negada y vituperada por los impíos de todo el mundo, y que las consecuencias de la 
definición debían dejarse en manos de Dios. 

Monseñor, que estaba lleno de celo y de honda piedad, que veneraba y amaba a don Bosco, quedó tan satisfecho y convencido con su 
razonamiento, que le dijo: 

-Desde hoy me dispongo a tratar el tema bajo este aspecto y prepararé un documento en defensa de la infalibilidad del Papa y de la 
oportunidad de la definición dogmática. 

-Prepare, añadió don Bosco, un verdadero discurso sobre el particular para leerlo en pleno Concilio. Yo le aseguro que hará algo muy 
grato al Papa y que le acarreará un gran honor ante toda la Iglesia. 

Los confidentes advirtieron el súbito cambio de pensamiento de monseñor Gastaldi y fue para ellos como un trueno en día despejado. 
Nadie se había enterado de su conversación con don Bosco. El mismo monseñor Gastaldi fue de nuevo a buscar al Siervo de Dios y se 
repitieron los coloquios. Más aún; a petición suya, don Bosco le procuró obras teológicas que trataban profundamente la cuestión, y le 
señaló los puntos más importantes, para que los consultase. Así lo atestiguaron el canónigo Anfossi y don Juan Turchi. 

No satisfecho con ello, don Bosco quiso que se conociera también ((797)) en Roma el buen espíritu de su antiguo amigo. Escribía a don 
Miguel Rúa. 

Carísimo Rúa: 

He recibido en Roma la carta que me enviaste a Florencia. Anima a Sala; yo le encomiendo al Señor. 

Envía a monseñor Gastaldi cien ejemplares de su librito El Cura de Ars y cien del otro, titulado Sobre la autoridad del Romano 
Pontífice; envíaselos a él mismo, a la Casa Rectoral del Vaticano. 

Habla con don Angel Savio y dime después si es mejor que lleve el poco dinero, que aquí tengo, para las necesidades de la casa; o bien, 
si hago un depósito pontificio que pueda servir para el sostenimiento del Asilo que esperamos abrir el próximo octubre. 
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Por hoy no puedo escribir más, pero lo haré, y por lo largo, cuanto antes. 

Que Dios os bendiga. Orad. Hasta ahora, las cosas de la Casa van bien. 

Deseo los libros para el Papa y la música para los cardenales Antonelli y Berardi. 

Vale in domino et vale dic 

Roma 27-1870. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. Saludos muy afectuosos de Emiliano Manacorda. 
Fue ésta la primera acción de don Bosco deseoso de cooperar, por cuanto de él dependía, en el glorioso acontecimiento. No tuvo la más 
mínima participación directa en las cuestiones del Concilio; sin embargo, a través de sus numerosas amistades con los Padres y Teólogos, 
influyó mucho contra las opiniones erróneas de algunos. Durante el tiempo que permaneció en Roma trabajó con ahínco para disponer los 
ánimos de algunos de la minoría en apoyo de la definición dogmática. 

Atestigua monseñor Juan Anfossi: «Oí a monseñor Losana, obispo de Biella, que aquellos días don Bosco no descansaba para obtener 
este triunfo del Pontificado Romano». «Tuvo la satisfacción, manifestó don Miguel Rúa, de quitarles las dudas que tenían sobre tal 
cuestión y disuadirlos de la oposición que se preparaban a hacer. Citaré ((798)) entre otros, a monseñor Galletti, obispo de Alba, y a 
monseñor Gastaldi, obispo de Saluzzo, quienes se convirtieron desde entonces en encendidos defensores de la Infalibilidad Pontificia». 
También don Francisco Dalmazzo prestó testimonio jurado de ello, concluyendo: «Oí repetir estas cosas muchas veces al cardenal 
D'Avanzo, con quien me entretenía frecuentemente en Roma». 

Resultaba difícil convencer a algunos obispos piamonteses que pertenecían al partido de la minoría. 

Algunos, que miraban con malos ojos las obras de don Bosco, permanecieron tercos en sus ideas, y el Padre Santo, Pío IX, dijo aquel 
año al Venerable: 

-Consolaos; vuestros enemigos también lo son míos. Esta es para mí una prueba más de que vuestra obra es obra de Dios. 

Tampoco monseñor Sola, obispo de Niza, quiso renunciar a sus propias opiniones; y cuando se presentó el esquema de la infalibilidad, 
lo combatió abiertamente, produciendo penosa impresión en la 
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asamblea. Es más, despertó un alboroto al exclamar, como prueba de la autoridad de su afirmación: 

-Yo soy teólogo doctorado en la célebre Universidad de Turín. 

-íLo que va en su contra!, replicó el cardenal Capalti, indicando que la doctrina de aquella Universidad era sospechosa. 

El Venerable estaba siempre allí donde podía decir una buena palabra sobre la gran cuestión del día. Hablaba con unos y con otros 
Prelados, y les demostraba, con las pruebas más sencillas y convincentes, que era indiscutible la esencia de la tesis y la oportunidad de su 
solemne definición. La cuestión de la oportunidad le parecía ridícula; puesto que, desde el momento en que el Papa había propuesto la 
definición y el Concilio la había aceptado, era ciertamente oportuna; pero que era precisamente al mismo Papa a quien competía decidir 
la oportunidad. 

-En cuanto a la esencia de la cuestión, decía a cierto obispo, el cual por los estudios hechos tenía algún prejuicio sobre el particular, que 
el no creer en la infalibilidad, está en abierta contradicción con la ((799)) realidad de los hechos: sus párrocos y todos sus sacerdotes la 
enseñan desde el púlpito, en el Seminario y en las escuelas; 
todo el pueblo la cree como si ya estuviera definida y ni siquiera le cabe en la cabeza que se pueda dudar de ello. 

Y añadía: 

-El Señor ha dado la infalibilidad a su Iglesia; sólo queda por ver en quién reside. Cada obispo es ciertamente falible, por tanto no se ha 
de buscar este don en cada uno de ellos; y, si cada uno es falible, aunque se reúnan todos, no llegarán a ser infalibles, por el hecho de 
haberse reunido. »Qué es, pues, lo que les hace infalibles y les da lo que no tienen? íSu unión con el Papa!... In nomine meo! (En mi 
nombre). Por tanto, la fuente de la infalibilidad reside en el Papa. Ahora bien, se pueden amputar ciertos miembros de un cuerpo sin que 
por ello venga la muerte; pero no se puede quitar la cabeza; separada ésta, instantáneamente se pierde la vida. 

-Se pueden hacer muchas objeciones, exclamó cierto día un Monseñor. Parece que algunos Papas se equivocaron. 

-íErrores de los historiadores!, replicó don Bosco. 

Y refutó cada hecho en particular, indicando varios teólogos y prelados, dispuestos a esclarecer la cuestión. 

Monseñor Audisio, canónigo de San Pedro en el Vaticano y Presidente de la Academia de Superga, era el jefe de un grupo que se 
oponía a la infalibilidad personal del Papa, o pretendía al menos limitarla. Cuando supo que alguno de los suyos y varios obispos, aun 
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extranjeros, convertían a don Bosco en jefe y casi todos se separaban de él con otras ideas, decididos a sostener no sólo la tesis de la 
infalibilidad, sino también la oportunidad de la definición dogmática, lo llevó a mal, y un día acudió a la calle Pedacchia. 

Pero estaba don Bosco en audiencia con notables personajes y no pudo recibirlo por dos veces. Volvió una tercera, decidido a hablarle a 
toda costa. Después de mucho esperar, finalmente entró. 

La entrevista duró más de dos horas. Monseñor Audisio, que apreciaba al ((800)) Venerable por sus conocimientos históricos, le temía 
como adversario, y entabló con él una verdadera polémica. 
Después de un rato entraron también al coloquio otros doctos personajes, llegados para tratar con don Bosco sobre la cuestión. Audisio le 
atacó directamente en su presencia, sobre la infalibilidad y sobre el Papa Honorio I; preguntóle si éste no erró en la cuestión del 
monotelismo; si las dos cartas que escribió al Patriarca Sergio de Constantinopla no eran dudosas al combatir la nueva herejía, al menos, 
como para no reconocer en él al Maestro de la verdad. Y preguntaba a don Bosco, si era verdad que en este caso su opinión le persuadiría 
a serle favorable. 

Don Bosco había podido echarle en cara su escasa buena fe. Tenía sobre la mesa una obra impresa en Roma en 1865 titulada: Historia 
religiosa y civil de los Papas por Guillermo Audisio, canónigo de San Pedro en el Vaticano y Profesor de Derecho Racional de las Gentes 
en la Universidad de la Sabiduría. 

En el 2.° volumen, páginas 292 y 494, defendía Audisio la conducta de Honorio contra las calumnias de los sectarios, demostrando que 
aquel Pontífice: 1. ° No era culpable del silencio o de la suspensión del juicio; 2. ° que era integérrimo en la doctrina. Y concluía 
diciendo que, al morir, Honorio «dejaba fama de pastor grande y perfecto, espléndido y munificentísimo en el culto y en los sagrados 
edificios; y su prudencia, tan calumniada contra los monotelitas, apagó por entonces el cisma de Grado y de Istria». 

Por toda respuesta, había podido don Bosco presentar enseguida aquel libro al autor, mas no quiso ofenderle con tan brusca refutación. 
Se excusó de responder, aduciendo sus escasos conocimientos frente a la mucha erudición de tan gran maestro. 

Audisio repitió la pregunta pidiendo una respuesta. Los presentes eran el padre Perrone, monseñor Galletti y algún otro obispo. Don 
Bosco repitió también que no le correspondía hablar ante tan doctos cultivadores de la historia. Entonces Audisio se puso a hablar 
directamente contra la infalibilidad personal ((801)) del Papa. Hablaba 
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con elocuencia; manejaba la historia, trataba con tal dominio los puntos de controversia, el pro y el contra, haciéndose él mismo 
preguntas y respuestas, que era una maravilla oírle. 

El Venerable le dejó hablar durante una hora sin interrumpirlo. 
Audisio se había inflamado con la cuestión y se veía que un espíritu partidista guiaba sus palabras. 

Cuando terminó, don Bosco alabó su erudición, se excusó de no poder seguirlo en todos los puntos de su disertación, repitió que no 
había hecho estudios profundos sobre ello y añadió: 

-Puesto que se trata de una cuestión de tanta importancia, no quiero limitarme a razones y pruebas mías. Tengo conmigo una autoridad, 
a la que ciertamente usted no podrá contradecir. Es la obra de un autor docto, piadoso, concienzudo y, si quiere, leeré una página suya 
que aclara la cuestión. Yo estoy plenamente de acuerdo con este eximio escritor, que ha escrito perfectamente y no le es desconocido a 
usted. 

-»Qué dice? »De qué autor entiende hablar? Yo no comparto opiniones contrarias a las mías. 

-Cuando usted sepa de quién se trata, tendrá que condescender y calmarse. 

-No puede ser. Pero veamos quién es ese autor y cuáles son sus pruebas. 

Y don Bosco, con graciosa lentitud, tomó un libro y, teniendo tapada la portada, dijo: 

-Aquí, en pocas palabras se dan razones muy sólidas para sostener la infalibilidad del Pontífice y el autor es de tal autoridad, que no se 
puede desear más. 

Y comenzó a leer. 

Quizá leyó el Venerable este paso que se refiere a san León el Grande. 

«Nada sabemos de su vida privada, pero él mismo se ha pintado en sus sermones y en sus cartas. La humildad del hombre, la altura de 
miras con que rige el rebaño y los pastores de la grey de Dios, con la autoridad vicaria de Jesucristo: he aquí la idea de su mente y la 
forma de su gobierno. En consecuencia, la constitución divina ((802)) de la Iglesia por la que los fieles se adhieren a los sacerdotes, éstos 
a los obispos y éstos a Pedro, que vive y gobierna en sus sucesores, y Pedro a Cristo: Cristo, que elegía entre todos a Pedro, rogaba por él 
para que no fallara jamás en su fe (ut non deficiat fides tua) y le constituía confirmador, esto es, definidor de la misma fe para los 
apóstoles, sus hermanos (confirma fratres tuos) a fin de que, por encima de los obispos puestos por el Espíritu Santo para regir las 
diversas partes de la Iglesia, Pedro rigiese desde lo alto todo el cuerpo, o sea los pueblos y los pastores, y, a través suyo, se comunicase al 
edificio universal de la Iglesia la solidez del fundamento que es Pedro, 
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o sea la piedra invencible por el infierno (portae inferi non praevalebunt). Este es el argumento que León describe con nítida elocuencia 
en los aniversarios de su consagración, reclamando para sí la obligación de la vigilancia y para sus ntes el deber de la obediencia, cual se 
rinde a Pedro y a Cristo en sus sucesores. 
»Por tanto (arguye él) la institución divina subsiste, y san Pedro, con la solidez de la piedra, no ha abandonado el timón de la Iglesia». 
Y luego: «Y por tanto, si mandamos o hacemos algún bien o lo logramos de Dios con nuestras oraciones, ello es en razón y virtud de 
aquél, en cuya sede vive la potestad y resplandece la autoridad (cujus in sede sua vivit potestas et excellit auctoritas). Y Pedro conseguía 
tanta dignidad por aquella confesión que, inspirada por Dios, se alzaba sobre la incertidumbre de las humanas opiniones y adquiría la 
solidez de la piedra invencible. Todos los días repite Pedro en la Iglesia universal estas palabras: Tú eres Cristo, el Hijo de Dios vivo; y 
toda lengua que confiesa al Señor obedece a esta voz. Esta es la fe que triunfa del demonio y rompe toda cadena: ella vence al mundo, 
abre el cielo, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella». 

«Y dirigiendo su discurso a los oyentes. ''De este modo, amadísimos, se celebra con razonable homenaje la solemnidad de hoy, 
viéndoos a vosotros y honrando en mi humilde persona a aquel en quien persevera la solicitud de todos los Pastores y el cuidado de toda 
la grey, y cuya dignidad no es menor en su indigno sucesor: cujus etiam dignitas in indigno haerede non deficit (serm. II y III)''. 
Conforme con estos pensamientos fue todo el gobierno de san León, en sus inmensas relaciones con obispos, concilios y emperadores». 

Monseñor Audisio estuvo oyendo atentamente al principio, pero, de pronto, intentó arrancar el libro de las manos de don Bosco. 
Advirtió que había caído en una graciosa trampa. Don Bosco siguió diciendo: 

-Observe la página tal, el capítulo cual... y vea si he leído bien. 

Y le presentó la Historia civil y religiosa de los Papas, escrita por el mismo monseñor Audisio. 

-Basta, basta, exclamó riendo Monseñor: basta... basta... dejémoslo ya. 

((803)) -»Por qué? »Acaso no es un autor apreciadísimo y autorizado: 

-Me la ha hecho buena. Usted emplea argumentos irrebatibles. Mas le advierto que ya no comparto algunas ideas aquí propugnadas; en 
cuanto a la infalibilidad, ahora pienso de otro modo. 

-No importa, añadió don Bosco; pero aquí las razones están bien expuestas. 

-Pero, »cómo es posible, continuó monseñor Audisio, que don Bosco, en medio de tantos asuntos, haya visto también estas páginas 
mías? 

-Siempre tengo entre manos sus libros y los uso como libros de texto... Pero, como ve, usted manifiesta en sus escritos unos 
sentimientos muy distintos de los que ahora expresa. 
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-Una cosa es, replicó Audisio, escribir para el público y otra son las opiniones privadas..
.
Y así terminaba la disputa; mas no sin cierto enojo mal encubierto por su parte, y viva satisfacción por parte de los demás.
Por aquellos mismos días se acercó también a don Bosco monseñor Scalabrini. Este afirmó que se presentó al Venerable para que


leyera un escrito suyo sobre la infalibilidad del Sumo Pontífice; y que don Bosco, después de haberlo leído, lo aprobó, y aconsejó a 
Monseñor que lo imprimiera; se acordó de él cuando se trató del nombramiento de nuevos obispos y lo propuso para la sede de Piacenza. 
Aquella concurrencia a la calle Pedacchia acabó en la fiesta de la Purificación de María. Todos los Padres del Concilio fueron a la 
Basílica Vaticana para asistir a la bendición de las candelas y la Misa Pontifical. Don Bosco también asistió. 
Y he aquí que apareció el Papa en la silla gestatoria. Mientras el Siervo de Dios contemplaba absorto el espectáculo, oyó a un 
protestante inglés, que estaba a su lado, rezongar indignado: 
-íQué vergüenza! íHe aquí una prueba más de que los católicos prestan adoración al Papa! íEsto es una verdadera idolatría! 
((804)) Volvióse el Venerable donosamente y le respondió con toda sencillez: 
-Usted perdone: si no llevaran así al Papa, ni usted ni yo podríamos verlo en medio de tanta gente... 
La graciosa ocurrencia del Venerable calmó al inglés, que reflexionó y acabó diciendo: 
-Es verdad... y también ésta es una razón. 
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((805)) 

CAPITULO LXIII 

DON BOSCO NO PIERDE DE VISTA A LOS ALUMNOS DE SUS CASAS -ESCRIBE A DON MIGUEL RUA LO QUE HAY DE 
BUENO O DE MALO EN EL ORATORIO: CUENTA QUE HA ASISTIDO EN SUS ULTIMOS INSTANTES AL GRAN DUQUE DE 
TOSCANA; PROHIBE TODA SUERTE DE FESTEJOS A SU VUELTA A TURIN; HA RECIBIDO LOS LIBROS PARA EL PADRE 
SANTO; DA ALGUNAS DISPOSICIONES PARA LA FIESTA DE SAN FRANCISCO; ADJUNTA UNA NOTA CON LOS 
NOMBRES DE CIERTOS JOVENES PELIGROSOS -TARJETA DE VISITA DEL PARROCO DE LOS DOCE APOSTOLES EN 
ROMA -PRIMERA AUDIENCIA CONCEDIDA POR EL PAPA A DON BOSCO: PRESENTACION DEL TESORO DE SAN 
PEDRO; OFRENDA DE LA COLECCION DE LECTURAS CATOLICAS Y DE LOS PRIMEROS VOLUMENES DE LA 
BIBLIOTECA PARA LA JUVENTUD; DICE EL PAPA QUE LOS QUE SE OPONEN A DON BOSCO SON LOS MISMOS QUE 
AHORA SE OPONEN A EL, Y PROPONE AL SIERVO DE DIOS QUE EMPIECE UN LIBRO DE HISTORIA ECLESIASTICA 
-LAPIDA EN LA IGLESIA DE MORNESE, QUE RECUERDA ESTA AUDIENCIA -CARTA DE DON BOSCO A DON MIGUEL 
RUA: AUDIENCIA CON EL PADRE SANTO; NOTICIAS CONSOLADORAS: FAVORES OBTENIDOS; PREPARA DINERO 
PARA LA ADQUISICION DE UNA CASA EN ROMA -SEGUNDA AUDIENCIA: DICE EL PAPA A DON BOSCO QUE EN EL 
CONCILIO SE HA HABLADO DE LA PIA SOCIEDAD SALESIANA; OTROS FAVORES CONCEDIDOS: CONSEJOS PARA LOS 
ALUMNOS; PIO IX OFRECE A DON BOSCO LA IGLESIA DE SAN JUAN DE LA PIGNA -CARTA DE DON BNOSCO A DON 
JUAN BONETTI: AUDIENCIA AFECTUOSA DE PIO IX Y FAVORES ESPIRITUALES CONCEDIDOS; PENA POR LA MUERTE 
DEL PADRE DE DON FRANCISCO PROVERA; QUE MANTENGAN LA ALEGRIA DE LOS ALUMNOS; LE INVITA PARA IR 
A TURIN; LA CONDESA CALLORI ESTA ENFERMA EN ROMA -CARTA A DON JUAN FRANCESIA -DON BOSCO SIGUE 
INTERESANDOSE ((806)) POR LOS ASUNTOS DEL CONCILIO PARA SERVIR AL PAPA -VISITA LA IGLESIA Y 
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LOS EDIFICIOS DE SAN JUAN DE LA PIGNA -TERCERA AUDIENCIA: DON BOSCO ACEPTA LA IGLESIA OFRECIDA POR 
EL PAPA; EL PAPA HONORIO I: DON BOSCO EXPONE AL PAPA LA PARTE DE LA MISION QUE A EL SE REFIERE; EL 
PAPA INVITA A DON BOSCO A ESTABLECERSE EN ROMA -DON BOSCO ESCRIBE A DON MIGUEL RUA SOBRE LA 
BUENA ACOGIDA DEL PADRE SANTO: RUEGA POR EL DESCANSO DE UNA BIENHECHORA DIFUNTA; DA NUEVAS 
ORDENES PARA LA FIESTA DE SAN FRANCISCO -DISCORDIAS ENTRE LOS HIJOS DE LA IGLESIA -LAS POTENCIAS 
EUROPEAS SE ABSTIENEN PROVIDENCIALMENTE DE TURBAR EL CONCILIO 

MIENTRAS don Bosco estudiaba la manera de cooperar eficazmente al bien de la Iglesia universal, no perdía de vista a sus alumnos. 
Hasta de lejos veía su comportamiento; y, a veces, comunicaba ciertos avisos al Superior de una Casa, si descubría algún inconveniente. 
Prueba de ello es la carta por él escrita en los primeros días de febrero. Una parte de la misma iba dirigida a los alumnos del Oratorio, y 
don Miguel Rúa la leyó una noche a toda la comunidad, omitiendo una apostilla: 

Carísimo Rúa: 

Aunque aquí en Roma ando ocupado totalmente con nuestras cosas y las de nuestros jóvenes, con todo mi pensamiento vuela siempre 
allá donde está mi tesoro en Jesucristo, a mis queridos hijos del Oratorio. Voy a visitarles muchas veces al día. 

Veo a don Juan Cagliero cercado de una muchedumbre de jovencitos que se confiesan; a unos que reciben la santa comunión; a otros 
que rezan con fervor; a éstos que piensan en don Bosco y a aquéllos que juegan con los compañeros. Veo también a muchos que, durante 
el día, van a visitar al Santísimo Sacramento, y esto constituye mi mayor alegría. 

Mas, con gran amargura en mi alma, he visto cosas que causarían horror a todos, si las pudiera confiar al papel. Diré solamente que, 
entre los muchos buenos que vi, había algunos que parecían cerdos, y llevaban escrito en la frente: Quorum Deus venter est (Aquéllos, 
cuyo Dios es el vientre). Otros tenían esta inscripción: Jumentis insipientibus comparatus est (Fue comparado a jumentos insensatos). Y 
cada uno se comportaba de acuerdo con estas inscripciones. 

Pero, lo que más me ha admirado fue el ver a muchos que llevaban como injertada en la lengua una rosa fragante, o bien una ((807)) 
cándida azucena, y éstos eran muchísimos. Pero íay de mí! en medio de aquella consoladoras visiones cierto día observé, no solamente a 
uno, sino a muchos entre estudiantes y aprendices, que tenían 
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en la boca una monstruosa serpiente, que despedía baba inmunda y veneno mortal. Entonces comencé a gritar contra ellos, pero huyeron 
sin quererme escuchar. »Los nombraré? Me limito a dar algunos nombres a don Miguel Rúa para ver si es suficiente un aviso. Estos 
llevaban escrito en la frente: Corrumpunt bonos mores colloquia prava (Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres). 

Pero dejemos cosas tristes y pasemos a otro asunto. El viernes último me llamaron para asistir a Leopoldo II, el Gran Duque de 
Toscana. Estaba en sus últimos momentos, mas aún me conoció. Dijo muchas cosas. Entre otras: Perdono de corazón a mis enemigos e 
invoco en su favor la misericordia del Señor. Le asistí desde las diez hasta las doce y media, cuando en presencia de su esposa, del Duque 
de Parma, del Rey de Nápoles y muchos otros personajes, que rezaban y lloraban, expiró. Tenía setenta y tres años. Ni los honores, ni las 
personas, ni las grandezas pudieron alargar su vida un solo momento. No se llevó consigo más que el bien o el mal que ha obrado en su 
vida, como dice san Pablo. 

Mis queridos jóvenes, recordemos que, en punto de muerte, sólo recogeremos lo que hayamos sembrado en esta vida. 

Pasemos a otra cosa. 

»Cuándo estaré con vosotros? Si Dios quiere, saldré de aquí el 21 del corriente por la noche, para estar con vosotros la noche del 25 y 
ser todo vuestro. Os recomiendo, sin embargo, que no intentéis hacerme ningún festejo. La fiesta más grande para mí es el veros a todos 
gozando de buena salud y con buena conducta. Yo procuraré que estéis alegres. Al domingo siguiente de mi llegada, espero que 
celebraremos una gran fiesta en honor de san Francisco de Sales. Hacedme aquel día la fiesta más grata que yo pueda desear, a saber, una 
santa comunión. Cuando hacéis fiestas de esta índole, lo demás no vale nada. Dios os bendiga a todos y os conceda vivir largos años de 
vida feliz con el precioso don de la perseverancia en el bien. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. He recibido en buen estado los libros para el Padre Santo. Espero poder entregárselos muy pronto. Habla con don Celestino 
Durando y haced como mejor os parezca. Entrégale la carta adjunta. Ve, de mi parte, a rogar al señor marqués de Margone que acepte ser 
mayordomo de nuestra fiesta y me avisas enseguida. 
M..., M..., B..., P..., N..., y algunos otros, están en el número de los que tienen venenum aspidis super linguas eorum (veneno de 
serpiente en sus lenguas). 

He recibido también el cuaderno de Berto con el Catálogo de los socios. Está muy bien. Hay muchas cosas en curso bastante bien 
encaminadas. Seguid rezando. Vale et valedic. 

»Quién sabe si el lunes podré recibir parte de las cartas? 

((808)) Hay una tarjeta de visita, fechada el 23 de mayo de 1875, que nos confirma un período de esta carta: 

El P. Antonio Bonelli, párroco de los Santos Doce Apóstoles, y Procurador General de los Menores Conventuales, saluda a don Bosco, 
a quien conoció con motivo de la muerte del Gran Duque de Toscana, Leopoldo II, cuando don Bosco fue a asistirle. 
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El Gran Duque murió después de la media noche del 28 al 29 de enero. 

Don Bosco aún no había visto al Papa; de las dos primeras audiencias tenidas muy pronto, hizo después esta narración a los hermanos 
en una conferencia: 

«Era algo muy difícil en aquel momento obtener una audiencia del Padre Santo, puesto que más de dos tercios de los Obispos aún no lo 
habían logrado. Pero el Padre Santo había leído, no ciertamente sin incomodidad, mi relación sobre la situación de nuestra Pía Sociedad y 
había experimentado gran placer con ello. Yo, entre tanto, sin pedir que me presentaran a él, estaba esperando, cuando el mismo Padre 
Santo me envió recado de que quería verme el día 8 de febrero. Mi audiencia estaba fijada para las nueve y media de la mañana, pero no 

entré hasta quince minutos más tarde. 

»Lo primero entregué al Pontífice un billete de mil liras para el Obolo de San Pedro. El Papa lo aceptó, y dijo: 

»-íEs maravilloso! Vos, que siempre tenéis la bolsa vacía, me traéis dinero a mí que también tengo el cofre vacío. Os llamáis Juan y yo 

también me llamo Juan: estaría bien que los dos nos llamáramos Francisco, porque seríamos verdaderamente dos Franciscanos. 
»Llevaba también conmigo una colección de las Lecturas Católicas y un ejemplar de los pocos volúmenes ya aparecidos de la 

Biblioteca para la juventud italiana. Se los presenté diciendo: 

»-Padre Santo, he aquí los esfuerzos que hacen vuestros hijos de la Sociedad de San Francisco de Sales. 

»-»Qué libros son éstos?, preguntó el Padre Santo. 

»-Son, respondí yo, las Lecturas Católicas, que se ((809)) publican desde hace diecisiete años y tienen por finalidad la difusión de libros 

buenos y el exterminio de los malos. 

»-Alabado sea el Señor, exclamó el Santo Padre, que os ha inspirado una obra tan santa. 

»Miró después los libros, cuya magnífica encuadernación aumentaba su maravilla. Tomó entre manos unos volúmenes de las Lecturas 

Católicas, leyó con gran satisfacción algunos párrafos, y parecía que no se cansaba de mirarlos. Tomó después algunos números de la 
Biblioteca y mirando sus páginas, limpias de ciertas inmoralidades, exclamó la mar de contento. 

»-íBravo! Así se ve que vuestra Congregación no lo es sólo de nombre, sino también de hecho. 

»Hojeó el ejemplar de la Divina Comedia y, alabando al comentador, quiso saber quién era. Le dije que era el sacerdote, que tres 
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años antes había venido conmigo a Roma, don Juan Francesia, y él lo comprobó leyendo su nombre en el mismo libro. Y, volviéndose a 
mí, añadió: 

»-Ya sé que el año pasado tuvisteis enemigos y opositores; Vos los habéis superado, os admiro y os alabo, puesto que los que eran 
vuestros enemigos el año pasado, este año son rebeldes a la voz del Pontífice. De esto deduzco que vuestra obra es santa y la de ellos 
diabólica. 

»Interrumpió después la conversación sobre la Sociedad, y habló de algo que no es menester decir. Me repitió algunas de las principales 
objeciones que ciertos escritores pueden sacar de la Historia Eclesiástica en torno a la infalibilidad del Papa; me preguntó y yo respondí 
lo mejor que pude. Pasó de una objeción a otra, y, después de oír la breve respuesta, sin añadir nada más, me dijo: 

»-»Vos tenéis mucho que hacer, no es cierto? 

»-Gracias a Dios, no me falta trabajo, respondí. 

»-»No sería posible, añadió él, comenzar un libro de Historia Eclesiástica, desarrollando el espíritu que habéis manifestado al responder 
a estas objeciones que constituyen el nervio de la Historia? 
Observad, no obstante, que esto no es un mandato, que yo no puedo ni quiero imponeros. ((810)) Pero, si un consejo mío puede valer 
algo, os lo recomiendo con toda el alma. 

»-Si Vuestra Santidad lo desea, respondí, procuraré con ayuda de mis socios, arreglar y modificar algunas cosas que llevamos entre 
manos, antes de que pasen a la imprenta, y procuraremos, en lo posible, realizar Vuestro consejo. 

»Habló, a continuación, de la Sociedad Salesiana. Pero como le quedaran todavía muchas cosas por decir, me invitó para otra audiencia 
aquella misma tarde. Me arrodillé, pedí la bendición, la recibí y salí. El quiso que siguieran sobre su mesa los números de las Lecturas 
Católicas y de la Biblioteca, y durante todo el día mostró a quienes recibía en audiencia aquellos libros, leía algún trozo de los mismos, 
alababa su finalidad, promovía su lectura y ensalzaba siempre a los iniciadores de tan hermosa obra. 

»Cuando quiso retirarlos, llamó a su familiar y le dijo: 

»-Tomemos estos libros y coloquémoslos en esta estantería, bien ordenados. 

»Comenzó el paje a echar mano de ellos, pero como eran muchos, tomó el mismo Sumo Pontífice una buena parte y, colocándolos en el 
faldón de la sotana, subió, con la consiguiente incomodidad, por una escalera de mano y dijo al familiar, que insistía para 
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que dejase aquel trabajo (ya que nunca había visto al Papa tomar parte en obra tal): 

»-íEn mi casa mando yo! 

»Y los fue colocando, uno a uno, en la estantería, con la mayor diligencia. 

»Bajó a tierra, los miró, los volvió a mirar y subió de nuevo para ponerlos mejor, de modo que quedaran bien alineados, pues era muy 

grande la satisfacción que experimentaba. Todo esto lo supe por el mismo paje». 

Aquella misma tarde volvía don Bosco al Vaticano. Y nos narró de este modo la segunda audiencia: 

«Pío IX me habló mucho de nuestra Sociedad. Me dijo que en el Concilio un Obispo había recalcado la necesidad que existe en estos 

tiempos de una Sociedad religiosa, cuyos miembros estuvieran ligados de cara a la Iglesia y que fueran ((811)) ciudadanos libres en lo 
civil. Todos lo aprobaron y aplaudieron. Que otro Obispo, el de Parma, se levantó a hablar y añadió: 

»-Celebro poderos comunicar que esta Sociedad ya existe, y muy floreciente, y es la de los Salesianos. 

»Hubo entonces muchos aplausos; y enseguida se encargó al Obispo de Mondoví que diera un informe exacto de la cuestión. 

»Yo le pedí algunos favores espirituales para vosotros, para todos los alumnos y para los insignes bienhechores de nuestras Casas. Me 
los concedió con el mayor agrado. En consecuencia, los muchachos, y también los bienhechores de la Casa ganarán indulgencia plenaria 
cada vez que reciban la sagrada comunión, y los sacerdotes siempre que celebren la santa misa. Concedió, además, al Superior de la 
Sociedad la facultad de autorizar a sus súbditos para leer libros prohibidos, dar la bendición papal a los enfermos y bendecir rosarios y 
medallas. Desde ahora autorizo a todos los sacerdotes para dar la bendición papal a los enfermos y bendecir rosarios y medallas; pero el 
permiso para leer libros prohibidos, me lo reservo para cuando llegare el caso y fuere necesario. 

»Le pedí algún recuerdo para todos mis muchachos, y me dijo: 

»-Procuren poner en práctica todo lo que dicen sus Obispos en las cartas pastorales. 

»-Pero, insistí, un recuerdo especial que yo pueda dar en nombre de Su Santidad... 

»-Decid a vuestros hijos, añadió, que procuren perseverar en el camino que empezaron, y estén seguros de que ésa es la voluntad del 
Señor. 
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»-Gracias, Padre Santo, le dije; estoy satisfecho de que cuando Su Santidad nos dice que perseveremos, es que no tiene nada que 
reprocharnos. Nos esforzaremos para perseverar y procuraremos trabajar siempre a la mayor gloria de Dios. 

»-Si vos queréis que vuestra Congregación marche ((812)) bien y florezca cada día más, id despacio para aceptar nuevos miembros y 
conceded fácilmente la salida; así serán menos, pero tendrán buena voluntad, lo cual es mejor que no muchos descontentos. 

»Cortando la conversación dijo de repente: 

»-íCierto, ha fracasado la casa que pretendíamos el año pasado para Roma! Pero este año quiero que fundéis una y pensaré yo mismo en 
que la tengáis. »Habéis visto la iglesia de San Juan de la Pigna? 

»-No, Santidad, repuse. 

»-Pues bien, id a verla y venid a decirme si os gusta...». 

Ya de vuelta de la audiencia, pasó el Venerable una buena parte de la noche escribiendo cartas. Como había obtenido una indulgencia 
para toda la población de Mornese, comunicó la agradable noticia a don Domingo Pestarino: y se conserva una lápida en la Iglesia 
parroquial del pueblo, testimonio de tan gran favor, en la que se lee: 

D.O.M. 1.-Se colocó -esta lápida como recuerdo -de cuando-el inmortal Pontífice -Pío Nono -concedió -a petición -del insigne 
sacerdote turinés -don Juan Bosco -según breve 8 febrero 1870 -a los feligreses de Mornese -vivientes -indulgencia plenaria diaria -al 
recibir la comunión -El Clero y el Pueblo -unánimemente reconocidos -a expensas de todos. 
Don Bosco escribía también a Turín: 

Muy querido Rúa: 

Hasta ahora no he recibido la música; si no te das prisa, ya no podré presentarla. Envíame, a la mayor brevedad, el nombre de pila del 
comendador Dupraz. 

Hoy he estado con Su Santidad. Imposible hacerme mejor recibimiento. No puedo escribirlo todo; pero comunica a los miembros de 
nuestra Congregación que tenemos grandes motivos para alegrarnos en el Señor. Seguid rezando; a mi vuelta os lo contaré todo. 

Empieza, mientras tanto, a comunicar a todos los alumnos de la Casa que ((813)) en lo sucesivo, cada vez que reciban la santa 
comunión pueden ganar indulgencia Plenaria. 

Tú tendrás facultad para leer y guardar cualquier libro prohibido, bendecir rosarios y crucifijos y dar la bendición papal a los enfermos. 

1 D.O.M.-Deo Optimo Máximo. (N. del T.) 
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Con el dinero que aquí tengo, hago un depósito de cien liras mensuales para la futura Casa de Roma. El remanente me lo llevo a casa 
conmigo. 

Mi querido Rúa, ánimo, cuida tu salud; en la fecha fijada estaré contigo para repartirnos el trabajo. 

Monseñor Manacorda envía afectuosos saludos para ti y para todos nuestros muchachos. 

Dios os bendiga y os conceda a todos el don de la perseverancia en el bien. Rogad por mí, que soy siempre vuestro 

Roma, 8 de febrero de 1870. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. Saludos especiales para mi amigo Goffi, a quien recomiendo el buen orden de la casa. Vete a decir a la señora Giusiana y su 
hermana, a la señora Gilardi y familia, a la señorita Bonvicino y a la familia Fassati, que he pedido para ellos una bendición especial del 
Padre Santo. 
Escribía también al Director del Seminario Menor de Mirabello: 

Carísimo Bonetti: 

Acabo de llegar en este momento de la audiencia con el Padre Santo, el cual me recibió con una benevolencia tal que no puedo 
describir. Habló mucho de nuestras cosas y de Mirabello. Sois los primeros, mis queridos mirabelleses, en recibír la bendición apostólica 
especial. Aunque tengo muchas cosas que deciros, cosas importantísimas, empezaré por ésta. 

Con fecha de hoy, Su Santidad el Papa concede indulgencia plenaria a todos los alumnos, superiores y bienhechores del colegio de San 
Carlos, comprendida toda la familia Provera, indulgencia plenaria cada vez que reciban la santa comunión, durante toda la vida. 
Adviértase únicamente que es una renovación de lo que ya concedió en 1867 a los actuales alumnos y bienhechores. Lo demás lo contaré 
cuando vaya ahí para celebrar una gran fiesta. Y esto será a primeros de Cuaresma, según espero. 

He recibido con mucha pena la noticia de la muerte de nuestro queridísimo señor Provera, padre. Dios ha querido arrebatárnoslo antes 
de lo que hubiéramos pensado. Hágase su santa voluntad. Procura consolar a la familia, visita a la madre, y dile que ruego por ella y por 
el difunto. 

Te recomiendo que mantengas la alegría entre tus muchachos y, si quieres que vitoreen a don Bosco, procura darles ocasión con algo 
especial en la comida. Pero adviérteles que quiero que estén todos sanos, robustos, ((814)) alegres, y que se cierre la enfermería y se 
abran de par en par las puertas del comedor. 

Desearía que para la fiesta de san Francisco de Sales vinieras con don Francisco Cerruti, y así podremos hablar de nuestras cosas. 

La condesa Callori está enferma desde ayer; creo que no es nada importante: rogad también por ella. 

Dios os bendiga a todos; rogad por mí que, con afecto paterno, soy vuestro 

Roma, 9 de febrero de 1870. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

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P. D. Si no se presenta ningún grave inconveniente, saldré de Roma el día 21 por la tarde. Da saludos especiales a mi amigo Julio. 
El buen Padre enviaba una tercera carta al Director del Colegio de Cherasco 

Muy querido Francesia: 

Ayer tuve una audiencia con el Papa, en la que tú hiciste un gran papel. Fue una recepción muy afectuosa. Agradeció con manifiesta 
satisfacción la ofrenda de la colección de las Lecturas Católicas y de la Biblioteca. 

Leyó algún párrafo de Dante y recordó al buen padre Francesia, palabras textuales, autor de las notas y de quien ya había oído hablar 
favorablemente. Habló bastante de la casa de Mirabello, de la Parroquia de Cherasco y de sus alumnos internos y externos. Me encargó 
os participara que os quiere mucho, os bendice y concede indulgencia plenaria a todos los alumnos, internos y externos, del Colegio, 
Parroquia o escuelas de Cherasco, cada vez que comulguen, de por vida. 

Me regaló después una estupenda medalla de oro, que espero mostrarte a ti y a tus muchachos en la segunda semana de cuaresma, 
cuando Deo dante (si Dios quiere) iré a visitaros según espero. Además, para ti: 1.° facultad para leer y guardar cualquier libro prohibido; 
2.° bendecir medallas y crucifijos; 3.° dar la bendición papal con indulgencia plenaria a los enfermos. 

Hay, además, otras muchas e importantes cosas para bien de nuestra Congregación, que no juzgo conveniente confiar al papel. 

Irás a Turín para la fiesta de san Francisco de Sales, con los sacerdotes que puedan estar ausentes del colegio, y entonces podremos 
hablar. 

Di a don Francisco Provera que he rezado mucho y he hecho rezar por su querido padre difunto; y, si por un lado, he sentido gran pena 
con su pérdida, me consuela, por otro, el pensamiento de que ya está en la gloria celestial, desde donde nos protege y nos atiende. Es 
como el humo el ((815)) tiempo que debe pasar antes de que vayamos a unirnos con él, como espero, en la patria de los santos. 

Deseo que tus muchachos se alegren con estas noticias, y para que puedan gritar de corazón íViva don Bosco! procura añadir algo a la 
comida, que ponga la lengua en movimiento. 

Monseñor Manacorda, el conde Calderari, la familia Vitelleschi, la madre Ga leffi, Villarios, Rosa Mercurelli y muchos otros te 
saludan. Partiré el 21 del corriente. 

Dios os bendiga a todos y os conceda salud y muchos años de vida feliz, con el precioso don de la perseverancia en el bien. Saluda muy 
particularmente a los de la Sociedad, y diles que sigan haciendo oraciones especiales para poder llevar a feliz término las cosas que tengo 
entre manos. 

Rogad de modo particular por mí, que seré siempre vuestro 

Roma, 9 de febrero de 1870. 

Afmo. amigo en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. Saluda a Camparini y a Luis Cerrato. 
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Al llegar a este punto, querríamos poner de relieve otra vez la jovial amabilidad paternal de don Bosco y su continuo empeño en 
aprovecharla. Hay en estas cartas ciertos detalles y frases que, al leerlos, aumentan aún ahora el amor que profesamos a don Bosco. 
Pensad en la eficacia que tendrían en el corazón de aquellos a quienes iban dirigidas. 

Advertimos también cómo don Bosco, cuando contó a los Salesianos la primera audiencia con el Papa, dijo esta frase: Pio IX habló de 
otra cosa que no es menester decirla. Y añadió que el mismo Papa quiso que volviera a una segunda audiencia con él, porque aún tenía 
muchas cosas que decirle. No dejó ningún rastro de ellas. Eran cosas muy importantes, que se referían al Concilio. »Qué delicados 
encargos que no conocemos nosotros le confiaría el Vicario de Jesucristo? Está el hecho de que seguía tratando de convencer a algunos 
de la minoría, sobre la necesidad de la definición dogmática de la infalibilidad pontificia, y asistía a las sesiones de algunas 
congregaciones particulares y refería al Pontífice lo que creía conveniente o necesario. Así trabajaba sin descanso por una causa, a la que 
((816)) había consagrado toda su vida: la gloria del Papado y de la Iglesia. El Papa estaba satisfechísimo de ello. 

Resurgían, pues, las esperanzas de abrir una casa salesiana en Roma. El Venerable habló con el eminentísimo cardenal Quaglia de la 
propuesta del Padre Santo para la Iglesia de San Juan de la Pigna, y le dio ánimos. Es más, fue con uno de los encargados de la 
administración de las propiedades del Vaticano a ver la iglesia propuesta y encontró un magnífico templo, pequeño sí, pero hermoso, con 
cinco altares de mármol y un precioso órgano nuevo. Había junto a la iglesia una casa, que también visitó: le pareció que podía alojar 
cómodamente quince personas. Le enseñaron, además, otro edificio un poco distante, bastante mayor, que pertenecía a la misma iglesia, 
que estaba alquilado y producía seis mil liras de renta al año. 

Después de la visita, volvió al Padre Santo, el 12 de febrero, y le dijo: 

-Santidad, he visto la casa y la iglesia. 

-Bien, contestó el Papa; si las queréis son para vos. 

-Doy las gracias a Su Santidad y las acepto. 

A continuación Pío IX se explayó con él y le manifestó proyectos y deliberaciones confidenciales, referentes al Concilio. Don Bosco, 
sonriendo, le interrumpió: 

-Padre Santo, »y el secreto? 
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-Yo no estoy obligado al secreto, respondió el Pontífice, sonriendo también. 

Mas, poniéndose serio, continuó: 

-Siento, a mi pesar, que algunos no sólo combatan la oportunidad de la definición, sino que pongan en duda o nieguen la misma 
infalibilidad. 

-Tienen, observó don Bosco, por caballo de batalla a Honorio I. 

-»Y Vos?, le preguntó el Papa, que se complacía oyéndole hablar; vos, »qué respondéis? 

-Yo pienso y digo lo mismo que pensaron y dijeron los autores más acreditados, que defienden al Papa Honorio con razones validísimas 
y así salvan también la infalibilidad. En las ((817)) dos cartas al Patriarca Sergio no definió nada, como Cabeza de la Iglesia. Tampoco 
erró en ellas, como doctor privado, pues el sentido natural de sus palabras, tomadas en su contexto, es católico. San Máximo da 
testimonio de su santidad y ortodoxia. San Juan Damasceno, cuando combate a los partidarios del monotelismo, no nombró para nada al 
Papa Honorio. Este Papa contemporizó al combatir la nueva herejía, porque tal vez no conocía aún toda su malicia. Un autor serio lo 
llama cunctator (contemporizador) y dice que, si faltó, faltó de diligencia y nada más. Yo, sin embargo, opino que si cunctavit, si 
contemporizó, lo hizo por prudencia y, así como se puede contemporizar sin faltar, así pienso que el Papa Honorio no cometió ni siquiera 
pecado venial. 

-íMuy bien! íAsí es!, respondió Pío IX. 

Y, tras un breve silencio, mirando con insistencia al Siervo de Dios, continuó: 

-Y Vos: »tenéis algo que comunicarme en particular, respecto a la Iglesia y a las presentes circunstancias? 

El Venerable creyó llegado el momento de hablar al Papa del sueño o visión tenido el cinco de enero, del que había escrito solamente 
un resumen; y humildemente respondió: 

-Santidad, si el Señor quisiera manifestar algo del presente o del futuro respecto a la Iglesia, parece que antes debería manifestarlo a su 
Vicario en la tierra y no a un simple y pobre sacerdote. No obstante, he aquí este folio dirigido a Su Santidad; quien me lo entregaba no 
miente. 

En aquel papel sólo estaban los párrafos que se referían al Papa y al Concilio, titulados: La voz del cielo, al Pastor de los Pastores. Los 
lectores ya los conocen. Era un mandato apremiante, absoluto, de que no se desatasen las dificultades, que se rompieran; que se superaran 
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las angustias; que se continuase la obra empezada y se terminase deprisa; que la ayuda de María Santísima era segura. El Señor quería la 
definición dogmática de la infalibilidad papal. 

El Papa leyó y volvió a leer el papel, meditó un poco, ((818)) hizo algunas preguntas, y nosotros creemos que, a partir de aquel 
momento, resolvió no dudar más. 

Preguntó después a don Bosco: 

-»No podríais dejar Turín y venir aquí conmigo a Roma? »Perdería con ello vuestra Congregación? 

-íPadre Santo, sería su ruina! 

El Papa no insistió, aunque era su manifiesto deseo retenerlo en Roma y ponerlo a su lado, elevándole a la dignidad de Príncipe de la 
Iglesia. 

«Pero don Bosco quería demasiado a sus muchachos para dejarlos»; son sus precisas palabras. Lo dice muy bien don Miguel Rúa, al 
definir a don Bosco con estas palabras: «Un hombre en quien Dios elevó la paternidad espiritual al más alto grado». 

Aquel día escribía el Venerable a don Miguel Rúa, y le repetía algunas concesiones ya comunicadas. 

Muy querido Rúa: 

A estas horas ya habrás recibido mi otra carta. Añado ahora que fui a la audiencia con el Padre Santo, que me acogió con un cariño 
indecible. Agradeció, comentó, rió y alabó mucho la publicación y la colección de las Lecturas Católicas y de la Biblioteca y nos animó a 
continuar. Hay más cosas que no nos conviene confiar al papel; solamente diré que tenemos muchos motivos para estar contentos. 

Mientras tanto, avisa a nuestros queridos muchachos que todos los que pertenecen a la Casa del Oratorio pueden, en lo sucesivo, ganar 
indulgencia plenaria cada vez que comulguen. 

Tú tienes la facultad de leer y guardar cualquier libro prohibido, dar la bendición papal in artículo mortis, bendecir medallas y 
crucifijos. 

Para el dinero, ya no estoy a tiempo. He hecho un depósito. Por tanto, di a don Angel Savio que piense en prepararlo; yo llevaré a casa 
dos mil liras. 

Temía mucho por la buena Jacinta Bertinetti; he rezado y rezaré por el eterno descanso de su alma. En cuanto a la casa, o mejor a la 
familia de Chieri, puede dejarse como está; cuando llegue a Turín ya veremos qué se hace. 

Había dicho que prepararas la fiesta de san Francisco de Sales para el domingo de quincuagésima; pero, será mejor prorrogarla hasta el 
primer domingo de cuaresma, porque los directores de nuestras casas no pueden dejar a sus muchachos sin dificultades, en ((819)) esos 
días. Queda en firme que, si Dominus dederit (si Dios quiere), saldré de Roma el 21 del corriente; pasaré un par de días en Florencia, y 
después a Turín. 

Las cosas de nuestra Congregación marchan bastante bien. Seguid rezando. 

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Di a Barale que Dios ayuda al hombre alegre. Dios nos bendiga a todos y nos conserve en el camino del cielo. Amén. 

Roma, 12 de febrero de 1870. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. Di a don Juan Bonetti que empiece a trabajar, o mejor, a preparar materiales para la construcción. Mientras tanto Dios nos 
ayudará. 
-Horario para la fiesta de san Francisco de Sales; hay que enviarlo a: 

S. E. el conde Sclopis, Senador del Reino, a su casa, plaza de Erbe.
Rvdo. Tomatis, a su casa, junto a los muelles de Puerta Nueva.
Srta. Falletti, a su casa, etc.
Sr. Giacobini, a su casa, cerca de los molinos de la ciudad.
Sr. Grida, propietario, idem.
Cab. Lintau, a su casa, plaza de Italia.
Sra. Angela Chirio.
Pío IX, entretanto, con la seguridad de que el Señor no le abandonaría, tranquilo y con admirable confianza, proseguía la gran obra. Los 
mismos abandonos eran una nueva razón y un estímulo para continuar. La obstinación del patriarca caldeo Audu, la revolución de los 
armenios en Constantinopla, la desobediencia y fuga de los monjes armenios antonianos de Roma, a la que habían sido incitados por 
algún obispo francés; la vuelta, sin licencia, de muchos prelados de la oposición a sus diócesis; la perversa agitación en Suiza contra la 
infalibilidad, de Herzog, consagrado más tarde sacrílegamente obispo de los católicos veteranos, eran cosas predichas en el papel de don 
Bosco con las palabras: El enemigo del bien sembrará la discordia entre tus asesores; suscitará enemigos entre mis hijos. 

Pero también se decía: La gran Reina será siempre tu ayuda. Y lo fue en aquellos días. El Concilio estaba rodeado de poderosos 
enemigos y María Santísima, de modo inesperado, no permitió que ninguno de ellos lograra estorbarlo. 

((820)) Francia, que parecía tener el Concilio en la mano, porque podía terminarlo a su voluntad con sólo retirar a sus milicias, también 
había podido presentar propuestas demasiado molestas y hacerlas valer con el peso de su poder. Pero, precisamente durante el Concilio, 
presidía el Ministerio de Napoleón Emilio Olivier, el cual, respecto a la cuestión romana, estaba firme en mantener en Roma la 
guarnición francesa y no permitir de ningún modo que corriera peligro la absoluta libertad del Concilio. 

Baviera, deseosa de oponerse, intentó por medio de Inglaterra unir las otras potencias en una acción común y, ya había ganado a 

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este fin al ministro de la política inglesa Lord Gladstone. Pero el agente diplomático de Inglaterra, Odo Russel, disuadió al ministro de 
asuntos exteriores, Lord Clarendon; Gladstone no encontró en el ministerio apoyo a sus propuestas, y Baviera se retiró desilusionada. 

El representante del gobierno prusiano en Roma, Arnim, no cesaba de atizar las pasiones contra el Concilio: pero el príncipe Bismarck, 
aunque enemigo de la gran asamblea católica, por razones de humana política, impuso en aquellos momentos silencio al celoso 
diplomático. 

Los políticos sectarios de Austria, España y Portugal no osaron dar un paso sin las otras potencias, mientras Italia fue mantenida lejos 
de Roma por la guarnición francesa, hasta que la guerra franco alemana determinó su partida. 

»Quién no ve en esos sucesos la mano de la divina Providencia? 

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((821)) 

CAPITULO LXIV 

DON BOSCO NO PUEDE PERMANECER OCULTO A LOS HABITANTES DE LA CIUDAD -EN UNA AUDIENCIA PUBLICA 
MANIFIESTA EL PAPA EL APRECIO QUE PROFESA A DON BOSCO -CUANTO APRECIA ROMA A DON BOSCO 
-FRIALDAD DE PERSONAJES DISTINGUIDOS QUE QUERIAN LES CONFIRMARA SU ESPERANZA DE QUE ROMA NO 
SERIA OCUPADA POR LOS ITALIANOS -NO SE ESCUCHAN SUS CONSEJOS RESPECTO A LOS BIENES DE LA IGLESIA: 
CONSECUENCIAS DE ESTE DESCUIDO -CARTA A UN ALUMNO ZAPATERO -OTRAS CUATRO PARA LOS DIRECTORES 
DE LAS CASAS: PROHIBE QUE SE FESTEJE SU VUELTA -LA ASOCIACION DE DEVOTOS DE MARIA AUXILIADORA 
CONVERTIDA EN ARCHICOFRADIA -ESTABLECE EL DIA DE LA FIESTA DE SAN FRANCISCO: SON INVITADOS LOS 
SUPERIORES DE LAS CASAS A QUE VAYAN A TURIN; LA VUELTA DE DON BOSCO; LA IGLESIA Y LA CASA DE ROMA; 
DISPOSICIONES DEL OBISPO DE CASALE RESPECTO A DOS CLERIGOS; DON BOSCO Y LOS MUCHACHOS; VISITARA 
LOS COLEGIOS; HA ORADO POR EL PADRE DE DON FRANCISCO PROVERA -VISITA DE DESPEDIDA: LOS AÑOS DE 
SAN PEDRO; EL CATECISMO UNICO -DON BOSCO REVELA AL PAPA ALGO SOBRE EL FUTURO, Y PARTE DE ROMA 
-TRANSMITE AL PAPA, PORQUE SE LO PIDEN, UNA COPIA DE SU ESCRITO SOBRE EL FUTURO DESTINO DE FRANCIA, 
DE ITALIA Y DE LA IGLESIA 

EL Venerable había ido a Roma con la firme resolución de llevar una vida recoleta y dedicarse únicamente al Concilio, y a su Pía 
Sociedad. Mas no pasó mucho tiempo sin que las muchas relaciones con los prelados ((822)) anunciaran su presencia en Roma y que se 
siguieran las importunas e insistentes manifestaciones de afecto por parte de amigos y admiradores, y las exigencias de la caridad, que le 
obligaron a obrar de otra manera. 

Don Miguel Picati, párroco en la Archidiócesis de Turín, escribía desde Roma a un amigo suyo, con fecha 16 de febrero de 1870: 
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...Ayer, 15, a las cuatro de la tarde, el incomparable amigo don Bosco, nos daba a otros queridos compañeros y a mí, una gran 
satisfacción. Nos introdujo en el Vaticano, con la intención de conseguirnos una audiencia particular del Padre Santo, antes de que salíera 
de su apartamento prívado. Míentras se entretenía un poco con la muchedumbre de personajes que estaban en las antesalas, he aquí que 
un monseñor avisó que todos se arrodillaran. Salió Pío IX de su habitación, con capa roja galonada, sotana, faja y roquete blancos, 
acompañado por dos prelados, uno de los cuales sostenía su sombrero rojo y el otro pronunciaba los nombres de cada uno de los 
admitidos a la audiencia. Pío IX dio una vuelta por la sala, dirigiendo a todos una palabra afectuosa, dando a besar el anillo que llevaba 
puesto y preguntando a cada uno qué deseaba. Terminada la vuelta, se colocó en medio de la sala y, en latín, en alta voz, bendijo a los 
presentes, a todos nuestros seres queridos y a las personas y objetos recomendados. Para don Bosco la pausa había sido más larga; y 
demostró a todos, que se maravillaban, lo muy querido que le era... 

Parece imposible, de no verlo con los propios ojos y oírlo con los propios oídos, el aprecio y la devoción que don Bosco goza en toda 
Roma de toda suerte de personas: del Papa, cardenales, prelados, senadores, príncipes, ciudadanos de toda categoría y condición. Su 
nombre es conocido no sólo en la ciudad, sino hasta en los alrededores. Antesdeayer tuvo que salir a toda prisa para visitar a un enfermo, 
a quince millas de Roma. Adonde quiera se sepa que ha ido, es asediado inmediatamente por tal multitud de gente que no le dejan ni 
respirar. Reza el breviario casi siempre a las once de la noche. Si se quiere tener la seguridad de verle y decirle dos palabras, hay que 
hacerlo cuando se levanta de la cama, como me ha sucedido a mí varias veces... 

Sin embargo, no recibió de los romanos los agasajos de la vez anterior. No aseguraba la incolumidad de Roma; más bien, daba a 
entender, con palabras prudentes, la posible ocupación de Roma por el Piamonte. 

En cambio, muchos prelados, en especial los pertenecientes a la nobleza romana, consideraban esto como imposible ((823)) y confiaban 
en el veto de algunas potencias, y hasta se ilusionaban con alguna intervención directa del cielo. 

Sostenían con aplomo que la revolución no llegaría a la ciudad eterna; y que, si así fuere, no se afianzaría, y todo volvería a quedar en 
paz, en el término de pocos meses. Por lo mismo les sonaba mal el nuevo modo de hablar de don Bosco. 

El, como ya hemos dicho, les había asegurado en 1867 que no se daría ningún cambio político en Roma, pero sus palabras se referían a 
los temores de aquel año. Los romanos, en cambio, las habían interpretado en sentido general. Estaban obcecados y no querían perder 
aquella confortadora esperanza. 

En consecuencia, empezaron a mirar al Venerable con desconfianza; y él, al verse en peligro de ser tomado por profeta de mal 
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agüero, no dio a las insistentes preguntas sobre el porvenir de Roma más respuesta que palabras de duda, de veremos y esperemos. Pero 
ellos, que deseaban que confirmase su funesto engaño, explicaban en el sentido por ellos deseado las mal comprendidas respuestas. En 
esta ocasión hubo algunos que pusieron en duda el espíritu profético del Siervo de Dios. Y él, si había hecho brillar por un instante la 
verdad, se vio obligado a encerrarse en la más rigurosa reserva, reconociendo que era inútil e imprudente hablar a quien no quería 
escuchar, no queriendo correr el riesgo de prejuzgar tan gravísimos asuntos. 

Sin embargo, llevado por la caridad, no dejó de aconsejar, directamente o por medio de confidentes, a muchos del Clero, 
principalmente a los superiores de órdenes religiosas y de monasterios, que se apresurasen a poner a salvo los bienes muebles o 
inmuebles que les fuera posible; pero sus consejos tropezaron generalmente con la indiferencia y la incredulidad. 

Sólo uno se persuadió, que fue el General de los Cartujos. Este estaba decidido a ceder a don Bosco, bajo ciertas condiciones 
confidenciales, la propiedad de la iglesia de Santa María de los Angeles, en las termas del Diocleciano, y el claustro monumental, 
previendo ((824)) la temida confiscación de bienes de los religiosos. Pero el Procurador General de la Orden juzgó que eran vanas 
aquellas aprensiones y se opuso diciendo que, como todas las órdenes tenían en Roma una representación con casa propia, había que 
mantener íntegramente su convento. Hubo otros de su mismo parecer y la prevención quedó en nada. Y así sucedió lo que tenía que 
suceder: aquel monumento corrió la suerte de los demás. 

Otros incrédulos más tuvieron también que experimentar los cierto de las advertencias de don Bosco y, como no se había previsto nada, 
los bienes eclesiásticos fueron confiscados y con ellos grandes cantidades de dinero. 

Don Bosco tenía claramente presentes los acontecimientos de aquel año y no quiso, como veremos, fiesta alguna de sus muchachos a la 
vuelta. 

He aquí otras cartas escritas durante su estancia en Roma, llenas de afecto paternal. Una está dirigida al joven Berardo Musso, zapatero, 
que más tarde fue coadjutor salesiano y jefe del taller de la casa de Almagro en Buenos Aires. 
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Queridísimo Musso:
He recibido tu carta y comprendo cuanto quieres decirme. Sigue tranquilo. Yo pensaré en ti, pero tú piensa en ser un modelo en el


cumplimiento de tus deberes, especialmente impidiendo las malas conversaciones entre tus compañeros. Dios hará lo demás. 
Saluda a tu jefe y a tus compañeros; pronto estaré con vosotros. Rogad por mí que soy de corazón vuestro. 
17 de febrero de 1870. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

Esta carta fue enviada probablemente con otras, remitidas a don Miguel Rúa. 

Roma, 14 de febrero de 1870. 

Muy querido Rúa: 

Entrega las cartas adjuntas a los interesados. Nuestra Pía Asociación de María Auxiliadora ha sido elevada a Archicofradía. La apertura 
((825)) de una casa con una pequeña, pero hermosa iglesia, puede ser asunto terminado para el próximo otoño. La semana que viene 
espero estar en Turín; pero prefiero retrasar algún día, antes que dejar las cosas a medias. De todas formas, disponemos que la fiesta de 
san Francisco de Sales se celebre el primer domingo de cuaresma. Os haré saber el día preciso de mi llegada. Pero insisto en que no haya 
manifestaciones de ninguna clase. 

Como necesito y me gusta mucho hablar con los superiores de las otras casas, que vengan los que puedan de Lanzo y de Cherasco. De 
Mirabello, don Juan Bonetti y don Francisco Cerruti. Creo que también irá don Domingo Pestarino. Si don Juan Cagliero no ha enviado 
todavía algunos ejemplares de toda su música a la madre Galleffi, que lo haga; y del himno del Concilio, veinte. Si puede ser, manden 
también treinta ejemplares de El Joven Instruido en piel. Si no están preparados, paciencia. 

Don Angel Savio que venda cuanto crea conveniente de la herencia Bertinetti. 

Esperaba una carta de don Celestino Durando. Mil bendiciones para todos. Ayer estuve en la audiencia del Papa; nos señaló una casa, 
pero la encuentra pequeña y quisiera darnos una mayor. 

Escribiré a don Juan Cagliero. Las cosas marchan bien; seguid rezando y tenedme siempre por vuestro. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. Saludos al reverendo Racca. 
Muy querido Bonetti:
He recibido tu carta y he cumplido los encargos.
Por lo tanto, anota trescientas setenta y cinco liras transmitidas por medio de


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monseñor Manacorda al joven Sgamma, más veinte liras para él mismo, a través de la marquesa Villarios. Total trescientas noventa y 
cinco liras. 

Para Ferré me entregaron ... liras. 

En cuanto a Turco, el Obispo no se opone, pero quisiera verle antes y, parece desea que vaya un año al seminario de Casale antes de 
conferirle las órdenes. El canónigo Masnini escribirá sobre el particular. Lo mismo sucede con Gosio. 

Da muchos saludos a la familia Provera y a todos nuestros queridos muchachos. Espero visitarles en la primera semana de cuaresma. 
Partiré de Roma el 22 por la tarde, estaré dos días en Florencia y el viernes por la mañana en Turín. Me parece bien que se traslade la 
fiesta de san Francisco al primer domingo de cuaresma; así podremos atender mejor a nuestros muchachos durante los últimos días de 
carnaval. 

En lo sucesivo, cuando vengas a Roma, encontrarás a tu disposición una casa con una estupenda iglesita. El resto de palabra. Silencio y 
alegre. 
Dios te bendiga a ti y tus trabajos, y créeme tuyo. 
Roma, 17-2-1870. 
Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. Mil saludos al queridísimo don Juan Bonetti y socios.-Manacorda. 
((826)) Carísimo Lemoyne: 

íCuántas cosas quisiera decirte! Empezaré por comunicarte que el Padre Santo envía una bendición especial a todos nuestros alumnos 
de Lanzo; les concede indulgencia plenaria cada vez que comulguen, y esto por toda su vida. Recordarse bien: la concesión es del 8 del 

corriente. 

Además, la misma indulgencia para ti y todos los sacerdotes, cada vez que celebréis la santa misa. 

Sigo comunicándote la facultad de bendecir crucifijos; la bendición papal in artículo mortis; leer y guardar cualquier libro prohibido; 
más una casita para cuando vengas a Roma, una estupenda iglesita para celebrar la santa misa y muchas otras cosas que sabrás de palabra 
el primer domingo de cuaresma, cuando celebremos la fiesta de san Francisco de Sales. 

Entre tanto di a tus hijos que he leído las apreciadas cartas que me escribieron para el Año Nuevo; les agradezco sus amables 
felicitaciones y diles que sus oraciones fueron atendidas abundantemente; imagina, por tanto, qué alegría y qué fiesta más hermosa 
haremos para dar gracias al Señor en la segunda semana de cuaresma, cuando vaya a visitaros. 

Ferré y otros me comunicaron cosas confidenciales, a las que contestaré de palabra. 

Muchos saludos para los sacerdotes y todos los que pertenecen a la Congregación: pero el resto... de palabra. Por ahora alegría y 

silencio. 

Antes de que termine la próxima semana espero estar en Turín. 

Dios os bendiga a ti, a todos tus hijos y especialmente a los sacerdotes, a los maestros y todos los demás que ejercen alguna autoridad. 

Rogad por mí y créeme tuyo. 

Roma, 17 de febrero de 1870. 

Afmo en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

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P. D. Os recomiendo que no hagáis ninguna demostración festiva cuando vaya a Lanzo. Fiesta en la iglesia y nada más. Saluda a 
Givone de mi parte. 
El día 21 por la tarde, fue don Bosco a despedirse del Padre Santo. Agradecióle los beneficios que le había concedido; manifestó sus 
deseos de poder tener otras veces el honor de besar su sagrado pie y le repitió con seguridad que celebraría en 1871 su Jubileo Pontifical, 
sobrepasando los años del Pontificado de San Pedro en Roma. 

((827)) El Papa lo entretuvo largo tiempo hablándole del Concilio. 
Deseaba mucho don Bosco que se introdujera en la Iglesia un catecismo breve, que eliminase todos los demás y contuviera, sencilla y 
claramente, los fundamentos de la doctrina cristiana para todo el mundo católico. Entonces tenían casi todas las diócesis su catecismo 
propio, muy distinto a veces entre diócesis vecinas. Se enseñaban, es verdad, en todos las mismas sacrosantas verdades, pero con 
fórmulas, método y orden diversos; y esto, dada la incipiente fluctuación de las gentes y la gran emigración futura, iba a crear graves 
dificultades, especialmente entre los sencillos e ignorantes. 

Era conveniente, por tanto, cuidar que los cristianos, especialmente los niños, doquiera fuesen encontraran su catecismo, y éste debía 
ser el catecismo único, universal, obligatorio, compuesto y promulgado por la Santa Sede. 

La confianza del Pontífice confortó a don Bosco. Supo que la mayoría de los Obispos estaban decididos por este plan y que eran pocos 
en proporción, y por razones no despreciables, los que estaban en contra 1. 

Había, pues, garantía de éxito en las discusiones. 

Al final de la audiencia, el Venerable parecía preocupado. Llevaba sobre sí el peso del presagio del 5 de enero para comunicar al Papa 
los desastres que amenazaban a Francia e Italia y el triunfo final del Pontificado, y no tenía valor para presentar el manuscrito. Pero, 
como se trataba de los intereses de la Iglesia, se hizo violencia y dijo al Papa: 

-»Desea Su Santidad que le revele una cosa? 

-Hablad. 

((828)) -»Quiere, de veras, que no le oculte nada? 

-Os lo mando. 

1 Tras largas conferencias y una amplia discusión en la 49.ª congregación general hubo quinientos treinta y cinco obispos a favor y sólo 
cincuenta y seis en contra de su introducción. Si el Concilio no hubiera sido suspendido tan pronto, después de las precedentes 
deliberaciones, habría sido aprobado el catecismo único, puesto que no faltaba más que la última votación solemne. 
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Entonces empezó a hablar de los sucesos futuros de la guerra, tenida entonces por todos como inevitable, entre Francia y Prusia, del 
abandono en que Bonaparte dejaría a Roma, de la caída del Imperio Napoleónico; y de los terribles azotes que sufriría Francia y 
particularmente París. 

Al llegar a este punto el Venerable, conmovido y turbado, no sabía si proseguir, cuando Pío IX le sacó de su embarazo diciéndole: 

-Basta, basta, de lo contrario esta noche no podré dormir. 

Se cambió, pues, de conversación y, después de hora y media de audiencia, don Bosco se retiró. 

Al día siguiente Pío IX, que deseaba oír la continuación de aquella narración, mandó llamar a don Bosco, pero éste había salido ya para 
Florencia. 

El escrito profético de don Bosco llegó, no obstante, aquel año a manos del Pontífice. Se colige también por esta carta, hallada entre las 
cartas del Padre Santo, Pío IX, escrita de puño y letra por el Venerable y dirigida a un Cardenal, quizás al eminentísimo cardenal Bilio. 
La carta no tiene firma; quizá se olvidara de ello el Venerable, o quizás la dejara así a posta; pero S. E. el cardenal Bilio conocía tan bien, 
como nosotros, la escritura de don Bosco. 

Eminencia Reverendísima: 

El folio adjunto procede de cierta persona, que ya en otra ocasión demostró tener luces sobrenaturales; yo lo llevé conmigo este 
invierno a Roma. 

Algunas cosas ya se las dije como de paso al Padre Santo, pero no me atreví a dejar el escrito. Ahora que su bondad me pide que hable 
claro, positivo y definitivo, me animo a enviárselo. Hay otras cosas que no se pueden confiar al papel y que se podrán decir de palabra 
con el secreto que la materia requiere. Si algo parece oscuro, veré cómo se podrá dar la debida explicación. Sírvase S. E. de ello como 
quiera; solamente le ruego no decir mi ((829)) nombre de ninguna manera, por motivos fáciles de suponer. 

Ciertaniente, si yo pudiera tener una persona segura y secreta para el Rey de Prusia, tendría más cosas que hacerle saber y que podrían 
serle agradables. 

Dénos su Santa Bendición. 

29 de octubre de 1870. 

Nosotros tenemos copia auténtica de esta carta, obtenida fotográficamente. 

Como complemento de estas previsiones, atestigua don Joaquín Berto, don Bosco afirmó: «Vendrá una revolución; habrá apostasías de 
doctos e ignorantes; Prusia se convertirá. Gran victoria de la Iglesia, 
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gran triunfo del Papa». También nosotros le hemos oído, muchos años después, expresar con firmeza tal opinión. 
Lo consignamos solamente para la absoluta exactitud de estas Memorias. 

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((830)) 

CAPITULO LXV 

DON BOSCO EN TURIN -DOS DEFUNCIONES EN EL ORATORIO DURANTE LA AUSENCIA DE DON BOSCO 
-PREDICCIONES -LA FIESTA DE SAN FRANCISCO DE SALES -MUERTE DEL PARROCO DE CASTELNUOVO -PIO IX 
PRESENTA AL CONCILIO EL ESQUEMA SOBRE LA INFALIBILIDAD PONTIFICIA -DON BOSCO DA UNA CONFERENCIA: 
CUENTA LAS DOS AUDIENCIAS TENIDAS CON EL PAPA Y EL OFRECIMIENTO DE LA IGLESIA Y LA CASA DE SAN 
JUAN DE LA PIGNA: ESPERA QUE EN EL CONCILIO SE TRATARA EL ASUNTO DE LAS DIMISORIAS PARA LOS 
SUPERIORES DE LAS ORDENES RELIGIOSAS: OBISPOS QUE PIDEN SALESIANOS PARA SUS DIOCESIS: NUEVAS 
CONSTRUCCIONES EN LAS CASAS: BUSCAR NUEVOS SOCIOS PARA LA PIA SOCIEDAD, Y PROSPERIDAD DE LA 
MISMA: FIDELIDAD A LAS REGLAS -RESPUESTA DE DON BOSCO A QUIEN PREGUNTABA QUE SUCEDERIA A SU 
MUERTE -VA A MIRABELLO -DECRETO DE PIO IX CONFIRMANDO IN PERPETUUM LAS INDULGENCIAS YA 
CONCEDIDAS A LA ASOCIACION DE DEVOTOS DE MARIA AUXILIADORA -DON BOSCO EN LANZO Y EN 
CHERASCO-LAS JACULATORIAS A MARIA AUXILIADORA: DEL BAILE A LA TUMBA: EL ANGEL DE LA GUARDA 
-CONFERENCIA DE DON BOSCO A LOS SALESIANOS DEL ORATORIO: INFORMA DE SU VISITA A LAS CASAS: HABLA 
DE LAS MURMURACIONES POR LAS SALIDAS FRECUENTES DEL ORATORIO: SEÑALA LOS CUIDADOS A TENER EN EL 
TRATO CON LOS MUCHACHOS: DEBERES DE LOS SALESIANOS: UNANIMIDAD AL CASTIGAR LAS FALTAS DE LOS 
ALUMNOS -LA MUERTE DE OTROS DOS AMIGOS QUERIDOS 

DON Bosco había salido de Roma el 22 de febrero; se quedó dos días en Florencia y el 25, viernes, llegaba a Turín, donde era recibido, 
según sus deseos, sin ninguna demostración de fiesta. 

((831)) La primera noticia que le dieron fue la de la muerte de dos 
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amigos queridos del Oratorio. Se lee en el necrologio de don Miguel Rúa: 

Félix Valsania, natural de Pralormo, murió el 14 de febrero a la edad de cuarenta y un años. Era un hombre alegre y sencillo. 
Desempeñaba con fidelidad y diligencia todas las incumbencias que se le confiaban. Se acostó una noche en plena salud y, sin que se le 
pudiera prestar ningún socorro, apareció muerto en la cama al día siguiente. Había recibido el día antes los santos sacramentos. Tal vez el 
no haberse aflojado la ropa interior fue la causa de su muerte. 

Bernardo Mellica, natural de Grugliasco, de veinticuatro años, murió el 20 de febrero. Era un joven de excelentes costumbres. La 
piedad, la obediencia, el amor al trabajo y la paciencia eran sus virtudes características. Soportó con resignación ejemplarísima su larga 
enfermedad sin dejar escapar el más mínimo lamento. No dejó hasta la víspera de su muerte sus acostumbradas prácticas religiosas y el 
trabajo que podía atender. Frecuentaba los santos sacramentos, pertenecía a las compañías piadosas y no había que corregirle nunca de 
nada. 

El sábado, el domingo de quincuagésima y los dos días siguientes, don Bosco dedicó muchas horas para confesar a sus alumnos, que se 
consideraban felices al poder abrirle de nuevo su corazón. Conservaba el mismo espíritu de siempre. 

Estaba confesando a un tal Anselmo Vecchio: le recomendó que fuera muy bueno y añadió: «porque dentro del año tendrás una 
desgracia». Preguntóle el joven qué desgracia sería, pero don Bosco le respondió que no podía decírselo. El hecho es que, pocos meses 
después, moría su padre, que siempre había gozado de óptima salud. 

El seis de marzo, primer domingo de cuaresma, se celebró la fiesta de San Francisco de Sales y don Bosco tenía una gran pena: el 
teólogo Antonio Cinzano, párroco de Castelnuovo, a quien él tanto debía, acababa de morir, con sentimiento de todos, a la edad de 
sesenta y seis años, después de haber regido ejemplarmente su parroquia durante treinta y ocho. 

Durante los últimos años no hablaba más que de prepararse a morir; tenía todo organizado y convenido para renunciar a la parroquia y 
retirarse a Valdocco a la casa del Oratorio, «para prepararme -decía él-a los ((832)) últimos momentos de la vida, bajo el manto de María 
Auxiliadora, y partir de allí a la eternidad». Pocos días antes de morir, aún repetía lo mismo. 

Después de esta pena, tuvo don Bosco una gran alegría. 

Le gustó al Concilio que se tratase de la infalibilidad. El 7 de marzo se distribuyó a los Padres una añadidura para el esquema de 
Ecclesia en la que se decía que el Pontífice de Roma no puede equivocarse 
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cuando define en materia de fe o de moral. Este era un paso decisivo. El 23 de abril, a petición de ciento cincuenta Padres, permitió el 
Papa que se presentara a la Congregación General. La discusión general duró catorce congregaciones, del 14 de mayo al 3 de junio; y la 
discusión particular ocupó dieciocho congregaciones generales, del 6 de junio al 4 de julio. 

Se permitió a los prelados de la minoría toda razonable libertad para exponer su opinión, sus dificultades y sus dudas. Se inscribieron 
muchos obispos para hablar. Los de la minoría hicieron cuanto pudieron para impedir la definición dogmática. Intentaron prorrogar las 
discusiones para procurar el aplazamiento del Concilio hasta otoño. Sus oradores repetían hasta el empalago las mismas objeciones, ya 
desprestigiadas, suscribieron protestas contra la mayoría, pidieron que se suspendiera el Concilio a causa de los calores estivales. Pero la 
mayoría se mantuvo firme, resplandeció la verdad con toda su luz y resonó poderosamente por boca de los Padres. 

Hablaron a favor, entre otros, los Obispos de Mondoví y de Casale. Dos veces intervino también monseñor Gastaldi, con tanta 
elocuencia y tan fuertes razones, que se convirtió en uno de los más valiosos defensores de la discutida prerrogativa papal y cooperó 
eficazmente al éxito de la definición. Todos estaban entusiasmados oyendo su enérgico discurso, cuyas conclusiones fueron rubricadas 
con un triple aplauso de los Padres. A don Bosco se debió también este triunfo, como ya hemos dicho, y como repitió a don Francisco 
Dalmazzo el eminentísimo cardenal D'Avanzo. Fue éste ((833)) el mayor trabajo realizado por el Venerable en favor de la Iglesia y del 
Papa durante su estancia en Roma. 

Mientras empezaban a desarrollarse estos acontecimientos, la noche del 7 de marzo, lunes, dio él una conferencia general a los 
Salesianos con asistencia de los directores de todas las casas y don Domingo Pestarino de Mornese. 

Empezó así: 

«Este año no había ciertamente un verdadero motivo para ir a Roma; sin embargo, teniendo en cuenta algunos asuntos especiales 
nuestros, y secundando la cortés invitación de muchas personas distinguidas, se creyó que sería un viaje muy útil. Y yo procuré que el 
tiempo empleado en este viaje produjera el mayor bien posible. Así que, mientras a los ojos de algunos estaba en Roma como de recreo, 
hacía como esos pájaros que revolotean de aquí para allá y, mientras tanto, si aparece un insecto por medio lo picotean». 

Después de este exordio, describió su visita al cardenal Quaglia y 
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las dos primeras audiencias tenidas con el Sumo Pontífice, que ya hemos referido. 

Habló del Obolo de San Pedro y de las Lecturas Católicas presentadas al Papa: de los favores espirituales por él concedidos y de sus 
recuerdos para los muchachos, y anunció que en el Concilio se había hablado encomiásticamente de la Congregación Salesiana. Pero 
entonces no dijo más de cuanto sabía y, sabía mucho, del mismo Pío IX, ni de cuanto había visto; ni tampoco del trabajo realizado para 
que menguaran las oposiciones a la deseada definición dogmática de la infalibilidad pontificia. Pasó, en cambio, a exponer la propuesta 
tenida y aceptada de abrir una casa Salesiana en Roma, en San Juan de la Pigna. Habló de la hermosa iglesia, del local contiguo 1, de las 
ventajas de tener una residencia en la ciudad de los Papas, y siguió hablando de otras cosas según este resumen: 

Así que este año, por agosto u octubre, si no hay nada en contra, irán algunos a Roma, a más del otro colegio ((834)) que hemos de 
abrir a orillas del mar, en Alassio, entre Oneglia y Albenga. Así he quedado con el Sumo Pontífice. 

Y como el año pasado había hecho una pequeña colecta para el Colegio de Roma, la he dejado allí, y ahora, con alguna otra cosa, he 
constituido un depósito en la caja pontificia, de cien francos mensuales, para atender a los que vayan a Roma este año. 

Quería también pedir algo más al Pontífice para las dimisorias, y creo que lo habría concedido; pero después, pensando que de esto se 
había hablado en el Concilio, y que todos eran favorables, para evitar cambios o inconvenientes me pareció mejor dejar que el Concilio 
determine lo que tiene entre manos y, si luego hay que hacer peticiones, las haré después del Concilio al Pontífice, el cual, pudiendo obrar 
con plena autoridad, concederá y hará con gusto todo lo que redunde a mayor gloria de Dios. 

He tratado, además, con varios obispos, quienes al oír hablar en el Concilio de nuestra Sociedad, venían y pedían insistentemente que se 
tuviera compasión de sus diócesis y se abriese en ellas una casa. Yo no he prometido nada, y no por falta de bienes materiales, sino por 
falta de personas. 

De Roma he podido traer también algunos dineros que irán bien para las obras que vamos a empezar, que son: un pórtico de aquí a la 
iglesia, una plaza delante de la misma, un edificio relativamente grande en Lanzo, otro en Mirabello y una iglesia en Puerta Nueva. Como 
se ve siempre tenemos grandes proyectos y hasta presuntuosos en apariencia, pero yo, mientras vea que el Señor nos preste su mano, voy 
adelante sin miedo; si después viese que nos retira su apoyo, entonces me pararía para no hacer mala figura. 

Al final se refirió al desarrollo de la Pía Sociedad, a sus casas, que iban creciendo en número, a los alumnos que se multiplicaban, a la 

1 Esta iglesia con la casa aneja fue puesta a disposición de nuestra Pía Sociedad por Su Santidad Pío X el año 1905 y enseguida fue 
habilitada para residencia de nuestro Procurador General. 
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ayuda generosa de los bienhechores, a las grandiosas esperanzas del porvenir, a la fama de las cosas extraordinarias, al afecto del Romano 
Pontífice, al aprecio que miles de personas manifestaban de las Obras Salesianas, y concluía: 

Por consiguiente, pongámonos con tesón a hacer el bien, y coopere cada uno en cuanto pueda para buscar socios, invitándoles a entrar 
con sus obras, palabras y ejemplos porque, por más que yo os invite y llame, si vosotros no me seguís, soy como el soldado que redobla 
el tambor y a quien no siguen los soldados. 

Por tanto, vean los directores si en sus casas hay alguno que pueda pertenecer a nuestra Sociedad y que tenga que sufrir ((835)) algún 
examen; háganlo saber para que se le pueda atender. Conviene, pues, que todos sean hombres inteligentes para producir la mayor utilidad 
a las almas de los jóvenes que nos han sido confiados. 

Nosotros, dejando de lado toda suerte de alabanzas, adulaciones y admiración de los más, mirando las cosas por su lado más simple y 
verdadero, hemos de alegrarnos de que el Señor nos tenga de su mano, pero también hemos de entregarnos con entusiasmo al 
cumplimiento de las reglas de la Sociedad y tratar de darles la importancia que merecen. 

En esta conferencia se anunció por vez primera la apertura de la casa de Alassio. 

El enjuiciamiento del Venerable sobre sí mismo y sobre sus obras estaba siempre impregnado de humildad y confianza en Dios. Ya 
tiempo atrás hablaba con él don Joaquín Berto e hizo caer la conversación sobre la muerte del Siervo de Dios y los efectos que 
ocasionaría, y dijo que habría llanto universal. 

Pero el Venerable con toda calma le respondió: 

-Si muriera don Bosco, diría la gente: íPobrecito, también él se ha muerto! y todo acabado. El que se alegraría y reiría a carcajadas, la 
mar de satisfecho, sería el demonio, quien diría: «-íPor fin desapareció ése que tanta guerra me daba y echaba a perder mi labor»-. 

Podía muy bien decir estas palabras, porque aludía a cuanto él hacía, no por su propia virtud, sino por el poderoso auxilio de la Virgen, 
como él mismo reconocía y repetía sin cesar. íQuien combatía y vencía al enemigo infernal, era la potente Reina de los Cielos! 

Un sábado por la noche esperó don Luis Lasagna hasta las once y media a que don Bosco terminara de confesar, y le acompañó a cenar. 
Sentado a su lado, le decía que mientras él estuviera en este mundo la Pía Sociedad marcharía bien gracias a su apoyo y dirección; pero 
que, una vez que él faltase, se desharía por falta de medios y de cohesión, y que todos los hermanos se verían obligados a volver a sus 
casas. 
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-Tú, le respondió don Bosco, te apoyas demasiado en razones ((836)) humanas, y es necesario que confiemos en lo sobrenatural. Mira, 
una de dos: o don Bosco puede algo o no puede nada. Si algo puede, no dudes de que también después de muerto sabrá ayudaros; si no 
puede nada, entonces mejor aún: lo hará Dios que lo puede todo. 

Después de la última conferencia, don Bosco fue a Mirabello y, al volver a Turín, se encontró con un decreto de Pío IX, que confirmaba 
para siempre las indulgencias concedidas el año anterior a la Asociación de devotos de María Auxiliadora. 

PIO PAPA IX 
1
Para perpetua memoria


Se nos han dirigido humildes súplicas para que las indulgencias, que con Nuestras Cartas Apostólicas, semejantes a las presentes, con 
fecha del 16 de marzo de 1869, concedimos por diez años a la Pía Asociación de la Bienaventurada Virgen María Auxiliadora 
canónicamente erigida, como se nos indica, en la iglesia del mismo título en Turín, las quisiéramos benignamente conceder a perpetuidad, 
añadidas algunas otras gracias. Y Nos, con piadosa solicitud, dispuestos a aumentar con los tesoros celestiales de la Iglesia la piedad de 
los fieles, y a cooperar a la salvación de las almas; queriendo secundar tales súplicas, concedemos a dicha Asociación, en virtud de las 
presentes letras, poder ganar in perpétuum las indulgencias arriba mencionadas, con tal de que se cumplan puntualmente las prácticas de 
piedad, que en el primer documento hemos prescrito. Además, piadosamente concedemos en el Señor, a todos y cada uno de los fieles de 
uno y otro sexo, que en lo sucesivo ingresen 

1 PIUS PP. IX.-Ad perpetuam rei memoriam. Supplices Nobis admotae sunt preces, ut quas similibus Apostolicis Litteris Nostris, datis 
die XVI martii anno MDCCCLXIX, Piae Sodalitati sub invocatione B. Mariae Auxiliatricis in Ecclesia sub eodem titulo civitatis 
Taurinensis canonice, ut praefertur, institutae, Indulgentias ad decennium lucrandas concesseramus, easdem in perpetuum elargiri, et 
quasdam alias gratias addere pro Nostra benignitate dignaremur. Nos ad augendam Fidelium religionem animarumque salutem 
coelestibus Ecclesiae Thesauris pia charitate intenti, huiusmodi precibus obsecundare volentes, praedictae Sodalitati, ut memoratas 
Indulgentias lucrari in perpetuum libere ac licite possit et valeat, dummodo quae priore indulto pietatis opera peragenda praescripsimus 
rite adimpleantur, vi praesentium concedimus. Praeterea omnibus et singulis utriusque sexus Christifidelibus, qui dictam Sodalitatem in 
posterum ingredientur, die primo eorum ingressus, si vere poenitentes et confessi SS. Eucharistiae Sacramentum sumpserint, Plenariam 
omnium peccatorum suorum Indulgentiam et remissionem; quam etiam Animabus Christifidelium, quae Deo in charitate coniunctae ab 
hac luce migraverint, per modum suffragii applicare possint, misericorditer in Domino impertimus. In contrarium facientibus non 
obstantibus quibuscumque, praesentibus perpetuis futuris temporibus valituris. 

Datum Romae, apud S. Petrum, sub Annulo Piscatoris, die XI Martii Anno MDCCCLX, Pontifictus Nostri Anno vigesimo quarto. 

Pro D. Card. PARACCIANI CLARELLI F. PROFILI Substitutus 

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en dicha Cofradía, que el día de su ingreso, si verdaderamente arrepentidos y confesados, recibieren el santísimo sacramento de la 
Eucaristía, puedan ganar indulgencia plenaria y remisión de todos sus pecados, aplicable también a manera de sufragio a las almas de los 
fieles, que, unidas a Dios por el amor, pasaron de esta vida; no obstante cualquier orden en contrario, debiendo las presentes tener valor 
para siempre. 

Dado en Roma, junto a San Pedro, bajo el Anillo del Pescador, el día 11 de marzo de 1870, año vigésimo cuarto de nuestro Pontificado. 

Por el Card. PARACCIANI CLARELLI F. PROFILI, Sustituto 

((837)) La segunda semana de cuaresma, o sea después del 14 de marzo, don Bosco fue a Lanzo, y el 20 a Cherasco. En los intervalos 
habidos, entre estas visitas, habló por la noche, después de las oraciones, a los alumnos del Oratorio. La primera vez les contó los avisos 
de Pío IX. Otra noche les exhortó encarecidamente a que se acostumbrasen a repetir la jaculatoria María, Auxilium Christianorum, ora 
pro nobis, recordando que está indulgenciada con trescientos días, cada vez que se pronuncia, y con indulgencia plenaria para quien la 
dice una vez al día durante un mes. Contó, sin decir su nombre, que el primogénito del conde Callori deseaba con ardor ir a los bailes de 
la corte. Le invitaron y fue. Era la primera vez. Al volver a casa cayó víctima de una pulmonía y a los pocos días murió. Y terminó don 
Bosco diciendo: 

-íAsí pasan las alegrías de este mundo, como un relámpago! 

Les recomendó, como lo hacía con frecuencia, que pensaran en el Angel de la Guarda, quien, decía don Bosco, les acompañaba a todas 
partes, velaba su sueño de noche, se sentaba a su lado en clase, les vigilaba durante el recreo, rezaba con ellos en la iglesia, les defendía, 
les aconsejaba, les consolaba, e insistía diciendo que acudieran a él pidiendo ayuda. Pintó al vivo los centenares de ángeles de los 
compañeros ((838)) que les observaban, habló de la reverencia que se les debe, guardando un porte modesto en todo momento. 

Hasta confesando, daba a menudo como penitencia alguna oración en honor del Angel de la Guarda. Por eso incluyó en El joven 
cristiano un devoto ejercicio en su honor y él mismo, como ya hemos dicho, tenía una ternísima devoción a su Angel de la Guarda. El 27 
de marzo reunió en conferencia a los Salesianos, profesos y aspirantes, clérigos y laicos; y he aquí el resumen de su discurso: 

Adán, creado inocente por Dios, vivía feliz en el paraíso terrenal. Pero nos dice San Agustín que su felicidad debió durar poco, puesto 
que el demonio, envidioso, 
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fue a tentarlo, le hizo caer en desobediencia y con él arruinó a todo el género huma no. Viniendo a nosotros, podemos hacer esta 
aplicación: 

Nuestra Pía Sociedad comenzó, y comenzó bien por lo que a los socios se refiere pero vemos que ya ahora, en sus principios, el 
demonio empieza a entrometerse y unas veces con la envidia, otras con el descontento, procura hacer sus ganancias. 

Pero nosotros, que conocemos su malicia, no debemos estar quietos viendo lo que él sabe hacer, sino que debemos estar alerta y 
combatir. 

Hace ya tiempo que veo inconvenientes, que hay que evitar. Sé que se tiende a crear división, dos partidos, y esto hay que evitarlo 
absolutamente en una Congregación. 

He estado en Lanzo, en Mirabello, en Cherasco, y en estas visitas he procurado preguntar a los directores, y a los hermanos, para ver si 
tenían algo que observar sobre la marcha de la Sociedad. Y, como si se hubieran puesto de acuerdo, todos a una respondían que, a su 
parecer, los miembros de Turín, de la Casa madre, no tienen la entrega que se debería tener y se tiene en las otras Casas. He observado 
que allí los maestros son a la par los asistentes de la clase, del estudio, de los dormitorios y del patio, y así, cuando salen de clase, en vez 
de ir a tomarse un rato de recreo libre, se mezclan con los alumnos, les divierten y les asisten. He visto que verdaderamente tienen mucho 
trabajo. Me compadecía de ellos y me ofrecía a mandarles otros que les ayudaran un poco; pero ellos, contentos, me dijeron que no 
mandara a nadie, porque prefieren trabajar más, ser pocos y vivir en paz unos con otros, antes que ser muchos y no ir de acuerdo. He 
quedado complacido de ello y doy gracias al Señor. 
Pero, al preguntarles si no había alguna otra cosa que enmendar, hubo un picarón el cual dijo que, una vez que vino por aquí para ciertos 
asuntos, vio a uno ((839)) hacer algunas caricias a un muchacho, las cuales, según él, debían evitarse en una Sociedad como la nuestra. 

-»Hubo maldad en ello?, pregunté yo. 

Y él respondió: 

-No, pero yo no puedo tolerarlo. 

No dije nada; mas comprendí que esto es algo que hay que corregir. Hay, concluyeron ellos, defectos que evitar, principalmente aquí en 
Turín. Reflexionemos, pues; veamos si hay algún peligro que impedir e impidámoslo. 

Yo veo, por ejemplo, que aquí, a veces, hay alguno que, cuando presentan ciertas comidas a la mesa, hace gestos y luego aparta 
despreciativamente lo que le han dado. Se trata de manzanas, pongo por caso, y se queja de que son pequeñas, que son pocas o que están 
podridas. Hay quejas del vino, de la sopa y de los diversos platos. Todo esto en una Congregación hace daño, acarrea disgustos serios y 
siembra descontento. Por tanto, medite cada uno un poco para sí: si hubiera que buscar el gusto de todos, no se acabaría nunca en la 
cocina. Procuremos, sin embargo, dentro de nuestros posibles, que todos tengan lo necesario para comer y beber, lo mismo que para otras 
necesidades de la vida común. 

Preguntará alguno si tiene que comer también lo que le hace daño. 

Le respondo que en los casi cincuenta años que hago vida común, entre el Seminario, la Residencia Sacerdotal y ahora el Oratorio, 
nunca he encontrado nada que, comiéndolo, estuviese seguro de que me haría daño. Lo que sí he visto es que cuando un alimento es 
menos apetecible, se come menos de él y se toma más de otro. 

Bien entendido que digo todo esto para los que están sanos y no necesitan alimentos especiales. Si uno estuviere indispuesto, sobran 
todas estas normas, y entonces puede tomar, dejar o hacerse llevar otra cosa. 

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Además de la mesa, hay también algo más que he oído a los que están en las otras casas y es que se sale del Oratorio con demasiada 
facilidad y sin necesidad. 

Pero pasemos a lo más importante, esto es, a esas caricias llamativas que algunos hacen a los muchachos. 

En este punto no transijo, deseo con toda mi alma que nadie ponga las manos sobre ninguno, que nadie se permita confianzas especiales 
con los muchachos, sean quienes fueren. Hace pocos días uno corrió el riesgo de perjudicar a un muchacho, de perjudicarse a sí mismo y 
de difamar a toda la casa sólo por estos motivos. Por consiguiente, de ahora en adelante prohíbo terminantemente introducir a los 
muchachos en la propia habitación bajo ningún pretexto. Porque sé que a veces se llama a alguno diciéndole:-Ven a barrer mi habitación, 
hazme la cama, ve a buscarme agua, tráeme aquellos libros ((840)) que he dejado en el estudio.-Esto no lo quiero. Tampoco quiero que 
pasen jóvenes de un dormitorio a otro. Y de ningún modo que se introduzcan jóvenes del mismo dormitorio en la propia celda. 

Aún tengo más cosas que observar y son: que cada uno tiene obligaciones que cumplir de acuerdo con su situación y que estas 
obligaciones o deberes, unas son de justicia y otras de caridad. Los deberes de justicia los tiene cada uno en particular por el cargo que le 
fue confiado: y por lo mismo cada uno en su cargo, como un maestro en la escuela, un jefe en el taller o un asistente en el dormitorio; 
tiene plenos poderes para hacer cumplir el reglamento, pero con medios lícitos; y por tanto sin pegar jamás, ni echar fuera a ninguno, ni 
dar castigos que no se puedan cumplir. Sé que algunos se dejan dominar por la cólera y pegan, a veces, sin pensar que también entre los 
muchachos los hay que tienen la sangre caliente, y se rebelan y nos toca luego andar con componendas, que escandalizan y hacen perder 
la autoridad. 

Así, para entendernos con un ejemplo claro, un maestro en la escuela debe enseñar por justicia. Puede conseguir más o menos con sus 
alumnos; pero debe actuar con caridad y por lo mismo con mucha tolerancia. Pero no puede creer que su autoridad de maestro con sus 
alumnos llega más allá de la escuela. Fuera de clase, todos los alumnos del Oratorio deben ser iguales para él, sea cual fuere el curso a 
que pertenezcan, porque entonces sólo tiene deberes de caridad que cumplir, los cuales no pueden dedicarse a unos, sino a todos. 

Digo esto, porque veo que, con frecuencia, un cargo se roza con otro, el de un maestro con el de un asistente, y de ahí nacen envidias y 
no se cumplen los deberes como deberían cumplirse. Acontece que un muchacho comete una falta durante la asistencia de uno, y el otro, 
ofendido, lo espera para cuando esté a sus órdenes y vengarse. Esto no puede ser. 

Por ejemplo: si alguien comete una falta en el patio, no está autorizado su maestro para castigarlo en la clase; aunque si quiere, puede 
avisarle como hermano, como padre, como amigo. Así también, nadie está autorizado para prohibir a sus subordinados ir con uno o con 
otro de sus compañeros, si no le mueve a ello la caridad sino su capricho. 

Por lo demás, animémonos a trabajar constantemente, porque nuestro trabajo siempre está bendecido por el Señor y lo estará más aún 
en lo porvenir, si procuramos hacerlo solamente para agradarle a El. 

Por aquellos días tocóle a don Bosco asistir a dos hijos queridos, gravemente enfermos, que morían en el Oratorio a primeros de abril. 
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Leemos en el necrologio: 

((841)) Don Augusto Croserio, de Condove, murió el 1 de abril de 1870 a la edad de veintiséis años. Los rasgos de su vida quedan 
delineados en la oración fúnebre pronunciada por el profesor don Francisco Cerruti. La víspera de la muerte de Croserio don Bosco le vio 
en sueños en el momento en que iba a dar la bendición. Tenía un hermoso aspecto e iba revestido con una magnífica capa pluvial, 
enriquecida con oro y perlas, salpicada de brillantes lentejuelas. 

-»Cómo se entiende?, decía don Bosco para sí. »Croserio aquí? »No está enfermo? íAh, ya lo entiendo! Quiere decir que está a punto 
de ir al paraíso. 

En efecto, moría al día siguiente. 

Juan Baltera, de Masserano, murió el 12 de abril de 1870 a la edad de quince años. Joven lleno de vida y alegre. Le gustaba estudiar y 
obtenía éxito. Obedecía con gusto a cuanto se le mandaba. Sufrió algunas molestias a la cabeza y las soportó con mucha paciencia, sin ni 
siquiera quejarse de algunos compañeros que, faltos de caridad, le burlaban por su enfermedad. A pesar de su edad juvenil amaba mucho 
las prácticas de piedad y recibía con frecuencia los sacramentos. Dejó muy buen recuerdo entre sus superiores y compañeros. 
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((842)) 

CAPITULO LXVI 

EL VENERABLE NO ACEPTA UNA DADIVA DE LA COMISION DEL CARNAVAL -PROYECTO PARA LA CONSTRUCCION 
DE UN BRAZO DE EDIFICIO EN EL ANTIGUO COLEGIO DE LANZO -PRIMEROS PASOS PARA LA FUNDACION DE UN 
INTERNADO PARA MUCHACHOS POBRES EN ALASSIO -PETICIONES DEL MUNICIPIO Y DE DON BOSCO A LA 
DELEGACION DE HACIENDA PARA LA ADQUISICION DE UN CONVENTO CON CONTRATO PRIVADO -LA DELEGACION 
DE HACIENDA RESPONDE QUE EL CONVENTO SALDRA A SUBASTA PUBLICA -RAZONES POR LAS QUE VUELVE DON 
BOSCO A MIRABELLO -ANUNCIA A LA CONDESA CALLORI SU VIAJE A CASALE Y AL SEMINARIO MENOR -COMPRA 
DE UN HUERTO DETRAS DEL ORATORIO -CARTA DE DON BOSCO AL ALCALDE DE CHERASCO SOBRE EL 
RECONOCIMIENTO OFICIAL DE ESTUDIOS Y SOBRE LA INCOMODIDAD DE LOS LOCALES DEL COLEGIO -DON BOSCO 
PRESENTA AL AYUNTAMIENTO EL PLANO DE LA PLAZA FRENTE A LA IGLESIA DE MARIA AUXILIADORA 
-CIRCULAR ANUNCIANDO A LOS BIENHECHORES LAS INDULGENCIAS CONCEDIDAS POR EL SUMO PONTIFICE 
-CARTA DE DON BOSCO COMUNICANDO DICHOS FAVORES A LA SUPERIORA DE LAS FIELES COMPAÑERAS DE 
JESUS 

EN la primera conferencia que el Venerable dio a los Salesianos el día de la fiesta de san Francisco de Sales, les comunicó que pensaba 
emprender nuevas construcciones en el Oratorio de Valdocco, en el de San Luis de Puerta Nueva, en Lanzo y en Mirabello. Se necesitaba 
dinero, había que buscarlo y don Bosco lo buscaba, pero sin ansiedad y con profunda virtud. 

((843)) Aquel año, escribe el profesor Juan Turchi, «hacia finales de marzo se le presentaron dos señores para entregarle quinientas liras 
que la Comisión del Carnaval concedía al Oratorio a título de beneficencia. Don Bosco les agradeció su noble intención, pero no quiso de 
ningún modo aceptarlas. Dijo que no quería aprovechar 
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absolutamente nada procedente de teatros, bailes y diversiones deshonestas y poco limpias del Carnaval». 

Así pues, esperando el dinero de la caridad, se entregaba a sus empresas de las que vamos a hacer relación en este capítulo. Ello probará 
eficazmente, con la elocuencia de los hechos, cuántas eran las preocupaciones del Siervo de Dios. 

Su primera ilusión era la de un edificio grandioso, con amplios pórticos y espacioso patio en Lanzo: ocuparía cerca de setenta metros 
desde el antiguo colegio hasta la plaza de la parroquia. El vicario Federico Albert, de quien procedía la idea, cedía el terreno, y don Bosco 
le escribía: 

Turín, 1 de abril de 1870 

Muy querido señor Vicario: 

Vamos adelante: procure sin embargo, antes de empezar las obras: 

1.° Hacer un traspaso legal del terreno a mi nombre para que yo pueda ponerlo enseguida a seguro, junto con las propiedades de nuestra 
Congregación. 

2.° Tenemos la idea de que la construcción llegue hasta la segunda planta: lo demás será modificado, si es preciso, a medida que se 
haga la construcción. 

3.° Para la rifa, procure organizar una numerosa comisión con promotores y promotoras bien elegidos. 

4.° La carta está bien. La idea de el gusto de contribuir hay que desarrollarla un poco más. »No es mejor dejar a don Bosco aparte? 
Piénselo. 

5.° Programa y condiciones de la rifa. 

Recoja materiales y comience. Amén. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

Se abandonó este plan por diversas razones, y la rifa no se llevó a cabo. Los gastos de doscientas mil liras para construir el edificio, que 
fue de tres plantas, más el terreno cargaron sobre don Bosco... ((844)) Durante tres años, cada quince días, no faltó nunca la paga para los 
obreros que eran más de treinta; más aún, como éstos llegaron a escasear por las muchas obras que empezaban a levantarse en las afueras 
del pueblo, don Bosco les aumentó el jornal para retenerlos. Es digno de nota que el Vicario Albert colaboró generosamente a la empresa 
de varios modos. Y se terminó la obra sin que quedase deuda alguna, a pesar de que durante los tres años hubo que disparar barrenos para 
allanar el terreno y transportar el agua, en gran parte desde el llano. 
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Su segunda empresa era la fundación del nuevo colegio en Alassio y organizar la dirección y la enseñanza de los cursos elementales y 
de bachillerato. El Obispo de Albenga y el canónigo Francisco Della Valle, párroco de Alassio, hacía tiempo que le habían invitado, y el 
Siervo de Dios, que vio la necesidad del pueblo, consintió. 

Con este fin había insistido el Párroco ante el Ayuntamiento, desde 1869, para realizar su deseo y ahora el Concejo le era favorable. 

Don Bosco envió un proyecto de convenio que fue resuelto por el Consejo Municipal, por acuerdo del 2 de diciembre de 1869, y 
aprobado por el Consejo Escolar provincial de Génova, con decreto del 30 de marzo de 1870. 

En otro lugar hablaremos de este convenio. Nos limitamos aquí, para aclarar el asunto, a añadir que el Municipio concedía a don Bosco 
el uso del local, llamado el Colegio, para clases y el palacio Durante con su patio y su jardín para internado. 

Pero habiéndose enterado el Venerable de que había en el pueblo un antiguo convento, propiedad del Patrimonio Nacional, consiguió 
los informes oportunos y dijo que estaba dispuesto a comprarlo. Pensaba él albergar en aquel edificio a los muchachos pobres destinados 
al aprendizaje de un oficio. 

Poco después cambió de idea y abrió para ellos un internado en Marassi, cerca de Génova; pero entonces le seguía interesando la 
primera idea. En efecto, escribió sobre ello al Párroco, quien lo comunicó a los ((845)) Concejales. Todos lo aprobaron y la Junta 
Municipal envió el acta a la Delegación de Hacienda de Génova. 

El día 9 de abril, del año del Señor 1870, en Alassio, y en la Sala Consular. 

La Junta Municipal de Alassio, reglamentariamente reunida, con asistencia de los señores abajo firmantes: 

Habiendo sabido que el reverendo don Juan Bosco tiene intención de adquirir el sitio o lugar denominado El Seminario para instalar en 
él un centro para muchachos pobres como el que tiene en Turín, se apresura a rogar encarecidamente este trámite a la Autoridad 
competente, para que se le dispensen todas las atenciones posibles para instalar una obra que juzgamos altamente útil, no sólo para 
nuestra Ciudad, sino también para todo el litoral de Liguria, falto de centros semejantes para muchachos pobres y abandonados. 

Esta Ciudad está muy interesada y posee para tal necesidad un local para estudiantes, como sería el del llamado Seminario, que fue 
convento de Nuestra Señora de los Angeles y perteneció a los Menores Reformados, donde fácilmente podrían instalarse las escuelas 
públicas, confiadas con el correspondiente acuerdo de este 
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Municipio al mencionado sacerdote Bosco, de acuerdo con el Decreto del Consejo Escolar Provincial, del 30 de marzo de 1870. 

Y, previa lectura y aprobación, firman: 

F. BIANCARDI, Presidente LUIS PREVE, Concejal 
J. B. MORTEO, Concejal PABLO TORRE, Concejal 
J. B. ARMATO, Secretario. 
Pocos días después enviaba don Bosco a la misma Delegación de Hacienda desde Turín una solicitud razonada, para pedir la 
adquisición del Convento. 

Ilmo. Señor: 

El abajo firmante, con el vivo deseo de amparar a los muchachos más pobres y abandonados, ha de experimentar frecuentemente un 
amargo disgusto por las consiguientes negativas a las solicitudes de aceptación de muchachos que se encuentran en gran peligro de ruina 
moral y cívica. Y ello solamente por falta de capacidad de los locales oportunos. 

Ahora bien, considerando que muchos de los internados en el establecimiento de Turín y muchas de las peticiones proceden del litoral 
de Liguria, el abajo firmante querría hallar el modo de abrir una casa donde es mayor la necesidad. Es decir, abrirla en la ciudad de 
Alassio, que puede considerarse como ((846)) el punto medio entre Génova y Niza. Sería un local oportuno el edificio e iglesia conocidos 
como Casa del Seminario, en otro tiempo convento de Nuestra Señora de los Angeles, perteneciente a los Menores Reformados. 

Las autoridades civiles y eclesiásticas del lugar están de acuerdo, y es más, como el Municipio necesita un local para escuelas públicas, 
podría con poco gasto instalarlo allí, siempre y cuando se terminaran unas obras ya algo adelantadas en la construcción. Así se podría 
atender al alojamiento de unos centenares de muchachos pobres y a los escolares de la población. 

El local mencionado está ocupado actualmente por las Hijas de la Caridad, que pagan trescientas liras anuales de alquiler, y tienen allí 
escuelas para las niñas del pueblo y pensionado que, por lo demás, serían fácilmente alojadas por el Municipio en otro edificio. Una parte 
del lugar anejo fue vendida hace poco a la Compañía de Ferrocarriles en construcción, por lo que una parte considerable de la cerca 
deberá ser demolida. El que suscribe pide, pues, respetuosamente que se le ceda el edificio y terreno anejo dentro de unas condiciones 
poco más o menos como las siguientes: 

1.ª Venta de la casa y huerto, en las condiciones más favorables, teniendo en cuenta el fin del comprador. 

2.ª Podría hacerse todo con gestiones privadas para agilizar los trámites. 

3.ª El sacerdote Juan Bosco, además de pagar el precio convenido y los debidos impuestos, y aceptándolo en su actual estado, se 
obligaría también a mantener abierta la iglesia y atenderla. 

En este sentido este humilde servidor se encomienda al buen entendimiento de V. S. Ilma. a fin de que tenga la bondad de interesarse y 
dar las órdenes oportunas 
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para facilitar los trámites y allanar las posibles dificultades que pudieran surgir sobre la marcha. 

Con toda estima se profesa, 

De V. S. Ilma. 

Turín, 17 de abril de 1870 

Su humilde y seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

El Delegado respondió el 22 de abril lo mismo que ya había respondido al Municipio: que el Convento, según lo prescrito por la ley del 
15 de agosto de 1867, debía ser vendido en subasta pública, previa aprobación de la correspondiente valoración por la Comisión 
Provincial. Y se esperó a que fuera anunciada la subasta. 

El Venerable había decidido estar en Mirabello el 4 de mayo. Como crecía el número de alumnos, se trataba ((847)) de realizar también 
allí una nueva construcción que duplicara la capacidad del Colegio. Pero todavía no se habían empezado las obras cuando se advirtió que, 
con los calores de la estación veraniega, los alumnos perdían la salud, y fue preciso enviarlos a sus pueblos a tomar los aires nativos para 
que se restablecieran. Por eso quería ir allí y opinar sobre el lugar, sobre todo porque la Comunidad acariciaba el propósito de trasladar el 
colegio a Borgo San Martino. 

En tales circunstancias, escribía don Bosco a la condesa Callori una carta en la que está claro el recuerdo de la ya citada desgracia 
doméstica. Qué dijo o escribió el Venerable a la noble señora inmediatamente después del triste suceso, no lo sabemos. 

Benemérita señora Condesa: 

Su carta se cruzó por el camino con la que yo había escrito a su hija, la señorita María Luisa. 

Queda, pues, entendido que, si Dominus dederit (si Dios quiere) el martes saldré de Porta Susa a las doce y media y estaré en Casale 
poco después de las cinco de la tarde. Al día siguiente salgo enseguida para Mirabello, y después a Turín. 

Cuando veo a V. S. pidiendo perdón porque ha retrasado su caridad, me confunde, y por otra parte casi me hace reír, en el sentido de 
que pretenda añadir los intereses de su capital. De todos modos ofrezcámoslo todo a la mayor gloria de Dios. 

Como quiera que son muchas las cosas a hablar, tenga la bondad de avisarme porque cambiaría mi plan. 

Animo, señora Condesa, mucha confianza en el Señor. Nascimur in lacrimis, lacrymosos ducimus annos; terminat in lacrimis ultima 
nostra dies (Nacemos con lágrimas, vivimos con lágrimas y acaban nuestros días con lágrimas). Pero después de esto semper cum 
Domino erimus (estaremos siempre con el Señor). Al menos 
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ésta es nuestra esperanza. En todo caso, recuerde que tras la tempestad viene la calma. 

Dios le conceda, señora Condesa, junto con el señor Conde su marido y toda su familia, santa resignación y largos años de vida feliz. 
Ruegue por mí, que con gratitud me profeso, 

De V.S.B. 

Turín, 28 de abril de 1870 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Mientras tanto, antes de partir, compraba al señor Modesto Rúa, con escritura del 2 de mayo de 1870, del notario Turvano, un terreno 
((848)) de huerta, situado en Valdocco, de 0,45,59 hectáreas de superficie y Juan Rúa le vendía 1 área con 97 centiáreas, en total 0,47,56 
hectáreas, por cinco mil seiscientas ocho liras con cuarenta y cinco céntimos. Era, en gran parte, el llamado huerto del Oratorio, hoy 
desaparecido, que fue luego cercado con una tapia. 

Al mismo tiempo presentaba en el Ayuntamiento el proyecto de la plaza a abrir ante la iglesia de María Auxiliadora, en terreno de su 
propiedad. 

A más de estos serios gastos, y algunos más de los que hablaremos, hacía el Venerable otros, y no pequeños, para el Colegio de 
Cherasco: y la realidad demostró lo justo de sus cálculos. Entresacamos la siguiente carta de una larga correspondencia con el Alcalde: 

Ilmo. Señor Alcalde: 

Me apresuro a enviar el documento pedido por el Delegado Provincial de Enseñanza. No comprendo por qué no se quieren admitir las 
fórmulas utilizadas siempre por todos, estipendios fijados por la ley para los colegios de tercera categoría. De todos modos, súmense las 
cifras que aparecen en la ley Casati. 

He recibido su apreciada carta anterior y estoy íntimamente convencido de que no es el Municipio el causante del retraso para el 
reconocimiento, lo mismo que todos lo estarán de que tampoco la culpa es mía. Sabe muy bien V. S., señor Alcalde, que yo me he 
sometido enseguida a varios cambios del proyecto del Colegio que cargaban sobre mí, para apartar los impedimentos del retraso. Yo he 
llegado y llegaré mucho más allá de cuanto se determinó en el contrato municipal. 

En cuanto al local que V. S. me señala para el caso de aumento de alumnos, si por un lado sería conveniente por su amplitud, por otro 
resultaría muy incómodo por estar separado del primero y ello me obligaría a duplicar el personal con una nueva organización para la 
comida. Prefiero la ejecución del trabajo repetidamente prometido por V. S. en pleno Ayuntamiento, a saber, que, en el caso de aumento 
de alumnos, se adaptaría el gran salón situado al sudoeste del Colegio y lo que fuera menester. Necesitaría saber, si es posible enseguida, 
la deliberación del Ayuntamiento, puesto que las muchas peticiones hechas para Cherasco y los muchachos 
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que tengo aquí para mandarlos allá a su tiempo, me obligan a buscar sitio idóneo. En el caso de que no se pueda tener algo junto al actual 
edificio, habré de arreglármelas para encontarlo en otra parte. 

((849)) Ya hemos resuelto muchas otras dificultades y espero que, con la ayuda del Municipio, resolveremos también las del local y del 
reconocimiento. 

Créame, con todo aprecio, 

de V. S. Ilma. 

Turín, 27 de mayo de 1870 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

En medio de estos asuntos materiales, no descuidaba a sus bienhechores, a los que envió en el mes de abril una carta impresa, como 
recuerdo de su viaje a Roma. En cada una añadió de su puño y letra el nombre de aquéllos a quienes la enviaba, variando alguna frase, 
según la condición de las personas. 

He aquí una, hallada entre las cartas del teólogo Appendini: 

Turín, 29 de abril de 1870 

Con gran satisfacción tengo el honor de comunicar a V. S. que Su Santidad Pío IX, en la audiencia que me concedió el día 8 de febrero 
de este año, como prueba de su paternal benevolencia para los bienhechores de nuestros muchachos y de la iglesia dedicada a María 
Auxiliadora, concedió al Reverendo Teólogo Juan Bautista Appendini los siguientes favores espirituales: 

1.° Bendición apostólica con Indulgencia Plenaria in artículo mortis. 

2.° Indulgencia plenaria cada vez que celebre la santa misa, rezando según la intención del Sumo Pontífice. 

3.° Todas estas indulgencias, son aplicables a modo de sufragio por las almas del Purgatorio. 

Mientras gozo al poderle comunicar estos favores, le deseo todas las bendiciones del cielo y me profeso con gratitud, 

De V.S. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Envió también una carta autógrafa sobre este asunto a la reverenda madre Eudoxia, Superiora del Instituto de las Fieles Compañeras de 
Jesús, y al mismo tiempo le mandaba ((850)) unas cuantas hojitas o módulos impresos para recordar los citados favores espirituales, en 
los que no había más que añadir el nombre de aquéllos a quienes el Venerable los comunicaba. 

Fin de Página 754 


VOLUMEN IX Página: 755 

Benemérita Madre: 

Hubiera deseado ir en persona a llevar a V. S. y a sus hijas el certificado auténtico de los favores concedidos por el Padre Santo a su 
Instituto. Mas, para no retardar el poder ganar dichos favores, me ha parecido bien transmitírselos a V. S., rogándole escriba el nombre y 
apellido sobre este impreso, para que cada uno lo conserve como recuerdo. 

Le ruego marque uno y lo envíe de mi parte a la Madre General y a todas las religiosas que, de alguna manera, aunque sea pequeña, han 
ayudado a las necesidades de la iglesia y de nuestra casa. 

Desciendan sobre V. S. y sobre su Instituto todas las bendiciones celestiales; ruegue por mí y por mis pobres muchachos y créame con 

gratitud, 

De V.S. 

Turín, 12 de abril de 1870 

Su atento y seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Fin de Página 755 


VOLUMEN IX Página: 756 

((851)) 

CAPITULO LXVII 

LA COMISARIA DE POLICIA RECOMIENDA MUCHACHOS Y DON BOSCO LOS RECIBE -DILIGENCIAS PARA OBTENER 
DE LA COMISARIA HOJAS DE RUTA, PARA LOS ALUMNOS DEL ORATORIO: PETICION DE DON BOSCO AL MINISTERIO 
DE GOBERNACION; ESTE PIDE A DON BOSCO QUE PRESENTE LA FINALIDAD DEL ORATORIO Y LOS MOTIVOS DE LA 
PETICION: RESPUESTA DE DON BOSCO;EL MINISTERIO DENIEGA EL FAVOR: DON BOSCO RECURRE AL 
GOBERNADOR DE TURIN -MUCHACHOS DEL REAL HOSPICIO GENERAL DE CARIDAD DE TURIN PRESENTADOS A 
DON BOSCO: CONVENIO; CONCEDE ESTE FAVOR A ALGUNOS DE ELLOS POR SU POCA EDAD Y FALTA DE 
INSTRUCCION -LA JUNTA ESCOLAR INVITA A LA IMPRENTA DEL ORATORIO A TOMAR PARTE, CON UNA 
ESTADISTICA DE LAS OBRAS IMPRESAS EN ELLA, EN EL CONGRESO PEDAGOGICO DE NAPOLES -EL DELEGADO DE 
ESTUDIOS RECOMIENDA A DON BOSCO UN JOVENCITO -CARTAS DEL SIERVO DE DIOS A DOS SACERDOTES 
JOVENES -AVISOS E INVOCACIONES ESCRITAS AL DORSO DE ESTAMPAS DE MARIA AUXILIADORA 

OTRO asunto importante llevaba entre manos don Bosco en el mes de abril. La Comisaría le recomendaba frecuentemente muchachos 
pobres, abandonados o en peligro de serlo, con detrimento de las buenas costumbres y de la sociedad. El Venerable condescendía 
fácilmente ante tales recomendaciones y, gratuita o casi gratuitamente, los admitía en el internado. Por ejemplo, en abril de 1870 escribía 
la Comisaría a don Bosco: 

((852)) COMISARIA DEL DISTRITO DE TURIN
N.° 3396


Turín, 11 de abril de 1870 

Agradezco muchísimo al señor Director la atención que me ha dispensado al aceptar al muchacho presentado (Leopoldo Germagnano), 
de acuerdo con la suya del 3 del corriente. Habiendo sido traído aquí desde Acqui, le envío a ese Oratorio para su internamiento. 
756 

Fin de Página 756 


VOLUMEN IX Página: 757 

Siento que no le hayan dotado del ajuar que indica en su nota; sólo trae diez liras, ofrenda de una persona caritativa, que aquí le 
incluyo. El Gobierno Civil de Acqui me comunica que no han podido proveerle más que de la ropa que lleva puesta. 

Por el Comisario P. BOCCO 

Prestábase por su parte la Comisaría a entregar hojas de ruta a los muchachos que, por cualquier motivo, tenían que volver a su pueblo, 
pero he aquí que el Ministerio dio un decreto prohibiendo tal concesión. Y el Venerable escribió al Ministro de Gobernación, Juan Lanza: 

Excelentísimo Señor: 

Permita que, con todo respeto, me presente a V. E. solicitando un favor para los pobres muchachos internados en el Centro llamado de 
San Francisco de Sales. 

Cuando los Ferrocarriles del Norte de Italia pertenecían al Gobierno, gozaba esta casa de notables favores, tanto para los maestros, 
asistentes y directores, como para los muchachos del internado. Cuando los ferrocarriles pasaron a propiedad particular se continuó 
gozando de estos favores, a través de la Comisaría, que extendía hojas de ruta cuando era preciso devolver a su pueblo a estos pobres 
muchachos. Tales favores eran concedidos, ya sea porque los casi ochocientos internos son de clase humilde y en su mayoría huérfanos 
de padre y madre, ya sea también porque muchos, totalmente pobres y abandonados, ingresaron por recomendación de algún Ministerio, 
del Gobierno Civil o de otras autoridades del Estado. Pero últimamente, habiendo pedido a la Comisaría algunas hojas de ruta por 
apremiante necesidad, ésta respondió que, por decretos aparecidos en estos últimos meses, ya no podía expedirlas. 

Me animo a suplicar respetuosamente a V. S. tenga en consideración a este Instituto de pobrecitos y disponga benévolamente ((853)) a 
fin de que no sea privado de las ayudas que antes gozaba y que son de extrema necesidad. De otro modo me vería obligado a no poder 
recibir a muchos jovencitos de las provincias más distantes, donde, generalmente, más lo necesitan. 

Confiado en ser atendido, doy las más rendidas gracias, en nombre de estos muchachos, ya favorecidos otras veces por V. E., por quien 
pido al cielo todo bien, mientras tengo la satisfacción de profesarme con el más distinguido aprecio y reconocimiento, 

De V.E. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

El Ministerio pidió informes al Jefe de la Comisaría de Turín, y éste escribía a la Dirección del Oratorio: 
757 

Fin de Página 757 


VOLUMEN IX Página: 758 

COMISARIA DEL DISTRITO DE TURIN
N.° 3746 -Sec. 3.
ª


Turín, 22 de abril de 1870 

En cumplimiento de análoga petición del Ministerio de Gobernación, se dirige, el que esto escribe, a esa honorable Dirección, 
rogángole tenga la bondad de enviar, a la mayor brevedad posible, un programa con las correspondientes condiciones de admisión de los 
alumnos en ese Oratorio y, al mismo tiempo, declarar las causas que aconsejan despedir de cuando en cuando a alumnos que luego son 
presentados a esta Oficina para ser autorizados al regreso a su pueblo. Con la confianza de ser atendido, el abajo firmante da las gracias 
anticipadas a la citada dirección. 

El Comisario BIGNAMI 

Como don Bosco se encontraba fuera de Turín, la Comisaría repitió al día siguiente la petición. 

COMISARIA DEL DISTRITO DE TURIN 

Se ruega a la amabilidad de esa honorable Dirección se digne, si es posible, dar respuesta al portador de la presente al oficio enviado 
ayer por esta Comisaría, n.° 3746, ya que hoy debemos contestar al Ministerio las preguntas formuladas. 

Por el Comisario GRUDRA 

((854)) Don Bosco contestó: 

Ilmo. Señor: 

En respuesta al atento oficio de V. S., n.° 3746, que se me comunicó poco ha, me apresuro a contestar, enviándole, en papel aparte, la 
finalidad de esta Casa y las condiciones de aceptación, tal como se determina en el Plan de Reglamento en vigor en la misma. En el caso 
de que fuera menester el Reglamento completo, lo haré transcribir y remitir a V. S. a su menor indicación. Siento el retraso de la 
respuesta, ocasionado por mi ausencia de Turín. Aprovecho, sin embargo, la ocasión: 1.°, para agradecer de corazón a V. S. Ilma. su 
bondad con este establecimiento; y 2.°, para rogarle acepte mis respetuosos saludos, mientras me cabe el honor de profesarme con el más 
distinguido aprecio, 

De V.S. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

El pliego aparte, con el membrete ORATORIO DE SAN FRANCISCO DE SALES, decía: 

Fin de Página 758 


VOLUMEN IX Página: 759 

FINALIDAD DE ESTA CASA 

Entre los muchachos que acuden a los Oratorios de la Ciudad, hay algunos en tales condiciones, que resultan inútiles todos los medios 
morales, si no se les presta socorro material. 

A veces se encuentran muchachos ya algo avanzados en edad, huérfanos o sin asistencia paterna porque los padres no pueden o no 
quieren cuidar de ellos, sin oficio ni cultura. Estos se hallan expuestos a los más graves peligros espirituales y corporales y no se sabe 
cómo evitar su perdición, si no se les tiende una mano bienhechora que los recoja y los prepare para el trabajo, el orden y la religión. La 
casa aneja al Oratorio de San Francisco de Sales tiene la finalidad de albergar a esta clase de muchachos. Pero, como no se puede recibir 
a todos los que se encuentran en semejante situación, es necesario establecer algunas normas para distinguir quiénes deben ser preferidos, 
según la gravedad de las circunstancias. 

CAPITULO I 

De la admisión 

Para que un joven pueda ser admitido en la casa, deben cumplirse en él las siguientes condiciones: 

1.ª Tener doce años cumplidos y no pasar de los dieciocho. La experiencia ha dado a conocer que, de ordinario, la juventud ((855)) 
antes de los doce años, no está capacitada para hacer un gran bien, ni un gran mal; y que, pasados los dieciocho, resulta muy difícil hacer 
desaparecer costumbres adquiridas en otra parte para uniformarse a un nuevo régimen de vida. 

2.ª Ser huérfano de padre y madre, totalmente pobre y abandonado. Si tiene hermanos, tíos u otros parientes que puedan cuidarlo, está 
fuera de la finalidad de esta casa. 

3.ª Que no padezca enfermedad repugnante o contagiosa, como son la sarna, la tiña y similares. 

4.ª Son aceptados con preferencia los que asisten a los Oratorios de Turín, porque es de la máxima importancia conocer la índole de los 
muchachos, antes de recibirlos definitivamente en la casa. 

5.ª Al ingresar, han de presentar todos un certificado del propio párroco, testificando la edad, la situación de la familia a que pertenece 
el joven, el certificado médico de si ha pasado, o no, la viruela, de no sufrir enfermedades que le incapaciten para el trabajo. La carencia 
de este certificado puede suplirse con la visita del médico de la casa. 

6.ª Si el demandante poseyera alguna cosa, la llevará consigo a su entrada en el establecimiento y se empleará en su favor, porque no es 
justo que viva de caridad el que no está absolutamente necesitado. 

Al ingresar en el establecimiento, todo jovencito deberá considerar a sus compañeros como hermanos y someterse a sus superiores en 
todo lo que, según su cargo, le ordenen. 

Admisión en la sección de estudiantes 

Entre los muchachos admitidos en casa y recomendados de otro modo se encuentran algunos, que han recibido de la naturaleza 
aptitudes especiales para el estudio o para un arte noble, pero que, por falta de medios materiales, su ingenio 

Fin de Página 759 


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quedaría oculto y perjudicado de no poder ser cultivado. La casa del Oratorio se preocupa también de ayudar a éstos, ya puedan pagar una 
pensión o haya que recibirlos gratuitamente por ser absolutamente pobres. 

La decisión del Ministerio fue comunicada al Oratorio por el Gobernador de Turín. 

GOBIERNO CIVIL DE LA PROVINCIA DE TURIN 

Div. 3.ª -Sec. I 

N.° prot. 1778 

Turín, 20 de junio de 1870 

El Ministerio de Gobernación con su despacho del 14 del corriente mes, Div. 2.ª, Sec. 2.ª -N.° 14702 -17, me encarga partícipe ((856)) 
a V. S. cuanto sigue, con relación al transporte gratuito solicitado para la vuelta a sus pueblos de los muchachos que salen de ese 
Oratorio. 

«El sacerdote Juan Bosco, ha dirigido al Ministerio una instancia rogando sea revocada la determinación de la Comisaría local de negar 
el transporte gratuito a los muchachos que salen del Oratorio de San Francisco de Sales. 

»Por tratarse de un instituto de beneficencia, no podría el Ministerio apartarse de las determinaciones tomadas con respecto a los 
transportes gratuitos, para los que es indispensable se verifique la razón de seguridad pública y, por tanto, el que suscribe se halla en la 
necesidad de mantener las normas seguidas por esta Comisaría. 

»Al notificar esto al reverendo don Bosco, ruégole, sin embargo, le asegure que el Gobierno toma en consideración las condiciones del 
Instituto por él dirigido, y hará lo posible por ayudarle dentro de los límites trazados por los Reglamentos y las necesidades del Tesoro 
público -Por el Ministro F. CAVALLINI.» 

Lo que le comunico, según el encargo recibido. 

El Gobernador RADICATI 

El Venerable acusó recibo de la comunicación ministerial y siguió insistiendo ante el conde Radicati. 

Ilmo. señor Gobernador: 

He recibido la carta de V. S. Ilma. comunicándome que el Ministerio de Gobernación no juzga oportuno continuar favoreciendo el viaje 
de los pobres muchachos que salen de este centro. Como V. S., señor Gobernador, conoce la mísera situación de esta institución, le 
rogaría que hiciese saber a S. E. el Ministro de Gobernación la condición de los jóvenes recomendados. 

Entre los casi ochocientos internos hay más de ciento que fueron enviados por el Gobierno y se les tiene gratuitamente. Si encima se me 
niega el favor del viaje a sus pueblos, me encontraré en una difícil posición, puesto que ya no se puede disfrutar ningún favor de los 
Ferrocarriles y ese Ministerio, que en otros tiempos nos concedía 

Fin de Página 760 


VOLUMEN IX Página: 761 

todos los años un subsidio, también lo ha suprimido hace algunos años. Así que, después de haber tenido en Casa gratuitamente a un 
muchacho, tengo que repatriarlo también a mis expensas. Por ejemplo, hace pocos días he tenido que enviar dos jóvenes, uno de Ancona 
y el otro de Tortorigi (Sicilia), pagando una cantidad verdaderamente alta para nosotros, tenidos en cuenta los apuros que pasa este 
establecimiento. Recuérdese también el impuesto de diez mil liras que hemos de pagar por la molienda. 

Ya ve, señor Gobernador, que, pese a la mejor voluntad, me veré en la dura necesidad de disminuir el número de internados, ((857)) 
precisamente cuando las continuas e incesantes solicitudes de admisión nos obligarían a aumentarlo. 

Me remito a sus buenos oficios, y estos buenos muchachos no dejarán de invocar las bendiciones del cielo sobre V. S., como lo hacen 
cada día por todos sus bienhechores. 

Con el mayor agradecimiento me profeso, 

De V. S. Ilma. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Naturalmente que el conde Radicati, gran amigo de don Bosco, tuvo muy en cuenta esta súplica, tanto más que el Siervo de Dios 
aceptaba con gusto dos muchachos por él recomendados. 

Un convenio con el Real Hospicio General de la ciudad de Turín, hizo que de un golpe aumentara el número de alumnos con otros 
dieciséis chicos. 

Convenio entre el Muy Rvdo. señor don Bosco, Fundador y Director del Oratorio de San Francisco de Sales y la Dirección del Real 
Hospicio General de Caridad, representada por los miembros que suscriben. 

Artículo 1.° 

El Rvdo. don Bosco se obliga a admitir en su casa a dieciséis muchachos que la Dirección del Real Hospicio General de Caridad le 
confía para recibir la conveniente educación. 

Artículo 2.° 

La Dirección del Real Hospicio General de Caridad entrega al Rvdo. don Bosco una pensión diaria de ochenta céntimos, por cada 
muchacho, hasta los dieciocho años cumplidos. Transcurrida dicha edad, cesa la pensión diaria y se encarga don Bosco de proveer él 
mismo al porvenir de estos muchachos consigo o en otro lugar, tal como en su prudencia juzgue que será mejor para su porvenir. 

Artículo 3.° 

Con esta pensión diaria, más dos mudas de ropa en el momento de entrada, un colchón, una manta y dos sábanas para cada uno, por una 
sola vez, los jóvenes 

Fin de Página 761 


VOLUMEN IX Página: 762 

reciben comida, vestido y todo cuanto sea menester para su manutención, limpieza y educación religiosa, moral y profesional. 

((858)) Artículo 4.° 

La Dirección del Real Hospicio tiene la facultad y el derecho a estar informada, siempre que lo desee, de la marcha educativa de los 
muchachos confiados al Rvdo. don Bosco y del trato que reciben, en la medida que compete a un padre que tiene a su hijo en un colegio y 
conserva todos sus derechos paternos. 

Artículo 5.° 

El Rvdo. don Bosco presentará cada año a la Dirección del Real Hospicio una relación de la situación religiosa, moral, estado de salud 
y profesional de cada uno de los muchachos a él confiados. En caso de reclamación por parte de los padres, muerte, expulsión, fuga o 
mejora en la condición de fortuna de alguno de ellos, el Rvdo. don Bosco se servirá comunicarlo a la Dirección del Real Hospicio, la 
cual, ante una de esas circunstancias, cesará en su obligación de pagar la correspondiente pensión diaria. 

Artículo 6.° 

Este convenio empezará a regir el 1.° de mayo de 1870 

Turín, 30 de abril de 1870 

Por el Rector JUAN BOSCO:
MlGUEL RUA, Prefecto.
FRANCISCO MALINES.
JUAN ANTONIO PANARIO, Comendador.


El Siervo de Dios deseaba que también éstos sus nuevos alumnos recibiesen la instrucción elemental que no tenían: en consecuencia 
escribió al Presidente del Real Hospicio: 

Tengo el honor de participar a V. E: que con mucho gusto recibo en esta casa benéfica al muchacho Bielli, que por medio del 
comendador Pavarino y del caballero Capello, se complace en recomendar. 

Esta casa está siempre abierta para los muchachos que V. E. tenga a bien encomendarme. 

Pero me encuentro ahora con cierta dificultad, respecto a algunos, de los ya admitidos, cuya educación resulta difícil por carencia 
absoluta de instrucción. No recibirían aquí la instrucción adecuada, ya que nuestros alumnos más jóvenes deben haber cumplido los doce 
años. 

((859)) Yo me decidiría a enviarlos a uno de nuestros colegios de Lanzo o Cherasco; pero allí aumentaría en seis liras la pensión 
mensual de cada uno. 

Con el deseo, pues, de atender a los pobrecitos citados en hoja aparte, recurro a V. E. rogándole que durante tres años se eleve a treinta 
liras la mensualidad de estos 

Fin de Página 762 


VOLUMEN IX Página: 763 

seis. Transcurrido este tiempo, volverían de nuevo a esta casa, en donde se les destinaría a un arte u oficio apropiado para cada uno de 
ellos. 

Espero que V. E. tome en consideración mi humilde propuesta. Deseando toda suerte de bendiciones celestiales a V. E. y a toda esa 
benemérita corporación, me considero muy honrado al poderme profesar, 

De V.E. 

Turín, 31 de agosto de 1870 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

El Presidente del Real Hospicio, comendador Castelli, Senador del Reino, accedió al aumento de seis liras mensuales para los seis 
muchachos indicados. Y fue dinero bien empleado, porque todos dieron buen resultado y uno de ellos es ahora un excelente sacerdote. 

La Autoridad escolar también daba muestras de su aprecio a don Bosco, enviando a la Dirección de la Tipografía Salesiana una honrosa 
invitación. 

GOBIERNO CIVIL DE LA PROVINCIA DE TURIN 
DELEGACION DE ESTUDIOS 

Turín, 1 de mayo de 1870 

Uno de los títulos por los que se considera esta Provincia superior a las demás del Reino, en el campo de la cultura y de la educación, 
particularmente de las clases más modestas, está en el número de obras educativas, didácticas y populares que se han publicado por los 
intrépidos editores de la misma, entre los cuales ocupa un lugar distinguido V. S. Ilma. 

Queriendo el que suscribe presentar en la próxima exposición didáctica que se montará en Nápoles, con ocasión del Congreso 
Pedagógico del mes de septiembre, una estadística de las obras de esta clase, publicadas durante este decenio en nuestra provincia, no 
podría olvidar a V. S. Ilma., cuyo nombre figura con todo derecho entre los que honran la más noble de las artes modernas. 

Se adjunta a la presente un cuadro dividido en columnas ((860)) en las que V. S. puede anotar los detalles referentes a los títulos que el 
abajo firmante ha tenido más en cuenta. 

Si V. S. puede devolver el cuadro cumplimentado antes de fin de mes, hará un gran favor a quien se honra declarándose, 

De V. S. Ilma. 

Su seguro servidor
El Delegado Provincial GARELLI


No hay constancia de lo que hizo don Bosco en esta ocasión; pero el Real Delegado Provincial de Estudios, que fue en adelante sincero 
y gran amigo del Siervo de Dios, le escribía pocos días después la siguiente carta: 

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PRESIDENCIA DE LA DELEGACION DE ESTUDIOS 
DE LA PROVINCIA DE TURIN 
Turín, 6 de mayo de 1870 
Ilmo. Señor: 
La señora Fortunata Coccorda, directora de un asilo infantil en Buriasco, necesita urgentemente una persona caritativa que se encargue 
de la educación de su hijo José, huérfano de padre. 
Es evidente que nadie puede hacer milagros de caridad, como V. S. Ilma.; por eso se la recomiendo con entera confianza. 
Estoy a sus órdenes. 

Su seguro servidor
El Delegado de Estudios GARELLI


Lo que movía a don Bosco en todos estos asuntos era siempre la gloria de Dios y la salvación de las almas. Esto le facilitaba también 
las ocupaciones materiales y financieras, que de ningún modo le enfriaban en el ejercicio del sagrado ministerio. De su corazón brotaba 
una fuente de agua viva, que se elevaba hasta la vida eterna. 

El sacerdote don César Thornasset, de Aosta, en otro tiempo alumno del Oratorio, pedíale consejo para comportarse dignamente en el 
estado sacerdotal, y él le escribía: 

Carísimo:
Se puede hacer una prueba:
Devota preparación y acción de gracias para la santa misa.
Cada mañana seria meditación. -Durante el día visita al Santísimo Sacramento. -((861)) Lectura espiritual. -Ruego por ti a María


Auxiliadora y al buen Jesús.--Fratres, sobrii estote (Hermanos, sed sobrios). 
Ruega por tu afmo. 
JUAN BOSCO, Pbro. 

A un seminarista, atormentado por los escrúpulos, le respondía:
Carísimo:
No quiero dejar tu carta sin respuesta. Rogaré por ti, haz bien la meditación, frecuenta la sagrada comunión y te librarás de todo peligro.
En las próximas vacaciones ven un día al Oratorio y hablaremos de todo.
Busca suscriptores a las Lecturas Católicas, allí donde puedas, y obtendrás la bendición del Sumo Pontífice y a la vez también la


bendición del Señor. 
Dios te bendiga a ti y tus estudios. Ruega por mí, que soy tuyo. 
Turín, 16 de abril de 1870 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

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Al dorso de las estampas de María Auxiliadora escribía y firmaba avisos, jaculatorias y bendiciones. Tenemos algunas de diversos 
tiempos. 

A José Zanetti de Verona, con ocasión de su toma de hábito: Oh María, bendecid a vuestro querido hijo y guiadle siempre por el 
camino del cielo. 

Mi querido Quaranta: Huye del ocio, ama la virtud y el trabajo. La obediencia es la llave de todas las otras virtudes. Dios te bendiga. 

Al señor Miguel de Agliano: Dios bendiga a usted y a toda su familia. María les guíe a todos por el camino del Paraíso. 

Al señor José Grise Rodali: Dios bendiga a usted y a toda su familia y recompense con largueza su caridad. Y María Auxiliadora sea 
para todos ustedes la guía hacia el cielo. 

A la señorita Carolina Denina, Vía Garibaldi, n.° 28 p. 2.°, Turín: Oh María, rogad por nosotros y libradnos de los peligros del alma y 
del cuerpo. 

A un jovencito: María te dé su santa bendición. 

A la condesa Antonia Cays de Giletta: Amala como hija; Ella será para ti y para los tuyos auxilio en vida, consuelo en la muerte y 
alegría en el cielo. -7 de mayo de 1870. 
765 

Fin de Página 765 


VOLUMEN IX Página: 766 

((862)) 

CAPITULO LXVIII 

LA VIRGEN PROTEGE LA TIPOGRAFIA: EVITA UNA GRAVISIMA DESGRACIA -LECTURAS CATOLICAS: NUEVE DIAS 
CONSAGRADOS A MARIA AUXILIADORA -BREVE DEL PAPA ELEVANDO A ARCHICOFRADIA LA PIA ASOCIACION DE 
DEVOTOS DE MARIA AUXILIADORA -CARTA DE DON BOSCO AL DIRECTOR DEL COLEGIO DE LANZO: PIDE 
ORACIONES PARA EL EXITO DEL ASUNTO DE SAN JUAN DE LA PIGNA; ESTA A PUNTO DE PARTIR PARA MORNESE: 
DA UNOS CONSEJOS -OTRA CARTA A LA CONDESA CALLORI: ALABA A MORNESE; DA GRACIAS; RECOMIENDA A UN 
PARIENTE SUYO: SI VA A MIRABELLO, SE LO COMUNICARA; LE ANUNCIA EL EXITO DEL ASUNTO DE SAN JUAN DE 
LA PIGNA: LE INVITA PARA LA FIESTA DE MARIA AUXILIADORA Y PROMETE ORACIONES -PREPARATIVOS EN EL 
ORATORIO PARA LA GRAN FIESTA -TRES CAMPANAS NUEVAS -DON JUAN CAGLIERO INVITA A LOS MUSICOS DE LA 
CIUDAD AL ENSAYO DEL HIMNO SAEPE DUM CHRISTI -RIFA DE UN CUADRO QUE REPRESENTABA AL EPISCOPADO 
ITALIANO VIVIENTE: DON BOSCO INVITA A LAS SEÑORITAS, QUE LE HAN AYUDADO A DESPACHAR BOLETOS, A 
UNA MISA QUE EL CELEBRARA SEGUN SU INTENCION -LA UNIDAD CATOLICA DESCRIBE EL 24 DE MAYO EN 
VALDOCCO -DON BOSCO BENDICE A UN ALUMNO Y LE DESAPARECE LA FIEBRE -REUNION DE LOS 
ORGANIZADORES DE LA FIESTA PARA REMEDIAR LOS INCONVENIENTES HABIDOS EN OTRA OCASION 

MARIA Santísima, invocada siempre con tanto afecto por don Bosco, era la centinela que ahuyentaba del Oratorio las desgracias. Ella 
libró a sus hijos de múltiples catástrofes, y todos reconocieron en varias ocasiones, que su obra era un prodigio. 

((863)) He aquí sólo uno. La caldera de vapor de la Tipografía habría podido explotar muchas veces y llevarse por los aires todo el 
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VOLUMEN IX Página: 767 

edificio con los muchachos que pernoctaban en los dormitorios de encima. 

La máquina estaba garantizada solamente para cuatro atmósferas y algunas mañanas el manómetro señalaba ocho. El mecánico se 
acercaba temblando a abrir las válvulas, porque temía una inminente explosión y se maravillaba de que todavía no hubiera sucedido. 

Los tipógrafos alababan a María y continuaban sin perturbarse su trabajo para la difusión de buenos libros. En febrero había salido el 
folleto de las Lecturas Católicas: LA PALABRA DE LA CRUZ, o sea nociones histórico-dogmáticas y morales sobre la cruz de Nuestro 
Señor Jesucristo, por el padre Carlos Felipe de Poirino, sacerdote capuchino. En la portada se leía Verbum Crucis (I Cor. 1 ). El buen 
fraile se opone en él a los protestantes que blasfeman contra la cruz, sus reliquias, su culto, su colocación por plazas y calles y como 
remate de las iglesias; y que la hacían pedazos donde quiera que se propagaban sus sectas; describe los milagros obrados por la Santa 
Cruz y sus maravillosas apariciones en el cielo a la vista de las multitudes. 

Para el mes de marzo y abril los suscriptores a las Lecturas habían recibido: EMILIO DEFAIX, o sea el modelo de los artesanos; 
historia verdadera con los consejos de un amigo sincero, a los jóvenes aprendices, por el abate Richaudeau; traducción de Pedro Bazzetti, 
presbítero. El joven Emilio creció en la inocencia, perseveró en el bien, esquivó los peligros del alma, gracias a los cuidados de una 
madre verdaderamente cristiana y de un hermano incomparable. Murió como un santo a la edad de veintitrés años, después de dieciocho 
meses de enfermedad. Resignado, en medio de atroces dolores, contento por cumplir la voluntad de Dios, con continuos deseos de 
Paraíso, confortado con alguna visión que bien puede llamarse celestial, edificó mucho a cuantos le conocían. 

Los consejos, que daba después el autor a los jóvenes aprendices, están llenos ((864)) de admirable prudencia y eficacia para 
prepararlos contra las asechanzas del mundo, quitarles el temor que produce el respeto humano, reforzarles en el amor y en la fe a la 
Iglesia Católica y animarles a la frecuente recepción de los Sacramentos. 

La pluma de don Bosco había preparado para el mes de mayo el folleto: NUEVE DIAS CONSAGRADOS A MARIA 
AUXILIADORA, por Juan Bosco, Pbro. 

Decía el Venerable al Lector: 

A más de las obritas publicadas sobre el culto y las maravillas de María, invocada con el título de Auxiliadora de los Cristianos, 
muchos pedían una novena, que explicara 
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Fin de Página 767 


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el fin de esta devoción y sirviera de guía para celebrar devotamente la solemnidad establecida en honor de la augusta Reina de los Cielos. 
Para satisfacer estos piadosos deseos he procurado exponer aquí nueve consideraciones para una novena, que puede servir de preparación 
a la fiesta de María Auxilio de los Cristia nos, y ayudar a quien durante el año desee consagrar nueve días a esta común.Bienhechora del 
género humano. 

Y como la asociación de los devotos de María Auxiliadora tiene la finalidad de alcanzar a sus socios la especial protección de María en 
punto de muerte, gracias a la devoción a Jesús Sacramentado y a su Madre Inmaculada, por eso se procuró tratar esos temas y recoger los 
pensamientos piadosos que parecían más oportunos para ello. 

En cuanto a los ejemplos que siguen a cada consideración, he creído oportuno callar los nombres de las personas a quienes se refieren, 
para evitarles molestias de algún indiscreto lector. Pero se citan las fuentes de donde se han sacado, y se conserva relación manuscrita 
auténtica para quien desee satisfacer más su devoción. 

Al final hay un apéndice con el reglamento de la Pía Asociación de los devotos de María, que el Sumo Pontífice se dignó a elevar a 
Archicofradía, con Breve del 5 de abril de 1870. 

María Auxiliadora, que en estos tiempos se manifiesta de tantas maneras como bienhechora de la pobre humanidad, nos ayude a ti, 
cristiano lector, y a mí, para que podamos vivir y morir en la gracia del Señor, y ser todos dignos de cantar un día sus alabanzas 
eternamente en el cielo. Así sea. 

Y el Breve del Sumo Pontífice era el siguiente: 

((865)) PIO PAPA IX 1 

PARA PERPETUO RECUERDO 

Siguiendo la costumbre de los Romanos Pontífices Nuestros Predecesores, Nos acostumbramos, de acuerdo con la necesidad y la 
oportunidad, enriquecer con particulares 

1 PIUS PP. IX. Ad perpetuam rei memoriam. -Sodalitia fidelium ad Christianae pietatis et charitatis opera exercenda instituta, 
praecipuis honoribus privilegiisque, ex Romanorum Pontificum Praedecessorum Nostrorum more, pro re ac tempore ditamus. Itaque cum 
dilectus filius Ioannes Bosco, presbyter Taurinensis, enixas Nobis preces humiliter adhibuerit, ut Piam Sodalitatem sub titulo «dei Divoti 
di Maria Ausiliatrice» quae in Ecclesia in honorem eiusdem B. M. V. Auxiliatricis civitatis istius Taurinensis canonice iampridem erecta, 
Sodalium religione et frequentia eo crevit brevi, ut longe etiam dissita loca pervaserit, in commodum praesertim Sodalium, qui alio in 
loco ab Taurinensi Urbe versantur, Archisodalitatis titulo et privilegiis augere, de benignitate Nostra dignaremur, Nos memorati dilecti 
filii votis obsecundare lubenti animo voluimus. Quae cum ita sint, omnes et singulos, quibus Nostrae hae Litterae favent, a quibusvis 
excommunicationis, et interdicti, aliisque ecclesiasticis censuris, sententiis et poenis quovis modo vel quavis de causa latis, si quas forte 
incurrerint, huius tantum rei gratia absolventes et absolutos fore censentes, Sodalitatem ««dei Divoii di Maria Ausiliatrice»», de qua 
habita ante mentio est, in Ecclesia in honorem Immaculatae Mariae Virginis sub eodem nomine istius civitatis Taurinensis canonice, ut 
asseritur, erectam, in Archiconfraternitatem cum omnibus et singulis honoribus, praeeminentiis, praerogativis, iuribus, et privilegiis 
solitis et consuetis, hisce Litteris, perpetuo Auctoritate Nostra Apostolica erigimus et instituimus. Porro Archiconfraternitatis ita erectae 
Moderatoribus et Confratribus nunc et 

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favores y privilegios las Asociaciones de los fieles, cuyo fin es el ejercicio de obras de cristiana piedad y caridad. Por eso, habiéndonos 
presentado el amado hijo Juan Bosco, sacerdote turinés, humildes y reiteradas peticiones de querer benignamente, sobre todo para 
comodidad de los asociados, que viven en lugares apartados de la ciudad de Turín, enriquecer con el título de Archicofradía y de otros 
privilegios la Pía Sociedad de los devotos de Maria Auxiliadora, la cual, canónicamente erigida en Turín en la iglesia dedicada a la misma 
Bienaventurada Virgen Auxiliadora, creció tanto en poco tiempo por la devoción y multitud de los socios que penetró hasta en lejanas 
regiones, Nos queremos de buen grado, secundar los deseos de dicho amado hijo. 

Por lo cual, absolviendo y considerando absueltos a todos y cada uno de aquéllos a quienes se refiere este Breve, de cualquier sentencia 
de excomunión, de entredicho y de toda otra censura y pena eclesiástica, de cualquier modo y por cualquier causa contraídas, si hubieran 
incurrido en ellas, con estas nuestras letras erigimos e instituimos para siempre, con Nuestra Apostólica Autoridad, la citada Sociedad de 
los Devotos de María Auxiliadora, erigida canónicamente, como se afirma, con este mismo título en Turín, en la iglesia dedicada a María 
Virgen Inmaculada, con los favores, preeminencias, prerrogativas, derechos y privilegios acostumbrados. Además, ((866)) por nuestra 
misma autoridad y con el presente Breve concedemos a los Rectores y Hermanos de la Archicofradía así erigida, presentes y futuros que, 
cumpliendo la Constitución de Clemente VIII nuestro Predecesor, de veneranda memoria, ya publicada hace tiempo, puedan libre y 
lícitamente agregarse otras Asociaciones del mismo título e institución, que están canónicamente instituidas únicamente en la diócesis de 
Turín, y comunicarles todas las indulgencias, remisión de pecados y condonación de penitencias concedidas por esta Santa Sede 
Apostólica a la Sociedad erigida ahora por Nos en Archicofradía, y todas las otras comunicables. Decretamos que este nuestro documento 
sea estable, válido y eficaz ahora y siempre, y que surta pleno y total efecto; y que ayude ampliamente a aquéllos a quienes pertenece o 
pertenecerá en lo porvenir; que en lo dicho deban juzgar y definir lo mismo todos los jueces Ordinarios delegados, y también los 
Auditores de Causas del 

pro tempore existentibus, ut alias quascumque Sodalitates eiusdem nominis et instituti in Dioecesi Taurinensi tantum canonice institutas, 
servata Clementis VIII Praedecesoris Nostri recol. mem. desuper edita Constitutione, aggregare, illisque omnes et singulas Indulgentias, 
peccatorum remissiones, ac poenitentiarum relaxationes, ipsi Sodalitati, nunc per Nos in Archiconfraternitatem erectae, ab hac Sancta 
Sede Apostolica concessas et alias communicabiles communicare libere et licite possint et valeant, eadem Auctoritate Nostra vi 
raesentium impertimur. Decernentes praesentes Nostras Literas firmas, validas et efficaces existere et fore, suosque plenarios et integros 
effectus sortiri et obtinere, illisque ad quos spectat et pro tempore quandocumque spectabit plenissime sufragari; sicque in praemissis per 
quoscumque iudices ordinarios et delegatos etiam Causarum Palatii Apostolici Auditores iudicari et definiri debere, irritumque et inane si 
secus super his a quoquam quavis auctoritate scienter vel ignoranter contigerit attentari. 

Non obstantibus Constitutionibus et Ordinationibus Apostolicis, nec non dictae Sodalitatis etiam iuramento, confirmatione Apostolica, 
vel quavis firmitate alia roboratis statutis et consuetudinibus, ceterisque contrariis quibuscumque. 

Datum Romae, apud S. Petrum, sub Annulo Piscatoris, die V Aprilis MDCCCLXX, Pontificatus Nostri Anno vigesimo quarto. 

Pro Domino Cardinali PARACCIANI CIARELLI F. PROFILI Substitutus. 

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Palacio Apostólico; que sea vano e inútil el juicio, lo que nunca suceda, si alguno con cualquier autoridad, a sabiendas o por ignorancia, 
juzgue diversamente sobre ello. 

Sin que obsten las Constituciones y Ordenes Apostólicas y los reglamentos y costumbres de dicha asociación, aun confirmados con 
juramento, aprobación apostólica y de cualquier otro modo, y toda determinación en contrario. 

Dado en Roma junto a San Pedro, bajo el Anillo del Pescador, el día 5 de abril de 1870, año vigésimo cuarto de nuestro pontificado. 

Por el Cardenal PARACCIANI CLARELLI F. PROFILI, sustituto. 

((867)) Las gestiones para abrir la deseada casa en Roma debían discutirse definitivamente por aquellos días, y el Venerable, a quien 
tanto le interesaba esto, escribía a Lanzo lo que tal vez también escribió a las otras casas: 

Muy querido Lemoyne: 

El viernes próximo se tratará en Roma el asunto de nuestra iglesia de San Juan de la Pigna. Recomienda para aquel día el ayuno en la 
Sociedad a los que puedan hacerlo sin incomodidad. Que los sacerdotes pongan una intención particular en la santa misa, y los demás 
hagan la comunión. Que pidan a Dios disponga las cosas como El crea que han de ser para su mayor gloria. 

Creo que don Domingo Pestarino espera a don Francisco Bodratto para el domingo. A su paso por Turín, recuerde que tengo algo que 
darle. Yo iré el lunes. 

Estoy estudiando cómo organizar un viajecito de todo el Colegio de Lanzo para la fiesta de María Auxiliadora. Ya hablaremos y 
veremos lo que se puede hacer. 

Dedica tus cuidados y diligencias a los aspirantes de la Sociedad, y a los que parecen preparados para los exámenes elementales o 
medios. 

Si Scaravelli está libre, mándale un par de días a Turín para escribir las direcciones de los inscritos como devotos de María Auxiliadora. 

Dios os bendiga a ti y a todos los tuyos. Un afectuoso saludo con un íviva! para todos. Amén. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. La biografía de Mazzarello ya está en la imprenta. 
Don Bosco era, pues, esperado en Mornese. 

Don José Pestarino, sobrino de don Domingo Pestarino, fue ordenado sacerdote el sábado santo, que coincidió con el 16 de abril. Pero 
como el tío deseaba que se celebrase su primera misa en Mornese el 8 de mayo, tercer domingo después de Pascua y fiesta del Patrocinio 
de san José, el sobrino se quedó en Acqui en casa del canónigo 

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Olivieri, entonces arcipreste de la Catedral, y no volvió a Mornese hasta el sábado anterior al tercer domingo después de Pascua. Y 
celebró la primera misa solemnemente en la capilla del colegio. 

El notario Antonio Traverso hizo imprimir y leyó una hermosa poesía suya de ocasión. 

((868)) Las fiestas duraron tres días. Don Bosco llegó el segundo por la mañana del 9 de mayo, acompañado de don Santiago 
Costamagna. 

Este nos contó que asistieron a la comida veinte párrocos y sacerdotes. Presentaron en la mesa diversas clases de fruta madura y de 
magnífico aspecto y un comensal preguntó bromeando si habría en el paraíso alimentos tan sabrosos. Don Bosco se puso a hablar del 
paraíso y dijo que los sentidos del cuerpo glorificado tendrían un premio inefable, adaptado a su nueva condición; y que en el 
solemnísimo banquete preparado por el Señor para sus elegidos, sería él mismo quien serviría los celestes manjares. Y, citando las 
Sagradas Escrituras, expuso verdades tan profundas, y a un tiempo tan atrayentes, que aquellos sacerdotes, olvidando los alimentos que 
tenían delante, le escuchaban estáticos y conmovidos, con las manos juntas, como si oyeran hablar a un ángel del Señor. 

De su viaje a Mornese y del éxito de las gestiones para la casa de Roma tenemos noticia en otra carta, que manifiesta el reconocimiento 
y aprecio en que tenía a la noble condesa Callori, a quien iba dirigida, y la confianza casi filial que don Bosco le profesaba: 

Benemérita señora Condesa: 

Recibí su carta en Mornese, que es el paraíso terrestre de la provincia de Acqui. Agradezco su inmensa bondad y caridad. Mi viaje fue 
estupendo. La interrupción de las ocupaciones ordinarias, el mayor descanso y las buenas comidas me han hecho mucho bien, claro que al 
cuerpo. 

Le agradezco la caridad que me ha dispensado y me dispensa; me esmeraré para que su obra produzca el céntuplo coram Deo et coram 
hominibus (ante Dios y ante los hombres). A primeros de junio empezaré la Historia Eclesiástica, o mejor, se empezará a imprimir, 
puesto que el trabajo está terminado. 

Le adjunto una cartita para el bondadoso caballero Giacosa. Es la primera vez que recomiendo a un pariente; se lo había prometido 
como premio y lo hago porque se lo ha ganado. Es una sencilla recomendación y nada más. 

Tenga la bondad de saludar de mi parte y dar las gracias a este piadoso y caritarivo señor. 

Esta semana pasaré por donde esa conocida persona, y quién sabe si ((869)) no se resolverá a hacer algo importante en honor de María 
Auxiliadora. Para estas cosas 
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la condesa Callori es única. Si puedo ir a Mirabello, le avisaré antes y ciertamente haré una parada en su casa. 

Anteayer hubo una reunión en Roma para tratar la cuestión de la iglesia de San Juan de la Pigna. Resultó bien para nosotros; tal vez 
tenga que hacer un viaje a Roma; he escrito hoy para ver si puedo evitarlo o al menos dilatarlo. 

El martes no estaré en Turín; pero sí los demás días hasta el 24, consagrado a María Auxiliadora. »No vendrá a hacernos una visita? 
Celebraremos una fiesta de primera clase. Hoy ha comenzado la novena. Todos los días se celebrará una misa según su intención en el 
altar de María Auxiliadora. Como intención principal pongo la perfecta y duradera curación de la virtuosa señorita Victoria. 

Que Dios les bendiga a usted, al señor Conde y a toda su familia. Ruegue por mí, que con gratitud me profeso, 

De V.S.B. 

Turín, 15 de mayo de 1870 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

La novena de María Auxiliadora ponía en movimiento a todo el Oratorio. Se imprimieron invitaciones con el horario de la novena y de 
la fiesta y se distribuyeron ochocientas. Había en ellas el siguiente aviso: «Quien deseare inscribirse en la Asociación de María 
Auxiliadora pase por la sacristía, donde encontrará una persona expresamente encargada de ello. La limosna que los asociados hagan este 
año se destinará para el pago del órgano, ya construido, y que pronto se colocará en la iglesia de la Asociación». 

Había que colocar tres nuevas campanas pequeñas en el campanario, las cuales formarían con las otras cinco un carillón en mi bemol, 
para tocar aires musicales, canciones sagradas y marchas festivas. 

Mientras se preparaba el ambigú para el servicio de bebidas y comestibles, los bancos de cambio para la feria y la iluminación, los 
músicos ensayaban sus cantos y sus conciertos. Don Juan Cagliero hacía el día 22, domingo, el ensayo general de la misa, las vísperas y 
su nuevo himno Saepe dum Christi con los muchachos y los maestros de la ciudad por él invitados. Para este fin había repartido una 
invitación impresa, para los entendidos y los bienhechores. 

((870)) El Venerable, ayudado por señoritas, hijas de distinguidas familias, organizó la rifa de un hermoso cuadro, de un metro veinte 
por noventa y cinco centímetros, que representaba al Episcopado italiano viviente. Cada boleto valía cincuenta céntimos. Al que 
compraba diez se le regalaba una fotografía del mismo, en tamaño de veinticinco centímetros por veintiuno. Se hicieron más de mil 
boletos. 
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Se expuso el cuadro en el Oratorio. Cuando se vendieron los boletos, se publicó en la Unidad Católica el número premiado. 

Agradecido a sus jóvenes bienhechoras, don Bosco hizo imprimir cuatrocientos ejemplares con la siguiente circular, a la que quiso dar 
amplia difusión: 

Mayo de 1870 

Benemérita Señorita: 

Como prueba de agradecimiento a las beneméritas señoritas que colaboraron en la rifa a favor de la iglesia de María Auxiliadora, he 
pensado celebrar la santa misa según su piadosa intención el día 23 del corriente mes, a las nueve de la mañana. Por si usted desea asistir, 
le invito a ella con la debida deferencia. 

Después de la misa, si no tiene inconveniente, pase a la sacristía, donde se le entregará una estampita de María Auxiliadora. 

Dios la bendiga y conceda muchos años de vida feliz, mientras, con verdadero reconocimiento, me cabe el honor de profesarme. 

De V.S.B. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

íQué bonito es el agradecimiento de los santos! 

Y llegó el gran día 24, así descrito por la Unidad Católica del martes, 31 de mayo. 

Con verdadero placer hemos asistido a la fiesta celebrada en Turín en el templo dedicado a María Auxiliadora. Fue un verdadero triunfo 
religioso. Asistió un gentío inmenso de la ciudad y de fuera. Desde las cuatro de la mañana hasta la una de la tarde dos sacerdotes 
distribuían casi ininterrumpidamente la sagrada eucaristía a los devotos. Se interpretó una música bellísima, pero superó la expectación 
pública el himno original de don Juan Cagliero, que recuerda la famosa batalla de Lepanto. Se había corrido la voz y fueron muchos los 
ciudadanos que cerraron sus comercios para asistir. Eran las seis de la tarde; al menos diez mil oyentes se apiñaban en la espaciosa 
iglesia, ((871)) y un sinnúmero de gente estaba fuera. La orquesta, los bajos, los tenores, los solistas, los coros, los sopranos, los 
contraltos y las voces estaban de tal suerte combinados, que, si por un lado parecía un drama guerrero, por otro representaba al vivo las 
glorias de María en la famosa victoria de Lepanto, tal como está literalmente descrita en el himno de la solemnidad. Nos gustó en todas 
sus partes, máxime el delicioso cuarteto de contraltos: Virgines castae, puerique puri, etc. (las castas vírgenes y los niños sin mancilla, 
etc.). Resultó grandioso y devoto el Tantum ergo cantado por bajos y tenores, con trescientos sopranos desde la cúpula.Cerró la hermosa 
jornada un amenísimo disparo de fuegos de bengalas, en forma de batalla, realizado en el patio del establecimiento. Eran padrinos de la 
fiesta el conde y la condesa Giriodi de Monasterolo. 
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Celebróse también con gran solemnidad el día 26, dedicado a la Ascensión del Señor. Aquella mañana se dio una prueba más de la 
eficacia de las bendiciones de don Bosco. 

El muchacho Pedro Marchino, que estudiaba en el Oratorio el segundo curso de bachillerato, fue víctima de una fiebre violenta en el 
mes de mayo: el domingo anterior a la fiesta de la Ascensión, con dificultad pudo estar en la iglesia hasta el final. Se puso en cama; 
recetóle el médico quina, cedió la fiebre de momento, pero muy pronto, ésta recobró su fuerza. El día de la Ascensión se dio cuenta el 
muchacho de que no mejoraba. Sin decir nada a nadie se levantó, se vistió, salió de la enfermería y fue a la sacristía de la iglesia, donde 
don Bosco estaba a punto de revestirse los ornamentos sagrados para salir al altar. Marchino se acercó a él y le dijo: 

-Don Bosco, tengo fiebre, bendígame. 

Don Bosco le miró afectuosamente y le dijo: 

-Voy a celebrar la santa misa y, cuando acabe, te daré la bendición que pides. 

Marchino tomó el misal para ayudar la misa. Don Bosco se puso el amito, pero de repente se lo quitó y dijo: 

-No, amigo Marchino, te daré la bendición antes de misa; arrodíllate. 

Marchino se arrodilló, don Bosco le bendijo y el muchacho se sintió como libre de una gran opresión al pecho, ayudó la misa y no tuvo 
más fiebre. Así lo atestiguaba el mismo agraciado, siendo ya sacerdote. 

((872)) Después de las fiestas de María Auxiliadora, de acuerdo con la costumbre de años anteriores, don Miguel Rúa reunió a los que 
habían cumplido alguna encomienda en ella. Expuso cada uno los inconvenientes que había observado y se sugirieron soluciones para el 
año siguiente. Se levantó acta de todo para leerla unos días antes del 24 de mayo de 1871. Reuniones parecidas se celebraban en todas las 
ocasiones extraordinarias, que parecían alterar la vida ordinaria del Oratorio, y se llevaba cuenta de todo ello en el Cuaderno de 
Experiencias, que era el secreto para hacer las cosas con orden. 
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((873)) 

CAPITULO LXIX 

EL PUEBLO CRISTIANO PIDE A LOS PADRES DEL CONCILIO QUE SE PROCLAME A SAN JOSE PATRONO PRINCIPAL DE 
LA IGLESIA -LECTURAS CATOLICAS: HISTORIA DEL CULTO A SAN JOSE -DON BOSCO VA A ALASSIO: CONVENIO 
CON EL MUNICIPIO -ACTO DE HUMILDAD EN UNA CARTA AL ARZOBISPO DE URBINO -ESCRIBE AL DIRECTOR DE 
MIRABELLO: SI NO PODEMOS OBTENER UN OPTIME, CONFORMEMONOS CON UN REGULAR; HUMILLEMONOS Y 
OREMOS; ESPERA LOS CUADERNOS DE LA HISTORIA ECLESIASTICA; TIENE CUARENTA PETICIONES PARA 
FUNDACIONES DE CASAS -OTRA CARTA SUYA A LA CONDESA CALLORI: PRONTO PASARA A LA IMPRENTA LA 
HISTORIA ECLESIASTICA; SE TRATA DE TRASLADAR EL COLEGIO DE MIRABELLO A BORGO SAN MARTINO; 
MOTIVOS DEL TRASLADO -OTRA CARTA PARA DON JUAN BONETTI; LE COMUNICA QUE ESTA CERRADO EL 
CONTRATO CON EL MARQUES SCARAMPI PARA LA COMPRA DE SU PALACIO EN BORGO SAN MARTINO; LA 
CRONOLOGIA EN LA HISTORIA ECLESIASTICA; COMO DON MIGUEL RUA ESTA ALGO INDISPUESTO, LO ENVIARA A 
MIRABELLO; PIDE A LOS ALUMNOS QUE OFREZCAN UNA COMUNION POR EL Y QUE ABORREZCAN LAS MALAS 
CONVERSACIONES -VELADA MUSICAL EN EL ORATORIO PARA LOS GASTOS DEL ORGANO -INVITACION DE DON 
BOSCO A LOS REPARTIDORES DE INVITACIONES PARA LA VELADA A FIN DE HACER EL RECUENTO DE LAS 
CANTIDADES RECOGIDAS -DON BOSCO Y EL PROYECTO DE LA IGLESIA DE SAN JUAN EVANGELISTA EN PUERTA 
NUEVA: SU CARTA DE AGRADECIMIENTO A UN GENEROSO DONANTE -OFRENDA DE LOS HIJOS DE DON BOSCO 
PARA EL OBOLO DE SAN PEDRO -LA FIESTA DE SAN JUAN BAUTISTA: PRIMERAS DEMOSTRACIONES DE LOS ((874)) 
EXALUMNOS CONSTITUIDOS EN COMISION -DON BOSCO PREDICE QUE NO MORIRA CIERTO CLERIGO A PUNTO DE 
MUERTE 
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DON Bosco era muy devoto de San José, y tenía gran confianza en su patrocinio. Muchos prelados, los superiores generales de las 
órdenes religiosas y los fieles, con ciento cuarenta mil firmas, habían pedido a los Padres del Concilio Vaticano que San José, esposo de 
María Santísima, fuera declarado patrono principal de la Iglesia Universal. El Siervo de Dios, secundando este movimiento religioso, 
había encargado al padre Gobio que escribiera un folleto para honrar al Santo Patriarca, y el fascículo apareció en las Lecturas Católicas 
del mes de junio, con el título de: Historia del Culto de San José, Esposo de María Virgen, por el P. Inocencio Gobio, C. R. Barnabita. 

El autor saca noticias biográficas de los Evangelios; después trata del culto a este augusto Patriarca durante los siete primeros siglos de 
la iglesia y del siglo VIII hasta el siglo XIX, y de su maravilloso incremento hasta 1870. Termina con una reflexión sobre las glorias del 
Esposo de María Santísima. 

En los últimos días de mayo fue el Venerable a Alassio, acompañado por don Miguel Rúa. Allí le esperaban para cerrar el contrato del 
internado y las escuelas para la ciudad. La idea del hospicio fue desechada, aun cuando don Bosco pensaba establecer allí un número 
reducido de aprendices, con algún carpintero, sastre y zapatero, para servicio del instituto. El viaje era pesado, puesto que el ferrocarril 
terminaba en Savona y el viajero debía proseguir en coche hasta Alassio. Don Bosco no se preocupó de la incomodidad, pues le urgía 
contentar al Obispo, monseñor Rafael Biale, que hacía meses insistía para tener a los Salesianos en su diócesis. El buen párroco de 
Alassio le esperaba con los brazos abiertos, en compañía de varios sacerdotes y del canónigo Francisco Ampugnani, el cual se ofreció 
para ayudarle en todo lo que pudiera en aquella fundación. Don Bosco y don Miguel Rúa se hospedaron en casa del párroco Della Valle. 

((875)) Reunióse la Junta Municipal con don Bosco y se estipuló felizmente un convenio, cuya copia auténtica conservamos. 

CONVENIO ENTRE LA JUNTA MUNICIPAL Y EL RVDO. DON JUAN BOSCO PARA LA APERTURA DE UN 
COLEGIO-INTERNADO 

El año del Señor mil ochocientos setenta, el día primero del mes de junio, en Alassio, y en la sala consular. 

Están presentes los señores: Lázaro Brea, alcalde y presidente; el conde Juan Bautista Morteo y Francisco Biancardi, e interviene el 
reverendo don Juan Bosco. 

Congregada como queda dicho arriba la Junta Municipal, expone el Presidente 
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el objeto de la presente reunión, que es realizar el proyecto de convenio relativo a la apertura de un Colegio-Internado en la ciudad de 
Alassio, proyecto presentado por el reverendo don Juan Bosco, ya resuelto por este Consejo con su disposición del dos de diciembre de 
mil ochocientos sesenta y nueve, y aprobado por la Delegación Provincial de Estudios de Génova, con su decreto del 30 de marzo de 
1870. Invita en consecuencia a la sobredicha Junta a llegar a un acuerdo. 

Y la Junta Municipal: 

Siguiendo la invitación hecha y vista la disposición ya dicha con su correspondiente Decreto; 

Después de haber concertado con el susodicho don Bosco y en relación con dicho proyecto algunas añadiduras y anulaciones favorables 

al Municipio, así como algunas aclaraciones, que se juzgaban oportunas; 

Visto lo dispuesto por el artículo 93, n.° 4 de la ley municipal; 

Unánimemente llega a concluir con el mismo don Bosco el siguiente convenio: 

Art. 1.°.-El sacerdote Juan Bosco se obliga por sí mismo y sus continuadores a abrir un colegio internado en esta ciudad de Alassio y a 

impartir la enseñanza clásica media y elemental, tanto a los muchachos de la ciudad como a los forasteros que quisieran tomar parte. 

Art. 2.°.-El mismo Sacerdote proveerá cinco maestros para los cursos elementales con sus correspondientes títulos y proveerá también 
los profesores idóneos, y en número suficiente para los cinco cursos de bachillerato. 

Organizará, además, un curso técnico con enseñanza de francés, italiano, geografía y aritmética, programado con los cursos de 
bachillerato, de modo que el de tales ramas científicas se corresponda con el curso técnico y clásico, sin que el sacerdote Bosco esté 
obligado a añadir otros maestros, a más de los establecidos para los cursos de bachillerato. 

Art. 3.°.-La enseñanza de las clases elementales y medias se hará ((876)) de acuerdo con las leyes y las disciplinas establecidas por los 
programas del Ministerio de Instrucción Pública. 

Art. 4.°.-Todos los gastos de mobiliario y enseres para el internado correrán a cargo del sacerdote Bosco. Por su parte el Ayuntamiento, 

como propietario, en conformidad a lo prescrito por el artículo 1604 del Código Civil italiano, se obliga: 

1.°.-A hacer todas las reparaciones que sean necesarias para el uso y conservación del edificio y locales anejos. 

2.°.-A proveer y mantener en las escuelas, lo mismo elementales que medias, el mobiliario y demás elementos necesarios, cuya 

propiedad conservará. 

Art. 5.°.-El Municipio se obliga a pagar al sacerdote Juan Bosco el personal docente de las escuelas elementales y medias hasta el grado 
de enseñanza clásica (5.° curso) inclusive, que quedará a su cargo, nueve mil liras anuales, más la cesión a su favor de los ingresos por 
honorarios a los maestros que más abajo se citan. 

Art. 6.°.-El Municipio se obliga, además, a entregar al mismo sacerdote Juan Bosco una prima de dos mil liras, durante cinco años, por 
los gastos de la primera instalación y del mantenimiento del internado. 

Art. 7.°.-El presente convenio durará cinco años y se entenderá renovado, siempre que de una parte no se haya anunciado cinco años 
antes. 

Si por fuerza mayor, se debiera rescindir el convenio dentro del primer quinquenio, el Municipio ya no estará obligado a pagar ninguna 
anualidad, ni la primera correspondiente en los años sucesivos. 

Art. 8.°.-Si sucediera que se abriese un colegio provincial en Alassio, el sacerdote 

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Bosco se obliga a poner en el bachillerato municipal todos los cursos de bachillerato y aun de liceo, prescritos por las leyes, previo 
entendimiento con la Delegación Provincial competente. 

Art. 9.°.-El Municipio concede provisionalmente al sacerdote Bosco el uso de los locales del actual Colegio para los cursos antes 
dichos, y, para internado, el Palacio Durante con el patio y pequeño jardín anejos. 

En caso de que este edificio fuera definitivamente destinado a Internado y Escuelas, el Municipio concedería también el jardín 
actualmente ocupado por Juan Schivo, lindante con dicho edificio. 

Art. 1O.°.-De acuerdo con las partes, quedan aprobados, para los cursos de bachillerato, unos honorarios que concuerdan con las leyes 
de enseñanza, a imponer a los alumnos, y que determinará el sacerdote Bosco; o sea, para los dos cursos de Retórica, el máximo no podrá 
pasar de treinta liras, y para los otros de veinticuatro. 

Los alumnos de Alassio gozarán de una rebaja, a saber: el máximo ((877)) para los dos cursos de retórica se fija en veinte liras, y para 
los otros, en dieciséis. Los alumnos pobres, reconocidos como tales por la Junta Municipal, están exentos de honorarios. 

El Municipio se cuidará del cobro, con lista a propósito, por medio del Recaudador. 

Los internos del Colegio y todos los alumnos de las clases elementales estarán exentos de honorarios al profesorado. 

Art. 11.°.-Todos los alumnos externos pueden asistir a los mismos cursos de enseñanza que se darán a los internos, con tal de que se 
uniformen a la disciplina y horarios de cada clase. 

Art. 12.°.-En cuanto a las disposiciones sobre moralidad e instrucción religiosa, el Municipio se atiene a la prudencia del sacerdote 
Bosco y del señor Párroco del distrito en que se encuentra el Colegio. 

Art. 13.°.-La Dirección y Administración del Colegio Internado y de las escuelas corresponde totalmente al sacerdote Bosco, pero con 
dependencia del Delegado del Distrito, según lo prescrito por las leyes vigentes para la instrucción pública. 

Sin embargo, él aceptará de buen grado cualquier aviso o consejo que el Alcalde y los señores concejales juzgaren necesarios para el 
progreso científico, moral y sanitario de las escuelas y de sus alumnos; no obstante, todo se hará a través del sacerdote Bosco, o de quien 
lo represente en el Colegio Internado de Alassio. 

Art. 14.°.-Las escuelas se abrirán al principio del curso escolar 1870-1871. 

Como testimonio se extiende la presente acta que, previa lectura y aprobación, firman: 

JUAN BOSCO, Pbro. 

B. L.BREA, Presidente. 
J. B. MORTEO, Teniente alcalde. 
J. B. ARMATO, Secretario. 
V.° Se aprueba. 

Génova, 20 de junio de 1870 

El Gobernador Presidente del Consejo de E. P. 

E. MAYR 
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Registrado en Alassio, el 1 de julio de 1870, en el Reg. 7, folio 67 -N.° 458, con los derechos pagados de ciento cincuenta y una liras 
con ochenta céntimos, según recibo firmado. 

MORANDO, Recaudador. 

Es copia de acuerdo, según costumbre 

Alassio, 6 de julio de 1870 

El Secretario municipal J. B. ARMATO 

((878)) Una vez cerrado el contrato, volvió don Bosco a Turín. Se detuvo en Albenga, para visitar al Obispo, que le recibió con gran 
alegría y reconocimiento. 

Ya en casa, dio una prueba más de su humildad respondiendo a ciertas apreciaciones y observaciones que el profesor de Historia 
Eclesiástica en el Seminario de Urbino le había presentado, a través de su Arzobispo, sobre la Historia Eclesiástica. 

3 de junio de 1870 

Excelencia Rvma.: 

No sé si ya contesté a la amabilísima carta que hace unos meses me escribió. Como me la encuentro de nuevo, sin señal de haberla 
respondido, cumplo o renuevo hoy mi deber. 

Recibí, pues, una carta de V. E. Rvma. con unas observaciones a la pequeña Historia Eclesiástica poco ha publicada. 

Sus observaciones me agradaron mucho y las tendré en cuenta para la próxima edición. 

Es más; si el mismo profesor o cualquier otra persona hallase algo en éste o en cualquier otro libro mío que le parezca se deba corregir 

o simplemente mejorar, lo tendré como un favor y será un gran servicio que presta a la verdad de la historia, haciéndomelo conocer. 
No sé si V. E. tendrá ocasión de pasar alguna vez por esta ciudad; si así fuere, me vería muy honrado con su visita y de que considerase 
esta pobre casa como suya. 

Rogándole dé las gracias de mi parte al citado profesor, pido humildemente su santa bendición y me profeso con gratitud, 

De V. E. Rvma. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Escribió otra carta preciosísima al Director de Mirabello aprobando su celo iluminado y discreto en la educación de los alumnos y 
pidiendo el título de don Francisco Cerruti, que en su corazón ya había destinado a la dirección de Alassio. 

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Muy querido Bonetti: 

Estoy totalmente de acuerdo contigo. Buscamos el óptime, pero, muy a nuestro pesar, hemos de conformarnos con el regular en medio 
de tanto ((879)) mal. Los tiempos son así. Sin embargo, debemos estar satisfechos de los resultados hasta ahora obtenidos. Humillémonos 
ante Dios, reconozcamos que todo viene de él, recemos y, especialmente en la santa misa, en el momento de la elevación de la Hostia, 
encomiéndate a ti, tus trabajos y a tus hijos. 

No dejaremos a su tiempo de tomar las providencias que pueden contribuir al aumento de las vocaciones; pero, entre tanto, trabajo, fe y 

oración. 

La señora Rúa te dirá algo sobre la encargada de la ropería. Pronto nos volveremos a ver. 

Mándame cuadernos de la Historia Eclesiástica. 

Di a don Francisco Cerruti que me envíe, cuando pueda, su diploma y que esté muy alegre, pero que se haga bueno. Saluda a Julio y 

todos los demás amigos. 

Que Dios os bendiga a todos. Ruega por mí que soy tuyo 

Turín, 6 de junio de 1870 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. Al día de hoy tenemos cuarenta solicitudes para abrir colegios, seminarios, etc. con buenas proposiciones. íCuánta mies! 
El Seminario Menor de Mirabello estaba a punto de ser trasladado a Borgo San Martino. Don Bosco se lo comunicaba, con toda 
delicadeza, a la condesa Callori. 

Benemérita señora Condesa: 

Le soy deudor de varias cartas. He recibido las mil liras, que tan caritativamente me envió para la Historia Eclesiástica, a la que no le 

falta más que el canon de la infalibilidad para enviarla a la imprenta. 

He recibido el dinero que me envió por los números de la rifa, más los números que le enviaron por encima de los pedidos. 

Dios le pagará todo y por todo Amén. 

Voy a darle una noticia extraña: se trata de trasladar el Seminario de Mirabello a Borgo San Martino, al palacio del marqués Scarampi. 

Los motivos son: local apto para los recreos, patio para la cocina, proximidad del ferrocarril y un local grande y espacioso para 

comprar. En Mirabello, frío glacial en el pueblo; edificio, casi sin espacio para recreo, y por tanto poco salubre; lejanía del ferrocarril. 

Para poner a punto el local actual y poder continuar, comprendida la capilla, tendríamos que gastar más de ciento veinte mil liras. Para 
la nueva adquisición habría un gasto de ciento catorce mil liras, pero con quince obradas 1 de terreno, donde se puede cortar madera por 
cerca ((880)) de veinte mil liras. Y como Mirabello comenzó bajo sus auspicios, no quiero determinar nada sin su previo parecer. 

1 Obrada. -Medida superficial agraria que comprende, según los lugares, de 39 a 53 áreas. (N. del T.). 

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Pero advierta que no pretendo con la presente invitarle a que me dé dinero. Le agradezco lo que ha hecho, y por ahora procuraré no 
molestarla, teniendo en cuenta que ya he disfrutado muchas veces y de mil modos hasta ahora de su caridad. 

Que el Señor la bendiga, señora Condesa, y con usted a toda su familia y les conceda a todos buena salud, durante muchos años de vida 
feliz y el precioso don de la perseverancia en el bien. 

Encomiendo también mi alma a la caridad de sus oraciones y me profeso, 

De V.S.B. 

Turín, 16 de junio de 1870 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

También comunicaba a don Juan Bonetti el deseado anuncio: 

Muy querido Bonetti: 

El contrato quedó definitivamente cerrado por ciento catorce mil liras... El jardín, el bosque, el huerto vecino al edificio y el mobiliario, 
nada lujoso, son nuestros. La escritura se otorgará a primeros del próximo agosto a más tardar. La autorización notarial costará más de 
veinticinco mil liras. Ahora es preciso que demos los pasos para conseguir el dinero. Habla con Vicente Provera para saber si por acaso 
tuvieran alguna cantidad disponible. Si tú pudieras añadir diez mil liras, me ocuparía yo de lo demás. 

Me he olvidado hablarte de la Historia Eclesiástica. Están bien las notas del cuaderno que me enviaste, pero hay que saber si la 
cronología está tomada de algún autor de fama: de lo contrario, es mejor atenerse a la de Baronio, que es la seguida ordinariamente por 
los italianos. Habla de ello con don Francisco Cerruti y dime algo después. Tenemos a don Miguel Rúa un poco malucho. Quizás te lo 
envíe el lunes para que me lo pongas bueno. 

Di a tus hijos que don Bosco les quiere con toda su alma. Que el día de san Juan les encomendará en la santa misa de modo particular. 
Que, como no puede estar ese día con ellos, les promete una fiestecita en la primera ocasión que vaya a visitarles. Que les pide por 
caridad comulguen según su intención, para poder salvar su alma, y que otra de las gracias que les pide, por amor del Señor, es un esmero 
especial para huir, evitar e impedir las malas conversaciones. 

Dios os bendiga a todos y os conserve siempre en el camino que lleva al Cielo. Amén. 

Turín, 16 de junio de 1870 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

((881)) Mientras don Bosco acometía empresas tan extraordinarias, se acercaba el momento en que debía pagar el magnífico órgano de 
la iglesia de María Auxiliadora a los hermanos Lingiardi de Pavía. Con este fin, organizó el Siervo de Dios un grandioso concierto 
musical con gran orquesta. Una Comisión de jóvenes de la nobleza, 

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ayudada por algunos de los principales comerciantes de la ciudad, se encargó de la venta de las entradas en el patio del Oratorio, al precio 
de dos liras. Y se imprimió la siguiente invitación: 

Turín, junio de 1870 

Ilmo. Señor: 

Los músicos del Oratorio de San Francisco de Sales, junto con una selección de maestros y aficionados de esta ciudad, con el deseo de 
contribuir a los gastos del órgano, que se está colocando en la iglesia dedicada a María Auxiliadora, han organizado un concierto benéfico 
para el 17 del presente mes, desde las siete a las nueve de la tarde, en el que se interpretarán: 

1. ° Homenaje a los espectadores con varias obras, a coros y solos. 
2. ° La Noche y el Día, del Maestro Juan De-Vecchi, escena fantástica, en la que, con una nueva clase de instrumentos, se representa el 
sueño, al que hacen contrapunto el búho y el ruiseñor. Siguen diversas tramas, como la salida y la llegada de un vapor, que ya en los 
ensayos mereció calurosos aplausos. 
3. ° La Batalla de Lepanto, representación musical viva, sobre el himno a María Auxiliadora, original del sacerdote Juan Cagliero. Fue 
interpretada el 24 de mayo último, con general satisfacción y reiteradas insistencias para su repetición. 
Estoy persuadido de que V. S. recibirá con agrado la respetuosa invitación y tenderá su benéfica mano para aceptar el número de 
entradas que buenamente pueda, sin demasiada incomodidad de su parte. 

Una comisión de beneméritos jóvenes de la nobleza se encarga del despacho de entradas y de la organización del concierto. 

Dios le conceda todo bien, y créame con gratitud, 

De V. S. Ilma. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

El concierto se celebró el día señalado. Resultó espléndido y la ((882)) asistencia de público fue muy grande. Estuvo invitado a asistir 
el Alcalde de Turín, conde Tomás de Valperga. 

Unos días después, como habían sido muchos los vendedores de entradas, para hacer cuentas de la recaudación, don Bosco les dirigió 
una afable cartita: 

Benemérito Señor: 

Con motivo de la velada musical del 17 de junio pasado, se confió el despacho de las entradas a varias personas, sin tomar buena nota 
del dinero recogido y de las entradas devueltas. Como urge saber el resultado, ruego a V. S. Benemérita que, de la forma más fácil, lo 
haga llegar al que suscribe, si no lo hubiere ya hecho por otro conducto. 

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En todo caso, ruégole acepte la expresión de mi profunda gratitud con la que le deseo todas las bendiciones del cielo y me profeso, 

De V.S.B. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. Papeletas entregadas: N.°... a dos liras cada una. 
Por cuanto podía, don Bosco no dejaba nunca ningún asunto incompleto. Ni descuidaba las pequeñas cantidades, porque, unidas todas, 
podían ayudarle a pagar cada día alguna deuda. Hemos visto cuántas cosas llevaba entre manos, cuánto dinero necesitaba, y, sin embargo, 
su celo le sugería aquellos días los trámites para la construcción de una gran iglesia que debería ocupar la superficie de la primitiva 
capilla del Oratorio de san Luis en Puerta Nueva, más la sacristía y la casita del portero. 

Aquella zona, al sur de Turín, se había cubierto de edificaciones y, en una extensión de casi tres kilómetros, había varios millares de 
fieles sin una iglesia donde cumplir los deberes religiosos. Don Bosco pensó cubrir de este modo sus necesidades espirituales, pero no era 
éste su único fin. Quería, sobre todo, levantar una barrera a la propaganda protestante que, como ya sabemos, empleaba por aquellos 
barrios toda suerte de medios para seducir a los católicos, atrayendo ((883)) a los adultos al templo valdense y a los niños a sus escuelas 
heréticas. Don Bosco pensaba dedicar la nueva iglesia a san Juan Evangelista, al que tenía particular devoción y exaltaba en conferencias 
y sermones, especialmente por la pureza del alma que le había hecho discípulo predilecto de Jesús: Quem diligebat Jesus. íCuántas veces 
había descrito la visión de los que seguían al Cordero, es decir, de los vírgenes! 

También quería, como ya hemos dicho, levantar un monumento perenne al angélico Pío IX, cuyo nombre de bautismo era precisamente 
el de Juan. 

Así pues, tenía aquel año fija en la mente la idea de esta nueva empresa. Se conserva la siguiente cartita, cuyo destinatario ignoramos. 

Muy querido señor Barón: 

He recibido las trescientas liras que por caridad envía para la construcción de la iglesia, cerca del templo de los protestantes. 

Se lo agradezco de todo corazón y espero que Dios le conceda el céntuplo prometido 
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en el santo Evangelio, céntuplo con bendiciones espirituales y temporales, con salud permanente para usted y para toda su familia. 

Dios le bendiga a usted y a sus obras, y créame, con profunda gratitud, 

Turin, 23 de junio de 1870 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Contemporáneamente pensaba siempre en el Papa y en el Concilio Vaticano, hablaba con afecto de él a los alumnos y participaba y 
hacía participar a sus sacerdotes en una suscripción que publicaba la Unidad Católica con el título: Al Papa desposeído, los desposeídos 
sacerdotes de Italia. En el N.º 21 de junio se lee: 

Como homenaje al Supremo Pastor de la Iglesia, el sacerdote Juan Bosco y sus sacerdotes del Oratorio de San Francisco de Sales de 
Turín, veinticuatro liras de limosna por dos misas cada uno. 

El sacerdote Juan Bonetti y sus sacerdotes del Seminario Menor Episcopal de San Carlos, en ((884)) Mirabello, ocho liras de limosna 
por dos misas cada uno. 

El sacerdote Juan Lemoyne y sus sacerdotes del Colegio de San Felipe Neri, en Lanzo Torinese, ocho liras de limosna, por dos misas 
cada uno. 

El sacerdote Juan Francesia y sus sacerdotes del Colegio de la Virgen del Pópolo en Cherasco, ocho liras de limosna por dos misas cada 
uno. 

Y en el número del 2 de junio ya se había publicado en las listas del dinero de San Pedro: 

Turín. Unos muchachos pobres del Oratorio de San Francisco de Sales ofrecen seis liras. 

Y después de tantas obras buenas volvió de nuevo la fiesta de san Juan Bautista. Durante muchos años, la tarde del 23 de junio en el 
Oratorio fue el triunfo de la gratitud; y tanto creció que fue necesario repetirla el 24 por la tarde, para satisfacer el deseo de muchos 
bienhechores. Y así se continuó mientras vivió don Bosco. 

Con mucha razón escribía el reverendo Griva en 1898. 

«»Quién ha sido más querido y ensalzado por sus hijos que don Bosco? 

»»Quién de nosotros no recuerda esta fiesta de san Juan, en su día onomástico? Mientras vivió, sus hijos cantaron a porfía en esta 
ocasión, de mil modos y en mil lenguas, las glorias de su padre. Y cada año, lejos de disminuir, crecía la estima y el afecto, porque cada 
año era portador de nuevas alegrías, nuevas glorias y nuevas manifestaciones por parte de sus hijos en los primeros años; luego 
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por parte de sus amigos de Turín; después en nombre de las personas más consideradas de la ciudad, que de una u otra forma colaboraban 
con él; finalmente del pueblo y de la nobleza que en este día se volcaba todos los años en el Oratorio para aplaudir, junto con sus hijos, a 
don Bosco.» 

En 1870 una agradable sorpresa acrecentaba el esplendor de esta fiesta: empezaba con ella la anual demostración de los antiguos 
alumnos. Algunos obreros, de los primeros educados por don Bosco, se propusieron celebrar con algunos regalos y con su presencia la 
fiesta onomástica del Sacerdote que, con paternales y amorosos ((885)) cuidados les había recogido en su juventud y les había 
encaminado por la senda de la virtud. Como era de imaginar, su noble proyecto triunfó. Tan pronto como corrió la voz, se recibió en 
todas partes con señales de la más viva complacencia, y muchísimos, también sacerdotes, un día alumnos del Siervo de Dios, pidieron en 
los años sucesivos unirse al pequeño grupo y llegaron a formar una sociedad numerosa, dirigida por una Comisión directiva. 

El espíritu que siempre les animó lo describió el profesor Maranzana, en el homenaje de 1893. 

«Es una ley natural, común a todas las familias numerosas, que los hijos mayores vayan cediendo poco a poco el puesto a los hermanos 
menores vayan a buscar su sustento en otro sitio. Pero el que se ve obligado a vivir lejos del techo paterno, por más que le sonría la 
fortuna, por más aprecio y cariño que goce, siempre siente que algo le falta y que su existencia ha sido antes más feliz. Vuelve con 
frecuencia su pensamiento a las paredes de aquella casa bendita donde por vez primera experimentó la alegría de ser amado, donde 
recibió las primeras nociones de consoladoras verdades. El deber le tiene lejos de los suyos, pero su corazón se siente arrastrado a la meta 
deseada, y, apenas se lo permiten sus ocupaciones, en cuanto se le presenta una ocasión propicia, rompe los lazos que le atan y vuela a los 
brazos de sus queridos. Tal es, poco más o menos, la condición de los antiguos alumnos del Oratorio, esparcidos por el mundo, pero 
siempre unidos por un solo afecto; fijan su ansiosa mirada en este asilo de amor y de paz, recuerdan a los antiguos compañeros, a los 
queridos superiores, llevan indeleblemente grabada en su corazón la imagen querida de aquel ángel en figura humana, que fue nuestro 
buen padre don Bosco...» 

Dice el canónigo Berrone que don Bosco demostraba a los antiguos alumnos, que iban cada año a ofrecerle el homenaje de su 
agradecimiento y sus augurios, una paternal cordialidad y les invitaba 
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a asistir cada vez en mayor número, a pesar del importante gasto que debía hacer ((886)) con el banquete que les daba a todos. Pero en 
aquella ocasión no dejaba nunca de animarles a mantener en medio de la sociedad el espíritu del Oratorio, y muchos de ellos acudían a él 
en esta circunstancia en demanda de consejo. 

La fiesta de san Juan resultaba muy útil para los alumnos antiguos y para los nuevos, y por eso don Bosco permitía que le dieran todo el 
esplendor que quisieran. Cuenta don Francisco Giacomelli: «Habiéndole yo observado que en su día onomástico los jóvenes le dedicaban 
fiestas demasiado grandiosas, me respondió: -Al contrario, estas fiestas de los jóvenes me gustan porque les hacen mucho bien, pues 
excitan en ellos el respeto y el amor a los superiores». 

Un hecho digno de recuerdo ocurrió después de esta fiesta. 

El clérigo Luis Pesce había caído gravemente enfermo en Cherasco. Atormentado por la fiebre hasta hacerle delirar a menudo, ya le 
habían aplicado veinticuatro sangrías y treinta y dos sanguijuelas. Los médicos pronosticaron su cercana muerte. Ante la urgencia se le 
administró el Viático a media noche y, como faltara don Juan Francesia, se llamó a toda prisa al Capellán del Hospital. Y se telegrafió a 
don Bosco:-`Consulta médicos, Pesce desahuciado'. El Venerable respondió enseguida:-`No temáis. Aún no es su hora'. En efecto, curó 
perfectamente. Murió el año 1910. 
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((887)) 

CAPITULO LXX 

DON BOSCO SE OFRECE PARA ALBERGAR A DOS NIÑOS DE CONSTANTINOPLA, HUERFANOS DESPUES DE UN 
ESPANTOSO INCENDIO DE VARIOS BARRIOS -EL MISMO DON DANIEL COMBONI PIDE A DON BOSCO ALGUNOS 
SACERDOTES SALESIANOS PARA SUS COLEGIOS DE EGIPTO Y PARA LAS MISIONES ENTRE LOS NEGROS -EL 
CONCILIO ECUMENICO PROCLAMA Y EL PAPA DEFINE LA INFALIBILIDAD PONTIFICIA COMO DOGMA DE FE 
-INDIGNACION DE LOS GOBIERNOS SECTARIOS -NAPOLEON DECLARA LA GUERRA AL REY DE PRUSIA -OBISPOS DE 
CHINA EN EL ORATORIO -CARTA DE DON BOSCO A DON DOMINGO PESTARINO -LA RESIDENCIA SACERDOTAL SE 
TRASLADA DESDE SAN FRANCISCO DE ASIS A NUESTRA SEÑORA DE LA CONSOLACION -LA CONDESA CALLORI 
MANIFIESTA A DON BOSCO SUS DUDAS SOBRE EL TRASLADO DEL COLEGIO DE MIRABELLO -DON BOSCO LE 
RESPONDE: CONFIANZA EN DIOS; TENDRA EN CUENTA SUS REPAROS SOBRE EL TRASLADO DE MIRABELLO, PERO 
ES UN ASUNTO QUE MERECE SER CONSIDERADO POR LAS VENTAJAS QUE APORTARIA; HAY QUE REZAR; HAY QUE 
TRABAJAR PARA LA IGLESIA DE SAN JUAN -DON BOSCO COMUNICA AL DIRECTOR DE MIRABELLO EL DIA EN QUE 
SI FIRMARA LA ESCRITURA DE BORGO SAN MARTINO -DON BOSCO RESPONDE A LA CONDESA CALLORI: LE 
AGRADECE SUS ORACIONES EN EL SANTUARIO DE OROPA, LE AUGURA SALUD Y VIDA PARA EL GRAN BIEN QUE 
TODAVIA DEBE HACER; LE ANUNCIA QUE DENTRO DE POCOS DIAS SE RESOLVERA EL CONTRATO DE BORGO SAN 
MARTINO -OTRA CARTA A LA CONDESA CALLORI: LE ANIMA A VIVIR ALEGRE; LE PREDICE ((888)) LARGA VIDA: LE 
ANUNCIA QUE SE FIRMO LA ESCRITURA DE BORGO SAN MARTINO -PREDICCION CUMPLIDA -DON BOSCO ESCRIBE 
AL DELEGADO DE ENSEÑANZA PIDIENDO LICENCIA PARA ABRIR EL COLEGIO DE ALASSIO Y PRESENTA LA LISTA 
DE PROFESORES -ENVIA AL SECRETARIO DE LA CONGREGACION DE OBISPOS Y REGULARES UNA SUPLICA PARA 
EL PADRE 
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SANTO PIDIENDO AUTORIZACION PARA ABRIR LA CASA DE ALASSIO -RESPUESTA FAVORABLE -INSTANCIA AL 
MINISTRO DE HACIENDA, QUE NO ES ATENDIDA, PARA LA REDUCCION DEL IMPUESTO DE MOLIENDA 

LA divina Providencia alumbraba de cuando en cuando con nuevos resplandores los confines cada vez más lejanos del inmenso campo 
que ella destinaba a la misión de don Bosco. Ya hemos indicado cómo en 1858 se conocía y apreciaba su nombre hasta en 
Constantinopla. Y su mirada se dirigía a sus futuros hijos en el imperio turco. Un espantoso incendio destruyó en Constantinopla varios 
barrios y la Unidad Católica abrió una suscripción con el título de: Los turineses y los incendios de Constantinopla, y en la primera lista 
del domingo, 24 de julio, se leía: «El benemérito don Juan Bosco ha ofrecido dos plazas gratuitas de por vida en su instituto, para dos 
muchachos constantinopolitanos sin distinción de religión». 

Era una nueva llama de caridad muy agradable al Señor. Pasaron unos años y los salesianos tuvieron internados, escuelas y oratorios en 
Constantinopla, Esmirna, Nazaret, Beitgemal, Belén, Cremisán, Jaffa y Jerusalén. 

La voz de un apóstol le invitaba por segunda vez a ir al Africa. 

Mi querido y venerado don Juan: 

Como conozco a fondo su corazón y sus santas intenciones, le hago, sin más preámbulos, una pregunta que pide respuesta lo antes 
posible. 

»Estaría usted dispuesto a reunir dos o tres sacerdotes jóvenes de los suyos con cuatro o cinco de sus honradísimos artesanos y ((889)) 
catequistas para ponerlos a mi disposición, a fin de que yo pueda llevarlos a El Cairo (Egipto) a mi centro para muchachos, donde ya está 
preparada casa e iglesia comodísima? Formarían parte de mi instituto, bajo mi jurisdicción, y correrían por mi cuenta los gastos de viajes, 
manutención, vestido y aprendizaje de la lengua. Tendrían a la par la necesaria autonomía para prepararse en su día, y con la ayuda de 
otros elementos de El Cairo, a la dirección de una misión especial en Africa Central, que se confiaría exclusivamente al Instituto Bosco 
de Turín. »Comprende? Querría yo que su santo Instituto, aprovechando los medios que Dios me ha dado, se fuera introduciendo poco a 
poco en Africa Central. Pero, como quiera que, sólo, tropezaría enseguida con dificultades, por parte del amplio mando que ejerce Egipto, 
es preciso que aparezca de momento como si formara parte de mi instituto, que ya está introducido en Egipto, y dentro de poco se le 
confiará una gran misión en Africa Central. 

Si para septiembre próximo pudiera usted poner a mi disposición dos o tres 
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sacerdotes, y si fueren más mejor, con los correspondientes laicos, escríbame enseguida y ya me encargaré yo mismo, juntamente con el 
Obispo de Verona (que es un verdadero ángel para Africa), de ultimar los trámites necesarios aquí en Roma. Nosotros corremos con todo; 
usted piense solamente en preparar los individuos indicados, que yo iré a buscarlos a Turín y los acompañaré a Egipto, a pocos pasos de 
donde la Sagrada Familia vivió emigrada durante siete años en la tierra de los Faraones. 

Espero su respuesta y, si como yo imagino, es afirmativa, haremos con la autorización del Obispo de Verona, los papeles necesarios, y 
en el nombre de Dios daremos comienzo a la obra concebida. 

Mis tres casas de Egipto marchan muy bien; son treinta y cinco sus miembros y muchísimas las almas arrancadas al paganismo y 
conducidas al redil de Cristo. 

Con los sagrados corazones de Jesús y de María, me profeso con todo afecto, 

Roma, 3 de julio de 1870 

Su seguro servidor y buen amigo DANIEL COMBONI, Pbro. 

P. D. Espero haya recibido mi Postulatum (Petición) al Concilio pro nigris Africae Centralis (en favor de los negros de Africa Central). 
El padre Comboni ya había estado en el Oratorio y había entusiasmado a los muchachos con sus descripciones. Don Bosco encargó 
responderle que, por el momento, no podía enviar a sus sacerdotes, pero que aceptaría con las más favorables condiciones a los 
muchachos africanos que le recomendara. 

Lo mismo había hecho con monseñor Lavigerie. Después, poquito a poco, se vio cómo se iban cumpliendo las promesas de la Virgen, y 
los Salesianos ((890)) empezaron a fundar asilos, colegios y escuelas en Alejandría, en Túnez, en El Cabo de Buena Esperanza, en Congo 
y en Mozambique. Pero en julio de 1870 todo esto no era más que una esperanza. 

Entre tanto veía don Bosco realizarse un deseo. 

El 18 de julio se celebraba la cuarta sesión del Concilio Ecuménico Vaticano. El Papa presidía la augusta asamblea. Asistían quinientos 
treinta y cinco obispos y quinientos treinta y tres votaron a favor de la definición dogmática de la infalibilidad. Sólo dos, un americano y 
un italiano, votaron en contra. Entonces Pío IX corroboró y firmó el canon conciliar. Una fuerte aclamación de los Padres del Concilio 
estalló incontinenti en la gran aula, y se sumó a ella la de la multitud que se apiñaba en la Basílica. Los Padres y la incalculable multitud 
cantaron el Tedéum. 

La augusta Asamblea, después de casi cien Congregaciones generales, había podido trabajar tranquilamente y resolver cosas tan 
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admirables, como la Constitución Doctrinal De Fide y la De Ecclesia Christi, con el capítulo tan controvertido sobre la infalibilidad del 
Papa. El Concilio no se había reunido en vano. Ahora podía prorrogarse con tranquilidad, a la espera de mejores tiempos. 

Y se cumplían, así nos lo parece, aquellas palabras de la visión de don Bosco: Las potencias del mundo vomitarán fuego y quisieran 
que fueran ahogadas las palabras en la garganta de los guardianes de mi ley; pero no será así. Harán mal, mal a sí mismas. En efecto, una 
vez proclamado el dogma, Austria abolía enseguida el Concordato con la Santa Sede; Baviera animaba a Döllinger a proclamar el cisma 
de la Viejos Católicos; Italia ordenaba a los magistrados que vigilaran a los obispos y a los párrocos y encarcelaran y multasen a quien 
ofendiera las instituciones nacionales al publicar la constitución dogmática de la infalibilidad pontificia; Francia retiraba su guarnición de 
tropas de Civitavecchia y Prusia autorizaba a Víctor Manuel para que entrase en Roma. 

((891)) Estos sucesos parecía que daban la razón a los que se oponían a la oportunidad de la definición, porque figuraba entre sus 
argumentos el temor de que las potencias europeas se asombrarían por ello. Pero no era esta razón suficiente para callar la verdad. Dios, 
al surgir de los nuevos tiempos, en los que la libertad de pensamiento urdiría asechanzas hasta en la mente de los sacerdotes, había 
querido la definición. Por otra parte, los sucesos que acontecieron demostraron que la guerra encarnizada contra la divina institución de la 
Iglesia no cesaría de recrudecerse en cualquier caso. 

Y hay un hecho providencial digno de nota. 

El 18 de julio de 1870 tenía lugar la solemne definición, y al día siguiente, 19 de julio, Napoleón III declaraba la guerra al Rey de 
Prusia. Hasta aquel momento la mano de Dios había contenido la terrorífica borrasca, pero, cumplido su decreto, permitía que se 
desencadenase. 

Todos los obispos, hasta los de la oposición, y los que ya no estaban en Roma, habían respondido ícreo! a la voz del Papa y volvían a 
sus sedes. Algunos pasaron por el Oratorio. 

Así lo atestigua don Francisco Dalmazzo: 

«Vi, entre otros, a dos obispos chinos, venidos al Concilio Vaticano, que partieron expresamente de Roma para visitar a don Bosco, 
atraídos por la fama de su santidad, y para exponerle la grave necesidad que tenían de misioneros por aquellas tierras.» 

Uno era el franciscano monseñor Luis Moccagatta, de Castellazzo de Alessandria, Obispo titular y Vicario Apostólico en China. 
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Hacía treinta años que era misionero por aquellas regiones; había sufrido heroicamente pobreza, humillaciones, desprecios, desilusiones, 
incesantes amenazas, furiosas persecuciones, hasta creerse afortunado por poder conseguir la palma del martirio, y otros obstáculos que el 
demonio suscita contra los predicadores de la fe católica. Le acompañaba monseñor Eligio Cosi, su coadjutor y después obispo y Vicario 
Apostólico, franciscano también de los menores observantes. 

((892)) Resultaba algo habitual ver a venerandos obispos y arzobispos del Piamonte y de lejanas tierras que, en viaje ad límina 1 para 
visitar al Papa, pasaban por Turín con el único fin de hablar con don Bosco y tratar sobre el mejor modo para resguardarse de los males 
de los tiempos. Se vio a muchos de rodillas ante don Bosco pidiéndole la bendición. 

Aquel mismo mes de julio escribía él a don Domingo Pestarino: 

Turín, 10-7-1970 

Carísimo don Domingo: 

Los días 20, 21 y 22 de este mes se celebrarán las cuarenta horas en la iglesia de María Auxiliadora: será para mí un gran placer si 
puede usted venir en esta ocasión; así tendríamos tiempo para hablar de nuestros asuntos. 

Más aún; si puede, le ruego vaya a ver al señor cura de Casalegio e invítelo a que le acompañe. El presidirá en la iglesia las funciones 
compatibles con su edad y, cuando menos, celebraría la santa misa en el altar de María Auxiliadora. Nuestros jóvenes comulgarían según 
su piadosa intención. Podría venir el 18, pasar la semana con nosotros y volver el sábado a la parroquia, si lo desea. Así tendré tiempo 
para comunicarle algunas cosas que no conviene confiar al papel. 

Por tanto, les espero a los dos. Buen viaje y que Dios nos bendiga. 

Afmo.
JUAN BOSCO, Pbro.


Por aquellos días, después de tantas y tan grandes emociones experimentadas durante el año, y las que preveía que le aguardaban en los 
meses siguientes, subió don Bosco al Santuario de San Ignacio para hacer los ejercicios espirituales. Los dirigió el teólogo Félix Golzio, 
su confesor, Rector a la sazón de la Residencia Sacerdotal de San Francisco de Asís, que debía trasladarse al Santuario de la Consolación 
junto con los residentes, al convento que habían dejado los Franciscanos. Sólo faltaba proveer al culto de la iglesia de San Francisco 

1 Ad límina. -Expresión equivalente a: ir a Roma, ir a la Santa Sede. (N. del T.). 
791 

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de Asís y para ello monseñor Gastaldi alojó el 1871, en una parte del antiguo claustro, que había sido Residencia Sacerdotal, a un grupito 
((893)) de Oblatos de María, que, a raíz de la supresión, se habían juntado para hacer vida privada. 

A la vuelta de San Ignacio, siguió el Venerable ocupándose de sus colegios durante el mes de julio. La condesa Callori, que había 
entregado muchos miles de liras para la construcción del seminario menor de Mirabello, le manifestaba sus dudas sobre las ventajas del 
traslado de aquel colegio a Borgo San Martino. 

Y don Bosco le contestaba: 

Turín, 13 de julio de 1870 

Benemérita señora Condesa: 

Contestaré a cada cosa, una por una, para no armar un lío. 

1.° Siento mucho la delicada salud de don Carlos Salerio, de quien usted me ha hablado tan laudablemente muchas veces. Pongámonos, 
pues, con toda nuestra fe, bajo la protección de María Auxiliadora. A partir del próximo viernes haremos la novena con oraciones 
especiales: misa, rosario, comuniones y oraciones cada mañana. Por su parte, recen tres padrenuestros, avemarías y glorias, más tres 
salves, y después fe, esa fe que transporta los montes a la llanura y las llanuras a las montañas. Si Dios, en su infinita misericordia, 
concede la gracia, se pondrá uno de los tubos del nuevo órgano a su costa. 

2.° Celebro que la buena señorita Victoria esté mejor de salud. Yo tengo cada día un memento por ella en la santa misa y espero que 
Dios no querrá ser sordo a nuestras súplicas esta vez. Son muchas las voces que claman a Dios por usted y por la señorita Victoria: 

íAh! Mira desde el cielo a tus hijos
con tu sangre preciosa redimidos.
»La oración de tus hijos doloridos
alguna vez en vano a ti subió?


3.° He enviado a Mirabello la nota para el jovencito Franchi. Veremos qué determinaciones se han tomado; imagino serán éstas: que 
liquide las cuentas con Mirabello y, cuando venga a Turín, pagará doscientas liras, por una sola vez. Se lo recordaré de nuevo. 

4.° Teniendo en cuenta sus reflexiones, todavía no se ha hecho el contrato de Borgo San Martino. Pero hay que pensarlo. Nos falta 
espacio. Si comenzamos la segunda fase, pasaremos con mucho de las cien mil liras, siempre lejos del ferrocarril y sin un palmo de 
terreno para los profesos. 

El local en cuestión bastaría sin más construcciones. Cuesta ciento catorce mil liras, pero hay allí plantas y bosque a talar por valor de 
unas veinticinco mil liras; ((894)) además se podría vender una parcela por diez mil y aún quedaría una extensión como de tres obradas de 
terreno. 

De todos modos hagamos ahora una novena a María Auxiliadora, después vendrá don Juan Bonetti a Turín y veremos qué se resuelve 
para la mayor gloria de Dios. Rece una avemaría ad hoc. 

Fin de Página 792 


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5.° Le repito que no pretendo invitarla a contribuir. Veremos de arreglarnos nosotros con alguna venta. Su poderosa ayuda queda 
reservada para la iglesia junto al templo de los protestantes. Ya se han comenzado los trabajos. Este año se hará poco. Para el 1871-1872, 
usted me ayudará en la medida de sus posibles y según Dios la inspire. 

6.° La Historia Eclesiástica está en Roma en manos de monseñor Gastaldi, que revisa lo referente a la infalibilidad del Romano 
Pontífice, mas no quiere mandármela hasta después de la futura sesión conciliar. 

Hemos tenido mucho calor, pero, gracias a Dios, ningún enfermo. Ahora ha llovido bastante y lo mismo me han asegurado en Vignale y 
en Montemagno. 

Y basta por hoy. De palabra, le contaré más cosas. Que Dios la bendiga, con una bendición que le dé salud duradera por muchos años 
de vida feliz y después el paraíso. Lo mismo para la señorita Victoria, para toda la familia y para don Carlos Salerio. Amén. 

Ruegue por mí, que soy en Jesucristo, 

Su seguro servidor, hijo poco obediente 
JUAN BOSCO, Pbro. 

íQué cariñoso, qué delicado y, a la vez, qué atento y previsor era siempre nuestro amadísimo Padre! 

Después de unos días escribía a don Juan Bonetti: 

Turín, 24-7-1970 

Muy querido Bonetti: 

El día para la firma de la escritura de la casa en Borgo San Martino será el sábado, 30 del corriente. 

Prepárame, por tanto, diez mil liras, y un poco más si puedes, y tráemelas el jueves o viernes. Si te es posible, te quedarás hasta después 
de la firma de la escritura; si después, por ser sábado, no puedes quedarte, te dejaré marchar. Conviene, sin embargo, no divulgarlo hasta 
que no se haya firmado la escritura. 

Animo, alegre; saluda a don Francisco Cerruti y a los demás hijos nuestros, sobre los cuales deseo lluevan copiosas las bendiciones del 
cielo. Amén. 

Afmo.
JUAN BOSCO, Pbro.


((895)) La condesa Callori le contestaba después de una visita al Santuario de Oropa, y don Bosco intentaba levantar su espíritu abatido 
con otra carta delicadísima. 

Benemérita señora Condesa: 

Gracias, señora Condesa, por su recuerdo de mí y de nuestras cosas a los pies de Nuestra Señora de Oropa. Espero que sus oraciones 
hayan sido bien recibidas por la gran Reina del Cielo. Fiat. 

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En cuanto al asunto a que se refiere, iré despacio y con la debida prudencia y aunque descubriere lo más conveniente, no diré nada, ni 
siquiera a la persona interesada. 

Señora Condesa, durante su breve estancia en Turín he advertido en usted una mezcla de resignación, de salud delicada, de 
pensamientos y ansias del paraíso. Yo deseo que tenga salud, y que permanezca en el mundo para bien de su familia y, (vea el egoísmo) 
me ayude a cumplir una serie de obras que sirvan para ganar muchas almas al Señor. Entre las muchas solicitudes para abrir nuevas casas 
en otras partes, hay una para Argelia, otra para El Cairo, la tercera para California. La última quizás será preferida a las demás. 

Mientras tanto, únase usted a nosotros con un padrenuestro, avemaría y gloria al Santísimo Sacramento, y con una salve, hasta la 
Natividad de María. 

Yo haré de modo que cada día se reciban seis comuniones y se celebre la santa misa hasta entonces, con el fin de obtener del Señor su 
perfecta salud. 

El sábado se decidirá el contrato de Borgo San Martino. En casa se reza; disponga el Señor que se haga lo que él vea mejor para su 
gloria. 

Le ruego presente mis humildes saludos al señor Conde, su marido, y a toda su familia. Dios les bendiga a todos y rueguen por mi 
pobre alma, mientras, con verdadera gratitud, me profeso, 

De V.S.B. 

Turín, 27 de julio de 1870 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

La Condesa volvió a escribir diciendo que aquellos días se encontraba abatida, delicada y víctima de ideas melancólicas y tristes. Y don 
Bosco se apresuró a consolarla, despejando su espíritu de toda turbación con una promesa decisiva. 

Benemérita señora Condesa: 

Esté tranquila. Don Juan Cagliero no tiene ninguna obra fúnebre para el fin que usted indica. 

((896)) Ya hace años me escribía diciendo casi las mismas cosas: y yo le respondía que la Virgen quería que le ayudara a edificar una 
iglesia en honor de María Auxiliadora. Se terminó la iglesia y usted asistió a las funciones que en ella se celebraron. Ahora le digo: Dios 
quiere que le ayude a levantar la iglesia, las escuelas y el internado de Puerta Nueva o, mejor dicho, del paseo del Rey. Se hará la iglesia, 
usted la verá edificar, consagrar, y paseará alrededor cuando esté acabada. »Entiende? 

Por tanto, no piense más que en vivir alegremente en el Señor. 

Aún tendría muchas cosas de que hablar, pero las trataremos en Vignale. 

El sábado se cerró el contrato de Borgo San Martino, después de muchos cambios a nuestro favor. Prevaleció, por encima de toda 
reflexión en contra, la venida y la presencia de don Juan Bonetti, quien dijo que sus ciento ochenta alumnos se habían reducido a ciento 
quince por enfermedad; y que éstos estaban asustados por miedo a caer enfermos; todo se ha hecho para promover la mayor gloria de 
Dios. En octubre próximo iremos allí si Dominus dederit (si Dios quisiere). 

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VOLUMEN IX Página: 795 

La bondad y misericordia del Señor concedan a usted y a su familia buena salud y el don de la perseverancia en el bien. Amén. 

Ruegue por mi pobre alma y créame en el Señor. 

Turín, 3 de agosto de 1870 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

La buena Condesa quedó muy tranquilizada con esta carta y con la predicción, en la que puso su plena confianza. En efecto, murió el 
1911, a la edad de ochenta y cinco años, cuarenta y uno después de la promesa de don Bosco y veintinueve después de la consagración de 
la iglesia de San Juan Evangelista. 

Entre tanto don Bosco, terminado ya el asunto de Borgo San Martino, había preparado los primeros maestros para el Colegio de 
Alassio. Y escribía al Real Delegado de Enseñanza en Génova: 

Ilmo. Señor Delegado: 

Con el deseo de promover las ciencias, en favor de los alumnos de enseñanza elemental y media, el que suscribe convino con el 
Municipio de Alassio abrir un colegio internado en aquella ciudad. 

La Diputación Provincial y la Delegación de Enseñanza aprobaron el proyecto y, en consecuencia, se recurre a V. S. Ilma. para obtener 
el permiso de efectuar la apertura del internado y aprobar el personal docente. 

((897)) La enseñanza y la disciplina están de acuerdo con cuanto prescriben los programas y las leyes gubernativas, con las 
modificaciones que la autoridad escolar estableciere. El internado se regirá por las normas establecidas en el programa, cuya copia se 
adjunta. 

Este año no se impartirá más que el primer curso de bachillerato, lo que se pide con la presente solicitud. En el caso de que hubiera 
alumnos para otros cursos, se comunicará inmediatamente a V. S. Ilma. con la propuesta de los profesores respectivos. Por ahora el 
personal sería el siguiente: 

Para las clases elementales: 

Las clases elementales serán impartidas por los maestros municipales actuales y, si hubiera algún cambio, se comunicará enseguida a la 
autoridad competente. 

Bachillerato: 
1 er curso: estará a cargo del canónigo Airaldi, que ya era profesor de gramática latina, mientras hubo bachillerato en Alassio, y después 
continuó en la misma Ciudad como profesor del curso técnico. 

Director: el presbítero Francisco Cerruti, doctor en Letras. 

Ecónomo: el presbítero Francisco Bodratto, maestro normal superior. 

Si fueran necesarios documentos o aclaraciones, serán enviados rápidamente a requerimiento de V. S. Ilma. 

Turín, 26 de julio de 1870 

Su humilde seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

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Para completar los trámites de la apertura del nuevo colegio, don Bosco había escrito también al Papa, el 14 de julio, para tener el 
correspondiente permiso. Esta carta no llegó a su destino. 

Hubo de renovarla. Pero esta vez escribió a Roma, a monseñor Estanislao Svegliati, Secretario de la Congregación de Obispos y 
Regulares. 

Turín, 29 del 8 de 1870 

Excelencia Reverendísima: 

No puedo dar noticias de actualidad porque en Correos son interceptadas muchas veces, y por vía privada pueden comprometer al 
portador. El marqués Vitelleschi, que se complace en llevar la presente, está informado de todo y puede decirle cuanto le pueda interesar. 

((898)) Repito que Turín es la ciudad pacífica por excelencia. Si S. E. se da una vuelta por aquí, venga a hospedarse en nuestra casa; el 
aire saludable de estas colinas le proporcionaría alivio. Nuestra música, nuestro recreo, nuestros muchachos le divertirán agradablemente. 
íA ver si nos da esta alegría! 

Le envío la petición para una casa nueva, con la carta comendaticia del Ordinario del lugar, al que pertenece la ciudad de Alassio, y la 
encomiendo a su conocida bondad. 

Al día de hoy tenemos cuarenta solicitudes de Ayuntamientos, que querrían la apertura de escuelas bajo la libre dirección de nuestra 
Congregación. íYa ve que vuelvo a las ideas antiguas! 

Que el Señor, rico en bendiciones, le conceda abundante salud por muchos años de vida feliz. Créame, con la más profunda gratitud, 

De V. E. Rvma. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

La súplica era lo mismo que la hecha para la apertura del Colegio de Cherasco. 

Beatissime Pater, Beatísimo Padre: 
Joannes Bosco, Superior Generalis Juan Bosco, Superior General de la 
Piae Societatis a S.Francisco llamada Pía Sociedad de San 
Salesio dictae, Francisco de Sales, 
Beatitudinis tuae ad pedes humildemente postrado a los 
provolutus, humillime exponit pies de Su Santidad, expone: que 
Divina Providentia la divina Providencia 
factum esse, ut in urbe vulgo ha querido que se le pidiera 
Alassio nuncupata, Dioeceseos la apertura de un colegio internado 
Albinganensis in Littore Ligure, para muchachos dedicados a los 
collegium convictusque estudios, 
adolescentulorun studio deditorum, y su administración en la ciudad 
eiusdemque administratio, eidem vulgarmente llamada Alassio, de la 
demandata essent. Omnia quae diócesis de Albenga, en la Riviera hucusque facta sunt, semper de de Liguria. Todo lo ha 
realizado 
Ordinarii consilio et consensu hasta el presente, siempre se ha 
peracta sunt. At decreto hecho según su consejo y approbationis et laudationis consentimiento del Ordinario. Pero, 
Salesianae Societatis, inter alias dado que en el decreto de 
haec animadversio aprobación y 

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adnectabatur: «Pro fundatione alabanza de la Sociedad Salesiana novarun domorum, et pro suscipienda se advertía: «Para la 
fundación de 
in posterum ab Ordinariis directione nuevas casas y para recibir en lo 
Seminariorum, recurrendum erit in porvenir de los Ordinarios la 

dirección de Seminarios habrá de 
singulis casibus ad Sanctam Sedem». recurrirse en cada caso a la 
Licet vero stricte loquendo haec Santa Sede». Aunque estrictamente hablando hay que decir que esta 
potius temporaria administratio, administración es más bien temporal 
quam novae domus fundatio sit y no una casa nueva, sin embargo, 
apellanda, tamen ad dubia 
eliminanda et ad para eliminar 
debitum Sanctae Sedis 
obsequium praestandum, facultates dudas y prestar la debida sumisión a quae ad majorem Dei gloriam la Santa Sede, 
humildemente se piden a Su Santidad las facultades que se 
promovendan necessariae consentur, se estiman 
a Beatudine Tua humili precatione necesarias para promover la mayor expostulantur. gloria de Dios. 

Datum Taurini, die 20 augusti 1870, Dado en Turín, a 20 de agosto de 1870 

Sac. JOANNES BOSCO. JUAN BOSCO, Pbro. 

El Secretario de la Sagrada Congregación de Obispos y Regulares contestaba: 

Rvmo. Señor don Bosco: 

Recibí de manos del señor marqués de Vitelleschi su carta con la súplica al Padre Santo para abrir una ((899)) casa nueva o colegio en 
la diócesis de Albenga. Presentada que fue a Su Santidad, se dignó aprobarla y bendecirla, ordenándome se lo participará a V. S. como lo 
hago por la presente. 

Haga el Señor que prosperen la nueva casa y todas las demás del Instituto, y así V. S. será cada día más benemérito ante la Iglesia y la 
Sociedad. 

Le agradezco la cortés invitación, que me hace para ir a pasar unos días, durante las próximas vacaciones otoñales en esas amenas 
colinas. Le aseguro que ayudaría mucho a mi salud un cambio de aires, pero, a más de que ordinariamente no puedo alejarme mucho de 
Roma ni siquiera en vacaciones, este año, razones especiales que V. S. puede imaginar, me lo impiden con mayor razón. Sin embargo, le 
reitero mi agradecimiento, reservándome hacerlo aún mejor, si V. S. tiene ocasión de venir por aqui. 

Entre tanto, reciba la nueva manifestación de mi sincero aprecio. 

Suyo. 

Roma, 8 de septiembre de 1870 

Su atento y seguro servidor ESTANISLAO SVEGLIATI, Sec. 

Había enviado otra súplica a Florencia, a Quintín Sella, ministro de Hacienda, pidiendo le disminuyeran ciertos impuestos demasiado 
gravosos. Los fieles ponían en manos de don Bosco su beneficiencia, 

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y le dolía tener que sacrificar una buena parte de la misma para el fisco. 

Excelencia: 

La pobreza en que se encuentran los muchachos internados en la Casa, llamada Oratorio de San Francisco de Sales, mueve al que 
suscribe a recurrir a la caridad de V. E. Su número, que entre todos los Centros asciende a mil doscientos, la disminución de la 
beneficiencia, el aumento de los impuestos, la multitud de muchachos abandonados, que de toda Italia piden ingresar, me hacen esperar, 
si no una exención total, al menos parcial, del impuesto de la molienda, que sobrepasa las doce mil liras. 

Esta es la súplica que el recurrente hace en nombre de estos pobrecitos y que espera sea benévolamente atendida en este caso 
excepcional. 

Con gratitud se profesa, 

De V.E. 

Turín, 15 de agosto de 1870 

Su humilde y seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

((900)) El recaudador de impuestos en Turín le comunicaba la respuesta el 17 de septiembre. 

«El Ministerio de Hacienda ha resuelto que se debe rechazar la reclamación. Aun cuando haya que deplorar las poco propicias 
condiciones económicas del Oratorio, sin embargo, no estando en facultad del poder ejecutivo condonar los impuestos establecidos por 
ley, ni de ayudarle ante la constancia de las poco prósperas condiciones del tesoro, el Ministerio antes dicho no puede condescender con 
la petición». 

-No importa, decía don Bosco en estos casos: nosotros hemos cumplido con nuestro deber, ellos han conocido nuestra necesidad y esto 
siempre es un bien. 
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((901)) 

CAPITULO LXXI 

ORFANATO DE SAN VICENTE PAUL EN PIACENZA -LA DIRECCION DECIDE CERRARLO Y PASAR LOS ALUMNOS A 
DON BOSCO -EL MARQUES LANDI ENVIA UNA CIRCULAR A LOS BIENHECHORES DEL MISMO EXPONIENDO LA 
URGENCIA DE LA DECISION -CONVENIO RATIFICADO POR DON BOSCO -LOS HUERFANOS DE PIA CENZA DE TURIN 
-INSTALACION DEL ORGANO EN LA IGLESIA DE MARIA AUXILIADORA -GUERRA FRANCO-PRUSIANA: NAPOLEON 
PRISIONERO -VICTOR MANUEL ESCRIBE UNA CARTA AL PAPA PARA QUE PERMITA LA ENTRADA DEL EJERCITO 
ITALIANO EN ROMA -DON BOSCO PREDICE A UNA SEÑORA QUE NINGUNO DE SUS HIJOS SOLDADOS TOMARA 
PARTE EN LAS BATALLAS -CARTAS DE DON BOSCO A DOS BIENHECHORES PARA LIBRAR A DOS CLERIGOS DEL 
SERVICIO MILITAR -DON BOSCO VA A LANZO Y PRESIDE LA PRIMERA TANDA DE EJERCICIOS ESPIRITUALES PARA 
LOS SALESIANOS -PIDE A SU SANTIDAD LA EXTENSION DEL PRIVILEGIO DE LAS DIMISORIAS PARA LOS QUE 
INGRESAN EN EL ORATORIO DESPUES DE CATORCE AÑOS -CONCEDIDO EL FAVOR PARA SIETE ORDENANDOS 
-CARTA DE DON BOSCO A UN SALESIANO QUE VACILABA EN LA VOCACION -UN SACERDOTE REHABILITADO 
-NUEVAS INSTANCIAS A LA DIRECCION DE FERROCARRILES PARA OBTENER BILLETES A TARIFA REDUCIDA -EL 
CONVENTO DE ALASSIO SALE A PUBLICA SUBASTA -EL CANONIGO AMPUGNANI SE PRESENTA A LA SUBASTA 
PARA LOGRAR LA POSESION DEL CONVENTO A DON BOSCO -LAS ((902)) VICISITUDES DE LA COMPRA -APERTURA 
DEL NUEVO COLEGIO -EL CANONIGO MARTINI 

HEMOS visto cómo don Bosco recibió paternalmente en su día a los muchachos del Real Hospicio de Caridad de Turín y vemos ahora 
cómo recurren a él desde el Orfanato de Piacenza. 

La Junta directiva de este Centro se los ofreció a don Bosco, y 
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éste los aceptó, por lo que el Presidente de la Comisión se lo comunicaba a sus bienhechores con la siguiente circular: 

Ilmo. Señor: 

La Comisión directiva del Orfanato, que se abrió con motivo de la invasión del cólera de 1855, bajo los auspicios y el patrocinio de la 
Sociedad de San Vicente de Paúl, siente el deber de comunicar a los beneméritos bienhechores de este pobre y humilde asilo de caridad 
cristiana, que está a punto de fusionarse con el bien conocido y admirado instituto dirigido por el celebérrimo y muy reverendo don Juan 
Bosco, de Turín, conocido con el nombre de Oratorio de San Francisco de Sales. 

La grave situación económica en que se encontraba desde hacía ya varios años nuestro Orfanato, situación que no hemos sabido 
remediar, nos ha aconsejado recurrir a la caridad inagotable del mencionado Sacerdote, el cual, mediante el desembolso y donación de 
una cantidad recogida con grandes sacrificios, por la Comisión y algunos bienhechores, se ha comprometido a albergar y educar en su 
Instituto, hasta los dieciocho años, a los diez huerfanitos que estaban confiados a nuestros cuidados. 

Por consiguiente, con el sentimiento de tener que cerrar un Orfanato, que durante casi quince años ha sido objeto de tantos sufragios, 
tantos esfuerzos y también de grandes satisfacciones, nos consuela el pensamiento de colocar tan bien a nuestros huérfanos y ver 
asegurada su educación. 

La Comisión, por tanto, da las más sinceras y cordiales gracias a todos los bienhechores de nuestro Orfanato y les ruega calurosamente 
continúen durante el corriente año entregando al Tesorero las cuotas que pagaban hasta ahora, muy necesarias para liquidar las cuentas y 
para sostener los ingentes gastos del traslado de nuestros muchachos a Turín. 

La Comisión, en fin, manifiesta a todos sus bienhechores la confianza de que querrán seguir dando en lo sucesivo a la Sociedad de San 
Vicente de Paúl lo que con tanta generosidad y constancia habían destinado ((903)) para nuestro Orfanato, porque jamás podrán olvidar 
que nació y creció a la sombra de la Sociedad de San Vicente de Paúl. 

Piacenza, 18 de junio de 1870 

Por la Comisión -El Presidente Marqués ALFONSO LANDI 

Un mes más tarde se firmaba el contrato con generosas condiciones por parte de la Comisión. 

Contrato entre el muy reverendo señor don Juan Bosco, Fundador y Director del Oratorio de San Francisco de Sales, y la honorable 
Comisión del Orfanato de San Vicente de Piacenza. 

Art. 1.°. -La Comisión del Orfanato de San Vicente de Piacenza, el día de la partida de sus huérfanos a Turín, pondrá en manos del 
Rvmo. don Juan Bosco o de quien le represente cinco mil liras y el equipo, cuya nota se detalla aparte, a título de irrevocable donación al 
mismo. 
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Art. 2.° -El Rvmo. don Juan Bosco, a su vez, se obligará a educar y mantener en su casa, hasta que cumplan dieciocho años, a los diez 
huérfanos que se le confiarán, sin derecho a pretender de la Comisión del Orfanato de Piacenza más retribuciones. Sin embargo, si alguno 
saliera del establecimiento antes de los dieciocho años, sea por mala conducta, sea por reclamación de los parientes o por su espontánea 
voluntad, no se tendrá derecho a reclamar nada del señor don Juan Bosco. 

Art. 3.° -El marqués Alfonso Landi seguirá siendo responsable ante el Rvmo. Juan Bosco de los jóvenes que confia a sus cuidados 
hasta su completa educación; y por tal motivo éste facilitará que se dirija a él siempre que deba comunicarle noticias con respecto a su 
salud, su comportamiento y su educación. 

Art. 4.° -Los gastos de viaje de los húerfanos de Piacenza a Turín, y el transporte de sus enseres y ajuar hasta la nueva residencia, 
correrán a cargo de la Comisión del Orfanato de Piacenza. El Rvmo. don Juan Bosco se obliga, a su vez, a enviar en la segunda decena 
del mes de agosto, un Sacerdote delegado, al cual se confiarán los huérfanos con su correspondiente equipo. Los gastos del viaje de este 
sacerdote irán a cargo de la Comisión, la cual fija la segunda decena de agosto para la clausura de su Orfanato. 

Piacenza, 17 de agosto de 1870 

JUAN BOSCO, Pbro.
El marqués, ALFONSO LANDI


((904)) En el original sigue a continuación la nota del equipo y el nombre, apellido, edad y oficio de los húerfanos: seis aprendían 
zapatería y cuatro carpintería. Coincidía su llegada al Oratorio con la inauguración del órgano en la iglesia de María Auxiliadora. 

El 24 de agosto distribuía el Venerable dos mil quinientas invitaciones a los bienhechores y a otras personas distinguidas, y la Unidad 
Católica del 27 publicaba el siguiente artículo: 

Inauguración del órgano en la iglesia de María Auxiliadora en Turín. 

Con la más viva satisfacción comunicamos que se acaba de instalar el órgano de la iglesia, dedicada a María Auxiliadora de esta 
Ciudad, en el Oratorio de San Francisco de Sales. Todos los turineses saben cómo se ha manifestado claramente la ayuda de la divina 
providencia en la construcción de esta iglesia. El nuevo órgano es obra de los renombrados hermanos Lingiardi de Pavía, beneméritos del 
arte sacro, por la excelencia de sus trabajos y por el espíritu verdaderamente religioso que los anima. Este es el segundo órgano que 
construyen para Turín, con el nuevo sistema, llamado órgano expresivo, del que ya nos dieron una espléndida prueba con la construcción 
del órgano de la iglesia de los Santos Mártires. La inauguración del nuevo órgano, que según los peritos del arte, es uno de los más bellos 
trabajos de Italia, la hará el célebre maestro caballero Petrali de Crema, el 30 y 31 del corriente mes. 

Entre tanto, no podemos dejar de congratularnos con el dignísimo sacerdote Juan Bosco y con los hermanos Lingiardi por este nuevo 
monumento de la piedad cristiana y del maravilloso progreso del arte religioso en Italia. Los fieles, que ciertamente acudirán en gran 
número a la estupenda función de la inauguración, aplaudirán 
801 

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de corazón el fecundo y espléndido incremento que el culto católico consigue en nuestra Ciudad. 

He aquí el horario de la inauguración: Martes, 30 de agosto, a las diez de la mañana: primeras pruebas: misa en canto gregoriano, con 
intervalos de órgano; por la tarde, a las tres: canto con intervalos de órgano; discurso de ocasión; bendición con el Santísimo Sacramento, 
con música. Miércoles, 3 de agosto, a las diez de la mañana: lo mismo que el día anterior; por la tarde a las seis: canto, concierto, 
bendición. 

El mismo periódico informaba el 15 de septiembre sobre la ceremonia realizada. 

El martes, 30 de agosto, tuvo lugar en la iglesia de Nuestra Señora Auxiliadora la solemne inauguración del nuevo órgano, fabricado 
por los hermanos Lingiardi de Pavía. A pesar de que, en razón de la estación, la mayor parte de los turineses están en el campo, hubo un 
selecto concurso de ((905)) personas inteligentes que se deleitó con las armonías del nuevo órgano, pulsado con singular maestría por el 
ilustre caballero Petrali, maestro de capilla de la catedral de Crema. Sería inútil prodigar alabanzas al célebre fabricante y al egregio 
maestro, cuyos nombres son harto conocidos en la historia del arte italiano. 

Por lo que se refiere a la maquinaria del nuevo órgano, hay que resaltar la precisión y sencillez de sus resortes, que ejecutan sin 
frotamiento ni retraso los movimientos impuestos por las manos o los pies del que toca. El antiguo sistema neumático ha sido sustituido 
por el nuevo, de particular invención de los Lingiardi, que conduce el viento a las cajas de los soportes de los tubos con mayor 
uniformidad y abundancia, por lo que el órgano no tiene la menor oscilación o defectos de ahogo. El fabricante ha introducido en el 
mismo soporte principal de los tubos una caja armónica que obtiene el mismo efecto del antiguo eco, con lo que ahorra complicaciones 
mecánicas, economiza espacio y obtiene los graduales matices del pianísimo al fuerte y da una expresión admirable a las voces. 

Resulta sorprendente cuando suenan todos los registros del órgano a la par: no hay confusión de voces, y se pueden distinguir la 
claridad y suavidad de todas ellas. Es perfecta la imitación de una orquesta; admirable el efecto de los instrumentos de cuerda; es difícil 
poder comprender cómo con un simple tubo se puede imitar el roce del arco, sin quitar la transparencia y la expresión de las notas más 
difíciles; es completa también la ilusión de las voces humanas: imitan con tal perfección a la naturaleza, que dan la impresión de oír 
articular las palabras. 

Sería demasiado largo examinar en todos sus detalles el nuevo órgano-expresivo de Lingiardi; baste decir que sus trabajos dan 
renombre a la iglesia que los instala. El organista Petrali no desmintió su fama: nada de teatral y profano en su música; la vena de la 
inspiración es continua; sabe acoplar siempre lo sublime con lo popular y presentar a la inteligencia del que escucha nuevas armonías, 
dificultades musicales y efectos admirables. 

La solemnidad duró dos días, y hemos tenido que convencernos cada vez más de que, si las instituciones de don Bosco son nuevos 
monumentos de la caridad católica en nuestra tierra, también en las ciudades lombardas se mantienen vivas las tradiciones del arte 
cristiano. 
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Mientras resonaban en el Oratorio con toda solemnidad las notas del órgano y del canto gregoriano, y las músicas y los alegres gritos de 
centenares de muchachos esperando la distribución de premios y las vacaciones, el furor de la guerra destrozaba a Francia. Los combates 
habían empezado el 2 de agosto; en el primero, junto a Sarrebruck, de escasa importancia, vencieron los franceses; pero a partir de aquel 
momento, la victoria se puso del lado de los prusianos. El 4 vencieron en Wissembourg, el 6 en Wörht y ((906)) en Jorbach; rechazaron al 
enemigo hasta el Mosela; desde allí se lanzaron contra el cuerpo de ejército del mariscal Bazaine: el 14 de agosto le vencieron en 
Colombey-les-Belles, el 16 en Gravelotte y en Rezonville, y le obligaron a retirarse, con sus ciento setenta mil hombres, a la plaza 
fortificada de Metz. 

Dejaron en derredor de esta ciudad un número suficiente de milicias para asediarla y prosiguieron con cautela hacia París. En París, 
después de las primeras derrotas, se había retirado el mariscal Mac-Mahon y desde allí, reordenado el ejército, acompañado por el 
emperador Napoleón, había vuelto a Metz, con la intención de reunirse con el ejército de Bazaine y envolver a los alemanes; pero, al 
llegar al valle del Mosa, se encontró cercado. Combatióse encarnizadamente durante dos días, el 31 de agosto y el 1.° de septiembre, y los 
franceses sufrieron una gran derrota. El 21 de septiembre, dado que los prusianos habían ocupado las alturas de los alrededores con 
ochocientas piezas de artillería, y que amenazaban con un exterminio total al ejército francés que se encontraba en la llanura, el 
Emperador y su ejército tuvieron que rendirse prisioneros. Había en la batalla ochenta y cuatro mil franceses y los prusianos eran 
doscientos veinte mil. La derrota de Sedán confinaba al emperador Napoleón al Castillo de Willelmsholhe en Hess-Kassel, sin corona, 
humillado y finalmente desterrado. 

Y he aquí la palabra a Francia: Dios la visitará tres veces con la vara de su furor. En la primera abatirá su soberbia, con las derrotas, con 
el saqueo y con el exterminio de hombres y animales; en la segunda... se quedará sin Jefe, víctima del desorden. De la tercera hablaremos 
en otra parte. 

El ejército que invadió a Francia se componía de casi ochocientos mil hombres. 

A finales de agosto, el Ministerio Italiano, animado a aprovecharse de la ocasión de la guerra franco prusiana para anexionarse Roma, 
como no estaba todavía segura de la ruina de su antigua aliada, se declaró diplomáticamente contrario a la empresa. El ministro 
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Lanza no aprobaba los medios violentos. Pero, conocidas las grandes derrotas de ((907)) Francia y el cautiverio de Napoleón, se deliberó, 
sin más, la anexión de Roma. 

Se concentró en la frontera un ejército poderoso y se intentó primeramente una sublevación del pueblo romano; después, el 8 de 
septiembre, el conde Ponza de San Martín se presentaba ante el Papa con una larga carta del rey Víctor Manuel, en la que le avisaba de la 
indeclinable necesidad, para seguridad de Italia y de la Santa Sede, de que sus tropas, ya en alerta en la frontera, se adelantaran a ocupar 
las posiciones que eran indispensables para la defensa de Su Santidad y la salvaguardia del orden. Pío IX entregaba la respuesta al Conde 
el día 10, diciendo que no podía admitir ciertas peticiones, y que ponía su causa en las manos de Dios. 

Por aquellos días daba don Bosco una prueba más de sus visiones del futuro. La condesa Felicidad Cravosio Anfossi, de Caramagna, 
escribía a don Miguel Rúa: 

«Cuando en 1870 se disponía el gobierno a llevar a cabo la ocupación de Roma, estaba yo muy espantada, porque tenía tres hijos en el 
ejército, y temía que uno u otro fueran destinados a formar parte de los regimientos que iban a luchar contra el Padre Santo. 

»Corrí entonces a don Bosco para confiarle mi preocupación. Estaba él en aquel momento en el patio en medio de una multitud de 
muchachos. Le supliqué que me aconsejase qué debía hacer para apartar de mí aquella desgracia. Don Bosco estuvo pensativo un rato y 
después me dijo, con su acostumbrada sonrisa: 

»-Usted debe rezar; pero anímese; ninguno de sus hijos tomará parte en la guerra contra el Papa, ni entrará en Roma en esta ocasión. 

»En efecto, los regimientos a los que pertenecían mis hijos Vicente y César, no fueron destinados a la marcha. Pero poco después 
leímos en los periódicos que el regimiento al que pertenecía el más joven de mis hijos, el teniente Teófilo, había llegado a Frosinone y 
había recibido orden de emprender la marcha hacia Roma. Mientras yo temblaba, he aquí que aquella misma tarde llegaba a casa mi 
teniente, el cual, sin ningún desagradable motivo y sin haberlo solicitado, ((908)) había sido licenciado por un mes, y lo que más nos 
sorprendió fue que, inmediatamente después de la toma de Roma, fue reclamado al mismo regimiento. Las palabras del Siervo de Dios 
habían sido proféticas». 

También don Bosco estaba preocupado por la guerra. Algún clérigo suyo había sido llamado a filas, y él escribía a la condesa Callori. 
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Benemérita señora Condesa: 

Hace tres años se ofrecía usted para librar a un clérigo del servicio militar y él prefirió el ejército. Ahora, en cambio, hay un clérigo que 
lo pide; pero »quién sabe si usted se encuentra en la posibilidad de hacerlo? 

La precipitada convocatoria de los mozos de la segunda categoría del 1848, comprende a dos de nuestros clérigos, los cuales, por estar 
diplomados, llevaban dos clases, muy numerosas por cierto. No nos lo esperábamos, y en tiempos normales hubiéramos encontrado 
motivos de dispensa, pero en estos momentos excepcionales, no encuentro más remedio que el de librarlos o dejarlos salir para el cuartel. 
Están citados para ingresar el 20 del corriente en el regimiento. 

Sé hasta donde llega su buena voluntad de ayudar, pero quizás no pueda; por consiguiente, en esta ocasión pido para un suplente, a 
medias o con la partecita que entienda puede ayudar sin grave dificultad. 

Hubiera ido inmediatamente a hablar con usted, pero tengo dos tandas de ejércitos espirituales, una esta semana y otra en la próxima. 

Tenga compasión de este pobre pedigüeño; la necesidad tiene cara de hereje. 

Que Dios les bendiga, a usted y a su familia, y créame con profunda gratitud. 

De V.S.B. 

Turín, 12 de septiembre de 1870. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. Le suplico trasmita mi agradecimiento a la señora María Luisa por su carta. Espero poder ir a Vignale el día 27 del corriente. 
Como la caritativa Condesa no pudo atender la petición del Venerable, éste se dirigía por el mismo motivo a la marquesa Fassati. 

((909)) Benemérita señora Marquesa: 

Las calamidades públicas caen sobre los particulares, y la inesperada llamada a filas de los quintos de la segunda categoría de 1848 
alcanza también a uno de nuestros clérigos ya próximo a las órdenes. Otro, pendiente de revisión médica, queda en duda hasta que sean 
llamados a filas los soldados del 49; pero el primero, Luis Bussi, de Giarole, ha sido ya llamado al regimiento, y el día 20 debe 
encontrarse en el cuartel; queda todavía la última revisión médica y puede darse que le ayude su constitución delicada, pero mientras 
tanto está próximo a ser soldado. 

Ante este caso excepcional le suplico considere si, de la cantidad que usted y el señor Marqués ofrecieron a la Virgen sobre su crédito 
de Cúneo, pudiese anticipar la cantidad de tres mil doscientas liras para el rescate de este virtuoso clérigo, que llora y tiembla al pensar 
que deberá ir al cuartel. 

Años atrás me ofreció la condesa Callori lo necesario para el rescate de un clérigo. Pero ahora le he escrito enseguida, y me contesta 
que, con mucho sentimiento, se encuentra de momento en la imposibilidad de hacerlo. 

Me daba pena escribir a ustedes porque sé que hacen cuanto pueden por nosotros, sin que se les pida; pero la necesidad carece de ley. Si 
puede enviarme unas líneas para mi norma me hará un verdadero favor. 

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Nosotros rezamos, mañana y tarde, ante el altar de María Auxiliadora, por su señor hermano de Roma y por los parientes de Francia. 

Dios nos saque de los peligros presentes y conceda todo bien a usted y a su familia, mientras me profeso, 

De V.S.B. 

Turín, 15 de septiembre de 1870. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Los dos clérigos fueron liberados. 

El número de miembros de la Pía Sociedad había aumentado, por lo que la casa de Trofarello resultaba pequeña. Don Bosco, para no 

verse obligado a predicar tres tandas de ejercicios, decidió que los Salesianos se reunieran en el colegio de Lanzo. Acudió también con 

ellos don Domingo Pestarino. 

Los ejercicios empezaron el 12 de septiembre y terminaron el 17. 
Don Miguel Rúa predicó las meditaciones y don Bosco las instrucciones. 

En los intervalos entre sermones, confesiones y conferencias, don Bosco continuaba escribiendo sobre diversos asuntos. 

Preparaba, en primer lugar, una súplica al Padre Santo ((910)) para conseguir que extendiera el privilegio de otorgar las dimisorias a los 
jóvenes que habían entrado en el Oratorio después de los catorce años de edad. 

Beatissime Pater, Beatísimo Padre: 
Jam annus cum dimidio elapsus est, Ha pasado ya un año y medio, desde 
ex quo,Beatissime Pater,magnum que,deseando dar un gran testimonio 
bonitatis tuae testimonium in de tu bondad a la Congregación Salesianam Societatem praebere Salesiana, te dignaste, Beatísimo 
desiderans,eamdem Padre, aprobar 
Societatem, tanquam Congregationem el día 1 de marzo de 1868 la misma 
votorum simplicium, approbare Sociedad,como Congregación de votos 
dignatus es die 1 martii 1868. simples. 
Quod autem ad dimmissoriales litteras En cuanto se refiere a la dispensa 
relaxandas pertinet ea restrictione de las dimisorias, quedó ello res composita fuit, ut Superior restringido a que el Superior 
Generalis General solamente podía 
illas tantum concedere posset iis,qui concederlas a aquéllos que hubieran 
nostris collegiis vel convictibus ingresado en nuestros colegios o recepti internados 
fuissent ante annum aetatis suae antes de haber cumplido los catorce 
decimum quartum expletum; quum vero años. Como sucede a menudo que 
non raro contingat ut adolescentes los adolescentes desean ingresar en Salesianam la Sociedad Salesiana 
Societatem post hujusmodi aetatem después de esta 

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ingredi exoptent,saepius ad proprios edad,hay que recurrir a menudo a los 
uniuscujusque Ordinarios vel ad Ordinarios de cada uno o a la Santa 
Sanctam Sedem est recurrendum. In Sede.En el primer caso,resulta mucha 
primo casu difficillime saepe hoc veces dificilísimo hacerlo, sobre 
fieri potest, praesertim si agatur todo cuando se trata de socios de sodalibus procedentes de 
qui de oris Africanis vel Americanis tierras africanas o americanas. El ad nos provenerint. recurso frecuente a la Santa 
Frequens vero ad Sanctam Sede, sobre todo en 
Sedem recursus, hisce potissimum estos tiempos, está también lleno de 
temporibus, non levibus item dificultades. 
difficultatibus praepeditur. 
Quae igitur quum ita sint,humillime Así las cosas, pido humildemente a 

a Beatitudine Tua expostulo, Tu Beatitud que se extienda la ut facultas litteras dimissioriales facultad de dispensaar las 
relaxandi extendatur etiam dimisorias también a los que ad eos qui nostram hanc hayan ingresado en esta nuestra 
Congregationem amplexi fuerint post Congregación después de cumplidos 
aetatem quatuordecim annorum los catorce años. Se juzga que esto expletam. Haec autem ad es muy conveniente para bien 
nostrae Piae Societatis de nuestra Pía Sociedad, 
bonum, ad lucrum animarum, atque beneficio de las almas y 
ad majorem Dei gloriam summopere mayor gloria de Dios. Sin embargo, 
conferre censentur. Omnia tamen postrado a los pies de Tu Santidad, 
Sanctitatis Tuae pedibus provolutus, humildemente lo someto todo 
judicio bonitatis, charitatis et al juicio de Tu bondad, caridad y 
sapientiae Tuae humillime subiicio. sabiduría. 

Datum Taurini, die 12 septembris Dado en Turín, a 12 de septiembre 1870, de 1870. 

Sac. BOSCO JOANNES JUAN BOSCO, Pbro. 

Poco tiempo después, un Rescripto Pontificio le concedía la facultad de otorgar las dimisorias a siete ordenandos, elegidos a su arbitrio, 
y entrados después de los catorce años en nuestras casas. 

Por aquellos mismos días escribía don Bosco a un clérigo, profeso perpetuo, que vacilaba en su vocación. 

Muy querido J...: 

Estarás siempre inquieto y serás un desdichado hasta que no cumplas con la obediencia prometida y te coloques totalmente bajo la 
dirección de tus superiores. Hasta ahora el demonio te ha tentado cruelmente, ((911)) incitándote a hacer lo contrario. De tu carta y de las 
conversaciones habidas entre nosotros, no aparece ningún motivo para dispensarte de los votos. En el caso de que lo hubiere, tendría que 
escribir a la Santa Sede, a la cual está reservada la dispensa. Pero coram Domino (ante el Señor) yo te aconsejo que consideres el abneget 
semetipsum (niéguese a sí mismo) y recuerdes que vir obediens loquetur victorias (el varón obediente cantará victoria). 

Confía en mi experiencia. El demonio querría engañarnos a ti y a mí; en parte lo logró, contra ti; contra mí ha fallado completamente, 
por lo que a ti se refiere. 

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Confía plenamente en mí, como yo he confiado siempre en ti; mas no de palabra, sino de hecho, con voluntad eficaz y obediencia 
humilde, pronta e ilimitada. Esto te conseguirá tu felicidad espiritual y temporal y me proporcionará a mí verdadero consuelo. 

Que Dios te bendiga y conceda el precioso don de la perseverancia en el bien. Ruega por mí que, con afecto de padre, me profeso tuyo, 

Turín, 13-9-1870. 

Afmo. en Jesucristo
JUAN BOSCO, Pbro.


Estas líneas produjeron su efecto. íCuántas veces le tocó escribir cartas semejantes! El conservar las vocaciones, vacilantes por mil 
motivos, constituyó también una parte importante de sus fatigas. 

Asimismo había comunicado al Vicario Capitular de Pinerolo que un sacerdote de aquella diócesis, que le habían enviado para que lo 
encaminase por el buen sendero, le parecía que ya estaba resuelto a cambiar de conducta y que se había comportado ejemplarmente 
durante los ejercicios espirituales en Lanzo. El Vicario le contestaba: 

13 de septiembre de 1870
Muy Rvdo. Señor:


La carta que V. R. me envió esta mañana me ha causado gran satisfacción, dado que en ella me exhortaba a que autorizara de nuevo al 
sacerdote B... R... para celebrar la santa misa, pues le creía suficientemente probado para este fin. 

Así pues, habilito por la presente al sacerdote B... R... a la celebración de la santa misa y autorizo a V. S. para que le permita celebrar el 
santo sacrificio en esa su casa y en los lugares adonde lo envíe. Mas, para evitar toda suerte de volubi lidad del mismo, me parece 
conveniente, por ahora, que esta facultad de celebrar esté limitada sólo a ese lugar, o a los que, como arriba digo, entienda mandarlo, 
confiriendo a V. S., a este respecto, una ilimitada facultad para poder disponer de él como crea ((912)) oportuno; pero si el dicho R... 
entendiese salir de esa casa sin mi expreso permiso, o bien sin el consentimiento de V. S., entonces entiendo que ipso facto quede 
nuevamente suspendido. 

Me parece oportuno atenerme por ahora a estas disposiciones para obviar cualquier inconstancia del R... 

Espero ir pronto a Turín y entonces, a la par que satisfaré mis obligaciones, conversaré también con V. S. para saber qué debo hacer y 
cómo debo regularme. 

Aprovecho mientras tanto esta ocasión para presentarle mis respetos y mi testimonio de reconocimiento, mientras me encomiendo 
vivamente a sus oraciones, y me declaro. 

De V. S. Ilma. y Rvma. 

Atento y s. s.
BENEDICTO BERNARDI
Vic. Gen. Cap.


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Tenemos también una carta escrita por don Bosco aquel mismo día, 13 de septiembre de 1870, a la Dirección de Ferrocarriles. Llama la 
atención que, en medio de tantos alborotos políticos, en un momento que parecía el más inoportuno, volviera él de nuevo a insistir en lo 
que no había logrado varias veces. 

Turín, 13 de septiembre de 1870 

Ilmo. señor Comendador: 

Suplico atentamente a V. S. Ilma. se digne leer bondadosamente cuanto expongo, con relación a los Ferrocarriles del Norte de Italia y a 
los pobres muchachos internados en el Oratorio de San Francisco de Sales. 

Cuando esa benemérita Sociedad entró en posesión de los Ferrocarriles del Norte de Italia, siguió favoreciendo a los pobrecitos de 
nuestros establecimientos, reduciendo el precio del transporte a una cuarta parte de la tarifa, tal y como se señalaba en la carta de 
concesión. 

A pesar de la buena voluntad para impedir toda suerte de inconvenientes en el empleo de los billetes de favor, no se logró, sin embargo, 
evitar que un alumno cediese, en la estación de Saluzzo, su billete, expedido para su vuelta al Oratorio, a otro muchacho. Después de 
esto, según carta del 20 de junio de 1867, el favor se redujo a la mitad de precio. 

Otro fallo tuvo lugar en la estación de Biella, con motivo de un billete extendido para tres alumnos, y que, sin antes recurrir a quien se 
debía, lo hicieron servir para cuatro, cambiando la cifra que la oficina había marcado en el billete. A causa de este suceso, con carta del 
15 de febrero de 1869, se comunicaba la suspensión total del favor. Nosotros hemos censurado la conducta de aquellos alumnos y no 
hemos podido hacer más que despacharlos del Centro, y someternos mientras tanto a las consecuencias, por las cuales muchos pobres 
muchachos, que no pueden pagarse los viajes, tienen que viajar en carros o caminar varios días a pie con no pequeñas dificultades. 

((913)) Ruego ahora calurosamente a V. S. Ilma. diga una palabra al dor Amillau en favor de estos pobrecitos, considerando que en los 
fallos sufridos no hubo culpa alguna por parte de esta Administración, que censura y castiga severamente a los culpables: que estos 
Establecimientos, por el movimiento que ocasionan a los ferrocarriles con sus alumnos y sus mercancías, también producen algunas 
ventajas a los mismos: que solamente con motivo de la fiesta y novena de María Auxiliadora, vinieron por ferrocarril a Turín más de 
treinta mil forasteros: que estos Establecimientos han acogido siempre, y hay todavía un buen número de ellos, a muchachos que 
quedaron huérfanos por muerte de sus padres, empleados en los ferrocarriles; y otros por muy diversos modos recomendados por la 
Administración Ferroviaria. 

Puestas por delante estas breves observaciones, ruego a V. S., y en su persona al director Amillau y a todos los demás miembros de la 
Administración, quieran admitir como suficiente el castigo otorgado y revocar bondadosamente la suspensión, readmitiendo a nuestros 
pobres muchachos para disfrutar de la caritativa reducción de precios que será bien vista. 
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Por nuestro lado se pondrán todos los cuidados y medios a propósito para evitar cualquier desorden que pudiera surgir al respecto. 

Con toda confianza en su conocida bondad, ruego a Dios le bendiga, señor Comendador, y conceda todo bien a los Señores de esa 
Administración, mientras tengo el honor de profesarme, 

De V. S. Ilma. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. Si no ocasionara demasiada molestia, desearía aclarar personalmente al comendador Amillau o al Consejo de Administración 
cuanto desearen, respecto al asunto. 
Por aquellos días salió en Alassio a la pública subasta el antiguo convento de los Menores Observantes, que se componía de una planta, 
con salón, habitaciones, escuelas, sótanos, iglesia y huerto adyacente, situado fuera de las murallas de Alassio y antes perteneciente al 
Seminario Episcopal de Albenga. Limitaba al sur con la explanada Luis Preve y el huerto de los herederos de Gardella, al este con Luis 
Navone y al oeste y al norte con la carretera. 

Cuando lo supo don Bosco, recordando los ofrecimientos del canónigo Ampugnani, le escribió rogándole se presentase a la subasta, 
declarando que se presentaba por un tercero, cuyo nombre descubriría a su tiempo. 

((914)) El Canónigo le respondió: 

íViva Jesús! íViva María! 

Muy apreciado Señor y amigo: 

Recibí hoy su apreciada carta del 30 p. pdo. agosto, a la que me creo en el deber de contestar con la mayor solicitud y agrado. 

Cuando, a mi vuelta, supe la próxima subasta del Convento, llamado Seminario y, al mismo tiempo, el impío plan de cierto jovenzuelo 
para adquirirlo y convertir la iglesia en teatro, inmediatamente determiné adquirirlo a cualquier precio. Porque, »cómo soportar que la 
casa de Dios se convierta en n lugar destinado a ofenderle? íNo! Dios no permitirá que en este claustro, fundado por el Beato de 
Capistrano, santificado por tantos santos religiosos, resuenen ahora obscenidades y blasfemias. 

He aquí, pues, mi resolución: me presentaré el día 12 a la subasta y haré todo lo posible por adquirirlo a fin de emplearlo como V. S: 
desea. Me parecería oportuno que V. S. se encontrase en Alassio esos días, para ponernos de acuerdo, con la esperanza de que los 
concurrentes se alejen más fácilmente. Así lo piensan el señor Alcalde y el señor Cura, que le esperan con ansiedad. 
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Me encomiendo, mientras tanto, a sus oraciones; no me olvide, queridísimo, y pida una sola cosa para mí a María Santísima, que me 
salve. Sólo le ruego esto, declarándome con plena estima y respeto, 

DeV. S. 

Alassio, 2 de septiembre de 1870. 

Su s. s. y Hno. en Jesucristo FRANCISCO AMPUGNANI, Can. 

Como don Bosco no podía ir a Alassio, pensó enviar a don Angel Savio, su procurador general. El Canónigo, recién llegado de 
América, era un digno eclesiástico y a la par un hombre de negocios. Los de la ciudad, que deseaban concurrir a la subasta, en cuanto 
conocieron la intención de don Bosco se retiraron: entre ellos un tal José Morchio, que acariciaba la idea de instalar en el convento un 
almacén de aceite. 

Así las cosas, el 12 de septiembre de 1870 tuvo lugar la subasta pública, con intervención de los señores Pedro Plaisant, abogado, juez 
de Alassio, y Víctor Morcendo, ((915)) recaudador de impuestos, a más de Antonio Ampugnani, hijo del difunto Felipe, y Luis Penna, 
hijo del difunto Salvador, como testigos. La subasta se sacaba por un precio de quince mil liras. Se presentaron solamente dos: el 
Canónigo y don Angel Savio en nombre propio. El Canónigo hizo su propuesta y don Angel Savio aumentó un poco la cantidad. Lo 
mismo se repitió dos o tres veces pero, viendo don Angel que el precio aumentaba mucho, se calló. 

Y el convento se adjudicó al canónigo Francisco Ampugnani, hijo del difunto Antonio, por el precio total de veinticinco mil liras. 
Como no se había hablado de tercera persona a descubrir a su tiempo, parecía que don Bosco estaba excluido. 

Hubo una viva indignación entre los ciudadanos de Alassio, al creer decepcionadas sus esperanzas de tener un colegio. Don Bosco, sin 
conocer todavía el éxito de la subasta y seguro de las promesas de generosa ayuda que le hiciera el Canónigo, escribía a don Angel Savio: 

Lanzo, 13 de septiembre de 1870 

Muy querido Savio: 

Te envío los poderes que pides. Haz cuanto sea necesario. Di al canónigo Ampugnani que comprendo lo caballeroso de su acto, y que, 
aunque Dios se lo recompensará a su tiempo, nosotros le recordaremos con gratitud; mientras subsista 
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nuestra Congregación, tendrá en la tierra amigos que ofrecerán a Dios oraciones por él. Advierte, sin embargo, que yo deseo que su 
actuación sea conocida, a fin de que su ejemplo sirva para glorificar a Dios ante los hombres. Concretaremos después juntos lo que se 
deba hacer para mayor provecho de las almas. 

En Lanzo somos ochenta en los ejercicios. En la otra tanda habrá algunos menos; por lo tanto, imposible en Trofarello. 

Hemos rezado por el señor Canónigo-Párroco y esperamos que Dios le devuelva pronto la salud. Tendrá los programas. »Hay ya 

peticiones? 

Da las gracias de mi parte al señor Administrador de Hacienda y dile que espero su visita en Turín. 

Vale in Domino, et valedic 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

((916)) Había transcurrido una semana desde la subasta; muchos murmuraban en la ciudad y don Angel Savio pedía explicaciones al 
Canónigo. 

Muy apreciado don Angel: 

Atendida su urgencia de una respuesta por escrito, y vista también la inesperada negativa absoluta de dejarme ni un palmo de terreno, 
aun en el supuesto de que yo hubiera tenido que hacer el desembolso total del importe de la subasta con los correspondientes gastos: 
contrariado, además, por las insinuaciones del público, de que yo haya pretendido arrebatar este local a don Bosco con un engaño, y 

deseando desmentirlo, respondo que estoy dispuesto a realizar el traspaso al precio de compra suspendiendo, por ahora, toda otra subasta. 

Entre tanto tengo el gusto de suscribirme 

De V. S. M. Rvda. 

En casa, 19 de septiembre de 1870. 

Su seguro servidor FRANCISCO AMPUGNANI, Can. 

Don Angel Savio ganó tiempo haciendo un préstamo de veinte mil liras. 

El que suscribe, en nombre propio y en mi condición de procurador general de don Juan Bosco, hijo del difunto Francisco, declaro 
recibir del señor José Morchio, hijo de Francisco, a título de préstamo gratuito, la cantidad de veinte mil liras en billetes de la Banca 
Nacional, cantidad que prometo y me obligo a devolver en el término de diez días a partir de la fecha, sin intereses. 

Esta cantidad me ha servido para la adquisición del que fue Seminario de Albenga, situado en Alassio, y comprado ayer por mí ante el 
notario Fignoni. 

Alassio, veinte de septiembre de mil ochocientos setenta. 

ANGEL SAVIO, Pbro. 

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Todos los habitantes vieron enseguida, y con agrado, que el convento se proveía de cuanto era necesario para admitir a los alumnos e 
inaugurar las escuelas en octubre, al llegar los primeros salesianos. Desde entonces el Colegio Municipal de Alassio constituye la mayor 
gloria de la ciudad. 

Allí preparaba el Señor otro amigo a don Bosco, en la persona del canónigo Martini, quien con su rico patrimonio sería uno de sus más 
generosos bienhechores para sostener las misiones de América. 

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((917)) 

CAPITULO LXXII 

CLAUSURA DE LA PRIMERA TANDA DE EJERCICIOS -FE DE DON BOSCO EN EL PODER DE LA ORACION A JESUS 
SACRAMENTADO -SUCESO PRODIGIOSO EN SORIANO DE CALABRIA -SEGUNDA TANDA DE EJERCICIOS EN LANZO 
-DON BOSCO ESCRIBE AL COMENDADOR DUPRAZ SOBRE EL TEMPORAL QUE SE ACERCA Y LA CALMA QUE LE 
SEGUIRA -COMO ADMITIA DON BOSCO ESTA NOTICIA -AVISOS A LOS SALESIANOS SOBRE EL MODO DE TRATAR A 
LOS JOVENES: NO SE ESCRIBA A LOS PADRES EL MOTIVO POR EL QUE UN ALUMNO NO PUEDE SEGUIR EN EL 
COLEGIO -TOMA DE ROMA -DON BOSCO ESCRIBE AL CONDE DE VIANCINO PARA COMPRAR LA CASITA CORIASSO 
-AVISA A LA CONDESA CALLORI QUE, DENTRO DE DOS DIAS, LLEGARA A VIGNALE-EL PAPA NO SALE DE ROMA, 
POR CONSEJO DE DON BOSCO: LE MANDA UN ENVIADO ESPECIAL -CARTA DEL VENERABLE A DON MIGUEL RUA 
-ESTE AÑO NO SE CELEBRA EL PASEO LARGO A I BECCHI, ADONDE SOLO VAN ALGUNOS MUCHACHOS PARA LAS 
FUNCIONES DE LA CAPILLA -DON BOSCO EN BRICHERASIO -PARCELA EN LA QUE QUIERE EDIFICAR LA IGLESIA DE 
SAN JUAN EVANGELISTA Y UN INTERNADO -PROPAGANDA PARA ESTA CONSTRUCCION: EL ARZOBISPO DE TURIN 
LA RECOMIENDA A LOS FIELES -MUERE MONSEÑOR RICCARDI 

EL 16 de septiembre hacían en Lanzo los votos trienales ocho hermanos, y tres los perpetuos. Entre éstos don José Fagnano. Uno de los 
testigos de estas profesiones religiosas fue el sacerdote José Lazzero, ((918)) que los había emitido en Turín el 16 de enero. Al día 
siguiente se cantó solemnemente el tedéum precedido de la acostumbrada renovación de votos. 

Algún tiempo antes, un sábado después de las confesiones y de la cena, don Bosco repitió en su antecámara, a algunos de los nuestros, 
entre los que se encontraban don Joaquín Berto: 

-Si en estos días se pusieran de acuerdo todos los romanos para 
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hacer una visita diaria a Jesús Sacramentado, Roma quedaría para el Papa. 

El Venerable sabía perfectamente lo que iba a suceder; pero, como hombre de Dios, no descuidaba ningún medio directo para confirmar 
a los suyos en la eficacia de la oración dirigida a Jesús Sacramentado. 

Entre tanto, por orden del rey Víctor Manuel, cinco divisiones, con todo el equipo de guerra, entraban en territorio papal para combatir 
a ocho mil soldados pontificios; y mientras el general Nino Bixio avanzava hacia Civitavecchia, bloqueada por la flota, el coronel Serra, 
comandante de la fortaleza, ni siquiera intentaba iniciar la resistencia. Era el 15 de septiembre de 1870. 

Aquel día sucedió un gran milagro en Soriano. El Venerable conservó la relación que de él hizo a sus religiosos el Rvmo. Padre Vicente 
Jandel, General de la Orden de Predicadores, gran amigo y admirador de don Bosco. Se publicó en la Buona Settimana, periódico 
religioso popular de Turín, en la página dieciséis del primer número del 1871. 

La hoja, que conservamos, tiene al margen esta apostilla del Venerable: En torno al prodigioso suceso de Soriano. Esta es la narración: 

Presentes en la memoria las divinas palabras, con las que el Espíritu Santo nos advierte que hay que promulgar las obras de Dios porque 
le rinden honor (Tob. c. 12) deseábamos, desde el pasado septiembre, comunicaros un prodigioso suceso, con el que quiso el Señor una 
vez más iluminar el famoso santuario de nuestro santo Patriarca en Soriano de Calabria. 

Pero como no parece prudente, en semejantes acontecimientos, ((919)) prestar plena fe a las primeras voces difundidas por la forma que 
con frecuencia se ilusiona o engaña, lo hemos diferido hasta que el Pastor de aquella diócesis hubiese, a nuestro ruego, procedido a una 
regular encuesta que en estos días nos ha transmitido por medio del Padre Provincial de Calabria y cuyo resultado nos apresuramos a 
comunicaros. 

Todos vosotros conocéis el Santuario de Soriano, dedicado a nuestro Padre santo Domingo, cuya antigua imagen, ya sea por el origen 
que se le atribuye, ya sea por las gracias que de continuo se alcanzan, goza de la más alta veneración no sólo en aquella provincia, sino 
también en las próximas y lejanas. El día 15 de septiembre, dedicado en toda la orden a la veneración de aquella imagen, se celebra allí 
con mayor solemnidad y termina con la devota procesión de una estatua tallada en madera de tamaño natural. 

Pues bien, este año estaba expuesta dicha imagen a la pública veneración al lado izquierdo del altar; una vez terminadas las funciones 
sagradas, había unas treinta personas, poco antes del mediodía, que rezaban ante ella. De pronto vieron que la sagrada imagen se movía 
como si estuviera viva, que se adelantaba y después retrocedía, 
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que levantaba y bajaba el brazo derecho y arrugaba la frente, acompañados estos movimientos de miradas severas y amenazadoras a los 
que estaban presentes, tristes, dulces y reverentes cuando los dirigía a la Virgen del Rosario, a la manera, según nos cuentan, de los 
predicadores sagrados desde el púlpito. 

No resulta fácil imaginar cómo estaban ante tal visión las personas que oraban. El temor y la maravilla fueron apoderándose de ellos. 
Quedaron atónitos y vacilantes, de modo que al principio no daban fe a sus propios ojos. Pero cuando por el propio y recíproco 
consentimiento se dieron cuenta de que no era ilusión, sino realidad, resonaron en la iglesia sus voces gritando: íSanto Domingo, Santo 
Domingo! 
íMilagro! íMilagro! Y no acertaban a decir otra cosa. 

El prodigioso suceso se difundió, como era natural, con la rapidez del relámpago y, en menos que se dice, la población entera abandonó 
sus quehaceres domésticos y corrió en tropel al santuario. Más de dos mil personas pudieron contemplar el prodigioso movimiento de la 
santa imagen, que continuó durante casi hora y media. Los presentes y los que iban llegando multiplicaban sus oraciones, lágrimas, 
aclamaciones y asombro. 

Y aunque tan gran número de espectadores, que a una sola voz confirmaba el hecho, quitara toda sospecha de engaño o de fraude, se 
quiso, sin embargo, satisfacer a quien, por prudente duda o por espíritu de incredulidad, no estuviese plenamente convencido: esto 
confirmó y evidenció aún más el prodigio, disipando así toda sombra que después hubiera podido ofuscarlo... 

Y éste es... el prodigioso suceso, cuyas primeras noticias nos llegaron ((920)) por cartas privadas, confirmadas hoy por el M. Rvdo. 
Arcipreste de Soriano, el cual, por orden del excelentísimo señor Obispo de Mileto, extendió una relación auténtica suscrita con 
juramento por treinta testigos presenciales elegidos entre las personas más capaces y honradas del pueblo, aun cuando muchísimos otros, 
como allí se dice, hubieran confirmado la verdad del prodigioso movimiento... 

Don Bosco fue a Lanzo el 19 de septiembre para empezar la segunda tanda de ejercicios espirituales. Ya no llegaban cartas de Roma ni 
el telégrafo transmitía noticias privadas, pero don Bosco tenía el pensamiento fijo en la visión del 5 de enero. El 20 de septiembre 
escribía al comendador Juan Bautista Dupraz. 

Turín, 20 de septiembre de 1870 

Queridísimo Comendador: 

Le adjunto una carta para la señora G.... Tenga la bondad de poner la dirección, que no puedo sacar de su carta. 

Señor Comendador, ánimo y esperanza. No olvide estas palabras: el temporal, la borrasca, el torbellino, el huracán cubren nuestro 
horizonte, pero serán de corta duración. Después brillará un sol como parece no resplandeció desde san Pedro hasta Pío IX. 

Mis respetuosos saludos para usted y su señora; que Dios les bendiga. Rueguen por mí, siempre agradecido, 

DeV. S. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

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Era el día de la toma de Roma. Las primeras noticias de este suceso llegaron al Piamonte el día 21. La Unidad Católica escribía el 22 de 
septiembre: «Los soldados de Nino Bixio y Rafael Cadorna entraban en la ciudad eterna, el día 20 de septiembre de 1870 a las diez de la 
mañana». 

Don Bosco recibió la noticia en Lanzo, mientras tomaba el café después de misa, y la recibió con la tranquilidad de quien sabía hacía 
tiempo lo que sucedería. No dijo una palabra, de suerte que maravilló a todos su calma glacial. 

((921)) Aquel mismo día escribía al noble conde Francisco de Viancino. 

Había decidido -hemos hecho ya varias alusiones-levantar en el paseo del Rey de Turín, próximo al templo valdense, un nuevo templo 
católico para paralizar la propaganda protestante y atender las necesidades espirituales de los católicos que poblaban los alrededores. En 
la carta habla el Venerable de esta nueva iglesia de San Luis porque se levantaría en aquel Oratorio; como en otros documentos relativos 
a esta empresa, la llama Oratorio o iglesia en Puerta Nueva, ya que debía levantarse en aquel barrio. Pero en esta misma carta manifiesta 
claramente su pensamiento de construir una gran iglesia y que quería dedicarla a San Juan Evangelista. 

COLEGIO INTERNADO DE S. FELIPE NERI 
Lanzo 

20/9/70 

Muy querido señor Conde: 

Ahora que la cuestión económica entre Prusia y Francia se terminó, salgo yo después de una batalla más discutida que la de Sedán. El 
señor Coriasso, propietario de la casa que separa el Oratorio de la iglesia de María Auxiliadora, está dispuesto por fin a firmar la escritura 
de venta. Una persona caritativa vino en mi ayuda, y pude preparar a tal fin las quince mil liras que pide y las deposité en el Banco de 
Descuento. Para terminar, mientras tanto, las conversaciones con el protestante Morglia y obligarle a ceder por utilidad pública, una 
franja de terreno para la iglesia de San Luis, hubo que enviar una declaración al Consejo de Estado, de que estábamos en situación de 
pagar aquella franja y salir fiadores de la declaración con las quince mil liras depositadas en el Banco mencionado. Esto hace que hic et 
nunc (ahora) no podamos servirnos de ellas. 

En este momento me viene a la mente lo que usted me dijo en cierta ocasión respecto al dinero depositado en el Banco de Descuento 
para hacer una oferta a la iglesia de San Luis o de San Juan. 

»Así pues, suministraría usted la cantidad de cinco mil liras para juntar lo necesario 
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para la casa de Coriasso? Una vez libre el dinero de referencia, yo emplearé el equivalente para la misma iglesia. 
((922)) Si usted acepta esta proposición ganará méritos ante la Virgen y ante su hijo adoptivo San Juan, que son buenos pagadores. 
Yo estoy en Lanzo con los ejercicios espirituales y el sábado estaré en Turín. Aquí no he dejado de rezar por usted y la señora condesa 

Luisa. Augurando a los dos salud y gracia, me encomiendo a sus oraciones y me profeso con gratitud 
De V. S. muy apreciada 

Afmo. y seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Mientras tanto continuaban los ejercicios. El 23 emitían los votos trienales siete socios, y el sacerdote Santiago Costamagna y el clérigo 
Domingo Tomatis, los perpetuos. El Capítulo aceptó también a los aspirantes que pedían ser novicios. Don Miguel Rúa tomó nota de 
cuantos habían participado en el retiro espiritual, lo que se convirtió en norma constante para todos los años y todas las tandas. 

El 24 fue la clausura. Entre los importantísimos avisos que dio don Bosco, algunos se referían al modo de tratar con los jóvenes. 

Avisos dados por don Bosco a los Salesianos en los ejercicios de Lanzo sobre el modo de tratar con los muchachos.
1.° No escribirles nunca cartas muy afectuosas.
2.° No tomarles de la mano.
3.° No abrazarles ni besarles.
4.° No entretenerse a solas con ellos y mucho menos en la propia habitación, sea cual fuere el motivo.
5.° No dirigirles miradas demasiado afectuosas.
La juventud es una arma peligrosísima del demonio contra las personas consagradas al Señor.


El Director de Lanzo le preguntó privadamente qué fórmula se debía emplear para escribir a los padres sobre un muchacho de mala 
conducta a quien quisiera alejar del colegio. Don Bosco contestó: 
-No pongáis nunca en el papel la falta del joven. Scripta manent (Lo escrito permanece). 
-»Y entonces? 
((923)) Tomó un papel y escribió: 
«Vengan inmediatamente a visitar a su hijo. Le es imposible seguir en el colegio. Sabrán los motivos personalmente.-Lemoyne». 

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El 25 domingo, recibía en la iglesia del Oratorio la profesión religiosa de un hermano y escribía a la condesa Callori: 

Ilma. y benemérita Señora: 

El martes próximo espero llegar, si Dios quiere, a Vignale en el ómnibus de la tarde de Casale. Haré un alto hasta el miércoles por la 

tarde. Todo lo demás, de palabra. 

Dios bendiga a usted y a su familia y me crea agradecido. 

De V.S.B. 

Turín, 25 de septiembre de 1870. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Después de la primera impresión de los acontecimientos habidos en Roma, varios miembros de la Corte Pontificia aconsejaban al Papa 
que abandonara la ciudad y buscara refugio seguro en otra parte. Pío IX dudaba en abrazar este partido, mas, por prudencia, había dado 
las disposiciones necesarias para el viaje. 

Los prelados insistían. El Papa había mandado preguntar a don Bosco, pidiéndole consejo y asegurándole que lo seguiría. Después 
repetia a los que le presionaban: 

-Esperemos la respuesta de don Bosco. 

Y el Venerable, después de haber rezado largamente; envió por mano segura la respuesta, concebida en estos términos: 

«El centinela, el Angel de Israel quédese en su puesto y sea guardián de la Roca de Dios y del Arca Santa». 

La leyó Pío IX, revocó todo lo dispuesto para la partida y no se movió de Roma, a pesar de que por algún tiempo le susurraron 
pareceres contrarios. 

Así nos lo contó muchas veces don Juan Cagliero, bien informado de lo sucedido, porque él mismo había escrito la carta que se mandó 
al Padre Santo. 

íQué gran servicio prestó don Bosco a la Iglesia en general y a Italia en particular con este consejo! 

((924)) La siguiente carta guarda, quizás, relación con el hecho que hemos referido. 

Carísimo don Rúa: 

El jueves llegaré a Turín en el tren de las seis y media de la tarde. Si puedes, espérame en la estación y hablaremos por el camino. Entre 
tanto, 1.°: di a don 

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Francisco Dalmazzo que comunique al padre Franco que, si necesita algo para Roma, puede servirse de nuestro enviado. 

2.° Que José Rossi vaya a las oficinas de los Ferrocarriles, saque un billete de ida y vuelta, pero que, en vez de ir en la línea circular, 
pueda hacerlo directamente a Roma. Además que pregunte si podrían cambiar un billete de ida y vuelta por dos de ida. Estos servirán 
para Palmieri y Poligari. Estos arreglos fueron ya hechos con otros; si no lo hacen para el segundo caso, para el primero es cosa corriente 

que se concede a todos los viajeros que lo piden. 

3.° La partida se fijaría para el viernes por la tarde. 

4.° Si puedes, vete tú mismo a la Curia a comunicar la cosa al Vicario General y al Arzobispo, de acuerdo con el memorándum 

incluido. 

5.° Envía el baúl a Pesce por Casale... 

Dios nos bendiga a todos y créeme, 

Casale, 27/9/70. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

De vuelta a Turín, fue a I Becchi, en compañía de algunos cantores, para la fiesta del Santo Rosario. Previamente había mandado a don 
Pablo Albera para predicar la novena; pero aquel año no llevó la banda, ni a todos los cantores. Decía en confianza a don Pablo Albera: 

-»Cómo quieres que estemos alegres y en fiestas, cuando el Padre Universal de los fieles está encerrado en el Vaticano? 

El 2 de octubre escribía a don Miguel Rúa desde Bricherasio: 

Carisimo Rúa: 

El viernes mándame a alguno en el tren que llega a las tres cuarenta y cinco y le daré la bolsa para estar más libre y hacer algunos 
recados por Turín. Manda un prospecto de Lanzo al señor Cesano, notario y secretario de Bricherasio, cuyo hijo ha sido aceptado con la 
pensión más alta. Si no hay nada en contra, le he dado el número ciento sesenta y uno. 

Procura, si fieri potest, tener un sacerdote libre para que el domingo próximo venga a decir misa en casa del conde Viancino. 

Trataremos ((925)) juntos la cuestión y, en caso de que podamos prescindir, celebrará la misa en la iglesia de María Auxiliadora. 

Dios nos bendiga a todos y créeme 

Bricherasio 2/10/70. 

Afmo. en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. 

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El día 7 estaba de vuelta en Turín, decidido a dedicarse a la construcción de la iglesia de San Juan. 

Entre el Po y el templo de los protestantes, en la avenida del Rey Víctor Manuel, se extendía una manzana de casas, en un polígono 
alargado que formaba un cuadrilátero regular. Un tercio de éste, a levante, era propiedad del valdense antes citado, Enrique Morglia, 
industrial comerciante en piedras labradas. En un ángulo al sudoeste estaba el palacete de la condesa Clavesana cercado con un pequeño 
jardín. El terreno remanente medía cerca de tres mil ochocientos metros cuadrados. Limitaba al este con Enrique Morglia, al sur con la 
calle Pío V y la condesa Clavesana, al oeste con la condesa Clavesana y la vía Madama Cristina, al norte con la avenida Víctor Manuel. 
Pertenecía a diversos propietarios, a los cuales compraría don Bosco palmo a palmo, pagándolo en proporción a los edificios en ellos 
construidos que eran inservibles y había que derribar. A uno de estos propietarios don Bosco le pagaba el alquiler de lo que le quedaba 
del antiguo espacio del Oratorio de San Luis. 

El Venerable había determinado construir la iglesia junto a la propiedad de Morglia; pero como el término de ésta formaba a poniente 
una línea oblicua con la avenida de Víctor Manuel, no se podía estar a los planos: se necesitaba obtener la cesión de trescientos 
veintiocho metros cuadrados de terreno para regularizar los límites. 

Era necesario, pues, tratar con cada uno de los propietarios y ya se había empezado. Con fecha 30 de marzo de 1870, Don Bosco 
compró a los hermanos y hermanas Franco y a la madrastra Teresa Torre, viuda de Franco, una edificación por catorce mil liras. Tenía en 
marcha otros tratos. En efecto, con escritura del ((926)) 15 de noviembre de 1870 compraba al señor Santiago Vigliani un edificio, con 
patio y terreno adyacente, por diez mil liras. Al oeste colindaba con la calle Madama Cristina y al norte con la avenida del Rey. Así 
aseguraba la construcción del internado. A continuación se hicieron otras adquisiciones. 

El 20 de enero de 1871 el señor Turvano e hijos le cedían un trozo de terreno por siete mil ochocientas noventa y siete liras. Con 
escritura del 13 de enero de 1873 adquiría, por cinco mil setecientas ochenta y una liras, una nueva parcela de terreno de la señora 
Felicidad Valenti Binelli. Finalmente el 6 de octubre de 1875 el señor Antonio Boasso le vendía una pequeña parcela, la última faja al 
sur, que formaba en su mayor parte la mitad de la calle Pío V, de dos mil ciento cuarenta y cuatro metros, al precio de mil cuatrocientas 
liras, con la que completaba el espacio necesario para la sacristía. 
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El total de tales compras, comprendida la faja de Morglia, llegó al menos a setenta mil liras. 

Don Bosco no se amedrentó. El excelente arquitecto conde Arborio Mella aceptó el encargo de diseñar el proyecto. Los hermanos 
Buzzetti fueron nombrados maestros de obras y empresarios y el conde de la Veneria, con generosidad sin igual, se aprestó a sostener al 
Siervo de Dios ante los propietarios, el Ayuntamiento y el Gobierno. 

Pero ícuántas dificultades surgieron en el camino! Bastaría su enumeración para demostrar la heroica fortaleza del Venerable. 

Desde octubre de 1870 apeló a la pública caridad para que le ayudara en la nueva empresa. Solamente la construcción de la iglesia y del 
internado debía costar más de cuatrocientas mil liras. El Arzobispo aprobaba la obra y don Bosco podía unir la recomendación a su 
circular. 

He aquí los documentos: 

IGLESIA DE SAN JUAN EVANGELISTA CON INTERNADO 
Y
ESCUELAS PARA NIÑOS POBRES EN LA AVENIDA DEL REY


En la ciudad de Turín, desde la plaza de Armas hasta el Po, hay un espacio pobladísimo, de casi tres kilómetros, en el que no hay 
escuelas para los niños, ni iglesias para el culto religioso. 

((927)) En medio de aquella población, como todos saben, los protestantes levantaron su templo con internado, escuelas y asilo infantil. 
Después, ante la deplorable deficiencia de iglesias y escuelas católicas cercanas, y por contra la proximidad del establecimiento 
heterodoxo corrieron los padres de familia un gravísimo y pernicioso riesgo al mandar a sus hijos e hijas mezclados con los de los 
protestantes a sus escuelas y asilos, bajo el especioso pretexto de que donde hay necesidad no puede haber libertad. 

Existía ciertamente desde hacía muchos años el Oratorio de San Luis con escuelas y patio de recreo, pero, al prolongar la calle de San 
Pío V, éstas quedaron divididas en dos partes e inservibles para su fin. 

Para proveer de algún modo a la grave necesidad, se compró, con ayuda de personas caritativas, un terreno, comprendido entre dicha 
calle de San Pío V y la de la Madama Cristina, frente a la avenida del Rey y se tiene el propósito de edificar una iglesia, que sirva 
también para los adultos, con edificio suficiente para escuelas, internado y patios donde puedan jugar los muchachos en los días de fiesta, 
librarlos de los peligros de la inmoralidad y prepararlos para un arte u oficio. 

Con la ayuda de la divina Providencia se iniciaron los trabajos: la tapia de la cerca está ya terminada y, mientras un benemérito 
arquitecto está terminando los planos de la iglesia y del edificio anejo, se preparan también los materiales necesarios para la construcción. 

Pero los difíciles tiempos que corremos, la miseria que por doquier se deja sentir, son un gran obstáculo para llevar a término una obra 
de tal importancia, para la 
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que no se cuenta previamente ni con un centavo. La caridad de los católicos, que nunca faltó en ocasiones semejantes, tampoco ahora 
faltará; el caso es demasiado grave para dudar de ello. Se trata, como todos pueden fácilmente convencerse, de preservar a un gran 
número de niños, y tal vez también de adultos y familias enteras, del grave y funesto peligro de ser inducidos al error contra la santa fe, y 
casi insensiblemente alejados de la santa Iglesia católica y de su Supremo Jerarca y Pastor; de llegar, incluso a encontrarse, casi sin darse 
cuenta, sumidos en la herejía. Se invita seriamente y encarecidamente se ruega consideren estos inconvenientes todos los que aman a 
Dios, el bien de la santa Iglesia católica y la salvación de sus prójimos. 

Se espera que estos trabajos estén terminados en dos años, y durante este tiempo se hace una humilde pero cálida llamada a todos los 
buenos, suplicándoles contribuyan con la ofrenda que Dios les inspire a estas necesidades excepcionales. Las ofrendas pueden hacerse en 
metálico o con cualquier cosa que sirva para la construcción o de ornamento para la iglesia o el edificio anejo. Se trata de salvar almas, y 
el que alarga la mano benéfica tiene fundada esperanza de oír un día de labios ((928)) del Salvador las consoladoras palabras: «Salvaste 
una alma, predestinaste la tuya». El Sumo Pontífice Pío IX alaba la empresa y bendice a todos los que tomen parte en ella. Su Exca. 
Rvma. nuestro amadísimo Arzobispo, no sólo anima, sino que toma parte con los medios materiales que su posición le permite. Se invita 
a los cristianos en general, pero especialmente a los que viven en esta zona o tienen en ella alguna propiedad. 

La iglesia está dedicada a San Juan Evangelista, y el retablo representará al Salvador que, desde la Cruz, confía su santísima Madre al 
Apóstol predilecto, San Juan, tal y como está expuesto en el Santo Evangelio. 

Los donativos se pueden entregar al que suscribe o al Rvdo. señor Traversa, cura párroco de San Máximo, en cuya parroquia está 
enclavado el lugar elegido para la nueva construcción. 

Que Dios colme de gracias y celestiales favores a todos los beneméritos donantes y les conceda días felices con amplia recompensa aquí 
en la tierra y mucho mayor en la feliz eternidad. Así sea. 

Turín, 12 de octubre de 1870. 

JUAN BOSCO, Pbro. 

RECOMENDACION de su excelencia Rvma. Monseñor Riccardi Arzobispo
de Turín, en favor del proyecto arriba expuesto


Con gran satisfacción hemos visto y aprobamos la idea expuesta por nuestro celoso y pío sacerdote don Juan Bosco, tan benemérito de 
la Iglesia y de la sociedad civil por sus varias instituciones religiosas y benéficas. Nos consuela que la obra saludable haya comenzado y 
hacemos votos para que, lo antes posible, sea llevada a término su construcción. Mas para ello es indispensable un generoso concurso de 
donativos y limosnas. Nosotros estamos persuadidos de que los fieles habitantes de esta piadosa ciudad, y en especial los de las casas 
adyacentes a la avenida del Rey, reconociendo también ellos la importancia y la suma oportunidad de este nuevo establecimiento, 
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querrán corresponder, de acuerdo con sus propias fuerzas, a la invitación que se les ha hecho para concurrir a la gran necesidad, a fin de 
que cuanto antes pueda abrirse a la utilidad pública espiritual y temporal el comenzado edificio. Con tan halagüeña confianza, nos 
impartimos nuestra pastoral y paternal bendición, a la obra emprendida, a quien la ha comenzado y a quien ayudará a su realización. 

En Turín 13 de octubre de 1870. 

Por orden y en nombre de S. E. el señor Arzobispo: 

JOSE ZAPPATA, Vic. Gen. 

El Arzobispo, monseñor Alejandro Octaviano Riccardi, de los Condes de Netro, pasaba a mejor vida el día 16 de octubre, ((929)) 
llorado por el gran bien hecho a la Diócesis. También en el Oratorio se celebraron solemnes funerales. Sobre su sepulcro se erigió un 
espléndido mausoleo que le representa arrodillado en oración. Es una obra notable del ilustre escultor Della Vedova. El epígrafe dice así: 

-Alejandro Octaviano Riccardi, de los condes de Netro, fue Obispo de Savona veinticinco años, Arzobispo de Turín tres años y siete 
meses; por su dulzura, su prudencia, su caridad, su celo y ejemplo admirable, fue amado en vida y llorado en muerte, como se ama y se 
llora a un padre. 
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((930)) 

CAPITULO LXXIII 

INAUGURACION DEL COLEGIO EN BORGO SAN MARTINO -DON FRANCISCO CERRUTI DIRECTOR DE ALASSIO -LA 
OBEDIENCIA PREMIADA -CONSEJOS DE DON BOSCO A LOS SALESIANOS SOBRE LA MANERA DE PRESTARSE A 
EJERCER EL SAGRADO MINISTERIO PARA LAS PERSONAS EXTRAÑAS Y SIN PERJUICIO DE UN COLEGIO -DON 
BOSCO ANUNCIA A UN PROFESOR, QUE ESTA ENFERMO DE LA GARGANTA Y NO PUEDE DAR CLASE, QUE SERA 
ESCRITOR -EL MINISTRO DE INSTRUCCION PUBLICA LIMITA LA ENSEÑANZA RELIGIOSA EN LAS ESCUELAS 
MUNICIPALES A LOS ALUMNOS, CUYOS PADRES LO PIDAN -EFECTOS DE LA INSTRUCCION RELIGIOSA, ENSEÑADA 
POR DON BOSCO CON LA PALABRA Y EL EJEMPLO -ARTESANOS QUE TRIUNFAN EN LA SOCIEDAD -EL CATECISMO 
EN LOS ORATORIOS FESTIVOS -LECTURAS CATOLICAS: HISTORIA ECLESIASTICA -DON BOSCO ORGANIZA EL 
PERSONAL DOCENTE Y DIRIGENTE PARA CADA CASA -DESPEDIDA DE UN ALUMNO APRECIADO QUE VA AL 
SEMINARIO -CONFIANZA DE LOS EXALUMNOS SEMINARISTAS CON DON BOSCO -ENTRAN N EL ORATORIO DOS DE 
JERUSALEN Y OTROS DE ARGEL -MUERTE DE UN BUEN COADJUTOR Y DE UN CLERIGO EN EL ORATORIO 
-BIOGRAFIA DE JOSE VILLA, COFUNDADOR DE LA CONFERENCIA ANEXA DE SAN VICENTE DE PAUL -ASEDIO DE 
PARIS 

DON Bosco había hecho publicar los programas de cada uno de los colegios, que eran idénticos para los internos. Se transportaron todos 
los muebles desde Mirabello a Borgo San Martino, donde los muchachos quedaron encantados al encontrarse ((931)) con el ferrocarril 
muy cerca, con un magnífico palacio, amplios patios, deliciosos bosquecillos y paseos umbrosos. Monseñor Ferré, Obispo de Casale, que 
había acordado su protección al Colegio, y a quien los padres podían dirigirse para la matrícula de sus hijos, experimentó también una 
gran satisfacción la primera vez que 
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fue a visitar el instituto que siguió reconociendo como su seminario menor. 

Don Francisco Cerruti fue a abrir la nueva casa de Alassio en calidad de Director. Estaba tan débil que temía morir en el viaje. 

-Vete, díjole don Bosco cuando oyó sus justas observaciones. 

Don Francisco Cerruti partió. Durante las primeras horas le pareció que se desmayaba; pero, después del viaje en tren hasta Savona, y 

las siete u ocho horas en incómodo carruaje desde allí hasta Alassio, llegó al Colegio en plena forma. Un día le dijo don Bosco: 

-Cuando tengas que contar lo de vir obediens loquetur victorias (el varón obediente cantará victoria) no necesitarás buscar ejemplos en 
los libros. 

Le había dado varios consejos que don Francisco Cerruti expuso de este modo: «Quería, sobre todo, que los Salesianos prestaran ayuda 
al párroco donde estaba situada la Casa, y deseaba que se hiciera allí lo mismo que se hacía en el Oratorio de Turín. Recuerdo haberle 

oído a este propósito las siguientes palabras: 

»-Préstate con gusto y siempre que puedas, mas sin que por ello se quebrante el orden de tu colegio. 

»Le pregunté una vez cómo debía regularme en cuanto a la petición de misas, sobre todo de los veraneantes y familias señoriales. Me 

contestó: 

»-Acepta primero aquéllas donde la limosna es menor: primero la parroquia, después las hermandades y otras iglesias más frecuentadas 
por la población; finalmente, si puedes, las capillas privadas de los señores y de los veraneantes. 

»Lo mismo que para enseñar el catecismo, quería que sus hijos espirituales se prestasen para predicar y confesar, pero siempre con 
subordinación a los deberes impuestos por el Colegio». 

((932)) El clérigo Juan Garino debía unirse a don Francisco Cerruti en el Colegio de Alassio, para ocupar el cargo de Catequista. Se 
encontraba en el Oratorio indispuesto por una afección a la garganta, que hacía tiempo volvía a molestarle. 

«Un día, contó él, antes de partir para mi nuevo destino, me paseaba con don Bosco y, al decirle que sentía mucho no poder dedicarme 

ya a la clase, me respondió: 

»-Bueno, cuando ya no puedas dar clase, escribiras. 

»No hice entonces gran caso de esta su última palabra, pero se ha cumplido. Cuando hube mejorado, volví un poco a la enseñanza, pero 
me encontré abocado a escribir y publicar algunas obritas, a lo que pareció aludía don Bosco cuando me dijo: escribiras». 
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Mientras don Bosco se dedicaba a fundar colegios cristianos, se suprimía la enseñanza de la religión en las escuelas. El Ministro 
Correnti ordenaba en 1870 a los Consejos Escolares y a los Municipios que proveyesen para que se diera enseñanza religiosa solamente a 
aquellos alumnos cuyos padres hubieran declarado que ésa era su voluntad. La verdad es que, en casi todos los municipios, los padres de 
familia pidieron que se siguiera enseñando la religión: es más, muchos protestaron ante el Ministerio contra ciertos municipios que 
arbitrariamente la habían abolido. Es imposible educar a la juventud sin los diez mandamientos y sin el santo temor de Dios, único freno 
de las pasiones humanas. 

Y don Bosco procuraba, por cuanto le era posible, oponerse a los males previstos, enseñando el catecismo en las escuelas y los 
domingos en la iglesia. Con la instrucción religiosa florecía en el Oratorio la piedad, útil para todo. Esta no se imponía, pero se la cuidaba 
constantemente con la oración en común, la santa misa, la confesión y comunión frecuentes, las oportunas platiquitas de cada noche antes 
de ir a acostarse. Poseía don Bosco para ellas un talento y una elocuencia similares. 

«Yo le oí, escribía unos años más tarde monseñor Reggio, Obispo de Ventimiglia, en su casa de Turín y contemplé a toda una multitud 
de jóvenes, que se hubiera dicho le arrebataban la palabra de la boca. Ameno ((933)) y profundo a la vez, sabía infundir la sabiduría, que 
él definía: el arte de saber gobernar la propia voluntad. El la poseía verdaderamente: y la quería, primero en la educación de la juventud, y 
después en las letras, de las que era un excelente maestro. Porque, simple y sencillo como era, demostró ser un experto en la pedagogía y 
en la controversia puesta al alcance del pueblo». 

Y terminaba diciendo: «íDon Bosco es un santo!». 

Durante la jornada, don Bosco mandaba hacer breves pero frecuentes lecturas de buenos libros. Después de la misa, a modo de 
meditación; diez o quince minutos en la comida y la cena; cinco o seis más, antes de salir del salón de estudio; y de nuevo otros cinco o 
diez minutos, mientras se acostaban. Se hacía siempre una lectura de libros educativos seleccionados con mucho cuidado. Gutta cavat 
lapidem... (La gota agujerea la piedra...). Aquellos buenos pensamientos caídos en el alma del jovencito tres, cuatro, cinco veces al día, 
durante cuatro, cinco, seis años de colegio era imposible que no dejaran señal y no dieran fruto de un sano pensar y de un virtuoso obrar 
para toda la vida. 

Era la instrucción religiosa la que hacía a don Bosco dueño de los 
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corazones, porque, sonriente y bueno, enseñaba el respeto, el amor y la humildad con todos. 

Los alumnos veían en él un modelo de las virtudes enseñadas por el catecismo. Resultaba don Bosco amabilísimo porque siempre 
estaba dispuesto a servir a los grandes y a los pequeños en su casa, en toda ocasión, fueran o no de importancia, porque como Nuestro 
Señor Jesucristo pensaba: Non venit ministrari sed ministrare (No vine para ser servido sino para servir). Cien hechos lo atestiguan; 
consignaremos uno aquí, que nos viene a la memoria y nos lo contó uno de nuestros hermanos sacerdotes: 

«Una mañana me revestí para celebrar la misa en la sacristía de María Auxiliadora: esperaba a un monaguillo, pero no se presentó 
ninguno y ya pasaba de la hora. Don Bosco, que había celebrado y estaba dando gracias, se levantó, se acercó y me dijo: 

((934)) »-»Qué esperas? 

»-Un monaguillo. 

»-Vamos, yo te ayudaré. 

»Yo dudaba, no quería que se molestase, pero no hubo manera de convencerle y tomó el misal. Entonces salí; fuimos al altar de San 
Pedro y me ayudó a la misa hasta el ofertorio, en que vino a sustituirle un clérigo». 

Su ejemplo y su sistema educativo lograban que los alumnos del Oratorio se enamoraran de sus superiores. Cualquiera de ellos, un 
simple clérigo, al aparecer en el patio era inmediatamente cercado por un montón de chiquillos. Muchos de ellos no temían descubrir sus 
faltas a sus superiores, y a veces hasta les confiaban los secretos de su conciencia, mientras paseaban por los pórticos durante el recreo. 

Cuenta D. T... que una vez, siendo él alumno del tercer curso de bachillerato, paseaba con muchos otros junto a don Juan Cagliero y le 
dijo: 

-Mañana es domingo y todavía no he podido confesarme esta tarde, por tener que asistir a clase de música y de ceremonias. 

-Bien, le respondió don Juan Cagliero, confiésate aquí. 

Y el joven, siempre paseando, mientras los compañeros no interrumpían su alegre y viva conversación, manifestó a don Juan Cagliero 
lo que podía apenarle para que le aconsejara. Los compañeros no se extrañaron porque estaban acostumbrados a hacer ellos mismos 
confidencias parecidas. 

La familiaridad no era ningún obstáculo para el respeto, puesto que el catecismo enseña: Obedite praepositis vestris (Obedeced a 
vuestros superiores). 
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También los aprendices, que eran tratados y educados igual que los estudiantes, demostraban con su conducta la eficacia de los 
principios religiosos aprendidos. Lealtad y honestidad eran su característica y fueron muchos los jóvenes que honraron al Oratorio con su 
conducta al salir de él. Por eso, el haber sido educados por don Bosco era la mejor recomendación para ser aceptados en fábricas, tiendas, 
((935)) o en otros lugares; los mismos patronos acudían a don Bosco en busca de jóvenes obreros. 

La Dirección de Ferrocarriles los admitía con gusto a su servicio. 
Hubo varios carpinteros que por su habilidad, trabajo y virtud cobraron enseguida cinco liras diarias, que fueron después aumentadas 
notablemente; y fueron muy queridos por los superiores. Un joven ex alumno, empleado en una oficina de contabilidad, encontró un 
billete de doscientas cincuenta liras perdido. Se apresuró a entregarlo a su jefe, el cual le preguntó: 

-»Dónde has estudiado? 

-Con don Bosco. 

Al día siguiente le elevaban el sueldo mensual de sesenta a ciento veinte liras. 

En la caja fuerte de un cuartel desapareció una cantidad respetable. Algunas desgraciadas circunstancias parecían señalar como ladrón a 
uno de nuestros cerrajeros que era soldado. Protestó de su inocencia. Era tan virtuosa su conducta, que el Coronel y los otros oficiales no 
dudaron de su inocencia, pero no tenían pruebas: durante un mes entero, dado el afecto que le tenían, hicieron las más activas pesquisas 
hasta que, finalmente, fue descubierto y condenado el verdadero culpable. 

Todavía un hecho más. Un joven de fuerza hercúlea, alistado en el cuerpo de artillería, estaba en la plaza de armas pasando revista, 
cuando oyó que el General le llamaba por su nombre y le decía: 

-»Tú has sido educado por don Bosco? 

-Sí, mi General. 

-»Quiéres ser mi asistente? 

-Con mucho gusto. 

Tres meses más tarde el General se retiraba y el joven ascendió a cabo. Siempre fiel a sus prácticas religiosas, fue sargento durante 
dieciséis años y terminó siendo comandante en una fortaleza de la frontera. Desde allí escribía: 

«Bendita sea la casa de don Bosco donde yo aprendí a obedecer. Cuántos compañeros míos de regimiento, reacios a toda ((936)) 
disciplina militar y también a las leyes morales, los he visto condenados 
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a la cárcel, a compañías de castigo, a reclusión y algunos al fusilamiento. Yo, con las enseñanzas de la Doctrina siempre en mi mente 
cristiana, no recibía nunca un castigo, supe cumplir con exactitud mi deber, soportar, tolerar y sufrir también en tiempo de paz. Así llegué 
a donde estoy y bendigo a don Bosco que me enseñó a obedecer». 

Como este bravo soldado, y por los mismos motivos, hizo fortuna un número incalculable de pobres jovencitos. Llegaron a ser 
propietarios y jefes de talleres y almacenes, comerciantes, empleados en negocios lucrativos y viven señorialmente con sus familias. El 
santo temor de Dios vale mucho también en orden a las mejoras temporales. 

Y »qué decir de la catequesis que los colaboradores de don Bosco hicieron en los Oratorios festivos, años y años, a millares de 
muchachos de la calle? De la narración de uno de ellos puede deducirse la historia de muchos más que, en gran parte, no sabían nada de 
religión y se convirtieron en excelentes cristianos y honor de la sociedad. Es la narración de una oveja que vuelve al redil. 

La oveja descarriada era yo. 

Educado en una familia, en la que se sentía fría indiferencia, cuando no verdadera hostilidad contra las más elementales prácticas 
religiosas, crecí casi en la ignorancia de los sublimes preceptos del Evangelio de Cristo. Y si bien jamás me sentí completamente 
resistente a los consuelos espirituales de nuestra santa religión, sin embargo la concebía como un conjunto de prácticas enojosas y 
molestas, y la temía como se teme lo que se ignora y como los estudiantes de bachillerato temen las clases de latín y de griego. Tenía un 
vago sentimiento de lo que era la divinidad, la fe, de lo que debían ser los deberes del cristiano, pero en mi mente, todavía tierna e 
ingenua, quedaban fácilmente superadas estas rudimentarias y primitivas especulaciones filosóficas con los pequeños y fútiles sucesos de 
la vida cotidiana. 

Un día, no recuerdo cómo fue, un amigo me llevó a un oratorio salesiano. Me dijeron que allí se divertía uno mucho, que regalaban 
dulces, que ciertamente había que aguantar las funciones religiosas, pero ((937)) que después había una representación teatral, que 
siempre era muy bonita. Yo, seducido por la visión de este pequeño país de ilusión, acudí allí con alegría y gran expectación. 

Y allí me pasaba todos los domingos, en el oratorio, de la mañana a la noche. Me divertía con los amigos, jugábamos a toda clase de 
juegos. Yo prefería los ejercicios gimnásticos, en los que había compañeros simpáticos y clérigos buenos y cariñosos, que comprometían 
por unos momentos la austeridad de su negra sotana para unirse a nosotros y hacer girar el tiovivo, o jugar a la barra fija. Naturalmente, 
también asistía, tal vez con poca devoción o poquísimo recogimiento, a las funciones religiosas. Después de misa había sermón, con 
pedagógicos criterios de sencillez, y llegaba a interesarme un poco. Por la tarde, tenía lugar la enseñanza de la doctrina cristiana. A mí me 
habían colocado en una de las clases inferiores, en la que se aprendía lo más elemental del catecismo... 
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Poco a poco fui pasando de clase hasta llegar a la primera, y después a la llamada de los mayores. Mientras tanto se iba formando en mí 
la conciencia religiosa. Seguía divirtiéndome, pero empezaba a pensar, comenzaba a razonar sobre las enseñanzas que recibía en la clase 
de catecismo; las funciones religiosas ya no me aburrían, antes bien las deseaba y seguía con impaciencia: durante su desarrollo mi mente 
ya no vagaba, no se distraía, sino que se concentraba en la meditación y en la oración humilde y conmovida. Nacía yo a la vida del 
espíritu. 

El ambiente se apoderaba de mí, me absorbía, me conquistaba. La exquisita bondad de aquellos excelentes salesianos me conmovía; sus 
cuidados, sus atenciones, su bondad, sus palabras, hijas de la fe y de la caridad, me atraían hacia ellos, como el insecto es atraído por la 
luz. Cuando estaba con ellos me parecía respirar un aire más puro, me parecía encontrarme mejor, desaparecían como por encanto las 
preocupaciones de la vida cotidiana, me sentía feliz en medio de ellos, como en una gran familia de la que recibía consejo, afecto y 
protección. 

Al llegar a la clase de los mayores, que es como el Senado del Oratorio, la enseñanza de los principios religiosos se hicieron más 
graves, más profundos, más complejos. Yo los escuchaba con atención; me esforzaba por comprenderlos y asimilarlos; la fe en la 
suprema verdad, revelada por Cristo, comenzaba a enseñorearse de mi espíritu. Y cuanto más meditaba, más se fortalecía y agigantaba mi 
fe; comencé a sentirme invadido de la sublime felicidad que proporciona el conocimiento de la fe. 

Frecuenté varios años el Oratorio; creo que cinco o seis. Después me agarró la vida y me arrancó de mis dulces costumbres 
dominicales. Pero no lo olvidé. Y más que en la mente, es en el corazón donde revive el recuerdo de aquellos hermosos días de mi 
juventud, en los cuales, con admirable ((938)) sencillez, y con la formidable eficacia del ejemplo, me enseñaron a ser bueno y honrado, 
me enseñaron a amar a Dios y al prójimo. 

D. B. 
Otra cátedra o fuente de instrucción religiosa para los jóvenes y para el pueblo eran las Lecturas Católicas. 

El folleto de julio era la Biografía del joven José Mazzarello, escrita por el sacerdote Juan Bautista Lemoyne, director del colegio San 
Felipe Neri en Lanzo Torinese. El Venerable, como ya se ha dicho anteriormente, leyó y examinó atentamente el folleto y sugirió algunas 
variaciones. Es la vida de un joven que, después de diversas dificultades, viste el hábito clerical y muere santamente. 

El folleto de agosto y septiembre se titulaba: Virginia Anselmi o el modelo de las viudas cristianas, por el padre Alfonso M. Pagnone, 
Barnabita. Esta santa mujer es presentada como un modelo a imitar por las niñas, las esposas, las madres de familia, hasta en el porte que 
ella tenía cuando visitaba a sus hijos en el colegio. 

Para octubre salió: Historia y Actas del Concilio Ecuménico Vaticano, hasta la cuarta sesión. El apéndice incluía una poesía en 
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exámetros y pentámetros sobre el gran Concilio, escrita por José Rossi, y traducida en tercetos por el canónigo Bernardino Quattrini. 

Para noviembre y diciembre don Bosco regalaba a todos los abonados un ejemplar de la nueva edición de su Historia Eclesiástica. Era 
un volumen de cuatrocientas sesenta y cuatro páginas. En el prológo se leía esta declaración: 

«Esta obrita ya ha sido publicada varias veces, pero las últimas ediciones se hicieron sin la aprobación ni la revisión del autor, por lo 
que incurrieron en no pequeños cambios y aun errores. Yo no puedo reconocer como mía, más que la presente edición, que se puede 
llamar nueva». 

En fin, junto a una mirada a la situación de la Religión, y con algunas enseñanzas sacadas de la Historia Eclesiástica, ((939)) don Bosco 
había añadido un relato sobre el Concilio Vaticano, particularmente sobre la cuarta sesión, narrando extensamente el canon de la 
Infalibilidad Pontificia. 

Mientras daba órdenes para las Lecturas Católicas y para los volúmenes de la Biblioteca de la Juventud Italiana, distribuía el personal 
para el Oratorio, para los cuatro colegios y los oratorios festivos, imponía la sotana a los nuevos novicios de la Pía Sociedad, aspirantes al 
sacerdocio, y enviaba al Seminario a los que se habían decidido a adscribirse en el Clero Secular, y les daba oportunos consejos. Uno de 
éstos, el clérigo Luis Spandre, natural de Caselle, hoy obispo y Príncipe de Asti, dejó escritas las palabras del Venerable. 

Llevo siempre en mi memoria el recuerdo que me dio por la mañana del día en que dejaba el Oratorio para entrar en el seminario 
diocesano. Después de confesarme me dijo: 

-»Me podrías ayudar a misa, quizá por última vez? 

-Será un gran honor para mí, le contesté; pero espero que no sea la última vez. 

Y no lo fue, porque aún le ayudé muchas otras, siendo seminarista y sacerdote. 

Después de misa, quitóse los ornamentos sagrados y me dijo: 

-Arrodíllate, porque quiero darte mi bendición. 

Y después de haberme bendecido, colocó y apoyó su santa mano sobre mi cabeza y añadió: 

-Acuérdate, Luis; si con la ayuda de Dios llegas a ser sacerdote, quaere lucrum animarum et non quaestum pecuniarum (busca la 
ganancia de las almas y no el negocio del dinero). 

Aquellas palabras, acompañadas de su mirada penetrante, profundizaron de tal modo en mi corazón que no las he olvidado jamás. 
Fueron para mí todo un programa de vida, fueron como la revelación de un sublime y saludable ideal; programa e ideal de aquel hombre 
de Dios, para quien todo lo demás no era nada, pues sólo le importaba la salvación de las almas: Da mihi animas caetera tolle. 
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-íCuánta veneración, cuánto reconocimiento y cuánto amor guardo siempre en mi corazón al venerable don Bosco! 

Esos eran los sentimientos de la mayor parte de sus alumnos que iban al Seminario. Muchos, cuando se acercaba el tiempo de las 
sagradas órdenes, acudían al Oratorio para abrir su conciencia al antiguo padre de su alma y para pedirle consejos. Nos dijo monseñor 
Muriana, exalumno y párroco de Santa Teresa de Turín, que por este motivo se presentó a don Bosco en 1867 con diez seminaristas para 
confesarse. 

((940)) El Oratorio rebosaba de alumnos y aún se les añadieron algunos llegados de Asia y de Africa. 

El 5 de octubre entraban en el Oratorio, recomendados por el Patriarca de Jerusalén, José Smain Siam, hijo de Mustafá y de Esce, 
artesano de treinta años, y Juan María Smain, hijo de José y de Rufisce, estudiante de doce años. Los dos eran jerosolimitanos. No 
estuvieron mucho tiempo, pero dieron testimonio de cómo corría la fama de don Bosco hasta por sus tierras. 

El 31 de octubre, cuatro nuevos argelinos, pertenecientes también a la tribu de los Kabilas y huérfanos del tiempo de la gran carestía, 
entraban en el Oratorio. Los enviaba monseñor Lavigerie, arzobispo de Argel, recomendados a don Vicente Persoglio, Rector de San 
Torpete en Génova. Habían recibido ya el bautismo, y tres de ellos la confirmación. Se llamaban Antonio Allel, Augusto Seid, Cierre de 
Pierre Adel Kader y Agapito Siamma. 

Fueron recibidos con alegría por los que les habían precedido. Dos entraron en la sección de estudiantes, porque deseaban volver a su 
patria para anunciar el Evangelio a sus hermanos. 

Pero en aquellos días el Oratorio de Valdocco sufría dos pérdidas. Don Miguel Rúa escribía en el necrologio: 

Carlos Delloro, natural de Intra, moría el 23 de octubre a la edad de sesenta y un años. Hombre serio y amigo de la soledad. Se 
distinguía por su amor a la oración, a los santos sacramentos, a todo ejercicio de piedad y por la exacta ocupación del tiempo. Como a 
veces no podía dormir durante la noche, se levantaba y se entregaba a la oración o a la lectura de algún libro piadoso. En su larga 
enfermedad edificó a todos con su resignación. Durante el la, recibió muchas veces los santos sacramentos, que ardientemente deseaba. 

Juan Bértola, de Castellamonte, murió el 27 de noviembre a la edad de diecinueve años. Era un clérigo óptimo. Su aplicación al estudio 
le permitió cursar en pocos años el bachillerato, y su ejemplaridad hizo que le abrieran sus puertas las distintas asociaciones piadosas del 
Oratorio. Es más, por su distinción entre los compañeros 
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ingresó también como aspirante en la Sociedad de San Francisco de Sales. Durante la enfermedad, deseoso de consagrarse por entero a 
Dios, hizo privadamente los votos religiosos a don Bosco. Al morir presentó su alma al Señor más bella aún por lo deforme que dejaba el 
cuerpo. 

((941)) Moría también en Turín, en la flor de la edad, José Villa, uno de los alumnos más antiguos, que acudía constantemente al 
Oratorio festivo. Don Miguel Rúa dejó escrito de él este cariñoso recuerdo. 

José Villa nació en Ponderano de Biella el 10 de diciembre de 1836. Desde niño mostró un carácter serio y ordenado. Hizo los estudios 
primarios en el pueblo y fue siempre tan aplicado que frecuentemente le presentaba el maestro como modelo a los demás escolares. . 

Desventuradas circunstancias privaron a su familia de los medios necesarios para que José pudiera seguir los estudios. A fin de que 
tuviese con qué acometer honradamente la vida, se pensó en darle un oficio. Aprendió el de zapatero en la ciudad de Biella, donde trabajó 
con edificación de cuantos lo conocían, hasta abril de 1855. 

Ya entonces conocía de fama la casa del Oratorio de San Francisco de Sales en Turín, donde muchos jóvenes, aprendices como él, eran 
educados santamente en la religión y en el trabajo. Deseoso de formar parte de estos afortunados, al menos como externo, pidió permiso a 
su padre para trasladarse a Turín. Ante su insistencia, aunque de mala gana, el padre cedio: temía que los malos compañeros disiparan 
pronto la sólida educación, que le habían dado durante muchos años. 

Antes de dejarlo marchar le dirigió cálidas y afectuosas palabras, trazándole el plan de vida que debía llevar ante el mundo, cuando 
estuviese lejos de sus ojos. Y después de haberle recomendado la santificación de las fiestas, la fuga de los malos compañeros, terminó 
diciéndole: 

-Fíjate bien, hijo mío; estos días parten miles de soldados para Crimea, van a poner en riesgo su vida; también tú, al ir a Turín, tan 
joven, vas a tu Crimea; si atesoras mis palabras, si eres juicioso y prudente y bueno de corazón, triunfarás en el mundo y te trazarás un 
plan de conducta que te hará feliz en la vida presente y en la eternidad. Si, por el contrario, olvidando mis avisos siguieras la corriente 
corrompida que domina en las grandes ciudades, empezarás una serie de desventuras sin fin. 

Estas palabras quedaron impresas en el corazón del buen José, que las tuvo siempre como norte y guía: ni las amenazas, ni las 
adulaciones pudieron jamás desviarle de la senda trazada por su padre. 

Apenas llegó a Turín, su primer cuidado fue ponerse en relación con el Oratorio de San Francisco de Sales y especialmente con el 
egregio Director de la misma. Y muy pronto se encariñó tanto con esta casa que la convirtió en el lugar de sus delicias, y por más de 
dieciséis años seguidos vino a pasar en ella todas las fiestas y el tiempo que le quedaba libre de sus ocupaciones durante la semana. Fue 
miembro fundador de la Conferencia aneja de San Vicente de Paúl en 1856 y desde entonces dedicó a ella todos sus cuidados. 

((942)) Hay muchos incidentes edificantes en su vida privada; pero deben callarse porque se refieren a personas todavía vivas, que no 
desean ser señaladas. 
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Diré algo de su última enfermedad. Estaba tan maduro para el cielo, que no sabía hablar más que del desprendimiento del mundo, del 
amor de Dios, de las bellezas del Paraíso, de la caducidad de la vida y de cosas semejantes que revelaban su corazón lleno ya de Dios. 
Cayó enfermo el 26 de octubre de 1870 con una ligera fiebre acompañada de gran cansancio. Guardó cama, pero siempre con el rostro 
alegre y el espíritu sereno. Repetía continuamente a los presentes: 

-Mi enfermedad durará pocos dias; o curo, o el Señor me lleva consigo. 

Como era fiel a las órdenes del médico, y las medicinas surtían poco efecto, se dio cuenta de que tenía poco que esperar de su salud. 

En consecuencia puso todos sus pensamientos en el alma. Llamó a una persona de su confianza y le pidió que se dirigiera al Oratorio de 
San Francisco de Sales para recomendarlo a las oraciones de los jóvenes allí internados y señaladamente al querido Director, rogando a 
éste, al mismo tiempo, que fuera a verle para oír su última confesión. Esto sucedió el 29 de octubre, y desde entonces quedó saciado su 
deseo. Desde aquel día quiso arreglar todas sus cosas como quien debe partir para un lejano país. 

El mal se agravó cada vez más, pero él, resignado a la divina voluntad, no dejó escapar una palabra de queja o impaciencia. Murió con 
la muerte de los justos. 

Mientras tanto, se verificaban las predicciones hechas por don Bosco en enero. Apenas llegó a París la noticia del desastre de Sedán, los 
jefes del partido republicano, excitando al pueblo a levantarse contra el gobierno napoleónico, proclamaron la república, y el 4 de 
Septiembre formaron un Gobierno de defensa nacional. La emperatriz Eugenia, regente, a los primeros movimientos republicanos salió de 
París y se retiró a Inglaterra con su único hijo, alojándose en la modesta residencia de Chislehurst. Allí se unió con ella Napoleón, a quien 
dejó libre el emperador Guillermo, después de siete meses de prisión. El nuevo gobierno se dispuso con ardor a proseguir la guerra y 
reunió en la capital de Francia trescientos mil soldados, levantó nuevas fortificaciones y, para quitar defensas al enemigo y obstáculos al 
disparo de los propios cañones, derribaron muchas casas de campo, en gran parte albergues ((943)) de vicios y corrupción que estaban 
fuera de las murallas. Los incendios de los comuneros en otros lugares llegaron a la ciudad. Y se cumplían las palabras de don Bosco: 
«París, París... En vez de armarte en el nombre del Señor, te circundas de casas de inmoralidad. Tú misma las destruirás... » 

Los prusianos descansaron durante dos días de las fatigas de Sedán, y se apresuraron a asediar París con doscientos cincuenta mil 
soldados y novecientos cuatro cañones. Comenzado el asedio, ejércitos prusianos, con más de doscientos mil hombres, tomaban el 20 de 
septiembre la ciudad de Estrasburgo, tras larga y sangrienta resistencia, 
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y el 29 de octubre la fortaleza de Metz con ciento setenta mil soldados, ochocientos cañones de posición, seiscientos siete de campaña y 
trescientos mil fusiles. 

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((944)) 

CAPITULO LXXIV 

LEVANTAMIENTO DEL CRANEO, UNA COSTILLA FUERA DE SITIO E HINCHAZON DE LAS PIERNAS DE DON BOSCO 
-EL PAPA CONCEDE PARA UN DECENIO A LAS CASAS SALESIANAS LA FACULTAD DE CELEBRAR TRES MISAS EN LA 
NOCHEBUENA Y DISTRIBUIR LA COMUNION A LOS FIELES -DON BOSCO ESCRIBE A LA CONDESA CALLORI QUE EN 
LA FIESTA DE LA INMACULADA SE CELEBRARA EN LA IGLESIA UNA FUNCION ESPECIAL PARA ELLA; DOS LIBROS 
PARA LA IMPRENTA; SU OFRENDA AL PADRE SANTO: ESPERA QUE LAS ESPINAS SE CONVIERTAN EN ROSAS 
-DESPUES DE LA MUERTE DEL CONDE CIBRARIO, DON BOSCO SE DIRIGE AL SENADOR CASTELLI, NOMBRADO 
PRIMER SECRETARIO DE LA MAESTRANZA MAURICIANA, PARA OBTENER LA CONDECORACION DE LA ORDEN A 
TRES BIENHECHORES DEL ORATORIO -INSTANCIA AL MINISTRO DE INSTRUCCION PUBLICA EN DEMANDA DE 
AYUDA -EL MINISTRO DE LA GUERRA ENTREGA MANTAS DE CAMA PARA LOS ALUMNOS DE DON BOSCO -LA 
UNIDAD CATOLICA RECOMIENDA A LOS FIELES LA CONSTRUCCION DE LA IGLESIA E INTERNADO DE SAN JUAN 
-TESTIMONIO DE RECONOCIMIENTO A UN GENEROSO DONANTE -COBRO DE UN CREDITO INEXIGIBLE COMO 
CONSECUENCIA DE UNA PROMESA HECHA A DON BOSCO -LA VIRUELA EN EL ORATORIO: NO MUERE NINGUN 
ALUMNO; REPROBACION DEL AYUNTAMIENTO A LOS MEDICOS: DON BOSCO LES DEFIENDE -RELACIONES 
AMISTOSAS DE DON BOSCO CON UNOS SEÑORES GENOVESES -INVITACION DE LA MARQUESA JULIA CENTURIONE 
-PRIMERA PETICION A DON BOSCO PARA QUE ABRA UN COLEGIO YA EN CONSTRUCCION POR CUENTA ((945)) DEL 
MUNICIPIO DE VARAZZE -MUERTE PREDICHA POR DON BOSCO -EL HOMBRE DE BIEN A SUS AMIGOS 

UN fenómeno verdaderamente singular fue el del crecimiento de la cabeza de don Bosco por aquellos años, del 1869 al 1870. Primero 
padecía muchas veces de dolor de cabeza. 
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Esta, cuya parte delantera era plana y un poquito cóncava, como naturalmente la tienen todos los hombres, poco a poco se levantó y 
creció lo mismo que sucede con la harina cuando se le añade la levadura, de tal suerte que vino a ser convexa y redonda en la parte 
superior. Y esto no por hinchazón, sino por habérsele levantado toda la caja ósea del cráneo, como si el hemisferio cerebral hubiese 
necesitado dilatarse para contener la amplitud de tantos y tantos pensamientos. Antes de que sucediese este fenómeno le había dolido la 
cabeza durante casi seis meses seguidos. Desde aquel momento ya no sintió los agudos dolores, que de vez en cuando le molestaban. 

En agosto de 1884 los médicos reconocieron, estando él enfermo, que una costilla de la parte izquierda estaba fuera de sitio. Mucho 
tiempo antes don Bosco había sentido por aquel lado un dolor que creía fuese del corazón. Su corazón, grande como el de un rey, 
necesitaba también más espacio. 

Pero Dios, como acostumbra a hacer con sus santos, no cesaba de proporcionarle alguna tribulación. Una continua incomodidad, que 
aguantó pacientemente durante más de treinta años, sin casi manifestarlo y sin quejarse jamás, fue la hinchazón de las piernas. 

Y sin embargo no abandonó nunca su trabajo mental o activo. En el mes de noviembre de 1870 se preocupaba de que continuase la 
solemnidad de las fiestas de Navidad. 

Beatísimo Padre: 

El sacerdote Juan Bosco, Superior General de la Pía Sociedad de San Francisco de Sales, postrado a los pies de V. B., humildemente 
expone cómo V. B. concedió en su gran bondad que la noche de Navidad pudiéramos celebrar las dos misas que siguen a la de media 
noche, con la facultad de dar la comunión a los fieles en los Oratorios ((946)) masculinos de esta ciudad. Estos favores espirituales ya se 
extendieron a las Casas de Lanzo, Borgo San Martino y Cherasco, dependientes de la misma Congregación. Estando ahora para terminar 
el tiempo de esta concesión, suplica a V. B., humildemente se digne renovarla y extenderla a la casa recientemente abierta en Alassio. 

Ex Audientia SS.mi. 

Die 28 de novembris 1870 

Su Santidad, consideradas las preces, las remitió al arbitrio del Ordinario con facultad para el efecto de que se trata, guardadas las 
necesarias y oportunas normas debidas. Para un decenio. Sin que nada se oponga. 

F. MONACO, Card. 
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Para la fiesta de la Inmaculada Concepción, daba una prueba más de su agradecimiento a la condesa Callori. 

Turín, 6 de diciembre de 1870 

Benemérita señora Condesa: 

La ayuda material, que tantas veces nos prestó en muchas de nuestras necesidades, ciertamente le concede derecho a los actos 
espirituales que se celebran en la iglesia de María Auxiliadora. Por tanto, el jueves, día dedicado a María Inmaculada, celebraremos una 
función religiosa por usted y por toda su familia en el altar de María, desde las siete hasta las nueve. Habrá misa, rosario con otras 
oraciones y comuniones de los muchachos; eso es lo que haremos según su piadosa intención, como testimonio de nuestra inmensa 
gratitud. 

He recibido la parte del Católico, revisado y corregido por la Maestra. Muy bien; siga con el resto. 

La famosa Historia Eclesiástica resulta un gran librajo; estamos llegando al fin. Antes de Navidad lo tendrá. 

Creo que monseñor Manacorda le habrá escrito y comunicado que, habiendo tenido que ir él a Roma, puso él mismo la hermosa 
ofrenda en manos del Padre Santo, de modo que no hubo necesidad de hablar de ello en la Unidad Católica. 

Si las espinas se convierten en rosas, espero poder tejer una hermosísima corona. Necesito verdaderamente que ruegue por mí. 

Que Dios le bendiga a usted y su familia; ruegue también por nosotros que nos profesamos 

De V. S. B. (errata corrige. Donde dice V. S. dígase Vuestra Excelencia) 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Don Bosco sabía emplear siempre la gracia, cuando se trataba de serenar a alguien. Acostumbraba emplear muy a menudo los ((947)) 
aludidos miramientos con todos sus grandes bienhechores: íes una pena que no se hayan conservado muchísimas de sus cartas! 

Porque, además, se ocupaba de proveer a sus jóvenes de lo necesario para la vida material, tanto más cuanto que, según hemos visto, le 
tocaba pensar en muchos gastos, debido a la enorme cantidad de asuntos que llevaba entre manos. Algunos señores le habían ayudado 
generosamente y él, deseando darles una prueba de su agradecimiento, se dirigía a la Orden de San Mauricio para obtenerles una 
condecoración. 

El conde Cibrario había muerto y, para ocupar el cargo de Primer Secretario de Su Majestad en la gran Maestranza de la Orden de San 
Mauricio, había sido nombrado el gran Oficial del Estado, el caballero abogado y senador Miguel Angel Castelli. Era primer oficial 
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de la gran Maestranza de San Mauricio y vicecanciller de la Orden de la Corona de Italia el caballero y abogado Luis Cova; hacía cuatro 
años que ocupaba aquel puesto y era muy amigo de don Bosco. 

Escribía el Venerable al senador Castelli: 

Turín, 6 de diciembre de 1870 

Exmo. Señor: 

Tiempo atrás, en momentos de apuros excepcionales, solía yo recurrir a la beneficencia de la Orden de San Mauricio que fue 
constantemente un sólido apoyo para los muchachos pobres y abandonados, que, en número de ochocientos, se encuentran internados en 
la casa llamada de San Francisco de Sales. 

La Divina Providencia, que me ha arrebatado a la persona que desde el principio conocía esta institución, ha dispuesto que le sucediera 
en el cargo V. E., y yo albergo la misma confianza de que nuestros pobres muchachos tendrán en V. E. un nuevo y poderoso bienhechor. 

Con esta persuasión recurro humildemente a V. E. y le ruego tome en consideración la beneficencia hecha por los beneméritos señores 
José Zucchi y José Besio y les otorgue una condecoración mauriciana. Sería éste uno de los medios más eficaces para sacarnos de las 
graves necesidades en que nos encontramos, y sería, al mismo tiempo, un título de imborrable gratitud por mi parte y la de mis 
muchachos que no dejarán pasar un solo día sin invocar con sus oraciones particulares las bendiciones del cielo sobre V. E. 

((948)) Confiando en su conocida bondad, tengo el alto honor de poderme profesar con todo aprecio 

De V.E. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

Exmo. Señor: 

El señor José Besio, hijo del difunto Luis, de sesenta y cinco años, residente en Mondoví Breo, parece tener derecho a la pública 
benemerencia por sostener dos fábricas de vajilla, que proporcionan el pan a más de doscientas familias y por haber aportado a la 
fabricación de vajilla tales adelantos que ha conseguido cinco medallas en cinco exposiciones diferentes. Fue premiado con medalla en 
1858 en la Exposición de productos industriales, celebrada en Turín en el Castillo del Valentino; también lo fue en 1868 en la Exposición 
de Muestras de la Industria Nacional que tuvo lugar en Turín, y en la de productos industriales y agrícolas de Asti en 1869; y por último 
en las de Alessandria y Cúneo en el presente año 1870. 

Tuvo también que corresponder varias veces a los deseos del Gobierno; y así en el 1856, con su intervención e influencia en las masas 
obreras, pudo impedir que hubiera conflictos en una especie de revuelta organizada por la carestía de víveres; y también impidió otra 
cuando se empezó a poner en marcha el impuesto sobre la molienda. En efecto, fue entonces cuando todos los molineros (no sólo del 
Ayuntamiento sino también de la comarca) habían acordado mantener cerrados sus comercios, 
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y el Subgobernador de Mondoví (el actual señor Buscaglione) rogaba al señor Besio, en nombre del Gobierno, que abriera para el servicio 
público el molino que acababa de comprar a Hacienda. El señor Besio, aunque había comenzado a derribar dicho molino, porque quería 
reconstruirlo a estilo de los anglo-americanos, como lo hizo, condescendió sin embargo con los deseos del Gobierno y abrió para el 
servicio público el propio edificio, sin cobrar más que la mítad de la tasa, y eso para no gravar demasiado la bolsa y la susceptibilidad de 
los que acudían. Con este hecho y con la influencia que supo ganarse entre los obreros, impidió que se llevase a cabo la revuelta general 
que se tenía por cierta. 

Y si, por una parte, el hecho mereció la aprobación del Gobierno y de los buenos, le acarreó, por otra, al señor Besio tales peligros para 
su propiedad, que el mismo Subgobernador colocó durante más de treinta días un pelotón de soldados en los edificios de su propiedad. 

Y no hablo de la caridad que tanto le distingue; nadie puede decir que haya recurrido a él en vano; la miseria siempre encontró socorro 
y las calamidades y enfermedades hallaron remedio. 

Contribuyó con sus propios medios a la construcción de la carretera junto al río Ellero, desde el llano del Valle hasta Borgasto. Con ella 
evitó ((949)) serias incomodidades y facilitó el camino a los viajeros, a los carros y a los coches públicos y particulares. 

Finalmente, habiendo sabido que los muchachos internados en el establecimiento, llamado de San Francisco de Sales, atravesaban 
graves dificultades para pagar facturas vencidas y para proveerles el pan de que carecían, movido por un espíritu de auténtica caridad les 
hizo el bonito regalo de cinco mil liras. 

Por todos estos títulos, y por el buen uso que seguirá haciendo de sus bienes, se presenta a V. E. humilde y fervoroso ruego para que se 
digne conceder al señor José Besio la condecoración de san Mauricio y san Lázaro. 

De V.E. 

Humilde recurrente JUAN BOSCO, Pbro. 

Excelentísimo Señor: 

Entre las personas dignas de ser distinguidas por la benemerencia pública parece merecedora de ello la familia del señor José Zucchi, 
banquero en esta ciudad de Turín. 

La señora Luisa Zucchi, esposa del mismo, célebre pintora, trabaja continuamente en obras artísticas para regalarlas a Institutos 
públicos, como resulta por los certificados adjuntos. 

Su marido, emulando su espíritu benéfico, ha hecho diversos donativos de esta clase, y últimamente regaló varios cuadros preciosos que 
constituyen serio ornamento de la iglesia recién terminada para comodidad de los vecinos de Valdocco, bajo el título de María 
Auxiliadora. 

Tiene él costumbre de hacer beneficencia en la ciudad y en otras partes, como ha podido comprobarlo muchas veces el que suscribe. 
Hace muy poco, al saber que cerca de ochocientos pobres muchachos, internados en la casa llamada de San Francisco de Sales, carecían 
de ropa blanca y de vestidos en la actual estación, les socorrió generosamente con la bonita suma de cuatro mil liras. 
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Esta cantidad sería considerable en cualquier momento, pero lo es más teniendo en cuenta la escasez de beneficencia y las 
excepcionales circunstancias en que se encuentra este establecimiento. 

Por dichas razones, y para animar a este público bienhechor a que continúe haciendo buen uso de sus bienes, presenta su humilde 
súplica a V. E. a fin de que se le conceda una condecoración de San Mauricio. 

Con profunda gratitud se profesa 

DeV. E. 

Humilde recurrente JUAN BOSCO, Pbro. 

((950)) Elevaba otra súplica al Ministro de Instrucción Pública, César Correnti. 

Exmo. Señor: 

El celo que V. E. manifiesta para promover la cultura de las clases más modestas del pueblo, que tanto la necesitan, me anima a 
exponer a su consideración cuanto sigue. 

Tenemos en este Centro cerca de quinientos jóvenes internos, pertenecientes a la clase más humilde del pueblo, que cursan los estudios 
clásicos; hay, además, casi otros quinientos entre internos y externos, que siguen los estudios primarios que proporcionamos a la juventud 
pobre en los días laborables y también en los festivos, con clases durante el día y también nocturnas. 

No necesito demostrar a V. E. los ingentes gastos a que se ve sometido este Centro, para el mantenimiento de profesores y maestros, la 
conservación de las aulas y la dotación de libros, cuadernos y demás materiales escolares, que no podrían conseguir muchos de los que 
asisten a nuestras escuelas, dada su extrema pobreza, si no se les suministraran gratuitamente. 

Sabrá, por otra parte, que no gozamos de renta alguna y que nuestro único medio de subsistencia es la caridad pública. Y si bien es 
cierto que hasta el presente hemos podido hacer frente a tan enormes gastos, también lo es que nos encontramos con frecuencia en apuros 
tan excepcionales que tal vez nos veamos obligados a limitar las obras de beneficencia, si una mano amiga no acude en nuestra ayuda. 
Por esta razón recurro confiado a la bondad de V. E. suplicando su ayuda en la forma que le sea menos gravosa y asegurándole nuestro 
más vivo reconocimiento, no sólo por mi parte, sino por la de toda la administración de esta Casa y por el numeroso grupo de jóvenes, 
beneficiados por su caridad, que no dejarán de implorar sobre V. E. toda suerte de bendiciones. 

Acepte los sentimientos de mi mayor aprecio, con los que tengo el honor de profesarme 

De V.E. 

Turín, 11 de diciembre de 1870. 

Su seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

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El Siervo de Dios recibía a su vez respuesta a otra carta escrita al general Govone, Ministro de la Guerra. 

((951)) GOBIERNO CIVIL 

de la Provincia de Turín 

Turín, 15 de diciembre de 1870 

Cábeme la satisfacción de comunicar a V. S. Rvma. que el Ministerio de la Guerra, en atención a su instancia, ha dispuesto que la 
Jefatura de Almacenes del Material para los servicios administrativos de esta Ciudad, ponga a disposición de la persona que ese Oratorio 
señale para retirarlas, doscientas mantas de lana, para servicio contra los rigores de la presente estación. 

El Gobernador RADICATI 

Los fríos de la estación invernal habían obligado a interrumpir los trabajos en la iglesia de San Juan Evangelista; pero la Unidad 
Católica recomendaba a los fieles este edificio sagrado. 

LLAMADA A LA PIEDAD DE LOS TURINESES 

En el barrio de nuestra Ciudad, que se extiende desde la Plaza de Armas hasta el Po, se levanta, como todo el mundo sabe, la iglesia de 
los protestantes, con internado, escuelas y asilo infantil. Debido a la lejanía de iglesias y escuelas católicas son muchos los padres de 
familia, allí radicados, que se ven casi obligados a permitir que sus hijos acudan a las escuelas heterodoxas. 

El grave peligro que corren estos niños y la pena que experimentan los buenos católicos han conmovido profundamente a ese milagro 
de caridad y de beneficencia, que es el piadoso sacerdote don Juan Bosco, quien se ha impuesto el deber de alejar, por cuanto de él 
depende, el mal que va creciendo de día en día. 

Ayudado por personas caritativas, compró en dicho lugar un amplio terreno con la idea de construir en él una iglesia, que pueda servir 
para los adultos, y un edificio para escuela, internado y patio para los muchachos. Ya han comenzado los trabajos; se ha terminado la 
tapia de cerca y ahora se espera que la caridad de los turineses, con sus generosas limosnas, permita que se continúen las obras. Estamos 
convencidos de que nuestros buenos conciudadanos se verán animados también en esta ocasión del mismo celo que siempre demostraron 
por la religión de sus padres y por la educación religiosa de la juventud. 

Bien sabemos que los tiempos son difíciles; pero también sabemos que la caridad cristiana no conoce obstáculos insuperables. 

íTurineses! Si alguna vez se os encomendó una obra digna de vuestra caridad, hela aquí precisamente. La historia del pasado y la del 
presente coloca ante nuestros ojos los males terribles que se desploman sobre las ciudades, en las que desaparecen los santos principios 
de la ((952)) religión y de la santa moral. íAh! Por cuanto de nosotros depende detengamos el peligro que nos amenaza. 
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Los donativos, lo mismo en dinero que en materiales de construcción, se entregan al sacerdote don Bosco y al reverendo Traversa, cura 
párroco de San Máximo. 

íQuiera Dios que nuestras palabras sean semilla que dé abundante fruto para la vida eterna y también para beneficio temporal de nuestra 
juventud! 

No faltaron las ofrendas de los buenos. Tenemos una hoja de don Bosco dirigida al conde Francisco de Viancino. 

Oratorio de San Francisco de Sales, Turín -Valdocco 

El día 29 de diciembre del año del Señor 1870, recibo del benemérito señor conde Francisco Viancino la importante cantidad de mil 
liras, que en su caridad, además de las entregas hechas para nuestros muchachos pobres y para la construcción de la iglesia de María 
Auxiliadora, ofrece dicho señor como anticipo de otra cantidad que piensa dar para la construcción de la nueva iglesia, internado y 
escuelas que se proyectan en el local comprendido entre la avenida del Rey, la calle Madama Cristina y la de San Pío V, en nuestra 
Ciudad. 

Por estas y otras obras de caridad, doy humilde y encarecidamente gracias a tan insigne bienhechor, y ruego a Dios le recompense con 
largueza, dándole muchos años de santidad y vida feliz a él y a su santa esposa, y lo más tarde que a El plazca les haga partícipes de la 
gloria de los bienaventurados en el cielo. Amén. 

Turín, 20 de diciembre de 1870. 

JUAN BOSCO, Pbro. 

Otra limosna, aún más vistosa, le hicieron a don Bosco en circunstancias singulares. Decíale cierto señor: 

-Querría hacer algo por sus obras, pero ahora no puedo; tenía un crédito de veinte mil liras con el que yo contaba, y ahora resulta 

incobrable; no hay ninguna esperanza; acabo de recibir la triste noticia. 

-Quien se la dio puede equivocarse, observó don Bosco. 

-No es posible; mi agente es habilísimo y me escribe que no hay ninguna esperanza. 

-Y si usted recuperase esa cantidad; »qué haría? 

-íPalabra de honor! Le doy la mitad de lo que cobre, que por ahora está todo perdido. íPero es imposible! 

((953)) -»Quién sabe? añadió don Bosco; lo que usted promete es para mis muchachos: voy a invitarles a rezar. 

Escribió el señor al deudor y, unos días después, recibía de su agente cinco mil liras que, según le decía, se habían cobrado 
imprevisiblemente; después otras cinco mil, y finalmente el resto. Demostró ser hombre de palabra, pues mandó a dar las gracias a don 
Bosco 

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por las oraciones hechas y acompañaba la acción de gracias con diez mil liras. 

Don Félix Reviglio, que había oído contar por vez primera este hecho a algunos Salesianos, se encontró con el caballero Miguel de 
Agliano y le contó lo que había oído como quien cuenta una novedad. El Caballero le escuchó sonriendo y añadió: 

-Pues yo sé algo más; yo sé que íel acreedor era mi hijo Carlos! 

Y don Félix Reviglio dejó constancia escrita del caso. 

Pero al término de aquel año le esperaba a don Bosco un serio disgusto: se propagaba la viruela por Turín. En el Oratorio se habían 
tomado las precauciones necesarias para impedir el contagio. Se había pedido a los alumnos el certificado de vacunación o de haber 
pasado la viruela. Se limpiaban escrupulosamente los locales. Pero he aquí que, a primeros de noviembre, apareció la contagiosa 
enfermedad entre los jóvenes: en poco tiempo cayeron enfermos cincuenta. Se trasladó a todos a un amplio dormitorio para aislarlos de 
los demás compañeros y para poder atenderlos y curarlos más fácilmente. Se temía y se rezaba. Pero el manto de la Virgen cubría aquella 
casa bendita y no murió ninguno. 

Cuando pasó la Comisión Municipal de Higiene, no tuvo nada que objetar a don Bosco, pero se negó a aprobar la conducta de los 
médicos; dio informes inexactos en su contra y el Venerable recibió del Alcalde la siguiente carta: 

((954)) CIUDAD DE TURIN
OFICINA XII-HIGIENE PUBLICA
N.º 3325 DEL PROTOCOLO
ASUNTO
Denuncia por contagio de viruela


Turín, 10 de diciembre de 1870 

El señor Gobernador de la Provincia de Turín, por encargo del Ministro de Gobernación, según oficio del 8 del corriente mes, ha 
invitado al Alcalde abajo firmante a notificar a los doctores Musso y Gribaudi la desaprobación del Gobierno por la conducta seguida, 
con ocasión del desarrollo de la viruela en el Centro dirigido por V. S. Rvma., al no haber cumplido, como debían, lo dispuesto por los 
artículos treinta y cuatro del Reglamento para la aplicación de las leyes del 14 de junio y del 20 de noviembre de 1859 sobre vacunación, 
y el ochenta y dos del Reglamento del 8 de junio de 1865, sobre sanidad pública. 

Como este hecho constituye una falta grave por parte de los médicos, a quienes está confiado el cuidado de los afectados por 
enfermedades contagiosas, y más tratándose de establecimientos destinados a uso y habitación de internos, dicha autoridad gubernativa ha 
encomendado al que esto escribe, rogarle que cambie a 
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los dos dichos médicos por otros que inspiren mayor confianza y le secunden eficazmente con sus buenas disposiciones en la tutela de la 
higiene en el Instituto que usted dirige. 

El que suscribe, le presenta la manifestación de su distinguido aprecio. 

El Alcalde 

F. RIGNON 
Don Bosco tomó caballerosamente la defensa de los dos médicos, por sentido de gratitud a los servicios por ellos prestados y como 
homenaje a la verdad; y al mismo tiempo pidió ayuda y protección para su instituto. 

Ilmo. señor Alcalde: 

Como respuesta y agradecimiento a la carta que V. S. Ilma. se dignó dirigirme, con relación a los doctores Gribaudi y Musso, ruégole 
me permita darle algunas explicaciones que seguramente paliarán bastante la impresión producida por la actuación de estos beneméritos 
doctores con respecto a la manifestación de la viruela en este Centro. 

Las cosas son así: 

1.° El médico, caballero Musso, no tomó parte alguna. Hace muchos años que, de ordinario, presta caritativamente los cuidados de su 
ciencia a ((955)) estos pobres muchachos, pero en esta ocasión no fue llamado; es más, creo que todavía no se ha enterado de que aquí se 
haya manifestado la viruela. Por tanto, parece que las citadas disposiciones legales y sanitarias no le afectan. 

2.° Como estaba él ausente, y con las prisas, se llamó y acudió de hecho el doctor Gribaudi, quien, en su segunda visita, convencido de 
la realidad de la viruela, encargó enseguida a don José Lazzero, encargado de la enfermería, de que informara del caso al caballero 
Martorelli. Por las muchas ocupaciones de este benévolo señor, y por la ignorancia del lugar y de las horas de audiencia, hubo que hacer 
varias visitas durante dos días, hasta poder hablar con él. Parece que en todo esto no tiene ninguna culpa el doctor Gribaudi, aunque haya 
continuado prestando su asistencia a los enfermos. 

3.° Para esclarecimiento del hecho y para tranquilidad de V. S. Ilma. debo, con arreglo a razón, hacer notar que la viruela no presenta ya 
la fuerza que alguno podría suponer, puesto que en las diversas visitas efectuadas, los mismos doctores no encontraron más que un solo 
caso de verdadera viruela; los demás se estimaron como varicelas o viruelas más o menos benignas, por lo que algunos de los afectados ni 
siquiera hubieron de interrumpir sus ocupaciones ordinarias. 

Así las cosas, ruégole, señor Alcalde, haga de modo, que la caridad, que los dos señores doctores Gribaudi y Musso nos prestan desde 
hace tantos años, no resulte en menoscabo de su carrera y en perjuicio de ochocientos pobres muchachos que viven de la Providencia; que 
no es fácil encontrar otros médicos que con tanta asiduidad, desinterés y constancia quieran prestarse en favor de un Centro tan numeroso 
y que no puede concederles ni un centavo de estipendio. 

Aprovecho la ocasión para recomendarme a su bondad, juntamente con estos mis pobrecitos, presentándole respetuoso y fervoroso 
ruego de que las visitas sanitarias 
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no perjudiquen al mismo establecimiento. Hace algunos años, por miedo a la invasión del cólera, se llevó a cabo una inspección 
higiénica, y el mismo día en que se me comunicó, se publicaba casi con las mismas palabras en la prensa, con exageraciones tales que 
hubo que rectificar luego en sentido contrario. Ahora, apenas terminadas las visitas sobre la vacunación, ha sucedido casi lo mismo. No 
pretendo perjudicar a nadie con tal publicidad pero me encomiendo con todo respeto a su bondad para que no se repitan y se evite así la 
grave inquietud que origina entre los que tienen relación con los muchachos internos de este Centro. 

Mientras pongo bajo su paternal protección este Establecimiento, que, como siempre, sigue abierto para todo pobrecito que tenga a bien 
recomendarme, le aseguro que agradeceré cualquier consejo o sugerencia que me dé para pública y privada ayuda de los muchachos de 
nuestra ciudad o de otros pueblos, a quienes la pobreza o la desgracia trajera hasta nosotros. 

((956)) Dios le bendiga y conceda largos años de vida feliz, y créame con profunda gratitud, 

De V. S. Ilma. 

Turín, 23 de diciembre de 1870. 

Su atto. y seguro servidor JUAN BOSCO, Pbro. 

El Alcalde respondió: 

ClUDAD DE TURIN
etc. etc.


Turín, 3 de enero de 1870 

Al Rvdo. don Juan Bosco, Rector del Oratorio de San Francisco de Sales.-Turín. 

En contestación a la nota de V. S. M. R., que al margen se indica, el Alcalde infrascrito tiene el gusto de participarle que, después del 
cuidadoso examen de las observaciones hechas al doctor Gribaudi sobre el modo de comportarse con ocasión del desarrollo de la viruela 
en ese Instituto, resulta evidente que el mismo no ha cumplido lo dispuesto en el artículo ochenta y dos del Reglamento para la aplicación 
de la ley de sanidad pública y en el treinta y cuatro del Reglamento sobre vacunaciones, el cual prescribe que al manifestarse la viruela o 
la varicela, el médico cirujano, llamado a curar, debe ponerlo inmediatamente en conocimiento del Alcalde y del Vacunador Oficial. 

Por el contrario, se dejó propagar la enfermedad durante quince días, se dejó se difundiera en el Instituto y en la Ciudad misma, sin dar 
conocimiento al infrascrito para impedir su propagación. 

En cuanto al caballero doctor Musso, fue V. S. Rvda. quien dio su nombre el día 23 de diciembre ppdo., y el Regio Conservador de la 
vacuna, doctor Martorelli, interrogado expresamente, recordó muy bien que V. S. le indicó la parte que dicho Doctor había tomado en 
aquellas desgraciadas circunstancias. El mismo doctor Gribaudi lamentó que se cargara la mayor parte de responsabilidad sobre él solo, 
cuando el doctor Musso era más antiguo. 
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Por lo demás, el que esto escribe celebra oír que el citado caballero doctor Musso no haya tomado parte alguna en los lamentables 
sucesos, según resulta de la declaración del mismo Doctor, quien, obligado por razones de salud, a abstenerse de las visitas habituales al 
Establecimiento, tuvo que declarar que esta circunstancia era totalmente ignorada por V. S. M. Rvda. 

El infrascrito, mientras se responsabiliza de comunicar al señor Gobernador que los cargos hechos al caballero doctor Musso se 
fundaban en un mero equívoco, no puede admitir de ningún modo que, con ocasión de la epidemia del cólera y con la actual de la viruela, 
se hayan propagado ((957)) en los periódicos noticias perjudiciales a ese Instituto a través de los empleados municipales, que procedieron 
a la visita del Establecimiento. 

Para impedir que los hechos se divulgasen, propagando, como V. S. dice, la inquietud entre los que tienen relación con los muchachos 
internos en ese Centro, lo oportuno hubiera sido haber tomado con tiempo las debidas medidas, las cuales hubieran impedido la salida de 
algunos internos, los cuales, al refugiarse en la ciudad, dieron pie naturalmente a que se difundiera las voces que V. S. lamenta se 
difundieran en los periódicos. 

El que suscribe le ofrece, entre tanto, la expresión de su distinguido respeto 

El Alcalde F. RIGNON 

Se contestó a esta última carta en los términos de los siguientes apuntes, sugeridos, a lo que parece, por el doctor Gribaudi. 

1.° Es falso que transcurrieran quince días antes de dar el aviso, puesto que no pasaron más que dos, y éstos por mi ausencia personal, y 
no atreverse a tomar serias determinaciones sin mí. 

2.° Apenas pasados dos días, y llegado a casa por orden del doctor Zandi, éste estaba persuadido de obrar por mandato del Jefe de 
Vacunación de este Municipio, en la persona del caballero Martorelli, y esto sin más motivo que en atención a los señores Rizzetti y 
Carenzi, con quienes mantiene óptima relación. 

3.° Si después se dejaron pasar otros dos días, fue únicamente porque no se encontró al caballero Martorelli, a quien fue a buscar cinco 
veces el encargado de la enfermería. 

Se ve, por tanto, bien claro que el doctor Gribaudi tenía la buena voluntad de cumplir los Reglamentos, como se comprobará, oyendo al 
jefe doctor Martorelli. 

Probablemente la viruela llegó a la Casa, procedente de la Ciudad, y especialmente del Hospital de San Juan, en donde había un joven. 
Pero esto no es imputable a negligencia del doctor Gribaudi, sino a una circunstancia imprevista; porque si el doctor Gribaudi no se 
hubiera fiado de la promesa del Jefe de vacunación, inmediatamente lo habría denunciado al caballero Rizzetti, como lo hizo enseguida 
con su clientela privada. 

El pensamiento de don Bosco se dirigía también a abrirse camino para fundar otras casas en Liguria. 

Había conocido en Génova a las familias de los marqueses Cattaneo, 
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Spinola, Doria, Pallavicini, Negrotto, Durazzo ((958)) y otras.
Había también trabado amistad con muchas familias de la burguesía y con miembros relevantes del clero. Estaba seguro de que todos le
socorrerian.


Andaba con estos pensamientos cuando recibió esta carta de Varazze el 28 de diciembre. 

Rvmo. e Ilmo. señor don Bosco: 

Mi Ilma. Señora, la marquesa Julia Centurione, hija del Marqués Darío Sforza, contentísima de haberse suscrito a las siempre 
interesantes Lecturas Católicas, me encarga presente a V. S. M. Rvda. sus respetuosos cumplidos y los augurios de las bendiciones 
celestes con ocasión del fin y principio de Año, y le suplique cuanto sigue: 

1.° Tenga a bien mandar, desde principio de año, a la dirección de mi dicha Señora, calle Lomellina, n.° 16, Génova, dos ejemplares de 
las Lecturas Católicas, añadiendo otro ejemplar de la preciosa Historia Eclesiástica, recibida y tan perfectamente escrita. 

2.° Si durante el invierno, hasta fines de abril próximo, tuviese V. S. M. Rvda. que venir a Génova por alguna circunstancia, mi 
nombrada Señora, ruega a V. S. vaya a su casa, al n.° arriba indicado, donde se tendrá por muy honrada al poder ofrecer una habitación y 
alojamiento a tan digna y merecedora persona. Y en el caso de que V. S. Ilma. prefiriese pasar algunos días de las vacaciones otoñales en 
el campo, tenga a bien llegar por ferrocarril hasta Cogoleto, desde donde (basta que me avise) será transportado en carruaje, hasta esta 
amena residencia, denominada Invrea, propiedad de los ilustres esposos Lorenzo y Julia, los cuales acostumbran trasladarse a ella en 
mayo o junio y allí se quedan hasta fines de este mes y algo más. 

La visita de V. S. M. Rvda. proporcionaría a la varias veces citada mi Ilma. Señora un singular y sincero favor; y me atrevo a esperar 
que también V. S. quedará satisfecho, ya sea por la amenidad del lugar, como por los recuerdos antiguos, tales como la antiquísima 
iglesia fundada hacia el 1100 y a la que asisten en los días festivos muchos de los habitantes de la localidad. 

Sepa para su mayor satisfacción, que el Ilmo. señor Lorenzo, esposo de la Ilma. señora Julia, es hijo de la difunta señora Violantina del 
Carretto de Balestrino, hermana del difunto Ilmo. señor Marqués Domenico. 

Con los deseos, etc. 

SANTIAGO GRILLO, Pbro. 

La quinta de Invrea estaba cerca de Varazze, y el Párroco de la iglesia matriz y colegiata de San Ambrosio en aquella ciudad, escribía 
también por aquellos días al Siervo de Dios. 

((959)) Varazze, 30 de diciembre, 1870 

Rvmo. Señor: 

Conocedor a fondo del amor que V. S. Ilma. y Rvma. siente por el bien público y sobre todo por la juventud, principalmente en estos 
días tan difíciles, recurro confiado 

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a su bondad con la dulce esperanza de que podrá satisfacer mis deseos. He aquí de qué se trata. 

Este Municipio está construyendo un edificio, ya muy avanzado, con la idea de destinarlo a colegio internado y ponerlo en marcha con 
los estudios clásicos y técnicos el próximo curso 1871-72. Está situado en la zona más bonita de la Ciudad, y tiene capacidad para sesenta 
internos con todas sus correspondientes comodidades. »Podría V. S. Rvma. encargarse de su dirección y proveer a cuanto se necesita para 
tal fin? Tenga la bondad de responderme, señalando las condiciones que tenga a bien fijar, en carta que yo pueda presentar al señor 
Alcalde, y dígame, en otra particular, lo que crea digno indicar en secreto. 

Lo que yo puedo asegurarle es que, en el caso de que se determine a condescender con mi deseo, quedará muy satisfecho, teniendo en 
cuenta las buenas disposiciones de estos ciudadanos. 

En todo caso, espero una respuesta suya para mi norma, y deseándole abundancia de gracias y bendiciones del cielo, con ocasión del 
año nuevo, me profeso con toda estima y profundo respeto. 

Su atto. y seguro servidor PABLO BONORA 
Can. Párroco, Arcipreste 

El párroco, de acuerdo con el alcalde, se había dirigido a don Bosco, después de que Somascos y Escolapios, invitados a aceptar la 
dirección y enseñanza del Colegio, habían respondido que no podían por falta de personal. 

Con la oferta del Colegio de Varazze terminaba el año 1870. Mientras tanto la bandera saboyana flameaba en el mástil del castillo de 
Santángelo, los prusianos asediaban a París y el príncipe Amadeo, Duque de Aosta, entraba en España, cuya corona había aceptado el 4 
de diciembre. 

María Santísima Auxiliadora seguía premiando ((960)) con gracias señaladas la confianza ilimitada que don Bosco depositaba en la 
divina Providencia. 

No tenemos ningún documento de las acostumbradas predicciones del Siervo de Dios sobre los muertos en el Oratorio, salvo la 
narración del sacerdote Mateo Torazza, de la que él mismo nos dio amplio testimonio. 

En el año 1870 habitaba en el Oratorio un hombre de edad madura, buen hablista, empleado como fámulo en un cargo de confianza. 
Estaba enfermizo, pero no guardaba cama. Don Bosco anunció, y estaba presente Mateo Torazza, alumno de quinto curso, que, antes de 
que se hiciese el ejercicio de la buena muerte, una persona de casa habría pasado a la eternidad. Causó esto gran impresión al joven 
Torazza, el cual cayó enfermo de las amígdalas unos días después y creyó que era él el aludido. También los que estaban en la 
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enfermería lo recelaban, al extremo de que el joven José Beauvoir, que se encontraba allí de paso, manifestó su propio recelo en voz baja, 
pero fue oído por Torazza. Y no tardó en reponerse, mientras aquel fámulo se ponía en cama y al poco moría, antes del día fijado para el 
ejercicio de la buena muerte en aquel mes. 

Con este testimonio termina la exposición de cuanto nos fue dado para estas Memorias, con relación al año 1870. 

Con verdadera pena carecemos de toda alusión a cuanto dijo don Bosco para felicitar el Año Nuevo. Suplimos copiando la introducción 
de El Hombre de Bien, para el año 1871. 

El Hombre de Bien a sus amigos 

Hola, mis queridos amigos; heme aquí de nuevo ante vosotros por la decimonovena vez. Creía yo que este año, y tal vez lo esperabais 
también vosotros, iba a presentarme vestido de fiesta, adornado con flores, como nunca lo hice en el pasado, y ello en reconocimiento al 
mucho bien que llevará al mundo entero el Concilio Ecuménico, con la definición de la infalibilidad del Papa. En cambio he tenido que 
rasgarme las vestiduras, dejarme crecer la barba, vestir de luto mi coleta, con motivo de los acontecimientos que todos conocéis y porque 
((961)) no toleraré jamás que se diga que El Hombre de Bien ríe, mientras lloran millares de hermanos suyos; porque son hermanos de El 
Hombre de Bien tantos desgraciados como cayeron víctimas de las horribles ametralladoras. Si lo recordáis, yo os lo había repetido 
muchas veces; que si no se dejaba de cometer pecados, y de blasfemar, que si no se santificaba más el día de fiesta, que el Señor ha 
querido reservado para El, las cosas iban a ir mal y sucederían serias desgracias. 

Les parecía a muchos que anunciaba cosas raras, que predicaba en desierto, y siguieron viviendo como si Dios no existiera, ni se 
cuidara de nosotros, y ahora palpamos las tristes consecuencias. 

Dígase lo que se diga, la guerra es un tremento castigo del Señor. Felices los pueblos que saben mantenerse lejos de ella; se ahorran 
muchas lágrimas, porque son inmensos los daños que acarrea la guerra: víctimas, sangre, familias de luto, pérdida de las cosas más 
queridas, negocios destruidos, quiebras, carestía, hambre, desolación de todo género. Todos estos males, muchas veces podrían evitarse 
escuchando los consejos de un hombre de bien. 

Escuchad. No ha mucho, hubo un hombre dotado de carácter singular y ciertas cualidades muy suyas. Tenía la nariz afilada y percibía 
el olor de la pólvora desde lejos. Era extraordinariamente tímido, temblaba como una hoja al disparo de un fusil y empezaba a agitarse un 
mes antes de que disparara el cañón. Le parecía de continuo oír silbar en sus oídos una bala, que quince años antes le había arrancado la 
coleta. Habiendo oído que un rey y un emperador querían hacerse la guerra, pensó ofrecerse como intermediario para ponerles en paz o 
convencerlos de que hicieran una guerra pero que no produjese muchos daños. 

Se vistió con sus mejores galas, se perfumó la coleta, que ya le había crecido mucho, se presentó en medio de los beligerantes y, con la 
elocuencia de Demóstenes y de Cicerón, intentó hacerles desistir de su cruel empeño de guerrear. Pero de nada sirvieron sus razones. 
Entonces, con el rostro enrojecido, dijo en alta voz: 
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-Ya que a toda costa queréis la guerra, ahorrad al menos el luto a vuestros pueblos. Entregadme vuestras espantosas bombas, las balas 
de hierro y plomo. Amontonad una gran cantidad de calabazas y calabacines y sirvan ellas de balas para vuestras ametralladoras y 
cañones y de bombas para vuestros morteros. Comprad millares de sacos de patatas y boniatos y sean ellas las balas de vuestros fusiles. 
Si lo hacéis así, luchad uno contra otro; os contemplará riendo el mundo entero, seréis la honra de vosotros mismos y de los siglos del 
progreso y marcaréis una época memo rable en la Historia, con la guerra de las calabazas y de las patatas, sin derramamiento de sangre. 

Ante un proyecto tal, que seguramente nunca se le había ocurrido a hombre alguno en el mundo, todos debieran haber aplaudido y 
cargado de medallas al autor, llevándolo en triunfo como una de las mejores cabezas del mundo. En cambio, sucedió muy al revés. 

Había que ((962)) ver cómo montaron en cólera los dos. El consejo les pareció un insulto y, creyendo que aquel sincero hombre de bien 
quería reírse de ellos, se le echaron encima, lo llenaron de improperios, lo molieron a puntapiés, puñetazos y sopapos, le arrancaron con 
furia la coleta, le arrojaron al fin de su presencia, amenazándole con la muerte, si por acaso volvía a rodar por sus territorios. El pobre 
hombre, maltrecho, con la cabeza baja y sin coleta, se volvió a su tierra, se encerró en su casa y se puso a pensar y llorar las desgracias 
que sin duda le vendrían encima a la pobre humanidad. 

Mientras tanto estalló la guerra, cayeron víctimas a millares, gritos de dolor resonaron por doquiera, y los dos contendientes 
desesperados, golpeándose el pecho, lloraron por no haber escuchado las palabras del Hombre de Bien. 

Si el Señor no me envía tan pronto a charlar con los gusanos en el cementerio, espero volver a veros todavía muchas veces, porque 
estoy contento de vosotros, mis queridos amigos, pues sé que me queréis. Haré lo posible por contentaros, contándoos cosas que os 
agraden y, al mismo tiempo, os sirvan. Este año os daré a leer la Historia del Santo Sepulcro y del Templo de San Pedro, auténtica 
maravilla del mundo cristiano. Tendréis también la descripción del Aula Conciliar, la Historia de los campanarios y de las campanas. Y, 
por fin, ejemplos y anécdotas curiosas e interesantes, y un consejo para conservar la dentadura. 

Antes de despedirme, quiero dejaros una advertencia que os sea útil y es la misma que un buen padre dio a su hijo: 

-«Si quieres vivir feliz, le dijo, protegido por Dios, respetado y querido por los hombres, es preciso que lo merezcas teniendo buen 
corazón con todos, queriendo a tus amigos, siendo pacífico y generoso con tus enemigos, llorando con quien llora, y no teniendo envidia 
de la felicidad ajena, haciendo bien a todos y no haciendo mal a nadie.» 

Y decía aquel buen padre que, cuando los fastidios le recomían y le hacían girar la cabeza, no encontraba mejor remedio para vencerlos 
y aplacar su corazón que la resignación con la voluntad de Dios, la paciencia que lleva a la victoria, la caridad y la mansedumbre. 

Os hablo a vosotros, mis queridos amigos, y por eso os hablo con el corazón en la mano. Si me dejara llevar por el amor que os profeso, 
jamás me separaría de vosotros. 

Que seáis muy felices, que viváis muchos años llenos de prosperidad, y quiera el cielo que, viviendo vosotros y yo como buenos 
cristianos, podamos encontrarnos al fin todos juntos en la patria bienaventurada que no tendrá fin. 
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((963)) 

CAPITULO LXXV 

DON BOSCO Y EL CANTON TESINO 1 -EL RADICALISMO SUIZO -LA FALTA DE CLERO -ESTUDIANTES DEL TESINO EN 
LA UNIVERSIDAD DE TURIN, CUENTAN A DON BOSCO LAS DESGRACIAS RELIGIOSAS DE SU PATRIA -PEQUEÑA 
ASAMBLEA DE SACERDOTES Y SEGLARES EN EL SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DEL SASSO -DON BOSCO LES 
ACONSEJA QUE PIDAN SACERDOTES A LA CURIA DE TURIN -CELO APOSTOLICO DEL PADRE CAPUCHINO LUIS 
ARNABOLDI, GUARDIAN DE N.ª SRA. DEL SASSO -LA CURIA DE TURIN DECLARA QUE NO TIENE SACERDOTES 
DISPONIBLES -DON BOSCO PROVEE A LA NECESIDAD, POR CUANTO PUEDE, Y ES CRITICADO -CARTAS DE DON 
ANGEL MODINI QUE ATESTIGUAN EL BIEN HECHO POR DON BOSCO AL CANTON TESINO -DON BOSCO ESCRIBE A 
DON ANGEL MODINI EXCUSANDOSE DE NO PODER IR A INTRAGNA, COMO HABIA PROMETIDO -VA DON JUAN 
CAGLIERO; SU CARTA DE AGRADECIMIENTO POR LA RECEPCION TENIDA -NUEVAS ESPERANZAS FRUSTRADAS DE 
TENER A DON BOSCO EN SUIZA Y OTRA CARTA DE DON JUAN CAGLIERO -MUCHACHOS TICINENSES EN EL 
ORATORIO DE VALDOCCO Y EN EL ORATORIO FESTIVO 

VAMOS a cerrar este volumen refiriendo una de las muchas obras apostólicas del Venerable, que, a pesar de su importancia, quedó casi 
desconocida, ya sea porque se desarrolló lentamente y quedó como ofuscada por el florecimiento de otras más brillantes en apariencia, ya 
sea porque la prudencia aconsejaba que se trabajase ((964)) en el silencio para no dar motivo a que nadie enturbiara las cosas. La obra 
que queremos señalar fue la conservación de la fe en un valle de Suiza donde, sin la caridad de don Bosco, tal vez se hubiera apagado. Es 
un hecho que abarca un largo período de años, y nosotros lo referimos con las circunstancias conocidas. 

1 CANTON TESINO. -Es uno de los veintiséis cantones de la federación suiza. Comprende dos mil ochocientos once kilómetros 
cuadrados y tiene doscientos sesenta mil setecientos habitantes. Su capital es Bellinzona y su idioma el italiano (N. del T.) 
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Los años de 1855 a 1872 fueron un tiempo de antipática tiranía del radicalismo suizo sobre las poblaciones y la religión, particularmente 
en el Cantón Tesino. La vida de los párrocos en el valle de Onsernone Locarnese se había hecho poco menos que imposible. Unos fueron 
desterrados, otros murieron y, como escaseaban las vocaciones, había una gran deficiencia de clero que iba en aumento de día en día. 
Desde el principio de la crisis, don Bosco se interesó, a pesar de sus muchas ocupaciones, con apostólico celo por aquel territorio, en el 
que habían quedado sin pastor muchas parroquias. Algunos ticinenses, estudiantes en la Universidad de Turín, iban a confesarse con él y 
le pintaban el deplorable estado y las angustias religiosas de su patria. 

Algún que otro sacerdote y ciertos seglares de mucha valía subían al convento del famoso santuario de Nuestra Señora del Sasso, sobre 
Locarno, en busca de remedio a tantos males. Los reunía a escondidas el padre capuchino Luis Arnaboldi, rector del Santuario. Don 
Bosco le había sugerido suplir la falta de clero ticinense, con sacerdotes italianos, a los que se podrían encomendar las parroquias 
vacantes, convencido de que los que él mandara, al no hallarse mezclados con las luchas políticas del Cantón, habrían hecho menos 
sombra a los jefes del Gobierno. Fue un consejo estupendo, como veremos. 

El Rector de Nuestra Señora del Sasso era un verdadero apóstol. 
Se deduce de una carta de don Angel Modini, párroco de Losone, al Vicario General Capitular de Como, monseñor Octavio Calcaterra, la 
cual da al lector una idea del celo del padre Arnaboldi y de las necesidades espirituales de algunas poblaciones del Tesino. 

((965)) Ilmo. y Rvmo. Monseñor: 

Hace ya más de ocho meses que el M. R. padre Arnaboldi va constantemente, en los días festivos, unas veces a la venerable parroquia 
de Auressio y otras a la de Loco, y con la caridad apostólica que le inspira la salvación de las almas, se las arregla con todas sus fuerzas 
para reavivar el sentimiento religioso en aquellas poblaciones. Es más, con su prudente y seria conducta ha conseguido ganarse el afecto, 
el aprecio y diría que la confianza de quien tiene en sus manos los asuntos en este valle de Onsernone; así ha podido predicar varias veces 
a la semana, durante esta cuaresma, en Loco, donde se ve rodeado de un numeroso auditorio, pues acuden allí muchos de las parroquias 
cercanas. 

Abriga él la firme esperanza de que Dios, rico en misericordia, querrá bendecir ampliamente sus trabajos apostólicos y que más de uno 
volverá al buen camino. 

Desearía saber de V. S. Ilma. y Rvma. cómo ha de comportarse con los penitentes que probablemente vendrán durante la quincena 
pascual y que: 
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1.° han cooperado en la confiscación de los bienes de la Iglesia a favor del Ayuntamiento;
2.° han comprado bienes de la Iglesia, legados piadosos, beneficios, etc. vendidos en pública subasta;
3.° han cooperado a la quema de los confesonarios;
4.° la destrucción de las estaciones del Viacrucis de los caminos públicos;
5.° la destrucción de algunos oratorios públicos.
Además, como el mismo M. R. padre Luis Arnaboldi, mediante sus buenos oficios y la generosidad de algunas almas piadosas, ha


conseguido reunir dinero suficiente para restaurar la iglesia parroquial de Auressio, pide también: 
1.° permiso para que los feligreses de Auressio puedan preparar y acarrear los materiales necesarios para la restauración de su iglesia en 
los días festivos; 
2.° permiso también para derribar el techo y buena parte de la pared y trasladar el Santísimo Sacramento y, durante la restauración, 

celebrar las funciones parroquiales en el Oratorio de la Virgen de las Mercedes, perteneciente a la misma Parroquia de Auressio; 
3.° y que se le delegue, bajo mi cuidado, para bendecir la iglesia, una vez concluidos los trabajos de restauración de la misma. 
Siempre con los sentimientos de mi más alta estima, le ofrezco mi más respetuosa obediencia y me profeso 
De V. S. Ilma. y Rvma. 
Losone, 9 de marzo de 1869. 

Su seguro servidor ANGEL MODINI, Pbro. 

((966)) El padre Arnaboldi había seguido el consejo de don Bosco y, una vez obtenido el consentimiento de la Curia de Como, se 
dirigió al Vicario General de Turín en demanda de algún sacerdote. Pero también en esta Archidiócesis había disminuido el número de 
sacerdotes, y le respondieron que no era posible atender su petición. 

Entonces el Venerable ideó la forma de cubrir él mismo tan urgente necesidad. 

El padre Arnaboldi indicó a don Bosco, durante varios años, cuáles eran las parroquias más necesitadas de sacerdotes, y el Siervo de 
Dios tuvo la satisfacción de poder atender a varias de ellas, enviando, no precisamente Salesianos, que entonces eran todavía pocos, sino 
otros sacerdotes que él conocía y que estaban ligados con otros deberes al Piamonte, y también algún que otro religioso, expulsado de su 
convento por la ley de supresión. 

Don Pablo Albera se encargó de mantener la correspondencia en nombre de don Bosco con el padre Arnaboldi durante aquellos años y 
es él quien nos da estas noticias. 

El Siervo de Dios escogía sacerdotes, que él conocía personalmente, 

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de vida intachable, celosos, adornados de los conocimientos necesarios, y ellos se presentaban con una carta suya en Como para ser 
reconocidos como idóneos. 

Pero la caridad de don Bosco no gustaba a todos. Un día se encontró con monseñor Zappata, quien le pregunto por qué enviaba 
sacerdotes italianos a Suiza. 

El Venerable se limitó a responder: 

-Eran años en los que se pedían sacerdotes a la Curia y ésta contestaba que no tenía a quien mandar. Aquellos pueblos los necesitaban y 
me pareció bien poder atenderlos. 

Monseñor insistía, haciendo de ello casi una cuestión de derecho, y el Venerable observó: 

-Yo no los mando, simplemente aconsejo: es la Curia quien entrega las testimoniales a quienes las piden. Otros me hicieron la misma 
observación; hemos discutido, y desgraciadamente he tenido que llegar a esta conclusión: «No nos entendemos; et ubi non est auditus, 
nec effundas sermonem» (Y donde no eres oído, no prediques). 

((967)) Monseñor, que era hombre de conciencia delicada y apreciaba mucho a don Bosco, se presentó al día siguiente en el Oratorio 
para pedir excusas al Siervo de Dios. Este le respondió: 

-íSoy yo quien debe disculparse! Pero vea; teníamos la herejía a las puertas y era preciso que alguien pusiera remedio. 

Y Monseñor aprobó lo que había hecho don Bosco. El, por su parte, continuó tan santa misión con el consentimiento de los superiores 
eclesiásticos. Mucho sentimos que su correspondencia con el padre Arnaboldi no haya llegado a nuestras manos. Han suplido, en parte, 
esta falta dos cartas de don Angel Modini, que fue también párroco de Moghegno (Valle de Maggia) en el Cantón Tesino; una es del 22 
de enero de 1900 y la otra del 26 de noviembre de 1902, más algunos documentos que se conservan en nuestros archivos. 

Dice don Angel Modini en la primera carta: 

«No me encuentro en condiciones de escribir una larga y detallada relación de la acción católica desarrollada por don Bosco en el 
Cantón Tesino y más concretamente en el valle de Onsernone... 

»Don Bosco no estuvo nunca, que yo sepa, en el Cantón Tesino, ni antes ni después del dominio radical y, por tanto, la prensa del país 
no dijo nada. Pero si don Bosco no estuvo nunca entre nosotros, puedo asegurar que era muy grande su deseo de venir para fundar alguno 
de sus colegios y Oratorios con los que salvaguardar la fe de nuestros pueblos, seriamente amenazada. Le diré más: por dos veces 
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había concertado conmigo el día de su venida. La primera, me comunicó por medio de un alumno del Oratorio su deseo de venir al 
Cantón y, al mismo tiempo, el deseo de justificar su venida con alguna predicación. Yo le di nota de las fiestas que solíamos celebrar con 
mayor solemnidad en Intragna, donde estaba yo entonces de párroco, año 1865, para que viniera a la que mejor le pareciera. 

»El escogió la solemnidad de san Gotardo, Obispo de Hildesheim, patrono principal de la parroquia (4 de mayo). ((968)) Pero, cuando 
ya le esperábamos con muchas ganas e impaciencia, nos comunicaba, en su carta del 25 de abril, que muy a su pesar, no podía mantener 
su palabra de la ansiada visita, debido a un fuerte malestar de estómago que no le permitía predicar, y porque el prefecto del Oratorio, don 
Víctor Alasonatti, se encontraba gravemente enfermo y desahuciado por los médicos.» 

Pero don Bosco prometía enviar un sustituto. 

Muy querido señor Párroco: 

El hombre propone y Dios dispone: hágase en todo su santa voluntad. Hace unas semanas que siento un malestar en el estómago que no 
me deja predicar. A pesar de ello esperaba poder encontrarme en situación de ir para el día de san Gotardo. Pero el Señor me visita de 
otro modo. Ha caído gravemente enfermo don Víctor Alasonatti, prefecto de esta casa, y los médicos le dan pocas esperanzas de curación. 
Por ello no puedo estar ausente de Turín. Así que, muy a mi pesar, no puedo ir a hacer la ansiada visita a parientes y amigos, a quienes 
tanto quiero, aunque no los haya visto todavía personalmente. Mas, si no hubiese otra dificultad que la de hallar un predicador, tenga la 
bondad de decírmelo y le mandaré un sustituto. 

Mi querido señor Cura, ayúdeme con la caridad de sus oraciones y la de sus amigos. Dios le bendiga y le ayude a salvar muchas almas. 
Si en algo puedo servirle, estoy siempre a su disposición. Me profeso con toda gratitud, 

Turín, 25 de abril de 1865. 

Su afmo. en el Señor JUAN BOSCO, Pbro. 

P. D. Hace unos días he recibido en esta Casa a tres muchachos procedentes de esos pueblos. 
Fue a suplirlo don Juan Cagliero y se quedó allí algunos días después de la fiesta para arreglar el ingreso de unos muchachos en el 
Oratorio. De vuelta en Turín informó a don Bosco de su viaje y escribía a don Angel Modini: 
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Oratorio de San Francisco de Sales 

Turín, 23 de mayo de 1865 

Muy querido señor Cura: 

No pasa día que no recuerde con satisfacción mi viaje por esos pueblos, no sólo por lo ameno del paisaje, sino sobre todo por ((969)) 
las atenciones recibidas, que fueron amabilísimas y sin méritos de mi parte. He tenido varias oportunidades para hablar con el clero de 
Turín y he podido alabar la unión, la bondad y la cordial hospitalidad del clero ticinense. Que Dios se lo pague, mientras espero se 
presente otra oportunidad para volver a verlos y abrazarlos cariñosamente. 

Don Bosco ha quedado sumamente contento e interesado del relato de mi corto viaje y me dice que le hubiera gustado haberlo hecho él. 
Y, a propósito, le hablé del sermón sobre el nombre de María para septiembre y me dice que le escriba que lo acepta con gusto, porque 
desea aprovechar esta ocasión para ver y saludar al clero ticinense, pero recomienda que no lo tome a mal, si se le presentare (en razón de 
los muchos asuntos que le apremian) una imperiosa necesidad y tuviera que repetirse de nuevo lo de san Gotardo. De todas formas, 
roguemos a los hados para que nos sean propicios y no adversos. 

V. S. escriba por aquellas fechas a tal fin. 
Anime a los jovencitos examinados para que estudien... 

Dígale a Julio que se aplique, porque le espero aquí en Turín; y para que sea bueno le envío una preciosa estampa del Angel Custodio a 
fin de que imite al chiquito que va a su lado. Y a V. S. le dejo, no sólo con la estampa, sino con el mismo Jesús Sacramentado a quien 
deseo me encomiende muy mucho. Yo haré otro tanto por V. S. Cuando vea a los párrocos vecinos, salúdelos mucho de mi parte; al 
Párroco de Pedemonte, señor Marchini, también de parte del canónigo Berghen. He escrito a Locarno, al padre Luis Arnaboldi, al cual he 
dado saludos para los demás. 

Le mando dos ejemplares de nuestra comedia latina y algún diálogo. Cuando tenga ocasión envíe a su tío, el Vicario, junto con mis 
recuerdos, el ejemplar del diálogo a su dirección. 

De V. S. muy Rvda. 

Su seguro servidor JUAN CAGLIERO, Pbro. 

En otra carta, del 31 de julio, aseguraba don Juan Cagliero que don Bosco iría a Intragna para la fiesta del Dulce Nombre de María de 
aquel mismo año; pero a fines de agosto anunciaba que, por graves inconvenientes, el Venerable no podía, tampoco esta vez, mantener su 
promesa. 

Turín, 28 de agosto de 1865
Ilmo. y M. Rvdo. señor:


Lo que siempre me temí sucede por desgracia: la cláusula condicional, con la que don Bosco aceptó el sermón para la fiesta del Dulce 
Nombre de María, ((970)) no 

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se ha cumplido. Un motivo grave nos impide a don Bosco y a mí ir a gozar de su amable compañía. Tenemos al señor prefecto don Víctor 
Alasonatti en trance de muerte; ha sido viaticado y esperamos con temor el momento de tener que administrarle la extremaunción. En tal 
situación sería una imprudencia alejarse del enfermo. Añada que uno de nuestros sacerdotes ya ha ido a recibir el premio de sus trabajos, 
otro ha perdido el conocimiento y un tercero está desahuciado por los médicos por el corte de una pierna. íEl Señor nos ha probado este 
año! Don Bosco está muy abatido y hubiera deseado de veras hacer este viaje por esos pueblos, mas no ha perdido la esperanza de ir en 
otra ocasión. 

Me encarga le diga que en cualquier circunstancia o necesidad puede servirse de nosotros, como de verdaderos amigos, para cuanto le 
haga falta. Así pues, escríbanos a propósito de los jovencitos de quienes me habló y venga después usted en persona a acompañarles. 
Aquí estará en su casa y nos proporcionará una gran alegría. Dígale lo mismo al padre Arnaboldi respecto a sus recomendados... 

De S. S. Ilma. 

Su seguro servidor JUAN CAGLIERO, Pbro. 

Sigue la primera carta de don Angel Modini: 

«... Don Bosco, por segunda vez, se encontró en la imposibilidad de venir a Intragna pero añadía que, a pesar de todo, no perdía la 
esperanza de venir más tarde. Que si acaso sus muchas ocupaciones no le permitieran realizar el viaje y cumplir con sus santos deseos, 
ello no le impediría estar siempre dispuesto a emplear todos los medios que tenía a su disposición y aprovechar cualquier oportunidad 
para procurar el bien de nuestros pueblos. Siempre que necesité recurrir a él para la admisión de muchachos en su Oratorio de Turín, y 
fueron muchas veces, siempre me vi atendido, y siempre con todas las facilidades y consideraciones que podía...» 

En la segunda carta, el mismo ilustre sacerdote recordaba los muchos jóvenes ticinenses, educados por don Bosco en sus institutos, y 
repetía que el Venerable los recibía por una módica pensión y «en ocasiones gratuitamente. Yo ((971)) le recomendé bastantes de 
Intragna, Golino, Losone, Brione, Ronco del Valle Onsernone. Casi todos los que se educaron en sus colegios obtuvieron éxito. Algunos 
llegaron a sacerdotes, como por ejemplo el M. R. D. Pedro Pedrotta, de Golino, párroco de Gerra Gambarogno, el M. R. D. Santiago 
Cavalli, de Intragna, y otros. Más aún, el primer campo donde don Bosco empezó a trabajar en favor de los ticinenses, lo encuentro en sus 
Oratorios festivos de Turín, en los que recibía a los jovencitos del Tesino que bajaban allí a trabajar de cualquier cosa, sobre todo de 
limpiachimeneas. Recuerdo que alguno de mis feligreses, cuando 
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monseñor Cagliero fue a Intragna para el panegírico de san Gotardo, estaban contentísimos al reconocerle como uno de los sacerdotes del 
Oratorio de don Bosco adonde ellos acudían...» 

Pero el mayor servicio que don Bosco prestó al Cantón Tesino fue, como ya se ha dicho, el de proveer de buenos sacerdotes a muchas 
parroquias faltas de atención espiritual. 

Dice de él don Angel Modini en su primera carta: 

«... Donde mejor, más amplia y fructuosamente apareció su acción católica en el Cantón Tesino fue allí donde más lo reclamaba la 
necesidad, es decir, en el Valle de Onsernone (Locarno). La deplorable situación moral y religiosa de aquel pobre valle y los ingentes 
esfuerzos de la francmasonería para apagar allí la fe solariega, procuraré darlo a conocer en la relación que le mandaré cuanto antes». 

Don Angel Modini no mandó una verdadera relación, pero, además de los apuntes ya publicados, nos envió otros documentos 
interesantes. 
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((972)) 

CAPITULO LXXVI 

MAS SOBRE DON BOSCO Y EL CANTON TESINO -DEPLORABLE ESTADO DE LA RELIGION EN EL VALLE DE 
ONSERNONE -RELACION DE ALGUNOS DE LOS SACERDOTES ENVIADOS POR DON BOSCO A SUIZA -CONFIANZA DE 
LA CURIA DE COMO EN LAS SELECCIONES HECHAS POR DON BOSCO -DOS CARTAS QUE CONFIRMAN EL CELO DE 
ALGUNOS SACERDOTES ENVIADOS POR EL VENERABLE -NECESIDAD DE GRAN CAUTELA PARA ESTAS 
SELECCIONES -CONCEPTO EN QUE SE TENIA LA PALABRA DE DON BOSCO -DA ESPERANZAS DE QUE EN EL CANTON 
TESINO TODO SE ARREGLARA -EL PUEBLO TICINENSE SACUDE EL YUGO DE LOS RADICALES -DON BOSCO MANDA 
ESCRIBIR A DON ANGEL MODINI, MANIFESTANDOLE SU INTERES POR EL DESPERTAR RELIGIOSO: SUS GRANDES 
ESPERANZAS -TRIUNFO DE LOS CATOLICOS Y CORONACION DE NUESTRA SEÑORA DEL SASSO -REUNION DE LA 
SOCIEDAD SUIZA PIUS VEREIN EN LOCARNO -EL CANTON TESINO SACADO DE LA JURISDICCION DE COMO POR EL 
PAPA, RECIBE OBISPO PROPIO -NUEVAS LUCHAS CON LOS RADICALES -DON BOSCO ENVIA UNA CARTA DE 
ALIENTO Y ESPERANZA A DON ANGEL MODINI -GRAN VICTORIA DE LOS CATOLICOS -COLEGIOS SALESIANOS EN 
EL CANTON TESINO 

ESCRIBIA don Angel Modini el año 1900: «Si hubiera podido prever que un día sería llamado para proporcionar las pruebas de la acción 
católica, ejercida por este Apóstol que la divina Providencia suscitaba para atender las necesidades de nuestro tiempo, ciertamente 
hubiera hecho acopio y tomado nota de cuanto importaba para el ((973)) caso. Pero íquién podía preverlo! Y aún si esto se me hubiera 
encomendado hace unos dieciséis años, cuando dejaba Losone y también el cargo y la responsabilidad de Arcipreste de Onsernone, con el 
recuerdo de las cosas pasadas durante mi estancia de diecisiete años en Losone habría podido hacer una relación más correcta y 
detallada». 
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Y en 1902 para que nos hiciéramos una idea de la penuria de aquellos tiempos, de la escasez de clero, y por consiguiente del gran bien 
que don Bosco hizo, don Angel Modini nos mandó una copia de su súplica al Padre Santo Pío IX, pidiendo permiso de binación de la 
misa para algunas parroquias del Arciprestazgo. 

Beatísimo Padre: 

El ardiente deseo de atender de algún modo a la salvación de tantas pobres almas, me mueve, Beatísimo Padre, a poner en vuestro 
conocimiento la situación realmente deplorable, en que se encuentran los intereses religiosos de Onsernone, uno de los valles de los 
Alpes y de los más pobres del Cantón Tesino, con nueve pueblecitos que cuentan una población de más de cinco mil almas, repartidas en 
una extensión de casi treinta kilómetros. 

En particular, después de los desgraciados acontecimientos que el año 1855 sacudieron el Cantón Tesino, las leyes anticristianas, 
promulgadas por el poder legislativo de aquella época nefasta, convirtieron este valle en el centro de la más fuerte demagogia, y los 
asuntos públicos cayeron en manos de unas pocas familias evidentemente adictas a sociedades francmasónicas, las cuales ejercieron y 
ejercen todavía una influencia tiránica y despótica en perjuicio de las conciencias católicas de estos pueblos que, gracias a Dios, se han 
mantenido, en su mayoría, fieles a los principios de la fe. 

Durante dicho año de 1855 se perpetraron delitos muy graves y funestos. En Loco, la población más importante y habitada del Valle, 
fueron quemados públicamente los confesonarios, se destruyeron las estaciones del Viacrucis, se derribó una iglesia pública y se 
confiscaron diversos beneficios eclesiásticos con derecho de patronato y legados píos. Hechos similares se repitieron en tres pueblos más 
del Valle. 
Y, como si esto no bastase, se trató de arrastrar los pueblos al cisma, introduciendo a dos sacerdotes extranjeros, traídos con esa 
intención. Plugo a Dios misericordioso que propósitos tan impíos no lograran su fin ((974)) y que el radicalismo de Onsernone, apoyado 
en secreto, a veces, y abiertamente en ocasiones por el Gobierno Cantonal, y por el Consejo y la acción de sectarios extranjeros, entre 
ellos algunas personalidades masónicas que afluían allí como a un asilo seguro, encontrara un obstáculo insalvable en la firmeza de la fe 
de las poblaciones y que, después de algún año, los dos sacerdotes intrusos fueran obligados a salir del Valle, como de terreno que no 
respondía a sus esperanzas ni a sus torcidos deseos. 

Consecuencia dolorosa de esta dolorosa serie de acontecimientos y amenazas irreligiosas fue la triste fama que se divulgó por el valle, y 
por ende la dificultad de proveer de sacerdotes a las parroquias, a medida que se quedaban vacantes; dificultad que aumentó con las 
pequeñísimas retribuciones que generalmente asignan los ayuntamientos a los párrocos, y la creciente penuria de nuevos sacerdotes. 

Actualmente sólo hay tres sacerdotes para atender las necesidades espirituales de todo el valle, ya que no se puede contar con dos 
incapacitados, uno por la avanzada edad y el otro por la epilepsia que hace tiempo le atormenta. La labor de esos pocos sacerdotes se hace 
más dificil y gravosa en la estación invernal, por la abundancia de nieve, que de ordinario se mantiene cinco y más meses, y la distancia 
de dos, tres y más leguas que, generalmente, deben recorrer para ir desde su propia parroquia a cualquiera de las vacantes. 
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Habiendo resultado casi imposible encontrar sujetos para la asistencia a las parroquias faltas de pastor, no se le presenta al infrascrito 
otro camino, para atender a las necesidades espirituales de este valle, más que seguir el consejo de personas piadosas y autorizadas, es 
decir, suplicar a V. Beatitud la facultad de habilitar al sacerdote o sacerdotes que estime oportuno para celebrar dos misas en los días 
festivos, una en la propia parroquia y otra en alguna de las parroquias vacantes, para que, de este modo, se pueda dar oportunidad a los 
pueblos del valle para cumplir el precepto de asistir a la santa misa, oír la explicación del Evangelio y del catecismo y recibir los 
sacramentos. 

Implora también esta facultad para el M. R. don Luis Arnaboldi, misionero apostólico quien con una paciencia incansable y un celo 
verdaderamente apostólico, ha sabido ganarse una ilimitada confianza en estas poblaciones con toda suerte de industrias y de sacrificios, 
y a las que acude de vez en cuando para prestarles sus servicios. 

Gracia que de su bondad, etc... Besa respetuosamente su sagrado pie. 

Losone, 20 de febrero de 1873. 

Y don Bosco, escribe don Angel Modini, a mi ruego, plenamente de acuerdo con S. E. el señor Obispo de Como, ((975)) me consiguió 
repetidas veces buenos sacerdotes para atender las necesidades espirituales del Valle de Onsernone. Le adjunto, en papel aparte, la lista 
de los que aún recuerdo 1. 

Lista de los sacerdotes que don Bosco envió al Tesino: 

Don Bartolomé Pavesio, Rvdo. Chiantore, don Carlos Morandi, don Vicente Marchetti, Rvdo. Picchiottini de Rocca de Corio, don 
Miguel Gaia, don Calixto Bava, expremostratense, don José Delponte, párroco de Colombano, don Manuel Sibilla, don Luis Mondini, 
don Eduardo Bernardi, don Vicente Colletti, don Mario Rossi, don Juan Antonio Barbisio, don Carlos Tornotti, don Vicente Minella, don 
Francisco Fiocchi, don Juan Ambrosio Podestá y don Luis María Rossi. 

Don Bosco solía entregar a estos sacerdotes una carta de recomendación para presentarla en la Curia de Como o a don Angel Modini. 
Sólo una de ellas, llegó a nuestras manos. 

Turín, 25 de julio de 1867 

Muy apreciado en el Señor: 

Don Vicente Marchetti se presenta a V. S. a fin de hacer su experiencia en favor de la parroquia que tenga a bien asignarle. Ya ha 
trabajado mucho en el sagrado 

1 Carta del 26 de noviembre de 1902. 
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ministerio, con buen resultado. Espero que haga mucho bien. Dios bendiga a V. S. y sus trabajos y créame en el Señor, 

DeV. S. 

Afmo. servidor
JUAN BOSCO, Pbro.


P. D. Una vez colocado don Vicente Marchetti, espero poderle presentar otros dos sacerdotes celosos y de buena voluntad. 
((976)) Ya se había recibido en la Curia de Como, algún tiempo antes, la noticia de la llegada de dos sacerdotes a Suiza, y el Vicario 
General escribía a don Angel Modini. 

Cuando V. S. tenga noticias sobre la conducta moral y religiosa, sobre la idoneidad y las ideas de los dos sacerdotes, a los que se refiere 
en la suya de ayer (de los que no me cabe la menor duda, siendo recomendados por persona tan distinguida como el ilustre Teólogo don 
Bosco) y cuando gocen de las oportunas licencias en su Ordinario Diocesano, le aconsejo siga los trámites ya en curso para solicitar su 
venida a estas tierras y así cubrir, en parte, las muchas necesidades en que se encuentran los obreros evangélicos. Tenga a bien 
comunicarme, a su tiempo, el resultado de los trámites... 

Como, 4 junio del 1867. 

C. OCT. CALCATERRA, V. G. C. 
Don Angel Modini nos mandó también otros dos documentos de la feliz elección que don Bosco hacía de sacerdotes o misioneros para 
el Cantón Tesino. 

El primero es una carta de don Guillermo Buetti, párroco de Locarno, a don Agustín Anzini, rector de Solduno, con fecha 23 de febrero 
de 1900, en la que se lee: 

El sacerdote Eduardo Bernardi, párroco de Magadino, que falleció el año 1892, a la edad de setenta años, me contaba este hecho de su 
vida. Allá por el año 1866 ó 67 se cerraba en Turín, por orden del gobierno italiano, un convento de frailes franciscanos. El sacerdote 
Bernardi, uno de los religiosos de aquel convento, no sabiendo a dónde ir, se dirigió a don Bosco para pedirle consejo. Don Bosco, tras 
un momento de reflexión, le dijo: 

-»Quiere ir al Cantón Tesino, en Suiza? 

El piadoso fraile, desconocedor absoluto de estos pueblos del Tesino, respondió: 

-Me atengo totalmente a lo que usted me indique. 

-Pues bien, agregó don Bosco; escribo enseguida al señor arcipreste Rossi, de Locarno, con quien tengo buena amistad, y él le enviará 
de párroco a uno de los pueblos de Locarno, donde hará usted mucho bien. 

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El sacerdote Bernardi, satisfecho con aquellas palabras, fue a Locarno, donde el arcipreste Rossi, prevenido ya por la recomendación de 
don Bosco, recibió con mucho afecto al religioso y lo llevó poco después a Magadino. 

-Quedaos aquí, le dijo, mientras el Señor os dé vida. 

((977)) Obedeció el religioso y, efectivamente, las palabras de don Bosco de que haría mucho bien se cumplieron plenamente. 

La parroquia de Magadino, abierta a todos los vicios, se convirtió en poco tiempo en un jardín de virtudes. El celoso párroco embelleció 
la iglesia, fundó asociaciones, como por ejemplo la de las Madres Cristianas, la de las Hijas de María, la de los Luises, la Hermandad del 
Santísimo Sacramento, etc. La iglesia, antes vacía, se llenó de fieles piadosos y yo mismo lo vi muchas veces, cuando fui allí a predicar. 
Las funciones se desarrollaban con toda la pompa de los ritos sagrados y se recibían muy a menudo los Santos Sacramentos. Murió en la 
actual casa parroquial, llorado por todos, que le tenían en concepto de sacerdote santo. 

Estoy dispuesto a confirmar bajo juramento cuanto digo. 

El segundo documento es una carta dirigida al Siervo de Dios. 

Piazzogna, 22 del 69 

Muy respetable y querido don Bosco: 

Espero que a estas fechas ya haya recibido la mía, junto con la de don Eduardo. 

Hoy he ido al célebre santuario de Nuestra Señora del Sasso. Aquellos buenos religiosos me recibieron con toda suerte de atenciones, 
me pidieron noticias de nuestro querido don Bosco y me encargaron le transmitiera sus recuerdos, extensivos al bonísimo don Juan 
Cagliero. 

El padre Luis Arnaboldi me dijo que ha escrito a V. S. Rvma. pidiéndole un sacerdote para Onsernone; desea un sacerdote bueno, 
aunque no sea de mucha ciencia, pero sí de suma prudencia, y, al mismo tiempo, le ruega apresure su búsqueda. 

Tendría una retribución de seiscientos francos, leña suficiente, mantequilla, etc.; mas se desea un sacerdote que busque el bien de las 
almas y no el del bolsillo, porque en estos pueblos, más bien pobres, se engañaría quien esperase hacer fortuna. 

En cuanto a mí, cada día estoy más contento. El domingo celebramos en mi parroquia la fiesta de san Antonio Abad. Había cinco 
sacerdotes, más el señor Arcipreste, para dar esplendor a la fiesta. El Ayuntamiento quiso que yo hiciese el panegírico del santo Patrono. 
El lunes próximo iré a la parroquia de Gerra, para predicar las cuarenta horas y estoy invitado para los últimos días del carnaval en la de 
San Abundio. Don Eduardo y yo somos queridos y apreciados por estos lugares y todo ello se lo debemos a nuestro querido don Bosco... 

Si V. S. puede hallar un momento y consolarme con una buena palabra, me haría un gran favor y me llegaría como una saludable 
rociada en mis continuas ocupaciones parroquiales y eclesiásticas. Me encomiendo sobre todo a sus oraciones y le aseguro que cuando 
estuve a los pies de nuestra amada ((978)) Virgen del Sasso, no me olvidé del ardoroso promotor de la devoción a nuestra querida Virgen 
Auxiliadora a la que no dejo de recurrir, pidiendo la ayuda que tanto necesito en estos mis 

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inicios de pastor de las almas. Mientras le saludo afectuosamente, también de parte de nuestro buen don Eduardo, me cabe el honor de 
profesarme con toda mi estima y profunda devoción, 

De V. S. muy Rvda. 

Su seguro servidor y afmo. amigo VICENTE MINELLA, Pbro. 

Las necesidades espirituales de aquel pobre Cantón eran siempre grandes y exigían suma prudencia en la búsqueda y elección de los 
sacerdotes. El Vicario General Capitular de Como escribía el 22 de noviembre de 1869 al párroco don Angel Modini. 

Siempre que el sacerdote, al que V. S. se refiere en la suya del 20 del corriente, ofrezca esperanzas de éxito, por todos los informes 
recibidos, y más que nada por el testimonio de su Ordinario, apruebo la sugerencia que se hace. Asimismo no dejaré de aprobar, si 
pudiere hacerlo, que encontrase otros para atender las múltiples necesidades de este Vicariato. Pero debo recordarle, al mismo tiempo, 
que los sujetos buenos en los que se pueda confiar son raros, particularmente entre los sacerdotes desocupados y dispuestos a abandonar 
la propia diócesis. Por lo cual conviene i r despacio y con mucha cautela en este delicado asunto, sin dejar de recoger previamente todos 
los informes posibles y autorizados. No me parece oportuno que Arnaboldi vaya a Turín con el fin que V. S. propone. Prefiero ayudarle 
yo mismo, si, a causa de la gran necesidad, quisiera ir él por un tiempo determinado a una de las mencionadas parroquias vacantes, a 
prestar su ayuda, como ya lo ha hecho en otras ocasiones... 

OCT. CALCATERRA, V. G. C. 

Pero hay una carta, escrita por don Pablo Albera a don Angel Modini en nombre de don Bosco, que confirma las continuas 
preocupaciones de don Bosco y el alto concepto en que se tenían sus informes. 

Turín -Valdocco, 15 de febrero, 1870 

Muy Rvdo. Señor: 

Estoy satisfecho de ver que hay dos celosos sacerdotes dispuestos a ir a esos pueblos para condividir con V. S. M. R. las fatigas y 
sudores. Junto con el Rvdo. Chiantore, a quien recomendé en otra ocasión, ((979)) iría también el celosísimo don Bartolomé Pavesio. Se 
lo recomiendo en nombre de don Bosco, el cual está convencido de que esos buenos cristianos tendrán que agradecer mucho al Señor por 
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haberles enviado tan buenos pastores y confía que todo se arreglará para bien de las almas y la mayor gloria de Dios. 

De V.S.M.R. 

Su seguro servidor:
Por don BOSCO
PABLO ALBERA, Pbro.


El último párrafo de esta carta debió animar a don Angel Modini a confiar en la ayuda de la Providencia. Así, algún tiempo después, se 
comenzó a advertir una saludable reacción en diversas localidades del Cantón y, al fin, la mayoría del pueblo ticinense, cansado de la 
larga opresión, rechazaba con sus votos, en 1875, la causa del liberalismo. 

En el 1876, el Gran Consejo Cantonal emprendía la revisión de la Constitución, promovida por los conservadores, que era el partido de 
la religión y del orden. Cierto número de liberales presentó entonces al Consejo Federal una violenta e injusta protesta, de forma que el 
Gran Consejo ticinense fue invitado a diferir sus deliberaciones. No había ley alguna que justificara una intervención semejante en la 
política interna de un Cantón; por consiguiente, el 28 de julio de 1876 se reunió el Gran Consejo y aprobó por unanimidad, un proyecto 
de ley encaminada a introducir la votación secreta en las elecciones cantonales. 

Fue un gran fracaso para los liberales, porque el antiguo sistema de votación pública y para grandes reuniones era para ellos una amplia 
apertura de corrupción, engaño y violencia. Después de esto, el Consejo de Estado ticinense, compuesto de liberales, no queriendo 
renunciar, aunque el pueblo hubiese condenado reiteradamente su política anticatólica, se había apoderado de la iglesia de los 
benedictinos en Bellinzona y había permitido a los jefes del municipio de Lugano que suprimieran a toda costa, aunque no lo lograron, el 
insigne periódico titulado: El Creyente Católico. 

Los liberales eran enemigos declarados de los conservadores. El 15 de octubre, último día de la fiesta del tiro al blanco, cincuenta o 
((980)) sesenta tiradores llegaron corriendo al vestíbulo del palacio de gobernación, gritando: 

-íAbajo el Gran Consejo! 

En medio de aquel tumulto, el Consejo de Estado, que ya esperaba a los rebeldes, determinó condescender en todo con su voluntad, es 
decir, derrocando al Gran Consejo elegido por el pueblo y convocar 
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las elecciones generales para sustituirlo. Los conservadores se armaron en varios puntos del Cantón para defenderse y, si se les atacaba, 
hacer entender de una vez para siempre a los liberales que el tiempo del despotismo había pasado. 

El Consejo de Estado distribuyó armas y municiones entre sus afiliados y organizó, con la promesa de buenos sueldos, unas bandas de 
francotiradores, hábiles en el saqueo para esparcir el terror por el país. No se omitió ningún detalle para lograrlo, ni las amenazas, ni los 
hechos, ni los violentos artículos en los periódicos contra el clero, ni la misma dinamita. 

Estaba para estallar la guerra civil, y ya había habido algún serio conflicto seguido de muerte, cuando un comisario federal ordenó que 
se desarmara a los partidos. Los conservadores obedecieron por deferencia al poder central, guiándose por la palabra del comisario; 
pero los liberales arrestaron a algunos de sus jefes. 

Finalmente las Cámaras federales ratificaron, después de duras discusiones con los radicales, la decisión tomada, de acuerdo con la 
equidad del poder ejecutivo central, y el 21 de enero de 1877 los electores del Cantón se aprestaron a la renovación del Gran Consejo. 

Por lo menos setenta de los elegidos pertenecían al partido conservador, y los liberales no alcanzaron más de cuarenta. Los antiguos 
miembros del Consejo de Estado tuvieron que ceder sus escaños a cuatro valientes conservadores. 

Con estas elecciones se tenía motivo para esperar que el reino de la violencia terminara en el Tesino, donde había durado más de treinta 
años. 

Una carta, que don Bosco hizo escribir el 24 de enero de 1877, manifiesta claramente cuánto le interesaba el triunfo de la religión 
católica en aquellas tierras. 

((981)) Muy Rvdo. Señor: 

Con mucho gusto aprovecho la ocasión que se me presenta de asegurar a V. S. M. R., en nombre de don Bosco, mi Superior, que se 
celebró la misa según su piadosa y santa intención; que le preocupa el triunfo de la Religión Católica en el Cantón Tesino, y que 
recomienda a todos los buenos que recen para este fin. 

En efecto, apenas llegó a su conocimiento tan grave noticia, ordenó inmediatamente se hicieran oraciones particulares a la que se venera 
en Turín con el título de Auxilio de los Cristianos. 

Por tanto, haciendo nosotros por nuestra parte cuanto podemos, esperamos que, más pronto o más tarde, la causa de la Religión 
Católica triunfará, no sólo en el Cantón Tesino sino en todo el mundo. Mas, por ahora, conviene orar, trabajar, y 
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poner toda nuestra confianza en Dios y en el poderoso patrocinio de María Auxiliadora. 

Ruégole, por último, acepte mis humildes respetos, juntamente con los de don Bosco, mientras le auguro las más celestes bendiciones 
del Señor y tengo la suerte de poderme profesar con todo aprecio, 

De V.S.M.R. 

Roma, 24 de enero de 1877. 

Su seguro servidor JOAQUIN BERTO, Pbro. 

Al M. R. señor don Angel Modini-Losone. 

Y los deseos, las oraciones, y las diligentes preocupaciones de don Bosco debían recibir su recompensa. Hubo en el Cantón otras 
revueltas, pero el nuevo Gobierno continuó su obra reparadora de la verdadera libertad. En efecto, a partir de 1880, en medio de la 
satisfacción de todo el pueblo, en presencia de las autoridades civiles y del Consejo de Estado con toda su pompa oficial, después de una 
solemnísima procesión, era coronada la imagen de la veneradísima Virgen del Sasso, por manos de monseñor Pablo Ballerini, patriarca 
de Alejandría, en la plaza mayor de Locarno. 

El 6 de marzo de 1881, convocadas las elecciones para elegir los diputados del Gran Consejo Cantonal, el pueblo dio a los 
conservadores católicos ochenta y seis escaños, contra diecinueve que obtuvieron los radicales. 

((982)) En 1882 se celebró en Locarno la reunión anual de la Sociedad Católica Pius Verein, cuyos miembros habían acudido de todas 
las partes de Suiza. Presidió, pontificó y predicó elocuentemente en las tres lenguas nacionales monseñor Eugenio Lachat, obispo de 
Basilea y el Congreso terminó con una peregrinación a Nuestra Señora del Sasso, en la que participaron los más altos dignatarios. 

Hacía tres años que éstos trataban con el Consejo General de Berna para tener un obispo y, obtenida su plena adhesión, el Cantón 
Tesino era separado por autoridad del Sumo Pontífice León XIII de la jurisdicción del Arzobispo de Milán y del Obispo de Como; y 
monseñor Eugenio Lachat, trasladado de Basilea a la nueva diócesis, tomaba triunfalmente posesión de la misma en 1885, con el título de 
Administrador apostólico, fijando su residencia en el antiguo palacio episcopal de Balerna. 

Para coronar su obra, aquel Gobierno Católico decidió limpiar la 
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legislación de la triste herencia de los radicales y redactó un proyecto de ley para devolver a la Iglesia y al clero la plena libertad en el 
ejercicio del sagrado ministerio y la administración de los bienes eclesiásticos. El Gran Consejo ya había aprobado la ley. Pero los 
radicales y la francmasonería empezaron a combatirla rabiosamente, sin ahorrar ningún medio para atropellar el sentido de la ley, 
propagando que se pretendía convertir al Estado en esclavo de los curas. En un principio lograron engañar a muchos ciudadanos, quienes 
con sus firmas favorecieron la petición del referéndum. En menos de un mes se habían recogido más de nueve mil, que representaban casi 
la mitad de los que tenían derecho al voto, y los radicales habían concebido las más placenteras esperanzas, no sólo de impedir la 
aprobación de la ley, sino también de volver a obtener el poder perdido. Habían organizado un pronunciamiento en los principales centros 
del Cantón: bandas armadas, que debían caer sobre la capital Bellinzona; y habían designado las personas que querían formar el Gobierno 
provisional, y preparado manifestaciones y ((983)) escandalosas mascaradas, en las que debían figurar sacerdotes, frailes, monjas, obispos 
y el Papa. Las cosas habían llegado a tal punto que solamente Dios podía salvar al Cantón Tesino de una irremediable ruina. El Gobierno, 
durante algunos días, pasó serias preocupaciones y temores. En tales angustias escribía don Angel Modini a don Bosco, el cual le 
respondía por medio de don Miguel Rúa: 

Turín, 22 marzo de 1886 

Rvmo. Señor Cura Párroco: 

He recibido su atenta carta del 18 de los corrientes y sus donativos, que agradezco de corazón, y ruego a V. S. extienda mi 
agradecimiento a las piadosas personas que los ofrecen. 

Ya se ha celebrado una misa y las otras se celebrarán, según las intenciones señaladas, lo antes posible. Puedo asegurarle, entre tanto, 
que nosotros rezamos sin cesar para que todo resulte a favor de la Iglesia ticinense, y ya nuestros huérfanos comulgaron varias veces por 
este fin. 

Esperamos que María Auxiliadora haya bendecido las votaciones de ayer. No hay que extrañarse de que el infierno se esfuerce para 
ganar la partida, y, aún después de haberla perdido, seguirá esforzándose para destruir los efectos que la Iglesia podrá conseguir con la 
victoria. Por tanto, ánimo y adelante. La fábula de la lucha entre Hércules y Anteo es siempre rigurosamente cierta para nosotros los 
católicos. Anteo recuperaba sus fuerzas tocando a la tierra, su madre. La Iglesia, o, por mejor decir, sus hijos recobran su primer vigor y 
son invencibles, siempre que se confían al brazo de María Auxilio de los Cristianos. íSea, pues, Ella también quien venza y derrote al 
común enemigo! 
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Acepte los sentimientos de mi aprecio: ruegue por nosotros y por todos los Salesianos, y créame siempre suyo, con el honor de 
profesarme in Domino, 

De V. S. Rvma. 

Su atento y seguro servidor Por el sacerdote JUAN BOSCO, 
MIGUEL RUA, Pbro. 

El 21 de marzo se convocaba al pueblo ticinense para pronunciarse en si aceptaba o no las leyes; y el partido católico conservador se 
había despertado, había comprendido la importancia de la lucha, la necesidad y bondad de la ley, y afirmaba su confianza en el Gobierno 
y en el Gran Consejo con 1.331 votos de mayoría. 

((984)) Las oraciones de don Bosco debieron influir sin duda en aquella victoria, que sin la divina protección no hubiera tenido lugar, 
ya que los adversarios estaban muy bien preparados y disponían de medios formidables y poderosos aliados fuera del Tesino. 

Las oraciones del Venerable no debieron cesar ni siquiera después de su muerte. 

En septiembre de 1887 monseñor Vicente Molo, Obispo titular de Gallipoli, sucedió al difunto monseñor Lachat. En 1889 abrió un 
colegio en Mendrisio y lo entregó a los Salesianos, y en 1894 los llamaba para dirigir el Colegio Pontificio de San Carlos Borromeo en 
Ascona. El primero fue trasladado, después, al palacio episcopal de Balerna, y el segundo a Maroggia. De este modo empezaron a 
florecer las vocaciones en el mismo Cantón Tesino. 

íQué verdadera, hermosa y confortadora resulta siempre la palabra del salmo: Clamaverunt ad Dominum cum tribularentur, et de 
necessitatibus eorum liberavit eos! (Al Señor gritaron en su apuro, y El los libró de sus angustias) (Sal. 106). 
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((985)
)


APENDICES 

APENDICE «A» 

APUNTES AUTOGRAFOS DEL VENERABLE 

de las Instrucciones dadas a los Salesianos en los Ejercicios Espirituales de 1869 y de los años siguientes 

(Véase Pág. 621) 

I
De un cuaderno manuscrito


EJERCICIOS DE TROFARELLO, 1869 

Introducción -Lunes por la tarde -Informe Histórico 

El Oratorio en 1841, en la iglesia de San Francisco de Asís -Primer alumno, 8 de diciembre -Episodios -Aumento de muchachos 
-Prácticas de piedad. 

Traslado al Refugio -Primera capilla, 8 de diciembre de 1844 -Diversas vicisitudes -San Martín de los Molinos de la Ciudad; un 
acontecimiento (C...) -Iglesia en el cementerio de San Pedro ad Víncula -El reverendo Tesio -Apoplejía fulminante -Casa Moretta -Un 
prado -El vicario Cavour -La Delegación de Hacienda, abril de 1846 -Principios de Valdocco -Necesidad de una Congregación -Locura 
-Conferencias -Abandono -Momentos críticos -Idea clara de una Congregación -Finalidad de la misma -Hospicio para los aprendices 
pobres, 1847 -Episodios -Algunos estudiantes -Finalidad de los mismos -Nueva iglesia -Nuevo edificio -Pruebas diversas. 

Monseñor Fransoni -Sus visitas -Compañía de San Luis -Indulgencias -Consejos del Arzobispo -1852 -Primera asociación en 1854 
-Don Víctor Alasonatti -Idea de Pío IX, 1858 -Fin específico ((986)) de una Congregación -Muchachos en los días festivos -Internado 
-Estudiantes -Buenos libros -Lecturas Católicas -Predicación -Dificultades -Primer Decreto de Roma; julio 1864 -Vicisitudes y contrastes 
-Gran bendición del Señor -Decreto de marzo de 1869 -Estado actual de la Congregación. 

MARTES POR LA MAÑANA 

Ventajas del que vive en una Congregación 

((El cristiano: su nacimiento en la Religión Católica, educación, instrucción, medios de salvación. 

Entrada en el mundo cubierto de peligros -Mayor seguridad en Religión -Ejemplo de un viaje en vapor o en lancha; en coche o a pie; 
residencia en una fortaleza o a campo abierto. 

Señales de vocación: inclinación -Si la vida es mejor o peor de la que se llevaría 

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en el mundo -Ser recibidos en Comunidad. Manete in vocatione, etc. -(Permaneced en la vocación)) 1. 

Semejanza del negociante que trabaja con la esperanza de la ganancia. 

En la Congregación homo vivit purius -cadit rarius -surgit velocius -incedit cautius -irroratur frequentius -quiescit securius -moritur 
confidentius -purgatur citius -remuneratur copiosius. 

Vivit purius (Vive con mayor pureza), porque alejado de las incitaciones del mundo ((de querer a no querer, en el siglo hay que pensar 
en las cosas temporales)). Pureza de intención significa hacer lo que más agrada a Dios y nosotros nos lo aseguramos con la obediencia. 
En el siglo se hace el bien que se quiere y cuando se quiere. El religioso no hace nunca su voluntad, sino la del Señor, gracias a la 
obediencia. La propia voluntad echa a perder las obras: Quare jejunabimus et non aspexisti; humiliavimus animas nostras et nescisti? 
(»Por qué ayunamos, si tú no lo ves; para qué nos humillamos si tú no lo sabes?) Porque ecce in die jejunii vestri invenitur voluntas 
vestra (Es que el día en que ayunabais, buscabais vuestro negocio) (Is. 58, 3).-Ejemplos varios. 

Cadit rarius (Cae raras veces). Cuanto más se aparta uno de los peligros, más seguró está de no caer. El mundo está lleno de peligros. 
Quidquid in mundo est, concupiscentia carnis est, concupiscentia oculorum, superbia vitae (Lo que hay en el mundo es concupiscencia de 
los sentidos, concupiscencia de los ojos, de la vanagloria). San Antonio vio el mundo cubierto de lazos. -El que vive en la congregación 
vive ligre de esos peligros, y se separa de todo con los tres votos, por lo que difícilmente caerá. Tiene además infinidad de ayudas para 
mantenerse en la Religión, y que faltan en el mundo. 

Surgit velocius (Se levanta más pronto). -Reglas, avisos, lecturas meditaciones. Ejemplos de los otros. -Vae soli quia cum ceciderit, non 
habet sublevantem se (Ay del solo porque, si cayere, no tiene quien le levante). Pero ((987)) en la Sociedad, si unus ceciderit, ab altero 
fulcietur (si uno cayere le levantará el compañero) (Ecl. 4, 10). Juvatur a sociis ad resurgendum (Los socios le ayudan a levantarse) (o 
Tomás). 

Incedit cautius (Camina con mayor cautela). -Retiro -Reglas... -Como fortaleza es la santa Ley de Dios, defendida con puestos 
avanzados, que son las Constituciones. -Urbis fortitudinis Sion, ponetur in ea murus et antemurale (Sión ciudad fuerte; se le han puesto 
murallas y antemuros) (Is. 26, 1 ). Defendido, estando en la Congregación. -Cuenta de conciencia. -Los grandes del mundo, los ricos, los 
poderosos no tienen quién les avise, pero sí aduladores etc. 

Irroratur frequentius (Es más frecuente el rocío). ((El siglo es un terreno árido; la Congregación, terreno regado)). Frecuente el rocío 
celestial sobre las almas de Dios, por quien todo se dejó, por quien se trabaja; por los sacramentos que, por regla, se frecuentan, por los 
Superiores que, por oficio, nos deben aconsejar y corregir. -Un seglar con frecuencia querría, pero carece de los medios que tiene en 
abundancia un religioso. 

1 El manuscrito contine al margen muchas apostillas, de puño y letra del Venerable, algunas de las cuales parecen de fecha posterior. 
Las señalamos colocándolas dentro de corchetes (( )). 
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MARTES POR LA TARDE


Quiescit securius (Descansa más seguro). -Nada puede satisfacer en el mundo. Vanitas vanitatum... (Vanidad de vanidades). -Teodosio 
dijo a un solitario en su celda: -Padre, »sabéis quién soy yo? Soy el emperador Teodosio. Felices vosotros que vivís contentos en esta 
tierra, lejos de los peligros del mundo. Yo soy un gran señor de la tierra, soy Emperador; mas para mí no hay día en que pueda comer en 
paz. -Además: Cum fortis fuerit armatus, secura sunt omnia (Cuando el fuerte está armado, todo está seguro). La Congregación es una 
fortaleza en la que se puede descansar tranquilo. Jesucristo, los Superiores, las Reglas, los hermanos son otros tantos guardianes del alma, 
etc. 

Objecciones: 1.ª En la Religión viven descontentos. Porque no observan las Reglas. 

2.ª En la Religión abundan los disgustos. Son las cruces diarias, que nos llevan a la gloria. 

Consulto Deus gratiam Religionis occultavit, nam si ejus felicitas cognosceretur, omnes, relicto saeculo, ad eam concurrerent 
(Deliberadamente ocultó Dios la gracia del estado religioso, pues si se conociera su felicidad, todos, abandonando el mundo, a porfía lo 
abrazarían) (San Lorenzo Justiniano). -Moritur confidentius (Muere con mayor confianza). -Muerte del que vive en el mundo: médicos, 
notarios, parientes, todos hablan de cosas temporales, difícilmente de las espirituales. 

El religioso se halla entre sus hermanos, que le ayudan, rezan; le animan. En la tierra todo queda arreglado; él está preparado para el 
cielo. Omnis qui reliquerit...(Todo el que dejare...) (Mat. 19, 29) Promisit Deus vitam aeternam ista relinquentibus. Tu reliquisti omnia 
ista: quid prohibet de hujusmodi promissione esse securum? (Prometió Dios la vida eterna a los que dejaran ésta. Tú lo dejaste todo: 
»quién te prohíbe estar seguro de la promesa? (San J. Crisóstomo). Un hermano de san Bernardo moría en el monasterio cantando, 
porque beati mortui qui in Domino moriuntur (bienaventurados los muertos que mueren en el Señor). 

((988)) Purgatur citius (El purgatorio es más breve). -Santo Tomás dice que, entrando en Religión, se obtiene el perdón de todos los 
pecados y de la pena, como en el bautismo; y luego añade: Unde legitur in vitis Patrum quod eamdem gratiam consequuntur religionem 
intrantes quam consequuntur baptizati (Por lo cual se ve en las vidas de los Padres que se consigue la misma gracia al entrar en religión 
que la que consiguen los bautizados). Además, ayudas, oraciones, comuniones, rosarios, misas, etc. -Un poco o nada en el purgatorio. Est 
facilis via de cella in coelum (Es fácil el camino de la celda al cielo) (San Bernardo). 

Remuneratur copiosius (Será remunerado con mayor largueza). -Dios premia un vaso de agua fresca dado por El; »qué premio dará a 
quien todo lo dejó, o mejor, lo dio todo por su amor? »Qué merced no tendrán en el cielo todas las obras de la vida religiosa, 
mortificaciones, abstinencias, obediencias? Además, el mérito que se adquiere por las obras buenas que se harán por El. Fulgebunt justi, 
etc. (Resplandecerán los justos). 

El mundano, por el contrario, dirá: Erravimus... (Nos equivocamos). 

Dice san Alfonso que en el siglo XVII, de sesenta canonizados, sólo seis eran seglares. Todos los demás, religiosos. 

((Ventajas temporales: 

1.° Las de Jesucristo en su nacimiento, vida y muerte; no tuvo dónde reclinarse. 
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Pero prometió que nada nos faltaría y... Respicite volatilia coeli (Mirad los pájaros del cielo). 

2.° No nos falta nada cuando estamos sanos, enfermos o a la hora de morir. Ejemplo de... 

3.° íCuántos sufren en el mundo! Nosotros tenemos comida, vestido, alojamiento, etc.)) 

MIERCOLES POR LA MAÑANA.-VOTO DE OBEDIENCIA 

Idea del Sumo Pontífice sobre nuestra Sociedad. -Los votos: su utilidad; su mayor mérito. Ejemplo de quien ofrece el fruto y no la 
planta. San Anselmo. Ejemplo de quien ofrece el interés y el capital. San Buenaventura Obediencia. Cómo se entiende en nuestras 
Reglas. En ella está toda la Religión. Tota religionis perfectio in voluntatis nostrae subtractione consistit (Toda la perfección de la 
religión consiste en la negación de nuestra voluntad) (San Buenaventura). 

Origina -conserva todas las demás virtudes: Obedientia virtus est quae caeteras virtutes in mentem ingerit et custodit (La obediencia es 
una virtud que mete y guarda en la mente todas las virtudes) (S. Greg; Moral; I, 35). 

Ayuda a vencer todo obstáculo y todo vicio: Vir obediens loquetur victoriam (El varón obediente cantará victoria). (Prov. 21, 28). 

Mortificatione voluntatum marcescunt vitia universa (Con la mortificación de la voluntad se debilitan todos los vicios) (San Casiano). 
-Ejemplo de Jesucristo: Factus est, etc. -Ejemplo de san Jerónimo: de aquel religioso que durante ocho años llevó una gran piedra a tres 
millas de distancia dos veces al día. 

Más vale la obediencia que cualquier otra obra: Majoris est meriti injuncta refectio, jejunio propria deliberatione suscepto (Vale más 
una comida en común que el ayuno tomado por propia deliberación) (San Jerónimo). La razón, como una nave sobre la que se camina sin 
cansarse. Así san Luis Gonzaga. 

((989)) MIERCOLES POR LA TARDE.-OBEDIENCIA A LOS SUPERIORES 

((Obedientia nos certos reddit Dei voluntatem adimplere)) (La obediencia nos asegura que cumplimos la voluntad de Dios). 

La obediencia a los Superiores nos asegura que obedecemos a Dios. -Qui vos audit, me audit; qui vos spernit, me spernit (Quien os oye 
a vosotros, a mí me oye; quien os desprecia a vosotros, me desprecia a mí) (Luc. 10, 16). Y así san Bernardo: Obedientia quae majoribus 
praebetur, Deo praebetur. Ipse enim dixit, etc. (La obediencia que se presta a los mayores, se presta a Dios, pues El mismo dijo). 
Respuesta de un monje de ochenta años a quien se le mandó estar dos horas de pie, etc. 

No nos preocupemos de si las cosas salen más o menos bien. Los Superiores, y no los inferiores, tendrán que dar cuenta a Dios: 
Obedite praepositis vestris et subjacete eis: ipsi enim pervigilant quasi rationem pro animabus vestris reddituri: ut cum gaudio hoc faciant 
et non gementes (Obedeced a vuestros dirigentes y someteos a ellos, pues velan sobre vuestras almas como quienes han de dar cuenta de 
ellas para que lo hagan con alegría y no lamentándose) (Hebr. 13, 17). ((Quapropter unusquisque proprio superiori obediat... eique pareat 
integre, prompte, hilari animo et demisse)) (Por eso obedezca cada uno a su superior... y se someta íntegra, pronta, alegre y 
humildemente). 

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Por lo tanto, cada uno obedezca integre ((es decir en todo, en todas las partes de las Reglas, porque qui dissipat sepem, mordebit eum 
coluber (al que atraviesa el seto, le muerde la culebra) (Ecl. 10, 8))); en todo lo mandado, también en las cosas pequeñas, porque qui 
spernit modica... (quien desprecia las cosas pequeñas...) 

Prompte, sive sponte, non coacte (Pronta o naturalmente, no por fuerza) como dice san Pablo; no por temor a la pena, ni por la 
esperanza del premio, sino por amor a Dios, Padre infinitamente digno de ser amado y servido. 

Ut cum gaudio hoc faciant, non gementes (Para que lo hagan con alegría y no con lágrimas) (San Pablo). Lloran los superiores cuando 
se pretenden cargos, cuando se rechazan o se administran a disgusto o mal, etc. 
Hilari animo et demisse. -Hilarem datorem diligit Deus (Dios ama al que da con alegría). Por tanto: 1.° Recibamos cualquier cargo como 
del Señor. -2.° No nos juntemos con los transgresores. -3.° Recibamos con gusto las indicaciones y correcciones, sin justificarnos. -4.° 
Evitemos las excepciones. -Capítulo de las esteras de san Francisco de Asís. 

JUEVES POR LA MAÑANA.-VOTO DE POBREZA 

Nec plus habeas quam cum clericus esse cepisti (No tengas más de lo que tenías cuando empezaste a ser clérigo (San Jerónimo a Nep.). 

La posesión fuera de la Congregación. -La administración totalmente confiada al Superior. -Este es nuestro voto: Vita quoqueversu 
communi ad victum et vestimentum paupertatem consequi curabimus, nec quidpiam pro nobis retinentes (Procuremos conseguir la 
pobreza con una vida totalmente común en cuanto a la comida y el vestido, sin guardar nada para nosotros). -Doctrina de Jesucristo. 
Amenaza a los ricos: es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que un rico entre en el reino de los cielos (Mat. 19, 
24). Qui non renuntiat omnibus quae possidet, non potest meus esse discipulus (El que no renunciare a todos sus bienes, no puede ser 
discípulo mío) (Luc. 14, 33). -Nisi quis reliquerit, etc. -Si vis perfectus esse vade, vende quae habes, et da pauperibus (Si uno no dejare... 
Si quieres ser perfecto, ve, vende lo que tienes y dáselo a los pobres) (Mat. 19, 21 ). -Ignominia sacerdotis est propriis studere divitiis 
(Vergüenza del sacerdote es preocuparse de las propias riquezas) (Jer. a Nep.). -Promete un gran premio a los pobres: beati pauperes 
spiritu, quoniam ipsorum est regnum coelorum (bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos) (Mat. 
5,3). ((990)) -No dice en el futuro como en otras bienaventuranzas, sino que dice es. -Vos qui secuti estis me, sedebitis, etc. (Vosotros 
que me seguisteis, os sentaréis etc.) (Mat. 19, 28). -Ejemplo del Salvador: Paupertas non inveniebatur in coelis, in terris abundabat, et 
nesciebat homo pretium eius. Hanc itaque Dei Filius concupiscens descendit, ut eam eligat sibi, et nobis faciat pretiosam (No había 
pobreza en el cielo, abundaba en la tierra, e ignoraba el hombre su valor. Deseándola, pues, el Hijo de Dios descendió para tomarla y 
hacérnosla preciosa) (San Bernardo en O. N.). -El Salvador nació, ió, habitó, vistió, se alimentó, murió pobre. 

Los Apóstoles: Nihil habentes et omnia possidentes (Sin tener nada lo poseían todo). -Omnia arbitror ut stercora, ut Christum 
lucrifaciam (Tengo todas las cosas por basura, para ganar a Cristo) (Fil. 3, 8). 

Lo primero debe ser: -Poseer lo que tenía Jesucristo. -Propter vos egenus factus est, cum esset dives, ut illius inopia vos divites essetis 
(El cual, siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza) (II Cor. 8, 9). 
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Qui volunt divites fieri incidunt in laqueum diaboli (Los que quieren enriquecerse, caen en el lazo del demonio). -Natus in paupera domo 
et in tugurio rusticano qui vix milio et cibario pane rugientem saturare ventrem poteram, nunc similam et mella fastidio (Nacido en pobre 
casa y en choza campesina, apenas podía saciar el vientre con mijo y pan de salvado y ahora siento aversión de la flor de harina y la miel) 
(San Jer. A Nep. ). 

Habentes autem alimenta et quibus tegamur, his contenti simus (Teniendo con qué comer y con qué vestir estemos contentos) (I Tim. 6, 
8) -Ay de aquellas casas religiosas que comienzan a vivir como ricos. -Ejemplo de san Agustín, san Jerónimo, etc. 

2.° Pobreza de hecho y no de palabra. -Gloriantur de nomine paupertatis et socios paupertatis fugiunt (Se glorían del nombre de pobreza 
y escapan de los compañeros de pobreza) (San Bernardo). -Socios de la pobreza son las privaciones, las fatigas, el trabajo, etc. 

3.° En la celda, en los hábitos, en la mesa, en los libros, en los viajes, etc. Pauperes esse volunt, eo tamen pacto ut nihil eis desit 
(Quieren ser pobres, a condición de que nada les falte) (San Bernardo, De Adv. Dom.). 

4.° Ejemplo de santo Tomás de Villanueva -Mirada al crucifijo; pensamientos de quien se hace pobre por Jesucristo, en punto de 
muerte. 

JUEVES POR LA TARDE.-LOS PADRES 

Dijo Dios a Abrahán: Egredere de terra tua et de cognatione tua, et de domo patris tui, et veni in terram quam monstravero tibi (Vete de 
tu tierra y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré) (Gen. XII, 1). 

Melchisedech, sacerdote del Dios Sumo, sine patre, sine matre, sine genealogía (sin padre, ni madre, ni genealogía) (San Pablo a los 
Hebreos VIII, 3). 

Los ministros de Dios deben alejarse de la patria y los parientes, si quieren hacer el bien.-Nemo propheta acceptus est in patria sua 
(Ningún profeta es bien recibido en su tierra) (Luc. IV, 24). 

Es doctrina de Jesucristo: Si quis venit ad me et non odit patrem suum et matrem suam etc., non potest meus esse discipulus (Si alguno 
viene donde mí y no odia a su padre, a su madre... no puede ser discípulo mío) (Luc. XIV, 29). -Veni enim separate hominem adversus 
patrem suum, et filiam adversus matrem suam (He venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre) (Mat. X, 35), 
porque inimici hominis, domestici ejus (sus propios familiares serán los enemigos de cada cual). -Ya que frequenter amici carnales 
aversantur profectui spirituali: propinqui enim carnis in hoc negotio amici non sunt, sed inimici (frecuentemente los amigos carnales 
apartan del progreso espiritual; los próximos según la carne no son amigos en este asunto, sino enemigos) (Santo Tomás). 

Moisés, estando ya para morir, dijo casi lo mismo de los levitas que habían obedecido el mandato del Señor: Qui dixit patri suo et matri 
suae: nescio vos: et fratribus suis: Ignoro vos... hi custodiarunt eloquium tuum et pactum tuum servaverunt (El que dijo de su padre y de 
su madre: «No los he visto»; el que no reconoce a sus hermanos y a sus hijos ignora, pues han guardado tu palabra y conservarán tu 
alianza) (Deut. XXXIII, 9). 

((991)) Gran premio. -Omnis qui reliquerit, etc. (El que dejare todo). -Padres pobres a quienes ayudar -Sit haeres, sed mater filiorum, 
idest gregis sui, Ecclesia, quae illos genuit, nutrivit et pavit (Sea heredero, pero madre de los hijos, esto es, de su grey, la 
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Iglesia, que los engendró, alimentó y educó) (San Juan Crisóstomo). -Dice san Jerónimo a Nepociano: Obsecro itaque te, et repetens 
iterumque monebo, ne officium clericatus antiquae militiae putes: idest ne lucra saeculi in Christi quaeras militia (Vivamente te pido, y 
de nuevo te aviso, repitiendo no creas que el ministerio de clérigo es el de la antigua milicia: es decir, no busques las ganancias del siglo 
en la milicia de Cristo). -Dificultades: -de tener medios, de vivir, de que los padres vivan, de que estén necesitados -Ejemplos recientes: 
Juan Boggero... 1 Vendite quae possidetis et date eleemosynam (Vended lo que poseéis y dadlo en limosna) -Y en otra parte: Quod 
superest, date eleemosynam (Lo que sobra, dadlo de limosna) y no a los padres. 

No mezclarse en los asuntos y cuestiones de los padres o de otros seglares: Nemo, militans Deo, implicat se negotiis secularibus, ut ei 
placeat, cui se probavit (Nadie que se dedica a la milicia de Dios, se enreda en los negocios de la vida, si quiere complacer al que les ha 
alistado) (II Tim. 2, 4). -Pérdida del espíritu durante las vacaciones, con motivo de fiestas, predicación -San Antonio quemó un paquete 
de cartas. -Privaciones ampliamente recompensadas: céntuplo en esta vida y gloria eterna en la otra. Ejemplo del Salvador. 

VIERNES POR LA MAÑANA.-LA CASTIDAD 

Necesaria para todos, y singularmente para quienes se dedican a la educación de la juventud. -Virtud grande. -Eleva al hombre al nivel 
de los ángeles: Erunt sicut angeli Dei (Serán como los ángeles de Dios) -Conocida en el Antiguo Testamento: Daniel, Susana. Milagro 
del Ecce Virgo concipiet (He aquí que una Virgen concebirá). Apreciada por el Salvador. Madre virgen, padre putativo virgen, discípulo 
predilecto virgen. -Hechos diversos. -Matrem Virginem Virgini commendavit (Encomendó una Madre Virgen al que era Virgen) (San 
Jerónimo). -Hecho del Apocalipsis. -Castaque Virginitas decoratur conjuge Christo (La casta virginidad es condecorada con el cónyuge 
Cristo) (San Gregorio Naz.). 

Medios negativos para conservar esta virtud. -Fuga de las ocasiones -Cerrar las ventanas: los ojos; Pepigi foedus cum oculis meis ut ne 
cogitarem quidem de virgine (Había yo hecho un pacto con mis ojos, y no miraba a ninguna doncella) (Job XXXI, 1 ). -Oculus meus 
depraedatus est animam meam (Me hacen daño mis ojos, por todas las hijas de mi ciudad) (Lm. III, 51) -Los oídos. Cerrar la puerta: 
evitar las conversaciones con gente del mundo, con personas de otro sexo. Tamquam a facie colubri (Como de una serpiente) 
-((Hospitiolum tuum aut raro, aut nunquam mulieris pedes terant. Omnes puellas aut virgines Christi, aut aequaliter ignora, aut aequaliter 
dilige. Nec sub eodem tecto mansites: nec in praeterita castitate confidas (Que los pies de la mujer no pisen tu albergue nunca o rara vez. 
Desconoce o ama por igual a todas las hijas o doncellas de Cristo. Y no habites bajo el mismo techo: ni te fíes de la pasada castidad) (San 
Jerónimo a Nepociano) Si propter officium clericatus, aut vidua visitatur, aut virgo, numquam solus domum introducas (id.) (Si por 
ministerio clerical, visitas a una viuda o a un doncella, nunca entres solo en casa))). 

Con los niños más agraciados. Gran cuidado de ponerles las manos encima. 

1 Véase Vol. VIII, pág. 469 y siguientes. 
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Ninguna amistad particular. -El que se entrega a Dios huya del demonio -Qui familiaritatem non vult vitare suspectam, cito labitur in 
ruinam (El que no quiere evitar una familiaridad sospechosa, siempre cae en la ruina). -Evitar el juego, las tertulias de comidas; gran 
respeto a sí mismo. Apprehende fugam, si vis referre victoriam (Huye si quieres triunfar. -No fiarse de la buena vida anterior ((992)) 
-Terribles ejemplos de David y Salomón. Habemus thesaurum in vasis fictilibus (llevamos un tesoro en vasijas de barro). 

VIERNES POR LA TARDE.-MEDIOS POSITIVOS 

1.° Oración, meditación, visita al Santísimo Sacramento, breviario y misa bien celebrada o bien servida. -Jaculatorias, medallas, 
crucifijos, etc. -Devoción especial a la Santísima Virgen -Sileat misericordia tua, Virgo Beata, si quis est qui te invocatam in 
necessitatibus meminerit defuisse (No se hable de tu misericordia, Bienaventurada Virgen, si hay alguno que, habiéndote invocado en sus 
necesidades, recordase que le has fallado) (San Bernardo, 4.° sermón sobre la Asunción). -Promover su devoción entre los muchachos; 
ejemplos, libritos, etc. -Sus fiestas, novenas, sábados y canciones. 

2.° Fuga del ocio. 

((Vult et non vult piger. Desideria occidunt pigrum (El perezoso quiere y no quiere. Los deseos matan al perezoso) (Prov. XIII, 4: XXL, 
25). In desideriis est omnis otiosus (Todo ocioso vive de deseos) (San Jerónimo ad Rusticum))). Omnem malitiam docuit otiositas (La 
ociosidad enseña todos los males). Y san Jerónimo ad Rusticum, añade: Facito aliquid operis ut te diabolus semper occupatum inveniat. 
Nunquam de manu et oculis recedat liber. (Haz algún trabajo para que el diablo te encuentre siempre ocupado. No caiga nunca el libro de 
tu mano y de tus ojos). -Ocupaciones diversas -Véase san Jerónimo ad Rusticum, pág. 260, 1-2. 

3.° Confesión frecuente. -Confesar las cosas espinosas, aunque sean dudosas -Nec ipse te doceas, et absque doctore ingrediaris viam 
quam numquam ingressus es (No te fies de ti mismo y te metas, sin maestro, por un camino que nunca debías haber tomado) (ad 
Rusticum) -Necesidad de un guía. -Comunión frecuente: alimento de los fuertes, alimento de vida. Qui manducat hunc panem vivet in 
aeternum (Quien come de este pan vivirá eternamente) (Juan 6, 59). -Comunión espiritual; inculcarla a los demás. 

4.° Vigilar las cosas pequeñas: Si vis magnus esse, a minimo incipe. Principiis obsta (Si quieres ser grande, empieza por lo más 
pequeño. Oponte al principio) (San Agustín). -Posición de la persona, de los hábitos, del caminar, sentarse, descansar, bromear, etc. 
Conclusión. 

CONCLUSION 

Messis... multa... Rogate Dominum... ut mittat operarios in vineam suam (La mies... mucha... Rogad al Señor... que envíe operarios a su 
viña) (Luc. 10, 2). -Trabajemos con fe practicando lo que inculcamos a los demás. Celosa guardia y observancia de las Reglas y 
especialmente de los votos. Sean siempre los tres custodios de las virtudes y de los peligros de nuestra alma. 

Con firme esperanza. Qui confidit in illo non minorabitur (El que pone su confianza ne el Señor no sufre daño) (Eccli. 32, 28). -Nos 
espera gran merced en la vida, en la muerte, en la eternidad. 

Con caridad. Qui manet in caritate, in Deo manet (Quien permanece en la caridad 
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permanece en Dios) (I Juan 4, 16). -Y si Dios está con nosotros, lo podemos todo: Omnia possum in eo, qui me confortat (Todo lo puedo 
en aquél que me conforta) (Filp. 4, 13). 

Caridad con Dios: Unico digno de ser amado y servido. -Verdadero remunerador de todo, aun de lo más pequeño que hagamos por su 
amor. 
((993)) Caridad con los Superiores: con los hermanos: con los muchachos que piden pan espiritual. Parvuli petierunt panem... (Los niños 
pidieron pan) (Lam. 4, 4). -Aperuit (infernus) os suum absque ullo termino; et descendent fortes eius... et populus eius ad eum (Dilató (el 
infierno) su boca sin medida y a él baja su nobleza y su plebe) (Is. 5, 14). 

Consuelo en punto de muerte: recepción que nos harán las almas del cielo salvadas por nosotros. -Animo. 

OTRA INTRODUCCION 1 

Importancia de la aprobación de nuestra Congregación porque nos asegura que es obra del Señor. -Asegura el estado espiritual y 
temporal de sus miembros. -Es invariable el ministerio. 

Pero es necesaria la vocación. Satagite ut per bona opera certam vestram vocationem et electionem faciatis (Poned el mayor empeño en 
afianzar vuestra vocación y vuestra elección) (II Pet. 1, 10) porque sin vocación non sine magnis difficultatibus poterit suae saluti 
consulere (no sin grandes dificultades podrá atender a su salvación) dice Abert. 

»No puede uno salvarse en el mundo? -Sí, pero con gran dificultad. -Rota la rueda maestra del reloj, todo anda mal (Granada). -Bene 
currit sed extra viam (Corre bien pero fuera de camino) (San Agustín). -Vae qui contradicit fictori (Ay de quien contradice a su autor) (Is. 
45, 9). -Ejemplo de un joven del Colegio Romano. Véase Lancizio y Ligorio. 

»Cómo acertar? Conociendo: 

1.° Si se tiene inclinación. 

2.° Si uno entiende que se encuentra más lejos de los peligros. 

3.° Señales particulares: Lecturas, como san Agustín -Predicación, como san Antonio -Muerte, como san Francisco de Borja. 

4.° Aflicciones, desgracias, miserias -Ansiedad de parientes y amigos. -Cuando uno es despreciado por el mundo, como cuenta el P. 
Piatti de un joven que cayó del caballo y, ante las burlas, resolvió abandonar el mundo. 

La llamada a nuestra Congregación es mas fácil porque no propone más que la voluntad de vivir como buenos cristianos para los 
coadjutores, y como buenos eclesiásticos para los sacerdotes. 

PERSEVERANCIA EN LA PROPIA VOCACION 

San Alfonso propone tres medios: secreto, oración y recogimiento. Secreto con todos; el mundo no entiende: animalis homo non 
percipit ea quae sunt spiritus Dei (El hombre animal no percibe lo que es del espíritu de Dios) (I Cor. 2, 14); y a los mismos padres. 

1 Los títulos siguientes Otra Introducción y Perseverancia en la propia vocación, quizá fueron desarrollados en la segunda tanda de 
1869; el segundo Otra Introducción tiene datos que inclinan a fijarlo en el 1870. 

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Hechos evangélicos. 

Scriba ait illi: Magister, sequar te, quocumque ieris. Dicit ei Jesus: Vulpes foveas etc. (Se acercó un escriba y le dijo: «Maestro, te 
seguiré adonde quiera que vayas». Dícele Jesús: «Las zorras tienen guaridas», etc.) (Mat. 8, 19 y 20). ((994)) Alius autem de discipulis 
eius ait illi: Domine, permitte me primum ire, et sepelire patrem meum. Jesus... ait: Sequere me et dimitte mortuos sepelire mortuos. 
(Otro de sus discípulos le dijo: «Señor déjame ir primero a enterrar a mi padre.» Dícele Jesús: «Sígueme y deja que los muertos entierren 
a sus muertos») (Idem. 8, 21 y 22). Tu... vade et annuntia regnum Dei (Tú... vete a anunciar el reino de Dios) (Luc. 9, 60). -Et ait alter: 
Sequar te, Domine, sed permitte mihi primum renuntiare his quae domi sunt. Ait ad illum Jesus: Nemo mittens manum suam ad aratrum, 
etc. (Otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa». Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el 
arado y...» etc. (Id. 9, 61 y 62). 

OTRA INTRODUCCION 

Un buen comerciante dedica cada año un tiempo especial para hacer inventario de todo. Nosotros debemos hacer lo mismo con las 
cosas del alma. Debemos hacer bien ese inventario, porque: 

1.° Es justo que, después de haber dedicado un año a las cosas materiales, dediquemos algunos días a las espirituales. 

2.° Dios suele conceder gracias extraordinarias durante el retiro. Moisés ve a Dios; el Decálogo; la columna de fuego, la nube, el agua, 
el maná, etc. El Salvador a los Apóstoles: Venite seorsum in desertum locum etc. (Venid aparte, a un lugar solitario) (Marc. 6, 31). 

3.° Todos necesitamos este inventario: pecadores, tibios, justos: examinar nuestra vocación, conocer nuestros deberes, etc. 

4.° Las grandes gracias las concede Dios con parsimonia: transibat benefaciendo (pasaba haciendo el bien). 

Sólo una vez envió el Espíritu Santo al Cenáculo; puede que éstos sean los últimos ejercicios. Ejemplo de quien no pudo 
hacerlos-Giacchetti 1. -Cuántos en el mundo no tienen oportunidad. -Procuremos hacerlos bien, observando cuanto está prescrito para 
estos días. -Oración: devoción a María -a san Francisco de Sales. -Examinar seriamente nuestros asuntos en relación: con Dios, con el 
mundo, y con nosotros mismos. 

Felices los compañeros Mellica y Croserio. Felices nosotros si los imitamos 2. 

1 El clérigo Carlos Giacchetti salía el Oratorio del 17 de julio de 1869 y ya no volvió más Murió en su casa. 

2 Bernardo Mellica y don Augusto Croserio murieron santamente entre nosotros en los primeros meses de 1870. Véase la pág. 739 y la 
pág. 747. 
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En una hojita 

INTRODUCCION A LOS EJERCICIOS 

Finalidad de los soldados que hacen ejercicios con las armas. Lo mismo nosotros. 

Hacer como el jardinero, que siempre encuentra algo que arreglar alrededor de sus árboles y plantas -Planta que no daba fruto hacía tres 
años. 

»Cuáles son los frutos de la pobreza, de la castidad, de la obediencia? 

Persuasión de que nos son necesarios. Oración. Práctica del horario. 

((995)) III 

En una hoja dividida en cuatro páginas iguales que el primer manuscrito 

CUENTA DE CONCIENCIA 

Amicus fidelis medicamentum vitae: si... videris sensatum evigila ad eum, et gradus ostiorum illius exterat pes tuus (El amigo fiel es 
remedio de vida: si ves un hombre prudente madruga a seguirle, que gaste tu pie el umbral de su puerta) (Eccle. 16, 36). 

Este amigo, ese tesoro lo tenemos en el Superior, en el cual, según nuestra Regla, debemos tener ilimitada confianza para todo, hasta 
para los asuntos de conciencia. 

1.° No es nada nuevo, sino de todas las Instituciones. Ejemplo de Pitágoras; del Salvador, que decía a sus apóstoles: Habete fiduciam 
(Tened confianza) (Mat. 14, 27). -Los antiguos Padres la llamaban la primera letra del alfabeto de la perfección. (Cass. Libr. 4). 

Dominicos, franciscanos, jesuitas; san Ignacio: Re in Domino considerata, visum est nobis in Divinae maiestatis conspectu, mirum in 
modum conferre, ut superioribus subditi omnino perspecti sint (Considerada la cuestión ante el Señor, nos pareció a la mirada de su 
Divina Majestad ser muy conveniente, que los súbditos fuerari totalmente conocidos por los Superiores (Constituciones, cap. 4.°). 

2.° Es útil para la enmienda del alma. Qui abscondit scelera sua, non dirigetur (Quien esconde sus pecados, no es dirigido (Prov. 28, 
13). -Quod ignorat, edicina non sanat (La medicina no cura lo que ignora) (San Jerónimo). El superior, médico que aplica medios 
oportunos al mal, para lo cual necesita confianza. El demonio teme esta confianza y gusta del secreto -porque si queda solo: Vae soli: 
quia cum ceciderit non habet sublevantem se (Ay del solo: porque, cuando cayere, no tiene quien le levante) (Eccl. 4, 10). -Ejemplo del 
gran san Macario que encontró al demonio, etc. Si denudaveris absconsa illius, non persequeris post eum (Si descubres sus secretos, no 
vayas tras él) (Eclesiastés, 27, 19). De donde Casiano dice: Tandiu suggestiones ejus (del diablo) noxiae dominantur in nobis, quamdiu 
celantur in corde (tanto tiempo dominan en nosotros sus sugestiones de culpa, cuanto se mantienen ocultas en el corazón). 

3.° Util a la salud. -Se conocen y se curan los fastidios -Se le pueden confiar cosas no superiores a sus fuerzas. 

4.° Util a los Superiores que pueden servirse del súbdito para lo que él vale, y no 

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agobiarlo, y hasta condescender con sus inclinaciones y confiarle cargos, unicuique secumdum propriam virtutem (a cada uno según su 
propio valer). 

5.° Para bien de nuestra Congregación. Sobre todo para nosotros, que tenemos poca vida contemplativa. -Enseñar, predicar, catequizar, 
asistir, dar clase, en las cárceles, en los hospitales, en los centros de educación. -Satisfacción de quien expone su interior y después 
obedece. -Dios le ayudará y super aspidem et basiliscum ambulabit, etc. (Pisará sobre el aspid y la víbora) (Sal. 90, 13). 

Cómo hay que hacer: 

1.° Como el enfermo que descubre sus males al médico. Ejemplo de los diez leprosos: -Jesu praeceptor, miserere nostri. Et factum est, 
dum irent, mundati sunt (Jesús, maestro, ten compasión de nosotros. Y sucedió que, mientras caminaban, quedaron limpios) (Luc. XVII, 
13, 14). ((Historieta de san Serapión a sus monjes, sobre un panecillo.)) 

((996)) 2.° Engaños del demonio: Son cosas pequeñas. Ya sé lo que me dirá el Superior. Se le molestará, perderá el tiempo, etc. 

CONFESION 

La Congregación prescribe la confesión semanal. Diferencia entre cuenta de conciencia y confesión. -Es un sacramento instituido por 
Nuestro Señor Jesucristo. -Quorum remiseritis, etc. -Veniebant ad pedes apost; etc. (A quienes perdonareis. -Venían a los pies de los 
apóstoles). -Elección del confesor. -Continuidad del mismo. -Ejemplo del médico... 

Examen práctico: deberes, obediencia, castidad, pobreza. -Si se practican los consejos dados en la confesión anterior. -Recomendarlo y 
practicarlo. 

EDUCACION CRISTIANA 

La caridad practicada constituye la verdadera educación y buena crianza. -Charitas benigna est, etc. (La caridad es benigna). Practicarla 
y enseñarla: 

1.° En la mesa. -No buscar los primeros puestos, no sentarse, no empezar a comer antes que el dueño. -No usar la servilleta para 
limpiarse la nariz, los ojos, el sudor; -la cuchara como una pluma; el cuchillo como una navaja; -no comer con los dedos; -no sorber en el 
plato o en la taza; -mucha discreción al servirse; -sobriedad al beber; -no quejarse de las personas o de las cosas que se presentan; -no 
hablar de cosas tristes o de cosas que pueden causar repugnancia. Charitas Christi urget nos (La caridad de Cristo nos impele) (II Cor. 5, 
14). 

No estropear la comida, no cortar el pan sin necesidad -no atusarse los cabellos con las manos, -no chuparse los dedos, -dar preferencia 
a los demás para servirse. 

2.° Durante el recreo. -Dejar siempre la palabra al Superior o al dueño de la casa; -No interrumpir a quien habla; -Hablar bien de los 
demás o callar. -Charitas... non cogitat malum (La caridad no piensa mal) (I Cor. 13, 5). 

3.° No limpiarse la nariz, los ojos, las orejas, con las uñas -no detenerse a mirar los mocos en el pañuelo. -Evitar murmuraciones, 
reproches, no criticar las acciones y conversaciones ajenas o lo que se presenta en la mesa. -No rascarse. -No hacer bromas ofensivas. -El 
que pueda, introduzca conversaciones amenas, ejemplos, historietas; pero, de ordinario, óigase hablar a los demás. -Servir con gusto. -
Consolar a los afligidos. -Si alguno murmura o introduce malas conversaciones, guárdese profundo silencio, cámbiese de conversación o 
retírese. 

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3.° En general: saludar siempre a las personas mayores que nosotros. -Darles comodidad para sentarse. -No manchar o estropear el 
pavimento, las mesas, las sillas, las paredes, el tintero, el escritorio o cualquier cosa que pertenezca a los demás. -En casa ajena, en 
presencia de una persona superior, ((997)) estar siempre con la cabeza descubierta. -((No decir nunca si o no, a las personas de distinción, 
sino sí señor, o no señor)). -Dirigir la palabra a todos. -No decir o hacer nada que pueda molestar al prójimo, en particular durante la 
conversación. 

Agradecer cualquier servicio o favor. -No olvidar los beneficios recibidos y ser agradecidos a los bienhechores. -Practiquémoslo y 
enseñémoslo a los otros. -Agradecimiento a Dios y a los hombres. 

En otra hojita dividida en cuatro páginas 

ORACION 

El demonio se las arregla siempre para estorbar la oración. -Debemos combatirlo, rezando siempre para evitar sus asechanzas. 

Necesidad: Sine intermissione orate (Orad sin descanso) (I Tesal. 5, 17). -Petite et accipietis (Pedid y recibiréis) (Jn. 16, 24). -Qui petit 
accipit... et pulsanti aperietur (El que pide recibe... y al que llama se le abre (Mat. 7, 8). -Los Padres la llaman escala de oro con la que 
subimos al cielo; escala de Jacob; san Agustín la llama pan del alma, llave del cielo, calor del cuerpo. Santo Tomás de Villanueva, arma 
del soldado en batalla. 

Oración vocal -Oraciones de nuestra Sociedad. -Oraciones de la mañana y de la noche. -Rosario. -Angelus. -Antes y después de comer. 
-Misa y breviario para quien tiene obligación. -Visita al Santísimo Sacramento. -Bendición en los días de trabajo y festivos. -Antes y 
después de la comunión. 

Meditación. -Más corta o más larga, hacerla siempre. Si se puede, con un libro. Sea un espejo para nosotros, dice san Nilo, para conocer 
nuestros pecados y la falta de virtudes. No se omita nunca. -El hombre que no reza es un hombre perdido (Santa Teresa). In meditatione 
mea exardescet ignis (De mi meditación prendió el fuego) (Salm. 38, 4). -Es para el alma como el calor para el cuerpo. 

Oración vocal sin intervención de la mente es como un cuerpo sin alma -Queja del Señor: Populus hic labiis me honorat: cor autem 
eorum longe est a me (Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí) (Marc. 7, 6). 

Jaculatorias. -Resumen de la oración vocal y mental. San Buenaventura las llama aspiraciones, porque, como la respiración, parten del 
corazón y van a Dios. Son dardos encendidos que envían a Dios los afectos del corazón y hieren a los enemigos del alma, las tentaciones, 
los vicios, etc. San Casiano recomienda ésta: Deus, in adjutorium meum, etc. (Señor, ven en mi ayuda). 

Todos los que se entregaron al servicio del Señor emplearon constantemente la oración mental, vocal y las jaculatorias. 
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((998)) 

MORTIFICACION 

Nuestro cuerpo es el opresor del alma: Corpus enim, quod corrumpitur, aggravat animam (Un cuerpo corruptible hace pesada al alma) 
(Sap. 9, 15). -Comparación de un caballo o de un borrico que marcha mal. -Hay que domarlo con la mortificación. 

Caída de Adán y desorden que ocasionó y ocasiona en el hombre. Haec est m in obedienti homini in semetipso, ut ei vicissim non 
obediatur neque a semetipso (Es una pena para el hombre desobediente en sí mismo, que a menudo no se obedezca ni a sí mismo) (San 
Agustín). Por consiguiente, se sigue de ello que homo cum in honore esset, etc. (El hombre cuando es honrado) (Salm. 48, 13). -Para 
domar a ese enemigo empieza diciendo: Qui vult venire post me, abneget semetiptum,... et sequatur (El que quiere venir en pos de mí, 
niéguese a sí mismo y sígame) (Mat. 16, 24). -»Hasta cuándo? Usque ad mortem (Hasta la muerte), con la amenaza de que qui non vult 
pati cum Christo, non potest gaudere cum Christo (quien no quiere padecer con Cristo, no puede gozar con Cristo). (San Pablo). 

Ejemplos. -San Juan Bautista en el desierto. El Salvador suda sangre; dice: Nisi poenitentiam, etc. (Si no hiciereis penitencia). Los 
apóstoles: Ibant, etc. San Pablo: Trabajaba ganándose la vida para sí y para los suyos. Castigo corpus meum (Castigo mi cuerpo). Rompe 
la cabeza. -San Pedro crucificado. -San Gregorio Taumaturgo, San Pablo en el monte..., San Antonio en la Tebaida. -San Ambrosio. -»Y 
los otros? Mortificación de los sentidos. -De los ojos, al mirar, leer, habitación, cama, molestias, ropa, libros, y otras cosas particulares. 

Contentarse con la comida -vino, pan, manjares, fruta, café; saber aguantar e invitar a ello. Nada fuera de lo ordinario; ni un cojín en la 
habitación, ni bebidas. Soportar a los demás; perdonar de corazón; puntualidad en las obligaciones. 

Maestros, asistentes con sus dependientes; no poner nunca las manos encima, no introducirlos en la habitación, nunca amistades 
particulares. 

Ayuno del viernes. -Cómo debe hacerse. -Aguantar el calor, el frío, las molestias de la enfermedad, la carencia de algo. Viajes sin 
necesidad. 

Con estas pequeñas mortificaciones se alcanzará el fervor en la oración, se vencerán las insidias del cuerpo, triunfará la virtud, la 
Congregación se convertirá en un paraíso terrestre. 

CORRECCION FRATERNA 

La corrección fraterna es la parte práctica de la mortificación, el fundamento de la caridad: Quem enim diligit Dominus, corripit; et 
quasi pater in filio complacet sibi (Porque Dios reprende a aquel que ama, como un padre al hijo querido) (Prov. 3, 12). -La corrección 
fraterna es un gran beneficio. 

Melior est manifesta correptio quam amor absconditus (Mejor es la reprensión manifiesta que el amor silencioso) (Prov. 27, 5). El 
Superior no es un juez, sino un Padre que avisa. Ejemplo de san Francisco de Borja. -Del que nos avisa de una costumbre al revés. 

((999)) Nosotros no vemos nuestros defectos. Nemo judex in propria causa (Nadie es juez en propia causa), dicen los filósofos. -Habría 
que pagar a un enemigo para que nos avisara, dice Plutarco, porque los amigos suelen adularnos. -El Superior nos dice claramente los 
defectos, como un amigo, en secreto, no para castigarnos, sino 

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sólo para nuestro bien, por lo que: Melius est a sapiente corripi, quam stultorum adulatione decipi (Mejor es oír el reproche de un sabio 
que escuchar las cantinelas de los necios) (Eccl. 7, 6). 

Defecto primero: La soberbia. -Veritas odium parit (La verdad engendra el odio) (San Agustín). -Qui odit increpationes, insipiens est 
(El que odia la represión es tonto) (Prov. 12, 1). Es semejante al demonio: Qui odit correptionem, vestigium est peccatoris (El que odia la 
reprensión sigue las huellas del pecador) (Eccl. 21, 7). 

Ejemplo del que se enfurece. »Quién querrá avisarle? -Humanidad. -no excusarnos, sino rendirnos. Por ejemplo: Jetró a Moisés. -San 
Ambrosio a Teodosio. 

Cómo dar la cuenta de conciencia mensual. -No omitirla nunca, no manifestarse ofendido. -Como aquél a quien se le cura una llaga o se 
le quita una espina, etcétera. 1. 

APENDICE «B» 

(Véase Pág. 699) 

24 de mayo, 24 de junio de 1873 

Era una noche oscura, los hombres no podían distinguir el camino a seguir para regresar a sus pueblos, cuando apareció en el cielo una 
luz esplendorosa que iluminaba los pasos de los viajeros como si fuese el mediodía. En aquel momento viose una multitud de hombres, 
mujeres, ancianos, niños, frailes, monjas y sacerdotes con el Pontífice a la cabeza, que salían del Vaticano y se colocaban en filas como 
para una procesión. 

Mas he aquí que un furioso temporal, oscureciendo algo la luz, parecía entablar una batalla entre la luz y las tinieblas. Mientras tanto se 
llegó a una plazoleta cubierta de muertos y heridos, algunos de los cuales pedían auxilio en alta voz. 

Las filas que formaban la procesión se aclararon bastante. Después de haber caminado, por un espacio de tiempo correspondiente a 
doscientas salidas del sol, todos se dieron cuenta de que ya no estaban en Roma. El desaliento invadió el ánimo ((l000)) de todos, y se 
agruparon en torno al Pontífice, para defender su persona y asistirlo en sus necesidades. 

En aquel momento viéronse dos ángeles que llevaban un estandarte y fueron a presentarlo al Pontífice diciendo: 

-Recibe el estandarte de Aquél que combate y dispersa los más fuertes ejércitos de la tierra. Tus enemigos han desaparecido, y tus hijos 
imploran tu retorno con lágrimas y suspiros. 

Fijando la mirada en el estandarte, veíase escrito por una parte: Regina sine labe Concepta (Reina concebida sin mancha); y por la otra: 
Auxilium Christianorum. 

El Pontífice tomó con alegría el estandarte, pero, al ver los pocos que habían quedado junto a él, se afligió mucho. 

Los dos ángeles añadieron: 

-Vete enseguida a controlar a tus hijos. Escribe a tus hermanos dispersos, por las diversas partes del mundo, que es necesaria una 
reforma en las costumbres de los hombres. Esto no se puede conseguir más que repartiendo a los pueblos el pan 

1 Todos los manuscritos, que con diligencia hemos copiado en este Apéndice «A», como estaban muy ajados, hacen suponer 
claramente que don Bosco los empleó más de una vez. Por tanto, pueden también scr meditados con fruto por nuestros predicadores. 

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de la divina palabra. Catequizad a los niños, predicad el desapego de las cosas de la tierra. Ha llegado el tiempo, concluyeron los dos 
ángeles, en que los pobres serán los evangelizadores de los pueblos. Los levitas serán buscados entre la azada, la pala y el martillo, a fin 
de que se cumplan las palabras de David: Dios ha levantado al pobre de la tierra para colocarlo en el trono de los príncipes de su pueblo. 

Oído esto, el Pontífice se puso en movimiento, y las filas de la procesión empezaron a engrosar. Cuando puso el pie en la Ciudad Santa 
se echó a llorar ante la desolación de los ciudadanos, muchos de los cuales ya no estaban. Al entrar en San Pedro, entonó el Tedéum, al 
que respondió un coro de ángeles cantando: 

-Gloria in excelsis Deo, et in terra pax hominibus bonae voluntatis. 

Terminado el canto, cesó totalmente la oscuridad y lució un sol esplendoroso. 

Las ciudades, los pueblos, los campos habían disminuido de población, la tierra estaba como arrasada por un huracán, por el aguacero y 
el granizo, e iban las gentes unas hacia otras conmovidas y diciendo: 

-Est Deus in Israel (Dios está en Israel). 

Desde el principio del destierro hasta el canto del Tedéum salió el sol doscientas veces. Todo el tiempo que transcurrió para el 
cumplimiento de estas cosas se corresponde con cuatrocientas salidas del sol. 
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