intentan insinuarse entre zafios e ignorantes. En este sentido hay que orientar
los sermones que, de cuando en cuando, dirigimos al pueblo; los triduos, las
novenas y la difusión de los buenos libros.”
4. Por esto, entre los libros que hay que divulgar, propongo que demos
preferencia a los que tienen fama de ser buenos, moral y religiosamente
hablando, especialmente los que salen de nuestras tipografías, ya sea porque la
ventaja material que reportan se invierte en acciones caritativas para el
mantenimiento de nuestros jovencitos más pobres, o porque nuestras
publicaciones tienden a presentar un sistema ordenado que abraza, a gran escala,
todas las categorías sociales de la humanidad. No me detengo sobre este punto;
pero sí que lo haré sobre un grupo solamente, el de los jóvenes, a los que he
querido siempre hacer el, bien no sólo con la palabra, sino también con la prensa.
Con las Lecturas Católicas, deseando instruir a todos, tenía como punto de mira
el entrar en las casas, hacer conocer los valores del espíritu en nuestros colegios
y atraer a la virtud a los jóvenes, de modo especial con las biografías de Savio, de
Besucco y de otros. Con el “Giovane Provveduto” (El Joven Cristiano), me
propuse llevarlos a la iglesia, infundirles el espíritu de piedad y enamorarlos con
la frecuencia de los sacramentos.
Con la colección de los clásicos italianos y latinos corregidos y con la Historia de
Italia y otros libros históricos o literarios, quise sentarme a su lado en la clase y
guardarlos de tantos errores y pasiones que les habrían sido nefastos aquí y para
la eternidad.
Anhelaba ser su compañero en el recreo; y he tenido la idea de preparar una
serie de libros amenos que espero no tarde en ver la luz.
Finalmente, con el Boletín Salesiano, entre tantísimos proyectos, tuve también
éste: mantener vivo en los jóvenes, vueltos a sus casas, el amor al espíritu de San
Francisco de Sales y a sus normas y hacer de ellos mismos los salvadores de otros
jóvenes.
No digo que haya logrado mi ideal de perfección; pero sí os digo que a vosotros os
toca arreglarlo, de manera que sea completo en todas sus partes.
Os pido insistentemente, pues, de no dejar de lado esta faceta tan importante de
nuestra misión.
Empezadla ya, no sólo entre los mismos jóvenes que la Providencia os ha
confiado, con vuestra palabra y con vuestro ejemplo, sino aún más haciéndoles
apóstoles de la difusión de los buenos libros.
Al principio del año, los alumnos, especialmente los nuevos, se llenan de
entusiasmo ante las propuestas de nuestras asiciaciones, tanto más cuando ven
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