1. El sueño de los 9 años. |
Los Sueños de San Juan Bosco -1 al 40-
Título: Los Sueños de San Juan Bosco
Extraídos de la Vida de San Juan Bosco -Memorias Biográficas en 19 volúmenes-.
>>Los Sueños de San Juan Bosco<<
>>41 al 80<<
>>81 al 120<<
>>121 al 159<<
En la vida de San Juan Bosco (escrita en 19 volúmenes llamados Memorias Biográficas), se narran 159 sueños de este Santo.
Al principio él no les daba mayor importancia, pero luego se fue dando cuenta de que lo que en sus sueños veía o escuchaba se cumplía después con maravillosa exactitud, y empezó a narrarlos a sus discípulos de mayor confianza. No había pensado escribirlos, pero el Sumo Pontífice Pío IX, al darse cuenta del mucho bien que estos sueños podrían hacer a la gente, le mandó terminantemente que los escribiera.
El Santo decía: “He llegado a convencerme de que a veces la narración de un sueño de éstos les hace mayor bien a los oyentes que un sermón”. Y en 1886, dos años antes de morir, al oír que su gran amigo el Padre Lemoyne le decía: “Muchos de sus sueños se pueden llamar “Revelaciones de Dios”, Don Bosco exclamó: “Así es, son revelaciones de Dios”.
Lo que más impresionaba a los que le escuchaban a San Juan Bosco narrar los sueños que había tenido, era el constatar poco tiempo después cómo se iba cumpliendo a la letra todo lo que en el sueño le había sido avisado que iba a suceder.
Cuando a mitad del siglo XX fue fundada la ciudad de Brasilia, los constructores quedaron admirados al constatar que ellos sin habérselo propuesto, fundaron la ciudad en el sitio exacto donde la vio Don Bosco en sueños 70 años antes. Y otro tanto sucedió en Argentina cuanto encontraron pozos de petróleo donde nadie imaginaba, pero donde las había visto en sueños nuestro Santo.
Tuve por entonces un sueño que me quedó profundamente grabado en la mente para toda la vida. En el sueño me pareció estar junto a mi casa, en un paraje bastante espacioso, donde había reunida una muchedumbre de chiquillos en pleno juego. Unos reían, otros jugaban, muchos blasfemaban. Al oír aquellas blasfemias, me metí, en medio de ellos para hacerlos callar a puñetazos e insultos. En aquel momento apareció un hombre muy respetable, de varonil aspecto, notablemente vestido. Un blanco manto le cubría de arriba abajo; pero su rostro era luminoso, tanto que no se podía fijar en él la mirada. Me llamó por mi nombre y me mandó ponerme al frente de aquellos muchachos, añadiendo estas palabras: – No con golpes, sino la mansedumbre y la caridad deberás ganarte a éstos tus amigos.
Ponte, pues, ahora mismo a enseñarles la fealdad del pecado y la hermosura de la virtud.
- ¿Quién sois vos para mandarme estos imposibles? – Precisamente porque esto te parece imposible, debes convertirlo en posible por la obediencia y la adquisición de la ciencia.
- ¿En dónde?, ¿Cómo podré adquirir la ciencia? – Yo te daré la Maestra, bajo cuya disciplina podrás llegar a ser sabio y sin la cual toda sabiduría se convierte en necedad.
- Pero ¿quién sois vos que me habláis de este modo? – Yo soy el Hijo de aquella a quien tu madre te acostumbró a saludar tres veces al día.
- Mi madre me dice que no me junte con los que no conozco sin su permiso; decidme, por tanto, vuestro nombre.
- Mi nombre pregúntaselo a mi madre.
En aquel momento vi junto a él una Señora de aspecto majestuoso, vestida con un manto que resplandecía por todas partes, como si cada uno de sus puntos fuera una estrella refulgente. La cual, viéndome cada vez más desconcertado en mis preguntas y respuestas, me indicó que me acercase a ella, y tomándome bondadosamente de la mano: – “Mira” – me dijo.
Al mirar me di cuenta de que aquellos muchachos habían escapado, y vi en su lugar una multitud de cabritos, perros, gatos, osos y varios otros animales.
- “He aquí tu campo, he aquí en donde debes trabajar.
Hazte humilde, fuerte y robusto, y lo que veas que ocurre en estos momentos con estos animales, lo deberás tú hacer con mis hijos”.
En aquel momento, siempre en sueños, me eché a llorar.
Pedí que se me hablase de modo que pudiera comprender, pues no alcanzaba a entender qué quería representar todo aquello. Entonces ella me puso la mano sobre la cabeza y me dijo: – A su debido tiempo todo lo comprenderás. Dicho esto, un ruido me despertó y desapareció la visión. Quedé muy aturdido. Me parecía que tenía deshechas las manos por los puñetazos que había dado y me dolía la cara por las bofetadas recibidas; y después, aquel personaje y aquella Señora de tal modo llenaron mi mente por lo dicho y oído, que ya no pude reanudar el sueño aquella noche.
Por la mañana conté en seguida aquel sueño; primero a mis hermanos, que se echaron a reír, y luego a mi madre y a la abuela. Mi hermano José decía: – “Tú serás pastor de cabras, ovejas y otros animales”.
Mi madre: – “¡Quién sabe si un día serás sacerdote!”.
Antonio, con dureza: – “Tal vez, capitán de bandoleros”.
Pero la abuela, analfabeta del todo, con ribetes de teólogo, dio la sentencia definitiva: No hay que hacer caso a los sueños.
Yo era de la opinión de mi abuela, pero nunca pude echar en olvido aquel sueño. Lo que expondré a continuación dará explicación de ello. Y yo no hablé más de esto, y mis parientes no le dieron la menor importancia. Pero cuando en el año 1588 fui a Roma para tratar con el Papa sobre la Congregación Salesiana, él me hizo exponerle con detalle todas las cosas que tuvieran alguna apariencia sobrenatural. Entonces conté por primera vez el sueño que tuve a los nueve años. El Papa me mandó que lo escribiera literal y detalladamente, y lo dejara para alentar a los hijos de la Congregación; ésta era precisamente la finalidad de aquel viaje.
En la vida de Don Bosco se cumplió a la perfección lo señalado en éste de sus 159 sueños proféticos. Toda su vida la empleó en transformar jóvenes difíciles como fieras, en buenos cristianos como mansos corderos. Los 47 años de su sacerdocio los dedicó por completo a educar la juventud y con la ayuda de María Auxiliadora obtuvo que Jesucristo convirtiera y volviera buenos cristianos la centenares de miles de jóvenes. Hoy tienen más de dos mil colegios en más de setenta países y educan millones de jóvenes, especialmente a las clases pobres y abandonadas. Y siguen obteniendo los mismos prodigios del primer sueño: los pecadores que son como fieras se convierten en mansos corderos, o sea en católicos convencidos y prácticos.
Son tres episodios, tras una pequeña introducción: Primer episodio, con dos actos: 1er. Acto: jóvenes jugando 2º. Acto: Juanito peleando con ellos.
Segundo episodio, diálogo con Jesús, con tres actos: 1er. Acto: Juanito y Jesús 2º. Acto: Los muchachos rodean a Jesús.
3er. Acto: Prosigue el diálogo Tercer episodio, encuentro – diálogo con María, con tres actos: 1er. Acto: Niños convertidos en animales salvajes 2º. Acto: Animales salvajes convertidos en corderos.
3er. Acto: Confusión de Juanito; anuncio profético de que lo comprenderá todo a su tiempo.
Tema principal: vocación y misión de Don Bosco.
Temas secundarios: cómo ha de tratarlos; (no con golpes), tiene que prepararse: (hazte humilde), oficio mediador de María.
Personajes: Señor y Señora de noble aspecto simbolizan a Jesús y a María. Animales salvajes representan a jóvenes abandonados. Corderos simbolizan jóvenes felices y educados.
Interpretación: Don Bosco escribió este sueño en 1873, por orden del Sumo Pontífice.
Este su primer sueño lo dejó vivamente impresionado. Lo sintió como una comunicación divina, como un mensaje sobrenatural y en adelante guió el modo de vivir de Don Bosco.
El sueño se volvió a repetir durante 18 años, el cuadro general es el mismo; pero cada vez iban apareciendo escenas accesorias nuevas que precisan aspectos de su misión apostólica.
1 2. Sueño de los 15 años |
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2 3. Sueño de la Divina Pastora 1831 (MB. 1,207). |
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3 4. Juan sueña el examen que van a hacer 1832 (MB. 1,215) |
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4 5. La enfermedad de Antonio 1832 (MB. 1,229) |
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5 6. Sueña que no debe entrar de religioso 1834 (MB. 1,251). |
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6 7. Sacerdote y sastre 1834 (MB. 1, 310). |
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7 8. Su método de educación debe ser en base de amabilidad 1836 (MB. 1,342) |
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8 9. Aparición de Comollo 1839 (MB. 1, 337-379). |
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9 10. La pastora y el rebaño 1844 (MB. 2, 191-192) |
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10 12. Los mártires de Turín 1845 (MB. 2,261) |
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11 13. Triste fin de unos jóvenes que abandonan la religión 1846 (MB. 2,383). |
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12 14. El dinero para un cáliz y nueva entrevista con Luis Comollo 1846 (MB. 3,31). |
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13 15. El sueño del rosal 1847 (MB. 3,37-39). |
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14 16. Encuentro con el Rey Carlos Alberto 1847 (MB. 3,416). |
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15 17. El globo de fuego 1854 (MB. 5,58). |
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16 18. Las 12 lunas 1854 (MB. 5,272-273) |
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17 19. El futuro del joven Cagliero 1854 (MB. 5,87) |
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18 20. Grandes funerales en la Corte 1854 (MB. 5,136-138). |
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19 21. La rueda de la fortuna 1856 (MB. 5,327) |
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20 22. El sueño de los panes 1857 (MB. 5,514) |
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21 23. El gigante fatal 1859 (MB. 6,234) |
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22 24. El sueño de la marmota 1959 (MB. 6,234) |
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23 25. Aparición de mamá Margarita 1860 (MB. 5,403) |
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24 26. Aviso para esconder documentos peligrosos 1860 (MB. 6,546) |
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25 27. Las catorce mesas 1860 (MB. 7,534-535) |
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26 28. Sueño del estado de las conciencias 1860 (MB. 6,616) |
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27 29. Una amenaza de muerte 1860 (MB. 6,625) |
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28 30. Un paseo al paraíso 1861 (MB. 653) |
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29 31. Desde lejos ve lo que otros están haciendo 1861. |
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30 32. La linterna mágica 1861 (MB. 6,679). |
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31 33. Las dos casas 1861 (MB. 6,715). |
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32 34. Los dos pinos 1861 (MB. 6,720) |
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33 35. El pañuelo de la Virgen 1861 (MB. 6,735). |
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34 36. Las distracciones en la Iglesia 1861 (MB. 6,799) |
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35 37. Los jugadores 1862 (MB. 7,55) |
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36 38. Anuncio de una muerte 1862 (MB. 7,114) |
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37 39. Las dos columnas 1862 (MB. 7,153) |
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38 40. El sacrilegio 1862 (MB. 7,173) |
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39 Sumario |
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