● la de cambiar lo que quieras de él para que se adapte a tus necesidades;
● la de ayudar distribuyendo copias;
● la de construir comunidad mejorando la versión y ofreciéndola;
Yo no soy experto en el tema pero hay quienes, consecuentemente con lo que opinan,
comparten sus producciones bajo licencias creativas (Creative Commons). De ellos tenemos un
torrente de materiales para profundizar.
Migran las golondrinas en busca de aires mejores
Una cosa es creer, junto conmigo, en las virtudes y bondades del Software Libre. Creer
apoyando el proyecto ya es un buen paso pero ¿es suficiente? Un segundo paso es ser coherente
con la nueva creencia. Ahí la propuesta de migración. Llamamos migración al tiempo de trancisión
entre una plataforma y otra, en lo que refiere al sistema operativo, y de un “programa” a otro, en lo
que se refiere a aplicaciones (por ejemplo, dejar un procesador de texto de código cerrado para
comenzar a usar uno libre) En mi caso, como en el de muchos, la migración contó con un tiempo
de doble booteo, donde al iniciar el sistema podíamos elegir arrancar desde Microsoft Windows o
desde el sistema operativo de base Linux que que habíamos instalado. Esta práctica es bastante
común, considerando que por años nos fuimos acostumbrando a una manera de proceder.
Seguramente el proceso migratorio nos llevará un tiempo hasta dejar de sentirnos ajenos en esta
nueva práctica.
Desde mi punto de vista, y desde mi experiencia de migración, pienso que hay que aceptar
un cierto grado de ascésis que nos permita dejar de sentirnos ajenos. ¿A qué me refiero? Quiero
decir que excepto las personas que tienen tendencia a valorar más lo novedoso y distinto que lo
conocido, la mayoría caerá en la tentación de reiniciar en el sistema anteriormente conocido.
La migración entonces tendrá que partir de la apertura a la novedad y en caso necesario,
hacerse asesorar. Si nos asesoramos en cuestiones contables y jurídicas ¿por qué no lo hacemos
en el uso de estas herramientas?
Por otra parte, en el proceso migratorio dirás que hay algunos software libres que no
funcionan tan óptimamente como los software de código cerrado. Yo creo que algunos funcionan
mejor y otros peor. No estoy precisamente sosteniendo que el funcionamiento de todos es mejor
sino que defiendo lo que podría haber llegado a ser si hubiéramos sido más los integrados al
proyecto. Entonces, lo que nos interesa defender hoy no es lo óptimo de los sistemas de código
abierto sino ese reino de posbilidades que ofrece. En la revisión histórica de nuestras prácticas
podemos hacer autocrítica para proyectar el futuro.
Dirán también, en este camino migratorio: “No me gusta el entorno gráfico” ¿Cuál?
Justamente a nivel de Software Libre hay tantos posibles entornos gráficos como gente que quiera
proponerlos. Hoy hay un sinnúmero de entornos. O dirán también: “No entiendo la lógica”.
Recuperando la experiencia personal estoy convencido de que entendemos más la lógica por
estar acostumbrados que por una especie de “en sí” presente en ella. Aún más: mientras voy
perdiendo memoria me estoy olvidando de la lógica del Microsoft Windows, que antes utilicé.
De todas maneras, aún teniendo respuesta a estos dos puntos anteriores, no creo que
lógica y funcionalidad sean los critérios de selección de nuestros software sino el tipo de mensajes
que emitimos al utilizarlos. Por mi parte pienso que los cristianos, pero especialmente los que
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