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PRESENTACIÓN DEL TEMA DEL
AGUINALDO 2026
«HACED LO QUE ÉL OS DIGA»
Creyentes, libres para servir
Año tras año el Aguinaldo se presenta como una oportunidad para
que toda la Familia Salesiana se reúna alrededor de un tema particular,
para que ⸺⸺a través de la oración y la reflexión, la escucha y el
compartir⸺⸺ la llamada de cada Grupo pueda encontrar alimento para
su propio camino espiritual, carismático y pastoral.
A la luz de la experiencia del Jubileo, el AGUINALDO 2025, Anclados
en la esperanza, peregrinos con los jóvenes, nos ha dado la
oportunidad de caminar juntos con toda la Iglesia para contemplar el
misterio de Cristo, fuente y sostén de nuestra esperanza. En torno al tema
de la esperanza que no defrauda, hemos podido contemplar cómo el
misterio de un Dios creador que nos visita en el Hijo continúa hoy
apoyándonos a través de la fuerza del Espíritu. La esperanza nos ha
ayudado a reconocer los signos de Dios en la vida cotidiana, esa realidad
concreta que refleja el misterio del amor de Dios por nosotros. La
esperanza es fuerza y confirmación del «ya» que vivimos y contemplamos.
Y también fuente de coraje y gozo del «todavía no».
El evento del 150 aniversario de la primera expedición misionera
salesiana ha sido una oportunidad muy concreta y real, a través del cual
hemos redescubierto cómo para Don Bosco la fuerza de la esperanza
generaba en su corazón el valor que lo ha sostenido en el descubrimiento
del proyecto de Dios y en el decidido compromiso de ponerlo en práctica.
Leyendo a fondo este acontecimiento podemos decir que la esperanza ha
sido el motor del corazón pastoral de Don Bosco. La esperanza es la que le
ha hecho capaz de leer los signos de los tiempos y de mirar al mundo
sostenido por su fe en Dios.
Esta conmemoración histórica tuvo lugar en un momento particular
de la vida de Don Bosco: junto a la expedición misionera, estaba
comprometido a enviar a los salesianos a Francia, así como a dar vida a la
asociación de los Salesianos Cooperadores. Un período de gran fermento,
pues, para nuestro Padre que en su corazón siempre ha privilegiado la
apertura y la disponibilidad a la voluntad de Dios. Guiado por la
esperanza, Don Bosco estaba fuertemente arraigado en la fe.
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Si es cierto que Don Bosco vivía en Turín, es aún más cierto que su
corazón y su mente habitaban el mundo entero. Su esperanza ⸺⸺una vez
descubierto el proyecto de Dios⸺⸺ se convertía en fuente de certeza y de
plena convicción que hay que seguirlo, con fe, hasta el fondo, sin temor y
sin vacilaciones.
Los primeros salesianos intuían la fuerza de la esperanza que
animaba el corazón y la mente de Don Bosco. No es casualidad que ellos
mismos, más tarde, lo comprendan e interpreten como: «Don Bosco
hombre de fe, Don Bosco creyente, Don Bosco en unión con Dios».
Varias opiniones y reflexiones surgidas de la Consulta Mundial de la
Familia Salesiana a principios del mes de junio de 2025 han enfocado el
tema de la «fe»: si la fuerza de la esperanza se basa en la fe, una vida
verdaderamente llena de esperanza lleva a una relación más profunda y
auténtica de fe con Jesús, el hijo del Padre, hecho hombre por nosotros y
que sigue estando presente en medio de nosotros con la fuerza del
Espíritu.
Os ofrezco algunas ideas que luego serán desarrolladas en el AGUINALDO
2026.
1. Una llamada a la escucha
«Haced lo que él os diga» no es una simple cita bíblica, sino un verdadero
manifiesto espiritual y pastoral. La invitación, el comando sale de la boca
de María justo al principio del mismo Evangelio. El contexto que preveía
un momento de fiesta de repente puede terminar mal, un fracaso total:
falta el vino. En esta situación de crisis y dificultad, María, la madre
solícita, simplemente invita a los siervos a estar atentos a lo que Jesús
dirá cuando llegue «su hora».
Es bueno releer esta página de nuevo.
Evangelio de Juan 2, 1-11
A los tres días había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús
estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la
boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». Jesús
le dice: «Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado
mi hora». Su madre dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de
los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dice: «Llenad las
tinajas de agua». Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice: «Sacad
ahora y llevadlo al mayordomo». Ellos se lo llevaron. El mayordomo
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probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los
sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama
al esposo y le dice: «Todo el mundo pone primero el vino bueno y,
cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino
bueno hasta ahora».
Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea;
así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.
Las palabras de María a los sirvientes de Caná (Jn 2,5) encierran una
pedagogía tanto de la escucha como de la respuesta. Una pedagogía que
contrarresta toda forma de obediencia pasiva. María no dice simplemente
«obedeced», sino que invita a una escucha personal, activa y proactiva: «lo
que él os diga». Es una invitación a la confianza en la persona de Cristo,
una confianza que se convierte en un gesto de responsabilidad que a su
vez genera libertad auténtica.
El subtítulo del Aguinaldo «Creyentes, libres para servir» completa
el cuadro trazando una trayectoria existencial: de la fe nace la libertad, de
la libertad brota el servicio, es decir, una libertad que – vivida – hace a los
demás libres. No se trata de una secuencia cronológica, sino de una
dinámica vital, donde cada elemento alimenta y se sostiene de los demás.
No se puede ser creyente estando lejanos y desapegados de lo que puede
y debe generar vida, gozo y comunión. Creer significa apostar, apostar todo
a uno mismo. Creer empuja fuera del recinto de la comodidad que solo se
resigna a «comentar» la historia. Creer es una experiencia que nace y
contribuye a la construcción de una sociedad más justa. Creer se convierte
en energía que alimenta esos procesos hacia una humanidad más exitosa.
2. Un itinerario hacia una fe generativa
La propuesta del Aguinaldo sigue una progresión que recuerda el
método del discernimiento cristiano: reconocer - interpretar - elegir. Es
un itinerario que evita tanto el activismo ciego y sumiso como una
espiritualidad desencarnada e intimista. Es una invitación a emprender
ese camino que se abre ante nosotros cuando aceptamos con fe la
invitación de la Palabra. Un camino marcado por la confianza y la
responsabilidad. Es el camino que caracteriza la mejor tradición salesiana:
ayudar a los jóvenes a tener y dar confianza, acompañarlos y educarlos
para tomar decisiones que los responsabilicen, con vistas al objetivo de
formarse «buenos cristianos y honrados ciudadanos».
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2.1. La acogida de los signos de los tiempos
Es necesario, ante todo, reflexionar sobre la urgencia de «abrazar el
tiempo y la historia». La historia que habitamos, con sus desafíos, debe
ser «afrontada» con empatía. Esta actitud expresa un gesto de amor activo
hacia la realidad que nos rodea. Como educadores y pastores creyentes,
no aceptamos caer en ese inmovilismo que solo nos hace sufrir
pasivamente los acontecimientos. La nuestra es una llamada a «reconocer»
los desafíos con inteligencia espiritual. Es un paso crucial y decisivo: el
reconocimiento es fruto del discernimiento, es decir de aquella capacidad
que sabe leer en profundidad lo que sucede. Solo de esta manera se evitan
lecturas catastróficas y destructivas.
Para nosotros, que estamos involucrados en procesos educativo-
pastorales, podemos decir que la imagen de la «historia como cofre que
acoge y revela la acción de Dios» es particularmente pertinente y
evocadora. El cofre sugiere que – mientras lo humano se revela ante
nuestros ojos – solo con la atención nos damos cuenta de cómo la acción
divina está presente aunque oculta, activa de manera amable. Son
necesarios ojos de fe para que la acción de Dios sea descubierta,
comprendida y asumida. Es un enfoque profundamente salesiano: Don
Bosco sabía captar la acción de la «providencia» en las historias más
complicadas, en las situaciones más difíciles. Era capaz de transformar
cada obstáculo y dificultad aparente en una oportunidad para el
crecimiento integral de los jóvenes y la propagación del Reino.
2.2. El arraigo en la fe
El segundo movimiento lleva directamente al corazón de la
experiencia cristiana. Leer los acontecimientos a la luz de Cristo es una
opción fundamental que solo se madura como fruto de un esfuerzo
constante. Jesucristo no puede ser percibido como «objeto» de fe.
Jesucristo, hijo de Dios hecho hombre por nosotros, es logos, es decir,
criterio que nos ayuda a comprender la realidad. Es un enfoque que,
iluminado por la fuerza del Espíritu Santo, supera toda forma de dualismo
entre lo sagrado y lo profano.
Solo esta sana relación con Cristo puede revelar a nuestra mente y
corazón lo divino en lo humano. Solo así se hace particularmente
significativa la llamada a descubrir cómo «la voluntad de Dios emerge de
los acontecimientos que vivimos». Este enfoque de fe madura reconoce que
no solo Dios habla a través de la Escritura y el Magisterio, sino (y esto toca
profundamente nuestra vocación) nos viene al encuentro también a través
de la historia concreta de los jóvenes y de las personas que encontramos
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en nuestro camino. Sus historias son una continua revelación de – y
llamada a – la presencia de Dios.
Todo discernimiento atento requiere y sostiene una sólida formación
espiritual. Un elemento central e indispensable es el encuentro con la
Palabra. De ahí la fuerza que sostiene esta dinámica. Es a través del
contacto sistemático con la Palabra que crecemos de manera sana. Solo
cuando somos alimentados e iluminados por ella nos damos cuenta de que
la Palabra de Dios no es mera información sino alimento espiritual, luz
para el camino diario. Podemos decir que la Palabra, cuando realmente la
escuchamos – ob-audire –, no solo nos «informa», sino que va más allá,
nos «forma» y nos «transforma».
2.3. La libertad de la llamada
El tercer paso toca el delicado tema de la libertad cristiana en una
cultura donde hay mucha confusión al respecto. Solo cuando vivimos «la
escucha libre» experimentamos la «fuerza liberadora» de la buena noticia.
La escucha forzada, o la condicionada por los miedos y las conveniencias,
no importa, de hecho a la larga resulta incluso perjudicial. La escucha
libre es realmente liberadora cuando se siente que se convierte en una
verdadera experiencia de acogida gozosa de la voluntad divina. Es la
libertad de los hijos de Dios que – experimentada y vivida – nos hace evitar
peligrosas arbitrariedades en el campo pastoral.
Lo constatamos por experiencia: cuando «cada acción» es «vivida y
guiada por la Palabra» nacen los contornos de una espiritualidad integral,
donde no existe separación entre oración y acción, entre vida espiritual y
compromiso en el mundo.
La experiencia de Caná, entonces, nos llama a estar atentos al «peligro
de una fe autorreferencial, condicionada por la propia razón», es decir a
una fe de «lo que pienso yo», como expresa la frase que frecuentemente
escuchamos (y quizás también decimos): «en mi opinión». Casi una fe
doblada a las exigencias de nuestra «razón».
En el contexto salesiano, fe y razón son siempre consideradas aliadas,
llevadas adelante con la conciencia de que el equilibrio necesario es un
camino delicado y urgente. El riesgo de un enfoque puramente horizontal
nace de elecciones egocéntricas que pretenden medir todo con criterios
exclusivamente humanos. La consecuencia es que se reduce la fe, y por
consiguiente toda propuesta de educación a la fe, a una mera propuesta
racional.
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Aquí tenemos la invitación a aclarar el hecho de que no se trata de
devaluar la razón, sino de evitar que ésta se convierta en el único criterio
de juicio, oscureciendo la dimensión del misterio y de la gracia. Son
dimensiones irrenunciables para cualquier ecosistema de educación
integral.
2.4. El servicio generoso
El cuarto y último movimiento conduce a la culminación del
itinerario: el servicio. «Arraigados y libres - servimos». He aquí el punto
maduro de todo el recorrido: desde el arraigo en la fe hacia la libertad,
desde la libertad hacia el servicio, todo como expresión natural de
crecimiento progresivo del amor recibido.
La invitación a «cooperar plenamente con el proyecto de Dios» resuena
con particular fuerza para todos los creyentes. El adverbio «plenamente»
enfatiza la importancia de la totalidad, sin reservas. Es el lenguaje de todo
verdadero camino de fe, donde el creyente se descubre colaborador activo
en la obra de Dios.
Desde aquí podemos intuir la fuerza de la expresión «audacia de la
fe», que recuerda una de las expresiones queridas al papa Francisco. La fe
auténtica no es tímida sino valiente, está dispuesta al riesgo en favor del
Reino. Es la audacia de quien sabe que puede contar no en sus propias
fuerzas sino en el poder de Dios.
El recorrido de Caná se cierra con el «gozo del compartir», signo
distintivo del carisma salesiano. No es un gozo superficial o emocional,
trivial o ridículo. Es gozo auténtico y profundo que nace del compartir
sincero que fortifica esa experiencia donde todos sentimos de ser parte de
un proyecto más grande que nosotros, el proyecto de Dios.
3. La dimensión conmemorativa
La referencia a los 150 años de los Salesianos Cooperadores no es
solo celebrativa sino programática hacia lo que el Señor sigue pidiéndonos.
El sueño profético de Don Bosco se hace presente también hoy, recordando
tanto la «visión» que él mismo ha comunicado como nuestra
responsabilidad actual, nosotros que somos herederos y promotores del
carisma. La conmemoración de los 150 años se convierte así en no solo
memoria del pasado sino relanzamiento hacia el futuro.
Será un año en el que tendremos la oportunidad de estudiar,
reflexionar, agradecer y celebrar la experiencia de los Salesianos
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Cooperadores, que sigue expresando y viviendo un momento de gracia.
Mientras damos gracias al Señor por su providencia tanto en favor de la
Asociación de los Salesianos Cooperadores como de todos los Grupos de
la Familia Salesiana, profundizamos nuestro conocimiento de la
dimensión carismática que el Espíritu de Dios suscitó a través de Don
Bosco. El pasado es una hermosa herencia que nos empuja hacia un
futuro que nos ve aún más protagonistas creyentes y libres para ser dignos
siervos en la causa del reino de Dios.
Conclusión
En un tiempo de grandes transformaciones y desafíos junto con
oportunidades inéditas, el AGUINALDO 2026 quiere ser un itinerario
espiritual que ofrece una brújula en el crecimiento de la fe a nivel personal,
y un crecimiento de la experiencia pastoral a nivel comunitario. En este
sentido, estamos llamados, como Grupos de la Familia Salesiana y
comunidades locales, a partir de la escucha de la realidad arraigados en
la fe en Cristo. En esta lógica vivimos nuestra llamada con auténtica
libertad. Es una libertad que nos impulsa a tomar decisiones en favor de
los jóvenes y de todos aquellos a quienes les falta el «vino» de la esperanza.
Es una libertad que nos lleva a reforzar el compromiso por una promoción
humana integral.
Don Bosco desde el principio «imaginaba» un gran movimiento de
personas que junto con él y como él pudieran contribuir para el bien de la
juventud. Pues bien, este es el sueño de Don Bosco que continúa hoy. La
celebración del 150° de los Salesianos Cooperadores refuerza en todos
nosotros la determinación de ser servidores de los jóvenes mientras ellos
afrontan los desafíos de hoy. Esta determinación da testimonio de nuestra
fiel y generosa respuesta a las palabras que María nos dirige hoy: «Haced
lo que él os diga».
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