Aguinaldo_2025_pres_ES


Aguinaldo_2025_pres_ES

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Aguinaldo 2025
Anclados en la esperanza, peregrinos con los jóvenes
Queridos hermanos,
queridas hermanas,
querida Familia de Don Bosco:
como todos los años en el mes de julio se hace llegar un borrador
sencillo de lo que puede ser el desarrollo del Aguinaldo del nuevo
año. Así, quienes deben programar el nuevo año académico a partir
del mes de septiembre tienen ya una orientación.
En esta ocasión estamos escribiendo estas líneas a «cuatro manos»
(como en el piano cuando son dos personas quienes interpretan
una partitura). Esto se debe a que en este caso el Rector Mayor y
su Vicario estamos esbozando estas líneas que después,
seguramente a partir de los meses de octubre y noviembre, el
mismo don Stefano Martoglio, al frente de la Congregación
Salesiana y animando la Familia de Don Bosco, será quien prepare
y desarrolle el texto del Aguinaldo y quien lo presente a nuestras
hermanas, Hijas de María Auxiliadora y con ellas, a toda la Familia
Salesiana del mundo.
Cuando hemos pensado, junto con un equipo, cual podría ser la
orientación de la Aguinaldo de este año, tuvimos desde el primer
momento la certeza de que esta tendría que ir de la mano y en
sintonía con el gran evento eclesial que será el Jubileo Ordinario del
año 2025 que ya ha proclamado el Santo Padre papa Francisco con
su bula «Spes non confundit» (Rom 5,5), [La Esperanza no defrauda].
Como dice en el subtítulo el Papa: «A cuantos lean esta carta la
esperanza les colme el corazón».
Y, al mismo tiempo, no olvidamos que en este año 2025 se
cumplen los 150 años de la primera expedición misionera enviada
por Don Bosco a Argentina. Será por eso mismo un año del todo
extraordinario.
Todo ello nos ha llevado a pensar que el Aguinaldo de este año
tendría que estar centrado en la «esperanza» y en el camino que
recorreremos con los jóvenes. Y es esto lo que justifica el lema que
hemos creado.

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1. Una esperanza que nos lleva más allá del temor.
Como nos dice el Santo Padre en la bula de convocatoria del
jubileo, «bajo el signo de la esperanza el apóstol Pablo infundía
aliento a la comunidad cristiana de Roma». Pensar en el jubileo es
pensar en todos los peregrinos de esperanza. Peregrinos de
esperanza seremos muchos de nosotros en todas las partes del
mundo, en tantas Iglesias particulares; seremos nosotros
peregrinando con los jóvenes, haciendo un camino que nos llevará
al encuentro personal y vivo con Jesús, que es «puerta» de
salvación (cf. Jn 10, 7.9). Y con Jesús podremos testimoniar que Él
es «nuestra esperanza» (1 Tm 1,1).
Nuevamente en palabras del Papa, “Todos esperan. En el
corazón de toda persona anida la esperanza como deseo y
expectativa del bien, aun ignorando lo que traerá consigo el
mañana. Sin embargo, la imprevisibilidad del futuro hace surgir
sentimientos a menudo contrapuestos: de la confianza al temor, de
la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda. Encontramos
con frecuencia personas desanimadas, que miran el futuro con
escepticismo y pesimismo, como si nada pudiera ofrecerles
felicidad”1. Ante esta realidad que forma parte de la vida, de la
nuestra, de las familias de los jóvenes y de ellos mismos, creemos
que, el nuevo año y en él este Jubileo, será para todos una
magnífica ocasión para reavivar la esperanza. Y junto con los
jóvenes iremos descubriendo, y los ayudaremos a descubrir,
personal y comunitariamente, que la esperanza, la verdadera
esperanza anclada en el Señor no sucumbe ante las dificultades
«porque se fundamente en la fe y se nutre de la caridad»2, y así
podemos seguir adelante en la vida, pero no de cualquier modo, no
simplemente sobreviviendo, sino viviendo con autenticidad
cristiana. En palabras de san Agustín: «Nadie, en efecto, vive en
cualquier género de vida sin estas tres disposiciones del alma: las
de creer, esperar, amar»3.
1 FRANCISCO, Spes non confundit, bula de convocación del Jubileo Ordinario del año 2025
(9 de mayo de 2024), 1.
2 Ibidem, 3.
3 Idem.

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2. Un camino que recorremos anclados en la esperanza
cristiana
La esperanza cristiana es la que no defrauda, no engaña porque
se fundamenta en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos
nunca del amor de Dios. Esa certeza nos la fundamenta también
el apóstol Pablo (Rom 8,35.37), y la palabra de Dios nos asegura
que en medio de la oscuridad se percibe esa luz y se adquiere esa
fuerza que viene del mismo Señor y de su Resurrección.
Ciertamente es el camino de la vida, de toda vida, y en especial
de la vida de cada cristiano, un camino que se ha de recorrer
contando con momentos especiales, particulares, momentos
fuertes necesarios para alimentar y robustecer la esperanza que
nos lleve al encuentro con el Señor y a vivir con un verdadero y
pleno sentido.
Peregrinar, algo que haremos de mil maneras y en mil lugares
con los jóvenes en este año jubilar, es algo común en quienes
desean y necesitan salir de los lugares de confort, salir de los
espacios donde podemos estar cómodamente instalados y quizá
también desencantados, desmotivados. Peregrinar nos va a exigir
esfuerzo, silencio en muchos momentos y optar por ir a lo esencial.
Necesitaremos ponernos en esta disposición junto con los
jóvenes. Nos hará mucho bien a todos, y sin duda que el Señor se
encontrará con cada uno de nosotros, cuando lo crea conveniente,
donde Él quiera, pero tocando lo más valioso y profundo de nuestro
corazón, de nuestro espíritu, de nuestro ser. Y hemos de estar
disponibles para el encuentro hasta ese punto. No ha de darnos
miedo «arriesgar» cuando se trata del encuentro con el Señor. Él
nunca defrauda, máxime si estamos aferrados a Él, anclados en Él.
3. Son tantos los jóvenes que sueñan con verdadera
esperanza.
Para nosotros, Salesianos, Familia Salesiana de Don Bosco, sería
imposible hablar de la vida de Don Bosco, hablar de él y no hablar
de sus sueños. Él ha guardado sus sueños en su mente y corazón
para toda la vida, incluso después de haberlos realizado. E
inspirados por el sueño de Don Bosco y por lo que viven y
experimentan en nuestros ambientes salesianos, los jóvenes
descubren que sus hermosos deseos son la fuerza que les hace

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capaces de grandes cosas y aprenden que cada desafío puede ser
superado con valentía y confianza en sí mismos. Los jóvenes tienen
grandes sueños, pero deben ser animados a ¡soñar! y nosotros
educadores, educadoras tenemos esta tarea. La de acompañarlos
en el verdadero camino de la vida.
Los jóvenes tienen derecho a soñar con un mañana mejor, tienen
en sus manos la posibilidad de renacer y comenzar de nuevo, de
estudiar y de trabajar, de construirse un futuro de humanidad y
de esperanza.
Los jóvenes con los que compartimos nuestra vida, los que se
hacen presentes en las casas salesianas, en las casas de toda la
Familia Salesiana, los jóvenes que tienen sueños (algunos de ellos
compartidos con nosotros)4 son los artesanos del mañana, los que
moldearán el mundo con sus jóvenes manos. Soy la cara de una
humanidad que hace camino y quiere mejorar. Una humanidad
herida por la guerra, por la pobreza, por el dolor, pero una
humanidad que tiene el rostro de la Caridad y del Amor. Una
humanidad capaz de resurgir y esperar, de levantarse de la tierra
y volver a caminar. Capaz de acoger y de dar, sin dejar nunca de
sonreír y de amar.
Y a través de estas historias y deseos ocultos que cada uno lleva
dentro de sí, podemos descubrir cómo los límites pueden ser
superados, los problemas más grandes pueden ser abordados y
que, incluso en los momentos más difíciles, no debemos dejarnos
ganar, sino encontrar los recursos personales y contextuales para
poder afrontar cualquier desafío. No todos los sueños son iguales,
pero una cosa es segura: ¡todos tenemos sueños!
Entre los centenares de sueños de los jóvenes presentamos, a
modo de muestra, unos pocos. Como ellos, en el día a día hemos
de seguir peregrinando, recorriendo un camino que lleve a los
jóvenes a vivir desde la esperanza, pues los jóvenes saben que
soñar es posible y que si los sueños llevan la garantía del Señor
que los sostienen, serán una realidad.
El sueño de la joven Ámar Gazel Hernández, de 18 años, en San
José, Costa Rica, podría llevar por nombre Estrellas perdidas.
Ámar nos dice «Si me hubieran preguntado hace seis años cual era
el sueño de mi vida, probablemente habría respondido que soñaba
4 Cf. PASTORAL JUVENIL SALESIANA, Diamantes ocultos, Roma, 2024, 225.

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con ser bailarina, con usar unas puntas y bailar en un escenario;
sin embargo, conforme pasó el tiempo y las circunstancias de vida
cambiaron, ese sueño quedó en segundo plano. Ahora con
diecisiete años me he dado cuenta de que mi sueño sigue ahí, pero
el enfoque que le doy es distinto; la realidad es que actualmente la
sociedad nos exige demasiado y en muchas ocasiones estos sueños
terminan convirtiéndose en frustraciones, al vernos ante grandes
expectativas, elevados niveles de estrés y requisitos que terminan
siendo irracionales. Para mí un sueño es encontrar esa felicidad en
las pequeñas cosas, en llegar a esas metas por pequeñas que sean,
en ir en contra de las exigencias del mundo porque al fin y al cabo
todo somos estrellas perdidas en el cielo que buscan obtener esa
plenitud y mostrar su propia luz. Finalmente mi respuesta a la
pregunta del inicio, mi sueño es conseguir mis metas, para que en
el camino también pueda dar felicidad a los que me rodean,
encontrando no solo el sentido de la vida sino una satisfacción en
poder hacer lo que quiero, en ese júbilo de saber que voy avanzando
sin importar lo difícil que se torne, que cada noche mi motivo de
vivir con esperanza y alegría sean eso pequeños logros que hacen
sentir orgullos a mis allegados; en eso evolucionaron mis sueños,
en la lucha constante por prosperar siendo consiente de todo lo
que he hecho para llegar aquí pero disfrutando de lo que el
momento me ofrece. No puedo responder a esta pregunta de una
manera específica porque, como todos, soy esa estrella perdida en
el inmenso cielo que todavía busca su brillo, pero que nunca deja
de trabajar por lo que quiere y espera impaciente por lo que podría
obtener y bridar este sendero llamado vida».
Y desde Costa de Marfil, Anani Henry Joël Kouadio, también
un joven de 18 años, nos dice que su sueño podría llamarse Le
choix [La elección]. Nos lo narra del siguiente modo: «Mi sueño es
ser médico. Ante todo ¿por qué esta elección? Puedo decir que
todos los que aspiran a este trabajo, lo hacen para salvar vidas. Es
la idea principal que viene a la cabeza. Pero para mí,
personalmente, mi motivación es mayor. “Ver a personas enfermas,
sin medios para curarse y que mueren por falta de médicos”.
Siendo cristiano, me he dicho: “¿por qué no ser un instrumento por
el que Dios va a pasar para curar y salvar vidas?”. Lo que me
empuja en este impulso es que mi padre está en el cuerpo médico
y a su lado me siento más interpelado, más motivado, interesado.
Esto me hace esperar que yo formaré parte de este cuerpo. Me
gustaría ser un neurólogo, un especialista en neurología. Mi gran

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deseo es llegar a realizar mi sueño según la voluntad de Dios, el
ejemplo de Don Bosco también me motiva».
Anita Marton tiene 24 anni; es italiana de Mogliano Veneto, y
nos cuenta su sueño hecho realidad ya hoy, ya en la actualidad. Y
quiere ponerle como título Da tutta la vita [Por toda la vida].
«Estaba en tercera elemental, estábamos estudiando a Dante. La
maestra estaba impaciente, explicaba sin pasión. Solo transmitía
aburrimiento e impaciencia, estábamos aprendiendo a odiar a
Dante.
Un maestro deja una marca - en la marca - sobre los niños que
tiene delante, y si en clase no lleva sus amores, sino sus estados
de ánimo, como dice D'Avenia, estos se aferran a las almas
sedientas que tienen delante y las ofuscan. En cambio, quería que
mis compañeros de clase descubrieran la belleza. En ese momento
me di cuenta de que era mi sueño, la llamada a la que tenía que
responder. Han pasado ocho años desde aquel día, y después de
ocho años este sueño se ha hecho realidad. Hoy estoy en un aula,
enseñando. Veo a estos jóvenes sentados delante de mí y me veo a
mí misma buscando un sueño al que apuntar la brújula de la vida.
Quién sabe qué deseos habitan en sus corazones, quién sabe qué
esperanzas y temores. Me encuentro ante estos jóvenes: no saben
que he soñado con estar con ellos toda la vida».
Desde India, en el estado de Tripura, en Agartala, Bipasha
Hrangkhawl, de 30 años sigue haciendo realidad su sueño: «A
Light in Someone’s path» [Una luz en el camino de alguien].
Estas son sus palabras: «Sueño con iluminar la vida de algunas
personas desfavorecidas en este mundo, mejor, de cualquier
manera que pueda. Al crecer, me di cuenta de que hay muchas
personas en este mundo cuyo camino está oscurecido, la esperanza
se ha cerrado, el futuro es sombrío y la felicidad está lejos.
Al estar en el lado más afortunado con mejores privilegios, me di
cuenta de que podía hacer mi pequeña parte en contribuir a la vida
de al menos unas pocas personas. La caridad comienza en casa, y
es solo haciendo un pequeño impacto a niveles más pequeños, y
con el tiempo, seré capaz de realizar mi sueño en un área más
grande. Sueño con una sociedad de gente feliz, que ama su vida y
a pesar de las diferencias viven unidos en el amor y la paz. Sueño
con ser una parte feliz de ella, un instrumento eficaz de significado
y propósito y, juntos, hacer de este mundo un lugar mejor para
vivir. Una luz en el camino de alguien me llama a la acción y la

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disciplina. Caminaré en la luz, mi camino encantador donde el
mismo Dios es mi luz e irradiar a lo largo del camino para que el
camino de los demás brille».
Clarissa Budianto vive en Indonesia, en Oceanía, más
exactamente en Yakarta. Tiene 26 años y su sueño pasa por ser
una Auténtica Educadora. Nos dice: "«¡Cuelga tus sueños tan alto
como el cielo! Sueña tan alto como el cielo. Si caes, caerás entre
las estrellas , dijo Soekarno Hatta, el primer presidente de
Indonesia. Para mí, mi sueño es acompañar a los jóvenes cuando
la vida se vuelve compleja y dura para ellos. Estar ahí para ellos no
para que dependan de mí sino para que vean esperanza en Dios y
humanidad a través de mí. Sé lo que es estar solo y confundido. El
deseo de estar ahí para otros como yo, acompañarlos a través de
sus pensamientos dinámicos y enfrentar la complejidad de la vida
es lo que me mantiene despierto. Lo que me mantiene en marcha
son las sorpresas del Espíritu Santo a medida que camino por mi
vida. Recuerdos aleatorios de este sueño y también pequeñas
recompensas significativas en la vida como me caigo persiguiendo
el sueño.
Mi sueño es ser una educadora que sea benevolente, sincera y
conocedora de mis estudiantes. Lo más importante es ser una
maestra que pueda ayudar a las mentes jóvenes a encontrar sus
sueños y perseguirlos».
Y Daniel Flores de 28 años, es venezolano, natural de Caracas,
y está convencido de que Si se puede soñar, se puede hacer.
Estas son sus palabras: «Soy de Venezuela. Desde niño soñaba con
ser médico estudié en un colegio salesiano y la experiencia
misionera alimentó mi sueño de servir a los demás. En 2016, a un
año de graduarme en medicina, mi familia decidió migrar a Chile
por la situación del país. A pesar de las dificultades, trabajé y
estudié al mismo tiempo. En 2022, me gradué en medicina general
y por las buenas notas que logré, gané una beca para hacer un
posgrado en pediatría, que estoy estudiando actualmente. Ejerzo
mi profesión en una zona de bajos recursos en Santiago de Chile.
Pero sueño con volver para ayudar a los niños de Venezuela,
sueño que, poco a poco, se está materializando, ya que, con la
ayuda de amigos de la universidad en Caracas, envío algunos
insumos desde Chile para apoyar las jornadas de atención médica
en los barrios. También planeo, a mi regreso a Venezuela, instalar
un centro de atención pediátrica comunitaria».

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4. Misioneros en el mundo, Misioneros de la Vida
Y como ya apuntamos, este año santo jubilar viene para nosotros
de la mano de otro hecho que está en la base de lo que hoy es la
Familia de Don Bosco en el mundo porque, digámoslo de manera
firme y cierta: Nadie, ninguno de nosotros y ninguna de las
instituciones que hoy forman el gran árbol que es la Familia
Salesiana, la Familia de Don Bosco, existiría hoy en la Iglesia si el
Espíritu Santo no hubiese suscitado desde los primeros momentos
su ardor misionero. Se cumplen en este año jubilar los 150 años
del primer envío misionero llevado a cabo por Don Bosco, en 1875,
con destino a Argentina.
Celebrar en el Año Santo Jubilar 2025 este importantísimo
evento nos pone en esta situación: Es un año per Reconocer,
Replantear y Relanzar:
Reconocer: Damos gracias a Dios por el don de la vocación
misionera que permite hoy a los hijos de Don Bosco y a su
familia llegar a los jóvenes pobres y abandonados en 136
países.
Repensar: Ya que es una ocasión propicia para repensar y
desarrollar una visión renovada de las misiones salesianas a
la luz de los nuevos desafíos y perspectivas que han llevado a
nuevas reflexiones misiológicas.
Relanzar: ¡Porque no solo tenemos una historia gloriosa que
recordar y de la que estar agradecidos, sino también una gran
historia por hacer! Miramos al futuro con celo misionero y
entusiasmo renovado para llegar a un número aún mayor de
jóvenes pobres y abandonados que puedan vivir con
esperanza, y con verdadero sentido de la vida, una vida en
Dios.
Reconocer, repensar y relanzar reavivan y alimentan la esperanza
que empuja hacia las nuevas fronteras misioneras de la
Congregación y de la Familia Salesiana especialmente para los
jóvenes más pobres y marginados.

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Reconocer, repensar y relanzar no es optimismo fácil. Son acciones
arraigadas en la fe en Jesucristo, que está siempre con nosotros
incluso cuando vivimos momentos de preocupación, miedo y
dificultad que surgen al anunciar el Evangelio.
Reconocer, repensar y relanzar reavivan y alimentan la esperanza
que empuja hacia las nuevas fronteras misioneras. Los desafíos y
las dificultades misioneras están ahí y siempre estarán, pero
dotados de una esperanza «llena de fe», nos impulsarán con
valentía hacia las nuevas fronteras socioculturales, digitales y
geográficas, de modo que nosotros mismos nos convertimos en una
pequeña antorcha de esperanza para los demás, especialmente
para los jóvenes más pobres y necesitados, porque ante todo
estamos llamados hoy a ser verdaderos Misioneros de la Vida.
5. Una esperanza jubilar y misionera que se traduzca en
verdaderos logros
Nos dice el Papa en la bula del Jubileo 2025 que «los signos de los
tiempos, que contienen el anhelo del corazón humano, necesitado
de la presencia salvífica de Dios, requieren ser transformados en
signos de esperanza»5, e invita a la Iglesia, y a nosotros en ella, a
vivir este 2025, año jubilar y misionero, empeñándonos en ser
signos tangibles de esperanza que se concreten en6:
o Que el primer signo de esperanza se traduzca en paz para el
mundo, un mundo que vuelve a verse sumergido en la tragedia
de la guerra.
o Que mirar al futuro con esperanza se concrete en tener una
visión de la vida llena de entusiasmo para compartir con los
demás. Como cristianos no podemos no contribuir para lograr
una alianza social para la esperanza.
o En este año jubilar estamos llamados a ser signos tangibles
de esperanza para tantos hermanos y hermanas que viven en
condiciones de penuria.
o Que ofrezcamos signos de esperanza a los enfermos que
están en sus casas o en los hospitales.
5 FRANCISCO, o.c., 7.
6 Cf. Ibidem, 8,9,10, 11,12,13, 14, 15.

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o Y también necesitan esa esperanza aquellos que en sí mismos
la representan: los jóvenes (nos dice el papa Francisco): «No
podemos decepcionarlos… Ocupémonos con ardor renovado de
los jóvenes, los estudiantes, los novios, las nuevas generaciones
¡Que haya cercanía a los jóvenes, que son la alegría y la
esperanza de la Iglesia y del mundo!»7.
o No pueden faltar los signos de esperanza hacia los
migrantes, ni hacia los ancianos que con tanta frecuencia
experimentan soledad y sienten el abandono.
o Y finalmente el Papa nos pide que los signos de esperanza de
este año jubilar se concrete en esperanza para los millares
de pobres que carecen de lo más básico y necesario para vivir
con dignidad.
Nos invita el Papa y hacemos nuestra esta invitación a vivir
anclados en la esperanza8, pues esta, junto con la fe y la
caridad, constituyen la esencia de la vida cristiana, pero entre
todas «la esperanza es la que, por así decirlo, señala la
orientación, indica la dirección y la finalidad de la existencia
cristiana… Necesitamos que “sobreabunde la esperanza» (cf.
Rom 15,13), y en este año jubilar queremos y necesitamos
hacerlo con los jóvenes, como Familia Salesiana que somos,
para que ellos y con ellos podamos testimoniar de manera más
creíble y atrayente la fe, quizá nuestra pobre fe, «para que cada
uno sea capaz de dar aunque sea una sonrisa, un gesto de
amistad, una mirada fraterna, una escucha sincera, un servicio
gratuito, sabiendo que, en el Espíritu de Jesús, esto puede
convertirse en una semilla fecunda de esperanza para quien lo
recibe»9. Que María, Madre de nuestro Señor, Madre de la Iglesia
y Auxiliadora nos acompañe en este camino, Ella que también
fue peregrina.
I sI supp
Ángel Fernández Card. Artime, SDB
Rector Mayor
7 Ibidem, 12.
8 Ibidem, 18.
9 Idem.