BS-maggio-2025-es


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La nueva Sede Central de los
Salesianos. Roma, Sagrado
Corazón
Hoy la vocación originaria de la casa del Sagrado Corazón ve
un nuevo inicio. Tradición e innovación siguen caracterizando
el pasado, el presente y el futuro de esta obra tan
significativa.
Cuántas veces don Bosco deseó venir a Roma para abrir una casa
salesiana. Desde el primer viaje de 1858 su objetivo era estar
presente en la Ciudad Eterna con una presencia educativa. Vino
a Roma veinte veces y solo en el último viaje de 1887 logró
realizar su sueño abriendo la casa del Sagrado Corazón en
Castro Pretorio.
La Obra Salesiana está situada en el barrio Esquilino, nacido
en 1875, tras la brecha de Porta Pia y la exigencia por parte
de los Saboya de construir en la nueva capital los ministerios
del Reino de Italia. El barrio, llamado también Umbertino, es
de arquitectura piamontesa, todas las calles llevan el nombre
de batallas o eventos relacionados con el estado saboyano. No
podía faltar en este lugar, que recuerda a Turín, un Templo,
que fuera también parroquia, construido por un piamontés, don
Juan Bosco. El nombre de la Iglesia no lo elige don Bosco,
sino que es una voluntad de León XIII para relanzar una
devoción, más actual que nunca, al Corazón de Jesús.
Hoy la casa del Sagrado Corazón está completamente renovada
para responder a las exigencias de la Sede Central de los
Salesianos. Desde el momento de su fundación hasta hoy la casa
ha sufrido diversas transformaciones. La Obra nace como
Parroquia y Templo Internacional para la difusión de la
devoción al Sagrado Corazón, desde el principio el objetivo
declarado por don Bosco era construir al lado un Hospicio para
albergar hasta 500 jóvenes pobres. Don Rua lleva a término la
Obra y abre talleres para artesanos (escuela de artes y

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oficios). En los años sucesivos se abren la escuela secundaria
y el bachillerato clásico. Durante algunos años fue también la
sede de la universidad (Pontificio Ateneo Salesiano) y una
casa de formación para salesianos que estudiaban en las
universidades romanas y se comprometían en la escuela y en el
oratorio (entre estos estudiantes se cuenta también a don
Quadrio). También ha sido sede inspectorial de la Inspectoría
Romana primero y de la Circunscripción de Italia Central a
partir de 2008. Desde 2017, a causa del traslado desde via
della Pisana, se ha convertido en la Sede Central de los
Salesianos. Desde 2022 se inició la reestructuración para
adecuar los ambientes a la función de casa del Rector Mayor.
En esta casa han vivido o pasado: don Bosco, don Rua, el
cardenal Cagliero (su apartamento estaba situado en el primer
piso de via Marsala), Ceferino Namuncurá, monseñor Versiglia,
Artémides Zatti, todos los Rectores Mayores sucesores de don
Bosco, san Juan Pablo II, santa Teresa de Calcuta, papa
Francisco. Entre los directores de la casa ha desempeñado su
servicio monseñor Giuseppe Cognata (durante su rectorado, en
1930, se colocó la estatua del Sagrado Corazón en el
campanario).
Gracias al Sagrado Corazón el carisma salesiano se ha
difundido en varios barrios de Roma; de hecho, todas las demás
presencias salesianas de Roma han sido una gemación de esta
casa: el Testaccio, el Pío XI, el Borgo Ragazzi don Bosco, el
Don Bosco Cinecittà, el Gerini, la Universidad Pontificia
Salesiana.
Encrucijada de acogida
Los rasgos determinantes de la Casa del Sagrado Corazón son,
desde los inicios, dos:
1) la catolicidad, en cuanto que abrir una casa en Roma ha
significado siempre para los fundadores de las órdenes
religiosas una cercanía al Papa y una ampliación de los
horizontes a nivel universal. En la primera conferencia a los
cooperadores salesianos en el monasterio de Tor De’ Specchi de
Roma en 1874 don Bosco afirma que los salesianos se

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extenderían por todo el mundo y ayudar a sus obras significaba
vivir el más auténtico espíritu católico;
2) la atención a los jóvenes pobres: la ubicación cerca de la
estación, encrucijada de llegadas y partidas, lugar donde
siempre se han reunido los más pobres, está inscrito en la
historia del Sagrado Corazón.
Al principio el Hospicio acogía a los jóvenes pobres para
enseñarles un oficio, posteriormente el oratorio ha recogido a
los jóvenes del barrio; después de la guerra los limpiabotas
(jóvenes que lustraban los zapatos a las personas que salían
de la estación) fueron recogidos y atendidos primero en esta
casa y luego se trasladaron al Borgo Ragazzi don Bosco; a
mediados de los años 80 con la primera inmigración en Italia
fueron acogidos jóvenes inmigrantes en colaboración con la
naciente Cáritas; en los años 90 un Centro de Día recogía a
jóvenes como alternativa a la cárcel y les enseñaba los
rudimentos de la lectura y escritura y un oficio; desde 2009
un proyecto de integración entre jóvenes refugiados y jóvenes
italianos ha visto florecer tantas iniciativas de acogida y de
evangelización. La Casa del Sagrado Corazón durante unos 30
años ha sido también sede del Centro Nacional Obras Salesianas
de Italia.
El nuevo inicio
Hoy la vocación originaria de la casa del Sagrado Corazón ve
un nuevo inicio. Tradición e innovación siguen caracterizando
el pasado, el presente y el futuro de esta obra tan
significativa.
En primer lugar, la presencia del Rector Mayor con su consejo
y de los hermanos que se ocupan de la dimensión mundial indica
la continuidad de la catolicidad. Una vocación a la acogida de
tantos salesianos que vienen de todo el mundo y encuentran en
el Sagrado Corazón un lugar para sentirse en casa,
experimentar la fraternidad, encontrarse con el sucesor de don
Bosco. Al mismo tiempo es el lugar desde el cual el Rector
Mayor anima y gobierna la Congregación trazando las líneas
para ser fieles a don Bosco en el hoy.

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En segundo lugar, la presencia de un lugar salesiano
significativo donde don Bosco ha escrito la carta desde Roma y
ha comprendido el sueño de los nueve años. Dentro de la casa
estará el Museo Casa don Bosco de Roma que en tres plantas
contará la presencia del Santo en la ciudad eterna. La
centralidad de la educación como “cosa de corazón” en su
Sistema Preventivo, la relación con los Papas que han amado a
don Bosco y que él por primero ha amado y servido, el Sagrado
Corazón como lugar de expansión del carisma en todo el mundo,
el fatigoso recorrido de aprobación de las Constituciones, la
comprensión del sueño de los nueve años y su último respiro
educativo al escribir la carta desde Roma son los elementos
temáticos que, en forma multimedia inmersiva, serán contados a
aquellos que visiten el espacio museístico.
En tercer lugar, la devoción al Sagrado Corazón representa el
centro del carisma. Don Bosco antes incluso de recibir la
invitación a construir la Iglesia del Sagrado Corazón, había
orientado a los jóvenes hacia esta devoción. En el Joven
Provisto hay oraciones y prácticas de piedad dirigidas al
Corazón de Cristo. Pero con la aceptación de la propuesta de
León XIII él se convierte en un verdadero y propio apóstol del
Sagrado Corazón. No escatima sus fuerzas para buscar dinero
para la Iglesia. El cuidado en los mínimos detalles infunde en
las elecciones arquitectónicas y artísticas de la Basílica su
pensamiento y su devoción al Sagrado Corazón. Para sostener la
construcción de la Iglesia y de la casa él funda la Pía Obra
del Sagrado Corazón de Jesús, la última de las cinco
fundaciones realizadas por don Bosco a lo largo de su vida
junto a los Salesianos, las Hijas de María Auxiliadora, los
Cooperadores Salesianos, la Asociación de los Devotos de María
Auxiliadora. Ella fue erigida para la celebración a
perpetuidad de seis misas diarias en la Iglesia del Sagrado
Corazón en Roma. Participan todos los inscritos, vivos y
difuntos, a través de la oración realizada y las obras buenas
cumplidas por los Salesianos y por los jóvenes en todas sus
casas.
La visión de Iglesia que deriva de la fundación de la Pía Obra

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es la de un “cuerpo vivo” compuesto por vivos y difuntos en
comunión entre ellos a través del Sacrificio de Jesús,
renovado cotidianamente en la celebración eucarística al
servicio de los jóvenes más pobres. El deseo del Corazón de
Jesús es que todos sean una sola cosa (ut unum sint) como Él y
el Padre. La Pía Obra conecta, a través de la oración y las
ofrendas, a los benefactores vivos y difuntos, a los
Salesianos de todo el mundo y a los jóvenes que viven en el
Sagrado Corazón. Solo a través de la comunión, que tiene su
fuente en la Eucaristía, los benefactores, los Salesianos y
los jóvenes pueden contribuir a construir la Iglesia, a
hacerla resplandecer en su rostro misionero. La Pía Obra tiene
además la tarea de promover, difundir, profundizar la devoción
al Sagrado Corazón en todo el mundo y renovarla según los
tiempos y el sentir de la Iglesia.
La estación central para evangelizar
Por último, la atención a los jóvenes pobres se manifiesta en
la voluntad misionera de alcanzar a los jóvenes de toda Roma a
través del Centro Juvenil abierto en via Marsala, justo a la
salida de la estación Termini donde cada día pasan unas
300.000 personas. Un lugar que sea casa para los tantos
jóvenes italianos y extranjeros que visitan o viven en Roma y
tienen sed, a veces no consciente, de Dios. Desde siempre,
además, alrededor de la estación Termini se agolpan diversos
pobres marcados por la fatiga de la vida. Otra puerta abierta
en via Marsala, además de la del Centro Juvenil y de la
Basílica, expresa el deseo de responder a las necesidades de
estas personas con el Corazón de Cristo, en ellas de hecho
resplandece la gloria de su rostro.
La profecía de don Bosco sobre la Casa del Sagrado Corazón del
5 de abril de 1880 acompaña y guía la realización de cuanto ha
sido contado:
Don Bosco miraba lejos. Nuestro monseñor Giovanni Marenco
recordaba una misteriosa palabra suya, que el tiempo no debía
cubrir de olvido. En el mismo día en que aceptó aquella

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onerosísima oferta, el Beato le preguntó:
– ¿Sabes por qué hemos aceptado la casa de Roma?
– Yo no, respondió aquel.
– Pues bien, estate atento. La hemos aceptado porque cuando el
Papa sea el que ahora no es y como debe ser. Pondremos en
nuestra casa la estación central para evangelizar el agro
romano. Será obra no menos importante que la de evangelizar la
Patagonia. Entonces los Salesianos serán conocidos y
resplandecerá su gloria. (MB XIV, 591-592).
don Francesco Marcoccio