Strenna_2009_es


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AGUINALDO 2009
150º anniversario della Fondazione della Congregazione Salesiana
La Familia Salesiana ayer y hoy: la semilla se ha convertido en un árbol y el árbol en un bosque «El
Reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más
pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto
que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas».
(Lc 4,18-19) .
Queridísimos hermanos y hermanas de la Familia Salesiana: Os saludo con el corazón de Don
Bosco, de cuyo celo y caridad pastoral nació nuestra Familia espiritual y apostólica. Nosotros
somos el fruto más precioso y fecundo de su entrega total a Dios y de su pasión de ver a los jóvenes,
especialmente a los más pobres, necesitados y en peligro, lograr la plenitud de vida en Cristo.
Después de los Aguinaldos tan propositivos y comprometedores de los tres últimos años, heme aquí
para proponeros otro aún más urgente, exigente y prometedor. Es un Aguinaldo que tiene mucho
que ver con nuestra identidad y con nuestra misión. De él depende, efectivamente, una presencia
más visible en la Iglesia y en la sociedad y una acción más eficaz para afrontar los grandes desafíos
del mundo de hoy.
COMENTARIO DEL RECTOR MAYOR AL AGUINALDO PARA EL AÑO 2009 150º
aniversario de la Fundación de la Congregación Salesiana
El año 2009 deberá ayudarnos a hacer cada vez más real la convicción de Don Bosco, que la
educación de los jóvenes requiere una gran red de personas entregadas a ellos y una decidida
sinergia de intervenciones para alcanzar las metas que los jóvenes esperan para ser significativos
para la sociedad. Por esto, en nombre de Don Bosco os pido: Comprometámonos a hacer de la
Familia Salesiana un vasto movimiento de personas para la salvación de los jóvenes.
Dos acontecimientos convergentes Hay dos acontecimientos que justifican la elección del tema de
este Aguinaldo para 2009: el 150º aniversario de fundación de la Congregación Salesiana y la
preparación del bicentenario del nacimiento de Don Bosco (1815-2015). Con la celebración del
primero comenzamos la preparación del segundo. Lo hacemos recordando la llamada de Juan Pablo
II en el Jubileo de 2000: «¡Toda familia religiosa vivirá bien el Jubileo volviendo con pureza de
corazón al espíritu del Fundador!».
Por tanto, para nosotros, esta celebración jubilar significa fidelidad renovada y creativa a Don
Bosco, a su espiritualidad, a su misión. Será un Año Santo salesiano, durante el cual estamos

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llamados a revivir con luminosidad y a comunicar con entusiasmo las experiencias de vida, las
modalidades de acción, los rasgos de espíritu que dirigieron a Don Bosco y, primera entre tantos
otros, a Madre Mazzarello a la santidad.
En este sentido, no puedo dejar de recordar lo que fue la experiencia de Don Bosco. En un primer
momento él se consagró personalmente en cuerpo y alma a la salvación de los jóvenes que veía
perdidos por las calles; luego invitó a algunos a compartir su trabajo apostólico, abriéndose a una
especie de primera forma de ‘Familia Salesiana’. Pero, después de haber visto que tantos lo
abandonaban y se quedaba solo o casi, reunió alrededor de sí a un grupo de jóvenes y los educó para
formar con él una familia religiosa: así nacieron los 3 Salesianos; después, vinieron otros grupos,
estructurados en diversos niveles, pero con los mismos objetivos apostólicos. Esta rápida visión de
recorrido histórico ilumina qué es la Familia Salesiana y su relación con el núcleo fundamental, los
consagrados SDB y FMA, cuyo corazón y cuyo motor, como por otra parte el de toda la
Familia Salesiana, es la pasión del «Da mihi animas, cetera tolle». Ésta contiene el espíritu que debe
caracterizar a todos los miembros y grupos de la Familia Salesiana.
Me parece natural que cuanto más completa es la consagración, tanto más es la responsabilidad en
la animación. Esta convicción nos ha sido confirmada por el Santo Padre, Benedicto XVI, en el
Discurso en la Audiencia a los Capitulares del 31 de marzo de 2008: «Quiso Don Bosco que la
continuidad de su carisma quedara en la Iglesia gracias a la opción de la vida consagrada. Hoy el
Movimiento Salesiano sólo podrá crecer en fidelidad carismática si en su seno subsiste un núcleo
fuerte y total de personas consagradas».
1. La Familia Salesiana ayer El 150º aniversario de fundación de la Sociedad Salesiana es una
ocasión privilegiada para reflexionar sobre la idea original de Don Bosco y sobre la fundación
concreta de los grupos originarios, suscitados y cultivados por él: los Salesianos de Don Bosco, las
Hijas de María Auxiliadora, la Asociación de los Cooperadores Salesianos, la Asociación de los
Devotos de María Auxiliadora.
Pues bien, partiendo de la parábola empleada por Jesús para explicar el Reino de los cielos y su
dinamismo, me atrevo a decir que la semilla sembrada por Don Bosco ha crecido hasta convertirse
en un árbol frondoso y robusto, verdadero don de Dios a la Iglesia y al mundo. En efecto, la Familia
Salesiana ha vivido una auténtica primavera. A los grupos originarios se han unido, bajo el impulso
del Espíritu Santo, otros grupos que, con vocaciones específicas, han enrique cido la comunión y
ampliado la misión salesiana.
Hoy es evidente a los ojos de todos cómo ha aumentado la Familia, se ha multiplicado el trabajo
realizado y el que soñamos; se ha extendido sin límites el campo de acción en beneficio de tantos
jóvenes y adultos. De todo esto damos gracias al Señor y tomamos conciencia de nuestra mayor
responsabilidad, precisamente porque como toda vocación, también ésta de la Familia Salesiana
está al servicio de la misión, en nuestro caso de la salvación de la juventud, especialmente la más
pobre, abandonada y en peligro.
1.1. La «semilla» carismática El espíritu, la mentalidad, la experiencia pastoral, la visión del mundo
y de la Iglesia llevaron a Don Bosco hacia algunas convicciones y a las iniciativas correspondientes:
la misión universal de salvación de la Iglesia, que debe asumirse de manera solidaria, de salvar
todo el hombre y a todos los hombres. Dentro de tal misión sus hijos y seguidores se deben
caracterizar por la preferencia hacia los jóvenes, los pobres, los pueblos no evangelizados; la
utilidad, más aún, la urgencia y la necesidad impelente de unirse espiritualmente y de asociarse
operativamente para empresas que respondan al fin indicado; las posibilidades de que el espíritu
que se le había dado tenía que ser vivido en diversos estados de vida y, por tanto, tenía que

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contribuir a través de la unión de los «buenos» a la gran misión de la Iglesia, insertándose en ella
con «las prioridades» salesianas; la fundación de los primeros grupos: reunidos espiritualmente
alrededor de la experiencia oratoriana, como misión, como estilo, como método y como espíritu: •
con diverso vínculo respecto de la Congregación Salesiana (núcleo original), • con diversa
consistencia asociativa; • con diverso nivel de compromiso público cristiano como requisito de
pertenencia.
La función histórica de los SDB, de las FMA, de los SS.CC.
5 1.2. La semilla bajo la nieve: el crecimiento silencioso Estas intuiciones se han desarrollado según
la comprensión que los seguidores de Don Bosco podían tener en el contexto de una cierta visión y
vida de Iglesia. Este desarrollo se nota: en la permanencia y extensión de los grupos fundados
por Don Bosco; en las actualizaciones y revisiones periódicas de los elementos organizativos y
espirituales; en el sentido de las relaciones vitales que estos grupos mantienen entre sí.
Mientras tanto, otros grupos han ido surgiendo en diversos continentes con características análogas,
porque fueron fundados por Salesianos.
Entre éstos ciertamente emerge el grupo de las Voluntarias de Don Bosco, traducción del espíritu
salesiano en la secularidad consagrada, que era también una novedad en la Iglesia.
Las nuevas condiciones creadas por el Concilio Vaticano II (Iglesia comunión, renovación de los
Institutos de vida consagrada, vuelta al carisma original, emergencia del laicado) han llevado a
descubrir y a evidenciar el carácter de «familia» carismática que la constelación de grupos surgidos
podía tener, y a formular también orientaciones operativas en ese sentido: comunicación entre los
grupos, expresiones de comunión, función animadora de los Salesianos, el Rector Mayor como
referencia significativa, elementos comunes de la espiritualidad.
Esta nueva mentalidad, sin embargo, debe todavía pasar del papel a la vida de cada grupo y a la
vida de cada miembro de los grupos, con el fin de que la Familia Salesiana se viva como una
dimensión de su vocación. «¡Sin vosotros, ya no somos nosotros!».
1.3. El árbol y el bosque: un desarrollo exuberante Algunos hechos han acompañado y sostenido el
desarrollo de la Familia: Se ha solicitado formalmente y reconocido públicamente la pertenencia
de los grupos que habían surgido después de la muerte de Don Bosco. En su conjunto los grupos
oficialmente reconocidos son 23: 1. La Sociedad de San Francisco de Sales (Salesianos de Don
Bosco) 2. El Instituto de las Hijas de María Auxiliadora 3. La Asociación de los Salesianos
Cooperadores 4. La Asociación de María Auxiliadora 5. La Asociación de los Antiguos Alumnos y
de las Antiguas Alumnas de Don Bosco 6. La Asociación de los Antiguos Alumnos y de las
Antiguas Alumnas de las Hijas de María Auxiliadora 7. El Instituto de las Voluntarias de Don
Bosco 8. Las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María 9. Las Salesianas Oblatas del
Sagrado Corazón de Jesús 10. Las Apóstoles de la Sagrada Familia 11. Las Hermanas de la Caridad
de Miyazaki 12. Las Hermanas Misioneras de María Auxiliadora 13. Las Hijas del Divino Salvador
14. Las Siervas del Corazón Inmaculado de María 15. Las Hermanas de Jesús Adolescente 16. La
Asociación Damas Salesianas 17. Los Voluntarios Con Don Bosco 18. Las Hermanas Catequistas
de María Inmaculada Auxiliadora 19. Las Hijas de la Realeza de María Inmaculada 20. Los
Testigos del Resucitado 2000 21. La Congregación de San Miguel Arcángel 22. La Congregación
de las Hermanas de la Resurrección 23. La Congregación de las Hermanas Anunciadoras del Señor.

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7 Han nacido también otros grupos que esperan que maduren las condiciones para ser
formalmente reconocidos como miembros de la Familia Salesiana; mientras tanto, se cultiva el
terreno en el que otros grupos podrían todavía manifestarse.
La Familia Salesiana ha reflexionado sobre la propia identidad (cfr. ACG 358), sobre los
elementos que se refieren a su consistencia y unidad, sobre su organización para la comunicación
(cfr. Carta de la Comunión y Carta de la Misión).
Cada grupo ha tratado de reforzarse, dándose Estatutos o Reglamentos de Vida, líneas para la
formación de los miembros, síntesis de la propia específica espiritualidad salesiana, y com
prometiéndose a mejorar la organización y encontrar caminos u oportunidades de crecimiento y
desarrollo.
Se ha hecho un esfuerzo común para profundizar las posibilidades y definir las modalidades de
comunión entre todos; ha sido referencia válida, primero, la Carta de la Comunión y, luego, la Carta
de la Misión, que es preciso seguir difundiendo, estudiándolas y realizándolas.
2. En el tercer milenio: el hoy y el mañana 2.1. En el camino de la comunión La Iglesia ha entrado
en una nueva fase de comunión, marcada por los Sínodos continentales y de la Iglesia universal, por
el diálogo ecuménico, por el movimiento interreligioso, por la solidaridad globalizada, por el
compromiso de la reconciliación. Características de tal comunión son: la revisión de los
fundamentos, una mayor extensión, la comprensión más adecuada de sus condiciones, una
mayor visibilidad, una mayor operatividad apostólica y misionera, su referencia a la misión:
«La comunión engendra comunión y se configura esencialmente como comunión misionera» (ChL.
32).
Aunque la nuestra es una Familia preferentemente apostólica, por el hecho de ser familia ahonda
sus raíces en el misterio de la Trinidad, origen, modelo y meta de toda familia. Contemplando al
DiosAmor, al Dios-Comunión, al Dios-Familia, comprendemos qué significa para nosotros la
misión («ser signos y portadores del amor de Dios»), la espiritualidad de comunión, el ser familia.
El Padre nos hace pensar en la amplitud del corazón por la que, miembros y grupos de la Familia
Salesiana, nos acogemos y reconocemos como hermanos y hermanas, hombres y mujeres amados
por Él: por Él llamados personalmente a trabajar en su campo por un mismo fin. La mezquindad del
corazón humano puede levantar barreras, crear distancias y separaciones, buscar como entre los
Apóstolesel primer puesto, en daño del Reino. A veces son nuestros miedos o reservas a la
unidad misma con los otros los que producen efectos semejantes. Corazón, como el del Padre,
significa afecto verdadero y profundo por los jóvenes y por cuantos consumen la vida por ellos. Se
traduce en cordialidad, valoración de todos y de cada uno, reconocimiento por cuanto cada uno
puede y es capaz de dar.
El Espíritu Santo nos indica una segunda actitud para construir familia: la acogida grata y gozosa de
la diversidad. Manifestación del Espíritu son las muchas lenguas, los diversos carismas, los diversos
miembros de un cuerpo. Son los millares de millones de hombres, cada uno plasmado
singularmente como hijo de Dios. El Espíritu no se repite, no produce en serie.
Don Bosco fue maestro en hacer florecer la unidad en la diversidad de tipos y temperamentos, de
condiciones y capacidades. En su tiempo esta sensibilidad era menos presente. Hoy, en cambio, la
diversidad constituye un desafío educativo y pastoral para la convivencia humana, para el
testimonio eclesial y para la Familia Salesiana.

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Diversidad quiere decir abundancia de relaciones, variedad de fuerzas, fertilidad de campos y, por
tanto, fecundidad sin cálculo. ¡Qué incomparable oportunidad de diálogo, de intercambio de
experiencias espirituales y educativas pueden ofrecer en la Familia Salesiana hombres y mujeres,
consagrados y seglares, sacerdotes y laicos, en su singular condición de maridos, esposas e hijos,
jóvenes, adultos 9 y ancianos, obreros, profesionales o estudiantes, gente de pueblos y culturas
variados, en plenitud de fuerzas o en la prueba de la enfermedad, santos y pecadores! Ciertamente,
la unidad entre diversos no es un hecho de naturaleza; pero precisamente para que nosotros
tuviésemos la fuerza de superar el instinto de autoafirmación, Jesús ha pedido: «¡Que todos sean
uno!» (cfr. Jn 17,11).
Jesús, el Señor, el Hijo que se ha hecho nuestro compañero de viaje, que reconcilia todas las cosas,
las que están en el cielo como las que están en la tierra (cfr. Col 1,20), recapitulándolas en Dios, nos
indica una tercera actitud: la voluntad de caminar juntos hacia una meta compartida, de colocarnos
juntos en un espacio nada etéreo, el Reino; de formar una comunidad reconocible de discípulos que
asume conjuntamente su mandato: «Id a todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura» (Mc
16,15).
He aquí las tres actitudes indispensables para crecer en comunión: la amplitud de corazón, la
acogida de la diversidad, la voluntad de caminar juntos hacia una meta compartida.
2.2 Comunión en la misión y por la misión «La comunión genera comunión y esencialmente se
configura co mo comunión misionera» (ChL 32). Ahora bien, en el tercer milenio nuestra meta
principal es expresar, de modo más evidente, la comunión en la misión, teniendo presentes los
siguientes criterios: Según las constantes de los orígenes y del desarrollo de la Familia Salesiana:
Una cosa ha permanecido constante, como preciosa herencia: la pasión educativa, en particular por
los jóvenes más pobres a quienes ayudamos a ser conscientes de la propia dignidad de personas, del
valor y de las posibilidades que su vida tiene para Dios y para el mundo.
¡«Da mihi animas»! ¡Es el lema de Don Bosco que hacemos nuestro! Nosotros miramos a los
jóvenes, a su dimensión espi ritual, y de ellos queremos ocuparnos para despertarles la vocación de
ser hijos de Dios y ayudarlos a realizarla, siguiendo el Sistema Preventivo, es decir, a través de la
razón, la religión y el cariño. Esto implica un desapego de todo cuanto nos puede distraer de nuestra
entrega a Dios y a los jóvenes. He aquí el significado del «cetera tolle», que es la segunda parte de
nuestro lema. Conforme a las condiciones del mundo de hoy: El mundo unificado a través de la
comunicación, caracterizado por la complejidad, por el carácter transversal de muchas causas, por la
posibilidad de redes, ofrece un escenario nuevo para la misión cristiana, promocional, educativa,
juvenil.
La Familia Salesiana tratará conjuntamente de dar espesor a la propia presencia en la sociedad e
incidencia a su acción educativa: hay el problema juvenil, hay la vida que custodiar, hay la pobreza
en sus diversas expresiones que se deben eliminar; hay la paz que promover; hay los derechos
humanos declarados que deben hacerse reales; hay Jesucristo que debenos dar a conocer.
Como fruto de los últimos Aguinaldos: Los Aguinaldos de estos últimos tres años han puesto en
evidencia la emergencia educativa, el compromiso por la familia, la promoción de la vida, la
preferencia por los pobres, la solidaridad globalizada, la nueva evangelización. Esta nueva fase de
la Familia Salesiana estará marcada por una ardiente y activa caridad, llena de fantasía y
generosidad: la que ha hecho de Don Bosco una imagen de Jesús Buen Pastor, reconocible por los
jóvenes y por la gente humilde de su tiempo. Nosotros, Familia Salesiana, estamos llamados hoy, en
el siglo XXI, a modelar nuestro corazón, pobre y a veces también pecador, sobre el de Jesús en el

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que Dios se ha manifestado al mundo como Aquel que da la vida, para que el hombre sea feliz y
tenga vida en abundancia (cfr. Jn 10,10).
11 2.3 Algunas exigencias para continuar el camino Surgen inmediatamente algunas exigencias
para continuar el camino de crecimiento y alcanzar la meta de la comunión en la misión, que nos
hemos propuesto: Profundizar, para comprenderlo mejor, el posible campo común y las
características operativas de la Misión.
Todo esto comporta mirar, reflexionar, dialogar, estudiar, rezar juntos para encontrar el camino que
hay que recorrer en espíritu de comunión. Es el signo del amor que los jóvenes esperan y del que
ciertamente sentirán el impacto y el beneficio.
Poner en el centro la espiritualidad como impulso para la comunión por la misión, conforme con
el tiempo de la Iglesia y con las condiciones de la experiencia religiosa actual; de ello se deduce la
urgencia de la formación de los miembros y la implicación de otros.
La santidad: ésta es la fuente y la energía de la que «deriva un vasto movimiento de personas que,
de diferentes formas, trabajan por la salvación de la juventud» (Const. SDB 5): la Familia Salesiana.
No se puede pensar que ella puede ser el resultado de una organización incluso perfecta o de
técnicas refinadas de agregación. La ha suscitado el Espíritu y vive del Espíritu.
A esta Familia hago la presente invitación a adquirir una nueva mentalidad, a pensar y obrar
siempre como Movimiento, con intenso espíritu de comunión (concordia), con convencida voluntad
de sinergia (unidad de propósitos), con madura capacidad de trabajar en red (unidad de proyectos).
En el Reglamento de los Salesianos Cooperadores, Don Bosco escribió: «En todo tiempo se juzgó
necesaria la unión entre los buenos para ayudarse recíprocamente en hacer el bien y tener alejado el
mal… Las fuerzas débiles, unidas, se hacen fuertes: Vis unita fortior, funiculus triplex difficile
rumpitur». No debemos olvidar nunca que hemos sido fundados por un Santo de la caridad social,
Don Bosco (cfr. Deus Caritas Est, núm. 40), pero que era consciente de que el tra bajo educativo
pastoral tiene necesidad de una caridad en cooperación, para la que el Espíritu Santo suscita
carismas.
Asegurar la capacidad autónoma de los grupos en cuanto al propio desarrollo, a la formación de
los propios socios, a las iniciativas apostólicas.
Comprender y experimentar formas ágiles de colaboración: «pensar globalmente, obrar
localmente».
Profundizar la experiencia salesiana que se desarrolla en la condición laical.
3. Líneas para el futuro Fruto de este Aguinaldo debe ser, pues, un esfuerzo conjunto más visible y
también más concreto en la línea de la misión. Son muchas las propuestas que hay que comprobar,
teniendo en cuenta la evolución de la vida y de ciertas prioridades. A esto apuntan la Carta de la
Comunión y la Carta de la Misión de la Familia Salesiana. Mientras la primera precisa
cuidadosamente nuestro ADN común, es decir aquellos elementos que caracterizan nuestra
identidad carismática salesiana, la segunda representa una declaración de propósitos y de
orientaciones. El objetivo de ambas es, en primer lugar, el de crear conciencia, formar
mentalidades, hacer surgir una «cultura de la Familia Salesiana» Las dos deben llevar a cada uno de
los miembros de los diversos grupos a sentir que sin los otros no es lo que debe ser y, por
consiguiente, deben producir sinergias variadas, múltiples, no todas institucionalizadas. Espero y
deseo que un fruto de este Aguinaldo sea la Carta de la espiritualidad, de la que he hablado varias

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veces. La espiritualidad es la motivación de fondo y el dinamismo más potente del compromiso de
cada miembro de la Familia Salesiana, la que puede garantizar una mayor eficacia e incidencia en la
acción educativa y evangelizadora. 13 3.1. las sinergias en la misión La referencia a la Carta de la
Comunión y a la Carta de la Misión nos ofrece la oportunidad de reflexionar sobre las posibles
condicio nes de sinergias en la misión. Debemos, ante todo, tener presente que nosotros tenemos ya
una misión común y la estamos realizando. Es la misión suscitada y articulada por el Espíritu Santo
en diferentes servicios e iniciativas, en diferentes modalidades de intervención, pero en
convergencia de objetivos, contenidos y métodos, como se lee en todas las constituciones,
reglamentos o estatutos de los diversos grupos. Esto ha sido obra del Espíritu Santo, cuando del
tronco salesiano ha hecho germinar y crecer una nueva rama con sus específicas características.
Esto nos debe hacer comprender que la primera condición para la comunión y la misión común es
que cada grupo realice, con el mayor esfuerzo posible, la propia vocación y misión, que le infunda
continua vitalidad con fidelidad y creatividad. El Espíritu ya nos ha articulado en hombres y
mujeres, consagrados y laicos, presentes entre la juventud, entre los enfermos, entre los pueblos que
evangelizar, etc. Si cada grupo, con el espíritu y los objetivos que están declarados en el propio
estatuto y que son conformes con la espiritualidad salesiana, cumple este fin, tenemos la misión
salesiana ya cumplida.
La primera gran ayuda y la mejor realización de la Carta de la Comunión y de la Carta de la Misión
es, pues, la conciencia de complementariedad al servicio de una gran misión, a la que debe seguir la
apertura y la disponibilidad para apoyar y sostener la misión común por parte de cada grupo.
Pero nuestros tiempos consienten y requieren nuevas expresiones de la misión común. Hay hoy,
como hemos subrayado en los Aguinaldos de los últimos años, causas transversales (como la
familia, la vida, la educación, los derechos de los menores, el problema de la paz, el tema de la
mujer, la protección de la naturaleza), que pueden comprometernos a todos. Hay, sobre todo, la
solidaridad global que se está expresando de diversas formas y busca adhesiones, declaraciones
públicas, presiones sobre los organismos que orientan la vida de las naciones y del mundo. Y hay
también nuevas posibilidades de vinculación en red y de comunicación; y esto lleva a diversas
formas de in tervención y a activar sinergias que antes no eran posibles. Nosotros queremos que
produzcan frutos las posibilidades todavía inexploradas en la misión salesiana y aprovechar las
oportunidades que nos ofrece nuestro tiempo, haciendo converger capacidades adquiridas y
creatividad renovadora.
Estoy convencido de que la Familia Salesiana se presentará con credibilidad en la Iglesia y será
pastoral, espiritual y vocacionalmente fecunda para los jóvenes, si logra trabajar conjuntamente por
ellos, como verdadero Movimiento. No debemos olvidar que el Movimiento se caracteriza por
algunas ideas-fuerza y un espíritu común. Más que en un estatuto, es en un espíritu y en una praxis
donde se encuentran y convergen los miembros de los diversos grupos de un movimiento. ¡Es una
adhesión más vital que formal! Desde esta perspectiva el Movimiento Salesiano es mucho más
grande que la Familia Salesiana, porque incluye a los mismos jóvenes, a los padres de nuestros
destinatarios, a los colaboradores, a los voluntarios, a los simpatizantes de la obra salesiana, a los
bienhechores, también a los no cristianos, como sucede en tantas partes del mundo, especialmente
en Asia, pero no sólo. Se trata de personas que participan parcialmente en la misión o en el carisma
salesiano. Ellos son los “Amigos de Don Bosco”. Es en el interior de tan gran Movimiento donde se
encuentra la Familia Salesiana como su núcleo animador.
3.2 Los recursos ¿Con qué recursos contamos? • En primer lugar apuntamos a la formación de las
personas y al robustecimiento de las comunidades o grupos.

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• Pero tenemos también necesidad de la elaboración y de la adquisición de una cultura o mentalidad
carismática común, para lo que deben servir la Carta de la Comunión y la Carta de la Misión. • El
apoyo organizativo es ciertamente útil, pero tiene sólo un valor subsidiario y debe adaptarse a las
exigencias y a las situaciones concretas. 15 Por tanto, seguimos creyendo que la Familia Salesiana
es, ante todo, hoy todavía, una realidad carismática, cuyos grandes recursos son el Espíritu y la
creatividad; todo esto apoyado en una suficiente estructura organizativa.
Respecto de la misión, hay todavía otro aspecto que hacer notar. Nos decimos corresponsables en la
misión. Pero debemos tener presente que la misión, que se refiere a diversos campos (áreas,
dimensiones), con objetivos y espíritu comunes, no implica necesariamente corresponsabilidad en
cada iniciativa particular o en cada territorio particular. Según se desciende de la visión del gran
ámbito de la misión a su realización concreta, se verá si convienen colaboraciones bilaterales,
trilaterales, sin aferrarnos apriorísticamente a ninguna estructura global que guíe preventivamente la
totalidad. Tener un objetivo claro y seguir el curso de la vida y de la realidad es lo que nos
conviene. como hemos repetido en el sexenio pasado sobre el pensar globalmente y el obrar
localmente, dando fuerte vitalidad a las células, a los organismos esenciales, a los organismos
intermedios y, finalmente, a la estructura última. 3.3 Algunos campos de colaboración Los
jóvenes Todos tratamos de trabajar con el mayor número de jóvenes con diversas iniciativas.
Observamos que entre los jóvenes se están consolidando, especialmente en estos últimos tiempos,
los grupos juveniles que quieren hacer un camino de crecimiento humano y de fe conforme al
Sistema Preventivo, que sabemosno es sólo metodología, sino también un modo de concebir
los contenidos. En ellos se forman los líderes, que son llamados animadores, acompañantes, etc. Se
está consolidando, en particular, el Movimiento Juvenil Salesiano (MJS), en el que convergen
grupos juveniles que nacen y se forman en la Familia Salesiana y que quieren formar parte de ella.
Ésta es una posibilidad ofrecida a todos. Hasta ahora en la animación del MJS hay una fuerte
colaboración entre los Salesianos y las Hijas de María Auxiliadora. Deseo y espero que en el futuro
se haga más intensa la par ticipación también de los Salesianos Cooperadores y de los Antiguos
Alumnos, promoviendo el MJS entre sus grupos juveniles.
También ésta es una iniciativa que se ha concordado entre las ramas de la Familia Salesiana más
cercanas entre sí y más presentes en el campo juvenil. En efecto, FMA y SDB tienen una larga
experiencia, muchas obras y organismos de animación activos ya desde hace mucho tiempo. Pero la
participación está abierta a todos los demás. La participación se realiza a partir de una plataforma
que se elabora en la ocasión de cada encuentro o acontecimiento.
Para los grupos juveniles es útil tener una plataforma común de formación humana, de camino de fe
y de propuesta vocacional, porque todo esto realiza el concepto educativo de Don Bosco.
Por tanto, hay sinergias ya existentes y posibilidades de aperturas a otros en el Movimiento Juvenil
Salesiano, que ya nota que tiene una conciencia mundial. Recorriendo la Congregación he visto
cómo el mensaje del Rector Mayor mandado cada año desde Turín, con ocasión de la Fiesta de Don
Bosco, agrega mundialmente a los grupos que están presentes en los diversos continentes. Hay,
pues, un espacio juvenil donde podemos educar a los jóvenes también en las futuras sinergias y en
la futura solidaridad.
Lo demuestra también el éxito de las Jornadas Mundiales de la Juventud, que llegan a reunir, a
pesar de las distancias y los costos, a jóvenes de todas las partes del mundo, pertenecientes a grupos
diocesanos, a grupos animados por institutos religiosos, por los movimientos, o simplemente que se
identifican con este tipo de iniciativas.

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La propuesta vocacional Unido al tema del MJS está el de la propuesta vocacional, de la
orientación vocacional y de nuestro testimonio. Sabemos que Don Bosco, que tenía una gran estima
de los seglares, gozaba cuando podía dar a la Iglesia sacerdotes y consagrados. En efecto, si es
verdad que todos tienen igual dignidad e igual llamada a la santidad, es también verdad que en la
dinámica temporal del reino de Dios hay vocaciones que mueven particularmente la comunidad
eclesial. Entonces 17 es importante que nosotros estemos unidos también en este objetivo. Haciendo
hacer a nuestros grupos o a nuestros jóvenes un camino de formación humana y cristiana, les
proponemos el abanico de las vocaciones, haciendo también notar el mayor compromiso de
«sequela Christi» propio de algunas vocaciones específicas.
La finalidad de los grupos juveniles, formados por nuestras ramas particulares de la Familia
Salesiana, no es tener un cultivo de polluelos para la propia Asociación. Nuestra finalidad es la
educación cristiana y la orientación del joven en la vida. Debemos saber hacer llegar al joven la
llamada de Cristo, indicando cómo en la dinámica temporal del Reino hay también vocaciones de
mayor compromiso. Debemos ser capaces de suscitar en los jóvenes deseos de formación y de
disponibilidad, ser capaces de orientarlos hacia vocaciones de servicio y de gran significado (entre
éstas coloco también el voluntariado), todo en el realismo del Reino.
Las Misiones Un tercer campo en el que estamos ya colaborando, un campo que la solidaridad y
cooperación actual pueden ensanchar ofreciendo nuevas posibilidades, son las misiones. En las
últimas expediciones misioneras se ha ido consolidando, al lado de los religiosos, la presencia de
seglares, individuos, parejas e incluso familias enteras. Es precioso constatar que, dentro de la
Familia Salesiana, hay grupos que incluyen el trabajo misionero en su misma denominación. El
trabajo misionero, sin embargo, tiene diversidad de expresiones y de iniciativas, especialmente en
este nuestro tiempo en que se habla de solidaridad globalizada. Hay nuevas posibilidades de
compromiso misionero. Hay la posibilidad de la presencia personal, hay la posibilidad del
hermanamiento y la del sostén a distancia en diversas formas. Viendo la diferencia entre las
distintas partes del mundo, pienso cuán precioso sería si hubiese una red de hermanamientos en
grado de aportar recursos que respondan a las diversas necesidades; y donde hay fuerzas
disponibles, estar abiertos a colaboraciones temporales o incluso definitivas. Esto en fase de
proyecto y sucesivamente por su realización en sinergia.
El “Boletín Salesiano” Hay otro sector, muy importante, donde ya estamos colaborando: es el
campo de la comunicación en la Iglesia y en la sociedad. Cada grupo tiene el propio órgano de
comunicación interna, que distribuye luego fuera del grupo. Pero sabéis que hay una revista o un
órgano que nos representa a todos y es el “Boletín Salesiano”. Nosotros decimos que es un órgano
para la Familia Salesiana, para el Movimiento Salesiano y para toda la opinión salesiana del mundo,
que presenta el punto de vista de la Familia sobre las realidades que estamos viviendo, y abre al
mundo una ventana sobre la realidad salesiana.
Es verdad que el “Boletín” está gestionado y llevado adelante por la Congregación Salesiana. Sería
superfluo y pesado crear un grueso organismo de representatividad. Se está dando cada vez mayor
espacio a la Familia Salesiana en el consejo de redacción y se van presentando nuestras realidades,
más bien que «dividir en lotes» las páginas, lo que no es oportuno. De la imagen que el “Boletín”
logra crear, todos recibimos su beneficio.
3.4 Visibilidad eclesial de la presencia salesiana como "Movimiento" Sería interesante, a través de
todas las sinergias que hay que poner en acto, obrar cada vez más como Movimiento y así tener una
presencia visible en la realidad social y eclesial. Debemos superar dos peligros, que no son nada
imaginarios: por una parte, un protagonismo demasiado aclamado y, por otra, un absentismo
injustificable. Más que una obra de gran propaganda o afirmación declamada en la Iglesia local,

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debería ser bien clara nuestra presencia solidaria con el Obispo, con los sacerdotes; deberíamos
mostrar nuestra capacidad de obrar por algunas causas, haciendo ver que no estamos en función de
nosotros mismos, sino de la comunidad eclesial que, a su vez, está en función de la salvación del
mundo.
3.5 Una cultura de la Familia Salesiana Con el fin de que la cultura de la Familia, es decir, la visión
y la mentalidad del trabajar juntos, pase a todas las ramas y a todo el ár 19 bol es indispensable que
todos los socios de cada grupo se hagan conscientes de pertenecer a un vasto Movimiento de
personas, nacido del corazón apostólico de Don Bosco, y se manifiesten dispuestos a las sinergias, a
las convergencias, a las colaboraciones múltiples, diversas, ágiles, actualizables. No buscamos una
gran organización que establezca desde el vértice las cosas que hacer, sino un fuerte impulso de
espiritualidad para dar vida a las células y a los órganos, para que ellos creen las colaboraciones
posibles.
De esta perspectiva nace como primera tarea la de hacer leer a todos la Carta de la Comunión y la
Carta de la Misión. Se encuentran en ellas las grandes ideas que transmitir y las grandes opciones
que tomar. Pero, además del estudio de estos documentos, ayudará hacer entre los diversos grupos
experiencias de convivencia, de espiritualidad, de fraternidad, de colaboración. Esto elevará el nivel
de confianza recíproca, el aprecio de las posibilidades que el carisma y la Familia de Don Bosco
tienen. La meta es siempre pasar de la concordia a la comunión de objetivos, a la colaboración y
corresponsabilidad en proyectos comunes sobre el territorio, social y eclesial.
4. Sugerencias para concretar el Aguinaldo He aquí algunos pasos para hacer que la Familia
Salesiana llegue a ser un vasto Movimiento al servicio de la salvación de los jóvenes.
4.1 Colaborar juntos en la formación y en la profundización de la mentalidad carismática de Familia
Salesiana Para ello hay que esforzarse en: hacer objeto de estudio y de profundización la Carta
de la Comunión y la Carta de la Misión por parte de cada grupo de la Familia Salesiana, para hacer
crecer en cada miembro la cultura de Familia y la conciencia de Movimiento; compartir las
conclusiones de este estudio en la «Consulta» local e inspectorial de la Familia Salesiana y escoger,
como conclusión, algunas líneas operativas de participación y sinergia al servicio de la misión
salesiana en el propio territorio.
4.2 Cromover un compromiso compartido Estudiar juntos, entre los diversos grupos de la Familia
Salesiana presentes en un territorio, la situación de los jóvenes de hoy, sobre todo alrededor de los
grandes desafíos de la vida, de la pobreza en sus diversas expresiones, de la evangelización, de la
paz, de los derechos humanos… y buscar: — caminos para mejorar las iniciativas ya en acto,
mediante una mayor colaboración y trabajo en red; nuevas iniciativas que promover con la
aportación específica de los diversos grupos presentes.
4.3 Un instrumento de comunión: la Consulta local e inspectorial de la Familia Salesiana Dar mayor
consistencia a la Consulta local y a la Consulta inspectorial de la Familia Salesiana, buscando la
forma más adecuada para realizarla, para que no sea sólo una ocasión de intercambio de ideas y
experiencias, sino sobre todo un instrumento: para reflexionar juntos sobre los desafíos de la
misión en el propio territorio y para compartir algunas líneas fundamentales de respuesta que cada
grupo se esfuerza por asumir según sus posibilidades; para buscar caminos de colaboración ágil
y bien articulada en proyectos educativos y de evangelización, sobre todo al servicio de los jóvenes.
4.4 Algunas plataformas de colaboración y de trabajo en red que hay que promover y desarrollar
La animación del Movimiento Juvenil Salesiano, • desarrollando en los diversos grupos juveniles
animados por los grupos de la Familia Salesiana el compromiso de compartir y participar en el

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2.1 Page 11

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Movimiento Juvenil Salesiano; • implicándose en el acompañamiento de los grupos y de los
jóvenes; 21 • compartiendo en el camino formativo de los grupos un itinerario de educación en la fe
que los ayude a descubrir y asumir la propia vocación apostólica en la Iglesia y en la sociedad.
La animación y promoción entre los jóvenes y los adultos del Voluntariado salesiano social y
misionero como respuesta salesiana a los grandes desafíos del mundo juvenil de hoy, en particular
de los más pobres y en peligro.
La promoción de vocaciones sacerdotales, religiosas y laicales de especial compromiso para el
servicio de la Iglesia y en particular en la Familia Salesiana, mediante: • la participación en las
iniciativas vocacionales promovidas en la Iglesia local; • el testimonio de la propia vida vivida
como vocación, y la presentación de las diversas vocaciones en la Iglesia y en la sociedad, de modo
especial en la Familia Salesiana; • una particular atención y acompañamiento de los jóvenes en su
camino de pareja con iniciativas adecuadas; • el apoyo a las familias y a los padres en su
compromiso educa- tivo, promoviendo escuelas de padres, grupos de parejas, etc.
Conclusión Concluyo con una oración a Don Bosco, padre carismático de toda la Familia Salesiana,
compuesta por don Egidio Viganò. Me parece más que nunca oportuna porque está particularmente
pensada y es programática. Y, como de costumbre, con un cuento ilustrativo del Aguinaldo. San
Pablo hablando de la realidad de la Iglesiahabía hecho suya la metáfora del cuerpo que «aun
siendo uno tiene muchos miembros y todos los miembros, aun siendo muchos, son un solo cuerpo»
(1 Cor 12,12). Para hablar de la Familia Salesiana yo he preferido subrayar junto a la unidad, a la
que hace referencia la imagen del cuerpo, la vitalidad, el dinamismo propio del movimiento, por lo
que he usado la imagen del bosque, también para recordar la parábola inicial de la semilla que se
hace árbol y del árbol que llega a ser bosque.
He aquí la oración de la Familia Salesiana: Padre y maestro de la juventud, San Juan Bosco, que,
dócil a los dones del Espíritu Santo, legaste a la Familia Salesiana el tesoro de tu predilección por
«los pequeños y los pobres», enséñanos a ser cada día para ellos signos y portadores del amor de
Dios, cultivando en nuestro ánimo los mismos sentimientos de Cristo Buen Pastor.
Pide para todos los miembros de tu Familia un corazón bondadoso, constancia en el trabajo,
sabiduría en el discernimiento, valor para testimoniar el sentido de Iglesia y generosidad misionera.
Alcánzanos del Señor la gracia de ser fieles a la alianza especial que el Señor ha sellado con
nosotros, y haz que, guiados por María, recorramos gozosamente con los jóvenes el camino que
conduce al amor.
Amén.
Y he aquí el cuento metafórico: Los ABETOS El aullido del lobo corrió como un escalofrío a lo
largo de toda la montaña. Un ciervo, que roía plácidamente la rica hierba cubierta de rocío, se
asustó y se alejó corriendo a más no poder, a través del pinar.
23 La imponente cornamenta del ciervo desfloraba y sacudía las ra mas. Una piña hinchada y
madura se desgajó de una rama de abeto y rodó hacia abajo por la pendiente, saltó sobre el saliente
de una roca y, con un golpe sonoro, acabó en una hondonada húmeda y bien expuesta.
Un puñado de semillas salió disparada de su cómodo alojamiento y se esparció en la tierra.

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«¡Hurra!, gritaron las semillas al unísono. ¡Llegó el momento!». «¡Lo hemos conseguido! ¡Aquí no
hay ardillas ni topos, estamos fuera de peligro!».
Comenzaron con entusiasmo a germinar para cumplir la misión que ardía en su pequeño corazón y
que es la función de todo árbol: tener el cielo unido a la tierra. Para ello, los árboles echan raíces
profundas y extienden ramas nudosas hacia el cielo. Si no hubiese árboles, el cielo ya habría
desaparecido.
Comenzaron, pues, las semillas a esconderse en la tierra, pero descubrieron bien pronto que siendo
tantas provocaban algunos conflictos.
«¡Córrete un poco más allá, por favor!».
«¡Está atenta! Me has metido el botón en un ojo!».
Y así sucesivamente. De todos modos, rozándose y codeándose, todas las semillas encontraron un
rinconcito para germinar.
Todas menos una.
Una hermosa y robusta semilla declaró claramente sus intenciones: «¡Me parecéis un montón de
ineptas! Amontonadas como estáis, os robáis el terreno una a otra y crecéis raquíticas y
desmirriadas. No quiero tener nada que ver con vosotras. Por mí sola podré llegar a ser un árbol
grande, noble e imponente. ¡Yo sola!».
Con la ayuda del viento, la semilla logró alejarse de sus hermanas y hundió sus raíces, solitaria, en
la cresta de la montaña.
Después de alguna estación, gracias a la nieve, a la lluvia y al sol, llegó a ser un magnífico abeto
joven que dominaba el valle, donde sus hermanas se habían convertido en un bosque que ofrecía
sombra y descanso fresco a los caminantes y a los animales de la montaña.
Aunque no faltaban problemas.
«¡Estáte quieto con esas ramas! Me tiras las agujas».
«¡Me robas el sol! Ponte más allá…».
«¿Quieres dejar de despeinarme?».
El abeto solitario los miraba irónico y soberbio. Él tenía todo el sol y el espacio que deseaba.
Pero una noche de final de agosto, las estrellas y la luna desapa recieron bajo un montón de
nubarrones amenazadores. Silbando y revoloteando, el viento descargó una serie de ráfagas cada
vez más violentas, hasta que desolando la montaña se abatió la tempestad.
Los abetos del bosque se estrecharon los unos contra los otros, temblando, pero protegiéndose y
sosteniéndose recíprocamente.
Cuando la tempestad se aplacó, los abetos estaban extenuados por la larga lucha, pero se
encontraban a salvo.

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Todos menos uno.
Del abeto soberbio solitario no quedaba sino un trozo astillado y melancólico en la cima de la
montaña.
En la primavera sucesiva, los rayos del sol acariciaban decenas de tiernos vástagos que la brisa de la
noche acunaba emocionada. Entre las ramas de los abetos muchos pájaros y ardillas habían
encontrado refugio. Superado el invierno, en la base de los troncos robustos, habían nacido plantas
y flores de mil colores.
Era el don que, sin quererlo, el viento y la lluvia de la tempestad habían hecho a la montaña.
Queridísimos hermanos y hermanas, amigos todos, os deseo un año 2009 rico de gracias y os confío
el compromiso de hacer realmente de la Familia Salesiana un vasto y solidario movimiento de
personas para la salvación de los jóvenes.
Con afecto, en Don Bosco
Pascual CHÁVEZ VILLANUEVA
Rector Mayor