Natividad de la Bienaventurada Virgen María


Natividad de la Bienaventurada Virgen María



1. CARTA DEL RECTOR MAYOR


DOY GRACIAS A MI DIOS

CADA VEZ QUE ME ACUERDO DE VOSOTROS” (Flp 1,3)

Presentación de la Región Europa Oeste



Don Bosco en Francia, España, Portugal y Bélgica Sur. – En los orígenes, una buena implantación del carisma. – Un desarrollo espectacular. – Situación cultural, social y religiosa actualmente. – Situación salesiana en la Región. – Una palabra sobre las diversas Obras. – La pastoral Juvenil. – La Comunicación Social. – La dimensión misionera. – La Familia Salesiana. – La formación inicial y la formación continua. – La formación permanente. – Los grandes desafíos de la Región. – Líneas de acción. – 1. Promover una animación vocacional específica que sea expresión del testimonio de la vida comunitaria y de la fecundidad de la misión. – 1.1. Asegurar las condiciones para que cada comunidad viva una verdadera experiencia espiritual y sea testimonio de fe, visible y legible por los jóvenes. – 1.2. Crear un modo nuevo de presencia salesiana verdaderamente significativa, que sea atractiva y rica en propuestas para los jóvenes y que ponga la evangelización como objetivo prioritario. – 2. Asegurar los cambios consiguientes en la vida y en la organización de las Inspectorías y de la Región.


Roma, 8 de septiembre de 2004



Queridísimos hermanos:


Os escribo con vivo afecto, dando gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de vosotros (Flp 1,3). Éste es el título que he querido poner a esta carta sobre la Región Europa Oeste. Aún siendo válido para todas las Regiones, porque expresa la intensa comunión que hay entre nosotros y el reconocimiento del trabajo hecho para la expansión de la Congregación y la difusión del carisma de Don Bosco, no hay duda que se aplica de modo especial a esta Región. La España salesiana ha conocido un gran crecimiento, el más abundante y consistente después de Italia y antes de que llegase el de la India. Francia ha despuntado por su amor a Don Bosco, a su espiritualidad, a su pedagogía. Portugal ha tenido una admirable expansión misionera en todos los países de las antiguas colonias lusitanas. Bélgica Sur ha colaborado siempre generosamente en las presencias misioneras.


Durante estos tres meses últimos, desde mi última carta sobre la Palabra de Dios y Vida Salesiana, he pasado la mayor parte del tiempo en la Casa Generalicia en una sesión del Consejo de gran compromiso, en la que hemos examinado y aprobado más de dos tercios de los documentos elaborados por los Capítulos Inspectoriales. Hay también algunas noticias que merecen un breve comentario.


Ante todo, los Ejercicios Espirituales que hemos hecho juntamente con el Consejo General de las Hijas de María Auxiliadora, en Santa Fosca di Cadore, al comienzo de julio. Aparte del hecho de ser la primera vez de un evento semejante en la historia de nuestros Institutos, con todo el significado carismático que puede tener, queríamos hacer una experiencia de búsqueda todos juntos del paso del Espíritu en el hoy de la Iglesia y del mundo, para conocer mejor qué espera el Señor de nosotros, cuáles son sus expectativas, cuál su voluntad. Bajo este punto de vista, tanto el escenario natural, verdaderamente espectacular, como el clima agradable; tanto la convivencia familiar como la participación espiritual y la reflexión ofrecida y celebrada, han sido iluminadores y ricos en propuestas. Faltaron la Madre Antonia Colombo y dos Consejeras, que, por motivos de salud, no pudieron participar.


El mes de agosto ha tenido como característica el “Campobosco” de los jóvenes de España y el “Confronto Europeo”, que ha reunido a centenares de jóvenes, con ocasión del jubileo de la canonización de Santo Domingo Savio y del centenario de la muerte de Laura Vicuña. Ambos encuentros habían sido preparados cuidadosamente y realizados con gran empeño por parte de todos, comenzando por los jóvenes mismos, verdaderos protagonistas de los eventos. Como es natural, éstos son tanto más fecundos cuanto mejor apuntan a una meta y a un punto de relanzamiento dentro de un proceso de maduración humana y cristiana y de espiritualidad salesiana.


No puedo, en este contexto de comunicación fraterna, dejar de decir una palabra sobre la reciente campaña que se ha lanzado contra nosotros por parte de algunos mass media americanos, acusando a la Congregación de mantener una política de traslado de un país a otro de los hermanos acusados de abusos contra menores, apuntando particularmente a la Inspectoría de Australia. Los Inspectores de Estados Unidos primero, y el Inspector de Australia después, han publicado un comunicado de prensa, negando semejante política como institución, pidiendo perdón por los posibles delitos y por una gestión no siempre adecuada de los casos, mostrando solidaridad con las víctimas, reiterando las orientaciones dadas por el Rector Mayor y su Consejo y dejando claro que cada Inspectoría es responsable de la gestión de estos casos. Mientras acogemos esta prueba como un momento de purificación por lo que en el pasado no hubiera estado a la altura de cuanto se espera de nosotros, renovamos nuestro compromiso de hacer de los jóvenes la razón de nuestra vocación y misión, y de ser para ellos “signos y portadores del amor de Dios”.



1 Don Bosco en Francia, España, Portugal y Bélgica Sur.

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Con la carta “Seréis mis testigos... hasta los confines del mundo” (ACG 385) comenzaba yo a presentar la realidad de la Congregación en cada una de sus Regiones geográficas y os anunciaba ya la presentación de la Región Europa Oeste. Con esta carta “Doy gracias a Dios cada vez que me acuerdo de vosotros” (Flp 1,3) pretendo acercaros a la historia de esta Región, que es gloriosa, a la riqueza de su realidad presente y, al mismo tiempo, trato de haceros partícipes de los esfuerzos que está haciendo para responder con creatividad a los ingentes y urgentes desafíos que interpelan el carisma salesiano en Occidente.


La Región Europa Oeste fue constituida en el CG24. Geográficamente es la más pequeña de la Congregación. Comprende Bélgica, Francia, España y Portugal, con algunas presencias en naciones que, por motivos histórico-políticos o por generosidad apostólica, han permanecido unidas a alguna de las Inspectorías. Portugal mantiene su presencia en las islas de Cabo Verde, Francia tiene una comunidad en Marruecos y una en Suiza, la Inspectoría de Barcelona dirige un centro escolar en la República de Andorra. La Delegación de Mozambique, aunque dependiente de la Inspectoría de Portugal, a partir del CG24 forma parte de la Región África. Después de la unificación de las Inspectorías de Francia (1999), la Región comprende 10 Inspectorías. Algunas casas, en todas estas Inspectorías, han celebrado ya el centenario de su fundación.


Indudablemente la presencia salesiana en la Región padece el impacto del acelerado y profundo proceso de transformación de Europa, comenzando por la unificación de la moneda. En efecto, durante estos últimos decenios se ha avanzado decididamente en la definición del rostro europeo en las diversas dimensiones de la vida. Como en otras partes, también aquí los aspectos económicos han ocupado el primer lugar, mientras en otros campos se encuentran dificultades. Lamentables han sido las experiencias de las guerras de los Balcanes, de la guerra de Iraq y de su reconstrucción, y duras las gestiones en el momento de firmar la Constitución Europea. Todo esto pone en claro los diversos intereses y las diferentes sensibilidades. Europa no es uniforme, ni en la cultura, ni en su historia, ni en la teología, ni en las expresiones de su religiosidad. Y ni siquiera la realidad salesiana, siempre tan vinculada a los contextos, es la misma en esta Región de la Congregación. Durante estos últimos años, la Región ha querido ser un espacio de apertura, de diálogo, de conocimiento recíproco y de participación. Se puede asegurar que se ha hecho camino, pero las mismas vicisitudes históricas y culturales vividas a lo largo de la historia en cada uno de estos Países han dejado su huella también en la vida salesiana y en sus múltiples expresiones. El proceso de unificación es fuerte e imparable, y hay factores que inciden en la misma medida en la Región, pero la historia tiene su peso, lo que explica la diversidad de la misma realidad salesiana en ella.



1.1 En los orígenes, una buena implantación del carisma.

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En diciembre de 1874, casi un año antes de dar comienzo a su aventura americana, Don Bosco “fue recibido en Niza (Francia) de modo apoteósico”1. Un año después, el 20 de noviembre de 1875, volvió para aceptar un pequeño “patronage”. Lo acompañaban Don Ronchail (apellido francés) que será el Director, el Coadjutor Filippo Cappellaro y el novicio Jean-Baptiste Perret. Don Bosco quería repetir en Niza la experiencia de treinta años antes en la casa Pinardi. La nueva casa tenía “todas las bases de la de Turín”, escribía a Don Rua2. Durante el año 1876-1877 se comenzaron los primeros talleres para zapateros, sastres y carpinteros. El 12 de marzo de 1877 se inauguró, con solemnidad, la nueva sede de la obra. “Para recordar el acontecimiento, Don Bosco hizo imprimir un fascículo bilingüe, donde aparece por primera vez su ‘tratadito’ sobre el sistema preventivo”3. Las fundaciones se multiplicaron rápidamente en Francia: el Oratorio de San León en Marsella, Cannes y Challonges, de breve duración, La Navarre, la casa soñada por Don Bosco, donde por primera vez los Salesianos llevaron la dirección de una “colonia agrícola” en la que los jóvenes huérfanos aprendían los trabajos de los campos. En estos años, Don Bosco visitó varias veces el sur de Francia. En 1883 llegó hasta París. Desde este momento en adelante, entre Don Bosco y Francia se establecen tales relaciones de admiración, aprecio y amistad por una parte, y de generosa ayuda por otra, que un siglo después pueden verdaderamente sorprender. En 1884 los Salesianos llegaron a París, guiados por Don Charles Bellamy, sacerdote diocesano que se había hecho salesiano un año antes.


Poco después del comienzo de la obra salesiana en Francia, el 24 de enero de 1880, en un pintoresco viaje en tren, maravillosamente narrado en una carta escrita a Don Rua, Don Cagliero, junto con el Coadjutor Giuseppe Rossi, llegó a Sevilla (España) para explorar el terreno: Cagliero con “teja – tégola”, o sombrero eclesiástico español, y Rossi con el “cilindro de su chistera”. Dos días después, el Arzobispo de Sevilla, muy bien impresionado por los dos ilustres visitantes, escribía a Don Bosco: “Me parece que esta Congregación está destinada a extenderse y a hacer mucho bien en España... Los mejores deseos a los nuevos obreros”4. La profecía se cumpliría muy pronto y en grado eminente.


Cagliero y Rossi dejaron en Sevilla una oleada de gran simpatía y de entusiasmo por las obras de Don Bosco. Juan Cagliero “había conquistado a los alegres andaluces con su gran sencillez, su constante buen humor y su modo de tratar a la gente, su franqueza y cordialidad”5. A pesar de que el viaje resultó muy gratificante, la promesa de que España podía tener una comunidad salesiana no se cumpliría hasta el 16 de febrero del año siguiente, 1881, día en que llegaron a Utrera los seis primeros salesianos que Don Bosco mandaba para la fundación en España.


Si el viaje de exploración, hecho en tren por Cagliero y Rossi, fue pintoresco, por mar y siempre en borrasca fue el de la primera comunidad: vientos, tempestades, olas gigantes, nieblas y mareos. Hubo de todo, no faltó de nada. En Gibraltar dieron el último abrazo a los Hermanos que continuaban el viaje hacia América, mientras la nueva comunidad hizo su última escala en Cádiz. De Cádiz, ahora por tierra firme y en tren, siguieron hacia Utrera. A las seis y media de la tarde, los peregrinos divisaron las altas torres de la ciudad y Don Cagliero, emocionado, gritó: “He ahí Utrera”. “Todos los Salesianos, con las manos juntas, rezaron un Avemaría a la Auxiliadora. Así comenzaba la obra de Don Bosco en la Península Ibérica”6.


Visitando las casas salesianas en Andalucía, se tiene la impresión de que los Salesianos no han dejado de rezar y cantar esta Avemaría, en medio del pueblo. Cuando Don Bosco envió a América a los primeros Salesianos en 1875 se despidió de ellos en el Santuario de María Auxiliadora y, por escrito, les dio veinte recuerdos que son un verdadero breviario de pastoral práctica y que conservan aún ahora plena validez:

Buscad almas, no dinero, ni dignidades...

Amaos los unos a los otros, aconsejaos, corregíos...

Propagad constantemente la devoción a María Santísima y a Jesús Sacramentado...

El bien de uno sea el bien de todos...

En las fatigas y en los sufrimientos, no olvidéis que os espera un gran premio en el cielo (MB XI, 389-390; MBe XI, 331-332).


Partieron de Italia aquellos primeros Salesianos y pusieron en práctica los consejos del Padre también en la Península Ibérica: “El pueblo los acoge y venera porque son hombres de Dios: ayudan a los jóvenes en sus necesidades, buscan recursos en la lucha contra desgracias o tratan de disminuirlas; son obreros infatigables y desinteresados”7. El espíritu salesiano, manifestado en la preocupación de educar a los jóvenes más pobres y abandonados, en el oratorio festivo, con su sencillez y estilo popular y, sobre todo, con la propagación de la devoción a María Auxiliadora, se apoderó inmediatamente del corazón de los Andaluces y abrió la puerta de todos, comprendida una parte de la nobleza y de la burguesía “conservadora” de España, que veía con preocupación las desastrosas consecuencias que la falta de instrucción y de educación cristiana producía entre los hijos de los obreros y de las clases pobres.


Gracias a la intervención eficaz de Doña Dorotea de Chopitea, que anhelaba poder hacer algo por la juventud pobre de Barcelona, en 1884 los Salesianos llegaron a Sarriá. El desarrollo de sus talleres y su influencia en la España salesiana es “casi un milagro”. La llegada de Don Bosco a Barcelona en 1886 suscitó olas de entusiasmo y generosidad por todas partes, hasta el punto de regalarle la colina del Tibidabo para que se construyese allí un templo al Sagrado Corazón.


Las primeras peticiones para una obra en Portugal se remontan a 18778, pero las primeras gestiones para obtener una presencia de los hijos de Don Bosco en el País comenzaron en 1882, por obra de Don Sebastiâo Vasconcelos, que se puso en contacto directo con Don Bosco y que en 1883, animado por el mismo espíritu del Santo, fundó las “Oficinas Sâo José do Porto” (Talleres San José de Oporto), para la educación y especialización profesional “dos rapaces da rua” (de los muchachos de la calle), dando a estos talleres la fisonomía de una típica casa salesiana9. Pero los Salesianos llegaron a Portugal sólo en 1894, siendo Superior General Don Rua. La Ciudad de Braga, aunque no fue la primera en solicitar la presencia de los hijos de Don Bosco, sí fue la primera en tenerlos. La primera comunidad –dos sacerdotes y un estudiante- se encargará del “Colégio dos Orfâos de Sâo Caetano” (Colegio de los Huérfanos de San Cayetano). A ésta seguirán otras fundaciones: Lisboa (1896), Angra do Heroísmo (1903), Viana do Castelo (1904), Oporto (1909). Son bien conocidas las grandes empresas marineras de los portugueses. Así no sorprende que de Lisboa fueran los Salesianos inmediatamente a Macao (1906), a Tanjor (1906) y a Maliapur (1909) en India, y fundaran una escuela de Artes y Oficios en la isla de Mozambique (1907). El carisma salesiano en Portugal se desarrolló tanto que en 1899 se constituyó la Inspectoría autónoma de Portugal, separándose de Barcelona, primera sede inspectorial en la Península Ibérica10.


Podemos también considerar milagrosos los comienzos de la obra salesiana en Bélgica. El 7 de diciembre de 1887, el Obispo de Lieja, Mons. Doutreloux, fue a Turín para convencer a Don Bosco que abriera una escuela profesional en su ciudad. Los Superiores, de acuerdo con Don Bosco, pensaban contemporizar antes de aceptar. Pero a la mañana del día siguiente, “con asombro de Don Celestino Durando (encargado de los trámites para las nuevas fundaciones), Don Bosco dijo de repente que sí al Obispo, como si no existiese ninguna de las dificultades del día anterior”11.


¿Qué había pasado? El día de la Inmaculada, Don Carlos Viglietti fue a la habitación de Don Bosco y le oyó decir: “Toma la pluma, tinta y papel y escribe lo que te voy a dictar. Palabras textuales de la Virgen Inmaculada que se me ha aparecido esta noche y me ha dicho: ‘Es del agrado de Dios y de la Bienaventurada Virgen María que los Hijos de San Francisco de Sales vayan a abrir una casa en Lieja en honor del Santísimo Sacramento...’”12. Poco después llega Mons. Cagliero y Don Viglietti le lee lo escrito. Monseñor, maravillado, dice: “También yo me oponía ayer, pero ahora ha llegado el decreto. ¡Ya no hay más que hablar!”13 Fue en esta ocasión cuando Don Bosco pronunció la famosa sentencia: “Hasta ahora hemos caminado siempre sobre seguro; no podemos equivocarnos: es María quien nos guía...”14. La forma como se adquirieron los terrenos y cómo se realizó la obra en Lieja no tardaron en demostrar que precisamente María quería aquella casa en aquella ciudad del “Corpus Christi”. A Lieja siguieron Tournai, una casa de noviciado en Hechtel y otras obras, hasta constituirse las casas de Bélgica como Inspectoría autónoma en 1902.



Un desarrollo espectacular.


Se podría realmente definir espectacular el desarrollo de la Congregación Salesiana en los Países de la Región. Cuando en 1892 Don Albera, primer Inspector en Francia, volvió a Italia para ser nombrado Catequista General, dejaba trece florecientes fundaciones. También los enemigos, a su modo, daban testimonio de la vitalidad de los hijos de Don Bosco, los cuales, según el relator de una comisión del Senado francés, formaban “un conjunto de creación reciente, pero que hoy se irradia en el mundo entero”15. En 1896 eran ya dos las Inspectorías en Francia y “con ocasión de la Exposición Universal de París (1900), se concedieron a los Salesianos dos medallas por sus realizaciones sociales”16.


En España “el trabajo de los Salesianos era apreciado, incluso por el gobierno. Un decreto de 1893 los elogiaba poniendo de relieve la aportación dada por ellos a la solución de la cuestión obrera. Idénticos elogios se oyeron el año siguiente, en el cuarto Congreso Internacional Católico de Tarragona”17.


Como en Argentina, también en España fue Don Cagliero el fundador de la Obra Salesiana. Sin embargo, fueron Don Felipe Rinaldi, Don Pedro Ricaldone, Don Juan Branda, Don Ernesto Oberti los que verdaderamente implantaron el carisma salesiano en la Península Ibérica.


En 1889 llegó a España Don Felipe Rinaldi como Director de la Casa de Sarriá. Por su amabilidad, grandeza de corazón e intuición psicológica, se ganó en seguida el afecto de todos. Tres años más tarde fue nombrado “primer Inspector de España y Portugal”, con sede en Barcelona. Nueve años después regresaba a Italia para formar parte del entonces llamado Capítulo Superior. Dejaba veinte comunidades de Salesianos en España y tres en Portugal. Fue en ese momento cuando hace su aparición en el escenario, con gran dinamismo y carisma, Don Pedro Ricaldone.


También él había tenido ocasión de conocer y saludar a Don Bosco. Hizo el noviciado en Valsalice, “donde tuvo como compañeros al príncipe Don Augusto Czartoryski y a Don Andrés Beltrami”18. Llegó a España a la edad de 19 años. Desde Utrera fundó el Oratorio festivo en el problemático barrio de Sevilla-Trinidad. Tenía 24 años, pero, según dijo Don Felipe Rinaldi a Don Rua: “Es todo un hombre y es muy querido”19. En Sevilla Don Pedro se hizo español y andaluz. En 1901 fue nombrado “primer Inspector de la Provincia Bética”. En aquel momento –cuando sólo habían pasado veinte años de la llegada de los primeros Salesianos- se crearon cuatro Inspectorías en la Península Ibérica: tres en España y una en Portugal.


Los comienzos del siglo XX no fueron ciertamente de buen auspicio para las Congregaciones religiosas en Europa. Leyes de gobiernos liberales y abiertamente anticlericales, como huracán violento, se abatieron contra ellas. El golpe revolucionario (1910) sofocó bruscamente el desarrollo de los Salesianos en Portugal. La Inspectoría Norte de Francia fue suprimida.


Otra prueba dura para la Congregación fue la primera guerra mundial. Casi la mitad de los Salesianos fueron llamados a las armas. Muchos colegios fueron incautados para ser transformados en cuarteles o en hospitales. Pero, precisamente en Francia y en Bélgica, la obra salesiana renacería después de la primera guerra mundial, y con fuerza extraordinaria, de modo que en 1959 las presencias salesianas de Bélgica constituyeron tres Inspectorías: Bélgica Norte, Bélgica Sur y África Central. Las dos Inspectorías de Francia (de nuevo dos desde 1925) comenzaron a hacerse presentes en África (Congo, 1959).


Por su parte, España –y en ella la Familia Salesiana- se vio ensangrentada por la guerra civil (1936-1939). Fueron momentos de prueba y de purificación. Los mártires de la Familia Salesiana, 95 en total, son un buen testimonio. Pero, como dice Tertuliano: “la sangre de los mártires es siempre semilla de nuevos cristianos”, y también en este caso lo ha sido de muchas vocaciones. Al final de los años cincuenta y comienzo de los sesenta, el crecimiento vocacional hizo que fueran siete las Inspectorías, y sus misioneros llevaron el carisma salesiano hasta los más lejanos confines del mundo. Al mismo tiempo, la Inspectoría de Portugal se responsabilizó de las casas de Macao, Cabo Verde y Mozambique.



Situación cultural, social y religiosa actualmente.


La Región comprende hoy un área con 120 millones de habitantes y una densidad que va desde 80 habitantes por kilómetro cuadrado en España a los 334 en Bélgica. La mortalidad infantil no supera nunca el 0,9%, mientras la esperanza de vida llega a 74 años para los hombres y a 80 para las mujeres. El analfabetismo prácticamente ha desaparecido, excepto entre pequeñas minorías o grupos étnicos. Los núcleos familiares formados por una sola persona han aumentado en todos los países de la Unión Europea, superando el 28%.


A nivel sociológico no se puede olvidar la presencia masiva de los inmigrantes, como un factor social de importancia que preocupa a los gobiernos y a la Iglesia, y a nosotros nos presenta desafíos nada indiferentes. Por una parte, Europa tiene necesidad de los inmigrantes, pero por otra preocupa la condición de ilegalidad en que llegan y en la que tantísimos permanecen. Esto favorece la explotación, el desarrollo de las mafias, la marginación, el vivir en condiciones inhumanas y/o el recurrir a la delincuencia para sobrevivir. Bélgica es el país de la Región con el porcentaje de inmigrantes más alto: supera el 10%.


Por medio de las escuelas, los colegios, los centros juveniles, diversas plataformas sociales y “casas de acogida”, la Congregación Salesiana en la Región trata de colaborar ofreciendo respuestas ágiles y creativas a este apremiante problema.


De modo particular se constata el crecimiento de los musulmanes (unos 7.500.000 en la Región, lo que hace del Islam la segunda religión), con la exigencia natural de sus derechos y de su reconocimiento político y religioso, pero también con su cultura, que muchas veces entra en conflicto con la europea y hasta con los derechos humanos (sobre todo, los referentes a la mujer). Otro fenómeno serio es el aluvión de las sectas, que desafían nuestra capacidad de evangelización.


El fenómeno de la mundialización y de la globalización tiene –como todas las realidades históricas- aspectos positivos, sobre todo si se logra darle un rostro humano y hacer prevalecer el valor de las personas sobre los demás intereses. Pero nos damos cuenta de que no siempre son los valores evangélicos los que dirigen este mundo. Basta ver cómo ni siquiera las raíces cristianas han sido reconocidas en la Constitución Europea.


La secularización, que en sí misma es un valor, se ha trasformado en secularismo, el cual prescinde de la referencia a Dios en la organización de la vida personal y social. Del mismo modo, el valor de la laicidad se ha convertido en laicismo, con el pretexto de una autonomía absoluta del hecho civil, por el que algunos países se reafirman como “aconfesionales y laicos”, pero sin garantizar lo que debería ser la laicidad, es decir, “un lugar de comunicación entre las diversas tradiciones espirituales y la nación”20. Ciertamente, en este ámbito, en las Constituciones de los diversos Estados Europeos, la libertad religiosa está garantizada, asegurando la igualdad de los ciudadanos “sin distinción de origen, raza o religión”. Por desgracia, en realidad no siempre es así. Aparecen aquí y allí expresiones claramente anticlericales y un laicismo agresivo, que ahonda sus raíces en el Iluminismo y en la Revolución francesa, y que permanece como pura actitud cultural, pero penetra las mismas instituciones civiles.


La sociedad del consumo trata de satisfacer las necesidades del ser humano reduciendo su campo a lo material y transformando a la persona misma en un perfecto consumidor de productos, de sensaciones, de experiencias, mientras el profesionalismo –aunque positivo y necesario- limita con frecuencia el espacio de la misión para muchos carismas. Evidentemente, la autosuficiencia y la madurez de la sociedad del bienestar son un bien en sí mismas, desde el momento en que la sociedad alcanza la capacidad de satisfacer las necesidades principales de la población: educación, salud, trabajo, casa, atención a la marginación, todo esto desarrollado en centros gestionados con verdadera profesionalidad por las instituciones públicas. Pero es también un hecho indiscutible que este tipo de organización circunscribe cada vez más el espacio para la gratuidad, elemento característico de la vida religiosa. Por otra parte, la fragmentación social confina la dimensión religiosa y trascendente al ámbito de lo privado.


La disminución drástica de la natalidad en este modelo social no se mide tanto como dato estadístico, sino como rasgo que evidencia la mentalidad de la sociedad del “bienestar”. Es evidente un cierto hedonismo y egoísmo que pone el placer como uno de los objetivos primordiales de la vida, sin asegurar el respeto de los demás o de la ley moral; son gravísimas las repercusiones sobre la familia: divorcios, confiar la educación de los hijos a otras personas, dificultades o manipulaciones en las relaciones interpersonales.


Fruto de estos fenómenos es la difusión de una cultura caracterizada por un cierto relativismo escéptico y por el desencanto, que desafían fuertemente a la Iglesia, a la vida religiosa y al carisma salesiano.


Hablar de la religión o de las religiones en Europa Oeste es verdaderamente complejo. Frente a las cifras de pertenencia oficial, se encuentran la praxis personal y la práctica social (bautismos, matrimonios, asistencia a la Misa dominical, funerales), las creencias más profundas, toda una tipología de la vivencia de la experiencia religiosa que va desde el creyente convencido y coherente hasta el ateo práctico o al agnóstico más radical, lo que se traduce de hecho en la creciente desafección de la Iglesia, sobre todo por parte de los jóvenes.


Son muchos los artículos, los ensayos publicados en estos años sobre el hecho religioso. En general son pesimistas. Basta ver los títulos: “¿Hay que creer en el porvenir del cristianismo?”21, “¿Tiene futuro el Cristianismo?”22, “¿Ha cumplido su tiempo el cristianismo?”23, “Los últimos Mohicanos”24, “Catolicismo, ¿el fin de un mundo?”25.


A nosotros, Salesianos, este fenómeno social nos toca de cerca, sobre todo por la influencia que tiene sobre los jóvenes. “Se trata de una franja de la población más sensible a las modas culturales y ciertamente más tocado por la secularización ambiental”26. La evangelización se hace cada vez más difícil a causa de esta secularización de los ambientes. Pienso que se puede afirmar que existe un verdadero divorcio entre las nuevas generaciones de jóvenes y la Iglesia. La ignorancia religiosa y los prejuicios alimentados por ciertos medios de comunicación han forjado en ellos la imagen de una Iglesia-Institución, conservadora, que camina contra la cultura moderna, sobre todo en el campo de la moral sexual.


El cambio religioso en España ha sido tan rápido que el horizonte cultural en que viven los jóvenes nos puede resultar desconocido del todo. “En particular, se nota el aumento de los índices que hablan de la secularización en esta franja de población, y sobre todo el alejamiento de la Iglesia como institución, que pierde prestigio y valor a los ojos de los jóvenes”27. Los estudios de la “Fundación Santa María” llegan a la conclusión de que la Iglesia, en España, ha perdido el monopolio religioso. Esto significa que no se trata de escoger entre diversos absolutos, sino que todas las ofertas religiosas son automáticamente devaluadas, relativizadas. Cada uno puede hacer sus propias opciones entre las diversas ofertas, todas puestas en el mismo nivel, y vivir su religión “a la carta”, “self-made”.


El drama es la ruptura existente de los eslabones en la cadena de transmisión de la fe. Los espacios naturales y tradicionales (familia, escuela, parroquia) se revelan ineficaces para transmitir la fe. En consecuencia crece la ignorancia religiosa entre las nuevas generaciones.


Uno de los analistas de la sociología española afirma que entre los jóvenes continúa la “emigración silenciosa extra muros de la Iglesia”. En un artículo, “¿Una iglesia irrelevante para la juventud actual?”, sostiene que “los jóvenes siguen creyendo en Dios, siguen declarándose católicos practicantes, pero van cada vez menos a la iglesia”28. Con todas las reservas que merecen las encuestas, sin embargo es justo reconocer que todas resaltan el aumento, en nuestra sociedad occidental, del número de los que se declaran creyentes de alguna manera, pero sin una pertenencia a una determinada religión. “Las creencias religiosas se pluralizan y siguen cada vez menos un canon eclesial: por tanto, lentamente disminuyen los niveles de práctica religiosa: sacramentos y oración”29.


Si vamos un poco más al fondo, notamos la ausencia del sentido del pecado. Siempre siguiendo las estadísticas, más del 50% de los jóvenes de este Región se declaran ajenos al sentido del pecado y se caracterizan por una acentuada tendencia a una mayor permisividad y a un relativismo moral.


Pero aunque sea verdad que la religión y la política son los valores menos apreciados por los jóvenes de hoy, también es verdad que el fenómeno religioso está fuertemente presente en la sociedad europea. Hay tantos aspectos positivos en este contexto social y cultural que se puede hablar con razón de una época de intenso trabajo del Espíritu. La juventud continúa sorprendiendo por su generosidad, por su capacidad de admiración y de respuestas ante algunas figuras eclesiásticas (el Papa, por ejemplo), por su empeño ante causas nobles. El cuadro antes descrito podría ser considerado negativo y llevarnos al pesimismo. ¡De ningún modo! Debemos también decir con decisión que, si bien “lo nuevo” nos deja atónitos, los cambios profundos no responden nunca al capricho de algunos, sino a las necesidades de los tiempos. Esto significa que debajo de ellos está presente el dinamismo del Espíritu y la energía del Resucitado, que están trabajando en la historia, purificando y renovando, triturando la inercia de la sociedad y rejuveneciendo la Iglesia, dando espacio a una organización social más adecuada al designio salvífico del Padre. Quiere decir que la situación presente abunda en oportunidades nuevas, que están en acto las fuerzas de la salvación que impulsan hacia el cambio. El futuro del Cristianismo y de la vida religiosa depende, en primer lugar, no del hombre sino de Dios, que puede desmentir todas las estadísticas y las más infaustas predicciones. Me atrevería a decir que la hora actual de Europa es una hora netamente salesiana, porque la juventud hoy, más que nunca, tiene necesidad del carisma salesiano. El nuevo contexto social y cultural es un desafío y, al mismo tiempo, una oportunidad.


Las estadísticas y los sondeos, para nosotros, no son nunca la última palabra. Pero es importante conocer estos estudios, porque son reveladores de la situación en que nos encontramos viviendo y llevando a cabo la misión que se nos ha confiado, nos ayudan a comprenderla y a interpretarla, y, sobre todo, pueden servir como base para nuestro compromiso educativo y evangelizador. Os invito, por esto, a estudiar y profundizar los estudios sobre la realidad de nuestros jóvenes. Es una primera manifestación de nuestro amor hacia ellos.


Me viene a la memoria la expresión de Höldering: “Allí donde crece el peligro, crecen también las posibilidades de salvación”. Nuestra esperanza y nuestra fuerza están en el Espíritu del Resucitado. No hay puertas cerradas para su energía transformadora. Sus palabras son tranquilizadoras y estimulantes: “En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: Yo he vencido al mundo” (Jn 16,33b). Sólo tenemos necesidad de docilidad a su Espíritu, que se cuide de nosotros y nos regenere. ¿Quién sabe si no habrá llegado el tiempo en que el Espíritu nos lleve al desierto, a la purificación y a la espera? ¿Quién sabe si no será éste el momento de romper los vínculos que nos atan demasiado a los modos pasados de ver y de vivir? ¿Quién sabe si el Espíritu no estará poniendo en movimiento dinamismos históricos para la transformación de la historia, que nos piden a nosotros estar preparados? Una cosa es cierta: no estamos solos, Él es fiel y nos acompaña.



Situación salesiana en la Región.


Nos encontramos ante la paradoja y ante la interpelante constatación de que mientras la situación juvenil (ignorancia religiosa, descreimiento, nuevas pobrezas sociales, familiares, emigración y explotación o abandono de los menores, cultura de la noche –tema actual que preocupa a los gobernantes-) está pidiendo verdaderos y decididos apóstoles, las vocaciones para la vida religiosa y para el ministerio sacerdotal en general, y para la vida salesiana en particular, se encuentran en situación de fuerte caída numérica.


Antes de ofrecer algunos datos, querría llamar vuestra atención sobre los datos mismos y su finalidad. Tales datos, como queda dicho anteriormente, iluminan la realidad e invitan a reflexionar sobre nuestras presencias y a obrar en consecuencia, de modo que se proyecte bien el futuro, asumiendo con audacia los desafíos del presente. He aquí la óptica en que me coloco.


Los Salesianos en la Región son 1795. Hay que advertir que en estos últimos veinticinco años ha habido una disminución de cerca de 2000 Hermanos. Algunos de ellos han hecho la opción de permanecer en las nuevas Circunscripciones del África salesiana, otros han ido a diversos Países de Misión, otros han dejado la Congregación, otros han muerto. A esto hay que añadir, por una parte, la drástica disminución vocacional en todos estos Países, Bélgica, Francia, Portugal y España, y, por otra, el envejecimiento de los hermanos activos y la complejidad de las obras. El conjunto de estos factores hace que se empleen las mejores energías en la gestión de las estructuras y en la organización, y se ponga en peligro la calidad de las relaciones interpersonales y de la animación pastoral. Ciertamente la competencia educativa y la identidad salesiana de los seglares, juntamente con el trabajo de los hermanos, contribuyen a hacer salesianas las obras y las diversas actividades. Sin embargo, la comunidad salesiana pierde visibilidad y significatividad.



Una palabra sobre las diversas Obras.


Debemos decir que la escuela es la presencia salesiana más consistente de la Región. Hay 217 escuelas, con un total de 105.800 alumnos. En general, la escuela está subvencionada por el Estado o por las regiones políticas. Profesionalmente está bien organizada, muchas veces dirigida por seglares o al menos con una fuerte presencia y colaboración de ellos. Querría subrayar aquí el esfuerzo hecho por la Inspectoría de Francia que, por medio de la Asociación “Maisons Don Bosco”, la “Tutelle” y sus diversos organismos, trata de garantizar con creatividad la identidad del Proyecto salesiano en las diferentes obras regentadas completamente por los seglares. Lo mismo puede decirse de la “Réseau Don Bosco” en Bélgica y de la presencia de los Salesianos en las diversas asociaciones ASBL (Asociaciones sin fines de lucro).


Los Centros Escolares han elaborado su Proyecto Educativo-Pastoral, en el que se definen como Centros Católicos y Salesianos. En general, está garantizada la libertad de organizar la vida académica de acuerdo con este carácter propio. En cambio, no está garantizada en todas partes la misma libertad en el momento de escoger a los profesores, y sigue en pie una cierta lucha entre escuela pública y privada. Existen las asociaciones de padres y, de diversos modos, se hace un interesante trabajo de formación para ellos.


Con generosa responsabilidad y de formas diversas se cuida la formación profesional, cristiana y salesiana de los profesores y, especialmente, de los cuadros directivos.


Las escuelas de formación técnica y profesional en la Región merecen una mención particular. Hay 78 y atienden a unos 30.000 alumnos.


De los sencillos talleres de Niza a las modernas escuelas técnicas y agrícolas en Francia, desde la escuela de Artes y Oficios de Sarriá a las Universidades Laborales o Escuelas de Ingeniería en España, la Congregación Salesiana ha escrito gloriosas páginas de historia en la promoción del joven obrero. Los Antiguos Alumnos han llenado las empresas y fábricas de Europa como obreros especializados, como técnicos y profesionales competentes, como ciudadanos honrados y responsables.

Los institutos técnicos, profesionales, de agricultura y de horticultura (13 centros con unos 8.000 estudiantes) en Francia, ofrecen a la ciudadanía un servicio social de enorme calidad. Lo mismo podemos decir de las obras de Bélgica. El rostro de la Congregación en esta Región está fuertemente marcado por rasgos de promoción social, de adiestramiento en la profesión, de cercanía al mundo del trabajo. Las buenas relaciones con las empresas aseguran con frecuencia el empleo a una buena parte de los alumnos que terminan su formación profesional en las escuelas salesianas.


Si Doña Dorotea de Chopitea fue la fundadora de los talleres salesianos en España30, Don Rinaldi y Don Ricaldone fueron los indiscutibles promotores de un lento pero progresivo crecimiento de ellos. La audacia de los Salesianos era comparable con la generosidad de los Cooperadores y de los Bienhechores. La fidelidad a la vocación y la voluntad e iniciativa del espíritu de Don Bosco crearon un verdadero modelo salesiano de “escuelas profesionales”.


Digno de elogio fue, hasta 1974, el trabajo social llevado a cabo por las escuelas profesionales en Portugal. Las “Oficinas de Sâo José” en Lisboa, la escuela técnica de Estoril, el “Colégio dos Orfâos” de Oporto, la escuela de “Artes e Ofícios” de Funchal, la escuela profesional de Izeda, Santa Clara de Vila do Conde, aportaron a la sociedad buenos profesionales y hombres responsables, en el momento en que Portugal comenzaba el camino del desarrollo industrial. Desgraciadamente, con el cambio político (25 de abril de 1974) la enseñanza industrial, comercial y profesional desaparece completamente.


Como apoyo a la educación, la Región cuenta con 38 internados, algunos muy numerosos, como los de Francia (600 alumnos). Vale la pena recordar la importancia que ha tenido el internado en la historia salesiana. Hoy es oportuno dotarlos de un buen Proyecto Educativo-Pastoral, en coordinación y complementariedad con el Proyecto global de la obra, y aprovechar, al mismo tiempo, las originales oportunidades educativas que los internados ofrecen. Debemos tener presente la responsabilidad que tenemos con estos jóvenes, para los cuales, por desgracia, también en sus familias, se multiplican las dificultades.


Existen 111 parroquias bajo la responsabilidad pastoral directa de los Salesianos. En Francia y en Bélgica, además, diversos Hermanos trabajan en parroquias diocesanas. Por todas partes se atiende a muchísimas capellanías. La Conferencia Ibérica ha elaborado, desde hace años, “la propuesta educativo-pastoral de la parroquia salesiana”, que sirve de modelo para la elaboración del Proyecto Pastoral de cada parroquia. De ordinario, existe una comisión que anima este sector, que está coordinado dentro de la pastoral juvenil. Conviene renovar siempre la voluntad de garantizar la identidad propia de nuestras parroquias, poniendo en acto las características que las hacen ser verdaderamente salesianas, es decir, populares, juveniles, educativas, misioneras y comunitarias. En las actuales circunstancias de nuestra cultura, las parroquias deben hacer un esfuerzo serio para ser plataformas de formación, evangelización y transmisión de la fe.


Las estadísticas hablan de 81 Oratorios y de 110 Centros juveniles de los Salesianos en la Región, con cerca de 15.000 oratorianos y 30.000 adolescentes y jóvenes pertenecientes como socios a los centros juveniles. Los destinatarios de los programas y actividades son unos 75.000 adolescentes y jóvenes.


En el territorio del Estado Español existe una Confederación que agrupa la mayor parte de los Centros juveniles de las Inspectorías de los Salesianos y de las FMA (unos 200) y que es un apoyo del MJS. Actualmente está compuesta por 10 Federaciones que corresponden a otras tantas “Regiones autónomas” del Estado Español.


Uno de los frutos más evidentes de la pastoral juvenil en España y Portugal es la cantidad y la calidad de los animadores juveniles. Su identidad salesiana y la competencia profesional se pueden comparar con su generosidad y entrega. El desafío para los Salesianos es asegurarles el acompañamiento personal adecuado.


Manifiestamente, la preocupación social y la sensibilidad por los jóvenes pobres ha sido siempre un rasgo característico de la Congregación Salesiana. El hecho de que los Países de la Región estén dentro de la denominada sociedad occidental del “bienestar” no nos permite cerrar los ojos a las “nuevas pobrezas” y a las “nuevas formas de marginación” que engendra esta sociedad. Los Salesianos de esta Región están dando pruebas de gran sensibilidad y compromiso social. La inmigración, los fracasos escolares y todos los problemas que giran alrededor de la familia (divorcio, separaciones...) desafían la creatividad y el corazón de los Salesianos, que hacen todo lo posible para encontrar nuevas soluciones a los nuevos problemas. En la Región hay 65 presencias que se dedican a asistir a los jóvenes en dificultades particulares.


Se hace un buen trabajo en el campo social por parte de las escuelas y en particular de las escuelas de formación profesional, con programas adecuados para introducir a los jóvenes menos dotados en el mundo del trabajo. Hay otras iniciativas puestas en acto que hacen ver la significatividad y la orientación social de la Congregación: casas para los muchachos de familias deshechas, talleres de recuperación y ocupacionales, “centros de día”, unidades de escolarización externa, programas de intervención educativa en la periferia de las ciudades, pensionados para muchachos problemáticos o condenados por la justicia, iniciativas de acompañamiento y promoción social para grupos minoritarios o étnicos. Ha crecido la sensibilidad social en todas las Inspectorías y, sobre todo, el sentido de coordinación, de sistema, de trabajar con proyectos conjuntados en este campo. Así se ha creado la red salesiana de “établissements d’action sociale” en Francia, o las diversas Fundaciones en otras Inspectorías.


El 30 de enero de 2002, el Gobierno Español concedió la Medalla de plata de la Solidaridad a la Confederación Nacional de Centros Juveniles Salesianos. Un merecido reconocimiento al trabajo social realizado.


La opción por los más pobres debe caracterizar la vida y la acción educativo-pastoral de todas nuestras comunidades y obras, ya que es uno de los criterios preferenciales de significatividad. Por tanto, sigue siendo válida la reflexión hecha en la última Visita de conjunto que se tuvo en Santiago de Compostela: “Promover en todas las Comunidades Salesianas y CEP una opción más sistemática y más comprometida con los jóvenes pobres”31. Evidentemente nuestro trabajo, también en este sector, debe ser hecho bajo la óptica educativa y evangelizadora; por eso cito también otra de las conclusiones de la misma Visita: “Desarrollar entre los jóvenes más pobres el itinerario de la educación en la fe propuesto por el CG23”32, cuidando de modo particular una presencia de testimonio evangélico explícito, que sea para estos jóvenes punto de referencia y de estímulo que los ayude a abrirse a la fe. Se deben, pues, desarrollar y profundizar las motivaciones vocacionales y de fe de los educadores.


La Pastoral Juvenil.


“Evangelizar educando y educar evangelizando”, he ahí uno de los binomios clásicos de Don Egidio Viganò para sintetizar toda nuestra misión. Con él se quiere afirmar con claridad y convicción que toda la presencia salesiana debe ser, al mismo tiempo, educativa y evangelizadora y que cualquier tipo de obra o actividad debe ser plataforma de educación y evangelización. Teniendo esto presente, creo que lo dicho hasta aquí está dentro del campo de la pastoral juvenil, que abraza todas las dimensiones de la persona y todos los sectores propios de la misión salesiana (escuelas, parroquias, oratorios, centros juveniles, plataformas de marginación, deporte, tiempo libre).


En la Región cada Inspectoría tiene su Delegado para la Pastoral juvenil a tiempo pleno. Se ha llegado a asumir y poner en práctica el nuevo modelo educativo-pastoral de corresponsabilidad entre salesianos y seglares. Desde hace tiempo, cada obra prepara su Proyecto Educativo-Pastoral y la actualización en la formación y aplicación del Sistema Preventivo, de modo que sea punto de referencia para todos los miembros de la CEP. Están en acto programas de formación sistemática y orgánica para educadores y animadores, con el fin de perfeccionar su vocación educativa y pastoral, recuperar la alegría del trabajo pastoral y misionero, y garantizar la identidad salesiana de nuestras obras.


El asociacionismo es una de las columnas de la Pastoral Juvenil en la Región, especialmente en el seno de la Conferencia Ibérica. Es considerado como plataforma ideal para acompañar a los jóvenes en su camino de profundización y maduración en la fe, como vehículo para transmitir la espiritualidad salesiana, como clima en que se pueden proponer y madurar opciones vocacionales. Sería bueno intensificar la apertura de las asociaciones, estructuras e itinerarios juveniles de formación, a la realidad de toda la Familia Salesiana, buscando los momentos oportunos para hacer una adecuada presentación y propuesta vocacional del carisma salesiano y de cada uno de los diversos Grupos.


La educación de los hijos hoy es incomprensible sin el esfuerzo de asomarnos a cada uno de los ambientes en que viven. El principal es –o debería ser- la familia. Se afronta, pero se debe hacer todavía con mayor decisión, el trabajo a favor de las asociaciones de padres por medio de las escuelas de padres.


La Delegación de la Conferencia Ibérica y el Centro Nacional de Pastoral Juvenil de Madrid han hecho un buen trabajo de reflexión, de propuesta y de acompañamiento en todo el campo de la Pastoral Juvenil; ha sido notable su aportación para poner en práctica los últimos Capítulos Generales. También la comisión para las escuelas, la secretaría técnica de la formación profesional, la “coordinadora de las plataformas sociales”, la comisión para la marginación, la comisión de los centros juveniles con la confederación y la comisión para el deporte hacen su trabajo de coordinación y apoyo de la Conferencia Ibérica. Un fruto ha sido la elaboración de la Propuesta Educativo-Pastoral de cada sector (Escuela, Parroquia, Oratorios-Centros Juveniles, Deporte y tiempo libre, Plataforma y actividades de carácter social) y, sobre todo, el “Itinerario de Educación en la fe”, plan de formación humana y cristiana para niños, adolescentes y jóvenes, que permite el acompañamiento personal hasta el momento de asumir la opción vocacional en la Iglesia y en la sociedad.


En cada Inspectoría o a nivel de la Conferencia Ibérica se organizan actividades interesantes (Pascua, Campobosco, Ejercicios Espirituales para los animadores en Turín...), que tienen pleno sentido en la medida en que están integradas en este plan general de formación de los Itinerarios, donde se consideran los ritmos diarios (Buenos Días), semanales (tutorías, escuela de religión, reuniones de grupos), mensuales (24 del mes, recuerdo mensual de Don Bosco), trimestrales (celebraciones, retiros, campañas), anuales (convivencias, ejercicios espirituales, Pascua, Campobosco, encuentros de verano, campamentos).


Se puede afirmar que en algún momento la Pastoral Juvenil en la Conferencia Ibérica ha sido un poco el laboratorio donde se experimentaban las nuevas propuestas de la Pastoral de la Congregación. Se han definido las grandes líneas, se ha logrado ponerlas en práctica con una organización coherente en los principales sectores de actividad y, especialmente, por medio del asociacionismo, en el que los procesos personales tienen prioridad en relación con las actividades.


Tal vez el éxito de la Pastoral Juvenil ha sido precisamente éste: por una parte el considerar la centralidad de la persona del muchacho que se debe acompañar en el crecimiento de todas sus dimensiones, intelectual, asociativa, espiritual, vocacional; y, por otra parte, el sentido de unidad, globalidad y, por tanto, de coordinación de los diversos proyectos. Precisamente la centralidad de la persona del joven exige trabajar en equipo, en red, buscando las sinergias entre los diversos sectores de actividad: escuela, parroquia, centro juvenil: el mismo sujeto educativo-pastoral, los mismos objetivos fundamentales, diversos contextos que se potencian recíprocamente.


Pero en este campo nada está conquistado nunca definitivamente. Por esto, se deben buscar con creatividad lenguajes inteligibles para los jóvenes, que cambian constantemente, y hacer que todas nuestras obras sean lugares y plataformas de evangelización, y se debe garantizar, todavía mejor, el acompañamiento de las personas en su proceso de crecimiento y en su discernimiento vocacional, con clara referencia a la espiritualidad juvenil salesiana.



La Comunicación Social.


Existen en la región 29 casas con actividades de comunicación social, comprendidas las diecisiete librerías y las seis editoriales.


Cada Inspectoría tiene su Delegado Inspectorial para la comunicación social. En España existe el Delegado Nacional que es el mismo Director del Boletín Salesiano y el corresponsal de ANS.


En Marsella existe un centro multi-media de reflexión y producción.


Se publica el Boletín en tres lenguas: portugués, bimestral, con una tirada de 10.000 ejemplares; francés, bimestral, con 36.000 ejemplares para Francia y para Bélgica; español, mensual, con 75.000 ejemplares.


Muy apreciable e interesante es el trabajo de las editoriales: “Editions Don Bosco” en París, especializada en la historia, en la pedagogía y espiritualidad salesiana; “Ediçôes Salesianas” en Oporto, especializada en salesianidad, pastoral juvenil y catequesis; la “Central Catequística Salesiana” en Madrid (CCS), fundada por Don Ricaldone y especializada en salesianidad, catequesis, educación, formación de agentes para la educación y la pastoral; EDEBE de la Inspectoría de Barcelona, que publica textos escolares en las diversas lenguas que se hablan en el Estado Español y tiene convenciones con Argentina, Chile y México.



La dimensión misionera.


Todas las Inspectorías de la Región han sabido cultivar un fuerte espíritu misionero. En 1959 se constituía la primera Inspectoría africana con las obras hasta entonces pertenecientes a Bélgica; el mismo año, Francia comenzaba a trabajar en el Congo. Para hacer ver el celo apostólico de la Inspectoría de Portugal basta recordar Macao, Timor, Mozambique y Cabo Verde. Y los misioneros españoles se han esparcido en el mundo entero, inmediatamente después de los italianos. En el momento de la constitución de las nuevas Visitadurías africanas AFO y ATE, han permanecido en ellas 101 salesianos de la Región y actualmente quedan todavía más de seiscientos misioneros en el mundo que pertenecen a la Región.


Merece también ser subrayada la realidad de la Procura de las Misiones en Madrid, que tiene una función mucho más amplia que el mero hecho de recoger fondos para las Misiones. Está organizada en cuatro sectores, según los servicios que presta: la animación misionera en España, por medio de la Revista “Juventud Misionera” y las exposiciones misioneras; el alojamiento y apoyo logístico a los misioneros que pasan por Madrid; recoger Fondos que cada seis meses pone a disposición del Rector Mayor; y la ONG “Jóvenes del Tercer Mundo” con dos dimensiones, la de apoyar y acompañar proyectos y la de promover y cuidar la formación y la experiencia de los voluntarios.


Aprovecho la ocasión para dar gracias, en nombre mío personal y de toda la Congregación, por el precioso servicio de esta Procura, juntamente con la generosidad de tantos bienhechores.



La Familia Salesiana.


La Familia Salesiana es una realidad consoladora en la Región. Los Cooperadores han hecho un gran trabajo de actualización y un gran esfuerzo para renovar su identidad. El número de Cooperadores con promesa en la Región llega a unos 1.940 y los aspirantes a unos 600. Funcionan 140 centros de Antiguos Alumnos organizados en federaciones inspectoriales. Se presenta la vocación a la Familia Salesiana en el proceso de maduración de la fe en el itinerario de la pastoral juvenil, y la implicación en la misión salesiana por parte de los Cooperadores, Antiguos Alumnos y “Amigos de Don Bosco”, es muy apreciable. A causa de su desarrollo y entusiasmo merecen ser resaltadas las Asociaciones de María Auxiliadora, que en España cuentan con unos 100.000 asociados; los grupos han superado los aspectos meramente devocionales, para comprometerse en la propia formación y también en la catequesis, en centros juveniles, acompañamiento y atención a los enfermos, colaboración con la ”caritas” y con toda la Familia Salesiana en el compromiso social a favor de los más pobres o marginados; pero donde se pone mayor empeño es ciertamente en la propagación de la devoción a María Auxiliadora.


Hay también diversos grupos de Voluntarias de Don Bosco y cuatro centros de “Damas Salesianas”. Como movimiento original de España y vinculados a los Cooperadores, están “Los Hogares Don Bosco”, pequeños grupos de matrimonios que quieren vivir el Sistema Preventivo y la Espiritualidad Salesiana en el seno de la familia. El grupo es numeroso y activo, especialmente en las Inspectorías del Sur. Están asociados un total de 1.150 matrimonios.


Tal vez sea oportuno subrayar que, además de los mártires de la guerra civil española ya beatificados (esperamos dentro de poco la lectura del decreto de martirio de los 63 que faltan), la Familia Salesiana de la Región ha dado otros admirables frutos de santidad: sor Eusebia Palomino (FMA), Alexandrina María da Costa (Cooperadora), el príncipe Augusto Czartoryski con nacimiento y sangre de Europa Oeste. Y otros cuya causa está en curso: Dª. Dorotea de Chopitea (España), el P. Auguste Arribat (Francia).


Hay que recordar aquí el papel que la Congregación tiene en el conjunto de la Familia Salesiana, a la que hay que asegurar, especialmente por medio de los respectivos delegados o asistentes, la animación y la formación.


Aun no perteneciendo todos a la Familia Salesiana, los seglares que trabajan en nuestras obras están muy unidos a nosotros, precisamente por el hecho de compartir con nosotros misión y espíritu. En la Región se puede decir que el 95% de los agentes educativos y pastorales son seglares que, en general, asumen con competencia la responsabilidad en los diversos campos educativos, pastorales y directivos.


Las Inspectorías han elaborado el “Proyecto Laicos” que regula las relaciones con los colaboradores, sus responsabilidades y su formación. Desde hace años los profesores, los animadores juveniles, los catequistas, tienen actividades de formación, bien en el campo profesional, bien en el pedagógico, salesiano y cristiano, bien en los programas realizados en los diversos centros, bien en las actividades o cursos organizados por las Inspectorías o en otros niveles. Hay iniciativas interesantes y, cada vez más, esta formación la reciben, con modalidades diversas, juntos los salesianos y los seglares. Merece une mención especial la construcción del Centro “Jean Bosco” de Lyon, inaugurado por la Madre Antonia Colombo y por mí, el 13 de febrero pasado, como expresión del esfuerzo y de la voluntad de colaboración de SDB y FMA, en la formación de religiosos/as y seglares en el campo de la historia, pedagogía y espiritualidad salesiana. En la misma línea se ha creado la red salesiana “Réseau Don Bosco” en Bélgica.


Por desgracia, en alguna parte no ha desaparecido del todo entre los Salesianos una cierta mentalidad de propietarios, reacios a asumir las grandes opciones del CG24, que nos invitaban a pasar a un nuevo tipo de relaciones SDB/seglares, no sólo de colaboración, sino de auténtica corresponsabilidad en las funciones directivas. Y ni siquiera siempre queda garantizado “el acompañamiento salesiano” personal de los seglares, llamados a una mayor identificación con Bosco y su carisma, su pedagogía, su espiritualidad, precisamente para su implicación en la misión.



La formación inicial y la formación continua.


Una presencia salesiana tan robusta y considerable presupone una pastoral vocacional y una formación inicial y permanente de calidad. Son bien conocidos los tiempos en que cada Inspectoría de la Región tenía sus casas de formación llenas. Los nombres de Lyon, Salamanca, Barcelona, Sanlúcar, por citar sólo los teologados, están vivos en la mente y en el corazón de tantos hermanos de la Región y de otras partes de la Congregación que allí aprendieron a modelar la propia vida sobre la de Don Bosco, para ser como él “sacerdotes para los jóvenes”. Naturalmente, después de cuanto hemos dicho antes, hoy la realidad es otra. La crisis de vocaciones que sufre la Región no tiene comparación con ninguna otra parte de la Congregación. Basta pensar que este 16 de agosto sólo tres novicios en toda la Región han hecho su primera profesión. Las causas se pueden encontrar precisamente en el conjunto de factores que constituyen la cultura actual en esta parte del mundo.


También aquí, más que en cualquier otro campo de la vida de la Iglesia y de la Congregación, se requiere fe en el Señor de la historia, que tiene sus ritmos. Esto no significa ceder a la resignación. A nosotros nos toca continuar trabajando con una pastoral juvenil de calidad, rica en propuestas y competente en el acompañamiento espiritual, hasta ayudar a madurar opciones de vida. Y debemos pedir al Señor que mande obreros también a esta parte de su mies. Querría invitaros a releer la carta de Don Vecchi: “Es el tiempo favorable” (ACG 373). Esto debería mover a cada uno de nosotros y a todas y cada una de nuestras comunidades a convertirse en promotores vocacionales.


La formación tiene la hermosa función de transmitir a las nuevas generaciones la identidad carismática salesiana, con un bagaje y una preparación intelectual y cultural que las prepare para vivir como consagrados apóstoles y desarrollar la misión. Se debe garantizar la identidad carismática, pero también la especialización profesional como educadores-pastores de los jóvenes. Todo esto requiere tiempo, serenidad, estructuras, medios y, sobre todo, formadores competentes, programas adecuados y un número suficiente de formandos que hagan posible la aplicación de los programas y de los medios.


En la Región cada Inspectoría tiene su Delegado para la Formación. Juntos y coordinados forman la Delegación de Formación de cada Conferencia. Es hermoso constatar que en cada etapa de la formación inicial, la Región trata de mantener la máxima “colaboración inter-inspectorial” posible.


Hablando de formación tenemos sólo un camino: evitar soluciones de emergencia. Debemos buscar la calidad. Ésta tiene algunas exigencias que son impuestas por nuestra condición de religiosos y por la misión, que debe desarrollarse en un contexto histórico y cultural muy concreto:


  • Equipo de formadores consistente, tanto cuantitativa como cualitativamente: hombres preparados en la doctrina y en la reflexión para esta función, conocedores de la cultura actual de los jóvenes, de sus problemas; con sabiduría en el acompañamiento y en la dirección espiritual; con capacidad de transmitir entusiasmo hacia la vida religiosa salesiana.


  • Programas adecuados: La Congregación ha publicado hace cuatro años su nueva edición de la Ratio. Ahora se requiere que sea conocida por todos, especialmente por el Inspector y su Consejo, por los Directores y por los formadores, y puesta en práctica. Se trata de programas, contenidos y procesos para garantizar calidad e identidad en la maduración de la vocación salesiana. Si la misión no es genérica, tampoco debe serlo la formación.


La Región se ha distinguido siempre por el cuidado de las casas de formación, sin ahorro de personal ni de inversiones. Un gracias desde lo más profundo del corazón por la voluntad y los esfuerzos que se están haciendo en este momento, no obstante el reducido número de formandos.


La Congregación debe investir generosa y responsablemente en personas, tiempo y medios para obtener la identidad carismática y la competencia profesional de cada Hermano, para garantizar la fecundidad de la misión en el futuro. El tiempo quitado a la reflexión, a la oración, al estudio, durante el período de formación es tiempo perdido, con detrimento de la calidad de la vocación y de la misión futura, que luego se manifestará en la superficialidad y en la falta de entusiasmo y celo pastoral. La pasión educativa del “Da mihi animas” es fruto de una vida totalmente consagrada a Dios y enteramente entregada a los jóvenes, y hay que cultivarla con entrega, sistematicidad y generosidad en la escuela de Don Bosco. Por esto, es muy importante saber poner en su puesto, acompañar y evaluar las prácticas pastorales en cada etapa de la formación.


Querría decir también una palabra sobre la vocación de los Coadjutores. En la Región nos encontramos ante situaciones muy diversas: desde Inspectorías con 4 coadjutores, hasta la de Madrid, que es la segunda en el mundo salesiano por número de Hermanos Coadjutores –después de la ICP- o la de León, que tiene el porcentaje más alto de Coadjutores como Inspectoría. El salesiano laico ha tenido una importancia especial en el rostro salesiano de la Región. Hay que hacer honor a la historia y preparar un plan adecuado de animación para la vocación del Coadjutor hoy, cuidando al mismo tiempo la debida formación. Por esto, no nos queda otra solución que la de acudir a la colaboración interinspectorial, como se ha hecho en otros momentos y con resultados satisfactorios. Basta pensar en la experiencia de La Almunia o de Urnieta.



La formación permanente.


La formación permanente generalmente se estructura en cada Comunidad alrededor de un encuentro comunitario semanal. El “día de la Comunidad” se encuentra en la mayor parte de las programaciones, con resultados satisfactorios. Para estos encuentros, los Directores se sirven del material que les ha sido ofrecido por las sedes inspectoriales o por la Conferencia Ibérica en el caso de España (Cuadernos de Formación Permanente, Ventall). He visto que las cartas del Rector Mayor se imprimen en edición separada y se entregan a cada uno de los Hermanos, y se hace un estudio adecuado de los documentos de la Congregación.


Francia y Bélgica (SDB y FMA) se coordinan en la organización de varias actividades formativas para los jóvenes salesianos durante el año. La Conferencia Ibérica organiza encuentros de formadores, por etapas, mediante la Delegación Nacional para la Formación.. Hay otras iniciativas de formación permanente: un curso en septiembre, cursos de preparación para la profesión perpetua, cursos para sacerdotes y Coadjutores jóvenes, cursos para la tercera edad, viajes a Tierra Santa y a Turín, cursos de formación permanente en Campello (40/55 años) en los cuales, ordinariamente, toman parte también hermanos de América Latina.


La Conferencia Ibérica organiza, cada dos años, un curso de una semana, con la participación de varios Consejeros Generales, para los nuevos Directores de comunidad..


La Región Europa Oeste ha comprendido muy bien que la formación permanente es una exigencia prioritaria de nuestra vocación y de nuestra misión y ha tratado de obrar en consecuencia. El contexto cultural, especialmente entre los jóvenes, cambia rápidamente. Nuestra misión de educadores/pastores nos obliga a estar al día. Los grandes desafíos de la cultura actual y de la sociedad de consumo hay que afrontarlos con valor y competencia por medio de ofertas de calidad de la educación y de la evangelización de las nuevas generaciones juveniles, y por medio de la animación y la formación de los seglares, de los animadores juveniles, de los profesores, de los responsables de las Comunidades y de los Grupos de la Familia Salesiana.


Queda, sin embargo, el hecho de que el lugar y el tiempo privilegiado para la formación permanente son la Comunidad y la vida cotidiana, por lo que se debe mantener un ritmo que favorezca la calidad de la oración, de la convivencia, de la programación, del trabajo, del estudio, de la reflexión, de la evaluación. Debemos considerar la vida cotidiana como plataforma privilegiada de formación. Se trata de “mantenerse en forma” profesional, pedagógica y espiritualmente; por tanto, no basta conocer los últimos principios pedagógicos o los progresos de la técnica; es igualmente necesario garantizar la actitud positiva de nuestro corazón ante la cultura juvenil y ante los desafíos educativos y pastorales que se nos presentan. Es hermoso considerar toda la vida como vocación y misión. Es igualmente entusiasmante querer y poder estar siempre preparados para ella.



Los grandes desafíos de la Región.


La presentación de la Región Europa Oeste nos hace ver una Región salesianamente bien identificada y organizada, con obras y actividades consistentes: centros académicos de prestigio dirigidos profesionalmente, un planteamiento y una importancia social fuerte, una atención creciente y con iniciativas generosas e interesantes hacia el mundo de la marginación, un movimiento juvenil salesiano robusto y comprometido, organizado –al menos en el caso de España- por medio de la Confederación de los Centros Juveniles, un plan formativo claro y exigente (“Itinerarios de educación en la fe”) para acompañar a los jóvenes desde la primera comunión hasta el momento de asumir la opción vocacional, proyectos bien elaborados y compartidos para las escuelas, las parroquias, los centros juveniles, el tiempo libre, el sector social; una animación con espíritu misionero, que se expresa del mejor modo posible, entre otras cosas, en el voluntariado; una Familia Salesiana con vitalidad; seglares competentes profesional y salesianamente, bien identificados, implicados corresponsablemente en la misión salesiana; un alto nivel de estudio, de conocimiento y de asimilación de los documentos salesianos (Capítulos Generales, cartas del Rector Mayor, aguinaldos...); una notable inversión en la formación de los seglares (profesores, animadores, catequistas, Familia Salesiana); empresas y realizaciones importantes en el campo de la Comunicación Social.


Llama la atención el que, con todo esto, los resultados pastorales y vocacionales no se correspondan con el esfuerzo hecho. Pero en una sociedad cada vez más secularizada, pluralista y de alto bienestar esto parece normal. A nosotros nos toca sembrar, al Señor dar fecundidad espiritual, pastoral y vocacional. Ya he aludido al hecho que aquí el Estado está en condiciones de satisfacer las necesidades principales de la sociedad. Bajo este punto de vista, el Occidente no tiene necesidad de la vida religiosa, considerada como mano de obra económica en los campos de la educación, de la salud, de la promoción social, ni siquiera para la atención a los más necesitados y marginados como los inmigrados. ¿Cuál es, pues, nuestra misión en dicho contexto? ¿Cuál es el espacio en él para la vida religiosa? Como Salesianos, ¿qué debemos ofrecer a los jóvenes? O, mejor aún, ¿el carisma salesiano es útil, necesario y tiene futuro en esta sociedad occidental?


Digo inmediatamente que sí. Más aún, Europa es el lugar donde se ve más necesaria y urgente la misión salesiana. La sociedad europea moderna, desde el punto de vista económico, es autosuficiente; pero una gran masa de jóvenes están perdidos, insatisfechos. A pesar de todos los recursos materiales de que disponen, no encuentran el sentido de su vida y su horizonte se hace cada vez más agobiante y asfixiante. Estos jóvenes en Europa desafían frontalmente el carisma salesiano, nos ponen a prueba y cuestionan la verdad y capacidad de la misión, de la pedagogía y de la espiritualidad de Don Bosco. Es un desafío imponente para nosotros saber si somos capaces o no de acompañar a los jóvenes que buscan el sentido de su vida, si logramos ser signos y portadores del amor de Dios a los jóvenes marcados por las nuevas pobrezas, si logramos acercarlos a la persona de Cristo como el único que puede satisfacer los anhelos más profundos de su corazón y asegurarles la plenitud de la vida.


Los jóvenes europeos nos obligan a profundizar el corazón de nuestra identidad carismática: hay que convencerlos de que Dios los ama, que Dios los ha colmado de energías de bien que han de liberar y de potencialidades que han de desarrollar, que Dios cree en ellos como protagonistas y agentes de cambio para la construcción de un mundo más humano. ¡No podemos dejar de hacerlo! Sería engañar a los jóvenes y ser inútiles para Dios. La misión salesiana está perfectamente definida en las Constituciones: “ser signos y portadores del amor de Dios” (Const. 2), es decir, ser presencia visible, legible y eficaz del Dios amor entre ellos. Sin esta sacramentalidad la presencia salesiana entre los jóvenes pierde su carácter de misión y se convierte en trabajo, oficio, filantropía.


Me pregunto si podría haber una tarea más entusiasmante. Europa puede hacer un gran servicio a la Congregación: abrir la reflexión y descubrir caminos para evangelizar a los jóvenes de un mundo postmoderno y postcristiano. Iniciativas valientes y audaces están funcionando, pero debemos reconocer que las fórmulas tradicionales sirven de poco para jóvenes culturalmente nuevos y diversos. Por tanto, es necesario inventar casi todo: la vida religiosa como profecía y parábola que habla de Dios, y la misión salesiana como apertura al sentido y a la presencia de la vida.


Y esto puede ser compatible con la edad avanzada y con las enfermedades de los hermanos, porque no depende tanto del número y de las actividades realizadas cuanto de la fidelidad a Dios y del fuego que cada uno lleva en el corazón para irradiar y ser luz.



Líneas de acción.


He aquí, pues, las líneas de acción que propongo para responder a este gran desafío de la realidad juvenil hoy. Sabemos que sin Salesianos no tendrá supervivencia el carisma de Don Bosco. El gran problema en Europa es precisamente la falta de vocaciones. Por tanto, los desafíos fundamentales serán cultivar vocaciones, asegurar una organización en la vida de las Inspectorías y una reestructuración de la Región que permita apuntar sobre comunidades más significativas casrismáticamente y, pastoral y vocacionalmente, más fecundas.


1.- Promover una animación vocacional específica que sea expresión del testimonio de la vida comunitaria y de la fecundidad de la misión.


Las tendencias vocacionales en la Región son preocupantes y todos los indicadores manifiestan que la situación está destinada a permanecer así, si no hay intervenciones fuertes. Es preciso, pues, intervenir decididamente. Pero sabemos que las vocaciones no son tanto el fruto de técnicas y estrategias puramente humanas, cuanto don de Dios que exige nuestra colaboración, en la incansable oración al dueño de la mies, en la aceptación de la propia vida como vocación, en la fidelidad carismática y en la generosa entrega a la misión entre los destinatarios preferenciales.

Por esto, hablar de la pastoral vocacional implica:


1.1.- Asegurar las condiciones para que cada comunidad viva una verdadera experiencia espiritual y sea testimonio de fe, visible y legible por los jóvenes.


La atmósfera de secularización y de sincretismo religioso impulsa a las comunidades religiosas a subrayar su carácter de signo y profecía por medio de la organización de lo cotidiano, donde se debe manifestar la primacía de la vida espiritual. Una vida religiosa que ofrezca al mundo su santidad, es decir, que ayude a “buscar y contemplar a Dios”, a leer, descifrar, describir e interpretar la constante intervención de Dios en la historia: he aquí el primer y el mejor servicio de la vida religiosa a favor del hombre contemporáneo. Por tanto, la familia religiosa que no sea escuela y propuesta de espiritualidad no tiene mucho que decir en esta sociedad. Pero la profundidad espiritual no se nos concede de modo automático. Es fruto de la gracia y del esfuerzo personal. Es necesario cuidar, con amorosa fidelidad, las sencillas prácticas de cada día: la meditación, la lectura, los retiros, la práctica del sacramento de la Reconciliación. El primer contenido de la misión es revelar a los jóvenes nuestra vida: cómo vivimos nuestra alianza con el Señor, cómo nos amamos, cómo la vivencia radical de la obediencia, de la pobreza y de la castidad nos hace más libres y disponibles para la entrega generosa a la misión entre ellos. Esto exige garantizar en toda comunidad las condiciones concretas de consistencia cuantitativa y la complementariedad, para hacerla testimonio de vida y alma de la comunidad educativa. Se debe investir en la comunidad para calificar la comunicación y las relaciones interpersonales, para crear una intensa experiencia de familia; así la comunidad será testimonio y profecía de comunión entre los destinatarios. El funcionamiento de todos los dinamismos comunitarios (consejos, asambleas) y la recuperación de la función carismática del Director, nos llevarán a sobrepasar las funciones de la mera gestión y a gozar las riquezas de la vida religiosa salesiana y comunitaria.


Si queremos asegurar la eficacia de los buenos propósitos y de los objetivos indicados es conveniente establecer tiempos, modalidades y criterios en el seno de las comunidades para verificar su testimonio de vida y su celo apostólico entre los jóvenes.



1.2.- Crear un nuevo modo de presencia salesiana verdaderamente significativa, que sea atractiva y rica de propuestas para los jóvenes y que ponga la evangelización como objetivo prioritario.


Esto implica en primer lugar “estar salesianamente presentes” entre los jóvenes y manifestar prácticamente que los últimos, los más necesitados, serán siempre los preferidos en las obras y en las actividades salesianas. Debemos reivindicar la evangelización de los jóvenes como el objetivo prioritario de los Salesianos: somos misioneros de los jóvenes. Constatamos que en las nuevas generaciones crece la ignorancia religiosa, que los espacios naturales y tradicionales (familia, escuela, centro juvenil, parroquia) encuentran cada vez más dificultades para transmitir la fe. La nueva evangelización es el desafío para la Iglesia y para los Salesianos en Europa. Ni los éxitos académicos, ni la promoción social en sí misma, justifican hoy una presencia salesiana en Europa, si no tiene, al mismo tiempo, la posibilidad práctica y la voluntad bien determinada de proponer la fe a los jóvenes.


La elaboración y la puesta en práctica de un plan de pastoral orgánico, sistemático y unitario, con itinerarios concretos, como ya nos pedía el CG23, que vayan del primer anuncio al acompañamiento personal y vocacional para los más disponibles, nos ayudará a hacer de cada sector (escuela, tiempo libre, parroquia) una plataforma de evangelización.


Queridos hermanos: Os animo a ofrecer a los jóvenes, con respeto, libertad y pedagogía, auténticas experiencias de fe: escuelas de oración, procesos educativos personalizados de vida sacramental, experiencias de gratuidad, valorizando y promoviendo los diversos modos de voluntariado. En este momento en que los canales de transmisión de la fe parece como si estuvieran destrozados, debemos favorecer los grupos, las asociaciones, el MJS como vehículo de transmisión de la espiritualidad salesiana y como oportunidad para proponer el carisma de Don Bosco vivido en la vida consagrada. Subrayo la importancia de garantizar a los jóvenes una sólida formación cristiana por medio de los cursos sistemáticos de religión por medio de la catequesis. Es preciso cuidar los contenidos, porque sobre la ignorancia religiosa no se puede construir la fe.


Gracias a Dios, la Región cuenta con recursos materiales y estructurales extraordinarios y, sobre todo, con un número de seglares de calidad en todos los niveles, incluso en el campo de la salesianidad. Hay que darles confianza, implicándolos en los trabajos pastorales y asegurándoles la formación adecuada. Es preciso trazar, juntamente con ellos, con creatividad e imaginación, una respuesta a las cuestiones y a los desafíos de la cultura y de la evangelización de los jóvenes de hoy.


Es verdad que la edad media comienza a ser alta, pero los jóvenes nos piden acompañamiento personal y vocacional. Se trata, pues, de reavivar en nuestros corazones la llama del “Da mihi animas” de nuestro amado Don Bosco, que no es sino la pasión por Dios y la pasión por los jóvenes.



2.- Asegurar los cambios consiguientes en la vida y en la organización de las Inspectorías y de la Región.


Resulta fácil constatar algunos peligros que hoy nos amenazan: el desequilibrio entre el número de Salesianos y la vastedad y complejidad de las obras, que nos obliga a investir los mejores recursos personales en la organización, en la gestión y mantenimiento de las estructuras, debilitando acaso la presencia y el acompañamiento educativo y pastoral de las personas (jóvenes, animadores, profesores, padres); la mole de trabajo que se desarrolla y que no siempre permite ver la comunidad, la persona individual del salesiano, sus motivaciones más profundas y su función animadora en la CEP; el activismo, que por una parte resta significatividad a la misión salesiana y quita frescura y satisfacción en la vivencia vocacional a los hermanos, y por otra parte bloquea la reflexión e impide el cambio porque no permite la escucha de la reflexión congregacional, de los signos de los tiempos, de las mociones del Espíritu y ni siquiera de la cultura juvenil.


El número de los Salesianos, el fenómeno del envejecimiento que se agudizará durante los próximos años, la caída vocacional y la necesidad de hacer más significativas las comunidades y la misión, requieren, con cierta urgencia, una nueva organización dentro de cada comunidad e Inspectoría; pero también una reestructuración en la Región, porque no podemos permitir que la rutina o la pesadez de la organización frene la vitalidad del carisma o empobrezca el servicio a los jóvenes.


La Región ha comprendido la urgencia del tema y ya ha comenzado a dar los primeros pasos. Francia ha realizado la unificación de las dos Inspectorías, y Bélgica, Portugal y España han iniciado la reflexión en vistas de una nueva reestructuración.


Si hablamos de reestructuración, es sólo en vistas de un servicio más ágil y mejor a la misión y de un planteamiento más significativo del carisma. Tanto dentro de cada Inspectoría como a nivel de la Región, es necesario entrar en la dinámica de la sinergia y apuntar a una concentración de las fuerzas, donde sean comunitariamente más significativas y pastoral y vocacionalmente más fecundas, pensando que en este momento el objetivo prioritario para la Región es el de promover una animación vocacional que sea expresión de la fecundidad de la vida de la comunidad y de la misión.


Hay peligros: no ser capaces de superar la inercia que nos viene impuesta por la gestión de las grandes estructuras y no tener el valor de hacer opciones audaces y con clara identidad carismática. Si la superficialidad espiritual es el gran peligro que puede privar de sentido a la vida religiosa en Occidente, el “genericismo” es el primer enemigo de la misión.


Me parece que las palabras más importantes de la Congregación a favor de la juventud europea no se han pronunciado todavía. La misión salesiana en este nuestro mundo secularizado es tan importante y grande que también pedagógicamente es necesaria una crisis para prepararnos adecuadamente a un trabajo tan extraordinario y fascinante.


Odres nuevos para vino nuevo. Así me expresaba en el discurso de clausura del CG25. No nos quedemos anclados en el pasado. A una cultura, pobreza y necesidades nuevas, debemos dar respuestas nuevas, como hizo Don Bosco, que creó sus respuestas para salir al encuentro de las necesidades de los jóvenes. En efecto, no son las estructuras las que harán una obra salesiana, sino los educadores carismáticamente identificados, los destinatarios preferenciales y los programas de educación y de evangelización que ponemos a su disposición. Y, sin duda, la primera cosa que debemos poner a disposición de los jóvenes es nuestro corazón bien unificado por la caridad pastoral y por la pasión educativa de Don Bosco.


* * *


Queridos hermanos: La Región vive un momento retador y entusiasmante: una encrucijada, un profundo éxodo cultural, un “kairós”. Y no hay estrategias especiales para obtener los resultados deseados. Aquí valen solamente la coherencia en la vida personal, el testimonio comunitario y la audacia evangelizadora en la misión.


Después de esta presentación de la Región Europa Oeste, en el curso de la cual he tenido un recuerdo de gratitud y de alegría para todos y cada uno de los hermanos que han escrito o siguen escribiendo páginas de oro en estos países de Europa, concluyo agradeciendo a mi Dios que lleva adelante su designio de salvación de los jóvenes por medio de nosotros.


María Auxiliadora, la Virgen de Don Bosco, cuya devoción se ha difundido tan bien y ha sido acogida en esta Región, particularmente en España, como tal vez en ninguna otra parte de la Congregación, siga bendiciendo nuestras comunidades y acompañando nuestro trabajo apostólico. A Ella le confío a todos y a cada uno de vosotros.



Don Pascual Chávez V.







1 FRANCIS DESRAMAUT. “Don Bosco en son temps”, 943.

2 Epistolario IV, carta 2225, 24-11-1875.

3 MORAND WIRTH. “Da Don Bosco ai nostri giorni”, p. 175, nota 14.

4 A. MARTÍN GONZÁLEZ. “Los salesianos de Utrera en España”, 87.

5 A. MARTÍN GONZÁLEZ. “Los salesianos de Utrera en España”, 100.

6 Ibidem, 165.

7 Ibidem, 103.

8 En 1877 Mons. Lacerda escribió a Don Bosco deseando una presencia de sus hijos en Portugal (Annali II, 345). En 1880 se registra una nutrida correspondencia con Don Bosco desde Portugal (ibidem). En 1881 Don Bosco manda a Don Cagliero desde Utrera a Oporto para que pudiera conocer la situación (Annali I, 435. 612).

9 cfr. AMADOR ANJOS: “Centenário da obra salesiana em Portugal”, 27.

10 cfr. AMADOR ANJOS: “Centenário da obra salesiana em Portugal”, 27. 28.

11 cfr. MB XVIII, p. 437 (MBe XVIII, p. 380).

12 cfr. MB XVIII, p. 438 (MBe XVIII, p. 381).

13 cfr. MB XVIII, p. 439 (MBe XVIII, p. 381).

14 Ibidem. (MBe XVIII, p. 382).

15 MORAND WIRTH. “Da Don Bosco ai nostri giorni”, 275 – Citado: Annali III, 135.

16 MORAND WIRTH. “Da Don Bosco ai nostri giorni”, 283.

17 MORAND WIRTH. “Da Don Bosco ai nostri giorni”, 282.

18Don Bosco, cien años en España...”, 40.

19 J.M.ESPINOSA. “Cara y cruz de Don Pedro Ricaldone”, 103.

20 JUAN PABLO II al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, 12 de enero de 2004 (OR, 12-13 de enero de 2004, pp. 6-7).

21 OUEST-FRANCE, 26 de noviembre de 1999.

22 PHILIPPE BAUD, Livre collectif.

23 BRUNO CHENU, La Croix, 20 de octubre de 2000.

24 CHARLES DELHEZ, Sur les catholiques en Belgique, 1998.

25 HERVIEU-LEGER (Bayar), 2003.

26 LLUIS OVIEDO TORRÓ, “La religiosidad de los jóvenes”. Razón y Fe. Junio 2004, p. 447.

27 LLUIS OVIEDO TORRÓ, “La religiosidad de los jóvenes”. Razón y Fe. Junio 2004, p. 449.

28 GONZÁLEZ ANLEO. “¿Una Iglesia irrelevante para la juventud actual?”. Sal Térrae. Septiembre 1999, p. 310.

29 LLUIS OVIEDO TORRÓ. “La religiosidad de los jóvenes”. Razón y Fe. Junio 2004, p. 449.

30 Cfr. RAMÓN ALBERDI. “Don Bosco: cien años en España”, p. 114.

31 Conclusiones – Significatividad 1-1. Visita de conjunto Europa Oeste, Santiago de Compostela 1999.

32 Ibidem, Significatividad 1-2.

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