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Recensioni
de la crònica de la casa que, a pesar de sus limitaciones inevitables, le ha prestado,
como dice, una «óptima pauta de redacción» (pág. 17). Tanto que no ha dudado en
hacerlo constar en el mismo subtítulo de la obra: Historia de una crónica vivida.
La documentación constituye sin duda una de las bases más sólidas de este traba-
jo, que le da al libro la categoría propria de las buenas monografías. En efecto, el
autor demuestra conocer bien los fondos documentales tanto del archivo central
salesiano de Roma como del local de Sevilla, y muy en concreto hace gala de poseer
en sus manos esa fuente testimonial, tan valiosa, del epistolario. Además el autor
tiene presente las aportaciones de la prensa periódica (salesiana y local) e, incluso, se
sirve discretamente de la propia experiencia.
Otra característica del presente estudio radica en esa visión conjunta que da de
las múltiples dimensiones que ofrece la vida salesiana en la casa de la Trinidad, la
cual, como efecto de su propio dinamismo, se convirtió en sede inspectorial, y, por
tanto, en núcleo de animación y coordinación de tantas actividades que surgen en su
entorno. Por este motivo, en las páginas del libro no sólo se alude a los diversos secto-
res de la misma casa —obra escolar, iglesia, oratorio festivo, editorial-librería, aso-
ciacionismo, pedagogía—, sino también a lo que es fruto de la acción de gobierno
llevada a cabo desde el centro inspectorial, como, por ejemplo, las nuevas fundacones
que van naciendo en la ciudad de Sevilla —San Benito de Calatrava, Triana, Resi-
dencia Universitaria Salesiana— o las iniciativas que superan ampliamente el interés
local, como la Escuela Superior de Catequesis, la Escuela Oficial de Magisterio de la
Iglesia, y, sobre todo, la Biblioteca Agraria Solariana —admirable creación del genio
y del empuje de «Don Pedro» (Ricaldone) y colaboradores—.
Situado en esta perspectiva, el autor toma pie para mirar hacia el exterior, y co-
nectar sin dificultad alguna con el campo político-social y, principalmente, religioso
de Sevilla y Andalucía. Ambas esferas —la interna y la externa— quedan implicadas
en una misma lógica de los hechos. Así, por ejemplo, las referencias a los obispos
que van ocupando la sede hispalense y, muy en especial, al beato Marcelo Spínola y
Maestre, son siempre sustanciosas, como también las alusiones que se hacen a doña
María Luisa Fernanda de Orleans, tan noble como cristiana y salesiana.
El aparato fotográfico que ilustra el texto es también muy valioso, aunque no
siempre es posible presentarlo de una manera brillante. Esas fotografías de portadas
de folletos, de programas de fiesta, de planos topográficos, tienen la virtud de acer-
car al lector de hoy al hombre del pasado.
No es posible que una obra de tanta envergadura como la presente no tenga al-
gún aspecto menos logrado. Porque, por una parte, el material historiográfico es,
como decimos, enorme y, por otra, el período que se estudia, muy extenso. En estas
circunstancias, es difícil mantener el esfuerzo de síntesis, evitando los peligros de la
dispersión y de la fragmentación. Así, los últimos capítulos, más cercanos a la actua-
lidad, suelen tener más de crónica y almacenamiento de datos que de una elabora-
ción historiográfica. Pero, tal vez, la dificultad más grande para un autor radica en
cómo verter los contenidos historiográficos y documentales en un molde de expre-
sión adecuado. En el caso presente, la lectura resulta útil y provechosa —dada la
riqueza informativa del texto—, pero no siempre fácil ni agradable. La abundancia de
comas, comillas y guiones (de diverso tipo), de paréntesis y corchetes dificultan sin
duda la lectura y la comprensión. Lo cual se agrava cuando la tipografía es deficien-
te a la hora de señalar los títulos y los subtítulos. En fin, el índice general debería
ajustarse mucho mejor al texto. En cuanto a las lagunas, pensamos que estas pági-
nas serían aún de mayor utilidad si hubieran venido con el soporte de un buen indi-