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EL NACIMIENTO DE LA OBRA SALESIANA EN MEXICO
Francisco Castellanos
1. Don Bosco se encuentra con los mexicanos (*)
Los primeros Salesianos enviados a México llegaron a Veracruz el 1o de diciem-
bre de 1892. Sin embargo, la Obra Salesiana había nacido en la capital mexicana,
hacía más de tres años. A su llegada los Hijos de Don Bosco recibieron una obra, si
se quiere, incipiente, pero vigorosa y rica de futuro. Este hecho más único que raro
en la historia salesiana, merece ser profundizado.
Esta historia, que se desarrolla en México no podrá ser bien comprendida sin
tomar en cuenta algunas nociones sobre el país: historia, geografía... datos sociopolí-
ticos:
«México, tierra de volcanes y de contrastes, es la más septentrional de las Re-
públicas de América Latina y la más meridional de las tres naciones que forman la
América Septentrional. El territorio mexicano puede dividirse en tres zonas: la con-
tinental, que es la más extensa; la porción ísmica, que comprende la región de Te-
huantepec; y la zona peninsular, formada por la península de Yucatán y la de Baja
California. En total, su área es de 1.969.365 kilómetros cuadrados. Si se compara
su extensión con los demás países latinoamericanos es el tercero después de Brasil
y Argentina».
El territorio mexicano, bañado por las aguas del Pacífico y las del Atlántico, es
cruzado de norte a sur por dos cadenas montañosas, en medio de la cuales se for-
man grandes valles de diversas altitudes. «En relación con el clima, el territorio de
México se divide en tres zonas diferentes de límites imprecisos: tierras calientes, tie-
rras templadas y tierras frías. Las tierras calientes son las costeras: Tehuantepec, Ta-
basco, y Campeche; Su temperatura anual media es de 30 grados. Las tierras tem-
pladas abarcan la mayor parte del país; el hermoso Valle de México goza de este
tipo de clima. Las tierras frías son paradójicamente las más calurosas en distintas
épocas; se localizan en el norte del país, en donde, además, las lluvias son muy raras
y de corta duración».
(*) Abreviaturas más usadas
ASC... S-J - Archivio Salesiano Centrale... Santa Julia (colegio).
BS - Bollettino Salesiano, Torino 1877 ss.
Boletín - Boletín Salesiano en español.
MB - Memorie Biografiche di Don (del Beato... di San) Giovanni Bosco, 19 voi. (del 1 al 9: G.B. Lemoyne; 10: A.
Amadei; del 11 al 19: E. Ceria). San Benigno Canavese-Torino, 1898-1939.

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Francisco Castellanos
«México, además de la belleza de sus campos y bosques, posee uno de los
subsuelos más dadivosos del mundo. Desde hace siglos, con pocas intermitencias,
ha entregado cantidades enormes de metales: oro, plata, cobre, mercurio, etc.».
Otros datos que no debemos desconocer son los que se refieren a la demografía
mexicana. El año 1889 en el que comienza la parte principal de este relato que
abarca menos de cuatro años, la población de la República Mexicana, según
«García Cubas, es de 11.395.712 habitantes». Estos, pertenecen fundamentalmente a
tres grandes grupos étnicos: indígenas o amerindios, blancos —llamados criollos, si
nacieron en el país—; del cruzamiento de estos dos, se originan los mestizos, cada vez
más numerosos. De acuerdo a datos proporcionados por el Centro de
Investigaciones Socio-religiosas de México, «en 1909 había en el país este porcentaje:
38% de indígenas, 43% de mestizos y 19% de blancos».1 Comparados estos datos
con otros anteriores y posteriores, podemos calcular que hacia 1889 este porcentaje se
presentaba más o menos así: 43% de indígenas, 39% de mestizos y 18% de
blancos.
El protagonismo socio-político de la nación lo ejercen desde la etapa
independiente (a partir de 1821) los blancos y mestizos, con rara intervención de los
indígenas, como el caso de Benito Juárez.
La fama de Don Bosco cruzó el Océano y llegó al país azteca cuando aún vivía
el Santo. Muchos de los sacerdotes mexicanos que habían estudiado en Roma,
especialmente entre 1870 y 1888, habían tenido oportunidad de conocer la obra de
Don Bosco —al menos de oídas— y los más afortunados también pudieron
encontrarse con el hombre de Dios. Nada de extraño, pues, que al volver a la
patria hablaran de Don Bosco y de su obra a los eclesiásticos y también a los
seglares.
El primer encuentro de Don Bosco con México —del que tenemos memoria—
fue precisamente por medio de los seminaristas mexicanos. Las Memorias
Biográficas de Don Bosco (Memorie Biografiche) no nos dicen nada al respecto;
pero en la obra «Annali della Società Salesiana» se nos brinda este interesante relato:
«Encontrándose (Don Bosco) en 1887 en Roma para la consagración de la iglesia del
Sagrado Corazón, él recibió, la tarde del 12 de mayo a un grupo de alumnos del
Colegio Pío Latino Americano. Algunos de ellos le preguntaron cuándo irían los
Salesianos a la capital mexicana. El Santo respondió: —No seré yo quien mande a
México los Salesianos; mi sucesor hará lo que yo no puedo hacer. ¡No lo dudéis!».2
El seminarista que hizo la pregunta fue el diácono Francisco Orozco y Jiménez,3 el
cual llegaría a ser Arzobispo de Guadalajara y la figura más destacada del
episcopado
1 Rutilio RAMOS, La Iglesia en México. Friburgo, Feres y Madrid, OCSHA 1963, pp. 15,
16, 17, 105, 25.
2 Eugenio CERIA, Annali della Società Salesiana, Voi. II. Torino, SEI 1943, p. 136. Es
muy improbable la versión que se da en «Don Bosco nel mondo». Torino, Elle Di Ci 1964, p.
336, donde se afirma que en 1887 Don Bosco mismo visitó el Colegio Pío Latino Americano y
que allí se realizó el diálogo con los seminaristas mexicanos.
3 80 años Salesianos en México(publicación conmemorativa). México, Salesianos de Don
Bosco 1972, p. 14: «Un mexicano, Francisco Orozco y Jiménez, diácono y estudiante del
Colegio Pío Latino Americano, en compañía de otros cuantos seminaristas, también
mexicanos, se entrevistó en este histórico día con Don Bosco».

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El nacimiento de la Obra Salesiana en Mexico
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mexicano en la época conflictiva de la Persecución religiosa de Calles.4
Una segunda petición al mismo Don Bosco, rogándole que enviara Salesianos a
México, se debió a Mons. Ramón Ibarra, Obispo de Chilapa. Cuando Don Bosco se
encontró con los seminaristas mexicanos era ya anciano y estaba muy acabado.5
Ocho meses después Dios lo llamaba a recibir el Premio de los justos: era el 31 de
enero de 1888. La noticia de su tránsito encontró gran resonancia en todo el mundo
y también en muchos mexicanos. Esto explica el que un seglar mexicano, el Sr. Don
Edith Borrell, haya tenido interés de visitar en Turin, Italia, la Obra primera que
fundó Don Bosco. Esta visita se realizó el mismo año de la muerte de Don Bosco o,
a más tardar, en los primeros meses de 1889. El Sr. Borrell tuvo la suerte de encon-
trarse allí con el Sucesor de Don Bosco, el P. Don Miguel Rúa que lo recibió como
Cooperador Salesiano, entregándole personalmente el diploma que lo acreditaba
como tal.6
2. El impacto de Don Bosco en los católicos mexicanos
México es un país eminentemente católico: En 1910, de 15.115.612 habitantes,
eran católicos 15,033,176,7 lo cual da un 99,4%; actualmente la proporción es de
89,4%.8 Sin embargo, a partir de su nacimiento, (1821) México ha tenido, casi
siempre, gobiernos anticatólicos, o más propiamente, anticlericales.
El antiguo México estaba poblado por innumerables tribus, entre las que sobre-
salían los toltecas, los mayas, los zapotecas y los tarascos. Los aztecas o mexicas, lle-
4 Joseph H.L. SCHLARMAN, México Tierra de Volcanes. México, Porrúa 1969, p. 628: «El
Arzobispo Orozco y Jiménez era, tal vez, el miembro intelectualmente más distinguido del
Episcopado de México en aquellos días (1926-1936)... Desde los tiempos de Carranza hasta el
18 de febrero de 1936, en que murió, había sido desterrado cinco veces».
5 BS (1894) n. 7, luglio, p. 146: «Ancor vivente l'amantissimo nostro Don Bosco, si era-
no chiesti i Salesiani perché andassero a prendersi cura dei giovanetti poveri ed abbandonati di
Puebla. E Don Bosco, trovandosi stremato e di personale e di risorse pecuniarie per le continue
fondazioni dell'America meridionale, aveva risposto all'Ecc.mo Vescovo di Chilapa, Mons.
Ibarra, che non a lui, ma al suo successore sarebbe toccato di mandare i suoi figli nel Messico».
En efecto, entonces ya tenía casi 72 años, habiendo nacido el 16 de agosto de 1815. Cf también
MARANZANA Bernardo M., I miei venticinque anni di missione in America. Ancona, 1922, inedi-
to: El P. Maranzana afirma que el Sr. Lascuráin le refirió que el primero en pedir los Salesia-
nos, en Roma, al mismo Don Bosco, fue otro insigne Cooperador ya pasado a mejor vida (en
1893); Don Bosco le habría respondido a éste: «Le fondazioni salesiane del Messico non le farò
io, ma il mio successore» (p. 32).
6 El P. Angel Piccono, jefe de la primera expredición de Salesianos llegados a México, es-
cribió el 26 de febrero de 1893 a Don Rúa: «Non devo poi tacere come il sig. Edith Borell, che
fu il primo Cooperatore Salesiano di Messico e ne ricevette il diploma da Lei stesso, sig. D.
Rua, in un suo viaggio in Italia...» BS (1893) n. 6, giugno, p. 117.
7 Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana, voi. 34. Barcelona, Hijos de Espa-
sa, Editores, p. 274.
8 Calendario Atlante De Agostini. Novara, Istituto Geografico De Agostini 1985, p. 571.

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Francisco Castellanos
garon muy tarde y sólo predominaron a partir de 1325, cuando fundaron Tenochtitlán y una vez
asentados allí, en pocos años dominaron con las armas gran parte del actual territorio mexica-
no. Su dominio duró menos de 200 años, pues en 1521 Hernán Cortés, conquistó Tenochtitlán
y sus dominios para la corona de España.
México, bajo el dominio español (1521-1821) se denominó «La Nueva España» y en esos
trecientos años los misioneros realizaron un trabajo admirable: la fe cristiana al principio no era
aceptada por los vencidos, que veían en los misioneros a aliados de los crueles soldados vence-
dores. Diez años después de la conquista (9-12 de diciembre de 1531) María Santísima se
aparecía a un indígena neófito llamado Juan Diego. «Hasta ese tiempo los indígenas habían
mostrado una resistencia pasiva a la predicación del Evangelio, mientras que la aparición a
Juan Diego prestó a la obra de la cristianización un impulso maravilloso, y las conversiones en
masa se pusieron a la orden del día».9
En 1810 el Cura de Dolores, Don Miguel Hidalgo y Costilla inició la lucha para indepen-
dizar a México del dominio español y, once años después, Vicente Guerrero y Agustín de
Iturbide la consumaron. Siguió un período borrascoso de la historia de México: Iturbide es
nombrado emperador el 21 de mayo de 1822, pero el 23 de marzo del año siguiente debe abdi-
car. Los rebeldes instauran un Congreso Constituyente y éste, la República. En sólo 36 años
(1821-1857) hubo cinco Repúblicas y un Imperio; los gobernantes fueron más de 50 y las
insurrecciones más de 200.10
Entre 1836 y 1847 se tuvieron dos desastrosas guerras —una contra Texas y la otra contra
los Estados Unidos— en las que México perdió más de la mitad de su territorio (cedió
2,268,000 kilómetros cuadrados y le quedan 1.969.365). La figura destacada de 1833 a 1855 es
el Gral. Antonio López de Santa Anna, quien por más de 20 años ocupaba y abandonaba a su
antojo la presidencia de la República."
Eclipsado Santa Anna, siguen las luchas por el poder entre dos partidos: los liberales, de
raíces masónicas, y los conservadores, de tendencias católicas. Las fuerzas son parejas y de
1858 a 1864 hay contemporáneamente dos gobiernos: el del liberal Benito Juárez y el del con-
servador Zuloaga apoyado por el Gral. Miramón; ocupando cada cual una zona del país. Los
conservadores, con la ayuda de Napoléon III vencen a Juárez e instauran la Monarquía, pro-
clamando a Maximiliano de Austria como emperador de México. El tristemente célebre impe-
rio sólo duró tres años, pues habiendo abandonado el ejercito de Francia a Maximiliano, Benito
Juárez, con el apoyo de los Estados Unidos, venció al emperador que murió fusilado (1867).
9 Schlarman, o.c, p. 155.
10 Enciclopedia Italiana di Scienze, Lettere ed Arti. Roma, Istituto della Enciclopedia Ita-
liana 1949, Voi. 22, p. 995: «Dal 1821 al 1857 il Messico ebbe 6 forme di governo, 55 ministe-
ri e 250 insurrezioni».
11 Viendo la lista de los presidentes, de 1833 a 1855, constatamos que Santa Anna por
más de 10 veces subió a la presidencia y la abandonó sólo por capricho. En sólo un año (1833)
lo hizo por tres veces: 16 mayo, Santa Anna; 2 junio, Valentín Gómez Farias; 17 junio, Santa
Anna; 10 de julio, Gómez F.; 28 octubre, Santa Anna; 15 diciembre, Gomez F. (Cf Schlarman,
o.c, pp. 295-340). Más común escribir: Santa Ana; algunos escriben Santana.

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El nacimiento de la Obra Salesiana en Mexico
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Juárez y su partido, volviendo al poder, adoptaron una serie de medidas para impedir que
la Iglesia apoyara a los conservadores. Sobre todo dieron cumplimiento a las leyes de «refor-
ma» y a los artículos de la Constitución de 1857 que ponen fuera de la ley a la Iglesia.12 La
improvisa muerte de Juárez en 1872 puso fin, sólo en parte, a esta situación.13 Desde 1876
hasta 1910 hubo prácticamente en México un solo gobernante: el Gral. Porfirio Díaz.14
El Sr. Edith Borrell, primer Cooperador Salesiano de México, formaba parte del Círculo
Católico Mexicano. Era ésta una asociación de católicos comprometidos, una especie de Ac-
ción Católica. Sus miembros eran personas cultas y de cierta posición.15 Tenían su sede en un
local de la calle Medinas, No. 26 (en la actualidad, República de Cuba), a muy pocas calles de
la Catedral.
La actividad apostólica de los socios de este círculo era sorprendente: sensibles a la situa-
ción religiosa de México —motivada por los gobiernos anticlericales— se interesaban por todo
lo que podía servir al fortalecimiento de la religión en el país. Sus actividades principales eran
la difusión de la buena prensa, la educación cristiana de los niños, jóvenes y del pueblo senci-
llo, la organización de actos religiosos de culto para todo el pueblo fiel. Poseían una imprenta y
librería, realizaban comisiones de tipo religioso,16 editaban una publicación que precisamente
se denominaba
12 Las llamadas «Leyes de reforma» fueron medidas tomadas por Don Benito Juárez du-
rante la llamada «Guerra de Reforma» (1858-1860). Estas leyes no formaron parte de la Cons-
titución de 1857, sino hasta que fueron incorporadas a ésta por el Presidente Sebastián Lerdo de
Tejada en 1873. Tienen como denominador común, todas ellas, su odio a la Iglesia Católica a la
que despojan de sus derechos (cf artículos 5, 7, 13, 27, 123). La Constitución de 1917, toma
como base la Constitución de 1857 a la que reforma; también asume las «Leyes de Reforma» y
las radicaliza jacobinamente.
13 A la muerte de Benito Juárez, ocupó la presidencia Lerdo de Tejada durante cuatro
años (1872-1876) y en ese periodo continuó con su política anticlerical. En 1876 subió al poder
el Gral. Porfirio Díaz; éste no derogó las leyes contra la Iglesia, pero no las hizo cumplir: es la
política que desde entonces han seguido casi todos los presidentes mexicanos.
14 Sólo hubo un paréntesis (1880-1884) en el que gobernó en Gral. Manuel González;
después, Díaz volvió a ocupar la presidencia y no la dejó hasta 1911, obligado por la revolu-
ción maderista.
15 Jorge GARIBAY Alvarez, Orígenes de la Obra Salesiana en México, Guadalajara, Jalisco.
México, Imprenta Futura 1975, p. 21, escribe que era una «Pía asociación de personas de clase
media alta porfiriana...». El término «porfiriana», se refiere al gobernante, PORFIRIO Díaz, no
porque fuesen sus seguidores (políticamente) sino porque vivían en el período de su gobierno.
16 En el membrete de las hojas que usaban para su correspondencia se leía:
CIRCULO CATÓLICO DE MEXICO
comisiones
IMPRENTA Y LIBRERIA
Medinas No. 25
ESTA CASA SE ENCARGA
de cumplir las comisiones que se
le confíen para compra de objetos
para el culto, libros, etc.

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Francisco Castellanos
«El Círculo Católico» y también publicaban artículos en otros periódicos o revis-
tas.17 Los miembros del Círculo Católico eran un terreno bien preparado para reci-
bir la semilla salesiana.
El primer Cooperador Salesiano, al regresar de Europa, no se quedó callado ni
cruzado de brazos: los sentimientos que experimentó en su visita al Oratorio de Val-
docco l8 en Turin, no sólo le quedaron grabados en el corazón, sino que lo impulsa-
ron a contagir con su entusiasmo salesiano a cuantos podía, especialmente a sus
consocios del Círculo Católico.
El buen Cooperador les hablaba de la historia de Don Bosco y de los hijos de
éste, los Salesianos. El Boletín Salesiano en español, que le llegaba cada mes, le pro-
porcionaba abundantes argumentos: la vida del Oratorio de los inicios, el desarrollo
del mismo con el internado y los talleres, la expansión y multiplicación de la Obra,
el interés de Don Bosco por la buena prensa... pero, sobre todo, la fe profunda y
la inmensa caridad apostólica del Santo de los niños».19
A esos fervorosos católicos les impactó saber que Don Bosco, aún antes de fun-
dar la Congregación Salesiana (1859), ya se servía de colaboradores —eclesiásticos y
laicos— para multiplicar su presencia y su acción a favor de la juventud: los Coope-
radores Salesianos. El mismo Don Bosco, en una carta enviada a Roma, testimo-
niaba que el origen de los Cooperadores se remonta al 1841, año en el que inició
su obra del Oratorio.20
Algunos de los miembros del Círculo Católico se fueron entusiasmando cada
vez más por Don Bosco y su obra. Se dieron cuenta pronto de que habían sido sale-
sianos sin saberlo y, deseando ser salesianos de hecho y de derecho, se decidieron
a dar su nombre a la Asociación de los Cooperadores Salesianos.21
17 Cf BS (español), que se edita en Turin; (lo citaremos: Boletín). El «Bollettino Salesia-
no» fue fundado por el mismo Don Bosco en 1877 y se editaba cada mes, primero en italiano y
después, también en otras lenguas como francés (1879), español (1881): edición argentina y
1886: edición turinesa, etc. La versión española se denominó «Boletín Salesiano». El Boletín
publica varias veces artículos de «El Círculo Católico de México»: «La acción de los Católicos»,
(1890) n. 8, agosto, p. 93: «Una palabra sobre los folletos y hojas sueltas de los protestantes»,
(1890) n. 10, octubre, p. 120; «El apóstol seglar», (1890) n. 12, diciembre, p. 142, etc.
18 Valdocco es el nombre del barrio periférico de la ciudad de Turin, donde Don Bosco
fundó su obra, denominada Oratorio de San Francisco de Sales.
19 Cf los números del Boletín de 1888 y 1889, en los que se habla muchísimo de Don
Bosco y su Obra, de las misiones y los misioneros, etc.
20 En MB XI 84 se publica esta carta, de la que entresaco algunas partes salientes: «La
storia dei Cooperatori rimonta al 1841, quando si cominciò a raccogliere i ragazzi poveri ed
abbandonati nella città di Torino. Si raccoglievano in appositi locali e chiese, erano trattenuti in
piacevole ed onesta ricreazione, istruiti, avviati a ricevere degnamente i Santi Sacramenti della
Cresima, della Confessione e Comunione. Al disimpegno dei molti e svariati uffizi unironsi
parecchi signori che coll'opera personale e colla loro beneficenza sostenevano la così detta
opera degli Oratori festivi. Essi prendevano il nome dall'uffizio che cuoprivano, ma in genere
erano detti benefattori, promotori ed anche cooperatori della Congregazione di S. Francesco di
Sales...».
21 Una idea de lo que eran para Don Bosco, en un principio, los Cooperadores nos la da

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El nacimiento de la Obra Salesiana en Mexico
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3. Nace en México la Pía Unión de los Cooperadores Salesianos
Después de Don Edith Borrell, los primeros que dieron su nombre a la Pía Unión de los
Cooperadores Salesianos (como se decía entonces), fueron seis. Era el 23 de junio de 1889. El
mismo día el Sr. Borrell, escribía una carta a Don Rúa, dándole cuenta de este hecho: «Hoy
participo a usted, que ha empezado a organizarse en esta ciudad de México la sociedad de los
Cooperadores Salesianos. Adjunto a usted la lista de los primeros y espero que mucho aumen-
tarán dentro de poco. Si lo tiene usted a bien, le ruego que les mande su inscripción (el diplo-
ma)...».
Los Cooperadores tienen algunas dudas, que Don Edith expone a Don Rua en la misma
carta: «1o Si puedo yo inscribirlos de modo que desde luego ganen las indulgencias o hay que
esperar a que reciban sus nombramientos.22 2o Si en las juntas
el Cap. XVI de las Constituciones Salesianas primitivas, presentadas a la Santa Sede en 1864, y
que aquí transcribo: XVI. ESTERNI
1o Qualunque persona anche vivendo nel secolo, nella propria casa, in seno alla pro-
pria famiglia può appartenere alla nostra Società.
2° Egli non fa alcun voto; ma procurerà di mettere in pratica quella parte del regola-
mento, che è compatibile colla sua età, stato e condizione, come sarebbe fare o promuovere
catechismi a favore de' poveri fanciulli, promuovere la diffusione di buoni libri; dare opera
perché abbiano luogo tridui, novene, esercizii spirituali od altre opere di carità, che siano spe-
cialmente dirette al bene spirituale della gioventù o del basso popolo.
3° Per partecipare dei beni spirituali della Società bisogna che il socio faccia almeno
una promessa al Rettore d'impiegarsi in quelle cose che egli giudicherà tornar a maggior gloria
di Dio.
4° Tale promessa per altro non obbliga sotto pena di colpa nemmeno veniale.
5° Ogni membro della Società che per qualche ragionevole motivo uscisse dalla mede-
sima è considerato come membro esterno e può tuttora partecipare dei beni della intera Società,
purché pratichi quella parte del regolamento prescritta per gli esterni. (MB VII 885).
El pensamiento de Don Bosco evolucionó con respecto al Cooperador, especialmente en
lo relativo a la misión que al principio estaba más ligada a la Obra Salesiana y al fin quedó
abierta a la misión de toda la Iglesia. Actualmente se han hecho varios estudios sobre los Co-
operadores y, a partir del Concilio Vaticano II la Asociación ha evolucionado notablemente.
No es aquí el lugar de profundizar este aspecto, quien lo desee puede ver AA.VV., «I Laici nella
Famiglia Salesiana», in Atti della XII settimana di spiritualità della Famiglia Salesiana. Roma,
LAS 1986, p. 178.
22 Una de las cosas que más animaban a muchas personas a ingresar en la Asociación de
los Cooperadores Salesianos, era el cúmulo de ventajas espirituales con que la Iglesia favorecía
a los Salesianos y a sus Cooperadores. Don Bosco, el 4 de marzo de 1876, había escrito al Papa
Pío IX, pidiendo que concediera a los religiosos Salesianos y a sus Cooperadores:
1o La Indulgencia Plenaria «in artículo mortis» con tal que ofrezcan su vida a Dios,
aceptando el género de muerte que El quiera enviarles.
2o Las indulgencias y favores espirituales concedidas a los Terciarios de San Francisco
de Asís.
3o Las indulgencias relacionadas con las iglesias y las fiestas de San Francisco de Asís,
que podrán lucrarse en las fiestas de San Francisco de Sales y en las iglesias de la Congrega-
ción Salesiana. (MB XI 77).
El Santo Padre concedió dichas gracias en un Breve, fechado en Roma, el 9 de mayo de
1876. El Boletín Salesiano difundía reiteradamente estas cosas para promover la propagación

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Francisco Castellanos
se reúnen hombres y mujeres. 3o Si la limosna se ha de hacer al inscribirse». Por últi-
mo, pide a Don Rúa que se le envíen «ejemplares del Reglamento23 y otros impresos
que den luz sobre el asunto» (de los Cooperadores)...24
El mismo 23 de junio el primer grupo de Cooperadores Salesianos de la ciudad
de México, una vez constituido, eligió de inmediato a sus primeros dirigentes: Presi-
dente, Don Ángel G. de Lascuráin; Secretario, Don Claudio Limón Seguí; Tesorero,
Don Francisco Villagrán y Aráuz. Dos días después, el flamante presidente informa
a Don Rúa de lo sucedido.25
Sabemos, gracias a un documento escrito por el mismo Lascuráin, que los pri-
meros Cooperadores Salesianos mexicanos fueron siete,26 es decir, Borrell y otros
seis. Hasta este momento conocemos los nombres de cuatro de estos Cooperadores:
Don Edith Borrell y los tres nuevos dirigentes. Otros dos son: Don Agustín Caballe-
ro de los Olivos y Don José Ibarrarán.27 Lamentablemente no se conoce el nombre
del séptimo Cooperador; probablemente fue el mismo Señor Arzobispo de México,
Mons. Labastida.28
Desde el comienzo, estos Cooperadores, se fijaron algunas pautas de acción:
dar a conocer la vida y la obra de Don Bosco, difundir la asociación de los Coopera-
dores. En el Primer Informe, que se presentará un año después, se expresa:
de los Cooperadores Salesianos. (Ver, por ejemplo, Boletín (1887) n. 4, abril, pp. 41-42 y
(1890) n. 2, febrero, pp. 21-23.
23 Se trata del Reglamento de los Cooperadores. Cuando la Santa Sede no admitió equi-
parar los Cooperadores (o externos) a los Salesianos (internos) Don Bosco debió quitar de las
Constituciones de los Salesianos el Cap. XVI arriba citado. Entonces, el Santo, junto con otras
disposiciones, lo imprimió en un folleto separado, que constituyó el Reglamento de los Coope-
radores.
24 ASC. 9205, S-J corresp., carta Borrell-Rúa, 23 de junio de 1889. Archivio Salesiano
Centrale (citaré: ASC. 9205, S-J corresp.): la clave es la que se usa en el ASC. para identificar
la Casa Salesiana de Santa Julia, de la ciudad de México. Esta carta del Sr. Borrell a Don Rúa
está datada el 23 de junio de 1889; como casi todas las demás cartas citadas aquí, se puede ver
también en J. GARIBAY, O.C.
25 ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 25 de junio de 1889.
26 «El 23 de junio 7 miembros del Círculo Católico de México, deseosos de extender a
nuestro país los beneficios de la Pía Sociedad Salesiana...» ASC. 9205 S-J corresp., primer
informe de los Cooperadores Salesianos mexicanos, 25 de mayo de 1890. También se encuen-
tra, aunque incompleto, en la Crónica de Santa Julia. (Cf ASC. S 329 S-J crónica, pp. 5-8).
27 «El primer grupo estuvo formado por los señores Edith Borrell, Ángel G. de Lascu-
ráin, Claudio Limón Seguí, Francisco Villagrán, Agustín Caballero de los Olivos y José Ibarra-
rán» (J. GARIBAY, O.C, p. 21).
28 Mons. Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos: Nació en Zamora, Mich, el 21 de
marzo de 1816. En 1856 era Obispo de Puebla. Gobernó la Arquidiócesis de México desde
1863 hasta el día de su muerte (4 de febrero de 1891) y tuvo que sufrir mucho a causa de las
persecuciones a la Iglesia. Apoyó siempre a los Cooperadores Salesianos y posiblemente fue el
primero de los obispos mexicanos que dio su nombre a la Asociación de Cooperadores, aunque
según otra versión, el primer Obispo Cooperador sería Mons. Ignacio Suárez Peredo, pues el
Sr. Lascuráin escribe: «...el limo. Sr. Obispo de Veracruz (el primero de la República que se
hizo Cooperador)...» ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 11 de enero de 1890.

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El nacimiento de la Obra Salesiana en Mexico
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«Estando ya en vías en donde se ejercita la acción verdaderamente católica, se procuró difundir
la idea de la obra y el conocimiento de su insigne fundador, Don Bosco...».29
A fin de incrementar el número de Cooperadores, haciendo conocer la Asociación, man-
dan imprimir unos folletos apropiados.30
Otra de las pautas de acción, se la dicta la situación que desde hace más de 50 años está
sufriendo la Iglesia Católica de México, especialmente los obispos y sacerdotes, debido a los
gobiernos anticlericales escudados en las leyes de «Reforma».31 Esta situación la expresa así
Don Ángel, en carta al Padre Rúa: «Hay mucha mies en este país qué aprovechar y mucho bien
y provecho se pueden sacar actualmente en que nuestro gobierno anticatólico desgraciadamen-
te, quiere imponer la escuela laica obligatoria para la primera instrucción. Así es que, uno de
los primeros trabajos que tendremos los Cooperadores, será el contrarrestar los males que
tendrá qué sufrir la juventud con esa escuela satánica».32
«El Señor Borrell fue el iniciador y el alma del grupo, en cambio el Señor Lascuráin fue
el primer Presidente. Sin duda, en tal elección tomaron en cuenta su capacidad y su mayor
influencia y aceptación social...».
Don Ángel G. de Lascuráin 33 es joven y dinámico; cuenta con 30 años de edad y es un
volcán en erupción. Es todo un caballero: alto, desenvuelto, cortés. Tiene excelente prepara-
ción intelectual, su redacción es buena y su caligrafía clara y elegante. Nuestro hombre está
muy bien relacionado con el Arzobispo de México y con otros muchos eclesiásticos; es tam-
bién amigo de políticos, profesionales y hombres de negocios. El mismo, en cierto sentido, se
puede decir, que es hombre de negocios,
29 ASC. 9205 S-J corresp., primer informe, 25 de mayo de 1890.
30 «...hemos mandado imprimir unos opúsculos en que damos a conocer el fin de la obra
y los medios para llegar a él, así como los beneficios inmensos que para los Cooperadores ha
concedido la Santa Iglesia...» ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 25 de j u n i o de
1890.
31 Las «leyes de reforma» establecían, entre otras cosas, la restricción del clero en el ejer-
cicio de sus derechos, la expropiación de los bienes de la Iglesia, el matrimonio civil, la seculari-
zación de los cementerios, la separación de la Iglesia y del Estado. Cf Leandro TORMO, Historia
de la Iglesia en América Latina. Friburgo-Feres y Madrid-OCSHA 1962, pp. 106-107;
SCHLARMAN, o.c, pp. 295-300, 339-347, 353-354.
32 ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 25 de junio de 1889. A pesar de lo que
aquí se dice, el gobierno de Porfirio Díaz fue de los más tolerantes del siglo XIX. En una carta
a Don Rúa, el P. Luis Orozco, Director del Asilo, expresa: «Loro in Italia ne hanno un concetto
di Messico assai sfavorevole. Credono che tutta sia guerra al Clero, ai sacerdoti, ecc. Già sono
passati quei tempi. Il Presidente di adesso è un uomo conciliatore dei partiti, non cattivo in
credenza, e chiude il Governo un occhio con tutte quelle cose di Religione che sono contro
ulteriori leggi chiamate 'della Riforma'». ASC. 9205 S-J corresp., gennaio (o febbraio) 1891.
33 «Angel G. Lascuráin nació el 7 de noviembre de 1859, fue el noveno hijo de los seño-
res Ángel Gerardo Lascuráin y María Consolación Valdez. El Señor Lascuráin se casó con la
Sra. Trinidad Osío y del Moral. Fue padre de cinco hijos: Angel Gerardo, Roberto. Felipe de
Jesús, Trinidad y María Guadalupe. (Archivo familiar del Sr. Felipe de Jesús Lascuráin). Cita-
do por J. GARIBAY, O.C, pp. 21-22.

1.10 Page 10

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408
Francisco Castellanos
dedicado a la agricultura y a la ganadería. En efecto, tiene una hacienda o gran ex-
tensión de tierra que cultiva y donde cría animales; se trata de la hacienda de «La
Tortuga», situada entre las ciudades de Veracruz y Jalapa, a unos 400 Kms. de la
ciudad de México. La atiende un encargado o caporal, pero Don Angel debe ausen-
tarse por algunos meses de la capital para ver personalmente cómo van las cosas. En
relación a los minerales más bien se trata de acciones de minas que vende o compra
(juego de bolsa) según estén los precios. Por esto mismo, goza de buenas entradas,
pero ha aprendido a mirar por los otros más que a buscar una vida de lujo, y ha
puesto todos sus bienes —cualidades, influencias, fortuna— al servicio del reino
de Dios.34
Tiene hacia los superiores —especialmente si son eclesiásticos— una actitud de
sumisión, que raya en lo inverosímil,35 y si no conociéramos su fe y su espíritu autén-
ticamente cristiano, podríamos pensar que se trata de servilismo.
Con respecto a los demás es un líder y tiene don de mando. En relación al grupo
tiene un papel protagónico y a menudo asume roles que les corresponderían a los
otros, más porque éstos descuidan sus obligaciones que por querer invadir mansio-
nes ajenas. Sucede que, siendo un hombre a carta cabal, tiene un gran sentido de
responsabilidad y una constancia a toda prueba, sabe llevar adelante las obras y
coronarlas con el éxito.
Una prueba palpable de ésto es la rápida expansión que alcanzaron los Coope-
radores Salesianos en la nación mexicana —ciudades de México, Puebla y Jalapa—
en muy poco tiempo: de junio a diciembre (cinco meses) pasarán de 50 los miembros
de la Pía Unión.36
34 «...viene a bordo un bel signore alto, giovane, coi baffi neri, disinvolto, ben vestito... si
chiama Angelo Lascurain. Che cara persona! Ci fa un mondo di gentilezze, ci trova una bella
barca e vi carica noi e tutte le nostre cose, ci sbriga in due minuti dalla dogana...» ASC. 9205
S-J corresp., carta Piccono-Rúa, Veracruz, Io de diciembre de 1892. (Transcrito también en BS
[1893] n. 2, febrero, p. 34; lo mismo en Boletín [1893] n. 3, marzo, p. 42, aunque aquí se omiten
muchos detalles). Las cualidades de redactor que éste tiene se descubren viendo sus cartas. «Y
¿qué le diré de nuestro Ángel precursor en México, el Sr. D. Angel G. de Lascuráin? Es padre
de familia, tiene hacienda, es miembro de todas las buenas Sociedades de esta grande y bella
capital: sin embargo, siempre está con nosotros; piensa en todo, nos lleva a todas partes, nos ha
presentado a todos sus amigos, nos ha auxiliado con dinero y qtros regalos y es todo para to-
dos». (De una carta del P. Piccono, en español; no se encuentra en ASC; fue publicada en
Boletín [1893] n. 3 marzo, pp. 44-45, pero no se publicó en BS; está fechada el 12 de enero y
dirigida a Muy Rev. y querido hermano (probablemente el Director del Boletín).
35 En casi todas sus cartas a Don Rúa, tiene expresiones como éstas: «Si Ud. se sirve rati-
ficar estos nombramientos, le quedaremos muy agradecidos y, a nombre de todos, le anticipo
las debidas gracias. Esto no obsta el que si tomase otra resolución podrá siempre disponer de
nosotros en el sentido que Ud. desee...» (Más adelante, después de comunicar que han manda-
do imprimir unos folletos): «En esto no creemos haber obrado mal por no tener su aquiescen-
cia, pero si Ud. cree que nos hemos extralimitado le damos desde luego la más amplia satisfac-
ción y humildemente le pedimos perdón...». Esta actitud se explica por la educación que se
daba en aquel tiempo y por la gran veneración que en el México católico se tiene hacia los
sacerdotes, aún ahora.
36 Viendo las distintas listas de nuevos cooperadores que Don Ángel envía a Don Rúa

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El nacimiento de la Obra Salesiana en Mexico
409
4. Los Cooperadores inician la obra salesiana en Mexico
Uno de los grandes objetivos que se propusieron nuestros Cooperadores, como
ya lo vimos, fue la educación de la juventud. Muy pronto la Providencia los puso en
el camino justo: poco después de dos meses de la fundación del grupo ya disponían
de un local, en la colonia de Santa María, frente al Parque o Alameda, precisamente
en la calle Alameda de Santa María, 2705. En una carta del 3 de octubre, el Presi-
dente de los Cooperadores, puede escribir a Don Rúa:
«Una buena Cooperadora, Doña Luisa García Conde de Cosío,37 nos ha cedido
una casa 3S que tenía hecha, para orfanatorio y la cual se compone de lo siguiente:
dos despachos, dos cuartos para el portero, un gran salón para estudios, otro,
dormitorio con 30 camas con colchones y almohadas, su comedor y una magnífica
capilla habilitada de ornamentos y de una escultura de Nuestra Señora de los Dolo-
res, además tiene cocina, cuartos de baño, despensa, enfermería y otras tres o cuatro
piezas; como verá Ud. esto ha sido una gran adquisición para nosotros y ahora
trato de habilitarlo convenientemente, a fin de que pueda inaugurarse el 8 de diciem-
bre próximo, que celebra sus Bodas de Oro, Dios mediante, nuestro limo. Prelado.
He mandado hacer las bancas para la sala de estudio, habiéndome obsequiado los
Cooperadores con cinco de ellas y espero aún que cada día tendremos nuevos donati-
vos, pues hay mucho entusiasmo de parte de todos».
La Providencia de Dios les había proporcionado el local y los medios materia-
les para dotarlo de muebles y demás útiles necesarios. Era normal que ahora pensa-
ran en llamar a los Salesianos para que se hicieran cargo de la futura obra.39 La res-
puesta de Don Rúa40 fue enviada el 27 octubre y recibida en México a finales de
para que de Turin les mande éste los respectivos diplomas, tenemos los siguientes datos: carta
del 30 de agosto, 13 nombres; 14 oct. y 11 ene. (es la misma lista), 14 nombres; 22 nov. (se habla
el 11 ene. que llegaron los nombramientos, pero no se sabe cuántos); el 5 die. son 7 los nom-
bres. En resumen, tenemos tres listas con un total de 34 nombres, más los 7 primeros coopera-
dores, llegamos a 41. Si para los que llegaron y no conocemos el número, calculamos el nyme-
ro de 10 (que es el promedio), tenemos que, de julio a diciembre de 1889, los cooperadores
llegaron a ser 51 (y aún más si hubo otras listas que no conocemos).
37 En más de una publicación se tergiversa el nombre de esta Cooperadora, escribiendo:
«Luisa García condesa de...» El error se debe a que en «Annali della Società Salesiana» II, pag.
137, se transcribe así: «Luisa García Cond. de...» De allí fue muy fácil a algunos deducir que la
Sra. Luisa era una condesa.
38 La casa estaba al poniente de la ciudad y, aunque en la periferia, distaba un poco más
de 15 cuadras del centro y sólo unas 10 de la actual Rivera de San Cosme. (Se puede ver en
Espasa, Vo 34, p. 348, un mapa del centro de la ciudad de México, de comienzos de siglo). El
P. Piccono escribe, erroneamente, que el Asilo se encontraba al levante (oriente) de la ciudad.
39 «Como mis deseos son poner talleres quiero que me haga Ud. el favor de decirme si
los que enseñan allá son sacerdotes, o no, y que me diga si podrían venir algunos maestros y
algún sacerdote para capellán de la casa y que suma se necesitaría remitir para cada persona».
ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 3 de octubre de 1889.
40 Es por demás interesante la forma en que podemos saber la respuesta. Como Don Rúa.
lo mismo que antes don Bosco, recibía mucha correspondencia, tenía varios secretarios

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410
Francisco Castellanos
noviembre; el superior no prometía personal. Como el tiempo urgía, los Cooperadores se vie-
ron en la necesidad de iniciar la obra con personal pagado. Por consejo del Señor Arzobispo, se
hizo cargo de la dirección, ante las autoridades civiles, el mismo Señor Lascuráin.41 Don Rúa,
anoticiado de esta disposición, la aprobó plenamente.42
Los Cooperadores siguieron insistiendo en el envío de los Salesianos, pero deberían espe-
rar por tres años (diciembre de 1889 a diciembre de 1892) la llegada de los hijos de Don Bo-
sco. Con frecuencia Don Ángel escribirá a Don Rúa —a veces con lenguaje conmovedor—;43
sin embargo, el Rector Mayor de los Salesianos no disponía de religiosos para acudir al llama-
do.
El progreso de la obra que está por abrirse exige la ayuda de todos y en especial de los
Obispos que, como pastores de sus diócesis, pueden también influir en sus fieles para que éstos
colaboren. Lascuráin no descuida este detalle y lo comenta en una de sus cartas.44
Como preciosas joyas de la nueva casa nada mejor que las imágenes salesianas. Aprove-
chando que algunos Cooperadores piden a Turin algunas imágenes grandes de María Auxilia-
dora, Don Ángel Gerardo añade: «Yo por mi parte me agrego a la súplica, aumentando que
para nuestra nueva casa desearía una imagen de San Francisco de Sales y los retratos de nues-
tro Don Bosco y de Ud».45
que respondieran a las cartas; por eso en la misma carta, en el margen, anotaba sintéticamente
lo que se debía responder. En las notas marginales de esta carta se lee: «Los que enseñan son
seglares, los clérigos asisten» y también está anotada la fecha del día de la respuesta: 27 oct.
1889. (Cf ASC. carta de la nota anterior).
41 Don Ángel había escrito: «Siendo que esto tomaba tan buen camino y tanta importan-
cia, quise que algún sacerdote se hiciera cargo de la dirección, pero el Sr. Arzobispo me mani-
festó que era más conveniente que yo siguiera al frente, en virtud de las leyes que actualmente
nos rigen, que por desgracia son en todo contrarias a la Religión; por lo tanto, aunque veo mi
insuficiencia, Dios hará todo prestando yo unicamente mi buena voluntad». ASC. 9205 S-J
corresp., carta Lascuráin-Rúa, 3 de oct. de 1889.
42 La respuesta de Don Rúa se deduce de lo que le contesta Lascuráin: «Aunque muy in-
útil para todo mucho agradezco a Ud. la confianza que se sirve dispensarme al decirme que
lleve el cargo de la casa que con favor de Dios se abrirá próximamente y que en El espero, será
la primera piedra para que se establezca en México la orden Salesiana». ASC. 9205 S-J co-
rresp., carta Lascuráin Rúa, 5 die. de 1889.
43 Son muchas las cartas en las que Don Ángel Lascuráin insiste pidiendo que se envíen
los salesianos; para evitar repeticiones, me limito transcribir un párrafo, a manera de ejemplo:
«Mucho pesar me ha causado el ver que no le es a Ud. posible, querido Don Rúa, el enviarnos
por lo pronto algunos sacerdotes; esto me llena de angustia... temo mucho por el buen éxito,
por nuestra falta de conocimientos...» ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 30 de abril
de 1890.
44 «Con motivo de las Bodas de Oro del limo. Sr. Arzobispo se van a reunir en México
un gran número de prelados y es mi deseo verlos a todos personalmente, a ver si ellos nos ayudan
al desenvolvimiento de la Obra Salesiana». ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 5
diciembre 1889.
45 Ib. El 27 de diciembre responde Don Rúa que «con gusto (mandarán las imágenes)
mas será mejor esperar a cuando las otras (cosas enviadas: libros, etc.) lleguen...».

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El nacimiento de la Obra Salesiana en Mexico
411
Una bendición para la nueva casa fue el apoyo de los señores Obispos de la nación mexi-
cana «...parece —escribe Don Ángel— que nuestra Asociación tiene el favor especial del cielo,
pues, todos los limos. Obispos que asistieron a las Bodas de Oro del Señor Arzobispo, se han
unido (a nosotros) y son todos Cooperadores, como se servirá Ud. ver en la lista que le pongo.
Todos ellos me han manifestado su gran admiración por Don Bosco y su obra y tienen grandi-
simos deseos de que ella crezca y se propague entre nosotros».46
La ceremonia de la bendición de la casa quiso realizarla el Sr. Obispo de Jalapa (Vera-
cruz). Una vez bendecida la Capilla y la casa, las numerosas personas asistentes, participaron
en la Misa, celebrada por el Párroco, Pbro. Don Samuel Arguelles, Cooperador Salesiano.
Terminada la Misa dio la conferencia salesiana el R.P. Rafael Cajigas (también Cooperador).
Como broche de oro se expuso el Santísimo Sacramento y el Señor Obispo (de Veracruz)
entonó el «Te Deum» y al final dio la bendición con el Santísimo.47
46 ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 11 de enero de 1890. Desgraciadamente
no poseemos esta lista que nos podría dar una idea exacta del apoyo con que podría contar, a
partir de ese día, la Obra Salesiana en México. Esta lista con los nombres de los prelados, no se
encuentra, porque, siendo la última hoja de la larga carta del Sr. Lascuráin, es posible que al
pasarla a quien debía preparar los diplomas, éste no se preocupó de que volviera al archivo.
Esto se demuestra viendo el final de la penúltima hoja de la carta —que sí poseemos— en la
que se lee: «los nuevamente apuntados son los siguientes» (los nuevos cooperadores) Carta del
11 de enero. Sin embargo, sabemos qué Prelados había entonces en el país: los obispos en 1890
son 22 (6 arzobispos y 16 obispos), a los que un año después se añadirían otros cinco obispos:
MEXICO: Mons. Pelagio A. de Labastida. Diócesis sufragáneas: - Chilapa: Mons. Ra-
món Ibarra G. - Puebla, Mons. Francisco M. Vargas. - Jalapa: Mons. J. Ignacio Suárez P. Tu-
lancingo: Mons. Agustín Torres.
GUADALAJARA: Mons. Pedro Loza y P. Diócesis sufragáneas: - Zacatecas: Mons.
Buenaventura Portillo. - Colima: Mons. Francisco Díaz.
MICHOACAN: Mons. J. Ignacio Arciga y Ruiz. Diócesis sufragáneas: - León: Mons.
Tomás Barón y M. - Querétaro: Mons. Rafael Camacho. - Zamora: Mons. J. María Cazares y
Martínez.
OAXACA: Mons. Eulogio Gregorio Gillow. Diócesis sufragáneas: - Chiapas: Mons. Mi-
guel M. Luque. - Yucatán: Mons. Crescendo Carrillo y A. - Tabasco: Mons. Francisco Campos
y Angeles.
DURANGO: Mons. José Vicente Salinas. Diócesis sufragáneas: - Sinaloa: Mons. J. Ma-
ría de Jesús Portugal. - Sonora: Mons. Herculano de López.
LINARES: Mons. Jacinto López. Diócesis sufragáneas: - Ciudad Victoria; Mons. José
Ignacio E. Sanchez Camacho. - San Luis Potosí: Mons. Ignacio Montes de Oca. (Cf «Hierar-
chia Catholica, Tomo VIII: Pontificado de León XIII).
47 «...el día 6 del presente mes el limo. Sr. Obispo de Veracruz (el primero de la Repúbli-
ca que se hizo Cooperador) bendijo el Asilo que estará bajo la protección de María Auxiliado-
ra... El limo. Señor Suárez Peredo... me manifestó que deseaba ser él quien bendijese la Capilla
y casa, pues veía lo grande de la obra y que no le pusiese impedimento en esta satisfacción que
tanto anhelaba. Le hice notar que aún no contábamos ni con los útiles, ni con los recursos que
se requieren para un establecimiento como éste; pero él me manifestó que no deseaba que se
inaugurase, sino bendecirla y que después fuésemos inaugurando según vayamos pudiendo...»

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412
Francisco Castellanos
Finalmente la Obra fue inaugurada el 11 de febrero de 1890. Una carta, fechada dos días
después, anuncia a Don Rúa: «De las cosas de aquí le tengo buenas noticias, pues antes de
ayer, 11, abrimos la escuela, después de vencer muchas dificultades que se me presentaron y de
las cuales muchas más no puedo vencer; pero tengo firme fe en Dios que me prestará su ayuda
y que la Santísima Virgen intercederá por la Obra Salesiana en México. Actualmente están en
nuestra escuela nueve niños 4&y creo que para fines del mes llegaremos a cincuenta o más, pues
hay mucha necesidad en México; pero para que sea según las reglas instituidas por Don Bosco,
mucha falta me hacen unos reglamentos como en mis anteriores le he suplicado a Ud».49
Es verdad, como ya se vio, que por voluntad del Señor Arzobispo, el Señor Lascuráin se
responsabilizó de la obra, siendo el Director ante los externo; sin embargo, preocupándose de
que los niños recibieran una educación genuinamente cristiana, pronto encontró un sacerdote al
que nombró Director del asilo: para los niños éste sería el Padre Director. El primero de ellos
fue el P. Enrique Pérez Capetillo.50
Don Ángel teje el elogio de este sacerdote, que también fue Cooperador Salesiano: «La
vocación de este Padre para educar a los niños, quererlos y llevarlos por el buen camino es muy
grande y esto se deja ver muy claramente porque los niños lo buscan y están muy agradados
con él. Este señor es, además de muy piadoso, joven, pues no creo que pase de unos 28 ó 30
años, y ojalá que logre su objeto (de llegar a
ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin Rúa, 11 enero de 1890. En México no se concibe la
bendición de una casa (lo mismo que otras ceremonias religiosas) sin la participación de padri-
nos y madrinas: «Apadrinaron el acto la Sra. Luisa García Conde de Cosío, que es quien cede
la casa y las Sras. Clara Calvo de Camacho y Manuela de Moneada, todas ellas de la más escogi-
da Sociedad de México, y se prestaron con el mayor gusto para el acto, manifestando la mejor
buena voluntad para la Obra». Ib.
48 Estos primeros nueve alumnos son externos; el internado se abrirá sólo el 22 de marzo,
41 días después.
49 ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 13 de febrero de 1890. El reglamento de
que aquí se habla es el de los Colegios Salesianos: cuando Don Bosco en 1862 aceptó el Semina-
rio Menor de Mirabello, escribió el Reglamento para los alumnos del mismo, basándose en el
que se venía usando desde hacía unos diez años en el Oratorio de Turin. Este reglamento de
Mirabello llegaría a ser el estatuto fundamental, aún de las demás casas salesianas que después
se abrirían. Cf. MB VII 519-520; 863-867.
50 El P. Enrique Pérez Capetillo nació en Mérida de Yucatán el 25 de julio de 1863. Fue
ordenado sacerdote el 26 de mayo de 1888. Durante los primeros dos años sacerdotales enseñó
en el seminario de Mérida. En enero de 1890 se estableció en la ciudad de México, a la cual había
llegado para atender a su salud. Trabajó ejemplarmente en el Asilo del 4 de febrero de 1890 hasta
enero de 1891, cuando regresó a su tierra (el día 30, dice la crónica). Quiso ser Salesiano, pero
circunstancias imprevistas no se lo permitieron (probablemente la atención a la madre), sin
embargo fue siempre un admirador del espíritu de Don Bosco. Fue, en Mérida, capellán de la
iglesia de la Candelaria, donde creó el primer Oratorio Festivo que hubo en la República Mexi-
cana y también fundó con 50 sócias la primera Archicofradía de María Auxiliadora el 15 de
agosto de 1892. En 1925, siendo Vicario General de la diócesis, Mons. Capetillo cooperó a la
fundación de tres colegios en Mérida. (Cf GARIBAY, O.C, pp. 17, 22 y 23).

2.5 Page 15

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El nacimiento de la Obra Salesiana en Mexico
413
ser salesiano), pues ya tendríamos un buen apóstol para México».51
Pronto comprende el Presidente de los Cooperadores que será muy difícil tener en breve
tiempo a los salesianos, y escribe: «...viendo la buena disposición del Padre Pérez Capetillo,
me permito indicarle a Ud. que, como prueba de él, respecto de la orden,52 le manifieste Ud.
que se encargue de nuestra casa a fin de que ya marche, si no con todas las condiciones de las
demás casas, si ya bajo el espíritu de un buen sacerdote que quiere ingresar a la Asociación» (o
sea, a la Congregación Salesiana).53
5. El asilo y los asilos en México
«El 22 del pasado marzo —escribe el Sr. Lascuráin— abrimos el internado, habiendo sido
el primero (de los internos) el niño Román Quiroga,54 muchachito abandonado y que si Dios no
le hubiera abierto las puertas tal vez sería un alma perdida; sus parientes nos dijeron que su
conducta era muy irregular y que ya nos arrepentiríamos si lo recibíamos. Lo recibimos, sin
embargo; pero el Viernes de Dolores se fue llevándose la ropita y un abrigo. A los cuatro días
ya estaba dando vueltas por el Asilo y por último vino a pedir perdón muy humildemente y a
entregarse a nosotros a discreción; le hicimos algunas reflexiones y lo volvimos a admitir.55
Hoy, a Dios gracias y a María Auxiliadora, ya son siete los asilados, y mañana se aumentarán a
51 «En la lista de nuevos Cooperadores que hoy envío a Ud. va el nombre del P. Enrique
Pérez Capetillo el que está deseoso de ingresar a la Pía Sociedad Salesiana y me suplicó me
dirija a Ud. a fin de preguntarle qué cualidades o requisitos se necesitan llenar para ser Sacer-
dote Salesiano». ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 13 de febrero 1890. Don Rúa
responde al P. Capetillo el 11 de abril que conviene que vaya a Turin o que espere que los
Salesianos vengan a México; también le encarga el cuidado del Asilo, como lo había pedido
Don Ángel.
52 Es decir, que al P. Capetillo le ponga como prueba, para ver si sirve para Salesiano, el
que cuide de los niños del Asilo.
53 ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 13 de febrero de 1890. La respuesta dada
el 11 de abril, sobre las condiciones para que vengan los Salesianos a México se reduce a esto:
Propiedad de la Obra, independencia total de los salesianos, pago de los pasajes de Italia a
México y establecimiento de un estipendio. Cf notas marginales.
54 Este fue el primer huérfano y no Nicolás Galindo. En una revista se publicó:
«NICOLAS GALINDO. Este nombre nos ha llegado como representante del grupo de jovenci-
tos pobres internos de la humilde casita de Santa María de la Rivera. Es, pues, el primer huér-
fano atendido por la Obra Salesiana en México». (80 AÑOS, Salesianos en México, p. 41). Para
encontrar a Galindo hay que esperar hasta el 20 de diciembre de 1892: «Hoy entra el primer
huérfano interno recibido por los Salesianos, Nicolás Galindo, huérfano de padre y madre...»;
hacía 18 días que los Salesianos habían recibido 37 alumnos, casi todos huérfanos, es decir, los
que habían sido atendidos en el Asilo. Cf la crónica de Santa Julia (ASC. 329 S-J crónica, p. 19
[día 20 de diciembre] y p. 17 [día 3 de diciembre].
55 Impresiona el relato del primer huérfano y, sobre todo, el episodio de su retorno. Don
Ángel, en su humildad, escribe: «...le hicimos algunas reflexiones y lo volvimos a admitir...»
mientras debería haber escrito: «le hice algunas reflexiones, etc.» Cf ASC. 9205 S-J corresp.,
carta Lascuráin-Rúa, 30 de abril de 1890.

2.6 Page 16

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414
Francisco Castellanos
10. De ellos la mayor parte son muchachitos que, como Román, necesitaban el Asilo
por el grave peligro de perder su alma. Ahora Román ya va perdiendo algo de su
antiguo carácter y espero que muy pronto será un niño ejemplar. Este muchachito
me representa mucho por su carácter y demás a Miguel Magone; Dios lo permita
sea tan bueno como aquél».56
Al fundarse un nuevo asilo en la ciudad de México podríamos preguntarnos si
ya había otros asilos católicos y de qué clase. Una primera respuesta, muy genérica,
es que sí los había, aunque en escaso número, no tenían mucho tiempo de fundados
y que eran muy pobres. Esto se explica por la situación política de los últimos 50
años.
Durante el tiempo de la Colonia (1521-1821) surgieron muchas instituciones
educativas regidas por la Iglesia.57 Mas la fiebre anticlerical que se inició en 1821 y
se fortaleció, especialmente del 1833 al 1872, despojó a la iglesia de todas sus
instituciones educativas 58 y de los bienes que le permitían hacer obra de caridad. Lo
peor fue que los gobiernos, llenos de deudas a causa de las continuas guerras, no
podían sostener ni sus propios centros educativos, que eran poquísimos y en
situación precaria. Los bienes de la Iglesia expropiados a ésta, fueron despilfarrados
por algunos gobernantes.
A partir de 1872, con la llegada a la Presidencia del Gral. Porfirio Díaz, las
cosas fueron cambiando en el largo período de su gobierno 59 y también la Iglesia,
a pesar de su extrema pobreza, poco antes de 1880, creó algunas instituciones
educativas, que surgían lentamente, con la ayuda de la caridad de los católicos. A
manera
56 Ib. Román Quiroga no estuvo más de un año en el Asilo (1890). En la lista de los 27
internos de 1891 ya no aparece su nombre. Cf ASC. 329 S-J crónica, p. 9, 14 de enero.
57 «Durante el período colonial los capitalistas de México (dueños de minas, hacendados
y otras clases de ricos) eran, por regla general, hombres cuya fe y tradiciones de católicos les
hacían ver sus obligaciones cristianas para con el pueblo. A consecuencia de ello construyeron
iglesias con escuelas (Vasconcelos hace notar que cada iglesia tenía su escuela en alguna
forma), y además levantaron casas de huérfanos, hospitales y obras de caridad...»
SCHLARMAN, o.c, p. 343.
58 Entre las leyes anticlericales dadas en el corto período del gobierno de Valentín
Gómez Farias (1833), están (la) «supresión de la Real y Pontificia Universidad de México y
(la) creación de la Dirección de Instrucción Pública, tendientes ambas a privar al clero de la
dirección, que hasta entonces había tenido, en la enseñanza pública...» TORMO, O.C, p. 107.
59 «...él (Porfirio Díaz) ha cambiado una apariencia de instrucción pública irregular e
ineficaz, que contaba sólo con 4850 escuelas y 163,000 alumnos, en un espléndido sistema de
instrucción obligatoria que ya tiene más de 12,000 escuelas, a las que acuden tal vez un millón
de alumnos». Cf Pearson's Magazine, Vol. XIX, No. 3, marzo de 1908. Cf SCHLARMAN, O.C, p.
476. Este juicio es de un admirador de Díaz y está escrito 20 años después. En 1890 el número
de escuelas y alumnos se acercaba al primer dato que se acaba de dar. Aún las cifras del
segundo dato indican que las escuelas eran poquísimas para la población de casi 15 millones.
Una estadística que cita ESPASA presenta que en 1910 los mexicanos con más de 12 años que
no sabían leer ni escribir eran 7.065,464 (casi la mitad de la población); y que había 4.777,812
niños menores de 12 años, de los cuales, según vimos arriba, «tal vez un millón» acudían a la
escuela.

2.7 Page 17

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El nacimiento de la Obra Salesiana en Mexico
415
de ejemplos, cito tres de estas obras, porque se habla de ellas en la crónica del Colegio
Salesiano de Santa Julia: El Asilo de Mendigos, un Asilo cercano (al de los salesianos) de
Hermanas, el Asilo Colón para niñas.60
El año 1890 en el Asilo Salesiano, las cosas se debieron llevar en forma muy sencilla.
Baste considerar que el número de internos fue muy reducido, pues, sólo a fines de año llegó a
16, y que los talleres no pudieron ser abiertos sino en 1892. Los asilados, además, son de muy
diversas edades61 y por lo mismo, de muy diverso nivel escolástico. En esta situación, lo más
que se podía hacer era comenzar con un curso básico o elemental, que sirviera de nivelación.
¿Cómo era este primer Asilo Salesiano fundado por los Cooperadores de México? Trataré
de reconstruir cómo pudieron ser los inicios de esta obra nacida en un lugar y en un tiempo
concretos; pero no se piense que todo es imaginario. Los datos de que disponemos en nuestro
archivo y en otras fuentes son suficientes para tener una base histórica y sólo algunos
elementos deducidos por lógica ayudarán a tener un cuadro más completo de estos inicios.
Los alumnos entre internos y externos, fueron aumentando hasta el mes de junio, que
llegaron a cerca de 120 y no aumentaron más.62 No es atrevido pensar que, en este año inicial el
Colegio se redujo al primer año de Primaria, o a lo mucho, al primero y segundo.63
60 «...(el niño) tullido Villanueva... se mandó al Asilo de mendigos tenido por Don
Francisco Díaz de León». (...) Con un asilo cercano de Hermanas se cambió el pupilo Ramón
Rojas, de aquí, de cuatro años, con el pupilo Corral, de allá, de 8 años». (...) «Hoy sábado las
41 niñas del Asilo Colón se trasladaron del pueblo de Chapultepec a la casa ocupada por las
Hermanas de María Auxiliadora en la Alameda de Santa María No. 2705...» ASC. 329 S-J
crónica, pp. 19, 20 y 56.
61 Los talleres estaban por abrirse el 10 de febrero de 1891 (Cf ASC. 9205 S-J corresp.,
carta Lascuráin-Rúa), pero deben de haber surgido dificultades, pues la crónica no habla en
absoluto de talleres en todo el año, y sólo el 15 de enero de 1892 informa: «Se inauguró la
imprenta y la zapatería...». Estos dos talleres funcionaron poco tiempo, pues al llegar los
salesianos el 2 de diciembre del mismo año, los encontraron parados por falta de maestros.
Cuando llegaron los Salesianos había alumnos desde 4 hasta 17 años. (Cf ASC. 329 S-J
crónica, pp. 10-12; 17-18).
62 «El número de niños asilados
hasta hoy son 16 siendo dos de ellos de
paga o más bien dicho con limosna
especial y todos los demás gratuitos. Y el
de externos alcanza el número de 100 poco
más o menos. Como el local es muy chico
he dicho al Padre Capelillo que cierre las
inscripciones a fin de que no haya mucha
aglomeración y se les pueda atender más
eficazmente» ASC. 9205 S-J corresp.,
carta Lascuráin-Rúa, 6 de junio de 1890.
Esbozo de plano hecho a lápiz. Nos da una idea de lo pequeño de la casa. Está dibujado
en un pedazo de papel y tiene anotaciones, probablemente de D. Rúa. Lo marcado con los
números 10 y 11 no tiene indicación. Tampoco se sabe dónde estarían localizados la cocina, los
cuartos de baño, la despensa y la enfermería (todos, lugares citados por Don Ángel en su carta
a Don Rúa.
63 Baste pensar que había un único salón de estudio, pues los otros tres salones grandes
eran: el comedor, el dormitorio y la capilla. Si se tuvieron dos grupos, uno debió hacer uso del

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416
Francisco Castellanos
El local de que disponía el Colegio era realmente pequeño. Viendo una fotografia
de la fachada y comparando con las personas, arboles, puerta, ventanas... se llega a
la conclusión que el frente del edificio era de unos 25 metros; además comparando
este dato con el croquis o pequeño plano ya transcripto en la nota 62, se deduce que
si el edificio mide de frente 25 metros, medirá unos 40 de fondo, o sea, que la super-
ficie total es de mil metros cuadrados, un espacio demasiado reducido para los 116
niños de 1890.64 Viendo el plano se constata también que el espacio que resta para patio
es reducidísimo (más o menos 20x10 m.) unos 200 metros cuadrados. Los niños no
tenían, pues, suficiente espacio, dentro del Colegio, para moverse. Por fortuna el
Asilo estaba frente a la Alameda y en la periferia de la ciudad, donde había muchos
terrenos baldíos donde los niños podían correr, saltar y jugar...
Cuando terminaban las clases y los externos se iban a sus casas, los internos
permanecían en el Asilo y tenían actividades especiales, algunas de tipo religioso,
como la Misa, otras culturales como la música65 y también recreativas. El profesor
Don Enrique G. Bravo, maestro del Asilo, escribirá dos años más tarde: «Un pobre
asilo de indigentes niños... una casa de talleres donde se canta, se trabaja y el alma
se santifica...».66
En el Colegio-asilo se da mucha importancia al aspecto religioso: el mes de
mayo se dedica a la Virgen María, el mes de junio se celebra la fiesta del Sagrado
Corazón, a lo largo del año se van escalonando otras fiestas religiosas. En estas
oportunidades suele haber la Misa, a veces, también primeras comuniones...
El Señor Lascuráin debía pensar, además, en conseguir el pan de cada día, y en
atender a las obligaciones propias de su familia, a sus negocios, a la animación de la
Asociación de Cooperadores... sin embargo, se encontraba con los asilados casi a
diario. El P. Director y sus colaboradores laicos,67 se hallaban de continuo con los
niños, llevando adelante la obra educativa.
comedor para las clases, a menos que, como se acostumbraba antiguamente, un único maestro
haya atendido a niños de distintos niveles en un mismo salón.
64 El local era tan pequeño que, a la llegada de los Salesianos, sólo había 37 internos y 17
externos. Por lo mismo, 13 días después de llegados los salesianos se eliminó el externado. (Cf
ASC. 329 S-J crónica, pp. 18 y 19).
65 Al llegar los Salesianos, los internos, «guiados por su maestro Germán Mier cantan en
música el Te Deum». (Cf ASC. 329 S-J crónica, p. 17).
66 Boletín (1893) n. 3, marzo, pp. 43-44.
67 «Ahora deseo que para la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, se consagren todos los
niños y el Colegio a tan bondadoso patrono. (...) Hay dos maestros además del Padre para este
objeto (atender a los niños) y una Señora de excelente conducta y gran celo por la Religión que
se ha hecho cargo de la Administración de la casa». ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-
Rúa, 6 de junio de 1890.

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El nacimiento de la Obra Salesiana en Mexico
417
6. Los Cooperadores Salesianos en acción
El 25 de mayo de 1890 se celebró con mucha solemnidad la primera fiesta de María Auxi-
liadora en el Asilo. La preparación había iniciado desde el comienzo del mes y el fervor se
había intensificado durante la novena.68 El Presidente de los Cooperadores informa a Don Rúa:
«...el día 25 hicimos nuestra fiesta de María Auxiliadora y la asamblea de reglamento. Invita-
mos a los Cooperadores con la invitación que remito, a fin de que se imponga de ella y fuimos
en comisión a invitar al Sr. Arzobispo, Don Agustín Caballero de los Olivos y yo, desde luego
que accedió con mucho gusto».69 La fiesta fue solemne y concurrida;70 la presidió el Señor
Arzobispo, a quien acompañaban varios sacerdotes. Don Ángel escribe: «A las nueve de la
mañana del día fijado recibimos en el Colegio a su lima, y comenzó la Misa que ofició el P.
Samuel Arguelles; concluida ésta predicó el R.P. Misionero del Corazón de María, Sr. Pbro.
Capdevila...» (Después de éste)... «el Señor Arzobispo tomó la palabra... hizo muy bonitos
recuerdos sobre Don Bosco y terminó dándonos la bendición con el Santísmo Sacramento».71
Un acto de suma importancia que se realizó en esta fiesta de María Auxiliadora, fue la
lectura del primer informe de la Asociación de los Cooperadores. Después de la celebración de
la Misa, de la conferencia y de la bendición con el Santísimo «Pasamos enseguida — escribe
Lascuráin— al salón de estudios, el cual ya estaba dispuesto de antemano y ahí, Don Edith
Borrell dio lectura al informe...».
En la primera parte del informe,72 después de un agradecimiento a Dios, se presenta la
fundación de la Asociación de los Cooperadores en la ciudad de México, sus actividades, su
expansión. Se habla a continuación de la preparación, inicio y desarrollo del Asilo surgido por
obra de los Cooperadores (todas estas cosas ya las co-
68 «Mañana vamos a comenzar el mes de María y el 15 se comenzará la novena de María
Auxiliadora...» ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 30 de abril de 1890.
69 Así como está escrito, se podría pensar que el Arzobispo de México se llama «Don
Agustín Caballero de los Olivos». Para evitar la confusión se debería hacer escrito: «Don Agus-
tín de los Olivos y yo, fuimos en comisión a invitar...» ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-
Rúa, 6 de junio de 1890.
70 Un artículo publicado el 29 de mayo por «El Heraldo de México» y que describe la
fiesta habla de más de cien socios (los Cooperadores que asistieron). Cf Boletín (1890) n. 7,
julio, pp. 79-80.
71 ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 6 de junio de 1890. Mons. Labastida,
siendo Obispo de Puebla, fue desterrado por el gobierno de Comonfort en 1856 y estuvo en
Roma varios años. Allí manifestó su simpatía por la instauración de la monarquía en México.
En 1863 lo encontramos de nuevo en la Patria, ya como arzobispo de México. (Cf
SCHLARMAN, o.c, pp. 345, 368, 391). En sus años de Roma es probable que este prelado haya
oído hablar de Don Bosco y su obra; el Santo apenas comenzaba a hacerse famoso fuera del
Piamonte; su primer viaje a Roma fue en 1858.
72 ASC. 9205 S-J corresp., informe del 25 de mayo de 1890. Se cita así porque una copia
de este informe se encuentra precisamente entre la correspondencia. Se trata de una copia ma-
nuscrita. La primera parte del informe, se halla también en las primeras páginas de la crónica
impresa de Santa Julia. ASC. 329 S-J crónica, pp. 5-8.

2.10 Page 20

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418
Francisco Castellanos
nocemos). En la segunda parte se teje una apología de la Obra Salesiana que acoge a la niñez
desvalida, preservándola de los peligros, de la corrupción y que la educa para la Iglesia y la
Patria... Se informa también de los Cooperadores que murieron durante el año y la relación
termina con ferviente apelo a la caridad cristiana de los presentes en favor del asilo.
Esta primera fiesta dejará un grato recuerdo en los Cooperadores y despertará su entu-
siasmo hacia Don Bosco y sus obras.73 La celebración tuvo también eco en la capital y en todo
el país, gracias a la prensa. El periódico capitalino, «El Heraldo de México», en su edición del
29 de mayo, daba noticia de la fiesta.74
Otros detalles que se refieren, tanto a la fiesta de María Auxiliadora, como al mes maria-
no, los comenta Don Ángel Lascurain, escribiendo al sucesor de Don Bosco: «Se me olvidaba
decir a Ud. que se hizo el mes de María y el cual estuvo siempre muy concurrido, tanto por
nuestros niños como por los fieles. Para la fiesta de María Auxiliadora, mi señora y otras Co-
operadoras hicieron un sencillo y muy bonito adorno del altar, que hizo muy bonito efecto.
Durante todas las distribuciones (de flores, cada uno de los días del mes de mayo) los niños
cantan las alabanzas a la Virgen Santísima. En el día de la festividad, Don Manuel Escudero y
el Sr. González cantaron muy bonitas piezas en honor de María...».75
Esta fiesta en honor de María Auxiliadora es solamente una de las expresiones de la de-
voción de los Cooperadores Salesianos mexicanos a la Virgen de Don Bosco. Uno de los fines
que se proponían ellos era precisamente el de difundir esta devoción; para lograrlo, antes debía
arraigar profundamente en ellos. Pronto, los Cooperadores, ayudados por la literatura salesiana
que les llegaba, especialmente el Boletín Salesiano, fueron empapándose del amor y devoción
a María Auxiliadora y comenzaron a invocarla bajo este nuevo título y a propagar su culto.
Ello se manifestó en otras actividades marianas, la primera fue tener en sus hogares la
imagen de la Virgen de Don Bosco. El Sr. Lascurain escribe a Turin: «Muchos Cooperadores
desean saber si podría Ud. hacer el favor de enviarles algunas estampas grandes de María
Auxiliadora, que tendrían mucho gusto en recibirlas...».76
73 «El sermón no puede Ud. figurarse lo muy hermoso que estuvo, las frases qué bonitas
para María Santísima, qué entusiasmo por Don Bosco y sus obras...» ASC. 9205 S-J corresp.,
carta Lascuráin-Rúa, 6 de junio 1890.
74 «El domingo último y previa especial invitación, uno de nuestros reporters tuvo el placer
de asistir a una magnífica fiesta que la Sociedad Salesiana dedicó a María Auxiliadora... Los
Cooperadores de la Obra Salesiana asistieron a la fiesta casi en su totalidad y, al terminar la
Misa subió al púlpito el respetable Padre Capdeville, quien pronunció un magnífico discurso,
en el que habló de la importancia y necesidad que tienen los fieles, especialmente en nuestros
aciagos días, de recurrir a María y lograr por su intercesión los favores del cielo». El Heraldo
de México 29 mayo 1890. Citado en Boletín (1890) n. 7, julio, pp. 79-80.
75 ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 6 de junio de 1890.
76 ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 5 de diciembre de 1889. Con relación a
estas estampas, Don Rúa responde el 27 de diciembre, que las mandarán con gusto, pero que
será mejor esperar a que lleguen las otras cosas (los libros). El 13 de febrero, después de haber
experimentado las dificultades aduanales con respecto a los libros, Lascurain previene a Don

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3.1 Page 21

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El nacimiento de la Obra Salesiana en Mexico
419
Otra actividad mariana de los Cooperadores fue una campaña de difusión de impresos con
la novena de María Auxiliadora. Su Presidente hace del conocimiento de Don Rúa este aposto-
lado: «He hecho imprimir la novena de María Auxiliadora a fin de propagar su devoción y ya
son bastantes las repartidas». Esta campaña comenzó a producir pronto sus frutos y María
Auxiliadora fue haciendo todo lo demás. El óptimo Cooperador informa a su superior:
«...quiero poner en conocimiento de Ud., querido Don Rúa, que ya son más de cuatro las per-
sonas que han recibido favores muy especiales de María Auxiliadora por intercesión de Don
Bosco, espero en Dios que permitirá que sean muchas para bien de tantas almas que están
ciegas y quizá por una devoción tan buena vengan a salvarse».77 Y es que María no se deja
vencer en generosidad; la misma esposa del Sr. Lascuráin, Doña Trinidad, lo había experimen-
tado palpablemente.78
Los Cooperadores mexicanos habían dado, en muy poco tiempo, pasos de gigante en su
devoción a la Auxiliadora. Piénsese que apenas tenían once meses de fundados y que el Asilo
tenía algo más de tres meses. Aún los extraños captaban esta devoción. En efecto, un periódico
capitalino publicaba la noticia de la fiesta con abundantes detalles.79
Otra de las finalidades principales que se propusieron nuestros Cooperadores fue la de fa-
vorecer el conocimiento de la Obra de Don Bosco en México. Esta finalidad la llevaron a cabo,
sobre todo, con la difusión del Boletín Salesiano y de libros que ayudasen al conocimiento de
Don Bosco y de su Obra.
Cuando Borrell y Lascuráin escribieron por primera vez Don Rúa, éste les respondió y
envió a cada uno un ejemplar de la vida de Don Bosco, escrita por D'Espiney,80 preguntándoles
si podían difundirlas. Don Ángel responde: «He recibido así mismo la vida de Don Bosco la
cual creo tendrá una gran aceptación aquí y por demás es decirle que con mucho gusto me haré
cargo de la venta de ella y únicamente
Rúa. para que manden debidamente los paquetes: «Las estampas de María Auxiliadora, meda-
llas y los retratos de Don Bosco... le suplico me los remita a Veracruz y suplicando a Ud. que
en la factura consular venga muy explicado cada objeto, así como su peso..» ASC. 9205 S-J
coiTCsp., carta Lascuráin-Rúa, 13 de febrero de 1890.
77 ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 30 de abril 1890. En la carta del 6 de ju-
nio, Don Ángel escribirá que ya «se han repartido casi mil ejemplares de la novena».
78 «Cumpliendo una promesa que hice con motivo de una gravísima enfermedad de mi
querida esposa... invoqué a María Auxiliadora... ofreciendo que si recibía el beneficio, lo pon-
dría en conocimiento de Ud. a fin de que si a bien lo tiene, se sirva publicarlo en el boletín Sale-
siano, pues según opinión de los médicos fue un hecho milagroso». ASC. 9205 S-J corresp.,
carta Lascuráin-Rúa, 30 de agosto de 1889. La gracia no se publicó en el Boletín Salesiano.
79 Cf nota 79: «El Heraldo de México», 29 de mayo de 1890.
80 En las notas marginales escritas en la carta que Don Ángel envió, escribieron en Turin:
«Se le envía un ejemplar de la traducción del D'Espiney. Se le pregunta si quiere aceptar la colo-
cación de algunos ejemplares en México». ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 25
junio 1889. (D'ESPINEY Carlos, Don Bosco, nueva edición traducida al español por el Presb.
Camilo Ortúzar, Turin, Tipografia y Libreria Salesiana, 1889. (Cf Boletín [1890] n. 2. febrero,
p. 14).

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420
Francisco Castellanos
le suplico se sirva decirme el importe de cada ejemplar a fin de que ensayemos con unos cua-
renta ejemplares su propagación». Y un mes después, cuando la carta anterior apenas había
llegado a Turin, ya escribe de nuevo, pidiendo le manden 80 o 100 ejemplares más, pues ya los
tiene «realizados». En la misma carta pide también otras obras escritas por Don Bosco y que
estén traducidas al español.81
Los libros fueron enviados y los Cooperadores mexicanos esperaban recibirlos muy pron-
to; no sospechaban que esperarían casi medio año. En esa larga pausa, las cartas se suceden y
descubren los sentimientos de las personas: «...hay mucho deseo de conocer la vida de nuestro
Padre» (carta del 5 de diciembre); «los ejemplares de la vida de Don Bosco aún no están en mi
poder, pero tengo grande esperanza que no termine el presente mes sin que vengan a mis ma-
nos» (11 de enero). ¿Qué había pasado? Que al llegar los libros al puerto de Veracruz, hubo
tropiezos, habiéndose perdido la factura consular. Por fortuna, los socios del Círculo Católico
tenían experiencia en cuestiones de aduana y así los libros pudieron llegar a su destino, aunque
sólo a finales de febrero.82
Junto con los libros de la vida de Don Bosco pudieron sacar de la aduana también los
ejemplares de muestra que había enviado Don Rúa: El joven instruido, la Historia de la Iglesia
y la Vida de Miguel Magone, todos, escritos por Don Bosco.83
A los Cooperadores les agradan tanto esas obras que, sin pérdida de tiempo el Presidente
pide permiso de imprimir esos tres libros en México, pues «son interesantes —escribe— y veo
que se sacará mucho de ellas (estas obras) para mayor gloria de Dios». La vida de Don Bosco,
no sólo se quiere imprimir, sino además, tener la exclusiva para la República Mexicana.84
De Turin respondieron que sólo ellos debían tener la exclusiva, y que por eso, no daban ni
el permiso de imprimir dichas obras, ni de sacar en México la propiedad literaria.85 El Presi-
dente de los Cooperadores no se desanimó con esta negativa, simplemente hizo un pedido de
más de mil libros, no sólo de los anteriores (los tres
81 ASC. 9205 S-J corresp., cartas Lascuráin-Rúa, 30 agosto 1889 y 3 octubre. Don Rúa,
el 27 del mismo mes ordena que le envíen (a Lascuráin) lo que se tiene en España. (Ver notas
marginales en la misma carta de Lascuráin).
82 ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 28 de febrero de 1890.
83 EL JOVEN INSTRUIDO en la práctica de sus deberes y en los ejercicios de la piedad
cristiana. Devocionario seguido del Oficio de la SS. Virgen, del Oficio de Difuntos y de las
Vísperas de todo el año. Por el Sacerdote JUAN BOSCO. Un tomo en 32°, 1 peseta el ejem-
plar. (Esta propaganda aparece en Boletín [1890] n. 1, enero, y también en otros meses). «Las
vidas de Don Bosco ya están en mi poder lo mismo que El Joven Instruido, Historia de la Igle-
sia y Miguel Magone. Todos los recibí en conformidad exceptuando el último pues, viene
intercalado en la obrita otras hojas sueltas de 'Los errores del siglo' y esto hace que esté trun-
ca». ASC. 9205 SJ corresp., carta Lascuráin-Rúa, 28 febrero 1890.
Pbro. Juan Bosco, Compendio de la Historia de la Iglesia.
Pbro. Juan Bosco, Vida de Miguel Magone.
84 Ibidem.
85 En las notas marginales de la carta citada del 28 de febrero, se dice: «Sono prop(rietà)
letter(aria). Noi poss(iamo) sped(ire) quante occorrono. Così della Vita di D.B.».

3.3 Page 23

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El nacimiento de la Obra Salesiana en Mexico
421
citados que había escrito Don Bosco), sino también de otras obras que aparecían promociona-
das en el Boletín Salesiano de este tiempo. En la misma carta, anuncia que hará otro pedido de
Vidas de Don Bosco más adelante.86
Los Cooperadores Salesianos de México crecían en número, pero también en calidad y su
identidad salesiana se iba perfilando cada vez más. Los datos de que disponemos son pocos,
casi todos tomados de las cartas del Señor Lascuráin; sin embargo, esos pocos datos, son como
preciosos indicadores de la maduración del grupo de Cooperadores. Además, todo lo dicho del
Asilo, es también índice de la madurez de su Asociación, y, aunque aparece más que nadie
Don Ángel Lascuráin, es porque es el jefe y representante de los demás.
Los Cooperadores se sienten salesianos y reconocen en Don Rúa a su legítimo superior; el
Presidente del grupo puede escribirle: «...a nombre de todos doy a Ud. las gracias y le mani-
fiesto que puede disponer de nosotros en todo aquello que a su parecer podamos serle útiles, y
no dudamos que con el favor de Dios, veamos muy pronto crecer y desarrollarse nuestra queri-
da Sociedad, y que animados cada vez más, con el espíritu de Don Bosco, logremos el bien de
las almas para mayor gloria de Dios».87 Se notan aquí dos características del crecimiento sale-
siano de estos Cooperadores: — Su adhesión no sólo es al superior, sino a la «querida Socie-
dad», a la que quieren ver pronto crecer y desarrollarse, expresa su crecimiento de identifica-
ción con estos valores (superior-comunidad) y, por lo tanto, su crecimiento en la identidad
salesiana. — La expresión «el bien de las almas para mayor gloria de Dios» da a entender que
van conociendo lo que es el núcleo del espíritu de Don Bosco.
Pronto los Cooperadores sienten la necesidad de tener una capilla que puedan llamar suya
y que goce de todas las indulgencias concedidas por la Santa Sede a las capillas salesianas y
Don Ángel lo pide a Don Rúa.88
Al inicio de año Don Bosco escribía en el Boletín Salesiano una larga carta a los Coope-
radores Salesianos, en la que les informaba de lo que se había realizado en
86 «Si a Ud. la fuera posible enviarnos los siguientes libros mucho le agradecería:
500 ejemplares de El Joven Instruido
500 ejemplares de Catecismo por ejemplos de Camilo Ortúzar
100 ejemplares de vida de Miguel Magone
100 ejemplares de vida de Margarita Bosco
50 ejemplares de Historia de la Iglesia por Don Bosco
10 colecciones del Boletín Salesiano. (ASC. S-J 9205 corresp., carta Lascuráin-Rúa, 30
abril 1890).
Camilo ORTUZAR, Catecismo en ejemplos.
Juan B. LEMOYNE, Vida de Margarita Bosco.
87 ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 30 de agosto de 1889.
88 «Quería yo suplicar a Ud. se sirva dispensarnos a los mexicanos la gracia de que el
oratorio de nuestra casa (se refiere a la capilla del asilo) goce de las indulgencias de la iglesia
salesiana a fin de que podamos disfrutar de ellas...» ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-
Rúa. 5 diciembre de 1889. La respuesta encontrada en nota marginal es: «Tutti i favori conces-
si ai Cooperatori».

3.4 Page 24

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422
Francisco Castellanos
la Congregación durante el año precedente y de lo que se pensaba realizar al año
siguiente; les hablaba de las nuevas fundaciones y de los misioneros, los animaba a
seguir colaborando generosamente. Este conocimiento de la Obra de Don Bosco
también hacía crecer la identidad salesiana de nuestros Cooperadores. Por eso Don
Rúa y los demás Sucesores de Don Bosco se preocuparon por continuar con esta
tradición. Los Cooperadores mexicanos hacen conocer al Superior su apego a la
Obra Salesiana.89
La generosidad para con la Obra de Don Bosco en México es un índice de la
madurez de estos cristianos: con sus ayudas han hecho posible el arreglo del Asilo,
la compra de muebles y, sobre todo, el pago continuo de salarios al personal que
atiende a los niños y la alimentación y vestido de los huérfanitos.90 Sin embargo,
cuando esta generosidad sale del propio círculo, de la propia nación y se abre a
los otros, se puede pensar que la madurez ha llegado a un punto muy alto. Es lo
que demuestra la ayuda que los Cooperadores mexicanos envían al Asilo Salesiano
de Roma, precisamente en el momento en que más necesidad tienen de ayudar al
propio Asilo.91
Los Cooperadores se dan cuenta de que el Asilo y todas las demás actividades
no podrán prosperar si no vienen a México los Salesianos e insisten que vengan... Se
ha repetido que el jefe de los Cooperadores pide a Don Rúa el envío de salesianos
a México. Sin embargo es tal la insistencia y el espacio que ocupa este tema en la
correspondencia Lascuráin-Rúa, que no se tendría idea cabal de la importancia
que le dieron los protagonistas de esta historia, si no se dice algo más sobre este
argumento.
Don Rúa había tomado en cuenta las primeras peticiones y había respondido
89 Don Rúa y los demás Sucesores de Don Bosco continuaron con la costumbre, de es-
cribir cada año dicha carta a los Cooperadores y amigos de la Obra. «Por el Boletín de enero
nos hemos impuesto de la carta de Ud. para nosotros y esté Ud. seguro que procuraremos los
Cooperadores de México cumplir en todo con los deseos de Ud. manifestados para las obras de
1890». ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 13 febrero 1890. Se refiere a la carta que
se publicó en Boletín (1890) n. 1, enero, pp. 1-5.
90 Entre los Cooperadores se destaca por su generosidad el Sr. Eduardo Zozaya. A él se
refiere esta noticia: «Han hecho a la Pía Sociedad Salesiana (el obsequio) de un terreno de
8.000 varas cuadradas (equivale a 20.000 metros)... Además del terreno que nos da el Sr. Don
Eduardo Zozaya, nos dará todas las facilidades para hacer el edificio, a fin de que nos cueste lo
menos posible». ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 6 de junio de 1890. En este
terreno surge el Colegio Salesiano de Santa Julia.
91 «Ya he repartido las listas de las limosnas para el Asilo del Sagrado Corazón de Jesús
y espero que muy brevemente tendré el gusto de remitirlas llenas, así como la limosna...» ASC.
9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 30 de abril de 1890. Las listas se refieren a la «Pía
Obra del Sagrado Corazón de Jesús». Leemos: «A los bienhechores de la iglesia del Sagrado
Corazón de Jesús en Roma se les había prometido que terminada dicha iglesia tendrían parte en
la celebración de una Misa todos los viernes del año y en la recitación cotidiana del Santo
Rosario y otros ejercicios de piedad. Para extender estas gracias espirituales y hacer partícipes
a otras personas se ha establecido en dicha iglesia la piadosa Obra del Sagrado Corazón de
Jesús para la celebración perpetua de seis Misas diarias según la intención de quien dé por sólo
una vez una peseta para el Asilo del Sagrado Corazón» (Boletín [1890] n. 3, marzo, pp. 25-29).
Este anuncio se repite otras veces en el Boletín.

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El nacimiento de la Obra Salesiana en Mexico
423
que le era imposible enviar personal, pues no lo tenía.92 En otras cartas se habían solicitado las
condiciones requeridas para el envío de los salesianos; la respuesta de Don Rúa hacía concebir
al Cooperador una próxima venida de los hijos de Don Bosco a México.93
La primera reunión del Capítulo Superior94 en la que se habló de México fue la del 6 de
junio de 1890. En las actas se lee: «Da Messico dove già fu costruita una casa in nome nostro e
dove i giovani sono ricoverati e diretti da alcuni preti e Cooperatori nostri, si chiede che ci
affrettiamo a mandare salesiani a prendere la direzione. Il Capitolo fa rispondere che prima ci
mandino istruzioni e progetto di convenzione».95
En 1891 el Sr. Lascuráin insiste en que al menos se le envíe un sacerdote: «no nos deje de
mandar a la mayor brevedad el sacerdote pues es mucha, incalculable la falta que nos hace para
el engrandecimiento de nuestra querida Sociedad, pues veo que por mucho que queramos hacer
nos tropezamos con nuestra falta de experiencia y conocimiento. Vuelvo pues a fatigarle de
nuevo con mis súplicas sobre punto tan importante».96 Esta carta se cruzó con otra escrita el 7
de febrero, en la que Don
92 Cf nota 53. En algunas de las cartas enviadas por Lascuráin, Don Rúa había escrito al
margen: «Don Durando, consérvela». El P. Durando, miembro del Capítulo Superior, tenía,
entre otros muchos, el encargo de ocuparse de lo que se refería a nuevas fundaciones. En la
carta enviada por Don Ángel el 13 de febrero de 1890, Don Rúa escribió: «Hablar en la reunión
del Capítulo en Turin...» En el libro de actas no encontré ninguna referencia a que se hubiera
hablado de México en los meses de marzo-abril, que es cuando se supone llegó esta carta a
Italia.
93 Cf nota 53. «Realmente querido Padre son muy sencillas las condiciones para que nos
vengan los Sacerdotes Salesianos y mucha esperanza me ha causado el leerlas, pues me dice mi
corazón que tal vez su venida esté más próxima de lo que creía... Si Ud. se sirviera decirme
cuánto tendríamos que remitir para este objeto estoy cierto de que reuniría entre todos los
Cooperadores y tal vez con el limo. Sr. Arzobispo lo que fuera necesario...» ASC. 9205 S-J
corresp., carta Lascuráin-Rúa, 6 de junio de 1890.
94 En los años que más nos interesan, especialmente 1890-1892, el Capítulo que asesora-
ba al Rector Mayor, P. Miguel Rúa, estaba formado por los siguientes sacerdotes salesianos: P.
Domingo Belmonte (Prefecto), P. Juan Bonetti (Director Espiritual), P. Antonio Sala (Ecòno-
mo), P. Celestino Durando (Consejero), P. Francisco Cerruti (Consejero Escolar), P. José Laz-
zero (Consejero Profesional). El Capítulo tenía reuniones frecuentes, casi semanales y en algu-
nas ocasiones hasta diarias. El Secretario del Capítulo, Don Juan Bautista Lemoyne, anotaba
diligentemente en las actas («verbali»), los detalles más importantes de cada reunión. Los
libros de actas se conservan diligentemente en el Archivo Central Salesiano.
95 Reunión celebrada de las 6 lA a las 8 lA p.m. en la habitación de Don Bosco. Fue presi-
dida por Don Rúa y faltaba Don Sala. El 30 del mismo mes, estando presentes todos los Capi-
tulares y además los PP. Juan Bautista Francesia y Julio Barberis, «Don Rua anuncia che nel
Messico si fecce una solenne conferenza salesiana. Che la casa fabricata per noi è già occupata
da due anni dai giovani diretti dai buoni preti che ci aspetano con ansietà e prospera molto». La
reunión se inició a las 5 p.m. en la habitación de Don Bosco. (ASC. 0592 Actas de las reunio-
nes capitulares, p. 126).
96 ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 10 de febrero de 1891. Ya desde el 7 de
julio del año anterior Don Rúa había escrito a Lascuráin: «...el próximo año esperamos poder
enviar a alguien a tratar, cuando tengamos Casa en Cartagena (Colombia)...».

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424
Francisco Castellanos
Rúa anunciaba que el P. Evasio Ravagliati,97 en vez de dirigirse a México, había partido para
Bogotá. Don Ángel lo sintió mucho;98 mas al fin reaccionó positivamente y escribió: «Nosotros
aquí mientras Ud. lo disponga seguiremos trabajando con todo ardor, pero como en mis ante-
riores le he dicho a Ud. quizá sea con mucho menos fruto que el sacado por los P.P. en otras
ciudades de mucha menos importancia que nuestra Capital».99
Mientras tanto en Turin, en la reunión de Capítulo tenida el 18 de mayo, nuevamente se
habla de México y se programa otro viaje de Don Rabagliati. Sin embargo, parece que esta
visita jamás se realizó.100 Habría que esperar hasta 1892 para ver a los salesianos en México.
7. Crisis y salvación del Asilo
El inicio del año 1891 trajo al Asilo algunas novedades; la primera de ellas fue el nuevo
Director que sucedía al P. Capetillo; era el P. Luis G. Orozco Jiménez, que llegó al Colegio
Salesiano el 4 de enero.101 Colaboraban estrechamente con él dos
97 El P. Evasio Rabagliati, estuvo varios años de misionero en Argentina y Chile; pasó a
Colombia en 1890, a fundar allí, junto con otros Salesianos, la Obra de Don Bosco. (Cf Boletín
[1890] n. 6, junio, p. 68).
98 «El gran sentimiento que esto me ha hecho sentir es enorme y más al pensar que quizá
mi dilación ha sido causa de que no tengamos los mexicanos este consuelo, de ver pronto a un
hijo de nuestro Don Bosco en esta tierra. Debe Ud. suponer lo muy largo que me parece el
tiempo que aún tiene que transcurrir para la llegada de Don Rabagliati y más el ver que nos
anuncia nada más una visita. Esto me ha hecho pensar en que quizá tendrían que venir dos o
más Salesianos para la nueva fundación y que los fondos remitidos son apenas para el viaje de
uno solo. Por lo tanto querido Don Rúa le suplico me diga si en esto se encuentra el entorpeci-
miento». ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 4 de marzo 1891.
99 Ib. Don Rúa responde el 27 del mismo marzo: «...aseguro que Don Rablagliati prome-
tió ir en julio o agosto...» Lascuráin espera pacientemente hasta mediados de agosto y el 18 de
dicho mes envía un telegrama urgente vía Laredo-Inglaterra: «¿VENDRA RABAGLIATI?
URGEME». ASC. 9205 S-J corresp., telegrama Lascuráin-Rúa, 18 de agosto de 1891.
100 Reunión presidida por Don Rúa y en la que faltan Don Bonetti y Don Lazzero. «Si
legge una lettera di Messico dove il direttore di quell'ospizio creato per i Salesiani e col loro
nome, ci prega a volerne andare e prendere posseso della direzione pur non sentendosi in forze
alla vita di assistenza dei giovani. Il Capitolo fa rispondere essere noi desiderosi di andare ma
mancar di personale. Don Rabagliati in giugno discenderà di Bogota per visitarlo». La reunión
había comenzado en la habitación de Don Bosco a las 6 VA p.m. (ASC. 0592 Actas de las reu-
niones capitulares, p. 134). No hay ninguna pista que indique que el P. Evasio haya visitado
México; no se habla de ello ni en las cartas, ni en la crónica.
101 ASC. 329 S-J crònica, p. 10. J. GARIBAY, OX., p. 17 afirma que «fue hermano del
Obispo Francisco Orozco y Jiménez». En carta a Don Rúa, el P. Luis expresa: «Come antico
alunno del Collegio Pio Latino Americano di Roma, di cui sono stato alunno 11 anni, ben
conosco i loro lavori e ben conosco il molto di bene che qua potrebbero fare se si risolvessero
finalmente a venire a prendere posseso di cose che già loro appartengono per donazione».
ASC. 9205 S-J corresp., carta Orozco-Rúa, enero (final o principio de febrero) 1891, pues la
carta no está fechada.

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El nacimiento de la Obra Salesiana en Mexico
425
prefectos o encargados de disciplina, que estaban todo el tiempo con los muchachos
y también daban clases. Estos eran el Sr. A. García y el Sr. F. Rodríguez.102
El día 16 se comenzaron las clases con 27 alumnos internos, pero de inmediato
hubo de hacer arreglos en el edificio,103 pues habían aumentado los alumnos y tam-
bién los cursos; además, no había local para los talleres. Estos trabajos se hicieron
con prisa, pues los huérfanos ya estaban en el Colegio. Pronto puede escribir el Se-
ñor Lascuráin: «Al fin la obra de la casa ya casi está terminada faltando únicamente
el ornato y ya se han abierto las clases y muy próximamente los talleres...».104
El 28 de enero se celebró con alegría la fiesta de San Francisco de Sales.105 Apenas
pasada esta alegría, los embargaba la tristeza por la muerte del Sr. Arzobispo acaeci-
da el 4 de febrero. En la capilla del Asilo se hicieron, el día 16, solemnes funera-
les.106
Debido a que los locales estaban siendo arreglados, las clases de los externos
sólo pudieron comenzar el 23 de febrero. Pocos días después se tomó la determi-
nación disciplinaria de separar los internos de los externos.107
102 ASC. 329 S-J crónica, pp. 9 y 10.
103 Ib. En la crónica del día 20 se lee: «Acabaron la reposición del dormitorio» y más
adelante, el día 25: «Hubo junta en el Colegio de los Sres. Lascuráin, Zozaya y Martínez del
Río. Se acordó la compostura del pozo artesiano, fabricación del local para talleres, construc-
ción de dos tabiques en el estudio, para formar dos clases independientes». Estos tres Cooperado-
res son los bienhechores más comprometidos y generosos de la Obra Salesiana de México,
especialmente en estos primeros años.
104 ASC. 9205 S-J corresp., carta Lascuráin-Rúa, 10 de febrero de 1891.
105 «Fiesta de nuestro Patrón, San Francisco de Sales. Comunión general y Misa celebra-
da por el P. Capetillo a las 7. A las 9, Misa celebrada por el Pbro. Orozco Z. y ejecutada por los
alumnos. El celebrante dirigió algunas palabras en honor de San Francisco, asistiendo el Sr.
A.G. Lascuráin y su familia. Por la tarde hubo exposición y rosario. Comió en Casa el Sr. Las-
curáin y se estrenó la nueva capilla». ASC. 329 S-J crónica, p. 10.
106 Don Ángel escribe: «Nuestro limo, y amado Sr. Arzobispo falleció, casi de una mane-
ra repentina, el día 4 del actual... Veintiocho años gobernó esta Arquidiócesis y en ellos tuvo
que sufrir mucho a causa de las revoluciones y persecuciones a la Iglesia, teniendo que sufrir
hasta el destierro. Una vez que se le permitió la vuelta a su patria, su único anhelo y su único
fin, fue el reconciliar a los del partido contrario con la Santa Iglesia y mucho se logró por su
prudencia y tacto y, sobre todo, por su gran amor a Dios». (ASC. 9205 S-J corresp., carta Las-
curáin-Rúa, 10 de febrero de 1891). «Funerales al Sr. Arzobispo en nuestra Capilla. Celebrante
el P. Francisco Orozco; diácono el P. Domínguez y subdiácono un joven del Seminario. Los
niños cantaron la Misa acompañados del Maestro de Música, Sr. Germán Mier. Asistió la Sra.
Carmen Romero Rubio de Díaz, esposa del Presidente de la República, el Sr. Lascuráin y su
familia y otros Señores de confianza. El Sr. A. Rulfo sacó un grupo en fotografía del Colegio».
ASC. 329 S-J crónica, pp. 10 y 11. El P. Francisco Orozco es el futuro Obispo.
107 ASC. 329 S-J crónica, p. 11. El P. Director escribe: «Abbiamo presentemente nel Cole-
gio trenta alunni interni e altri tanti esterni. Sono tutti giovani ottimi, e non danno da fare nel
minimo. Qua i nostri garzoncelli sono la cosa migliore che io abbia visto in Europa e nel Mes-
sico (Republica). Come studenti sono i giovani magnifici. Mai lei li vedrà mesti, lamentarsi dei
colleghi, pieni di fuoco e vivacità, non pigri, di assai buon umore sempre, mai sparlano del Supe-
riore o dei Prefetti. Siamo adesso qua meglio che in Italia». ASC. 9205 S-J corresp., carta
Orozco-Rúa, enero (final o comienzo de febrero) de 1891. Todas estas alabanzas son para con-

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Francisco Castellanos
A partir del 20 de marzo la crónica calla y fuera de dos párrafos de mayo, no hay nada
hasta el 30 de noviembre en que presentó su dimisión el P. Orozco. A éste le sucedió de inme-
diato en el cargo de Director del Asilo, el P. José Güell.108
Después, el año se precipitó hacia el final: los exámenes se concluyeron el 7 de diciem-
bre; el 12 se celebró la fiesta de la Inmaculada y se recordó el 50° aniversario de la fundación
de la Obra Salesiana: hubo Misa con ocho primeras comuniones.109 El día 13 fue la repartición
de premios, presidida por el limo. Sr. Vicario Capitular, Mons. Próspero María Alarcón.110
«Asistieron los miembros de la junta directiva. Hubo varios Cooperadores y Cooperadoras en
la reunión. La junta manifestó su grata impresión por los adelantos de los niños y dio las gra-
cias al Sr. Cooperador Filemón Rodríguez "' que ha dirigido a los niños en el presente año. El
Secretario leyó un informe a nombre del Decurión».112
El año 1892 se abre con una realización esperada desde hacia tiempo: la inauguración de
los talleres. La crónica documenta: «El 15 de enero se inauguró la imprenta y la zapatería,
habiéndolas bendecido el P. Güell y apadrinado el acto la Sra. Luisa García Conde de Cosío y
la Srita. Rubio; hubo algunos Cooperadores...». La Sra. García Conde regaló pasteles y helados
para los niños y a cada uno de ellos le dio diez centavos.113 La imprenta se estrenó, cuando aún
no se había pagado. Los Cooperadores organizaron una rifa el día 23 para recabar fondos con
que pagarla. Después de haber esperado cinco meses para poder vender más boletos, el 25 de
julio se hizo la rifa y con los 160 boletos vendidos se pudo pagar la deuda."4
vencer a Don Rúa de que nada puede temer al enviar sus Salesianos a México. 4 de marzo: «Se
llevó a cabo la separación de externos de los pupilos; preside a los externos el Prefecto Sr.
García y a los pupilos el Prefecto Sr. Rodríguez». ASC. 329 S-J crónica, p. 11.
108 Es muy probable que esta carencia de noticias se deba a que Don Ángel se ausentó de
la capital para atender su hacienda de Veracruz, pues en este período tampoco hay cartas del
Cooperador. ASC. S-J crónica, p. 11 : «El P. Luis Orozco presentó su dimisión a la junta directi-
va». Io de diciembre: «Tomó posesión de la Dirección del Colegio el Sr. Pbro. Don José Güell,
por recomendación del Ilustrísimo Sr. Vicario Capitular D. Próspero M. Alarcón».
109 ASC. 329 S-J crónica, p. 12, día 12 de diciembre de 1891.
110 Don Próspero María Alarcón será electo como Arzobispo de México el 21 de enero
de 1892 y consagrado el 7 de febrero. Nació en Lerma, diócesis de México en 1827. Fue gran
amigo de los salesianos. Murió en 1908.
111 Cuando el 10 de mayo dejó el Asilo el Prefecto García, el Sr. Filemón Rodríguez se
quedó con todo el trabajo que implicaba el cargo de Prefecto de internos y externos. El Sr.
Lascuráin lo invitó a ser Cooperador y él aceptó.
112 El animador de los Cooperadores, Don Ángel G. de Lascuráin, que en un comienzo
había recibido el título de Presidente de los Cooperadores, ahora, de acuerdo al Reglamento
que han ido conociendo, comienza a ser llamado «Decurión». Don Eduardo Zozaya, uno de los
más entusiastas y generosos Cooperadores, será el «Vicedecurión».
113 ASC. 329 S-J crónica, pp. 12-13. Es muy probable que la Srita. Rubio sea pariente de
la esposa del Presidente de la República, la Sra. Carmen Romero Rubio de Díaz. Diez centavos
no era poca cosa si se piensa que un obrero ganaba entonces, en la ciudad de México, al día
entre 50 centavos y un peso.
114 «Se comenzó la venta de boletos de la rifa de un lote de mil varas cuadradas (2.500
m.) en la Colonia de Santa Julia, el que generosamente y guiado por su amor a nuestra Santa

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El nacimiento de la Obra Salesiana en Mexico
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En el mes de abril se presentó de nuevo el problema de la dimisión del Director,
P. Güell, a los cuatro meses y medio de haber asumido el cargo,115 Don Angel que
provisionalmente se había tenido que encargar de la Tesorería, hubo de ocuparse
también la Dirección,116 hasta encontrarse nuevo director en la persona del P. Trejo,
quien permaneció hasta el 2 de diciembre.117
Revistió gran importancia para el Asilo la Misión dada «con mucha asisten-
cia», no sólo de niños sino de padres de éstos, predicada del 8 al 21 de agosto por los
claretianos Bernardo Bech y Rafael Noguer. El día 15, en plena Misión, se celebró
la fiesta de la Asunción y el recuerdo del nacimiento de Don Bosco, del que regaló
un retrato el Prof. Fabián Cuenca, pintado a lápiz por él mismo.
Interesante, por demás, que en 1894 encontramos a éste último como novicio
salesiano y, el año siguiente, el P. Rafael Noguer, profesa en la Congregación.118
Nos encontramos en la recta final: son los últimos meses de 1892 y marcarán el
término de los afanes del Sr. Lascuráin como responsable directo del Asilo-Colegio.
El hombre ha tenido más ingerencia en la marcha del Instituto que ni los mismos
Directores. No era porque tomase atribuciones que no le correspondían, sino por-
que aún cuando los otros abandonaban sus puestos, él se sentía con el deber de
Obra, cedió nuestra amado Vice-decurión, Don Eduardo Zozaya. Se imprimieron 200 boletos
de esta rifa y se les dio un valor de 5 pesos cada boleto». (...) «Se hizo en el recibidor del Cole-
gio la rifa del lote de que antes se habla y en presencia del Sr. Interventor del Gobierno, Don
Enrique Villa Giran, se pusieron los 200 números en un receptáculo y el niño Jesús Heredia fue
el encargado de extraer los números, habiéndose sacado veinte y el veinte uno debía ser el pre-
miado, habiéndose sacado y leído por el Sr. Interventor, fue el 94 el afortunado. Se pagó con el
importe de 160 boletos vendidos, o sea, 800 pesos, la deuda contraída para implantar la im-
prenta, habiéndose conseguido el fin del Sr. Zozaya que fue el de dotar a nuestros niños de tan
útil taller». ASC. 329 S-J crónica, pp. 13-14.
115 «Se separó del Colegio el R.P. Güell y Busqueis, separación dolorosa, por ser una
persona de ejemplar conducta y de una virtud acrisolada». ASC. 329 S-J crónica, p. 13, día 13
de abril de 1892.
116 «En esta época renunció a la Tesorería nuestro buen Cooperador el Sr. Don Nicolás
Martínez del Río, lo que ha sido una gran pérdida para la Sociedad, tanto por el amor y caridad
del Sr. Martínez del Río, como por el orden, vigilancia y celo con que la desempeñaba. Por
estar en Europa el Sr. Pro-Tesorero, Don Agustín Gaballero de los Olivos, se hizo cargo de la
Tesorería el Decurión». (...) Don Ángel estuvo de Tesorero hasta el 8 de agosto en que entró en
funciones el nuevo, «Don Manuel Amor, persona de reconocida caridad y de gran celo para lo
que atañe a la gloria de Dios...» ASC. 329 S-J crónica, pp. 13-14.
117 Cuando llegaron los primeros salesianos —dice la crónica— "A la entrada, el cura de
la Parroquia... asistido del último Capellán del Asilo, Señor Trejo... les da el agua bendita y el
ósculo de la paz». ASC. 329 S-J crónica, p. 17, día 2 de diciembre de 1892.
118 «Hoy se hizo una función con Misa cantada por el P. Bernardo y el sermón estuvo a
cargo del P. Rafael y en él hizo recuerdos muy especiales de nuestro amado Don Bosco y las
oraciones de ese día fueron para que Dios provea el que muy pronto lo veamos a nuestro queri-
do fundador con el honor de los altares...» El Sr. Fabián Cuenca es el Profesor de Dibujo. En
1894 lo encontramos como Novicio Salesiano. «Hoy terminó la Misión con mucha asistencia
para la comunión general y durante la Misión se repartieron 425 comuniones. ¡Bendito sea
Dios que tanto bien nos ha hecho!» ASC. 329 S-J crónica, pp. 14-16.

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Francisco Castellanos
permanecer para salvar la Obra. El eximio Cooperador se multiplica para estar en todas partes,
a pesar de lo escaso del personal y así atender el Asilo y los Cooperadores. Es tan notable su
presencia que hasta los extraños se dan cuenta. Así lo testimonia un artículo aparecido en un
diario de la ciudad y firmado por Santiago Ramírez.119
La Providencia divina pagó con creces todos estos sacrificios de Don Ángel Lascuráin.
Finalmente llegó la carta con la grata noticia. La había escrito el 5 de septiembre el P. Rafael
Piperai, en nombre del P. Miguel Rúa, impedido en esos días por muchísimos asuntos: i20 «Para
la segunda quincena del próximo entrante mes de octubre podrán salir para ésa, Dios mediante,
cuatro Salesianos, uno de los cuales seré yo mismo. Nuestra llegada pues, será en el decurso
del mes de noviembre».
Don Rúa hubiera querido enviar, a lo menos, unos diez Salesianos a México, pero le era
realmente imposible. El P. Rafael era muy conocido en México por los muchos viajes que
había hecho por toda la República, antes de ser Salesiano, pidiendo limosnas para la Obra de la
Sagrada Familia, que en Belén se ocupaba de los huérfanos. Por eso, al final de su carta explica
que ya es Salesiano porque la Obra de la Sagrada Familia, desde hace un año ha pasado a la
Congregación Salesiana».121
119 «En uno de los sitios más poéticos y retirados de la población, frente a la naciente
Alameda de la Colonia de Santa María, se halla establecido el Colegio en cuya construcción
sencilla y pobre, pero bien atendida y adecuada se notan el estudio, la previsión y el acierto. La
capilla, las clases, los dormitorios y en general los lugares en que permanecen por algún tiempo
los alumnos, están perfectamente ventilados, notándose en todas partes un aseo, un orden y una
limpieza, que acredita la más diligente vigilancia. Las camas son cómodas y bien surtidas de
ropas abrigadoras y limpias, el comedor es espacioso y bien dispuesto, los baños aseados y
suficientes; todo, hasta en sus detalles más pequeños, descubre la solicitud con que son tratados
aquellos huérfanos a quienes la caridad cristiana da lo que la sangre les niega... El alma de este
Colegio, y aún podemos decir, de la Institución Salesiana en México, el Sr. Don Ángel Lascu-
ráin, quien con su celo, eficacia, abnegación y demás exquisitas prendas que lo adornan y para
cuya calificación me faltan elogios, trabaja para su sostén, por su desarrollo y por sus adelan-
tos. En esta empresa tan humanitaria como meritoria, le ayuda eficazmente su virtuosa y digna
compañera: simpático, bello y bien acabado tipo de la mujer cristiana». Boletín (1893) n. 11,
noviembre, pp. 176-177.
120 Don Rúa está muy ocupado: en ese tiempo se celebraba el Capítulo General VI, reu-
nión de Salesianos prominentes celebrada en Valsalice (Turin) del 29 de agosto al 7 de septiem-
bre de 1892. Poco antes se había decidido en el Capítulo Superior, enviar los Salesianos a
México. Causa extrañeza no hallar en las actas ninguna referencia a esta determinación. La expli-
cación de esta lamentable laguna la encontré en una nota de Don Lemoyne, en las mismas
actas; después del 24 de mayo de 1892, se lee: «Nei mesi di luglio, agosto, settembre, ottobre
inoltre al Capitolo Generale ci furono moltissimi Capitoli Superiori per il personale da distri-
buire nelle case, per la formazione delle case nuove, come consta dal tradizionale foglieto del
personale di 1893. Il secretano assistete a molte riunioni, ma mancò a molte essendo inviato dai
Superiori a Sampierdarena per curarsi di alcuni disturbi». ASC. 0592 Actas reuniones cap., p.
144.
121 ASC. 329 S-J crònica (se transcribe toda la carta). También se halla en: Jorge
GARIBAY, «Presencia de los Salesianos en la ciudad de México». Guadalajara, Imprenta Futura
1976,

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El nacimiento de la Obra Salesiana en Mexico
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Y la crónica anota: el 5 de noviembre «se recibió el cablegrama de la salida de
los Padres de Barcelona...». El 16 «se recibió carta del P. Rafael María Piperni en
que da a conocer a los cinco compañeros, siendo ellos: Director P. Ángel Piccono,
P. Rafael María Piperni, P. Visintainer, Eclesiástico Osella y Lego Tagliaferri. Dios
mediante llegarán a Veracruz el 29 ó 30 del presente».122
pp. 67-68, carta Piperni-Lascuráin, 5 sept. 1892. «...la razón es que, en estos días se hallan aquí
los directores de todas las casas, venidos de Europa, Asia, Africa y América, con el fin de
discutir en reunión general unos varios negocios para la prosperidad y desarrollo de la propia
Sociedad Salesiana, y todos ellos reclaman a la vez sujetos para sus misiones: pero ni sus impe-
riosas necesidades podrán quedar cubiertas, por ser nuestro personal muy reducido» (...) «...los
misioneros adictos a aquella obra, para promover el mayor desarrollo de ella y para cimentar
más y más su prosperidad y su perpetuidad... se han agregado a esta venerable Familia Salesia-
na».
122 ASC. 329 S-J crónica, p. 16. En la carta anterior se hablaba sólo de cuatro salesianos.