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RECENSIONI
Bosco (san) Juan, Los sueños de don Bosco. Estudio introductorio y notas de Fausto
JIMENEZ. Madrid, Editorial CCS 1989, 520 p.
Entre la amplia gama de publicaciones sobre don Bosco, que ha jalonado la
conmemoración centenario de su muerte (1888-1988), no ha pasado desapercibido el
mundo misterioso y «maravilloso» de sus sueños, al comprobarse «cómo su vida y
sus actividades no se explican sin sus sueños» (p. 23).
El breve Prólogo, que anota dos de estos nombres, Michele J. Straniero y Gia-
como Dacquino, aporta la razón del presente libro: no se trata de «un estudio sobre
los sueños de don Bosco; es, simplemente, una colección» de ellos (p. 5). Y hay que
admitir que presenta, sin lugar a dudas, la más completa recopilación —un elenco
de 159 sueños—, avalada por las fuentes y bibliografía más acreditadas (pp. 9-11),
valiéndose no solo de la redacción clásica contenida en las Memorie Biografiche di
Don Bosco, sino de parciales «ediciones críticas textuales hechas por F. Desramaut,
P. Stella, Cecilia Romero» (p. 5). Existe constancia literaria «para legitimar la certeza
de que soñó más veces y de que soñó más de lo que contó» (pp. 24-25). De aquí que
hubiera sido deseable y exigible la profundización en la comisión informal que «a
principios de los sesenta [1860] se formó [...] para recoger los hechos y dichos de
Don Bosco, y no a que soñara más o menos...» Sin duda, en ello está la clave de que
«la mayor parte de los sueños de los que nos queda constancia, pertenecen a los
años posteriores a 1860» (p. 23). Las crónicas de los miembros de dicha comisión
—que esperan pacientemente su edición crítica— son la fuente principal de los sue-
ños (p. 9), y «en la base de cualquier posible investigación sobre los sueños —asevera
el recopilador citando a P. Stella— subyace como trabajo preliminar el análisis de los
documentos. Ya se puede adelantar, en efecto, que la narración recibida no corres-
ponde siempre a la fijada por Don Bosco, por ejemplo, en promemoria y luego des-
arrollada oralmente y finalmente retocada para su publicación por escrito» (p.
45).
Advierte en los sueños domboscanos la falta de «seguridades críticas sobre las
fuentes y sobre las diversas redacciones; también faltan estudios hermenêuticos [...]
Existe una aproximación seria de interpretación psicoanalítica [...] Existe un intento
de incardinación puramente fenomenològico y naturalística [...] Existe la interpreta-
ción prevalentemente teológica [...] Este libro incorpora esos estudios [...] en la intro-
ducción» (pp. 5-6). Compone todo ello el amplísima «ESTUDIO INTRODUCTORIO»
(pp. 13-73), aportación meritoria cómo delatan los mismos subtítulos:
1. El hecho mismo de los sueños (pp. 15-26): «poseyó esta capacidad [tan]
abundantemente... que parece lógico hablar de una b i o g r a f í a o n í r i c a de
Don Bosco».
2. Clasificación de los sueños, según E. Ceria, P. Stella, G. Dacquino y la
«usada en este libro» (pp. 27-30).
3. Caracteres de los sueños: en cuanto a su desarrollo interno, «lógicamente
ordenados», y, en cuanto a su contenido, «se da la visión de cosas ocultas y la previ-

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Recensioni
sión de cosas futuras», persuasión acorde en el Oratorio de Valdocco (pp. 33-35).
4. Destinatarios y su acogida: «Sin género de dudas, van destinados a su Fa-
milia» [salesiana], que los acogía «con entusiasmo», aunque «algunas observaciones
o críticas sí llegaron a los oidos de Don Bosco» (pp. 37-39).
5. Función de los sueños: éstos «fundaron convicciones y sostuvieron empre-
sas», abarcando su funcionalidad «al menos tres campos»: el práctico [seguridad
presente y futura «de su vida, obras y opciones»], el espiritual [pedagógico-
doctrinal], y su función mariana (pp. 41-44).
6. Interpretación de lo sueños (pp. 45-73). Aún tratándose de una mera reco-
pilación de los intentos de interpretación realizados, nos parece una válida aporta-
ción, que brinda «una posibilidad de lectura razonada»: se abre con la « p r o -
b l e m á t i c a t e x t u a l » , aborda luego la « a c t i t u d de don Bosco ante sus
sueños [...] en público [...] en privado», sus criterios, dificultades para los contempo-
ráneos y sentir de los estudiosos actuales, adentrándose, finalmente, en las numero-
sas «vías de interpretación», de las que simplemente indica los caminos posibles:
interpretación «ilustrada», bíblica, teológica, histórica, pedagógica, psicológica,
lingüístico-comunicativa y semiológica, para llegar a la conclusión de la interpreta-
ción global, convencido de que «una explicación adecuada del fenómeno de los
sueños de Don Bosco sólo puede encontrarse si se encuadra en el contexto de su
vida religiosa sobrenatural, tanto ordinaria como extraordinaria, dentro de su
misión como educador cristiano y santo, y en la globalidad de su vida, dedicada
íntegramente a la realización de obras para la implantación del Reino, y, por tan-
to, abierta al Misterio» (p. 72).
Ha sido una lástima que el recopilador se haya contentado con leves «observa-
ciones de tipo circunstancial, histórico o ambiental» (pp. 93-94), «observaciones a
sueños concretos» (pp. 5-6), precisamente a los más conocidos: el de los nueve años
(pp. 90-92), aparición de Comollo (pp. 115-116), el jardín salesiano (p. 196), «un
Oratorio para jovencitas» (pp. 232-233), el de las dos columnas (pp. 389-390), «Pa-
rís-Iglesia-Italia, 1870» (pp. 407-409), aportando una «observación general sobre las
predicciones de muertes» (pp. 498-499) y, en especial, «sobre Don Bosco y el demo-
nio» (pp. 515-518). Causa extrañeza que, al elencar los sueños misioneros
(18831886) sobre la América meridional (pp. 317-341) no se apoye en el serio estu-
dio de Juan BELZA, Sueños Patagónicos. Buenos Aires 1982.
Convencido de la imposibilidad de «clasificar adecuadamente los sueños de
Don Bosco [...] dada la complejidad de muchos de ellos, por puras razones de practi-
cidad, aquí se ha preferido agruparlos por temas afines en lugar de la presentación
simplemente cronologica tradicional» (p. 30), que, no obstante, incluye en el texto
(pp. 15-23). Pero apercibiéndose al recopilador que «la sola agrupación temática
tampoco es adecuada [...,] se ha tomado el tema preferente para colocar un sueño en
un apartado u otro» (p. 30), lo que metodológicamente origina confusión a la hora
de localizar un sueño en el índice. El denominado «índice analítico», es analítico úni-
camente para el «Estudio introductorio», no lo es para el «texto de los sueños», en
cuyo índice deberían aparecer enumerados uno a uno —con el título dado en la
«consideración cronológico-analítica» (pp. 15-23)—, dentro, eso sí, de la «temática
preferencial» —familia, amigos, jóvenes, salesianos, vocaciones, Virgen, Iglesia,
política, cuestiones sociales, ect.—, ya que la más de las veces no resulta fácil identifi-
carlos por la sola «temática preferencial».

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Recensioni 467
«Acércate, lector» —invita el Prólogo— al intento logrado de ofrecerte una re-
copilación —más completa— de los sueños de don Bosco, en espera de ver hecho
realidad el augurio del recopilador: «Un estudio científico es deseable y exigible»
(p. 5).
J. BORREGO
CARROZZINO Michela, Don Guanella e don Bosco. Storia dì un incontro e di un confron-
to. Centro Studi Guanelliani - Saggi storici 1. Roma, Nuove Frontiere editrice
1990, 306 p.
Si sa, decine sono i fondatori e le fondatrici di congregazioni religiose che ebbero
con don Bosco rapporti personali ed epistolari. A. Pedrini nel suo recente volumetto
«Don Bosco e i fondatori suoi contemporanei» (Roma 1990) ne ha enumerato oltre
cinquanta. Di loro, quello che più ebbe contatti coll'educatore di Valdocco fu cer-
tamente il beato Guanella, fondatore dei Servi della carità e delle Figlie di S. Maria
della Provvidenza.
La storia della loro amicizia sacerdotale non è ignota agli studiosi, ma come
spesso accade in simili circostanze, fondata su una documentazione parziale, non
contestualizzata, poco attendibile. Pertanto non può essere che ben accolto lo studio
della Carrozzino, che si è proposta, riuscendovi, di «rivisitare» l'intera vicenda col
duplice intento di «ricostruire per quanto possibile nei dettagli il legame di don Gua-
nella con don Bosco e la società salesiana» (pp. 19-134) e di «portare il lettore a
diretto contatto con i documenti» (p. 137-288).
Nato in Valtellina, il Guanella frequentò il seminario di Como, dove fu ordinato
sacerdote nel 1866. Dopo una breve esperienza pastorale ed educativa a Savogno
(Sondrio), fallito il tentativo di un'opera salesiana in diocesi, con l'autorizzazione
del suo vescovo raggiunse don Bosco, nella cui congregazione il 25 settembre 1875
emise i voti triennali. Da salesiano assunse l'incarico di direttore dell'Oratorio di S.
Luigi a Porta Nuova (Torino) e dell'Opera dei Figli di Maria Ausiliatrice per le vo-
cazioni adulte. Nel novembre del 1876 fu nominato direttore della nuova opera di
Trinità (Cuneo). Alla normale scadenza del periodo di prova (1878), non rinnovò i
voti ed accolse l'invito del suo vescovo di ritornare in diocesi. La decisione, molto
sofferta, lasciò in lui la nostalgia di don Bosco, presso il quale fu sul punto di ritor-
nare. Ma quello che era anche il desiderio del santo, che lo avrebbe mandato in terra
di missione, non divenne realtà.
Quali i motivi dell'esperienza salesiana del Guanella e quali soprattutto quelli
della sua brevità? Risponde la Carrozzino: difficoltà con le autorità politiche locali
dopo la pubblicazione del Saggio di ammonimenti famigliari per tutti ma più partico-
larmente per il popolo di campagna, attrazione verso don Bosco ed il desiderio di tro-
vare la giusta strada per poter avere un'opera salesiana nella sua diocesi avviarono
don Guanella sulla strada del santo di Torino; ubbidienza al proprio vescovo, aspira-
zione a voler fare qualche cosa di diverso da don Bosco e libertà di iniziativa lo fecero
ritornare sui propri passi. In altre parole (alla luce dei fatti posteriori): l'uomo pro-
pone Dio dispone, o, forse ancor meglio: le vie della provvidenza sono infinite. Una
vita, quella di don Guanella, che si è incontrata con quella di don Bosco, per poter-
sene separare arricchita di una non comune esperienza pedagogico-spirituale.

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Recensioni
Se però la sua «missione» di fondatore lo allontanò fisicamente e giuridicamen-
te da don Bosco, affettuosa amicizia e reciproca stima non vennero mai meno; tracce
di salesianità rimasero profondamente impresse nello spirito e nella pedagogia del-
l'apostolo lombardo, che di volta in volta si considerò di don Bosco figlio, amico,
fratello, scolaro, seguace, imitatore.
Dunque una storia di analogie e di dissomiglianze, di imitazioni e di scelte ori-
ginali, di distanze e di vicinanze che continuamente si intrecciano e che proprio l'at-
tenta e perspicace analisi della studiosa guanelliana ci permette di misurare con co-
gnizione di causa, grazie anche all'ampia ed intelligente documentazione che la mo-
nografia ci offre.
F. MOTTO
DEL CORSO Mario, Un vescovo nella Storia. Cosimo Corsi, cardinale di Pisa. La sto-
ria di un vescovo. Pisa, Pacini editore 1988, 300 p.
Oggetto di molti scritti per lo più elogiativo-agiografici nel secolo scorso, piut-
tosto dimenticato nella bibliografia di valore scientifico a noi coeva, il cardinal Corsi
(1798-1870) ha trovato nel Del Corso uno studioso appassionato, deciso a porre in
risalto la dimensione «storica» della figura del presule, la sua capacità di leggere e
comprendere gli avvenimenti di cui era spettatore ed attore nello stesso tempo. L'o-
biettivo dichiarato è di sfatare il ritratto «mitico» e più comunemente conosciuto
dell'arcivescovo di Pisa: quello di una personalità analizzata in chiave di santità e di
misticismo, con lo sguardo esclusivamente fisso in Dio, ed in quanto tale ritenuto
estraneo alla storia del mondo.
Per condurre in porto la sua operazione, condotta con una partecipazione mol-
to affettuosa, il giovane ricercatore ha coscientemente operato due precise scelte di
campo: si è interessato dell'ambiente politico, sociale, economico, religioso dell'epo-
ca solo nella misura in cui poteva servirgli all'esatta collocazione storica del cardina-
le; ha utilizzato, fra i documenti disponibili, unicamente quelli giudicati utili a rico-
struire la mentalità del presule e le motivazioni di alcune sue prese di posizione. Se-
condo tale prospettiva ha dato rilievo al comportamento del Corsi durante la malattia
di Vittorio Emanuele II a S. Rossore, al ruolo da lui giocato in seno al Concilio Vati-
cano I, e all'attenzione che aveva riservato a problemi di indole sociale, specialmente
durante il servizio episcopale nella sede di Jesi.
Alla luce di simili finalità e del metodo adottato, sarebbe stato forse pretendere
troppo che nel corso delle 150 pagine del saggio — la seconda parte del volume è
una silloge documentaria — apparisse qualche notizia sui felici rapporti che vi erano
stati fra il cardinale e don Bosco. Lo avevamo sperato in un primo momento allor-
ché il Del Corso elaborava la sua tesi di laurea all'Università degli studi di Pisa; lo
abbiamo sperato negli anni seguenti, soprattutto a seguito di una nostra sollecitazio-
ne diretta all'eventuale reperimento di qualche inedita missiva dell'educatore subal-
pino allo stesso presule.
Invece nello studio in questione di don Bosco non appare neppure il nome. For-
se un cenno non sarebbe stato del tutto fuor di luogo, visti anche lo spazio e la rile-
vanza data all'arresto del prelato ed al suo domicilio coatto a Torino, dove don Bo-
sco lo incontrò la sera stessa dell'arrivo. Non solo lo andò a trovare, ma non si peritò
di invitarlo a casa sua, a Valdocco. Il presule dovette dare la sua parola, se appe-

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na libero, e prima ancora di ritornare a Pisa, visitò l'Oratorio, vi celebrò la santa
Messa ed assistette ad un'accademia in suo onore. In ringraziamento vi avrebbe
mandato una pianeta e si sarebbe interessato alla diffusione delle «Letture Cattoli-
che» nella sua diocesi. Don Bosco avrebbe ricambiato la visita di cortesia cinque
anni dopo, e sarebbe stato ricevuto dal Corsi con grandi onori. La simpatia e la
stima del cardinale crebbero al punto che nel 1868 non esitò ad assecondare l'appro-
vazione pontificia della congregazione salesiana mediante una commendatizia in
suo favore.
È altresì fuor di dubbio che don Bosco aveva presente la vicenda del card. Corsi
(e di altri) allorché verso la metà degli anni settanta scrisse in una sua memoria:
«Era l'anno 1860 [...] I reggitori delle cose pubbliche per incutere terrore a tutti e far
vedere che temevano nissuno, diedero principio ai domicilii coatti, alle perquisizioni.
Coloro che fossero caduti in sospetto di essere contrarii alla loro politica per lo più
erano messi in prigioni o mandati a domicilio coatto, cioè condannati o all'esiglio in
luoghi determinati per tutto quel tempo che fosse piaciuto all'autorità governativa
di stabilire» (cf. RSS 14 [1989] p. 145).
Sia pure con la pregiudiziale testé detta e nei precisi limiti d'impostazione che
ne stanno all'origine, la presente «biografia ragionata» del Corsi potrebbe costituire
un non ozioso punto di riferimento per quanti sono interessati alla figura di don
Bosco. Se molte furono le identità di vedute fra il Corsi, «papa mancato», e don Bo-
sco, allo stesso tempo si riscontrano non poche dissonanze di atteggiamenti e soprat-
tutto di realizzazioni. Proprio per questo una lettura in parallelo pare illuminante.
F. MOTTO
KAPPLIKUNNEL Mathew SDB, Their life for youth: history and relevance of the early
Salesian presence in India (Tanjore and Mylapore, 1906-1928). Bangalore, Kristu
Jyoti Publication-Salesian Documentation Centre 1989, [14], 144 p., 6 tav.
In veste tipografica assai dignitosa, con rare sviste ortografiche e alcune incon-
gruenze lessicali circa nomi geografici (ad es., già nel sottotitolo: Tanjore di epoca
coloniale, Mylapore invece di uso attuale) e di alcune persone (ad es. quelli del ve-
scovo diocesano a p. 19 e a p. 30: in entrambi i casi ad arbitrio dell'A., se l'originale
trascritto a p. 114 è integro) il volumetto costituisce il frutto di una ricerca confluita
nella dissertazione di licenza in spiritualità nella facoltà di teologia dell'Università
Pontificia Salesiana di Roma. Fu pertanto concepito con finalità dottrinali non stori-
che: gli eventi raccontati sono lo scheletro, la materia da informare.
Nelle pagine iniziali non numerate, oltre alla dedica e alla presentazione del
provinciale, leggiamo una premessa dell'A. seguita dall'indice generale e da elenchi
delle abbreviazioni e dell'appendice documentaria: 14 lettere trascritte e collocate in
ordine cronologico (e che, in traduzione, leggiamo disperse nei due primi capitoli).
Una ben condotta introduzione circa le finalità, l'ambito e le fonti (p. 1-7) pre-
para i tre capitoli del lavoro: di ineguale estensione, i primi due raccontano le vicen-
de occorse sino al 1921 (p. 9-24) e nel restante settennale (p. 25-71) mentre il terzo
sviluppa la ragione formale dell'indagine. Con una nuova premessa (p. 73-74) si fer-
ma a enumerare le maggiori difficoltà incontrate dai pionieri (p. 74-80) e finalmente
tenta d'enucleare i propositi e lo spirito che li animava (p. 80-96). Non mancano
pagine (p. 97-102) intitolate 'conclusione' ma che sono in realtà un semplice riassunto

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Recensioni
delle due sezioni di questo capitolo. Si chiude con la bibliografia (p. 137-139) e
l'indice di nomi (p. 142-143).
Lo stile, piano, coinvolge il lettore. Ci si domanda, tuttavia, perché il paragrafo
circa le difficoltà incontrate (p. 74-80) stia nel terzo invece che, preferibilmente
disperso, nei due capitoli dedicati agli elementi esteriori fondanti lo 'spirito' e il ser-
vizio educativo dei missionari. In particolare, il paragrafo che tocca l'antipatia del
clero (p. 77) chiede di venir collocato nel quadro storico-sociale delle missioni di-
pendenti dal padroado portoghese e, ovviamente, pure di venire bilanciato con una
più puntuale ed esplicita indagine circa la volontà d'adattamento e d'inculturazione
dei nuovi arrivati. Le relazioni con le autorità scolastiche sono sfiorate appena e
sembrano troppo ireniche. Le differenze fra l'opera di Tanjavur (in mezzo a giovani
tamiliani)e quella di Madras-Mylapore (in ambiente cittadino e di cultura inglese)
non sono sufficientemente elaborate. Si tace dell'acquisto del cottage di Wellington
(Nilgiris) che pure ebbe una sua importanza anche come avvio alla presenza salesia-
na permanente su quei monti nei decenni più vicini a noi.
A radice dei rilievi or ora delineati possiamo individuare due limiti: a) la parziali-
tà delle fonti consultate. L'A. ha sviscerato l'ASC. Occorreva fare altrettanto per
quelli di Madras-Mylapore e, probabilmente, per quelli distrettuali di Tanjavur e
quelli dell'amministrazione coloniale di Fort St. George, Madras; b) è assente l'in-
quadratura generale civile e soprattutto missionaria e religiosa per collocarvi questo
minimo tassello rappresentato dai salesiani nel ventennio preso in considerazione. A
p. 15 si offre un quadro geografico, ma solo per estratti dalla corrispondenza dei
nuovi arrivati.
Del resto, lo studio privilegia la corrispondenza, come risulta dall'appendice. E
con quella le notizie divulgate per mezzo del BS. Fonte 'derivata' e 'popolare' viene
qualificata e di conseguenza usata con discrezione (p. 4), ossia, in pratica, con parsi-
monia (perché in nessun caso tali notizie vengono confrontate con fonti parallele di
maggior consistenza storica...). Ma non è il caso del secondo capitolo (dove almeno
20 delle 121 note si appoggiano al BS) e meno ancora del terzo (dove si sale a circa
40 su 112). L'A. non sembra avvertire che nel periodo a lui utile il BS era sostanzial-
mente un tessuto epistolare per le notizie dei paesi missionari; e ciò non soltanto
dove al termine del pezzo si riporta il nome del corrispondente (a p. 27 n. 8 come
pure a p. 34 n. 22 il Kapplikunnel avverte che le lettere pubblicate integralmente non
divergono dagli originali che per lievi ritocchi di stile).
In conclusione, sotto il profilo dell'oggettività storica, salutiamo questo lavoret-
to come meritorio e utile, ma passibile di non pochi miglioramenti.
A.M. PAPES
LEVRA Umberto, L'altro volto di Torino risorgimentale 1814-1848. Comitato di Tori-
no dell'Istituto per la storia del Risorgimento Italiano. Torino 1988, 285 p.
Il titolo del saggio immediatamente ci avverte che ci troviamo di fronte non alla
«solita» storiografia risorgimentale dedicata ai grandi momenti della politica torinese-
piemontese, delle istituzioni, della cultura, della diplomazia, bensì ad una «nuova»
storiografia: quella che pare modularsi, diremmo, sulla recente produzione francese
ed anglosassone, vale a dire la storiografia delle «classi senza storia», attenta

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alla vita dei ceti depressi, ignari ed indifferenti ai grandi eventi che passano sulla loro testa, ma
di cui portano sovente dolorose conseguenze.
Davanti agli occhi del lettore passa così l’altro volto della Torino della restaurazione: la
Torino miserabile, sofferente, incolta, con cui i patrizi, le classi alte, i borghesi devono pure
fare i conti; la Torino che, al dire di Levra, «può evocare l'andirivieni incessante di una colonia
di formiche, sempre in attività per sbarcare il lunario, con tutti i mezzi collaudati di una tradi-
zione antica, leciti o illeciti che fossero». I due volti della città, quello nobile della città dei
Carlo Alberto, dei Massimo D'Azeglio, dei Cavour giovane, dei Solaro della Margherita, degli
Alfieri di Sostegno, accanto a quello della città dei borghi Dora, Moschino e Vanchiglia, della
città dei poveri: «dal disoccupato all'inabile al lavoro per età o malattia, all'internato in qualche
istituzione assistenziale o correzionale, al mendicante saltuario o di professione, alla prostituta,
al ladro occasionale o a tempo pieno, al ciarlatano e all'imbroglione, al venditore ambulante di
mille cose diverse, al lavoratore per conto terzi [...] alla casalinga, all'apprendista, al garzone
[...] Si tratta insomma dei ceti più bassi, di quelli che costituivano la maggioranza della popola-
zione, ma avevano un peso politico nullo [...] che erano estranei a cosa si decideva nei palazzi
di governo, si dibatteva nei circoli e nei caffè, si elaborava nelle accademie, che vivevano e
morivano ancora, almeno in teoria, secondo lo schema del perfetto ordine immobile».
È quest'ultimo il mondo di miseria, depravazione, delinquenza, con cui don Bosco viene a
contatto appena trasferitosi a Torino per gli studi al convitto ecclesiastico; per quarantanni non
farà che unire i suoi sforzi a quelli altrui perché la Torino (l'Italia) del secondo ottocento por-
tasse a termine quel processo di promozione delle masse popolari, specie giovanili, di cui nella
prima metà secolo si erano solo visto i prodromi.
Gli studiosi di don Bosco devono essere grati al Levra per la descrizione realistica, anche
se impietosa, che ha tracciato della Torino diseredata in cui l'educatore subalpino ha mosso i
primi passi e da cui ha preso ispirazione per la sua opera; prescindere da questo sfondo signifi-
cherebbe tradire la storia e abbandonarsi alla letteratura. Non senza motivo buona parte dello
studio in questione aveva trovato ottima collocazione nel volume in collaborazione «Torino e
Don Bosco» pubblicato in occasione del centenario della morte del santo.
F. MOTTO
Scalabrini tra vecchio e nuovo mondo Atti del Convegno Storico Internazionale (Piacenza, 3-5
dicembre 1987). A cura di Gianfausto Rosoli. Introduzione di Gabriele De Rosa. Roma,
Centro Studi Emigrazione 1989, 584 p.
Promosso a Piacenza dai Missionari Scalabriniani, — nel quadro delle iniziative per il
centenario di fondazione della loro Congregazione (1887-1987), — con la collaborazione del
Centro Studi Emigrazione di Roma e dell'Università Cattolica del Sacro Cuore, il Convegno
Storico Internazionale mette a disposizione degli storici un complesso di studi, di notizie, di
nuove fonti che concorrono ad approfondire aspetti politici, culturali e spirituali non solo della
vita del vescovo piacentino, ma anche della storia dell'emigrazione e del clero italiano che si
dedicò alla sua assistenza.

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Recensioni
Il Convegno ha spostato la storiografia da una visione dello Scalabrini tutta in-
terna al Movimento Cattolico, a quella di uno Scalabrini operatore di una pietà
organizzata sul fronte più sguarnito allora del movimento cattolico e della Chiesa,
quello cioè della riconquista alla fede di gran numero di quelli che, sradicandosi dal
suolo paterno, venivano a perdere gli usi e i costumi cristiani di origine. Altri emi-
granti, più fortunati, portavano nelle terre di destino le divozioni ai Santi di casa
loro, ma rimanevano pure essi privi dell'assistenza di sacerdoti che capissero la loro
parlata e i loro costumi.
Diverse relazioni tenute al Convegno aiutano a ricostruire il clima culturale e
religioso in cui si dibatté il problema della presenza missionaria italiana tra gli emi-
grati oltre oceano, oppure nelle colonie italiane d'oltre mare o ancora in Europa.
Viene approfondito il legame tra le convinzioni conciliatoriste dello Scalabrini e la
sua opera a favore degli emigranti: questione romana e tutela degli emigranti erano
due problemi distinti e distinti sarebbero dovuti rimanere. I missionari avrebbero
dovuto non solo promuovere la pietà popolare, ma curare la cultura, i legami con la
patria di origine; solo così gli italiani all'estero si sarebbero inseriti civilmente nelle
terre che li ospitavano. È grande la luce che il Convegno porta nei riguardi di questo
punto che costituisce uno dei grandi meriti dello Scalabrini.
I grandi fatti contemporanei nei quali esisteva pure un'apostasia sociale, erano
per lui la conseguenza di fatti precedenti. Occorreva operare dentro di essi mante-
nendo fedeltà all'antico e cauta apertura al nuovo. Esiste nello Scalabrini l'esigenza
di discernere, promuovere, operare, trasformare, esigenza che nasceva dal suo con-
cetto di Chiesa — lievito nel mondo.
Non si poteva non trattare anche delle congregazioni religiose da lui fondate o
la cui fondazione fu da lui incoraggiata. I Missionari di San Carlo, le Suore Missio-
narie Scalabriniane, la collaborazione con Madre Francesca Saverio Cabrini e le
Missionarie del Sacro Cuore di Gesù, le Apostole del Sacro Cuore. Si tenta anche
una rapida sintesi dei rapporti con i Salesiani, specialmente in Argentina e nel Sud
del Brasile.
II Convegno non si è limitato ad esaminare l'opera degli Scalabriniani. Ci sono
anche studi molto ben fatti e di ambito ben più generale, come quello di Rovilio Costa
su Il contributo del clero italiano alla colonizzazione Rio-grándense, e quello di Ja-
mes Hennesey, S.J., su Italian immigration and the church in the United States.
Scalabrini tra vecchio e nuovo mondo è davvero un libro la cui lettura arricchisce
e incoraggia.
A.S. FERREIRA