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STUDI
EL CHILE EN LAS CARTAS DEL MISIONERO SALESIANO
DON DOMINGO TOMATIS
Fernando Aliaga Rojas
Introducción
El Epistolario (1874-1903) del Misionero salesiano Don Domingo To-
matis es una de las publicaciones que ha hecho el Instituto Histórico Salesiano
de Roma, en su objetivo de dar a conocer las fuentes relativas a la Historia de
las Misiones salesianas. La edición crítica de las Cartas del Padre Tomatis ha
estado a cargo de Jesús Borrero, el cual, junto con una exhaustiva introduc-
ción que ubica históricamente al personaje como uno de los diez primeros mi-
sioneros enviados por Don Bosco a América, en 1875, ha enriquecido el texto
de las cartas con una serie de notas críticas.
El presente estudio quiere ser un análisis de las cartas del P. Tomatis, es-
critas desde Chile. En él se intenta destacar los aportes que ellas dan a la his-
toria de la Iglesia en Chile; cuáles son las noticias que surgen a partir de los
informes que este misionero envía a sus Superiores religiosos.
Ciertamente, el análisis de los epistolarios es una de las fuentes que la
Historia de la Iglesia ha estado trabajando últimamente, ya que al incursionar
en las cartas de misioneros de varias Congregaciones se logra el rescate de da-
tos históricos, de estilos de vida pastoral, de modelos de misiones y de aspec-
tos culturales propios de los pueblos en que a ellos les tocó evangelizar. Por
supuesto, las informaciones que se consignan en las Cartas de los misioneros
culturalmente quedan condicionadas al país de donde vienen y al medio espe-
cífico donde se insertan para realizar la misión.
Los aspectos biográficos del P. Domingo Tomatis están marcados por los
37 años de trabajo misionero que realizó en América latina. Doce en Argenti-
na, en la ciudad San Nicolás de los Arroyos (1876-1887) y 25 años en Chile,
en las ciudades de Talca y Santiago (1888-1912).
Domingo Tomatis Vivalda nació en Trinidad de Mondoví (Cuneo), el 23
de septiembre de 1849. Entró al Oratorio de San Juan Bosco de Turin, a la
sección de estudiantes, el 23 de octubre de 1862. Al contacto con este Santo
fue afianzando su vocación religiosa, hasta optar por seguirlo, en el Congre-
gación

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Fernando Aliaga Rojas
Salesiana, el 23 de septiembre de 1866. Luego de realizar los estudios ecle-
siásticos y desempeñarse en varias funciones, fue ordenado sacerdote, el 20
de septiembre de 1873, en Savona. En 1875, fue escogido para integrar la
primera Expedición misionera salesiana que vino a la República Argentina.
Fue uno de los fundadores del colegio salesiano de San Nicolás de los
Arroyos (Argentina), donde demostró sus cualidades de líder, con gran capa-
cidad organizativa y visión de futuro. Desde 1880 a 1887 se desempeñó como
director de esa obra. Como un claro reconocimiento a la labor realizada, en
1888, fue elegido como jefe de la expedición misionera que venía a Chile, a
fundar la casa salesiana de Talca, donde desarrollará un fecundo trabajo pas-
toral, hasta el año 1891 en que será designado com director fundador de la ca-
sa Nuestra Señora del Carmen (Gratitud Nacional).
En el primer período de la llegada de los salesianos a Talca, el P. Do-
mingo fue el representante oficial de la Congregación ante las autoridades
chilenas. Sea porque el Superior de las casas salesianas de Chile, Mons. Juan
Cagliero, residía en Viedma (Argentina); sea por su gran capacidad de man-
do, su espíritu práctico y dotes humanas para relacionarse con los demás, el P.
Tomatis se constituyó en el referente, en Chile, de la Congregación Salesiana.
Así, su presencia destaca en la fundación del seminario de Macul y, además,
en la creación de las casas de: Chuchunco, Valparaíso, Panquehue, Chillan,
Iquique, La Serena, Melipilla.1
En sus escritos y cartas resalta un estilo literario ágil y poético, expre-
sión de un ánimo jovial, acorde con su personalidad. Al llegar a Chile, la
prensa lo definió:
«Es literato, poeta y orador de primera fuerza. Es además un tenor
de voz pura y plateada»2.
I. Don Bosco en el proyecto católico conservador
Uno de los temas centrales que emerge de las Cartas del P. Domingo
Tomatis es el significado emblemático que tiene la figura de San Juan Bosco
para el catolicismo chileno de la época.
Desde luego, la llegada de los salesianos a Chile debe contextualizarse
dentro de la actitud beligerante que el catolicismo-conservador había asumi-
do, después del período de la sede vacante del Arzobispado de Santiago
(1878-1886), en que la confrontación de dos modelos de sociedad se había
exasperado enormemente.
1 Datos biográficos en Jesús BORREGO, Epistolario. [= ISS fonti, serie seconda, 2] Ro-
ma, LAS 1992, pp. 13-28. [Lo citaremos siempre come Ep.]
2 En el Diario «La Libertad Católica». Concepción, 28-II-1888.

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El Chile en las cartas del misionero salesiano don Domingo Tomatis 235
Por un lado, el Estado, a través del Patronato, pretendía transformar a la
Iglesia en una repartición de la Administración pública, sometida a la autori-
dad política. Aceptaba a la Iglesia como un instrumento útil para la educación
y para consolidar la soberanía en el territorio nacional, a través de las misio-
nes. A su vez, el Partido Liberal-laicista, que en Chile no se identifica con
proyectos anticlericales violentos, sin embargo, hacia fines de siglo, fortaleci-
do por el Partido Radical y la Masonería lucha a favor de las libertades mo-
dernas, expresadas en las leyes laicas. En Chile, el modelo laicista no preten-
de suprimir a la Iglesia, sino quitarle sus privilegios coloniales, reducirla a un
instrumento del Estado en favor de la civilización, señalándole como misión
el predicar al pueblo una doctrina orientada a mantener el orden y la moral
pública.
Por otra parte, el clero, unido al Partido Conservador, luchaba por man-
tener el influjo socio-político de la Iglesia sobre la sociedad y el país, conser-
vando los privilegios eclesiásticos del período monárquico. Al mismo tiempo,
había iniciado una lucha para no depender del Estado en el nombramiento de
sus obispos.
Es un período tenso que vive la crisis del tránsito de la Cristiandad colo-
nial al de una sociedad secularizada.
En medio de esta lucha contra el liberalismo laicista, el catolicismo con-
servador intuyó que la traída de Congregaciones modernas le significaba un
gran robustecimiento de su causa, ya que, al traer grupos misioneros de diver-
sas Congregaciones demostraba la internacionalidad de la Iglesia, ponía de su
parte la superioridad de la cultura europea y, finalmente, demostraba la pujan-
za del catolicismo vinculado al Papa.
La participación de los obispos chilenos en el Concilio Vaticano I, había
sido la ocasión para que conocieran la realidad que se vivía en Europa. Al
contacto con los dirigentes de los grupos católicos ultramontanos, tanto los
líderes conservadores, como los obispos ratificaron el ideal político conserva-
dor: unión de la oligarquía católica con el clero, constituyendo el Partido úni-
co de los católicos, en torno a la figura del Papa.
En consecuencia de ello, los "señores católicos" pusieron a disposición
del clero sus fortunas y propiedades para hacer posible la traída de Congrega-
ciones, que ellos conocían de antemano y cuyas caraterísticas debían ser: estar
dedicadas al apostolado activo, profesar la teología tomista y ser adictas al
movimiento ultramontano. Por lo mismo, clero y Partido Conservador se unen
para festejar la llegada de Congregaciones, que entienden como "Inyecciones
extranjeras".3
3 Gonzalo VIAL, Historia de Chile. Santiago 1981, vol.I, t. II, p. 824.

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Fernando Aliaga Rojas
La llegada de cada una de las expediciones de misioneros religiosos
constituyó un verdadero "triunfo" y fue motivo para que la oligarquía conser-
vadora incentivara la participación popular, como una demostración de ad-
hesión a la religión católica. Por lo demás, en la realización de estas recepcio-
nes triunfalistas el "Partido de los católicos" se hacía intérprete de la religio-
sidad popular tradicional. Además, daba a conocer públicamente las respues-
tas que la Iglesia, apoyada por el Partido Conservador, estaba implementando
con la traída de estas Congregaciones, las cuales respondían a un plan de dar
respuesta a las necesidades del pueblo.
Es muy importante tener en cuenta que, en el caso de Chile, la presencia
de apóstoles, tales como el Pbro. Blas Cañas, había producido una gran sensi-
bilidad social en el ambiente de las familias católicas latifundistas. Estos
apóstoles sociales, al fundar diversas obras de beneficencia, orientaron las
fortunas de las grandes familias de la oligarquía católica hacia el ejercicio de
la caridad.
La pastoral de la caridad social llegó a constituirse en el modo de legiti-
mar la "Reacción Católica", tanto en su condena de las libertades modernas,
como en su oposición frente a las obras de filantropía laica que realizaban li-
berales y radicales. La "Pastoral de la Caridad" es una posición política, que
pretendía tener influencia en el gobierno de la nación, manteniendo el mono-
polio de las instituciones de beneficencia pública en el país.4
La mayoría de las familias y de los bienhechores que ayudaron con sus
bienes y fortunas a hacer posible la venida de los salesianos, estaban a su vez
comprometidos en ayudar Congregaciones similares, tales como: Hermanos
de las Escuelas Cristianas, las Hermanas de la Providencia, las Hijas del Buen
Pastor y otras.
En este período llegaron a Chile: Los Lazaristas (1854); Misioneros del
Corazón de María (1871); Redentoristas (1876) Pasionistas y Salesianos
(1887); Asuncionistas (1890); Escolapios (1896). Todos ellos venían contra-
tados para hacerse cargo de un proyecto que el "Progreso conservador" quería
implementar en tres frentes: las misiones, la educación y la acción social.
El caso de Don Bosco configuró un clima de entusiasmo especial en
Chile. Si la llegada al país de las Congregaciones extranjeras es recibido co-
mo un "triunfo católico", la figura y el significado de Don Bosco sintetizaban
para el Conservantismo católico chileno al santo de la Iglesia ultramontana, al
santo moderno que interpretaba su proyecto social. La admiración
4 Fernando ALIAGA ROJAS, Aporte pastoral de la mujer en el siglo XIX, en «Anuario de
Historia de la Iglesia en Chile», vol. 13,(1995) 67-78. María Antonieta HUERTA M. Catolicismo
social en Chile. Pensamiento y praxis de los Movimientos Apostólicos. Stgo. 1991, p. 230; Los
Cooperadores salesianos, p. 255.

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El Chile en las cartas del misionero salesiano don Domingo Tomatis 237
hacia Don Bosco era un fenòmeno de la elite social chilena y sólo es explica-
ble debido a que varios de los dignatarios de la Iglesia chilena (Arzobispo
Mons. Mariano Casanova; Obispo Hipólito Salas; Mons. Crescente Errázuriz;
Pbro Blas Cañas; Mons. José Alejo Infante; Mons. Ramón Angel Jara) y de
los dirigentes del Partido Conservador, lo habían conocido personalmente.
Habían visto y admirado su obra del Oratorio de Turin y, luego, habían cono-
cido la expansión de su Congregación, especialmente en Argentina.
Esta admiración hacia Don Bosco fue socializada por el clero y los líde-
res conservadores en las organizaciones católicas, de modo que se logró un
efecto de impacto publicitario, muy difícil de lograr en los medios populares
de ese entonces que vivían aislados del mundo internacional.
Por muchos años, los líderes del catolicismo social estuvieron esperando
que los salesianos llegaran a Chile. Varias donaciones de terreno y casas de
familias católicas, estuvieron a la espera que los "Hijos de Don Bosco" las
asumieran con el objetivo de establecer en ellas nuevas fundaciones de bene-
ficencia.
El catolicismo social chileno estaba convencido que "los Hijos de Don
Bosco" eran la solución para la situación que vivía la juventud popular del pa-
ís. Don Bosco se constituyó en el santo paradigmático para el "Progreso Con-
servador chileno", ya que junto con la defensa del Papado, había fundado una
Congregación moderna, que se oponía al liberalismo-laicista, precisamente,
implementando establecimientos de educación y capacitación técnica para los
sectores populares. Don Bosco era presentado como el apóstol de los niños
"desvalidos y más necesitados".
La educación en general era uno de los proyectos del catolicismo chile-
no, ya que con ello defendía el derecho de la Iglesia no sólo de tener colegios,
sino además una intuición en lo que se refiere a la clase de religión obligatoria
en los liceos fiscales. La Iglesia era comprendida por el clero como "Sociedad
Perfecta", frente al Estado liberal5.
Importa destacar que la fama internacional alcanzada por San Juan Bo-
sco en la educación técnica impartida a los jóvenes de sectores populares, go-
zaba de las simpatías del sector laico chileno, los cuales, en forma privada,
van a colaborar con las obras de los salesianos. Por lo mismo, el respaldo so-
cial y político dado a los salesianos trasciende las trincheras de la lucha entre
catolicismo y laicismo.
Por otra parte, si bien es cierto, que en el contexto general, los grupos
que apoyaron la venida de los salesianos a Chile quisieron instrumentalizarlos
5 KREBS Ricardo, Catolicismo y Laicismo: las bases doctrinales del conflicto entre
Iglesia y Estado en Chile, 1875-1885. El pensamiento de la Iglesia frente a la laicización del
Estado en Chile. Santiago 1981, p. 64.

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Femando Aliaga Rojas
y matricularlos dentro de los grupos incondicionales al catolicismo conserva-
dor e, incluso, radicalizarlos en la lucha política de los dos grupos en que es-
taba dividida la oligarquía nacional, sin embargo, se dieron tres variables que
ayudaron a superar este impasse.
Estas variables fueron: el estilo de apostolado educativo, según el sello
de Don Bosco; supremacía de la opción por los niños pobres y abandonados y
la opción social, a partir de la fidelidad salesiana al Papa.
y Estilo de pastoral educativa propio de San Juan Bosco. Los salesianos
misioneros que llegaron a Chile habían vivido en Italia el clima de persecu-
ción y supresión de las Congregaciones. Pero más que eso, habían compartido
con Don Bosco la habilidad de saber armonizar el apostolado cristiano man-
teniendo un diálogo abierto con las autoridades, no importa de cual partido
político fueran. Su principio era formar "buenos cristianos y honestos ciuda-
danos", lo cual le permitió fundar una Congregación que, aceptando la legis-
lación vigente y respetando el pluralismo político, invita a todos a participar
en su obra a favor de los niños pobres.
Opción por los niños necesitados. En lugar de constituirse en un opo-
sitor político, San Juan Bosco se adelanta y propone al Estado y a los partidos
políticos la realización de un proyecto religioso educativo, donde no sólo se
recuperara la dignidad del educando sino se le capacitara con un oficio técni-
co para constituirlo en un ciudadano útil a la sociedad. Este proyecto quedaba
abierto a todos los que quisieran colaborar.
La orientación social surge en los salesianos, en parte porque su cari-
sma fundacional es evangelizar a los jóvenes marginados, pero, además, se
consolida a partir de la adhesión que profesan al Papa. En Chile, la aceptación
de las Encíclicas Sociales dividió al catolicismo. En su opción social los sale-
sianos logran un acercamiento a grupos que luchan por la superación de las
injusticias sociales, precisamente por su adhesión plena al Pontífice Romano
y a sus enseñanzas.
Estas tres variables señalan un proceso de autonomía y de superación de
la radicalidad que tenía la contienda política en el clero chileno de fines del
siglo pasado e inicios del actual. El no confesionalismo político permite a los
salesianos contar con el apoyo de autoridades de gobierno y parlamentarios
de diversas tiendas políticas y lograr con el tiempo un gran reconocimiento en
el Parlamento de la República, esto es, el otorgamiento de la ley que reconoce
oficialmente los títulos otorgados por las Escuelas Salesianas del Trabajo (ley
12.446, del 26-II-1957).
En los escritos del Padre Tomatis afloran los condicionamientos de fines
del siglo, el apoyo que ofrece el grupo católico conservador, las luchas entre
laicismo y catolicismo y, por encima de la coyuntura confrontacional, la vita-

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El Chile en las cartas del misionero salesiano don Domingo Tomatis 239
lidad del apostolado salesiano se impone hasta el extremo que permite al Pre-
sidente Manuel Balmaceda, no obstante ser liberal, entregar a Mons. Fagnano
la concesión de la Isla Dawson (1890), por un período de diez años. Más allá
de ser los salesianos integrantes del clero, el sector de los liberales y libre
pensadores reconocieron en ellos el gran mérito de dedicarse a la educación
de los hijos del pueblo y aportar al progreso del país, enseñándoles un oficio.
II. Estamos en Chile
La primera fundación de los salesianos, en Chile, se había establecido en
la ciudad de Concepción, el 6 de marzo de 1887. Al frente de esa primera ex-
pedición misionera había venido Mons. Juan Cagliero. Ese mismo año, Mons.
José Fagnano había fundado la obra salesiana en Punta Arenas (21-VII-1887).
Finalmente, el 19 de febrero de 1888, se fundaba en Talca la tercera obra sa-
lesiana, siendo su superior el P. Domingo Tomatis.
Aparecía extraño que, siendo la ciudad de Santiago la capital del país y
la ciudad más importante de Chile, los salesianos escogieran estas otras loca-
lidades menos importantes para establecer sus primeras fundaciones: Concep-
ción, Punta Arenas, Talca. Es de advertir que el objetivo central de los misio-
neros salesianos, al venir a Chile, era Tierra del Fuego. Por otra parte, habían
existido conversaciones previas y acuerdos entre los exponentes de la oligar-
quía chilena y el Superior de los salesianos, residente en Turin. En el caso de
Talca, estaba la mediación de Doña Dorotea Chopitea de Serra, chilena, bien-
hechora de los salesianos, radicada en Sarria (Barcelona), la cual, desde Chi-
le, era motivada para que lograra la venida de los salesianos a Talca por su
pariente la Madre María Teresa Serra, superiora de las Religiosas del Sagrado
Corazón de esa ciudad.
El P. Tomatis es un testigo de esta primera hora y va a consignar en sus
cartas noticias del Chile en ese entonces. Las recogemos, en este estudio, co-
mo un aporte a la Historia de la Iglesia en Chile.
Inicia sus informes describiendo el viaje que realizó desde Buenos Aires
a Santiago. La expedición estaba compuesta por los misioneros sacerdotes P.
Alejandro Garbari y Vicente Gioia y el Hermano Luis Marello. Salieron des-
de Buenos Aires, el 3 de febrero, a las 6 de la tarde, e hicieron el viaje hasta
Mendoza en tren, ciudad adonde llegaron el día 5, a las 6 de la madrugada. Se
hospedaron dónde los padres jesuítas, los cuales los trataron con gran bondad
y los llenaron de cortesía, al igual como lo habían hecho con los salesianos de
la primera expedición de misioneros que meses antes habían pasado con des-
tino a Concepción. El P. Superior, P. Agustín Muzas, los acompañó perso-
nalmente a conocer la ciudad y al continuar el viaje hacia Chile los proveyó
de víveres para la travesía de la cordillera.

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Fernando Aliaga Rojas
El paso de los Andes lo hicieron a lomo de mula, saliendo de Mendoza el día 7
de febrero y llegando a Los Andes el 11 de febrero:
«Cinco días de subir y bajar precipicios, torrentes, quebradas, ya abrasa-
dos por el sol ardiente ya quemados de un frío invernal, durmiendo, ma-
lísimo y comiendo peor; aguantar una tormenta de viento, agua y granizo
que nos azotó cruelmente en las alturas de Uspallata, reírnos de corazón
de nuestro cansancio, hambre y penalidades...».
«Lo primero que hicimos al pisar la ciudad de Los Andes fue visitar al
Señor en la Iglesia Parroquial para darle gracias por la feliz travesía;
pues aún cuando llegábamos con la cara y las manos peladas del hielo y
sol, llevábamos sano el bulto, lo que era grandísimo favor».6
Continuaron su viaje a Santiago, donde, el día 12, fueron acogidos, nuevamente,
por los jesuítas, en cuya casa permanecieron por una semana. En su carta, del 29 de
febrero de 1888, el P. Tomatis deja constancia del gran afecto con que los acogió la
comunidad del colegio de San Ignacio.
Allí se encontraron con una gran novedad: varias personas se les acercaron para
darles el pésame por la muerte de Don Bosco. Ellos no sabían nada, pero los diarios
"El Independiente" de Santiago y "La Patria" de Valparaíso habían publicado, el día 7
de febrero de 1888, un telegrama procedente de Turin en el que se describía la gran-
diosidad que habían tenido, en esa ciudad, los funerales del Santo Educador. Los mi-
sioneros pensaron que era un equívoco, enviaron telegramas a diversos lugares y, por
un cierto tiempo, estuvieron asegurando, erradamente, que sólo había sido "un bolazo
de mal gusto" y que Don Bosco estaba bueno y sano. Sólo se enterarán, finalmente,
de su muerte el 8 de marzo.
El P. Tomatis pasa a constatar la admiración que siente el catolicismo chileno
hacia la figura de San Juan Bosco:
«Es increíble, Monseñor, describir el entusiasmo de los chilenos por D.
Bosco; es una verdad de fe aquí que Don Bosco es un gran santo, el san-
to del siglo y el santo de Chile... Creo que si Don Bosco fuera amado en
Italia como en Chile, tendría allí mayor poder que Humberto. No extraña
oír que Don Bosco es tenido por el Santo de Chile; pues además de que
Don Bosco es conocidísimo en Chile en su vida y obras, y sumamente
amado..».7
Esta afirmación la refuerza con el juicio emitido por el P. Mariano Capdevill,
superior de los jesuítas, en Valparaíso, quien le había dicho:
6 Carta a Mons. Cagliero, 29-II-1888, Ep. 50 1.10.
7 Ep. 50 1.41

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El Chile en las cartas del misionero salesiano don Domingo Tomatis
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«Conozco bien Chile, y jamás he visto cosa parecida al entusias-
mo con que son esperados, deseados y serán recibidos en todas
paites los Hijos de Don Bosco... es cosa que raya en delirio».8
El P. Tomatis destaca, en forma especial, la relación de amistad que los
Padres Jesuitas demostraron hacia los salesianos, lo cual vuelve a poner en
evidencia al referirse al viaje que realizó en esos meses a Valparaíso, acom-
pañando al P. Rabagliati, superior salesiano de la casa de Concepción. Al lle-
gar al puerto de Valparaíso, fueron directamente a la casa Misión de San Ig-
nacio.
«Decir que los padres nos recibieron bien y trataron mejor es decir
poco: todos los padres y hermanos se anticipaban a nuestros de-
seos, y el mismo R.P. Superior Mariano Capdeville no se separó
de nosotros un sólo momento...».9
El sacerdote jesuita los acompañó a visitar la ciudad, los hospedó e in-
cluso les costeó el boleto de tren para retornar a Santiago.
En este viaje a Valparaíso, tiene oportunidad de visitar la casa que Doña
Antonia Ramírez había dejado en donación a los salesianos. Allí recibieron
los pésames por la muerte de Don Bosco, de parte de Don Domingo Fernán-
dez Concha, del Pbro. Rafael, su hermano sacerdote, y de otros altos dirigen-
tes del Partido Conservador. De regreso a Santiago viajaron, en el tren, con el
Vicario de la Arquidiócesis Don Jorge Montes. Todos estos personajes se
manifiestan declarados amigos de la obra. Al mismo tiempo, le ofrecen esta-
blecerse en Valparaíso o en Santiago. El Pbro. Jorge Montes, incluso, era del
parecer que no debían ir a Talca, lo cual comprenderá el P. Tomatis más tar-
de, al llegar a Talca.
Valparaíso le sorprende ya que "a pesar de ser una ciudad cosmopolita,
es, sin embargo, muy diferente de otras que conocemos: me refiero a la pie-
dad de sus habitantes".
«Pasamos en ella los días lunes y martes de carnaval y nos admiró
no oír gritos, cantos, músicas; ni ver una sola persona enmascara-
da, como solíamos ver en Buenos Aires: el carnaval en Chile es
casi desconocido: todo se reduce al inocente juego de la Chaya,
que consiste en tirarse entre amigos unos papelillos recortados de
diferentes colores; y eso es todo».10
La expedición misionera llegó a su lugar de destino, esto es, la ciudad de
Talca, el 18 de febrero de 1888.
8 Ep. 50.1.51.
9 Ep. 50 1.76.
10 Ep. 50.1.90.

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Fernando Aliaga Rojas
«Nuestra entrada a Talca fue un pequeño triunfo; preparado de antemano
por la actividad y constancia de nuestro infatigable bienhechor Don Julio
Victor de la Cruz. Hicimos nuestra entrada en medio de una multitud de
personas que nos vitoreaba y hasta oímos llamarnos redentores de la ju-
ventud. Músicas, banderas, estandartes sagrados, soldados a caballo,
hermosos carruajes en que nos hicieron subir, nada faltaba a expresar la
bondad de los Talquinos y el deseo con que nos esperaban».11
En su Carta al Superior de las casas de Chile, Mons. Juan Cagliero, le manifes-
taba lo difícil que había sido llegar al lugar destino final, sintetizando todo lo recorri-
do en esta expresión: "Estamos en Chile en obsequio a la santa obediencia".12
Posteriormente, en el mes de abril, el P. Tomatis informaba de los grandes actos
litúrgicos con que la Iglesia chilena había celebrado las honras fúnebres en homenaje
a Don Bosco. Ciertamente, eran una serie de manifestaciones inusuales que expresa-
ban la admiración del catolicismo chileno a la figura de Don Bosco.
Primero, en Concepción, la Misa solemne se celebró el 12 de abril y Don Espi-
ridión Herrera tuvo a su cargo la Oración Fúnebre.
Luego, en Talca, se celebró una solemne Misa fúnebre, el 19 de abril, siendo
orador para este rito fúnebre el Pbro. Fortunato Berríos. Aquí se contó con la partici-
pación de toda la ciudad. Los Cooperadores salesianos habían tapizado de negro el
templo y, luego, habían adornado el catafalco con más de cincuenta magníficas coro-
nas. La expresión que le surge espontánea al P. Tomatis es:
"Es increíble, el amor y la veneración que los chilenos tienen hacia Don Bosco".13
La serie de actos litúrgicos realizados en Concepción y Talca culminaron con
las solemnes exequias realizadas en la catedral de Santiago (28 - IV), a petición del
propio Arzobispo Mons. Mariano Casanova, quien solicitando el templo al Cabildo
Metropolitano expresaba:
«Son tan relevantes los méritos de este ilustre personaje y tantos los bie-
nes que esperamos han de prestar en nuestra Diócesis los miembros de la
Congregación que fundó, que espero que el Venerable Deán y Cabildo
se han de servir asociarse a tan justa manifestación y dictar las medidas
del caso».14
11 Ep. 50 1.105. Simón KUZMANICH, Presencia Salesiana, 100 años en Chile. Santiago
1987, p. 318 ss.
12 Carta a Mons. Cagliero, 29-II- 1888, Ep. 50 1.4.
13 Carta a Don Miguel Rúa, 27-IV-1888. Ep. 53 1.35, en italiano. Homenaje realizado
en Chile en «El Conservador» y «El Heraldo», Talca, 27-IV-1888.
14 En «Boletín Eclesiástico», vol. X, p. 430.

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El Chile en las cartas del misionero salesiano don Domingo Tomatis 243
En dicha ocasión Don Ramón Angel Jara, pronunció su célebre pieza
oratoria, en la que con verdadero sentimiento de pesar manifestaba que la
muerte de Don Bosco era algo que afectaba al catolicismo chileno.
Ante esta demostración realmente tan impresionante, en homenaje a Don
Bosco, el P. Domingo Tomatis y el P. Evasio Rabagliati, a nombre de los sa-
lesianos de Chile, escribieron una carta de agradecimiento, dirigida al Arzo-
bispo de Santiago, Mons. Mariano Casanova, en estos términos:
«Acabamos de presenciar las solemnes exequias celebradas en la
Iglesia Catedral, por disposición de V.S. Iltma. y Rvma., para des-
canso y gloría de nuestro amado fundador Don Bosco. Honra y
favor son para los hijos los homenajes y aplausos tributados a la
virtud del padre. Hijos de Don Bosco, después de haber derrama-
do abundantes lágrimas y de haber unido nuestras plegarias a los
de tantos nobles corazones que acudieron hoy al templo a rogar
por nuestro padre, sentimos el deber imperioso de hacer pública
nuestra gratitud para con todas las personas que tomaron parte en
la solemnidad de esta mañana».15
III. Descripción de la realidad de Talca
El P. Domingo Tomatis en la carta (29-II-89), en que describe la triunfal
acogida que la ciudad de Talca había brindado a la expedición misionera sale-
siana, informa sobre la presencia, en dicha multitudinaria bienvenida, de va-
rios sacerdotes del clero secular, quienes conjuntamente con los superiores de
los Dominicos, Agustinos, Franciscanos y Mercedarios, les han presentado
sus saludos, en la Estación del ferrocarril, al descender del tren.
En medio de una gran concurrencia de pueblo, se encaminaron al templo
de los Dominicos, donde el P. Fray Reginaldo Valenzuela, Prior del convento,
hizo el discurso de bienvenida. Se cantó el Te Deum de acción de gracias,
porque finalmente, después de un largo tiempo, habían llegado los salesianos
a Talca. El Acto fue presidido por el Pbro. Julio Victor de la Cruz y acompa-
ñado de varios sacerdotes. Posteriormente se ofreció a los misioneros un gran
banquete.
En todos estos actos se repetían los grandes elogios a Don Bosco y a sus
hijos, manifestación de la confianza que el clero y los dirigentes católicos te-
nían respecto de los salesianos, los cuales constituían la respuesta que la Pro-
videncia daba al problema de los niños y jóvenes abandonados.
El 21 de febrero, los misioneros tomaron posesión de la casa contigua al
antiguo Hospital de San Juan de Dios y el 22 inauguraron solemnemente el
15 En el Diario «El Estandarte Católico», 29-IV-1888.

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244
Fernando Aliaga Rojas
templo, con una Misa cantada, oficiada por el Pbro. Don Agustín Vargas, Cu-
ra Párroco de la ciudad.16
El P. Tomatis afirma que en Chile "escasean los obreros, pero abundan
almas dóciles a la divina palabra y sedientas de la gracia celestial", por lo tan-
to, pide que envíen más misioneros. En forma jocosa, le escribe a Mons. Ca-
gliero:
«Prepare, pues, Mons. una legión de salesianos: diga a esos bravos
y buenos piamonteses que en Chile hay vino excelente y abundan-
tísimo, que sobra maíz para hacer polenta...».17
Las dificultades que, como director de la comunidad salesiana, debió en-
carar, están relatadas por él mismo. La principal fue que la realidad con que
se encontraron no correspondía a las promesas hechas por el Pbro. Victor de
la Cruz.
Más aún, el empeño manifestado por este sacerdote, respecto a que los
salesianos vinieran a Talca, era parte de una maniobra orientada a limpiar su
honor. Su conducta moral estaba cuestionada públicamente por el Párroco
Pbro. Agustín Vargas, lo cual sería más tarde ratificado por la curia de San-
tiago, que le ordenó alejarse de Talca. En conclusión, los salesianos se encon-
traron en la difícil situación que la casa en que residían estaba pagada sólo en
una cuarta parte del costo total y carecía de todo.
En consecuencia, los misioneros tuvieron que plantear al Pbro. Victor de
la Cruz una serie de exigencias, lo cual tuvo por efecto el que obtuvieron la
cancelación total del pago de la casa, pero, sin embargo, ello provocó un dis-
tanciamiento con este sacerdote.
El P. Tomatis enfrentando la situación realizó, entonces, una reunión con
los principales "señores católicos" de la ciudad para solicitarles su ayuda. Con
una audacia increíble organiza a los salesianos, los cuales salieron a pedir li-
mosna casa por casa, golpeando la puerta de las principales familias de la ciu-
dad. Este gesto de humildad les ganó una simpatía general en la ciudad. To-
dos los apoyaron, ya que confiaban plenamente en el futuro del apostolado de
esos misioneros los cuales, a pesar de estar carentes de todo, sin embargo, ya
habían iniciado su labor educativa, acogiendo como internos y gratis a varios
niños menesterosos de la ciudad de Talca.18
El nuevo colegio de los salesianos ocupaba el edificio del antiguo Hospi-
tal de San Juan de Dios, por lo mismo, los gastos para adecuarlo a un colegio-
internado eran altísimos.
16 Carta a Mons. Cagliero, Ep. 50 1.105. Datos en «El Heraldo», 26-11-1888. Simón
KUZMANICH, Presencia..., vol. I, p. 322.
17 Carta a Mons. Cagliero, 29-11-1888, Ep. 50 1.152.
18 Carta a Mons. Cagliero, 22 de marzo 1888, Ep. 51 1.75, en italiano.

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El Chile en las cartas del misionero salesiano don Domingo Tomatis 245
Entre las amistades, que les apoyaron más de cerca, se nombra al Supe-
rior de los Dominicos, Fray Reginaldo Valenzuela, quien todos los días les
enviaba de regalo el periódico "El Estandarte Católico"; las Monjas del Sa-
grado Corazón, cuya superiora era la Madre María Teresa Serra y el clero en
general. Informa que ha predicado tres días de Ejercicios Espirituales a los 50
Seminaristas del Seminario San Pelayo. El apostolado de las confesiones le
lleva gran parte de su tiempo.
En esos primeros meses de 1888, el P. Tomatis realiza una visita a Cons-
titución, donde el Párroco P. Manuel Albornoz, en forma insistente, ofrecía a
los salesianos la donación de una casa amplia y la construcción de un colegio.
Deja constancia que se está construyendo el ferrocarril entre Talca y Consti-
tución. Esta última ciudad, la describe como un lugar donde nunca hace frío
ni calor y es la ciudad más saludable del país.19
Al insertarse en la vida diaria de Talca y buscando tener una entrada
monetaria para la obra, el P. Tomatis se convirtió en profesor de francés para
los alumnos del Seminario.
Además, asumió la clase de Fundamentos de la Religión para las 60
alumnas de las Monjas del Sagrado Corazón. El texto guía que usaba es el
"Breve corso di religione ossia verità e bellezza della religione cristiana. Apo-
logetica, Dogmatica e Morale. Manuale adatto agli istituti di educazione" del
jesuita Schquppe F. Saverio. El profesor no interrogaba a las alumnas; daba la
clase y luego se retiraba. Las profesoras se encargaban de tomar luego la lec-
ción a las alumnas. Entre las varias tareas, las Monjas le encargaron la confe-
rencia mensual a las Hijas de María, Cofradía que ellas atendían y cuyas inte-
grantes pertenecían a las mejores familias de la ciudad.
Durante la Semana Santa, el P. Tomatis interpretó en la Iglesia el "Cuius
animam" de Rossini. Su voz de tenor causó revuelo en la ciudad. El Viernes
Santo acudieron a escuchar, al famoso tenor, lo más selecto de los "caballeros
talquinos", los cuales se mostraron generosos en la colecta. Entre el P. Toma-
tis, el P. Gioia y el clérigo Serafín Burzio formaron un trio especializado en
Misas cantadas y cuya fama fue tal que, en los meses siguientes, a menudo
fueron invitados a solemnizar Misas cantadas en otras Iglesias.
La casa estaba carente de todo mobiliario y, en general, los salesianos
carecían de todo. Con gran audacia organizaron entre los bienhechores dos
comisiones: una que debía proveer de muebles a los talleres y la otra de ali-
mentos a los internos.
En esta campaña, se destacó la generosidad de la gente humilde, quienes
les regalaron productos del campo y, algunos, pequeñas limosnas. Al P. To-
19 Ep. 51,1.120, en italiano.

2.4 Page 14

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246
Femando Aliaga Rojas
matis le cae en gracia la expresión que usaba la gente del pueblo al entregar
sus donaciones: "pa los pairecitos que son güenasos".20
Mientras se van realizando los trabajos para readecuar el edificio de un
Hospital a las exigencias de un colegio, los salesianos, con adniración de to-
dos, fueron aceptando alumnos, ya que las peticiones eran muchas. En la car-
ta del 4 de junio de 1888, indicaba que el colegio atendía 30 internos, 25 ex-
ternos y 10 mediopupilos, los cuales se repartían en talleres de carpintería,
ebanistas, zapateros y sastres.21
Estos jóvenes fueron aumentando a medida que el edificio iba quedando
terminado. En septiembre de 1888, indicaba que la Escuela tenía tres seccio-
nes, con 50 alumnos. Los Talleres eran tres: carpinteros, sastres y zapateros.
Los salesianos tenían una entrada de 150 pesos y los gastos al mes su-
maban 1000 pesos. Lo que faltaba lo fueron supliendo con las entradas obte-
nidas por el trabajo del ministerio sacerdotal y con limosnas de personas cari-
tativas.22
En la carta del 20 de abril de 1889, narra su felicidad al ver que los talle-
res de: Zapatería, Sastrería, Herrería, Carpintería, Mueblería y Ebanistería te-
nían mucho trabajo. El alumnado estaba integrado por 50 jóvenes internos; 12
medio pupilos; 70 externos. Entre maestros de talleres y personal contratado
dice que el total de la población eran 150 a 160 personas. La mayoría de los
jóvenes eran pobres y huérfanos.23
El 4 de julio 1889: respondiendo a Mons. Cagliero le envía un nuevo in-
forme: Los alumnos internos eran 66; mediopupilos: 18; externos: 85. Casi la
totalidad estaban gratis. Habían logrado captar 6 aspirantes para la vida reli-
giosa. El principal trabajo que tenían los salesianos era la atención de las con-
fesiones, desde las cinco y media en la mañana hasta las 22 hrs.24
En la carta del 4 de septiembre, habla de 187 jóvenes que estudiaban y
100 personas que comían en el colegio. Con sentido de límite expresa: "No
podemos recibir más jóvenes por falta de lugar".25
Por otra parte, los salesianos no quedaron encerrados en la actividad del
colegio y una de las características propias de estos misioneros, que de inme-
diato despertó admiración, fue el amplio apostolado que empezaron a realizar
en la ciudad y fuera de ella. Así, el P. Garbari viajaba, en tren, todos los do-
mingos a Panguilemo, que quedaba a 10 kilómetros de Talca. Allí rezaba la
misa, hacía catecismo a los niños y regresaba al atardecer a caballo.
Insiste, en las cartas siguientes, que el trabajo pastoral que habían asu-
20 Carta al P. Santiago Costamagna, 2-IV-1888, Ep. 52 1.96, en italiano.
21 Carta a Don Miguel Rúa, 4 de junio 1888, Ep. 55 1.35, en italiano.
22 Carta al P. Angel Savio, 22-IX-1888, Ep. 59 1.18, en italiano.
23 Carta a Mons. Cagliero, 20-IV-1889, Ep. 62 1.11, en italiano.
24 Carta a Mons. Cagliero, 4-VII-1889, Ep. 64 1.7, en italiano.
25 Carta a Mons. Cagliero, 4-IX-1889, Ep. 65 1.13, en italiano.

2.5 Page 15

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El Chile en las cartas del misionero salesiano don Domingo Tomatis 247
mido era muy intenso. En Octubre del 88, predicò los Ejercicios Espirituales a
los seminaristas. Advertía, además, que el P. Gioia estaba afectado por una
tos muy fuerte y que la tuberculosis se lo iba comiendo lentamente, sin em-
bargo, trabajaba todo el día y no estaba nunca quieto.
Las únicas dos Congregaciones femeninas que existían en esa época en
Talca eran: Las Monjas del Sagrado Corazón y las Hijas del Buen Pastor.
Las religiosas del Buen Pastor se habían hecho cargo de la cárcel de mu-
jeres con gran sacrificio y realizaban allí un admirable apostolado. El P. To-
matis aceptó ser confesor de estas reclusas, de las cuales algunas habían pasa-
do a la categoría de "Penitentes".
En sus apreciaciones generales, respecto a los habitantes, escribía:
«Los chilenos son gente pacífica. Este pueblo conserva viva la fe
y la piedad».26
Tenía fundadas esperanzas, dadas las positivas condiciones religiosas y
morales del pueblo chileno, que la Congregación Salesiana lograría obtener
muchas vocaciones que, incluso, irían a convertir a los europeos. Desde lue-
go, en Talca, ya contaban con tres aspirantes a Hermanos : un cocinero de 30
años, un camarero de 20 y un zapatero de 19. Además, un joven estudiante
estaba participando en la Escuela de Latín.27 Luego, en la carta siguiente, in-
forma que a algunos alumnos internos les estaban enseñando latín con el fin
de captar algún novicio.28
IV. Seminario San Pelayo - Talca
En carta de abril de 1889, dirigida al Vicario General del Arzobispado
Don Jorge Montes, el P. Tomatis exponía su opinión, bastante crítica, respec-
to a la situación moral en que, según él, se encontraba el seminario San Pela-
yo.29
Anteriormente ya había expresado su disconformidad, en carta al P. Julio
Barberis, responsable de la formación de los salesianos, en Turin, diciéndole:
«En el seminario se fuma como turcos, los chicos y los grandes,
se tiene salida una vez al mes, en lo cual va perdido el fruto de to-
do el mes y si algo se salva se termina por perder en las largas va-
caciones»30.
26 Carta al P. Julio Barberis, 14-VII-88, Ep. 57 1.8, en italiano.
27 Carta a Don Miguel Rúa, 12-IX-1888, Ep. 58 1.28, en italiano.
28 Carta al P. Angel Savio, 22-IX-88, Ep. 59 1.21, en italiano.
29 El original de la carta se encuentra en el Archivo del Seminario Pontificio de Santia-
go, registrado Archivo Secretaria Arzobispal de Santiago de Chile - Legado 99 - N° 11. Sale-
sianos, Congregaciones, 1889-1949.
30 Carta al P. Julio Barberis, 14-VII-1888, Ep. 57 1.74, en italiano.

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248
Fernando Aliaga Rojas
Informaba que, de acuerdo a la costumbre chilena, los seminaristas co-
mían cuatro comidas al día: desayuno, almuerzo, once y comida, lo cual le pa-
recía exagerado y que era una pérdida de tiempo. Reclamaba porque eran muy
poco vigilados y que por lo mismo aprendían las malas costumbres de los
mayores.
El seminario de San Pelayo había sido creado, en Talca, dependiente del
seminario conciliar "Los Santos Angeles" de Santiago. La primera piedra y
bendición se había realizado el 10 de marzo de 1868, pero su fundación era
desde 1870. El formador, que le había dado toda la orientación espiritual e
impuesto la organización interna, había sido el Pbro. José Fortunato Berríos
Rojas. Este excelente y piadoso sacerdote, ejerció como Rector de dicho Se-
minario, desde 1871 hasta 1888. Su caridad con los enfermos y su celo sacer-
dotal le habían conquistado el aprecio y la veneración de los talquinos, hasta
tal punto que al morir (23-XII-1889) muchos lo consideraron un santo.
El período de Sede Vacante, en el Arzobispado de Santiago (1878-86),
en cierto modo afectó a los seminarios. El Presidente de la República Don
Domingo Santa María privó al seminario San Pelayo de la subvención de seis
mil pesos anuales que le aportaba el gobierno. A causa de ello, el seminario
estuvo a punto de ser clausurado (1883). Al asumir el Arzobispo Don Maria-
no Casanova, en enero de 1887, logró revitalizarlo y la situación se había ido
normalizando.
El Pbro. José Fortunato Berríos, al sentirse enfermo (1887), presentó su
renuncia, entregando el seminario al nuevo Rector Pbro. Manuel Tomás Me-
sa, el 16 de febrero de 1888.31
El P. Tomatis, ahora, a inicios del mes de abril de 1889, informaba al
Vicario General de la Arquidiócesis sobre la pésima condición moral en que
se encontraba el seminario de Talca, lo cual, decía que ya había referido, ante-
riormente, a Don Rafael Eyzaguirre, Rector del seminario de Santiago.
En su informe, afirmaba que:
«durante el año 1888, la inmoralidad en palabras y acciones tuvo
inficionada de una manera dolorosa la división de los alumnos
mayores... con pocas excepciones: gran paite de la segunda divi-
sión y una tercera parte de la última clase»32.
Señalaba como causas remediables de este deterioro, las siguientes:
- La falta de vigilancia por escasez en número e incapacidad de los pre-
fectos asistentes.
- La facilidad con que los alumnos podían introducir libros malos y
leerlos a escondida.
31 En «Boletín Eclesiástico», X, 1888, p. 375, 379.
32 Carta al P. Jorge Montes, Vicario General de la Arquidiócesis, abril 1889, Ep. 60 1.9.

2.7 Page 17

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El Chile en las cartas del misionero salesiano don Domingo Tomatis
249
- Las amistades particulares.
- Los grupos de alumnos en las horas de recreación, en la que se daba
libre curso a la murmuración y maledicencia.
- La escasez de palabra divina en estilo llano y sencillo, como ser la ex-
plicación del Evangelio todos los domingos.
- Por último, el sistema de celdas abiertas para los niños... sistema in-
ventado por el demonio para favorecer en grande la inmoralidad en la noche.
- La tolerancia en el Seminario de niños abiertamente inmorales, sólo
por el hecho de pertenecer a familias distinguidas.33
El P. Tomatis, luego informaba que el Rector P. Manuel Tomás Mesa y
el Sr. Ministro Pbro. Manuel Larraín Aldunate34 "han tomado medidas para
obviar los desórdenes del dormitorio y algunos otros los más patentes". Por
otra parte, les reconoce: "que tienen hasta celo y voluntad de proveer a la
educación seria de los alumnos; que una parte de estos, de los peores, no
vuelve al Seminario,... de modo que en el año corriente se logrará en parte a
lo menos que el Seminario sea lo que debe ser".35
El P. Tomatis hacía dos sugerencias, que reflejaban el estilo de semina-
rio que él había experimentado en Italia:
La primera la denomina como una causa que no tenía remedio:
«Las vacaciones, las diferentes salidas en el curso del año, la de-
masiada libertad y molicie en que fueron criados en sus propias
casas cierto número de alumnos, por lo que entrando ya viciados
en el Seminario, son causa de corrupción para otros»
En segundo término, advertía que se debía desterrar el sistema de rigor y
en cambio se debía adoptar el de San Felipe Neri, esto es, una pedagogía fun-
dada en el amor:
«Conviene que todos los superiores practiquen el "sinite párvulos
venire ad me" de Nuestro Divino Maestro. Toda vigilancia y acti-
tud severa de los prefectos y ministros, no alcanzará jamás, una
pequeña parte del fruto que sacarían los maestros y directores, si
ellos también, haciéndose niños con los niños pasaran con éstos
las horas de recreación».
33 Ep. 60 1.20.
34 No confundirlo con don Joaquín Larraín Gandarillas como aparece en el Epistolario,
p. 242, en nota 35. El P. Manuel Larraín Aldunate era profesor del Seminario San Pelayo y en
1888 es nombrado Ministro, al poco tiempo de haber sido nombrado Rector Don Manuel To-
más Mesa. El P. Manuel Larraín será más tarde Rector del Seminario de Talca, en los años
1891-93. Cf en «Boletín Eclesiástico», 16 de febrero 1888, p. 375. - Luis Francisco PRIETO DEL
RIO, Diccionario Biográfico del Clero secular de Chile, p. 361
35 Carta a Mons. Jorge Montes, abril 1889, Ep. 60 1.35.

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250
Fernando Aliaga Rojas
Se atrevía a sugerir el sistema educativo que se debía emplear en el se-
minario y llegaba a hacer una comparación que reflejaba su optimismo por el
Sistema Preventivo:
«Con el Sistema Preventivo los Hermanos de las Escuelas Cristia-
nas y los Salesianos alcanzamos resultados admirables... los Bar-
nabitas, Jesuitas, etc.. a pesar de su gran doctrina y virtud obtienen
menos de los niños por razón del sistema represivo».
El mismo se da cuenta que había ido muy lejos en sus reflexiones por
eso concluía:
«Perdone Ud. mi atrevimiento en emitir tales apreciaciones; sirvan
a probar mi franqueza en contestar a S.S».36
En realidad, lo que sugiere el P. Tomatis es establecer, entre los semina-
ristas, una pedagogía de acompañamiento. Las orientaciones dadas por San
Juan Bosco a estos primeros salesianos recalcaba fuertemente que, en el estilo
de Internados que se acostumbraba en esa época, la presencia del educador
debía ser activa y vigilante. El salesiano debía con su "asistencia" estar en to-
do momento con los internos, ya que de esa manera, no sólo se evitaban los
desórdenes, sino que se lograba un compartir los diversos momentos del edu-
cando e integrarlos dentro de un proceso formativo. El compartir el juego y
las diversiones con los alumnos era una peculiaridad que caracterizó a los sa-
lesianos y que marcó la vivencia que como internos conocieron muchos ex-
alumnos.
Las observaciones que el P. Tomatis hizo llegar a la curia de Santiago y
al Rector del seminario Conciliar, Don Rafael Eyzaguirre, fueron ciertamente
tomadas en cuenta, sea por la importancia con que las acogió el Vicario de la
Arquidiócesis Don Jorge Montes, el cual solicitó se las diera por escrito, sea
porque existía ya un estricto sistema de exigencias implantados en los semina-
rios de la Arquidiócesis. Además, podemos constatar que en esa misma fecha
se aprobaba la nueva nómina del personal encargado del seminario San Pela-
yo.37 Finalmente, por otra parte, el P. Tomatis no vuelve a repetir su denuncia
en las cartas posteriores.
36 Ep. 60,1.20 ss.
37 Lista de profesores y formadores del Seminario San Pelayo, Decreto del 3 de abril de
1889, en «Boletín Eclesiástico», vol. X, p. 816.

2.9 Page 19

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El Chile en las cartas del misionero salesiano don Domingo Tomatis
251
V. Exigencia de nuevas fundaciones
El P. Tomatis expone en sus cartas la situación de presión sicológica que
vivía, ya que desde Santiago le instaban para que los salesianos asumieran las
obras para ellos asignadas en Santiago y en Valparaíso.
Por otra parte, el Proyecto del catolicismo conservador debía mostrar, en
el centro mismo del país, en la capital de Chile, el impacto del trabajo educa-
tivo de los salesianos. La Iglesia misma debía responder por las donaciones
de terrenos y casas que la aristocracia católica había donado y ella tenía dis-
puesta para asignar a los salesianos.
En carta del 15 de abril de 1889, dirigida al Pbro. Jorge Montes, infor-
maba que había participado en una Misión para campesinos, en Parral, acom-
pañando al misionero P Ramón Ortega.38 Ciertamente, ello le significó una
hermosa experiencia de conocimiento de la pastoral campesina chilena, ya
que la Misión en los campos de la zona central, constituía un momento reli-
gioso de larga tradición y de mucha resonancia entre las familias campesinas.
Respecto a las nuevas fundaciones, que el Vicario General de la Arqui-
diócesis le apremiaba para que los salesianos se hicieran cargo, responde que
de inmediato escribirá a Mons. Cagliero.39 En todos estos casos, el P. Toma-
tis, de hecho, aparecía como el relacionador oficial que los salesianos tenían
en Chile, esto es, comenzaba a ejercer el liderazgo que tuvo como represen-
tante de la Congregación en Chile.
Por lo mismo, en sus cartas a Mons. Cagliero empleaba un tono de re-
clamo, porque no habían enviado a Chile los suficientes misioneros como las
necesidades lo exigían. Destacaba una y otra vez que el trabajo apostólico era
inmenso. En un interesante testimonio le escribía:
«Puedo asegurarle que he trabajado más en los 14 meses que llevo
en Chile que los 13 años en Argentina».40
Respecto a la insistencia con que la autoridad eclesiástica le plantea la
urgencia de responder sobre nuevas fundaciones, tales como: Asilo de la Pa-
tria, Patrocinio de San José, Constitución y Valparaíso, deja consignado que
se siente de mal ánimo, sea porque Mons. Cagliero no le había respondido ni
siquiera una línea a las cartas que le había enviado el año anterior, sea porque
temía que aunque le expusiera muchas razones para hacerle com-
38 En el Epistolario p.243, nota 5, se afirma erróneamente que se trataría del Franciscano
Buenaventura Ortega. En cambio, el P. Tomatis se refiere a Don Ramón Ortega, sacerdote de
ministerio libre, que luego entrará a la Congregación de los Misioneros del Corazón de María.
Ver Catálogo de los Eclesiásticos de ambos cleros, 1893, p.10.
39 Carta a Mons. Jorge Montes, 15-IV-1889, Ep. 61,1.5.
40 Carta a Mons. Cagliero. 20-IV-1889. Ep. 62 1.40, en italiano.

2.10 Page 20

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252
Fernando Aliaga Rojas
prender la conveniencia de aceptar estas nuevas fundaciones en Chile, no le
haría caso.
Reclama a Mons. Cagliero, exponiéndole la contradicción en que había
caído, ya que después que había hablado mucho en favor de Chile, luego,
apenas había enviado sólo tres clérigos como refuerzo a las dos casas grandes
(Concepción y Talca). Afirma que en dichas obras salesianas de Chile, un só-
lo sacerdote podía hacer diez veces más de bien y apostolado que en otra par-
tes.
Uno de los argumentos que esgrimía, en favor de la petición de enviar
más misioneros a Chile, era el gran número de Misas que los feligreses le
mandaban a rezar y cuyo valor continuamente enviaba a los Superiores.
En varias oportunidades insiste en este argumento: el gran número de in-
tenciones de Misas que le entregaban los fieles era la prueba de la aceptación
que habían logrado los salesianos y demostración de la religiosidad del pueblo
chileno.
Para hacer ver la urgencia que existía, respecto a la casa de Valparaíso,
remite a Mons. Cagliero una Carta (11-4-1889) del Vicario Pbro. Jorge Mon-
tes, en la cual, dicho eclesiástico le daba a conocer el parecer del representan-
te de la autoridad eclesiástica en Valparaíso, esto es, el peligro que existía de
perder las propiedades que había dejado en testamento doña Antonia Ramírez
(fallecida en diciembre 1886) para establecer una fundación de Don Bosco, ya
que si se dejaba por un largo tiempo sin aplicar esos bienes al fin dispuesto
por la testadora, el Gobierno podía hacerse cargo de ellas, de acuerdo al Có-
digo Civil chileno.41
Luego, informaba de la oferta que habían hecho las hermanas de apellido
Ossa. Ellas querían donar a los salesianos 16 cuadras de terreno y veinte mil
pesos para que establecieran una fundación en los afueras de Santiago, esto
es, en la localidad de Chuchunco.
Así mismo, advertía que había sido llamado desde Santiago por el Alba-
cea de Mons. José Rafael Molina C, Obispo titular de Sinópolis y Vicario Ca-
pitular de la Diócesis de Ancud, quien en su testamento había constituido a
Mons. Cagliero como heredero universal, para que invirtiera su fortuna en las
misiones de la Tierra del Fuego y en la educación católica de la juventud. A
este respecto, insistía que se diera autoridad a Manuel J. Balbontín, albacea de
Don Rafael Molina, para que pudiera vender casa y bienes.
Terminaba diciéndole que existía la petición de abrir una casa en la ciu-
dad de Los Angeles, donde ofrecían a los salesianos ocho cuadras y 50 mil
pesos.42
Da a conocer la presión a que estaban sujetos él y el P. Rabagliatti, de
parte de los Cooperadores que querían que los salesianos se hicieran
41 Ep. 62 1.64, en italiano.
42 Ep. 62 1.88, en italiano.

3 Pages 21-30

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3.1 Page 21

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El Chile en las cartas del misionero salesiano don Domingo Tomatis
253
cargo inmediatamente de las donaciones de terreno y edificios para establecer
nuevas fundaciones. Se refiere a dos ofrecimientos: Uno en Santiago, con 12
cuadras, Iglesia, casa y una suma de dinero y otra en Rengo, en idénticas con-
diciones.43
Dice abrumado: «Existen muchísimas solicitudes para que se establez-
can nuevas fundaciones... pero, entretanto, los propietarios, para poder seguir
esperando un tiempo más, quisieran tener por lo menos la esperanza que sus
ofertas serán aceptadas. Nosotros no podemos decir otra cosa, sino que:
Cuando venga Mons. Cagliero él decidirá».
Ante esta situación planteaba la urgente necesidad que Mons. Cagliero
viniera a hacer una visita o al menos dijera con certeza cuando podía venir.
«Nuestra incertidumbre a este respecto es un verdadero peso».44
Habían pasado ya los primeros meses de residencia en Chile. En abril del
89, se muestra terriblemente pesimista respecto a la realidad en que vivían los
habitantes de Talca. Se había producido en él, un cambio respecto a su opi-
nión primera.
«Las limosnas son pocas... y todas vienen de Santiago. Los talqui-
nos pobres dan con gusto... pero los ricos son demasiados inmora-
les y avaros... y no dan nada».45
Luego agregaba en forma enfática:
«Su señoría no tiene idea de la miseria de este pueblo, que sin
embargo es muy religioso. La mitad de los ricos o los dos tercios
son avaros y deshonestos. Los pobres son deshonestos y genero-
sos. La juventud presenta un cuadro verdaderamente doloroso: ig-
norancia, volubilidad de carácter y su mismo buen corazón es
ocasión que los dos tercios de las niñas son madres antes de estas
casadas. De éstas las tres cuartas partes son víctimas de maridos
borrachos, deshonestos y crueles. Los mismos Colegios religiosos,
esto es, los dirigidos por sacerdotes regulares o seculares..., son
focos de inmoralidad. El Clero además... Dios sabe y no digo
más».46
La Comunidad religiosa salesiana de Talca estaba integrada por: 3 sa-
cerdotes, 3 clérigos, un Hermano y 6 postulantes laicos. El sacerdote P. Vi-
cente Goia, a pesar de estar enfermo de tuberculosis, trabajará hasta el último
momento, dando un ejemplo extraordinario en esa ciudad.
En septiembre de 1889, el P. Tomatis escribía: «Don Gioia, tiene el alma
entre los dientes, con una tos de caballo de día y de noche, escupe sangre va-
43 Carta a Mons. Cagliero, 3-VI-1889, Ep. 63 1.26 ss., en italiano.
44 Ep.63 1.36 ss., en italiano.
45 Carta a Mons. Cagliero, 20-IV-1889, Ep. 62 1.19, en italiano.
46 Ep. 62 1.31, en italiano.

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254
Fernando Aliaga Rojas
rias veces al día... está desahuciado por los médicos; está tan débil que apenas
se mantiene en pie para decir la Misa...».47
En carta a Don Jorge Montes, del 29 marzo de 1890, le informaba que el
P. Vicente Goia había muerto y que había llegado el P. Miguel Fassio para el
cual solicitaba permiso para que ejerciera como confesor.48 En la carta existe
una ausencia: no se valora al apóstol que ha muerto, pareciera que lo único
importante sea el obtener el permiso para el nuevo misionero.
Una de las tareas pastorales, que asumió como prioritaria el P. Tomatis,
fue la del confesionario. En sus cartas insiste en que gran parte del día lo des-
tinaba a atender a los fieles que acudían a reconciliarse. Bajo este aspecto se
muestra bastante crítico del clero chileno. Refiriéndose al P. Evasio Raba-
gliatti, director salesiano de Concepción, escribía:
«Es el primer sacerdote de Concepción: no se si me entiende. Di-
ciéndolo de otra manera: creo que el trabajo y el fruto espiritual de
Don Evasio no es inferior a aquel que realizan otros diez sacerdo-
tes juntos... los cuales vegetan en esa ciudad».49
Una de las expresiones festivas, propia de los misioneros salesianos, que
despertó gran participación entre los jóvenes y animó las fiestas en la ciudad
fue la banda musical. El P. Tomatis logró, con gran éxito, estrenar la banda
Instrumental, en Talca, el 18 de septiembre de 1890, la que incorporó como
un elemento educativo en las Escuelas Talleres.
VI. Noticias sobre la revolución del 1891
Chile había logrado salir de la anarquía, que caracterizó a casi todos los
países latinoamericanos durante el siglo XIX, estableciendo una Constitución
Política (1833), cuya característica era la de privilegiar el poder Ejecutivo, por
encima del Poder Legislativo.
En la evolución político-institucional, que luego se produce a lo largo
de la segunda mitad del siglo, las diversas corrientes y partidos políticos habí-
an ido coincidiendo en que este omnímodo poder Presidencial era la causa de
una serie de defectos que padecía la República. En el caso del Presidente
Domingo Santa María (1881-1886), se había instalado de hecho un gobierno
al estilo de un autocràtico zar. Como consecuencia de ello se había hecho cos-
tumbre la descarada intervención electoral por parte de los gobernantes de
turno. Por otra
47 Carta a Mons. Cagliero, 4-IX-1889, Ep. 65 1.62, en italiano.
48 Carta al Vicario General Mons. Jorge Montes, 29-III-1890, Ep. 68 1.5.
49 Carta a Mons. Cagliero, 22-IX-1889, Ep. 66 1.35, en italiano.

3.3 Page 23

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El Chile en las cartas del misionero salesiano don Domingo Tomatis
255
parte, se había constituido en una nonna el imponer, a través de subterfugios,
la voluntad del Ejecutivo por sobre los acuerdos del Parlamento.
La pugna entre el modelo de gobierno Presidencialista y el Parlamenta-
rio llevó a los partidos a mirar hacia el modelo de gobiernos Parlamentarios
existentes en Europa y los EE.UU. y, finalmente, a culminar en uno de los
hechos más dolorosos de la historia de Chile, que fue la Revolución del 91.
En términos concretos, el Presidente Manuel Balmaceda (1886-1891),
defensor de los poderes de un Ejecutivo fuerte se confrontará con los poderes
de la oligarquía concentrados en el Parlamento. Estos últimos se negaron a
aprobar la Ley de Presupuesto presentada por el Gobierno para 1891, obli-
gando al Presidente a salirse de la Constitución al declarar vigente el presu-
puesto del año anterior. Fue la chispa de un conflicto largamente larvado.
Los revolucionarios se legitimaron como Constitucionalistas, esto es, de-
fensores del orden constitucional y liderados por la Marina se atrincheraron
en el norte, donde comenzaron los preparativos para la confrontación.
Los Balmaceditas contaban con el Ejército regular y desde el poder del
gobierno realizaron frecuentes levas entre los campesinos para aumentar su
contingente e imponer el orden en el país.
Se produjo la Guerra civil, cuyo costo fue por lo menos de 6.000 muer-
tos y 4.000 inhabilitados.50
La Iglesia chilena, a través de la iniciativa del Arzobispo Mons. Mariano
Casanova, realizó una intensa mediación entre las partes para evitar el con-
flicto armado.51 Todo fue inútil. Al producirse la sublevación de la Armada y
la toma de las salitreras en el norte, por parte de la Oposición, la autoridad
eclesiástica aconsejó al clero la más absoluta prescindencia en esta lucha polí-
tica:
«Por nuestra parte e inspirándonos en las respetables tradiciones
de nuestra Iglesia y en los ejemplos de nuestros venerados prede-
cesores, nos hemos fijado como regla de conducta inexorable la
más estricta prescindencia en los actuales conflictos, y este mismo
camino es el que encomendamos encarecidamente».52
Sin embargo, es evidente que el clero, unido al Partido Conservador, era,
ya antes de la crisis, contrario al Gobierno liberal laicista del Presidente Ma-
nuel Balmaceda y durante el desarrollo de la Revolución no sólo simpatizó,
sino que varios sacerdotes fueron capellanes del Ejército revolucionario.53
La relación que nos entrega el P. Tomatis es muy valiosa, por cuanto nos
50 Leopoldo CASTEDO. Historia de Chile.1891-1925. Santiago 1982, p. 17.
51 Ramón SUBERCASEAUX, Memorias de ochenta años I, 1936, 444. Carlos OVIEDO
CAVADA, La Iglesia en la revolución de 1891, en «Historia», 14, 1979, 275ss.
52 En «Boletín Eclesiástico» XI, 389. Ver además Ib., 209; 355; 384; 386.
53 En «Revista Universitaria», N° 7, 1922,p. 397.

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256
Fernando Aliaga Rojas
revela el clima existente al interior del clero. Por otra parte, nos trasmite la
repercusión que él logra detectar en Talca, como efecto de la persecución po-
lítica que sufren los conservadores. Finalmente, nos informa de la práctica
que empleó el Gobierno para obligar a los sectores populares a enrolarse, en
forma compulsiva, en el Ejército gubernamental.
De regreso de su viaje a Italia, el P. Tomatis denunció, ya desde Buenos
Aires (21-II-91)54, el intento por parte del gobierno de Balmaceda de "reclu-
tar" la banda de Música del colegio salesiano de Talca, pagando 24 pesos al
mes a cada joven. El P. Garbari, director suplente, debió apelar al Cónsul Ita-
liano, el cual defendió la posición neutral de los salesianos.
Constata que a diferencia de muchos otros edificios grandes, el colegio
de los salesianos en Talca no ha sido ocupado por el Ejército y ha podido con-
tinuar su trabajo educativo con los 90 niños internos.
Tanto en Santiago, como en Talca, advierte que se ha producido una si-
tuación nueva:
«De todos nuestros amigos ninguno está en la ciudad, la cual está
bajo control militar. El Asilo de la Patria está ocupado por un des-
tacamento de soldados: será necesario esperar algunos meses para
entrar- en casa»55.
Informa que en Concepción, la casa está cerrada, ya que la autoridad ha
enrolado en las filas del ejército a todos los ayudantes y maestros de los Talle-
res.
Luego pasa a detallar lo que él define: Chile se ha convertido en un gran
campo de batalla:
«La guerra sigue adelante - los dos partidos luchan ferozmente -
hay ya cerca de diez mil entre muertos y heridos. El Ejército regu-
lar de 7 mil hombres, enviado por el Presidente al norte para opo-
nerse a la Revolución, está prácticamente desaparecido. Se dice
que pronto los Opositores llegarán a Santiago con 20 mil hombres
para tomar la Capital. El viernes llegó del norte a Valparaíso el
Vapor "Isis" trayendo 263 heridos; muchos quedaron en las diver-
sas ciudades y pueblos del litoral. Verdaderamente son feroces es-
tos "rotos"... Pobre Chile...».56
Describe la difícil situación que se ha producido: «El hambre es
general: las chauchas van desapareciendo y los billetes abundan,
pero sin valor. Las limosnas son pocas, porque casi todos los más
buenos de Santiago están en la cárcel, exiliados, prófugos o es-
condidos. Los jóvenes abandonados aumentan...».57
54 Carta a Mons. Cagliero, 21-II-1891, Ep. 73 1.24, en italiano.
55 Carta a Mons. Cagliero, 16-III-1891, Ep. 74 1.9, en italiano.
56 Ep. 74 1.45, en italiano.
57 Carta al P. Santiago Costamagna, 25-IV-1891, Ep. 76 1.17, en italiano.

3.5 Page 25

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El Chile en las cartas del misionero salesiano don Domingo Tomatis
257
Luego, entrega una serie de informaciones:
«La Guerra continúa más feroz que nunca. Los opositores, con su Escua-
dra ya han ocupado todo el norte; hoy se ha sabido que han ocupado La
Caldera y Copiapó: sólo falta Coquimbo y La Serena y luego serán due-
ños desde Valparaíso hasta el Perú. Su Ejército sobrepasa los 10.000
hombres, de los cuales siete mil son soldados de Balmaceda que se han
pasado, en diferentes ocasiones, a la oposición. De Talca el Gobierno ha
enrolado cerca 1600 hombres en dos batallones, comprendidos varios es-
cuadrones de caballería. Los primeros desertaron y pasaron a la oposi-
ción, mitad en Antofagasta y mitad en Calama; a los segundos los ame-
nazaron hasta llegar a Santiago y después debieron escoger, por miedo
hicieron como los primeros. Se han tenido ya cerca de 10 combates, y en
todos menos uno vencieron los Opositores. De todos los soldados que
envió Balmaceda contra sus adversarios, muy pocos han retornado; han
quedado muertos o heridos o huyeron con la Escuadra. Su Ejército de
Línea, los mejores soldados, ha desaparecido... están muertos o están con
la Oposición. Esta se sabe que se prepara para venir con todas sus fuer-
zas y marchar sobre la Capital: se cree que treinta mil soldados nuevos
de Balmaceda no combatirán contra sus hermanos de la Oposición... y se
cree que si combatieren se producirá una carnicería espantosa... porque
los soldados de la Escuadra se batirán como tigres. No se conoce el tér-
mino de esta guerra, pero se prevee, que cuando retorne las calma y la
paz, se conocerá que también ésta como las otras guerras, ha sido el bas-
tón del Señor para castigar los pecados de los hombres».58
En el mes de julio, sus informes son alarmantes al referirse a los efectos que está
produciendo la Revolución o Guerra Civil:
«Esta se enardece cada vez más. Los odios, las venganzas, los compro-
misos de las dos partes crecen cada vez más sin medida. Los arrestos de
personas no adictas al gobierno están a la orden del día. Ausencia total
de holgazanes, de borrachos, de teatros y bailes, de clubs, tertulias y co-
milonas: reina el miedo y el terror».
«Los opositores con 15 mil hombres han dejado el día 6 su capital Iqui-
que, y han venido a asediar Coquimbo y La Serena por mar y por tierra;
se sabe que hace ocho días que están luchando; el Gobierno manda con-
tinuamente refuerzos, pero se cree que llegarán tarde. Todas las opinio-
nes que se escuchan son favorables a la oposición; pero no se sabe otra
cosa sino que el Gobierno ha redoblado las medidas de rigor, y busca de
hacer soldados, porque comienza a entender que los 30 mil que tiene ba-
jo las armas son pocos, principalmente por la poca confianza que tiene
en sus voluntarios, capturados con lazo como los toros».59
58 Ep. 76 1,25 ss., en italiano.
59 Carta a Mons. Cagliero, 23-VII-1891, Ep. 78 1.7 ss., en italiano.

3.6 Page 26

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258 Femando Aliaga Rojas
Ya a mediados del mes de agosto va describiendo día a día la secuencia de los
acontecimientos:
«Guerra. Daños - Se va agravando cada día - Las prisiones... fusilamien-
tos... exilios... etc. levantamiento de guerrillas... combates parciales...
cambio de batallones... recogida forzosa de "rotos" para hacerlos volun-
tarios a la fuerza - trenes suspendidos... secuestros... encarcelamiento de
toda suerte de personas... artículos de fuego en los diarios del gobierno...
amenazas... preparativos bélicos... negocios cerrados... gente que huye...
que muere de espanto... etc. etc.... grandes concentraciones de fuerzas en
Coquimbo - Valparaíso - Concepción - Santiago... etc. son cosas que su-
ceden todos los días... es el pan cotidiano».
«Guerra. Daños inminentes. Se teme el desembarco del Ejército de la
Oposición en cualquier lugar... Por una paite el Gobierno con 35 o 40
mil hombres... el número; por la otra 15 a 18 mil hombres... pero con la
desesperación de quien ha jurado cien veces vencer o morir... con muy
buenas armas... con gran confianza en los jefes... con el valor que ofre-
cen diez batallas todas ganadas... todo hace pensar que la batalla será es-
pantosa».
«Se aproxima el 18 de septiembre y el cambio de Presidente... todo debe
suceder antes de esa fecha... La actividad de los dos partidos es grande...
La agitación del país, opositores por nueve décimas... es febril... Las se-
ñoras y señoritas de Santiago la semana pasada, insultadas por el Go-
bierno, el cual escribió que solamente las viejas y las feas eran oposito-
ras... salieron a miles por la ciudad... las más simpáticas, las más jóve-
nes... las más ricas... todas con un brazalete en el brazo izquierdo de co-
lor rojo - (divisa que llevan los soldados de la oposición en el brazo iz-
quierdo). El Gobierno montó en cólera, impuso multas... - cárcel, etc..
pero es inútil... Chile es oposición... y es necesario hacerlo saber».
«20 de agosto. Desde hace dos días se ha suspendido el tránsito de todo
tren de pasajeros... se dice que la Escuadra ha desembarcado en San An-
tonio, y marcha hacia Santiago... En todas partes reina el terror».
«Día 21 de agosto. Ayer fue un día de excitación febril... caballos y sol-
dados que corren por todas partes... a cada hora llega un tren... lleno de
soldados... caballos... cañones... los comentarios no tienen fin. Dos de
los principales negociantes de Talca me han venido a rogar que reciba en
nuestra Casa sus mujeres y niños... en caso de apuro. La razón es que se
teme haya violencia y saqueos...los negociantes extranjeros están arma-
dos hasta los dientes, quieren atrincherarse en sus casas y defenderse...
por consejo de los Cónsules extranjeros de varias naciones. Nadie se
cree seguro... pero todos piensan que la Iglesia y los conventos serán
respetados por los "rotos" vencedores o vencidos...». «Son las 5 de la
tarde. En la Estación hay treinta maquinistas que esperan órdenes para
partir... no se sabe donde. - Valparaíso está siendo atacado en tres par-
tes., pronto se sabrá».
«Agosto 31. Cuantas aventuras en pocos días... Gran batalla de Concón
(21 de agosto) y Valparaíso (Placilla. 28 de agosto)... Ocupación de Val-

3.7 Page 27

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El Chile en las cartas del misionero salesiano don Domingo Tomatis 259
paraíso - 30 mil soldados del Dictador Balmaceda destruidos... muertos
casi todos los oficiales, los dos generales en jefe, etc. Ocupación de San-
tiago - Fuga del Tirano... Destrucción de 50 palacios gobiernistas... Re-
percusión del gran triunfo en Provincias. Alegría desenfrenada... locura...
insultos - vino y saqueos... Gran espanto... terror». «Hoy nuestra casa es-
tá llena de mujeres y niños que vienen a buscar un asilo... contra la irrup-
ción de la escoria del pueblo que amenaza murmurando en voz baja y
mirando de reojo a ricos y negociantes... Qué pueblo... qué pueblo...
grande y estúpido! generoso y ladrón! valiente y vengativo! heroico y fe-
roz!».
«Hasta ahora en ningún lugar ha sido tocado un convento, un monasterio
o una Iglesia... si no fuese por la religión... donde iríamos a terminar?».
«Son las 11... voy a ver cómo podemos dar de comer a tanta gente».
«Septiembre 1. - Gracias a Dios... la tempestad ya pasó... hay varias casa
saqueadas... un discreto número de heridos... y varios muertos... aquí y
allá... para componer el cuadro».
«Septiembre 10. Los hervores de la guerra se han calmado un poco, aho-
ra estamos en banquetes, fiestas y Te Deum, procesiones y funerales para
los muertos en la guerra... se ha dado vuelta la tortilla; durante ocho me-
ses 9/10 de los chilenos, estaba llorando y suspirando... y un décimo
riendo... Ahora, hemos retornado a lo contrario».
«Entretanto cada día que pasa hace ver más y más claramente que la gran
victoria del Partido del Orden se debe a la oración. Todo el pueblo está
persuadido que en la guerra que ha concluido se combatió entre Dios y el
Demonio, y que éste no podía vencer... Pero, se puede afirmar que la
Oposición venció con el rosario en mano, porque los solados opositores
recitaban el rosario cada tai-de. Del 20 al 28 hubo una verdadera inunda-
ción de oraciones... de Valdivia a Arica... de Tierra del Fuego al Perú...
Novenas en todas las casas...rosario perpetuo, adoración perpetua... Hora
santa... Mandas de limosnas, de oraciones, de confesiones... de restitu-
ciones..etc, etc,. En fin, todo Chile comprendía que era cuestión de vida
o muerte... con la oración se obtuvo la vida».60
El P. Tomatis hace una descripción de las dos batallas: Concón y Placilla, con
bastante exactitud en lo referente a las maniobras militares. No oculta sus simpatías y
se abanderiza siempre del lado del bando de la oposición a Balmaceda. Finalmente,
concluye:
«En este momento vienen a llevarse 50 catres de fierro que hemos pres-
tado para los heridos... Tenemos 100 preparados para llevar a Santiago
donde servirán para los hijos de los muertos en batalla... entretanto co-
mienzan a servir para los heridos».
«Domingo 6 y Martes 8, todos los conventos de Santiago dieron un ban-
quete a los soldados de la Oposición, tomando cada Convento algún ba-
tallón».
60 Carta al P. Santiago Costamagna, 18-VIII-91, Ep. 79 1.86 ss., en italiano.

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260
Femando Aliaga Rojas
«Balmaceda ha desaparecido... se cree que está escondido en al-
guna casa de Santiago... pero no se sabe... Todos los ministros, in-
tendentes, diputados y secretarios de Balmaceda... están todos en
la cárcel... para responder con sus bienes por los millones que
hicieron malgastar a la nación. Muchos oficiales, tenientes y capi-
tanes, coroneles etc. están muertos o heridos y los otros hechos
prisioneros. Los dos generales en jefe de Balmaceda - cuyo nom-
bre es Alcacérreca y Barbosa - han quedado muertos en el campo
de batalla...».61
Importa mucho destacar las categorías éticas que aplica a los bandos:
Los de la Oposición son los que luchan por el bien y en nombre de Dios, en
cambio los Balmacedistas son los perversos y les aplica esta frase latina: «ad
praelianda praelia Domini, contra Diabolum et Balmacedistas eius...
Amen».62
Sus páginas son expresión de la euforia del momento. Más tarde cuando
el Parlamentarismo provoque la gran crisis que sufre Chile con la descompo-
sición política, cuando la figura de Balmaceda resurga como uno de los más
grandes Presidentes de Chile, la posición del clero habrá cambiado y la eva-
luación de la Revolución del 91 también será otra.
VII. Finalmente en Santiago
El 6 de enero de 1892, los salesianos empezaron su trabajo educativo en
el Asilo de la Patria. Finalmente asumían, en Santiago, una de las obras em-
blemáticas que el catolicismo conservador chileno les tenía preparado desde
1881. Don Ramón Angel Jara, había sido el alma de esta iniciativa que con-
templó construir un Asilo para los niños, cuyos padres habían muerto en la
Guerra del Pacífico y, al lado, erigir un templo de agradecimiento al Sagrado
Corazón de Jesús por la victoria obtenida en dicho enfrentamiento bélico. La
obra fue acogida unanimemente por la ciudadanía y pronto se hizo realidad
gracias a los aportes dados, principalmente, por las familias católicas, sensi-
bles a esta iniciativa social.
Al igual que en otras iniciativas, en favor de la juventud necesitada, el
catolicismo social chileno pensó en Don Bosco para asegurar la continuidad
de dicha obra. En 1887, en el encuentro que Don Ramón Angel tuvo con Don
Bosco, le ofreció a nombre de la Iglesia chilena la donación de estas dos
obras: el Asilo de la Patria y el Templo La Gratitud Nacional.63 Luego, fue el
61 Ep. 79 1.93 ss., en italiano.
62 Ep. 79 1.229, en italiano.
63 Manuel ACUÑA PEÑA, La Gratitud Nacional. Entre la Cañada y el Metro, Santiago,
1975, p. 134.

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El Chile en las cartas del misionero salesiano don Domingo Tomatis
261
propio Arzobispo de Santiago, Mons. Mariano Casanova, el que insistió para
que los salesianos se hicieran cargo del Asilo de la Patria y de la Iglesia La
Gratitud Nacional.
En la donación de esta obra social a los salesianos, en 1892, el catoli-
cismo conservador y la Jerarquía católica manifestaban su devoción entusias-
ta por Don Bosco, en un momento de triunfo, como fueron los meses siguien-
tes a la victoria obtenida en la Revolución del 91.64 Para mejor comprender la
nueva situación política, diremos que los Conservadores habían logrado un
gran influjo en el Parlamento. Don Abdón Cifuentes había pasado a ser Sena-
dor por Llanquihue y la bancada Conservadora, a través de Don José Clemen-
te Fabres, logró la aprobación de la subvención estatal para los Misioneros
salesianos de Magallanes.65
La solemne ceremonia, de entrega del Asilo de la Patria a los Hijos de
Don Bosco, se realizó con la presencia de las más altas autoridades de la Na-
ción, incluso del Presidente de la República Don Jorge Montt. Esto era com-
prensible sólo dentro de un momento de gran entusiasmo patriótico, que el
"Progreso Conservador" unía al movimiento de renovación social católico y
cuyo símbolo era Don Bosco. Las palabras de dos jóvenes abogados, Sres.
Luis Barros Méndez y Guillermo Cox Méndez, pronunciadas en dicha oca-
sión, eran expresión de la admiración que el catolicismo conservador tenía
hacia Don Bosco. Conjuntamente, las palabras emocionadas de Don Ramón
Angel Jara, señalaban el magnetismo que el Santo de los niños abandonados
significaba para la Iglesia chilena.66
En el Asilo de la Patria, los salesianos instalaron las "Escuelas Talleres
de Nuestra Señora del Carmen", con los talleres de Herrería, Zapatería, Sas-
trería y Mueblería. Como primer director fue nombrado el P. Domingo Toma-
tis, quien estaba avalado por su prestigio y talento demostrado en Talca. En
realidad, los salesianos, teniendo como director al P. Tomatis, constituyeron
en la Gratitud Nacional un centro de acción social cristiana.
La aceptación que les demostró la sociedad quedó de manifiesto, por
cuanto muchas familias de la aristocracia católica se dieron cita con sus hijas
para habilitar el establecimiento, que había quedado convertido en un verda-
dero muladar, luego de haber sido ocupado por el Ejército, durante la Guerra
Civil del 91. Era este un lugar cercano al sector donde habitaba la alta socie-
dad, por lo mismo, el P. Tomatis, con su don de gentes pudo ponerse en
64 El Arzobispado de Santiago donó a los salesianos la propiedad del Asilo de la Patria
de Nuestra Señora del Carmen con fecha 5 de noviembre de 1892, en «Boletín Eclesiástico del
Arzobispado de Santiago», XII, p. 312 (367); p. 586 (801).
65 Sesiones del Senado. Sesión 13° Ordinaria, 11-XII-1891; Ley de Presupuesto 1892,
p. 26.
66 Simón KUZMANICH, Presencia Salesiana, 100 años en Chile vol. II, 1990, p. 200.

3.10 Page 30

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262
Fernando Aliaga Rojas
contacto con muchos líderes católicos conservadores y hacer posible el pro-
yecto ideado por Don Ramón Angel Jara.
El P. Domingo Tomatis va a hacer surgir, en torno a la obra de la Grati-
tud Nacional, un Movimiento de laicos Cooperadores, que en la concepción
de Don Bosco formaban parte de la Familia salesiana, lo cual coincidía ple-
namente con la organización que el catolicismo chileno se había dado en esos
años. Los Cooperadores laicos y los religiosos consagrados entendían que la
Obra de la Gratitud Nacional era una obra común, al servicio de los niños
huérfanos. Esta nueva modalidad de hacer el bien social, esto es, unión entre
familias católicas y una Congregación religiosa, fue lo que atrajo hacia los sa-
lesianos un apoyo impresionante de los dirigentes católicos y del clero.
La opinión unánime es que el P. Domingo Tomatis y el equipo de sale-
sianos respondió plenamente a las espectativas que el catolicismo chileno es-
peraba de los hijos de Don Bosco. Este juicio ha quedado estampado en estos
términos: "El Rector del Templo Don Domingo Tomatis, era hombre de
grandes visiones y de extraordinario dinamismo".67
En su carta del 18 de Mayo, el P. Tomatis, informaba que atendían a 150
alumnos artesanos muy pobres. Que todos los habitantes de Santiago los mi-
raban con muy buenos ojos. Que recibían limosnas suficientes para alimentar
y vestir a esos niños.68
En torno a esta obra social, que significaba alimentar y capacitar a 150
niños de escasos recursos, se estructuró un importante grupo de bienhechores
y admiradores de la obra salesiana, que constituirán, en tomo a la Iglesia de la
Gratitud Nacional, un centro de beneficencia hacia la juventud pobre y desva-
lida.
La gran capacidad organizativa que fue demostrando el P. Tomatis, hizo
que su persona adquiriera un gran prestigio entre los medios sociales y ecle-
siásticos de ese entonces. Es por ello que Don Luis Nai, Inspector salesiano,
escribirá en su carta mortuoria:
«En Santiago, especialmente, fue consultado por los más eminen-
tes eclesiásticos y laicos del gobierno».69
Una de las manifestaciones que expresaron la vitalidad que había adqui-
rido este Centro Educativo Salesiano, se demostró con motivo de la bendición
del cuadro de María Auxiliadora que se puso en el ábside de la Iglesia de la
Gratitud Nacional.
La iniciativa fue del P. Domingo Tomatis, director de las Escuelas Talle-
res y rector del templo (1891-1893; 1894-1903), el cual quiso hubiera en
67 Manuel ACUÑA, La gratitud Nacional..., p. 175.
68 Carta a Don Miguel Rúa, 18-V-1893, Ep. 80 1.7, en italiano.
69 Ep. p. 14.

4 Pages 31-40

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4.1 Page 31

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El Chile en las cartas del misionero salesiano clon Domingo Tomatis
263
Chile una réplica del cuadro pintado por Tomás Lorenzone, en la Basilica de
María Auxiliadora de Turin. Conjuntamente, propuso enriquecer el templo
trayendo, desde Italia, el altar mayor de mármol.
El grupo de bienhechores respaldó la idea, pues se trataba de tener en
Chile la milagrosa imagen de "la Virgen de Don Bosco". La Sra Domitila Sil-
va de Gómez encabezó el grupo de Cooperadores que aportaron el dinero y el
artista chileno Don Pedro León Carmona realizó la réplica de esta obra artís-
tica. El 17 de junio de 1894, el Arzobispo de Santiago Mons. Mariano Casa-
nova procedió a la solemne bendición en medio de una gran multitud de fie-
les.70
En Santiago, fueron surgiendo, luego, nuevas fundaciones salesianas y
las Cartas del P. Tomatis son testimonios de ese momento:
«La semana pasada hemos terminado una Misión de nueve días,
realizada por nosotros, en la Iglesia de Macul, que queda a cuatro
kilómetros de esta ciudad. El día de la clausura hubo 300 comu-
niones».71
La Sra. Manuela Gandarillas de Covarrubias, había donado, el 2 de no-
viembre 1892, una Iglesia, piezas adyacentes, una arboleda y tres cuadras y
media. Don Tomatis recibió este legado a nombre de Mons. Fagnano.
Vuelve a insistir, una y otra vez, en la necesidad y urgencia de abrir una
casa en Valparaíso. Recuerda, a los superiores de Turin que Don Bosco soñó
con Chile y que siempre lo tuvo al centro de sus preocupaciones. En cambio,
afirmaba, ahora sus seguidores, esto es, los que conformaban el Capítulo Ge-
neral, no creían en los sueños del Fundador y pensaban que eran sólo fantasí-
as. En consecuencia no habían enviado el número de salesianos suficientes
para hacerse cargo de obras que esperaban ya hace mucho tiempo.72
El P. Tomatis se muestra en todas sus cartas muy comprometido con la
realidad chilena. Es un admirador de Chile, porque es uno de los que pudo
constatar la íntima relación que existía en el país entre el proyecto del catoli-
cismo conservador-ultramontano y la presencia de los Hijos de Don Bosco.
Es por ello que se jugó por entero e insistió ante sus superiores para que di-
eran prioridad a las obras salesianas de Chile en el envío de los misioneros
salesianos. Su argumento era que aquí el número de niños y de fieles que
acudía donde los salesianos era muy numeroso, superior a cualquier otro lu-
gar, donde existían misiones salesianas.
En la carta del 21 de julio 1893, informaba: "Desde ayer estamos
en Estado de sitio, esto es, Santiago. A causa de los señores Bal-
macedistas, los cuales eligieron el Viernes Santo para tentar dar
un golpe de Estado,
70 Manuel ACUÑA, La gratitud Nacional..., pp. 175 a 186.
71 Carta a Don Miguel Rúa, 18-V-1893, Ep. 80 1.19, en italiano.
72 Carta al P. José Lazzero, 21-VII-1893, Ep. 81 1.24, en italiano.

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Fernando Aliaga Rojas
con la clara intención de matar a los principales del Gobierno, una
docena de sacerdotes y saquear la ciudad... Por fortuna fueron
descubiertos media hora antes que estallara el rayo, y una gran
cantidad fueron sorprendidos en la sombra con sus revólveres, con
sus estiletes y cajas de dinamita etc.. En tres días fueron arrestados
cerca de 400... chilenos, italianos, franceses... bestia et universa
pecora".73
En medio de la serie de requerimientos que se le hacían para que los sa-
lesianos se hicieran cargo de nuevas obras, manifestaba su opinión contraria
al estilo de gran osadía, que Mons. José Fagnano estaba imprimiendo a la pre-
sencia salesiana en Chile.
En carta del 18 de febrero de 1894, hacía ver a Mons. Cagliero, que
Mons Fagnano había aceptado hacerse cargo del Patrocinio de San José y,
además, había prometido hacerse cargo de la Colonia Agrícola de Melipilla,
de una casa en Chillan y en Iquique.
Según el P. Tomatis, era tal el ímpetu de Mons. Fagnano, que si el Rec-
tor Mayor no ponía orden, en tres o cuatro años se tendría en Chile treinta ca-
sas de salesianos y otras tantas de las Hermanas... y el personal para cada casa
se compondría de una Hermana o de un salesiano por cada una de ellas.74
El dinámico Mons. José Fagnano, en estos años (1892-1897), era el Ins-
pector salesiano de Chile, a la vez director del Patrocinio de San José y encar-
gado de la Misión salesiana de Dawson, donde llevaba a cabo un extraordina-
rio trabajo misionero con los indios Onas y Alacalufes.75
Ciertamente, la aceptación del Patrocinio de San José era fruto de la pre-
sión que habían ejercido los amigos y bienhechores de los salesianos, después
de haber estado un largo tiempo a la espera que se hicieran cargo de esa obra
social. Don Blas Cañas había obtenido, ya en 1883, de parte del Rector Mayor
de los salesianos Don Miguel Rua la promesa de enviar un grupo de misione-
ros. En 1886, había muerto Don Blas Cañas y el Arzobispado se había hecho
cargo de la obra mientras los Hijos de Don Bosco llegaban a Santiago. Por lo
mismo, el P. Tomatis estaba conforme con la aceptación de este Colegio que,
al igual que el Asilo de la Patria, eran obras emblemáticas del compromiso
social del catolicismo chileno.
Describía al Patrocinio de San José como un Colegio de 150 internos
(hijos de familias de buena condición social venidas a menos), 22 profesores
y seis prefectos de disciplina.76
73 Ep. 81 1.58, en italiano.
74 Carta a Mons. Juan Cagliero, 18-II-1894, Ep. 83 1.23; Carta a Don José Lazzero, 6-
IV-1894, Ep. 84 1.18, ambas en italiano.
75 La labor desplegada por Mons. Fagnano durante estos años, en la Isla Dawson, ver en
Fernando ALIAGA ROJAS, La Misión en la Isla Dawson. Santiago 1984, p. 30 ss.
76 Carta a Mons. Cagliero, 18-II-1894, Ep. 83 1.3, en italiano.

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El Chile en las cartas del misionero salesiano don Domingo Tomatis
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Lo que al P. Tomatis le espantaba, y lo repetía varias veces, era el im-
pulso sin frenos de Mons. Fagnano:
«Nuestro querido Inspector se ha puesto en mente fundar una
veintena de casas en un tres o cuatro años...».77
Ambos trabajaban unidos y se ayudaban mutuamente. Sin embargo, el P.
Tomatis no comprendía la serie de deudas que había contraído Mons. Fagna-
no. Se alegraba, en la carta del 23-IV-1894, de la compra del Vapor "Torino",
que acababa de formalizar Mons. Fagnano y con el cual viajaría llevando ví-
veres y materiales de construcción para las misiones.78
En los escritos del P. Tomatis afloraba el choque de dos estilos de traba-
jo que se dieron en los inicios de la Inspectoría Salesiana de Chile. Por un la-
do, el estilo totalmente dependiente de Turin que representaba P. Domingo
Tomatis, esto es, ir realizando la implantación de la presencia salesiana en el
país de acuerdo al personal que se iba recibiendo. Por otro lado, Mons. Fag-
nano, con un espíritu emprendedor, propio de un colonizador, intuía que po-
tencialmente el nombre de Don Bosco contaba con el respaldo pleno del cato-
licismo chileno. Por lo mismo, para él, el personal salesiano ya vendría de
acuerdo a las necesidades existentes, lo que importaba era fundar "obras sím-
bolos", en beneficio de los niños indígenas y pobres, en los que el carisma de
Don Bosco se proyectara a Chile.
El 28 de julio de 1894, P. Domingo Tomatis, emprendía viaje hacia Ita-
lia, después de haber cumplido 19 años de vida misionera en Argentina y Chi-
le. Debía haber salido el 14 de julio, pero el Sr. Arzobispo Don Mariano Ca-
sanova, le pidió que atrasara la fecha del viaje para que así pudiera acompañar
a cuatro seminaristas chilenos, que iban a Roma a estudiar el Pío Latino Ame-
ricano. El P. Tomatis regresó a fines de ese mismo año, el 20 de diciembre
del 94, trayendo como fruto de su gira a 22 misioneros salesianos para las
obras salesianas en Chile.79
Conclusion
El P Domingo Tomatis concluía su segundo período de director de la
Gratitud Nacional a fines de 1902 y volvía a Talca. El 27 de marzo de 1903,
se realizaba la gran fiesta de la Coronación de la Imagen de María Auxilia-
77 Ep. 83 1.23, en italiano.
78 Carta al P. José Lazzero, 23-IV-1894, Ep. 85 1.16, en italiano.
79 Carta al P. José Lazzero, 10-II-1895, Ep. 87 1.27, en italiano.

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Fernando Aliaga Rojas
dora y del niño Jesús. Un gran acontecimiento para el catolicismo chileno,
pues en ese acto litúrgico multitudinario se concentraban tres aspectos funda-
mentales, propios de la lucha político-religiosa contra el laicismo ateo:
- Demostración de lo útil que era la religión al educar y capacitar a los
hijos del pueblo. Esto era posible gracias a la caridad de los católicos en una
obra, como era el Asilo de la Patria, que, además, tenía una fuerte connotación
patriótica.
- Identificación de la lucha contra los enemigos de la religión con la de-
voción de la Virgen María Auxiliadora, vencedora en Lepanto y defensora de
la Iglesia en las actuales luchas que sostenía el catolicismo en contra de los
enemigos de la fe en Chile.
- Junto a María Auxiliadora surgía la figura carismàtica de San Juan
Bosco y su devoción al Papa. Esto era más significativo aún, ya que en ese
momento el que presidía la ceremonia era el recientemente nombrado Dele-
gado Apostólico de la Santa Sede ante el Gobierno de Chile, Mons. Pedro
Monti.
A lo largo de estos años, la presencia de los integrantes de la Asociación
de Cooperadores salesianos (1876) se había ido consolidando en gran parte
debido al acierto de San Juan Bosco, quien había nombrado como Director
General a Mons. Ramón Angel Jara.
Al establecerse los salesianos en Santiago, el círculo de los Cooperado-
res había ido creciendo en número e influencia social. En parte ello había sido
obra del P. Tomatis. Fue tal la importancia que adquirió, a inicios de siglo, la
Asociación de Cooperadores salesianos chilenos, que en 1909 obtuvo un re-
conocimiento a nivel internacional, vale decir, se hacen merecedores de ser
sede del VI Congreso Mundial de Cooperadores Salesianos.
En los días 21 y 23 de septiembre se dieron cita, en Santiago, importan-
tes exponentes del clero y del catolicismo chileno. Desde luego la mesa direc-
tiva de la Asociación de Cooperadores salesianos estaba integrada por Mons.
Ramón Angel Jara, presidente; Senador (P. Conservador) Don Abdón Cifuen-
tes, Vice presidente y el Pbro. Rafael Edwards, secretario general.
El Congreso se inauguró en el Centro de los grandes eventos de la Igle-
sia, esto es, el Salón de Honor de la Universidad Católica, contando con la
presencia del Sr. Internuncio Mons. Enrique Sibilia. Cada día fue solemnizado
por las solemnes Eucaristías celebradas, entre otros, por el Arzobispo de San-
tiago Mons. Ignacio González Eyzaguirre, por Mons. José Fagnano, Prefecto
Apostólico de la Patagonia Meridional, Tierra del Fuego e Islas Malvinas y
concluidas, finalmente, por el Solemne Pontifical, en memoria de los

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El Chile en las cartas del misionero salesiano don Domingo Tomatis
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Cooperadores difuntos, oficiado por Mons. Miguel Claro Vásquez, obispo
auxiliar de Santiago.80
Temas tales como: "La Educación Popular", "La acción social de los
Cooperadores", "La Educación obrera" y otros, revelan que la Asociación se
inscribía en la corriente social cristiana que animaba el Arzobispo González
Eyzaguirre y que traducía el carisma salesiano desafiante ante la realidad chi-
lena.
La celebración del VI Congreso Mundial de los Cooperadores salesia-
nos, realizado en Santiago, es expresión fehaciente de un momento en que el
empuje misionero de los salesianos se identifica plenamente con la causa del
catolicismo chileno, que se define dentro de esa doble dimensión política y
religiosa, propia de esos años. La Asociación de Cooperadores salesianos de
Chile es una de las formas militantes con que la Iglesia ultramontana, unida al
Partida conservador expresa su apostolado de la caridad. La labor de los sale-
sianos en favor de los niños pobres, sin embargo, rebasa los límites estrechos
en que se dio la confrontación entre el liberalismo laico y el catolicismo cleri-
cal.
Al margen de estos grandes acontecimientos, el P. Domingo Tomatis
yacía enfermo víctima de una apoplejía. Un alumno de la época recuerda que
en la Gratitud Nacional: "Se le cuidaba como una reliquia y se hablaba de él
con gran veneración".81
En la memoria histórica de los salesianos de Chile se recuerda al P. To-
matis como uno de los fundadores de la Inspectoría, cuya capacidad de trato
con las autoridades y cooperadores benefició enormemente a la causa salesia-
na en Chile. Murió el 8 de octubre de 1912. Sus cartas son un valioso testi-
monio histórico.
80 Amplia cobertura en «El Chileno» Santiago, 21-XI-1909; «El Diario ilustrado», San-
tiago, 22-XI-1909.
81 Entrevista al Hno Coadjutor Justo González, Stgo. 29-X-1997.