Querido amigo,
Compartimos el texto de la homilía del Rector Mayor de los Salesianos de Don Bosco, Don Ángel Fernández Artime, por la celebración conclusiva del VII Congreso Internacional de María Auxiliadora, en la Basílica del Colle Don Bosco.
“Bicentenario del Nacimiento de Don Bosco”
Homilía
“Nací el día consagrado a la Asunción de María al Cielo. Era el año 1815. Vi la luz, en Morialdo, aldea de Castelnuovo de Asti. Mi padre se llamaba Francisco, mi madre Margarita Occhiena. Eran campesinos. Se ganaban honradamente el pan de cada día con el trabajo. Salían adelante evitando todo gasto superfluo. Mi buen padre, casi únicamente con el trabajo de sus manos, proporcionaba sustento a su madre, septuagenaria y achacosa, y a nosotros, sus tres hijos. El mayor era Antonio, hijo del primer matrimonio, el segundo se llamaba José. El más pequeño Juan, que era yo. Vivían también en nuestra casa, dos jornaleros que ayudaban a mi padre en el campo” (Memorie dell’Oratorio).
Es emocionante escuchar estas palabras de Don Bosco precisamente aquí en el lugar que le ha visto nacer hace 200 años. Aunque Don Bosco nació el 16 de agosto él habla del día de la Asunción, como queriendo indicar que su vida, ya desde el principio, ha estado marcada por la presencia materna y providencial de María Santísima. Y después de la Virgen, habla de su padre Francisco y de su Madre Margarita: sus amados y venerados padres Son campesinos que viven del trabajo de la tierra. Habla de una abuela anciana, del hermano Antonio, nacido del primer matrimonio de Francisco Bosco, y de José, su otro hermano.
En la segunda lectura S. Pablo exhorta a los cristianos de Éfeso a “No entristecer al Espíritu Santo… Desterrad de vosotros la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo… Caminad en el amor de Cristo”.
El mensaje que quisiera dejar, especialmente a las familias, desde este lugar, donde se alzaba la casa natal de Don Bosco, es el del apóstol Pablo: “Caminad en el amor”. Al salir hoy de este Colle, quisiera que llevaseis por el mundo ese espíritu de familia que nació y creció aquí, en la escuela de mamá Margarita.
Caminad en el amor: Lo que más se deja sentir hoy en la vida no es la carencia de bienes económicos o la posibilidad de triunfar en la vida: lo que más se deja sentir de todas estas cosas es la falta de amor. Duele no recibir una sonrisa, no ser aceptados. Duelen ciertos silencios, a veces también en familia, entre marido y mujer, entre padres e hijos, entre hermanos. Sin amor la fatiga se convierte en algo muy pesado, insoportable. En la vida de la familia se comparten momentos muy hermosos: las comidas, el descanso, el trabajo, la diversión, la oración, los viajes, las peregrinaciones, los actos de solidaridad…Pero si falta el amor, falta la alegría, falta el sentido de estar juntos.
Si el amor es una relación, entonces es una realidad que crece, y podemos decir, también a modo de ejemplo, que se construye como una casa. No la construyáis sobre la arena de los sentimientos que vienen y van, sino sobre la roca del amor verdadero, el amor que procede de Dios. La familia nace de este proyecto de amor que quiere crecer igual que se va construyendo una casa, que sea lugar de afecto, de ayuda, de esperanza y de sostén.
Caminar en el amor: significa poner a Dios en el primer puesto en la vida de familia, Se trata de reconocer que tenemos necesidad de Dios. Necesitamos a Dios: ¡Todos, todos! Necesitamos su ayuda, su fuerza, su bendición, su misericordia, su perdón. Esto es orar en familia, y esto es lo que hace fuerte a la familia: la oración.
Quisiera hacer mías tres palabras del Papa Francisco:
Permiso: non invadir la vida del otro, sino respetar el misterio que él guarda. No invadir la vida del cónyuge, del hijo, sino aprender esa discreción, saberse detener en el umbral del misterio que el otro guarda y expresa. Con permiso, ¿qué te parece? Con permiso, me permito
Gracias: dar gracias al cónyuge, al hijo, a la hija, al hermano, a la hermana, al abuelo, a la abuela; gracias por lo que eres y por lo que haces por mí. ¡Qué hermoso es agradecer!
Perdón: Como todos nosotros nos equivocamos, es la otra palabra que es un poco más difícil de pronunciar, pero hay que decirla: te pido perdón. El amor es más fuerte que el momento en que se discute y por esto en familia no tenemos que acabar la jornada sin hacer las paces. No conservar rencor ni resentimientos, que son germen de muerte y bloquean las relaciones. Para poder “caminar en el amor”, en un tiempo en que a veces, se tiene la impresión de estar en el desierto y en el que tantos, también entre los jóvenes, como el profeta Elías, “desean morir” más que vivir, el Señor nos ofrece el pan para el camino.
También a nosotros, desde este bendito Colle, Jesús nos ordena: “Levántate y come”. Levantarse de nuestros miedos, de nuestras tristezas, de nuestros rencores, de nuestras murmuraciones, de nuestras falsas seguridades, de nuestros prejuicios y comer el pan de la vida: Jesús.
“Yo soy el pan de vida”
Queridos hermanos, concluimos este Congreso Internacional de María Auxiliadora celebrando, adorando y comiendo el Pan de la vida, el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo.
Renovemos nuestra fe, reemprendamos nuestro camino revigorizados por el “pan vivo bajado del cielo”.
El pan vivo que siempre ha alimentado a Juan Bosco, el pan vivo que el santo educador ha puesto como columna de su sistema educativo. El 31 de diciembre de 1863 Don Bosco dijo a sus jóvenes: “Imaginaos ver un gran globo con sus dos polos apoyados en dos columnas. Sobre una está escrito: Regina mundi; en la otra: Panis vitae”. Luego da la explicación: “El globo representa el mundo. Las dos columnas son: una, María santísima, otra el Santísimo Sacramento. Ellas sostienen verdaderamente el mundo, si no fuese por María Santísima y el Santísimo Sacramento, a estas horas el mundo estaría destruido” (MBe VII 497).
La Eucaristía es el alimento del alma, es la vida de la Iglesia, es la fuerza de nuestras familias. En el Católico instruido, Don Bosco escribe: “¿Deseas tú, cristiano, crecer en la vida de gracia y en el bien, vivir unido a Dios, y merecer más cada día la vida eterna? Acércate con frecuencia y dignamente a la mesa del Señor. Porque
Jesucristo instituyó precisamente este sacramento para que fuese para el alma lo que el alimento para el cuerpo, un alimento apto para mantener y robustecer la vida espiritual”.
“Con la fuerza de aquel alimento, caminó”
Caminemos en nuestro tiempo con corazones eucarísticos y marianos, con corazones apasionados por Dios, por los jóvenes, con la fe y la caridad de nuestro Padre Don Bosco. Caminemos siempre con este viático para alcanzar la meta a la que todos estamos llamados y de la que Don Bosco nos ha dicho: “Os espero a todos en el Paraíso”.