V. CONDICIONES ORGANIZATIVAS


V. CONDICIONES ORGANIZATIVAS



actas

del consejo general

de la sociedad salesiana

de san juan bosco

ÓRGANO OFICIAL DE ANIMACIÓN Y COMUNICACIÓN PARA LA CONGREGACIÓN SALESIANA

n° 378

año LXXXIII

mayo de 2002


LA COMUNIDAD

SALESIANA, HOY

DOCUMENTOS DEL XXV CAPÍTULO GENERAL

DE LA SOCIEDAD DE SAN FRANCISCO DE SALES

Roma, 24 de febrero – 20 de abril de 2002

EDITORIAL CCS


ÍNDICE GENERAL

.

Índice general ............................................................... 5

Abreviaturas y siglas .................................................... 11

PRESENTACIÓN......................................................... 13


PRIMERA PARTE

LA COMUNIDAD SALESIANA, HOY...... 23

INTRODUCCIÓN ....................................................... 1-6 25

I. VIDA FRATERNA,

DON Y PROFECÍA DE COMUNIÓN .............. 31

A. Llamada de Dios y llamada de los jóvenes ...... 7-10 31

B. Situación ................................................................ 11-12 32

C. Desafíos .................................................................. 13 34

D. Orientaciones operativas ..................................... 14-16 35

El hermano ..................................................... 14 35

La Comunidad local ..................................... 15 35

El Inspector y su Consejo ............................ 16 36


II. TESTIMONIO EVANGÉLICO ........................ 37

A. Llamada de Dios .................................................. 17-25 37

B. Situación ................................................................ 26-29 40

C. Desafíos .................................................................. 30 42

D. Orientaciones operativas .................................... 31-36 43

Primacía de Dios y compartir la

experiencia espiritual ................................... 31 43

Cuidar la gracia de unidad .......................... 32 44

Testimonio comunitario del seguimiento

radical de Cristo ............................................ 33 45

Centralidad de la obediencia ....................... 34 45

Pobreza concreta ........................................... 35 46

Esplendor de la castidad .............................. 36 46


III. LA PRESENCIA ANIMADORA

ENTRE LOS JÓVENES ................................... 49

A. Llamada de Dios .................................................. 37 49

B. Situación ................................................................ 38-41 51

C. Desafíos .................................................................. 42-45 52

D. Orientaciones operativas .................................... 46-48 57

Presencia que acoge y construye comunión 46 57

Presencia que educa y evangeliza .............. 47 59

Presencia que acompaña y se hace

propuesta vocacional .................................... 48 61


IV. LA COMUNIDAD SALESIANA,

LUGAR PRIVILEGIADO

DE FORMACIÓN Y ANIMACIÓN ................. 65

A. Llamada de Dios .................................................. 49-52 65

B. Situación ................................................................ 53-54 67

C Desafíos y orientaciones operativas .................. 55-65 69


1. LA COMUNIDAD: LUGAR DE

FORMACIÓN Y ANIMACIÓN ...................... 69


DESAFÍOS ............................................................ 55 69


ORIENTACIONES OPERATIVAS ................... 56-62 70

Mejorar el compromiso de toda la

comunidad en la formación ........................ 56 70

Dar mayor importancia a ciertas áreas

de formación .................................................. 57 70

Revalorizar la vivencia cotidiana ............... 58 71

Para poner en práctica estas líneas, se propone:

Ámbito mundial ....................................... 59 71

Ámbito inspectorial ................................. 60 72

Ámbito comunitario ................................ 61 73

Ámbito personal ....................................... 62 74


2. EL DIRECTOR: ANIMADOR

DE LA COMUNIDAD ..................................... 74


DESAFÍOS ............................................................ 63 74


ORIENTACIONES OPERATIVAS.................... 64 75

Se propone:

Ámbito inspectorial ................................. 65 76

Ámbito local ............................................. 65 76


Y ESTRUCTURALES

PARA VIVIR Y TRABAJAR JUNTOS .............. 77

A. Llamada de Dios .................................................. 66-67 77

B. Situación ................................................................ 68-70 78

C. Desafíos .................................................................. 71 80

D. Orientaciones operativas ..................................... 72-84 80

Obrar según un proyecto comunitario ........ 72-74 80

Garantizar la consistencia cualitativa

y cuantitativa de la comunidad salesiana .... 75-77 83

Re-definir la relación Comunidad y Obra .. 78-81 84

Elaborar y evaluar el Proyecto Orgánico

Inspectorial ....................................................... 82-84 87


CONCLUSIÓN ............................................................ 85-86 89



SEGUNDA PARTE


REVISIÓN DE

LAS ESTRUCTURAS DE ANIMACIÓN

Y DE GOBIERNO CENTRAL ...................... 93


INTRODUCCIÓN ....................................................... 87 95


I. RELACIÓN Y CONEXIÓN

ENTRE EL RECTOR MAYOR CON SU CONSEJO

Y LAS INSPECTORÍAS Y REGIONES,

Y MODALIDADES DE ANIMACIÓN

Y DE GOBIERNO.................................................. 97

Expectativas .................................................... 88-92 97

Problemática ................................................... 93-97 98

Criterios y líneas de acción .......................... 98-107 100


II. LOS CONSEJEROS DE SECTOR .................. 105

Expectativas .................................................... 108-110 105

Problemática .................................................. 110-113 106

Criterios y líneas de acción .......................... 114-117 106


1 III. LOS CONSEJEROS REGIONALES

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Y LOS GRUPOS DE INSPECTORÍAS ........ 109

Expectativas .................................................... 118-120 109

Problemática .................................................. 121-124 110

Criterios y líneas de acción .......................... 125-130 111


1.1 DELIBERACIONES Y ORIENTACIONES

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REFERENTES A LAS CONSTITUCIONES

Y REGLAMENTOS Y AL GOBIERNO

DE LA SOCIEDAD.................................................. 115


1. Limitación de la duración en el cargo

del Rector Mayor (Const. 128) .......................... 131 116

2. Limitación de la duración en el cargo

de los miembros del Consejo General

(Const. 142)) .......................................................... 132 116

3. Atribución del sector de la Familia Salesiana

al Vicario del Rector Mayor y constitución

del Consejero para la Comunicación Social

(Const. 133. 134. 137) ........................................... 133 118

4. Modificación del artículo 24 de los Reglamentos

Generales (las Procuras de la Congregación) ...... 134 120

5. División del grupo de Inspectorías

Australia-Asia ........................................................ 135 120

6. Orientación operativa sobre las modalidades

de desarrollo de los Capítulos Generales ........ 136 121

__

MENSAJES DEL CAPÍTULO GENERAL ........ 123


1. El XXV Capítulo General a los Hermanos

salesianos ................................................................ 137 125

Acojamos la gracia que se nos ha dado

en la beatificación del Salesiano coadjutor

Artémides Zatti

2. Mensaje del XXV Capítulo General a la

Familia Salesiana .................................................. 138 129

3. Mensaje a los jóvenes .......................................... 139 133

4. Llamada para salvar a los jóvenes del mundo ... 140 135

8 XXV Capítulo General


ANEXOS........................................................................ 139

1. Mensaje de S.S. Juan Pablo II

al inicio del XXV Capítulo General ................. 141-146 141

2. Intervención del Card. Eduardo Martínez

Somalo ..................................................................... 147-153 147

3. Discurso del Vicario General,

don Lucas Van Looy,

en la apertura del XXV Capítulo General ...... 154-164 155

4. Palabras de saludo del Rector Mayor

al Santo Padre con ocasión

de la Audiencia pontificia .................................... 165-168 169

5. Discurso de S.S. Juan Pablo II

en la Audiencia a los Capitulares,

del 12 de abril de 2002 ......................................... 169-171 173

6. «Buenas-noches» de don Pascual Chávez,

la tarde de su elección como Rector Mayor .... 172-181 175

7. Discurso del Rector Mayor,

don Pascual Chávez Villanueva ,

en la clausura del XXV Capítulo General ...... 182-198 183


1.1.1 RELACIÓN DE LOS MIEMBROS

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DEL XXV CAPÍTULO GENERAL ....................... 211


CRÓNICA DEL XXV CAPÍTULO GENERAL .. 219


ÍNDICE ANALÍTICO DE MATERIAS ............... 233


ABREVIATURAS Y SIGLAS


art. artículo(s)

can. canon(s)

cap. capítulo(s)

cf. confróntese

ib. ibidem

núm., núms. número(s)

p., pág. página

pp. páginas

s., ss. siguiente(s)

v. ver


DOCUMENTOS ECLESIALES


EN Evangelii Nuntiandi

GS Gaudium et Spes

NMI Novo Millennio Ineunte

VC Vita Consecrata


CONGREGACION Y FAMILIA SALESIANA

ACG Actas del Consejo General

ACS Actas del Consejo Superior

ANS Agencia Noticias Salesianas

CEP Comunidad Educativo Pastoral

CG Capítulo General

CGS/CGS20 Capítulo General Especial (XX)

CG21 Capítulo General XXI

CG22 Capítulo General XXII

CG23 Capítulo General XXIII

CG24 Capítulo General XXIV

CG25 Capítulo General XXV

CIF Comisión Inspectorial para la Formación

Const. Constituciones

CS Comunicación Social

FMA Hijas de María Auxiliadora

FSDB Formación de los Salesianos de Don Bosco

(Ratio)

FS Familia Salesiana

MBe Memorie Biográficas de San Juan Bosco

(versión española)

MJS Movimiento Juvenil Salesiano

MO Memorias del Oratorio

MS Movimiento Salesiano

PEPS Proyecto Educativo Pastoral Salesiano

POI Proyecto Orgánico Inspectorial

Reg. Reglamentos

SDB Salesianos de Don Bosco

VDB Voluntarias de Don Bosco

12 XXV Capítulo General


PRESENTACIÓN


Queridos Hermanos:

Estamos comenzando un nuevo sexenio, que coincide con los primeros años del tercer milenio. Lo hacemos convencidos de que el XXV Capítulo

General ha sido una gracia del Señor y motivados por su invitación a adentrarnos en el vasto océano de la realidad de este mundo. El «rema mar

adentro» es todo un programa de acción pastoral y no sólo un eslogan vacío de contenido. Así lo entendió el mismo don Juan Vecchi al dejárnoslo como

testamento espiritual en su último Aguinaldo. No es tiempo para la nostalgia o el recuerdo. Es tiempo, en cambio, para la esperanza y el futuro. Es un llamamiento

a afrontar con audacia los desafíos de la educación y de la evangelización de los jóvenes.

No ignoramos los peligros que entraña el mar abierto, pero nos anima en esta ventura la palabra del Señor que nos llama a echar las redes donde la

pesca puede ser más abundante. Teniendo, pues, la Palabra como viático para el camino, nos disponemos a mirar adelante y a remar mar adentro, con un

renovado entusiasmo espiritual y apostólico.


1. Las Actas del XXV Capítulo General


Os presento aquí las Actas del XXV Capítulo General. Ellas nos ofrecen un material precioso para la renovación de nuestra vida y de nuestra acción

educativo–pastoral. Contienen, en la primera parte, la introducción, los cinco módulos operativos y la conclusión de lo que ha sido el tema principal del Capítulo; y, en la segunda, la evaluación de las estructuras de la animación y del gobierno central. Siguen luego las deliberaciones y orientaciones referentes

a las Constituciones y Reglamentos y al Gobierno de la Congregación, con la interpretación práctica de los textos de nuestra Regla de vida.

Encontraréis también los Mensajes enviados por los capitulares a los Hermanos sobre la vocación del Salesiano coadjutor, a la Familia Salesiana, a los Jóvenes, junto con un llamamiento para salvar a los muchachos y a los jóvenes del mundo.

Como Anexos se añaden varios discursos y saludos, algunos de los cuales son particularmente ricos de sugerencias, como los del Santo Padre al inicio del capítulo y durante la audiencia, el de Su Em. el cardenal Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, el discurso de apertura del XXV Capítulo General del Vicario del Rector Mayor, las primeras buenas noches del Rector Mayor y su discurso de clausura.

Se trata de una serie de documentos que recogen el fruto de la reflexión de los Capítulos inspectoriales y del XXV Capítulo General.


02. El texto capitular

La asamblea capitular asumió decididamente la tarea señalada por el Rector Mayor en la carta de convocatoria del XXV Capítulo General, en la que decía que no se trataba de repetir la doctrina ya conocida sobre la comunidad, sino de «encontrar caminos eficaces para motivar de nuevo a las comunidades a manifestar con sencillez y claridad la identidad religiosa de las nuevas situaciones; determinar las condiciones o criterios esenciales que permitan, más aún, estimulen a vivir de forma gozosa, humanamente significativa, nuestra profesada fraternidad en el seguimiento de Cristo»*.

Siguiendo las indicaciones de la Presidencia y del Regulador, el trabajo de las Comisiones y de la Asamblea se fue orientando, cada vez con mayor claridad, a la elaboración no tanto de un documento orgánico, articulado, cuanto de fichas de trabajo independientes, a manera de módulos operativos. De este modo, el mismo género literario del ‘texto capitular’ es una clave de lectura para entender la forma en que debe ser acogido: como un texto claramente operativo. Esto no significa que en el texto se haya prescindido de la debida fundamentación teológica. Ésta aparece, de hecho, densamente concentrada al comienzo de cada una de las fichas;

mientras que éstas, en su máxima parte, se centran en los desafíos y en las orientaciones operativas.

Me parece oportuno, en este momento, subrayar algunos aspectos que pueden ayudar a la lectura, la asimilación y la aplicación del texto.


2.1. A diferencia del CG23 y del CG24, que habían hablado de la comunidad local como centro de animación y como lugar estratégico de la educación de los jóvenes en la fe y de la implicación y formación de los seglares, el XXV Capítulo General ha querido poner la comunidad con todas sus características y dinámicas en el centro de la reflexión. En efecto, el modelo de comunidad que pone de relieve

el XXV Capítulo General es el que hace referencia a nuestra consagración apostólica, tal como está expresada en el artículo 3 de las Constituciones. Se

trata de una comunidad llamada a realizar, a través de la gracia de unidad, la síntesis vital entre la vida fraterna, el seguimiento radical de Cristo, la experiencia

espiritual y la entrega a la misión juvenil.

La comunidad es, por tanto, -a pleno título- el sujeto de este Capítulo; no sólo por ser el tema del mismo, sino también por ser su agente y protagonista primordial. Cada comunidad está, por tanto, invitada a acoger este texto capitular como un precioso tesoro que debe hacer fructificar.


2.2. El esquema de cada módulo operativo es idéntico. Se abre con un texto de los Hechos de los Apóstoles, que quiere ser una verdadera fuente de inspiración, con el fin de que cada comunidad reproduzca la experiencia de la comunidad de Jerusalén al acoger al Espíritu Santo como guía de su propia vida. Habría que evitar, por consiguiente, considerar estas citas como una simple guinda que adorna una tarta. Por el contrario, se debería comenzar a poner en práctica, precisamente desde aquí, la lectio divina, de modo que aprendamos a partir siempre de la Palabra. Lo cual lleva consigo el esfuerzo de hacer verdaderamente nuestras las actitudes de la Sma. Virgen ante ella: escucharla, obedecerla, hacernos sus discípulos, convertirnos en creyentes.

Es la misma Palabra la que, con esta dinámica, invita a la comunidad a leer la historia social y eclesial y a acoger en ella la llamada de Dios y de nuestra Regla de vida, las expectativas de los jóvenes, las necesidades de los seglares y de la Familia Salesiana.

La comunidad, a continuación, es invitada a hacer una revisión de su propia situación, descubriendo sus recursos y sus debilidades, sus disponibilidades y sus resistencias, sus posibilidades y sus límites. Se trata, de hecho, de una revisión de la vida comunitaria.

De este modo, la comunidad aprende a descubrir los desafíos fundamentales y a afrontarlos con valor y esperanza. Aprende también a plantearse las preguntas necesarias y a buscar las respuestas adecuadas. Tal es el objetivo de las orientaciones operativas.


2.3. Por lo que se refiere a los contenidos fundamentales, éstos se refieren a la vida fraterna, al testimonio evangélico y a la presencia animadora entre los jóvenes.

La vida fraterna de la comunidad se propone favorecer los procesos de crecimiento humano y vocacional de los hermanos, promover las relaciones interpersonales profundas, reforzar el sentido de pertenencia y el espíritu de familia y ayudar a alcanzar una visión más compartida. Para esto pueden ser útiles el proyecto personal de vida, la práctica del discernimiento comunitario, la valorización de los momentos de encuentro y el proyecto de la comunidad salesiana.

El testimonio evangélico nos pide manifestar visiblemente la primacía de Dios en la vida de comunidad, vivir la «gracia de unidad» en las expresiones comunitarias, hacer radical, profético y atrayente el testimonio comunitario del seguimiento de Cristo, compartir las motivaciones vocacionales y la experiencia

de Dios. La centralidad de la Palabra de Dios, favorecida por la práctica de la «lectio divina », la calidad de la oración comunitaria y la Eucaristía cotidiana ayudarán a profundizar la experiencia espiritual y la manifestación de la centralidad de Dios. De igual modo, la vivencia del seguimiento de Cristo, a través de la total disponibilidad a una obediencia gozosa, de una pobreza austera y solidaria y del esplendor de una castidad vigilante y serena, harán más transparente el testimonio de la comunidad.

Donde existe una comunidad salesiana, hay una experiencia de fe, se construye una red de relaciones y se ofrecen múltiples formas de servicio a los jóvenes. La comunidad hace visible la presencia salesiana entre los jóvenes, la anima y promueve su crecimiento. Es necesario, ante todo, volver de nuevo a los jóvenes y ser no solamente una comunidad para los jóvenes, sino también una comunidad con los jóvenes. Para esto, la comunidad salesiana construye una presencia de comunión y participación, implica a los seglares y a la Familia Salesiana y se inserta en la zona y en la Iglesia local. Se convierte así en presencia que educa y evangeliza, creando ambientes de fuerte carga espiritual, tomando conciencia de las situaciones de pobreza de los jóvenes y reaccionando con mente y corazón pastoral ante ellas, poniendo en marcha proyectos y procesos de maduración de los jóvenes. En fin, la comunidad promueve una verdadera cultura vocacional, en la que cada joven es ayudado a descubrir un proyecto de vida; y propone explícitamente la vocación salesiana a los más idóneos, invitándolos a hacer una experiencia vocacional y acompañando a quienes la aceptan. Para ser una comunidad que viva la fraternidad, que dé un fuerte y claro testimonio evangélico, que sea una presencia animadora entre los jóvenes, ella misma tiene necesidad de ser animada, motivada, orientada y acompañada. La animación de la comunidad pasa principalmente a través de la formación permanente. La comunidad puede ofrecer momentos de renovación espiritual y oportunidades para la

actualización educativa y pastoral de los hermanos; pero no cabe duda de que la primera y más importante fuente de formación es la calidad de la vida cotidiana. El director tiene una función fundamental en la animación de la comunidad, implicando y corresponsabilizando a todos los hermanos. Su atención debe dirigirse, en primer lugar, a la identidad carismática, a la misión y a la fraternidad.

El XXV Capítulo General propone, finalmente, algunas condiciones que hacen posible a una comunidad salesiana ser significativa hoy. Se trata de ayudar a cada comunidad a obrar según un proyecto comunitario, a garantizar la consistencia cualitativa y cuantitativa de la comunidad, a profundizar las relaciones entre comunidad y obra y a llevar acabo el proyecto operativo inspectorial. Algunas de

estas condiciones se refieren al ámbito local, pero en su mayor parte exigen la responsabilidad y las opciones de la comunidad inspectorial.

El primer destinatario del texto capitular es, evidentemente, la comunidad misma, a la que se ofrecen estos cinco itinerarios para que los estudie, los profundice y los haga operativos.


3. El acontecimiento del XXV Capítulo General

Evidentemente el XXV Capítulo General no se reduce a un documento. Es, ante todo, una experiencia intensa de Congregación y un espíritu del que son portadores los Capitulares que han participado en este gran acontecimiento. ¡Ellos son los mejores portavoces de cuanto han visto y oído!

Entre los elementos que han caracterizado este Capítulo están, en primer lugar, la atmósfera de fraternidad que se creó desde el principio y que fue muy valorada por todos. Ha sido admirable constatar «la unidad de la Congregación dentro de su diversidad», como dice el artículo 146 de las Constituciones. Esto ha sido fruto de una voluntad expresa de los Capitulares, de hacer ya de la misma asamblea capitular una experiencia de comunidad.

Un segundo elemento ha sido la toma de conciencia creciente de la mundialidad de la Congregación, que se manifiesta en su diversidad cultural. Las buenas noches de los Inspectores, las celebraciones animadas por las diversas Regiones, las intervenciones en el Aula, son una prueba de que el carisma de Don Bosco, nuestro Fundador y Padre, se ha ido inculturando en los contextos más diversos, y que los mismos Capítulos Generales han ayudado a realizar una síntesis fecunda entre unidad y diversidad.

El tercer elemento extraordinario ha sido la Beatificación —en la Plaza de San Pedro— de tres miembros de la Familia Salesiana, el Coadjutor Artémides Zatti, Sor María Romero y el P. Luis Variara, que ha puesto de relieve una vez más que la vocación salesiana es realmente «un camino que conduce al Amor» (Const. 196), a la santidad, y que ésta debe ser nuestra forma natural de vida, el don más precioso que podemos ofrecer a los jóvenes (cf. Const. 25), y nuestra propuesta educativa más significativa. De modo especial, la Beatificación del primer Coadjutor salesiano no mártir ha despertado en el Capítulo el deseo de relanzar esta vocación, tan fundamental para Don Bosco.

El cuarto elemento significativo fue ciertamente la presencia del Santo Padre a través de su mensaje inicial y de la audiencia que nos concedió, en la que nos invitó a tomar la santidad como nuestra primer deber.

Un quinto elemento interesante fue la cobertura informativa hecha desde ANS, con la colaboración del equipo de video de las Misiones Don Bosco de Turín, de todo el evento capitular, que permitió la comunicación inmediata a la Familia Salesiana y a todos los amigos de Don Bosco, de cuanto sucedía en la sede del Capítulo.

Finalmente, hay que destacar la presencia de nuestro hermano Mons. Aloisius Kothgasser que animó los Ejercicios espirituales, tomando como tema el Aguinaldo del Rector Mayor para el año 2002, —«Duc in altum!»—, y la de nuestros hermanos Cardenales y Obispos que nos visitaron a lo largo del Capítulo, poniendo de manifiesto el carácter eclesial de nuestra vocación y misión.

Deseo y espero que este espíritu del XXV Capítulo General se difunda en todas las comunidades de la Congregación y nos ayude a responder con generosidad a la voluntad del Señor, que se ha manifestado a través de este acontecimiento pentecostal.


4. El compromiso del sexenio


Como dije en el discurso de clausura, pasados los momentos de preparación y realización del XXV Capítulo General, ha llegado la hora de pasar de la eflexión a la vida. Esta presentación tiene exactamente como finalidad entregar a la Congregación el texto capitular, con la invitación a cada hermano y a cada comunidad a estudiarlo y a ponerlo en práctica.

Hagamos de la comunidad un proyecto personal de vida. Creamos en ella y construyámosla. Ésta es tarea de todos, jóvenes y ancianos, sanos y enfermos. Dejemos a un lado los cansancios y posibles desencantos, como hicieron los Apóstoles que habían trabajado toda la noche sin haber pescado nada. El futuro de nuestra vitalidad se juega en nuestra capacidad de crear comunidades carismáticamente significativas hoy. La condición de fondo es el compromiso renovado de la santidad. Contando con la Palabra del Señor echemos las redes, confiados en que el Señor dará fecundidad a nuestros esfuerzos.

Pidamos a María Auxiliadora, la Stella Maris, a quien he confiado la Congregación desde el inicio de mi Rectorado, que nos ayude a vencer nuestros

miedos, que nos anime a «remar mar adentro», que nos acompañe a aventurarnos en el océano inmenso de este mundo, con el entusiasmo y el celo de Don Bosco, contemplando a Cristo y buscando la salvación de los jóvenes.


Roma, 24 de mayo de 2002,

Fiesta de María Auxiliadora


Don Pascual CHÁVEZ VILLANUEVA

Rector Mayor



Primera parte

La comunidad salesiana, hoy


Introducción (núms. 1-6)

I. La vida fraterna, don y profecía de comunión (núms. 7-16)

II. Testimonio evangélico (núms. 17-36)

III. La presencia animadora entre los jóvenes (núms. 37-48)

IV. La comunidad salesiana, lugar privilegiado de formación y animación (núms. 49-65)

V. Condiciones organizativas y estructurales para vivir y trabajar juntos (núms. 66-84)

Conclusión (núms. 85-86)


INTRODUCCIÓN


1

Con la mirada puesta en Cristo Señor, reunidos en oración en torno a María, la Madre de Jesús, nosotros, miembros del XXV Capítulo General, abiertos al Espíritu Santo y al don de la comunión, queremos construir nuestra vida según el modelo de la primera comunidad apostólica.

Reconocemos que nos ha congregado la escucha de la Palabra de Dios, la oración común, la Eucaristía y la comunión de bienes11. Pretendemos formar una comunidad «con un solo corazón y una sola alma», significativa entre el pueblo: con la vida y la palabra damos testimonio del Señor resucitado2; colmados de

la alegría y del dinamismo del Espíritu3.

Como fruto del Jubileo, que ha celebrado los dos mil años de la encarnación del Hijo de Dios, el Papa, en la Carta Apostólica Novo millennio ineunte, nos ha

invitado a dirigir nuestros ojos a la persona de Cristo, a tomar conciencia de nuestra vocación a la santidad, a ser «casa y escuela de comunión» y a comprometernos en la nueva evangelización4.


2

Apremiados por la Exhortación Apostólica Vita consecrata, como religiosos estamos llamados a ponernos en primera línea en este camino de renovación

y de re-fundación, volviendo, con fidelidad creativa, a las raíces evangélicas y carismáticas queexpresan el verdadero significado de nuestra vocación en la Iglesia.

La vida consagrada hoy, inmersa en un mundo plural, marcado por situaciones dramáticas de pobreza y de opresión, a la búsqueda de motivos y modelos nuevos de vida y de sentido, puede ser significativa si, como «casa construida sobre la roca»5, está cimentada sobre la adhesión incondicional a Jesucristo, anclada en la opción evangélica de la santidad, y se coloca en las fronteras de la misión eclesial.


3

En la sociedad y en la cultura moderna se han impuesto fenómenos de gran alcance que, mientras parece que abren nuevas posibilidades de desarrollo humano y social, ponen también en discusión el modelo actual de realización humana y cristiana.

En muchos contextos cobra cada vez más fuerza el secularismo, que vuelve poco significativa la propuesta de fe, mientras —por otra parte— abre espacios a lo sagrado en las formas más variadas de religiosidad. La globalización, desde el ámbito económico, se extiende a otros campos sociales, creando interdependencia; pero también profundas e injustas diferencias, que dan vida a nuevas formas de pobreza. El nacimiento de sociedades pluriétnicas, pluriculturales y plurirreligiosas, y, simultáneamente, el despertar de nacionalismos excluyentes y de integrismos religiosos, interpelan la capacidad de convivencia, de tolerancia y de diálogo. Junto al pluralismo, hoy tan apreciado en todos los campos, se está difundiendo el relativismo, el individualismo, la diversidad de puntos de referencia, que desconciertan, sobre todo, a los jóvenes. Al mismo tiempo que la ciencia y la técnica asombran con conquistas siempre nuevas, suscitan profundos interrogantes sobre el respeto de la vida, la dignidad de la persona, la salvaguardia de la creación. La comunicación de masas y el desarrollo de la informática son vehículos de nuevos modelos y de nuevas mentalidades, que exigen una cuidadosa atención en el campo educativo.

En un mundo tan complejo, insensible ante algunos aspectos e inquieto ante otros, nos sentimos llamados a acoger la invitación del Papa para anunciar a Cristo, especialmente a los jóvenes, como modelo perenne de nueva humanidad6.


4

La Congregación Salesiana, bajo el impulso de los últimos Capítulos Generales, vive y experimenta una fuerte llamada a la renovación, para manifestar con mayor viveza y claridad su vocación: ser escuela de fe y centro de comunión para la educación de los jóvenes7, asumir un compromiso peculiar de animación de los seglares que comparten el espíritu y la misión de Don Bosco, dando vida a un nuevo modelo pastoral8.

La calidad de la vida consagrada en comunidad, la profundidad de su espiritualidad, el valor significativo de su testimonio y su capacidad de propuesta son factores determinantes para dar vida y fuerza evangélica a la realización del Proyecto Educativo Pastoral Salesiano (PEPS), a la presencia animadora de los SDB en la Comunidad Educativa Pastoral (CEP) y al crecimiento de la Familia Salesiana.

5

Reflexionando sobre la comunidad, el XXV Capítulo General concentra su atención en tres aspectos fundamentales: la vida fraterna, el testimonio evangélico y la presencia animadora entre los jóvenes. Considera, además, algunas condiciones para ponerlos en práctica: la animación de la comunidad salesiana, la formación permanente y el papel importante del director, y la organización de la vida y del trabajo. Estos elementos son inseparables y cualifican la vida comunitaria salesiana9.

Al afrontar cada uno de estos núcleos, hemos partido de la «llamada de Dios», que nos ha permitido leer las situaciones en que nos encontramos trabajando; recogiendo y aceptando los principales desafíos en ellas presentes, con el fin de proponer algunas orientaciones y de sugerir a nuestras comunidades inspectoriales y locales estrategias oportunas.


6

La necesidad de renovación nos ha impulsado a volver la mirada hacia nuestras raíces evangélicas y carismáticas.

Estamos convencidos, además, de que el Sistema Preventivo de Don Bosco conserva aún hoy su validez, no sólo como método educativo pastoral, sino también como fuente de espiritualidad y, por ello, como criterio de nuestro «vivir y trabajar juntos»10. Don Bosco nos lo entrega como experiencia de vida que «informa nuestras relaciones con Dios, el trato personal con los demás y la vida de comunidad en la práctica de una caridad que sabe hacerse amar»11. Esto es y se convierte para nosotros en escuela de santidad y de hermandad.

El tema de este Capítulo completa así el camino iniciado por los Capítulos precedentes: pretende hacer más clara e interpelante la fuerza de la comunidad religiosa salesiana en la acción educativa y pastoral entre los jóvenes y los pobres, ser centro de animación y de comunión en la Familia Salesiana y en el vasto Movimiento inspirado en Don Bosco, profundizando las raíces de nuestra vocación y renovando el dinamismo de la vida fraterna.

I. VIDA FRATERNA, DON Y PROFECÍA DE COMUNIÓN


«Eran constantes en escuchar la enseñanza de los Apóstoles y en la comunidad de vida, en la fracción del pan y en las oraciones…En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo» (Hechos 2,42; 4,32)



A. LLAMADA DE DIOS

Y LLAMADA DE LOS JÓVENES


7

Don Bosco, movido por el Espíritu y asistido por la intervención materna de María12, comenzó, en comunión de vida y de acción con los jóvenes, colaboradores y primeros Salesianos, una experiencia de familia, rica en valores humanos y espirituales y claramente encaminada al servicio de la juventud. Notamos que el primer servicio educativo que los jóvenes esperan de nosotros es el testimonio de una vida fraterna que se hace respuesta a su necesidad profunda de comunicación, propuesta de humanización, profecía del Reino e invitación a acoger el don de Dios.


8

Somos conscientes de que la comunión fraterna es un don de Dios en Jesucristo y, en consecuencia, tarea y compromiso de cada uno. La hacemos visible y la construimos compartiendo la vida, viviendo la caridad fraterna y participando en la misión común.


9

Por esto nos comprometemos a crecer en la espiritualidad de relación, conscientes de que «Dios nos llama a vivir en comunidad confiándonos hermanos

a quienes amar»13.

El espíritu de familia, vivido según el Sistema Preventivo, nos pide cultivar un genuino espíritu de fe, vivir relaciones interpersonales de calidad, crecer en el aprecio y en la acogida mutua, en la capacidad de reconciliación y en la participación.


10

Cada hermano educa sus propias capacidades de relación, convencido de la estrecha conexión que existe entre la maduración del individuo y la de la comunidad. Por ello, nos sentimos todos comprometidos a no descuidar nada de cuanto facilite los procesos de crecimiento individual y comunitario.



B. SITUACIÓN


11

Reflexionando sobre la práctica de la vida fraterna, destacamos algunos aspectos positivos, como:

— el crecimiento del respeto a la dignidad de las personas, del aprecio mutuo y de la calidad de las relaciones interpersonales:

la comunicación más profunda y el compartir la vida de un modo más sentido y deseado por los hermanos;

la necesidad de un encuentro personal con la Palabra de Dios y el deseo de compartir sus frutos con otros hermanos;

un mayor contacto con las fuentes del carisma y una conciencia más clara de la espiritualidad salesiana, que alimentan el compromiso de fraternidad;

el enriquecimiento que proviene de compartir la vida fraterna con jóvenes y seglares;

el «día de la comunidad» valorizado y vivido con creatividad;

la comunicación social, en ámbito local, inspectorial y mundial, haciendo más vivo el sentido de pertenencia.


12

Constatamos también algunas dificultades:

situaciones de conflicto que no se saben resolver de modo positivo, casos de activismo exasperado que alejan de la comunidad y situaciones de debilitamiento del sentido de pertenencia;

situaciones de hermanos que se refugian en relaciones compensatorias o que buscan experiencias comunitarias y espirituales alternativas a la comunidad salesiana;

— la existencia de comunidades poco consistentes cuantitativa y cualitativamente, en las que resulta difícil organizar la vida fraterna;

el desánimo y la falta de motivación de algunos hermanos, debido quizás a experiencias negativas del pasado, dificultad de adaptación en el presente, cierta pérdida del sentido de la fe y carencias personales;

problemas de convivencia entre hermanos distantes por edad, formación, cultura y pertenencia étnica;

la condición de hermanos ancianos o enfermos, que en algunos casos encuentran dificultad para compartir la vida y la misión comunitarias;

la invasión de los medios de comunicación social, que quitan tiempo a las relaciones fraternas comunitarias.



C. DESAFÍOS


13

Las dificultades indicadas parece que se pueden concentrar en tres ámbitos, que a veces influyen conjuntamente:

opciones individuales y estilos de vida que alejan progresivamente de la comunidad;

— un planteamiento de la vida comunitaria que no favorece el crecimiento humano y vocacional de los hermanos, prejuzgando la posibilidad de «vivir y trabajar juntos»;

la dificultad de la comunicación interpersonal, por una participación insuficiente en la vida y en la misión, que debilita el sentido de pertenencia y la identificación con el proyecto de vida salesiana.


Nos preguntamos por lo tanto:

  • ¿Cómo favorecer los procesos de crecimiento humano y vocacional de los hermanos en contextos culturales marcados por la fragmentación, la dispersión, el relativismo y el individualismo?

  • ¿Cómo superar la inercia de esquemas relacionales inadecuados, que debilitan el sentido de pertenencia y ponen en peligro el clima fraterno de la comunidad?

  • ¿Cómo organizar la vida y la acción comunitarias, para mejorar la comunicación y dar calidad a las relaciones personales?

  • ¿Qué procesos hay que poner en marcha para aprender y ejercitar el discernimiento tanto individual como comunitario, de manera que favorezcan el diálogo fraterno y la corresponsabilidad?


D. ORIENTACIONES OPERATIVAS


Interpelados por los desafíos expuestos, indicamos las siguientes orientaciones operativas:


14

El Hermano, como primer responsable de su propia formación, dé valor al «Proyecto personal de vida salesiana», poniendo una especial atención en

algunos elementos:

  • el examen de la propia maduración humana, espiritual y salesiana, con procesos de autoevaluación, de confrontación con la Palabra de Dios y de aceptación de la corrección fraterna;

  • el conocimiento y la práctica de la espiritualidad del Sistema Preventivo, fuente de nuevas relaciones en la vida fraterna;

  • la progresiva maduración de la identidad carismática salesiana;

  • la presencia, activa y cordial, en los encuentros ordinarios y extraordinarios que marcan el ritmo de la vida comunitaria;

  • la apertura al otro y la disponibilidad para compartir.


15

La Comunidad local, como lugar de crecimiento

humano y vocacional:

a) Valoriza el discernimiento comunitario a la luz de la Palabra de Dios y de las Constituciones. Para ello promueve actitudes que favorezcan su ejercicio:

  • apertura a la realidad, que hay que vivir con espíritu de fe y capacidad de escucha;

  • disponibilidad para el diálogo fraterno, para facilitar y promover la participación de todos;

  • búsqueda paciente de la convergencia de la unidad y de la comunión.


b) Cuida los momentos específicos de la vida comunitaria: la oración común, las asambleas, los retiros, la revisión de vida, los escrutinios, los consejos,

los tiempos de distensión, el día de la comunidad. En ellos, con metodologías adecuadas, ayuda a los hermanos a:

  • manifestar la riqueza de los sentimientos de su propia vivencia interior;

  • compartir preocupaciones y problemas, proyectos y actividades educativo-pastorales;

  • practicar la escucha, el diálogo, la aceptación de las diferencias y la corrección fraterna.


c) Elabora el Proyecto de vida comunitaria salesiana, teniendo en cuenta la situación existencial de los hermanos y dando importancia a los aspectos de la formación de las personas, de la comunicación y comunión, y de los compromisos establecidos en el proyecto educativo pastoral salesiano.


16

El Inspector y su Consejo, a través de la Comisióninspectorial de la formación (CIF), sugieren modalidades y ofrecen materiales para elaborar el «Proyecto

personal de vida salesiana» y el «Proyecto de vida comunitaria salesiana».

II. TESTIMONIO EVANGÉLICO


«Los Apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y gozaban todos de gran simpatía...» (Hechos 4,33)



A. LLAMADA DE DIOS


17

Llamados por el Padre, con la fuerza del Espíritu Santo, seguimos al Señor Jesús14, nuestra regla viviente15.

. Iluminados por el misterio de Dios, que es comunidad de Amor, vivimos el seguimiento de Cristo en comunidades, en las que encontramos respuesta a las profundas aspiraciones del corazón, somos signos de amor y de unidad para los jóvenes16 y nuestra vida comunitaria se convierte en experiencia cotidiana de espiritualidad.


18

La primera comunidad apostólica, que busca su camino, a veces entre dificultades, es la primera referencia fundamental para todas nuestras comunidades. Su testimonio alegre del Señor Resucitado se manifiesta en la búsqueda del Reino realizado en el servicio fraterno, vivido en la comunión y en la

corresponsabilidad, proclamado en el anuncio salvífico del Evangelio y celebrado en la oración en común y en la fracción del pan.


19

De la misma manera, nuestras comunidades llegan a ser profecía para los jóvenes en el servicio generoso, en la fraternidad, en el anuncio y en la fiesta.

Su experiencia de Iglesia, fundada en la Palabra y en la Eucaristía, se hace fermento de comunión y de nuevas comunidades, a través del testimonio cotidiano

de plenitud de vida y de felicidad que brotan del Señor Resucitado.


20

La comunidad de Valdocco, guiada y animada por Don Bosco, intentó vivir este testimonio de manera completa y armoniosa. En el sueño de los diez diamantes, el mismo Don Bosco, presentando la identidad del Salesiano, trazó sus características

fundamentales y los peligros a que está expuesta. Cada comunidad está formada por hombres, inmersos en la sociedad, que expresan la pasión del «da mihi animas, cetera tolle», con el optimismo de la fe, con la dinámica y la creatividad de la esperanza y con la bondad y entrega total de la caridad. Este compromiso está sostenido por una estructura espiritual fuerte y esencial, caracterizada en particular por la dimensión ascética de los consejos evangélicos y por un estilo de vida de trabajo y templanza.


21

Siguiendo el ejemplo de Don Bosco, la comunidad testimonia toda la fuerza educativa y pastoral de la consagración, viviendo con entusiasmo y con alegría la donación total a Dios y a los jóvenes. Tenemos la experiencia de que la fidelidad a la consagración es un proceso en constante crecimiento y se pone de manifiesto en la búsqueda continua del ideal evangélico, tomando como modelo el camino de la fe de María.


21

El contexto actual está marcado por el secularismo, el individualismo, el consumismo y el hedonismo; pero está igualmente impregnado de una mayor sensibilidad por lo sagrado, por una mayor apertura a la trascendencia y por un compromiso de solidaridad concreta.

Por eso, hoy más que nunca, nuestras comunidades están llamadas a hacer visible, a los jóvenes, especialmente a los más pobres, la primacía de Dios, que ha entrado en nuestras vidas, nos ha conquistado y nos ha puesto al servicio de su Reino, comosignos y portadores de su amor17.


23

Siguiendo a Cristo obediente, pobre y casto en la radicalidad del Bautismo, la comunidad expresa las mejores energías de su libertad, protesta contra la idolatría del poder, del tener y del placer, y se hace, de esta forma, totalmente disponible para la misión entre los jóvenes. Con la obediencia, busca la voluntad de Dios mediante el diálogo y la fidelidad al proyecto comunitario, y vive y acoge con espíritu de familia el servicio de la autoridad. Con la pobreza, pone toda su confianza en Dios, se abre a la comunión de bienes y a la solidaridad, promoviendo proyectos en favor de los pobres y compartiendo su condición. Con la castidad, manifiesta su amor a Dios y su total entrega a los jóvenes, con aquella pureza de corazón que es el distintivo característico de su misión educativa y pastoral.


24

Sostenida por la experiencia de Dios y por la total entrega a la salvación de los jóvenes, la comunidad vive la gracia de la unidad, que es don del Espíritu Santo y síntesis vital entre unión con Dios y entrega al prójimo, entre interioridad evangélica y acción apostólica, entre corazón orante y manos Testimonio evangélico

trabajadoras18, entre exigencias personales y compromisos comunitarios. De esta manera, se integran armónicamente, en la alianza con Dios, la misión apostólica, la comunidad fraterna y la práctica de los Consejos evangélicos.


25

Vivimos esta opción en la certeza de que ella ayuda a construir un modelo alternativo de humanidad y de familia humana, en la perspectiva de la esperanza

cristiana.

Respondemos así al don de Dios con un camino comunitario y personal de santidad hacia la plena madurez de Cristo, por medio del cual nos hacemos signo y profecía de los valores últimos del Reino de Dios, en el espíritu de las Bienaventuranzas.



B. SITUACIÓN


26

Como fruto de los últimos Capítulos Generales, las comunidades en general procuran vivir una espiritualidad salesiana cada vez más auténtica.

Se nota efectivamente un crecimiento en:

  • la identidad carismática,

  • el conocimiento y la aplicación del Sistema Preventivo incluso entre los seglares,

  • la valorización de la vida comunitaria,

  • el trabajo asiduo entre los jóvenes, especialmente entre los que se encuentran «en peligro»,

  • la atención prestada a las celebraciones litúrgicas y a las formas de oración,

  • el esfuerzo que muchos hacen para vivir la gracia de unidad, armonizando vida fraterna, oración y trabajo apostólico.


27

Junto a estos signos de crecimiento, se nota también la presencia de fenómenos negativos. Entre éstos se indican:

  • falta del sentido comunitario de la vida espiritual;

  • ausencia en los momentos de oración comunitaria;

  • observancia formal de las prácticas de piedad;

  • retraimiento a compartir experiencias espirituales;

  • eficientismo e individualismo;

  • distribución no equilibrada de los tiempos de trabajo, de vida comunitaria y de oración;

  • cansancio y descorazonamiento, frente a un mundo que cambia continuamente.


28

En la práctica de los Consejos evangélicos hay ejemplos de gozoso testimonio individual y comunitario y de radicalidad hasta el martirio:

  • la obediencia se vive con espíritu de fe y de humildad, en la escucha recíproca y en el esfuerzo por construir juntos el proyecto comunitario;

  • la búsqueda de un estilo de vida más sencillo y austero se ve en la acogida de los pobres, en el vivir en contextos de pobreza, en la solidaridad y en la transparencia de la administración de los bienes;

  • la castidad se manifiesta en la serena aceptación de sí mismo, en la cordialidad de relaciones, en la generosa disponibilidad para el servicio, en la fidelidad de la vida totalmente gastada por los jóvenes.


29

Al mismo tiempo, se advierte que las comunidades no siempre consiguen hacer legible su testimonio y se notan:

  • dificultades para trabajar en equipo, tanto entre los mismos Salesianos como entre Salesianos y seglares; a veces con actitudes de autoritarismo;

  • dificultades por parte de algunos Salesianos para cambiar de casa o de tareas;

  • desigualdades entre el nivel de vida de la comunidad religiosa y la situación de la vida de la gente, entre casa y casa, a veces malgastando los bienes de que disponemos, administrando mal los recursos que tenemos para el servicio de nuestra misión;

  • situaciones de frialdad en el trato, incapacidad para establecer relaciones personales auténticas, compensaciones fuera de la comunidad; ambigüedad de vida que pone en peligro la credibilidad de las opciones profesadas.



C. DESAFÍOS


30

En el origen de la situación arriba descrita, parece que se encuentran diversas causas, entre las ellas, las siguientes:

  • debilitamiento en reconocer la primacía de Dios, lo que lleva a la comunidad y al hermano al oscurecimiento de las motivaciones de fe y de la conciencia de ser Salesianos consagrados;

  • fragmentación en la vida personal y comunitaria, que se manifiesta en sacrificar lo importante por lo urgente, y en la incapacidad de armonizar ser y hacer, oración y trabajo, evangelización y educación, iniciativa particular y proyecto comunitario;

  • carencia de fuerza profética de nuestra consagración salesiana, que ofusca su visibilidad haciendo a las comunidades poco significativas y atrayentes en sentido vocacional.


A estas causas corresponden los desafíos siguientes:

  • ¿Cómo reavivar continuamente y mostrar la primacía de Dios en las comunidades, y cómo compartir la experiencia espiritual en ellas, con los seglares y con los jóvenes?

  • ¿Cómo poner hoy en acto nuevos equilibrios personales y comunitarios entre los distintos aspectos de nuestra vida para vivirlos en la gracia de unidad de manera completa y armoniosa?

  • ¿Cómo hacer que sea radical, profético y atrayente, nuestro testimonio comunitario del seguimiento de Cristo?



D. ORIENTACIONES OPERATIVAS


Queremos responder a los desafíos antes indicados, asumiendo, en concreto, las siguientes orientaciones operativas:


31

Primacía de Dios y compartir la experiencia espiritual


La comunidad, siguiendo el ejemplo de María, se compromete a poner a Dios como centro unificador de su ser y a desarrollar la dimensión comunitaria de la vida espiritual:

  • favoreciendo la centralidad de la Palabra de Dios en la vida comunitaria y personal, mediante la lectio divina, la meditación cotidiana, la Liturgia de las horas, las celebraciones de la Palabra, la preparación en comunidad de la Eucaristía dominical;

  • celebrando la Eucaristía cotidiana con alegría, creatividad y entusiasmo, y favoreciendo la concelebración conjunta de todos los hermanos al menos una vez por semana;

  • cuidando la calidad de la oración comunitaria hasta hacer de ella escuela de oración para la comunidad, para los jóvenes, para los miembros de la Familia Salesiana y para los colaboradores seglares;

  • promoviendo revisiones de vida sobre las Constituciones y sobre los elementos esenciales de la espiritualidad salesiana;

  • cuidando el acompañamiento espiritual con la valorización de las oportunidades tan apreciadas en nuestra tradición: el Sacramento de la Reconciliación, la dirección espiritual, el coloquio fraterno;

  • creando entre los hermanos un clima que favorezca el intercambio de las propias experiencias de fe;

  • favoreciendo la integración entre el proyecto personal y el comunitario, cuidando de que se interrelacionen y ambos sean compartidos19.


32

Cuidar la gracia de unidad

La comunidad se compromete a asegurar condiciones suficientes para que todo hermano pueda dar a su ser y a su obrar un sentido de unidad profunda:

practicando el discernimiento evangélico como actitud de búsqueda de la voluntad de Dios, mediante el diálogo comunitario y con coherencia en los procesos de toma de decisiones y en su puesta en práctica20;

verificando periódicamente el equilibrio entre

obligaciones de trabajo, exigencias de vida comunitaria,

tiempos de oración, de estudio y de descanso.


33

Testimonio comunitario del seguimiento radical de Cristo


La comunidad se compromete a garantizar que los Consejos evangélicos hagan transparente la gratuidad, la ofrenda incondicional de la vida, el amor sin medida y sin reservas, sobre todo para con los más pobres:

  • explicitando el valor humanizador de los consejos evangélicos para vivirlos con gozo y con coherencia21;

  • verificando en comunidad su práctica con escrutinios periódicos. Para ello, el Dicasterio para la Formación preparará líneas-guía concretas;

  • educando a sus miembros en el uso apropiado de los medios de comunicación social, incluyendo los más recientes como Internet, DVD, etc. y evaluando su uso positivo y apostólico.


34

Centralidad de la obediencia


La comunidad favorece una profunda vida en el Espíritu, el sentido de la misión y una eficaz inserción de cada hermano en el proyecto pastoral y educativo comunitario:

  • promoviendo el diálogo entre sus miembros, por medio de la asamblea comunitaria, el día de la comunidad, los encuentros del Consejo local; y sirviéndose también, cuando sea necesario, de oportunos asesoramientos;

  • implicando más eficazmente a todos los hermanos en el núcleo animador de la CEP y en la elaboración y aplicación del PEPS;

  • orientando a los hermanos, en su opción de cualificación profesional, a tener en cuenta las necesidades de la Inspectoría, en diálogo con el Inspector;

  • relanzando la práctica del coloquio fraterno con el director, centro de unidad y de orientación pastoral para todos los hermanos.


35

Pobreza concreta


La comunidad se compromete a testimoniar un estilo de convivencia inspirado en la pobreza de Cristo y en su Evangelio:

  • de un modo de vida sencillo, sobrio y modesto, teniendo en cuenta el ambiente en que se vive22, con un trabajo asiduo, sacrificado y dispuesto a desempeñar, incluso, los servicios más humildes23;

  • viviendo el espíritu de desprendimiento y de confianza en la Providencia, con la transparencia en la disponibilidad y en el uso del dinero y haciendo el presupuesto con criterios de austeridad;

  • haciendo de la solidaridad un principio regulador del propio vivir y obrar, compartiendo realmente todo en el seno de la comunidad local e inspectorial, y saliendo también al paso de las necesidades de otras Inspectorías;

  • abriéndose a las necesidades de los jóvenes, sobre todo de los más pobres, poniendo vida, tiempo y estructuras a su servicio, y colaborando con las personas y los organismos que se comprometen en la promoción social y luchan por la justicia.


36

Esplendor de la castidad


La comunidad irradia su testimonio de castidad y lo ofrece a los jóvenes de hoy como un signo profético del Reino de Dios y proclamación de la dignidad de toda persona:

  • creando un ambiente de fraternidad sereno y gozoso, que estimula el crecimiento de la verdadera amistad entre los hermanos y que llega a ser signo de la felicidad de la entrega por el Reino24;

  • apuntando hacia un estilo de vida sobrio y trabajador, nutrido de ascesis y de prontitud en el servicio, como expresión concreta del amor ilimitado a Dios y a los jóvenes;

  • proponiendo a los jóvenes programas de educación para el amor y de valorización de la castidad25;

  • estableciendo, tanto en el ámbito de la Congregación como en el de la Inspectoría, normas de comportamiento a las que todos los hermanos deben conformarse, con el fin de prevenir escándalos por abusos sexuales, sirviéndose incluso de los oportunos asesoramientos legales y científicos;

  • ofreciendo a los hermanos, especialmente a los que se encuentran en dificultad, acompañamiento, espacio de recuperación y aquellas intervenciones, incluso de ámbito inspectorial, que sean necesarias;

  • comprometiéndose en la protección de los menores, colaborando también con personas y organismos que trabajan en la defensa los derechos de los niños y jóvenes que son víctimas de explotación sexual.



III. LA PRESENCIA ANIMADORA ENTRE LOS JÓVENES


«Ahora os dejo en manos de Dios y de su palabra, que es gracia, y tiene poder para construiros y daros parte en la herencia de los santos» (Hechos, 20, 32)


A. LLAMADA DE DIOS


37

«Cerca o lejos, yo pienso siempre en vosotros. Uno solo es mi deseo: que seáis felices en el tiempo y en la eternidad.... Siento, queridos míos, el peso de estar lejos de vosotros, y el no veros ni oíros me causa una pena que no podéis imaginar... Sois el único y el continuo pensamiento de mi mente26.. Este sentimiento del corazón paterno de Don Bosco, releído hoy por nosotros, Salesianos del Tercer Milenio, es una llamada urgente a soñar y a proyectar con esperanza, fieles al «criterio oratoriano»27, nuestra presencia entre los jóvenes: una presencia hecha de cercanía afectiva, de participación, de acompañamiento, de animación, de testimonio, de propuesta vocacional con el estilo de la asistencia salesiana28.

Tras las huellas de Don Bosco, queremos respondera la llamada de Jesús para ser, en la Iglesia de hoy, signo profético y portadores gozosos del amor del Padre a los jóvenes29. Dios nos llama a ser una comunidad no solamente para los jóvenes, sino con los jóvenes; «reafirmando nuestra preferencia por la juventud pobre, abandonada y en peligro»30. Los jóvenes, a quienes abrimos nuestro corazón salesiano, nos piden que acojamos sus peticiones: quieren que abramos de par en par con sencillez y familiaridad nuestras puertas y que salgamos a su encuentro, que compartamos su vida caminando juntos, que comprendamos sus valores, acojamos sus preocupaciones y sepamos ofrecerles espacios de participación.

Por esto, nos empeñamos en despertar en los jóvenes la búsqueda de sentido y en ayudarlos a encontrar una respuesta: nos proponemos ser escuela de vida, que suscita interrogantes y da razones de esperanza, vive y celebra la presencia de Cristo Resucitado, comunica la propia experiencia de fe y forma discípulos, acompañando su crecimiento «para que desarrollen su propia vocación humana y bautismal, mediante una vida diaria progresivamente inspirada y unificada por el Evangelio»31.

Animados por la caridad del Buen Pastor32, teniendo a María como Madre y Maestra, buscamos con confianza un proyecto educativo pastoral común y una metodología que sepa introducir en la educación los valores del Evangelio, y que preste atención a los procesos educativos más que a las actividades, a las personas más que a las estructuras, y a la fraternidad más que a la función.

La pasión por Dios y por los jóvenes nos impulsa a ser «casa y escuela de comunión»33, viviendo nuestra vocación que irradia alegría y promueve participación, que es capaz de suscitar numerosas fuerzas apostólicas, con las cuales compartimos el espíritu y la misión de Don Bosco en la Iglesia local y en la zona: los seglares de la CEP, los Grupos de la Familia Salesiana, los jóvenes más comprometidos.



B. SITUACIÓN

38

Donde existe una comunidad salesiana, está presente un don de Dios: experiencia de fe y de comunión, red de relaciones, múltiples formas de servicio a los jóvenes.

La comunidad hace visible la presencia salesiana, la anima y promueve su crecimiento. Aunque no se pueden identificar misión y obra, la presencia salesiana

entre los jóvenes da forma a una obra y ésta puede ser expresión de la primera.

La presencia se expresa progresivamente como capacidad de acogida y de comunión, como compromiso de educación y de evangelización, como propuesta de acompañamiento y de búsqueda vocacional.


39

Presencia que acoge y construye comunión


Se advierte la necesidad de estar presentes entre los jóvenes según el estilo típico del Sistema Preventivo, incluso en comunidades que tienen un número reducido de hermanos y están marcadas por el envejecimiento o por la enfermedad. Con frecuencia, sin embargo, las preocupaciones de organización y de gestión hacen que, de hecho, algunos Salesianos se encuentren alejados de los jóvenes. Además, no faltan hermanos que, por proyectos individuales o por comodidad, se están alejando de la realidad juvenil.

Se constata que en las comunidades hay una atención positiva a las nuevas y antiguas pobrezas juveniles; pero se notan también signos de apego al pasado, ctitudes defensivas frente a los desafíos del presente y del futuro, a veces una sensibilidad todavía insuficiente hacia las nuevas pobrezas y falta de capacitación para afrontar los desafíos de la marginación, aunque en este campo se han hecho notables progresos respecto al sexenio precedente.

La comunidad salesiana, más convencida de tener una función carismática en el núcleo animador, ha dado vida a formas nuevas para implicar a los seglares, sobre todo mediante la formación y la animación de la CEP, el compartir la responsabilidad con los voluntarios y la elaboración del PEPS. Ha mejorado también la sensibilidad hacia la Familia Salesiana, pero se advierte la exigencia de crecer en una mayor corresponsabilidad para lograr una participación más eficaz en la misión.


40

Presencia que educa y evangeliza

Los recursos presentes en los jóvenes de hoy favorecen la acogida de la propuesta evangélica, de manera particular por la búsqueda de interioridad, por una adhesión especial a los nuevos valores y por múltiples formas de servicio en el voluntariado. Sin embargo, a veces, la incidencia de nuestra propuesta queda debilitada en comunidades que no viven una intensa experiencia espiritual con clara referencia a las motivaciones evangélicas y a una auténtica caridad pastoral.

Se constata, además, que hoy las relaciones personales tienden a ser fugaces y superficiales. La cantidad de las posibilidades de comunicación no siempre se corresponde con la calidad de la relación; esto repercute también en las relaciones de la comunidad salesiana con los jóvenes.

Existe también el peligro de que se identifique la misión con las obras, y éstas con las estructuras y los servicios. Entonces les resulta difícil a los jóvenes percibir la comunidad como forma alternativa de vida, desafío a las propuestas de la sociedad y profecía concreta de futuro.

Nuestra presencia tiene en muchos lugares una positiva incidencia social, política y cultural, aunque nuestro servicio educativo y pastoral no siempre alcanza los resultados esperados. Hay comunidades que encuentran dificultad para armonizar la vida comunitaria con un sentido abierto de misión, que lleve a responder a las emergencias y a proyectar nuevas formas de servicio.


41

Presencia que acompaña y se hace propuesta vocacional


Acción y reflexión han dado vida estos últimos años a planes vocacionales, tanto locales como inspectoriales; se ha prestado mayor atención a las propuestas formativas; ha sido más amplio el compromiso de los jóvenes en el Movimiento Juvenil Salesiano. No siempre hemos sabido implicar a la familia, como primer lugar de crecimiento vocacional.

Ha crecido el interés por todas las vocaciones de la Iglesia, y de la Familia Salesiana en particular, y el convencimiento de que una verdadera pastoral juvenil es siempre vocacional.

Reconocemos que nuestros ambientes son ricos en potencialidades y en recursos vocacionales; pero siguen en pie la dificultad de presentar y hacer percibir la vida como vocación y misión, y la fatiga de acompañar personalmente a los jóvenes. Para nosotros, Salesianos, queda siempre como empeño prioritario el de testimoniar la vocación de apóstoles consagrados en su forma doble y complementaria: sacerdotal y laical34.

Los contextos socio-culturales, la actual estructura de algunas obras y un cierto cansancio espiritual de algunos Salesianos y comunidades, están en la raíz de

un debilitamiento en el camino de la fe y en los procesos formativos y vocacionales de los jóvenes y, también, de la disminución numérica a la que hacen referencia muchos Capítulos inspectoriales.


C. DESAFÍOS


42

La presencia salesiana es una realidad dinámica, una red de relaciones, un conjunto de proyectos y de procesos, puestos en marcha por la caridad pastoral

y realizados con los jóvenes, los seglares y la Familia Salesiana. Se ha visto cada vez con mayor claridad que el sujeto de tal presencia no es exclusivamente la comunidad salesiana.

A partir de esta constatación, parecen fundamentales los desafíos siguientes:


43

Presencia que acoge y construye comunión


La comunidad salesiana está llamada a renovar la calidad de su presencia entre los jóvenes, a construir comunión y participación con los seglares, a inserirse activamente en la zona.

  • ¿Qué modelo comunitario facilita nuestra presencia entre los jóvenes?

  • ¿Cuál es nuestra presencia en la CEP y en la Familia Salesiana como comunidad carismática, y con qué tiempos, con qué modalidades de intervención y con qué cometidos?

  • ¿Cuál es nuestra presencia en las instituciones donde se toman decisiones sobre la condición juvenil?


44

Presencia que educa y evangeliza


La comunidad salesiana está llamada a ser presencia que educa y evangeliza y a convertirse en anuncio profético entre los jóvenes que viven en contextos de secularización, globalización y fragmentación.

En un mundo secularizado, pluricultural y multirreligioso, que busca nuevas experiencias espirituales y en el que la fe es irrelevante:

  • ¿Cómo puede contribuir la comunidad a crear ambientes de fuerte impacto para vivir la experiencia de los valores evangélicos, para ofrecer oportunidades de diálogo interreligioso, para promover momentos de interculturalidad, que ayuden a los jóvenes a realizar progresivamente la síntesis entre la fe, la cultura y la vida?

  • ¿Cómo puede la comunidad compartir experiencias con los jóvenes, que estén llenas de sentido, pero que sean expresadas en sus lenguajes y en las nuevas formas de comunicación?


En la tendencia a la globalización, que genera graves situaciones de pobreza y estridentes exclusiones económicas y sociales y que ofrece nuevas oportunidades de solidaridad:

  • ¿Cómo puede la comunidad llegar a hacer significativas las estructuras y los recursos al servicio de los jóvenes más pobres, para anunciarles el amor de Dios y para favorecer su promoción?

  • ¿Cómo puede la comunidad transmitir a los jóvenes que viven en contexto de bienestar el valor de la pobreza evangélica y de la sobriedad de vida, ayudarlos en la búsqueda de las causas que generan pobreza, y hacerlos crecer en el compromiso de solidaridad para con los últimos?


En la actual cultura, compleja y fragmentada, que puede provocar dispersión, y que valoriza las particularidades y la pluralidad:

  • ¿Cómo puede la comunidad realizar procesos de discernimiento y de conversión pastoral y pasar de una pastoral de actividades y de urgencias a una pastoral de procesos?

  • ¿Cómo puede la comunidad superar la fragmentación de las intervenciones y realizar un trabajo programado unitario y orgánico?


45

Presencia que acompaña y se hace propuesta vocacional


La comunidad salesiana está llamada a convertirse en propuesta vocacional para los jóvenes y a promover intervenciones educativas que permitan el encuentro personal con ellos.

  • ¿Cómo puede la comunidad ser propuesta vocacional para ayudar a los jóvenes a aceptar la vida como don y tarea, expresión de la «sequela Christi»?

  • ¿Cómo puede la comunidad hacer la propuesta vocacional al joven, de modo que éste llegue al descubrimiento y a la aceptación del proyecto que Dios tiene para él?

  • ¿Cómo puede la comunidad realizar la presencia educativa que promueva el encuentro personal y ofrecer continuidad en el acompañamiento vocacional?


D. ORIENTACIONES OPERATIVAS


Hemos individualizado un conjunto de orientaciones operativas que ayudarán a la comunidad a responder a los desafíos y a construir una presencia salesiana según la llamada de Dios.


46

Presencia que acoge y construye comunión


La comunidad salesiana es una comunidad fraterna y apostólica, inspirada en el criterio oratoriano de Don Bosco35. Con nuestra presencia animadora entre los jóvenes y los seglares, construimos comunión y promovemos la misión que todos deben sentir como única y común.

La comunidad replantea su presencia entre los jóvenes para que sea directa, acogedora y, gratuita:

  • organizando la vida y las estructuras de la comunidad en torno a la presencia de los jóvenes, revisando horarios de vida y de oración, para crear un ambiente que atraiga y facilite el contacto directo con ellos;

  • recuperando el valor de la asistencia salesiana, para que no sólo estemos para los jóvenes sino con los jóvenes, privilegiando las tareas propias de nuestra responsabilidad carismática;

  • haciendo visible la comunidad salesiana entre los jóvenes, abriéndola a la acogida y a la convivencia para cuantos desean conocer más de cerca nuestra vida;

  • poniendo en marcha iniciativas adecuadas para ir al encuentro, de modo particular, de los jóvenes marginados.


La comunidad salesiana se convierte en fermento de comunión entre los jóvenes y los seglares:

  • programando y revisando las líneas esenciales de la acción educativa pastoral en el proyecto comunitario, para garantizar la unidad de la acción, laconvergencia de los criterios y la armonía entre las personas;

  • programando y evaluando el PEPS, según una metodología que facilite la corresponsabilidad de cuantos, bajo diversas formas, comparten la misión educativa;

  • ahondando en el empeño de la formación conjunta, entre Salesianos y seglares, mediante procesos adecuados que promuevan la comunión de criterios y de objetivos, y el sentido orgánico de nuestra acción;

  • viviendo con más profundidad la espiritualidad salesiana entre los jóvenes y los seglares, y asegurando espacios y tiempos para las relaciones personales y para compartir el espíritu salesiano;

  • cuidando con atención particular la pedagogía de ambiente.


La comunidad se hace presencia animadora en la zona:

  • prestando mayor atención a los nuevos espacios de encuentro de los jóvenes;

  • promoviendo la colaboración con los diversos Grupos de la Familia Salesiana, como camino para asumir la mentalidad de la responsabilidad común en la misión juvenil;

  • colaborando con instituciones eclesiales y civiles en el campo de la educación, de la pastoral juvenil y de la comunicación social;

  • procurando una mayor inserción en contextos multiculturales y plurirreligiosos, mediante el conocimiento de las lenguas, el diálogo y las experiencias de comunidades internacionales;

  • confrontándose y dialogando con la cultura juvenil del lugar en que trabaja.



47

Presencia que educa y evangeliza


En la variedad de los contextos, la comunidad salesiana se hace anuncio profético con la propia vida y acción y hace crecer una presencia que educa y evangeliza; crea ambientes de fuerte carga espiritual, toma conciencia de la realidad de la pobreza y promueve proyectos y procesos de crecimiento para los jóvenes.


En un contexto secularizado, la comunidad salesiana favorece la creación de ambientes de fuerte carga espiritual:

  • proponiendo y viviendo momentos de intensa experiencia espiritual con los jóvenes: Eucaristía, Reconciliación, lectio divina, oración, encuentros, retiros;

  • implicando a la CEP en la programación, la ejecución y la evaluación de los procesos de educación y de evangelización, buscando la coherencia de vida y el compromiso por el Reino;

  • prestando en la CEP una atención especial a la formación de jóvenes empeñados en la acción civil y eclesial, para promover una sociedad más justa y solidaria de acuerdo con la inspiración cristiana;

  • participando en momentos de encuentro del MJS y valorizando los grupos como espacio privilegiado para realizar itinerarios de espiritualidad y de apostolado juvenil;

  • favoreciendo la participación activa de los jóvenes más maduros, para hacerlos protagonistas de la evangelización de sus compañeros.


En un mundo globalizado, la comunidad salesiana toma conciencia de la realidad de la pobreza y de la injusticia y se compromete a educar y evangelizar con metodologías apropiadas a los jóvenes que viven tanto en contextos de pobreza como de bienestar:

  • asumiendo un estilo de pobreza y de participación solidaria con los jóvenes;

  • asegurando la trasparencia económica y la justicia en las relaciones de trabajo dentro de la CEP;

  • estudiando con los jóvenes los elementos esenciales de la doctrina social de la Iglesia, para que sepan insertarse responsablemente en la sociedad;

  • ofreciendo propuestas de calidad para educar en la justicia y en la solidaridad a los jóvenes, tanto a quienes viven en contextos de pobreza, como a quienes disfrutan de bienestar, mediante la búsqueda de las causas de la injusticia y con vistas a asumir compromisos concretos.


En una cultura compleja y fragmentada, la comunidad salesiana se compromete a trabajar con proyectos y a pasar de una pastoral de actividades a una pastoral de procesos:

  • superando la visión que reduce la pastoral a un sector de nuestra acción o a una actividad específica de formación religiosa;

  • madurando una concepción de pastoral que comprenda la totalidad de los contenidos, de las intervenciones y de la metodología; el respeto de los ritmos de maduración de los jóvenes; la atención a las diversas áreas de crecimiento;

  • asumiendo la mentalidad del trabajo en equipo para superar la visión sectorial en el desarrollo de actuaciones y cargos;

  • comprobando la asimilación del CG23 en lo que se refiere a la educación integral de los jóvenes y de la programación y realización de los procesos educativos y pastorales;

  • abriéndose a formas de educación y de evangelización que valoren la comunicación social como nuevo espacio vital de convocatoria y de encuentro de los jóvenes.


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Presencia que acompaña y se hace propuesta vocacional


La comunidad salesiana promueve la opción vocacional del joven a través de su testimonio de vida; anima la comunidad educativo-pastoral para que sea lugar de crecimiento vocacional del joven; pone en práctica una metodología de acompañamiento y de propuesta vocacional.

La comunidad salesiana toma a pecho su papel en el proceso de crecimiento vocacional y de acompañamiento del joven:

  • dando testimonio en comunidad de la propia vocación de Salesiano sacerdote y de Salesiano coadjutor, de modo visible, gozoso y atrayente;

  • compartiendo con los jóvenes algunos momentos de la vida de comunidad: la fiesta, la amistad, la mesa, la oración, nuestra historia, los proyectos, el compromiso misionero;

  • favoreciendo experiencias de voluntariado, como oportunidad válida de orientación y discernimiento vocacional;

  • ofreciendo un plan explicito de acompañamiento y de propuesta vocacional en el ámbito local, que armonice las diversas experiencias de forma orgánica, implique y capacite a los hermanos para el acompañamiento espiritual, y valorice la presencia de los hermanos jóvenes;

  • prestando atención particular a la figura del Salesiano coadjutor.


La comunidad salesiana anima la CEP como lugar privilegiado del acompañamiento y de la opción vocacional del joven:

  • haciendo de la CEP una verdadera comunidad de fe, que promueva la comunión entre las diversas vocaciones y desarrolle una formación religiosa de calidad;

  • creando un clima de familia y de acogida,

  • participando en el MJS, mediante el cuidado de los animadores, la opción por itinerarios adecuados de fe, la propuesta de experiencias de apostolado y de servicio misionero;

  • organizando un equipo de animadores en el ámbito de la CEP, abierto a la Familia Salesiana, que motive, estimule y acompañe experiencias de sensibilización y de compromiso según la multiplicidad de las vocaciones;

  • animando, a partir de la CEP, una adecuada pastoral familiar, sobre todo para aquellos padres que tienen hijos empeñados en el camino de la fe y en situación de discernimiento vocacional.


La comunidad salesiana pone en práctica la metodología del acompañamiento y de la propuesta vocacional:

  • animando un proceso vocacional que armonice los distintos componentes: el testimonio de valores evangélicos en el seno de la CEP; la presencia del Salesiano entre los jóvenes; la propuesta explícita de acompañamiento; el camino formativo; la experiencia de Dios vivida en el servicio; la decisión vocacional;

  • promoviendo iniciativas que aseguren la continuidad del proceso: diálogo con los educadores; grupos de búsqueda vocacional según franjas de edad; acompañamiento vocacional de los jóvenes mayores; formación de los animadores en su proceso de discernimiento vocacional;

  • revalorizando los elementos de la tradición pedagógica salesiana: vida de grupo, coloquio personal, dirección espiritual, discernimiento vocacional;

  • proponiendo, para el crecimiento vocacional del joven, algunas experiencias espirituales típicamente salesianas: el compromiso por la Iglesia, la oración personal, la participación asidua en los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación, el amor a María Auxiliadora y a Don Bosco.


1 Cf. Hch 2, 42. 46-47

2 Cf. Hch 4, 32-33.

3 Cf. Hch 13,52.

4 Cf. NMI 16. 43. 58.

5 Cf.Mt 7,24

6 Cf. NMI 23 (GS, 22).

7 Cf. CG23.

8 Cf. CG24.

9 Cf. Const. 3.

10 Const. 49.

11 Const. 20.

12 Cf. Const.1.

13 Const. 50.

14 Cf. Mc 3,14.

15 Const. 196.

16 Const. 49

17 Cf. Const. 2.

18 Cf. CG23, 332

19 Cf. FSDB 90, 277.

20 Cf. Const. 66

21 Cf. VC 88-92.

22 Cf. Const. 77

23 23 Cf. Const. 78.

24 Cf. Const. 83.

25 Cf. CG23 192-202.

26 Due lettere da Roma, 10 de mayo de 1884, Pietro Braido (ed), Don Bosco educatore. Scritti e testimonianze, LAS, Roma 1997, p. 377.– Ver en Constituciones y Reglamentos, Salesianos de Don Bosco, Editorial CCS, Madrid 1985, p. 245.

27 Cf. Const. 40.

28 Cf. ACG 372, pp. 27-31

29 Cf. Const. 2.

30 Const. 26.

31 Cf. Const. 37.

32 Cf. Const. 11.

33 NMI 43.

34 Cf. CG24, 253.

35 Cf. Const. 40.