MECANISMOS DE DEFENSA


MECANISMOS DE DEFENSA






Inspectoría Salesiana de “Santiago el Mayor" León , 24 marzo de 2005 nº 43









EL TIEMPO DE LOS TESTIGOS




En estos tiempos difíciles que vivimos el testimonio claro, fehaciente, de los testigos es una guía segura en nuestro camino de búsqueda de nuevos senderos de fidelidad al Evangelio. A los veinticinco años de su muerte la voz cada vez se oye más clara: “He sido frecuentemente amenazado de muerte. Debo decirles que, como cristiano, no creo en la muerte sin resurrección. Si me matan resucitaré en el pueblo salvadoreño. Se lo digo sin ninguna jactancia, con la más grande humildad.


Como pastor estoy obligado por mandato divino a dar la vida por quienes amo, que son todos los salvadoreños, aun por aquellos que vayan a asesinarme. Si llegaran a cumplirse las amenazas, desde ya ofrezco a Dios mi sangre por la redención y resurrección de El Salvador. El martirio es una gracia que no creo merecer. Pero si Dios acepta el sacrificio de mi vida, que mi sangre sea semilla de libertad y la señal de que la esperanza será pronto una realidad. Mi muerte, si es aceptada por Dios, sea por la liberación de mi pueblo y como un testimonio de esperanza en el futuro. Puede usted decir, si llegasen a matarme, que perdono y bendigo a quienes lo hagan.


Ojalá sí se convenzan que perderán su tiempo. Un obispo morirá, pero la Iglesia de Dios, que es el pueblo, no perecerá jamás”.















ÍNDICE



  1. Retiro ……………………….3-19

  2. Formación…………………20-27

  3. Comunicación.…….........28-33

  4. El anaquel……………......34-55




Revista fundada en el 2000


Edita y dirige:

Inspectoría Salesiana "Santiago el Mayor"

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Maqueta y coordina: José Luis Guzón.

Redacción: Segundo Cousido y Mateo González

Depósito Legal: LE 1436-2002

ISSN 1695-3681


RETIRO





Los bloqueos afectivos en las comunidades



José Antonio San Martín




  1. Una mirada incompleta a nuestras comunidades


Las personas somos afectivas. Mucho más de lo que nos creemos. Porque lo somos decimos cosas bellas de nuestras comunidades, pero no es raro oír expresiones como éstas:

  • Solo en casa tengo frío”. Esto decía un hermano que comentaba con pena que en su apostolado sentía el calor de las personas y los grupos. Le estimaban y le querían. Sin embargo, entrar en su comunidad significaba hallar indiferencia, frialdad. Era como pasar de un ambiente caldeado por el afecto de las personas a un ambiente frío por la indiferencia de los hermanos.

  • Mi pensión se llama comunidad salesiana de...”. Esto decía con humor amargo otro religioso hablando de su comunidad. Su casa era una pensión más que una casa (aunque materialmente fuera un hotel de cuatro estrellas) porque no encontraba en ella el calor y el cariño de los hermanos.

  • Mi comunidad en el comedor es benedictina”, casi nadie habla y cuando se habla el tema es común: fútbol o política. Los silencios son normales y los zarpazos bucales de algunos, cuando intentas hacerles hablar o comentas con sencillez algo, son frecuentes.


Quizá más de una vez hayamos oído estas frases u otras semejantes en nuestras comunidades. Estas frases proceden de hermanos bloqueados afectivamente que tratan de compensar su situación soltando estas expresiones o también de hermanos cálidos y acogedores que sufren en sus propias carnes la frialdad de la comunidad en la que viven1 y comentan, sin acritud, la situación comunitaria.


El Capítulo General Especial denunciaba, con otras palabras. la frialdad afectiva de alguna de nuestras comunidades cuando decía que con mucho realismo, los hermanos han denunciado, por un lado, frialdad y superficialidad de relaciones, con lo que la vida comunitaria ni llena sus aspiraciones, ni favorece las relaciones fraternas y el trabajo apostólico, ni promueve las vocaciones. Por otra parte, lamentan también el retraimiento de muchos para participar en las manifestaciones y encuentros comunitarios.

Los hermanos piden, pues, que se forme en la comunidad un ambiente:

  • de mayor calor humano, característico de la vida de familia;

  • de amistad práctica, fundada en el respeto y aprecio mutuos;

  • de corresponsabilidad apostólica, con la participación de todos en el diálogo, en la programación y en las decisiones comunitarias;

  • de apertura al mundo, a la Iglesia, a la Congregación.

Piensan ellos en una caridad muy concreta, que se encarne en las exigencias de las situaciones, ambientes, actividades, tiempos, hombres, de modo que sea posible la realización de la amistad fraterna”2


Sin embargo, es injusto decir que la realidad de nuestras comunidades sea siempre ésta. En la vida hay más luz que sombras, más afecto que zarpazos, aunque sea verdad que, a veces, experimentamos alguna de estas situaciones. Esto nos duele. Nos gustaría ser tratados de otra manera, encontrar más cariño en nuestras comunidades, sentirnos queridos, acogidos, comprendidos. Nos agradaría que fuera una realidad en nuestras comunidades la hermosa descripción que hace el artículo 49 de las Constituciones: “Por eso nos amamos hasta compartirlo todo en espíritu de familia y construimos la comunión de las personas. En la comunidad se refleja el misterio de la Trinidad; en ella encontramos respuesta a las aspiraciones profundas del corazón...” Sin embargo, junto a las luces hay también sombras. Existen, por ejemplo, bloqueos afectivos que impiden la fraternidad. Por eso es bueno reflexionar sobre ellos, especialmente para conocernos y ver si utilizamos frases o conductas que bloquean el afecto en la comunidad. Porque en este caso tengo que dar un paso hacia delante y decidirme a cambiar.


Es importante, al principio de esta reflexión, recordar que aquí no se juzga a nadie en concreto. Son los actos, las situaciones, los hechos los que analizamos, no las personas. Digo esto porque sería una pena que por vernos retratados, en cierto modo, en algunas situaciones que vamos a describir, pensáramos que se nos está sometiendo a una crítica personal. No es esa nuestra pretensión. Sólo quiero que caigamos en la cuenta del peligro que todos tenemos de convivir desde estas posturas inadecuadas con los consiguientes problemas para cada uno de nosotros y también para la comunidad. Hay que leer estas líneas con una actitud sencilla, dialogante, comprensiva...de modo que ayuden al conocimiento y al cambio personal.


  1. El bloqueo afectivo


La afectividad sigue siendo, también en la vida religiosa, el más grave de los problemas, porque afecta a la urdimbre misma de la persona. Y cuando la urdimbre está deteriorada, la persona en su totalidad está deteriorada. Por eso, los demás problemas personales brotan del problema afectivo: el descontento habitual, la crítica sistemática, el espíritu de contradicción, la amargura como actitud, el autoritarismo, la insensibilidad o la sensibilidad exagerada, la envidia, el descontrol de la propia sexualidad, etc. Todas éstas son manifestaciones y expresiones de un solo problema: la inmadurez afectiva”3.


La vida religiosa exige una madurez afectiva, al menos, igual que la que se requiere para el matrimonio. En ambos casos, hay que proponerse amar más que ser amado. El estilo conyugal de la dimensión afectiva tiene, sin embargo, el aspecto específico de una comunión total, afectiva y corporal con el cónyuge y la exclusividad de esta comunión. El estilo religioso de la afectividad comporta una relación de confianza conyugal con Dios y una relación de fraternidad con las personas. Este segundo estilo de afectividad requiere unas determinadas actitudes y no todo el mundo es apto para él. La afectividad es una flor, a menudo, muy frágil; su desarrollo está ampliamente condicionado, entre otras cosas, por el hecho de no haber recibido suficiente afecto en la familia, en el entorno social. La frustración afectiva de base, es el origen de graves dificultades en la vida fraterna. Todas las personas necesitamos afecto y el que se bloquea ante él vivirá la vida comunitaria en clave de amargor, malestar, victimismo, persecución y con una actitud avinagrada4.


El concepto de bloqueo afectivo se utiliza bastante. Pero, ¿ qué quiere decir estar bloqueado afectivamente? Según Mercedes Navarro Puerto es “una incapacidad actual de la persona para una relación amorosa – en el sentido más amplio del término – consigo misma y con los demás”. Como se ve se resaltan dos dimensiones: la intrapersonal y la interpersonal. La persona bloqueada afectivamente encuentra una dificultad muy grande para amarse a sí misma y para amar a los demás, y en consecuencia, para percibir y aceptar sus sentimientos, emociones y actitudes afectivas y también las de los otros. Esta incapacidad, dificulta y distorsiona las relaciones interpersonales afectivas. El problema está dentro de uno, pero las consecuencias se experimentan también en el campo de las relaciones con los demás5.

Y, ¿esto por qué? Abraham Maslow, uno de los grandes padres de la psicología humanista, dice que los seres humanos (los religiosos también lo somos) necesitamos cubrir una serie de necesidades para alcanzar la paz, la felicidad, la alegría. El traza la pirámide de las necesidades y las concreta en las siguientes:

  • Necesidades fisiológicas: comer, beber, respirar, dormir, bienestar material

  • Necesidades de seguridad: Protección y refugio frente frío, lluvia, calamidades, sin temor a posibles atentados

  • Necesidades afectivas de amor y pertenencia: Necesidad de amar y ser amado, de pertenecer a una familia, país, grupo donde ser reconocido y aceptado

  • Necesidades de estima y reconocimiento: autoestima, valoración de lo que somos y hacemos

  • Necesidades de autorrealización: Necesidad de ser yo mismo



Normalmente las necesidades superiores surgen cuando ya se tienen satisfechas las necesidades de nivel inferior. En nuestro caso las necesidades inferiores: las fisiológicas y de seguridad las tenemos cubiertas. El problema surge cuando se trata de cubrir las necesidades superiores: ser reconocido y aceptado, amar y ser amado, la autoestima, la autorrealización. Según él, todos nos sentimos impulsados a conseguir estos objetivos o metas6. Si se alcanzan, lo normal, es la paz, la felicidad, la satisfacción. Si no las cubrimos surgen las frustraciones. Ante ellas sólo caben dos respuestas. Una adecuada y otra inadecuada. La primera, los mecanismos de superación, supone saber aceptar la realidad, encajar el golpe, afrontar la situación desde el sentido común. Cuando reaccionamos así crecemos como personas y aunque los hechos sean desagradables sabemos vivirlos, aún doliéndonos, con serenidad y paz. Este proceso es positivo y nos ayuda a madurar porque el fracaso o la no satisfacción de una necesidad aceptada racional y afectivamente se convierte en un motivo para el crecimiento personal. “El fracaso es la antesala del éxito”, dijo un autor. Y es verdad. Porque sólo los que aceptan los fracasos normales que la vida ofrece son personas aptas para luchar y afrontar con serenidad y positivamente la vida y como consecuencia triunfar. Pero si no se asumen “los fracasos” de la vida nos bloqueamos afectivamente y reaccionamos de un modo inadecuado.


Un mecanismo de defensa es una actividad psíquica mediante la cual las personas, de forma consciente o inconsciente, impedimos, mediante ellos, que la frustración, que nos amenaza, deteriore nuestra estructura psicológica. Defensa indica autoprotección contra todo aquello que amenaza la propia autoconsideración. Es un defender o recuperar la estima de si pero sobre bases incorrectas, es decir, eludiendo el problema. Los mecanismos de defensa tienen tres características comunes:

  • Niegan, falsifican o deforman la realidad interna y externa.

  • Son automáticos y no actos deliberados.

  • Actúan en el inconsciente de modo que la persona no es consciente de lo que acontece.


Es claro que la existencia de estos mecanismos no comporta ninguna valoración moral de la persona que los usa porque, al ser inconscientes, no son observables directamente, sino por sus efectos. Pero tienen importancia porque dan lugar a estilos defensivos, que pueden concretarse en actitudes o en actos como la rigidez, la sonrisa estereotipada, la ironía, la arrogancia, la intolerancia, el silencio...que dinamitan los procesos afectivos en las comunidades. Estos mecanismos dan origen a modos de actuar constantes en la persona, identificables a través de una serie de actos concretos. Se manifiestan en un estilo duro, hecho de reacciones automáticas, repetitivas y crónicas. Para ello es suficiente observar no sólo el contenido (lo que se ha hecho) sino sobre todo el estilo del acto (cómo se ha hecho). Estas defensas alteran la percepción de la realidad interna y externa7 y no nos ayudan a crecer. Momentáneamente resuelven el problema, pero por caminos equivocados. Estas defensas son inmaduras, inadecuadas mientras que las anteriores son defensas adecuadas y sanas. Unos son, según D. Lagache,“mecanismos de defensa” y otros “mecanismos de superación”. En nuestro caso el bloqueo afectivo tiene que ver con las defensas inmaduras o inadecuadas8, es decir con los mecanismos de defensa.


Sintetizando la diferencia entre unos y otros podemos decir que9:


1 MECANISMOS DE SUPERACIÓN

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  • evitan el conflicto

  • son automáticos-generaliza

dos

  • crean desventajas posteriores

  • prevalece el valor emotivo sobre el racional

  • el impulso no permanece bajo el control de la racionalidad


  • afrontan el conflicto

  • son flexibles – circunscritos

  • permiten un mejor funciona

miento de la persona

  • prevalece el valor racional sobre el emotivo

  • el impulso permanece bajo el control de la racionalidad




  1. El bloqueo afectivo en la vida religiosa es una realidad


La presencia de personas difíciles es inevitable en todo grupo humano. También entre nosotros. Los bloqueos afectivos, que caracterizan a estas personas, impiden la comunicación y llevan a la constitución de comunidades frías en las que no se encuentra respuesta a las aspiraciones profundas del corazón” (Constituciones, 49). En nuestra vida ordinaria observamos algunos “síntomas”, algunas situaciones que nos duelen y molestan porque no facilitan la creación de comunidades fraternas. Estos signos pueden ser la prueba de la existencia de bloqueos afectivos, pero no siempre es así. Es preciso ser prudentes para no caer en un fácil psicologicismo que no conduce a nada.


Estos signos que se dan en la vida normal y también en la religiosa, se encuentran en cualquier tipo de personas, independientemente de su estado de vida. Nos ceñimos a la vida religiosa porque el propósito de esta reflexión es la vida fraterna. Algunos de estos bloqueos, según Mercedes Navarro, en su interesante artículo10, son éstos:

    • La indiferencia. Es un bloqueo afectivo que aparece como una especie de inmunidad ante todo lo afectivo. Estos hermanos no suelen ser personas adustas, ni hostiles, pero se les ve una insensibilidad sospechosa en este campo, una frialdad ante lo afectivo que impide su comunicación. Dan la impresión de que están atenazados por una coraza psicológica. Les resulta difícil mostrar sus sentimientos, están ocultos o se desvían.

    • El rechazo ante todo lo que supone afecto. Estas personas no quieren recibir muestras de afecto. Rechazan las verbalizaciones afectivas, no aceptan que se les manifiesten sentimientos, no son capaces de expresar los que tienen dentro, ni de recibir “caricias psicológicas”.

    • La agresividad. Es un fenómeno frecuente. Se manifiesta de una doble forma: la autoagresividad y la heteroagresividad.

  • La primera aparece con frecuencia a través de depresiones reactivas con una carga intensa de angustia o como una ruptura de relaciones que desemboca en el aislamiento o con manifestaciones de amargura, disgusto consigo mismo o con actitudes victimistas o con el afán de acumular quejas, dolores y toda suerte de desgracias físicas.

  • En lo que se refiere a la heteroagresividad encontramos también distintas formas como la aquellas personas:

    • siempre dispuestas a descalificar a los demás;

    • que utilizan contra los demás la ironía;

    • que manifiestan una necesidad repetida de venganza; que muestran esa necesidad normalmente de forma encubierta; que siempre parece debérseles algo;

    • intrigantes, que crean discordias y que conducen a la ruptura de relaciones. Son personas incapaces de mantener una relación estable a un cierto nivel de profundidad.

    • que atacan directamente; personalidades explosivas e impulsivas que no controlan el momento o la adecuación de sus intervenciones; acumulan agresividad hasta que estallan.

    • perfeccionistas” que no pueden mantener una relación afectiva normal con otras, por el alto grado de exigencia que encierran; nadie llega a cubrir sus necesidades y las relaciones no cuajan.

    • El activismo. Hay personas que, bloqueadas afectivamente, desembocan en una incesante actividad, que agota y desahoga las energías afectivas acumuladas.

    • La excesiva conciencia de la propiedad personal. Encontramos también el bloqueo afectivo en aquellas personas que manifiestan esta actitud. En el fondo no es más que un desplazamiento de una necesidad de acaparamiento afectivo.

    • El falso espiritualismo o pseudomisticismo que se defiende de los impulsos afectivos y de las relaciones con los demás, refugiándose en las prácticas de piedad y racionalizando o justificando, “espiritualmente”, su despego.

    • Los eternos descontentos, el inconformismo convertido en actitud, mantenido y cronificado.

    • La inhibición que se manifiesta como una timidez acentuada y que puede llevar a una disminución de la actividad o a una huida de las relaciones y de la cercanía afectiva normal.


Estos bloqueos se manifiestan con las palabras y también con las expresiones no verbales. En el cuerpo, en los gestos se pueden ver muchos de los bloqueos afectivos que he enumerado. Es importante recordar que, si bien algunos de los síntomas enunciados son excluyentes entre sí, sin embargo no lo son en su mayoría y suelen estar combinados.



  1. El bloqueo afectivo se manifiesta en algunos hermanos


Estas actitudes inadecuadas se encarnan en nuestras vidas. Atilano Aláiz11 describe tres tipos de personas con dificultades para la vida afectiva en las comunidades:

  • Los problemáticos. Son personas psicológicamente heridas por problemas anteriores. La profunda frustración que llevan en su inconsciente genera en ellos desconfianza, un sentimiento amargo de la vida que descargan en simpatías y antipatías radicales. Se sienten vulnerables y por eso se rodean de grandes barreras.

Religioso problemático es el religioso amargado, hermético, acomplejado, el que sufre manía persecutoria o se siente incomprendido, el suspicaz y susceptible, el que por desgaste del trabajo, las frustraciones y disgustos, unidos generalmente a una cierta fragilidad psíquica, sufre caídas serias de ánimo.

  • Los inadaptados. Son aquellos que no ensamblan con el grupo o son causa permanente de conflictos. Es problemático para la vida de comunidad el fanático, el terco, el inflexible mentalmente, los dogmáticos, los que etiquetan como “herejes” a los que no piensan como ellos. Se creen poseedores de la verdad encerrada en su cabeza que absolutizan y defienden con ardor de cruzados. El grupo comunitario no debe dejarse bloquear ni asustarse ante la amenaza del conflicto por las actitudes inflexibles del miembro dogmático. Religioso inadaptado para la comunidad es también el que se opone por sistema. Es capaz de decir ahora a y luego b con tal de ir contra el otro. Existen también en nuestras comunidades personas con estas características. Esta actitud, con frecuencia es una respuesta agresiva a una afectividad herida.

El obstruccionista. Ni hace ni deja hacer. No es que sea un crítico que construye, sino un criticón que destruye. Es un sepulturero de proyectos y esperanzas. A veces se opone a los proyectos porque no quiere embarcarse en ellos, ya que suponen compromiso y esfuerzo. Y se siente incapaz de afrontarlos. Otras veces se trata de un pesimismo temperamental; es mentalmente daltónico; no percibe más que el color negro de las cosas. Es un profeta profesional de calamidades.


Es inadaptado también en la comunidad el religioso que va por libre. Tal vez es dinámico, activo, eficaz, pero independiente. No se acopla al trabajo en equipo. Quiere que lo que hace lleve su sello personal. Tiene una necesidad enfermiza de protagonismo. Juega en el equipo sólo si juega de capitán. Y, si juega, absorbe el juego para que sea él y nada más que él quien meta el gol. Si asume la responsabilidad de dirigir el grupo comunitario será un dictador de cuerpo entero, descarado o encubierto.


  • Los disgregadores. Disgregador en la comunidad es el egoísta radical que concentra del tal modo a la persona en su yo que le incapacita para desvivirse lo más mínimo por lo demás.Disgregador es el aprovechado, que va siempre a lo suyo. El vividor. Pide ayuda, pero no la da. Quiere organizar la vida del grupo en provecho propio; si no es así no juega. Disgregador es el comodón que quiere que se lo den todo hecho. No se le puede confiar una tarea porque deja colgada a la comunidad.


Disgregador es el cizañero, el maniobrero. El especialista en política sucia. El lioso, chismoso. Dice y se contradice según convenga. Generalmente es adulón y embaucador con lo que se convierte en una auténtica bomba de relojería capaz de dinamitar psicológicamente a la comunidad. Portadores del virus de la desconfianza contagian a todos con sus chismes. Practican el principio maquiavélico del “divide y vencerás”.


Todas estas actitudes tienen una razón de ser. Dependen de un pasado y también de un presente que no se afronta. Es fácil decir que hemos nacido así, que somos así y no poner remedio a estas situaciones que hacen sufrir a algunos hermanos, al mismo tiempo que repercuten sobre los que las provocan. Es importante analizar el por qué de estas situaciones de bloqueo con la finalidad de colaborar en la mejora de la vida fraterna mediante el trabajo sobre los propios límites.



  1. Los bloqueos afectivos tienen unas causas12


Los bloqueos afectivos, manifestados a través de los mecanismos de defensa, no son voluntariamente queridos. La persona que no ha podido desarrollar adecuadamente la afectividad tiene tras de sí una larga historia, un proceso que le ha llevado al bloqueo afectivo. Esta historia tiene unas causas. Unas son extrapersonales y otras intrapersonales.

  • En cuanto a las primeras, pensando sobre todo en el ambiente anterior al Concilio Vaticano II, el origen puede estar en:

    • Un modelo de familia situado en una época en la que lo normal no era la cercanía afectiva, sino la distancia; en la que lo natural no era la expresión libre y espontánea de los sentimientos, sino el silencio, la inhibición de los mismos.

    • Un modelo de persona en la que predominaban, como valores supremos, un sentido muy marcado del deber y de la responsabilidad individual.

    • Un modelo de religioso en el que se acentuaba la dureza para con sus sentimientos, la supresión de la emotividad, la represión de la sensibilidad, que apenas podía mostrarse a sus compañeros y amigos y en la que el hombre, en relación a la mujer, debía comportarse como su guía y protector, en un rol de superioridad y dominio que resultaba distante.


Las formas relacionales se han modificado mucho en los últimos años, pero en muchos casos el sustrato de identificación con estos modelos subyace en algunas personas, manteniendo los bloqueos afectivos. Sin embargo, las carencias de ciertos modelos de familia que se viven en el presente y el permisivismo en el campo educativo o social originan también problemas que influyen sobre nosotros.


Estas causas, a pesar de la importancia, no son determinantes. Los bloqueos afectivos tienen su origen en niveles más profundos, en configuraciones intrapersonales. Por eso quizá, persisten los bloqueos aún cuando desaparezcan las estructuras socioambientales inhibidoras de la afectividad.


  • En referencia a estas causas intrapersonales puede ser bueno, para encontrar los porques, el analizar de qué se defiende el religioso bloqueado afectivamente, por qué se defiende, contra qué y para qué. Examinemos estos puntos:

  • De qué se defiende:

    • De sí mismo: El bloqueo mantiene, en muchos casos, una máscara – el personaje – que no deja aparecer a la persona. El bloqueo afectivo defiende a la persona de su vulnerabilidad interior ya que quien mira de frente las implicaciones de la propia afectividad y las asume, quien tiene fortaleza personal en este campo, no necesita defenderse. La persona vulnerable, que no se conoce a sí misma, se defiende de sus propios sentimientos y emociones que, o no deja salir, taponándolos de alguna forma, o que, ellos por su cuenta, escapando a la voluntad consciente, salen de manera desviada o inadecuada.

    • De los demás:

    • Se defiende, con frecuencia, de las personas de su mismo sexo o por una envidia, más o menos encubierta, o por una rivalidad que a veces tiene que ver con lo anterior, y que en otros casos es un mecanismo defensa compensatorio de su no aceptación personal y de su vulnerabilidad interior.

    • Se defiende de las personas de sexo opuesto. En la base de este bloqueo afectivo hay con frecuencia una sexualidad no integrada adecuadamente.


  • Por qué:

  • El miedo. Porque quien se defiende, teme. El miedo atrofia la canalización positiva de la afectividad; paraliza los dinamismos relacionales; lleva a la autodesconfianza y a la heterodesconfianza. El miedo puede tener diversos orígenes pero hay dos que son importantes:

    • La inseguridad. El bloqueo afectivo expresa una intensa invalidez afectiva. Quien experimenta esta carencia o invalidez se sentirá inseguro y desvalido. Si no es consciente de esto se defenderá bloqueando sus capacidades afectivas.

    • La baja autoestima. Produce muchas reacciones y diferentes tipos de defensas. En los hombres desemboca en compensaciones a través de un orgullo narcisista y en relaciones activo-dependientes de dominio, dirección y poder.

  • Las amenazas. El bloqueo afectivo se produce también como reacción defensiva ante la percepción de unas amenazas difusas o concretas. Amenazas intraindividuales o interpersonales como por ejemplo el riesgo y compromiso que conlleva una amistad.


  • Contra qué:


Muchos religiosos bloqueados en su afectividad, se defienden:

  • Contra los riesgos del amor: Quien quiera amar y amar bien, no puede apartar la afectividad de su amor, porque conseguiría un amor desencarnado, deshumanizado; quien quiere amar bien tiene que contar con unos riesgos y asumirlos. El bloqueo afectivo prefiere la barrera; observar, antes que entrar en la aventura; mirar desde afuera; no correr riesgos, y por eso mismo se empobrece.

  • Contra la libertad y su proceso. La persona bloqueada no es libre, ni quiere serlo; prefiere, consciente o inconscientemente, la seguridad. Y el proceso de libertad para unas relaciones afectivas adecuadas, recíprocas y enriquecedoras, es un proceso doloroso.


  • Para qué:


  • La defensa que supone el bloqueo afectivo tiene como fin “un sobrevivir” psíquicamente, un liberarse de los conflictos que suponen asumir y desarrollar la afectividad. Y en muchos casos, las defensas van encaminadas a conseguir compensaciones indirectas, gratificaciones que no supongan enfrentamiento intrapersonal; es decir, que el bloqueo afectivo lleva muchas veces a la necesidad de ser acogido, respetado y valorado por los demás, no desde una trasparencia, sino desde otras dinámicas psicológicas no adecuadas.



  1. ¿Qué hacer en nuestras comunidades ante los bloqueos afectivos?


Hemos dado un paseo sobre el pasado y el presente. Hemos examinado una realidad que no quisiéramos que existiera, pero que de hecho está presente en alguna de nuestras comunidades. La pregunta positiva, al final, se impone, ¿podemos confiar en que esta realidad tiene solución, que es reversible? De forma general, y en principio, mi respuesta es afirmativa: siempre hay posibilidad de cambio, de mejora, aunque sea pequeña. Soluciones mágicas no hay, pero caminos para la mejora, ciertamente sí.


Entre los caminos que sugerimos para mejorar los bloqueos afectivos en nuestras comunidades está:


  • El autoanálisis personal. La postura de aquellos que quieren que la comunidad cambie, para cambiar luego ellos, no es la mejor. Sobre los demás mi poder es limitado, pobre. En cambio, el poder que yo tengo sobre mí mismo es mayor del que pienso. Sólo si yo me decido a cambiar la comunidad mejorará. El problema es que estamos metidos en un círculo vicioso y queremos que sean los otros los que cambien. Sólo cabe romper esta situación con la decisión personal responsable de cambiar yo. Este es, casi diría el único y mejor camino, para romper con los bloqueos afectivos. Lo importante es que cada uno nos comprometamos a analizar sinceramente nuestra vida. Hay que evitar buscar culpables en los otros hermanos y también en mi mismo. Lo importante y necesario es autoconocerme. Es fundamental el autoconocimiento,– ya lo decía Santa Teresa hace cuatro siglos- la concienciación de aquello que estropea una fuente de energía tan vital y necesaria para la vida religiosa como es la afectividad. Este autoanálisis pide:

  • Una clara conciencia de que tenemos zonas ciegas, áreas desconocidas, de nuestra persona.

  • Un deseo de sinceridad y transparencia para con nosotros mismos, para no engañarnos, no engañar, y servir mejor a Dios y a los demás.

  • Una humildad muy grande para acercarse a nuestro propia realidad y reconocer en ella aquello que nos resulta desagradable y doloroso.

  • Una gran valentía para asumir los riesgos que este proceso implica, para aceptar el desafío que supone e iniciar la ventura de la propia conquista afectiva.

  • Una conciencia de la necesidad del amor a sí mismo como premisa para un ejercicio sano del propio potencial afectivo con los demás.

  • Afrontar la soledad que lleva consigo el proceso personal de liberación e independencia interior necesarios, para ser los dueños de nuestro afecto y no caer pasivamente en sus fuerzas; el amor es actividad y vitalidad, fundamentalmente.

  • Concretar el amor en personas particulares, sabiendo que sólo amando a personas concretas se desarrolla la afectividad y el amor universal; en esas personas determinadas, bien amadas, se está amando a otras muchas; es mantener la apertura de la amistad, pero sin diluir ni un grado de intensidad en ella.

  • Tomar conciencia de que las relaciones afectivas maduras, adecuadas, tienen su modelo en las relaciones recíprocas en las que se da y se recibe a un tiempo, en las que se ama y se es amado, en la que los “roles” típicos no son predominantes, ni fijos, sino alternativos y flexibles.

  • Crear un “nosotros” en ese ámbito de relaciones recíprocas afectivas. La afectividad volcada hacia los necesitados es entonces un exponente de la adecuada canalización afectiva en la vida religiosa, puesto que les ofrecemos nuestros potencia afectiva más allá de nuestros fines o necesidades personales; sería el amor cristiano y consagrado”13.


Sólo yo puedo romper con aquellas actitudes o frases mías que impiden el encuentro con los hermanos. El cambio no lo tienen que hacer los otros. Lo tengo que hacer yo. Sólo si personalmente me comprometo a cambiar mi manera negativa de ser, lograré que la enorme riqueza que hay en mi salga a la luz. Sólo si yo trabajo por el perdón, el diálogo, la tolerancia, la bondad, el encuentro, la flexibilidad lograré que mi comunidad sea un oasis y no un desierto. Sólo desde actitudes constructivas y positivas personales se logra romper con los bloqueos afectivos que destruyen nuestras comunidades. Hay que preocuparse más del cambio personal que del cambio de los demás. Sólo desde la conversión personal decidida se puede lograr la mejora de toda la comunidad.


  • La ayuda por parte de la comunidad. Es evidente que estos hermanos sufren mucho y hacen sufrir. Pero son miembros de la comunidad y la comunidad ha de responsabilizarse de ellos fraternalmente. En el fondo estos religiosos son los más deseosos, aunque no lo digan, de amor, de relación, de comunidad. También ellos pueden significar una buena ocasión de enriquecimiento y maduración para la comunidad. J. Vanier pidc una actitud de comprensión y paciencia con estos hermano, lo cual no siempre es fácil, cuando nos dice:”No se trata de enviarlos siempre al psiquiatra, ni de empujarles a hacer una psicoterapia. Muchas personas están llamadas a vivir toda su vida con esas represiones y barreras. Son también hijos de Dios y Dios puede actuar en ellos, con ellos y sus nervios, para bien de la comunidad. También ha de ejercer su don. No psiquiatricemos demasiado las cosas y mediante el perdón de cada día ayudémonos los unos a los otros a aceptar esos nervios y esas barreras. Es la mejor manera de que se disuelvan”14.


Hay que tomar conciencia como comunidad de esta situación de sufrimiento y trabajar por integrarlos, hacerles ver que los queremos. Son miembros enfermos. Una comunidad que excluye a los enfermos tanto físicos como psíquicos es señal que ella misma esta enferma; es una comunidad que no tiene derecho a llamarse cristiana. ¿No resulta a veces contradictorio y paradójico que, mientras vivimos justamente preocupados por los marginados de fuera, nos olvidemos de los marginados de dentro?


Es preciso amarlos y acercarse a ellos a pesar de que aparenten no querer ser amados y se regusten en su soledad morbosa. Hay que quererlos aunque “no quieran”. Nosotros, los robustos, debemos cargar con los achaques de los endebles y no buscar lo que nos agrada” (Rom 15,1). Estamos frente a una realidad de relaciones humanas que no puede explicar ni la psicología ni la sociología: “el amor a los enemigos, el amor a los antipáticos, el amor a los que no merecen ser amados”.Sé que resulta difícil. Pero es una prueba verdadera de que somos comunidad.


  • La ayuda de una persona cercana que apoye, ilumine y acompañe este proceso. Puede ser el Director, el confesor o bien un hermano en el que confiemos, el cual nos acompaña en este proceso de autoconocimiento y mejora. O, en algunos casos, puede ser un especialista que nos ayude a enfocar adecuadamente nuestra vida. No debiéramos tener miedo en acudir a estos especialistas (un psicólogo, por ejemplo) lo mismo que hacemos cuando vamos a un médico. Son personas que nos ayudan a crecer, a mejorar y, es normal, que todos en algún momento de nuestras vidas necesitemos de ellos. Ofenderse porque nos aconsejen esta ayuda, es ilógico, no es normal. Primero porque es el mejor camino para enfocar nuestro problema personal y sufrir menos. Segundo porque la caridad nos lleva a respetar a los hermanos de nuestra comunidad, a evitarles el sufrimiento que puedo engendrarles por costumbres inconscientes que tengo la obligación de afrontar.

  • Desmitificar la vida comunitaria. Existe el mito de la “comunidad ideal”, la comunidad sin conflictos. Existe el mito de la “comunidad feliz”, paradisíaca en la que se realizaría la felicidad plena y en que la convivencia sería perfecta. Con estos mitos nos olvidamos de la dimensión conflictiva que tiene la convivencia comunitaria. La comunidad perfecta no la logró Jesús con su grupo de amigos. El mismo Lucas que canonizó la comunidad de Jerusalén, dejó constancia en los Hechos de los numerosos conflictos y sufrimientos que se daban en aquella comunidad.


Los árabes tienen un sabio proverbio sobre la amistad: “El que busca un amigo sin defectos, se queda sin amigos”. Lo mismo hay que decir de la comunidad. No se puede prescindir de la utopía, pero es necesario ser realista, reconocerlo como meta, pero no confundirlo como el punto de partida. La comunidad es una realidad dinámica; por ello al grupo comunitario no se le exige haber llegado, sino caminar. El primer peligro de la comunidad real es el sueño de la comunidad ideal. Se afirma en la política, pero hay que afirmarlo de la comunidad:”La comunidad es el arte de lo posible”. Y a ello hay que atenerse. Lo demás es una forma de traición más o menos disimulada15.

Tenemos que dejar de pensar en los defectos de los hermanos y pensar más en los nuestros. Debemos hacer nuestro el lema del grupo Viva la Gente: “Ámalos como son y ayúdales a ser lo que Dios quiere que sean”. Es lo que nos recuerda el artículo 52 de las Constituciones: “La comunidad acoge al hermano con corazón abierto, lo acepta tal como es y favorece su maduración...”

  • Trabajar personal y comunitariamente actitudes que favorecen el crecimiento de la comunidad. Me refiero en concreto a estas actitudes16:

  • Vivir desde lo positivo significa descubrir las muchas semillas de bien que hay en la comunidad y en los hermanos. Significa percibir lo positivo que existe. Significa ser generadores y no sepultureros de esperanza.

  • Descubrir lo bueno que tienen los hermanos. “Especialízate – aconseja Helder Cámara – en el arte de descubrir en todas y cada una de las criaturas el lado bueno con que cuentan; no hay nadie que sólo sea maldad”17.

  • Díselo, ¡por favor! La mezquindad en la alabanza es un síntoma inequívoco de la mezquindad de la persona. La generosidad en la alabanza es expresión de un corazón magnánimo. En nuestras comunidades es necesario dar “caricias sicológicas”.

  • Acepta las caricias que te dan. Déjate querer. Esto es muy importante.


  1. Conclusión


La constatación de que en la vida religiosa hay bloqueos afectivos, no quiere decir, de ninguna manera, que la vida religiosa bloquee afectivamente. Igual ocurre en el matrimonio, aunque parezca una contradicción. También allí hay bloqueos afectivos que distancian y separan a la pareja. Ni la vida religiosa ni la vida matrimonial son castradoras de la afectividad, sino que cada una, según su estilo, potencia las energías afectivas.


La mayoría de nosotros tenemos algún que otro bloqueo afectivo, o alguna parte de nuestra afectividad está bloqueada. Esto es normal. Constatarlo es el primer paso, sereno y sencillo, para la liberación y potenciación de las riquezas afectivas que todos poseemos. El segundo paso es luchar personal y comunitariamente contra los bloqueos que nos impiden ser felices y contribuyen a que la comunidad no sea el lugar donde encontrar el amor que Jesús nos pide.

1.1 SUGERENCIA DE ACTIVIDADES

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1.1.1 I. SÍNTOMAS DE DIVORCIO COMUNITARIO

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¿Hay algún síntoma de divorcio comunitario que YO actualmente esté sintiendo? Márcalos.

  1. Tristeza en nuestra comunidad

  2. Sentimientos de desilusión y vació

  3. Falta de interés en las cosas del otro

  4. Falta de diálogo y comunicación íntima

  5. Desinterés por las actividades comunitarias

  6. Más confianza en otras personas que no son de la comunidad

  7. Falta de delicadeza y pequeñas atenciones

  8. Sentimientos de soledad e incomprensión

  9. Frecuente mal humor y tensión

  10. Frecuentes discusiones en privado, y en reuniones

  11. Ponerse en ridículo unos a otros

  12. Vida superficial y de continuos escapes, amigos, bebidas, TV, etc.

  13. Vida de egoísmo, individualistas, encerrados en si mismos

  14. Falta de entusiasmo y fe en la comunidad

  15. Sentimientos de inseguridad y falta de confianza

  16. No querer llegar y participar en comunidad

  17. Insultos, groserías, sarcasmos

  18. Vida espiritual individualista

  19. Apostolado personal que causa conflicto

  20. Evasión de situaciones que necesitan atención

  21. Desinterés en lectura de informaciones y documentos comunitarios

  22. No participar en descansos y fiestas comunitarias18

  23. Ausencias significativas a los actos comunitarios

  24. Falta de colaboración en la misión de la casa salesiana

  25. ...otras


II. ¿CÓMO ME PERCIBO EN MI COMUNIDAD

Y CÓMO LA PERCIBO YO?19


En esta comunidad yo...

2 Rara

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vez

Algunas

veces

Frecuente

Temente

General-

mente

Siempre o

casi siempre

1.Puedo expresar sentimientos afectuosos






2. Puedo expresar sentimientos de enfado






3. No admito ideas diferentes a las mías






4. Disfruto con que otros me conozcan






5. Me preocupan mis ridiculeces






6. Me siento cómodo






7. Soy consciente de mis

sentimientos y permito que otros los conozcan






8. Trato de relacionarme sólo con unos pocos de la comunidad






9. Aparento distinto de lo que soy






10. Me siento inseguro de mi mismo






11. Soy consciente de los sentimientos que otros tienen de mí






12. Soy consciente de cómo me ven los otros






13. Tengo la impresión de que otros me ignoran






14. Tengo la impresión de que otros me valoran






15. Tengo la impresión de que los otros no me escuchan






16. Me siento nervioso, inquieto






17. Tengo la impresión de que los otros me critican






18. Creo que no me ven como soy






19. Me parece que los demás son bastante indiferentes






20. Tengo la impresión de que son sinceros






21. Me parece que se puede confiar en los demás






22. Tengo la impresión de que los otros andan inquietos, nerviosos











FORMACIÓN



Discernimiento y Obediencia en la vida religiosa20




Hay cuestiones que el paso del tiempo no convierte en antiguas. Así son el discernimiento y la obediencia. ¿Qué papel juegan en la vida religiosa? ¿En qué medida enriquecen a la persona y al grupo? El autor ha intervenido en la formación de muchos religiosos y religiosas, jóvenes y adultos, y a él se deben numerosos escritos acerca de ambos temas, uno de los últimos Discernimiento personal y comunitario (Madrid: San Pablo, 2003)



El tema del discernimiento, de la obediencia y de su mutua relación, como casi todos los que interesan a la vida religiosa, no es exclusivo de la misma. Los fundamentos y los enfoques esenciales brotan y se apoyan en la condición humana de las personas y en su misma condición cristiana. A su vez, esa doble dimensión humana y cristiana se configura en los religiosos, según una especial forma de vida, definida por una carisma y la fidelidad al mismo. Por ello tiene matices peculiares.


Claro que podríamos decir que el religioso o la religiosa, en relación con la realidad y la temática del Discernimiento-Obediencia, tiene en su haber algunas ventajas:


  1. Se supone que el religioso y la religiosa han realizado un discernimiento vocacional para hacer su opción por este estilo de vida que tradicionalmente se ha llamado vida en obediencia y que no existe una razón esencial convincente para que no se la pueda seguir llamando así, puesto que el voto de obediencia le es consustancial. Los religiosos/as se han ejercitado en el discernimiento, y no de una manera superficial, sino de una manera consciente, profunda y responsable.


  1. Se supone que se sigue ejercitando en el discernimiento espiritual, porque concluido el discernimiento vocacional como elección y opción definitiva por un estilo concreto de vida, definido por un carisma específico de vida consagrada, queda como tarea permanente la fidelidad a Dios en obediencia auténtica a su voluntad. Este quehacer, este ejercicio de discernimiento es, a la vez, inalienable y de por vida. Toda persona consagrada a Dios es muy consciente de la necesidad vital de este ejercicio de discernimiento espiritual para conocer y responder a lo que Dios quiere de cada uno, en cada momento.



Todo cristiano debería elegir y optar por su forma de ser y vivir como cristiano desde un ejercicio consciente y responsable de discernimiento de la voluntad de Dios sobre él. Todo cristiano, por serlo, debería caminar en creciente fidelidad, con el ejercicio del discernimiento espiritual. De hecho, conocemos cristianos que han seguido y siguen este proceder y viven así la fecundidad de su fe. Sin embargo, ¿se podría suponer y exigir a todo cristiano el ejercicio de discernimiento que se supone y exige a todo religioso o religiosa, tanto vocacional como espiritual?


Sin pensar en un antes o después temporal, lo específico del religioso supone lo sustancial cristiano y lo sustancial cristiano supone siempre el ser persona humana o, como diría S. Ignacio de Loyola, el subjectum, es decir, la capacidad y consistencia humana adecuada. Según esto, ¿se podría pedir al religioso la posesión de un subjectum o personalidad humana, más madura, más integrada y armónica en su condición humana que a otros cristianos? ¿Se fijó en eso Jesús a la hora de elegir a sus discípulos?


Digamos de entrada qué entendemos por discernimiento: hacer luz y conocer la realidad, toda la realidad que uno es y que a uno le afecta, también la personal y la cristiana, del mejor modo posible; y qué entendemos por obediencia: atenerse a la realidad, a toda esa realidad, con todas sus exigencias, también a la realidad personal, a la relacional, a la cristiana, y a la específicamente carismática.


Vamos a reflexionar sobre el discernimiento-obediencia en tres ámbitos de la persona consagrada: el humano, el cristiano y el carismático.



El discernimiento-obediencia

en el ámbito humano de la persona consagrada


En la vida religiosa, especialmente a partir del Concilio Vaticano II, se ha tenido muy en cuenta la condición humana de la persona. Muchos de los problemas que se presentan en la vida religiosa tienen su origen en la realidad humana de cada uno o cada una.


Ahí están, presentes y dinámicos, los rasgos que constituyen el temperamento, el carácter, la cultura, la educación, la mentalidad, etc. Ahí, la mayor o menor integración y armonía psíquica de cada persona, su madurez o inmadurez. Ahí, la correlación interpersonal viva, diatrófica, determinante de la configuración psíquica, con los ajustes y desajustes en ella implicados, en cada momento y lugar. El escenario: la con-vivencia, a veces obligada, gozosa o frustrante, de personas a las que nos acercamos o de las que huimos, etc.


Cada ser humano, cada persona, vive y crece en relación. La calidad de la vida y del crecimiento se dan en la relación y son según sea la calidad de la relación vital. Esto se da y se está dando desde el mismo origen de la vida humana y a través de todo el proceso evolutivo y de desarrollo de la personalidad. En ese dinamismo y proceso de crecimiento, en todas y cada una de las distintas etapas, con sus diversos signos, sentido y contenidos, podemos ver y considerar el funcionamiento del binomio discernimiento-obediencia.


Si tomamos este binomio como clave existencial, vemos que la calidad de su funcionamiento determina la medida del enriquecimiento y del crecimiento de la personalidad del ser humano. La no presencia de la clave discernimiento-obediencia, la falta de su actividad o un ejercicio equivocado de la misma, tiene como resultado la desorientación del sentido y del camino de la vida, y hasta la deformación y devaluación de la personalidad humana.


Podemos considerar la fuerza de la correlación discernimiento-obediencia con algún ejemplo de los primeros tiempos de la vida: v. g., la madre con el niño o la niña de seis meses. La madre tiene que discernir: ver, conocer, qué es lo que el niño o la niña necesita para, en ese tiempo, vivir y desarrollarse bien, en positivo. Si no lo sabe, tiene obligación de poner los medios para conocerlo y, una vez conocido, atenerse, obedecer, a lo que tiene que hacer y a cómo hacerlo. Así logra cumplir, en ese momento, lo que le exige el discernimiento, tal vez aquí lo llamemos conocimiento o diagnóstico y, obedeciendo a las exigencias de la realidad, de su hijo o hija, para actuar en consecuencia.


La madre, el padre, los tutores, etc., tendrán que procurar, en esos primeros tiempos, articular bien el conocimiento de la realidad de los niños, discernimiento, y el atenerse y acudir a sus necesidades, obediencia. Este dinamismo fundamental, esta clave, ha de estar funcionando en cada momento y en cada relación interpersonal. Conlleva el conocer lo mejor posible la realidad concreta personal: física, psíquica, humana, y activar los mejores medios para que alcance la plenitud de ser y de vida que está llamado a poseer en ese momento o tiempo personal.


Es evidente que las exigencias, tanto del conocer la realidad. como del atenerse a la misma, también a la realidad personal, son distintas en cada etapa de la vida humana, y que tanto los sujetos activos, como su responsabilidad en ello, sufren desplazamientos. La actividad y responsabilidad de los padres, por ejemplo, va disminuyendo según va aumentando la edad de los hijos. El aprendizaje de la articulación discernimiento-obediencia es algo vital en cada uno y es un proceso. La calidad, o su falta en una etapa, condiciona el funcionamiento, en positivo o negativo, de la siguiente. La buena articulación de esa clave en cada persona no depende de uno solo, puesto que es una clave relacional y, por tanto, condicionada y condicionante, ya en la simple relación de dos personas, y es más compleja, y no menos necesaria, en la relación familiar, grupal o comunitaria.


Es bien conocido que muchos de los seres humanos han recibido troquelados psíquicos negativos antes de tener uso de razón, antes de poder tomar conciencia y tener capacidad para afrontar esa negatividad. Pero también se puede dar que uno esté dotado de capacidad para el ejercicio del discernimiento y de la obediencia, es decir, para conocer la realidad y atenerse a la misma y, sin embargo, en lugar de activar la conciencia, la libertad y la voluntad, en positivo y en función de valores y riquezas que le den mayor madurez y plenitud, opte por lo negativo, por lo que deteriora y desintegra los valores de la propia personalidad y/o la de los otros.


El religioso es un ser humano y, como tal, su primer quehacer es conocerse en su realidad humana y hacer un verdadero discernimiento de su verdad y de sus tramoyas humanas. Esto le viene de muy atrás, porque no se hace religioso/a hasta conseguir su mayoría de edad; pero, su historia personal, el proceso de su biografía con sus avances y sus percances más significativos, está ahí, en su vida, en presente, en sus motivaciones vitales y en la mayor o menor capacidad y disponibilidad para habérselas consigo mismo como ser humano. Y está ahí, activándose en sus personales relaciones humanas, estructuralmente en dos niveles definidos: en el nivel de la propia comunidad o grupo primario, y en el de las demás relaciones interpersonales y grupales.


¿Qué decir de la clave discernimiento-obediencia en el nivel de las relaciones propiamente humanas en la vida consagrada? ¿Es posible introducir esta clave en el nivel de las relaciones humanas sin más? Si este ser humano es una persona consagrada y lo es de pies a cabeza, ¿podemos abstraer su condición humana de su consagración, para tratarla sin más como ser humano? ¿No será eso una abstracción irrealista? De hecho, en nuestro trabajo formativo, muchas veces procedemos abordando aspectos simplemente humanos, sabiendo que, cada vez que actuamos y activamos bien uno de los ámbitos o campos de esa realidad, estamos beneficiando nuestra identidad integral y total. Esto es claro en aspectos como la salud física o psíquica, el cuidado del cuerpo, el aprendizaje humano, etc.


También a la persona consagrada se le puede aplicar, en el nivel de las relaciones humanas, la clave funcional: discernimiento-obediencia. El discernimiento: en el conocerse y conocer al otro realmente, en lo que cada uno es, y en lo que, en el aquí y ahora, está llamado y capacitado para ser en su proceso de crecimiento y maduración humana. La obediencia: en el atenerse a las exigencias de esa realidad humana y en el activar todas las energías y medios disponibles para que ese crecimiento se logre en el aquí y ahora, personal y relacional. Además, esta relación no se reduce a dos; es grupal, relacional. Esto exige a sí mismo un conocimiento humano del grupo, nada fácil pero muy necesario; y un atenerse a esa misma y compleja realidad en lo que la misma vive, necesita y desea... Ahí están cada una de las personas con su mundo propio... Ahí está el mundo humano concreto del grupo o comunidad para ser conocido y reconocido por cada uno/a, para atenerse en obediencia a esa realidad interpersonal y responder a lo que la misma condición de la comunidad está exigiendo para su permanente proceso de maduración humana.


El discernimiento-obediencia

en el ámbito cristiano de la vida consagrada


El religioso, como cristiano, se define por ser en Cristo, vivir en Cristo y, desde Cristo y con Cristo, caminar hacia el Padre. Esta realidad es ante todo un don de gracia que nos viene de lo alto, de la voluntad amorosa del Padre. Es, en nosotros y para nosotros, una oferta permanente. Se nos invita a acogerla, vivirla y celebrarla en nuestra propia vida humana, encarnada en nuestro ser humano. La iniciativa radical y fundamental de esta imponderable riqueza es de Dios y nos viene de Dios; pero el modo de acogerla, vivirla y expresarla, está condicionado por la concreta condición humana del ser, vivir y actuar de cada uno y de cada grupo...


Ante esta realidad de gracia, el cristiano tiene una doble tarea: discernir y obedecer. Discernir para conocer en concreto esa riqueza, que es el contenido de la fe; caer en la cuenta de qué se trata, de qué se le ofrece, de cuál es el valor vital que supone para él. Sólo en la medida en que toma conciencia de lo que gana acogiendo ese don de gracia en su corazón..., y de lo que pierde si no lo recibe..., genera en su voluntad el sí o el no; el sí en la obediencia, el no en la rebeldía. Un sí o un no que admite muchos y diferentes grados, en positivo o en negativo.


Un cristiano, y el religioso como cristiano, que se limita a obedecer sin discernir, puede cometer las mayores atrocidades y aberraciones y, además, elevarlas al colmo de la estupidez, diciendo que lo hace en nombre de Dios. En este extremo se colocan los fundamentalismos religiosos fanáticos. Antes de ese extremo, cabe una inmensa gama de degradaciones religiosas y humanas, efecto de la falta de discernimiento cristiano.


La obediencia ciega, sorda, muda, irracional, fixista, intransigente y fanática es capaz de degradar la vida humana y de anular la acción del Espíritu. Por contra, una obediencia que se abre en libertad a toda posible iluminación y ejercicio de discernimiento para conocer, lo mejor posible, lo que de verdad es la voluntad de Dios sobre cada uno y en cada circunstancia, es lo que, de verdad, humaniza y propicia la garantía de una auténtica fidelidad a Dios.

Discernir y obedecer son correlativos. En la medida en que se ejercita un buen discernimiento de a quién, por qué, en qué y cómo obedecer, se facilita el mismo ejercicio de la auténtica obediencia. Y en la medida en que se obedece recta, consciente, libre y responsablemente, se abre más la luz para discernir mejor el ser y actuar en obediencia.


En cristiano, la razón primera y última de la obediencia es la fe. La fe es don y quehacer. La fe nos resitúa ante Dios. Nos pone en nuestro propio lugar. Es el lugar de la criatura ante su Creador y del cristiano ante Cristo. Esa fe nos da el a quién y el por qué de la obediencia. Desde el hombre-cristiano, la actitud fundamental de su relación ante Dios es la adoración “en espíritu y en verdad”. Esta actitud personal, radical, vital, libre, total y de por vida, expresa muy bien lo que es el ob-audire, el vivir la propia vida en actitud existencial de escucha a Dios y a su Palabra, con la apertura de todo el ser, corazón y mente, potencias y sentidos, alma y cuerpo. Es el qué y el cómo de la obediencia cristiana.


De parte de Dios está su señorío absoluto sobre toda criatura y sobre el ser humano, como Creador y conservador de cada ser en cada instante; y, sobre el cristiano, está la apropiación total que de él ha hecho Cristo “comprándolo con su sangre”, acción que se significa y actualiza realmente de manera inicial en el bautismo.


Así Dios ejercita su auctoritas. Autoridad que se puede malentender si le aplicamos los parámetros de la autoridad humana. La auctoritas divina hace honor a su propia etimología: de augere: alentar, animar, potenciar, promover, elevar, dar consistencia, educir energías, purificar todo germen de vida y toda tendencia de crecimiento llevándolo a su plenitud; pero aún eso sería muy pequeño y limitado, si esa auctoritas no conllevara en su misma acción la gracia y el amor del mismo Dios, realidad inefable y divina, que trasciende infinitamente toda posibilidad humana. Es la autoridad de Dios, revelada en su Palabra para enriquecernos con su misma vida...

A esa autoridad, revelada en su Palabra, corresponde por nuestra parte la actitud de ob-audiencia en libertad, que tiene que informar todo el vivir cristiano, y que no tiene por qué ser ajena u obstaculizar el ejercicio de las otras actitudes humanas o cristianas; sería, más bien, lo que motiva y anima la convergencia e integración de todas ellas. En esta toma de conciencia y discernimiento se percibe la exigencia de dedicar tiempo y ejercicio, es decir, cultivar en la propia vida, activamente y como prioridad, esta actitud personal de ob-audiencia ante Dios...


Así entendida, la autoridad de Dios a través de su Palabra nos motiva y reclama de nosotros la libre acogida en nuestro corazón de la riqueza que él quiere darnos. Lo hacemos con nuestra obediencia. Esta correlación dinámica y viva es tan decisiva en nuestro ser y actuar cristiano que merece toda ponderación, cuidado y atención, para que sea lo más auténtica posible. Esta ponderación constituye el discernimiento.


El discernimiento se hace más complejo y difícil cuando, con realismo, tratamos de conocer y entender la ineludible presencia y acción de los distintos contextos y mediaciones en las que se encarna y se cultiva el contenido de nuestra fe. Ahí está la presencia y acción de la Iglesia en la pluralidad de sus elementos: palabra de la Iglesia, sacramentos, comunidad de fe, autoridad en la Iglesia, etc. Cada persona cristiana vive en un contexto eclesial concreto. En él tiene que vivir su fe en libertad, en ejercicio de fidelidad, en obediencia. No puede vivir como cristiano fuera, al margen o contra la Iglesia, sin obediencia a la Iglesia.


Uno de los riesgos de toda obediencia y de toda autoridad es su posible contaminación con elementos espúreos. Estos elementos anidan en el corazón de cada cristiano, de cada grupo o comunidad, de cada tipo de autoridad o mediación. Tanto el ejercicio de mandar como el de obedecer llevan, dentro de sí mismos, el riesgo de la ambigüedad, porque ningún ser humano, ninguna institución humana, en la condición de esta vida, está plenamente liberada, consciente o inconscientemente, de contaminaciones y manipulaciones egoístas. Por ello y en concreto, para el ejercicio de una auténtica autoridad y obediencia, todo cristiano necesita el ejercicio de un buen discernimiento; lo cual, en tanto es posible para el cristiano, en cuanto su mente y su corazón, sus intenciones y pretensiones, sus actitudes y sus actos, se hallan liberados de los propios egoísmos, errores y falsificaciones...



El discernimiento-obediencia

en el ámbito carismático de la persona consagrada


Comenzamos este apartado desde una realidad. Los religiosos/as viven un estilo específico de seguimiento de Cristo, según uno de los múltiples carismas de que goza la Iglesia, comprometidos en obediencia, según esa modalidad cristiana específica. Han realizado ya un largo proceso de discernimiento sobre su propia vocación, su camino de fidelidad en obediencia a la realidad humana (obediencia humana), de fidelidad en obediencia al Dios de nuestro Señor Jesucristo (obediencia cristiana), de fidelidad en obediencia a la concreta voluntad de Dios, en la participación del carisma especial y concreto recibido del Espíritu de Cristo por mediación del fundador o fundadora...


Eso quiere decir que religiosos y religiosas conocen, no sólo en teoría, sino en y por la experiencia de la propia vida, lo que es la fidelidad en obediencia y el ejercicio del discernimiento para vivirla con libertad y autenticidad.


No tenemos que extrañarnos de encontrar dificultades a la hora de interpretar nuestra vocación específica y nuestro carisma dentro de la Iglesia, la forma propia de comunidad, de autoridad y obediencia, la espiritualidad y la misión.


Algunos quisieran vivir tan evangélicamente que pudieran prescindir de todo tipo de estructuras y de mediaciones. Quedarse sólo y limpiamente con el Evangelio. Olvidan que el mismo Evangelio hay que interpretarlo desde la mediación de su hagiógrafo y la condición de la comunidad en la que vino a la luz y que, acogerlo hoy, pasa necesariamente por la condición real y concreta de cada persona y de cada comunidad que lo proclama y lo escucha. Olvidan que la Iglesia, Cuerpo de Cristo, es el lugar privilegiado para que el Espíritu haga resonar la Palabra revelada en el corazón de los miembros de ese Cuerpo. Y la Iglesia, en su realidad social humana, necesita organización y estructuras para poder funcionar y cumplir la misión que el mismo Señor le ha confiado, puesto que todo grupo humano lo necesita, y más cuanto más numeroso. Sabemos, además, que si la auténtica interpretación del Evangelio estuviera, sin más, a merced de cada persona (interpretación subjetiva), introduciríamos el mayor caos de mediaciones, opiniones y contradicciones que podemos imaginar.


El realismo y la sensatez nos hacen ver que la fidelidad a Dios en la vida religiosa pasa por reconocer una serie de mediaciones que, si bien pueden aparecer, con frecuencia, opacas y contrasignos para la propia fidelidad, están realmente ahí, como algo con lo que hay que contar. La fidelidad a Dios no se las puede saltar. El discernimiento puede resultar difícil y, también la obediencia, pero sólo con su adecuado ejercicio se garantiza la fidelidad.


Mediación obligada ha sido la Iglesia que ha aprobado y hecho suya la inspiración carismática del Fundador/a con la orientación o formulación que él o ella hayan dado a esa forma de vivir la fidelidad a Dios. Mediación han sido las reglas y/o constituciones que han definido o descrito los elementos constitutivos de esa forma de vida cristiana y que también han sido mediadas por la autoridad competente de la Iglesia. Mediaciones han sido los distintos capítulos generales que han jalonado el modo de interpretar y vivir el carisma a lo largo del proceso histórico del Instituto. Mediaciones han sido y son los superiores que, en su responsabilidad propia y distinta (generales, provinciales, locales), han animado, promovido y conservado el esfuerzo para que no decayera el trabajo por la fidelidad al mismo carisma y, lo están siendo los que en cada momento procuran que se mantenga esa fidelidad con perseverancia. Mediación está siendo la condición concreta de cada comunidad, en su dimensión y dinamismos humanos, cristianos y religiosos. Mediación lo es cada una de las personas, desde la vivencia personal del propio carisma y desde la corresponsabilidad en la comunidad y con el Instituto; y lo es, especialmente, para aquellas personas sobre la que ejerce una considerable influencia. Mediación son la misión y los destinatarios concretos encomendados a cada persona y/o cada comunidad. Mediación es el contexto vital: ecológico, racial, cultural, social, político, económico, etc.


Muchas mediaciones y un tejido complejo de correlación entre ellas. Las mediaciones se condicionan mutuamente. Por ejemplo, el superior o la superiora es mediación para la comunidad y para cada una de las personas que la constituyen, pero, a la vez, la comunidad y cada persona son mediación para el superior o la superiora. Aunque de distinta forma, el superior, la comunidad, cada persona, todos tienen que ejercitar el discernimiento y la obediencia correlativamente. Cada uno conoce, toma conciencia de lo que tiene delante, es decir, hace discernimiento, y se atiene a esa realidad, la que es y la que está llamada a ser. Así se ejercitan la obediencia y la autoridad y, en muchas ocasiones, ambas a la vez, mandando desde la obediencia, obedeciendo desde la autoridad.


Hay tiempos en los que nos abrimos camino y vamos creciendo y madurando sólo a través de tensiones y conflictos. A veces son conflictos con la autoridad. Siempre habrá cauces para recurrir lo que se considere que no es conforme con la voluntad de Dios; pero hay momentos de prueba, en los que, aun contando con todos los procedimientos legítimos, los problemas quedan en pie, las dificultades se agrandan, la oscuridad persiste sin aparecer la luz. Entonces, ¿qué hacer? ¿No nos dice la historia de grandes santos y maestros de la vida espiritual que la situación de sufrimiento puede convertirse en un aprendizaje para la obediencia, imitando a Aquel que “sufriendo aprendió a obedecer”?






COMUNICACIÓN



Los jóvenes en una sociedad de la información

y la imagen: Perspectivas educativo-pastorales21



Para empezar creo que hace falta concretar de quienes estamos hablando. Es un hecho que cada vez se amplia más la franja de edad de la juventud. Hoy podemos hablar de los jóvenes desde los 15 hasta los 30-35 años. Por eso nos fácil, ni conveniente, hablar de los jóvenes en general. Yo me centraré en la primera franja, momento en que las personas están creciendo, se están formando, y por lo tanto, son más influenciables.



1. LOS JÓVENES COMO CONSUMIDORES


A nivel comercial, el público potencial más codiciado, el grupo de edad más bombardeado, son los jóvenes. Me planteo mi análisis desde dos ámbitos: la música y la ropa.



1.1 La música


La música, más allá de la creación, ha llegado a ser un producto cultural de consumo de masas. Básicamente de consumo, porque, de hecho, de lo que se trata no es de hacer y escuchar buena música, sino de hacer y escuchar los productos musicales del momento.



* No nacen estrellas sino que se crean


El público consumidor más importante en el mundo de la música es el joven. Este tipo de público sigue los grandes éxitos comerciales, donde el cantante, la estrella, el personaje que la industria discográfica ha creado, está por encima de la calidad musical. Hoy ya no se dice aquello de "ha nacido una estrella", hoy las estrellas no nacen, se crean... Y se trata de cantantes-estrellas que lo son aquí y en todas partes. La globalización, como realidad socio-económica,  homogeneiza también el gusto musical.


La edad de entrada a los clubes de fans de los cantantes de moda va bajando cada día. Los adolescentes, sobre todo las chicas, se incorporan cada vez más jóvenes a este mundo del éxito y la fama, por eso empieza antes el negocio. Detrás de los grandes ídolos hay toda una maquinaria empresarial, no sólo discográfica, del cariz más diverso posible.


Los ídolos musicales son concebidos como modelos sociales, crean pautas de comportamiento a seguir, son referentes con respecto al vestido, al estado físico, a la forma de orientar la vida privada... ¿Qué valores transmiten, en general? Sólo hace falta recordar la época en qué las famosas mostraban  la maternidad, como a quien le gusta cortarse el pelo! La frivolidad ante la vida, que a menudo se transmite, es para ponerse a correr.



* El contenido de las letras


Más allá de la melodía hay una letra. Un buen ejercicio de análisis nos llevará a descubrir un gran número de textos basados en la superficialidad de las relaciones humanas, en el desprecio hacia la vida. Un ejemplo de esto es Eminem, cantante de rap, ganador de 3 Grammy, los premios más prestigiosos de la industria discográfica. Ha vendido 8 millones de copias de su último trabajo dónde denigra a los homosexuales, describe el asesinato de su mujer y tiene una fantasía con una violación donde participa su madre. Estrofas como "sangra, puta sangra" son el estilo de su música. Y esto va destinado a un público de 15 años, edad de la mayoría de sus seguidores. La influencia que todo ello puede tener sobre los jóvenes pide un estudio serio y urgente.


Junto a lo que consumen los jóvenes, también hace falta plantearse como lo consumen. La gran mayoría escuchan música de forma individualizada con aparatos reproductores que les aíslan del mundo. De hecho, a nivel médico ya se han empezado a detectar serios problemas de audición entre los jóvenes, debido al volumen desproporcionado con que escuchan la música.



1.2 La ropa


El mundo de la publicidad controla nuestro gusto estético, marca la ropa que nos ponemos. La estética sirve para expresar aquello que los jóvenes llevan dentro: los grupos antiglobalización visten de una manera, los pijos de otra, los okupas... Es un hecho dentro de la cultura juvenil, la preocupación por la imagen externa, expresada la mayoría de los casos en la ropa y el vestido.


En este sentido, se puede decir que si en tiempos pasados la ropa y la manera de vestir expresaban lo que era la persona, actualmente sucede al revés, la identidad de la persona viene de la publicidad dada ciertas marcas. La propia identidad no la construye la persona, sino que ésta se busca en la marca



1.3 La influencia de los medios de comunicación, espacialmente de la TV


La influencia de los medios de comunicación sobre nuestra vida, es evidente, sobre todo con referencia a la televisión. La mayoría estaremos de acuerdo en qué se trata de un gran invento; pero por lo general, el invento peoo utilizado,  y casi siempre supeditado al negocio de hacer dinero.


Con todo, es un medio con una presencia constante en nuestras vidas. ¿Cuántos aparatos de televisión hay en las casas de hoy día? La respuesta es más que imaginable: muchos. Pocas familias viven con un solo televisor y no es, precisamente, que aumenten los miembros de la familia...


Se habla mucho de la influencia que tienen los medios de comunicación sobre las personas. Se han hecho estudios muy variados, y se ha llegado a conclusiones diversas.
Ante los cambios tecnológicos, siempre ha habido una cierta expectación social, que no deja de ser lógica. Las nuevas propuestas tecnológicas, la televisión en su día, o, por poner un ejemplo más reciente, internet, generan una resistencia general hasta que la sociedad pone de relieve sus ventajas y las integra.


A pesar de ello, siempre habrá dos grupos, a favor y en contra:


- un grupo cree ciegamente en sus posibilidades tecnológicas, programáticas... nos anuncian una televisión integrada que ya no será la caja que tenemos en casa sino que llegará a ser una televisión altamente interactiva.


- y aquellos que ven en la tecnología la causa de todos los males: un elemento que genera adición, dependencia, etc., causa de todos los males de la sociedad, del contexto, de la familia... Es una "caja tonta" que nos interpela y desfigura las relaciones sociales, nos aliena.


Las dos posiciones plantean puntos interesantes y discutibles. A mi parecer, la influencia de la televisión sobre las personas es clara y, más todavía, cuando estas personas son niños en edades formativas. En estos casos, un mal uso de la televisión tendrá unas consecuencias negativas para su futuro y el de la sociedad. Pero tampoco se puede permitir hacer toda clase de críticas contra la televisión, y menos traspasarle la responsabilidad de educar nuestros hijos.



2. ALGUNOS ELEMENTOS A VALORAR


La televisión conforma nuestro tiempo libre. Los últimos datos sobre consumo diario de televisión en el Estado Español confirmaban la cifra de 4 horas. Los números no dejan de ser números, pero, seguro que podemos poner rostro a las cifras, seguro que conocemos muchas personas que responden a este comportamiento.



2.1 Más televisión, más información, ¿más comunicación?


¿Y los más jóvenes? En términos generales los niños y jóvenes de nuestra sociedad pasan más horas ante el televisor que con los padres. Según los estudios de audiencia, los miembros de las familias de cinco o más componentes ven 90 minutos diarios menos de televisión que familias más reducidas. El sociólogo Salvador Cardús sacaba la conclusión de que "la televisión tiene por función disimular el aburrimiento que produce un tiempo libre vivido sin sentido, o que ocupa la carencia de interacción personal que se produce en unidades familiares minúsculas". (Trípodes, violencia y TV. 1998 )


Hoy los jóvenes tienen más información, más accesible (móvil, internet), ¿pero esto quiere decir que tienen más comunicación? La gran cantidad de información que recibimos dificulta el proceso de selección de mensajes y promueve una sensibilidad zapping, incapaz de fijar la atención por un periodo de tiempo más o menos estable. La sociedad de la información puede acabar, paradójicamente, en la sociedad de la des-información si los individuos son incapaces de controlar (escoger y seleccionar) contenidos.


La era de la comunicación se puede convertir en la era de la incomunicación. Según Margarita Rivière, "el individuo, bombardeado por mensajes a todas horas y en todo momento, seleccionará automáticamente aquellos mensajes más sencillos y comprensibles (bueno/malo,  drama/esperanza), mensajes que ya le den todo pensado y digerido, listo para consumir, y rechazará todo aquello que requiera un mayor esfuerzo."


2.2 Consumo unificado


La programación televisiva cada vez está más unificada: programas que tienen audiencia en un país, se exportan a otros. De hecho, hoy, en televisión, nada es nuevo, todo está inventado, y se va exportando. Entre los casos emblemáticos está, por ejemplo, Gran Hermano, que acabó degenerando en versiones para parlamentarios alemanes.


La producción audiovisual se concentra en pocas manos. Existen grandes centros de productos audiovisuales para el entretenimiento que funcionan desde cualquiera punto del mundo y realizan productos adaptados a las necesidades y particularidades de cada país.


Este tipo de concentración no acostumbra a ser demasiado saludable en relación a la pluralidad de ideas y de identidades (se uniforma el modelo de joven, de familia, de relaciones interpersonales, de ocupación del tiempo de ocio...) y casi siempre con una clara huella norteamericana. Series de chicos y chicas guapos, delgados, bien vestidos, con dinero en el bolsillo, con relaciones sexuales a la carta, familias desestructuradas... Un modelo de felicidad basado en la belleza y el dinero.



2.3 Hace falta un criterio audiovisual


Uno de los principales problemas que se plantea ante el fenómeno televisivo es la carencia de un criterio de consumo audiovisual: los espectadores lo consumen todo. Es necesario enseñar a ver la TV. "Esto les hará más críticos y más exigentes, capaces de analizar críticamente los mensajes que reciben a través del cine y de la televisión, y mucho más selectivos a la hora de escoger los programas que quieren ver en la pantalla. Es importante trabajar en esta línea formativa para cambiar la audiencia del futuro". Es la opinión de ISABEL ALBA, guionista de animación y profesora, presidenta de la Asociación Profesional de Guionistas del País Vasco.



2.4 Financiación de la TV


La financiación de la televisión está detrás de la fabricación de programas a menudo orientados a provocar el deseo de un consumo desmedido en los espectadores. De lo que se trata es de vender; por lo tanto, de tener el máximo número de audiencia al precio de lo que sea.


Hace falta debatir los modelos de financiación de la televisión, especialmente de la televisión pública. En este caso hay que exigirles que velen por la finalidad de servicio público que les es propio, al margen del todo por la audiencia predominante. Y esto no quiere decir renunciar a hacer productos para un público amplio. Se pueden encontrar fórmulas televisivas que sean tan educativas como rentables. Pero la realidad es que no se cuenta mucho con aquellos profesionales que defienden que la televisión puede ser un producto con ingredientes importantes de creatividad sin perder rentabilidad.



3. ALGUNOS ÁMBITOS Y CRITERIOS EDUCATIVOS


a) Trabajo de los padres. De cara a los padres, hace falta que velemos para que nuestros hijos tengan un consumo televisivo responsable. Tenemos que saber qué ven, compartir estos momentos y comentarlos, evitar los aparatos para uso individual, enseñarles a cerrar el aparato... y un largo etcétera, en la práctica, no siempre demasiado factible. Y es que el fenómeno de la televisión, tal y como lo tratamos hoy, no es externo a las dinámicas sociofamiliares y sociolaborales que marcan nuestra sociedad.


b) La escuela, por su parte, no puede estar al margen de la televisión. Cualquier tipo de educación necesita hoy ser entretenimiento e información y desarrollar lenguajes más ágiles y creativos para captar la atención de las personas. La televisión puede ser una buena transmisora de contenidos, y por lo tanto, un magnífico instrumento de educación. Es elemental constatar que en el futuro hará falta convivir con la televisión, con su fascinación y con su incitación a la pasividad. Por eso hace falta preparar a los usuarios para saber responder con criterio.


c) Existen hoy en día foros y grupos de análisis y debate sobre la televisión, sobre sus potencialidades y carencias; pero  hace falta que tengan más resonancia y más influencia sobre los productores y los programadores audiovisuales.

 
d) Y en todo este panorama, hace falta que
la Iglesia esté presente. Más allá de plantearse producir canales de televisión propios, que suponen un coste imposible de asumir, la Iglesia podría promover una productora de productos audiovisuales de calidad, desde dibujos animados hasta CDs. Conocer bien la estructura del medio, sus sistemas de funcionamiento, su lenguaje, son premisas importantes para poder enfocar bien cualquier intervención en este ámbito. Tenemos muchas cosas para explicar, muchos valores para transmitir y hemos de conseguir realizar productos televisivos capaces de hacer que la persona no se contente con ver de forma pasiva, sino que sea capaz también de comprender y situarse críticamente ante todo esta amplio campo de la información y la imagen.


Creo que no hace falta preocuparse más de la cuenta por la televisión, porque no hay ningún niño que delante la posibilidad de salir con los padres, los hermanos o los amigos a jugar, se quiera quedar en casa ante la pequeña pantalla. Pero, claro está, ¿disponemos de tiempo para jugar con nuestros hijos? Y en el caso de los jóvenes, ¿somos capaces de ofrecerles alternativas para que vivan el tiempo libro y de ocio de otra manera, sin la necesidad o la rutina de estar pegados a la televisión? Aquí juega un papel importante la familia; pero también las políticas gubernamentales sobre jóvenes y Tiempo Libre, y ámbitos educativos que colaboren en ello (escuela, centros de juventud,...).




El ANAQUEL






Se cumplen 25 años del asesinato (del martirio con ojos de fe) de Mons. Óscar Romero. Se cumplen también 25 años del martirio de Lucho Espinal, un jesuíta que dio su vida por el pueblo boliviano. Agradecemos esta preciosa colaboración de Xabi; que nos ayude a mantener vivo el espíritu del Evangelio y la fuerza del Resucitado en estos días de Pascua.


MONSEÑOR ROMERO: CANDO UN BISPO FAISE POBO


Xabier Blanco


Viaxemos no tempo ata o 23 de marzo de 1980. Entremos na catedral da capital dun pequeno país de Centroamérica: San Salvador, en El Salvador. O bispo da Arquidiócese, como adoita facer tódolos domingos preside a celebración da Eucaristía, celebración abarrotada de xente, sobre todo xente humilde que se sente protexida por aquel home, e celebración retransmitida pola radio diocesana e escoitada por centos de miles de salvadoreñas e salvadoreños. O país está a vivir prácticamente en guerra aberta. As 32 familias do país que controlan o 80 por cento das propiedades non están dispostas a propiciar ningún tipo de cambio nin de reforma; o exército “traballa” para esa oligarquía e dispara impunemente en calquera recuncho onde se vexan visos de manifestacións ou de actos considerados subversivos.


Na liturxia da Palabra nese quinto domingo de coresma, proclamouse o evanxeo da “muller adúltera”, muller acollida, perdoada, salvada por Xesús; un evanxeo onde queda ben clariño que ningunha norma nin lei nin costume nin tradición pode estar por enriba da defensa da dignidade de toda persoa humana e en toda ocasión; un evanxeo onde queda claro que as normas e leis están feitas para a defensa das persoas e resulta perverso e blasfemo cumprir unha norma ou unha lei que non responda a tal criterio. Tras a lectura deste evanxeo, Romero inicia a súa homilía, interrumpida varias veces polos aplausos entusiastas da xentiña. Nun momento dado desa homilía, Romero pronuncia as seguintes palabras: “Eu quixera facer un chamamento moi especial aos homes do exército, e máis en concreto ás bases da Guardia Nacional, da policía, dos cuarteles. Irmáns, son do noso mesmo pobo, matan aos seus mesmos irmáns campesiños e ante unha orde de matar que dea un home, debe prevalecer a lei de Deus que di: non matar. Ningún soldado está obrigado a obedecer unha orde contra a Lei de Deus. Unha lei inmoral, ninguén ten que cumprila. Os tempos son chegados de que recuperen a súa conciencia e obedezan antes á súa conciencia que á orde do pecado. A Igrexa, defensora dos dereitos de Deus, da lei de Deus, da dignidade humana, da persoa, non pode quedar calada ante tanta abominación. Queremos que o goberno tome en serio que de nada serven as reformas se van tinguidas con tanto sangue. No nome de Deus, pois, e no nome deste sufrido pobo cuxos lamentos suben ata o ceo cada día máis tumultuosos, suplícolles, rógolles, ordéolles, no nome de Deus: ¡cese a represión!”. Un longo e conmovido aplauso da asemblea cristiá envolve estas palabras de Monseñor. Quizais o mesmo Romero foi consciente xa naquel momento de que acababa de firmar a súa propia sentencia de morte.


Efectivamente, o luns día 24 de marzo Romero atópase celebrando a Eucaristía na capela do “Hospitalillo de la Providencia”. Hoxe hai pouca xente na celebración, dado que se trata dunha misa en recordo dunha señora que morrera hai pouco, e Romero accedera á petición da familia de presidir unha Eucaristía en recordo do seu pasamento. A breve homilía de Romero remata coas seguintes palabras: “O Reino está xa misteriosamente presente na nosa terra; cando veña El Señor, consumarase a súa perfección. Velaí a esperanza que nos alenta aos cristiáns. Sabemos que todo esforzo por mellorar unha sociedade, sobre todo cando está tan metida esa inxustiza e o pecado, é un esforzo que Deus bendice, que Deus quer, que Deus nos esixe”. Logo chegou o momento do Ofertorio. Cando Monseñor alza o Pan e o Viño eucarísticos, unha bala disparada dende a porta de entrada á capela perfora o seu corazón e derrúbao no chan, acabando en poucos minutos coa súa vida. Eran as 6 e 25 da tarde en El Salvador e, unha vez máis coma tantas outras veces na historia, era eliminado un profeta porque a súa voz estorbaba, porque a súa voz era voz de aqueles e aquelas que o poder político e oligárquico e ás veces tamén o poder eclesiástico deixara sen voz.


Pero, ¿quen era ese home que nos recorda aos profetas do Antigo Testamento no seu empeño apaixonado de xuntar o culto a Deus coa práctica da xustiza? ¿Quen era aquel home que dende 1977 a 1980, semana tras semana, fixo resoar a súa voz por todo El Salvador, condenando asesinatos e torturas, exhorando ao pobo a traballar pola paz e a reconciliación e por unha sociedade máis xusta?


Óscar Arnulfo Romero naceu en ciudad Barrios (San Miguel) o 15 de agosto de 1917 no seo dunha humilde familia; era o segundo de oito irmáns. O seu pai chamábase Santos e a súa nai Guadalupe. Dende pequeno, Óscar foi coñecido polo seu carácter tímido e reservado.


Aos 12 anos, Óscar traballou coma aprendiz nunha carpintería. Logo marchou a estudiar ao seminario menor de San Miguel. Alí permaneceu 6 anos, aínda que, nun momento dado, tivo que interrumpir os seus estudos e regresar á súa casa para axudar á súa familia que estaba a pasar por dificultades económicas. Durante tres meses traballou cos seus irmáns nas minas de ouro de Potosí.


No 1937 Óscar ingresou no seminario maior da San José de la Montaña de San Salvador. Sete meses máis tarde é enviado a Roma para proseguir os seus estudos de Teoloxía. En Roma tocoulle vivir penurias e sufrimentos causados pola segunda guerra mundial. Óscar foi ordeado sacerdote cando tiña 25 anos, en Roma, o 4 de abril de 1942. Continuou en Roma para facer a tese de doutoramento. Tiña interese pola mística e pola teoloxía ascética, pero a guerra impideulle rematar os estudos e tivo que regresar a El Salvador.


No ano 1974 foi nomeado bispo da diócese de Santiago María, e xa alí, pouco a pouco, aquel home tímido, reservado, de talante sumiso, comezou a ver de preto a realidade de pobreza e de miseria na que vivían a meirande parte das familias labregas. A situación do país continuaba empeorando. Pero o pobo comezaba a abandonar o seu medo á represión e organizábase reclamando os seus dereitos. Nesta toma de conciencia da dignidade dos pobres estaba implicado un sector significativo da Igrexa católica e doutras confesións cristiás. Tratábase dos colectivos que militaban na Teoloxía da Liberación. Estados Unidos e o Vaticano vían con moita sospeita a estes sectores cristiáns comprometidos na transformación social e nos procesos de concientización do pobo. O Vaticano intentou diplomáticamente parar tal proceso nomeando arcebispo de El Salvador a un tal Óscar Romero en febreiro de 1977, cando Óscar tiña 59 anos. O seu nomeamento foiche toda unha sorpresa, pois agardábase que o nomeado fose o bispo auxiliar da Arquidiócese, o salesiano Arturo Rivera Damas, grande coñecedor da pastoral da mesma. Pola súa banda, o goberno e a oligarquía recibiron con ledicia e con alivio tal nomeamento, dado que agardaban que Monseñor Romero ía frear a pastoral liberadora pola que estaba optando a Arquidiócese.


En El Salvador ía en aumento o clima de incertidume, inxustiza, violencia e represión. Tamén comezaron a aparecer as primeiras pintadas coa seguinte lenda: “Sé patriota. Mata un cura”.


Cando levaba un mes no seu ministerio arcebispal, Romero atopouse coa noticia do asasinato do seu amigo o xesuíta Rutilio Grande. Rutilio Grande estaba levando a cabo unha grande labor pastoral nunha zona campesiña chamada Aguilares. Alí vívía con outros tres xesuítas acompañando a vida e a fe das poboacións labregas e tratando de conciencialas de que a súa situación de miseria non era vontade de Deus senón da oligarquía do país. Monseñor Romero quedou moi impactado e conmovido por ese brutal homicidio. Por iso, acollendo a suxerencia dunha meirande parte do Clero da Arquidiócese, decide celebrar unha Misa única na Catedral coma signo de unidade da Igrexa e de repulsa á morte de Rutilio. A Nunciatura aconséllalle desistir de tal idea, pero aquel home tímido e reservado decide ir adiante e seguir os dictados da súa conciencia. Conmocionado pola reacción de cercanía e solidariedade do pobo humilde á súa decisión, Romero inicia un proceso de identificación coa situación dos pobres. El, que durante anos contemplara con sospeita aos sectores cristiáns que traballaban nos procesos liberadores, vaise converter, pouco a pouco, no grande valedor dos mesmos. A súa actividade pastoral é contínua. Visita unha e outra vez as comunidades cristiás de tódolos recunchos da arquidiócese parándose a falar con calma coa xente e invitándoa a que lle conten as súas dificultades, os seus problemas, a súa visión do que está a acontecer no país, a súa opinión sobre cómo chegar a unha solución xusta do conflicto. Monseñor invita á xentiña a ir visitalo ao seu despacho cando pasen pola capital e precisen algún tipo de axuda. O pobo comeza a acudir a él na medida que medra a represión e os sectores paramilitares “fan desaparecer” a diversos militantes das organizacións populares. Ao mesmo tempo Monseñor tamén denuncia algunhas estratexias das organizacións populares cando considera que as mesmas só están a xerar máis violencia ou manipulación das xustas reivindicacións do Pobo. Romero converte a radio da Arquidiócese nun auténtico foro de información, da información que o goberno e os seus aliados tentan ocultar utilizando tódolos xeitos posibles, por exemplo bombardeando unha e outra vez tal emisora, que unha e outra vez é reconstruída grazas ao apoio que Monseñor recibe dalgunhas asociacións católicas de Alemaña.


A Romero gustáballe traballar en equipo, tratando de escoitar tódalas opinións antes de tomar decisións. Por iso creou na arquidiócese moitos comités e equipos de traballo cun obxectivo pastoral común: poñer a toda a Arquidiócese ao servizo da xustiza e da reconciliación do país. Neste senso, habería que salientar xunto coa xa citada emisora de radio Isax a “Oficiña de defensa dos dereitos humanos” que se converteu no organismo máis incómodo para o goberno e a oligarquía pola súa contínua denuncia de canto atropelo se facía en El Salvador a tales dereitos.


O 2 de febreiro de 1980 na universidade de Lovaina, en Bélxica, Monseñor Romero recibe o doutoramento honoris causa. Nas palabras iniciais do seu discurso nótase a emoción de quen se sente comprendido e apoiado dende lonxe na súa loita: “Veño do país máis pequeno da lonxana Latinoamérica. Veño traendo no meu corazón cristián Salvadoreño e de pastor, o saúdo, e o agradecemento e a ledicia de compartir experiencias”. Romero aproveita esta oportunidade que lle brindou Europa para recordar, entre outras cousas que: “Os pobres son os que nos din qué é o mundo e cal é o servizo que a Igrexa debe prestar ao mundo…Unha Igrexa que non se une aos pobres para denunciar dende os pobres as inxustizas que con eles se cometen, non é a verdadeira Igrexa de Xesucristo. As maiorías pobres do noso país encontran na Igrexa a voz dos profetas de Israel”. E fai referencia á grande “lección teolóxica” que foi aprendendo ao longo dos últimos tres anos: “Agora sabemos mellor o que é o pecado. Sabemos que a ofensa a Deus é a morte do home. Pecado é aquelo que deu morte ao fillo de Deus, Xesucristo, e pecado segue sendo aquelo que dá morte aos fillos e as fillas de Deus (…). Os antigos cristiáns dicían: ‘A gloria de Deus é que o home viva’. Nós poderiamos concretar isto dicindo: A gloria de Deus é que o pobre viva”.


O 17 de febreiro de 1980, Monseñor Romero envíalle unha carta ao presidente dos Estados Unidos, Jimmy Carter. A devandita carta comeza así: “Señor Presidente: Nestes últimos días apareceu na prensa nacional do meu país unha noticia que me ten vivamente preocupado. En tal noticia afírmase que o seu goberno está a estudiar a posibilidade de apoiar e axudar económica e militarmente á Junta de Goberno. Dado que vostede é cristián e ten manifestado en máis dunha ocasión que o que pretende é defender os dereitos humanos, pemítame que me atreva a expoñerlle o meu punto de vista pastoral sobre esta noticia. (…). No caso de que tal noticia corresponda á realidade, a contribución do seu goberno, no canto de favorecer unha maior xustiza e paz en El Salvador o que vai facer é agudizar aínda máis a inxustiza e a represión que o pobo organizado está a sufrir dende que se puxo a loitar para que lle sexan respectados os seus dereitos humanos fundamentais (…). Coma salvadoreño e coma arcebispo da arquidiócese de San Salvador teño a obriga de velar para que reinen a fe e máis a xustiza no meu país. Por iso lle pido que se de verdade quere defender os dereitos humanos, daquela impida calquera tipo de axuda militar ao goberno salvadoreño ou garantíceme que o seu goberno non intervirá nin directa nin indirectamente con presións militares, económicas e diplomáticas na determinación do destino do pobo salvadoreño. Estamos a vivir no noso país momentos de grave crise económica, pero tamén é indubidabel que cada día o pobo se organiza mellor e cae na conta de que debe ser el o responsable do futuro de El Salvador e o único que pode superar tal crise. Resultaría inxusto e deplorable que pola intromisión de potencias estranxeiras o pobo salvadoreño quedase frustrado e reprimido e lle fora impedido decidir qué tipo de modelo económico e político quere seguir (…). Espero que os seus sentimentos relixiosos e a súa sensibilidade na defensa dos dereitos humanos o leven a aceptar a miña petición, evitando ulteriores derramamentos de sangue neste país que xa está sufrindo tanto”.


Xa non hai quen pare a este home que actúa convencido de que o sufrimento dos pobres toca o mesmo corazón de Deus. Con todo, hai algo que Monseñor está a levar moi mal, cun grande dolor e anguria no segredo do seu corazón: a incomprensión dos seus xestos e palabras por parte dos representantes oficiais da institución que tanto quere e da que se sente fillo fiel: a Igrexa católica. A Nunciatura, o Vaticano e varios irmáns bispos doutras diócesis de El Salvador distáncianse da liña pastoral de Monseñor Romero, convertendo tal distancia na cruz da súa fe, unha cruz máis dolorosa que todo o sufrimento producido polas demais ameazas e calumnias que lle tocou soportar por parte dos sectores do goberno, da oligarquía e dos colectivos paramilitares.


O 7 de marzo de 1980 o goberno salvadoreño decreta o estado de sitio, e comeza unha guerra aberta contra o pobo, co apoio e implicación de Estados Unidos. O primeiro grande ataque foi unha masacre efectuada no río Sumpul, unha operación coordinada entre os exércitos de Honduras e El Salvador na que alomenos 600 persoas foron masacradas. Houbo nenos cortados a machete, e mulleres torturadas e estranguladas. Trozos de corpos foron encontrados ao longo de varios días. Había observadores da Igrexa, de xeito que as noticias chegaron de inmediato, pero a meirande parte dos medios de comunicación xulgaron que non pagaba a pena informar da noticia. As campesiñas e os campesiños estaban sendo as principais víctimas desta guerra, así coma as organizacións sindicais, os estudiantes, os cregos da “liña Romero” (foron asesinados 20 cregos en total) ou calquera sospeitoso de traballar polos subversivos intereses do pobo: pan, terra, vida…


Neste contexto, o goberno salvadoreño, coma signo “ben estudiado” de “boa vontade”, ofrécelle protección policial a Monseñor Romero que xa recibiu varias ameazas. E velaí a resposta de Romero ás “grandes preocupacións” do seu goberno : "Mentres os labregos e os obreiros e os seus dirixentes non teñan ningunha seguridade, mentres o pobo veña sendo sistematicamente asasinado polas forzas de represión de la Junta de goberno, eu, que son un simple servidor do pobo non teño ningún dereito a aceptar medidas de seguridade. Pídolle que non me malinterprete: eu non quero morrer, porque sei que o pobo non quere a miña morte, pero non podo dedicarme a tutelar a miña vida, a protexer a miña vida coma se eu fora máis importante que os demais. A vida importante é a dos labregos, dos traballadores, das organizacións populares e eses morren tódolos días, cada día acaban con vinte, trinta ou incluso máis...Dígame, ¿como podo aceptar medidas de seguridade persoal nesta situación? Mire, eu son un simple servidor do pobo, son un bispo ó servicio da miña xente, un pastor seguidor do único Pastor, o noso Señor Xesucristo”.


E así chegamos a aquel 23 de marzo na Catedral.


Pasaron 25 anos. O Vaticano aínda non se decideu a canonizar a aquel profeta. Seica teñen medo a que a súa canonización sexa “politizada”. Pero namentres o Vaticano seica analiza pros e contras, o pobo latinoamericano venera a San Romero de América, aquel bispo conservador que, en contacto co sufrimento diario da xentiña, caeu na conta de que a gloria de Deus consiste na vida plena e abondosa das empobrecidas e empobrecidos do Mundo e, dende que caeu na conta, arriscou o seu prestixio persoal, o seu cargo eclesiástico e a súa propia vida para se converter no servidor da Xustiza e da Paz e para demostrar con xestos e palabras que outro Mundo é posibel coma tamén é posible outra Igrexa, a Igrexa serva da Humanidade. Van aló 25 anos, e as leccións dadas por Romero seguen a ser leccións aínda non aprendidas.


María López Vigil, amiga e narradora da aventura existencial de Monseñor Romero, conta que hai dúas leis que se adoitan curmprir sempre. Unha é “lei de vida”: sonche poucos os seres humanos que se quitan eles mesmos o chan debaixo dos pés cando xa son vellos. Cambiar seguridades por perigos e certezas amasadas cos anos por novas incertidumes eche aventura de xente nova, non de vellos. A outra é “lei de historia”: a medida que unha autoridade ten máis poder, alónxase máis da xente e faise máis insensibel ó sufrimento dos débiles. A “altura” emborracha e aílla e alonxa. Pois como di María Vigil, con Monseñor Romero caeron por terra derrubadas para sempre estas dúas leis: Oscar Romero converteuse aos 60 anos. E foi ao ascenderes ao máis alto dos cargos eclesiásticos do seu país cando se achegou de verdade á xente, á súa realidade e ao seu inxusto e longo sufrimento. Na máxima altura e cando os anos pedían descanso e acougo, foi cando Romero entendeu que só serve para vivir quen vive para servir, que só é verdadeiramente humano aquel que se com-padece das irmás e dos irmáns máis mal-tratados pola vida e pola historia, os predilectos do Deus de Xesús, un Deus que no canto de sacrificios quer Misericordia. Non nos estrañe, pois, que aqueloutro amigo e colaborador de Monseñor e 9 anos despois tamén mártir, Ignacio Ellacuría dixera naqueles momentos que “con Monseñor Romero Deus visitou El Salvador”. Digamos máis, con Monseñor Romero, hai 25 anos, Deus visitou El Salvador, visitou o Mundo e visitou a Igrexa e volveu dicirnos de novo que a súa gloria consiste en que a empobrecida, o empobrecido viva e viva abondosamente.

2.1 San Romero de América, Pastor y Mártir nuestro

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El ángel del Señor anunció en la víspera...
 
El corazón de El Salvador marcaba
24 de marzo y de agonía.
Tú ofrecías el Pan,
el Cuerpo Vivo
-el triturado cuerpo de tu Pueblo;
Su derramada Sangre victoriosa
-¡la sangre campesina de tu Pueblo en masacre
que ha de teñir en vinos de alegría la aurora conjurada!
 
El ángel del Señor anunció en la víspera,
y el Verbo se hizo muerte, otra vez, en tu muerte;
como se hace muerte, cada día, en la carne desnuda de tu Pueblo.
 
¡Y se hizo vida nueva
en nuestra vieja Iglesia!
 
Estamos otra vez en pie de testimonio,
¡San Romero de América, pastor y mártir nuestro!
Romero de la paz casi imposible en esta tierra en guerra.
Romero en flor morada de la esperanza incólume de todo el Continente.
Romero de la Pascua latinoamericana.
Pobre pastor glorioso, asesinado a sueldo, a dólar, a divisa.
 
Como Jesús, por orden del Imperio.
¡Pobre pastor glorioso,
abandonado
por tus propios hermanos de báculo y de Mesa...!
(Las curias no podían entenderte:
ninguna sinagoga bien montada puede entender a Cristo).
 
Tu pobrería sí te acompañaba,
en desespero fiel,
pasto y rebaño, a un tiempo, de tu misión profética.
El Pueblo te hizo santo.
La hora de tu Pueblo te consagró en el kairós.
Los pobres te enseñaron a leer el Evangelio.
 
Como un hermano herido por tanta muerte hermana,
tú sabías llorar, solo, en el Huerto.
Sabías tener miedo, como un hombre en combate.
¡Pero sabías dar a tu palabra, libre, su timbre de campana!
 
Y supiste beber el doble cáliz del Altar y del Pueblo,
con una sola mano consagrada al servicio.
América Latina ya te ha puesto en su gloria de Bernini
en la espuma-aureola de sus mares,
en el retablo antiguo de los Andes alertos,
en el dosel airado de todas sus florestas,
en la canción de todos sus caminos,
en el calvario nuevo de todas sus prisiones,
de todas sus trincheras,
de todos sus altares...
¡En el ara segura del corazón insomne de sus hijos!
 
San Romero de América, pastor y mártir nuestro:
¡nadie hará callar tu última homilía!
 
Pedro Casaldáliga


Publicaremos en esta sección un conjunto de parábolas escritas por Luis Lozano, que poseen un fondo de inspiración evangélica y bíblica. Le agradecemos su disponibilidad y su generosidad. En este número publicamos la introducción.



PARÁBOLAS DE DIOS PADRE




INTRODUCCIÓN PROFÉTICA





UN MUNDO REBELDE



Desde antiguo habló Dios Padre a sus hijos por los profetas, ángeles de Dios; eran sus interlocutores. Dios hablaba sin discursos ni palabras a veces; otras, con truenos y relámpagos; la noche decía su noticia a la noche; el día, su mensaje al día; su nombre iba de roca en roca, de nube a nube, de estrella a estrella: de las que solo El conocía su número y su nombre.


Pero el pueblo era rebelde; era un pueblo balbuciente. Los Profetas se cansaban de llevar al pueblo como un niño en sus brazos. Si los sacaba de la esclavitud, echaban de menos las cadenas; si los alimentaba con flor de harina, esta les daba náusea; si les regían profetas, querían reyes; si tenían reyes se echaban en manos del tirano; si El era su Dios y ellos su pueblo, se construían becerros de oro y adoraban a dioses sin ojos, sin voz; dioses de palo y de piedra que no podían salvarlos y que nunca habían adorado sus padres....



ARCO IRIS DE DIOS PADRE


Alguna vez Dios Padre sintió dolor en su corazón por este pueblo rebelde, y se le pasó por la mente destruirlo. Pero siempre le salía en el horizonte el arco iris: era la bandera que izaba su Hijo Primogénito.


Porque cuando llegó el momento culminante habló al pueblo por su Hijo, nacido de mujer. Y el Primogénito dio la imagen del Dios Padre, lento a la ira, pronto a la misericordia, Y su Hijo había salido del sepulcro de hombre enarbolando la bandera del arco iris de Dios. Era el signo del perdón para siempre.


Pero al pueblo escogido no le gustó este Dios nuevo; ellos temían al Dios del SINAB que les hablaba entre truenos y relámpagos. Les resultaba extraño el Dios que acogía a los pecadores mejor que a los justos; que pagaba igual a los últimos que a los primeros obreros; que prefería al pecador antes que al cumplidor exacto de la Ley; que era amigo de publicanos y de rameras...


Así que Dios Padre tuvo que llorar por vez primera cuando presenció la muerte en cruz de su Hijo Primogénito. Hizo entonces signos antiguos para ver si lo reconocían: rasgó el velo del templo, hubo tinieblas en derredor, salieron muertos del sepulcro...


Pero tampoco en ello reconocieron la voz de Dios Padre…



OTRA VEZ EL ÁRBOL DEL MAL


Pasaron siglos, que ante Dios fueron apenas un día: el día nuevo que hizo Yavé para sí mismo.


El hombre había vuelto a comer del árbol prohibido; pero ya no se avergonzaba de su desnudez, ni se escondió cuando el Padre le llamó a cuentas. Sencillamente lo ignoraba. Salió Dios a pasear por la tarde y no reconocía su obra.

Era un Edén distinto. Había el hombre cambiado el sudor de su frente por el estrés psíquico; la mujer no paría hijos con dolor: procreaba con métodos sofisticados, concebía" in vitro".. Pero la tierra, invariable, seguía produciendo abrojos y el ángel que había puesto a la puerta del Edén, seguía inmutable prohibiendo..


Se había roto el equilibrio cósmico: la atmósfera estaba perturbada; el aire, el puro aire que alegraba las tardes del Edén, contaminado; las aguas, las alegres aguas que El había separado en fuentes, ríos, mares y océanos, impuras; el sol, astro del día, sin protección de ozono, quemaba bosques, desiertaba la tierra; el hombre desarrollaba enfermedades insólitas...


El fuego era el elemento siempre vivo y devorador; pero lo habían domesticado el hombre. Los nuevos prometeos lo hicieron artefactos: bombas, explosivos, artificios..; el fuego era el arma de destrucción masiva de los nuevos robadores del fuego de Dios.


Y el hombre se creyó un pequeño dios, olvidando que era solo hombre. Sus hijos eran pequeños dioses, autómatas; dioses que tienen ojos y no ven; que tienen oídos y no oyen; que tienen narices y no huelen; que tienen memoria y no recuerdan; que tienen mentes y no piensan; que tienen alma y no ven a Dios...; que son hijos de Abraham; pero adoran a dioses que no adoraron sus padres...



DIFÍCIL SOLUCIÓN


Y Dios Padre tuvo un problema. El había dicho la última Palabra en su Hijo Unigénito, en todo igual al hombre, incluso en el pecado ajeno que le llevó a la muerte; jesús era su nombre: la imagen visible del Dios verdadero, Primogénito de toda criatura, resumen de todo; por quien y para quien todo fue creado..


No podía realizar Dios otra acción redentora. Estaba dicho todo.


Y Dios Yavé temió que si no habían creído los profetas, si no habían escuchado a su Hijo, si habían matado su Palabra, no creerían a Dios Padre aunque El mismo bajara a la tierra y asombrara al hombre con nuevos truenos, relámpagos, volcanes y diluvios..


Y otra vez en el horizonte, el arco iris de Jesús, su Cristo. Todo estaba ya consumado el proceso de salvación. No había lugar ya para Sinaí, éxodos, tierras prometidas de leche y miel, amarguras de Meribá. Ya no había lugar a pasos del mar Rojo, aunque su pueblo había vuelto a la esclavitud de Egipto, a los ajos y cebollas de la servidumbre y del exilio espiritual.



SU PALABRA ES ETERNA


Y, después de mucho pensarlo, Dios Padre se dijo que la única solución era volver a empezar, buscar los orígenes. Era preciso rescatar su Palabra, adaptarla a los nuevos tiempos, volver a hablar en parábolas para que los que, viendo no vean y oyendo no entiendan; para que solo lo entiendan los escogidos, los pequeños, los sencillos de corazón: sus pobres, los anawin de Dios de todas las generaciones

Jesús, el Hijo, volvió a decir a su Padre: “ Ecce ego, mitte me"


Y Dios Padre contestó: que vuelva a oírse la Palabra, limpia de polvo y paja: sin glosas eruditas, moralismos arcaicos; sin aclaraciones teológicas de los sabios a quienes se les ha ocultado el sentido siempre.


Que vuelva la Verdad desnuda, en pañales de Belén, en panes partidos y peces multiplicados; en cruces de perdón, en sepulcros vacíos..

Que vuelvan a oírla solo los niños, sencillos,.., los últimos que llegaron.


No debéis preocuparos, comentaba el Padre a sus Consejeros, por saber cuántos se salvarán; todos son llamados, pero no todos son escogidos. Estad preparados para que, cuando venga el Hijo del Hombre, vuestra fe esté encendida, vuestra lámpara preparada.


Yo soy Dios de vivos; el Dios de Abraham, de Jaco….,de Jesús, de María, de Moisés, de Josué, de David.., de Pedro, de Juan, de Francisco, de Domingo, de Teresa, de Juan Bosco; el Dios de Juan PabloNo creé la muerte; manteneos vivos; sois familia de vivientes. Sois hijos del Dios vivo.


Sabéis el Camino, conocéis la Verdad y os he dado la Vida. Adaptadlo todo a los nuevos mundos, a los nuevos hombres, a las nuevas fórmulas...



LA NUEVA ASAMBLEA DE COMUNIÓN


Decretó, pues, Dios Padre reunir a todos sus hijos. Convocó una Asamblea de Santos, de Comunión.


Mandó Dios a sus mensajeros por todo el orbe terráqueo, Potestades a los cielos altísimos, Dominaciones a estrellas lejanísimas, Principados a los Tronos celestes, sede de los santos...



ID POR TODO EL MUNDO


A los más activos de sus mensajeros los mandó a la tierra. Rafael recorrió los caminos y anunció el encuentro a Tobías, a Elías, a los discípulos de Emaús, a Santiago, a Alonso Quijano que trataba de convencer a Sancho de que los molinos eran gigantes que había que derribar; al Lazarillo de Tormes empeñado en aprovechar la ceguera de su amo para comer las uvas de tres en tres..


Mandó que Miguel convocara a los perseguidos del mundo: y el Arcángel encontró a Jeremías en el cepo en que los sacerdotes del templo lo habían meto También convocó a personajes de la antigua tragedia; habló a Don Juan a quien salvaba el amor de Dña Inés; a Fausto, que vendía su alma al diablo; y a Hamlet que se debatía entre su ser o no ser ante la mirada perdida de Yorik, asombrado por la calavera ilustre... y Don Alvaro...señalado por su sino...


Gabriel fue enviado a convocar a Julieta y Romeo, en trance de darse un beso furtivo; a Calixto y Melibea, protectores de celestinas; a Dña, Isabel y Don Diego…., a David y Jonatán, a Salomón y a su Amada, negra pero hermosa.. También fue convocada Penélope que estaba tejiendo y destejiendo su manto para dar tiempo de llegar a Ulises; y a Dido, la princesa enamorada, y a Débora, y a...


Abraham, padre de la muchedumbre convocó a todas la arenas de sus playas y avisó a todas las estrellas de sus cielos: vendrían generaciones y generaciones de nombres; todos los nombres escritos en el Libro: tantos como las arenas y las estrellas. Desde Adán, el primero, hasta la última Revelación. Desde" Al principio" ..., hasta el Amén final.. Desde el Alfa a la Omega.



LA NUEVA TENTACIÓN


Dios Padre se encontró con algunos desilusionados del resultado del proyecto.


El pobre Lázaro, recordando a Abraham, dijo a Gabriel que si no creyeron a los Profetas, aunque resucitaran los muertos, seguirían sin creer. Juan Bautista por su parte, que estaba en el desierto del Negueb donde seguía clamando, añadió que si no habían reconocido la Palabra cuando hablaba entre ellos, sería difícil que la reconocieran ahora que tenían los oídos más duros para escuchar.


Gabriel le habló de hondas hercianas, de Internet, de cables marinos, de artefactos sonoros..; todo facilitaría la escucha. Pero Juan replicó que esta generación era inconsecuente . Eran como niños: no bailaban cuando había que bailar, ni lloraban cuando se recitaban endechas..



LA GRAN ASAMBLEA


Esto era una vez... Once upon a time. C ' era una volta... i1 y etait...


Sonaban los traductores inalámbricos edénicos... ; porque aunque era única la Palabra de Dios, quiso este que hubiera traductores para los más recalcitrantes. Eran los Profetas menores, los ministros dispersos por el mundo... Y sucedió que todos entendieron perfectamente el lenguaje. Todos los venidos de la Hélade, de Frigia y de Capadocia, de Australasia, de Indonesia, de las Amazonias…. se asombraban de entender el lenguaje de Pedro que hablaba en la apertura de la Asamblea.



ANÁLlSIS DE SITUACIÓN


Dio la palabra menor a Pablo. Este quiso hacer un análisis de la situación del Reino. Empezó señalando que uno de los males que impedía al mundo ver al Dios Padre, era que lo identificaban como un aguafiestas. Era un Dios rígido, absoluto, exigente..


Dios Padre mostró a su Hijo sentado a su derecha como ejemplo de que no era cierto. Pero Juan el discípulo, replicó a Pablo que él era un judío rígido; que aún se leen las cartas en que excomulga, o dice que se mutilen los Gálatas de la circuncisión. En el fondo, siguió Juan, muchos profetas prefirieron la Ley al hombre, el templo a la adoración; el sábado, al amor. Yeso, a pesar de la Gran Reforma de Jesús.


Apuntó Cisneros, que también estaba, que alguna culpa tenía la Institución que se había transformado en un poder de cultura y dinero...Un escalofrío recorrió los miembros de muchos de los reunidos; algunos miraron a Pedro al que acompañaban numerosas tiaras, y que aún tenía los surcos de sus lágrimas. Porque aunque no podía ya llorar, el Maestro le dejó, resurrecto, que conservara sus huellas.


El mal es el culpable; la antítesis de Dios Padre. El mal, la injusticia, el abuso del hombre, el dolor del inocente, los tribunales injustos...Esa es la causa del fracaso del Reino. Quien así hablaba era Agustín de Hipona.


­Siguieron otras muchas intervenciones; se habló sobre el Amor, sobre la belleza, sobre la poesía como vehículos de la Palabra de Dios.. Hablaron entonces Petrarca, Shakespeare, Cervantes y Bécquer.. con el regocijo de quijotes, romeos y julietas...


Fue entonces también cuando Sancho le dijo a Don Quijote: razón tenía vuecencia en perseguir el mal donde quiera que se hallara y en defender la virtud en cualquier grado y medida. Que vosted escogió el oficio más divino que hay en la tierra. que consiste en desfacer entuertos. socorrer a huérfanos y viudas.


Y de nuevo el Ungido susurró: “ Ecce ego… “



LA MUJER VESTIDA DE SOL


Todos parecían contentos. Pero de cerca del mismo trono de Dios Padre se levantó una mano brillante como una estrella. Un revoloteo de alas angélicas acompañó la acción de su Señora. Era en efecto, Miriam de Nazaret, la Madre. Creyeron algunos que por su identificación con el Hijo, no tendría nada que decir en esta Asamblea que la llamaba bienaventurada. Pero María tomó la palabra para hablar en nombre de las mujeres que poblaban la sala.


Expuso el poder del brazo divino en el testimonio de los vientres estériles que dieron siete hijos; el poder del brazo de Dios; que levantó el estandarte contra los poderosos, dispersó a los soberbios, ensalzó a los humildes; que a los pobres los colmó de bienes y a los ricos los dejó sin nada...


Y María, se presentó como defensora de los derechos de la mujer a quien muchos en la Asamblea habían apreciado menos; y citó miles de hermosos nombres.


Al nombrar a Eva, se ruborizó Adán, al nombrar a Betsabé saltó de amor vespertino David; al nombrar a Abigail templó David el arpa; ante el nombre de Rut, la moabita, que estaba junto a Noemí, de Judit, de Jael..., Samuel, Salomón y los Profetas mayores aplaudieron con entusiasmo.


María nombró también a Rosa, a Teresa, a Medea, amiga de los Argonautas, Antígona, guía de su padre Edipo, a Electra , Lidia y Priscila, Cecilia... Interminable lista de nombres.

Todos los hombres de la Asamblea aplaudieron a María porque Dios Padre había mirado la humillación de su esclava. Y aprobaron, sin voto. que la mujer era igual al varón porque era carne de su carne.



LA PALABRA DE DIOS


Como las sesiones, de hablar todos los que pidieron la palabra menor, se estimaban interminables, optó el Padre por resumirlas todas en una sola: la Palabra de Dios.


Habló pues el Hijo. Todos tenían los oídos atentos: Yo soy la Verdad y la Vida; yo soy el Camino. Dichosos los que no se escandalizaren de mi..

Y empezó a hablar de sus ovejas, del cultivo de las viñas, de la pesca en el mar, del cosido en veste vieja, del vino nuevo en odres viejos, de los hijos pródigos, de las viudas generosas, de los amigos, de las bodas.. de su Madre, de su Padre..

Ecce ego. mitte me.


Todos sabían que era la Palabra última, definitiva y eterna.



­

LES HABLARÉ EN PARÁBOLAS


Y el Padre tomó de nuevo la palabra para decir que el Libro era extenso, y lo mismo que había que eliminar la doctrina que olía demasiado a destierro, a éxodo y ciñáis…, había que adaptar toda la Palabra a los tiempos del mundo nuevo, de las tierras nuevas, de los cielos nuevos.


Por eso se proponía recordar algunas parábolas o más bien profecías que ilustraran a los hombres la actualidad del Reino.


Fue entonces cuando los habitantes del Reino, ya en comunión, empezaron a acudir al valle de los Sueños en el cielo, donde, por las tardes, Dios Padre, apoyado por su Hijo y con los papeles que le iba dando el Espíritu, fue desgranando para el regocijo de todos los Santos las parábolas que siguen.


Dios Padre dio el encargo a su viejo amigo Sócrates para que por medio de preguntas fuera enunciando las Parábolas. Después daba la voz a los diversos personajes que intervenían en las charlas. .


Fueron muchas veladas cuyos temas, en el tiempo eterno de Dios, se han podido resumir con la brevedad bíblica exigente.


El lector enterado descubrirá muchas palabras menores que tienen una ficha en el Libro; pero, para dar más agilidad al texto, no se dan como citas sino que se incorporan con libertad literaria a la narración general.

RESEÑAS


3 DIGITALISMO

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José B. Terceiro y Gustavo Matías

3.1 El nuevo horizonte sociocultural

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Taurus Digital, 2001, 1ª edición – 319 págs.


J.B. Terceiro tiene, entre otros títulos, el doctorado en Ciencias Económicas; ha escrito, entre otros libros, “Sociedad digital”. G. Matías, es también Doctor en Ciencias Económicas, entre otras especialidades; de su producción destacamos “Manual de Comercio Electrónico”. Los dos se han propuesto acercar al público al mundo digital en el campo de la economía, información y educativo; invitando a “subirse al tren de la revolución económica y social que supone el digitalismo” y lo hacen con la intención de hacerse eco de lo que Nietzsche había escrito: ”Somos profundos, volvamos a ser claros”. Para intentar esto comienzan con un Glosario que explica, en 19 páginas, la jerga que se emplea en este ´nuevo mundo´, ya sea en palabras como en abreviaturas, que oímos de continuo. Aunque sólo hubieran publicado el Glosario ya habrían hecho una obra de “caridad”.


En la Introducción resumen en diez tendencias, las transformaciones más importantes que luego tratarán en el libro y que configuran el paso hacia el nuevo mundo del digitalismo. En cuatro capítulos nos presentan las diversas causas que nos han metido en la sociedad de la información, una sociedad en la que consumimos una gran cantidad de papel, salud informática, pero que va acompañada de una enfermedad cuyo diagnóstico es la dificultad de acceder a la ingente masa que ese papel contiene.


En el primer capítulo, el más extenso, nos presentan las causas de la sociedad de la información que afectan a los cambios sociales y económicos, así como a los procesos de convergencia ante el nuevo milenio; convergencias digitales, de redes, de capital financiero, culturales, institucionales, científicas, políticas, de poder y ecológicas. Esto nos viene a recordar los procesos por los que pasó la sociedad con el advenimiento de la revolución industrial. Con la diferencia de la velocidad de los cambios y el acceso a los mismos de multitudes ingentes de ciudadanos.


Esto nos lleva de la mano al segundo capítulo, el más breve, en que presentan los efectos de las causas anteriormente mencionadas y que los autores circunscriben a la globalización, la integración y el desarrollo, así como el papel que juegan las organizaciones internacionales, ocupadas en el sector de actividad económica que integra a los equipos y servicios de informática. Esto influirá en el Nuevo Orden Internacional, en la división internacional del trabajo, en la globalización y su influencia sobre las políticas del bienestar, en la globalización e identidad cultural, en las políticas de desarrollo en un mundo de integración global, en la competitividad y estrategias empresariales y, finalmente en la ciudad global traducida en la competencia por la atracción de capitales. Detallan las diversas perspectivas empíricas, como pueden ser las múltiples globalizaciones; la integración global y regional; y, finalmente, la función que, en todos estos aspectos, tienen las organizaciones internacionales.


Estos efectos no se producen con fluidez automática; de ahí que en le capítulo tercero los autores presentan como objeto de debate la información, la tecnología y el desarrollo; un desarrollo basado en las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), unas TIC con sus efectos positivos y negativos para el desarrollo y su efecto en las regiones menos desarrolladas.


Uno de los efectos más destacados del nuevo fenómenos, tratado en el capítulo cuarto, es el de las realidades emergentes: la nueva economía, fenómeno éste al que nos ha llevado a tomar conciencia el ‘boom’ de ‘internet’ y la promesa del ‘e-comercio’, algo así como el efecto apologético o evangelizador basado en la necesidad que tienen las empresas situadas en la Red de persuadir a sus proveedores y vendedores para que se incorporen a ella. Los datos económicos y el nuevo mercado nos han llevado al debate de una nueva economía, y conocer unas primeras estimaciones del tamaño de la misma; a tal efecto los autores estudian el caso España dentro del observatorio europeo.

Tal vez y para la mayoría de nosotros, el capítulo más interesante sea el último, el quinto: “Perspectivas: el nuevo horizonte sociocultural”, toda vez que nuestros estudios tienen un marcado carácter humanista y filosófico. Ya en el subtítulo lo anuncian los autores: “El nuevo horizonte sociocultural”. No es que los autores puedan ser tildados de marxistas pero tienen en cuenta el análisis de la realidad sociocultural que hizo Marx partiendo del análisis económico. Ya sabemos que Marx no estuvo fino en los planteamientos políticos; tal vez por eso dijo: “yo no soy marxista”; pero en el análisis social, sus intuiciones y prospectivas, basadas en análisis económicos, han resistido muchos embates; algunos no han podido aguantar el peso de los hechos posteriores; pero algunas líneas de su pensamiento aún pueden servir de esquema para entender la vida sociocultural. Esta es, en muy notable parte, como superestructura, fruto de la infraestructura, según sean los modos y relaciones de producción.. Las nuevas realidades, fruto del digitalismo, nos llevan a decir que todo tiene su precio: “su valor es su precio”; por eso se puede afirmar que los mercados de la era digital tienen un profundo y desestabilizador impacto en la sociedad, porque cambian o disuelven las estructuras y relaciones sociales; y acomodarse a estas nuevas realidades no se hace automáticamente, como máquinas; el hombre necesita tiempo para “reciclarse”, con el agravante de que cuando lo va consiguiendo, se ve paralizado ante lo nuevo que llega y que hace obsoleto lo más reciente.


Son nuevas las formas de comunicación, los nuevos códigos, las nuevas redes, las nuevas relacione sociales, las nuevas interacciones, los nuevos actores, la nueva racionalidad ¡!, los nuevos modos de producción y el nuevo capitalismo y la nueva globalización. ¿Es extraño decir que vivimos en un mundo que no somos capaces de comprenderlo porque el digitalismo va más veloz que nuestras reacciones y acomodaciones a la realidad? ¿No es comprensible que, los más sensibles a todo este nuevo orden, los jóvenes, se nos vuelvan para los de más edad un problema casi insoluble? Son dos lenguajes fruto de diversas posturas intelectuales y comprensivas. Pero el digitalismo lo ha producido el hombre y éste, aún con sus variaciones, es el mismo. El reto es como construir unas nuevas superestructuras partiendo de las nuevas infraestructuras. Este libro, a los que están más metidos en la informática les adentrará en la filosofía de la misma y podrá servirles para entablar un diálogo ente las nuevas realidades y la “realidad y el hombre”.



Félix Domínguez


PÉREZ GALDÓS, Benito

Trafalgar (Episodios Nacionales)

Madrid, Alianza Editorial, S.A., 2001 (reimpresa en 2004)

Colecc.: Biblioteca de Autor – BA 0301 – 163 pp.



El 21 de octubre de 2005 se cumple el segundo centenario de la batalla de Trafalgar, donde la flota combinada franco-española, ante la superior técnica y mejor preparación de la marina inglesa, quedó totalmente destruida. Fue una gesta heroica pero inútil. España no tenía intereses económicos ni estratégicos que le obligara a este enfrentamiento pero tuvo que plegarse -era la parte más débil- a la ambición del entonces todopoderoso Napoleón.


Varias publicaciones han visto la luz en previsión de la celebración de esta efeméride. Desde hace meses, por ejemplo, Pérez Reverte tiene ya en librerías una novela con el mismo tema y título ligeramente diferente; están a la venta, también, las Conclusiones del Congreso Internacional –con participación de especialistas españoles, franceses e ingleses-, celebrado y organizado por la Universidad de Cádiz. Tal vez haya ocasión de hablar de ellas más adelante.


Ahora quiero presentar, e invitar a su lectura, Trafalgar, de Benito Pérez Galdós, el primer relato novelado de esta batalla y que encabeza su larga serie de relatos históricos conocida como Episodios Nacionales. Teniendo en cuenta al autor y el próximo bicentenario de la batalla, opino que puede tener no pequeño interés esta lectura, sobre todo si se ha leído o se piensa leer la obra de Pérez Reverte (Ello nos permitiría un ejercicio interesante como comparar estilos y lenguajes a que el paso del tiempo da lugar.


La batalla se nos cuenta a través del relato de Gabriel de Araceli, un muchacho apenas, a quien el azar le hace testigo y parte de los preparativos, del desarrollo choque naval desde el Santísima Trinidad -entonces el buque de guerra más grande del mundo- y, en definitiva, de la derrota, que fatalmente ya habían augurado los marinos españoles


Dicen que Pérez Galdós carece de un estilo brillante; dicen sus críticos que carece de “llama lírica”. Puede ser pero, en cambio, sabe dar temple épico a aquellas escenas que lo requieren; sabe pintar con trazos fuertes y vigorosos el carácter de sus personajes y consigue meter al lector en la acción y en los ambientes que pinta, cualidades estas imprescindibles en un buen novelista.


Para aquellos que gusten de la novela histórica, además de poder seguir la veraz relación de los acontecimientos, encontrarán el equilibrio entre el suceso histórico y la ficción, entre los personajes reales y los imaginarios. Pérez Galdós está lejos de la novela romántica, que le precedió, demasiado fantástica y sentimental. De hecho, responde a lo que él mismo entendía como novela histórica: “Imagen de la vida es la novela y el arte de componerla estriba en reproducir los caracteres humanos, (…) lo grande, lo pequeño, (…) sin olvidar que debe existir perfecto fiel de la balanza entre la exactitud y la belleza e la reproducción” (de su Discurso de entrada en la R.A.E.)


Sin ser una obra maestra de la literatura, creo que es una estupenda muestra de novela histórica. Teniendo en cuenta el acontecimiento que recuerda y la autoridad del autor merecerá la pena haber leído Trafalgar.


Ildefonso Gª Nebreda


J osé María Eça de Queiroz

Los Maia

Editorial Pre-textos

Valencia, 2000






Nos encontramos ante una de las novelas más importantes de la historia de la literatura portuguesa, obra de un autor de amplio reconocimiento, José María Eça de Queiroz (1845-1900). El original, titulado Os Maias se editó en 1888 y es considerada la obra maestra de Eça por la crítica. Con esta novela el autor pretendió hacer una crítica profunda a la sociedad portuguesa decimonónica. La burguesía, los anarquistas, la Iglesia, la literatura, los bajos fondos, las convenciones sociales… nada se escapa a la afilada pluma de este escritor a la vez reconocido y censurado por sus coetáneos.

El joven y apuesto Carlos da Maia, recién llegado a Lisboa, comienza a hacerse un hueco en la vida social de la capital portuguesa. Muerto su padre, por un tiro que se descerrajó al ser abandonado por su hermosa mujer, Carlos será criado y educado por don Afonso da Maia, gran patriarca y hombre honrado, modelo para gran parte de la alta sociedad de Lisboa. Tras varios amoríos, Carlos, más interesado en vivir tranquilamente que en ganarse el sueldo con la medicina estudiada en Coimbra, comienza a interesarse por una hermosa mujer, casada con un rico brasileño. El encanto y atractivo mutuos les atraerán a la que será la aventura amorosa más intensa y funesta de sus vidas. El inesperado desenlace de esta escandalosa relación, sin llegar a trascender más allá del círculo más cercano, acarreará gravísimas consecuencias para la familia de los Maia.


Pero Los Maia es mucho más que una simple novela de amor de la “jet set”, más que un mero “culebrón” de la high society lisboeta. Dado su realismo los Maias toca las heridas de la sociedad romántica del Portugal de la época: la futilidad, el cinismo, la impotencia de crear y la pasividad de los momentos de ocio y de las que en ellos se reunían.


Merece la pena leer esta novela, contemporánea de nuestra Regenta. Las críticas a los hombres de la época, a la política y las relaciones sociales, a su hipocresía y fingimiento son completamente extrapolables a la nuestra (de aquella época y de la actualidad). Excelentemente escrita y llena de comentarios e ideas aprovechables, é uma obra a não perder.

Manuel Carrasco García-Moreno


4 NOVELAS CON VISTAS

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5 En El País del 24 de marzo 2005, Olegario González de Cardedal escribía un interesante artículo titulado “Tres últimas cenas”. Lo comenzaba así: “No estoy seguro de que sea cierta la afirmación según la cual los españoles se dividen en tres grupos: los que no leen, los que han leído el Código da Vinci y lo que han decidido no leerlo”. Se podría añadir un cuarto grupo: los que lo han leído y quedan decepcionados y lamentan haber perdido su tiempo en haberlo leído. A Olegario González le resulta difícil sospechar qué razones han tenido los dos últimos grupos señalados por él, si la mera pasividad publicitaria o la falta de tiempo. Es posible que sea lo primero y que haya funcionado el boca a boca del pueblo. En “Forum.com” nº 41 hemos podido leer un comentario sobre esta novela de Dan Brown, al igual que en el nº 42, otro sobre Ángeles y demonios”, del mismo autor. Los comentarios sobre ambas novelas pueden confundir al lector pues son diametralmente opuestos. Después de leer el primero me adscribo al cuarto grupo; la otra novela y algunos similares quedan fuera de la lista de posibles lecturas que ciertamente no recomendaré.

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Y viene a cuento esta introducción porque, después de leer la contraportada de una serie de novelas de este estilo, de formarme un juicio y una hipótesis sobre el porqué de estas novelas, ha caído en mis manos un artículo aparecido en “El Rotativo” del 9 de marzo de 2005, titulado “De códigos Da Vincis “ firmado por José I. Munilla, que, por su interés brindo a los lectores de Forum.com. Dice así:


“Me quedo impresionado cuando encuentro expuestos, de forma muy destacada en una misma estantería, los siguientes títulos y subtítulos: La Cena Secreta, Código Da Vinci, Ángeles y Demonios, El último Merovingio (una nueva revelación sobre el secreto mejor guardado de la Iglesia Católica), La sombra del templario, Los Iluminati (la trama y el complot), Iluminati (Los secretos de la secta más terrible católica, Assassini (El Papa Borgia les dio el poder. Hoy tienen en sus manos el destino de la Iglesia Católica), la sombra del templario, el códice secreto, El número de Dios (el secreto que explica las catedrales góticas, La Santa Alianza (cinco siglos de espionaje vaticano), La ecuación de Dante, El enigma sagrado, etc..., como El último Catón.


La gran mayoría de estos títulos tienen un primer denominador común: se presentan bajo el género de novelas, pero afirmando al mismo tiempo que han investigado y sacado a la luz enigmas ocultos por la Iglesia católica. He aquí el primer fraude que se esconde en este género de literatura: si nos disponemos a rebatir con datos científicos las afirmaciones anticatólicas contenidas en estas obras, entonces rápidamente, nos responderán diciendo que “no hemos de ponernos nerviosos, porque ya se nos advirtió que se trataba de una novela”. Cuando, por el contrario, recordamos a los consumidores de esta literatura que se trata de meras novelas, entonces, se nos matiza diciendo que “están basadas en estudios históricos”. ¡Una trampa absurda en la que muchísimos lectores se encuentran atrapados!


Con respecto al grado de fiabilidad científica de estos libros, baste señalar un significativo detalle: la mayoría son publicados por autores que se presentan bajo el vitae de “escritor e investigador”. ¿Qué significa ser “escritor” e “investigador”?. Dicho a las claras, quiere decir que esos autores se han lanzado a escribir en torno a esos temas sin la más mínima especialización necesaria: no han cursado estudios de Teología dogmática, ni Filosofía, ni Paleografía, ni Arqueología, ni Lenguas semíticas, ni Sagrada Escritura, ni Patrología, ni Astrología, ni Historia, ni de Periodismo... Escribir un libro que pretende adentrarse en todas estas materias, sin dar cuenta con precisión de ninguna de ellas, puede tener dos razones de ser distintas: o bien la ignorancia atrevida que sabe descubrir y explotar un filón de oro, o el deseo deliberado de tergiversar y confundir a los creyentes.


Más allá de la denuncia de la falta de rigor científico, es también necesario, es también necesario caer en la cuenta que la proliferación de esta literatura exotérica responde al deseo de todo ser humano de adentrarse en lo misterioso y lo espiritual. Bien es cierto que el hacerlo de esta forma, lleva consigo el inevitable peligro de adaptar y deformar el misterio a la conveniencia e ideología dominante.

A la vista de todo esto, me pregunto: ¿por qué estas novelas esotéricas antirreligiosas han de referirse siempre a la Iglesia católica? ¿por qué ocurre con la literatura lo mismo con las producciones cinematográficas (Estigmata, La mala educación, Las Hermanas de la Magdalena, el Cuerpo, la sonrisa de mi madre, Priest, Amén,...)? ¿Por qué hay tanta literatura y cine crítico hacia el Catolicismo y no ocurre lo mismo con el Judaísmo, el Islam, las religiones orientales, o las demás iglesias cristianas?


Sin entrar en respuestas demasiado simplistas, me limito a recoger algunas afirmaciones de Vittorio Messori, quien en una entrevista concedida al diario Il Messaggero, denunciaba que anticatolicismo ha sustituido al antisemitismo. Con ironía incisiva, el autor italiano recordaba que “los católicos junto con los fumadores y los cazadores, son las tres categorías que no están protegidas por lo políticamente correcto, y de las que, por lo tanto, se puede hablar mal libremente”.


Sin embargo Messori no hace una lectura pesimista de la realidad actual, sino que considera en su análisis como “providencial el anticatolicismo de la cultura occidental y del Islam”. Es un hecho que siempre hemos necesitado de la persecución para redescubrir la propia identidad. Somos conscientes de que si redujésemos el mensaje católico a un blablablá bondadoso sobre el pacifismo, la ecología, la tolerancia y algunos otros valores de amplio y vago consenso, entonces, hasta podríamos llegar a resultar simpáticos para la cultura actual. Eso sí, ¡tan simpáticos como insignificantes!”

Hasta aquí José I. Munilla. A veces es útil perder el tiempo en alguna novela de este tipo para conocer la estrategia de acoso a la Iglesia de Jesús y su mensaje. Pero no hay que olvidar que es mucha la gente que no lee libros de cultura y formación y no faltan quienes devoran novelas, sobre todo de intriga, que enganchan, como las arriba citadas; y lo que leen lo perciben como dogma de fe. No conocen la fe que profesan pero esas novelas son su catecismo. ¿Hay que recomendarlas o ejercer la capacidad de consejo y discernimiento? Quizá no a lo primero y sí a lo segundo, sobre todo por parte de los que son educadores de la juventud y del pueblo. La voz del pueblo tiene su sentido de ser, pero esa voz previamente manipulada no debe ser tenida en cuenta como criterio de pensamiento ni de acción. Y estas novelas conocen bien los niveles de conocimiento del pueblo y las estrategias que hay que usar para captarlas en una u otra determinada dirección. A veces y en ciertos temas de los que ignora, la voz del pueblo, con todo respeto, puede ser desdeñada, sin desdeñar a la persona, sólo su “voz”.


Por cierto, algunas de estas novelas, como no tienen substancia, finalizan como un azucarillo en una vaso de agua, lo cual señala el nivel literario de las mismas.


Félix Domínguez





1 A. Aláiz, La comunidad religiosa. Profecía de la nueva humanidad, Publicaciones Claretianas, Madrid, 1991, p.149.

2 CGE XX, 483.

3 S. M. Alonso, Una pasión de amor, en: Vida Religiosa 53(1985) 166

4 A. Ronco, El crecimiento espiritual en la vida consagrada, visto desde la psicología, en: Vida Religiosa 326 (1977) 354-355.

5 M. Navarro Puerto, Los bloqueos afectivos en la vida religiosa, en: Vida Religiosa, 58 (1985) 224-245.

6 A. Sánchez Romo, Encontrarnos para ser comunidad, en: Cuadernos de Formación Permanente 6, p. 10-11.

7 Cfr. A. Cencini- A. Manenti, Psicología e formazione. Strutture e dinamismi, Edizione Dehoniane, Bologna, 9ª ed., 1995, 240-241.

8 Cfr. Mercedes Navarro Puerto, “Los bloqueos...”, 225.

9 Cfr. A. Cencini – A. Manenti, “Psicologia...”, 242 –243.

10 Cfr. M. Navarro Puerto, “Los bloqueos...”, 227.

11 A. Aláiz, “La comunidad...”, 358-368.

12 Cfr. M. Navarro Puerto, “Los bloqueos...”,228 – 233.

13 M. Navarro Puerto,”Los bloqueos...”, 233- 234.

14 J. Vanier, Comunidad: lugar de perdón y fiesta, Madrid 1985, 21, citado en A. Aláiz.

15 Cfr. A. Aláiz, “La comunidad...”, 371-379.

16 Cfr. A. Aláiz, “La comunidad...”, 379-384.

17 H. Cámara, El desierto fértil, Sígueme, Salamanca, 1981, 39.

18 Inspectoría Salesiana de San José, Valencia.

19 Inspectoría Salesiana de San José, Valencia.

20 Mariano Martínez, cmf en Vida Religiosa, marzo-abril 2004. Cuaderno 2/Vol 96.

21 Teresa Pou i Busquet, periodista y presentadora del programa de TV “Signes dels temps”.

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