La obediencia de Cristo, filiación probada |
Inspectoría
Salesiana de “Santiago el Mayor" León , 27 mayo de
2004 nº 36
Gracias, Don Pascual
La Visita del Rector Mayor ha supuesto una bocanada de aire fresco, ante este final de curso que se avecina. En este año Cincuentenario supone un lanzamiento hacia el futuro con fuerzas renovadas. Nos ha dicho muchas cosas. No es fácil asimilar en poco tiempo tantas. Con todo, haremos lo posible por ir trabajando sus indicaciones y hacerlas realidad. Él quedó muy contento de la visita y nosotros nos hallamos satisfechos por su presencia y magisterio. Como dijo el Inspector en el encuentro del Rector Mayor con los hermanos: “Este año está siendo una oportunidad para la reflexión y la proyección. Nos sentimos abiertos a todo lo que nos pueda ayudar en este camino de fidelidad a don Bosco en el seguimiento del Señor Jesús. Por eso mismo agradecemos enormemente su presencia entre nosotros, como expresión por nuestra parte de la plena comunión con el Rector Mayor y con nuestra Congregación Salesiana. El Rector Mayor sabe que cuenta con esta Inspectoría y los hermanos que la formamos”. Gracias, Don Pascual.
ÍNDICE
Retiro ……………………...3-10
Formación……………….11-23
Comunicación.…….......24-28
El anaquel……………....29-43
Técnicas ……..………….29-35
Necrologio ………………36-41
Índice…………………….42-43
Revista fundada en el 2000
Edita y dirige:
Inspectoría Salesiana "Santiago el Mayor"
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Apdo. 425
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Tfno.: 987 203712 Fax: 987 259254
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Maqueta y coordina: José Luis Guzón.
Redacción: Segundo Cousido y Mateo González
Depósito Legal: LE 1436-2002
ISSN 1695-3681
RETIRO
1 El testimonio del primer evangelio |
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Juan José Bartolomé
Cuando la generación apostólica, aquella que escribió el NT, tuvo que recurrir a categorías que describieran de forma global – pero certera – el misterio personal de Cristo Jesús, su ministerio en Galilea, su pasión y resurrección, eligió entre otras (cf. Flp 2,7-8) la obediencia. Como obediencia pudo entender la singular relación filial que Jesús mantuvo con Dios durante toda su vida pública; y es el cuarto evangelio, sin duda alguna, el testigo más consistente (Jn 10,30; cf. 4,34; 5,30; 6,38-40; 8,29; 9;31). Como extremo ejercicio de obediencia fue vista su cruel muerte en cruz; pocas lecturas de la pasión de Jesús tienen tanta fuerza expresiva como la breve afirmación del autor de la carta a los Hebreos: “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia” (Heb 5,8).
De esta obediencia, una obediencia aprendida, una obediencia sufrida, se habla aquí, siguiendo el testimonio del primer evangelista. Mateo narra en dos momentos, estratégicamente situados en su evangelio, la lucha de Jesús por mantenerse obediente a Dios. Al inicio de su ministerio, Jesús debe defender tres veces su condición filial, solo en un desierto, a solas con su necesidad, frente a la embestida tenaz del tentador (Mt 4,1-11). Al final de su vida, Jesús se dedica en oración a defenderse del Padre y librarse de su querer como último recurso para salvar la vida: a solas con Dios, abandonado de discípulos adormentados, Jesús agoniza ante el Padre antes de rendirse a su voluntad y salvarse así como hijo (Mt 26,36-46).
1.Optar por Dios, quehacer del hijo (Mt 4,1-11)
Antes de iniciar su ministerio en Galilea, con el reino de Dios como único quehacer (Mt 4,17), Jesús recibe el Espíritu y Dios se le declara Padre amante (Mt 3,17): es constituido hijo antes de actuar como enviado. Pero para ponerse a trabajar como predicador del Reino, tendrá que superar la tentación en el desierto: solo, ayuno de pan y con hambres de sobra, debe optar personalmente por Dios, antes de predicar al Dios que está por venir. La prueba sigue inmediatamente a la gracia: el hijo querido de Dios ha de quererse a sí mismo como hijo; su obediencia ratifica la vocación recibida.
Que la tentación venga tras el don, y en él se centre, no es menos ilustrativo que la forma como se realiza la insidia. El tentador no se atreverá a negar cuanto Dios ha declarado; expresa una duda, que comunica al hijo de Dios; e intentando que éste la haga suya, la motiva con lógicas expectativas que, de realizarse, confirmarían su certeza. Jesús tendrá que optar por Dios, sin otro apoyo y certeza que la Palabra de Dios. De ella se alimentan los hijos de Dios.
1.1El relato
Conocemos las tentaciones de Jesús sólo por la tradición sinóptica (Mt 4,1-11; Mc 1,12-13; Lc 4,1-13), que las presenta inmediatamente después de la escena del bautismo (Mt 3,13-17; Mc 1,9-11; Lc 3,21-22).
El episodio está claramente definido: inicia siendo Jesús conducido hasta el diablo (Mt 4,1.3) y termina cuando el diablo deja su lugar a ángeles que le sirven (Mt 4,11). Toda la escena es un enfrentamiento de Jesús con el tentador: ningún otro asiste a la tentación..., ¡ni al tentado!.
La tentación se realiza en tres asaltos, que están narrados de forma escueta y simétrica:
a)El tentador toma siempre la iniciativa (Mt 4,3.5.8); la tentación es inducida desde fuera, pero sorprende a Jesús en un momento de debilidad. Sin ser la causa, sus necesidades son el caldo de cultivo de la tentación, que se convierte así en real y fundamentada.
b)Jesús reacciona invariablemente citando a Dios, apoyado en su Palabra escrita (Mt 4,4.6.10); ateniéndose a ella se reafirma como hijo que no cuestiona a su Dios. Oír la Palabra le salva de escuchar otras voces: por más prometedoras que sean, no le dan cuanto ya ha obtenido de Dios.
c)El tentador varía sus propuestas y la estrategia; si repite el intento, variará las motivaciones: ofrece bienes siempre mejores, más apetecibles (Mt 4,3.4.9). Hay que observar una cierta progresión en esos motivos que basan la proposición diabólica: del cuestionamiento de la propia vida, que pone el hambre de días, se pasa a cuestionar la asistencia divina, para acabar proponiendo la renuncia de Dios. A tentación superada, mayor tentación por superar. Aferrarse a la voluntad expresa de Dios hace invencible a su hijo probado.
1.2Una experiencia ‘espiritual’
Jesús, ya hijo de Dios pero aún no predicador del Reino, se encuentra solo y débil, tras el prolongado ayuno. La soledad de Jesús ante el diablo sería una situación ominosa, de no haber sido provocada por el Espíritu; si el tentador se le puede acercar (Mt 4,3) es porque el Espíritu lo había llevado hasta allí: ¡es el Espíritu quien deja en manos del diablo al hijo de Dios (Mt 4,1)!.
Entre la guía del Espíritu y la intervención del diablo hay un período largo de ayuno, práctica típica del hombre piadoso. El plazo de tiempo, cuarenta días, parece aludir al periodo de pruebas que Israel, el otro hijo de Dios, experimentó en su camino hacia la alianza: los hijos de Dios pasan necesidad, para que no tengan más necesidad que de su Dios (Ex 16.17.32; 34,28). Esa es la pedagogía divina.
1.3Un ataque, tres asaltos
Aunque repetida, la tentación es básicamente una, como único es el tentador: el diablo pretende que Jesús renuncie a su condición filial, proclamada públicamente en el bautismo. Con motivos diferentes, pero siempre coincidentes en su objetivo, la tentación consiste en negar la decisión de Dios: ‘Este es mi hijo amado’ (Mt 3,17): la posibilidad de desautorizar a Dios Padre se le presenta a Jesús como 'tentadora’ (Mt 4,3.6: “si eres hijo de Dios...”). Jesús tendrá que preferir ser hijo, ser lo que Dios le ha dicho que es, a otras oportunidades y a proyectos diferentes (cf. Mt 27,40-43).
1.3.1La Palabra como alimento
El primer asalto diabólico (Mt 4,3-4) parte de una situación de penuria: Jesús está solo y hambriento. Un hijo de Dios que se precie, sugiere el tentador, bien podría hacer alimento de las piedras con tal de no pasar necesidad. La tentación se apoya en un concepto de lo divino, al que el hombre religioso está muy acostumbrado: quien sirve a Dios no debe pasar sufrir defecto ni pasar necesidad; ¿de qué sirve tener a Dios, si nos faltan tantas cosas?; ¿cuánto puede valer un Dios, que no vale para librar del hambre?.
Jesús, citando un texto en el que Israel recordaba que el hambre sufrida en el desierto fue prueba de una pedagogía paterna (Dt 8,3; cf. 8,2-6), responde que para vivir no precisa del pan, necesario como es y bueno en tiempo de hambre, sino de todo cuanto Dios tenga a bien decir: hijo de Dios no es quien no sufre penurias, sino quien se alimenta de la palabra de Dios. Jesús sabe que ser hijo amado (Mt 3,17) no le ha salvado del hambre; saciarla no es prioridad de hijos de Dios, que viven seguros de serlo y hambrientos de su palabra.
1.3.2.La cercanía del Padre, en cuestión
El segundo asalto (Mt 4,5-6) se sitúa en el templo de Jerusalén, lugar privilegiado de la presencia de Dios entre su pueblo. Esta colocación, y la convicción de fe que supone, hacen más verosímil la tentación: allí, aunque solo, Jesús puede sentirse más arropado por Dios. Pero, por lo mismo, hace más lógica la duda: ¿de qué sirve la cercanía de Dios, si sus hijos no consiguen alimentarse?; ¿para qué vale un Dios que no puede garantizar vida sin penuria a los suyos?
La estrategia del tentador es sutil, aterradora. Rechazado por la fuerza de la Palabra (Mt 4,4), acude a la palabra de Dios para tentar al hijo de Dios (Mt 4,6): ¡lo que Dios ha dicho puede utilizarse como motivo de escándalo!; se puede tergiversar la Palabra para ir contra Dios. Suprema malicia.
Jesús responde citando un texto que impone el servicio exclusivo de Dios (Dt 6,16) como si no fuera él el tentado, como si en prueba estuviera ese Dios que está en medio de su pueblo (cf. Dt 6,10-19). Y es que en el hijo tentado, queda cuestionado también el Padre. El fiel que obedece en la prueba hace victorioso a su Dios. Defender los derechos de Dios es el camino que los hijos tienen para sobrevivir a la tentación; se libera de ella, no quien se libra de Dios, sino quien opta, como Jesús, por Dios solo.
1.3.3Para el hijo solo Dios es adorable
El tercer asalto es el definitivo (Mt 4,8-10). El tentador, lejos de darse por vencido, se crece ante el repetido fracaso. Vuelve a la carga, ya sin rodeos, directa, brutalmente. Muestra a Jesús el mundo y su gloria y se lo ofrece, si le da culto. Sólo el diablo, en su osadía, puede llegar a tanto: disfrazado de Dios, se presenta divino, seductor, ante el hijo de Dios. Queda así desenmascarado. Al no haber podido disfrazar la opción contraria a Dios con la Palabra de Dios, desvela su intención: quiere ser servido como sólo Dios merece.
Por vez primera, y con autoridad inusitada, Jesús manda al tentador que se retire antes de apoyarse en la palabra de Dios. La lucha es cuerpo a cuerpo, sin intermediarios; se oponen dos voluntades (Mt 3,17: Este es mi Hijo; Mt 4,10: si te postras y me adoras) que reclaman la obediencia de Jesús, pero mientras el querer del Padre afirma a Jesús como hijo amado, el propósito del diablo es convertirle en siervo. Dios quiere a su hijo porque sí, el enemigo, para sí; ¡bien lo saben los obedientes!
El texto citado por Jesús a continuación (Dt 5,9), parte integrante del decálogo (cf. Dt 5,6-21), zanja de raíz la cuestión y hace inútiles ulteriores tentaciones. Y es que no hay prueba que no pueda superar aquel para quien sólo Dios es adorable: dar culto al único Dios que fascina libra de cultivar diosecillos, por entretenidos que sean. Sólo quien sienta pasión por Dios, única y excluyente, está libre de grandes pasiones y de efímeros entretenimientos.
2.Luchar con el Padre, reválida del hijo (Mt 26,36-46)
El episodio de Getsemaní describe la reacción de Jesús, profundamente humana e históricamente verosímil, frente a una probable muerte violenta. Mateo perfila a Jesús, mejor que su fuente Marcos, como el fiel que, por obediencia a Dios, cumple con toda justicia; resalta, además, la necesidad de compañía del hombre Jesús que lucha con Dios (Mt 26,36.38.40): para enfrentarse a Dios y su querer echa en falta a quienes, siéndole queridos, le estén cercanos.
El texto ha salvado el momento de la lucha de Jesús por liberarse de su destino (cf. Jn 11,27-28); es posible que la narración esconda un núcleo histórico: Jesús no fue un héroe estoico, ni un mártir seguro de sí; su agonía ante la muerte resultó un espectáculo tan incómodo para los testigos, como ineludible para sus cronistas. No parece lógico que sea inventado un suceso tan trágico; pero la escena recibe un sentido añadido, evidente por su intención parenética: quien no reza, no será obediente; primero se sucumbe al sueño; luego, a la tentación (cf. Mt 6,10).
2.1El relato
La perícopa, bien estructurada, se presenta subdividida en tres escenas (Mt 26,39-41.42-43.44-46), narradas de forma esquemática. En todo momento es Jesús quien tiene la iniciativa: él es quien habla (Mt 26,36.38.40.45) y quien reza (Mt 26,39.44.44). A la oración de Jesús (Mt 26,39.44.44) sigue, invariablemente, un encuentro con los discípulos (Mt 26,40-41.43.45-46): Jesús va de los suyos a su Padre, y de su Padre a los suyos; sus palabras son oración al Padre y exhortación a los suyos, subordinación filial e magisterio definitivo: la exhortación a los demás nace y se apoya en su vivencia personal, que no es aquí especialmente gozosa.
Para Jesús ha llegado la hora (Mt 26,45) de beber el cáliz (Mt 26,39; 20,22) y dar la vida por muchos (Mt 20,28). Sorprende que Jesús, que conoce su suerte y la ha adelantado repetidas veces (Mt 16,21-28; 17,22-23; 20,17-19), intente ahora resistir; su oposicion es más que lucha contra Dios, agonía consigo mismo: quisiera salvarse, sin tener que enfrentarse a Dios, librar su vida, sin liberarse de Dios. De hecho, ni Dios es cuestionado en la escena, quien ni siquiera, para desgracia de Jesús, se digna aparecer en ella. Quien lo proclamó - ¡dos veces! - hijo amado (Mt 3,17; 17,5) guarda silencio ahora, cuando más necesita el hijo de su apoyo y palabra. Dios paga, momentáneamente al menos, con su ausencia a quien ha vivido como hijo amado y va a morir como tal (Mt 27,54).
2.2.Elegidos para acompañar la oración de Jesús
La agonía de Jesús no consiste, pues, en el rechazo del proyecto de Dios (Mt 26,39.42), sino en la soledad con la que debe rendirse a Él (Mt 27,46). En esos momentos, y es ésta otra prueba de su humanidad, Jesús quiso contar con testigos de su lucha. No lo logró: ¿escogió a quien no debía, o nadie podía serle compañero en esa hora (Mt 26,31-34)?
Jesús conduce a sus discípulos a un lugar conocido; allí, sentados, hacer un alto en el camino, mientras él ora: son comparsa, no protagonistas. No son ellos quienes han elegido rezar, han sido escogidos para acompañar al orante; no son sus ganas, si no la necesidad de Jesús lo que les tiene que mantener en vela: son compañeros a su pesar.
Jesús se separa de sus acompañantes, no de todos (cf. Mt 17,1): quiere testigos de su lucha agónica con Dios. De hecho, a los tres les ha ya instruido sobre la cruz inminente y sus consecuencias nefastas para quien le siga (Mt 16,21-23; 20,20-28). Ante ellos se deja dominar por la tristeza: quienes fueron testigos de su gloria, presencian ahora su profunda conmoción interior. Lo que se narra no va en desdoro de Jesús, prueba, más bien, su auténtica humanidad.
2.3Agonizar solo y orando
Dolido consigo mismo, Jesús se sincera con sus discípulos. Sus sentimientos han quedado en evidencia, antes que sus palabras; en éstas (con Mc 14,34) resuena el inicio de un salmo de lamentación (Sal 42,6.12): el malestar es tan grande que convierte en insoportable la vida: morir sería una liberación. Ruega a sus discípulos que permanezcan y vigilen con él; no será la última vez que se lo pida: cuanto más lejos se siente de Dios, más cerca – local y afectivamente – quiere a los suyos. La comunidad de vida con Jesús se ha de convertir en comunidad de pasión: es el camino, inevitable porque obligado, del discípulo. Y no se deben llamar a escándalo, porque fueron ya avisados (Mt 16,24-25; 20,23).
Tras la exhortación Jesús se aparta para rezar, y cae de bruces por tierra. Ante un Dios tan exigente no queda otra postura: postrado, el orante se somete, corporalmente incluso, a Dios. Jesús reza porque sufre, y sufre porque no desobedece: la angustia le lleva a orar. Reza de la forma más escueta: se sumerge en cuanto es para Dios, hijo, se refugia en cuanto Dios es para él, Padre.
En oración, Jesús contempla la posibilidad de no beber el cáliz, pero en cuanto pide deja ver que no desea imponer su voluntad: no mira impasible su destino, pero tampoco quiere librarse de él a toda costa. No es indiferente a su pasión, la teme; pero respeta más a Dios, su Padre. La obediencia es lúcida, la oración que la expresa, discreta; Jesús se muestra consciente del riesgo que afronta.
El cáliz que ha de beber Jesús no es la tentación, ni la muerte, ni el martirio, sino el dolor que caería sobre el pueblo, de ser presa de la justicia divina (20,20; cf. Jr 25, 15-29). Jesús desea librarse de una pena que no merece, pero que juzga ineludible. Su indisposición no es un acto de rebelión, pero sí el último intento de cambiar la voluntad de Dios. En Getsemaní, orar es el recurso que le queda al hijo obediente, cuando, aun deseándose otro futuro, no se atreve a oponerse al que el Padre le prepara. Jesús quiere obedecer, pero quisiera hacerlo de otra forma; no quiere oponerse al querer de su Padre, pero desearía no tener que aceptarlo.
2.4Mientras, los discípulos refugiados en sus sueños
La única respuesta que Jesús orante obtiene es una mayor decepción: los discípulos, que tanto prometieron (Mt 26,33-35), no han podido velar; a la soledad frente a Dios se añade la indiferencia, la somnolencia, de sus elegidos. Jesús se dirige en uno, Pedro, a los tres. Y con razón; Pedro había sido quien más se había comprometido (Mt 26,33). Jesús no se muestra sorprendido; su pregunta subraya el poco tiempo que ha durado la vigilia: ni una sola hora.
Vigilar con él es cuanto les había pedido. Agonizar era asunto suyo; estarle cercano, tarea de los suyos: mientras Jesús lucha con el Padre, los discípulos dormitan. La vigilancia que Jesús protagoniza y desearía de los suyos, no es simple vigilia, sino capacidad para la oración agónica, disposición para luchar con Dios por la propia vida.
2.5Orar como hijo es aceptar el querer del Padre
De la constatación surge la exhortación. Para que no se convierta en sueño que acabe amanazando la existencia, la vigilia se ha de llenar de plegaria. Vigila no quien está despierto, vela quien ora: no dormir puede llevar a trasnochar, pero no es todavía velar. La prueba que se avecina quita el sueño. No saber cuándo viene, impone la vigilia; saber de la propria debilidad, obliga a la oración. No basta, pues, la buena intención: si no se pide el apoyo a Dios, la tentación sobrevivirá al orante; en cambio, orando, el creyente supera su natural debilidad y logrará ser obediente.
Orar le está predisponiendo al hijo, lenta e irremisiblemente, a aceptar el querer de Dios; orar le va haciendo más debil su resistencia; el orante se convierte en hijo, cuando renuncia a rendir a Dios a su querer y se plega al querer de Dios. La muerte va a ser, por ello, ejercicio de obediencia: se hace mejor hijo aceptando un mal final. Mientras rezaba, Jesús no cambió rebeldía por sumisión; puesto que nunca transgredió el querer del Padre; deseó, eso sí, cambiarlo, porque se no atrevía a ignorarlo.
Jesús deja dormir a sus impenitentes discípulos, y se enfrenta solo a Dios por tercera vez. Cuando vuelvan a aparecer los discípulos en el relato será – ya que no se hicieron fuertes velando en oración – para negar a su Maestro (Mt 26,57-75). Jesús repite su oración última, la más dispuesta a la aceptación de Dios, la que repite la enseñanza que él mismo dio a los suyos en el Padre Nuestro: el maestro de oración practica ahora lo que enseñó a los suyos.
2.6A solas con Dios
Deja Jesús la oración y retorna a sus discípulos para constatar, resignado, el fracaso de los suyos, que bien mirado es, en definitiva, el suyo propio, el de su magisterio personal: no logró que velaran junto a él aquellos que había elegido para que vigilaran. Se ha quedado solo ante Dios. Esa es, realmente, su agonía: hubiera deseado no tener que optar entre su vida y el querer paterno, pero se rinde; mejor que conservar la propia vida es guardar el querer de Dios.
Entregado a Dios, puede acercársele quien lo va a entregar (Mt 26,45.46). Mientras, la noche (Mt 26,31.34) domina su existencia, como el sueño los ojos de los suyos: tiempo privilegiado por Dios para intervenir salvíficamente, la noche es momento de prueba para la fidelidad. Quien rezó durante la noche pudo afrontar el querer de Dios; quien no pudo rezar (26,40), traicionará a su Señor tres veces (Mt 26,60-75).
Viendo al traidor, Jesús sale a su encuentro animando a los suyos. Ya no es momento de luchar con Dios por su vida, es tiempo de darla por los suyos. ¡Su disposición es el resultado de una oración sin respuesta! La reacción de Jesús visibiliza el cambio que en él ha operado su plegaria: quien se ha plegado a la voluntad de Dios no se resiste a hombres inícuos. Y es que sabe que lo que le acontece, suceda lo que suceda, es querer de Dios, su guión preciso, su beneplácito.
No afronta Jesús su muerte ni pasivamente ni de mala gana; no le pareció inevitable antes, y ahora no se rebela. Cierto que esbozó una resistencia (Mt 26,18), pero ni sus sentimientos ni sus miedos pudieron más que su obediencia; temió un final cruento, pero sus miedos no acabaron con su fe. En Getsemaní no estaba en juego su vida, sino la fidelidad a Dios: cedió cuando aceptó que entregar la vida era obedecer al Padre.
3.Aprender a obedecer, la prueba del hijo
La narración de ambas pruebas, su acertada colocación en el relato evangélico y su intención parenética evidente son obra de Mateo. Aunque ambas escenas contienen un núcleo de veracidad histórica innegable, lo que importa a su redactor es, sobre todo, presentar una cierta imagen de Jesús, la de hijo probado de Dios.
Pasó por la prueba de la obediencia, esa que pasan los hijos de Dios (cf. Heb 12,7-10). Sintió la tentación de renunciar de su Padre, abjurando de la proclamada filiación, cuando pudo optar, en el desierto, por caminos que no le señalaba la Palabra y cuando tuvo que elegir, en Getsemaní, entre seguir viviendo o seguir siendo hijo de Dios.
La obediencia es una batalla que se vive en soledad, y que se vence cuando se sucumbe ante el querer de Dios: quererse su hijo obliga a obedecer al Padre. ¿No resulta revelador que Jesús defendiera su condición filial, cuando puso, la vez primera, la Palabra como apoyo de su obediencia, y cuando, la segunda, y definitiva, logró ser obediente hasta la muerte porque no abandonó el diálogo filial con Dios? El Hijo aprendió a obedecer porque no cesó de escuchar a Dios ni abandonó el diálogo con el Padre.
FORMACIÓN
Islam y cristianismo: el diálogo de las obras1
En el número de febrero, publicaba Razón y fe un artículo, «Islam y cristianismo: entre la frontera y el diálogo», con el que se iniciaba una línea de análisis sobre el diálogo entre la fe cristiana y la fe islámica. Se planteaban en él una serie de fronteras que se han ido estableciendo a o largo de la historia entre los creyentes de una y otra fe religiosa. El presente artículo pretende dar un paso más, analizando la experiencia de diálogo religioso que surge cuando algunos cristianos y algunos musulmanes comienzan a trabajar en común, codo a codo.
Se me pide que dé cuenta de un modo concreto de diálogo religioso con musulmanes: el que nace de los proyectos sociales compartidos con ellos en Alicante. En efecto, nos encontramos para acometer proyectos comunes de interés social. De ellos brota, en ocasiones, el diálogo sobre los fundamentos religiosos de nuestro empeño. Y al revés, cuando converso con musulmanes sobre religión se entremezclan cuestiones de vida espiritual, aclaraciones sobre el fundamento teológico de tal o cual aspecto práctico de nuestra vida, modos de concebir la sociedad o nuestra participación ciudadana, o la común remisión al Único que puede juzgar nuestra conciencia.
El modo más simple de exponer este «diálogo que nace las obras» se vale del análisis de tal expresión. En ella las obras gozan de prioridad temporal, y el diálogo es sigue como consecuencia. He estado tentado de considerar unas como sustantivas y el otro como adjetivo. Pero el diálogo no es un mero accidente de los proyectos que compartimos: se revela en él su riqueza propia, adquiere autonomía. Y con todo, el diálogo le trasciende el silencio que ora y adora. Sí, trataré en primer lugar de los proyectos comunes con musulmanes. Desde ahí pasaré a considerar el diálogo que entablamos. Pero quiero finalizar con una meditación apenas esbozada: la que toca nuestra condición de creyentes y ciudadanos, de vecinos creyentes.
Obras que engendran palabra
Hay obras que poseen una rara cualidad: la capacidad de revelar la presencia del Señor. De ellas brota la Palabra: y a esta responden otras como eco. No son obras cualesquiera: tienen que ver con un aumento de vida para quien la tiene mermada. Conozcamos quiénes colaboramos y en qué, para comprender por qué vericuetos discurre nuestro diálogo.
Colaboradores «cristianos» y «musulmanes» en Alicante
La colaboración pasa por instituciones y personas. Presentaré las instituciones con las que colaboro o con las que mantengo algún contacto. A continuación me detendré sobre alguna persona especialmente significativa, para esbozar una tipología de colaboradores e interlocutores. Me gustaría transmitir una idea: la enorme variedad que se esconde tras la denominación genérica «musulmán» o «musulmana».
La institución con la que compartimos más proyectos y contactos es la Comunidad Islámica de Alicante. Desde un sesgo cristiano católico, podemos caer en una tentación: confundirla con la estructura única del Islam en Alicante; cuando no es cierto. Se trata de una asociación, federada con otras Comunidades Islámicas y reconocida por el Ministerio de Justicia: se beneficia de las prerrogativas propias de las asociaciones religiosas reconocidas por el Estado. Pero no es «la cara visible del Islam en Alicante». La sustenta un grupo relativamente reducido de musulmanes: casi siempre profesionales liberales o comerciantes de Oriente Medio, algunos con nacionalidad argelina o española. Muchos de los fieles beneficiarios de sus servicios religiosos son argelinos. Su presidente, pues, representa a la asociación, mas no a los musulmanes alicantinos. No cabe equipararlo al obispo de una diócesis. Como no se debe equiparar el imán que tienen contratado con un presbítero.
Cuando la conocí, daba la impresión de fragilidad. Sus locales eran exiguos. Meses más tarde, ya en unos locales más amplios, la percibí encerrada sobre sí misma, dedicada apenas al culto y poco más. En torno al 11 de septiembre de 2001, se había producido alguna detención de presuntos terroristas en Alicante. El Ayuntamiento amenazaba con no conceder licencia de apertura a sus locales (por fallos en la seguridad contra incendios). De la percepción de tal aislamiento nació la voluntad de invitarles a compartir algunos proyectos. Últimamente, el presidente de la Comunidad nos ha hecho saber cómo han declinado ofertas de financiación procedentes de Arabia Saudita. Es una declaración de independencia económica e ideológica, aunque soy consciente de que el lenguaje empleado hacia el exterior no tiene por qué coincidir con el empleado en el interior de la misma asociación. En cualquier caso, están abiertos a la colaboración con cristiano y con otras confesiones.
Existe una segunda institución en Alicante con la que colaboramos: la Asociación Cultural Hispano-Argelina «Dos Orillas». Surgió como reacción a los ataques sufridos de la mano de una coordinadora vecinal y para hacer valer sus derechos ante la Subdelegación del Gobierno y ante el Ayuntamiento. La incluyo a sabiendas de que se trata de una institución civil, sin fundamento ni objetivos religiosos. Es cierto que la mayoría de sus miembros son comerciantes argelinos musulmanes (más o menos practicantes), y que su presidente es públicamente no creyente. Pero los proyectos en que estamos embarcados implican también a otros, entre los cuales la Comunidad Islámica de Alicante; así como emergen conversaciones sobre religión también con su presidente (colaborador en diversos proyectos).
De algún modo, podemos tener en cuenta el Centro Cultural Islámico de Valencia. Aunque hemos establecido el contacto con su portavoz: Amparo Sánchez. Creo que es una de las mujeres de referencia para el Islam español. Interesa su postura reformista islámica por lo que tiene de apuesta arriesgada por una modernidad: fiel a los resortes de su fe y atenta a la sociedad en la que vive. Nuestra colaboración se limita al conocimiento mutuo (entre la sociedad española y las comunidades islámicas) y ha generado diálogo.
Fuera del ámbito institucional islámico, me gustaría presentar a otros cinco interlocutores y colaboradores privilegiados. Prefiero respetar su intimidad, nombrándolos por la inicial de sus nombres:
DJ... es, de los cuatro, con quien colaboramos en más proyectos. Economista argelino, trabajador en Alicante acoge, líder del colectivo de inmigrantes de Alicante, gran comunicador, es un hombre excepcional... tiene un gran sentido social y humano. No desdeña el compromiso político (ciudadano), en la medida en la que le es permitido a un extranjero. Aparentemente incombustible, soporta el peso de un trabajo en condiciones extremas (un barrio en vías de demolición, en que se concentra una población gitana y magrebí) y el liderazgo de un colectivo de inmigrantes en declive (falto de metas políticas al alcance de su acción). Vive en un ambiente cristiano comprometido. Y logra vivir allí su fe musulmana de modo personal y consciente.
R... es una mujer marroquí instruida y sencilla. Ha encontrado trabajo por debajo de su capacitación. Durante algunos años trató de asimilar su apariencia, adoptando la vestimenta occidental. Al comprobar que esto no favorecía su aceptación social, pasó a reivindicar sus raíces culturales marroquíes y su fe musulmana, mediante el tipo de vestido y el uso del velo. Coincidimos en proyectos culturales y sociales. Es una mujer esforzada y consecuente. Llama la atención que ha sufrido el rechazo tanto de la sociedad española como de algunas elites árabes “laicas” que propugnan una marcada adaptación a las costumbres occidentales.
K... es un hombre marroquí de fe profunda y conciencia fina. Vino a cursar estudios de doctorado, y trabaja por debajo de su capacitación. Como los dos anteriores, se ha formado últimamente para la mediación social intercultural. Es mi interlocutor privilegiado en materia de religión. Conoce el Islam, aunque no tenga formación universitaria en Ciencia de la Religión (Olom ad-Din). Su espiritualidad, formada en la cofradía Machichiya, es profunda. Acusa con finura el cambio de universo cultura, que le obliga a replantearse su fidelidad a Dios en circunstancias sociales y con patrones culturales muy distintos. Las cuestiones familiares y matrimoniales le preocupan especialmente. Vive en un pueblo a unos cuarenta kilómetros de Alicante: se debate entre el traslado a una ciudad en la que tiene cada vez más su núcleo de amistades, o permanecer en un pueblo en que sus correligionarios le piden que cree y presida una Comunidad Islámica.
M... es un adolescente senegalés. Vino a España, reuniéndose con su padre, para tratarse un cáncer. Hace año y medio estaba desvitalizado, sin ánimos para luchar contra la enfermedad. Nuestro trabajo con él ha consistido en devolverle las ganas de vivir. Cuando recibió el alta hospitalaria, lo acogimos en nuestro colegio un día a la semana, para que estuviera con gente de su edad (16-17 años) y empezara a hablar español (su francés es excelente). Cuando tuvo lista una pierna ortopédica (había sufrido una amputación), fue cuestión de ayudarle a cobrar autonomía: capacidad de trasladarse en autobús, cursos de castellano, contacto con otra gente joven (del colegio y otros). Se ha revelado un poeta prometedor: de ahí el contacto con otros poetas para participar en certámenes literarios. Su fe musulmana es muy personal, habituada tanto en Senegal como en España a tratar con cristianos. Como otros adolescentes, se interroga sobre lo que significa su fe.
Kh... es un psiquiatra de origen palestino. Hace profesión de agnosticismo. Casado con una española, deja que sus hijos (alumnos nuestros) tomen sus propias decisiones en el terreno de la fe. Pero desconfía de las religiones, a las que atribuye la guerra de su país y la falta de democracia en los países árabes en general. Hemos colaborado en la organización de cursos para la atención profesional a inmigrantes, conferencias sobre los problemas psicológicos asociados al fenómeno de las migraciones, coloquios sobre multiculturalidad, etc.
Ahí detengo la presentación de las instituciones y sujetos colaboradores e interlocutores. La paleta es amplia: desde la fe rica en espiritualidad, hasta el agnosticismo antirreligioso, desde la ortodoxia más cuidada a las síntesis más personales y dubitativas, desde el anclaje en moldes culturales árabes o norteafricanos, a un Islam plenamente español y europeo.
Nuestros proyectos comunes
¿Qué obras son ésas que «engendran palabra»? Creo que puedo agruparlas en tres grandes bloques: las que propician el conocimiento mutuo, las que fomentan la implicación sociopolítica de los musulmanes y las que favorecen la primera integración social de inmigrantes.
Los que propician el conocimiento mutuo
entre la sociedad española y las comunidades islámicas
Hoy en día son patentes el desconocimiento occidental del mundo musulmán y el interés por conocerlo. Quizá por ello abunden los lugares comunes, las simplificaciones. Por otra parte, los musulmanes que viven en Europa (de origen foráneo o europeo) se ven confrontados al reto de configurar un Islam europeo. El auténtico reto es lograr una convivencia respetuosa y fructífera. Entre tanto, se nos exige el esfuerzo por conocernos mutuamente. Del mismo modo que a los musulmanes se les exige el deber de traducir a categorías islámicas las señas de identidad cultural, social y política europeas. Sólo así podrán aportar algo a una cultura común a unos y otros.
En el contexto esbozado se sitúan unas conferencias, charlas, artículos y la participación en coloquios que dan a conocer el Islam a un público de tradición cristiana. En algunos casos, ha correspondido esta tarea a otros compañeros jesuitas, o a mí mismo. Sin embargo, el coloquio más interesante es el que reunió a Margarita Retuerto y a Amparo Sánchez. Esta presentó el Islam desde su proximidad con la religión cristiana. Mientras que aquélla incidió en los problemas existentes para integrar el estatuto personal islámico en el ordenamiento jurídico español (condición jurídica de la mujer, matrimonio, herencia, adopción, etc.). El diálogo llevó a entrecruzar las cuestiones, sin agotarlas en absoluto.
Las que fomentan la implicación de musulmanes
en problemas sociales y ciudadanos
La última reforma de la Ley de Extranjería provocó una patente movilización de inmigrantes para protestar contra el recorte de derechos y para lograr su regularización. Por lo que toca a Alicante, fue llamativa la inhibición de las colonias argelina, marroquí y senegalesa (coincide con su religión musulmana). A penas algunos líderes ya presentados, como DJ... y B..., tomaron parte activa en las movilizaciones. Daba la impresión de que algunos concentraban todas sus energías en la supervivencia cotidiana, mientras que otros estaban confortablemente instalados (en su condición de comerciantes).
Esta situación como de letargo se prolongó hasta que una coordinadora de vecinos del Centro de Alicante, acusó a los comerciantes argelinos y a sus clientes habituales oraneses del deterioro social y económico de la zona. Entonces se asociaron estos comerciantes, liderados por B... Desde el Centro Loyola quisimos contribuir a un diálogo social. De ahí que organizáramos un coloquio en el que intervinieron representantes de Alicante Acoge, de una asociación de comerciantes y de la Comunidad Islámica. Entre el público abundaban los comerciantes argelinos, así como se hicieron presentes algunos miembros de la coordinadora vecinal. Esta fue la ocasión en que la Comunidad Islámica de Alicante salió de su pequeño círculo y se implicó en problemas sociales (dejando a salvo su compromiso con colegios en los que abunda el alumnado musulmán). De ahí surgieron otras iniciativas: visita de cristianos a la mezquita para orar por la paz, encuentro de oración interreligioso, Mesa interreligiosa, colaboración de la Pastoral Penitenciaria para atender a los reclusos musulmanes, etc. Por lo que toca a la asociación argelina, el Centro Loyola de Alicante les ha prestado su espacio hasta que han dispuesto de locales propios. Nuestra última iniciativa común ha venido por una petición del Síndico de Agravios de la Comunidad Valenciana, que deseaba entablar relaciones con asociaciones de inmigrantes.
Las que favorecen la primera
integración social de inmigrantes
Casi todos los encuentros con musulmanes tienen que ver con el «Proyecto Inmigrantes» de la Compañía de Jesús en Alicante. Nuestro programa más señero es el Fondo Rotatorio Loyola: un fondo para conceder préstamos sin interés a inmigrantes. Algunos de sus beneficiarios son musulmanes. Cedemos aulas del Centro Loyola de Alicante para que la Fundación Alicante Acoge imparta algunos de sus cursos de castellano. Entre sus beneficiarios se cuenta un elevado porcentaje de argelinos. En el colegio Inmaculada - Jesuitas cuidamos la presencia de musulmanes tanto en encuentros deportivos, como en sesiones de vídeo forum. Uno de los interlocutores mencionados, M... ha hecho una excelente amistad con algunos alumnos de segundo de bachillerato. Podemos añadir los cursos de informática y de geriatría que impartimos. Y, en fin, un sinnúmero de actividades organizadas por otras instituciones con las que trabajamos en red y que nos ponen en contacto directo con musulmanes.
En todas estas situaciones, el diálogo religioso surge de los contactos personales, de la conversación privada. Y los temas abordados son de lo más variopintos.
Creo que el panorama de proyectos sociales, de empeños ciudadanos, ha quedado suficientemente pergeñado. Es hora, pues, de abordar distintos aspectos que conciernen al diálogo religioso que brota de ellos.
Reflexiones personales sobre el diálogo con musulmanes
En el apartado anterior han asomado instituciones y sujetos, proyectos llevados adelante por el «Proyecto Inmigrantes» y otros en los que participamos junto a otros. Se trata de obras institucionales y compartidas. En cambio, me da la impresión de que el diálogo se ciñe más estrechamente a la comunicación personal: la que intento y gozo con sujetos concretos. Sólo un foro es explícitamente interreligioso: la Mesa Interreligiosa de Alicante. Nació de un encuentro de oración y se mantiene con vistas a un acto público por la paz y otra jornada de oración compartida. En ella se abordan temas estrictamente religiosos, es cierto. Pero trasciende al diálogo con musulmanes. Por eso vuelvo a al carácter personal de las reflexiones que puedo compartir: el diálogo más radical nace en un cara a cara.
Presupuestos que entran en juego en nuestro diálogo
Cuando presentaba un elenco de colaboradores-interlocutores, me esforzaba en mostrar la enorme riqueza de matices que se esconde tras la denominación «musulmán» o «musulmana». He encontrado agnósticos militantes, gentes alejadas de la práctica, practicantes sociológicos, personas piadosas que no se interrogan mucho sobre su fe, partidarios firmes de un Islam político, creyentes instruidos que tratan de pensar el Islam en sociedades (post)modernas, algunas almas escogidas con una vida espiritual rica en todos los sentidos (oración, finura moral, pensamiento).
Mis propios presupuestos
Confieso una cierta avidez de diálogo con musulmanes. Hay algo de muy íntimo, de mi propia experiencia de Dios. Experimento un gozo especial que me mueve a buscar nuevas ocasiones para conversar con musulmanes sobre religión. Encuentro, por lo demás, facilidad para entablarla. Conozco algo de su religión y sé que nos movemos en una tradición de lenguaje común: especialmente en el registro sapiencial. También sé que, a diferencia de nuestras sociedades post-cristianas, muchos de los musulmanes recién venidos a Europa respiran en una atmósfera religiosa. Cuando trabajaba como abogado en Alicante Acoge, salvaba la distancia profesional charlando sobre religión. Digamos, entonces, que iba a una forma de diálogo también por relajar el ambiente y compartir más allá de los servicios que prestaba.
Además de mis presupuestos subjetivos o afectivos, soy consciente de contar con unos presupuestos objetivos, que tocan a la economía de la salvación. En efecto, soy cristiano, y creo que Jesús es la imagen visible de Dios invisible, su Palabra última y definitiva, y que hemos recibido el don de su Espíritu. Creo que me ha llamado a anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, a dar testimonio de su muerte y resurrección. También contemplo las obras del Espíritu más allá de la Iglesia, y concretamente en creyentes musulmanes. Creo ser capaz de discernir movimientos del Espíritu en medio de la ambigüedad de unos y otros. Creo entonces que el diálogo es una plataforma válida para dar testimonio de mi fe siendo plenamente respetuoso con la fe ajena; para anunciar la Buena Noticia tal cual la anunció Jesús; para acoger con otros esos destellos del Espíritu. Respecto de la ambigüedad, de nuestras diferencias insalvables, de lo que nos desconcierta a unos y a otros, me remito al único Señor del Juicio.
Presupuestos de mis interlocutores
¿Cuáles son los presupuestos con los que se acercan los musulmanes con quienes entablo conversación religiosa? Pueden ser tan variados como numerosos son los interlocutores. Entiendo que cualquier juicio resulta aventurado. Con todo, cabe intentar alguna aproximación.
Como está ya dicho, para un cierto número de musulmanes, la religión aflora con facilidad en la conversación.
Sucede con relativa frecuencia que es conocida mi condición de religioso y presbítero (ráhib/káhin-jury). La consagración a Dios me coloca en un plano favorable para que los musulmanes se me abran en cuestiones de religión o de conciencia, aun no siendo yo musulmán. En el Corán encuentran versículos (aleyas) en los que se les invita a confiar en los religiosos cristianos como hombres de Dios.
De vez en cuando, el diálogo religioso ha brotado de una sorpresa: que algún musulmán se haya sentido tratado con amabilidad, generosidad, dignidad, etc. Cuando han recibido más de lo que les cabía esperar, muchos me interrogan sobre mi fe, convencidos de que soy musulmán. Cuando reciben una confesión de fe cristiana firme y llena de reconocimiento, se desconciertan aún más. Y entonces, porfían para lograr mi conversión al Islam. El presupuesto que manejan es el de la imposibilidad de salvación plena para quien no pronuncie el testimonio de fe musulmán (shahada). El cariño y el reconocimiento les hace intolerable pensar que su interlocutor pueda ser reprobado el Día del Juicio.
Cuando el diálogo se entabla con agnósticos de tradición musulmana, es conocida mi posición particular: creyente, consagrado, y europeo demócrata, hombre de mi tiempo. De ahí un respeto hacia mi condición personal: evitan los ataques a la Iglesia o al cristianismo. A la vez que despliegan una gran energía para denostar el Islam como religión y sus excesos políticos. En el fondo late la frustración de haber soñado con regímenes democráticos en sus países y de haberlos visto malogrados. Agnósticos y demócratas, militan en la oposición contra cualquier movimiento político islamista.
Los sujetos particulares y los representantes de instituciones no entran en conversación del mismo modo. En este último caso, advierto algunos matices interesantes. En efecto, muestran un respeto exquisito para la fe del interlocutor. Podría explicarse este caso por lo dicho anteriormente: mi condición de consagrado, de «hombre de Dios». Sin embargo, en el caso de la Comunidad Islámica de Alicante, he visto tratar con la misma deferencia a creyentes de confesiones muy dispares. Manifiestan también su independencia institucional y su respeto a la autoridad establecida. Se esfuerzan en probar la cercanía entre el Islam y el cristianismo. Y repudian ostensiblemente la violencia. En un tiempo en que el Islam es objeto de serias sospechas de fanatismo religioso y político, se ven obligados a probar su respetabilidad social, religiosa y política.
Creo haber explicitado un abanico suficientemente amplio de presupuestos con los que acudimos al diálogo. Unos lo facilitan, algunos pueden viciarlo, todos marcan su sesgo. Pero ¿de qué hablamos?
Temática abordada
Me resulta difícil sistematizar los temas abordados en incontables conversaciones con musulmanes sobre religión. Trataré de distinguir algunas categorías.
La invitación a la conversión y la apologética
Aludía en otro punto a la tendencia refleja de la mayoría de musulmanes con los que trato: su interés en lograr mi conversión al Islam. Cuando acojo la invitación con reconocimiento y me reafirmo en mi fe cristiana, entonces la conversación discurre por la apologética musulmana. Tratan de probarme la cercanía y el engarce entre ambas religiones. Reconocen el valor del cristianismo en su comprensión de la economía de Salvación; sólo que supeditado a la predicación última de Mohammed. Presentan la conversión, no ya como un cambio de religión, sino como el paso que lleva mi propia religión a su plenitud.
La apologética musulmana ha sido explícitamente empleada en un coloquio que versaba sobre las relaciones entre la sociedad española y las comunidades islámicas. En este caso, Amparo Sánchez se esforzaba (como comentaba en otro punto) en presentar la cercanía entre ambas religiones. Parecía contentarse con que el público cristiano (o de cultura con raíces " cristianas) deshiciera prejuicios muy arraigados en nuestra cultura actual: la enorme distancia y aun la contradicción radical que opone a la civilización occidental (post-cristiana) y al mundo musulmán.
La invitación a la fe y la apologética han discurrido por un camino interesante y muy personal en el caso de Amparo Sánchez (durante el coloquio aludido). Dio razón de un itinerario personal de desapropiación de la religión católica en la que había sido educada y ulterior vuelta a la fe y a la vida espiritual a través del Islam. Lo encuentro interesante por su valor testimonial. Esto es, depositaba toda la carga intencional en compartir una experiencia personal. Tal como recibí su testimonio, me parecía una invitación a la búsqueda espiritual. Y sólo de un modo secundario, invitaba a encauzar la búsqueda en los moldes musulmanes.
Aclaración de dudas sobre temas dogmáticos
A simple vista parece curioso que actividades sociales o ciudadanas, que el compromiso interreligioso por la paz, genere dudas sobre temas dogmáticos. Por eso merece la pena situar las ocasiones concretas a las que me refiero: una visita de comunidades cristianas a la Comunidad Islámica de Alicante y la elaboración de un manifiesto creyente por la paz.
La idea de visitar a la Comunidad Islámica se gestó en el contexto mundial de la guerra de Afganistán (y la prevención contra el terrorismo islámico) y en el contexto local de los conflictos vecinales en el Centro Tradicional de Alicante, y de los problemas de la mezquita para conseguir su licencia municipal de apertura. Se quiso como una actividad explícitamente religiosa con una marcada intención de paz y convivencia. Por eso se programó para una tarde de domingo: hacia la mitad del Ramadán para los musulmanes, primero de adviento para los cristianos. Cuando el presidente de la Comunidad Islámica de Alicante hacía gestiones para programar el acto, le surgió la duda: qué celebrábamos exactamente los cristianos. Planteó la cuestión precisamente a la salida de una reunión con representantes de Alicante Acoge, asociación de comerciantes, colectivo de inmigrantes y Centro Loyola sobre la situación del Centro Tradicional de Alicante. Y se me ocurrió explicarle que en adviento nos preparamos para celebrar la Navidad. Pero, más aún, nos preparamos para el día en que Jesucristo vuelva en su Gloria. Movido entonces como por un resorte, el presidente asintió lleno de gozo (ante la sorpresa del presidente de la asociación de comerciantes). Entonces explicitó la esperanza musulmana sobre los últimos días, en los que está previsto que Jesús vuelva a la tierra (creen que le fue ahorrada la muerte en cruz, siendo arrebatado al cielo) para luchar junto con el Mesías contra el anticristo.
Reconozco que me contenté con escuchar su versión. La cuestión es que, en la mezquita, cuando habíamos asistido a la oración de los musulmanes y habíamos proclamado un pasaje de la profecía de Isaías, el imán aleccionó a los musulmanes sobre el adviento (al-ayati). Lo hizo directamente desde las categorías escatológicas musulmanas, sin preocuparse en comprobar si correspondía a lo que los cristianos efectivamente celebrábamos.
Este puede parecer un ejemplo extremo. Es cierto que en otras ocasiones se me han pedido otras aclaraciones doctrinales para formarse una idea más precisa de nuestra fe. Aun así, he percibido que siempre acaban interpretándola desde moldes islámicos. ¿Es inevitable?
La composición de un manifiesto creyente por la paz ha dado ocasión a perfilar otras cuestiones dogmáticas. Encargado de proponer borradores y de redactar el texto definitivo, pasé sucesivas pruebas al resto de miembros de la mesa interreligiosa para su corrección. En cierto momento aludía a nuestra condición de hijas e hijos de Dios. Esta alusión fue aceptada por judíos y baha'is (los budistas, brahma-kumaris y evangélicos aún no se habían sumado a la mesa). Fue el presidente de la Comunidad Islámica quien me pidió que lo modificara, arguyendo su carácter inaceptable para musulmanes y cristianos. Ciertamente, resulta inaceptable para los musulmanes. En el Corán, la idolatría más denostada consiste en asociar otros dioses a Dios y atribuirle hijos e hijas. En el Derecho islámico, no existe la adopción plena. De ahí que la filiación se entienda en un sentido marcadamente biológico. Por eso modifiqué la mención (sustituyendo hijas e hijos por servidoras y servidores). Lo que no hice en su día (se trataba de una conversación telefónica), fue corregirle su falsa percepción del valor de la filiación divina para los cristianos. En cambio, en el tríptico que invita a participar en un acto público interreligioso por la paz, los cristianos hemos escrito la bienaventuranza de los pacíficos: «Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios». Cada confesión debía aportar un texto fundamental: por eso lo hemos aportado con libertad. Y si los musulmanes me piden que dé razón del texto, lo haré con toda fidelidad a la Tradición, y con la mayor exquisitez de lenguaje. Es importante deshacer malentendidos.
Cuestiones morales y sociopolíticas
Este apartado requiere una criba cuidadosa. Por una parte, parece que los proyectos sociales compartidos deben generar un abundante diálogo sobre cuestiones morales, sociales y políticas. Y así es. Pero que ese diálogo se desenvuelve en un terreno no explícitamente religioso.
También es cierto que tratamos con insistencia el tema de la paz. Pero confieso una sospecha: que los interlocutores musulmanes emplean un doble lenguaje. En sus relaciones con las comunidades cristianas y otras comunidades religiosas dan por sentado que del Islam sólo puede derivar la paz, que no cabe una justificación religiosa de la violencia. Pero precisamente esta falta de matización, su modo de eludir la hermenéutica de discursos islámicos violentos, engendra la sospecha.
En ocasiones asoman cuestiones relativas a la posición social de la mujer, a la separación social de géneros, a la democracia como sistema político. Pero no hemos profundizado en ellas. Colaboramos en la atención a la población penitenciaria: pero está por abrir un coloquio sobre los fundamentos religiosos de tal atención y su repercusión social.
Cuando he conversado sobre temas relativos a moral sexual, matrimonial y familiar ha sido con un amigo y en honor a nuestra amistad. Ahí sí que hemos partido de una realidad social distinta a aquélla en la que había crecido y para la que había sido educado. Nos hemos detenido en distintas posibilidades de gestionar una relación de noviazgo, el comportamiento de los cónyuges, su sistema de relaciones sociales, etc.
Entiendo que queda un camino enorme por recorrer. Y que el diálogo auténticamente religioso sobre cuestiones morales y sociopolíticas es decisivo. En definitiva, se trata de sentar un sistema armónico y justo de relaciones personales, intercomunitarias, sociales y políticas.
Límites y valor del diálogo interreligioso que brota de las obras
Resulta difícil emitir un juicio global sobre el valor y los límites de este tipo de diálogo. De todos modos, voy a intentar algunas conclusiones parciales:
1. La puesta en común de los fundamentos en la fe de nuestros compromisos sociales es una fuente de gozo: un auténtico don del Espíritu. Una de las experiencias de Dios más hondas en nuestros días nace precisamente de este ecumenismo interreligioso.
2. El diálogo que aclara posturas, que supera malentendidos, facilita las relaciones, una sociedad común. Y a todos nos importa llegar a relaciones sociales justas y armónicas.
3. Los distintos presupuestos en los que se asienta el diálogo y el desajuste entre los fines que se le atribuyen, lo limitan, pueden llegar a desvirtuarlo. Es importante someter todo proceso de colaboración y diálogo a un examen atento, a un discernimiento fino.
4. El diálogo interreligioso entre dos religiones tan próximas y distintas a la vez ofrece una dificultad: los diferentes significados atribuidos a voces comunes. Es frecuente que los interlocutores interpreten erróneamente las proposiciones de los otros conforme al propio depósito tradicional. Resulta más fácil, pero es poco respetuoso con la identidad ajena. Confieso que he observado este defecto en algunos de mis interlocutores musulmanes (ejemplo de la inserción del adviento y de la esperanza cristiana sobre la parusía del Señor en el imaginario escatológico musulmán). Pero también confieso haber procedido en dirección contraria para simplificar, en la conversación sobre el Islam con otros cristianos.
5. Los malentendidos requieren ser deshechos. Y esto implica confianza. En ocasiones he dejado al interlocutor musulmán en una interpretación errónea sobre lo que creemos y pensamos los cristianos. Es cierto que me parecía una cuestión secundaria, respecto del proyecto común que gestábamos. Pero, en el diálogo conviene la transparencia.
6. La conciencia de que se conoce insuficientemente la otra tradición puede llevar a procesos de diálogo más desprovistos de prejuicios, más explícitos. En la Mesa Interreligiosa de Alicante me ha sido encomendada la redacción de un manifiesto por la paz. Los conocimientos que poseo sobre el Islam me han ayudado a perfilar un manifiesto sobre el que no tuviesen reparos (salvo la mención a nuestras comunidades, y a los creyentes que las componemos como «hijas e hijos de Dios»). Esto ha ahorrado trabajo, pero ha evitado ocasiones para un diálogo más cuidadoso. En cambio, así ha ocurrido con bahá'i y con budistas: el mayor desconocimiento de sus tradiciones ha forzado a un diálogo explícito, en fin, más rico.
Creo que en estas conclusiones parciales laten otros tantos puntos de meditación. Espero que puedan enriquecer múltiples procesos de compromiso común y diálogo. Cada cual, conforme a su experiencia, puede enriquecer este elenco.
A modo de epílogo:
sobre nuestra condición de ciudadanos creyentes
Creo que las hondas convicciones religiosas y las convicciones democráticas generan una tensión saludable. Estimo que no debe ser aceptable un sistema de organización social y política que menoscabe la libertad de conciencia, el pluralismo social. Pero tampoco es aceptable en conciencia cualquier ley emanada de un cuerpo político plural y democrático. En ocasiones, se contentará la conciencia con no emplear todas las posibilidades ofrecidas por el legislador. En otras, cuando se menoscabe lo más sagrado de la humanidad, será preciso elevar una voz de protesta bien fundada en la fe.
Inserto esta doble conciencia creyente y democrática en un proceso de maduración histórica: el que ha llevado a la Iglesia a la asunción de la democracia, y el que lleva a fuerzas democráticas antaño anticlericales a recibir las aportaciones morales, sociales y políticas de creyentes cristianos. Se trata de un proceso en marcha, incompleto. Nadie excluye motivos de tensión: son inevitables. Pero dicha tensión es potencial-mente fructífera.
Entiendo que las comunidades islámicas implantadas en España vivirán sus propios procesos como creyentes y ciudadanos. Pero creo que podemos acompañarlas en su marcha, siquiera sea por el trecho ya recorrido. Y porque merece la pena. No escondo un miedo: que dichas comunidades islámicas puedan crecer sin reconocerse auténticamente en una sociedad plural y democrática. También creo que podemos beber de la falta de complejos con que los musulmanes viven su fe de modo público. Ya digo que una marca de madurez de la democracia, de una sociedad plural, es el reconocimiento de lo que aportan sus miembros creyentes. Si el anticlericalismo fue la reacción frente al poder omnímodo de la Iglesia, ha pasado a vivir más de fantasmas que de realidades: se ha convertido en un signo de inmadurez democrática. La condición de una sociedad madura es el respeto a la pluralidad, a la laicidad, asumiendo las aportaciones de las distintas convicciones y comunidades religiosas.
Apunto esta meditación final porque se trata de una cuestión abierta. Noto diferencias fuertes al hablar con compañeros jesuitas franceses (en los que está arraigado un imaginario socio-político laico) tanto como cuando hablo con musulmanes de tendencia reformista islámica (para los que la democracia no es evidente como sistema deseable). También la apunto porque lo requiere la experiencia riquísima de colaboración en plataformas sociales plurales, junto con creyentes de distintos credos y con no creyentes. Porque en este tipo de colaboración con musulmanes brota un diálogo auténticamente religioso que revela la acción de Dios y construye una sociedad más humana. Sí, pese a tantas evidencias en contra, el Reinado de Dios está muy cerca.
COMUNICACIÓN
Religiosos en internet: historia de un proyecto2
Las nuevas tecnologías, y en concreto Internet, han abierto para la transmisión de la fe unas posibilidades inimaginables hace tres décadas. Un nuevo mundo se abre a la evangelización. La experiencia concreta de la Orden de Predicadores en España puede iluminar otros intentos, alentar caminos nuevos y abrir horizontes futuros de misión.
En el año 1992 el Capítulo General de la Orden de Predicadores celebrado en la ciudad de México se expresaba de esta manera: “Si la Orden ha hecho de los medios de comunicación una prioridad es por el vínculo esencial que existe entre éstos y la predicación del Evangelio en todas sus formas”. Sobre esta definición se construye la amplia presencia dominicana en los medios y hoy día en Internet.
Resulta evidente que la predicación del Evangelio, misión para la que se consagran todos los miembros de la Orden, es un mensaje que, como tal, requiere de un medio de transmisión, de un soporte variable según tiempos y lugares: la voz, la escritura, la imagen. Si la imprenta potenció sobremanera el soporte de la escritura, habrá que esperar hasta el pasado siglo para encontrar nuevas revoluciones en los medios: de forma que la prensa revolucionará la comunicación por escrito, la radio lo hará en la voz; y la televisión, ya en la segunda mitad del siglo XX, hará lo propio con la imagen. Pero los medios no cesan de crecer, de multiplicarse y de perfeccionarse, al tiempo que se popularizan: el uso de la radio es prácticamente universal, un poco más atrás va la televisión, y, a pasos agigantados, pretende alcanzarles Internet, el nuevo medio de finales de siglo.
Medios y Evangelización
Por otra parte, los medios, y de manera más expresa Internet, son mucho más que un soporte de comunicación, todos ellos crean un nuevo lenguaje que junto a otros avances tecnológicos van conformando una nueva cultura. Y esto es muy importante tenerlo en cuenta. Si en el siglo XVI, a la hora de evangelizar a los nuevos pueblos recién descubiertos, era necesario aprender su lengua y entender su cultura para llevarles el mensaje de Cristo; por las mismas razones hoy es necesario aprender el nuevo lenguaje, pues cuando hablamos de una nueva evangelización se trata de evangelizar a esta nueva cultura producto de la comunicación y de la tecnología.
¿Cómo si no acercarnos a ese joven que, ya con trece años, va con el teléfono por la calle, con auriculares siempre en funcionamiento, que maneja vídeos y ecualizadores como lo más natural, que se extasía ante una mesa de sonido con mil botones y teclas, y que sueña con teléfonos móviles de cuarta o quinta generación? Este es el reto del predicador, del teólogo y del agente de pastoral, porque conocer y usar este nuevo lenguaje y comprender la nueva cultura multiplica de forma indefinida la eficacia de su labor. Y, como quiérase o no estamos inmersos en esta cultura, quiérase o no también, antes o después, debemos ir de nuevo a la escuela a clase del nuevo lenguaje, al igual que fuimos antes a prender radio, y aún antes a oratoria. Sin embargo no bastaría con una formación sólo técnica, también es necesaria la reflexión para poder plantear el buen uso de los medios, ser conscientes de sus riesgos y de sus limitaciones, prever los problemas éticos que un mal uso pueda crear y avanzar los criterios que encaucen el correcto uso.
Hoy nadie duda de la utilidad de la radio y la televisión en la acción pastoral y en la evangelización; más aún, diócesis, congregaciones, y otras instituciones apostólicas crean y mantienen sus emisoras y diseñan programas con aquella finalidad. Pues, de forma análoga, las congregaciones religiosas debemos crear nuestros propios servidores de Internet y diseñar los nuevos cauces por donde discurrirá en la nueva cultura la palabra evangélica.
Los primeros intentos
Con estos presupuestos aparecen tímidamente, y con cierto retraso respecto de las provincias norteamericanas, las primeras páginas “web” de la Orden de Predicadores en español. Era allá por el año 1996. La timidez provenía tanto por el escaso, más bien nulo, conocimiento del medio, como por lo lejos que estábamos del lenguaje. Teníamos la impresión de estar en país extraño: ante las páginas interactivas, movimientos en la pantalla y otros tecnicismos que desconocíamos y deseábamos incorporar; ante la velocidad de comunicación y la celeridad de las respuestas y prestaciones que brindaba Internet; aparecíamos nosotros con nuestra pequeña información sobre nuestro fundador, nuestras casas, nuestros libros, nuestro carisma, nuestras publicaciones nuestras... Y como novatos el “adjetivo posesivo de primera persona” matizaba el contenido de todas las páginas.
El “web” lo habíamos albergado en un servidor propio e la Orden situado en Chicago, entendíamos que no era lo mejor ni lo más idóneo, pero hay límites que difícilmente pueden franquearse, y no es el menor de ellos la economía. Dos años fuimos huéspedes de nuestros hermanos americanos. Fueron dos años de aprendizaje del lenguaje en los que fuimos perdiendo el “pernicioso posesivo” y con esta pérdida descubrimos el amplio horizonte de posibilidades que ofrecía Internet para la predicación. Ya habíamos iniciado con cierto éxito algunos servicios apostólicos como la predicación homilética, y ayudas a la vida espiritual. Al cabo de los dos años se da un paso fundamental: las provincias de España y Portugal, algunas de las cuales ya tenían páginas en el servidor de Chicago, deciden crear un “dominio”: www.dominicos.org, abierto a toda la Familia Dominicana, esto es, Madres Dominicas, Congregaciones de religiosas de vida activa y Orden Seglar: e instalar un servidor en España que albergase ese dominio.
La presentación de www.dominicos.org fue bien acogida por la Familia Dominicana. Instituciones, congregaciones, provincias, centros de estudio incorporan sus páginas al servidor hasta sobrepasar actualmente los cuarenta el número de “webs” alojados.
Íbamos, pues, caminando tras la consecución de nuestras objetivos, pero no sin la aparición de riesgos y dificultades. El más importante es la pérdida de sentido, esto es, confundir el medio con el fin, olvidando que intenet es sólo un medio para la evangelización. Se suele caer en este peligro durante los primeros pasos por el nuevo medio, cuando se colocan páginas y páginas sin marcar objetivo alguno, sólo por el hecho de que o son bonitas, o porque son resultado de nuestros ensayos, o porque ponemos algo nuevo que hemos encontrado y es gratuito. Pero tal vez, el error más corriente es colocar sólo en la red información efímera, no relevante. Sea por mimetismo de las páginas comerciales que vemos en internet, o sea porque es lo más fácil, aparece esta información interna y de escaso interés; me refiero a aquella del “adjetivo posesivo de primera persona”. Nos confundimos pensando que lo que es para nosotros de interés, lo es también para quien visita nuestra página. Ciertamente esta información habrá que ponerla, pero no es la más importante si queremos que nuestra página sea una plataforma de evangelización.
De cara a una página de Internet las preguntas fundamentales son: ¿cómo evangelizar usando internet? ¿cuáles son nuestras posibilidades apostólicas en este medio? ¿qué le gustaría encontrar a quien accede a nuestra página? En pocas palabras: en lugar de preguntarnos: ¿qué información ponemos?, preguntarnos: ¿qué servicios podemos prestar? Estos planteamientos consiguieron que www.dominicos.org fuera cada vez más consultado, sólo en el pasado mes de octubre tuvo más de setecientas ochenta y cuatro mil páginas visitadas, y sirvió más de tres millones de archivos.
Se van dando pasos
En respuesta a estos interrogantes surgen las diversas actuaciones apostólicas contenidas en el servidor. En el año 1997-98 iniciamos el primer servicio en Internet con la página de predicación dominical, originando la primera expansión del servidor y alcanzando rápidamente las doscientas visitas semanales. Fue una grata experiencia que nos reafirmó en nuestros planteamientos.
Pero tal vez nuestra mejor y mayor aportación son las diferentes plataformas de formación instaladas en el servidor, esto es, las escuelas de teología, de Biblia, de Grandes Religiones. Las tres funcionan con un mismo formato y contienen herramientas que intentan transformar el estudio individual y solitario del alumno ante su ordenador, en algo vivo y dialogal mediante “chats”, foros de debate, exámenes, plataforma de correo, agenda, pizarra de apuntes, vídeo, etc. La idea nació como una encarnación de nuestro carisma y con un marcado carácter pastoral. Inicialmente consistió en unos temas puestos en la red y sus correspondientes foros de debate.
Era una aplicación muy pobre y, a pesar de ello, nos quedamos gratamente sorprendidos de su éxito: hubo doscientos cincuenta alumnos matriculados en el primer año.
Ante el éxito fortuito, decidimos pensar una plataforma más apta para el estudio, que incluyera todas las utilidades señaladas. Las razones eran claras: tenía que desaparecer el anonimato puesto que la evangelización requiere que el pastor conozca a sus ovejas, cuestión ésta que en Internet es a veces complicada, puesto que hay que cumplir la ley de protección de datos; era necesario que los alumnos reflexionasen y no se limitasen a obtener con relativa facilidad una serie de proposiciones teológicas desarrolladas en unos temas; y finalmente era necesario crear lazos de amistad y conocimiento entre los miembros de la escuela creando, por así decir, una comunidad educativa “virtual”.
El proyecto había nacido con mucha ilusión, pero no estaba exento de problemas y dificultades. La primera y más fundamental dificultad era encontrar un plantel de profesores lo suficientemente grande (son veinticuatro asignaturas las que integran el “pensum”). Pero lo que en principio parecía ser una dificultad, se convirtió a la larga en una apertura de horizontes, y, al obligarnos a solicitar la colaboración de otras provincias e instituciones, nos demostró, una vez más, que la evangelización en Internet requiere la eliminación de esas fronteras que a veces tenemos los religiosos, que son fruto de nuestra historia y organización.
La segunda dificultad que se nos presentó fue de carácter económico: la plataforma tenía un alto costo y también parecía necesario gratificar de alguna manera los profesores; era necesario la búsqueda le subvenciones y ayudas. Será éste uno de los problemas de la utilización de Internet en la evangelización: ¿cómo se financia el proyecto?
Las tres escuelas actualmente presentes en www.dominicos.org, abren las perspectivas en el tema de la formación, entre nuestros proyectos más próximos figuran los ámbitos de los valores y de la familia.
Sin esa complicación técnica se establecieron otros servicios como asesoraría religiosa, formación en la justicia y la paz, espiritualidad, ayudas a la pastoral juvenil e infantil.
Junto a todas estas páginas de servicios aparecen las informativas de las diversas instituciones existentes en las provincias dominicanas españolas y congregaciones de religiosas: revistas, editoriales, ONG’s, secretariados, misiones; así como aquellas del famoso “adjetivo posesivo” pero que ya dejan en parte de ser efímeras, en tanto en cuanto se utilizan en esas actividades apostólicas a las que sirven de referencia.
Riesgos y posibilidades
El constante avance de los medios nos obliga, de otra parte, a una actualización constante. Ciertamente ello supone esfuerzo para ir explicitando las posibilidades que ofrecen de cara a la evangelización y la consiguiente eliminación de los riesgos.
Algunas de las limitaciones que presenta la acción pastoral en Internet ya están en camino de solución, por ejemplo, la desaparición del anonimato, totalmente requerida para el establecimiento de un mayor grado de comunión y profundidad en la comunicación.
E problema está en el tecnicismo que los nuevos desarrollos comportan y que cada día hace más necesaria la presencia de técnicos especialistas para el planteamiento de nuestra acción pastoral. La solidaridad intercongregacional en el seno de la Familia Dominicana facilitó la utilización de estos medios. La unión hace la fuerza, fuerza que en ocasiones también fue requerida en el ámbito económico, por ejemplo, cuando, ante el aumento de contenidos en el servidor se hizo necesaria la creación del portal que clasificara los contenidos, ayudase a su búsqueda y estableciera nuevos servicios.
Sin embargo, no cabe ninguna duda que la mayor riqueza de www.dominicos.org es el testimonio de unidad que representa. Si los que nos llamamos dominicos estamos unidos por un mismo espíritu, unos mismos valores, una única espiritualidad, una misma vida dominicana, debíamos manifestarnos unidos en este proyecto común, donde frailes, monjas, hermanas y seglares; donde facultades, institutos, centros de estudios y colegios, editoriales y revistas; donde secretariados, ong’s, parroquias misiones, y resto de las instituciones nos sentimos de nuevo unidos, codo con codo, en la misión que se nos ha encomendado: “Ve y predica”.
Juan Pablo II en su mensaje para la XXXV Jornadas de las Comunicaciones Sociales exhortaba a toda la Iglesia a cruzar el umbral de Internet: “duc in altum”, “remar mar adentro”, hasta lo más profundo de la red. La Familia Dominicacna, frailes, monjas, hermanas y seglares queremos ser respuesta a esta invitación del Papa ofreciendo en nuestro servidor páginas auténticamente humanas: que ofrezcan paz, consuelo y salvación; que presenten la verdad y promuevan la justicia; que sean testimonio de la vida y del amor pues sólo en un espacio auténticamente humano, aunque sea virtual, hay lugar para Cristo y “la gloria de Dios está en la faz de Cristo”.
El
ANAQUEL
Técnicas de venta: la estructura de poder
La negociación, dentro del ámbito organizacional, requiere disponer de conocimientos previos sobre la estructura de la empresa, que permita describir y conocer el papel de cada uno de los negociadores, en cada caso, es decir, es conveniente determinar la:
CAPACIDAD NEGOCIADORA DE AQUELLOS QUE VAYAN A INTERVENIR EN EL PROCESO DE INTERCAMBIO
Esta característica personal, aplicada al proceso de negociación, es complementaria con otras ya analizadas:
Antecedentes individuales. Motivación personal.
ESTRUCTURA DE PODER
Desde el punto de vista de grupo también conviene conocer:
* Hábitos de compra.
* Hábitos de uso y consumo.
* Competencia profesional.
* Procesos internos.
Con todo esto, se evidencia la importancia de poder evaluar el grado de influencia de cada uno respecto a su grupo de pertenencia, (tanto influencia evidente, como soterrada).
La Estructura de Poder es la manera informal en cómo se organiza la influencia en cada una de las organizaciones y en cada proceso negociador.
En la Estructura de Poder conviene diferenciar claramente:
AUTORIDAD
Poder derivado del puesto, poder delegado, y que se corresponde con el organigrama formal de la organización.
PODER
Capacidad para influir en los demás.
INFLUENCIA
Fuerza, formal o informal, externa o interna, para incidir en que determinado fenómeno se produzca, afectando a la voluntad de las personas.
Cada uno de los negociadores puede estar investido de alguna o varias características. En cada uno de los casos, se debe contar con una estrategia adecuada:
PERSONAS CON AUTORIDAD Y SIN PODER NI INFLUENCIA
Han de ser tenidas en cuenta, desde el punto de vista formal, evitando desconsideraciones derivadas de la escasa trascendencia aparente en la decisión y en el proceso. Su exclusión o marginación podría obstaculizar el proceso, o al menos, hacerlo más lento.
PERSONAS CON PODER
Cuando se presentan sin autoridad suelen hacerlo de manera soterrada y pueden aparecer en el momento que se presume que la negociación ha terminado. La negociación puede no empezar en el poder, pero siempre termina en él.
PERSONAS CON INFLUENCIA
Son extremadamente interesantes en el proceso negociador. Los influenciadores "juegan" en distintos equipos y con diferentes papeles. Los influenciadores internos pueden llegar a transformarse en apoyos, y los externos llegan a propiciar el cierre; por lo menos a facilitar el acercamiento de algún modo transcendental.
Las personas con influencia han de ser localizadas, valoradas y situadas convenientemente durante la negociación. El influenciador pasa a serlo de manera activa cuando traspasa el papel de introductor, bastante fácil de identificar.
BASE DE PODER
La gestión y el acto de negociar debe ser enfocado hacia aquellos que poseen capacidad para decidir.
Tienen capacidad de decisión:
BASE DE PODER
Influencia con autoridad
Influencia sin autoridad
No tienen capacidad de decisión:
FUERA DE LA BASE DE PODER
No influencia con autoridad
No Influencia, no autoridad
Los "apoyos" externos suelen proceder frecuentemente del mismo sector que los clientes de la organización. Una buena referencia, una carta de presentación, un "saluda", una llamada telefónica, etc. puede tener más fuerza que un descuento no operativo o cualquier gestión mecánica. No está de más pedir este tipo de "gracias" a los clientes.
Hay algo parecido a los "apoyos", dentro de la organización, pero con menos fuerza y menos trascendencia son los "facilitadores". Aquellos que permiten avanzar hacia la fase de negociación.
FACILITADORES
Durante
el proceso de negociación podemos encontrar individuos dispuestos a
hacernos llegar
hasta
la Base
de Poder, pero
con un mínimo grado de influencia. Su papel se suele quedar
en
eso, -lo cual no es poco-. Durante el proceso negociador su figura no
aparece.
Estos facilitadores o introductores han de ser tenidos en cuenta y controlados en los diferentes registros o bases de datos.
EL PAPEL DE "ALIADO"
El aliado puede proceder de cualquier parte de la organización, e incluso de fuera de ella. Los aliados han de estar bien definidos por el vendedor dentro de la estructura de poder, con unas tareas claras y activas por parte de la organización vendedora.
La venta por aliados es una de las estrategias más perseguidas y de mejores resultados, pero que no siempre se valora de forma conveniente.
GESTIÓN DE VENTAS POR PROCESO
Determinadas ventas y sectores económicos se estructuran como un proceso secuencial, donde una determinada fase da paso a otras. Esto significa que la calidad de la gestión puede controlarse y verificarse a través del avance del proceso.
Estas fases tienen diferentes contenidos y peculiaridades en cada sector y han de ser reconocidas en cada caso. Un proceso "tipo" podría ser el siguiente:
FASE DE CONTACTO
* El cliente muestra un determinado interés por conocer a nuestra empresa y sus productos.
* (El vendedor toma conocimiento del entorno técnico del cliente).
* Se identifica al "introductor".
EVALUACIÓN PRIMARIA
* Identificación de necesidades.
* Acuerdo de exploración de soluciones.
* Toma de contacto con la Base de poder.
* Facilitado el acceso a la Base de Poder.
* (El vendedor procede a clarificar la Estructura de poder).
VENTA POTENCIAL
* Identificación y evaluación de los factores de influencia.
* Presentación del "PLAN DE EXPLORACIÓN".
VENTA INFORMAL
* Presentada y aprobada la pre-propuesta.
* Negociada la propuesta.
VENTA FORMAL (pendiente de cierre)
* Aprobación verbal.
* En curso negociación de "detalles".
Durante todo este proceso, la ESTRUCTURA DE PODER puede ir variando, aparecen nuevos elementos y desaparecen otros. Es muy importante apoyar la gestión en aquellos que se mantienen, procurar mantener un hilo conductor y que se pueda producir cierta "venta interna".
Estos apoyos son los que realmente cuentan. Los elementos que van desapareciendo son aquellos cuya función se da por negociada y aparecen los que no han entrado todavía en el proceso de negociación.
PODER TÉCNICO
* Características.
* Normas.
* Garantías.
* Servicio Técnico.
* Formación.
PODER
ECONÓMICO
* Precios.
* Forma de pago.
* Avales y garantías.
* Descuentos.
* Penalizaciones.
PODER ADMINISTRATIVO
* Condiciones contractuales.
* Formalidades internas.
Durante el proceso negociador es conveniente identificar quienes desempeñan funciones de línea y quienes lo hacen como "staff". La línea suele ser decisión, en tanto que el "staff" es información.
ELEMENTOS CRÍTICOS
Los elementos críticos suelen variar su importancia a medida que transcurre la gestión de ventas. Estos aparecen con el siguiente orden de importancia:
Mínimo interés
SOLUCIÓN
RIESGO
COSTE
NECESIDAD
Máximo interés
Finalizando así:
Mínimo interés
SOLUCIÓN
NECESIDAD
COSTE
RIESGO
Máximo interés
Siendo lo más destacable:
El riesgo es el elemento más sensible al final del proceso, pasando la necesidad a un segundo plano.
Lo anterior orienta sobre la importancia de organizar la estrategia hacia:
MINIMIZAR EL RIESGO
VALORAR EL DESCUBRIMIENTO DE NECESIDADES
Técnicas de venta: venta industrial
EL PROCESO DE COMPRA INDUSTRIAL
CARACTERÍSTICAS DIFERENCIALES DE LOS MERCADOS INDUSTRIALES
INELASTICIDAD DE LA DEMANDA
La demanda depende exclusivamente de la demanda del consumidor final.
La organización industrial dirige buena parte de sus esfuerzos a controlar e influir en el mercado finalista.
CONCENTRACIÓN DE LOS MERCADOS
Los mercados están en manos de pocas empresas que concentran el poder de compra, lo cual condiciona el proceso negociador y en condiciones menos favorables para el vendedor.
COMPLEJIDAD DEL PROCESO DE COMPRA
El comprador concentra buena parte de los resultados de la gestión en la función de compras, lo cual hace que esta tarea se presente de manera compleja y laboriosa.
Las personas que intervienen en el proceso suelen ser expertos en sus respectivas especialidades, lo que exige que los vendedores conozcan profundamente los entornos de los clientes, tanto desde el punto técnico como económico.
En la venta industrial es común que en los procesos de compra participen simultáneamente más de una persona, lo que se convierte, a veces, en venta a grupos. Que exige la aplicación de unas estrategias complejas y específicas.
IMPORTANCIA DEL SERVICIO POSTVENTA
El vendedor no termina su gestión cuando el pedido ha sido firmado. La gestión se prolonga de manera indefinida, ya que el comprador llega a transformarse en cliente, comprador repetitivo, de manera habitual.
La asistencia técnica forma parte del propio proceso de venta y suele estar perfectamente instrumentado en los contratos o pedidos.
EL VENDEDOR INDUSTRIAL
El vendedor industrial se diferencia de otros especialistas o profesionales de venta. Ha de poseer unas determinadas características que le identifican claramente:
* Capacidad para motivar, desde el punto de vista de asesor.
* Aptitud técnica adecuada al mercado.
* Organización, tanto personal como referida al método y proceso de venta.
*
Capacidad para trabajar en equipo, ya que tiene que interaccionar con
otras personas
de
la propia organización, fundamentalmente con los apoyos.
DIFERENTES TIPOS DE VENDEDORES INDUSTRIALES
Vendedor industrial general
Actúa en el sector industrial, con gran cantidad de clientes y de productos, con unos volúmenes de ventas por pedido bajos o medios-bajos.
Suele actuar como gestor o administrador de una zona muy limitada. Está muy familiarizado con las soluciones específicas y adaptados al "cliente de su cliente".
Ingeniero de ventas
Vendedor muy especializado en resolver problemas técnicos relacionados con la venta, instalación o aplicación de productos. Es más un "vendedor a medida".
Debe ser muy creativo, buen comunicador y capaz de dar soluciones válidas. A veces, suele ser un gran vendedor de ideas; algo muy difícil, pero muy eficaz.
El vendedor prospector
Su misión es sondear nuevos mercados, descubrir nuevos clientes o aplicaciones o procurar la introducción de productos. Ha de estar dotado de actitud positiva, imaginación y capacidad de persuasión.
RASGOS DE LOS PRODUCTOS INDUSTRIALES
Los productos industriales se clasifican en seis categorías:
Equipo pesado
Equipo auxiliar
Materias primas
Componentes
Suministros
Los rasgos de los productos industriales son los siguientes:
* Técnicamente definidos.
* Dan respuesta a necesidades concretas y evidentes.
* Tienen fuerte incidencia sobre los precios finales.
* Forman parte del proceso industrial.
* Su valor está relacionado íntimamente con el servicio que aporta.
MOTIVACIÓN DEL CUENTE INDUSTRIAL
El comprador industrial actúa bajo una doble motivación: La que le afecta a él, personalmente, de acuerdo con su situación en el momento de negociar y bajo la influencia de la propia organización, y la que se refiere a la propia empresa y sus referencias respecto al mercado, es decir: clientes, competencia, etc.
El comprador puede estar buscando un producto seguro, que le evite sobresaltos que pudieran incidir en él de forma negativa, que altere su estabilidad laboral o que impida el normal funcionamiento de su organización.
Puede buscar un producto novedoso, original, que le reafirme como individuo respecto a su grupo de pertenencia y a la vez, que permita a su empresa diferenciarse de la competencia.
Acaso le interese un producto o servicio de vanguardia, nuevo, aún a riesgo de no acertar, que le confirme como líder y que permita a su empresa seguir a la cabeza del sector.
El vendedor tiene la difícil misión de descubrir los elementos motivadores tanto para el comprador (o compradores), como para la organización cliente. Generalmente esta motivación ño suele ser coincidente, de ahí la importancia de la fase del sondeo.
Un comprador recién incorporado a la empresa no querrá hacer demasiados experimentos con productos insuficientemente probados, quizá prefiera mantener lo ya conocido, por su propia permanencia en el puesto.
Los elementos más sensibles para incidir en la motivación de los compradores industriales son tres:
* Que el producto a comprar facilite la eficacia operativa de la empresa.
* Que el producto contribuya a la mejora del producto industrial.
* Que el producto goce de reputación suficiente.
NECROLOGIO SALESIANO DE LA INSPECTORÍA DE SANTIAGO EL MAYOR-LEÓN
JUNIO
PRESENTACIÓN
«El espíritu es el que da vida. La carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida». (Jn 6,63)
A los cuarenta días después de su muerte, Jesús se presenta a los apóstoles reunidos en el día de Pentecostés, y hace efectiva su promesa de envío del Espíritu (cf. He 2, 1-41). Desde ese momento el Espíritu Santo acompañará a los creyentes en su recorrido histórico y hará presente la victoria definitiva sobre la muerte. El Espíritu hace que los discípulos y los primeros seguidores de Jesús reinterpreten todo lo que habían visto y oído como palabra de vida, para ellos y las generaciones futuras.
El Espíritu sigue, a lo largo del camino de la Iglesia, ayudando a descubrir lo que la Palabra pide en cada momento histórico. Así comienzan a surgir los distintos movimientos eclesiales y los fundadores inician experiencias de caridad que darán lugar a las Congregaciones religiosas.
Los cristianos y los religiosos están llamados a seguir el mismo movimiento de Pentecostés. Han de descubrir el papel y la fuerza del Espíritu en sus vidas. ¿Qué es lo que ha movido a tantos salesianos que nos han precedido y que recordamos en nuestra oración?
La profesión religiosa, la vivencia de la misión salesiana, no dejan de ser concreciones del la voz del Espíritu, que suspira desde la Creación (cf. Gén. 1,2) nos trae el proyecto de Dios sobre cada uno de nosotros. El Espíritu hace que los discípulos reunidos en clandestinidad se lancen a proclamar a todo el mundo la Buena Noticia de Jesucristo. Así también el Espíritu aparece como protagonista en el impulso apostólico de los salesianos que aquí recordamos.
En este volumen presentamos la selección que hemos preparado de entre los salesianos difuntos fallecidos en el mes del junio. De todos los hermanos que aquí constan, queda consignado su nombre completo, el lugar de su fallecimiento, el año y la edad de defunción. Para agilizar la presentación de nuestro trabajo hemos empleado las siguientes abreviaturas:
Sac.: Salesiano presbítero.
Coad.: Salesiano coadjutor.
Mons.: Salesiano obispo o arzobispo.
Diác.: Salesiano diácono.
Est.: Salesiano estudiante (clérigo o seminarista)
Nov.: Novicio salesiano.
1 |
Est. Francisco María del Águila Bustamante. Murió en Sarriá (Barcelona), en 1901, a los 22 años. Sac. Pacífico Medina Sevillano. Falleció en Martí-Codolar (Barcelona), en 1989, a los 77 años. Sac. Ernesto Núñez Salguero. Murió en la Línea de la Concepción (Cádiz), en 1989, a los 66 años.
|
2 |
Sac. Enrique Hidalgo González. Murió en Málaga, en 1955, a los 61 años.
|
3 |
Coad. José Mucientes Benito. Murió en Azcoitia (Guipúzcoa), en 1946, a los 22 años. Sac. Franz Burger. Murió en Benediktbeuern (Alemania), en 1973, a los 65 años. Fue inspector durante seis años. Coad. José Barbal Elfa. Murió en Barcelona, en 1980, a los 73 años. Mons. Giovanni Marchesi. Murió en Pinerolo (Italia), en 1980, a los 91 años. Durante cinco años fue prelado y durante 18 obispo de Río Negro. Sac. Juan Fargas Vila. Murió en Barcelona, en 1983, a los 75 años. Sac. Vincenzo Colombara. Murió en Varezze (Italia), en 1987, a los 90 años. Fue inspector durante seis años. Sac. Ángel Martín González. Murió en Córdoba, en 1994, a los 70 años. Sac. Manuel Ivorra Segura. Murió en Pamplona en 1995, a los 83 años. Sac. Geraldo Pompeu Campos de Aquino. Murió en Belo Horizonte (Brasil), en 1997, a los 81 años. Fue inspector durante doce años.
|
4 |
Sac. Claudio Contreras Quirós. Murió en Vigo, en 1998, a los 78 años. Tras una dilatada vida sacerdotal desde 1950, en la diócesis de Tuy-Vigo y en Angola, en 1992 decide hacer el noviciado y su primera profesión como salesiano de Don Bosco bajo la protección de María Auxiliadora, a la que profesaba especial devoción. En el momento de su muerte esperaba el momento gozoso de la profesión perpetua, a la que había sido admitido. La sintonía con Don Bosco, su misión, su carisma y estilo en la dedicación a los jóvenes pobres y abandonados, le convenció a iniciar una nueva experiencia de vida, porque en Don Bosco vio el camino cierto para la regeneración de la sociedad. Sac. Manuel Lozano Garrido. Murió en Córdoba, en 1999, a los 68 años.
|
5 |
Sac. Giovanni Bonetti. En la sesión en que se constituyó la Sociedad de San Francisco de Sales (18-12-1859) fue elegido Consejero, después sería Catequista General. Murió en Turín, en 1891, a los 52 años. Sac. Julián Pou Baulida. Murió en Las Palmas de Gran Canaria, en 1963, a los 55 años.
|
6 |
Sac. Giuseppe Raineri. De sus 64 años en América, fue inspector 36 años y, durante cinco, delegado del Rector Mayor para las inspectorías de Suramérica. Murió en Buenos Aires (Argentina), en 1956, a los 82 años. Mons. Segundo García Fernández. Murió en Roma, en 1975, a los 75 años. Durante cinco años fue administrador apostólico de Alto Orinoco y, durante veinte años, vicario apostólico de Puerto Ayacucho.
|
7 |
Coad. José Ardanaz Monreal. Murió en La Almunia de doña Godina (Zaragoza), en 1970, a los 56 años. Sac. Joâo Duque dos Reis. Murió en Belo Horizonte (Brasil), en 1997, a los 66 años. Fue inspector durante seis años.
|
8 |
Coad. Salvador Picart Codoni. Murió en Valencia en 1926, a los 24 años. Sac. Felice Mussa. Murió en Turín, en 1959, a los 82 años. Fue inspector durante dos años. Sac. Jaime Vives Troncho. Murió en Barcelona, en 1985, a los 58 años.
|
9 |
Sac. Franz Penz. Murió en Hall (Austria), en 1980, a los 69 años. Fue inspector durante seis años. Sac. Francisco Javier Vallés Obiol. Murió en Alcoy (Alicante), en 1985, a los 79 años.
|
10 |
Est. Secundino Prieto Quintas. Murió en Santander, en 1904, a los 22 años. Coad. Pascual Sánchez Marco. Murió en Santander, en 1938, a los 76 años.
|
11 |
Coad. José Goitía Uralde. Murió en Madrid, en 1951, a los 33 años. Sac. José María Enseñat Daura. Murió en Barcelona, en 1974, a los 63 años. Sac. Mariano Torres Sanz. Murió en Barcelona, en 1989, a los 80 años.
|
12 |
Coad. Francisco Durán Todina. Murió en Sevilla, en 1938, a los 63 años. Sac. José Sánchez Ruiz. Murió en Utrera (Sevilla), en 1962, a los 32 años. Sac. José María Capote Amarillo. Murió en Rota (Cádiz), en 1968, a los 83 años. Sac. Ángel Correa Herdoisa. Murió en Quito (Ecuador), en 1997, a los 93 años. Fue inspector durante tres años. Sac. Francisco Silvestre Sanz. Murió en Alcoy (Alicante), en 1997, a los 67 años.
|
13 |
Sac. Joseph Bron. Murió en Lyon (Francia), en 1940, a los 67 años. Fue inspector durante tres años. Coad. Juan Barceló Bergit. Murió en 1946, en Gerona, a los 80 años. Sac. Manuel Carrillo Torres. Murió en San José del Valle (Cádiz), en 1951, a los 29 años. Sac. Fernando Ferrándiz Espí. Murió en Campello (Alicante), 1986, a los 56 años.
|
14 |
Coad. Feliciano Gómez Pérez. Murió en Campano (Cádiz), en 1958, a los 67 años. Sac. Juan Torralba López-Obrero. Murió en Córdoba, en 1980, a los 54 años. Sac. Luigi Michele Ricceri. Sexto sucesor de Don Bosco. Siciliano. Inspector de la Subalpina en los años de la guerra. Fue eficaz Consejero general encargado de Cooperadores y de la Prensa durante doce años. Después Rector Mayor en los doce años centrados en el Capítulo General Especial. Murió en Castellamare (Italia), en 1989, a los 88 años.
|
15 |
Sac. Joaquín Urgellés Riart. Murió en Mohernando (Guadalajara), en 1959, a los 80 años. . Sac. Ignacio Lucas Lucas. Murió en Cabezo de Torres (Murcia), en 1971, a los 60 años. Sac. José Luis Lozano San Vicente. Murió en Madrid, en 1998, a los 77 años.
|
16 |
Coad. Francisco José Cárdenas Morilla. Murió en Málaga, en 1946, a los 56 años. Coad. Antonio Mas Sala. Murió en Mataró (Barcelona), en 1969, a los 90 años. Sac. Ignacio Minervini. Murió en Ramos Mejía (Argentina), en 1986, a los 81 años. Fue inspector durante doce años.
|
17 |
Sac. Justo Miranda Vázquez. Murió en Madrid, en 1968, a los 75 años. Coad. José Ribó Nus. Murió en Barcelona, en 1978, a los 77 años. Sac. Cristino Hernández Nicolás. Murió en Badajoz, en 1981, a los 78 años. Mons. Walter Bini. Murió en Lins (Brasil), en 1987, a los 57 años. Fue un año inspector, seis miembro del consejo general y tres arzobispo de Lins.
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18 |
Mons. Michele Alberto Arduino. Fue durante quince años obispo de Shiuchow (China). Expulsado de allí en 1950. En Italia fue, durante diez años obispo de Locri, donde murió, en 1972, a los 63 años.
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19 |
Sac. Santiago Ghione. Murió en Valencia, en 1930, a los 74 años. Sac. Julio Muiño de Rodríguez. Murió en Sevilla, en 1998, a los 81 años.
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20 |
Est. José Fernando López Belmonte. Murió a los 19 años, en 1967, en Godelleta (Valencia). Mons. Stefano Ferrando. Fue obispo: un año de Krishnagar y 34 obispo de Shillong. Murió en Génova (Italia), en 1978, a los 82 años.
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21 |
Sac. Pablo Zoílo Vicari. Murió en Buenos Aires (Argentina), en 1956, a los 73 años. Fue inspector durante seis años. Coad. Emilio López Lozano. Murió en Pamplona, en 1963, a los 57 años. Sac. Luis Puyadena Garmendía. Murió en Azkoitia (Guipúzcoa), en 1993, a los 66 años. Fue inspector durante seis años.
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22 |
Sac. Ricardo Acuña Acuña. Murió en Sevilla, en 1956, a los 68 años.
|
23 |
Sac. Ponciano Blasco Casasín. Murió en Barcelona, en 1938, a los 35 años. Sac. Eugenio Badajoz Muñoz. Murió en 1956, a los 52 años, en Talavera de la Reina (Toledo). Sac. Luis Héctor Sallaberry Ezchenere. Murió en Montevideo (Uruguay), en 1957, a los 83 años. Fue inspector durante cuatro años. Est. Francisco Franco Franco. Murió ahogado en Candelario (Salamanca) tras salvarle la vida a un niño que se había caído en el río, en 1968, a los 28 años. En el momento de su muerte se encontraba preparándose para el sacerdocio, ya había recibido el subdiaconado. Es recordado por su contacto con los jóvenes, por su cuidada vida de piedad y por su capacidad para el sufrimiento. Sac. Egidio Viganó. Séptimo sucesor de Don Bosco, falleció en Roma, en 1995, a los 74 años. A los 19 años fue destinado a Chile donde destacó como formador y teólogo: como teólogo, asesoró al episcopado chileno durante las cuatro sesiones del Vaticano II. Fue, un sexenio, consejero de formación y, durante dieciocho años, entusiasta y clarividente guía de la Familia Salesiana como Rector Mayor.
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24 |
Sac. Pietro Giacomini. Murió en Bahía Blanca (Argentina), en 1982, a los 78 años. Durante once años fue inspector y, durante nueve, Administrador Apostólico de Magallanes. Mons. Ladislao Paz. Murió en San Pablo (Brasil), en 1994, a los 91 años. Fue inspector durante nueve años y obispo de Curumbá durante 21 años. Sac. Antonio Toigo. Murió en Turín, en 1997, a los 93 años. Fue inspector durante once años.
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25 |
Mons. Paul Marianselvam. Obispo de la pobre diócesis de Vellore, murió en Madras (India), en 1954, al año de su ordenación episcopal, a los 57 años. Sac. Salvador Rosés Llugany. Murió en Ronda (Málaga), en 1964, a los 87 años. Coad. Agripino Méndez Gómez. Murió en Pamplona, en 1965, a los 89 años. Coad. Antonio de la Torre Camacho. Murió en Sevilla, en 1971, a los 43 años.
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26 |
Coad. Pedro Carrillo Sánchez. Murió en San José del Valle (Cádiz), en 1927, a los 25 años. Sac. Gustavo Mas Manyé. Murió en Ciudadela (Menorca) a los 68 años, en 1959. Sac. Francisco Febrer Morlá. Murió en Barcelona, en 1971, a los 54 años. Sac. Santiago Antón Navas. Murió en Mérida, en 1986, a los 72 años.
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27 |
Sac. Ignacy Dobiasz, Sac. Franciszek Ludwik Harazim, Sac. Kazimierz Wojciechowski y Sac. Jan Swierc. Murieron en Oswiecim (Polonia), en 1941, a los 61, 56, 37 y 64 años respectivamente. De ellos está introducida la causa de martirio. Sac. José Kerec. Murió en Verzej (en la antigua Yugoslavia), en 1974, a los 81 años. Fue administrador apostólico de Chao-Turig (China). Sac. Antonio Sardán Rodríguez. Murió en Sevilla, en 1991, a los 82 años.
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28 |
Coad. Pedro Seguí Bausa. Murió en Madrid, en 1920, a los 33 años. Sac. Giovanni Castellano. Murió en Ronda (Málaga) en 1922, a los 59 años. Est. Federico Amores Jiménez. Murió en Ronda (Málaga), en 1934, a los 24 años. Sac. Rafael Tormo García. Murió en Utrera (Sevilla), en 1964, a los 83 años. Sac. Luis Montserrat Bustiñá. Murió en Baracaldo (Vizcaya), en 1969, a los 81 años. Coad. Tomás Delcura Ceballos. Murió en Pamplona, en 1983, a los 75 años.
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29 |
Sac. José María Sánchez Romero. Murió en Valencia, en 1971, a los 68 años. Sac. Joaquín González Llach. Murió en Elche (Alicante), en 1979, a los 78 años. Sac. Lucas Pelaz Barreda. Murió en Martí-Codolar (Barcelona), en 1989, a los 89 años.
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Sac. Rafael Ríos Gutiérrez. Murió en Córdoba, en 1964, a los 28 años. Sac. Luigi Venzon. Murió en Manaus (Brasil), en 1979, a los 68 años. Fue inspector durante dos años. Sac. Manuel Pérez Sánchez. Murió en Sevilla, en 1966, a los 59 años.
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ÍNDICE
ÍNDICES DE FORUM.COM, CURSO 2003-2004
Presentación
“50, son cincuenta. Cincuenta años soñando caminos con los jóvenes” (Septiembre de 2003, nº 28, pág. 1).
“Una santidad sencilla” (Octubre de 2003, nº 29, pág. 1).
“Paz para todos. Feliz Navidad” (Noviembre de 2003, nº 30, pág. 1).
“Don Bosco y los artesanos” (Diciembre de 2003, nº 31, pág. 1).
“En capítulo” (Enero de 2004, nº 32, pág. 1).
“No perdamos el Sur” (Febrero de 2004, nº 33, pág. 1).
“Pascua florida” (Marzo de 2004, nº 34, pág. 1).
“Bienvenido Don Pascual” (Abril de 2004, nº 35, pág. 1).
“Gracias, Don Pascual” (Mayo de 2004, nº 36, pág. 1).
Retiro
“Todavía hay buena tierra para la siembra” (Septiembre de 2003, nº 28, pág. 3-7).
Agustín Iglesias, “La comunidad, casa y escuela de comunión” (Octubre de 2003, nº 29, pág. 3-14).
“El proyecto personal de vida” (Noviembre de 2003, nº 30, pág. 3-10).
Marcos Mellado, “Algunas características de la primera comunidad religiosa fundada por san Juan Bosco (1841-1859)” (Diciembre de 2003, nº 31, pág. 3-8).
Luis Onrubia, “Asistencia salesiana, encuentro con los jóvenes y ‘experiencia de patio’” (Enero de 2004, nº 32, pág. 3-10).
“La experiencia de la reconciliación para crecer en santidad” (Febrero de 2004, nº 33, pág. 3-11).
Eugenio Alburquerque, “La práctica de la meditación, momento privilegiado para motivar el dinamismo de la interioridad apostólica” (Marzo de 2004, nº 34, pág. 3-9).
Luis Rosón, “Domingo Savio y la espiritualidad juvenil salesiana” (Abril de 2004, nº 35, pág. 3-12).
“La obediencia de Cristo” (Mayo de 2004, nº 36, pág. 3-10).
Formación
Antonio Bellella, “Mamerto Menapace: nos debemos a nuestra misión” (Septiembre de 2003, nº 28, pág. 8-12).
Ana Rodríguez Laiz, “Las Bienaventuranzas” (Octubre de 2003, nº 29, pág. 15-20).
Gonzalo Fernández Sanz, “Los ‘otros’ pecados de la castidad” (Noviembre de 2003, nº 30, pág. 11-19).
Marciano Vidal, “¿Qué podemos hacer los religiosos por la paz?” (Diciembre de 2003, nº 31, pág. 9-15).
Fernando Prado y Pedro Sarmiento, “Monseñor Pittau: vida consagrada y educación” (Enero de 2004, nº 32, pág. 11-16).
Mari Patxi Ayerra, “La familia, lugar de transmisión de la fe” (Febrero de 2004, nº 33, pág. 12-19).
Pablo Largo Domínguez, “De la victoria de la pascua a la victoria de la fe” (Marzo de 2004, nº 34, pág. 10-16).
María Julia Ardito, “Heridos itinerantes. ¿Qué madurez afectiva para esta opción?” (Abril de 2004, nº 35, pág. 13-20).
Joseph Buades, “Islam y cristianismo: el diálogo de las obras” (Mayo de 2004, nº 36, pág. 11-23).
Comunicación
Santiago Chivite, “Las publicaciones católicas, apuntes para un análisis de futuro” (Septiembre de 2003, nº 28, pág. 13-18).
“Educamos con los ‘medios’” (Octubre de 2003, nº 29, pág. 21-26).
Silvio Sassi, “Reseña histórica: el periodismo católico” (Noviembre de 2003, nº 30, pág. 20-23).
Silvio Sassi, “Un binomio importante” (Diciembre de 2003, nº 31, pág. 16-19).
Norberto Alcover, “La imagen mediática de la Iglesia” (Enero de 2004, nº 32, pág. 17-19).
“Nueva evangelización en la cultura de la comunicación” (Febrero de 2004, nº 33, pág. 20-24).
Ana Clara Valle y Darío Rivarossa, “Padre nuestro que estás en el chat” (Marzo de 2004, nº 34, pág. 17-20).
Silvio Sassi, “La publicidad” (Abril de 2004, nº 35, pág. 21-25).
Francisco L. Faragó Palou, “Religiosos en internet: historia de un proyecto” (Mayo de 2004, nº 36, pág. 24-28 ).
El anaquel
“La autoestima” (Septiembre de 2003, nº 28, pág. 19-32).
Félix Domínguez Rodríguez, “XXIII Coloquio internacional sobre la vida salesiana” (Septiembre de 2003, nº 28, pág. 33-39).
Fernando Bayón, José Antonio Sáiz, “El ‘coach’ está en el videoclub” (Octubre de 2003, nº 29, pág. 27-29).
Mariela Borda Pérez, “Resilencia: competencia para afrontar la adversidad” (Noviembre de 2003, nº 30, pág. 24-30).
Raúl Berzosa Martínez, “Reseña: Ser sacerdote hoy” (Noviembre de 2003, nº 30, pág. 31).
“Principios de comunicación” (Diciembre de 2003, nº 31, pág. 20-35).
“Reseña: Guía de las dificultades de la vida cotidiana” (Diciembre de 2003, nº 31, pág. 35-36).
Félix Domínguez Rodríguez, “V Congreso Católicos y vida pública” (Diciembre de 2003, nº 31, pág. 45-66).
“Comunicación no consciente, la otra comunicación” (Enero de 2004, nº 32, pág. 20-27).
José Pérez Gándara, “Reseña: El alumno como invención” (Enero de 2004, nº 32, pág. 28-29).
“La conducta humana” (Febrero de 2004, nº 33, pág. 25-35).
“Técnicas de venta” (Marzo de 2004, nº 34, pág. 21-33).
Juan Pablo II, “Los medios de comunicación en la familia: una riqueza y un riesgo” (Marzo de 2004, nº 34, pág. 34-37).
Santiago Mata, “La motivación en la venta” (Abril de 2004, nº 35, pág. 26-33).
Peio Sánchez, “Algunas claves pastorales para ver la Pasión según Mel Dibson” (Abril de 2004, nº 35, pág. 34-38).
“Técnicas de venta: la estructura de poder” (Mayo de 2004, nº 36, pág. 29-35).
Necrologio
“Octubre” (Septiembre de 2003, nº 28, pág. 40-47).
“Noviembre” (Octubre de 2003, nº 29, pág. 30-36).
“Diciembre” (Noviembre de 2003, nº 30, pág. 32-39).
“Enero” (Diciembre de 2003, nº 31, pág. 37-44).
“Febrero” (Enero de 2004, nº 32, pág. 30-35).
“Marzo” (Febrero de 2004, nº 33, pág. 36-42).
“Abril” (Marzo de 2004, nº 34, pág. 38-44).
“Mayo” (Abril de 2004, nº 35, pág. 39-44).
“Junio” (Mayo de 2004, nº 36, pág. 36-41).
1 Josep Buades. En Razón y fe. Abril 2003.
2 Francisco L. Faragó Palou, OP. En Vida Religiosa, febrero 2003, nº 2. Vol 95.