Los que creen en el cielo y los que ya no creen


Los que creen en el cielo y los que ya no creen










Inspectoría Salesiana de “Santiago el Mayor" León , 27 de mayo de 2002 nº 18










¡Qué bonito sería…!






























ÍNDICE



  1. Retiro trimestral …3-36

  2. Formación………37-40

  3. Comunicación.….41-50

  4. El anaquel…….…51-55

  • Dejar atrás los miedos.51-53

  • Reseñas………………54-55

  1. Índices 2001-02…56-58


Maqueta y coordina: José Luis Guzón.






RETIRO




JUNIO 2002












CELEBRACIÓN DE LA MAÑANA


CANTO: ESPIRITU SANTO, VEN


ESPIRITU SANTO, VEN, VEN.

ESPIRITU SANTO, VEN, VEN.

ESPIRITU SANTO, VEN, VEN.

EN EL NOMBRE DE JESÚS.


1.Acompáñame, condúceme,

toda mi vida.

Santifícame, transfórmame,

Espíritu Santo, ven.


2.Resucítame, conviérteme,

todos los días.

Glorifícame, renuévame,

Espíritu Santo, ven.


3.Fortaléceme, consuélame,

en mis pesares.

Resplandéceme, líbrame,

Espíritu Santo, ven.


4.Ilumíname, consuélame,

en mis pesares.

Líbrame, inspírame,

Espíritu Santo, ven.


SALUDO DEL CELEBRANTE


El Señor esté con vosotros

1 Y con tu espíritu

▲back to top



ORACIÓN


2 S. Oremos

▲back to top


Señor, que nos pides a todos expresar,

con formas diversas y complementarias

la riqueza de la única vocación salesiana

viviendo unidos entre nosotros como una familia tuya,

concédenos que, fraternalmente, sepamos

hacer fructificar el carisma

al servicio de tu Santa Iglesia.

Ayúdanos a dar pleno testimonio de Ti

con la bondad y el celo

de San Francisco de Sales, nuestro Patrono,

para difundir en el mundo, con eficacia,

el programa que nos ha marcado nuestro Fundador:

dame almas y quédate con lo de más”.

Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos.

T. Amén.


AMBIENTACIÓN


Animador:

Durante los meses de marzo y abril la Congregación ha estado viviendo un proceso de Capítulo General. No es la primera vez que se vive, pero el Espíritu ha sido siempre el mismo. Recordemos las palabras de D. Vecchi.


Lector:

De la carta de convocatoria del CG251


En el corazón del acontecimiento jubilar llega el momento previsto por nuestro Proyecto de vida, las Constituciones, para ayudarnos a crecer como personas y como comunidades en simbiosis con la Iglesia y a responder a los signos que el Señor nos da: la convocatoria del Capítulo General.

El Capítulo General es el signo principal de la unidad de la Congregación dentro de su diversidad”. Ocupa a la Congregación y a cada una de las Inspectorías, durante un período de tiempo no breve, en un esfuerzo de evaluación, reflexión sobre las exigencias del carisma y adecuación a las circunstancias en las que éste se debe expresar. Marca, pues, nuestro camino de constante renovación. Nos lo dice la experiencia de los últimos treinta años.

Nos encontraremos como hermanos de todo el mundo y en todo el mundo para repensar nuestra fidelidad al Evangelio, a Don Bosco y a los tiempos. La Congregación se pondrá en actitud de docilidad al Espíritu del Señor, tratando “de conocer, en un determinado momento de la historia, la voluntad de Dios para servir mejor a la Iglesia”.

El Capítulo General, entendido como compromiso comunitario, llega siempre a los puntos vitales de la identidad, de la unidad, y de la significatividad de la presencia salesiana, sea cual sea el tema que se trate directamente.

A través de los signos y de los acontecimientos, el Señor nos dirige a nosotros como Congregación, la invitación del Apocalipsis: “Quien tenga oídos escuche lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Es una palabra de animación cargada de esperanza, pero que comporta una llamada apremiante a una fidelidad, sencilla y genuina, en las situaciones nuevas que hoy nos interpelan.


Breve silencio


SIGNO


Animador:

Acojamos juntos la presencia extraordinaria del Señor entre nosotros; su luz y su Espíritu nos iluminarán y nos guiarán en nuestro camino de asimilación y puesta en marcha del Capítulo


Se enciende el cirio pascual mientras se canta un estribillo.


PALABRA DE DIOS


Lector

Lectura del Evangelio según San Juan (Jn. 15, 1-8.16-17)


En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

- Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el labrador.

A todo sarmiento mío que no da fruto lo poda para que dé más fruto.

Vosotros estáis limpios por las palabras que os he dado; permaneced en mí y yo en nosotros.

Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, sino permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.

Yo soy y la vid y vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante, porque sin mí no podéis hacer nada.

Al que no permanece en mí, lo tiran fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen y los echan al fuego, y arde.

Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en nosotros, pediréis lo que deseéis, y se realizará.

No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido; y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure.

De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé.

Esto os mando: que os améis unos a otros.

2.1 Palabra del Señor

▲back to top


T.Gloria a ti Señor Jesús


SALMO DE MEDITACIÓN (Sal. 121)


Antífona: Te deseo todo bien


¡Qué alegría cuando me dijeron:

Vamos a la casa de Señor”

Ya están pisando nuestros pies

tus umbrales, Jerusalén.

Antífona: Te deseo todo bien


Jerusalén está fundada

como ciudad bien compacta.

Allá suben las tribus,

las tribus del Señor.


Antífona: Te deseo todo bien


Desead la paz a Jerusalén:

Vivan seguros los que te aman,

haya paz dentro de tus muros,

seguridad en tus palacios”.


Antífona: Te deseo todo bien


Por mis hermanos y compañeros,

voy a decir: “La paz contigo”.

Por la casa del Señor, nuestro Dios,

te deseo todo bien.

Antífona: Te deseo todo bien


SEGUNDA LECTURA


Lector

De las Memorias Biográficas2

(En el primer Capítulo General Don Bosco se dirigió a los capitulares con unas breves palabras)


... Emprendemos una obra de la mayor importancia para nuestro Congregación... No queda más que reunirnos en el nombre del Señor y tratar las cosas que se propongan.

Dice el Salvador en el santo Evangelio que donde están dos o tres congregados en su nombre, allí se encuentra él mismo en medio de ellos. En estas reuniones no tenemos otro fin que la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas redimidas con la preciosa Sangre de Jesucristo. Podemos, pues, estar seguros de que el Señor se encontrará en medio de nosotros y guiará las cosas de manera que todo redunde en su mayor gloria.

Queremos en este momento poner el Capítulo bajo la protección especial de María Santísima: ella es Auxiliadora de los Cristianos y nada la interesa más que ayudar a los que no sólo tratan de amar y servir a su Divino Hijo, sino que se reúnen expresamente para determinar la manera práctica de alcanzar el mismo fin también en el mayor número posible de hombres.

María es luz de los ciegos; pidamos que se digne iluminar muy de veras nuestras débiles inteligencias durante todo el tiempo de estas reuniones. San Francisco de Sales, que es nuestro titular, presidirá nuestra reuniones y esperamos que nos obtenga de Dios la necesaria ayuda para tomar las determinaciones que sean según su espíritu”.


Instantes de reflexión


PRECES ESPONTÁNEAS


PADRE NUESTRO


ORACIÓN FINAL


Se termina rezando todos juntos la “oración por el CG25”

Te pedimos, oh Padre,

por el Capítulo General,

que ha sido signo de la unidad de la Congregación en su diversidad;

el Espíritu nos acompañe en su aplicación

y oriente sus decisiones,

para que en todas las comunidades

se renueve la caridad pastoral

y el don de predilección por los jóvenes.

Crezca el espíritu de familia en la mutua confianza,

en el perdón recíproco y en la participación alegre,

a fin de que ellas puedan ser

propuesta vocacional,

escuela de espiritualidad y centros de comunión y de animación

para todos aquellos que comparten con nosotros

el espíritu y la misión de Don Bosco.


BENDICIÓN FINAL


S. El Señor esté con vosotros

3 T. Y con tu Espíritu

▲back to top


S. La bendición de Dios todopoderoso (), Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y permanezca para siempre.

T. Amén


CANTO: GRACIAS MADRE


GRACIAS, MADRE, POR TU PRESENCIA,

TU NOS LLEVAS A JESÚS.

GRACIAS, MADRE, POR TU SILENCIO,

TU ESTIMULAS NUESTRA FE.


1.Gracias porque eres muy sencilla,

gracias porque eres llena de gracia,

gracias, Madre, gracias.

Gracias por tu vida tan callada,

gracias porque vives la Palabra,

gracias, Madre, gracias.


2.Gracias por tu corazón abierto,

gracias por vivir un “Sí” constante,

gracias, Madre, gracias.

Porque te abandonas en sus manos,

porque siempre vives la esperanza,

gracias, Madre, gracias.


3.Gracias porque Tú sigues amando,

gracias porque Tú vas actuando,

gracias, Madre, gracias.

Porque lo haces todo entre nosotros,

porque Tú nos quieres como a hijos,

gracias, Madre, gracias.

MATERIALES PARA LA REFLEXIÓN


DOCUMENTO 1


LA COMUNIDAD RELIGIOSA SALESIANA,

ALGUNAS CONSIDERACIONES PERSONALES3


Antonio Domenech


Nota previa: En el siguiente documento se enumeran algunas consideraciones que el autor aporta a modo de líneas o criterios de actuación, se trata pues de una conjunción de ideas que se presentan para la revisión de la Congregación, de las comunidades y de cada hermano.


Tenemos un desafío de fondo que aparece desde múltiples perspectivas —sin que, en general, sea explicitado con claridad un profundidad—: encontrar un nuevo estilo de vida comunitaria, una nueva manera de vivir el espíritu de familia:

  • Un nuevo “modelo operativo” de comunidad salesiana, que responsa a las nuevas situaciones en las que se encuentra la comunidad:

    • comunidades plurales y dispersas, con un ritmo de vida acelerado,

    • cada vez más pequeñas (a veces atomizadas),

    • gestionando obras ingentes, cada vez más abiertas al exterior (colaboraciones de los seglares, pluralidad de relaciones externas…).


  • Un modelo de vida comunitaria que resulte significativa:

    • capaz de avivar en los hermanos su ilusión vocacional,

    • capaz de superar el excesivo activismo, las tendencias individualistas y las vagas generalizaciones,

    • que sea verdaderamente punto de referencia salesiano, espiritual y educativo, ante todo para los propios hermanos, para los jóvenes y para los seglares a quienes se les convoca para compartir con ellos vida y misión…


  • Un modelo de vida comunitaria capaz de asumir la pluralidad de situaciones y las culturas, superando la simple copia de modelos extraños, y que permita conservar la unidad del espíritu…


A continuación presentamos algunos aspectos y áreas de problemáticas y atenciones:


1. En relación a los hermanos

El gran reto de la vida religiosa hoy es la vuelta a los orígenes de la vocación: Dios y su Reino, recuperar la fe y el estusiasmo vocacional, vivir centrados y unificados dentro de un ambiente fragmentario y hostil a una visión de fe.


  • No es suficiente el esfuerzo y el compromiso personal de cada hermano, es necesario que la misma vida comunitaria se transforme en un ámbito de tal calidad y tensión espiritual que impulse a los hermanos a vivir con confianza, crecer con paciencia en la propia vocación-misión y a sentirse fecunda y evangélicamente realizados.


  • ¿Como vivir los distintos momentos comunitarios, según el espíritu de familia salesiano, en estos contextos plurales y a veces dispersos, en los que las personas se sientes solas, como perdidas en múltiples frentes de comprimiso y donde las diferencias relucen más que los elementos de unidad?


En esta línea cobra siempre una mayor importancia el promover en la comunidad una experiencia gratificante de los valores vocacionales principales y más profundos, la comunicación no tanto de las ideas, cuanto, sobre todo, de los sentimientos y visiones, un compartir los criterios y las líneas operativas.


Se ve, por lo tanto, la importancia de pensar experiencias y procesos que ayuden a los hermanos a romper el círculo de su soledad individual y desarrollar el compartir y la comunicación vocacional; en este sentido es importante el encuentro interpersonal, momentos y ambientes serenos y distendidos en los que se favorezca el intercambio, ejercitar una comunicación positiva y de calidad.


2. En relación a la misión

  • Existe una confusa doble vida (que no es tanto de ideas, si no más bien en comportamientos de vida) entre la consagración, entendida como algo sugestivo e interior, y la misión, entendida como actividad externa; entre la vida fraterna, vista como una vida privada y vivencial, y la vida apostólica, vista como una vida pública y profesional. Esto lleva a vivir en dos aspectos de contraste y en competitividad recíproca; en esta línea, al final, el trabajo y la actividad lo llenan y lo condicionan todo, sacrificando las otras dimensiones de la vida, como la oración, el intercambio fraterno, el tiempo de distracción, etc.


  • Entonces la “pastoral” se vive sobre todo como hacer u organizar actividades al servicio de los otros, la presencia entre los jóvenes como un estar indiferente entre los demás… y se pierde la perspectiva de la finalidad evangelizadora, o de la integridad del proceso educativo-pastoral, o de la originalidad de la propia aportación.


Por esto es necesario dar a los diversos momentos de la vida comunitaria (oración, fraternidad, acción, etc.) un planteamiento vocacional integral, sin que quede demasiado absorbida por la actividad y la gestión de las obras o los distintos servicios (construir familia, orar con y por los jóvenes, compartir gratuitamente la vida, etc... son también aspectos de nuestra misión como signos del amor de Dios a los jóvenes, no solamente nuestras actividades...).


Necesidad de pensar diversos modelos de articulación entre la comunidad religiosa y la obra apostólica

La gestión de la obra apostólica no agota toda la misión de la comunidad religiosa salesiana, aunque muchas veces sea la más importante; la comunidad salesiana debe, sobre todo, ser el punto de referencia carismático de todos, el centro de unidad y de comunión, el testimonio de integridad de la misión... (cf. CG24, 159 ). La comunidad religiosa salesiana debe vivir de tal manera el carisma y el proyecto educativo-pastoral que se presente como signo claro y provocativo de éste; ésta es su principal función hoy en el conjunto de la obra.


En esta línea se debe compartir y redefinir el carisma y los valores de la pastoral salesiana con los colaboradores seglares; este carisma compartido es, en la CEP, el motor de la misión de la obra, el elemento de cohesión que orienta hacia una tarea unida, el espíritu que guía las reglas e impulsa a seguir para alcanzar los objetivos fijados (el “diseño estratégico”).


Importancia de los procesos de programación, coordinación, seguimiento y evaluación en los equipos

Una nueva cultura: una nueva manera de formular la acción (como un todo y no como una suma de actividades); una nueva forma de programar la acción (como un proceso, un camino y no tanto como momentos puntuales y yuxtapuestos); una forma de realizarla (desde la convergencia y la unión de los diversos agentes y recursos).


3. En relación al ambiente y el territorio (personas, modos de viva y de pensar diversos, estructuras y formas de organización que siguen otra lógica; idiomas, símbolos, valores…)

Estas son algunas tensiones que se deben asumir e integrar:

  • La realidad externa percibida más como barrera y dificultad más que como oportunidad y recurso; una visión “autorreferencial” (se piensa a los otros desde la propia función, los cambios como pérdida impuesta…) más que una visión abierta y de enriquecimiento recíproco, intentando defenderse de ella más que tendiendo puentes de colaboración.


  • En la programación de la acción y en su desarrollo buscar la significatividad (abrir perspectivas y nuevas posibilidades de vivir y de convocar personas e implicarlas en la misión, promover respuestas creativas y más coherentes...), o por el contrario la eficacia inmediata (dar respuestas puntuales e inmediatas).


  • Prevalencia de las relaciones unidireccionales (el carisma como algo ya hecho que ni podemos ni debemos comunicar) más que las relaciones de reciprocidad (el carisma como un patrimonio a compartir, erriqueciéndolo con las aportaciones de otros grupos y formas de vida).


La no integración de esta tensiones condicionan mucho la posibilidad de una adecuada lectura de la realidad y de las transformaciones radicales del actual contexto juvenil para poder responder a éstas con significatividad y eficacia.


4. En relación al ejercicio de la autoridad

  • Fragilidad del liderazgo: incapaz en su intento por formar integración, objetivos comunes poco claros y poco compartidos, poco sentido de pertenencia y de obra común. Como consecuencia: individualismo y “espontaneidad”.


  • Poco hábito de verdadero trabajo en equipo compartiendo el proyecto, los criterios, la evaluación... o también un modelo “familiar” y voluntarista de organización en el que priman las relaciones personales frente a los aspectos organizativos.


  • Dificultad de la tarea del director salesiano, centro de unidad de toda la vida y misión de la comunidad: en un contexto cada vez más complejo y que exige atención y acompañamiento de los hermanos y los colaboradores, el director se siente fragmentado y tentado a refugiarse en algunos aspectos de su misión. A veces también se siente solo en su principal función de animador de la comunidad salesiana.


Esto exige:

  • Reforzar la espiritualidad salesiana del director, maestro espiritual, pero una espiritualidad apostólica que se traduce en un compromiso pastoral y en una capacidad de acompañamiento de las personas: clara conciencia de la unidad y de la finalidad de la acción educativa y pastoral salesiana (sentido de proyecto y de proceso …), formación personal (lecturas, momentos de reflexión y estudio…), vigila las intervenciones significativas de la comunidad salesiana y de la CEP (prepararse…).


  • Renovar el ejercicio de la autoridad: de una autoridad pensada y vista como gestión y control, a una autoridad vista como cauce de relaciones, de identidad, de pertenencia, de cooperación en una obra común…


  • Promover un nuevo modelo de relación entre el binomio “autoridad-autonomía” tanto de las personas como de las estructuras: un modelo de interdependencia que valore la colaboración, nacido de la confianza y del diálogo, producto de la convergencia de valores (cultura) y de objetivos (proyecto), alimentado por un verdadero trabajo en quipo, sostenido por una evaluación continua a todos los niveles.


5. La formación

Hoy se requiere un cambio que desarrolle a las personas capaces de establecer una nueva relación con la realidad; que exige una nueva manera de observar, conocer e intervenir sobre la realidad, a través de un largo recorrido que no definir previamente; que requiere una reelaboración profunda de las categorías cognoscitivas adquiridas en el pasado (un cambio cultural...) y una renovada mentalidad en lo que se refiere a la realidad que nos envuelve...


Pero no cualquier tipo de formación puede generar este cambio y tampoco lo puede hacer ella sola.


  • Nuestra formación, muchas veces, está orientada solamente al hacer, de tipo magisterial, de carácter voluntarista o espiritualista; esto la hace poco eficaz para la transformación de personas y grupos.


  • Por otra parte la formación no encuentra en la organización de la vida ordinaria un soporte que le ayude a actuar y vivir aquello que se ha tratado y recibido en la formación inicial, también las personas se desalientan y quedan en las costumbres a pesar de las nuevas ideas o sugerencias recibidas.


Por lo tanto, se necesita:

  • Una formación

    • que parta de la experiencia de las personas, les ayude a estructurarla, a mantenerse en contacto con el mundo en el que viven en interacción con las otras personas de la comunidad (reconciliarse con el propio tiempo y experiencia);

    • que aprenda a pensar de manera compleja y a convivir con la complejidad, a leer de manera pluridimensional la realidad, a afrontar los cambios, a transformar los problemas en ocasiones de aprendizaje, a aprender a aprender;

    • que aprenda a comunicar y a construir relaciones significativas, a dar cauce a las propias emociones, a resolver tensiones y conflictos, a dialogar entre las diversas generaciones, a redefinir en sentido dinámico la propia identidad personal y comunitaria.


  • Esta formación exige que en la vida ordinaria se ofrezcan

    • momentos personales de reflexión e intercambio sobre las propias opiniones y la propia experiencia,

    • espacios de comunicación y análisis comunitarios, enriqueciéndose de los recursos y de la cualificación de los otros, también de los de fuera,

    • momentos de evaluación llenos de esperanza y colaboración, (se aprende de los momentos vividos, compartidos y revisados)

    • una planificación sistemática no tanto de objetivos, sino sobre todo con criterios y procesos compartidos a los que todos se han de referir.


6. Otras indicaciones concretas

Frente a la tendencia a la dispersión que experimienta la vida comunitaria y la tentación de replegarse sobre uno mismo, hay que cuidar y promover en los hermanos el sentido de pertenencia a la comunidad.


Para esto:

  • Importancia de los momentos comunitarios, que sean de calidad humana, espiritual y salesiana; tanto los formales y reglados como los informales y espontáneos, los ordinarios como los momentos más “fuertes”; encuentros de oración o de formación y planificación, y también de descanso y de diversión unidos…


  • Importancia de un “estar juntos” bien articulado, compartido y participado por toda la comunidad, que facilite y exprese la voluntad y la alegría de estar y de convivir juntos. Hoy no basta hacerlo, sino que hay que vivirlo con calidad humana y espiritual.


Para ayudar a esta calidad:

    • Corresponsabilidad de todos en la animación y preparación;

    • provocar alguno de estos encuentros (el día de la comunidad o el retiro) fuera del ambiente de trabajo y de vida, para facilitar la serenidad y el tiempo;

    • compartirlos con otras comunidades o también con seglares y jóvenes;


  • Importancia de cualificar las relaciones interpersonales en la comunidad:

    • manifestar el aprecio, hablar bien de los hermanos;

    • ambiente de alegría y de celebración;

    • importanza de compartir no tanto las ideas, cuanto los sentimientos y valores que nos guían e inspiran;

    • dedicar tiempo a estas relaciones interpersonales…;

    • Que los ambientes comunitarios faciliten también espacios y momentos de encuentros informales de familia entre los hermanos y los seglares y los jóvenes (sala de la comunidad…).


  • Importancia de compartir un proyecto comunitario en el que se presenta la finalidad concreta de la misión salesiana confiada a la comunidad y los objetivos inmediatos para realizarla en la situación concreta.


Un proyecto compartido, evaluado y profundizado sistemática y regularmente, que guía y orienta los diversos aspectos de la vida y acción comunitaria, que es conocido y confrontado también con los colaboradores en la misión …


  • Comunidad visible en el ambiente de misión:

    • presente entre los jóvenes, en presente en los patios, cercana a los colaboradores seglares y a las familias, presentes en el barrio...;

    • abierta, los jóvenes y seglares pueden venir y estar con nosotros y compartir algunos momentos o aspectos de nuestra vida, se sienten en casa…;

    • con un ritmo comunitario adecuado para ser compartido;


  • La formación de los directores como animadores de las relaciones comunitarias, capaces de acompañar a los hermanos. Es importante que el Consejo comparta con el director la responsabilidad de la animación comunitaria.



Roma 25 agosto 2001




MATERIALES PARA LA REFLEXIÓN


D

DOCUMENTO 2

ISCURSO DE CLAUSURA DEL RECTOR MAYOR



Queridos hermanos capitulares:


Hemos llegado al término de la experiencia del CG25, que hemos vivido como don del Espíritu para nosotros y para nuestra Congregación. El Espíritu de Cristo ha volcado en nosotros la riqueza y la variedad de sus dones, que nos han colmado de alegría y nos han indicado la dirección del camino futuro. Nuestro primer pensamiento, humilde y agradecido, está por ello dirigido a Dios, que, mediante su Espíritu, ha animado nuestra asamblea a vivir la unidad en la comunión y a buscar las respuestas a su llamada.


Son numerosas además a las que quiero agradecer en este momento de conclusión. Doy gracias ante todo al Vicario del Rector Mayor, don Lucas Van Looy, al Regulador del Capítulo don Antonio Doménech, a don Antonio Martinelli, a la Comisión precapitular, a los Moderadores y los secretarios de la Asamblea, a Mons. Alois Kothgasser, al padre Anthony Mc Sweeny, que con diversa intensidad de compromiso y de responsabilidad han guiado la vida y el trabajo de la Asamblea.


Doy gracias luego a la Asamblea capitular, que siempre ha estado pronta, operativa y disponible en las distintas etapas y circunstancias vividas, ayudada por sus comisiones y articulaciones internas. Doy gracias también a los secretarios del Capítulo, a los traductores, al ANS y su equipo, a los hermanos de la casa general, al personal auxiliar, que con un trabajo discreto y práctico han hecho posible el desarrollo de esta importante reunión.


Finalmente doy las gracias a los miembros del Consejo general saliente, que han llevado a cabo su cargo con gran competencia y dedicación; saludo en particular a los consejeros que han terminado su mandato; presento mis mejores deseos al Vicario y a los Consejeros generales, que han acogido la indicación de la asamblea capitular para ser mis colaboradores en el próximo sexenio.


Nos ha acompañado estos días la preocupación por la tierra de Jesús. El drama de la guerra ha estado siempre ante nuestros ojos; hemos seguido las noticias, rápidamente encadenadas; nos hemos unido en la oración al grito preocupado de Juan Pablo II. Las matanzas, las represalias, las ocupaciones, las destrucciones han creado ya una grave fractura entre las poblaciones. Hemos temblado también por la suerte de nuestros hermanos y hermanas de Belén y de Cremisan y seguimos atentos siempre al desarrollo de la situación, que acompañamos con la oración, la cercanía y la solidaridad.


Nos ha herido igualmente el escándalo saltado a los medios de comunicación sobre sacerdotes y religiosos de la Iglesia de los Estados Unidos, acusados de abusos con menores. Todo esto requiere de nosotros, educadores, una atención particular. Como del mismo modo hemos seguido las situaciones de conflictos sociales o de guerra que afligen los países en que trabajamos.


Siguiendo el ejemplo de la comunidad apostólica, enviada por Jesús primero a llevar el anuncio del Reino y luego a amaestrar a todas las naciones, “en la alegría del Espíritu” ahora nuestra asamblea está pronta a ir a todo el mundo para que cada uno pueda de nuevo recorrer los senderos de la historia, a vivir con los jóvenes, a animar a las comunidades, a caminar con la Iglesia.


1. La Comunidad salesiana hoy.

El CG 25 ha desarrollado el tema principal de la “Comunidad salesiana hoy” y el otro secundario de “Examen del funcionamiento de las estructuras del gobierno central”. La mayor parte del tiempo ha estado dedicada a la reflexión sobre el tema de la comunidad, ya iniciado por los dos Capítulos generales precedentes; éstos habían hecho emerger la comunidad local como el lugar estratégico de la educación a la fe de los jóvenes y la implicación de los seglares.


El Capítulo General 23 había afrontado el reto de la educación de los jóvenes a la fe. Tal educación se estaba convirtiendo en una acción cada vez más compleja, como consecuencia de una cultura emergente que exigía una reflexión nueva de la metodología y de los contenidos. Partiendo de los retos de la realidad juvenil en sus nuevos contextos, los capitulares trazaron un camino de educación a la fe para los jóvenes, ofreciéndoles una propuesta de vida cristiana significativa y de espiritualidad juvenil salesiana.


Había que renovar la calidad de nuestra propuesta educativa pastoral. No se trataba de crear nuevas presencias sino de hacer surgir una presencia nueva, un modo nuevo de estar presente allí donde ya estamos. Una vez más, la Congregación se sentía llamada a lanzar la actitud del “da mihi animas”, convirtiendo a la comunidad en “signo de fe, escuela de fe y centro de comunión.”


El Capítulo General 24 centró su reflexión sobre el desafío de crear una nueva conjunción entre SDB y seglares, o sea, el desafío de multiplicar las personas que quieran vivir el propio bautismo en el área de la educación, de hacer converger salesianos y seglares en un paradigma nuevo de relaciones, de poner a los salesianos ante su cometido prioritario de animación pastoral y pedagógica.


Se ahondaba cada vez más la convicción de que la nueva evangelización y la nueva educación no podían realizarse sin la colaboración orgánica y capacitada de los seglares. En cuanto a las comunidades salesianas, debían prepararse más y más para ser animadoras de las comunidades educativas pastorales y de la Familia Salesiana.


En estos dos últimos Capítulos se ha diseñado un nuevo modelo pastoral. En él, la comunidad salesiana tiene el encargo de animación, como punto de referencia carismática para todos los que comparten el espíritu y la misión de Don Bosco. La calidad de su vida consagrada, la profundidad de su experiencia espiritual, el valor significativo de su testimonio y lo incisivo de su propuesta son factores indispensables para dar vida y fuerza evangélica a la animación de la CEP y de la Familia Salesiana.


Con el Capítulo General 25, la comunidad salesiana está puesta en el centro y se ve con toda su dinámica y con todas sus características. No es tanto la dimensión comunitaria lo que se toma en consideración, sino la comunidad local como sujeto, o sea, la capacidad de programación, de implicar a fuerzas numerosas, de profecía evangélica, de comunión y, en definitiva, de evangelización. El CG25 ahonda de esta manera el camino andado hasta ahora por la Congregación y da nuevo realce a la realización de la “plenitud como sujeto” de la comunidad. El modelo de comunidad que emerge del CG25 es el que hace referencia a nuestra consagración apostólica, como queda expresado en el artículo 3 de las Constituciones. La comunidad vive la gracia de unidad, que realiza la síntesis vital entre la vida fraterna, la secuela radical de Cristo, la experiencia espiritual, la entrega a la misión juvenil.


El texto capitular sobre la comunidad se presenta como un conjunto de cinco módulos operativos o fichas de trabajo. La comunidad salesiana es el sujeto principal al que va dirigido este texto. Asumiéndolo, está invitada a acoger la llamada que Dios le dirige a través de los acontecimientos históricos y eclesiales, las indicaciones de la Palabra de Dios y de nuestra Regla de vida, las llamadas de los jóvenes, las necesidades de los seglares y de la Familia Salesiana. La comunidad profundiza la lectura de su situación propia, descubriendo las disponibilidades y las resistencias, los recursos y los vacíos, las posibilidades y los límites; aprende además a reconocer los desafíos fundamentales y a afrontarlos con entereza y esperanza; sabe también preguntarse con preguntas apropiadas a las que dar respuesta. Finalmente la comunidad se coteja con las orientaciones operativas propuestas y determina las condiciones para ponerlas en obra.


Los contenidos fundamentales se refieren a la vida fraterna, el testimonio evangélico, la presencia animadora entre los jóvenes. La vida fraterna de la comunidad se propone favorecer los procesos de crecimiento humano y vocacional de los hermanos, superar la inercia del trato formal o funcional, reforzar el sentido de pertenencia y el clima fraterno, facilitar la comunicación, ayudar la construcción de una visión compartida. Para esto pueden ser útiles el proyecto personal de vida, la práctica del discernimiento comunitario, la valorización de los momentos de encuentros comunitarios, el proyecto de la comunidad salesiana.


El testimonio evangélico nos pide manifestar visiblemente el primado de Dios en la vida de la comunidad, vivir la “gracia de unidad” en la experiencia espiritual y en las expresiones comunitarias, hacer radical, profético y atrayente el testimonio comunitario de la secuela de Cristo, compartir nuestras motivaciones y empeños vocacionales. La centralización de la Palabra de Dios, favorecida por la práctica de la lectio divina, la calidad de la oración comunitaria, la Eucaristía cotidiana, la comunicación y la coparticipación de la vida ayudan a ahondar la experiencia espiritual y la manifestación del primado de Dios. Luego, la forma de vivir la secuela de Cristo, mediante la centralización de una obediencia gozosa en la misión, la forma concreta de una pobreza austera y solidaria, el esplendor de una castidad vigilante y serena hace más trasparente el testimonio de la comunidad.


Donde hay una comunidad salesiana, está presente una experiencia de fe, se construye una red de relaciones, se ofrecen múltiples formas de servicio a los jóvenes. La comunidad hace visible la presencia salesiana entre los jóvenes, la anima y promueve su crecimiento. Ante todo hay que volver a los jóvenes y ser una comunidad no solamente para los jóvenes sino también con los jóvenes. Por esto, la comunidad salesiana construye una presencia de comunión y de participación, involucra a los seglares y a la Familia Salesiana, se mete en el territorio. Así se hace presencia que educa y evangeliza, creando ambientes de fuerte carga espiritual, tomando conciencia y trabajando frente a las situaciones de pobreza, realizando proyectos y procesos de crecimiento para los jóvenes. Promueve finalmente la opción vocacional de cada joven, anima a la comunidad educativa pastoral para que sea lugar de crecimiento vocacional, pone por obra la metodología del acompañamiento y de la propuesta vocacional.


Para ser una comunidad que viva la fraternidad, que dé un fuerte testimonio evangélico, que anime la presencia entre los jóvenes, ella misma necesita ser animada, estar puesta al día, motivada, orientada, guiada. La animación de la comunidad pasa principalmente a través de la formación continua. La comunidad puede ofrecer momentos de renovación espiritual, ocasiones de revisión, oportunidades de puesta al día en campo educativo y pastoral; pero la valoración y capacitación de la vivencia cotidiana son el primer recurso de formación en la comunidad. El director tiene un papel fundamental en la animación de la comunidad, pero implicando y responsabilizando a todos los hermanos; su atención se concentra en el carisma, en la misión, en la fraternidad. Él anima la comunidad junto con los hermanos.


El CG25 propone finalmente algunas condiciones que hacen posible ser comunidad salesiana hoy: se trata de ayudar a la comunidad a obrar según un proyecto comunitario, de garantizar la consistencia cualitativa y cuantitativa de la comunidad, de ahondar la relación entre comunidad y obra, de actuar según el proyecto orgánico inspectorial. Algunas de estas condiciones están consideradas en niveles locales, pero por lo general requieren también la responsabilidad y las opciones de la comunidad inspectorial.


A cada comunidad, el Capítulo le entrega estas cinco pistas para que las estudie, las profundice, las concrete, a fin de ser una comunidad carismática significativa.


2. La verificación del funcionamiento de las estructuras centrales de gobierno

El segundo elemento temático de la reflexión capitular se refiere a la verificación sobre el funcionamiento de las estructuras del gobierno central. Este examen, pedido expresamente por el CG24, lo puso en marcha el Consejo general y ha llegado a puerto en este CG25. El Consejo general comenzó el trabajo de revisión con la aportación de una opinión externa y el estudio de un grupo de Inspectores, guiado por el Vicario del Rector Mayor. Fueron después requeridos los Capítulos Inspectoriales con algunas preguntas referidas a los Consejeros de sector, los Consejeros de Región y las visitas extraordinarias. El CG25 finalmente ha tomado en consideración todo este trabajo y ha hecho su reflexión para hacer más ágil y eficaz el funcionamiento de las estructuras del gobierno central.


El control realizado ha llevado al CG25 a aportar algunas modificaciones constitucionales; éstas se refieren a la temporalidad del cargo del Rector Mayor y de los miembros del Consejo general, la atribución al Vicario del Rector Mayor de la animación de la Familia Salesiana y la consiguiente asignación a un Consejero general del cargo exclusivo de la Comunicación Social. De esta forma, se ofrece una modalidad de recambio en el seno del Consejo General, una nueva posibilidad de animación de la Familia Salesiana, una ulterior valoración de la Comunicación Social al servicio de la educación y de la evangelización.


Se han constituido dos grupos distintos de Inspectorías, denominadas Asia Sur y Asia Este – Oceanía, originadas por la división del grupo único llamado Australia-Asia. Esta decisión consentirá una animación mejor de las dos nuevas Regiones por parte de los Consejeros respectivos; y requiere encontrar formas más idóneas de coordinación en el seno mismo de las Regiones.


Se nota la exigencia de estudiar un modo diverso de realización del Capítulo General, para que responda mejor a las necesidades de planificación y actuaciones concretas. Se es consciente de que los Capítulos generales de relectura del carisma han terminado ya y que se pasa a los Capítulos generales ordinarios. Análogas reflexiones se pueden hacer sobre el funcionamiento de los Consejos inspectoriales.


Se subraya la instancia para que el Rector Mayor con el Consejo general trabaje de forma más orgánica y coordinada, a partir de la programación del sexenio pero también en realizaciones sucesivas. Se desea, en particular, que se supere el trabajo sectorial y, sobre todo, que trabajen de manera más conjuntada los así llamados sectores de la “misión salesiana” —o sea, pastoral juvenil, comunicación social y misiones—. Se advierte también la urgencia de trabajar según planificación y de cuidar una animación capaz de activar procesos. Igualmente, es importante valorar los recursos existentes en las Regiones, en las Conferencias y en las Inspectorías para conjuntarlas. En esto, también la Casa Generalicia puede dar su aportación específica de mejoría en las modalidades de trabajo con toda la Congregación.


Se aprecia la aportación dada al crecimiento de las Inspectorías con la descentralización y la subsidiariedad; pero se reconoce también la exigencia de una solidaridad que supere el ámbito inspectorial o regional, y la necesidad de una coordinación interinspectorial más fuerte. En tiempos de mundializaciòn, es necesaria la moderación para adecuar instancias globales y decisiones locales; hay que reflexionar sobre lo que conviene hagan las inspectorías con sus propias fuerzas y lo que es conveniente que hagan conjuntamente. Hay, en efecto, necesidades, urgencias y prioridades que superan el ámbito de las “Regiones”. Las fronteras de la misión requieren conjugar subsidiariedad y solidaridad.


La realización del proceso de discernimiento para la elección del Rector Mayor y de los Consejeros generales ha sido una ocasión para vivir y experimentar una praxis, un método y una experiencia espiritual que necesitan ser todavía ahondados pero que están ya dando resultados apreciables. El discernimiento, realizado en común para asuntos de importancia (Const. 66), es un camino abierto por experimentar en los momentos de gobierno y de vida pastoral en distintos niveles. El ejercicio de tal práctica nos ayudará a alcanzar visiones compartidas.


La exigencia de la revisión de las estructuras del gobierno central queda abierta a la realización efectiva de un funcionamiento distinto y exige un empeño análogo en distintos niveles de la Congregación. Con un modo mejor de trabajar se llegará a trabajar juntos, a trabajar bien, a trabajar eficazmente.


3. La hora que estamos viviendo

La hora que estamos viviendo es exaltadora y dramática; ofrece nuevas oportunidades y limita algunas posibilidades; abre espacios inéditos y propone retos difíciles. Las orientaciones operativas del CG25 se encuadran en contextos de referencia más amplios, que conviene tener presentes; el camino de las comunidades, en efecto, se desenvuelve dentro de las situaciones de la sociedad y de la cultura, de la Iglesia, de la vida religiosa. La aplicación del CG25 nos exige conocer nuestro contexto particular pero también sabernos situar en los grandes cambios en marcha.


3.1 El contexto social y cultural de la secularización, globalización y fragmentación

En la sociedad y en la cultura tienen lugar profundas y rápidas transformaciones que llaman a juicio el compromiso de la educación y evangelización, el testimonio de la vida religiosa, el modelo de hombre y mujer que proponemos.


Se constata un acentuado pluralismo étnico, cultural y religioso, favorecido también por emigraciones en masa. Con frecuencia se hacen difíciles la tolerancia y la integración cultural; surgen también formas varias de sincretismo religioso; a veces, esconden tensiones, conflictos y guerras de fondo étnico, nacionalista y religioso. En el ámbito religioso es muy fuerte el proceso de secularización, sobre todo en la vertiente de la fe cristiana, pero que también implica a otras religiones. Son también acentuados los movimientos que buscan experiencias espirituales, bienestar interior, emociones profundas.


La globalización, por otra parte, es una realidad que se afirma cada vez más y que se manifiesta sobre todo en la planificación de la economía con dimensión mundial, en la creciente conciencia de solidaridad, en la defensa del ambiente, en la exigencia de una división y distribución de bienes más justa, en la comunicación social y en el desarrollo de la informática. A su vez, sin embargo, produce también injusticias y exclusiones sociales, en detrimento de las poblaciones más débiles. El bienestar económico, que presenta aspectos siempre más arrogantes en las franjas privilegiadas de la humanidad, produce hedonismo y consumismo. Al mismo tiempo, se hacen más agudos los retos del hambre, de la pobreza, de las enfermedades y de la exclusión, que azotan a millones y millones de personas.


La complejidad y la fragmentación finalmente crean inestabilidad y diferencia de puntos de referencia, de valores y de intereses. Junto a un sano pluralismo y la búsqueda de nuevos criterios, se multiplican los desafíos y se difunden el relativismo y el pragmatismo. Mientras, por una parte, se subraya con fuerza el valor de la persona y de sus derechos, se va progresivamente reconociendo en la práctica la dignidad de la mujer, se tiene una visión más objetiva del cuerpo, de la afectividad, de la sexualidad, por otra parte, sin embargo, nacen nuevas formas de abuso de las personas y, en particular, de los menores, y aumenta la huída del compromiso solidario. La postmodernidad acentúa el cuidado del trato interpersonal, el cultivo de los afectos, pero también el individualismo y el subjetivismo.


El CG25 pide a las comunidades que recojan los retos que la cultura presenta a la educación y a la evangelización; a vivir la fraternidad atentos a la maduración vocacional de cada hermano y al cuidado de las relaciones interpersonales; a dar un testimonio evangélico que se presente como propuesta y alternativa en relación con el contexto en que se encuentran. Cada comunidad intenta así ahondar cada vez más el conocimiento del contexto en que vive y obra, y ofrecer respuestas eficaces.


3.2 El contexto eclesial de la “Novo Millennio Ineunte”

Al final del Año Jubilar y al inicio del nuevo mileno, Juan Pablo II invitaba a la Iglesia a “lanzarse a mar abierto”, a “fijar la mirada en el Señor Jesús”, a “comenzar de Cristo”, a ser “testimonios del amor”, construyendo comunión.


El primer ámbito en el que se deben individuar orientaciones pastorales adaptadas a toda comunidad es el “partir de Cristo otra vez”. “La perspectiva en la que se debe poner todo el camino pastoral es la de la santidad”: ha llegado la hora de proponer de nuevo a todos esta medida de la vida cristiana que es la santidad y de practicar la pedagogía de la santidad. “Para esta pedagogía de la santidad, hace falta un cristianismo que se distinga en el arte de la oración”; a nuestras comunidades se les pide convertirse en auténticas escuelas de oración; la educación a la oración debe ser un punto que dé calidad a toda programación pastoral. “No hay duda de que este primado de la santidad y de la oración no puede concebirse sino a partir de una escucha renovada de la Palabra de Dios.” Santidad, oración, escucha de la Palabra de Dios son los caminos fundamentales de la pastoral postjubilar.”


El segundo ámbito en que se debe manifestar un decidido compromiso programático es el de la comunión. “Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión; éste es el gran desafío que tenemos ante el milenio que comienza, si queremos ser fieles al plan de Dios y responder a las expectativas profundas del mundo”. La profecía de la comunión presupone cultivar la espiritualidad de la comunión; ésta se muestra en el cultivo de la variedad de vocaciones, promover el empeño ecuménico, apostar por la caridad, favorecer el diálogo interreligioso y la misión “ad gentes”, afrontar los retos de la cultura actual.


Con el Capítulo General 25, la Congregación quiere responder a la llamada de Juan Pablo II para trabajar en las fronteras de la nueva evangelización y a hacer fructificar los dones y las consignas del Jubileo: “Duc in altum”. A cada una de las comunidades se le invita a partir de Cristo una vez más y a construir comunión. Esto dará nuevos frutos de vida espiritual y de evangelización.


3.3 El contexto religioso de la re-fundación carismática

Durante estos años postconciliares, la vida consagrada ha vivido una invitación insistente a renovarse, haciéndose elocuente y significativa; en particular la Exhortación Apostólica “Vita Consecrata” recoge las instancias de re-fundación que se han verificado en estos treinta años en la vida consagrada y constituye el punto de referencia para “una gran historia por construir”.


Al delicado proceso de renovación deseado por la Iglesia, nuestra Congregación, nuestra Congregación ha dedicado tres Capítulos generales “extraordinarios”, que han especificado la identidad salesiana. Es útil recordar el camino recorrido. Mientras el CG19, tenido durante el Concilio, “tomó conciencia y preparó”, el CG 20 “puso en órbita”, el CG 21 “revisó, rectificó, confirmó y profundizó”: al CG 22 se le pidió “re-examinar, precisar, completar, perfeccionar y concluir”.


El Capítulo General Especial 20 llevó a cabo la revisión y la adecuada renovación de la Congregación según el espíritu del Fundador y según los objetivos indicados por la Constitución Dogmática Lumen Gentium y el Decreto Perfectae Caritatis. El Capítulo se propuso no solamente cumplir las orientaciones y directivas del Concilio Vaticano II como simple formalidad sino que aprovechó la oportunidad para responder mejor a Dios y a los jóvenes. Por esto, el CGE, precedido de una preparación muy cuidada, mediante consulta a todas las Inspectorías, quiso reformular un proyecto global. La pregunta fundamental era cómo hacer visible y actual el testimonio particular de la vida religiosa salesiana en la Iglesia. Se trataba también de conseguir un texto renovado de las Constituciones y de los Reglamentos. En síntesis, había que re-fundar la identidad de la Congregación.


El resultado de siete meses de trabajo capitular está constituido por 22 documentos de orientaciones doctrinales y operativos. Se hizo, pues, una reformulación más carismática del “Texto constitucional”. Se codificó en los “Reglamentos” el modo práctico universal de vivir las Constituciones, dejando a las Inspectorías el encargo de regular lo propio del lugar mediante los Directorios Inspectoriales.


El Capítulo General 21 se propuso verificar si se había realizado la renovación, y cómo. La profundidad y la rapidez del cambio, fruto del Concilio Vaticano II, llevaron a la Iglesia y a la Congregación a una situación incómoda que requería claridad en la impostación y prudencia en las soluciones. La acción profundamente renovadora realizada por el CGE en la Congregación exigía revisión, rectificación, ahondar y reconfirmar.


En el CG21 se estudiaron también algunos temas sustanciales para la Congregación: el Sistema Preventivo, la Formación a la Vida Salesiana, el Salesiano Coadjutor y la Universidad Pontificia Salesiana. Este trabajo de clarificación de la identidad, reforzado por la Encíclica Evangelii Nuntiandi de Pablo VI, ahondó en la misión específica salesiana. En su discurso de clausura, el Rector Mayor son Egidio Viganò sintetizó los tres objetivos que se habían ido aclarando durante el trabajo capitular: el cometido prioritario de llevar el Evangelio a los jóvenes, que implicaba un proyecto educativo pastoral; el espíritu religioso; el nuevo estatuto de la comunidad salesiana como animadora de la comunidad educativa pastoral. Ciertamente el CG21 significó una renovación pastoral radical.


El Capítulo General 22, realizado tras un tiempo intenso de experimentación y profundización de la identidad salesiana, se propuso concluir el proyecto de renovación con la definitiva revisión de la Regla de Vida. El resultado final del trabajo capitular fue, en palabras del Rector Mayor, un “texto orgánico, profundo, mejorado, pleno de Evangelio, rico de lo genuino de sus orígenes, abierto a la universalidad y lanzado al futuro, sobrio y digno, denso de realismo equilibrado y de asimilación de los principios conciliares”. La redacción definitiva de la Regla de Vida trajo consigo, entre otras cosas, la renovación de la Ratio; la idea central era que la formación de los salesianos se adecuara a su misión específica de educadores y pastores de los jóvenes.

De este modo, nuestra Congregación se comprometió a la re-lectura fundacional de su carisma y a su “re-fundación.” Tras los Capítulos Generales “extraordinarios”, hubo otros tres Capítulos Generales “ordinarios dirigidos a argumentos de carácter operativo: la educación de los jóvenes a la fe; la implicación de los seglares en el espíritu y en la misión salesiana, y la comunidad salesiana hoy. La relectura carismática de la identidad quedaba concluida pero sigue en acto la traducción concreta.


4. La meta del CG 25

Concluidas las etapas de la preparación y de la celebración del CG25, ha llegado el momento de pasar a la fase de la actuación. Ahora es tiempo de asimilar el Capítulo con todos los hermanos, de hacerlo programa de gobierno inspectorial, de vivirlo operativamente en las comunidades. Para señalar los pasos que hay que cumplir, nos detenemos para considerar las expectativas de futuro y la meta que alcanzar.


Mirando el camino recorrido por la Congregación en estor treinta años, se puede notar que el cambio no siempre ha sido lineal. Creo que la resistencia mayor no ha sido por la renovación de las Constituciones o de las estructuras de gobierno o de la práctica pastoral, sino por la renovación espiritual, que obliga a una profunda conversión interior.


En estos años de transformación, se ha venido configurando una nueva forma de vida religiosa salesiana. Tenemos ya los “odres nuevos”: una nueva evangelización, un nuevo modelo pastoral, una formación nueva. Poco a poco, se ha ido produciendo también el “vino nuevo”: el nuevo evangelizador, el nuevo educador, el nuevo sujeto pastoral, el salesiano nuevo.


A veces, nos encontramos a disgusto con el adjetivo “nuevo” para calificar realidades que creemos conocidas, sobre todo por las consecuencias prácticas que ello comporta: la necesidad de renovarnos espiritualmente, de ponernos al día profesionalmente, de capacitarnos pedagógicamente. La novedad viene de las situaciones, de los contextos, de los cambios en la realidad, de la visión antropológica.


Hoy la preocupación de la vida religiosa en general, y de la Congregación en particular, no puede ceñirse a la supervivencia, sino a crear una presencia significativa y eficaz. Es una cuestión de profecía. “Esto comporta —decía don Vecchi— dar vida a una presencia que nos ponga interrogantes, dé razones de esperanza. Convoque a las personas, suscite colaboración, active una comunión siempre fecunda, para realizar juntos un proyecto de vida y de acción según el Evangelio”. Lo que se desea es una forma de vida fascinante y atrayente, que dé el primado a la profecía más que a la organización, que privilegie a las personas más que a las estructuras.


Parafraseando a Karl Rahner en su testamento espiritual, podemos decir que el futuro de la vida religiosa pasa a través de su fuerza mística, su experiencia sólida y el testimonio transparente de Dios, la superación de todo tipo de aburguesamiento y mediocridad. La vida religiosa salió y tiene sentido sólo como signo de la búsqueda y del primado de Dios. Su misión es la de ser sacramento: ser signos y portadores del amor de Dios” (Cons. 2), especialmente en favor de los más necesitados, para que puedan hacer la experiencia de que Dios existe y les ama.


Cuando los Superiores Generales han decidido ahondar el tema de la re-fundación de la vida religiosa, se movían con la conciencia de ver la necesidad del “vino nuevo en odres nuevos” (cf. Mc 2, 22); fuente de novedad es la llamada a volver a los orígenes del carisma. Para nosotros, se trata de expresar la originalidad de la Congregación, de ir a lo esencial, de escribir de nuevo la carta de Roma del 1884. ¡Volvamos a don Bosco y volvamos a los jóvenes!


Las imágenes de la “luz”, de la “sal” y del “fermento” usadas por Jesús en el Evangelio para definir la identidad y la misión de los discípulos son una revelación y una obligación. Sencillamente, hay que “ser” para tener significado e importancia; pero si la sal pierde su sabor o si se esconde la luz bajo una fanega o si la levadura no tiene fuerza para fermentar, no sirven para nada. Han perdido su razón de “ser”.


La fuerza de la vida religiosa radica en su carácter: profético de cara a la cultura, subversivo ante el aburguesamiento, alternativo al progreso ilimitado pero sin trascendencia. El problema es de la identidad y de la identificación; lo que nos caracteriza y nos evidencia es una fuerte experiencia de Dios que cambie profundamente nuestra vida, y una comunidad en que se comience a vivir con novedad de vida. “No os conforméis según la mentalidad de este siglo —escribía san Pablo a los Romanos—; antes bien, transformaos renovando vuestra mente, para poder discernir la voluntad de Dios, lo que es bueno, grato a Él y perfecto” (Rm 12,2).


En esta línea, quiero trazar cinco perspectivas de futuro, que han sido objeto de reflexión y de estudio para don Egidio Viganò y don Juan Vecchi en sus cartas, pero que son campos que necesitan todavía una renovación para entrar decididamente en el nuevo milenio con energía y claridad de proyecto.


4.1 La renovación espiritual de cada salesiano

La renovación espiritual comporta la vuelta al fundamento de nuestra vocación: Dios y su Reino. Dios debe ser nuestra primera “ocupación”. Es Él quien nos envía y nos confía los jóvenes para ayudarles a madurar hasta alcanzar la estatura de Cristo, el hombre perfecto. Para nosotros, la recuperación de la espiritualidad no puede ir separada de la misión, si no queremos ceder al peligro de la evasión.


Dios nos espera en los jóvenes para darnos la gracia de un encuentro con Él (cf. Const. 95; CG23, 95). Por eso resulta impensable e injustificable creer que la “misión” es un obstáculo para el encuentro con Dios y para cultivar la intimidad con Él.


4.2 La consistencia de las comunidades

La calidad de la vida de comunión y la acción educativa y pastoral requieren una consistencia cualitativa y cuantitativa de la comunidad salesiana. Todas las propuestas para que sea formativo el quehacer cotidiano y para mejorar la calidad de la metodología, de los contenidos y de las actividades chocan con las posibilidades reales de la comunidad. Para nosotros, la vida fraterna en comunidad es un elemento de nuestra consagración apostólica y, por ello, de la profesión religiosa (cf. Const. 3 y 24), junto con la secuela de Cristo obediente, pobre y casto, y de la misión. Es también el ámbito en el que nos llaman a vivir la experiencia espiritual, la misión y los consejos evangélicos. No podemos por eso continuar con la pretensión de querer resolver todos los problemas con detrimento del carisma y de la vida de la comunidad.


4.3 La re-significación de la presencia

El valor significativo de la presencia es una exigencia tanto de la comunidad como de la misión; se trata de la calidad de ambas. En tiempos pasados, cuando se hablaba de “re-dimensionar”, se ponía el acento en el cierre de obras o en la entrega de éstas a los seglares. Hoy, por el contrario, mientras se sigue afirmando que la obligación de re-dimensionar es ineludible, si no queremos debilitar la comunidad y sobrecargar a los hermanos, la insistencia se pone sobre “el valor significativo” de la presencia salesiana en el territorio. Esta no se reduce a las obras y actividades; es más bien una forma de ser, de trabajar y de organizar que busca no sólo la eficacia sino especialmente buscar el sentido, abrir perspectivas, convocar a las personas, promover nuevas respuestas. Se trata de re-colocar a la Inspectoría donde sean más urgentes las necesidades de los jóvenes y donde más fecunda sea nuestra presencia. Nuestra vida consagrada no será omnipresente ni siquiera importante socialmente, pero seguirá siendo referencia necesaria en la medida en que sea signo del Reino.




4.4 La calidad de la propuesta educativa pastoral

El camino recorrido hasta ahora ha sido, al menos en muchos sitios, el de multiplicar las obras comprometiendo en no pocos casos la calidad de nuestra actividad. A veces se ha privilegiado el aspecto organizativo sobre el pastoral, o el mantenimiento y la construcción de estructuras más que la claridad y seriedad del proyecto educativo pastoral. Hoy nos piden desarrollar formas más intensas de evangelización, de concentrarnos en la maduración humana y en la educación de los jóvenes a la fe, en la formación de seglares, en animar la comunidad educativa pastoral y junto con eso elaborar un proyecto. Este cometido es ya realización del valor significativo.


4.5 La formación del salesiano

La complejidad de las situaciones actuales, los retos de los jóvenes, la exigencia de la nueva evangelización, el encargo de la enculturación requieren una formación capaz de habilitar al salesiano a vivir con dinamismo y solidez su vocación, a desarrollar con profesionalidad y competencia la misión, a asimilar personalmente la identidad carismática. Para nosotros, Don Bosco es no solamente punto de referencia constante, sino norma de vida, y la formación no es otra cosa que un apropiarse del don que Dios nos dio al llamarnos. El documento sobre la formación en la Vita Consacrata afirma con claridad: “La renovación de los institutos religiosos depende principalmente de la formación de sus miembros.”1 Este es el desafío más grande que hoy tiene la Congregación, al que ha querido responder con la edición de la nueva Ratio.


La Iglesia y el Mundo necesitan personas que hagan profesión de encarnar el interés por Dios, que sean una reserva de humanismo, que sean signo poderoso, elocuente, radical de la “sequela Christi”. Esto es lo que el Concilio Vaticano II quería y esperaba de la vida religiosa. Esta ha sido el objetivo de la Congregación durante estos últimos treinta años. Ahora el CG25 ha intentado dar su aportación específica para alcanzar esta meta, una contribución concreta que, como hemos visto, mira a reforzar la comunidad salesiana en todas sus dinámicas.


5. El don de las beatificaciones

«Queridos salesianos, (…) sed santos! Es la santidad —lo sabéis muy bien— vuestro cometido esencial». Con esta exhortación Juan Pablo II se ha dirigido a nosotros, participantes al Capítulo General, recibidos en audiencia la mañana del 12 de abril. La santidad es también la consigna de este Capítulo que se concluye con el regalo de tres nuevos beatos para la Familia Salesiana: el sacerdote Luis Variara, el coadjutor Artémides Zatti y sor María Romero Meneses.


Estos beatos, que se añaden al numeroso grupo de santidad de nuestra Familia carismática, están unidos por el don alegre de sí mismos y la entrega generosa a los más pobres. Nada hay que atraiga tanto como el testimonio del darse sin ahorro, sin medida, sin condiciones; no hay nada que fascine tanto como el servicio a los más pobres, a los más humildes, a los más necesitados. Los leprosos del padre Variara, los enfermos del señor Zatti, las muchachas abandonadas de sor Romero recuerdan inmediatamente la ofrenda gratuita de la vida de estas tres figuras que nos han propuesto como modelos. El cuidado de los más pobres y la entrega total de sí unen testimoniando así la caridad heroica de los tres nuevos beatos.


La santidad es el camino más exigente que queremos realizar junto con nuestras comunidades; es “el don más precioso que podamos ofrecer a los jóvenes” (Const. 25); es la meta más alta que debemos proponer con valor a todos. Solamente en un clima de santidad vivida y experimentada tendrán los jóvenes la posibilidad de hacer opciones valerosas de vida, de descubrir el plan de Dios sobre su futuro, de apreciar y acoger el don de las vocaciones de consagración particular.


En particular, la beatificación del señor Artémides Zatti evidencia la actualidad y la validez de la vocación del salesiano coadjutor. Sin esta figura, el carisma salesiano no sería nunca lo que debe ser. Su presencia en la vida de la comunidad salesiana no es un añadido extrínseco de una categoría de personas sino que es parte imprescindible de su fisonomía. Esto nos exige una propuesta vocacional más convencida y una presencia más visible de esta figura en la comunidad educativa pastoral.


El hilo conductor de la existencia del señor Zatti está constituido por la secuela de Cristo, con Don Bosco y como Don Bosco, siempre y en todo lugar. Esto significa que Don Bosco lo fascinó y lo atrajo; tomando ejemplo de Don Bosco, vivió el don total de sí mismo; como Don Bosco, escogió ser educador; Zatti fue un enfermero educador. Vivió en unidad profunda la experiencia espiritual, el trabajo profesional, la hermandad alegre, hasta ser un reflejo de Dios con radicalidad evangélica. La luminosa figura de esta salesiano coadjutor beato nos enseña los caminos para hacer descubrir a los jóvenes la belleza de esta vocación.


6. Lanzarse a mar abierto en su nombre

El episodio evangélico de la pesca milagrosa, presentado en la “Novo Millennio Ineunte” y tomado en el último Aguinaldo de don Juan Vecchi, simboliza nuestra vuelta al camino al acabar el CG25.


Quizás también nosotros hemos notado la inutilidad de nuestro trabajo. El Señor Jesús nos invita hoy todavía a “soltar amarras”, a renovar nuestro empeño de lanzar las redes, a intentarlo de nuevo aun habiendo visto muchas veces su ineficacia. ¡Esta es la hora del valor! Hay que lanzarse a mar abierto, afrontando los desafíos de hoy, y hay que ir hacia aguas profundas, cultivando una intensa experiencia espiritual y favoreciendo la calidad de nuestra acción.


Lo que nos impele a tentarlo de nuevo es la confianza en el Señor Jesús: fiando en su palabra, echaremos de nuevo nuestras redes. ¡Es la hora de la esperanza! El tiempo que estamos viviendo se proyecta hacia las grandes responsabilidades que nos esperan, hacia la aventura gozosa de echar las redes para la pesca y experimentar la potencia de la Palabra de Dios. Estamos seguros de que el Señor Jesús sabrá una vez más asombrarnos con su fidelidad y sus sorpresas.


Donde hay grandes desafíos, es necesario el valor y la esperanza de la comunidad. Los senderos nuevos y los arduos cometidos de la evangelización se podrán afrontar en comunidades que emprenden una conversión pastoral radical y viven una profunda experiencia espiritual. Valor y esperanza son las manifestaciones más elocuentes de la profecía de nuestras comunidades.


No descuidemos el dato de ver que, en el episodio evangélico, el gesto gratuito de la pesca milagrosa no tiene otra finalidad que la de suscitar la fe y provocarlos a seguirle. De frente al gesto sobreabundante de Jesús y tras la invitación “No temáis; desde ahora en adelante seréis pescadores de hombres”, los primeros discípulos, llevadas las barcas a tierra, lo dejaron todo y le siguieron (cf. Lc. 5, 1-11). Ellos se obligarán así en la misma misión y en el mismo destino de Jesús: la llamada definitiva a todos para que acojan el Reino. Los gestos sorprendentes y sobreabundantes de valor y de esperanza de nuestras comunidades provocan la respuesta vocacional de los jóvenes; el testimonio profético de la comunidad será capaz, hoy todavía, de suscitar jóvenes disponibles a compartir el proyecto de vida de Don Bosco: “Da mihi animas; cétera tolle”.


7. Con María nuestro auxilio

Como en la comunidad apostólica de los principios, también en nuestras comunidades está María. Está en oración con los discípulos de su Hijo; vive con nosotros, hechos hijos suyos al pie de la cruz. Desde ese momento, María está en la Iglesia con presencia orante; ora para que los discípulos superen las puertas cerradas del miedo, estén atentos y prestos al soplo del Espíritu, se aventuren por los caminos de la evangelización


Don Bosco nos ha dejado como preciada herencia la entrega confiada a María; Ella es nuestro Auxilio, es la Madre de la Iglesia, es la ayuda de los jóvenes y de los pobres, es la Madre de todos. Como el discípulo predilecto, también nosotros acogemos a María en nuestra casa, en nuestras comunidades. Ella nos hará atentos a las necesidades del tiempo presente: “No tienen vino”, y nos hará sensibles a las exigencias evangélicas: “Haced lo que El os diga.” (cf. Jn 2, 3-5).


María, con tu intervención maternal,

¡ayúdanos a volver a Don Bosco y a los jóvenes!

María, nuestro auxilio,

¡ruega por nosotros y por nuestras comunidades!



CELEBRACIÓN PENITENCIAL


CANTO DE ENTRADA: ORACIÓN DEL POBRE


1.Vengo ante Ti, mi Señor,

reconociendo mi culpa,

con la fe puesta en tu amor,

que Tú me das como a un hijo.

Te abro mi corazón

y te ofrezco mi miseria,

despojado de mis cosas

quiero llenarme de Ti.


QUE TU ESPIRITU, SEÑOR,

ABRASE TODO MI SER.

HAZME DÓCIL A TU VOZ,

TRANSFORMA MI VIDA ENTERA.

HAZME DÓCIL A TU VOZ,

TRANSFORMA MI VIDA ENTERA.


2.Puesto en tus manos, Señor,

siento que soy pobre y débil;

mas Tú me quieres as¡.

Yo te bendigo y te alabo.

Padre, en mi debilidad,

Tú me das la fortaleza.

Amas al hombre sencillo,

le das tu paz y perdón.


SALUDO DEL CELEBRANTE:


S. El Dios del perdón y de la paz, esté con todos vosotros

T. Y con tu espíritu


S. El Señor viene con la luz de su palabra y con la fuerza de su perdón para renovar nuestros espíritus. Tenemos necesidad de ello por que durante estos días de Capítulo, debemos ser instrumentos transparentes de su voz y su palabra debe pasar inalterada y eficaz. El Señor desea que seamos transmisores de verdad y no de mentira, que seamos voces libres y no esclavas.


S. Oremos.

Oh Dios, siempre bueno y misericordioso con todos,

haz que la fuerza de tu palabra

llegue hasta la profundidad de nuestros espíritus,

para que vivamos en la verdad,

por cuyo servicio queremos trabajar.

Por Cristo nuestro Señor.


T. Amén.




PALABRA DE DIOS


  • PRIMERA LECTURA


Animador

La manifestación del Señor llega a un pueblo purificado y “pronto” a acoger la palabra que salva. Dios ofrece su presencia amiga a la gente que ha lavado anteriormente sus vestidos en un baño de penitencia y de ayuno. En medio de ella se pone, codo con codo, a andar un camino de novedad, que ha costado trabajo al mismo pueblo y mucha paciencia a Dios


Lector

Lectura del libro del Éxodo (Ex 19,3‑20; 20,1.2).


En aquellos días Moisés subió hacia Dios.

El Señor lo llamó desde el monte, diciendo:

Así dirás a la casa de Jacob y esto anunciarás a los israelitas: “Ya habéis visto lo que he hecho con los egipcios, y cómo a vosotros os he llevado sobre alas de águila y os he traído a mí. Mira, voy a presentarme aquí en una densa nube para que el pueblo me oiga hablar contigo, y así te crea para siempre”.

Moisés se fue y convocó a los ancianos del pueblo y les expuso todo lo que el Señor le había mandado.

Todo el pueblo, a una, respondió: “Haremos todo cuanto ha dicho el Señor”.

Moisés volvió al Señor y le contó lo que había dicho el pueblo.

El Señor dijo, entonces, a Moisés: “Vete donde el pueblo y haz que se purifiquen hoy y mañana; que laven sus vestidos y estén preparados para el tercer día; porque en el día tercero descenderá el Señor a la vista de todo el pueblo sobre el monte Sinaí”.

Bajó, pues, Moisés del monte a dónde estaba el pueblo, purificó al pueblo y ellos lavaron sus vestidos. Y dijo al pueblo: “Estad preparados para el tercer día”. Y, precisamente, el tercer día, al rayar el alma hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre el monte y un poderoso resonar de trompeta; y todo el pueblo que estaba en el campamento se echó a temblar. El Señor bajó al monte Sinaí, a la cumbre del monte y dijo estas palabras: “Yo soy el Señor, tu Dios, que te ha sacado del país de Egipto y de la esclavitud. No habrá para ti otros dioses delante de mí”.

Palabra de Dios.


  • SALMO DE MEDITACIÓN (del Salmo 103)


Antífona (cantada): La misericordia del Señor, cada día cantaré


Bendice, alma mía, al Señor,

y todo mi ser a su santo nombre.

Bendice, alma mía, al Señor,

y no olvides sus beneficios.

Antífona: La misericordia del Señor, cada día cantaré


Él perdona todas tus culpas,

y cura todas tus enfermedades;

él rescata tu vida de la fosa

y te colma de gracia y de ternura.


Antífona: La misericordia del Señor, cada día cantaré


El Señor es clemente y misericordioso;

lento a la ira y rico en piedad.

No nos trata como merecen nuestros pecados,

ni nos paga según nuestras culpas.


Antífona: La misericordia del Señor, cada día cantaré


Cómo se levanta el cielo sobre la tierra,

se levanta su bondad sobre sus fieles;

como dista el oriente del ocaso,

así aleja de nosotros nuestros delitos.


Antífona: La misericordia del Señor, cada día cantaré


Como un padre siente ternura por sus hijos,

así el Señor siente ternura por sus fieles.

Por que él sabe de qué estamos plasmados,

se acuerda de que somos de barro.


Antífona: La misericordia del Señor, cada día cantaré


  • SEGUNDA LECTURA


Animador

El pecado es la gran mentira de nuestra vida. Rompe la comunión con Dios y nos coloca en las tinieblas, donde no es posible encontrar la verdad. Para que podamos volver a ser lámparas colocadas sobre el candelero, que ilumine a todos los que están en la casa, es necesario que Dios quite las escorias del pecado.


Lector

Lectura de la primera Carta de San Juan (1 Jn 1,5‑10; 2,1.2).


Queridos hermanos:

Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo y que ahora os anunciamos: Dios es luz sin ninguna oscuridad. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en la oscuridad, mentimos con palabras y obras. Pero si vivimos en la luz, lo mismo que Jesucristo está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros y la sangre de su hijo Jesús nos limpiará los pecados.

Si decimos que no hemos pecado, nos engañemos y no somos sinceros. Pero si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos lavará los delitos. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra.

Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Palabra de Dios.


IDEAS PARA LA REFLEXIÓN


  • El Capítulo, antes que ser una fecha determinada por las Constituciones, es una llamada del Señor. Él es el protagonista al que hay que atender, reconocer y conceder la palabra, para que de la jungla de las “ideas de la carne”, emerja, su proyecto. Una gran dificultad para la percepción del plan de Dios es la desarticulación de los corazones.


  • La comunicación de la luz de Dios, de la que se tiene necesidad en tiempo de Capítulo, presupone corazones totalmente libres de los “frutos de la carne”. Es imposible estar “libres para” si no se es “libres de”. Sólo se puede ir a Dios si en nosotros queda un espacio libre para la manifestación inesperada de su voluntad, por encima de todos los problemas personales, de todas las programaciones, de todas las previsiones y de todos los cálculos” (U. Von Balthasar).


RECONCILIACIÓN


S. Conscientes de nuestra infidelidad, confesemos a Dios nuestros pecados, pidiéndole la gracia de un mayor compromiso.

T. Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante vosotros, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión: Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los Santos y a vosotros hermanos, que intercedáis por mí ante Dios, nuestro Señor.


(primer coro)

Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo.


(segundo coro)

Ven, Padre amoroso del pobre y dador de todo don;

ven, luz de los corazones.


(primer coro)

Perfecto consolador, dulce huésped del alma,

descanso de nuestro esfuerzo.


(segundo coro)

Tregua en el duro trabajo; brisa en las horas de fuego,

gozo que enjuga las lágrimas.


(primer coro)

Entra hasta el fondo del alma,

divina luz, y enriquécenos.


(segundo coro)

Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro;

mira del poder del pecado, cuando no envías tu aliento.


(primer coro)

Riega la tierra en sequía,

sana el corazón enfermo, lava las manchas.


(segundo coro)

Infunde calor de vida en el hielo,

doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.


(primer coro)

Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos.



(segundo coro)

Dale al esfuerzo su mérito;

salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno.


Gloria al Padre...


ORACIÓN


S. Dios, Padre misericordioso,

que ha reconciliado al mundo

por la muerte y resurrección de tu Hijo

y ha enviado al Espíritu Santo

para la remisión de los pecados, nos conceda,

por el misterio de la Iglesia,

él perdón y la paz

T. Amen.


En este momento se puede dejar un tiempo para la confesión individual.


ACCIÓN DE GRACIAS


Demos gracias al Señor por el perdón que nos ha dado.


S. El Señor esté con vosotros.

T. Y con tu espíritu.

S. Levantemos el corazón.

T. Lo tenemos levantado hacia el Señor.


S. Demos gracias al Señor, nuestros Dios.

T. Es justo y necesario.


S. En verdad es justo darte gracias,

es bueno cantar tu gloria, Padre Santo,

Dios omnipotente y eterno.

Hoy, en Cristo, has derramado sobre nosotros

la abundancia de tu misericordia.

En él, que ha muerto y resucitado por nosotros,

nos has renovado el corazón

para que seamos dignos hijos tuyos

y podamos proclamar al mundo,

la inmensidad de tu amor,

y la gran potencia de tu gesto de liberación.


Por este don de tu benevolencia,

te damos gracias y te bendecimos.

Y con todos los redimidos,

en la tierra y en el cielo,

queremos darte gracias

por la alegría de ser tus hijos.


T. Padre nuestro...


S. Oremos.

Oh Dios, que por tu gran de tu bondad,

nos has hecho pasar de pecadores a justos,

y de la tristeza del pecado

nos has hecho pasar a la alegría de una nueva vida,

asístenos con la luz de tu Espíritu,

para que después de haber acogido el don de la justificación,

perseveremos en la verdad,

hasta el día de la venida de Cristo Señor,

que vive y reina por los siglos de los siglos.

T. Amén


S.- Que la bendición de Dios () Padre, Hijo y Espíritu Santo nos haga permanecer en la verdad y en el amor.

T. Amén.












CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA


Nota previa: para la celebración de la presente celebración eucarística nos limitamos a dar unas pautas a modo de sugerencia. Entre los cantos no se incluyen los que pudieran ser más espontánes (santo, Kyrie, presentación de las ofrendas, antífona del salmo responsorial...).


Ambientación:

Queridos hermanos: Hemos vivido este día de Retiro, que nos ha servido para intentar sintonizar con el espíritu de nuestro Capítulo General. Pidamos al Señor que nos dé fuerza para llevarlo a cabo en la convicción de que Jesús está entre nosotros. Él nos reúne en torno a su mesa para dirigirnos su mensaje y alimentarnos con su fuerza. Comenzamos, pues, proclamando su presencia entre nosotros.


Canto de entrada: CON NOSOTROS ESTÁ EL SEÑOR.

Con nosotros está el Señor, con nosotros.

Su Palabra es camino y verdad

Y en la mesa del altar nuestra vida, nuestra vida (bis).


Por nosotros está en el altar,

por nosotros su cuerpo es manjar,

por nosotros camino, por nosotros verdad.

Él con nosotros está.


Con los hombres que buscan la paz,

con los pobres que piden su pan,

con el débil y enfermo, con quien no tiene hogar,

Él pide amor y hermandad.


Como hermanos en un mismo hogar,

como hijos que comparten su pan,

celebremos la Cena, Sacrificio Pascual,

sacramento de fraternidad.


Palabra de Dios

Se toman, al igual que las oraciones, las lecturas del día.


Preces espontáneas.


Canto del Padrenuestro

En el mar he oído hoy

Señor, tu voz, que me llamó

y me pidió que me entregara

a mis hermanos.

Esa voz me transformó

y mi vida entera ya cambió

y sólo pienso ahora, Señor, en repetirte:


Padre nuestro, en ti creemos,

Padre nuestro, te ofrecemos,

Padre nuestro, nuestras manos

de hermanos (bis).


Cuando vaya a otros lugares

tendré yo que abandonar

a mi familia, a mis amigos,

por seguirte.

Pero sé que así algún día

podré enseñar tu verdad

a mi hermano y junto a él

yo repetirte.


Padre nuestro...


Canto de comunión: JESÚS ESTÁ ENTRE NOSOTROS

Jesús está entre nosotros,

Él vive hoy y su Espíritu a todos da.

Jesús, razón de nuestra vida,

es el Señor, nos reúne en pueblo de amor.


Cambia nuestras vidas con tu fuerza,

guárdanos por siempre en tu presencia;

Tú eres Verdad, Tú eres la paz.


Rompe las cadenas que nos atan,

llénanos de gracia en tu Palabra;

gracias, Señor, gracias, Salvador.


Nuestras existencias hoy te alaban,

nuestros corazones te dan gracias;

Tú eres Amor, eres canción.


Canto final: SALVE, DON BOSCO SANTO

Salve, Don Bosco santo,

joven de corazón.

mira todo el quebranto

de un mundo sin amor. (BIS)


1.Juventudes que caminan

sin saber a dónde van,

juventudes tan heridas,

sin fe, sin paz, sin luz ni amor,

Juan Bosco: oye nuestra voz.


2.Si supieras cuántas veces

nos trataron de vencer;

si supieras cómo duele

el ver crueldad, rencor, pasión,

Juan Bosco, ven y ayúdanos.


3.Ven a ver cómo luchamos

con esfuerzo y decisión;

ven a ver cómo tratamos

de hacer cambiar el mundo de hoy,

Juan Bosco, ven y ayúdanos.










































FORMACIÓN






LAS VACACIONES


NO SON UNA SIMPLE OPCIÓN, SINO UNA HONDA NECESIDAD


HUIR SÍ, PERO ¿DE QUÉ O DE QUIÉN?4



No sé si en otras épo­cas el fenómeno de las vacaciones era tan apremiante y necesario. Es cierto que el veraneo, incluso en épocas lejanas, tenía ritos y ritmos perentorios. Dejar la ciudad, ir a lugares más ame­nos, partir hacia paises leja­nos... En una palabra, rom­per con la rutina diaria y re­nunciar a ciertas formalida­des o normas de conducta.


En todo caso, estamos ante un nuevo verano, acu­ciados, casi, por la obligación de ir de vacaciones. ¿Iremos en busca de aguas cristali­nas, de luz deslumbrante, de verde tranquilizante, de ci­mas solitarias? ¿Nos pondre­mos en ruta compaginando, como se ha puesto de moda, reflexión y movimiento? ¿Ce­rraremos puertas y ventanas renunciando a cualquier re­clamo externo? ¿O nos de­cantaremos por un servicio a los marginados de turno?


Podríamos seguir enume­rando hipótesis. Pero, como siempre, a pesar de las vaca­ciones fraccionadas e inteli­gentes y aunque los que se quedan son siempre más que los que se van, nuestras ciudades se vaciarán inevita­blemente. Se cerrarán co­mercios, farmacias e igle­sias. Todo caminará, pero a paso lento. Quizá volvamos a encontrarnos en Otra par­te, luchando con los atascos, con las multitudes, con otras tareas protocolarias: estar, mostrarse, recuperarse. Y a la vuelta nos encontraremos un poco más cansados, Sa­tisfechos de haber celebrado el rito colectivo de las vaca­ciones. Pero ¿es necesario sustituir una rutina por otra? ¿No hay otra alternativa? Re­flexionemos un poco. Tal vez nos ayude a ello recordar el origen de la palabra «vacacio­nes»: del latín vacare, o sea: vaciar, dejar espacio. Surge la pregunta: ¿a quién?, ¿de quién?, ¿a qué?, ¿de qué?


La respuesta, paradójica­mente, depende de nosotros. Ir de vacaciones significa simplemente intentar hacer otras cosas, tal vez divertir­nos. Y henos de nuevo ante otra pedante reminiscencia: divertere, o sea, apartar, ale­jar de sí. Como quiera que lo miremos, el problema de las vacaciones (y del divertirse) consiste en poner entre pa­réntesis el propio ser, la con­ciencia, el propio yo. En una palabra, estar o no estar. Acallar de una vez la manía obsesiva de enfrentarnos con nosotros mismos. Y desde este punto de vista, está cla­ro que las vacaciones son una empresa desesperada.


Para bien o para mal, lleva­mos con nosotros a nuestro yo. Intentar prescindir de él, acallarlo o ignorarlo signffica simplemente «alienarse».



¿Huir de nosotros mismos?


Desgraciadamente este es el deporte preferido de mu­chos: recurrir a instrumen­tos que ofuscan la concien­cia, aunque prometan lo con­trario. Piénsese en la droga, en el desafío de sensaciones nuevas, de sensaciones tan extremas que hacen sutil el diafragma entre lo real y lo imaginario, entre la vida y la muerte. Llamémoslas vaca­ciones, si nos parece. Pero evidentemente, al menos como cristianos, no es de nosotros de quienes debería­mos huir. Más bien de todo aquello que nos aleja de no­sotros mismos.


Huyamos de la monotonía de nuestras jornadas. Pero esto significa, ante todo, prestar más atención a uno mismo, alas cuestiones pro­fundas que brotan de nues­tro interior. Las vacaciones, en suma, como momento de verdadera libertad y gratuita escucha de nuestra corporei­dad y de nuestra psique, que forma una sola cosa con ella. No es una simple opción, sino algo profundamente ne­cesario. Nuestra historia se desarrolla entre ferias y fies­tas, entre trabajo y descan­so, entre vigilia y sueño.


Nos guste o no, nunca po­demos separarnos de nues­tra humanidad consciente e individual. Si el juego de las vacaciones implica un «qué» —la rutina del tiempo que ne­cesita interrumpirse— y el «quién» de nuestro yo -que sigue siendo nuestro compa­ñero—, el desafío consiste en aprovechar uno y otro. Vaca­ciones inteligentes, pues, a nuestra medida, sin ceder a las modas de turno.


Pero esto requiere una re­cuperación consciente del sentido del tiempo. El proble­ma actual estriba en la pre­tensión maligna de anular las condiciones mismas de nues­tro estar y relacionarnos. Tiempo y espacio ya no los advertimos como condicio­nes a priori, como claves de nuestro estar en el mundo.


La ilusión consiste precisa­mente en creer que podemos prescindir de ellos o dome­ñarlos a nuestro gusto. De modo que —volviendo a las vacaciones— el problema con­siste en aceptar la realidad de nuestro estar aquí y ahora y aceptar sus ritmos.


La idea de unas vacaciones sin límite, de un derecho ab­soluto a la diversión hade co­rregirse. La búsqueda de feli­cidad —legítima sin duda, y bendecida por Dios si tiene algo que ver con la idea bíbli­ca del shalom- no puede ba­sarse en la pretensión de unas vacaciones ilimitadas, sobre todo si se entienden como diversión o alienación.


El problema consiste en recuperar el sentido del tiem­po, en redescubrir su ritmo. No porque haya que preferir la concepción preindustrial del tiempo, sino porque, preindustrial y posindus­trial, hay que admitir la sen­satez del alternarse del día y de la noche, de las semanas, los meses y los años. Como quiera que los llamemos o distingamos, son necesarios para la calidad de la vida, nuestra y de los demás.


En una palabra, hay que denunciar la paradoja de unas vacaciones permanen­tes, no menos perniciosa que la de un trabajo continuo.






¿Qué vacaciones?


Inteligentes, hemos dicho. Que nos restituyan a noso­tros mismos y a Dios; y tam­bién a los demás. Distingui­ría, pues, en círculos concén­tricos, tres condiciones irre­nunciables para las vacacio­nes. Ante todo, una sensata atención a nosotros mismos, al cuerpo y a sus necesida­des. Es poco constatar lo que funciona y lo que no. Propon­dría que nos interpeláramos por el sentido de tener un cuerpo, único interlocutor concreto, manifestación con-creta de nuestro ser profun­do. Y para proseguir, aborda­ría una seria reflexión sobre nuestra cercanía con todo lo que tiene «cuerpo». Me pre­guntaría qué respeto nos me­rece la corporeidad de los de­más, cómo miramos las co­sas, la naturaleza, la creación entera. Saborear el placer de estar en el mundo. Dar gra­cias por nuestro cuerpo, re­conciliarnos con él, con sus ritmos y necesidades. Gustar la riqueza de la materialidad del aire, el agua, el sol, la vida, los animales y plantas...


Y, finalmente, restablecida una correcta relación con no­sotros mismos y con el mun­do, propondría que nos inter­peláramos sobre la relación con Dios. Está claro que Dios nos acompaña siempre. Pero reflexionar sobre nuestra ar­monía psicofísica nos lleva necesariamente a interrogar­nos sobre nuestra relación con Dios. Y él siempre nos sale al encuentro en la multi­plicidad de sus criaturas.


Admitido esto, hay que aceptar el desafio del vacare Deo. Es para el creyente la forma más refinada del ocio. Que debería constituir su ac­titud interior permanente. Pero, digámonoslo con fran­queza, también la relación con Dios puede hacerse ruti­naria. Nuestra torpeza de criaturas consigue rebajar todos los dones de Dios e in­cluso a él mismo, hasta per­der el gusto por él, hasta el sentido de su presencia.


Por consiguiente, vacacio­nes como Itinerario de pro­gresiva y renovada toma de contacto con el donde la vida y con sus actores: nosotros mismos, el mundo, Dios.


Si esta es una hipótesis de Itinerario personal, aún he­mos de tener presente un dato: como es Imposible va­care de sí mismos, es Igual­mente Imposible vacare de los demás. Aquí el discurso se complica. Nos hemos re­signado a ver ciudades de­siertas, a servicios reducidos al mínimo. Pero como cris­tianos, ¿no podríamos pro­poner otras vías?



Ecumenismo de base


Las vacaciones permiten compaginar la atención a sí mismos, a la creación y a Dios con la atención a los de­más. Y no necesariamente de forma complicada y costosa, como el turismo, sino de for­mas corrientes y sencillas, como la mutua hospitalidad, que, entre otras cosas, abre al Intercambio entre comuni­dades y grupos, fomentando un sentido diverso de la mis­ma eclesialidad. Sin reple­garse sobre sí mismos, sobre las propias propuestas pastorales o los propios medios. Dejándose, más bien, interpe­lar, acogiendo personas y ex­periencias diversas, estable­ciendo parangones, poniendo en marcha nuevas relaciones. Pienso, por ejemplo, en pa­rroquias del norte y del sur. ¿Hay un modo mejor de co­nocerse y olvidar prejuicios? No se trata de hermanamien­tos formales, sino de la mu­tua hospitalidad, el intercam­bio efectivo, por un tiempo, de personas, servicios y recur­sos. Y ¿qué decir de la posibi­lidad, más compleja, de pro­mover un ecumenismo prác­lico, desde la base, que ponga seriamente en contacto a comunidades católicas y de otras confesiones?



Esto, obviamente, no impi­de viajar, hacer peregrinacio­nes, ejercicios espirituales o simplemente el placer de leer un buen libro Omagnfficas va­caciones!), nl ir al mar, a la montaña o lo que sea. Pero si todo esto se combina con la hospitalidad y el mutuo ser­vicio, si deja espacio al minis­terio laical, ¿no ganarían mu­cho nuestras comunidades, demasiado perdidas en una rutina cultual-pastoral sin in­novaciones ni ilusiones?


Me gustaría un verano en el que las puertas de nuestras iglesias estuvieran siempre abiertas; en el que, si poseen tesoros artísticos, los feligre­ses se encargaran de mos­trarlos a los demás; en que la liturgia estuviera más anima­da; en que los ancianos ylos enfermos contaran con nues­tra presencia; en el que los muchachos menos afortuna­dos encontraran alguien dis­ponible. Un verano, en una palabra, en el que se estable­ciese el intercambio y la hos­pitalidad, abriendo puertas y recursos, de modo que el va­gabundear vacaclonal del pueblo de Dios tuviera ecle­slalmente un sentido, y las vacaciones sirvieran verdade­ramente para recuperarse y renovarse. Vacare Deo no puede significar prescindir de los demás o renunciar a llevarlos consigo, como selle-va la propia riqueza o la ca­pacidad de donarse.


Qué bien si las vacaciones fueran ocasión para llevar a cabo una revolución eclesial, para un desmembramiento fructuoso y entrecruzado de nuestras comunidades. Qué bien si sirvieran para aunar dones comunes, de modo que volviéramos animados y renovados a reemprender nuestras tareas ordinarias.



C.Millitello


































COMUNICACIÓN





Limites éticos de la inteligencia artificial5



Se describe a lo largo del artículo la inteligencia artificial como actividad, destacando los aspectos en que aparecen problemas éticos según el campo específico de aplicación. Posteriormente la exposición se centra en los sistemas de toma de decisión, y concretamente en aquellos en los que hay que considerar múltiples criterios conflictivos. Por último, en las conclusiones finales se trata de recoger criterios que permitan establecer los límites éticos de la inteligencia artificial.


4 Fernando de Cuadra6

▲back to top




Introducción


¿Se podrá automatizar cualquier tarea actualmente desempeñada por seres humanos? Creo que sí. ¿Y las tareas intelectuales más abstractas, que sólo llevan a cabo personas muy capaces y especializadas? También. Las máquinas ya reemplazan con éxito a campeo­nes de ajedrez o a pilotos de avión. Y lo más espectacular está aún por lle­gar.


En la práctica, los límites técnicos no son críticos. Los avances de la tec­nología rompen las barreras establecidas a mayor velocidad de lo que la sociedad y el individuo puedan asimilar. Los límites físico-teóricos están demasiado lejos para que lleguen realmente a restringir posibilidades. Debemos mucho antes encontrarnos con otros obstáculos, de naturaleza eco­nómica, sociojurídica y —especialmente— ética.


Parece que hay cierta diferencia esencial entre un piloto automático y un juez automático (o médico, o policía). Nos resignamos a poner nuestra vida en manos del primero, pero seguramente pondríamos reparos a someternos a las decisiones del segundo. ¿Por qué? Los dos son sistemas automáticos, que parten de una cierta información para tomar decisiones que pueden ser críticas. Este artículo trata de analizar la naturaleza de la barreta que separa estos dos tipos de sistemas automáticos.



Ingeniería


En general, el objetivo de la ingeniería es el diseño, desarrollo y explotación de sistemas más o menos complejos para mejorar las condiciones de vida de las personas de una forma racional y con­trolada. Los sistemas están formados por estructuras, máquinas y personas que colaboran activa o pasivamente en la consecución de los fines estableci­dos.


Los límites técnicos de la ingeniería se establecen dinámicamente según los avatares teóricos de la ciencia (modelos y principios contrastados experi­mentalmente) y los avatares prácticos de la tecnología (capacidad de diseño, fabricación y control). Otros límites importantes son los de la imaginación creativa. Pero debe distinguirse entre imaginar un sistema visto desde fuera, como un comportamiento deseable, e imaginar un sistema visto desde den­tro, como un comportamiento factible y controlable. Lo primero es un ejer­cicio de creatividad especulativa o artística, necesaria peto no suficiente para desarrollar un sistema. Si no somos capaces de ir más allá, nos quedamos en el terreno de la ciencia-ficción. Lo segundo es un ejercicio de creatividad práctica propio de la ingeniería, que en general podemos llamar diseño.


Cuando los sistemas que se desea desarrollar son complejos, los proyec­tos de ingeniería también lo son. Esto obliga a que las decisiones —y los problemas éticos asociados a las mismas— se tomen en sucesivas etapas siguien­do una estructura jerárquica. Simplificando, podemos identificar cinco eta­pas fundamentales:


1. Aplicación de políticas generales y estudios preliminares.

2.Especificación.

3.Diseño.

4.Desarrollo.

5.Explotación.


Tomemos como ejemplo la construcción de una central nuclear. En la primera etapa debe decidirse sobre el conflicto entre rentabilidad y peligros de la energía nuclear y, si se decide que compensa globalmente, hay que adoptar un conjunto de normas de seguridad para minimizar estos peligros hasta límites tolerables. En la segunda etapa se describe en detalle el con­junto de características técnicas de la central, como su localización, potencia y tipos de tecnología, pero también se detalla cómo se deben aplicar las nor­mas de seguridad decididas en la primera etapa. En la tercera se describen con detalle todos los subsistemas de la central, las conexiones y relaciones entre ellos y cómo se plasman en todas y cada una de sus piezas las normas y procedimientos de seguridad de la segunda etapa. En la fase de desarrollo se construye, y en la de explotación se mantiene el sistema bajo control para respetar en todo momento las normas emanadas de las etapas anteriores.


Las decisiones con mayor contenido ético se plantean en las fases inicia­les de un proyecto. Frecuentemente, aparece un conflicto entre beneficio económico y daño al medio ambiente, entre bienestar a corto plazo y posi­bles desastres a medio plazo, o también entre molestias a una minoría fren­te a supuestos beneficios para la mayoría. A partir de la decisión inicial, bási­camente hay que seguir escrupulosamente las normas y no cometer negli­gencias, errores ni fraudes. Debe tenerse en cuenta además que en muchos proyectos de ingeniería ni siquiera son relevantes las decisiones iniciales (por ejemplo, el desarrollo de un nuevo modelo de televisor).


Algo fundamental en los proyectos de ingeniería es que siempre existe un responsable de cada aspecto del proyecto: diseño, seguridad, pruebas, puesta en marcha, mantenimiento, etc. Si se produce un fallo, se supone cul­pable al responsable, que tiene que demostrar su inocencia. La responsabili­dad es muy importante, pues condiciona críticamente el grado de autonomía de las máquinas inteligentes.



Inteligencia artificial


Bajo este nombre recojo un conjunto bastante diverso de disciplinas que persiguen objetivos similares: resolver auto­máticamente problemas, y/o realizar tareas, que por su complejidad requieren un cierto grado de inteligencia. Entre estas disciplinas incluyo la programación matemática, la investigación operativa, la informática avanzada, la ingeniería del conocimiento y el control inteligente. En cuanto a su vertiente aplicada, considero la inteligencia artificial como una rama más de la ingeniería.


Muchos autores restringen el término «inteligencia artificial» a un con­junto limitado de tipos de aplicaciones informáticas. Esto se debe a diversas causas: razones históricas, modas intelectuales; prejuicios gremiales, sutile­zas técnicas, ven tajas comerciales, el estado actual de la tecnología, o simple ignorancia. Los argumentos más respetables que se manejan para hacer esta distinción son de dos tipos:


1.La naturaleza del problema o tarea que se desea automatizar. Algunos ejemplos son la visión artificial, el aprendizaje, algunos problemas complejos de control, el diagnóstico a partir de síntomas, el diseño «creati­vo», y el procesamiento de lenguaje natural.


2.La técnica (o tecnología) empleada. Por ejemplo, algunos tipos de lenguajes de programación, la búsqueda heurística, las redes neuronales, la lógica borrosa, los sistemas expertos, y el reconocimiento de patrones.


Según mi experiencia, toda frontera que se quiera establecer entre inte­ligencia artificial e informática convencional es superficial, difusa, y depen­diente del estado del arte. Por esto creo que resulta más adecuado eliminar de raíz dicha frontera.


Aunque hay sistemas electromecánicos analógicos capaces de realizar tareas bastante complejas, la inteligencia artificial está estrechamente rela­cionada con los sistemas digitales. Los sistemas digitales están compuestos por máquinas físicas y virtuales (hardware y software) cuyo comportamiento puede describirse mediante álgebra —o lógica— binaria. La capacidad poten­cial de los sistemas digitales para implantar comportamientos complejos es inmensa. A ello contribuyen la inversión en tecnología avanzada en hardwa­re, la posibilidad de abstracción del software y la propia automatización de técnicas de diseño y verificación. Los límites prácticos se deben fundamen­talmente al estado de la tecnología de los dispositivos físicos (almacena­miento limitado de información, tiempo de respuesta, tamaño y consumo), y a las restricciones impuestas por el mercado en cuanto rentabilidad de las inversiones.


¿Pueden las máquinas ser inteligentes, o bien sólo parecerlo? Esta es una cuestión que puede suscitar discusiones interminables (y muy entretenidas), pero es irrelevante desde el punto de vista —siempre práctico— de la ingenie­ría. Si un sistema funciona como si fuera inteligente, ¿qué importa si real­mente lo es? Otra cuestión bien distinta es la responsabilidad. Una máqui­na no es libre, y por tanto no es responsable de sus decisiones ni de sus actos. Libertad, responsabilidad y conciencia son características propias de la con­dición humana, y estrechamente relacionadas entre sí.



Aspectos éticos según tipos de aplicaciones


Se considera aquí que las decisiones pro­blemáticas desde un punto de vista ético son sólo aquellas que puedan per­judicar directa o indirectamente a las personas. Por lo tanto se debe cuestio­nar si el desarrollo y explotación de un sistema inteligente puede afectar a la vida, la salud (lo que incluye el medio ambiente), la libertad, la intimidad, el puesto de trabajo o la dignidad de alguien, y en general a su bienestar físi­co y mental.


Hay áreas de trabajo que son en sí mismas una fuente inagotable de preocupación ética. En este grupo incluyo los sistemas de armamentos, la genética y la industria de alto riesgo medioambiental. Dado su carácter general y su amplia difusión, este tipo de problemas éticos no es objeto de este artículo.


Dos tipos de aplicaciones de la inteligencia artificial también se van a dejar deliberadamente fuera de esta discusión. Uno es el recreativo y artísti­co, que incluye el campo de los videojuegos y la realidad virtual. El otro es el de las herramientas avanzadas de trabajo y los equipos técnicos especiali­zados, utilizadas en actividades industriales, burocráticas o contables.


La amenaza planteada por el primer tipo de aplicaciones está relaciona­da con problemas psicológicos de alienación, adicción, incomunicación per­sonal o educación. No se discute aquí por falta de conocimiento y por tanto de opinión fundada sobre el tema. La amenaza planteada por la automatiza­ción de actividades laborales se relaciona con la destrucción de puestos de trabajo. Esta amenaza se ignora por considerar que la dinámica del mercado de trabajo es una realidad ya muy conocida y globalmente beneficiosa (aun­que pueda afectar localmente a algunos colectivos, y esto debe resolverlo la legislación laboral). Quien argumenta, por ejemplo, que una excavadora quita el trabajo a muchos obreros, simplemente ignora los puestos de traba­jo generados por su diseño, fabricación, comercialización, transporte, mane­jo, mantenimiento, formación de personal especializado y otras actividades asociadas.


No es fácil clasificar los campos de aplicación de la inteligencia artificial, pues tienden a ser todos los imaginables. Para identificar grandes familias de aplicaciones y sus problemas éticos asociados se ha optado aquí por un crite­rio sencillo y bastante claro, basado en las funciones más elementales que realiza un sistema digital.


A diferencia de otras especialidades de ingeniería, la materia prima de la inteligencia artificial es la información, en la que se materializa algo más abs­tracto, que es el conocimiento. Hay cuatro funciones básicas que se realizan en cualquier proceso o sistema complejo: almacenamiento, transporte, pro­ceso y control. En función de estas cuatro tareas básicas, identificamos los siguientes tipos de aplicaciones informáticas:

1.- Gestión de información. La información se almacena físicamente en las memorias, y a más alto nivel en las bases de datos. En estas aplica­ciones, la función principal es el almacenamiento y recuperación de información.

2.- Comunicación. La información se transporta mediante sistemas y redes de comunicaciones. En estas aplicaciones, el transporte es la función más importante.


3.-Control. El control de los sistemas consiste en la sincronización de las tareas que realiza cada uno de los subsistemas para garantizar la con­secución de una tarea común más compleja. En estas aplicaciones, la función de control es dominante.

4.- Razonamiento automático. El proceso o transformación de información corre a cargo de procesadores (a nivel físico) y sistemas de cálculo automático en general. En este tipo de sistemas, la función de pro­ceso de información es la fundamental.


Cualquier sistema digital complejo reúne todas estas funciones básicas. Pero habitualmente es fácil identificar cuál es la función dominante de una aplicación, y esto nos permite caracterizar sus distintos problemas éticos aso­ciados de una forma sencilla.


En las aplicaciones de gestión de información y de comunicación, los problemas éticos están relacionados con el derecho a la intimidad y a un cier­to grado de anonimato de las personas. No existe una garantía real de segu­ridad (informática) ante el acceso de personas no autorizadas a nuestros datos más íntimos. Existe el riesgo de opresión por un estado policial, o por otro tipo de organizaciones. También se puede poner en peligro el derecho a la rehabilitación, haciéndonos esclavos de por vida de nuestra historia pasada.


En las aplicaciones de control (robótica, transportes automatizados, con­trol de procesos industriales), los problemas éticos son los propios de la inge­niería clásica: cómo se garantiza la seguridad (física) de las personas y del medio ambiente, quién se hace responsable de ella en caso de fallos y, por tanto, de posibles desastres. El problema se reduce al análisis, gestión y acep­tación social del riesgo asociado al progreso tecnológico.


En las aplicaciones de razonamiento automático, los problemas éticos son quizá más complejos y sutiles. A su discusión se dedica el siguiente apar­tado.



Razonamiento automático y toma de decisiones


Aunque hay diversas técnicas alterna­tivas para abordar este tipo de desarrollos, se va a emplear aquí un enfoque propio de la programación matemática y de la investigación operativa. Esto es suficiente porque todas las técnicas persiguen los mismos objetivos y, por tanto, también plantean los mismos problemas éticos. Para facilitar la expo­sición se empleará un proyecto real de logística, como es la asignación ópti­ma de turnos de trabajo en una empresa.


Centrémonos en cómo resolver el problema de forma automática. La solución del problema se modela como un valor concreto de un conjunto de variables de decisión. En el ejemplo, algunas variables de decisión pueden ser el número total de turnos, las horas de comienzo de cada turno, o las horas de descanso programadas. La solución tendrá que cumplir una serie de res­tricciones; por ejemplo, que haya en todo momento un número suficiente de trabajadores (restricción técnica) o que ningún turno supere ocho horas de duración (restricción legal, pactada, o simplemente racional).


Toda solución que cumpla las restricciones es una solución factible. Pero si hay más de una solución factible, se querrá seleccionar la mejor (o las mejores) de todas, y eso se determina mediante atributos, objetivos o crite­rios de optimización. Un atributo podría ser minimizar el número total de trabajo, y otro podría ser respetar al máximo las preferencias de horario de cada trabajador, o intentar centrar las horas de descanso dentro de cada turno de trabajo.


Si se desea obtener sólo una solución factible, basta con buscar una que respete todas las restricciones. Si además se desea obtener la solución ópti­ma, hay que seleccionar la mejor de entre las factibles. Esto último exige definir artificialmente qué se entiende por «mejor». Una práctica habitual es sopesar los distintos atributos reduciéndolos a una sola función que se desea minimizar (función objetivo). Por ejemplo, una suma ponderada de atribu­tos donde cada factor de ponderación refleja la importancia relativa de cada uno frente a los demás. La solución óptima será la que corresponda a un valor mínimo de la función objetivo.


Silos atributos son realmente conflictivos entre sí, será difícil incluirlos en una única función objetivo. En el ejemplo empleado, es difícil ponderar el número total de horas de trabajo (coste) frente al grado de satisfacción de los trabajadores. Otro ejemplo habitual en ingeniería es el conflicto entre mini­mizar el coste de una inversión industrial frente a minimizar su impacto medioambiental. Lo más correcto (práctica y éticamente) en estos casos es aplicar técnicas de optimización multiatributo, que permiten obtener un conjunto óptimo de soluciones no condicionado por una determinada pon­deración.


Este conjunto de soluciones cumple la propiedad de que ninguna es obje­tivamente peor ni objetivamente mejor que ninguna otra. La herramienta automática ayuda a la toma de decisiones proporcionando un conjunto ópti­mo de alternativas y la información necesaria para ponderarlas, pero la deci­sión final —y por tanto la responsabilidad— se deja al usuario de la herra­mienta.



Razonamiento automático y ética


El problema ético más inmediato en un sistema de razonamiento automático es el mismo que en otros tipos de sis­temas: hasta qué punto el objetivo fundamental de la aplicación es ético. Ya se ha comentado que hay áreas de trabajo éticamente delicados, como el armamento, la genética o ciertos tipos de industria. En el ejemplo anterior de los turnos de trabajo el objetivo es opinable, porque puede verse como un arma empleada para explotar al trabajador (se emplea para negociar conve­nios, pero sólo dispone de ella la empresa) o como un método racional para obtener beneficios mejorando al mismo tiempo las condiciones de trabajo.


En las aplicaciones de toma de decisiones, la definición y forma de uso de la herramienta dependen en gran medida de la labor del ingeniero de especificación y diseño, frente a otros tipos de proyecto controlados más rígi­damente por el cliente. Existe la posibilidad de definir restricciones con fle­xibilidad, de hacer explícitos los criterios conflictivos y de mostrar las posi­bilidades reales de la herramienta como ayuda, y no como elemento frío de decisión. Los objetivos finales de la aplicación se pueden modificar parcial­mente durante el proyecto, y en algunos casos esta influencia puede consi­derarse un deber desde un punto de vista ético.


Una cuestión más general es hasta qué punto debe confiarse a una máquina la toma de decisiones, cuando nunca puede ser responsable de las mismas. Antes de tratar este tema, vamos a excluir de la discusión una gran cantidad de aplicaciones: todas aquellas en las que la solución de un proble­ma es única por naturaleza. Esto puede ocurrir porque la restricciones per­mitan sólo una solución o porque no existan realmente atributos conflictivos entre sí.


En el caso de problemas con solución única, la toma automática de deci­siones no es éticamente discutible. Una solución errónea sería simplemente un fallo, pero no se delega la responsabilidad. Se debe tratar como una apli­cación de tipo «control», y por tanto debe desarrollarse bajo las normas de seguridad correspondientes a la gravedad de las consecuencias del fallo. En casos en que esté en juego la vida humana, esto incluye pruebas sistemáticas, auditorías, redundancia de sistemas, monitorización y funciones de autocom­probación. El sistema debe funcionar además bajo la supervisión de personas que son responsables legal y moralmente de su buen comportamiento.


En problemas que incluyen atributos éticamente conflictivos, la decisión final debe tomarla una persona que se haga responsable de las consecuencias. Una herramienta automática puede generar el conjunto de soluciones ópti­mas, para que el usuario de la herramienta escoja entre ellas. En el ejemplo de la distribución de turnos de trabajo, la empresa puede natualmente ele­gir la solución de mínimo coste ignorando el bienestar de los trabajadores (respetando sólo mínimos legales o de convenio). Pero se dan dos circuns­tancias muy interesantes: primero, se conocen los costes objetivos de ceder más o menos en la negociación, pues está disponible todo el abanico de solu­ciones óptimas; segundo, en ninguna de las soluciones óptimas se perjudica a los trabajadores innecesariamente, sino sólo en caso de que realmente esto represente un beneficio significativo para la empresa.


Esta última propiedad es muy importante. Por ejemplo, mediante los resultados obtenidos por la herramienta de razonamiento automático, se comprobó que se podía aumentar bastante el tiempo de descanso de los tra­bajadores sin que la empresa se viera afectada en absoluto. Curiosamente, el problema de la duración del descanso había ocupado horas de negociación en años anteriores, al igual que otros puntos conflictivos sólo en apariencia.





Resumen y conclusiones


No es la tecnología la que restringirá la aplicación de sistemas automáticos a cualquier tipo de actividad. Mejor será entonces que sean sus problemas éticos asociados los que establezcan los limites prácticos.


Un sistema automático inteligente puede desarrollarse para cualquier tipo de finalidad. Por tanto, una fuente de problemas éticos es la valoración de la finalidad en sí. Ejemplo de áreas de trabajo éticamente discutible son la industria de armamento, los procesos industriales contaminantes o la manipulación genética.


Un campo en el que lo discutible no son los objetivos, sino el uso de la Inteligencia Artificial en sí, es el de los juegos y el arte. Es discutible su uso por la posibilidad de adicción, y por la deshumanización —o alienación— en unas actividades tan ligadas tradicionalmente a las relaciones personales.


Clasificando los tipos de sistemas inteligentes por sus funciones princi­pales (almacenamiento, transporte, control y proceso), se han identificado tres grandes familias de problemas éticos:


En las aplicaciones de tipo «control», los problemas éticos son simila­res a los de otras especialidades de ingeniería. Ante el posible riesgo de desastres y accidentes, hay que establecer las normas, procedi­mientos y controles de seguridad necesarios. Además hay que contar con la supervisión de personas que se hagan responsables legal y moralmente del comportamiento del sistema, siempre bajo el supues­to de que no existe un sistema absolutamente infalible.


En las aplicaciones de gestión masiva de información y comunicacio­nes, se puede amenazar seriamente la intimidad, libertad y dignidad de las personas. Esto plantea problemas éticos especiales, en particu­lar porque es muy difícil responsabilizar directamente a una persona u organización de los posibles abusos y usos indeseables del poder de la información.


En las aplicaciones de tipo «razonamiento automático», hay que dis­tinguir entre razonamientos de solución única (que se tratarían ética­mente como aplicaciones de control), y razonamientos que emplean argumentos éticamente conflictivos, en los que se puede generar auto máticamente un conjunto de decisiones óptimas. La presencia de argumentos conflictivos en la toma de decisiones debería dejar a la máquina el papel de generar datos objetivos y precisos sobre la ver­dadera medida del conflicto, para consulta y ayuda de la persona res­ponsable. Esto tampoco garantiza ——evidentemente— que la decisión final sea éticamente correcta, pero al menos puede evitar errores inne­cesarios, como sería el adoptar una decisión que es peor que otra desde cualquier punto de vista.



La falta de libertad y, por tanto, de responsabilidad de las máquinas se presenta aquí como factor crítico para limitar su acción y autonomía. Naturalmente, podemos cuestionar si somos nosotros realmente libres y realmente responsables de nuestros actos y decisiones. Tal vez sólo seamos máquinas programadas de forma tan compleja como para crear nuestra pro­pia ilusión de libertad. Y tal vez la conciencia sea un mecanismo de supervi­vencia social, adquirido y transmitido de generación en generación. Está bien, no podemos saberlo con certeza. Pero sí sabemos con certeza que alguien tiene que hacer de juez, de médico o de policía. Y que ese alguien tiene que hacerse responsable de sus decisiones, por lo que no puede ser una máquina creada por nosotros. Tal vez en el fondo no sepamos lo que somos, pero sí que estamos seguros de lo que nuestras máquinas son: nada más que máquinas.













El anaquel



4.1 Parte 7: Dejar atrás los miedos7

▲back to top


4.1.1 Abiertos a la esperanza, transmisores de ésta aunque no nos hagan caso

▲back to top



Mientras Haw estaba preparando todo para emprender su emocionante aventura, se iba sintiendo más animado. Pensó en dejarle escrito a Hem algo en lo que pensar y escribió sobre la pared: “Si no cambias te puedes extinguir”. Hem no quiso ni mirarlo.

Haw miró al laberinto a través del agujero que habían abierto hace unos días. Y, mientras observaba el frío laberinto pensó en lo convencido que había estado un tiempo atrás de que en el laberinto no podía haber Queso. Sonrió. Mientras Hem se preguntaba interiormente “¿Quién se ha llevado mi Queso?”, él se preguntaba por qué no se había levantado antes moviéndose con el Queso. Al irse miró hacia atrás con nostalgia de los buenos ratos que había pasado, pero se dio cuenta de que de eso hacía demasiado tiempo. Antes de adentrarse de lleno en el laberinto escribió: “¿Qué harías si no tuvieras miedo?” Un poco de temor siempre es bueno, pensó.

Haw todavía guarda alguna esperanza de que su compañero se convierta, le deja y nos deja una frase que toca nuestro corazón: “Si no cambias te puedes extinguir”. Suena impactante, pero nuestra respuesta puede ser como la de Hem, simplemente no hacer caso. En un primer momento podemos tener unos argumentos que medio nos convenzan, pero llega un momento en el que salen a relucir nuestras negativas ante las inminencias. Puede ser amor propio, egoísmo... no sé bien como llamarlo.

Si no somos fríos ante el hecho que se nos narra en la historia nos da compasión de Hem, pero cuantas veces, ingenuamente, reivindicamos el Queso del que nos hemos apropiado. ¿Dónde ponemos los ojos: en Dios o en nosotros? Dice el evangelio que lo que hemos recibido gratis tenemos que darlo gratis (cf. Mt 10, 8). La forma de obrar de Dios es por medio de la Gracia, de su gratuidad todos nos beneficiamos8. Ahora bien, es muy humano pensar que todo son superaciones nuestras, cuando sin la mano de Dios nada podemos hacer. El Queso ya estaba ahí cuando llegaron, empezaron a comerlo sin ninguna condición, pero su mentalidad no era la de haber obtenido un don, sino de tener derecho a ello, era “lo justo”. Estos son criterios humanos que chocan con la forma de obrar de Dios, quien se nos presenta en el susurro (cf. 1 Re 19, 12). Es verdad que la Gracia exige un trabajo en el hombre que es beneficiario de ésta, la tentación es absolutizar esa mínima aportación que hace el hombre a los designios de Dios.


Haw está entregado a lo que va a hacer, si bien tiene alguna duda —cómo no nos va a extrañar que tenga dudas cuando renuncia a ciertas seguridades para pasar a estar a la intemperie—. Esas dudas se superan gracias a la esperanza, esperanza que se muestra en su rostro por medio de una puro sonrisa. Haw representa a una persona emprendedora que quiere enfrentarse al cambio, Hem, por su parte, es algo más que un liliputiense cabezota. En su figura vemos rasgos con los que nos podemos identificar y que obstaculizan la “adecuada renovación de la vida religiosa”9 que se nos exige en la nueva evangelización. Vamos a examinar la conducta y las reacciones de Hem, que pudieran ser las nuestras, respecto a la renovación. Descubriremos esos rasgos con la ayuda, una vez más, de los escritos de Severino María Alonso10:


  • Apreciamos en Hem una falta de profundidad, no se enfrenta a los problemas desde la raíz. Más que ser una persona que se renueva ante las nuevas situaciones, se adapta, se conforma con lo que conoce y con lo que le rodea.


  • Vive más de teorías que de vivencias. Sus razonamientos no se corresponden con su situación vital, aunque le duelan las tripas prevalece su visión. Esto puede haber pasado —y seguir pasando aún ahora—, creer que la renovación auténtica se da más a nivel doctrinal, cuando nace de una actitud y un convencimiento vivencial.


  • En el proceso todo va muy lento. Las seguridades, la comodidad, la perdida de lo misterioso y fantástico en los elementos de nuestra sociedad hace que nos cueste salir de donde estamos. No somos flexibles y creativos ante las situaciones11, nos contentamos con respuestas ya dadas. En definitiva, lo que el Espíritu nos suscita en el interior, tarda en salir a la luz. Tenemos miedo del riesgo.


  • A Hem le falta algo más de simplificación, siempre bien entendida. A veces nos perdemos en razonamientos excesivamente complicados para la claridad que nos manifiestan las situaciones. Somos capaces de dar más vueltas para no hacer una cosa, que para implicarnos de lleno en ella. Si esto lo hacemos con las pequeñas cosas que no haremos en las cosas que remueven todas nuestras entrañas, o en palabras del evangelio: si has sido fiel en lo poco, también lo serás en lo mayor (cf. Mt 25, 20-30).


  • Le falta equilibrio, integrar todo lo que sucede armónicamente. El crecimiento integral tiene que darse día a día, en las cosas que nos surgen. Frente al equilibrio está el pasotismo, la indiferencia, el eclecticismo ante lo que pueda pasar a los demás y hasta a uno mismo.


  • Hemos hablado de la carencia del sentido de la gratuidad frente al egoísmo o la autovaloración de sus posibilidades. En la vida religiosa, que es una realidad fuertemente trinitaria, carismática, se nos caen los esquemas humanos.


  • Frente a una participación activa por construir la situación que se avecina, se ha dado una continua pasividad y un perenne agarrotamiento de los esfuerzos en favor propio y de su compañero de fatigas, sufriendo a causa de pensar sólo en su obcecada idea, en su obcecada vida y no en los vuelos de libertad de Haw. Haw se ha dado cuenta, ahora esos resortes se han despertado y todo está en marcha y parece que nada va a detenerle.


Podríamos seguir esta lista, o mejor, adaptarla a nuestra realidad: pues en una u otra medida muchas veces nuestro actuar se mueve por estas líneas. Nos pueden atar los otros, pero también nosotros podemos despertar, reírnos de aquello que nos ha retenido estancados en el camino y comenzar a caminar: primero un paso, luego...


Otra actitud que llama la atención de estas páginas es la nostalgia con que Haw mira al pasado. Encontrar aquella gran cantidad de Queso había sido todo un logro por el que habían luchado mucho. El Queso había mejorado mucho su calidad de vida y su amistad con Hem. Francamente le debía mucho a aquella experiencia. Así encontró la clave: la experiencia se la llevaba, era lo que le podía servir para ulteriores casos y circunstancias en el tortuoso laberinto. Era su persona lo que contaba, no le debía nada a aquel sitio en el que un día fue feliz, pero donde últimamente se había amargado. No entendió la actitud de Hem, pero no podía dar marcha atrás, había hecho todo lo posible para convencerle, ahora tenía la vida en sus manos y le tocaba decidir, decidió seguir viviendo auténticamente.


¿Qué harías si no tuvieras miedo?, así concluye este fragmento. Seríamos indiferentes al miedo de no ser nosotros mismos, ya que el miedo es quien, en cierta manera nos impulsa y es lo que, a la vez, nos retiene. El miedo es tensión en la medida en que es auténtico. Pero desaparece con la auténtica esperanza.


Me recuerda a las primeras palabras de Juan Pablo II como papa ante la multitud congregada en la plaza de San Pedro: «¡No tengáis miedo! No tengáis miedo a coger a Cristo y aceptar su poder. [...] No tengáis miedo, abrid las puertas de par en par. A su poder salvador se abren las fronteras de los estados, de los sistemas económicos y políticos, los vastos campos de la cultura, la civilización y el desarrollo. No tengáis miedo. Cristo sabe “lo que hay dentro del hombre”. Sólo Él lo sabe»12.






Reseñas



Stephen C. Lundin, Harry Paul y John Christensen

Fish! La capacidad de un equipo radica en su capacidad de motivación

Empresa activa, Barcelona – 2001 (5ª edición) - 128 págs.


Tras el éxito de ¿Quién se ha llevado mi Queso? la editorial “Empresa Activa” se ha dado a conocer. Si bien los libros están pensados para la formación permanente y la continua revitalización de las distintas empresas, sus principios son tan básicos que son aplicables a todos. La acción principal de este libro alterna una aburrida oficina de una gran multinacional con un jovial puesto de pescado en el mercado de Seattle. La nueva encargada de la tercera planta —“basura radioactiva” para el resto de la empresa— desde su difícil situación personal se pondrá manos a la obra para que cada uno de los empleados elija su actitud de trabajo. Desde esta primera actitud y la visita al citado puesto de venta de pescado se impondrá en la empresa una nueva disciplina de trabajo a través del “juego” —un juego ni estúpido ni infantil—, mediante la “alegría de los demás” —porque todo trabajo, cada vez más, está relacionado con mucha gente de la que vienen cosas y a la que van nuestras aportaciones—, dándose cuente de lo importante que es aprovechas el “momento presente” y la citada “elección de la propia actitud”. Muchas veces no podemos elegir hacer esta actividad o aquella otra, pero siempre podemos elegir nuestra actitud. A partir de estos cuatro principios se fundamenta una actitud motivada ante el trabajo y ante la vida (MG).


Luis Esteban Larra Lomas

De lo humano y lo divino. Del personaje a la persona. Nuevas entrevistas con Dios al fondo

Desclée de Brouwer, Bilbao – 2000 – 250 págs.


El periodista franciscano Luis Esteban Larra ha publicado en este libro las diversas entrevista que ha ido haciendo durante su andadura periodística en prensa y radio. Las preguntas son pensadas y dirigidas al centro de la persona, a pesar de la variedad de personajes que desfilan por sus páginas la pregunta sobre Dios no se elude. Con prólogo de Soledad Puértolas, en el libro compadecen la alcaldesa de Córdoba, Rosa Aguilar y otros políticos como José María Gil Robles, Manuel Fraga; el defensor del pueblo andaluz, el sacerdote José Chamizo; socialistas como Rafael Díaz Salazar y Ramón Jáuregui que mantienen el diálogo entre el cristianismo y el socialismo; directores y actores como Nuria Espert, Tony Leblanc, Concha Velasco, José Luis Garci, Carmelo Gómez; el teólogo Luis González Carvajal... Completan la lista José Hierro, Paloma O’Shea, Gregorio Peces-Barba, Monseñor José Sánchez, Andrés Aberasturi, José María Mendiluce, Manuel Leguinache, Ana María Matute, Esteban Ibarra y Julián Marías. Lo más interesante de este libro es el comprobar la riqueza y el interés que hay en el diálogo entre la fe y la cultura y el papel que puede tener Dios en el mundo intelectual o en el mundo vital de nuestros intelectuales. En estas entrevistas no hay nada postizo, son entrevistas que si Dios no está en la expresión, se muestra en el corazón —no en vano el subtítulo del libro es “entrevistas con Dios al fondo”— (MG).



Manuel Ruiz Guerrero (autor y editor)

5 No pierdas la paz. Reflexiones y oraciones desde mi silla de ruedas

▲back to top


Sevilla - 2002 - 202 págs.


En este sencillo libro —tercero de este salesiano sevillano— se recogen las reflexiones y oraciones que el autor envía a amigos y enfermos periódicamente. Conviven dos estilos distintos: las oraciones a partir de motivos diversos y las cartas sobre temas de actualidad o la enfermedad —principalmente el parkinson y su cuidado—. Pensado, pues, para aquellas personas que conviven día a día con su enfermedad es un fuerte grito de esperanza para todos. El agradecimiento surge en estas reflexiones a partir de elementos de la vida cotidiana del anciano y el enfermo. Es un libro para leerlo poco a poco, o como dice el autor en la contraportada: «se lee y se reza». Aparte de la peculiaridad que pueda tener como elemento de espiritualidad o literario hay un dato externo que no podemos obviar: la edición ha sido pagada por distintos bienhechores sevillanos. Termina el libro recogiendo opiniones de los lectores respecto a los anteriores del autor publicados en la CCS. Don Manuel ha conseguido en este nuevo libro expresar claramente clara y cristianamente la imagen de Cristo que sufre, pero que a la vez llena de vida, y una Vida abundante (cf. Jn 10,10). (MG)


José Luis Martín Descalzo

6 Por un mundo mejor

▲back to top


Planeta Testimonio, Barcelona – 2001 – 210 págs.


La editorial Planeta rinde homenaje a Martín Descalzo con este libro en el que se recopilan algunos de sus artículos en ABC. Estas colaboraciones con el diario madrileño, agrupadas por temas en esta edición, presentan una lectura optimista y creyente de los distintos acontecimientos de la vida y sociedad española, así como otros aspectos de la vida eclesial. Martín Descalzo inspira ternura en sus reflexiones, sin esconder la crítica profunda de quienes atacan sin más la realidad eclesial. El papel sacerdote que el sacerdote ha de emplear en el nuevo milenio, los nuevos carismas que el Espíritu suscita en la Iglesia, los modelos de santidad —de ayer y de hoy—, sus “queridas monjas”, la defensa por encima de todo de la vida humana, los contrasentidos de la sociedad... son algunos de los temas que llenan estas páginas de lectura amable. Es muy rico leer ciertas reflexiones que el autor se hace —pienso en el campo ecuménico o en el cisma de Lefebvre— y ver cómo se ha avanzado. Sus palabras no están ni muertas, ni rancias. Martín Descalzo consigue con estas breves píldoras suscitarnos muchos interrogantes de dentro y fuera de la Iglesia. (MG)













Índices 2001-02


FORUM.COM Papeles de formación y comunicación


7 Presentación

▲back to top



  • Por una cultura de la gratuidad (nº 10, septiembre 2001, p.1)

  • Trabajo y templanza (11, octubre 2001, p.1)

  • Un Dios cercano. Feliz Navidad (12, noviembre 2001, p.1)

  • Por vosotros estudio (13, diciembre 2001, p.1)

  • Si el grano de trigo no muere... In memoriam de D. Vecchi (14, enero 2002, p. 1-3)

  • Volver a los jóvenes. O el verdadero rostro de la ascesis (15, febrero 2002, p. 1)

  • Camina (16, marzo 2002, p. 1)

  • Comunidades por el Reino al servicio de los jóvenes (17, abril 2002, p. 1)

  • ¡Qué bonito sería…! (18, mayo 2002, p. 1)


8 Retiro

▲back to top



  • Juan J. Bartolomé, Mar adentro. Una consigna y un proyecto pastoral para el nuevo milenio (10, septiembre 2001, p. 3-13)

  • Ismael Mendizábal, Trabajo y templanza. Fórmula martirial salesiana (11, octubre 2001, p. 3-13)

  • Juan J. Bartolomé y Pascual Chávez, Vocación y Formación: gracia y tarea (12, noviembre 2001, p. 3-21)

  • Luis Rosón, Jóvenes, con vosotros cristiano, para vosotros salesiano (13, diciembre 2001, p. 3-9)

  • Agustín Iglesias, Jesús de Nazaret, hombre-para-los-demás (14, enero 2002, p. 4-15)

  • Filiberto Rodríguez, La misión: fisonomía de nuestra consagración (15, febrero 2002, p. 3-14)

  • Pascual Chávez, El hombre según el Espíritu (16, marzo 2002, p. 3-13)

  • Juan Manuel Ruano, La Obediencia, una llamada a la corresponsabilidad comunitaria (17, abril 2002, p. 3-10)

  • La comunidad salesiana, hoy (18, mayo 2002, p. 3-36)


8.1 Formación

▲back to top



  • F. Aizpurúa y José M. Fernández, Increencia: seis tareas para la vida religiosa (10, septiembre 2001, p. 14-20)

  • F. Aizpurúa y José M. Fernández , Entrar en los torbellinos. Tratando de responder a los interrogantes de hoy (11, octubre 2001, p. 14-23)

  • Juan J. Bartolomé, Enfermedad y ancianidad en la experiencia salesiana (12, noviembre 2001, p. 22-30)

  • P. M. Sarmiento, La comunidad religiosa e Internet (13, diciembre 2001, p. 10-15)

  • José I. González Faus, Religión y fe en los cien años de “Razón y fe” (14, enero 2002, p. 16-23)

  • Gonzalo Fernández Sanz, Donde tú dices digo, yo digo diego (15, febrero 2002, p. 15-26)

  • Juan Pablo II, Internet: un nuevo foro para la proclamación del Evangelio (16, marzo 2002, p. 14-16)

  • Nuria Calduch-Benages, María de Nazaret y la Sabiduría de Israel: resonancias bíblicas (17, abril 2002, p. 11-16)

  • C. Millitello, Las vacaciones. Huir sí, pero ¿de qué o de quién? (18, mayo 2002, p. 37-40)



9 Comunicación

▲back to top



  • Eugenio Romero Pose, La Iglesia y las nuevas tecnologías en los medios de comunicación social (10, septiembre 2001, p. 21-30)

  • Revista “Cooperador Paulino”, Los medios modernos de divulgación, un Don de Dios (11, octubre 2001, p. 24-26)

  • Miguel F. de Prada, Pío XI: “Nos queremos una congregación para la buena prensa” (12, noviembre 2001, p. 31-36)

  • Mauricio de Pablo, Buscando a Dios con el mando a distancia (13, diciembre 2001, p. 16-20)

  • Jordi Bailó y Xavier Pérez, Un viaje al cine en 21 argumentos (14, enero 2002, p. 24-30)

  • Pedro M. Lamet, La comunicación cristiana en la educación de los jóvenes para los MCS (15, febrero 2002, p. 27-39)

  • Juan del Río Martín, Las delegaciones diocesanas de MCS (16, marzo 2002, p. 17-30)

  • Revista “Cooperador Paulino”, Comunicar para evangelizar (17, abril 2002, p. 17-26)

  • Revista “Cooperador Paulino”, Límites éticos de la Inteligencia artificial (18, mayo 2002, p. 41-50)


10 El anaquel

▲back to top



  • Spencer Johnson, ¿Quién se ha llevado mi queso? (10, septiembre 2001, p. 31)

  • José L. Martín Descalzo, El peregrino (10, septiembre 2001, p. 31)

  • Catherine Clément, El viaje de Teo (10, septiembre 2001, p. 32)

  • Olegario G. de Cardedal (de.), La Iglesia en España 1950-2000 (10, septiembre 2001, p. 32-33)

  • Manuel Rivas, Galicia, Galicia (10, septiembre 2001, p. 33)

  • Michael Ford, Henri Nouwen. El profeta herido (11, octubre 2001, p. 27)

  • Henri J. M. Nouwen, En el nombre de Jesús (11, octubre 2001, p. 27-28)

  • Henri J. M. Nouwen, Un ministerio creativo (11, octubre 2001, p. 28)

  • Henri J. M. Nouwen, El regreso del hijo pródigo (11, octubre 2001, p. 28-29)

  • Henri J. M. Nouwen, El sanador herido (11, octubre 2001, p. 29)

  • AA. AA., Mondo salesiano e povertà (11, octubre 2001, p. 29-30)

  • Aroní Yanko, La princesa de Éboli. Intriga en la corte de Felipe II (11, octubre 2001, p. 30)

  • XXII Coloquio internacional sobre Vida Salesiana (11, octubre 2001, p. 31-53)

  • Mateo González, Comentario a ¿Quién se ha llevado mi Queso? (12, noviembre 2001, p. 37-39; 13, diciembre 2001, p. 21-23; 14, enero 2002, p. 31-33; 15, febrero 2002, p. 40-42; 16, marzo 2002, p. 31-33; 17, abril 2002, p. 27-29; 18, mayo 2002, p. 54-55)

  • José Manuel Vidal, Intrigas vaticanas (12, noviembre 2001, p. 55)

  • Discípulos de la Verdad”, A la sombra del Papa enfermo (12, noviembre 2001, p. 55)

  • Paloma Gómez Borrero, Juan Pablo, amigo (12, noviembre 2001, p. 56)

  • Nino Lo Bello, Vaticanerías (12, noviembre 2001, p. 56)

  • Jean Onimus, Jesús en directo (12, noviembre 2001, p. 56)

  • Juan Antonio Pascual, Comunidad y liturgia (13, diciembre 2001, p. 23-24)

  • Bruno Secondin, El perfume de Betania (13, diciembre 2001, p. 24)

  • Judith A. Merkle, Un “toque” diferente. Los votos en la vida religiosa (13, diciembre 2001, p. 25)

  • Stephen C. Lundin et al., Fish! (18, mayo 2002, p. 54)

  • Luis E. Larra, De lo humano y lo divino. Nuevas entrevistas con Dios al fondo (18, mayo 2002, p. 54)

  • Manuel Ruiz Guerrero, No pierdas la paz (18, mayo 2002, p. 55

  • José Luis Martín Descalzo, Por un mundo mejor (18, mayo 2002, p. 55)



11 Revista de prensa

▲back to top



  • Baltasar Gracián”, El desmantelamiento de la enseñanza pública en España (12, noviembre 2001, p. 40-48)

  • Dominique Vidal, La Francia de los sin-religión (12, noviembre 2001, p. 48-54)

  • Boletín FIA-UGT”, Otro punto de vista sobre los apagones de diciembre (14, enero 2002, p. 34-36)


1 ACG 372, pag. 3-4.

2 XIII, 250-251.

3 Texto traducido del original italiano por Mateo González.

4 En Cooperador Paulino, nº 99 mayo-agosto 1999. Pags. 6-9.

5 En Razón y fe, tomo 243 pags. 498-508.

6 Profesor de informática en la Universidad Pontificia de Comillas. Madrid.

7 Cf. Spencer Johnson (242001). ¿Quién se ha llevado mi queso? Barcelona: Empresa activa. 49-53.

8 Cf. Judith A. Merkle (2001). Un “toque” diferente. Santander: Sal Terrae. 57-60

9 PC 1.

10 Cf. Severino María Alonso (21985). La utopía de la vida religiosa. Madrid: Instituto teológico de vida religiosa. 107-112.

11 Cf. C 19 y el comentario de este artículo en (1986). Proyecto de vida de los salesianos de don Bosco (PVSDB). Madrid: CCS. 246-250.

12 Citado por George Weigel (21999). Biografía de Juan Pablo II. Testigo de esperanza. Barcelona: Plaza & Janés. 359.