Los que creen en el cielo y los que ya no creen


Los que creen en el cielo y los que ya no creen






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Inspectoría Salesiana de “Santiago el Mayor" León , 25 de diciembre de 2001 nº 13


or vosotros estudio





Comenzamos un nuevo año bajo la mirada atenta de Don Bosco. Es su mes. Dentro de nada nos encontraremos ajetreados preparando juegos, veladas, homilías, celebraciones, etc. Pero lo haremos con gusto y con ilusión porque resonarán en nuestra mente las palabras de Don Bosco, que tienen una profunda motivación: "Yo por vosotros estudio, por vosotros trabajo, por vosotros vivo, por vosotros estoy dispuesto incluso a dar la vida" (C. 14).


No es que no haya dificultades, no es que el trabajo a veces no nos desborde, no es que en ocasiones no se produzcan fracasos o desilusiones, es que fundamentalmente nuestros motivos par la entrega a la misión juvenil son fuertes y claros, es que nuestra vocación "tiene el sello de un don especial de Dios: la predilección por los jóvenes. «Me basta que seáis jóvenes, para que os ame con toda mi alma». Este amor, expresión de la caridad pastoral, da sentido a toda nuestra vida" (C. 14).


¡Feliz fiesta de Don Bosco!


















ÍNDICE



  1. Retiro……………3-9.

  2. Formación…….10-15.

  3. Comunicación...16-20.

  4. El anaquel…….21-25.


















Maqueta y coordina: José Luis Guzón.





RETIRO



Jóvenes, con vosotros cristiano, para vosotros salesiano


Luis Rosón



La Pastoral Juvenil Salesiana tiene como objeto la formación de discípulos de Cristo: personas que van configurando de forma responsable el sentido de sus vidas y la orientación de su práctica según el eje del seguimiento de Cristo.


Este seguimiento de Cristo es una realidad que vivimos encarnando con los jóvenes el alegre y exigente mensaje del Evangelio y nos configura como apóstoles del Señor para la vida de los jóvenes.



  1. LLAMADOS A SER DISCÍPULOS


Ser cristiano es decidirse por Jesús de Nazaret confesándolo como el Cristo y Señor, en quien el Padre nos ofrece la salvación de manera definitiva y última. Es reconocer que su manera de vivir y de hablar, su práctica es mesiánica: Id y contad a Juan lo que habéis y oído..."(Lc 7,22).


Los evangelios tienen la forma de una narración, que a la luz de la fe pascual hace presentes para la comunidad las palabras y las acciones de Jesús.


Las comunidades cristianas se iban construyendo en la confrontación de su propia situación y experiencia con la memoria de Jesús, actualizada en la predicación y los primeros escritos.


Reconocer a Jesús como Mesías conllevaba una exigencia práctica de configuración de la propia vida con la de Jesús. Reconocimiento implica seguimiento.


Creer es comprometerse con Jesucristo y asumir como propio el sentido que Él dio a su vida. La fe es decisión de seguimiento, manera nueva de entender y valorar la vida en referencia a Jesucristo como criterio último y fuente original de sentido.


En el episodio en que Pedro confiesa a Jesús como Cristo (Mc 8,27-38), el momento formal del reconocimiento mesiánico: Tú eres el Cristo está acompañado de dos exigencias inseparables:


1ª.aceptar el camino histórico de Jesús: El Hijo del hombre debía sufrir mucho...;

2ª.asumir una decidida disposición de seguirlo: Tome su cruz y sígame.


Sin aceptación del proceso vivido por Jesús; sin el compromiso del seguimiento, la pretensión de discipulado puede resultar puramente nominal. Jesús no pretendió que la gente se interesara por su doctrina. Buscó formar discípulos, hombres y mujeres, que hicieran una opción de vida por Él. Para ello llamó a algunos y los invitó a hacer una experiencia de vida con Él y en referencia a Él (discipulado y seguimiento).


Les plantea su proyecto con claridad. Al que quiera hacerse su discípulo le advierte: Niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Quien quiera salvar su vida la perderá; pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará (Mc 8,34-35).


Hacerse discípulo implica una manera radicalmente nueva de estructurar la vida según la persona de Jesús y su evangelio: seguir su ejemplo y prolongar su misión.


Esto significa una profunda conversión tal de valores, criterios y opciones que, lo que aparentemente es perder será en adelante la única manera válida de ganar y salvar la vida.


Convertirse es cambiar de rumbo y de camino, es exigencia de dejarlo todo para seguirle (Lc 5,11), de relativizar todo: redes, padre y familia para hacer del seguimiento de Jesús y del Reino lo único absoluto, lo primero (Mt 6,33).


Es el comienzo de una existencia nueva basada, no en la seguridad de las propias convicciones y proyectos, sino en la obediencia audaz a la palabra de Jesús, como bien supo expresarlo Pedro a la orilla del lago: Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero fiado en tu palabra echaré las redes (Lc 5,5).


No es el juicio experimentado del pescador, sino la confianza rendida en la palabra de Jesús lo que pone a Pedro en otro camino: Llevaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, le siguieron (Lc 5,11). Se abre así en su vida una etapa nueva, un proceso largo que sólo terminará cuando haya compartido plenamente la suerte del Maestro.


Optar por Jesús implica un cambio radical de mentalidad y de práctica que Él mismo sintetiza en el Buscad lo primero su Reino y su justicia (Mt 6,33). Para los discípulos significó de hecho un largo proceso, no fue tarea de un día; con frecuencia se confunden y no entienden. Después de la multiplicación, cuando Jesús se le acerca en el lago, Marcos se ve obligado a constatar: quedaron en su interior completamente estupefactos; pues no habían entendido lo de los panes, sino que su mente estaba embotada (Mc 6, 51-52).


La fe de los discípulos sólo alcanzará su plenitud cuando, después de haber perseverado con Él en sus pruebas hasta el final (Lc 22,28), la presencia del Resucitado disipe el escándalo producido por la muerte de Jesús y sus propios temores, y el Espíritu los confirme con su fuerza de testigos. Pero, aún entonces, la práctica histórica de Jesús de Nazaret continuará siendo referencia obligada.


El Resucitado en la mañana de Pascua los remite a Galilea, donde comenzó todo: Allí lo veréis, como Él os dijo (Lc 16,7). El Resucitado no es otro que Jesús de Nazaret. Para quienes queremos hacer hoy en la fe la experiencia del discipulado es ineludible también regresar a Galilea., verle allí y aprender a seguirle.


Seguimiento de Jesús significará asumir el sentido de su vida y prolongar su misión: proclamar la buena nueva del Reino y sanar a los que sufren.


Estamos ante dos rasgos inequívocos de la misión evangelizadora de Jesús:

1º.su práctica de vida y liberación y

2º.el privilegio de los pobres, débiles y pecadores.


1 IMITAMOS LA PEDAGOGÍA DE JESÚS

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2 3. ACTUAMOS COMO SALESIANOS EN NOMBRE DE JESUCRISTO

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3 Parte 2: “El hallazgo del Queso”3

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