Pastoral Juvenil y Familia ESP WEB


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Pastoral
Juvenil y
Familia
Sector para la
Pastoral Juvenil
Salesiana

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Diseño gráfico: Artia Comunicación
Ilustraciones: Javier Carabaño
Traducción: Rafael Bejarano y Sonia Villora
Propiedad reservada al Sector de Pastoral Juvenil, SDB
Edición comercial extra
Salesianos de Don Bosco - Sede central
Via Marsala, 42. 00185 Roma

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Pastoral
Juvenil y
Familia
Sector para la
Pastoral Juvenil
Salesiana

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ACRÓNIMOS Y ABREVIATURAS
ACG Actas del Consejo General de la Sociedad Salesiana de San
Juan Bosco
PEPS Proyecto Educativo-Pastoral Salesiano
CEP Comunidad Educativo-Pastoral
FUENTES
FC Juan Pablo II, Exhortación Apostólica “Familiaris
Consortio” (22 de noviembre de 1981).
FD Documento final del Sínodo de los Obispos sobre los
jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional (27 de octubre
de 2018)
EN Francisco, Exhortación apostólica postsinodal sobre el
amor en la familia “Amoris laetitia” (19 de marzo de 2016).
CV Francisco, Exhortación apostólica postsinodal “Christus
Vivit” (25 de marzo de 2019).
EG Francesco, Exhortación apostólica a los obispos, a los
presbíteros y diáconos, a las personas consagradas y a los
fieles laicos sobre el anuncio del Evangelio en el mundo
actual “Evangelii Gaudium” (24 de noviembre de 2013).
FT Francisco, Carta Encíclica “Fratelli tutti”. (3 de octubre de
2020).
FS Fuentes salesianas. Don Bosco y su obra. Colección
antológica, Roma, LAS, 2014.
BR Braido, P. Don Bosco prete dei giovani nel secolo delle
libertà, LAS, 2003
Braido, P. San Giovanni Bosco, Escritos sobre el sistema
preventivo en la educación de la juventud. La escuela, 1965
QR Pastoral Juvenil Salesiana. Cuadro de Referencia, SDB,
Roma 2014.
PGF La pastoral juvenil y la familia. Actas del Congreso
Internacional (27 de noviembre - 1 de diciembre de 2017 en
Madrid).

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ÍNDICE
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
“Cuidar de la familia”... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10
...para que las familias «cuiden» de los demás . . . . . . . . . . . . . 13
La familia, espejo de los tiempos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Capítulo 1
LA FAMILIA DE DON BOSCO:UNA FAMILIA REAL . . . . . . . . . . . . . . 17
1.1. La pérdida y la ausencia del padre . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
1.2. “Una familia abierta” con la madre en el centro . . . . . . . 21
1.3. En Valdocco como en casa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 24
1.4. Dios te ve, tengamos nosotros la mirada Dios . . . . . . . . . 28
EN SÍNTESIS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
Capítulo 2
SISTEMA PREVENTIVO Y FAMILIA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
2.1. Sistema preventivo: experiencia espiritual y apostólica . 32
2.2. El “ideal de la caridad” que cobra vida en el Sistema
Preventivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
2.3. El espíritu de familia y el testimonio educativo: un
precioso legado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
2.4. Comunicación y transmisión intergeneracional . . . . . . . . 37
EN SÍNTESIS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
Capítulo 3
INVERTIR EN LA EDUCACIÓN DE LOS JÓVENES PARA
CONSTRUIR LAS FAMILIASDE HOY Y DE MAÑANA . . . . . . . . . . . . . 43
3.1. Los jóvenes y las familias en el centro de la CEP . . . . . . . 44
3.2. Áreas en las que involucrar a las familias . . . . . . . . . . . . 45
3.3. La contribución de la familia en la CEP . . . . . . . . . . . . . . . 46
3.4. La pastoral juvenil salesiana y la familia: implicación
e integración en el PEPS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
EN SÍNTESIS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
Reflexión final . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
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Presentación
El camino de la Iglesia, de la Congregación y
del Sector de Pastoral Juvenil Salesiana, en la profundización de la
sinergia entre la pastoral juvenil y la familia, nace precisamente en el
trienio 2015-2018 con ocasión de los Sínodos promovidos por la Iglesia
(“Desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización”,
2014; “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo
contemporáneo”, 2015; “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”,
2018). Tres sínodos, dos sobre la familia y uno sobre los jóvenes, de los que
se ha beneficiado mucho el camino de la pastoral juvenil y la familia. En
la misma reflexión del Capítulo General 27 de la Congregación Salesiana
(2014) y en el Congreso Internacional “Pastoral Juvenil y Familia” (Madrid,
2017) del Sector de Pastoral Juvenil, se insistió en cómo la familia, como
forma social y eclesial, es un factor clave en la sociedad y en la educación
de las nuevas generaciones.
En el último trimestre de 2020, recogimos y analizamos el material relativo
a los caminos recorridos por la Congregación sobre este tema (reuniones
de delegados, documentos de expertos y aportaciones del Congreso); al
mismo tiempo, examinamos la literatura reciente (tras la publicación de
Amoris Laetitia), en el panorama internacional, sobre la relación entre la
pastoral juvenil y la familia, llegando a la elaboración de un documento.
Al mismo tiempo, el Rector Mayor y su Consejo estudiaron el texto en
varias sesiones de trabajo (enero y junio de 2021). Tras integrar el texto
con las indicaciones y propuestas que llegaron, llegamos a elaborar este
documento final, más depurado y acorde con nuestra experiencia en este
tema.
El texto que va a leer es, por tanto, una recopilación sintética y orgánica
de lo esencial que ha surgido durante este rico y fructífero recorrido.
Este documento no pretende ser un manual de pastoral familiar. Estas
páginas responden a una reflexión, ciertamente no exhaustiva, que pone
de manifiesto hasta qué punto la implicación e integración de estas dos
realidades (pastoral juvenil salesiana y familia) nos lleva a reflexionar juntos
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sobre el significado y las necesidades que esta doble perspectiva conlleva
para nuestra renovación educativa y pastoral. ¿Podemos formar la
persona de nuestros niños, adolescentes y jóvenes sin examinar,
clarificar y revivir los valores familiares?
El objetivo de este folleto es, por tanto, dirigir nuestra mirada hacia esta
dirección pastoral. Los destinatarios son los Salesianos de Don Bosco y
todos los agentes de pastoral que tienen responsabilidades en la animación
de los distintos sectores y ambientes.
Ante la situación familiar que vivimos hoy, de hecho, los salesianos, con
la Familia Salesiana, estamos llamados a hacer una propuesta educativa
pastoral para acompañar a todo tipo de familias que componen nuestra
Comunidad Educativo-Pastoral (en adelante CEP) y a todos los jóvenes.
Algunos lectores pueden tener la impresión de que estamos pasando de
una atención preferente de los jóvenes, a un interés privilegiado por la
familia. Es legítimo, por tanto, preguntarse por el sentido, las razones y
las consecuencias de ésta que podría parecer una desviación de nuestra
elección prioritaria. En concreto, la opción por los jóvenes no es externa ni
ocasional, sino que es inherente a la pastoral; no proviene de la organicidad
del mensaje (evangelización), cuanto de una preferencia carismática;
evidentemente, no hemos nacido como un movimiento para el cuidado de
la pastoral familiar. Como Familia Salesiana nos orientamos hacia la misión
de los jóvenes, hacia un amor preferencial por ellos, especialmente los más
necesitados, para el bien de la Iglesia y de la sociedad. Podemos decir con
Don Bosco: “El Señor me ha enviado a los jóvenes, por lo que no debo
desgastarme en otras cosas ajenas a este fin y conservar mi salud por ellos”.
Pero si bien esto es cierto, también es realidad que no podemos trabajar
con los jóvenes sin pensar en sus familias. Ya el Papa emérito Benedicto
XVI en su discurso en la Audiencia a los participantes en el Capítulo General
de los Salesianos (31 de marzo de 2008), a propósito de las nuevas fronteras
de la evangelización, expresa claramente que “el cuidado de las familias
no resta fuerza a la pastoral juvenil, al contrario, la hace más duradera y
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eficaz. Os animo, pues, a profundizar en las formas de este compromiso,
en el que ya os habéis embarcado; esto redundará también en beneficio de
la educación y la evangelización de los jóvenes”. Este es, pues, el horizonte
de este trabajo.
El texto que presentamos consta de tres partes; en la primera recordamos
el valor de la familia en la experiencia de Don Bosco en Valdocco, y luego
en la segunda sección se ofrecen algunas reflexiones sobre la calidad del
encuentro educativo y sobre el espíritu de familia en el Sistema Preventivo.
En el último capítulo, se subraya la importancia de la familia en sí misma,
de su contribución en el ecosistema de la formación de los jóvenes,
destacando positivamente su contribución en la vida cotidiana de la CEP. Se
presentan algunas indicaciones concretas para el PEPS, a partir de algunas
afirmaciones que identifican a la familia como la primera y común vocación
y el lugar por excelencia del vínculo afectivo; un sujeto activo de la pastoral
en las Comunidades Educativo-Pastorales; un espacio de experiencia de
diálogo, de respeto, de amor, de atención a los jóvenes que quieren invertir
en las relaciones y vínculos familiares.
Antes de dejaros con la lectura, quiero expresar mi sincero y cordial
agradecimiento a quienes, desde las distintas inspectorías del
mundo, han participado activamente en la realización del texto, a la Dra.
Antonella Sinagoga, y a quienes nos han acompañado con competencia y
profesionalidad, indicándonos sugerencias y orientaciones.
Miguel Ángel García Morcuende
Consejero General para la Pastoral Juvenil
ROMA, 24 DE JUNIO 2021
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INTRODUCCIÓN

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INTRODUCCIÓN
1 “Cuidar de la familia”...
El cuidado de la familia despierta un gran interés en todo el mundo. Se
presta especial atención al tema mediante artículos, publicaciones científicas
y actas de conferencias. Al mismo tiempo, se pide a la familia que cuide
los vínculos que constituyen el denso tejido que sostiene a la persona del
joven en el proceso de crecimiento y que aumentan la calidad de vida de
una comunidad. Por lo tanto, es necesario promover estrategias educativo-
pastorales adecuadas para apoyar a la familia, en el papel que tiene en la
construcción de las relaciones interpersonales e intergeneracionales, así
como en la concepción completa de la educación y el acompañamiento
de las nuevas generaciones.
Francisco nos invita hoy a desarrollar una “pastoral del víncu-
lo” (AL, 211) porque toda experiencia familiar es una historia
de relaciones, construida en torno a un proyecto de vida, conec-
tada a un contexto cultural, social, económico y político. Cada
familia en el transcurso de esta historia alterna momentos en
los que logra expresar sus propios recursos con momentos en los
que pasa por la vulnerabilidad y la fatiga.
En su complejidad, cada familia es como un libro que hay que leer,
interpretar y comprender con mucho cuidado, atención y respeto. En
nuestra sociedad contemporánea, la vida familiar presenta, de hecho,
ciertas condiciones que la exponen a la fragilidad:
◗◗ La debilidad y la fragmentación de las redes relacionales, en una
cultura en la que ha crecido una visión individualista de la existencia,
las relaciones comunitarias y las prácticas de sociabilidad se han
debilitado, con un empobrecimiento de los vínculos de cercanía, de
afectividad, de las redes informales de ayuda y apoyo y de la cultura
del encuentro (cf. FT, 30). Los lugares de encuentro han cambiado.
Además, la cultura digital representa a la vez una fragilidad y un
recurso: las nuevas tecnologías ofrecen mayores posibilidades de
participar en la vida y las relaciones sociales compartiendo lugares
virtuales, pero no es seguro que esta participación sea entonces
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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
efectiva y afectiva. Vivimos en la era de la hiperconexión, en contacto
con todo el mundo y en cualquier momento a través de Internet y
de las plataformas sociales; a cada momento, incluso cuando, por
ejemplo, estamos sentados a la mesa y deberíamos estar disfrutando
de un momento de convivencia, casi nunca quitamos las manos
de nuestros smartphones, y por desgracia, ni siquiera de nuestras
mentes.
◗◗ La aridez espiritual, el alejamiento de las “cosas del espíritu” o la
incapacidad de conectarse con lo divino para obtener un significado
más profundo en la vida, para vivir la propia fe de manera significativa.
◗◗ La desorientación y los riesgos relacionados con la superación
de los momentos de cambio, en una cultura centrada en la
“autosuficiencia”, especialmente en los pasajes evolutivos de la
vida (adolescencia, nacimiento de un hijo, envejecimiento...) y en los
momentos de cambio inesperado (como, por ejemplo, la pérdida de
un empleo, las separaciones, el duelo...), a menudo experimentados
en la intimidad del “hogar”.
Es importante afrontar la fragilidad, también porque “ninguna familia es
una realidad perfecta, ni constituida de una vez por todas, sino que
requiere un desarrollo gradual de su capacidad de amar. Y, sin embargo,
contemplar la plenitud que aún no hemos alcanzado nos permite también
relativizar el recorrido histórico que estamos haciendo como familias, para
dejar de esperar de las relaciones interpersonales una perfección, una
pureza de intenciones y una coherencia que sólo podemos encontrar en el
Reino definitivo. También nos impide juzgar con dureza a quienes viven en
condiciones de gran fragilidad. Todos estamos llamados a mantener viva
la tensión hacia algo que va más allá de nosotros mismos y de nuestros
límites, y cada familia debe vivir en este estímulo constante. ¡Caminemos,
familias, sigamos caminando! Lo que se nos promete es grande. No
perdamos la esperanza a causa de nuestras limitaciones, pero tampoco
renunciemos a buscar la plenitud del amor y la comunión que se nos ha
prometido” (AL, 325).
La familia está sujeta a continuas transformaciones. Las diversas
configuraciones han hecho de ella una realidad polifacética: se piensa en
familias nucleares (padre, madre e hijos) o en familias simples; en familias
mononucleares (padre o madre con hijos) o sin unidad conyugal; en familias
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INTRODUCCIÓN
extensas o ampliadas y, por tanto, con unidad conyugal y más parientes
convivientes (con más de dos generaciones en el mismo núcleo); en familias
múltiples (con más de una generación, más núcleos conyugales y personas
solteras). La tipología de la familia se ha ampliado: familias separadas,
reconstituidas o recompuestas, monoparentales, multiétnicas, uniones
de hecho, uniones civiles estables. El parentesco o el matrimonio ya no
son criterios exclusivos para definir la familia. La realidad se ha vuelto tan
compleja que hoy no podemos pensar en la familia en singular, sino
en plural.
NO HAY FAMILIA, HAY FAMILIAS.
A pesar de las múltiples configuraciones familiares, podemos afirmar que
la relación familiar es un componente de importancia fundamental, porque
para bien o para mal, es el único acceso para la construcción y desarrollo
de la propia identidad. La familia es un contexto relacional que apoya la
transformación; de hecho, es la institución que “organiza” las relaciones
primarias y las diferencias fundamentales del ser humano. La familia es, por
tanto, el espacio y el “lugar” de encuentro de las diversidades, que están
en la base de la experiencia humana entre los sexos, las generaciones, los
temperamentos, las identidades, etc.
Para Francisco, las familias “no son un problema, sino sobre
todo una oportunidad” (AL 7), basta pensar en la experiencia de
Jesús en su familia (Lc 2, 51-52). Oportunidades para aprender
a ser, a convivir, a ayudar, a cuidar, a amar.
Cuando hablamos de cuidar la familia, esto implica necesariamente cuidar,
en primer lugar, a los miembros de la familia, en su diversidad, en su
dignidad; ninguna institución debe estar por encima de las personas y de
su desarrollo humano integral. Pensar y vivir las familias como una
buena noticia es una invitación a vivir un espacio desde el que es posible
construir un “nosotros”. La familia como proyecto feliz implica reconocer
las luces y las sombras de esta experiencia, reconocernos como seres en
relación y en comunión con contextos más amplios.
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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
2 ...para que las familias
«cuiden» de los demás
El “proceso sinodal” sobre la familia, promovido por Francisco y
concebido en dos Sínodos (uno extraordinario, en 2014, y otro or-
dinario, en 2015) ha permitido comprender que, como afirmaba
San Juan Pablo II, “la familia no es un ámbito de atención pa-
storal, sino que es el horizonte y el camino de la Iglesia” (Carta
a las familias, 1994).
Estamos convencidos de que las familias, todas las familias, son el
sujeto, y no sólo el objeto, de la educación y la evangelización, por
lo que para nosotros, agentes de pastoral juvenil salesiana, la exhortación
postsinodal “Amoris Laetitia” es una invitación a repensar, a la escucha de
los tiempos, la familia en el servicio pastoral que se nos ha encomendado.
Las familias son objeto de evangelización y educación tanto ad intra (en
relación con sus hijos) como ad extra (en la comunidad eclesial y en las CEP
a las que pertenecen). El primer aspecto es crucial, ciertamente, pero es más
“ordinario” y está ligado a la dinámica de la pastoral familiar; el segundo es
la contribución específica del razonamiento que estamos llevando a cabo
como Congregación.
En este contexto cultural y al atravesar las dinámicas de cambio que
presenta esta época, la familia si por un lado es un sujeto expuesto a
la fragilidad y a los riesgos, como hemos mencionado, representa por
otro lado un recurso único y valioso en nuestras CEP. En el marco
del Congreso Internacional de Madrid de 2017, se inició este análisis con
amplias reflexiones y debates. Más allá de las transformaciones que la han
caracterizado y la caracterizan, hoy surge una lectura positiva de la familia,
como:
◗◗ Lugar de acogida y de relacionamiento en tanto que es la
manifestación más completa de esa experiencia fundamental de la
persona que es la relación con el otro (en la pareja, con los hijos, en
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INTRODUCCIÓN
la relación entre hermanos y hermanas, en las relaciones parentales
ampliadas). Es un encuentro de personas que tienen la posibilidad
de cuidarse mutuamente y, por tanto, de ser significativas para los
demás (a través de relaciones cotidianas en las que medirse con las
necesidades y exigencias de los demás y educarse en la escucha y el
diálogo recíprocos).
◗◗ Lugar por excelencia de los vínculos afectivos, pero también el de
la responsabilidad hacia los demás.
◗◗ Lugar de alteridad entre personas que, superando con confianza el
miedo a la diferencia y la indiferencia, comienzan a experimentar de
forma positiva la comparación entre ellos, aprendiendo a considerarla
como un recurso que, en un intercambio dinámico, les permite crecer.
◗◗ Lugar de la educación, porque el proceso educativo promueve la
configuración de la identidad.
◗◗ Un lugar de humanización, porque la familia da forma humana,
humaniza lo que nace de ella y se vincula a ella, contribuyendo al
crecimiento armónico de las personas.
◗◗ Lugar de crecimiento en la fe, terreno sagrado donde cada
miembro de la familia crece hacia la unidad con Dios.
◗◗ Un lugar privilegiado en el que se experimenta la alegría del
perdón. Es en el seno de la familia donde se nos educa para el
perdón, porque tenemos la certeza de ser comprendidos y apoyados
a pesar de los errores que se puedan cometer.
◗◗ Un lugar de esperanza que da testimonio de que en un mundo
que tiende al individualismo y a la apariencia, todavía existen el
amor desinteresado, la generosidad, el altruismo, la benevolencia y
el cuidado de los más débiles.
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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
3 La familia, espejo de los
tiempos
La institución de la familia, a pesar de los cambios y desafíos de diversa
índole que la amenazan, sigue siendo sólida, pero la familia es un proyecto
de vida/vivido/real que requiere un horizonte de realización y el
compromiso constante de todos.
De las realidades pastorales provenientes de todas las regiones de la
Congregación, surgen muchos desafíos y percepciones, que podrán ser
analizados en futuros encuentros de formación:
◗◗ Desafío de una adecuada ubicación dentro de Proyecto
Educativo Pastoral Salesiano. Es importante justificar la
terminología que utilizamos para ser fieles a nuestro carisma:
“pastoral juvenil y familia”. Un binomio utilizado en la perspectiva
salesiana que no descuida la atención preferente y prioritaria a los
jóvenes, que no da a esta elección un sentido meramente retórico,
sin consecuencias en el plano operativo, que no nos aplana en una
identidad apostólica indiferenciada, que no da lugar a paralelismos
o planteamientos pastorales inconexos. Pensar en los dos temas
juntos es antropológicamente correcto, teológicamente fundado y
pastoralmente prometedor y fructífero.
La pastoral entre los jóvenes es un “estilo” y un “método”, como
se afirma en el artículo 20 de las Constituciones de los Salesia-
nos de Don Bosco: “En su encuentro con los jóvenes del primer
oratorio, Don Bosco vivió una experiencia espiritual y educativa
que llamó “Sistema Preventivo”. [...] Don Bosco nos lo transmite
como nuestro modo de vivir y trabajar para comunicar el Evan-
gelio y salvar a los jóvenes”.
◗◗ Desafío del protagonismo de las familias. Además de hacer a
todos los matrimonios y familias cristianas y a cada uno de ellos
objeto de su atención y cuidado, el objetivo pastoral es reconocer
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INTRODUCCIÓN
en los mismos matrimonios y familias un sujeto pastoral activo y
responsable en la participación de la vida y misión de la Iglesia y en el
desarrollo de la sociedad, desempeñando las tareas y los ministerios
que tienen su raíz en el sacramento del matrimonio.
◗◗ Desafío de acoger y trabajar con todas las familias, abriéndose
especialmente a las familias con vulnerabilidades y dificultades,
acogiendo y ayudando a sanar las heridas que se producen en las
relaciones humanas, sea antes o después de la conformación de la
familia. También a nivel conceptual, hacer nuestro el término en plural
-familias- porque nos encontramos con innumerables configuraciones
familiares.
◗◗ Desafío de la vida espiritual en el contexto familiar. Recuperar
la dimensión espiritual para sentir su sabor, su belleza. La invitación
a hacer de la vida familiar una buena noticia, un motivo de felicidad,
nos sitúa en la clave del amor como lugar de donación donde se
originan y cobran vida las relaciones, y luego nos lleva a trascender
este núcleo hasta proyectarlo en la comunidad.
◗◗ Desafío de la formación. Promover encuentros de formación
sobre temas de interés para las familias y sobre el tema de la familia,
especialmente en la cultura contemporánea para los salesianos, las
familias, los jóvenes adultos, las parejas jóvenes. Reflexionar sobre el
proyecto creativo y salvífico de Dios sobre el matrimonio y la familia
que hay que conocer y profundizar.
◗◗ Desafío del trabajo en red. La necesidad de trabajar en red con
todas las instituciones (diócesis, otras asociaciones, etc.) que se
ocupan de las más diversas configuraciones familiares para forjar
buenas alianzas.
◗◗ Desafío de integrar familias y MJS, para no perder de vista el
enfoque juvenil de nuestra pastoral, enfatizando en el encuentro
fructífero de dos perspectivas pastorales, la de la familia y la de los
jóvenes.
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PASTORALE GIOVANILE E FAMIGLIA
LA FAMILIA DE DON BOSCO:
UNA FAMILIA REAL
CAPÍTULO
I

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LA FAMILIA DE DON BOSCO: UNA FAMILIA REAL
1 1 LA PÉRDIDA Y LA AUSENCIA DEL PADRE
Salir al encuentro de Don Bosco es hacer un viaje siempre actual.
Seguir sus sueños; comprender su pasión educativa; conocer su talento para
sacar a los jóvenes de los “malos caminos” para convertirlos en “buenos
cristianos y honrados ciudadanos”, para educarlos en la fe cristiana y en
la conciencia social, para guiarlos hacia una profesión honesta, es una
experiencia de extraordinaria intensidad humana y familiar.
La experiencia de Don Bosco tiene raíces lejanas. Su vida está
poblada de familias, de una multiplicidad de relaciones, de generaciones,
de jóvenes sin familia, de historias de amor y de crisis familiares, ya desde la
primera página de su vida, cuando tuvo que afrontar la pérdida de su padre
a una edad muy temprana. El primer recuerdo que Don Bosco comunica
a sus lectores en las Memorias del Oratorio se refiere a un episodio cuya
importancia sólo podrá comprender más tarde: la pérdida de su padre.
El vacío paterno en la vida de Don Bosco se transformó en paternidad
fecunda, en vez de haber sido un trauma que hubiese podido paralizar o
frenar su potencial.
Conocemos el suceso y sabemos cómo concluyó Don Bosco el relato:
“No sé qué fue de mí en aquella triste ocasión; sólo recuerdo, y es el
primer hecho de la vida del que tengo memoria, que todos salieron de la
habitación del difunto, y yo quise absolutamente quedarme allí. “Ven, Juan,
ven conmigo”, repitió la afligida madre. “Si papá no viene, no quiero ir”,
respondí. “Pobre hijo”, continuó mi madre, “ven conmigo, ya no tienes
padre. Dicho esto, rompió en un fuerte llanto, me tomó de la mano y me
arrastró a otro lugar, mientras yo lloraba porque ella lloraba, ya que a esa
edad ciertamente no podía entender lo grande que era la pérdida de un
padre”. (FS, p.1174)
Don Bosco experimentó el doble dolor de la pérdida de un pa-
dre, cuando además de su padre biológico (Francisco), perdió a
su padre espiritual (Don Calosso). Él que fue llamado a cuidar
de los huérfanos, vivió en su carne esta experiencia de pérdida
que le marcó durante toda su vida.
Al escribir los acontecimientos de su vida, Don Bosco se involucró en los
hechos narrados. No es difícil advertir cómo, en el fondo de las situaciones
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2.9 Page 19

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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
familiares, describe la gran nostalgia de una realidad que él, de niño, no
pudo disfrutar por la muerte de su padre: la ternura del cariño paterno. De
hecho, es principalmente en torno a la figura de su padre donde representa
las escenas más delicadas y conmovedoras.
Don Bosco fue capaz de procesar la “pérdida”. De niño sin padre pasa a ser
un modelo de paternidad para sus hijos. En un contexto social (occidental)
en el que la figura del padre es desconocida o pasiva, para Don Bosco
abrazar la paternidad es un signo de esperanza que puede invitar a
los padres de familia a apropiarse de su rol específico.
Cuando uno lee la historia de Juan Bosco, puede interpretar o intuir que
la suya es una familia “diferente” y por eso es una familia concreta, con
sus méritos y sus defectos, con sus relaciones afectivas y sus dificultades.
Su familia es sencilla, trabajadora y emprendedora. Es interesante observar
la naturalidad con la que Don Bosco se refiere a los problemas presentes
en su propia familia, sin ocultarlos, sino simplemente narrando los
acontecimientos y los esfuerzos cotidianos, sabiendo bien que la
voluntad de Dios se cumple dentro nuestras relaciones cotidianas, las cuales
son reales y complejas, marcadas tanto por la Providencia como por el
pecado y la pérdida.
La falta de un padre, las dificultades con su hermano Antonio quien a
menudo se presentaba como un obstáculo, la abuela que podía llegar a ser
una carga, la pobreza que obligaba a tomar ciertas decisiones, el trabajo
que llenaba los días y que parecía no dejarles percibir más que fatigas
como resultado de la labor diaria, eran también rasgos característicos de la
familia Bosco, que no se ocultaban, sino que se revelaban porque forjarían
concretamente el carácter y el futuro de cada uno de sus miembros.
Precisamente de estas dificultades y “carencias”, comunes a muchas
familias de entonces y de ahora, nacerían algunas de las características
fundamentales de la espiritualidad de Don Bosco. En estas páginas no
pretendemos examinar en detalle cómo influyó la familia en la vida del
santo, pero sí podemos identificar inmediatamente algunas características
que nos parecen de particular importancia.
◗◗ La falta de un padre llevará a Juan a buscar otras figuras
paternas y a redescubrir el papel primordial e insustituible de un
padre en una casa. El primero será Don Calosso del que Juan reconoce
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LA FAMILIA DE DON BOSCO: UNA FAMILIA REAL
“haber aprendido el sabor de la vida espiritual” (FS, p.1184), del
que se sentirá amado y cuya muerte le marcará profundamente. El
anciano sacerdote no sólo había sido para él un benefactor y un tutor
que lo animaba, sino un padre, el primer padre espiritual, lo que,
según él, fue excepcionalmente significativo para su vida interior y la
realización de su vocación al sacerdocio.
Cuarenta y cinco años después trazó un perfil de él, intenciona-
damente completado por la larga y ejemplar experiencia de sus
sacerdotes, educadores cristianos de la juventud y promotores de
vocaciones eclesiásticas. En primer lugar, “le di a conocer -escri-
be- todo mi ser. Cada palabra, cada pensamiento, cada acción le
era fácilmente conocida. Esto le agradó mucho, porque así pude
regularme en las esferas espiritual y temporal. Supe entonces
lo que significaba tener un guía estable, un amigo fiel del alma,
del que había estado privado hasta entonces. [...] A partir de en-
tonces empecé a saborear lo que es la vida espiritual, ya que an-
tes actuaba más bien materialmente y como una máquina que
hace algo, sin saber por qué” (BR, 2003, p.124).
Pero es precisamente esta experiencia de vacío la que hará que el
joven sacerdote Don Bosco sea consciente de las necesidades de sus
propios muchachos, de la calidad humana y espiritual de la que él
mismo tendrá que aprender a revestirse en su propia vida para ser el
padre de muchos que no tienen padre y que verán en él al que les
dará el gusto por la vida, en todos los sentidos.
◗◗ La fatiga y la fortuna de tener hermanos. Valdocco no fue una
isla feliz, fue siempre una comunidad de jóvenes y adultos que
tuvieron que trabajar su personalidad y luchar consigo mismos
para vivir plenamente una forma de caridad dinámica, hecha
de relaciones, de escucha, de momentos de fiesta, de salidas,
de compartir; sólo así pudieron ser cuna y hogar para muchos.
Don Bosco sabe que no existe un hogar sin hermanos, que
tienen características diferentes, con ideas a veces distintas y con
dificultades de convivencia; sin embargo, ellos saben identificar
quien está a su lado como miembro de su propia familia, alguien
que sientan cercano, alguien de quien puedan depender y a quien
puedan dar su afecto y enfocar su atención. Así que desde el
principio invita a los chicos que están con él a cuidarse mutuamente,
20

3 Pages 21-30

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3.1 Page 21

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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
porque eso es lo que hacen las familias, porque eso es lo que
hará siempre José, el hermano de Don Bosco, también de adulto;
Antonio, después de años, reconocerá las cualidades de Juan; así
pues, no hay hogar sin hermandad.
◗◗ El trabajo diario para bien de todos: la extrema pobreza vivida de
niño en “I Becchi” y el gusto y el valor del trabajo diario en el campo,
permanecieron en la vida de Don Bosco como sentido del deber y del
arduo trabajo, como objeto de enseñanza e instrumento educativo,
porque el buen ciudadano se gana el pan con el sudor de su frente,
por esto y con esto alaba a su Señor.
1 2 “UNA FAMILIA ABIERTA” CON LA MADRE EN EL CENTRO
Lo que Don Bosco escribió sobre su propia percepción de la muerte de
su padre, puede considerarse también como una reelaboración posterior
de las reminiscencias maternas y de su propia conciencia progresiva de su
condición de huérfano, cada vez más apegado a su madre.
Mamá Margarita, por su innata energía física y moral y su adquirido sentido
de la responsabilidad, asumió rápidamente el papel de madre paterna en el
gobierno firme y prudente del ya consolidado núcleo familiar. Por lo tanto,
la búsqueda de Juan de una figura paterna en los sacerdotes benévolos y
caritativos nunca parece haber sido ansiosa: en un contexto parental sólido
y solidario ya debe haber sido suficientemente interiorizada.
Una doble aproximación a la vida de Don Bosco nos ayuda a comprender
aún mejor las características de la familia Bosco: por un lado, Valdocco
albergará a varias generaciones y con protagonistas procedentes
de diferentes estatus sociales, porque de hecho imitará lo que era
simplemente la realidad cotidiana de la familia Bosco perteneciente al
mundo obrero y a las familias de la época; por otro lado, la focalización
en la presencia de Mamá Margarita nos lleva al centro de la vida familiar.
A I Becchi, cuando Juanito vivía allí con sus padres, era un pueblo donde
se vivía y se trabajaba, insertado en un contexto social y eclesial que se
extendía hasta el pueblo de Castelnuovo y que en sus amistades y relaciones
más amplias llegaba hasta La granja Moglia y hasta la misma Chieri.
21

3.2 Page 22

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LA FAMILIA DE DON BOSCO: UNA FAMILIA REAL
La familia de Don Bosco vivía en un contexto social en el que
ser “familia” era mucho más amplio que las estrechas relacio-
nes entre padres e hijos a las que estamos acostumbrados hoy.
Era una sociedad en la que vivían varias generaciones al mismo
tiempo, en la que cuidarse unos a otros era algo cotidiano,
pues el vecino también era parte de la familia.
Mamá Margarita le enseñó, cuidando de los pobres que pasaban. Le
enseñaron familiares y amigos quienes le ayudaron joven a encontrar
trabajo, a salir de casa y a encontrar dinero para estudiar. La familia
de Don Bosco, dado el entorno social y socioeconómico en el que
vivió, creció y desarrolló su misión allí; era el mundo de la clase
sencilla y trabajadora, aspecto en el que oscilará la misión y la opción
privilegiada para sus salesianos del presente y del futuro. Compartir
las experiencias de un mundo pobre con toda su precariedad
y valores, impregnó su forma de ver la realidad y su capacidad de
compasión por los jóvenes más empobrecidos. Junto con su madre,
quieren ser una familia abierta que acoja y acompañe a quienes no han
tenido experiencias gratificantes en sus familias. Quieren asegurarles
una experiencia familiar y hogareña en cada obra que se abre. De ahí
su opción pastoral y su capacidad para comprender las vicisitudes
del mundo obrero.
También desde el punto de vista eclesial, el cuidado de las relaciones entre
las familias es una preocupación pastoral cotidiana. Mamá Margarita,
probablemente, formaba parte de ese grupo de madres que, durante
años, reunidas por los párrocos de Castelnuovo, se reunían para rezar y
profundizar en su fe, convirtiéndose de hecho en el núcleo de la educación
religiosa de sus hijos y de todas sus familias. El factor común que fue
fundamental en la construcción del espíritu de familia en Don Bosco fue la
belleza de una relación genuina.
B En segundo lugar, Mamá Margarita fue una madre especial para Juan
Bosco y para todos los chicos del primer Oratorio, que se convirtieron en
su familia, y a los que a menudo dirigía chistes y proverbios en dialecto
piamontés, que en pocas palabras lograban condensar el sentido común
y la experiencia de vida.
Era una mujer muy trabajadora, una mujer de fe y de oración, un ejemplo de
vida cristiana para su hijo Juan. Don Bosco, utilizando el lenguaje educativo,
22

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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
podríamos decir que “se matriculó en la escuela de Mamá Margarita”, una
mujer acogedora que, si quisiéramos, podríamos comparar con la buena
samaritana del Evangelio; servía a los niños y jóvenes pobres de su hijo,
los descartados, como diríamos hoy. Si Don Bosco es santo es porque
tuvo una madre santa.
En las Memorias del Oratorio, Don Bosco recuerda con extraor-
dinaria precisión los gestos, las palabras, las actitudes con las
que su madre -Mamá Margarita- lo preparó para la Primera Co-
munión. A continuación, presenta prácticamente el mismo modo
de proceder para describir la preparación del mismo aconteci-
miento en las vidas de Domingo Savio (FS, p.1031), Severino y
Francisco Besucco (FS, p.1033).
El biógrafo de Don Bosco, Johannes Jørgensen (1931), acertó al comenzar
su obra con la famosa frase: “En el principio era la madre”. En efecto,
Margarita era el centro de la familia, en todos los sentidos. A pesar de
ser viuda y de tener que luchar para mantener una familia en condiciones
de pobreza y también con dificultades relacionales (especialmente con el
hijo mayor, Antonio, que no era suyo), Margarita logró emprender una
admirable labor educativa, tanto que fue recordada con nostalgia y
luego buscada con insistencia por el propio Don Bosco cuando tuvo que
fundar su propia familia: Valdocco.
De su madre Don Bosco aprendió la bondad amorosa, ese amor materno
concreto, lleno de afecto, protector y capaz de acompañar al niño en su
crecimiento, pero al mismo tiempo, esa bondad amorosa que “no es débil,
pero sí tierna, cercana pero fuerte, ordenada y disciplinada, que forma
hombres serios y cristianos de carácter” (BR, 1965, Reglamento). Sus
rasgos recuerdan las palabras de Francisco sobre el tema de la amabilidad:
Amar -escribe- significa también hacerse amable. Quiere indicar que el
amor no actúa de forma grosera, no actúa con rudeza, no es duro en
sus rasgos. Sus modales, sus palabras, sus gestos, son agradables y no
ásperos ni rígidos. No le gusta hacer sufrir a los demás. Cada día, “entrar
en la vida del otro, incluso cuando ya forma parte de nuestra propia vida,
exige la delicadeza de una actitud no invasiva, que renueva la confianza
y el respeto… Y el amor, cuanto más íntimo y profundo es, más exige el
respeto a la libertad y la capacidad de esperar a que el otro abra la puerta
de su corazón” (AL 107-109).
23

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LA FAMILIA DE DON BOSCO: UNA FAMILIA REAL
La causa de beatificación introducida para Mamá Margarita Oc-
chiena nos ayuda a descubrir aún mejor la profundidad de su fe,
pero también su capacidad pedagógica, su ejemplo de caridad
concreta, su capacidad de acompañar a sus hijos, cada uno a su
manera y en su propia vocación, su entrega a la cruz siguiendo
y apoyando a Don Bosco en su misión, su capacidad de asumir
como hijos a aquellos muchachos que la Providencia le dio en
Valdocco, haciendo de ella la Madre de todos y cada uno.
1 3 EN VALDOCCO COMO EN CASA
La experiencia brevemente descrita de Juan en su propia familia marcaría
indeleblemente su visión de la vida y su idea de la educación y la
evangelización de los jóvenes. Desde niño, Juanito fue educado para
ver la realidad con los ojos de la fe y, en particular, con la fe de su madre.
24

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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
En el origen de los Salesianos no hay una teoría o esquema de un pensador,
sino una historia, una experiencia vivida según una especial y concreta
docilidad al Espíritu Santo, la de Don Bosco en Valdocco, en Chieri, en el
internado, en las cárceles... Esta realidad oratoriana se irá construyendo en
familia a lo largo de los años, gracias a la participación de Mamá Margarita,
precisamente en esa línea de hogar donde mamá y papá construyen
el ambiente familiar que se vive en la vida cotidiana. Con el tiempo se
convertirá en un rasgo característico y perenne de la espiritualidad/misión
salesiana.
A lo largo de la notable vida de Don Bosco, es importante tomar
en consideración su familia y su valiosa labor educativa y pasto-
ral. Las instituciones que fundó en favor de los jóvenes pobres y
abandonados, reforzando el modelo familiar, se llaman “casas”
y los educadores que trabajan en ellas se comprometen a con-
struir un clima relacional inspirado en el “espíritu de familia”.
Todas estas son características que, vividas a diario en I Becchi, marcarán
también la casa de Valdocco y el ambiente de familia salesiana que allí se
vivirá:
◗◗ El claro sentido de la providencia, que asiste y acompaña la vida
cotidiana de sus hijos y los apoya en los momentos de dificultad.
◗◗ El sentido de la gracia que puede superar el pecado y enfocarse
en el bien.
◗◗ Una caridad concreta basada en la buena voluntad, el esfuerzo y el
compromiso, pero también en la alegría y el compartir.
◗◗ La oportunidad de experimentar y hacer un uso responsable de
la libertad; hacer de “saltimbanqui” para para evitar a otros la
oportunidad de pecar.
◗◗ El cuidado de los demás como medio cotidiano de hacer el bien, en
contraposición al egoísmo y al encerrarse en sí mismo.
◗◗ La esperanza siempre, incluso en las dificultades.
25

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LA FAMILIA DE DON BOSCO: UNA FAMILIA REAL
◗◗ La construcción de una casa y la seriedad del compromiso
diario, donde pueden convivir varias generaciones, con diferentes
ideas, diferentes estilos, diferentes necesidades, pero todos unidos
por la capacidad de ayudarse mutuamente, de dar una mano
para que el otro sea feliz, de lo contrario “yo tampoco puedo
ser feliz”.
◗◗ El acompañamiento diferenciado que deja libertad de acción; que
es incisivo en los momentos decisivos; que manifiesta presencia y no
abandono.
◗◗ El papel del adulto como acompañante y del joven como estímulo
de nuevas experiencias y nuevas ideas, para que nunca sienta que ha
llegado al nivel educativo.
◗◗ El protagonismo del joven por todo lo que implica su aporte en la
construcción del ambiente familiar y la evangelización. El joven como
evangelizador de otros jóvenes y que Don Bosco supo percibir y llevar
a la vida cotidiana (por ejemplo, con Domingo Savio).
En Valdocco creó un ambiente educativo impregnado de relaciones
inspiradas en las de la familia, en un clima de acogida y confianza, con un
espíritu de adaptación y pertenencia, rasgos que caracterizan a la familia
humana y que se convirtieron para el santo en recurso e inspiración para
la construcción de una “familia oratoriana”.
La enseñanza sobre la familia presentada por Don Bosco tiene un
carácter actual en varios rasgos, en particular la necesidad de valorar la
contribución específica que cada padre está llamado a ofrecer en el seno
de la pareja y en el compartir los ideales y las tareas en la educación de los
hijos, según un intercambio fecundo de recursos y dones, concentrándose
más en la sacralidad de la reciprocidad, para construir una alianza de
compromiso.
En las historias de vida contadas por Don Bosco, vemos, además, la
continuidad entre la educación recibida por los jóvenes de la familia y
la formación recibida en la asistencia a las casas y colegios salesianos.
Es el caso, por ejemplo, de Domingo Savio, Miguel Magone y Francisco
Besucco. Sin embargo, en la historia de Valentino (FS, pp.1026-1169),
Don Bosco destaca, por contraste, los efectos de la educación cristiana
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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
recibida en el internado y la influencia de los malos ejemplos recibidos
en la familia. Desgraciadamente, al final de la novela, Valentino se pierde
irremediablemente, lo que demuestra que lo que se recibe en la familia
deja una marca indeleble difícil de cambiar.
El espíritu de familia en el Valdocco de los inicios es fundacio-
nal tanto en la Comunidad Educativo-Pastoral como en la pro-
pia Congregación Salesiana y también en la Familia Salesiana:
un proceso que ha dado buenos frutos.
En conclusión, Don Bosco se inspiró en el modelo de familia por varias
razones. En primer lugar, por el impacto que la experiencia familiar tuvo en
su formación humana y cristiana. En segundo lugar, por las convicciones
religiosas maduradas durante los años de preparación al sacerdocio,
profundamente ancladas en una idea de la Iglesia, concebida como la gran
familia de los hijos de Dios. Por último, porque en el entorno urbano del
Turín de su tiempo, Juan Bosco, ya sacerdote, había podido observar que
muchos jóvenes, inmigrantes, para trabajar en las fábricas, se encontraban
prácticamente sin familia, en un ambiente hostil e incomprensible para ellos
por la diferencia con su estilo de vida.
Don Bosco, educador inteligente y en sintonía con los tiempos, defensor
incansable de la educación preventiva, está convencido de que la
familia es el primer y más importante lugar donde se puede
aplicar y hacer fructificar el Sistema Preventivo. De hecho, es del
compromiso de los padres y de quienes ejercen esta misión de quienes
depende principalmente el éxito de la educación. En su capacidad de
dar testimonio de los valores, en su capacidad de manifestar mediante el
diálogo razonable y amoroso las exigencias requeridas para el desarrollo
integral de la persona, según los ritmos personales de crecimiento,
promueve el camino convincente del compromiso hacia la madurez
humana y cristiana del joven.
El modelo familiar, además, caracteriza la elección de su sistema
educativo porque está atento al joven, a sus aptitudes y valores,
haciendo vibrar las fibras de su corazón con dulzura y evitando toda
forma de represión y violencia. Es un método que favorece la armonía
entre la espontaneidad y la disciplina, la familiaridad y el respeto a las
normas, la libertad y los deberes.
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LA FAMILIA DE DON BOSCO: UNA FAMILIA REAL
1 4 DIOS TE VE, TENGAMOS NOSOTROS LA MIRADA DIOS
Concluimos este capítulo aprendiendo una vez más de Mamá Margarita,
mujer fuerte y llena de fe, características importantes para nuestro modelo
educativo-pastoral salesiano.
La frase con la que su madre explicó a Juanito la eterna presencia
providencial del Padre ha pasado a la historia: Dios te ve. No era una
amenaza, sino la conciencia de ser cuidados y acompañados por un Padre
que nos ama y que, por tanto, no nos deja solos. Era, podríamos decir hoy,
la figura “ante litteram” de esa asistencia salesiana que Don Bosco, con
su mirada “sapiencial” y pastoral, pediría después a sus salesianos respecto
a los chicos, porque “así es Dios con nosotros”.
Esta conciencia estaba tan interiorizada en la mente y el corazón de Mamá
Margarita que ya se había ganado el equivalente de la frase, tan típica de la
sabiduría popular de su tiempo: no sólo Dios te ve, aprende también tú
a ver como Dios. Cuando explicaba a Juanito la belleza del cielo estrellado
o cuando vislumbraba en el relato de un sueño la llamada vocacional,
en realidad era Margarita quien daba testimonio de haber comprendido
perfectamente lo que significaba la doble fidelidad a Dios y a la vida
cotidiana. No se trata de una dicotomía, es necesario unir estos conceptos,
y no hay que hacerlo a la fuerza, como si Dios y el mundo estuvieran en
dos niveles diferentes, hay que hacerlo con la naturalidad de quien mira
el mundo con los ojos de Dios, los únicos que lo ven verdaderamente
como es, que revelan su bondad y su pecaminosidad. Por lo tanto, la
fuente, el impulso y la energía de desarrollo del carisma salesiano se
encuentra en un amor con dos polos indisolubles, Dios y los jóvenes, los
más pobres entre los pobres; en la entrega total a Dios en la misión juvenil
y correspondientemente en la entrega total a los jóvenes en un movimiento
hacia Dios. En esta línea madurará la educación de los jóvenes en Don
Bosco.
De esta manera Mamá Margarita nos enseña lo que significa
el discernimiento en nuestros CEPs hoy: saber que Dios nos ve,
para construir juntos una visión con la misma mirada de Dios
y así descifrar los sueños que Él siembra en el corazón de cada
uno.
28

3.9 Page 29

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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
Esto nos sugiere que, para que cada familia crezca en confianza hacia esta
antigua y siempre nueva perspectiva comunitaria relacional, es necesario
que nos eduquemos en una “ética de la mirada”, en una capacidad de
atención hacia la realidad que nos rodea, a la que no pertenecemos sólo
en sentido material, sino también en sentido relacional.
EN SÍNTESIS
◗◗ En este capítulo hemos visto cómo la ausencia del padre en la
vida de Don Bosco se transformó en fecundidad paterna, en lugar
de haber sido un trauma. La falta de un padre le llevó a buscar
otras figuras paternas, haciéndole ser más consciente de las
dificultades y de la pobreza de sus propios hijos, llegando a ser un
padre para muchos. Su experiencia familiar marcó indeleblemente
su visión de la vida y su idea de la educación y la evangelización
de los jóvenes.
◗◗ En esta perspectiva hemos querido destacar el “esfuerzo” que
Don Bosco hizo en familia y por las familias: Mamá Margarita,
en primer lugar, y luego él mismo en Valdocco. Junto con su
madre, quisieron ser una familia abierta y acogedora, hasta el
punto de fundar instituciones que, reforzando el modelo familiar,
Don Bosco llamó “casas”, implicando a los educadores en la
construcción de un clima relacional inspirado en el “espíritu
de familia”, convirtiéndose en recurso e inspiración para la
construcción de una “familia oratoriana”. Para nosotros es
importante subrayar, a través de esta primera parte, lo preciosa
que es esta intuición suya.
◗◗ Don Bosco quiso ofrecer lo que él mismo no tuvo y esto lo logró
a través de personas concretas. Esto permitió a los salesianos,
sin ser familias directas de jóvenes, vivir un ambiente familiar. El
modelo familiar, de hecho, caracteriza la elección de su sistema
educativo porque está atento al joven, a sus aptitudes, a su
contexto.
29

3.10 Page 30

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◗◗ La familia que ha creado en Valdocco, solidaria, abierta y
acogedora, no se sitúa en el centro de su atención, ni es un
sistema para medir la realidad, pero se muestra solícita en hacer
suyos los problemas y las angustias de los jóvenes más pobres y
“descartados” de la sociedad.

4 Pages 31-40

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4.1 Page 31

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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
SISTEMA PREVENTIVO
Y FAMILIA
CAPÍTULO
II

4.2 Page 32

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SISTEMA PREVENTIVO Y FAMILIA
21
SISTEMA PREVENTIVO: EXPERIENCIA ESPIRITUAL Y
APOSTÓLICA
“La pastoral de la familia y de los jóvenes es de vital importan-
cia para toda la Iglesia y es particularmente importante para
los hijos de Don Bosco, a los que María -en el sueño de los nueve
años- indicó como el campo en el que trabajar” (PGF, pp.15-32).
La experiencia espiritual y apostólica vivida en el Oratorio de Valdocco ha
forjado un modo de ser y de hacer, de vivir y de trabajar, de comunicar
el Evangelio y de colaborar en la salvación de los jóvenes, que se ha
denominado Sistema Preventivo. El modelo educativo-pastoral que se
inspira en él gira en torno a un núcleo central: el mundo de los jóvenes,
cuya vida y cultura, como educadores, estamos llamados a habitar. Un
modelo, si carece de una motivación u orientación, pierde su razón de ser.
Por tanto, la fuerza o corriente que sostiene este movimiento es la
caridad pastoral, centro y síntesis del espíritu salesiano.
Para Don Bosco, educar implica que el educador muestre esta especial
disposición, esta arraigada convicción: buscar ante todo el bien espiritual
de los jóvenes, su salvación y su bien integral. Dedicándose por completo
a su misión, está dispuesto a pagar el precio y a abandonar todo lo demás,
Da mihi animas, coetera tolle” (dame almas, toma el resto).
Este lema, que Don Bosco asumió como una oración, representa en nuestra
opinión la síntesis de su opción educativa y pastoral fundamental. Toda su
vida está dedicada a este proyecto, para ver a los jóvenes crecer y madurar
hacia su destino eterno, entendido en su sentido más amplio. Podemos
afirmar que la “caridad pastoral” es el servicio educativo-pastoral en la
Iglesia que los salesianos ofrecen a las nuevas generaciones.
“Fue un amor que se entrega gratuitamente, inspirado por la caridad de
Dios, que precede a toda criatura con su providencia, la acompaña con
su presencia y la salva dando su propia vida. Don Bosco nos lo transmite
como un modo de vivir y trabajar, para comunicar el Evangelio y salvar
a los jóvenes con ellos y a través de ellos. Este sistema informa nuestras
relaciones con Dios, nuestras relaciones personales con los demás y la
vida comunitaria en la práctica de una caridad que sabe ser amada”
(Const. 20).
32

4.3 Page 33

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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
En estas páginas queremos profundizar en la relación entre el Sistema
Preventivo y la familia. Sabemos que el amor está en el corazón del
matrimonio y de la familia y “el ideal cristiano, particularmente en la
familia, es el amor a pesar de todo” (AL, 119). En este sentido, la Iglesia
mira a la familia como modelo que la inspira a asumir una dimensión más
doméstica y familiar.
22
EL “IDEAL DE LA CARIDAD” QUE COBRA VIDA EN EL
SISTEMA PREVENTIVO
Las piedras angulares del Sistema Preventivo de Don Bosco pueden
resumirse en dos afirmaciones de fuerte inspiración cristiana: “Este sistema
se basa enteramente en la razón, en la religión y en la bondad amorosa”;
“La práctica de este sistema se basa enteramente en las palabras de San
Pablo que dice: La caridad es bondadosa y paciente; todo lo sufre, pero
todo lo espera y todo lo soporta” (FS, p.435).
La imposición autoritaria y la amenaza de castigo debían ser sustituidas
por los métodos de la propuesta persuasiva del amor, que atrae y pretende
ganar los corazones. Era necesario que la labor pastoral de Don Bosco
asumiera el rostro de un celo salvador hecho amable por los rasgos de
humanidad: simpatía, mansedumbre, ternura y afecto.
La caridad educativa también estaba revestida de “amo-
revolezza” (bondad amorosa y correspondida). Este amor pe-
dagógico implica el deseo y la pasión por la educación; el de-
seo de trabajar y encontrar placer en las empresas educativas
y pastorales; estar dispuesto y entregarse con gusto; sentirse
atraído por los más necesitados; considerar proporcionados todos
los esfuerzos y superar fácilmente las pequeñas frustraciones;
afrontar los riesgos y las dificultades en la relación educativa
como si fueran poca cosa.
En consecuencia, la gran “palabra” de Don Bosco “amorevolezza”, a
diferencia de otros sinónimos, forma parte de una tríada que contiene los
más altos valores humanos y educativos, la razón y la religión. No aparece
allí sólo como un “medio” pedagógico, sino como la verdadera columna
de apoyo, junto con las otras dos, de todo el “Sistema Preventivo”.
33

4.4 Page 34

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SISTEMA PREVENTIVO Y FAMILIA
Para comprender más profundamente el significado de la amorevolezza, no
sólo por su componente afectiva, sino también por su valor pedagógico,
es imprescindible recordar lo que Don Bosco escribió en los Artículos
Generales, como prólogo a las Reglas para las Casas (1877). En este
sencillo documento presenta una síntesis del Sistema Preventivo; afirma
que el educador debe hacerse querer por los jóvenes “ganando sus
corazones, dando a conocer con palabras y más aún con hechos, que
toda nuestra preocupación es por su provecho espiritual y temporal”;
“en asistencia pocas palabras y muchos hechos, y dar a los alumnos la
oportunidad de expresar sus pensamientos” (FS, p.551).
El valor afectivo de estas palabras se convierte en pedagogía, cuando
el educador entiende que su presencia no sólo está dirigida al control
y cumplimiento de las normas, a dar una palmadita en la espalda, sino
que está ahí para el joven, para acompañarlo, para escucharlo y para
comprender la realidad que vive; es la presencia activa de quien es capaz
de ver más allá del cuerpo, casi como si pudiera leer el pensamiento del
joven, y se muestra solícito en ayudarle, abrazarle, darle un buen consejo, o
simplemente escucharle, como podría hacer un padre o una madre; atento
a la realidad que rodea la vida de sus hijos.
En concreto, esta pedagogía del bien sugiere un comportamiento en
la práctica educativa que, según una experiencia familiar probada, la del
oratorio, genera correspondencia. Don Bosco lo pone de manifiesto y lo
desarrolla ampliamente en su carta de 1884. En su carta nos muestra cómo
un padre, que ama profundamente a sus hijos, hace sentir su presencia,
haciendo visible un comportamiento fundamental de la familia, por tanto
del Sistema Preventivo. Esta forma de actuar se concreta en la capacidad
de encuentro y en la disposición a acoger en un ambiente familiar. Se pone
en práctica creando, con paciente dedicación, un entorno en el que uno
se siente incluido y ayudado, un entorno rico en humanidad en el que uno
asimila con alegría los valores propuestos. Esta atención nos habla también
de la profunda amistad que se establece entre educadores y jóvenes, que
despierta la confianza y crea una relación educativa personal prolongada,
que es lo que realmente ayuda al desarrollo integral del joven.
Esta amistad conduce a otra manifestación muy singular de la relación
educativa: la paternidad. En otras palabras, la paternidad espiritual es
la prolongación de una paternidad educativa hecha de enseñanzas
comunitarias, de dedicación, de presencia amorosa, de comprensión
34

4.5 Page 35

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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
y de complicidad. Es más que una amistad. Es una responsabilidad afectiva
y autoritaria que ofrece orientación y enseñanza vital y exige disciplina y
compromiso. Es el amor y la autoridad.
“Amar lo que los jóvenes aman”, cuidar de ellos, porque como
hizo Don Bosco con los jóvenes de la cárcel, podrían perderse
si “nadie se ocupa de ellos”. Para cada muchacho, el confesor y
director espiritual de Don Bosco es también quien lo acoge con
afecto, lo apoya, lo instruye y lo educa, lo estimula a dar lo mejor
de sí mismo en la comunidad y en su trabajo cotidiano. Junto a
él hay asistentes, formadores y jóvenes amigos con los que pue-
den compartir la misma línea ética, los mismos valores espiri-
tuales, en un diálogo estimulante y fructífero.
23
EL ESPÍRITU DE FAMILIA Y EL TESTIMONIO EDUCATIVO:
UN PRECIOSO LEGADO
La comprensión de la familia, sus nuevas configuraciones y formas en
nuestro siglo XXI no son las mismas que conoció Don Bosco en el siglo XIX;
de hecho, “el cambio antropológico-cultural afecta hoy todos los aspectos
de la vida y requiere un enfoque analítico diversificado.” (AL, 32).
En la condición de los jóvenes, en la familia, en las costumbres, en la forma
de concebir la educación, en la vida social y hasta en la misma práctica
religiosa, se pueden ver las diferencias entre la época de Don Bosco y la
actual. Aun así, la familia sigue siendo hoy un factor clave en la sociedad
y en la educación de las nuevas generaciones.
Deseando ser fiel a su vocación, la Congregación Salesiana, iluminada por
el Magisterio de la Iglesia y apoyándose en su rica tradición, está llamada
a proponer un renovado Sistema Preventivo, para servir mejor a los jóvenes
de nuestro tiempo, asumiendo un método y un rostro familiar a través
de la convivencia y el trabajo en la CEP.
Entre las actitudes y la mentalidad que hay que convertir está
la de pasar de considerar la familia sólo como destinataria de
la atención pastoral a comprenderla como sujeto activo de la
35

4.6 Page 36

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SISTEMA PREVENTIVO Y FAMILIA
misión que debe implicarse en la Comunidad Educativo-Pasto-
ral (CG 28, 15a).
El Capítulo General 28 (2020) da voz a las peticiones presentadas por los
jóvenes y las expresa con claridad: “Somos conscientes de que muchas
veces no captamos esta verdadera ‘nostalgia comunitaria’ de los jóvenes
y las familias: nos piden tiempo y les damos espacio; nos piden relaciones
y les proporcionamos servicios; nos piden vida fraterna y les ofrecemos
estructuras; nos piden amistad y hacemos actividades para ellos. Todo ello
nos compromete a redescubrir la riqueza y el potencial del ‘espíritu de
familia’.” (ACG 433, p. 72-73).
Como educadores conocemos bien la importancia de crear un ambiente
familiar para la educación de los niños y jóvenes, de los adolescentes
y de la juventud. “Al igual que Don Bosco, debemos seguir cultivando
el arte de dar el primer paso, eliminando las distancias y las barreras y
haciendo surgir la alegría y el deseo de volver a vernos, de ser amigos.
Este arte consiste también en crear, con paciencia y dedicación, una
atmósfera rica en humanidad, un ambiente familiar donde los niños y los
jóvenes se sientan muy libres y capaces de expresarse y ser ellos mismos,
asimilando con alegría los valores que se les proponen. Esta pedagogía
del espíritu de familia es también una escuela de fe para los jóvenes.
Les ofrecemos amor y aceptación incondicionales, para que descubran,
progresivamente y desde una opción de libertad personal, la confianza
y el diálogo, así como la celebración y la experiencia comunitaria de la
fe.” (ACG 433, p. 27).
Por tanto, el espíritu de familia que caracteriza al Sistema Preventivo:
◗◗ se desarrolla a través de relaciones significativas como: la paternidad
y maternidad pastoral, la presencia, la asistencia, la cercanía, la
fraternidad, la ayuda, el aprecio mutuo, el diálogo, el perdón, el
realismo, el clima que cura las heridas, la superación de posiciones
ideológicas, el proyecto unitario;
◗◗ se hace visible con propuestas reconocibles con una atmósfera
positiva, un ambiente que se adapta al individuo y al grupo,
recurriendo a una creatividad pastoral que pone en el centro las
celebraciones y los momentos festivos.
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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
Todo ello está vinculado a la fe en una paternidad mayor que garantiza
y funda nuestras relaciones, de modo que no olvidemos, sino que
reafirmemos, que toda esta bondad relacional no depende de nuestro
esfuerzo, sino ante todo de la gracia.
En nuestra pastoral juvenil creemos que podemos aprovechar las
oportunidades que nos ofrece nuestra misión educativa: por un lado, la
posibilidad de reunir a los jóvenes y las familias en torno a los mismos
valores civiles y espirituales; por otro lado, el compromiso de crear un
ambiente familiar oratoriano. En consecuencia, “la pastoral tiene el deber
de realizar en la historia la maternidad universal de la Iglesia, a través de
gestos concretos y proféticos de una acogida alegre y cotidiana, que la
conviertan en un hogar para los jóvenes”. (FD, 138).
Pretendemos proponer un entorno armonioso de personas, estructuras,
lugares materiales, instrumentos y, sobre todo, una atmósfera capaz de
implicar a los jóvenes en un intenso ambiente familiar.
“Sólo una pastoral capaz de renovarse basada en el cuidado de
las relaciones y el vigor de la comunidad cristiana será impor-
tante y atractiva para los jóvenes. De este modo, la Iglesia podrá
presentarse ante ellos como un hogar acogedor, caracterizado
por un ambiente familiar de confianza y seguridad.” (DF, 138).
2 4 COMUNICACIÓN Y TRANSMISIÓN INTERGENERACIONAL
Otra característica de un Sistema Preventivo renovado es la comunicación
desde el corazón. Si la educación es un asunto del corazón, la
comunicación es el lenguaje del corazón. Consiste en dar a los jóvenes
la posibilidad de abrir su corazón y comunicar lo que viven y sienten, con
total libertad. La comunicación del corazón es la experiencia de sentirse
entendido, comprendido y apoyado. Quienes trabajan en la práctica
pastoral concreta, desde el acompañamiento hasta la dirección espiritual,
desde la confesión hasta una simple charla en la plaza, deben promover esta
experiencia única y original con cada joven. Surge entonces la pregunta:
¿cómo acompañar la “revolución” de la pubertad y el mundo interior del
adolescente, atesorando las experiencias vividas, para ayudar a los jóvenes
en el proceso de maduración?
37

4.8 Page 38

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SISTEMA PREVENTIVO Y FAMILIA
De la apertura personal hay que pasar a abrir la puerta del corazón a
los demás, respetando las historias personales, las experiencias y las
generaciones. Dios ama la alegría de los jóvenes y los invita especialmente
a esa alegría que se vive en comunión fraterna, a esa alegría superior que
sabe compartir, porque “hay más alegría en dar que en recibir” (Hch 20,35)
y “Dios ama al que da con alegría” (2 Cor 9,7)”. (CV, 166-167).
Chistus Vivit reúne a diferentes generaciones, en particular, reúne a los
jóvenes con los mayores, valorando la importancia que tienen en el
cristianismo la esperanza y la memoria, la renovación y la tradición.
“Si caminamos juntos, jóvenes y mayores, podemos estar firme-
mente arraigados en el presente, y desde ahí atender al pasa-
do y al futuro: atender al pasado, para aprender de la historia
y curar las heridas que a veces nos afectan; atender al futuro,
para alimentar el entusiasmo, para hacer brotar los sueños, para
agitar la profecía, para hacer florecer la esperanza” (CV 199).
Cada casa salesiana, por lo tanto, debe reconocer y acoger los vínculos
intergeneracionales y, en particular, el don de la sabiduría madurada en
el corazón de los abuelos y de los ancianos, de los salesianos y de los laicos,
presente en cada una de nuestras casas y que constituye una oportunidad
para hacer crecer y fortalecer el espíritu de familia.
“Si una persona os hace una propuesta -dice Francisco a los jóvenes- y os
dice que ignoréis la historia, que no atesoréis la experiencia de los mayores,
que despreciéis todo lo pasado y miréis sólo al futuro que os ofrece, ¿no es
acaso una forma fácil de atraeros con su propuesta para que hagáis sólo lo
que os dice? [...] Para ello necesitan jóvenes que desprecien la historia, que
rechacen las riquezas espirituales y humanas que se han transmitido a través
de las generaciones, que ignoren todo lo que les ha precedido” (FT 13).
Un elemento importante en la base del intercambio entre las generaciones
en nuestras CEPs, es de hecho el reconocimiento mutuo de la experiencia
y el don educativo, especialmente el de los adultos hacia los jóvenes con
la asunción de responsabilidades.
Sin embargo, hay una primera reforma real que todos deben hacer,
una verdadera reconversión dentro de una perspectiva educativa, la de
promover la educación para la vida en comunidad. Valorar todas las
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4.9 Page 39

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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
vocaciones en la Iglesia, acoger con alegría la contribución de cada uno
para el bien de los jóvenes, vivir en la lógica de un intercambio permanente
de dones y estimar profundamente a los demás, son todavía objetivos para
alcanzar: es el arte de la corresponsabilidad.
Para la Pastoral Juvenil Salesiana es de suma importancia vivir
una espiritualidad de comunión, que debe ser un acuerdo que
permita la continuidad y la estabilidad en la propuesta educa-
tivo-pastoral. Consagrados, laicos, familias y jóvenes juntos en
una verdadera corresponsabilidad apostólica. Se trata de hacer
emerger un estilo relacional muy preciso, una “espiritualidad de
la relación” (decía el XXIV Capítulo General, celebrado en 1996)
que hay que sembrar, cultivar y madurar.
Trabajar juntos según la pastoral integrada implica algunas conversiones
pastorales para transformar los procesos:
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4.10 Page 40

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SISTEMA PREVENTIVO Y FAMILIA
◗◗ de “hacer por los jóvenes y sus familias” a “hacer con los jóvenes y
sus familias”;
◗◗ de una pastoral hecha de “eventos separados” a una “pastoral de
lo cotidiano”;
◗◗ de la “convocatoria masiva” al “acompañamiento individual
responsable”;
◗◗ de “siempre se ha hecho así” a “pensar juntos según el Evangelio”;
◗◗ de la “corresponsabilidad ejecutiva” a la “corresponsabilidad del
proceso”;
◗◗ de la “aceptación” de los laicos y las familias a su verdadera
“valoración”;
◗◗ de ver a los ancianos como una carga, a un encuentro comprometido
y dialogante entre ellos y los jóvenes;
◗◗ de propuestas pastorales dedicadas exclusiva y constantemente a los
jóvenes, a propuestas pastorales en las que los jóvenes se integran
en el resto de la comunidad.
En relación con este último punto, es necesario precisar lo extendido que
está el riesgo de que los jóvenes sean sistemáticamente separados del
resto de la comunidad (“misa de los jóvenes”, “misa de los niños”, “misa
de los adultos”) con el peligro de que, al concluir la experiencia en los
caminos de la pastoral juvenil, concluya también la vida eclesial del joven.
La participación en la vida litúrgico-sacramental exige la iniciación en el
misterio, la educación no sólo en la celebración y en el lenguaje, los signos
y los gestos comprensibles, sino también en el sentido de la comunidad.
Por ello, es necesario consolidar una práctica que ayude a iniciar los pasos
naturales hacia la inserción en la comunidad.
40

5 Pages 41-50

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5.1 Page 41

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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
EN SÍNTESIS
◗◗ El claro paralelismo entre la experiencia familiar de Juanito y
el ambiente familiar establecido en Valdocco por el Don Bosco
adulto, nos sugieren algunas de las riquezas de la realidad familiar
del carisma salesiano, que hoy con mayor conciencia podemos
asumir y perseguir. La experiencia espiritual y apostólica vivida
en el Oratorio de Valdocco ha forjado, en efecto, un modo de
ser y de hacer, de vivir y de trabajar, de comunicar el Evangelio
y de colaborar en la salvación de los jóvenes, que se ha llamado
Sistema Preventivo y cuya fuente es la caridad pastoral, “un
impulso apostólico que nos impulsa a buscar las almas y a servir
sólo a Dios” (Const. 10).
◗◗ Hemos visto en este capítulo cómo una pastoral capaz de
renovarse se basa principalmente en el cuidado de las relaciones
y la comunicación del corazón, por lo que es necesario abrir la
puerta del corazón al otro, respetando las historias personales,
las experiencias y las diferencias generacionales.
◗◗ La Congregación Salesiana está llamada a proponer un Sistema
Preventivo renovado para servir mejor a los jóvenes de nuestro
tiempo, asumiendo un método y un rostro de familia que nos
permita vivir y trabajar juntos en la CEP. El mejor ambiente
educativo para vivir en sinergia con las familias en las CEPs es
precisamente el que se basa en el modelo de la familia: es la
expresión externa de la comunión interior y carismática, que
reproduce “la experiencia del hogar”, donde diariamente se
comunican con el ejemplo los sentimientos, actitudes, ideales
y valores.
◗◗ Vivir en familia y como familia en todos los ambientes no es
simplemente una opción pastoral estratégica, que hoy es muy
urgente, sino que es una forma de realizar nuestro carisma y un
objetivo a privilegiar en nuestra misión apostólica que tiene como
prioridad la educación y la evangelización de los jóvenes.
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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
INVERTIR EN LA EDUCACIÓN
DE LOS JÓVENES
PARA CONSTRUIR LAS FAMILIAS
DE HOY Y DE MAÑANA
CAPÍTULO
III

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INVERTIR EN LA EDUCACIÓN DE LOS JÓVENES PARA CONSTRUIR LAS FAMILIAS DE HOY Y DE MAÑANA
3 1 LOS JÓVENES Y LAS FAMILIAS EN EL CENTRO DE LA CEP
Un elemento fundamental para la realización de la Pastoral Juvenil Salesiana
es la comunidad, que involucra, en un ambiente familiar, a jóvenes y
adultos, padres y educadores, hasta convertirse en una experiencia
de Iglesia: una comunión que vive los diferentes dones y servicios como
realidades complementarias, en mutua reciprocidad, al servicio de la misma
misión.
La comunidad educativo-pastoral es una de las formas, si no la
forma, en que se concreta el espíritu de familia. En ella el Sistema
Preventivo se hace operativo en un proyecto comunitario. Como gran
familia preocupada por la educación y la evangelización de los jóvenes
en un territorio concreto, la CEP es la actualización de la intuición original
del carisma salesiano, repetía a menudo Don Bosco: “Siempre he tenido
necesidad de todos”. Partiendo de esta convicción, desde los primeros días
del Oratorio, constituye en torno a sí una comunidad-familia que tiene en
cuenta las diferentes condiciones culturales, sociales y económicas de los
colaboradores y en la que los mismos jóvenes son los protagonistas.
Hemos visto que desde los primeros tiempos del Oratorio Don
Bosco constituye en torno a sí una comunidad-familia en la que
los propios jóvenes son los protagonistas. La CEP es el modo
salesiano de estar presente entre los jóvenes y de ser
Iglesia (CR, 109): ser y vivir como una gran familia que actúa
en comunión, compartiendo y corresponsabilizándose, tenien-
do en el corazón la educación y la evangelización de las jóvenes
generaciones.
Hoy en día, una de las tareas más urgentes y primordiales de la CEP es
valorar la familia y apoyarla, planificar junto a ella en un diálogo mutuo.
Esto requiere una alianza renovada entre la familia y los “lugares de
educación” (el oratorio, la parroquia, la escuela, etc.).
En la práctica educativo-pastoral, al igual que en la vida familiar, los
procesos de educación y evangelización no se plantean ni se
establecen como caminos sucesivos mutuamente excluyentes. No
se delegan responsabilidades distintas e incomunicadas. Simplemente se
educa, pero como creyentes. Evangelizamos, pero como educadores, según
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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
la situación de los jóvenes. Las dos dimensiones se articulan de forma libre
y flexible, entrelazando las sugerencias del entorno, el testimonio de los
educadores y de los padres, la escucha de las preguntas e inquietudes de los
jóvenes, el compartir experiencias de vida iluminadas por la fe, la voluntad
de comprometerse en el servicio.
En esta dinámica fuertemente relacional es necesario, sin embargo, subrayar
que la familia sigue siendo la primera e indispensable comunidad
educativa, la célula de la sociedad y de la Iglesia. La educación de los
jóvenes es la tarea original de los padres, vinculada a la transmisión de la
vida, y primordial respecto a la tarea educativa de los demás. Por lo tanto,
el papel de la CEP se propone como complementario, no sustitutivo,
del papel educativo de los padres de los jóvenes. Desde este punto
de vista, por tanto, toda CEP debería comprometerse en primer lugar a
hacer que los padres tomen conciencia de su responsabilidad educativa.
La teología pastoral, en este proceso de potenciación, nos ilumina cuando
afirma que la familia es objeto, contexto y sujeto de la acción
pastoral.
Cuando nos preguntamos qué podemos hacer por las familias,
hablamos de ellas como objeto de la acción pastoral; cuando nos
preguntamos cuáles son las mejores condiciones familiares para
una acción pastoral eficaz que incluya la escucha, con humildad,
con una actitud no conocedora/no experta, hablamos de la fami-
lia como contexto pastoral; cuando nos preguntamos cómo ayu-
dar a las familias a comprometerse en la evangelización o en la
educación de los niños y jóvenes de la comunidad eclesial, habla-
mos de las familias como sujeto de la acción pastoral.
3 2 ÁREAS EN LAS QUE INVOLUCRAR A LAS FAMILIAS
Dado que la acción pastoral se desarrolla en un proyecto (PEPS) compartido
y llevado a cabo por una CEP, “una familia que educa” debe considerar
a las familias no sólo como un frente pastoral prioritario a atender, sino
potenciarlo en espacios concretos donde se planifica el trabajo educativo-
pastoral con los jóvenes.
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INVERTIR EN LA EDUCACIÓN DE LOS JÓVENES PARA CONSTRUIR LAS FAMILIAS DE HOY Y DE MAÑANA
De hecho, hay muchas estructuras dentro de las casas salesianas en las
que la familia está llamada a ser protagonista y partícipe de los procesos,
empezando por su presencia en el Consejo de la CEP. El compromiso en
este órgano colegiado tiene la finalidad de recibir el punto de vista de las
familias y su experiencia en la perspectiva de planificar y conducir el camino
de toda la CEP.
El Consejo de la CEP no es en primer lugar un organismo de formación, ni
de espiritualidad, ni de estudio, sino el lugar donde se trazan las directrices
de toda la vida de la CEP y luego se coordinan y verifican. La fisonomía
de una Obra Salesiana viva y corresponsable se expresa concretamente en
este Consejo que necesita un alto grado de confrontación y colaboración
entre las diversas personas que lo componen.
También es deseable que la familia se implique cada vez más
en la reflexión y elaboración del Proyecto Educativo Pa-
storal Salesiano (PEPS) local, para garantizar que la familia
sea la beneficiaria como sujeto y no sólo como objeto de la pro-
gramación de la Pastoral Juvenil Salesiana.
La CEP vista como el contexto donde se vive la relación con las familias y
su implicación, requiere una renovación de mentalidad y actitudes y una
promoción de los ámbitos concretos de corresponsabilidad, participación
y colaboración. Las Asociaciones de Padres, los Grupos de Familias, los
Programas de Colaboración Escuela-Familia y otras iniciativas pueden
estructurarse según una amplia gama de propuestas con diferentes énfasis:
caritativos y de servicio, formativos, espirituales y de oración, educativos-
pastorales. Cada acción, sin embargo, con su propia especificidad, está
llamada a ser signo y estímulo para los jóvenes y a introducir en la propuesta
formativa un estilo más fraterno de relaciones personales que revele la
dimensión familiar de la CEP y de la Iglesia.
3 3 LA CONTRIBUCIÓN DE LA FAMILIA EN LA CEP
Esta reflexión nos lleva a interrogarnos sobre la originalidad de la familia
dentro de la CEP. La familia puede ocupar un lugar específico y por eso
hay que buscar sinergias y puntos de encuentro; es importante resaltar
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5.7 Page 47

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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
la aportación particular de la familia dentro del entretejido de
vocaciones que es la Comunidad Educativo-Pastoral.
En efecto, los esposos, los laicos y los consagrados están llamados a
iluminar la propuesta educativo-pastoral a partir de su vocación específica
y complementaria. Sólo este estilo de comunión íntima podrá generar
personas adultas en la fe, capaces de ser responsables de la vida de los
demás. Por lo tanto, la labor de los diversos miembros de la CEP no puede
limitarse a la realización de actividades, sino que debe centrarse en la
dimensión vocacional, aspecto original y fundante de la Pastoral Juvenil
Salesiana.
Todo hombre está llamado a construir una vida llena de sentido y dirigida
a la verdadera felicidad. Don Bosco dijo a sus muchachos que quería que
fueran “felices en el tiempo y en la eternidad”. Todo esto sólo puede
lograrse si nos dejamos iluminar por el amor, ese amor que, fortalecido por
la prenda bautismal, llama a cada persona a la santidad.
Teniendo en cuenta esto, la contribución de la vocación familiar,
parental y de pareja puede identificarse en al menos tres temas
centrales: el amor, la vida y la educación.
Si la vocación de la familia es el amor entre dos personas que se aman y
deciden proyectar un camino de vida juntos, la vida y la educación serán
las aportaciones específicas de la familia para enriquecer la comunidad
educativo-pastoral y su Proyecto Educativo Pastoral Salesiano. Se trata,
por decirlo brevemente, de cruzar y entrelazar con sabiduría y creatividad
los cuatro pilares del carisma salesiano, bien sintetizados en el criterio
oratoriano -casa que acoge, parroquia que evangeliza, escuela que inicia
la vida y patio de encuentro de amigos- con estas tres dimensiones de la
vida familiar.
3 3 1 Originalidad y belleza de la familia: vocación al amor
La contribución estratégica de las familias se realiza en primer lugar en el
ámbito de la educación en el amor: educación afectiva y donación mutua.
Educar significa formar a los jóvenes para que comprendan que el don
de sí mismos es la meta de su vida, que el verdadero adulto es el que
reconoce la gracia recibida y luego, a su vez, trata de darla, entregando su
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INVERTIR EN LA EDUCACIÓN DE LOS JÓVENES PARA CONSTRUIR LAS FAMILIAS DE HOY Y DE MAÑANA
vida por los demás. En primer lugar, es fundamental partir de la vocación
al amor, “porque no podríamos favorecer un camino de fidelidad y de
entrega mutua si no estimuláramos el crecimiento, la consolidación y la
profundización del amor conyugal y familiar” (AL, 89).
Don Bosco había experimentado que la formación de su personalidad
estaba vitalmente enraizada en el extraordinario clima de entrega y bondad
(“don de sí”) de su familia en I Becchi y quiso reproducir sus cualidades
más significativas en el Oratorio de Valdocco entre aquellos jóvenes pobres
y abandonados.
Además, la complementariedad entre los registros materno y paterno
(que de alguna manera, admirablemente, queremos recordar una vez
más, Mamá Margarita supo vivir y compensar con su sabiduría evangélica)
son ciertamente necesarios para una buena educación, donde el
acompañamiento materno y la transmisión paterna son importantes.
Se invita a la familia a reservar un tiempo, defender un espacio,
planificar unos momentos para “celebrar el amor”. El verdadero
protagonista, pues, no es el amor en sí, sino las personas, jóvenes y
mayores, que aprenden a amarse, aceptarse y acompañarse. Esta gran
obra no está “cronometrada”, sino que necesita tiempo, no se nutre de
plazos, sino que se nutre de esperanza y coraje.
Desde este punto de vista es necesario educar a los jóvenes
para que se abandonen en el amor, teniendo como ejemplo
su familia y el principio oratoriano de “un hogar acogedor”.
3 3 2 La familia: cuna y santuario de la vida
En segundo lugar, el amor se vuelve fructífero. Hablar de familia es recordar
una característica fundamental: en primer lugar somos hijos. Como dice
Francisco en la audiencia general del 18 de marzo de 2015, esto nos remite
siempre al hecho de que no nos dimos la vida sino que la recibimos. El gran
regalo de la vida es el primer regalo que recibimos. El amor es siempre
y absolutamente el lugar de la fecundidad y la generatividad: la propia
configuración biológica del hombre y la mujer expresa una predisposición
original a dar vida.
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5.9 Page 49

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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
El fundamento de toda familia es la alianza del matrimonio, en una
profunda alianza conyugal de servicio a la vida. Su amor mutuo se ve
confirmado por su respectiva paternidad y maternidad, que los convierte en
colaboradores del maravilloso poder creador de Dios. La alianza conyugal
implica una “entrega” plena e irrevocable del uno al otro. Esta paternidad
y maternidad en la familia es también una tarea y responsabilidad
espiritual. El amor de Dios es un amor creativo y vivificante. Jesús, fuente
misma de la vida (cf. Jn 11,25; 14,6), a lo largo de su existencia terrena
no se cansa de darla y regenerarla, llamando a cada hombre y mujer que
encuentra a una vida nueva. También los esposos, mediante el amor, se
regeneran mutuamente y juntos dan vida a sus hijos y al mundo.
El amor siempre da vida. Por ello, el amor conyugal “no se agota en la
pareja [...]. Los cónyuges, al mismo tiempo que se dan el uno al otro,
dan más allá de sí mismos la realidad del hijo, reflejo vivo de su amor,
signo permanente de la unidad conyugal y síntesis viva e inseparable de
su ser padre y madre” (AL, 165). Sin embargo, la Iglesia contiene en su
maternidad espiritual a muchas familias que, sin expresarse necesariamente
en la procreación de un hijo, viven su perfección o camino de santidad en
el apoyo mutuo y en la generosa apertura paterna/materna para proteger
y cuidar la vida de muchos otros además de ellos mismos.
Dentro de la riqueza de la Iglesia, que evidentemente incluye
también un nivel de fecundidad espiritual (cf. 1 Co 4,15), la fa-
milia sigue siendo, por tanto, el núcleo generador por excelencia,
que no limita su campo de acción dentro de las relaciones paren-
tales, sino que lo extiende fuera como respuesta coherente a su
propia misión. El testimonio de la familia se convierte en una se-
milla preciosa para el discernimiento vocacional de los jóvenes,
en un apoyo y esperanza para otras familias, en un encuentro
e intercambio con las personas llamadas a la vida consagrada.
3 3 3 Un viaje educativo fuera y dentro del hogar
Vivir la experiencia de la interdependencia entre las personas, descubrir
que se necesitan mutuamente en la sociedad, significa tomar conciencia
de esta experiencia educativa a través de ser “uno para el otro”. “Dios
ha confiado a la familia el proyecto de hacer el mundo “doméstico” para
que todos lleguen a sentir a cada ser humano como un hermano” (AL,
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5.10 Page 50

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INVERTIR EN LA EDUCACIÓN DE LOS JÓVENES PARA CONSTRUIR LAS FAMILIAS DE HOY Y DE MAÑANA
183). Esta conciencia es la base que nos permite, a través de las relaciones
cotidianas, construir la sociedad. La familia es un viaje exigente, porque
es portadora de valores educativos y de una cultura de la solidaridad en
los diferentes contextos en los que viven los niños, los adolescentes y los
jóvenes.
Hoy en día, el camino hacia la vida adulta es menos unívoco y lineal, está
condicionado por las múltiples transformaciones y los ritmos arremolinados
que caracterizan el contexto en el que estamos inmersos. Dentro de esta
complejidad, los niños, y luego los jóvenes, observan y se encuentran
con sus propios modelos de referencia, en una galería que muestra,
escenifica y transmite diferentes contenidos y valores. Hay muchos modelos
en los que se basan los jóvenes, puntos de referencia que estimulan el
comportamiento, las expectativas y los deseos. La presencia concreta y real
de las familias en la Comunidad Educativa-Pastoral nos recuerda el valor
formativo de la familia fuera y dentro del hogar, y que los padres son
siempre los primeros educadores de sus hijos.
A. Educar hoy en día significa acompañar a los jóvenes a descubrir
quiénes deben que ser, ayudarles a orientarse en un territorio
desconocido que les provoca cada vez más ansiedad, incomodidad,
miedo. A través de la comunicación acogedora y el intercambio de
relaciones auténticas, la familia es en definitiva el espacio interpersonal
donde se perciben los valores, pero sobre todo se experimentan y
donde se desarrollan los elementos clave de la personalidad tomando
conciencia del sentido de la vida y de la confianza en el futuro.
Dentro de este camino de crecimiento, la propuesta de fe no puede
ser algo ajeno, sino que debe ser una propuesta esencial de la
educación integral de la persona. Su objetivo es ayudar a los niños a
superar su propio egocentrismo y a ser capaces de tomar decisiones
razonables mediante una creciente capacidad crítica frente a los
modelos de vida dominantes; despertar en los jóvenes el amor a la
verdad; experimentar y compartir una conducta cristiana orientada
al amor a Dios y al prójimo.
B. Pero la dimensión educativa, el “cuidado” del otro, amplía
su propio horizonte de significado y va más allá de la esfera
intrafamiliar, abriéndose a la esfera extrafamiliar. En esta dirección,
la educación familiar se encuentra comprometida con un reto
50

6 Pages 51-60

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6.1 Page 51

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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
central para el futuro: educar a “ciudadanos honestos”, es decir,
hacer posible una ciudadanía activa donde nuestros jóvenes sean
ciudadanos activos, responsables y solidarios. El compromiso
diario de la familia con la formación de las jóvenes generaciones
en la ciudadanía activa pasa por la potenciación de la educación
intercultural y para la paz, el respeto a las diferencias y el diálogo
entre culturas, el apoyo a la asunción de responsabilidades, así
como la solidaridad y el cuidado del bien común y la conciencia
de los derechos y deberes.
No debemos pensar, escribe Francisco, que “Jesús era un ado-
lescente solitario o un joven que pensaba en sí mismo. Su rela-
ción con la gente era la de un joven que compartía toda la vida
de una familia bien integrada en el pueblo.” El Papa señala que
el Jesús adolescente, “gracias a la confianza de sus padres... se
mueve con libertad y aprende a caminar con todos”. Estos aspec-
tos de la vida de Jesús no deben ser ignorados en la pastoral
juvenil, “para no crear proyectos que aíslen a los jóvenes de
la familia y del mundo, o los conviertan en una minoría selec-
ta preservada del contagio.” Lo que se necesita, en cambio, son
“proyectos que los fortalezcan, los acompañen y los proyecten
hacia el encuentro con los demás, el servicio generoso y la mi-
sión” (CV, 26-30).
No podemos descuidar la educación integral de la familia, debemos
hacernos corresponsables del acompañamiento y la educación de
los jóvenes para que cultiven en sí mismos el amor a la justicia,
la igualdad y la fraternidad. La preocupación por el Bien Común
y la verdad son también ejes sobre los que girarán los futuros
matrimonios y las familias estables que cuidan el amor externo,
aspecto que contribuye a su estabilidad en la medida en que se
entregan libremente a los demás.
Esta coherencia educativa a nivel interno y externo requiere
necesariamente la presencia de adultos maduros y fiables. De hecho, ante
la gran complejidad e indefinición de la edad adolescente, el mundo de los
adultos parece estar igualmente desorientado, hasta el punto que, más o
menos conscientemente, está abdicando en su función educativa. Como
dice el psicoterapeuta Recalcati: “los adultos parecen estar perdidos en el
mismo mar en el que se pierden sus hijos”.
51

6.2 Page 52

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INVERTIR EN LA EDUCACIÓN DE LOS JÓVENES PARA CONSTRUIR LAS FAMILIAS DE HOY Y DE MAÑANA
34
LA PASTORAL JUVENIL SALESIANA Y LA FAMILIA:
IMPLICACIÓN E INTEGRACIÓN EN EL PEPS
En el capítulo anterior hicimos una breve reflexión sobre las “Memorias del
Oratorio”, un documento escrito y publicado por el propio Don Bosco, que
se ha convertido en una pauta fundamental en la vida de nuestras casas.
Ahora queremos profundizar un poco más en su importancia, ya que es
en ella donde dirige su atención a aquellos jóvenes con los que se reunía
durante el día en Valdocco para diversas actividades recreativas, culturales
y religiosas, y que vivían allí incluso antes del inicio de los talleres y las
escuelas internas. Don Bosco quiso proponer, a través de este texto, no
tanto un conjunto de normas, sino un auténtico proyecto de vida tanto
para los jóvenes como para los educadores, creando así, nos atreveríamos
a decir, el primer proyecto educativo; una convergencia operativa que se
implementaría definitivamente según su visión original del oratorio; una
comprensión de lo que para San Juan Bosco era el Sistema Preventivo y
cómo se podía implementar en las obras salesianas.
En otras palabras, el Proyecto Educativo Pastoral Salesia-
no, antes de ser un texto, es un proceso comunitario que
tiende a generar en la CEP una convergencia de criterios,
objetivos y líneas de acción comunes. El PEPS crea y refuerza en
la CEP la conciencia de la misión común y profundiza en la voca-
ción educativo-pastoral para compartir y verificar continuamente.
La planificación no sólo ayuda a orientar y supervisar continuamente la
acción pastoral, sino que se convierte en un proceso de identificación
de la comunidad cada vez más inculturada y consciente de los retos que
le plantean la época que viven y el territorio en el que habitan. Por eso
es fundamental que la familia y, por tanto, las familias, en su concepción
y desarrollo, se incluyan tanto como sujetos capaces de hacer verdaderos
aportes, así como deben ser destinatarias de cuidados y atenciones
especiales: una planificación participativa con y para las familias.
El Proyecto Educativo-Pastoral Salesiano está llamado a tener en cuenta,
tanto a nivel local como inspectorial, todas las posibilidades para la
participación e integración de las familias, donde su propuesta se articule
en torno a acciones que vean a la familia como protagonista en favor
52

6.3 Page 53

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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
de los jóvenes. A continuación desarrollamos algunas de estas
intervenciones que se evaluarán en el desarrollo del PEPS.
3 4 1 Una pastoral juvenil que genera adultos en la fe y en la vida
Repasando la historia de cada pareja y de cada familia, encontramos
indicaciones e ideas para comprender el sentido de una espiritualidad
conyugal que no es abstracta, sino que se encarna en la experiencia
cotidiana. Un signo tangible de esta dimensión puede verse en la oración
en familia como expresión y alimento de esa íntima comunión de vida
y amor que define la alianza conyugal y anima la comunidad familiar.
La pedagogía nos enseña que la experiencia de fe vivida por los niños a
través de sus padres, catequistas y educadores tiene a menudo un papel
determinante en el desarrollo posterior de su dimensión religiosa. No
podemos olvidar que la irradiación del cristianismo primitivo se produjo
a través de una red de familias, y que aún hoy la integración de la fe y la
vida resulta ser el camino más auténtico hacia una verdadera madurez de la
persona. Hay que destacar cómo en muchos padres de familia cristianos está
creciendo la conciencia de ser responsables de la educación cristiana de sus
hijos a través de la Palabra, el relato, el testimonio, la oración.
La vida conyugal y familiar, vivida según el plan de Dios, con-
stituye en sí misma un “Evangelio”, en el que los hijos pueden
“leer” el rostro de Dios, su amor por la humanidad, su amor pa-
ciente y gratuito.
A través de los gestos de amor, perdón, aceptación y solidaridad de los esposos
y de la familia, “iglesia doméstica”, el Señor mismo habla, acepta, perdona,
ama a los hombres de hoy y se solidariza con ellos. El compromiso educativo
de los padres es capaz de testimoniar de forma persuasiva una imagen religiosa
de la existencia, sólo en la medida en que la viven. Los esposos cristianos son
testigos de la fe el uno para el otro, para sus hijos y para todos los demás
miembros de su familia. Se es y se llega a ser tal a través de una vida coherente
con lo que se profesa, con un estilo marcado por la luz de lo cotidiano. La
familia es la encarnación del amor único de Dios por la Iglesia.
Si es imprescindible esperar que los padres explícitamente cristianos
acompañen el desarrollo de su experiencia de fe, no podemos ignorar
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a las numerosas parejas de hecho, a los matrimonios en los que no ha
habido herencia de la fe o en los que la fe ha abandonado los espacios
institucionales, que viven en situaciones en las que las Semillas de la Palabra
no les son ajenas, sino que esperan y viven los valores del Evangelio de
Jesús. Para estas familias que pueden haber perdido vitalidad y a las que la
Iglesia pide no descuidar, también es posible construir en ellas y con ellas
un camino de fe para ellas y para sus hijos (cf. AL 78-79).
En este sentido, nos preguntamos cómo nuestros proyectos educativo-
pastorales, que pretenden evangelizar a los jóvenes a través de diferentes
mediaciones educativas, pueden motivar, acompañar y ayudar a las
familias a dar su contribución específica al crecimiento de la exigencia
religiosa de sus hijos.
3 4 2 Pastoral juvenil con una dinámica vocacional integral
Puesto que ahora está claro que el ámbito vocacional no puede prescindir
de las relaciones familiares y, desde el punto de vista eclesial, no puede
separarse de la pastoral juvenil, queremos subrayar dos riesgos que
podemos correr en nuestra acción pastoral.
A. El primero es pensar en la pastoral juvenil como un itinerario
interminable, que recicla a las personas dentro de ella sin una
perspectiva clara y consciente de su salida hacia la edad adulta,
descuidando el discernimiento vocacional serio.
El Sínodo de los Obispos sobre “Los jóvenes, la fe y el discernimiento
vocacional”, en todos sus documentos oficiales, ha pedido que
toda la pastoral juvenil sea cualificada desde el punto de vista
vocacional y que los espacios de promoción vocacional se amplíen
pastoralmente, abarcando también la vocación familiar.
B. El segundo es el de una obtusa promoción vocacional que no tiene en
cuenta una propuesta vocacional integral, sino que se concentra sólo en
las llamadas vocaciones “de especial consagración”, es decir, a la vida
religiosa y al sacerdocio. Sin duda, hay una especificidad propia en estas
opciones de vida, que requieren un cuidado y una atención especiales, sin
embargo, no deben pensarse de forma exclusiva y excluyente, sino dentro
de una dinámica vocacional integral e integrada que tiene como elemento
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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
básico la llamada al amor. En la encíclica Amoris Laetitia encontramos
escrito que el Matrimonio es una vocación auténtica y original, en
particular es la llamada a los esposos a ser portadores del don del amor
que Cristo crucificado dio a su Iglesia. Es, pues, una verdadera llamada de
Dios, “fruto del discernimiento vocacional” (cf. AL 72).
En este ámbito, el gran desafío que tenemos por delante es el de
crear una cultura vocacional en todos los ambientes, según el
espíritu de familia, para que los jóvenes descubran la vida como
una llamada, un don, una vocación al amor y para que toda la
pastoral salesiana sea verdaderamente vocacional (cf. CV, 254).
La Pastoral Juvenil Salesiana trabaja para colaborar en la maduración
de la fe y de la vida, y por eso ayuda a los jóvenes a conocer a
personas que han alcanzado una madurez vocacional en diferentes
estados de la vida cristiana.
La pastoral juvenil está, por tanto, llamada a rediseñarse en sentido
vocacional, apoyándose también en sus vínculos con la familia, ya sea
iniciando la pastoral con niños y adolescentes, o completando sus itinerarios
educativos tanto de inicio como de salida. De inicio, porque la pastoral
juvenil recibe sus sujetos desde las edades previas a la juventud, es decir,
la primera infancia, la niñez y la adolescencia. La primera infancia y la
niñez ven a la familia y a las relaciones primarias como protagonistas casi
absolutos, y la adolescencia marca generalmente la época de los desafíos
individuales y de la contestación con la vida familiar. De salida, porque los
sujetos que completan su paso a la juventud y a la juventud adulta, en la
gran mayoría de los casos, están llamados a vivir su vocación cristiana a
través de la creación de su propia familia. Por eso es normal pensar que
una de las tareas fundamentales de la pastoral juvenil sea animar a los
jóvenes a hacerse responsables de su vida adulta, lo cual se concreta de
forma privilegiada en la asunción responsable de una familia.
3 4 3 Una pastoral juvenil que atienda a los jóvenes con “pobrezas
familiares”
En el origen del carisma está la atención que San Juan Bosco dio a los
jóvenes sin familia de Turín. En torno a ellos, Don Bosco pudo crear una
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“familia adoptiva”, capaz de devolverles el amor y la educación necesarios
para llevarlos a un crecimiento pleno y maduro.
Todavía hoy, en muchas partes del mundo, la pastoral juvenil salesiana se
ocupa de los jóvenes que no mantienen o no pueden mantener los lazos
con su familia de origen y, además, hay un esfuerzo creciente por garantizar
una intervención educativa que tenga en cuenta a la familia del joven como
posible aliada y colaboradora.
La tradición salesiana afirma que Don Bosco, habiendo comprendido bien la
importancia de la familia en la educación de los jóvenes, desde el principio
puso en marcha su obra educativa como una familia para los jóvenes
sin familia y “una parroquia para los jóvenes sin parroquia”.
En los memorandos que Don Bosco envió a la Santa Sede para
obtener la aprobación de la Congregación Salesiana siempre su-
brayó: “Esta Congregación en 1841 era al principio una simple
escuela de catequesis, un jardín festivo, al que en 1846 se añadió
una casa para artesanos pobres, formando un instituto privado
como una gran familia” (FS, pp. 80-81).
Desde el punto de vista carismático, sigue siendo necesaria una
concentración específica en la familia, porque a menudo la pobreza
material, cultural, moral y espiritual, a veces incluso la “pobreza
familiar”, está estrechamente vinculada a problemáticas familiares.
La realidad social que vivimos hoy en día da cuenta de estas pobrezas, ya
que hay un segmento de la sociedad que se enfrenta a la realidad de vivir
sin familia y/o en hogares más desfavorecidos. Todo parece indicar que esta
tendencia es bien conocida: niños que se quedan sin padres a una edad
muy temprana; hijos solteros que, debido a una inmadurez emocional no
resuelta, no formarán su propia familia, llegando solos a la vejez; familias
dispersas, cuyos miembros viven a miles de kilómetros de distancia; familias
que, tras episodios de violencia, se han separado.
Porque “el sentimiento de orfandad que experimentan tantos jóvenes
es más profundo de lo que pensamos”, dijo Francisco en la audiencia
del 28 de enero de 2015. Son huérfanos en la familia, porque los padres
suelen estar ausentes, incluso físicamente, del hogar, pero sobre todo
porque, cuando están, no se comportan como padres, no dialogan con
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sus hijos, no cumplen con su tarea educativa, no dan a sus hijos, con su
ejemplo acompañado de palabras, esos principios, esos valores, esas reglas
de vida que necesitan como el pan”, y son huérfanos “también en la
comunidad civil [...]. Huérfanos de caminos seguros qué seguir, huérfanos
de maestros en los qué confiar, huérfanos de ideales que calienten el
corazón, huérfanos de valores y esperanzas que los sostengan a diario.
Pueden estar llenos de ídolos, pero se les roba el corazón; se les impulsa a
soñar con diversiones y placeres, pero no se les da trabajo; son engañados
por el dios del dinero, y se les niega la verdadera riqueza”. Jesús hizo una
promesa a sus discípulos: “No os dejaré huérfanos” (Jn 14,18)”; se nos pide
que no dejemos huérfanos a los jóvenes y que les demos una familia; que
les demos una comunidad en la que haya adultos con autoridad capaces
de hacerles crecer con “una verdadera fuerza generadora”.
La pastoral juvenil salesiana, por tanto, está llamada a ocuparse de los
jóvenes más necesitados, pero también de sus familias “alejadas” o
“necesitadas” con un enfoque fiel al carisma y, por tanto, preventivo
y misionero. Un enfoque capaz de aumentar la solidez afectiva y educativa
de las familias, protegiéndolas de la ruptura y el abuso, y misionero porque
es capaz de salir al encuentro de las realidades familiares de los jóvenes
en la situación y condición en que realmente se encuentran, buscando
acompañarlos con paciencia, prudencia y amor.
Necesitamos activar una pastoral, llamada en sentido teológico “de
adopción” (expresión del estadounidense Chap Clark, conocido profesor
y consultor); una pastoral que se proponga crear comunidades capaces de
acoger a cada niño, a cada joven y a cada adulto, para que todos sepan
que tienen un hogar... un lugar donde puedan descubrir quiénes son y de
qué manera pueden ofrecer su contribución. En otras palabras, una familia;
una comunidad en la que se respire un ethos de compromiso familiar, se
aprenda “la cercanía, el cuidado, el saludo”, y se reconozca que se vive
con otros “que son dignos de nuestra atención, de nuestra bondad, de
nuestro afecto” (AL 276).
La caridad pastoral del Sistema Preventivo de Don Bosco, apli-
cada al cuidado de la familia, no es un sentimiento o un simple
movimiento del ánimo, sino que es una actitud precisa, que im-
plica decisión y madurez. Una caridad tenaz, resistente, capaz
de sostener y mantener, de apoyar y acariciar.
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3 4 4 Una pastoral juvenil que acompañe el amor de las parejas/
familias jóvenes
Se debe prestar una atención específica a las parejas/familias
jóvenes, comenzando por el acompañamiento a los novios, a los recién
casados y a los padres, que en los primeros años de la vida de sus hijos
necesitan ser especialmente ayudados a asumir responsablemente este
don y tarea de la educación, sin olvidar a todos aquellos jóvenes que están
creando una familia aún desvinculada del sacramento del matrimonio. En
todos estos casos, se trata de fases delicadas de la vida de las personas y de
las parejas, en las que conviene garantizar un acompañamiento específico
a cargo de la comunidad, sea éste ofrecido por otras parejas, por adultos
individuales o por religiosos.
Obviamente, es conveniente interactuar y conectar con iniciativas
tradicionales, en relación con las numerosas propuestas concretas activadas
en la zona, como por ejemplo, los cursos de preparación al matrimonio.
Los matrimonios jóvenes no sólo son objeto de atención pastoral, sino
también sujetos de la pastoral en general y de la pastoral juvenil en
particular. La formación en la vida matrimonial y familiar, incluso dentro
de los “caminos de la pastoral juvenil”, puede encontrar en estas parejas
-al menos en las más sólidas, formadas y comprometidas- un recurso
único. De hecho, como jóvenes que son, pueden ofrecerse a otros jóvenes
como testigos de una experiencia capaz de suscitar identificación e
imitación.
Los dos Sínodos dedicados a la familia han hablado de la prepa-
ración remota, próxima e inmediata al matrimonio. Esta sub-
división, ya indicada por el Magisterio de Juan Pablo II, tiene
una finalidad puramente práctica y explicativa, que subraya la
complejidad de las fases de maduración de la vida afectiva de
las personas y la importancia del acompañamiento específico y
adecuado para cada una de ellas. De ahí que sería un grave er-
ror delegar en sectores pastorales individuales el cuidado de un
camino tan decisivo en la construcción de la historia de cada per-
sona. Es necesario, por tanto, que la pastoral juvenil y la familia,
iluminadas por la perspectiva vocacional, trabajen juntas para
fomentar opciones de vida maduras y conscientes.
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6.9 Page 59

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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
Este camino puede representarse con la imagen de un embudo y, por tanto,
con una progresión cada vez más estricta y claramente dirigida. Primero
comienza con la preparación remota, que ayuda a entrar conscientemente,
desde una edad temprana, en el ámbito afectivo-relacional a través,
de la experiencia familiar y se completa con otras relaciones con figuras
educativamente significativas. Luego, la preparación próxima, se centra en
el tema de la elección, aquí la relación con la esfera profesional se vuelve
cada vez más íntima y vinculante. Para la eficacia de este delicado pasaje
deben fomentarse los caminos del noviazgo y el examen de la propia elección
vocacional. Por último, con la preparación inmediata se pasa a profundizar en
todos los temas vinculados al matrimonio y a la construcción de una familia.
En este contexto, la pastoral sacramental tiene una importancia especial.
En la medida de lo posible, esta preparación debe incluir itinerarios
específicos que incluyan encuentros personales y comunitarios, en los que
se impliquen a varios matrimonios, con el fin de favorecer en todos los que
participan un despertar, una verificación, una profundización de su fe y
de su vocación. Hay que prestar mucha atención a las numerosas familias
que optan por el sacramento con años de convivencia a sus espaldas,
a menudo acompañados de la presencia de hijos. En este último caso,
la presencia de los hijos y la conciencia de vivir una maternidad y una
paternidad responsables pueden ser una gran ayuda como coronación de
su respuesta a una vocación de amor y de aceptación en la fe del don que
Dios confía a su responsabilidad.
Todos estos momentos no sólo están conectados entre sí y se alimentan
mutuamente, sino que necesitan ser abrazados por una comunidad
educativa y pastoral que se haga cargo de la persona en la compleja
relación de todas sus dimensiones, en cada fase de crecimiento, incluido
ese delicado paso, particularmente apreciado por el carisma salesiano, entre
la juventud y la edad adulta. Todo esto debe ser tenido muy en cuenta: es
una llamada a la creación en cada CEP de un clima de familia, de acogida
y de fe, un espacio adecuado para el descubrimiento y la orientación de
las vocaciones, todo ello dentro de la aplicación del PEPS.
Los primeros años de matrimonio, además de ser decisivos para
todo el camino conyugal y familiar, siguen siendo para muchas parejas
jóvenes un tiempo de arranque y adaptación tanto en lo que se refiere a la
experiencia del amor conyugal como al encuentro con la nueva vida de un
hijo. A menudo también se ven atravesados por problemas y dificultades
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relacionados al trabajo y la vivienda, la dificultad de tener hijos. Son ricos
en recursos porque son los años del entusiasmo, de los primeros pasos de
una vida en común, de la serenidad, de una intimidad buscada y vivida con
equilibrio, de la respuesta al deseo de realizar proyectos y sueños acariciados
durante mucho tiempo, de la apertura de nuevas perspectivas incluso en
lo que se refiere al crecimiento en la fe, de la alegría y la responsabilidad
relacionadas con la procreación de una nueva vida, de la percepción del
don del hijo y de la dimensión religiosa de su propia generación.
3 4 5 Pastoral juvenil que educa en la afectividad y en las
relaciones
El mundo de los afectos pide ser formado y por así decirlo “refinado” por
una labor educativa que no pasa tanto por transmitir conceptos, sino por
compartir experiencias. Para el desarrollo de toda vocación es indispensable
una buena y constante formación en el amor. Para acompañar a los
jóvenes a la madurez afectiva, es necesaria toda una comunidad.
En particular, los cónyuges, con su propio itinerario de vida y de fe, centrado
en el carisma salesiano, están llamados a testimoniar el amor como entrega
del uno al otro; a testimoniar este contexto afectivo en el que se vive la
primera experiencia de amor y de vinculación relacional, y se construyen los
primeros fundamentos del desarrollo afectivo en relación consigo mismo y
con los demás, por lo que la educación afectiva, la educación en el amor
y en la sexualidad y el don recíproco de sí mismo comienzan en el ámbito
familiar. La primera y fundamental educación sexual que se ofrece a los
jóvenes se realiza ordinariamente desde el testimonio de las personas que
entran en relación con ellos, es decir, desde lo que transmiten con su vida.
Nuestra tarea es, por tanto, ayudar a los jóvenes a entender que el amor
trasciende el romance y puede elevarse a diferentes niveles relacionales, como
la amistad, y también puede manifestarse en acciones y comportamientos
altruistas. Por tanto, no se alimenta de la perfección, sino que necesita una
práctica larga y paciente, que requiere entusiasmo y ganas de avanzar, de
conocerse y acogerse, de crecer, de perdonarse, de volver a empezar, de
divertirse juntos, de dejarse acompañar y acoger por los demás.
No puede faltar una referencia a la cruz. La cruz es el lecho del
Amor perfecto. Francisco, en el Ángelus del 20 de junio de 2020,
60

7 Pages 61-70

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7.1 Page 61

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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
recuerda que “no hay verdadero amor sin cruz, es decir, sin un
precio que se paga en persona. Y esto lo dicen tantas madres,
tantos padres que se sacrifican tanto por sus hijos y soportan
verdaderos sacrificios, cruces, porque aman”. “El que no toma su
cruz y me sigue no es digno de mí”. (Mt 10:38).
Hoy estamos inmersos en un horizonte cultural que, en nombre de un
engañoso concepto de libertad, nos lleva a considerar por separado las distintas
dimensiones de la persona. El gran reto es proponer la vocación al amor en
su complejidad relacional de cuerpo, alma y espíritu. En particular, el aspecto
corporal corre continuamente el riesgo de ser entendido según modelos
degradantes de eficacia, ligados a la imagen y al rendimiento, perdiendo
completamente de vista la función de identidad que revela cómo cada mujer
y cada hombre, en su diferencia y complementariedad, han sido hechos para
la comunión y la donación. La perspectiva para enmarcar correctamente la
sexualidad, por tanto, sólo puede ser la de la castidad, entendida no tanto
como una renuncia estéril y sin sentido, sino como la adquisición de la
capacidad de donación y de responsabilidad, pasar de un punto de vista de
egoísmo y de posesión a uno de apertura al otro y de oblatividad.
Por último, es necesario hacer una mención a la adolescencia, una fase
de transición muy delicada. Cuando hablamos de pubertad tenemos
una “delimitación” bio-fisiológica bastante precisa, que aproximadamente
tiene su momento culmen en el periodo entre los 11 y los 13 años, después,
se entra en un mundo cada vez más difícil de delimitar: la adolescencia.
Ciertamente, sigue siendo una edad en la que los jóvenes muestran una
ambivalencia de sentimientos: deseo de autonomía personal y autenticidad,
curiosidad intelectual en la que se expresa la profunda necesidad de la
verdad. Sigue siendo un periodo de la vida caracterizado por la coexistencia
de fuertes emociones y fuertes conflictos, que, para ser vivido como
cualquier otro proceso de “paso”, necesita de adultos con autoridad,
conscientes de su papel, incluso cuando tienen que decir “no”.
3 4 6 Una pastoral juvenil que favorezca a la familia como
“hospital de campaña”
La pastoral juvenil salesiana está llamada a promover el apoyo mutuo
entre las familias, a través de las estructuras y redes de solidaridad que
la Comunidad Pastoral-Educativa crea y encuentra en el territorio.
61

7.2 Page 62

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“Para que la familia se convierta cada vez más en una verdadera
comunidad de amor, es necesario que todos sus miembros sean
ayudados y formados en sus responsabilidades ante los nuevos
problemas que surgen, en el servicio mutuo, en la participación
activa en la vida de la familia” (FC, n. 69a).
La familia, como núcleo fundador de la sociedad, puede y debe desempeñar
un papel valioso y, en muchos sentidos, insustituible en la solidaridad con
los demás. Además de la tarea de ayudar y apoyar a los miembros de la
familia que se encuentran sin trabajo o en situaciones precarias, la familia
está llamada a desempeñar un papel fundamental en las numerosas
situaciones de pobreza y penuria que afectan cada vez a más personas.
Dentro de la CEP, las familias, con un estilo de vida sobrio motivado por
modelos de consumo que respetan la dignidad de las personas, se vuelven
las más indicadas para dar testimonio de esta capacidad específica de
servicio y atención a los necesitados.
Se debe prestar especial atención a las familias inmigrantes, al respeto de
su cultura, a su integración en nuestra sociedad, a favorecer, en la medida
de lo posible, el reencuentro con todos los miembros de la familia, y a la
educación religiosa y escolar de los hijos. Las CEP deben estar abiertas
a su acogida e integración, tanto mediante gestos concretos y sencillos,
como solicitando intervenciones institucionales, colaborando también con
las formas de asociación adecuadas. A este respecto, no debemos olvidar
las palabras de Francisco: “las convicciones profundas de la propia fe: la
dignidad inalienable de toda persona humana, más allá de su origen, color
o religión, y la ley suprema del amor fraterno” (FT, 39).
En la comunidad cristiana es cada vez mayor el número de los llamados
alejados, principalmente aquellas personas que, movidas todavía por una
vaga religiosidad “tradicional”, llaman a las puertas de nuestras parroquias
salesianas para pedir bautizos, primeras comuniones y confirmaciones,
matrimonios y funerales. Estas son ocasiones preciosas para motivar, para
provocar un camino de reencuentro con el Dios que salva a través de la
Palabra, del mensaje adecuado y de la relación fraterna que ofrecemos
como Iglesia.
También es necesario implicar a las familias en un replanteamiento de la
pastoral sacramental, con el objetivo de aprovechar estas oportunidades
62

7.3 Page 63

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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
de contacto para testimoniar la belleza de la vida cristiana a través de
propuestas de primera evangelización.
En algunas CEP estamos experimentando y reflexionando acerca de
cómo en ellas la presencia de familias heridas pero fieles tiene un
potencial educativo muy alto para los jóvenes. En varias comunidades,
algunas mujeres separadas de sus maridos, pero fieles a su matrimonio,
han comenzado a insertarse en los itinerarios educativos de los jóvenes,
convirtiéndose en testigos de cómo el sacramento del matrimonio ha
seguido siendo un fundamento de sus vidas.
La perspectiva a seguir es, en todo caso, la de pensar en familias que
“cuidan” de los más frágiles, que tejen lazos de proximidad y reciprocidad,
superando el estrecho círculo de los lazos familiares y de amistad, para
abrirse al otro, a todo otro, al otro “cercano”, así como al otro “remoto y
desconocido”, al que se siente ligado por nuevas formas de solidaridad y de
pertenencia, capaces de atravesar las fronteras, de superar las distancias y
las diferencias. Este “otro” puede ser una familia con una historia habitada
por la fragilidad o los problemas, así como una familia vulnerable que vive
un momento de crisis inesperado con repercusiones en diferentes niveles
de la existencia.
En este sentido, la presencia de familias acogedoras para los niños,
adolescentes y jóvenes se vuelve fundamental. Entre las posibles
formas de poner en práctica esta opción están los centros de menores,
los “hogares familiares”, las redes de familias de acogida y adopción, los
grupos y asociaciones familiares misioneras y solidarias.
Francisco sostiene que “nuestra relación, si es sana y auténtica,
nos abre a otros que nos hacen crecer y nos enriquecen” (FT, 89)
y las familias pueden ser un signo profético de una nueva socie-
dad mundial acogedora e inclusiva.
En resumen, es esencial acoger a todas las familias en cualquier condición
en la que se encuentren. La pastoral juvenil pretende ser un buen
samaritano para todas las familias. Acoger, acompañar y amar son las
tres “A” de la pastoral juvenil para las familias de hoy.
63

7.4 Page 64

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3 4 7 Una pastoral juvenil que apoye caminos de formación y
acompañamiento
Todo lo afirmado sobre la Pastoral Juvenil Salesiana y la Familia requiere,
para su realización, la puesta en marcha de procesos de formación para
todos y cada uno de los miembros de la CEP: tanto para los salesianos
consagrados como para los laicos que apoyan el desarrollo del PEPS y de
la Familia Salesiana.
Ante el cambio vertiginoso de las condiciones socioeducativas, la formación
es hoy una necesidad continua que implica una actualización permanente
y una capacidad de aprendizaje permanente para actualizarse y adaptarse
a las distintas situaciones. En el ámbito específico de la pastoral juvenil y la
familia, además, es necesario un esfuerzo adicional porque, aunque no se
trate de algo completamente desconocido, para muchos es ciertamente
una sensibilidad que hay que redescubrir o profundizar.
Se trata, pues, de una formación que nos permite, en primer lugar, trabajar
juntos, desarrollando la gracia de ser un vasto movimiento con muchos
dones que compartir. Ciertamente surgen algunas necesidades formativas
específicas, como la necesidad de seguir fortaleciendo la capacidad de
discernimiento y acompañamiento, tanto personal como comunitario.
También es oportuno identificar instrumentos adecuados que nos permitan
comprender la complejidad y las diferencias tanto de los jóvenes como de
las familias, en el nivel local de la CEP y en el nivel inspectorial.
La Pastoral Juvenil Salesiana está invitada a reconocer las necesidades y los
recursos específicos de la familia hoy, a interpretarlos según la iluminación
de la Palabra y del Espíritu, para elegir los mejores caminos y medios
para acompañar a los jóvenes y a las familias. Todo ello requiere una
formación específica, con especial atención, según un criterio carismático,
a la formación personal siempre iluminada por el acompañamiento en el
discernimiento vocacional.
Como se ha visto en el capítulo 2, existe ciertamente la necesidad de una
mayor formación en el Sistema Preventivo, corazón del carisma salesiano,
para ser entendido como una propuesta de espiritualidad tanto como una
práctica educativa. El trinomio “razón, religión y bondad”, de hecho, no es
sólo un proyecto educativo de formación integral o un método práctico que
la educación debe utilizar, sino que también revela los rasgos fundamentales
64

7.5 Page 65

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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
de una Espiritualidad Juvenil Salesiana por descubrir, vivir, revivir y renovar
continuamente. Los responsables de la Pastoral Juvenil Salesiana con y para
las familias están llamados también a una formación sistemática y a una
constante actualización en los diversos ámbitos de la misión salesiana, para
que este compromiso se inserte coherentemente en el carisma.
Por lo tanto, según la perspectiva de la pastoral juvenil y de la realidad de
la familia, a la luz de los instrumentos ofrecidos por la Congregación, como
el “Cuadro de referencia para la pastoral juvenil salesiana”, el ofrecido por
el camino sinodal de la Iglesia de los últimos años, con los documentos
vinculados a los dos sínodos sobre la familia y al sínodo sobre los jóvenes,
la fe y el discernimiento vocacional, se deben elaborar nuevos itinerarios
formativos en la pastoral juvenil en estrecha colaboración entre los
niveles locales e inspectoriales.
EN SÍNTESIS
◗◗ En este capítulo hemos empezado por subrayar lo mucho que
la CEP está relacionada con el espíritu de familia, con nuestra
forma de vivir la Iglesia y con la dimensión comunitaria de la
misión. En ella el Sistema Preventivo se hace operativo en un
proyecto comunitario y se concreta el espíritu de familia. Por ello,
hoy en día, una de las tareas más urgentes y primordiales de la
CEP es valorar a la familia y apoyarla planificando junto a ella en
un diálogo mutuo. Esto requiere una alianza renovada entre la
familia y los “lugares de educación”.
◗◗ La educación de los jóvenes es la tarea originaria de los padres,
vinculada a la transmisión de la vida, y primordial respecto a la
tarea educativa de otros sujetos; por ello el papel de la CEP se
propone como complementario, no sustitutivo, de la función
educativa de los padres de los jóvenes.
◗◗ La teología pastoral, en este proceso de potenciación, afirma
que la familia es objeto, contexto y sujeto de la acción pastoral.
Esta reflexión nos ha llevado a interrogarnos sobre la originalidad
de la familia dentro de la CEP, donde un lugar específico. La
contribución de la vocación familiar, parental y de pareja se ha
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identificado en al menos tres temas centrales: el amor, la vida y
la educación.
◗◗ Por ello, tanto a nivel local como inspectorial, es necesario
comenzar a planificar programas de formación para agentes/
formadores, integrando a las familias en el PEPS, donde la
propuesta educativa y pastoral se articule en torno a acciones
que vean a la familia como protagonista a favor de los jóvenes.
Estos caminos deben tener como núcleo central el encuentro, la
metodología de la pedagogía familiar y la espiritualidad salesiana.
◗◗ Por ello se hace imprescindible rediseñarnos juntos en un sentido
vocacional; al mismo tiempo entrar en la vida cotidiana de las
familias, hablar su lenguaje, estar cerca de la fragilidad de las
relaciones y reconocer las dificultades presentes en la vida de
muchas de ellas, atendiendo a los jóvenes sin familia, a las
familias jóvenes, a las situaciones familiares más frágiles (pobreza,
desigualdad y vulnerabilidad) promoviendo la solidaridad entre
las familias. Se hace entonces necesario acompañar el amor
de las parejas/familias jóvenes cuidándolas y planificando una
buena y constante formación en el amor para el desarrollo de
cada vocación.
◗◗ Todo lo dicho sobre la Pastoral Juvenil Salesiana y la Familia
requiere, para su realización, la puesta en marcha de procesos
de formación para todos los miembros de la CEP y, por ende,
tanto para los salesianos consagrados como para los laicos que
apoyan el desarrollo del PEPS y de la Familia Salesiana.
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7.7 Page 67

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PASTORAL JUVENIL Y FAMILIA
Reflexión final
Las familias, pues, más que un sector en el que centrar nuestros
esfuerzos, son un ángulo privilegiado desde el cual debemos
repensar y planificar la pastoral juvenil de forma más realista.
Esto nos lleva a acoger la diversidad familiar presente en nuestras
obras y exaltar este gran valor a través del cual nuestros jóvenes
pueden conocer la alegría del amor y de la entrega. Los jóvenes
proceden de una familia que se convierte en una huella, en
una escuela, en un ambiente de fe y en un lugar privilegiado
para la formación permanente; en continuidad entran en el CEP
donde se sienten acogidos, en casa, valorados. Posteriormente
construyen su familia, o una nueva familia; esto nos sugiere
que en nuestro camino de vida tenemos muchas “citas con las
familias” y queremos acompañarlas.
67

7.8 Page 68

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