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Repensar
la pastoral
juvenil salesiana
Instrumento para la reflexión
en las comunidades y en las inspectorías
Dicasterio para la Pastoral Juvenil
2011

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Tipografia Istituto Salesiano Pio XI
via Umbertide, 11 - 00181 Roma
tipolito@donbosco.it

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DIRECCION GENERAL
OPERE DON BOSCO
Via della Pisana 1111 - 00163 Roma
Rector Mayor
Srs. Directores y Hermanos
de las Comunidades salesianas locales
de la Inspectoría
Sede
Prot. 11/0338
Roma, 11 julio 2011
Objeto: Repensar la Pastoral Juvenil Salesiana
Queridos Hermanos,
los saludo, con el deseo de que nuestra unión sea cada vez más viva.
El motivo por el que les escribo es el de dar cumplimiento a uno de los
compromisos asumidos en nuestro Capítulo General 26. La Congregación
se encuentra en un proceso de reflexión sobre el modo en que estamos
desarrollando nuestra pastoral juvenil en la Iglesia. Con la fuerza que
nos da el “Da mihi animas, cetera tolle” y con el compromiso por una
evangelización más explícita, se nos está urgiendo a profundizar la rela-
ción entre la evangelización y la educación, teniendo en cuenta el contexto
de cambios y la diversidad de culturas en el que nos encontramos (cfr.
CG26, 45).
1. El volver a pensar la pastoral nos ayudará a focalizar mejor la perspec-
tiva evangelizadora de nuestro Proyecto Educativo Pastoral. Hay algunos
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aspectos de nuestra praxis pastoral que todavía podemos desarrollar mejor.
Por esto es necesario considerar el testimonio de la Comunidad Educativa
Pastoral (CEP) como parte integrante de nuestra aportación a la trasfor-
mación de la cultura, según los criterios del Evangelio de Jesús.
El CG26 afirma que: “nuestras iniciativas no están siempre claramente
orientadas a la educación en la fe. Los procesos de catequesis son débi-
les y en muchos casos no suscitan en los jóvenes una vida sacramental
convencida y regular, una verdadera pertenencia eclesial y un valiente
compromiso apostólico. La falta de organicidad y continuidad, fruto
también de insuficiente reflexión y estudio, ha llevado a veces a actuar
más una pastoral de iniciativas y de eventos que de procesos. En otros
casos las propuestas no han sido suficientemente insertas en los cami-
nos de las Iglesias locales. (CG26, 28).
Al mismo tiempo, dado que la educación es una urgencia social cada vez
más grave, reconocemos que su misma comprensión se encuentra en cri-
sis, puesto que los términos “educación” y “educativo”, se usan de modo
inequívoco, reductivo o ideológico. Para nosotros Salesianos el asunto es
importante, ya que siendo nuestro carisma educativo-pastoral, la calidad
de nuestro servicio educativo está necesariamente orientada a la incidencia
de la evangelización.
En este sentido, las preguntas que tenemos son muchas: ¿qué tareas ele-
gir?; ¿por dónde empezar para lograr una pastoral de procesos, con ca-
minos de fe y no solo de actividades y eventos?; ¿cómo acompañar a
los jóvenes para que maduren como cristianos en la cultura actual?;
¿qué propuestas podríamos ofrecer a los jóvenes no cristianos pertene-
cientes a otras religiones?
Nos disponemos a volver a pensar nuestra pastoral para favorecer procesos
de una reflexión integral acerca de nuestra praxis educativo pastoral local,
porque somos conscientes de la diversidad y complejidad de los contextos
desafiantes en los que desarrollamos la misión.
2. Para lograr una pastoral cada vez más inspirada en el Sistema preventivo
de Don Bosco (Cfr. CG26, 41), les pido, por favor, una reflexión de su
comunidad acerca de la praxis pastoral que Uds. están desarrollando; eso
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les permitirá profundizar en las líneas fundamentales de la pastoral sale-
siana y verificar su incidencia entre Uds. y en la vida de los que conforman
la CEP.
Como ven, por medio de este proceso de reflexión y evaluación deseamos
implicar a todos: a cada Salesiano, a cada Comunidad salesiana en su CEP,
a los laicos corresponsables en la misión, a cada institución formativa, a
cada organismo de animación y de gobierno, local e inspectorial.
El proceso lo comenzó el Rector Mayor con su Consejo, el mes de julio
del 2009. Con su orientación, un equipo de expertos formuló un primer
instrumento de trabajo que hizo posible recibir valiosas aportaciones de
reflexión por parte de varios Centros de estudio y Centros regionales de
Pastoral Juvenil. Ese valioso conjunto de reflexiones fue objeto de estudio
en un Seminario desarrollado en La Pisana, durante los días del 4 al 6 de
Febrero de este año, 2011.
Ahora, los invito también a Uds., a que participen en esta segunda fase.
El instrumento de reflexión que ven a continuación, está dirigido a cada
comunidad y les presenta unas preguntas para facilitarles una lectura de
la praxis pastoral que están animando actualmente, con la esperanza de
que les sirva para una reflexión profunda entre Uds., como comunidad.
Sus aportaciones nos ayudarán para la revisión actualizada del texto
“La pastoral juvenil salesiana. Cuadro de Referencia fundamental” (Roma,
1998; 2000). Todo esto es una oportunidad para seguir preparándonos
al ya próximo Bicentenario del Nacimiento de San Juan Bosco.
Les agradezco el compromiso generoso con el que viven su consagración
religiosa en el servicio a los jóvenes. El proceso de reflexión sobre la Pas-
toral es otro signo de nuestro deseo de servirlos cada vez con más gene-
rosidad en su camino hacia el encuentro con Jesús.
Cordialmente en Don Bosco
Don Pascual Chávez Villanueva
Rector Mayor
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Instrumento para la reflexión
en las comunidades
y en las inspectorías
Al encuentro de la cultura y el mundo
de los jóvenes
Los últimos decenios de nuestra historia han supuesto una transforma- Transformación
ción profunda de muchas de nuestras sociedades y de las culturas que de la cultura
constituyen su sustrato. Es precisamente en la centralidad de la cultura
y del mundo
de los
donde reside el elemento más característico de nuestro tiempo. Estamos jóvenes
ante un cóctel de culturas, ante una realidad estratificada, en la que se
encubren diversas concepciones de la persona y de las formas de convi-
vencia. Al acercarnos al mundo de los jóvenes, percibimos igualmente
que no existe “una” cultura juvenil única como hecho original y autóno-
mo. Nos preocupa especialmente la dramática situación de exclusión en
la que viven tantísimos de nuestros jóvenes, tanto en el aspecto social
como en el educativo: ellos merecen nuestra mayor atención desde una
mirada profundamente pastoral. Somos sensibles a la diversas formas
en las que los jóvenes viven la fe en los distintos contextos educativos
y sociales: no creyentes, indiferentes, alejados, con fe tradicional o en
camino de fe comprometida.
Los desafíos sociales y culturales de esta compleja realidad, nos confirman Mirar
y estimulan en la convicción de que nuestra Congregación tiene mucho a los
que ofrecer a los jóvenes, a sus familias y a las culturas a las cuales per-
jóvenes
con los
tenecen. Creemos que Jesucristo y su Evangelio sigue siendo la mejor ojos
propuesta de vida, y gozamos con la misión de ofrecérsela.
de Jesús
Por ello, los salesianos hacemos sentir la voz de Dios sobre las variadas
situaciones en las que la vida de los jóvenes se desarrolla. Son hijos de su
historia y su cultura, no son un problema, ¡son una oportunidad ¡ Estamos
presentes en 132 países, mirando a los jóvenes con los ojos de Jesús.
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En el encuentro que el Señor tiene con los jóvenes, lo primero que hace
“es pasar a su lado”, “mirarlos”, “amarlos”, “conocerlos” uno a uno (cf.
Mt 4, 18ss); acoge sus preguntas, escucha sus inquietudes. Usando sus
palabras y oficios (pastor, viñador, pescador, etc.), los llama para anunciar
el Evangelio, y encargarles su misión. Hoy también necesitamos que nos
preste sus ojos para verlos a la luz de su Evangelio, que nos preste sus
entrañas para quererlos mucho más todavía con un amor nuevo, que nos
enseñe a despertarlos a la fe.
Escucha Lo que está en juego, en último término, es que el Evangelio y sus valores
atenta y tengan oportunidades de arraigar en el corazón de las nuevas genera-
comprensión
inteligente
ciones. Vivimos momentos en los que se silencia la voz de Dios en algunas
sociedades, mientras que en otras, se priva a las nuevas generaciones de
la riqueza humanizadora del Evangelio. Un reto de tal magnitud exige de
todos, laicos y salesianos, la escucha atenta del Espíritu, de modo que
sea Él quien vaya guiando nuestro discernimiento y nuestro caminar, y
nos posibilite una comprensión inteligente para afrontar los desafíos
del enorme cambio cultural. En este sentido, basta recordar las grandes
fatigas de nuestro padre Don Bosco en la fundación del Oratorio de San
Francisco de Sales en Valdocco.
Renovar Los nuevos contextos en los que se ubica la Congregación aportan nuevos
la caridad valores y nuevos obstáculos al desarrollo de nuestra misión salesiana.
pastoral
para
Son nuevos retos a nuestra fidelidad y creatividad, son nuevas oportuni-
enfrentar dades para estar a la escucha, para descubrir nuevas necesidades y nuevas
los retos pobrezas, para vivir, aprender y dar gozosamente Evangelio. Las nuevas
y aprovechar
las oportuni-
dinámicas sociales y culturales afectan la vida de los jóvenes y ponen en
dades discusión nuestra capacidad de intervención educativa y evangelizadora,
sobre todo entre los más pobres y en las clases populares.
Cada vez más, nos percatamos que es necesario una gran apertura de
mente y una inteligencia pastoral para superar la discontinuidad entre
nuestra propuesta pastoral y los contextos siempre cambiantes.
Nuestro “aprendizaje apostólico” debe hacerse con una pedagogía y me-
todología que nos lleve a ser verdaderos testigos con capacidad de in-
terpretar las preguntas de los jóvenes, a veces, en medio de unas socie-
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dades llenas de posibilidades y tan escasas de esperanza. La cuestión cen-
tral de la educación en la fe es descubrir nuevos caminos para que el
Evangelio pueda encontrarse con la cultura y con el mundo de los jóvenes.
La Congregación, en este sentido, viene reclamando una pastoral más
orgánica y estructurada que tenga continuidad, que defina de dónde se
parte y a dónde se quiere llegar.
Esta realidad desafía al educador-evangelizador en su capacidad de com-
prender, de implicarse y de actuar significativamente.
Para la reflexión
1.1 ¿Qué actitudes provocan en nosotros las situaciones de pobreza y las
transformaciones que caracterizan la sociedad y la cultura en la cual
estamos presentes?
1.2 ¿Nos sentimos preparados para identificar, comprender e interpretar
los nuevos signos de los tiempos presentes en esta realidad?
1.3 ¿Percibimos y confiamos en el valor de la propuesta educativa y evan-
gelizadora de que somos portadores en favor de los jóvenes y de las
personas de nuestro tiempo?
1.4 ¿Creemos que nuestra actual labor responde
realmente a las necesidades, las expectativas
y los desafíos de los jóvenes y las personas
del territorio donde el Señor nos ha llamado
a estar presentes?
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Evangelizar educando en la cultura
de nuestro tiempo
La primera y principal de todas nuestras tareas es la evangelización. La fe en
De eso quiere ocuparse la pastoral juvenil, de evangelizar a los jóvenes Jesucristo,
y de anunciar con ellos la Buena Nueva de Jesucristo (Ef 3,8), procla-
núcleo
integrador
mar el Reino que él nos ha revelado de una manera cercana (Mt de la
12,28). A ello apuntan todos nuestros esfuerzos. Pero sabemos que la personalidad
evangelización, para ser eficaz, ha de alcanzar el núcleo más íntimo. cristiana
Para que el Evangelio arraigue debe colocarse en el corazón de la bús-
queda personal, aquella que los jóvenes emprenden no sólo fuera de
sí, sino también dentro de si. En este ámbito de búsqueda de sentido,
la centralidad de Cristo puede ser acogida, puede resonar significa-
tivamente. La fe en el Señor Jesús debe integrar la vida constituyén-
dose en centro organizador de la personalidad. Este es el único punto
posible de encuentro entre la demanda de los jóvenes y nuestra oferta
pastoral. Se trata, en definitiva, de cuidar la fidelidad a nuestros orí-
genes y la razón de ser de nuestras obras.
En otras palabras, nuestra Pastoral Juvenil salesiana quiere conseguir Iniciación
que el joven llegue a vivir en coherencia con su opción de seguir a Je- en la
sús, apoyado en una espiritualidad desde la cual discierne un estilo de
experiencia
religiosa
vida y un compromiso al servicio de los demás que le haga feliz. Los cristiana
hijos de Don Bosco, somos garantes de una espiritualidad juvenil sa-
lesiana vinculada a la experiencia de fe, a la educación y al trabajo.
Leemos el Evangelio desde ahí. Por ello, en nuestra pastoral juvenil el
primer anuncio no basta. La evangelización es un “proceso” (Directorio
General para la Catequesis, 47-49) y requiere, por tanto, consolidación
y desarrollo, desde la fase del kerigma hasta la inserción en la comu-
nidad cristiana, mediante itinerarios de catequesis bien cuidados. En
consecuencia, la espiritualidad salesiana que vivimos y ofrecemos a
los jóvenes nos invita a acompañarles a través de pasos graduales en
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la maduración de la fe, asegurando una verdadera iniciación en la
experiencia religiosa cristiana.
Todo lo demás, desde los itinerarios a los procesos pedagógicos, no son
más que medios con vistas a este fin.
Mistagogía Plantear la evangelización de jóvenes es más que interesarnos porque
y adquieran un saber orgánico. La palabra clave es la mistagogía o
experiencias
fundamentales
iniciación.
Más que hablar de una “transmisión” hay que hablar de “iniciación”,
lo que comporta un acompañamiento del joven desde su concreta
situación hasta la plena madurez humana y cristiana. Y esta sólo es
posible con un vínculo comunitario y vivencial. El crecimiento en la
vida cristiana debe presentarse y realizarse como iniciación concreta
a la fe viva. Se requiere una praxis pastoral que favorezca espacios
comunitarios acogedores que ofrezcan experiencias fundamentales
como el silencio, la oración, la Palabra de Dios, el compromiso, la
celebración sacramental como fuente de crecimiento espiritual y aque-
llas experiencias que iluminan intensamente la vida. La maduración de
Miguel Magone en el ambiente creado por Don Bosco en Valdocco es
un ejemplo que nos hace reflexionar.
Evangeliza- Nuestra misión apostólica en la Iglesia no es sólo ni principalmente un
dores con modo de trabajar o gestionar las Obras, sino que quiere y debe ser un
experiencia
espiritual y
testimonio de vida. Encarnamos la presencia salesiana, poniendo nom-
familiaridad bre y rostro desde nuestra vocación de religiosos y sus elementos más
con Dios constitutivos: consagrados y educadores. Nuestra pastoral evangeliza-
dora afecta, pues, a los planteamientos de nuestra vida cristiana, la
experiencia espiritual y la familiaridad con Dios, que la sustentan. Esto
reclama “la evangelización de los evangelizadores de jóvenes” que
haga posible el apasionamiento por la propia vocación. Los jóvenes mi-
ran siempre con los ojos abiertos a un lado y a otro a ver si encuentran
señales de esperanza. La primera señal que necesitan es vernos con-
vertidos y convencidos, capaces de acercarnos a ellos de parte de Jesús,
para ofrecerles la libertad, el amor y sentido. Esta es la gran señal que
ellos esperan ver.
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Para que pueda realizarse la doble fidelidad al mensaje evangélico y a La
la cultura de los pueblos, es necesario que la evangelización encuen- educación:
tre en la educación su lugar y su mediación.
lugar y
mediación
de la
En realidad, sólo la educación nos permite conseguir que la propuesta evangelización
de fe llegue a sintonizar con la biografía, la historia y la cultura de las
personas a quienes servimos. Porque se educa partiendo de la situación
concreta de las personas, valorando sus recursos y sus necesidades,
proyectando un recorrido en el cual se inserta el mensaje cristiano.
Nuestra acción educativa pastoral, sin embargo, no se puede limitar a
transformar la vida personal de los jóvenes, sino que debe ser capaz
de transformar la misma cultura, fieles a las ricas posibilidades de
transformación que ofrece el Sistema Preventivo. Estamos llamados a
tocar el corazón de la cultura a través de la educación. Para ello debe-
mos ser capaces de formar personas que transformen dicha cultura. La
finalidad de la educación salesiana es formar personas para los demás,
es decir, personas con competencias profesionales, con conciencia mo-
ral y con un compromiso social. Dentro de nuestra propuesta educativa
los jóvenes no son sólo objeto de nuestra solicitud; ellos están llamados
a ser sujetos activos, protagonistas de la evangelización, artífices de
la renovación social y cultural.
Lejos de anular la identidad cultural de los pueblos, la evangelización Reconfigurar
busca re-configurarla, pasarla por el tamiz de una verdad que la supera: la cultura
el Evangelio. Es más, la cultura puede ayudarnos como pastores del siglo
desde
el Evangelio
XXI a discernir una particular forma de comprensión del Evangelio. Por
eso mismo, en el diálogo con la sociedad se requiere una fuerte dosis de
humildad y vitalidad evangélica en la que la propia vida manifieste una
novedad que haga luminosos sus mejores aspectos y muestre y denuncie
las sombras y limites que la habitan. En nuestros contextos, la evange-
lización de la cultura se produce desde un diálogo interior con ella. Es
una realidad a la que pertenecemos y que, en mayor o menor medida,
nos define. Evangelizar la cultura es convertirla, a través de su encuentro
con el Evangelio, en vehículo de vida personal y social. Quien quiere ha-
blar sobre Dios, puede hacerlo únicamente utilizando el lenguaje y los
significados que la propia cultura pone a su disposición.
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Para reflexión
2.1 De acuerdo con nuestra experiencia de pastores y educadores ¿qué
elementos nutren o sostienen hoy la vida de fe de los jóvenes?
2.2 ¿Cómo entendemos y hacemos práctica la integración del binomio
evangelización - educación?
2.3 ¿Nuestra acción pastoral refleja verdaderamente la integración de
ambos elementos o sobrevaloramos uno de estos factores?
2.4 ¿En qué afectan estas opciones pastorales a tu estilo de vida reli-
giosa y al de tu comunidad?
2.5 ¿Cuáles son los signos que nos muestran que nuestra acción edu-
cativo-pastoral está ayudando a transformar la vida de las perso-
nas y la cultura del territorio en el que estamos presentes?
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Una pastoral juvenil integral y coordinada
El Sistema Preventivo de Don Bosco tiene una proyección apostólica Proyección
que hace crecer a través de un itinerario acompañado de vida personal, apostólica
de una vivencia comunitaria y eclesial, y de un discernimiento vocacional
del Sistema
Preventivo
amplio. Es esencial para toda Comunidad Educativo-Pastoral acompañar
este camino, desarrollar el ministerio de la acogida pastoral, prestar
particular atención a la vida cotidiana, saber esperar siempre con las
puertas abiertas, la mesa puesta y la luz encendida. Los jóvenes hoy son
nómadas. En este contexto de gran pluralismo, los adolescentes y jóvenes,
y no sólo ellos, encuentran una justificación de sentido en nuestra
propuesta formativa integral que recogemos en nuestro modelo edu-
cativo-pastoral.
En la actualidad, se nos exige recuperar el valor y la incidencia de
nuestra propuesta formativa, a través del conocimiento de nuestro
modelo educativo-pastoral y de la renovación creativa de nuestra pra-
xis. Sentimos que reavivar el modelo pastoral salesiano exige cono-
cerlo, apreciarlo y llevarlo a la práctica. Este patrimonio pastoral,
pensado y puesto en acto por la Congregación, constituye nuestra
principal aportación a los jóvenes, a la Iglesia y a la sociedad. Nuestra
comprensión educativo-pastoral recogida en este marco de referencia
es abierta, flexible y eclesial. Nos invita a recrear caminos nuevos, a
impulsar la creatividad y el dinamismo pastoral.
En unas sociedades que cambian los parámetros generacionales con Pastoral
rapidez, los salesianos debemos hacer un constante esfuerzo por estar orgánica y
al día y formarnos en todos los ámbitos necesarios para la misión. Más formación
que acceder a contenidos teóricos, útiles y necesarios, los procesos
formativos plantean experiencias concretas que enseñen a vivir las re-
laciones personales, la comunicación y el trabajo en equipo, caracte-
rísticas propias de una pastoral orgánica. Somos conscientes de que
la animación de nuestras Obras ni puede ni va a ser asumida por todos
con el mismo grado de implicación. Realidades diversas y momentos
vitales en las personas, merecen un hondo respeto de todos, aunque
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de todos es la obligación de implicarnos con nuestra preparación hu-
mana, cristiana y pedagógica, examinando de este modo la misión
de manera más plena.
Formación significa conocer nuestra vida, nuestra sociedad, nuestros
jóvenes y nuestra fe para dar razón de nuestra esperanza.
La CEP Hay unas condiciones necesarias para la acción educativo-pastoral. La
y primera de ellas es la animación de una comunidad educativo-pas-
el PEPS toral, formada por salesianos y laicos, que comparten vida, fe y mi-
sión. La segunda es la elaboración del proyecto educativo-pastoral
por parte de la CEP, en cuanto comunidad de personas con la concien-
cia misionera suficiente como para movilizarse en torno a un proyecto
evangelizador.
En este camino, la misión de los laicos no se limita a colaborar en las
tareas educativas, sino que potencia las energías apostólicas para la
evangelización y avanza hasta una corresponsabilidad real. Esto nos
supone a todos una participación en la pasión evangelizadora desde
lo más hondo de nuestro ser.
La CEP y el PEPS nos impulsan a sumar esfuerzos para multiplicar re-
sultados, a gestar experiencias nuevas y procesos de reflexión conjun-
ta; a revisar y redimensionar nuestras estructuras, obras y servicios.
Esta realidad de la CEP tiene la finalidad de convertirse en “una expe-
riencia de Iglesia, reveladora del plan de Dios” (C 47).
Pensar y Tanto en la Iglesia, como también en la historia de nuestra Congrega-
proyectar la ción, hemos conocido personas capaces de dar respuestas creativas a
pastoral múltiples circunstancias y necesidades; han aceptado cordialmente el
cambio de paradigma cultural dando lugar a una multiplicidad de ini-
ciativas y a una rica variedad de proyectos que responden a las nece-
sidades espirituales y educativas de hoy. Más allá de acciones puntua-
les, urge dotarnos de una manera coherente de pensar y proyectar la
pastoral que favorezca itinerarios formativos bien graduados, nos
ayuden a trabajar con mentalidad de proyecto común y nos ilumine el
cambio del proyecto a la estrategia. Estamos convencidos de que, en
la medida en que coordinemos nuestros esfuerzos, contribuimos a
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anunciar el Reino de una manera más eficaz y acorde con los plante-
amientos y metodologías que hoy la Iglesia nos pide.
Para reflexión
3.1 ¿Cuáles de las opciones pastorales impulsadas por la Congregación
han sido un estímulo para nuestra vida comunitaria y para nuestra
acción pastoral? ¿Cuáles nos resultan más difíciles de comprender
o de poner en práctica?
3.2 ¿Qué grado de corresponsabilidad con los laicos se favorece en
nuestra Obra?
3.3 ¿Se posibilita el desarrollo de todas las tareas y funciones por parte
de los miembros de la Comunidad Educativa en función de sus cua-
lidades, competencia, formación e implicación en el proyecto?
3.4 ¿Nos sentimos adecuadamente preparados para enfrentar las po-
sibilidades y los desafíos que nos presenta la acción pastoral hoy?
¿Qué necesitamos personal y comunitariamente
para despertar nuestra propia renovación?
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