Romero|Lecturas

7 de julio

Beata MARÍA ROMERO MENESES

Virgen

Memoria libre

Para el Instituto de Hijas de María Auxiliadora: Memoria


María Romero Meneses nació en Granada (Nicaragua-Centroamé- rica) el 13 de enero de 1902 en una familia acomodada de la que recibió desde muy niña una delicada sensibilidad hacia los pobres y, en general, hacia el sufrimiento ajeno.

A los veintiún años emitió la profesión religiosa en el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora. En el nombre de esta, su Madre y «su Reina» —como le gustaba invocar a la Virgen—, llevó una incansable actividad apostólica, dando vida a grandiosas obras sociales en Costa Rica, donde fue enviada después de la profesión religiosa.

Sus solicitudes se dirigieron sobre todo hacia la promoción y la edu- cación cristiana de las jóvenes, de las mujeres y, en especial, de las madres, llevando ayuda material y evangelización a las familias pobres de la peri- feria urbana y de las aldeas, afectadas por penurias económicas y por de- caimiento moral; cuidó la alfabetización y la catequesis para los s po- bres y una esmerada instrucción religiosa para todos. Su actividad sin pausas no le impidió vivir en la oración momentos de profunda intimi- dad, de adoración intensa y de verdadera elevación mística, como se tras- luce de muchos de sus escritos ocasionales, verdaderos «apuntes del alma».

Cuando finalmente sor María se decidió a tomarse un período de descanso, se apagó inesperadamente para pasar al descanso sin fin en el

«eterno abrazo» de su Señor. Fue el 7 de julio de 1977.

El Santo Padre Juan Pablo II la beatificó el 14 de abril de 2002.

Del Común de vírgenes: pág. 445, o bien del Común de santas mujeres. Salmos del día, en el Salterio.



Segunda lectura

Oficio de lectura

De los Escritos espirituales de la beata María Romero Me- neses, virgen

(Traducción y coordinación de Lina Dacerri, FMA, vol. II, Roma

1990, págs. 116-117)

Llevar un rayo de luz

Concédeme, oh Dios mío, que mientras subo la cues- ta de mi vida, pueda secar sin interrupción, todas las lá- grimas que encuentro, endulzar toda amargura y sinsabor, limar las asperezas y verter un poco de bálsamo sobre cada herida.

Haz que pueda hacer sonreír a todos los que están tristes o angustiados, dar serenidad a los están atribula- dos, reunir los corazones lejanos y poner paz donde hay rencores o violencias. Haz que pueda ofrecer al menos un vaso de agua a quien tiene sed, un paño al que no tiene con qué vestirse y un techo, al menos en mi alma, a todos los peregrinos.

Haz que sepa dar un rayo de luz a los que caminan en la oscuridad, dirigir al bien al que se encamina hacia el mal, tender la mano a cuantos están en peligro de caer y levantar con delicadeza al que ha caído.

Haz que sepa sacar la espina de todos los corazones oprimidos, dar la paz a los que la han perdido, cubrir con el manto de la caridad a todos los pobres pecadores y difundir por todas partes alivio, descanso, bienestar y tranquilidad.

Sí, Dios mío, concédeme la gracia de poder consolar a todos aquellos que encuentre sufriendo en el camino del Calvario, y de ser instrumento de tu bondad misericor- diosa. Llena mi corazón de mansedumbre, de humildad, bondad y dulzura; de comprensión y piedad; esculpe en mi alma tu imagen bendita, santa y amada, de modo que quien me vea, no vea en mi s que a ti, ¡dulce Amor mío!

Que no haya una sola alma que pase junto a mí sin que yo la conduzca inmediatamente a tu amor; y desde ese momento, que no se preocupe más que de huir del pe- cado y de agradarte a Ti. Tengo hambre y sed de justicia: de hacerte conocer, amar y servir. Por eso, como a Isaías, toca mis labios, pero no con un carbón encendido, sino

con una gota de tu preciosísima Sangre; para que se abran y proclamen tu nombre y anuncien a todos los vientos tus maravillas, tus grandezas y, sobre todo, ¡las ternuras de tu divino y adorable Corazón!

¡Oh Madre mía María, con Jesús, en Jesús y por Je- sús, para su gloria, yo me entrego y me abandono ciega y completamente en tus brazos maternos, para pasar direc- tamente en la hora de la muerte de los tuyos a los de la infinita misericordia del Señor! Amén.


Responsorio Jer 31,3; Os 2,16.21


Group 2728 Con amor eterno te amé, por eso prolongué mi lealtad. Por tanto, mira, voy a seducirla llevándomela al desierto * y hablándole al corazón.

Group 2712 Me casaré contigo para siempre, me casaré conti- go a precio de justicia y derecho, de afecto y de cariño. * Y hablándole al corazón.

La oración, como en Laudes.


Laudes


Lectura breve Cant 8,7

Las aguas torrenciales no podrán apagar el amor ni anegarlo los ríos. Si alguien quisiera comprar el amor con todas las riquezas de su casa, se haría despreciable.


Responsorio breve


Group 2694 De ti ha dicho mi corazón: * Yo busco tu rostro. De ti ha dicho.

Group 2678 No me escondas tu rostro, Señor. * Yo busco tu rostro. Gloria al Padre. De ti ha dicho mi corazón.


Benedictus, ant. En eso sabrán que sois mis discípu- los, si os tenéis amor los unos a los otros.

Preces


Demos gracias a Dios por haber dado a la Iglesia y a la Fa- milia Salesiana en la beata María Romero Meneses un luminoso testimonio de su amor gratuito por todos. Acuérdate, Padre, de tu Iglesia.


Diste a la beata María Romero Meneses una fe ardiente y un gran amor a la Iglesia,

haz que nuestra vida de oración y de apostolado nos una cada vez más íntimamente a ti, en la adhesión fiel al Magisterio de la Iglesia.


Diste a sor María Romero Meneses sagaces intuiciones y valientes decisiones en la caridad,

multiplica en la Iglesia de hoy las iniciativas de solida- ridad y de testimonio de tu amor de Padre.


En sor María Romero Meneses nos has dado un luminoso ejemplo de ardor eucarístico y pasión evangelizadora,

ayúdanos a tomar de la mesa eucarística la fuerza para ser anunciadores creíbles del Evangelio de Cristo, so- bre todo a los jóvenes.


En la beata María Romero Meneses has «realizado gran- des cosas» por su confianza incondicional en la inter- cesión de María Santísima,

haznos también a nosotros capaces de percibir la pre- sencia de María, nuestra madre, que ama y sigue a todos sus hijos.


Tú que cuidas a todos tus hijos y estás cercano como Pa- dre a los que sufren por la pobreza, la marginación y la enfermedad,

haz que imitemos a sor María Romero Meneses en el servicio a los pobres y a los que sufren.

Padre nuestro.

Oración

Oh Dios, fuente de todo consuelo, que siempre acu- des a nuestro lado con los múltiples dones de tu amor: por intercesión de la beata María Romero Meneses, vir- gen, concédenos experimentar la dulzura de los consuelos del Espíritu para difundir en alegría cristiana los dones de tu bondad. Por nuestro Señor Jesucristo.



Vísperas


Lectura breve Rom 8,28-30


Sabemos que todo concurre al bien de los que aman a Dios, de los llamados según su designio. A los que escogió de antemano los destinó a reproducir la imagen de su Hijo, de modo que fuera él el primogé- nito de muchos hermanos. A los que había destinado los llamó, a los que llamó los hizo justos, a los que hizo justos los glorificó.


Responsorio breve

Group 2660 Group 2644 El Señor te ha escogido * Y te ha preferido. El Señor. En su tienda te ha hecho habitar * Y te ha prefe-

rido. Gloria al Padre. El Señor.


Magníficat, ant. Lo que hayáis hecho al más pequeño de mis hermanos me lo habéis hecho a mí. Venid, bendi- tos de mi Padre, a recibir el reino preparado para vosotros desde el comienzo del mundo.


Preces


Invoquemos a Dios Padre, autor de todo proyecto de san- tidad, para que nos indique el camino de santifica- ción que ha trazado para nosotros.

Guíanos, Señor, en tus caminos.

En la beata María Romero Meneses nos has dado un mo- delo de santidad inspirado en la caridad apostólica de san Juan Bosco y de santa María Dominica Ma- zzarello:

haz que, siguiendo su ejemplo, vivamos fielmente nuestra vocación salesiana con una vida santa llena de amor.

Da a tu Iglesia la fuerza del Espíritu,

para que con la guía de pastores santos y el testimonio de personas consagradas, siga engendrando nuevos santos en todas las partes del mundo.

Da a los misioneros el ardor de la caridad que diste a sor

María Romero Meneses,

para responder a las llamadas de la evangelización a construir tu reino.

Da a los educadores y educadoras humildad y paciente entrega,

para captar los signos con los que sigues manifestan- do tu amor y tu llamada entre los jóvenes.

A los pobres y afligidos con cualquier género de sufri- miento,

dales experimentar en la solidaridad cristiana un re- flejo de tu amor de Padre.

Tú que has acogido a la beata María Romero Meneses en el banquete nupcial con las demás vírgenes,

admite a los fieles difuntos en el convite de las bodas eternas.

Padre nuestro.


La oración, como en Laudes.