Grandes principios en al CS

Dicasterio para la Comunicación Social



Para llevar a cabo los objetivos y tareas del Dicasterio para la Comunicación Social (DCS) durante el sexenio 2008 – 2014, es necesaro tener en cuenta y compartir algunos principios generales que emergen de las Constituciones, del CG 26 y de cartas de los dos últimos Rectores Mayores (370, 390) que se refieren a la Comunicación Social (CS). Estos principios sólo son enunciados en forma breve. Podrán profundizar en ellos viendo los documentos escritos por el Dicasterio durante el sexenio pasado. Estos documentos los pueden encontrar en nuestro Web Site, en la página de presentación con las siglas SDL.


  1. Pasión por Dios y pasión por la salvación de los jóvenes


La Comunicación Social en la Congregación se fundamenta en la Pasión por Dios y la pasión por la salvación de los jóvenes. Buscamos que Dios y su enviado Jesucristo sean conocidos y amados por los jóvenes. La CS no la vemos ni entendemos en perspectiva puramente técnica. No somos técnicos especialistas en información y noticias. Buscamos ser profesionistas en ello porque somos apóstoles y misioneros que utilizamos los medios, sus lenguajes y los espacios que nos ofrecen las nuevas tecnologías y las políticas de CS para educar y evangelizar. Es por eso que a nosotros salesianos la CS no nos da miedo, ni comenzamos por verla de modo sospechoso como causante de los males de los jóvenes y de la sociedad. Menos aún la rechazamos, porque sería olvidarnos de la inmensidad de jóvenes que la habitan. La vemos de modo realista y como excelente oportunidad para estar entre los jóvenes en vistas a su evangelización y educación. El crecimiento y profundización de nuestra identidad carismática y de nuestra pasión apostólica no pueden hacer menos el universo multimediático donde todos vivimos, aunque muchas veces ni cuenta nos demos de ello. Allí Dios también viene a nuestro encuentro y allí se hace encontrar. Allí es donde también él va al encuentro de los jóvenes y se quiere manifestar a ellos.


  1. La CS, grande patio dónde encuentrarse con los jóvenes


La pasión por Dios y por la salvación de los jóvenes en nuestro padre Don Bosco era tal, que supo entender y utilizar uno de los mejores medios amplificadores de la cultura, de las ideas y de la educación en su tiempo: la prensa escrita. Él no podía estar presente físicamente en todas partes con los jóvenes, pero lo deseaba tanto que alargó cuanto pudo el “patio” de su presencia, el aula de ejercicio educativo y el púlpito evangelizador. Por eso se metió inteligente y convencidamente en el campo editorial, pues era lo que había en su tiempo, para multiplicarse tantas veces cuantos libros suyos leían los jóvenes y la gente del pueblo. Así hacía llegar el evangelio y la cultura, sus ideas, sus sentimientos y sus convicciones, así estaba presente donde estaban los jóvenes. Desde esta perspectiva se pueden interpretar tanto su carta sobre “la difusión de los buenos libros” y el mismo “sueño del 10 de mayo de 1884”. Para el salesiano es determinante estar “en el patio”, en “los nuevos patios”, porque allí están los muchachos y porque allí hay que llevar y encarnar el evangelio (C 41, CG 26 2, 99). Los salesianos no podemos quedarnos al margen de este nuevo patio refugiándonos en visiones del pasado, no podemos sólo contemplar su evolución vertiginosa y no podemos ser sólo agudos críticos sin meternos dentro de ellos a encarnar el evangelio. Seguro que a Don Bosco no sólo le dolería el que no hubiera salesianos en esos nuevos patios, sino también el que los jóvenes que los habitan, porque no hay religiosos que se acerque a ellos, piensen y sientan que no son importantes para la Iglesia y que Dios está lejos de sus vidas y que posiblemente no les ama.


  1. La CS como obra para la misión


Si el Sistema Preventivo reclama la presencia del salesiano y de la comunidad en “el patio”, entre los muchachos, entonces hemos de reflexionar, actualizar y poner en prática la presencia del salesiano y de la comunidad en los grandes patios actuales de la comunicación convergente y multimediática donde las paredes ya no son de ladrillo y concreto, sino ondas, transmisiones y energía procedentes de satélites. Los límites se han ensanchado tanto que superan cualquier tipo tradicional de nuestras obras. En estos nuevos patios la capacidad de diálogo es fundamental pues todo mundo tiene el derecho de opinar respetando y de ser respetado. En ellos las personas bien orientadas y acompañadas se saben útiles y construyen, particularmente los jóvenes, porque todos pueden aportar lo que tienen, lo que saben y lo que son. Desde esta perspectiva nos damos cuenta de que la CS no puede ser sólamente medios de los cuales servirse, lenguajes con los cuales expresarse o dimensión transversal que todo lo atraviesa. Salesianamente hablando nos damos cuenta de que se trata de un campo donde podemos educar evangelizando y evangelizar educando. Nos encontramos, entonces, con una obra de futuro para el cumplimiento de la misión en la que es necesario formarse y preparar personal especializado, y donde hay que invertir con inteligencia y generosidad personal, tiempo y recursos económicos. Al respecto el CG 26 es muy claro, y ve necesario cambiar la mentalidad y modificar las estructuras, pasando “de una actitud tímida y de una presencia esporádica en los MCS a un uso responsable y a una animazión educativa y evangelizadora más incisiva” (CG 26 104/5).


  1. Los Dicasterios para la Misión


La misión encomendada a la Congregación: “ser portadores del amor de Dios a los jóvenes, especialmente a los más pobres”, requiere para su cumplimiento de la comunión de fuerzas y de la convergencia de perspectivas. Es por eso que el Rector Mayor ha unido la Pastoral Juvenil, la CS y las misiones bajo el nombre de “dicasterios para la Misión”. Esta unidad en la Misión de ningún modo anula la identidad y perspectiva propia de cada dicasterio, simplemente declara que el sentido auténtico de cada uno sólo se encuentra en la perspectiva de la misión y en la comunión con los demá en función de la misma. Se trata por tanto de un modo de pensar, de organizar, de orientar y de actuar desde el propio dicasterio, y en comunión con los otros, en vistas al cumplimiento de la única misión. No se absolutiza ninguno de los dicasterios ni se ven como paralelo a los demás. Desde el primer momento del proceso, desde la reflexión, se parte de la misión común en la propia visión. La organización del propio dicasterio obedece a la misión común y a los puntos de interacción necesarios para su cumplimiento. Habrá momentos en los cuales la misión, según diálogo, requerirá de una reflexión, organización y actuación simultáneas, pero en muchos otros cada dicasterio reflexionará, se organizará, se orientará y actuará de acuerdo a la propia identidad siempre al servicio de la misión.


  1. Una estructura mínima inspectorial


La actuación de la misión, además de la comunión de dicasterios y delegaciones, necesita de una estructura y organización mínimas en la inspectoría. No se podrá desarrollar la CS sin su integración en el POI y sin la presencia de un delegado, salesiano o laico. Al integrar la CS en el POI se pone en claro que es parte integrante de la misión y que la Inspectoría es quien la lleva a cabo. Con el nombramiento de un delegado, ojalá fuera a tiempo completo, se hace efectiva la animación y la organización inspectorial de la CS. Él, según sea el caso, en comunión con los delegados para la formación, la pastoral juvenil, las misiones y la economía, verá por la elaboración y ejecución del Proyecto Inspectorial de CS, el Proyecto de Formación inicial y permanente a la CS (prioridad durante este sexenio), la información dentro y hacia fuera de la Inspectoría (ANS, sdb.org, Iglesia y medios locales, páginas web...), y la producción de materiales y la presencia de empresas. Los principios generales tendrán cabida en la realidad sólo si dotamos a cada Inspectoría de la estructura, la organización y el personal necesario y adecuado. Si bien es cierto que no siempre lo tenemos, es necesario pensar en el modo de adquirirlo y de preparalo. Ante las urgencias y necesidades no es lo mejor cruzar los brazos, sino abrir la mente y el corazón a la esperanza, a la confianza en Dios y en nosotros mismos, comenzando por tomar decisiones, siguiendo por cambiar ciertas estructuras que son estratégicas y dando en ese sentido pequeños y seguros pasos. En todo eso el Dicasterio está a su servicio.


P. Filiberto González Plasencia sdb

Consejero General para la CS.