Horizontes, actitudes y tareas del director del "boletín salesiano

5.2. HORIZONTES, ACTITUDES Y TAREAS DEL DIRECTOR DEL "BOLETÍN SALESIANO



"Se ofrece, en su totalidad, la intervención programática del Rector Mayor a los directores del "Boletín Salesiano'; reunidos en el Instituto «Sacro Cuore» en Roma. En él delinea la figura y las tareas del director y da también indicaciones sobre lo que el 'Boletín" representa para la Congregación y para la Familia Salesiana, según el pensamiento de Don Bosco y en el tiempo en que vivimos


Buenos días a todos, deseándoos un buen trabajo y unos resultados sustanciales y duraderos, para el "Boletín Salesiano" mundial, de estas jornadas que estáis viviendo. Me congratulo con don Antonio Martinelli y su Dicasterio, por la preparación de esta reunión y por las finalidades que con ella se proponen realizar. Nos encontramos en un momento crucial de cara al futuro. Con frecuencia resuenan palabras que anuncian el escenario del tercer milenio: transversalidad, globalización, multimedialidad. El desafío del tercer milenio nos pide también a nosotros reconsiderar no pocas realidades. Entre otras, este instrumento

humilde, pero que, para la Congregación, es muy importante: el "'Boletín Salesiano.


1. Reclamo de puntos ya logrados

Abro la conversación recordando algunos puntos sobre los que, ciertamente, ya habréis reflexionado, pero que siempre es interesante traer a la memoria.

a) Importancia del "Boletín Salesiano" en el proyecto de Don Bosco

El primero de estos puntos es la importancia que ha tenido el "Boletín" en el proyecto de Don Bosco. En la vida de Don Bosco, hay momentos de fecundas intuiciones y, después, tiempos largos en los que tales intuiciones se van realizando pacientemente. Por ejemplo, el momento en el que el oratorio le parece como «su sistema y su obra» es de intuición y de creación. Después, siguen tiempos largos en los que el oratorio tomó su forma completa. Lo mismo podemos decir de la Basílica de María Auxiliadora: se preparó por la devoción a la Virgen, presente desde los primeros años de la vida de Don Bosco. En un determinado momento le vino la idea del Título y del Santuario; después, los tiempos largos de realización de aquel fenómeno, que surgió con y

en torno al Santuario: la dimensión mariana popular de la pastoral salesiana. Algo similar sucede respecto de la idea de fundar la Congregación: un momento de intuición en que se le ocurrió la idea; después, el lento proceso de convocar y formar a los candidatos, la redacción de las Reglas y el dar un «rostro» a la comunidad.

Debemos colocar el "Boletín" en este mismo orden de cosas. Se le ocurrió la idea de tener un órgano de prensa al servicio de su movimiento y de su Familia; a partir de esta intuición comenzaron a desencadenarse los trabajos, los esfuerzos, las mini-organizaciones, etc.

Don Bosco intuyó algo que, luego, de hecho, así sucedió: el "Boletín" dio una nueva existencia a la Congregación y al movimiento salesiano. Con una expresión sólo análoga, hoy diríamos que le dio una existencia virtual, en un espacio que no es el físico, sino el social, en el que creó una red de sintonía, de conocimiento y de colaboración.

Sobre este paso de la vida de nuestro Padre se podría dar una conferencia. Corresponde a los historiadores profundizarlo. Lo que cuenta para nosotros en este momento es distinguir bien la diversa consistencia de las iniciativas que Don Bosco emprendió. Una cosa es, en efecto, algún trabajo ocasional asumido por él, y otra son las iniciativas que aparecen como determi

nantes y que tienen una continuidad, con desarrollo permanente en su pensamiento y en su obra: la opción por la juventud, la concepción del oratorio, las escuelas profesionales, la Basílica de María Auxiliadora, la fundación de la Congregación, el "Boletín Salesiano".

Verdaderamente, el "Boletín Salesiano" va unido a su sensibilidad por la buena prensa; pero, al mismo tiempo, dentro de la buena prensa, tiene una existencia propia y configuración original y una finalidad particular respecto de la Congregación. Por esto, no sólo Don Bosco, sino después de él todos sus sucesores, sin excepción, han hablado de su importancia e identidad; por esto, como se lee en el artículo 41 de los Reglamentos, su redacción está puesta bajo la responsabilidad del Rector Mayor y de su Consejo.


b) Finalidad específica del "Boletín Salesiano"

La importancia dada al "Boletín", en todas las etapas recorridas hasta ahora por la Familia Salesiana, es debida a las funciones que ha desarrollado. Podemos resumir éstas, siguiendo las palabras del mismo Don Bosco, en las siguientes:

  • extender, no digo la gloria y la fama, sino las posibilidades apostólicas de la Congregación, su imagen, más allá de

lo que podían hacer las obras y las personas;

  • unir espiritualmente a todos aquellos que de alguna forma se sienten unidos a la obra salesiana, creando sentido de pertenencia y disponibilidad para colaborar;

  • las dos anteriores finalidades se debían lograr a través de la difusión del espíritu salesiano, expresado en las obras y en la mentalidad educativa de la Familia Salesiana.

Estos efectos estaban en las perspectivas de Don Bosco y la historia los ha confirmado puntualmente.

No pretendo alargarme sobre estos temas. Estoy seguro de que los habéis tratado o los trataréis. Sólo quería recordarlos.


2. Puntos de referencia para la orientación actual del "Boletín Salesiano"

Cuando pensamos cómo realizar hoy las mismas finalidades, la mente vuela, en primer lugar, no a los medios o a los instrumentos, sino al contexto en que vivimos. Los medios, en efecto, sin una consciente colocación nuestra en las coordenadas de la cultura, de la Iglesia y de la Congregación, de poco servirían. Supondría una inversión con poco éxito. No se trata de tener un órgano para decir algo, aunque sea bueno. En cambio,

es necesario y urgente entrar en diálogo con la sociedad actual y en la Iglesia. Por esto, lo más indispensable es saber en qué contexto hablamos hoy sobre el hecho salesiano.

Quiero expresaros cómo siento yo el contexto actual, para justificar también las directrices que, como Rector Mayor, os voy a indicar. No puedo desarrollar mucho ni siquiera este aspecto. Cada uno de los puntos a que me refiero requeriría un largo comentario, pero nuestro tiempo es limitado. Se trata de los signos del tiempo que nosotros estamos viviendo y que deberán inspirar la orientación del "Boletín" durante los próximos años.

¿Por cuántos años? Tampoco podemos fijar con precisión la duración de los signos y, por tanto, de las directrices; podrán ser válidas para tres, seis o diez años: todo depende de la velocidad del cambio. Lo importante es la mirada a la realidad y el propósito de no trabajar ni permanecer al margen de ella.

¿Cuáles son, pues, los signos y las coordenadas, es decir el clima salesiano, eclesial y cultural que estamos viviendo y que tomamos como punto de referencia?


a) El «tiempo» de la Congregación: Salesianos y seglares

Desde el punto de vista salesiano, el gran espacio en el que hoy de

bemos colocarnos es la reflexión del CG24 y, para ser todavía más concretos, las inspiraciones y las metas contenidas en la programación del Rector Mayor con su Consejo (Cf. ACG

358, número especial).

Debemos entendemos bien sobre esto. No se trata de aplicar literalmente los puntos de la programación, sino de colocarnos mentalmente en el espacio que ésa crea y proyecta.

La programación y el Capítulo subrayan el valor de las realidades laicales.

¿Cuáles son estas realidades laicales? Todos aquellos acontecimientos, temas y asuntos que interesan a la persona humana y favorecen la dignidad de la convivencia entre los hombres y que la Iglesia toma sobre sí para aclararlos, profundizarlos y hacer que surja el sentido de salvación que llevan consigo.

La realidad laical es la nueva participación del laicado en la misión de la Iglesia, indicada en documentos de autoridad, y asumida por la Congregación como principal meta de este sexenio.

¿Qué consecuencia puede tener esto para el "Boletín Salesiano"?

Inmediatamente una: no hacer del "Boletín Salesiano" una revista clerical. Y esto es, ciertamente, lo mínimo. Hay que ubicarse en las realidades que viven los hombres. No hacer, por lo tanto, una reseña, en todos los números, con fotografías y palabras del Papa, del Obispo, del

Rector Mayor, de la Superiora General, de la Inspectora, del Inspector y de los directores de turno de la revista. Ésta es una primera consecuencia: colocarse en el mundo, en los acontecimientos generales que la Iglesia misma trata, porque representan el camino del hombre.

Hablando del laicado, los salesianos, junto con el CG24, miramos a aquella red de personas, cristianos y de otras religiones, que, por colaboración, por simpatía, por amistad y porque se sienten atraídos por proyectos generosos, tienen a Don Bosco como punto de referencia y de agregación. Una de nuestras primeras intenciones, pero no la única, es llegar a estas personas para incrementar su número y su comunicación. Pero no nos paramos aquí. Queremos hablar también a otros, no sólo para ganar nuevos simpatizantes, sino para decir una palabra, tal-vez esperada, sobre cuestiones que afectan a la vida.

Entre estas personas, la palabra «seglares», o «laicos», nos recuerda el círculo particularmente cercano constituido por los Grupos de la Familia Salesiana.

A la indicación de atender a la realidad laical, es preciso, pues, aña dir la de tener en cuenta a la Familia Salesiana, el movimiento salesiano y los numerosos amigos de Don Bosco. Para lograr que llegue un mensaje a estas personas, debemos escoger los acontecimientos con el criterio de la significatividad: esto es, tener presente que muchas cosas pueden ser bellas y dignas de ser contadas, pero hay que optar por las que con más claridad e inmediatez logran presentar la realidad salesiana. No saco consecuencias, porque sois directores de revistas y, por consiguiente, sois capaces de hacerlo vosotros mismos. Pero esto, lo sabéis de sobra vosotros, quiere decir que, al escoger el material, no nos podemos dejar llevar de la necesidad de satisfacer a las amistades o las demandas de gente «ansiosa» de ver su propia obra presentada por el Boletín. Para esto pueden servir los noticiarios inspectoriales, no el "Boletín Salesiano", que se dirige, por así decirlo, a la opinión pública.

b) La temperie eclesial

Diciendo temperie eclesial, entiendo indicar la atmósfera, las macro-tendencias, la hora que vive la Iglesia. Además de percibir el tiempo salesiano, es importante prestar atención a los acontecimientos de la Iglesia.

Cito sólo uno. La Iglesia está viviendo una gran tensión, que es, además, un gran desafío: la nueva evangelización. Es importante que el director de una revista católica capte bien cuáles son las implicaciones de la nueva evangelización. Os sucederá que escucharéis esta expresión a cada instante, a derecha y a iz

quierda, para recomendar devociones, hacer propaganda de iniciativas y profundizar complejas cuestiones actuales.

Nueva evangelización quiere decir presencia eclesial y anuncio de Cristo en los espacios geográficos abiertos a los últimos acontecimientos; significa también intervención en los areópagos modernos, como se suele decir, y diálogo con los interrogantes y los problemas del hombre. Son palabras que parecen demasiado difíciles, pero que en realidad se refieren a las cosas de la vida cotidiana. Los problemas del hombre son la vida y la muerte, el trabajo y el salario, la cultura y las cuestiones éticas, la educación y la paz.

Si el director de una revista capta bien cuál es el movimiento actual de la Iglesia y se sitúa bien en su curso, mejora los mensajes y los contenidos que ofrece en su revista.

A veces me imagino que el director del "Boletín Salesiano" es una de esas personas en las que se piensa cuando se busca a alguien que dé una interesante conferencia sobre la nueva evangelización. Esto no debería suponer para él ninguna dificultad. De hecho, la gente piensa: «Si éste dirige una revista que lleva mensajes cristianos, debe conocer bien la línea en la que se está moviendo hoy la Iglesia».

La temperie eclesial está marcada también por las actuales dimensiones de la comunión. Se deben considerar al menos dos aspectos: la comunión entre las vocaciones sacerdotales, seglares y consagradas -clarificada y propuesta en las tres Exhortaciones Apostólicas que se refieren a estos estados: Chirstifideles laici, Pastores dabo vobis, Vita consecrata- y, además, la comunión, hoy posible, en diversos radios de acción, especialmente los más extensos.

Al Papa se le ha llamado el «párroco del mundo», porque, así como tenemos el poblado global en el ámbito civil, de la misma forma tenemos la parroquia global en el ámbito eclesial.

De esto podemos sacar inmediatamente una consecuencia: no es el caso de contar sólo las cosas locales, con el pretexto de que las cosas lejanas no interesan. No hay nada lejano en la vida de la Iglesia. Algunas cosas pueden suceder en Roma, en la India o en la China, y ser muy importantes para la Tierra del Fuego, porque son grandes signos de vitalidad eclesial. No es la distancia geográfica lo que marca la importancia de una información para la gente de un determinado lugar. De las pequeñas noticias del lugar se pueden ocupar los noticiarios que se redactan y se difunden varias veces al día. A ellos les corresponde comunicar las pequeñas noticias del lugar, además de las grandes noticias.

Para una revista mensual como el "Boletín Salesiano", la dimensión de la comunicación es la misma de la temperie eclesial: el diálogo con el mundo. Esto quiere decir tomar en consideración los hechos sobresalientes que hacen historia, porque se refieren al hombre. Ayer el Papa habló de la inmigración, de los que especulan con ella y ponen en peligro la vida de los pobres. Hay acontecimientos que se repiten acá y allá, y que son señales de grandes fenómenos, sobre los cuales la Iglesia tiene una palabra que decir, para ofrecer sobre ellos el punto de vista cristiano. Y, tal vez, también la Congregación tiene alguna experiencia que comunicar o una iniciativa que presentar.

Evangelización y comunión se están viviendo con especial intensidad en el tiempo jubilar que ha comenzado ayer, primer domingo de Adviento (29 de noviembre), con la proclamación de la Bula de convocatoria. También respecto del jubileo, no es sólo cuestión de repetir su alusión, sino de asumir los grandes motivos que aporta a la humanidad y a las personas, es decir entrar espiritualmente en él para moverse dentro de él.


c) La emergencia de

la comunicación social

Un tercer signo que hay que poner de manifiesto se refiere precisamente a vuestro mundo; es la emergencia de la comunicación social, capaz de llegar al mismo tiempo y con el mismo mensaje a un gran número de personas y de modificar las formas de comunicación interpersonal y de grupo.

Interesa subrayar aquí que se trata de un fenómeno penetrante; que hay concurrencia, superposición y confusión entre los mensajes; y, sobre todo, que es multimedial, es decir, que se sirve al mismo tiempo de diversos tipos de lenguajes y de medios.

Difícilmente, por ejemplo, una revista es sólo revista. La revista tiene otros instrumentos y canales que actúan en concomitancia: el Internet, el diskette que os regala como «gadget» (soporte). Algunas revistas están en conexión con la radio, la televisión y centros culturales.

Un trozo de papel por sí sólo, en esta, realidad tan penetrante, no logra hacer mucho, aunque esté dirigido a personas elegidas y seleccionadas. Todo esto nos debe hacer comprender que no hay que aislar el Boletín de otras formas de comunicación que pueden existir en las Inspectorías y en la Iglesia. Hay que unirse en red.

Otro aspecto que hay que tener presente es que la comunicación social es un espacio de diálogo. No nos podemos contentar solamente con enviar mensajes y hablar en una sola dirección. Hoy la interactividad es norma de casi todo el mundo multimedial: se envían mensajes y se

reciben las reacciones. Se hacen preguntas y se reciben las respuestas. Se interactúa, hasta en la TV que se está haciendo digital.

La comunicación quiere ser lugar de diálogo para crear imagen y también para dar vida y animar iniciativas. Algunas revistas y emisoras de radio se han convertido en centros de propuesta, en los que la gente puede colaborar en favor de alguna causa que interesa al ambiente inmediato o lejano: son frecuentes las iniciativas «ocasionales», las llamadas y las colectas de ayuda promovidas por iniciativa de la redacción, o secundando demandas de grupos particulares: la comunicación es acción, no solamente palabra pronunciada o escrita.


d) La mundialización

Un signo del tiempo en que vivimos es la mundialización. Con ella, en general, se quiere indicar que los fenómenos se manifiestan simultáneamente en las partes más lejanas del mundo. Una variación en la Bolsa se refleja en Manila al mismo tiempo que en Londres; la Coca Cola se vende en Samoa y en Edimburgo, y por las mismas razones. Son ejemplos cotidianos al alcance de todos. Hay también macro-tendencias del pensamiento y de la cultura que atraviesan todos los continentes.

La mundialización indica, además, la posibilidad de que una cosa, que es local y particular, revista o suscite un interés mundial.

Lo que se dice de la mundialización de los acontecimientos seculares en general se puede decir de la Congregación en particular. También para nosotros, Salesianos, los hechos tienen dimensiones mundiales y no solamente porque ya estamos en 120 países. Las cosas que acontecen en lugares lejanos con respecto a aquellos en que nosotros vivimos, por ejemplo en China o en Vietnam, nos interesan. Si la situación de aquellas partes del mundo es especial, suscita la curiosidad de todos. Al Rector Mayor, cuando va de acá para allá, hermanos y miembros de la Familia Salesiana le preguntan cómo van las cosas en el Este o en la China. Para consuelo vuestro, debo deciros que preguntan también cómo van las cosas en Europa centro-norte, porque todos están sumariamente informados sobre el movimiento vocacional y sobre la condición de la fe en esta área.

Por tanto, nosotros mismos estamos viviendo la mundialización, en el sentido de que muchos fenómenos son comunes, y que un hecho, que sucede en una parte, interesa a los que están viviendo en otra parte del mundo.

Es necesario recordar que la mundialización representa también una posibilidad de conexión en gran escala, para actuar conjuntamente en determinados frentes. No faltan ejemplos.


3. Orientaciones para el "Boletín Salesiano"

A la luz de este cuadro de referencia y de estas coordenadas, ¿cuáles son las orientaciones que podría daros para el "Boletín Salesiano "?

Os las propongo para la conversación, en cumplimiento del artículo 41 de los Reglamentos que dice: «El Boletín Salesiano se redacta según las directrices del Rector Mayor y de su Consejo, en las diversas ediciones y lenguas».


a) Perspectiva salesiana

En primer lugar, os recomiendo que asumáis y mantengáis su carácter salesiano. En el título de "Boletín

Salesiano", el término Salesiano, desde el punto de vista gramatical, es un adjetivo; pero en realidad es un sustantivo. Es decir, el Boletín se caracteriza porque valora las cosas con mirada salesiana y representa la sensibilidad de aquel conjunto de personas que se reconocen en el carisma y en la misión salesiana.

En lugar de la palabra «Boletín», podríamos poner otra. Estamos apegados a la palabra «Boletín» porque nos viene desde Don Bosco; pero ésta es solamente su definición material; expresa sólo el tipo de publicación: es un Boletín, no es un periódico.

La sustancia está indicada en el adjetivo «salesiano»; y con ello se quiere decir que leemos los aconte-

cimientos humanos desde el punto de vista salesiano, y damos una aportación en el debate de temas que nos interesan, según el criterio salesiano.

Si salesiano es la sustancia, quiere decir que si decae la salesianidad, decae la revista. Si la salesianidad no aparece, o incluso desaparece, la revista pierde su identidad. Es necesario, pues, ser no sólo materialmente fieles, sino sustancial y profundamente fieles en la visión salesiana.

El punto de vista salesiano debe ser asumido de diversas formas y de modo creativo; es decir, no repitiéndolo verbalmente, sino modulándolo y enriqueciéndolo. Se puede uno situar desde la perspectiva pedagógica, desde la espiritual, o a veces simplemente desde la sensibilidad humana hacia ciertos problemas; todo depende del público al que nos dirigimos y del tema que se trata.

Añado que este punto de vista y esta perspectiva salesiana deben caracterizar todos los artículos. No se trata sólo del editorial, sino de la selección de cada hecho y mensaje, y hasta de los chistes y las viñetas. Se tiene una sensación extraña, cuando todo el Boletín sigue una cierta línea y de improviso nos chocamos con un «comic», o con una fotografía, que no tienen nada que ver con todo el resto, y que obedece solamente al deseo de hacer reír a toda costa. La salesianidad debe caracterizar todos los artículos como perspecti

va; debe caracterizar cada número en su conjunto; debe caracterizar la secuencia de los números, que hace comprender el significado del título de la revista.

Hay que clarificar, para evitar equivocaciones, que hablando de salesianidad no nos referimos a la cantidad de acontecimientos salesianos presentados; no es necesario citar todas las conmemoraciones que se hacen en la Inspectoría o en el mundo. No nos referimos tampoco a la transcripción de textos de los Salesianos o de las Hijas de María Auxiliadora; ni a la presentación de obras salesianas. Esto estará materialmente presente en una medida suficiente y discreta. Pero nosotros debemos atender, sobre todo, al criterio con el que se eligen los asuntos o temas de entre los más diversos ámbitos.

Se pueden elegir acontecimientos o argumentos de Iglesia, pero hay que saber cuáles y por qué se eligen. Se puede elegir un hecho o una opinión difundida en el contexto secular, incluso referente a aspectos políticos. Ahora estamos discutiendo en Italia sobre la escuela: yo recuerdo haber escrito en el Boletín Salesiano también un editorial sobre la libertad y la paridad escolar. Se puede, pues, dar espacio a una discusión de este tipo: también ahí, se trata de ver qué temas y por qué. Se pueden escoger, como se hace siempre, hechos de la Congregación y de Familia Salesiana. También con éstos

es interesante conocer el criterio salesiano, que determina su presencia en la economía del Boletín.

Además del criterio con el que se eligen los temas, los asuntos o los acontecimientos, la perspectiva salesiana indica la clave para interpretarlos. Nosotros tenemos intereses, cultura y sensibilidad específicos: sensibilidad de educadores, intereses por las cuestiones juveniles y apertura humanista. No es necesario repetir las palabras; lo importante es tener presentes las referencias. Si se repiten las palabras, se termina por cansar al lector. Lo que cuenta es el punto de vista desde el que se mira, que no debe ser cerrado, sino original.

Nadie da una información aséptica; la información desnuda no existe; ésta subraya siempre algunos elementos, los ordena, los coloca en una cierta sucesión, de modo que los más importantes ocupan el centro de la atención; algunos de los elementos de la noticia los comenta y otros no. Esto sucede también con nuestra elaboración de las noticias. Hay una clave para poner los elementos en un determinado orden, para comentar unos y pasar por alto otros, para elaborar sus títulos.

Os digo dos impresiones que saco de la lectura de los Boletines. Debo confesaron que no tengo tiempo para leerlos por entero; de vez en cuando, por turno, tomo uno. Noto, a veces, pobreza de elaboración, es decir que un acontecimiento sólo ha sido redactado materialmente, tal como ha sucedido. Ciertamente el lector inteligente sacará las conclusiones; pero no se nota que quien escribe lo haya pensado y reflexionado: solamente lo ha narrado y muy deprisa.

En otros Boletines la elaboración es variable: mientras en algunos artículos se nota la sensibilidad educativa y la atención a la historia salesiana, otros son más bien genéricos, no ofrecen nada de específico, están casi desprovistos de personalidad. Viene espontáneo preguntarse: ¿con qué criterio se eligen, en qué claves se narran, con qué material se elaboran?

Un maestro que nos enseñaba el género periodístico, nos decía que en un artículo incluso breve, sólo un 30% del material proviene del acontecimiento observado, otro 35% debe proceder de la inspiración personal, y el otro 35% de la capacidad de comparar con otras fuentes que deben ser confrontadas.

Lo primero, pues, en la realización de los Boletines Salesianos es mantener la especificidad salesiana, el punto de vista, la perspectiva y el foco de observación salesiano.


b) La apertura universal

La segunda cosa que os recomiendo es ésta: dad al Boletín una apertura universal. Hemos aludido antes a la globalización, a la mundialidad, al interés que pueden suscitar acontecimientos que suceden en el extremo del mundo, opuesto a aquel en el que vosotros escribís, y a la interculturalidad. Ya no estamos en la parroquia, ya no estamos en la aldea.

Atención y apertura a lo universal en tres sentidos:

En sentido geográfico: mirada a todos los contextos donde trabajan los Salesianos. Naturalmente no se puede poner todo en un solo número. El director ha de procurar tener dos cosas: sensibilidad, por la que no es un hombre de aldea o de parroquia, sino hombre del mundo; y disponibilidad de material a gran escala. Si uno no tiene sensibilidad, porque cree que el Boletín debe responder solamente a intereses de una nación, por pequeña o grande que sea; o si no dispone de material al alcance de la mano, es decir informaciones, no podrá hacer un Boletín abierto a la universalidad.

Ya me he referido al interés que muestra la gente y, en especial, nuestros cooperadores y amigos, por conocer noticias del mundo salesiano. Hoy, incluir noticias del mundo está motivado, también, por otra exigencia: educar a la mundialidad. Lo decimos con relación a los muchachos, pero vale para todos.

Además de dirigir la mirada sobre el mundo para captar noticias significativas de todas partes, conforme a la hora que viven la Congregación, la Iglesia y el mundo, apertura universal quiere decir contextualizar ampliamente los hechos narrados. Para expresar esto, usaré una provocación: salesianidad sí, salesianismo y «capillismo» no. Salesianidad quiere decir que en el diálogo, que tiene lugar en la iglesia, ofrecemos nuestra visión carismática. «Capillismo» es dar la impresión de que, para nosotros, la única cosa importante somos nosotros y lo que nos pertenece o nos afecta.

Esta exigencia hay que aplicarla también al ámbito eclesial: contextualizar los hechos en la vida de la Iglesia. Insisto, no se trata de escribir artículos explícitos sobre la dimensión eclesial; sino, más bien, de ver cómo se enfocan las noticias que queremos dar, con qué las confrontamos y a qué las referimos. Esto se podría llamar «educar a la catolicidad»: saber inserir a la Familia Salesiana en la gran comunión eclesial. La impresión más fuerte de los Sínodos que se están celebrando en el contexto de la nueva evangelización, es ésta: la Iglesia se está convenciendo de que su comunión, si logra encontrar nuevas formas de ser operativa, puede tener un influjo sin igual en el mundo. Pensad qué puede significar el hecho de que todas las Conferencias episcopales de América se unan para marcar una determinada línea a la evangelización o para influir sobre algunos temas y orientaciones de la sociedad. Nosotros debemos entrar en esta línea «católica» de comunión.

Finalmente, el tercer sentido de lo universal es: estar atentos a los más variados ámbitos humanos. Existen problemas sociales que no se pueden descuidar, sin hacer del Boletín Salesiano una revista «social»; hay preocupaciones pastorales, por ejemplo, la familia y el matrimonio que, de vez en cuando, deberán aparecer también en los Boletines Salesianos; hay cuestiones políticas que afectan muy de cerca a la evangelización. La legislación respecto de la vida y la familia nosotros no la trataremos como el Parlamento; pero, si no queremos estar fuera del mundo, algo deberemos decir desde nuestro punto de vista. Lo mismo se diga de las cuestiones morales. El Boletín Salesiano está interesado en todo esto, aunque no sea una revista juvenil, ni una revista catequística, ni una revista pastoral: presenta la experiencia salesiana y expresa su reflexión y su sensibilidad sobre los problemas del hombre y sobre la vida de la Iglesia.


c) Sentido de unidad

Después de la perspectiva salesiana y la apertura universal, llamaría particularmente la atención sobre el sentido de unidad.

Es pertinente hacerse aquí la pregunta: ¿uno o muchos Boletines? en español: una revista mundial capaz de responder a intereses regionales, pero unida internacionalmente por una determinada orientación.

Esta unidad de los Boletines, que es de contenido y de identidad, podría tener ulteriores manifestaciones: por ejemplo, un logotipo común, una plataforma de programación común, la palabra del Rector Mayor tomada regularmente o cuando conviene.

Todo esto lo concordaréis vosotros, mirando al futuro.

d) Línea editorial

La cuarta orientación que os recomiendo se refiere a la línea editorial.

Los tres puntos anteriores nos indican que no podemos ir hacia adelante con el riesgo de la discontinuidad y del individualismo, lo que haría que el director de turno diera al Boletín su orientación: juvenil, teológica, colocada en la línea de las tendencias más modernas, como el feminismo, o la teología de la liberación; o, si el director es otro, la línea devocional, defensiva, apologética. Estos ejemplos son paradojas para subrayar que no se puede permitir que una institución tenga una revista de esta importancia y no tenga una línea editorial garantizada.

La línea editorial puede variar, porque los tiempos traen cambios; pero debe ser consciente, es decir, fundamentada; explicitada, es decir,

Vosotros mismos ya lo habéis resuelto: un Boletín con diversas ediciones. Las diversas ediciones tienen su conveniente autonomía y nadie pretende limitarla. Hemos sido siempre muy generosos en dejar espacio a la creatividad. Pero, al mismo tiempo, entre las diversas ediciones hay conexión, tienen una unidad carismática, una identidad común como órgano de la Familia y del movimiento salesiano.

La unidad carismática podría tener hoy ulteriores manifestaciones institucionales y operativas, para poner de manifiesto que los diversos Boletines son ediciones nacionales de una revista mundial. Esto debería percibirlo el lector. Y no hay por qué escandalizarse demasiado, como si se tratase de una excesiva centralización. El que lee el RIDER'S DIGEST en Mato Grosso, por ejemplo, sabe que es una edición que copia, adapta o' añade, según conviene al mercado proprio; pero sabe que hay un grupo editor que se responsabiliza de la edición en inglés, francés y otras lenguas. El grupo editor marca la dirección y el estilo, y quien lee la revista, en cualquier lengua, se da cuenta de que es la misma por las tendencias y los criterios que sigue.

Yo imagino algo análogo para los Boletines: la autonomía, la selección de algunos materiales y la elaboración son diversas; pero las características y la orientación son las mismas, en italiano, en inglés, en francés o

clara, de forma que sea pública y conocida, al menos por aquellos que participan o se suceden en la redacción; coherente, es decir, tal que sus diversas declaraciones no se contradigan; y mantenida, tanto por aquellos que escriben los artículos, como en la sucesión de los directores.

Nuestro éxito en los diversos campos como Congregación se debe hasta ahora al hecho de que hemos combinado bien dos cosas: la creatividad y un cierto individualismo unido a ella. Nuestros misioneros son, cada uno por su parte, capaces de concebir una obra, buscar dinero y construir un edificio. Son creativos y, al mismo tiempo, tienden a la vertiente personal, por lo que tantas veces se dice: «Cuando venga el próximo gestor, ¿tendrá tantos amigos, recibirá tantos medios, sabrá gestionar esta estructura?». Es una incógnita. El individualismo es el riesgo de la creatividad, pero puede ser temperado o neutralizado sin mortificar la creatividad.

En el Boletín sucedería algo así, si cada uno se moviese según su propia genialidad y sus propias posibilidades; y si buscase colaboradores, si se hiciera amigo de los periodistas, si soñase con una nueva portada sin ninguna regla y sin referencias normativas.

Me decía uno: «Yo quiero hacer una revista juvenil»; y yo le respondía: «Está muy bien si se trata del tono, del ropaje y también de encon

trar una idea central para la totalidad del contenido; para lo demás no. El Boletín no es una revista de pastoral juvenil o de educación de la Congregación Salesiana». El Boletín Salesiano es más amplio y variado como interés: va dirigido a un público más popular.

Es importante, por tanto, tener una línea editorial consciente, explicitada, coherente y mantenida en el paso de una redacción a otra, de tal forma que deje espacio a la creatividad y al mismo tiempo la regule y la oriente.


e) La interactividad

Os decía antes que hoy casi ninguna revista u órgano de comunicación manda mensajes sin exponerse, también, a las reacciones y al diálogo. Las emisoras de radio presentan muchos programas apuntando al diálogo; las revistas tienen el correo de los lectores y los encuentros periódicos; algunas tienen un sitio en

Internet.

Tampoco el Boletín Salesiano debe ser un producto acabado en el taller y expedido, sino que debe ser una obra apostólica y pastoral, en la que se encuentran interlocutores de diversas formas. No siempre el diálogo será de palabra. La atención del director a las opiniones de los lectores, la comunicación ocasional con la totalidad de los lectores y la regular con algunos de ellos son formas complementarias de un diálogo articulado.

En esta interactividad es deseable la participación de la Familia Salesiana; hay que superar la gestión pura. mente individual. Sobre esta participación hago dos breves comentarios. El primero es para subrayar que ésta es necesaria. No conviene decir: «Yo lo hago por todos»; es mejor decir: «Trabajemos juntos». El segundo comentario es para clarificar que esta participación no es por sorteo o por representación, sino por competencia. Actuamos con toda la Familia Salesiana: el que sea competente que venga; competente en la dirección, en la redacción y en la distribución.

De vez en cuando se puede hacer una reunión de evaluación a la que podrán asistir algunos representantes. Pero es inútil, en la redacción ordinaria, tener representantes no competentes que defiendan su propia rama, reivindicando un espacio material o una cierta cantidad de artículos. Es necesario estar abiertos, ofrecer espacio a la colaboración y aceptarla; pero, al mismo tiempo, tener el criterio justo, que es el de la competencia. Una redacción no es un organismo político, sino profesional.

Finalmente, en la interactividad colocamos lo que hemos comentado antes: comunicación entre los Boletines Salesianos. No me alargo más, porque estoy seguro de que este encuentro mundial apunta también hacia un mayor intercambio.


4. Disposiciones necesarias a los directores del "Boletín Salesiano"

Hemos insistido en la originalidad salesiana, la apertura, la universalidad y la unidad del Boletín Salesiano. Si todo esto es verdad, ¿cuáles son las disposiciones necesarias al director del Boletín Salesiano para realizar cuanto se le pide?

Me cuidaré muy mucho de hacer una lista demasiado larga que os podría llevar a decir: «¡Si es así... dimito!». Indicaré, solamente, algunas exigencias del papel que estáis llamados a desarrollar. Son, según mi parecer, disposiciones que tenemos todos, por el hecho de ser Salesianos; pero hay que redescubrirlas y desarrollarlas según la situación particular en que os encontráis.


a) Personificar a Don Bosco

Pongo en primer lugar una disposición interior, un deseo que es también una actitud: personificar a Don Bosco en la selección, interpretación y comunicación de los mensajes y, más en general, en la gestión del Boletín. Nosotros se lo decimos a los Inspectores: «Tú eres Don Bosco en la Inspectoría y en la zona, tú debes pensar qué haría Don Bosco, qué espacios se apresuraría a ocupar, qué imagen daría de la Congregación». Lo mismo decimos a los Directores: «Tú personificas a Don Bosco como director de una escuela o de un centro profesional; piensa qué haría Don Bosco con los muchachos... ».

No sé si Don Bosco se dio el título de director del Boletín: tal vez sí. Vosotros, de todos modos, seguid a Don Bosco en la inspiración y en la realización del Boletín Salesiano. Es interesante pensar, a la luz de todo lo que sabemos de Don Bosco, cómo gestionaría él hoy esta revista, qué dimensión, qué contenido, qué clase de lectores y de estilo elegiría.

Existe el Don Bosco histórico, es decir aquella persona que vivió desde 1815 a 1888. Lo comprendemos por su biografía y por los estudios históricos. Y existe el Don Bosco carismático actual, que es la realidad de la Congregación y de la Familia Salesiana con la comunión orgánica en la que las mediaciones y los tiempos de discernimiento tienen su importancia. Son cosas que vosotros sabréis tener en cuenta siempre con estilo y dimensión periodística.


b) Cultura y formación salesiana

Para personificar bien a Don Bosco, el director del Boletín debe tener una buena cultura y formación salesiana. También a este respecto, muchas veces pienso que si en un ambiente o por parte de un grupo se quisiera saber cómo es la Congregación, cómo funciona la pastoral salesiana o cuál es nuestra espiritualidad, se debería pensar casi automáticamente en el director del Boletín, como un entendido profundo y actualizado.

Así como para informar sobre la marcha del Banco de Italia se llama al Gobernador, ¿a quién se debería acudir para saber cómo se mueve el mundo salesiano? Debería ser espontáneo pensar que quien dirige una revista salesiana sabe todo esto; que no puede ser un desconocedor de la historia, de las intenciones actuales, de los frentes de expansión y de los criterios que guían la sociedad cuyo órgano de prensa él dirige. La gente, en efecto, supone que el director de una revista conoce bien las cosas de las que la revista se ocupa.

Cultura y formación salesiana son, pues, competencias específicas del director del Boletín Salesiano. Esto requiere sensibilidad y estudio: sensibilidad significa interés y atención; estudio quiere decir lectura atenta y asidua, conocimiento de la salesianidad interiorizada y acumulada. No me imagino a un periodista sin un archivo personal, donde recoge, anota y tiene al alcance de la mano observaciones y datos; ¿cómo elaborará, si no, sus servicios?

Una vez fui a visitar un periódico, una de las cosas que cada uno de nosotros ha tratado de hacer alguna vez en la vida. Me han enseñaron el archivo, diciéndome: «¿Ve? Si mañana muere, Dios no lo quiera, el Papa, nosotros sacamos esta carpeta y podemos escribir en un par de horas, dónde ha vivido, dónde se formó, cuántos viajes ha hecho, dónde ha estado, etc.». En pocas horas un grupo de periodistas está en condiciones de preparar toda la edición, porque lo tienen todo a mano. Y no escriben cualquier cosa: piensan, razonan.

No se me escapan, naturalmente, las diferencias que hay entre un periódico y un Boletín; pero es impensable que un Boletín, con veinte, treinta o cincuenta años de existencia, no haya dejado archivado nada de nada. Si, además, uno dispone de medios técnicos mejores, sin duda podría afrontar este problema de forma más eficaz y completa.

En la misma redacción del periódico del que os hablaba, había una biblioteca especializada. Podemos pensar, también, en una biblioteca del Boletín super-especializada, donde uno encuentra y saca rápidamente lo que le sirve. Puede ser, incluso, una biblioteca salesiana cercana; pero no debe faltar, y debe responder a la especificidad del Boletín.

En una palabra, es necesario estar convencidos de que hoy difícilmente se trabaja sin instrumentos de consulta. La salesianidad, por ejemplo, se ha desarrollado mucho desde el punto de vista histórico. Y se ve enseguida quién domina la historia y quién no la conoce. Algunos artículos son muy pobres de referencias:

sólo hacen referencia a Don Bosco y a su espíritu a través de generalidades que cualquiera sabría decir. En otros artículos se ve que quien los ha redactado ha ido a las fuentes, ha hecho confrontaciones. Y luego, no publicaremos en la revista todo lo que hemos aprendido por medio de la investigación, porque el espacio es el que es; pero en el artículo se capta el substrato, se lo percibe como fondo en cada palabra y permanece como cultura salesiana para otros artículos.

Hay que cuidar también, junto a cuanto he dicho antes, el diálogo con los responsables de la misión salesiana del lugar: lo repito, no se trata de reproducir las palabras del Inspector o del Consejo; pero el hablar frecuentemente con ellos os pone en órbita, os ayuda a captar hacia donde va la sensibilidad de la Congregación en este momento.


c) Sentido pastoral

La última de las disposiciones del director que quiero recordar es el sentido pastoral. Deberíamos hacer referencia aquí a la espiritualidad del comunicador, que comporta revivir y sentir internamente lo que se quiere comunicar, meditándolo y rezándolo; buscar la forma para llegar al corazón de las personas, es decir, tocar exactamente el punto de donde nacen las convicciones, los sentimientos y los propósitos.

Hay que aceptar, pues, el esfuerzo, el trabajo asiduo, la paciencia para estudiar, pensar, escribir y mejorar. Todo esto va contra la improvisación. Es cierto que en los periódicos hay artículos que se deben escribir inmediatamente, porque el hecho ha acontecido pocas horas antes y tiene que ir a la imprenta. Pero, según me decía un editorialista, para algunos artículos, aunque sean breves, hay que disponer de tiempo; por tanto, si se los prepara con calma, se buscan alusiones o conexiones, se leen y se releen para corregirlos y darles una forma incisiva. Esto se puede comprobar: algunos editoriales son magistrales. En la elaboración, pues, hay la forma rápida y la que permite días de reflexión. Buscar la forma adecuada y aproximarnos a ella debe considerarse como una participación en la comunicación de la Palabra de Dios.

Junto a esto, vuestro sentido pastoral incluye la profesionalidad periodística en la subespecie pastoral. También en el periodismo hay sectores que tienen una base común. Pero cuando esta base hay que aplicarla a ámbitos específicos, no puede ser genérica. Si uno se presenta a un examen de periodismo deportivo, le someten a examen sobre esa área; si se presenta como comentarista político, además de las generalidades comunes, evalúan sus conocimientos y su olfato sobre el aspecto político. Haría falta, pues,

ver qué puede significar periodismo pastoral, dentro del fenómeno de la comunicación social de la Iglesia.

Hay que tener en cuenta, además, la capacidad vocacional, es decir la capacidad de formar colaboradores y sucesores. Y esto en dos frentes: el primero es el salesiano. Vosotros diréis que esto depende de los Inspectores, que deben poner a vuestro lado, durante algún tiempo, a alguno que os ayude. Reconozco que ésta es una observación justa; pero añado que, en algún caso, incluso teniendo a alguno al lado, no se ha logrado formar un sucesor, por incompatibilidades o por trabajo demasiado individual.

Además de los Salesianos que os pueden poner al lado para ayudaros y que vosotros debéis pedir, haciendo ver la exigencia de una sucesión preparada, hay que lograr una buena formación de los colaboradores seglares. A éstos no sólo hay que pedirles una colaboración material; hay que introducirlos gradualmente en la mentalidad de la revista, comunicándoles el espíritu y el punto de vista salesiano.

Por último, como rasgo de sentido pastoral, subrayo la comunión con la Inspectoría: comunión de misión, comunión personal y comunión de sensibilidad.

Éstas son las cosas que yo he pensado deciros, en referencia a la frase del artículo 41 de los Reglamentos: «El "Boletín Salesiano" se redacta según las directrices del blica en diversas ediciones y lenRector Mayor y su Consejo, y se pu- guas».


Gracias por vuestra atención.

Roma, «Sacro Cuore», 30 noviembre de 1998.