Carlo Gastini





VIDA Y OBRA DE CARLO GASTINI, EL FUNDADOR DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS DE DON BOSCO



A los ANTIGUOS ALUMNOS DE DON BOSCO,

pasados, presentes y futuros


I. INTRODUCCIÓN

«Para que, después de haberte encuadernado tantos libros, quede también yo encuadernado contigo en el libro de la vida». Un día, en uno de mis viajes a Turín, en uno de esos días brumosos de la ciudad, encontré esa frase escrita en unos antiguos documentos de Valdocco, la casa madre de la Congregación Salesiana.

Cuando se habla de Carlo Gastini hay que partir de una paradoja. Prácticamente todos los antiguos alumnos salesianos han oído hablar en alguna ocasión del italiano que fundó los Antiguos Alumnos de Don Bosco. Las anécdotas de la barbería, los corazones de plata o las tazas de café se han repetido durante décadas en las publicaciones periódicas salesianas. Pero ningún antiguo alumno sabe prácticamente nada de su vida, de su obra o su carácter, básicamente porque nadie se la había dado a conocer.

De hecho, los Antiguos Alumnos de Don Bosco eran hasta ahora el único grupo de la Familia Salesiana que carecía de una biografía de su fundador, lo que no deja de llamar la atención. Esa importante


II. EL MENESTRELLO DE DON BOSCO


2.1. Turín, año cero

La historia de Turín es un ejemplo de las convulsiones que afectaron a Europa en el siglo XIX, producto de la ruptura de la hegemonía de la fe cristiana en la cultura de Occidente tras la Revolución francesa, del nuevo modelo liberal que iba a sustituir progresivamente a las monarquías absolutas y de los cambios socio-económicos que provocó la revolución industrial.

En 1841, cuando el joven Giovanni Bosco llegó a Torino, la ciudad había duplicado su población desde 1800. La llegada de la fuerza mecánica del vapor había multiplicado su tradicional artesanía de la forja de acero, dando lugar a la industria mecánica que a final del siglo XIX vería nacer a Fiat y Lancia. Los muros acaban de abatirse y, frente al elegante centro burgués, construido a imitación de París, nacerían los barrios periféricos junto a los dos ríos: Valdocco junto al Dora y Vanchiglia junto al Po, para aprovechar la energía fluvial.

Aquella enorme industria, además de agua, necesitaba capital (de los bancos franceses) y mano de obra (del campo piamontés). Tal como sucede hoy en día, el sueño se reveló pronto una pesadilla al comprobar que no había trabajo para todos, que este era precario y que la vida en la ciudad comportaba el hacinamiento en los barrios periféricos y la mutación de los valores de la sociedad natural: frente a la sociedad rural de la naturaleza, la fe y la solidaridad se contraponía la realidad urbana del mercantilismo, la masonería y la libertad.

Cuando el joven Don Bosco llegó a Turín en 1841 había 7.148 niños menores de 10 años empleados como constructores, sastres, carpinteros, pintores de brocha, limpiadores de chimeneas y muchos otros oficios, con jornadas de hasta 14 horas. La marginalidad en los barrios periféricos y las duras condiciones de trabajo provocaban alcoholismo, malos tratos y enfermedades, fruto de las cuales muchos niños quedaban huérfanos. La falta de trabajo les llevaba a delinquir, lo que había llenado de jóvenes las prisiones de Turín en condiciones de hacinamiento, la mayoría en el centro correccional conocido como La Generala (1847-1944). Muchos de ellos acababan ajusticiados en el Rondò de la Forca.

El joven sacerdote, recorriendo las calles, visitando las prisiones y acompañando a Don Cafasso en la asistencia a los moribundos, quedó fuertemente impresionado. No podía dejar de identificarse con aquellos jóvenes que, como él pero con otros fines, habían dejado el campo piamontés para ir a la capital turinesa.


2.2. Un niño huérfano

En aquel mismo contexto, el matrimonio formato por Antonio Gastini y Maria Pernigotti abandonará Casale Moferrato para instalarse en Turín hacia 1828.

La familia Gastini se instaló junto a la parroquia de San Dalmazzo, en la periferia del centro. Antonio Gastini había encontrado trabajo en el cuerpo de la Policía Municipal de Turín. En aquella nueva etapa turinesa nacerían sus tres hijos: dos niños y una niña. Primero nació Marco, en 1830. Carlo nació el 23 de enero de 1833, siendo bautizado el día 25 en la parroquia de San Dalmazzo.

La felicidad familiar se vería truncada pocos años más tarde. El padre de familia moriría en 1847, dejando a Maria a cargo de sus tres hijos, dos de los cuales tuvieron que ponerse a trabajar. Carlo, que tenía catorce años, conocido en familia como Carlino o Carluccio, encontró trabajo como aprendiz en una barbería del barrio, cerca del número 11 de la via San Francesco d’Assisi.


2.3. El adolescente oratoriano

Su vida cambió providencialmente durante el primer semestre de 1847. El sábado 5, 12, 19 o 26 de junio de aquel año entró en la barbería el joven sacerdote Giovanni Bosco, quien tan solo un año antes se había establecido en Valdocco con su madre, Margherita Occhiena, en un sencillo cobertizo alquilado a Filippo Pinardi. Y que apenas un mes antes, con la acogida de un joven de la Valsesia, en Oratorio había empezado su misión. Don Bosco iba cada día a estudiar moral con don Cafasso en el Convitto di S. Francesco d’Assisi. Entró Don Bosco un día en una barbería de Turín para afeitarse. Se encontró allí con un aprendiz y, según su costumbre, le dirigió enseguida la palabra para ganárselo para su Oratorio festivo.

Carlo mantuvo su palabra y al día siguiente fue al Oratorio. Era el domingo 6, 13, 20 o 27 de junio de 1847. Gastini, como alumno, interno, trabajador o activista, frecuentará el Oratorio los siguientes 50 años, hasta 1897.

En los últimos meses de 1847 perdió a su madre, Maria, tras una enfermedad. Su hermano Marco estaba realizando el servicio militar, combatiendo con el ejército piamontés en la Guerra I Guerra de la Independencia (1847-1848). Carlo y su hermana se habían quedado solos en el mundo. O casi.

Una noche de aquel invierno, cuando regresaba a Valdocco, Don Bosco le encontró providencialmente con su hermana. Estaba llorando junto a un olmo en viale San Massimo (actual corso Regina Margherita), cerca del Rondò de la Forca. Carlo le explicó que, como su madre había fallecido y durante su enfermedad no había podido pagar el alquiler de la casa, el arrendador les había desahuciado y dejado en medio de la calle.

Mientras su hermano continuaba en el ejército, su hermana fue confiada temporalmente al orfelinato de Casale Monferrato, donde murió más tarde.

Carlo pasó de alumno externo a ser el primer interno del Oratorio. Le seguirían Felice Reviglio, que saltaría un día la tapia del Oratorio, y Giuseppe Buzzetti, a quien Don Bosco encontró en via della Giardiniera, todos, aquel mismo año de 1847. Gastini era menor que Reviglio (1831) y Buzzetti (1832) pero igual que Giacomo Bellia (1833) y mayor que Michele Rua (1837), Giovanni Francesia (1838) o Giovanni Cagliero (1838). Serán sus grandes amigos de por vida.

Tras la misa y el rosario matinales, salían a trabajar a la ciudad con un panecillo en el bolsillo; regresaban a comer y cenar. Su dieta, de menestra y verduras del huerto de la madre de Don Bosco, aun siendo escasa, era infinitamente mejor que en su vida anterior. Los jóvenes pasaban el día con Don Bosco, quien proveía en todas sus necesidades cotidianas.

Un domingo de 1848, año en que dispararon a Don Bosco por una ventana de Valdocco, Carlo Gastini tenía un fuerte dolor de muelas que Don Bosco le curó imponiéndole las manos.

Aquellos jóvenes estaban tan agradecidos a Don Bosco que le consideraban su verdadero padre. Fruto de su admiración, agradecimiento y afecto Gastini y Reviglio quisieron hacerle a Don Bosco el 24 de junio en 1849, en que le regalaron dos corazones de plata que habían comprado en la mejor joyería de la ciudad.


2.4. El novicio salesiano

Don Bosco pensaba ya en la posibilidad de fundar un instituto religioso, que posteriormente sería la Congregación Salesiana, para dar más amplitud, libertad y continuidad a sus obras. No olvidaba las persecuciones políticas y mediáticas de 1848 ni las deserciones de algunos de sus ayudantes aquel mismo año en el Oratorio. Por ese motivo el 23 de julio de 1849 organizó dos tandas de ejercicios espirituales de una semana para formar a nuevos catequistas. Entre los más de 800 jóvenes que frecuentaban los dos oratorios había elegido a 71; entre ellos estaba Gastini, que fue finalmente junto con Buzzetti, Bellia y Reviglio los elegidos.

Empezó a ayudarles a reformar su conducta moral, intensificando la frecuentación de los sacramentos y enseñándoles la gramática italiana y latina, facilitándoles alojamiento, vestido y alimento. Ayudaban a Don Bosco en Valdocco y los domingos le acompañaban a Porta Nuova o Vanchiglia. eEl 1 de noviembre de 1849 serían testigos del milagro de la multiplicación de las castañas.

Carlo pudo vestir finalmente la sotana el 2 de febrero de 1851. Se la impuso el propio Don Bosco, que estaba «radiante. Parece que los primeros corderos están convirtiéndose por fin en pastores». Al día siguiente los nuevos clérigos empezaron sus clases de filosofía. También de la puesta en marcha del teatro salesiano, que Don Bosco encargó a Gastini, así como la catequesis a los alumnos externos.

Pero Carlo abandonaría aquel mismo año el noviciado, concretamente entre el 12 de octubre y el 24 de noviembre de 1852. No fue una decisión propia ni de Don Bosco: Carlo tartamudeaba ligeramente, lo que con el derecho canónico de aquella época hacía imposible la ordenación o la profesión.


2.5. El jefe de encuadernación

Los cuatro años siguientes Carlo Gastini continuó viviendo en el Oratorio como interno y desde 1854 sería ayudante de la imprenta. Aquel año estalló en Torino una epidemia de cólera; mientras Don Bosco ayudaban a los enfermos, Gastini se quedaba rezando en Valdocco para que ninguno de ellos quedara infectado.

Imprenta y teatro serán las dos ocupaciones de Carlo Gastini en Valdocco durante aquella nueva etapa de su vida, en que empezó a tener barba. Su anterior estado clerical no se lo permitía, acentuando un aspecto medio venerable, medio cómico.


2.6. El padre de familia

La evolución personal llevaría progresivamente a Carlo Gastini a crear su nueva vida. Aunque estaría siempre ligado a Don Bosco y a Valdocco, tenía ya un oficio que le permitía ganarse la vida. Acababa de encontrar trabajo en una imprenta de la ciudad y en 1856 se casaría con Giuseppa Lora, en una ceremonia que celebró el propio Don Bosco. Pese a su nueva familia, su nueva casa y su nuevo trabajo Gastini siguió, nunca faltaba a las fiestas y estaba siempre disponible para ayudar.

Gastini, como el resto de compañeros, había presenciado numerosos ejemplos de cómo Don Bosco tenía el don de la profecía. A comienzos de mayo de 1860 Carlo fue a preguntarle hasta qué edad viviría. «Hasta los 70 años», le dijo.

En 1861 el Oratorio sufrió una nueva serie de persecuciones públicas. Gastini dejó su trabajo, muy bien remunerado, y volvió a trabajar a Valdocco como jefe de encuadernación, que ya nunca dejaría. El objetivo era volver a estar lo más cerca posible de su segundo padre. La nueva imprenta se pondría en marcha el 31 de diciembre de aquel año. Aquel mismo año, por su onomástica, Carlo llevó a Don Bosco unos libros encuadernados con elegancia y con una dedicatoria aún mejor: «Para que, después de haberte encuadernado tantos libros, quede también yo encuadernado contigo en el libro de la vida». En 1863 nacería su hija Felisa, a la que todo Valdocco conocería como Felicina, a quien bautizó el propio Don Bosco.

Gastini fue el jefe de encuadernación de la Tipografía Editorial Salesiana hasta su jubilación. De sus manos salieron más de dos centenares de obras, que formaron uno de los catálogos en italiano más importantes de su época. Desde 1877 publicaría el Bollettino Salesiano, fundado por Don Bosco, quien participó activamente en la labor editorial hasta 1887, un año antes de su muerte. Fruto de aquel prestigio, en tiempos de Gastini, la Tipografía Editorial Salesiana fue invitada a la exposición universal de Barcelona (1886).


2.7. La muerte de Gastini

Carlo continuaba siendo el alma de las celebraciones internas todavía en 1873. Habían pasado casi 20 años de su salida de Valdocco pero seguía estando en la cotidianidad de papà Giovanni. No en vano Gastini y Buzzetti aparecerían en el sueño El corcel misterioso que tuvo en 1875.

El 29 de abril de 1876 falleció Giuseppina a los 36 años. Felicina pasaría a formarse con las FMA y se casaría el 7 de mayo de 1893 con su primo hermano Eugenio, el menor de los cinco hijos de Marco Gastini. De hecho, Vicenzo Gastini sería el encargado de realizar la primera tumba de Don Bosco, en Valsalice, sufragada por los Antiguos Alumnos.

Gastini y Reviglio son casi una institución en Valdocco. En 1894 su antiguo compañero Giuseppe Rollini le pintó en la capilla de San François de Sales en la Basílica de María Auxiliadora

Tan solo un año más tarde nacería su nieta Rosa. Todos son conscientes del fin de etapa de Gastini y de alguna forma intentan rendirle tributo en vida. El 23 de junio de 1898 todavía participará en la celebración interna del Oratorio. Pero el final se acerca. Desde la muerte de Don Bosco las cosas no eran iguales: se sentía huérfano.

A mediados de enero de 1902 Carlo cayó enfermo. Consciente de la profecía de Don Bosco, quiso prepararse para la muerte. Numerosas visitas intentaban animarle, pero un día dijo a don Rua: «¡No, no! Ya no me levantaré de la cama. He entrado en los setenta años y debo morir. Ya no tengo nada que hacer aquí. Espero que Don Bosco me ayude a reunirme con él en el paraíso» (Bollettino Salesiano, 1902, nº 2). Y así fue. Tras administrarle la unción su buen amigo Michele, Carlo falleció el 28 de enero de 1902. Acababa de cumplir los 70 años, tal como había predicho papà Giovanni.

La familia Gastini siguió viviendo en Turín hasta 1973, cuando el 11 de enero falleció Rosa Gastini, sin descendencia. Los descendientes directos de Carlo Gastini viven hoy en Alessandria, en el Piemonte. Son los biznietos del hermano de Rosina, Emanuele y su esposa Rosa, entre ellos la actriz Marta Gastini, quien continúa la vinculación familiar con el arte y el espectáculo iniciada en 1851 por su antepasado Carlo Gastini.


II. EL FUNDADOR DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS DE DON BOSCO


3.1. Mantener el espíritu del Oratorio

La gran obra de Carlo Gastini, además de su familia, fue la fundación del movimiento de Antiguos Alumnos de Don Bosco. Ya hemos visto que el 24 de junio de 1849 Gastini y Reviglio le regalaron dos corazones de plata.

Los años siguientes se constituyó una comisión para recoger fondos entre los alumnos internos y externos destinados a hacer un regalo a Don Bosco. En 1850 se concentraron a los pies de sus habitaciones para felicitarle con un pequeño concierto; posteriormente una representación de ellos subió a llevarle el regalo, que agradeció desde el balcón entre grandes aplausos.

Al año siguiente, a la música se añadió la lectura de cartas y la recitación de poemas, algunos de ellos compuestos para la ocasión en clave de agradecimiento. Aquel esfuerzo era sin duda el resultado de las clases de retórica, latín e italiano que habían recibido en el Oratorio. Don Bosco Quería que sus alumnos pudieran comportarse de forma digna, sin que nadie se riera de ellos por su formación. Muchos aprovechaban para pedirle consejo o hacerle consultas.

A partir de 1858 aquellos actos se desarrollaron en el comedor construido bajo la iglesia de San Francesco di Sales, hasta que en 1866 pasarían a hacerse en la tercera planta de la antigua Casa Filippi. Desde 1886 pasaron a realizarse en el teatro, situado donde está el actual.

3.2. La espontaneidad de un encuentro


El 7 de marzo de 1869 el papa Pío IX había aprobado la Congregación Salesiana. Por eso la celebración de 1870 fue especial. Carlo Gastini hace correr la voz para convocar a los antiguos alumnos en un local situado en la Piazza Statuto haciendo esquina con via San Donato. Se citaron el 24 de junio en Valdocco para expresándole su agradecimiento por la educación recibida y llevándole como regalo un juego de café. Tras ofrecerles un vaso de vino blanco, les dijo: «Hoy, concluyó Don Bosco, no puedo invitaros a comer conmigo, pero la próxima vez lo organizaremos».

Dicho y hecho. Desde 1871 los antiguos alumnos se reunirán para felicitar la onomástica de Don Bosco, haciéndole cada año.

La celebración de 1873 pudo ver concluidas las obras de la cabecera del edificio donde pasarían a estar la habitación y la capilla de Don Bosco, así como la galería porticada, tal como la conocemos actualmente.

Aquella primera etapa tocaba a su fin. Los homenajes habían pasado de ser algo personal (1849) a colectivo (1850-1870) de los alumnos actuales para convertirse en algo no ya interno sino externo (1870-1873) de los alumnos mayores o, como pasaría a decirse, de los anticchi allievi o antiguos alumnos1.


3.3. Transformar el abrazo en camino


Desde 1874 y hasta 1888, el año de su muerte, Don Bosco pasará a corresponder el homenaje del día de su onomástica con un almuerzo fraterno. Con ello pasaba a reservarse una jornada entera para estar con los Antiguos Alumnos. No olvidemos que la Congregación Salesiana había sido fundada en 1859, la Asociación de María Auxiliadora sería erigida en 1869 y los Salesianos Cooperadores serían una realidad en 1876.

El año de 1875 fue especial por despedir a la primera expedición misionera, en aquel caso a la Patagonia, capitaneada por Giovanni Cagliero. Aquel año los asistentes regalaron una custodia dorada, a rayos,

En 1876 aparece por primera vez una referencia a Gastini como presidente de los antiguos alumnos. En una comunicación a don Rua y Don Lazzero, el 24 de abril, Don Bosco le menciona como «externo, maestro de los encuadernadores y presidente de los antiguos alumnos» (MB XII,198; MBe XII,175). Dos días más tarde, en otra carta los mismos, se abunda en ello al hablar de «Gastini con sus amigos».

En 1877, en la celebración, estaba presente el arzobispo de Buenos Aires, quien le dio una moneda a Carlo, que este entregó a Don Bosco. Ante la insistencia de García Zúñiga, Gastini replicó con una frase que ha pasado a la historia: «Aquí todos somos de Don Bosco. Nada es nuestro, todo es suyo». Resulta especialmente relevante que en la intervención que realizó un antiguo alumno sacerdote, Giovanni Turchi, se hablara por primera vez de una Comisión, que sabemos que presidía Gastini, «puesta al frente de una sociedad de antiguos alumnos del Oratorio surgida ocho años antes», ya que por primera vez se habla de la Sociedad de los Antiguos Alumnos del Oratorio Salesiano.


3.4. Dar personalidad jurídica a un movimiento


La iniciativa de reunir a los antiguos alumnos en 1870 había funcionado. Los encuentros se realizaban con regularidad y los asistentes cada vez eran más. Solo en 1894 aquella entidad tendría naturaleza jurídica.

El almuerzo anual con Don Bosco se consolidaba. El 1878 tuvo lugar el 4 de agosto, con la asistencia de 194 antiguos alumnos, bajo los pórticos de Valdocco. Don Bosco dirigió unas palabras a los antiguos alumnos en los que les animaba a constituirse jurídicamente en una entidad.

¿Qué más queda por deciros? ¡¡¡Animo, ánimo, ánimo!!!

Basta que se mantenga el espíritu, de que cada uno sea, ahora, misionero entre sus compañeros; después, en las propias casas, o donde habite, dando buenos ejemplos, buenos consejos y haciendo el bien a la propia alma.

Lo que yo querría comentar este año, y que en este instante ocupa todos mis pensamientos, es que debemos procurar ayudarnos mutuamente, siempre que nos sea posible. Actualmente todos buscan uniones y cajas o sociedades de socorros mutuos. Es preciso que tratemos de establecer alguna entre nosotros. Hasta ahora esto no ha pasado de ser un proyecto mío, todavía no estudiado en sus detalles, pero que me parece, hablando en general, bastante factible.

Todos vosotros, quién más, quién menos, os encontráis en situación de poder hacer algún ahorro, a fin de, si sobreviene una enfermedad o falta de trabajo, poder hacer frente a vuestras necesidades. Pues bien, haced de modo que esta ayuda no se limite solamente a vosotros, sino que se extienda también a aquellos jóvenes de buena conducta que salieren del Oratorio, o a aquellos compañeros que ya conocéis vosotros

Podremos todavía reunirnos en estas fiestas de familia (que espero será muchas veces, ¿no es verdad?) y podremos, después, formar una familia hermosa, compacta, numerosa, todos juntos en el Paraíso, dándonos palabra desde ahora, firmando un pacto que ninguno romperá, ¿verdad? (MB XIII, 757-759; MBe XIII, 643-645).

Esa intervención oral y esporádica de 1878 es la auténtica carta de misión de los Antiguos Alumnos de Don Bosco. En 1869 había fundado la Archicofradía de María Auxiliadora y en 1876 fundaba los Salesianos Cooperadores. El objetivo era claro: continuar el Oratorio más allá del Oratorio, es decir permitir que de mayores aquellos jóvenes conservaran los mismos valores. Para lograrlo establecía una cuádruple misión: el mantenimiento de los valores recibidos (fe, honestidad, laboriosidad, compromiso), el testimonio de esos mismos valores (en la familia, el trabajo o la sociedad), la solidaridad recíproca entre los antiguos alumnos y el apoyo a las obras salesianas en su misión con los jóvenes. El orden de los factores sí afecta en este caso al producto.

A aquella nueva realidad le otorgaba una naturaleza netamente laical, a diferencia de la mixta clérigo-laical de los Salesianos Cooperadores, de la que parece desgajar a los Antiguos Alumnos. Pero también una naturaleza claramente social, a diferencia de la religiosa de la Archicofradía de María Auxiliadora.

Los Antiguos Alumnos eran ya una realidad en Valdocco. Lo atestigua que en el número de julio de 1879 cite por primera vez a los antichi allievi del Oratorio como protagonistas de la celebración por la onomástica de Don Bosco.

En el aire estaba el envejecimiento de Don Bosco, que acababa de regresar de Barcelona, y la intuición de que el final se acercaba, como se colige también de sus palabras casi testamentarias del 13 de julio: «Mientras tanto, adonde quiera que vayáis y estéis, recordad siempre que sois hijos de Don Bosco, hijos del Oratorio […] Dichosos vosotros, si no olvidáis nunca las verdades, que me esforcé por grabar en vuestros corazones cuando erais jovencitos» (MB XVII, 489; MBe XVII,421). Erais un pequeño rebaño que ha crecido mucho y se multiplicará todavía más, seréis luz resplandeciente en todo el mundo y, con vuestro ejemplo, enseñaréis a los demás cómo se debe hacer el bien y aborrecer y huir del mal. Queridos hijos míos, que Dios nos ayude con su gracia, de suerte que podamos un día encontrarnos todos juntos en el Paraíso» (MBDB, Vol. 17: 173-174).

El 16 de agosto de 1887 los Antiguos Alumnos deciden felicitar también a Don Bosco por su cumpleaños. Resonaron entonces las palabras que les había dirigido en una ocasión anterior: «Sobre todo os pido una cosa, queridos hijos míos: donde estéis mostraos siempre como buenos cristianos y honrados ciudadanos… Muchos ya tenéis familia. Pues bien, aquella educación que habéis recibido en el Oratorio de Don Bosco, participadla a vuestros seres queridos» (MBDB, Vol. 14: 511-512).

El 31 de enero de 1888 falleció Don Bosco. El dolor fue inmenso para todos. Sacerdote, educador, amigo, benefactor… Todos perdían algo. Pero Carlo perdía a papà Giovanni, al que había ido a despedir durante su agonía Aquel mismo día el presidente Gastini enviaba una carta a los Antiguos Alumnos.

Pronto empezaron los homenajes. El 4 de junio de 1889 los Antiguos Alumnos fueron a Valsalice para rendir homenaje a Don Bosco en su tumba. El 11 de agosto descubrieron otra placa, pero en este caso en su casa natal, que en aquellos momentos tenía su sobrino Francesco Bosco. Y en 1891 descubrieron una placa en la iglesia de San Francesco d’Assisi de Turín para conmemorar la primera misa de Don Bosco en el altar del Ángel Custodio.

Destaca especialmente la salida que el 20 de septiembre de 1891 realizaron a I Becchi. Recordando los viajes con que después de cada verano acompañaban a Don Bosco, y con motivo de los 50 años de la fundación del Oratorio, descubrieron una placa.

Los últimos años don Rua insistía en agregar a la entidad de los antiguos internos de Valdocco también los antiguos externos, para evitar que todo quedara circunscrito al reducido círculo de los alumnos del primer Oratorio, quienes por la lógica de la edad iban a correr en pocos años la misma suerte que Don Bosco. El 8 de diciembre de 1894, de la mano de Giovanni Garbellone, se fundó la entidad que agrupaba a los antiguos alumnos externos del Oratorio, que a la que llamaron unión tal vez para diferenciarla de la sociedad de los internos. Su estatuto establece como objetivos proveer su bienestar espiritual con frecuentes reuniones y también su bienestar material con ayudas para sus necesidades, actualizando los vínculos de amistad entre ellos.

En 1896 el encuentro anual fue el 12 y el 16 de julio, presididos por don Rua. «Los Antiguos Alumnos de Don Bosco: ¿quién podría contarlos hoy? Están diseminados por todas las partes del mundo» (Bollettino Salesiano, 1896, nº 8). Aquel año la colecta fue intentar liberar a sus compañeros que estaban prisioneros en África, en la I Guerra Ítalo-Etíope (1895-1896).

El 20 de enero de 1900 don Rua escribe por primera vez una carta a los salesianos sobre la importancia de los Antiguos Alumnos en la Congregación: «En algunas ciudades de Europa, América y África, la Asociación de los Antiguos Alumnos está ya instalada a imitación de aquella que podemos llamar inicial fundada desde hace años en Turín», asociación que considera un «ramo de la actividad salesiana», concluyendo: «Con estas asociaciones (nosotros, los salesianos) continuamos haciendo de ángeles custodios de nuestros alumnos como les hacíamos de jóvenes».

La de 1900 sería la última celebración. Aquel 23 de junio se dieron cita en Valdocco representantes de Martinetto, S. Giovanni Evangelista, Valsalice, San Benigno Canavese, Foglizzo, Ivrea, Alassio, Lanzo o Cuorgnè. Aquel año el regalo de la Società degli Antichi Allievi fue para erigir un monumento a Don Bosco en la iglesia de San François de Sales en Valsalice.

Fallecido Gastini se constituyó un nuevo Comité, que se presentó ante don Rua el 24 de junio de 1901.

Las asociaciones de antiguos alumnos se multiplicarán conforme a la expansión de los salesianos. Lille (1893), Valdocco (1894 internos y externos), Parma (1896), Nice (1896), Marseille (1896), Faenza (1897), Barcelona (1899), Liège (1899) y Buenos Aires (1901).

En 1908 nacía la Federación Internacional de Antiguos Alumnos de Don Bosco, cuyo primer objetivo fue organizar en 1911 el I Congreso Internacional de Antiguos Alumnos de Don Bosco.

El estallido de la I Guerra Mundial pospuso sus actividades hasta 1920, cuando se celebró el II Congreso, del que salió elegido el italiano Piero Gribaudi (1919-1922), al que siguió su compatriota Felice Masera (1921-1938). Aquel año los Antiguos Alumnos inauguraron el Monumento a Don Bosco, obra de Gaetano Cellini, frente a la Basílica de María Auxiliadora.

Durante la tercera presidencia, la de Arturo Poesio (1938-1964), la Federación Internacional se convirtió en 1954 en la Confederación Mundial, cuyo primer estatuto se aprobaría en 1956. No en vano estamos en los años previos al Concilio Vaticano II, que entre otros pondrá en valor el laicado. Al frente de la nueva entidad estaría el español José María Taboada Lago (1964-1973), a quien sucederían el mexicano José González Torres (1974-1980), el suizo Giuseppe Castelli (1980-1992), el portugués António G. Pires (1992-2004), el italiano Francesco Muceo (2004-2013) y el eslovaco Michal Hort (2013- ).

En 1967 fueron uno de los fundadores de la Organización Mundial de Antiguos Alumnos de la Educación Católica (OMAEC) y en 1969, fruto de la reorganización de los Círculos Domingo Savio, surgen los grupos de Antiguos Alumnos Jóvenes (GEX).

El italiano Domingo Savio fue el primer antiguo alumno santo, en 1954. Otro antiguo alumno, el timorense Carlos Ximenes Belo, obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 1996. En 2013 el antiguo alumno argentino Jorge Bergoglio fue elegido sumo pontífice de la Iglesia católica con el nombre de Papa Francisco.

Hoy los descendientes espirituales de Carlo Gastini son una realidad extendida por 100 países y formada por 50 millones de personas.


V. CONCLUSIONES


Las Constituciones Salesianas, en su Art. 5, establecen que «De Don Bosco deriva un vasto movimiento de personas que, de diferentes formas, trabajan por la salvación de la juventud (…) Los antiguos alumnos forman parte de ella por la educación recibida. Su pertenencia es mayor cuando se comprometen a participar de la misión salesiana en el mundo».

Esta obra ha pretendido dar a conocer la biografía de Carlo Gastini, el fundador de los Antiguos Alumnos de Don Bosco, que es el único grupo de la Familia Salesiana fundado por un laico y cuyo fundador carecía hasta la fecha de una biografía. La ausencia de tal notoriedad se debe a dos causas: la tendencia al clericalismo historiográfico previa a 1962 y el desplazamiento de la generación de Gastini, Reviglio, Buzzetti y Bellia por la de Cagliero, Rua, Artiglia o Rocchietti.

Carlo Gastini fue una persona de su tiempo, consciente de los problemas y las oportunidades, que utilizando los medios propios de su época (los del entretenimiento popular y los de la solidaridad social) propone ir lo más lejos posible. Con una visión a largo plazo, clarividente, propone una teología del laicado antes del Concilio Vaticano II y una forma de colaboración colectiva previa a las actuales de trabajo colaborativo, propiedad participada, movilidad compartida, conocimiento colectivo. Deja claro en 1877 que nadie es más que nadie («Aquí todos somos de Don Bosco») y que todo es de todos («Nada es nuestro, todo es suyo»).

Resulta evidente que los Antiguos Alumnos de Don Bosco no son Salesianos pero tampoco Cooperadores, aunque colaboren con ambos.

Carlo Gastini tuvo fe en Don Bosco, trabajó como Don Bosco y ayudó como Don Bosco. Su vida está llena de momentos providenciales que le van conduciendo hacia una vida de confianza, alegría y solidaridad, intuyendo el papel que correspondía a los alumnos salesianos en el mundo posindustrial. «Seréis la luz que resplandece en medio del mundo y con vuestro ejemplo enseñaréis a otros a hacer el bien y renunciar al mal» (MBDB, Vol. 17: 173-174).

La vida, la obra y el carisma de Carlo Gastini son una invitación a vivir la salesianidad en el mundo desde el compromiso. Hoy, como ayer, nos formula una inquietante pregunta, que constituye todo un reto: «¿Qué estás dispuesto a hacer por los demás?».

1 La expresión se ha mantenido en el ámbito hispano, pero no en el italiano, donde la expresión anticchi allievi ha sido sustituida por ex allievi.


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