Libro ecologia integral ISBN


Libro ecologia integral ISBN

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COLECCIÓN DE FORMACIÓN PERMANENTE DA MIHI ANIMAS N° 6
ECOLOGÍA INTEGRAL:
CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO
DE LA CASA COMÚN

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Editorial: EDEBE
Santiago de Chile
Primera edición: diciembre 2023
ISBN: 978-956-18-1332-8
Cómo se cita:
Araya, F. y Basualto, L. (eds.) (2023). Ecología integral: Coincidir desde el
cuidadode la casa común. Santiago de Chile: EDEBE.

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ECOLOGÍA INTEGRAL:
CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO
DE LA CASA COMÚN
FREDDY ARAYA DOMÍNGUEZ
LORENA BASUALTO PORRA
El libro forma parte de la colección de formación permanente:
Da mihi animas N° 6.

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RESONANCIAS DE LO LEÍDO EN
ESTE ENLACE:
https://bit.ly/46OcXCz
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ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

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Comité editorial
Freddy Araya Domínguez
Profesor de Filosofía y Religión, Licenciado en Educación, Universidad
Católica del Maule. Bachiller en Filosofía, Universidad Pontificia
Salesiana. Magister (c) en Educación, Universidad Católica Silva
Henríquez. Coordinador Ejecutivo de Pastoral Juvenil - Red Salesiana.
Director de Comisión de Pastoral Educativa Conferencia Episcopal de
Chile (CECH). Docente del Diplomado en Pedagogía Salesiana UCSH.
Lorena Basualto Porra
Profesora de religión y moral, Pontificia Universidad Católica de
Valparaíso. Mg. en Teología Dogmática, Pontificia Universidad Católica
de Chile. Mg. en Educación, Universidad Andrés Bello, Santiago de
Chile. Dra. (c) Teología Práctica, Universidad Pontificia de Salamanca.
Coordinadora Ámbito Evangelización y Catequesis Inspectoría
San Gabriel Arcángel, Chile. Académica Universidad Católica Silva
Henríquez, Santiago de Chile.
ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
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Referato externo
Dra. (c) Giselle García-Hjarles Villanueva. Doctoranda en Ciencias
Sociales con mención en estudios de juventud, Universidad Católica
Silva Henríquez. Magíster en Gestión Ambiental, Universidad de
Santiago de Chile. Licenciada en Antropología, Pontificia Universidad
Católica del Perú.
Mg. Fabiola Herrera Pradena. Magíster en Educación mención dirección y
liderazgo educativo, Universidad Católica Silva Henríquez. Ingeniera
en Gestión Industrial, Universidad Técnica Federico Santa María.
Mg. José Peñailillo. Magíster en Ingeniería Industrial, Universidad de
Santiago de Chile. Ingeniero de Ejecución en Prevención de Riesgos,
Duoc UC. Postítulo en Sistemas de Gestión de Calidad, Seguridad y
Medioambiente, Universidad de Chile.
Mg. Vanesa Páez Rioseco. Magíster en Desarrollo curricular y proyectos
educativos, Universidad Andrés Bello. Licenciada en educación
mención lenguaje y comunicación y, Profesora de Educación Básica,
Universidad Bernardo O'Higgins.
Lic. César González Núñez. Licenciado en Filosofía y Ciencias de la
Educación, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Licenciado
en Ciencias del Desarrollo (eg.) Instituto Latinoamericano de
Desarrollo y Estudios Sociales - ILADES. Estudios Magíster en
Educación (eg.) USACH.
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ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

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Índice
Presentación
11
Objetivos
12
Propuesta metodológica
12
Introducción: Presentación de la Position paper de la Congregación
Salesiana sobre la ecología integral (Emanuela Chiang)
13
Position paper: Los salesianos de Don Bosco en camino hacia un mundo
sostenible desde la perspectiva de la ecología integral
15
1. Escenario actual: la crisis climática
15
2. El Magisterio de la Iglesia y el mensaje específico de Laudato si’
16
3. Referencia a la Agenda 2030 y al Acuerdo de París sobre el clima (2015) 17
4. La respuesta de la congregación salesiana
18
A. Dimensión de la educación en la fe
20
B. Dimensión educativo-cultural
22
C. Dimensión de la experiencia asociativa
23
D. Dimensión vocacional
24
Primer capítulo | Escenario actual: La crisis ecológica y el
llamado urgente al cuidado de la casa común
25
I. Laudato si’ una propuesta profética. Reflexiones en tiempos de crisis
(Leonardo Córdova Castillo)
27
Introducción
27
1. Una denuncia sostenible en el tiempo
28
1.1. La tierra gime con dolores de parto…
29
1.2. Deterioro de la calidad de la vida humana y degradación social
29
2. Un anuncio persistente
31
2.1. Destino universal de los bienes
31
2.2. El principio del bien común
32
3. Nuevo escenario social
32
3.1. El Covid y su legado de millones de nuevos empobrecidos
32
3.2. Pocos que tienen mucho y muchos que tienen muy poco
33
3.3. La distribución de la riqueza en Chile
33
3.4. Desigualdad de género
34
3.5. Desigualdad en la huella de carbono: el que tiene más contamina más 34
4. Llamado a la compasión y a la austeridad
35
4.1. Laudato si’ propone la compasión como principio de acción
35
4.2. Optar por la vida sencilla y austera
36
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7

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II. La casa común. De la eficiencia económica a la humanización del
trabajo (Jorge Mendoza Valdebenito)
38
Introducción
38
1. Ética y economía en la doctrina social de la Iglesia
38
2. El trabajo desde una visión ecológica integral
40
3. Consecuencias de la aplicación de los modelos económicos
42
4. Subdesarrollo y pobreza
43
5. La centralidad de la persona en la construcción de la casa común
45
Segundo capítulo | Interpelaciones educativas y
pastorales de Laudato si’
49
III. Ecología humana y educación. Un imperativo ético para la vida en el
planeta tierra (Sonia Brito Rodríguez)
51
Introducción
51
1. Sistema educativo interpelado por la crisis ecológica
51
2. Necesidad de un cambio paradigmático
52
3. Responsabilidad ambiental de la educación
53
Conclusiones
57
IV. Una reflexión teológica en tiempos de crisis climática. Preguntas
para resignificar lo sagrado y las prácticas de espiritualidad (Doris
Muñoz Vallejos)
61
Introducción
61
1. Constatar la crisis desde lo local hasta la aldea global y visualizar algunas causas 62
2. ¿Qué nos ha pasado como humanidad? ¿Qué hay detrás de esta devastación? 64
3. Respuesta a la crítica desde el magisterio
65
4. Respuesta desde la ecoteología
66
5. El necesario cambio de paradigmas
67
6. Una llamada urgente a la acción ecológica
68
6.1. Un primer paso hacia la ética del cuidado: reconocer la huella de
carbono personal
69
6.2. Fortalecer una ética y espiritualidad de la vida cotidiana
69
6.3. Fortalecer una exégesis y hermenéutica ecológica
70
6.4. Hacia una educación y espiritualidad que reconozcan y celebren
la dignidad de la Tierra y todo lo viviente
70
Conclusión
71
8
ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

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V. Construir una ecología que nos permita sanar todo lo que hemos
destruido (Carlos Ampuero Álvarez)
74
Introducción
74
1. La ecología como buena noticia
74
2. Acercamiento bíblico al cuidado de la casa común
76
3. Algunos desafíos educativos
78
Conclusión
79
Tercer capítulo | El cuidado de la casa común desde el
currículum
81
VI. El cuidado de la casa común en los programas de educación religiosa
escolar (Lorena Basualto Porra)
83
VII. Reflexión: ¿Cómo reconectar con la esperanza? (Valeska Leiva)
109
Introducción
109
1. La naturaleza se devela a quien la contempla
109
2. El desafío ambiental es una responsabilidad de todos
110
3. ¿Cómo enfrentamos las crisis sociales y ambientales?
110
4. Nuestro rol como educadores
111
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Presentación
El texto Ecología integral: Co-incidir desde el cuidado de la casa común pretende ser un subsidio
de formación permanente para todas y todos los educadores salesianos en la línea de la
colección Da mihi animas, que en este caso corresponde al número 6 de la Colección.
El tema se inspira en el documento de posicionamiento: Los salesianos de Don Bosco en camino
hacia un mundo sostenible desde la perspectiva de la ecología integral, porque la Congregación,
desde el Capítulo General 28, “ha tomado orientaciones y decisiones precisas para caminar hacia
la construcción de un mundo más sostenible” (Salesianos de Don Bosco, 2022).
El escrito busca socializar el documento de posicionamiento y cuenta con la presentación de
Emanuela Chiang, quien es la encargada del área de Ecología Integral de la Pastoral Juvenil de
la sede central en Roma. Sus palabras nos animan a emprender un recorrido nuevo dentro del
área de la misión salesiana, porque nuestros jóvenes viven en el planeta y todo aquello que le
suceda a la casa común les afecta a ellos.
Por este motivo, el documento de posicionamiento recoge las orientaciones de Laudato si’ y
considera la crisis ecológica como un problema integral, de allí que los diferentes artículos del
libro abordan diversos aspectos desde el área de la ecología, la economía, lo social, lo educativo,
lo pastoral, lo espiritual y lo curricular.
Justamente, el título del texto pretende expresar esta dimensión multifactorial del cuidado de la
casa común, donde todas las ciencias, religiones, espiritualidades y los diversos pueblos de la
tierra necesitan co-incidir para encontrar caminos de respuestas en común para de esa forma
incidir en el cuidado del planeta.
Los editores
ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
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Objetivos
1. Profundizar en los elementos fundamentales del documento Position paper: Los
salesianos de Don Bosco en camino hacia un mundo sostenible desde la perspectiva
de la ecología integral.
2. Articular la identidad del carisma salesiano con el llamado que hace el Papa Francisco
en Laudato si’ desde una visión ecológica integral, donde el cuidado del joven requiere
del cuidado de la casa común.
Propuesta metodológica
La presente publicación pretende apoyar la formación permanente de los educadores,
agentes de pastoral y asesores de los diferentes ambientes donde se desarrolla la misión
salesiana en la Inspectoría de Chile.
Es necesario considerar que el documento marco es la Position paper: Los salesianos de Don
Bosco en camino hacia un mundo sostenible desde la perspectiva de la ecología integral,
publicada el año 2022, texto que es necesario estudiar y socializar. De esta manera, cada uno de
los artículos busca fortalecer algunos elementos específicos de lo que comprende la misión
salesiana con respecto al cuidado de la casa común en nuestras obras educativo-pastorales.
En este sentido, los artículos pueden ser adaptados a las condiciones de tiempo y lugar de las
mismas comunidades, según la programación que tengan organizada para la formación
permanente.
Se sugiere trabajar a través de talleres de aprendizaje cooperativo, donde se pongan de
relieve los trabajos que ya se realizan en las mismas CEP locales, con la experiencia de los
mismos participantes, o bien a través de jornadas específicas de estudio y reflexión,
ofreciendo las motivaciones necesarias en cada contenido por abordar, suscitando interés,
reflexión y diálogo, a través de preguntas en grupos o personales, y de insumos que motiven el
trabajo.
Es fundamental que algún educador de la CEP pueda guiar y animar el proceso, según el
tiempo y alguna ficha de trabajo. Para eso, facilitamos estas dinámicas integrando en los
artículos algunas preguntas para la reflexión.
12
ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

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Introducción: Presentación de la Position paper de la
Congregación Salesiana sobre la ecología integral
Por Emanuela Chiang
Sector para la Pastoral Juvenil
Sede central – Roma
En un momento histórico como el actual, caracterizado por grandes incertidumbres sobre el
futuro, precariedad general, aumento de conflictos locales e internacionales, aumento de la
pobreza y de la desigualdad, atravesado por la pandemia y los cambios climáticos, los salesianos
-junto a toda la Iglesia- se cuestionan sobre cómo afrontar esta crisis global. Siguiendo las
enseñanzas del Papa Francisco, la primera tarea por cumplir es asumir una visión integral: todo
está conectado. No hay, por tanto, dos crisis separadas: una social y una ambiental, sino una
única crisis socioambiental, que presenta gran complejidad; para resolver problemas difíciles,
se requieren, por lo tanto, intervenciones integrales en diversos sectores.
Ninguno se salva solo, pero cada uno puede y debe hacer suya su parte de contribuir y contener
los efectos de la crisis y prevenir el empeoramiento, pero sobre todo cuidar de la casa común
que nos ha sido confiada, con todas las creaturas que la habitan. La adopción de una visión
integral requiere la vida de cada ser humano, cada día, y ayuda a entender que también las
guerras lejanas de nosotros, los fenómenos climáticos extremos que acontecen siempre más
seguido en algunas partes del mundo, nuestros consumos cotidianos y nuestro estilo de vida
son todos elementos conectados entre sí. Tomar conciencia de esto nos ayuda a vivir en un modo
más consciente y en una vida plenamente cristiana.
La Position paper de la Congregación Salesiana pretende ser un instrumento útil para todas las
Inspectorías y para los delegados de Pastoral Juvenil, así como para todos aquello quienes
colaboran en la programación y realización de las actividades: las sugerencias en esos
contenidos ayuda a introducir de un modo transversal acciones directas para el cuidado de la
casa común y de las criaturas; no debemos olvidar, por tanto, que la más importante de la
creaturas de Dios es el ser humano, y como salesianos -según las enseñanzas de nuestro
fundador Don Bosco- queremos cuidar a los y las jóvenes, sobre todo a aquellos y aquellas más
débiles y más vulnerables.
La Position paper, después de haber hecho un cuadro de la situación actual, ofrece indicadores
para la definición del Programa Educativo y Pastoral Salesiano. A través del PEPS, por lo tanto,
es posible traducir en la práctica las enseñanzas de la Iglesia y el llamado del Papa a colaborar
en la construcción de la casa común de un modo más justo y sostenible a partir de la situación
ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
13

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en la cual vivimos. Se ofrecen sugerencias concretas para aplicar la visión integral de las cuatro
dimensiones del PEPS:
1. La dimensión de la educación a la fe: todo proyecto pastoral se preocupa de
orientar a los jóvenes al encuentro con Jesucristo y a la transformación de sus vidas
según el Evangelio.
2. La dimensión educativa cultural: se encuentran los jóvenes allí donde están,
impulsando el desarrollo de todos los recursos humanos y abriéndolos al sentido de
la vida.
3. La dimensión de la experiencia asociativa: se favorece la maduración de la
experiencia de grupo hasta descubrir la Iglesia como comunión de creyentes en Cristo
y de madurar una pertenencia eclesial integral.
4. La dimensión vocacional: se acompaña el descubrimiento de la vocación. Y del
propio proyecto de vida con vistas al compromiso de transformar el mundo según el
plan de Dios.
Cada una de estas cuatro dimensiones pude dar espacio a reflexiones y acciones
concretas para el cuidado de la creación y de las personas, y puede representar una oportunidad
de renovación, de aggiornamiento y de crecimiento hacia el camino que la Iglesia nos propone.
¡Así es que buen viaje para todos!
Preguntas para compartir:
1. En tu contexto social ¿se percibe que estamos frente a una crisis socioambiental?
2. ¿Qué significa que todo esté conectado?
3. Desde el carisma salesiano: ¿Por qué es importante el cuidado de la casa común?
14
ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

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Position paper: Los salesianos de Don Bosco en camino
hacia un mundo sostenible desde la perspectiva de la
ecología integral*
Salesianos Don Bosco
«Paz, justicia y conservación de la creación son tres temas absolutamente ligados»
(Papa Francisco, Laudato si' 92)
1. ESCENARIO ACTUAL: LA CRISIS CLIMÁTICA
El 9 de agosto de 2021 fue presentado oficialmente el sexto Informe del IPCC (Grupo
Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) - Grupo de Trabajo I (WG I) sobre
"Nuevos conocimientos y cambio climático", dedicado a las bases científicas del cambio
climático y a los avances desde el informe anterior.1 En marzo de 2022 también salió a la luz la
contribución del Grupo de Trabajo 2 al sexto informe del IPCC, confirmando todo lo que ya había
sido señalado.
Observaciones nuevas y más detalladas, junto con modelos climáticos cada vez más
perfeccionados, han profundizado nuestra comprensión y cuantificación del efecto
antropogénico sobre el clima de la Tierra. Todos los indicadores más importantes de los
componentes del sistema climático (atmósfera, océanos, hielos) están cambiando a una
velocidad sin precedentes en los últimos siglos y milenios; en resumen, se ha puesto en
evidencia: el aumento de la concentración de gases de efecto invernadero; el aumento de la
temperatura de la tierra; el deshielo de los glaciares y la subida del nivel del mar; el consumo
excesivo de recursos que no permite a la tierra regenerarse; el riesgo de aparición de nuevas
* Se publica este documento oficial de la Congregación Salesiana bajo la autorización de Emanuela Chiang, encargada
del área de Ecología integral de la Pastoral Juvenil de la Sede central en Roma.
1 Todo Informe del IPCC consta de tres partes, cada una de ellas preparada por un grupo de trabajo específico - Working
Group (WG). El WG I evalúa los nuevos conocimientos científicos que han surgido desde el informe anterior; el WG II
evalúa el impacto del cambio climático en el medioambiente y la sociedad, y las acciones de adaptación necesarias; el
WG III evalúa las medidas de compensación del cambio climático. Cada grupo de trabajo elabora un extenso informe,
acompañado de un resumen técnico en el que se destacan los aspectos más importantes del informe y un breve resumen
para los responsables políticos de los países miembros de la ONU, en el que se condensa toda la información analizada
en detalle en los informes individuales hasta llegar a los puntos esenciales. Cada grupo de trabajo está compuesto por
una media de 200-250 científicos (Lead Authors) elegidos a propuesta de los distintos gobiernos por la Mesa del IPCC.
La participación de los científicos es voluntaria y no remunerada.
ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
15

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enfermedades son sólo algunos de los temas cruciales que ya no se pueden ignorar. En
particular:
El cambio climático inducido por el ser humano, incluyendo fenómenos extremos más
frecuentes e intensos, ha causado pérdidas y daños relacionados con la naturaleza y
las personas que van más allá de la variabilidad natural del clima. Las personas y
los sistemas más sensibles se han visto afectados de forma desproporcionada. La
vulnerabilidad humana y la de los ecosistemas caminan juntas: entre 3.300 y 3.600
millones de personas viven en contextos muy proclives al cambio climático.
El calentamiento global, que alcanzará +1,5°C a corto plazo, provocará un aumento
inevitable de múltiples riesgos para los ecosistemas y los seres humanos.
A partir de 2040 y en función del nivel de calentamiento global, el cambio climático
supondrá numerosos riesgos para la naturaleza y el ser humano. La pérdida de
la biodiversidad, los daños y la transformación de los ecosistemas seguirán
aumentando con cada incremento del calentamiento global.
Los efectos y riesgos del cambio climático son cada vez más complejos y difíciles
de gestionar.
Los progresos realizados hasta la fecha en materia de planificación, adaptación y
aplicación en todas las regiones y sectores están generando múltiples beneficios.
Sin embargo, las estrategias deben ser a largo plazo si quieren ser eficaces.
Existen opciones de compensación factibles y eficaces, que pueden reducir los
riesgos para las personas y la naturaleza. La viabilidad de la aplicación de las
opciones de protección a corto plazo varía según los sectores y las regiones.
Las soluciones integradas y multisectoriales que afrontan las desigualdades
sociales, las respuestas diferenciadas del riesgo climático y las medidas transversales
aumentarán la viabilidad y la eficacia de la adaptación en todos los sectores.
2. EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA Y EL MENSAJE ESPECÍFICO DE LAUDATO SI'
La Doctrina Social de la Iglesia siempre ha prestado especial atención a las cuestiones relativas
al desarrollo humano integral, haciendo hincapié en el ser humano en su totalidad y plenitud. En
particular, en la encíclica Laudato si', el Papa Francisco nos invita a hacer un alto en el camino y
a reflexionar sobre lo que está sucediendo con la Tierra, nuestra casa común, y sus habitantes.
Entre los pasajes clave que inspiran el camino de la Congregación se encuentran los siguientes:
La Tierra: nuestra casa común
«El medioambiente es un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y
responsabilidad de todos. Quien se apropia algo es sólo para administrarlo en bien de todos.
Si no lo hacemos, cargamos sobre la conciencia el peso de negar la existencia de los otros»
(LS 95).
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ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

2.7 Page 17

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El cambio que estamos viviendo
«A la continua aceleración de los cambios de la humanidad y del planeta se une hoy la
intensificación de ritmos de vida y de trabajo. […] Si bien el cambio es parte de la dinámica
de los sistemas complejos, la velocidad que las acciones humanas le imponen hoy
contrasta con la natural lentitud de la evolución biológica. […] El cambio es algo deseable,
pero se vuelve preocupante cuando se convierte en deterioro del mundo y de la calidad de
vida de gran parte de la humanidad» (LS 18).
«Estos problemas están íntimamente ligados a la cultura del descarte, que afecta tanto a
los seres humanos excluidos como a las cosas que rápidamente se convierten en basura»
(LS 22).
«El cambio climático es un problema global, con graves dimensiones ambientales, sociales,
económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para
la humanidad» (LS 25)
Las conexiones entre la degradación humana y la degradación medioambiental
«El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar
adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen
que ver con la degradación humana y social. De hecho, el deterioro del ambiente y el de la
sociedad afectan de un modo especial a los más débiles del planeta» (LS 48). «Un verdadero
planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social» (LS 49). No hay ecología sin
una antropología adecuada y no podemos engañarnos pensando que podemos sanar
nuestra relación con la naturaleza y el medioambiente sin curar todas las relaciones
humanas fundamentales.
Una cultura ecológica
«La cultura ecológica no se puede reducir a una serie de respuestas urgentes y parciales a
los problemas que van apareciendo en torno a la degradación del ambiente, al agotamiento
de las reservas naturales y a la contaminación. Debería ser una mirada distinta, un
pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad
que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático» (LS 111).
3. REFERENCIA A LA AGENDA 2030 Y AL ACUERDO DE PARÍS SOBRE EL CLIMA (2015)
Merece la pena destacar también el compromiso de la comunidad internacional con la Agenda
2030, que Naciones Unidas puso en marcha en 2015 para compartir el compromiso de garantizar
un presente y un futuro mejor para nuestro planeta y las personas que lo habitan.
La Agenda define 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (Sustainable Development Goals - SDGs)
que deben alcanzarse para 2030, desglosados en 169 metas. La Agenda 2030 expresa un claro
dictamen sobre la insostenibilidad del actual modelo de desarrollo, no sólo a nivel
medioambiental, sino también económico y social, superando así, definitivamente, la idea de que
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la sostenibilidad es sólo una cuestión medioambiental y afirmando una visión integrada de las
diferentes dimensiones del desarrollo.
Las prioridades de la Agenda 2030 son: erradicar el hambre y la pobreza en todas sus formas;
garantizar la dignidad y la igualdad de las personas; proteger los recursos naturales y el clima
del planeta para las generaciones futuras; garantizar una vida próspera y plena en armonía
con la naturaleza; promover sociedades pacíficas, justas e inclusivas, y aplicar la Agenda
mediante alianzas sólidas.
Por último, es importante mencionar que, en 2015, además de la Agenda 2030 y la Encíclica
Laudato si', tuvo lugar la Conferencia Internacional sobre el Clima en París (COP 21), tras la cual
se adoptó el Acuerdo de París sobre la lucha contra el cambio climático, el primer acuerdo
climático global jurídicamente vinculante y universal de la historia. Los elementos clave del
Acuerdo de París son: mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 2°C en
comparación con los niveles preindustriales; continuar los esfuerzos para limitar el aumento de
la temperatura a 1,5°C en comparación con los niveles preindustriales; los países desarrollados
movilizarán al menos 100.000 millones al año antes de 2020 para proporcionar ayuda a los países
emergentes; cada cinco años, a partir de 2023, los países reconsiderarán los planes y las
contribuciones.
4. LA RESPUESTA DE LA CONGREGACIÓN SALESIANA
La asamblea capitular con representantes de todo el mundo salesiano
Haciendo referencia a los documentos mencionados anteriormente, así como a las experiencias
vividas directamente y sobre el terreno a través de los Salesianos y sus colaboradores en muchos
países del mundo afectados por las consecuencias del cambio climático y las desigualdades
sociales, la Congregación Salesiana, ya desde el Capítulo General 28 (2020), ha tomado
orientaciones y decisiones precisas, para caminar hacia la construcción de un mundo más
sostenible.
La asamblea capitular, con representantes de todo el mundo salesiano, reconoció que la apuesta
por un futuro sostenible es una conversión cultural, no una moda, y que, como toda conversión,
necesita ser llamada con fuerza por su nuevo nombre. La vida de la humanidad está en juego.
«El Papa Francisco ha proclamado que debemos evitar una ‘emergencia climática’ que corre el
riesgo de “perpetrar un brutal acto de injusticia frente a los pobres y a las generaciones futuras”.
Nuestro compromiso con una ecología humana integral nace de la convicción de fe de “que todo
está relacionado y que el auténtico cuidado de nuestra propia vida y de nuestras relaciones con
la naturaleza es inseparable de la fraternidad, la justicia y la fidelidad a los demás”. Dentro de la
vida social de los seres humanos, no podemos separar el cuidado del ambiente. Por tanto, la
ecología ha de ser integral, humana. Y, en consecuencia, invita a una conversión ecológica que
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afecte no sólo a la economía y a la política, sino también a la vida social, a las relaciones, a la
afectividad, a la espiritualidad» (ACG 430, 74-75).
Teniendo en cuenta esto, «la propuesta de deliberación capitular se expresa así: “Junto al Papa
Francisco reconocemos la evidencia manifestada por la ciencia de que la aceleración del cambio
climático derivado de la actividad humana es real. La contaminación del aire, la contaminación
del agua, la eliminación inadecuada de los residuos, la pérdida de biodiversidad y otras
cuestiones ambientales que tienen un impacto negativo sobre la vida humana están en aumento.
La producción y el consumo no sostenible están empujando nuestro mundo y sus ecosistemas
más allá de sus propios límites, minando su capacidad de hacerse con recursos y acciones
esenciales para la vida, el desarrollo y su regeneración”» (ACG 430, 76).
La Sección de Ecología Integral de la Pastoral Juvenil Salesiana
Recogiendo las propuestas del Capítulo General 28, la Congregación Salesiana ha iniciado un
camino en este sentido, introduciendo el área de Ecología Integral en el Sector de Pastoral
Juvenil de la sede central. La persona encargada de ello tiene la función de ayudar al Rector
Mayor y a su Consejo a animar, coordinar y crear una conciencia ecológica global en todas las
inspectorías y en las diversas áreas de la misión salesiana, y a desarrollar políticas en todos los
niveles de la Congregación para reforzar nuestro compromiso con el cuidado de la casa común.
En este sentido, los Salesianos consideran que el objetivo general del área de Ecología
Integral dentro del Sector de Pastoral Juvenil es contribuir a la realización de un mundo más
justo y sostenible, difundiendo una cultura del cuidado y de la paz, a través de la promoción de
la perspectiva de la ecología integral como enfoque del desarrollo humano. En concreto,
pretende:
Promover el compromiso y la defensa de la ecología integral, en coordinación con la
programación del Sector de Pastoral Juvenil, para que la llamada a la acción de
Laudato si' forme parte de nuestra acción educativo-pastoral con los jóvenes.
Sensibilizar a las inspectorías sobre el reto educativo y la ecología integral y potenciar
los esfuerzos locales hacia la conversión ecológica, aspectos que tienen que ver con
las necesarias acciones de cambio, según las indicaciones del Papa.
Acompañar a nivel regional e inspectorial las acciones, buenas prácticas e iniciativas
de estudio y reflexión a favor de la salvaguarda de la creación, que permitan hacer
operativa la contribución de la Congregación en estos ámbitos.
La Ecología Integral en la formulación del Proyecto Educativo-Pastoral Salesiano (PEPS)
En un momento histórico como el actual, caracterizado por una gran incertidumbre sobre el
futuro, la precariedad generalizada, el aumento de los conflictos locales, el crecimiento de la
pobreza y la desigualdad, atravesado por la pandemia y el cambio climático, es necesario tomar
conciencia de la complejidad de la situación y ofrecer a los educadores una información
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correcta y unas herramientas educativas que puedan orientar a los jóvenes a tomar las
decisiones adecuadas, con la debida conciencia del complejo contexto en el que viven. El
objetivo es ofrecer a los jóvenes la esperanza, fruto de saber que están en el camino correcto
para vivir una vida digna y construir por sí mismos un mundo y un futuro mejores.
La Ecología Integral ofrece a los educadores salesianos y, por tanto, a los jóvenes las claves
para leer el mundo en su complejidad y totalidad, desde sus interrelaciones, algo que nos afecta
en primera persona. La visión de la Ecología Integral puede ayudar a los educadores a formar
jóvenes conscientes y ciudadanos responsables.
La Ecología Integral puede ser una clave para entender toda la actividad pastoral y educativa
salesiana. A través del PEPS es posible llevar a la práctica las enseñanzas de la Iglesia y las
invitaciones del Papa a trabajar juntos para construir un modelo más justo y sostenible a partir
de la situación en la que vivimos. Ofrecemos aquí sugerencias para aplicar la visión integral a
las cuatro dimensiones del PEPS:
1. La dimensión de la educación en la fe: todo proyecto pastoral se preocupa de
orientar a los jóvenes al encuentro con Jesucristo y a la transformación de sus vidas
según el Evangelio.
2. La dimensión educativo-cultural: se encuentran los jóvenes allí donde están,
impulsando el desarrollo de todos los recursos humanos y abriéndolos al sentido de
la vida.
3. La dimensión de la experiencia asociativa: se favorece la maduración de la
experiencia de grupo hasta descubrir la Iglesia como comunión de creyentes en Cristo
y de madurar una pertenencia eclesial integral.
4. La dimensión vocacional: se acompaña el descubrimiento de la vocación. Y del
propio proyecto de vida con vistas al compromiso de transformar el mundo según el
plan de Dios.
Entonces, ¿de qué manera y en qué partes del PEPS se puede introducir la Ecología Integral?
A. Dimensión de la educación en la fe:
Es fundamental para la educación de la persona, aunque a menudo entre los jóvenes e incluso
los adultos esta dimensión se descuida o incluso se ignora. Recuperar la dimensión de la fe no
es fácil en una sociedad que empuja en dirección contraria. Sin embargo, es precisamente en
este "vacío" espiritual donde es posible recuperar la dimensión de la contemplación de lo
creado, que nos ayuda a reconstruir nuestra relación con la Creación -de la que el ser humano
forma parte-, con los demás seres humanos y, por tanto, también nuestra relación con Dios. Esto
puede hacerse de diferentes maneras y a través de distintos medios.
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ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

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1. Desarrollo de la dimensión religiosa:
La oración por la Creación, con la Creación y en la Creación es una dimensión a
redescubrir, junto con toda la espiritualidad ecológica.
La realización de capillas vivas (living chapel) en el exterior o jardines Laudato si', donde
las paredes están hechas de árboles, plantas y flores, el techo es el cielo, el suelo es la
tierra, etc. es una de las formas concretas de vivir la espiritualidad ecológica.
2. Acompañar la experiencia de fe:
Una catequesis nueva, renovada, experiencial, inmersa en la naturaleza, u orientada a
redescubrir a Dios en todas sus criaturas, así como a redescubrir el valor de la creación
en la Palabra de Dios, puede ofrecer ciertamente una visión diferente, acompañada de un
mayor atractivo para los jóvenes e incluso para los adultos, generando también un
comportamiento más responsable. Se puede replantear la catequesis desde una
perspectiva diferente, recordando y profundizando, por ejemplo, la relación de Jesús con
la creación; introduciendo experiencias directas en contacto con la naturaleza como
parte del camino de crecimiento cristiano; aprovechando los tiempos fuertes para lanzar
propuestas concretas de compromiso en defensa de la creación y para construir una
cultura del cuidado.
La definición e identificación de los "pecados ecológicos" es otro aspecto a explorar, tanto
en el contexto de la catequesis como en el ámbito espiritual en general.
El "pecado ecológico" puede identificarse a través de estos elementos:
- Alejamiento del hombre no sólo de Dios, los demás y del verdadero yo, sino también
de toda la creación.
- Destrucción del orden y la armonía previstos por Dios.
- Mal uso del regalo de Dios a toda la humanidad.
- Con el primer pecado no sólo se destruye la armonía entre los hombres, sino que
también «la armonía con la creación se rompe; la creación visible se hace para el
hombre extraña y hostil» CIC 400.
Acompañar a los jóvenes en un momento tan difícil como el que estamos viviendo hará
que se sientan menos solos, y debería procurar crear una red entre ellos, incluso a través
de la oración y la fe, como en la acción práctica. Las enfermedades espirituales y físicas
de nuestro planeta tienen muchas conexiones; los desiertos exteriores reflejan los
desiertos interiores. Es crucial reunir a los jóvenes y saber cómo guiarlos en un renovado
camino de fe que una las preocupaciones por el bienestar del planeta, nuestra casa
común, y el bienestar de las personas, especialmente las más pobres.
3. Liturgia y celebraciones:
Eucaristías y momentos de oración al aire libre, acciones de cuidado concreto de la
creación ofrecidas como oración, celebraciones dedicadas a la creación o impregnadas
de elementos naturales fomentan la cercanía a Dios.
4. Favorecer el encuentro con Dios a través de caminos de interiorización:
ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
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Eucaristías y momentos de oración al aire libre, acciones de cuidado concreto de la
creación ofrecidas como oración, celebraciones dedicadas a la creación o impregnadas
de elementos naturales fomentan la cercanía a Dios.
4. FavorLeacecronetleemnpcluaecntnroyceol snilDeniocsioa, ctoramvoéysadseechaamdinchoos,dsoeninetlemrioernitzoascqune:pueden favorecer
mucho el encuentro con Jesús, al igual que la meditación, la reflexión sobre determinados
pLaascaojnetsedmepllaacSiaógnryadeal sEilsecnrcitiuor,ac,oemtco. ya se ha dicho, son elementos que pueden favorecer
mLaupchráocetilceancdueelnatriontcroonspJeecscúisó,na,l eiglusailleqnuceiolaymlaedmitaecdiiótanc,ilóanretfalemxbióiénnsoabyrueddaentearmreinsoaldvoesr
pparosbaljeems daes ilnatSearngorasdyaaErsecdreitsucrua,beritrc.los verdaderos valores.
La práctica de la introspección, el silencio y la meditación también ayudan a resolver
problemas internos y a redescubrir los verdaderos valores.
5. Experiencias de servicio y compromiso apostólico:
Para la construcción de una sociedad más justa es importante implicar a los jóvenes en acciones
c5o. nEcxpreetraisenencibaesndeeficsieordveiclioosymcáosmpporbormesisyotaampobstnóldiceol:a naturaleza; es decir, escuchar el grito
dPearlaalatiecrornasytreulcgciróitnoddeeulnosa spoocbireedsa, dsemgáúsnjulostqaueeseiml Ppaoprtaanntoesiminpvliitcaaar ahalocsejróevnenLeasuednataoccsii'o. nLeass
cidoenacsrestaosnenmbuecnheafsic, iolodsecloosmmpráosmpiosobsrespeyrtsaomnablieésn dye claomnautnuirtaalreizoas; epsueddeecinr, eirsceunchtaordealsgrliatos
ddeirelacctiioenrreas.yCealdgarictoomdeunloidsapdoebnrecso,nsteragrúán-sloegqúune eell cPoanptaexntooseinnveiltaquaehsaeceurbeiqnuLea, uladsaptoerssi'o. nLaass
iqdueeasla csoomn pmonuecnh,alsa, mloissiócnoqmupertoemngisaoesnpcoemrseonndaaledsa-yelccoammuinnoitadreiosserpvuiceiodemnásirafeínnatsoudapsroplaias
ndiarteucrcailoenzeas. . Cada comunidad encontrará -según el contexto en el que se ubique, las personas
que la componen, la misión que tenga encomendada- el camino de servicio más afín a su propia
nBa. turDaliemzae.nsión educativo-cultural:
B1..AyuDdiamreanlsoisónjóevdeunceastaivcoo-cnuslttruuriarlu: na sólida identidad cultural:
Desde la perspectiva de la ecología integral es importante fortalecer las identidades culturales
1p.aArayuqduaernaolsoespievrednanesena lcaosnhsotmruoirlougnaacionleisdaahidoreanptirdeasdenctuesltuenratlo:dos los ámbitos. La pérdida
Ddeesiddeenlatidpaedrscpuelcttuivraal dees lcaoemcoololagípaéirndtiedgaradleesbiiomdpivoerrtasindtaedf,ocrtraelaecuenr ldaessiedqeunitliidbaridoeqsuceulgtuernaeleras
pnaureavoqsuedneosesqeupiliiebrrdioasn. ePnolraselhloo,meoslongeacceiosanreiso athraonrasmpriteisreenltemseennstaojdeodselolsaáimmbpiotorsta. nLacipaédrdeidlaa
ddeiveidrseindtaidda, dlaceuslptuercailficeisdacdo,mlao rliaqupeézradidcualtduerabliyodlaivenrescideasdid,acdredaeusnaldveasgeuqaurdilaibrriyopqruoeteggeenr elaras
ncuuletuvorassdeensepqeuliiglirboridoes. ePxotirnceilólon,. eEsstoneecsescaierriototeranntsomdiotsir loels mcoenntseaxjteosd, epelrao iemsppoerctiaanlmcieandteeelna
daqivueerslliodsadp,alíaseessdpoencidfieciedxaids,telan rciuqlutuerzaasciunldtuígraelnaysl,amnueyceasmideandazdaedsaaslvpaogrulaorsdparroypiporsotseisgteermlaass
cpuroltduuracstiveons,peecloignróomdiecoesxtyinccuióltnu.raElsetsoaecstucaielersto, yednotnoddeoslalopsrecsoenntceixatossa,lepseiaronaesepse, csiianlmemenbtaergeon,
areqlueveallnostepeaiímsepsodrtoanndtee. existen culturas indígenas, muy amenazadas por los propios sistemas
productivos, económicos y culturales actuales, y donde la presencia salesiana es, sin embargo,
r2e.lPervoamntoeveeirmeplodritsacnetern. imiento ético:
La crisis medioambiental es sobre todo una crisis ética, una crisis de valores. Recuperar los
2va. Plorroems oyvelraesl dviisrtcuedrensimdieenl toEvéatnicgoe:lio también ayudará a resolver los problemas del
Lmaedcrioisaismbmieendtioea. Emsbiimenptoarltaenstesoidberentitfoicdaor ulansaccorniseixsioénteicsae, xuisntaenctreissi,sandaelivzaalroerel cs.omRepcourptaemrairenlotos
vdaelolorsesindyivildausosvyirtduedleascodmeul nEidvaadngyeoliroienttaamrlobsiéhnacaiayulodsarváaloaresreasdoelcvueradolosssipersonbelecmesaasriod.el
medioambiente. Es importante identificar las conexiones existentes, analizar el comportamiento
d3.ePlorosminodviveidr uuonsaycdueltularacoimnsupniirdaaddayeonriuennthaurlmosahnaiscmiaolocsrvisatlioarneso:adecuados si es necesario.
Fomentar una visión del hombre y del mundo que parta de la visión integral, del "todo está
3co. nPeroctmadoov"edreuLnaaucdualttousria', qinusepciorandjuageune ausnpheuctmosanamisbmieonctarilsetsi,asnooc:iales, económicos, culturales,
Fhoummeanntoasr, udnealavisviiódna dceoltihdoiamnbar…e, ypadreal mofurencdeor quuneapvaisrtiaóndecolampvilseitóandienltedgersaal,rrdoelllo"tohduomaenstoá,
creosnaelctatanddoo" cdueáLleasudsaotno sloi',sqvueerdcoandjeurgousevaaslopreecstoas parmobmieonvetarl,eesn, scoocniatlreasp,oesciocnióónmaicloas,ccuultltuurraaldeesl,
hreulamtiavnisoms,od, eel lhaedvoidnaismcootidyiealnpar…a,gmpaartaismofore. cLeareucnolaogvíiasiiónntegcoraml p-elentasindteolndíaescaornroellloEvhaunmgealnioo-,
rneossaaltyaunddao acufoámleesnstaornulnoas cvuelrtduardaedreoslavsaololirdeasriadapdr,odmeol vceuri,daendocdoentlroaspmosáicsiópnobarelsa, cdueltlousramdáesl
relativismo, el hedonismo y el pragmatismo. La ecología integral -en sintonía con el Evangelio-
nos ayuda a fomentar una cultura de la solidaridad, del cuidado de los más pobres, de los más
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ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

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débiles, de los marginados; a prestar atención a las periferias del mundo y a las periferias
existenciales.
4. Trabajar por la promoción humana y la competencia humanística y profesional para que
los jóvenes puedan entrar en el mundo laboral como ciudadanos cualificados:
En el ámbito de la formación técnica y profesional, dar cabida a una nueva
profesionalidad ecológica, que pueda combinar el derecho al trabajo con el derecho a la
salud de los trabajadores y de la comunidad, las ganancias justas con la protección del
medioambiente y del planeta, etc. Se pueden introducir nuevos cursos de formación en
energías renovables, agricultura sostenible, nuevas actividades para apoyar el
nacimiento de empresas éticas, cooperativas sociales, como también adaptar los cursos
tradicionales para hacerlos menos impactantes en el medioambiente… Estos son sólo
ejemplos de actividades que ya están en marcha en algunas escuelas salesianas.
C. Dimensión de la experiencia asociativa:
La Pastoral Juvenil Salesiana tiene en la experiencia asociativa una de sus más importantes
intuiciones pedagógicas. La dimensión grupal es más importante que nunca hoy en día,
especialmente para los jóvenes, que tanto han sufrido las consecuencias del aislamiento debido
a la pandemia.
Recuperar una dimensión ecológica significa también recuperar la importancia del
grupo: los conceptos repetidos muchas veces por el Papa Francisco de que "nadie se
salva solo" y de que "todos estamos en el mismo barco" nos hacen ver que incluso en el
cuidado de la casa común es imprescindible actuar juntos. La contribución de cada uno
es fundamental, pero corre el riesgo de perderse en el océano si no hay conciencia de lo
que hacen los demás. Las acciones de contemplación, reflexión y acción por la casa
común alcanzan su pleno sentido si se hacen juntas, comunitariamente.
La formación continua de los animadores de Laudato si' a través del Movimiento Laudato
si' (Laudato si’ Movement),2 presente en todo el mundo, puede representar una buena
oportunidad para los grupos nacidos en ambientes salesianos. La especificidad que
ofrece el MLS se suma y combina perfectamente con el sistema preventivo de Don Bosco,
integrándolo y enriqueciéndolo.
Inserción social y eclesial: la ecología integral favorece y fomenta la participación activa
en la vida de la sociedad, la inserción dinámica en la comunidad civil y eclesial; además,
encaja bien con el Movimiento Juvenil Salesiano y es un tema apto para cualquier edad.
La ecología integral puede ser considerada como un tema transversal para todos los
grupos parroquiales, asociaciones y realidades eclesiales; no es excluyente, sino muy
2 El Movimiento Laudato si' está al servicio de la familia católica de todo el mundo para transformar la encíclica Laudato
si' del Papa Francisco en acciones por la justicia climática y ecológica. Los esfuerzos de construcción del dinamismo de
base del Movimiento Laudato si' se basan en las aportaciones conjuntas de casi 800 organizaciones integrantes y miles
de miembros de base que ayudan a dar vida al mensaje de Laudato si'. https://laudatosimovement.org/
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abierta e inclusiva; no se superpone, sino que integra; no conoce límites de edad ni de
género, es más, tiende a unir y favorecer el camino sinodal.
D. Dimensión vocacional:
Las tres primeras dimensiones convergen en la dimensión vocacional, horizonte último de la
Pastoral Juvenil Salesiana.
La animación y el compromiso con la ecología integral pueden ser también expresión de
una vocación: el compromiso personal, social, eclesial, comunitario, puede adquirir
dimensiones tales que impliquen el conjunto de la existencia de las personas, en su vida
personal, familiar y profesional.
La llamada a la Ecología Integral puede darse de varias maneras y en varios frentes. El
primer paso es el de la conversión ecológica personal, que conlleva un deseo sincero de
cambiar el propio enfoque de la vida y que impulsa a querer implicar también a la
comunidad circundante en este viaje. Una segunda fase, si madura en contextos
adecuados, puede ver la proyección del compromiso personal hacia el exterior, en primer
lugar hacia el entorno familiar en el que se vive y, donde sea posible, hacia un círculo
más externo.
No es raro, de hecho, que quienes han pasado por la conversión ecológica consigan
trasladarla también a su entorno laboral; pensemos, por ejemplo, en las escuelas y en
todas las instituciones educativas: son muchos los profesores y educadores que ya están
comprometidos en este sentido, así como las personas involucradas en asociaciones,
cooperativas, granjas, artesanía, producción de productos orgánicos y ecológicos,
restauración, etc. Es importante entender que este tipo de llamada también forma parte
del proyecto de vida de las personas, que también la Creación es un instrumento a través
del cual Dios llama y que todos podemos ser invitados a ser co-creadores con Dios. Esto
podría incrementarse en los próximos años. Es importante tener en cuenta esta
proyección vocacional y prepararse para acompañar y apoyar a los que creen estar
llamados a este camino.
Preguntas para compartir:
1. Con respecto a la crisis climática descrita en el primer apartado, ¿qué elementos podemos
observar en nuestro contexto?
2. En el segundo apartado se citan algunos pasajes clave de Laudato Si’ que inspiran el
camino de la Congregación Salesiana para el cuidado de la casa común: ¿Cuál de los textos
te llama la atención? ¿Por qué?
3. ¿Qué han aportado la Agenda 2030 y el Acuerdo de París sobre el clima del año 2015?
4. ¿Cuál ha sido la respuesta por parte de la Congregación Salesiana al cuidado de la casa
común?
5. ¿Qué elementos sobre el cuidado de la casa común se están realizando en nuestras
comunidades educativo-pastorales? ¿Qué otros aspectos se podrían incorporar según el
documento?
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ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

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Primer capítulo
Escenario actual: la crisis
ecológica y el llamado
urgente al cuidado de la
casa común
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I. Laudato Si’, una propuesta profética. Reflexiones en
tiempos de crisis
Leonardo Córdova Castillo*
Introducción
“Laudato Si’, mi’ Signore – Alabado seas, mi Señor, cantaba San Francisco de Asís” (LS, n.1) en su
ya universal texto del Cántico de las Creaturas, a finales de 1224, en el siglo XIII.
Son las mismas palabras con que el Papa Francisco da inicio a su segunda Encíclica, Laudato Si’,
el 18 de junio de 2015. En momentos en que nuestra casa común, el planeta Tierra, y la forma de
vida y de relación con los bienes de la Creación comenzaban a mostrar un deterioro progresivo
y peligroso para la estabilidad de la Tierra y del mismo ser humano en ella.
Hoy, después de siete años, se trata de un texto que no sólo ha aumentado su valor profético con
los hechos ocurridos en los últimos años, sino que también la vigencia de sus propuestas. La
urgencia de cambios globales para responder a una crisis global, que pone verdaderamente en
riesgo la permanencia de la vida humana en la tierra, es cada día más real.
En este complejo contexto, el Santo Padre Francisco sigue interpelando a todos los hombres y
mujeres de buena voluntad con una propuesta para enmendar el rumbo. Criterios de verdadera
conversión que nos hagan ver a la Tierra -en el lenguaje de San Francisco- como una hermana,
con la cual compartimos la existencia y que, como una madre bella, nos acoge entre sus brazos.
La Tierra clama por el daño que los seres humanos le provocamos a causa del uso irresponsable
y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella, para que sean compartidos
responsablemente unos con otros.
En verdad se trata de un texto profético, por varias razones. En primer lugar, ya que no sólo da
cuenta del deterioro progresivo de la Tierra y sus recursos, sino que desde el Evangelio denuncia
las estructuras de pecado que permiten y fomentan esta actitud depredadora de muchos seres
humanos, y estilos de vida, que se han ido consolidando en nuestra sociedad humana y
poniéndola en peligro de manera creciente.
Es profética, porque de manera valiente se atreve a tomar posición optando decididamente por
los más afectados por esta verdadera catástrofe que se cierne sobre la humanidad. Laudato Si’
asume, sin duda, la mirada desde los pobres y excluidos, cuyos gritos claman y llegan hasta Dios.
No solo es un texto que no es redactado de manera neutral, sino que ve en los pobres a
empobrecidos en el mundo. Una importante precisión, ya que no solo reconoce la existencia de
* Ingeniero comercial, Universidad de Valparaíso. Diácono permanente de la Diócesis de Valparaíso. Delegado Área
Episcopal para la Acción Social, Diócesis de Valparaíso.
ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
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pobres, como un fenómeno aislado en sí mismo, sino que reconoce en los pobres, a personas
que se han empobrecido, y lo siguen haciendo en el mundo, aumentando en cantidad, como en
los grados de pobreza que continúan agudizando su daño en grandes poblaciones de personas
a lo largo y ancho del mundo. Hay una relación entonces entre los empobrecidos y esos pocos
que se enriquecen a costa de muchos. Esta relación de causalidad obliga, por un lado, a reclamar
derechos, pero también a buscar la justicia que pueda comenzar un camino de restauración de
los daños causados.
Reconoce y denuncia a los que tienen el poder para atentar contra la tierra y los bienes que son
de Dios. Y en este sentido, se ha hecho evidente que el cambio climático hace que, por ejemplo,
para las personas del sur global, las mujeres, las niñas y los pueblos indígenas, las injusticias
existentes sean mucho más graves. Los descartables de Francisco sufren las consecuencias de
la ambición de unos pocos que no miden los efectos de sus acciones, sino solo las ganancias
que obtienen de sus negocios. Son los más vulnerables a los impactos climáticos los menos
responsables de las emisiones en esta crisis. Todos estos hechos son denunciados por el Papa
Francisco en su documento, con la parresía que le es propia.
Es interesante que, junto con la denuncia, el Papa Francisco presenta de manera esperanzadora
una mirada fraterna, que incluye a todos, también la Creación en un futuro posible de
construcción. Todavía existen posibilidades de revertir esta situación. Todavía el mundo está a
tiempo para tomar acciones frente a esta situación, actuando como comunidad humana. Este
enfoque desde la fraternidad y la modificación de nuestra forma de habitar el planeta podrían
evitar los peores escenarios de desastres climáticos. Podemos cambiar la forma en que
producimos energía y valoramos la naturaleza. El desafío al que nos llama Francisco es complejo,
pero posible. Se deben cambiar la mentalidad y la actividad política. Todos debemos trabajar
para hacer que nuestros líderes avancen hacia una economía global sustentable, sin emisiones
de carbono, que permita compartir esta creación que el Señor regaló para toda la humanidad,
sin exclusiones.
Siete años más tarde, con más grietas en el planeta, los deshielos, los incendios forestales, en
medio de una pandemia que se resiste a terminar, el mensaje profético es aún más vigente y
significativo.
1. Una denuncia sostenible en el tiempo
1.1. La Tierra gime con dolores de parto…
¡Son tantos los gemidos de la Tierra que escuchamos y sufrimos!
Inundaciones en lugares que antes tenían clima seco. Largas sequías en lugares en que el agua
no era problema. Agotamiento de pozos, ríos y lagos. Derretimiento de glaciares. Bajísimas
temperaturas, y en otras zonas temperaturas tan altas como nunca se han registrado. La
estresada biomasa muestra sus señales de daño profundo en todos los confines de la Tierra.
Cada día nos asombran las noticias que dan cuenta de nuevos récords en materia de eventos
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extremos en todo el orbe. Situaciones que nos muestran un planeta agotado, que expresa sus
dolores con estos síntomas de cambio climático acelerado, que ya nadie puede poner en duda.
Sin embargo, esos pocos poderosos, responsables en mayor medida de las consecuencias que
estamos sufriendo, se niegan a ser parte de la solución. Como quedó de manifiesto en la última
COP27 y la respuesta de EE.UU. y China frente a la negativa en asumir medidas para frenar el
acelerado proceso destructivo de nuestro planeta.
El Papa Francisco tenía razón:
Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a
expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también
se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua,
en el aire y en los seres vivientes (LS, n. 2).
Como una muestra más a lo constatado por el Papa Francisco, la naturaleza también ha
respondido a la humanidad con un virus diminuto e invisible que ha llevado a millones de
personas a la muerte en toda la Tierra. Una vez más han sido los más empobrecidos de nuestro
mundo los que sufren las consecuencias de la pandemia. Se cuentan por miles los que no han
tenido atención médica, o ha sido insuficiente, o simplemente inexistente. La pérdida de trabajos
masiva de los más vulnerables, especialmente grandes masas de trabajadores informales, o que
subsisten con oficios precarios que han visto mermar sus ingresos, y en la mayoría de los casos
enfrentando largas cuarentenas sin posibilidad de trabajar y de percibir ingresos. Nuestra Tierra
sufre junto con los más pobres y vulnerables.
Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados está nuestra oprimida y devastada
Tierra, que “gime y sufre dolores de parto” (Rm 8,22).
Siete años después de presentada al mundo Laudato Si’, la pandemia ha venido no solo a ratificar
la precariedad de nuestras formas de vida, sino que a convertirse, a la luz de la encíclica, en una
exigencia más para un urgente cambio de visión del mundo. Urge incorporar una ética con
nuevos valores, que permita responder: ¿Realmente queremos evitar que la destrucción de la
naturaleza pueda diezmar incluso la especie humana?… De ser así, se pasaría a formar parte de
un proceso en marcha hace décadas, como una más de las 10 especies que desaparecen de la
faz de la Tierra cada día.
1.2. Deterioro de la calidad de la vida humana y degradación social
El Papa Francisco asume de manera integral el análisis del problema de carácter global. En ese
sentido se dedica in extenso al desarrollo de los aspectos que afectan no solo al planeta, sino a
los seres humanos que lo habitamos. Al respecto, señala:
Si tenemos en cuenta que el ser humano también es una criatura de este mundo, que
tiene derecho a vivir y a ser feliz, y que además tiene una dignidad especialísima, no
podemos dejar de considerar los efectos de la degradación ambiental, del actual
modelo de desarrollo y de la cultura del descarte en la vida de las personas (LS, n. 43).
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El ser humano forma parte de la Creación. Es criatura de este mundo, y por tanto no sólo se sirve
de ella, sino que debe ser corresponsable con la conservación y la generación de modelos y
formas de habitar que garanticen el respeto de todos y todas. La dignidad de cada ser humano
incluye la forma de organización de las ciudades, de manera que permitan el desarrollo de sus
proyectos de vida en armonía y con mínimos éticos para un buen vivir.
Hoy advertimos, por ejemplo, el crecimiento desmedido y desordenado de muchas
ciudades que se han hecho insalubres para vivir (…). No es propio de habitantes de
este planeta vivir cada vez más inundados de cemento, asfalto, vidrio y metales,
privados del contacto físico con la naturaleza (LS, n. 44).
El desarrollo de formas de vida como las descritas por el Papa Francisco, lamentablemente, se
van haciendo cada vez más habituales y traen consigo graves efectos en lo social y en la vida de
las personas:
La exclusión social, la inequidad en la disponibilidad y el consumo de energía y de
otros servicios, la fragmentación social, el crecimiento de la violencia y el surgimiento
de nuevas formas de agresividad social, el narcotráfico y el consumo creciente de
drogas entre los más jóvenes, la pérdida de identidad son signos, entre otros, que
muestran que el crecimiento de los últimos dos siglos no ha significado en todos sus
aspectos un verdadero progreso integral y una mejora de la calidad de vida. Algunos
de estos signos son, al mismo tiempo, síntomas de una verdadera degradación social,
de una silenciosa ruptura de los lazos de integración y de comunión social. (LS, n. 46)
Nuestra sociedad ha ido acentuando los efectos negativos de una organización social y cultural
desde el individualismo, la búsqueda del beneficio económico por sobre toda consideración:
Hoy creyentes y no creyentes estamos de acuerdo en que la Tierra es esencialmente
una herencia común, cuyos frutos deben beneficiar a todos. Para los creyentes, esto
se convierte en una cuestión de fidelidad al Creador, porque Dios creó el mundo para
todos (LS, n. 93).
Laudato si’, por su claridad, sencillez y contundencia de argumentos, ha concitado la adhesión
de creyentes y no creyentes, de sabios y legos, y ha logrado un consenso muy amplio, que se
expresa como una gravísima conclusión:
El ritmo de consumo, de desperdicio y alteración del medioambiente ha superado las
posibilidades del planeta, de tal manera que el estilo de vida actual, por ser
insostenible, sólo puede terminar en catástrofes. (LS, n. 161).
Hay evidencia científica de que estamos consumiendo recursos equivalentes a tener 1,75
planetas Tierra. El nivel de alteración del medio está en niveles nunca vistos, y se requieren con
urgencia acciones para buscar la sostenibilidad perdida. Y ya no es posible seguir dejando estas
realidades en la discusión teórica. El Papa pone énfasis en la necesidad de asumir
responsabilidades:
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4.1 Page 31

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La política y la economía tienden a culparse mutuamente por lo que se refiere a la
pobreza y a la degradación del ambiente. Pero lo que se espera es que reconozcan
sus propios errores y encuentren formas de interacción orientadas al bien común.
Mientras unos se desesperan sólo por el rédito económico, otros se obsesionan por
conservar y acrecentar el poder; lo que tenemos son guerras y acuerdos espurios
donde lo que menos interesa es preservar el ambiente y cuidar a los más débiles (LS,
n. 198).
Sin duda se trata de un desafío pendiente el de compatibilizar el rédito económico con la justa
participación de las grandes masas de empobrecidos que observan el enriquecimiento de
algunos. El poder asociado al dinero, que acompaña esta forma de buscar de manera desmedida
el crecimiento económico, requiere como contrapartida políticos dispuestos a darse en el
servicio, de exigir y proteger los derechos de quienes sólo tienen el poder de su sufrimiento frente
al dinero que todo lo compra.
2. Un anuncio persistente
2.1. Destino universal de los bienes
El Compendio de Doctrina Social de la Iglesia es muy claro al respecto:
Entre las múltiples implicaciones del bien común, adquiere inmediato relieve el
principio del destino universal de los bienes: “Dios ha destinado la Tierra y cuanto ella
contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes
creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la
compañía de la caridad” (CDSI, n. 171).
En comunión con estos criterios, Laudato si’ nos muestra que la falta de acoger dichos principios
genera y agudiza los males descritos para el ser humano y la naturaleza, y señala:
El medioambiente es un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y
responsabilidad de todos. Quien se apropia algo es sólo para administrarlo en bien de
todos. Por eso, los obispos de Nueva Zelandia se preguntaron qué significa el
mandamiento “no matarás” cuando “un 20 por ciento de la población mundial
consume recursos en tal medida que roba a las naciones pobres y a las futuras
generaciones lo que necesitan para sobrevivir” (LS, n. 95).
La subordinación de la propiedad privada al destino universal de los bienes y, por tanto, el
derecho universal a su uso es el “primer principio de todo el ordenamiento ético-social” (LS, n.
93). La Iglesia defiende sí el legítimo derecho a la propiedad privada, pero enseña con no menor
claridad que sobre toda propiedad privada grava siempre una hipoteca social, para que los
bienes sirvan a la destinación general que Dios les ha dado. Por eso, el Papa afirma que “el rico
y el pobre tienen igual dignidad, porque ‘a los dos los hizo el Señor’ (Pr 22,2); ‘Él mismo hizo a
pequeños y a grandes’ (Sb 6,7) y ‘hace salir su sol sobre malos y buenos’ (Mt 5,45)” (LS, n. 94).
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2.2. El principio del bien común
A partir de las enseñanzas de la Doctrina Social de la Iglesia es más fácil apreciar la concordancia
y continuidad de Laudato si’ en sus planteamientos y llamados. Al respecto afirma el Compendio:
De la dignidad, unidad e igualdad de todas las personas deriva, en primer lugar, el
principio del bien común, al que debe referirse todo aspecto de la vida social para
encontrar plenitud de sentido. Según una primera y vasta acepción, por bien común
se entiende el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las
asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia
perfección (CDSI, n.164).
A su vez, Laudato si’ señala:
El bien común presupone el respeto a la persona humana en cuanto tal, con derechos
básicos e inalienables ordenados a su desarrollo integral. También reclama el
bienestar social y el desarrollo de los diversos grupos intermedios, aplicando el
principio de subsidiaridad. Entre ellos destaca especialmente la familia, como la célula
básica de la sociedad. Finalmente, el bien común requiere la paz social, es decir, la
estabilidad y seguridad de un cierto orden, que no se produce sin una atención
particular a la justicia distributiva, cuya violación siempre genera violencia. Toda la
sociedad –y en ella, de manera especial el Estado– tiene la obligación de defender y
promover el bien común (LS, n. 157).
Hemos convertido el mundo en que vivimos en un espacio físico, social y cultural particularmente
hostil a la vida de la familia. Urge reconocer esta realidad para poder dar verdaderos pasos en
asumir nuevas formas de habitar y compartir la creación que hagan realidad la posibilidad vital
de hacer familia. Partiendo desde la premisa básica del bien común y el cuidado de los más
afectados, que son siempre los más pobres de la Tierra.
En las condiciones actuales de la sociedad mundial, donde hay tantas inequidades y
cada vez son más las personas descartables, privadas de derechos humanos básicos,
el principio del bien común se convierte inmediatamente, como lógica e ineludible
consecuencia, en un llamado a la solidaridad y en una opción preferencial por los más
pobres (LS, n. 158).
3. Nuevo escenario social
3.1. El Covid y su legado de millones de nuevos empobrecidos
El Covid ha dejado millones de contagiados y muertos en toda la Tierra. Pero adicionalmente nos
está dejando un legado adicional de pobreza. La pobreza extrema alcanzó en el año 2020 en
América Latina niveles que no se habían observado en los últimos 12 a 20 años, a lo cual se
agrega el empeoramiento de los índices de desigualdad en la región, las tasas de ocupación y
participación laboral, sobre todo en las mujeres. Esto, a pesar de las medidas de protección social
de emergencia que los países han adoptado para frenarla (CEPAL, 2020).
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4.3 Page 33

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La pandemia nos dejó un complejo escenario económico, social y político: bajo crecimiento,
aumento de la pobreza, crecientes tensiones sociales. Por sobre todo ha puesto al desnudo las
desigualdades estructurales que caracterizan las sociedades latinoamericanas, y los altos
niveles de informalidad y desprotección social, así como la injusta división sexual del trabajo y
la organización social del cuidado, que atenta contra el pleno ejercicio de los derechos y la
autonomía de las mujeres.
Según las proyecciones de la CEPAL (2020), el 2020 la tasa de pobreza extrema se situó en 12,5%
y la tasa de pobreza alcanzó el 33,7% de la población. Ello supone que el total de personas pobres
ascendió a 209 millones a finales de 2020, 22 millones de personas más que el año anterior. De
ese total, 78 millones de personas se encontraron en situación de pobreza extrema, ocho millones
más que en 2019.
3.2. Pocos que tienen mucho y muchos que tienen muy poco
Las diferencias entre ricos y pobres implican ventajas para unos y desventajas para otros; se
representan como condiciones estructurantes de la vida que se perciben como injustas en sus
orígenes o moralmente ofensivas en sus consecuencias, o ambas.
Según el Informe sobre la Desigualdad Global 2022 del World Inequality Lab (2022), en las últimas
dos décadas la desigualdad entre países ha disminuido, pero la desigualdad dentro de los países
ha aumentado. Esto es claro tanto respecto de los ingresos como de la riqueza: Al año 2021 el
10% más rico de la población mundial recibe el 52% del ingreso mundial, mientras que el 50%
más pobre de la población recibe solo el 8,5%.
Las desigualdades mundiales de riqueza son aún mayores que las desigualdades de ingresos.
La mitad más pobre de la población mundial apenas posee el 2% del total de la riqueza, mientras
que el 10% más rico de la población mundial posee el 76%.
A lo largo de los años, la desigualdad -en mayor o menor grado- es una característica estructural
de las economías. A pesar de las transformaciones de la economía mundial, la extrema
desigualdad se mantiene en niveles similares a los del año 1920.
3.3. La distribución de la riqueza en Chile
En lo referente a la riqueza y su distribución en Chile, el 1% más rico de Chile concentra el 49,6%
de la riqueza total del país, mientras que en Estados Unidos el 34,9%. El 50% más pobre en Chile
accede solo al 10% de los ingresos totales, mientras que la participación del 10% superior
equivale a casi el 60%. Chile es uno de los más desiguales de América Latina, con niveles
comparables con las desigualdades de Brasil, donde la participación del 50% más pobre también
se acerca al 10%. La desigualdad en Chile es estructural, y los datos disponibles sugieren que
esta ha sido extrema durante los últimos 120 años, con una participación del ingreso del 10% más
rico constantemente en torno al 55%-60% y una participación del ingreso del 50% más pobre en
torno al 9-10% (World Inequality Lab, 2022).
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La persistencia de la extrema desigualdad en Chile se ha consolidado con un modelo de
economía dual caracterizado por una élite económica que vive de acuerdo con los estándares
norteamericanos ricos, por un lado, una clase trabajadora muy pobre y una clase media cada
vez más pauperizada, por el otro.
La mitad más pobre no posee riqueza, frente al 1% más rico, que posee la mitad de toda la riqueza
del país. Hoy, la riqueza promedio del 50% más pobre en Chile es negativa, con un alto número
de chilenos endeudados. Por otro lado, el 10% superior y el 1% superior de la población
concentran, respectivamente, el 80% del total y el 50% del total. En los últimos 25 años estos
niveles extremos de desigualdad han aumentado continuamente. Entre 1995 y hoy, la riqueza
promedio del 50% más pobre se ha mantenido alrededor de cero. Simultáneamente, las
participaciones del 10% y el 1% superior se han más que duplicado (World Inequality Lab, 2022)
3.4. Desigualdad de género
En Chile, la participación laboral femenina en el ingreso es igual al 38%. Muy cerca de otros
países latinoamericanos, incluidos Argentina (37%) y Brasil (38%). Al igual que en Brasil, la
disminución de la desigualdad de género en Chile ha sido significativa en los últimos 30 años.
Entre 1991 y la actualidad, la participación del trabajo femenino en el ingreso ha aumentado 14
puntos (World Inequality Lab, 2022).
3.5. Desigualdad en la huella de carbono: el que tiene más contamina más
Como era de esperar, las desigualdades de carbono en nuestro país también son muy altas. El
consumo medio de carbono es de unas 6 tCO2e/cápita. Pero mientras el 10% más rico emite un
promedio de 26 toneladas cada año, el 50% más pobre y el 40% medio emiten, respectivamente,
tres y seis toneladas. Entre 1990 y 2011, la huella de carbono promedio en Chile pasó de 3,7
toneladas a 6,3 toneladas (World Inequality Lab, 2022).
Laudato si’ constata a nivel global la realidad de los datos económicos que vamos conociendo
en nuestro país, en el continente y en general en el mundo. Los datos que explican el desarrollo
de nuestros pueblos en estas condiciones de desigualdad estructurales, con el alto costo que
significa para la vida de millones de personas de las más pobres y marginadas, nos presenta
también una serie de conclusiones que nos interpelan y son una profunda llamada a la acción
concreta hoy.
Cuando la política está sometida a la economía, antes que al servicio de la vida humana, ocurre
que el principio de maximización de la ganancia tiende a aislarse de cualquier otra consideración
(LS, n. 195). Así, con el mercado como único mecanismo de asignación de recursos, incapaz de
autocorregir las iniquidades, se suscita la depredación creciente de los recursos. De esta manera,
el mercado no está preocupado por mantener, recuperar y proteger los recursos naturales,
suscitando la existencia de oligopolios, es decir, de eliminación de competidores en las distintas
industrias, promoviendo la corrupción al no haber contrapesos legales.
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ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

4.5 Page 35

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Por lo tanto, no se trata solamente de una crisis sanitaria, sino de una crisis social profunda, a la
que ahora sumamos un proceso de recesión económica que acentuará, según todas las
proyecciones, las condiciones de empobrecimiento de millones de personas.
Y en este complejo contexto, gran parte de la humanidad, incluso los líderes políticos, no
demuestra una conciencia de los peligros que enfrentamos con el calentamiento global, la
excesiva densidad de nuestras ciudades, la sobreexplotación de la naturaleza y los bosques que
están deforestando. Destruimos los hábitats de millones de virus y bacterias que terminan
pasando a los seres humanos.
Según la CEPAL (2020), el Covid-19, en razón de las políticas de austeridad, dejarán 215 millones
de nuevos pobres en América Latina. A su vez, entramos en una nueva era de austeridad
destructiva en el poscoronavirus. Los grandes intereses económicos a toda costa quieren volver
a lo de antes e impedir cambios significativos. Esto, debido a la falta de conciencia por parte de
los que están en los grupos de poder, quienes no aprendieron nada de los miles de muertos, el
hambre y la pobreza por el coronavirus, la guerra y la crisis económica a nivel mundial. Bajo este
prisma, toda medida es insuficiente, y una vez más prima la economía por sobre la vida de las
personas. El costo de la crisis lo termina pagando la población, asumiéndolo los más débiles
económicamente. Sin la decisión de revisar y reformar de verdad el sistema entero.
4. Llamado a la compasión y a la austeridad
4.1. En este escenario: Laudato si’ propone la compasión como principio de acción
La crisis multisistémica que enfrentamos nos obligará a reinventar nuestra convivencia y a
remodelar de forma sostenible e inclusiva la única casa común que tenemos. Si no, podremos
prepararnos para lo peor.
Es imperativo que abandonemos el viejo paradigma de la voluntad de poder y dominación sobre
todo y todos, hacia un paradigma de cuidar todo lo que existe y vive, y de la corresponsabilidad
colectiva.
Lo que define a Dios no es el poder, sino sus entrañas maternales de Padre. La compasión es el
modo de ser de Dios, su manera de mirar el mundo. Por eso Jesús no puede experimentar a Dios
por encima o al margen de la historia humana del sufrimiento. La pasión por el Dios de la
compasión se traduce en compasión por el ser humano.
Para Jesús, el gran pecado contra el proyecto de Dios es resistirnos a tomar parte en el
sufrimiento de los otros encerrándonos en nuestro bienestar. Debemos dejar atrás este camino
de autodestrucción y comenzar de nuevo…
Algunos de los elementos que no podemos dejar de lado en este camino de recomenzar son:
i. Una economía ecológica, que de verdad se adecue a la realidad de escasez de
recursos naturales y su posibilidad de renovación.
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ii. Producción sostenible, que permita garantizar no solo a los que hoy habitamos la
Tierra, sino a las generaciones que vienen en el futuro.
iii. Comercio justo, que equilibre la justa ganancia con el derecho al acceso a los bienes
de todo ser humano.
iv. Consumo ético, de acuerdo con una vida austera y con conciencia del valor de lo
colectivo por sobre el individualismo.
v. Inversiones éticas, requieren inversionistas, empresarios con un sentido ético de lo
que hacen, que sepan distinguir entre “cumplir la ley” y “hacer lo justo”.
vi. Desinversión en combustibles fósiles -qué duda cabe-, que nos debe llevar a optar en
todas las situaciones por la inversión en energías renovables.
En último término es necesario y urgente terminar con cualquier actividad que cause daño al
planeta y a las personas.
4.2. Optar por la vida sencilla y austera
Frente al consumismo insaciable, es urgente y necesario lograr una ascesis de vida, no como
una más entre múltiples alternativas, sino como la alternativa posible para los tiempos que
vivimos. Se trata de una respuesta coherente desde lo personal. Basta la determinación y
compromiso si el texto del Papa Francisco nos ha interpelado de verdad. Es un texto que llama a
todos y cada uno a tomar una decisión. Esta decisión es fundamental. Se trata de elegir lo que
queremos para nos-otros, nuestra persona y la del otro, que tiene rostro, historia y un Padre
común: el otro es mi hermano que sufre hoy. Sólo a partir de esta decisión fundamental se puede
hacer este cambio de vida, para asumirlo con libertad y responsabilidad.
Podemos comenzar por practicar el desprendimiento voluntario de cosas, optar por lo natural.
Reciclar y comenzar a cambiar nuestros hábitos de consumo. Si a eso sumamos austeridad en
el uso de los recursos y la energía, habremos iniciado la caminata más importante de nuestras
vidas.
El llamado en Laudato si’ es profundamente esperanzador, aun cuando es urgente. Es un llamado
a recuperar la alegría por el don de la existencia, a recuperar la visión religiosa de la creación:
reverencia por la creación y modelo de convivencia.
Finalmente, la consecuencia de la perfecta alegría será: quien está alegre, celebra. Quien celebra,
comparte. Quien comparte, hace justicia al Creador y es cortés con toda la Creación.
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4.7 Page 37

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Referencias
CEPAL (2020). Panorama Social de América Latina 2020. Recuperado de
https://www.cepal.org/es/publicaciones/46687-panorama-social-america-latina-
2020
Francisco (2015). Laudato si' [LS]. Santiago de Chile: PUC.
Pontificio Consejo Justicia y Paz (2004). Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia [CDSI].
Santiago: SAN PABLO Chile–Conferencia Episcopal de Chile.
World Inequality Lab (2022). Desigualdad Global 2022. Recuperado de
https://wir2022.wid.world/www-
site/uploads/2021/12/Summary_WorldInequalityReport2022_Spanish.pdf
Preguntas para compartir:
1. ¿En qué sentido “Laudato si’ se considera una propuesta profética?
2. ¿Qué relación existe entre crisis ecológica y empobrecimiento? ¿Cómo afecta esta situación
a nuestros jóvenes?
3. ¿Qué opciones de vida se podrían tomar para enfrentar esta crisis ecológica?
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4.8 Page 38

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II. La casa común. De la eficiencia económica a la
humanización del trabajo
Jorge Mendoza Valdebenito*
Introducción
El trabajo aquí presentado tiene el propósito de articular economía y ética en el marco de la
Doctrina Social de la Iglesia (DSI). Estos dos conceptos influyen notoriamente en la forma en que
enfrentamos el cuidado de la casa común, pues confluyen diversos aspectos relativos al
desarrollo de los pueblos, el trabajo, modelos económicos, pobreza, entre otros. El texto se
organiza en cuatro acápites, el primero desarrolla el tema de ética y economía en la DSI; en
segundo lugar, el trabajo desde una visión ecológica integral; el tercero plantea las
consecuencias de la aplicación de los modelos económicos, y el cuarto despliega el tema de
subdesarrollo y pobreza.
1. Ética y economía en la Doctrina Social de la Iglesia
El esfuerzo por construir desde bases éticas la economía -tanto en su concepción como en su
praxis- exige como primer paso el replantearla como una estructura social cuyo propósito inicial
fue la satisfacción de las necesidades de las personas de un determinado grupo social. Por lo
mismo es que cada sistema económico, pareciendo “natural” a los involucrados y afectados por
él, siempre es producto de una suerte de moldeamiento recíproco con la sociedad y con la
historia desde el que surgió y en el que se consolidó. Siempre hay una intencionalidad, no
necesariamente declarada -o declarada equívocamente- para ser aceptada como éticamente
válida y, por consiguiente, obligatoria y justificada. Por consiguiente, el segundo paso es
reconstruir el origen histórico y los intereses que se vieron representados en su formulación.
Originalmente la economía, siguiendo su raíz griega, es la administración de la casa común.
Según el Papa Francisco:
La economía, como la misma palabra indica, debería ser el arte de alcanzar una
adecuada administración de la casa común, que es el mundo entero. Todo acto
económico de envergadura realizado en una parte del planeta repercute en el
* Profesor de Historia, Geografía y Ciencias Sociales, Universidad Católica de Valparaíso; Licenciado en Ciencias del
Desarrollo, ILADES; Profesor Titular (jubilado) del Instituto de Ciencias Religiosas, Pontificia Universidad Católica de
Valparaíso.
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todo; por ello, ningún gobierno puede actuar al margen de una responsabilidad
común. De hecho, cada vez se vuelve más difícil encontrar soluciones locales
para las enormes contradicciones globales, por lo cual la política local se satura
de problemas a resolver (EG, n. 206).
En este sentido, el Papa Benedicto XVI, refiriéndose el desarrollo integral de los pueblos, señala:
Las grandes novedades que presenta hoy el cuadro del desarrollo de los
pueblos plantean en muchos casos la exigencia de nuevas soluciones. Estas
han de buscarse, a la vez, en el respeto de las leyes propias de cada cosa y a la
luz de una visión integral del hombre que refleje los diversos aspectos de la
persona humana, considerada con la mirada purificada por la caridad. Así se
descubrirán singulares convergencias y posibilidades concretas de solución,
sin renunciar a ningún componente fundamental de la vida humana (CV, n. 32).
La economía, por lo tanto, aborda diversos aspectos de la persona humana, convirtiendo al ser
humano en el “centro y el fin de toda la vida económico-social” (GS, n.63). Siendo este el propósito
de la economía, en la administración del hogar común se hace necesario destacar su carácter
solidario en el entendido de que es una actividad que manifiesta la mutua interdependencia, o
solidaridad, de todos los que se ven involucrados en ella, sea de manera positiva como también
negativa. Al respecto, el Papa Benedicto está de acuerdo en plantear que el progreso tiene sus
ambigüedades:
La ambigüedad del progreso resulta evidente. Indudablemente, ofrece nuevas
posibilidades para el bien, pero también abre posibilidades abismales para el
mal, posibilidades que antes no existían. Todos nosotros hemos sido testigos de
cómo el progreso, en manos equivocadas, puede convertirse, y se ha convertido,
de hecho, en un progreso terrible en el mal. Si el progreso técnico no se
corresponde con un progreso en la formación ética del hombre, con el
crecimiento del hombre interior (cf. Ef. 3,16; 2 Co 4,16), no es un progreso sino
una amenaza para el hombre y para el mundo (SS, n.22).
Esta tensión entre el progreso y la formación ética es urgente en los tiempos actuales en que la
globalización afecta más allá de los límites territoriales nacionales. Una forma de superar esta
ambigüedad es a través del reconocimiento de la interdependencia entre naciones que Juan
Pablo II plantea como una experiencia necesaria de conciencia moral:
En el camino hacia esta deseada conversión hacia la superación de los
obstáculos morales para el desarrollo se puede señalar ya, como un valor
positivo y moral, la conciencia creciente de la interdependencia entre los
hombres y entre las naciones. El hecho de que los hombres y mujeres, en
muchas partes del mundo, sientan como propias las injusticias y las violaciones
de los derechos humanos cometidas en países lejanos, que posiblemente
nunca visitarán, es un signo más de que esta realidad es transformada en
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conciencia, que adquiere así una connotación moral. Ante todo, se trata de la
interdependencia, percibida como sistema determinante de relaciones en el
mundo actual, en sus aspectos económico, cultural, político y religioso, y
asumida como categoría moral (SRS, n. 38).
Esta cualidad de interdependencia, inherente al actuar humano, y particularmente al ámbito
económico, le impone consideraciones y obligaciones de carácter ético que rebasan las
consideraciones técnicas. En este entendido todos somos responsables de la conducción de la
economía y no sólo quienes toman las grandes decisiones a nivel político o macroeconómico.
“Se trata, en definitiva, de una forma concreta y profunda de democracia económica. La
solidaridad es en primer lugar que todos se sientan responsables de todos; por tanto, no se la
puede dejar solamente en manos del Estado” (CV, n.38).
Ahora bien, ciertamente una inadecuada concepción de economía no vinculada a la ética está
afectando el medioambiente, esto lo constata el actual Pontífice cuando señala:
Los recursos de la Tierra también están siendo depredados a causa de formas
inmediatistas de entender la economía y la actividad comercial y productiva. La
pérdida de selvas y bosques implica, al mismo tiempo, la pérdida de especies
que podrían significar en el futuro recursos sumamente importantes, no sólo
para la alimentación, sino también para la curación de enfermedades y para
múltiples servicios (LS, n. 32).
2. El trabajo desde una visión ecológica integral
Retomando la afirmación de la centralidad de la persona en la actividad económica, esta se
afirma en cómo el trabajo, sin el cual no existe economía, es parte del ser mismo de cada persona.
El trabajo tiene una inmediatez evidente en procurarse el sostenimiento material, tanto el propio
como de quienes son dependientes del trabajador, pero, al mismo tiempo, es uno de los espacios
privilegiados de crecimiento personal y también de contribución al desarrollo de la sociedad:
“(…) El trabajo debería ser el ámbito de este múltiple desarrollo personal, donde
se ponen en juego muchas dimensiones de la vida: la creatividad, la proyección
del futuro, el desarrollo de capacidades, el ejercicio de los valores, la
comunicación con los demás, una actitud de adoración” (LS, n.127).
Desde esta diversidad de dimensiones que posee el trabajo como parte del ser humano es que
se puede afirmar que al hombre no es posible comprenderlo de forma unilateral (CA, n.24), vale
decir sólo desde la economía y su contribución a la creación de riqueza, sino de su participación
en la promoción de todos sus semejantes (PP, n.14). Se trata de una responsabilidad que no le
puede ser negada al reducirlo a una variable del momento económico.
De aquí es que se deduce cuál ha sido el principal error de la ciencia económica y de la aplicación
práctica, política, social y financiera de sus consideraciones: mirar el trabajo humano única y, en
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algunos casos exclusivamente, según la finalidad económica que se reconozca imperante en un
modelo económico dado (LE, n.13). De esta manera lo expresa el Papa Juan Pablo II:
Hoy, quizá más que antes, se percibe con mayor claridad la contradicción
intrínseca de un desarrollo que fuera solamente económico. Este subordina
fácilmente la persona humana y sus necesidades más profundas a las
exigencias de la planificación económica o de la ganancia exclusiva.
La conexión intrínseca entre desarrollo auténtico y respeto de los derechos del
hombre demuestra, una vez más, su carácter moral: la verdadera elevación del
hombre, conforme a la vocación natural e histórica de cada uno, no se alcanza
explotando solamente la abundancia de bienes y servicios, o disponiendo de
infraestructuras perfectas (SRS, n. 33).
Este error está tanto en los modelos cuyo eje es la libertad empresarial y la propiedad privada
como en aquellos que, en la búsqueda de una mayor igualdad, centralizan las decisiones
económicas en el Estado. En ambos modelos económicos la persona pasa a un plano secundario,
en tanto el primero se centra en la ganancia (CV, n.21) y el segundo en metas macrosociales y
económicas. Ambos modelos se sostienen en la creencia de que los problemas sociales pueden
ser resueltos desde las lógicas de la economía (CV, n.36). Es justo mencionar que entre ambos
modelos extremos se da una amplia gama de combinaciones de ambos y que corresponden a
cada momento histórico, con sus circunstancias particulares, el discernir con creatividad e
imaginación (CA, n.3) cuál es el que mejor responde a las necesidades de lo inmediato y de lo
futuro. Se trata, en último término, no de aplicar un modelo preconcebido al cual deben adaptarse
las necesidades y dinámicas sociales, sino precisamente a la inversa. Un error compartido por
las diversas corrientes y modelos económicos es la priorización de la eficiencia por sobre el
auténtico desarrollo humano:
En efecto, si muchos y graves aspectos de la actual problemática social pueden
explicar en cierto modo el clima de extendida incertidumbre moral y atenuar a
veces en las personas la responsabilidad objetiva, no es menos cierto que estamos
frente a una realidad más amplia, que se puede considerar como una verdadera y
auténtica estructura de pecado, caracterizada por la difusión de una cultura
contraria a la solidaridad, que en muchos casos se configura como verdadera
‘cultura de muerte’. Esta estructura está activamente promovida por fuertes
corrientes culturales, económicas y políticas, portadoras de una concepción de la
sociedad basada en la eficiencia. Mirando las cosas desde este punto de vista, se
puede hablar, en cierto sentido, de una guerra de los poderosos contra los débiles
(EV, n. 12).
Otro error que se ha cometido ha sido la relación del trabajo, economía y cuidado del
medioambiente desde una visión extractivista, de allí que el Papa afirme que “esta hermana
clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes
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que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y
dominadores, autorizados a expoliarla” (LS, n. 2). De allí la importancia de recuperar una armonía
adecuada entre naturaleza y trabajo, puesto que, como se señala en Laudato si’, “según el relato
bíblico de la creación, Dios colocó al ser humano en el jardín recién creado (cf. Gn 2,15) no sólo
para preservar lo existente (cuidar), sino para trabajar sobre ello de manera que produzca frutos
(labrar)” (LS, n.124). De esta manera, el Papa Francisco busca aclarar que la expresión “dominio”
del texto bíblico tiene el sentido de “proteger, custodiar, preservar, guardar, vigilar” (LS, n.67) y,
por lo tanto, el ser humano tiene la responsabilidad de respetar las leyes de la naturaleza (LS,
n.68) y valorar a cada una de las creaturas en sí mismas (LS, n.69).
3. Consecuencias de la aplicación de los modelos económicos
Una primera consecuencia de la aplicación de los modelos económicos es su derivación hacia
la eficiencia, es decir, a la relación costo-beneficio de las políticas económicas en el ámbito del
Estado, y lo mismo cuando se trata de maximizar las ganancias en el ámbito privado. La eficiencia
se convierte en la negación misma de lo humano que está involucrado en la actividad
económica, convirtiendo al hombre en un insumo más, cuestión denunciada por el Papa
Francisco:
“Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte,
donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación,
grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin
horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de
consumo, que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del
‘descarte’ que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno
de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda
afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues
ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera.
Los excluidos no son ‘explotados’, sino desechos, ‘sobrantes’” (EG, n. 53).
Pero también reduce a la persona humana al ser individual, desde donde se constituye,
favoreciendo las tendencias egoístas que engendra la competitividad por participar de los
beneficios (NMI, n.43) y reduce la unidad, y la fraternidad, a una relación de utilidad (LF, n.51). Las
desviaciones éticas del comportamiento humano -corrupción, colusión y tantas otras- se ven
favorecidas en esta inversión que pone el beneficio económico por sobre la consideración que
el trabajo es más que el beneficio, sino que es uno de los ámbitos de crecimiento del ser humano.
Un tema no tratado aquí, por su misma extensión, es la relación entre la propiedad privada y el
destino universal de los bienes.
La segunda consecuencia, unida al tema de la eficiencia y de la lógica mercantil, es la
preeminencia de la técnica en las decisiones políticas, hasta el punto que, no pocas veces, las
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decisiones de Estado responden al paradigma económico más que a otras consideraciones. En
este sentido, en la Laudato si’ se llama la atención sobre la debilidad de la reacción política
internacional.
El sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se muestra en el
fracaso de las cumbres mundiales sobre medioambiente. Hay demasiados
intereses particulares y muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer
sobre el bien común y a manipular la información para no ver afectados sus
proyectos (LS, n.54).
De esta manera la técnica, derivación a la praxis de las ciencias, tiende a absolutizarse al
momento de la toma de decisiones de carácter público, llevando a una confusión entre los
medios y los fines (CV, n.71), poniéndose a sí misma como el propósito último de las decisiones
políticas, sea que se trate de un sistema de libre mercado o de economía centralizada, sin prestar
atención a las consecuencias negativas que dichas decisiones puedan tener para el ser humano:
Esto hace ver que es necesario fomentar no únicamente una mística de la
fraternidad, sino al mismo tiempo una organización mundial más eficiente para
ayudar a resolver los problemas acuciantes de los abandonados que sufren y
mueren en los países pobres. Esto, a su vez, implica que no hay una sola salida
posible, una única metodología aceptable, una receta económica que pueda ser
aplicada igualmente por todos, y supone que aun la ciencia más rigurosa pueda
proponer caminos diferentes. De otro modo, a veces se tienen ideologías de
izquierda o pensamientos sociales, junto con hábitos individualistas y
procedimientos ineficaces que sólo llegan a unos pocos (FT, n.165).
Se da una tendencia a aceptar como verdad sólo las afirmaciones que pretenden tener un
fundamento técnico, principalmente avalado por cifras, en lo que algunos han llamado la
“matematización de la vida” (LF, n.25). Sin embargo, y sin desarrollar aquí más el tema, la ciencia
y su derivado en la técnica pueden tanto contribuir a la humanización como también al efecto
contrario (SS, n.25). En un efecto extremo la técnica, con su progreso, va reemplazando cada vez
el trabajo humano. No es del todo negativo que ello ocurra, especialmente en aquellas tareas
que de suyo pueden ser repetitivas y monótonas, anulando la creatividad y la imaginación del
sujeto del trabajo, pero sí lo pueden ser cuando reemplazan la inteligencia humana.
4. Subdesarrollo y pobreza
En este mismo marco de copamiento de la vida social por parte de la economía se debe mirar el
tema del subdesarrollo que afecta a una buena parte de los países y el consecuente incremento
o, al menos, mantención de niveles de privación y pobreza que atentan directamente contra la
calidad de una vida auténticamente humana. El desarrollo o progreso no puede ser reducido al
simple crecimiento económico (SRS, n.31), sino que debe ser auténtico e integral si quiere
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comenzar a esbozar una solución a la complejidad de los problemas del ser humano (CV, n.23).
Se trata de lo que, en términos más actuales, es denominado “pobreza multidimensional” (SRS,
n.15) que involucra no sólo los aspectos materiales obvios, sino también la cultura y la
espiritualidad, tanto la satisfacción de las necesidades materiales como el darle un sentido, un
propósito a la vida que vaya más allá de la simple sobrevivencia del día a día. En este entendido
es que el desarrollo económico debe ir acompañado de un auténtico progreso social y moral, de
lo contrario puede suceder una “catástrofe ecológica” (LS, n.4). El no considerar esta complejidad
lleva a numerosas formas de injusticia que se nutren de visiones del hombre reductivas a uno
solo de sus aspectos y, particularmente, cuando los modelos económicos imperantes privilegian
la ganancia (FT, n.22). La pobreza no tiene vías de solución por actos esporádicos de generosidad,
sino que se debe iniciar por un análisis de las causas estructurales de la pobreza (FT, n.116). Esta
afirmación, que se aplica al interior de cada sociedad, también lo es a las relaciones
internacionales.
Ligadas a las anteriores consecuencias se encuentra el tema medioambiental, que también sufre
los efectos de la eficiencia en cuanto a la reducción de costos. Cada vez más se toma conciencia
de la sobreexplotación del medioambiente, tanto en el proceso de producción como en su
comercialización y en los desechos al final del ciclo. Se trata de mirar no sólo la reducción de
costos, sino de cómo se construye un medioambiente más digno para favorecer el desarrollo
humano integrado a su medioambiente (LS, n.155).
Tanto en lo que se refiere al desmedro del medioambiente, como también en el tema de la
pobreza, hay causas estructurales por las que los costos, para incrementar la ganancia o para el
cumplimiento de metas estatales, son transferidos a unos y otros. En el caso de los pobres se
trata, entonces, de identificar y resolver sus causas estructurales, particularmente en lo que dice
relación con la inequidad. El Papa Francisco es enfático en señalar que:
Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres,
renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación
financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán
los problemas del mundo y, en definitiva, ningún problema. La inequidad es raíz
de los males sociales (EG, n.202).
Sin embargo, es necesario tener presente que el solo cambio de estructuras no basta para
superar la pobreza, ya que el hombre no puede ser redimido desde el exterior (SS, n.25), sino que
se requiere de un cambio cultural que implique nuevas convicciones y conciencia de la
solidaridad que está presente en toda la actividad económica, más allá de la propia voluntad (EG,
n.189).
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5. La centralidad de la persona en la construcción de la casa común
El cambio cultural que debe acompañar en simultáneo a las transformaciones estructurales
implica reconocer que la economía necesita de una ética para su correcto funcionamiento, pero
no nacida desde sus propios horizontes, sino una ética que sitúe a la persona como el centro de
ella. La interdependencia es una de las tantas manifestaciones de esa solidaridad inherente al
vivir en comunidad, debe ser asumida como una categoría ética en tanto toda decisión
económica tiene consecuencias de carácter moral. No se puede ignorar que, para algunos, una
ética exógena a la economía es considerada contraproducente, porque relativiza el dinero y el
poder que deriva de ella y, por lo mismo, se la entiende como una amenaza. Es más, no pocas
veces se usa el adjetivo ético para justificar decisiones y opciones contrarias a la justicia y al
verdadero bien del hombre. Se reduce la justicia a su vertiente conmutativa y se ignora la
vertiente social.
Para el cristiano no resulta suficiente la denuncia de las injusticias generadas en el sistema o
modelo económico que, por lo demás, no requieren de una perspectiva cristiana para hacerlos
evidentes. Su responsabilidad y desafío son mucho más profundos: develar los orígenes -y las
perversiones de carácter conceptual- que están tanto en su génesis como en su
desenvolvimiento histórico e, inversamente, proponer nuevas bases éticas para su
reconstrucción. Quizás si uno de los grandes pecados de nuestro sistema económico ha sido
cambiar la primigenia tarea económica de satisfacer las necesidades por la sola obtención de la
ganancia. Se ha generado una cultura que, extendiéndose a diversos ámbitos de la vida personal
y social, ha terminado por encontrar como natural la obtención de ganancia para cualquier
acción que se realice. Un concepto, olvidado frecuentemente en las teorías económicas y en la
praxis, es que la satisfacción de las necesidades no necesariamente es producto del intercambio,
o hasta del legítimo lucro, sino también de la gratuidad. Nuestra sociedad cuenta con una gran
cantidad de iniciativas de gratuidad que necesitan ser visibilizadas. Muchas de ellas nacidas en
el seno de la Iglesia.
La esperanza del cristiano no se corresponde con un determinismo de origen divino, en el cual
no cabe ninguna acción humana que pueda cambiar una suerte de fatalidad, que nos conduce
ineludiblemente hacia un cierto tipo de sociedad o de modelo económico. No hay “mano
invisible” como sinónimo de “Providencia Divina”. En ciertos momentos de la historia se ha
tendido a sacralizar un modelo económico u otro de signo contrario y, a partir de ellos, se
pretende que la sociedad sea dirigida como desde una fe religiosa. Oponerse, criticar o intentar
formular una nueva forma de entenderlas es, para algunos, lo mismo que cuestionar la
naturaleza del hombre y la voluntad de Dios. Se nos quiere hacer creer que este o aquel modelo
económico es connatural al hombre y a su actuar en sociedad y que, en consecuencia, cualquier
intento de modificación es equivalente a un sacrilegio. El ser humano, entonces, es comprendido
a partir de la economía y no la economía a partir de la iniciativa humana. En esta visión no tiene
cabida la esperanza, sino sólo la resignación, porque suprime la inteligencia y la voluntad de la
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persona reemplazándolas por una economía que es entendida como designio de Dios que dirige
a la humanidad para superar su maldad.
Ante este enfoque supresor de la esperanza, en tanto capacidad de poder tomar opciones que le
permitan su desarrollo, el cristiano debe profundizar sobre dos aspectos: la antropología
cristiana y la cultura. Sobre el tema de la antropología la Iglesia tiene una extensa y rica
exposición sobre el tema y que no es el caso de exponer en esta ocasión, sólo destacar que
respecto de la maldad del hombre su posición es afirmar la bondad fundamental del ser humano
junto con su capacidad de hacer el mal. La cultura, en una de sus tantas funciones, es la
comprensión que tiene un grupo humano respecto del hombre, de su destino y de su actitud
frente al misterio de Dios. En la línea de la esperanza que aquí nos preocupa, como cristianos
debemos revisar constantemente los tres aspectos mencionados, especialmente en lo que dice
relación con el destino. Se debe trabajar con mayor dedicación el tema de la voluntad de Dios y
de la libertad del hombre, tanto para evitar un fatalismo paralizante como, también, una
confianza en la sola capacidad del hombre que lo haga prescindir de Dios y, en esta misma línea,
analizar constantemente la responsabilidad que a cada uno nos cabe tanto en la mantención del
sistema económico como en replicarlo en otros ámbitos de la vida social. La economía no puede
ser sólo expresión de solidaridad, positiva o negativa, sino que debe incorporar en su
pensamiento y acción la fraternidad que se expresa en la gratuidad y la donación que se da al
interior del hogar y en el cuidado de la casa común.
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Referencias
Benedicto XVI (2007). Spe Salvi (SS). Santiago de Chile: San Pablo.
Benedicto XVI (2009). Caritas in Veritate (VC). Santiago de Chile: PUC.
Concilio Vaticano II (2000). Gaudium et Spes (GS). Madrid: BAC.
Francisco (2013). Evangelii Gaudium (EG). Santiago de Chile: PUC.
Francisco (2015). Laudato si’ (LS). Santiago de Chile: PUC.
Francisco (2013). Lumen Fidei (LF). Santiago de Chile: PUC.
Francisco (2020). Fratelli Tutti (FT). Santiago de Chile: San Pablo.
Juan Pablo II (1991). Centesimus Annus (CA). Santiago de Chile: PUC.
Juan Pablo II (1981). Laborem exercens (LE). Santiago de Chile: San Pablo.
Juan Pablo II (1995. Evangelium Vitae (EV). Santiago de Chile: San Pablo.
Juan Pablo II (2001). Novo Millennio Ineunte (NMI). Santiago de Chile: PUC.
Juan Pablo II (1987). Sollicitudo Rei Socialis (SRS). Santiago de Chile: PUC.
Pablo VI (1967). Populorum Progressio (PP). Santiago de Chile, San Pablo.
Preguntas para compartir:
1. ¿Qué relación se puede encontrar entre economía y casa común?
2. ¿Por qué es tan necesaria la relación entre ética y progreso?
3. ¿Cómo pueden afectar las nuevas condiciones laborales la vida futura de nuestros jóvenes?
4. Con respecto al desarrollo y el progreso, ¿cuál es la propuesta de Laudato si’?
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Segundo capítulo
Interpelaciones educativas
y pastorales de Laudato si’
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III. Ecología humana y educación. Un imperativo ético
para la vida en el planeta Tierra*
Sonia Brito Rodríguez**
Introducción
El presente documento pretende reflejar la importancia de la educación como una herramienta
para promover y fortalecer la ecología humana, entendiendo que la primera misión de la
educación es la formación de personas para la convivencia y la vida buena. Lo anterior se
sustenta en valores, cuyo horizonte es que los estudiantes operen como efecto multiplicador
hacia la conformación de una sociedad más amigable, sustentable y habitable para que, de esa
forma, en los espacios sociales, laborales y personales se constituyan en activistas de la vida en
este planeta. Tal como plantea el Papa Francisco, “el medioambiente es un bien colectivo,
patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de todos” (LS, 95). Para ello, el artículo busca
problematizar aspectos como la violencia material y simbólica a la naturaleza por un sistema
económico capitalista y neoliberal que profundiza el individualismo y maltrato a la naturaleza,
considerando que trabajar por el bien común desde la formación ciudadana puede ser una vía
de recuperación del ecosistema.
1. Sistema educativo interpelado por la crisis ecológica
La educación ha privilegiado la eficiencia, efectividad y calidad en tanto estándares
cuantitativos. El conseguir “el éxito académico” en base a la construcción de categorías
numéricas ha rezagado e invisibilizado al sujeto de la educación, esto, aunque necesario, ya no
es suficiente para que los estudiantes desplieguen y cultiven sus inteligencias para alcanzar un
trabajo digno y satisfactorio.
La expectativa es que la educación no debe centrarse solamente en incorporar información, sino
que debe permitir la formación de capacidades, que produzca metacogniciones en los
estudiantes, que amplifique nuevos aprendizajes, en tanto nuevas capacidades, actitudes,
aptitudes, con metodologías acordes a los nuevos desafíos y problemáticas emergentes y
entendiendo que aprender significa realizar nuevas elaboraciones a nivel conceptual,
* El presente texto es una versión actualizada del artículo: "La educación una herramienta para la ecología humana", de
la autora Dra. Sonia Brito Rodríguez, publicado en revista Razón, Amor y Trascendencia, Año II, número 2, agosto 2016,
p.43-47. Se publica bajo la autorización del editor Dr. Nelson Rodríguez.
** Doctora en Ciencias de la Educación, mención educación intercultural por la Universidad de Santiago de Chile. Magíster
en Educación Superior por la Universidad Andrés Bello, Santiago de Chile. Trabajadora Social por la Universidad
Tecnológica Metropolitana. Actualmente es académica-investigadora del Departamento de Trabajo Social de la
Universidad Alberto Hurtado, Santiago de Chile.
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procedimental y actitudinal. Esta visión de la educación pretende la formación integral, de una
persona, ciudadano y profesional, que comprende, organiza y aplica su mundo intersubjetivo
creativamente. En lo que se refiere a la educación ambiental, el Papa Francisco ha planteado:
La educación ambiental ha ido ampliando sus objetivos. Si al comienzo estaba muy
centrada en la información científica y en la concientización y prevención de riesgos
ambientales, ahora tiende a incluir una crítica de los “mitos” de la modernidad
basados en la razón instrumental (individualismo, progreso indefinido, competencia,
consumismo, mercado sin reglas) y también a recuperar los distintos niveles del
equilibrio ecológico: el interno con uno mismo, el solidario con los demás, el natural
con todos los seres vivos, el espiritual con Dios (LS, n. 210).
Por tanto, la educación debe ampliar su perspectiva, es decir, superar lo meramente tecnológico
y científico para situarse en la formación de personas concientizadas y sensibilizadas al cuidado
de sí mismos y del entorno. Es por este motivo que la conciencia medioambiental no tiene lugar
en el vacío, su disponibilidad y su calidad dependen de la voluntad política de conceder o
denegar este derecho humano fundamental y también de las acciones que cada persona se
compromete a realizar. Como señala el Papa Francisco, “es muy noble asumir el deber de cuidar
la creación con pequeñas acciones cotidianas, y es maravilloso que la educación sea capaz de
motivarlas hasta conformar un estilo de vida” (LS, n. 11).
2. Necesidad de un cambio paradigmático
Es necesario realizar un cambio paradigmático en la forma en que nos relacionamos con lo
ecológico, puesto que nos hemos constituido en meros observadores de una realidad de crisis
ecológica que cada vez es más evidente e insoslayable. La crisis ecológica también es una crisis
estructural y económica, lo anterior, debido a que los códigos en que hemos sido socializados
han estado al borde de lo inmoral, es así como el sobreconsumo, la deforestación, el
extractivismo, entre otras conductas destructivas, han enceguecido la conciencia del bien
común y el cocuidado del planeta. Por eso es posible declarar en medio de esta crisis ambiental:
“Busco algún rincón donde no haya sido saqueada, extraída o flagelada por la avaricia, por la
ambición o por la prisa de los brazos tiránicos de una economía desaforada que ha irrespetado
sin pudor la casa de todas/os” (Brito, Basualto e Ibáñez, 2020, p. 1).
Estos hábitos tóxicos se han encarnado tan fuertemente en nuestras sociedades que se requiere
de esfuerzos mancomunados para resquebrajar el neoliberalismo y el mercado para ir
construyendo nuevos tratos y nuevas miradas. La escuela y la educación son una clave para ir
recorriendo otros caminos e ir habitando el mundo con otros fundamentos. Al respecto señala el
Papa Francisco:
La conciencia de la gravedad de la crisis cultural y ecológica necesita traducirse en
nuevos hábitos. Muchos saben que el progreso actual y la mera sumatoria de objetos
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o placeres no bastan para darle sentido y gozo al corazón humano, pero no se sienten
capaces de renunciar a lo que el mercado les ofrece (LS, n. 209).
De esta manera, la expectativa para los próximos decenios es que las nuevas generaciones sean
formadas para construir sensibilidades nuevas y frescas, puesto que las/los jóvenes también
han sido formateados en un mundo extremadamente individualista y consumista. En ese sentido,
los/las educadores/as tienen una misión gigante para acompañar a personas y procesos en pos
de construir, materializar y desplegar hábitos que permitan desarrollar virtudes ecológicas como
el respeto, el aprecio y el reconocimiento, que contrarreste el descuido, la desesperanza, el
abandono y el desarraigo en los que nos encontramos como humanidad. Estos jóvenes, como
nos señala Francisco (2015), “han crecido en un contexto de altísimo consumo y bienestar que
vuelve difícil el desarrollo de otros hábitos. Por eso estamos ante un desafío educativo”. (LS, 209)
3. Responsabilidad ambiental de la educación
La educación es una herramienta clave, indispensable y obligatoria que permite alcanzar el
bienestar, desarrollo social y económico de un país, por tanto, la educación escolar en un país
democrático debe llegar a todos los rincones y sectores de la sociedad. Lo que representa un
reto, puesto que el progreso desigual impide que la educación y sus beneficios alcancen a los
sectores sociales en situación de pobreza y marginación. Por este motivo la cobertura y equidad
se constituyen en un horizonte deseado para ese logro, lo que incide necesariamente en la
calidad de vida. Según el Papa Francisco, la educación está “llamada a crear una ‘ciudadanía
ecológica’”, sin embargo, “a veces se limita a informar y no logra desarrollar hábitos. La existencia
de leyes y normas no es suficiente a largo plazo para limitar los malos comportamientos, aun
cuando exista un control efectivo” (LS, n. 211).
Para fortalecer este discurso se requiere generar mediaciones en el aprendizaje. Esto,
necesariamente, requiere cambiar el concepto de enseñanza-aprendizaje tradicional e instalar
los espacios sociales formativos en un ambiente para todos. Requiere un cambio de mirada,
desde la política pública, que permita un viraje epistémico, de campos semánticos y relacionales;
es decir, resituar y relevar otras inteligencias, tales como inteligencias culturales,
interpersonales, artísticas, sociales, entre otras. Ese salto cualitativo -de la instrucción a la
formación- permitiría ir avanzando a una educación con sentido, en la formación de personas,
estudiantes y ciudadanas/os.
Es decir, este es el tiempo de las grandes transformaciones, el cambio es un imperativo. El
proyectar la mirada hacia un futuro implica encaminar la senda, considerando como eje la
construcción de un nuevo sujeto, que reconozca que su existencia y la de otros dependen de la
construcción de discursos y prácticas que se congreguen en pos del bienestar y la felicidad. Esto
necesariamente emplaza a desaprender lo aprendido y transitar hacia nuevos hábitos y nuevas
relaciones. En este contexto, el Papa Francisco hace un llamado para no descuidar la relación
que hay entre una adecuada educación estética y la preservación de un ambiente sano. Prestar
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atención a la belleza y amarla nos ayuda a salir del pragmatismo utilitarista. Cuando alguien no
aprende a detenerse para percibir y valorar lo bello, no es extraño que todo se convierta para él
en objeto de uso y abuso inescrupuloso (LS, n. 215).
En este sentido la educación tradicional no considera la estética y sus bondades como parte del
aprendizaje de una persona, que tiene como misión la felicidad como un bien irrenunciable en
un espacio social para todas y todos.
Es así que la educación escolar debe constituirse en un espacio democrático, un mundo diverso,
donde se integren muchos mundos, en donde los saberes circulen en un movimiento inacabado
de códigos, conocimientos y comunicaciones que se expanden para imaginar, crear, descubrir y
recrear los saberes, transformándolo. Significa hacer un salto cualitativo que permita el tránsito
de los discursos ideológicos a la construcción de conocimientos con identidad.
Este rescate del sujeto desafía a elaborar nuevas preguntas: ¿Cómo construir dispositivos de
aprendizaje inéditos, diversos, en lenguaje, códigos y estructuras con sentido? ¿Cómo se rescata
el mundo de la vida? ¿Cómo consensuar una vida buena? ¿Cómo desaprendo lo ya instalado y
naturalizado? ¿Qué clave se instalan para comprender esas transformaciones?
En este sentido, se hace imprescindible pensar la existencia de un lugar de encuentro posible
para repensar la crisis de la modernidad y trascender definitivamente la herencia de la razón
instrumental de corte individualista y consumista, para transitar hacia el rescate del equilibrio
ecológico, es decir, el solidario y plural con otros seres vivos. Lo anterior implica revisar los
itinerarios formativos considerando una ética pedagógica que incluya la reciprocidad, la
responsabilidad y el cuidado fundado en la donación, es decir, construir una Ciudadanía
Ecológica. Considerando que “el desarrollo de estos comportamientos nos devuelve el
sentimiento de la propia dignidad, nos lleva a una mayor profundidad vital, nos permite
experimentar que vale la pena pasar por este mundo” (LS, n. 212).
El riesgo es quedarnos con lo meramente informativo sin desplegar el hábito operativo bueno.
Los cambios deben producirse desde abajo, es decir, desde movimientos y colectivos
ciudadanos, además desde una política pública congruente, que incida en las motivaciones y
conductas de los ciudadanos hasta conformar un estilo de vida con responsabilidad ambiental.
Como plantea el Papa Francisco:
La educación será ineficaz y sus esfuerzos serán estériles si no procura también
difundir un nuevo paradigma acerca del ser humano, la vida, la sociedad y la relación
con la naturaleza. De otro modo, seguirá avanzando el paradigma consumista que se
transmite por los medios de comunicación y a través de los eficaces engranajes del
mercado (LS, n. 215).
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Respondiendo a este llamado, las instituciones educativas, las/los educadores y las/los
estudiantes enfrentamos una tarea titánica: no detenerse ante un presente cambiante. Se deben
construir nuevas miradas, tarea que debe enfrentar urgentemente la educación escolar para
responder a las necesidades existentes y contextuales. Para ello, es indudable que habrá que
repensar la noción de sujeto pedagógico, pero depositar las esperanzas intactas, supone
vislumbrar avances en la virtud de la cooperación y reciprocidad. Por ahí ha de emprenderse la
reconversión del oficio de educar, pues es lo único que puede permitirnos reconstruir el mundo
que compartimos con los demás.
Esto emplaza a pensar una sociedad contracultural, que se despoje de manufacturas y
tecnologías que se consideran como fines en sí mismos y no como medios para lograr el
bienestar y armonía entre persona y entorno. Los sistemas educativos, sociales, políticos y
económicos deben dialogar para la construcción de una sociedad que valore y respete el
medioambiente.
La tarea pendiente es concretar una economía del bien común/economía de la solidaridad, no
como iniciativas de algunos, sino con la esperanza de la humanidad que transita hacia el
desarrollo humano integral. Este involucramiento es indispensable, puesto que los discursos sin
contexto y sin práctica se constituyen en palabras vacías de sentido. El cambio estructural
requiere necesariamente de una ruptura, de movimientos sociales que pongan en la agenda del
Estado estas demandas y reclamaciones, de tal modo que los cambios se constituyan desde
abajo, es decir, la ciudadanía deliberativa y responsable y desde la institucionalidad a través de
leyes contundentes que sean prerrogativas y que operen desde una bidireccionalidad
Para que la norma jurídica produzca efectos importantes y duraderos es necesario
que la mayor parte de los miembros de la sociedad la haya aceptado a partir de
motivaciones adecuadas y que reaccione desde una transformación personal. Sólo a
partir del cultivo de sólidas virtudes es posible la donación de sí en un compromiso
ecológico. Si una persona, aunque la propia economía le permita consumir y gastar
más, habitualmente se abriga un poco en lugar de encender la calefacción, se supone
que ha incorporado convicciones y sentimientos favorables al cuidado del ambiente
(LS, n. 211).
En ese sentido, el cuidado y cocuidado operan a diversas escalas, macro y micro, es decir,
debemos aprender a reciclar, a reutilizar, para ir derribando la cultura del desecho, por eso
debemos aprender cómo hacerlo, cuáles son las sustancias perjudiciales para la salud y para el
ecosistema. Sin embargo, sabemos que no es suficiente si la macroestructura no realiza los
cambios: las grandes industrias de contaminación de las aguas y el suelo, la contaminación por
macropartículas, el extractivismo de las minerías, la contaminación por CO2, entre otras.
La educación en la responsabilidad ambiental puede alentar diversos
comportamientos que tienen una incidencia directa e importante en el cuidado del
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ambiente, como evitar el uso de material plástico y de papel, reducir el consumo de
agua, separar los residuos, cocinar sólo lo que razonablemente se podrá comer, tratar
con cuidado a los demás seres vivos, utilizar transporte público o compartir un mismo
vehículo entre varias personas, plantar árboles, apagar las luces innecesarias (LS, n.
211).
Estos cambios de hábitos se constituyen en circuitos virtuosos de acciones que entretejen y
vinculan, considerando que el planeta es un territorio que debe habitarse con responsabilidad y
que la permanecía en la Tierra está en un riesgo inmanente. Lo anterior requiere formar “parte
de una generosa y digna creatividad, que muestra lo mejor del ser humano. El hecho de reutilizar
algo en lugar de desecharlo rápidamente, a partir de profundas motivaciones, puede ser un acto
de amor que exprese nuestra propia dignidad” (LS, n. 211).
La responsabilidad ambiental en la educación puede alentar diversos comportamientos que
tienen una incidencia directa e importante en el cuidado del ambiente, como evitar el uso de
material plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar sólo lo
que razonablemente se podrá comer, tratar con cuidado a los demás seres vivos, utilizar
transporte público o compartir un mismo vehículo entre varias personas, plantar árboles, apagar
las luces innecesarias (LS, n. 211).
El desatender sistemáticamente la armonía que requiere el planeta para su funcionamiento ha
traído para la humanidad grandes catástrofes, como el calentamiento global, pandemias y
pérdidas irreparables de flora, fauna y de la capa de ozono en el mundo, puesto que se ha
devastado con aquellos soportes de vida.
Esto ha ingresado a nuestro ADN a través de nuestras neuronas y se ha instalado en
nuestros cuerpos que se han acostumbrado a la precariedad ambiental; respirando
esmog y anhelando sentir el aire limpio, contemplar las noches estrelladas, disfrutar
de climas templados. Hemos permitido, suscitado y desencadenado, ya sea por
complicidad o por naturalización (implícita o explícitamente), el avance de los
desiertos, aguas estancadas, deshielos, escasez de lluvia y toda crisis ecológica
provocada por el extractivismo y la voracidad de un sistema económico irracional
(Brito, Basualto y Berríos, 2020b, p. 1).
Si bien mientras vivimos y habitamos las catástrofes reflexionamos y nos movilizamos, pero
rápidamente el engranaje de los sistemas instalados en nuestro cerebro se reactiva y seguimos
operando mecánicamente y guardamos las malas prácticas como en el baúl de los malos
recuerdos.
También nos emplaza a mirar(nos), a reconocer nuestra ceguera intelectual y la
fragilidad de la ecología humana a la que estamos sometidos producto de un sistema
social y económico que nos lleva al máximo de nuestras fuerzas, y a colapsar nuestro
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planeta: tanta basura, irresponsabilidad estructural, deforestación, sobreexplotación,
incendios intencionales para fines económicos, entre otros (Brito et al., 2020b, p. 1).
En la actualidad, como humanidad transitamos por una pandemia por coronavirus desde el año
2020, lo que nos obligó a estar casi dos años recluidos, con cuarentenas, lo que significó
enfrentarnos con la fragilidad de nuestros cuerpos y la inestabilidad de los sistemas económicos.
Esta flagelación de no considerar que la Tierra es un ser vivo y que entrega vida hoy
nos mantiene en una incertidumbre tangible entre la vida y la muerte. La Tierra está
gravemente enferma, requiere descanso y reposo, necesita que cambiemos nuestras
prácticas abusivas y cuidemos lo que creíamos infinito. Estamos en una emergencia
climática, la Tierra se está sacudiendo de tanto sufrimiento (Brito et al., 2020, p. 2).
Asimismo, el confinamiento demostró que cuando las personas y sus sistemas salimos de
escena aparece la naturaleza en su esplendor: lluvias, aire limpio, la flora empieza a buscar los
espacios donde crecer y los animales recuperan los espacios perdidos por los asentamientos
humanos, entre otros.
Conclusiones
La formación ecológica debe entenderse como una educación transversal, donde se articulen
los aprendizajes para la vida, puesto que los esfuerzos y gestiones que se realizan hoy tendrán
sus implicancias en el futuro. Tal como lo señala el Papa Francisco (2015):
No hay que pensar que esos esfuerzos no van a cambiar el mundo. Esas acciones
derraman un bien en la sociedad que siempre produce frutos más allá de lo que se
pueda constatar, porque provocan en el seno de esta Tierra un bien que siempre
tiende a difundirse, a veces invisiblemente. Además, el desarrollo de estos
comportamientos nos devuelve el sentimiento de la propia dignidad, nos lleva a una
mayor profundidad vital, nos permite experimentar que vale la pena pasar por este
mundo (LS, n. 212).
El riesgo es seguir sosteniendo una educación tradicional centrada en los contenidos y en la
instrucción, apegada a las pruebas estandarizadas, en donde se privilegia lo memorístico y los
rankings, situación que tiene atrapadas a las instituciones a operar desde una visión anquilosada
y miope. Por tanto, una ética ecológica, en perspectiva de una educación ecológica, “adquiere su
sentido más hondo. Por otra parte, hay educadores capaces de replantear los itinerarios
pedagógicos de una ética ecológica, de manera que ayuden efectivamente a crecer en la
solidaridad, la responsabilidad y el cuidado basado en la compasión” (LS, 210).
La excesiva industrialización y los asentamientos han crecido de tal manera que se ha
descuidado la naturaleza, se han deforestado los pulmones verdes y cada vez más se ha quitado
espacio a los cauces naturales de los ríos, al hábitat de animales y se ha cambiado la geografía
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con edificios y estructuras pesadas, lo que conlleva, además, un transitar la vida desde hábitos
poco saludables, desconsiderados e individualistas.
Lo urbano, las grandes ciudades, han empobrecido material y simbólicamente al ser humano.
Una constatación de aquello son los graves problemas de salud mental que afectan a la
humanidad, hemos sido sometidos/as a una esclavitud moderna del tener, del aparentar, donde
las necesidades se han disfrazado peligrosamente de pseudosatisfactores, por tanto, el
predicamento ha sido vivir para trabajar, desatendiendo lo profundo de la vida. Por tanto, hemos
sucumbido al sometimiento de un sistema feroz y que nos ha ido debilitando también en los
planos morales, intelectuales y espirituales.
El mundo rural se ha ido acorralando y reduciéndose por la extensión de las ciudades, por tanto,
han disminuido las tierras de cultivo, se han deforestado los árboles, existe menos uso de tierras,
además que los/las jóvenes migran a grandes ciudades para continuar sus estudios o porque
consideran que existen escasas oportunidades laborales.
La pregunta es qué puedo hacer por mi mundo, cómo podemos aportar desde el lugar personal,
familiar, académico y de investigación, etcétera, que cada quien ocupa, considerando que
todas/todas portamos modos de entender el mundo y de habitarlo. Tal vez la consigna es
contracultural, en la medida en que realicemos un giro en las formas que comprendemos el
mundo y actuamos; para ello se requiere coherencia y una actitud ética para ir transitando la
transformación desde abajo, desde los espacios privados, la escuela, los movimientos sociales,
hasta generar cultura del cuidado y del cocuidado, que no sólo genere una grieta en el sistema
neoliberal, sino que lo desmantele. Un elemento central lo constituye la formación de personas
y la educación escolar debería ser un semillero de personas conscientes y amables con la
naturaleza.
Lo anterior requiere traer a nuestras vidas la práctica del bien común, que intenta romper con el
individualismo arraigado en todos los ámbitos de la vida. Debido a que el bien común se
constituye en el más olvidado de los bienes. Esto porque hemos confundido los bienes con la
apropiación de cubrir necesidades individuales, en tanto satisfactores o pseudosatisfactores de
una vida narcisista. Hemos colocado el foco exacerbado en las cosas, en aquello que está afuera,
hemos delimitado lo propio de lo ajeno, entonces lo común, los bienes patrimoniales de la
humanidad, no se han problematizado ni desde la política pública ni desde las visiones
económicas (Brito, Basualto y Berríos, 2020a, p. 1).
El cambio significa comprender la idea del nosotros/as como un ejercicio ético, político y
ciudadano de considerar el planeta como un espacio público que pertenece a la humanidad y
que debe resguardarse y protegerse para las generaciones venideras. Por tanto, hoy es el
momento de realizar las acciones para que ello ocurra, sin embargo, sabemos que estamos al
borde de los tiempos para la recuperación del planeta. Es necesario revisitar el término Ubuntu
que practican las culturas zulú y xhosa para referirse al bien común y, a diferencia de Occidente,
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es una regla ética que está presente en la cotidianidad de este pueblo sudafricano. Al intentar
traducirla al español se relaciona con “soy porque nosotros somos”, “humanidad hacia otros” o
bien, “todo lo que es mío es para todos”; al respecto, cuenta la historia que un antropólogo hizo
un juego con las/os niñas/os africanas/os diciéndoles que aquel que corría más rápido y llegara
hasta una canasta de fruta que él había puesto a una cierta distancia ganaría el premio; cual fue
su impresión cuando vio a todas/os las/os niñas/os correr tomados de la mano llegando al
unísono a la meta, y al preguntar el motivo de este actuar, le respondieron que no podrían ser
felices si tan sólo uno disfrutara de comer las frutas (Brito et al., 2020a, p. 1).
El cuidado de la casa de todas y todos está en riesgo, es urgente realizar cambios profundos que
comprometan las estructuras y los sistemas, es decir, pensar-hacer transitando otras rutas de
mercado y romper con la cultura del desecho, del extractivismo, de la deforestación y del todo
vale a todo evento. Esperemos que no sea tarde la realización de las transformaciones, porque
es un imperativo ético realizar un cambio paradigmático y práctico, para introyectar hábitos
virtuosos, para de esa manera ir revirtiendo siglos del descuido e individualismo. Este llamado
es tan urgente e inmediato que no sólo están en riesgo las futuras generaciones, sino que los
peligros han estado a la vista, sin embargo, la realidad nos golpea, un ejemplo de aquello es la
pandemia, las guerras por poderío y territorios. El gran llamado es a humanizarnos y ejercer la
vida buena desde la cosmovisión del Ubuntu y el llamado del Papa Francisco de cuidar la casa
común.
Referencias
Brito, S., Basualto, L. e Ibáñez, M. (22 de abril de 2020). Día de la madre tierra. Urgencia de cambios
profundos. Le Monde diplomatique, edición chilena. Recuperado de
https://www.lemondediplomatique.cl/dia-de-la-madre-tierra-urgencia-de-cambios-
profundos-por-sonia-brito-lorena.html
Brito, S., Basualto, L. y Berríos, A. (2 de abril de 2020a). Bien común y economía comunitaria.
Reflexiones sobre el aislamiento social. Le Monde diplomatique, edición chilena.
Recuperado de https://www.lemondediplomatique.cl/bien-comun-y-economia-
comunitaria-reflexiones-desde-el-aislamiento-social-por.html
Brito, S., Basualto, L. y Berríos, A. (21 de marzo de 2020b). El coronavirus no sólo puso en jaque al
sistema sanitario, sino que problematizó las relaciones humanas. Le Monde
diplomatique, edición chilena. Recuperado de http://www.lemondediplomatique.cl/el-
coronavirus-no-solo-puso-en-jaque-al-sistema-sanitario-sino-que-problematizo.html
Francisco (2015). Laudato si' [LS]. Santiago de Chile: PUC.
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Preguntas para compartir:
1. ¿Qué relación se puede establecer entre educación y cuidado de la casa común?
2. ¿Cuáles serían los buenos hábitos que se deberían formar?
3. ¿Qué aspectos se deberían relevar en la educación para formar en una ciudadanía
ecológica?
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IV. Una reflexión teológica en tiempos de crisis
climática. Preguntas para resignificar lo sagrado y las
prácticas de espiritualidad
Doris Muñoz Vallejos*
Introducción
Diferentes amenazas nos afectan cotidianamente y llaman nuestra atención respecto de lo que
está pasando en nuestra Tierra. Estas noticias llevan décadas de aparición en los medios y cada
vez se presentan de un modo más alarmante, lo que afecta profundamente nuestra tranquilidad
y confianza para el futuro de nuestra vida, de nuestras familias y de nuestro entorno. A la crisis
de las zonas de sacrificio se suma la escasez hídrica y alimentaria, el aumento, duración e
intensidad de los eventos extremos de sequías, inundaciones, olas de calor y de frío, entre otros,
que causan estragos en la población, especialmente de la más empobrecida. Todo lo anterior
causado por el cambio climático.
En primer lugar, en esta reflexión, cabe entonces preguntarse: ¿Cuáles son las causas del
calentamiento global que han llevado al cambio climático del planeta? ¿Por qué es urgente
abordar esta problemática desde la perspectiva de la educación y la espiritualidad? Esta nueva
y urgente situación que ha llegado para quedarse, ¿tiene alguna incidencia en el currículo?
¿Debería tenerlo?
En segundo lugar, en medio de esta crisis múltiple, se vive o sobrevive en una creciente
conciencia de que no se puede seguir por este camino de destrucción de todo el tejido de la vida.
Todo indica que la Tierra no aguanta más y los seres humanos -especialmente los marginados-
siguen muriendo aplastados por un sistema que los consume. La Encíclica Laudato sí’ nos ha
hecho un llamado urgente para mirar esta crisis con otros ojos, nos hace un llamado como
cristianos, con la conciencia de que no existe ningún problema que quede al margen de una
respuesta desde la fe. Por ello, nos urge la pregunta: ¿Cómo la humanidad ha llegado a esto?
¿Qué relación tienen las religiones y/o tradiciones espirituales con esta crisis? ¿Qué puede y
debe hacer el mundo cristiano católico para responder a este llamado de “nuestra oprimida y
devastada Tierra que ‘gime y sufre dolores de parto’ (Rom 8, 22)” (LS, n.2).
En tercer lugar, queremos ofrecer algunas pistas para una educación y espiritualidad ecológica,
que considere una reflexión crítica a los paradigmas y cosmovisiones que sustentan nuestra
* Magíster en educación religiosa, Universidad Católica Silva Henríquez. Licenciada en educación, Universidad Católica
Silva Henríquez. Licenciada en teología por el Instituto superior de Teología y Pastoral Alfonsiano. Actualmente es
académica de la Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago de Chile.
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forma de estar en el mundo y habitar la Tierra, ofreciendo algunos criterios éticos para su cuidado
y conservación.
El texto se estructura en seis apartados que se ordenan bajo la metodología del ver, juzgar y
actuar. El primer apartado corresponde al primer paso metodológico del ver y busca constatar la
crisis ambiental desde lo local hasta la aldea global y visualizar algunas de sus causas.
Posteriormente, se da cuenta del segundo momento metodológico a través de cuatro temas que
responden a las preguntas ¿qué nos ha pasado como humanidad?, ¿qué hay detrás de esta
devastación?, para luego dar respuesta a estas interrogantes desde el magisterio y la
ecoteología, para desde allí plantearse la necesidad de un cambio de paradigma. Finalmente, en
el sexto apartado se hace un llamado urgente a la acción ecológica que corresponde al instante
del actuar, donde se proponen cuatro acciones: (1) reconocer la huella de carbono, (2) fortalecer
una ética y espiritualidad de la vida cotidiana, (3) fortalecer una exégesis y hermenéutica
ecológica y (4) plantearse una educación y espiritualidad que reconozca y celebre la dignidad
de la Tierra y todo lo viviente.
1. Constatar la crisis desde lo local hasta la aldea global y visualizar algunas causas
La humanidad está viviendo una crisis ecológica sin precedentes, es multidimensional y
sistémica y afecta todos los ámbitos de la existencia, desde lo más cercano y personal hasta la
Tierra y los ecosistemas. Es necesario, entonces, partir con la definición que presenta la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), donde define
este último como “cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que
altera la composición de la atmósfera global y que se suma a la variabilidad natural del clima
observada durante períodos de tiempo comparables” (CMNUCC, 2015, art. 1). En este sentido, la
CMNUCC diferencia entre el cambio climático atribuible a las actividades humanas que alteran
la composición atmosférica y la variabilidad del clima atribuible a causas naturales. Por ello, a
este cambio se le denomina cambio climático antropogénico, es decir, el desastre ecológico que
está afectando a la Tierra y todo lo viviente es de responsabilidad humana.
Ciertamente, referirse al concepto de desastre puede sonar exagerado, pero no es menos cierto.
Los desastres naturales que se preveían para el futuro ya se están haciendo permanentes en las
noticias que se tienen desde diferentes zonas del planeta y, como todos los países son parte de
un sistema global planetario, esta crisis climática interrelaciona los territorios con problemáticas
comunes tales como la crisis del agua, la escasez de alimentos, desastres climáticos, pérdida de
biodiversidad, fallo de infraestructuras, gobiernos desbordados, crisis de refugiados, protestas
masivas, desempleo, epidemias o pandemias, inflación, ciberataques, conflictos por el control
del agua, etc. (Acciona, 2018). En este contexto, el cambio climático es el mínimo común
denominador que está relacionado con otras crisis, en todo el planeta.
Para ver y comprender en su real complejidad lo que pasa, es necesario ir más allá de la
constatación de las manifestaciones del calentamiento global y el desastre climático, e indagar
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ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

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en las causas que lo generan. Detrás de ello, y como una de las causas fundamentales, hay una
exagerada visión antropocéntrica que se manifiesta de diferentes formas. En primer lugar, es
necesario revisar la relación que se ha establecido con la Tierra, que, de ser la oikumene, la casa
común, se ha transformado en materia muerta y mero recurso que se transa en el mercado bajo
la lógica del modelo neoliberal extractivista. Un porcentaje muy pequeño de la población mundial
-con un poderío nunca antes visto- se ha adueñado de los bienes comunes y con ello se ha hecho
del control del planeta a través de distintos poderes que organizan y estructuran la sociedad.
Entre otros, el modelo económico y el poder político, quienes controlan las grandes compañías
transnacionales, los medios de comunicación, las tecnologías, etc. Todo lo cual se sostiene y
reproduce en un paradigma tecnocrático, que también ha logrado desvirtuar el sentido profundo
de la propuesta levantada por la perspectiva ecológica de desarrollo sustentable por el de un
crecimiento sustentable que, conceptualmente, es una contradicción. Es decir, “se trata de un
oxímoron que refleja el conflicto entre una visión comercial y una medioambiental, social y
cultural del mundo. Peor aún, desgraciadamente abrió camino a una ‘reacción verde’, es decir,
la desviación progresiva del movimiento ecológico por un supuesto ‘realismo empresarial’” (Aga
Khan, 2003). Esta misma crítica se puede encontrar en el informe del IPCC de abril de 2022 para
referirse al Green Washing de las empresas, que con un lavado de imagen de apariencia
ecológica siguen haciendo lo mismo. En palabras del Papa Francisco, los países en desarrollo
del hemisferio sur son los que están pagando la cuenta por el despilfarro de los países del
hemisferio norte.
Otra de las causas fundamentales es que no se han respetado los compromisos y se han
sobrepasado los índices previstos para frenar el cambio climático. Detrás del permanente
incumplimiento de las metas mínimas logradas en los acuerdos internacionales hay un gasto
sideral en lobby de las grandes transnacionales, que -por décadas- ha frenado las decisiones
que permiten detener esta crisis. Es tanto el dinero gastado en ello, que ya hace una década se
afirmaba con datos objetivos que los países de la OCDE “destinarían millones de dólares por año
en sobornos, para obtener ventajas o contratos. Una suma comparable a la que permitiría
erradicar la pobreza, según la ONU” (Aga Khan, 2003, p. 21), es difícil imaginar cuánto ganan
algunos con este modelo desenfrenado que se dan el lujo de invertir en lobby, aunque con ello
se provoque la muerte de miles y millones de seres, humanos y no humanos, que pagan el costo
de una avaricia escandalosa y desvergonzada. En esta línea, Laudato si’ plantea que existe una
crisis generalizada de los bienes comunes y define la cultura actual, occidental cristiana, como
una “cultura del descarte” (LS, n.16).
Finalmente, dentro de las causas, es necesario identificar la responsabilidad que recae en los
sistemas políticos que, en forma reiterada y de muchas formas, han estado subordinados al
modelo económico y, con ello, han abandonado su rol de proveer y asegurar los bienes comunes
para la sociedad en su conjunto. En este sentido, conviene también reconocer el papel que le
compete a la ciudadanía, en Chile y en América Latina, mayoritariamente cristiana y católica, que
también debe reflexionar sobre el compromiso adquirido e insoslayable en el cuidado de la
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Tierra, creación de Dios dada para su cuidado, en su rol de ser protectora y a la vez crítica y
proactiva para demandar -organizadamente- todos los derechos para todas las personas y para
todo lo viviente. Al mismo tiempo, es importante reconocer la responsabilidad que compete a
todas las personas en la mantención de esta cultura del consumismo exacerbado y la idolatría
del mercado.
2. ¿Qué nos ha pasado como humanidad? ¿Qué hay detrás de esta devastación?
Desde hace décadas que se sabe que un sinnúmero de especies vegetales y animales se han
extinguido por la sobreexplotación y otras causas asociadas a la crisis. Al parecer, esta pérdida
no ha dolido, tampoco ha constituido un llamado de atención para cambiar los hábitos, ni para
involucrarse seriamente en un cambio. Sin embargo, ahora, la amenazada frente a esta crisis es
también la humanidad y, aun así, no se percibe con la urgencia que se requiere que la comunidad
humana en su conjunto debe comprometerse a frenar el avance de la crisis. La pregunta es ¿qué
ha pasado con el mundo creyente en las últimas décadas que no ha logrado captar la urgencia
de este gemido de la Tierra? ¿Qué creencias han permitido el deterioro de la Creación de Dios?
¿Qué principios éticos orientan la práctica cristiana que no se conmueve con estas pérdidas?
¿Qué espiritualidad ha permitido el ecocidio?
Estas preguntas se empezaron a levantar ya en la década de los 60, época en que comenzó a
surgir la pregunta por las causas religiosas asociadas a la crisis. Desde ahí se levantó una fuerte
crítica a las religiones monoteístas, entre ellas al cristianismo, toda vez que se considera que en
la base del comportamiento antropocéntrico y depredador estaría una cierta forma de exégesis
y hermenéutica bíblica.
Ha habido una tradición de interpretaciones de historias bíblicas originadas en
la época de la revolución científica e industrial -cuando inició el gran aumento
del consumo y de emisiones de GEIs-, que han legitimado una actitud dañina
frente a la creación. Esta idea fue expresada públicamente por primera vez en
1967 por el historiador en su famoso artículo “Las raíces históricas de nuestra
crisis ecológica”. Su crítica fundamental es que la narración bíblica misma tiene
una tendencia fuertemente antropocéntrica. Aunque la Tierra está presente en
muchas historias, la atención principal de las narrativas está enfocada en el ser
humano, visto como corona de la creación y especie más cercana a Dios (Van
Andel, 2021, p.130).
Cabe entonces la pregunta por la relación entre las creencias religiosas, el cuidado de la Tierra
y el lugar del ser humano en ella, en el caso del cristianismo revisar la forma en que se
interpretan los textos sagrados a la luz de esta crisis.
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3. Respuesta a la crítica desde el magisterio
Frente a esta crítica ha habido diferentes abordajes desde el magisterio católico, que el Papa
Francisco realza en Laudato si’. De esta manera, el Papa Pablo VI se refirió a la problemática
ecológica, presentándola como una crisis que es “una consecuencia dramática” de la actividad
descontrolada del ser humano: “Debido a una explotación inconsiderada de la naturaleza, [el ser
humano] corre el riesgo de destruirla y de ser, a su vez, víctima de esta degradación”. También
habló a la FAO sobre la posibilidad de una “catástrofe ecológica bajo el efecto de la explosión de
la civilización industrial”, subrayando la “urgencia y la necesidad de un cambio radical en el
comportamiento de la humanidad” (LS, n.4).
Por su parte, el Papa Juan Pablo II se ocupó también de este tema con un interés cada vez mayor
y reiteró el llamado a una conversión ecológica global. Pero al mismo tiempo hizo notar que se
pone poco empeño para “salvaguardar las condiciones morales de una auténtica ecología
humana” y a “tener en cuenta la naturaleza de cada ser y su mutua conexión en un sistema
ordenado” (LS, n.5).
A su vez, el Papa Benedicto XVI retomó el llamado a “eliminar las causas estructurales de las
disfunciones de la economía mundial y corregir los modelos de crecimiento que parecen
incapaces de garantizar el respeto del medioambiente” (LS, n.6).
El Papa Francisco da un gran salto en Laudato sí’ cuando describe en detalle las causas de la
crisis e instala el vínculo inseparable entre pobreza y ecología, toda vez que la población más
afectada por la crisis climática son las mayorías empobrecidas y carentes de todo. De esta
manera afirma:
Hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se
convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las
discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la Tierra como
el clamor de los pobres (LS, n. 49).
Además, el Papa Francisco avanza en la crítica al paradigma tecnocrático que “intenta controlar
tanto los elementos de la naturaleza como los de la existencia humana” (LS, n. 108) y en las
consecuencias del antropocentrismo moderno que ha terminado colocando la razón técnica
sobre la realidad, porque este ser humano ‘ni siente la naturaleza como norma válida, ni menos
aún como refugio viviente. La ve sin hacer hipótesis, prácticamente como lugar y objeto de una
tarea en la que se encierra todo, siendo indiferente lo que con ella suceda’. De ese modo, se
debilita el valor que tiene el mundo en sí mismo (LS, n. 115).
Otro avance importante de Laudato si’ es la necesidad de reflexionar en el papel que le
corresponde al ser humano en sus distintas relaciones y ámbitos, por cuanto “no habrá una
nueva relación con la naturaleza sin un nuevo ser humano. No hay ecología sin una adecuada
antropología” (LS, n.118). En esta línea, Laudato si’ propone algunos principios éticos para orientar
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un quehacer con argumentos que sostengan otras formas de relacionarse. De ahí que, en
completa sintonía con el pensamiento social cristiano, se propone el clima como bien común, la
justicia inter e intrageneracional, y el destino común de los bienes como la única forma de que
la humanidad se vaya acercando poco a poco a relaciones más justas y sustentables.
4. Respuesta desde la ecoteología
Otro abordaje de importancia relevante es la reflexión teológica que, desde hace por lo menos
cinco décadas, se hace cargo de esta crítica con el desarrollo de una ecoteología. Sería necesario
citar a Thomas Berry (1990), quien dialoga con las ciencias y el cosmos, proponiendo otra mirada
para abordar el mito fundacional judeocristiano. Por su parte, Rosmary Redford Ruether (1992),
Sallie McFague (1987), Ivone Gebara (1993) van a vincular la crisis al atropocentrismo y al
androcentrismo presente en las tradiciones religiosas que también ha denigrado e invisibilizado
lo femenino con consecuencias dolorosas para las mujeres y la naturaleza, y otras que intentaron
resignificar lo sagrado desde otros paradigmas, por ejemplo, Elisabeth Schüssler Fiorenza (1989).
Al respecto, Guridi dirá:
La tarea que anima a la ecoteología es la revisión ecológica del cristianismo,
tanto en sus formas de hablar como en sus prácticas. No se trata de convertir
artificialmente al cristianismo en una religión “verde”, sino que de acoger
receptivamente las preguntas que surgen para la teología desde la conciencia
ecológica contemporánea. Estas preguntas tienen que ver, por ejemplo, con el
rol y lugar del ser humano en la creación, con la relación del Dios Creador con
el conjunto de las criaturas, con la consistencia y valor propio de lo no-humano,
con la salvación y futuro de todo lo creado, con la interpretación contextual de
la Escritura, y con los principios que organizan nuestra vida en sociedad y
nuestra interacción con la naturaleza. Es evidente, por ejemplo, el silencio
histórico de la teología sobre los animales. También, el déficit en la reflexión
antropológica sobre la relación humano-animal. Algunos parecieran creer que
es posible decir teológicamente todo lo relevante de la humanidad aludiendo
sólo o casi exclusivamente a su relación con Dios y a su vida en sociedad (Guridi,
2020, p.4.).
Sin duda, se aprecia en el tiempo una evolución de la conciencia ecológica que se ha ido
instalando en la teología y el magisterio, que “no consiste en algo opcional ni en un aspecto
secundario de la experiencia cristiana” (LS, n.217), sino un llamado a una profunda conversión
ecológica, lo cual requiere abrirse a las nuevas exégesis y hermenéuticas bíblicas,
especialmente el estudio de los mitos de origen desde los contextos actuales, lo que
necesariamente implicaría una mirada crítica a la teología dogmática, con un enfoque especial
en la antropología. Sin embargo, tal como se planteó más arriba, este avance se mantiene dentro
del mismo enfoque a la medida de lo humano y con ello evidencia las limitaciones que impiden
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ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

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reconocer la dignidad de todo lo viviente. En ese sentido, el avance de la reflexión se ha centrado
en ‘estirar’ los conceptos teológicos, pero siempre desde el mismo paradigma, lo cual plantea
preguntas de fondo a la fe cristiana que no se pueden dejar de hacer por temor a caer en
panteísmos o por desacuerdos con los postulados de la ecología profunda.
Ahora bien, el insondable deterioro de todas las relaciones amerita una pregunta más de fondo
respecto de los paradigmas que subyacen a la crisis. Es decir, es necesario tomar conciencia y
darse cuenta de la forma en que el paradigma dominante opera y se reproduce
inconscientemente en todos los saberes. Para Achondo-Moya (2019), se trata de seguir
trabajando en una teología que vaya a los fundamentos de la crisis ecosocial y desde allí realice
el giro crítico sobre sí misma, sobre las bases filosóficas, teológicas y epistemológicas que han
llevado a la vida en sociedad y su relación con los ecosistemas al colapso. Dicho de otro modo,
la interrogación por la crisis epocal es una interrogación, también, teologal, a saber, una
pregunta sobre Dios. Sin una teología crítica no es posible un verdadero diálogo con la ecología.
Esta dimensión es la que permite elaborar una ciencia, es decir, un pensamiento reflexivo capaz
de revisión, retroalimentación y reelaboración.
En consonancia con Achondo-Moya, Gebara (1993) se refirió a la necesidad de transitar hacia un
paradigma holístico que permitiera contestar las preguntas fundamentales de la antropología
filosófica y teológica y desde allí resignificar los símbolos, los ritos y los discursos sobre lo
sagrado. Por ello, urge ir más allá del paradigma de la dominación, porque -sin duda- el
paradigma antropocéntrico es una de las causas de fondo que ha llevado a la humanidad a esta
crisis sin retorno.
5. El necesario cambio de paradigmas
¿Qué se entiende por paradigma? Etimológicamente este concepto viene de la palabra griega
parádeigma: pará (junto) y déigma, (modelo). Paradigma, entonces, se comprende como modelo,
patrón y/o ejemplo. Según el Diccionario de Oxford, paradigma es “un ejemplo fuera de toda
duda, un arquetipo”. Para Thomas Kuhn (1971) es “una completa constelación de creencias,
valores y técnicas, etc., compartidos por los miembros de una determinada comunidad” (p. 269).
Estos modelos paradigmáticos otorgan el “contexto” en el que se formulan los diferentes modelos
teóricos, las teorías que lo sustentan y que presentan las orientaciones y/o directrices generales
del sistema que representa.
El uso más común de paradigma implica y/o también se refiere a cosmovisión. En este sentido,
son las ciencias sociales las que usan el término para describir el desarrollo de experiencias,
valores y creencias que conforman la identidad de personas y grupos y que moldean la forma
en que perciben la realidad, y afectan el modo en que responden a sus percepciones de esa
realidad. Es importante considerar entonces que el mundo es también comprendido por el
paradigma y por esto es necesario que el significado de paradigma sea la forma en que es
comprendido el mundo, las personas y las realidades cercanas que se pueden conocer. Esta
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visión global conforma un todo que incluye la dimensión: metafísica, lo que puede ser
comprendido; epistemológica, lo que puede ser conocido, y ética, cómo se debe actuar. Otros
autores incorporan explícitamente la dimensión ontológica, cosmológica, y dentro de ella la
forma de comprender el tiempo y el espacio, y finalmente la kinetología o la forma de entender
el poder. De lo anterior se desprende que para describir el paradigma deben estar siempre
presentes estas dimensiones, porque por separado ninguna logra dar cuenta de la realidad
global ni completar el conocimiento. Es por esto que los paradigmas se mantienen y reproducen
a través de diversas instituciones que los legitiman y propagan (Muñoz, 2020).
Este primer acercamiento a la definición de paradigma y a las dimensiones que abarca permite
comprender la importancia de identificar el paradigma dominante, que es el soporte de la cultura
occidental cristiana, para descubrir y reconocer “las bases filosóficas, teológicas y
epistemológicas que han llevado a la vida en sociedad y su relación con los ecosistemas, al
colapso” (Achondo-Moya, 2019, p.15). De otro modo es imposible y sólo se avanzará en la medida
de lo posible, el problema es que no hay tiempo para largos procesos, hoy se requiere un cambio
drástico y radical. Sin duda, es una tarea que no se puede profundizar en este texto, pero que
está pendiente para avanzar en lo medular, a saber, identificar los paradigmas más significativos
en la historia humana y la forma en que organizan y condicionan las culturas en todas las
dimensiones.
6. Una llamada urgente a la acción ecológica
Es necesario recordar que -a estas alturas- no se puede volver atrás, sólo se podrá frenar el
calentamiento en el punto bastante avanzado que se tiene y sólo si se toman las medidas
urgentes. Hasta ahora, y en forma sistemática, la tendencia ha sido el negacionismo; resulta tan
abrumadora la realidad que se niega la real dimensión de un futuro distópico, también puede ser
que resulte indiferente y la gran mayoría continúe con su vida como si esto fuera algo que
tendrán que resolver otros o, por lo menos, las generaciones futuras. Justamente asusta más,
porque no hablan de un futuro lejano, sino de un presente crítico y a veces aterrador. Ya se
cuenta con suficientes datos para identificar las grandes causas del cambio climático, que ha
expoliado la Tierra y saqueado los bienes comunes para sustentar la vida privilegiada de unos
pocos, como una de las grandes causas de la crisis y… qué duda cabe. Sin embargo, pareciera
que los seres humanos de a pie, como la mayoría, no logra descubrir la relación que
cotidianamente establece con este modelo. Encontrar esa relación permite ser más conscientes
de la responsabilidad frente a lo que se puede y se debe cambiar.
A pesar de todo, cientos de miles de personas ya están haciendo un cambio en sus vidas, cientos
de grupos, comunidades, escuelas, juntas de vecinos se están sumando a este llamado de cuidar
la casa común, tarea que por siglos ha sido hecha por las comunidades indígenas ancestrales.
En la lucha por la defensa de bosques, ríos, zonas de sacrificio, entre muchas otras, han sido
asesinadas alrededor de 1.800 personas en la última década, el 68% de ellas en América Latina;
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el 39% de los ataques se concentra en las comunidades indígenas, a pesar de que ellas
constituyen sólo el 5% de la población mundial. Es una triste noticia, especialmente por ser
América Latina un continente mayoritariamente cristiano. En este contexto, el llamado del Papa
Francisco es a apostar por otro estilo de vida como desafío cultural, espiritual y educativo para
afirmar la necesidad de cambiar, de enmendar el rumbo y recuperar la conciencia de que toda
la humanidad tiene un origen y destino común (LS, n. 202). ¿Cómo hacerlo?
6.1. Un primer paso hacia la ética del cuidado: reconocer la huella de carbono personal
El último informe de abril del 2022 del IPCC (2022) reafirma la importancia de hacer cambios
drásticos en todos los niveles. Lo novedoso es que, por primera vez, se pone énfasis en la
importancia que tienen las prácticas personales y familiares en la disminución de la huella de
carbono. Definitivamente, estas aportan en este empeño de frenar la crisis; si bien ya sabemos
que la responsabilidad mayor es del mundo desarrollado del hemisferio norte, también lo es de
muchos grupos que en los países del sur están alcanzando mayores niveles de consumo. El
enfoque “evitar–cambiar–mejorar” de este informe invita a preguntarse cuánto, cuándo y cómo
contamino y hacer el ejercicio de reconocer la “huella de carbono personal”, sólo preguntándose
qué consumo, dónde, cómo me desplazo, entre otras tantas cosas que se despliegan
cotidianamente.
En esta misma línea, Laudato si’ apunta a la “responsabilidad social de los consumidores”, porque
consumir y adquirir un bien es siempre “un acto moral y no sólo económico” (LS, n. 206). Y si es
un acto económico, también es un acto político, porque no da lo mismo dónde se compra. Un
acto moral y ético que se sostiene en la responsabilidad personal que también es política. Este
pequeño acto no es menor, detrás de él se puede ejercer una presión sobre los productos que
ofrece o impone el mercado, por lo menos a las personas que tienen la capacidad de elegir lo
que consumen. Con esta acción ya se estaría ejerciendo una ciudadanía ecológica crítica,
transformadora y que muestra que es posible vivir de otro modo. Por ello, es necesario que nos
detengamos a reflexionar en nuestras creencias y prácticas cotidianas para ver cómo participar
y aportar a la transformación de una ciudadanía ecológica, que no sólo demanda derechos y
políticas públicas, sino que también aporta y apura este cambio (Muñoz, 2020).
6.2. Fortalecer una ética y espiritualidad de la vida cotidiana
Con la crisis de la pandemia, en el encierro y lejos de los templos, se desarrolló con mayor
profundidad la espiritualidad ecológica de la vida cotidiana alimentada con sencillos gestos y
ritos, y puso en contacto a las personas con la dimensión de la sacralidad presente en las casas,
barrios, ríos, bosques, entre otros. En esta situación de amenaza extrema de la Tierra y su tejido,
urge ampliar la mirada, para reconocer que habitamos lo sagrado desde lo más íntimo del cuerpo
hasta lo cósmico y estamos desafiados no sólo a recrear nuestras teologías, sino también
nuestros ritos y lugares de encuentro con Dios, para llegar a una vivencia espiritual que nos
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hermane con la humanidad multicultural e interreligiosa, de todos los géneros, con todo lo
viviente y en todo lugar.
6.3. Fortalecer una exégesis y hermenéutica ecológica
Releer y comprender comunitariamente los relatos bíblicos, desde la experiencia de la
multiculturalidad que camina en una Tierra devastada es una tarea necesaria en todos los
ámbitos de la vida cristiana, sea la comunidad escolar o la catequesis parroquial, porque, sin
duda, las creencias son parte importante del problema, toda vez que reproducen un paradigma
patriarcal, dualista, que se fundamenta en la exclusión de todo lo que está fuera de cierto modelo
de comprensión de los seres humanos respecto de sí mismos, de su relación con los demás
seres y con Dios y/o lo sagrado. Desde este reconocimiento, surge este llamado que debe llegar
a lo más profundo del ser humano, para reafirmar el compromiso con la defensa de la vida en
todas sus formas, en todo tiempo y muy especialmente en estas circunstancias, caminando con
toda la multitud de voces que invocan lo sagrado. En este sentido, es esperanzador reconocer la
presencia e importancia de las diversas tradiciones cristianas e interreligiosas que desde hace
unas décadas se han unido frente a esta amenaza común. Más que nunca es importante
reconocer la hermandad universal que también es reconocida por el Papa Francisco en Laudato
si’, con miras a construir un mundo multicultural cohesionado y respetuoso del otro/a como un
legítimo otro/a. Es decir, una otredad donde la alteridad no debe cambiar y renunciar a su
identidad para ser valorada.
Hoy en día existen muchas experiencias que invitan a comprometerse desde las diferentes
espiritualidades que invitan a repensar ‘lo sagrado’ desde categorías inclusivas, no dualistas. En
la tradición judeocristiana hay relatos que pueden alimentar y recrear la vivencia de una
espiritualidad más holística para profundizar en la conciencia de que habitamos, palpamos
cotidianamente la divinidad. “…Con el fin de que buscarán a Dios, por sí, escudriñando a tientas,
lo podrían encontrar. En realidad, no está lejos de cada uno de nosotros, ya que en Él vivimos,
nos movemos y existimos” (Hechos, 17, 27-28).
6.4. Hacia una educación y espiritualidad que reconozcan y celebren la dignidad de la
Tierra y todo lo viviente
El capítulo sexto de Laudato si’ aporta pistas para la educación ecológica, donde se manifiesta
que esta ha ampliado sus objetivos:
Si al comienzo estaba muy centrada en la información científica y en la
concientización y prevención de riesgos ambientales, ahora tiende a incluir una
crítica de los «mitos» de la modernidad basados en la razón instrumental
(individualismo, progreso indefinido, competencia, consumismo, mercado sin
reglas) y también a recuperar los distintos niveles del equilibrio ecológico: el
interno con uno mismo, el solidario con los demás, el natural con todos los seres
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vivos, el espiritual con Dios. La educación ambiental debería disponernos a dar
ese salto hacia el Misterio, desde donde una ética ecológica adquiere su sentido
más hondo (LS, n.210).
Se plantea también, la importancia de desarrollar “itinerarios pedagógicos de una ética
ecológica…” (LS, n. 210) para fortalecer una “ciudadanía ecológica” responsable que tenga
incidencia directa en el cambio de hábitos… (LS, n. 211), que no sólo ayuda a la Tierra, sino
también devuelve la dignidad propia (LS, n. 212).
Ahondando un poco más, cabe preguntarse ¿qué imagen de Dios, de lo sagrado, ha permitido la
devastación de la Tierra y todo lo viviente? Para ello, tal vez sea necesario indagar en las
imágenes predominantes de lo que se ha considerado sagrado y de lo que se ha considerado
profano, con sus pros y contras y, ojalá, hallar una salida en forma dialogada y colaborativa a
estas visiones encontradas respecto de la Tierra que presentan las religiones monoteístas y la
que viven y ofrecen los pueblos originarios en defensa de la Madre Tierra en su voz ñuque mapu,
pacha mama, entre tantas otras. Al respecto, se ha avanzado bastante con el Sínodo de la
Amazonía y es necesario avanzar más, especialmente en cuanto al respeto a la dignidad de todos
los seres de la Tierra, en donde se incluye no sólo el mundo animal, sino también los bosques y
las aguas. Los pueblos originarios siguen dando la vida para la defensa de la Madre Tierra. Al
mismo tiempo, las espiritualidades cristianas pueden redescubrir a Dios desde un lugar que
rompa con la vieja y opresora pirámide que, desde Mesopotamia y Egipto, es el símbolo del poder
dominador de una cultura de la muerte, para encontrarnos con imágenes circulares y espirales
de las comunidades, que enamoradas de la propuesta de Jesús se animaron a romper con las
viejas tradiciones culturales que los pusieron a unos contra otras/os y socavaron la humanidad
y dignidad de todo lo viviente. Eso ya no sirve más (Muñoz, 2020b).
Conclusión
A través de esta reflexión se ha podido percibir una relación directa entre nuestra práctica
cotidiana y el entorno ecológico en el que vivimos. En medio en una crisis que urge a cambiar
las prácticas espirituales frente a la Creación de Dios, la Madre Tierra “gime con dolores de parto”
junto a todos los seres vivientes. Tal vez, porque hemos olvidado que nosotros mismos somos
tierra: “Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que
nos da aliento y su agua nos vivifica y restaura” (LS, n. 2).
Una crisis ofrece también una oportunidad única para el cambio y la transformación que
empieza, necesariamente, en lo profundo de cada persona. Al mismo tiempo, invita a la
comunidad a ampliar el horizonte de sentido hacia toda la creación y superar el dualismo de vivir
una espiritualidad desvinculada de la tierra, toda vez que se ha puesto el acento en una
espiritualidad metahistórica, metafísica, como si lo que se viviera en esta vida no importara,
porque el destino y salvación final ha estado centrado en el cielo. Fortalecer una espiritualidad
ecológica, una ecoespiritualidad, significa volver nuevamente a lo cotidiano, a una vida austera,
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sencilla y ser conscientes de la dignidad de todo lo viviente para comprometernos con cambios
concretos. Por ejemplo, reconocer nuestra huella de carbono en lo cotidiano nos invita a
preguntarnos ¿qué consumo; dónde consumo; qué hago con mis desechos?
En síntesis, necesitamos ampliar nuestro propio concepto de la espiritualidad que ha estado
restringida a ciertos temas y espacios, poniendo atención en la integralidad de vida desde lo
más cercano, el cuerpo personal invisibilizado y negado en muchas espiritualidades como lugar
teológico; la casa reflejo de la Iglesia doméstica, comunidad de creyentes ecuménicos e
interreligiosos, y la comunidad de la Tierra. Todos estos lugares son fuente de espiritualidad. En
este tiempo, el Espíritu nos acompaña a descubrir en ellos su presencia y energía.
Referencias
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https://www.youtube.com/watch?v=3X-Z0kMfh4M
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McFague, S. (1994). Una antología de teología feminista, Dios como madre. Santiago, Chile: Sello
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Muñoz, D. (2020a) Teología ecofeminista. Hacia una comprensión de la exclusión de las mujeres
y la tierra en el paradigma patriarcal. Ensayo no publicado.
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a un Dios del cielo? Artículo en Agenda latinoamericana 2023, 144-145.
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Ress, J., Seibert, U. y Sjorup L. (1994). Del Cielo a la Tierra. Santiago, Chile: Sello Azul.
Redford, R. Ress, J., Seibert, U. y Sjorup L. (1994). Del Cielo a la Tierra. Hacia una teocosmología.
Santiago, Chile: Sello Azul.
Schüssler, E. (1989). En memoria de ella. Bilbao, España: Desclée de Brouwer.
Tobarra, M. (ed.) (2022). ¿Qué puede hacer usted para mitigar el cambio climático según el IPCC?
La Mancha, España: Universidad de Castilla.
Van Andel, A. (2021). Teología en Movimiento. Miami FL: Juanuno 1 Ediciones.
Preguntas para compartir:
1. ¿Qué relación existe entre la cultura del descarte y la crisis ecológica?
2. ¿Qué rol le compete al cristianismo en el cuidado de la casa común?
3. ¿Qué acciones ecológicas es posible desarrollar con nuestros estudiantes?
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V. Construir una ecología que nos permita sanar todo lo
que hemos destruido
Carlos Ampuero Álvarez SDB*
Introducción
El 24 de mayo del año 2015 el Papa Francisco hace pública su Carta Encíclica sobre el cuidado
de la casa común Laudato si’. Esta carta consta de seis capítulos, que parten de la realidad, la
ilumina con el diálogo entre la ciencia y la fe para llegar a comprometerse desde el anuncio de
la Buena Noticia. En este artículo se trabajará el capítulo segundo que se titula: “El Evangelio de
la Creación”. La frase que el autor de este artículo coloca como título la encontramos en el
segundo capítulo de la Carta Encíclica (LS, n. 63).
1. La ecología como buena noticia
La ecología necesariamente debe ser hoy más que nunca una buena noticia para todos los
hombres y mujeres, lamentablemente hemos sido testigos de que a veces no ha sido así, basta
leer el capítulo primero de Laudato si’. Hoy se eleva al cielo el clamor, señalando el Papa
Francisco que “estas situaciones provocan el gemido de la hermana Tierra, que se une al gemido
de los abandonados del mundo, con un clamor que nos reclama otro rumbo. Nunca hemos
maltratado y lastimado nuestra casa común como en los últimos dos siglos” (LS, n. 53).
Este grito nos duele, basta pensar en la contaminación ambiental, en la basura y la cultura del
descarte, y no sólo esto, sino que también en la cultura del tomar las armas, bajo la justificación
de cuidar y cuidarnos. La realidad nos cuestiona, nos desafía, nos asombra, nos tiene que
movilizar para secar tantas lágrimas que nacen del poco cuidado a la casa común y que le damos
el nombre de destrucción. Hoy no podemos ser indiferentes a esta realidad que nos toca vivir y
que se torna antievangélica.
Al ver la realidad creo que muchas veces no estamos convencidos de lo que nos pasa, en el
sentido que estamos frente a una crisis de proporciones que amenaza la vida humana como
especie. Ciertamente, no todo es negativo, tenemos signos, semillas de bien, de esperanza, que
buscan romper esta mentalidad de destrucción, pues hoy ha ido creciendo la dimensión de
sentirnos no sólo naturaleza, sino creación, y esto nos hace seres en relación.
Uno de los signos más potentes es la sensibilidad que tienen los jóvenes respecto de la crisis
ambiental. Como educadores formadores de la vida y para la vida estamos invitados a leer y
* Licenciado en Educación y profesor de Religión, titulado en la Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago de Chile.
Licenciado en Teología Espiritual en la Pontificia Universidad Salesiana de Roma.
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reflexionar el documento de la Pastoral Juvenil de Chile, donde se nos presentan pistas para la
renovación de la pastoral. Al respecto señala:
La preocupación por el medioambiente se ha convertido en la corriente
principal del pensamiento de muchos jóvenes. Ven cómo el planeta en el que
pretenden vivir unas cuantas décadas más se encuentra al límite, claramente
dañado por la acción del ser humano en los últimos dos siglos, en los que se ha
destrozado su propio hogar. Las comunidades más vulnerables tienden a ser
las más afectadas por los problemas ambientales, siendo, por lo tanto, no sólo
un problema ambiental, sino también de justicia social (Comisión Nacional de
Pastoral Juvenil, 2022, n.4).
De esta manera, el cuidado de la casa común se constituye en una buena noticia, porque
convoca a los jóvenes moviéndolos a la búsqueda de la justicia, la fraternidad y el servicio. Estos
valores pueden ser el inicio de un camino de descubrimiento de la fe en cuanto realizan prácticas
pastorales evangélicas que van construyendo proyectos de vida que favorecen la construcción
del Reino. Como afirma el Papa Francisco, “en algunos jóvenes reconocemos un deseo de Dios,
aunque no tenga todos los contornos del Dios revelado” (CV, n. 84) y, las sensibilidades
ecológicas, constituyen “verdaderos puntos de partida, fibras interiores que esperan con
apertura una palabra de estímulo, de luz y de aliento” (CV, n. 84).
Por su parte, para otros jóvenes el encuentro con la creación y el descubrimiento de Dios es más
explícito:
En muchos adolescentes y jóvenes despierta especial atracción el contacto con
la creación, y son sensibles hacia el cuidado del ambiente, como ocurre con los
scouts y con otros grupos que organizan jornadas de contacto con la naturaleza,
campamentos, caminatas, expediciones y campañas ambientales. En el espíritu
de San Francisco de Asís, son experiencias que pueden significar un camino
para iniciarse en la escuela de la fraternidad universal y en la oración
contemplativa (CV, n. 228).
Esta sensibilidad por el cuidado de la casa común se torna fundamental, pues como señala el
Papa Francisco, el desafío es urgente (LS, n. 13) y, en este proceso, los jóvenes están teniendo un
rol fundamental, pues “ellos se preguntan cómo es posible que se pretenda construir un futuro
mejor sin pensar en la crisis del ambiente y en los sufrimientos de los excluidos” (LS, n. 13).
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2. Acercamiento bíblico al cuidado de la casa común
El obispo de Roma nos invita a hacer un acercamiento bíblico que fundamente el cuidado de la
casa común como un elemento constitutivo de la fe y no como una opción que pueda estar
presente o no en la vida del cristiano. Inicia su desarrollo sobre la sabiduría de los relatos bíblicos
señalando:
En la primera narración de la obra creadora en el libro del Génesis, el plan de
Dios incluye la creación de la humanidad. Luego de la creación del ser humano
se dice que “Dios vio todo lo que había hecho y era muy bueno” (Gn 1,31). La
Biblia enseña que cada ser humano es creado por amor, hecho a imagen y
semejanza de Dios (cf. Gn 1,26). Esta afirmación nos muestra la inmensa
dignidad de cada persona humana, que no es solamente algo, sino alguien. Es
capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión
con otras personas (LS, n. 65).
Desde que el ser humano es creado se relaciona “con Dios, con el prójimo y con la Tierra” (LS,
n.66), sin embargo, esta armonía se pierde porque el ser humano quiere ocupar el lugar de Dios
y las consecuencias son que se desnaturalizó “el mandato de ‘dominar’ la Tierra (cf. Gn 1,28) y de
‘labrarla y cuidarla’ (cf. Gn 2,15). Como resultado, la relación originariamente armoniosa entre el
ser humano y la naturaleza se transformó en un conflicto (cf. Gn 3,17-19)” (LS, n.66). Por lo tanto,
la reconciliación con la creación consiste en rechazar esta dinámica de la dominación y mucho
menos de la destrucción, para poder entrar en la dinámica de la relación y desde allí nace el
fundamento teológico del cuidado de la casa común. Por esto es necesario “leer los textos
bíblicos en su contexto, con una hermenéutica adecuada, y recordar que nos invitan a labrar y
cuidar el jardín del mundo” (LS, n. 67).
Ahora bien, encontramos varios textos veterotestamentarios que nos hablan de celos, violencias,
descuidos por parte del ser humano, pues, como señala el texto bíblico:
Aunque “la maldad se extendía sobre la faz de la Tierra” (Gn 6,5) y a Dios “le pesó
haber creado al hombre en la Tierra” (Gn 6,6), sin embargo, a través de Noé, que
todavía se conservaba íntegro y justo, decidió abrir un camino de salvación. Así
dio a la humanidad la posibilidad de un nuevo comienzo. ¡Basta un hombre
bueno para que haya esperanza! (LS, n. 71).
No basta cuidar la naturaleza que hoy clama, gime al cielo como lo hemos dicho, no nos
olvidemos que “la acción de la Iglesia no sólo intenta recordar el deber de cuidar la naturaleza,
sino que al mismo tiempo debe proteger sobre todo al hombre contra la destrucción de sí mismo”
(LS, n.79). No nos olvidemos que todos nos necesitamos, naturaleza y creación se complementan.
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La interdependencia de las criaturas es querida por Dios. El sol y la luna, el cedro
y la florecilla, el águila y el gorrión, las innumerables diversidades significan que
ninguna criatura se basta a sí misma, que no existen sino en dependencia unas
de otras para complementarse y servirse mutuamente (Catecismo de la Iglesia
Católica, n. 340).
Esta realidad en el Antiguo Testamento se expresa en los salmos donde se alaba a Dios por la
creación, en su bondad y magnanimidad, donde “el amor de Dios es el móvil fundamental de
todo lo creado (…), entonces, cada criatura es objeto de la ternura del Padre, que le da un lugar
en el mundo” (LS, n. 77). Y, al mismo tiempo, considerar que “en cada criatura habita su Espíritu
vivificante que nos llama a una relación con él. El descubrimiento de esta presencia estimula en
nosotros el desarrollo de las virtudes ecológicas” (LS, n. 88).
Ahora bien, existe un cambio no menor en el Antiguo Testamento que llama a Dios como creador,
pero Jesús, en el Nuevo Testamento, cambia y se da un paso profundo, se pasa del creador al
Padre misericordioso. Al mismo tiempo en su vida pública.
El Señor, podía invitar a otros a estar atentos a la belleza que hay en el mundo
porque él mismo estaba en contacto permanente con la naturaleza y le prestaba
una atención llena de cariño y asombro. Cuando recorría cada rincón de su
tierra se detenía a contemplar la hermosura sembrada por su Padre, e invitaba
a sus discípulos a reconocer en las cosas un mensaje divino: ‘Levantad los ojos
y mirad los campos, que ya están listos para la cosecha’ (Jn 4,35)
Al respecto, el Papa Francisco es enfático en afirmar que en Jesús no hay dualismos de desprecio
del mundo material por el espiritual, “no aparecía como un asceta separado del mundo o
enemigo de las cosas agradables de la vida. Refiriéndose a sí mismo expresaba: ‘Vino el Hijo del
hombre, que come y bebe, y dicen que es un comilón y borracho’” (Mt 11,19).
Por su parte, Jesucristo inaugura una nueva comprensión de la creación incorporando la
dimensión de su señorío universal de todas las cosas, por eso sus contemporáneos se preguntan
“¿quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?” (Mt 8,27); donde el gran misterio es
que “todo fue creado por Él y para Él” (Col 1, 16). De esta manera:
El Nuevo Testamento no sólo nos habla del Jesús terreno y de su relación tan
concreta y amable con todo el mundo. También lo muestra como resucitado y
glorioso, presente en toda la creación con su señorío universal: “Dios quiso que
en Él residiera toda la plenitud. Por Él quiso reconciliar consigo todo lo que
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existe en la Tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz”
(Col 1,19-20). Esto nos proyecta al final de los tiempos, cuando el Hijo entregue
al Padre todas las cosas y “Dios sea todo en todos” (1Co 15,28). De ese modo, las
criaturas de este mundo ya no se nos presentan como una realidad meramente
natural, porque el Resucitado las envuelve misteriosamente y las orienta a un
destino de plenitud. Las mismas flores del campo y las aves que él contempló
admirado con sus ojos humanos, ahora están llenas de su presencia luminosa.
3. Algunos desafíos educativos
Hoy la creación entera es el hombre asaltado tirado en la calle y que espera que pase el buen
samaritano, que puedo ser yo, tú o nosotros, que pueda curarla de su devastación. De esta
manera el Papa Francisco afirma:
La conciencia de la gravedad de la crisis cultural y ecológica necesita traducirse
en nuevos hábitos. Muchos saben que el progreso actual y la mera sumatoria
de objetos o placeres no bastan para darle sentido y gozo al corazón humano,
pero no se sienten capaces de renunciar a lo que el mercado les ofrece. En los
países que deberían producir los mayores cambios de hábitos de consumo, los
jóvenes tienen una nueva sensibilidad ecológica y un espíritu generoso, y
algunos de ellos luchan admirablemente por la defensa del ambiente, pero han
crecido en un contexto de altísimo consumo y bienestar que vuelve difícil el
desarrollo de otros hábitos. Por eso estamos ante un desafío educativo (LS, n.
209).
El cuidado de la casa común requiere asumir nuevos desafíos educativos y no sólo desde lo
cognitivo o procedimental, sino que, especialmente, desde lo actitudinal. Es cierto que “Dios ha
dado la tierra a todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes, sin excluir
a nadie ni privilegiar a ninguno” (CA, n. 31) pero el uso de los recursos necesita de las acciones
responsables de todos.
A continuación presentamos un decálogo que el Papa Francisco ha propuesto para el cuidado
de la casa común (LS, 211). Es una sugerencia y no posee un orden jerárquico de las acciones, lo
importante es tomar conciencia de que la casa común necesita de nuestro cuidado y de nuestra
responsabilidad y esto es buena noticia
Calefacción. Aconsejó no prenderla y abrigarse.
Papel y plástico. Es mejor no usar estos materiales.
Agua. Reducir su consumo es clave.
Residuos. Recomendó separar la basura.
Comida. Se debe cocinar sólo lo que se va a comer.
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Seres vivos. Es importante tratarlos con cuidado.
Autos. Recomendó usar el transporte público.
Árboles. Se puede contribuir plantando árboles.
Luces. Aconsejó apagar las que no se usen.
Aires acondicionados. Es mejor moderar su uso.
Estas acciones, por pequeñas que puedan parecer, inciden en nuestro mundo y, como afirma el
Papa, “la humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común”
(LS, n. 13).
Conclusión
El documento de Puebla, cuando definió qué era cultura para nuestros pueblos, planteó que es
“el modo particular como, en un pueblo, los hombres cultivan su relación con la naturaleza, entre
sí mismos y con Dios” (CELAM, 1979, n. 386). Laudato si’ plantea que existen tres relaciones
conectadas entre sí: “Relación con Dios, con el prójimo y con la Tierra” (LS, n. 66). Desde esta
capacidad de relacionarnos es necesario dejar de lado las dominaciones, los sometimientos, los
abusos y estar a disposición de otros y otras. En este último concepto descubrimos una palabra
clave. Decimos adiós a todo lo que es el pecado cuando nos disponemos para otros y, de esa
forma, damos la bienvenida a la comunión universal.
Aquí nos referimos a un acto de amor de parte de Dios, que se define como amor y, porque
justamente nos ama, es que nos entrega y confía la creación y a los hermanos para que los
cuidemos. Ejemplo de esto es el actuar no sólo de Dios Padre, sino que también del Dios Hijo,
recordemos que todo fue creado por amor por Él y para Él. De esta manera, el mismo Dios que
nos ha liberado y nos ha salvado es el mismo que ha creado el universo y todo lo que existe en
él. En esta casa común estamos todos llamados a vivir en común-unión, en relación fecunda, en
diálogo continuo, en cuidado reciproco, sólo así dejaremos de lado tantas destrucciones.
¡Qué hermoso y evangélico que hablemos de casa común!, donde cada uno tiene algo que hacer,
decir, aportar, entregar y todo esto porque nos amamos. Feliz y bendita naturaleza y humanidad:
“Dios ha escrito un libro precioso, cuyas letras son la multitud de criaturas presentes en el
universo” (LS, n. 85).
No nos olvidemos que para vivir el Evangelio es necesario cuidar, acoger, sanar las heridas,
reconstruir lo que hemos destruido para que la naturaleza sea una gran mesa donde haya lugar
para todos.
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Referencias
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Juan Pablo II (1991). Centesimus Annus (CA). Santiago, Chile: San Pablo.
Preguntas para compartir:
1. ¿Por qué la ecología debería considerarse una buena noticia?
2. En la realidad juvenil que conoces ¿percibes que uno de los signos más potentes de
esperanza en el cuidado de la casa común es la sensibilidad que tienen los jóvenes con
respecto a la crisis ambiental?
3. ¿Cuáles serían los fundamentos bíblicos del cuidado de la casa común?
4. Con respecto al decálogo propuesto por el Papa Francisco para el cuidado de la casa
común, ¿qué aspectos te hacen más sentido?
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Tercer capítulo
El cuidado de la casa
común desde el
currículum
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VI. El cuidado de la casa común en los programas de
educación religiosa escolar
Lorena Basualto Porra*
Introducción
Como respuesta a la crisis ambiental y la urgencia del cuidado de la casa común, las nuevas
bases curriculares y programas de estudios de la asignatura de religión han incorporado,
abundantemente, en el currículo de la enseñanza religiosa escolar en Chile la educación
medioambiental (Área de Educación de la Conferencia Episcopal de Chile, 2020).
Por su parte, la Congregación Salesiana, a través del documento “Los salesianos de Don Bosco
en camino hacia un mundo sostenible desde la perspectiva de la ecología integral” (Salesianos
de Don Bosco, 2022), ha tomado la decisión de incorporar el cuidado de la casa común dentro
de la propuesta de pastoral juvenil, generando acciones concretas para enfrentar la crisis
ambiental.
Por este motivo, el presente texto tiene como objetivo analizar las bases curriculares de la
asignatura de religión en lo que respecta al cuidado de la casa común y la articulación necesaria
con el currículum escolar para de esa manera fortalecer la educación ambiental.
La metodología a utilizar para alcanzar este propósito es la de análisis documental cuyos textos
principales son las bases curriculares y programas de estudios de la asignatura de religión (Área
de Educación de la Conferencia Episcopal de Chile, 2020), además de los planes y programas de
las diferentes asignaturas del currículum aprobadas por el Ministerio de Educación Chile (2016a;
2016b y 2018). Al mismo tiempo, como documento marco se emplearán textos como Laudato si’
(Francisco, 2015), Los salesianos de Don Bosco en camino hacia un mundo sostenible desde la
perspectiva de la ecología integral (Salesianos de Don Bosco, 2022) y Educación ambiental
(Ministerio del Medio Ambiente, 2017).
El artículo se ordena en tres apartados, el primero refiere a la enseñanza religiosa escolar y su
aporte a la educación medioambiental; el segundo indaga sobre el cuidado de la casa común en
el currículum de la asignatura de religión, para finalmente desarrollar la articulación del
currículum para la educación medioambiental.
* Dra. (c) Teología Práctica, Universidad Pontificia de Salamanca. Magíster en Teología Dogmática, Pontificia Universidad
Católica de Chile. Magíster en Educación, Universidad Andrés Bello, Santiago de Chile. Profesora de religión y moral,
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Académica Universidad Católica Silva Henríquez, Santiago de Chile.
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1. Enseñanza religiosa escolar y su aporte a la educación medioambiental
El Papa Francisco en Laudato si’ realiza una llamada urgente a la educación medioambiental, de
hecho, señala que “una buena educación escolar en la temprana edad coloca semillas que
pueden producir efectos a lo largo de toda una vida” (LS, n. 213). Esta educación, según el Papa,
sobre todo está fundamentada en la transformación de hábitos, así, “la conciencia de la gravedad
de la crisis cultural y ecológica necesita traducirse en nuevos hábitos” (LS, n. 209) que “sea capaz
de motivarlas hasta conformar un estilo de vida” (LS, n. 211). Por este motivo, el Papa sitúa la
educación ambiental desde una perspectiva de ética ecológica que permita “crecer en la
solidaridad, la responsabilidad y el cuidado basado en la compasión” (LS, n. 210).
Como señala el Papa Francisco, la educación ambiental ha transitado por diversos objetivos, el
primero muy centrado en la información científica, después se ha pasado a incluir la
fundamentación de la crisis ecológica basado en una razón instrumental que ha propiciado el
consumismo, el mercado sin reglas, el extractivismo, entre otros factores. Lo más importante es
“recuperar los distintos niveles del equilibrio ecológico: el interno con uno mismo, el solidario
con los demás, el natural con todos los seres vivos, el espiritual con Dios” (LS, n. 210). De allí que:
La educación será ineficaz y sus esfuerzos serán estériles si no procura también
difundir un nuevo paradigma acerca del ser humano, la vida, la sociedad y la
relación con la naturaleza. De otro modo, seguirá avanzando el paradigma
consumista que se transmite por los medios de comunicación y a través de los
eficaces engranajes del mercado (LS, n. 215).
Como se puede apreciar, la perspectiva educativa del Papa Francisco se plantea desde una
visión ecológica integral que necesariamente aborda una dimensión antropológica integral y
desde un enfoque de sociedad basada, como propone en Fratelli Tutti (Francisco, 2020a), en el
bien común y la fraternidad.
Ahora bien, la Congregación salesiana, haciendo eco del llamado del Papa Francisco, ha hecho
una opción decidida por el cuidado del medioambiente movilizando toda su acción
evangelizadora de pastoral juvenil para lograr tal propósito, porque resulta necesario considerar
que no se trata de una moda ecológica, sino que es necesario tomar conciencia de que la vida
humana está en juego (Salesianos de Don Bosco, 2022). Así, el documento de posicionamiento
declara:
Junto al Papa Francisco reconocemos la evidencia manifestada por la ciencia
de que la aceleración del cambio climático derivado de la actividad humana es
real. La contaminación del aire, la contaminación del agua, la eliminación
inadecuada de los residuos, la pérdida de biodiversidad y otras cuestiones
ambientales que tienen un impacto negativo sobre la vida humana, están en
aumento. La producción y el consumo no sostenible están empujando nuestro
mundo y sus ecosistemas más allá de sus propios límites, minando su
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capacidad de hacerse con recursos y acciones esenciales para la vida, el
desarrollo y su regeneración (Salesianos de Don Bosco, 2022, p.11).
Bajo esta toma de postura de contribución al cuidado ambiental, la Congregación Salesiana ha
creado el área de ecología integral en el Sector de la Pastoral Juvenil de la sede central, cuyo
objetivo “es contribuir a la realización de un mundo más justo y sostenible, difundiendo una
cultura del cuidado y de la paz, a través de la promoción de la perspectiva de la ecología integral
como enfoque del desarrollo humano” (Salesianos de Don Bosco, 2022, p. 11).
Desde el documento de posicionamiento se pueden desprender algunos ejes formativos de la
educación ambiental que la Congregación Salesiana acentúa, a saber: (1) Contemplación de la
creación, (2) Identidad cultural y biodiversidad, (3) Discernimiento ético inspirado en el
humanismo cristiano, (4) Promoción humana y desarrollo integral, (5) Dimensión asociativa.
1° Contemplación de la creación: Contemplar la creación significa que nos ayuda a
reconstruir nuestra relación con la creación -de la que el ser humano forma parte- con
los demás seres humanos y, por tanto, también nuestra relación con Dios” (Salesianos,
2022, p. 15). Este aspecto es fundamental, porque permite que el cuidado de la creación
y la responsabilidad por el mundo que dejaremos a las nuevas generaciones sea
vinculante, es decir, a través de la dimensión de la contemplación se fortalece la
conversión ecológica que permite una praxis consecuente. En esta dimensión se puede
favorecer una vocación entendida, ampliamente, de un proyecto de vida relacionado con
el cuidado por la creación.
2° Identidad cultural y biodiversidad: “Desde la perspectiva de la ecología integral, es
importante fortalecer las identidades culturales (…) La pérdida de identidad cultural es
como la pérdida de biodiversidad, crea un desequilibrio que genera nuevos
desequilibrios” (Salesianos, 2022, p. 16-17). Es un aspecto de la ecología humana integral
valorar lo diverso y establecer relaciones desde lo “inter”: intercultural,
intergeneracional, interreligioso, etc.
3° Discernimiento ético inspirado en el humanismo cristiano: “La crisis
medioambiental es sobre todo una crisis ética, una crisis de valores. Recuperar los
valores y las virtudes del Evangelio también ayudará a resolver los problemas del
medioambiente” (Salesianos, 2022, p.17). Es fundamental en el cuidado del
medioambiente el desarrollo de un método de discernimiento basado en los principios
del humanismo cristiano.
4° Promoción humana y desarrollo integral: “Fomentar una visión del hombre y del
mundo que parta de la visión integral, del ‘todo está conectado’ de Laudato si’, que
conjugue aspectos ambientales, sociales, económicos, culturales, humanos, de la vida
cotidiana…, para ofrecer una visión completa del desarrollo humano, resaltando cuáles
son los verdaderos valores a promover, en contraposición a la cultura del relativismo, el
hedonismo y el pragmatismo. La ecología integral -en sintonía con el Evangelio- nos
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ayuda a fomentar una cultura de la solidaridad, del cuidado de los más pobres, de los
más débiles, de los marginados; a prestar atención a las periferias del mundo y a las
periferias existenciales” (Salesianos, 2022, p. 17).
5° Dimensión asociativa: “Recuperar una dimensión ecológica significa también
recuperar la importancia del grupo: los conceptos repetidos muchas veces por el Papa
Francisco de que ‘nadie se salva solo’ y de que ‘todos estamos en el mismo barco’ nos
hacen ver que incluso en el cuidado de la casa común es imprescindible actuar juntos”
(Salesianos, 2022, p. 17). Forma parte de la formación ecológica integral el aprender,
investigar y crear planes de cuidado ecológico al modo de comunidades de aprendizaje
que interactúan y comparten saberes.
A su vez, desde cada eje se pueden identificar habilidades cognitivas, procedimentales y
actitudinales que se concretan a través de actividades que se pueden desarrollar en diversos
ámbitos y ambientes pastorales, entre los cuales se incorporan las clases de religión. A modo de
ejemplo, se propone una planificación que podría ayudar a las distintas CEPs a trabajar la
educación ambiental.
Cognitivas
Desarrollo de habilidades
Procedimentales
Actitudinales
1° Contemplación de la creación
1a. Aprende a orar por la
creación, con la creación
y en la creación.
1b. Desarrolla la
conversión ecológica a
través del silencio, la
meditación, la reflexión, la
introspección y el
acompañamiento grupal.
1c. Descubre a Dios por
medio de la creación
como manifestación de su
autocomunicación en el
mundo, especialmente, en
el ser humano como
imagen y semejanza de
Dios.
1d. Desarrolla el valor de
la responsabilidad en el
cuidado de la naturaleza.
Actividades
Incorporación de oraciones y
celebraciones litúrgicas en los
itinerarios de catequesis,
experiencias asociativas y
pastoral familiar
Eucaristía o celebración de la
Tierra en las diversas CEPs.
Promover las actividades
pastorales al aire libre.
Incorporación en los
itinerarios formativos
pastorales y en las clases de
religión el tema de la
autocomunicación de Dios en
la creación y su praxis moral
consecuente de una
responsabilidad ecológica
integral.
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1e. Reconoce al Dios
creador y el valor de la
creación en la Palabra de
Dios, además de la
relación de Jesús con la
creación.
1g. Identifica los pecados
ecológicos con el
propósito de desplegar
acciones de cuidado del
medioambiente.
2a. Comprende la relación
entre identidad cultural,
biodiversidad y ecología
integral.
1f. Identifica pasajes
bíblicos de la creación
que le permitan orar con
la Escritura.
Incorporación en los itinerarios
formativos pastorales y en las
clases de religión de la
dimensión bíblica de la
ecología y la relación entre
Jesús y la creación.
1.h Reconoce los pecados En las clases de religión y en
ecológicos para construir
los itinerarios formativos
una cultura de la
pastorales se incorpora el
solidaridad y la
concepto de pecados
fraternidad.
ecológicos.
Planificar acciones pastorales
concretas en beneficio de la
creación, escuchando el grito
de la Tierra y los más pobres en
las clases de religión e
itinerarios formativos
pastorales.
2° Identidad cultural y biodiversidad
2b. Valora su propia
identidad cultural, la
diversidad cultural la
biodiversidad y la
diversidad de culto.
Incorporar en los itinerarios formativos
pastorales, clases de religión,
orientación, ciencias naturales,
filosofía y educación ciudadana el
tema de la identidad cultural, el valor
de la interculturalidad y también la
dimensión ecuménica e interreligiosa.
3° Discernimiento ético inspirado en el humanismo cristiano
3a. Analiza la crisis
medioambiental desde el
horizonte del humanismo
cristiano.
3b. Desarrolla un método
de discernimiento desde
los principios del
humanismo cristiano en
tono a la crisis
medioambiental.
En las clases religión, filosofía e
itinerarios formativos pastorales se
trabaja el tema del discernimiento
ético en los dilemas morales
relacionados con la crisis ecológica.
4° Promoción humana y desarrollo integral
4a. Incorpora en su
formación humanista y
técnico-profesional la
dimensión ecológica.
4b. Reconoce
procedimientos
personales, comunitarios
y/o técnico-profesionales
que podría realizar en
favor del cuidado del
medioambiente.
4c. Es consciente de la
crisis medioambiental y
del impacto
antropogénico sobre la
Tierra.
Transversalmente, en el
currículum, se trabaja el tema
ambiental desde una
perspectiva interdisciplinaria.
Formación de líderes
ambientales.
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5b. Estudia e investiga
junto a una comunidad de
aprendizaje la crisis
medio ambiental.
5° Dimensión asociativa
5a. Valora la dimensión
asociativa como un
elemento esencial de la
ecología integral.
Creación de redes ecológicas
medioambientales nacionales
e internacionales.
En la clase de religión y la
pastoral, promoción de diálogo
ecuménico e interreligioso en
favor del medioambiente.
Encuentros formativos con
profesores/as, equipos
directivos, profesores de
religión, catequistas y
animadores pastorales.
Publicaciones formativas sobre
el tema medioambiental.
Figura 1: Propuesta de planificación de educación ambiental a partir del documento de posicionamiento Los salesianos
de Don Bosco en camino hacia un mundo sostenible desde la perspectiva de la ecología integral.
Ahora bien, específicamente, desde la Inspectoría San Gabriel Arcángel Chile, el Proyecto
Orgánico Inspectorial (POI) ha establecido dentro de sus prioridades el cuidado de la casa común
en las obras y ambientes educativo-pastorales salesianos cuyo objetivo es “promover de manera
transversal en todos nuestros ámbitos y ambientes una educación medioambiental para la
creación de una cultura ecológica integral” (POI 2022-2027, p. 30). Más específicamente, declara
en la acción 12.1 el “diseño de procesos formativos que refuercen la conciencia medioambiental
en todos los integrantes de las CEPs” (POI 2022-2027, p. 30). Por lo tanto, se trata de procesos
formativos que, como se señala en la figura 1, también compete a las clases de religión. De tal
manera, los profesores de religión son parte fundamental de este proyecto de educación
medioambiental, lo que implica que los docentes se formen en esta dimensión ecoteológica que
permita a los estudiantes crear hábitos, edificar una espiritualidad ecológica y dialogar con las
otras disciplinas del currículum.
Así, la Congregación Salesiana se suma al movimiento de educación ambiental que ya posee
larga data en el mundo. Por eso, es importante considerar que no se parte desde cero, sino que
ya se han desarrollado diversas iniciativas dentro de la congregación, lo importante es que ahora
se realiza de forma mancomunada y como lineamiento educativo en las diversas presencias
salesianas a nivel mundial. Al respecto, es necesario considerar que ya en los años 70 se
despliegan movimientos de educación ambiental como crítica al modelo desarrollista, desde ahí
se fue instalando de manera heterogénea en los diversos continentes basado en los principios
de numerosos encuentros internacionales. Sobre todo, en América Latina, la fuerza de la
educación ambiental se desplegó a través de la educación popular, llegando también a la
educación formal en sus distintos niveles. De hecho, en Chile, la Ley N°19.300 sobre las Bases
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Generales del Medio Ambiente, promulgada en 1994, entrega un marco referencial de la
educación ambiental. A esto se agrega la Ley N°20.417 que crea el Ministerio del Medio Ambiente
y el Decreto N° 8 del 2012 donde se señala que dicho ministerio debe considerar en su estructura
una División de Educación Ambiental y Participación Ciudadana (EDUPAC) (Ministerio del Medio
Ambiente, 2017).
A su vez, la Ley General de Educación (Ministerio de Educación, 2009) plantea que el Estado debe
promover “la protección y conservación del patrimonio cultural y medioambiental” (art. 5).
Además, uno de los objetivos que se propone para la educación parvularia es “explorar y conocer
el medio natural y social, apreciando su riqueza y manteniendo una actitud de respeto y cuidado
del entorno” (art. 28i), para la educación básica el de “conocer y valorar el entorno natural y sus
recursos como contexto de desarrollo humano, y tener hábitos de cuidado del medioambiente”
(art. 29h), y para la educación media, “conocer la importancia de la problemática ambiental
global y desarrollar actitudes favorables a la conservación del entorno natural” (art. 30 2i).
Lo señalado en la LGE se concreta en el currículum a través de las bases curriculares de las
diferentes asignaturas. Es por este motivo que en los siguientes apartados se focalizarán en los
objetivos de aprendizaje correspondiente a la asignatura de religión en lo que se refiere al
cuidado de la casa común y, en el tercer apartado, se desarrolla la articulación curricular con las
diferentes disciplinas para abordar la educación ambiental.
2. El cuidado de la casa común en el currículum de la asignatura de religión
El Área de Educación de la Conferencia Episcopal de Chile ha elaborado las nuevas bases
curriculares en torno al siguiente objetivo:
Se espera que los estudiantes, al finalizar su formación en la enseñanza media,
hayan desarrollado una mirada religiosa sobre el ser humano, la sociedad, la
naturaleza y la cultura, que les permita discernir lo mejor para sí mismos, para
los demás y para el mundo, con el fin de poder optar de acuerdo con sus
creencias y valores (Área de Educación de la Conferencia Episcopal de Chile,
2020, p.31)
Para alcanzar tal propósito, las bases curriculares realizan la opción temática de colocar a la
persona y su entorno al centro de su quehacer. Una de las consecuencias de este enfoque
antropológico radica en que se considera que la persona está inserta en un mundo que es su
casa y que, por lo tanto, debe cuidar. El medioambiente puede prescindir del ser humano, pero
el ser humano no puede prescindir del medioambiente; por esto, el cristianismo propone
respetar y custodiar la creación y estar atento a cada persona que habita en ella, contrarrestando
la cultura del desperdicio y descarte, para promover así una cultura de solidaridad y de
encuentro. El ser humano debe hacer crecer y cuidar la creación, porque para el creyente el
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mundo no se mira desde fuera, sino desde dentro, reconociendo los lazos de amor con los que
el Padre ha unido a todos los seres (Área de Educación de la Conferencia Episcopal de Chile,
2020, p. 33).
Se trata, por tanto, de asumir el giro antropocéntrico del Concilio Vaticano II que, como señalaba
Pablo VI, se trata de un proceso donde “la Iglesia se inclina hacia el hombre y el mundo, pero
también se eleva al mismo tiempo hacia el Reino de Dios" (Pablo VI, 2000, p. 1179). En este sentido,
las bases curriculares asumen la importancia de la educación ambiental en tanto cuanto
“nuestra casa común es como una hermana, con la que compartimos nuestra existencia y como
una bella madre que nos acoge, y al mismo tiempo clama por el daño que le hacemos,
olvidándonos de que nosotros también somos tierra” (Área de Educación de la Conferencia
Episcopal de Chile, 2020, p. 42). Por lo tanto, en el currículum de la enseñanza religiosa escolar
se asume que la educación ambiental está basada en una antropología vinculada con la tierra,
una comprensión de la cultura que se construye desde el diálogo con el otro, el entorno y con
Dios, un compromiso ético que se plasma en acciones concretas de cuidado y respeto de sus
leyes naturales y una teología de la creación que se fundamenta en el don de Dios.
Desde esta visión de la educación ambiental, las bases curriculares de la asignatura de religión
proponen una serie de temáticas vinculadas a la educación ambiental a lo largo del currículum
en sus distintos niveles, tal como se muestra en la siguiente figura.
1°b
Unidad 2
La importancia de cuidar el
mundo que Dios nos regaló es
responsabilidad de todos.
5°b
Unidad 2
El cuidado de la naturaleza.
2°b
Unidad 2
Dios nos creó como parte de
la naturaleza, vivimos en y de
ella, por esta razón debemos
cuidarla y protegerla, y así
poder vivir mejor en la “casa
común” de todos.
6°b
Unidad 2
La invitación de la Iglesia a
cuidar la «casa común».
3°b
Unidad 4
Jesús nos invita a tener un
compromiso activo en el
cuidado de los demás y la
naturaleza.
7°b
Unidad 4
El cuidado de la «casa
común».
4°b
Unidad 4
Para su desarrollo el ser
humano debe tener un
equilibrio entre su relación
con los demás y la naturaleza.
1°m
Unidad 1
Características del desarrollo
humano y el impacto en el
medioambiente.
Figura 2: Unidades correspondientes a la educación ambiental en las bases curriculares de los programas de religión.
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Como se puede apreciar en la educación básica, a excepción del octavo, todos los niveles
desarrollan una unidad sobre la educación ambiental, en la educación media sólo el primero
medio cuenta con una unidad dedicada a ello, aunque de segundo a cuarto medio el tema del
cuidado de la casa común se inserta en las temáticas relativas a la Doctrina Social de la Iglesia.
Como, por ejemplo, la unidad 3 de segundo medio denominada “Los cristianos estamos llamados
al servicio de los demás, lo que permite la construcción de una sociedad más inclusiva” (Área de
Educación de la Conferencia Episcopal de Chile, 2020, p. 202); en tercero medio la unidad 1, “Los
valores cristianos modelan el comportamiento ante los demás y el entorno”, y la unidad 4 “El
modelo de sociedad que surge desde el Pensamiento Social de la Iglesia” (Área de Educación de
la Conferencia Episcopal de Chile, 2020, p. 202) y en cuarto medio, la unidad 2, “El cristianismo
busca la transformación de este mundo en un lugar de encuentro” (Área de Educación de la
Conferencia Episcopal de Chile, 2020, p. 234).
Ahora bien, a través de los objetivos de aprendizaje que se trabajan en las unidades señaladas
en la figura 2, es posible descubrir un alcance taxonómico ascendente que permite al estudiante
ir profundizando en sus aprendizajes, tal como se muestra en la siguiente tabla, donde OA son
objetivos de aprendizaje y OAA son objetivos de aprendizajes actitudinales.
1°b
OA1. Identificar acciones de
cuidado y respeto a los
demás y a la naturaleza en
cuanto creados por Dios,
para compartir y crecer en
calidad de vida.
2°b
OA 1: Reconocer la
responsabilidad que tiene la
persona humana en el
cuidado de la naturaleza,
como regalo de Dios.
3°b
OA 1: Argumentar el
compromiso ecológico, a
partir de pasajes bíblicos,
ilustrando campañas en la
escuela, la familia y la
sociedad en la que vivimos.
4°b
OA 1: Comprender la relación
que existe entre el ser humano
y la naturaleza, en el
compromiso ecológico y el
desarrollo integral, a partir de
diversos relatos creacionales y
textos del magisterio social de
la Iglesia.
OA4. Reconocer y agradecer
el surgimiento de la vida
como una acción creadora
de Dios, en cuanto fruto de
su amor y bondad.
OA 4: Descubrir el significado
de ser hijos de Dios y la
necesidad de vivir como
hermanos y/ o amigos, unidos
por su amor y bondad.
OA 3: Explicar cómo se crece
humana, social y
familiarmente
al
relacionarse con Dios y vivir
sus enseñanzas.
OA 2: Descubrir los símbolos
religiosos en la cultura y el
entorno y la importancia que
tienen para el desarrollo
humano integral de la
persona y comunidad
OAA 1: Respetar y cuidar de sí
mismo, de las personas y del
entorno, en cuanto actitud
ética para todos, y como
respuesta a la convicción
religiosa de ser creados por
Dios.
OAA 7: Ofrecer respuestas a
las problemáticas de la
justicia y la fraternidad de
nuestro medio,
integrando en la vida la
enseñanza de éticas
humanizadoras para todos y
OAA 3: Interesarse por
conocer, a través de
preguntas y formulación de
problemas, el origen y
sentido de la vida, a la luz de
la revelación y la tradición
de la Iglesia.
OAA 1: Respetar y cuidar de sí
mismo, de las personas y del
entorno, en cuanto actitud
ética para todos, y como
respuesta a la
convicción religiosa de ser
creados por Dios, para los
creyentes.
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del Pensamiento Social de la
Iglesia para los creyentes.
5°b
OA 1: Analizar, a partir de
diversos textos bíblicos, la
necesidad de desarrollar
actitudes de promoción del
cuidado
del
medioambiente en cuanto
a la «casa común».
6°b
OA 1: Expresar el compromiso
que debemos tener todos los
seres humanos en el cuidado
de la «casa común» a partir
de las enseñanzas bíblicas y
de la tradición eclesial.
7°b
OA 1: Elaborar proyectos
ecológicos para promover
la responsabilidad del
cuidado de la «casa
común» a partir de la
Enseñanza Social de la
Iglesia.
1°m
OA 1: Analizar el desarrollo
científico, tecnológico y
ecológico, a la luz del Evangelio
y de la tradición eclesial, como
aporte a la persona humana y
al cuidado de la «casa común».
OA 2: Descubrir, desde la
moral cristiana, actitudes
que favorecen la sana
convivencia comunitaria.
OA 3: Explicar que la
experiencia de la vida
cristiana requiere del
desarrollo afectivo,
social y espiritual.
OA 5: Interpretar la
religiosidad del ser humano
y su relación de la fe con
la vida, en cuanto proceso
de humanización, a través
del modelo que los
evangelios nos presentan
en la persona de Jesús.
OA 2: Relacionar el principio de
responsabilidad y el valor del
cuidado de la «casa común»
para la construcción de una
cultura humana desde
la mirada de la Doctrina
Social de la Iglesia.
OAA 1: Respetar y cuidar de
sí mismo, de las personas y
del entorno, en cuanta
actitud ética para todos, y
como respuesta a la
convicción religiosa
de ser creados por Dios, para
los creyentes.
OAA 1: Respetar y cuidar de sí
mismo, de las personas y del
entorno, en cuanto actitud
ética para todos, y como
respuesta a la convicción
religiosa de ser creados por
Dios, para los creyentes.
OAA 1: Respetar y cuidar de
sí mismo, de las personas y
del entorno, en cuanta
actitud ética para todos, y
como respuesta a la
convicción religiosa
de ser creados por Dios, para
los creyentes.
OAA 1: Respetar y cuidar de sí
mismo, de las personas y del
entorno, en cuanto actitud
ética para todos, y como
respuesta a la convicción
religiosa de ser creados por
Dios, para los creyentes
Figura 3: Objetivos de aprendizaje correspondientes a las unidades relativas a la educación ambiental en las bases
curriculares de los programas de religión.
Como se puede apreciar, los objetivos dan cuenta de temáticas teológicas, conocimiento
ecológico, actitudes y valores que se pretenden desarrollar con los estudiantes. Al respecto,
algunas de las temáticas teológicas corresponden al clásico tratado De Deo creante, como es el
tema de la creación de Dios, la acción creadora como fruto del amor y bondad de Dios, la creación
como regalo de Dios y la realidad humana como instancia creada que aborda los temas del
origen de la vida y en el que nos transformarnos en hijos de Dios. Ahora bien, se incluyen otras
temáticas referidas a la construcción de una ecoteología a partir de las fuentes clásicas de la
teología, como Biblia y ecología, Tradición y ecología, Magisterio y ecología. En cuanto
antropología teológica se plantea la importancia de desarrollar una espiritualidad ecológica y
considerar una ecología humana fundamentada en la integralidad de la persona en sus
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dimensiones afectiva, social, cultural, religiosa y espiritual. Finalmente, el cuidado de la casa
común se inserta dentro de la Doctrina Social de la Iglesia, por lo tanto, el desarrollo de esta
aporta desde la consideración de una sana convivencia con el entorno en general y no
reduciendo sólo su mirada al ámbito social. A estos conocimientos disciplinares se unen otros
relativos a la identificación de acciones de cuidado del medioambiente y al análisis del desarrollo
científico, tecnológico y ecológico.
A estas habilidades cognitivas se unen algunas habilidades procedimentales referidas, sobre
todo, a crear iniciativas de cuidado ecológico, promoción del cuidado del medioambiente e
impulsar proyectos en el ámbito familiar, escolar y territorial. En este sentido, se promueve el
discernir los signos de los tiempos en el sentido de identificar los nudos críticos del entorno y
desde allí ser innovadores en la creación de acciones que permitan el cuidado de la casa común.
En cuanto a habilidades actitudinales se promueve cuidado de sí mismo, de las personas y del
entorno; el compromiso ecológico; el crecer en calidad de vida y desarrollo integral de los
pueblos, acentuando la dificultad de los sistemas políticos y económicos que favorecen la
destrucción de medioambiente. Además, se inculcan valores como el respeto, el compartir, el
agradecer, la responsabilidad, la justicia, la fraternidad, el compromiso y el cuidado. A su vez, es
importante señalar que el objetivo actitudinal OAA 1, “Respetar y cuidar de sí mismo, de las
personas y del entorno, en cuanto actitud ética para todos, y como respuesta a la convicción
religiosa de ser creados por Dios, para los creyentes” (Área de Educación de la Conferencia
Episcopal de Chile, 2020, p.44), entrega un marco epistémico fundamental en el cuidado de la
casa común que lo hace vinculante cuando señala que es una respuesta a la creencia de ser
creados por Dios. Esto es importante, porque la gran dificultad de la educación moral radica en
el hecho de que las personas no se apropian de los valores, porque no hay una fundamentación
de los mismos en convicciones profundas. En el caso de las tradiciones religiosas
judeocristianas, el cuidado de la casa común se basa en un horizonte de sentido que lo entrega
el dogma de la creación de Dios y sus consecuencias para el ser humano en su relación con el
entorno y el prójimo.
Ahora bien, si se hiciera el ejercicio de cruzar los objetivos propuestas por las bases curriculares
de la enseñanza escolar con los objetivos que se desprenden de la Positio paper de la
Congregación Salesiana relativas a las clases de religión presentadas en la figura 1, se podrían
descubrir algunas conexiones virtuosas que permiten a los estudiantes de los colegios
salesianos desarrollar habilidades que estarían articuladas entre lo que propone el Área de
Educación de la Conferencia Episcopal de Chile con los lineamientos de la congregación. Esta
articulación se puede visualizar en la siguiente tabla:
ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
93

10.4 Page 94

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Desarrollo de habilidades
Positio paper
1c. Descubre a Dios por medio de la creación
como manifestación de su
autocomunicación en el mundo,
especialmente en el ser humano como
imagen y semejanza de Dios.
1d. Desarrolla el valor de la responsabilidad
en el cuidado de la naturaleza.
1e. Reconoce al Dios creador y el valor de la
creación en la Palabra de Dios, además de
la relación de Jesús con la creación.
1f. Identifica pasajes bíblicos de la creación
que le permitan orar con la Escritura.
1g. Identifica los pecados ecológicos con el
propósito de desplegar acciones de
cuidado del medioambiente.
1.h Reconoce los pecados ecológicos para
construir una cultura de la solidaridad y la
fraternidad.
2a. Comprende la relación entre identidad
cultural, biodiversidad y ecología integral.
Objetivos de aprendizaje
bases curriculares de los programas de religión
(1°b) OA4. Reconocer y agradecer el surgimiento de la vida como una acción creadora
de Dios, en cuanto fruto de su amor y bondad.
(2°b) OA 4: Descubrir el significado de ser hijos de Dios y la necesidad de vivir como
hermanos y/ o amigos, unidos por su amor y bondad.
(3°b) OAA 3: Interesarse por conocer, a través de preguntas y formulación de
problemas, el origen y sentido de la vida, a la luz de la revelación y la tradición de la
Iglesia.
(1°b) OA1. Identificar acciones de cuidado y respeto a los demás y a la naturaleza en
cuanto creados por Dios, para compartir y crecer en calidad de vida.
(2°b) OA 1: Reconocer la responsabilidad que tiene la persona humana en el cuidado
de la naturaleza, como regalo de Dios.
(7°b) OA 1: Elaborar proyectos ecológicos para promover la responsabilidad del
cuidado de la «casa común» a partir de la Enseñanza Social de la Iglesia.
OA 2: Relacionar el principio de responsabilidad y el valor del cuidado de la «casa
común» para la construcción de una cultura humana desde la mirada de la Doctrina
Social de la Iglesia.
(4°b) OA 1: Comprender la relación que existe entre el ser humano y la naturaleza, en
el compromiso ecológico y el desarrollo integral, a partir de diversos relatos
creacionales y textos del magisterio social de la Iglesia.
(3°b) OA 1: Argumentar el compromiso ecológico, a partir de pasajes bíblicos,
ilustrando campañas en la escuela, la familia y la sociedad en la que vivimos.
(5°b) OA 1: Analizar, a partir de diversos textos bíblicos la necesidad de desarrollar
actitudes de promoción del cuidado del medioambiente en cuanto a la «casa
común».
(7°b) OA 5: Interpretar la religiosidad del ser humano y su relación de la fe con la vida,
en cuanto proceso de humanización, a través del modelo que los evangelios nos
presentan en la persona de Jesús.
(6°b) OA 1: Expresar el compromiso que debemos tener todos los seres humanos en
el cuidado de la «casa común» a partir de las enseñanzas bíblicas y de la tradición
eclesial.
(1°b; 4°b; 5°b; 6°b; 7°b; 8°b) OAA 1: Respetar y cuidar de sí mismo, de las personas y
del entorno, en cuanto actitud ética para todos, y como respuesta a la convicción
religiosa de ser creados por Dios.
(1°b; 4°b; 5°b; 6°b; 7°b; 8°b) OAA 1: Respetar y cuidar de sí mismo, de las personas y
del entorno, en cuanto actitud ética para todos, y como respuesta a la convicción
religiosa de ser creados por Dios.
(3°b) OA 3: Explicar cómo se crece humana, social y familiarmente al relacionarse
con Dios y vivir sus enseñanzas.
94
ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

10.5 Page 95

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2b. Valora su propia identidad cultural, la
diversidad cultural la biodiversidad y la
diversidad de culto.
3a. Analiza la crisis medioambiental desde
el horizonte del humanismo cristiano.
3b. Desarrolla un método de discernimiento
desde los principios del humanismo
cristiano en tono a la crisis
medioambiental.
4a. Incorpora en su formación humanista y
técnico-profesional la dimensión ecológica.
4b. Reconoce procedimientos personales,
comunitarios y/o técnico-profesionales
que podría realizar en favor del cuidado del
medioambiente.
4c. Es consciente de la crisis
medioambiental y del impacto
antropogénico sobre la Tierra.
5a. Valora la dimensión asociativa como un
elemento esencial de la ecología integral.
(4°b) OA 2: Descubrir los símbolos religiosos en la cultura y el entorno y la
importancia que tienen para el desarrollo humano integral de la persona y
comunidad.
(3°b) OA 3: Explicar cómo se crece humana, social y familiarmente al relacionarse con
Dios y vivir sus enseñanzas.
(4°b) OA 2: Descubrir los símbolos religiosos en la cultura y el entorno y la importancia
que tienen para el desarrollo humano integral de la persona y comunidad.
(1°m) OA 1: Analizar el desarrollo científico, tecnológico y ecológico, a la luz del
Evangelio y de la tradición eclesial, como aporte a la persona humana y al cuidado
de la «casa
común».
(2°b) OAA 7: Ofrecer respuestas a las problemáticas de la justicia y la fraternidad de
nuestro medio, integrando en la vida la enseñanza de éticas humanizadoras para
todos y del Pensamiento Social de la Iglesia para los creyentes.
OA 2: Descubrir, desde la moral cristiana, actitudes que favorecen la sana convivencia
comunitaria.
(1°b; 4°b; 5°b; 6°b; 7°b; 8°b) OAA 1: Respetar y cuidar de sí mismo, de las personas y
del entorno, en cuanto actitud ética para todos, y como respuesta a la convicción
religiosa de ser creados por Dios.
(1°m) OA 1: Analizar el desarrollo científico, tecnológico y ecológico, a la luz del
Evangelio y de la tradición eclesial, como aporte a la persona humana y al cuidado
de la «casa
común».
(1°b; 4°b; 5°b; 6°b; 7°b; 8°b) OAA 1: Respetar y cuidar de sí mismo, de las personas y
del entorno, en cuanto actitud ética para todos, y como respuesta a la convicción
religiosa de ser creados por Dios.
(6°b) OA 3: Explicar que la experiencia de la vida cristiana requiere del desarrollo
afectivo, social y espiritual.
Figura 4: Articulación entre el desarrollo de habilidades que se pueden desprender de la Position paper y los objetivos
de aprendizaje de las bases curriculares de los programas de religión.
De esta manera, en la trayectoria curricular de los estudiantes salesianos, a través de las clases
de religión, se podrían desplegar las habilidades mencionadas en la figura 4. Ciertamente, esto
requiere de una transposición didáctica adecuada que permita a los estudiantes desarrollar sus
experiencias de aprendizajes que sean vinculantes para realizar acciones que permitan el
cuidado del planeta y, a la vez, ser agente de cambio tanto para su familia como para su colegio
y la sociedad en general. En este sentido, algunos autores han propuesto didácticas de
educación ambiental desde la enseñanza religiosa escolar que en algunos casos pueden ser
aplicadas también a instancias pastorales. A continuación se desarrollan algunas de ellas.
ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
95

10.6 Page 96

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a) Caminata ecológica: El propósito es crear una instancia de contemplación de la
creación y reflexión de la Sagrada Escritura. Algunos textos a utilizar pueden ser: Gn 1 y
2; Lev 25, 8-12; Dt 30, 15-20; Is 14,7-8; Jer 12,10-11; Dn 3,56-88; Am 4,7-9; Sal 8; 19; 96; 104;
Mc 12,28; Mt 6,26-30; Mt 13,4-9.24-30.31-32; Mc 7,15; Rm 8,19-23; Ef 1,3-4; Col 1,15-20; Ap 21,1.
El primer momento contempla la motivación de los caminantes y su presentación para
generar confianza entre ellos. En segundo lugar, se realiza un precalentamiento con
elongaciones, pero también se les señala que no sólo se camina con los pies y pulmones,
sino también con el corazón y la mente. En tercer lugar, a cada participante se le
entregan algunos versículos de un salmo que le ayuden en su meditación personal
mientras se realiza la caminata, en lo posible en silencio. En cuarto lugar, terminado un
tramo establecido se les invita a juntarse de a tres personas y compartir la experiencia;
este paso se puede realizar cuantas veces sea adecuado según las características de la
caminata, entregándole otros textos bíblicos para la meditación. Una vez que termine la
caminata, se realiza una gran plenaria y se pueden extraer algunas conclusiones de la
salida. Así, la Sagrada Escritura contribuye a fundamentar el cuidado del medioambiente
y los participantes retienen algunos textos significativos a la hora de discernir sobre
algunos cambios de hábitos en vistas al cuidado de la casa común (Benavides, 2012).
b) Proyecto de vida: relación con Dios, con los demás, consigo mismo y con la
naturaleza: La propuesta didáctica se centra en articular la dimensión de la relación
entre el ser humano y naturaleza para que esta relación sea columna vertebral de todo
el proyecto de vida personal. Lo que se pretende es que el estudiante al pensar en su
relación con Dios asuma, al mismo tiempo, la relación con el entorno; al mismo tiempo,
cuando se plantea la relación con los demás asume valores de solidaridad y de
compartir lo creado con el prójimo; por último, cuando reflexiona en su propia persona
se descubra como creatura parte de la creación y que está en el mundo para cuidarlo,
porque es la única especie que puede ejercer la acción del cuidado o bien la acción de
la depredación. El objetivo es que el estudiante asuma que la protección por el
medioambiente atraviesa toda su existencia por lo que se necesita asumir que su vida
no se proyecta ni de manera egoísta ni de forma antropocéntrica, donde lo creado exista
en la lógica del maltrato y de ser explotado de manera utilitarista, sino que asume la
existencia humana en función de la solidaridad y la corresponsabilidad en el cuidado de
la casa común (Benavides, 2012).
c) Construcción de escala de valores: El objetivo de esta didáctica es la construcción
de una escala de valores cristianos a través de un proceso comunitario. Por este medio
se busca que el estudiante descubra con sus compañeros los problemas ambientales
que afectan a la humanidad, pero, principalmente, en su territorio, para poder discernir
las soluciones. El estudiante descubrirá mediante la elaboración de la escala de valores
96
ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

10.7 Page 97

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su dimisión comunitaria, para comprenderse y sensibilizarse que sus opciones de uso y
trato del medioambiente repercuten directamente sobre el bienestar de otros y de él
mismo (Benavides, 2012).
d) Intervención del entorno: Se busca intervenir directamente el entorno natural a
través de proyectos in situ que se pueden desarrollar dentro del establecimiento
educacional o bien fuera de él, a modo de vinculación con el medio. Se visualiza el
espacio a intervenir y se pueden realizar diferentes actividades: realización de un
herbario con plantas de cada territorio; diseño de jardines hortícolas, huertos verticales,
huertas circulares; técnicas de cavado, matillos y protección de las plantas territoriales;
creación de un jardín hortícola, huerta vertical, huertas circulares; bioferia comunidad
escolar. Al mismo tiempo se pueden elaborar productos para uso personal o familiar,
como aromas terapéuticos (saquitos con flores, pelotas de fibras naturales); elaboración
de productos fitoterapéuticos; elaboración de almohadillas terapéuticas; elaboración de
aceites naturales analgésicos antiinflamatorios (Leiva, 2023).
Hasta aquí algunas didácticas que se pueden utilizar en la clase de religión para la educación
ambiental. Como se puede apreciar las metodologías son inductivas, es decir, desde la realidad
de cada estudiante donde siempre está presente la contemplación de la belleza de la creación y
su cuidado. Ciertamente, será trabajo del docente adaptar y crear nuevas didácticas que ayuden
a formar en habilidades cognitivas, procedimentales y actitudinales.
3. Articulación de la clase de religión con otras asignaturas
La educación ambiental necesariamente es interdisciplinar, de allí la importancia de la
articulación curricular que las mismas bases curriculares a nivel nacional plantean. Este diálogo
permite abordar diversos aspectos de la crisis ecológica y faculta a los estudiantes poseer una
visión holística del problema y de esa forma considerar sus diversos aspectos. De hecho, uno de
los objetivos de aprendizaje transversales de la educación básica refiere a “Conocer y valorar el
entorno natural y sus recursos como contexto de desarrollo humano y tener hábitos de cuidado
del medioambiente” (Ministerio de Educación, 2018, p. 17) y para la educación media se afirma
como uno de los objetivo generales el “conocer la importancia de la problemática ambiental
global y desarrollar actitudes favorables a la conservación del entorno natural” (Ministerio de
Educación, 2016a, p. 15). En la educación técnico-profesional también se pueden encontrar
objetivos de aprendizaje que dicen relación con el medioambiente, en los objetivos de
aprendizaje genéricos de la formación técnico-profesional se afirma: “Utilizar eficientemente los
insumos para los procesos productivos y disponer cuidadosamente los desechos, en una
perspectiva de eficiencia energética y cuidado ambiental” (Ministerio de Educación, 2016b, p. 13).
ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
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10.8 Page 98

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Para poder apreciar esta articulación es necesario revisar las bases curriculares de la enseñanza
básica y media de las diferentes asignaturas y su relación con los objetivos de aprendizaje de
las clases de religión en las unidades que tratan el tema del cuidado de la casa común, según la
figura 3 presentada, es decir, para los cursos de primero a séptimo básico y primero medio.
1° básico
Religión
OA1. Identificar acciones de cuidado
y respeto a los demás y a la
naturaleza en cuanto creados por
Dios, para compartir y crecer en
calidad de vida.
OA4. Reconocer y agradecer el
surgimiento de la vida como una
acción creadora de Dios, en cuanto
fruto de su amor y bondad.
OAA 1: Respetar y cuidar de sí mismo,
de las personas y del entorno, en
cuanto actitud ética para todos, y
como respuesta a la convicción
religiosa de ser creados por Dios.
Articulación curricular
CN OA1. Reconocer y observar, por medio de la exploración, que los seres vivos crecen,
responden a estímulos del medio, se reproducen y necesitan agua, alimento y aire para
vivir, comparándolos con las cosas no vivas.
CN OA5. Reconocer y comparar diversas plantas y animales de nuestro país, considerando
las características observables y proponiendo medidas para su cuidado.
CN OA12. Describir y comunicar los cambios del ciclo de las estaciones y sus efectos en los
seres vivos y el ambiente.
AV OA1. Expresar y crear trabajos de arte a partir de la observación del: entorno natural:
paisaje, animales y plantas
HI OA12. Conocer cómo viven otros niños en diferentes partes del mundo por medio de
imágenes y relatos, ubicando en un globo terráqueo o mapamundi los países donde habitan
y comparando su idioma, vestimenta, comida, fiestas, costumbres y principales tareas con
las de niños chilenos.
EFyS OA11. Practicar actividades físicas en forma segura, demostrando la adquisición de
hábitos de higiene, posturales y de vida saludable, como lavarse las manos y la cara
después de la clase, mantener una correcta postura y comer una colación saludable antes
y luego de la práctica de actividad física.
2° básico
Religión
OA 1: Reconocer la responsabilidad
que tiene la persona humana en el
cuidado de la naturaleza, como
regalo de Dios.
OA 4: Descubrir el significado de ser
hijos de Dios y la necesidad de vivir
como hermanos y/ o amigos, unidos
por su amor y bondad.
Articulación curricular
AV OA 1. Expresar y crear trabajos de arte a partir de la observación del: entorno natural,
figura humana y paisajes chilenos.
CN OA5. Observar e identificar algunos animales nativos que se encuentran en peligro de
extinción, así como el deterioro de su hábitat, proponiendo medidas para protegerlos.
CN OA6. Identificar y comunicar los efectos de la actividad humana sobre los animales y su
hábitat.
EFyS AO10. Practicar juegos o actividades motrices para aprender a trabajar en equipo,
asumiendo diferentes roles (respetar al otro, recoger los materiales solicitados o liderar si
se le asigna ese rol).
HI OA12. Mostrar actitudes y realizar acciones concretas en su entorno cercano (familia,
escuela y comunidad) que reflejen:
-Respeto al otro (interactuar con cortesía, cuidar espacios comunes, respetar la propiedad
de los demás, etc.).
-Responsabilidad (ejemplos: cumplir con sus deberes escolares, asumir encargos en el
hogar y dentro de la sala de clases, etc.).
-Tolerancia (ejemplos: respetar opiniones diversas, no discriminar a otros por su aspecto
o costumbres, etc.).
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ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

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OAA 7: Ofrecer respuestas a las
problemáticas de la justicia y la
fraternidad de nuestro medio,
integrando en la vida la enseñanza
de éticas humanizadoras para todos
y del Pensamiento Social de la
Iglesia para los creyentes.
-Empatía (ejemplos: integrar a los demás en sus juegos y actividades, ayudar a los otros,
etc.).
HI OA13. Mantener una conducta honesta en la vida cotidiana, en los juegos y en el trabajo
escolar, hablando con la verdad, respetando las reglas de los juegos sin hacer trampa y
reconociendo sus errores y sus acciones, entre otros.
CN OA11. Describir el ciclo del agua en la naturaleza, reconociendo que el agua es un
recurso preciado y proponiendo acciones cotidianas para su cuidado.
CN OA14. Describir la relación de los cambios del tiempo atmosférico con las estaciones del
año y sus efectos sobre los seres vivos y el ambiente.
HI OA14. Conocer, proponer, aplicar y explicar la importancia de algunas normas
necesarias para:
-Cuidarse, cuidar a otros y evitar situaciones de riesgo (como seguridad vial, vías de
evacuación, adaptaciones para discapacitados, zonas de silencio, etc.).
-Organizar un ambiente propicio al aprendizaje y acogedor para todos (por ejemplo,
respetar los turnos, cuidar el espacio y las pertenencias comunes y de sus pares, etc.).
-Cuidar el patrimonio y el medioambiente.
3° básico
Religión
OA 1: Argumentar el compromiso
ecológico a partir de pasajes
bíblicos, ilustrando campañas en la
escuela, la familia y la sociedad en
la que vivimos.
Articulación curricular
AV OA1. Crear trabajos de arte con un propósito expresivo personal y basados en la
observación del: entorno natural: animales, plantas y fenómenos
CN OA5. Explicar la importancia de usar adecuadamente los recursos, proponiendo acciones
y construyendo instrumentos tecnológicos para reutilizarlos, reducirlos y reciclarlos en la
casa y en la escuela
EFyS OA4. Ejecutar actividades físicas y/o lúdicas en diferentes entornos, aplicando
medidas para conservar limpios y ordenados los espacios, por ejemplo:
- Jugar en plazas activas
- Jugar un partido en la plaza o la playa
- Realizar caminatas en el entorno natural
- Andar en bicicleta en un parque o en un camino rural
OA 3: Explicar cómo se crece
humana, social y familiarmente al
relacionarse con Dios y vivir sus
enseñanzas.
HI OA12. Mostrar actitudes y realizar acciones concretas en su entorno cercano (familia,
escuela y comunidad) que reflejen valores y virtudes ciudadanas, como:
-La tolerancia y el respeto al otro (ejemplos: respetar las opiniones distintas a las propias,
mostrar disposición al diálogo, respetar expresiones de diversidad, como diferentes
costumbres, creencias, origen étnico, nacionalidad, etc.).
-La empatía (ejemplos: demostrar cortesía con los demás, escuchar al otro, ayudar a quien
lo necesite, etc.).
OAA 3: Interesarse por conocer, a
través de preguntas y formulación
de problemas, el origen y sentido de
la vida, a la luz de la Revelación y la
Tradición de la Iglesia.
ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
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10.10 Page 100

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4° básico
Religión
OA 1: Comprender la relación que
existe entre el ser humano y la
naturaleza, en el compromiso
ecológico y el desarrollo integral, a
partir de diversos relatos
creacionales y textos del magisterio
social de la Iglesia.
Articulación curricular
HI OA7. Distinguir recursos naturales renovables y no renovables, reconocer el carácter
limitado de los recursos naturales y la necesidad de cuidarlos, e identificar recursos
presentes en objetos y bienes cotidianos.
HI OA9. Reconocer y ubicar los principales recursos naturales de América, considerando su
distribución geográfica, su uso y la importancia de cuidarlos en el marco de un desarrollo
sostenible.
OA 2: Descubrir los símbolos
religiosos en la cultura y el entorno y
la importancia que tienen para el
desarrollo humano integral de la
persona y comunidad
AV OA1. Crear trabajos de arte con un propósito expresivo personal y basados en la
observación del:
-Entorno natural: naturaleza y paisaje americano
-Entorno cultural: América y sus tradiciones (cultura precolombina, tradiciones y artesanía
americana)
-Entorno artístico: arte precolombino y de movimientos artísticos como muralismo
mexicano, naif y surrealismo en Chile, Latinoamérica y en el resto del mundo
OAA 1: Respetar y cuidar de sí mismo,
de las personas y del entorno, en
cuanto actitud ética para todos, y
como respuesta a la convicción
religiosa de ser creados por Dios,
para los creyentes.
5° básico
Religión
OA 1: Analizar, a partir de diversos
textos bíblicos, la necesidad de
desarrollar actitudes de promoción
del cuidado del medioambiente en
cuanto a la «casa común».
CN OA 4. Analizar los efectos de la actividad humana en ecosistemas de Chile, proponiendo
medidas para protegerlos (parques nacionales y vedas, entre otras).
CN OA 8. Investigar en diversas fuentes y comunicar los efectos que produce el consumo
excesivo de alcohol en la salud humana (como descoordinación, confusión y lentitud, entre
otras).
EFyS OA4. Ejecutar actividades físicas y/o lúdicas en diferentes entornos, aplicando
medidas para conservar limpios y ordenados los espacios, por ejemplo:
- Jugar en plazas activas
- Jugar un partido en la plaza o la playa
- Realizar caminatas en el entorno natural
- Andar en bicicleta en un parque o en un camino rural
EFyS OA9. Practicar actividades físicas en forma segura, demostrando la adquisición de
hábitos de higiene, posturales y de vida saludable, como utilizar protección solar, lavarse y
cambiarse de ropa después de la clase, hidratarse con agua, comer una colación saludable
después de la práctica de actividad física
Articulación curricular
CN OA14. Investigar y explicar efectos positivos y negativos de la actividad humana en
océanos, lagos, ríos, glaciares, entre otros, proponiendo acciones de protección de las
reservas hídricas en Chile y comunicando sus resultados.
HI OA10. Reconocer y ubicar en mapas recursos naturales significativos de Chile, como
cobre, hierro, recursos marítimos y forestales, entre otros; diferenciar recursos renovables
y no renovables y explicar la importancia de cuidarlos en el marco de un desarrollo
sostenible.
100
ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

11 Pages 101-110

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11.1 Page 101

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OA 2: Descubrir, desde la moral
cristiana, actitudes que favorecen la
sana convivencia comunitaria.
EFyS OA4. Ejecutar actividades físicas y/o lúdicas en diferentes entornos, aplicando
medidas para conservar limpios y ordenados los espacios, por ejemplo:
- Jugar en plazas activas
- Jugar un partido en la plaza o la playa
- Realizar caminatas en el entorno natural
- Andar en bicicleta en un parque o en un camino rural
EFyS OA10. Practicar actividades físicas y /o juegos colectivos, demostrando
responsabilidad, liderazgo y respeto al participar, por ejemplo: conversar y plantear
discrepancias, aceptar las diferencias individuales e intentar llegar a acuerdos, jugar en
forma cooperativa, aceptar el resultado y manejar el triunfo.
OAA 1: Respetar y cuidar de sí mismo,
de las personas y del entorno, en
cuanto actitud ética para todos, y
como respuesta a la convicción
religiosa de ser creados por Dios,
para los creyentes.
6° básico
Religión
OA 1: Expresar el compromiso que
debemos tener todos los seres
humanos en el cuidado de la «casa
común» a partir de las enseñanzas
bíblicas y de la tradición eclesial.
AV OA 1. Crear trabajos de arte y diseños a partir de sus propias ideas y de la observación
del entorno cultural: Chile, su paisaje y sus costumbres en el pasado y en el presente.
CN OA5. Analizar el consumo de alimento diario (variedad, tamaño y frecuencia de
porciones), reconociendo los alimentos para el crecimiento, la reparación, el desarrollo y el
movimiento del cuerpo.
CN OA 6. Investigar en diversas fuentes y comunicar los efectos nocivos que produce el
cigarrillo (humo del tabaco) en los sistemas respiratorio y circulatorio.
CN OA7. Investigar e identificar algunos microorganismos beneficiosos y dañinos para la
salud (bacterias, virus y hongos), y proponer medidas de cuidado e higiene del cuerpo.
EFyS OA9. Practicar actividades físicas en forma segura, demostrando la adquisición de
hábitos de higiene, posturales y de vida saludable, como utilizar protección solar, lavarse y
cambiarse de ropa después de la clase, hidratarse con agua, comer una colación saludable
después de la práctica de actividad física
HI OA11. Analizar y dar ejemplos de diversas maneras en las que el trabajo de las personas,
sus ideas y proyectos potencian y dan valor a los recursos naturales (por ejemplo:
tecnología de riego, elaboración de vinos, uso de madera en la construcción, nuevas formas
de explotación sustentable).
Articulación curricular
CN OA17. Investigar experimentalmente la formación del suelo, sus propiedades (como color,
textura y capacidad de retención de agua) y la importancia de protegerlo de la
contaminación, comunicando sus resultados.
CN OA18. Explicar las consecuencias de la erosión sobre la superficie de la Tierra,
identificando los agentes que la provocan, como el viento, el agua y las actividades
humanas.
OA 3: Explicar que la experiencia de
la vida cristiana requiere del
desarrollo afectivo, social y
espiritual.
AV OA1. Crear trabajos de arte y diseños a partir de sus propias ideas y de la observación del:
-Entorno cultural: el hombre contemporáneo y la ciudad
-Entorno artístico: el arte contemporáneo y el arte en el espacio público (murales y
esculturas)
HI OA12. Comparar diversos ambientes naturales en Chile (desértico, altiplánico, costero,
mediterráneo, andino, frío y lluvioso, patagónico y polar), considerando como criterios las
oportunidades y las dificultades que presentan y cómo las personas las han aprovechado
y superado para vivir y desarrollarse.
ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
101

11.2 Page 102

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OAA 1: Respetar y cuidar de sí
mismo, de las personas y del
entorno, en cuanto actitud ética
para todos, y como respuesta a la
convicción religiosa de ser creados
por Dios, para los creyentes.
CN OA3. Analizar los efectos de la actividad humana sobre las redes alimentarias.
CN OA7. Investigar y comunicar los efectos nocivos de algunas drogas para la salud,
proponiendo conductas de protección.
EFyS OA9. Practicar actividades físicas en forma segura, demostrando la adquisición de
hábitos de higiene, posturales y de vida saludable, como utilizar protección solar, lavarse y
cambiarse de ropa después de la clase, hidratarse con agua, comer una colación saludable
después de la práctica de actividad física.
7° básico
Religión
OA 1: Elaborar proyectos ecológicos
para promover la responsabilidad del
cuidado de la «casa común» a partir
de la Enseñanza Social de la Iglesia.
OA 5: Interpretar la religiosidad del
ser humano y su relación de la fe con
la vida en cuanto proceso de
humanización, a través del modelo
que los evangelios nos presentan en
la persona de Jesús.
OAA 1: Respetar y cuidar de sí mismo,
de las personas y del entorno, en
cuanto actitud ética para todos, y
como respuesta a la convicción
religiosa de ser creados por Dios,
para los creyentes.
1° medio
Religión
OA 1: Analizar el desarrollo científico,
tecnológico y ecológico, a la luz del
Evangelio y de la tradición eclesial,
como aporte a la persona humana y
al cuidado de la «casa común».
OA 2: Relacionar el principio de
responsabilidad y el valor del
cuidado de la «casa común» para la
construcción de una cultura humana
desde la mirada de la Doctrina Social
de la Iglesia.
Articulación curricular
HI OA21. Reconocer procesos de adaptación y transformación que se derivan de la relación
entre el ser humano y el medio, e identificar factores que inciden en el asentamiento de las
sociedades humanas (por ejemplo, disponibilidad de recursos, cercanía a zonas fértiles,
fragilidad del medio ante la acción humana, o la vulnerabilidad de la población ante las
amenazas del entorno).
HI OA22. Reconocer y explicar formas en que la acción humana genera impactos en el medio
y formas en las que el medio afecta a la población, y evaluar distintas medidas para
propiciar efectos positivos y mitigar efectos negativos sobre ambos.
HI OA23. Investigar sobre problemáticas medioambientales relacionadas con fenómenos
como el calentamiento global, los recursos energéticos, la sobrepoblación, entre otros, y
analizar y evaluar su impacto a escala local.
CN OA 1. Explicar los aspectos biológicos, afectivos y sociales que se integran en la
sexualidad, considerando:
• Los cambios físicos que ocurren durante la pubertad.
• La relación afectiva entre dos personas en la intimidad y el respeto mutuo.
• La responsabilidad individual.
Articulación curricular
CN OA2. Analizar e interpretar datos para proveer de evidencias que apoyen que la
diversidad de organismos es el resultado de la evolución, considerando:
• Evidencias de la evolución (como el registro fósil, las estructuras anatómicas homólogas,
la embriología y las secuencias de ADN).
• Los postulados de la teoría de la selección natural.
• Los aportes de científicos como Darwin y Wallace a las teorías evolutivas.
CN OA5. Analizar e interpretar los factores que afectan el tamaño de las poblaciones
(propagación de enfermedades, disponibilidad de energía y de recursos alimentarios,
sequías, entre otros) y predecir posibles consecuencias sobre el ecosistema.
CN OA8. Explicar y evaluar los efectos de acciones humanas (conservación ambiental,
cultivos, forestación y deforestación, entre otras) y de fenómenos naturales (sequías,
erupciones volcánicas, entre otras) en relación con:
102
ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

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OAA 1: Respetar y cuidar de sí mismo,
de las personas y del entorno, en
cuanto actitud ética para todos, y
como respuesta a la convicción
religiosa de ser creados por Dios,
para los creyentes.
• El equilibrio de los ecosistemas.
• La disponibilidad de recursos naturales renovables y no renovables.
• Las posibles medidas para un desarrollo sustentable.
HI OA4. Reconocer que el siglo XIX latinoamericano y europeo está marcado por la idea de
progreso indefinido, que se manifestó en aspectos como el desarrollo científico y
tecnológico, el dominio de la naturaleza, el positivismo y el optimismo histórico, entre otros.
HI OA25. Analizar el impacto del proceso de industrialización en el medioambiente y su
proyección en el presente, y relacionarlo con el debate actual en torno a la necesidad de
lograr un desarrollo sostenible.
TE OA6: Inferir, basándose en la evolución de los productos tecnológicos y los entornos, los
efectos positivos o negativos que estos han tenido en la sociedad
Figura 4: Articulación de la clase de religión con otras asignaturas según los objetivos de aprendizajes de las bases
curriculares.
Como se puede apreciar en la figura 4, los diversos objetivos de aprendizaje que se proponen
para la clase de religión se vinculan con objetivos de las asignaturas de Ciencias naturales (CN),
Educación física y salud (EFyS), Historia, geografía y ciencias sociales (HI), Artes visuales (AV) y
Tecnología (TE). Esta articulación curricular entrega una serie de posibilidades para los
profesores, quienes pueden trabajar juntos de modo interdisciplinar y abordar de mejor manera
la educación ambiental para que sea más significativo el proceso de aprendizaje para los
estudiantes.
Dicho trabajo pedagógico implica una planificación conjunta en algunas unidades, por lo tanto,
requiere una propuesta temática, metodológica, didáctica y evaluativa que es necesario vincular,
permitiendo un proceso de enseñanza interdisciplinar donde se plantean diversas voces y
miradas. Al mismo tiempo, esta forma de trabajar permite que se desarrollen los saberes de modo
integral y no de forma atomizada, que puede ser un peligro del despliegue de un currículum que
acentúe las disciplinas como parcelas incomunicadas. Así, se considera desde el Ministerio de
Educación (2018) que “la organización en asignaturas se considera un recurso para favorecer la
organización escolar, pero no implica un límite para integrar diversas áreas con fines
pedagógicos. La integración interdisciplinaria favorece la comprensión profunda y la aplicación
de los conocimientos” (p. 26).
Desde este concepto interdisciplinar del currículum, las bases curriculares de la enseñanza
religiosa escolar señala que “la asignatura de religión está llamada a colaborar con las otras
asignaturas, promoviendo o participando de proyectos conjuntos en donde los estudiantes
construyan sus aprendizajes a partir de diversas disciplinas” (Área de Educación de la
Conferencia Episcopal de Chile, 2020, p. 39).
ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
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11.4 Page 104

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Ciertamente, esta interdisciplinariedad no se agota en la educación ambiental, pues existen una
serie de aprendizajes relativos a otros temas donde también es posible desarrollar diversas
articulaciones, así:
La asignatura de religión también contribuye al desarrollo de los estudiantes
por medio de la interdisciplinariedad que se establece entre los objetivos de
esta asignatura con aquellos de las restantes asignaturas del currículum. Por
ejemplo, tanto religión como historia, geografía y ciencias sociales incorporan
OA concernientes a las expresiones religiosas regionales y la religión de los
pueblos precolombinos. También existen propósitos educativos vinculados con
la afectividad y la sexualidad, prevención del abuso, superación de toda forma
de discriminación y sana convivencia, abordados desde las perspectivas
propias de cada disciplina y en las cuales la asignatura de Religión Católica
puede contribuir a partir de su propia mirada (Área de Educación de la
Conferencia Episcopal de Chile, 2020, p.12).
Ahora bien, las bases curriculares de religión proponen diversas didácticas que permiten
articular la interdisciplinariedad desde la unidad temática con algún objetivo de aprendizaje de
otra asignatura, proporcionando, además, una propuesta evaluativa y otros recursos. En la figura
5 se presenta un resumen de esta propuesta considerando la unidad temática, el OA de la
asignatura y las páginas donde se puede encontrar la información:
Nivel Unidad
Asignatura Objetivo de Aprendizaje
pp.
1°b 2. La importancia de cuidar el Ciencias
mundo que Dios nos regaló es Naturales
responsabilidad de todos.
2°b 2. Dios nos creó como parte de Ciencias
la naturaleza, vivimos en y de Naturales
ella, por esta razón debemos
cuidarla y protegerla, y así
poder vivir mejor en la “casa
común” de todos.
3°b 4. Jesús nos invita a tener un Ciencias
compromiso activo en el Naturales
cuidado de los demás y la
naturaleza.
4°b 4. Para su desarrollo el ser Ciencias
humano debe tener un Naturales
equilibrio entre su relación con
los demás y la naturaleza.
CN OA1. Reconocer y observar, por medio de la 60
exploración, que los seres vivos crecen,
responden a estímulos del medio, se reproducen
y necesitan agua, alimento y aire para vivir,
comparándolos con las cosas no vivas.
CN OA6. Identificar y comunicar los efectos de la 73-75
actividad humana sobre los animales y su hábitat.
CN OA5. Explicar la importancia de usar 96-98
adecuadamente los recursos, proponiendo
acciones y construyendo instrumentos
tecnológicos para reutilizarlos, reducirlos y
reciclarlos en la casa y en la escuela.
CN OA4. Analizar los efectos de la actividad 111-113
humana en ecosistemas de Chile, proponiendo
medidas para protegerlos (parques nacionales y
vedas, entre otras).
104
ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

11.5 Page 105

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5°b 2. El cuidado de la naturaleza Ciencias
Naturales
CN O14. Investigar y explicar efectos positivos y 121-124
negativos de la actividad humana en los océanos,
lagos, ríos, glaciares, entre otros, proponiendo
acciones de protección de las reservas hídricas en
Chile y comunicando sus resultados.
6°b 2. La invitación de la Iglesia a Ciencias
cuidar la «casa común».
Naturales
CN OA3. Analizar los efectos de la actividad 140-141
humana sobre las redes alimentarias.
7°b 4. El cuidado de la «casa Historia,
HI OA23. Investigar sobre problemáticas 165-167
común».
Geografía y medioambientales relacionadas con fenómenos
Ciencias
como el calentamiento global, los recursos
Sociales
energéticos, la sobrepoblación, entre otros, y
analizar y evaluar su impacto a escala local.
1°m 1. Características del desarrollo Tecnología
humano y el impacto en el
TE OA6: Inferir, basándose en la evolución de los 187-189
productos tecnológicos y los entornos, los efectos
medioambiente.
positivos o negativos que estos han tenido en la
sociedad.
Figura 5: Interdisciplinariedad propuesta en las bases curriculares y programas de estudios de la asignatura de religión.
Estas propuestas interdisciplinares presentes en las bases curriculares de la asignatura de
religión son un ejemplo de planificación y de actividades conjuntas. Como se puede apreciar en
la figura 4, las posibilidades de articulación son bastante amplias en relación con las diferentes
asignaturas. Ahora bien, los objetivos de aprendizaje de ciencias naturales e historia, geografía
y ciencias sociales son bastantes disciplinares o técnicas en cuanto a sus aprendizajes, en este
sentido, la clase religión aporta desde su horizonte antropológico y ético a las temáticas, pues
tanto la ciencias como los fenómenos sociales no son neutros, de allí la importancia del vínculo
con los postulados de Laudato si’ y la Doctrina Social de la Iglesia.
Por su parte, los objetivos de aprendizaje de educación física y salud son de tipo más
actitudinales y, a la vez, la clase de religión puede entregar algunos contenidos relativos a la
ecología humana integral, en razón, particularmente, del autocuidado. Por su parte, con respecto
a las artes visuales y tecnología, permite vincular técnicas de tipo kinestésico, que posibilita el
aprender haciendo vinculando conceptos más teóricos que puede proporcionar la clase de
religión con la contemplación del entorno.
En síntesis, la interdisciplinariedad se plantea como una vía abierta, donde es posible transitar
desde la innovación pedagógica a la evaluación conjunta e integral, donde las antiguas fronteras
de las asignaturas parceladas se rompan para poder originar un proceso nuevo de enseñanza y
aprendizaje de tipo más holístico.
ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
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11.6 Page 106

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Conclusiones
Nos encontramos frente a un co-incidir de iniciativas tanto desde organismos internacionales,
ministeriales, magisteriales y congregacionales. Todas ellas están de acuerdo en que se necesita
de una educación ambiental que no sólo informe, sino que transforme, de allí la importancia de
la convergencia de diversas iniciativas que busquen incidir en el cuidado del medioambiente. Se
trata, por tanto, de que los estudiantes se conviertan en sujetos de transformación ambiental
donde cambien los paradigmas de la depredación por el cuidado de la casa común.
Ciertamente, es una gran tarea que necesita de un profesor/a de religión que maneje la
ecoteología (Boff, 2018; Acosta, 2014; Guridi, 2018) y los postulados del magisterio universal con
respecto al cuidado del medioambiente, especialmente lo planteado por el Papa Francisco (2015)
en Laudato si’ y en Querida Amazonía (Francisco, 2020b). A su vez, necesita de la experticia
pedagógica para articular la interdisciplinariedad curricular y de ese modo gestionar con los/las
profesores/as de otras asignaturas las planificaciones correspondientes a las unidades de
trabajo en conjunto. Por lo tanto, requiere transitar por nuevos campos disciplinares que van
entretejiendo un saber más holístico que tiene directa influencia en el proceso de enseñanza y
aprendizaje de los/las estudiantes.
Es un procedimiento que requiere de preparación interdisciplinar y de tiempo para ir adquiriendo
diversas habilidades en materia de educación ambiental, sobre todo, porque desde la asignatura
de religión no estábamos acostumbrados a abordar este tipo de formación. Al respecto, Laudato
si’ ha significado una revolución temática del currículum, considerando que, en la educación
básica, las unidades dedicadas a la educación medioambiental corresponde al 25%, mientras
que en la educación media un 6,25%. Para algunos puede ser un porcentaje exagerado en la
educación básica, pero coincide con la postura decidida de la Congregación Salesiana de
introducir en el espectro de la Pastoral Juvenil el cuidado del medioambiente, por lo tanto, como
educadores salesianos estas bases curriculares a nivel nacional significan una ventaja, porque
se puede asumir dicha educación desde la clase de religión, aportando con ello a otras instancias
educativas y pastorales. Además, como señala la congregación, no se trata de una moda, sino
un tema sustancial del cual depende la vida de la humanidad en el planeta, por lo tanto, la
responsabilidad de las nuevas generaciones será crucial para determinar el futuro de la especie
humana y del cuidado de la casa común que Dios nos ha regalado para habitar.
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ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

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Referencias
Acosta, R. (2014). Dios, hombre, creación: Hacia una ecoteología bíblica. Bogotá: San Pablo.
Área de Educación de la Conferencia Episcopal de Chile (2020). Bases curriculares y programas
de estudios de la asignatura de religión. Santiago de Chile: Santillana.
Benavides, F. (2012). Aportes didácticos de la teología, a la educación ambiental en los grados
sextos del colegio Champagnat de Bogotá (tesis de licenciatura). Pontificia Universidad
Javeriana. Bogotá, Colombia.
Boff, L. (2018). Liberar la tierra: Una ecoteología para un mañana posible. Madrid: San Pablo.
Francisco (2015). Laudato si' [LS]. Santiago de Chile: PUC.
Francisco (2020a). Fratelli Tutti. Santiago de Chile: San Pablo.
Francisco (2020b). Querida Amazonía. Santiago de Chile: San Pablo.
Guridi, R. (2018). Ecoteología: Hacia un nuevo estilo de vida. Santiago de Chile: Universidad Alberto
Hurtado.
Leiva, V. (2023). VII. Reflexión ¿Cómo reconectar con la esperanza? (publicado en este mismo
texto)
Ministerio del Medio Ambiente (2017). Educación Ambiental. Una mirada desde la
institucionalidad ambiental chilena. Santiago de Chile: MMA.
Ministerio de Educación (2009). Ley 20.370. Ley general de educación. Recuperado de
https://bcn.cl/2aomk
Ministerio de educación (2016a). Bases Curriculares. 7° básico a 2° medio. Santiago de Chile:
MINEDUC.
Ministerio de Educación (2016b). Bases curriculares para Formación Diferenciada Técnico-
Profesional. Santiago de Chile: MINEDUC.
Ministerio de educación (2018). Bases Curriculares. Primero a sexto básico. Santiago de Chile:
MINEDUC.
Ministerio de Educación (2019). Bases Curriculares. 3° y 4° medio. Santiago de Chile: MINEDUC.
Pablo VI (2000). Discurso de clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II. En Concilio Ecuménico
Vaticano II. Constituciones, decretos y Declaraciones. Edición Bilingüe promovida por
la Conferencia Episcopal Española (pp. 1173-1181). Madrid: BAC
Salesianos de Don Bosco (2022). Documento de posicionamiento: Los salesianos de Don Bosco
en camino hacia un mundo sostenible desde la perspectiva de la ecología integral.
Recuperado de https://salesianos.info/blog/los-salesianos-en-camino-hacia-un-
mundo-sostenible-desde-la-perspectiva-de-la-ecologia-integral/
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Preguntas para compartir:
1. Desde nuestro rol como profesores de religión, ¿qué desafíos nos presenta la educación
ambiental?
2. En nuestra realidad educativo-pastoral ¿es posible realizar un trabajo interdisciplinar en
torno a la formación ambiental?
3. En nuestras pastorales, según la figura 1, ¿qué elementos podemos incorporar a una
evangelización ambiental?
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ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

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VII. Reflexión: ¿Cómo reconectar con la esperanza?
Valeska Leiva Duarte*
Introducción
Cuando reflexionamos sobre el concepto “naturaleza” y cómo nos relacionamos con ella,
seguramente se nos vienen a la mente imágenes de nuestra infancia: una mariposa en la que
fijábamos la mirada, un árbol que acompañaba nuestros juegos o esos “pasteles” que
preparábamos con flores y barro.
Sumidos en el consumismo y en el estrés del cotidiano, no nos regalamos esos momentos
inolvidables que la naturaleza nos brinda. Nosotros mismos nos vamos autodestruyendo. Por eso
es fundamental el compromiso con la creación y la humanidad. Al despertar nuestros sentidos,
la sensibilidad nos permite abrir esa puerta para comprender que nosotros no controlamos la
tierra, sino que somos parte de ella y tenemos que comprenderla, acompañarla y contemplarla.
La naturaleza nos permite reconectar con nosotros mismos, con la humanidad y la espiritualidad.
La esperanza se renueva cuando vemos esa modesta planta que -contra toda lógica- rompe el
pavimento y crece. Uno siente a Dios presente, permitiéndonos disfrutar de ese regalo.
Urge cambiar nuestro estilo de vida, descubrir la riqueza infinita que tenemos en este planeta y
que se contrarresta con la pobreza espiritual del consumismo y las ansias de poder.
La creatividad nos muestra lo infinito de lo finito, ya que si no cuidamos los recursos naturales,
esa imagen de la semilla que crece, florece para volver a ser semilla, se transformará en un
recuerdo lejano junto con risas y aromas de vida.
Desde esa mirada, nuestra labor docente acompañando a las nuevas semillas es protagónico.
Conectar con la vida, conectar con la Tierra... es conectar con Dios.
1. La naturaleza se devela a quien la contempla
Acompañar y entender la naturaleza es un trabajo profundo que nos lleva a encontrarnos con
nosotros mismos desde un viaje al interior, entendiendo que somos uno y conformamos un todo.
Es un desafío hacer una pausa en nuestro caminar, detenernos a mirar y relacionarnos con el
entorno de una forma sensible y humilde, para así poder encontrarnos con este.
* Educadora de párvulos. Licenciada en educación. Magíster en fitoterapia. Académica de la Universidad Católica Silva
Henríquez, Santiago de Chile.
ECOLOGÍA INTEGRAL: CO-INCIDIR DESDE EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
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11.10 Page 110

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Por ejemplo, admirar un árbol y observar que todas sus hojas son diferentes nos invita a
reflexionar sobre nosotros mismos y cuán distintos somos, sin dejar de ser semejantes.
¿Es utópico pensar en un mundo de personas felices, donde podamos ver con cercanía el volar
de los pájaros y emprender el vuelo en sus alas, donde cuidar una semilla sea cotidiano y la
cultura del descarte deje de ser la protagonista?
Es urgente unirnos en ese diálogo, aún es tiempo de reconectar con la esperanza.
¿Quién puede decir que no le gustaría caminar por un bosque?
2. El desafío ambiental es una responsabilidad de todos
La forma de vida actual -especialmente en las zonas urbanas- nos desconecta y nos aleja de la
naturaleza.
Debemos actuar para cuidar el medioambiente que alberga y sustenta nuestra vida todos los
días. ¡Todos somos responsables!
Acciones simples como reciclar, reducir, reparar y reutilizar comienza en cada uno de nuestros
hogares. Así como gestionar adecuadamente los residuos domésticos, compostándolos y
reintegrándolos a nuestro territorio.
El sentido de inmediatez cotidiano nos hace olvidar el daño que provocan los malos hábitos,
como el uso del aire acondicionado, el manejo erróneo de los residuos sólidos, el uso
indiscriminado del auto, el mantener los aparatos electrónicos conectados, entre tantos otros.
La modificación genética de los alimentos es el resultado de una vida que hemos construido
desde lo descartable, de lo inmediato y desde la artificialidad. Coincidentemente, nuestros
cuerpos se han tornado menos saludables.
Cuidar el planeta es cuidarnos.
3. ¿Cómo enfrentar las crisis sociales y ambientales?
Dios llama a todos los seres humanos a cuidar la creación. El equilibrio, los ritmos y el respeto
por los ecosistemas son parte de un legado ancestral que nos identifica con el territorio al cual
pertenecemos.
Las respuestas a la crisis no pueden depender únicamente de la ciencia y la tecnología. No solo
deben abordarse a nivel político, económico y jurídico. Si bien todos son cruciales –un
componente central de una solución–, son insuficientes por sí solos.
Es necesario repensar la forma en que vivimos y retomar hábitos ancestrales en nuestro
cotidiano.
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12.1 Page 111

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La dimensión espiritual busca soluciones. El Papa Francisco nos deja abierta la puerta a un
nuevo diálogo sobre la forma en cómo estamos construyendo el futuro de nuestro planeta.
La naturaleza es un don, existimos por la gracia de Dios y el mundo existe por gracia.
La perfección es un don divino y como don del Padre Creador solo hay lugar para la maravilla y
la gratitud por la vida.
4. Nuestro rol como educadores
Reflexionar sobre las crisis ecológicas fomentado la lectura y el análisis de Laudato si’ entre los
estudiantes para que de esa manera reconozcan la importancia del cuidado de la creación en el
plan de Dios.
Aplicar estrategias metodológicas para la investigación y la acción participativa, que fomenten
el compromiso de la comunidad para abordar los problemas ecológicos en las escuelas y
reconozcan la importancia del cuidado de la naturaleza para el futuro de la humanidad.
Tomar conciencia que todo es un Jardín del Edén... Un macetero en un departamento, una huerta
en un colegio, un jardín de suculentas en un espacio acotado. Si cuidamos de este,
contemplaremos la belleza que nos brinda ese verdor, pero también estaremos trabajando la
belleza de la voluntad y la capacidad de aportar al planeta, transformando una realidad que
necesita de nuestro propósito.
La Tierra nos fue dada antes que nosotros. Todo lo que existe para los cristianos ha sido creado
por Dios para el bien de la humanidad.
En el Campus Lo Cañas de la UCSH desarrollamos un espacio ecológico construido por los y las
estudiantes. Lo han llamado Weliwen, que significa Nuevo Amanecer. Fue inaugurado el 1 de julio
de 2022.
En Weliwen se cultivan hierbas medicinales, aprendiendo en terreno el estudio de los usos y
propiedades. El resultado de la guarda de la cosecha estacional la compartimos con una
institución que necesite de estos recursos.
Weliwen, el nuevo amanecer que nace de nuestros corazones, cada día se materializa en un
trabajo en equipo, sistemático y continuo. Buscamos ser responsables con el entorno, creando
conciencia y educación ambiental. La armonía y paz en un entorno natural aportan a mejorar la
calidad de vida de toda la comunidad UCSH e instituciones con las cuales podamos vincularnos.
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Preguntas para compartir:
1. ¿Cuál es la importancia de reconectarse con la naturaleza?
2. ¿Cuál es nuestro rol como educadores según el texto? ¿Se podrían agregar otros aspectos?
3. ¿Se podría construir un Weliwen en nuestras CEPs?
REGISTRA TUS COMENTARIOS Y
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ESTE ENLACE:
https://bit.ly/46OcXCz
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