031-109-Misiones-Cap 01


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CAPÍTULO 1
MISIONES Y ANIMACIÓN MISIONERA
EN LOS SIGLOS XIX Y XX
La revista misionera juvenil salesiana Juventud Misionera (GM
en italiano) comenzó su andadura y su florecimiento en un período
de gran entusiasmo misionero en la Iglesia y en la Congregación
Salesiana. Una vez acabada la Primera Guerra Mundial, la cual
detuvo el prodigioso crecimiento de las misiones católicas que se
iniciaron en la segunda mitad del siglo XIX, se retomó, de forma
inmediata y enérgica, la actividad misionera.
Muchos factores específicamente misioneros caracterizaron el
período comprendido entre las dos guerras mundiales. Los Papas de
dicho período impulsaron a sus pontificados una actitud marcadamen-
te misionera, haciendo de la expansión de la Iglesia una de sus princi-
pales preocupaciones. Se publicaron varias encíclicas basándose en la
necesidad de la actividad misionera de la Iglesia, haciendo un llama-
miento a todos los fieles para adoptar un compromiso en este campo
y ofreciendo orientaciones prácticas a los misioneros en su trabajo de
evangelizar a los pueblos. El concepto de salvación, relacionado con
la consecuente visión de la Iglesia como el único medio de salvación,
desempeñó un papel efectivo en mantener el entusiasmo misionero.
La continua colonización occidental de África y Asia favorecieron la
causa de las misiones. La pujante corriente de nacionalismo en varias
partes del mundo durante este período de entreguerras contribuyó a
demostrar la enorme necesidad de evangelizar a estos grupos. Las
Sociedades Misioneras Pontificias, con el patrocinio y fomentadas por
la Santa Sede, fueron vitales para la información y la formación misio-
neras de numerosos sectores de la población. Alentados por el llama-
miento de los Papas, numerosas congregaciones religiosas incremen-
taron sus actividades misioneras en tierras lejanas.

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Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
La expansión misionera generó, providencialmente para los
institutos religiosos, un mayor crecimiento para ellos y, a la vez, sos-
tuvo una mayor acción misionera. Frecuentemente muchas de las
congregaciones religiosas comenzaron publicaciones periódicas con
el objeto de hacer propaganda de sus institutos y sus misiones. Estas
publicaciones periódicas misioneras contribuyeron a crear y a soste-
ner el interés del público general por las misiones y a propiciar un
marcado ambiente misionero. La actividad misionera no sólo inte-
resó a los sacerdotes y a los religiosos, sino también al público gene-
ral, a medida que los informes de los logros misioneros llegaban a
los hogares cristianos. Surgieron grupos y asociaciones misioneras
en las naciones católicas profundizando más en la conciencia misio-
nera del público general.
Este capítulo introductorio intenta describir el ambiente misionero
en el que JM comenzó su andadura. Ayudará a situar la publicación
en su contexto concreto histórico y contribuirá a una comprensión
más profunda de los motivos por los que se inició esta publicación y
su alcance, además de explicar la razón de su gran popularidad y su
éxito. También complementará la imagen de las misiones y de los
misioneros proyectada por la publicación y nos llevará a entender las
razones subyacentes de tales proyecciones. Poner la revista en su
contexto histórico servirá para evaluar correctamente este proyecto
salesiano de animación misionera de la juventud.
La expansión misionera desde 1915 hasta 1960
Latourette afirma que, a pesar de toda la agitación social y polí-
tica en varios rincones del mundo, el período transcurrido entre las
dos guerras mundiales fue uno de los de mayor crecimiento de la
actividad misionera de la Iglesia. La audaz empresa misionera de la
Iglesia se inició en las últimas décadas del siglo XI y continuó en el
siglo XX, interrumpiéndose temporalmente durante la Primera
Guerra Mundial.
Esta sección del estudio examinará brevemente el ambiente
misionero que caracterizó el período posterior a la Primera Guerra
Mundial y la empresa misionera de la Iglesia en el mismo perío-
do. Al igual que algunos de los factores cruciales de las activida-
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
33
des de la Iglesia tuvieron su origen en el siglo XIX, un análisis del
ambiente misionero de dicho siglo explica los períodos más re-
cientes.
Factores que contribuyeron al renacimiento
de las misiones en el siglo XIX
La Revolución Francesa junto con el gobierno de Napoleón y
los cambios políticos y sociales que marcaron las últimas décadas
del siglo XVIII y las primeras décadas del siglo XIX estuvieron a
punto de paralizar la expansión misionera de la Iglesia. Pero esos
mismos acontecimientos, que tuvieron efectos tan negativos en la
expansión misionera de la Iglesia, demostraron ser los agentes de
una purificación necesaria y de una auténtica renovación de la pro-
pia Iglesia. El espíritu del Romanticismo que invadió a Europa tras
el Congreso de Viena trajo consigo una nueva vitalidad espiritual en
el continente. “Fue esta oleada de vitalidad”, según Latourette, “el
principal motivo de la visión audaz, los planes globales y la ofren-
da de vidas y de dinero, que llevaron a los misioneros a todos los
rincones del globo”1.
Aparte del despertar religioso general, muchos otros factores
contribuyeron a que el período entre 1815 y la Primera Guerra Mun-
dial fuera la era de mayor expansión misionera. Los Papas de este
período mostraron un interés personal en promover la actividad
evangelizadora de la Iglesia. Así, Pío VII (1800-1823) reorganizó la
Sagrada Congregación para la Propagación de la Fe y centralizó en
ella todas las futuras expansiones misioneras. Gregorio XVI (1831-
1846) realizó un gran esfuerzo para liberar la actividad misionera de
la Iglesia del sistema de Patronazgo e introdujo el sistema de ius
commissionis. Por medio de este último modo operativo, los territo-
rios de misión se asignaron a algunas órdenes o congregaciones
misioneras y no a varias naciones católicas europeas. Promovió el
establecimiento de iglesias locales con clero nativo. La canoniza-
ción y beatificación de los mártires japoneses durante el pontificado
____________________
1 LATOURETTE KENNETH SCOTT, A History of the expansion of christianity, vol. 4,
Exeter, The Pater Noster Press, 1971, 45-46.

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Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
de Pío IX (1846-1878), junto con la celebración del Concilio Vati-
cano I, fueron testimonios convincentes de la universalidad de la
Iglesia y una gran revelación de la Iglesia europea (especialmente la
italiana) ante la realidad de las misiones. León XIII (1878-1903)
continuó con la tendencia de sus predecesores de liberar la actividad
misionera de la Iglesia de la influencia de los poderes seculares y
reafirmó el carácter fundamentalmente espiritual y evangélico de las
misiones y lo desvinculó de todas las actividades políticas de las
diversas naciones católicas. El Papa Pío X (1903-1914) reorganizó
la Propaganda Fide. Para que lograra mayor eficacia la Sagrada
Congregación, dejó fuera de su jurisdicción a Inglaterra, Irlanda,
Luxemburgo, los Países Bajos, Estados Unidos y Canadá.
Uno de los principales motivos de la paralización de la expan-
sión misionera en las últimas décadas del siglo XVIII y de la pri-
mera década del siglo XIX fue la supresión de las congregaciones
religiosas y la consiguiente depreciación de la vida religiosa. El
resurgimiento de la vida religiosa en el siglo XIX contribuyó de
manera imperiosa a relanzar la actividad misionera de la Iglesia. El
período comprendido entre 1815 y 1915 fue testigo del nacimiento
de más congregaciones religiosas, tanto masculinas como femeni-
nas, que en ningún otro período de igual duración. La vasta mayoría
de estas nuevas familias religiosas tenía un carácter específicamen-
te misionero. Dicho período vio también los valientes principios de
la presencia de mujeres religiosas en varios campos de misiones,
proporcionando una efectividad completamente peculiar.
En el contexto de la fundación de institutos misioneros, con-
vendría prestar atención a la fundación de cuatro importantes en Italia
en la segunda mitad del siglo XIX. Estos institutos desempeñarían en
el transcurso de los años un papel crucial en la expansión misionera
de la iglesia en los diferentes continentes. El Pontificio Istituto
Missioni Estere di Milano (PIME) fue fundado por Mons. Angelo
Ramazzotti, obispo de Pavía, en 1850. Los Figli del Sacro Cuore di
Gesù, comúnmente llamados combonianos, fueron fundados por
Mons. Daniele Comboni, Vicario Apostólico de África Central en
1867. La Pia Società di San Francesco Xaverio, también conocida
como javerianos, fue fundada por Mons. Guido M. Conforti, obispo
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
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de Parma en 1895. Y el Istituto Missioni della Consolata fue funda-
do en Turín por el Canónigo Giuseppe Allamano en 19012.
Una característica específica del movimiento misionero del
siglo XIX fue su base popular. Las misiones no interesaban sólo a la
jerarquía, a los sacerdotes y a los religiosos. Surgieron numerosos
grupos de asociaciones misioneras en diferentes partes de Europa,
generalmente vinculadas con ciertos territorios específicos de algu-
nos institutos religiosos, con el fin de apoyarlos con oraciones y eco-
nómicamente. Estos grupos solían apoyarse en publicaciones perió-
dicas oraganizadas por las congregaciones religiosas o por los fun-
dadores de los mismos grupos misioneros. Giuseppe Schmidlin
recalca que se publicaron un total de más de 300 revistas misioneras
en el período que abarca de 1860 a 1920. Sirvieron para informar a
los lectores sobre los acontecimientos de las misiones, manteniendo
vivo el entusiasmo misionero de las numerosas asociaciones, y para
alentar su generosidad3. Consecuentemente, las misiones se convir-
tieron en un centro de interés para el pueblo común a través de las
asociaciones misioneras y sus publicaciones periódicas4.
El gran movimiento misionero del siglo XIX y de la primera
mitad del siglo XX no puede ser atribuido solamente a motivos reli-
giosos. Otras razones, aparte de las religiosas, contribuyeron por su
parte a la expansión misionera del período en cuestión. Nuevos des-
cubrimientos científicos, especialmente la navegación a vapor y la
consecuente invención del ferrocarril, facilitaron los viajes. La aper-
tura del Canal de Suez en 1869 redujo la fatiga de los viajes a tie-
rras lejanas. El perfeccionamiento de los sistemas postales propor-
cionó una comunicación más rápida entre los misioneros y sus cen-
tros de apoyo en Occidente; todos estos factores facilitaron la recau-
____________________
2 Cfr. ERBA ANDREA M., Storia della Chiesa missionaria, en AA.VV., Mis-
siologia oggi, Roma, Pontificia Università Urbaniana, 1985, (123-145) 139.
3 Cfr. SCHMIDLIN GIUSEPPE, Manuale di storia delle missioni catoliche, vol 3,
Milán, Pontificio Istituto Missioni Estere, 1929, 14.
4 Las asociaciones misioneras nacieron en este período y sus publicaciones perió-
dicas se estudiarán en una sección posterior ya que no sólo continuaron en el período
posterior a la Primera Guerra Mundial, sino que también tuvieron una gran influencia
en la animación misionera de todos los sectores de la población en este período.

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Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
dación de fondos y la propagación de información entre la pobla-
ción5.
Otro factor más que contribuyó a la expansión misionera fue el
aumento del comercio de las naciones europeas con otras, hasta
entonces, desconocidas partes del mundo y la constante coloniza-
ción de las potencias occidentales de las tierras y pueblos recién
explorados. Latourette observa que a finales del siglo XIX las nacio-
nes europeas exploraron y subyugaron África, conquistaron India y
Ceilán, abrieron las puertas de China, indujeron a Japón a admitir a
sus comerciantes, diplomáticos y misioneros, y llegaron a dominar
las islas del Pacífico. Constituyeron nuevas naciones en Australia y
Nueva Zelanda y completaron la ocupación del continente america-
no. Antes de 1914 la mayor parte de la faz de la Tierra dependía
políticamente de naciones europeas, y, aquellas que no estaban
supeditadas directamente, estaban influidas por el comercio con
Europa6. Las potencias colonizadoras abrieron el camino a los mi-
sioneros con frecuencia y, a veces, tanto soldados como misioneros
formaron parte del mismo grupo para la colonización, evangeliza-
ción y civilización de los pueblos indígenas7.
Breve resumen del movimiento misionero
hacia las nuevas tierras en el siglo XIX
Durante las décadas iniciales del siglo XIX los territorios de
misión incluían sólo las naciones europeas que habían adoptado el
____________________
5 Cfr. BIHLMEYER KARL, Church history, vol. 3, Westminister, The Newman
Press, 1966, 351; LATOURETTE KENNETH SCOTT, A History of the Expansion of
Christianity, vol. 4, 18; METZLER JOSEPH (Ed.), Storia della Chiesa, vol. 24, Milán,
Edizioni Paoline, 1990, 26.
6 Cfr. LATOURETTE KENNETH SCOTT, A History of the expansion of christianity,
vol. 4, 13-14.
7 Para más detalles sobre estos factores respecto al despertar misionero del siglo
XIX, cfr. BIHLMEYER KARL, Historia de la Iglesia, vol. 3, 351; LATOURETTE
KENNETH SCOTT, A History of the expansion of christianity, vol. 4, 13-49; COMBY
JEAN, Due mila anni di evangelizzazione, Turín, Società Editrice Internazionale,
1992, 212-260; METZLER JOSEPH (ed.), Storia della Chiesa, vol. 24, 25-48,
GRÜNDER HORST, Christian mission and colonial expansion – Historical and struc-
tual connections, en 01 «Mission Studies» 12 (1995) 1, 18, (18-29).
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
37
protestantismo, las naciones del norte de África y el nuevo mundo
del continente americano. Oriente permaneció cerrado a los misio-
neros, además de la vasta región africana situada al sur del Sáhara.
Sin embargo, en las décadas finales del siglo hubo un fuerte movi-
miento hacia esas regiones.
La exploración de África central y austral se realizó principal-
mente en las últimas tres décadas del siglo XIX. Las conquistas
coloniales siguieron a la exploración de dichas regiones. Éstas, una
a una, precedieron al trabajo misionero y de alguna manera prepa-
raron el camino para ello. Los colonizadores europeos dividieron las
regiones exploradas entre ellos e invitaron a los misioneros de sus
respectivos países a aquellas regiones para evangelizar y civilizar a
la población aborigen8.
India no era una zona nueva para la actividad misionera en el
siglo XIX. No obstante, durante este período representó una situa-
ción peculiarmente difícil y urgente que requería mayor implicación
misionera. A principios del siglo XIX los católicos de India se en-
contraban en una situación complicada. La mayor parte de las dió-
cesis del Protectorado portugués no disponían de obispos. El Papa
Gregorio XVI trató de remediar la situación creada por la negligen-
cia del reino español. En 1834 creó cinco Vicariatos Apostólicos.
Con la bula de 1838, Multa Praeclare, reorganizó la Iglesia en India.
Suprimió cuatro de las cinco diócesis del Protectorado, a favor de
los Vicariatos Apostólicos. Sólo Goa permaneció bajo el Protec-
torado. Pese a todo, esto dio lugar al Cisma de Goa, que perduró
hasta 1886. La Compañía de las Indias Orientales evitó la evangeli-
zación en las regiones que colonizó. En 1858 el gobierno británico
asumió el dominio de la colonia y con él los misioneros lograron
mayor libertad de acción, pero el gobierno protestante británico dis-
criminó a los misioneros católicos y sus actividades. La división
entre el clero provocada por el Cisma de Goa, la ausencia de misio-
neros, junto con la actividad misionera de los protestantes significó
un descenso del número de católicos y un gran crecimiento de los
____________________
8 Cfr. COMBY JEAN, Due mila anni di evangelizzazione, 264-267.

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Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
protestantes. Todos estos factores sirvieron para destacar la urgencia
de nuevas fuerzas misioneras para la evangelización de la India.
Además, la extensa península india con sus diversos grupos étnicos
que todavía no habían tenido contacto con el cristianismo represen-
taba un desafío a los audaces misioneros de la época9.
Se establecieron dos Vicariatos Apostólicos en Sri Lanka en
1845, uno en Colombo y el otro en Jaffna. En la segunda mitad del
siglo, numerosas congregaciones religiosas llevaron a cabo su labor
misionera en esta gran isla, y a finales de 1870 la población católi-
ca había alcanzado los 200.000 miembros. En Birmania, no obstan-
te, el trabajo progresó a un ritmo más lento. Los oblatos de Turín
comenzaron la evangelización de la región. En 1856 fueron sustitui-
dos por las Misiones Extranjeras de París. En 1868 éstas fueron
reforzadas por las Misiones Extranjeras de Milán. En 1866 se crea-
ron tres Vicariatos en Birmania10.
Los colonizadores españoles ocuparon Filipinas en el siglo
XVI y el proceso de colonización fue de la mano de la evangeliza-
ción de la población. Sin embargo, las misiones católicas en Filipi-
nas se resintieron por la Guerra hispano-estadounidense y la anexión
del estado insular por parte de Estados Unidos en 1898. En esa
época el 90% de los filipinos eran católicos. Los estadounidenses
expulsaron a los sacerdotes españoles y no había suficientes sacer-
dotes nativos para sustituir a los misioneros extranjeros. Varias sec-
tas protestantes invadieron el país. La Iglesia también se resintió por
el cisma del Padre Gregorio Aglipay, quien fundó la Iglesia Nacio-
nal Filipina en 1902. No obstante, el movimiento desapareció pau-
latinamente y la paz volvió a la Iglesia11.
____________________
9 Cfr. COMBY JEAN, Due mila anni di evangelizzazione, 228-229; BIHLMEYER
KARL, Church History, vol. 3, 434; GEORGES GORREE y CHAUVEL GERMAIN, La
Chiesa e la sua missione, Turín, Edizioni Missioni Consolata, 1966, 140-142.
10 Cfr. GEORGES GORREE y CHAUVEL GERMAIN, La Chiesa e la sua missione, 141-
142.
11 Cfr. COMBY JEAN, Due mila anni di evangelizzazione, 278; BIHLMEYER KARL,
Church history, vol. 3, 435; LATOURETTE KENNETH SCOTT, Christianity in a revo-
lutionary age. A history of christianity in the nineteenth and twentieth centuries,
vol. 5, Grand Rapids, Zondervan Publishing House, 1969, 361-366.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
39
Durante la época de colonización europea Indonesia se convir-
tió en una colonia holandesa, y los misioneros holandeses realizaron
concienzudamente el trabajo de evangelización de la población in-
donesia. Se decía que en 1913 había en las Indias Orientales Holan-
desas un total de 82.286 católicos y esta población siguió creciendo
continuamente12. Durante la Segunda Guerra Mundial, debido a la
invasión alemana de los Países Bajos, las autoridades holandesa
apresaron o expulsaron a los misioneros alemanes que se encon-
traban en Indonesia13.
La evangelización de China ha recibido la atención de varios
grupos de misioneros en los siglos pasados. Dificultades de diverso
carácter obstaculizaron la evangelización de los chinos, no siendo
menor la dificultad del viaje. Cuando las rutas marítimas se abrie-
ron paulatinamente durante esta época de exploración, China se
convirtió en uno de los objetivos más atractivos para los institutos
misioneros, pero hubo una férrea oposición por parte del imperio
contra toda actividad proselitista. El cristianismo se consideraba una
religión extranjera. Después de la Segunda Guerra del Opio (1857-
1860) el imperio chino fue forzado a proclamar la libertad de reli-
gión y a permitir el establecimiento de las misiones católicas. A
pesar de que China no era una colonia de ningún país europeo en
aquella época, se encontraba bajo el yugo de las potencias europeas,
que la explotaron y la humillaron. Francia había ejercido un protec-
torado sobre las misiones católicas en China desde el tratado de
Tientsin en 1858. En junio de 1900 estalló la revuelta de los boxers
con el pretexto de purificar China de todos los elementos extranje-
ros. Se dio muerte a muchos extranjeros y cristianos. Sin embargo,
Pekín volvió a pasar a manos europeas en agosto. Las misiones
católicas florecieron bajo el protectorado francés. El derrocamiento
de la dinastía manchú y la proclamación de la república en 1911
crearon gran confusión y disturbios políticos casi permanentemen-
te. Con la constitución de la república intentó rehabilitar el culto a
____________________
12 Cfr. LATOURETTE KENNETH SCOTT, Christianity in a revolutionary age, vol. 5,
353-357.
13 Cfr. LATOURETTE KENNETH SCOTT, Christianity in a revolutionary age, vol. 5,
353-357.

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Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
Confucio. Pero la época se caracterizó por guerras civiles cada vez
más numerosas, revueltas de oficiales militares ambiciosos, bando-
lerismo extendido, inundaciones, hambrunas, etc. No obstante, las
primeras dos décadas del siglo XX fueron años de gran trabajo
misionero en China, sin duda vinculado a las actividades de las
potencias coloniales pero, precisamente debido a eso, tuvo sus in-
convenientes14.
El trabajo de la evangelización de Indochina comenzó en las
primeras décadas del siglo XIX. No obstante se encontró con fre-
cuentes persecuciones por parte de los emperadores. La más impor-
tante de ellas fue la iniciada por el emperador Minh-Mang, ocurrida
entre 1844 y 1848. Fue la paulatina colonización francesa de Indo-
china la que acabó con las persecuciones y abrió la región a los
misioneros. No obstante, la región tendría que esperar al final de la
Primera Guerra Mundial para ver un florecimiento real del trabajo
misionero. Durante el período de colonización, Malasia también
estuvo bajo la influencia de los misioneros, pese a estar restringida
a Malaca y Singapur15.
Tras un bloqueo de más de 200 años, por medio de varios tra-
tados con Estados Unidos, Francia e Inglaterra, Japón abrió sus puer-
tas a los occidentales en 1856. Los misioneros cristianos aprovecha-
ron la oportunidad para relanzar un impulso importante con el fin de
evangelizar la nación insular. Hubo persecuciones anticristianas en
1867-1870. Pero en 1873 y 1876 el gobierno derogó las leyes anti-
cristianas. La nueva Constitución de 1889 otorgó libertad religiosa
total. No obstante, la expansión misionera en la región fue lenta16.
La fe católica se introdujo en Corea en la década de 1780 a tra-
vés de la labor misionera de unos cuantos coreanos que estuvieron
____________________
14 BIHLMEYER KARL, Church history, vol. 3, 435-436; COMBY JEAN, Due mila
anni di evangelizzazione, 262-264; LATOURETTE KENNETH SCOTT, Christianity in a
revolutionary Age, vol. 5, 372-380.
15 Cfr. BIHLMEYER KARL, Church history, vol. 3, 435; COMBY JEAN, Due mila
anni di evangelizzazione, 262; GEORGES GORREE Y CHAUVEL GERMAIN, La Chiesa
e la sua missione, 138-139.
16 Cfr. BIHLMEYER KARL, Church history, vol. 3, 436.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
41
en contacto con los misioneros católicos en China. En 1830 se esta-
bleció un Vicariato Apostólico en Corea, encomendado a las Misio-
nes Extranjeras de París. La fe progresó a un ritmo constante en la
región aunque puesto a prueba por las recurrentes persecuciones. La
fe católica no fue reconocida oficialmente en el país hasta 1886,
Gracias a un tratado entre Francia y Corea. Japón ocupó Corea en
1904 y se la anexionó en 1910. No obstante, durante la ocupación
japonesa se dio libertad de culto al cristianismo17.
La expansión misionera en el período
entre las dos Guerras Mundiales
La Primera Guerra Mundial interrumpió el creciente ritmo de
la empresa misionera de la Iglesia en el siglo XIX. La guerra trasto-
có la comunicación entre los misioneros y sus oficinas centrales en
Europa. Muchos de ellos, especialmente los alemanes, fueron encar-
celados o expulsados en muchas zonas. Con frecuencia los misione-
ros expulsados eran sustituidos por ministros protestantes ingleses o
estadounidenses. Había una gran dificultad para enviar refuerzos de
personal y ayuda económica a las naciones lejanas de misión. A esto
se añade el hecho de que algunas naciones europeas impusieron el
servicio militar obligatorio y, por consiguiente, se redujo el número
de personal misionero18.
Las corrientes políticas de los tiempos del nazismo en Ale-
mania, el fascismo en Italia y el comunismo en Rusia tuvieron efec-
tos adversos en las actividades de la Iglesia. En Oriente, el sintoís-
mo que conformaba el centro del nacionalismo japonés no dejaba
sitio para el cristianismo. El sistema de laissez faire (dejar hacer)
que estaba en boga en el período anterior a la guerra alentó la crea-
tividad individual y dejó vía libre al fervor de los misioneros. No
obstante, tras la guerra, el Estado impuso mayores controles. Este
____________________
17 Cfr. BIHLMEYER KARL, Church history, vol. 3, 436-437; LATOURETTE KENNETH
SCOTT, Christianity in a revolutionary age, vol. 5, 413-423; GEORGES GORREE y
CHAUVEL GERMAIN, La Chiesa e la sua missione, 136-137.
18 Cfr. LATOURETTE KENNETH SCOTT, A history of the expansion of christianity,
Exeter, The Pater Noster Press, 1971, vol. 7, 11-14; COMBY JEAN, Due mila anni di
evangelizzazione, 269-270; BIHLMEYER KARL, Church history, vol. 3, 531.

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Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
mayor poder del Estado tuvo consecuencias adversas para la activi-
dad misionera. Además, las monarquías absolutas de Europa de los
siglos XVI, XVII y VIII mantenían generalmente buenas relaciones
con la Iglesia y la ayudaban en el país y en las colonias, a pesar de
que, en general, lo hacían en beneficio propio. La situación cambió
drásticamente en el siglo XX. Los principales estados totalitarios
eran abierta o encubiertamente hostiles a la Iglesia y la mayor parte
de ellos, incluso los más democráticos, la privaron de algunas de sus
funciones tradicionales19.
El desarrollo de la ciencia y el dominio del hombre de su entor-
no físico se incrementaron notablemente después de la Primera
Guerra Mundial. Las máquinas empezaron a desempeñar un rol más
importante en la vida del hombre. Creció el número de inventos. Las
naciones dieron pasos de gigante en dirección a la industrialización.
La invención del transporte aéreo y la radio ayudaron a unir al mun-
do. Los nuevos descubrimientos científicos, a la par que el mayor
conocimiento, acompañado del control de los elementos de la natu-
raleza, pusieron en duda frecuentemente las antiguas creencias de la
Iglesia, lo que marcó el inicio de una época de mayor escepticismo
y secularismo20.
Las corrientes de democracia y autonomía que habían tenido
sus orígenes incluso antes de la Revolución Francesa y que habían
invadido Europa durante el siglo XIX, llegaron lentamente también
a las colonias, muchas veces para bochorno de las potencias coloni-
zadoras. La democracia, que había marcado el siglo XIX, continuó
hasta pasados los años de la Primera Guerra Mundial. No obstante,
con frecuencia esta corriente política desembocaba en un naciona-
lismo radical y en conflictos raciales. Las revoluciones culturales
entre los pueblos no europeos se intensificaron durante este período,
especialmente en África Subsahariana, Turquía, Irán, India, China y
Japón. “Autodeterminación” y “democracia”, que fueron las consig-
____________________
19 Cfr. LATOURETTE KENNETH SCOTT, A history of the expansion of christianity,
vol. 7, 11-14.
20 Cfr. LATOURETTE KENNETH SCOTT, A history of the expansion of christianity,
vol. 7, 5-11.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
43
nas de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), prepararon el cami-
no a las demandas de igualdad de derechos para la población, hasta
entonces sometida a las potencias europeas. La guerra trajo consigo
un cambio de mentalidad en la población colonizada y las jóvenes
iglesias en las regiones de misión. Floreció lentamente el naciona-
lismo en todos los sectores de la población21.
En el período comprendido entre 1914 y 1945, cuando los an-
teriores modelos culturales estaban quebrando o modificándose y la
sociedad se volvía cada vez más secular, era de esperar que el cris-
tianismo experimentara un lógico retroceso. En una era que vio la
mayor extensión de los poderes coloniales además del colapso pau-
latino de los mismos por la creciente marea del nacionalismo, que
tenía raíz en las colonias, los cálculos humanos predecirían el fin de
toda actividad misionera debido a su relación con las actividades
coloniales. A pesar de dichos cálculos, precisamente durante esa
época las misiones hicieron grandes progresos en África, India,
China, Japón y Corea y de algún modo en otras naciones asiáticas.
Fue en esos años cuando el cristianismo se convirtió en una religión
mundial y logró despojarse de un carácter puramente occidental. El
período de entreguerras demostró ser uno de los mejores para la
expansión misionera católica, por el número de personal dedicado a
las misiones, por la calidad y la cantidad de ayuda a éstas, por la
abundancia de bibliografía especializada en el tema y por el aumen-
to general en el número de fieles22.
Uno de los mayores factores que formaron la base de la gran
expansión misionera del período de entreguerras fue precisamente
el liderazgo misionero de los Papas de la era. Inmediatamente des-
pués de la Primera Guerra Mundial Benedicto XV centró su aten-
ción en el estado de las misiones. Creó la Santa Congregación para
las Iglesias Orientales para encargarse de los asuntos de éstas y libe-
____________________
21 Cfr. LATOURETTE KENNETH SCOTT, A history of the expansion of christianity,
vol. 7, 5-11; COMBY JEAN, Due mila anni di evangelizzazione, 270.
22 Cfr. COMBY JEAN, Due mila anni di evangelizzazione, 276; LATOURETTE KEN-
NETH SCOTT, A history of the expansion of christianity, vol. 7, 409-411; LATOURETTE
KENNETH SCOTT, Christianity in a revolutionary age, vol. 5, 263-264.

1.8 Page 8

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44
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
rar a la Propaganda Fide de las preocupaciones de los espinosos
problemas relacionados con las costumbres y usos de Oriente. La
propia Propaganda Fide era de interés para la evangelización de la
población. En 1919 sacó a la luz la encíclica Maximum Illud23, que
marcó un auténtico punto decisivo en el trabajo de evangelización
de la Iglesia y sirvió como carta magna de toda la actividad misio-
nera futura. El verdadero relanzamiento de la empresa misionera
tras la Primera Guerra Mundial podía identificarse con la promul-
gación de este fundamental documento papal. El Santo Padre insis-
tió además en la formación de misioneros en disciplinas tanto sagra-
das como seculares y pidió la introducción del curso de misionolo-
gía en el Ateneo de Propaganda Fide. Esto no se realizó hasta
193224.
El Papa Pío XI (1922-1939) se lanzó a la tarea misionera
desde el principio de su pontificado. Consideraba la evangeliza-
ción de los pueblos como el objetivo principal de su papado. En
mayo de 1922 reorganizó el método de colecta y distribución de
ayuda a las misiones y trasladó a Roma las oficinas centrales de
L’Oeuvre de la propagation de la foi y la puso bajo la autoridad
de la Santa Congregación para la propagación de la Fe. Propició
la animación misionera de los fieles por medio de L’Unione
Missionaria del Clero. El mismo año se celebró el Congreso Inter-
nacional de las Misiones Católicas con motivo del 300 aniversario
de la fundación de la Santa Congregación para la Fe. En la fiesta
de Pentecostés de 1922 hizo público su plan misionero. Insistió en
que la evangelización de los pueblos era una misión de todas las
personas bautizadas. Puso de relieve la urgencia de evangelizar
Asia y África. Envió el mismo año a Mons. Celso Costantini como
delegado apostólico a China. Costantini se esforzó en la indigeni-
zación de la Iglesia en China, un proyecto muy cercano al corazón
____________________
23 Un estudio más detallado de este documento papal se hará en una sección
posterior de este capítulo.
24 Cfr. BIHLMEYER KARL, Church history, vol. 3, 531; COMBY, JEAN, Due mila
anni di evangelizzazione, 271; SEMERARO COSIMO, Le missioni cattoliche nell’epo-
ca contemporanea, en DAL COVOLO ENRIO, y TRIACCA ACHILLE (Eds.), La missione
del Redentore, Turín, Elledici, 1992, (159-178), 166-168.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
45
de Pío XI. El año 1923 marcó el reconocimiento de varios ritos
orientales: Malabar, Malankara y Copto y el nombramiento de sus
propios obispos.
Pío XI decidió que las celebraciones del Año Santo de 1925
tuvieran un carácter específicamente misionero. Cambió al Prefecto
de la Propaganda Fide para organizar una Exposición Misionera
para la ocasión que se mantendría abierta al público durante todo el
año. Dicha exposición misionera, que mostraba objetos de las misio-
nes de todo el mundo y centraba su atención en la belleza artística y
en la realidad de la situación de las poblaciones misioneras, repre-
sentó un viaje virtual a las numerosas misiones para miles de visi-
tantes. Fue una gran revelación sobre la realidad de las misiones. En
1927 la misma exposición misionera encontró un lugar permanente
en el campus del Laterano para convertirse en un Museo permanen-
te de las misiones.
En 1926 publicó la encíclica Rerum Ecclesia, una de las más
importantes de la época25.
El mismo año instituyó el tercer domingo de octubre como
Domingo de Misiones, un día de oración y ofrenda por las misiones.
El 18 de octubre de 1926 consagró a los primeros seis obispos chi-
nos y más tarde siguió con la consagración de los obispos japoneses
y vietnamitas. En 1927 proclamó a santa Teresa del Niño Jesús
como patrona de las misiones, apuntando el celo de la santa por la
salvación de las almas como el auténtico motivo de las misiones y
la oración y el sacrificio como medios efectivos y necesarios para la
verdadera propagación del Evangelio. El Papa animó a los fieles a
unirse al apostolado de oración por las misiones proponiendo inten-
ciones específicas de oración y sacrificio cada mes. En 1931 inau-
guró el Colegio Urbaniano de Propaganda Fide para la formación
misionera del clero de todo el mundo. En 1933 tuvo un papel deci-
sivo en la fundación del instituto para estudios misioneros en dicho
centro. Durante el papado de Pío XI se crearon casi 200 diócesis
misioneras. De ellas, 40 fueron encomendadas al cuidado pastoral
____________________
25 Este documento papal será estudiado con más detalle en una sección posterior.

1.9 Page 9

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46
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
de obispos nativos. En esta gran tarea en favor de las misiones, reci-
bió la ayuda inestimable de Willem Van Rossum, el prefecto de
Propaganda Fide26.
A pesar de que ya en 1911 fue fundado un instituto misionero
en Münster por Joseph Schmidlin (1876-1844) y Robert Streit
(1875-1930), fue durante el papado de Pío XI cuando s econsolidó
la idea de un estudio específico de la ciencia de las misiones en las
universidades católicas. En Francia las primeras lecciones de misio-
nología fueron impartidas por M. Goyan en el Institut Catholique.
En 1927 fue establecida aquí una cátedra de misionología. También
en Lovaina, Goyan consiguió una cátedra aprobada en 1924. En el
mismo período Mons. Alfons Mülder inauguró la primera cátedra de
misionología en Nimega en los Países Bajos. En Austria, J. Thauren
dirigió seminarios misionológicos en la Universidad de Viena a par-
tir de 1933. Se creó un instituto de misionología en la Universidad
de Friburgo en 1944. En 1946 se formó una cátedra de ciencias de
las misiones en Coimbra, Portugal, y otra en España en la Univer-
sidad de Comillas, mientras que en Burgos la semana anual de estu-
dio de las misiones había ganado popularidad e importancia27.
LA EXPANSIÓN MISIONERA REAL EN EL PERÍODO COMPRENDIDO
ENTRE LAS DOS GUERRAS MUNDIALES
Las tres décadas posteriores a 1914 presenciaron un inespera-
do incremento en el número de misioneros extranjeros en China
debido no tanto a alguna especial urgencia por parte de Roma sino
a una apreciación general de la oportunidad que presentaba el dina-
mismo de la escena cultural china. China era la cuna de una civili-
zación antigua y rica. No obstante, su apertura a Occidente, inicia-
da por la gradual colonización francesa de la nación en la segunda
mitad del siglo XIX, puso en marcha paulatinamente una revolución
que afectaba a todos los aspectos de la vida. La aparente superiori-
dad de los comerciantes occidentales creó un ansia entre la pobla-
____________________
26 Cfr. BIHLMEYER KARL, Church history, vol. 3, 532-533; COMBY JEAN, Due
mila anni di evangelizzazione, 271.
27 Cfr. SEMERARO COSIMO, Le missioni cattoliche nell’epoca contemporanea,
166-167; COMBY JEAN, Due mila anni di evangelizzazione, 260.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
47
ción de adoptar una educación occidental. Con la introducción del
sistema de educación occidental, el confucianismo fue desacredita-
do y, poco a poco, casi completamente abandonado. Con la gran
apertura a Occidente y a sus modos de pensamiento y vida, se dio
en muchos ambientes una gran apertura al cristianismo. Esta trans-
formación social empezó en las últimas décadas del siglo XIX y
estaba bien asentada antes de 1914; pero, a partir de esta época,
caminó a pasos acelerados. Mientras la estructura de la vida china
no empezó a desintegrarse, el cristianismo progresó lentamente. Sin
embargo, cuando la disolución de la antigua cultura y religión chi-
nas se introdujo a través del impacto político y comercial de
Occidente, el cristianismo pareció estar en una posición en que
podía recoger buenos frutos en este vasto imperio. Los institutos
religiosos y misioneros ya establecidos en la región, junto con nue-
vos institutos misioneros, buscaron aprovecharse de este período de
transición en la historia de esta gran nación para la propagación del
Reino de los Cielos. El crecimiento del cristianismo fue debido
especialmente a los nuevos grupos de misioneros que llegaron a
China desde Europa, Canadá y Estados Unidos en este período28.
A pesar de que la Iglesia experimentó un rápido crecimiento en
China en las primeras tres décadas del siglo XX, ya había empeza-
do una época de Renacimiento chino que estaba cobrando fuerza.
Era una combinación de escepticismo religioso y secularismo. Se
presentaba como un movimiento anticristiano. Presentaba al cristia-
nismo como una herramienta del imperialismo y del capitalismo y
denunciaba a los misioneros como agentes del imperialismo occi-
dental. Esta situación ambigua en China tras la Primera Guerra
Mundial requería que la Iglesia se despojara de todas las formas de
protectorado francés y proyectase una imagen de una Iglesia nativa
china. En 1918 Roma intentó establecer una relación diplomática
directa con Pekín. Pero este esfuerzo fue desbaratado por el veto
francés. Sólo en 1922 Roma consiguió establecer un delegado apos-
tólico en China. La Propaganda Fide no escatimó esfuerzos en enco-
____________________
28 Cfr. LATOURETTE KENNETH SCOTT, A history of the expansion of christianity,
vol. 7, 376-377; COMBY JEAN, Due mila anni di evangelizzazione, 276-277.

1.10 Page 10

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48
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
mendar la iglesia local al clero nativo. En 1924 la Prefectura Apos-
tólica de Puchi fue encomendada a los Franciscanos chinos. El
mismo año se dividió el Vicariato Apostólico de Celi y una parte fue
encomendada a los lazaristas chinos29.
La ocupación japonesa de China trajo mayores dificultades al
trabajo de los misioneros. El heroísmo de éstos mantuvo el ritmo de
crecimiento pese a reducirse de alguna manera. La derrota de los
japoneses en 1945 dio esperanzas para una mayor actividad misio-
nera. En 1946 Pío XI estableció una jerarquía local en China pro-
fundizando en el proceso de indigenización de la Iglesia. En 1949
Mao Tse Tung y su ejército comunista proclamaron la República
Popular y en 1950 completó la conquista del territorio. Se concedió
libertad religiosa a los cristianos, pero se les obligaba a romper toda
relación con cualquier potencia extranjera, incluida la Santa Sede.
Los misioneros extranjeros fueron expulsados o encarcelados. Se
declaró una triple autonomía para la Iglesia: autonomía en lo eco-
nómico, autonomía en el personal y autonomía en el gobierno. La
Iglesia no iba a recibir más fondos del exterior, tenía que recaudar-
los de sus miembros en China. No iban a venir más misioneros
extranjeros; de los fieles se encargaría el clero chino. No se acepta-
ría ninguna instrucción de ninguna potencia extranjera, incluyendo
al Papa y el Vaticano; en su lugar seguiría las órdenes del Estado.
Había nacido la Iglesia Patriótica Nacional30.
Japón también experimentó en esta época un constante creci-
miento en el número de cristianos. En este caso, el apostolado era
más de naturaleza intelectual. En otros países asiáticos, el cristianis-
mo apareció durante el período de entreguerras como una religión
extranjera, con una vinculación con las potencias coloniales. Japón,
a pesar de que mantenía relaciones comerciales con Occidente,
____________________
29 Cfr. METZLER JOSEPH, (Ed.), Storia della chiesa. Dalle Missioni alle chiese
locali, vol 24, 94-95. LATOURETTE KENNETH SCOTT, Christianity in a revolutionary
age. A history of christianity in the nineteenth and twentieth centuries, Grand
Rapids, Zondervan Publishing House, 1969, vol 5, 372-397.
30 Cfr. LATOURETTE KENNETH SCOTT, Christianity in a revolutionary age, vol. 5,
372-397; COMBY JEAN, Due mila anni di evangelizzazione, 314-315.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
49
nunca fue una colonia de ninguna nación occidental. Tras la derrota
de la Primera Guerra Mundial, renació en Japón un fuerte senti-
miento de patriotismo. Este renacimiento japonés tuvo un carácter
fuertemente religioso, con un decidido retorno al sintoísmo. No obs-
tante, las misiones católicas sobrevivieron debido a su adaptación a
la sensibilidad de la población, a un acusado movimiento para la
aculturación de la Iglesia y a la indigenización del clero31.
Antes de 1930 la población cristiana de la India era de seis
millones, concentrada principalmente en la parte sur de la penínsu-
la. Pero tras esta época se dio un auge en las conversiones en la
meseta Chota Nagpur, donde trabajaron los jesuitas, y en la región
Noreste de la India, encomendada a los salesianos de Don Bosco. El
trabajo misionero en la India fue de la mano de la educación, y las
escuelas sirvieron como un gran agente de evangelización32.
Como se afirmó anteriormente, los misioneros holandeses tra-
bajaron en las islas indonesias antes del estallido de la guerra. No
obstante, la ocupación japonesa de las Indias Orientales y el conse-
cuente encarcelamiento de los misioneros holandeses interrumpie-
ron temporalmente el progreso de la Iglesia. Al final de la guerra, la
actividad misionera revivió pero con crecientes obstáculos33.
Fue entre los años 1914 y 1937 cuando los misioneros fueron
enviados específicamente y en gran número a Corea. El influjo de
los misioneros dio buenos frutos. Unos cuantos factores específicos
contribuyeron al rápido crecimiento de la Iglesia en Corea. Ninguna
de las otras religiones de la región había calado realmente en el inte-
rior de la sociedad coreana. El budismo estaba en retroceso en esos
años, y era una pequeña minoría la que seguía fielmente esta filoso-
fía. El confucianismo dominaba en la élite, pero no en la masa gene-
ral. Se tendría que sumar a esto el declive del confucionismo en la
____________________
31 Cfr. COMBY JEAN, Due mila anni di evangelizzazione, 277-278; BIHLMEYER
KARL, Church history, vol. 3, 538.
32 Cfr. COMBY JEAN, Due mila anni di evangelizzazione, 278.
33 Cfr. LATOURETTE KENNETH SCOTT, Christianity in a revolutionary age, vol. 5,
353-357.

2 Pages 11-20

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2.1 Page 11

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50
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
China de esta época, que tuvo negativas repercusiones en la pobla-
ción coreana. La religión mayoritaria de la población era un tipo de
animismo que no pudo resistir los ataques del período revoluciona-
rio34.
Los años entre las dos Guerras Mundiales fue un gran período
de crecimiento de todas las denominaciones cristianas en el conti-
nente africano. La evangelización encontró en la educación uno de
los mejores medios. La implicación de la Iglesia en la sanidad se
ganó la simpatía general de la población. La lucha contra la esclavi-
tud se intensificó y se expresó en la oposición a otras formas de
esclavitud, como los trabajos forzados, la desigualdad para con las
mujeres, la poligamia, etc. Esta época en África fue una época de
movimiento de masas de población hacia la fe católica. No obstan-
te, la multiplicación de Iglesias, el profetismo y el mesianismo que
habían empezado en el siglo XIX, también se aceleraron en el XX
en África35.
Las zonas de mayor actividad misionera en el continente afri-
cano durante el período en cuestión fueron África Occidental,
Camerún, el Congo francés y el Congo belga. Además tuvo lugar un
notable crecimiento de católicos en el sur del continente, en las islas
Mauricio y en Madagascar36.
Incluso en América Latina este período vivió un mayor movi-
miento misionero hacia la población indígena de la zona37.
La época posterior a la Segunda Guerra Mundial
La Segunda Guerra Mundial tuvo efectos diversos en las dife-
rentes regiones en lo relativo a las misiones. La derrota italiana en
Etiopía significó la independencia de la región, y la de su Iglesia.
Los misioneros extranjeros expulsados anteriormente por el gobier-
____________________
34 Cfr. LATOURETTE KENNETH SCOTT, Christianity in a revolutionary age, vol. 5,
413-423.
35 Cfr. COMBY JEAN, Due mila anni di evangelizzazione, 279-281.
36 Cfr. GEORGES GOORREE y CHAUVEL, GERMAIN, La Chiesa e la sua missione,
154-157.
37 Cfr. COMBY JEAN, Due mila anni di evangelizzazione, 282.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
51
no italiano pudieron volver a la región. El Concordato entre la Santa
Sede y Portugal (1940-1941) proporcionó una mayor libertad a los
misioneros38.
Los quince años posteriores a la Segunda Guerra Mundial fue-
ron un período de un gran crecimiento de la Iglesia en África. De
hecho la población cristiana pasó de 23 millones de fieles en 1950
a 46 millones en 1960. El crecimiento se notó particularmente en las
colonias belgas del Congo, Ruanda y Burundi. No obstante, tam-
bién se dieron signos negativos. A la independencia de Sudán en
1956 le siguió la expulsión de 360 misioneros extranjeros y la for-
zada islamización del estado. La insurrección de los Mau-Mau
(1952-1954) en Kenia extendió el miedo entre los cristianos locales
ya que dicho movimiento se basaba en la religión tradicional de la
región39.
En Oriente, los efectos de la Segunda Guerra Mundial fueron
más negativos que positivos, especialmente en lo que se refiere al
crecimiento cuantitativo de los fieles. Los años que siguieron a la
Segunda Guerra Mundial presenciaron la gradual, constante y total
desaparición del dominio occidental en la región. En 1962 todo lo
que quedaba de las colonias era el Timor portugués y el Borneo bri-
tánico. El período de después de la guerra se significó por un nacio-
nalismo que iba en aumento. Muchas naciones colonizadas fueron
testigos de una creciente lucha por su independencia. Las misiones
cristianas, que hasta entonces parecían estar colaborando estrecha-
mente con los colonizadores, tuvieron que dejar claras sus lealtades.
En muchos países este resurgimiento del nacionalismo fue de la
mano del florecimiento de las religiones locales, por oposición al
cristianismo, que vino a ser considerado una religión extranjera. Los
misioneros extranjeros eran mirados con suspicacia en muchas re-
giones40.
____________________
38 Cfr. COMBY JEAN, Due mila anni di evangelizzazione, 310.
39 Cfr. COMBY JEAN, Due mila anni di evangelizzazione, 316-317.
40 Cfr. LATOURETTE KENNETH SCOTT, Christianity in a revolutionary age, vol. 5,
332-333; BIHLMEYER KARL, Church history, vol. 3, 533; COMBY JEAN, Due mila
anni di evangelizzazione, 310-311.

2.2 Page 12

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52
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
Las condiciones políticas en China permanecieron favorables
al trabajo de las misiones durante un largo tiempo después de la
Primera Guerra Mundial. No obstante, toda la actividad cristiana
sufrió un parón con la proclamación de la República Popular China
en 1949 y la institución de la Iglesia nacional41.
Corea se dividió en Norte y Sur en 1945. La ocupación por
parte de la Rusia comunista del estado septentrional significaba la
clausura de todas las misiones en la región. Los rusos invadieron
también la parte Sur en 1950 tras la retirada estadounidense. La gue-
rra de Corea de 1950-1953 resultó ser una época de violenta perse-
cución contra los cristianos. Muchos de ellos fueron martirizados.
No obstante, el período posterior a esta guerra fue de gran expansión
de la Iglesia en Corea del Sur42.
Al igual que en otras naciones bajo el dominio de potencias
coloniales, en Vietnam, después de la Segunda Guerra Mundial,
durante la cual la región fue ocupada por los japoneses, se dio un
gran aumento del sentimiento nacionalista. En 1946 los comunistas
lograron establecer una república en el país opuesta a los franceses.
Esto dio lugar a una prolongada guerra que acabó en un armisticio
en 1954 que dividió la región en Vietnam del Sur y Vietnam del
Norte. La parte Norte tenía un gobierno comunista y la del Sur un
gobierno democrático. Los misioneros católicos de las Misiones
Extranjeras de París habían entrado en la región en el siglo XVII. A
ellos se les unieron los dominicos españoles. Después de la divi-
sión, miles de católicos huyeron desde el Norte comunista al Sur.
Muchos misioneros fueron expulsados. El gobierno comunista, al
igual que en China, intentó fundar una Iglesia de Católicos Inde-
pendientes. La Iglesia continuó creciendo en el Vietnam del Sur de-
mocrático43.
____________________
41 Cfr. BIHLMEYER KARL, Church history, vol. 3, 537-538.
42 Cfr. BIHLMEYER KARL, Church history, vol. 3, 539; COMBY JEAN, Due mila
anni di evangelizzazione, 315.
43 Cfr. LATOURETTE KENNETH SCOTT, Christianity in a revolutionary age, vol. 5,
351-353; COMBY JEAN, Due mila anni di evangelizzazione, 315; BIHLMEYER KARL,
Church history, vol. 3, 537.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
53
Tailandia nunca fue una colonia de ninguna potencia europea.
Permaneció neutral en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo,
fue invadida por el ejército japonés. En lo que se refiere a la reli-
gión, era más sólidamente budista que Ceilán o Birmania. Entre las
tribus de las colinas la religión era una especie de primitivo animis-
mo. Las misiones católicas entraron en Tailandia en el siglo XVI.
La misión progresaba especialmente a través de la educación. La
ocupación japonesa del país forzó la expulsión de los misioneros de
la región. Sin embargo, éstos volvieron después de la derrota de los
japoneses44.
En la India se declaró la libertad religiosa como uno de los
derechos fundamentales de los ciudadanos. Pese a ello, el gobierno
limitó la entrada de los misioneros extranjeros y el trabajo de misión
pasó poco a poco a los misioneros locales. En la India independien-
te la constitución garantizaba la libertad religiosa, pero los movi-
mientos nacionalistas tendían a considerar al cristianismo una reli-
gión extranjera45.
Birmania abandonó la Commonwealth británica en 1948. Los
levantamientos de los comunistas y las minorías nacionales afecta-
ron adversamente a la actividad misionera de la Iglesia en la región
durante este período. Pese a todo, la Iglesia experimentó un lento
crecimiento en este período46.
Indonesia fue ocupada en 1942 por los japoneses y los misio-
neros fueron encarcelados. Los musulmanes fundamentalistas se
unieron a los japoneses en su lucha contra los europeos y esto tuvo
efectos adversos en las misiones47.
____________________
44 Cfr. LATOURETTE KENNETH SCOTT, Christianity in a revolutionary age, vol. 5,
343-345.
45 Cfr. COMBY JEAN, Due mila anni di evangelizzazione, 316; BIHLMEYER KARL,
Church History, vol. 3, 536.
46 Cfr. BIHLMEYER KARL, Church history, vol. 3, 536; COMBY JEAN, Due mila
anni di evangelizzazione, 316.
47 Cfr. BIHLMEYER KARL, Church history, vol. 3, 1966, 536-537.

2.3 Page 13

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54
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
Las misiones salesianas en el siglo XX
Ya que el tema de este estudio trata más bien de las misiones
salesianas en el mundo, sería conveniente situar la empresa misio-
nera salesiana en el contexto general del crecimiento y auge de las
misiones católicas durante la misma época. Evidentemente, la auda-
cia evangélica, el profundo esfuerzo para alcanzar lugares del mun-
do que hasta entonces habían sido inalcanzables en busca de almas
que salvar, la enorme aportación de personal y recursos por parte de
la Congregación Salesiana, la iniciación y el mantenimiento de un
trabajo de evangelización a gran escala en varias tierras de misión,
deben ser valorados en el ambiente general misionero que se vivió
en el siglo XIX y en la primera mitad del XX. No sería correcto, no
obstante, considerar el compromiso misionero de la Congregación
como una mera aportación de personal y recursos para el proyecto
común de la Iglesia Universal. Como cualquier otra congregación,
los salesianos realizaron su tarea misionera con su propio espíritu y
sus métodos.
A la muerte de Don Bosco, las casas salesianas eran ya 64 y se
extendían por Italia, Francia, España, Argentina, Uruguay, Chile,
Brasil y Ecuador. Las misiones propiamente dichas eran las de Pata-
gonia y Tierra del Fuego entre las tribus indígenas. Los 22 años del
rectorado de don Miguel Rua fueron un período de un crecimiento
prodigioso en el número de presencias salesianas. Al final de su
mandato, las casas salesianas ya ascendían a 341. Hacia 1910 los
salesianos habían extendido su presencia a Colombia, Palestina,
México, Venezuela, Perú, Bolivia, Egipto, Paraguay, Turquía, India,
China, Mozambique, Costa Rica, Honduras y Panamá48.
Expansión de las misiones salesianas en tiempos de Don Albera
En Sudamérica se dio un escaso aumento del número de casas
salesianas en los tiempos de Don Albera. En Perú, Bolivia y Chile
el número de presencias salesianas permaneció sin cambios. En
Colombia el Oratorio de San Juan Bosco empezó en Bogotá en
____________________
48 Cfr. CERIA EUGENIO, Annali della Società Salesiana, vol. 3, Roma, Editrice
SDB, 1945, 845.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
55
1911. En el mismo año se abrió una escuela agrícola en Ibague. El
trabajo salesiano en Medellín también comenzó el mismo año. En
1917 se inauguró la colonia de leprosos de Caño de Oro. En 1920
los salesianos también se encargaron de la Iglesia de la Virgen del
Sufragio en Medellín. En Venezuela se inició sólo una nueva funda-
ción durante el rectorado de Don Albera en Taribo, en el estado de
Tachira. En Ecuador Don Rua había dado permiso en 1908 para la
construcción de un albergue en Guayaquil. No obstante, sólo pudo
acabarse en 191149.
En Uruguay ya había tres centros en Montevideo en 1917. Pero
se añadió un cuarto ese mismo año, un Oratorio festivo en una
región periférica de población predominantemente italiana. En 1919
se comenzó a construir otras tres parroquias en la región de
Montevideo. En 1920 se inauguró la parroquia de Salto50.
La presencia salesiana en Brasil alcanzó una fase de gran con-
solidación durante la época de Don Albera. En 1914 los salesianos
aceptaron la oferta del arzobispado de São Paolo y comenzaron a
construir la parroquia de Bom Retiro. No tardaron mucho en iniciar
el centro de formación para los aspirantes en Laurinhas en el estado
de São Paolo. En 1916 el noviciado y el filosofado se trasladaron al
mismo lugar y en 1920 se trasladó también el teologado. En 1914 la
Propaganda Fide separó la región de la Prelatura del Registro de
Araguaia de la diócesis de Cuyabá y encomendó la región de nuevo
a los salesianos para prestar mayor atención a los bororos. En el
mismo año la misión de Río Negro también fue encomendada a los
salesianos. En 1916 los salesianos comenzaron su misión en la
región de Ascurra, en el estado de Santa Caterina. El año 1921 pre-
senció las primeras andaduras del Colegio Don Bosco en Manaos en
el distrito de la Amazonía, y resultó ser clave para la misión de Río
Negro. En 1914 los salesianos aceptaron la misión de Río Negro51.
Se iniciaron cuatro nuevos centros en Argentina en tiempos de
Don Albera. El primero fue en Salta. Mons. Mateo Linares había
____________________
49 Cfr. CERIA EUGENIO, Annali, vol. 4, 178-185.
50 Cfr. CERIA EUGENIO, Annali, vol. 4, 185-190.
51 Cfr. CERIA EUGENIO, Annali, vol. 4, 194-208, 340-341.

2.4 Page 14

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56
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
pedido a los salesianos iniciar un local en Salta inmediatamente en
1898, pero los salesianos sólo pudieron entrar allí en 1911. En 1916,
debido a la insistencia del gobernador Ernesto Padiglia, los salesia-
nos comenzaron su trabajo en Tucumán. El doctor Antonio Piran
donó un gran terreno a los salesianos para una escuela agrícola en
General Pirán, a 318 km de Buenos Aires, en la diócesis de La Plata.
Los salesianos sólo pudieron llegar allí en 1921. El mismo año se
inició una segunda presencia en el mismo Buenos Aires, el santua-
rio de San Antonio de Padua52.
Se realizaron tres nuevas fundaciones en América Central du-
rante el rectorado de Don Albera. Comayagüela en la república de
Honduras en 1911, Granada en la república de Nicaragua en 1912 y
un centro de formación en la República de San Salvador en América
Central en 191753.
La presencia salesiana en Cuba comenzó en 1920. Los sale-
sianos fueron allí por invitación de Mons. Félix Guerra, salesiano,
obispo entonces de Santiago. El trabajo empezó con un pequeño
taller de imprenta y una encuadernación. Más tarde los salesianos
abrieron una sede en Camagüey. Y en 1922 llegaron a la capital, La
Habana54.
Durante el rectorado de Don Albera lo salesianos llegaron tam-
bién a los Estados Unidos de América. Por la apremiante invitación
del Cardenal Farley, el arzobispo de Nueva York, llegaron a Port
Chester en 1912 para encargarse sobre todo de los inmigrantes ita-
lianos. En 1914 iniciaron una institución en Filadelfia que, sin
embargo, hubo que cerrar en 1922. En 1915 se inauguró el aspiran-
tado de Ramsey y en 1918 el noviciado de New Rochelle, que más
tarde llegó a incluir el aspirantado y también el filosofado para los
estudiantes de filosofía. En 1921 se inauguró el orfanato de Watson-
ville en San Francisco55.
____________________
52 Cfr. CERIA EUGENIO, Annali, vol. 4, 210-220.
53 Cfr. CERIA EUGENIO, Annali, vol. 4, 168-171.
54 Cfr. CERIA EUGENIO, Annali, vol. 4, 163-168.
55 Cfr. CERIA EUGENIO, Annali, vol. 4, 173-177.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
57
El Ministerio de Exteriores Italiano hizo la primera propuesta
a los salesianos para comenzar una misión en el Congo para los
inmigrantes italianos en 1909. Pero la invitación tuvo que ser recha-
zada debido a la acusada escasez de personal. El año siguiente la ini-
ciativa fue tomada por el Gobierno belga. El fallecimiento de Don
Rua relentizó el progreso de la negociación. Don Albera prestó aten-
ción a la petición del gobierno belga poco después de su elección.
La petición del gobierno era para el establecimiento de una escuela
en Lakafu, que estaba en el centro administrativo de Katanga, con la
posibilidad de expandirse a otras regiones en el futuro. Los sale-
sianos llegaron al Congo en 1911 y empezaron su centro en Elisa-
bethville. En 1914 se comenzó otro centro en Kiniama56.
Los salesianos llegaron en 1906 a Macao, una colonia portu-
guesa, y comenzaron su trabajo regentando un orfanato. Los traba-
jos se desarrollaron satisfactoriamente en Macao. Sin embargo, la
revolución portuguesa tuvo sus repercusiones también en las colo-
nias. Los salesianos tuvieron que abandonar Macao y refugiarse en
Hong Kong en 1911 como invitados del Vicario Apostólico Dome-
nico Pozzoni y los Padri della Missione Italiana. Los exiliados no
tuvieron que estar mucho tiempo en Hong Kong. El obispo de
Macao encomendó en 1911 todo el distrito de Heung Shan del
imperio chino entre Cantón y Macao a los salesianos. Después del
establecimiento de la paz en Portugal, los salesianos pudieron vol-
ver a retomar su trabajo en Macao57. El año 1912 fue el de la revo-
lución china, que derrocó la monarquía e instaló la república. Los
salesianos permanecieron en sus misiones y continuaron su trabajo
con dificultades añadidas debido a las turbulentas condiciones polí-
ticas y sociales. Un año después de hacerse cargo de la misión de
Heung Shang, comenzaron la construcción del centro misionero de
Sekki. En 1914 comenzaron las misiones de Tai Wong Po, Po Fong,
Katon, San Wan y Wantsai. En 1915 volvieron a encargarse de los
leprosos en la isla de Mong Ciau y comenzaron las nuevas residen-
____________________
56 Cfr. CERIA EUGENIO, Annali, vol. 4, 356-365; NERIGAR, La Missione nel Ka-
tanga, en Le missioni salesiane, Turín, SEI, 1925, 74-75.
57 Cfr. CERIA EUGENIO, Annali, vol. 3, 562-568; vol. 4, 370-375.

2.5 Page 15

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58
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
cias de San Fow, Nam Loung y Pan Mi Sha. Al año siguiente se
construyeron las residencias de Tsin Shan and Pak Shan, Hong Wan
y Ma Toui. En 1917 la residencia misionera de Tau Moon y en 1918
la de Kou Po fueron finalizadas. Este importante trabajo de expan-
sión de los centros de misión fue muy fructífero en lo que se refiere
a almas58.
En 1917 Propaganda Fide pidió al Vicario Apostólico de Can-
tón que asignara una parte de su región a los misioneros salesia-
nos. Mons. Giovanni Battista de Guebriand, de Misiones Extran-
jeras de París, aceptó encantado la invitación de la Santa Sede y
asignó la región septentrional de Kwang Tung a los salesianos. Los
primeros salesianos se establecieron en Nam Young y en Chi Heng
en 1918. En 1919 Luis Versiglia adquirió un terreno extenso en
Shiu Chow para la futura misión allí. En 1920 esta región se trans-
formó oficialmente en un Vicariado Apostólico y se separó de
Cantón. DonLuis Versiglia se convirtió en el primer obispo y
Vicario Apostólico59.
La Prefectura Apostólica de Assam se erigió en 1889 y fue
encomendada a los Padres salvatorianos. Al principio de la Primera
Guerra Mundial, los misioneros alemanes tuvieron que dejar la
región. Los jesuitas de la región de Calcuta se encargaron tempo-
ralmente de la misión de Assam. Propaganda Fide pidió a los sale-
sianos que se encargasen de esta vasta misión. Don Albera trató de
liberarse de este compromiso alegando escasez de personal debido
especialmente a la reciente guerra y a la urgente necesidad de otras
misiones, en especial China, Río Negro, Chaco Paraguayo y Con-
go. Sin embargo, la Santa Sede insistió. Uno de los factores que le
llevó a aceptar fue el hecho de la expansión misionera protestante
en la región. Por cada nueve escuelas católicas, los protestantes
____________________
58 Cfr. CERIA EUGENIO, Annali, vol. 3, 562-568; vol. 4, 370-380; GARNERI D., La
missione dell’Heung Shan, en Le Missioni Salesiane, Turín, SEI, 1925, 59-60.
59 Cfr. CERIA EUGENIO, Annali, vol. 4, 382-387; NERIGAR, Il Vicariato di Shiu
Show, en Le missioni salesiane, Turín, SEI, 1925, 60-61; BERTINI CAROLINA, Cenni
storici sulle missioni salesiane del Ven. Don Bosco, Turín, SEI, 1925, 222-246.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
59
tenían más de 600. Los superiores aceptaron finalmente la misión
en 1921 y en 1922 llegó a Assam el primer grupo de seis sacerdo-
tes y cinco hermanos coadjutores liderados por el valiente Louis
Mathias60.
La propia JM (Juventud Misionera) daba un resumen de la
situación misionera salesiana en la época de su comienzo y presen-
taba una relación de los próximos trabajos salesianos que eran espe-
cíficamente misiones: el Vicariato Apostólico de La Pampa y Norte
de Patagonia, la Prefectura Apostólica de Patagonia Sur y Tierra del
Fuego, el Vicariato Apostólico de Magallanes, el Vicariato Apos-
tólico de Méndez y Gualaquiza en Ecuador, la Prefectura Apostólica
de Matto Grosso para los bororos en Brasil, la Prefectura Apostólica
de Río Negro en Brasil, la misión del Chaco Paraguayo, la misión
de Tanjore en el sur de India, la misión de Heung Shan, en el
Vicariato Apostólico de Shiu Chow, en China, la misión de Elisa-
bethville en el Congo belga, la Prefectura Apostólica de Assam y el
Vicariato Apostólico de Kimberly en Australia Occidental61.
La expansión de las misiones salesianas durante la época de JM
Los salesianos continuaron aceptando otras misiones en nuevas
regiones y expandiendo las existentes también en el período de los
rectorados de Don Rinaldi, Don Ricaldone y Don Ziggiotti. De he-
cho, el crecimiento de las misiones fue tan grande durante la época
posterior a la Primera Guerra Mundial que Eugenio Valentini la defi-
ne como el período dorado de la expansión misionera salesiana62.
Morand Wirth, refiriéndose a la totalidad del período, incluyendo la
del rectorado de Don Albera, afirma:
El período que va de 1910 a 1965 puede considerarse el período clá-
sico de la expansión misionera salesiana. El ideal misionero, que
____________________
60 Cfr. CERIA EUGENIO, Annali, vol. 4, 418-422; NERIGAR, La Prefettura Apo-
stolica dell’Assam, en Le missioni salesiane, Turín SEI, 1925, 90-91; BERTINI CA-
ROLINA, Cenni storici sulle missioni salesiane, 247-279.
61 Cfr. Quali sono le missioni salesiane, en GM 1(1923)1, 3-4.
62 Cfr. VALENTINI EUGENIO, (Ed.), Profili di missionari salesiani e Figlie di Ma-
ria Ausiliatrice, Roma, LAS, 1975, 355.

2.6 Page 16

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60
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
nunca había dejado de animar a la familia salesiana, experimentó un
impulso vital, especialmente durante los años 1923-196563.
En América Latina, los salesianos aceptaron la misión de Porto
Velho en Brasil en 1926. Cuando en 1961 la Prelatura de Humaita
se separó de Porto Velho, a los salesianos se les encomendó también
la nueva Prelatura. En Venezuela los salesianos aceptaron encargar-
se de la Prefectura Apostólica de Orinoco en 1933, con sede central
en Puerto Ayacucho. En 1935 comenzaron su trabajo de evangeliza-
ción entre los kekchis en el Norte de Guatemala. En México llega-
ron a la región de los mixes en 1962 y comenzó su primera misión
en el centro de Tlahuitoltepec. En 1964 se creó en Colombia la Pre-
fectura Apostólica de Ariari y fue encomendada a los salesianos, en
su centro de Granada64.
El trabajo salesiano experimentó una gran expansión en las
Antillas durante esos años. Iniciaron su trabajo en Cuba en 1917 y
en 1921 llegaron a Santiago. En 1934 empezaron en la capital, la
Habana. El mismo año fueron a Santo Domingo, la capital de la
República Dominicana, para crear una escuela. En 1940 inaugura-
ron una escuela agrícola en Moca. En 1945 consiguieron un terreno
en Jarabacoa para empezar un aspirantado para vocaciones locales.
Durante este movimiento de expansión misionera llegaron al estado
insular de Haití en 1935 y crearon una escuela en Puerto Príncipe.
En 1947 se creó una parroquia, un oratorio y una escuela elemental
en Santurce en Puerto Rico65.
El trabajo salesiano en las colonias francesas del norte de
África sufrió un retroceso en el comienzo del siglo XX debido a la
supresión de las congregaciones en Francia. Pero en la década de los
años 20 los salesianos pudieron relanzar su trabajo en la región. Se
creó en 1926 una Visitaduría para la región de Túnez, y el mismo
año se inició una presencia en Casablanca (Marruecos)66.
____________________
63 WIRTH MORAND, Da Don Bosco ai nostri giorni, Roma, LAS, 2000, 378.
64 Cfr. WIRTH MORAND, Da Don Bosco ai nostri giorni, 367-369.
65 Cfr. WIRTH MORAND, Da Don Bosco ai nostri giorni, 369-370.
66 Cfr. WIRTH MORAND, Da Don Bosco ai nostri giorni, 370.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
61
La primera presencia misionera de los salesianos en África Cen-
tral fue la de Katanga en 1911. Desde aquí se extendieron a otras
regiones cercanas. Poco a poco los misioneros entraron en Ruanda y
Burundi y en 1959 se creó una nueva provincia con 20 casas. Los sale-
sianos franceses empezaron una escuela de formación profesional en
Pointe-Noire en Congo-Brazzaville en 1959. Mientras tanto los sale-
sianos ingleses e irlandeses habían comenzado su trabajo en Sudáfri-
ca. Transformaron la institución salesiana de Cabo en una buena es-
cuela de formación profesional para la región. Expandieron su pre-
sencia abriendo escuelas en Lansdowne en 1932, en Daleside en 1949
y en Johannesburgo en 1952. Además se aventuraron a entrar en
Swazilandia y abrieron una escuela para africanos en Bremersdorp67.
El trabajo salesiano experimentó también un rápido crecimien-
to en Oriente Medio. En 1925 crearon una escuela en El Cairo,
Egipto, en 1937 en Teherán, Irán, en 1948 en Aleppo, Siria, y en
1957 en El Houssoun, Líbano. Muchos de los trabajos de las fases
iniciales se centraron en los hijos de los inmigrantes italianos, pero
poco a poco se incluyó a la población local68.
La labor salesiana en India experimentó un gran crecimiento
durante este período. La llegada de los salesianos a Assam marcó el
inicio de una evangelización dinámica y constante en toda la región
y un crecimiento sin precedentes de la Iglesia del noreste de la India.
Los misioneros se extendieron para evangelizar a varios grupos tri-
bales de toda la región, empezando las primeras comunidades cató-
licas en numerosas regiones. En 1934 la Prefectura Apostólica de
Assam pasó a ser diócesis, con Mons. Mathias como su primer obis-
po. En 1951 se creó otra diócesis en Dibrugarh, en las llanuras de
Assam. Mientras tanto, los salesianos comenzaron su andadura en la
metrópoli de Calcuta, por invitación del arzobispo de esta ciudad,
Mons. Perier, jesuita. En 1927, al producirse la dividisión de la hasta
entonces diócesis de Krishnagar, se encomendó a los Padres de la
misión de Milán la nueva diócesis de Dinajpur y a los salesianos la
de Krishnagar.
____________________
67 Cfr. WIRTH MORAND, Da Don Bosco ai nostri giorni, 370-371.
68 Cfr. WIRTH MORAND, Da Don Bosco ai nostri giorni, 371.

2.7 Page 17

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62
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
En el oeste, los salesianos comenzaron su apostolado en Bom-
bay en 1928. Al mismo tiempo el trabajo en la región del sur tam-
bién progresaba. El incremento del trabajo salesiano en la India
durante esta época dio lugar a la creación de tres provincias salesia-
nas: Calcuta en 1926, que comprendía el norte y la región del nor-
deste; Madrás, que incluía la parte sur y oeste en 1934; y Guwahati
en 1959, que tenía únicamente la región noroeste. En 1937 los sale-
sianos de la provincia de Calcuta abrieron un orfanato y una escue-
la en Mandalay, Birmania, y en 1960 la provincia de Madrás creó
una escuela técnica en Negombo, Sri Lanka69.
A pesar de los efectos adversos de la Primera Guerra Mundial
y la turbulencia política en las primeras décadas del siglo XX en
China, la misión de Shiu Chow, encomendada a los salesianos en
1917, experimentó un crecimiento constante y rápido. La época
comprendida entre 1937 y 1945 fue un momento muy difícil para las
misiones debido a la Guerra Chino-Japonesa. Cuando terminó la
contienda, se retomó la tarea con renovado interés. En 1946 los sale-
sianos llegaron a Pekín, un auténtico hito en la historia de las misio-
nes salesianas en la región. No obstante, el establecimiento del régi-
men comunista en 1949 vino a significar el final no sólo del trabajo
misionero salesiano en China sino también el de otros institutos reli-
giosos70.
La expulsión de los misioneros salesianos de China fue el
motivo del inicio de las misiones en Filipinas y en Vietnam. Parte
del personal salesiano empleado en numerosas misiones salesianas
en China se retiró a Hong Kong. Un grupo cruzó a las Filipinas. En
1951 se encargó de la Academia de San Juan Bosco en John Bosco,
en Tarlac. En el siguiente año, por invitación del presidente de la
empresa Victorias Milling Company, se inauguró un centro mascu-
lino para jóvenes para los hijos de los trabajadores de la compañía.
Este proyecto se transformó paulatinamente en un centro de forma-
ción profesional que ofrecía cursos diversificados a estos jóvenes.
____________________
69 Cfr. WIRTH MORAND, Da Don Bosco ai nostri giorni, 373-374; G. B. TRAGEL-
LA, Italia missionaria, Milán, Pontificio Istituto di Missione Estere, 1939, 44-45.
70 Cfr. WIRTH MORAND, Da Don Bosco ai nostri giorni, 374-375.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
63
En 1953, por invitación del obispo de Manila, los salesianos empe-
zaron un centro juvenil en el campus del antiguo seminario de San
Carlos en Mandaluyong, un trabajo que se expandió y acabó siendo
un centro de actividad muy importante para los salesianos. En 1954
se puso la primera piedra del Instituto Técnico Don Bosco en
Makati en un terreno ofrecido por la familia Ayala. El mismo año,
por petición de las autoridades civiles y religiosas de Cebú, los sale-
sianos abrieron una aldea para los niños de la calle cerca de la Cate-
dral de Cebú. En 1958 se encargaron de la Academia de San Fer-
nando en Pampanga. Un año más tarde recibieron como donación
un terreno y comenzaron la construcción de Don Bosco Pampanga71.
Otro grupo de salesianos expulsados del imperio chino se
introdujo en Vietnam del Norte y comenzaron su trabajo allí. No
obstante tuvieron que abandonar la región y emigrar a Vietnam del
Sur debido a la toma de la región por los comunistas y la división
del país en 195472.
Durante esta época los salesianos también llegaron a Timor.
Comenzaron una especie de escuela profesional en Dili en 1927. No
obstante, tras un corto período, tuvieron que abandonar la región.
Volvieron a Dili en 194673.
El primer grupo de Salesianos llegó a Tailandia en 1927. Dos
años más tarde la Santa Sede encomendó a los salesianos la misión
de Ratburi. El trabajo en esta región creció a un ritmo rápido, tanto
que en 1937 había 90 salesianos en la región, de los cuales 12 eran
tailandeses. Durante la Segunda Guerra Mundial, con motivo de la
ocupación japonesa del país y las consiguientes persecuciones, se
detuvo el trabajo, aunque al final de la guerra la misión fue relanza-
da con renovado vigor. En 1947 comenzó a funcionar en Bangkok
una gran escuela técnica74.
____________________
71 Cfr. MORAND WIRTH, Da Don Bosco ai nostri giorni, 375; The changing face
of the Filipino. A salesian tribute to the youth of the Philippines, Mkati, Salesian
Society of Don Bosco, 2002, 20.
72 Cfr. WIRTH MORAND, Da Don Bosco ai nostri giorni, 375.
73 Cfr. WIRTH MORAND, Da Don Bosco ai nostri giorni, 376.
74 Cfr. WIRTH MORAND, Da Don Bosco ai nostri giorni, 376-377.

2.8 Page 18

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64
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
Fue durante el rectorado de Don Rinaldi cuando los salesianos
comenzaron su misión en Japón. El primer grupo, bajo el liderazgo
eficaz de Vincenzo Cimatti, llegó a Miyazaki en 1926. Desde allí se
extendieron lentamente a Nakatsu y Oita. En 1933 se empezó una
institución en Tokyo y en 1949 otra en Osaka. Los salesianos entra-
ron en Corea en 1955 y establecieron una escuela en Kwang-Ju75.
El Vicariato de Kimberley se erigió en 1887. Los Padres bene-
dictinos trabajaron primero allí. En 1890 se encomendó a los tra-
penses, los cuales establecieron una misión en Beagle Bay. Después
de 10 años tuvieron que abandonarla. Los Padres palotinos retoma-
ron la región en 1900. Con el comienzo de la Primera Guerra Mun-
dial corrían el riesgo de ser expulsados de la región, pues eran ale-
manes. La Santa Sede encomendó entonces la región a los salesia-
nos y nombró a Mons. Ernesto Coppo Vicario Apostólico. El primer
grupo de salesianos llegó a la región en 1923. Los salesianos admi-
nistraron este Vicariato hasta 1927. La escuela en Sunbury comen-
zó a funcionar en 1927. En 1940 los salesianos llegaron a Melbour-
ne, en 1943 a Adelaida, y en 1952 a Engadine76.
Las enseñanzas de Benedicto XV, Pío XI, Pío XII
y Juan XXIII acerca de las misiones
El movimiento misionero y su expansión, particularmente ha-
cia Oriente, ha sido el tema central de la sección anterior. Se han
enumerado varios factores que contribuyeron a la expansión
misionera y algunos de ellos han sido examinados con deteni-
miento. Se ha mencionado de paso la influencia de los Papas del
período misionero de la Iglesia. Pese a que el impacto de los papa-
dos no puede limitarse a su ministerio de enseñanza, fue a través
del ejercicio de este ministerio cómo los Papas de este período sos-
tuvieron y aumentaron el compromiso de la Iglesia. La presente
sección de este estudio se centrará en las enseñanzas oficiales más
____________________
75 Cfr. WIRTH MORAND, Da Don Bosco ai nostri giorni, 377-378.
76 Cfr. NERIGAR, Cenni sul Vicariato del Kimberley, en Le missioni salesiane,
108-109; BERTINI CAROLINA, Cenni storici sulle missioni salesiane, 291-293;
WIRTH MORAND, Da Don Bosco ai nostri giorni, 378.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
65
importantes de los Papas de la época entre la Primera Guerra
Mundial y el Concilio Vaticano II en lo que se refiere a la activi-
dad misionera.
Maximum Illud de Benedicto XV
La Primera Guerra Mundial, como ya hemos indicado ante-
riormente, había detenido temporalmente en la práctica la actividad
misionera de la Iglesia. Inmediatamente después de la guerra sintió
la necesidad urgente de relanzar esta principal actividad de la
Iglesia. Con este fin el Papa Benedicto XV anunció su encíclica
Maximum Illud.
En la encíclica el Papa fundamenta el inicio de la actividad
misionera de la Iglesia en el mandato del Señor: “Id al mundo ente-
ro y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16:15). Cual-
quier actividad a favor de extender la buena nueva se basa, en pri-
mer término, en la obediencia a este mandato. Y esta obediencia al
mandato del Señor parece aún más urgente ante los más de 1.000
millones de personas a las que el Evangelio no ha sido todavía pre-
dicado. Además de la obediencia a Cristo, es un sentimiento de
compasión por esta numerosa porción de la humanidad, y el ardien-
te deseo de hacer todo lo posible para hacerla partícipe de la reden-
ción traída por Cristo, lo que anima al Papa a escribir esta encícli-
ca. Lo que el Papa quiere es ver un relanzamiento entusiasta y enér-
gico de la actividad misionera en favor de las naciones no creyentes
y un renacimiento del fervor misionero en la totalidad de la Iglesia
(MI 1-4).
Muy consciente de que el éxito o el fracaso de una misión
depende en gran parte de quienes la guían y son responsables de
ella, el Papa centra su atención, antes que nada, en los obispos, los
vicarios apostólicos, los prefectos apostólicos y otros superiores de
las misiones. Él pide que toda la actividad pastoral de este grupo de
personas, con frecuencia creada con mucho sacrificio, se dedique al
único fin de salvar almas. Estos superiores deben considerarse como
los principales responsables de la salvación de cada persona que
vive en la región encomendada a ellos. ¡Ningún sacrificio se consi-
derará demasiado grande en lo que se refiere a salvar almas! Una

2.9 Page 19

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66
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
auténtica pasión por la salvación de almas será la guía principal de
todas las actividades de los Superiores de la misión. Esta carta pas-
toral advierte a éstos de que la motivación en su ministerio no debe
ser buscar ventajas para grupos o congregaciones, y mucho menos
favorecer los intereses del propio país de origen (MI 5-7).
Uno de los mayores méritos de la encíclica serían las claras y
precisas directivas que nos proporciona con respecto a la promoción
y al cultivo de vocaciones indígenas al sacerdocio y a la vida reli-
giosa en las numerosas tierras de misión. El Papa insiste en que los
Superiores de la Misión consideran uno de sus principales deberes
la adecuada formación del clero indígena, en el que la iglesia pone
su esperanza para su futuro. Su identificación con la población indí-
gena da al clero local una eficacia en el ministerio que normalmen-
te no se consigue con los misioneros extranjeros. El cultivo de las
vocaciones locales no es un acto de condescendencia por parte de
los misioneros extranjeros. El clero indígena no se considera un tipo
de segunda clase de sacerdotes y misioneros. La universalidad de la
llamada al bautismo y la consecuente universalidad de la propia
Iglesia implican la universalidad de la vocación al sacerdocio. Se
debe prestar la debida atención a la selección de los candidatos loca-
les. Pero ningún grupo de personas debe ser excluido de tan alta
vocación (MI 8).
La dignidad de la vocación misionera consiste en la llamada a
colaborar en el trabajo de redención de la humanidad. En MI se
insiste en que la misión es algo completamente divino, que está por
encima de todas las consideraciones humanas. El deber de los
misioneros es llevar la Luz del Evangelio a aquellos que están per-
didos en la oscuridad de la ignorancia, la superstición y el pecado y
abrir de par en par las puertas del cielo a las personas que marchan
hacia la eterna condenación. La preocupación de los misioneros no
es aumentar el número de ciudadanos de una cierta nación terrestre
sino la de multiplicar la de los ciudadanos de la Ciudad Celestial
(MI 9).
La encíclica pone de relieve la necesidad de una adecuada pre-
paración de los misioneros. Aunque la virtud y la santidad de la vida
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
67
son los primeros requisitos para cualquier auténtico misionero, éstos
solos no son suficientes. Los misioneros necesitan estar científica-
mente preparados para las misiones. Ningún misionero puede per-
mitirse no adquirir un adecuado conocimiento del idioma, las cos-
tumbres, creencias y tradiciones de la población que tiene que ser
evangelizada (MI 12-15).
Aunque el grupo de misioneros en primera línea del frente
suele estar formado por sacerdotes y religiosos, el Papa enfatiza que
la actividad misionera es responsabilidad de todas las personas bau-
tizadas. Es la caridad cristiana la que forma la razón básica de la
empresa misionera de la Iglesia. El primer deber del creyente en lo
referente a la evangelización es rezar por las misiones. La encíclica,
por lo tanto, recomienda encarecidamente el “Apostolado de la
Oración” por las misiones. La segunda manera de implicarse en el
trabajo de las misiones es colaborar en la promoción de las voca-
ciones misioneras, particularmente urgente en un contexto de esca-
sez de personal en las misiones tras la Primera Guerra Mundial. Y la
tercera manera de implicarse en las misiones en contribuir con
ayuda financiera a su mantenimiento. La encíclica aprecia el impac-
to de las sociedades pontificias en las misiones y exhorta a la per-
tenencia a estas sociedades (MI 17-22).
El Papa Benedicto XV finaliza esta encíclica con un llamamien-
to apasionado a un renovado y más extenso compromiso con la misión
de la salvación de las almas. La repetición del mandamiento de Jesús
a Pedro, Duc in altum, adquiere un significado total en esta época
inmediatamente posterior a la Primera Guerra Mundial (MI 24).
Las enseñanzas misioneras de Pío XI
Como se recalcó en la anterior sección acerca del movimiento
misionero después de la Primera Guerra Mundial, la evangelización
de los pueblos fue una de las principales preocupaciones del papado
de Pío XI. Además de varias iniciativas en favor de las misiones enu-
meradas en la sección anterior, que tuvieron su origen durante esta
época, el Papa Pío XI promocionó en varias ocasiones la causa de
las misiones a través de sus discursos públicos y escritos magistra-
les.

2.10 Page 20

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68
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
ROMANORUM PONTIFICUM
El motu-propio Romanorum Pontificum de Pío XI en 1922
trasladó la sede central de la Opera della Propagazione della Fede
a Roma, y puso esta asociación bajo la directa supervisión de la
Sagrada Congregación para la Propagación de la Fe, convirtiéndo-
la, por tanto, en una Sociedad Pontificia. A pesar de que este docu-
mento no tiene mucho contenido dogmático, su visión sigue estan-
do vigente en lo que se refiere al resurgir del entusiasmo misionero
que siguió a la publicación de la encíclica Maximum Illud. El docu-
mento afirma claramente que la publicación de Maximum Illud
había creado entre los fieles un fervor por las misiones sin prece-
dentes en ningún otro período anterior77.
SERMÓN DE PÍO XI EN LA FIESTA DE PENTECOSTÉS DE 1922
El tercer centenario de la fundación de la Sagrada Congre-
gación para la Propagación de la Fe, que coincidió con la Fiesta de
Pentecostés de 1922, presentó a Pío XI una buena ocasión para
hablar sobre las misiones y pedir a los fieles un mayor compromiso
en este campo.
El Papa inició su homilía alabando el papel de la Sagrada
Congregación en la expansión misionera de la Iglesia. Reconoció en
él el fruto de la madurez de la experiencia misionera de la Iglesia
desde su comienzo hasta ese momento. Procedió a mostrar su gran
aprecio por los mártires y confesores en varias zonas de misión en
diferentes épocas, que fueron testigos del Evangelio y entregaron
sus vidas por la salvación de las almas. La grandeza de su trabajo y
su sacrificio tienen precisamente un significado espiritual. A través
de su trabajo y sacrificio han sacado a millones de personas de los
errores y de las aberraciones de la barbarie. Millones de almas han
sido partícipes de la redención de Jesucristo78.
____________________
77 Cfr. PÍO XI, Motu-proprio Romanorum Pontificium, 3 de mayo de 1922, en I
più recenti documenti pontifici sulle missioni, Roma, Unione missionaria del clero,
[s.d], 40.
78 Cfr. Omelia di S. S. Pio XI (Pentecostés de 1922), en I più recenti documenti
pontifici sulle missioni, 50-53.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
69
El Santo Padre expresó una gran alegría por el gran éxito de la
evangelización y el ritmo al que iba progresando. Sin embargo,
llamó la atención de su audiencia sobre lo que todavía faltaba por
hacer. Y dijo:
¿Pero cuántas son las almas que aún se pierden, cuántas aquéllas por
las cuales se ha esparcido en vano la sangre del Redentor aún? […]
El número de los operarios es insuficiente y faltan los medios para la
obra. […] Que nadie deje pasar en vano el momento solemne de tan-
tas esperanzas para una mayor difusión de la gracia reparadora. […]
Que una sola alma se pierda por nuestra tardanza, por nuestra falta de
generosidad; que un solo misionero deba pararse porque le falten
aquellos medios que nosotros podríamos haberle proporcionado es
una gran responsabilidad en la que quizá no hemos pensado frecuen-
temente a lo largo de nuestra vida. […] Por la fe que hemos recibido
de Dios, cooperemos a llevar la fe a otras amas79.
Sin duda la amplia difusión que tuvo este sermón a través de la
acción de varias organizaciones misioneras de aquella época ayudó
a transmitir la profunda preocupación del Santo Padre por las misio-
nes y a promover el celo de los sacerdotes y los religiosos.
DISCURSO DE PÍO XI EN LA CLAUSURA DE LA EXPOSICIÓN MISIONERA
La Exposición Misionera vinculada a la celebración del año
jubilar 1925 fue un gran medio de animación misionera. Pío XI
aprovechó el momento de la clausura de la Exposición para fomen-
tar las vocaciones misioneras e implicar a la totalidad de la Iglesia
en esta actividad crucial. Expresó su enorme satisfacción por el
éxito de la Exposición y agradeció a la Propaganda Fide y a su per-
sonal y a todos los que colaboraron en la realización de la Exposi-
ción. Hizo hincapié en que más que el propio éxito material, había
sido una gran exposición de la grandeza y variedad de las misiones
católicas. Resaltó con gozo que la Exposición ya había empezado a
mostrar sus frutos en el aumento de la ayuda financiera para las
misiones y un sustancial incremento en las vocaciones misioneras.
El Papa afirmó que la sanidad, la educación de la infancia y de los
____________________
79 Homilía de S. S. Pío XI (Pentecostés de 1922), en I più recenti documenti pon-
tifici sulle missioni, 53-56.

3 Pages 21-30

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70
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
jóvenes y la formación del clero indígena habían sido los tres cana-
les más eficaces y permanente de evangelización80.
RERUM ECCLESIAE
Pío XI decidió que la expansión misionera de la Iglesia sería su
máxima preocupación. Por lo tanto, esta encíclica manifiesta desde
el principio su deseo de hacer todo lo posible para extender la luz
del Evangelio y facilitar la entrada de las naciones no creyentes en
el camino de la salvación. Mientras era consciente, con gran satis-
facción, de la multiplicación del esfuerzo por parte de los varios ins-
titutos religiosos por predicar el Evangelio en regiones que todavía
no habían sido evangelizadas y los consoladores frutos de dichas
empresas, el Papa se sentía impresionado todavía por el enorme nú-
mero de personas no cristianas en el mundo. Estas numerosas nacio-
nes no evangelizadas le convencieron de la necesidad de ir aún más
lejos por parte de todos los creyentes. Una vez más, es la suprema
ley de la caridad la que reclama este esfuerzo total a todos y poner
todos los medios para la salvación. Instruir al prójimo en la fe ver-
dadera es la mejor obra de todas. Además, un aprecio correcto del
don de la fe recibida generosamente implica el deber no sólo de
vivirla personalmente sino el de testimoniarla y propagarla. Estas
consideraciones fundamentales son la base de toda la actividad mi-
sionera y, consecuentemente, ningún creyente está exento del com-
promiso misionero (RE 1-6).
En esta encíclica Pío XI exhorta a los pastores y a los superio-
res religiosos a extender el hábito de rezar por las misiones donde
ya existe e introducirlo donde no exista. El Papa demanda a los
superiores específicamente que hagan rezar a los niños por las mi-
siones. Aparte del hecho de la condescendencia divina de las ora-
ciones de los inocentes, esta práctica servirá para sembrar en los
corazones receptivos de muchos de estos jóvenes las semillas del
sacerdocio y de la vocación religiosa (RE 8).
____________________
80 Cfr. PÍO XI, Discurso de S. S. en la clausura de la Exposición Misionera Vati-
cana, 10 de enero de 1926, en I più recenti documenti pontifici sulle missioni, 62-
65.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
71
En el contexto del daño que la Primera Guerra Mundial causó a
las misiones en todo el mundo, especialmente en la reducción de per-
sonal y en la ayuda financiera, la encíclica llamó a un compromiso
más profundo de cada uno en este campo. El Papa elogió el gran fer-
vor misionero que las sociedades misioneras pontificias trajeron con-
sigo y alentó a los fieles a formar parte de estas sociedades (RE 9-12).
La encíclica insiste de nuevo en que los superiores deben hacer
todo lo posible por la promoción de un clero nativo numeroso y bien
formado (RE 19-22). Las variadas corrientes políticas y sociales del
período obviamente dan validez a la insistencia en este punto por
parte del Papa (RE 19-22).
En esta particular encíclica, el Papa promociona un tipo de
audacia misionera en lo que se refiere a fundar nuevos centros,
incluso en el caso de que no estén dirigidos por los misioneros, pues
servirán como capillas y lugares de encuentro cuando los misione-
ros visiten la región (RE 29). El objetivo parece ser el de fomentar
que los misioneros sigan ampliando las fronteras de su trabajo.
En el contexto de la práctica de encomendar regiones a deter-
minados institutos misioneros, la encíclica desaconseja toda compe-
tencia malsana entre los distintos grupos. Al contrario, llama a una
mayor apertura mutua y a la colaboración entre ellos. Insiste en que
los superiores religiosos responsables de una región particular deben
hacer todo lo posible por proporcionar suficiente personal cualifica-
do para cada misión particular (RE 31).
CARTA APOSTÓLICA DE PÍO XI A LOS SUPERIORES
DE LAS MISIONES EN CHINA
El Santo Padre comienza su carta volviendo a afirmar su gran
interés por el desarrollo de las misiones entre los pueblos que aún no
han sido evangelizados. Declara que de entre esos pueblos, los de
Extremo Oriente ocupan un lugar de particular interés, en especial
el pueblo chino81.
____________________
81 Cfr. Lettera Apostolica di S. S. Pio XI ai superiori delle Missioni della Cina,
(15 de junio de 1926), en I più recenti documenti pontifici sulle missioni, 101-102.

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72
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
Para cimentar la base con el fin de obtener una mayor cosecha
de almas de este vasto país, el Papa considera de vital importancia
eliminar de las mentes de la población china el prejuicio de que el
trabajo misionero está motivado políticamente y que, por lo tanto, es
contrario a la independencia política del pueblo chino. El Papa
admite que tuvo una cierta base en la forma práctica en que se rea-
lizó la empresa misionera en el pasado. No obstante, la relación fun-
cional no debe llevar a confundir el trabajo misionero con las acti-
vidades políticas y comerciales de las potencias coloniales. La
Iglesia, porque es “católica”, es universal, no exclusiva y no limita-
da por las fronteras nacionales. La tarea misionera no viene del
gobierno, sino del Señor mismo y a través de la Iglesia82.
La Iglesia se opone a la contaminación de su apostolado misio-
nero por el espíritu nacionalista. Una de las expresiones más evi-
dentes es el cultivo del clero indígena. La presencia de un clero nati-
vo suficiente y bien formado indica simplemente la verdadera base
de la Iglesia en cualquier región83.
El Papa recalca la importancia de la colaboración fraterna entre
el clero local y los misioneros extranjeros. Apela a los esfuerzos sin-
ceros para eliminar de la mente del pueblo llano la falsa idea de que
los intereses del país se oponen a los de la Iglesia. Asegura que la
única misión de la Iglesia es predicar el Evangelio y sin ningún
motivo político. La carta no intenta negar la ayuda que varios go-
biernos habían ofrecido al trabajo de las misiones en el pasado en
varias regiones. Esa ayuda, no obstante, frecuentemente en forma de
misioneros, no hubiera sido posible sin el correspondiente apoyo
por parte de los misioneros a las ambiciones políticas de estos go-
biernos en esas tierras84.
____________________
82 Cfr. Lettera Apostolica di S. S. Pio XI ai superiori delle missioni della Cina,
en I più recenti documenti pontifici sulle missioni, 102-103.
83 Cfr. Lettera Apostolica di S. S. Pio XI ai superiori delle missioni della Cina,
en I più recenti documenti pontifici sulle missioni, 104-105.
84 Cfr. Lettera Apostolica di S. S. Pio XI ai superiori delle missioni della Cina,
en I più recenti documenti pontifici sulle missioni, 106-107.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
73
Las enseñanzas misioneras de Pío XII
Pío XII llegó a la silla de Pedro cuando estaba a punto de esta-
llar la Segunda Guerra Mundial. La primera década de su pontificado
estuvo ciertamente marcada por su preocupación por la paz mundial.
Pese a todo, el ideal misionero nunca se perdió de vista. Al final de la
guerra, se relanzó con gran entusiasmo, tomando en consideración la
creciente marea de nacionalismo en las nuevas naciones.
SUMMI PONTIFICATUS (1939)
Esta encíclica de Pío XII no es estrictamente misionera. El
tema central tratado por el Papa es la unidad de la sociedad huma-
na. Sin embargo, hay algunas referencias con contenido misionero.
El Santo Padre afirma que el deber principal y más urgente de to-
dos los creyentes es predicar a Cristo. El número creciente de
enemigos de Cristo hace la actividad misionera de la Iglesia urgen-
tísima (SP 6-7).
La encíclica señala que los misioneros de todos los siglos estu-
vieron atentos a las diversas culturas de las tierras que intentaban
evangelizar. Todo lo que era bueno y provechoso en todas las dife-
rentes culturas fue aceptado y adoptado en el proceso de cristianiza-
ción de las personas. Sólo las costumbres y las prácticas que estaban
inseparablemente relacionadas con los errores religiosos fueron
rechazadas. Esto sigue siendo la práctica misionera de la iglesia en
todas las épocas (SP 46).
El Santo Padre insistió en esta encíclica también en la dignidad
e igualdad de cada creyente independientemente de su nacionalidad.
Todas las personas bautizadas son hijos del mismo Padre. En este
contexto, la admisión al sacerdocio o al estado religioso está abier-
ta a todos los grupos de personas. De hecho, el gran cuidado que la
Iglesia manifiesta en la formación del clero nativo es precisamente
uno de los más claros signos del aprecio de la Iglesia por los princi-
pios anteriormente mencionados (SP 47.48).
EVANGELII PRAECONES
Este documento fue publicado en el 25 aniversario de la encí-
clica Rerum Ecclesiae de Pío XI, una auténtica carta pastoral misio-

3.3 Page 23

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74
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
nera. Justo al principio el Papa expresa su gran satisfacción por el
gran progreso realizado en el trabajo de las misiones. En realidad, él
hace notar que el movimiento misionero en la Iglesia Católica en la
época de redacción de la carta había adquirido un ritmo nunca visto
en la historia de las misiones (EP 1).
En el contexto de la creciente marea nacionalista, particular-
mente en varios puntos colonizados en Asia y África, el Papa insis-
te en que el apostolado misionero no será obstaculizado por las fron-
teras nacionales y será un auténtico testimonio de la universalidad
de la Iglesia (EP 3).
Resalta el impresionante crecimiento de la conciencia misio-
nera en la Iglesia y el consecuente compromiso de todos los grupos
con las misiones. Entre los factores que han contribuido a la con-
ciencia misionera el Papa hace una mención especial al crecimien-
to de la Unión Misionera del Clero, la institución de la agencia de
noticias misionera “Fides”, multiplicación de las publicaciones pe-
riódicas misioneras, y las celebraciones de congresos misioneros
(EP 6). Con gran gozo el Santo Padre habla de un enorme creci-
miento del número de vocaciones misioneras y ve en este creci-
miento la semilla para mayores empresas misioneras en el futuro.
Invita a todo el mundo a rezar para que este crecimiento continúe
(EP 10). Pese a que el personal y los recursos empleados en las
misiones parecen realmente impresionantes, ante la multitud de per-
sonas que todavía han de evangelizarse, están lejos de ser suficien-
tes (EP 16).
La propia encíclica vuelve a hacerse eco de las enseñanzas de
Maximum Illud de Benedicto XV. La grandeza de la vocación misio-
nera consiste en la estrecha relación con la misión salvadora de
Cristo. ¡El misionero es una persona que trabaja con Cristo para sal-
var almas! De las obras de caridad, la que tiene mayor valor es ofre-
cer la fe y a través de ella la salvación a los no creyentes (EP 20). El
Santo Padre recomienda que los misioneros que abandonan sus paí-
ses y pasan sus vidas evangelizando a la población de otros países,
deben considerar al país de adopción como su segunda patria y pro-
mover los intereses reales de esa nueva patria suya. No deben bus-
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
75
car las ventajas terrenales de su propio país de origen y ni siquiera
de su instituto religioso; en su lugar sólo deben promover la salva-
ción de las almas. En todas las actividades los intereses de la Iglesia
ocuparán un lugar prioritario. Ninguna ventaja para una orden par-
ticular religiosa o para la patria del misionero que vaya en detri-
mento del bien de la Iglesia y de la salvación de almas debe ser con-
siderada beneficiosa (EP 20).
La encíclica retoma la cuestión del clero indígena y reafirma la
importancia de una formación sólida de la misma. Aquí también Pío
XII se hace eco de las enseñanzas de sus predecesores e insiste en
que la Iglesia puede ser considerada como plantada y enraizada
entre cualquier grupo de personas sólo cuando tiene un clero nativo
que puede encargarse de sus necesidades pastorales, una jerarquía
nativa para gobernarla, aunque ayudada por los misioneros extran-
jeros (EP 22).
Pío XII reconoce el valor e importancia de diferentes asocia-
ciones masculinas, femeninas, estudiantiles, obreras, artísticas, de-
portivas, etc., en los territorios de misión y en aquellos favorables a
las misiones. Es su voluntad que tales asociaciones sean promovidas
y se extiendan entre los fieles. Y expresa asimismo unas palabras de
reconocimiento especialmente para Acción Católica. Expresa su
deseo de que en la constitución de los numerosos grupos relaciona-
dos con las misiones se dé importancia a la formación de los miem-
bros y no sólo al crecimiento en número (EP 38).
Retomando un asunto tratado por sus predecesores, el Santo
Padre hace un llamamiento a la formación profesional y a la cualifi-
cación adecuadas antes de partir hacia las diferentes misiones. Las
necesidades misioneras necesitan estar suficientemente informadas
de la cultura de las poblaciones indígenas de la misión (EP 47).
La realidad es que el hecho de que la Propaganda Fide enco-
miende regiones específicas a ciertas familias religiosas no debe lle-
var a una cierta exclusividad, lo que podría hacer daño a la propa-
gación del Evangelio en la región. La urgencia de predicar el
Evangelio y salvar almas tiene el fin de guiar al misionero y espe-
cialmente a los superiores de la misión en todas sus empresas.

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76
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
Cuando los recursos de unos grupos religiosos en particular son
inadecuados para la demanda de la región, tienen que invitar a otros
grupos religiosos a colaborar con los trabajos de misión en la región
de modo que las oportunidades que se presenten en ese momento no
sean desaprovechadas (EP 55).
Esta encíclica de Pío XII vuelve a hacer una mención especial
a la necesidad de respetar las culturas y tradiciones. La introducción
del Evangelio en cualquier grupo de personas no significa la des-
trucción de las culturas y usos locales. Lo que el misionero encuen-
tra naturalmente bueno y bello entre la población que evangeliza no
sólo no debe ser extinguido sino que debe ser honestamente cultiva-
do y alimentado. La irresponsable tala o desarraigo de un bosque
frondoso no debe ser la imagen de la acción misionera. El misione-
ro es esencialmente un apóstol y un heraldo del Evangelio. El Evan-
gelio no está ligado a ninguna cultura. El misionero que cree que su
deber es implantar la civilización y la cultura europea en una tierra
extranjera hace un flaco favor a su principal cometido. Los católicos
de todas las naciones, además de ser ciudadanos del Reino de los
Cielos, son y tienen que ser ciudadanos honestos y leales de los paí-
ses a los que pertenecen. No se convierten en extranjeros en sus pro-
pios países debido a su bautismo y tienen que retener su propia cul-
tura y las tradiciones de sus ancestros (EP 56-60).
En la última sección de la encíclica el Papa expresa su aprecio
por el trabajo realizado por las cuatro Sociedades Misioneras Ponti-
ficias y alienta a los fieles a convertirse en parte de ellas y a apoyar
a esas asociaciones. Al igual que su predecesor, pone énfasis en se-
ñalar el valor de pastoral vocacional que tiene el movimiento de la
Sociedad Pontificia de la Santa Infancia. Además de promocionar
las sociedades pontificias misioneras, el Papa invita a todos los fie-
les a un esfuerzo decidido para apoyar las misiones económica y
espiritualmente. Si por medio de su oportuna y generosa ayuda pue-
den llevar el bautismo a una sola persona, están contribuyendo a
liberar una energía divina que mantendrá un ritmo progresivo en el
tiempo. Además todos los que contribuyen a mantener la vocación
sacerdotal tendrán una parte perenne en los méritos del futuro apos-
tolado y santidad del sacerdote (EP 65-71).
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
77
AD SINARUM GENTEM (7 DE OCTUBRE DE 1954)
Este documento apareció en una circunstancia en la que la Igle-
sia estaba atravesando un momento difícil en China. El propio Santo
Padre enumera algunas de esas dificultades en su carta pastoral:
aumento de las falsas acusaciones y calumnias contra la misma Santa
Sede y todos los que le son fieles, la expulsión del Nuncio Apostólico,
un esfuerzo concertado para engañar a los menos instruidos en la fe y
hacerlos apostatar. Aunque en la lista de dificultades el Papa no men-
ciona directamente la triple autonomía proclamada para la Iglesia
china por el gobierno, la encíclica da una respuesta a los presupuestos
de este espinoso problema para la Iglesia china (ASG 2). Pío XII
resalta con gran alegría que en el contexto de la persecución comu-
nista la mayoría de los católicos han permanecido leales a la verdade-
ra fe. Pero hay una considerable minoría que ha abandonado la ver-
dadera fe para unirse a la nueva Iglesia Nacional China (ASG 3).
La encíclica procede paso a paso a responder algunas de las
falsas acusaciones lanzadas por los comunistas en China contra los
católicos todavía leales al Papa. Contra la acusación de que los cató-
licos no son leales ciudadanos de China ya que su lealtad es para con
una potencia extranjera, el Santo Padre afirma que ambas situacio-
nes son compatibles la una con la otra, ya que los verdaderos cató-
licos también son auténticos ciudadanos patriotas de sus propias
naciones (ASG 6-7).
Contra el esfuerzo del régimen por presentar a la Santa Sede
como una potencia política extranjera no preocupada por el pueblo
chino ni por sus problemas, el Santo Padre reafirmó el gran aprecio
que él mismo sentía por los chinos. La creación de una jerarquía local
y la promoción del clero indígena son signos evidentes de dicho apre-
cio de toda la Iglesia, y de una manera especial de los misioneros, por
la población china. Como en muchos otros países, también en China,
el trabajo pionero de evangelización ha sido realizado por misioneros
extranjeros. Advirtió a la Iglesia china contra la autonomía de gobier-
no propuesta por el régimen comunista. Aceptar la supremacía del
Supremo Pontífice como el Vicario de Jesucristo en la Tierra y la sin-
cera adhesión a su magisterio es obligatorio para los cristianos chinos

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78
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
como para cualquier otro pueblo como una condición sine qua non
para ser miembro de la Iglesia Católica (ASG 8-11).
La encíclica procede entonces a contestar a la autonomía finan-
ciera de la Iglesia china por la que abogaba el régimen comunista.
El Papa invita al pueblo chino a comprobar que la ayuda que envía
la Santa Sede no es un medio para controlarlo políticamente. La
ayuda de la Santa Sede no es sino una expresión de la caridad cris-
tiana que no sólo incluye al pueblo chino, sino a todo el mundo
(ASG 14).
Finalmente el Santo Padre responde también a la autonomía de
doctrina propuesta por el gobierno comunista de China. Aunque
haya diversas maneras de predicar y enseñar la fe, adaptándolas a las
diferentes culturas y tradiciones, la Iglesia enseña en todas las par-
tes y siempre y a todas las personas las mismas verdades reveladas.
Los misioneros no son los inventores o los redactores del Evangelio,
sino sus guardianes autorizados y sus heraldos divinamente consti-
tuidos. En este contexto ningún creyente puede proclamarse inde-
pendiente de la doctrina enseñada por la Iglesia y a la vez seguir
siendo miembro de la misma Iglesia (ASG 18).
En conclusión, el Santo Padre advierte a los católicos chinos
contra la creación de una Iglesia Nacional que no esté unida a la
Iglesia Universal. Él afirma categóricamente que su movimiento
para la creación de la Iglesia Nacional podría llevar a una ruptura de
los fieles con la Iglesia Católica (ASG 22).
FIDEI DONUM (21 DE ABRIL DE 1957)
Fue la situación política, social y religiosa de varias naciones
africanas lo que impulsó al Papa Pío XII a escribir esta encíclica.
Se ha hecho mucho por la evangelización de África. El creci-
miento de la Iglesia en este vasto continente es un motivo de alegría
para la Santa Sede. La creación de las numerosas circunscripciones
eclesiásticas, la institución de la jerarquía local y la promoción de los
propios nativos a los puestos de obispos son todos signos del aprecio
de la Santa Sede por la Iglesia de esta extensa región. El progreso del
trabajo de los misioneros en el continente se debe a la sacrificada
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
79
labor de todo tipo de personas: obispos, sacerdotes, religiosos y lai-
cos. Todavía hay mucho por hacer. Ciertas situaciones de la sociedad
africana hacen que el trabajo de evangelización sea realmente urgen-
te. La mayor parte del continente está experimentando un período de
evolución en lo social, lo económico y lo político. Muchos grupos
están en el proceso de lucha por la independencia. Corrientes de ma-
terialismo y división intentan enraizarse entre la población. Se añade
a esto la amenaza de los misioneros protestantes. Se buscan unas
nuevas estructuras y una nueva civilización. En todo el continente se
precisa inmediata atención a la escasez de personal misionero y de
recursos. Estos problemas no parecen restringirse a ciertas regiones
del continente, los cuales pueden resolverse en el transcurso del tiem-
po, y necesitan una reacción de la Iglesia universal (FD 4-14).
Al aportar algunas soluciones a los problemas a los que se
enfrenta la Iglesia africana, el Papa está dirigiendo su atención al
ministerio de los obispos. Éstos, como eminentes miembros del
cuerpo místico de Cristo, tienen una particular responsabilidad no
sólo con la región encomendada a su cuidado pastoral sino con la
totalidad de la Iglesia como tal. Es su atención a las necesidades de
la Iglesia universal lo que manifiesta la real universalidad de la pro-
pia Iglesia y esto es aplicable a todos los católicos. El Santo Padre
afirma muy categóricamente en ese sentido:
Missionalis operae afflatus et catholici spiritus unum et idem sunt.
Catholicam esse, praecipua Ecclesiae nota est, ita ut christianus homo
addictus et adstrictus Ecclesiae minime sit, nisi pariter sit addictus et
adstrictus christifidelium universitati, atque adeo percupiat ut eadem
ubicumque gentium radices agat et florescat (FD 17)85.
Es la universalidad de la Iglesia lo que hace que sea necesario
que todos los creyentes estén interesados en el aumento de las
misiones por todo el mundo (FD 15-17).
____________________
85 El impulso misionero y el espíritu católico son una misma cosa. La universa-
lidad es una característica esencial de la Iglesia, de modo que el cristiano no está
verdaderamente unido y dedicado a la Iglesia si no está en la misma medida unido
y dedicado a la universalidad de ésta, para lograr que se afiance y florezca en cual-
quier parte del mundo.

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80
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
La encíclica hace un triple llamamiento a los creyentes en favor
de las misiones: a la oración, a la generosidad y a la entrega de sí
mismo (limitado a algunos) (FD 18). El Santo Padre apela a los
obispos a mantener entre ellos y los fieles una incesante oración por
las misiones. Se aprovecharán períodos especiales y fiestas del año
litúrgico para incrementar esas oraciones por las misiones (FD 19).
Y hace una petición de multiplicar las misas celebradas por las
misiones (FD 20).
La oración sincera por las misiones irá acompañada de la gene-
rosidad según las posibilidades de cada uno. La ayuda financiera
puesta a disposición de las misiones se queda corta para las necesi-
dades de las misma. Esto se nota particularmente en el caso del cul-
tivo de las vocaciones locales (FD 23-24). En vista de la aparente
pobreza de las naciones no europeas y la relativa riqueza de la
población de Europa, el Santo Padre hace un llamamiento a una
mayor solidaridad y colaboración, particularmente en el terreno de
la obra misionera. Recuerda a los fieles que el desarrollo del traba-
jo misionero dependerá de la generosidad de los creyentes. (FD 24).
La Iglesia sufre en las misiones una gran escasez de apóstoles.
El Papa invita a los fieles a realizar todo lo posible para la promo-
ción de las vocaciones, tanto de obispos como de religiosos (F 25).
Los pastores son invitados a crear entre los fieles un ambiente abier-
to y atento a las preocupaciones universales de la Iglesia que gene-
re naturalmente apóstoles y misioneros. Un nuevo aliento del espí-
ritu misionero será el signo de una verdadera renovación de la dió-
cesis y de la Iglesia. Y añade en términos muy claros:
Fieri autem non poterit ut christifidelium pereat communitas quae
filios filasque Ecclesiae donet. Si ergo vita supernaturalis caritate effi-
citur, atque se devovendit studio augetur, non immerito affirmari licet
vitam catholicam nationis cuiuslibet perpendendam esse oneribus,
quae ipsa pro opere missionali ultro suscipit ac sustinet (FD 26)86.
____________________
86 No sucederá que desaparezca fácilmente la comunidad que entrega miembros
(hijos e hijas) a la Iglesia, pues, si se fomenta y se realiza en la caridad la vida
sobrenatural, y se cultiva concienzudamente, ésta crecerá. No en vano es lícito afir-
mar que la vida católica de cualquier nación ha de ser correspondida con acciones
que ella misma tiene que suscitar y sostener en favor de las obras misioneras.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
81
El Santo Padre apela a las diócesis con muchas vocaciones e
incluso a aquellas con menor número a escuchar la llamada de las
misiones. Se precisa un esfuerzo concertado para promover voca-
ciones misioneras. La Unión Misionera del Clero se propagará por
todos los sitios (FD 27-28).
Concluyendo, el Papa afirma que aunque la particular situación
de África ha sido el motivo de la encíclica, tiene en cuenta toda la
empresa de la Iglesia, en especial la de Extremo Oriente. A los pas-
tores de esas misiones el Papa les garantiza apoyo, tanto espiritiual
como material. Anima a los misioneros a perseverar con confianza
en el trabajo que llevan a cabo, orgullosos de servir a la Iglesia, aten-
tos a su voz, siempre más interiorizada por su espíritu, unida por los
vínculos de caridad fraterna. Y dice:
Quantum, dilecti filii, solacii vobis affertur et quam certae victoriae
pignus affulget, cum cogitatis obscurum et pacificum certamen, quod
pro Ecclesia ipsi certatis, non esse tantummodo vestrum aut aetatis
vestrae aut vesti populi certamen, sed perpetuum Ecclesiae universae
proelium, quod strenue gerendum omnes eius filii suscipiant oportet,
cum Deo et fratribus acceptum referre debeant fidei donum sacro
baptismate datum (FD 33)87.
La encíclica concluye con un llamamiento a todos los fieles a
profundizar y renovar su compromiso para que el día en que el
Evangelio sea predicado a todos los rincones de la Tierra llegue lo
antes posible (FD 35).
La encíclica misionera de Juan XXIII
Juan XXIII no era ajeno al movimiento misionero de la época
posterior a la Primera Guerra Mundial. No obstante, ciertas condi-
ciones que prevalecían en la época inmediatamente después de la
guerra y que favorecieron la expansión de la Iglesia habían cambia-
____________________
87 ¡Cuánta paz, hijos queridos, os reportará y cómo brillará el triunfo de la autén-
tica victoria cuando sobrellevéis una labor difícil, pero fructuosa, que no sólo es
vuestra y de vuestro pueblo, sino que es además continua en la Iglesia Universal y
en la que todos sus hijos deben implicarse diligentemente con Dios y con los demás
hermanos, ya que el don de la fe recibido en el bautismo debe consecuentemente
testimoniarlo!

3.7 Page 27

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Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
do cuando él accedió al papado. La supremacía colonial de las
naciones europeas había desaparecido. Numerosas naciones inde-
pendientes vieron la luz del día en el período que siguió a la Se-
gunda Guerra Mundial. La difusión de las corrientes nacionalistas
radicales solían ir frecuentemente de la mano de un retorno a las
religiones primitivas. La amenaza del comunismo ateo tenía que ser
contestada. El proceso de secularización que acompañaba al progre-
so de los inventos científicos empezó a derribar los fundamentos de
una sociedad que hasta aquel momento parecía haber tenido una
visión impregnada de fe. El distanciamiento gradual de la sociedad
laica de la Iglesia producía temores y seria preocupación entre los
pastores de ésta. Incluso algunas situaciones en varias tierras de
misión presentaban nuevos problemas.
PRINCEPS PASTORUM (JUAN XXIII), 28 DE NOVIEMBRE DE 1958
En el ambiente de cambio en la Iglesia y de la sociedad, el Papa
Juan XXII ofreció al mundo su encíclica misionera. Comienza esta
encíclica con una nota muy personal. Trabajó con Benedicto XV en
la Sagrada Congregación para la Propagación de la Fe y desde en-
tonces había tenido un gran interés por las misiones. Manifiesta su
propio interés personal, continuo y solícito en el trabajo de evange-
lización. Recuerda que incluso, como sacerdote, fue llamado a ello
inmediatamente después de que concluyera la Primera Guerra
Mundial (PP 1-2).
La encíclica celebra el 40 aniversario de Maximum Illud. El
Papa resalta con gran alegría el auge del espíritu misionero que trajo
la encíclica de Benedicto XV. Él fue testigo de los abundantes fru-
tos que conllevó el compromiso misionero de la Iglesia en las pasa-
das décadas y resalta, entre ellos, el establecimiento de jerarquías
locales y el aumento del número de clero indígena como digno de
especial mención (PP 4-7).
Mientras aprecia la necesidad de mayor compromiso en la pro-
moción del clero indígena local, el Santo Padre hace un llamamien-
to a los católicos de todas las tierras de misión a valorar el trabajo
de los misioneros extranjeros. Ningún misionero verdadero que
abandona su patria para trabajar en una tierra lejana será considera-
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
83
do un extranjero entre sus propios compatriotas. Él es un nativo
entre los nativos y un auténtico padre para el pueblo para el que tra-
baja y por el que se sacrifica (PP 12).
El Santo Padre insiste en la prioridad de la santidad personal
de los misioneros para ejercer un ministerio verdaderamente eficaz
entre la población. La misión es una obra divina y la fuerza interior
que la sostiene ha de ser divina. Dicha santidad personal es tan
necesaria para los misioneros extranjeros como para los nativos
(PP 14).
El Papa aboga por que los seminaristas que optan por las mi-
siones sean formados en los propios territorios de misión para acli-
matarlos, para informarles sobre la cultura de la población, para fa-
cilitar el aprendizaje del idioma local y para habituarles a los méto-
dos misioneros. Anima al estudio de misionología a aquellos que se
preparan para el trabajo en las misiones (PP 16-17).
El Santo Padre afirma que ha sido una práctica permanente de
la Iglesia apreciar y cultivar todo lo que es positivo en las diferen-
tes culturas. Declara que la Iglesia no tiene que identificarse con
ninguna cultura o civilización en particular, aunque ésta sea la euro-
pea. La Iglesia reconoce y asimila los elementos de todas las cultu-
ras que son expresiones auténticas y válidas de la mente humana
(PP 19).
El trabajo de evangelización no se reduce a la proclamación del
Evangelio y al cuidado espiritual de los fieles. La evangelización y
el sostenimiento social de la población siempre han ido juntos de la
mano. En el contexto de pobreza en las tierras de misión, la impli-
cación del misionero en proyectos de desarrollo social no sólo es
sano sino que es una manifestación necesaria del amor de la Iglesia
por esas personas (PP 22).
Pese a que los intereses del clero indígena pertenecen a sus
Iglesias locales, no limitarán su visión y actividades a sus comuni-
dades. La encíclica advierte contra una posible mentalidad cerrada
tribal entre el clero nativo y le invita a estar en contacto con los
eventos y desarrollos de la Iglesia Universal. Aunque su campo de

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Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
acción es su comunidad, su caridad incluye a toda clase de personas.
En el contexto de creciente nacionalismo entre los varios grupos, los
católicos, y especialmente el clero indígena, no pueden dejarse lle-
var por un espíritu ultranacionalista, que podría ser negativo para la
propagación de la Iglesia y su universalidad. Las Iglesias locales en
todos los diferentes países del mundo forman una sola, la Iglesia
universal. Corrientes de pensamiento y comportamiento que atizan
el fuego del nacionalismo, que es exclusivo y fomenta la enemistad
entre las diferentes naciones, salpicando al terreno de la Iglesia, no
sólo son insanas, sino que son contrarias al espíritu de la verdadera
caridad, que es el fundamento de la comunión entre todos los cre-
yentes (PP 23-26).
El Papa enfatiza la necesidad e importancia de la implicación
de los laicos en el trabajo de las misiones y urge a todos a una mayor
colaboración, si aún cabe, en esta tarea principal de la Iglesia. Apun-
ta que sólo un fuerte y vivo fervor apostólico puede expresar la pro-
fesión de fe de cada individuo (PP 28, 32).
La encíclica alaba el trabajo de los catequistas en los territorios
de misión y hace un llamamiento a una formación adecuada. En el
trabajo de evangelización ocupan un lugar muy importante como
maestros de la fe y son con frecuencia sustitutos de los sacerdotes.
El Papa invita a los fieles a apoyar y sostener el trabajo de los cate-
quistas en las misiones (PP 42).
El Papa resalta la importancia de la escuela en el contexto de
las misiones. Indica que las escuelas católicas deben prestar sufi-
ciente atención a la formación cristiana de los estudiantes, especial-
mente de los estudiantes católicos (PP 47).
En el contexto de los veloces cambios en la vida social, econó-
mica y política de muchos países, el Santo Padre invita a los católi-
cos, como parte de la misión universal de la Iglesia, a implicarse en
el proceso de encontrar soluciones correctas y justas a los diversos
problemas a los que se enfrenta el mundo (PP 48).
La encíclica finaliza con una invitación a todos los fieles a
colaborar en la promoción de las vocaciones misioneras y a incre-
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
85
mentar su ya sustancial contribución al trabajo de evangelización de
las poblaciones en los territorios de misión (PP 56).
Asociaciones misioneras en los comienzos de AGM
Es cierto que la expansión misionera del siglo XIX y su relan-
zamiento en la época posterior a la Primera Guerra Mundial depen-
dían en su mayor parte del liderazgo de los Papas de este período.
Es también verdad que la Santa Congregación para la Propagación
de la Fe tuvo un papel crucial en este movimiento misionero. Es
innegable que la carga más pesada de la empresa misionera recayó
en las órdenes e institutos religiosos y que, por lo tanto, la renova-
ción de las antiguas órdenes y la fundación de otras nuevas durante
esta época tuvo un gran impacto en las misiones. Aun así, una de las
características específicas de la renovación de la empresa misionera
de la Iglesia en el siglo XIX y que continuó en el XX fue precisa-
mente su carácter popular.
Las Sociedades Misioneras Pontificias
Entre los diferentes tipos de asociaciones misioneras que sur-
gieron en el siglo XIX, las Sociedades Misioneras Pontificias ocu-
paron el lugar principal debido a que comenzaron antes, a su gran
sentido de universalidad y al gran patrocinio del que disfrutaron por
parte de la Santa Sede. Pese a que como sociedades individuales e
independientes servían a determinados sectores de la sociedad, en su
totalidad general, juntas, sirvieron para concienciar a todos los gru-
pos de edad y a todos los sectores de la sociedad. Aunque en los
comienzos de algunos grupos particulares el campo de interés puede
haber sido alguna zona misionera en particular, pronto abarcaron
todos los territorios de misión en todos los continentes, mantenien-
do al mismo tiempo su específico ámbito de trabajo.
LA SOCIEDAD PONTIFICIA PARA LA PROPAGACIÓN DE LA FE
Las actividades misioneras de las diferentes órdenes e institu-
tos religiosos dieron lugar a numerosos grupos misioneros, relacio-
nados entre ellos, los cuales ayudaron a propagar el ideal misionero
entre la población general y a obtener la muy necesitada ayuda espi-

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86
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
ritual y financiera para el trabajo de los misioneros. Tales grupos
surgieron en Francia hacia finales del siglo XVIII vinculados espe-
cialmente a las Misiones Extranjeras de París, precisamente para
rezar y ayudar económicamente a las misiones extranjeras. Estos
grupos no disponían al principio ni de un nombre ni de organiza-
ción. Algunos de esos grupos misioneros sobrevivieron a la revolu-
ción mientras que otros desaparecieron. Otros grupos misioneros
nacieron con el mismo objetivo de rezar por las misiones y enviar
ayuda económica a las mismas tras la revolución. Buscaban el inte-
rés del público general para incrementar su recaudación de ayuda
financiera para los misioneros88.
Philéas Jaricot y su hermana Marie Pauline también eran
miembros de pías hermandades misioneras asociadas a las Misio-
nes Extranjeras de París. Ellos eran los de un acaudalado comer-
ciante de Lyon. Pauline Jaricot intentó organizar un método siste-
mático de recaudar las ofrendas para las misones y en el proceso
nació L’Oeuvre de la propagation de la Foi en 1822, ampliando el
ámbito de los originarios grupos misioneros para ayudar no sólo a
las misiones de la Misiones Extranjeras de París sino a las de todo
el mundo. La asociación recibió la aprobación eclesiástica del
arzobispo de Lyon. En 1823, se otorgaron especiales indulgencias
a sus miembros. Los Papas posteriores también otorgaron a la aso-
ciación especiales favores espirituales. La organización se expan-
dió rápidamente a las principales ciudades de Francia. En 1824
comenzó en Piedmont, en 1825 en Cerdeña y hacia 1834 se había
extendido por toda la península italiana. Durante el mismo período
comenzó su andadura en Bélgica, Alemania (en Baviera) y Austria.
La asociación tuvo sus oficinas centrales en Lyon hasta 1922,
cuando, como se mencionó antes, Pío XI las trasladó a Roma. El
movimiento estaba decididamente auspiciado y apoyado por la
Sagrada Congregación para la Propagación de la Fe y con el tras-
lado de las oficinas a Roma, la Sagrada Congregación asumió el
____________________
88 Cfr. LATOURETTE KENNETH SCOTT, A history of the expansion of christianity,
vol. 4, 48-49; METZLER JOSEPH (Ed.), Storia della Chiesa, vol. 24, 30-31; SEME-
RARO COSIMO, Le missioni cattoliche nell’epoca contemporanea, 162.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
87
control directo de esta asociación, convirtiéndola al mismo tiempo
en pontificia.
Esta sociedad misionera se convirtió paulatinamente en una
organización muy estable. Tenía grupos operativos en las parro-
quias. Dichos grupos estaban coordinados a nivel de la diócesis por
el director diocesano. En todos los países había un Consejo Nacio-
nal que a su vez mantenía contacto con los directores diocesanos. El
Consejo General de Roma regulaba y coordinaba las actividades de
todos los Consejos Nacionales. Todos los católicos bautizados ma-
yores de 12 años pueden ser miembros de la asociación. Cada miem-
bro está obligado a contribuir financieramente a las misiones y a
rezar por ellas89.
LA SOCIEDAD PONTIFICIA DE LA SANTA INFANCIA
Otro de los movimientos que contribuyó mucho a la creación
de un ambiente misionero fue L’Oeuvre de la Sainte Enfance fun-
dada en 1843. Su ferviente promotor fue Mons. Charles Auguste de
Forbin Janson, obispo de Nancy y Toul. Su preocupación por los
miles de niños de China a los que se les dejaba morir tras su naci-
miento por varias razones fue lo que inspiró el origen de esta aso-
ciación en favor de los niños. En este trabajo fue ayudado por
Pauline Jaricot. Este movimiento tenía como objetivo implicar a los
jóvenes de hasta 12 años en la redención de los niños chinos. Los
miembros se comprometían a rezar por los niños de China y a con-
tribuir con una pequeña cantidad al mes para ayudarles. Hacia 1844
este movimiento misionero juvenil había echado raíces en 65 dióce-
sis de Francia y en poco tiempo se extendió por todos los países
católicos de Europa. Desde 1849 la atención de este movimiento se
centró en la redención de la esclavitud de los niños africanos. A par-
tir de 1855 el ámbito se amplió a todo el mundo. Varios Papas
impartieron su bendición especial a la asociación y concedieron
favores espirituales especiales a sus miembros. En 1929 Pío XI la
elevó al grado de Sociedad Pontificia.
____________________
89 Cfr. METZLER JOSEPH (Ed.), Storia della Chiesa, vol. 24, 32; COMBY JEAN, Due
mila anni di evangelizzazione, 211; DA NEMBRO METODIO, Missionologia, Roma,
Pontificia Universitas Lateranensis, 1961, 358-359.

3.10 Page 30

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88
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
El objetivo de la asociación era colaborar en procurar el bau-
tismo a los niños no católicos de China y de otros países, su reden-
ción y finalmente su educación. Podían ser miembros todos los cató-
licos menores de 12 años. Los mayores de esta edad podían conti-
nuar siendo miembros asociados. Los miembros se clasificaban en
tres grupos: ordinario, especial y perpetuo. Los miembros ordinarios
hacían las contribuciones prescritas mensuales. Los miembros espe-
ciales hacían una contribución ordinaria seis veces al año. Los
miembros perpetuos ofrecían una cantidad todavía mayor a la pres-
crita por las reglas. Además de estas obligaciones económicas, los
miembros recitaban un Ave María con una jaculatoria específica por
los niños de las tierras de misión90.
LA SOCIEDAD PONTIFICIA DE SAN PEDRO PARA EL CLERO INDÍGENA
En 1889, Stephanie Cottin Bigard y su hija Jeanne Alessandrina
fundaron Opus a Sancto Pietro pro Clero indigeno en Caen, en
Francia, para sensibilizar a los católicos sobre la formación del clero
local en las tierras de misión y para pedir ayuda finaciera y espiri-
tual para este fin. Por una carta del Vicario apostólico de Nagasaki
estas señoras se dieron cuenta de la necesidad de ayudar financiera-
mente para abrir un seminario local. Se lanzaron a pedir ayuda,
puerta por puerta; su celo se propagó a otras personas y nació una
asociación misionera. En 1920 fue puesta bajo la autoridad de
Propaganda Fide, que aprobó sus estatutos; y en 1929 se convirtió
en una Sociedad Pontificia. Al igual que otras asociaciones misio-
neras, ésta también fue favorecida por los diferentes Papas, quienes
otorgaron especiales favores a sus miembros.
La pertenencia a esta asociación está abierta a todos los católi-
cos. Los miembros se dividen en tres grupos: fundadores, que con-
tribuyen con la cantidad total requerida para los gastos de los estu-
dios de un candidato para el sacerdocio; benefactores, que contribu-
yen con sólo lo necesario para lo mismo pero para un año; y los aso-
____________________
90 Cfr. METZLER JOSEPH (Ed.), Storia della Chiesa, vol. 24, 33-34; SEMERARO CO-
SIMO, Le missioni cattoliche nell’epoca contemporanea, 164; DA NEMBRO METO-
DIO, Missionologia, 361-362.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
89
ciados, que contribuyen con una cantidad fija estipulada para ser
miembro ordinario. Además, todos los miembros rezan un Padre
Nuestro, un Ave María y una jaculatoria especial por las intenciones
de la asociación91.
LA UNIÓN MISIONERA DEL CLERO
Unione Missionaria del Clero fue fundada por el Padre Paolo
Manna, del Pontificio Istituto Missioni Estere di Milano, en Italia.
Su objetivo era la formación e información misionera de los sacer-
dotes y seminaristas. Manna cultivó la idea de una asociación misio-
nera para el clero desde 1908 y trabajó poco a poco hasta su reali-
zación. En su libro Operarii autem pauci expresó su idea de formar
una asociación misionera para el Clero. Sugirió la institución de cír-
culos misioneros en los seminarios para rezar por las misiones y la
promoción de una asociación sacerdotal en favor de las mismas. Ya
en 1912, por iniciativa de Joseph Schmidlin, las uniones misioneras
de sacerdotes se formaban en muchas de las diócesis de Alemania.
Prácticamente al mismo tiempo que la Lega Apostolica, nacía una
unión misionera de jesuitas en Turín, a la que en 1915 el arzobispo
de esta ciudad dio su aprobación. Esta unión de jesuitas se extendió
a otras diócesis, pero se limitó mayoritariamente a los círculos de
jesuitas. En 1915, junto con el obispo de Parma, Paolo Manna trazó
un plan concreto para la asociación. Este proyecto inicial recibió la
aprobación de Benedicto XV y de la Propaganda Fide en 1916. Con
esta aprobación Manna se comprometió a la propagación de la unión
y durante el período de sólo un año consiguió que 1.254 sacerdotes
se unieran a esta asociación. Maximum Illud, de Benedicto XV,
fomentó la unión en la Iglesia universal. La unión tuvo un rápido
crecimiento durante el papado de Pío XI, y él mismo fue un miem-
bro activo antes de su elección como Papa. Al igual que todas las
además Sociedades Pontificias, la Unión de los Sacerdotes para las
Misiones también recibió favores de los Papas de este período y se
les otorgó indulgencias especiales.
____________________
91 Cfr. METZLER JOSEPH (Ed.), Storia della Chiesa, vol. 24, 34; COSTANTINI
CELSO, Le missioni cattoliche, Milán, Casa Editrice Valentino Bompiani, 1949, 56;
DA NEMBRO METODIO, Missionologia, 363-364.

4 Pages 31-40

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4.1 Page 31

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90
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
El establecimiento de un Secretariado General de la Unión en
Roma en 1936 trajo consigo la unificación de las diferentes uniones
nacionales que hasta entonces habían trabajado de manera autóno-
ma. En 1937 se elaboró un nuevo estatuto para la Unión. La perte-
nencia a ésta estaba abierta a todos los sacerdotes, diocesanos y reli-
giosos y a todos los estudiantes de teología. Los miembros se divi-
dían en cuatro grupos según el tipo de contribución financiera que
hacían. Según una concesión especial hecha por Pío XII en 1949,
incluso los hermanos laicos y las religiosas podían ser miembros de
la Unión.
El objetivo de la Unión Misionera del Clero para las misiones
fue precisamente encender el celo por la salvación de almas. Los
sacerdotes de la Unión llevaban a cabo varias actividades en favor
de las misiones. Difundían la idea misionera entre otros sacerdotes
y fieles. Propagaban publicaciones misioneras. Ayudaban a las mi-
siones con oraciones públicas y privadas. Organizaban congresos
misioneros para los diferentes grupos de fieles, apoyaban y promo-
cionaban las asociaciones misioneras, especialmente las Sociedades
Pontificias, y hacían colectas para las misiones92.
Otras asociaciones misioneras de la época
Además de las cuatro asociaciones principales que en el
transcurso de la historia adquirieron el status de Obras Pontificias,
surgieron otras innumerables asociaciones por todo el orbe católi-
co. Algunas de estas asociaciones tuvieron un ámbito misionero
específico. Otras numerosas asociaciones misioneras nacieron en
relación con las actividades misioneras de determinadas órdenes
religiosas e institutos, tanto masculinos como femeninos. Otros
grupos misioneros se iniciaron con el objetivo de proporcionar
servicios específicos al personal de las misiones o a las propias
misiones.
____________________
92 Cfr. METZLER JOSEPH (Ed.), Storia della Chiesa, vol. 24, 35; DA NEMBRO
METODIO, Missionologia, 373-379.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
91
ASOCIACIONES CON OBJETIVOS ESPECÍFICOS
Opera Apostolica nació en Francia en 1838 de la mano de
Maria Zoè Duchesne, en la diócesis de Meaux. Al tener noticias del
trabajo sacrificado de los misioneros en tierras lejanas y sobre la
invasión de misioneros protestantes en varias regiones, la joven
tuvo la intención de ayudar a los misioneros con equipamientos úti-
les, vestimentas sacras y material escolar, etc. Otras almas genero-
sas se unieron a ella en su apostolado y poco a poco la organización
cobró vida. En 1848 tenía sus oficinas centrales en Orleans, bajo el
patrocinio de Mons. Dupanloup. Más tarde, las oficinas se trasla-
daron a París. En 1855 fueron aprobados sus estatutos y Pío IX
otorgó a la asociación favores espirituales especiales. En 1870 se la
puso bajo control de la Propaganda Fide, aunque no se la convir-
tió en una Sociedad Pontificia. Su objetivo era la oración por las
misiones y el suministro de materiales útiles necesarios para su
apostolado93.
La Colletta antischiavista fue conocida con diferentes nom-
bres. Fue el Papa León XIII con su encíclica Catholicae Ecclesiae
de 1890 quien dio origen a la idea. Los fieles de varias naciones
católicas respondieron a esta llamada del Papa y ellos mismos for-
maron grupos con el objetivo de liberar al pueblo de África de la
esclavitud y llevarle el Evangelio. Las actividades de los varios gru-
pos fueron coordinadas por la Propaganda Fide94.
María Teresa Ledochowska fundó la Sodalizio di S. Pietro
Claver con el objetivo de asistir a las misiones africanas depen-
dientes de la Propaganda Fide. Fue reconocida oficialmente en
1894 por el Papa León XIII. Esta hermandad era una asociación
dependiente de las Hermanas de San Pedro Claver, quienes, aunque
no trabajaban en las misiones africanas, trataban de ayudarles de
varias maneras95.
____________________
93 Cfr. DA NEMBRO METODIO, Missionologia, 366.
94 Cfr. DA NEMBRO METODIO, Missionologia, 366-367.
95 Cfr. DA NEMBRO METODIO, Missionologia, 367.

4.2 Page 32

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92
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
ASOCIACIONES VINCULADAS CON LAS ÓRDENES
E INSTITUTOS RELIGIOSOS MISIONEROS
Casi todos los institutos religiosos misioneros y las órdenes co-
menzaron algún tipo de asociación con el fin principal de hacer pro-
paganda de sus misiones particulares y para solicitar ayuda espiritual
y especialmente económica para ellas. Dichas asociaciones misioneras
sirvieron también para fomentar vocaciones en estas órdenes e institu-
tos. Latourette menciona que fueron fundadas alrededor de 160 de
estas asociaciones entre 1815 y 1914 y añade: “éstas representaron un
movimiento de proporciones sin precedentes para la ayuda financiera
para la propagación del cristianismo católico y romano por suscripción
popular”96. Arens Bernard, en Manuel des missions catholiques, dedi-
ca un elenco de 66 páginas a tales asociaciones misioneras97.
Metodio Da Nembro indica que tal vez éstas eran las que te-
nían mayor extensión y una afiliación más numerosa. En Italia eran:
Lega Apostolica de los jesuitas, Unione missionaria Francescana de
los franciscanos menores, Cori Mariani de los carmelitas, Opera del
Rosario in favore delle missioni de los dominicos, Opera Serafica
delle sante Messe de los capuchinos, Opera delle Collette de los
maristas, Associazione Mariale in favore delle missioni de los obla-
tos de María Inmaculada, Piccola Opera del S. Cuore de los misio-
neros del Sagrado Corazón, Amici delle missioni de las Misiones
Extranjeras de Milán, e In Omnibus Christus de los javerianos de
Parma98.
ASOCIACIONES DE NATURALEZA ESPECIAL
Los grupos misioneros se crearon también para ayudar a los
misioneros en determinados campos de interés. Algunos trataban de
ayudarles intelectualmente, en el campo de la teoría de las misiones
y de la teología general relacionada con los problemas en las misio-
nes. Algunos grupos ayudaron a los misioneros en el terreno de la
____________________
96 LATOURETTE KENNETH SCOTT, A history of the expansion of christianity, vol. 4,
59.
97 Cfr. ARENS BERNARD, Manuel des missions catholiques, Lovaina, 1925, 286-
351.
98 Cfr. DA NEMBRO METODIO, Missionologia, 370.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
93
sanidad de la población nativa. Otros intentaron ayudarles en otros
aspectos técnicos. Esos diferentes grupos eran testigos de los intere-
ses generales de los fieles en la actividad misionera y su generosa
colaboración en muchos aspectos.
Entre los grupos interesados en el campo intelectual estaba la
Conferenza Africana fundada por el Padre Enrico Dubois con el
principal objetivo de explicar asuntos teológicos de interés directo a
los misioneros y ayudarles a resolver problemas prácticos teológicos
y morales en su apostolado. Otra asociación de similar naturaleza
fue Amis des Missions, fundada en París en diciembre de 1923. La
finalidad de este grupo era dar a conocer el valor del apostolado
misionero y defenderlo de las críticas99.
Entre las asociaciones misioneras de naturaleza sanitaria, los
objetivos varían desde la instrucción de los misioneros hasta prepa-
rar personal médico para las misiones con medicinas y equipamien-
to apropiado.
Las asociaciones de naturaleza técnica trataban de ayudar a los
misioneros con sus diversos proyectos de construcción, vehículos,
viajes, etc. Éstos son de origen posterior. De hecho, el Dutch Bureau
voor technische adviezen ean de Missie, una de las principales aso-
ciaciones de este tipo, no fue fundada hasta 1936100.
Asociaciones misioneras estudiantiles
En realidad fueron los protestantes quienes tuvieron el mérito de
haber comenzado las primeras asociaciones misioneras de este tipo.
La primera fue la Students Voluntary Movement for the Missions que
empezó en 1888 en Estados Unidos. Este movimiento se fue exten-
diendo paulatinamente a otros países y en 1895 nació la Federación
Mundial de Estudiantes Cristianos para las Misiones. La asociación
católica correspondiente, Cruzada de los Estudiantes Católicos Mi-
sioneros, no nació hasta 1918 por iniciativa de Clifford King.
En los círculos católicos, Joseph Schmidlin comenzó en 1910
el primer círculo oficial de Estudiantes Universitarios en Munich en
____________________
99 Cfr. DA NEMBRO METODIO, Missionologia, 370.
100 Cfr. DA NEMBRO METODIO, Missionologia, 370-372.

4.3 Page 33

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94
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
favor de las misiones. Este ejemplo fue seguido por otras universi-
dades. En 1920 los diferentes círculos misioneros de estudiantes se
unieron entre sí para formar una federación llamada Missionsbund.
En Alemania, los estudiantes de las escuelas de enseñanza media
también organizaron su asociación misionera bajo la denominación
de Missionskreuzzug der Studierenden Jungen.
En Bélgica, los jesuitas de Thunhout crearon en 1912 la liga
misionera estudiantil Pro Apostolis. En 1925 se inició la asociación
de estudiantes universitarios llamada Associatio Universitaria Ca-
tholicas adiuvans Missiones (AUCAM) en Lovaina con el fin de ase-
gurar la ayuda intelectual a los países de misión.
Asociaciones estudiantiles con objetivos misioneros similares
nacieron también en Suiza y en los Países Bajos. Uno de los grupos
más numerosos de Suiza fue la Asociación Académica Misionera,
fundada en 1919 en Friburgo.
En Francia, las asociaciones misioneras de estudiantes propia-
mente dichas no empezaron hasta 1929 con la Ligue Missionnaire
des Etudiants, fundada en el instituto jesuita de Lille.
En España, La Cruzada Misional de Jóvenes surgió en 1923
con la misma finalidad.
La asociación misionera de estudiantes en Italia, Lega Mis-
sionaria Studenti (LMS), no inició sus pasos hasta 1927 entre los
estudiantes del Istituto Massimo de los jesuitas, en Roma101.
Asociaciones juveniles en Italia en el período posterior
a la Primera Guerra Mundial
Para concluir esta sección sobre las asociaciones juveniles mi-
sioneras, nos ayudará a completar la visión general sobre éstas una
____________________
101 Cfr. DA NEMBRO METODIO, Missionologia, 370-371. Parece un poco extraño que
el autor no conozca las Asociaciones juveniles. Probablemente el hecho se debe a
que, especialmente en los primeros años de la asociación, se limita a las cuentas de
las instituciones salesianas. D. Garneri también habla acerca de esta organización
estudiantil en JM. Cfr. GARNERI DOMENICO, Le Associazioni studentesche in favore
delle missioni, en JM 10 (1932) 5, 82.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
95
revisión general del panorama de asociaciones juveniles en los cam-
pos eclesiales y políticos en la Italia posterior a la Primera Guerra
Mundial. Evidentemente, estas asociaciones no se incluyen en el
grupo de las misioneras. Estos grupos realizaron sus actividades en
un contexto más amplio de asociaciones juveniles dentro de los
campos político y eclesial de la nación.
ASOCIACIONES CATÓLICAS JUVENILES ITALIANAS
A pesar de que había varias asociaciones de la juventud católi-
ca, que atiendían a ciertos aspectos específicos de su vida, en el
panorama general nacional italiano existían ciertas asociaciones
dirigidas a los jóvenes que tenían un mayor patrocinio de la Iglesia
y una clase de organización nacional que incluso tendía a absorber
a los otros grupos. Dichos grupos de mayor tamaño, aunque no eran
específicamente de naturaleza misionera, eran completamente cató-
licos en su origen, su objetivo y sus actividades. Una visión general
de su ámbito y su actividad contribuirá a completar la descripción
del ambiente en que la organización juvenil salesiana misionera se
inició y floreció.
La Società della Gioventù Cattolica Italiana (SGCI)
Tras la Primera Guerra Mundial, la Società della Gioventù
Cattolica Italiana (SGCI) relanzó sus actividades bajo el liderazgo
nacional de Paolo Pericoli como el principal punto de referencia
para todos los jóvenes católicos de Italia. Inmediatamente después
de la guerra, Pericoli hizo campañas para difundir los grupos de la
Sociedad en todas las parroquias y oratorios.
Al final de la Primera Guerra Mundial, en enero de 1919 nació
también el Partito Popolare Italiano de Luigi Sturzo, quien también
intentó meter a los jóvenes en su nuevo partido. En vista del trans-
curso de estos eventos, la propia SGCI se distanció de este partido
político, ya que no deseaba ninguna relación directa con sus miem-
bros políticos. No obstante, a través de un proceso de diálogo entre
los líderes de ambas organizaciones, se alcanzó un cierto entendi-
miento en la práctica. La SGCI se preocupaba por la formación cris-
tiana y social de la juventud. Su objetivo sería proporcionar a Italia

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96
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
ciudadanos cristianos auténticos que fueran capaces de liderar la
nación. La cultura política también se aceptaba como uno de los
puntos de estudio y discusión en los círculos de la sociedad.
El verdadero reto para la SGCI vino por parte de los grupos
juveniles fascistas que se crearon en la época posterior a la guerra.
Desde 1919 a 1922, cuando el fascismo estaba en ascenso en toda la
península, la SGCI se pronunció en desacuerdo con un manifiesto
político que propagaba abiertamente el uso de la violencia para con-
seguir sus objetivos. Pese a esto, no era la única corriente de pensa-
miento entre los líderes del grupo. Un grupo reducido, incluso en el
período inicial, vio en el fascismo un agente que detendría el creci-
miento de las fuerzas revolucionarias de la izquierda y un posible
aliado para la defensa de los derechos de la Iglesia. Este grupo, sin
embargo, era minoritario. En la línea de no colaboración con los
grupos fascistas, existían conflictos abiertos entre ambos grupos. La
necesidad de defenderse contra los ataques, que fueron incluso físi-
cos, de los grupos juveniles fascistas, dio lugar a la formación de los
grupos paramilitares de la SGCI.
El ascenso en el número de los círculos en la asociación en los
años inmediatamente posteriores a la Guerra señala que estaba gene-
ralmente reconocida en el ambiente católico como una asociación
para la juventud. En 1919 existían unos 1.900 círculos, mientras que
en 1922 éstos llegaban a 4.500.
La SGCI estaba destinada a ser una escuela de formación ver-
daderamente cristiana. Su propósito era preparar a sus miembros
para las batallas de la vida. La sociedad tenía un carácter espiritual,
cultural y relacional. Buscaba formar a los jóvenes en la escuela de
la oración, el apostolado y el sacrificio, poniendo gran énfasis en la
vida sacramental, en la meditación y en las actividades en favor de
conquistar almas para Cristo. Se proponía la formación de una per-
sonalidad cristiana convencida y decidida. El objetivo final era cons-
truir una juventud que fuera evangélicamente militante, capaz de ser
testigos de valores cristianos allá donde fueran, con coraje y cohe-
rencia de vida. En el transcurso de los años incluyó también activi-
dades en el campo de los deportes y tiempo libre. El instrumento de
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
97
animación e información de los miembros de la sociedad era la
publicación mensual Gioventù Italica102.
Gioventù Femminile
Otro importante evento en el terreno de las asociaciones juve-
niles católicas en Italia fue el nacimiento de Gioventù Femminile en
1918-1919, por iniciativa de Armida Barelli, de Milán, con el bene-
plácito del cardenal de esta ciudad, Andrea Carlo Ferrari. No tardó
el grupo en atraer la atención de Benedicto XV, quien dio su bendi-
ción a la empresa y favoreció que la asociación se extendiese a toda
la península. Hacia octubre de 1919 más de 50.000 jóvenes eran
miembros de la asociación.
El objetivo de Gioventù Femminile era la formación de una
personalidad apostólica, dedicada a la restauración cristiana de la
sociedad. Siguiendo la línea de la SGCI se redactó un programa de
acción basado en la Eucaristía, el apostolado, y el heroísmo. Tenía
un carácter católico, femenino e italiano. Desde el principio, como
la SGCI, se distanció de los grupos juveniles fascistas. Al principio
sólo se aceptaban chicas jóvenes mayores de 16 años. Pero la aso-
ciación se dio cuenta enseguida de que necesitaba incluir grupos de
edad menor y prepararlos para unirlos al de mayor edad. En 1920 se
estrenó el nuevo grupo de Aspiranti para chicas entre 10 y 16 años
y en 1923 se creó la asociación Beniamine para grupos aún más
jóvenes, entre 6 y 10 años. El mismo año una sección llamada Forza
e Grazia empezó a funcionar para encargarse de organizar deportes
y otras actividades de tiempo libre.
En enero de 1921 Gioventù Femminile comenzó su revista
Squilli di Risurrezione, inicialmente con una periodicidad mensual,
y más tarde quincenal. Alrededor de la misma época vio la luz otra
publicación periódica de la mano de la misma asociación titulada
Fiamma Viva103.
____________________
102 Cfr. CAIMI LUCIANO, Modelli educativi dell’associazionismo giovanile cattolico
nel primo dopoguerra (1919-1939), en PAZZAGLIA LUCIANO (Ed.), Chiesa, cultura e
educazione in Italia tra le due guerre, Brescia, Editrice La Scuola, 2003, 217-224.
103 Cfr. CAIMI LUCIANO, Modelli educativi dell’associazionismo giovanile catto-
lico, 227-232.

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Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
Federazione Universitari Cattolici Italiani (FUCI)
Además de las dos asociaciones católicas para la juventud en
general mencionadas anteriormente, existían dos federaciones de
estudiantes universitarios católicos italianos (Federazione Univer-
sitari Cattolici Italiani, FUCI), una masculina y la otra femenina.
Dichas federaciones tuvieron dificultades para reestablecerse tras la
época inmediatamente posterior a la Primera Guerra Mundial. El
espíritu de independencia que caracterizaba al grupo hizo difícil
incluso para las autoridades eclesiásticas aceptarlas por completo.
Pero a comienzos de la década de los años 20 la federación trató de
consolidar su posición. El objetivo de esta asociación dirigida a los
estudiantes universitarios era la formación cristiana y cultural de
sus miembros. Una pastoral de cultura, la cada vez mayor distancia
entre la Iglesia y el mundo moderno, la formación de una sólida
consciencia cristiana en los estudiantes, eran algunos de los temas
centrales que preocupaban a la federación. La asociación intentaba
ayudar a los miembros a superar la fragmentación en la sociedad y
en los modos de pensamiento y llegar a una cierta unidad entre el
pensamiento y la vida, fe y razón, el Evangelio y la cultura. En 1927
se publicó Studium, la revista mensual de la FUCI. En 1928 vio la
luz otra revista quincenal, Azione Fucina, de la misma organiza-
ción104.
Acción Católica
Un acontecimiento importante en la vida de estas organizacio-
nes era su unión a Acción Católica. En el cambiante clima político
de Italia y el continuo crecimiento de las fuerzas que parecían opo-
nerse a la Iglesia y a sus tradiciones, se sintió la necesidad de mos-
trar al enemigo un frente unido. En consecuencia, fueron revisados
los estatutos de Acción Católica y la nueva versión fue aprobada por
Pío XI en 1923. Los estatutos revisados consiguieron una fusión de
las seis organizaciones católicas para conformar la mayor parte de
Acción Católica. Éstas eran: Società della Gioventù Cattolica,
Federazione Universitaria dei Cattolici Italiana, Federazione Italia-
____________________
104 Cfr. CAIMI LUCIANO, Modelli educativi dell’associazionismo giovanile catto-
lico, 239-245.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
99
na degli Uomini Cattolici, Gioventù Femminile, L’Unione fra le
Donne Cattoliche d’Italia y Le Universitarie Cattoliche.
La fuerza unida de Acción Católica tenía que caracterizarse por
una unidad sólida de los diversos grupos que la componían, una es-
tructura jerárquica con la consecuente insistencia en la disciplina y
la obediencia y una coordinación de los diferentes constituyentes.
Los estatutos revisados apuntaban a formar una fuerza sólida de la
laicidad, compuesta por varios estratos de la sociedad, que colabo-
rarían con dedicación en la misión y que harían valer los verdaderos
intereses de la Iglesia. Con esta reorganización de Acción Católica,
se otorgó a los laicos el mandato oficial para participar en las labo-
res apostólicas de la jerarquía. El objetivo principal de la organiza-
ción era el establecimiento del Reino de Cristo en la sociedad. Y el
plan de acción previsto por los miembros incluía la participación en
la vida y en la actividad de las comunidades parroquiales, la difusión
de los libros adecuados, iniciativas en favor de las misiones, etc.105.
ASOCIACIONES JUVENILES FASCISTAS ITALIANAS
No sólo la Iglesia tenía puestos sus ojos en la juventud, para
formarla de una manera sólidamente cristiana y, por lo tanto, garan-
tizar así su futuro. La Sociedad también miró al mismo grupo para
hacer mayor su propia base y asegurar una vigorosa continuación de
las tendencias que estaban en movimiento entonces. Éste fue el caso
en particular con la llegada de los fascistas en el período inmediata-
mente posterior a la Primera Guerra Mundial.
En otoño de 1921, en el primer Congreso del Partido Fascista
Italiano, Mussolini presentó el ambicioso programa de convertir a
Italia en una nación completamente fascista, de tal manera que “fas-
cista” se convertía en sinónimo de “italiano”. Los temas recurrentes
en la propaganda de los fascistas en el período inmediatamente pos-
terior a la Primera Guerra Mundial fueron: el mito de la revolución,
la afirmación del supremo valor de la nación, el elogio de la juven-
tud como instrumento de una revolución política y moral, la exalta-
____________________
105 Cfr. CAIMI LUCIANO, Modelli educativi dell’associazionismo giovanile catto-
lico, 232-233.

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100
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
ción del valor, la audacia y la decisión. La violencia era pública-
mente adoptada como un instrumento necesario para el bien de la
nación.
En el proceso de convertir a Italia en un país fascista, el campo
de la educación ocupaba la atención principal. La introducción de
un único texto en varios niveles, además de varias liturgias y ritos
fascistas, la institución de una formación política y la gradual trans-
formación de los profesores eran algunos de los medios adoptados
para llegar al objetivo final.
Además de tratar el campo de la educación, los fascistas reco-
nocieron la inmediata necesidad de trabajar a nivel de las asociacio-
nes juveniles. A finales de 1920 se formó una vanguardia estudian-
til fascista. Dicho grupo, no obstante, demostró ser independiente y
autónomo y así los líderes procedieron a la formación de una red
nacional de asociación juvenil, que incluiría entre sus miembros a
jóvenes de todas las edades. De modo que en 1921 la vanguardia
juvenil fascista fue constituida por los estudiantes y otros jóvenes
entre 14 y 18 años de edad. Al final de 1922 los primeros grupos de
Balilla se componían de jóvenes entre los 8 y 14 años de edad. Los
Gruppi Universitari Fascisti (GUF) se formaron en 1923 para los
estudiantes universitarios. En 1926 los fascistas fusionaron la direc-
ción y la organización de la Vanguardia Juvenil Fascista y la Balilla
bajo la denominación conjunta de Opera Nazionale Balilla.
Como se explicó antes en referencia a las Asociaciones Cató-
licas juveniles en Italia, estas organizaciones estatales juveniles
estaban en conflicto con las asociaciones católicas y se esforzaron a
más no poder en atraer a su seno a los miembros de los grupos cató-
licos. En noviembre de 1926 el Consejo Fascista de ministros pre-
sentó la legislación suprimiendo todos los demás partidos políticos
y todas las asociaciones opuestas al partido fascista. Sólo la directa
intervención de la Santa Sede salvó a Acción Católica con sus dife-
rentes asociaciones constituyentes de ser disuelta. El Estado, no obs-
tante, apoyaba a los grupos fascistas y el evidente esfuerzo continuo
de suprimir las demás asociaciones juveniles, hacía conveniente que
las asociaciones católicas limitaran en cierto modo sus actividades,
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
101
tuvieran más cautela en sus maniobras y mostraran una mayor aten-
ción a los cambios políticos en la sociedad.
En 1929 la Opera Nazionale Balilla pasó de la dirección del
Partido Fascista a la del Ministerio de Educación en el gobierno,
aumentando su control de la juventud a nivel nacional. A finales de
los años 20 varios grupos juveniles fascistas o simpatizantes del fas-
cismo pertenecientes a la Opera Nazionale Balilla y nuevos miem-
bros se reagruparon bajo el título de Fasci Giovanili. Su afiliación
estaba abierta a todos los jóvenes entre los 18 y 21 años.
La extensa red de estos grupos hacía que la no afiliación a los
mismos grupos fuera muy difícil. Era obligatorio para los padres
registrar a sus hijos como miembros de estos grupos, y a los que se
negaban a cumplir con esta directiva se les discriminaba. El uso de
un uniforme para el grupo, las reuniones frecuentes y las instruccio-
nes paramilitares que formaban parte de la organización servían
para atraer la imaginación de los jóvenes. Por lo tanto, en el perío-
do comprendido entre 1920 y 1930 el régimen fascista logró esta-
blecer una estructura impresionante de organización juvenil106.
Publicaciones misioneras en la época
de los inicios de GM (Juventud Misionera)
En la época que consideramos, parece que todas las asociacio-
nes crearon una publicación periódica con el fin de informar y for-
mar a sus miembros. Por lo menos al principio, estas publicaciones
se dirigían al público general, particularmente a los adultos. Fue
sólo después de unos cuantos años de experiencia con las publica-
ciones para los adultos cuando las diferentes editoriales intentaron
llegar a los jóvenes.
Publicaciones juveniles en la península italiana
Domenico Volpi atribuye los comienzos de las publicaciones
juveniles a los orígenes de los cómics ilustrados en América hacia
____________________
106 Cfr. PAZZAGLIA LUCIANO, La formazione dell’uomo nuovo nella strategia
pedagogica del fascismo, en PAZZAGLIA LUCIANO (Ed.), Chiesa, cultura ed educa-
zione in Italia tra le due guerre, 107-139. (105-146).

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102
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
finales del siglo XIX. Debido a su gran popularidad se extendieron
al resto del mundo y también a Italia. Además de importar estas pro-
ducciones americanas y sus respectivas traducciones a los idiomas
locales, varios autores de cómics presentaron sus propias produc-
ciones. Volpi señala que estos cómics ilustrados fueron recibidos
con reacciones encontradas por los diferentes sectores de la socie-
dad. Muchos pedagogos los condenaron desde el principio. Los edu-
cadores los miraron con desconfianza. Algunas otras secciones los
aceptaron como un mal menor en comparación con la literatura de
naturaleza puramente comercial que estaba empezando a invadir el
ambiente. Sin embargo, la reacción de los jóvenes a los que estaba
dirigida era, casi siempre y en todas las partes, la misma: adoraban
estos cómics y los devoraban107.
Giuseppe Costa, al indicar el inicio de las publicaciones para
los jóvenes, afirma que éstas eran el resultado de una atención par-
ticular de los editores a los jóvenes y a su necesidad de informarse
y formarse, a su ansia de diversión, acompañada del deseo de explo-
tar este mercado amplio no explorado y lucrativo.
El comienzo de las publicaciones verdaderamente dirigidas a los
jóvenes de origen propiamente italiano, según Giuseppe Costa, empe-
zó con Cordelia el 6 de noviembre de 1881 en Florencia, dirigida por
Angelo De Gubernatis (1841-1913) y editada por Le Monnier; y
Novellino, el 5 de enero de 1899 en Roma, publicada por la editorial
Calzone-Villa. Fue el ambiente de renovación escolástica y pedagógi-
ca en la Italia unificada lo que ocasionó el nacimiento de estas revistas.
En 1900 el editor de Turín Paravia publicó La Domenica dei
Fanciulli, una revista semanal ilustrada con historias morales, narra-
ciones serializadas, poesía, escritos de jóvenes, correspondencia con
los lectores, y algunos anuncios.
Los salesianos de Catania, Sicilia, empezaron la publicación de
la revista L’Amico della Gioventù en 1903 y continuaron hasta 1949.
____________________
107 Cfr. VOLPI DOMENICO, Storia ed evoluzione della stampa per ragazzi e suoi
attuali orientamenti in Italia e nel mondo. Linee di un giornale del nostro tempo,
en I Ragazzi e i loro giornali, Roma, UISPER, [1963], 69, (69-79).
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
103
En 1906, Bemporad, editor de Florencia, publicó Il giornalino della
Domenica para los jóvenes, dirigida por Luigi Bertelli (1858-1920).
Era más de naturaleza cultural.
Para satisfacer las necesidades de los jóvenes de información
sobre los varios eventos en los campos sociales y políticos, el Cor-
riere della sera sacó a partir de diciembre de 1908 un suplemento
para los jóvenes llamado Corriere dei Piccoli, que más tarde se
llamó Corrierino. Este suplemento se dejó de publicar en 1993.
En 1912 nació Lo Scolaro en Génova y continuó hasta 1972.
En 1920, Antonio Cojazzi comenzó la publicación de La rivista dei
Giovani. Era de carácter católico y los contenidos bien trabajados.
Il giornale dei Balilla empezó en 1923. Su punto de vista era totali-
tario y nacionalista. La Acción Católica Italiana sacó a la luz en
1937 Il Vittorioso como órgano de la asociación. Los comunistas
reaccionaron a la publicación de Il Vittorioso en 1950 e iniciaron el
periódico Il Pioniere. En 1950 la SEI lanzó el periódico juvenil
Giovani. Y Ragazzi due mila, que más adelante cambió su título por
el de Mondo Erre, y Dimensioni se iniciaron en 1960, publicados
por la LDC de Turín108.
Publicaciones misioneras
A finales del siglo XIX y a principios del XX, Italia, y de hecho
toda Europa, registraron un florecimiento de las revistas misioneras.
Dichas publicaciones tenían relación con varias asociaciones misione-
ras y la orden o instituto religioso con los que trabajaban en las misio-
nes. En general se dirigían a miembros, amigos y benefactores de estas
asociaciones e institutos religiosos. Normalmente llevaban artículos y
noticias de los misioneros. Casi siempre los contenidos de las revistas
de los institutos religiosos se limitaban a los territorios donde trabaja-
ban sus misioneros ya que eran el motivo de propaganda para sus pro-
pias misiones. El motivo financiero no se ocultaba en absoluto109.
____________________
108 Cfr. COSTA GIUSEPPE, Parole attorno ai media. Saggi, cronache, provocazio-
ni, Roma, Salvatore Sciascia Editore, 2002, 25-29.
109 Cfr. GHEDDO PIERO, Dai nostri inviati speciali. 125 anni di giornalismo mis-
sionario da «Le Missioni Cattoliche» a «Mondo e Missione» (1872-1997), Bolonia,
Editrice Missionaria Italiana, 1997, 19.

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104
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
PUBLICACIONES DE LAS SOCIEDADES PONTIFICIAS
L’Oeuvre de la propagation de la Foi nació en 1822 y salió el
mismo año que la publicación Nouvelles revues des Missions para
estimular el interés de los católicos en la asociación y para difundir
información de las misiones con motivo de recaudar fondos para las
mismas. Comenzaron con seis publicaciones al año. Ésta fue una
publicación en la línea de Choix des Lettres edifiantes et curieres, una
publicación jesuita, que en cierta manera podía ser considerada la pio-
nera de todas las publicaciones periódicas. En 1825 la revista cambió
su título a Annales de la Propagation de la Foi y más tarde, en 1868,
a Les Missions Catholiques. Y Annali della Propagazione della Fede,
la traducción italiana de Annales de la Propagation de la Foi, apare-
ció en 1828. Le Missioni Cattoliche comenzó de la mano de los fun-
dadores del PIME (Pontificio Istituto Missioni Estere di Milano)
como la versión italiana de Les Missions Catholiques en 1872, pero
tomó rápidamente su propio camino110.
L’Oeuvre de la Sainte Enfance se fundó en 1843 y comenzó su
revista Annales de l’Oeuvre de la Sante Enfance en 1846. Fue publi-
cada en París como una revista bimensual. La traducción italiana
Annali della Santa Infanzia se inició en 1853, publicada primero en
París y más tarde en Génova111.
Opus a Sancto Pietro pro Clero indigeno se creó en 1889 e ini-
ció su revista Bulletin de l’Oeuvre Pontificale de Saint-Pierre-Apo-
tre en 1928, ocho años después de que pasase a ser controlada por
la Propaganda Fide. La publicación era mensual y se publicaba en
Montreal112.
Las publicaciones de las tres Sociedades Pontificias Misio-
neras anteriormente mencionadas se unificaron en enero de 1934,
____________________
110 Cfr. METZLER JOSEPH (Ed.), Storia della Chiesa, vol. 24, 32; COMBY JEAN,
Due mila anni di evangelizzazione, 211; COSTA GIUSEPPE, Parole attorno ai media,
137; Elenco delle riviste in lingue europee, en «Bibliografia Missionaria» 2 (1934-
1935), 143,170.
111 Cfr. Elenco delle riviste in lingue europee, en «Bibliografia Missionaria» 2
(1934-1935), 142,143.
112 Cfr. Elenco delle riviste in lingue europee, en «Bibliografia Missionaria» 2
(1934-1935), 150.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
105
especialmente en el contexto italiano con el título unificado de Cro-
ciata Missionaria. Era una revista mensual con un suplemento quin-
cenal especial dirigido a los jóvenes113.
La Unione del Clero creó en Italia su boletín en 1917 con el
título de Bollettino dell’U.M. del Clero. En 1919 se cambió el título
a Rivista di studi missionari, y en 1923 a Rivisita dell’U.M. del
Clero; y más tarde, en 1939, a Rivista Missionaria, y finalmente, en
1950, a Clero e Missioni. La misma Unione del Clero puso en mar-
cha en 1929 otra revista para la formación cultural del clero, de
naturaleza más científica que llevaba por título Pensiero Missio-
nario114.
PUBLICACIONES DE LOS INSTITUTOS MISIONEROS DE ITALIA
Cuatro de los institutos misioneros más importantes de sacer-
dotes y religiosos que tuvieron su origen en las últimas décadas del
siglo XIX o a principios del XX, de los cuales se ha hecho mención
antes, siguieron el ejemplo de las Sociedades Misioneras Pontificias
e iniciaron publicaciones con los objetivos de propaganda, informa-
ción y recaudación de ayuda financiera para sus misiones. Así, los
dundadores del PIME, tal y como se ha señalado anteriormente,
comenzaron la publicación de Le Missioni Cattoliche en 1872. En
1969 se cambió el título a Mondo e Missione. Los Padres combo-
nianos publicaron en 1883 La Nigrizia. Los javerianos de Parma
comenzaron en 1903 Fede e civiltà. De 1927 a 1947 esta publicación
se llamó Missioni Illustrate. Después se volvió al título original. Los
misioneros de la Consolata fundaron en 1899 la publicación
Missioni Consolata115.
Giuseppe Costa opina que la primera publicación propiamente
italiana en su origen era Il Museo delle Missioni Cattoliche, funda-
____________________
113 Cfr. Elenco delle riviste in lingue europee, en «Bibliografia Missionaria» 2
(1934-1935), 179.
114 Cfr. PAVENTI SAVERIO, La Chiesa missionaria. Manuale di cooperazione
missionaria e di missionografia, Roma, Unione Missionaria del Clero in Italia,
1949, 39.
115 Cfr. Elenco delle riviste in lingue europee, en «Bibliografia Missionaria» 2
(1934-1935), 170, 171,174.

4.9 Page 39

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106
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
da por Ortalda en Turín en 1857116. Italia Missionaria fue fundada
por los fundadores del PIME en 1919. Aparecía la primera publica-
ción misionera dirigida específicamente a los jóvenes117. Los jesui-
tas no crearon la Lega missionaria Studenti hasta 1927, junto con la
revista de la asociación, Gentes, en el mismo año118.
Se ha mencionado antes que la segunda mitad del siglo XIX y
las primeras décadas del XX fue un período de creación de muchas
congregaciones religiosas e institutos; muchos de ellos tienen una
dimensión misionera. Dichos institutos misioneros religiosos, en el
ambiente de la expansión general misionera y sus particulares com-
promisos en áreas específicas, hicieron sus propias publicaciones
misioneras, teniendo en cuenta frecuentemente al público general, a
veces apuntando específicamente a los jóvenes o a los adultos, espe-
cialmente con el fin de hacer propaganda119.
CLASIFICACIÓN DE LAS REVISTAS MISIONERAS
SEGÚN SU NATURALEZA CIENTÍFICA
Metodio da Nembro, en Missionologia, clasifica las revistas
misioneras en seis amplios grupos. Las revistas de un carácter estric-
tamente científico pertenecen al primer grupo. Entre las publicaciones
misioneras italianas, solamente Il pensiero missionario, de la Unione
Missionaria del Clero in Italia y publicada en Roma, pertenece a este
grupo. Sin embargo, también se publicaban escritos científicos acer-
ca de las misiones y de la cultura de los pueblos indígenas en las
misiones en publicaciones no estrictamente misioneras, como en
revistas de varias universidades. En el contexto italiano se incluyen
____________________
116 Existe una discrepancia de información acerca de esta publicación. «Biblio-
grafia Missionaria» la presenta como un simple complemento de los «Annali della
Propagazione della Fede» y observa que se publicaba una cada dos meses; se ini-
ció en 1881. Cfr. Elenco delle Riviste in lingue europee, en «Bibliografia Missio-
naria» 2 (1934-1935), 173.
117 Cfr. COSTA GIUSEPPE, Parole attorno ai media, 137-138.
118 Cfr. Elenco delle riviste in lingue europee, en «Bibliografia Missionaria» 2
(1934-1935), 165.
119 En el apéndice aparece un elenco de las publicaciones misioneras más impor-
tantes de los institutos religiosos en el contexto italiano en el momento de la ini-
ciación y propagación de JM.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
107
las que siguen: Euntes Docete, de la Urbaniana; Studia Missionalia,
de la Facultad de Misionología de la Gregoriana; Antonianum, de los
franciscanos menores; y Gregorianum, de los gregorianos.
En el segundo grupo de publicaciones, no estrictamente cientí-
ficas pero con muchos y buenos artículos de investigación sobre
problemas misioneros, estaban las publicaciones de la Unione Mis-
sionaria del Clero en varios países europeos. En Italia la publicación
era el Bollettino dell’Unione Missionaria del Clero, publicado en
Milán, cuyos comienzos datan de 1917120.
Los anales de varias sociedades pontificias misioneras forman
el tercer grupo. Menos científicos y con menos artículos de investi-
gación, resultaban una buena fuente de información sobre las misio-
nes, los grupos de personas de las misiones y la actividad general
misionera de la Iglesia. De entre ellos, el lugar preferente fue ocu-
pado por los Anales de la Propaganda Fide.
Las revistas de las varias órdenes religiosas y congregaciones
forman la cuarta clase de las publicaciones periódicas. En general
se limitaban a las zonas de misión de una determinada congregación
y tenían un carácter propagandístico. Da Nembro notó que estas
publicaciones demostraban una ausencia de investigación seria cien-
tífica en lo que se refiere a los artículos que publican. Sin embargo,
ofrecen información útil y, sobre todo, todas sirven para mantener el
interés del público por las misiones. Estaban presentes en todos los
países católicos de Europa: Francia, España, Italia, Alemania,
Bélgica, los Países Bajos, Suiza, Irlanda, y fuera de Europa, en Ca-
nadá.
Las publicaciones de las diferentes asociaciones misioneras
constituyen el quinto grupo de publicaciones misioneras periódicas.
En Italia, según Da Nembro, una de este tipo de revistas era Gentes,
de la Lega Missionaria Studenti, que empezó en 1927.
El sexto grupo de publicaciones misioneras son aquellas publi-
cadas en las zonas de misión. En general, eran solamente de carác-
____________________
120 Ya se ha mencionado anteriormente esta publicación.

4.10 Page 40

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108
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
ter propagandístico, aunque algunas de ellas incluían buenos artícu-
los bien documentados. Entre ellas se encuentra: The Week, de Bom-
bay; The Southern Cross, de Ciudad del Cabo; Le Maroc Catholi-
que, de Rabat; The light of the East, de Ranchi; The Herald, de Cal-
cuta; India, de Madrás; The Indian Ecclesiastical Review, de Man-
galore; Veritas et Vita, de Asmara; y Far East, The Twentieth Cen-
tury, The Catholic Weekly, The Australian Catholic, de Australia121.
Conclusión
Las últimas décadas del siglo XIX y la primera mitad del XX
comprenden un período de gran expansión misionera de la Iglesia
Católica. Varios factores contribuyeron, por su parte, a este fermen-
to misionero en la Iglesia y en la sociedad. Uno de esos factores que
tuvieron un impacto definitivo en la empresa de la Iglesia en este
período fue el liderazgo misionero de los Papas de la época. Ellos
sirvieron para convencer al público de la necesidad absoluta de lle-
gar a las poblaciones no bautizadas con el mensaje de salvación.
Infundieron un nuevo entusiasmo y audacia en los corazones de los
aspirantes a misionero. Orientaron el trabajo de los misioneros en
las tierras distantes e inspiraron nuevas conquistas para el Reino de
Dios. Llegaron a los corazones de los fieles y generaron una corrien-
te creciente de generosidad para sostener los esfuerzos de la línea de
vanguardia de los misioneros.
La gran actividad de la Iglesia en su globalidad reflejaba tam-
bién la vida y el desarrollo de la Congregación Salesiana. La Con-
gregación había iniciado este camino de implicación directa en la
actividad evangelizadora de la Iglesia desde las primeras fases de su
vida. Pero durante este período este carácter misionero de la Con-
gregación saltó al primer plano, aunque preservando su propio mé-
todo misionero específico: el acercamiento al público general a tra-
vés de los jóvenes. Podría decirse que la impronta misionera de la
congregación, en el contexto de fervor misionero general, atrajo
hacia ella muchas vocaciones. En realidad fue esa dimensión misio-
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121 Cfr. DA NEMBRO METODIO, Missionologia, 395-397.
Misiones y animación misionera en los siglos XIX y XX
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nera de la congregación la que se presentó a los jóvenes en su cam-
paña de promoción de vocaciones.
Dos características particulares de este fervor misionero fueron
las asociaciones misioneras y sus revistas. Las asociaciones abarca-
ban todos los sectores de los fieles y todos los grupos de edades. Se
utilizaban como escuelas para las vocaciones misioneras. Las revis-
tas que se enviaban a los hogares de los fieles informaban de las
hazañas heroicas de los misioneros en tierras distantes. Servían de
vínculo entre los lectores con todo lo que ocurría en las misiones y
crearon una creciente relación con las comunidades en Europa y las
comunidades de las tierras de misión. Estas asociaciones, conjunta-
mente con sus publicaciones, contribuyeron a otorgar a la Iglesia un
carácter eminentemente misionero. En el contexto real de Italia, en
el período inmediatamente posterior a la Primera Guerra Mundial,
durante el auge del Fascismo, dichas asociaciones también tenían el
objetivo secundario de mantener alejada a la juventud católica de las
asociaciones fascistas.
La gran empresa misionera de la Iglesia y de la Congregación
Salesiana, el continuado establecimiento de varios tipos de asocia-
ciones misioneras, un verdadero renacimiento de las publicaciones
misioneras y la amenaza de la popularidad creciente del movimien-
to juvenil fascista, señalaban que se precisaba alguna iniciativa ade-
cuada por parte de los salesianos.
Como educadores de la juventud pobre, los salesianos tenían al
principio de los años 20 muchas casas en la península italiana, sin
contar las que tenían fuera de Italia. El gran número de jóvenes que
acudían en masa a estas instituciones necesitaban ser insertados en
lo que parecía un movimiento específico en la Iglesia y en la con-
gregación. Y esto fue lo que los salesianos hicieron al fundar la aso-
ciación juvenil misionera AJM y su revista JM.