CAM3 TEMA 2. EN LA ESCUELA DEL MAESTRO LOS JOVENES GUIADOS POR EL ESPIRITU APRENDEN A SER MISIONEROS EN COMUNIDAD



TEMA 2. EN LA ESCUELA DEL MAESTRO LOS JOVENES GUIADOS POR EL ESPIRITU APRENDEN A SER MISIONEROS EN COMUNIDAD.







ORACION DEL JOVEN MISIONERO


Padre, Señor y Dios nuestro, te doy gracias, por haberme llamado desde mi juventud a conquistar tú Reino.

Te pido tus brazos fuertes y poderosos del joven carpintero de Nazaret para abrazar con tu amor a todos aquellos que Tú quieras que abrace en la misión y sientan, como yo, que tú eres su Padre.
Jesús, tu que eres el Amado Hijos de Dios, te doy gracias por haberme encontrado y convencido a pesar de mis años jóvenes, que hay que salir a misionar, para hablar del Padre y de su Reino ya iniciado pero que vendrá en su plenitud.

Dame la Fe que mueve montañas, como la del joven Pablo para que yo pueda mover corazones en la misión y crean en el Amor del Padre y del Hijo.

Espíritu Santo, tu que eres la promesa cumplida, derrama tu fuego divino para inflamar de amor los corazones de los misionados, dame la fuerza como a María, primera discípula y misionera para superar todas las adversidades que se presenten en la misión con tus dones y carismas, y puedan todos testimoniar tu amor y cumplir tu voluntad..

Así sea.



















1. INTRODUCCION.

Cada día aprendemos del Maestro sin perder el discernimiento de la realidad ni los fundamentos de la teología y el conocimiento filosófico. Consideraremos las principales acciones pastorales con un dinamismo misionero como en la tercera parte del Documento de Aparecida: «La misión de los discípulos misioneros al servicio de la vida plena», considerando la Vida nueva que Cristo nos comunica en el discipulado y nos llama a comunicar en la misión, porque el discipulado y la misión son como las dos caras de una misma medalla a la que los jóvenes están íntimamente unidos. Tenemos que aprender a «convertir a la Iglesia en una comunidad más misionera». Con este fin se fomenta la conversión pastoral y la renovación misionera de las iglesias particulares, las comunidades eclesiales y los organismos pastorales, Diócesis, Episcopados, Parroquias, Grupos, Movimientos y los jóvenes en particular.



2. Cuento hindú.

Nos cuenta una antigua leyenda hindú que en un tiempo todos los hombres que vivían sobre la tierra eran dioses, pero como el hombre pecó tanto, Brahma, el dios supremo, decidió castigarlo privándolo del aliento divino que había en su interior y escondiéndolo en donde jamás pudiera encontrarlo nuevamente.

Reunido el consejo supremo de los dioses y según éstos iban presentando sugerencias, fue respondiendo Brahma: “No esconderemos el alo divino en lo profundo del la tierra, porque el hombre cavará y lo encontrará” . “Tampoco lo sumergiremos en el fondo del océano, porque el hombre aprenderá a sumergirse y también allí lo encontrará”. “No lo esconderemos en la montaña más alta, porque un día el hombre subirá a todas las montañas de la tierra y capturará de nuevo su aliento divino”.

Y dijo Brahma: “Escondedlo dentro del él mismo, en su interior, jamás pensará en buscarlo allí”.

Y así lo hicieron. Oculto en el interior de cada ser humano hay un alo divino. Y desde entonces el hombre ha recorrido la tierra, ha bajado a los océanos, ha subido a las montañas buscando esa cualidad que lo hace semejante a Dios y que en todo el tiempo ha llevado en su interior”.

3. EN LA ESCUELA DEL MAESTRO.

En esta Escuela del Maestro Jesús es para los jóvenes un camino que los lleva a ser discípulos y hacer discípulos para El. Evoca el sentido evangélico de la palabra Maestro – Discípulo, vivido por los primeros discípulos en contacto con Jesús. “Llamó a los que él quiso, para que estuvieran con él y enviarlos a predicar” (Mc. 3,15).

En esta escuela se favorece un ambiente en que jóvenes, discípulos privilegiados de hoy, experimentan de cerca la presencia de Jesús en sus vidas, en la de sus familiares y amigos, en el colegio, comparten con El su amor y amistad, escuchan sus palabras, encarnan sus enseñanzas y, sobre todo entran en comunión e intimidad con El, no solo a nivel personal sino, sobre todo comunitario. Los jóvenes hacen camino para encontrarse con Jesús, con ese Jesucristo vivo que está a la espera de cada uno de nosotros.

Implica establecer una relación muy cercana e íntima entre los jóvenes y Jesús, se encuentran con Jesucristo vivo, por esa razón, se inculca por medio de la formación, organización y espiritualidad misionera, que los jóvenes involucrados traten cada día de:

  • Vivir con y como Jesús.

  • Caminar unidos a El.

  • Dar testimonio de El.

  • Dar la vida con El y como El.


Recordemos que Jesús trató y amó a cada discípulo desde su propia realidad. Primero entró en el corazón de cada uno y se hizo su amigo. Su presencia fue siempre amorosa, la del amigo que se da a conocer y que conoce. La actitud del mejor amigo que no busca ser servido sino servir a los que ama. El estilo de amar hasta el extremo de dar la vida por los amigos. Esa es la actitud de amigo con la que Jesús ama y enseña a amar.

Los Apóstoles perciben el amor de Jesús y se sienten llamados a amarlo. Eso fue lo que les pasó a los dos discípulos que fueron, vieron y se quedaron con Él, fue una opción para toda la vida y además llamaron a otros a que vivieran esa misma experiencia, por ejemplo Simón Pedro, fue llamado por sus amigos a participar de esa experiencia de amor y amistad intensa que ofrecía Jesús.

Esa Escuela que fundamenta todo en el amor es la que ofrece la verdad que nos hace libres. Después que Jesús se hace amigo, ofrece su enseñanza con sus obras, su vida y sus palabras.

Los Apóstoles reciben del amigo esa enseñanza y quieren asemejar su vida con la del Maestro. Esa es la Escuela que enseña a amar y a ser amado. Así los Apóstoles y nosotros, los jóvenes, los adolescentes, los niños y niñas, aprendemos lo más importante del Reino de Dios y logramos capacitarnos para ser misioneros del amor.
Ser misioneros implica dar los pasos que el Señor quiera, en la dirección que quiera, con las personas que Él quiera, hasta donde Él quiera y para lo que Él quiera. Por tanto, Jesús espera que vayamos en su nombre, a llevar su mensaje a nuestros hermanos, el ideal y la meta de esa misión encomendada es la de cooperar con Jesús para que su Reino crezca en nosotros y en el mundo entero.

La formación Misionera nos invita a vivir y sentir el discipulado con Jesús y a profundizar en su amor. Conscientes de compartir este gran amor con los demás, con los de aquí y con los de allá, podremos crecer cada día en el espíritu misionero universal como la Iglesia lo pide.

En la Escuela con Jesús, desde la realidad de adultos, guías o responsables tenemos la hermosa tarea de transmitir amor, para que el amor de Dios se haga presente en ellos y en todos los pueblos y culturas y dejarnos guiar por el Espíritu.


En la Escuela con Jesús nos hacemos más misioneros cada día porque estamos dando los pasos que el Señor quiere, en la dirección que quiere, con los jóvenes que el quiere, hasta donde el quiere y para lo que Él quiere, de allí la disponibilidad para la Misión “Ad Gentes”



3.1. El perfil del joven misionero fruto de esa Escuela.

  1. Asume responsablemente su compromiso misionero como bautizado.

  2. Descubre su vocación misionera, que lo lleva a vivir plenamente la universalidad del mandato misionero de Cristo (Mt. 28,16).

  3. Posee una experiencia viva y profunda de Cristo, está dispuesto a darlo a conocer entre aquellos que no lo conocen.

  4. Es capaz de conocer, aceptar y transformar su realidad personal y social a la luz del Evangelio.

  5. Vive un proceso de crecimiento y maduración de su fe.

  6. Es testimonio auténtico de vida desde una espiritualidad sacramental centrada en la Eucaristía, como fuente y culmen de la misión.

  7. Camina participando de la misión de la Iglesia, viviendo la riqueza de la fraternidad a ejemplo del testimonio de las primeras comunidades cristianas.

  8. Ama su cultura, respeta y valora la de otros.

  9. Desde su alegría, sencillez y responsabilidad es testigo de la esperanza, capaz de asumir nuevos retos en un mundo cambiante.

  10. Participa en la solución de los problemas a partir de sus virtudes y talentos.

  11. Aporta con su creatividad el testimonio misionero para los que no conocen a Cristo o están alejados de él.

  12. Se siente en comunión con su párroco y con las demás Iglesias empobrecidas, marginadas, oprimidas y perseguidas.

  13. Dan testimonio dentro de sus familias, con el ejemplo de ser jóvenes comprometidos y responsables con sus obligaciones.

  14. Participan de una serie de decisiones que defienden a la comunidad y al planeta en el cuidado del ambiente y la ecología.





4. LA ACCION DEL ESPIRITU EN LOS JOVENES.

En el origen de toda vocación está el Espíritu infundiendo vida y conduciendo a la persona hacia la plenitud. “El llamamiento que hace Jesús, el Maestro, conlleva una gran novedad.... nos hace una “invitación a encontrarnos con Él y a vincularnos íntimamente con su Persona… Nos pone en profunda sintonía con Dios y su misterio. “Nadie viene al Padre sino por mí. Si me conocen a mí, también conocerán al Padre.” (D.A. 147).

La decisión más grande para los jóvenes es elegir un estado permanente de vida. Para la mayor parte de ellos será el matrimonio. Pero para muchos puede ser el sacerdocio, o bien ser religiosos o religiosas. Necesitarán el consejo de los sacerdotes, de sus padres y de sus maestros. Pero sobre todo necesitan del Espíritu Santo que es la guía divina para realizar su voluntad en nosotros. Oración. Confianza en Cristo. Abrir sus corazones. Que abran sus corazones de par en par a Cristo. Que no tengan miedo. Que sean generosos. Quien da poco cosechará poco. El que da con generosidad recogerá una cosecha abundante.

Hagamos de los jóvenes buenos cristianos y honrados ciudadano. Que amen su país, que obedezcan sus leyes, que respeten a sus dirigentes. Formar conciencia de que están llamados a tomar la parte que les corresponde en los asuntos políticos, sociales, económicos y culturales en donde pueden desempeñarse como auténticos misioneros en un mundo hostil y difícil. Nos dice Jesús “Dad al César lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”.

En esta escuela los jóvenes necesitan que se les recuerde su vocación a la amistad con Jesucristo, a ser sus discípulos y misioneros, no tener miedo a recordarles que están llamados a la Santidad. Jesús es el único capaz de dar a los jóvenes, de darnos a todos, las respuestas definitivas de la vida y su verdadero sentido. Sólo Él nos puede garantizar la vida eterna, la Iglesia, mira a los jóvenes con amor y confianza. "Sois jóvenes de la Iglesia -les decía Benedicto XVI en Sao Paulo-, por eso los envío para la gran misión de evangelizar a los jóvenes que andan errantes por este mundo como ovejas sin pastor. Y para ello, el joven cristiano de hoy debe formarse adecuadamente, observar los mandamientos de Dios, hacer de la castidad dentro y fuera del matrimonio un baluarte, recorrer los caminos de la vida de la fe, de la oración y de la praxis sacramental como caminos de intimidad con Dios y ardor apostólico. Ser joven es un don -una inmensa riqueza- y una tarea en servicio de los demás y en donación a los demás de esta misma riqueza- Los jóvenes nunca pueden decir basta, pues la caridad de Dios es infinita y nos pide y nos exige ensanchar nuestros corazones para que en ellos quepa siempre más amor, más bondad, más comprensión por nuestros semejantes y por los problemas de nuestro mundo y de nuestra Iglesia, “nadie puede decir Abba, si no es por impulso del Espíritu Santo”.





5 . COMUNIDAD COMO LUGAR DE ESCUCHA Y CONDUCIDA POR EL ESPIRITU SANTO .



La actual crisis socio-cultural ha generado en los jóvenes y adolescentes actitudes de desilusión y rechazo hacia las instituciones -incluida la Iglesia y la familia- y los valores que éstas representan. Los síntomas más severos de esta situación conflictiva y de sus consiguientes conductas antisociales son el alcoholismo, la drogadicción, el hedonismo, la codicia, la violencia, el vandalismo, la prostitución, la prepotencia, el consumismo.

Ante esta visión hacia los jóvenes, es importante y trascendental marcar espacios de vida, donde los mismos jóvenes sean los protagonistas de la esperanza en la construcción de la nueva Civilización del Amor, contemplando y resaltando a partir de la invitación y el llamado de Jesucristo a transformar estas realidades en alimento continuo, para las nuevas generaciones a través de la comunión y solidaridad comunitaria en Cristo resucitado y Misionero.

Es la comunidad que habla y es la Comunidad que escucha, por lo que hay que estar atentos a los signos de los tiempos, al pasado, al presente y al futuro, algunas estadísticas nos revelan que para el 2012 el 75 % de la población de América latina será joven. Esto nos habla de una gran cosecha de jóvenes y adolescentes que va a venir, lo cual requerirá de una intensa capacitación en la pastoral juvenil de Diócesis y parroquias y que tengamos una visión ampliamente renovada en muchos puntos importantes que a veces creemos secundarios. En el pasaje de la pesca milagrosa vemos que Pedro llama a los pescadores de las otras barcas a que le ayuden. Si Pedro se negaba a llamarlos, la gran pesca se perdía, porque dice Marcos que las redes se rompían. Es necesario que trabajemos más unidos, que pongamos a disposición material, subsidios y sobre todo la experiencia de algunos grupos y Congregaciones de tantos años de trabajar con la Juventud. Este desafío que está por venir nos llevará de una visión individualista a una visión de unidad. Si nos quedamos cada uno en nuestro propia barca pretendiendo la cosecha para nosotros solos, las redes se nos romperán y se perderá toda o gran parte de la pesca.

Somos conscientes de la misión, estamos comprometidos con Cristo y su evangelio viviendo la triple dimensión bautismal: como Profetas, anunciando la Verdad; como Sacerdotes, esparciendo la semilla de la esperanza y como Reyes, sirviendo incondicionalmente a los hermanos. Esto significa que todo joven, convertido en auténtico Discípulo y Misionero de Jesús ha de vivir un encuentro íntimo y personal con quien es Camino, Verdad y Vida, reconocer el paso de Jesús por su historia personal y comunitaria, iniciar un proceso de conversión y entender, que para poder transformar las estructuras, primero se debe vivir un cambio de mentalidad y de actitudes, una metanoia, un reconocer el Amor primero, que se da solo en la vivencia comunitaria o eclesial.



La Iglesia es llevada a presenciar al Dios de la vida y propiciar la bondad de Dios en la humanidad que se da entre dones y carismas desde su fundación y desde el Bautismo de cada uno de nosotros.

En Pentecostés es el Espíritu Santo quien convoca y llama al discipulado para formar la comunidad y para comprometerse con la humanidad. Es un llamado a una pertenencia a Jesús, a la comunidad y a la humanidad entera.

El Espíritu Santo nos impregna y nos impulsa a redescubrir el verdadero sentido de nuestra FE y el sentido de nuestra comunidad que es el anuncio del Evangelio.

La misión es un punto de encuentro para ser discípulos y misioneros y para ser Iglesia (vivir en comunidad). El Espíritu garantiza la continuidad del proyecto realizado por Jesús. El Espíritu hace que el discipulado lleve dentro de sí el ser enviado a la misión.

La Iglesia está siempre en estado de misión, escucha permanente al Espíritu. La Iglesia se interpela y se compromete según los signos de los tiempos y hoy más que nunca hay tantos signos de los tiempos que confunden a los jóvenes o no sabemos interpretarlos…pero el Espíritu está allí con sus siete Dones para venir en nuestro auxilio.

La Espiritualidad misionera es aquella de los llamados, convocados para estar con Jesús y para ser enviados. Estamos llamados a vivir un estado permanente de Pentecostés no sólo para sentirnos enviados sino para llenarnos del Espíritu, de su gozo por el anuncio a fin de poder vencer el miedo (Lc 4) y proclamar a Cristo vivo. Dejarse llevar por el Espíritu es atreverse a estar en todos los espacios de nuestra sociedad, acoger con alegría lo que ya está haciendo en los hombres y mujeres, a veces más allá de nuestros esquemas y expectativas.

Dejarse llevar por el Espíritu es creer que está salvando en todas las religiones y culturas, por caminos desconocidos por nosotros. Es saber que Él es justicia y salvación de todas las víctimas y oprimidos. Es saber y esperar la novedad de humanidad que Dios tiene y nos comparte en Jesús. Es saber que ya ha comenzado este Reino nuevo, esta nueva sociedad.

La misión lleva al “corazón del mundo”, pues “no es una fuga hacia el intimismo o hacia el individualismo religioso, tampoco un abandono de la realidad urgente de los grandes problemas económicos, sociales y políticos de América Latina y del mundo y, mucho menos, una fuga de la realidad hacia un mundo exclusivamente espiritual” (Discurso inaugural de aparecida, Benedicto XVI). De ahí la tarea prioritaria de contribuir con “la dignificación de todo ser humano, y a trabajar junto con los demás ciudadanos e instituciones en bien del ser humano… las necesidades urgentes… (Nos lleven a colaborar) con otros organismos o instituciones para organizar estructuras más justas en los órdenes nacionales e internacionales”

El Espíritu forma La Iglesia, como “comunidad de amor”, se nos dice en el Nº 159 de Aparecida, está llamada a reflejar la gloria del amor de Dios que, es comunión, y así atraer a las personas y a los pueblos hacia Cristo. En el ejercicio de la unidad querida por Jesús, los hombres y mujeres de nuestro tiempo se sienten convocados y recorren la hermosa aventura de la fe. “Que también ellos vivan unidos a nosotros para que el mundo crea” (Jn 17, 21). La Iglesia crece no por proselitismo sino “por ‘atracción’: como Cristo ‘atrae todo a sí’ con la fuerza de su amor”. La Iglesia “atrae” cuando vive en comunión, pues los discípulos de Jesús serán reconocidos si se aman los unos a los otros como Él nos amó (cf. Rm 12, 4-13; Jn 13, 34).

La Iglesia peregrina vive anticipadamente la belleza del amor, que se realizará al final de los tiempos en la perfecta comunión con Dios y los hombres. Su riqueza consiste en vivir ya en este tiempo la “comunión de los santos”, es decir, la comunión en los bienes divinos entre todos los miembros de la Iglesia, en particular entre los que peregrinan y los que ya gozan de la gloria. “Constatamos que, en nuestra Iglesia, existen numerosos católicos que expresan su fe y su pertenencia de forma esporádica, especialmente a través de la piedad a Jesucristo, la Virgen y su devoción a los santos, ahora se nos “pide mas devoción y menos devociones”( San Fco. De Sales). Los invitamos a profundizar su fe y a participar más plenamente en la vida de la Iglesia, recordándoles que “en virtud del bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo” ( D. A. 160 ).

Abramos las puertas y las ventanas, nuestra mente y nuestro corazón para llenarnos del dinamismo del Espíritu, que es Espíritu que nos a entregado Jesucristo Resucitado, para que llevemos esa vida y Vida abundante en nuestros pueblos, esto tiene sus exigencias así como el profeta Isaías soñaba con que todos los pueblos iban a subir a Jerusalén, que la palabra tenía que salir de ahí, esa palabra de vida, esa palabra que trasforma, esa palabra que hacía que aquellos que tenían en sus manos las armas las hicieran caer y las convirtieran en arados para trabajar y buscar la paz y el bienestar de todos sin distinción alguna, solo una verdadera evangelización hará cambiar los corazones..





Experiencia.

En El Congo conocí a una joven perteneciente a una familia Kimbanguista ( religión africana en donde se mezclan ritos africanos con el cristianismo . Fundado por Simón Kimbangui ). Isabel Gniangono, hija de la tercera esposa de su padre. Con apenas 15 años de edad, tenía claro lo que quería de su vida, “ser religiosa para servir a Dios y a sus hermanos”, joven alegre , dinámica, líder, con un carisma especial para guiar y reunir en torno a si gran cantidad de jóvenes.

Al cumplir los 18 años, me pide de ir a hablar con su padre para que le permita entrar al convento, pues a ella y algunas religiosas se los había prohibido. La respuesta fue: Lo permito, solo si ella tiene una hija que me deje en su lugar y luego que haga su vida donde quiera. Ella conociendo las normas de la Iglesia Católica, sabía que era imposible, por lo que regresamos desolados. Al año siguiente el papá quiso entregarla por una buena dote como cuarta esposa a un anciano del pueblo vecino. Al enterarse de ello se escapó y buscó refugio en nuestra misión, donde le preparamos todos sus documentos, hasta pasaporte para trasladarla a un noviciado en Costa de Marfil . Hoy es una feliz religiosa, su padre la ha perdonado aunque no termina de convertirse totalmente al catolicismo.



MARIA, PRIMERA DISCIPULA DE CRISTO.

María está presente en la vida de la Iglesia y de la Humanidad y así es considerada en el documento de preparación de nuestro Congreso Misionero. Ella está presente e impregna todos los temas, muy en consonancia con la dimensión “mariana” de la Iglesia de América Latina, emblemáticamente en la Virgen de Guadalupe que ha marcado la evangelización de los pueblos indígenas y del Continente. María madre y maestra, discípula y misionera; llevada por el Espíritu Santo; presencia maternal en Pentecostés cuando nace la Iglesia como misionera. María, portadora del Espíritu Santo. María caminando con la Iglesia e impulsándola a la misión. María Auxiliadora de los Cristianos está a nuestro lado.



Que Dios nos bendiga.





PREGUNTAS:

1 - Qué concepción de misión nos sugiere el Espíritu Santo en relación a los desafíos actuales que tiene la misión?

2 – Cuales son las característica de la espiritualidad misionera en el mundo cambiante de hoy?

3 – Cómo el Espíritu Santo nos lleva a descubrir su presencia y acción en los modos de pensar, sentir y actuar del mundo de hoy?