245-268-Misiones-Cap 05


245-268-Misiones-Cap 05

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CAPÍTULO 5
MISIÓN: CIVILIZACIÓN
Según la presentación de JM, la evangelización tiene dos
aspectos complementarios: el espiritual, que consiste en la salvación
de las almas y fundamentar la Iglesia; y el material que consiste en
la civilización del mundo pagano. El misionero, mientras trabaja por
la salvación de las almas, lo hace también por el bienestar de todo el
ser humano. La civilización, de hecho, es considerada una conse-
cuencia natural de la cristianización. El cristianismo ha sido un
auténtico agente de civilización a través de los siglos y es él mismo
un modelo de civilización1.
Los misioneros y la cultura local
JM presenta a los lectores tanto los aspectos positivos como los
negativos de las diferentes culturas. Donde ha habido desviaciones
aberrantes del comportamiento humano, incluso cuando esto for-
maba parte del comportamiento normal de la población, JM no
dudaba en condenar estas prácticas. Pero donde había auténticos
valores, JM apreciaba estas características incluso en culturas no
cristianas.
____________________
1 Es realmente difícil establecer una clara división entre “salvación” y “civiliza-
ción” en lo que se refiere a las presentaciones de JM y también era lo que pensaba
el propio Don Bosco. Hay una libre mezcolanza de las dos dimensiones. JM en oca-
siones tiende a ver toda la actividad misionera en la perspectiva de “salvación”;
mientras que a veces su visión de las mismas actividades abarca todas las perspec-
tivas de “civilización”. Incluso cuando ciertas actividades parecen tener poco con-
tenido espiritual, siguen conservando su carácter misionero por su básica orienta-
ción a la salvación en su más amplia connotación.

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Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
El misionero y aspectos deshumanizadores de las culturas locales
Parece que hay una creencia subyacente tras las diferentes pre-
sentaciones de la revista de que la miseria humana a la que están
sujetos los paganos es el resultado de sus creencias y sus prácticas
religiosas. Es la religión pagana la principal responsable de las inhu-
manas tradiciones que se dan entre la población. Y en consecuencia,
sólo otra creencia aparte de las costumbres salvajes puede desenrai-
zarlas en la medida en que la sociedad acepte las normas del
Evangelio.
La situación del mundo pagano
“Salvajes”, “incivilizados” y “primitivos” son los términos que
suelen utilizarse para calificar a los grupos aborígenes de las dife-
rentes tierras de misión. En general, estos términos no se refieren a
un atraso sociológico solamente ni indican el aspecto material de la
pobreza de la población indígena. Las costumbres deshumanizado-
ras y las prácticas prevalecientes entre los diferentes grupos étnicos
en las tierras de misión hacen que JM los califique de “salvajes” e
“incivilizados”2 debido a los elementos supersticiosos de las creen-
cias religiosas de la población indígena, su estilo primitivo de vida
y el hecho de que están influenciados por el agente civilizador de la
fe cristiana, siguiendo la tendencia de la época, particularmente en
Europa; JM tiende a clasificar todos los grupos humanos en las
misiones como “incivilizados”3.
____________________
2 Sin embargo, muy sorprendentemente, el término “salvaje” no se utiliza para
calificar a los japoneses. Éstos son presentados de una manera muy diferente a
todos los demás grupos mencionados en JM. Los misioneros salesianos encontra-
ron en Japón una cultura que estaba casi al mismo nivel que la europea, a pesar de
que no era cristiana. Leone Liviabella, misionero en Japón, en el número de JM de
septiembre de 1928, hablando de Japón, dice: “Aquí no estamos entre salvajes,
como en las selvas vírgenes, sino entre una población pagana que conoce todo el
progreso de la civilización”. LIVIABELLA, L., Nuova forma d’apostolato, en GM 6
(1928) 9, 165.
3 No se haría justicia con la revista afirmando que términos como “salvaje”,
“incivilizado”, etc., se utilizan con un significado peyorativo. No pueden utilizarse
para señalar el desprecio que los misioneros tenían por la población local. La única
característica que JM se preocupa en subrayar es su simpatía y amor por la pobla-
ción. Por lo tanto, cuando se utilizan estos términos, suelen referirse a la triste
Misión: Civilización
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En general, JM presenta a las religiones no cristianas de tierras
de misión como una serie de supersticiones que mantienen a sus
creyentes bajo la esclavitud del maligno. Son las profundas creen-
cias religiosas de la población las que les sitúan en un contexto de
falsedad, oscuridad y esclavitud. En esta versión de la realidad,
todos los grupos de la tierra de misión están de alguna u otra forma
“incivilizados”4.
Muchos de los informes individuales de los misioneros hablan
sobre la población de la región que vive en zonas inabordables, en
general zonas forestales, una clase de vida muy primitiva. Por estas
presentaciones individuales, los lectores de JM podían adquirir una
idea de toda la población en las misiones como “salvaje”, “incivili-
zada” e “inculta”. Cuando JM presenta la actividad misionera como
“civilización”, el lector puede tener fácilmente la impresión de que
todo el mundo no europeo es incivilizado. Informes individuales,
por ejemplo, como el de Carlo Crespi, quien en octubre de 1923 des-
cribió el trabajo misionero entre los jíbaros como “un esfuerzo colo-
sal apoyado por los misioneros para civilizar una raza orgullosa,
cruel, rencorosa, brutalizada por haber habitado cientos de años en
el bosque”5, corrían el riesgo de ser aplicados en general a todas las
tierras y a todas las poblaciones6.
____________________
situación en la que se encuentra la propia población y la fatiga necesaria por parte
del misionero de liberarla de esas costumbres. Además, como los informes se diri-
gen a los jóvenes lectores, se utilizan estos términos para evocar mayor simpatía y
cooperación en el trabajo para las misiones. Sería importante tener en cuenta que
JM es hija de su tiempo y emplea el lenguaje y la mentalidad comunes a esa época.
4 Incluso, si no hay graves males sociales entre la comunidad japonesa, tienen
que ser civilizados a la manera cristiana, para deshacerse del culto vacío del sin-
toísmo. Igualmente, la sociedad tailandesa tiene que liberarse de su antigua creen-
cia en la reencarnación, que es la base de su absurdo culto al elefante blanco.
También es el caso de los birmanos y los indonesios: deben liberarse de las false-
dades de sus creencias religiosas.
5 CRESPI C, I coccodrilli del Guayas, en GM 1 (1923) 9, 132.
6 Incluso la afirmación de Leone Liviabella de que los japoneses eran una pobla-
ción civilizada, familiar con las ventajas del desarrollo y el progreso, de alguna
manera apunta su intención de anticiparse a la aplicación de la impresión general
de las tierras de misión al particular caso de Japón.

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Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
El misionero: el auténtico agente de la civilización
En la mente del misionero hay una relación natural entre la
civilización y la religión. El misionero está convencido de que la
religión pagana es la principal responsable de la ignorancia ram-
pante entre la población y las salvajes prácticas ciegamente acep-
tadas por estas sociedades primitivas. El editorial del segundo
número de JM subraya la doble dimensión del trabajo de los misio-
neros, reflejando la mentalidad de los tiempos. La civilización
depende de la religión. Donde la religión es la adecuada, existe la
verdadera civilización. Por lo tanto, los misioneros católicos impli-
cados en la propagación de una única religión verdadera son el
agente de una civilización verdadera, escribió el editor en marzo de
1923:
El misionero que convierte las almas a la divina religión de Jesucristo
no limita sus conquistas al campo espiritual. La religión es el espíri-
tu animado de la verdadera civilización. El misionero, al propagar la
verdadera fe, se deshace de las prácticas salvajes que se oponen a la
ley cristiana y, por lo tanto, se da no sólo una renovación del alma,
sino una total renovación de la vida de las personas7.
El misionero que partía para tierras extranjeras era consciente
de ser enviado a unas poblaciones salvajes, a las que tenía que bau-
tizar y civilizar. Las prácticas salvajes de los pueblos indígenas se
consideraban no sólo contrarias al Evangelio, sino algo inapropiado
en seres humanos civilizados. Todo misionero que entonces partía a
tierras desconocidas se hacía cargo de que su principal misión era
desarraigar costumbres antiguas inhumanas prevalecientes entre
diversos grupos e introducirlos gradualmente en el estilo civilizado
de vida. No se negociarían aquellos aspectos de la cultura local que
se oponían al Evangelio y a los fundamentales modelos de compor-
tamiento civilizados. Las palabras que Mons. Cagliero dirigió a los
benefactores, cuando lideró la octava expedición misionera a Lati-
noamérica, son explícitas en cuanto a las intenciones de todos los
misioneros. Se dice que expresó lo siguiente:
____________________
7 GARNERI D., Benemerenze dei missionari, en GM 1 (1923) 2, 17.
Misión: Civilización
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Partimos con la intención de dar conocer a Jesucristo y a que lo acep-
ten incluso en los rincones más remotos de la tierra. Partimos moti-
vados por el deseo de cambiar los desiertos de Patagonia y de las islas
adyacentes en jardines llenos de flores de la Iglesia católica y de la
civilización cristiana, para la gloria de Dios y la salvación de las
almas y el consuelo de muchos de los hijos e hijas de Adán, inmersos
ahora en su miserable condición, por el hecho de que han sido priva-
dos de los beneficios de la religión8.
Este trabajo de transformación interna de las costumbres loca-
les requiere tiempo y mucha paciencia por parte del misionero. Sólo
el hecho del bautismo mismo no desarraiga a una persona de un con-
texto y le coloca en otro. El bautizado vive junto con los no bauti-
zados. No se puede exigir a los nuevos conversos una separación
total e inmediata de las prácticas antiguas. Por lo tanto, el misione-
ro tolera la lenta transformación de la sociedad. Mientras él conti-
núa insistiendo con los de más edad, sus verdaderas esperanzas para
una auténtica transformación de la sociedad residen en la educación
de los más jóvenes. La lentitud del progreso de su trabajo y la apa-
rente obstinación de la población en sus maneras no lo desaniman.
Es su insistencia y su formación, junto con su paciencia y toleran-
cia, lo que finalmente producirá el necesario cambio. En el editorial
de junio de 1927, Garneri da a entender que la paciencia que se le
exige al misionero da como resultado el éxito final, que corona su
paciente trabajo. Y escribe:
Cuánto sacrificio exige el trabajo del misionero, quien sólo por su
deseo de redimir esas pobres personas debe tolerar cada día los más
repugnantes de los sentimientos causados por la naturaleza salvaje
del estilo de vida de la gente y ¡eso delante de sus propios ojos! Uno
no puede quedarse sin decir nada ante la heroica paciencia de los pio-
neros de la fe en instruir esas mentes tercas y renovar sus costumbres
morales. Separarles de sus viejas supersticiones, sus ritos y fiestas,
____________________
8 GARNERI D., Ricordi della Patagonia e Terra del Fuoco, en GM 1 (1923) 9.
115. Según un informe posterior de JM, civilizar a los indígenas de América del Sur
era exactamente lo que el cardenal Cagliero hizo junto a sus misioneros. Cagliero
mereció en verdad el título que le otorgó el general Roca, il civilizzatore del Sud (el
civilizador del Sur). GARNERI D., Il primo missionario di Don Bosco, en GM 4
(1926) 4, 61-67.

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Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
sus salvajes pasiones y ridículas creencias tan arraigadas en ellos es
algo que hace pensar a uno en una batalla tenaz. Pero en el recuento
final el misionero tiene éxito y al final lo que cuenta es el éxito. [...]
La transformación tiene lugar bajo la orientación del misionero, el
hábito de robar, de la inmoralidad, de la pereza, de la superstición
cambia por el amor, por el trabajo y la oración, en modos civilizados
de vida en común y afecto por la familia. Nuevos horizontes se abren
a estas almas9.
Del modo en que JM ve en las diferentes creencias supersti-
ciosas de los varios grupos étnicos y nacionales la raíz de las carac-
terísticas deshumanizadoras de esas sociedades, obviamente consi-
dera la conversión de esas poblaciones a la fe verdadera como la
principal manera de desenraizar esos males. De esta manera el
misionero se convierte en lo que JM llama “un pionero de la civili-
zación”10. “Civilización” se presenta como la consecuencia natural
de la cristianización. Sin embargo, la civilización no se detiene en el
bautismo, ni una sociedad es considerada completamente civilizada
cuando todos sus miembros están bautizados. Civilización es un
proceso que continúa después del bautismo. Como se ha comentado
antes, las tradiciones antiguas tardan en morir. Un agente importan-
tísimo de civilización es la educación. Es sólo a través de un proce-
so paulatino de educar a los más jóvenes cómo el misionero es capaz
de provocar el deseado cambio en la mentalidad de la sociedad por
completo11.
El método del misionero para llevar la luz de la civilización a
los pueblos aborígenes contrasta con el colonizador, que no duda
incluso en diezmar grupos enteros en nombre de la civilización. Es
más, en los casos de atrocidades perpetradas contra los habitantes
indígenas por los codiciosos colonizadores, es el misionero quien
defiende a la población local. Cuando los colonizadores, aparente-
mente en el nombre de la civilización, tienen que recurrir a métodos
____________________
9 GARNERI D., Percorrendo l’Esposizione Missionaria, en GM 4 (1926) 7, 122-
123.
10 ZIO GIGI, La vera gioventù missionaria, en GM 9 (1931) 2, 21.
11 Como al apostolado de la educación se le ha dado mucha importancia en la
revista, se retomará en una sección posterior dedicada completamente a él.
Misión: Civilización
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con poca visión de futuro, es el misionero el paladín de las verda-
deras causas de la población. En octubre de 1942, hablando del tra-
bajo misionero entre los indios alakalufes, JM subraya la acción
misionera para defender a los pobres aborígenes de la región contra
lo que se llama “avance de los blancos”. JM escribe:
¡Pobres desgraciados habitantes de las islas Magallanes! Perseguidos
por el avance de los blancos, diezmados por enfermedades de todas
clases, presentados por los científicos como el rechazo de la humani-
dad, como carentes de inteligencia, caníbales, sin religión, han
encontrado en el misionero el único defensor de su vida y de su buen
nombre12.
Por lo tanto, el interés del misionero no es simplemente la des-
trucción de costumbres y prácticas salvajes, utilizando cualquier
método disponible. El misionero es un salvador. Él mira a esas cos-
tumbres bárbaras no desde el punto de vista de un conquistador, sino
desde el de un salvador. Son las malas costumbres las que necesitan
ser destruidas, no las personas que las practican. El enfoque com-
pleto del misionero hacia la población de las tierras de misión está
imbuido de compasión y simpatía. Por lo tanto, el misionero es el
gran defensor de su gente.
Actitud del misionero ante las características
positivas de la cultura local: adaptación
Uno de los motivos de los numerosos informes sobre las dife-
rentes costumbres y tradiciones presentes entre los varios grupos de
personas en las tierras de misión fue ciertamente el de exponer a los
lectores de JM la vasta variedad cultural que existe en el mundo.
“Países a los que viajas, costumbres que encuentras” es un dicho fre-
cuentemente repetido en JM. Se presentan elementos de estas cultu-
ras que son obviamente negativos, otros que son en sí mismos indi-
ferentes y otros que son evidentemente ricos en lo que se refiere al
valor humano.
Mientras que el misionero combate contra las costumbres que
son evidentemente nocivas y las sustituye por modelos de compor-
____________________
12 Tra gli ultimi indiani alakaluf, en GM 20 (1942) 10, 83.

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Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
tamiento basados en el Evangelio, respeta, acepta y alienta lo que es
de auténtico valor en las diversas culturas. Incluso en lo que es indi-
ferente, no intenta reemplazarlo por sus equivalentes europeos; en
su lugar, lo acepta como el patrimonio antiguo de un pueblo y una
tierra a la que él se ha adaptado completamente y a la que ha hecho
suya. Por lo tanto, según la visión de JM, la evangelización no es de
ninguna manera sinónimo de europeización de la población local y
de sus modelos culturales. El misionero que hace de la tierra de
misión su segunda patria, y de sus habitantes su propio pueblo, se
convierte en uno más entre la población local. Acepta sus modelos
de comportamiento, cuando no están en evidente contradicción con
el Evangelio que predica.
Aprendizaje del idioma local
Lo primero que hace el misionero a su llegada a la misión es
ponerse a la ardua tarea de aprender el idioma local. Especialmente
los idiomas orientales, con su complicada escritura, bastante dife-
rente a la de las lenguas europeas, plantean graves problemas ini-
ciales a los misioneros. No hay atajos para estas lenguas. Mucha
humildad, resolución, y sobre todo trabajo duro le proporcionarán el
dominio del idioma local necesario para su ministerio13.
A pesar de la dificultad que supone, una cualidad esencial de
cualquier gran misionero es su dominio de la lengua local. De
____________________
13 Cfr. Un proverbio dell’Uganda, en GM 1 (1923) 1, 12. A través de muchos
informes, JM subraya la absoluta necesidad de conocer la lengua local. Mientras
que en otras zonas de misión a los misioneros normalmente se les exigía aprender
el único idioma utilizado por la población local, la particular situación de las misio-
nes de Assam requería que el misionero fuera un políglota. Aunque existen infor-
mes anteriores que hablan de la existencia de muchos grupos lingüísticos, es real-
mente Mons. Marengo quien en una entrevista con JM, en 1952, muestra el alcan-
ce del problema. Dice que hay unos 145 idiomas en las misiones de Assam. Y algu-
nos de esos idiomas son hablados por grupos tribales compuestos de sólo unas
1.000 personas. Pero lo que hace la situación realmente exasperante es que no se
utilizan lenguajes comunes entre esos diferentes grupos. El misionero que quiera
evangelizar esos grupos, pequeños o grandes, tiene que familiarizarse mínimamen-
te, de alguna manera, con sus idiomas. Y la dificultad es aún mayor porque la mayo-
ría de esas lenguas no tiene escritura. Cfr. Intervista con il primo vescovo di Dibru-
garh: Mons. O. Marengo, en GM 30 (1952) 6, 2.
Misión: Civilización
253
Amicis, hablando de las muchas buenas cualidades de Don Carava-
rio, observa que tenía una gran pasión por aprender el idioma local.
En su corta estancia en Timor, adquirió el suficiente portugués para
comunicarse con la población local. Incluso hizo un esfuerzo por
aprender inglés en ese breve período. Lo primero que hizo al aterri-
zar en China fue ponerse a estudiar en serio chino. Apuntando a la
íntima convicción de que le guiaba el anhelo del misionero, De
Amicis afirma:
Él se aplicó mucho en el estudio del idioma, con tenacidad, método
y amor. Y esto no lo hizo por motivos de vanagloria, sino por esa pro-
funda convicción de que el misionero que no conoce la lengua local
es un extraño para la población del mismo modo que ellos son extra-
ños para él14.
Adopción de los estilos culturales locales en la proclamación
del Evangelio
JM insiste repetidamente en que la fe cristiana no excluye a
ninguna cultura y ninguna cultura es absolutamente desmerecedora
de que el Evangelio no pueda ser expresado a través de elementos
adecuados a él. El misionero es consciente del hecho de que él viene
de una cultura que está impregnada de valores cristianos. Pero no
cae en la tentación de considerar la cultura europea como un abso-
luto, ni la presenta como la única cultura cristiana posible. Su preo-
cupación no es trasladar el estilo europeo de vida. En lugar de eso,
él está auténticamente preocupado por implantar la Iglesia en las tie-
rras de misión. Y al implantar la Iglesia en tierras de misión, se da
____________________
14 DE AMICIS, Don Caravario nei ricordi di un compagno di missione, en GM 17
(1939) 2, 26. En agosto de 1942, al realizar Zucchetti un pequeño esquema de la
vida misionera de Don Angelo Rouby, uno de los misioneros salesianos pioneros
entre los jíbaros, observa el gran esfuerzo por aprender la lengua de éstos como una
auténtica expresión de su anhelo por salvarlos. Zucchetti escribe del misionero: “A
su llegada al campo de trabajo, Don Rouby mostró inmediatamente su ardiente celo
por la salvación de las almas dedicándose con verdadera tenacidad al estudio del
intrincado idioma de los jíbaros que logró aprender maravillosamente. Adquirió tal
dominio, con tal elocuencia y fluidez de palabra, que se convirtió en algo muy útil
de en su misión. ZUCCHETTI D., Un apostolo dei kivari: Don Angelo Rouby, en GM
20 (1942) 8, 68.

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Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
cuenta de la necesidad de disponer de canales de expresión que sean
fácilmente comprendidos por la población local. Como resultado,
no sólo acepta los elementos positivos de la cultura de la población,
sino que utiliza también los diferentes elementos culturales para
promocionar sus verdaderos intereses15.
En diciembre de 1940, en un corto artículo sobre la Navidad en
China, el autor observa que al principio la escena navideña cristiana
era representada a la manera europea. Pero más recientemente, el
pesebre y las estatuas habían adquirido un estilo chino. A los dife-
rentes personajes se les había dado facciones chinas. Y el artículo
dice que incluso la arquitectura de la iglesia estaba tomando gra-
dualmente un aspecto chino16. ¡Y en el artículo, al señalar el motivo
de dicha adaptación, resalta que muestra que la fe cristiana no es
ajena a ninguna cultura, al contrario, encuentra su adecuada expre-
sión y se hace verdaderamente universal cuando se expresa en todas
las culturas!17
Al explicar la intención misionera del mes de noviembre de
1942, “El arte indígena debe promocionarse para manifestar el ver-
dadero rostro de la religión católica”, JM hace hincapié en la nece-
sidad de desarrollar el arte indígena en las misiones. Según el editor,
el arte en general es una interpretación del culto y el sentimiento
religioso de la población y también es la expresión de la verdad de
la religión. El arte cristiano, para adquirir la verdadera naturaleza de
ser una expresión de un pueblo, debe adquirir necesariamente for-
mas y estilos característicos del arte local. El misionero está impli-
____________________
15 Esta mentalidad adoptada por JM está profundamente basada en las enseñan-
zas del magisterio de la Iglesia durante esas décadas.
16 Parece lógico que tal tipo de adaptaciones se iniciaran bastante antes en China,
donde se daba un sentimiento de desprecio profundamente arraigado por cualquier
cosa que tuviera una apariencia simplemente extranjera. La guerra de los boxer,
aunque no fue una revuelta popular contra todo lo que se considerara extranjero,
fue, de alguna manera, una manifestación de una corriente de pensamiento entre los
chinos. La demanda drástica de una independencia absoluta manifestada por las
tres libertades propuestas por el gobierno comunista vuelven a apuntar a esa fuerte
corriente antiextranjera presente en la sociedad china.
17 Cfr. Natale cinese, en GM 18 (1940) 12, 185-186.
Misión: Civilización
255
cado en un doble proceso de cristianizar el arte local y de promover
el arte cristiano18.
Identificación con la población local:
respeto por su forma de actuar
La naturaleza de la obra misionera requiere que el misionero se
identifique con la población local. Éste es el método que el mismo
Jesús siguió: el método de la encarnación. El misionero se convier-
te en el amigo verdadero de la población sólo cuando acepta de cora-
zón todo lo que es bueno y sano en sus costumbres y tradiciones y
aprende a vivir como uno entre ellos.
En abril de 1946, JM publica un artículo de C. Albisetti en el
que describe lo que al lector ordinario le parecería una ceremonia
repugnante,que Antonio Colbacchini realizó con los bororos. El in-
forme explicaba que los bororos habían decidido reconocer pública-
mente al gran misionero como uno entre ellos, aún más, ¡como su
verdadero jefe, padre y madre! Pero él tenía que pasar la prueba de
esta ceremonia. Los bororos querían que el misionero participara en
su fiesta. Y la participación del misionero consistía precisamente en
tomar una determinada bebida fermentada, una parte de cuya prepa-
ración la llevaban a cabo las ancianas de la tribu masticando una hier-
ba determinada que luego escupían en el recipiente en el que estaba
hirviendo la bebida. Para los bororos era más que un acto de beber
una preparación especial. Ellos necesitaban una prueba tangible de la
solidaridad y la amistad verdadera del misionero. Albisetti escribe:
Para establecer amistad con ellos y adquirir una mayor confianza con
los indios, era algo que estaba por encima de todas las demás consi-
deraciones. Bebí rápidamente y tragué aquella repugnante bebida.
Tan pronto como el recipiente estuvo vacío, ellos lo volvieron a lle-
____________________
18 Cfr. Intenzione missionaria, en GM 20 (1942) 11, ii. La portada del mismo
número de JM es una pintura china de María, la estrella del mar. La corta explica-
ción de la imagen, reproducida en la propia cubierta, dice que es la reproducción de
una pintura de Luca Tcheng, un artista chino. La explicación observa con evidente
alegría que hay otros artistas indígenas cristianos en otras zonas de misión como
Japón, India, Indonesia, etc. Esos artistas expresan la verdad cristiana utilizando el
estilo indígena del arte y la escultura.

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Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
nar, y a continuación de nuevo una tercera vez mientras en los labios
de aquellos que estaban sentados alrededor se podía notar una sonri-
sa de aprobación19.
En abril de 1955, JM dice que los misioneros que abandona-
ban su patria encontraban en el territorio del apostolado una segun-
da pero verdadera patria de adopción. Y el misionero se convierte
en un verdadero ciudadano de esa tierra cuando acepta las diferen-
tes costumbres y tradiciones propias de su gente. En este artículo,
JM presenta el ejemplo de Mons. Gaetano Pasotti, Vicario Apos-
tólico de Rajaburi en Tailandia. Como los tailandeses tienen la cos-
tumbre de tirarse agua los uno a los otros en Año Nuevo, como
signo de buenos deseos para la ocasión, el vicario apostólico tam-
bién aceptó con deferencia el agua que le tiraron en su visita el día
de Año Nuevo20.
Todos los benefactores que son conscientes del valor de su ser-
vicio caen alguna vez en la tentación de sentirse superiores a las per-
sonas a las que sirven. Una persona que procede de países civiliza-
dos se siente igualmente tentada a considerar las prácticas simples y
____________________
19 ALBISETTI C., Cerimonia singolare, en GM 24 (1946) 4, 28-29. Es un ejemplo
de un caso extremo. Pero el mensaje sigue siendo válido: al aceptar las costumbres
locales el misionero se convierte en uno de ellos, se gana su afecto, abre una puer-
ta a sus corazones. En un informe anterior en 1926, Don Domingo Comin había
hablado de una cierta repugnancia que sentía el misionero por las conversaciones
inútiles de los miembros de la tribu. A pesar de ese sentimiento natural, el autor
dice que el misionero tiene que demostrar un interés incluso en las cosas aparente-
mente inútiles que la gente hace, con el objeto de no perder su amistad, la única
manera de llegar a su corazón. Comin escribe en marzo de 1926: “Con esas pobres
personas uno necesita tener la paciencia de Job: tratarlos bien y tomar parte en sus
conversaciones vacías demostrando que tenemos interés en ellos. La indiferencia y
más el desprecio por sus maneras suscitarían en ellos un resentimiento que nunca
desaparecería.” COMIN D., Nelle terre dei kivaros, en GM 4 (1926) 3, 53.
20 Cfr. Curiosità siamese, en GM 33 (1955) 4, 15. Más que los incidentes aisla-
dos, lo que JM intenta es presentar la figura del misionero, lo que le hace ser uno
más entre la población local, aceptando lo positivo en sus culturas, incluso ele-
mentos que son contrarios a sus costumbres europeas, siempre que no haya nada
malvado en ellos. ¡Al partir de las costas de Italia, deja atrás sus costumbres y prác-
ticas, y se convierte en un ciudadano de la tierra de misión!
Misión: Civilización
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primitivas de la población indígena con una cierta falta de respeto. El
misionero no es una excepción a esta tentación. Según JM, el misio-
nero se ve tentado a considerar valioso, bueno y bello aquellos ele-
mentos de las culturas locales que de alguna manera reflejan las cos-
tumbres y los hábitos de su propio país de origen. Un artículo de sep-
tiembre de 1961 afirma que el misionero tiene que aprender que
todos los grupos tienen un gran bagaje intelectual y riquezas morales
que necesitan ser apreciadas y preservadas. Hablando del deber del
misionero en este aspecto, el autor del artículo opina: “La primera
ley que el misionero necesita observar es el respeto por las otras cul-
turas”21. Haciéndose eco de las enseñanzas del magisterio de la
Iglesia, el autor continúa diciendo que ésta no puede vincularse a una
cultura particular. Al contrario, la Iglesia mira con gran respecto los
valores genuinos y tradicionales de los diferentes pueblos del mundo
y desea que se hagan todos los esfuerzos necesarios para su conser-
vación y su promoción22.
Mons. Luigi Mathias, en un artículo de abril de 1963, escribe
que ir conociendo las costumbres locales y tradiciones es una tarea
que dura una vida. El misionero no se detiene en lo que es simple-
mente externo o secundario. La adopción no es sólo una cuestión de
cambiar algunos usos externos. Quien se limita a lo externo y lo
secundario suele estar tentado de sustituir las prácticas locales con
sus equivalentes europeas. Para evitar este peligro, el misionero
____________________
21 Adattamento missionario, en GM 39 (1961) 9, 9.
22 La foto de un misionero en India admirando la escultura del interior de un tem-
plo hindú, incluida en el artículo, resalta aún más la necesidad de apreciar no sólo
el arte y la escultura sino lo que es intrínsecamente positivo y verdadero en las reli-
giones locales y acercarse a ello con el respecto debido a una religión. ¡En esta fase,
JM ha dejado algo de lado su visión anterior de que las religiones locales eran un
culto diabólico! En octubre de 1961, JM propone de alguna manera la metodología
misionera de Matteo Ricci y sus compañeros en China, la de adaptación a las cos-
tumbres locales como la nueva metodología de las misiones. Se resalta el gran
anhelo y el amor por los habitantes de los misioneros de los períodos anteriores,
pero no sería suficiente para un misionero de la actualidad. Además de la compe-
tencia, cultura y conocimiento, tiene que tener una gran capacidad de transmitir el
mensaje en un idioma comprensible a la población local. Cfr. Il saggio dell’Occi-
dente: P. Matteo Ricci, en GM 39 (1961) 10, 10-12.

1.8 Page 8

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258
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
tiene que conocer la cultura local en profundidad. Mathias escribe
justo al principio del artículo:
“En las misiones nunca se cesa de tener nuevas experiencias. Es nece-
sario conocer en profundidad los usos y las costumbres de la pobla-
ción que hay que evangelizar, de modo que no se le impongan nues-
tras costumbres europeas, algo que suele ser inoportuno y a veces
incluso difícil de realizar”23.
Contribución del misionero a la cultura local
Los misioneros no sólo aceptan con respeto las culturas loca-
les y las hacen suyas, sino que también, especialmente en el caso de
los misioneros dotados de los debidos talentos, las enriquecen con
su contribución. En diciembre de 1963 JM informa sobre el trabajo
pionero de Antonio Balavoine, misionero entre los lalungs en As-
sam, en el campo de la literatura local. Con la ayuda de un cate-
quista visitante, el misionero hizo la primera colección de palabras
y frases en el idioma de los lalung y, tras mucho esfuerzo, confec-
cionó el primer diccionario Lalung-Khasi-Inglés. Fue el mismo
misionero quien dio al idioma lalung la escritura latina. Fue también
el autor de varios libros de texto para las escuelas primarias y el
compilador del primer libro de oraciones en ese idioma. Evidente-
mente, el motivo no es la literatura en sí, sino la literatura por la
evangelización24.
Algunos misioneros, en su calidad de exploradores, contribu-
yeron enormemente a dar a conocer la región al mundo exterior, a
través de sus varias publicaciones. Debido a los largos viajes que
tenían que realizar, lograron un conocimiento de primera mano de la
geografía de la región y de los diferentes grupos indígenas que habi-
____________________
23 MATHIAS L., Paese che vai, en GM 41 (1963) 4, 12.
24 Cfr. BALAVOINE A., Ho dato la scrittura ai lalung, en GM 41 (1963) 12, 12-
16. En un antiguo informe sobre el gran misionero Antonio Colbacchini, JM resal-
ta la contribución de este misionero a la cultura bororo. No sólo hizo un estudio de
su idioma, costumbres, mitos, canciones y música, sino que coleccionó todos esos
elementos de la cultura bororo en un libro que fue ampliamente reconocido tanto
por las autoridades civiles como las eclesiásticas. Cfr. Addio Joco-Curi, en GM 38
(1960) 6, 35.
Misión: Civilización
259
taban esas regiones, sus costumbres y sus tradiciones. En abril de
1959 JM presenta a Alberto M. De Agostini, misionero salesiano, un
auténtico estudiante de geografía y ciencia. Él escribió sobre sus
descubrimientos en la región de la cordillera que exploró en su libro
I miei viaggi nella Terra del Fuoco en 1924. El libro fue muy apre-
ciado, incluso en los círculos de estudiantes de geografía y ciencias
relacionadas y se publicaron cuatro ediciones en un corto período de
tiempo. Los viajes posteriores del misionero fueron publicados en
1941 en otro libro titulado, Andes patagónicos, que también tuvo un
gran éxito y fue traducido al italiano en 1949. El misionero, mien-
tras atiende a su primera misión de predicar, bautizar y salvar almas,
también contribuye a la ciencia y al conocimiento25.
Además de la contribución de algunos misioneros en el campo
de la ciencia, ha habido otros que han trabajado en varios campos,
culturales y de desarrollo, y han prestado un gran servicio a la pobla-
ción de la zona. Mons. Luigi Lasagna era una de esas figuras. Entre
sus muchos logros están la fundación de una enorme y rica bibliote-
ca, el establecimiento de un museo de historia natural y el más nota-
ble de ellos, la construcción y equipamiento de un observatorio
meteorológico. Aparte de las más notables actividades del misione-
ro, fue Lasagna el responsable de la importación de buenos vinos de
Italia. Concluyendo la lista de grandes logros del gran misionero,
JM resalta que Lasagna, con sus diferentes actividades, mostró a los
críticos de la Iglesia que pensaban que los sacerdotes eran capaces
sólo de enseñar a la población indígena algunas oraciones y nada
más, que él sabía combinar en un orden armonioso, piedad y cien-
cia, y que era capaz además de unir ambos aspectos en un ambiente
de gran alegría26.
Educación de la juventud
Cuando JM muestra al mundo pagano inmerso en un océano
de supersticiones, cuando presenta vivamente varios tipos de es-
____________________
25 Cfr. Un grande esploratore, en GM 37 (1959) 4, 34-35.
26 Cfr. Mons. Luigi Lasagna, en GM 11 (1933) 4, 92-94.

1.9 Page 9

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260
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
clavitud que afligen a las poblaciones de las misiones, cuando
apunta a la enorme primitividad de los diferentes grupos de las
misiones, el punto que la revista quiere señalar es presentar la
gran necesidad de que esas personas sean educadas. La razón
principal de las varias desgracias de los paganos es su falta de ins-
trucción e información. La ignorancia es la raíz de las diferentes
supersticiones y las prácticas que se relacionan con ellas. Es la
educación la que al mismo tiempo significa cristianización y civi-
lización.
Situación del mundo pagano
Evangelización, y lo que es más, civilización, implican un pro-
ceso gradual hasta llegar a un cambio en el modelo de vida de la
sociedad. Pero este cambio deseado tiene que tener en cuenta las
realidades y dificultades fundamentales: la dificultad práctica de
cambiar costumbres y tradiciones que han sido aceptadas, sanciona-
das y vividas a través de generaciones y generaciones y que se han
convertido en parte y parcela de un modelo de vida. El misionero se
da cuenta de que cambiar costumbres antiguas de una población no
es como tirar un vestido viejo y ponerse otro nuevo. En el caso de
los adultos, y más en el de los ancianos, el cambio necesario de
mentalidad y de modelos de comportamiento es complicado y suele
requerir un esfuerzo incansable por medio de la instrucción y un
seguimiento paciente. Es en la educación de la infancia y de los
jóvenes en lo que el misionero pone sus esperanzas reales para
lograr un cambio real de actitudes y modos de vida.
Ausencia de institutos educativos en las misiones
En el mundo de las misiones presentado en JM no hay facili-
dades educativas en absoluto, y si hay alguna, suele estar en las
aldeas principales y en las ciudades, más allá del alcance de la
población que vive en el interior. Son los misioneros quienes tie-
nen que iniciar esas instituciones educativas en esas regiones. En
algunas zonas de misión, como Assam, donde los misioneros cató-
licos llegaron después que los protestantes, las instituciones edu-
cativas existían incluso en muchos centros en el interior, pero las
empleaban los misioneros protestantes para avanzar en su misión y
Misión: Civilización
261
con frecuencia también para bloquear la entrada a los misioneros
católicos.
Deseo del saber occidental
En muchas tierras de misión, los colonizadores europeos pre-
cedieron a los misioneros católicos. Esos colonizadores, obviamen-
te, impresionaron a la población local con su superioridad militar. El
éxito de los colonizadores sirvió para mostrar a la población indíge-
na el atraso de sus antiguos métodos, sean militares o de otra clase.
Esto, a su vez, creó en la población local el deseo de acceder a los
conocimientos de los colonizadores y de sus ciencias. Había una
cierta tendencia hacia “la ciencia del hombre blanco”27. Por los dife-
rentes informes de JM, se podría deducir que, en el período posterior
a la Primera Guerra Mundial se dio un despertar general de la nece-
sidad de educación en las diferentes tierras de misión. Y en la situa-
ción concreta, significaba un cambio hacia la ciencia occidental.
Indiferencia general hacia la educación de la juventud
Aunque se puede hablar de un despertar general de la necesi-
dad de la educación en todas las tierras de misión, no era tan uni-
versal como para incluir a todas las tribus, a todas las familias y a
todas las personas. Como en el caso de la fe que el misionero predi-
caba, igual que en el caso de la educación que traía consigo, existía
mucha indiferencia entre los grupos y las familias en el campo de
misión real. Parecería que es el misionero quien está convencido de
la necesidad de educar a los niños y los jóvenes y es él quien quie-
re establecer escuelas e internados.
En enero de 1927, JM publicó una carta de María Avio, misio-
nera en Assam, a la Madre General en Turín. La hermana misionera
habla de la dificultad de educar a los jóvenes. Los muchachos y
____________________
27 Un breve artículo de septiembre de 1944 da a entender este anhelo por la edu-
cación extranjera cuando dice: “Especialmente en las regiones nuevas, los estu-
diantes se sienten atraídos por la superioridad de los blancos y los ancianos padres
son de la opinión de que sus hijos pueden aprovechar lo que ellos llaman la valio-
sa inteligencia de los blancos en sus vidas”. Le missioni e le scuole, en GM 22
(1944) 9, 94.

1.10 Page 10

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262
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
muchachas se suman al trabajo de la familia a una edad muy tem-
prana. En los campos de té, trabajan junto a los adultos. En otras
comunidades, se les emplea en cuidar el ganado. Cuando los padres
parten a trabajar, a los niños mayores se les encomienda el cuidado
de los pequeños. Y en general, los muchachos y las muchachas se
casan enseguida, reduciendo la posibilidad de educación aún más.
¡Con frecuencia los padres sin formación consideran la educación
de sus hijos una pérdida de tiempo! El misionero tiene que utilizar
todo su poder de persuasión y a veces inclusosus recursos financie-
ros para conseguir que los muchachos y las muchachas vayan a la
escuela, y aún más, que vayan a quedarse en los internados de la
misión28.
Visión de JM de la Iglesia como educadora
de las naciones
En un artículo del número de febrero de 1935, se dice que la
actividad educativa ha sido asociada con la Iglesia y su misión de
evangelización desde su inicio. Educación, incluso no religiosa, ha
sido la principal actividad de la Iglesia durante siglos. La expansión
de la ciencia se ha asociado con la Iglesia. Es la Iglesia la que ha
hecho que la educación esté disponible a toda la población. Allá
donde fueron los misioneros, la educación se consideró uno de los
medios indispensables para la verdadera evangelización de la pobla-
ción. Con frecuencia, en la historia de las misiones, los misioneros
construyeron escuelas incluso antes de que pudieran construir la
iglesia. En la mayor parte de las misiones, donde se erigía una igle-
sia, ésta estaba adyacente a una escuela.
Objetivo de las escuelas en las misiones
A través de los diferentes informes y artículos, JM saca los
diferentes motivos de establecer escuelas cristianas en las misiones.
Los informes anteriores tendían a considerar a las escuelas, y para el
caso, la educación en general, sólo en su relación con la evangeliza-
ción directa. Sin embargo, en los últimos años hay una tendencia a
____________________
28 Cfr. AVIO M., Ostacoli dell’apostolato missionario, en GM 5 (1927) 1, 24.
Misión: Civilización
263
considerar las escuelas como una actividad misionera válida incluso
cuando no esté relacionada con la evangelización directa, pero se
refiere a una educación cristiana de la juventud pagana.
JM presenta la escuela misionera como un instrumento directo
de evangelización de aquellos a quienes enseña y de otros que de
alguna manera están influenciados por éstos. En el transcurso de la
docencia de la lectura y la escritura y los fundamentos de las mate-
máticas o las otras ciencias, las escuelas misioneras enseñan la fe.
Son los jóvenes estudiantes quienes abren el camino a la evangeli-
zación. JM no oculta ningún secreto sobre el hecho de que las
escuelas misioneras buscan “conquistar” a los estudiantes y, a través
de ellos, a sus padres y a toda su familia. En febrero de 1935, JM
escribe:
Es exactamente a través de la educación escolástica cómo los busca-
dores de almas pueden atraer a los pequeños paganos a la misión.
Ellos frecuentan las lecciones de los docentes católicos y van siendo
gradualmente conquistados también por las verdades eternas29.
En su deseo general de educación y de conocimiento, la pobla-
ción, especialmente de las regiones interiores, se dirige voluntaria-
mente a los misioneros30. La población local no se dirige a los misio-
neros inmediatamente y principalmente por el mensaje de salvación
que trajeron. Era el interés por la educación lo que solía ser el prin-
cipal motivo que ofrecían los misioneros para empezar las misiones
en varios centros. Para los misioneros, estas escuelas eran un punto
____________________
29 Sulle orme del Maestro, en GM 13 (1935) 2, 21.
30 Además de ser una expresión de su reconocimiento del cuidado y preocupa-
ción de los misioneros hacia la población local, en la mayoría de casos era el resul-
tado de la situación práctica de las diversas regiones. A la mayoría de los gobier-
nos, si es que había alguno, les importaba poco la situación de la educación de las
regiones interiores. Había pocas organizaciones voluntarias que podían llevar a
cabo tan pesado compromiso. Las instituciones educativas de las religiones locales,
si había alguna, estaban confiadas a los monjes. A ellos, que se les consideraba
como padre, amigo, consejero y guía, se dirigía la gente encomendándoles la edu-
cación de las futuras generaciones. En algunas zonas, sólo los misioneros católicos
se podían considerar capaces de cargar incluso con el peso económico que suponía
la fundación y el mantenimiento de una escuela.

2 Pages 11-20

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264
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
de partida en una región y un punto de apoyo para lanzar otras acti-
vidades31.
Aunque, según JM, los misioneros suelen ser invitados a los
diferentes centros para iniciar una escuela, no se limitan a esperar a
estas invitaciones. Es la necesidad de instruir a las personas en la fe
cristiana y civilizarlas lo que motiva a los misioneros a ser pioneros
en la educación en varios países32. Según un breve artículo de sep-
tiembre de 1944, es la preocupación de los misioneros por la for-
mación cristiana de las nuevas generaciones lo que les mueve a fun-
dar las escuelas. El artículo observa:
La primera preocupación de todos los misioneros en todo el mundo
es abrir escuelas cristianas, porque si a los adultos la caridad les atrae
a la fe cristiana e introduce a los catecúmenos en la práctica de la vida
cristiana, es la escuela la que forma a las nuevas generaciones33.
El artículo continúa diciendo que a menudo las primeras cons-
trucciones en un centro de misión son las escuelas, incluso antes que
la iglesia. Eso indica la convicción del misionero de que la educa-
ción es la que prepara el camino para la fe, siendo la ignorancia la
raíz de todas las supersticiones.
El mismo artículo citado antes subraya otro objetivo de las
escuelas en las misiones, es decir, el de formar una élite católica en
la sociedad. El autor escribe: “La meta de nuestras escuelas es for-
____________________
31 Stefano Ferrando, en septiembre de 1926, hablando de la eficacia de las escue-
las primarias en las aldeas informa de cómo los misioneros salesianos consiguieron
entrar en la aldea de Nongrah por la fundación de una escuela primaria allí, inclu-
so cuando los protestantes ya tenían una escuela en ese momento. La superioridad
de la escuela católica sirvió para reducir el número de alumnos de la escuela pro-
testante. Y la estima que los habitantes de la aldea tenían de la Iglesia católica ser-
vía para atraer a la población local a los misioneros y gradualmente a la fe católi-
ca. Cfr. FERRANDO S., Il villaggio Maria Ausiliatrice, en GM 4 (1926) 9, 166-167.
32 Hablando de los misioneros como pioneros de la educación, JM presenta en
julio de 1940 el caso de Tailandia. Según el informe de G. Casetta, los Hermanos
de San Gabriel, las Hermanas de San Pablo de Charters y las Hermanas Ursulinas
fueron los auténticos pioneros de la educación en ese país. Incluso el gobierno entró
en el campo de la educación bastante tiempo después que los misioneros. Cfr.
CASETTA, G., Thailand, en GM 18 (1940) 7, 106-107.
33 Le missioni e le scuole, en GM 22 (1944) 9, 94.
Misión: Civilización
265
mar a una clase escogida de católicos”34. Aun así, según el mismo
artículo, en las misiones, es la escuela la que marca la vida de toda
la comunidad cristiana. “En las misiones es la escuela la que crea
para los cristianos ese cálido ambiente católico”35.
En el contexto del creciente nacionalismo que siguió al final de
la Segunda Guerra Mundial, las diferentes instituciones misioneras
educativas destacaron la relevancia de los misioneros, especialmen-
te en tierras donde los sentimientos antieuropeos y anticolonialistas
apuntaban alto. En ese contexto, la fe cristiana misma era conside-
rada un producto occidental, la dimensión religiosa de los poderes
coloniales y, con frecuencia, una estructura que buscaba perpetuar el
dominio colonial. El compromiso misionero por la educación de los
jóvenes muchachos y muchachas a través de sus numerosas institu-
ciones: primaria, media, secundaria, escuelas profesionales y agrí-
colas, universidades, ofrecía un testimonio innegable de compromi-
so auténtico de la Iglesia y de sus misioneros por el bienestar de la
población local36.
En julio de 1949, JM vuelve a enfatizar la importancia de la
simpatía y la estima por las misiones y los misioneros en las tierras
lejanas. En muchos rincones del mundo, el despertar nacional iba
acompañado del deseo naciente de volver a la religión y al modo
de vida de los ancestros, de un mayor apego a la religión antigua
de la tierra. Ante la antipatía general por el cristianismo, era nece-
sario ganarse la simpatía, no sólo de las personas comunes, sino
____________________
34 Le missioni e le scuole, en GM 22 (1944) 9, 95. Esto parecería importantísimo
en sociedades en las que florecía el movimiento nacionalista. La iglesia tenía que
formar hombres y mujeres que se introdujeran en estos movimientos para mantener
los valores cristianos mientras luchaban por la independencia, y también en la socie-
dad para defender los derechos inalienables de la Iglesia. En julio de 1949, hablan-
do de la importancia de las instituciones de la educación superior en la misión, citan-
do el ejemplo de la India, JM informa de que algunos católicos que habían pasado
por las instituciones católicas de educación superior, fueron invitados a formar parte
del órgano que redactó la constitución de la India. Los católicos educados en las
escuelas de la Iglesia pueden influir en la vida de la nación, incluso a esos altos nive-
les. Cfr. Scuole Superiori ed Università delle missioni, en GM 27 (1949) 7, 6.
35 Le missioni e le scuole, en GM 22 (1944) 9, 95.
36 Cfr. Le vie delle conquiste missionarie, en GM 25 (1947) 7, 8-9.

2.2 Page 12

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266
Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
también de las clases altas, el grupo que formaba la inteligencia del
país. Era conveniente exponer a este grupo los profundos principios
de la fe cristiana e incluso si su conversión no era próxima, ganar-
se su respeto y su simpatía. A este respecto JM escribió en julio de
1949:
Las simples obras de caridad y sólo la predicación ordinaria no son
suficientes para conquistar a las secciones más educadas de la socie-
dad. Debido a esto el único medio eficaz, después de la gracia de
Dios, es abrir para sus hijos universidades, pero éstas tienen que ser
superiores en nivel y fama a las paganas. Esas universidades propor-
cionan a la Iglesia estima y respeto incluso por parte de los no cris-
tianos37.
Otro motivo crucial para el gran porcentaje de personal misio-
nero y recursos empleados en el campo de la educación en el que JM
hace hincapié, especialmente en el período posterior a la Segunda
Guerra Mundial, era la formación cristiana de toda la juventud. Lo
que se pretende no es sólo ganar la simpatía de la masa educada de
población, sino inculcarles los principios cristianos. Las tradiciones
antiguas que estaban profundamente arraigadas en la estructura de
la sociedad pueden ser cambiadas sólo por esta educación cristiana
general.
JM hace una referencia especial a la situación de la sociedad
hindú en la India con su sistema de castas. Sin duda, la formación
dada a los estudiantes hindúes a través de las numerosas institucio-
nes educativas contribuyó a una transformación gradual de la socie-
dad. JM cita el comentario que un inspector de escuelas hizo duran-
te su visita a la escuela salesiana en Madrás: “Vosotros los católicos
habéis hecho mucho más que ninguna legislación del gobierno por
eliminar los prejuicios del sistema de castas y por socorrer a la
población de las castas inferiore”38. Especialmente en zonas donde
las conversiones son difíciles, los misioneros continúan su compro-
miso en el campo de la educación, a través de una formación cris-
tiana de los estudiantes. Lo que las escuelas cristianas buscan, por
____________________
37 Scuole Superiori ed Università delle missioni, en GM 27 (1949) 7, 6.
38 La piaga dell’India: la fame, en GM 29 (1951) 7,9.
Misión: Civilización
267
tanto, no es sólo la conversión, sino la transformación cristiana de la
sociedad39.
Hacia 1963, según la visión de JM, la educación se había con-
vertido en la principal actividad misionera, absorbiendo la mayoría
del personal misionero y necesitando la mayor parte de los recursos,
especialmente los financieros. En diciembre de 1963, JM escribe:
La escuela es la principal actividad de los misioneros en casi todos
los territorios de misión. Absorbe hasta el 60% del personal misione-
ro y casi el 70% de los medios económicos de algunas misiones40.
El artículo afirma que la principal labor de los misioneros, a
pesar de que no se dirigía en un principio a convertir al cristianismo,
sigue siendo una actividad misionera muy válida, debido a la trans-
formación cristiana que experimenta la sociedad. De ninguna mane-
ra se puede considerar como un desperdicio de personal y de recur-
sos. La formación intelectual y social de los estudiantes prepara el
terreno para el cristianismo de la sociedad y en varios casos lleva a
los estudiantes a abrazar la fe. En las tierras de misión, se reconoce
a la Iglesia y es apreciada en su mayor parte por sus servicios edu-
cativos.
Conclusión
En toda cultura hay mucho que es realmente humano y eleva-
do. Pero, en general, lo positivo se mezcla con algunos elementos
degradantes y a veces completamente malvados. Ciertas culturas
primitivas tienen más elementos malignos debido a la ignorancia y
a las supersticiones que les dominan. El avance del cristianismo ha
surtido un efecto purificador en estas culturas. Desgraciadamente,
en ciertos períodos de la historia y en ciertos lugares, algunas de
esas primitivas culturas han desaparecido. Mientras se pueden cues-
tionar siempre determinadas metodologías y actitudes, sería faltar a
la verdad negar el efecto purificador de la fe cristiana en muchas
culturas en variasas partes del mundo. Cristianizar y humanizar han
____________________
39 Cfr. Scuole e missioni, en GM 39 (1961) 6, 11.
40 Scuola e missioni, en GM 41 (1963) 12, 3.

2.3 Page 13

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Visión de las misiones salesianas: 1923-1967
ido siempre de la mano. Y estas dos acciones están destinadas a
caminar juntas. Incluso cuando ha habido una oposición directa a
los esfuerzos de los misioneros por cristianizar, la dimensión huma-
nizadora ha sido apreciada y valorada. No es sólo el cristianismo lo
que humaniza. Todas las religiones tienen como fin elevar al ser
humano y ponerle en contacto con Dios. Pero también es una reali-
dad histórica que no todas las religiones han desempeñado este rol
correctamente. Es también un hecho histórico que el avance del cris-
tianismo ha contribuido en gran medida a una mayor humanización
de las diferentes culturas que lo han aceptado. La acción misionera
apunta a desenraizar ciertas prácticas que son perjudiciales al autén-
tico desarrollo de la persona, ha sido validada por sí misma y ha traí-
do inmensos avances particularmente a los sectores más débiles y
con frecuencia más explotados de la sociedad.
Hoy se podría poner en cuestión el valor formativo de la edu-
cación estructurada con su excesivo énfasis en la adquisición de un
título o una calificación particular. Nos lamentamos, y con razón,
acerca del escaso impacto de la educación en la formación de la per-
sonalidad de los estudiantes. Mientras hacemos un llamamiento por
un cambio radical de los modelos existentes y estructuras de educa-
ción, no podemos sino admirar el enorme servicio prestado a través
de la educación y reafirmar su valor y relevancia por mejorar la
sociedad. Mientras se reconoce humildemente la diferencia entre la
educación y la evangelización, todavía se puede admitir una cierta
primacía en que la educación todavía se conserva como un medio de
evangelización entendido en su sentido más profundo.