ASOCIACION DE COOPERADORES SALESIANOS


ASOCIACION DE COOPERADORES SALESIANOS

OBRA DE DON BOSCO

1 BOLETIN

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INFORMATIVO (On Line)

Año XXVI– Nº 246

JUNIO 2002

2 Inspect.Ntra.Sra. de Luján (ALP) - Centro “Mamá MARGARITA”

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3 Belgrano 280 (1876) Bernal – Pcia. de Bs. As. – Argentina -Tel.: 54 11 4252 0046 - Fax.: 54 11 4259 6527

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EL DELEGADO DE LOS COOPERADORES


Extractado de escritos de Don JOSÉ AUBRY


El Art. 46 del RVA se refiere a los "DELEGADOS Y DELEGADAS", y en su primer párrafo expresa que "Cada Centro y cada agrupación inspectorial de Centros tienen su Delegado o Delegada. [Ellos/as] Son los animadores espirituales que responden, sobre todo, de la formación salesiana y apostólica".

Vale decir que son responsables de la formación salesiana, que es eminentemente apostólica. Y el trabajo apostólico (del salesiano) es su mística, porque perfecciona la grandeza divina y la urgencia; y es a la vez su ascética. Y dice Aubry: He aquí una hermosa síntesis: Toda espiritualidad supone una mística y una ascética . Para el salesiano (religioso/a) las encuentra ambas, no en el simple trabajo exterior, sino en el trabajo "apostólico", es decir el trabajo apostólicamente realizado. Y la función del Delegado o Delegada es eminentemente apostólica.


a).- MÍSTICA DEL DELEGADO.

1.- "Delegatus ex fide vivit". El Delegado vive de la fe. Esta frase, inspirada en San Pablo (Rm. 1, 17 / Gál. 3, 11) significa: "El Delegado vive de la virtud de la Fe". En primerísimo lugar, el Delegado es un hombre de fe, y si es de una fe grande será un buen delegado, y si es de una fe grandísima será un Delegado maravilloso. Ser Delegado significa trabajar directamente sobre el terreno de la fe, sobre uno de sus aspectos más profundos. Dice Don Aubry: "Me parece que la primera reacción de un salesiano cuando se lo designa como Delegado(a) es: Señor, cuánto te agradezco por haberme mandado a trabajar en este sector privilegiado de la misión salesiana, sobre el terreno de los llamados del Espíritu, de estos llamados que orientan espiritual y apostólicamente mi existencia cristiana".

En efecto, si creemos seriamente que la identidad del Cooperador Salesiano se sitúa en el nivel carismático, si creemos como lo dice el Reglamento de Vida Apostólica (RVA) que "El Cooperador [es] un cristiano llamado" (Art.2), el trabajo del Delegado suscitador y educador de esta vocación, se sitúa en el nivel del misterio de la Divina Gracia: El Delegado es una persona que, humildemente, pero con fuerza, cree al Espíritu Santo, y cree hasta el punto de llegar a ser, en el alma de algunos cristianos, su pobre pero real instrumento y colaborador.


2.- Insertado de un modo intenso en el misterio de la "cooperación con Dios". Esta prospectiva sitúa al Delegado en el misterio más alto, más largo y más profundo del designio de salvación del Padre, en Cristo muerto y resucitado, y en este misterio le da un puesto de particular importancia. ¿A qué cosa por tanto, llama el Espíritu Santo al Cooperador?. A ser un cierto tipo de apóstol, para trabajar en el campo del Padre. En diversas ocasiones, he dicho y escrito, que queremos formar auténticos y perseverantes Cooperadores, debemos despertar sus conciencias al "misterio" del apostolado salesiano que se inserta en la corriente carismática abierta en la Iglesia por Don Bosco. Debemos sensibilizarlos en la mística de su situación de auténticos "Cooperadores de Dios", partícipes eficientes del suceso del Reino, de la obra de la liberación que Cristo resucitado lleva adelante para ofrecer a cada hombre la novedad definitiva de ser hijo de Dios, llamado a la vida eterna (santidad). El otro día, he leido no sin sorpresa este párrafo de una Conferencia de Don Caviglia: "He aquí el lema de la sociedad obrera salesiana: Trabajo y templanza, porque somos los obreros del Señor, y no las señoritas que quieren gustar los bizcochos y los chocolatines de la piedad. Nosotros somos de los Santos de las mangas arremangadas, somos los obreros de Dios, como dice San Pablo "Dei enim adjutores sumus" (1.Cor.3,9). ¡Y ahora enviemos el diploma de Cooperador también a San Pablo!. Podemos decir por lo tanto: damos el título de paulistas a los salesianos religiosos y cooperadores, porque han entrado en esta dinámica de la mística paulina del apostolado como Cooperadores de Dios" (Conferencia sobre el "Espíritu salesiano". Crocetta 1953, pág.69).

[Los Delegados] son eminentes Cooperadores de Dios, porque están encargados de formar a sus hermanos, otros Cooperadores de Dios. Por lo tanto a ellos les corresponde vivir primero la mística del trabajo salesiano; les toca a ellos adquirir una vivísima "conciencia apostólica", de tal modo que la fuerza de su fe mística llegue hasta el alma de los Cooperadores que deben formar y animar.

3.- Insertado como siervo inútil y eficaz.

Pongamos brevemente en relieve dos dimensiones de esta conciencia apostólica. Obrero del Padre, con Cristo resucitado y con la fuerza del Espíritu, el DELEGADO debe considerarse a si mismo como "siervo". Siervo en una especial situación, que debe hacer coincidir en sí mismo dos aspectos en apariencia contradictorios: siervo inútil ("Cuando hayáis realizado todo aquello que os fue ordenado, decid: Siervos inútiles somos" Lc.17, 10); pero al mismo tiempo siervo eficaz ("He aquí que he ganado otros cinco talentos. Bien siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor" Mt. 25, 20-21).

  • Siervo inútil: Humildad:

El trabajo apostólico es ser fiel a una misión recibida: es un "recibir" antes de "hacer" y un "dar". Desde tres puntos de vista, el auténtico apostolado realiza la experiencia de su dependencia de siervo: Es enviado por Cristo Pascual, es sostenido por el Espíritu de Pentecostés, trabaja para el Padre, principio y fin de todo, sólo para su gloria.

Por lo tanto nunca se cree dueño de su misión, jamás piensa ser el patrón, pero sí un humilde y feliz siervo, como Don Bosco, santo humildísimo, a pesar de las apariencias, como Jesús mismo, siervo de su Padre, como María, pequeña sierva del Señor.

Y no olvida nunca que, mientras trabaja para salvar a los demás, él, consciente de sus limitaciones y defectos, tiene todavía necesidad de ser salvado.

Es propiamente porque está haciendo la experiencia del amor de Dios, que lo salva de su propia miseria, es capaz de amar a los otros con un amor salvador. Humildad profunda delante de Dios y delante de los hermanos, que no los trata nunca con aires de superioridad.


  • Siervo eficaz: Vehemencia y celo ardiente:

Y todavía, el DELEGADO es consciente de poder ser efectivamente un siervo útil, que Cristo toma en serio, pidiéndole la obra de todos sus esfuerzos para contribuir a la construcción del Reino. Esta misión hace surgir en su corazón un sentimiento de gozoso estupor y de humilde fuerza.

Entre todos los santos, Don Bosco, es uno de aquellos que más han creído en la grandeza, el valor y la infinita

nobleza del Apostolado. Para él, es lo más grande que se le ofrece al esfuerzo humano. Decenas de veces ha dicho y

ha escrito: "De las cosas divinas, la más divina, es la de cooperar con Dios para salvar almas". Es la más divina,

porque en el servicio apostólico, el infinito amor de Dios, se hace presente en los pobres, pero reales instrumentos

humanos, valiéndose de ellos. En consecuencia, el apóstol salesiano se dedica a su trabajo con una "actividad

incansable".

No se puede concebir un verdadero discípulo de Don Bosco, que no esté disponible y celoso, hombre de coraje y de

fuego, listo para aceptar las pruebas, las fatigas, las oposiciones. No es posible concebir un verdadero DELEGADO que

no sea de múltiples iniciativas para suscitar y formar las vocaciones de Cooperadores, convencido que, de su propia

dinámica espiritual y pastoral, dependerá la de los mismos Cooperadores.


4.- Siervo que reza.

Es propiamente este ardor en el servicio de Dios que lleva al DELEGADO a la oración. Ciertamente que debe rezar al menos como cristiano y como religioso. Pero tiene razones especiales de rezar como apóstol y DELEGADO. Rezar como siervo inútil, es entonces una oración especial sobre todo cuando es un poco árida, podría darle la impresión de no hacer nada y hacerlo pensar que sería mejor volver pronto a la acción; en realidad en estos momentos, está haciendo lo más importante que es: reafirmar que el que obra es Otro, el Patrón del Reino, que todo está en sus manos, y que podría obrar sin nuestro concurso. El recordado Don Viganó, contaba que su mamá ya viejita le dijo un día: "Cuando tienes que hacer alguna conferencia, no te preocupes tanto en pulir palabras, y añade un Rosario más".

Y por eso el DELEGADO reza en cuanto siervo útil y eficaz, cuya acción resulta ser eficiente porque la Gracia lo sostiene, si quiere ser un hombre "carismático" en el sentido profundo de la palabra, es decir que se deja conducir, no por sus inspiraciones propias, sino de aquellas del Espíritu Santo. Sin los momentos de silencio y de oración, ¿cómo sería posible permanecer bajo el influjo de este Espíritu, que habla casi siempre en voz baja y mueve con dulzura?.

Tantas veces y en tantas situaciones, la actividad misma lleva a estos interrogantes: ¿Qué hacer ahora?. ¿Cómo proceder con este Cooperador, con este Centro, con esta comunidad?. ¿Cómo discernir en esta situación difícil?.

El DELEGADO necesita de silencio para escuchar, de docilidad y valor para seguir adelante. Mientras tanto la oración es uno de los momentos y lugares más seguros de la conversión, cuando el apóstol se deja guiar por el Espíritu Santo, y está dispuesto a decir con María ¡He aquí el siervo del Señor!. ¡Que se cumpla según tu Palabra!.

Bendito el DELEGADO que procede de este modo. Así su vida llegará a ser fecunda en el Verbo Salvador. Por lo tanto, el DELEGADO reza, en cuanto educador en la oración, de sus hermanos y de sus hermanas.

Una parte quizás la más hermosa de su contenido es de "iniciar" a jóvenes y adultos en la oración, de la cual tanto hoy,

gracias a Dios sienten necesidad y encuentran el gusto. Sería el colmo que un educador y maestro oficial de la oración no sea el primero en rezar, el colmo que tenga el coraje de hablar largamente de la oración sin haber hecho la experiencia de la oración.

Finalmente en su oración, el DELEGADO da un lugar preferente a la Madre, a María Auxiliadora. Ciertamente porque es salesiano, pero también porque María ocupa un puesto privilegiado y de resonancia universal en el plan de salvación.

Después de Cristo es la más importante y la más maravillosa "Cooperadora de Dios"; el mismo Concilio la llama así (Cfr.LG.61-63), y es la figura y la síntesis personificada de la misma Iglesia, llamada a "cooperar con Dios". Rezar a María Auxiliadora, es para un DELEGADO, entrar en la corriente mariana y eclesial del apostolado. Encuentra en ella un modelo y una ayuda, una inspiración y un impulso.



B).- LA ASCÉTICA DEL DELEGADO.



Evidentemente no se puede presentar un panorama completo de la ascética del DELEGADO; es decir de las exigencias de

la virtud, de esfuerzos, de comportamientos prácticos que se desprenden de su mística. Nos contentaremos con presentar dos: el esfuerzo de reflexión y el esfuerzo de relación, o si se quiere, de doble apertura de la mente y del corazón


1.- El esfuerzo de la apertura de la mente y de la reflexión:


Don Brocardo expresaba que el Director Espiritual debe ser un hombre abierto "sensible a los signos de los tiempos y al sentido de la historia". No cabe la menor duda que el DELEGADO debe someterse a un notable esfuerzo de apertura para comprender y formar.


a). Para comprender: La pedagogía y la pastoral moderna nos insisten que la primera cosa que debe hacer un educador o un pastor, es de comprender al otro. Ahora bien, el futuro Cooperador, o el Cooperador, es en verdad un "otro", porque vive en pleno mundo, y más aún cuando es un joven que ha crecido en un ambiente de pluralismo cultural. El DELEGADO debe reflexionar, observar, dialogar, informarse, para poder comprender la condición laical de los Cooperadores, su sicología, los conflictos que comporta su plena inserción en el mundo, sus necesidades para comprender a los jóvenes, a las mujeres, y chicas. El contacto directo enseña muchas cosas; pero no se pueden ignorar estos medios de cultura: que son la lectura, la información, las jornadas de estudio, la reflexión compartida con otros educadores y pastores.


b). Para formar válidamente: Propiamente porque es un siervo de Dios, enviado para suscitar otros siervos y Cooperadores de Dios, el DELEGADO nutre en sí mismo un inmenso deseo de esfuerzo. Es un aspecto firme del espíritu salesiano. No postergar a los Cooperadores. No exponerlos a sufrir hambre espiritual. No abandonarlos en el camino. Dar respuesta a sus necesidades en el momento oportuno... inmenso trabajo, para el que, ciertamente, el DELEGADO no está solo; debe encontrar otros tantos animadores, pero es siempre el principal responsable.

Trata de ser y de mantenerse competente en el campo doctrinal y de estar al día también en eclesiología, en la teología laical, sobre las orientaciones seguras de la Iglesia en los problemas morales más urgentes, etc.

Competente en el campo espiritual y pastoral, debe buscar las formas más adaptadas para dar a los Cooperadores una estructura mental apostólica, poniendo como base la Palabra de Dios válidamente explicada, o para conducirlos a la verdadera oración.

Competente en el campo salesiano, para saber hablar no sólo de Don Bosco y de las cosas salesianas, sino también transmitir el gusto y el entusiasmo.

En suma el DELEGADO debe aceptar el tener que realizar un auténtico esfuerzo de formación permanente en todos los campos.


2.- El esfuerzo de apertura del corazón y de relación:


a). Un segundo aspecto de la ascética del DELEGADO es una dosis no común de renuncia de sí mismo para estar disponible a todos y para todos, con gran espíritu de sacrificio y de amabilidad salesiana.

El DELEGADO, por excelencia, es un hombre de relación, y de relación personal, esto es capaz de entrar en contacto simple y sincero con cada persona. Don Cogliandro decía que el DELEGADO es el centro de toda una red de relaciones entre hermanos los Salesianos, los Cooperadores (Centros y personas), los otros grupos de la Familia Salesiana,y los diversos representantes y grupos de la Iglesia local. Y Don Brocardo recuerda que el DELEGADO, como guía espiritual, debe ser un hombre dotado, rico en calor humano y verdaderamente fraterno.

Este aspecto de su personalidad y de su acción, es tanto más importante cuanto que el DELEGADO debe promover entre los Cooperadores este estilo de relación típicamente salesiano, y educarlos en el sentido de pertenencia a la Asociación y a la Familia.

Ser Cooperador, el nombre lo dice, es no sólo obrar, sino "cooperar", cooperar entre sí para mejor cooperar con Dios. El Cooperador entonces es ayudado para adquirir el sentido fraterno, para estar abierto a la amistad y a la ayuda fraterna; a apreciar el encuentro con los demás, a aceptar los valores de la corresponsabilidad y de colaboración. Y por lo tanto, una disciplina de acción y la fidelidad a los compromisos asumidos. Lo que supone que los DELEGADOS, acepten el juego de estos mismos valores.




b). Dos grandes virtudes salesianas. QuIsiera señalar brevemente en los comportamientos sociales y fraternos del DELEGADO, dos virtudes altamente salesianas:


1.- En primer lugar la paciencia y la humilde perseverancia. La paciencia es inspirada directamente al apóstol en su conciencia se diervo de Dios. Dios tiene en sus manos la ejecución de su proyecto, y conoce perfectamente todos sus componentes... Cuando un siervo suyo desarrolla una actividad que al principio tiene éxito y después sin culpa suya, no obtiene resultados brillantes; este siervo no se desanima: sabe muy bien que todo esfuerzo lleva consigo facetas visibles e invisibles. Se encomienda a la sabiduría del Padre y lleva adelante la obra emprendida, sin impaciencia ni vana curiosidad.

Formar a las personas de los Cooperadores, formar y hacer funcionar los Centros, los Consejos locales e inspectoriales son cosas que requieren una gran capacidad de espera, fuerza para esperar activamente, frutos que maduran lentamente. Los resultados válidos se aseguran sólo al que trabaja humildemente con tenacidad y perseverancia.


2.- El otro procedimiento altamente salesiano, va de acuerdo con el anterior: es la serenidad y la alegría; aquella de la cual Don Bosco nos ha dado un ejemplo vivo. Esta alegría salesiana es una alegría que se ve y se demuestra también exteriormente: es un gozo. Pero sus raíces son profundas. No es sólo un "buen humor": ella es también un aspecto de la esperanza teologal, una alegría suscitada en nosotros por el Espíritu Santo.

En el cristianismo la alegría es una realidad englobante, es decir envuelve todo el resto, también las pruebas, el sufrimiento y la muerte. "Reboso de alegría, -se atreve a decir San Pablo- en todas mis tribulaciones" [2 Cor. 7, 4].

La alegría y la paz son los primeros y decisivos dones de Cristo Resucitado. "La paz esté con vosotros", [Jn. 20, 19]. Con su serenidad y alegría el DELEGADO manifiesta su convencimiento de ser las manos de un buen Padre y a su servicio, que hoy todavía trabaja para llevar a buen término su designio de salvación, a pesar de toda la monstruosidad del pecado del hombre.

Proclama el estar totalmente decidido de poder con toda seriedad cooperar con ÉL en este resurgimiento del Reino, y preparándole buenos Cooperadores. Don Viganó se complacía en decir y repetir: "Ser salesiano es hermoso"; y pedía ante todo al joven de hoy, "la inteligencia de lo bello".

Un buen DELEGADO debe infundir a su alrededor este profundo optimismo.


2.- El esfuerzo de apertura del corazón y de relación:

c).- Que ellos crezcan!. Que yo disminuya!. Para concluir diremos que la mística y la ascética del DELEGADO además de ser aquella de Don Bosco, se refieren también a aquella de Juan Bautista, el precursor, aquel que ha tenido la gracia y la misión de preparar a Jesús, algunos de sus mejores discípulos y apóstoles.

El aspecto más profundo del alma de Juan Bautista es propiamente la rectitud, la claridad y la pureza de servicio manifestada en la famosa expresión: “Él debe crecer y yo en cambio disminuir” (Jn. 3,30). Un programa de perfecta santidad!.

Podemos atrevernos a aplicar estas palabras a la acción del DELEGADO ante los Cooperadores Salesianos: “Ellos deben crecer, y yo en cambio disminuir”.

El mejor DELEGADO es aquel que forma a los Cooperadores de un modo serio y profundo, llevándolos progresivamente a la autonomía y a la toma de conciencia de su responsabilidad cada vez mayor.

El recordado Don E. Viganó insistía en que “nuestro mayor peligro actual es la superficialidad”. Esto también es una realidad para la Asociación de los Cooperadores Salesianos. Cooperadores que no hacen oración, y hasta ni siquiera asisten a la misa dominical, y ni que decir de su falta de pertenencia, no participando activamente de las reuniones ni de la vida del Centro.

Los DELEGADOS tiene como misión hacer desaparecer esta superficialidad, formando auténticos Cooperadores, convencidos, decididos, capaces. Después de todo esto, decía Don Aubry, me ha venido la idea de componer una ORACIÓN DEL DELEGADO. Ignoro que sea verdaderamente ortodoxa y en verdad inspirada. De todos modos para concluir se la leo:


SEÑOR, Tú que eliges a los siervos inútiles para hacer de ellos siervos eficaces. Te doy gracias por haberme llamado para hacerme DELEGADO, es decir un cooperador de tus designios, encargado de formar otros COOPERADORES tuyos, mejores que yo.

AYÚDAME a apreciarlos a todos profundamente, como lo haces Tú. A los mayores como a los jóvenes, a los que no han estudiado, como a los que se recibieron en la Universidad (que después no siempre son los más eficientes).

AYÚDAME a no criticar a mi antecesor, que no ha hecho casi nada; para lograr

que mi sucesor diga algo bueno de mi, reconociendo todo lo que he hecho.

SEÑOR, necesito hacer una buena figura delante de mis Cooperadores. Por eso,

CONCÉDEME una buena salud y un buen carácter. Si me quitas esto, temo ver

hundirse en buena parte mi virtud.

SEÑOR EN TÍ CONFÍO!. Quisiera ser en tus manos, sólo un pedazo de pan y

de pescado, con el cual, si quieres, darás de comer hasta la saciedad a una multitud de COOPERADORES, al menos de cinco mil hombres sin contar las mujeres y los niños. AMÉN

Sac. JOSÉ AUBRY

Es una escritura