2014|es|12: Todos misioneros

RECTOR MAYOR


Todos misioneros



POSIBLE RECUADRO PARA SITUAR DONDE MEJOR PROCEDA

De nuevo el Señor nos llama, nos consagra e invita a ser como su Hijo amado, Jesucristo, y a anunciarlo. También yo os invito a ser rectos según Dios, siervos sin privilegios, y a cumplir siempre la voluntad del Padre.



Don Bosco quiso Congregaciones e Institutos “en salida”. Somos una Familia que tiene un Padre con un corazón grande y apasionado. Por eso nos ha regalado tantos sueños misioneros que son, todavía hoy, nuestros sueños.

Valdocco, Maria Auxiliadora, Expedición Misionera, una tríada preciosa para ofrecer a la humanidad, sobre todo a los jóvenes más necesitados de nuestra acogida, de nuestro carisma compartido del que todos somos corresponsables. ¡Una triada que nos hace llegar hasta el fIn del mundo! En efecto, nuestro querido Don Bosco hizo llegar a sus hijos hasta la lejana y casi desconocida Tierra del Fuego, al sur del sur de la no menos inexplorada Patagonia, tierra de pueblos audaces, abiertos a la trascendencia y al amor por la tierra, por lo creado. Fue una empresa que necesitó muchos sacrificios y fatigas de nuestras hermanas y hermanos, y que ha ayudado a crecer y desarrollar no solo la fe, sino también la cultura y la sociedad en aquellos países. Hoy tenemos un Papa venido de allí, que en la audencia al Capítulo General nos expresó este deseo: “Les pido, no me dejen la Patagonia!”


Tres recuerdos

Quiesiera dejar tres recuerdos, como hacía Don Bosco. El primero, inspirado en el profeta Ezequiel, es este: Ser rectos según Dios. Significa ser transparentes, no tener doble lenguaje ni intenciones ocultas. Somos llamados a ser sinceros, algunas veces prudentes en el sentido evangélico que nos enseña Jesús, pero siempre hombres y mujeres sin falsedad, como Natanael.

Ser rectos significa ser claros en nuestras motivaciones, ser capaces de decirnos la verdad de nosotros mismos a nosotros y a los otros. No se va en misión (quaquier tipo de misión, también la del Rector Mayor) si uno se busca a sí mismo, si busca el poder, el imponerse a los otros, si uno cree profundamente que lo que lleva no solo es de gran valor –que cierta y seguramente lo es- sino que es superior y mejor que lo que encontrará en los otros y en los lugares a los que llega. Ser rectos según Dios es sumergirse plenamente en el corazón de Dios misericordioso que llama al pecador y le da siempre otra oportunidad, y está siempre dispuesto a acogerlo y abrazarlo como al hijo amantísimo que viene de lejos.

En este sentido, el salmo 25 nos enseña a rezar con todo el corazón: “Señor, enséñame tus caminos, instrúyeme en tus sendas; haz que camine con lealtad”.

La carta de san Pablo a los Filipenses me inspira el segundo recuerdo: Ser siervos sin privilegios. El apóstol deja a la posteridad uno de los himnos cristológicos que seguramente recitaban los primeros cristianos en la liturgia. Un himno que es también una confesión de fe: “Cristo Jesús, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo, tomando la condición de esclavo”.

Queridísimos todos, nuestro privilegio más precioso es ser llamados a vivir como Jesús, que se despojó de sí mismo asumiendo la condición de siervo. Cada uno de nosotros, aunque de modos distintos, es siervo y sierva de los demás. También aquí la tentación natural del poder es vencida por el ejemplo claro y trasnformante de Jesús. Entegarse al servicio de aquellos a quienes somos enviados, también de los indiferentes, de los que nos rechazan o incluso combaten. Ser sabios para cuidarnos a nosotros mismos, a nuestras comunidades, hermanos y hermanas, pero estando, al mismo tiempo, dispuestos a dar la propia vida hasta el último suspiro por los jóvenes como Don Bosco. Que nuestro privilegio sea siempre el servicio a los más necesitados, a los jóvenes en peligro, a los pueblos maás pobres.

Finalmente, el tercer recuerdo que quiero compartir es: Cumplir la voluntad del Padre. Es el único horizonte válido de nuestra vida como buatizados y consagrados. No hay otro. Y la voluntad de Dios no se cumple en solitario, de manera autónoma, creyéndose nuevos redentores. ¡Ninguno de nosotros está llamado a ser el Mesías! No es posible prescindir del discernimiento comunitario, del trabajo en equipo, del comprometerse con codo con codo con los demás educadores pastores, y, más allá de las distancias, de no vivir en comunión profunda de alma y de intención, de oración y afecto.

Hermanos y hermanas, el Señor nos llama y nos envía a ser discípulos misioneros que viven no solo el gran mandamiento del amor, sino también de hacer realidad el sueño y deseo de Jesús que él mismo, en su despedida, hizo oración: ma di far realtà il sogno-desiderio di Gesù che lui stesso ha fatto preghiera nel suo congedo: “Padre Santo, guárdalos en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros” (Jn 17,11).

Cumplir la voluntad del Padre es testimoniar al mundo que somos capaces de ser hermanos y hermanas entre nosotros y entre todos los hombres y mujeres de buena voluntad, más allá de creencias, fe, religión o costumbres.

Una vez más, el Señor nos llama por el propio nombre, nos consagra e invita a ser como su Hijo amado, Jescuristo, y a anunciarlo. También yo os invito y os pido: ser rectos según Dios, siervos sin privilegios y cumplir siempre la voluntad del Padre.

Solo con la protección materna e tierna de Maria, la Maestra de Don Bosco, y con su enseñanza cotidiana, podemos llegar a ser verdaderos discípulos misioneros y ayudar a que “...tda lengua proclame: ¡Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre!


Ángel Fernández Artime

Rector Mayor