2011|es|12: Bienaventurado FELIPE RINALDI (1856 - 1931)

Bienaventurado FELIPE RINALDI (1856 - 1931)

La imagen viva de Don Bosco

La vocación de un futuro Rector Mayor



En el ambiente campesino de Lu Monferrato – pueblo famoso no solamente por el vino sino también porque las familias han sido una auténtica “viña del Señor” por el número de vocaciones que en ellas han florecido – el ejemplo más conocido es el de la familia Rinaldi. El Señor llamó a siete hijos de esta familia: dos hijas se hicieron hermanas salesianas y, enviadas a Santo Domingo, fueron valientes pioneras y misioneras; entre los varones, cinco fueron sacerdotes salesianos. El más conocido de los cinco hermanos, Felipe Rinaldi, tercer sucesor de Don Bosco, sobresale por una historia vocacional singular y al mismo tiempo como gran promotor y acompañador de vocaciones. Felipe amaba mucho recordar la fe de las familias de Lu: “Una fe que a nuestros padres les hacía decir: ¡El Señor nos ha regalado hijos y si Él los llama nosotros no podemos ciertamente decir que no!”.

En el pueblo de Mirabello, en donde Don Bosco había abierto su primera obra afuera de Turín, Felipe tiene la posibilidad de encontrar al santo de los jóvenes y de confesarse con él, contemplando “su rostro refulgir improvisamente de luz sobrenatural”. Un hecho y una fascinación que lo acompañan y en cierta forma lo persiguen también cuando, al concluir el primer año de colegio, Felipe vuelve a su familia en donde, durante unos diez años, vuelve a trabajar en los campos. Don Bosco no lo pierde de vista y lo apremia hacia una elección.

A los veinte años, durante un coloquio con Don Bosco, tiene lugar otra vez el hecho que ya había notado en Mirabello: “He aquí que su rostro se ilumina. Luego de su persona irradia una luz viva, más viva que la luz del sol, hasta que, transcurridos unos instantes, va tomando nuevamente su aspecto normal”. Felipe ya está seguro de su vocación: “Saludados finalmente los parientes, daba las espaldas a ese mundo que me había robado los años más bellos de la vida”. Se hace salesiano, y continúa quedando bajo la mirada directa y personal de Don Bosco, que traza las tareas y las metas de su camino y a quien Felipe manifiesta una docilidad y obediencia sin reservas.


Dada la madurez de su formación, Don Bosco, que ha intuido sus virtudes e inclinaciones apostólicas, en 1883, después de un año apenas de sacerdocio, lo nombra director de los “Hijos de María”, es decir, responsable de ese vivero de vocaciones adultas que dará numerosísimos frutos a la Iglesia a través de la creación de un ambiente de verdadera y gozosa familia. La mirada de Don Bosco lo sigue en los cinco años vividos en Turín, donde goza del privilegio de ir semanalmente a confesarse con él y recibe pruebas de confianza espiritual, que ponen las semillas de una preciosa maduración sacerdotal y salesiana.

Mandado a España, irradia la presencia salesiana en toda la península, gracias también al aporte de las Hijas de María Auxiliadora, abriendo en nueve años veintiún nuevas casas, de modo que se puede afirmar que el padre Rinaldi ha sido el “Fundador” de la obra salesiana en España. Vuelto a Turín como Prefecto (= Vicario) General de la Congregación, dedica cada mañana en la Basílica de María Auxiliadora más de dos horas al ministerio de las confesiones, a la dirección espiritual, al discernimiento y al acompañamiento vocacional: una obra fecunda y preciosa que continuará también cuando, el 4 de abril de 1922, será elegido Rector Mayor de la Sociedad Salesiana. El tercer sucesor de Don Bosco, llamado a adaptar el espíritu del fundador a los tiempos nuevos, manifiesta sus dotes de padre y su riqueza de iniciativas: cuidado de las vocaciones, formación de centros de asistencia espiritual y social para las jóvenes obreras, guía y apoyo para las Hijas de María Auxiliadora, promoción de la Asociación de los Salesianos Cooperadores, institución de las Federaciones mundiales de los Antiguos Alumnos y de las Antiguas Alumnas.

Trabajando entre las Celadoras de María Auxiliadora intuye y recorre un camino que lleva a crear una nueva forma de vida consagrada en el mundo y que luego habría florecido en el Instituto secular de las “Voluntarias de Don Bosco”. El impulso que da a las misiones salesianas es enorme: funda institutos misioneros, revistas y asociaciones, y durante su rectorado parten para todo el mundo más de 1.800 salesianos.

Para los Hermanos y las Hijas de María Auxiliadora es maestro de salesianidad: con su testimonio personal y con la enseñanza sencilla y concreta de pedagogía salesiana da un empuje impresionante a toda la vida de las Congregaciones. El incremento por él dado a las vocaciones es extraordinario: de 4.000 los salesianos suben a 8.000 y las casas, de 400 a 650. La beatificación de Don Bosco en 1929 corona su existencia salesiana y le ofrece la ocasión de hacer revivir en su autenticidad el carisma del fundador, apareciendo ante todos como “la imagen viva di Don Bosco”. El padre Francesia, salesiano de la primera hora, repetía: “De Don Bosco al padre Rinaldi le falta solamente la voz”.